Cosme Orilelas: La huelga de hambre Paco Ignacio Taibo 11: Fast ..., una persecuclon que dura 20 años una historia de indígenas que no podla ser contada con versos de Netzahualcoyotl Howard· Fast: cuento inédito "Coca-cola" la cultura en e;~~:L~_ ~~~~~g Su emento . m re! Luis Cervantes: . Guanajuato hace diez años Núm. 1310 México, D.F. 14 de mayo de 1987 ¿Acabar con el sindicato? ¡De una vez con la Universidad! Miguel Bonasso: Un rostro en el golpe argentino. EL MAYOR REIRO torturador tei:naeional Negra Cleaver: Una historia norteamericana, segunda de 4 partes 35 DETRAS DEL CUARTELAZO ARGENTINO EL MAYOR BARREmO, un hombre en la internacional fascista Miguel Bonasso ESCENAI (Conjefural,· pero muy probable) .... PARAGUAY, ABRIL DE 1987 '-:, l ex mayor del ejército argentino Ernesto Guillermo Barreiro, rubio, gordo, de apenas cuarenta años, lee en el aguantadero de Asunción los diarios que llegan de Buenos Aires. Lee que el ex mayor Barreiro está prófugo de la justicia. Lee que han desactivado una bomba en su domicilio, uno de esos condominios para militares que habitaba en la Capital antes de regresar a Córdoba, a buscar el refugio y el apoyo de los paracaidistas del XIV Regimiento. Extrañamente la noticia lo hace reir. Piensa que es una bomba puesta por los amigos. Piensa que «los amigos", <'los camaradas", están revolcando por los suelos el prestigio presidencial. Mira las fotos con las caras tiznadas. Un recuerdo involuntario de Vietnam. Un recuerdo voluntario de la perennidad del poder militar sobre un mundo en sombras. Mira la multitud. Reconoce "subversivos" que regresan con otros rostros. y va no se ríe. E ESCENA II LA PERLA", CORDOBA, 1977 "Recüerdo que una noche en diciembre pedimos a la guardia que nos deje conversar un rato y nos sentamos en la cama de Tita que tenía un colchón grande donde dormía con Susana y Cecilia (Ana), es decir no tenía cama, tenía colchón. Recuerdo, como si estuviera ahora, que Nina recitó "La casada infiel" de Lorca y el Barba recitó uno que recita Susana Rinaldi, recitó lo que se acordaba y así me lo acuerdo yo porque me lo escribió y me lo regaló. Lo vaya escribir aunque en un informe no vaya per-.> expresaba cómo se sentía el compañero y cómo nos sentíamos todos. Para mí escribirlo es hacerle un homenaje al compañero que fue puro, que creyó, que murió roto. 36 Mayor Ernesto &"eiro Estoy lleno de voces y de colores como si de golpe, los mil lentes de la locura me llevaran a un planeta ignorado. Estoy lleno de voces de colores. Unos, recogidos en e sonambulismo de la marcha. Otros, tras mi propia soledad. Sé que hay recuerdos que querrán abandonarme cuando mi cuerpo hinche un hormiguero sobre la tierra. Sé también que hay otros que querrán acompañarme como amantes fieles al breve paso de mt eternidad. Sé que para algunos mi nombre sonará con la c1aridad de una imagen y que para otros dejará de ser un nombre para ser un par de palabras sin sentido. Pero hoy, desde lo que todavía no he podido amar evoco a los caminantes que yacen a la sombra de árboles innominados a los marinos que yacen entre las paredes altas de la tormenta, a los niños que yacen, .' bajo las paredes blancas de los hospitales. y a los desesperados que esbozan el último gesto, ante el paisaje final e instantáneo de la Demencia. r "Eso era La Perla, eran las mil lentes de la locura, un planeta ignorado, voces y colores recogidos en la marcha, la muerte y la Demencia. Nunca he visto los ojos que ví en La Perla: eran ojos grandes, agrandados por tanto espanto, asombrados por tanta mierda, eran todos espejos del ~orror, de los que viven esperando la muerte todos los días. Pensábamos: ¡Qué felices los condenados a muerte que saben qué día les toca, pero así... dormirse y despertarse con la muerte... '<Esa misma noche, la noche del poema. se llevaron a Patricio Calloway "Barba" y lo hicieron aparecer muerto en Luz y Fuerza (el sindicato de electricistas), era la época del conflicto y apareció como si hubiera estado volanteando, era para decir que los Montos (Montoneros) estaban tras la huelga y así tener piedra libre para reprimir". Del testimonio de Graciela Susana Geuna (La Gringa) sobre el campo de concentración de La Perla, que- funciooo en la provincia de Córdoba, en dependencias del Tercer Cuerpo de Ejército Y durante los primeros años de la dictadura militar. ESCENA ID BUENOS AIRES: 16 DE ABRIL DE 1987 El país amanece estremecido: el gobierno civil se enfrenta a una intentona militar de oficiales ultraderechistas. Es la peor crisis en 40 meses de régimen constitucional y sobre todos comienza a pesar el recuerdo amargo de diez años de díctadura vividos hace tan poco tiempo. Las calles se llenan de multitudes enfervorizadas. Los muchachos y las chicas gritan: "Paredón, paredón, para todos los mílicos que entregaron la Nación". El presidente serio, grave, lee su discurso en el Congreso: "No cederemos a la extorsión. EntoD- ces aquí no hay nada que negociar, la democracia de los argentinos no se negocia". No se negocia. No se negocia. No se negocia. El detonante de la crisis ha sido ese mayor Ernesto Guillermo Barreiro, que en cuarenta meses de democracia ha seguido en actividad, prestando servicios en el Comando de Logística del Ejército. Barreiro, como tantos otros oficiales de su edad y rango, ha sido citado por la justicia, procesado en la causa relativa a tormentos, torturas y apremios ilegales, que fueron cometidos en el lugar de detención clandestino ll~ado La Perla, desde abril de 1976 en adelante. Barreiro se ha negado a concurrir. "Por razones anímicas", según explica bondadoso el teniente coronel Luis Polo, jefe del XIV Regimiento de Fuerzas Aerotransporta4as de Córdoba. Los "paras". La fuerza de élite del ejército. (Siempre los "paras", amigo Larteguy). Allí ha ido Barreiro a refugiarse de la justicia y a desafiar al poder civil. La Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba lo declan en rebeldía y pide al Poder Ejecutivo que lo expulse de las filas del ejército. El ministerio de Defensa firma la orden de baja y estalla la crisis. Los "paras" se amotinan. Los cordobeses responden llenando, como en las viejas épocas, las calles de Córdoba. La Petrogrado argentina de los años sesenta. La crisis cordobesa durará unas horas. El Viernes Santo (ni tan santo) los sublevados se rendirán y Barreiro huirá del cuartel-refugio. Según dicen las malas lenguas jacobinas, primero se refugiará en los oscuros faldones de monseñor Raúl Primatesta, arzobispo de Córdoba, después huirá con rumbo desconocido. De acuerdo con los ingenuos su destino es Uru- guay. Los más listos descubren en seguida que sólo puede ser el Paraguay. Pero ya tiene quien lo releve. Otro Barreiro, que ejercía como torturador en la principal guarnición de Buenos Aires~ cae como un halcón sobre la Escuela de Infantería de Campo de Mayo y la toma alegremente, acompañado por 67 hombres de boinas y cara tiznada. Un grupito. Un grupito que mantendrá en vilo al país durante 100 horas. El gobierno sigue diciendo que no va a negociar. La gente sigue en las calles. carroña judía, el Paraguay es un verdadero santuario. Barreiro piensa y toma mate. Lee los diarios. Se entera que nadie se anima a reprimir a los rebeldes de Campo de Mayo. Se entera, finalmente, de que el propio Alfonsín ha debido ir en helicóptero a la Escuela de Infantería a exigirles la rendición. ¡A exigirles la rendiciónl Se ahoga de risa. Los días siguientes darán la razón a esa risa: reconciliación, obediencia debida, purga de generales, retiro del jefe del Ejército Ríos Ereñú. Una a una, las exigencias de los sublevados van siendo concedidas por el gobierno civil. Aunque anhela la amnistía, "por razones anímicas", Barreiro goza la purga de generales. Y evoca lo que solia liecirles a los "chupados", a los espectros, a los prisioneros, a los "desaparecidos" de La Perla: "Los oficiales jóvenes somos fascistas en 10 ideológico y peronistas en lo político. Nosotros tenemos el poder al manejar los destacamentos de inteligencia, tenemos la manija al conducir las unidades. Y algún día le vamos a pasar por arriba a esos generalotes de mierda. A esos liberales". Mira los periódicos: 14 generales a retiro. Las cosas marchan. Se autocongratula. Se autogratifica. ¡Qué visión la suya! Pensar que lo dijo cuando era solamente un teniente prímero que se hacía llamar "Hernández". Un joven teniente primero que arribaba a sus treinta años. Evoca La Perla. Por su cabeza desfilan miles de rostros. Que rezaban después de cavar su tumba. Que miraban a sus compañeros cuando los llevaban en los camiones al matadero. (En los Menéndez Benz como decía la macabra jerga de La Perla, aludiendo a quien daba las órdenes: el general Luciano Benjamín Menéndez). Que miraban las aguas del dique San Roque desde el helicóptero, un segundo antes de ser lanzados al vacío con una cubeta de cemento en los pies. Se acuerda de los errores. De la estupidez de haber dejado 17 sobrevivientes. Algunos de los cuales -pocos, es cierto- estában dispuestos a testimoniar en el juicio de La Perla. Se acuerda de ella. De la mina que lo mandó hasta las cachas con sus testimonios frente a la Comisión Argentina de Derechos Humanos. Se acuerda de La Gringa. De Graciela Susana Geuna. ESCENA V ESCENA IV PARAGUAY, ABRIL DE 1987 Son años de trabajo en tareas de inteligencia. Como los "subversivos" que ha combatido sin piedad, Barreiro ha debido usar nombres de guerra: "El Rubio", "El Gringo", "Hernández". Retener especialmente este apodo: "Hernández". Era el que usaba con más frecuencia en aquellos tiempos, como jefe de interrogatorios de La Perla. Y después, cuando se hizo cargo de la "la Sección" (PollUca) del Destacamento de Inteligencia del Ejército General Iribarren de Córdoba. Son muchos años de oficio. Con buenos contactos. Incluso con contactos internacionales. Con camaradas de la internacional fascista. ¡Pobre italiano Steffano I (delle Chiaie). Preso en Italia. Extraditado desde Venezuela. O aquella gente de la DINA chilena con la que fueron tan amigos en los años previos al conflicto del Beagle. ¡Una lástima tener que perder esos buenos amigos y camaradas chilenosl Pero la soberanía ante todo. Ahora bien, como el Paraguay hay pocos lugares. Mengele, Bormann, Klaus Altman Barbie. Digan lo que digan los zurdos, los liberales. la "LA PERLA", CORDOBA, 1976, 1977, 1978 "Se detienen los autos, me ponen de cara al baúl de otro auto, me levantan la venda y veo a mi compañero muerto, con los ojos abiertos. Un hilo de sangre le salía de la boca y del pecho, los ojos muy abiertos. No lloro. No digo nada. No entiendo' nada. Me dicen: "¿Nos creés ahora?". Serian entre las 17 y 17:30. Hacía una hora todo era normal y ahora él muerto, yo ahí, no entendía nada, no podía ser derto. Cuando venia en el auto antes de tirarme trataba de conservar la lucidez. Cuando llegué La Perla después de lo pasado, casi muerta primero, casi en libertad después, ahora en sus manos, mi compañero muerto, ya mi situación interna muy otra. No entré preparada para la lucha. Entré ya derrotada. a "Quien me tortura en esa oportunidad es el teniente lro. Ernesto Guillermo Barreíro (a) Bernández. (... ) Me acuesta en un elástico de cama, con las manos y piernas esposadas a la pata de la cama, me baja los pantalones y me descubre la parte superior. Estaba vendada y comienza a picanear- y a interrogar mientras picaneaba. 'Largá la cita', me dice, le digo de qué cita me habla, y me dice 'A mí no me vas a joder, 00 te dás cuenta que tenemos tu ficha y tus datos'... • • • Cordaba - __ ..< o O.... .. l . e CA'"," (wlll. . . . . . . • o Al""""'. "Después viene el cura y queda solo conmigo, me levanta la venda, me da cigarrillos, café, me dice que me va a tomar declaración, que él me va a tratar bien pero que si no hablo iban a venir 'Texas" y 'Gaslón'. Me pregunta cómo empezó todo ésto y me remonto a mis 15 años y me extiendo largamente a grupos tercermundistas en los que había estado, y luego que a los 17 años llegué a Córdoba a estudiar, que quería aportar en el Proceso de Reconstrucción, que salgo delegada de curso a fines del 73 para trabajar en la modificación de planes de estudio de la facultad, etc., etc., Y llena páginas y páginas con esto sin apurarme. Hablamos de mi marido, que había muerto como él quería, de mi relación con él, etc. A todo esto se escuchaban, no sé sí en ese momento o antes, gritos en las otras oficinas. Era la madre del Justo del PRT y la hermana, ellas eran enlaces y querían saber el domicilio de Justo y la madre le gritaba a la hija: 'No hablés nena, a estos hijos de puta ni una palabra'. "No tengo noción del tiempo para nada porque allí no había día ni noche, ñabía tanta gente igual a las tres de la tarde como a las tres de la mañana. A todo esto entra 'Texas'. Asoma la cabeza por la puerta y dice: '¿Dió ya QTH?" (QTH en el código quiere decir domicilios) yel cura le dice que no, que no se apure que estoy contando mi historia. Entonces entra y le dice al cura que es un holudo que no sabe interrogar y apoya mi silla contra la pared y comienza a dar mi cabeza contra la pared (me tenía agarrada de los pelos) una y otra y otra y otra vez y el cura le dice que se vaya o que él no interroga nunca más. Esas con": tradicciones eran reales y no fingidas porque el cura tenía contradicciones con todos por esto. El pensaba que éramos todos una mierda, ellos y nosotros y 10 único que quería era trabajar tranquilo, en cambio los otros estaban en la carrera por 'el dato' y por ver quién era más capaz que otro, no había coordinación sino una competencia infernal... --"Le empecé a gritar a 'Hernández' y me dice que entre a su oficina para que no oiga la guardia que le grito, y le digo que me tienen harta, que si no les basta mi trayectoria de militante para mandarme al pozo·, que se tienen que. inventar pelotudeces adentro. Que ya sabe cuál es mi número, que soy el 252, que me cante el número de . 37 una buena vez (quiere decir, que 'me dicte sentencia') y se dejen de joder. (.