LA SOCIETÀ COMMERCIALE D`ORIENTE ENTRE LA

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Andrea Filippo Saba*
LA SOCIETÀ COMMERCIALE
D'ORIENTE ENTRE LA
DIVERSIFICACIÓN
Y LA SITUACIÓN ESTRATÉGICA
INTERNACIONAL (1902-1935)**
La Società commerciale d'Oriente (Sociedad comercial de Oriente) representa, en
justicia, una de las primeras empresas multinacionales italianas. En este ensayo, tras
una descripción general de las actividades de la Comor —como era llamada según su
dirección telegráfica— se muestra cómo sus fines empresariales se vieron afectados en
el transcurso de los años por la particular naturaleza de su origen y los acontecimientos
internacionales llegando, incluso, a ser redefinidos hasta hacer desaparecer a la
empresa. La historia de la Comor permite conocer el imperialismo italiano de principios
del siglo XX desde dentro de una compañía, que va sufriendo una peculiar mezcla de
intereses gubernamentales y económicos en medio de una situación internacional
cambiante en la que participa, pero que no puede controlar.
Palabras clave: historia económica, imperialismo, inversiones internacionales, holding, Italia, 1902-1935.
Clasificación JEL: N24, N75, N84.
1.
* Università degli Studi di Milano.
** SABA, A. F.: «La Società commerciale d'Oriente fra diversificazione e
instanze strategiche (1902-1935)». Traducción de Mariangela A. Bellu.
El autor agradece al profesor Marzio Romani y al Departamento de
Historia Económica de la Universidad Comercial «Luigi Bocconi» de Milán
el haberle permitido trabajar sobre estos temas gracias a una beca
posdoctoral disfrutada entre 1996 y 1998. A este ensayo le seguirá un
trabajo más amplio sobre las vicisitudes de la empresa objeto de estudio.
Las divisas han sido codificadas: fb.=franco belga, ff.=franco francés,
frs.=franco suizo, lit.=lira italiana, lst.=libra esterlina británica, ltq.=liras
turcas, sh.=chelines británicos.
N. de la T.: los nombres italianos serán traducidos una sóla vez entre
paréntesis y los pasajes entre comillas irán acompañados por el símbolo *
que remite a su traducción a pie de página.
Introducción
El marco histórico general, en el que se desenvolvió
la Commerciale d'Oriente, fue el del despegue industrial
italiano del período 1894-1914, favorecido por la intervención del Estado, ya fuera con la adopción de tarifas
proteccionistas o con la asistencia y el apoyo gubernamentales, como también sucedía, por ejemplo, con la
Terni1. La creación de los grandes bancos mixtos mila-
1
BONELLI (1975); CASTRONOVO (1993).
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neses, según el modelo y capitales austro-alemanes,
habría permitido la financiación de estructuras de producción y de modernas infraestructuras2. Paralelamente, hacia finales del siglo XIX, bajo los gobiernos Crispi,
Di Rudinì y Pelloux, ya con una serie de industrias maduras en el sector secundario, se produjeron notables
recortes de las libertades individuales mientras el poder
adquisitivo de las clases más bajas disminuyó, al tiempo
que empezaban a tomar cuerpo las políticas expansionistas y colonialistas hacia China, Trípoli y Cirenaica,
acompañadas de las primeras acciones de las multinacionales en América del Sur3. Es en esta coyuntura en
la que hay que reconocer la peculiar forma italiana de
imperialismo, más vinculada con la debilidad y la necesidad de consolidación de la estructura económica interna, que con los clásicos criterios hobsonianos o leninistas. Las primeras manifestaciones del imperialismo económico italiano se sitúan, sin embargo, en el área
balcánica y anatólica, con la intervención de algunos
bancos y empresas italianas, en el momento en que estas zonas despertaban el interés de las grandes potencias reunidas en torno a un Imperio Otomano en pleno
colapso.
A través de estos proyectos de expansión, tras la ocupación italiana de Libia y del Dodecaneso, en 1912, se
querían al mismo tiempo alcanzar soluciones económicas que permitieran a Italia sostener sus propias pretensiones de la «Grande potenza mediterránea». Entre dichas pretensiones destacaba, en primer lugar, garantizar el acceso a recursos energéticos indispensables
para el desarrollo industrial nacional. La adopción de
tecnologías innovadoras como las de la hidroelectricidad había sido una alternativa, pero quedaba también la
posibilidad de obtener directamente el carbón del que la
península italiana estaba desprovista y que, por consiguiente, era importado casi totalmente, con altísimos
CONFALONIERI (1976 y 1982).
GERSCHENKRON (1974), páginas 3-51 y 71-87; AQUARONE
(1981), páginas 13-14, 35-37, 88-105, 138-177, 262-282, 315-328 y
341-358; BEZZA (1986) y MONTENEGRO (1993).
2
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costes desde Gran Bretaña, que así mantenía sobre el
país mediterráneo un control estratégico, además de
obtener elevados beneficios; piénsese que, en la década 1896-1905, el promedio nacional de los precios del
carbón era de 7,59 sh./t para Gran Bretaña y de
25,15 sh./t para Italia 4.
2.
La Comor desde sus orígenes
hasta la Primera Guerra Mundial
Giuseppe Volpi y un grupo de amigos, con el apoyo
de la Banca commerciale italiana (Comit), se interesaron por la cuenca carbonífera anatólica de Heraclea, iniciando, en 1902, los estudios para crear una empresa
en la zona. Los estudios estuvieron a cargo del ingeniero Bernardino Nogara. Disuelta la oficina de estudios en
1907 se creó una sociedad en comandita con un capital
de 7.000.000 de lit. y sede en Tesalónica, la G. Volpi A.
Corinaldi & C., de la que, además de los dos emprendedores venecianos, eran socios los dos dueños de los
teskeré (concesión de explotación) que según la legislación imperial debían ser súbditos de nacionalidad otomana.
Mientras tanto, el 19 de febrero de 1907, se había
constituido la Società commerciale d'Oriente, con sede
en Ginebra, cuyo fin era «segnatamente di sfruttare le miniere di carbone di Kouby [...] e le miniere di ferro e piombo a Mossul in Bulgaria»*, con el apoyo de una agencia
financiera y comercial que había de crearse en Constantinopla. El capital estaba dividido en 3.000 acciones de
1.000 francos suizos cada una, pero en 1909 tan sólo habían sido suscritas 1.030 acciones, de las que 250 pertenecían a la Banca commerciale italiana, que era, por lo
tanto, el accionista de referencia. Aquel mismo año la
4 BARDINI (1998), páginas 10-22, 25-29 y 52. Evidentemente, otros
factores económicos estaban disponibles a buen precio, además, Italia
contaba con una balanza de pagos favorable debido a las remesas de
los emigrados y las exportaciones de su industria ligera.
* N. de la T.: «... especialmente el de explotar las minas de carbón de
Kouby [...] y las minas de hierro y plomo de Mossul en Bulgaria».
