TÍTULO DE TRABAJO: Estudio etnográfico y comparativo de jóvenes privados de su libertad: trayectos de la infancia a la adultez. Reflexiones desde la cárcel. Nombre y apellido: Federico Lembo (UNLP) y Eduardo Martín Urtasun (UNLP) RESUMEN La presente investigación aborda perspectivas de jóvenes detenidos en dos Unidades Penitenciarias Bonaerense. Identificando sus trayectos y contextos de vida, los primeros pasos por la cárcel, la estadía en la institución, y por último, sus expectativas referentes a un proyecto futuro de vida, reflexionado desde el encierro punitivo. Este trabajo pretende arrojar luz sobre las implicancias que conlleva estar detenido, para un determinado grupo etario de personas, pertenecientes a un grupo mayor denominados “presos comunes”, aportando así un conocimiento socio-histórico sobre la temática punitiva. Hicimos hincapié en los ritos de pasaje que incumben el paso al encierro, a la libertad, a la madurez; procesos identitarios y estigmas inherentes a la institucionalización. El trabajo de campo fue realizado en las Unidades N°1 Lisandro Olmos y Nº 45 Melchor Romero, entre 2010-2011 con el grupo etario de 18 a 21 años, propio del Programa Jóvenes Adultos inscripto en Resolución Ministerial 1938/10. La recolección de datos fue construida mediante un taller audiovisual y reflexivo de índole antropológico, con las peculiaridades que conlleva realizar un trabajo de campo en contextos de encierro. Mediante el método comparativo identificamos convergencias como divergencias que dan cuenta sobre los diversos significados, formas y sentidos que los detenidos le otorgan a la cárcel. A través de entrevistas semi-dirigidas, indagamos la existencia de puntos de inflexión significativos que vinculen a los detenidos con su condición actual. Para ello tomamos como guía sus grupos de pertenencia (familia, amigos, “juntas”) el recorrido por el sistema educativo, conocimientos informales, oficios. Palabras claves: Cárcel, privado de su libertad, joven adulto, tratamiento penitenciario, reflexión, libertad. Abstract Ethnographic and comparative study about young men privates of their freedom: trajectory from childhood to adulthood. Reflections from prison . 1 The present investigation tackles young people’s perspectives from their detention in two Penitentiary Units of Buenos Aires province. Identifying their trajectories and contexts of life, first steps on prison, the stay in the institution, and for last, their expectations concerning to a future project of life, reflected from the punitive confinement. This paper aims to shed light about the implications that involve to be detained, for a determined age group of people, belonging to a mayor group so-called “common prisoner”, thus providing a socio-history knowledge about punitive thematic. We did emphasize in rites of passage that concern the step to the imprisonment, to the freedom, to adulthood; identity processes and stigmas inherent of been institutionalized. The fieldwork was made inside Penitentiary Units, between 2010-2011, with the age group of 18 to 21 years of age, typical of the “Programa Jóvenes Adultos” scripted in the Ministerial Resolution 1938/10. The data collection was constructed by means an audiovisual and reflective workshop anthropological in nature, with the peculiarities that entails to make fieldwork in context of closure. Through the comparative method we identified convergences as divergences giving account on diverse meanings, forms and senses that the prisoners grant to prison. Across interviews semi directed, we inquire into the existence of meaningful inflection points, that link the prisoner with his current situation. To do this, we took as a guide their groups of belonging (family, friends, “juntas”) the educational path, informal knowledge, crafts. Keyword: Prison, deprived of his liberty, young adult, prison treatment, reflection, freedom. Introducción La presente investigación intenta dar cuenta sobre los procesos socioculturales que han atravesado jóvenes, que se encuentran privados de su libertad en el Sistema Penitenciario Bonaerense. Indagamos sus trayectos de vida previos al encierro, los primeros pasos por la cárcel, su estadía en la institución, y por último las expectativas referentes a un proyecto de vida. Es mediante el método etnográfico que intentamos entender desde el punto de vista nativo (emic), la manera en que los internos conciben el mundo que los rodea. 2 Para otorgarle un marco holístico a esta investigación, hemos abarcado a los diferentes actores y sitios de interacción que constituyen un establecimiento penitenciario. Los postulados teóricos de algunos autores que han estudiado sobre el encierro, el nacimiento de la prisión, la circulación de la información e interacción social en instituciones, permitirán presentar una mayor complejidad a esta investigación. Foucault menciona que desde el año 1971 con el surgimiento del Panóptico, obra de Jeremías Bentham, el presidio punitivo ha llevado hasta la actualidad dos elementos que irreductiblemente lo han acompañado: el tiempo y el espacio. La nueva función del presidio será controlar de manera óptima los cuerpos, a través de una continúa vigilancia aplicada sobre la conducta de los prisioneros. De esta forma se constituye una nueva economía política que determinará relaciones, prácticas y saberes. Para Ervin Goffman la cárcel puede ser pensada como una Institución Total, ya que es un lugar “de residencia y de trabajo donde un gran número de individuos en igual situación, aislados de la sociedad por un considerable período de tiempo, comparten