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Índice
Presentación
3
Introducción
4
Biografía
6
Repensar la imagen
8
Ejes temáticos
14
2
Presentación
El Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO) presenta la primera exposición individual
de Oscar Muñoz, uno de los artistas latinoamericanos más importantes de la escena
contemporánea. La muestra expone las piezas más representativas de su trayectoria, los proyectos
mostrados tienen como objetivo invitar al público a reflexionar sobre sus motivos e intereses a lo
largo de su amplia carrera. Para Muñoz, es importante la manera en la que nos acercamos y
consumimos las imágenes en la cotidianeidad.
La obra de Oscar Muñoz ha sido congruente a lo largo de su trayectoria artística, al incorporar en sus
piezas los procesos de la fotografía, el dibujo y el grabado, y desarmar la técnica para reinterpretar
la construcción o fijación de la imagen en el soporte. A través de medios innovadores en
instalaciones y videos, sus obras presentan su la preocupación por el contexto social, su firme
cuestionamiento sobre la representación de la imagen y el interés por la permanencia de los
recuerdos en la memoria humana.
El uso de medios como el agua, el polvo de carbón, el papel y el tiempo son elementos recurrentes
en su obra que materializan el momento que lleva a la imagen a fijarse, o no en un soporte, sea este
el papel, el agua o la memoria.
Nombre de la exposición: Oscar Muñoz.
Organizador: Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey.
Curaduría: Gonzalo Ortega.
Museografía: Oscar Muñoz en colaboración con el Museo
de Arte Contemporáneo de Monterrey.
Localización: Salas 6 a 11 (Planta alta).
Duración: Del 27 de febrero al 22 de junio, 2014.
Técnicas: Instalación, dibujo, fotografía, video
y videoinstalación.
Número de obras: 29 piezas.
3
Introducción
Fragmentos del texto curatorial de Gonzalo Ortega
Por siglos el lenguaje visual del arte se adjudicó el estatus de documentación fiel de la realidad. La
técnica estuvo mayormente al servicio de la copia rigurosa. No sería sino hasta la invención de la
fotografía que esa responsabilidad le sería arrebatada a la pintura, conmocionando de raíz la
vocación del artista y transformando sus objetivos. La ilusión —generalizada— de que la fotografía
plasmaba la realidad tal cual es prevaleció por mucho tiempo. Es un debate que hasta el día de hoy
continúa encendiendo disputas acaloradas.
Línea del destino, 2006/ Oscar Muñoz / Video monocanal / 2', sin sonido, 4:3 / Cortesía del artista
Todas esas argumentaciones y posturas en conflicto relacionadas a la fotografía adquieren una
vigencia especial cuando se observa el trabajo del artista colombiano Oscar Muñoz, quien aborda
persistentemente el cuestionamiento sobre los medios de representación de la realidad, poniendo
en tela de juicio su efectividad. La obra de Muñoz nos hace conscientes de que el documento
fotográfico no evidencia más que un encuadre, una perspectiva, una óptica, un fragmento de tiempo
demasiado subjetivo, demasiado indefinido y, a fin de cuentas, parcial. El registro fotográfico y los
procesos químicos necesarios para su fijación en el papel son variables. Ya sea abandonados al azar
o a la disposición de quien obtura, revela, imprime, etcétera, su subjetividad no puede, ni debe,
soslayarse. Pero más allá de la autoría de la imagen, la propuesta de Muñoz desensambla la esencia
misma de la técnica fotográfica, separando sus partes, cada una de las cuales refiere a los procesos
que hacen posible la materialización de la imagen. Ese pequeño lapso plasmado en un medio
4
fotográfico cualquiera es dilatado por Muñoz; tiempo y espacio se estiran para hacernos conscientes
de otras posibilidades de la imagen, de otras vías para contar historias, de relatos que tienen que
ver con el contexto mismo del artista.
Las imágenes tienen una vida allende la fotografía y desbordan cualidades que refieren a muchas
cosas más. A Muñoz le apasiona cuando sus imágenes logran desprenderse del registro puntual de
los hechos y se dirigen hacia otros sitios, cuando se genera un nivel de elaboración que va más allá
de la simple captura del momento, de aquello en lo que pretenden enfocarse los medios de
comunicación donde los eventos suelen ilustrarse con excesiva síntesis, en el ánimo de volver las
imágenes mucho más atractivas. Para Muñoz nada resulta más tedioso que eso. En su propuesta
todo se relaciona con la manera en que consumimos esas imágenes. Hay momentos, por ejemplo,
en los que logra que se desvanezcan a nivel visual, recurriendo a materiales que por sí solos cuentan
ya con cierta potencia o riqueza expresiva.
La exposición que compila por primera vez en México una retrospectiva de la obra de Oscar Muñoz,
presenta los trabajos más representativos de su trayectoria. La suma de los proyectos que pueden
apreciarse aquí tiene como objetivo invitar al público a reflexionar sobre los motivos de Muñoz a lo
largo de su amplia carrera. Repensar la imagen—elemento fundamental de la cultura actual y
aspecto básico para entender el desarrollo de la historia humana— es la aportación más importante
de este artista hacia una comprensión más profunda de nuestra realidad. Muñoz es hoy, sin duda
alguna, uno de los artistas más importantes de Latinoamérica, y para el equipo entero del Museo de
Arte Contemporáneo de Monterrey es un honor haber contado con su colaboración y presencia para
la realización de esta muestra.
5
Biografía
Originario de Popayán, Colombia, Oscar Muñoz nació en 1951 y vivió en Venezuela hasta la edad de
ocho años, momento en el cual su familia se traslada nuevamente a Colombia. Es egresado de la
Escuela de Bellas Artes de Cali, Colombia y perteneciente a uno de las generaciones artísticas con
mayor movimiento cultural multidisciplinario. Entre sus influencias artísticas, el propio artista
destaca a Pedro Alcántara, Ever Astudillo, el historiador y también curador Miguel González y el
cineasta Ramiro Arbeláez. Considerado como uno de los artistas más importantes de su natal
Colombia, Oscar Muñoz cuenta con una amplia trayectoria artística que tiene sus comienzos a inicios
de la década de los setentas.
Entre las técnicas que utiliza se encuentran el dibujo, la serigrafía, la escultura, la
instalación, la fotografía y el video, mismos que dan fe de su trayectoria y preocupaciones artísticas.
La fotografía en la obra de Muñoz se alza como una constante, en ocasiones oculta tras el
resultado último de su labor creativa. La documentación de la realidad en su obra presenta un
diálogo de lo íntimo gracias al dibujo realista cuyo dominio es ejemplificado mediante técnicas como
el carboncillo, en distintos soportes y con apoyo de múltiples procedimientos1. Si bien el abandono
de Muñoz de las técnicas tradiciones se ve enfatizado a mediados los ochentas, nunca sobreviene en
una ruptura total, pues más bien da lugar a la experimentación acusada en soportes inusuales. La
incursión de Muñoz en el video, a partir de la década de los noventas, da movimiento a la imagen
permitiendo la reproducción del tiempo que se desea conservar. Dentro de esta técnica destacan
sus obras Biografías, 2002; Línea del destino, 2006, Proyecto para un memorial, 2004–2005;
Re/Trato, 2007 y Cíclope, 2010.