LA
Banca commerciale italiana aumentó su cuota a 280 acciones. A su vez, entre los accionistas se encontraban la
Navigazione generale italiana (100 acciones), Attilio Odero (100 acciones), la Unione italiana concimi5 (50 acciones). A estos accionistas se sumaban en el consejo de
administración la Banque Internationale de Bruselas, el
Credito italiano, Alberto Vonwiller, Ernesto Breda, Cesare
Mangili, Volpi, Paganini y Giuseppe Sahadun. Se trataba,
en la práctica, de una versión —un poco más reducida—
del mismo grupo creado en torno a la Compagnia di Antivari, nacida en diciembre de 1905 para iniciar la construcción de un ferrocarril que tenía el ambicioso objetivo de
enlazar el Adriático con el Danubio6.
Una vez encauzados los costosos trabajos preparatorios para la explotación del área minera de Kouby comenzaron las presiones por parte de los franceses. La
Société Ottomane d'Héraclée (SOH), fundada en 1896
con un capital de 10.000.000 de ff. y una emisión de
16.000.000 de francos en obligaciones, tenía el plan de
la reorganización de la cuenca entera, con la intención
de mantener el monopolio de su explotación gracias a
un acuerdo exclusivo con el Gobierno otomano. Para
los planes franceses de expansión, aún inacabados, era
muy preocupante el peligro procedente de la competencia de una empresa con la iniciativa de la G. Volpi A. Corinaldi & C., que ya contaba con una amplia red de relaciones en el seno de las instituciones otomanas, además de poseer una moderna capacidad tecnológica y
de tener dimensiones suficientes como para operar a
una escala de producción muy por encima de las de las
pequeñas empresas locales7.
Tras una serie de movimientos estratégicos austro-alemanes, que chocaban con la teórica amistad entre los firmantes de la «Triple alianza», parecía posible un acuer-
Empresa dedicada a la fabricación de fertilizantes.
ASI-BCI (1907) y ASI-BCI (1909), CONFALONIERI (1982),
páginas 409, 414 n. 4, WEBSTER (1974), páginas 379-403, ROMANO
(1979), páginas 13-29, PETRICIOLI (1983), 19 n. página 8 y CREDIT
(1910), página 376.
7 ASI-BCI (1905) y ASMAE (1908).
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do ítalo-franco-ruso-serbio, patrocinado por los correspondientes gobiernos, para la construcción de un sistema ferroviario balcánico capaz de enlazar los grandes
ejes de comunicación con el Oriente euroasiático. Todo
esta operación estaba bajo la égida del Imperial Ottoman
Bank (IOB), un banco controlado por intereses financieros de origen franco-británico. La cesión de las minas de
carbón de Kouby o, mejor, de los derechos de la G. Volpi
A. Corinaldi & C., y de las infraestructuras que mientras
tanto habían sido desarrolladas, pasó a constituir la contrapartida de los italianos al gran negocio ferroviario de la
zona. Volpi y sus amigos aceptaron las propuestas francesas, ante las miradas decididas y de total aprobación
de Cesare Mangili, presidente de la Comit, y de Bonaldo
Stringher, director general de la Banca d'Italia, a quien
habían sido confiadas las negociaciones. Ambos, evidentemente, obtenían sus beneficios: el primero, el de avalar
las buenas relaciones del mayor banco mixto italiano con
las autoridades nacionales; el segundo, la de ganarse un
papel internacional de prestigio para la institución bancaria de Via Nazionale.
Sin embargo, la realidad vino a romper aquella situación. La revolución de los «Jóvenes Turcos», en julio de
1908, derogó temporalmente todos los contratos estipulados por los gobiernos anteriores. En junio de 1909 se
reanudaron las negociaciones ítalo-franceses, que llevaron a la entrada de Giuseppe Volpi en el Consejo de
administración de la nueva empresa transalpina, elevando el saldo accionarial de la misma a 2.250.000 francos en títulos, además de 1.000.000 de ff. en obligaciones. Con el aumento de capital las acciones de la SOH
en la cartera de la Comor llegaron, por lo tanto, a 11.250
sobre 75.000. En esta misma operación se aprobaba la
disolución de la G. Volpi, A. Corinaldi & C., pasando la
Comor al primer puesto entre las empresas italianas interesadas en el teatro económico de Anatolia8.
5
6
8 WEBSTER (1974), páginas 403-423, DECLEVA (1987),
páginas 129-134, PETRICIOLI (1983), páginas 20-22, ASBI
(1908a,1908b y 1908c).
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La guerra ítalo-turca (1911-1912) por la posesión de
Libia complicó las relaciones políticas, afectando a las
actividades de la Comor; actividades probablemente no
florecientes, si bien en general los negocios emprendidos mantenían buenas perspectivas. La aquiescencia, o
la pasividad, con la que la Consulta9 había reaccionado
ante las peticiones de París estaba ya superada por la
actitud del ministro de Asuntos Exteriores di Sangiuliano, más proclive al desarrollo de las relaciones con los
aliados austro-alemanes y al equilibrio mediterráneo entre el Imperio austro-húngaro, Francia e Italia. En junio
de 1912, Volpi auspiciaba que los franceses retomasen
el paquete accionarial de la Société Ottomane d'Héraclée, ya fuera para reequilibrar el balance financiero de
la Commerciale d'Oriente, que empeoraba, ya fuese
para recuperar su propia libertad de acción tras encontrarse —por encargo de Giovanni Giolitti, presidente del
Consejo— representando un importante papel en la
complicada diplomacia que llevó al Tratado de Paz en
Ouchy, mientras que el director de la Comor en Cóspoli,
el ingeniero Nogara, era nombrado representante italiano en la deuda pública otomana. La construcción de
esta telaraña de posiciones dejaba, en efecto, espacio
libre a otros negocios, ya fuera para Volpi o para la
Commerciale d'Oriente y, en general, para el grupo de la
Comit. En medio de este estado de cosas, la muerte del
presidente del consejo otomano Mahmud Chefket abrió
nuevas oportunidades en el sector carbonífero, puesto
que los franceses habían suspendido los trabajos en
Heraclea tras las extenuantes e infructuosas negociaciones con el Gobierno de Constantinopla para conseguir el monopolio sobre la cuenca. A su vez, la dirección
de la Comor, con Joel y Volpi —el primero presidente y
el segundo administrador delegado— al frente, aprovechó otra oportunidad, meramente coyuntural surgida
tras el fallecimiento repentino de Paganini10, para, tras
Gobierno italiano.