en su encierro una rutina diaria administrada formalmente. La Institución Total presenta un carácter binario por el hecho de enfrentar internos y personal”. De estos postulados teóricos es notoria una visión unilateral sobre la aplicación de reglas y la posterior formación de subjetividades en sus destinatarios. Queda limitada la agencia de estos últimos, quienes solo aceptarían y asimilarían discursos y prácticas propias de una institución. Por todo esto, nuestra investigación además intentará arrojar luz sobre la receptividad de los internos ante la propuesta de los tratamientos penitenciarios. Veremos cómo estos actores tensionan, despliegan y negocian hasta cierto punto, el sentido de su estadía en una Unidad Penitenciaria. Uno de los últimos aportes que pretendemos brindar a la temática punitiva, es de carácter histórico, ya que hemos registrado la experiencia a través de la palabra de jóvenes detenidos en un lugar y tiempo determinados. Un aporte secundario es, visibilizar ciertos enclaves de las Instituciones de ejecución de La Justicia. Si bien el trabajo de campo se realizó en cuatro Unidades Penitenciarias, optamos por analizar las dos primeras. Esta decisión analítica, se debe a que las mismas presentan un mayor contraste en cuanto a su historia y organización administrativa sobre la vida carcelaria. Es necesario mencionar que en las otras dos Unidades se incluyó la mirada de género, con la participación de mujeres detenidas siendo uno de los grupos mixto y el otro solo femenino, lo que ampliaba el panorama 3 de heterogeneidad pero excedía los límites de este trabajo. En una futura producción integraremos esta mirada para lograr el objetivo holístico que nos concierne. A partir de este momento, utilizaremos nombres y números ficticios de las personas y lugares mencionados, a modo de proteger la identidad y el espacio laboral de quienes han participado y colaborado en esta investigación. En el año 2010, se puso en vigencia la Resolución Ministerial n°1938 que ordenó una redistribución de la población carcelaria en Unidades Penitenciarias de acuerdo a la condición de: procesados, penados, valetudinarios y jóvenes adultos. Entre sus postulados, se menciona “La necesidad de profundizar el tratamiento resocializador en el sistema Penitenciario a través de pautas objetivas y uniformes destinadas a una correcta clasificación de los internos”. Los internos con quienes trabajamos se encontraban realizando un tratamiento penitenciario diferencial, denominado “Programa Jóvenes Adultos”. Descripto en el artículo n°3 de la Resolución, se categoriza Jóvenes Adultos a aquellos internos de entre 18 y 21 años. Entre sus postulados, se menciona que “El Programa se implementará por el cumplimiento de diferentes etapas secuenciales y progresivas, según los logros alcanzados en cada una de ellas. Las mismas se diferenciarán con los objetivos como el régimen de tratamiento, el cual tenderá progresivamente a la mayor autonomía y autogestión del joven contemplando su mayor libertad dentro del sistema.” Publicada la Resolución en el Boletín Oficial, se informó a las Direcciones y Unidades pertinentes. En diciembre de ese año la Unidad “C” reubica a los internos del rango de edad de 18 a 21 años, reacondicionando un pabellón para el cumplimiento de la misma. Posteriormente con el advenimiento de internos procedentes de otras Unidades, se forma un nuevo pabellón destinado a Jóvenes Adultos. En enero de 2011, autoridades penitenciarias advierten que en estos pabellones comienzan a emerger conflictos notorios de convivencia, robos de zapatillas, peleas, etc. Al mes siguiente, la acumulación de conflictos entre los jóvenes por la falta de un plan apropiado de contención, deriva en la toma de rehén de un guardia, para hacer oír la voz de sus demandas de bienestar, o de ser trasladados a donde se alojaban anteriormente. El acelerado crecimiento de conflictividad desde la perspectiva de los agentes penitenciarios de aquellas unidades, disparó el alerta sobre los funcionarios y autoridades a cargo del Programa. Lejos de esa autogestión añorada en el espíritu de la Resolución, se recrudece el vínculo entre los jóvenes detenidos internamente como con los empleados del SPB. 4 Entrevistando autoridades, profesionales y agentes implicados en el Programa, comenzamos a identificar diferentes discursos sobre los motivos que ellos creían eran causa de los conflictos: I. Profesional: Que las situaciones de tensión son propias del ser humano y se sobredimensionan en contexto de encierro. II. Autoridad penitenciaria: Es innato en el hombre buscar liderazgo en un grupo social, lo cual provoca peleas por su logro. III. Funcionario: El índice de violencia se ha visto incrementado por la ausencia de actividades que mantuvieran ocupados a los internos. IV. Agentes y empleados: Los presos jóvenes son conflictivos y pelean sin motivo alguno. A fin de intentar descender la notable incidencia de conflictos interpersonales, las autoridades penitenciarias concretaron estrategias como: mantener a los internos encerrados durante el día y la noche, dentro de las celdas de los pabellones (“engome”); rotar la apertura de las puertas de las celdas para poder acceder al patio del pabellón y así evitar peleas entre jóvenes que presentaban rivalidad. Otra opción fue abrumar a estos jóvenes con talleres varios (curso de magia; de manipulación de alimentos, etc.) a modo de cansar físicamente a los internos “llega la noche y no tienen ganas ni de levantar un cubierto” nos explicaba un oficial a cargo. También se evaluó y se reemplazó circunstancialmente a