boletín jovellanista

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BOLETÍN
J OVELLANISTA
• GIJÓN • MMIV • AÑO V • NÚM. 5 •
Iovinalis sulcus nostram laborem illustrat
© Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias
Depósito legal: As. 738-1999
I. S. S. N.: 1696-1226
Fotos: archivo de la Fundación
BOLETÍN JOVELLANISTA
NÚM. 5 - 2004
Editado por
FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS
DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS
Presidente:
Jesús Menéndez Peláez
Vicepresidente Primero:
José Antonio Hevia Corte
Vicepresidente Segundo:
Moisés Llordén Miñambres
Secretario General:
Orlando Moratinos Otero
Vicesecretario Económico:
Fernando Adaro de Jove
Vocales
Domingo Cienfuegos-Jovellanos Caramés
Vicente Cueto Fernández
Agustín Guzmán Sancho
Rafael Loredo Coste
Director del Boletín:
Agustín Guzmán Sancho
Comité de Redacción
Jesús Menéndez Peláez
Orlando Moratinos Otero
Fernando Adaro de Jove
Vicente Cueto Fernández
Contenido
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Jesús Menéndez Peláez
9
I. ARTÍCULOS Y BIBLIOGRAFÍA JOVELLANISTA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
13
Josefa Jovellanos y la educación de la mujer en el siglo XVIII . . . . . . . . . . . . .
15
María José Álvarez Faedo
Jovellanos y la música de su tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Vicente Cueva Díaz
35
Notas sobre la salud física y mental de Jovellanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Joaquín Fernández García, Rodrigo Fernández Alonso
59
Jovellanos y Villamil, dos ilustrados asturianos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Servando Fernández Méndez
85
Estrés, enfermedad y muerte de Jovellanos
(Revisión a la luz de la patología clínica moderna) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Eduardo González Menéndez
99
Jovellanos, viajero de cercanías y prosista romántico . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Ignacio Gracia Noriega
115
La gastronomía en tiempos de Jovellanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Elviro Martínez
127
Jovellanos y la reciente Iglesia local de Gijón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
José Luis Martínez González
143
Bibliografía Jovellanista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Orlando Moratinos Otero
167
II. HEMEROTECA JOVELLANISTA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
191
Homenaje al Ateneo Jovellanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
193
Gijón, la Atenas del norte de España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Jesús Menéndez Peláez
195
Laudatio jovellanista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Juan José Plans
199
Discurso del Presidente del Ateneo Jovellanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
José Luis Martínez
207
Presentación del IV Boletín Jovellanista y conferencia de José Luis Pérez
de Castro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El Jovellanos de Joaquín A. Bonet . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Orlando Moratinos Otero
211
217
Presentación del libro Memorias del Artillero José María Cienfuegos
Jovellanos (1763-1825) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Alfonso Cienfuegos-Jovellanos
221
III. ICONOTECA JOVELLANISTA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
225
El cirujano Lamagna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Agustín Guzmán Sancho
227
A María Cienfuegos-Jovellanos: meditaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Heradio González Cano
241
Mañanas con don Vicente Sánchez de Arza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
A. G. S.
245
IV. PROYECCIÓN DE JOVELLANOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
247
El Instituto Jovellanos de Alhucemas (Marruecos) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mª Nieves García Rivera
Jordi Miró Canals
249
V. MEMORIA DE ACTIVIDADES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
259
VI. ARCHIVO DE PRENSA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
281
VII. BASES DEL VII PREMIO DE INVESTIGACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
301
VIII. RELACIÓN DE PUBLICACIONES DE LA FUNDACIÓN
FORO JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
307
Fundación Foro Jovellanos. Publicaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
309
Cuadro de patronos de la Fundación Foro Jovellanos
del Principado de Asturias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
313
Boletín Jovellanista. Normas de publicación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
317
Presentación
L
a presentación de este Boletín Jovellanista número 5 coincide con la celebración de
nuestra primera década, ya que durante este
año 2005 se cumple el décimo aniversario de la
puesta en marcha de esta Fundación Foro
Jovellanos que me honro en presidir. Corría el
año 1995 cuando un grupo de entusiastas jovellanistas lanzaron la feliz idea de hacer una
agrupación –primero fue asociación cultural y después constituida
como fundación– que tuviera como finalidad divulgar e investigar
en torno a la vida y la obra de Jovellanos. Transcurridos estos diez
primeros años aquella aventura, gracias a la colaboración y al apoyo
de muchas personas e instituciones públicas y privadas, ocupa un
lugar muy destacado dentro de la radiografía cultural no solo de
Gijón sino de Asturias.
En este nuestro mirar hacia atrás queremos mostrar nuestro
agradecimiento a cuantas personas e instituciones que a lo largo de
esta nuestra existencia nos han apoyado para poder desarrollar
nuestro programa cultural. Nuestro Boletín es para nosotros una de
las publicaciones más queridas que representa el contacto periódico
con nuestros patronos y amigos a través del cual dejamos constancia para la posteridad de nuestro quehacer a lo largo de cada año;
de ahí el mimo y el esmero que ponen en su preparación cuantas
personas colaboran desinteresadamente en esta noble causa. En la
historia de las publicaciones periódicas se suele decir que lo difícil es
mantener los primeros cinco números; nosotros, con este número,
10
Boletín Jovellanista V - 2004
pasamos ese punto crítico; son cinco números que sintetizan de alguna manera no solo la historia de nuestra Fundación en su
quehacer divulgativo sino también con valiosas aportaciones en la
bio-bibliografía jovellanista.
Este número, sin pretenderlo, viene a resultar una «monografía médica» sobre la salud y la enfermedad en Jovellanos, de
manera particular sobre la causa de su muerte; también se nos informa sobre la dimensión viajera de Jovellanos, una de las
características más singulares de las actividades realizadas por los
ilustrados. El conocimiento del entorno en el que vivió Jovellanos
se enrique con aportaciones del vivir cotidiano en el Siglo de la Luces, como la educación de la mujer, la gastronomía, la música o las
resonancias del pensamiento religioso de Jovellanos en la trayectoria de la iglesia en el Gijón de finales del siglo XX; la Bibliografía
Jovellanista sigue creciendo como una bola de nieve gracias al tesón constante de Orlando Moratinos. Por último, la sección
dedicada a la hemeroteca pone de manifiesto el eco que tienen las
actividades culturales realizadas por nuestra Fundación en los medios de comunicación, testimonio fehaciente de su impacto social.
Mantener vivo el calendario jovellanista es uno de nuestros objetivos. En el pasado año fue un honor para nuestra Fundación haber
merecido, en la persona de su presidente, inaugurar la nueva configuración que nuestro Ayuntamiento quiere dar al 6 de agosto, una
de las fechas más emblemáticas del calendario jovellanista; aquellas palabras, a modo de discurso institucional, también aparecen
aquí reflejadas para la memoria histórica. Nuestras actividades «ad
extra» se enriquecieron con la colaboración material con la «Cátedra
Alarcos» y la participación de la Universidad de Toulouse a través
de la conferencia dictada por el profesor Marc Vitse sobre
«Jovellanos, dramaturgo: teoría y práctica». En el «Día de Jovellanos en la Feria» se evocó la trayectoria política seguida por Pérez
Villamil, amigo de Jovellanos, con la presencia de una nutrida representación del Ayuntamiento de Navia que celebraba el 250
aniversario de su nacimiento. El año 2004 fue la fecha conmemorativa del 50 aniversario de la fundación del Ateneo Jovellanos,
cuyas actividades a lo largo de medio siglo están dentro del más
genuino espíritu jovellanista; la Fundación Foro Jovellanos quiso
Presentación
11
celebrar este evento con un homenaje a esta institución de la que
se considera «hermana», uniendo de esta manera nuestros lazos de
colaboración y estima mutuos entre los miembros de sus respectivas Juntas Rectoras; nuestro Boletín da testimonio de ello. Unas
notas necrológicas evocadoras de la personalidad de unos patronos para nosotros muy queridos, como lo fueron Vicente Sánchez
de Arza y María Jesús Cienfuegos-Jovellanos, cierran nuestra publicación.
Solo me resta, una vez más, agradecer a cuantas personas han
colaborado de una u otra manera para que hoy podamos presentar
este nuevo número de nuestro Boletín.
Jesús Menéndez Peláez
Presidente
I
Artículos y bibliografía
jovellanista
Josefa Jovellanos
y la educación de la mujer
en el siglo XVIII*
por María José Álvarez Faedo
P
ara mí es todo un privilegio y un gran honor que el señor presidente del Foro Jovellanos me haya invitado a pronunciar una
conferencia sobre Josefa de Jovellanos. Les aseguro que es un enorme
placer, aunque también un gran reto, ya que, si bien soy filóloga –y
recientemente he estado investigando sobre la educación femenina
en el siglo XVIII en España e Inglaterra–, mi especialidad es la
Filología Inglesa, no la Española. Sólo espero que disculpen mi osadía al dirigirme a ustedes, expertos jovellanistas, para hablarles sobre
Josefa de Jovellanos y la educación de la mujer en el siglo XVIII.
Para referirme al contexto en el que surge esta preocupación de
Josefa de Jovellanos por la educación de mujeres, van a permitirme
que me remonte a la época del Renacimiento. Ya por entonces, nuestro ilustre humanista Juan Luis Vives, tutor de la princesa María
Tudor, hija del monarca inglés Enrique VIII, comprendió que muchos
de los defectos que se achacaban a las mujeres eran consecuencia de
su carencia de cultura. A fin de paliar ese problema, escribió De
*
Conferencia pronunciada el 30 de septiembre de 2003 en la Casa Natal
de Jovellanos.
16
Boletín Jovellanista V - 2004. María José Álvarez Faedo
Institutione Femeninae Christianae (Instrucción de la muger Christiana),
en 1523, animando a doncellas, esposas y viudas a recibir una educación especialmente relacionada con tareas domésticas, y reservando
la instrucción en la lectura, la escritura y el Latín a las damas de la
aristocracia.
Otros humanistas se ocuparon también del tema: Erasmo de
Rotterdam, en sus Coloquios, postulaba que la mujer debía ser educada a fin de convertirse en una compañera perfecta para su esposo;
Martín Lutero, con su Reforma, quiso alfabetizar a hombres y mujeres para que leyeran las Sagradas Escrituras, y, a tal efecto, se
crearon escuelas elementales para niños y niñas. Pero su doctrina
defendía el patriarcado, relegando a la mujer a un papel secundario. Por otro lado, al animar la traducción de la Biblia a la lengua
vernácula, hacía innecesaria la enseñanza del Latín; los anglicanos,
por su parte, se dedicaron a destruir conventos y monasterios con
sus magníficas bibliotecas, para acabar con todo vestigio de doctrina
católica.
Los católicos ofrecieron su respuesta a ese proceso de Reforma
en el Concilio de Trento (1545-1563), con su Contrarreforma: recuperarían fieles blandiendo el mismo arma que los protestantes: la
educación. Instruirían a las gentes desde su más tierna infancia, utilizando la doctrina católica como libro de texto y modelo a seguir.
Los católicos también se habían percatado de que una niña, que con
el paso del tiempo iba a convertirse en madre, podría constituir una
pieza clave en el proceso de reconquista moral y religiosa de
Europa. Así, Fray Luis de León, en La perfecta casada (1583) explicaba que las mujeres debían aprender a cocinar, a hacer labores
manuales y a tocar instrumentos musicales. Además, tenían que ser
formadas en «castidad, obediencia, laboriosidad y piedad» (LONDOÑO VEGA, 1996: 1).
Esta visión de la educación femenina pervivió en los tratados
educativos del siglo XVIII. En Wisdom in Miniature (Sabiduría en miniatura, 1795: 126) se nos dice que «Las características principales
del carácter de una mujer se hallan en la vida doméstica: en primer
lugar, su piedad hacia Dios; y, a continuación, en sus deberes como
hija, esposa, madre y hermana». Corroborando esta opinión,
Fordyce (1766) (en Todd 1996: 211) afirma que «todas las edades y
Josefa Jovellanos y la educación de la mujer en el siglo XVIII
17
naciones han coincidido en considerar el cuidado del hogar como
una parte indispensable de las obligaciones femeninas».
Daniel Defoe1, inspirado por las doctrinas de Erasmo, dejaban
entrever que una mujer ilustrada era la mejor compañera posible
para su esposo2, y Jean Jacques Rousseau, en Emilio (1762), postulaba la educación femenina afirmando que «una mujer que no haya
sido instruida por su madre, no tendrá deseos de educar a sus propios hijos» (1974: 351).
En el contexto de todas estas consideraciones, surge la decepción de intelectuales inglesas como Mary Astell, que veían que la
educación de las mujeres estaba exclusivamente encaminada al beneficio de sus respectivos maridos y hogares, en lugar de contribuir
a la dignificación y madurez intelectual de la persona. Así pues,
Astell, empapada de la crítica social europea –principalmente francesa3– del momento, escribe A Serious Proposal To The Ladies (Una
seria propuesta para las damas, 1694), animando a las mujeres a desarrollar sus posibilidades intelectuales más allá de los ámbitos en
los que se les «permitía» instruirse.
En Thoughts on the Education of Daughters (Pensamientos sobre
la educación de las hijas, 1787), Mary Wollstonecraft lamentaba también los contenidos de los temarios tradicionales, y manifestaba su
predilección por la educación que se ofrecía a las hijas en el hogar,
antes que la impartida en los internados ingleses. En la misma línea
surgen las críticas de Erasmo Darwin en su Plan for the Conduct of
Female Education, in Boarding Schools (Proyecto para la impartición de
educación femenina, en internados, 1797), pero él denuncia, además,
otro oscuro aspecto de los internados ingleses: su insalubridad y los
malos tratos físicos de los que las niñas eran objeto.
1
Véase su Essay upon Projects (Ensayo sobre proyectos, 1697).
John Gregory es de la misma opinión en A Father’s Legacy to his Daughters
(El legado de un padre para sus hijas), donde escribe: «conversad con hombres, incluso si son de la más alta clase social, con esa digna modestia que puede envitar
que se dirijan a vosotras con atisbo de familiaridad alguno, en consecuencia, que
evite que se sientan superiores a vosotras» (1792: 18).
3
Traité de l’éducation des filles (Tratado de la educación de las niñas, 1687), de
François DE SALIGNAC DE LA MOTHE FÉNELON (1651-1715).
2
18
Boletín Jovellanista V - 2004. María José Álvarez Faedo
Hannah More, en su obra Strictures on the Modern System of
Female Education (Críticas al sistema moderno de educación femenina,
1799), también denunciaba el modo en que la educación de las niñas se estaba llevando a cabo en la época –aunque más bien como
respuesta a las ideas radicales de Mary Wollstonecraft, que para criticar los puntos de vista de los intelectuales de su tiempo.
Sin embargo, a pesar de estas voces disidentes que se alzaban
el extranjero, el siglo XVIII español siguió instruyendo a las niñas
de acuerdo con los modelos educativos que habían sido marcados
desde tiempos de la Contrarreforma. De hecho, Álvaro Ruiz de la
Peña (1995: 288) señala que, en la sociedad ilustrada española, «no
se midió por idéntico rasero a las mujeres y a los hombres». Y continúa explicando que:
Hay que esperar a 1783 (Real Cédula de 1 de junio) para ver
promulgada la creación de Escuelas de Niñas en todo el país; en uno
de sus reglamentos la ley indica que «las niñas que quieran aprender a leer y escribir les será enseñado por sus maestras», lo que parece
demostrar el carácter lateral de la instrucción en el proceso educativo de las futuras mujeres. Años más tarde, en 1797, se afirmará
explícitamente que las niñas deben aprender «los conocimientos comunes, como la religión, las costumbres, la lectura, escribir y
aritmética»4. La Real Cédula de 1783 sólo establece como materias
obligatorias para las escuelas de niñas los rezos y las labores.
Según lo hasta ahora expuesto, una vez que se aceptó que
educar a la mujer era una necesidad, en el Siglo de las Luces el debate se centra en varias cuestiones: qué materias se deben enseñar,
dónde se ha de llevar a cabo la enseñanza –en el seno familiar o en
una institución dedicada a ese cometido–, y la elección de un profesorado adecuado y competente. En la Europa del siglo XVIII, y,
por supuesto, en nuestro país, un sector de las clases acomodadas
4
Ruiz de la Peña explica en una nota a pie de página que cita estas palabras de Margarita Ortega, «La Educación de la mujer en la España de la segunda
mitad del siglo XVIII», en La Educación en la Ilustración Española, Revista de Educación,
nº extraordinario (1988), págs. 305-325.
Josefa Jovellanos y la educación de la mujer en el siglo XVIII
19
veían con mejores ojos la educación en el seno familiar que la proporcionada en conventos, instituciones muy criticadas en la época
como centros de enseñanza, pues se consideraba que las monjas, ajenas a la experiencia del matrimonio, no podían contribuir a que las
jóvenes aprendieran a ser buenas esposas y madres. Sin embargo,
otro sector defendía la educación ofrecida por religiosas. Así pues,
las Salesas ponían en marcha un plan de estudio, dirigido a niñas
de la nobleza, abriendo su primer colegio en 1757, en un palacio donado por Bárbara de Braganza. El sentimiento de los padres de
Josefa Francisca de Jovellanos y Jove Ramírez, a juzgar por las palabras de José Miguel Caso González, parece haber coincido con el
primer sector de las clases acomodadas al que hacíamos mención,
cuando, al hablarnos de la infancia de ésta y de sus hermanos, especula sobre el tipo de educación que pudieron haber recibido:
Hay que suponer que todos ellos aprendieron a leer y a escribir
dentro de la propia casa, acaso a cargo de algún capellán de ella o de
algún eclesiástico del pueblo. En una familia como aquélla el mayorazgo recibía una educación que pasaba muy poco de las primeras
letras; sin embargo, Miguel recibió una buena formación humanística,
y algo parecido ocurrió con las hijas (CASO GONZÁLEZ, 1993: 35).
Juan Carlos Busto (1997) apoya la tesis de Caso, explicando
que no se sabe de la existencia de ninguna institución en Gijón que
se ocupase de la educación femenina en aquella época. Por lo tanto,
deduce que tuvo que haber sido en el seno de la propia familia
Jovellanos donde Josefa recibiera su educación más temprana.
Prosigue Busto apuntando que la convivencia con su hermano
Gaspar hasta 1756 (año en el que él se traslada a Oviedo para estudiar en el Colegio de los Franciscanos), y con su hermana mayor,
Benita, hasta 1757 (fecha de su matrimonio con el Conde de
Peñalba) tuvo que haber sido también decisiva para su educación.
Testimonios que sustentan esta hipótesis son los de González de
Posada, cuando alaba la educación recibida por las hermanas de
Jovellanos asegurando que éstas fueron «el ornamento de su sexo
en Asturias por sus virtudes y por su espíritu instruido» (CASO
GONZÁLEZ, 1974: 62); en cuanto a Benita, el propio Jovellanos des-
20
Boletín Jovellanista V - 2004. María José Álvarez Faedo
cribía a su hermana como una «señora de raro talento y virtud, y de
una instrucción no menos rara en su sexo» (Jovellanos, 1790-1810:
214), y Ceán se refiere a ella como «sabia y muy inteligente en las
letras antiguas, por su frecuente lectura y aplicación para descifrar
signos y abreviaturas de códices y documentos» (CEÁN BERMÚDEZ,
1814: 3).
Este interés por la educación de las hijas estaba perfectamente
enmarcado dentro del afán propio del ideario ilustrado antes mencionado por mejorar la instrucción de la mujer. Esto se veía reflejado
en España, como en el resto de Europa, en la creación de colegios
para niñas de la nobleza, en la proliferación de obras pías para atender a niñas de clases más desfavorecidas, y en la publicación de obras
que postulan una mejora cultural y social de la mujer en la época.
Allá por 1765, Josefa contrae matrimonio con Domingo
Antonio González de Argandona. Por el apellido de su esposo, ella
va a recibir el apodo de La Argandona, aunque también se la conocerá como La Esbelta, de hecho, con este último sobrenombre firmará
alguno de sus escritos5. La Argandona va a tener que trasladar su residencia a Madrid al año siguiente, cuando su esposo es nombrado
Procurador General del Principado de Asturias, pues éste habrá de
representar al Principado en Madrid como diputado en Cortes. Allí,
Josefa frecuentará los círculos ilustrados de la corte, poblados de
eruditos como Campomanes, de quien Jovellanos alaba la actividad
intelectual que fomenta: «Su casa, abierta siempre a la aplicación y
al mérito, parecía la morada propia del ingenio, y cualquiera que
debía a la Providencia ese don celestial, estaba seguro de ser en ella
acogido, apreciado y distinguido», e insiste en destacar «aquel pequeño círculo, donde la ciencia y la virtud, únicos títulos de entrada,
igualaban a los concurrentes y hacían la conversación ordinaria un
teatro de erudición y una escuela de la más útil y provechosa doctrina» (JOVELLANOS, 1913: 375). Estas reuniones de ilustrados donde
se debatían temas sociales y culturales tuvieron que ejercer ciertamente gran influencia en el pensamiento de Josefa.
5
Véase el artículo de José Ignacio GRACIA NORIEGA titulado Entrevistas en
la Historia: Josefa de Jovellanos (1998: 26).
JOAQUÍN INZA. RETRATO DE JOSEFA DE JOVELLANOS Y RAMÍREZ DE JOVE
«LA ARGANDONA» (1745-1807). (AGUSTINAS RECOLETAS DE GIJÓN)
Josefa Jovellanos y la educación de la mujer en el siglo XVIII
23
En 1772 Josefa queda viuda6, pero no regresará a Asturias hasta
1779, año en que fallece su padre Francisco Gregorio de Jovellanos.
Durante una temporada reside en Gijón, alternado estancias en
Oviedo, Carreño, San Vicente de Triongo y en Madrid. Unos años
más tarde, hacia 1788, Jovellanos explica que «se retiró a vivir en
Oviedo y gozar allí la compañía de nuestra hermana la condesa de
Peñalba» (JOVELLANOS, 1956: 215) y, seguidamente, pasa a glosar las
actividades caritativas y educativas a las que se dedicaba su hermana
por entonces. Respecto a las primeras, destaca la carismática personalidad de ésta, cuando revela que, en Oviedo, «no sólo estableció
una vida retirada y devota, sino que fue el ejemplo y se hizo como
la directora de todas las señoras del pueblo que estaban animadas
del mismo espíritu» (JOVELLANOS, 1956: 215). Asimismo, alaba y ensalza el talante caritativo, compasivo y misericordioso de Josefa con
las siguientes palabras: «Ardiendo en la más pura y activa caridad,
después de pasar en el templo la primera parte del día, destinaba
todo el resto a asistir y consolar a las infelices de su sexo, que por reclusas en la cárcel y en la galera, o por dolientes en el hospital,
excitaban más vivamente su compasión» (JOVELLANOS, 1956: 215).
Sin embargo, no tarda en destacar que «su caridad era tan
discreta, como su virtud ilustrada y sólida», para pasar a resaltar
el papel de Josefa como educadora. En su siglo, varias autoras
ilustradas escribieron sobre diversos aspectos de la educación femenina7. En esa línea, la Condesa de Montijo, María Francisca de
Sales Portocarrero, tradujo las Instrucciones cristianas sobre el sacramento del matrimonio (1774), escritas originalmente en francés por
Nicolás de Torneux, Prior de Villers; Josefa Amar y Borbón escribió
su Discurso sobre la educación física y moral de las mugeres, que fue publicado en 1790, y en él elabora todo un programa para regular la
enseñanza de las hijas de la incipiente burguesía. Josefa Jovellanos,
lejos de ocuparse de la educación de la burguesía o de la nobleza,
se dedicó a la educación de las clases más bajas, predicando con el
6
Xuan Carlos BUSTO así confirma la fecha del fallecimiento de Domingo de
Argandona en Xosefa Xovellanos y los círculos d’ilustraos de Madrid y d’Asturias (1998).
7
Más información sobre autoras españolas del siglo XVIII puede hallarse
en Pilar ZORROZÚA 1998: Literatura femenina en la España del siglo XVIII.
24
Boletín Jovellanista V - 2004. María José Álvarez Faedo
ejemplo. Su instrucción atañía tanto al plano espiritual, como al ámbito social. En cuanto al primero, Josefa inculcaba a estas mujeres
desfavorecidas la doctrina cristiana: «No se contentaba con socorrer
a estas infelices, sino que las instruía, enseñándoles y explicándoles
la doctrina cristiana, y las aconsejaba dándoles oportunos documentos de virtud y conducta, y las consolaba con amigables
exhortaciones a la paciencia y resignación» (JOVELLANOS,1956: 216).
A nivel social, cultivaba entre ellas la idea de que el trabajo
dignifica a la persona:
Pero, sobre todo, cuidaba de inspirarles amor al trabajo, y conociendo que la ignorancia y la ociosidad eran el primer origen de sus
desgracias, no sólo les representaba los bienes del honesto trabajo, sino
que enseñaba a hilar, hacer calceta y coser, a las que no sabían estas labores, y buscaba y proporcionaba a todas trabajo, para estimularlas más
y más con el aliciente de las ganancias (JOVELLANOS, 1956: 216).
Pero la labor educadora de Josefa no iba a terminar con ella,
sino que, abanderada por su propia influencia y carisma, consiguió
que otras damas siguieran su ejemplo, e, inspirada por una iniciativa que la Condesa de Montijo estaba promoviendo en el seno de
la sociedad Matritense, llegó incluso a crear un reglamento (copiando los mismos estatutos de la Matritense8) y promover toda una
institución al respecto:
A su ejemplo, se dedicaron otras señoras a ayudarla en tan piadoso ejercicio, y cuando pudo concebir la esperanza de dar alguna
consistencia a este establecimiento de caridad, buscó para su apoyo la
autoridad pública. Valiose a este fin de D. Carlos de Simón Pontero,
que como gobernador del Principado y regente de su real audiencia,
no sólo abrigó el pensamiento sino que aprobó una especie de reglamento que mi hermana formara, y encargó la dirección espiritual de
esta institución al doctor D. Félix de Bobes, cura rector de la parroquial de Santullano, extramuros de Oviedo (JOVELLANOS, 1956: 216).
8
Véase Xuan Carlos BUSTO (1998: 40-41).
Josefa Jovellanos y la educación de la mujer en el siglo XVIII
25
Este talante educador de Josefa también se pone de manifiesto
en su creación literaria de estos años. Posiblemente conmovida por la
pobreza y necesidades de las que es testigo a diario en sus ocupaciones caritativas, retrata con aspereza y talante burlón el despilfarro
y la opulencia superflua de la corte, un ambiente que ella también
había conocido perfectamente años atrás. Así pues, critica el lujo de
las ceremonias reales, y lo inútiles y superfluas que resultan tanto dichas ceremonias como quienes participan en ellas9. Así, en su poesía
Preparativos pa la proclamación de Carlos IV n’Uvieo les reprocha que:
«Meyor fora en verdá que se dexaren / de gastar el dineru en angulemes / y en limosna de probes lo gastaren» (II.85-87). Jose Antonio
Mases señala a este respecto: «La burla a la vanidad de las señoras
ridículamente ataviadas para las fiestas, la presentación del sangrante contraste lujo y miseria en la sociedad ovetense, la crítica del
despilfarro en ceremonias religiosas, aunque sean las exequias por
un rey admirado y querido por el pueblo, revelan el espíritu austero
y el juicio riguroso de la autora» (MASES, 1888: 110).
No obstante, en su obra, también sabe alabar las iniciativas
positivas de su monarca, entre ellas destaca su compromiso con la
educación del país. Así, en Las exequias de Carlos III, señala que el difunto soberano:
Cuidó de que hubies cebera,
Y bonos ayuntamientos,
Y escueles y sociedades,
Y mercados y comerciu
(CCXX-CCXXIII)
La vocación educadora de Josefa no sólo se iba a poner de manifiesto a lo largo de su vida, sino que iba a trascender incluso
después de su muerte, en los legados que dejaba en sus disposiciones testamentarias. Con fecha de 18 de febrero de 1791, Josefa
escribía un testamento cuya principal beneficiaria era su madre,
9
Para un estudio detallado de este aspecto, véanse Lésicu y mentalidá nos
poemes de Xoxefa Xovellanos (1996: 19-35) y La polémica dieciochista sobre’l luxu (1998:
67-77), ambos de Elena DE LORENZO.
26
Boletín Jovellanista V - 2004. María José Álvarez Faedo
Francisca Apolinaria, pero también deja algún dinero al Real
Hospicio de Oviedo, y a otras de sus obras sociales, como la cárcel
de mujeres y el hospital, para los que tanto estaba trabajando en esos
momentos, fomentando la educación y la paz espiritual de reclusas
y enfermas, como ya hemos mencionado.
El 24 de febrero de 1792 fallece su madre y principal beneficiaria, por lo que, ocho meses después, el 10 de octubre de ese año,
escribe su segunda disposición testamentaria en los siguientes términos: «habrá perpetuamente en la Villa de Gijón una Escuela de
Niñas, con el título de Enseñanza Caritativa de Ntra. Sra. de los
Dolores. En ella se enseñará y educará gratuitamente a veinte y cuatro niñas pobres de la misma villa» que «tendrán no menos de seis
años y no más de diez» (RUIZ DE LA PEÑA, 1995: 289). Álvaro Ruiz de
la Peña, en «Filantropía y educación en el siglo XVIII: las disposiciones testamentarias de Josefa Jovellanos» (1995), explica que los
casos que pudieran optar a beneficiarse de la fundación serán examinados por la figura del ’patrón’, que sería la persona encargada
de tomar una decisión al respecto. Seguidamente, pasa a ofrecernos
las características que deberían tener las candidatas ideales para
ocupar el puesto de maestra de dicha escuela:
Ésta no podrá tener menos de 25 años ni más de 50; ha de ser
viuda o soltera (sólo casada en caso de que no se encontrara alguien
de las anteriores), nacida y residente en Gijón (a falta de esta circunstancia «podrá ser del Principado», o de fuera incluso «siempre
que exceda las pruebas y circunstancias temporales y morales»); que
sepa «leer y escribir, hilar, hacer calceta, coser en fino y basto, bordar y planear todo con la mayor perfección que sea posible»; que «sea
no sólo de buena reputación y conducta sino también de buena índole y carácter, bien educada, prudente, humana, paciente y aseada
[…]» (RUIZ DE LA PEÑA, 1995: 289-90).
Tras otras consideraciones sobre el sueldo («cuatro reales de
vellón diarios y otro para pagar la casa en que debe vivir y pagar la
escuela») y características de la vivienda de la maestra, pasa Josefa
a dejar establecidos horario y calendario escolar: «Desde Resurrección hasta fin de setiembre por la mañana de las siete a las once y
Josefa Jovellanos y la educación de la mujer en el siglo XVIII
27
por la tarde de las dos a las seis; y desde primero de octubre a
Resurrección de las ocho a las doce y de las dos a las cinco» (RUIZ
DE LA PEÑA, 1995: 290). En cuanto a las enseñanzas a impartir en esa
escuela, éstas serían de orden eminentemente práctico, para convertir a las alumnas en «buenas y útiles madres de familia»:
Se enseñará a las niñas a leer en impreso y manuscrito, a hilar, devanar y torcer, a hacer calceta y coser en basto con la mayor
perfección que se pudiere […] también se enseñará a las niñas a
planchar, barrer, fregar, hacer camas y demás hacienda de la casa,
pues el ánimo es que en esta Escuela se dé la educación más conveniente a una madre de familia honrada y pobre. Pero sobre todo
enseñará la maestra a las niñas la Doctrina Cristiana con la mayor
perfección que pudiere por el catecismo que le señalare el Párroco
de la villa […]. Tendrá gran cuidado la maestra de dar a las niñas
frecuentes documentos de virtud y santo temor de Dios, de recato,
modestia y compostura en sus acciones y palabras, sin consentir
que en este punto se vea ni oiga en la Escuela cosa que desdiga de
la pureza de ideas y costumbres que conviene inspirar y recomendar a unas criaturas tan dignas de cuidado por su desamparo e
inocencia […]. También procurará la Maestra enseñar y recomendar
a las niñas la mayor limpieza y aseo en sus personas, poniendo en
ésto tanto mayor cuidado cuanto más las alejaran de ellos la indigencia de sus casas y la pobreza de sus vestidos (RUIZ DE LA PEÑA,
1995: 291).
Otro aspecto en el que Josefa de Jovellanos demuestra ser una
mujer ilustrada, toda una dama del Siglo de las Luces inspirada por
el Humanismo del Renacimiento, es, precisamente, en cuanto a su
oposición rotunda a la máxima «la letra con sangre entra»:
Las correcciones serán proporcionadas a la edad de las niñas,
cuidando la maestra de hacerlas antes por medio del consejo, amonestación y reprensión que del castigo, el cual sobre convenir poco a
la tierna e inocente edad de las educandas sería de más daño que provecho a la enseñanza. Si no bastase la amonestación se podrá castigar
a las niñas con la privación del esparcimiento, pero de ningún modo
28
Boletín Jovellanista V - 2004. María José Álvarez Faedo
con golpes, ni otro castigo corporal, que tengo por dañoso e inúti.
(RUIZ DE LA PEÑA, 1995: 291).
Lo cierto es que estas disposiciones testamentarias para la
creación de una escuela para niñas desfavorecidas encajan perfectamente dentro del ideario ilustrado español de la época, pues,
como explica Ruiz de la Peña:
En el caso de las niñas debe insistirse en que se trataba más
de formar mujeres virtuosas capaces de llevar adelante la administración doméstica y ser ejemplo para los futuros hijos del
matrimonio, que de proporcionarles instrumentos de cultura básicos para su desenvolvimiento social posterior; lo había expresado
muy bien Campomanes ante la Sociedad Económica Matritense de
1775: «de todos los medios que un sabio legislador puede poner en
planta para mejorar las costumbres y conservarlas en su decoro, es
seguramente la educación de las niñas, que un día han de ser madres de familia, la más importante, pues ambos sexos reciben las
primeras impresiones de las advertencias y del ejemplo de sus madres» (RUIZ DE LA PEÑA, 1995: 289).
El último testamento de Josefa de Jovellanos data del 5 de junio de 1793, tres días antes de ingresar en el convento. En él reitera
que «por lo tocante a las Escuelas de Niñas dejo dicha fundación en
suficiencia, y encargo a dichos señores procuren con el mayor anhelo su establecimiento y subsistencia» (RUIZ DE LA PEÑA, 1995: 293).
De hecho, poco después de convertirse en agustina recoleta –adoptando el nombre de Josefa de San Juan Bautista–, se creará la
«Enseñanza caritativa de Nuestra Señora de los Dolores», que ella
había dejado diseñada en sus disposiciones testamentarias. Aunque
su intención era dejar la escuela y la administración de sus rentas al
cuidado del convento, su hermano Gaspar Melchor le aconseja que
incluya en el patronato un representante de la villa, así como al director del Instituto, apuntando asimismo la necesidad de mejorar la
renta de la maestra y de dejar «señalada la inversión del fondo en
dotes para las niñas, o en aumento de número» (JOVELLANOS, 1985-a:
582). Sin embargo, el Ayuntamiento de Gijón va a trastocar los pla-
Josefa Jovellanos y la educación de la mujer en el siglo XVIII
29
nes de Jovellanos, pues no va a aceptar la cesión ni las cargas de los
bienes de su hermana. La reacción del convento es también similar,
pues aunque quieren los bienes de la fundadora de la escuela, rechazan asumir las cargas de la fundación. Pero, a pesar de todos los
contratiempos, la Escuela de niñas va a estar terminada y funcionando el 20 de octubre de 1794, como explica Jovellanos en una carta
dirigida a Carlos González Posada:
[…] mi hermana la monja ha fundado una escuela de caridad para la
enseñanza de 24 niñas huérfanas, con fondos para dotar una de ellas
cada dos años, la cual está abierta y corriente desde el pasado, habiéndose hecho de tres pequeñas una casita decente para esta enseñanza,
frente a las ventanas de mi cuarto (JOVELLANOS, 1985-a: 103).
Jovellanos, al igual que otros ilustrados del Siglo de las Luces,
opinaba que encerrar a damas instruidas y piadosas en un convento
suponía una terrible pérdida para la sociedad, que, de otro modo, podría beneficiarse del ejemplo y de las buenas obras de caritativas damas
cristianas, como su hermana. Él conocía perfectamente y apreciaba profundamente el elevado nivel cultural de Josefa y su enorme interés por
la educación. De hecho, él era un acérrimo defensor de las mujeres10
como educadoras a quienes «toca formar el corazón de los ciudadanos», y las anima a realizar esa labor en los siguientes términos:
Inspirad a ellos aquellas tiernas afecciones a que están unidos el bien y la dicha de la humanidad; inspiradles la sensibilidad,
esta amable virtud, que vosotras recibisteis de la naturaleza, y que
el hombre alcanza apenas a fuerza de reflexión y de estudio.
Hacedlos sencillos, esforzados, compasivos, generosos; pero sobre
todo hacedlos amantes de la verdad, de la libertad y de la patria, […]
recompensa y consolación de vuestros afanes, gloria de sus familias,
dignos imitadores de vuestro celo y bienechores de la nación
(JOVELLANOS, 1978: 193).
10
Para más información a este respecto, véase el artículo de E. Junceda
AVELLO (1990) titulado La mujer en Jovellanos.
30
Boletín Jovellanista V - 2004. María José Álvarez Faedo
Jovellanos confiaba en la diligencia y buen saber hacer de su
hermana hasta el punto de encargarle que velara por sus asuntos en
Asturias mientras él se hallaba en el destierro, en el castillo de
Bellver. Curiosamente, algunos son asuntos relacionados con aspectos educativos: «la tutela de la señorita Manuela Blanco Inguanzo
y el último arreglo de la escuela gratuita de primeras letras para niños pobres que establecí provisionalmente como fideicomisario del
señor abad de Santa Doradía» (JOVELLANOS, 1985-b: 72)11.
Y es que Jovellanos era consciente de que Josefa era una mujer extraordinaria. Y ésa fue precisamente la conclusión a la que
llegué tras haber indagado en la biografía de una mujer de rompe
y rasga, que conoció muy pronto el sufrimiento –quedando viuda
y perdiendo a todos sus hijos–, que buscó alivio para su corazón en
una relación sentimental12 a la que se opuso su familia por motivos
de posición social, y ella, como toda una señora, asumió su papel
de gran dama y sacrificó su felicidad personal en aras de no disgustar a los Jovellanos. Josefa volvió a buscar ese alivio interior, esta
vez en el recatado retiro y tranquilidad de un convento, y, una vez
más, su decisión no logró complacer a los suyos, que volvieron a
oponerse. Pero ella no consideró que su comportamiento fuese entonces reprochable, por lo que profesó como monja agustina recoleta
a pesar de los pesares. Pues bien, esta gran dama, que hubo de capear tantos sinsabores en su vida personal, mostró siempre un
mismo empeño: mejorar la situación de aquellas mujeres de clases
más desfavorecidas, llevando consuelo a las que lo necesitaban y
transmitiéndoles la educación necesaria para que mejoraran su calidad de vida. Y esa preocupación por instruir a las de su sexo
estuvo presente incluso en sus disposiciones testamentarias, en su
deseo de que se crease una escuela para niñas.
Como docente, ha sido para mí muy gratificante indagar en
la fascinante vida de esta mujer, y un enorme placer el haberles
11
«De Jovellanos a su hermana Josefa de San Juan Bautista», Real Castillo
de Bellver, 3 de julio de 1804 (Carta Nº 1.371).
12
Para más información al respecto, véase Xuan Carlos BUSTO (1997: 2224), y Carta Nº 100 «De Jovellanos a su hermana Josefa, de 5 de mayo de 1781»,
Obras completas, Tomo II.
Josefa Jovellanos y la educación de la mujer en el siglo XVIII
31
dirigido estas palabras en homenaje a esta gran señora, promotora de la educación femenina en el siglo XVIII, en Asturias, y,
concretamente, en Gijón, que fue Josefa de Jovellanos. ¡Muchas
gracias!
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Jovellanos y la música
de su tiempo*
por Vicente Cueva Díaz
M
uchas gracias, señor presidente del Foro Jovellanos por tan cariñosas palabras de bienvenida.
Excelentísima señora alcaldesa de Gijón, doña Paz Fernández
Felgueroso; ilustrísima señora doña Mercedes Álvarez, concejala de
Cultura; ilustrísimo señor don Jesús Menéndez Peláez; señores patronos del Foro Jovellanos; señoras y señores:
Antes de pasar a exponer el presente estudio sobre Jovellanos
y la música de su tiempo, elaborado al hilo de la peripecia vital del
insigne e ilustrado patricio asturiano, permítanme, y a modo de introducción, pedir a Vds. perdón por la osadía de presentarles un
trabajo acerca del hombre sobre el que, en esta común patria chica se
ha dicho, en profundidad, todo o casi todo: «Jovellanos, el estadista», «Jovellanos y la cultura», «Jovellanos y la minería», etc., etc.
No en vano estamos hablando de la figura más noble que engendró
la Ilustración española, la 1a más grande del siglo XVIII, salvo la genial de Goya; «la mejor cabeza de la España dieciochesca» en
palabras del filósofo Julián Marías1.
*
Conferencia pronunciada el día 3 de agosto de 2004 en la colegiata de
San Juan Bautista de Gijón.
1
MARÍAS, Julián. Discurso. Jovellanos, concordia y discordia; pág. 36.
36
Boletín Jovellanista V - 2004. Vicente Cueva Díaz
Creo, sin embargo, que poco se ha dicho sobre Jovellanos y la
Música o en relación al panorama musical de España y resto de
Europa en el siglo XVIII y más concretamente entre los años 1744,
fecha de su nacimiento y 1811, fecha de su muerte.
Y éste va a ser el objetivo de mi exposición de la mano de
nuestro prócer asturiano y siguiendo un orden cronológico de fechas importantes o significativas en su vida, en su cursus honorum y
de nombramientos y desempeño de cargos en la política española
del siglo XVIII, veremos qué músicas se hacían y qué compositores
prestaban esplendor cultural, mediante este noble arte, en este periodo histórico.
En cuanto a las implicaciones personales y a la incidencia de la
música en la formación humana y cultural de nuestro admirado prohombre, encontramos escasos referencias.
Alguna sí y muy curiosa. Sorprendente, la primera de ellas.
Se refiere a circunstancias especiales que acompañaron su nacimiento. En la noche del 5 de enero de 1744, mientras su madre,
doña Francisca Apolinaria, hija de los marqueses de San Esteban
del Mar, estaba dando a luz a su décimo hijo, varón, a quien en recuerdo de la festividad del día sus padres bautizan con el nombre
de Baltasar Gaspar Melchor y María, el mar bate rítmicamente sus
aguas sobre los acantilados próximos y este cordial latido universal, «como si se tratase de una orquestación singular, quisiese
señalar que ese parto tenía algo de especial y que ese hijo no habría
de ser uno más»2.
Seguramente ese rítmico latido, que envolvió y acompasó el
latido del corazón de la madre, influyó en la constitución de nuestro
hombre, aportándole un temperamento equilibrado, ecuánime y
prudente que, junto con su destacada inteligencia y formación, hicieron de él un gran hombre.
Otras referencias aparecen esta vez relacionados con aspectos
folklóricos de su tierra natal. En 1757, en los meses estivales, tras su
marcha a Oviedo para iniciar sus estudios eclesiásticos, a los 13
años, de regreso a Gijón, para pasar las vacaciones de verano, en es2
FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Manuel, Jovellanos, el patriota. Espasa-Forum, 2001,
págs. 40-41.
Jovellanos y la música de su tiempo
37
tos meses de estío en que Asturias se despereza y va encendiendo
sus interminables series de romerías, nuestro estudiante adolescente
se incorpora y participa de la alegría general. «Cerca de la ermita
suena la gaita, mientras las parejas bailan, y al volver de la romería,
en las noches cálidas de agosto, se oyen los cantos de mozos y mozas: El Carmen, San Roque, San Timoteo, Sta. María de Riégala y, en
medio de ellas, las fiestas de La Virgen de Agosto»3.
Así también tras su nombramiento de alcalde de Casa y Corte
de la villa matritense y académico de las reales academias de la
Historia, Bellas Artes de san Fernando y Española, cuando es comisionado por el Consejo de Gobierno para ir a León y a Asturias. En
concreto, aquí en su tierra, para la inauguración de la calzada entre
Oviedo y Gijón. ¡Y cómo estar en su amada Asturias, la de las romerías entrañables, sin unirse al general regocijo de chiquillos y
mayores!. «Se reza al santo y, al son de la gaita, se canta y se baila».
El mismo Jovellanos nos cuenta en sus Diarios4 su participación en otras «fiestas entroncadas en el folklore asturiano»: el cultivo
del maíz, con la «esfoyaza»5, en 1790 cuando fue a inspeccionar las
posibilidades carboníferas de las minas asturianos. Y cuando participó en la fiesta de la vendimia, en la Asturias Occidental, en Cangas
de Tineo, en donde, «si el tiempo lo autoriza, se celebran convites,
bailes y canciones».
Otros datos importantes, reseñados por el catedrático de
Literatura Española de la Universidad de Oviedo y gran especialista en investigación jovellanista a lo largo de muchos años, José
Miguel Caso González, en su libro biográfico sobre Jovellanos, nos
desvela la incidencia de la música en la vida cotidiana del mismo.
Su hermano Alonso, nacido en 1741, que, tras la muerte de Miguel,
hereda los derechos de mayorazgo, «entre otras prendas, bailaba
muy bien y tocaba extraordinariamente el violín»; al menos eso afirmaba don Gaspar6.
3
Ídem, pág. 44.
JOVELLANOS, Gapar. Diarios de Jovellanos. Selección y prólogo de Julián
Marías. Madrid. Alianza Editorial, 1967, T. III, pág.13.
5
FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Manuel. Op. cit., pág 140.
6
CASO GONZÁLEZ, José Miguel. Op. cit., pág. 15.
4
38
Boletín Jovellanista V - 2004. Vicente Cueva Díaz
Y, en su etapa estudiantil, el bachiller en cánones por la
Universidad de Alcalá de Henares, Gaspar Melchor de Jovellanos,
«sin faltar a su obligación primera […] conferencias y ejercicios literarios […] una voz sonora, clara y entonada le llamaba a imitar las
arias y sequicillas de María Ladvenant, acompañándose de una guitarra». Esto refiere el profesor Caso González, tomándolo, a su vez,
de otro biógrafo de Jovellanos, Carlos Benito González de Posada7.
«No se trata de simples casos frívolos –sigue Caso González– sino
de aspectos que tienen importancia». Si imitaba a la famosa actriz
era porque Jovellanos pasaba temporadas en Madrid donde asistía
al teatro «[…] divertía a sus colegas imitando las arias y seguidillas
de la actriz al son de una guitarra […] guitarra que volveremos a
encontrar en el castillo de Bellver, casi cincuenta años más tarde».
A este castillo subía un maestro de música a dar lecciones al amanuense de don Gaspar en aquellos tremendos años de encierro.
Entre 1766 y 1.806 esta guitarra, sin duda, le acompañó en Sevilla,
en Madrid o en Gijón, para tocarla y cantar seguidillas andaluzas o
tonadas asturianas8.
Rompiendo las normas clásicas preestablecidas, el barroco,
con su gusto por lo recargado y ornamental, irrumpió en la cultura
europea del siglo XVII y, al menos en la primera mitad del siglo
XVIII. Este periodo histórico se define como la época «rococó». El
«rococó» es también un estilo de vida. Su ideal: un hedonismo basado en el triunfo de los sentidos. En las relaciones sociales triunfa
el libertinaje y el escepticismo. La corte de Luís XV refleja la decadencia moral de una época que hace que, a lo lejos, se perfile la
sombra de la guillotina.
Los reyes borbónicos, que además de haber heredado de Versalles el gusto por la música en su aspecto más ornamental, estaban
profundamente ligados al reino de Nápoles por ser territorio hispano, trajeron a España la intensa vida musical, que alcanzó en el
ambiente cortesano y aristocrático un grado importantísimo. No ha7
GONZÁLEZ DE POSADA, Carlos. «Memorias para la biografía del señor
Jovellanos», en De Ilustración e ilustrados, pág. 172. Instituto de Estudios del siglo
XVIII. Universidad de Oviedo, Oviedo, 1988.
8
CASO GONZÁLEZ, José Miguel, op. cit., pág. 24.
Jovellanos y la música de su tiempo
39
bía si salón sin música, en donde anfitriones e invitados, lógicamente ilustres señores y aristócrátas, eran a su vez los propios
ínstrumentistas: arte para iniciados, arte de gabinete, incomprensible para el pueblo.
En esta España de finales de la primera mitad del siglo XVIII,
donde ya se vislumbra la agonía del «rococó», nace Gaspar Melchor
de Jovellanos en la villa de Gijón, donde transcurren sus primeros
correteos y juegos de infancia: ante la casona familiar, ante el palacio
de Revillagigedo o ante los muros de la vieja colegiata del siglo XV.
Más tarde, a sus 12 años, paseará sus sueños adolescentes por el
viejo Gijón, barrio de sabor marinero, de pescadores: el barrio de
Cimadevilla.
En 1746 muere el rey Felipe V, el primer monarca español de la
dinastía borbónica, subiendo al trono su sucesor Fernando VI, quien
auxiliado por su esposa, la portuguesa Bárbara de Braganza –tras
la Paz de Aquisgrán, que cerraría en una penosa guerra heredada
de su antecesor–, hace suyo el lema de los ilustrados: huir de la guerra como del fuego y mejor fundar ciudades nuevas que conquistar
una ajena. Esto hace que España disfrute de tiempos de paz y
Jovellanos, en Gijón, respira una paz provinciana dentro de una paz
nacional.
En el ámbito cultural, España, tras una etapa de «extranjerización» con la llegada al trono de Felipe V, en la que casi perdió su
identidad en la búsqueda de la ilustración y la modernidad, la historiografía musical la ha interpretado como la coronación final del
«italianismo». Los músicos italianos, con sus óperas, comienzan a
invadirnos y la música nacional pierde calidad poco a poco influido
por lo italiano. Se modifica la dramaturgia de comedias y zarzuelas
al sustituir una estructura musical arraigada en el par «EstribilloCoplas» por la propia del estilo operístico con la introducción de
arias y recitativos. Los españoles escriben óperas italianas, pero
queda el rescoldo de las músicas para los espectáculos teatrales típicamente españoles: los entremeses, bailes y mojigangas de bajo
calidad musical. Poco a poco va siendo obligado que estas obras
musicales tengan un pequeño argumento y se intercale en los intermedios de las piezas teatrales habladas. Surge así en la segunda
mitad del siglo XVIII la «tonadilla escénica».
40
Boletín Jovellanista V - 2004. Vicente Cueva Díaz
La reacción aristocrática que supone el estilo «rococó» tiene
su contrapartida musical en el llamado «estilo galante» y en la
«ópera seria», último referencia del «barroco».
Partiendo del estilo galante la nueva estética que surge de la
ideología y cultura propia de la burguesía europeo, clase social progresista, que no se contenta con imitar las costumbres de la
aristocracia, surge la «ópera cómica» u «ópera bufa», que fue obra
de los enciclopedistas. Asistimos al nacimiento de la música como
espectáculo comercial, desarrollándose la ópera bufa y el concierto
no ya en los salones cortesanos, sino que va a promoverlo un empresario para divertimento del público9.
Así pues parece que la música española queda muy postergada en este «siglo de las luces», en que los monarcas hacen venir
o su servicio figuras italianos de primer rango, que llenan el ámbito
musical del salón cortesano: Haydn y Boccherini, más influyentes
que Domenico Scarlatti, pese a su larga estancia madrileña (desde
1729 hasta 1757).
Su influencia es muy notable en los compositores de la segunda mitad del siglo XVIII, que cultivan con asiduidad la música
instrumental de cámara. Esta generación en la que destacan el padre Antonio Soler, Blasco de Nebra, Manuel Canales y otros muchos,
ya pertenecen a otra estética musical: la del estilo galante, que prepara el clasicismo del siglo XVIII.
Mientras Jovellanos cursa sus primeros estudios en su Gijón
natal, un músico alemán (nacido en Eisenbach) probablemente el
mejor compositor de todo la historia de la música, que, junto con
Haendel, condensa en su producción musical todo el desarrollo y
significado de la primera mitad del siglo XVIII, alcanza en estos
años su más alta cima de creación musical con la segunda parte
del Clave bien temperado; las Variaciones Canónicas para órgano; la
Ofrenda musical dedicada a Federico II de Prusia y el Arte de la
Fuga. Nos estamos refiriendo, claro está, al gran Johann Sebastián
Bach.
9
Para ampliación y conocimiento en detalle de todos estos aspectos, interesante el libro de Malcolm BOYD y Jun José CARRERAS: La música en España en el
siglo XVIII. Cambridge University Press. Madrid, 2000.
Jovellanos y la música de su tiempo
41
Ya antes había compuesto obras tan celebradas como las
Variaciones Golberg y la Suite Orquestal representativa del arte musical alemán del siglo XVIII, y como parte integrante de la misma, una
de las danzas más populares del barroco: el minueto, danza obligada en cualquier ceremonia musical de este siglo. Al igual que el
rondó, danza fundamental en la música culta europea. Muere J. S.
Bach en Leipzig en 1750.
En 1749, cuando aún Jovellanos no ha cumplido los cinco
años, el máximo representante del barroco inglés, Georg Friedrich
Haendel, escribía su Música para los Reales Fuegos Artificiales, obra
puramente instrumental Organista en Halle (Alemania), su ciudad
natal y en Hamburgo, a partir de 1706 comienzo un peregrinaje por
toda Europa, lo que le permitiría conocer a las personalidades musicales de cada país y asimilar las distintas músicas. En Italia las de
Corelli, Scarlatti y Vivaldi.
Tras el éxito de sus primeras óperas viaja a Londres, donde se
instala definitivamente en 1719.
En 1756, nace en Salzburgo, Wolfgang Amadeus Mozart. El
tránsito ideológico potenciado por la Ilustración y que se encarna
en la Enciclopedia, se traduce musicalmente en una estética neoclásica, que exige el triunfo del arte sobre las miserias y sufrimientos
de la vida real, la cual se expresa con sus mejores perfiles, especialmente en la obra de Mozart; pero el siglo de la Ilustración es un siglo
violento, sanguinario y cruel y ello influye en sus últimos obras. Hay
en su música un aliento emocional que empieza a querer despegarse
ya del clasicismo. Esto resulta patente en las tres últimas sinfonías
así como en las óperas: La Clemencia de Tito y La Flauta Mágica. Muere
Mozart a los 35 años cuando había compuesto alrededor de ochocientas obras.
Cuando Jovellanos cuenta 13 años, marcha a estudiar a
Oviedo bajo la tutela del prelado ovetense Manrique de Lara.
Comienza su carrera eclesiástica reinando todavía Fernando VI. El
estudio de los clásicos ocupa su tiempo.
En este mismo año muere en Madrid el músico italiano
Domenico Scarlatti aposentado en esta ciudad desde 1729. La pauta
que le marca su padre, Alessandro, le lleva al mundo de la ópera y al
órgano. Presta servicios a Joao V, rey de Portugal, como maestro de
42
Boletín Jovellanista V - 2004. Vicente Cueva Díaz
capilla y preceptor de los príncipes y cuando Mª Bárbara de Braganza
se casa con Fernando VI de España, entonces príncipe de Asturias,
viene Scarlatti a España como profesor de música de la reina.
Reside durante unos años en Sevilla, en Granada y Serranía
de Cádiz, lo cual le puso en contacto con la música popular, permitiéndole imitar la melodía de las tonadas que cantaban carreteros,
muleros y gente corriente.
Ya en Castilla se desplaza con la Corte por los diferentes Sitios
Reales: Aranjuez, La Granja, El Escorial y Madrid. Y en Madrid, en
el Palacio del Pardo y el Buen Retiro.
La obra musical de Scarlatti, de extraordinaria calidad, es
prácticamente desconocida. Su puesto de profesor de la reina impidió que siguiera creando música religiosa o para el teatro.
Su música, de inspiración popular, pero de gran refinamiento
estilístico, se plasma en sus casi quinientas sonatas para tecla. Como
intérprete, era tan bueno en los instrumentos de tecla como Haendel
lo era en el órgano.
En 1758, Jovellanos deja Oviedo después de recibir la primera
tonsura de manos del obispo ovetense Manrique de Lara10. Marcha
de Ávila, en donde bajo la protección del prelado asturiano Velarde
y Cienfuegos, continúa sus estudios en la universidad.
Al año siguiente inicia su reinado Carlos III. Y en este mismo
año, el 14 de abril, muere en Londres G. F. Haendel.
Dos años después, cuando en 1761 Jovellanos recibe de manos de Velarde y Cienfuegos su primer beneficio eclesiástico, que le
permite dedicarse de lleno a los estudios, graduándose bachiller y
licenciarse luego en leyes y cánones, el compositor austriaco Franz
Joseph Haydn, de la «escuela de Viena», entra al servicio del príncipe Esterházy, desarrollando su actividad como compositor de
óperas y sinfonías hasta 1790 en que después de visitar las principales capitales europeas, regresa a Viena, en donde reside hasta su
muerte.