Presidente que había sido hasta aquel momento de la Comor y cuya
postura era crítica hacia las ingerencias de la Banca commerciale italiana
en estos negocios.
alguna demora, cambiar la sede de la empresa, instalada inicialmente en Suiza y de acuerdo al derecho de
aquel país, de Ginebra a Milán en noviembre de 1912,
conservando la misma razón social. El capital fue aumentado hasta llegar a los 5.000.000 de lit. en 25.000
acciones de 200 lit., de las que 13.330 fueron suscritas
por la Banca Commerciale Italiana, la cual, a finales de
1910, había ya anticipado a la vieja Comor unos
3.500.000 de lit. La nueva Società Commerciale
d'Oriente se hizo cargo del pasivo de más de 622.000 lit.
de la antigua y, además, de los nuevos negocios, adquiriendo para ellos las participaciones correspondientes,
pero de forma paulatina siguiendo el procedimiento jurídico helvético, quizá para llamar la atención lo menos
posible. En realidad, Joel y Volpi, acompañados por Pietro Fenoglio, contaban para esta operación muy probablemente con el apoyo del Gobierno. Un tipo de apoyo
similar al que ya había sido concedido a la Compagnia
di Antivari en forma de la concesión de los servicios postales de Montenegro con destino a Italia. En efecto, en
enero de 1913, el ministro di Sangiuliano había cambiado la línea política de la Consulta y decidido, en previsión de una caída del Imperio Otomano, establecer una
zona de penetración económica italiana en la costa meridional turca, eligiendo la empresa controlada por la
Comit para actuar como brazo operativo del Gobierno.
Es más, fue el propio ingeniero Nogara quien circunscribió al área de Adalia y de su interior, ya que todavía estaba libre de influencias extranjeras, el objetivo de poner
en marcha, lo que él definía como un discreto —programma organico e constante—, que se basaba en la
ampliación del puerto de Esmirna, el trazado del ferrocarril, capaz de enlazar las líneas de gran tráfico de la
meseta anatólica con la línea Esmirna-Aidin11 y la explotación de los recursos forestales y mineros, además de
los hídricos para la producción de electricidad. Al poco
tiempo una línea marítima unía a Italia con Esmirna y la
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Actual Aydin, ciudad cercana a la costa occidental.
LA
línea a Aidin, puerta de entrada a la meseta, a la vez
que se instalaba un viceconsulado para la zona.
Resulta interesante destacar que este proceso coincidió con una disminución en las posibilidades expansionistas de Bonaldo Stringher. Éste se vio superado por
las inversiones directas de la Banca d'Italia en el extranjero y, sobre todo, por su incapacidad para coordinar las
actividades de los banqueros milaneses en una serie de
préstamos, antes de 30.000.000 y después de
60.000.000 de ff., que debían ser concedidos al Gobierno otomano, préstamos todos ellos que creaban serios
problemas a la capacidad financiera de la economía italiana y, en particular, a la de Bonaldo Stringher. Ante
esta situación, Volpi, Joel y Nogara se habían desvinculado de hecho de la mediación y tutela de Stringher, y
dialogaban directamente con las autoridades gubernamentales nacionales12.
En el verano de 1913, Nogara había obtenido del Gobierno otomano la autorización para crear la Società
commerciale, finanziaria e industriale (Comifin) —totalmente en manos de la Comor— y la concesión exclusiva para completar en un año los estudios preliminares y
en cuatro años más las obras con las que desarrollar
económicamente la zona de Adalia13. Mientras, Bankitalia, a través de una suscripción de nuevas acciones y
una anticipación sobre los títulos, saldaba los pesados
pasivos de la Compagnia d'Antivari que gravaban los
balances de la Comor, consistentes en más de
4.014.000 lit. A finales de marzo de 1913 todos los accionistas fueron reunidos en un sindicato de accionistas:
la Comit poseía 16.054 acciones, equivalentes al 64,2
por 100 y a finales de año tenía deudas frente a la Comor por 17.500.000 de lit.
12 ASI-BCI (1912 y 1913-1935), WEBSTER (1974), páginas 443-456,
PETRICIOLI (1983), páginas 43-59 y 61, CONFALONIERI (1982),
páginas 406-414 y ROMANO (1979), páginas 52-53, 56-57.
13 Véase WEBSTER (1974), página 467, PETRICIOLI (1983),
páginas 88-99 para las múltiples iniciativas en Adalia y con respecto a la
cuestión de los ferrocarriles éste último autor, páginas 313-352,
361-434.
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La nueva empresa había dado vida, mientras tanto, a
una estructura crediticia que se había consolidado a lo
largo de 1914 con oficinas en Venecia, Bari, Constantinopla, Antivari, Podgoritza, Durazzo, Escútari y Trípoli
—todas ellas localidades en donde se estaban desarrollando los distintos negocios en curso, en especial los
proyectos ferroviarios— a la vez que había adquirido el
control sobre la Société des Bateaux de la Corne d'Or
(SBCO), la Société Anonyme Ottomane de Construction
(SAOC), ambas de Estambul, y la Société Minière de
Bulgarie, que le había sido concedida en concepto de liquidación por la G. Volpi A. Corinaldi & C.14 Las iniciativas de la Comor tomaron un curso financiero especulativo. En efecto, en julio de 1913 fue inscrito un préstamo a
cuenta del Gobierno otomano por un valor de 320.000
lst. nominales, descontado al 12 por 100 —incluidos los
intereses al tipo anual del 6 por 100— con el único coste
vivo de un 0,5 por 100, diferencia del tipo al 6,5 por 100
aplicado por la Comit. Su sede de Londres había proporcionado el dinero. Se trataba de un préstamo de
8.000.000 de ff. no exento de un alto valor político, que
convenció a la Sublime Porta15 para que aprobase los
estudios de la Comifin arriba mencionados. Desde este
momento se quedaba a la espera de que se perfeccionase el préstamo internacional de 500.000.000 de ff.,
que en realidad nunca se llevaría a cabo, cuya décima
parte debía ser confiada a un consorcio de instituciones
de crédito italianas. En la primavera de 1914 un ulterior
préstamo de 6.000.000 de ff. fue suscrito, también con
Montenegro, con el concurso al 50 por 100 de la Banque
de Paris et des Pays Bas (Paribas). Durante el verano
se puso de manifiesto la necesidad de abandonar la Société Minière de Bulgarie o de invertir en ella al menos
1.500.000 ff. para hacerla activa y rentable. La SOH (filial de la Comor) también, aunque muy activa, había decidido no distribuir ningún dividendo en los dos años siguientes a causa de cuestiones jurídicas pendientes
14
15
ASI-BCI (1913-1935) y CONFALONIERI (1982), páginas 414-419.
Gobierno otomano en Estambul.
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con el Gobierno otomano. Las únicas satisfacciones
para la Comor venían de la empresa Corne d'Or, una sociedad de navegación concesionaria municipal del servicio de transporte de pasajeros en el Bósforo, cuyos
beneficios oscilaban aproximadamente entre el 12 y el
15 por 100, y por la Società elettrica coloniale italiana
(SECI o Elettrocol), compañía fundada en 1913 que
operaba en Libia, de la que la Comor había adquirido la
mayoría absoluta del capital en forma de inversión en
cartera16.