La propuesta artística de Muñoz se caracteriza por hacer presente la existencia humana
haciendo énfasis en su identidad, memoria y percepción, otorgando un especial cuidado a su
contexto, lo cual favorece su discurso en torno a lo social. Con resonancia en el psicoanálisis, la
2
mitología y el existencialismo , temas como lo erótico, el ser y lo urbano hacen evidente el paso del
humano en distintos espacios, siendo el tiempo y la forma, marcas consubstanciales de la imagen y
grandes referentes de su obra3.
Como una reflexión acerca de la memoria, documenta fragmentos reconocibles de lo
cotidiano, apoyándose en la luz como un aspecto básico que enfatiza la dualidad presencia/ausencia
1
“El dibujo en Colombia: Una mirada a la Colección del Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia”. Banco de la
República. Fecha de consulta: 26 de Diciembre de 2013.
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/todaslasartes/dibujo/indice.htm
2
José Roca, "Oscar Muñoz: Re/trato", Columnadearena, 55, 12 de Septiembre de 2003, Fecha de consulta: 26 de Diciembre de
2013. http://www.universes-in-universe.de/columna/col55/index.htm
3
Banco de la República, "Protografías", Banco de la República. Fecha de consulta: 26 de Diciembre de 2013.
http://www.banrepcultural.org/oscar-munoz/presentacion.html
6
y su precario equilibrio. Ya sea sirviéndose de impresiones fotográficas realizadas en la ciudad de
Cali, donde reside; o bien, como sucede con el video Proyecto para un memorial, 2004–2005,
reproduciendo las efigies de gente desaparecida en Colombia, mediante trazos de agua sobre
pavimento, los cuales se encuentran destinados a desaparecer y sólo dejar rastro en el film, como se
ha hecho común en el continente4. Gracias a obras como la anterior, la suya es también una
propuesta de desafíos que cuestiona el poder de la imagen y su significado con ejes en lo político, el
poder y la guerra en su natal Colombia, subrayando interrogantes que se antojan perennes sobre los
más de cincuenta años de violencia y corrupción que le envuelven.
Reconocido no nada más por su actividad con la técnica y los materiales ya usuales en el
mundo del arte, su labor creativa abarca el desarrollo de la inédita impresión sobre agua y la
promoción de espacios para el intercambio creativo y exhibición de obras. Así mismo, ha sido
galardonado con el premio Prince Claus de Alemania en 2013, cuenta ya con una retrospectiva en su
natal Colombia y participaciones individuales y colectivas en países como Cuba, Estados Unidos,
Italia, Inglaterra y Brasil.
4
Mariana Sánchez, "Oscar Muñoz: Retratos de agua", CLTRACLCTVA, 8 de Octubre de 2012, Fecha de consulta: 26 de
Diciembre de 2013. http://culturacolectiva.com/oscar-munoz-retratos-de-agua/
7
Repensar la imagen
Al observar una fotografía muchas veces damos por hecho la travesía que tuvo que sortear la
imagen para llegar al soporte el cual observamos, sea éste físico o digital. Todo inicia en la cámara,
una caja oscura que permite una entrada de luz por un obturador, la luz proyectada por los objetos a
capturar entra a la cámara obscura, rebota en el espejo y quema la película fotosensible. La imagen
almacenada permanece aún sensible a la luz, el proceso de revelado de la película debe realizarse
en un cuarto obscuro; tras un proceso químico y de baños de agua, la película es revelada y la
imagen queda fija en negativos; estos se proyectarán y ampliaran sobre el papel fotográfico, el
tiempo que se proyecte la luz sobre el papel fotosensible determinará la claridad de la imagen, la
cual en un último proceso de revelado en químicos aparecerá impresa.
Re/trato, 2004 | Oscar Muñoz | Video proyección, monocanal | 28', sin sonido, 4:3 | Cortesía del artista
La obra de Oscar Muñoz, desde sus inicios en la década de los setenta, ha estado ligada a la
fotografía, o al proceso fotográfico; ya sea tomándola de referencia para realizar dibujos al carbón
con maestría y realismo o desarmando el proceso para reinterpretar la construcción o fijación de la
imagen en el soporte. El uso de medios como el agua, el polvo de carbón, el papel, el reflejo/espejo y
el tiempo son elementos recurrentes en su obra, que materializan el momento que lleva a la imagen
5
a fijarse, o no en un soporte, sea este el papel, el agua o la memoria.
Hoy en día, en la era de la imagen, hemos puesto el valor de verdad sobre ella; consideramos
necesario mirar una fotografía para saber que algo ocurrió, o nos limitamos a observar las imágenes
de un periódico para interpretar su información. Los medios de comunicación han reconocido este
5
Entrevista a Oscar Muñoz, por Maria Wills, Oscar Muñoz Protografías, Museo de Antioquia, 2012.
8
poder de la imagen, y han sabido acomodarla a su conveniencia, ya sea para el control de las masas
o manipular la información.
El usuario contemporáneo de la cámara está ávido de retratar su propia belleza como un espejo de
“realidad”: una edición de los complejos que queremos evitar, y de una imagen idílica que queremos
proyectar, en especial en redes sociales. La fotografía en el siglo XXI tiene una labor muy distinta de
la que se le encomendó en sus inicios, y ha tomado un papel importante e indispensable para la
comunicación, la educación y en nuestro ámbito afectivo. Para Muñoz, es importante la manera en
la que nos acercamos y consumimos esas imágenes, tras de ello se esconde y revela nuestra
realidad actual.
Pero Oscar Muñoz no es un fotógrafo, y la fotografía es en pocas ocasiones el fin último de su obra,
es más un coleccionista y constructor de imágenes; en su obra, la apropiación de la fotografía, desde
sus inicios, le sirve para aproximarse a la realidad y hablar de su contexto:
“Me interesan mucho las fotos hechas por otros. Había un prejuicio en los setenta,
aunque todo lo hacíamos, podría ser un poco vergonzante revelar que no nos
parábamos frente a la realidad para dibujarla, sino que estaba mediada por la
fotografía. Con el tiempo me he dado cuenta que son estas mediaciones las que me
interesan. Siempre mi trabajo, y especialmente los últimos, parte de documentos
hechos por otro”. 6
La obra de Oscar Muñoz, es muy sencilla en cuanto a la parte técnica, y compleja en su sentido
conceptual. Su discurso se encuentra en el punto crítico o incierto donde se consolida o no
consolida, se materializa o no se materializa, se hace o no se hace la imagen o un documento, con
esto cuestionando la “memorabilidad”7 de las ideas, lugares, cosas o personas. En cuanto a la parte
técnica es una búsqueda de desarmar y armar la técnica en un juego de soporte, materia y modos de
hacer.