Huyendo del manierismo precedente y del estilo «rococó»,
utilizó la forma para expresar su creatividad apasionada. Sus obras
10
ARTOLA, Miguel, «Estudio Preliminar I», en Obras de Jovellanos; pág. IX.
Jovellanos y la música de su tiempo
43
son el mejor exponente del equilibrio clásico, siendo el esquema sonata su gran aportación a la historia de la cultura.
Conoció a Mozart, al que le unió una sincera amistad y fue
profesor de Beethoven, del cual se dice que en el estreno del oratorio La Creación, en 1808, bajo la dirección de Antonio Salieri, estaba
sentado en las primeras butacas y levantándose, lleno de emoción,
besó las manos de Haydn que asistía al estreno de su obra.
Reinando ya Carlos IV en España, la actividad musical en los
salones aristocráticos no se limitaba sólo a Madrid. Entre las provincias de mayor actividad hemos de citar a Cádiz, en donde el
marqués de Ureña y el de Méritos monopolizaban en sus salones la
vida artística de la ciudad. Ambos se carteaban con Haydn, por lo
que parece lógico que saliera de Cádiz el encargo de las Siete palabras de Cristo en la Cruz11.
Nacido también en 1761, en Castelltersol (Barcelona), quiero
destacar al compositor y clavecinista español José Gallés, de quien se
conservan algunas obras para clavecín o piano, especialmente veintitrés sonatas. Murió en Vich en 1836.
En 1763 Jovellanos es promocionado, por ser buen estudiante,
para el Colegio Mayor de S. Ildefonso en la Universidad de Alcalá
de Henares con una beca de canonista.
Entre 1764 y 1766 completa su formación universitaria en
Alcalá. Bachiller en Cánones, ejerce como profesor sustituto en las
Aulas de la Universidad Alcalaína.
En 1764, cuando Mozart da un golpe de gracia a la música barroca con la composición de sus primeras sinfonías con 8 años de
edad, y cuatro más tarde, con 12, sus primeras óperas (Bastian y
Bastiana), muere en París Juan Felipe Rameau, representante del barroco francés, continuador de Lully, autor de grandes óperas y
ballets del gusto de la Corte de Luis XIV.
El 23 de Marzo de 1766 ocurre, en Madrid, el motín del pueblo
contra el ministro de Carlos III, Esquilache. La familia real se refugia
en Aranjuez y el rey se ve obligado a destituir al ministro.
11
Del discurso del académico, excelentísimo señor don Juan Antonio Ruiz
Casaux y L. de Carvajal, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en
el acto de recepción pública el 22 de noviembre de 1959.
44
Boletín Jovellanista V - 2004. Vicente Cueva Díaz
La inquietud general alcanzó al Principado de Asturias y
Jovellanos, que al cierre de las aulas en la universidad en las vacaciones estivales, había marchado a reunirse con su familia, decide
volver. Comenzó a tener noticia del movimiento ilustrado que con
tanta fuerza se estaba desarrollando en la Europa Occidental.
Vuelve, pues, Jovellanos a la Universidad de Alcalá. Se presenta a oposiciones de la cátedra de cánones, pero es rechazado.
Marcha entonces de Alcalá y aspira a una canonjía de la catedral de
Tuy, al decir de su amigo Cean Bermúdez (o la de Mondoñedo, según su también biógrafo Posada)12. Pero, a su paso por Madrid, sus
parientes los marqueses de Casa Tremañes y el duque de Losada le
aconsejan que abandone el camino de la iglesia por el de la toga. El
31 de Octubre de 1767 es propuesto al Rey Carlos III el nombramiento del patricio asturiano para desempeñar el puesto de alcalde
del crimen de la Real Audiencia de Sevilla. El rey firma su nombramiento cuatro meses más tarde.
Un año antes muere en Hamburgo Jorge Felipe Telemann y el
italiano Giacomo Brunetti entra al servicio de la corte española.
Brunetti, quien entró como violinista, fue una de las figuras destacadas en la vida musical de España. Compartió el mismo destino
que su mecenas Carlos IV: ser un personaje de la leyendo negra que
traza la decadencia de la monarquía española tras el reinado esplendoroso de Carlos III.
Llega entonces Luigi Boccherini a la corte de Madrid.
Compositor de cámara alservicio del infante don Luis (hermano de
Carlos III), a la muerte de aquél, Boccherini recibe protección de los
buques de Benavente-Osuna y del Rey Federico Guillermo II de
Prusia, gran aficionado al violoncello. De su estancia en Madrid queden huellas en su obra, en el recurso a la música popular española,
a los bailes andaluces (fandango, tiranas) y en las composiciones
para guitarra.
Pese a su aislamiento español, su música está siempre presente en los mercados musicales de Europa central.
Ahora creo interesante incluir en «anexo complementario» datos relevantes que corroboran que la corte española del siglo XVIII
12
CASO GONZÁLEZ, José Miguel. Op. cit., pág. 27.
Jovellanos y la música de su tiempo
45
era uno de los centros culturales de mayor actividad musical. En la
corte y en los salones aristocráticos, en donde los intérpretes eran
grandes señores que disponían, como es lógico, de magníficos instrumentos, los mejores «stradivarius», «amatti», «stainer», etc.
Antonio Stradivarius, nacido en Cremona en 1644, fue el constructor de violines italiano considerado desde finales del siglo XVIII
como el más importante.
Aprendió su arte de Nicolás Amatti, construyendo su primer
violín en 1666. Entre los años 1687 y 1696 el genial luthier había
construido un conjunto instrumental para la corte de España similar,
salvo en la ornamentación, al que había construido en 1690 para la
corte de Cosme III de Médicis, gran duque de Toscaza. Como esta
región pasó temporalmente a manos de un infante de España, es natural que Stradivarius quisiera ofrecer un conjunto similar a la corte
española.
En Julio de 1702 Felipe V va a Cremona y Stradivarius le
ofrece personalmente dicho conjunto, que el rey no rechaza pero
que, por divergencias políticas, las autoridades municipales se oponen a su entrega.
Como existían violines «amatti» y otros más antiguos bellamente decorados, Stradivarius quiso demostrar que él también
podía competir en esta clase de trabajos y así, entre otros, creó el
quinteto de instrumentos pintados e incrustados destinados a la
corte española. Excelente dibujante, él mismo creó bellos y fantásticos motivos de una perfección extraordinaria: flores, frutos y
arabescos. Unas veces pintados en negro; otras, los incrusta en
ébano y marfil.
Nunca se desprendió de este quinteto, que conservó hasta su
muerte en 1737. Tras muchas vicisitudes, en 1755 son llevados de
Madrid y ofrecidos al príncipe don Carlos.
Desde entonces figuran en la Real Cámara de Música e
Instrumentos de Arco de la corte de España, creada por Carlos III a
instancias de su hijo, a quien quiso satisfacer.
Varios de estos instrumentos desaparecen en 1813, con ocasión de la Guerra de la Independencia, en el equipaje del Rey José
Bonaparte. Entre ellos las dos violas del juego ornamentado. De estas dos violas, la contralto ha sido recuperada en 1951 por las
46
Boletín Jovellanista V - 2004. Vicente Cueva Díaz
gestiones del excelentísimo señor don Juan Ruiz Casaux, miembro
numerario de la Real Academia de Bellos Artes de San Fernando
desde 1959 y uno de los más grandes violonchelistas del siglo XX,
conservador de estos instrumentos en el Palacio Real de Madrid.
Un músico que no podemos dejar de mencionar, perteneciente
al periodo inmediatamente posterior al barroco, el «periodo galante», es el padre Antonio Soler.
La información biográfica que existe sobre el padre Soler proviene de la necrología recogida en las memorias sepulcrales y en las
actas capitulares del monasterio de los Jerónimos de san Lorenzo
de El Escorial. Nació en Olot (Cataluña) en 1729 y recibió educación
musical en el monasterio de Montserrat. Llegó a El Escorial como
organista y novicio en 1752 y un año después fue ordenado sacerdote. En las memoria sepulcrales se elogia su «buen porte y
proceder» y la «mucha aplicación en sus estudios musicales».
Las investigaciones del siglo XX encuentran un contraste relevante entre la imagen del monje piadoso de El Escorial y el
compositor de sonatas para teclado. La correspondencia que mantuvo con don Pedro de Alcántara, duque de Medina-Sidona y
grande de España y desde 1755 decimosegundo duque de Alba, es
realmente informativa sobre el padre Soler. Sorprende su tono personal y audaz, aunque sospechoso. Solicitó del duque su influencia
para ser nombrado maestro de música de la princesa de Asturias,
Mª Luisa de Parma, pero el duque tenía en mente para él otra tarea
de menor categoría: la formación de un joven a quien estimaba mucho. El padre Soler aceptó ser su maestro en los siguientes términos:
«[…] y que si a mí me llamaban “el diablo vestido de fraile”, tendré
particular gusto en que este diablillo salga mayor diablo»; pero, eso
sí, sin dejar de reclamar al duque pequeñas y continuas recompensas de tipo material: tabaco de la Habana, chocolates, pañuelos y
hasta un reloj.
La correspondencia entre el padre Soler y el duque de
Medina-Sidonia revela un Soler avaro, egoísta, sarcástico y manipulador.
De entre sus obras (sonatas y conciertos para diversos instrumentos) destacamos su «fandango» en re menor, con el que Soler se
inscribe en la lista de los grandes compositores: Gluck, Mozart,
Jovellanos y la música de su tiempo
47
Boccherini, Albéniz, Granados, Falla, que dejaron desbordar su fantasía en esta típica danza española.
Entre 1768-1778 Jovellanos vive su década sevillana.
La paz de París puso de manifiesto la debilidad con que
Carlos III iniciaba su andadura. El presidente del Consejo de
Castilla, conde de Aranda, iba a imponer un estilo que pondría fin a
la etapa napolitana de la primera parte del reinado de Carlos III.
Jovellanos, como alcalde del crimen de la Real Audiencia de Sevilla,
parte para la primera ciudad de Andalucía. Subyugado ante la belleza de la ciudad y sus monumentos (catedral, Giralda, barrio de
la judería…) y el encanto de sus mujeres, el joven magistrado se rindió al amor, pero ante todo fue el magistrado con su oficio de alcalde
del crimen. Aún dentro del respeto al sistema, opta por la reforma
total de la administración institucional de la Justicia, humanizando
el trato del reo en las cárceles y pidiendo la supresión de la tortura.
Al término de la década de los 60 nace en Bonn (Alemania) el
16 de diciembre de 1770, Luis Van Beethoven, el genio musical revolucionario entre el clasicismo (representado por Haydn y Mozart),
cuyas leyes formales perfeccionó y superó a través del osado desarrollo de sus temas, y el romanticismo, ampliando la libertad en el
lenguaje formal y la mezcla de géneros (poemas sinfónicos y sinfonías corales).
Brillante pianista, celebrado por su arte en la improvisación,
elabora sus obras al piano después de haber acumulado el material
temático a lo largo de varios años, apuntado en ajados cuadernos.
A pesar de sus nueve sinfonías y sus vanguardistas cuartetos
de cuerda, es el piano el que se sitúa en el centro de su actividad
musical: 5 conciertos y 32 sonatas. De entre ellas mencionamos las
más populares, pero no exentas de dificultad interpretativa: La nº 8
Patética, la nº 26 Les Adieux, la nº 57 Apassionata y la nº 14 Claro de
luna De esta última escucharemos el 1er tiempoa.
En 1774 la fama de Jovellanos, como magistrado honrado y
humanitario, llegó a Madrid y el conde de Aranda le asciende a oidor de la audiencia sevillana. Tiene entonces 30 años.
a
La presente conferencia se desarrolló con intervalos musicales al hilo de
su desarrollo (Nota del editor).
48
Boletín Jovellanista V - 2004. Vicente Cueva Díaz
Frecuentador de la tertulia de Pablo de Olavide, adicto al enciclopedismo francés y poseedor de una importante biblioteca,
estos años sevillanos fueron fecundos en producción literaria, no
faltando la poesía amatoria, género que admiraba pero que se le rebelaba.
Entre tanto, en 1774 en Viena, es nombrado rector de la Capilla
Real el italiano Antonio Salieri. Entre sus discípulos contó con
Beethoven y Schubert, Hummel y Listz. Conocido como rival de
Mozart, pertenece más al periodo clásico, a cuyos postulados permaneció fiel.
En 1776 algo hace crisis en Jovellanos. Los versos amatorios
los dedicará, a partir de ahora, a cantar lo que para él, era más noble
en la vida: la patria.
Tras la caída del conde de Aranda, Campomanes saca a su paisano Jovellanos de Sevilla y le consigue en Madrid la plaza de
alcalde de Casa y Corte.
Marcha llorando de Sevilla donde deja amigos y recuerdos imborrables. A partir de ahora vivirá sólo para su patria.
En este mismo año nace en Bratislava, Johann Hummel,
alumno también de Mozart, maestro de capilla de Stutgart y luego
en Weimar. Entre sus alumnos figuran Mendelsohn y Czerni. Como
compositor abordó todos los géneros: ópera, música religiosa y música instrumental. Gran amigo de Haydn, es Hummel figura puente
entre el clasicismo y el romanticismo.
La fama de gran cultura de Jovellanos le abre las puertos de
casi todos las Reales Academias.
Entre 1779 y 1782 es nombrado miembro: de la de la Historia,
de la de Bellas Artes de San Fernando, de la Real Academia Española, la decana; y es comisionado por el Consejo de Gobierno para
ir a León, a la toma de posesión del nuevo prior de San Marco y a
Asturias, a la inauguración de la calzada entre Oviedo y Gijón.
Oviedo le nombra miembro de honor de la Real Sociedad
Económica de Amigos del País. El Rey le concede el hábito de caballero de Alcántara y le designa consejero de las Órdenes Militares.
En octubre de 1782 nace en Génova, Nicolo Paganini. A finales del siglo XVIII Génova era una ciudad independiente bajo el
protectorado español y en 1791 la tomaron los franceses.
Jovellanos y la música de su tiempo
49
Virtuoso del violín, compuso 6 conciertos (hacia los años 70
del siglo pasado, el gran violinista polaco, nacionalizado mejicano,
Henry Szering, nos sorprendió con el hallazgo del nº 7), 24
Caprichos para violín sólo, fundamentales en el desarrollo de la técnica moderna, y muchos ciclos de variaciones. Era tal su técnica
interpretativa que los críticos de la época coincidían en aseverar la
posesión de su alma por el mismo diablo.
Entre 1785 y 1786 compone Mozart dos de sus conciertos para
piano. En este tiempo nace en Eutin, Alemania, Carl Mª van Weber,
contemporáneo de Beethoven y Schubert, y con ellos centramos la
primera generación romántica. Fue un gran virtuoso del piano y
entre sus obras destacaremos su Invitación al Vals, para piano.
Considerado el creador de la ópera romántica, sus títulos El cazador
furtivo y Oberon obtuvieron éxito triunfal en sus representaciones.
Murió en Londres y sus restos fueron trasladados posteriormente a
Alemania en 1844.
En 1788, cuando Mozart escribió sus tres últimas sinfonías,
muere el rey Carlos III y Jovellanos es encargado de hacer el homenaje a su memoria. El Elogio lo lee en sesión pública de la Real
Sociedad Matritense el 8 de noviembre. Se inicia el reinado de
Carlos IV.
En 1789 comienza la Revolución Francesa.
Desde Marzo de 1790, y hasta su muerte en 1809, Haynd escribió sus 12 últimas sinfonías, el oratorio La Creación y Las
Estaciones. En este mismo año se inicia la desgracia en la vida y en
la carrera de Jovellanos. En su afán de progresía se manifestó en
defensa de salarios justos en contra de los que defendían la riqueza
del Estado, lo cual provocó la persecución más violenta de la
España que no quería ser ilustrada, la España reaccionaria de
Carlos IV. Es comisionado (más bien apartado de la Corte) para realizar viajes de inspección en Salamanca y toda la cornisa
cantábrica, llegando al País Vasco en septiembre del 91. Jovellanos
ya tiene en mente la fundación del Instituto Asturiano de Gijón. En
Octubre regresa a Salamanca visitando los colegios de Alcántara,
de Santiago y de Calatrava. Vive a lo reformador pero no olvida visitar a sus amigos. Y como crítico, censura las miserias, intrigas y
abusos deshonestos.
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Boletín Jovellanista V - 2004. Vicente Cueva Díaz
Este mismo año muere Mozart en Viena. Dos meses más
tarde, nace, en Pesaro, Joaquino Rossini. Se convirtió en el más destacado compositor italiano. Sus óperas Guillermo Tell, El Barbero de
Sevilla, La Cenicienta, etc. se estrenarían con posterioridad a la muerte
del ilustre Jovellanos. En su última etapa, Rossini compone obras
religiosas y piezas breves para voz y piano («pecados de su vejez»,
según él mismo decía).
El 21 de Enero de 1793 fue guillotinado en Francia Luis XVI.
En este mismo año Beethoven se traslada a Viena y en Diciembre se
interpreta por primera vez el Réquiem de Mozart. Alemania e Italia
siguen a la cabeza de la música europea.
Y en 1794 Jovellanos tenía 50 años y un gran prestigio, pero
los Reyes prefieren a Godoy, cuya frivolidad en la Corte acabaría en
los terribles sucesos de 1808.
En 1794 logra Jovellanos su gran deseo, la fundación del Real
Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía, afrontada no como
hombre de ciencia sino como humanista, para plantar cara el futuro,
y cuyo curso de apertura se celebra el 7 de Enero.
De esta época es su Informe sobre la Ley Agraria, redactado para
la Sociedad Económica de Madrid, en el que denuncia la penosa situación del campo español.
En el otoño de 1796 tras recibir noticia de la corte de la declaración de guerra a Inglaterra, Jovellanos opta por no moverse de
Gijón, siendo comisionado para una misión secreta en la empresa
que el Estado tiene en La Cavada, dependiente del ministerio de
Marina.
Un año más tarde, tras pasar el puerto de Pajares, le sorprende
en Pola de Lena la noticia de que va a ser nombrado embajador en
Rusia. Esto significa la vuelta de la gracia real. Gijón entero le da la
enhorabuena, pero él desfallece ante la idea de partir, cara al invierno, a la lejana Rusia, cuando consideraba que ya estaba
empezando a traspasar los límites de la vejez.
Pero en los preparativos del viaje recibe un nuevo correo del
rey cambiando aquel nombramiento por el de ministro de Gracia y
Justicia. Esto suponía formar parte de los cinco que gobernaban
España, lo que implicaba mayores riesgos de índole moral que los
que hubiera podido sufrir en Rusia o en San Petersburgo.
Jovellanos y la música de su tiempo
51
El 21 de noviembre, Cabarrús sale a su encuentro y le pinta
un cuadro tan sombrío de la Corte y del talante personal de Godoy,
que queda sumido en un gran abatimiento.
Tomo posesión de su cargo con la intención de hacer el bien,
obtener para el país los mejores beneficios y consolidar el Instituto
de Gijón.
En 1797 nace en Viena, Franz Schubert, poco antes de que
Beethoven se instalara en esta ciudad, y murió allí en 1828, un año
después que el músico renano. Es un misterio de la historia de la
música el que estos dos grandes genios no se conocieran. Y un milagro sólo comparable con Mozart: al morir dejó un catálogo de
obras que superó el millar, con sólo 31 años.
Su obra más ambiciosa las sinfonías, las sonatas para piano y
su música de cámara, abordadas según la «forma clásica», no son la
plasmación adecuada de la genialidad de su arte. Ésta lo alcanza en
las «formas breves», sobre todo el Lied (La bella molinera, Viaje de
Invierno).
En cuanto a la música pianística destacan sus últimas sonatas,
improntus y fantasías.
Beethoven y Schubert viven un momento en que la música se
va transformando entre las corrientes clasicista y el romanticismo
pleno. Éste se desarrollaría totalmente en el siglo XIX, con
Mendelsohn, Schumann, Chopin, Brahms, Uszt, Berlioz y otros.
El 15 de Agosto de 1798, tras ocho meses en el poder, acosado
por las intrigas, se produce la caída de Jovellanos. Su destitución del
ministerio le supone un gran alivio; cinco días después se encamina
a los baños de Trillo (cercano a Cifuentes) a reponer su quebrantada
salud y a mediados de septiembre vuelve a Gijón, donde ha de enfrentarse al dolor de la muerte de su hermano mayor, su querido
Pachín, al reparto de bienes con su cuñada y al dolor por su patria,
que había sido invadida por los ejércitos revolucionarios franceses a
través de las fronteras de Cataluña y del País Vasco. Tiene 55 años
y buen estado físico, a pesar del exceso de excitación nerviosa sufrido durante su etapa ministerial, y tiene ante sí la ilusión de
impulsar su obra educativa a través del Real Instituto Asturiano.
En 1800, año en que Beethoven escribe su 1ª sinfonía,
Jovellanos anota en su Diario sus temores centrados en Napoleón y
52
Boletín Jovellanista V - 2004. Vicente Cueva Díaz
el 20 de Enero de 1801 hace una última anotación antes de ser encarcelado: «Martes 20. Poco sueño. Nubes. Frío». Tal vez un frío que
ya tenía en el alma por el abandono, desde el octubre anterior, de
amigos y contertulios.
El 13 de Marzo, el magistrado Andrés La Sauca, regente de la
Audiencia de Oviedo, procedió a su apresamiento, a disgusto con
las órdenes de la Corte. Entre ambos se forjó una buena amistad y
prueba de ello es que durante la travesía entre Gijón y la costa catalana conducen ambos las anotaciones en el Díarío y cuando el 13
de abril Lasauca le entrega a las autoridades militares en Barcelona,
éste escribe: «… ambos conducimos este diario… ¡Dénos el Cielo,
algún día, el placer de repasarle juntos con la misma buena unión
que le escribimos!».
Se le aloja en el convento de la Merced y al día siguiente se le
embarca rumbo a Palma, siendo inmediatamente trasladado a la
Cartuja de Valldemosa (que 37 años después harían famosa Federico
Chopin y George Sand, aún cuando ya podría serio a partir del alojamiento del patricio asturiano): es el 18 de Abril de 1801.
Hasta comienzos de 1802 sólo escribe breves apuntes en su
Diario sobre su vida en la cartuja, lo cual denota su bajo estado de
ánimo. Fiel a su señorío, comparte con los benditos frailes su vida
«frugal», sus rezos, silencios y la paz conventual. Aprovechó su
tiempo ordenando los libros del convento, leyó sus manuscritos y,
recogiendo plantas con el religioso boticario, estudió botánica y escribió una obra que fue muy útil a la salud pública de aquel país13.
Costeó la arbolada avenida que facilitó el acceso al convento.
Sin saber de qué se le acusaba (proceso hubo, pero secreto) solicitó de Carlos IV la revisión del proceso y entonces el ministro
Caballero ordenó el más riguroso encierro en el Castillo de Bellver,
donde Jovellanos pasaría seis años en condiciones realmente penosas.
Si para Jovellanos fue cruel el comienzo del siglo, no lo fue
menos para Beethoven. Aquél perdió su libertad y éste se ve sumido
en la sordera más absoluta. Desesperado escribe su Testamento, en
donde vierte ideas de suicidio y profunda depresión. A pesar de
13
CEAN BERMÚDEZ, Juan A. Memorias para la vida de Jovellanos. Madrid, 1814;
págs. 85 y 86.
Jovellanos y la música de su tiempo
53
ello, compone su 2ª sinfonía y sus sonatas para piano Appassionata
y Heroica.
En 1803 nace Héctor Berilos, el mayor exponente del romanticismo francés, introductor del arte sinfónico de Beethoven en
Francia, pone las bases que tanto influirán en Listz y Wagner. Su
Sínfonía Fantástica supone un gran paso en el empleo de la orquesta
más colorista y grandiosa.
Entre 1803 y 1808 Beethoven compone la 5º y 6ª sinfonías en
el apogeo del dominio de la Francia Napoleónica en la Europa
Occidental. Y el propio Beethoven estrenó su Concierto para piano nº
4 en Sol M. Op. 58.
En 1804 Napoleón se corona Emperador de Francia y en este
mismo año nace el compositor Mijail Glinka, con cuya obra surge
la primera escuela nacionalista en Rusia, imperio que logra recuperarse del desastre producido por las guerras contra Napoleón.
En 1805 fallece en Madrid Boccherini. Tras la derrota naval de
Trafalgar frente a la Inglaterra de Nelson, el fracaso de la política de
gobierno de Carlos IV es notorio.
En Abril del mismo año Jovellanos escribe a Caballero sobre
su triste situación y su quebrantada salud en Bellver. Tiene 61 años
y suplica clemencia a los reyes para que le permitan volver a su
Asturias.
Poco después Beethoven escribe la 4ª Sinfonia, los Cuartetos
Op.59 para el Conde Razumowsky y su ópera FídeIlo, y Jovellanos,
elevándose sobre su situación personal en prisión, canta el lugar, escribiendo uno de sus trabajos literarios más sugestivos: Descripción
panorámica del Castíllo de Bellver.
No podemos dejar de reseñar aquí la figura del compositor
bilbaíno, considerado el Mozart español, Juan Crisóstomo Arriaga,
nacido en 1806 (momento en que Jovellanos se supera a sí mismo
dentro de la prisión). Murió prematuramente a los 20 años. Sus cuartetos alcanzan una perfección haydniana. Autor de música escénica
y de una sinfonía que anuncia detalles románticos.
Cuando en 1808 Napoleón exige que el Ebro sea la nueva frontera meridional de Francia, estalla el Motín de Aranjuez y como
resultado, Carlos IV abdica en su hijo Fernando (VII) motivando la
caída de Godoy.
54
Boletín Jovellanista V - 2004. Vicente Cueva Díaz
Y en marzo de este mismo año, Haydn, en su 76 cumpleaños
hace su última aparición pública en la gran sala de la Universidad
de Viena, para asistir a una interpretación de gala de su oratorio La
Creacíón, con Salieri como director.
Una de las primeras medidas del nuevo gobierno español es
liberar a Jovellanos. La orden llega a Palma el 5 de Abril de 1808.
Jovellanos, aún en Mallorca, vuelve a La Cartuja a dar gracias
a Dios; en tanto, Napoleón nombra a su hermano José rey de
España, lo que da lugar en Madrid al alzamiento del 2 de mayo del
pueblo español contra los invasores. Y el 3 de mayo se producen los
fusilamientos de La Moncloa, registrados pictóricamente con mano
maestra por Goya.
La patria está en peligro y Asturias es la primera en organizar
su Junta Provincial, la cual solicita a Jovellanos la represente en la
Junta Central, supremo órgano de gobierno de la España nacional.
Tiene 64 años y aun con la salud dañada por tanto persecución y sobresaltos, trabaja como miembro de la Junta Central desde mediados
de septiembre de 1808 al 31 de enero de 1810, en que disuelta ésta
Jovellanos considera terminada su tarea y solicita permiso para regresar a Gijón.
Un año antes, en Hamburgo, nace Félix Mendelssohn (famosas sus Romanzas sin palabras y su Concierto para violín). Muere en
Viena, el 31 de Mayo, J. Haydn, y Beethoven compone su Concierto
para piano nº 5, Emperador.
Al año siguiente, nacen Federico Chopin cerca de Varsovia y
Roberto Schumann en Zwickau (Sajonia). Ambos representan la personificación del artista romántico.
El 26 de Febrero de 1810 embarca Jovellanos en la bahía de
Cádiz con destino a Asturias. Los vientos contarios dificultan la navegación y les obligan a desembarcar en Muros (Galicia), donde se
ve forzado a pasar más de un año, pues Oviedo, Avilés y el propio
Gijón habían caído en manos francesas.
El 17 de julio de 1811 deja Muros. Por fin, Gijón, el 6 de agosto,
que le recibe con vivas al padre de la patria. Vive unos meses de serenidad, tratando de volver a poner en pie su Instituto Asturiano
(«su sueño de una España mejor,»), pero no lo consigue: el 6 de noviembre, la ofensiva vuelve a poner Gijón bajo los franceses y
Jovellanos y la música de su tiempo
55
Jovellanos se ve obligado a una última y desesperada huída, que
efectuó por mar para mayor seguridad. Pero el Cantábrico es peligroso en el mes de noviembre. Con dificultad se pudo franquear el
cabo de Peñas y tras ocho días hubo de refugiarse en una pequeña
aldea de pescadores: Puerto de Vega.
Como consecuencia, su frágil salud no resiste un fuerte enfriamiento, que se convierte en pulmonía. Y el 29 de noviembre de
1811, tras fuerte delirio, muere el gran patricio asturiano con el dolor de no ver su patria liberada («Nación sin cabeza… ¡desdichado
de mí!»).
Coincidiendo con la muerte de Jovellanos, se interpreta públicamente el Concierto para piano nº 5, Emperador de Beethoven, bajo
la dirección de Schulz.
En este mismo año, nace en Raiding (Hungría, hoy Austria),
Franz Listz, el concertista de piano por excelencia.
Y no quiero finalizar sin relacionar aquí al gran patricio asturiano, figura clave de la Ilustración Española en el siglo XVIII, con
el mas grande músico de todos los tiempos: Beethoven.
Jovellanos pugnó durante toda su vida para que la educación, la cultura y el bienestar hicieran al hombre libre y respetuoso
con sus semejantes. Beethoven sostenía que la Música es el más
alto lenguaje. Y si el lenguaje posibilita el conocimiento, ¿a qué conocimiento puede tener acceso el más alto lenguaje de la música?
¿El del corazón humano? ¿El de la esencia de Dios?
Jovellanos fue un alma grande que, con su persecución, le elevaron a la categoría de héroe nacional. Beethoven fue un héroe del
silencio, silencio interior aumentado por su sordera, silencio lleno
de armonías con contenido, con mensaje de alma grande que creyó
fervientemente en los principios propugnados por la Revolución
Francesa haciendo suyos los del movimiento ilustrado: Igualdad,
Legalidad y Fraternidad.
Jovellanos pagó con su vida. Beethoven con el dolor moral de
descubrir que el genio militar, el salvador de la humanidad,
Napoleón, fue un auténtico fraude. Tan solo éste, que a sí mismo se
coronó emperador, no alcanzó la categoría de héroe al convertirse
en tirano, traicionando los sagrados principios de la moral ilustrada.
56
Boletín Jovellanista V - 2004. Vicente Cueva Díaz
OTROS LIBROS CONSULTADOS
Historia de la Música. (Del apogeo del Barroco a Beethoven. T. IV). A
cargo de la Sociedad Italiana de Musicología. Edición española revisada por Andrés RUIZ TARAZONA.
Historia de la Música. Deutsche Grammophon.
La Gran Música paso a paso. PolyGram. C. Internacional del Libro.
Disfrutar con la Música Clásica. Guía Básica. Manuel CAPDEVILA.
Península.
Historia de la Música. Editorial Codex. S.A. Volumen III. Impreso en
España, 1967.
Relacion de músicos citados
A) Barroco
ALBINONI, Tornrnaso (1671-1750). Barroco italiano.
BACH, J. Sebastián (1685-1750). Barroco alemán (considerado la cumbre del Barroco).
TELEMANN, Jorge Felipe (1681-1767). Barroco alemán.
HAENDEL, G. F. (1685-1759). Barroco Inglés.
BRUNETTI, Giacomo (1744-1798). Músico italiano perteneciente al
Barroco español.
BOCCHERINI, Luigi (1743-1805). Ídem anterior.
SCARLATTI, Domenico (1685-1757). Ídem anterior.
CAMPRA, André (1660-1774). Barroco francés.
COUPERIN, Francois (1668-1733). Barroco francés.
DESTOUCHES, André Cardinal (1672-1749). Barroco francés.
RAMEAU, Juan Felipe (1683-1764). Barroco francés.
B) Galante
SOLER, P. Antonio (1729-1783).
Jovellanos y la música de su tiempo
57
C) Clasicismo
HAYDN, Franz J. (1732-1809). Clasicismo alemán.
SALIERI, Antonio (1750-1852). Italiano al servicio de la Corte Austríaco.
MOZART, Amadeus (1756-1791). Escuela de Viena (da el golpe de gracia al Barroco en 1764. Sus últimos obras tienen carga
romántica).
D) Entre Clasicismo y Romanticismo
BEETHOVEN, Luis van (1770-1827).
HUMMEL, Johann N. (1778-1837).
ROSSINI, Gioacchino (1792-1868). Ópera Italiano. Arriaga, J.
Crisóstomo (1806-1826). Español.
E) Primera Generación del Romanticismo (Alemán)
BEETHOVEN, Luis v.
WEBER, Carl Mª (1786-1826).
SCHUBERT, F. (1797-1828).
PAGANINI, N. (1782-1840). Romántico virtuoso del violín. Italiano.
F) Segunda Generación el Romanticismo
BERLIOZ, Héctor (1803-1869). Máximo exponente del Romanticismo
Francés.
MENDELSHON, F. (1809-1847). Romántico con gran sentido de la
forma clásica. Alemán.
SCHUMANN, Robert (1810-1856). El más fiel representante del
Romanticismo Germánico.
CHOPIN, Federico (1810-1845). Junto con Schumann, la personificación del artista romántico. Polaco.
LISZT, F. (1811-1886). Prototipo del artista romántico internacional.
G) Escuela nacionalista rusa
GLINKA, M. (1804-1857).
Notas sobre la salud física
y mental de Jovellanos*
por Joaquín Fernández García
y Rodrigo Fernández Alonso
I. INTRODUCCIÓN
Es muy difícil, al día de hoy, poder decir algo original o novedoso, tanto de Jovellanos como de su obra1. Sin embargo, no
siempre es imprescindible decir algo nuevo para que lo que se diga
deje de ser interesante. Y, en esta línea, nos hemos colocado, susci-
*
Parte de este texto, sirvió de base para una conferencia, dada por el doctor don Joaquín Fernández García en el patio del museo Casa Natal de Jovellanos
(Gijón) el día 30 de enero de 2004. Aquel material reelaborado y ordenado por el
doctor don Rodrigo Fernández Alonso, dio origen a este texto definitivo que aparece ahora como artículo en el Boletín Jovellanista, y que gustosamente compartimos.
(Nota de los autores).
1
Para el lector interesado cabe destacar las siguientes obras:
CASO GONZÁLEZ, J. M., Vida y obra de Jovellanos. Caja de Ahorros de Asturias
/ El Comercio. Gijón, 1993 (2 vols.).
CASO GONZÁLEZ, J. M. Biografía de Jovellanos. Adaptación y edición de Mª
Teresa Caso. Fundación Foro Jovellanos del principado de Asturias. Gijón, 1998.
ÁLVAREZ VALDÉS y VALDÉS, M., Jovellanos: Enigmas y certezas. Fundación
Alvargonzález / Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias. Gijón,
2002.
60
Boletín Jovellanista V - 2004. J. Fernández García y R. Fernández Alonso
tando una cuestión de tanto interés como pudo ser la salud de
Jovellanos. Aunque el tema ya ha sido estudiado por el ilustre médico naviego Jesús Martínez y otros, concretemos algunas cuestiones
en torno al mismo; cuestiones que, llevadas al terreno de la divulgación jovellanista, estamos seguros les interesarán2.
Esta conferencia, por tanto, es introductoria y aprovechamos
la ocasión para decirle al presidente del Foro que estamos dispuestos a colaborar en asuntos de mayor calado, cual es un ciclo de
conferencias sobre la salud de Jovellanos a desarrollar en el año 2005
o en años sucesivos.
Por ello, vamos a ocuparnos, sucesivamente, de los siguientes asuntos. En primer lugar, de la salud física de Jovellanos en estos
aspectos: La herencia, las medidas profilácticas que puso en marcha
para evitar la enfermedad y las patologías que Jovellanos padeció
en vida así como la causa que le llevó a la muerte. Y, en segundo lugar, de la salud mental de Melchor Gaspar en dos aspectos básicos:
su personalidad y los padecimientos del ánimo que le sobrevivieron durante su vida.
Comencemos por la primera cuestión general; esto es: la salud de Jovellanos y dentro de la misma su salud física, analizando
las variables más interesantes que incidieron en la misma.
II. LA SALUD DE JOVELLANOS
En términos generales podría decirse que Jovellanos gozó
siempre de una excelente salud tanto física como mental, lo que le
permitió llenar su vida de trabajos e inquietudes, acumulando cargos y responsabilidades que no podrían soportar ni un enclenque
físico ni un pusilánime.
Jovellanos, hombre sano y fuerte, llegará a la cincuentena con
su historia clínica en blanco, iniciando por aquellas fechas, sus primeros quebrantos físicos y morales, que tendrán un fiel reflejo tanto
en sus diarios como en su epístolario.
2
MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, J.: Patobiografía y pensamiento biológico. IDEA.
Oviedo, 1966.
Notas sobre la salud física y mental de Jovellanos
61
Analicemos, brevemente, su salud física y los aspectos más
importantes de la misma.
II.1. La salud física
No es fácil traer a nuestro mundo a un personaje remoto por
más datos que poseamos tanto biográficos como iconográficos. En
el caso concreto de Jovellanos los datos autobiográficos, a fuer de
sinceros, ayudan a conocer bastante bien su estado de salud; pero, al
aventurarse en el mundo de la iconografía jovellanista, se corre el
riesgo de la perplejidad y el desconcierto. De ello, avisaba Julio
Somoza con suma claridad. Decía: «Muchos retratos hemos visto de
don Gaspar, copiar al óleo, al pastel, miniaturas, grabados, perfiles,
bustos, relieves… ninguno se parece»3. Por ello, para tomar como
referente de la posible salud física de Jovellanos su iconografía, deben seleccionarse las imágenes con mayores garantías; y, se
consideran como tales los retratos o copias de Goya y los bustos realizados por don Ángel Monasterio4.
Mucho se ha especulado en torno a Jovellanos, su salud y su
temperamento basándose en la iconografía. Los patobiógrafos dicen, al respecto, que de acuerdo con la biotipología constitucional
clásica se trataría de un tipo muscular o bilioso. Uno de ellos le atribuye estas peculiaridades psicofísicas partiendo del biotipo:
La actitud general del biotipo que analizamos es tranquila, serena, majestuosa, noble y correcta. El bilioso, sobrio en el gesto y
lento en el ademán, escribe posturas cuidadas y comedidas que, le3
SOMOZA, J.: Jovellanos. Nuevos datos para su biografía. Biblioteca de la
Propaganda Literaria. La Habana, 1885; pág. 205.
4
Los retratos de Goya y copias de mayor interés son estos:
Retrato atribuido a Goya, hecho en 1780. Perteneció a la familia CienfuegosJovellanos, en la actualidad en el Museo de Bellas Artes de Asturias. Tenía 33-36 años.
Retrato hecho pro Goya en Jadraque en 1809. Es el más difundido de Goya
y de autenticidad probada. Tenía 64 años. Propiedad de la marquesa de Villamejor,
lo conserva hoy, en Madrid, la vizcondesa de Irueste.
Retrato de don Juan Cónsul, reproducción del primero aquí señalado.
62
Boletín Jovellanista V - 2004. J. Fernández García y R. Fernández Alonso
jos de ser una pose, son una consecuencia de su equilibrio natural.
No se abandona cuando se sienta, ni pierde su dignidad cuando camina. La cabeza erguida, formando bloque con el tronco, confiere a
la marcha un ritmo solemne que nunca es afectación o estudio5.
Nosotros, sinceramente, creemos en una correlación muy genérica entre los biotipos humanos, el carácter, la personalidad y la
morbilidad tanto física como psíquica de los mismos pero, en términos tan genéricos que estos relatos patobiográficos clásicos,
creemos, se pierden en la más absoluta de las imprecisiones. En
suma, nos sirven para poco a la hora de analizar el estado de salud
de un paciente; sobre todo, si éste ya ha fallecido hace siglos.
A nuestro modo de ver, la mejor fuente para conocer el estado
de salud de Jovellanos son sus escritos autobiográficos. Veamos, por
tanto, a la luz de los mismos los datos más interesantes sobre su salud física, comenzando por la herencia.
II.1.1. LA HERENCIA
Entre los padres de Jovellanos había consanguinidad igual y
colateral de sexto grado, que no condicionó anomalías aparentes o
clínicamente significativas.
Aunque el matrimonio tuvo doce hijos, sólo nueve rebasaron
la juventud alcanzando algunos la edad provecta. La muerte de tres
hijos en la segunda década de la vida estaba dentro de lo previsible
en una época en la que la mortalidad infantil y juvenil era francamente elevada. Pero no hay datos que hagan pensar en taras
familiares debiendo considerarse como un hecho aleatorio, casual
o fortuito la fealdad de Benita, la primera hermana viva, a la que siguieron el resto, siendo el penúltimo Gaspar Melchor. La notoria
fealdad de Benita fue comentada así, por el propio Jovellanos:
Cuanto agravió la naturaleza a Doña Benita en su figura, que
es a la verdad poco recomendable, la favoreció en las dotes de su alma,
5
MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, J.: Op. cit., pág. 24.
Notas sobre la salud física y mental de Jovellanos
63
que son de las más sobresalientes. Su talento y su virtud son en el
día la admiración de la ciudad de Oviedo donde reside6.
Digamos que, se sepa, Jovellanos no recibió, en apariencia, taras
orgánicas reconocibles como heredadas; que, la mortalidad y sobrevivencia de su familia, entraba dentro de lo previsible en su época; y,
que finalmente, algunos de sus hermanos gozaban de una inteligencia extraordinaria; tal fue el caso de Alonso, superdotado, guardia
marina, quien falleció en América a los 25 años; y, de Francisco de
Paula, capitán de navío y después profesor, director del Real Instituto
Asturiano, fallecido en Gijón a los 55 años de tuberculosis pulmonar.
II.1.2. LOS CUIDADOS PERSONALES: PROFILAXIS DE LAS ENFERMEDADES
En la época en que vivió Jovellanos poco se podía hacer, una
vez adquirida una enfermedad grave. La obra del Doctor Tissot, divulgada por toda Europa, enfatizaba de modo reiterado la
importancia de la profilaxis en el control de las enfermedades humanas7; no nos cabe la menor duda de que tal obra estaba en los
anaqueles de la bien nutrida biblioteca de Jovellanos; al menos,
existe una clara coincidencia entre algunos consejos de tal obra y los
hábitos de Gaspar Melchor. Analicemos, brevemente, algunos aspectos de los cuidados personales que Jovellanos practicaba para
ahuyentar la enfermedad y para confort personal.
II.1.3. LA HIGIENE PERSONAL Y AMBIENTAL
Jovellanos habla de la higiene personal y ambiental cuando la
echa de menos, que es en algunos de sus viajes.
6
Memorias familiares, pág. 205. (Citado por Jesús MARTÍNEZ FERNÁNDEZ en
Op. cit. págs. 57-58)
7
Tratado de las enfermedades más frecuentes de las gentes del campo / por Mr.
TISSOT, doctor y catedrático en Medicina… Cuarta edición corregida y aumentada…
Publicado por orden del Gobierno de Francia y traducido por don Juan Galisteo y
Xiorro, profesor de Medicina. Con privilegio. En Madrid. En la imprenta de Pedro
Marín. Año 1781.
64
Boletín Jovellanista V - 2004. J. Fernández García y R. Fernández Alonso
Respecto a la higiene personal, no pide o aspira a grandes
cosas que se reducen a: baño completo, lavatorio de pies con aguardiente o agua sola, lavado de cabeza, afeitado, y corte de uñas y
callos.
En sus diarios, la frecuencia de estas elementales medidas higiénicas se regulan de acuerdo con el destino del viajero; así, en
villas y ciudades de las provincias Vascongadas y algunas de
Castilla la Vieja, no suelen transcurrir más de cuatro días, sin realizar las elementales tareas de higiene personal; sin embargo, en otros
lugares podía mediar un mes y más entre pediluvios sucesivos8.
Quien así se ocupaba de su higiene personal, en cuanto podía,
también lo hacía de su vestido; en él buscaba Jovellanos comodidad
e higiene, pudiendo plegarse los patrones a los dictados de la moda,
mientras no amenazasen peligrosamente la salud. Por ello, sin perder estilo y prestancia y sin renunciar al adorno discreto y de buen
gusto, los trajes debían confeccionarse conforme a cánones de sencillez, comodidad, edad, época del año y género de vida. De este
asunto se ocupó Jovellanos en alguna de sus obras como Las
Memorias Pedagógicas y otras9.
Respecto a la higiene ambiental, Melchor Gaspar, como viajero empedernido, era muy sensible a la calidad de los alojamientos
que se le ofrecían al trotamundos. En El Diario de los viajes, dedica
muchos párrafos a la calidad de ventas y posadas que en general
eran: pequeñas, malolientes, incómodas, con mobiliario pobre y ropas asquerosas e inmundas, siendo asilo de viajeros, arrieros,
pulgas, chinches y toda clase de insectos. Y, lo que aún era peor en
muchas ocasiones: el viajero exhausto y con hambre no encontraba
en aquellos establecimientos, ni comodidad ni los alimentos imprescindibles, teniendo que agenciárselos muchas veces por su
8
Para corroborar estas afirmaciones, vid. Diarios, Tomo II, pág. 66 y pags.
390-444. En El diario de los viajes, edición de Jesús MENÉNDEZ PELÁEZ, Gijón, 1998, pág.
140, el lunes 25 de noviembre de 1793: «pero nada sé de mi gente y ahora envío a saber de ella y del escribano que hace de barbero, porque mis barbas claman por él».
9
Memorias pedagógicas. B. A. E., tomo 87; Reglamento literario e institucional para el Colegio Imperial de Calatrava en la ciudad de Salamanca. B. A. E., Tomo 46;
y Diálogos sobre el trabajo del hombre y el origen del lujo. B. A. E., Tomo 87.
Notas sobre la salud física y mental de Jovellanos
65
cuenta10. No debe extrañar, por tanto, que en ocasiones se quejase
de este modo:
Puente los Fierros: Cruel posada; falta de todo. Envío a
Campomanes por vino y truchas. Llega la gente dadas las tres de la
tarde, cansada, pero concluida la operación hasta el pueblo. ¡Gracias
a Dios que estamos fuera del puerto¡. Descansaremos y tomaremos la
comida y cena a un mismo tiempo. Así se hizo; descúbrense las camas: la mejor es insufrible por asquerosa. Resuelvo pedir un par de
colchones al cura, aunque vive en Buelles, lugarcito de la feligresía de
medio cuarto de legua de aquí; los envía muy buenos. Hácese una
cama tolerable con mis sábanas y se pasa una buena noche, aunque
la posada es sucia, desabrigada y desproveída de todo11.
Así es que, cuando encuentra una buena posada, Jovellanos
rompía en elogios de este modo:
[…] Noreña, más allá; al frente, la Pola; llegamos a las seis y
media, con felicidad, sin calor ni frío; al mesón Centí: limpio, cómodo, buena ropa; refrescos; cena; dos ollas y dos guisados, truchas
fritas, salmón en escabeche, dulce y queso… somos de comitiva seis
principales y seis criados12.
No es pródigo Jovellanos en noticias o comentarios sobre la
salubridad de ciudades y pueblos españoles, que no debían ir mucho más allá que las ventas del agro español. Baste, para
confirmarlo, recordar las Ordenanzas Municipales de Barcelona que
en 1840 prohibían «echar a la calle basuras, espulgar sábanas, camisas ni otra clase de ropa, ni sacudir esteras, ruedos, ni otra cosa, lo
que puede incomodar a los que transitaren, bajo pena de 12 rs., a
más de enmendar el daño que tal vez se causare»13.
10
El diario de los viajes, págs. 48, 50, 51, 59, 61, 62, 91, 94, 96, 108, 130, 133,
134, 175, 178, 184, 185.
11
Ídem, pág. 133.
12
Ídem, pág. 175.
13
MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Jesús, op. cit., pág 207.
66
Boletín Jovellanista V - 2004. J. Fernández García y R. Fernández Alonso
Hechos estos breves comentarios sobre la higiene personal y
ambiental en la obra de Jovellanos, glosemos, brevemente, sus ideas
higiénicas sobre la comida y la bebida.
II.1.4. COMIDA Y BEBIDA
Aunque se ha dicho que Jovellanos era sobrio en el comer y en el
beber, poseemos una documentada opinión de que se despachaba muy
a gusto en la mesa. Leyendo El diario de los viajes enseguida se acostumbra uno a frases como éstas: «comimos», «llegamos a comer», «rústica,
pero abundante y buena comida», «vamos a cenar», «cena magnífica»,
«comida a la rústica», «refresco», «colación de chocolate», etc., etc.
Leyendo y releyendo el texto, llega a creerse que la comida es
una auténtica obsesión para Jovellanos. Haciendo recuento de las
palabras desayuno, comida, cena, bebida y colación, el número de citas
asciende a la no despreciable cifra de ¡ciento veintiséis¡.
Pero habitualmente, no son citas simples sino que en ellas se
comentan cantidad, calidad de los alimentos y bebidas ingeridos.
Podría decirse que aunque comía por necesidad, dada su
constante actividad tanto física como mental, disfrutaba mucho comiendo, perdiendo los estribos en no pocas ocasiones. En muchas
descripciones, se ve con claridad el goce del buen yantar o la desilusión o el rechazo a una comida escasa o mal servida.
Poco o nada sabemos de la gastronomía asturiana durante el
siglo XVIII; y, las descripciones que Jovellanos hace, no se ajustan a
gustos, sino a las existencias fortuitas en las despensas de las posadas en las que se paraba. En efecto, en gran medida la comida solía
estar a tenor con el establecimiento elegido o fortuito.
En muchas ocasiones, el comentario de Jovellanos es muy inespecífico; son frecuentes frases como éstas: «rústica, pero
abundante y buena comida»14; «cena magnífica»15; «casa del Busto.
Buena cena y buena cama»16; frases genéricas en las que se suman
la calidad de los alimentos y la buena atención.
14
15
16
El diario de los viajes, pág. 64.
Ídem, pág. 86.
Ídem, pág. 106.
Notas sobre la salud física y mental de Jovellanos
67
En otras ocasiones Jovellanos específica los menús, como en
éstos casos: «comida a la rústica: rica leche, manteca acabada de salir del Zapico, cuajada y truchas fresquísimas de Teberga»17; o «cené
dos ricas truchas, tuve buena cena y buen sueño»18.
Pero, como ya señalamos, no siempre era así porque había posadas con alimentos escasos; en estas situaciones, el propio viajero
tenía que procurarse su alimentación o echar mano de los fiambres
que llevase19.
Tal como puede apreciarse en El Diario de los Viajes, Jovellanos era amigo de los refrescos. No conocemos pormenores de
los mismos, pero cabe pensar que eran sabrosos, pues en muchas
ocasiones señala quien le invita a tomarlos como una alta distinción.
Los refrescos, se solían tomar en los domicilios mientras se
conversaba y hasta en la sacristía de las iglesias o monasterios.
Podían tomarse solos o con bizcochos, dulces de caja o azucarillos20.
Jovellanos no solía tomar vino, salvo con fines medicinales; y
nos consta que tomaba chocolate y café21.
Íntimamente relacionadas con comida y cena estaban la siesta
y el plácido sueño nocturno. Jovellanos practicaba la siesta, sistemáticamente después de la comida de mediodía; y, asociaba lo
placentero de una buena comida con una buena siesta en frases tales como éstas: «Buena comida. Buena siesta»22; «Comimos muy
bien. Buena siesta»23; «después de comer magníficamente, de dormir una larga siesta y de tomar café…»24.
La cena y el reparador sueño nocturno eran siempre deseables y, a veces podían relacionarse.
17
18
19
20
21
22
23
24
Ídem, pág. 99.
Ídem, pág. 107.
Ídem, pág. 77.
Ídem, págs. 186, 139 y 167
Ídem, págs. 94 y 115
Idem, pág 92.
Idem, pág 106.
Idem, pág 115.
68
Boletín Jovellanista V - 2004. J. Fernández García y R. Fernández Alonso
Un buen sueño, era preferible con una cena escasa; decía:
«Cena corta y buen sueño»25, o, al contrario: «Cena agradable y a
dormir tarde»26.
En ocasiones, algún alimento podía alterar el dulce sueño:
«Cena y a la cama. El chocolate me había desvelado e hizo la noche
más triste. Me duermo, al fin»27.
Y, una mala cama también podía incidir en un mal descansar:
«Cena. Noche desvelado sin saber por qué y molesto por la dureza
y desnivel de la cama»28.
Lo ideal era: «Buena cena, buena cama»29, ó «buena cena en
demasía y regaladísima cama»30.
Sólo una sola vez señala con pena haberse ido a la cama sin
cenar; lo dice lacónicamente así: «A la cama sin cenar»31.
II.1.5. LA VIDA ORDENADA
Jovellanos procuró siempre una vida ordenada; él habla en el
Diario de los Viajes de «Mis hábitos de vida dulce y tranquila»32. Vida
dulce y tranquila que, pese a sus trabajos, parece que consiguió durante años; pero, al conspirar contra él los amigos, la enfermedad,
las circunstancias políticas y las desgracias nacionales aquel deseo,
cumplido durante años, se vino abajo; es cuando dice: «Mi vida no
es muy apetecible, en medio de la desolación de mi patria»; o «ya
no sé en qué se detiene esta vida»33.
Para rematar esta primera parte referida a la salud física de
Jovellanos, comentemos varias cuestiones más de interés: A saber:
las enfermedades que padeció; los remedios que utilizaba; la consi-
25
26
27
28
29
30
31
32
33
Ídem, pág 95.
Idem, pág 97.
Idem, pág 125.
Ídem, pág 143.
Ídem, pág 93.
Ídem, pág 139.
Ídem, pág 118.
Ídem, pág 205.
Citado por MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Jesús, op. cit., pág. 179.
Notas sobre la salud física y mental de Jovellanos
69
deración en que tenía a los médicos; y finalmente una breve glosa
de su muerte.
III. JOVELLANOS Y LA MEDICINA
III.1. Las enfermedades de Jovellanos
Como ya señalamos, Jovellanos se acercó al medio siglo de existencia con su historia clínica en blanco, iniciando entonces la pendiente
de los quebrantos físicos y morales. Quebrantos que no eran alarmantes, pero que él rodeaba de providencias realmente exageradas34.
Tales dolencias eran molestias respiratorias banales que se repetían con cierta frecuencia y ocurrieron de manera secuencial antes
de 1792. En el año 1793 padeció una ulceración de lengua asociada a
una rinofaringitis aguda que trató con «enjuagatorios de agua de llantá
mezclada con miel y vinagre y el agua de cebada mañana y noche».
El año 1794 fue especialmente aciago, padeciendo estos cuadros clínicos:
- Marzo: laringitis aguda.
- Mayo: rinofaringitis aguda.
- Agosto: cuadro agudo de coriza.
- Octubre: estado gripal.
- Diciembre: un resfriado común.
El año 1795 no fue menos pródigo en estados catarrales que
ocurrieron en los meses de marzo, abril y octubre.
En el año 1796, tuvo uno de los estados catarrales más fuertes
y rebeldes que le afligieron, llegando a estar muy alicaído, no solo física sino también psíquicamente por su larga duración de dos meses.
En el año 1797, tuvo algún cuadro catarral banal.
Además de los padecimientos respiratorios, Jovellanos tuvo
algunos tropiezos digestivos, las más de las veces gastroenteritis
agudas. Casi siempre se producían fuera de su casa y deben relacionarse con el mal estado de alimentos tomados en los viajes. El
34
En la descripción de las enfermedades de Jovellanos seguimos a Jesús
MARTÍNEZ FERNÁNDEZ en su obra ya citada.
70
Boletín Jovellanista V - 2004. J. Fernández García y R. Fernández Alonso
primer episodio que nos consta ocurrió en 1790 en el transcurso de
un viaje a Covadonga y a la altura de la Riera de Colunga. En el año
1791 se consigna otra leve indisposición ocurrida al llegar a Vitoria
y en 1793 en Villayana, camino de Pajares.
Otras disfunciones digestivas padecidas por Jovellanos fueron el estreñimiento que se convierte en pertinaz y que tanto le
preocupa y hace sufrir desde 1805 a 1807, durante el injusto encierro
en el castillo de Bellver.
Jovellanos, tuvo algunas afecciones de la piel de escasa entidad: un absceso en una pierna (tobillo izquierdo) en 1795 y una
urticaria de posible origen alimenticio en 1791.
A los trastornos señalados, deben añadirse algunos más: trastornos circulatorios, alteraciones reumáticas y la denominada
patología del cautiverio, amén del supuesto envenenamiento sufrido por el ilustrado.
Los trastornos circulatorios tenían poca entidad manifestándose en forma de alteraciones periféricas tales como sabañones,
espasmos y calambres; y, que con el paso del tiempo, darían lugar
a edemas y ulceraciones.
