El ministerio de la mujer en la iglesia 1. Resumen histórico

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El ministerio de la mujer en la iglesia
Jueces 5:7 Quedaron abandonadas las aldeas en Israel;
quedaron abandonadas hasta que yo, Débora, me levanté.
¡Me levanté como Madre en Israel!
1. Resumen histórico
Introducción
La cuestión del ministerio de la mujer se impone a todas las iglesias como una problema teológico y ético,
en la cual influyen nociones antropológicas, psicológicas, sociológicas y políticas y además motivaciones
religiosas e ideológicas. En realidad, es una cuestión que nos desafía de diferentes maneras en nuestra
identidad más propia como hombres y mujeres en relación con otros cristianos, con los que nos unimos en
la fe común, y en nuestra comprensión de Dios y de sus obras.
Doy gracias a la Dirección Nacional de la FIEIDE por la confianza mostrada por la invitación de tratar
este tema conflictivo en su Asamblea Nacional en Cullera, el 20-24 de junio del 2011. Comprendí el
encargo como una petición de ofrecer conceptos claros, dejando la responsabilidad de cómo decidir la
cuestión a la denominación.
El artículo presente es una combinación y elaboración de los dos estudios expuestos en la Asamblea. El
primer estudio es una investigación histórica en el cual averiguaremos cómo las mujeres han participado
en el sacerdocio de todos los creyentes durante las diferentes fases de la historia. No sólo nos interesan
los ministerios institucionales, sino también los ministerios informales y espontáneos. Nuestro interés
especial se concentra en las iglesias protestantes y evangélicas, de modo que no prestaremos atención a la
iglesia católica después de la Edad Media. El segundo estudio contiene una investigación del compromiso
bíblico con respecto al ministerio de la mujer en la iglesia. Es mi propósito de guardar y respetar la
autoridad de la Biblia por medio de una hermenéutica y una exégesis clara y transparente, incluso en los
casos cuando los resultados de la investigación contrastan con las tendencias mayoritarias de nuestro
tiempo.
Empezaremos nuestra investigación histórica con tres definiciones.
1- La iglesia es (a) la comunidad de todos los cristianos, (b) también es una institución o una
organización, con un gobierno y una administración, con servicios de instrucción y de educación
1-25
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institucionalizados y en tercer lugar, la iglesia es misión.
2- Encontramos el principio básico del gobierno de la iglesia en dos versículos bíblicos combinados: (a)
Ef. 4.11 donde el apóstol Pablo explica que el ministerio es un don (doma) del Señor a la iglesia. El
ministerio de apóstoles, profetas, evangelistas y maestros sirve para capacitar a los santos para la obra
de servir, para la edificación del cuerpo de Cristo (Ef.4.12). (b) El segundo texto para la comprensión
básica del ministerio es 1Cor. 12.7, que explica el provecho mutuo en la iglesia de carismas (del Espíritu),
ministerios (del Señor) y operaciones (de Dios).
3- El ministerio o el servicio en la iglesia puede ser personal espontáneo, a base de los dones y del
llamamiento evidente que uno tiene y en este caso es parte de la iglesia como comunidad. En general, el
ministerio es institucional, parte de la iglesia como institución, de modo que exige la autorización de las
estructuras de poder para ejercerlo. La iglesia como institución siempre tiene la tendencia de absorber
todos los ministerios, también los espontáneos, si no es previamente, en todo caso posteriormente.
Mujeres en la iglesia antigua
Las mujeres formaban parte integral e importante de la iglesia primitiva. El libro de Hechos confirma que
hombres y mujeres se convirtieron al Señor y fueron bautizados (Hech. 8.12). Incluso es posible que
durante los primeros siglos las mujeres hayan formado una mayoría estable. Tal vez que la atracción del
evangelio para las mujeres se explica por la relación natural, personal, cordial y respetuosa del Señor
Jesús con ellas, escuchando, curando y enseñándolas. Les permite acompañarlo y usa ejemplos de su
realidad diaria en sus parábolas.
Las mujeres cristianas de los primeros siglos desde el inicio eran, igual que los hombres, todas mártires
potenciales (Hechos 8.3; 9.2; 22.4). Y en realidad, los nombres de las mujeres mártires de la Edad
Antigua confirman su estatus alto en la iglesia.
La forma de gobierno que se desarrolló en la iglesia antes del decreto de Milán (313) por el cual el
cristianismo recibió libertad y reconocimiento en el imperio romano, era episcopal-sinodal-democrática.