los líderes de los pabellones (“El limpieza”) por otros considerados favorables para los objetivos del Programa. DESARROLLO: En el año 2010 pertenecíamos al equipo de la Dirección de Población Carcelaria del Ministerio de Justicia de la Provincia de Buenos Aires. Allí tuvimos la posibilidad de auditar y recorrer diferentes prisiones, experiencia que nos posibilitó proyectar una actividad dirigida a los internos participantes del Programa. Cabe destacar que el Servicio Penitenciario es un sistema fundado en relaciones jerárquicas, y por ende un medio que suele ser reticente y receloso al ingreso de personas externas, como por ejemplo O.N.Gs, Universidades, periodistas, particulares. Nuestra propuesta fue brindar un taller audiovisual y reflexivo dentro del marco de un trabajo de investigación antropológico cuyos objetivos ya fueron mencionados. En las clases programadas se trabajaron temas como: las implicancias de los procesos de pasaje de una etapa a otra (tiempo, espacio), de un status social a otro. Los procesos de formación identitarios, los lugares de pertenencia. La tolerancia, la discriminación, los estigmas, la justicia por mano propia. La función del taller, además 5 del fin investigativo, fue brindar a nuestros investigados la posibilidad de visualizar y repensar decisiones y responsabilidades, que han tenido durante su vida y el papel que juegan las determinaciones sociales frente al encarcelamiento de los jóvenes. El corpus de la información fue obtenido a través del registro escrito de puño y letra de los internos, de índole declarativa y anónima en cuestionarios que minuciosamente elaboramos y que nos permitieron evaluar y cotejar datos relevantes para el análisis del presente trabajo. Herramientas metodológicas: Siguiendo a Rosana Guber “El antropólogo aprende no solo lo que conocen sus informantes sino cómo llegan a hacerlo”. A través del método etnográfico, pudimos introducirnos y participar en los espacios e interacciones que se daban intramuros, indagando las perspectivas de diferentes actores. Asimismo, observar comunicaciones no verbales, vínculos entre internos y penitenciarios, al mismo tiempo conversando con profesionales y entrevistando directivos. Utilizamos entrevistas semi-dirigidas de tipo discursivo, para dar cuenta de las perspectivas y experiencias que los diferentes actores le otorgan al contexto de encierro en las Unidades estudiadas. Otra de las técnicas no directivas del método etnográfico que utilizamos, fue la observación participante. Esta herramienta nos permitió obtener información sensorial de los distintos espacios y lugares, tales como observar situaciones que los informantes habían descripto en entrevistas, participar en actividades no programadas, compartir charlas individuales y grupales de temas varios, conformando así, un mismo proceso de conocimiento social (Guber: 171-176). En cuanto a las entrevistas formales, hemos tenido encuentros con el responsable y diseñador del Programa Jóvenes Adultos, con directores de las Unidades Penitenciarias y jefes de Penal, donde presentábamos nuestra actividad, obteníamos autorización y nos contaban cómo era la organización estructural del P.J.A. en general y de la Unidad carcelaria en particular. Con respecto a las entrevistas informales (no programadas) que se dieron con internos pertenecientes o no al Programa, coordinadores, profesionales, empleados penitenciarios, en lugares como aulas, pasillos, pabellones, oficinas; éstas nos brindaron información de la cotidianeidad, aspectos rutinarios, consejos y todo aquello que implica trabajar en una cárcel y particularmente, trabajar con internos jóvenes. 6 Con respecto a la metodología aplicada en el taller, formulamos encuestas escritas estandarizadas, a fin de obtener datos cuantificables, como por ejemplo, registro de tiempo de detención, Unidades donde se estuvo alojado, situación judicial (procesado o penado; primario o reincidente), como también alguna referencia sobre la función de la cárcel, si la misma presenta algún tipo de solución para aquellos que han infringido la ley. Utilizamos tanto en las entrevistas escritas como en nuestros registros, nombres ficticios o apodos inventados de los participantes, para resguardar la identidad y así evitar cualquier tipo de inconveniente como represalias, y/o falsas expectativas, como si lo dicho fuera a servir o perjudicar el estado de la causa judicial de los internos. Todo esto, habiendo obtenido previamente consentimiento y buena voluntad para su realización. Debemos subrayar que para la realización de una actividad dentro de una cárcel, fue fundamental para nosotros cumplir con los días y horarios pautados con los internos y el personal penitenciario. Esto se debe a que en este tipo de Instituciones Totales, el ingreso de un tercero modifica el binomio supervisores / internos, caracterizado por E. Goffman como antagónico. Este vínculo que es asimétrico y diferencial, genera una dependencia de los segundos hacia los primeros, y de éstos hacia sus superiores. Bajo esta dinámica se barajan tensiones ya sea para trasladarse de un sector a otro, volver a la celda, usar un teléfono o ser atendido por un médico. Siempre existen en este binomio, aristas agudas y los internos dependen de una mediación constante. Además, el compromiso adquiere mayor expectativa cuando se ofrecen actividades diferentes a las habituales. Son éstas las condiciones mediante las cuales los internos nos brindaron su mirada sobre los modos de pensar la cárcel. Realización del taller La realización de los talleres dentro de las dos Unidades Penitenciarias, siguieron