Propuesta de un marco tectónico para la actividad sísmica ocurrida

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Propuesta de un marco tectónico para la actividad sísmica ocurrida en las proximidades a
Ossa de Montiel (Febrero de 2015) según los resultados del Proyecto ABCO.
Autor: Pedro Rincón Calero; Doctor en Ciencias Geológicas.
GeaPraxis Ibérica; [email protected]; www.grupogeapraxis.com
INTRODUCCIÓN.
La aplicación de una filosofía investigadora basada en el uso de criterios geológicos multidisciplinares a
parte del Antepaís Bético Castellano Oriental (ABCO) –extremo suroriental del Macizo Ibérico, España Central- ha
permitido (Proyecto ABCO) lograr conclusiones morfotectónicas relevantes, consecuentes con un entorno litosférico
afectado por flexuras de longitud de onda variable: “hipótesis flexural”. Este entorno es coherente con la dinámica
convergente alpina de las placas Euroasiática/Ibérica y Africana, destacando la importancia del proceso de
indentación –primero- del Arco de la Sierra de Altomira (extremo suroccidental de la Cordillera Ibérica) y, después,
del proceso de indentación del frente prebético (Cordillera Bética) del Arco de Cazorla-Alcaraz-Hellín; ambos
relacionados genéticamente con tal convergencia.
Las singularidades aquí observables vinculadas con el relieve, con la red fluvial (disposición espacial y
migraciones de cauces), con la tectónica varisca y con la neotectónica alpina, con la actividad sísmica (definición de
fuentes sismogenéticas), o con la hidrogeología, son consecuentes con este entorno geológico regional y pueden
comprenderse considerando una “hipótesis flexural” (Rincón, 1999) como axioma básico de investigación geológica
realista.
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS ACERCA DEL CONTEXTO TECTÓNICO DE LA ZONA DE ESTUDIO.
A la vista de lo descrito por los trabajos de Vegas (2005, 2006) y de De Vicente y Vegas (2009), la
incidencia preferente de la convergencia litosférica alpina entre Eurasia y África se habría trasladado a la Cordillera
Cántabro-Pirenaica, pues “la litosfera perteneciente a la Península Ibérica (la denominada Placa Ibérica) estaría
sólidamente unida a África” desde el Eoceno-Oligoceno. Tanto es así que estos autores proponen, por esta razón,
un límite, aquí, “difuso” entre estas mega-placas litosféricas. Esta colisión se habría dispuesto según una orientación
horizontal de convergencia máxima de dirección S-N durante el Oligoceno-Mioceno Superior (desde este momento,
aquí, la denominaremos como razón o compresión “Cántabra”) y dispuesta SE-NO desde el Mioceno Superior hasta
la actualidad (periodo neotectónico; desde este momento, aquí, la denominaremos como razón o compresión
“Manchega” o “Bética”). Tras bloquearse (Vegas, 2006) la zona septentrional preferente -por cuestiones de
confinamientos laterales litosféricos atlánticos y mediterráneos-, la distribución del esfuerzo convergente hubo de
acomodarse y de repartirse aprovechando la pre-existencia de directrices mesozoicas (por ejemplo el Rift Ibérico;
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Martínez-García, 2006; Vegas, 2006) e, incluso, más pretéritas. De este modo, el escape lateral fue imposible a
escala “macro” y el acortamiento cántabro sur-norte se resolvió –además de en el borde septentrional- de manera
sensible a favor de un esquema de cizalla pura que consideraba discontinuidades activas inversas dispuestas E-O y
direccionales dispuestas NNE-SSO (senestrosas) y SE-NO (dextrosas). Asumiendo esta argumentación, alguno de
estos autores (Vegas, 2005 y 2006) propone soluciones morfotectónicas para el interior peninsular.
Ante esto y aprovechando la sucesión de esta sismicidad –en absoluto, a mi juicio, inesperada- en las
proximidades a la localidad albaceteña de Ossa de Montiel, cabe agregar comentarios geológicos (Rincón, 2014a)
de un sector concreto del lugar donde comenzó a aclararse, así, la fisiografía hispana actual (García Abad, 1975): el
Antepaís Bético Castellano y considerar: a) la realidad citada de la incidencia, aquí, de los tensores de esfuerzos
alpinos “ibéricos” y “béticos” -o “Guadarrama” (De Vicente, 1988; Giner-Robles, 1996; Muñoz-Martín, 1997; Rincón,
1999)-, y b) el hecho de que la deformación neotectónica debe desarrollarse preferentemente en estructuras ya
activadas/re-activadas durante el Oligoceno-Mioceno Superior. Así el asunto, lo que se expondrá a continuación
considerará que la “hipótesis flexural” (Rincón, 1999) es consecuente con parte del argumento de los autores
tectónicos mencionados, representando esta crisis sísmica de Ossa de Montiel un argumento más que la
apoya. Un único parámetro se agregará (realmente, se recordará) a las razones de los autores primeros citados y
que estos apenas han recordado o valorado en sus textos para, al menos, el sector más meridional del antepaís: la
incidencia del orógeno Bético y, en nuestro caso, la expresión más septentrional de éste mediante el proceso de
indentación del Arco de Cazorla-Alcaraz-Hellín (en adelante ACAH; véanse las figuras adjuntas).
