Patología prostática canina - Inter-Medica Inter

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PEQUEÑOS ANIMALES
Patología
prostática
canina
Autor: Antonio Prats Esteve
Presentación: tapa dura
Formato: 15,5 x 23 cm
Páginas: 152
Ilustraciones: en color
Edición: 2009
ISBN: 978-950-555-354-9
E
sta obra ofrece las bases de la fisiología prostática, la patogenia de los procesos que la afectan, cuadros
patológicos, la farmacología, las técnicas quirúrgicas, e incluso las similitudes y diferencias respecto de los
cuadros similares en medicina humana para un mejor entendimiento con el propietario del animal.
Contenido
Capítulo 1. La próstata canina
Capítulo 6. Casos clínicos
Capítulo 2. Enfoque clínico de la próstata canina
Caso clínico 1: hipertrofia prostática como causa de inconti-
Capítulo 3. Manejo clínico de la patología prostática del perro
nencia urinaria y disuria
Capítulo 4. Atlas de ecografía prostática
Caso clínico 2: hipertrofia prostática benigna como causa de
Capítulo 5. Cirugía de la próstata
infertilidad
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Patología prostática canina
Figura 2.1 Esquema que ilustra la vascularización e inervación prostática.
• La inervación parasimpática proviene de S2-S3, los nervios siguen el trayecto de la arteria urogenital y se dividen en tres plexos:
✍ plexo vesical craneal.
✍ plexo genital medio.
✍ plexo hemorroidal posterior.
Son los responsables de aumentar la velocidad de producción de las secreciones prostáticas, y en parte de la contracción del detrusor.
Vascularización
De la arteria ilíaca interna proviene la arteria urogenital, que a su vez se divide en:
• arteria prostaticovesical, cranealmente, con algunas ramas caudales hacia la próstata.
• arteria prostaticouretral, caudalmente, que se encarga de la mayor parte
de la vascularización prostática.
Drenaje linfático
El drenaje linfático de la próstata se efectúa en los ganglios linfáticos sacros
e ilíacos mediales.
Características
La próstata es la única glándula sexual accesoria del perro y secreta la ma-
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yor parte del volumen del eyaculado, especialmente como "tercera fracción" o "fracción prostática" de las tres fases del eyaculado canino; además,
la primera fracción, escasa y a veces todavía mal denominada "uretral",
también procede de la glándula prostática.
Es una glándula de secreción exclusivamente exocrina.
La posición y tamaño de la glándula es variable, según diversas circunstancias.
La posición está en función, inicialmente, de la edad:
hasta los 2 meses, momento en el que se produce la ruptura definitiva de
los restos del uraco, ocupa una posición plenamente intraabdominal.
entre los 2 meses y la pubertad, pasa a situarse completamente en el canal pélvico.
a partir de la pubertad, se va situando cranealmente; la parte posterior en
el nivel del canal pélvico y la porción anterior, recubierta por el peritoneo, en la cavidad abdominal. Con el paso de los años, y el paralelo aumento de tamaño, la próstata se va colocando en una posición más abdominal: alrededor de los 4 años, el 50% de la glándula se sitúa ya ab-
•
•
•
Figura 2.2 Las tres fracciones del eyaculado: una muy escasa, también de origen
prostático, la segunda más densa o espermática, y la tercera más abundante pero
pobre en células, la fracción prostática.
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•
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dominalmente, y a los 10 años, la totalidad de la glándula está en la cavidad abdominal (fig. 2.3).
también el grado de repleción de la vejiga determina variaciones temporales de la posición de la próstata: si la vejiga está llena, la próstata se
desplaza cranealmente hacia el abdomen, mientras que si está vacía se
sitúa más en la pelvis.
Por otra parte, el tamaño está en relación con:
• la edad y su consiguiente relación con la actividad hormonal.