El conflicto mundial, sin embargo, bloqueó los proyectos de expansión que la Società commerciale d'Oriente
tenía sobre el mercado anatólico-balcánico. No sólo las
distintas actividades siguieron en tono menor, sin ninguna posibilidad de intervención y mucho menos de control por parte de los altos cargos milaneses, sino que la
situación se hizo casi insostenible también en lo concerniente a la recaudación de los bonos del Tesoro otomano, en su momento expedidos como cobertura de los
préstamos efectuados. Las deudas de la empresa financiero-minera ascendían a 18.650.00 lit. para el área turca y a unos 5.522.700 lit. (con la paridad frs.-lit.) para
Montenegro y Albania; a 31 de marzo de 1916 las pérdidas globales ya ascendían a 1.624.586,31 lit., toda la
flota de la Corne d'Or había sido secuestrada y se barajaba la posibilidad de enajenar la sociedad, al mismo
tiempo que desde la sede de Estambul no llegaba ni una
línea de contabilidad. Además, por otra parte, en el frente minero, tanto en Bulgaria como en Heraclea, las producciones se habían interrumpido.
3.
De la Gran Guerra a la liquidación
Los acontecimientos bélicos no alteraron, de todos
modos, la iniciativa del Consejo de administración de la
Società commerciale d'Oriente, que no conoció treguas. A falta de otra cosa, junto con la Società anonima
16 WEBSTER (1974), página 494, ASI-BCI (1913-1935) y ELETTROCOL
(1913).
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mineraria Monte Amiata y la Ilva, fue promocionada
una campaña de prospecciones de lignitos, petróleo,
sales potásicas, cobre y hierro en Eritrea y Somalia17.
El final del conflicto permitió ver la gravísima situación
que se había producido e iniciar un programa que debía establecer urgentemente un sistema integrado verticalmente de empresas de los sectores secundario y
terciario. En general, en aquellos años, conjuntamente
con este proyecto se emprendieron múltiples iniciativas dirigidas a sentar las bases para la explotación de
las zonas meridionales de Rusia, Ucrania, Georgia y
Transcaucasia. Todas ellas habrían tenido a Estambul
como paso obligado o punto privilegiado de apoyo18. El
carbón producido en Heraclea y los demás minerales
eran en gran parte transportados y vendidos en la capital otomana, donde la Commerciale d'Oriente contaba
ya, además de sedes propias, con los servicios de banca comercial y con el crédito industrial de la Comifin,
que tenía buena capacidad operativa por su naturaleza
de empresa acogida al derecho otomano. Por otra parte, esta última poseía una agencia marítima en Adalia
que, aunque fue cerrada tras la muerte del titular, permitía a la Comifin actuar como una caja vacía utilizable
según las necesidades. A estas actividades se habían
añadido las constructivas, las inmobiliarias de la Société Immobiliére Ottomane, las de cabotaje costero gracias a la Società italiana di navigazione G. Rossi (Navrossi), las relacionadas con el servicio portuario y de
pequeño cabotaje en la sociedad en comandita A. Cazés & C. y, por último, las de transporte público municipal llevadas a cabo por la Société des Bateaux de la
Corne d'Or. Esta empresa, inicialmente tan prometedora, sin embargo había acumulado pérdidas por valor de
30.242 ltq., en 1919, y de 7.591, en 1920, en la perspectiva de un conspicuo aumento de capital —de
150.000 a 400.000 ltq— para la modernización de sus
instalaciones fijas.
17
18
ASI-BCI (1913-1935).
SERRA, E. (1975), ASI-BCI (1919-1921).
LA
En el ámbito marítimo, la Comor había fundado en
1919 a la Navrossi, con sede en Roma y capital de
9.000.000 de lit., de la cual el holding milanés había suscrito el 70 por 100. El objeto de la empresa era el transporte a lo largo de las costas del Egeo y del Mar Negro.
Pero, en seguida, la compañía naval tuvo que hacer
frente al gasto inesperado para adquirir dos mercantiles,
al coste de 17.000.000 de lit., en parte remediado por un
préstamo de 4.000.000 de la Comor. La crisis de los fletes, a partir de 1921, y el surplus en el tonelaje mercantil
mundial remataron la situación, obligando a la Navrossi
a su liquidación, que acabó en 1928 con una pérdida de
aproximadamente 3.640.000 de lit. y de la totalidad del
capital social.
En cuanto a las otras empresas, poco o nada remunerativas, las Minière de Bulgarie se caracterizaban por un
«stato disastroso degli impianti*»: debía liquidar
10.000 ff. anuales de deuda más intereses a favor de los
concesionarios de los yacimientos y tenía deudas frente
al Banco di Roma por valor de 1.100.000 ff. y con la casa
madre por 35.942 ltq., entre capital e intereses. Aunque
fue dotada de maquinaria de considerable valor nunca se
utilizaría debido al abandono forzoso que devino en
1915. En 1921 la Comor ordenó su liquidación para librarse definitivamente de ella, hecho que no ocurriría
hasta principios de los años treinta19.
En esta grave situación la Comor se embarcó también
en operaciones comerciales de tipo especulativo. Se trataba de iniciativas poco habituales para la empresa, aunque inicialmente le resultaron muy remuneradoras, como
la adquisición y reventa de 950 toneladas de plomo argentífero. Sin embargo, la consolidación del pasivo fue
agudizándose durante la guerra hasta llegar a unas pérdidas de 3.984.067,02 lit. a mediados del ejercicio
1919-1920. El problema estaba asociado, esencialmente, a los detrimentos en los cambios sobre las divisas de
países derrotados y con las economías destrozadas. Las
* N. de la T.: «Estado desastroso de las instalaciones».
19 ASI-BCI (1913-1935) y ASI-BCI (1934).
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(1902-1935)
deudas frente a la Comit habían crecido de forma inusitada, alcanzando aproximadamente los 21.000.000 de lit.,
de los que 12.000.000 estaban constituidos por los préstamos suscritos a favor de los nuevos gobiernos balcánicos y del resto del menguado Imperio Otomano. La Comor decidió, consecuentemente, una reducción del capital de cinco a un millón de liras y la recapitalización de
25.000.000 de lit., con la emisión de 120.000 nuevas acciones de 200 lit.: 95.000 fueron reservadas, además de
las no suscritas, para los viejos accionistas y la Banca
commerciale italiana. El ingeniero Nogara sustituyó a
Pietro Fenoglio como administrador delegado y el nuevo
presidente fue Giuseppe Toeplitz, mientras que Giuseppe
Volpi abandonaba la primera línea de escena, aunque
permanecía como segundo administrador delegado. A
consecuencia de la crisis se cerraron las agencias de
Antivari, Escútari, Durazzo y la oficina de Venecia, y al
poco tiempo las de Adalia y Valona serían cedidas para
su gestión a la Comit.
En el seno del grupo empresarial de la Società commerciale d'Oriente hubo, no obstante, elementos favorables: la SECI, la A. Cazès & C y la Società anonima
Sangiovannello.