un procedimiento similar. El primer paso fue la presentación de la actividad al Director de la Unidad, y nuestra solicitud para que se nos garantice el espacio, el recurso humano y la seguridad. Luego presentamos nuestro proyecto ante el equipo de trabajo del P.J.A de cada Unidad, donde nos interiorizamos sobre posibles grupos a trabajar y características de los mismos. También visitamos el pabellón de los internos con el que se iba a trabajar y hacíamos la invitación a participar aclarando que sería de manera voluntaria. Coordinábamos con los internos días y horarios para el 7 encuentro, teniendo en cuenta que no se superpusiese con otras actividades, como por ejemplo: días de visitas familiares, actividades laborales y/o educativas. Otro punto a coordinar en conjunto era la elección del lugar físico donde llevar a cabo el taller. Los criterios básicos para ello consistieron en evitar sentimientos de invasión para con aquellos internos que no tenían interés en participar. También evitar interrupciones propias de un pabellón de treinta y cinco a cuarenta personas (como música a alto volumen, limpieza del pabellón). Por último, nuestro Director como persona responsable a cargo, consideraba y evaluaba la existencia o no de las normas de seguridad que un pabellón podía garantizar. Por todo esto, se eligió un salón de usos múltiples cerca del control de vigilancia, y un aula del sector educativo respectivo de cada Unidad. Las visitas fueron de una vez a la semana durante tres meses aproximadamente, con tres o cuatro horas de duración cada una. La dinámica del taller consistía en la presentación por parte del equipo, del tema de la clase, los objetivos de logro esperados y definiciones de conceptos a tratar. Luego se proyectaba una película y finalizada la misma aparecía un debate sobre el giro del tema principal del día, identificación o no con algún hecho o personaje. Luego, se hacía entrega de las planillas con preguntas estructuradas, escuchando música de rock y a veces, compartiendo un bizcochuelo que generosamente alguna de nuestras colaboradoras nos había preparado. Reseña y temario de las películas proyectadas: La película “La Aldea” 1 se proyectaba con el objeto de pensar los ritos de pasaje de un medio a otro (al encierro, a la libertad, a la adultez) con sus dramatizaciones y sus escenificaciones. Mediante estos ritos se reafirma la nueva escena política de los actores sociales. “Los coristas” 2 introducía temas de carácter vincular durante la infancia, las potencialidades propias de las personas. “La ola” 3 permite pensar la conformación de grupos de pertenencia durante la adolescencia y cómo éstos pueden influir en las acciones de los actores sociales. “La Zona”4 referida a estereotipos que guardan peligrosidad y la aplicación de la justicia por mano propia. “Nos otros”5 el Estigma, la marca social, la constitución y práctica de prejuicios frente la diversidad, que se hace presente en los diferentes grupos sociales que conforman la 1 Nigth Shyamalan, M. La aldea. EEUU, 2004. Dréville, Jean. Los coristas. Francia, 2004. 3 Gansel, Dennis. La ola. Alemania, 2008. 4 Pla, Rodrigo. La zona. Mexico, 2007. 5 Raichijk, Daniel. Nos Otros. Argentina, 2008. 2 8 Nación. “En un mundo mejor”6, la cual explicita distintas maneras de manejar los conflictos interpersonales, la complejidad existente entre sentimientos pasionales y la razón. “Ángeles caídos”7, biografía de jóvenes en situación de marginalidad que logran apropiarse de un espacio, a pesar del medio hostil y de opresión que los rodea.Los cuestionarios fueron presentados de la siguiente manera: 1) Recuerdos de la infancia y de la adolescencia, con el fin de obtener un registro sobre la biografía de cada interno. 2) Existencia o no de nociones previas sobre la cárcel. Cuáles y transmitidas por quiénes. 3) Existencia de algún punto de inflexión que pueda ser vinculado con el hecho de estar privado de su libertad. 4) Consideraciones sobre la cárcel. 5) Expectativas sobre la recuperación de la libertad. Consideraciones generales: aspectos comparativos sobre las Unidades estudiadas. Cada Unidad Penitenciaria posee aspectos de carácter normativo e informal. Los normativos son aquellos contemplados en la Ley de Ejecución Penal de la provincia de Buenos Aires, con sus Decretos y Reglamentos que indican cuáles son las funciones sociales de una cárcel. Qué expectativas se tiene de cada uno de los actores (internos, agentes penitenciarios, profesionales). Menciona que para la progresividad de la pena del interno, existen tres tipos de regímenes: cerrado, semiabierto y abierto. De acuerdo a lo anterior, las Unidades van a estar ubicadas geográficamente en zonas urbanas, semi-urbanas, rurales. Esto último va a determinar la relación de los internos con sus familias, generando distintos tipos de comportamientos dentro del penal. Consideramos que la familia del interno es parte constitutiva de la vida del mismo durante la estadía carcelaria, poniendo en cuestionamiento el binomio antagónico propuesto por Erving Goffman (en su obra “Internados”) internos/supervisores, insertándose como un tercer actor que determina en cierta medida el estado empático del detenido. Sobre los aspectos informales, incluimos lo que podríamos llamar de saberes tácitos, de creencias idiosincráticas, preestablecidos por la historicidad de la cárcel. Funcionan como guía tanto para al agente penitenciario como para el interno. Esta 6 7 Bier, Susanne. En un mundo mejor. Dinamarca, 2010. Reyeros, Pablo. Angeles caídos. Argentina, 2007. 