Las afecciones reumáticas de Jovellanos van referidas fundamentalmente a extremidades superiores e inferiores; vagas molestias
que él engrandece, hasta llegar a sospechar que podía tener una
apoplejía en curso y que comienzan en el año 1794.
La patología del cautiverio está dominada por los trastornos
circulatorios, las molestias reumáticas y las alteraciones oculares.
A su salida de la prisión, Jovellanos se encontraba en este deplorable estado, relatado por él mismo:
Los siete años de opresión y de estrecho encierro que acabo de
pasar y las aflicciones y achaques sufridos durante ellos, y más particularmente en el último invierno, han destruido de tal manera mi
constitución física, que no solo me hallo en el día incapaz de sobrellevar cualquiera aplicación intensa o trabajo activo y continuado,
sino que conozco que los auxilios del arte ya no podrán alcanzar para
el total recobro de mí quebrantada salud35.
35
Carta a Urquijo. B. A. E., Tomo 86; pág. 341.
Notas sobre la salud física y mental de Jovellanos
71
Y eso que, durante el cautiverio, procuró mantener un buen
tono vital con el ejercicio y una rigurosa higiene en su vida y comida, amén de una dedicación continuada al cultivo del espíritu.
Cabe, finalmente, comentar las afecciones neurológicas de
Jovellanos y la tesis del posible envenenamiento. Parece indiscutible el intento de eliminación de Jovellanos por medio de un veneno;
este infamante capítulo se abre el 22 de noviembre de 1797 cuando
desde Gijón llegó al Escorial para tomar posesión del cargo de ministro de Gracia y Justicia; y se cierra el 1 de noviembre de 1798 al
volver a Gijón, tras estar por prescripción facultativa en el balneario de Trillo durante 70 días.
Simplificando mucho el asunto, parece ser que se le intentó
intoxicar con dosis repetidas de plomo produciéndole primero cólicos y después la parálisis de una mano, la derecha, y posibles
trastornos oculares asociados aunque estos podrían explicarse por
la edad.
A todo lo dicho, habría que sumar algunas afecciones más. Por
un lado, la aparición de una presbicia y una doble catarata, que se
agravaría durante el cautiverio en Bellver. y por otro, ciertos trastornos; especialmente el estado de agotamiento nervioso asociado
a cefaleas, ofuscación mental, insomnio, astemia y alteraciones de
la vista, cuando abusaba de su trabajo físico y mental.
III.2. Los accidentes
Parece ser que fueron pocos los accidentes sufridos por
Jovellanos y ninguno de ellos fue importante. De los cinco que se
conocen, los dos primeros, ocurrieron por vuelco del carruaje, uno
cerca de Briviesca y el otro en Cañizares, sin mayores consecuencias. El tercero fue una caída de caballo en el lugar de la Corredoria,
también sin consecuencias. El cuarto, le sobrevino podando, produciéndole una herida en dedo pulgar de mano izquierda. Y, el
quinto y último, lo constituyó una herida en pierna izquierda36.
36
MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Jesús, op. cit.; págs. 131-132.
72
Boletín Jovellanista V - 2004. J. Fernández García y R. Fernández Alonso
Resumiendo, Jovellanos llega a los 50 años en muy buen estado. A partir de entonces, se van superponiendo infecciones
respiratorias, y reumatismos. A los 53 años es supuestamente intoxicado con sales de plomo y comienza con problemas visuales.
Desde los 60, se agudiza el reuma y aparecen edemas. A los
62 años hacen su aparición disnea de esfuerzo y prosiguen las molestias reumáticas. Fallece de neumonía a los 67 años. De no haber
ocurrido esto, Jovellanos pudo llegar a ser un largo sobreviviente.
Un longevo…¿por qué no?.
III.3. Jovellanos y los médicos
No hay en toda la obra de Jovellanos una sola apología del
médico y la medicina. Sus relaciones con los médicos siempre fueron tangenciales y rara vez sobrepasaron lo estrictamente
profesional; fueron, además, poco numerosas, pues los nombres propios de los facultativos forman un índice discretamente nutrido.
Destacamos a dos grandes figuras del Protomedicato: Sobral, que
le asistió en la intoxicación por plomo; y, Gimbernat, que le atendió
de sus afecciones oculares; a don José Amar, presidente de la
Academia Médica de Madrid; y a los médicos más afamados y destacados de Palma de Mallorca, entre los que figuraban don Antonio
Almodóvar, miembro de la Academia Médico-Práctica de Mallorca,
y don Jaime Robatel, cirujano del Regimiento de Suizos de
Courten37.
Conoció médicos, no muchos, pero capaces. Pero no hay
–como ya dijimos– en toda su obra una sola apología del médico y
la medicina, ni un solo comentario aprobatorio ni una frase admirativa para una intervención afortunada. Por el contrario, no escasean
en los escritos, las apostillas, críticas y comentarios peyorativos38.
Sus pronunciamientos demuestran que Jovellanos conocía la
insuficiente y dogmática formación de los médicos españoles de la
época. La medicina para Jovellanos, como buen ilustrado, tenía que
37
38
Ídem, págs. 167-190 y 221-248.
Ídem, págs. 180-184.
Notas sobre la salud física y mental de Jovellanos
73
ser simple, actual, empírica y lógica. Y lo que veía por doquier era
una medicina trasnochada, silogística, oscura y retórica.
Curiosamente, un hombre algo hipocondríaco, con ciertas fobias y aprensiones desmedidas, era refractario a los procederes
médicos mayores de la época cuales eran la sangría, las recetas complicadas y las técnicas sinuosas en una verdadera selva de panaceas.
Y era refractario a tales procedimientos con una conducta airada y
descortés hacia los médicos porque no creía en su ciencia. Ello explica que se automedicase, por norma; y, que en su maletín de
urgencia llevase un arsenal selecto y limitado, presidido por la sencillez, y compuesto por algunas sustancias naturales y algunos
elementos químicos de probada eficacia.
Desde nuestro punto de vista Jovellanos era un petulante con
fundamento, que conocía la mala formación del médico de la época,
de quien llegó a afirmar se le otorgaba «libre facultad de hacer estragos por toda la península», palabras que pertenecen a su trabajo
titulado Informe sobre el estado de la sociedad médica de Sevilla y del estudio de la medicina en su universidad39.
Este interesante informe, es una refutación minuciosa del programa docente de la universidad española de la época, al que él
oponía otro más amplio y moderno, avalado por la autoridad de los
clínicos europeos mas sobresalientes y completado prácticamente
con tres años de riguroso ejercicio profesional al lado de los maestros. No era, por tanto, cuestión baladí, la actitud de Jovellanos
frente a médicos y medicina.
III.4. Prontuario terapéutico de Jovellanos
Como acabamos de señalar Jovellanos, era aficionado a automedicarse y a la utilización de remedios sencillos. Señalemos
algunos de ellos tanto higiénicos como medicamentosos40:
Para los catarros: abrigo de cabeza (para fluir); jarabe de culantrillo (antiséptico); leche de vaca (sudorífica); leche de burra (sudorífica).
39
40
B. A. E., Tomo 46; págs. 279-282.
Ídem, págs 189-190.
74
Boletín Jovellanista V - 2004. J. Fernández García y R. Fernández Alonso
Para catarros asociados a estomatitis ulcerosa: agua de cebada
(antiinflamatorio).
Para estomatitis: agua de llantén (antiinflamatorio).
Para bronquitis: tisana nº 2 de Tissot (febrífuga; béquico).
Para tos e insomnio: opio, píldoras (béquico, hipnótico).
Para inflamaciones y algias: parches cutáneos (revulsivos).
Para contusiones: agua clara (antiflogística), agua común (sedante, hidratante).
Para la fiebre: abstinencia laboral (reparadora).
Para conjuntivitis, catarata y orzuelo: aguardiente y agua (antiséptico).
Para el estreñimiento: aceite de olivas (laxante fuerte); aceite
de almendras (laxante suave); agua mineral (Trillo-laxante); baño
de mar (tónico); crémor tártaro (purgante); frutas y verduras (laxante); miel (laxante); suero de leche y miel (laxante).
Para diarreas: dieta (protectora); agua común (sedante, hidratante); agua de limón (astringente); agua de vinagre
(astringente); chocolate (astringente).
Neumonía: cantáridas (revulsivo).
Forúnculosis: bálsamo de Alcedo (antiflogístico).
Reumatismo: agua de Nitro (antiflogístico); baño tibio (antiflogístico); bayeta amarilla (aislante?).
Sirvan estos ejemplos para ilustrar la afición de Jovellanos a
los remedios simples frente a las complicadas fórmulas magistrales
de la época.
Podría pensarse que la mayoría de estos procederes le venían
de la medicina popular y no es así; eran los remedios más simples
tomados de la farmacopea de la época.
Para completar esta apresurada visión de la salud física de
Jovellanos, hablemos de su muerte.
IV. LA MUERTE DE JOVELLANOS
Tenía Jovellanos sesenta y siete años (1744 - 1811) cuando fallecía de una pulmonía en la localidad costera asturiana de Puerto
de Vega el 28 de Noviembre de 1811.
Notas sobre la salud física y mental de Jovellanos
75
Recordemos brevemente los hechos:
Ante la amenaza de una nueva invasión francesa embarca en
Gijón en el quechemarín El Volante, rumbo a las costas gallegas.
Estaba muy achacoso y veía muy poco. Entra de arribada forzosa
en Puerto de Vega el día 14 de noviembre de 1811. El día 16 intenta
proseguir el viaje impidiéndolo el mal estado de la mar. El lunes 18
de noviembre, cae en cama con un pulmonía. Le asiste el cirujano
de Gijón La Magna, al parecer hombre de pocos alcances pues desconoce la intensidad del mal41.
El día 25, después de una semana de enfermedad, se decide a
llamar al médico de Navia, don José Angulo quien le diagnostica de
«una flegmasia aguda de pulmón» de mal pronóstico. El paciente
se agrava, se intensifica la dificultad respiratoria, se le nubla el sensorio y recibe auxilio espiritual el día 27. A las 24 horas expira en
apacible tránsito en la casa de Trelles Osorio de Puerto de Vega
(Navia) sobre las nueve de la noche.
Mucho se ha lucubrado por la inoperancia de La Magna el
cirujano gijonés que atendió a Jovellanos; pero establecida una neumonía lobar, los remedios entonces empleados, pueden considerarse
inoperantes. Tales eran: parches de cantáridas en pantorrillas o espaldas, sangrías, vomitivos, purgantes, preparados de tártaro
estiliado, estractos de opio, agua de cebada, almízcle etc.42.
El agotamiento general previo y un viaje fatigoso, pudieron
ser predisponentes de la última enfermedad de Jovellanos. Y la
muerte de Pedro Valdés Llanos, también de neumonía en días previos y a quien Jovellanos atendió personalmente, pudo ser la causa
real por contagio directo. Sea como fuere España perdía un prohombre; y Asturias quizá, la primera y más hermosa figura de la
historia regional.
Don Bernardo Acevedo eternizó en verso bable los últimos
momentos de Jovellanos en una poesía reimpresa por la Sociedad
de Amigos del Puerto de Vega, al colocar los gijoneses una lápida
conmemorativa en la casa donde falleció. Lleva fecha de mayo de
1891 y dice así:
41
42
SOMOZA, Julio: Las amarguras de Jovellanos. Gijón, 1889; pág. 216.
TISSET: Op. cit.; págs. 57, 59, 62 y 199 – 202.
76
Boletín Jovellanista V - 2004. J. Fernández García y R. Fernández Alonso
Y en Navia, como'n Vega,
saben qu'el probe sufre atroz
maltiríu y saben que s'afuega,
y saben que desbarria nel delíriu…
y el ilustre doliente, viendo que
ya llegó so postrer día, baxó
un poquin la frente, rindióse
y espiró, ensin agonía¡¡¡
Muerte accidental en quien, si bien achacoso, pudo durar unos
años más.
V. LA SALUD MENTAL
No es fácil resucitar a un personaje remoto, por más que dispongamos sobre su figura testimonios gráficos, plásticos o históricos
de autenticidad y fidelidad indudables. Nuestro propósito va a limitarse a tres cuestiones. A saber: trazar las líneas maestras de
carácter y personalidad de Jovellanos; resaltar sus padecimientos
de ánimo; y, finalmente, dedicar algunas palabras a Jovellanos y el
amor; tema este último de cierto interés por abordar sus relaciones
con las mujeres, su soltería, su supuesto hijo y otras cuestiones.
V.1. Personalidad y carácter
Insistimos en lo que ya dijimos antes: qué difícil es correlacionar el biotipo concreto de una persona con su carácter y su
personalidad; máxime, cuando esa persona ha recibido una educación exquisita no solo intelectual sino en otras virtudes humanas
cuales son la honestidad, la laboriosidad y la austeridad. Y tal es el
caso de Jovellanos para que la dificultad sea máxima.
Su apariencia externa, ya desde joven, era de una persona
equilibrada con un aspecto sereno, majestuoso, noble y correcto. Era,
en esencia, la apariencia de una persona que, por su educación sabía
controlar perfectamente su aspecto externo y sus reacciones.
Notas sobre la salud física y mental de Jovellanos
77
Era, por otro lado, una persona con una inteligencia práctica y
positiva para la acción, inequívoca inteligencia práctica no reñida
con las alteraciones emotivas ni con las idealizaciones de una imaginación poco romántica y ágil43.
En esencia Jovellanos era de esas personas que aman las ideas
generales y sienten los problemas reales. El espíritu de observación
y la memoria de Jovellanos eran menos poderosos que su inteligencia; especialmente la memoria, frágil e inestable que le obligó a
vivir esclavo del apunte y el diario huyendo de la improvisación.
Lento a pronunciarse, por reflexivo, cuando tomaba posiciones, éstas eran inexpugnables, poseyendo una voluntad de hierro
para llevar a cabo lo que se proponía. De ahí que fuese austero, poniendo todo su empeño en conseguir sus ambiciosos proyectos y
empresas. De joven, gozaba con los éxitos intelectuales que se proponía y su optimismo no conocía la duda ni la desesperación. De
viejo, el infortunio quebraría su ánimo y su cuerpo y pronto adoptaba una actitud de equilibrada resignación.
Seleccionaba mucho a sus amigos y, cuando fraguaba la amistad, su actitud de entrega era total, aunque con frecuencia buscaba
a sus amigos entre las personas influyentes que pudieran ayudarle
a conseguir sus fines.
Estimaba mucho la jerarquía, la respetaba y le gustaba ostentarla
sintiéndose fascinado por sus manifestaciones externas: la púrpura, el
oropel, los adornos y las ceremonias le encantaban. Y la política como
gobierno de gentes, la entendió solo en el contexto del orden, la justicia
y la disciplina, considerando necesaria la igualdad de derechos y deberes para todos los ciudadanos a mantener por una sola persona
(monarquía) o por un grupo selecto de hombres (oligarquía).
Su orgullo y egoísmo estaban centrados en el reconocimiento
de su mérito, de su persona; mérito basado en la honradez y la laboriosidad, sin concesiones al cumplimiento diario de su trabajo; y
las concesiones, el ocio en su vida, se circunscribían al trato familiar,
a la conversación amistosa y a la contemplación de la naturaleza, de
las obras de arte y poco más.
43
MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Jesús: Op. cit., págs. 17-53.
78
Boletín Jovellanista V - 2004. J. Fernández García y R. Fernández Alonso
Jovellanos era un creyente convencido. La educación de su
madre, doña Francisca Apolinaria Ramírez de Jove, sería decisiva
en este sentido; como lo fue el ambiente clerical en el que se movió
de adolescente y joven. Como creyente convencido fue honrado, caritativo y generoso con los demás.
Los exámenes grafológicos que se han realizado de Jovellanos,
ratifican todo cuanto hemos dicho, así como el examen fisognómico
de sus representaciones más significativas. Un último apunte sobre
la personalidad de Jovellanos: su supuesto secretismo. Para algunos fue un ser reservado, enigmático, misterioso y críptico en
asuntos que afectaban tanto a cuestiones de Estado como a su intimidad más profunda44.
Este sería el Jovellanos que hemos recibido. Pero, veamos cuales fueron sus padecimientos del ánimo.
V.2. Padecimientos del ánimo
Jovellanos, habló repetidas veces de sus «hábitos de vida
dulce y tranquila»45. Pese a la gran actividad que desarrolló durante
su vida y los contratiempos habidos, mantuvo una estabilidad emocional envidiable; ello es comprensible porque era un hombre de
acción, que se buscaba entretenimiento intelectual incluso cuando
estuvo confinado en prisión.
La verdad es que «las amarguras de Jovellanos», los contratiempos importantes que incidieron de modo notorio en su ánimo,
fueron tardíos. Y la influencia se debía no solo a los incidentes en si,
sino porque lo cogían viejo y decrépito.
Al conspirar contra él los amigos, la enfermedad, las circunstancias políticas y las desgracias nacionales no es raro encontrar en
su prosa muestras de indiferencia o de desprecio por la vida, pero
sin llegar a extremos sospechosos de desesperación o de intenciones de autolisis.
44
45
– VALDÉS y VALDÉS, Manuel: Op. cit.; págs. 85 – 107.
El diario de los viajes; pág. 205.
ÁLVAREZ
Notas sobre la salud física y mental de Jovellanos
79
A todo más decía cosas como éstas: «Mi vida no es muy apetecible, en medio de desolación de mi patria»; «ya no sé en qué se
detiene esta vida»46.
Creemos que para reivindicar el equilibrio de ánimo jovellanista, frente a los que en él ven o vieron un amargado personaje,
viene a cuento este largo párrafo de Marañón. Decía éste:
Se ha dicho que Jovellanos fue uno de los precursores del romanticismo español, fundándose precisamente en su don de
lágrimas. pero esto es un error. Jovellanos fue el prototipo del antiromanticismo. Era un hombre ilusionado, generoso y altruista; pero
práctico y eficaz, es decir, lo contrario que el romántico, cuyas características fueron el egoísmo, el desorden, las actitudes dramáticas,
y la infecundidad como no fuera para la creación artística, que utilizaba como un truco en el que estaban incluidas las lágrimas… Ha
querido hacerse de Jovellanos, neciamente, el símbolo de las ideologías encontradas. ¿Hasta cuando va a durar nuestra insensatez?
Todavía en los últimos años he leído varias contribuciones a la vida
de este gran español, en las que aparece, ya como un revolucionario
encubierto, ya como un representante de las ideas más revolucionarias. Jovellanos no fue nada de eso, sino sencillamente un hombre de
su tiempo; de un tiempo aleccionador y fecundo47.
Tras esta larga cita marañoniana, podría hablarse de
Jovellanos o el equilibrio; esto es: pese a sus disgustos puntuales y
bajones del ánimo, mantuvo éste siempre en alerta, sin caer, en ningún momento, en la desesperación perpetuada como una depresión.
Supo, por tanto, mantener su espíritu, sin dar pábulo a las enfermedades del ánimo.
Y rematemos nuestra ya larga intervención con algunas palabras dedicadas a Jovellanos y el amor.
46
47
MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Jesús: Op. cit., pág. 179.
Citado por ÁLVAREZ-VALDÉS Y VALDÉS, Manuel: Op. cit., págs. 106-107.
80
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VI. JOVELLANOS Y EL AMOR
De Jovellanos se han escrito y dicho muchas cosas por su soltería firme y empedernida. Se le ha tildado de frío y calculador, de
tímido, de fracasado en amores e incluso alguien ha llegado a dudar de su masculinidad. Nada más monstruoso, ni más alejado de
la realidad.
En efecto, en plena juventud, en Sevilla, entre los 24 y 34 años,
sin olvidar sus obligaciones profesionales, el amor irrumpe repetidas veces en su vida; y en su repertorio poético figuran los nombres
de Enarda, Clori, Belisa, Alcmena, Marina y Galatea.
Probablemente Clori y Belisa se refieran a la misma Enarda, primer amor de Jovellanos recién llegado a Sevilla en 1768; idilio que se
interrumpe al cabo de un año por ausencia de ella, sintiendo el joven enamorado la amargura del distanciamiento y la pérdida.
Y, cicatrizada la herida anterior, hacia 1775-1778, vuelve a enamorarse, esta vez de Galatea quien le inspira versos apasionados
como estos:
¡Ay Dios cuántas bellezas
mis ojos inflamados
registran en tu esfera¡.
¡Ya no me las ocultes,
oh cruda galatea!48.
Pero este encendido amor por Galatea se enfría cuando
Jovellanos se encuentra de nuevo en Madrid con Enarda por los años
1778-1779.
El espejismo dura poco yéndose Enarda con otro galán.
Desdeñado y engañado, Jovellanos siente intensamente esta ruptura y se refugia temporalmente en la cartuja de El Paular en busca
de sosiego y paz. Allí escribió:
48
JOVELLANOS, Melchor Gaspar de: Poesías. Edición de José Miguel Caso
González. IDEA. Oviedo, 1962; pág. 139.
Notas sobre la salud física y mental de Jovellanos
81
Mas ¡ ay de mí¡, que hasta en el santo asilo
de la virtud me acosa y me persigue
la imagen enemiga, la importuna,
divina imagen de la infiel Enarda49.
Olvidado este desengaño, en 1871 estaba ya locamente prendado de Alcmena. A ella dirigía estos encendidos versos:
¡Dichoso entonces yo, si coronando
la firme fe de una pasión sincera,
premiares tú mi humilde sufrimiento¡50.
Un año dura esta aventura, que pudo haberse rematado con
el fruto de un hijo inesperado e indeseado, cuya existencia real no
ha podido demostrarse aún51. Lo que sí sabemos es que Jovellanos
alternaba con señoritas de su nivel, cuando le decía en carta a su
hermana:
Y yo, aunque he tenido mis flaquezas, jamás he tratado con
tales gentes [se refiere a las prostitutas], ni entrado en mi vida en
casa de alguna de ellas. Mis pasiones han sido nobles, hijas de la casualidad y del capricho y jamás de la corrupción… Mi afición a los
libros, a pinturas me arruinan, y apenas puedo irme a la mano52.
Estaba claro que, sin llegar a una vida licenciosa incompatible
con su forma de ser, Jovellanos no fue absolutamente continente en
su juventud con aventuras que suponemos efímeras. Y hubo quien
opinó lo contrario, porque habiendo sido ordenado de primera tonsura estaría en la obligación de consagrar su vida a la castidad53.
No era Jovellanos un misógeno, ni mucho menos. Una demostración de su activa defensa de la igualdad de derechos de
49
50
51
52
53
Ídem, pág. 176.
Ídem, pág. 191.
ÁLVAREZ- VALDÉS y VALDÉS, Manuel: Op. cit.; págs. 33-41.
JOVELLANOS. Gaspar Melchor de: Obras. B. A. E., Tomo 50; pág. 313.
MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Jesús: Op. cit.; págs. 268-269.
82
Boletín Jovellanista V - 2004. J. Fernández García y R. Fernández Alonso
hombres y mujeres puede verse en su Informe dado a la Junta General
de Comercio y Moneda sobre el libre ejercicio de las artes54. La memoria
termina con un canto a la mujer española, síntesis de admiración y
respeto hacia ella. Dice así:
La grandeza de animo, la viveza de ingenio, la generosidad de
corazón, la humanidad, la caridad, la beneficencia, forman por así
decirlo su patrimonio: son virtudes generalmente reconocidas, y se
apoyan en ejemplos demasiado recientes, para que yo me canse de realzarlos. ¡Ojalá que sepamos sacar de ellas todo el fruto que nos
prometen!55
Estas son frases de un varón no especialmente misógino, sino
todo lo contrario; y lo mismo ocurre con sus opiniones sobre la belleza o atractivo de algunas concretas mujeres, que, en contadas
ocasiones, ensalzó56. Los episodios ocurridos con Manuela García
Argüelles y su hijo y la narración aislada de ciertas irregularidades
en la vida de una dama llamada María Andrea abundan en la honradez de Jovellanos con las mujeres, de su carácter serio y poco
veleidoso y de que, desde ninguna perspectiva era un individuo mal
dotado para el amor; eso es: todo, menos un misógino o un desviado.
Terminamos y concluimos:
VII. CONCLUSIONES
Después de este largo descanso, concluimos así:
1. Jovellanos gozó de una buena salud física hasta pasados sus
cincuenta años. A partir de esta edad nota, precozmente, ciertos padecimientos físicos, que se intensifican en cuanto pasa de los sesenta
años.
54
JOVELLANOS. Gaspar Melchor de: Obras. B. A. E., Tomo 50.
Ídem; pág. 56.
56
MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Jesús: Op. cit.; págs. 260-262. ÁLVAREZ – VALDÉS y
VALDÉS, Manuel: Op. cit.; págs. 38-41.
55
Notas sobre la salud física y mental de Jovellanos
83
2. Jovellanos poseía un psiquismo fuerte, que solo se quebrantaba, temporalmente, cuando era sujeto paciente de algún
infortunio.
3. Jovellanos llegó soltero al final de sus días, pero demostró,
a lo largo de su vida, ser un sujeto dotado para el amor y sin actitudes misóginas. Su complicada vida pública no le permitió organizar
una vida familiar estable.
BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA SELECTA
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de Cervantes, C.S.E.C., Madrid, 1984.
ALVAREZ VALDÉS Y VALDÉS, M., Jovellanos: Enigmas y Certezas.
Fundación Alvargonzález y Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias, Gijón, 2002.
CASO GONZÁLEZ, J. M., Vida y Obra de Jovellanos, Caja de Asturias /
El Comercio, Gijón, 1991-92 (dos tomos).
GÓMEZ DE LA SERNA, G., Jovellanos, el español perdido, organización
Sala Editorial, Madrid, 1975 (dos tomos).
JOVELLANOS, G. De, Obras Completas. Edición crítica e introducción
de José Miguel Caso González. Desde tomo I (1984) a tomo
VII (1999). Instituto Feijoo de Estudio del siglo XVIII (Oviedo)
e ilustre Ayuntamiento de Gijón.
MARAÑÓN, G., «Jovellanos». Conferencia pronunciada en el Teatro
Jovellanos de Gijón (24-9-58). En Obras Completas de D. Gregorio
Marañón, Edit. Espasa Calpe, Madrid, 1965; tomo III, pág. 869
y 5.5.
MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, J., Jovellanos. Patobiografía y pensamiento biológico, I.D.E.A., Oviedo, 1966.
SOMOZA, J., Las amarguras de Jovellanos, Gijón, 1889.
VARELA, J., Jovellanos, Alianza Editorial, Madrid, 1989.
Jovellanos y Villamil,
dos ilustrados asturianos*
por Servando Fernández Méndez
E
s nuestro deseo contribuir, mediante la presente disertación, al
emotivo recuerdo de dos de nuestros más genuinos ilustrados,
don Gaspar Melchor de Jovellanos y don Juan Pérez Villamil, víctimas inocentes, en ambos casos, de la compleja situación política de
la España de finales del siglo XVIII que, lejos de atemperarse, se
agudizó aún más en los albores de la decimonónica centuria.
Hombres honestos, cabales y coherentes con su credo ideológico,
hubieran medrado con facilidad a las más altas cotas de la decisión
política, si se hubieran plegado dócilmente al dictado de las depravadas camarillas que pululaban alrededor del trono borbónico.
Antes bien, ambos optaron por seguir el honorable camino que les
dictaba su pulcra conciencia, renunciando a lisonjas y halagos, para
alcanzar idénticas metas a costa de orillar en el azaroso, sinuoso camino, a un sinfín de enemistades, tan perniciosas como duraderas,
que, a la postre, desembocaron en un trágico y triste epílogo de sus
envidiables y, no pocas veces, paralelas trayectorias vitales.
*
Conferencia pronunciada en la Feria Internacional de Muestras de
Asturias el día 18 de agosto de 2004, con motivo de la celebración del homenaje a
Jovellanos y Villamil.
86
Boletín Jovellanista V - 2004. Servando Fernández Méndez
Don Gaspar Melchor de Jovellanos nació en Gijón el 5 de enero
de 1744, precediendo en diez años y algunos meses a don Juan Pérez
Villamil, con el cual mantendría durante décadas una amistosa relación, bien es cierto que casi siempre de carácter epistolar, aunque las
vicisitudes biográficas de ambos les permitieran coincidir física, pero
fugazmente, en algunos momentos de gran trascendencia para el
devenir político de la nación española. Era don Gaspar el décimo hijo
de don Francisco Gregorio de Jovellanos y doña Francisca Apolinaria
Ramírez de Jove y nieto materno de doña Francisca Fernández de
Miranda y Ponce de León Trelles, hija de los marqueses de
Valdecarzana, que estaba directamente emparentada con un linaje
establecido en Puerto de Vega al socaire de la pujanza económica
portuaria, monopolizando durante casi un siglo el influyente cargo
de comandantes-administradores de rentas de la Aduana, la que más
cotizaba a la Real Hacienda durante buena parte del siglo XVIII1.
Precisamente en Puerto de Vega, concejo de Navia, vio la luz
don Juan Pérez Villamil el 1 de mayo de 1754, en el seno de una familia hidalga instituida mediante el enlace matrimonial del
comerciante en pañerías y géneros don Agustín Pérez Villamil con
doña Francisca Cayetana de Paredes y Cascos- Villademoros, nacida en Luarca, con solar centenario en el valle de Paredes. En
abierta contraposición con Jovellanos, Villamil era el único y tardío
vástago de un matrimonio desigual –su padre era veintiún años mayor que su madre–. ya que dos gemelos que le precedieron no
habían superado el post-parto y su padre falleció el mismo año de
su venturoso natalicio2.
Destinado Jovellanos, como la mayoría de los segundones de
la nobleza de la época a la carrera eclesiástica, recibió una sólida for-
1
CASO GONZÁLEZ. J. M.: Biografía de Jovellanos. Edición del Foro Jovellanos.
Gijón, 1998. Págs. 7-12. También, entre otros, en: CEAN, J. A.: Memorias para la vida de
Jovellanos. Reedición de Ed. Silverio Cañada. Gijón, 1989; págs. 10 y ss.
2
FERNÁNDEZ, S./ MELLA, J.: Preliminar a la edición facsímil de la Disertación
sobre la libre multitud de abogados, de Juan Pérez Villamil. Edición de Ayuntamiento de
Navia y KRK Editores. Oviedo, mayo de 2004; págs. 16-17. Otra fuente, en
FERNÁNDEZ, S: Juan Pérez Villamil y su tierra. Conferencia pronunciada el día 22 de
julio de 2004 en las I Jornadas de Historia. Puerto de Vega, 2004; págs. 1-4.
Jovellanos y Villamil, dos ilustrados asturianos
87
mación en gramática latina, excusa que será determinante a la hora
de tejer lazos de sincera amistad con Villamil, formado en la lengua
de Ovidio en la Obra Pía de los Lebrón, de la que su tío el párroco
don Juan Antonio de Paredes era uno de los dos patronos, la cual
había sido fundada por testamento de la segunda esposa del comerciante don Domingo Pérez Lebrón y Lanza, llamada en vida
doña Magdalena Fernández Talaya, en el año 17593.
La juvenil trayectoria estudiantil del prócer gijonés se orientó
hacia los estudios de Filosofía en la Universidad ovetense, para
recibir prematuramente diversos beneficios eclesiásticos y un desacreditado título de bachiller en Cánones en 1761 por la Universidad
de Osma, que debió de ratificar en Ávila en 1763 y completar su graduación en Madrid, para regresar por dos años a casa, antes de ser
nombrado alcalde del Crimen en Sevilla en el año 1768.
En aquel mismo periodo, donde sus caminos aún no habían
hallado un pretexto para la confluencia, Villamil completó su formación elemental en Vega y se trasladó luego a Oviedo, tutelado
por parientes y amigos de su padre. En la capital, cursó los estudios
de Leyes y Cánones, graduándose el 30 de junio de 1770, ejerciendo
la práctica de pasantía en la oficina de Canga Argüelles durante tres
años, trampolín que facilitó su marcha a la villa y corte madrileña,
donde concluyó la práctica forense en la Junta Práctica de
Jurisprudencia, a las órdenes del abogado de los Reales Consejos
don Miguel Gabaldón, en el año 1775, posiblemente apadrinado por
su pariente Francisco Agustín Lanza Trelles, quien le situó bajo la
égida protectora del ilustrado Campomanes, compartiendo esta
proverbial tutela, entre otros, con Jovellanos4.
Si bien el devenir de sus biografías no atestigua una relación
estable, sin cesuras, entre ambos asturianos, sí se constatan varias
coincidencias en sus trayectorias vitales que nos interesa abordar y
desvelar. Una de ellas reside en la estrecha y temprana vinculación
que ambos mantuvieron con los movimientos ilustrados que ani3
FERNÁNDEZ, S./ MELLA, J.: Op. cit. ; 2004; pág. 17.
MELLA, J./ VAQUERO, J. A.: Juan Pérez Villamil y Mallorca. Boletín del RIDEA, nº 138 y nº 139. Oviedo, 1991; págs. 589-591 y págs. 93-136. También en
FERNÁNDEZ, S./ MELLA, J.: op. cit., pág. 20.
4
88
Boletín Jovellanista V - 2004. Servando Fernández Méndez
maban las Reales Sociedades de Amigos del País. Jovellanos colaboró en 1777 en la creación de la hispalense, cuando era oidor de la
Real Audiencia sevillana, tarea que concluyó tras su nombramiento
como alcalde de Casa y Corte de Madrid en 1778, pero dos años después recuperó su pasión ilustrada al ser nombrado consejero de
Órdenes Militares y miembro de la Sociedad Económica Matritense
–de la que luego fue director–, suceso que abrió las puertas a un largo
etcétera de distinciones cultas: académico supernumerario de la Real
de la Historia en 1779, a propuesta de Campomanes; un año después,
de la de Bellas Artes, en 1781 de la de la Lengua y en 1782 de la de
Cánones, Liturgia, Historia y Disciplina Eclesiástica.
Su meteórico ascenso se vio truncado en 1782, cuando fue conminado a regresar a Asturias con el fútil pretexto de proyectar las
obras de la carretera Oviedo-Gijón y ejecutar un complejo plan de
mejoras para su ciudad natal. Se intuye que sus apasionadas intervenciones en las tertulias de Campomanes y Cabarrús, a las que
asistía con asiduidad, habían suscitado recelos en otros ilustrados
influyentes y hasta en la misma reina María Luisa, por lo que su destino gijonés no fue tanto la culminación del ansiado retorno como
un destierro encubierto y vergonzante.
En contraste, la actuación pública de Villamil siguió en aquellos años una progresión más sosegada, si bien fue desde muy pronto
académico y vicedirector de la Real Academia de Derecho Patrio y
Público de Nuestra Señora del Carmen, fundada en 1779. Participó
entonces en la Junta Particular de Agricultura de la Sociedad
Económica madrileña que, bajo la dirección de Jovellanos, elaboró
un célebre Informe sobre la Ley Agraria, que el Consejo de Castilla había encargado a la ilustrada sociedad (MELLA / VAQUERO: 1991; 591).
La naciente amistad entre Jovellanos y Villamil se vio reafirmada
cuando el prócer gijonés tuvo a bien encomendarle la traducción del
libro XII de la obra «De re rustica», del latino Columela, que no logró
concluir entonces y le servirá años después de justificado pretexto
para abandonar el forzoso confinamiento francés.
Pero su éxito público no se comenzó a fraguar hasta que en el
año 1787, cuando fue nombrado fiscal de la Audiencia de Palma de
Mallorca, con el apoyo de su inagotable mentor Campomanes, a la
sazón gobernador del Consejo de Castilla. Ocupó Villamil esta plaza
Jovellanos y Villamil, dos ilustrados asturianos
89
hasta marzo de 1796, lo que le permitió entrar en contacto con los
ambientes ilustrados insulares, siendo recibido como miembro numerario y luego como presidente de la Sociedad Económica
mallorquina. En 1797 fue nombrado, como lo había sido antes el gijonés, alcalde de Casa y Corte en Madrid y el Consejo de Castilla le
encarga una nueva edición de la Recopilación, que no pudo concluir,
pues un año después le nombraron regente de la Real Audiencia
ovetense, cargo del que tampoco llegó a posesionarse, al ingresar en
el Consejo Supremo de Guerra como fiscal togado5.
Instalado definitivamente en Madrid, fue nombrado académico de la Real Academia de la Historia, pasando por todos los
grados entre 1803-1804; también obtuvo el nombramiento de miembro honorario de la Real Academia de la Lengua en el año 1804. De
aquella, tras ser nombrado censor en 1805, alcanzó la presidencia en
1807, que compaginó con la subdirección de la Sociedad Económica
Matritense, escalando hasta tan alta distinción y responsabilidad bajo
la discreta protección del Martínez Marina, que sucedió en el mecenazgo al también asturiano conde de Campomanes.
Mientras Villamil recorría una envidiable senda de nombramientos académicos en los que antes le había precedido Jovellanos,
éste, obligado a permanecer en su patria asturiana, visitaba minas,
redactaba informes, etc., hasta que fue nombrado subdelegado del
superintendente general de Caminos para la carretera Gijón-León,
cargo que a la sazón ocupaba don José de Moñino, conde de
Floridablanca. Para entonces, su febril obsesión era la fundación de
una obra que él consideraba, con irresoluble convicción y evidente
acierto, de gran trascendencia para el futuro de nuestra región, cual
era la fundación del Real Instituto de Náutica y Mineralogía, una
institución que logró culminar tras ímprobos esfuerzos y abundantes desengaños y a la que logró dotar de nueva sede en 1798,
excelente obra arquitectónica ejecutada bajo planos de Juan de
Villanueva. Pero, tan loable voluntad no estuvo tampoco exenta de
5
SEÑAS ENCINA, F.: Pérez Villamil o una eminencia gris. Boletín del IDEA,
nº 23. Oviedo, 1955; págs.366 y ss. También, entre otros, en ARTOLA, M.: «La burguesía
revolucionaria». Alianza Editorial. Madrid, 1975; pág. 41 y ss.; y FONTANA, J.: «La quiebra de la monarquía absoluta: 1814-1820».Editorial Ariel. Barcelona, 1974; págs. 79-90.
90
Boletín Jovellanista V - 2004. Servando Fernández Méndez
polémica y la Inquisición le puso cerco a causa de ciertos libros prohibidos de náutica y mineralogía que el prócer había adquirido para
su Instituto, como se vislumbra en algunas amargas cartas que cruza
con Villamil, que asimismo aprovecha para encargarle una nueva
edición de las Partidas del Rey Sabio6.
Villamil se enfrentaba a una etapa vital bastante anodina
cuando Jovellanos aún permanecía en Gijón, enfrascado en la ardua
6
JOVELLANOS, G. M.: Obras completas. Reedición de J. M. Caso. Edición del
Ayuntamiento de Gijón. Gijón, 1983. Las cartas que se citan son éstas:
Carta 1012 (1986; pág. 278), escrita por Jovellanos a don Juan Pérez
Villamil, el 20 de febrero de 1797, perdida, pero conocemos su contenido
porque don Gaspar la extracta en su Diario, fecha citada: «Carta a… Villamil,
aconsejándole que emprenda y proponga una nueva edición de las
Partidas».
Carta 1024 (1986; pág. 283), dirigida por Juan Pérez Villamil a su
amigo Jovellanos, fechada el 9 de marzo de 1797 y también perdida. Extracta
su contenido en el Diario, fecha citada: «Villamil, que se leyó en el Consejo
de Castilla un decreto en que se critica la conducta del Papa; se supone su
salida de Roma y se ordena a los tres prelados ya nombrados (Cardenal
Lorenzana, Despuig y Múzquiz) para acompañarles en el cuatro». Pudo ser
una venganza de Godoy por haber sido acusado de ateo ante la Inquisición.
Los dos últimos presionaron al cardenal Lorenzana para procesarlo, pero
éste tuvo miedo y no se atrevió a procesarle, aunque Godoy no lo perdonó,
convenciendo al rey Carlos IV a salir hacia Roma.
Carta 1072 (1986; pág. 325), que escribe Jovellanos a Villamil desde
Gijón, a fecha 15 de julio de 1797 y se refiere a ella como hacía habitualmente
en su Diario, fecha citada. Dice: «A Villamil sobre su comisión». Se deduce
que el Consejo de Castilla quería que los amplios conocimientos jurídicos
de Villamil ayudasen a actualizar la Recopilación, pero no llegó a abordar
este trabajo; en cambio sí preparó el nuevo texto de las Partidas que se le
insinuaba en la primera da estas cartas.
Carta 1087 (1986; pág. 329), dirigida a Jovellanos y escrita por don
Juan Pérez Villamil, fechada el 27 de julio de 1797 y, como las demás, perdida lamentablemente. Conocemos de ella por la habitual extracción en su
Diario: «Villamil envía su plan de trabajos, bellamente escrito; alguna afectación de purismo en su estilo; propone: primero, corrección de la
recopilación; segundo, unas Instituciones castellanas; tercero, una edición
de las Partidas, disyuntivamente». Se sabe que Jovellanos respondió a esta
propuesta con una nueva misiva, pero se desconoce su contenido, al haberse perdido y no estar extractada en el Diario.
Jovellanos y Villamil, dos ilustrados asturianos
91
tarea de consolidación de su Instituto, hasta que el 15 de octubre de
1797 le sorprendió su nombramiento como embajador en Rusia.
Tiene la certeza de que pretenden alejarle una vez más. Probó toda
suerte de subterfugios para permanecer en Gijón, pero Godoy justificó su decisión como paso previo a otro destino más trascendente,
cual era el ministerio de Gracia y Justicia, cargo al que fue promovido el 22 de noviembre de 1797. Este nuevo honor, tan indeseado
como comprometido, le granjeó aún más enemistades en la depravada camarilla regia, que conspiraron iracundamente contra él y
hasta intentaron envenenarle, obligándole a una tan temprana como
liberadora dimisión.
Coincide esta etapa precursora de la inexorable decadencia
política de don Gaspar de Jovellanos con el momento álgido de la
trayectoria política de Pérez Villamil, nombrado ahora fiscal togado
del Consejo Supremo de Guerra, cargo de alta influencia en la Corte.
Su lento, pero progresivo ascenso, contrasta con el constante declinar de su paisano, al que una delación anónima arrastra a la
privación de libertad, siendo confinado en Valldemosa y luego en
Bellver, tras ser deportado desde Gijón el 3 de marzo de 1801. Su inesperada estancia en la isla mediterránea no fue tan grata como la
de Villamil cuando éste ejerció de fiscal de la Audiencia insular pocos años antes; y, estamos absolutamente persuadidos de que su
confinamiento hubiese sido bastante menos inhumano si aún permaneciera en la isla su influyente paisano y amigo.
Liberado don Gaspar de su injusto cautiverio por el nuevo rey
Fernando VII tras el motín de Aranjuez, golpe de estado incruento
que tuvo lugar en marzo de 1808, los partidarios del rey intruso José
I Bonaparte, conocidos como afrancesados, le pidieron su apoyo en
la pacificación de la región asturiana y hasta le propusieron ocupar
el cargo de ministro del Interior, pero el patriota gijonés desechó esta
propuesta de ingresó en la Junta Suprema Central Gubernativa el 3
septiembre, en representación de Asturias, donde precisamente había
sido sustituido temporal e interinamente por Villamil, convirtiéndose en uno de los artífices de la convocatoria a Cortes Generales y
extraordinarias de 1810, blandiendo y defendiendo con ardor su razonable tesis del bicameralismo y de la reforma constitucional
templada, que Villamil compartía en aquel entonces y que, en esen-
92
Boletín Jovellanista V - 2004. Servando Fernández Méndez
cia, pretendía proteger la herencia del régimen monárquico hispano
y la representación orgánica de los estamentos tradicionales, redactando entonces el reglamento de la Regencia. Poco después,
concluidos estos trabajos, pidió voluntariamente el relevo para retornar a Gijón a fin de reorganizar su maltrecho Instituto, víctima
de las continuas y devastadoras irrupciones de las topas invasoras
francesas7.
Esos años decisivos de la historia patria permitieron a Pérez
Villamil alcanzar su cénit político, aunque también se estaba incubando entonces el germen de sus postreras desventuras. En 1807
sumó a su cargo de fiscal togado del Consejo Supremo de Guerra,
los de auditor general y secretario del Almirantazgo, con el apoyo
decisivo y sorprendente de Godoy. Y, hallándose en Móstoles el 1
de mayo de 1808 para recobrar su deteriorada salud, sorprendió a
un postillón que portaba órdenes para las autoridades de
Extremadura y Andalucía para que no pusiesen trabas al paso de
las tropas francesas. Villamil redactó entonces el Bando de Móstoles
que a continuación proclamaron con valentía los heroicos alcaldes,
don Andrés Torrejón y don Simón Hernández, patriótico mensaje
que sirvió de aliento liberador al noble pueblo español.
Meses después, la Junta Suprema Nacional le nombró vocal interino en sustitución de su paisano y amigo Jovellanos, aún no
retornado de su forzado confinamiento en Mallorca, pero fue capturado y deportado a Francia en 22 de agosto de 1809, estableciéndose
en Orthéz, de donde logró evadirse o, más bien fue autorizado a retornar a España para dar término a aquella traducción inconclusa
del latino Colmuela que le había encargado Jovellanos mucho tiempo
7
Para ampliar y contratar esta información, podemos recurrir, entre otros,
a: ARTOLA, M.: Los afrancesados. Sociedad de Estudios y Publicaciones. Madrid, 1953;
págs. 7-16. También en: SEÑAS ENCINA, F.: Pérez Villamil, una eminencia gris. Boletín del
IDEA. Oviedo, 1955; pág. 374; CANELLA, F.: Memorias asturianas del año ocho. Editorial
Auseva. Gijón, 1988 (reedición); págs. 34-40; FONTANA, J.: La quiebra de la monarquía
absoluta: 1814-1820». Editorial Ariel. Barcelona, 1974; págs. 79-90; OCAÑA PRADOS, J.:
Apuntes para la historia de la villa de Móstoles. Madrid, 1981 (reedición); págs. 60 y ss.;
y FERNÁNDEZ, S.: Juan Pérez Villamil, político. Conferencia en las Iª Jornadas de Historia
de Puerto de Vega (Navia), dictada el 23 de julio de 2004; págs. 10-12.
Jovellanos y Villamil, dos ilustrados asturianos
93
antes, llegando en barco a Alicante y presentándose inmediatamente
en Cádiz, donde se estaba gestando una verdadera revolución política con la redacción de la Constitución de 18128.
Para entonces, Jovellanos ya había tomado su último barco
con destino incierto, pues en 1811, nada más posesionarse los regentes, decidió retornar a Gijón, pero los avatares del largo viaje y
la nueva invasión francesa de su patria le obligaron a reemprender
la marcha, rumbo a Inglaterra, donde disponía de influyentes amigos, como Lord Holland. Una infernal galerna le condujo,
fortuitamente, a la tierra que vio nacer a Pérez Villamil, la Vega que
«era casi un Londres para ser aldea» como cantó el poeta
Campoamor ; una vez allí, él y sus acompañantes fueron atendidos
solícitamente por el grato amigo don Antonio Trelles Osorio. Pero,
los avatares del infausto viaje, su prematura decadencia física, la
probada negligencia médica y la flegmasía pulmonar aguda le llevaron tempranamente a la tumba, el 27 de noviembre de ese mismo
año de 18119.
Villamil mantenía entonces intacta su influencia, pues fue
nombrado consejero de Estado y, pese a los recelos de las Cortes,
que le consideraban un partidario encubierto del absolutismo monárquico –aunque él había defendido hasta entonces, en sintonía
con su desaparecido amigo Jovellanos, un constitucionalismo moderado compatible con la monarquía tradicional–, se convirtió el 25
de septiembre de 1812 en individuo de la tercera Regencia el denostado Quintillo, que reinaba en un reino sin rey por la forzada
ausencia del Deseado, aunque sus posiciones políticas, juzgadas de
abiertamente anticonstitucionales y contrarias a cualquier reforma,
precipitaron su cese y el de sus colegas el 8 de marzo de 1813 y, poco
después, la disolución de la propia institución de la Regencia, en
marzo de 1814.
Liberado de su cautiverio francés el astuto e incapaz monarca
Fernando VII, fue Villamil uno de los muchos que acudieron a reci8
FERNÁNDEZ, S.: Juan Pérez Villamil, político. Conferencia en las Iª Jornadas
de Historia de Puerto de Vega (Navia), dictada el 23 de julio de 2004; págs. 11-13.
9
GUZMÁN SANCHO, A.: «Nuevas postrimerías de Jovellanos». En Boletín
Jovellanista, nº 4. Edición del Foro Jovellanos. Gijón, 2003; pág. 54.
94
Boletín Jovellanista V - 2004. Servando Fernández Méndez
birle a Valencia para animarle en la causa de la restauración del viejo
orden, atribuyéndosele sin mucho fundamento la redacción o, al
menos, la inspiración intelectual del denostado Manifiesto de los persas, así conocido por su pedante preámbulo. A éste le siguió la
inmediata publicación del Decreto del cuatro de mayo, redactado por
Villamil y Lardizábal, que supuso la abolición del nuevo orden constitucional emanado de las Cortes gaditanas –que limitaba el poder
real y establecía la separación de los tres poderes– y, por ende, el retorno al antiguo régimen absolutista.
Fue entonces recompensado con el nombramiento de académico de la Real de Bellas Artes; miembro de mérito de la Real
Sociedad Económica Matritense de Amigos del País y académico
numerario de la Lengua; y hasta Fernando VII lo encumbró efímeramente a la Secretaría o Ministerio de Hacienda, de noviembre de
1814 a marzo de 1815, retornando después a su cargo de consejero
de Estado, por breve tiempo, puesto que fue cesado en octubre de
ese año y desterrado a Plasencia.
La caída en desgracia, situación en la que le había precedido
una vez más Jovellanos, le precipitó en un ominoso e inmerecido olvido, si bien como aquel, mantuvo el comprometido reconocimiento
de sus paisanos, que le nombraron director perpetuo de la Sociedad
Económica Asturiana de Amigos del País, cargo honorífico que ejerció entre los años 1816 y 182010.
El triunfo del pronunciamiento de Riego y su consecuencia
política, el periodo conocido como Trienio Liberal (1820-23), fue el
momento más amargo de su otrora próspera existencia. Finalizado
este periodo, nacido de un nuevo y fallido intento de revolución
burguesa, con la llegada de los Cien Mil Hijos de San Luis, Villamil
recuperó su anterior estatus con los nombramientos de consejero
de Estado y presidente de la Junta de Hacienda, cargos que ostentaba honoríficamente cuando le sorprendió la muerte el 20 de
febrero de 1824.
En su testamento, fiel a su espíritu ilustrado liberado ahora de
ataduras políticas, Villamil fundó en la Universidad de Oviedo una
10
FERNÁNDEZ, S.: Juan Pérez Villamil, político. Conferencia en las Iª Jornadas
de Historia de Puerto de Vega (Navia), dictada el 23 de julio de 2004; pág. 14.
Jovellanos y Villamil, dos ilustrados asturianos
95
cátedra de «Fundamentos de la Vera Religione», que fue víctima de
la desamortización de Mendizábal, aunque su legado bibliográfico
llegó hasta el año 1934, cuando desapareció bajo los escombros de
la Universidad por la incuria revolucionaria y, como postrer testimonio del siempre latente espíritu ilustrado, proyectó una escuela
de primeras letras en su pueblo natal de Puerto de Vega, que su albacea testamentario Manuel Cancio logró formalizar en 1828, la cual
mantuvo su vigencia hasta la implantación en esta próspera villa
del municipio naviego de la escuela pública11.
Sin llegar a alcanzar la talla política e intelectual de Jovellanos
o de otros ilustrados asturianos coetáneos, fue Villamil un docto jurisconsulto, hábil político y loable escritor, autor de diversas y
festejadas publicaciones, tales como: Leyes de Toro (1776); Disertación
sobre la libre multitud de abogados (1782); Los Reyes de Asturias (1786);
Historia civil de la Isla de Mallorca o Cronicón mallorquín (1789); etc.
Sería, pues, una gozosa noticia para todos nosotros que este
puntual y sencillo recuerdo en el 250º aniversario de su nacimiento
en Puerto de Vega, ubicado físicamente en este día en la patria chica
del inmortal Jovellanos, fallecido en nuestra villa en 1811, fuese uno
de los hitos que contribuyesen a lograr la rehabilitación, hasta el nivel que le corresponda por su talla intelectual y su trayectoria
política, de este poco conocido prohombre de la Ilustración asturiana.
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Estrés, enfermedad y muerte
de Jovellanos
(Revisión a la luz de la patología clínica moderna)*
por Eduardo González Menéndez
M
últiples trabajos biográficos y exégesis de su pensamiento y de
su obra se han escrito sobre Jovellanos. Nuestra profunda admiración por el máximo gijonés –en palabras de Laín Entralgo– tuvo
su primera expresión en mi discurso de ingreso en la Sociedad
Española de Médicos Escritores y Artistas, bajo el título de Sorprendente actualidad y vigencia del pensamiento de Jovellanos, al que siguió otro
estudio que, a medio de conferencia, pronuncié en la capital del
Principado: Jovellanos, desde las aulas de Oviedo a la dimensión universal;
y un tercer trabajo de mediana extensión, publicado en la Revista del
Magisterio de Asturias, que se titulaba Jovellanos o la vocación educadora.
Posteriormente intervine en un discurso en el Foro Jovellanos
de Gijón y desde hace unos meses he querido profundizar en las
postrimerías del polígrafo insigne de la Ilustración, pensando en lo
que podríamos llamar «pasión y muerte de Jovellanos», a cuyo tema
me voy a referir en una revisión actual de su vida bajo causas estresantes, su terminal patología y su fallecimiento.
*
Conferencia pronunciada el día 27 de noviembre de 2003 en la Casa
Natal de Jovellanos.
100
Boletín Jovellanista V - 2004. Eduardo González Menéndez
Estas consideraciones sobre Jovellanos intentan ser un estudio para iniciados, es decir, para personas que ya conocen
perfectamente la historia de amarguras y pesares que constituyó en
buena parte la vida del sabio polígrafo gijonés. Y nadie espere, por
tanto, que haga un resumen biográfico al estilo del que, en 1970, publicó José María Palacios con prólogo de don Ramón Prieto Bances,
como Vida y trabajos de tan excelso patricio al alcance de los muchachos,
porque sería poco menos que ofender vuestra más que probada cultura y gran conocimiento del tema. Tampoco serán mis palabras una
apología, porque es bien sabido, como dice Julio Somoza, que «la
vida de Jovellanos es ejemplar y, como tal, enseña a todos, principalmente a los españoles, lo que más nos importa: moderación y
templanza en el lenguaje, prudencia en la conducta, respeto a la virtud, amor al trabajo y al estudio, freno a las pasiones –harto
demandadas en su día– y utilidad provechosa en el empleo de la
vida». Acaso el perfil más definitorio y excelente del inmortal patricio se desprenda de aquella su sentencia: «¿Por qué la fatalidad
se cuida tanto de hacer a los hombres sabios y tan poco virtuosos?».
Porque el preclaro gijonés anteponía, como es bien conocido, la virtud a la sabiduría.
Ciertamente todos los autores coinciden en la fascinante personalidad del eminente polígrafo, insigne figura de la Ilustración; y
un ilustre colega mío, ya fallecido, destacado pediatra de Navia, publicó en 1966, bajo los auspicios y el patrocinio del Instituto de
Estudios Asturianos (hoy Real Instituto), la Patobiografía y Pensamiento biológico de Jovellanos. Su trabajo fue recibido con desigual
aceptación. Mientras que para algunos –entre los que me incluyo–
es un excelente estudio, hecho a ciencia y conciencia del saber de
aquel siglo, para otros no dejó de merecer la acritud de unas críticas injustas, como aún resuena la de algún querido colega que
abordó este tema recientemente.
En el primer capítulo de la Patobiografía escrita por el doctor
Jesús Martínez Fernández, se recoge el siguiente párrafo referido al
hombre genial, «transido de Dios y embebido de Patria»:
Preocupado siempre por el juicio de la posteridad, el sentido
intemporal e involuntario de su última confesión se convierte en el
Estrés, enfermedad y muerte de Jovellanos
101
mejor testimonio de la rectitud que dirigió todos sus quehaceres. Y
las generaciones que le sucedieron, ecuánimes y justas, perpetuaron
en el mármol de su lápida sepulcral los epítetos que le regatearon
aquellos que fueron testigos de su labor ingente: Padre de la Patria,
urbano, recto, íntegro, celoso, promovedor de la cultura, eminente,
honra de España.
El profesor Agustín Guzmán Sancho, en su admirable conferencia sobre las postrimerías de Jovellanos, nos dijo claramente que
«sobre Jovellanos no se ha dicho todo, del genio no se dice nunca
todo». Nadie puede pretender tan ambicioso objetivo en un estudio, necesariamente somero, como es el de la conferencia que tenéis
la atención de escuchar en esta tarde-noche de noviembre. Es importante que recoja de tan destacado profesor el detalle de que
Jovellanos viajó su última travesía, antes de su muerte, con su perro Tufo, «perrín inquieto y ansioso que adivinaba la muerte de su
amo». Vivió aquel perro, al lado de su amo, con su collar de tres
cascabeles de plata que fue adorno de Piccolín, otro perro que
Jovellanos tuvo en Mallorca y que había sido regalo del capitán
Firuel, del regimiento suizo que hacía la guardia en el castillo de
Bellver. Allí le regaló el collar la esposa de don Conrado Durwel,
una de las personas que visitaban a Jovino en Mallorca.