La SECI de Trípoli, por ejemplo, debido, bien a su finalidad social, bien a su ubicación geográfica (ambas
ajenas a las tradicionales áreas de intervención de la
empresa de negocios milanesa) y aún sufriendo los
bandazos posbélicos, se mantuvo dando beneficios
dentro de la cartera de la Comor. El desarrollo de la empresa eléctrica tripolina —a la par de las otras empresas
italianas del sector— había sido óptimo, permitiendo borrar las pérdidas anteriores a 1922 y distribuir un dividendo del 10 por 100. Los altos cargos de la Commerciale d'Oriente consideraron, por tanto, «conveniente ed
opportuno [di] assicurar[s]i così un maggiore controllo
dell'azienda*». En 1924 el dividendo dio de nuevo un 10
por 100, subiendo al 15 por 100 para las anualidades
* N. de la T.: «conveniente y oportuno asegurarse de este modo un
mayor control sobre la empresa».
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1925-1928. Se inició entonces la construcción de una
nueva central térmica y de una línea de alta tensión de
45 km hacia las colonias agrícolas de Zanzur. Esta operación se realizó gracias a un aumento del capital que
pasó de 3.000.000 a 5.000.000 de lit. La realización de
estas obras permitió un aumento del valor nominal de
las acciones de 500 a 750 lit. y un dividendo, para 1928,
del 10 por 100 (en realidad el 15 por 100 sobre el valor
de las antiguas acciones). El dinamismo de la Elettrocol
llegó al máximo hacia finales del decenio. En 1928 el capital fue elevado a 7.500.000 lit. y en 1929 a 10.500.000,
con las líneas de penetración en la zona agrícola que se
habían desarrollado ulteriormente y sirviendo cada vez
más a la demanda procedente del territorio de la Cirenaica, mediante la adquisición y las incorporaciones de
las pequeñas empresas que operaban en Bengasí, Misurata, Homs, Azizia y Derna. Aún teniendo que hacer
los desembolsos para estas absorciones, en 1929, el dividendo fue del 11 por 100 —que seguía así aumentando en cuanto que era equivalente al 16,5 por 100 sobre
las antiguas acciones— y bajó al 10 por 100, en 1930,
cuando la Elettrocol tuvo un «gran interés» en adquirir la
prometedora Società industrie elettriche de Rodas.
La sociedad en comandita A. Cazès & C. fue registrada en Constantinopla en octubre de 1920. La Comor
participaba en ella al 50 por 100 con 125.000 ltq, un anticipo sobre los 3.000.000 de lit. que se esperaban invertir
para la adquisición de la flota. Alberto Cazès, súbdito
otomano, era un socio comanditario con el que la Commerciale d'Oriente había participado en la fundación de
un Syndicat de Charbonnage du Port de Constantinople, para el transporte local del mineral y, probablemente, el almacenamiento de las naves mercantiles en las
escalas portuarias entre la costa turca y la italiana. Sin
embargo, la Cazès se había encontrado con los problemas derivados de la caída de los fletes y del precio del
carbón. De todos modos, su estado patrimonial era sólido, tanto como para permitirle, ya en el verano de 1922,
eliminar las pérdidas acumuladas con anterioridad
—que se habían reflejaron sobre el patrimonio de la Comor como un cambio desfavorable en las divisas— y dar
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notables beneficios, siendo considerada por la Comor
como «la más brillante de nuestras participaciones». La
A. Cazès & C siguió obteniendo resultados positivos en
1926 (45.030 lst.) y 1927 (29.900 lst.).
Otra buena decisión de la Comor fue la de intervenir
en los azufres sicilianos. De acuerdo con la Comit y la
Société Génerale des Soufres (SGS), controlada por la
Montecatini, la Commerciale d'Oriente adquirió durante
1920 la mayoría del capital de la Società anonima Sangiovannello, formado por 3.000 acciones de 500 lit., la
mitad de las cuales fueron liberadas por sólo 3/10. La intención de la Banca commerciale italiana, que había
presidido la operación, era constituir una tercera empresa, la Società anonima esercizio miniere zolfifere, que
habría utilizado las estructuras de producción de la Sangiovannello y de la SGS. No se conocen los detalles de
la operación, ni sus eventuales finalidades, pero da la
casualidad que, ya desde 1922, la Sangiovannello dio
218.000 lit. de beneficios, ajustando la producción prácticamente al máximo. Los dividendos llegaron al 6 por
100, en 1924, y al 8 por 100, en 1925, alcanzando valores excepcionales del 15 por 100 y 20 por 100, en 1926
y 1927, año, este último, en el que la producción llegó a
su ápice con 13.176 toneladas. Pero el yacimiento en
explotación estaba en realidad casi agotado y en 1930
la Comor tuvo que conceder créditos para la búsqueda
de nuevos filones de mineral, limitando, por otra parte,
las pérdidas a 30.280 lit. La otra cara de la moneda estaba constituida por las otras dos empresas azufreras.
La Esercizi había iniciado su actividad con graves pérdidas que ascendían, en 1924, a más de medio millón de
liras y que empeoraron en los años siguientes con las
amortizaciones de la maquinaria y de las instalaciones,
lo cual condujo, en 1927, a la reducción del capital social de 2.225.000 a 1.125.000 lit. y a dejar a la empresa
Sangiovannello tan sólo para el negocio de la venta de
electricidad. Sin embargo, en consonancia con unas
instalaciones valoradas en 1931 en sólo 80.000 lit., la
Esercizi contaba con más de 700.000 lit. en efectivo y títulos. La Générale des Soufres, también había registrado pérdidas desastrosas por valor de 7.669.670 de frs.
LA
En 1924, fue puesta en liquidación, obligando a los altos
cargos de la Comor a poner en reserva 2.500.000 lit. en
los presupuestos de 1924-1925, en previsión de la devaluación del crédito de aproximadamente 6.650.000 lit.
declarado a favor de la SGS.
A estas iniciativas, en general de signo positivo, hay
que añadirles también acertadas elecciones en lo referente a las inversiones financieras, principalmente en forma de participaciones en la Montecatini (50.000 acciones) y la Dalmine (100.000 acciones, equivalentes al
22,22 por 100 del total). Se trataba de operaciones dirigidas desde la Comit, como el aumento a 300.000.000 de
lit. del capital de la Montecatini, con un beneficio notable
sobre el cobro de las antiguas acciones. En 1924 fueron
enajenadas 40.000 acciones de la Dalmine y todas las de
la Montecatini, hasta 1928, cuando la Comor volvió a adquirir un paquete de 63.000. La Comor apoyó después a
los sindicatos de colocación de los títulos de la Società
idroelettrica piemontese, del Consorzio mobiliare finanziario y de la Assicurazioni generali, que tuvieron un próspero desarrollo en los años sucesivos, tanto como para
«bilanciare coi buoni risultati degli affari finanziari in Italia
le perdite subite in Oriente*»20. Una inversión menor en
cartera resultó ser la compra de 10.900 acciones, a 100
ff. cada una, de la Compagnie Imperiale des Chemins de
Fer Ethiopiens —una sociedad con sede en París que
poseía la concesión para el ferrocarril que debía enlazar
Addis Abeba con el Nilo Blanco—. Esta operación fue explícitamente realizada para «assecondare il desiderio della R[egi]a Delegazione per la Pace [...] che un ente italiano importante fosse interessato in questa iniziativa francese per sorvegliarla*»21.