El interés de Muñoz, de repensar o reconstruir las imágenes, abre paso a una mirada más crítica
sobre lo que se nos vende o impone a la vista. A manera de registrar el paso del tiempo y desarmar
lo instantáneo, el artista produce una serie de obras donde el tiempo se vuelve en el factor
importante que determina el producto final o el proceso de la misma, haciendo referencia evidente
a la capacidad o incapacidad de la memoria humana de retener los recuerdos.
En especial a la fotografía le hemos dado la tarea de perpetuar la memoria, hemos puesto sobre ella
la carga que nuestra mente no puede o no quiere cargar. Susan Sontag, en Sobre la fotografía
6
Doria López, Félix, La fotografía: Imagen que media. Pg. 5 fecha de consulta: 20 de enero, 2014.
http://www.academia.edu/4686301/LA_FOTOGRAFIA_IMAGEN_QUE_MEDIA._OSCAR_MUNOS_-_ADRIANO_RIOS_SOSSA
Entrevista a Oscar Muñoz por Riccardo Giacconi, Catálogo de la exposición. Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey.
7
9
apuntaba como la fotografía se ha vuelto el armario de recuerdos: “Las fotografías, que almacenan
el mundo, parecen incitar el almacenamiento. Se adhieren en álbumes, se enmarcan y se ponen
sobre mesas, se clavan en paredes, se proyectan como diapositivas. Los diarios y revistas las
destacan; los policías las catalogan; los museos las exhiben; las editoriales las compilan”.8 La imagen
como contenedor de ideas pero también de historia, un instrumento para el registro del tiempo.
La fotografía se ha vuelto fundamental no solo para la memoria personal sino también para la
colectiva, y conforma parte importante de nuestro desarrollo cognitivo y emocional. Se nos ha
enseñado a través de las imágenes como era tal o cual personaje, conocemos ciudades enteras,
aprendemos del pasado; y también desarrollamos lazos de afecto a través de retratos de familiares,
que pudimos o no haber conocido, y que nos ligan emocionalmente. En este caso la fotografía se
vuelve el soporte de la memoria. Retomando a Susan Sontag, la fotografía más que la pintura es
capaz de usurpar la realidad, y es más bien un vestigio, una huella y un recuerdo: “La fotografía es
adquisición de diversas maneras. En la más simple, una fotografía nos permite la posesión
subrogada de una persona o cosa querida, y esa posesión da a las fotografías un carácter de objeto
9
único”. La fotografía ha ocupado un espacio importante en la cotidianeidad pero también en
nuestra vida emocional; Guardamos el retrato de un ser querido en la cartera, almacenamos los
momentos importantes en álbumes, exponemos en nuestra casa la foto de bodas, de los abuelos, de
la pareja; y les aportamos una carga emocional, tanto que si desechamos una de esas fotos es como
rechazar a la persona retratada. Joan Fontcuberta, ensayista especializado en fotografía, redacta
una de las razones por las cuales fotografiamos, conservamos y llenamos de valor a una fotografía:
“Siempre fotografiamos para recordar aquello que hemos fotografiado, para
salvaguardar la experiencia de la precaria fiabilidad de la memoria… Fotografiamos
para reforzar la felicidad de estos momentos. Para afirmar aquello que nos complace,
para cubrir ausencias, para detener el tiempo y, al menos ilusoriamente, posponer la
ineludibilidad de la muerte”.10
La fotografía actúa para Muñoz como el soporte que perpetua la vida del retratado o del momento,
y en su obra hace evidente el trabajo de la memoria por almacenar estas imágenes. Su obra
presenta imágenes que deseamos recordar, desde noticias de periódico de su natal Colombia, o las
fotografías de los publicados en la sección de obituarios; o su más reciente trabajo personal donde
involucra el retrato de su madre, y la presencia/ausencia de su padre.
8
9
10
Sontag, S. “Sobre la Fotografía”, pg. 218.
Sontag, S. “Sobre la Fotografía”, pg. 216, 218.
Fontcuberta, J. “El beso de judas, Fotografía y verdad”, pg. 58 -59.
10
Evitar la muerte y evitar el olvido. Queda así planteada una de las estrategias más convencionales de
la historia del arte, la de concebir la imagen como substituto,11 una imagen que supla también el
trabajo de archivo de la memoria. Al desarmar y reconstruir el proceso fotográfico el artista hace
una clara alegoría del trabajo mental por recuperar los recuerdos, en especial los más profundos
que son los de cuestiones familiares. Recorriendo la exposición y conviviendo con las piezas nos
surge un sentimiento empático hacía las personas o situaciones ahí retratadas.
Para Muñoz ha sido tan importante la memoria de cada individuo como al memoria colectiva, en
especial en la de su ciudad: Cali. Es una de las ciudades más antiguas de América, capital del Valle de
Cauca, la ubicación geográfica de Cali le permite ser uno de los centros industriales más importantes
de Colombia, tras una industrialización acelerada el crecimiento económico y la infraestructura se
ha disparado en las últimas décadas, por lo cual a la fecha cuenta con 2, 319, 684 habitantes. Oscar
Muñoz llega con su familia a la ciudad de Cali en el año de 1959, con tan solo 8 años y cuando la
población apenas alcanzaba los 470, 000 habitantes.
Biografías, 2002 | Oscar Muñoz | Video-instalación, 3 proyecciones | 128 x 128 cm c/u,
no sincronizado | 2'48'', 2'30'', 2'34'', sonido, 4:3 | Cortesía del artista
La situación cultural en Cali de los 70’s se vivía como una fiesta, durante esa década florecieron
generaciones de artistas que trabajaban en pos de las artes locales estuvieran a la altura de su
ciudad, colectivos y artistas locales comenzaron despegar, algunos nombres importantes de la
década encontramos a: Luis Ospina, Andrés Caicedo, Eduardo Carvajal, Ever Astudillo, Frenell
Franco y con ellos Oscar Muñoz, quien se graduaba entre esos años de la escuela nacional de bellas
artes. Se inauguraron centros de arte importantes como La Tertulia y Ciudad Solar, lugares que
presentaron las primeras exposiciones de Muñoz.
11
Mónica Amor, “Oscar Muñoz”, Catálogo Centro Cultural MEC, 1998.
11
El interés del artista por lo social lo demuestra desde los inicios de su obra en los setentas, cuando
retrata por medio del dibujo los inquilinos de espacios abandonados, en un entorno sombrío y de
soledad, donde la luz se vuelve un factor importante para traer a la vida a los personajes. En sus
primero años colabora con el fotógrafo Frenell Franco y el dibujante Ever Astudillo, artistas locales,
quienes aportaron a la obra de Muñoz conocimiento e inspiración a muchos de sus trabajos. Este
grupo de artistas tenía una línea muy puntual: la de representar la vida de la ciudad de Cali, sobre
todo su gente.