ANTECEDENTES.
El pasado veintitrés de Febrero, el Instituto Geográfico Nacional (IGN; www.ign.es) registró el primero de
una serie de eventos sísmicos ocurridos en un territorio coincidente -preferentemente- con el extremo nor-oriental
del término municipal de Ossa de Montiel, provincia de Albacete; localizándose epicentros también en los límites de
éste con los términos de El Bonillo y Munera (véase la figura nº 1), muy próximos al Parque Natural de las “Lagunas
de Ruidera”.
El evento principal alcanzó (sensu IGN) en su foco una magnitud de 5,2 mbLg y una intensidad máxima de
V, con su hipocentro ubicado a ~10 kilómetros, ocurriendo a las 16:16:30 GMT, y en las coordenadas geográficas
(latitud/longitud): 39.0471 / -2.6415. Hasta las 16:30 horas del día 27 de Febrero habían ocurrido hasta 56 réplicas
del evento principal en un radio máximo de 10 kilómetros del epicentro principal, de las cuales veintiuna tuvieron
magnitudes entre 2 y 3 y, el resto, magnitudes entre 1,5 y 2.
CONTEXTO GEOLÓGICO, FISIOGRÁFICO Y TECTÓNICO.
Las localidades albaceteñas de Ossa de Montiel, Munera y El Bonillo quedan inscritas en el sector oriental
del Antepaís Bético Castellano (Rincón y Vegas, 1996; Rincón et al., 2001), concretamente (figura nº 1) en su sector
más oriental o Antepaís Bético Castellano Oriental (ABCO). Afloran aquí fundamentalmente facies mesozoicas
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jurásicas carbonatadas (dolomías) afectadas -de manera variable- por procesos de carstificación favorecidos por un
entramado de fracturas –principales y secundarias-, además de por la existencia de estructuras de plegamiento
asociadas –o no- a procesos halocinéticos (Rincón, 1999; 2014a). Se disponen estas dolomías sobre facies triásicas
(Keuper) arcillosas, evaporíticas, margosas y areniscosas, las cuales pueden o no aflorar según –básicamenterazones tectónicas. Depósitos cuaternarios enmascaran –en mayor o menor medida- a esta cobertera, estimada
tradicionalmente como “tabular” y “atectónica”: nada más lejos de su realidad.
En las figuras nº 2 y nº 3 se contextualiza fisiográficamente el ABCO, destacando –al menos- los hechos
que siguen: a) la disposición intra-placa meridional con respecto a la Península Ibérica; b) la variedad litológica y
cronológica de afloramientos: los precámbrico-paleozoicos variscos o hercínicos más sur-orientales del Macizo
Ibérico, los mesozoicos del Campo de Montiel, de las Cordilleras Ibérica y Bética, los neógeno-cuaternarios de la
Llanura Manchega e intra-montanas, o el volcanismo reciente (Mioceno Superior-Pleistoceno) del Campo de
Calatrava; y c) la caracterización general de la zona como un área elevada con cotas dispuestas –excepto en el
suroeste- por encima de 550-600 metros. Como puede apreciarse en la figura nº 2, la ubicación de las cotas
máximas –aquellas no incluidas en tierras béticas y/o en ibéricas- se disponen mayoritariamente en el ABCO, con
las únicas excepciones del sector occidental de los Montes de Toledo (al noroeste) y parte de la Sierra de Alcudia
(al suroeste). Igualmente, aprovechando la isolínea de cota topográfica 900 metros, es posible observar en este
mismo gráfico como los relieves máximos modifican su orientación de oeste a este, disponiéndose según ESE-ONO
en el sector occidental del ABCO, según E-O en el sector central-occidental del ABCO, y según ENE-OSO en el
resto del ABCO. Y todo lo anterior lo realizan (nótese en la misma figura) dentro de un contexto flexural (sucesivas
elevaciones y depresiones orientadas E-O/ENE-OSO) claramente definido por los relieves dispuestos a cota inferior
de 450 metros y, además, por la traza de los cauces principales del Tajo, del Guadiana, y del Guadalquivir.
La consideración sencilla (“bruta”) de la topografía es una herramienta objetiva fundamental para aquel que
desee investigar razones morfotectónicas, siendo éste uno de los argumentos fundamentales del Proyecto ABCO.