•.) Me dice: por qué no les decís eso a todos los otros que son los que se tiran contra vos. Me parece que te equivods con quién tirarte en contra. Y salió dando un portazo. • • • I conmigo y usó muy bien los elementos que cité anteriormente. El estaba en una situación de poder total con respecto a mí. Fue una relación cuyo signo constante fue la dominación de él sobre mí, absolutamente tortuosa.y que hoy me sigue destruyendo al recordar eso, por eso me cuesta demasiado hablar sobre eso. • • • "A los pocos dúls vuelve, me llama aparte para . "Otra cosa: el día que se llevaron a Susana, Nipreguntarme si yo sabía de una ficha de no sé . na y Dito Fino vino personalmente Menéndez, él quién, pero era una excusa para hablar conmigo, pienso que presidió la ceremonia de fusilamiento preguntarme qué tal estaba de ánimo. Me dice porque siempre que venía era para algún fusilaque me va a llevar a hablar con mis padres-~ , miento. Quería dar 'ejemplo~. izquierda', esto es sin que se entere nadie. Me di"Barreiro tenía contradicciones con el hijo de ce que siente algo por mí, que lo hago sentir redila 'Tía' ya que el hijo de la 'Tía' provenia de la mido porque yo estaba muerta y ahora estaba vicana· y Barreiro tenía una idea elitista y clasista va por él. Me dice que para él soy como el"41. del ejército y despreciaba a la cana además de Luego Tina me contarla que el 41 es una obra de que él fue el que echó a los canas de La Perla. teatro donde una bolchevique cazaPora de zaristas mata 40 pero no puede matar a141 porque se • • • enamora. Que viven aislados y que un barco de zaristas y el 41 los llama porque ~n los suyos y "Nunca más me molestaron. Esta conversación ella le pega un tiro, es decir cada uno opta por lo (con Hernández-Barreiro) es importante porque suyo. ¡ creo que es a partir de este momento que me tomó bajo su 'protección'. pasa • • • • • • "(Hernández) Me lleva a la tel~ niea de la terminal de ómnipus de Córdoba y d~e allí hablo (con los padres). Me dice que sólo diga que estoy bien, que no pidan más por mí, que no le den más dinero a nadie. (...) Después de hablar por teléfono se lancea· , le digo que está loco, así que fuimos a recoger a Pablo y me lleva de vuelta a La Perla. • • • "El sábado a la mañana llega Hernández (que era la figura de poder) (...) Me pregunta cómo estoy, le digo que bien, que lo único que le pido no es por mi vida, porque eso no lo había pedido Di lo iba a pedir nunca, sino por mis padres, que ya que él me había llevado a hablar por teléfono que les "vise cuando me lleven, así no me esperan más. Me dice que me quede tranquila, y que esa noche me iba a venir a buscar para hablar por te-léfono a mi casa. " Esos días los ojos no alcanzaban para tanto horror. Llegaban las tres y se oía el Mercedes Benz (Menéndez-Benz, como le decíamos nosotros) y todos tensos, despedidas entre amigos que-ridos, costaba más que al principio porque al principio lo único que querés es que te maten, luego de a poco vuelven las ganas de vivir y más que ya estábamos sin venda, ya no éramos tan bichós, ya hablábamos entre nosotros, reíamos, nos conocíamos bien, en cambio al principio ni te enterabas a quién se llevaban. Esos días comíamos juntos sabiendo que al otro día iban a faltar tres, mirabas los ojos y sabías que mañana tres pares de ojos, tres miradas, tres sonrisas, tres carcajadas no "iban a existir más. Recuerdo que para noviembre hubo un comentario de que ya considera;t}'l a guerra ganada, que no iba a haber más ón, eso declan Fogo y Vergara, que la gente i a a la cárcel porque quedaban muy pocos y no había necesidad de seguir matando. Fue un festejo generllt. ¡Todos salvadosl Incluso la Gorda, el Sapo yel Cacho. Los abrazos. Y ahora (de nuevo) los abr~. de despedida. • • • ...A mí me presionó en otro sentido (Hernández). De eso hablaré luego en otro informe si es necesario. Obviamente fue la persona que me salvó, para mí era el dique de contención, el único dique de contención contra todos los otros de inteligencia y contra muchos de loS que habían sido mis compañeros. Y~sentía una especie de agradecimiento con él, ~ estaba 'metejoneado'· 38 arrastró pero que tuve límites en mi caída, que fueron esos límites a partir de los cuales me considero derrotada y no traidora y espero poder reconstruirme algún día, que todo esto no es una excusa ni una justificación sino que es una explicación, porque hay una explicación para que una compañera que amó la revolución como yo la amé se fuera rompiendo así, en un proceso monstruoso, en UD proceso gradual que me fue degradando poco a poco y que si fuera una traidora estaría en Argentina viviendo 'cómodamente' y colaborando y que si me vine (a Europa) es porque no me quise ensuciar más y darme una oportunidad para ser útil a mi pueblo alguna vez". Graciela Susana Geuna. Testimonio confidencial presentado ante la CADHU, en Madrid, en 1979. La veniÓD publicada oficialmente por la CADHU elimina algunos pasajes que este organismo defensor de los derechos humanos conside-ro en su momento que podían ser contraproducentes en la lucha contra la dictadura militar imperante en la Argentina. EPILOGO CABLEGRAFICO De La Jornada, México, viernes 24 de abril de 1987: "Ips, PL, Ansa, AP, DPA, Reuter, Upi, AFP y Efe, Buenos Aires, 23 de abril. Pese a las declaraciones oficiales de que la democracia argentina 'ha echado raíces perdurables' y que la situación del país es de 'absoluta tranquilidad' surgieron hoy versiones de que el presidente Raúl AifoDSÍn recibió un plazo de 15 días para cumplir UD acuerdo establecido con los rebeldes de Campo de Mayo, el domingo pasado, que incluiría, entre otros puntos, la adopción de una ley de 'reconciliación nacional'. "La afirmación la hace el diario brasileño O Estado de Sao Paulo, que cita 'una alta fuente militar' argentina, la cual prevé nuevas rebeliones y enfrentamientos entre el gobierno y las fuerzas arma~". • • • "En horas de la noche se supo que desconocidos que viajaban en un vehículo hicieron 'Cuatro disparos con armas automáticas contra las instalaciones de la Cuarta Brigada Aérea, en la ciudad de Mendoza, mil1cilómetros al suroeste de esta capital". • • • "Otra vez me preguntó si yo pensaba que él era un torturador y le dije que la función hace al órgano, esto mismo se lo había dicho a 'Ciro', a 'Texas', le dije que al principio' un hombre que se hace cura es un hombre-cura y más adelante es un cura-hombre y que ellos igual, al principio son un hombre que tortura y luego un torturador y me dijo que él a mí no me había dado (torturado) mucho, que la parte gruesa la llevaron los otros y que por supuesto odiaba hacer eso en caso de gente con poco nivel, que con los de mucho nivel no tenían problemas en hacerlo pero quena erasu tarea, que la tarea específica de él era hacer· inteligencia pero que era consciente que no se podía mantener el equilibrio por mucho tiempo en un lugar así, que a fin de año se hacía cargo de la Sección Política. Que era consciente que tema que p ~ su salud mental. • • • "FlnaImente reconozco que me quebré, que lile quebraron la voluntad, que no fui lo suficien- , temente fuerte ni valiente para pasar La Perla limpia. Que para mí fue una vorágine que .me De Excélsior, México, viernes 24 de abril de 1987. _ I . "Por J. Jaime Hernández y Mavio Tavares, enviado y corresponsal de Excélsior. Buenos' Aires, 23 de abril.- Al tomar posesión hoy el general José Dante Caridi como nuevo jefe del Estado Mayor del Ejército argentino, advirtió tajantemente: 'El estricto cumplimiento de las leyes y reglamentos militares deberá constituir desde hoy el sendero por donde transite el desempe-ño de los militares'. • • • "Trascendió también que el' líder rebelde de Córdoba, el mayor Ernesto Ba(J'eiro, se encuentra en Paraguay desde hace vari~ 'día.('. De Clarín, de Buenos Aires, miércoies-22 de . abril de 1987. "Declaró la Corte extinguida la acción penal contra Menéndez por La Perla". (¿The end?) • • "Pictmetzr"; argentinímlO reprerioo. Dar toques iléctrlcol con un 'nmumento de metal (la pieQtuJ) que antiguamente 8e utUizoba para arreor el ganado. • El pozo: la muerte • "Lanceorae, tirarse un lance"; íntentm' _udr. • Del lunfardo, enamorado, ~. • PoUdo. ./ FAST: 55 años haciendo .libros • se obsesivo jovencito judío que trabaja en la sucursal Harlem de la biblioteca pública de Nueva York, se llama Howard Melvio Fast. Trabaja en una biblioteca porque no pudo cursar una carrera universitaria. Desde los 14 años ha trabajado. Obrero industrial, mensaJero, sujeto del vapuleo de la crisis económica de fines de los años 20. Pero ese obsesivo joven que cada vez que el encargado de la biblioteca se descuida lee a escondidas un libro, no ha renunciado a su vocación. Ob.tesiva vocación que le roba el descanso en las noches, doble vocación: la historia y la literatura. Por eso consume horas y horas persiguiendo una novela que se llamará Dos valles. Estamos en 1933. La crisis aminora. El joven Fast encuentra tiempo para casarse con Bette, para romper el récord de autoestop de los Estados Unidos y para ganar un concurso de tiro COn revólver. Y escribe en las noches. Todas las noches. Toda la noche. Busca una literatura directa, que reconstruya lo cotidiano de las grandes pasiones populares, lo social contado en hombres de carne y hueso. Va a la historia a voltear la épica del millonario como meta del sueño americano. En 1934 publica Strange yesterday (otra historia rural que viene del pasado) y luego, en una revista, "Infancia en Nueva York" (Siglo XX, Argentina, 1955), que narra sus días de joven judío en el gueto urbano neoyorquino. Un libro memorable. Brillante. Se convierte en escritor profesional. Entre 1936 y 37 colabora en los comités de solidaridad con el Ejército Republicano Español, se acerca al Partido Comunista Norteamericano. Y escribe. Escribe en las noches, en las tardes, en las mañanas. Escribe. En 1939 aparece Lugar de sacrificio sin duda la mejor novela de Fast. Una narración de penurias y miserias de .los soldados del ejército de Washington en la guerra de independencia nor~ teamericana. Un libro que habría de ser clasifica- . do como "la mejor novela sobre la guerra civil" por el New York Times, y cómo "el mejor análisis clasista que se ha escrito sobre el ejército de Washington" por el Daily Worker. El tema de la guerra civil lo atrapa, lo conquista. Se coóvierte en un historiador profesional, miembro de la Sociedad Norteamericana de Historiadores. Descubre y redescubre la novela eamo el mejor camino para divulgar la historia, para narrar lo cotidiano, para reducir las grandes pasiones sociales a personajes y motivos, para describir costumbres y paisajes. De esta persecución surgen libros maravillOsos como Los soberbios y los Ubres, El dudadano Tom Paine, El hombre invencible, (hay de todas ellas ediciones en Siglo XX· argentina). En esos años, se aleja del Pe Norteamericano disgustado por el pacto nazi-soviético. Continúa laborando sin embargo en organizaciones antifascistas. E En 1941 vuelve a sorprender a sus lectores al editar La última frontera, una soberbia novela sobre la última resistencia de los cheyenes ante el ejército norteamericano en el siglo XIX. Se incorpora al ejército norteamericano tras Pearl Harbar y de diciembre de 1942 a noviembre del 43 actúa en la Oficina de Información de Guerra. En ese último año ingresa al Partido CamuniSta ("Uegué a la conclusión de que los luchadores más sinceros y más consistentes contra el fascismo eran los comunistas"). En 1944 aparece Camino de libertad (Siglo XX argentina), una novela luminosa sobre la lucha de los negros por los derechos civiles tras la guerra de secesión. En 1945, su primera novela social no histórica: Ocurrió en Clarlcton (Siglo XX argentina), un libro que cuenta la historia de la gran huelga de ClarJcton, eco de los escritos periodisticos de Jobo Reed 30 años antes. Culmina la guerra como corresponsal en el Pacífico y se involucra inmediatamente después en un trabajo periodJstico que lo hace recorrer el mundo y producir un par de libros de cuentos El hombm que DO podía dormir y La última cena (ediciones en español también de Siglo XX). Se incorpora al Movimiento Mundial por la Paz, la organización &entista más amplia del mundo contra la guerra fria. Al inicio de los años 50, es una de las primens víctimas de la oleada represiva en los medios culturales y del espectáculo en los Estados Unidos. Por negarse a dar una lista de compañeros y denunciar a intelectuales de izquierda, es acusado de desacato por el Comité de Activídades Antinorteamericanas y pasa once meses en prisión. Dos libros son el resultado de esa experiencia: Silas Timberman y Lola Gregg, las dos grandes historias literarias, junto con Tiempo de canallas de la Hellman y la novela de Alvah Bessie sobre el fenómeno macartista. Colocado en las listas negras de las editoriales, se ve obligado a publicar por suscripción la que sería su novela más famosa: Espartaco. Editada con sus propios fondos yel apoyo de amigos, vendida por correo sin utilizar las redes de librerías, Espartaco alcanza el centenar de miles de ejemplares circulando y triunfa en otras partes del mundo. Fast se exilia en Cuemavaca junto con otros perseguidos del macartismo (Dalton Trombo, Abraham Polonsky, Albert Maltz entre ellos). En febrero de 1953 de nuevo es convocado por el Comité de Activídades Antinorteamericanas y acusado de desacato. Publica La pasión de Sacco y Vanzetli, le conceden el Premio.Stalin de Literatura. Un año antes, para evadir la persecusión macartista, ha editado bajo el seudónimo Walter Ericsson una novela policiaca, El ángel caído (calificada años después por la crítica especializada francesa como la mejor parábola sobre la cacería de brujas que se ha logrado en el género). ., En enero de 1957 Howard Fast abandona el Partido Comunista como una protesta contra la debilidad de las medidas tomadas por el PCUS tras el XX congreso y la denuncia K.ruschev. La reacción del aparato comunista soviético es decretar el ostracismo contra el autor norteamericano, sus libros dejan de reeditarse en la URSS Y el Pe Norteamericano lo denuncia como anticomunista. Fast publica El dios desnudo, una crítica a los partidos comunistas, en la que mantiene su actitud progresista yantilascista. En 1959 aparece un nuevo libro suyo El caso WinstoD (Sudamericana), en el que ataca violentamente la estructura militar norteamericana. Atrapado entre sus viejos compañeros y sus eternos enemigos, Howard Fast deja de ser un autor de éxito. En las listas negras macartistas, aislado de las editoriales de izquierda, publica una serie de novelas policiacas bajo la firma E.V. Cunningham, todas ellas con títulos de nombres de mujer: Sally, Samantha~ Sylvia, Cinthia. A mediados de los 60, Fast recupera el aire perdido, e incursiona en la ciencia-ficción con dos libros: El ffio del futuro (Minotauro) y El general que derribó • un ángel (Intersea). en los que expresa su repulsa a la guerra de Vietnam. Sobre 6& línea, literatura popular, "subgéneros", publica en 1969 una novela policiaca: El uesino que entregó ....pistola, que la crítica estima la primera novela antiespíritu de Watergate, anticipándose a la debacle nixoniana. A partir de los años 70, Fast, con sus 60 años a cuestas, inicia una serie que lo llevará de nuevo a ocupar primeros lugares de ventas. Iniciada con Los-emignmtes {Plua yj1Ulés), la saga.