El calor, la salsa y la violencia son sinónimos de una ciudad “pachanguera” que a lo largo de más de
cinco décadas se ha visto en una situación de guerra política y de carteles. Hacia inicios de los años
80 la situación de violencia se agravó, la ciudad caía en una resaca después de una década fructífera
y de fiesta, el golpe de realidad afectaba todas las áreas; la demografía en un crecimiento
desordenado provocó el crecimiento de la brecha social entre clases, el toque de queda que agudizó
el terror por visitar la ciudad y su vida nocturna, y el presupuesto destinado a la cultura sufrió un
recorte para ser destinado a la guerra. En los artistas produjo un quiebre que llevó a Oscar a buscar
sus propios intereses y a buscar en la experimentación de nuevos medios y soportes la manera de
abrir la discusión sobre la imagen y el proceso de perpetuarla.
La obra del artista aborda la ciudad desde la memoria colectiva, con matices políticos, sociales y
bélicos. A la vez que rescata lugares, personas y momentos importantes de la ciudad, Muñoz
proyecta a su modo lo que hemos dejado en el olvido y cómo la violencia cotidiana ha influido en la
manera en que el ciudadano recorre y convive con la ciudad; aunque su objetivo no es dramatizar o
lanzar una crítica directa a las autoridades o bandos en conflicto, su intención es revivir o
reconstruir lo perdido. El curador de la muestra, Gonzalo Ortega, aclara este punto en las imágenes
de Muñoz:
Por lo tanto, el sentido político —si es que lo hay— de la obra de Oscar Muñoz es ir más
allá de aquello que la imagen “muestra” en primera instancia; es aludir a su
temporalidad y materialidad específicas para desmembrarlas —a través de una
instalación, encuadre o iluminación— y reconstruirlas bajo una nueva luz, dentro de
una nueva configuración.12
Hacia el inicio del siglo XXI, Oscar Muñoz ya era un artista consolidado, su obra era ya expuesta en
espacios internacionales y con una notable aportación al arte contemporáneo latinoamericano.
Consciente de la situación de su país, y a sabiendas que el plano cultural y de las artes se había visto
afectado por diversos motivos, Muñoz emprende un proyecto que pretende reanimar la discusión y
12
Ortega, G. Catálogo de la exposición. Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, 2014.
12
el trabajo colectivo. En una casona en el barrio de Granada se inaugura Lugar a dudas, un espacio
para la investigación, discusión y fomento de las artes locales contemporáneas. El espacio promueve
la colaboración y confrontación abierta del público hacia el arte, con el fin de revivir en la
comunidad la reflexión y crítica continua, acerca de las prácticas artísticas y las complejidades que
vivimos hoy en nuestro entorno.13 Además el espacio funge como plataforma para mostrar al público
la obra de artistas emergentes jóvenes y no tan jóvenes; el espacio cuenta con diversas amenidades
como la vitrina –donde se muestran trabajos al transeúnte-, sala de exhibiciones, el centro de
documentación, una “dudoteca” sobre diseño, una cafetería que sirve té y café a un bajo costo, y el
programa de residencias para artistas y curadores. El proyecto fundado por Oscar Muñoz en el
2007, tiene la intención de activar la escena del arte local y propiciar cosas a favor de la ciudad.
La obra de Oscar ha sido congruente a lo largo de su trayectoria, la preocupación social, el uso de
medios innovadores, su constante cuestionamiento sobre la representación de la imagen y el interés
por la permanencia de los recuerdos en la memoria humana. Sea por medio del grabado, la
fotografía, el dibujo, la instalación, el video o la escultura, la reflexión frente a su obra siempre abre
posibilidades a la reflexión sobre la manera en la que observamos y nos rodeamos de imágenes.
13
http://www.lugaradudas.org/lugar_a_dudas.htm
13
Ejes temáticos
La imagen y su soporte
Muñoz ha experimentado con la naturaleza de la representación de la imagen y su relación con la
memoria. Aborda distintos cuestionamientos sobre la ausencia y presencia de los retratados, o la
subjetividad del proceso fotográfico o la indeterminada variable que es el tiempo para definir o fijar
una imagen. Una ocupación primordial en la obra de Muñoz ha sido la de romper con los soportes
tradicionalistas y a partir de la década de los 80 da paso a la experimentación con soportes no
convencionales. José Roca, curador y amigo del artista, apuntaba sobre la imagen fotográfica: “(En
la fotografía) el soporte fue una necesidad incidental: se requería de alguna superficie que pudiera
recibir la imagen, y si bien el soporte más usado debido a sus características físicas y a su bajo costo
terminó siendo el papel… Pero, en sentido estricto, la imagen fotográfica existe independientemente
14
de dónde se fije”. Esto elude a la obra de Muñoz, quien transforma y reconstruye – con elementos
del proceso fotográfico – las nuevas imágenes y las condiciona a soportes distintos. El más elemental
en sus obras es el agua.
En una alegoría poética, Muñoz hace referencia al agua como el medio para la vida de las imágenes,
en el agua nacen como en el agua nace la vida; o el uso del polvo de carbón como referencia a la
frase “de polvo somos y a polvo volveremos”.
Hacia los años setenta Muñoz se integra a un grupo de impresores, su permanencia en este grupo le
permitieron el conocimiento de la técnica de serigrafía y de fotografía, los procesos que involucran
estas técnicas serían para él el aparato de experimentación y producción. En la obra Cortinas de
baño, 1985-1989, unas comunes cortinas plásticas servirían al artista como su primer soporte no
convencional, pintura y agua en unas siluetas dan la impresión de intervenir en un espacio privado.
La ausencia y presencia de estos cuerpos anónimos desconciertan al espectador. La impresión
generada por la pintura sobre el soporte húmedo son de figuras casi hiperrealistas, efecto logrado
pintando con un aerógrafo mientras el agua corre sobre las cortinas, las gotas de agua impiden la
adhesión de la pintura sobre el plástico, y al evaporarse crean una ilusión más real de una persona
tomando un baño.
El agua protagoniza otra de las obras de Muñoz: Narcisos en proceso, 1995-2011. Haciendo uso de un
tamiz serigráfico, el artista deposita polvo de carbón sobre una superficie de agua, la cual se
encuentra contenida en cajones de acrílico. El polvo ahí depositado recrea un rostro, el rostro del
artista, haciendo referencia, como su título lo dice, a la mitología griega con el relato de Narciso. La
obra recrea el momento de fijación de una imagen en su soporte permanente, el agua es en esta
14
Roca, José. Protografías, 2011. Catálogo de la exposición, Museo de Arte del Banco de la República.