La figura 3a, por ejemplo (lograda a partir del visor Iberpix, www.ign.es), es definitiva pues de ella se colige,
fácilmente, un esquema con sentido tectónico con la simple consideración de cotas preferentemente por encima de
700 metros o por debajo de estos (figura 4b). Así, es posible definir dos sectores o dominios morfotectónicos
principales (Rincón, 2014a): ABCO 700 (cotas inferiores a 700 metros –dispuestas siempre por encima de 560
metros-) y ABCO 700-1000 (“sur” y “norte”; con la posibilidad de cotas superiores a 700 metros). Es obvia la
posibilidad de vincular la morfología y tales características sucintas con la ubicación de ACAH (“Arco de CazorlaAlcaraz-Hellín”; estructura Prebética). La representatividad de esta cota 700 metros se debe a que supera la de los
municipios inscritos en la tradicional Llanura Manchega (por ejemplo, Tomelloso: 662 metros, Manzanares: 658
metros, Daimiel: 621 metros), y a que a tal altitud predominan abrumadoramente en ABCO los afloramientos bien
mesozoicos o bien variscos y no los cenozoicos (parte de los volcánicos del Campo de Calatrava son las
excepciones).
En este mismo sentido, cabe comentar que los resultados del Proyecto evidencian que a partir de razones
altimétricas e hidrográficas es posible sectorizar el territorio del ABCO, mostrándose como las zonas de mayor cota
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definen las áreas de mayor acomodación de esfuerzos, independientemente de las edades de sus litologías.
Vuelve a hacerse hincapié en que todo esto procede de la cota altimétrica de referencia de 700 metros. Así, si se
escogiera otra (por ejemplo la de 800 o la de 900 metros) sería posible trazar nuevos sectores y lineamientos con
significado, otra vez, tectónico.
Por lo tanto, el ABCO está limitado exteriormente y compartimentado interiormente mediante toda una serie
de zonas de fracturación o lineamientos tectónicos, asignando el Proyecto –para llegar a concluir esto- un modo de
contrastación de la existencia de los mismos mediante argumentos geofísicos, altimétricos e hidrológicos.
Igualmente, es posible agrupar en “familias” estas zonas de fracturación según sus orientaciones principales y,
sobre todo, proponer momentos de activación preferente de las mismas sobre la base de argumentos tectónicos,
geofísicos, altimétricos e hidrológicos. La propia distribución de los lineamientos concluidos en el Proyecto ya
avanza que unas modas preceden –en su activación alpina preferente o, al menos, en las consecuencias de su
activación alpina- a otras. De esta manera, cabe distinguir las siguientes agrupaciones de lineamientos o zonas de
fractura (Rincón, 2014a):
A – Lineamientos tectónicos activados preferentemente durante el Oligoceno-Mioceno Superior bajo el
estado de esfuerzos “cántabro” [compresión horizontal máxima dispuesta según sur-norte: generadora de una
“cizalla pura” sensu Vegas (2005, 2006)]:
 A.1 - Moda “Záncara”: engloba a todas aquellas orientaciones dispuestas aproximadamente según E-O. Entre
otras razones, por ejemplo, delimitan meridionalmente al sector ABCO 700-1000 “Sur”, y propician el límite
septentrional de los dominios morfotectónicos “Llanura Manchega” y “Calatrava”. Durante toda la etapa de
deformación alpina han actuado de un modo preferentemente inverso (figura 5a) y/o direccional (en el caso del
escape hacia el este causante de la depresión manchega oriental durante la indentación del Arco de la Sierra de
Altomira o ASA), propiciando los relieves máximos y los afloramientos actuales del basamento varisco más pretérito.
Vegas (2005, 2006) asocia su génesis, al menos, a las etapas de apertura mesozoica de la dorsal Atlántica, lo cual
es coherente con su gran penetratividad estructural, ya que generan los relieves máximos en el ABCO. Sin
embargo, no todas las zonas de fractura E-O en el ABCO parecen haber funcionado neotectónicamente como
inversas (Campo de Calatrava).