<Ie la familia Lavette, que consta de cuatro tomos, hace de Fast un bestseller. Pocos son los lectores que identifican a este autor con el viejo Fast. Hay un hueco de 20 años en su presencia en las librerías. La serie, desafortunada, falta de la garra fastiana de los 40, circula por casi todo el mundo rompiendo récords de ventas. Pero Fast no se rinde, ni se amarra a un éxito, ni se detiene. Nuevamente vuelve a escribir días y noches. Surgen otras dos novelas muy superiores a la tetralogía de los emigrantes: Max (plaza lanés) El extraño (Plaza janés), historias de un magnate de Hollywood y de un rabino de pueblo. Hoy, 1987, Fast, en California, sigue buscando y logrando... Su serie policiaca.editada bajo la firma de Cunningham tiene ya tres títulos exitosos (aún no publicados en español), que protagoniza el detectivé norteamericano-japonés Masao Masuto. La literatura entendida como una pelea contra la sociedad, contra el tiempo, contra el fascÍSlI!o, contra cada palabra y cada letra. Una pelea que dura 55 años... Y sigue. PIT. ll. y 19 ,. FAST: ,una'perseCución que dura 20 anos Paco Ignacio Taibo II ace 20 años corríamos por el centro de la ciudad a ver quién llegaba ¡primero a los escasos ejemplares de la!' ediciones -de siglo XX de Howard Fast en las librerías de avenida Hidalgo: A ver quién encontraba en los últimos estantes de los libreros del fondo de la desaparecida Zaplana de San Juan de Letrán trepados en una enorme escalera, un ejemplar de Los soberbios y los libres a $17.50; o quien localizaba antes en la Porrúa el último ejemplar de Lugar de sacrificio. Fast se iba alineando en nuestras primitivas bibliotecas. Luego alguien dijo que Fast se había vuelto reaccionario, que había mi libro de él que se llamaba El dios desnudo donde rompía con la revolución. Y entonces empezó una segunda búsqueda a ver quién encontraba el libro y confirmaba la traición de nuestro héroe. El libro no apareció en aquellos años y nada ~ dia impedir la adoración fastiana de la generación de preparatorianos ultras que éramos. Heredamos nuestro amor por Howard Fast a los que nos siguieron, y los manoseados ejemplares durmieron en campamentos de huelga y fueron leídos en camiones de a 30 centavos rumbo a las periferias bárbaras del DF. ¿Qué mejor compañero en el cruce de fronteras que significaba llegar a Tlalnepantla que Espartaco? ¿Quién mejor que El ciudadano Tom Paine para acompañar el ligue brigadista? Recuerdo muy bien las discusiones con Belarmino cuando decíamos que no nos podríamos llamar escritores hasta que no hubiéramos escrito una novela histórica como las de Fast... Yo todavía no he podido. ¿Qué sostenía el amor por Fast de nuestra generación? Su prosa directa, clara; sus personajes ausentes de maniqueismo pero capaces de escalar la gloria a fuerza de terquedad; su pasmoso manejo de la historia para hacer sentir lo cotidiano, el pasado vivo, el aire de -permanente epopeya que surgía de sus libros proporcionándonos (a los huérfanos de nuestra generación) pasado remoto: indios cheyenes, gladiadores tracios, negros antiesclavistas, internacionalistas combatientes por la independencia de Norteamérica, igualitarios judíos primitivos. Fast y Ho-Chi-Minh nos dieron referencia, así como Carlos Fuentes con La región más transparente nos ofreció una visión del pasado mexicano que Lenin (por más que uno leyera al derecho y al revés) no aportaba, y Vallejo y eruda nos dieron sonoridad. Dos Passos y Hemingway nos robaron las horas de sueño. Malraux y azim Hikmet las de vigilia. Ahí empezó una relación con Fast que habría de reanudarse esporádicamente a lo largo de estos últimos 20 años. Sin embargo poco sabíamos de Fast a través de sus libros. Las informaciones H 40 de las solapas eran escasas y esquemáticas, el buen Howard no era material de suplementos culturales (uf, olía a vieja izquierda estalinista, sobre todo si no lo leían) y sólo sus libros reapareciendo aquí y allá mantenían la imagen del viejo invencible, que pasaba de la novela hist6rica a la literatura policiaca (El angel caído) y de ahí a la ciencia-ficci6n (Al filo del futuro) y de ahí su reaparición en los 80 con la tetralogía de Los emigrantes y de ahí Max y El extraño. Hoy, sus libros están fuera de circulación, sólo ejemplares sueltos a precios astron6micos de Espart8co o Camino de libemMl Y SU peor material, la bestsellerosa tetralogía de la familia Lavette. Sin embargo, Howard sigue vivito y coleando, y si por casualidad uno tiene acceso a cablevisión, hace unos meses pudo haber visto un breve documental de Fast ante su casa de California celebrando su cumpleaños 72; y si uno tiene amigos lectores de novelas policiacas bien informados, y además acceso al New York Tunes, sabrá que hace poco una novela firmada E. V. Cunningham (El caso del diplomático ruso) escaló las listas de bestsellers, y si escarba un poco más, sabrá que E.V.Cunningham es el seudónimo de Howard Fast elegipo por sus editores para huir de la persecusión maeartista • ¿Cómo encontrar libros de Howard Fast en la Selva Mexicana? 1) Buscar en bibliotecas viejas que hayan hecho su acervo en los años 50. Pedir en particular Los soberbios y los libres, Lugar de sacrificio, La última frontera, Espartaco, El ciudadano Tom Paíne, Ocurrió en Clarlrton, El hombre invencible. 2) Rastrear en librerías de viejo preguntando por ediciones de Siglo XX argentinas. 3) Conseguir Max y El extraño en recientes ediciones de Plaza Janés. 4) Buscar las reediciones en México de Espartaco y Camino de libertad. 5) Buscar El angel caído en la edición de Séptimo Círculo. 6) Buscar sus dos libros de cuentos de ciencia ficción en librerías que hayan tenido ofertas en los 70; son: El filo del futuro, en Minotauro, y El general derribó a tul ángel, en Intersea. 7) Localizar a algún lector de la generación militante de los 60 que preste libros. COCACOLA Howard Fast e ha dicho esto y lo de más allá acerca de la coca-cola, y muchos sostienen la opinión que es, al mismo tiempo, más y menos que un refresco cualquiera. Hay partes del mundo donde se habla sin amor de una "CivilIzaci6n Coca Cola". Sea como sea, tengo mis propias opiniones sobre el asunto, que a veces recuerdo romo "mi aventura árabe". No me parece que Arabia sea una tierra romántica, sino que considero, al contrario, que es uno de los lugares menos favorecidos del planeta. En todo caso, en e,l mes de junio hace más calor que en el infierno. Esto lo sé- sin duda; porque el infierno es el producto de imaginaciones crédulas, y un verano árabe existe realmente. Esto lo sé porque estuve de paso en Arabia durante el mes de junio durante la segunda guerra mundial, viajando desde- Africa hacia el lejano Oriente, aprovechando el viaje para satisfacer mi curiosidad acerca de lo que sucedía en la península árabe. Quizá si mi visita hubiera sido en invierno hubiera podido interesarme por Arabia como se han interesado otras personas; pero resultó que unos cuantos días de calor y de arena y una pobreza indescriptible bastaron' para satisfacer mi curiosidad. Entonces dediqué todos mis esfuerzos a tratar de salir de Arabia. Esto no era tan sencillo como puede P&ieeer, porque ningún medio de transporte de la aviación del ejército salía de Arabia, sino que siempre se dirigían a alguna otra base. Y el puñado de miserables soldados en cada una de las bases aéreas, viviendo en un perpetuo estado de intensa deshidratación, no pasaban el tiempo hablando de mujeres ni de la guerra, sino de la calidad superior del agua de otras bases. En las pausas de sus profundas discusiones sobre el agua, gastaban su paga entera en coca-cola. Es sorprendente cuánta coca-cola es capaz de consumir un americano en medio del desierto árabe. S A medida que pasaba el tiempo hacía más y más calor. Un día aterrizé en una base aérea en el centro de la península Y tambaleándome busqué un poco de sombra. Como vi que el term6metro marcaba 71 grados, senti inmediatamente que bastaba de Arabia. Pregunté cuándo salía el pr6ximo avi6n. Me informaron que un solo avi6n salía dentro de las próJimas veinticuatro horas (un C46 que se esperaba esa misma tarde para despegar en cuanto lo cargaran y llenaran sus tanques. No me preocupó qué c1ue de carga podría cargar en este abandonado sitio en medio del desierto blanco y brillante como la sal, tanto como tampoco sabía ni me importaba cu'l era la destinación futura del C46) seguro que a cualquier parte que me llevara estaría mejor que donde me encontraba. Pasaron tres horas antes que el C46 aterrlzUa, y pasé esas tres horas muriéndome lentamente, tomando rancia agua amarllla, tragando tabletas de sal, y bebiendo coca-cola en compañia de ésté o aquel militar. Me miraban como los habitantes perpetuos del VaBe de la Muerte -si es que hay habitants- pueden mirar a turistas que llegan en autos con aire acondicionado, y más de uno, IQientras tragaba su coca-cola, llor6 de envidia y de autocompasión. La única chispa de vida que era perceptible en ellos se encendía cuando se jactaban del calor que hacia en la base. No era posible negar que tenían más calor y que era más feroz que en quizá ninguna otra parte del mundo. -También hace calor en Abadan-, recuerdo haber dicho para hacer conversaci6n, porque dondequiera que hubiera militares se oía decir que Abadan era "el segundo lugar más caluroso del mundo". . -Abadan-, decía melancólicamente-. Nunca hace calor verdaderamente en Abada n . Vamos a Abadan cuando tenemos pase, y cuando les contamos del calor q~e aquí hace se enojan porque creen que menospreciamos esa base. Así -era1odo, "Y wuido por fin lleg6 el avión me sentí como un condenado a muerte al que por milagro suspenden la sentencia. l.entameilte me arrastré basta la galería del comedor y esperé a los tripulantes del C46, que se llCel'C&ban a través del centeneante con~reto de la pista de aterrizaje. Eran tres muchachos de aspecto saludable y alegre~ con bigotes Y ojos azules y muy sonrientes. -¿Pueden llevar a un pasajero? -les pregunté. . -Oh, si señor -dijo el piloto- Es decir, SIempre que tenga sus papeles en regla. -Mis papeles están en regla. Aquí tiene a su pasajero. -~ueno, en~tado -dijo el piloto-. Nos gustan los pasa~. Hace más entretenida esta vida. Es muy aburrido llevar carga a través del desierto. Nunca sucede nada interesante. Usted es corresponsal de guerra ¿no es cierto, señor? Bueno~ a usted si que le deben pasar cosas interesantes. .-Salir de aquí sería lo más interesante que me podría pasar. -Bueno. muy bien, señor. Nos demoraremos _unas cuantas horas en cargar el avi6n, y después nos vamos. ¿Hacia dónde quiere ir, señor? -Hacia cualquier parte donde ustedes vayan- dije preguntándome de nuevo qué clase de carga podían llevar de un sitio como éste. Sin embargo, tan pronto como me lo dijeron pensé que debía haberlo adivinado desde el comienzo. Había sólo una clase de carga que podían mandar de este olvidado lugar, sólo un producto que se consumía en grandes cantidades. Una fUa de soldados sudorosos y vacilantes comenzaron a llenar el avi6n con cestos de botellas de coca-co1a vaCÍas. El C46 era un avión grande y feo de dos motoGlS, una enorme máquina con el vientre abultado como una ballena, usac¡Io J'lincipalmente como avión de carga. Me había tocado viajar en ellos Diuchas veces, y no tema nada en su contra, salvo ene a lps pilotos no les ~, y desagradables l*:UeJdos del bullicio intolerable y ensordecedor del a~ para aterrizar al ser alistado. Pero camo todos lQS aviones eran para mí igualmente indignos de confianza pude sentir cierto grado de cariño por esta nave de los cielos que había venido a tmpedir que el calor me friera en cuerpo y .w.a. Este avión no tenía puertas. Los cM, que servían en esa parte del mundo teman grandes puertas dobles, lo suficientemente anchas como para dar cabida a un jeep o un o\»ús, pero en. algún lugar este aVión había perdido SUS puertas. Era bastante raro volar en un avi6n parecido a un auto convertible, pero yo no estaba en estado de ánimo como protestar, y observé cómo crecía dentro del avión el mont6n de canastos. Es sorprendente el númeio de botellas de coca-cola que pueden cargar dentro de un c46 vacío. pero encontré aún más 50rprendente la cantidad de coca-cola que puede consumirse en una base aérea. Mi interés le transform6 en fascinaci6n. Una y otra vez leI1tÍ la seguridad que esto no podía seguir, que no podían salir más coca colas del comedor y que el c46 no podía contener más, ~ pronto comencé • darme cuenta que la capacidad de ambos era mucho mayor de lo imaginable. Durante casi tres horas, bajo ese sol candente, un río constante e ininterrumpido de hatellas de coca-cola vacías se vertía dentro del c46. Miré a pesar del calor, y una sensaci6n de fatali~ y fascinaci6n se apodero de mí mientras el gran vientre del avión se llenaba de canastos. Alguno de los tripulantes tuvo la buena idea de dejar un pequeüo espacio entre las botellas de Coca Cola y la pared del avión; de otro modo no hubiera cabido ni un sólo pasajero. Finalmente terminaron de llenarlo, y el capitán, el más pequeño de los tripulantes, y que no representaba más de dieciocho años de edad gracias a las hilachas de su bigote, vino a informarme que estaban listos para emprender el vuelo. Al dirigirnos al avi6n le pregunté d6nde quería que yo viajara: -Acomódese donde mejor quede- respondi6 alégremente. Estamos muy contentos que viaje con nosotros, porque es muy interesante conocer a alguien como usted. "Donde mejor quede"" era el trecho de dieci~ cho DulJEadas de ancho entre las botellas vacías y la pared del avión. Elegt Uh sitio un poco más adelante del vano de la puerta, extendí en el suelo mi impenneabl~ Y me tendí para ~ los refrescantes vientos que corren a cinro mil pies de altura. Desde donde yacia tenía una vista agradable, como la que se tiene desde un auto j convertible, y por el vano observé Cómo desaparecía la base y luego nos elevábamos. Dejamos atrás la base en un instante, pero la brisa refrescante que yo esperaba no apareci6. VolábamOs a quinientos o seiscientos pies de