No es preciso que hablemos de aquella estupenda sensibilidad de Jovellanos, revelada en su amor por los animales.
El mismo profesor, en sus completísimos estudios sobre
Jovellanos, deja bien sentado que la fecha de su muerte fue el día 27
de Noviembre.
Tampoco quiero silenciar otro estupendo trabajo de mi colega,
ya antes citado, Jesús Martínez Fernández, sobre Postrimerías de
Jovellanos. Aproximación a un estudio antropológico, con prólogo de un
formidable jovellanista y gran amigo mío, el padre José María Patac
de las Traviesas, de la Compañía de Jesús; pero no debo cambiar el
rumbo que me propuse al escribir este trabajo y, por tanto, eludo lo
que ya dejó dicho muy certeramente mi colega naviego sobre la actitud de Jovellanos ante la muerte, deseos relacionados con sus
postrimerías, el trasiego de sus restos mortales, exhumación en la
iglesia parroquial de Santa Marina de Puerto de Vega el 24 de
102
Boletín Jovellanista V - 2004. Eduardo González Menéndez
Septiembre de 1814, re-inhumación en el cementerio de Ceares
(Gijón), exhumación y nueva re-inhumación en la iglesia de San
Pedro, re-inhumación en la Escuela de Comercio, traslado al Instituto de Jovellanos, re-inhumación en la capilla de Los Remedios,
traslado de los restos al Museo y sepelio definitivo en la capilla de
Los Remedios. Todo esto y los estudios post mortem nada tienen que
ver con mi tema y no he de incluirlo en esta disertación.
Jovellanos empieza a morir diez años antes de su muerte, porque el 13 de marzo de 1801 –cuando es sorprendido y apresado en
su casa– inicia una sucesión de sufrimientos morales, que le harán
enfrentarse a cada instante con el inquietante problema del más allá:
«La angustia del no ser, se agudiza cuando el organismo gastado
comienza a resentirse»; «Lo peor es que mi espíritu no está menos
doliente que mi cuerpo»; «Mi vida, consumiéndose lentamente, corre a su término».
Toda esta fase de sus últimos diez años, con ligeras alternativas de depresión y esperanza, define un estado premonitorio que
nosotros llamaríamos «fase predisponente» de un claro estrés, definido éste como «tensión provocada sor situaciones agobiantes que
originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves» (definición de la Real Academia de la Lengua, en su pág. 1.005
del Diccionario, en su vigésima segunda edición).
Esa situación de estrés se diagnostica claramente en sus escritos y cartas, de las que daríamos múltiples ejemplos, pero que
vamos a concretar en dos: una carta que recibe y otra que escribe, y
acaso, sobre todo, en el ambiente injustísimo que sufre, por parte de
algunos, el naciente Instituto Asturiano, hijo espiritual del sabio y
virtuoso don Gaspar.
El 6 de enero de 1794, en la misma fecha en que Jovellanos
cumple los 49 años de edad, se inaugura el Instituto Asturiano, que
tantas ilusiones y desvelos originan al eminente gijonés. También
algunas zozobras, dice Julián Marías, y Jovellanos apenas vive para
otra cosa que para su Instituto, puesto su pensamiento en allegar
fondos, mejorar las instalaciones, hacer programas, hablar a los
alumnos, organizar pequeñas fiestas y actos de afirmación intelectual. «Quisiera tener una cátedra de Humanidades Castellanas,
Historia, Geografía, Lógica, Filosofía Moral, Derecho Público. Hacen
Estrés, enfermedad y muerte de Jovellanos
103
falta libros y también permiso». Para ambas cosa hace gestiones con
algunas jerarquías eclesiásticas; para él son descorazonadoras las
respuestas que recibe. Especialmente habida cuenta de su hondo espíritu religioso y de que, en aras de este mismo espíritu, no quiere
que su Instituto sea solamente de conocimientos científicos y técnicos: Matemáticas, Física, Química, Biología…, aún sabiendo que es
la Ciencia el objetivo fundamental de su inquietud educadora hasta
el máximo nivel. En 1795, Jovellanos hace una solicitud al Inquisidor
General, el cardenal Lorenzana, para tener en el Instituto libros prohibidos, que solamente puedan leer los jefes y maestros del
Establecimiento. El resultado de sus gestiones está contado en los
diarios de Jovellanos (6-VIII-1795):
El tonto del cardenal Lorenzana insiste en negar la licencia.
Dice que hay en castellano muy buenas obras para la construcción
particular y enseñanza pública y cita el Curso de Lucuce, el de Bails
y la Náutica de Jorge Juan… Este monumento de barbarie debe quedar unido al Diario. ¿Qué dirá de él la generación que nos aguarda,
y que a pesar del despotismo y la ignorancia que la oprimen, será
más ilustrada, más libre y más feliz que la presente? ¿Qué barreras
podrán cerrar las avenidas de la luz y de la ilustración?
Aquí está el meollo de la «situación estresante» que padece
Jovellanos. Parece haberse emprendido la ofensiva contra el
Instituto. Le avisan que el cura de Somió, comisario de la Inquisición, anda haciendo preguntas sobre los libros de la Biblioteca de
manera inquietante. «Al Instituto por la siesta, allí el cura de Somió
registrando libros. Le reprimí. Díjele que no me había gustado verle
allí. ¿Empieza alguna sorda persecución contra el Instituto?». La
reacción psicológica de Jovellanos es de franco estrés y ello baja las
defensas orgánicas y conduce a cualquier otra enfermedad. Jovellanos goza de poca salud, siempre se queja.
Un incidente con el Obispo de Lugo, Don Felipe Peláez
Caunedo, al que se dirigió en 1799 pidiéndole ayuda para el
Instituto, se refleja en la siguiente respuesta al escrito del Obispo,
que le había «contestado con mal disimulada hostilidad y aspereza».
Decía el escrito del Obispo Peláez:
104
Boletín Jovellanista V - 2004. Eduardo González Menéndez
Mi dueño y amigo: Un Obispo debe invertir sus facultades en
socorrer las necesidades de sus diocesanos, en el seminario conciliar
y otras instituciones piadosas, que sirvan para sostener nuestra sagrada religión y combatir los filósofos de nuestros días que renuevan
y reúnen todos lo errores y horrores de los tiempos pasados, y persiguen cruelmente a la Iglesia y potestades legítimas. Si he de juzgar
por la sabiduría, honor y altas virtudes del Director Cienfuegos, pocos progresos se pueden esperar para la educación y ejemplo de la
juventud. En las circunstancias actuales sería de los más acertado
que Vm. se dedicase al cuidado de su casa, tomando estado olvidando
otros proyectos y vanidades del mundo, que ya nos ha dado bastantes desengaños.
La respuesta de Jovellanos no se hizo esperar. La carta de don
Gaspar merece ser citada íntegramente:
Ilustrísimo Señor:
Por más que yo aprecie el Instituto Asturiano, nunca pudiera
extrañar que Vm. se negase primera y segunda vez a socorrerle porque estoy harto de ver olvidada la caridad pública de los más
obligados a ejercerla. Más que Vm. se negase a contestar a mis reverentes oficios y, sobre todo, que diese a mi amistosa carta tan
despegada respuesta, ni lo esperaba, ni lo puedo pasar en silencio.
Aquella carta prueba que yo no ignoraba las obligaciones de
Vm. como Obispo cuando le recordaba las que tiene como miembro
de la sociedad que le mantiene, y es bien extraño que Vm. sólo recuerda las primeras para desentenderse de las últimas.
Sin duda que un Obispo debe instruir al clero que le ayuda en
su ministerio pastoral, pero debe también promover la instrucción
del pueblo, para quien fue instituido el clero y el episcopado. Debe
mejorar los estudios eclesiásticos, pero debe promover las mejoras de
los demás estudios, que Vm. llanta profanos y que yo llamo útiles,
porque en ellos se cifra la abundancia, la seguridad y la prosperidad
pública; porque con la ignorancia ellos destierran la miseria, la ociosidad y la, corrupción pública; y, en fin, porque ellos mejoran la
agricultura, las artes y las profesiones útiles, sin las cuales no se
puede sostener el Estado, ni mantenerse los ministros de su Iglesia.
Estrés, enfermedad y muerte de Jovellanos
105
Y de aquí es, que si los obispos deben aversión a los filósofos que deslumbran, y a las malas artes que corrompen los pueblos, deben
también aprecio a los sabios modestos y protección a la enseñanza
provechosa que los ilustra.
Lo que ciertamente no cabe en las obligaciones ni en los derechos de un Obispo, es injuriar a sus prójimos con injusticia y sin
necesidad.
El Director Cienfuegos ha merecido, por su talento, su
buena conducta y distinguidas prendas, el aprecio del Cuerpo en
que sirvió a S.M.: por estas prendas, merece aquí el aprecio de
cuantos le tratan, y particularmente el mío, que estoy muy satisfecho del celo con que desempeña el cargo que el Rey le ha
conferido. Si tanto no ha bastado para merecer el aprecio de Vm.,
pudo a lo menos esconder en su carta esta flaqueza, y eso tuviera
de menos desatenta.
Me aconseja Vm. que cuide de gobernar mi casa y tomar estado. El primer consejo viene a tiempo, porque no vivo de diezmos y
cobro mi sueldo en vales; el segundo, tarde, pues quien de mozo no se
atrevió a tomar una novia por su mano, no la recibirá de viejo de la
de tal amigo.
Concluye Vm. exhortándome a que aproveche los desengaños.
No puede tener muchos quien no buscó la fortuna, ni deseó conservarla. Con todo, estimo y tomo el que Vm. me da, y le pago con otro
consejo, que probablemente será el último, porque de ésta no quedará
Vm. con gana de darlos ni recibirlos. Sea Vm., si quiere, ingrato con
su patria y desconocido en sus amigos, pero no caiga otra vez en la
tentación de ser desatento con quien pueda tachárselo tan franca y
justamente como Jovellanos.
Para un hombre profundamente religioso como lo era nuestro admirado don Gaspar, tener que decir todo esto a un prelado de
la Iglesia Católica tiene que haberle producido un profundo malestar interior, intensa amargura y causa evidente de estrés, que, a mi
juicio, limita y aminora las defensas orgánicas y constituye un básico factor predisponente para cualquier enfermedad muy grave.
El 13 de junio de 1779, día de San Antonio de Padua, tiene don
Gaspar esta sabrosa anotación:
106
Boletín Jovellanista V - 2004. Eduardo González Menéndez
A la Iglesia. Predicó Don Félix de Bobes, cura de San Julián
de los Prados (Santullano), no de San Antonio sino contra los espíritus fuertes. Parecíase al que predicó a unas monjas contra los
desafíos, o al que, a los aguadores de la Puerta del Sol, contra las escofietas. ¿A qué combatir los vicios de la sabiduría en un país de
ignorancia? ¿Es esto más que adularla? ¡Y qué cosas no dijo! ¡Y
cuán groseramente! Pero siguió la moda y, acaso, otro impulso.
Jovellanos creía en muchas cosas, por ejemplo, en «la opinión
pública, sin la cual ningún establecimiento puede consolidarse», en
la fuerza de la instrucción, en que se puede decir a la nación:
«¿Quieres ser verdaderamente sabia? Reforma tus Universidades,
erige en cada provincia un Instituto como éste; protege las letras y los
literatos, y volverás a ser, como fuiste un día, la primera nación del
mundo sabio». Creía también en lo que hoy llamamos autenticidad:
«conozco los hombres, y los tolero, y creo que ninguno es tan digno
de lástima como el que no es lo que debe ser». Y todo ello, ¿para qué?
¿Quiere instruir en la impiedad y el descreimiento? Al trazar
el plan ideal de sus enseñanzas, después de la Retórica y la Lógica,
agrega:
Y con esta última, antes envuelta en la Metafísica, se preparará a los jóvenes para tomar conocimiento de ésta, pasar a la
Teología Natural, que rigurosamente es una parte suya, y acabar con
la Ética, que toda se apoya y deriva del conocimiento del Sumo bien,
contenido en su antecedente. A esto debe suceder la Historia de la
Religión para perfeccionar el conocimiento del dogma, que desde la
escuela habrán estudiado en el catecismo. Esta es la suma: un método sencillo, acomodado al objeto, pocos preceptos, ejemplos muchos,
poco fiado a la memoria, mucho a la explicación paciente y constante,
hasta que se sepa haberse entendido cuanto se propone.
Esto es lo que quería Jovellanos a mediados del año 1800,
cuando le quedaban muy pocos meses de vida al siglo XVIII, y a él
muy pocos más de libertad.
Lo mismo que el pensamiento y la sabiduría de Jovellanos se
adelantan en dos siglos a su época; también, si valoramos desde el
Estrés, enfermedad y muerte de Jovellanos
107
punto de vista de hoy su patología, hemos de admitir que Jovellanos
vivió bajo una extraordinaria agresividad del estrés. La patología
del estrés es la patología de la civilización y esto nos lleva a pensar
que civilización es una condición humana que opone un hombre,
que modifica sus instintos por la reflexión, a un estado primitivo,
salvaje y bárbaro. Esta condición humana de hombre civilizado es
distinta según el momento histórico y, así, hay civilizaciones clásicas antiguas dominadas por el sentido de lo bello; una civilización
cristiana que está dominada por la idea de lo bueno; una civilización materialista, que se inicia en el siglo XVIII, bajo el imperio de la
idea del progreso científico y técnico, y que posteriormente se concreta en lo que se llamó civilización industrial. La patología del
estrés afectó ya a Jovellanos, aunque entonces no se conocieran estos modernos conceptos que el sufrimiento, la amargura y el dolor
moral del hombre conllevan. Jovellanos sufrió muchísimo en su dolor por España y en la incomprensión de los Gobiernos y del rey
hacia su personalidad tan abierta a la bondad y al bien y tan deseosa
de la prosperidad y la gloria para España.
En la admirada monografía que escribe Francisco Carantoña
sobre la Estancia de Jovellanos en Muros de Galicia se registran más datos que apoyan el diagnóstico de su estrés, porque Jovellanos,
cansado y con escasas ilusiones, cumplidos los sesenta y cinco años,
en la postrer etapa de su vida, llega a Muros el 6 de marzo de 1810
huyendo del nido de intrigas en que Cádiz se había convertido.
Desde Muros le habla Jovellanos a lord Holland de política y también de sus melancolías y desdichas. Se traslucen en sus cartas,
como también en otras dirigidas a distintos destinatarios, preocupaciones económicas que en algún momento angustiaron al ilustre
asturiano refugiado en Muros. El 16 de Mayo de 1810 le escribía al
conde de Ayamáns: «La suerte de todos es harto desgraciada; la mía,
aunque si cae Asturias quedaré reducido a una absoluta indigencia,
no lo es tanto, por que ni mi ánimo está abatido en ningún grado ni
puedo temer que en estado alguno me falten recursos para vivir».
Jovellanos sale de La Coruña por tierra el 17 de julio de 1811.
Llega a Gijón el 6 de Agosto, tras diez largos años de ausencia, y es
objeto de una acogida memorable. Esta fecha será para siempre el
gran día de Jovellanos. Pero su sosiego dura poco. El 6 de noviem-
108
Boletín Jovellanista V - 2004. Eduardo González Menéndez
bre debe huir de nuevo ante una amenaza de los franceses. Su barco
entra en una arribada forzosa, bajo una galerna tremenda, en Puerto
de Vega, cerca de Navia, y allí, acogido en casa de Antonio Trelles
Osorio, ocurre su última enfermedad y su muerte, que por desgracia acontece el 27 de Noviembre de 1811.
Jovellanos sufrió el desamor y la incomprensión, que son principios básicos de la patología del estrés y no olvidemos que esta
patología tiene unas bases bien precisas en sus diversas facetas:
1) Los agentes agresivos, fuerzas, estímulos, condiciones, situaciones del medio externo, capaces de determinar una
perturbación en el medio interno, en la homeostasis.
2) El proceso en virtud del cual estos agentes agresores o estresantes producen su acción en el organismo humano.
3) Los cambios y respuestas orgánicas resultantes de las acciones agresivas y que serán de tipo bioquímico, de carácter
neuroendocrino, acusadamente estructurales o bien meras
modificaciones de la conducta.
Con harta frecuencia aparecen trabajos de investigación médica que corroboran la influencia de los factores psicológicos y
sociales sobre el equilibrio somatopsicológico de la persona humana. No hace más de tres meses, en la revista Science, dirigido
por la doctora Noemí Eisemberg, del Departamento de Psicología
de la Universidad de California, en Los Ángeles, se publicó un
trabajo en el que se comprobó el efecto físico de los reveses morales. Los reveses morales del ego duelen casi tanto como las
lesiones físicas y así existe una explicación de patología funcional
para el «nudo en el estómago» que se sufre ante una emoción
acongojante. Se alude a los disgustos de la vida corriente, como
el que recibe, por ejemplo, un joven rechazado por la muchacha
pretendida; o la crítica que recae sobre el vestido o la presencia
de una mujer que engordó más de la cuenta. Nada digamos de los
reveses en el éxito, en la fortuna, en la carrera política, etc. Esto
condiciona que las imágenes de resonancia magnética en el cerebro mostraron una peculiar actividad en la corteza circular
anterior del cerebro, región vinculada al dolor. Además, la corteza
Estrés, enfermedad y muerte de Jovellanos
109
ventral prefrontal derecha, una región del cerebro que se sabe maneja y regula la aflicción, también apareció relacionada con un
aumento de la congoja.
La persistencia continuada o la reiteración de estas situaciones estresantes reporta alteraciones funcionales del cerebro que hoy
están absolutamente objetivadas y bien conocidas.
Los agentes estresores son agresiones somáticas inespecíficas,
térmicas, físicas, químicas, biológicas, unas veces; situaciones personales otras, como problemas familiares, conflictos económicos,
éticos o religiosos, que tanto contaron en la biografía de nuestro ínclito máximo prohombre.
No debo extenderme en la explicación del Síndrome General
de Adaptación de Seyle, ni sobre la estimulación hipotálamo-hipofisaria adrenocorticotrófica, pero bien es cierto que todo ello entró
en juego en la patobiología de Jovellanos, que no la pudo ver en su
época, bajo este enfoque, su gran historiador y mi querido colega
Jesús Martínez Fernández.
Jovellanos vivió bajo el sufrimiento que hoy se denomina estrés y ello limitaba sus defensas orgánicas, hasta el extremo de verse
entregado a una situación de minusvalía frente a las agresiones bacterianas.
Es bien sabido que el 15 % de la población española sufre actualmente distintas manifestaciones de ansiedad ante situaciones
de riesgo. No sabemos naturalmente cual era el porcentaje en la
época en que vivió Jovellanos, pero es lo cierto que en él se expresa
en forma muy clara el estado de alerta ante sucesos posiblemente
sobredimensionados como peligrosos. La forma de aparición de la
ansiedad y su propio curso son muy diversos, pudiendo oscilar
desde simples intranquilidades a reacciones de huida. Últimamente
se admite como influencia de factores biológicos en la predisposición al estrés y a la ansiedad, una alteración en el cromosoma 15.
A veces se asocia a esta situación de estrés un cuadro depresivo y esta asociación suele darse en el 10 % de los hombres y en las
mujeres un 2,5 % más.
Volviendo a la situación de estrés que referimos, puede manifestarse claramente dicha situación por crisis de angustia,
ataques de pánico, ansiedad generalizada, preocupación sobre po-
110
Boletín Jovellanista V - 2004. Eduardo González Menéndez
sible enfermedad somática, agorafobia, fobia social, fobias específicas, trastornos obsesivos-compulsivos, desasosiego, sensación de
desamparo, extrema vigilancia, permanente temor…
Y así, sumándose a su manifiesto estrés crónico previo y predisponente, el nuevo factor agresivo de la «galerna» padecida en el
Cantábrico por el bergantín Volante –cuyo capitán era don Juan de
Sertucha, vecino de la villa de Plencia, Señorío de Vizcaya, siendo
tripulantes Juan Bautista Domingo Muniategui, Antonio de Besterra
y Juan Bautista de Garivi, y que provocó, cuando navegaba con
rumbo a Ribadeo, su arribada forzosa en Puerto de Vega–, no es de
extrañar que su organismo fuera receptivo al contagio de la enfermedad neumónica que padecía su gran amigo don Pedro Valdés
Llanos y de la que hablaremos seguidamente.
La neumonía es una infección del parénquima pulmonar causada por diversas especies bacterianas, micoplasmas, clamidias,
ricketsias, hongos y parásitos. Los huéspedes debilitados –ha dicho
con claridad definitoria HARRISON– son especialmente vulnerables
a las infecciones pulmonares, causadas por diversos agentes patógenos. Ciertos factores como un viaje anterior, la exposición a
mascotas, el contacto con otras personas enfermas, la profesión y la
edad del paciente, la estación del año, la localización geográfica, etc.,
etc., son múltiples factores coadyuvantes que pueden intervenir en
la producción o aparición de la neumonía. esto es así a la luz de la
Medicina clínica moderna y todo esto se dio en la postrera enfermedad de Jovellanos.
No es suficiente para nosotros, clínicos de este siglo y de esta
circunstancia, admitir como bueno el relato de la biografía de don
Gaspar cuando llega este momento.
Vamos a reproducir en pocas líneas lo que se sabe de cierto
sobre esta escena final de la egregia vida de nuestro admirado polígrafo.
El 4 de noviembre de 1881, don José Ramón Fernández
Luanco, de Castropol, publicó un artículo titulado «Postrimerías y
recuerdos de Jovellanos» (La Ilustración gallega y asturiana, tomo III
página 388, año 1881) con datos aportados por Pedro Santa Marina,
que había conocido personalmente a Jovellanos en Puerto de Vega,
y con el informe de una carta que le solicitó al médico don José
Estrés, enfermedad y muerte de Jovellanos
111
Angulo y que estaba fechada en Navia el 13 de enero de 1851, cuarenta años después del necrológico suceso. El texto publicado dice
así: «Fue atacado el Sr. Jovellanos de frío general –el escalofrío característico del inicio de una neumonía– con dolor vivo y agudo en
el costado izquierdo, dificultad de respirar, esputo sanguíneo y calentura violenta».
El médico Angulo censura sin ambages al cirujano La Magna,
diciendo que desconoció enteramente este estado patológico morboso de tanta gravedad, omitiendo emplear oportunamente un
método antiflogístico para combatir con fruto la flegmasía del pulmón, cuyos síntomas se manifestaban evidentemente; pero, por
desgracia, no sucedió así. De esta manera pasaron los días y siguieron las cosas sin tomar otras providencias; hasta que, pasado el
primer septenario de su afección, llamaron al octavo día al facultativo Angulo, pero ya era demasiado tarde. Éste se cruzó de brazos,
pues el señor Jovellanos estaba atacado de un fuerte delirio y su razón trastornada, repitiendo a cada instante: «Mi sobrino…, Junta
Central…, La Francia…, Nación sin cabeza…, ¡Desdichado de mí!
[…]» y otras incoherencias. No pudo concluir el testamento que había iniciado y, después de recibir los Auxilios espirituales, expiró
tranquilamente, sin agonía, el día décimo de su enfermedad, a las
cuatro de la tarde.
Es innegable que el cirujano La Magna no debía tener los conocimientos de doctrina médica elementales, porque no era médico
y únicamente estableció el diagnóstico el médico de Navia don José
Angulo. Hemos de ser sinceros y objetivos. Nadie puede luchar contra corriente ni tratar de modificar la historia. Jovellanos falleció
porque Dios lo permitió así y si hubiera enfermado dos siglos después –es decir, en nuestra época tendríamos, gracias a Dios, los
mejores medios para curarle. Hoy son muy pocas personas las que
no reciben correctamente un tratamiento eficaz para una neumonía,
como la que tuvo el máximo gijonés. No podemos olvidar que, a
partir de 1940, se dispone de un arsenal terapéutico asombrosamente útil: sulfamidas, sulfatiazoles, antibióticos, etc., etc., con los
que esta enfermedad en un hombre de 67 años, es perfectamente curable. Es bien sabido que la enfermedad está en el pulmón, pero la
muerte viene por el corazón; y aún así, tenemos medios fabulosos
112
Boletín Jovellanista V - 2004. Eduardo González Menéndez
para proteger ese corazón y hacerlo resistir a la situación de una
neumonía lobar, localizada, en este caso, en el pulmón izquierdo,
que no cedió a los tratamientos de aquella época: cantáridas y otros
remedios, mientras el proceso neumónico se extendía hacia la pleura
y así ocasionaba intenso dolor en punta de costado.
Nadie puede asegurar, sin embargo, que, con los medios actuales, Jovellanos no hubiera sucumbido a su neumonía. Las
infecciones causadas por el Streptococus neumoniae o neumococo
constituyen un importante problema de salud en todo el mundo,
siendo la causa principal de mortalidad y morbilidad por enfermedad infecciosa, potencialmente evitable por vacunación. Afecta
actualmente, en forma fundamental, a niños pequeños y a personas
de edad avanzada, siendo estas últimas la población más afectada
en los países desarrollados.
A pesar de la enfermedad neumónica, la incidencia en países
de nuestro entorno socioeconómico oscila entre 15 casos por 100.000
habitantes en población general y 50 casos por 100.000 habitantes
en mayores de 65 años. La letalidad, actualmente, aún con el tratamiento antimicrobiano, va del 15 al 50 % en mayores de 65 años. La
incidencia real de la neumonía neumocócica –que es, sin duda, la
que padeció Jovellanos como proceso final– se desconoce, pero se
supone aproximadamente sobre los 100 casos por 100.000 habitantes
en la población general y esta cifra se multiplica por cuatro o cinco
veces más en mayores de 65 años.
En sujetos afectados de inmunosupresión, como los que padecen estrés –tal era el caso de don Gaspar–, tienen un grave riesgo
de enfermedad neumocócica invasiva y muerte. Por eso la estrategia
actual es la de vacunación antineumocócica en personas mayores
de 65 años y en las que tienen algún factor de riesgo, aún siendo menores de esa edad.
A comienzos del siglo XX, el gran clínico Olsen, recordaba la
frase de Galeno: «Cura mejor el médico que merece la confianza de
las gentes». La actitud combativa y defensiva del propio enfermo
contra su dolencia está movida por un conjunto de confianza, ilusión y fe, aunque está bien probado que sólo este componente
psicológico de «situarse en positivo», con ser sumamente importante como colaboración, no cura por si sólo las enfermedades. La
Estrés, enfermedad y muerte de Jovellanos
113
Patología no es una cuestión tan simplista. Aunque se haya intentado buscar bases biológicas en la respuesta psicológica frente a la
enfermedad, atribuyéndola a las llamadas endorfinas como incrementadoras del sistema inmunitario, no está demostrado que ese
mecanismo sea capaz de dominar y vencer los procesos importantes
y mucho menos los malignos.
Es notorio que ni este factor coadyuvante de la confianza en
los médicos pudo darse en la enfermedad postrera de Jovellanos,
porque ninguno de los dos sanitarios partícipes en su asistencia eran
conocidos por él. Uno de ellos se trataba de un cirujano-barbero
sangrador, no facultativo, y el segundo, el doctor Angulo, era un
médico de Navia que nunca antes había visto ni tratado a don
Gaspar. No podía existir, pues, aquello que mencionaba Galeno
como mecedor de la confianza de las gentes.
Pocas mentes españolas han valorado con suficiente y justo
criterio el pensamiento, la vida y obra de Jovellanos, pero no han
dejado de hacerlo los más escogidos y selectos ideólogos y maestros, desde Marañón y Laín hasta Menéndez y Pelayo o Julián
Marías. Y nos toca a los médicos, especialmente a los que somos,
para nuestro honor, sus paisanos y seguidores, analizar el mérito de
sus sufrimientos, la tremenda amargura de su vida estresante, las
persecuciones de sus enemigos, la tremenda injusticia de cuantos,
comidos por la envidia, intentaron hacerle la vida imposible.
Debemos ser los Médicos los que valoremos su existencia estresada
con mil agravios y persecuciones, en un alma hermosísima –como
dijo de él Menéndez y Pelayo– embebida con un profundo sentido
religioso de lector incansable de la Biblia y alimentado con la sagrada comunión con la máxima frecuencia de aquella época.
Vivió y sufrió por España con el enardecido fervor de los mayores patriotas, pero su salud le ayudaba poco y, aunque acudía a
los remedios posibles, ni las curas hidrominerales de Trillo, ni las
medicaciones que estaban entonces en boga, fueron capaces de atenuar ese casi permanente dolor en que vivía, su inquietud por su
patria y su ensueño de mejor instrucción, mejores y mayores avances en el pueblo de sus amores y, sobre todo, grandeza de su patria.
La hiriente y dolorosísima visión de un Jovellanos muerto,
mueve nuestros corazones como si de nuestro padre se tratara.
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Boletín Jovellanista V - 2004. Eduardo González Menéndez
Brotan palabras de inmensa tristeza y dolor, con la misma emoción
que él supo poner en su fabulosa proclama a los paisanos de la villa
de Muros de San Pedro el 28 de Marzo de 1810 ó en canto guerrero
para los asturianos frente al invasor.
También hace bien poco se habló del Jovellanos «fascinante y
rompedor», pero nadie puede negar su profunda religiosidad y su
profesión de fe católica, apostólica y romana. Hay en Jovellanos una
teoría antropológica del ser humano como ser social, histórico y trascendental. Toda la doctrina y el pensamiento de Jovellanos es
múltiple: erasmista y jansenista, localista y patriota, reformador radical y adversario del jacobinismo, entregado a las tradiciones,
coherente y progresista, y «como la sal en el mar, Jovellanos está en
todo». Su inmensa cultura y la pluralidad de su pensamiento político jamás está en pugna con su profunda fe religiosa.
El viento de aquella noche de noviembre y el amanecer del
día siguiente hacen temblar de angustia y de profundo sentimiento
a todos los gijoneses, a todos los asturianos y a cuantos le conocieron
y admiraron como máxima figura de la intelectualidad de su siglo.
Jovellanos ha sido, desde aquel año de 1811, la máxima figura española de su tiempo y concita en él tanta admiración y tanto amor
filial como si fuera nuestro padre… La muerte del mayor patriota,
pauta y ejemplo en su amor por España y en entrega al servicio público y al interés general, enciende en nosotros una última reflexión.
Mucho más importante que su quebrantada salud, su tensión provocada por situaciones agobiantes y su última extrema enfermedad,
que acabó con su vida física, es la grandeza de un alma llena de ternura por sus semejantes, enardecida en el deber de mejorar la
instrucción pública y conseguir la serena paz de una patria dolorida…
La muerte de Jovellanos fue una lanzada en el costado de
España, que él recibió como un camino hacia Dios y una bienvenida
al seno del Padre en quien siempre creyó y en cuya Santa Iglesia
quiso morir. Jovellanos nos mostró una síntesis feliz de la virtud y la
sabiduría.
Jovellanos, viajero de cercanías
y prosista romántico
por Ignacio Gracia Noriega
S
e considera que la percepción literaria del paisaje es descubrimiento moderno que, con el romanticismo, alcanza su máximo
desarrollo y esplendor. La literatura anterior no repara en aspectos
circunstanciales, se ha llegado a afirmar, entendiéndose el paisaje
como un elemento circunstancial que progresivamente cobra importancia. No es nuestro propósito, al menos de momento, discutir
tales suposiciones, aunque tal vez merezca recordar un hermoso
verso del Poema del Cid: «passando van las sierras e los montes e las
aguas», o una cantiga de Martín Codax: «Ondas do mar de Vigo»,
o algunas descripciones de Gonzalo de Berceo, para no admitir opiniones quizá precipitadas. O bien la más injustamente olvidada
novela de Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, en la que
no son necesarias las descripciones paisajísticas, porque el paisaje
se funde en la acción del mismo modo que el Monument Valley es
parte indispensable de los «westerns» de John Ford; por ejemplo:
«Finalmente, el favor de los cielos se mezcló con los vientos que
poco a poco llevaron el esquife a la isla y les dio lugar de tomarle
en tierra en una espaciosa playa, no acompañada de gente alguna,
sino de mucha cantidad de nieve, que todo lo cubría».
Una cosa es la integración del paisaje en el relato, y otra la fatigosa descripción de paisajes que, en ocasiones, interrumpen el
relato, y Cervantes conocía la diferencia. También la conocía
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Boletín Jovellanista V - 2004. Ignacio Gracia Noriega
Jovellanos, y, por este motivo, los apuntes paisajísticos integrados
como de pasada en sus diarios poseen mayor viveza que descripciones más cuidadas, en prosa o en verso. A veces, el paisaje en
Jovellanos es una simple pincelada: «mañana parda» anota el 5 de
agosto de 1795; o bien, perfila los diferentes ingredientes que componen un cuadro: «Paseo por Santa Catalina; a la vista diez
embarcaciones que corren al oeste; debajo, las lanchas pescando sardinas; el día claro; el tiempo fresco»; o se deja llevar por la emoción,
en Pajares: «¡Qué escenas tan sublimes! ¡Qué montañas tan augustas! Todas se ven como unos enormes trozos derrumbados de las
más altas. En las inferiores, el monte Valgrande poblado de hermosas hayas».
Ángel del Río señala en el estudio preliminar a la edición de
sus diarios que «fue Menéndez Pelayo el primero en señalar la aptitud de Jovellanos para sentir la emoción de la naturaleza o
conmoverse ante sus bellezas. Luego Azorín –para quien el cantor
de El Paular y de los campos mallorquines era ya un poeta romántico– habló de la «sensación aguda de paisaje que hay en sus
versos».
No obstante, es Gerardo Diego quien mejor repara, no ya en
el Jovellanos paisajista, sino en el Jovellanos poeta. «Será difícil que
hombre alguno se haya situado ante la naturaleza con la avidez y
la capacidad, con el amor también, de don Gaspar Melchor de
Jovellanos –escribe Diego, preguntándose a renglón seguido–
¿Goethe? Hombres del mismo tiempo multiplican su unidad, irradiándola en las más diversas dimensiones. Más profunda la
contemplación en la mirada del de Francfort, pero más completa y
rica aún en la retina del asturiano. Los testimonios escritos son innumerables. Pero antes pensemos en la autenticidad, en la honda
originalidad de la contemplación jovellanista.
Gusta Gerardo Diego de separar al Jovellanos poeta del
Jovellanos prosista, inclinándose en favor del último, pese a que
también ha señalado el notable valor de Jovellanos como poeta, pese
a que «la poesía del siglo XVIII hay que ir a buscarla fuera de los
versos». No es culpa de Jovellanos haber nacido en un siglo tan antipoético como aquel en el que nació y vivió la mayor parte de su
vida; y tampoco es achicarle cuando se le tiene, como hace Diego,
Jovellanos, viajero de cercanías y prosista romántico
117
como el mejor poeta español de ese siglo, en muchos aspectos por
encima de Meléndez Valdés y de Quintana. Según Diego, «puede
estudiarse a Jovellanos paisajista y naturalista en sus versos y en sus
prosas. En unos y en otras nos ha dejado admirables páginas que
no son todo lo conocidas que debieran. Lo más citado en la epístola
Fabio a Anfriso, que por una serie de circunstancias, además de su
intrínseco mérito, ha sido objeto de apasionados comentarios. Pero
es en la prosa de Jovellanos donde a veces, también con verdadero
vuelo poético y siempre con elegancia y justeza de expresión, puede
admirarse la más variada gama de sensaciones, apuntes, panoramas, meditaciones, estudios y cantos apasionados de la Naturaleza.
Para ello basta recordar páginas de sus Diarios de correspondencia».
Y en su conferencia sobre «La poesía de Jovellanos», Gerardo Diego
afirma tajantemente: «Poeta en prosa don Gaspar lo es en sus mejores momentos…».
Estos «mejores momentos» Jovellanos los logra, de manera
especial, en el estilo, algo desenfadado e informal, de sus diarios
y cartas, aunque Menéndez Pelayo le tenía por poeta sobre todo,
señalándole, a modo de cariñoso reproche, que fuera «quizá demasiado poeta en achaques de economía política».
Que Jovellanos escribió páginas admirables de prosa descriptiva queda fuera de toda duda, como la célebre descripción de
Bellver, que Diego juzga como «maravillosa página que deberían
saber de memoria los escolares españoles, como aprenden otras no
más bellas de Chateaubriand los franceses». Más que por enaltecer
al prosista no desmerezca el poeta, y en lo que aquí nos ocupa, el
poeta sensible que expresa su estremecida emoción ante el espectáculo, grandioso o apacible, de la naturaleza, en la vega del
Bernesga o en El Paular. En la epístola de Fabio a Anfriso, escrita en
la cartuja de El Paular, «se contiene el germen de toda la poesía romántica que más tarde se ha de escribir en España», asegura Azorín;
y Ángel del Río indica que en ella «el viejo elogio horaciano de la
soledad se funde con temas de un espíritu completamente nuevo:
tono evocador, sensibilidad quejumbrosa, personalismo, reflexiones
melancólicas sobre las ruinas, el claustro, el pasado y visiones del
terror nocturno. Asoman también en la misma epístola el sentimiento de la naturaleza y el medievalismo literario que luego
118
Boletín Jovellanista V - 2004. Ignacio Gracia Noriega
expresa en prosa con ardor poético en las bellísimas descripciones
del Castillo de Bellver y de la campiña mallorquina. El poeta sale en
busca de la «quietud perdida», y aunque no la encuentra, nos ofrece
una de las buenas descripciones paisajísticas de la poesía española:
Salgo al ameno valle, subo al monte,
sigo del claro río las corrientes,
busco la fresca y deleitosa sombra,
corro por todas partes y no encuentro
en parte alguna la quietud perdida.
¡Ay, Anfriso, qué escenas a mis ojos,
cansados de llorar, presenta el cielo!
Rodeado de frondosos y altos montes
se extiende un valle, que de mil delicias
con sabia mano ornó naturaleza.
Pártele en dos mitades, despeñado
de las vecinas rocas, el Lozoya,
por su pesca famoso y dulces aguas.
Del claro río sobre el verde margen
crecen frondosos álamos, que al cielo
ya erguidos alzan las plateadas copas,
o ya sobre las aguas encorvados,
en mil figuras miran con asombro
su forma en los cristales retratada.
De la siniestra orilla un bosque ombrío,
hasta la falda del vecino monte
se extiende: tan ameno y delicioso,
que le hubiera juzgado el gentilismo
morada de algún Dios, o a los misterios
de las silvanas Driadas guardado.
La cita es larga, pero nos permite apreciar cómo Jovellanos
contempla el paisaje. Dejando al margen la referencia al estado de
ánimo del poeta y las alusiones a ecos paganos y a las ninfas de los
bosques de los tres últimos versos, en coherencia con el verso de
Ovidio que sirve de frontispicio a la epístola («Credibile est illi
Numen inesse loco»), las descripciones son realistas y están hechas
Jovellanos, viajero de cercanías y prosista romántico
119
con naturalidad: en la ribera del río crecen árboles que dan deleitosa sombra; las copas de los árboles se reflejan en sus aguas; el río
Lozoya se despeña desde las rocas vecinas, el valle se encuentra rodeado de altos y frondosos montes y el bosque umbrío se extiende
hasta la falda del monte próximo.
Debemos llegar a la conclusión de que Jovellanos está acostumbrado a ver cómo los ríos se precipitan en cascadas y cómo
alrededor de los ríos predomina el color verde («el verde margen»),
y cómo los árboles parecen ascender por las laderas de los montes,
y esto nos conduce no sólo al Jovellanos poeta, sino al Jovellanos
viajero. A un viajero que era a la vez poeta, pues otros viajaron más
que Jovellanos y no vieron lo que él veía. Y tiene mérito la mirada
de Jovellanos, porque en la mayor parte de sus páginas de viaje no
las fija en el paisaje, sino en la etnografía, folclore, arte, industria,
agricultura o geología del territorio que recorre (el de Asturias, principalmente); pero el paisaje está al fondo siempre, como en un
poema épico medieval o en un «western» clásico. Un paisaje vivo y
cambiante: como asturiano, como español cantábrico, tiene presente
en todo momento las alteraciones que los movimientos meteorológicos ejercen sobre el paisaje. No se ve lo mismo bajo el sol que bajo
la lluvia, y debe tenerse en cuenta que el paisaje de Asturias pierde
gran parte de su belleza melancólica y la mayoría de sus matices
bajo el sol del verano. La gran estación aquí es el otoño. Jovellanos,
en sus diarios, es paisajista y meteorólogo: «Mucho frío; la niebla
espesó; era ya agua y abundante», anota subiendo La Espina. Los
ejemplos podrían multiplicarse.
Vamos a buscar al Jovellanos poeta en el prosista de sus páginas viajeras. No viajaba don Gaspar Melchor por viajar, sino
requerido por graves ocupaciones que poco tienen que ver con la
poesía. Viajaba como entonces viajaban tantos ilustrados como él,
según constata Ángel del Río: «Es casi seguro que el ejemplo de don
Antonio Ponz y el de otros ilustres viajeros, españoles y no españoles, del siglo XVIII, despertara en Jovellanos ese afán por recoger
noticias artísticas, topográficas, económicas, de historia natural, agricultura, población, vida social, etc., en todos los lugares por donde
pasaba. El impulso venía de más lejos: de la universal curiosidad
que caracteriza a la época de la Enciclopedia». O, como señala
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Boletín Jovellanista V - 2004. Ignacio Gracia Noriega
Menéndez Peláez, a propósito de sus cartas a Ponz: «Responden a
un género literario muy del gusto de los ilustrados, que sentían vivo
afán de conocer directamente la vida de los pueblos». De este modo,
Jovellanos fue conociendo su país paso a paso, y así llegó a amarlo,
cosa que hoy está proscrita, a no ser que se ame al país con intención separatista. De este modo, se adelantó a la recomendación de
Unamuno, que pedía pisar la tierra de España, caminar sobre ella,
para llegar a amarla de verdad. Unamuno, lo mismo que sus compañeros de generación, Azorín y Baroja especialmente, escribió
grandes páginas paisajísticas, siendo como era muy aficionado a las
excursiones. Aunque no era lo mismo viajar en la segunda mitad
del siglo XVIII que a comienzos del siglo XX, no creo que desprestigiemos a Jovellanos si calificamos sus viajes de «excursiones» o
«viajes de cercanías». Porque aunque él era consciente de las dificultades e incomodidades que ocasionaba en su tiempo viajar por
Asturias (región a la que Jacinto Avella Fuertes, comisionado para
recorrer los caminos del Principado, comparaba con Siberia; y el propio Jovellanos incurrió asimismo en esa comparación), lo cierto es
que no podemos calificar como «viajes» ir a Pajares o a Santander
por los días en que don Alejandro Malaspina circunnavegaba el
globo terráqueo, o don Domingo Badia y Leblich, haciéndose llamar Ali Bey, viajaba a la ciudad prohibida de La Meca muchos años
antes de que lo hiciera el capitán sir Richard Burton. Que Malaspina
no sea tan conocido incluso entre los mismos españoles como el capitán Cook y capitán Badia tanto como Burton, es otra demostración
de que el país que salió corriendo de Iraq se aprecia poco a sí
mismo, y esta falta de aprecio, que Jovellanos intuyó en más de una
ocasión, acaso le hubiera dado motivo para una reflexión amarga.
Las páginas viajeras de Jovellanos se encuentran sobre todo
en sus diarios y en la primera y tercera cartas a Ponz, de la que dice
Ceán Bermúdez que «solamente la pluma de Jovellanos pudiera hacer interesante un asunto tan desagradable». El asunto de esta carta,
que Ceán resume como «descripción harto pintoresca del áspero y
molesto camino que hay y anduvo desde León a Oviedo, de las
enormes peñas y montañas que le ocupan, de los ríos que le atraviesan», no es desagradable, ni mucho menos, aunque se trate del
relato de una esforzada caminata.
Jovellanos, viajero de cercanías y prosista romántico
121
Jovellanos revela también como viajero su anglofilia. Es un
viajero de tipo inglés, que viaja haciendo preguntas y anotaciones, y
a quien Ian Robertson podía haber incluido entre los «curiosos impertinentes», los viajeros ingleses que recorrieron España durante
los siglos XVIII y XIX. Sus coincidencias con Joseph Townsend, que
recorrió algunas partes del centro de Asturias poco antes que él, son
más que notables. Leyendo los relatos escritos por ambos viajeros
tal parece que los dos lo hacían por parecidos motivos, aunque
Townsend viajaba por razones personales, para curarse el «spleen»
que le había producido el fallecimiento de su esposa, y Jovellanos
por motivos de utilidad pública. Aunque no solo emprendía
Jovellanos sus viajes para inspeccionar carreteras y buscar salidas
al carbón. El trabajo de Climent sobre las lecturas de Jovellanos nos
aporta un dato muy revelador. De los más de doscientos cincuenta
libros que componían su biblioteca, sesenta de ellos eran de viajes
y geografía. De lo que resulta inevitable deducir que era un gran aficionado al género de viajes y también un entendido.
Mediado el siglo XVIII comienza la gran época de los viajes de
extranjeros por España, que alcanza su momento de mayor esplendor
durante el romanticismo. Buena parte de esos viajeros publicaron relatos de esos viajes. Se viajaba a España como a un país exótico, medio
árabe, en el que se sucedían las disparatadas aventuras del «Manuscrito encontrado en Zaragoza», de Jan Potocki. Chateaubriand, al
regresar a Francia y contemplar las torres de la catedral de Burgos en
la lejanía reconoce que, por primera vez, se siente en su propio país.
Lord Byron, Gautier o Dumas exageraron un exotismo arabizante,
como sacado de Las mil y una noches, y aunque Merimée, Borrow y
Richard Ford conocían mejor España y eran más sensatos, no por eso
dejan de dedicar espacio a las corridas de toros, a los gitanos y a los
caballistas de Sierra Morena. Pero la mayoría de los viajeros que salían en busca de exotismo, no se acercaban a Asturias, no porque fuera
la Siberia de España, sino porque en la cornisa cantábrica no había
manera de encontrar exotismos arábigos, sino unas tierras, unos paisajes y unas gentes muy parecidas a las suyas. «Sus recorridos por el
norte de España llevan en ocasiones a los viajeros a Cantabria y
Asturias, zona que por su similitud natural con su país de origen merece menos comentarios», señala Ana Clara Guerrero.
122
Boletín Jovellanista V - 2004. Ignacio Gracia Noriega
Townsend entra en Asturias por el puerto de Somiedo, e impresionado por la grandeza de paisaje, escribe: «Si Shakespeare
hubiera pasado por este camino, su imaginación no hubiera reparado en los acantilados de Dover» (para buscarle un escenario a El
Rey Lear). Y a lo largo de su recorrido asturiano, encuentra muchos
aspectos comunes entre Inglaterra y Asturias, tanto en la apreciación del paisaje como en la forma de ser de los paisanos: «La
semejanza de Asturias con algunas partes de Inglaterra es sorprendente. El aspecto del país es el mismo por su verdor, sus cierres, sus
setos vivos, sus hileras de árboles y sus bosques; llama la atención la
misma mezcla de arboledas, de tierra de labor y de ricos pastizales;
la misma clase de árboles, de cosechas, de frutos y de rebaños».
También en la climatología se parecen Asturias e Inglaterra: «Uno
y otro país son excesivamente húmedos en invierno; sin embargo,
esto mismo les proporciona un gran resarcimiento en el verano, y
los dos gozan de un clima templado», aunque Townsend precisa
que «la sidra de esta región no es tan buena como la nuestra», lo que
infló el patriotismo astur de don Fermín Canella, exaltándole en rectificaciones reivindicatorias de la sidra asturiana.
Sería interesante, y figura entre mis proyectos, hacer un estudio comparado del viaje de Townsend por Asturias en 1786 con los
viajes de Jovellanos, realizados la década siguiente. Townsend es el
autor del viaje más completo realizado hasta aquel momento por
un inglés a través de España, y seguramente el primero que se
acerca a Asturias, ya que Edward Clarke, que publica sus cartas sobre España en 1763, destacando de Asturias sus bosques y montañas
y señalando algo muy cierto sobre nuestra tierra: que «más parece
una región saqueada que un país en manos de sus propios dueños»,
no debió de moverse de Madrid, según diversos testimonios.
Townsend conocía a Ponz, pero no llegó a conocer a Jovellanos durante su paso por Asturias, ya que éste se encontraba en Madrid; en
cambio tuvo trato con su hermano don Francisco de Paula
Jovellanos, «capitán de marina retirado del servicio» y de quien dice
que «un viejo oficial, en cualquier país, es un compañero agradable,
sobre todo en España. Yo encontré en este militar todo cuanto un
extranjero puede desear: buen sentido, cortesía y una gran instrucción».
Jovellanos, viajero de cercanías y prosista romántico
123
En cambio, Jovellanos conoció a Alexander Jardine a su paso
por Asturias en noviembre de 1793, y en los tres años siguientes
mantuvo con él correspondencia sobre asuntos económicos. Gracias
a Jardine, que le prestó el ejemplar, pudo Jovellanos leer las
Confesiones de Rousseau.
En Jovellanos, pues, percibimos dos tipos de viajeros, que corresponden a dos etapas muy diferentes de su vida. De una parte,
el viajero ilustrado, que viaja y ve, y anota el itinerario y lo que ha
visto, interesándose de manera especial por la naturaleza del suelo
y la situación del país, y por el genio peculiar y las invenciones de
sus habitantes: un «curioso impertinente», en una palabra. Es el
Jovellanos de los diarios y de las cartas a Ponz, el Jovellanos que
empieza a variar, desde posiciones clasicistas, a otras claramente
prerrománticas. El romántico se hace en el viaje, y una vez más se
muestra en Jovellanos su tendencia anglosajonizante. No olvidemos
que Townsend, sin ir más lejos, en muchas de sus descripciones paisajísticas, por ejemplo, en Somiedo, aparece como un prerromántico
auténtico.
Pero también le tocó a Jovellanos viajar de manera menos
grata, curiosamente en los últimos años de su vida, cuando apetece el sosiego y no andar perseguido por tierra o errante por los
caminos del mar. Es el Jovellanos que cumple misiones patrióticas
y que, sencillamente, huye de los franceses napoleónicos. Un
Jovellanos que no tiene tiempo para reparar en la configuración
del terreno o para anotar observaciones sobre el paisaje, pero que
le relata a lord Holland, en carta con fecha de 8 de marzo de 1810,
las penosas circunstancias de su llegada a Muros de Noya; unas
páginas al borde de la desesperación. Y luego, más tarde, la arribada definitiva a Puerto de Vega, huyendo de los franceses y de la
galerna. No es de extrañar que en Muros de Noya se considere
náufrago perdido para siempre, «no ciertamente por el entero naufragio de mi pobre fortuna, sino porque siempre me había
consolado en tantas desgracias como llovían sobre mí, la idea de
que si España perecía, Asturias sería la última en recibir el yugo.
Todo, pues, pereció para mí; ya no tengo ni bienes, ni libros, ni hogar, y ni siquiera tengo patria, que tal nombre no quiero dar a una
pequeña porción de país donde no se defiende ni con rabia ni fu-
124
Boletín Jovellanista V - 2004. Ignacio Gracia Noriega
ror la libertad, ni con justicia y gratitud el honor y el decoro de los
que tanto han trabajado por ella».
Jovellanos, cansado de las intrigas y politiqueos de Cádiz, decide regresar por mar a Gijón; el mal estado del mar le obliga a
tomar tierra en Muros de Noya, donde se entera de la entrada de
los franceses en Asturias. Durante su estancia forzosa en este puerto
gallego, Jovellanos, desalentado, y, seguramente aburrido, llena sus
ocios escribiendo tanto prosa como verso. Ya no hay motivos para
que considere a la poesía como ocupación poco respetable para un
magistrado, porque ni siquiera es magistrado, sino un fugitivo. «En
medio de la inclinación que tengo a la poesía, siempre he mirado la
parte lírica de ella como poco digna de un hombre serio, especialmente cuando no tiene más objeto que el amor.» Afirmaciones como
ésta solo pueden hacerse cuando se es joven o no se ha padecido, o
cuando se es magistrado, motivo por el que, aunque él no crea que
«hacer versos es una ocupación miserable», ha de andarse con cuidado y «debo respetarla, porque cuando las preocupaciones son
generales, es perdido cualquiera que no se conforme con ellas». Es
cierto que «vivimos en un siglo en que la poesía está en descrédito»,
reconoce Jovellanos; pero aquel mundo ya se ha hundido estrepitosamente delante de sus ojos. Pocas cosas quedan de él, y entre las
que desaparecieron está el descrédito de la poesía. En 1798, dos poetas ingleses, William Wordsworth y Samuel Taylor Coleridge reúnen
algunos de sus poemas en un volumen no extenso que lleva el título de Baladas líricas. No sé si Jovellanos habrá llegado a conocer
esta obra. Pero lo cierto es que el romanticismo ya se había asentado
en Inglaterra y Alemania cuando Jovellanos luchaba contra Francia,
el reducto neoclasicista, que, para colmo, acabaría importando a
España un romanticismo de segunda mano y de segunda división.
Así nos luce el pelo cuando nos unimos a Francia.
Pero Jovellanos era romántico desde mucho antes: el dolor romántico, definido como «fastidio universal» por Meléndez Valdés
en 1794, lo siente Jovellanos en 1779, en los versos de El Paular, según Russell P. Sebold. Ya por entonces es Jovellanos el poeta de la
luna: «La frecuencia con que Jovellanos la contempla en vida, astronomía, meteorología agrícola, prosa y verso, es bien reveladora
de su plural afición selenita», afirma Diego. También es poeta de
Jovellanos, viajero de cercanías y prosista romántico
125
ruinas, de claustros abandonados, de «medrosos bosques», que
«lleno de congojosos pensamientos / paso la triste y perezosa noche». Por todo ello no es de extrañar que en la desolación de Muros
le surja el fragmento poético que comienza: «¡Oh, qué amargos, penosos momentos / pasa el triste viajero en el mar», de tono y
sentimientos enteramente románticos.
Llanes, 4-6-2004
La gastronomía en tiempos
de Jovellanos
por Elviro Martínez
M
ucho debe la historiografía española a aquellos modestos escritores que, al margen de los grandilocuentes temas del
momento, consignan en la intimidad de sus cuadernos la menudencia de lo que vieron, hicieron y supieron. Ellos preservan para
los años venideros datos que devienen históricos y que han escapado a la vana solemnidad de los historiadores de oficio.
En el caso concreto de la literatura gastronómica, llamada por
Montaigne science de gueule1, la impresión de los libros o «artes» de
cocina regalan al estudioso material valiosísimo, no sólo para discernir las dietas de las épocas que condensan, sino para advertir las
penetraciones que realizan en el gusto y en la moda los países alternativamente poderosos. Por estos escritos podemos observar el
gradual y creciente predominio de lo francés en la cocina a partir
del siglo XVIII2.
1
SCHRAEMLI, H., Historia de la gastronomía, Barcelona 1982, pág. 110.
Contra la opinión general de los escritores de la época, Dionisio PÉREZ
asevera: «En los siglos XVIII y XIX hemos seguido enriqueciendo la cocina francesa con nuestras aportaciones: le hemos dado, no sólo el ali-oli para Provenza, sino
algo mucho más valioso: la salsa mayonesa»; PÉREZ, D., Guía del buen comer español,
Madrid 1929, pág. 33. José CADALSO (1741-1782), en sus Cartas marruecas, asegura
2
128
Boletín Jovellanista V - 2004. Elviro Martínez
LIBROS DE COCINA
Durante muchos años el Arte de cozina de Martínez Montiño
había sido una especie de Biblia gastronómica, objeto de constantes
impresiones. Aunque no va a perder interés en los ámbitos de la investigación culinaria, a partir de 1745 le surge un rival, un puntilloso
libro de tragonía que batirá todas las cotas de vigencia: el Nuevo arte
de cocina, «sacado de la experiencia económica» de Juan Altimiras3.
Lo dedica a San Diego de Alcalá y, en 4 de julio de 1745, recibe para
imprimirse en Madrid la aprobación de Francisco Ardit, de la cocina de Su Majestad.
En cierto modo, Altimiras o Altamiras democratiza la gula.
Piensa más en la gente del pueblo llano y en las cocina conventuales
que en los poderosos:
De todo quanto escrive el autor –dice el censor– ha hecho de
ello la prueba, y yo no hallo cosa que se oponga a la salud de quantos
(con ella) quisieren comerlo; ni a la menor regalía de su Magestad,
pues todo se encamina a contentar el gusto, sin mucho gasto, para
lo que es digno de la impresión.