 A.2 – Moda “Bañuelos”: engloba a todas aquellas orientaciones dispuestas aproximadamente según NNESSO. De nuevo, su importancia ha de ser, como antes, más que notable. A tenor del modo de orientación de la
máxima compresión horizontal, durante todo el episodio deformacional alpino han debido funcionar como zonas de
falla con componente direccional senestra preferente (figura 5a). Y, sin embargo, la ubicación coincidente de las
mismas con las zonas donde suceden las interferencias variscas generadoras de los domos y de las cubetas
hercínicos (Díez-Balda y Vergas, 1992; Martínez-García, 2006) les otorgan, al menos, una penetratividad y una
antigüedad similar o, incluso, superior a la moda “Záncara”. Lo anterior tuvo una importancia decisiva en una de las
conclusiones principales de la investigación: la génesis del volcanismo Neógeno-Cuaternario del Campo de
Calatrava (Rincón, 2014b). Sea como fuere, tal moda adapta las isobatas del techo paleozoico en el sector oriental y
central de la “Llanura Manchega”, y condiciona estructuralmente (y hasta qué punto y sobre todo) a la mitad oriental
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del sector “Calatrava”. En efecto, adapta a su criterio a la red fluvial, desplazándola (arrastrándola) hacia el suroeste
y haciéndola equidistante (nótese la disposición de los cauces en ABCO 700-1000 “Sur” de los ríos Sotuélamos,
Guadiana Alto, Azuer, Jabalón, y Ojailén-Fresneda). En realidad, como una propuesta de la mejor definición posible
de lo que es capaz de resolver -de acomodar- esta “moda”, sencillamente permiten el escape general hacia el
suroeste del proceso de indentación del ACAH (Rincón, 2014a); antes (figura nº 5a-b) ya habían facilitado la
componente direccional senestra que propició el escape hacia el suroeste del basamento varisco como
consecuencia de la indentación local de la Sierra de Altomira (ASA). Tanto es así que –bajo estas premisas- es
posible proponer que los cambios de orientación en los cauces principales de los ríos Tajo (al sur del Sistema
Central y al norte de los Montes de Toledo), Guadiana (al sur de los Montes de Toledo y al norte de la Sierra
Morena) y Guadalquivir (al sur de la Sierra Morena y al norte de la Sierra de Jaén) tengan el mismo origen que lo
observable en los cauces secundarios de los ríos (figura nº 3a) Guadalmena, Guadalimar, Guadalén, Guarrizas
Rumblar, Jándula, Záncara-Cigüela-Guadiana, etc. Igualmente, a juicio del autor, parte de los hipocentros de la
crisis sísmica de Febrero de 2015 han resuelto deformación aprovechando una zona de fractura asociable a
esta moda “Bañuelos”: Lineamiento de “Munera-Povedilla” (véase la figura nº 6).
 A.3 –Moda “Ruidera”: engloba a todas aquellas orientaciones dispuestas aproximadamente según SE-NO.
Realmente, también podría denominarse como moda “Ibérica”, de tal manera que se le agregara el calificativo
“genético” del proceso de rift abortado durante las fechas jurásicas y, claro, su vinculación con el modo de depósito
mesozoico (de espesor creciente, grosso modo, hacia el este actual) en ABCO. De nuevo, a tenor del modo de
orientación de la máxima compresión horizontal, durante todo el episodio deformacional alpino han debido funcionar
como zonas de falla con componente direccional dextra preferente (figura 5a). Al igual que las precedentes
“Bañuelos”, su coincidencia con la disposición regional varisca “apalachiana” bien pudiera significar que, en realidad,
esta moda es aún más antigua –como el resto mencionado- que las fechas jurásicas (Vegas, 1975; Ortega y
Hernández, 1992). El carácter delimitador de esta familia SE-NO del ACAH (Fallas de Tíscar y de SocovosCalasparra) le otorga una relevancia notable en el modo de resolución de la compresión alpina (escape de la
indentación del ACAH hacia el sureste). Así, cabe proponer que el lineamiento “Ruidera-Herencia” sea,
probablemente, el principal más occidental que condicionó el depósito mesozoico desde las fechas triásicas, a partir
de aquí -y hacia el este- la apertura litosférica continuó resolviéndose de manera escalonada: “Banda de Socovos”,
“Banda de Altomira”,… hasta llegar al rift ibérico s.s.
B – Lineamientos tectónicos activados preferentemente durante el Mioceno Superior-Actualidad (periodo
neotectónico) bajo el estado de esfuerzos “manchego” o “bético” (compresión horizontal máxima dispuesta
según sureste-noroeste; figura 5b):
 B.1 – Moda “Guadiana”: engloba a todas aquellas orientaciones dispuestas aproximadamente según ENEOSO/NE-SO (figura 5b). Esta es la moda (junto con “Záncara”) que más condiciona el relieve en ABCO pues es
paralela a la orientación del frente prebético ACAH. Así, delimita a la mayor parte de los sectores “altimétricos”
antes citados y encaja a tramos fluviales de primer orden como el del Guadiana (tras la desembocadura del
Cigüela). Durante el periodo neotectónico ha funcionado (al menos en ABCO 700-1000 “Sur”) preferentemente
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como una familia inversa (frente al ACAH) e inverso-direccional (al oeste del frente de ACAH). Provoca –junto con
“Záncara”- las cotas máximas para el basamento varisco y para los materiales jurásicos. Además, su participación
en la génesis del diapirismo mencionado o de las Tablas de Daimiel será fundamental (Rincón, 2014a). Al igual que
la moda “Bañuelos”, colaborará al “escape” hacia el suroeste de los territorios del ABCO debido al proceso de
indentación del ACAH. Su origen ha de ser pre-alpino (asociado al “rift” jurásico) y sus planos debieron, pues,
activarse con el tensor “cántabro” sur-norte; sin embargo, su menor ortogonalidad con respecto a la moda “Záncara”
propició que, entonces, la cantidad de deformación distribuida a través de las mismas fuera inferior a ésta.