* N. de la T.: «equilibrar con los buenos resultados de los negocios
financieros en Italia las pérdidas sufridas en Oriente».
20 ASI-BCI (1913-1935); CONFALONIERI (1994), páginas 594-602 y
(1997), páginas 398-403, 530-531.
* N. de la T.: «cumplir el deseo de la Real Delegación para la Paz [...]
que una entidad italiana importante estuviese implicada en esta iniciativa
francesa para vigilarla».
21 ASI-BCI (1913-1935) y DI QUIRICO (1995), página 189 sobre
Chemins de Fer Ethiopiens.
SOCIETÀ COMMERCIALE D'ORIENTE
(1902-1935)
Tal participación en los beneficios estaba ligada al enfrentamiento en el Mediterráneo entre italianos y franceses, reflejado directamente en las tramas político-económicas por el control de la Société des Chemins de Fer
d'Anatolie y, en concreto, de la herencia accionarial dejada por los derrotados alemanes.
Suspendidas las hostilidades entre los aliados de la
Intesa y el Imperio Otomano, ya desde la primavera de
1919 la Società commerciale d'Oriente se movilizó para
proseguir el programa originario de explotación carbonífera. Avaló así a escondidas, a través de la intervención
indirecta de la Comifin y la personal de Nogara, algunas
opciones sobre los teskeré (derechos de concesión) disponibles al este de Heraclea, en una zona fuera del área
minera especial. La importancia del negocio justificaba
para la Comor el riesgo de perder varios centenares de
miles de liras italianas con tal de garantizarse opciones
en exclusiva. Frustrado el intento de constituir un consorcio de consumo con Ilva, Navigazione generale italiana, Lloyd triestino e Credito industriale di Venezia, la
Banca commerciale italiana relevó 10.000 de las 12.800
acciones privilegiadas de 500 fb. y 9.600 de las 17.600
ordinarias a 500 fb. que constituían el capital de la sociedad anónima belga Charbonnages Réunis de Bender-Eregli (Benderegli), retrocediéndolas después a la
Comor. Se trataba, en realidad, del paquete accionarial
de propiedad de la alemana del Deutsche Bank y de
Hugo Stinnes requisado por el Gobierno de Bruselas
durante el conflicto. Los altos cargos milaneses decidieron en seguida crear una oficina técnica en la capital
lombarda para organizar los suministros de bienes de
equipo y dirigir las actividades, no sólo de la Benderegli,
sino también de las otras empresas controladas por la
Commerciale d'Oriente.
Esta compra realizada por la Comit sirvió, además,
para superar la reticencia francesa a la hora de admitir
los intereses estratégicos de los italianos en Anatolia.
Ante los hecho consumados, los aliados transalpinos tuvieron que reconocerle a Roma la paridad en la repartición económica de los despojos del Imperio Otomano.
Más la división de la Baghdadbahn y de los otros ferro-
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carriles entre las tres potencias europeas vencedoras,
Accordo tripartito di San Remo de abril de 1920, no tuvo
en verdad un resultado positivo para Italia, debido a la
falta de los ingentes capitales necesarios y de las dificultades para crear un consorcio crediticio italiano; además, la debilidad del cambio limitó drásticamente las garantías ofrecidas por el gobierno italiano. Sin embargo,
el presidente del Consiglio, Nitti, había obtenido para las
empresas italianas la posibilidad de sustituir a súbditos
otomanos y sociedades carboníferas de la Triplice
Alleanza, devolviendo a los franceses la participación
del 25 por 100 de las áreas que, en 1930, hubiesen
eventualmente superado el total de las poseídas en
marzo de 1919 por sociedades de países neutrales o de
la Intesa. Los deseos del aparato ejecutivo de la Comor,
de un rápido restablecimiento de las producciones, chocaron contra la parálisis impuesta por las autoridades
kemalistas (Kemal Ataturk), tanto que, en 1921, las extracciones de Candilli y Kozlu habían sido reducidas al
mínimo indispensable para mantener en función las instalaciones, esto es, 4 a 5.000 t mensuales. A finales del
mes de marzo de 1924 la Comor, con una participación
accionarial de aproximadamente 7.743.000 lit., contraía
créditos con la Benderegli por un valor de unos
12.290.000 lit., mientras que la anulación de las condiciones impuestas por el tratado de Sèvres y la firma del
de Lausana volvían a poner en juego los presupuestos
legales de la propia empresa belga que, para poder
operar mejor, tenía la garantía de la propiedad de una
concesión, y ya no sólo de los derechos de explotación,
por otra parte cedidos por los titulares, los hermanos
Saridja, súbditos otomanos, a la persona de Nogara en
1924.
Ante las obligaciones y obstáculos que podían ser impuestos de forma arbitraria, como se estaba perfilando
en las otras concesiones, además de las numerosas
deudas de las filiales, la Comor, consideró más oportuno mantenerse en la sombra. La situación de estancamiento había conducido a la Benderegli a entrar en pérdidas en marzo de 1926, pérdidas por un valor de más
de 12.300.000 fb., lo cual, según la legislación belga,
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imponía su liquidación 22. Por otra parte, la normativa
del gobierno turco kemalista obligaba en ese momento
a que al menos el 51 por 100 del capital de las empresas estuviera en manos de personas de nacionalidad
turca. Mientras tanto, el crédito de la Comor había aumentado hasta unos 20 millones de liras. En julio de
1926 ambas operaciones fueron llevadas a cabo bajo la
dirección de unos hábiles abogados, entre los que destacaba el ya influyente Memdouh Bey, ministro de Justicia y miembro del Tribunal Supremo de casación. Por
otro lado, se encontraban los empresarios turcos Saridja, que habían obtenido las concesiones dadas en
arrendamiento por 37 años, más otros 50 sub voluntate
a la empresa Houillères Turques —después con razón
social Türk Kömür Madenler (TKM)— fundada por la
Comor para sustituir a la Benderegli23. La TKM fue dotada de un capital de 500.000 ltq., en acciones de 20 ltq.,
de las cuales 13.000 fueron suscritas por la Comifin,
5.000 por la Comor y 17.000 por amici por cuenta y con
capital de la Comor. La nueva empresa inició su actividad en octubre de 1927. Los acuerdos con el nuevo gobierno, ya en la capital Ankara, preveían, en efecto, que
en el caso de que los empresarios turcos no hubiesen
suscrito la mayoría de la cuota prescrita, entonces, la
Comor tendría que financiar un préstamo al gobierno
turco hasta la cobertura del 51 por 100. A su vez, esto
implicaba que se le garantizaba a la Comor la total libertad en la gestión técnica de la TKM, evitando así injerencias estratégicas. De todos modos, la Comor estimaba
que se había conseguido liberar de la mitad de las deudas de la Benderegli, que ascendían aproximadamente
a 30.000.000 de lit., de las cuales 8.743.000 lo eran en
forma de capital depositado. Por otra parte, la adecuación de las instalaciones de la TKM comportaba un ulterior gasto de 5.000.000 de ltq. para producir, en 1931,
las 500.000 Tm de carbón previstas. Para salvaguardar
Esto se debía a que las pérdidas habían superado el capital social.