Con pretensiones literarias pero deliberadamente sencillo, el
libro de Altimiras parte de unas reglas generales de evocación clásica y con vigencia para todas las recetas:
Note lo primero el cocinero que ha de ser de todos notado y
assi ha de ser extremado en su limpieza, no sólo en lo que viste, sino
también y más principalmente en lo que guisa, la limpieza exterior es
que en las principales casas de la corte «la comida se compone de platos franceses,
y abundan los vinos extranjeros». En la Carta XXXV podemos leer: «El maitre d’hotel avisó. Mi nuevo jefe de cocina es divino; el viene de arrivar de París. La
crepandina, mi plato favorito, estaba delicioso. Tomé café y licor». Otros aspectos:
LAFARGA, F., Imágenes de Francia en las letras hispánicas, Barcelona 1989.
3
Seudónimo del franciscano Raimundo GÓMEZ, cuya vida refiere José M.
PISA en el prólogo a la edición de La Val de Onsera, Huesca 1994, págs. 29-37.
También: SANCHO, M., «Altamiras para todos», en Cuadernos de Gastronomía, núm.
8, Huesca 1994, págs. 22-23.
La gastronomía en tiempos de Jovellanos
129
indicio de la interior: y en el cocinero, la exterior pulcritud del vestido señala la limpieza, que quedará en sus manjares; y una y otra
el cuydado de su conciencia. Este debe ser el primero en el bueno y
vigilante cocinero.
Y a renglón seguido:
Tenga el cocinero limpia su cocina, barriéndola con frecuencia y sacando la basura de su oficina y para esto no sea perezoso,
porque es cosa tocante a su oficio, y es de admirar de quanto agrado
sea para todos un pulcro y asseado cocinero […]. Note lo segundo
que tenga todas las cosas en su lugar destinado, para que quando las
necesite, sin trabajo, pueda encontrarlas. Observe también guardar
en memoria la especie, el número y tiempo que tienen sus manjares
en el fuego, para cocerse, no sea que su olvido y la voracidad del
fuego los consuma.
Aun siguen los consejos, que ocupan el prólogo, para dedicar
los capítulos a estas materias: «comida de carne», «de volatería»,
«comida de pescado», «de todo género de yervas» y una especie de
apéndice bajo el genérico título de «para componer aguas y otras
advertencias».
El otro hito importante, en la literatura del paladar de este siglo, corresponde al Arte de repostería de Juan de Mata, que evoca el
célebre de Miguel de Baeza4, del que saca buen partido. Con todo,
el libro resulta meritorio pues recoge «todo género de hacer dulces,
secos y en líquido, vizcochos, turrones, natas; bebidas heladas de
todos géneros, rosolís, mistelas, etc., con una breve instrucción para
conocer las frutas y servirlas crudas, y diez mesas con su explicación». En la misma portada, el autor se dice «Repostero de esta
Corte, natural del lugar de Mata lavilla, concejo de Sil de Arriba,
Montañas y Reyno de León, y Obispado de Oviedo». La obra se imprimió en Madrid, en la «Oficina de Ramón Ruiz»; el año de 1791.
4
Juan GRACIÁN, Los quatro libros del arte de la confitería compuestos por
Miguel de Baeza confitero, vecino, y natural de la Imperial ciudad de Toledo, Alcalá de
Henares, 1592.
130
Boletín Jovellanista V - 2004. Elviro Martínez
LAS COMIDAS DE FELIPE V
Aunque las informaciones allegadas son contradictorias,
muestran sin embargo unas líneas de coincidencia, suficientes para
nuestro cometido. En las Memorias del duque de Saint-Simon encontramos esta relación:
La comida se sirve poco después de la misa. Las camareras, que
llamamos doncellas, toman los platos a la puerta, que la camarera mayor pone sobre la mesa. Dos damas de Palacio y dos señoras de día
dan de beber y pasan los platos, rodilla en tierra. El marqués de Santa
Cruz está allí siempre, porque todo corresponde a la mesa de la reina
y nunca a la del rey. Los dos médicos mayores de SS. MM.. no faltan
nunca. Todos ellos son los precisos. Los que tienen entrada son el cardenal Borgia, que rara vez falta; el marqués de Villena, que va a veces;
y el duque de San Pedro, que acude muy de tarde en tarde. Estos tres
señores son mayordomos mayores del Rey, de la Reina y de la Reina
Madre5. Los cirujanos mayores y los boticarios de SS. MM. y los tres
criados del interior mencionados están cuando quieren, y nunca nadie más. En la cena lo mismo. El rey come mucho6, variando entre
quince platos muy sencillos, siempre los mismos. Su copa consiste en
un caldo con más vino que agua, yemas de huevo, azúcar, canela,
clavo y nuez moscada. Lo toma también en la cena y nunca toma otro.
Bebe poco vino y vino de Borgoña viejo… La reina come menos que el
rey, pero le gusta comer bien; come de todo; por excepción de los platos del rey; bebe champán y come a menudo de vigilia7.
5
En 1 de agosto de 1701, encontramos como Mayordomo Mayor al marqués de Villafranca; contralor, Juan de Velasco; y grefier, Francisco Carvajal; Archivo
del Palacio Real, secc. Historia, A, leg. 1, caja 1.
6
Contrasta con esta otra opinión: «se servía el almuerzo en el cuarto de
la reina, no sentándose a la mesa sino ésta, el Rey y alguna vez el Príncipe de
Asturias, consistiendo en diferentes platos, los mismos siempre para Felipe V, que
comía poco, y un suculento menú para la reina, que comía mucho. Ninguno de los
consortes bebía sino vino de Champagne durante todo el año»; DÁNVILA, A., El reinado relámpago. Madrid 1952, pág. 178.
7
DIAZ PLAJA, F., La vida cotidiana de los Borbones, Madrid 1988, pág. 16. La
opinión de Rousset de Missy: Biblioteca Nacional, ms. 10947.
La gastronomía en tiempos de Jovellanos
131
Otro testimonio nos acercará más a la mesa del Animoso, título
que se le otorgó por la valiente actitud y el belicoso dinamismo de
los primeros años de reinado y que será suplantado por el abatimiento de una melancolía profunda:
El rey era monótono en sus gustos culinarios, en que se diferenciaba de la reina. Solía gustar Felipe de sopas, volatería, lomo de
cerdo y ternera; nada de ensaladas, queso o fruta y muy raramente de
pasteles o pescados. Ocasionalmente, huevos o caviar. Prefería el borgoña el rey; la reina champán8.
La cena se servía con la misma etiqueta que el almuerzo, por
las damas y el mayordomo, «apareciendo en ella más platos franceses que españoles»9.
El gusto por la cocina italiana debe mucho al cardenal Alberoni
que, sin nombre ni título de ministro, gobernó España entre 1715 y
1719. En Madrid, aparte de sus prendas personales, sirviéronle para
elevarse los exquisitos regalos de quesos, embutidos y vinos italianos
a determinados personajes, a los que daba en su casa suculentas comidas a la italiana. La propia reina María Luisa gustó con suma
complacencia un plato de macarrones confeccionado en la cocina del
eclesiástico. Con razón pudo escribir al conde de Rocca que «el mundo
se gobierna de bien distinto modo del que comúnmente se cree»10.
EL RÉGIMEN ALIMENTICIO DE FERNANDO VI
Hijo de Felipe V y de su primera esposa María Luisa Gabriela
de Saboya, al subir al trono ya estaba casado con Bárbara de
Braganza, hija de Juan V de Portugal. Tan fea de rostro como desgarbada de cuerpo, a lo que debemos sumar su nombre de bautismo,
8
PADILLA BOLIVAR; A., «Vida y desvarío de Felipe V», en Historia y Vida,
núm. 5, agosto de 1968, pág. 88.
9
DÁNVILA, A., Op. cit.., pág. 178.
10
RODRÍGUEZ VILLA, A., «Alberoni y sus cartas íntimas», en Revista
Contemporánea, t. XC, Madrid 1893, pág. 337.
132
Boletín Jovellanista V - 2004. Elviro Martínez
adecuado a epigramas, la reina fue objeto constante de la sátira popular11. Como su padre, Fernando VI estaba tocado de hipocondría,
lo que su médico, el doctor Andrés Piquer, llamaba «sangre melancólica», colocando la causa en el régimen alimenticio:
Su alimento igual de muchos años contribuye a esto, porque
todos saben que usaba mucha carne, en especial de ternera y ave, y la
sopa con mucha fuerza de sustancia, sin ensalada ni frutas, ni otra
cosa que pudiese hacer fluida la sangre.
Al caer gravemente enfermo el rey, en el palacio de Villaviciosa de Odón, el 7 de septiembre de 1758, escribía Piquer:
Creyó también que la comida le exasperaba, porque después
de ella se sentía más agitado de las melancolías, y por esto algún
tiempo estuvo tomando sólo la cena, bien que a horas intempestivas.
Después, de todo punto se quitó la comida sólida, y sólo tomaba caldo
de tarde en tarde.
Más adelante: «unas veces pasaba el día con un caldo y otras
con una jícara de chocolate»12. Lo más llamativo de todo es que llega
a oídos del versificador popular:
Ayer el rey se alteró,
después pidió chocolate,
se le oyó tal cual dislate
con que tal cual sosegó.
Piquer elocuente habló,
pero allí de poco vale;
a Porcel no hay quien iguale,
aunque remedio no encuentra;
el buen Amar sale y entra,
Araujo ni entra ni sale13.
11
12
13
EGIDO, T., Sátiras políticas de la España Moderna, Madrid 1973, págs. 50-51.
DÍAZ PLAJA, F., Op. cit.., pág. 37.
Biblioteca Nacional, ms. 10.951, f. 190v.
La gastronomía en tiempos de Jovellanos
133
Trata el doctor Piquer de orillar su responsabilidad y alude a
las negativas del monarca a someterse a los dictámenes de la ciencia.
La verdad es que los remedios eran poco apetecibles:
A la. mitad de noviembre se dispuso, por consentimiento general de todos los médicos de Su Majestad, que tomase leche de burra
con el jarabe aceletírbico, de Torresto, que se compone de cochelaria
y becabunga; pero no lo tomó. Después se dispusieron unos caldos
con galápago, ranas, ternera y víboras, que tampoco lo quiso tomar
más que una vez14.
LOS USOS CULINARIOS DE CARLOS III
Antonio Ferrer del Río, en su meritoria Historia del reinado de
Carlos III en España15, nos proporciona algunas de las medidas introducidas por Carlos III en su servicio de boca.
La comida de Su Majestad a mediodía es pública; quiere esto
decir que tiene lugar en presencia de gran número de cortesanos y
dignatarios palatinos. El rey come bien, por que lo exige el mucho
ejercicio que realiza al aire libre, y el menú suele estar compuesto de
los mismos platos. Cuando el duque de Medinaceli, que sucede al
marqués de Montealegre en el cargo de mayordomo mayor, queriendo
hacer mejoras, altera el régimen alimenticio, don Carlos se queda sin
comer, porque no es lo acostumbrado. Al terminar el almuerzo, apaciblemente, sólo hace este comentario: Medinaceli, ya lo has visto,
no he comido nada. A mediodía y por la noche bebe una copa de agua
templada mezclada con vino de Borgoña, que no apura de un trago,
sino por mitades, llegando en el primer sorbo hasta el nivel del escudo de armas grabado en el cristal. A los postres moja unos pedazos
14
DIAZ PLAJA, F., Op. cit.., pág. 39
4 vols., Madrid 1856. Estudio crítico: HOZ, P., Colección de artículos de
«La Esperanza» sobre la Historia del reinado de Carlos III escrita por Ferrer del Río,
Madrid 1857.
15
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Boletín Jovellanista V - 2004. Elviro Martínez
de pan tostado en el vino de Canarias y sólo en la cena –nunca a la
comida– bebe lo que queda en la copa.
De la afición del monarca por el chocolate, dice Diaz Plaja:
Carlos III, tan morigerado en todo, repite siempre de su taza y
tiene una chocolatera capaz de contener cinquenta y seis libras de líquido. Y cuando se expulsa al jesuita el rigor con que apenas se les
permite hacer el equipaje, queda, sin embargo, aliviado de crueldad
innecesaria porque se le autoriza a llevar su breviario, alguna ropa,
chocolate y otras cosas necesarias para su uso16.
LOS OFICIOS DE COCINA DE CARLOS IV
Inepto, irresoluto, cornudo y consentidor, sometido todos los
días a un «plan horario»17 absurdo y a una reina que envilece su
corte, Carlos IV llegó a tener un servicio de cocina desproporcionado y, en consecuencia, falto de cohesión y concierto. «De la cocina
de boca era jefe don Manuel Rodríguez, con los ayudantes Gabriel
Álvarez y Josef López, acompañándole ocho mozos de oficio, siete
galopines, cinco chulos, cuatro mozos aprobados, tres compradores, dos oficiales, dos despenseros, veintiocho metredoteles, doce
peladores de aves y otros dependientes, hasta componer un total de
200 personas. Dirigía la repostería y el ramillete D. Vicenti Moresqui,
con sus ayudas Josef Lessé, Felipe Barsi y Juan Dufour, cuyos apellidos prueban la tutela siempre ejercida por franceses e italianos
sobre la pastelería española. El personal de esta sección contaba 220
16
DIAZ PLAJA, F., La sociedad española, Barcelona 1975, pág. 381. De la chocolatera de Carlos III habla José CASTRO Y SERRANO, Un cocinero de S. M:, en los
términos siguientes: «La tal vasija puede contener, y ha contenido algunas veces,
cincuenta y seis libras de chocolate, dos arrobas y cuarto; se maneja con facilidad y
lo hace exquisito»; «Últimas palabras de un cocinero», en La Ilustración Española y
Americana, núm. XLVI, pág. 375.
17
Destacamos algunas horas: «A las 5 de la mañana: levantarse, oír dos
misas y lectura piadosa. A las 7: en camisola y remangado, trabajar en el taller de
carpintería mecánica… A las 12 y media: almuerzo abundante…».
La gastronomía en tiempos de Jovellanos
135
individuos. La panetería y la cava se hallaban a cargo de D. Antonio
Fole, ujier de viandas, con un séquito de 38 individuos, entre ayudas, oficiales, entretenidos y mozos… Por último, en la sausería y
frutería se contaban 22 sujetos, a las órdenes de D. Genaro Gutiérrez.
Era, pues, de 480 hombres la mesnada gastronómica de la corte18.
DECADENCIA DE LA AGRICULTURA
Para dibujar la situación del campesinado de su tiempo, en el
capítulo IX de su bellísimo tratado sobre la Honra y provecho de la
agricultura, evoca el P. Feijoo un símil de Juan Sarisberiense en estos
términos:
Compara este sabio prelado el cuerpo de la república al del
hombre, designando sus partes de este modo. La religión, dice, es el
alma, el príncipe la cabeza, el consejo el corazón, los virreyes los ojos,
los militares los brazos, los administradores el estómago y intestinos
y los labradores los pies… Cuando los labradores se hallan afligidos
con su miseria y desnudez, se puede decir que el príncipe o la república padecen mal de gota, que es la enfermedad propia de los pies
…Eminentísimo señor, gotosa está España. Los pobres pies de este
reino padecen grandes dolores y de míseros, debilitados y afligidos,
ni pueden sustentarse a sí mismos ni sustentar el cuerpo19.
Como Jovellanos, Campomanes y Olavide, también busca
causas y propone soluciones:
[…] formar un consejo en la corte, compuesto de algunos labradores acomodados e inteligentes, extraídos de todas las provincias de
España, dos o tres de cada una, según su mayor o menor extensión,
los cuales tengan sus conferencias regladas para determinar lo que
hallen más conveniente, así en lo que mira a providencias generales,
18
THEBUSSEM, Dr., «Yantares y conduchos de los Reyes de España», en La
Ilustración Española y Americana, supl. al núm. XXVI, pág. 34.
19
FEIJOO, B. J., Obras escogidas, edic. BAE, T. I, Madrid 1952, pág. 462.
136
Boletín Jovellanista V - 2004. Elviro Martínez
como en lo respectivo a cada provincia, a cada territorio, a cada fruto,
a cada particular acaecimiento, de escasez, de abundancia, etc.20.
El panorama es desolador, por el absentismo de los nobles,
que se alejan de sus señoríos y de la administración directa de la tierra para estar cerca del rey, de cuyo favor viven; por la despoblación
del campo y por el escaso rendimiento del suelo. El mundo de los
mendigos alcanzó proporciones insoñables. Campomanes los calculaba en 140.000; en Zaragoza la Sociedad Económica de Amigos
del País busca soluciones ante la muchedumbre de jóvenes ociosos
y vagabundos; otro tanto pasa en Sevilla. Ante el elevado número
de gentes necesitadas en las calles de Tudela, en Navarra, María
Ugarte ordenó la construcción de un hospicio. Con su natural exageración, Cabarrús escribía que era tan pobre la nación que le sería
más fácil enumerar a los pocos españoles que poseían todo, que a
la casi totalidad que no eran dueños de nada.
La opinión de los extranjeros, aunque a veces exagerada,
también puede aproximarnos al verdadero punto de vista histórico.
En 1759, el marqués d’Aubeterre, embajador de Francia en Madrid,
decía:
Es un engaño decir que España es parecida a Francia. El país
está claramente despoblado, no hay industria, casi no existe policía ni
justicia; los pueblos son perezosos y poco trabajadores; no hay en su
interior, ni caminos ni ríos navegables, ni casi coches. Este país tiene
un retraso con respecto a los demás de casi dos siglos por lo menos.
De manera mas precisa: «Existe miseria en Extremadura, pobreza en Aragón, en la Mancha y en Castilla y aún en ciertas
regiones de Valencia y Andalucía»21. En lo que coinciden los auto20
Ídem., Op. cit.., pág. 463. Otras medidas, al estilo de Campomanes y
Olavide: GARCÍA-BADELL, G., Introducción a la historia de la agricultura española,
Madrid 1963, págs. 118-119. Sobre el pensamiento de Jovellanos: CAMACHO, A.M.,
Estudio crítico de las doctrinas de Jovellanos, Madrid 1913, págs. 42-78.
21
SARRAILH, J., L'Espagne eclairée de la seconde maitié du XVIII siécle, París
1954, págs. 7 y 17.
La gastronomía en tiempos de Jovellanos
137
res españoles: «Las grandes tierras yermas de las dos Castillas, de
Andalucía y del Reino de León no sólo no dan cosechas, sino que
son centro de enfermedades endénmicas y focos de desoladoras
plagas»22.
LA COMIDA DE LOS POBRES
Para el observador extranjero, el campesino español carece de
casi todo. El embajador francés, marqués d’Aubeterre, arriba citado,
refiere que en la mayoría de las provincias la vida de los labradores
es miserable. Viven «sin carne, sin pescado y algunos sin pan de
trigo»23. Más preciso, por mayor conocimiento de causa, el padre
Feijoo se expresa en estos términos:
Yo, a la verdad, sólo puedo hablar con perfecto conocimiento
de lo que pasa en Galicia, Asturias y montañas de León. En estas
tierras no hay gente más hambrienta ni más desabrigada que los labradores… Su alimento es un poco de pan negro, acompañado o de
algún lacticinio o alguna legumbre vil, pero todo en tan escasa cantidad que hay quienes apenas una vez en la vida se levantan saciados
de la mesa24.
Vecino y contemporáneo del padre Feijoo, el doctor don
Gaspar Casal ratifica la anterior aseveración en estos términos:
[…] los trabajadores y labradores pasan (como es notorio sin carnes,
pescados y aún sin pan de trigo, ni gota de vino, reducidos al débil
sustento de leche, castañas, habas, algo de manteca de vacas, frutas
y otras legumbres, harina y pan de maíz25.
22
LUJÁN, N., «El siglo del chocolate: la cocina del siglo XVIII», en AA.VV.,
Conferencias culinarias, Barcelona 1982, pág. 83.
23
SARRAILH, J., Op. cit.., pág. 17.
24
FEIJOO, B.J., Op. cit.., pág. 462.
25
CASAL, G., Historia natural y médica del Principado de Asturias, Oviedo
1959, pág. 113.
138
Boletín Jovellanista V - 2004. Elviro Martínez
A partir de 1763, cambia el panorama; se revalorizan los productos agrícolas a nivel internacional y se generaliza el cultivo de
las alubias. Las patatas, a partir de la cornisa cantábrica, aunque con
tediosa lentitud, ingresa en el elenco de los alimentos básicos del
pueblo. Toda vía la mayor parte de los ingresos familiares se destinan a la alimentación:
Era ésta, bajo los Borbones, menos carnívora y más variada
que en los siglos anteriores:. su base continúa siendo el pan, la carne
y el vino; el primero de trigo en casi toda España y de excelente calidad, elogiado por los extranjeros, proporcionaba los hidratos de
carbono; la carne (vaca o carnero), muy encarecida, había tenido que
ser sustituida en los hogares más pobres por el tocino y las legumbres, menos ricas en nitrógeno; el consumo de vino era abundante,
pero sólo en calidad de alimento energético26.
LAS SOCIEDADES ECONÓMICAS
Convocados por el conde de Peñaflorida, el 11 de septiembre
de 1764, se reunían en Vergara un grupo de caballeros ilustrados con
el fin de sentar las bases de la Sociedad Vascongada de Amigos del
País. Su objetivo era el de «fomentar, perfeccionar y adelantar la
Agricultura, la Economía rústica, las Ciencias y Artes y todo cuanto
se dirige inmediata mente a la conservación, alivio y conveniencias
de la especie humana». En la Sociedad, cuyos estatutos se imprimen
en 1766, entró lo más granado de la nobleza vasca, los más encumbrados miembros de la burguesía y no pocos clérigos.
Gran propulsor de estas sociedades fue el conde de Campomanes que, a través de una circular de 18 de noviembre de 1774,
trata de extender estos «instrumentos», llamados al logro de «la pública felicidad de la nación», por toda la geografía española. Así, en
Madrid, el 30 de mayo de 1775, Vicente de Rivas, José Faustino
26
PLAZA PRIETO, J., Estructura económica de España en el siglo XVIII, Madrid
1976, págs. 210-212.
La gastronomía en tiempos de Jovellanos
139
Medina y José Almarza solicitan la aprobación de los estatutos de
la matritense. Tras el refrendo real, la inauguración se celebró con
toda solemnidad bajo la presidencia del propio Campomanes,
abriendo las puertas a nuevas fundaciones: Zaragoza (1776),
Valencia y Sevilla (1777), Palma y Tudela (1778), Segovia (1780)1
Oviedo (1781) y así hasta 39. En 1804, según la Guía de forasteros, funcionaban 63 Sociedades Económicas, que incluyen no sólo grandes
poblaciones como Barcelona o Zaragoza, sino también villas relativamente pequeñas, caso de Tordesillas, Baza, Cabra o Almuñecar.
Si bien por momentos inquietaron a la España conformista del
siglo XVIII, las Sociedades Económicas de Amigos del País, al
tiempo que despertaron un sano patriotismo, dieron respuesta a los
más acuciantes problemas que ofuscaban a la nación. Abrieron escuelas profesionales (de tejidos, de agricultura, de maquinaria y de
economía), restablecieron antiguos oficios; promovieron nuevos cultivos y mejoraron los tradicionales; investigaron, protegieron y
desarrollaron la minería y las pesquerías; alentaron la industria y el
comercio y mejoraron la maquinaria agrícola. Sus Memorias y sus
Cartillas rústicas innumerables, versan sobre los más variados asuntos, incluido el de gastronomía, como nos recuerdan los Ensayos de
comidas económicas a la Rumford, hechos por una comisión nombrada a
este fin por la Real Sociedad Económica Matritense. En este despertar
cultural, las Sociedades comprometieron al clero, a la nobleza y a la
burguesía que empieza a mostrar su preocupación por la agricultura, la industria y el comercio. España se encontraba ante un
ilusionante renacimiento económico27.
27
La bibliografía sobre el teme es abundantísimo, por lo que sólo resaltamos, como botón de muestra, algunas contadas fichas: ANES, G., Economía e
Ilustración en la España del siglo XVIII, Madrid 1969; DEMERSON, P.J. y AGUILAR, F.,
Las Sociedades Económicas de Amigos del País en el siglo XVIII, Madrid 1974; LABRA,
R.. M., Las Sociedades Económicas de Amigos del País, Madrid 1904; LESEN MORENO, J.,
Historia de la Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid, Madrid 1863; Memorias
de la Sociedad Económica de Amigos del País de Asturias, edic. de José María PATAC,
Gijón 1982; SORALUCE, N., Historia compendiada de la Real Sociedad Bascongada de
Amigos del País, San Sebastián 1880.
140
Boletín Jovellanista V - 2004. Elviro Martínez
EL EQUILIBRIO CULINARIO
Anteriormente y de forma monográfica, porque así lo pedía
la metodología, nos referirnos a la mesa de los más desfavorecidos.
El pasar de las gentes acomodadas era muy distinto. El mencionado
doctor Casal habla de personas que «se regalan con abundantes
mantenimientos de pires carnes y pescados, a que agregan generosos vinos, mistelas y rosolís»28.
Empero, el mejor espejo para contemplar la realidad culinaria de los últimos lustros del siglo XVIII nos lo brinda la figura
crucial, magna y señera de Gaspar Melchor de Jovellanos en sus
Diarios. Observador de excepción y peregrino por mil veredas, se
sentó a la mesa de los encumbrados y de los humildes, conoció
posadas y tabernas y retrató con absoluta imparcialidad lo que
vieron sus ojos. La tónica general pudiera ser ésta; «abundante y
buena comida»; «comimos muy agradablemente»; «comimos
bien». «buena, abundante y bien sazonada comida»; «se comió
bien»; «comida espléndida»; «regalada comida»; «gran comida»;
«buena comida de carne»; «loca comida con Toreno»; «buena,
abundante y bien sazonada comida, con agradable conversación»;
«comimos muy bien el Burgo» (posada de Mansilla, León); «cena
espléndida»…
Su opinión sobre las posadas se recata tras estos términos:
«Posada nueva de Centi: excelente asistencia; abundancia, limpieza
y baratura» (Pola de Siero, Asturias); «Posada particular mala, pésima, pulgas, humo» (Llanes); «Venta de la Espasa: abundante y
buena comida»; «Pésima, perversísima posada» (San Vicente de la
Barquera; «comimos en la Posada de la Obregona, que es decente»
(Santillana); «Posada buena, limpia y bien servida» (Santander);
«posada mediana» (Laredo); «estamos en una pésima posada, digna
de Galicia» (Elgoibar); «Posada nueva, buena y bien servida; mira
a la plaza, comimos bien» (Azpeitia); «Posada regular; comida escasa» (Zumárraga); «decente posada; una buena trucha para el
almuerzo» (Villogrigo); «mala noche por chinches» (Osorno). Más
28
CASAL, G., Op. cit.., pág. 114.
La gastronomía en tiempos de Jovellanos
141
explícito es al hablarnos de la comida en la posada de Busdongo:
«hay olla, magras, truchas, huevos, leche, manteca y queso fresco;
dulce y buenas ganas»29.
De su propia casa, nos habla de las providencias para la celebración de su onomástica: «Se encargaron los dulces; se mata
ternera, carnero, pavos»30. De la ajena, retomamos el menú de una
comida memorable:
Hubo buen humor y buena comida: asado, calamares, anguilas, truchas, magras, guisado y frutas, entre otras unas ciruelas de
enorme tamaño, pues igualaban al más grande huevo de gallina: son
doradas como las claudias, bien maduras, de gusto suave, pero ni tan
finas, ni tan dulces, ni tan jugosas como ellas. Buen vino generoso,
bizcochos bañados y confituras, por último anisete31.
Escribe Jovellanos sobre el cultivo del maíz y de las alubias
con detalle, en extensión y con reclamos históricos32. De la patata lo
hará Doyle, en texto memorable:
La patata es alimento sano y nutritivo, y en los Reinos del
Norte es el pan cotidiano de los pobres, que apenas conocen otro
manjar, con el que se mantienen sanos y robustos, y aun en las mesas más delicadas las usan y aprecian. Se comen de muchos modos,
cocidas, asadas, fritas, en ensaladas y potajes, solas o mezcladas con
otras legumbres. Mondadas en crudo y guisadas con sal, ajos, aceite
y agua son buen alimento y muy barato para pobres. Comiéndolas
con manteca de vaca son nutritivas y agradables. Cocidas, mondadas y amasadas con azúcar, manteca y huevos sirven para hacer
tortas, pudines y otras masas delicadas, deshechas en caldo o en leche
29
JOVELLANOS, G. M., Diarios, T. II, Oviedo 1954, pág. 25. En las Cartas
del viaje de Asturias, T. I, Salinas 1981, pág. 110, nos describe una muy limpia posada (Campomanes) donde, «entre otras cosas», disfruta de «unas regaladísimas
truchas».
30
Ídem, pág. 501.
31
Ídem, T. I, Oviedo 1953, pág. 172.
32
Ídem, págs. 140-143
142
Boletín Jovellanista V - 2004. Elviro Martínez
es un alimento sano y nutritivo para niños de pecho y juventud.
Cocidas y mondadas hacen buen pan con mezcla de mitad, tres partes o cuarta parte de harina de trigo33.
Doyle escribía en 1799.
33
ARGEMÍ, L., Agricultura e Ilustración, Madrid 1988, pág. 283. Jovellanos
habla del cultivo de la patata a comienzos de 1789, en su novena carta a Ponz:
JOVELLANOS, G. M., Obras, edic. BAE, T. II, Madrid 1952, pág. 303.
Jovellanos y la reciente Iglesia
local de Gijón*
por José Luis Martínez González
La verdadera obediencia no es la obediencia de los
aduladores, que evitan todo choque y ponen su intangible comodidad por encima de todas las cosas… Lo que necesita la
Iglesia de hoy (y de todos los tiempos) no son panegiristas de
lo existente, sino hombres en quienes la humildad y la obediencia no sean menores que la pasión por la verdad; hombres
que den testimonio a despecho de todo ataque y distorsión de
sus palabras; hombres que, en definitiva amen a la Iglesia más
que a la comodidad e intangibilidad de su propio destino.
(J. RATZINGER en una dedicatoria a su Eminencia el
cardenal Franz Köning, arzobispo emérito, de Viena.)
S
eñor Presidente de la Fundación Foro Jovellanos del Principado
de Asturias. Señoras y Señores:
No sin cierto temor acepté la invitación de don Jesús Menéndez Peláez, presidente de este Foro, para ocupar este sillón de
oradores especialistas en jovellanismo.
*
Conferencia pronunciada el día 27 de noviembre de 2004 en la Casa
Natal de Jovellanos.
144
Boletín Jovellanista V - 2004. José Luis Martínez González
Hace años que dejé los libros y las letras de investigación para
dedicarme a la tarea pastoral de atención a la comunidad cristiana y
mis lecturas frecuentes son las específicas de mi ministerio sacerdotal. Quiero decir que yo sé muy poco de Jovellanos, aunque
confieso que, desde hace tiempo, sigo de cerca los escritos que sobre el ilustre e ilustrado prócer gijonés publica mi admirado amigo
don Agustín Guzmán Sancho.
En los últimos días, a través de una precipitada y puntual
aproximación, leyendo biografías y escritos, me acerqué tímidamente al personaje y a su obra y quedé gratamente sorprendido.
Lo primero que se me ocurre sobre Jovellanos es pensar que
este nació antes de tiempo. Es cierto que uno nace cuando nace y
que ello dispone un campo cultural, religioso, económico, social,
que configura nuestra propia personalidad. Aflorar otro escenario
vital, anterior o posterior al que vivimos, es simple quimera e ilusión nostálgica. Pero los sueños también forman parte de la vida e
imagino a Jovellanos, dos siglos después de su nacimiento, como
asesor y consultor seglar del Concilio Vaticano II, asiduo lector y ejecutor de las encíclicas sociales, seglar cualificado de la iglesia local
de Gijón, comprometido y entusiasta creyente, que abre caminos,
que rompe fronteras, buscando nuevos horizontes. Pero, dejando la
licencia a la imaginación y volviendo a la realidad histórica, con total timidez me acerco a la figura de Jovellanos en un encuentro
entrañable, producto más del corazón que del entendimiento, sin
afán de un rigorismo critico, sino con la curiosidad de un neófito,
que se sorprende por la categoría humana del personaje.
Jovellanos fue un creyente profundo, amigo de lo auténtico,
que encuentra en su vivencia religiosa ayuda y fuerza para superar
persecuciones y calumnias. Asiduo lector de la Biblia, del Kempis,
de Fray Luis de León. «Religioso sin preocupación», que diría Ceán,
rezaba diariamente el libro de las Horas. «El primer intelectual español propiamente dicho», según José Luis Aranguren, Jovellanos
es, sin duda, figura representativa de la ilustración española. Su espíritu inconformista era el estimulo de su vocación política al
servicio del pueblo y con el pueblo y su apertura a Europa y a las
nuevas ideas renovadoras supuso un aire fresco que rompía el inmovilismo del Antiguo Régimen.
Jovellanos y la reciente Iglesia local de Gijón
145
Al releer apuntes y escritos de Jovellanos, nos asombra su análisis critico, desde la fe, de la Iglesia de su época, su interés por los
problemas sociales, su oposición al trasnochado concepto de su
tiempo de «tenga el rico caridad y el pobre resignación». «La solución de la pobreza» –dice Jovellanos– «no viene de la mano de la
caridad»1 en total sintonía con la Doctrina social de la Iglesia.
Preocupado por la cultura y la instrucción, Como clave del progreso,
funda, no sin grandes dificultades 3 oposiciones el Real Instituto de
Náutica y Mineralogía, que se inaugura el 7 de Enero de 1794, fomentando las ciencias «útiles» frente a un escolasticismo rancio que
impide todo avance.
Destaca en Jovellanos su apoyo a la participación de la mujer
en la Sociedad Económica de Madrid; apuesta por la integración,
no discriminación, de un grupo marginal humano: los vaqueiros de
alzada, a quienes en Asturias se les prohíba pasar de una zona de la
iglesia parroquial; «me avergüenzo –diría Jovellanos– de vivir en
un país que las ha criado y las fomenta»2. Se refiere a las discriminaciones. Es conocida la rebeldía y oposición de Jovellanos a todo
signo externo que manifiesta privilegios y prepotencia social, renunciando a sus atuendos de magistrado y recomendando que su
entierro sea en el cementerio y no en el templo, sin pompa ni publicidad3. Es digno de reseñar en Jovellanos su anticipación a valorar
el aspecto comunitario de la fe y de la oración. Escribiendo sobre las
cofradías «que fomenten la división, la emulación y la competencia
frente a lo comunitario»:
[…] estas –dice Jovellanos– se oponen al espíritu de la Iglesia, que ha
sido siempre reunir a los fieles en todos los actos relativos a él y para
esto ha establecido un sacrificio, unas oraciones, unas ceremonias comunes, que deben celebrar en común, que hablan con un solo pueblo
y que se dirigen a él y por él como unido en una misma comunión4.
1
Discursos políticos sobre las causas de la ociosidad y sus remedios.
BAE. Págs. 66-67.
2
Diario 26 de Julio de 1792.
3
Primera memoria testamentaria. BAE. Pág. 279.
4
Informe al Consejo de Castilla. 27 de Abril de 1789.
146
Boletín Jovellanista V - 2004. José Luis Martínez González
En una visión realmente profética, Jovellanos es partidario de
una progresiva desamortización de los bienes de la Iglesia, de una
revisión a fondo de las relaciones de Roma con las iglesias locales,
entre ellas la española, de una convivencia pacifica de las distintas
confesiones religiosas; enemigo de las supersticiones, milagrerías y
fanatismos, valora lo laico, defiende la naturaleza que admira y disfruta en sus frecuentes y numerosos viajes.
No hay duda de que cualquiera que se acerca a Jovellanos «el
alma más bella de su tiempo», según Menéndez y Pelayo, queda
gratamente sorprendido por la actualidad de sus planteamientos religiosos y sociales. El tema de la financiación económica de la Iglesia,
el ecumenismo y la relación de la Iglesia católica y las demás tradiciones religiosas, la reforma de las estructuras sociales, la promoción
de la mujer, la integración y reconocimiento de los derechos de todos los grupos humanos, avalan a una persona inteligente y
clarividente, que es capaz de percibir «los signos de los tiempos» y
saber decir la verdad antes de tiempo.
Antes de proseguir y abrir página a esta historia incompleta
de la iglesia local de Gijón, que conecta con el pensamiento ideológico de Jovellanos, permítaseme una última reflexión: Jovellanos,
aún viviendo en estos tiempos, no quedarla exento de la maledicencia y la calumnia, que siempre se ceban en las personas que
quieren abrir fronteras y caminos. Por desgracia, como en los tiempos del ilustre gijonés, siempre habrá guardianes de turno, celosos
del orden establecido que impiden la apertura y la luz, por abrir
puertas y ventanas. Jovellanos, hoy como ayer, hubiera sido criticado, calumniado, perseguido y excluido porque siempre la verdad,
dicha antes de tiempo, tiene que pagar tributo por su osadía.
UN PAPA Y UN CONCILIO
El tren que nos llevaba a Roma se detuvo en una estación de la
rivera italiana en el momento en el que un interventor abrió la
puerta del compartimiento en el que viajábamos tres sacerdotes españoles y nos dijo, entrecortado y triste: «E1 Papa e morto». Ha
muerto el Papa. Era el día 9 de octubre de 1958. Horas más tarde el
Jovellanos y la reciente Iglesia local de Gijón
147
cadáver embalsamado y con mascarilla de Pío XII recibía la veneración de la ciudad de Roma y de sus ciudadanos en el centro del
crucero de la Basílica de San Pedro y se iniciaba un periodo de «sede
vacante», lleno de rumores, sugerencias, cábalas e informaciones
precipitadas acerca de la identidad del futuro Papa. El día 28 de
Octubre, tras varios intentos, «la fumata blanca» anunciaba al
mundo la elección del cardenal Roncalli como nuevo Pontífice con el
nombre de Juan XXIII.
Hubo en Roma, con este motivo, cierto desencanto y decepción. Se esperaba un Papa más joven, capaz de corregir el rumbo de
una Iglesia estática, asustada, a la defensiva ante una nueva sociedad plural, secularizada, desafiante que, por fin, quería sacudirse
el yugo que la Iglesia le había puesto encima durante muchos siglos.
Monseñor Roncalli era demasiado viejo.
Contra todo pronóstico, aquel Papa mayor, que parecía un
cura de aldea, se presenta a si mismo como José que sale al encuentro de sus hermanos. En el discurso de su coronación dirá
Juan XXIII: «Yo no soy un político, soy vuestro padre y pastor, soy
José que va a ver a sus hermanos». El día 25 de enero de 1959 el
nuevo Papa sorprende a la Iglesia y al mundo con el anuncio de
su decisión de convocar un concilio ecuménico, que supuso una
auténtica reforma de la Iglesia desde dentro, hecha con lealtad y
sinceridad, a puertas abiertas. Por primera vez en la historia de la
Iglesia hay mujeres observadoras presentes en el concilio. No fue
sólo una renovación de la vida eclesial sino también una reforma
de las instituciones y estructuras eclesiales, lo cual supuso un impacto sobre la identidad de la Iglesia, como no se habla hecho
desde la reforma gregoriana a comienzos del segundo milenio. El
Concilio Vaticano II trajo un aire fresco y abrió las puertas y ventanas de una Iglesia oxidada y cerrada sobre si misma. «La Iglesia
no puede reducirse a ser guardiana de un museo», habla escrito
Monseñor Roncalli en su diario íntimo la víspera de entrar en el
cónclave que comenzó el día 25 de octubre. Tres días después seria
proclamado Papa.
El discurso de Juan XXIII, con el que inauguró el concilio, fue
impresionante, conmocionó al mundo. Entre otras cosas, el Papa
manifiesta su optimismo al afirmar:
148
Boletín Jovellanista V - 2004. José Luis Martínez González
[…] en el cotidiano ejercicio de nuestro ministerio pastoral llegan, a
veces, a nuestros oídos, hiriéndolos, ciertas insinuaciones de almas
que, aunque con celo ardiente, carecen de sentido de la discreción y
de la medida. Tales son quienes en los tiempos modernos no ven otra
cosa que prevaricación y ruina. Van diciendo que nuestra hora, en
comparación con las pasadas, ha empeorado y así se comportan como
quienes nada tienen que aprender con la historia, la cual sigue siendo
maestra de la vida, y como si en los tiempos de los precedentes concilios ecuménicos todo procediese y prosperase rectamente en torno a
la doctrina y a la moral cristiana. Así como a la justa libertad de la
Iglesia.
Es cierto que dentro de la Iglesia no había ninguna desviación
doctrinal seria, pero la Iglesia estaba al margen del mundo, enfrentada con él, con el mundo, que precisamente ella tenía que salvar.
La razón histórica de los concilios ecuménicos anteriores fue la defensa a ultranza de la doctrina y del dogma… La Humanidad y
Divinidad de Jesucristo, la Maternidad Divina de María, la Reforma
y Trento, el Vaticano II, ante el peligro de la autoridad e infalibilidad del Papa, en el siglo del liberalismo y la razón… Nunca, hasta
ahora, se había convocado un concilio ecuménico para arreglar, a la
luz pública, las cosas internas de casa.
En el discurso del cardenal Suenens, con fecha 4 de diciembre
de 1962, encontramos la pista de la brecha que abrió el Papa en el
caparazón de la Iglesia, para que entrase en su organismo un afán
sincero de renovación: «La Iglesia debe presentar al mundo que espera y darle a conocer su respuesta a los problemas que se plantean
hoy. Debe preocuparse de los cristianos separados e iniciar un dialogo con el mundo.»
UNA NUEVA ECLESIOLOGÍA
Tomo algunos apuntes sobre los rasgos de la Iglesia posconciliar de la jornada de reflexión de varios teólogos españoles que
recoge José María Díaz Mozaz. La Iglesia postconciliar debe tener
en cuenta, entre otras cosas, las siguientes características:
Jovellanos y la reciente Iglesia local de Gijón
149
– Que tenga una raíz evangélica. Sea Cristo su modelo.
– Que sea servicial, desconectada en todo lo posible de los poderes del mundo y no reducida a ningún esquema político.
– Que respete y se esfuerce por lograr la comunión de los distintos modelos de comunidad, sin reducir a una sola la
legitimidad del modelo.
– Que busque su identidad, no sólo en la renovación institucional, sino en su encuentro con el mundo, respondiendo
a su interpretación misionera, servicial y encarnada.
– Que no persiga tanto sus seguridades, sino más bien, aunque sin imprudencias temerarias, acepte el riesgo, fiada del
Espíritu que conduce la historia de la salvación.
– Que opte por una solución evangélica en su propia economía por una independencia de poderes económicos
externos. La Iglesia posconciliar está obligada a una autofinanciación de las comunidades, a una comunicación
cristiana de bienes, a una distribución más adecuada de los
ingresos eclesiásticos.
– Que, a partir de la reforma litúrgica del concilio, redescubra
la asamblea de la comunidad, de la acogida, de la participación, de la expresión personal y comunitaria de la fe.
– Que respete el espíritu de la autonomía del orden temporal, que tiene en si mismo un valor positivo. «Todo lo que
constituye el orden temporal, a saber, la economía, los
bienes de la vida y de la familia, la cultura, las artes y profesiones, las instituciones de la comunidad política, las
relaciones internacionales y otras realidades semejantes y
su evolución y progreso, no solamente son subsidios para
el último fin del hombre, sino que tienen un valor propio
que Dios les ha dado, considerados en si mismos como
parte del orden temporal.» «Y vio Dios todo lo que había
hecho y era muy bueno» (Concilio Vaticano II, Apostólicam
Auctoritatem).
La nueva eclesiología derivada del Vaticano II nos habla de
una Iglesia pueblo de Dios, servidora de los hombres, sacramento
de salvación universal. El hombre va a convertirse para la Iglesia,
150
Boletín Jovellanista V - 2004. José Luis Martínez González
junto con su entorno social, en el centro de sus solicitudes y de su
misión.
En el breve y sucinto análisis del nuevo espíritu, que el concilio infundió sobre la Iglesia, quizás sea conveniente recordar la
aportación de una teologia, que, por primera vez, surge fuera de
Europa y que viene de la periferia de la Iglesia, de la zona más dinámica del catolicismo del posconcilio: América latina, el nuevo reto
de los pobres, la teologia del pobre, que descubre al pobre como lugar teológico. La dimensión de la Iglesia cobra asi nuevas
dimensiones. El Dios de Jesús es un ser parcial, apasionado, que
toma postura en los conflictos históricos por los más oprimidos y
necesitados. La opción por los pobres y los necesitados compromete
a la Iglesia y a los cristianos. Nos obliga a enfrentamos con las conductas de nuestra vida cristiana y se convierte en un criterio básico
de discernimiento de la dimensión social de nuestra fe.
DIVERSAS ETAPAS EN LA REESTRUCTURACIÓN
PARROQUIAL URBANA DE GIJÓN
La ciudad de Gijón, al contrario de la estabilidad parroquial
de la zona rural, al crecer demográficamente, vivió varias etapas
de reestructuración de parroquias. Además de la parroquia mayor de San Pedro, creada en el año 1410, de la que «nacieron» en
el año 1893 las de San José y de San Lorenzo, poco a poco, fueron
asentándose, sobre todo en los barrios, diversas parroquias nuevas. En el año 1943 fue creada en el Llano la parroquia de la
Milagrosa: en el año 1959 fueron creadas las parroquias de Fátima,
en la Calzada, Corazón de María en la zona este de la ciudad, San
Andrés, en Ceares –era filial de San Lorenzo–. En el año 1964 se
crea la parroquia de San Francisco Javier, que en el año 1992 cambia de titular por el de la Asunción; San Esteban del mar en 1967.
En el año 1973 nace la parroquia de San Miguel en Pumarin. El
nuevo Poligono de Pumarin se constituye en parroquia con el
nombre de San Pablo en el año 1981. San Nicolás de Bari en el año
1984. Santa Bárbara, filial de Tremañes, se desmiembra de ésta en
el año 1982 y finalmente en el Natahoyo, oeste de la ciudad, nace
Jovellanos y la reciente Iglesia local de Gijón
151
una nueva parroquia, Santa Eulalia, en el año 1993. Dejo para el
final de la lista de esta reestructuración de las parroquias urbanas
de Gijón, una fecha: el año 1970. Este año vio el nacimiento de
nueve parroquias: Buen Pastor, Sagrada Familia en la zona del
Llano y de Contrueces, San Vicente Paúl, también en el Llano, en
el centro La Inmaculada, La Resurrección, El Espíritu Santo,
Nuestra Señora de Begoña, San Antonio de Papua; en el Cerillero,
La Calzada, la de San Martín, que, posteriormente, en el año 1988,
pasaría a llamarse parroquia de San Melchor. Esta reestructuración parroquial del 70 propició la llegada de varios sacerdotes a
Gijón que se hicieron cargo de las nuevas parroquias. Con este
motivo, un grupo de sacerdotes, afincado en la ciudad, convocó
en una cena fraterna en la casa de ejercicios del Bibio a los sacerdotes recién llegados. Esta cena de acogida cordial, seguida de
reunión y tertulia, tuvo lugar un lunes de octubre de 1970 y aún
hoy, treinta y cuatro años después, continúa, ya menos numerosa,
en otro lugar de la ciudad. Ese día en la iglesia local de Gijón nació un foro abierto a los problemas de Asturias y de Gijón, una
plataforma de reflexión y acción solidarias
A lo largo de estos años cambiaron cosas y personas, pero
permanece el mismo estilo de distensión y de amistad. Una cena,
una reunión en la que se pone encima de la mesa el trabajo de cada
día, la situación de nuestras comunidades, los acontecimientos más
sobresalientes y los posibles compromisos y acciones en común.
No deja de ser un fenómeno interesante el hecho de que un
grupo de sacerdotes, de ambientes distintos, de edades diferentes,
de ideologías a veces opuestas, sin orden del día y sin programas
previos, siga viéndose una vez a la semana, los lunes, en agradable y fraternal tertulia. Alguien pudiera pensar que la razón de la
constante permanencia, es debida a la informalidad y distensión
de la misma, pero, al repasar notas, escritos, acciones de estos años,
observamos, con satisfacción, que se hicieron cosas y se adoptaron
actitudes serias, responsables y solidarias con la ciudad y sus problemas. Todos los lunes, a las diez de la noche, una parte de la
iglesia de Gijón estaba en actitud de alarma permanente en el Bibio;
desde el obispo de turno, huésped en la casa de ejercicios, que compartía con nosotros el café, después de la cena, hasta políticos,
152
Boletín Jovellanista V - 2004. José Luis Martínez González
sindicalistas, lideres del movimiento ciudadano, militantes cristianos comprometidos, todos encontraron en el grupo sacerdotal del
Bibio acogida, respeto y atención a sus planteamientos y preocupaciones.
Era objetivo preferente de nuestra reunión la realidad que estábamos viviendo en una ciudad en la que, a partir del cierre de la
Algodonera, en la Calzada, fue desencadenándose una serie de situaciones que nos llevó a la crisis de nuestra siderurgia y de
nuestros astilleros. Dentro de nuestra casa, las cosas no iban demasiado bien; el problema de las secularizaciones, que afectó a tantos
compañeros entrañables, ciertas actitudes ambiguas por parte de la
Iglesia, el fracaso del intento serio y honesto de un estudio conjunto
de comunicación de bienes interparroquial, nuestra preocupación
por el sistema de financiación de la Iglesia española, todavía vigente,
todo, absolutamente todo era discutido, reflexionado, compartido.
Creo sinceramente que aqui estar la clave de la continuidad y de la
permanencia. Hablaban más las personas que los papeles, predominaba más lo que se vivia dentro que lo que venia de afuera, se
compartían las propias preocupaciones que eran también las preocupaciones de los demás. Eran tiempos difíciles. No era fácil cerrar
las iglesias como un acto de protesta, ni encontrar el tono de una
homilía comprometida. No era fácil salir a la opinión pública con
nuestros escritos, a la espera de reacciones y amenazas. Pero aquí estuvo la razón y el ser del grupo: se pensaba en común, se compartía
en común y se actuaba en común. Si, como dice San Pablo, allá, anuladas la fe y la esperanza, permanece la caridad, aqui después de
tantos años y avatares, en nosotros, unidos o dispersos, queda la
amistad, base fundamental para edificar el Reino de Dios y la justicia.
EL ESPÍRITU DEL CONCILIO VATICANO II
La reforma y el espíritu del Concilio Vaticano II (11 de octubre 1962, 8 de diciembre 1965) empezaron a desarrollarse, poco a
poco, en las estructuras eclesiales por todo el mundo. En la liturgia
se busca un culto más vivo, más cercano, más comunitario, más inteligible. La lengua vernácula sustituye al latín, los altares se acercan
Jovellanos y la reciente Iglesia local de Gijón
153
de cara al pueblo, hay una mayor participación de los creyentes y
se organizan asambleas parroquiales, se abren cauces de participación de los seglares en las juntas económicas, en los consejos
pastorales; se estructura a niveles interparroquiales la Acción
Caritativa- Social de la iglesia local, hay intentos de una comunicación cristiana de bienes, de autofinanciación y se plantea una
presencia comprometida y evangélica ante situaciones injustas, lesivas de los derechos de la persona, poniéndose al lado de quienes
llevan la peor parte. El paro, la situación de una juventud sin futuro,
la aparición de una nueva pobreza son temas de reflexiones colectivas de sacerdotes y seglares a escala nacional, que intentan
iluminar, con escritos y acciones conjuntas, desde el evangelio, las
nuevas situaciones de conflictos laborales por el desmantelamiento
industrial y el declive social de las regiones.
GIJÓN, UNA CIUDAD EN CRISIS
Gijón es una ciudad constituida por una población heterogénea de playos de siempre y de gentes que vinieron de todos los
rincones de Asturias y de todas las regiones de España, allá por la
década de los 60, en busca de una tierra prometida. Gijón es una
ciudad acogedora, residencia de mineros jubilados, abierta a la mar
y a la montaña, pionera del movimiento ciudadano, con una gran
trayectoria obrera, deportiva y cultural. Ateneos, agrupaciones de
cultura, industrias siderúrgicas y navales, sociedades deportivas
configuran una ciudad feliz y bulliciosa.
Al intentar repasar los intentos de la iglesia local por encuadrarse dentro de las coordenadas del concilio Vaticano II no se
pretende, ni mucho menos, abarcar todas las actuaciones de la institución eclesial local y de los variados organismos cristianos de la
ciudad, sino de destacar algunos aspectos, escritos unos y vividos
todos, de una etapa concreta de la iglesia local de Gijón, que quería,
siguiendo el espíritu del concilio Vaticano II, estar presente, sin imposiciones ni autoritarismos, en los acontecimientos y situaciones
que hicieron de Asturias y particularmente de Gijón, centro de graves conflictos sociales.
154
Boletín Jovellanista V - 2004. José Luis Martínez González
En los años 1974-1975 empieza el declive de la ciudad, asoma
la crisis. En esta época, las regulaciones temporales de empleo, el
cierre de empresas preludian la crisis que va a caer sobre la ciudad.
Desaparecen industrias importantes del vidrio y de la cerámica. En
1977 tiene lugar la huelga de la construcción, una de las más largas
de los últimos años. De cinco empresas navales quedan dos. Simultáneamente y sin apenas ruido, no hay capacidad para la lucha en
la calle, que sólo tienen a los de la naval; desaparecen industrias del
sector textil, como Sincos, Farol, Sierra, Feral. Aún hoy, a estas alturas, en el año 2004, Gijón tiene 16.748 parados, casi un tercio de
paro que hay en Asturias, 475 más parados que en el año 2002. Hay
verdaderos dramas familiares en los que se juntan a veces tres generaciones que viven en el hogar a expensas de la pensión abundante
del abuelo minero o siderúrgico.
ENCIERROS Y HUELGAS DE HAMBRE
Todo este malestar social, que afectó durante años el ambiente
alegre y festivo de la ciudad de Gijón, hizo que distintos grupos, implicados en la crisis, recurrieran en repetidas ocasiones a los
encierros en las iglesias, preferentemente en la de San José y a las
huelgas de hambre. Encierros de pensionistas, de esposas de trabajadores de panaderia, de obreros de Duro Felguera, de trabajadoras
de IKE, de insumisos, de trabajadores del comercio fueron sucediéndose periódicamente durante los últimos años, desde 1971 al
2004, para gritar desde la iglesia el reconocimiento de sus derechos
económicos y laborales.
Ante estas situaciones, sacerdotes y seglares de la ciudad quisieron dar una respuesta y un testimonio solidario, siguiendo las
directrices del concilio Vaticano II:
Los gozos y esperanzas, las tristezas y las angustias de los
hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos
sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los
discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón (Vat. II, Gaudium et spes).
Jovellanos y la reciente Iglesia local de Gijón
155
Con ocasión de los numerosos encierros y huelgas de hambre,
que tuvieron lugar en la iglesia de San José, hay constancia de escritos de esa época que denuncian los hechos violentos y que invitan
a la reflexión y al diálogo y que manifiestan el apoyo y la solidaridad de la iglesia local de Gijón con los afectados. Cuando el dia 25
de septiembre de 1971 fueron obligados a salir por la fuerza del templo, a las siete y media de la mañana, los pensionistas y jubilados
encerrados desde el día 16 de septiembre, a las seis y media de la
tarde, el coadjutor responsable de la parroquia de San José, por ausencia del párroco, se dirigió al público, ante la presencia de la
policía, con estas palabras:
[…] estos señores traen orden del Gobernador Civil de Asturias
de desalojaros de aquí, por las buenas o por las malas. Ni yo, ni
el señor arzobispo, ni los sacerdotes de la parroquia, os echamos
de la iglesia. No aprobamos la conducta del Gobernador y condenamos la actitud de la fuerza pública. Que quede claro que esto
es un abuso de fuerza y un exceso de autoridad. El señor arzobispo ha estado aquí una vez con vosotros y no puso ningún
reparo a que permanezcáis en el templo el tiempo que os plazca.
No tenemos queja alguna de vuestro comportamiento en la iglesia, que fue siempre respetuoso. Si esta orden se ha de ejecutar,
yo pido a todos moderación, serenidad y reflexión. Pido también
a la fuerza pública, que mire bien lo que va a hacer; tengan en
cuenta que estos hombres están enfermos, otros son ancianos y
otros inválidos por el trabajo. Aún se está a tiempo para deponer
la actitud. Pero, si algo grave ocurre hoy en esta iglesia, ustedes
serán los responsables. Yo no tengo más que decir; que sea lo que
Dios quiera5.
El coadjutor que en aquella ocasión pronunció estas valientes
y oportunas palabras fue don Jesús Menéndez Peláez, aquí presente
y presidente de este Foro.
5
Coses vivies de Manuel d'Andres. (Manfer de la Llera). Alborá Llibros Ediciones, pág. 196.
156
Boletín Jovellanista V - 2004. José Luis Martínez González
En el mes de febrero de 1982, con motivo de un encierro en la
parroquia de San José, aparece un escrito dirigido a la opinión pública que, entre otras cosas, dice:
[…] el lugar, desde el que ellos realizan su acción, es una iglesia.