altura, y' allí nos quedamos, lo que me produjo una sensaci6n muy poco agradable. Habíamos dejado atrás esa llanura que era como un desierto de sal, donde estaba emplazada la base aérea, encontrándonos ahora sobre una regi6n de suaves l~ majes de arena, que parecían extraordinariamente altos y.yo tenía la impresi6n de que no la rw4bamos sólo por unas cuantas pulgadas. El capitán sali6 de la cabina de control y arrastrándose a lo largo de la pared retrocedi6 hasta donde yo me encontraba. . -Bueno. señor -dijo alegremente- parece que el equilibrio anda mal. -¿Qué esta mal? -El equilibrio. Tiene que ver con la manera de cargar el avi6n. Estos·c46 están marcados con indicaciones para cargar toda clase de pertrechos del ejército. Por ejemplo. estas marcas de la pared indican cómo' cargar un carro blindado o lJD . jeep o ametralladoras de 15 millmetros -üPa cantidad de cosas, pero claro que no hay indi~a­ ciones para cargar coca-cola. eara 1 -Deshacernos de algunas botellas de coca-oola. -¿Qué? . -¿Deshacemos de ellas, señor? No comprendo -dijo el copiloto. -Tirarlas -dije enfáticamente-. Lanzarlas por la puerta abierta. Y seguir lanzándolas hasta que hayamos aligerado el peso lo suficiente como para elevarnos. . . -¿Las- botellas de eooa-oola, seOOr? -Claro, DO puede haber indicaciones para-Exactamente, eso es lo que quiero decir. Las cargar coca-cola- dije yo. botellas de coca-cola. _ -Claro, no se puede exigir que piensen en rodo. TuvimOs- que usar nuestra propia imagina- -, -¿Usted quiere que las tiremos? ¿Que nos deshagamos de ellas? ción para cargar estas botellas, y es sorprendente -Eso es exactamente lo que quiero~. lo que pesan si uno piensa que están vacías. No - -Oh, no señor -dijo el piloto. podemos remontamos- es claro que el equili-No podemos hacer eso -dijo el copiloto. brio anda mal. ¿Podría retroceder conmigo hasta -No podemos hacer eso con botellas de cocala cola del avión? Quizás eso altere un poco el cola -dijo el capitán con mucha seriedad-. equilibrio y así podamos elevarnos. f Podríamos hacerlo con cualquier otra cosa. Con Miré a través del vano de la pueJita los cerros Jeeps, COft tanques, COft ametralladot-., OOD - de arena y después d~ asentir hice . . pieganta cualquier cosa si las circunstancias lo pidieran. idiota respecto a los paracaídas. I Pero no con botellas de coca-cola. Me temo que --¿No tienen? Es raro, y contra eJ reglamento usted no comprende lo que es la coca-cola, señor. además, pero a esta altura no servirían de nada. Debía haber una puerta. Ei piloto ag:feg6: -Bueno... la coca-cola, no sé si podré expliMientras nos arrastrábamos hastf la cola del carme. Hay que estar muchos años en el ejército _ avión hice una nota mental de preguptarle qué le para negar a comprender. Sé que probablemente había sucedido a las puertas, si volaHan sin ellas a usted haya tenido muchas .experiencias, señor, propósito, o sí las habían dejado pqrque alguna de las extrañas cargas que solían llevar las habían pero en el ejército es ~to. Uno no tira botellas de coca-cola tan simplemente. roto; pero nada le pregunté, y hasta hoy perma-Nuestra lista de carga quedaría incompleta nece sin solución el misterio de las puertas desa-dijo el capitán-. Nos preguntarían qué pasó parecid~. En todo caso nos arrastramos mucho, con las botellas. Nosotros responderíamos que las mucho rato hacia el fondo de la cola, donde nos tiramos en el desierto de Arabia. Oh, no, no, seencuclillamos al socaire de una montaña de cesñor. Eso no se hace, no se puede hacer. tos de coca-cola. Ni con eso mejoró el equilibrio. -Yo me haré respo~ble -les supliqué-. El capitán estirando el cuello para ~ a Déjenlo todo por cuenta mía. Yo responderé ante ver, admitió que aún no tomábamos altura: -Veamos_qué pasa si nos vamos a la cabina de la compañía de coca-cola y ante el ejército. Pagaré las malditas botellas... control -sugirió~. Es posible que necesite peso -Oh, no, señor, usted no puede cargar con adelante. -una responsabilidad tan grande. Nos deslizamos hasta la cabina de control, Tomando el toro por los cuernos, dije con uniéndonos al piloto y al copiloto. A pesar que _ ambos pertenecían a ese tipo de muchacho que - vehemencia: -Yo tengo más rango que todos \1Stedt$. Aquí parece inaccesible a cualquier clase de preocupaestá el certificado que lo comprueba. Yo les ción, en torno a ellos se estaba juntando algo camo un aire de angustia. Mi propia angustia era puedo dar órdeoes. bastante considerable. -Bueno, señor, me temo que no -dijo el pü~ to tristemente-o Usted es corresponsal y no tiene -¡Hay que ver qué-cosa más rara/-dijo el pimás rango que nosotros. Me temo que no tiene loto. derecho a mandarnos-o -No podemos elevarnos -dijo el copiloto. Pero tarde o temprano vamos a chocar con -Es el equilibrio -dijo el capitán. una de esas montañas de arena. ¿No se dan cuenYo di mi opinión: -Son las malditas botellas de coca-cola. No se _ ta lo que significa caer en medio del desierto de Arabia? Ustedes saben que a los árabes no les gusha fabricado avión capaz de llevar tantas botellas tan los americanos, y eso sería en caso que nos de coca-cola. encuentren y que no nos muramos de sed antes, y -Están vacías, señor -dijo suavemente el pisi nos encuentran ustedes saben las cosas que nos loto. harán. -Pero al avión no está vacío. Está lleno. -Sí, señor. Quiere decir que las botellas de -Sí señor. Es. una situación bastante desagradable -asintió el piloto- Es una lástima estar coca-cola están vacías. Tratamos de calcular el en tal situación, pero realmente no sé que hacer. peso lo mejor que pudimos. Lo único que se me ocurre es llamar a la próxima -No es la carga, es el equilibrio -insistió el base aérea y decirles que vamos a aterrizar para capitán. arreglar la carga. Está a sólo ochenta millas de -Lo malo es -agregó el piloto tristementedistancia y no hay alturas en esa dirección. Es que el manual de los 046 no dice nada acerca de muy posible que logremos aterrizar. botellas de coca-cola. Absolutamente nada. TeApelé a su orgullo, señalándoles qué innoble nemos que adivinar. -Lo malo es -agregué yo- que tarde o temmanera de morir era ésta, aplastados como insectos entre ,la arena y las botellas de coca-C91a; prano vamos a chocar con una de esas montañas improvisé terribles escenas de las atrocidades cade arena. metidas por los árabes contra los americanos, -No son montañas, señor. Son lomas. bordándolas con detalles escabrosos; les expliqué -A mí me parecen montañas, y si perdemos el proceso de deshidratación debido al calor del más altura vamos a chocar con una de ellas. desierto y cómo es morirse de sed, o por lo menos -En realidad, el asunto parece que se está pocómo me parecí. a mí que debía ser morirse de niendo gr_ve. sed, según los mejores relatos que b~bía leído. - Va a ser más que grave si tenem9s que ateNo me sirvió de nada, ya que estaban dispuesrrizar en el desierto. Me parece que debemos dar tos á llegar con todas las botellas de coca-cola vuelta y regresar a la base aérea. cónsignadas en la lista. En cierto modo, me sentí aliviadO. . Los veinte minutos siguientes no fueron muy - -Bien -dije-o Esto decide el asunto. Hay agradables, y supongo que cuando la base aérea sólo una cosa que podemos hacer. apareció vagamente en la distancia fue uno de los -¿Qué, señor? I 42 momentos más felices de Dii vida. Al entrar volá.! bamos muy bajo, quiZás a menos de mil pies, Y_ todo sucedió muy rápidamente. Algo faltaba. algo importante y decisivo en nuestra existencia momentánea. y lo que faltaba rasguñaba mis nervios, mi memoria, mi conciencia; y entonces. al sentir que el sudor helado del temor comenzaba a cubrirme, me di cuenta que el factor ausente era el ruido ensordecedor que produce el c46 cuando baja su aparejo de aterrizaje. Aterrizábamos sin medas. Comencé a gritar a toda boca "las ruedas, ~ bajo del avión... " y cosas por el estilo con tanta rapidez y tan fuerte como pude, pero ya era demasiado tarde. Ya estábamos sobre la pista de aterrizaje, casi tocando el concreto, y repentinamente el gordo vientre de la máquina pegó en la pista, y aterrizábamos hermosamente, rajando el vientre del avión y gran parte de la pista del aterrizaje al son de una sinfonía de botellas de coca-cola quebradas. Fue un espléndido aterrizaje; según lo supe más tarde, lo hubiéramos podido hacer mucho mejor con ruedas ya que entonces el fondo del avión DO se hubiera destrozado. pero no era posible culpar a los tres muchachos por olvidarse del aparejo de aterrizaje después de lo que habiamos pasado. En realidad no hubo heridos, y salimos de entre los cestos y botellas destrozadas felices de pisar la hermosa tierra:. Yo estaba aún en .Arabia, y parado a pleno sol observé cómo la ambulancia y los jeeps _, convergían sobre nosotros. " -Bueno, aquí estamos -dijo el cápi~_ -Aquí estamos -dijo el copiloto. --¿Sabe. señor? -me dijo el copiloto alegremente- una va que se aprende se puede aterrizar tan bien sin medas como con ruedas. -Pero el avión sufre -dijo el capitán. -Es probable que las meda se atascaran con el calor -mintió el copiloto, lleno de esperanza. -Es una lástima por las botellas, pero qué le vamos a hacer -dijo el piloto- Sin embargo: esas bóteD'as... van a compBear mucho las cosas. -Si, estamos en una dificultad seria... muy seria -suspiró el capitán-. Hubiera preferido. llevar municiones'. Please note: An unrelated section of four colored pages was not scanned. Although there is a break in pagination, no text is missing. Atención: Una sección adicional de cuatro páginas de publicidad en colores no ha sido escaneada. Aunque hay un lapso en la paginación, no falta ningún texto. -. La huelga de hambre: una historia de indígenas Cosme Omelas Ahora' queremos ver al que pone a los ooomadores ,, Anoche fuimos. escuchados por Gobernación; pero no levantamos la huelga de' hambre hasta no ver las promestu cumplidas. Hasta que no veamos real y concretamente que las tierras nos son devueltas y ceaa la represt6n en nuab'a amlra y ~ tra gente. (Cartulina en el atrio de Catedral) l mismo día en que Julia Cosme tuvo que ser hospitalizada por 10 días de huelga.de hambre, la burocracia se prepaiaba para vacacionar, Bien -respira el cronista aferrado- ya tenemos el lado trágico: la InQiferencia Prepotente del Poder tlas mayúsculas son necesarias) frente al sufrimiento de los indíos vejados por siempre. .. ¿y para siempre? Faltarán solamente un chingo de fotos de indios descalzos; los rostros afligidos y hambrientos de quienes no ayunan... y una crónica detallada de la milésima de segundo que tarda en caer una gota espesa (y otra... y otra...) del semiliquido amarillo que alimenta a Juanita a Rafael a Genaro a Julia a Bruno a ... y para cerrar con broche de oro, la cita prehispánica: ¿La visión de los vA!ncidos? ¿Nezahualcóyotl? ¿Temilotzin? Pero no, la referencia al gabinete vacaciorrlsta más que balconear al Poder Burgués, resulta inútil, un lugar común del Umodo personal" de gobernar que se ha venido heredando el Partidazo Tricolor: no negociamos bajo presión, ni con huelgas, ni con marchas y plantones, ni con ayunos y cartas abiertas y opinión pública: HOY NO . SE NEGOCIA, MANANA SI... La búsqueda de un verso prehispánico es francamente arqueológica. El cronista prefiere poner entre comillas la plática de un comunero michoacano:- uLa política del' gobierno es:- '00 se-vayan a los Estados Unidos, no se vengan a la ciudad, quédense en sus tierras', ¡pero cuáles tierras, si ya se las díeron a nuestros despojadores'''. E "Y ahora, no les importa que seamos muchos... vale más un deportista destacadó que los campesinos que trabajamos... mire, le cuento de un señor que peleaba la diputación en Michoacán; para llamar ls atención se vino a pie desde allá ya. él si lo recibieron. ¿Tiene- más valia una sola persona que una organización? Y el cuadro va tomando otros tintes. Frente a la visión miserabilista, arqueolOgica, indígenista, aqtú están los indíos (comuneros, ejidatarios, despojados de tierra) con problemas modernos: incuniplimiento de resoluciones presidenciales; represión caciquil y/u oficial; despojo de bosques para centros turísticos; presos poüticos por "despojar" a sus despojadores; falta de crédito; quemas de poblados y lluvia de aserrín sobre rosechas. No hay forma de insertar la cita del poeta prehispánico: un comunero de Michoacán lee una edición de la UAP: La crisis del manismo; otro i¿de dónde?) dejó arrumbado El entuerto de la conquista, de Luis González. Algunos se cansan de buscar "algo que leer" en La Jornada u optan por el "Alarma" redivivo: ¡Pánico! ¿Dónde meter el poema de pavorre8.Ies, castillos, cantos? ¿Y para qué si la manta con letras azules y sonidos extraños (al leerse) resulta lo otro?: DZA JMII CO JU RALIRA FUO/CmNAtITECOS LALANA OAXACA. • • • El martes 21 de abril será el útlimo día de la huelga de hambre (se sabrá a las 10 de la noche) y el día se pasa como los anteriores (desde el 2 de abril en Catedral; más 9 días antes, en Pajapán, Veracruz): una mezcla de combatividad y cansancio, de optimismo abatido por varias citas infructosas y una creciente presión de la opinión pública que poya la petición de los 18 huelguistas de 1.. Coordinadora Nacional de Pueblos Indígenas (CNPI) y de la Unión de Comuneros Emiliano Zapata (UCEZ): "Si pedimos ver al Presi· dente él puede decidir que se resuelvan los proI . " • blemas. Una audiencia ~n ualquiera no siive para nada. Ya vimos a-los go&rnadores de ChiapaS, de Hidalgo:.. ahora queremos ver a quien pone a los gobernadores... Si vemos al presidente y no Se arregla nada, tendremos que informarlo a las comunidades y el pueblo ya sabrá qué hacer". En el periódico de hoy aparece un desplegado de intelectuales y artista solidarios con la demanf· da de los campesinos de Veracruz, Michoacáq, Hidalgo, Oaxaca y Chiapas. La Unión de Periq.. distas Democráticos (UPD) difunde un comuni· cado en el mismo sentido. Cámaras de TV y grabadoras de Radío Eduación reportean el campamento instalado en el atrio de la Catedral Metropolitana. Al mediodía, en rueda de prensa, Genaro Domínguez explica: "no hay discrepancia entre ver nuestros asuntos Concretos y pedir la audíencia; pedir ver al Presidente de la República como un aval; sabemos que cuando el Presidente delega funciones no se hace caso... tenemos que ir ~-, ba". Pero aclara, cansado y lúcido: "tenemos que ser inteligentes; estamos obligadps a ser mJis inteligentes que el enemigo... por ~ el conlpañero Marcos Paz (UCEZ) y yo, comQ miembro de la CNPI, hemos solicitado a los compañerot que se retiren de la huelga; a nosotros nos laafra más que Julia o Bruno vayan a morirse; les pedimos que dejen la huelga, que se _q,!ed~n a tú y n.osotros le seguimos hasta el final; nos Eal~a mucho para dar la vida por nuestros derech~'-,Existe invasión en tierras ejidales por lo que exigimos el respeto en nuestras tierras, de acuerdo con la resoluci6n presidencial; suspender· la represión de la CNC y las amenm;as de 6rdene$ de aprehensión en contra de los indios Zaques... .