9 especie de manual debe circular entre estos actores quienes, lo apropian, lo respetan, lo comparten y lo practican. Son instructivos de transmisión oral, traspasados entre interno/interno, agente/agente e interno/agente que predican sobre las posturas que se deben tomar y -por ende- cómo actuar, de acuerdo a situaciones (extra) ordinarias de cada Unidad. Se resuelven así, problemas concretos de la vida cotidiana y trascendiendo los aspectos normativos, que por su condición, no contemplan cuestiones de micro escala. Un ejemplo es el postulado de que en una pelea nadie debe hacer una denuncia formal contra su par: “me dieron 2 puñaladas pero... no pude ver a nadie porque estaba durmiendo”. Por último y no menos importante es el aspecto de lo vincular, es decir, el sistema de relaciones interpersonales que se da entre los actores. Una vez formados los vínculos, los internos adquieren diferentes perfiles de carácter dinámico, que deben reafirmarse constantemente para mantenerse, superarse y no decaer. Tanto el delito, que determina el status del interno dentro de la cárcel (ser chorro, transa, cachivache (Miguez: 105-125), como su comportamiento, van a caracterizarlo; aunque hay ciertos perfiles que no se superan como por ejemplo los hombres que han cometido delito sexual hacia mujeres y/o niños, las mujeres que hayan victimizado a sus hijos, siempre van a estar condenados socialmente por los otros internos. UNIDAD “A” La primer Unidad donde trabajamos fue en la “A”, que se encuentra en el partido de La Plata, siendo la más antigua de la provincia de Buenos Aires. Su estructura radial está formada por seis brazos, con planta baja y cinco pisos cada uno de ellos. Posee una capacidad real de alojamiento para 1860 internos. Al momento de nuestro trabajo de campo, había 2107 internos alojados, de los cuales algo más de 400 tenían entre 18 y 21 años y sólo 140 estaban alojados en pabellones del P.J.A. Destacamos que para los agentes penitenciarios hacer carrera en esta Unidad les otorga un valor especial en cuanto al sentimiento penitenciario, ya que está caracterizada históricamente por su estricta disciplina, tanto para los internos como para los agentes. Para la idiosincrasia de los internos el haber pasado por la “A”, también tiene un sentido especial, que se traduce en un forjamiento del interno, por haber resistido la dureza física de las acciones punitivas que allí se practican. “Sin corte de cinta ni acto de inauguración” Con esta frase un personal jerárquico nos presentaba un programa homónimo, que ellos mismos habían planificado y aplicado desde hacía un año atrás. 10 Orgullosamente subrayaba que los internos pertenecientes al mismo, habían sido distinguidos mediante diplomas y medallas por parte de la Presidente de la Nación. También mencionó que se estaban dictando talleres de magia, partner de mozo, albañilería, este último coordinado por personal de la U.O.C.R.A. Otra característica que manifestó como destacable, era el énfasis que los profesionales aportaban para su labor y la estabilidad mantenida hasta el momento. En aquel momento el Programa Jóvenes Adultos del Sistema Penitenciario, estaba implementándose de manera embrionaria en las Unidades estipuladas por la Resolución. La Unidad “A” se mantenía con cierta autonomía en cuanto a las normativas y los fines del mismo, guiándose por su larga experiencia. El Coordinador del Programa nos explicaba que para realizar alguna actividad, debía previamente elevarla por los canales jerárquicos preestablecidos. Una vez aprobada la misma por el Director, destaca que tanto éste como el Jefe del Penal (responsable de la organización de la población carcelaria), deben poder lograr consenso en la toma de decisiones. Éste sería el hecho fundamental para el desarrollo favorable del Programa en sí. En las dos Unidades estudiadas se encontraba la necesidad de reemplazar la figura históricamente denominada “el Limpieza”. Este personaje funciona como un broker o mediador, siendo el interlocutor entre los internos y los agentes penitenciarios. Debe interpretar y transmitir las demandas de ambos mundos, por lo tanto debe saber ejercer el poder de convencimiento que posea en su discurso para lograr “aplicar” a sus contrincantes (Miguez 2008:111). Este individuo ostenta mayores atribuciones y privilegios que los demás convivientes, como la ración de alimento, puertas abiertas de la celda las 12hs, siendo quien decide el ingreso o egreso de los internos, etc. Es un cargo ambicionado y la mayoría de las veces obtenido a través de prácticas violentas. Una de las estrategias llevadas a cabo para impedir la formación de este tipo de liderazgo (“el limpieza”) y para la formación de los pabellones, según el coordinador, consistía en proponerles a los internos que se agrupen libremente y que escriban “una historia cualquiera”. Esta técnica le permitía inferir quiénes tomaban el rol de líder y cómo se conformaban los grupos. Con esta información, desarmaba y mezclaba a los integrantes de los grupos anteriormente formados, logrando de esta manera un impedimento a la formación de camarillas. Finalmente el reemplazo definitivo de la figura del “limpieza” se concreta con la elección de otro tipo de internos, que reciben el nombre de “tutores”, término que connotaría una figura paternal. El perfil de estos internos requería que los mismos 11 estuvieran próximos al cumplimiento de una larga condena, cuestión que les permitiría transmitir experiencias. Además deberían ser carismáticos, cooperativos, mantener un discurso creíble y cercano al de los jóvenes, de manera que pudieran llegar a ellos para guiarlos en la convivencia y