Nuevamente podría plantearse el tema de si la iglesia es el lugar adecuado o idóneo para este tipo de actitudes. Si hay iglesias que se
utilizan como museos de arte o salas de conciertos, no entendemos
porqué, respetando el orden y los actos de culto, no puede haber iglesias desde donde se grite el dolor y el sufrimiento de los hombres. El
respeto al templo, como lugar de culto, sagrado, no consiste en el silencio o la penumbra agradable. Nada hay más sagrado que la vida y
aquí está presente esta vida en su complejidad angustiosa hacia un
presente y un futuro cada vez más incierto. Al acoger en nuestra
iglesia a un grupo de personas que exige un derecho tan elemental
como un puesto de trabajo, no hacemos más que ser consecuentes
con el espíritu del Vaticano II […]. Lo lamentable es que, mientras
miles de familias están llegando al borde del hambre, los demás nos
preparamos para celebrar el carnaval, no se sabe si para cerrar los
ojos a la realidad o para disfrazar nuestro miedo o nuestra insolidaridad o nuestra cobardía.
Ante una de las actuaciones de la policía que ocasionó una lesión ocular grave a una persona dentro de la iglesia de San José,
también se manifestó públicamente la denuncia y el testimonio de
una parte de la iglesia local que no estaba de acuerdo con estos métodos excesivamente represivos:
Lo lamentable de esta situación no es la falta de respeto a un
lugar sagrado, la interrupción de unos cultos, el atropello de unos
derechos eclesiales […]. Lo lamentable es el desgaste humano, social
y moral de un pueblo que vive angustiado por la violencia, el desconcierto de unas personas que no saben qué les espera el día de
mañana, la desunión y el enfrentamiento de unas fuerzas sociales
que, en lugar de coordinarse para levantar el país, lo dividen y lo
masacran, ante la indiferencia de unos y el aplauso de otros. Lo que
pedimos los sacerdotes de esta comunidad parroquial es, en primer
Jovellanos y la reciente Iglesia local de Gijón
157
lugar, el restablecimiento total de nuestra querida feligresa, víctima
inocente de una lucha absurda; que se establezca el diálogo; que cese
la violencia de todo tipo, la que se ve en la calle y la que se esconde en
los despachos y finalmente, que se utilice la fuerza pública con una
estrategia más disuasoria y menos violenta.
El día 31 de agosto de 1982 once parroquias de Gijón apoyaban a los trabajadores de «Cantábrico Riera» con el siguiente escrito:
Las parroquias abajo firmantes desean manifestar a la opinión
pública en general y a los católicos en especial lo siguiente: Su apoyo
y su aliento a los trabajadores de Astilleros del Cantábrico y Riera
en su acción legitima y justa por mantener el puesto de trabajo y la
reclamación del pago inmediato de las retribuciones pendientes
Quienes alteran el orden y quebrantan la paz ciudadana son los que
no actúan con justicia. Negar el trabajo y su retribución es una manifiesta injusticia […]. A través de Cáritas Interparroquial de Gijón
queremos colaborar económicamente para paliar en lo posible la situación de grave necesidad en que se encuentran muchas familias de
estos trabajadores, al mismo tiempo que denunciamos las maniobras
ocultas que están empobreciendo la región asturiana.
La situación de 277 trabajadoras de Confecciones Gijón también fue motivo de nuestro análisis y protesta:
[…] Somos conscientes de la situación de angustia que la crisis industrial ha supuesto para muchas familias de nuestra ciudad
y por ello manifestamos nuestro apoyo y solidaridad a las 277 trabajadoras de Confecciones Gijón, a las que se les adeuda el salario de
tres meses y que, a pesar de haber sufrido ya la inevitable reconversión –antes la empresa tenía 600 trabajadoras– ven peligrar su
puesto de trabajo.
La mayor parte de estas trabajadoras depende de su salario
para su manutención y la de su familia. Por otra parte, ante el
expediente de cierre de la empresa, dichas trabajadoras son discriminadas con relación a otros trabajadores excedentes de otras
158
Boletín Jovellanista V - 2004. José Luis Martínez González
empresas, que son recolocados. Por ello rogamos a los responsables
del Gobierno Asturiano y a quien corresponda, que fomenten un ambiente de diálogo y negociación que posibilite una solución acorde
con la justicia y los derechos de las personas.
Recientemente, en el año 1996, después de un largo vacio de
encierros, el templo parroquial de San José recibía la súplica de un
matrimonio uruguayo, que solicitaba encerrarse en huelga de hambre para gritar al aire su penuria y situación desesperada. Durante
muchos días, desde el día 25 de enero hasta el dia 19 de febrero, vivieron aquí, junto a la iglesia, en un pequeño despacho, bebiendo
sólo agua, controlados por un médico. También entonces vivimos
la tragedia de «Pedro y de María» –no son sus nombres verdaderos– y quisimos informar de esta situación:
En esta iglesia de San José resonó valiente la voz de las madres de la Plaza de Mayo de Buenos Aires, pidiendo justicia, Hoy,
alguien, también venido de allá, dio el salto desde la ciudad de
Colonia en Uruguay, hasta Buenos Aires, cruzando el estuario de la
desembocadura del río de La Plata y llegó a España con su familia,
en busca de un puesto de trabajo prometido, que resultó efímero.
Desde Madrid, llegaron a Asturias, asentándose en Gijón, desde
donde «Pedro» prestó por algún tiempo sus servicios de periodista
en publicaciones de las Cuencas Mineras.
Hoy sin trabajo, cansado de presentar su curriculum y dossieres de sus títulos en despachos y oficinas, «Pedro» optó por venir
con su esposa y ocupar un pequeño local de esta parroquia, con la
decisión formal y trágica de iniciar una huelga de hambre. Con ellos,
con «Pedro y María», se reanudan las actitudes extremas, las posturas radicales de personas, que no aguantan más, que ven su futuro
cerrado y su propia vida en peligro. «Pedro y María» representan a
millones de personas que sufren la lacra del paro y son testigos de
que el mundo ha perdido el rumbo. Mientras tanto, nosotros, los
cristianos, seguiremos con nuestros rezos, ajenos a la tragedia que
se vive en el pequeño local, al lado del tabique que lo separa de la
iglesia. La gente saldrá a la calle en el bullicio del Carnaval, con el
disfraz de las mascaritas, los políticos seguirán ofreciendo puentes
sin ríos, mientras «Pedro y María» ya exhaustos por el ayuno pro-
Jovellanos y la reciente Iglesia local de Gijón
159
longado, se asoman a la pequeña ventana enrejada, desde donde
apenas se ve un poco de cielo sin nubes.
LA IGLESIA LOCAL Y EL PARO
El documento sobre el paro, firmado por 18 sacerdotes de
Gijón fue un gesto más de acercarse a los problemas de la ciudad,
saliendo de la comodidad del templo, al encuentro de los que sufren. Alguien dijo que la muerte de un hombre es una tragedia, la
desaparición de millones de hombres una estadística. Las estadísticas están hechas para reflejar la realidad, pero también pueden
servir para alejarnos de ella y deshumanizarla. Hasta nuestras comunidades cristianas llegaban no estadísticas, sino personas, con
nombre y apellidos, en demanda de ayuda. No podíamos cruzarnos de brazos y, una vez más, junto a la ayuda inmediata y puntual,
salía también a la calle nuestra protesta y denuncia.
Comunicado de un grupo de sacerdotes de Gijón sobre el paro
La realidad de paro progresivo en Gijón está afectando de manera especial y muy directamente a las personas de los barrios de la
ciudad, en los que vivimos la mayoría de los sacerdotes que firmamos
el presente escrito. La convivencia diaria con estas personas nos hace
conocer y sentir muy de cerca el sufrimiento, la incertidumbre, el empobrecimiento y el desaliento en el que ellos y sus familias viven.
No nos cabe la menor duda de que éste es el principal problema
de nuestra ciudad y de todo el país. En Gijón comenzó manifestándose como un hecho aislado, casi como problema personal, pero poco
a poco, fue convirtiéndose en un fenómeno colectivo. Sin embargo,
aunque eran ya muchos los miles de parados y marcaba la vida de
muchas familias, el problema seguía sufriéndose a niveles socialmente
reducidos. Tal vez fue necesario que grupos amplios de obreros, con
una arraigada historia y conciencia solidaria, se vieran abocados a la
situación de inseguridad y miedo que produce el paro, para que la
ciudad entera tomara conciencia de la gravedad y extensión del pro-
160
Boletín Jovellanista V - 2004. José Luis Martínez González
blema. Esta respuesta colectiva nos trajo el clamor del paro y traumatizó la vida de la ciudad. Las reacciones han sido diversas y
contrapuestas, guiadas por muchos factores que no son fáciles de explicar objetiva y ordenadamente. Sin embargo, se han puesto en
evidencia unos criterios y comportamientos que, en situaciones
normales, nos eran desconocidos. Da la impresión de que en los momentos en los que es más necesario el máximo esfuerzo colectivo, nos
estamos viendo empujados por un instinto ciego a salvarnos solos, si
podemos. Por otra parte ¿quien ha sabido ponerse en la posición del
otro, sobre todo, del más desfavorecido, para comprender los motivos
que impulsan sus acciones? ¿Quien, en su misma situación, no haría lo mismo o más para defender su pan y el de su familia?…
Es cierto que el paro salpica a todos, pero no es lo mismo ver
reducido el margen de beneficios que quedarse sin nada. Así, mientras se ennegrece el horizonte de muchos, duele la posición de unos,
que se aferran a un lujoso «cada cual que se las arregle como pueda»
indigna la de otros, que ponen a buen recaudo su abundante seguridad personal y familiar, atentando contra la solidaridad y el
esfuerzo colectivo de todo un pueblo […]. Aunque el panorama es
sombrío, queremos tener fe en que esta situación tiene solución.
Apostamos con fuerza para que las clases populares no sean, una vez
más, las grandes perdedoras, cuando se produce un cambio traumático en la sociedad […]. Nosotros, desde nuestras posibilidades y
limitaciones personales e incluso conscientes de la pasividad que en
tantas ocasiones históricas hemos mantenido, queremos ofrecer nuestra solidaridad y apoyo a quienes más sufren y a quienes, de verdad,
luchan, de un modo u otro, para vencer el paro. Continuaremos mentalizándonos, ayudando a que nuestras comunidades tomen
conciencia de que el problema del paro es el más grave y que la acción y el servicio se enfoquen a arrimar el hombro, para que no se
desvanezca la esperanza de nuestro pueblo en el logro de una vida
digna para todos.
Firman el presente escrito 18 sacerdotes de Gijón6.
6
Diario El Comercio de Gijón. 24 de Marzo de 1985.
Jovellanos y la reciente Iglesia local de Gijón
161
Según los datos recogidos en el pasado mes de enero de 2004,
casi un tercio del paro que hay en Asturias, se concentra en Gijón.
En la ciudad se contabilizan 16.748 parados en el año 2003, 9.475
más que en el año 2002, de los cuales 10.162 son mujeres. En
Asturias, en el año 2003, hubo 55.236 parados.
INFORMACIÓN VERAZ Y PUNTUAL A LA JERARQUÍA
No faltó nunca en el análisis de la realidad, en la que vivió la
iglesia local de Gijón, la información veraz y honesta, la manifestación honrada de nuestros puntos de vista a don Gabino, arzobispo
de la diócesis de Oviedo, persona valorada y querida por su valentía, comprensión y tolerancia. Entre otros, en el año 1985, con motivo
del Sínodo extraordinario de los obispos celebrado en Roma con
ocasión de recordar, después de 25 años, el concilio Vaticano II, le
enviamos el siguiente escrito:
Estimado D. Gabino:
Los sacerdotes de Gijón, abajo firmantes, que, de manera interrumpida durante 16 años, nos venimos reuniendo todos los lunes
en la casa diocesana de Ejercicios del Bibio, solemos comentar, con
la profundidad que requiere el caso, situaciones, acontecimientos, hechos que afectan a las personas de nuestros ambientes. El cambio
político, el paro y la crisis económica, junto con otros problemas cercanos a Gijón, como la muerte de industrias y astilleros, están
presentes en nuestros encuentros semanales y son siempre objeto de
nuestras reflexiones.
No pueden faltar en nuestras reuniones los temas específicos
de la Iglesia, de la que somos sacerdotes, como la evangelización y el
compromiso, la postura de la Iglesia ante situaciones graves y su presencia leal en la vida concreta de las personas […]. En este sentido
tenemos que decir que, según nuestro criterio, se observa un hecho
que nos llama la atención: no faltan documentos de la jerarquía, se
hacen reuniones, se convocan asambleas, se planifican cursillos y,
sin embargo, casi nunca se logran los objetivos. Cada vez la Iglesia
162
Boletín Jovellanista V - 2004. José Luis Martínez González
está más lejos de los problemas de la gente. A escala local de Asturias,
el documento La Iglesia asturiana, el paro y los parados septiembre
de 1983, fue una declaración interesante. A dos años vista, desde la
diócesis apenas se ha hecho una acción seria en este sentido y no se
encuentran parados con los que trabajar en una provincia donde hay
miles de ellos. Los graves problemas vividos en Gijón con un muerto
en la calle y una mujer herida en el interior de una iglesia, la extrema necesidad, que cada vez se detecta con mayor fuerza dentro de
muchos hogares gijoneses, no perturban la marcha rutinaria de las
comunidades cristianas de la ciudad.
A escala internacional, el Concilio Vaticano II, que comenzó
siendo un posible encuentro esperanzador con el mundo, quedó reducido a un tímido repliegue de la Iglesia sobre si misma.
Moralmente intolerante, pero socialmente ambigua, la Iglesia simpatiza y anima movimientos de dudosa tendencia evangélica y
testimonial, mientras asfixia movimientos especializados de gran solera de militancia cristiana, silencia a teólogos, que se esfuerzan, con
todos los riesgos, de encontrar una teología que responda a las necesidades concretas de las personas y los pueblos, descalifica a
sacerdotes que, desde el caminar común con el pueblo, «con sus gozos y esperanzas, con sus tristezas y angustias» quieren hacer
presente aquello de que «los pobres son evangelizados».
Al recordar, después de 25 años, el Concilio Vaticano II y, al
celebrar con ese motivo el Sínodo Extraordinario de Obispos, pensamos que puede ser un momento excepcional para detener el proceso
de la verdadera involución de la Iglesia.
Con el cariño de siempre.
ACCIÓN CARITATIVA Y SOCIAL
En sintonía con el más puro estilo de Jovellanos, obsesionado
por promover y difundir la cultura y la instrucción como verdadero
motor del progreso, tuvo lugar, en la década de los sesenta, una obra
social importante por parte de la Iglesia Diocesana. Me refiero a la
creación de los institutos filiales por parte de la Institución religiosa
diocesana, que hizo posible el que cientos de jóvenes de nuestros ba-
Jovellanos y la reciente Iglesia local de Gijón
163
rrios y pueblos tuvieran acceso a las carreras universitarias superiores.
En Asturias se crearon institutos filiales en Noreña, Turón, La
Felguera, Ventanielles en Oviedo y Roces y la Calzada, en Gijón.
Posteriormente la Administración facilitó la creación de más institutos, pero ahí queda, para la historia, la extraordinaria labor de la
Iglesia Diocesana y de las parroquias correspondientes, que supieron
llenar una etapa vacía de centros en los barrios y pueblos alejados.
Es digna de nuestro recuerdo y gratitud la preocupación de
algunas personas de Gijón por acercar la cultura al pueblo y convertir las clásicas conferencias cuaresmales en el templo en
verdaderas plataformas de cultura religiosa. don Carlos Díaz, párroco, y don Guillermo Quirós, abogado, y otras personas de la
parroquia de San José organizaron, durante varios años, conferencias cuaresmales de alto nivel cultural, a cargo de prestigiosos
pensadores cristianos, como Ruiz Jiménez, el obispo Rafael Toríja,
el jesuita padre Diaz Alegria y otros muchos, que supieron elevar el
listón de una simple conferencia cuaresmal a la exposición cientifica de un temario vivencial de los problemas e inquietudes de
aquella época. Entre todas, resalto una semana, del 1 al 6 de abril de
1974, de conferencias a cargo de prestigiosos oradores y pensadores cristianos, que, bajo el tema central de «esperar humano y
esperanza cristiana», desarrollaron, a lo largo de estos dias los siguientes apartados:
– La esperanza y los pobres, por D. Fermin R. Campoamor, jesuita.
– Dimensión antropológica de la esperanza, por D. Luis Vela, jesuita.
– Futuro humano y esperanza cristiana, por D. Juan Luis Ruiz
de la Peña, sacerdote diocesano.
– El hombre hoy. Angustia y esperanza, por D. Enrique FreiJo,
sacerdote.
– Liberación del hombre y esperanza, por D. Ramón Echaren, obispo auxiliar de Madrid- Alcalá.
En una ciudad como Gijón, con una tasa de desempleo, que
afecta a miles de personas, especialmente jóvenes, que alargan in-
164
Boletín Jovellanista V - 2004. José Luis Martínez González
definidamente su juventud por la dependencia económica de los
padres o de los abuelos, con una numerosa presencia de transeúntes
que «limosnean» a lo largo y a lo ancho de la ciudad, una iglesia
consciente, responsable y encarnada no puede estar al margen de
esta situación, refugiándose cómoda y cobardemente en sus rezos
y en sus templos. Asi lo ha entendido la iglesia local de Gijón, que ve
con satisfacción la proliferación de instituciones y organismos,
surgidos, dentro y fuera de ella, que proyectan su actividad voluntaria y solidaria sobre el mundo de la marginación y pobreza de la
ciudad. La Asociación Gijonesa de Caridad, Cruz Roja, Albergue
Covadonga, Hermano a Hermano, Proyecto Hombre, Siloé, Residencias de Mayores, CISE (Centro de iniciativas, solidaridad y
empleo), Servicios Sociales Municipales, son, entre otros, referencia
de una inquietud colectiva social. El Voluntariado de las Cáritas
Parroquiales, los servicios comunes y especiales de Cáritas Interparroquial, sus centros de acogida, talleres ocupacionales, centro
terapéutico para alcohólicos, su asesoria juridica gratuita, sus constantes campañas de concienciación y sensibilización, sitúan a la
iglesia en su sitio, que es el mundo de los pobres.
El perfil de la iglesia local comprende también a las Comunidades de Base, verdaderas plataformas de reflexión y de
concienciación social, avanzadilla de presencia cristiana en la vida
pública, comunidades de seglares, de religiosos y religiosas, colegios, que vitalizan una iglesia local preocupada.
Por otra parte, en el ámbito institucional, la iglesia local de
Gijón, como el resto de las iglesias locales, adapta, poco a poco, sus
propias estructuras con referencia al Concilio Vaticano II y se trabaja en el funcionamiento operativo de los consejos pastorales
parroquiales, juntas económicas parroquiales, Consejo Pastoral
Arciprestal. La ciudad de Gijón, en el año 1997, reduce sus cuatro
arciprestazgos a uno solo en función de una mayor unidad y eficacia pastoral.
Casi al cierre de esta crónica incompleta de la Iglesia local de
Gijón y la incidencia del pensamiento religioso y social de Jovellanos
en ella, merece la pena constatar dos acontecimientos que tuvieron lugar en nuestra ciudad en los comienzos de este año de 2004. Me refiero
al largo encierro que tuvo lugar en la iglesia parroquial de San José de
Jovellanos y la reciente Iglesia local de Gijón
165
un grupo de 150 mujeres trabajadoras del INSERSO que escogieron esta
Iglesia acogedora para manifestar y defender sus derechos.
El otro acontecimiento fue la manifestación de la zona rural
en la ciudad de Gijón, reclamando dialogo e información sobre el
Plan General de Ordenación Urbana, que va a afectar económica social y culturalmente a muchas familias. Los párrocos rurales,
apoyados por un grupo de sacerdotes de la ciudad, dieron una vez
mas ejemplo de cercanla y solidaridad con las familias afectadas. En
cuatro puntos manifiestan lo siguiente:
– Que nunca en nuestras parroquias hubo un malestar y un
rechazo tan importante, claro y generalizado como el que
apreciamos estos días ante dicho plan.
– Que nos sentimos solidarios y por tanto identificados en
su lucha por sus legítimos intereses.
– Apreciamos muy poca sensibilidad en los responsables
municipales ante la inminente desaparición de la identidad
de nuestros pueblos (la lucha por su tierra, su especial relación con el medio ambiente, con su historia y sus raíces,
etc.) que llevaría consigo la implantación del PGOU.
– Constatamos una gran falta de información sobre este
tema. Las gentes de nuestros pueblos aprecian un cierto
secretismo y por tanto no creen ni confían en sus responsables. GIJÓN, a 30 de Enero de 2004
EPÍLOGO
Resulta difícil hacer balance de la labor de la iglesia local que
peregrina en Gijón. La dinámica de la Iglesia no reside en manifestaciones más o menos valientes y comprometidas, sino en la
vivencia personal y comunitaria de la fe. El Reino de Dios, como el
grano de trigo, se desarrolla de una manera callada, continua y
oculta, pero debe manifestarse en acciones, en obras, que hagan creíble su identidad de Iglesia de Jesucristo.
En su difícil caminar la Iglesia local de Gijón, ante las nuevas
culturas, los nuevos modos sociales, ante la nueva y cambiante so-
166
Boletín Jovellanista V - 2004. José Luis Martínez González
ciedad emergente, debe presentarse ante los hombres y mujeres de
su tiempo, como aliada de su felicidad, testimonio de esperanza,
anunciadora de un Dios cercano, amigo, respetuosa de la libertad,
liberadora, humilde, sencilla, pobre y servicial.
Se acercan los tiempos en que la opinión pública castigará al
historiador que no rindiere obligado tributo a la verdad e imparcialidad que debe preferir a cualquier respeto de falsa piedad (Jovellanos,
diario 2 de noviembre de 1798).
Bibliografía Jovellanista
Apéndice V
por Orlando Moratinos Otero
ABREVIATURAS
ap.
art./arts.
cap./caps.
cat.
cía.
cm.
corr.
col.
ed./eds.
edit.
est. tip.
facs.
fasc./s
fol./s
foll.
fot./s.
fragm./s
h./hh.
imp.
ind.
il.
int.
lám./s.
lib.
may.
men.
apéndice
artículo/s
capítulo/s
catálogo
compañía
centímetros
corregido/a
colección
edición/nes-editor/es
editorial
establecimiento tipográfico
facsímil/es
fascículo/s
folio/s
folleto
fotografía/s
fragmento/s
hoja/s
imprenta
indistintamente
ilustraciones
introducción
lámina/s
libro
mayor
menor
ms./mss.
n./s
núm./s
pleg.
pág. /s.
pról.
reed.
reg./s
rep.
res.
res. bibl.
retr.
rev.
s.a.
s.e.
s.l.
sel.
seud.
ss.
tall./s
t/tt.
trad.
vid.
vol./s
vda.
vv. aa.
manuscrito/s
nota/s
número/s
plegada
página/s
prólogo
reedición
registro/s
reproducido
reseñado/a
reseña/s bibliográfica/s
retrato
revista
sin año de edición conocido
sin mención del editor
sin lugar de edición
selección
seudónimo
siguientes
taller/es
tomo/s
traducción
véase (ficha entrada registro)
volúmen/es
viuda
varios autores
168
Boletín Jovellanista V - 2004. Orlando Moratinos Otero
SIGLAS1
AABADOM
AHDE
AHN
BAE
BA
BBMP
BHi
BIDEA
BMP
BOCES.XVIII
BRAH
CAA
CAE
CEHIMO
CES. XVIII
CSIC
ICE.
IDEA
IFES. XVIII
MAPA
MyC.
RAE
RAH
RIDEA
RSMAP
RDP
RHE.
R.CC.
RL
ROCC
RUO.
UNED
1
Boletín de la Asociación Asturiana de Bibliotecarios, Archiveros, Documentalistas y Museólogos (Oviedo).
Anuario de Historia del Derecho Español (Madrid).
Archivo Histórico Nacional (Madrid).
Biblioteca de Autores Españoles.
Biblioteca Asturiana del P. Patac (Gijón).
Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo (Santander).
Bulletin Hispanique (Burdeaux).
Boletín del Instituto de Estudios Asturianos (Oviedo).
Biblioteca Menéndez Pelayo (Santander).
Boletín del Centro de Estudios Siglo XVIII, (Oviedo).
Boletín de la Real Academia de la Historia (Madrid).
Caja de Asturias (Oviedo).
Cuadernos Aragoneses de Economía (Zaragoza).
Centro de Estudios de historia de Monzón.
Cuadernos de Estudios del Siglo XVIII (Oviedo).
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Madrid).
Información comercial Española (Madrid)
Instituto de Estudios Asturianos (Oviedo).
Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII (Oviedo).
Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (Madrid).
Moneda y Crédito (Madrid).
Real Academia Española (Madrid).
Real Academia de la Historia (Madrid).
Real Instituto de Estudios Asturianos (Oviedo).
Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País.
Revista de Derecho Político (Madrid).
Revista de Historia Económica (Madrid).
Revista de las Ciencias (Madrid).
Revista de Literatura (Madrid).
Revista de Occidente (Madrid).
Revista de la Universidad de Oviedo.
Universidad Nacional de educación a distancia
Se refiere a las siglas que se vienen utilizando desde el primer registro.
Bibliografía jovellanista
169
I. EDICIONES DE OBRAS DE JOVELLANOS
Obras completas, parciales y antologías
(Por orden cronológico)
2867
El diario de los viajes.- Int., sel., estudios y notas de Jesús
Menéndez Peláez.- Oviedo, Alsa Grupo. Imp. Narcea,
Colloto (Siero).- 1998.- 401 págs, il.- 17 x 11,5 cm.
Se trata de una reed. de la de 1998 (Ap. I, reg. núm. 1986)
con un tipo de letra mayor que hace que aumente el número de páginas. Diferente portada.
2868
El delincuente honrado y varias obras.- Madrid, Rivadeneyra,
Biblioteca Universal, 61, 1903.- 190 págs.- 15 cm.
2869
«Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos
y diversiones públicas, y sobre su origen en España». En
Escritos políticos y filosóficos.- Bogotá, Edit. Oveja Negra,
1984.
II. EDICIONES DE OBRAS ATRIBUIDAS A JOVELLANOS
(Por orden cronológico)
2870
Jovellanos, Gaspar Melchior de.- Pão e touros.- Lisboa
[s.n.], 1834, Imp. Liberal.- 32 págs.- 22 cm.
Aunque ya se aclaraba suficientemente en el reg. núm. 38,
reiteramos que se trata de una obra que en la época fue
atribuida falsamente a Jovellanos.
170
Boletín Jovellanista V - 2004. Orlando Moratinos Otero
III. ESTUDIOS, ENSAYOS Y ARTÍCULOS SOBRE JOVELLANOS
(Por orden alfabético del primer apellido del autor)
2871
Abril, Paco.- Periódico de Gijón.- Gijón, Ayuntamiento, 6 de
agosto, 2004.- 2 hh.- 42 x 29,5 cm
2872
Adaro Ruiz, Luis.- (Vid. 3020).
2873
Alonso, Cuca.- (Vid. 3020).
2874
— «Aquella tarde de 1801».- Oviedo, La Nueva España
(Gijón), 5 de noviembre, 2004.- Pág. 13
2875
A.[lonso] Bonet, Joaquín.- «Actos en Palma de Mallorca».Gijón, La Prensa, 2 de agosto, 1935.
2876
— «Palma de Mallorca, Gijón y el prisionero de Bellver».Gijón, La Prensa, 31 de julio, 1935.
2877
— «Día de Jovellanos en Palma».- Gijón, La Prensa, 3 de
agosto, 1935.
2878
Álvarez, Miguel.- «Jovellanos». En Personajes Ilustres de la
Historia de Madrid. Guía de Placas Conmemorativas.- Madrid,
Ed. La Librería, Obra Social de Caja Madrid, 2001.- 704
págs.- 24 x 17 cm.
– Sobre Jovellanos vid. págs. 635-636.
2879
Álvarez Antuña, Víctor.- (Vid. 2954).
2880
Álvarez-Cascos Fernández, Francisco.- (Vid. 3020).
2881
Álvarez Llano, Ánxel.- (Vid. 3017).
2882
Álvarez-Valdés y Valdés, Manuel.- (Vid. 2912).
Bibliografía jovellanista
2883
171
— «La ascensión de Godoy (1788-1792) y el primer destierro de Jovellanos (1790-1797)». En Manuel Godoy y su tiempo.
M. Ángel Melón/ Emilio la Parra / Fernando Tomás Pérez
(Eds.).- Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col.
Estudio, 23, 2003. 2 t.- 23,5 cm.
– Sobre Jovellanos vid. T. II, págs. 123-160.
2884
Anes Álvarez de Castrillón, Rafael.- (Vid. 3020).
2885
— Asturias, fuente de energía. El carbón asturiano en la economía española.- Oviedo, Hulleras del Norte S.A. y Ed. Nobel,
1997.- 190 págs. 3 hh.- 27 x 22 cm.
– Sobre Jovellanos vid. págs. 17, 17n, 19n, 21n, 22n, 23n,
24, 24n, 26, 27, 27n, 28n, 38, 39, 183.
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Comprende diversos artículos de variada temática que llenaron la vida del autor: Gijón, Asturias y Jovellanos y otros
dedicados a sus amigos de La Quintana, Fuertes Acevedo y
Fermín Canella. Ateniéndonos al plano jovellanista, recoge
el Informe sobre el estado de la biblioteca de Jovellanos, noviembre de 1886; Monumento a Jovellanos. Bases del concurso;
Estatua a Jovellanos. (Críticas de las bases del concurso);
Recuerdos vivos de Jovellanos. Los preliminares y prólogos
de las obras: Jovellanos: Nuevos datos para su biografía;
Escritos inéditos de Jovellanos; Inventario de un jovellanista y
Diarios de Jovellanos.
3005
Suárez [Verdeguer], Federico.- Las Cortes de Cádiz.- Madrid,
Ed. Rialp, 2002.- 230 págs.
– Sobre Jovellanos vid. págs. 14-18, 129, 132, 206.
3006
Tomás y Valiente, Francisco.- «Las Cortes de España en
1809, según un folleto bilingüe cuya autoría hay que atribuir a un triángulo compuesto por un Lord inglés, un
ilustrado español y un joven médico llamado John Allen».
En Estat, dret i societat al segle XVIII. Homenatge al profesor
Josep María Gay i Escoda.- Barcelona, Associació Catalana
d’Historia del Dret «Jaume de Monjuïc», A. Iglesia, 1996.Págs. 771 y ss.
3007
Toro y Durán, Ramón del.- Jovellanos y la reforma del teatro
español en el siglo XVIII. (Acompañada a esta memoria un
apéndice que contiene algunos datos inéditos referentes a
Jovellanos y a otros ilustres hijos de Asturias).- Gijón, [s.n.],
Imp. del Comercio, 1891.- 8º dob. m.
Bibliografía jovellanista
185
3008
Urzáiz Tortajada, Héctor.- (Vid. 2943).
3009
Valbuena Prat, Ángel.- Historia de la literatura española. Siglo
XVIII: Romanticismo. Puesta al día por Antonio Prieto.Barcelona, Gustavo Gili, 198.- 422 págs.- 20 cm.
– Sobre Jovellanos vid. págs. 47, 140, 153- 159.
3010
Valero i Martí, Gaspar.- La llarga ruta de l'excursionisme mallorquí: aproximació a la història de l'excursionisme a Mallorca.Palma, El Gall, Grup Excursionista de Mallorca, Quaderns
de muntanya, 4, 2001.- 22 cm.
– Sobre Jovellanos vid. págs. 56-58.
3011
Vigil Escalera, Evaristo.- «Jovellanos». En Crónica del
Principado de Asturias.- Valladolid, Edit. Maxtor, 2002.- Págs.
137-147. Grabado de Jovellanos de J. Cebrian entre págs.
98-99.- 30 x 21 cm.
Edic. facs. de la de Madrid, Editores Ronchi, Vitturi, Grillo,
1865. (Vid. reg. núm. 1850).
3012
Viñes Millet, Cristina.- (Vid. 2925).
3013
Vv. Aa.- Antología del soneto español, siglos XVIII- XIX.(Jovellanos; Samaniego; T. Iriarte; Menéndez Valdés;
Espronceda; Zorrilla; Campoamor…).- Madrid, Aguilar,
Ed. de Arturo del Hoyo, 1968.- 19 x 11 cm.
3014
Vv. Aa.- Historia del teatro en España.- Dirigida por José
María Díez Borque.- Colaboradores: Emilio Palacios
Fernández; Ermanno Caldera; Antonietta Calderone;
Jesús Rubio Jiménez.- Madrid, Taurus Ediciones, Persiles,
153, 1988.- Tomo II: Siglos XVIII. Siglo XIX.- 813 págs.- 21,5
x 13,5 cm.
186
Boletín Jovellanista V - 2004. Orlando Moratinos Otero
– Sobre Jovellanos vid. 106, 107n, 108, 109 y n, 119, 123 y
n, 108, 109 y n, 119, 123 n, 124, 125 y n, 126, 127, 167, 168,
171 y n, 172, 176 y n, 182, 184, 185 y n, 186, 187, 188, 190,
196, 199, 201, 204, 210, 212, 246, 255, 276, 287, 308, 332, 333,
339, 340, 350, 353, 364, 365, 368, 371, 375, 425, 429, 452.
3015
Vv. Aa.- El ensayo español. El siglo XVIII.- Ed. de Francisco
Sánchez-Blanco.- Barcelona, Edit. Crítica, 1998.- 376 págs.20 x 12 cm.
– Sobre Jovellanos vid. págs. 25, 38, 39, 50, 51, 56, 285-299.
Contiene:
«Memoria para el arreglo de la policia de los espectáculos
y diversiones públicas y sobre su origen en España:
Libertad para divertirse».
3016
Vv. Aa.- «Ideas centrorreformistas». En Veintiuno, rev. de
Pensamiento y Cultura, Fundación Cánovas del Castillo,
Primavera, núm. 46. Madrid, 2000.- Págs. 95- 102.
3017
Vv. Aa.- Historia de la lliteratura asturiana.- Miguel Ramos
Corrada (Coordinador); Ánxel Álvarez Llano; Marta Mori
de Arriba y otros.- Uviéu, Academia de la Llingua
Asturiana, 2002.- 786 págs.- 25 cm.
– Sobre Jovellanos vid. págs. 12, 75, 97, 99-101, 103, 105107, 109-115, 117-119, 121-125, 141, 142, 146, 152, 155, 168,
169, 172, 208, 233, 236, 242, 263, 457, 514, 747.
3018
Vv. Aa.- Gijón, el cantón milenario.- Oviedo, KRK Eds.Ayuntamiento de Gijón, 2003.- 434 págs.- 34 x 24 cm.
– Sobre Jovellanos vid. págs. 39, 43, 44, 56, 57, 59-61, 64,
67, 69, 81, 113, 125, 126, 129, 148, 151, 152, 187, 235, 247, 275,
294, 305, 333, 354.
Bibliografía jovellanista
3019
187
Vv. AA.- «Campomanes, doscientos años después».Dolores Mateos Dorado (ed.).- Oviedo, IFES. XVIII, 2003.813 págs.- 25 x 16 cm.
– Sobre Jovellanos vid. págs. 20, 35, 39, 44, 72, 86, 87, 97,
163, 173, 177, 178, 185-187, 196, 199, 206, 212, 213, 220, 226,
227, 248, 270, 336, 339, 341, 399, 411-413, 423-426, 444, 447,
455, 460-463, 473, 491, 493, 530, 532, 535, 547-549, 571, 572,
575, 579, 595, 636, 644, 649, 652, 653, 657, 658, 687, 701, 702,
732, 737- 748, 751, 756, 762.
3020
Vv. Aa.- Boletín Jovellanista.- Gijón, Fundación Foro
Jovellanos del Principado de Asturias, IV, 2003.- 270 págs.24 x 17 cm.
Contiene:
• Menéndez Peláez, Jesús.- «Presentación», pág. 7-9.
• Anes y Álvarez de Castrillón, Rafael.- «Jovellanos y
Flórez Estrada», págs. 13-18.
• Cobo Plana, Juan.- «Jovellanos bajo la divina proporción», págs. 19-35.
• Muñiz, María Elvira.- «Proyección del pensamiento de
Feijoo en Jovellanos», págs. 37-48.
• Guzmán Sancho, Agustín.- «Nuevas postrimerías de
Jovellanos», págs. 49-60.
• Llordén Miñambres, Moisés.- «Gaspar Melchor de Jovellanos y el Centro Asturiano de La Habana», págs. 61-80.
• Moratinos Otero, Orlando.- «Bibliografía Jovellanista».Apéndice IV, págs. 81-114.
• Álvarez-Cascos Fernández, Francisco.- «Discurso de
agradecimiento», págs. 119-123.
• Luna, Pablo Fernando.- «El régimen de propiedad en
el pensamiento de Jovellanos», págs. 127-138.
• Quirós Pintado, Guillermo.- «Presentación de Don Luis
Adaro», págs. 141-149.
• Adaro Ruiz, Luis.- Presentación del libro "Jovellanos y
la Minería en Asturias", págs. 151-154.
188
Boletín Jovellanista V - 2004. Orlando Moratinos Otero
• Alonso, Cuca.- «La sombra de Jovellanos… aún más
alargada», págs. 157-158.
• González Vallina, Nery.- «De Bellver a Valldemosa con
el Ateneo Jovellanos«, págs.161-163.
• Canga, Bernardo.- «La marcha jovellanista fue a
Trobaniello», págs. 167-168.; «Jovellanos y la naturaleza«,
págs. 169-172.
• Fernández, Daniel.- «Cuantos menos conocimientos se
tiene, más fácil es ser explotado», págs. 179-180.
• Canella y Secades, Fermín.- «Don Gaspar de Jovellanos
y don José Sampil», págs.183-195.
• Moratinos Otero, Orlando.- «La campana de Joaquín
Manzanares», págs.199-200.
• Menéndez Peláez, Jesús.- «Recordando a don Boni»,
págs. 203-204.
• Cortina Frade, Isidoro.- «Padre José María Patac de las
Traviesas, S.J., una figura señera de la cultura asturiana»,
págs. 205-224.
• «Memoria de actividades», págs. 225-234.
• «Apéndice gráfico», págs. 235-253
Res. bibl. de José Ignacio Gracia Noriega. «El «Boletín
Jovellanista»» en La Nueva España, Oviedo, 15 de mayo de
2004, pág. 31.
3021
Yndurain, F. y M. Alvar.- Literatura de España. T. I: La Edad
Media (Cantar de Mio Cid, Libro de buen amor; La
Celestina; Amadís de Gaula, etc.). T. II: Edad de Oro (El
Abencerraje; Lazarillo de Tormes; El buscón; La dama
duende; El coloquio de los perros; etc.). T. III: Neoclasicismo y romanticismo (Feijoo; Jovellanos; La comedia
nueva; Artículos de Larra; Don Juan Tenorio; Rimas y leyendas de Bécquer, etc.- Madrid, Editora Nacional, 1972, 3
tomos.- 477, 670 y 471 págs.- 25 x 17 cm.
Bibliografía jovellanista
189
V. ARTÍCULOS Y CITAS EN DICCIONARIOS Y
ENCICLOPEDIAS
(Por orden cronológico)
3022
Navarro Durán, Rosa. Con la colaboración de Monica
Monteys.- Enciclopedia de escritores en lengua castellana.Barcelona, Planeta, 2000.- 777 págs.
– Sobre Jovellanos vid. págs. 337-339.- 23 x 15 cm.
3023
Vv. Aa.- La historia en su lugar: nueva historia de España.
Dirigida por Fernando García de Cortázar y Ruiz de
Aguirre.- Barcelona, Planeta, 10 vols., 2002.- 32 x 25 cm.
– Sobre Jovellanos vid. págs. V.2: pág. 397; V. 3: pág. 369;
V. 5: págs. 310-311, 312, 350, 386; V. 6: págs. 303-304; V. 7:
págs. 136, 145, 146, 209, 365. V. 8: 17, 21, 22, 24, 33, 172, 250,
258, 270; V. 9: págs. 89, 90, 144; V. 10: págs. 159, 187, 189190, 192.
Gijón, diciembre de 2004
[email protected]
II
Hemeroteca Jovellanista
Homenaje al Ateneo Jovellanos
E
l martes, 23 de marzo de 2004, a las 20,00 horas, en el Centro
Cultural Cajastur, Colegiata de San Juan Bautista, Plaza del
Marqués, 2, Gijón, celebró la Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias un homenaje al Ateneo Jovellanos con motivo del 50 Aniversario de su constitución.
En el transcurso del mismo se entregó a la institución hermana
el diploma de nombramiento de Patrono de Honor así como la estatuilla de fundición, réplica de la que Manuel Fuxá realizara en
1891. Juan José Plans, patrono de nuestra fundación, pronunció la
Laudatio Jovellanista.
El acto finalizó con un breve concierto de música polifónica a
cargo del Coro Universitario de Oviedo, bajo la dirección del maestro Joaquín Valdeón.
Los asistentes fueron obsequiados con el opúsculo: La «muerte
civil» de Jovellanos (Mallorca, 1801-1808) (Conferencia pronunciada por
Teresa Caso Machicado en el Castillo de Bellver (Mallorca) el día 21 de
marzo de 2003, editado para tal ocasión por ambas instituciones:
Ateneo y Foro.
Gijón, la Atenas del norte
de España*
por Jesús Menéndez Peláez
P
ermítanme una muy excursión por la erudición libresca. Si por
curiosidad buscamos en un diccionario de cultura o de Lengua
Española la procedencia de la palabra ‘ateneo’ se nos dirá que proviene bien del sustantivo griego ‘athenaion’, el templo dedicado a
Atenea o Minerva, personificación de la sabiduría, donde los poetas y oradores leían sus obras, bien de ‘athenaios’ como adjetivo,
usado en contexto poético y sinónimo de ateniense.
En cualquiera de los casos la ciudad de Atenas es el étimo inicial de una institución que tomará entidad corporativa de manera
especial a partir de la Ilustración. La ciudad de Atenas emerge dentro de la configuración del mundo griego como la ciudad culta por
excelencia, frente a su oponente Esparta, caracterizada por sus guerreros; la oposición entre hombres de letras y hombres de armas
viene, pues, de muy atrás; la sociedad medieval vivió, a veces con
virulencia, esta dicotomía estamental entre el intelectual, el «clericus» y el militar, el «miles»; nuestro Cervantes en El Quijote (I, 38)
recoge esta vieja antítesis existencial en la bien conocida apología
que el protagonista, Don Quijote, hace de las armas; sin embargo es
* Discurso pronunciado por el Presidente de la Fundación Foro Jovellanos
en el acto de homenaje al Ateneo.
196
Boletín Jovellanista V - 2004. Jesús Menéndez Peláez
la cultura renacentista la que llega por primera vez a establecer una
armonía entre el hombre de la cultura y el hombre de las armas en
los llamados soldados poetas que conforman un grupo generacional capitaneados por Garcilaso de la Vega; el poeta-soldado maneja
con la misma destreza la espada que la pluma; el poeta-soldado de
nuestro Renacimiento busca en su devenir existencial un equilibrio
entre el «negotium», hacer la guerra, y el «otium», la dedicación a
la cultura, a la poesía; este mismo equilibrio entre el «negotium» y el
«otium» vendrá sancionado por esquemas teológicos derivados del
protestantismo de Calvino; sus doctrinas ofrecen un equilibrio entre el pragmatismo del hombre de negocios y el idealismo del
hombre de la cultura; en alguna publicación se insinúa que el ocaso
del imperio español de nuestro Siglo de Oro, aquel en cuyos límites no se ponía el sol, fue debido a no haber mantenido este
equilibrio que caracterizó a los países centro-europeos; prejuicios de
naturaleza religiosa, inspirados en la Contrarreforma, marginaron
la actividad burguesa, de donde nacerá la industrialización y la empresa; el judeo-converso, impulsor y generador del comercio y de
la industria, actividades que realizaba la nueva burguesía, serán vistas con recelo por el cristiano viejo que propugna un inmovilismo
estamental y laboral.
¿A qué viene todo este preámbulo?, se preguntarán. Estamos
celebrando un acto jovellanista organizado por la Fundación Foro
Jovellanos para nombrar Patrono de Honor a una institución hermana que lleva nuestro mismo apellido; si tuviésemos que resumir
muy brevemente la finalidad de la obra jovellanista podríamos decir que su pensamiento último, el leit-motiv o hilo conductor de
todo su quehacer intelectual y político, está encaminado a conseguir
el bienestar público. Para Jovellanos la cultura es el soporte de todo
progreso; cultura y bienestar social son dos categorías inseparables,,
íntimamente relacionadas en el pensamiento jovellanista; así lo expone en el Plan General de Instrucción Pública (1809); la cultura es la
base del progreso de un pueblo. La innovación en el ámbito científico y cultural es la base del pensamiento ilustrado: «sapere aude»,
atrévete a saber.
Hace algún tiempo un filósofo, bien conocido en el ámbito nacional, en declaraciones a un medio de comunicación, con motivo
Gijón, la Atenas del norte de España
197
de una conferencia que iba a impartir en nuestra ciudad, calificaba
a Gijón como la Atenas del norte de España. Dejando de lado el tópico de la «captatio benevolentiae», recurso retórico que hunde sus
raíces en los grandes retóricos atenienses; dejando de lado el ‘grandonismo’ narcisista que caracteriza a los asturianos, creo que el
símil metafórico está justificado. Pocas ciudades pueden ofrecer un
calendario de actividades culturales tan fecundo en cantidad y calidad como el que se ofrece desde Gijón; por eso el nacimiento de
nuevas asociaciones culturales que pululan por doquier en nuestra
ciudad debe ser saludado con gozo; son derivaciones de aquella semilla que sembraron las Sociedades de Cultura e Higiene de
principios del pasado siglo XX. Por otra parte, el apoyo que desde
nuestro Ayuntamiento se viene realizando en pro de la cultura no
debe pasar inadvertido.
De esta manera, «Gijón, la Atenas del norte de España» con
sus tres ateneos se convierte en un templo desde donde se rinde ese
culto intelectual, de manera casi permanente, a la diosa Atenea
Minerva, personificación de la cultura en el mundo helénico, que
para Jovellanos era un culto a la Suprema Sabiduría del Dios uno y
trino de los cristianos.
La Fundación Foro Jovellanos, desde el primer momento que
tuvo noticia de la celebración del 50 aniversario del nacimiento del
Ateneo Jovellanos, quiso sumarse a esta efeméride con este nombramiento de Patrono de Honor. Así se lo hice saber a su presidente,
don José Luis Martínez. Sus múltiples actividades están en estrecha
relación con el pensamiento jovellanista; es nuestro deber reconocerlo. Por ello nuestra más sincera felicitación a su Presidente y a
su junta rectora; nuestra más sincera admiración a toda la labor pretérita y actual que viene realizando el Ateneo Jovellanos desde su
fundación en 1953. Mi relación personal con el Ateneo Jovellanos
es muy anterior a mi condición de Presidente de la Fundación Foro
Jovellanos del Principado de Asturias; en varias ocasiones impartí
conferencias; en varias ocasiones hice el oficio de presentador;
desde aquí me ofrezco a seguir colaborando. Enhorabuena, querido
José Luis.
Laudatio Jovellanista
por Juan José Plans
A
nte todo, mi agradecimiento a la Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias –al que me honro pertenecer– por elegirme para pronunciar en este entrañable acto la Laudatio Jovellanista.
Y mi enhorabuena –una vez más– al Ateneo Jovellanos de
Gijón, animándole –aunque no es necesario, bien animado está a
ello– a continuar su importante labor cultural; labor que sigo desde
mis primeros tiempos de dedicación al periodismo y desde mis primeros pasos literarios, concediéndoseme el Premio de novela corta
Ateneo Jovellanos, Ateneo en el que también pronuncié mi primera
conferencia, sobre el cine de Orson Welles.
Hace muchos millones de años, se dice que el universo comenzó con una explosión, primordial, colosal, en la que se crearon
la energía, el espacio, el tiempo y la materia. Tal explosión la conocemos por el Big Bang.
Sabemos de la creación del Universo, aunque seguimos ignorando lo que había hasta un instante antes que el Big Bang.
Sabemos que, en ese universo, somos habitantes de un pequeño planeta que gira alrededor de una también pequeña estrella,
poco importante, a la que hemos llamado Sol.
Estrella que se encuentra en uno de los lugares más alejados
del centro de la galaxia a la que pertenece, la Vía Láctea, que observamos desde su interior, guía que fue para los peregrinos que de
toda Europa se dirigían a Santiago de Compostela a través de los
Pirineos.
200
Boletín Jovellanista V - 2004. Juan José Plans
Digamos que nuestra morada está en un barrio bajo de la galaxia, en el brazo de Orión, zona de nebulosas, tanto brillantes unas
como oscuras otras, de las que nacen de continuo nuevas estrellas.
Sabemos que nuestro planeta –hay millones y millones de
planetas sólo en nuestra Vía Láctea, la que los griegos creían que era
la leche derramada por Hércules mientras mamaba de los pechos
de Hera, la reina de los cielos, o para los persas un gran río que fluía
por el cielo en cuyas orillas pastaban rebaños de gacelas, camellos,
caballos y avestruces –; sabemos que nuestro planeta, repito, cuenta
con muchos menos años que el universo, pero millones de años sí
que tiene.
Y que aún le quedan muchos millones más de existencia, a no
ser que una catástrofe –cabe hasta debida a nosotros– los reduzca.
Entre tantos millones de años de pasado y futuro, está el
presente, en el que lamentablemente nuestra especie –para la naturaleza, una más–, la humana, resulta la más absurda.
La que se ha autocalificado como racional.
Somos animales dotados de razón.
No sé como nos califican, los otros, los entre comillas, «irracionales».
Existimos desde hace poco, siendo no el fin de un proceso
evolutivo; puesto que, de no extinguirnos –y somos precisamente
nosotros los que más empecinados parecemos de lograrlo–, los
del siglo XXI cada vez seremos más diferentes a los de siglos siguientes.
Y tengan presente que los que de ello saben aseguran que no
hay especie, incluida la nuestra, que dure siempre. Pero mientras se
existe, se hace crónica de tal existencia.
Y la crónica –la del día a día– la que hace el cronista, y el cronista –el que trata los temas de actualidad– es, desde que existe tal
profesión, periodista.
El historiador, hace historia, ahondando en acontecimientos
pasados, escribe historia, como el paleolítico busca en los fósiles
también nuestra historia, no en sus propios huesos ni en los del vecino, y etc.
Pues, un gran cronista, lo fue Jovellanos. Él, principalmente
en sus Diarios, también en sus Cartas del viaje de Asturias, ejerce –y
Laudatio jovellanista
201
lo ejerce de forma admirable– el periodismo. Con una sorprendente
capacidad de observación, agudeza en sus análisis y meticulosidad
en los datos.
El escribir un diario es algo que, al menos en una ocasión, casi
todos nos proponemos. Nos proponemos… pero, pocos son los que,
día a día, lo continúan.
Hay diarios íntimos. En ellos, su autor suele escribir aquello
que vivió durante el día. Y para sí mismo. Carece de interés para los
demás. Y si llega a tenerlo, no se ha pretendido. Porque, para empezar, nadie más puede ser su lector. Este diario es como un espejo
en el que mirarse para comprenderse. Un medio por el cual reflexionar, meditar, criticarse, enjuiciarse, analizarse… y divertirse.
Divertirse con uno mismo. Aunque haya momentos –pocos o
muchos– que no sean precisamente agradables; todo lo contrario.
Como la vida. O la vida. Porque, en el diario queda reflejada, la vida
del que lo escribe.
Hay otros diarios a los que a sus autores no les importan que
lean otros. Y hay diarios que son para que otros los lean.
Los diarios de Jovellanos, compuestos entre 1790 y 1801, con
interrupciones –como suele ocurrir en todo diario que se precie de
serlo–, iniciados poco después de que Carlos IV comenzara a reinar
y llegados hasta cincuenta y dos días antes de pasar a prisión su autor por siete años, tienen de todas esas clases de diarios.
Les recuerdo que son nueve en total: Diario Primero, 1790;
Diario Segundo, 1791; diarios Tercero y Cuarto, 1792; Diario Quinto,
1793–1795; Diario Sexto, 1795–1796; diarios Séptimo y Octavo, 1797;
Diario Noveno, 1798–1801.
Breves, pero significativos ejemplos: De lo íntimo, aunque no
sean sólo unos diarios íntimos, leemos en el Diario Sexto (17951796): Jueves, 9 (Julio): «Buenas ya mis piernas, lavadura de pies y
cortadura de uñas, y callos.»
Los otros tipos de diarios, son los que nos llevan a decir que
observó –y escribió– como lo haría un cronista.
Abarcando, además, sólo él, todas las secciones de un periódico: Internacional, nacional, regional, local, editorial, opinión,
artículos, crónicas, economía, sociedad, cultura, espectáculos y hasta
necrológicas y el tiempo.
202
Boletín Jovellanista V - 2004. Juan José Plans
Breves ejemplos de lo dicho: A Jovellanos nada le es ajeno:
– Sección Internacional
12 de abril de 1799, Diario Noveno: Bonaparte se asegura en el
Egipto: Desbarata y castiga una revolución en el Cairo. Huyen los monarcas de Turín y Nápoles a Cerdeña y Sicilia; el pueblo del primero se entrega,
y los franceses le dejan o hacen declararse de pública.
– Sección Nacional
Jueves, 10 de abril, Diario Quinto: El Conde de Floridablanca obtuvo la libertad de vivir donde le agradase como no fuese Madrid y Los
Sitios, y añaden habérsele restituido sueldos y honores…
– Sección Regional
Lunes, 20, Diario Primero: Buena cosecha de pan en todas partes,
y abundantísima de castaña, pero escasísima de maíz, aunque en los concejos de Nava y Gijón hay heredades buenas; menos mala en los altos que en la
Vega; poca yerba y corta, aunque de mucha substancia, como en año seco…
– Sección Local
Martes 7, Diario Quinto: Salva de artillería al romper el alba.
Congregámonos en la casa del instituto a la 8 de la mañana, según se
avisara por esquelas impresas. Fueron viniendo las gentes y eran ya cerca
de las nueve cuando se creyó necesario empezar para dar tiempo a la
fiesta de la iglesia. Los asistentes en el circo fueron: Juez Noble, Párroco,
Comandante de las Armas, Diputado del Principado, Teniente Coronel
de Milicias, los Diputados del Ayuntamiento, clero, comercio y gremio
de mareantes, el juez de marina, el ingeniero director, Don Fernando
Casado de Torres (que llegó algo tarde por haber dormido en Contrueces),
el Sargento Mayor de Milicias y varias personas de distinción, así de la
villa como forasteros. Don Pedro de Unquera también, por la Diputación
del Principado.
Laudatio jovellanista
203
Resumiendo: Comentamos que son editoriales, página de opinión sobre acontecimientos, referencias culturales…
Anecdóticamente, como hombre del tiempo:
Domingo, 17, Diario Quinto: Una gran lucha se ha advertido en
todo este tiempo entre los vientos. El austro, soplando desde Castilla, parece que se esfuerza por doblar los montes; el nordeste, que viene por sobre
las montañas bajas del lado, le corta y le aleja, y uno a otro, alternativamente, se vencen y rinden, y traen o el bueno o el mal tiempo, esto es, el
sur aguas, y en las alturas nieve, y al noroeste hielo, frío y serenidad. Ayer
parece que se mezclaron y como que lucharon a brazo partido sobre nosotros…
Demos repaso a las secciones comenzando por la última nombrada:
– El tiempo meteorológico (con el tiempo suele comenzar su
descripción del día).
Diario Séptimo, 1797. Martes, 3 (enero): Sol no muy claro…
Miércoles, 4: Nubes, agua; tiempo suave…
Jueves, 5 (cumpleaños): nubes, tiempo suave…
Domingo, 8: Nubes, agua, frío…
Miércoles, 11: Nubes, agua, frío…
Sábado, 25 (febrero): Nubes… aún dura el nordeste.
Lunes, 27: Nubes, sol…
Lunes, 6 (marzo): Sol claro, parece vuelto el tiempo. Nordeste.
– Necrológicas
Diario Sexto, 1795-1796. Jueves, 9 (julio): Gran cuidado por la
indisposición de Pachito Fuertes, temo que se nos muera; su mal, originado
de una hartura de manzanas verdes, y que probablemente fue un causón:
Pero no se conoció, diósele una sangría, y fue siempre a peor.
Viernes, 10 (al día siguiente): Triste noticia de la muerte de
Fuertes a las tres; por la mañana se le consideraba mejorado.
204
Boletín Jovellanista V - 2004. Juan José Plans
Sábado, 11 (Julio): Por la tarde, al entierro de Fuertes; cuatro de
los alumnos grandes, le llevan; se insinúa a los demás, sin mandárselo,
cuanto será bien parecido que sigan a su difunto compañero; vamos mi hermano y yo con el duelo, van también todos los profesores y dependientes.
