una enigmática personalidad latinoamericana

Anuncio
Ensayo
UNA ENIGMÁTICA PERSONALIDAD LATINOAMERICANA
Por Mateo Paganini
Según cuenta Artemio de Valle-Arizpe (1), a fines del s.
XIX, llegó a Argentina un cuerpo momificado que se exhibía, en un circo trashumante, como una de las victimas
de la Inquisición. Por más que fuera una estrategia de
promoción circense, algo de verdad poseía esta publicidad; se trataba del cuerpo de fray Servando Teresa de
Mier, quien efectivamente había permanecido recluido en
los calabozos de la Inquisición de México. Pero al apelar
a la leyenda negra de la Inquisición, este circo olvidaba
otra historia más legendaria, la de Servando Teresa de
Mier, el fraile de «la voz de plata». Una vida tan solidaria a
lo fantástico, que genera la más estrecha alianza entre la
realidad y la fábula.
Serpiente emplumada
por David
Este fraile había nacido en Monterrey en 1763, su temprano talento de orador llevó a que se le encomendara un
sermón, por el aniversario de la Virgen de Guadalupe. Quizás su imposibilidad de predicar algo corriente, fue la que lo
condujo a consultar a eruditos y a buscar en los más antiguos
pergaminos de América algo que hiciera a su sermón inolvidable. Finalmente, el doce de diciembre de 1794, dio voz a su
verdad sobre la Virgen de Guadalupe.
Lo más peculiar que presento en su versión, fue afirmar que
Santo Tomás el Apóstol había llegado a evangelizar América en el
siglo primero, que los nativos lo conocían como Quetzalcóatl (“Serpiente emplumada”) y además que “la imagen de Nuestra Señora de
Guadalupe no está pintada sobre la tilma de Juan Diego sino sobre la
capa de Santo Tomás, Apóstol de este reino” (2). Incluso dio su lugar en el
relato bíblico a los nativos de México, estos eran la decima generación que
trabajo en la Torre de Babel y la “tercia decima de Noé”.
Si bien se trataba de una versión que no carecía de extravagancia, años más
tarde en su Manifiesto Apologético arguye, que “habiendo Jesucristo ordenado expresamente a sus apóstoles partiesen a predicar el Evangelio en el mundo entero, a toda
criatura que estuviese bajo el cielo, hasta lo último de la tierra: y asegurando el Evangelio
27
Losquienes
Ensayo
puede aplicar el mismo criterio que él utiliza para analizar
el relato de antiguos acontecimientos de América: “puede
ser fabuloso en las circunstancias, que en lo remoto y raro
siempre se añaden maravillosas; pero eso no prueba que
no sea verdadero en el fondo” (10).
de San Marcos, que habiéndose partido predicaron
en todas partes, la parte mayor de la tierra, la mitad del
globo, que es la América, pudiese quedar enteramente
excluida del fruto de la redención universal, hasta que al
cabo de 1600 años nos vinieron a dar noticia del Evangelio” (3). Pese a la lógica singular que poseía este argumento, los encargados de censurar su sermón, no dudaron en
calificarlo de “alucinante” y “delirante” (4); adjetivaciones
que hoy parecieran propias de la psiquiatría. Pero además, la ocurrencia de una América cristiana, anterior a
la llegada de los españoles, atacaba uno de los mayores
pretextos de la colonización: la evangelización de los paganos. Así que como es de suponer, al fraile le esperaba
un destino de exilio y encierro.
No parece casual que ante los preceptos de una
madre patria desquiciada, que aniquilaba los dioses locales; surja «la voz de plata» de un criollo, que al modo de
un orfebre, buscara fusionar y conciliar estas religiones
tan distantes. Quizás en aquel tiempo, uno de los pocos
modos para incluir a América en el acaecer de la historia,
era crearle un pasado cristiano. Tampoco parece obra del
azar, que al regresar a México, fray Servando se convierta
en uno de los mayores promotores de la independencia.
Una vida solidaria con lo fantástico – como se dijo – en
la que hasta sus restos, siguieron viajando poblados de
leyenda.
Su sermón lo convierte en un Colón de revés,
que cruza el océano para conocer la terrible hospitalidad
de los calabozos de España: “yo no he aprendido la topografía de España sino a golpes y palos” (5). De las memorias de su viaje, trae noticias sobre los Toribios de Sevilla,
institución encargada de encerrar a los locos:
“Antiguamente se seguían todo género de atropellamientos. A una salutación se respondía con un bofetón, que bañaba en sangre al saludador. A una razón se
satisfacía con una pateadura. De ahí dobles grillos, potro,
mordaza, cadenas, barras de hierro, palizas, látigo. Y no
hay a quién quejarse, porque no se permite allí escribir,
ni recibir carta, ni otra comunicación. Era ascenso de la
casa de locos a hermano de los Toribios (así por irrisión se
llaman aquellos arráeces), y me decían ellos que se quedaban espantados del exceso que había con los Toribios
respecto del mal tratamiento de los locos.” (6)
Bibliografía.
Valle-Arizpe, Artemio de. Fray Servando. Ed. Espasa-Calpe.
1952. Buenos Aires.
2-Mier, Servando Teresa de. Apuntes del sermón de 12 de diciembre de 1794.
3-Mier, Servando Teresa de. Manifiesto Apologético en Escrititos inéditos de fray Servando Teresa de Mier. Ed. Fondo de
Cultura Económica. 1944. México.
Un elocuente diagnóstico institucional de principios del s. XIX que llega hasta nuestros días a través sus
Memorias; contemplado desde las rejas que hoy podrían
ser de una alcantarilla, pero en aquel entonces, fueron
las de un calabozo subterráneo. Y además, no sólo nos
trae una postal abarrotada, fray Servando era un “artista
de las fugas” (7), que logra escapar de sus captores en
sucesivas oportunidades; transformándose en un trotamundos de la fuga permanente, que recorre Europa, pero
siempre en la nostalgia por su América.
4-Uribe, José Patricio y Omaña y Sotomayor, Manuel de. Dictamen sobre el sermón que predicó el padre doctor fray Servando
Mier el día 12 de diciembre de 1794.
5- Mier, Servando Teresa de. Memorias. Editorial América. [19-?]. México.
6- Ídem.
En uno de los interrogatorios a los que fue sometido en España, fray Servando cuanta detalladamente su
vida; y ante la recepción que tuvo su testimonio, comenta:
“Mi historia le pareció una novela, y seguramente fingida,
porque nada cuadraba con la acusación de la orden real”
(8). No era la primera vez que «la voz de plata» se encontraba con oídos incrédulos. Ni tan poco han faltado
quienes adviertan sobre el exaltado ego del fraile, su “manía exhibitoria” (9) y sus disparatadas teorías. Pero quizás, desde las plumas y las escamas de su Santo Tomás
hasta el héroe de la permanente fuga en sus Memorias,
serpentea y se escabulle una misma idea. A la que se
Losquienes
7-Valle-Arizpe, Artemio de. Fray Servando. Ed. Espasa-Calpe.
1952. Buenos Aires.
8-Mier, Servando Teresa de. Memorias. Editorial América. [19-?]. México.
9-Calificativo utilizado por Edmundo O’Gorman en el Prologo
al Ideario Político de Servando Teresa de Mier. Ed. Biblioteca
Ayacucho. 1978. Caracas.
10- Mier, Servando Teresa de. Carta de despedida a los mexicanos en Ideario Político. Ed. Biblioteca Ayacucho. 1978. Caracas.
28
Descargar