Posteriormente, el tensor “manchego” –mucho menos oblicuo a su trazo- las re-activó preferentemente. A juicio del
autor, el hipocentro del evento principal y parte de los hipocentros de la crisis sísmica de Febrero de 2015
han resuelto deformación aprovechando una zona de fractura asociable a esta moda “Guadiana”:
Lineamiento de “La Roda-Moral de Calatrava” (véase la figura nº 6).
 B.2 – Moda “Montiel”: engloba a todas aquellas orientaciones dispuestas aproximadamente según ESE-ONO
(figura 5b). Como la precedente, propicia las cotas máximas para el basamento varisco y para los materiales
jurásicos. Durante el periodo neotectónico ha de funcionar preferentemente (al menos en ABCO 700-1000 “Sur”)
como una familia preferentemente inversa (frente al ACAH) e inverso-direccional dextra (al oeste del frente de
ACAH); su implicación en el diapirismo y en la génesis (extremo occidental o final) de las Tablas de Daimiel será
básica. Como el caso previo, su origen ha de ser pre-alpino (asociado al “rift” jurásico) y sus planos debieron, pues,
activarse con el tensor “cántabro” sur-norte; sin embargo, su menor ortogonalidad con respecto a la moda “Záncara”
propició que, entonces, la cantidad de deformación distribuida a través de las mismas fuera inferior a ésta.
Posteriormente, el tensor “manchego” –mucho menos oblicuo a su trazo- las re-activó plenamente.
De esta manera (Rincón, 2014a), las cinco modas han debido –y deben- distribuir en el ABCO deformación
alpina (figura 7), siendo la única modificación tensorial el proceso de indentación del frente prebético del ACAH y el
tensor local “Altomira” (Muñoz-Martín, 1997). Este tensor “bético”, fechado durante el periodo neotectónico, modifica
la intensidad de la distribución, canalizándola hacia la moda “Guadiana” en la zona más próxima (hacia el noroeste)
del frente, alterando el relieve, generando los sub-sectores altimétricos ABCO 700-1000 “Sur” (I, III, IV, y V) y ABCO
700 I, y canalizando esta convergencia “manchega” o “bética”, también, de un modo favorable hacia: a) la zona de
fractura del “Záncara” –capaz de elevar diferencialmente a los Montes de Toledo-Sierra de Altomira frente a la
Llanura Manchega y el Campo de Calatrava-; y b) hacia las fracturas de “El Ballestero-Ciudad Real” y de “ViverosVillahermosa-Moral de Calatrava” –capaz de propiciar, entre otras razones, el endorreísmo a más de mil metros de
altitud-. Ya en Rincón (1999) se proponía la existencia de bandas deformacionales intra-placa preferentemente
direccionales (como las anteriormente mencionadas) a favor de las cuales se distribuía (resolvía) –además de en los
plegamientos litosféricos de longitud de onda variable- preferentemente la convergencia litosférica, idea ésta
coincidente con la del trabajo de Vegas (2005). De hecho, este autor propone para las fallas del noroeste peninsular
de Vilarica y Regua-Verín una dinámica semejante a la que sucede a favor de la moda “Bañuelos”: una transferencia
hacia el suroeste peninsular de tal convergencia litosférica.