resolución de problemas. Este recurso se complementaba con la intervención de los profesionales para intentar disminuir los niveles de conflictos. “Para no ver tanta reja” Para el ingreso al Programa Jóvenes Adultos de la Unidad “A”, los internos debían ser entrevistados en una junta de admisión, conformada por un grupo de profesionales (psicólogo, trabajador social, profesor de educación física y un agente penitenciario de jerarquía). Durante la misma se informaban las normas generales del Programa y se evaluaba el grado de compromiso y expectativas del interno. Notamos que la mayoría de los entrevistados no tenían una idea formada sobre el objetivo del Programa, solo referían que su interés se debía a la posibilidad de acceder a ciertos “beneficios”, como por ejemplo estudiar, trabajar, etc. “Jerónimo (el coordinador) hace un informe re-bueno y me sirve para mi causa” “Para no ver tanta reja”. “Porque hay muchos beneficios y quiero un oficio porque yo me subo a cualquier bondi de esos” Ante las respuestas y comentarios escuchados, vemos que la institución carcelaria misma construye una codificación de los derechos de los internos, transformándolos en beneficios. Es decir, que el hecho de poder estudiar o trabajar se traduce en un favor o un premio, que unos se merecen y otros no. Aquel interno que no cumplía con las reglas era enviado a un pabellón clasificado por el Sistema Penitenciario de “común”, dentro de la misma Unidad, donde según los mismos internos iban a perder todos los beneficios. Estos pabellones están conformados por internos considerados y etiquetados como violentos, conflictivos, de pésima conducta, por un sistema de clasificación propio del Sistema Penitenciario. También hay reincidentes, o que se han querido fugar. El trabajo en esta Unidad fue realizado del 14 de junio al 10 de agosto de 2011. Con la participación de unos setenta internos, número que fluctuaba dependiendo de traslados, comparendos, expulsiones del Programa, recuperación de la libertad, aspectos de la dinámica interna de esta institución. Los encuentros se realizaban en 12 un salón de usos múltiples que luego pasó a ser sala de cine. El mismo se encontraba en un subsuelo, cerca del área de control (centro neurálgico de esta Unidad). UNIDAD “B” El trabajo de campo realizado en la Unidad “B” se llevó a cabo desde el mes de mayo hasta julio de 2012. Esta Unidad conforma junto a otras dos, los establecimientos penitenciarios donde debe materializarse el Programa Jóvenes Adultos de acuerdo a la Resolución 1938/10. Es por ello que el total de la población carcelaria de esta Unidad, debería estar compuesta por internos de 18 a 21 años, considerados Jóvenes Adultos. El equipo encargado del P.J.A. debía adaptarse a los lineamientos preestablecidos en éste. Tratamos siempre con la coordinadora del P.J.A. y las integrantes de su equipo. Fueron ellas quienes nos introdujeron en el marco de las actividades que se llevaban a cabo (ej: taller de prevención para la violencia). Esto se debió al reemplazo inmediato del Director como máxima autoridad responsable y a la falta de contacto con el Jefe de Penal, más allá de una presentación formal. Recordamos cuando Jerónimo (el coordinador del P.J.A de la Unidad “A”) nos mencionó que, lo importante para la implementación del Programa, era la buena comunicación entre las autoridades de la Unidad (Director / Jefe de Penal) y la coordinación para tomar decisiones de forma unilateral. Una de las profesionales, indicó que en junio de 2011 comenzó el P.J.A. en la Unidad “B”, con la publicación del mismo por parte de las autoridades. Que en un comienzo el Programa se implementó en un sólo pabellón, siendo éste el más conflictivo en ese momento. Luego se amplió a cinco pabellones más, dos de estos compartidos con internos de mayor edad. A la fecha ya contaban con 176 internos Jóvenes Adultos en la Unidad. Para la admisión, a diferencia de la Unidad “A”, los internos debían firmar un acta de compromiso, que establecía las pautas de comportamiento. Otra diferencia metodológica consistía en la implementación de un dispositivo denominado “Intervención grupal en el pabellón”, paso previo para llegar a conformar la “Asamblea de convivencia”, que descansa en la redacción del P.J.A. Sin embargo “...es imposible de implementar. Aunque en teoría sería un muy buen mecanismo, en la práctica no es posible aún”, nos indicó el grupo profesional. Esto se debió a las resistencias, trabas y cuestionamientos sobre el quehacer de actividades, de acuerdo a diferentes concepciones del trabajo con los internos. Otra dificultad metodológica del equipo fue 13 cuando quisieron eliminar la figura del “Limpieza” lo cual no fue posible, por una lógica inherente a la organización de los pabellones. Percibimos que en esta Unidad, la implementación del Programa era embrionaria, debido a la cantidad de cambios metodológicos para trabajar con la población, donde reiteradamente, mencionaban la falta del recurso humano y material. Perspectivas de los Jóvenes sobre su mundo. El primer tema que nos propusimos investigar consistió en indagar sobre las vivencias en libertad y previas al medio carcelario. Preguntas referentes a cómo eran sus amigos, recuerdos de la infancia y de la adolescencia, conformación familiar, aspectos educativos y laborales. Todo esto con el objeto de caracterizar el contexto social de procedencia y pertenencia, visualizando así aquellas características recurrentes o no, pudiendo así desde un ejercicio retrospectivo de estos actores, identificar sus diferentes campos de acción y prácticas representativas. Durante la niñez. Los internos presentaron los recuerdos de su infancia, de acuerdo un criterio moral conformado por el binomio bueno/ malo. Dentro de “los buenos”, prevalece la oportunidad de haber compartido tiempo y experiencias con sus familiares directos. Por ejemplo ir al zoológico, pasear con padres y hermanos, ir al cine, al parque. También en esta etapa es mencionada la amistad de sus amigos del barrio y la de los compañeros de la escuela, con quienes compartieron situaciones lúdicas como jugar al fútbol, cazar palomas, ir al club. “...pasarla bien”. “...