14
pieza un elemento cambiante que provoca la distorsión de la imagen a través de su proceso natural
de evaporación o vibración. El rostro de carbón llega a su destino, el fondo del recipiente, tras un
lapso indeterminado de tiempo transgredido por las condiciones de su contexto, es ahí donde
finalmente se hace visible las variaciones sufridas en su recorrido. Gonzalo Ortega, apunta sobre el
soporte más común de Muñoz, el agua, en la pieza narcisos: “El líquido, que se mueve, evapora y
condensa, evidencia el factor tiempo de manera muy clara... Ya no se trata, por lo tanto, de un solo
15
instante el que está capturado en esas imágenes, sino de un período mucho más dilatado”. La pieza
muestra varios contenedores de agua que realizan el mismo proceso, y los resultados son siempre
distintos con variaciones mínimas. En la misma sala se muestran resultados finales de esta pieza que
han sido presentadas en otras ocasiones, en Narcisos secos, 1994-1995 se evidencia como registro el
paso del tiempo.
Narcisos, 1995-2011 | Oscar Muñoz | Polvo de carbón, papel sobre agua y plexiglás |
50 x 50 x 10 cm c/u | Copia de exhibición, cortesía del artista | Foto: José Kattán
La pieza Narcisos, ha sido una obra clave para el artista, en su búsqueda por desarmar el proceso
fotográfico, en esta pieza es evidente los componentes de la técnica de revelado: la luz, el tiempo, y
especialmente el agua.
Otra de las piezas que involucran el líquido vital como soporte es Línea del destino, 2006, pero en
esta ocasión interviene para hacer una reflexión sobra la imagen, su representación y la vida. En un
video se muestra una acción sencilla, una mano que encorvada contiene agua, sea esta para beber o
para lavarse, se encuentra depositada padeciendo las leves agitaciones de una mano en su intento
por la estabilidad. Cuando el agua consigue mantenerse quieta, una imagen se proyecta o se hace
clara, la imagen de un rostro, nuevamente el rostro del artista, que proyectado sobre el agua
comienza a diluirse, o más bien a colarse entre los dedos; cuando la imagen está a punto de
15
Ortega, G. Catálogo de la exposición, Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey.
15
desvanecer sucede el mismo efecto visual cuando se mira algo cóncavo, la imagen se invierte, o
como sucede dentro de la cámara fotográfica o en nuestro órgano visual. Finalmente la imagen
desaparece, a eso estaba destinada, a sucumbir al paso del tiempo, o en este caso al paso del agua.
Podríamos encontrar un sinfín de referencias a esta acción, la alegoría a la vida y al destino, por lo
que el agua significa, y tomando en cuenta el título y lo que las líneas de la mano suponen para
muchos practicantes de esta creencia; o bien, la obra podría hacer una referencia nuestra manera
de mirar y de “consumir” las imágenes, y la temporalidad de las mismas, todo esto haciendo uso de
elementos reconocibles del proceso fotográfico.
Muñoz
nos
habla
nuevamente sobre la
vida de la imagen en
otra de sus obras, la cual
muestra un lavabo lleno
de agua, esta se vuelve
como el ser creador y
destructor de la vida de
las imágenes, capaz de
dar y quitar. El video
Cíclope, 2011, muestra
una técnica recurrente
Cíclope, 2011 | Oscar Muñoz | Video monocanal HD |
12', sonido, bucle, 16:9 | Cortesía del artista
en la obra del artista,
sobre
hojas
imágenes
deposita
creadas
de
polvo de carbón, el proceso de destruir y crear imágenes se produce a través de sumergir las
imágenes en el agua, donde puede remover o imprimir retratos. Sobre la obra, escribe el artista y
ensayista Joan Fontcuberta: "Muñoz demuestra que la fotografía no es la versión muerta de las
cosas, sino la versión viva de una cosa otra que se desarrolla según su propio metabolismo: esa
imagen viva se conjuga entonces en la duración y la finitud. Hablar del tiempo de la imagen hace que
pensemos también en su desaparición. Es decir, en su cuerpo y en su sustancia temporales. Y de la
vida y la muerte de las imágenes pasamos a la vida y la muerte de quienes producimos y
observamos imágenes y a quienes esas imágenes representan. Porque las imágenes no son más que
pantallas en las que proyectamos nuestra identidad y nuestra memoria. Es decir, lo que somos. O de
16
lo que estamos hechos". Muñoz recurre al mito del cíclope, aquella creatura que poseía un solo ojo,
para nombrar a esta obra, y no es de extrañarse que al estar frente a la pieza visualizar una retina
que consume las imágenes de los ahí retratados.
16
Fontucuberta, J. Cíclope, Ensayo en el catálogo de exposición, Protografías, Museo de Arte del Banco de la República
16
La mirada del cíclope, 2002–2009, retoma el uso de un solo receptor ocular para engañar nuestra
mente a interpretar la concavidad y la convexidad, nuevamente haciendo contraste entre los
elementos de la vida y la muerte, o la ausencia y presencia de las cosas. En el video se muestra un
molde del rostro del artista, tal como si fuera una máscara mortuoria, práctica común en la Edad
Media, de obtener un molde del rostro del fallecido, para conservar un retrato fidedigno del ser
querido. La iluminación sesgada y el movimiento que le imprime la mano sobre la máscara engaña
nuestra mirada al pensar que es un objeto con volumen y no hueco. Esto sucede debido a que la
cámara cuenta con un solo punto de vista y crea una ilusión óptica; esto no nos sucede al hacer uso
de nuestros dos ojos, los cuales envían señales al cerebro para no caer en este tipo de errores. La
mirada del cíclope es la de la lente de la cámara: un ojo incapaz de mostrar las cosas como
realmente son.
La mirada del cíclope, 2002-2009 | Oscar Muñoz | Video monocanal HD | 2´19'', sin sonido | Cortesía del artista
Es importante para Muñoz la manera de plasmar el tiempo en sus obras, de qué manera puede
alongar el proceso de fijación de un baño de impresión, o hacer de una imagen desaparecer
instantáneamente o hacerla perdurar.
Una fotografía puede identificarnos en el tiempo, aunque tal vez solo pueda identificarnos en un
lapso limitado de tiempo y con una vigencia de expiración. Esto para el artista se vuelve una
cuestión de representación, la manera en la que el paso del tiempo también deja su marca en
nosotros, sugiriendo que nuestra identidad podría conformarse de diferentes imágenes a través del
tiempo. Doce fotografías se muestran en la sala de exhibición, cada una contiene múltiples años de
representación pues se muestra una composición de retratos del artista en distintas épocas; las
fotografías son obtenidas de nueve distintos documentos oficiales del artista, tales como el
pasaporte, la licencia de conducir o la credencial de identificación, documentos con vigencia puesto
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que muestran un rostro que estará en constante cambio a través de los años. Con estas imágenes
crea doce nuevos retratos que hacen evidente las transformaciones físicas que sufrimos y la
limitación de la fotografía de representarnos genuinamente por muchos años. Cada una muestra al
mismo personaje, Oscar Muñoz, y todas las posibilidades de la imagen para representar a la misma
persona, además de conformar en una fotografía –de aparente instantaneidad– una imagen que
contiene cincuenta años de representación.