(-Comunidtul Zoque/PobltU,lo Rayón, Ch~) La gente llama a la gente. Los transeúntes nacio1 ·47 .... nales y los turistas gUeros en hot pants se convierten en mirones asombrados: ' -Aunque se mueran de hambre no van a haéer nada.... -¡Aaaa! es que están en huelga de hambre y 00 pueden... -la señora, apenada, hace un ademán cerca de la' boca- ¿y entonces cómo los ayudo? • ., , -¡PinchéS mugrosos! -grita el chavito irrespet~osamente inocente:-.. Los que quieren grabar su firma en la hoja blancuzca (carta de apoyo) la estampan. Van y vienen; algunos pasan horas sin hacer nada más que ofrecer solidaridad con su sola presencia. Otros, que no saben ni entienden ni captan, pasan largos tres, cuatro minutos mirando al fondo de la carpa, por los huecos entre manta y cobija y plástico: , -Pues se ponen aquí para verlos, ¿no? -Si vieran que yo también eStoy én huelga de hambre -dice una robusta giíera oxige~ada en' régimen dietético. ---;-Pa"que veas, no sólo de pan vive el hombre -comenta ~ sonrisa que' no p~e ocultar su cinismo-... mira, si están como el Mesías: limones, mieL .. ¡qué más q~eren! ' Pero en gran medida,l..el apoyo se mu~ra: oficinistas y trabajadoreS; los desempleados de la albañilería y los vendedores callejeros; los voceadores y artistas amb~antes l~ monedas al bote de la solidaridad. , Señoras y jóvenes de'colonias cercanas, llegan al campamento con bolsas y ollas de comida para qUWnes acompJi¡ñan a los ayunantes: -=-Es que quedan muy pocas tortillas y poca salsa. El arroz rojo de las cubetas es de ayer, y ya no sirve•.. orita cocino más... nemos autónomos, pero nos llena de alegría que todos los mexicanos apoyen a-los indios...... Los miembros del Laboratorio Teatral La Rueca, ofrecen ayuda. Los huelguistas responden: "Traigan música, baile, música... que esto se alegre, que nos de fuerzas.', ... El grupo CLETA realiza una función de teatro callejero en la .. banqueta, Enrique Cisneros, El llanero solitito; se suma desde esta mañana a la huelga de hambre. . Olivia Revueltas platica con un grupo nutrido de jóvenes: "hay que egntinuar adelante; debe;. mos un profundo respeto a estos compañeros. Lo .qu~ se ha hecho aquí ha sido con un alto senti,do cívico; no somos de ningún partido, fuera partidos, fuera' sindicatos, somos el pueblo y tenemos derecho a ser escuchados": Solici~: año 1945. Dictamen positivo: 17-111-87. Plano proyecto: aprobado. Dictamen para su trámite con unidad de" acuerdos presidenciales, archivado para la proteki6n de latifundistas. Exigimos nuatroa ' tierras -porque los indios somóS , los legitimos dueños y no los descendientes de alemanes y españoles que nos las han arrebatado con ayuda del gobierno del es.. ,todo.que nos desalo;6, erl0 de julio de' 1986, quemando nues~ras c;hosas y robando nuestras pertenencias. (Comunidád ManlEjido La PatJÍa/Tapachula, - • Chis.) huelga, en la guardia nocturna de algún alejado cecehache. Tal vez por eso vienen, traen cobijas yagua y plática para estos campesinos que se sienten acompañados. Tal vez sí, la solidaridad se paga con solidaridad: luego de su huelga universitaria, las huelgas requisadas del SME y Teléfonos; la terminada en tablas de la UAM... y ahora la resistencia rural con el ayuno: la práctica no violenta que es violencia moral (dirá un gandhiano) contra el poder, mismo que responde'con la inmoral violencia del desaire: NO DISCU'tIMOS BAJO PRESION. -, Un poco antes de l~ lluvia tupida, dos-paramédicos de Protección y Vialidad, atienden a Rafael Montúfar-Villalpando, 28 años, 18 días en huelga de hambre, desvanecimiento, taquicardia y doloTes. Rafael prefiere un suero en lugar de ser trasladado a la clínica. Su decisi6n lo salva de perderse la noticia que llega a las 10 de la noche: "Enterado el presidente De la Madrid d~ ,la insistencia del grupo... el Jefe del Ejecutivo fijó como fecha para la audiencia el próximo" de maYo, día que, .si se trabaja como se ha propu~o, podóan tenerse ya alternativas de solución, que en el marco de la ley dieran satisfacción a los campesinos" en los asuntos penales y agrarios que plantearon (boletín de la Secretaria de Gobernación). Queremos romper el cerco, la prepotencia, la intransigencia. No nos interesa ver al Presidente nadamás (para eso tengo una foto de él y la veo en mi casa). Pedimos un derecho constitucional, no nada más ver al Presidente. (Cenaro Dominguez) PROT~STA S.R.A: PROTESTA COMUNIDAD SANTA CRUZ'ATIZAPAN, MEX. RESPETO A LA INTEGRIDAD DE LAS TIERRAS COMUNALES/ EXPEDIENTE RESACADO 22 años ¡QUE ESPERAS/ ¡DINERO NO TE.NEMOS/ 22 de abril, 11 horas (Manta en Catedral) Pese a la gravedad de algunos huelguistas, se intenta soportar un día·miS. Por la mañana, una comisión se volvió, entrevistar con gente de CabernaCión, y nada. Bruno Pérez, de 63 años y 19 días de huelga, y Abel García Salazar, se retiran del ayuno por "síntomas de extrem'a gravedad". Julia Cosme Rodríguez, con tres desmayos y fuertes dolores en el Pecho, no acepta retirarse pese a que, además, le llegó un ..ecadito de los caciques de Tuxtla, Veracruz: "que si 00 levanto la huelga la que va a pagar las consecuencias es mi hija de 15 años que está en el pueblo". . , Socorro García, indígena náhuatl de la Ruasteca hidalguense, está muy delicada, "me dijo que siente la sangre no como líquido, sino espesa... y eso es irreversible... Socorrito está Dluy grave, dice preocupada Olivia Revueltas, jazzista que cumple 7 días en ayuno solidario. Una manta en inglés: MR. P.RESIDENT MIGUEL DE LA MADRID: UCEZ and CNPI, SOLICIT AODIENCE. f • • • A mediodía 'llegan comuneros de Nueva Italia, Michoacln, para apoyar el plantón. Mientras dos militantes del PMT cumplen con una hora de boteo ("es la hora de la comida, tenemos_ que regresar a chambear") una representante de "los cinco partidos fusionantes" ofrece apoyo a los h~elguistas: "guardias permanentes mientras estén aquí; intervenir directamente con ellNI; protestas de los diputados en .la Cámara" . Los huelguistas responden: "Nosotros d~imos que los apoyos se dan incondicionalmente.. ~ Nosotros hemos decidido 'no pertenecer a ningún lpartido político ni secta religiosa, ,para mante48 '\ La, gente pasa cada vez en menor cantidad. Sólo empleados rezagados deambulan por el Zócalo y sus &:lrededo~. Se trata de la tarde fría; se trata de que "el espectáculo" del mediodía y la mañana es lejano y oscuro. El alumbrado amarillo de la Plaza de la Constitución ("parece que lo hicieron a propósito, con la intención de que no se viera nada de noche", n1e dice un empleado del DDFj apenas ilumina, y el interior del campamento es tan oscuro como un olvidado y oscuro campamento de damnificados. . , -¿Quiénes son? Las mantas ya no explican. -¿Qué es lo que quieren? El viento fuerte re.torció los carteles que ya no se dejan leer. Apenas las d~ flans, elegantes y solidarias, que ayudan al.boteo y volanteo dan información al curioso, posible interesado, ciudadano. Los más jóvenes visita~tes del campamento ("On casi las ocho de la noche) ayudap, dan aunque sea una palmada y un apretón de mano. De seguro son-fueron-serán aprendices de la movilización del CEU y se recuerdan solos a media De la rñisma manera que durante 22 días no se exageró el sufrimiento (pese a la constante referencia a la muerte en los últimos días), en el campamento, hoy, no se exagera el entusiasmo. Tiene que ver con su experiencia de años: "Nosotros los indios hemos aprendido a desconfiar de las palabras, para nosotros los hechos son los que vemos", dijeron en su CARTA ABIERTA al Presidente (10 de abril de 1987). Saben que no es el fin de sus luchas. Saben que con todo y audiencia, los caciques y autoridades y cenecés no desaparecen por encanto presidencial. Pero ya están tranquilos; ayer y hoy empezaTon a prepararse para deslayunar. Sus rostros ya no tienen la tensión de hace apenas unas horas. Algunos periódicos de hoy reproducen una escueta carta de "la juventud democrática del PRI" que confiaba "en que el C. Presidente de la República... les conceda la audiencia" a los "compatriotas indígenas" (¿qué peso cargarán las partidos que siempre llegan tarde?). Y hacen -ohviamente- acto de presencia: pulcros y democráticos, levemente elegantes, quizá un poco tensos: ¿cuándo hubier~ pensado coincúlír con el Llanero solitito? ¿Cuándo con campesinos autónomos? Platican con periodistas; le hablan, a quien se deja, de "su carta"; invitan a viejos agraristas a "juntarse a la bola" (es decir, al círculo de charlistas...); tratan de convencer a los jóvenes indios , y campesinos para que participen en "una mar'cha nacional de todos los partidOli. .. hasta invitamos a los j6v~nes del PAN, pero...... Tras de ellos, dos campesinos chiapanecos con~';l versan'alegres:, . -Ya ves, nos va a recibir el gobernador de Chiapas... -Sí, aquí estuvo, en la mañanita... -¡Uuuyy! ~e hubiera dado gusto verlo... -Ahora sí, como nos va a recibir el Presidente y le vamos a decir todo, todo... • 23 de abril de 1987. • -- " ·CLEAVER: Una historia norteamericana (11 pa~te) Ovidio Gondi e acuerdo con el proceso que se le siguió a Cleaver, esto es lo que había pasado. Una joven enfermera y su novio habían aparcado cerca de la escuela de enfermería, en la esquina de Miramar y Grand View, bien entrada la noche. Cleaver introdujo su cabeza por la ventanilla del auto, abrió la portezuela armado de un revólver y dijo: "Déjenme entrar o me meto a la fuerza". Amarró al novio e hizo que la mucha. cha pasara al asiento trasero. Pero el novio se libró de las amarras y empezó a pelear con Cleaver. La enfermera gritó. El novio tocó el claxon. Cleaver salió del auto, se volvió y disparó sobre la pareja. Nadie resultó herido. Otra pareja en la cercanía escuchó el alboroto y enfocó sus faros sobre el auto de los asaltados. Cleaver disparó igualmente contra el otro automóvil, también sin consecuencias. Se subió a su vehículo y disparó de nuevo, esta vez contra un hombre que trataba de darle alcance. Manejó unos minutos y se estrelló contra otro automóvil. Más disparos con pésima puntería. Cuando lo detuvieron se limitó a decir que se trataba de un caso de identidad equivocada. El jurado decidió que deberían retirarse los cargos de intento de violación, pero sostuvo dos acusaciones de asalto con el propósito de matar, y tres de asalto a mano armada. D Black Panthers Eldridge Cleaver se unió.a los Panteras Negras, cuya ocupación consistía en recorrer las calles de Oaldand armados con fusiles y libros de derecho, exigiendo que se respetaran las razones de los negros cuando eran víctimas de excesos policiacos. Deliberada y provocativamente llamaban "cerdos" a los policías y como respuesta se estrechaba sobre ellos la vigilancia y aumentaban los malos tratos. Era el único grupo negro militante que quería alianzas con los blancos radicales que luchaban también por la causa de la "liberación negra". Cleaver creía, debido a experiencia propia, que la América negra era una colonia oprimida. A Cleaver le encantaban los líderes de los Panteras Negras, quedó "prendado de ellos". Los Panteras, a su vez, le proporcionaron lo que necesitaba. Con el tiempo se convertirla en su ministro de información, y sus escritos y discursos tenían camo lema "la liberación de los negros", los llamaba a las armas, y hablaba constantemente de su visión de la guerra de guerrillas y de la revolución. Según Cleaver, nunca abogaron porque la gente se desmandara y quemara escuelas, como dijeron algunos blancos mal informados o mal in: tencionados. Más bien, decía, urgía "al ataque contra dianas específicas". La policía, desde luego, una de las principales: "No busco violencia. Las armas son feas, la gente es hermosa, y cuando se usa un revólver para matar a alguien se hace algo detestable". Contrariamente a aquellos militantes que no tienen plan o designio, como no sea el de arrasar la sociedad y matar a los blancos, Cleaver se da cuenta que es necesaria una coalición de personas responsables: " ...Necesitamos gente cuerda en este país. Necesitamos negros cuerdos y blancos cuerdos". Pero no tanto. En 1968 Cleaver estaba orgulloso de ser ellider profano de los Panteras Negras, el apóstol de la violencia que azotaba a las muchedumbres con sus discursos que iban casi siempre más allá de la lógica, de la propiedad y de la proporción. Y disfrutaba de esta fama cuando describía terribles visiones de calles sembradas de cadáveres y la ola de la guerra racial. Martin Luther King no era entonces su ídolo precisamente. Y cuando éste fue asesinado en abril de 1968, escribió un artículo en la revista Rámparts llegando a la siguiente conclusión: "Ahora ahí está la pistola y la bomba, la dinamita y el cuchillo, utilizados para liberar al hombre de América. América sangrará, América sufrirá. Un día lo invitaron a hablar en una comida organizada por varias docenas de abogados jóvenes, hombres y mujeres. Eran blancos simpatizantes que jugaban incansablemente con sus tenedores sobre las ensaladas, y Cleaver les dijo que su ayuda sería más efectiva si le regalaran ametralladoras. "América -dijo- está contra la pared. Todo este aparato, este sistema capitalista y sus instituciones y policía (...) hay que arrojarlo todo al cesto de la basura de la historia. Y me importa un pepino que a alguien no le guste lo que dígo. Si nosotros no podemos tenerlo, nadie lo va a tener. Mejor provocamos una situación (...) que paralice las ciudades y la economía de modo que los enemigos de América puedan venir y quitarle el oro de los dientes a estos cerdos babilónicos" (...) "No puede quitársele al pueblo el derecho a la revolución", aseveró Cleaver hablando de la actitud de sus camaradas. ••...No podemos ir a ninguna parte a menos que tengamos el derecho a defendemos contra el cerdo policía. (...) "Contra la pared, mamá... Ustedes pueden pensar que navegan en barcos de lujo, que pueden poner a un tonto como Richard Nixon en la Casa Blanca, pero ninguno de estos cerdos va a resolver el problema". "Todos ustedes andan a la caza