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Así, el propio proceso de indentación del ACAH –razón principal, pues, para propiciar las fuentes
sismogenéticas- tiende a resolverse aprovechando las discontinuidades más favorables y penetrativas posibles; en
el este, la propia disposición del ACAH dispone un elemento tectónico principal para esto a favor de la zona de
fractura de Socovos-Calasparra: límite oriental del Arco y del Campo de Montiel, borde occidental de la comarca de
los Llanos de Albacete y, sin duda, discontinuidad más que preferente durante el proceso de rift jurásico. Así pues,
la indentación se resuelve con un escape hacia el sureste a favor de ésta y de otras bandas deformacionales
semejantes dispuestas al este del ACAH, generando relieves “flexurales” (y reactivando fracturas) en el frente del
ACAH, y propiciando un escape hacia el suroeste a favor de las modas “Bañuelos”, “Montiel” y “Guadiana”. La
propia actividad sísmica (localización de epicentros) corrobora este comentario anterior (figura nº 8), pues los
epicentros tienden a disponerse en el frente del ACAH y hacia los bordes de éste, existiendo una zona de “sombra
sísmica histórico-actual” ¿casualmente? en la comarca ígnea del Campo de Calatrava (Sub-Dominio ABCO 700-III),
en la prolongación de ésta hacia el norte (Dominio ABCO 700-1000 “Norte”), y en la prolongación de ésta última
hacia el norte y que progresa –otra vez- hasta un elemento tectónico tan preferente como es el Sistema Falla-Dique
de Plasencia…
Es decir, la colisión litosférica se resuelve en el ABCO (y en la prolongación intra-placa hacia el noroeste de
éste) mediante escapes hacia el suroeste de bloques –de manera semejante a la propuesta de Vegas (2005, 2006)
para el noroeste peninsular- a favor de bandas deformacionales orientadas tal y como proponen las modas
“Bañuelos” (preferente), “Montiel” y “Guadiana”, pero –y aquí radica una novedad aportada por el Proyecto
ABCO- condicionada (complicada) tectónicamente tal resolución de esfuerzos litosféricos por la incidencia de la
estructura ibérica de la Sierra de Altomira (ASA), primero, y, después y sobre todo, del ACAH (el cual, claro, no es
más –ni menos- que una consecuencia preferente del proceso de colisión litosférica África-Eurasia). Cabe proponer,
pues, que el modelo de Vegas (2005, 2006) es aplicable como explicación sismogenética y morfotectónica a todo el
antepaís ibérico con la excepción de, al menos, la prolongación hacia el noroeste peninsular de la zona frontal al
ACAH (Rincón, 1999, 2014a). Así pues, la impronta actual que nos muestra la actividad sísmica moderada de esta
región colabora a resolver no sólo las fuentes sismogenéticas sino más cuestiones geológicas, y nos sugiere que los
esfuerzos litosféricos han de transmitirse en profundidad (a nivel de límites horizontales corticales) tal y como se
avanzó en Rincón y Vegas (1998), acumulándose en accidentes tan penetrativos como el de Plasencia o como el
que propició el borde actualmente oriental de la progradación de facies permo-mesozoicas en la Cordillera Ibérica.
Igualmente, desde este punto de vista cobra sentido el “relevo” de la actividad de las modas “Záncara”,
“Montiel” y “Guadiana” a favor de “Bañuelos” conforme nos desplazamos hacia el oeste del frente del ACAH (igual
sucede con “Ruidera” conforme nos desplazamos hacia el este del ACAH). Este “relevo” está claramente ilustrado
por la divergencia mostrada por la red fluvial en el Dominio ABCO 700-1000 “Sur”, el cual justifica el carácter
neotectónico de toda esta actividad “manchega”, superpuesta a la actividad “cántabra”. Sea como fuere, la geofísica
de ENADIMSA (1979) apoyaría que la actividad “cántabra” propuesta por Vegas (2005, 2006) también dejó su
impronta en la zona de estudio. Y sea como fuere, también, la representatividad neotectónica y morfo-tectónica de la
moda “Záncara” sugiere que, en efecto, esta moda es muy pretérita y penetrativa, causante muy probablemente de
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aquella “sombra sísmica” en Montes de Toledo, Cuenca del Tajo (parte) y Sistema Central (parte), hasta el Sistema
Falla-Dique de Plasencia (figura nº 8).
Tendría explicación así, además, el afloramiento plutónico ácido hercínico ubicado al este de la localidad de
Valdepeñas (Pozo de la Serna) –provincia de Ciudad Real- y asociado a la dinámica inversa del lineamiento
“Lineamiento de Viveros-Villahermosa-Moral de Calatrava” (no ha de distar mucho de ésta la razón de un
afloramiento plutónico similar en la localidad toledana de Camuñas). Además, de este modo, podría entenderse la
constante zona de refracción (Rincón, 1999) de trayectorias (de esfuerzos, de orientaciones fluviales, etc.) que
atraviesa de este a oeste buena parte del ABCO.
MORFOTECTÓNICA DE LA ZONA SÍSMICA.
Para concluir este documento, a continuación se va a mostrar el resultado de un análisis morfotectónico
breve de la zona sísmica. Basta, simplemente, con partir de una ortoimagen (visor Iberpix, IGN) y de una topografía
(visor Iberpix; IGN) y delinear curvas de nivel, divisorias hídricas, cauces fluviales y trazos de lineamientos (zonas de
fractura en potencia) para lograr (a juicio del autor) mucha e interesante información: método morfotectónico. Huelga
decir que lo ideal sería, además, poder contrastar todo lo anterior no sólo con una mayor elaboración y dedicación
en estos mismos estudios morfotectónicos sino, por supuesto, con la realización de trabajos geofísicos
complementarios.