En el afán de la representación de la imagen, Muñoz elude a aquellas imágenes que se nos muestran
sin mostrar, imágenes deliberadamente pixeladas, que son utilizadas comúnmente en medios de
comunicación para evitar al espectador un retrato de violencia y no provocar incomodidad;
volviendo a la censura en una paradoja, obligándonos a encontrar en la imagen ahí retratada lo que
queremos ver. De cualquier manera, las imágenes contienen una carga emocional contundente, por
lo cual las reconocemos como censuradas. El proyecto Pixeles, 1999-2000 pretende resignificar el
poder de las imágenes —concretamente de los retratos— para lograr otro tipo de relación con quien
las mira. Las obras son creadas a partir de cubos de azúcar, que evidentemente se desmoronarán
con el tiempo, estos cubos son teñidos con distintas saturaciones de café, cabe hacer referencia a
Colombia, un país cafetalero por excelencia; que por su disposición hacen entrever una serie de
pixeles formando una imagen “nítida”.
Pixeles, 1999-2000 | Oscar Muñoz | Tintura de café sobre cubos de azúcar |
35 x 35 x 3 cm c/u | Copia de exhibición, cortesía del artista | Foto: José Kattán
La serie de pixeles hacen referencia a las imágenes publicadas en los medios, y su pretensión por
buscan aminorar la consternación del espectador ante escenas violentas o incómodas. La cámara
que retrata estas situaciones o personas desea mostrar hostigosamente al dolor y la vergüenza,
mientras que el victimario se encuentra a la defensiva por guardar algo de su integridad.
Un espejo de mano se encuentra ubicado sobre un pedestal, el espectador puede tomarlo y admirar
su “imagen”. En la pieza Palimpsesto, 2003 encontramos la imagen del otro inscrita en la propia,
una nueva imagen configurada por quien nos observa, y quien nos observa recibe la nueva
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configuración de su propia imagen. La palabra palimpsesto tiene un origen griego que significa
grabado nuevamente; reciben este nombre aquellos manuscritos donde se sobrescribió; para esto
se raspaba o borraba lo escrito para hacer uso de ese soporte nuevamente. Muñoz involucra al
espectador a volverse parte de la obra, a pertenecer a uno más de los retratados en sus piezas. La
pieza involucra necesariamente a dos espectadores quienes, sosteniendo el espejo, reconstruirán
una nueva imagen, encontrando que quién nos mira es también parte de nosotros. La idea de
reconstruir y transformar las imágenes tiene como finalidad de reconocernos como una
configuración de tantas cosas y encontrarnos con el otro.
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Memoria
El hombre a través de los años ha creado diversos sistemas que permitan la documentación y
conservación de ideas e imágenes, tales como la escritura, el grabado, la fotografía y recientemente
los medios electrónicos, entre otros. El trabajo que le hemos dado a la documentación es la de
nuestra memoria, de salvaguardar los recuerdos. El proceso de archivar documentos es en sí una
práctica para conservar aquello que no le hemos dado lugar en nuestra mente, a manera de no
forzarla o evitar que estos recuerdos desaparezcan para siempre. El curador Gonzalo Ortega explica
como el recurso de conservar la memoria en soportes materiales ha ocupado a los seres humanos
desde siempre, como un medio para calmar la angustia del olvido; pero además, aclara el riesgo que
se corre de confiar al archivo y la documentación nuestro trabajo:
“Confiar esa memoria a contenedores, supuestamente perennes, y desdeñar la
capacidad humana de almacenar y recordar ha generado la ilusión de que sólo así es
posible garantizar su permanencia. Si bien los soportes físicos de la memoria han
permitido la transferencia de información de una generación a otra, contribuyendo así
al desarrollo de la civilización, también debe decirse que, como consecuencia de su uso
extenso, se ha perdido algo muy importante. Los datos permanecen almacenados,
carentes de vida, hasta que alguien los consulta y procesa, les infunde energía para ser
vividos eufórica y fugazmente, y su valores reconocido… para después volver a quedar
relegados a ese estado neutro, a un frío nicho de anaquel. La estasis de la memoria. El
estancamiento del recuerdo”.
17
Para Muñoz el material de investigación son las herramientas que tenemos para conservar
documentos. Entre todas las técnicas el artista encuentra en la fotografía un medio fascinante por el
valor que se le ha dado en el área emocional y de estudio. Ha basado una buena parte de su trabajo
en ella, pero no como una técnica en sí, sino como el concepto de una imagen fija en el tiempo que
queda para toda la vida, la vida de los recuerdos. El trabajo del artista explora las posibilidades de la
fotografía al desarmar el proceso fotográfico para desfijar esa imagen que se nos presentó una vez
como perpetua, y evidencia de esta manera la inhabilidad de la mente de contener y retener
recuerdos.
En las salas de exhibición se presentan dos obras con un profundo sentido personal para el artista,
estas obras se presentan a la par, Fundido a blanco, 2009 y Foto grafía, 2013. La pieza Fundido a
blanco presenta a un personaje, el padre de Muñoz, en una habitación emblanquecida golpeada por
los rayos del sol a pleno día, detrás de él está el retrato de una mujer, la madre de Muñoz, el cual
puede verse cuando la cortina hace sombra sobre ella y el reflejo de la luz no le da directamente. La
situación parece cotidiana, un hombre de edad adulta que a plena tarde es mortificado por una
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Ortega, G. Catálogo de la exposición, Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey.
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profunda somnolencia, sin embargo, esta escena precedió a la penosa pérdida de la madre del
artista, por lo cual la situación parece atormentada por el recuerdo y el deseo de no caer en el olvido
como quien cae en un sueño profundo. El video concluye cuando la imagen queda en blanco, cuando
la cortina ocupa toda la pantalla; y entonces vuelve a comenzar.
El video Foto grafía surge tras la muerte del padre del artista, Muñoz encuentra entre las
pertenencias de su padre una fotografía que hacía referencia a una historia que éste solía contarle
con repetición, sobre una experiencia familiar cuando el artista era tan solo un niño y aún se
encontraban en Venezuela. Por muchos años, Muñoz solo había podido interpretar en su
imaginación aquel momento registrado en la fotografía: los miembros de la familia dispersos en una
plaza bajo un sol intenso. En el video la fotografía es filmada, a su vez, bajo un sol intenso que por
momentos quema y blanquea la imagen debido al reflejo de la luz proyectado sobre el papel
brillante, dejando entre ver aquella escena donde personajes aparecen y desaparecen en una
especie de narración o historia. A Muñoz le gusta la idea de escribir o grabar con el sol, vinculando
su luz con la fotografía. A partir de una imagen que surge también de la memoria crea otra nueva y
surge así otro discurso.