de dólares -continuó diciendo-, pero también hay otra gente que anda a la c~a de dólares para comprar armas con las que matar a jueces y policías y abogados de las grandes empresas. Lo que nosotros necesitamos hoy son abogados que lleven en una mano un libro de derecho y en la otra una pistola... de modo que si van a la corte y ésta no falla correctamente, el abogado pueda apuntar con su pistola y empezar a disparar". Y, por último, Eldridge Cleaver remató: "Si yo pudiera sacarle a esta concurrencia un par de ametralla.doras,. no me importaría que me aplaudieran o me arrojaran los cubiertos. Me limitaría. a sacar de aquí mi negro trasero". En la fase de preguntas y respuestas, un joven abogado le preguntó ya en serio, qué podían hacer ellos para ayudar a la causa de los negros, y Cleaver se limitó a decir: "Maten algunos blancos, o háganles actuar como es debido". El teórico y polemista conservador William F. BuckIey publicó en su revista The National Review una entrevista que le hizo a Cleaver. Le preguntó si encontraba congruente con su ideología alentar el asesinato de Richard Nixon, que acababa de ser elegido presidente, ya que de todos modos era el "cerdo-jefe electo". Con cautela Cleaver le contestó que públicamente no alentaría el asesinato de Nixon, porque "todos los cerdos se me vendrían encima". De todos modos aceptó que lo haría en privado, pues "el cerdo Nixon merece morir, como mereció morir el cerdo Kennedy". En noviembre de 1979, ya en el autoimpuesto exilio, había dicho: "La ira incendía el corazón de los negros. Libertad total para los negros o destrucción total para Estados Unidos". La mujer de Cleaver Kathleen Neal, joven estudíante de bachillerato y poco- tiempo después militante activa de los Panteras Negras, recuerda 1, Casa Negra de Atlanta (en contraposición con la Casa Blanca), como lugar donde podía nadar, escuchar música pór 25 centavos, y escuchar toda clase de oradores y conferencias, y recitales de poesía. Una noche de febrero de 1967 cuatro jóvenes de OakIand se presentaron armados, tocados de boinas negras, chamarras de cuero negro, pantalones negros y zapatos negros. Uno de ellos era Huey P. New.ton, otro Bobby Seale. Repartieron su periódico y desaparecieron. "Aquello -dijo Kathleen- me abrió los ojos". Kathleen Neal, de ojos verdeazu, les, tez oscura, no totalmente negra, distinguida; cabellera abundante y rizada como correspondía al famoso africtin look de entonces, había estu-diado en colegios privados como Oberlin y Barnardo Pero pronto se peleó con el mundo blanco y se unió al Comité Coordinador de Estudiantes )., 49 < " No Violentos ;(SNCC) de Atlanta. Eldridge Cleaver y Kathleen eran dos mundos aparte de la escala social. Ella era hija del doctor Ernest Neal, ex profesor de sociología y director suplente de la misión diplomática norteamericana en las Filipinas (1968). Kathleen había nacido en Dallas y vivió con la familia en lugares como la India, Liberia, Filipinas y Sierra Leona. Se su- . mó al movimiento de derechos civiles cuando se encontraba interna en la escuela George, plantel cuáquero de Mucles Count, Pensilvania. Después de graduarse estuvo en el Oberlin College y desconferencia de Berkeley Cleaver no dijo una sola pués se traslado a Washington, donde trabajó paobscenidad ni aludió una sol~ vez a la controverra el departamento de relaciones públicas del sia que se había desatado entrt: los estudiantes la Cuerpo de Paz. Decidió regresar al colegio,. esta facultad correspondiente .y las autoridades ~-' vez al B~ard, que abandonó un afio después versitarias. Cleaver se ciñó' estrictamente al tepor considerar que la educación americana era ma:. "Las raíces del racismo". Lo aplaudieron "irrelevante y ridícula". De allí fue a trabajar esl!~~!1g~amente;-en estudiante manifestó su con el Comité Coordinador de Estudiantes No extrafieza y calificó la disertación de "erudita". Violentos, y por último obtuvo un trablt,Í!!..de Cuando Cleaver volvió a ·la cárcel otro activista secretaria en Atlanta. moderado, Tom Hayden (todavía nd era marido Kathleen conoció a Eldridge en una conferen-' de Jane Fonda) se hizo cargo del curso. Cleaver cia de estudiantes que ella misma organizó (abril volvió a las andadas aquel mismo mes de octubre de 1967) en Nashville. Cleaver era uno de los orade 1968, cuando en otra conferencia de 75 minudores y se ofreció a Katbleen como chofer durantos, en la universidad de Stanford de Palo Alto te l.a conferencia. Dijo ella de él: "Es un hombre denunció a los tres candidatos pr~denciales. O; ?dículamente romántico. Yo ~ a Atlanta y Ronald Reagan dijo que era "estúpido marica y' él regresó a San Francisco. Me llamaba por telécobarde", y lo desafió a un duelo a mu~rte. "hasfono todos los dfas, durante tres meses, urgiéndo- • ta que me diga 'Tío Eldridge'. Le dejo escoger arme a que fuera a veno. Por fin lo hice y lo primemas: pistola, cuchillo o un bat~ de beisbol". ro que dijo fue: 'Comprometámosnos'. Y afiadió que la única forma de que yo regresara a Atlanta Hacienda política sería si alguno de sus compafieros de la conferencia venían a San Francisco a 'rescatarme' ". Leroy Eldridge Cleaver era -y sigue siendoEn diciembre de 1967 Kathleen se convirtió en un buen_ m~zo, alto (1.82) delgado y con el pela,espos& de Eldridge Cleaver. La policía de San renne anadido de la perilla castafio-oscura. Y Francisco dio la bienvenida a los novios de vuel. aun9ue tenía 34 años en (1969) siempre decía que ta de su viaje de bodas, asaltando su ap~tamento habla que descontarle los nueve que, de una maa las tres de la madrugada, sin autorización y en ~a u o~a, había pasado en prisión y reformatobusca de armas. Muy pronto recibió Kathleen el rIOS. Qwenes 10 conocieron hace doce o trece nombramiento de coronel de los Panteras Negras años dicen que era hombre de una pieza, cony de ,secretada de -oomunicaci<mes del partido. fiado en sí mismo y sin intención expT.esa de desentenderse del acento sureño. En aquellos años En la Universidad de militancia Cleaver sabía mantenerse entre dos extremos, hombre complejo que sabía exactaEn los dos afios que duró su libertad condicional, mente lo que decía, y a quién lo decía. Y a dónde Cl~ve~ alcanzó notable prominencia, y algunas iba y cómo llegar, quiénes eran sus enemigos y umversldades de la costa OC'Cidental lo invitaron c?mo atraerlos. Y en el mundo de las predica dar conf~rencias. La de Berkeley le encargó un ciones la suya definitiva no podía ser más irreal: curso de diez y el solo hecho de invitarlQ pareció muerte violenta o prisión de por vida. En la cáramenazar el sistema universitario californiano. cel escribió maravillosa prosa y en público, cuanAl menos así lo creía el presidente de la institudo se hállaba en libertad, esgrimía como arma el • ción Charles J. Hitch (1968). se trataba de disculenguaje obsceno de la calle. El enojo, el poder tir el racismo y la iniciativa hizo estallar polémila e.ncendida indignación en todo lo que escribía: cas. La idea fue de E. Richard BrowD, estudiante y S10 embargo quienes le conocían -quienes le graduado' y miembro del Centro de Educación conocen- hablan de su trato personal asombroParticipa~te. Cleaver daría ~~z conferencias y se samente gentil ygeneroso. Alguien que tenía razorecaudanan fondos para pagarle 100 dólares por nes profesionales para conocerlo bien dijo: "Clecada una de ellas. Por lo tanto, decían los parti.: aver es persona cariñosa, muy sensible. Cuando darios del curso, el estado no tendría necesidad habla de su militancia política sabe tejerla en un de desembolsar fondos. esquema más amplio". Tal era la opinión de Stan El senado de California acordó (32 votos conCarter, el funcionario que vigilaba su libertad tra tr,es) censurar a los funcionarios de Berkeley provisional. Ya entonces se sabía que Cleaver no por acceder a este curso experimental sobre las tenía nada de racista y que ésta fue la causa de relaciones raciales. Con anterioridad, el entonces que rompiera con los Musulmanes Negros. . ~bernador de California, Ronald Reagan, maLo cierto era que la mentalidad política de los nifestó su apoyo a aquellos que se oponían a las Panteras Negras, así como la de Eldridge Cleaconferencias. Pero el proyecto se llevó adelante. ver, se desarrollaba con extraordinaria rapidez Clea~rdiosuprimeraconf&enciaacomiemm de octubre de 1968. El ministro de información desd~ ~l pu~to. de vista de los valores aceptados: de los Panteras Negras habló durante noventa n VIeJo ~lalista de California, lo explicaba así: Se han VISto obligados a hacerse políticos en el minutos. total sentido de la palabra. Y se puede ver cómo Para asombro de todos, en aquella prime!)l 50 ' y sucede. Al comienzo calificaban de aventurero a cualquier negro que tratara de hacerlo. Pero ahora la organización política resultaba la única forma de encontrar blancos en los que se pudiera confiar". ' . Con miras a las elecciones de 1968 se -fu~dó el partido Paz y Libertad, coalición de varios grupos de orientaciót,I radical, de derechos civiles.y de la Nueva izqUierda, blancos y negros, con influencia definida de los Panteras Negras. Eldridge ~leav~r no tenía la edad para :0,,, candidato preSidenCIal, y aunque era el segundo en el comando del partido fue escogido para encabezal" ia candidatura de lo que en realidad era la extrema izquierda, quedando al margen, como 'en otras partes, el Partido Comunista, con cierta lógica temeroso de los excesos ideológicos de los "vocife~ rantes". Hábilmente, Cleaver -desde que había salido d~ la cárcel cubierto por el manto de admiración que le tejieron los intelectuales blancos- había dado a sus leorías ?Olíticas un nuevo sesgo, aunque co?8ervando siempre !a terminología procaz y ofeDSlVa, y por lo tanto SlD consecuencias. Cleaver concedía.a los blancos el mismo derecho que a los negros de rebelarse contra el "sistema" contra el &tablifhment. Decía en sus discursos: "Poder negro para los negros; poder blanco par~ 1~ blancos: tod~ el poder para el pueblo". Sabiendo que a los mtelectuales .blancos de izquierda les gustaban las frases de significado contundente, Cleaver anunció que si fuera elegido presidente lo primero que haría sería entrar en la Casa Blanca y "quemar la madre". Eso de quemar la madre era una frase que Cleaver utilizaba con frecuencia, y para él la madre era sencillamente el sistema. Los Panteras Negras eran la materialización del concepto de la liberación negra de los moldes intelectuales y literarios. La gran masa de los negros seguía pegada a sus reivindicaciones tradicionales, a su historia. Lo de los Panteras Negras, para ellos, era un fenómeno inventado y apoyado por los intelectuales negros y blancos. Eldridge Cleaver resultaba para ellos artificial, mientras que Martin Luther King, sin insultos y aspavientos, los representaba genuinamente. En la convención fundadora de Paz y Libertad, en California, Cleaver dijo: "Los negros tienen ahora el control de sus organizaciones. Los blancos han creado varias en su propia comunidad, que representan una verdadera base de poder (...) No YernOS l. t'UÓn de eontinual' eon ~ 1lCtitud de aislamiento los unos de los otros (... ) Unámonos y vayamos con estilo contra el enemigo común". A la postre resultaba curioso que Cleaver tenía más partidarios entre los blancos -de la clase media y universitaria- que entre los negros. Claro qu~ . -rodo restrltaba Íllbascelldente ~u-ando -celebradas las elecciones, Cleaver acumuló un ~agro total de 30,000 votos. La cuestión rlicial había desbordado las simple:' disp~tas de los afios 50. "Todo ese argumento -decla Cleaver- de la integración o sep~ación se reduce a propaganda política. Lo' cierto es que el planeta Tierra no es más que una pequeña vecindad y, quiérase o no, la gente se ve obligada a hacer frente a las causas históricas del conflicto étnico. Existe la tecnología, existe el conocimiento. Lo único que hay que hacer según algunos, es cambiar el orden establecido d~l sistema que controla el mundo. En cuanto al asunto de integración o separación, los Panteras Negras no abogan ni por lo uno ni por lo otro. ConsideramoS que el tema es irrelevante". Las teorías ~e Cl~aver eran interesantes, pero con toda segundad bterarias a secas. Decía: "Básicamente, los convictos negros se consideraban prisionerqs de guerra y no criminales o delincuentes. Son víctimas de un sistema social viciado y cruel, tan odioso que apenas puede encubrir sus propias fechorías". De estos elementos de juicio ~leav~r desarrolló rápidamente toda una fl1osofla que iba a ser enormemente atractiva pa- ra los jóvenes y los insatisfechos, combinando, como lo hizo, una identificación entre los jóvenes negros y un compromiso con los jóvenes blancos. "Es -dijo- entre los jóvenes blancos del mundo donde se produce el cambio más notable. Son ellos quienes experimentan el dolor síquico de despertar a la conciencia y encontrar que los héroes que heredaron han sido convertidos en villanos por los acontecimientos (... ) Su revuelta es más profunda que la protesta por un asunto determinado". Cleaver siempre se mostró cuidadoso de no usar armas, porque si lo atrapaban armado lo devolverían sin remedio a la cárcel por violar su palabra. Pero no evitaba la compañía de Panteras con armas. Esta compañía casi le cuesta la vida el 6 de abril de 1968. Los detalles del incidente siempre fueron oscuros. La policía de Oakland dijo que los Panteras dispararon primero, y los Panteras decían que se habían limitado a rechazar la agresión. De cualquier modo se produjo un violento tiroteo. Cleaver y Bobby Hutton, de 17, años de edad y tesorero de los Panteras, estaban separados del grupo, encajonados en el sótano de una casa de apartamentos. Otros siete Panteras se habían atrincherado en edificios cercanos. Minutos después la policía lanzó gases lacrimógenos .dentro del sótano.y se produjo un incendio. Un enorme bidón cayó sobre la espalda de Cleaver y el gas lo dejó inmovilizado. Una bala le pegó en un pie. Hutton le quitó a Cleaver la ropa para atender las heridas. Atrapados, decidieron rendirse. Los demás Panteras acordaron lo mismo y los que estaban armados arrojaron sus armas. Cleaver recobró el conocimiento, permaneció desnudo y le dijo a Hutton que se quitara igualmente las ropas. Así saldrían a la calle y la policía podría ver que estaban indefensos. Pero Hutton conservó puestos los pantalones. Salieron a la calle. Cleaver, herido y casi ciego se tambaleaba. Lo que sucedió inmediatamente después fue confuso y