(recuerdos de la niñez son) la escuela, las cosas buenas de niño, jugar” La escuela aparece como un lugar siempre presente, donde tuvieron lugar momentos gratos como la participación en actos conmemorativos, el festejo de cumpleaños y travesuras con chicos de la misma edad. Podríamos pensar en la delimitación de un entorno social primario, que los internos empiezan a demarcar, representado por la escuela, la familia y el barrio de crianza. Los internos consideran que su etapa de niñez concluye cuando comienza el recurso de prácticas ilegales contra la propiedad, como aporte económico a familiares. “iba a la escuela y al club (en la niñez). Me di cuenta que yo la tenía que ayudar a mi mamá, porque tenía muchos hermanos y salía a delinquir desde los 14 doce años y ahí ya no era como un chico de mi edad”. Este testimonio de Juan, nos permite pensar en el abandono de su niñez. Entre los recuerdos considerados “malos”, los internos mencionan la muerte de seres queridos y malos tratos hacia ellos. “mi mamá murió cuando nací, y mi madrastra me pegaba”. “El dolor que siento porque casi lo mataron a mi hermano delante de mi mamá”. En cuanto a los amigos, se enfatizan aquellas circunstancias con presunta responsabilidad de la policía, como casos de gatillo fácil y brutalidad policial (castigos, golpizas). “Me gustaría volver a ser adolescente para volver a estar con mis amigos porque algunos de ellos lo mató la policía”. El transcurso hacia la juventud es presentado por los internos, como la expansión de los límites de los entornos sociales primarios, y la experimentación en la vinculación con nuevos actores contenidos en los nuevos círculos de sociabilidad. Los sitios de interacción comienzan a diversificarse a través de la relación ya no con pares, sino que se suman terceros de diversas edades. Esto aparece representado por la junta en la esquina o en la plaza del barrio, la atracción por las chicas, los primeros contactos y las salidas nocturnas. “Yo de chico jugaba a la pelota hasta los once años y después empecé a drogarme, a juntarme con gente que no me tenía que juntar”. “Pasé atrás de las rejas los 14, a los 18 granja, ahora acá” “Cuando empecé a robar con una pistola, a los 13 años ya robaba. Fumaba porro y me drogaba” Hacia el final de la misma, la deserción escolar es muy alta y la escisión familiar se presenta con su mayor dureza. Es notorio el énfasis puesto por los internos en los esfuerzos realizados por la familia para su bienestar. Juventud. La autopercepción de los internos en cuanto al pasaje a su juventud, se expresa como un momento de vida intensa, representada por un tiempo de goce y disfrute a través de intensificar su presencia dentro de los círculos sociales, y por la posesión y el consumo de diversos objetos materiales. Es considerada una etapa previa a las responsabilidades para ser adulto. La mayoría de ellos menciona considerarse joven de acuerdo a la edad que tienen y debido a la cantidad de experiencias que les falta vivir en esta etapa. 15 “Sí, me considero un joven; porque recién tengo 19 años y creo que tengo muchas cosas por vivir y es el comienzo del camino para ser adulto”. “Me considero joven porque tengo 19 años y no tengo ningún hijo”. “Sí, porque hay muchas cosas que me faltan por aprender, que no tienen nada que ver con mi estado actual y uno pasa la juventud cuando madura”. De los que ya no se perciben jóvenes: unos consideran que su juventud finalizó abruptamente, por la presencia de la institución del encierro (granja, institutos de menores, cárcel). Esta intervención institucional truncó y dejó irresoluto el momento de su juventud. Otros refieren que la finalización de su juventud, se consagró con la paternidad. “Me considero adulto porque tengo mi hija y pienso como gente grande. Y yo ya viví muchas cosas, tuve muchas cosas, plata, moto, coche, y ya la viví (a la juventud)”. “No porque ya tengo una familia y 3 hijas y no puedo pensar en la calle sino que ahora está mi familia”. “No, tengo un hijo que es lo mejor que me pudo haber pasado y la juventud me quitó mi libertad”. Observamos que en las consideraciones de los internos, no se contempla la posibilidad de ser joven y ser padre. Conformando una frontera marcada por la irresponsabilidad / responsabilidad respectivamente. Esto nos recuerda la lógica dialéctica inherente a la institución carcelaria, basada en premios y castigos, para aquellos internos que hacen las cosas bien o mal. Siendo parte de esta lógica, la mencionada decodificación, que transforma a los derechos constitucionales que poseen los internos, en beneficios que se otorgan arbitrariamente por los agentes penitenciarios. En la niñez y la juventud, identificamos un nivel educativo con primaria incompleta que superaba el cincuenta y cinco por ciento de los entrevistados. Un sólo individuo con secundaria completa y el resto había comenzado la secundaria y abandonado. “Si, cuando dejé la escuela empecé a trabajar en una panadería con un amigo, sé bastante.” Aparece un elevado porcentaje de internos (84,78%) con