Uno de los proyectos más ambiciosos del artista fluye en esa línea entre la fotografía y la memoria,
en este caso enfatiza la memoria colectiva. Constantemente estamos en contacto con personas en
nuestra vida, sean estas familiares o famosas que conocemos en libros, revistas o televisión, o las
personas que pasamos desapercibidas por la calle o por la vida. A manera de plasmar este trabajo
de la memoria surge el proyecto Sedimentaciones, 2011, el cual consiste en varias mesas con hojas
blancas estratégicamente dispuestas sobre la mesas, sobre ellas se proyectan retratos, desde
rostros inconfundibles de figuras de la cultura universal, como Julio Cortázar, Franz Kafka, Pablo
Picasso o John Lennon, hasta semblantes anónimos que cualquiera podría encontrar relación o
sentir empatía. Estas imágenes son interrumpidas por una mano fantasmal que las quita de su
parálisis para depositarlas sobre un lavabo, el cual retira la imagen de su soporte, y regresa sobre la
mesa el papel blanquecino; de igual manera la imagen retira de la mesa los soportes vacios y al
lavarlos en la pileta se imprime un nuevo rostro. Este lavabo opera como un oráculo que da y quita
la vida a las imágenes. Sin embargo, la mano que afanosamente edita las piezas sobre la mesa
evidencia pronto lo absurdo de su labor, pues es un ejercicio de nunca acabar, haciendo referencia
al trabajo constante de la memoria por almacenar no solo imágenes sino personas y nombres.
Otra pieza que surge como metáfora cruel del olvido y de la persistencia humana en querer recordar
sin éxito es la pieza Narciso en video, 2001-2002, la cual retoma elementos de la pieza Narcisos en
proceso como el agua, el polvo de carbón y el retrato del artista. Encontramos flotando sobre una
acumulación de agua el rostro del artista, realizado en carbón; la iluminación sobre ésta crea sobras
que se proyectan al fondo del contenedor, dando la ilusión de tener dos rostros. El audio del video
nos da la clave, en donde se encuentra depositado no es un contenedor común sino un lavabo, y el
ruido nos percata del agua que se cuela por el drenaje. Poco a poco este retrato comienza a
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distorsionare, a perder forma y a alejarse de espectador, en un par de minutos la imagen desparece,
transformándose en una mancha irreconocible.
En la pieza Re/trato, 2003 aparece nuevamente el retrato del artista, en un trabajo que evoca la
obstinación del a memoria por recordar lo que está a punto de olvidar. En el video es posible ver la
mano del artista, quien con excelente habilidades para el dibujo, traza con agua sus rasgos, el
soporte aquí utilizado rompe con lo convencional, se trata de una losa de cemento a plena luz del
día, por lo cual se convierte en una plancha calentada por el sol; esto provoca que los trazos de agua
comiencen a evaporarse a pocos segundos de hacerse el trazo, lo cual complican el trabajo del
artista por completar el dibujo; el pincel debe moverse rápidamente para mantener la imagen
completa pero parece una tarea imposible. La mano sigue y sigue en su incansable labor, cada vez
que intenta retratar aparecen trazos distintos pues la mano es incapaz de replicar la forma
nuevamente. La acción emana frustración y angustia tal como el trabajo de la memoria al querer
aferrarse a un recuerdo y, a través de su constante recuperación y su repetición obstinada, se va
degradando hasta extinguirse eventualmente.
En el trabajo de Muñoz es común encontrar su rostro en repetidas ocasiones, a manera de hacer una
reflexión sobre el yo, sobre quien se mira en la imagen; por otra parte toma retratos de personajes
que tienen algo en común: ya no están. Las obras a continuación tienen eso en común, presentan
rostros de personas fallecidas que fueron publicadas en obituarios en los periódicos locales de Cali.
El curador de MARCO señala la postura del artista con relación a estas imágenes: “La opinión de
Muñoz con relación a la práctica común de publicar en el periódico las imágenes de familiares
muertos, con el objeto de recordarlos de la mejor forma posible termina generando el efecto
contrario. Los obituarios de los periódicos son repetitivos, homologan los rostros, y las imágenes se
vuelven en cierto modo invisibles. El oficio de publicar los rostros en los obituarios es para él un
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tanto absurdo y contraproducente”. Muñoz colecciona estas imágenes por lo que representan, el
recuerdo de un familiar, un amigo, alguien querido, que está a punto de ser arrancado de la
memoria de muchos.
Tomando como referencia el concepto en la obra de Re/trato, el artista elabora Proyecto para un
memorial, 2005, en esta ocasión toma cinco retratos de personas fallecidas, publicadas en
obituarios, para ser retratadas con agua sobre concreto. Esta videoinstalación presenta las cinco
proyecciones sincronizadas, en ella se muestra la habilidosa mano del artista que en esta ocasión
pretende mantener los cinco rostros completos y vencer al tiempo y a la evaporación. Mientras que
en el video Re/trato siempre existe alguna presencia, en esta segunda versión lo que predomina es
el vacio. Muñoz enfatiza la imposibilidad de la mente de procesar varios recuerdos a la vez y
sustentar la memoria.
18
Ibídem
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Proyecto para un memorial, 2005 | Oscar Muñoz | Video-instalación |
5 videos sincronizados | 7:30 min c/u, sin sonido, 4:3 |
Cortesía del artista | Foto: José Kattán
La obra Biografías, 2002 presenta los retratos publicados de obituarios de personas muertas entre
los 35 y 40 años. La videoinstalación proyecta hacia el piso un contenedor, similar a un lavabo, en
ella somos testigos de cómo emana de la coladera una mancha negra que, poco a poco, comienza a
tomar forma hasta reconocer un rostro, pero antes de que podamos darlo por terminado la coladera
vuelve a succionar la vida de estas imágenes hasta desaparecer. Los videos son continuos y se
muestran rostros de personas, retratos “reconocibles” que, incesantemente, vienen y van. La pieza
nos evoca el concepto de la ausencia y presencia de las personas así como su vida y muerte. Las
Biografías indagan con su despliegue temporal ampliado cómo pudo haber sido la vida de las
personas retratadas, antes y después de la toma fotográfica.
Por último, se muestra la obra Aliento, 1995, la cual presenta discos de acero dispuestos en la pared
a la altura del espectador; la obra cobra vida cuando el espectador participa en ella, dando un soplo
de aliento para que las imágenes ahí impresas aparezcan. Oscar Muñoz comentó sobre la obra y la
influencia que lo inspiró:
“La obra Aliento la hice en la época en que estaba estudiando a Barthes, leyendo La
cámara lucida. Estaba estudiando sobre la fotografía y el referente, cómo la fotografía
por su carácter de huella testimonial cobra tanta importancia cuando el referente
desaparece. Siempre había coleccionado fotografías, antiguas y recientes, también
recortadas de la prensa. A raíz de la lectura de Barthes y de mirar estos retratos
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coleccionados, sin referente, fue cobrando un sentido especial confrontándolos ante la
imagen de un espectador reflejado ante un espejo, el que sí está allí. No estaba
pensando en hacer una obra sobre desaparecidos, con la carga y sentido que nosotros
le damos al término desaparecido. La acción tenía más que ver con la pulsión
infructuosa de reclamar al que ya no está”.19
19
Doria López, Félix, La fotografía: Imagen que media. Pg. 5. Fecha de consulta: 20 de enero, 2014
http://www.academia.edu/4686301/LA_FOTOGRAFIA_IMAGEN_QUE_MEDIA._OSCAR_MUNOS__ADRIANO_RIOS_SOSSA
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La ciudad
La obra de Muñoz tiene reflexión en base en su experiencia personal: el terreno donde habita, las
personas con las que convive, la ciudad que lo ha visto crecer y el contexto donde ha desenvuelto su
faceta como artista. Muñoz recibe influencia de colegas artistas y de libros, pero en especial le
interesa la ciudad y lo que la envuelve: lo político y lo social. Los planteamientos referentes a la
imagen, el proceso fotográfico, la fijación de una imagen en la memoria y el olvido tienen lugar en
este eje temático, ya que las obras presentes retoman esos planteamientos narrando vivencias
propias del artista o de su entorno, por lo tanto dándole un espacio especial a la construcción de la
memoria colectiva, en especifico, de la ciudad de Cali.