dio motivo a versiones conflictivas. Cleaver dijo que la policía ordenó a Bobby Hutton que corriera, y fríamente le dispararon por la espalda. La policía aseguró que Hutton corrió en busca de un arma. De cualquier modo Bobby fue muerto por la espalda y el gendarme que corrió a su lado confesó que el joven estaba desarmado. Cleaver estaba seguro de que la policía lo hubiera matado a él también de haberlo reconocido, pero los gases lacrimógenos le hincharon las mejillas y estaba irreconocible. Fue llevado a un hospital y pocos días después se hallaba de nuevo en la prisión de Vacaville' y su libertad condicional revocada, basándose en que se había "asociado con personas de mala reputación". Dos meses después, el abogado Charles Carry, ante la sorpresa de todos obtuvo la libertad de Cleaver, gracias a un habeas corpus. El juez Raymond J. Shervin, de la Corte Suprema de California, dijo: "No hay nada que indique que fuera necesario cancelar la libertad provisional antes del juicio por las acusaciones pendientes. (... ) Aquí los antecendentes son que el peticionario fue detenido y su libertad condicional éancelada hacía más de dos meses, y ni siquiera se habían fijado las fechas de las audiencias judiciales. (... ) Deberá recalcarse gue la evidencia contradictoria presentada a esta corte, indicaba que el peticionario había sido modelo de comportamiento durante el periodo de su libertad condicional. El peligro en un status tal dimana, no del fracaso de la rehabilitación personal, sino de su decidida elocuencia en la prosecución de metas políticas, metas que" resultan ofensivas a mnchos de sus contemporáneos. (... ) No sólo se carecía de causa para cancelar su libertad, sino que la misma fu~ el resuItado de cierta clase de presión indecorosa, por decir lo menos, en la aplicación de la ley en el estado de California". • Malcom X El 27 de noviembre de 1968 se expidió una orden para arrestar de nu"vo a Cleaver, quien desapareció y fue declarado fugitivo. Los esfuerzos de eleaver para evitar la prisión se desploJQ.alon cuando otro negro, Thurgod Marshall, magistrado de la Suprema Corte de Justicia, denegó la petición de Eldridge para que se suspendiera la orden de prisión. La decisión del magistrado Marshall, el primer negro que ocupaba un sillón en el alto organismo, dio pie a un comentario de Bobby Seale, presidente de los Panteras Negras: (Marshall) "Es un Tío Tom, lambiscón, un cerdo negro, tonto y estúpido". La fuga Charles R.' Carry, abogado californiano muy vinculado a las minorías étnicas de su estado, se apellidaba cuando nació Carabendian, porque su padre era armenio. Carry recordaba las dificultades con que tropezaban en Fresno los muchachos de origen armenio. Fue él quien logró la libertad bajo fianza de Newton en Oakland, y más tarde de Seale en New Haven. Carry, en tanto malhumorado, dijo a los periodistas que no sabía dónde estaba Cleaver y que no iba a hacer nada para encontrarlo. Cleaver consideraba ilegalla decisión del tribunal, y como su abogado, Carry no iba a hacer apelación pública alguna para que se presentara. "Yo no utilizo mis antecedentes blancos para decirle a un militante negro cómo debe conducirse. Ellos toman sus propias decisiones; no necesitan mi consejo". En Nueva York, frente al hotel Pierre, donde se hospedaba el presidente electo Richard M. Nixon, se reunieron quince escritores (Norman Mailer, Arthur Miller, Ceorge Plimton, James Baldwin, Dwight McDonald, J. Opperheimer, etc.) yel actor Carry Miller. Entre ellos destacó Susan Sontag, que dijo: "No considero que formar piquetes sea una actividad seria, pero es una de las pocas cosas buenas que una persona puede hacer. Y yo apoyo a Cleaver". Había también Ui:. • grupo que representaba a la revista Ramparts, todos bajo la vigilancia de nueve policías y dos agentes secretos... negros y con barba. Kathleen dijo que su marido "no volvería a la cárcel". Los Panteras Negras, agregó, lo evitarían "por los medios 'que sea necesario", y que incluso emplearían las armas si "ellos", refiriéndose a la policía, las utilizaba. Los Panteras colocaron bajo guardia la casa de los Cleaver en San Francisco. Un puñado de m.~ifestantes, en su mayoría blancos, enarbolaban pancartas con letreros como éste: "Para evitar que la policía asesine a Eldridge C1eaver, esperamos y vigilamos 24 horas al día". eleaver tenía que haberse presentado el día 27 de noviembre pero ese mismo día cruzó la honte- ra canadiense hacia Montreal, para trasladarse posteriormente a Cuba, donde iniciaría la odisea del exilio que daría fin seis años después, con más pena que gloria. . Ya había desaparecido Eldridge del escenario geográfico norteamericano cuando apareció un nuevo libro suyo, Escritos y discursos después de la prisi6n, que como el título indica recoge materiales aparecidos en la revista Ramparts y discursos y conferencias pronunciados en distintas ocasiones y lugares, ya,en libertad. Robert Scheer, director de Ramparts, se encargó de la recopilación. En Alma encadenada, Cleaver había dicho que el estupro era "un acto de insurgencia (...) el gozo que sentía al violar lo que yo consideraba una ley del hombre blanco, el placer de profartar una mujer blanca para vengarse. de la forma como el hombre blanco utilizaba a la'mujer negra". Cuando el escritor Nat Henrotoff le pregunt6 si no tendría motivos menos ideológicos, Cleaver, <;ontestó sadónicamente que se trataba de "una combinación de negocio y placer". Posteriormente, liberado de tal obesión, aceptó que había desplazado el objetivo de sU rebelión, y que no era una particular mujer lo que'fallaba sino "todo el sistema". En los ensayos de este nuevo libro, Eldridge podía ver con claridad los árboles y el bosque. "El declive de los Musulmanes Negros" y "La muerte de Martin Lutber King: réquiem por la No violencia", son ensayos';de aproximación al problema racial, que según Cleaver "estaba fuera de juego". "Carta abierta a Ronald Reagan" (entonces gobernador de California) fue escrita en mayo de 1968, después que Cleaver había sido arrestado por violación de palabra. En ella asegura que él era en realidad' un "prisionero político". El tema del revolucionario negro lo plantea en "Psicología: la Biblia negra" , que es una evaluación de Los condenados de la tierra, de Frantz Fanon. Otro ensayo, "La cuestión de la tierra y la liberación negra", trata del activismo del Poder Negro en relación con la política de adquisición de tierras que planteó en el pasado otro negro famoso, Marcus Carvey y después los Musulmanes Negros. Exilio La estancia de Eldridge Cleaver en Cuba no resultó todo lo satisfactoria que él esperaba. Las autoridades le prohibieron desde el primer día visitar los dos hoteles principales de La Habana frecuentados por los turistas. También se le prohibió que paseará por ciertas calles. Su casa, sin embargo, se convirtió en lugar de re1\nión de la reducida colonia de Panteras Negras en el exilio, reuniones a las que asistían algunc ~ simpatizantes cubanos. Pese a las restncciones, su domicilio era un antiguo penthouse, proporcionado' por el gobierno cubano. Trabajaba en una espaciosa habitación llena de libros y revistas. En una . mesa tenía siempre al alcance de la mano el libro de Fanon, el psiquiatra de Martinica, obra. descrita como "manual de la revolución negra". En la pared colgaua una foto de Katbleen. PPI;" todas partes podían verse ejemplares del New York Times y del Miami Herald, y discos de la cantante Aretha Franklin. Dos bustos dominaban la decoración de la espaciosa sala: el de Patricio Lumumba, el líder congolés, y el de Antonio Maceo, el gran líder mulato de la indepencencia de Cuba. (Continuará). ".51 . , GUANAJUATO HACE 10 AÑos Luis Cervantes Jáuregui a van a cumplirse los diez años. A las 23:45 del 17 de mayo de 1977 me encuentro en el patio de la Escuela de Relaciones Industriales, anexo al edificio central de la Universidad de Guanajuato. Un nutrido grupo de sindicalistas y yo de metiche, aunque involucrado por muchas razones, nos disponemos a cerrarla por primera vez en su historia por un ~nflicto de carácter.JaOOra1. Conchita, ceñuda detrás de las ventanillas de la rectoría cuando uno iba como estudiante a realizar los trámites escolares, ahora une maternalmente la tela roja con la negra. Alejandro y Serafín, maduro y excelente par de administrativos, me acompañan a revisar las instalaciones. Uno de ellos me advierte: "Acaban de poner cadenas en la puerta", refiriéndose al grupo de partidarios del rector que se han encerrado en el edibarroca ficio central. Me acerco a la gran p que separa ambas partes y al atisbar por la rendija me topo con la nariz de Mario Arellano, jefe de personal. Nos echámos atrás mutuamente sorprendidos. Pasa por aquí Enrique, el secretario general del SITUG, mi amigo y compañero desde la prepa. Viene de donde hemos ubicado el cuartel general: los salones que fueron mi laboratorio de física y mi clase de dibujo, ahora oficinas de quién sabe qué, pero equipadas con teléfonos. /[ pesar de la inminencia del estallamiento, hay cierta calma entre la mayoria. De pronto, todos escuchamos el ruido de varios motores procedente de la calle del Truco; llegan unos camiones, se estacionan frente al templo de la Compañía y descienden unos 150 sujetos al mando del jefe de la policía del estado, quien nos conmina a salir del lugar. Los judiciales, vestidos de civil y armados con garrotes, desalojan a los trabajadores; quienes asombrados, optan por salir calladamente. En el consultorio de mi padre, profesor de bioquímica y católico de cepa franciscana, situado -enfrente del-edificio central, se improvisa un refugio y un centro de comunicaciones. Telefonazos a las demás escuelas: en casi todos lados ha estallado la huelga. El reconocimiento del sindicato y la contratación colectiva son los motivos del conflicto. El SITUG ha arrinconado a las autoridades: afilió a más de 900 de los 1,~ trabajadores; solicitó su registro en los términos de la ley; demandó un ta52 Y bulador, eziunenes por oposición, etc.; ninguna organización le disputa la titularidad. Sin embargo, sin que medie una razón legal, la respuesta de la junta de conciliación es la negativa del· registro del sindicato y, en consecuencia , la rectoría se niega a dialogar. La huelga se hace inevitable. Ante la falta de argumentos de las autoridades universitarias, los sindicalistas, seguros de la justicia de sus demandas, pierden de vista que la actitud de la otra parte no procede de que no les concedan razón en 10 laboral, sino de que su movimiento cuestiona la organización del poder en la Universidad. La UG ha sido gobernada desde hace mucho por un grupo derechista que ha sabido infiltrarse en el PRI local. Se le conoce como el "sinar-PRI" y su jefe es el licenciado Eugenio Trueba Olivares, antiguo sinarquista, varias veces rector de la UG; lo era cuando el movimiento sindicalista tomaba aliento. "Que le truene a. otro", comentó en privado al dejar la rectoría a poco de estallar la huelga Néstor Luna, oscuro abogado, se queda con el paquete y con las consignas de su gurú sinarpriísta. Quizás la principal directriz que Luna comenzó a ejecutar fue la de enderezar contra el sindicato la acusación de comunismo, para justificar así las medidas represivas. Ah qué la derecha de mi tierra; es de las duras e intransigentes, no ha asimilado ni una pizca de pensamiento liberal: todo sujeto poütico que no es idéntico a ella es obra del demonio y como tal se intenta descalificarlo. Es incapaz, por lo tanto, de entenderlo como otro, como un semejante que pueda tener algo de razón. Pero en el caso del SITUG su miopía es dramática: ningún miembro del sindicato es comunista ni pertenece a partido u organización izquierdista alguna. El cuadro del enfrentamiento está completo: el SITUG va por su reconocimiento y el rector por la "salvación" de la UG. Cada quien babIa su lenguaje y ambos se dirigen, sin decirlo, al gobernador Ducoing. Típico diálogo de sordos; pero uno esgrime un derecho y el otro defiende un privilegio. El sindicato hace como que no ve el efecto político de su petición y la rectoría oye pero no atiende las demandas laborales, preocupada ún~amente por el control político de la Universidad. La decisión por la huelsr;a no hace sino echar más leña al fuego. El sinarpriísmo (x) siente agredido su' coto de poder y reacciona. El asunto laboral pasa a segundo término, de hecho, aunque no para el sindicato, que todo el tiempo se comporta como si el problema fuese sólo laboral, desestimando así la magnitud del conflicto. La huelga es el tema poütico más importante del momento en el estado, pero el candor sindical se -viste de lobo. El escándalo alcanza tonos mayores en los periódicos, en la radio y en el chisme. Los sindicalistas y sus familias son abrumados por el acoso anónimo, que en un caso provoca una defección importante: Rebasada en 10 laboral, la rectoría llama a una asamblea para discutir un proyecto que reglamente sus relaciones con los trabajadores, sin considerar ni nombrar al sindicato. Mientras tanto, presiones del gobierno federal ("no hagan olas") obligan al rector a entrar en pláticas con el SITUG. Esto ocurre el 21 de mayo. El tema es un referéndum, que en este momento equivaldría al reconocimiento del sindicato. Unos días después, sin embargo, la situación se tensa nuevamente. Grupos de estudiantes de uno y otro bando intervienen y se producen algunas fricciones. La rectoría aprovecha la ocasión y rompe las pláticas. Se convoca una manifestación contra el sindicato. El estado mayor de la huelga se ha trasla~do a Noria Alta, sede de la escuela de Ciencias Químicas, núcleo principal de la dirigencia sindical. Situada sobre una loma, la escuela está formada por unos ocho edificios que son aprovechados de maravilla por los huelguistas. Se instala pronto una amplia organización. Las brigadas van y vienen de todos los puntos del estado. El periódico sale diariamente a las seis de la mañana y dos horas más tarde ya está en manos de sus distribuidores locales en cada ciudad del estado donde la Universidad tiene instalaciones, y son como ocho. Duooing se desayuna todos los días con "El sindicalista". Los activistas recogen botes llenos, a veces de dinero y en otras de insultos. Pero no quiero dejar de mencionar el mole que se distribuye en las guardias, recién salido dellaharatorio de química. Ni que toda la guardia nocturna hemos bmido que sacar de una zanja el coche de Enrique, quien vive cerca de Noria