experiencias laborales. La mayoría de las mismas se ubicaban dentro del ámbito de los trabajos informales, sin expectativas de continuidad y de bajos ingresos económicos como: changarín, peonaje, ayudante de la construcción, mecánica o lavado de automóviles. Advertimos que este tipo de empleos se caracteriza por ser inestable, 16 convocando personas jóvenes no instruidas y que por lo general no consolidan el soporte económico acorde a las necesidades o calidad de vida que estos jóvenes consideraban. Vemos cómo los jóvenes adoptan responsabilidades, tales como la conformación de un núcleo familiar y enfrentar el sustento y cuidado de sus hijos. Pensando la cárcel: Convergencias y divergencias En este apartado intentaremos mostrar los modos de concebir el funcionamiento que tiene la institución carcelaria para los internos. En base al análisis del corpus de los datos, diferenciamos tres grupos: Grupo n°1: internos caracterizados por estar alojados por primera vez en una única Unidad Penitenciaria (Primarios) y con hasta un año de alojamiento en la misma. Este grupo está conformado por la mayoría de los internos entrevistados. Los mismos referían interés hacia su participación dentro del Programa Jóvenes Adultos. Entendían que la función de la cárcel para con ellos consistía básicamente en permitirles reflexionar. Esta elaboración mental les permitiría abandonar un estilo de vida pretérito. Que la cárcel principalmente les generó concientizar la pérdida del entorno afectivo (familiares, amigos, parejas). También subrayan la presencia del maltrato físico por parte de los agentes penitenciarios (golpes varios) y de la población carcelaria (robo de zapatillas, peleas para hacerse respetar en el pabellón), y de un profundo sentimiento de aislamiento. Este grupo concibe que el fin por el cual ellos están encarcelados es para reflexionar sobre el valor moral de su comportamiento en la sociedad, otorgándoles uno negativo, que debe modificarse por uno positivo, esto es, buscar y obtener un trabajo, estar y formar una familia para no delinquir más. También dentro de este grupo, los jóvenes detenidos conciben que la función de la cárcel es procurar un escarmiento físico y psicológico para no retornar a la misma y apreciar de este modo, la libertad. Grupo n°2: Constituido por internos Primarios, privados de su libertad durante más de un año y alojados en más de una Unidad Penitenciaria. La concepción que prevalece sobre la función de la cárcel es pago del delito cometido, además de favorecer la reflexión. Sin embargo para ellos, la cárcel no logra cumplir su función social de reinserción, produciendo más bien un daño de orden psicológico. Sólo posibilita el desplazamiento de aquellos valores morales (de malos a buenos) a través de la reflexión, abandonando concepciones y prácticas consideradas erróneas, tales como “agarrar la calle”, “las malas juntas”, 17 el consumo de drogas ilícitas, el uso de armas, aspectos que según ellos habrían condicionado su condición actual. Grupo n°3: integrado por internos reincidentes. Quienes enfatizan que la cárcel sirve únicamente para saldar la infracción social cometida ante la ley, a través del encierro. Siendo su función real producir sufrimiento físico y psíquico, para no retornar. Consideraciones finales Esta investigación intentó aproximarse al análisis de la aplicación de una política de Estado destinada a jóvenes privados de su libertad en Unidades Penitenciarias. Esta política, denominada Programa Jóven Adulto, tiene como fin estimular una mayor autonomía y autogestión en estos jóvenes encarcelados. Estos son agrupados dentro un rango etáreo de dieciocho a veintiún años, sin mayor caracterización. Sostenemos que los jóvenes no deben ser considerados dentro de una categoría homogénea y por ende intentamos entender sus esquemas de representación que configuran sus campos de acción. Por ello es necesario reconocer el carácter dinámico y discontinuo de sus representaciones. Por ejemplo, cuando estos internos consideran que su juventud ha sido interrumpida abruptamente por la institución carcelaria. O cuando la finalización de su juventud se consagra con la paternidad. Como institución, la cárcel sostiene y genera un discurso propio, que fue construido durante el transcurso de su historia, intentando constituir sujetos disciplinados. En las entrevistas a los internos, hemos observado de qué manera ellos negocian el sentido de estar detenidos, de acuerdo al lugar que ocupan en la estructura de la institución, proveyéndoles un lugar activo frente a la misma. También notamos que frente a la lógica dialéctica inherente de este tipo de instituciones, los internos que han reincidido y tienen vasto conocimiento de la misma, ponen en tela de juicio los discursos que consideramos institucionalizados, que poseen aquellos internos que están privados de su libertad por primera vez. 18 Bibliografía Capítulo de Libro De Ipola, Emilio (2005) “La bemba”. La bemba acerca del rumor carcelario. Buenos Aires: Siglo veintiuno editores Argentina s.a. Foucault, Michael (2002) “Castigo”. Vigilar y castigar. Avellaneda: Siglo Veintiuno Editores Argentina Foucault, Michael (2002) “Disciplina”. Vigilar y castigar. Avellaneda: Siglo Veintiuno Editores Argentina Foucault, Michael (2002) “Prisión”. Vigilar y castigar. Avellaneda: Siglo Veintiuno Editores Argentina Álvarez, Santiago (2004) “Cap. 1: La relación entre violencia interna y externa en una comunidad mestiza de los Andes colombiano”. Leviatán y sus lobos. Buenos Aires: Editorial Antropofagia. 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