La figura nº 9a muestra una parte de la Hoja Topográfica nº 763 o “Sotuélamos”, a escala original 1:50.000,
coincidente con el entorno en el cual se localizan los epicentros de los terremotos. Destaca el hecho de la existencia
de un relieve abrupto y quebrado, con cotas que oscilan entre 800 y 1009 metros de altitud, aunque la mayor parte
de este sector se dispone por encima de 860 metros. En realidad, como sucede habitualmente en el Campo de
Montiel, nos disponemos sobre el extremo septentrional de una “paramera quebrada” de límites tectónicos más o
menos difusos en campo, debidos a que el proceso de carbonatación (favorecido por la “fisuración neotectónica”)
que sufren las dolomías jurásicas propicia relieves diferenciales, en ocasiones, muy complejos. En la figura nº 9b se
ha eliminado la base topográfica del IGN delineándose las curvas de nivel y destacando entre ellas a la cota 900
metros. Además, a esta escala tan “local”, se han trazado la red fluvial (condicionada claramente por razones
estructurales) y las divisorias hídricas superficiales (coincidentes muy probablemente, a juicio del autor, con las
subterráneas), solapando a todo lo anterior la distribución epicentral del IGN (datos hasta el 27 de Febrero). Quizás
lo más destacable de este gráfico sea que, simplemente, la distribución espacial de todo lo que se muestra es
coherente entre sí. De esta manera, la figura nº 9c permite ya relacionar divisorias hídricas con localización
aproximada de epicentros, adaptándose la red fluvial a este contexto tectónico y mostrándose este extremo de la
“paramera quebrada” sometido a zonas de fractura internas (nótese como el comienzo de torrenteras coincide con
localización de epicentros…). Finalmente, la figura nº 9d colabora a aclarar no sólo la disposición de los epicentros
una vez se han delimitado lineamientos con criterio tectónico (zonas de fractura), sino a dar una explicación a los
condicionantes hídricos y topográficos mediante razones estructurales (relacionadas, claro, con argumentos
litológicos/sedimentológicos que propician el relieve diferencial). Por lo tanto, las razones mostradas gracias a la
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figura nº 9 son coherentes con lo establecido en los apartados previos y procede repetir que esta crisis sísmica de
Ossa de Montiel un argumento más que los apoya.
CONCLUSIONES.
La consideración de razones morfotectónicas en la denominable como “crisis sísmica de Ossa de Montiel”
permite lograr evidencias a favor del contexto flexural del Antepaís Bético Castellano Oriental y, por extensión, del
resto del antepaís peninsular. Esta “hipótesis flexural” permite explicar coherentemente cualquiera de las singulares
manifestaciones geológicas que abundan en este territorio y, sin duda, más hacia el noroeste del ABCO: para buena
parte de la zona así enfrentada –en el resto del antepaís- al Arco de Cazorla-Alcaraz-Hellín. Por tanto, el esfuerzo
litosférico se ha resuelto -y se resuelve- mediante una tectónica distribuida en bloques -con sentido morfotectónicocomo expresión superficial de las flexuras litosféricas.
Los datos disponibles sugieren que el epicentro del sismo principal (de magnitud 5,2 mbLg y de intensidad
V) habría quedado localizado en una zona de fractura de entidad kilométrica (con al menos 140 kilómetros de
trazado lineal en superficie) definible entre las localidades de La Roda y Moral de Calatrava (véase la figura nº 6):
Lineamiento de La Roda-Moral de Calatrava (moda “Guadiana”). Esta falla se corresponde –según los datos del
Proyecto ABCO (Rincón, 2014a; 2014b)- con una zona de fractura preferentemente inversa, generadora de relieves
en este sector del Campo de Montiel con cotas superiores a 900-1.100 metros, y orientada según estenoreste/oeste-suroeste. El evento principal, además, ha coincidido con la intersección de ésta zona de fractura con
otra dispuesta según norte-noreste/sur-suroeste (véase la figura nº 6): Lineamiento de “Munera-Povedilla” (moda
“Bañuelos”). Existe una sismicidad histórica registrada en las proximidades al epicentro (varias decenas de sismos
localizables en un radio de ~100 kilómetros). Además, la acomodación “secundaria” (réplicas) del evento principal de
la deformación se ha resuelto a favor de zonas colindantes también potencialmente activas a menor profundidad. En
este sentido, cabe comentar que la zona ahora “activada” sísmicamente no es la que mayor relieve revela en el
Campo de Montiel (estos pueden superar cotas de 1.100 metros); por lo tanto, si se asume que aquí (frente al
ACAH) el relieve es sinónimo (“proporcional directo”) de resolución de intensidad deformacional litosférica, cabría
esperar futuros eventos sísmicos de magnitud similar o superior; esta afirmación sería corroborada (incluso fuera del
sector frontal al ACAH, pero inmediatos al Campo de Montiel) por los trabajos en el Campo de Calatrava acerca de
paleosismicidad de Rodríguez-Pascua y Barrera-Morate (2002) y geofísicos eléctricos de Sánchez-Vizcaíno (2008).