En un rescate por lugares, personas y momentos importantes de la ciudad, Muñoz proyecta a su
modo lo que hemos dejado en el olvido y como la violencia cotidiana ha impuesto sobre el
ciudadano la manera en la que recorre y convive con la ciudad; aunque su objetivo no es dramatizar
o lanzar una crítica directa a las autoridades o bandos en conflicto, su intención es revivir o
reconstruir lo perdido.
A manera de evidenciar la incapacidad de la mente de retener los recuerdos y en este caso de
olvidar los eventos, tragedias o noticias del pasado. La obra Paístiempo, 2007 muestra sobre mesas
dispuestas en la sala, páginas de periódicos, al acercarnos a mirar lo que hay en ellas encontramos
que estas han sido marcadas o agujeradas con un punzón, y parecieran narrar las noticias y
proyectar imágenes mientras entre cerramos los ojos; cada vez que le damos la vuelta a la página
descubrimos que las imágenes son más tenues, debido a que el punzón no penetró hasta las últimas
páginas; las imágenes van desapareciendo paulatinamente así como la mayoría de las cosas que
suceden en la vida, se van olvidando con el tiempo.
Cali ha sido testigo y escenario de la lucha de carteles (el de Cali contra el de Medellín) por varias
décadas ya, esta se intensifico durante los años 80 promulgando una crisis en la sociedad por la
inseguridad. Para la pieza Ambulatorio, 1994-1995 Muñoz recibe inspiración de un suceso
relacionado a este conflicto; durante la década del conflicto, cerca de donde se encontraba él, se
escuchó un fuerte estruendo como el de un estallido, tiempo después visitaría la zona afectada, y
mientras recorría el lugar podía sentir con los pies pequeñas partículas de vidrio que tronaban a
medida que el caminaba sobre ellas, estas no eran visibles a primera vista pero la sensación de
pisarlas era clara; el artista siguió visitando este lugar y atestiguó la manera en la que se
recuperaban los espacios a través del tiempo y como estos van sanando aquellas huellas del pasado.
La pieza está conformada por una toma aérea de la ciudad de Cali a escala, pero el mapa no está en
orden sino que se dividió por bloques de la ciudad y fueron puestos de manera aleatoria, sobre ella
se colocan vidrios de seguridad los cuales están ligeramente craquelados. Esta imagen caótica de
desorden, se modifica al paso que el espectador se posiciona sobre ella y hace quebrar el vidrio. La
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principal intención en esta pieza es la de de recuperar espacios del olvido o el abandonado,
promoviendo la colaboración de las partes. No pretende ser una pieza dramática en el sentido
político, sino de un grito a la sociedad por reconstruir el sentido de comunidad.
La pieza Ambulatorio es replicada en MARCO, no con un mapa de Cali, Colombia, sino con un mapa
de la ciudad de Monterrey; el artista encuentra en nuestra ciudad puntos de referencia con su
ciudad y decide traer al dialogo la misma cuestión por recuperar la ciudad tras un periodo de
violencia. Esta pieza fue replicada también en Belfast, Alemania, en el 2012.
Oscar Muñoz documenta en una manera singular la historia de Cali, apegado a su interés por la
fotografía y las personas ahí retratadas. Muñoz adquiere un archivo de tres mil a cuatro mil
negativos de fotografías de la década de los 50, llamadas “fotocinemas”, este singular archivo
recopila retratos de paseantes y transeúntes tomadas por fotógrafos callejeros. Las personas
retratadas recibían un recibo numerado con el que podían asistir al día siguiente a una dirección (el
estudio del fotógrafo) para observar las hojas de contacto y eventualmente pagar una ampliación.
Esta era la manera de obtener una fotografía debido a que aun no era tan accesible en costos ni en
equipos. Este singular negocio despuntaba en cada plaza, seguramente en el resto del mundo, ya
que facilitaban el proceso de obtener la fotografía a un bajo costo. Muñoz conserva este archivo
lleno de imágenes no reclamadas, negativos sin dueño y olvidados en el tiempo, hasta que decide
utilizarlo en un proyecto: Archivo por contacto o El puente.
Muñoz realiza un filtro entre todos sus negativos, y selecciona aquellas imágenes que muestra un
lugar en especifico de la ciudad: un puente, testigo silente de los cambios en el entorno
arquitectónico y de las diversas transformaciones experimentadas a lo largo de varias décadas, este
puente cumple una función en especifico, la de unir el norte con el centro de la ciudad. El proyecto
consistía en proyectar sobre las aguas de aquel mismo río que cruza bajo el puente, las imágenes del
archivo. La proyección de imágenes se desplazaba en sentido contrario a la corriendo, aludiendo
poéticamente al regreso de las imágenes en el tiempo, pero siempre desde ese mismo lugar: el
puente testigo.
El proyecto tuvo gran repercusión para la ciudad y sus ciudadanos, quienes aportaron muchas más
imágenes para enriquecer el archivo de fotocinemas, un archivo que alimenta la memoria colectiva
de la ciudad.
En relación a la fotografía y a la reconstrucción de la imagen, Muñoz realiza nuevamente videos de
fotografías, que sirven de referencia para una obra posterior. La videoinstalación A través del
cristal, 2008-2009 se muestra cual si fuera la sala de nuestra casa, adornada por marcos con
portarretratos de nuestros familiares más queridos, aquellas imágenes que estamos orgullosos de
mostrar. Para Muñoz el documento interesante es el que se proyecta sobre el vidrio que protege a
estas imágenes, reflejando así el contexto en donde estas fotografías están ubicadas; en algunas
podemos ver las ventanas de esta casa y sabemos que el día era soleado y sin nubes, en otro
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encontramos a los habitantes de este lugar, que nos hacen relacionarnos con ellos e invitarnos a
entrar y a mirar. Las imágenes proyectadas nos hablan del entorno y de la ciudad y el tiempo que
transcurre en un lapso de tiempo más prolongado que el instante congelado de la fotografía del
fondo, que solo nos comunican el pasado.
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