Alta, luego de un pleito con su mujer. La huelga es fuerte también en Valenciana, ¿ACABAR CON EL SINDICATO? jDE UNA VEZ CONLA UNIVERSIDAD I donde está Filosofía; en la prepa de Guanajuato; en Salamanca, en Silao y en Irapuato. Ha cedido en Salvatierra y León, Y ha titubeado en Celaya. El 2 de junio la rectoría decide tomar la ofensiva. Reúne alrededor de 1,500 estudiantes, trabajadores y acarreados que no pertenecen a la Universidad. Encabeza el acto Ducoing, quien por fin se pronuncia y en encendido discurso pide a los ahí presentes que "defiendan su universidad". Trueba también habla y exalta a la multitud. Entre gritos, los enardecidos partidarios de la rectoría queman unos "judas" que llevan letreros con los nombres de los dirigentes más conocidos del SITUG. Finalmente alguien convoca a todos: "¡A la prepa' " . Mi madre los ve pasar y llama por teléfono a la escuela, donde hacen guardia Beatriz mi hermana y mi padre, con cuarenta huelguistas más. Yo recibo la llamada de Beatriz en el momento en que la turba ya rodeó el edificio donde se refugiaron todos. La comunicación se interrumpe. Han arrancado el cable. La preparatoria está en La Alameda, una cañada alta de la ciudad. Tiene varios edificios y una cerca baja. Imposible defenderla. El bloqueo de la puerta principal no sirve para detener a los antisindicalistas, quienes llegan por todos lados. Exigen a los huelguistas que salgan "o no respondemos por su integridad física", les co~ nica Toño Nieto, director de la escuela de M;nas, pariente de Ducoing y antiguo compañero mio en un equipo de beisbol. }uanito Villaseñor, que fue presidente municipal gracias a un "sabadazo" de Ducoing, arranca furioso la bandera rojinegra, mientras Piter Vázquez, precoz magistrado por favor divino, hace gala de su cargo rompiendo una huelga. Marianito Go~ález Leal, por su cuenta, hace méritos para alcanzar su tajada. Los sitiados resisten impávidos una cuenta regresiva, tras de la cual los antisindicalistas tiran a patadas la puerta de la dirección de la escuela convertida en refugio. Entra Néstor Luna a, "dialogar" con los huelguistas. Habla con mi padre, quien lo invita a sentarse, como los demás, en el suelo. Aumenta la grita afuera, sacan en vilo al rector y, luego de una breve conferencia, deciden salir en silencio, en medio de un coro que vocifera: "¡No queremos sindicato 1". Los trabajadores del SITUG se han concentra- do en Noria Alta. Saben que si cae, la derrota sería inmediata. Pero aquí la ubicación favorece a los de dentro. Enterados de lo que ocurre en La Alameda, febrilmente se preparan para resistir. Unos pocos bastan para cuídar la puerta y los sítios accesibles de la alta alambrada que rodea la extensa área. Los demás, algunos cientos, trepan a los edificios, acarrean piedras, tubos y botellas. El Ratón Vázquez, quien fue mi profesor de geometría analítica, llega hasta la puerta. Del otro lado de la cerca lo recibe Pancho, ex-boticario y ahora trabajador administrativo de Química. Muchos observan atentamente. "Abran o tiramos la puerta", exige el Ratón exhalando un tufo alcohólico. "IEntrenle, que aquí les está esperando esol", contesta Pancho señalando un tambo del que sale un alambre que va hasta quién sabe dónde. La avanzada se retira. Los huelguistas han contratacado esparciendo el miedo. El tambo vacío y los frascos de los laboratorios que se pasean por las azoteas hacen pensar en la guerra química. Se produce una larga espera y el ejército del rector toma posiciones en el cerro de enfrente. Alguien dice: "¡Miren ahí está Luna!", pasándole los binoculares a los otros. Enrique toma el aparato y se cruza con la mirada del rector, quien le observa también con binoculares. Su rlllo mostacho cuelga de los grandes cristales. Al nito, la tropa antisindicalista se retira. Noria Alta celebra la victoria. Se ha salvado la huelga, por lo pronto. El sindicato lanza una contraofensiva. El 4 de junio, mientras López Portillo anda en León, en Guanajuato se realiza una importante manifestación. Asisten' como tres mil personas. El 7, se reanudan las pláticas con la rectoría. A los veintiún días de iniciada la huelga, el 8, unas dos mil personas marchan en Irapuato en favor del SITUG. La rectoría contesta declarando insubsistentes los nombramientos de todos los huelguistas. Arrecian los ataques en la prensa. El día 10, 500 gentes apoyan al sindicato marchando en Salamanca. Uno de esos dias, Pepe Lanuza, un raro personaje, llega a ver a mi padre y porta un misterioso recado: "Esperen una llamada de Gobernación. El rector será citado para firmar un convenio con el sindicato". El 14 de junio, efectivamente, Enrique se reúne con Néstor Luna en el despacho de DucoiÍ1g, y ambos estampan su firma en un papel, cuya copia -tengo a la vista.! Entre otras cosas dice: el SITUG levantará la liuelg~ la rectoría dejará sin efecto los despidos, no habrá represalias, se organizará un recuento antes de tres meses y si favorece al SITUG la Universidad establecerá "relaciones bilaterales colectiv~" con el sindicato. El SITUG llega extenuado al fin de la huelga. De hecho, ésta se ha debilitado progresivamente. Irapuato reanudó actividades unilateralmente. Silao fue obligado. Resisten hasta lo último Salamanca, Valenciana y Noria Alta. Celaya también se qt» bró. El día 15 los sobrevivientes deciden volver a las actividades, confiados en el convenio y después de 28 días de- huelga. Rápidamente, los antisindicalistas toman posiciones: se constituye el día 17 la "asociación de servidores de la Universidad de Guanajuato" (ADSUG), inmediatamente rebautizada como la "gatug'" por el otro bando. Presidente: Trueba Olivares. Durante los meses posteriores se prepara el golpe final. A pesar de haberse pagado los salarios caídos, tácito reconocimiento de la razón del sindicato, comienzan a menudear los despidos y los hostigamientos. Pasa el plazo acordado y el recuento no se organiza. Uega diciembre y el rumor de que serán expulsados los líderes. Cunde la alarma, se publica el convenio, se intenta detener la represión. El sindicato ya no puede sostenerse p¿r sí solo. Buscamos desesperadamente el apoyo,de algunos universitarios distinguidos que trabajaron en Guanajuato fundando la escuela de Filosofía y Letras en los años cincuenta. Aceptan intervenir, pero el resultado es magro. Sólo se evita que en la lista de despedidos aparezca Ernesto Scheffler, únioo de esa' generación que siguió creyendo en el romántico proyec- . to de hacer filosofía en provincia y fiel animador de la huelga en Valenciana. Un día antes de empezar las vacaciones de fin de año, el 15 de diciembre, se reúne el Consejo Universitario. Parece una sesión del SNTE. Guaruras a la entrada impiden pasar a varios consejeros favorables al sindicato. Se da lectura a la propuesta de expulsión de 28 trabajadores del SITUG (uno por cada día de huelga: ¡vivan los símbolos nacionalesl). Se niega la palabra a Enrique, consejero por Química. Se vota mecánicamente. Diez minutos después se levanta la sesión. Son expulsados todos los dirif,(entes y algunos ae53 la cultura en MEXICO en la cultura 5.upJemeoto...dp ~~I IILII~ ! Director General: José Pagés Llergo Direcloflt Paco Ignacio Taibo 11 Jefe de redacción: Gerardo de la Torre DUmo: Beatriz Mira Redacción: Francisco Pérez Arce, Mauricio Ciechanower, Rogelio Vizcaino, Emiliano Pérez Cruz, Luis Hemández, Cosme Omelas, Jorge Belarmino Femández Tomás, Jesús Anaya Rosique, 1\ndrés ftuiz, Orlando Ortiz, Víctor Bonquillo, Juan Manuel Payán, Héctor R. de la Vega, Carlos Puig, Angel Vaitierra, Pilar Vázquez, Armando Castellanos. Investigación GrájiaJ: Paloma Saiz. tivistas. También los abogados. También mi padre. Valeriana y Luis, músicos de la sinfónica. Jorge y Maro, esposos y psicólogos recién negados; les tocó la de malas. Isabel y Tere, secretarias. Alejandro, el mejor brigadista. Ferro, al que habrán echado la culpa de que toda su familia estuvo en huelga: su mujer y sus cuatro guapas hijas. Y otros más. A lo hecho, pecho, parecen decir todos los que observan. Siguen los meses de los reclamos internos, del enojo contenido, de la maledicencia, del ostracismo. A mi madre la "sociedad" le voltea la espalda y le toca, como en la huelga, soportar los infames anónimos por teléfono. A cualquiera que se le sospecha cierta peligrosidad lo despiden. Salen así varias decenas más de la Universidad. Carlos, el hijo de Scheffler, comienza la pesada . tarea de la Teconstlucción. Durante varios años, incluso luego de quedar fuera, también él, intenta una y otra vez reconquistar el espacio para el SITUG. Su máximo logro consiste en el registro del sindicato, a poco de que Velasco Ibarra toma la gubematura y cuando una tímida reforma política se siente fugazmente. Pero es un premio de consola. ción, pues ya para entonces el problema sindical ha tomado un giro que hubiera sorprendido a muchos .al principio: los antisindicalist.as se vuelv~n sindicalistas, la "gatug" se transforma en sindicato y Mario Arellano (¡faltaba más!) en su primer socretario general .. Se firma apresuradamente el contrato colec- . tivo. El SITUG ha pasado a ocupar un localito en la calle del Campanero, en la misma casa donde mi padre tiene ahora su consultorio, casa, por cierto, que fue del intendente Riaño, aquel defensor de la Alhóndiga en contra de su amigo el cura Hidalgo. Un dia, estando mi padre recargado en el balcón, ve pasar a Troeba, el sinarpriísta. "¿Qué haces ahí?", le pr~nta éste, viejo amigo suyo y antiguo compañero de cursillos de cristiandad. "Conspirando, como los masones que vivieron en este lugar", contesta socarTOnarnente mi padre. Carlos, el nuevo secretario general, se pasa los días calculando el momento de pedir un recuento. Pero la lección ha: sido demasiado dura. El miedo detiene a casi todos. El SITUG vive del ánimo que le infunde.su quijotesco líder y de la caridad de otros sindicatos que pagan el Jocal. Uegan Jos días de la elección del nuevo gobernador y Carlos es lanzado por el PSUM. No sé cuántos votos obtuvo, pero como nos hemos seguido alimentando de simbo- 54 los, por él votó la dignidad, que aún no es mayoría en Guanajuato. La desbandada de los expulsados los conduce a diversos lados. Casi todos de los que sé andan de . profesores. Enrique, Jesús, Andrés, José Luis, Cacho, Nicole, Maro y Jorge, mudaron de provincia. Edrriundo fue a dar al norte, donde lo volvieron a expulsar por motivos sindicales; Pedro dirige un sindicato académico en México. Los abogados se metieron al PMT. He perdido la pista de los demás. La historia que sigue ya no es responsabilidad del SITUG, 1!1 cual le corresponde totalmente el mérito de la creación del espacio sindical en la Universidad de Guanajuato y de los beneficios laborales que ello ha reportado a los trabajadores. Pero el SITUG escogió inmolarse para lograrlo, lanzándose frontalmente contra un poder muy superior al suyo. El uso del espacio sindical -ya no -puede abibuírsele ni puede pedírsele.cuentas por ello. Sigue siendo una idea pura, un limpio de entender la Universidad, que condnúa ~ mientras se han deteriorado las 'ndicales universitarias de izquierda y de derecha en el país. En Guanajuato, la derecha es la ctilpable del anquilosamiento de la Universidad; del burocratismo, de la morosidad, de la corrupción, del vergonzoso nivel académico, de la improductividad. Triunfó la actitud que se opuso a la reforma laboral. Desde . entonces, desde que ella gobierna, todo cambio es visto con desconfianza y todas las ideas nuevas se congelan en las cabezas por el miedo de sufrír las represalias que fueron contundentemente demostradas. Si las universidades donde la izquierda ha dejado sentir su influencia experimentaron la masificación. la desorganización, la demagogia, la intolerancia y hasta la corrupción, aquéllas como la de Guanajuato, donde la derecha y el PRI mantuvieron el control, también se hipertrofiaron, igualmente vieron descender drásticamente su nivel académico, pero además se paralizaron mentalmente, quedando fuera de la rica confrontación de ideas y de principios que las otras han vivido intensamente y que a lo mejor las impulsa ahora a superar su dogmatismo. Ambas son ~~'Üaladas como mediocres con justa razón. Pero ia mediocridad de la Universidad de Guanajuato es hija del fanatismo conformista que ha provocado un marasmo intelectual que no veo en las otras universidades, donde la decadencia ha cultivado un sano escepticismo ante las grandes soluciones, que ilustra una actitud pragmática en defensa de los valores humanos más inmediatos (la vida, la persona, la ciudad). En Guanajuato todo esfuerzo va a contracorriente. Por parte del sinarpriísmo no hay debates, no hay publicaciones, no hay investigaciones, no hay nada, no pasa nada. Si de algo se atrevieran a presumir las autoridades,yo puedo señalar ahí. inmediatamente, el espíritu del SITUG, porque sigue vivo. Néstor Luna, ocho largos años rector después del aplastamiento del sindicato, se dedicó a bloquear toda iniciativa, a cazar toda disidencia. Hoyes diputado-federal. No ha abierto la boca y no creo que haya siquiera levantado el dedo. El Ratón ahora disputa la dirigencia sindical. Trueba continúa adUeñado de su papel de inquisidor. Otros dirigen ahora la Universidad, pero el daño es inmenso. Habría que reparar muchas obras y lavar graves ofensas. Cada gobierno que llega ha de saber que no se puede marchar como si nada hubiera ocurrido. Hay perjuicios morales que siguen siendo ejemplares, que continúan actuando como diques para toda participación plural, para toda sana intención reformadora. Deben levantarse las expulsiones, debe invitarse de nU~'J a los que fueron expulsados. A diez años, no hay otro camino para reanimar un modesto centro provinciano que se derrumba ante mirada indolente y la pomposa cursileria de los que se deleitan hasta con eso, entre sierras y montañas y abajo de un cielo azul • (x) El sinar.priísmo es algo más que un artificio polémico y como muestra va este escrito. Los principios ultramontanos conviven bien con los métodos priístaso Claro que para ello se requería un vivillo abo. gado de golpe de pecho, yeso es Troeba. ¿Qué sería _ contradictoria una cosa con la otra? Ahí están los hechos. ¿Qué 00 es suficiente? Véase como se "limpió" la acusación de asesinato que pesaba en contra de un ex-secretaío general de la UG al principio de la huelga, siendo Troeba asesor de Ducoing en materia universitaria: nunca hubo juicio, nunca fue llamado a declarar el inculpado.