Se salvaguardaban con esta fórmula los derechos de transferencia y
el cambio de forma societaria o de fijación del sujeto activo respecto de
la concesión y la liquidación de las actividades.
22
23
LA
semejante plan, Toeplitz solicitó a Mussolini una ayuda
del gobierno italiano, de lo contrario la Comor indicaba
que abandonaba su posición estratégica en Turquía, posición que tanto se había perseguido desde antiguo. Se
efectuó de ese modo un primer aumento de capital llegándose a 1.000.000 de ltq. —con acciones remuneradas al 4 por 100— y una emisión de obligaciones en dos
salidas a bolsa, de 10.000.000 de lit. al 4,5 por 100 en
1929 y de 5.000.000 al 5 por 100 en 1930. Ambas emisiones fueron adquiridas en su totalidad por el Ministero
delle finanze italiano. La producción empezó a desarrollarse eficientemente alcanzándose las 253.000 Tm de
carbón tout venant en 1929-1930 con un beneficio de
16.072 ltq. y, posteriormente, 378.300 Tm en 1930-1931
(con un beneficio de aproximadamente 275.700 ltq.),
para pasar ya a más de 450.000 Tm en 1934-193524.
Justo en el momento en que la Società commerciale
d'Oriente había, por fin, coronado el proyecto originario
de Volpi y Joel, su historia llegaba a su fin. Entre las muchas funciones con las que había sido investida la empresa una de ellas terminaría siendo crucial para su porvenir; se trataba de su transformación, de vez en cuando, en «cajafuerte» o en clearing house para defender
los títulos de la Comit de las escaladas externas de precios o de las situaciones de crisis. En este sentido hay
que entender, primero las intervenciones realizadas por
la Comor en el Consorzio mobiliare finanziario (Comofin), con la participación en su creación, en 1920, y en el
consorcio para la colocación de las nuevas acciones,
fruto del incremento de capital, realizada en noviembre
de 1924 y concluida en octubre de 1931. Segundo, su
entrada en la Società finanziaria industriale italiana (Sofindit), a la que se le habían otorgado los títulos de las
empresas industriales que poseía la Comit en virtud de
los acuerdos firmados con el gobierno a finales de 1931,
todo ello en el marco de la negociación de la deuda de la
Banca commerciale italiana frente a la Banca d'Italia.
24 ASI-BCI (1919-1935), ASMAE (1920), ACS (1924), ASI-BCI (1924) y
SABA (1999).
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(1902-1935)
Cedidas en mayo de 1933 las participaciones Sofindit y
Comofin al IRI, sin beneficios ni pérdidas y con el ya previsto cese del consorcio para la colocación de las acciones (Consorzio mobiliare finanziario) a finales de 1934,
la Comor se encontró como una caja vacía y con problemas en la dirección técnica de las minas turcas. En
1931 había enajenado las acciones de sus participaciones industriales en la Sofindit a la par, excepto la participación en la A. Cazés & C., ya en liquidación. Partiendo
de la propuesta del propio presidente la Società commerciale d'Oriente, ésta fue disuelta anticipadamente,
ya que habían cambiado las condiciones y los objetos
de la empresa. Durante su existencia, «i suoi azionisti,
che mai percepirono dividendo, quanto la Banca commerciale italiana sua finanziatrice, sempre anteposero i
superiori interessi nazionali a prospettive di immediati
guadagni*»25.
4.
Conclusiones
Durante toda su existencia los ejecutivos de la Società commerciale d'Oriente tuvieron que hacer uso de
toda su capacidad ante los más variados obstáculos y
problemas. Sustancialmente éstos se pueden resumir
en: cuestiones político-estratégicas, relaciones entre la
empresa y los Estados, los cambiantes marcos legales
y las alteraciones en el objeto de la actividad social de la
propia empresa, con sus implicaciones en la modificación de la organización de la compañía.
El primer elemento puede considerarse tanto una
ventaja como una desventaja, y de todos modos un factor exógeno siempre a tener en cuenta. En efecto, la Comor, reconstituida en 1912, confiaba en un apoyo del
* N. de la T.: «sus accionistas, que nunca percibieron dividendos, como
los percibidos por la Banca commerciale italiana, su financiadora,
antepusieron siempre sus superiores intereses nacionales a la perspectiva
de los posibles beneficios inmediatos».
25 Para más información sobre Sofindit véase ASI-BCI (1919-1935) y
CONFALONIERI (1993), páginas 486-502, 536-551, 55-565 y 634-650.
Sobre todo en las partidas de los correspondientes acreedores y deudores
eran posibles los recortes de ganancias ad personam.
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gobierno italiano para obtener en Adalia una zona geográfica de actividad en la que operar de forma preferente —o incluso monopolística—, o que, cuando menos,
se la dejase actuar como una institución crediticia de referencia, o hasta incluso como una gran corporación de
empresas en distintas ramas de actividad. Pesaba, evidentemente, el modelo de banco mixto propio de la Comit, que controló siempre la mayor parte del capital de la
Comor, y que a menudo le proporcionó, con un buen
tipo de descuento y bajas comisiones, las entradas de
dinero líquido necesarias para su financiación e inversiones. En este sentido, no deja de ser significativo que
la Comor «alla chiusura del primo esercizio sociale [nel
1908] poteva annunziare la apertura dei primi ed unici
servizi italiani di banca a Costantinopoli*»26. Dicho esto,
no sería prudente, sin embargo, poner en segundo plano el papel de algunos personajes, como Volpi y Nogara, cuyas visiones no coincidían siempre con las de Toeplitz o Fenoglio.
En otro orden de cosas, en los momentos de crisis política y de redefinición del papel de Italia en Anatolia, la
dependencia de la empresa del desarrollo político de las
negociaciones era evidente. La complejidad de la situación de la Commerciale d'Oriente y de sus filiales aumentaba, además, por el hecho de que ella no era sujeto pasivo de las relaciones internacionales, sino activa
actriz de propuestas y soluciones. Esto lo lograba mediante la influencia de los altos cargos de Comit y, todavía más, gracias a la presencia de sus hombres en algunos puestos cruciales para el establecimiento de las directrices y acciones diplomáticas italianas.