– Sociedad, espectáculos, fiestas…
Domingo, 26 (Julio): A la feria en el campo de la iglesia: Mucha
concurrencia y mucho tráfico de géneros bastos; monteras en altos palos,
con garfios de las mismas ramas, en que estaban colgadas; se venderán de
trescientas a trescientas cincuenta; las gastan todas las mujeres; paños bastos, bayetones, bayetas, roquetes, lienzos pintados, guadañas y otros
instrumentos rústicos; ollería, batería de cocina de cobre; tres plateros de
Gijón; muchas tiendas del aire; cedazos, etc; mucha gente y mucho movimiento.
A la romería. Danzas de hombres y mujeres; estas cantaban con general aplauso varias invectivas contra la Junta, vaya un ejemplo:
¡Viva el Rey, viva la Reina!
Mueran todos los mandones
que ofrecieron los soldados
y se guardan los doblones.
Esta es, en este día, mi Laudatio Jovellanista, con la esperanza
de que otros investiguen, mucho más exhaustivamente, la figura de
Jovellanos como cronista en la que fue su época, la de las «Gazetas».
Finalizo pidiendo que se le reconozca, ya sólo por sus diarios,
que fue no sólo cronista de Gijón, sino también cronista de Asturias.
Títulos que no tuvo porque tales títulos no existían. De existir, no lo
duden, nadie mejor que él los mereció en su tiempo. Pero, ahora es
de justicia otorgárselos.
Jovellanos fue ejemplo de lo que debe ser un cronista local, regional.
Aquel que día a día, deja constancia de los acontecimientos
que, día a día, ocurren en su ciudad o en su región, con rigor, minuciosidad…
Porque, de no hacerse así, se corre el peligro de ahondar en
otros tiempos –para ello están los historiadores y otros eruditos– y
Laudatio jovellanista
205
dejar vacío el tiempo que, realmente se debe cubrir, facilitando así
el trabajo a aquellos que, posteriormente, lo traten.
El cronista tiene que vivir su tiempo. Dejar crónica de su
tiempo. Como lo hizo Jovellanos como cronista. Gracias a sus diarios, de los años en que fueron escritos, sabemos mucho más. Son
una gran fuente de trabajo para los que intentan escribir la historia
de la humanidad.
Muchas gracias.
Discurso del Presidente
del Ateneo Jovellanos
don José Luis Martínez
S
eñora doña Mercedes Álvarez, señor presidente del Foro Jovellanos, patronos, ilustrísimas autoridades, señor don Juan José
Plans, socios de nuestro Ateneo, señoras y señores:
Deseo que mis primeras palabras, en representación de la institución que me honro presidir, sean de gratitud. De un profundo y
entrañable agradecimiento a todas las personas que forman parte del
Foro Jovellanos que hoy tiene a bien concedernos esta distinción de
patrono de honor de la entidad cultural hermana. Pues hermanos son
quienes comparten apellido, y también han de serlo aquellas personas que están unidas por estrechos vínculos culturales dentro de una
misma ciudad. Ciudad que lleva con orgullo el ser la patria chica del
más insigne polígrafo del siglo XVIII, y que está poblada por hombres
y mujeres de bien en los que aflora la grandeza del alma de
Jovellanos, que Menéndez Pelayo llegó a calificar como «la más hermosa del siglo XVIII». Así hoy los patronos de su Foro han demostrado
su gran generosidad ofreciéndonos este preciado galardón.
El título con que hoy nos distingue el Foro Jovellanos resulta
particularmente entrañable. El prestigio conseguido por esta institución en su todavía corta singladura, así como el patronazgo de
Jovellanos que compartimos, nos hace apreciar como un don la condición de patrono de honor de vuestra institución.
208
Boletín Jovellanista V - 2004. José Luis Martínez
Es obligado reconocer el meritorio trabajo que, desde vuestro
nacimiento, venís desarrollando para que la luz que proyecta la imperecedera figura de Jovellanos no se apague con el discurrir de los
años; antes al contrario, ilumine con claridad creciente el progreso
de nuestra querida tierra de Asturias y de nuestra nación. Vuestra
misión es, y modestamente nos atrevemos a exhortaros a perseverar en ella, que la conducta del ilustrado gijonés continúe siendo
fuente inspiradora para encarar los desafíos que continuamente se
abren ante nosotros, pidiéndonos una respuesta certera y humana.
Acontecimientos como el salvaje atentado perpetrado en
Madrid el pasado día 11, nos invitan perversamente a pensar que
representa un intento vano, un sueño irrealizable el empeño humano de apartarse de la barbarie y construir, a través del cultivo de
la razón, de la ciencia y del saber, una reforma moral de los hombres y las mujeres, tal como soñó Jovellanos. Pero no queremos
sucumbir a la desesperanza, tirar por la borda el legado de toda una
civilización y de una tradición de la que don Melchor Gaspar de
Jovellanos fue una figura especialmente señera. Nuestro Jovino fue,
en momentos en los que reinaban las tinieblas de los oscurantistas y
de quienes no concebían la posibilidad de una nación más próspera
y una sociedad más justa y civilizada, un ejemplo de confianza en
los grandes ideales por los que la humanidad debe de apostar, con
confianza, sin ceder a los tropiezos del camino.
Nos encontramos todos en una empresa común, en un empeño compartido para que no sólo ya en nuestra patria, sino a lo
largo y a lo ancho de la tierra, los ideales por los que se afanó
Jovellanos continúen dando sus frutos. Nuestro desafío en este momento es dar a las nuevas situaciones que va deparando la historia
las respuestas que les daría el hijo más ilustre de Gijón; acercarnos a
los problemas y a los retos del momento presente con la lucidez, la
profundidad y la altura de miras con lo que lo hizo Jovellanos. Y
pensamos, desde nuestro Ateneo, que el optimismo que manifestaban él y tantas otras personalidades de su época en los efectos
benéficos de la ilustración y de la difusión de la cultura, continúa
siendo una actitud y una esperanza desde la que los hombres del
siglo XXI hemos de seguir encarando los desafíos que el momento
presente nos depara.
Discurso
209
Por todo ello, considero que la labor de las instituciones culturales resulta insustituible, para crear ámbitos en los que el amor a la
verdad y la belleza florezcan espontáneos y los espíritus se enriquezcan y engrandezcan, proyectos que ambas entidades compartimos.
Reitero nuestro agradecimiento precisamente en estos momentos en los que están a punto de concluir los actos del cincuentenario
del Ateneo Jovellanos, muchos de los cuales han estado encaminados
a premiar la labor de hombres que sí fueron merecedores de la más
alta consideración. Mientras que nosotros, humildemente, no hicimos
más que cumplir con nuestra obligación, pero como la bondad siempre corre pareja con la talla intelectual de quienes la poseen, los
ateneístas hemos tenido la gran suerte de que ustedes hayan depositado en nosotros, por medio de la distinción concedida, el espíritu
jovellanista que impregna su dignísimo Foro Jovellanos.
Para el Ateneo Jovellanos tiene un significado muy especial
que quede sellado este hermanamiento que hoy tiene lugar aquí y
ahora, puesto que el espíritu ateneísta, su esencia y su razón de ser,
proviene de lazos culturales que emanan directamente del pensamiento, obra y trayectoria del ilustre Patricio, estableciendo un
parentesco que desde este momento queda unido en lo que me atrevería a titular como una comunión de ideas, de pensamientos y de
integración plena en la síntesis jovellanista.
Todos y cada uno de los miembros de nuestra Junta Directiva,
y también todos y cada uno de los socios ateneístas que aman y sienten la proyección cultural de la Institución como suya propia, están
representados en este acto y en estas palabras de su presidente.
Los primeros lazos de unión entre Foro y Ateneo han comenzado a estrecharse hace precisamente ahora un año con motivo del
viaje organizado por nuestra institución a Palma de Mallorca. Allí
el Ateneo y el Foro, ambos de Jovellanos, rendimos homenaje a
nuestro Patricio, visitando aquellos lugares en donde fue privado
del bien más grande de la vida que es la libertad.
Posteriormente, se fueron sucediendo, a lo largo de todo el
año, los actos para conmemorar la efemérides del cincuentenario.
Así el ilustre profesor don Juan Velarde recibía la medalla de oro del
Ateneo; la señora Alcaldesa era nombrada socia de honor; Su Alteza
Real el Príncipe tuvo a bien concedernos una audiencia privada; he-
210
Boletín Jovellanista V - 2004. José Luis Martínez
mos editado el libro que recoge nuestra historia; ateneos de todo el
mundo se dieron cita en Gijón para celebrar la Junta Mundial de
Ateneos Iberoamericanos-filipinos –cuya vicepresidencia ostentamos–; fueron muchas las conferencias de ilustres figuras de las artes,
las letras y las ciencias que pasaron a lo largo de este especial año
por nuestra tribuna; la Feria Internacional de Muestras de Asturias
tuvo a bien concedernos el «Día del Ateneo»; creamos un premio
Internacional de Acuarela; sin olvidar los ya consolidados premios
literarios de poesía y de poesía festiva Ludi; y por último, hemos de
agradecer al Ilustre Ayuntamiento de Gijón la Medalla de Plata de la
ciudad que se nos entregará próximamente.
Todo lo expuesto anteriormente, de una manera sucinta, constituyó una programación ateneísta de la que nos sentimos orgullosos.
Hoy, el Foro Jovellanos, con este generoso reconocimiento
viene a poner el broche de oro al cincuentenario que ya termina. Nos
sentimos, con ello, muy honrados e inmensamente agradecidos.
Muchas gracias.
Don José Luis Martínez, Presidente del Ateneo Jovellanos, pronuncia su discurso de agradecimiento al Foro por el nombramiento de Patrono de Honor al Ateneo Jovellanos con
motivo del 50 aniversario de su constitución (23-Marzo-2004)
Presentación del IV Boletín
Jovellanista y conferencia
de José Luis Pérez de Castro
L
a conferencia de José Luis Pérez de Castro titulada El amor al libro enmarcó la presentación de nuestro IV Boletín Jovellanista,
que llevó a cabo su director, el día 27 de Febrero de 2004, con las palabras que recogemos a continuación.
BOLETÍN
J OVELLANISTA
• GIJÓN • MMIII • AÑO IV • NÚM. 4
Iovinalis sulcus nostram laborem illustrat
212
Boletín Jovellanista V - 2004
Ilustrísimo señor presidente; señoras y señores patronos y
amigos; señoras y señores:
Cada año es para mí más grata la satisfacción de poder presentarles a ustedes y al público en general, en nombre de la
Fundación Foro Jovellanos, un nuevo boletín jovellanista. Nos complace comprobar que año tras año el boletín va dejando ya la
fragilidad de sus comienzos y ha llegado, por así decirlo, al menos
a una firme y prometedora adolescencia, lo que es tanto como decir a casi su plenitud. Porque no quisiéramos verle nunca en una
caduca ancianidad, sino que se mantuviera siempre en una dorada
juventud, es decir que cada año se mostrara lozano y firme, ilusionado y prometedor, que mantuviera siempre, como un joven, la
incertidumbre y el anhelo de nuevas metas y la ilusión y el coraje
de lograrlas.
Sí, como verán ustedes, el desarrollo físico de este joven, de
nuestro «gasparín», es prometedor, su talla alcanza ya las doscientas
setenta páginas, su peso es de 580 gramos; su aspecto, poco ha variado, se notan en él algunos rasgos nuevos: el paso del tiempo, la
madurez.
En cuanto a su personalidad, a su carácter jovellanista, bastará que le dejen hablar para juzgar acerca de cuanto encierra en sí,
bastará que acercándose le digan como Sócrates al joven y tímido
Alcibíades: «Habla para que te vea». Él hará entonces la presentación de sí mismo. Juzguen, pues, acerca de su discreción por su
conversación.
Veamos pues de qué nos habla: Primero, de las deliciosas reflexiones que acerca del padre Feijoo y Jovellanos ha llevado a
cabo en este mismo foro la delicada sensibilidad de doña Elvira
Muñiz; de la acertada y documentada biografía que de Flórez
Estrada pronunció el profesor don Rafael Anes en el marco del Día
de Jovellanos en la Feria de Muestras de Asturias. Les comunicará el
latido jovellanista de América, de la colonia gijonesa en La Habana,
uno de los hitos más entrañables de la historia de Gijón, que ha tenido el acierto de investigar el profesor don Mosiés Llordén.
Y si no se cansan de su conversación y le dejan hablar verán
también la imagen real, de carne y hueso de Jovellanos, su rostro, tal
y como era, tal como lo ha recreado el doctor profesor don Juan
Presentación del IV Boletín Jovellanista y conferencia de José Luis Pérez…
213
Cobo, en un trabajo que mereció el aplauso y reconocimiento internacional en varios congresos celebrados en París y otras poblaciones.
Y también oirán de sus labios, con las mismas palabras con que yo
lo hiciera en este entrañable lugar, la invitación a recorrer con Jovino
su ultimo viaje, a conocer algunas novedades de su vida y recordar
otras.
Luego la fresca memoria de nuestro adolescente, fijará con
todo detalle nuestros acontecimientos. Ésta es la segunda tarea que
le hemos asignado, llevar cuenta de cuanto la Fundación hace a lo
largo del año. Por eso ha recogido algunos artículos de la prensa.
Ella nos distingue con su interés convirtiéndonos en noticia y haciendo que nuestras actividades tengan una resonancia grande en
la vida cultural de la villa de Gijón y Asturias. Con su complicidad
el surco con que Jovellanos ilumina nuestra tarea se alarga y agiganta, y nos ayuda a sembrar el conocimiento de la vida y la obra
de Jovino, a impregnar más aún, si cabe, esta tierra del amor y deseo
de Jovellanos.
Así pues, nuestro joven boletín les dará entre otras amplia noticia de la presentación del libro Jovellanos y la Minería en Asturias de
nuestro muy entrañable don Luis Adaro, con todas las circunstancias que rodearon aquel acto de homenjae de tan imborrable
recuerdo, como la presentación que de su distinguida persona hizo
don Guillermo Quirós Pintado, o la interpretación de la cantata a
Jovellanos compuesta por el Maestro Arrieta con letra del Vizconde
de Campogrande, etc.. Les recordará el discurso que entorno al concepto de propiedad en Jovellanos pronunció en este mismo lugar el
profesor de la Sorbona, don Pablo Fernando Luna al recibir el V premio de Investigación Fundación Foro Jovellanos del Principado de
Asturias. Traerá a su memoria la tradicional marcha jovellanista,
que este año culminó con la colocación de una placa en Trobaniello,
recordando sendos artículos publicados por su promotor don
Bernardo Canga en el diario El Comercio. Y no dejará de mencionar
el eco que tuvo en la prensa la importante novedad del Curso de
Extensión Universitaria, que con el título «Jovellanos y su tiempo»
fue impartido, bajo la dirección de nuestro presidente don Jesús
Menéndez Pelaéz, en su mayoría por patronos de nuestra Fundación y que culminó con la conferencia de nuestro Vicepresidente
214
Boletín Jovellanista V - 2004
primero don José Antonio Hevia Corte y la entrega de los diplomas
en un acto presidido por el Rector de la Universidad de Oviedo, don
Juan Vázquez y la presidenta de honor de nuestra Fundación y alcaldesa de Gijón doña Paz Fernández Felgueroso. Y por si aún fuera
poco nuestro boletín se sentirá orgulloso de ofrecer a ustedes la noticia recogida en prensa y revistas del viaje del Ateneo Jovellanos a
Mallorca, al que se unieron nuestro presidente y secretario, señores
Peláez y Moratinos, y de la conferencia pronunciada por nuestra patrona doña Teresa Caso en el salón del trono del castillo de Bellver.
También les recordará, a pesar de haber sido ampliamente divulgadas, las palabras de nuestro patrono don Francisco Álvarez Cascos
con ocasión del nombramiento de socio de honor del Real Club
Astur de Regatas. Y por modestia dejará para el final el recordarles
la presentación del anterior boletín jovellanista leyéndoles el artículo que nuestra amiga Cuca Alonso escribió para la Nueva España.
Se habrán dado cuenta que para nuestro joven este esfuerzo
memorístico es doblemente significativo, pues significa fijar la historia de nuestra fundación, pero también agradecer a personas e
instituciones su esfuerzo y su labor en pro de Jovellanos y de su fundación.
Yo sé que es tema de su predilección y de la de cuantos han
contribuido a formar el carácter y la personalidad de nuestro boletín, la Bibliografía Jovellanista de Orlando Moratinos, una tarea
gigantesca, un compromiso más allá del ayer y del hoy, que agradecemos todos los jovellanistas y agradecerán aún más los
venideros. Esta tarea, abierta y permanente hasta que él decida
abandonarla –Dios no lo quiera–, es hoy por hoy uno de los instrumentos de investigación jovellanista más importantes con que
cuenta el que quiera estudiar la vida y la obra de Jovellanos.
Deseamos que nuestro boletín tenga siempre presente la imagen ejemplar de cuantos han consagrado su vida y su quehacer en
pro de Jovellanos, por eso nos invita a repasar la biografía de don
José Sampil, el mayordomo de Jovellanos, publicada por Fermín
Canella en El Carbayón de Oviedo en 1886; obra deliciosa en la que
se resumen las detalladas peripecias y encarcelación que el amigo
de Jovino sufrió en la Corte por intentar salvarlo de su confinamiento en Mallorca. Fermín Canella tomó estos datos de las
Presentación del IV Boletín Jovellanista y conferencia de José Luis Pérez…
215
Memorias del propio Sampil, memorias en paradero desconocido
que harían las delicias de todos los jovellanistas si hoy vieran la luz
pública.
Finalmente, nuestro boletín, como joven sensible, vuelve su
mirada con emoción a cuantos han dejado su estela, su surco jovellanista. Quiere dejar memoria una vez más del padre Patac gracias
a la amplia biografía de nuestro amigo don Isidoro Cortina. Con cariño recuerda a Don Boni, el cura inteligente y sencillo, que picando
un tanto en socarrón nos aleccionaba en la fe recordando con
Jovellanos cuánto hay de farsa en nuestra vida. Y también recuerda
los gratos momentos que don Joaquín Manzanares, persona entrañable y cariñosa, ha ofrecido a sus amigos jovellanistas a lo largo de
su ya agotada y recordada vida.
He aquí, en definitiva, la presentación de este joven de quien
han sido mentores los miembros del comité de redacción, señores
Menéndez Peláez, Moratinos Otero, Cueto Fernández y Adaro de
Jove, a quienes agradezco el esfuerzo desplegado en la importante
tarea de su formación y desarrollo. Con su ayuda, puede hoy nuestra fundación ofrecerles un libro discreto y entrañable, un libro
amado, un libro que puede poner digno colofón a la conferencia de
un amante de los libros, don José Luis Pérez de Castro. De modo
que al finalizar su esperada disertación llevarán ustedes bajo el
brazo o mejor aún, como Jovino en su estatua, en la mano junto al
costado, junto al corazón, nuestro Boletín Jovellanista.
El Jovellanos
de Joaquín A. Bonet*
por Orlando Moratinos Otero
H
oy, miércoles, día 3 de noviembre de 2004, a las 20.00 h, la Casa
Natal de Jovellanos revivirá uno de los acontecimientos más
tristes en la vida de nuestro ilustre polígrafo: los momentos previos
a su detención y posterior destierro a Palma de Mallorca. La ocasión
la propicia la presentación que el Real Instituto de Estudios
Asturianos (RIDEA) hará del libro El teatro costumbrista en Asturias,
del que es autor Jesús Menéndez Peláez, miembro del RIDEA y presidente de la Fundación Foro Jovellanos.
El autor de la estampa jovellanista que evoca esos momentos de la vida de Jovellanos es Joaquín Alonso Bonet, cronista que
fuera de Gijón, periodista de gran renombre en nuestra ciudad y
uno de los dramaturgos con mayor contenido literario en la nómina del teatro asturiano. Sus ideas sobre lo que había de ser el
teatro costumbrista asturiano fueron publicadas en numerosos artículos de 1a prensa a mediados del pasado siglo. De la teoría pasó
a la práctica. Y nos dejó varias obras como Una farsa de antaño, La
comedianta, Don Guzmán de Castilla o El trébol de San Juan. Son obras
en las que el amor exhibe su peculiar concepción sobre un teatro
*
de 2004.
Artículo publicado en el diario La Nueva España el día 3 de noviembre
Con motivo de la presentación que el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) hizo
del libro El teatro costumbrista en Asturias, del que es autor el Presidente de la Fundación
Foro Jovellanos, se puso en escena, por la Compañía Asturiana de Comedias, en la Casa
Natal de Jovellanos –lugar donde habían sucedido realmente los hechos doscientos años antes–, una estampa que recoge los momentos de la detención del patricio, según la obra
Jovellanos de Joaquín Alonso Bonet.
El Jovellanos de Joaquín A. Bonet
219
asturiano abierto a los temas nacionales, adornados con la idiosincrasia del modo de ser de los asturianos.
Pero Joaquín A. Bonet fue además un entusiasta jovellanista;
su Asturias en el pensamiento de Jovellanos es prueba de ello, además de otras contribuciones bibliográficas. Así nació su Jovellanos,
obra inédita, aunque representada en una ocasión en el teatro
Jovellanos de Gijón, en 1952, por la Compañía de Alejandro Ulloa; es
un conjunto de varias estampas que evocan distintos momentos por
donde hubo de pasar el ilustre patricio.
Una de esas estampas representa, bajo el título de Dulce retiro,
los momentos previos a su detención y posterior destierro. La escena se sitia en 1801. Jovellanos está en su casa natal. Ya ha pasado
por el Ministerio de Gracia y Justicia, ya está en marcha su Real
Instituto de Náutica y Mineralogía. Pero Jovellanos sigue siendo
considerado un hombre peligroso. Sus enemigos le acechan. Hay
que apartarle no sólo de la corte, sino también de su rincón gijonés.
Hay que llevarle lejos. Efectivamente, su detención tendrá lugar el
13 de marzo de 1801. Este hecho histórico es lo que pretende evocar
dramáticamente Joaquín A. Bonet.
No cabe duda de que poder recrear este acontecimiento dentro de los muros que fueron testigos mudos de aquella triste
vivencia dará a la escenificación un carisma especial; en teatro pocas veces el espacio real e histórico se convierte en espacio escénico.
El jovellanismo y los amantes del teatro tendrán ocasión de
disfrutar de esta breve estampa, puesta en escena por la Compañía
Asturiana de Comedias como homenaje a Jovellanos, a su autor,
Joaquín A. Bonet, y a cuantos a través del teatro intentaron plasmar
una determinada manera de ser de los asturianos. La posible incomodidad del espacio escénico quedará compensada por el carisma
que rezuman sus columnas y muros testigos presénciales de aquella
triste vivencia histórica por donde hubo de pasar Jovellanos.
Presentación del libro
Memorias del Artillero
José María Cienfuegos
Jovellanos (1763-1825)*
por Alfonso Cienfuegos-Jovellanos
Señoras y Señores:
Solo unas palabras encaminadas al agradecimiento, en mi
nombre y en el de mi familia, a aquellas personas que han hecho posible la publicación de esta historia novelada escrita por mi padre,
que el azar y el empeño de unos amigos, la han permitido salir a la
luz en el centenario del nacimiento de su autor.
Hace unos años, tras la muerte de mi padre, revisando sus numerosos papeles, tarea aun inacabada, con el único fin de escanear
los que parecieran mas interesantes y poder repartirlos digitalizados entre los cinco hermanos, encontré en una caja de cartón entre
recortes de periódico, una tarjeta del representante literario de Plaza
y Janés en la que textualmente escrito a maquina dice:
* El día 30 de noviembre de 2004 se presentó en la Colegiata de San Juan Bautista
este libro, escrito por Francisco Cienfuegos-Jovellanos y González-Coto. De entre los diversos oradores que intervinieron reproducimos el discurso de agradecimiento del hijo del
autor, Alfonso Cienfuegos-Jovellanos y Ortega.
222
Boletín Jovellanista V - 2004. Alfonso Cienfuegos-Jovellanos
Doctor Cienfuegos-Jovellanos. Muy Sr. Mío ¡Extraordinario!
Su «Biotipo, carácter, Sexo», pero, desgraciadamente impublicable.
La Censura amputa lo que constituye la columna vertebral de la
obra, y nosotros en esas condiciones no podemos publicarla, ni creemos tampoco que Ud. pudiese acceder a la mutilación. ¡Una pena!
¿Y fuera de España? Creo merecería la pena intentarlo. Le saluda
atentamente Enrique Badosa director literario del Departamento de
Lengua Española de Plaza y Janés. Barcelona 5 de septiembre de
1963.
Mi curiosidad me hizo buscar y revolver, en el desorden de la
inhabitada casa, los escritos a los que hacía referencia y cuya existencia hasta entonces ignoraba. Por desgracia, la búsqueda fue
infructuosa, aunque tuvo la recompensa colateral de encontrar la
historia que hoy se presenta, y de la que, por supuesto, sabía que
mi padre estaba realizando desde hacía tiempo, interrumpida y retomada en función de la disponibilidad de su trabajo, pero de la que
aún, cuando se le agravó su última enfermedad, le faltaba por realizar algunas correcciones.
Separé aquellas cuartillas escritas a máquina y corregidas a
bolígrafo, y seguí empeñado en encontrar las que por ser rechazadas por la censura de la época en que habían sido escritas, tenían
para mí, un singular exotismo. Al no conseguir mi objetivo, decidí
leer éstas que aparecían con el titulo Papeles del Artillero José María
Cienfuegos Jovellanos.
Según iba recorriendo las paginas, mi interés por la vida del
Artillero se acrecentaba de tal forma, que terminé leyéndolas en una
sola sesión, fue tal la atracción que me suscitó, que realicé unas fotocopias y las repartí entre mis hermanos y algunos amigos. Debo
decir, que el aspecto que tenían aquellos folios, llenos de tachaduras y correcciones, no era en verdad atractivo, por lo que teniendo
la ilusión, de que el trabajo que mi padre había realizado durante
tanto tiempo no fuera totalmente estéril, me propuse teclearlo todo
en el ordenador, para así poder enviarlo a aquellas personas mas
allegadas, o a las que me pareciese pudieran tener curiosidad por
esa historia. El empeño me llevó bastante tiempo, pues a mis grandes limitaciones mecanográficas, se añadía, unas veces la aparición
Presentación del libro Memorias del artillero José María Cienfuegos Jovellanos 223
de folios que sustituían a otros anteriores, y otras la de notas manuscritas que indicaban la supresión de una parte de la obra cuando
la labor parecía casi finalizada, como es el caso del estudio que el
autor hacía sobre la esclavitud en América.
Cuando hube terminado la transcripción, la envié por correo
electrónico a familiares y amigos, entre los que se encontraban,
Nacho García-Arango, Pedro de Silva y Manolo Valdés, verdaderos
embajadores del escrito ante la Fundación Foro Jovellanos y que sin
su ilusión ayuda y aportaciones, esta publicación que hoy se presenta no hubiera sido posible.
Debo también mencionar y agradecer los esfuerzos y desvelos de Fernando Adaro, que en compañía de Orlando Moratinos,
con una gran dedicación y paciencia, ensamblaron, dieron cuerpo e
hicieron que esta obra pudiera llegar a la imprenta.
Agradecer a Alonso Cienfuegos, conde de Cienfuegos, su gran
generosidad, por la cesión de la documentación original que figura
en el libro, utilizada ya en su día por su autor, pero que debido a las
limitaciones técnicas de la época, las fotocopias que se habían realizado no eran de la calidad exigible en la actualidad.
Termino agradeciendo también a don José Antonio Hevia
Corte, como Presidente de IDEAS EN METAL S.A., la financiación
de la obra; al Presidente de la Fundación Foro Jovellanos, excelentísimo señor don Jesús Menéndez Peláez, su experta visión del
escrito, que refleja en un interensantísimo prologo; y a la concejala
de Cultura del Ayuntamiento de Gijón, ilustrísima señora doña
Mercedes Álvarez González, así como a todos ustedes, la presencia
en este acto. Muchas gracias.
III
Iconoteca jovellanista
El cirujano Lamagna
por Agustín Guzmán Sancho
E
l cirujano López Lamagna es si duda un personaje trágico, no
sólo porque aparece en la historia en el momento más trágico de
la vida de Jovellanos, en el momento de su muerte, sino porque, recayendo sobre él la responsabilidad de salvarle la vida, será acusado
de haberle causado la muerte. Incrementa el carácter trágico de su
persona el hecho de que poco o nada se halla sabido de él, salvo la
circunstancia de haber asistido a Jovellanos en su última enfermedad, una enfermedad que, al parecer de otros expertos, pudo haber
sido diagnosticada a tiempo y curada. Es como si Lamganga sólo
hubiera nacido para este momento histórico, para cambiar el curso
de unos acontecimientos no queridos por el destino, y habiendo
cumplido su papel en el gran teatro del mundo desapareciera de la
escena.
Nos hemos permitido, nuestra curiosidad investigadora y
jovellanista se ha permitido adentrarse entre las bambalinas, bastidores y tramoya del escenario en busca de este personaje un tanto
oscuro.
¿Quién era Lamagna? El primer biógrafo de Jovellanos que
nos habla de él es don Julio Somoza en Las amarguras de Jovellanos,
quien al tratar de la última enfermedad de Jovino únicamente dice
de él: «Solo le asiste el cirujano La Magna, hombre de cortos alcances, pues desconoce la intensidad del mal». Pero don Julio había
sacado esa información de don José Ramón de Luanco, quien en
1881 escribirá en la «Ilustración Gallega y Asturiana» un artículo,
228
Boletín Jovellanista V - 2004. Agustín Guzmán Sancho
reproducido tal día como hoy hace ciento dieciocho años en el «El
Carbayón» de Oviedo, en el que daba importantes noticias sobre la
muerte de Jovellanos, y entre otras cosas, a propósito de la identidad de nuestro personaje, decía:
Llevaba [Jovellanos] consigo un cirujano apellidado Lamagna
o La Magna, a quien no mencionan los biógrafos Ceán Bermúdez y
Nocedal, omisión que exigía algunas indagaciones por si eran poco
fieles las noticias recogidas. Ignorábalo también el ya difunto e ilustrado catedrático D. Juan Junquera Huergo; pero entusiasta como
pocos de Jovellanos y de cuanto a él se refiere, apenas tuvo de ello noticia, inquirió, buscó y rebuscó por todas partes, dando al fin con un
padrón de vecinos, hecho a principios de este siglo, donde consta que
residía entonces en Gijón una familia de aquel apellido.
Y así estaban las cosas sin que al presente encontráramos nada
nuevo en los autores jovellanistas sobre la identidad de nuestro personaje, hasta que tuvimos la suerte de encontrar algunos datos,
pocos eso sí, que hoy ofrecemos al público.
Lo primero que hemos sabido es su nombre –hasta ahora sólo
se sabía el apellido–; su nombre completo, con el que firmaba, era
José López Lamagna (y no La Magna, aunque en algunos documentos lo hemos visto así escrito e incluso La Magne). Era cirujano
de la villa de Gijón en el momento de embarcarse en el Volante con
Jovellanos y arribar con él a Puerto de Vega. Ignoramos la fecha
exacta en que ocupó la plaza de cirujano de la villa, pero podemos
decir algo sobre los antecedentes que rodearon su nombramiento.
En 1802 el Ayuntamiento de Gijón acordó anunciar públicamente la vacante de una plaza de cirujano de la villa, toda vez que
don Domingo Font, que la ocupaba desde 1799, había pasado a desempeñar la de médico. La orden del Real y Supremo Consejo de
Castilla que creó la plaza de cirujano de Gijón expresaba que el titular de la misma habría de ser cirujano latino y no romanista –o
romancista si se quiere. La diferencia era muy importante y la villa,
deseando aceptar en la elección, acordó enviar la lista de los pretendientes latinos que se presentaron, a don Antonio Guimbernat,
presidente del Real Protocirujanato, delegando en él el voto de la
El cirujano Lamagna
229
elección. Contestó el ilustre facultativo y en virtud de ello fue nombrado en primer lugar don Vicente Millet y en segundo lugar don
Cristóbal Ballester, ambos cirujanos latinos.
Pero tras dar largas al asunto, pidiendo prorroga tras prórroga
para tomar posesión y retrasarla con excusas ciertas o falsas, ni
Millet ni Ballester se decidieron a ocupar la plaza, de modo que la
situación, en 1804, era grave para la villa que se encontraba sin cirujano. Imaginamos que el médico don Domingo Font debió de
duplicarse en su doble condición de médico y cirujano.
Y fue esta situación la que determinó que al fin ocupara la
plaza interinamente don José López Lamagna, a pesar de no ser cirujano latino, sino romanista1. Su situación debió de ser un tanto
irregular, puesto que parece ser que no hubo nombramiento, ni siquiera se otorgó escritura sobre las condiciones de su empleo, tal
vez para no contravenir formalmente la orden del Consejo de
Castilla.
Que ejerció la titularidad de su empleo lo prueba su intervención con motivo de la elección de juez primero noble en 1807.
Sería una elección muy complicada, teniendo al final que intervenir, tras fracasados intentos, la Audiencia enviando a su abogado
don José Joaquín de Estrada a que la presidiera como juez de letras.
En una de aquellos intentos o elecciones recayó el voto en don Elías
Francisco Rato, quien no se presentó a la toma de posesión alegando
enfermedad. Entonces don Juan Díaz Laviada, que sí había tomado
posesión como juez segundo noble, mandó, como juez en funciones, que el cirujano Lamagna fuera a visitarlo y examinara el mal
que padecía.
La declaración que Lamagna hizo de su interrogatorio al enfermo es en nuestra opinión de un gran interés, por cuanto da idea
del tipo de medicina que practicaba y el modo de practicarla.
Además, sugiere la forma con que habría de interrogar a Jovellanos
1
Con esto y con todo, la diferencia entre el cirujano romanista y el barbero o sangrador era notable. Así lo deja traslucir esta frase de Cervantes en su
entremés La cueva de Salamanca.: «Sí, que diferencia ha de haber de un sacristán
gramático a un barbero romancista». Ser gramático un sacristán era ascender en
importancia social, lo mismo que hacer cirujano romanista a un barbero.
230
Boletín Jovellanista V - 2004. Agustín Guzmán Sancho
en su enfermedad, aquejado de parecidos dolores. Por eso la reproducimos íntegramente:
En el cuarto de despacho de su merced, el señor licenciado don
Juan Díaz Laviada, a veintidós días del mes y año corrientes, se presentó don José Lopéz La Magna (sic) cirujano titular del pueblo;
juramentado dijo: Que en fuerza de la notificación que se le hiciera en
la mañana de este día por orden de su merced, pasara a la parroquia de
Caldones y casa de don Francisco Rato, y le hallara en cama diciendo
que hacía poco tiempo que se había acostado, que sólo se había levantado a misa y que antes de acabarla se había salido de la iglesia
incomodado, volviéndose a acostar; y preguntándole qué tenía, respondió hacia cinco o seis días que padecía un dolor en las costillas del
lado derecho, y volviéndole a preguntar dicho facultativo la situación
del dolor, reconoció ser entre segunda y tercera de las costillas verdaderas, contando de arriba abajo; y preguntándole más si tenía sed
respondió que sí y la lengua tenía árida, el pulso débil con alguna intermitencia, aunque esta señal en los de una edad avanzada es equívoca,
pero la respiración era fácil, sólo si al toser, dice, correspondía el dolor,
prueba de un dolor entre los músculos intercostales de aquella parte, el
que dice se ha disminuido mucho de dos días a esta parte a causa de los
medicamentos externos, que dice le aplicó un cirujano a quien no señaló, por lo que es de parecer que, a lo menos respecto su edad y que
dichos dolores suele repetir cada instante, que debe guardar cama y casa
dos o tres días. Esto dijo y lo firmó con su merced; doy fe. Lic. Diáz
Laviada = José López Lamagna = Ante mí: Álvarez.
Recibida la contestación y una vez pasados los tres días que
recomendaba el cirujano, dictó auto el juez segundo en funciones
de primero ordenando a Lamagna volviese a reconocer al enfermo.
Y he aquí un gesto de nuestro personaje que nos muestra algo de su
personalidad, de la que nada sabíamos hasta ahora: don José López
Lamagna se negó a reconocerlo, dando por respuesta lo que contiene el testimonio del escribano que literalmente dice así:
Incontinenti notifiqué el presente auto al cirujano titular de
la villa don José López La Magna. Enterado, respondió estar pronto
El cirujano Lamagna
231
a cumplir la proveída de su merced, pero que le parecía justo que mediante ser asunto de oficio, fuese el compañero a practicar esta
diligencia por estar sujeto como él a las cargas, ya para mejor desengaño de su merced. Así lo respondió. Doy fe. = Álvarez.
En vista de lo cual el juez Díaz Laviada dijo que se conformaba con que fuera uno u otro. Así pues, ejerciendo la cirugía en
Gijón como facultativo «titular», a decir de las fuentes, aunque en
realidad como interino, le sorprendió la guerra y, ante la proximidad de las tropas francesas, se embarcó como Jovellanos en el
Volante. Es muy probable que durante el viaje tuviera que atender
a las circunstancias de falta de salubridad e higiene que se plantearon en la travesía, pero sobre todo es seguro que atendiera a la
enfermedad de Pedro Valdés Llanos, el amigo de Jovellanos, pues
parece que debía de estar enfermo cuando se embarcó.
Los cuidados de Lamagna hacía el amigo Petris –como le llamaba cariñosamente Jovellanos-– debieron de continuar una vez
desembarcados en Puerto de Vega y en la casa de Trelles, mientras el
propio Jovino se iba contagiando de la enfermedad de su amigo.
Murió Petris el día 25 de noviembre, sin que nos atrevamos a decir
que por falta de la debida asistencia facultativa (sería demasiado
cruel querer manchar la memoria de Lamagna no ya con una sino
con dos muertes).
Ante la gravedad de la enfermedad de Jovellanos, que, postrado en cama, no llegó a enterarse de la muerte de su amigo, fue
avisado el cirujano titular de Nava, don José Angulo, quien nos ha
dejado testimonio de los últimos momentos de Jovellanos en una
carta, escrita en tercera persona, que con fecha 13 de enero de 1851
enviara a José Ramón de Luanco, y que éste publicó parcialmente
en el artículo comentado y que dice así:
Fue atacado el Sr. Jovellanos de un frío general, con dolor vivo
y agudo en el costado izquierdo, dificultad de respirar, esputo sanguíneo y calentura violenta. El cirujano Lamagna desconoció
enteramente este estado patológico morboso de tanta gravedad, omitiendo el emplear oportunamente un método antiflogístico para
combatir con fruto la flegmasía del pulmón, cuyos síntomas se ma-
232
Boletín Jovellanista V - 2004. Agustín Guzmán Sancho
nifestaban evidentemente; pero por desgracia no sucedió así. De esta
manera pasaron los días y siguieron las cosas sin tomar otras providencias hasta que pasado el primer septenario de su afección,
llamaron al octavo día al facultativo Angulo (sic); pero ya era demasiado tarde. Éste se cruzó de brazos, pues el Sr. Jovellanos estaba
atacado de un fuerte delirio y su razón trastornada […].
Las palabras lanzadas por el cirujano Angulo contra su colega,
han parecido al doctor Martínez Fernández, autor de la magnifica
obra Jovellanos: Patobiografía y pensamiento biológico, demasiado duras,
ya que a los ocho días de evolución de la enfermedad no necesitó
gran esfuerzo intelectual para su diagnóstico, pero en el periodo
predrómico o inicial la cosa no le hubiera resultado fácil teniendo
en cuenta los adelantos de la época.
Si queremos ser objetivos tenemos que decir que el doctor
Martínez acierta cuando reprende al cirujano Angulo por sus comentarios, pues cuando él llega el proceso evidentemente está
manifiesto y claro. Por otra parte, hay que tener en cuenta que
Angulo era cirujano latino y miraría con desconfianza a su colega
romanista; cuanto más convencido estuviese de los fallos de él más
se autoafirmaría en su propia condición y valía; procesos sicológicos de este tipo son frecuentes entre los humanos. Por nuestra
parte, no hay que perder de vista tampoco que Lamagna ha conocido todo el proceso de la enfermedad, que ha atendido al amigode
Jovellanos, aquejado al parecer de la misma dolencia, de manera
que muy pocos conocimientos debía de tener para no saber lo que
se traía entre manos.
¿Era, pues, Lamagna un total inepto? La diferencia entre un
cirujano latino y un romanista es que el primero se formaba en la
universidad donde cursaba estudios y obtenía titulo de bachiller,
licenciado o doctor en medicina, mientras que los romanistas no
necesitaban estudios si demostraban tener cinco años de práctica,
tres en hospital y dos con médico o cirujano, y superaban un examen. ¿Dónde practicó Lamagna la cirugía? Pues en la Armada; era
cirujano de la Armada retirado cuando se instaló en Gijón y desde
1804 venía ejerciendo la plaza como titular, con contento de los vecinos, como veremos, y teniendo que atender a veces el hospital.
El cirujano Lamagna
233
De manera que al menos no era un inexperto, ni mucho menos2.
Podemos por tanto decir que conocía su oficio y sabemos que
aplicó algunos conocimientos de su facultad, que al decir de Cean
Bermnúdez no dieron resultados.
El doctor Martínez Fernández ha dicho que los remedios en
boga, aun precozmente aplicados, no hubieran dado resultado. Eran
estos: parches de cantáridas en las pantorrillas o en la espalda, sangría, vomitivos, purgantes y ciertas composiciones con tártaro
estibiado, extracto de opio, aguas de cebada, almizcle etc. Si falló
Lamagna en su diagnóstico, si no aplicó el remedio acertadamente,
si ejerció la medicina sin luces díganlo los médicos.
Por nuestra parte, sólo queremos traer aquí los hechos y las
circunstancias que concurrieron en la muerte de Jovellanos y en la
persona en cuyas manos estuvo su vida. Jovellanos en cierta ocasión, habiendo muerto uno de sus alumnos del Instituto, Vigil, de
Lastres, escribió en su diario:
Lo siento mucho porque era hijo único y consuelo de sus buenos padres; porque era de gran juicio y aplicación, y porque estoy
persuadido de que murió un tanto por la ignorancia, cuanto por el
atropellamiento del médico: si le hubiera sangrado luego, y pronto,
como indicaban los frecuentes amagos al flujo de narices, se hubiera
salvado. ¡Cuántos perecen así por mala dirección!
2
Cervantes, que experimentó en sí la valía de los cirujanos de la Armada,
escribío:
Ordenó luego como se llamase un cirujano famoso de la ciudad para que de
nuevo curase a Marco Antonio. Vino, pero no quiso curarle hasta otro día, diciendo
que siempre los cirujanos de los ejércitos y armada eran muy experimentados, por los
muchos heridos que a cada paso tenían entre las manos, y así no convenía curarle
hasta otro día. Lo que ordenó fue le pusiesen en un aposento abrigado, donde le dejasen sosegar. Llegó en aquel instante el cirujano de las galeras y dio cuenta al de
la ciudad de la herida, y de cómo la había curado y del peligro que de la vida, a su parecer, tenía el herido; con lo cual se acabó de enterar el de la ciudad que estaba bien
curado. (CERVANTES, Miguel de, «Las dos doncellas» en Novelas Ejemplares.
Edición, introducción y notas de Juan Bautista Avalle-Arce. Tomo I. 2ª
Edición. Castalia. Madrid, 1982; págs. 154 y 155).
234
Boletín Jovellanista V - 2004. Agustín Guzmán Sancho
También nosotros sentiríamos más la muerte de Jovellanos si
hubiese perecido por mala dirección de su facultativo. Y si así hubiera sido ¡qué ironía del destino! ¡qué personaje tan trágico
Lamagna!
Volvió López Lamagna a Gijón tras la retirada de los franceses a ejercer su profesión, pues aparece como residente en el barrio
de Cimadevilla con el número 256 de la Lista que manifiesta las relaciones presentadas por los vecinos de la misma [villa de Gijón],
comprensivas del líquido de cada uno y lo que les corresponde pagar anualmente y mensual. A José López Lamagna se le consideraba en esta
contribución de guerra, correspondiente al año 1812, un líquido imponible de 4.194 reales, conforme al cual debía pagar al año 109
reales con 24 maravedíes, o mensualmente 9 reales con 5 maravedíes. Sin duda es a este documento al que se refería Juan Junquera
Huergo para afirmar que había a principios de siglo en Gijón una
familia del apellido La Magna.
Al cumplirse el primer aniversario de la muerte de Jovellanos,
el 27 de noviembre de 1812, reclamó al ayuntamiento la paga de sus
sueldos, pero se le contestó: «no haber lugar a su solicitud por la razón de que sus sueldos se devengan con el servicio material y
formal que haga en esta jurisdicción, y mediante a que se halló ausente por los fines que a él le acomodó y sin licencia de la antigua
municipalidad». Parece, pues, que hay alguna animadversión hacia
su persona, que se le quiere echar en cara haber huido o haber abandonado la villa. Sin embargo, ya veremos cómo su comportamiento
fue verdaderamente ejemplar durante la guerra.
No obstante no pagarle sus atrasos, volvió a ejercer interinamente la plaza de cirujano, hasta que en junio de 1813 se acordó
anunciar la vacante de médico y cirujano, por considerar que ambas
plazas estaban ocupadas interinamente, e incluso se acordó fijar edictos. Protestó el acuerdo el procurador general del concejo, don Juan
Bautista González, en un largo y detenido escrito fechado el día de San
Pedro, en el que entre otras cosas resalta la labor llevada a cabo por
Domingo Font y por López Lamagna con estas, entre otras, palabras:
La conducta de estos consta al que dice, pues, como juez primero que ha sido en dos años en esta villa, debe saberla; siempre han
El cirujano Lamagna
235
asistido y cuando se les ha mandado, ya fuese de día o de noche, ya en
el pueblo o en el concejo a los oficios de asuntos de Justicia, en que
era preciso interviniesen por su facultad. Nunca tuvo la mas mínima
queja relativa a la falta de cumplimiento del encargo respectivo de
cada uno y, siendo estos hechos públicos y notorios, que el médico y
cirujano han entrado en sus empleos por nombramiento que el ayuntamiento tuvo por conducente hacer en ellos y con preferencia a otros
pretendientes.
Califica todo lo actuado de atropello o mejor dicho de atropellamiento:
[…] que todo lo obrado con el médico y cirujano es un atropellamiento a que no son acreedores estos sujetos que se han comportado
con todo honor y desinterés, y el ponerlos, como quien suele decir de
la noche al día, en la calle, sobre el perjuicio que se les iba a irrogar y
tan trascendental al público, si se mira con reflexión, da ningún honor al ayuntamiento constitucional cuando a sus asalariados, que se
han comportado como les tocaba, se les deshecha en los términos que
se pensaba verificar. Vuelvo a reiterar que para el ayuntamiento dejo
el decir lo que ha motivado esta novedad que ha causado al público,
especialmente a los hombres de probidad, una general censura, nada
extraña a vista de un proceder que en manera alguna se puede tener
conforme.
Termina pidiendo un ayuntamiento extraordinario y el que se
suspendiera cualquier providencia que hubiese dado contra el médico y cirujano «titulares de esta villa» manteniéndolos en su quieta
y pacífica posesión.
Se armó una buena, sí; se hicieron ayuntamientos reñidos y
discutidos y después de mucho debate e impugnación ante el jefe
político de la provincia, la cosa vino a parar en nombrar un nuevo
médico perfectamente titulado, el doctor Fernández Escudero, mientras que a don Domingo Font, que se había graduado de licenciado
de cirugía y medicina en el colegio de Barcelona y de doctor en el
colegio de Cádiz, se le dio la plaza de cirujano de la villa. Lamagna
por ser romanista fue quien más perdió.
236
Boletín Jovellanista V - 2004. Agustín Guzmán Sancho
A comienzos de 1815 Font abandona la plaza y marcha de
Gijón, por lo que Lamagna vuelve a solicitar en su lugar la plaza de
cirujano. El ayuntamiento acordó nombrar interinamente en primer
lugar a Francisco Alas que era licenciado, y sólo para el caso de que
dicho Alas no pudiese seguir todo el tiempo nombraba en calidad
de interino a José López Lamagna. Fue así como al final llegaría a
servir de nuevo la plaza de cirujano, en cuyo empleo murió en 1817.
Se sabe porque el 18 de julio de 1817 teniendo conocimiento de que
«el difunto cirujano –leemos en el acta correspondiente– de la villa
don José Lamagna» tenía una máquina propia del municipio, acordó
que el escribano Alonso Antonio Álvarez la recogiese y se la entregase al nuevo cirujano para que hiciera el uso correspondiente de
ella.
Dejó familia en la villa y también feliz memoria de su actuación profesional y de su persona. Así nos lo aseguran dos
testimonios de sus contemporáneos. El primero, el que dieron los
dos procuradores generales del concejo, los señores don José García
Palacio y don Francisco Paula Prendes Hevia, a instancia del propio Lamagna y en virtud de acuerdo municipal, que según el acta
de fecha 20 de junio de 1814, levantada al efecto dice así:
Otrosí, se leyó un memorial del cirujano don José López Lamagna,
solicitando que el ayuntamiento se sirva informar, al tenor de su memorial, sobre la conducta que ha observado en el pueblo durante el
gobierno intruso. Y uniformemente acordaron que los procuradores
generales informasen al ayuntamiento de cuanto supiesen. Y en su
virtud dijeron que el expresado don José López Lamagna, cirujano
retirado de la Real Armada, hallándose en esta villa, gozando del
sueldo de su retiro, el ayuntamiento le nombró cirujano del concejo,
cuyo destino ejercía cuando la invasión de los enemigos en esta provincia, que en consideración a la obligación que tenía contraída con
el concejo no haber orden en contrario, se mantuvo en el pueblo en
cuya estancia su conducta, bajo todos los respectos, ha sido sin la
menor nota, y el pueblo ha experimentado beneficio por la continua
aplicación y buen desempeño en las funciones de su profesión, así en
todo el vecindario del concejo cuanto en su hospital. Les consta que,
habiendo emigrado en las dos últimas ocupaciones –una de ellas con
El cirujano Lamagna
237
Jovellanos–, el ayuntamiento dispuso la rebaja de su asignación, prorrateando todo el tiempo de su ausencia, cuyo descuento ha sufrido,
como es público y constará de las cuentas del mayordomo de propios.
Por todo lo dicho, los procuradores creen que a este interesado no
debe pararle perjuicio alguno la conducta observada en las circunstancias de la guerra. Siendo cuanto pueden decir en obsequio de la
verdad y de la justicia. Oído lo expuesto por los procuradores generales, los demás señores vocales dijeron que les consta la certeza de su
relato sin cosa en contrario, siendo, por lo mismo, unánimemente de
parecer que el don José López Lamagna debe gozar de todas las consideraciones de buen español y fiel servidor de la patria, y estiman
se le dé el testimonio que, para en defensa de buena reputación, sea
convenirle.
Más interesante es el segundo testimonio, que resulta de la información dada por el ayuntamiento en fecha 9 de diciembre de
1815, en el que aparecen a favor de su persona reflejados elevadísimos méritos de entrega vocacional, solidaridad humana y
sentimiento patriótico. Dice así el acta en que se recoge:
Asimismo se hizo presente la información de méritos hecha a solicitud del cirujano de la Armada don José López Lamagna y de ella
enterados uniformemente, informan que no les costa cosa en contrario de cuanto resulta del expediente presentado por el citado
cirujano, que éste ha sido cirujano titular de esta villa diferentes
años, y ha cumplido siempre con los deberes de su instituto, sin nota
alguna. Que en tiempo de la invasión de los enemigos asistió a los
hospitales de ella con toda puntualidad, asistiendo y curando a los
soldados españoles, y protegiéndoles en todo cuanto estaba de su
parte, sin embargo de la ocupación del enemigo, haciendo lo mismo
en las aldeas con los soldados españoles dispersos, por lo que se ha
percibido el celo y amor en este individuo a favor de la causa común
que se defendía; exponiendo y arriesgando su vida en diferentes ocasiones, que con ocultamiento de enemigos hacía diferentes curas, ya
en esta villa como en las aldeas, de que estaba prohibido por aquellos, y además libertado a otros vecinos de la muerte con sus informes
y pareceres, en las muertes violentas que sucedían en el pueblo, y
238
Boletín Jovellanista V - 2004. Agustín Guzmán Sancho
otros servicios recomendables que ha hecho en beneficio del los españoles. Es cuanto con verdad puede informar esta corporación bien
satisfecha del amor y patriotismo con que obró el citado cirujano
como adicto de su rey y señor.
He aquí lo que le faltaba a Lamagna para semejarse a un héroe
trágico, ser hombre noble y honrado, digno de gozar de nombrada
fama. Que así se reconozca en lo sucesivo.
En la madrugada del 7 de octubre de 2004 falleció
nuestra patrona doña María Jesús Cienfuegos-Jovellanos,
y el último día del año, nuestro patrono fundador don
Vicente Sánchez de Arza. La prensa se hizo eco de tan señaladas pérdidas. La Fundación quiere dejar testimonio
del sentimiento de dolor y recuerdo de su cariño, en esta
sección dedicada a recordar a los jovellanistas.
A María Jesús CienfuegosJovellanos: meditaciones*
por Heradio González Cano
Cuando murieron el poeta del centenario de MutagalpaNicaragua, Julio C. Rivera, y la exquisita artista del mismo sitio
lugareño, Nieves Andina, los lloramos… y ahora que ha volado hacia los cielos mi estimada María Jesús Cienfuegos-Jovellanos,
asistiendo reverentes a su funeral, bajo el alto domo iluminado de
la iglesia de San Pedro, rebosante de parroquianos y familiares, esa
misma sensación al sollozar experimentamos… En primera fila, en
una silla de ruedas, desconsolado meditaba Pedro, «el muso», como
cariñosamente en broma su poeta privada lo llamaba. Está ahora
presente-ausente, convertida en cenizas dentro de una cajita ovalada, como si fuera un daliniano cáliz relleno de sorpresas y secretos,
desde donde parecía enviarnos vibraciones de cariño y agradecimiento la gloriosa muerta, la que horas antes se nos acaba de ir
volando como una paloma de la paz sobre el mar gijonés de sus ensueños, en una tarde otoñal invitadora de nostálgicos recuerdos…
La mano invisible de la parca todo lo trunca, más no es justo,
nos revelamos, que una persona siempre cantando ante la vida, se
nos haya ido en una estación gris y lluviosa, ella enamorada de la
*
Artículo publicado en La Nueva España, Oviedo, 8 de noviembre de 2004.
242
Boletín Jovellanista V - 2004. Heradio González Cano
primavera y solsticios de verano, de vacaciones alegres; toda luz con
la amabilidad en las palabras y sonrisas; ella, todo amor por su familia y ya no digamos a sus semejantes, tal la funeral homilía
expresada de manera elocuente, vibrante, del reverendo padre
Cuesta, que la ponía de ejemplo, y que por verdadero amor a su
templo con hechos y no sólo golpes de pecho, merecía honor principal para que su diminuta «huesa» eterna se hiciera en la cripta.
Ferviente adorada de Jesucristo, nunca dudó que era Él, el camino,
la verdad y la vida.
Además de amante esposa y excepcional madre ejemplar, fue
entre las poetisas de España una persona muy singular, por su sencilla como lírica franqueza, contenida en sus amorosos versos, y por
eso admiradores de ellos, un día los hicimos atravesar el mar hasta
la tierra de Rubén de Nicaragua, publicando en «Páginas Verdes»
algunos sobresalientes, que entusiasmados leyeron muchos lectores
rigurosos, además de especiales críticos, como sus homólogas nicaragüenses Ninozka Chacón o Vidaluz Meneses, cumbres de la
poesía entre mundiales otras. Lo que la poeta nos agradeció siempre… Qué pena, que para el próximo año al conmemorar el
centenario de Rubén Darío en Asturias (1905-2005) no pueda acompañarnos como lo hiciera hace seis junto con «su muso», querido
Pedro, donde nos acompañaban también en San Juan de la Arena,
Soto del Barco, homenajeando al inolvidable Emilio Alarcos, los fraternos, Martínez Cachero, Josefina de Alarcos, doctor Mediavilla y
Ruiz, Antonio Masip Hidalgo, Manolo Avello -del acto cronista feliz, los hermanos Cepeda, José Antonio y Luis Alberto, acompañados
de sus respectivas esposas; el poeta luarqués Román Suárez Blanco,
el escultor y pintor, artista Linares; representantes de los ilustres colegios de Abogados de Oviedo y Gijón; José María Fernández del
Viso, y muchas otras personalidades de la cultura asturiana y lugareña, siendo atendidos después de dichos actos por su diligente
alcalde, Menéndez Corrales.