• la raza: pueden existir diferencias entre individuos, y al parecer también
•
entre razas, destacándose el caso peculiar del Scottish terrier, cuya próstata es mucho mayor (prácticamente 4 veces, según la mayoría de autores) en proporción a la de cualquier otro macho de su tamaño de otra raza de tamaño similar.
el peso del individuo: la próstata de un perro de menos de 5 años mide,
en término medio, unos 3 cm de diámetro si pesa menos de 20 kg, y hasta 4 cm si pesa más de 20 kg, y en un perro de más de 5 años este tamaño pasa a 3-4 cm y a 4-5 cm, respectivamente.
Figura 2.3 Esta radiografía de un perro (afectado de cálculos vesicales) permite
observar cómo la distensión de la vejiga tracciona de la próstata hacia el abdomen,
aunque sea de manera temporal.
Enfoque clínico de la próstata canina
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Figura 2.4 En esta imagen radiológica, la próstata aumentada de tamaño por una
HPB debida a la edad se sitúa en posición craneal, completamente abdominal.
• el estado sexual: la próstata de un perro castrado se atrofia y no cambia
su tamaño con el paso de los años, a diferencia de lo que ocurre con un
animal entero.
Las secreciones prostáticas dependen estrictamente de mecanismos hormonales, especialmente de los niveles de dihidrotestosterona (DHT), un
metabolito activo de la testosterona, y son muy ricas en citrato, cinc y magnesio. Como ya hemos indicado, estas secreciones componen la primera
fracción del eyaculado, denominada fracción preespermática (hasta hace
poco mal llamada uretral), y la tercera fracción, denominada fracción prostática. Ambas son muy pobres en espermatozoides, y sus funciones principales son proporcionar volumen al conjunto y ayudar al transporte de los
espermatozoides en el tracto genital de la hembra.
Diferencias con la patología prostática humana
En humanos, la DHT y su acción se manifiestan más en el estroma alrededor
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A
B
Figura 2.5 A-C. Imágenes ecográficas humanas que muestran hiperplasia prostática.
C
de la uretra, lo que dará lugar, principalmente, a signos provenientes del estrechamiento que se derivará sobre la luz de la uretra prostática; en el perro, por
el contrario, las manifestaciones se establecen más en el área periférica, lo que
ocasionará, sobre todo, signos derivados de las presiones que ejerza el volumen de la glándula sobre órganos y tejidos de alrededor (colon, nervios, vasos, etc.).
Por ello, en medicina humana, los síntomas son principalmente urinarios:
• por una parte, signos obstructivos porque el crecimiento glandular opri•
me la uretra y modifica el cuello vesical, lo que da lugar a estranguria,
disuria, goteo terminal, micción entrecortada, disminución del calibre y
fuerza de chorro, incontinencia por rebalsamiento, etc.
y por otra, signos irritativos por la consiguiente respuesta vesical con hipertrofia del detrusor, responsable de polaquiuria, incontinencia de urgencia, nicturia.
En el perro puede aparecer, en ocasiones, la incontinencia de urgencia
que se da en el hombre ("tengo muchas ganas de orinar, tantas que no puedo aguantar y se me escapa"), pero no la de esfuerzo. Esto, en gran parte,
se debe a la posición del cuerpo, ya que su incidencia en el hombre obedece a un problema anatómico por la bipedestación y la alteración del dia-
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fragma urogenital, que permiten que se transmita la presión intraabdominal
sobre el esfínter, lo que condiciona la micción sin deseo miccional.
El diferente nivel de respuesta en el estroma prostático que hemos citado al
principio, y estas diferencias anatómicas derivadas de la bipedestación, hacen
que las manifestaciones clínicas (como iremos viendo más adelante) sean totalmente diferentes en el hombre y en el perro. Esto es algo que el clínico debe tener en cuenta cuando hable con el propietario (especialmente si es varón
y mayor de 50 años) pues, si no le explicamos estas diferencias, la falta de
coincidencia en los síntomas ("a mi perro no le pasa nada de lo que me pasa
a mí") podrían sorprenderlo o, incluso, hacerlo dudar del acierto diagnóstico.
Métodos de exploración y diagnóstico
Anamnesis
En la elaboración del historial clínico del perro hay que interrogar adecuadamente al propietario sobre:
Figura 2.6 La presencia de un flujo prepucial excesivo ha de hacer pensar en la
existencia de una patología prostática.
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