La interrelación entre lo político y lo empresarial dio
como resultado todo tipo de restricciones a los objetivos
meramente empresariales de la Comor y a toda una serie de prescripciones, vetos y obstáculos interpuestos
por las autoridades locales otomanas, luego turcas, que
ejercían, de este modo, su política de salvaguardia nacionalista y de constante provocación de enfrentamientos diplomáticos entre las potencias europeas. Un par
de buenos ejemplos se han mostrado en el texto cuando
se ha estudiado la fijación de las prioridades que se tenían que observar en la construcción de tramos ferroviarios o en la explotación de las cuencas carboníferas otomanas. La adopción de la legislación otomana, luego
turca, imponían unos límites excepcionales a la acción
empresarial, con un elevadísimo grado de subordinación a la buena disposición de las autoridades respecto
de la empresa. Esto se debía a que sólo se permitía actuar a empresas con mayoría de capital en manos de
súbditos del Imperio antes, de la República kemalista
después, y que además, dichas empresas, debían conocer toda una serie de condiciones legales para que se
las considerara de pleno derecho, lo cual conducía a las
compañías a tener que hacerse constantemente con
todo tipo de autorizaciones para desarrollar sus actividades particulares en las áreas geográficas de su intervención.
Todo lo anterior es un reflejo de las barreras de entrada y el aumento de la incidencia de los costes de transacción. Ahora bien, en aquellos años de incertidumbre
legal, puesto que el marco normativo podía adquirir un
sentido hostil por parte de los gobierno huéspedes de
las inversiones europeas, fue una constante que tuvieron que afrontar las empresas multinacionales europeas
en otros países27.
En lo que concierne a la inestabilidad del marco político y, por consiguiente, del normativo, se produjeron considerables problemas, controversias legales y un alargamiento indefinido del tiempo necesario para la búsqueda de soluciones que no fuesen aleatorias. Para ver
esta complejidad podemos detenernos en un caso representativo de estos conflictos; el que se produjo entre
* N. de la T.: «Al cierre del primer ejercicio social [en 1908] podía
anunciar la apertura de los primeros y únicos servicios italianos de banco
en Constantinopla».
26 ASI-BCI (1919-1935).
27 Para el caso similar de la Ansaldo y las consideraciones sobre las
empresas multinacionales véase SABA (1996) y a la literatura allí
indicada, en particular NICHOLAS (1986) y RULLANI (1986).
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LA
la Comor y la Terni por los teskéré 366 y 371 de Ili Sou
en enero-febrero de 1920.
La empresa Mavrogordato, en posesión de los permisos de explotación, los había cedido a dos súbditos otomanos que, sin esperar el cierre del contrato, de modo independiente el uno del otro, los habían a su vez vendido
tanto a la Terni como a la Società commerciale d'Oriente.
Además de la dura confrontación que esto originó entre
las dos empresas italianas, que forzaron a la intervención
de la Consulta para resolver la espinosa situación, existía
un ulterior litigio en Anatolia entre los dos turcos y los
Mavrogordato que, en el vacío institucional post-bélico,
se habían dirigido al Alto comisario francés obteniendo
del mismo el bloqueo del traspaso de los derechos. 28
Existe constancia de que el Alto Comisariado no obstaculizó la restauración del statu quo, dando el mismo peso
de las empresas italianas, justo en el momento crítico en
el que iba a concretarse el enfrentamiento ítalo-francés
en la cuenca carbonífera de Heraclea. Mas, de forma indirecta, otras situaciones de incertidumbre legal condicionaron la empresa. Las cuestiones de herencias entre los
Bartine-Filios y los Saldéré y los asuntos de los derechos
de explotación del yacimiento en manos de los Saridja,
en la zona de la Charbonnages de Bender-Eregli, obligaron a la Comor, tal vez no a perder las ingentes cantidades pagadas, como en el primer caso, pero sí a largas
esperas antes de efectuar las onerosas inversiones necesarias para la dotación de infraestructuras para llegar a
la producción óptima. Además, tal como dejaba entrever
en junio de 1922 una carta del nuevo administrador delegado, Ettore Marcenaro, dirigida a Nogara, la sensación
era que la dirección de la empresa había sido relegada
por el costoso aparato legal que hubo que organizar en
Constantinopla29.
Todos estos factores influían sobre la definición de los
objetos y finalidades sociales, sin que se revelara de forma clara cuál era la naturaleza de la Società commer-
28
29
Véase la correspondencia en ASMAE (1919-1920).
ASI-BCI (1921-1923).
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(1902-1935)
ciale d'Oriente. La empresa en principio tenía como finalidad la explotación minera, pero se veía apartada de
este objetivo por las contingencias de todo tipo, que la
llevaron a actuar como: banco comercial, banco de última instancia para auxiliar a empresas en quiebra, banco de apoyo para la Banca commerciale italiana o de
sus filiales, banco de crédito industrial y, finalmente, holding de un sistema integrado en torno al carbón y al desarrollo de Constantinopla30. La organización de la empresa experimentaba, por lo tanto, un notable eclecticismo, hasta transformar el modelo de gestión, ya a
principios de los años treinta, en una dirección logística
y estratégica llevada a distancia sobre la TKM, pero,
como siempre, en función de directivas gubernamentales. Sobre la organización pesó el hecho de ser una incipiente multinacional. Fue así como la Comit, con su brazo industrial (la sociedad rumana Foresta) y su brazo
minero y de financiación, la Comor, no consiguió deshacerse de las prácticas del pasado, de un sello ochocentista lleno de vicios31.
La simbiosis entre presiones e intervenciones de las
autoridades de Roma, por una parte, y desarrollo capitalista-industrial, por la otra, terminó dando ciertos resultados económicos positivos. Pero, la realidad indica que
la gestión de la empresa fue en realidad una mezcla entre objetivos empresariales y finalidades geoestratégicas de interés general. Además, en la primera fase su
capacidad de intervención se vio condicionada por una
serie de personajes de considerable peso económico-diplomático y técnico, de modo que no sería hasta un
segundo momento cuando la empresa pudo gestionar
los recursos energéticos. Pero ya en los años veinte y
treinta, con una explotación eficiente de dichos recursos
30 Aunque aquí resulte marginal no hay que olvidar el modo poco
reglado, cuando no arbitrario, con que se formaban los capítulos
presupuestarios y las entradas de los balances en las empresas del
sistema Comit, RICCIARDI, (1998), páginas 317-328.
31 Que de todas formas era muy similar a lo realizado por las
free-standing firms, WILKINS (1988). En cuanto al relativo atraso de las
formas de gestión de la Comor puede partirse del enfoque general de
CANTWELL (1991), páginas 18, 20-21.
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en marcha, resultaba que ya no eran tan necesarios. Italia se había decantado por la adopción de la hidroelectricidad como fuente energética principal y había hecho
del carbón sardo su reserva de dicho mineral dadas las
difíciles relaciones bilaterales ítalo-turcas y lo aprendido
con la Comor32.
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[18] ASMAE (1919-1920): Asmae, Serie Affari Politici
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