Conservo como oro en paño dos grandes «libritos»: «Algo de
mí» y «14 poemas», que la descendiente de Gaspar Melchor de
Jovellanos, un día me obsequiara, metiéndose en mi corazón su autora, al leer en sus poemarios «A mi santa madre», por ser yo
adorador de la mía, hace 22 años perdida… «Mucho tarde, en es-
A María Jesús Cienfuegos-Jovellanos: meditaciones
243
cribirte, madre / Eras tan grande y a la vez tan chica, / Que no podía decirte cualquier cosa, / Para ti lo mejor que yo escriba / … Yo
sé que desde el cielo tú me miras, / Pero en mí siento tu mirada, /
Tu mirada de ángel y de madre / Y sé que un día volveré a tenerte»… veinte años después de que se escribieran estos versos,
volvió a «tenerla» a quien la trajo a este mundo, para estar feliz, al
fin, las dos, madre e hija; 8 de octubre, he vuelto a releer sus versos,
casi todos, y me he detenido en sus dedicatorias: «Para Heradio G.
Cano. Con todo afecto de una colega en el hermoso arte de la poesía.
María Jesús». Y otra, «Algo de mi pequeño arte». Mujer honrada
verso a verso, cuando nos descubre: «La inspiración me viene, /
Cuando menos lo espero, / Dejo todas mis cosas, / y me pongo a
escribir…». Esa sinceridad arroba la atención de cualquiera, como
bien lo podría confirmar Sara Pérez-Pavés, su leal amiga, del
Cantábrico hija en nacencia e inspiración como ella, «Al norte de los
vientos»… «Marineras azules…»
Muchas personas, ante la muerte se arrugan. Son pocas las
que como María Jesús lo dejan a uno boquiabierto. Válganos de
muestra insólita en su propia esquela funeraria su premio: «Me voy
de aquí, Señor, tú lo quisiste, / acógeme, mi Dios, en tu morada, /
un hueco chiquitín ya me es bastante, / estando junto a ti, no falta
nada»… Definitiva gloria del parnaso astur, hoy escasos de sentimientos tan cristianos, en toda la geografía hispana, materialista,
«enriquecida»; qué herencia superior dejas a tus hijos, Conchita,
María Jesús, y a Fernando, especialmente a tu alter ego, sangre de
tu sangre venida de tus versos: «¿Recuerdas, Pedro, hijo mío? / Que
algo siempre nos unió / Sin decirnos las palabras / Comprendimos
los dos, / ¿no serán nuestras musas? / Tú, ya fuera, dentro yo. /
Que sin entenderlo entonces, / ahora todo es claro»…
No nos extrañe, pues, del aeda heredero, su «Silencio elocuente. En casa de mi madre, que acaba de morir… El hijo está
sentado allí. La vieja foto ahora ha perdido casi por completo la memoria… Es entonces cuando cae en cuenta del vacío abierto…».
Cuando pase un tiempo, cuando tengas, poeta, como toda tu familia, necesidad de escuchar su voz, aunque fuera sólo un minuto
frente a frente verla, sentiréis un solo insondable dolor, porque madre, como dice la popular canción, sólo hay una… Y, si algún día,
244
Boletín Jovellanista V - 2004. Heradio González Cano
por casualidad, leyeras «Mi nocturno en gris de orbayu», como lo
leyera vuestra amada madre, estarán conmigo, como lo estuvo ella,
a leer: «Esta mano que escribe / ha de morirse, / como todo lo que
nace…». María Jesús, ahora contigo a solas: en ese beso que le di con
mis dedos a tu cajita-cenizas, al pasar junto a ella, cuando el funeral, tocándola, créeme, en ese beso, como si fuera en tu inmarchita
frente, te dejé una lágrima.
Mañanas con don Vicente
Sánchez de Arza
A. G. S.
Voy a coger el camino del café Dindurra. Voy a acercarme a la
mesa del fondo, junto a la cocina, porque quiero ver a don Vicente
Sánchez de Arza; quiero recordarle allí, sentado con el dueño, delante de una taza de café. Los veo –los recuerdo– en silencio como
viejos amigos que ya se lo han dicho todo, pero que se han acostumbrado el uno a la compañía silenciosa del otro. Recuerdo que era
inútil pretender no tomar nada y tomado, pagarlo. (Siempre me fue
imposible). Esperaba don Vicente que vinieran a buscarle, tal vez su
esposa, o su hija, o no sé si la muchacha de casa. Tenía que darme
prisa antes de que llegara la hora de su corto y sabroso paseo.
Así, algunas veces, hemos hablado de Jovellanos, de Somoza
y de Pedro Hurlé. Los tres compartían con don Vicente una pasión
común, la Numismática. Don Vicente lo sabia todo sobre el coleccionismo de Jovellanos, sobre las monedas que aparecieron en su
equipaje a su muerte, o las que aparecieron en el derribo del Arco
del Infante, inaugurado por don Gaspar. Con qué emoción descubrí en uno de sus muchos artículos jovellanistas la tarjeta de visita
del mismísimo don Jovino. ¡Qué delicado hallazgo para quienes nos
interesamos por el Jovellanos íntimo! Llegó a reunir, a rehacer prácticamente, la colección de monedas de Julio Somoza, quizás la más
importante en Asturias al comenzar la guerra civil, parte de la cual
pasó a don Pedro Hurlé.
246
Boletín Jovellanista V - 2004. A. G. S.
Un día, una mañana, después de tomar el café, me enseñó con
orgullo su monetario, el mejor de Asturias y uno de los más importantes de España. Cada pieza era cogida entre sus manos con fina
delicadeza. Me hizo sentirme importante; tuve la sensación del que
contempla un tesoro. Allí estaba la hueca medalla de oro que contenía la Constitución de 1812, que había pertenecido a Somoza.
Era también don Vicente algo aficionado a los libros, de Arte;
tenía su tanto de bibliófilo. Fue aquella una deliciosa mañana, pasada en su agradable compañía, a la luz del Arte y de la Historia. Y
él fue feliz. Se sentía admirado: el mayor gozo para un anciano. Así
lo recuerdo, incansable en su búsqueda, en su afán de agradarme,
de ofrecerme lo que le había pedido, las fotos de las monedas de
Jovellanos. ¡Gracias, amigo, por aquella mañana!
Me llamó poderosamente la atención, entre otros muchos trabajos suyos inéditos, un gran volumen manuscrito –o tal vez fueran
más de uno–, como quien dice preparado para la impresión. Era la
historia completa y acabada de todas y cada una de las monedas asturianas a lo largo de la historia. Me pareció una obra digna de ver
la luz pública. Me dijo que no habría nadie que quisiera publicarla,
por culpa de su coste. Sentí una lástima terrible de ver declinar con
aquella vida tantas ilusiones, tanto tiempo y dedicación gastados
inútilmente en una tarea tan noble, digna de todo encomio y merecimiento. Aquello no podía quedar guardado para siempre.
Conocí aquella mañana que don Vicente era cristiano fervoroso; que se celebraba en su casa de forma especial la Navidad. Tal
vez por eso Dios se lo ha llevado en torno a la Navidad. Y ha dejado
aquí sus monedas; no las necesita, porque para él no habrá Carontes
que le pidan el óbolo con que pagar la eternidad, sino la gracia de
ver sin lupa, sin anteojos, el brillo y la forma de la verdadera y admirable efigie de Dios.
Paguemos nosotros el tributo debido a su obra, agradeciendo,
reconociendo, amando, conservando, admirando y dando a la luz
pública el importante patrimonio artístico e histórico que constituye
su obra.
IV
Proyección
de Jovellanos
El Instituto Jovellanos
de Alhucemas (Marruecos)
Por Mª Nieves García Rivera
y Jordi Miró Canals
LA ACCIÓN EDUCATIVA ESPAÑOLA EN EL EXTERIOR
La labor del «Instituto Español Melchor de Jovellanos» se encuadra en el marco general de las actividades desarrolladas por el
Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, en coordinación con el
de Asuntos Exteriores y con el Instituto Cervantes. Todas ellas se integran en sus programas de Cooperación Internacional.
Esta cooperación se desarrolla en varios ámbitos: Acción Educativa, Relaciones Bilaterales, Relaciones Multilaterales y Cooperación
con la Unión Europea, Aquí nos interesa el primero, cuyo objetivo es
el de atender las necesidades de la población española residente en
el extranjero y asimismo el de dar respuesta a las demandas de español como lengua extranjera por parte de la población no española,
en sus sistemas educativos, contribuyendo a la promoción y difusión de la lengua y de la cultura españolas en el extranjero. A estos
programas hay que añadir las enseñanzas del sistema educativo español no universitario. Esta red de atención en el exterior está
formada por centros docentes de titularidad del Estado español (entre los cuales se encuentra el que nos ocupa), centros docentes de
titularidad mixta, centros de convenio, secciones españolas o sec-
250
Boletín Jovellanista V - 2004. Mª Nieves García Rivera y Jordi Miró Canals
ciones bilingües en centros de titularidad de otros Estados, secciones españolas en Escuelas Europeas, programas específicos para
hijos residentes españoles (agrupaciones y aulas de lengua y cultura
españolas) y asesores técnicos.
Por lo que se refiere a los centros de titularidad del Estado español, los hay en Andorra, Colombia, Francia, Italia, Marruecos,
Portugal y Reino Unido. Son en total 25, que imparten sus enseñanzas a 8.782 alumnos, a cargo de 663 profesores (datos del curso
2003-04). Estos centros son los encargados de impartir enseñanzas
regladas del sistema educativo español dirigidas a la población escolar no universitaria, adecuadas a las necesidades específicas de
los alumnos y a las exigencias del entorno socio cultural. Para este
cometido flexibilizan su estructura y funcionamiento, adaptándose
a las condiciones del medio en que se encuentran.
Marruecos ocupa el primer lugar en centros, profesorado y
alumnado. Cuenta con 11 centros, que se encuentran en Alhucemas,
Casablanca, Nador, Tetuán, Tánger, Larache, Rabat y el Aaiún.
Durante el curso escolar antes citado atendieron a 4.353 alumnos
305 profesores, impartiendo las tres etapas del sistema educativo español no universitario: Enseñanza Infantil y Primaria, Secundaria y
Formación Profesional. Pueden ser centros de un determinado nivel o etapa o de varios. Así, Alhucemas, Casablanca, Larache, Nador
y Rabat ofertan las dos primeras de las etapas citadas (centros integrados) y Formación Profesional sólo se imparte en Tetuán.
EL CENTRO
Es en este contexto donde se enmarca nuestro instituto, situado en pleno centro de la ciudad de Alhucemas (Al-Hoceima desde
el fin del Protectorado), a orillas del Mediterráneo y en el corazón
de la región del Rif. Es una población de fundación reciente, pues
su origen está en el desembarco colonial español de 1925 y posterior ocupación por las tropas durante la guerra del Rif. Más
recientemente, en febrero de 2004, fue noticia a causa del terremoto
que provocó varios centenares de víctimas, y cuyo epicentro estuvo
en sus proximidades. Esta tranquila ciudad, de alrededor de 70.000
El Instituto Jovellanos de Alhucemas (Marruecos)
251
habitantes, tiene como principales recursos la pesca, en disminución, el comercio local y el turismo estival.
El edificio que alberga el centro fue concebido como residencia
de oficiales, en nuestro caso la del General Jefe de la Circunscripción,
una vez establecidas las tropas y la población civil subsiguiente en la
ciudad, llamada en aquellos años Villa Sanjurjo. En 1928 se presentaron los proyectos y a finales de este año se empezó la construcción,
dirigida por ingenieros militares, que se terminó en 1943-45. Se trata
del edificio más representativo del estilo regionalista del Protectorado,
además de contar con elementos de marcado estilo neoárabe, en concreto neoandalusí. Resaltan los detalles ornamentales, la cerámica
sevillana y el uso del ladrillo visto. Aún hoy destaca en el centro de
la ciudad, al lado de la plaza principal y al final de las dos avenidas
más importantes. En conjunto, se trata de un edificio rectangular con
patio central de columnas con una torre lateral para las escaleras y
tres plantas (planta baja, primer piso y terraza), en un entorno ajardinado. En 1958, con el fin del Protectorado español en Marruecos,
se produce la retirada de la población española y la población escolar, que ocupaba otro edificio que pasó a pertenecer a Marruecos, se
traslada al actual, que se adapta como centro de enseñanza. Su propiedad, sin embargo siguió y sigue siendo del Estado español. En los
años 60 se produce un descenso de los alumnos españoles y un aumento de los marroquíes que escogen los estudios en español,
pasando a depender de la Misión Cultural Española1.
Dentro del conjunto de actividades desarrolladas por el
Ministerio de Educación a partir de los años 70, de las que ya se ha
hecho mención más arriba, se crearon los centros docentes que imparten el sistema educativo español, a los que en su mayoría se les
dieron nombres de escritores y científicos españoles: Juan Ramón
Jiménez (Casablanca), Lope de Vega (Nador), Juan de la Cierva,
Jacinto Benavente y Nuestra Señora del Pilar (Tetuán), Severo Ochoa
y Ramón y Cajal (Tánger), Luis Vives (Larache), y el de Alhucemas
pasó a llevar el nombre de nuestro insigne ilustrado.
1
Datos extraídos del opúsculo de Plácido Rubio Alfaro: Alhucemas, su
edificio más emblemático, 3 págs., Málaga, 2002.
252
Boletín Jovellanista V - 2004. Mª Nieves García Rivera y Jordi Miró Canals
EL «INSTITUTO ESPAÑOL MELCHOR DE JOVELLANOS»:
ESTRUCTURA Y FUNCIONAMIENTO
1. El alumnado
Como ya se ha dicho, se trata de un centro integrado, que
ofrece enseñanzas de dos etapas: Infantil y Primaria y Secundaria..
Cuenta con 15 unidades o clases, una por nivel: 3 en primer ciclo de
Infantil y 6 en Primaria y otros tantos en Secundaria. Lógicamente,
es preferible que el alumno se incorpore al centro desde el primer
curso de Primaria o mejor aún, desde Infantil, para un mejor aprendizaje de la lengua española. En el curso 2003-04 cursaron sus
estudios 277 alumnos (172 en Infantil y Primaria, 70 en la Educación
Secundaria Obligatoria (E.S.O.) y 35 en Bachillerato, del que se
ofrece dos opciones. La inmensa mayoría del alumnado es marroquí (a los que hay que añadir unos pocos españoles y de otras
nacionalidades, 7 en total), pertenecientes en su mayoría a la clase
media y media-alta de la ciudad, alrededor de la mitad son hijos de
funcionarios y comerciantes y el resto de médicos, ingenieros, empleados de banca, farmacéuticos, etc.
Muchos tienen alguna vinculación con España (abuelos que
vivieron durante el Protectorado, familia emigrada o hermanos mayores que estudian en España, etc.). Más recientemente –y es algo
más que una simple anécdota– hay que hacer mención de la penetración masiva de las comunicaciones (vía antena parabólica
principalmente) y la consiguiente influencia cultural (y/o subcultural o pseudocultural, si se prefiere) española y occidental en general,
desde partidos de fútbol de la liga española, que son seguidos masivamente, a programas de gran audiencia, películas, música, etc.
Esto es tanto más importante si se piensa que se trata de un país
musulmán y de una región marcadamente conservadora. En consecuencia, se produce en el joven marroquí una biculturalidad, un
«desdoblamiento de personalidad» a caballo entre lo musulmán y lo
occidental, con la influencia constante y cotidiana de un sistema de
valores habitualmente distinto al del entorno familiar y del país.
Otra característica a destacar de nuestro alumnado rifeño es
que la su lengua materna no es el árabe, sino el amazigh, una len-
El Instituto Jovellanos de Alhucemas (Marruecos)
253
Vista general del Instituto Español Melchor de Jovellanos, en Alhucemas (Marruecos)
gua pre-árabe emparentada con las bereberes. De esta pertenencia
a una entidad lingüística y cultural distinta a los marroquíes se
sienten orgullosos en su mayoría, y se observa un interés por recuperar su lengua y cultura, en gran parte perdida y asimilada a
la árabe. Esta lengua es igualmente mayoritariamente hablada en
la calle. En consecuencia, el plurilingüismo es algo habitual: el amazigh como lengua materna y cotidiana en la ciudad, el árabe, que
estudian en el centro (o lengua materna en el caso de los no rifeños), el español desde la Educación Infantil en el centro y por
televisión, el francés (en el currículo del instituto como primera
lengua extranjera) y en cierta medida en la calle, por ser de amplio
uso en el país, aunque menor en la región que en el resto de
Marruecos, y más recientemente el inglés, que es opcional en el
centro, también desde Primaria. Así pues, es habitual que cotidianamente se expresen, sea en casa, en clase o en la calle, en tres o
cuatro lenguas.
El objetivo final de su formación en nuestro centro es la lógica
continuación de estudios superiores en España, normalmente en
Granada, con algún tipo de beca. Al tratarse de un instituto pequeño, pocos son los que se desplazan anualmente a nuestro país
254
Boletín Jovellanista V - 2004. Mª Nieves García Rivera y Jordi Miró Canals
(alrededor de la decena), donde inician mayoritariamente estudios
científicos y técnicos o de economía y gestión de empresas.
2. El profesorado
Durante el pasado curso escolar 2003-04 el instituto contaba
con 26 profesores (ratio alumno/profesor: 10,6) pertenecientes a cuatro categorías: funcionarios contratados con adscripción temporal
(hasta un máximo de 6 cursos) (8 en Primaria y 8 en Secundaria), en
comisión de servicios por un curso (2), interinos por un curso o menos (5) y contratados de lengua árabe (3). Todos ellos son españoles,
a excepción de éstos últimos.
Como regla general, cada profesor imparte sus enseñanzas en
la etapa para la que ha sido nombrado, aunque al tratarse de un centro integrado, según las necesidades, pueden estar adscritos a ambas
etapas.
3. Peculiaridades estructurales y organizativas
Los centros españoles en el exterior se regulan por la normativa ordinaria, al igual que los de España, pero incorporan una
normativa específica de la cual destacamos los Reales Decretos
1027/1993 de 25 de junio (B.O.E. de 8 de agosto de 1993) y 1138/2002
de 31 de octubre (B.O.E. de 1 de noviembre de 2002), mediante los
cuales se adapta su estructura y funcionamiento al país en que se
ubican. El centro tiene el carácter de privado para los marroquíes
(pagan una matrícula, relativamente alta para el nivel general del
país, aunque existen becas) y público para los españoles (muy minoritarios, tal como ya se ha indicado).
Orgánicamente, como los demás centros del país, el instituto
depende de la Consejería de Educación y Ciencia de la Embajada
de España en Rabat, mediante la cual se articula toda comunicación
educativa, administrativa, técnica, etc.
Un aspecto importante de los centros del exterior son las relaciones con las instituciones del país. En nuestro caso, destacamos
El Instituto Jovellanos de Alhucemas (Marruecos)
255
la Delegación de Educación Nacional de Alhucemas para la difusión del español como lengua extranjera, las autoridades civiles y
los centros educativos marroquíes. Asimismo, es habitual que las
autoridades locales asistan a actos organizados por el centro.
Por lo que se refiere al currículo de los estudios, la característica más destacada es la incorporación de las enseñanzas de Lengua
y Cultura Arabes (5 horas semanales desde Primaria a 1º de
Bachillerato y 3 horas en 2º curso), de carácter obligatorio para
alumnos marroquíes y que tienen los mismos efectos académicos y
de promoción de curso que las demás.
4. Otras actividades
Además de la oferta del sistema educativo español no universitario, es labor prioritaria de estos centros la realización de
actividades complementarias, extraescolares y de proyección cultural a cargo, la mayoría de ellas, del profesorado del centro. Estas se
dirigen no sólo a nuestros alumnos, y por extensión, a toda la comunidad educativa, sino también a la ciudad, al menos, parte de
ellas. Esto es tanto más importante si pensamos que en Alhucemas
la oferta cultural es inexistente, por lo que nuestro centro contribuye
a llenar este vacío y es, en la práctica, la única alternativa a las demandas culturales de la ciudad.
Así, si nos referimos al curso 2003-04, podemos englobar estas actuaciones en dos tipos: actividades de desarrollo permanente
(curso básico y taller de árabe, taller de lengua española, teatro leído, taller de música, sevillanas y flamenco, iniciación al inglés, liga
multideportiva, informática, taller de danza, música de cuerda, cine
clásico, taller de teatro, itinerarios culturales, cultura española, elaboración de una página web) y actividades de desarrollo puntual
(exposiciones de pintura de artistas locales y de fotografía, mesa redonda sobre la Constitución española, actuaciones del Coro y de la
Rondalla Jovellanos, Olimpiada Matemática, Jornadas Culturales,
Carnaval, varias conferencias y actuaciones musicales). En ocasiones algunas de estas actividades, sobre todo las relacionadas con el
teatro y la Rondalla, se han representado fuera de la ciudad, ha-
256
Boletín Jovellanista V - 2004. Mª Nieves García Rivera y Jordi Miró Canals
biendo participado en concursos y certámenes con los demás centros españoles, en Rabat y Casablanca principalmente. Finalmente,
hay que sumar las celebraciones y actos dedicados a alguna efeméride determinada: día de la Constitución, Día de la Paz, Día Mundial
de la Poesía, Día del Libro, etc.
Por otra parte, el instituto viene ofreciendo, mediante profesorado voluntario y como actividad de proyección cultural, cursos de
Lengua y Cultura españolas dirigidos a adultos marroquíes en horario
nocturno de tres horas semanales, desde octubre a mayo (60 alumnos
inscritos el curso 2003-04). Se organizaron, en el pasado curso, en dos
niveles, el elemental de iniciación a la lengua española y el medio, de
refuerzo y dominio. Se trata del complemento lógico a las enseñanzas
regladas y a las actividades antes reseñadas, y han sido seguidas con
gran interés y dedicación por parte de los alumnos, a pesar de tratarse
normalmente de adultos con ocupaciones laborales. Como novedad,
hay que señalar que desde el actual curso 2004-05, la realización de estas actividades corre a cargo del Instituto Cervantes.
JOVELLANOS EN EL «INSTITUTO ESPAÑOL JOVELLANOS»
En consonancia con el nombre y el personaje de nuestro centro, los autores de estas páginas, como complemento de su labor
docente y en el contexto de las actividades de proyección cultural,
se han interesado por la realización de actividades relacionadas con
Jovellanos y su tierra natal, con el objetivo principal de que nuestros alumnos conocieran mejor tanto al personaje como a Asturias.
Han sido las siguientes:
– durante los cursos 1996 a 2000: Bailes populares de la Cornisa
Cantábrica, coreografía asturiana formada por un grupo de
danza de alumnos de Educación Primaria, ataviados con
los trajes típicos del Concejo de Gijón, que con motivo de
festividades españolas y marroquíes actuaron en numerosas ocasiones en los centros educativos de la ciudad de
Alhucemas.
– curso 1996-97: Jovellanos, un personaje de Gijón en Alhucemas.
Exposición de trabajos de alumnos de Educación Primaria
El Instituto Jovellanos de Alhucemas (Marruecos)
257
sobre la evolución histórica de la antigua Gijia, hasta la
época de Jovellanos y reseña cronológica ilustrada de su
biografía.
– curso 1997-98: Intercambio Cultural Jovellanos, realizado con
el «CEIP Rey Pelayo» de Gijón, con la colaboración del
Ayuntamiento de la misma ciudad. Exposición de trabajos
de alumnos de 2º Ciclo de Educación Primaria de ambos
centros. Se expusieron muestras de artesanía popular asturiana, posters de su ciudad natal y se proyectó el vídeo
«Gijón en el horizonte».
– curso 1998-99: Muestra gastronómica de la villa de Jovellanos.
Exposición y degustación de productos típicos asturianos,
recetarios con ilustraciones y decoración ambiental a cargo
principalmente de alumnos y padres de alumnos. Proyección del vídeo «Asturias paraíso natural» cedido por la
Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Gijón.
– el curso 2000-01 se inauguró con la conferencia Jovellanos y
las humanidades, a cargo del gijonés y profesor de la Universidad de Granada Emilio García Wiedeman. Igualmente,
en mayo de 2001, tuvo lugar la exposición Conociendo a
Jovellanos, con trabajos plásticos y artísticos de alumnos de
Primaria y Secundaria.
Asimismo, hay que destacar que el Ayuntamiento de Gijón ha
cedido a la biblioteca del centro, entre otras, las Obras Completas de
Jovellanos en siete tomos y el «Foro Jovellanos del Principado de
Asturias» ha contribuido con la donación de varias de sus publicaciones: Bibliografía Jovellanista, Boletín Jovellanista, premios de
investigación Jovellanos, etc. Ambas instituciones colaboraron
igualmente en las proyecciones culturales citadas más arriba.
BIBLIOGRAFÍA
Acción educativa española en el exterior. Estadísticas 2000/2001,
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Madrid, 2001,
164 págs.
258
Boletín Jovellanista V - 2004. Mª Nieves García Rivera y Jordi Miró Canals
MIRÓ CANALS, Jordi, El Instituto Español Melchor de Jovellanos
de Alhucemas (Marruecos). Una experiencia docente y personal en
el Rif, en GARCÍA RIVERA, Mª Nieves; y MIRÓ CANALS, Jordi (coordinadores): La Acción Educativa Española en el Exterior,
CSI-CSIF, Sector de Enseñanza, Granada, 2003, págs. 70-76.
Página web del centro: http://arce.cnice.mecd.es/instituto.
melchor.de.jovellanos/.
V
Memoria
de Actividades
V. Memoria de actividades
261
I. Publicaciones
PRESENTACIÓN DEL IV BOLETÍN JOVELLANISTA
Día: 27 de febrero de 2004
Lugar: Museo Casa Natal de Jovellanos
Intervinieron:
D. Jesús Menéndez Peláez
Presidente de la Fundación
D. Agustín Guzmán Sancho
Director del Boletín Jovellanista
Dª. Mercedes Álvarez González
Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Gijón,
Patrona de la Fundación
PRESENTACIÓN DEL OPÚSCULO
La «muerte civil» de Jovellanos (Mallorca, 1801-1808)
Conferencia pronunciada por Teresa Caso Machicado en el
Castillo de Bellver (Mallorca) el día 21 de marzo de 2003)
Publicado con motivo del homenaje al Ateneo Jovellanos y su
nombramiento como Patrono de Honor de la Fundación.
Fecha: 23 de marzo de 2004
Lugar: Colegiata de San Juan Bautista
(Centro Cultural Cajastur), Gijón.
262
Boletín Jovellanista V - 2004
Presentación del libro
El Teatro Costumbrista en Asturias
Autor: Jesús Menéndez Peláez
Fecha: 3 de noviembre de 2004
Lugar: Casa Natal de Jovellanos
Intervinieron:
Dª Mercedes Álvarez González
Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Gijón,
Patrona de la Fundación
D. José Luis Pérez de Castro
Patrono de la Fundación y
Presidente del R. I. D. E. A.
D. José María Martínez Cachero
Patrono de la Fundación
D. Jesús Menéndez Peláez
Presidente de la Fundación
Dª. Paz Fernández Felgueroso
Alcaldesa de Gijón y
Presidenta de Honor de la Fundación
---
V. Memoria de actividades
263
Representación teatral
Cuadro de la obra «Jovellanos»
de Joaquín A. Bonet
Interpretes
(por orden de aparición):
Norberto Sánchez
Manuel Aller
Armando Felgueroso
Eladio Sánchez
Iván Fernández
Arsenio González
Pili Ibaseta
PRESENTACIÓN DEL LIBRO:
Memorias del artillero
José María Cienfuegos Jovellanos (1763-1825)
(Gobernador y Capitán General de isla de Cuba y de la Florida
Autor: Francisco Cienfuegos-Jovellanos González-Coto
Fecha: 30 de noviembre de 2004.
Lugar: Colegiata de San Juan Bautista
(Centro Cultural Cajastur). Gijón.
Intervinieron:
D. Jesús Menéndez Peláez
Presidente de la Fundación
D. Pedro de Silva Cienfuegos-Jovellanos
Patrono de la Fundación
Presentación del libro Memorias del artillero José María Cienfuegos Jovellanos en la Colegiata de
San Juan Bautista el día 30 de Noviembre de 2004.
De izquierda a derecha, don José Antonio Hevia Corte, Presidente de Ideas en Metal, empresa patrocinadora de la publicación; don Herminio Sastre Andrés, Viceconsejero de Ciencia y Tecnología del
Principado de Asturias; doña Mercedes Álvarez González, Concejala de Cultura del Ayuntamiento de
Gijón; don Jesús Menéndez Peláez; don Pedro de Silva y Cienfuegos-Jovellanos; don Alfonso CienfuegosJovellanos y Ortega y don Ignacio García Arango y Cienfuegos-Jovellanos
V. Memoria de actividades
D. José Antonio Hevia Corte
Vicepresidente de la Fundación y
Presidente de «Ideas en Metal», empresa patrocinadora de la obra
D. Ignacio García Arango Cienfuegos-Jovellanos
Sobrino del autor
D. Herminio Sastre Andrés
Viceconsejero de Ciencia y
Tecnología del Principado de Asturias
D. Alfonso Cienfuegos-Jovellanos
Hijo del autor
Dª Mercedes Álvarez González
Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Gijón,
Patrona de la Fundación
--Concierto
a cargo de la
Camerata Revillagigedo
Dirigida por el maestro
José Fernández Avello
265
266
Boletín Jovellanista V - 2004
II. Actividades diversas
HOMENAJE AL ATENEO JOVELLANOS
Fecha: 23 de marzo
Lugar: Colegiata de San Juan Bautista
(Centro Cultural Cajastur), Gijón.
Intervinieron:
D. Jesús Menéndez Peláez
Presidente de la Fundación
D. José Luis Martínez Martínez
Presidente del Ateneo Jovellanos
D. Juan José Plans Martínez
Patrono de la Fundación
Dª Mercedes Álvarez González
Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Gijón,
Patrona de la Fundación
OFRENDA FLORAL A JOVELLANOS EL 6 DE AGOSTO
Fecha: 6 de agosto de 2004
Lugar: Plaza del Seis de Agosto.
Interpretación de la «Obertura-Fanfarre a Jovellanos»
del maestro Vicente Cueva Díaz.
Don José A. Hevia Corte, Vicepresidente del Foro Jovellanos, y don Orlando Moratinos en el momento
de la ofrenda floral el día 6 de Agosto de 2004
Representantes de instituciones y asociaciones ante la estatua de Jovellanos, acompañados por la Alcaldesa
de Gijón doña Paz Fernández Felgueroso y la Corporación Municipal el día 6 de Agosto de 2004
268
Boletín Jovellanista V - 2004
DIA DE JOVELLANOS EN LA XLVIII FERIA
INTERNACIONAL DE MUESTRAS DE ASTURIAS
Fecha: 18 de agosto de 2004
Lugar: Recinto de la Feria
Ofrenda Floral
Intervinieron:
D. Jesús Menéndez Peláez
Presidente de la Fundación
D. Manuel Bedia Alonso
Alcalde de Navia
Dª Paz Fernández Felgueroso
Alcaldesa de Gijón
Presidenta de Honor de la Fundación
Ofrenda floral ante el busto de Jovellanos en la FIDMA por la Alcaldesa de Gijón doña Paz
Fernández Felgueroso, el Alcalde de Navia don Manuel Bedia Alonso y el Presidente del
Foro Jovellanos, don Jesús Menéndez Peláez
Doña Paz Fernández Felgueroso (Alcaldesa de Gijón), don Manuel Bedia Alonso (Alcalde
de Navia), don Carlos Madera González (Director General de Promoción Cultural del
Principado de Asturias), don Guillermo Quirós Delgado (Presidente de la Cámara de
Comercio de Gijón), doña Mercedes Álvarez Fernández (Concejala del Ayuntamiento de
Gijón), don Servando Fernández Méndez (Presidente de la Fundación «Amigos de la
Historia» de Puerto de Vega y conferenciante), don Jesús Menéndez Peláez y don José
Antonio Hevia Corte, del Foro Jovellanos, durante el homenaje ante el busto de Jovellanos
en la Feria el día 18 de agosto de 2004
270
Boletín Jovellanista V - 2004
III. Conferencias
La salud física y mental de Jovellanos.
por don Joaquín Fernández García
Fecha: 30 de enero
Lugar: Casa Natal de Jovellanos
Intervinieron:
D. Jesús Menéndez Peláez
Presidente de la Fundación
D. Eugenio Avanzas González
Coordinador de la Unidad de Corta Estancia y
Hospital de Día del Hospital de Cabueñes
D. Joaquín Fernández García
Jefe del Servicio de Hematología-Hemoterapia
del Hospital de Cabueñes
El amor al libro.
por don José Luis Pérez de Castro
Fecha: 27 de febrero de 2004
Lugar: Casa Natal de Jovellanos
Intervinieron:
D. Jesús Menéndez Peláez
Presidente de la Fundación
D. Agustín Guzmán Sancho
Patrono de la Fundación
Don Joaquín Fernández García recibe de don Jesús Menéndez Peláez la estatuilla de Jovellanos, una vez
finalizada su conferencia, pronunciada en la Casa Natal el día 30 de Enero de 2004 bajo el título La salud física y mental de Jovellanos
272
Boletín Jovellanista V - 2004
D. José Luis Pérez de Castro
Patrono de la Fundación
Dª. Mercedes Álvarez González
Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Gijón,
Patrona de la Fundación
Jovellanos dramaturgo: teoría y práctica
por don Marc Vitse
Fecha: 22 de abril de 2004
Lugar: Casa Natal de Jovellanos
Intervinieron:
D. Jesús Menéndez Peláez
Presidente de la Fundación
Dª. Josefina Martínez Álvarez, viuda de Alarcos
Directora de la Cátedra «Emilio Alarcos»
D. Juan A. Vázquez García
Rector Magnífico de la Universidad de Oviedo
D. Marc Vitse
Profesor emérito de la Université de Toulouse-Le Mirail
D. Pedro Sanjurjo González
Primer Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Gijón
El 22 de Abril de 2004 pronunció una conferencia el profesor emérito de la Universidad de Toulouse-Le
Mirail (Francia) don Marc Vitse con el título Jovellanos dramaturgo: teoría y práctica. En la fotografía, mesa presidencial compuesta por doña Josefina Martínez, Directora de la Cátedra Emilio Alarcos;
don Jesús Menéndez Peláez, Presidente del Foro; don Juan Vázquez, Rector de la Universidad de Oviedo;
don Pedro Sanjurjo, Primer Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Gijón; don Marc Vitse y don
Orlando Moratinos, Secretario del Foro
274
Boletín Jovellanista V - 2004
Jovellanos y la reciente iglesia local de Gijón:
Líneas de convergencia y encuentro
por don José Luis Martínez González
Fecha 20 de mayo de 2004
Lugar: Casa Natal de Jovellanos
Intervinieron:
D. Jesús Menéndez Peláez
Presidente de la Fundación
D. José María Díaz Bardales
Párroco de la iglesia de Fátima
D. José Luis Martínez González
Sacerdote
Jovellanos, viajero de cercanías y prosista romántico
por don José Ignacio Gracia Noriega
Fecha: 10 de junio de 2004
Lugar: Casa Natal de Jovellanos
Intervinieron:
D. Jesús Menéndez Peláez
Presidente de la Fundación
D. Celso Diego Somoano
Patrono de la Fundación y Cronista oficial de Cangas de Onís
D. José Ignacio Gracia Noriega
Escritor
El Presidente de la Fundación Foro Jovellanos entrega a don José Luis Martínez González la estatuilla
de Jovellanos, una vez finalizada su conferencia celebrada el día 20 de Mayo de 2004
Don Ignacio Gracia Noriega pronunció una conferencia en la Casa Natal de Jovellanos el día 10 de Junio
de 2004. Aparece acompañado de don Celso Diego Somoano, Cronista Oficial de Cangas de Onís, que actuó como presentador del conferenciante
V. Memoria de actividades
Jovellanos y la música de su tiempo.
por don Vicente Cueva Díaz
Fecha: 3 de agosto de 2004
Lugar: Colegiata de San Juan Bautista
(Centro Cultural Cajastur), de Gijón.
Intervinieron:
D. Jesús Menéndez Peláez
Presidente de la Fundación
D. Vicente Cueva Díaz
Músico y compositor
Dª. Mercedes Álvarez González
Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Gijón,
Patrona de la Fundación
Concierto
La conferencia fue acompañada por diversas
piezas de autores europeos de los siglos XVII y XVIII,
interpretadas al piano por la profesora
Dª Cecilia Cueva Navarro.
277
Mesa Presidencial de la conferencia-concierto de Vicente Cueva Díaz y Cecilia Cueva el día 3 de Agosto
de 2004
Aspecto de la Colegiata de San Juan Bautista durante la conferencia-concierto de Vicente Cueva Díaz
y su hija Cecilia Cueva (Gijón, 3 de Agosto de 2004)
280
Boletín Jovellanista V - 2004
Juan Pérez Villamil y Paredes
por don Servando Fernández Méndez
Fecha: 18 de agosto de 2004
Lugar: Palacio de congresos de la Feria Internacional
de Muestras de Asturias.
Intervinieron:
D. Jesús Menéndez Peláez
Presidente de la Fundación
D. Vicente Trelles Pérez-Abad
Patrono de la Fundación
D. Servando Fernández Méndez
Patrono de la Fundación y
Cronista oficial de Navia
VI
Archivo de prensa
VI. Archivo de Prensa
La Nueva España. Lunes, 5 de enero de 2004
283
284
Boletín Jovellanista V - 2004
La Nueva España. Sábado, 31 de enero de 2004
VI. Archivo de Prensa
La Nueva España. Sábado, 28 de febrero de 2004
285
286
Boletín Jovellanista V - 2004
El Comercio. Miércoles, 24 de marzo de 2004
VI. Archivo de Prensa
La Nueva España. Miércoles, 24 de marzo de 2004
287
288
Boletín Jovellanista V - 2004
La Nueva España. Viernes, 23 de abril de 2004
VI. Archivo de Prensa
La Nueva España. Lunes, 26 de abril de 2004
289
290
Boletín Jovellanista V - 2004
La Nueva España. Viernes, 11 de junio de 2004
VI. Archivo de Prensa
El Comercio. Miércoles, 4 de agosto de 2004
291
292
Boletín Jovellanista V - 2004
La Nueva España. Miércoles, 4 de agosto de 2004
VI. Archivo de Prensa
La Nueva España. Sábado, 7 de agosto de 2004
293
294
Boletín Jovellanista V - 2004
El Comercio. Jueves, 19 de agosto de 2004
VI. Archivo de Prensa
El Comercio. Jueves, 4 de noviembre de 2004
295
296
Boletín Jovellanista V - 2004
La nueva España. Viernes, 5 de noviembre de 2004
VI. Archivo de Prensa
El Comercio. Miércoles, 1 de diciembre de 2004
297
298
Boletín Jovellanista V - 2004
La Nueva España. Miércoles, 1 de diciembre de 2004
VI. Archivo de Prensa
La Nueva España. Miércoles, 1 de diciembre de 2004
299
VII
Bases del VII Premio
de Investigación
VII Premio Internacional
de Investigación Fundación
Foro Jovellanos
del Principado de Asturias
BASES
1ª
2ª
Al «PREMIO DE INVESTIGACIÓN FUNDACIÓN FORO
JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS» podrán concurrir autores de cualquier nacionalidad, para lo cual deberán
aceptar las bases de la presente convocatoria. No podrá presentarse al
premio ninguno de los patronos de la FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS
DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS.
Los trabajos deberán ser originales, inéditos y versarán sobre alguno
de estos temas:
a) Vida, obra y pensamiento de Jovellanos.
b) Proyección del pensamiento de Jovellanos en los aspectos: intelectual, económico, empresarial, social, político y humanístico
del mundo actual.
c) La Ilustración en el mundo hispánico.
Podrán ser individuales o colectivos. Cada autor o equipo de autores
solamente podrá presentar una obra por convocatoria. Deberán presentarse por quintuplicado y carecer de datos exteriores de identificación
304
3ª
4ª
Boletín Jovellanista V - 2004
de su autor o autores. Tendrán una extensión mínima de 100 folios y
máxima de 250 folios mecanografiados a doble espacio por una cara, y
podrán ir acompañados de material documental inédito (cartas, grabados, etc.), así como de un original en disquete o CD grabado por
cualquier procedimiento de uso común. Los trabajos de investigación
deberán remitirse a FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS, Museo Casa Natal
de Jovellanos, Plazuela de los Jovellanos, 2.- E-33201-Gijón- Principado
de Asturias.- España. Se enviarán acompañados de un sobre con plica
cerrada en la que figurarán los datos personales del autor o autores con
su dirección postal completa y número de teléfono. En el exterior del
sobre deberá constar el título del trabajo presentado así como un seudónimo si se desea utilizar, debiendo figurar en la parte superior la
expresión «PREMIO DE INVESTIGACIÓN FUNDACIÓN FORO
JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS». Los trabajos
estarán redactados en castellano. Se podrán entregar directamente o ser
enviados por correo certificado o servicio de mensajería dentro del plazo
de presentación que se iniciará el día 15 de julio de 2004 y finalizará el
15 de mayo de 2005, ambos inclusive. La FUNDACIÓN FORO
JOVELLANOS no se hace responsable del extravío de los originales remitidos o entregados.
El Patronato de la FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS procederá a la elección de los miembros del Jurado que decidirá el trabajo premiado
entre personas de reconocido prestigio del mundo de la ciencia, la
cultura y las artes. Dicho Jurado, que será presidido por el Presidente
de la FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS, estará compuesto por un mínimo de 5 y un máximo de 7 miembros, incluido su Presidente, y su
composición se hará pública oportunamente.
La presentación de cualquiera de las obras que participen en este premio implica la autorización a la FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS, por
parte del autor o autores de dicho trabajo para su publicación si así
se acordase, con el único ánimo de divulgar la obra, sin finalidad lucrativa y por un periodo no superior a seis meses. Dicha autorización
no traerá consigo, en ningún caso, que se cedan o limiten los derechos de propiedad de su autor sobre ellas, incluidos los derivados de
la propiedad intelectual o industrial. Si la FUNDACIÓN FORO
JOVELLANOS lo creyese necesario, el autor premiado justificará debidamente su personalidad y la autoría del trabajo.
VII. Bases del VII Premio de Investigación
5ª
6ª
7ª
8ª
9ª
10ª
11ª
305
El fallo del Jurado tendrá lugar durante el transcurso de la segunda
quincena del mes de junio de 2005. Si por algún motivo el Jurado
no pudiera reunirse en tal fecha lo haría en otra próxima. La comunicación del veredicto se realizará seguidamente a la decisión
del Jurado, procediéndose a la apertura de las plicas por parte del
Secretario del Jurado a fin de identificar al autor o autores premiados.
El premio estará dotado con 6.000 Euros, entregándose al ganador
diploma acreditativo e igualmente una réplica a escala de la estatua
de Jovellanos inaugurada en Gijón el 6 de agosto de 1891 en la plaza
del mismo nombre, obra, en su día, del escultor Manuel Fuxá.
Asimismo, el Jurado, podrá conceder, si lo estima oportuno, un accésit con derecho a diploma y réplica de estatua. El Jurado estará
facultado también para declarar desierto el premio si, a su criterio,
los trabajos presentados no reunieran méritos suficientes o no se
ajustaran a las bases establecidas en la convocatoria. Si por sus méritos más de un trabajo fuese valorado como merecedor al premio,
éste sería compartido así como su dotación. El fallo será inapelable.
Los trabajos no premiados podrán ser retirados directamente en el
plazo máximo de seis meses a contar desde la publicación del fallo o
pedir su devolución por escrito siendo los gastos de envío a cargo de
su autor o autores.
La entrega del premio tendrá lugar en la fecha que se señale en su
momento y en el lugar que la FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS estime
conveniente. El premiado deberá acudir personalmente al acto de entrega del premio. En dicho acto el autor premiado o representante del
grupo premiado deberá intervenir con una breve exposición referente
al contenido de la obra galardonada de una duración mínima de diez
minutos y máxima de veinte aproximadamente.
La interpretación de estas bases y la solución a las dudas que éstas
pudieran plantear en cuanto a su correcta aplicación corresponderá
a la Junta Rectora de la FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS.
La participación en este Premio de Investigación supone la aceptación automática de las bases anteriormente expuestas.
Gijón, octubre de 2004
VIII
Relación
de Publicaciones
Fundación Foro Jovellanos
Publicaciones
1.
Discursos de Puerto de Vega. Gijón, Foro Jovellanos, 1996, 32
págs., 20 cm. (AGOTADO).
2.
CARANTOÑA, Francisco. La estancia de Jovellanos en Muros de
Galicia. Francisco Carantoña.-Gijón, Foro Jovellanos, 1997. 56
págs., il. 24 cm. (AGOTADO).
3.
SAGREDO, Santiago. Jovellanos y la educación en valores: (antecedentes en la reflexión y práctica de un Ilustrado). Santiago Sagredo;
prólogo por Francisco Carantoña. Gijón, Foro Jovellanos, 1998,
139 págs., 24 cm. Trabajo premiado en el Concurso Nacional
«Contribución de la obra de Jovellanos y del pensamiento ilustrado español a la mejora de la enseñanza en España».
(AGOTADO). (Disponible en Web: www.jovellanos.org).
4.
MORATINOS OTERO, Orlando; CUETO FERNÁNDEZ, Vicente. Bibliografía jovellanista. Orlando Moratinos Otero, Vicente Cueto
Fernández; prólogo, Ana Rodríguez Navarro; ilustraciones,
Juan Martínez Rionda y Nacho Noriega Iglesias, 1ª ed., Gijón,
Foro Jovellanos, 1998, 277 págs., il. 24 cm. + 1 cd-rom. ISBN
84-920201-4-8. (AGOTADO) (Disponible en Web: www.jovellanos.org).
310
Boletín Jovellanista V - 2004
5.
JOVELLANOS, Gaspar Melchor de. El «Diario» de los viajes /
Gaspar Melchor de Jovellanos; introducción, selección, estudios y notas de Jesús MENÉNDEZ PELÁEZ. Gijón, Foro Jovellanos,
ALSA Grupo, 1998.- 238 págs., il.- 25 cm. (AGOTADO).
6.
CASO GONZÁLEZ, José Miguel. Biografía de Jovellanos; adaptación y edición de María Teresa CASO; prólogo, Jesús Menéndez
Peláez. Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de
Asturias, 1998, 122 págs., il. 24 cm.
7.
BOLETÍN JOVELLANISTA.
8.
JOVELLANOS y el siglo XXI. Conferencias organizadas por la Fundación
Foro Jovellanos del Principado de Asturias. Gijón, Foro Jovellanos
del Principado de Asturias, 1999.- 106 págs.- 24 cm.- Contiene
los textos de las conferencias pronunciadas por Francisco Álvarez-Cascos, Fernando Morán López, Agustín Guzmán Sancho,
Antonio del Valle Menéndez y María Teresa Álvarez García.
9.
CORONAS GONZÁLEZ, Santos M. Jovellanos, justicia, estado y constitución en la España del Antiguo Régimen / Santos M. Coronas
González. Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado
de Asturias, 2000, 353 págs., 28 h. de lám. 24 cm. Obra galardonada con el Premio de Investigación Fundación Foro
Jovellanos. ISBN 84-607-0169-7.
10.
INFORME de la Sociedad Económica de Madrid al Real y Supremo
Consejo de Castilla en el expediente de Ley Agraria / extendido por
su individuo de número el Sr. D. Gaspar Melchor de Jovellanos.
Gijón, Fundación Foro Jovellanos, 2000, 192 págs., 21 cm. + 1
folleto. Reprod. Facs. de la ed. de Palma, Imprenta de Miguel
Domingo, 1814.
11.
BOLETÍN JOVELLANISTA.
12.
GUZMÁN SANCHO, Agustín. Biografía del insigne jovellanista Don
Julio Somoza y García-Sala, correspondiente de la Academia de la
VIII. Relación de publicaciones
311
Historia, Cronista de Gijón y de Asturias, escrita y anotada por
Agustín Guzmán Sancho, para la Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias. Gijón, Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias, 2001, 427 págs., il. 24 cm. ISBN 84-6072737-8. (Disponible en Web: www.jovellanos.org).
13.
ÁLVAREZ-VALDÉS Y VALDES, Manuel. Jovellanos: enigmas y certezas. Pról. de Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón. Gijón,
Fundación Alvargonzález y Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias, 2002, 585 págs. + 2 hh. 24 cm. ISBN
84-922159-2.
14.
JOVELLANOS y la Educación Física. Estudio introductorio, selección y comentarios de José Gerardo RUIZ ALONSO. Gijón,
Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, Real
Grupo de Cultura Covadonga y Fundación Ángel Varela,
2002, 154 págs., 24 cm. ISBN 84-607-6207-6. (AGOTADO).
15.
ADARO RUIZ, Luis. Jovellanos y la minería en Asturias. Gijón,
Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, Unión
Española de Explosivos, S. A., 2003, 481 págs., il.- 23,5 cm.
ISBN 84-933191-0-4. (Disponible en Web: www.jovellanos.org).
16.
Homenaje al Ateneo Jovellanos. «La muerte «civil» de
Jovellanos. Mallorca, 1801-1808)». (Conferencia pronunciada
por Teresa Caso Machicado en el castillo de Bellver (Mallorca)
el día 21 de marzo de 2003). Gijón, Fundación Foro Jovellanos
del Principado de Asturias, Ateneo Jovellanos, 2004, 44 págs.,
23,5 cm. D.L. AS-870/2004.
17.
Cienfuegos-Jovellanos González-Coto, Francisco de Borja.
Memorias del artillero José María Cienfuegos Jovellanos. (17631825).- Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de
Asturias, Ideas en Metal, S.A., 2004.- 293 págs. il.- 23,5 x 17 cm.
ISBN 84-933191-1-2.
312
Boletín Jovellanista V - 2004
BOLETÍN JOVELLANISTA
BOLETÍN JOVELLANISTA. Año I, nº 1. Gijón, Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias, 1999, 125 págs. [Publicación núm. 7].
(AGOTADO).
BOLETÍN JOVELLANISTA. Año II, nº 2. Gijón, Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias, 2001, 177 págs. [Publicación núm. 11].
BOLETÍN JOVELLANISTA. Año III, nº 3. Gijón, Fundación Foro Jovellanos
del Principado de Asturias, 2002, 242 págs.
BOLETÍN JOVELLANISTA. Año IV, nº 4. Gijón, Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias, 2003, 276 págs.
Cuadro de Patronos
de la Fundación Foro
Jovellanos del Principado
de Asturias
Don Mariano Abad Fernández
Don Fernando Adaro de Jove
Don Luis Adaro Ruiz
Don Isidoro Álvarez Álvarez
Don Vicente Álvarez Areces
Doña María Teresa Álvarez García
Doña Mercedes Álvarez González
Don José Luis Álvarez Margaride
Don José Ramón Álvarez Rendueles
Don Francisco Álvarez-Cascos Fernández
Don Manuel Álvarez-Valdés y Valdés
Don Rafael Anes y Álvarez de Castrillón
Don Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón
Don Agustín J. Antuña Alonso
Don Luis Argüelles Sánchez
Don Alvaro Armada Barcaiztegui
Don Ángel Aznárez Rubio
Don Bernardo Canga Meana
Don Domingo Caramés García-Platas
Don José Luis Carballo González
Doña María Teresa Caso Machicado
Don José María Castillejo y Oriol
Don Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila
Don Domingo Cienfuegos-Jovellanos y Caramés
314
Boletín Jovellanista V - 2004
Doña María Teresa Cienfuegos-Jovellanos Piquero
Don Santos Manuel Coronas González
Don Isidoro Cortina Frade
Don José Cosmen Adelaida
Don Vicente Cueto Fernández
Don Pedro de Silva Cienfuegos-Jovellanos
Don Isaac del Rivero de la Llana
Don Miguel Díaz Negrete
Don Celso Diego Somoano
Don Sabino Fernández Campo
Doña Paz Fernández Felgueroso
Don Joaquín Fernández García
Don Claudio Fernández Junquera
Don Servando Fernández Méndez
Don Gonzalo Fernández Mieres
Don Enrique Fuentes Quintana
Don Fernando García Albella
Don Víctor García de la Concha
Doña Nieves García Rivera
Don Juan José García Rúa
Don Rafael Gasset Muñoz-Vargas
Don Javier Gómez Cuesta
Don Martín González del Valle
Doña Alicia González Domínguez
Don Eduardo González Menéndez
Don Javier González Santos
Don Agustín Guzmán Sancho
Don Cristóbal Halffter
Don Ignacio Herrero Álvarez
Don José Antonio Hevia Corte
Don Mariano Linares Argüelles
Don Moisés Llordén Miñanbres
Don Rafael Loredo Coste
Don Julio Maese Guisasola
Don Emilio Marcos Vallaure
Don Antonio Martín García
Don José María Martínez Cachero
Don José Luis Martínez Martínez
VIII. Relación de publicaciones
Doña Ana María Matute Ausejo
Don Carlos Menéndez de Alba
Don Alvaro Menéndez Franco
Don Manuel Menéndez Menéndez
Don Aurelio Menéndez Menéndez
Don Jesús Menéndez Peláez
Doña Ana Rosa Migoya Diego
Don Fernando Morán López
Don Orlando Moratinos Otero
Don Arturo Muñiz Fernández
Doña María Elvira Muñiz Martín
Don Manuel Muruais Cancio
Don Juan Ignacio Noriega Iglesias
Don Roberto Paraja Tuero
Don Luis María Pascual Pino
Doña Lucía Peláez Tremols
Don José Luis Pérez de Castro
Don Juan Ramón Pérez las Clotas
Don Juan Antonio Pérez Simón
Don Juan José Plans Martínez
Don John H. R. Polt
Don Guillermo Quirós Pintado
Doña Liliam L. Rick
Don Carlos Roces Felgueroso
Don Matías Rodríguez Inciarte
Doña Ana Rodriguez Navarro
Don Santiago Sagredo García
Doña Margarita Salas Falgueras
Don José Fernando Sánchez-Junco Mans
Don Pascual Sisto Pérez
Don Emilio A. Somoano Gutierrez
Don Silverio Sánchez Corredera
Don Luis Suárez Fernández
Don Luis Manuel Tejuca Suárez
Don Hugh Thomas
Don Vicente Trelles Pérez-Abad
Don Antonio Valdés y González-Roldán
Don Juan Antonio Vázquez García
315
Boletín Jovellanista
NORMAS
1.
2.
DE PUBLICACIÓN
Los originales se enviarán a la secretaría de la Fundación Foro
Jovellanos del Principado de Asturias con una extensión no
superior a los 30 folios a doble espacio, en versión impresa y
con soporte informático.
Para las citas se seguirá el siguiente criterio: citas a pie de página haciendo explícita la ficha bibliográfica en toda su
extensión conforme a:
a) En cuanto al autor de la cita: APELLIDOS (en versalita) y
nombre (en minúscula).
b) Si se trata de un libro:
I.
Título del libro: en cursiva, seguido de lugar de impresión, editorial, año y la(s) página(s).
Ejemplo: CASO GONZÁLEZ, José Miguel, La poética de
Jovellanos, Madrid, Editorial Prensa Española, 1972, p.
75.
II. Si se trata de artículo: el título del artículo irá entre comillas, seguido del título de la revista, número o
volumen de la revista (en cursiva), año (entre paréntesis) y la(s) página(s).
Ejemplo: NORIEGA IGLESIAS, Ignacio; CUETO FH, Vicente,
«Aquellos mundos de Jovellanos», Boletín Jovellanista,
n° 3 (2002), 47-71.
III. Si se trata de una monografía o libro colectivo:
1. Si lleva un director/es se indicará su nombre poniendo entre paréntesis (dir.) (coord.), el título de
la obra, lugar, editorial, fecha y páginas.
Ejemplo: MENÉNDEZ PELÁEZ, Jesús, «El teatro escolar latinocastellano», en HUERTA CALVO, Javier
318
Boletín Jovellanista V - 2004
(dir.), Historia del Teatro Español. Volumen I. De la
Edad Media al Siglo de Oro, Madrid, Gredos, pp.
581-608.
2.
Si es un trabajo colectivo, las siglas AA.VV. servirán para referirse a la autoría genérica de la obra,
título, lugar, editorial, fecha, páginas.
Ejemplo: ANES, Gonzalo, «Jovellanos y la
Inquisición», en AA.VV., Jovellanos, Ministro de
Gracia y Justicia, Gijón, Banco Herrero-Fundación
«La Caixa», 1998, pp. 114-116.
c) Si dentro del artículo se citan textos superiores a tres líneas,
dicho texto irá sangrado y en cursiva.
d) En esta manera de citar no se requiere bibliografía de referencia al final del trabajo, ya que se supone que el autor
hizo las referencias bibliográficas oportunas a lo largo de
las citas a pie de página.
Este BOLETÍN JOVELLANISTA
se terminó de imprimir en los talleres
de Gráficas Apel, de Gijón, el día 26 de febrero
de 2005, festividad de San Alejandro, en el CCXXXI
aniversario del nombramiento de JOVELLANOS como
Oidor de la Real Audiencia de Sevilla.
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