En opinión del autor, existe una relación directa entre la génesis de este evento sísmico y sus réplicas y la
razón de la fisiografía singular de buena parte de Castilla-La Mancha; del mismo modo, existe una relación directa
entre la razón genética de estos terremotos y la de, por ejemplo, el volcanismo del Campo de Calatrava, la Reserva
de la Biosfera de La Mancha Húmeda, o la de los entes hidrogeológicos que caracterizan a la Cuenca Alta del
Guadiana. Finalmente, estimo necesaria una ordenación del territorio consecuente con esta realidad sísmica, con
todo lo que esto implicaría, por ejemplo, en modificaciones de la Normativa sismo-resistente actualmente –allívigente.
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BIBLIOGRAFÍA.
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sedimentación terciarias del interior de la Península Ibérica”. Bol. R. Soc. Esp. Hist. Nat. (Sec. Geol.), 101
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Figura nº 1: Localización de la zona sísmica (epicentros) según los datos del Instituto geográfico Nacional (www.ign.es) hasta el
día 2 de Marzo de 2015, y ubicación de este sector con respecto al ABCO (Antepaís Bético Castellano Oriental), los orógenos
Bético e Ibérico, y las estructuras tectónicas del Arco de Cazorla-Alcaraz-Hellín (ACAH) y del Arco de la Sierra de Altomira (ASA).
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Figura nº 2: Localización de la zona sísmica (círculo amarillo), de la zona de estudio del Proyecto ABCO, del límite del Antepaís
Bético Castellano Oriental (ABCO), de los límites de los orógenos Bético e Ibérico, y de la disposición espacial de la red fluvial
principal sobre un modelo digital del terreno (equidistancia de curvas de nivel de 450 metros); modificado de Rincón (2014a).
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Figura nº 3a: Disposición espacial de la red fluvial (incluidas las zonas lacustres principales) en la zona de estudio ABCO y
delimitación de las cuencas hidrográficas principales. El círculo amarillo localiza aproximadamente la zona de estudio.
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Figura nº 3b: Superposición de la figura nº 4a sobre un modelo digital del terreno para la zona de estudio ABCO, con
equidistancias para las curvas de nivel de 300 metros (datos digitalizados a partir de visor Iberpix, www.ign.es). El círculo
amarillo localiza aproximadamente la zona de estudio.
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Figura nº 4: Delimitación espacial -sobre la figura nº 3- de los tres dominios morfotectónicos principales definibles en la zona de
estudio. El círculo amarillo localiza aproximadamente la zona de estudio.
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Figura nº 5: Esquema (no escalado) del modo de activación preferente de las zonas de fractura bajo la incidencia (“A”) del
tensor “cántabro” (slip-vector con convergencia máxima horizontal sur-norte), y bajo la incidencia neotectónica (“B”) del tensor
“manchego” (slip-vector con convergencia máxima horizontal sureste-noroeste). Consecuencias transtensivas del proceso de
indentación del ASA.
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Figura nº 6: Disposición espacial de los lineamientos implicados preferentemente en la crisis sísmica: “Lineamiento La RodaMoral de Calatrava” (Moda “Guadiana”) y Lineamiento “Munera-Povedilla” (Moda “Bañúelos”), según Rincón (2014a). El círculo
azul localiza aproximadamente la zona de estudio.
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Figura nº 7: Esquema (no escalado) del modo de activación preferente de las cinco modas estructurales y del resultado de tal
deformación distribuida a favor del proceso de indentación del Arco de Cazorla-Alcaraz-Hellín (ACAH), incluidos los escapes
(zonas de transtensión) consecuentes del basamento hacia suroeste (oeste del ACAH) y hacia el sureste (este del ACAH), y las
zonas de cota topográfica máxima.
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Figura nº 8: Actividad sísmica (localización de epicentros) en parte del centro y sureste de la Península Ibérica (datos registrados
por el Instituto Geográfico Nacional –IGN- hasta Abril de 2010). Se destaca la posición de varios sectores, unidades fisiográficas
y elementos tectónicos principales. El círculo amarillo localiza aproximadamente la zona de estudio.
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Figura nº 9a: Contexto topográfico de la zona de estudio (explicación en el texto). Modificado de Hoja Topográfica nº 763 o
“Sotuélamos”, escala original 1:50.000, disponible en www.ign.es.
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Figura nº 9b: Contexto morfotectónico de la zona de estudio (explicación en el texto).
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Figura nº 9c: Contexto morfotectónico de la zona de estudio (explicación en el texto).
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Figura nº 9d: Contexto morfotectónico de la zona de estudio (explicación en el texto).
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