La iglesia fue gobernada por obispos, nombrados por la iglesia local por medio de una elección más o
menos democrática, con cierta autoridad superior ejercida por los sínodos regionales. En esta jerarquía
inicial no hubo lugar para las mujeres que fueron excluidas de las funciones litúrgicas y administrativas.
Y esto a base (a) del compromiso bíblico y a la vez (b) de los propios prejuicios convencionales y
teológicos de los Padres contra las mujeres en general. Las mujeres estarían inclinadas a la heterodoxia y
por tanto tenían que estar bajo la tutoría de los hombres1.
Antes de una iglesia hostil con las mujeres, la iglesia antigua era hostil con la sexualidad, como
1
. Ruth Tucker, Walter Liefeld, Daughters of the church; Women and ministry from New Testament Times to the present
(Grand Rapids 1987), referencias a Tertuliano 102-106 y Epiphanius, 116.
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demuestran los cánones del sínodo de Elvira (Provincia de Granada ) de principios del siglo IV: Can. 27.
Un obispo o cualquier otro clérigo tenga consigo solamente o una hermana o una hija virgen consagrada
a Dios. Se ha establecido que en modo alguno tenga a una extraña. Can. 33. Se ha decidido por completo
la siguiente prohibición a los obispos, presbíteros y diáconos o a todos los clérigos puestos en ministerio:
que se abstengan de sus mujeres y no engendren hijos; y quienquiera lo hiciere, sea apartado del honor
de la clerecía.
Reconocemos en el rechazo y el desprecio de la sexualidad femenina, incluso la caricatura de ella, la
incomodidad de hombres célibes con su propia sexualidad2. Y esto explica que la iglesia primitiva
solamente permitió el servicio espontáneo con cierta forma de institucionalización de mujeres célibes:
vírgenes, viudas y diaconisas. El ministerio de las vírgenes y viudas era un servicio de mujeres para
mujeres que en el siglo IV se desarrolló en la dirección de la vida monástica. Aunque había oposición, la
ordenación formal para el ministerio de diaconisas aparece con toda evidencia en el siglo III3. Esta
ordenación era una institucionalización de los ministerios femeninos semi-institucionales, justificada por
el nombre de Febe en Romanos 16.1. Las diaconisas estaban subordinadas al obispo y habitualmente eran
las viudas de un clérigo. Su ordenación tenía lugar, igual que la de los diáconos, por oración e imposición
de las manos en presencia de otros clérigos. El concilio de Calcedonia (451) bajó la edad de las diaconisas
de 60 hasta 40 años, es decir, al final o después de la menopausia4.
A pesar del silencio impuesto a las mujeres por el apóstol Pablo y confirmado por los Padres, conocemos
los nombres de algunas de ellas que se distinguieron en la iglesia. Hemos de mencionar otra vez a las
mujeres mártires. Luego, en los siglos IV y V, nos encontramos con mujeres que son las madres del
movimiento monástico femenino, algunas de ellas con una aportación teológica propia: Proba, Marcella,
Paula, Melania – madre e hija – Olympias y Marcina.
La Edad Media
En la Edad Media, el ideal monástico se expande a toda la iglesia institucional y se refuerza a coste de la
iglesia como comunidad. La jerarquía se convierte en una estructura de poder masculino y autocrático.
Como consecuencia de este desarrollo, la iglesia medieval acaba en el siglo VII con el único ministerio
femenino formalizado, el de las diaconisas, a causa de la debilidad del género de las mujeres5. Por un
lado, la Edad Media enaltece a la mujer y su maternidad a través de la mariología, la adoración de la
Madre de Jesús, siempre Virgen. Sin embargo, seguir su ejemplo significa renunciar a la maternidad y
decidir por el celibato y la vida monástica. Y precisamente este monasticismo y ascetismo contienen una
hostilidad latente contra la mujer y su sexualidad, que a finales de la Edad Media recibe forma de terror y
2
3
4
5
. id., referencias a Tertuliano 105, Dionisio de Alejandría, 111, Agustín 123.
id. 108.
id. 132.
id. 133.
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violencia contra las brujas6.
Mujeres en el movimiento monástico
El monasticismo medieval, en Europa ha sido una fuera misionera de primer orden. Las abadías
benedictinas eran centros de cristianización y civilización. Varias de ellas tenían sus orígenes en la misión
anglosajona, que en la tradición irlandesa daban más valor a la espiritualidad femenina que la tradición
romana. Las abadías femeninas benedictinas ofrecían posiciones y una independencia a las mujeres que
eran imposibles de alcanzar de otra manera en la sociedad feudal. Tampoco en la iglesia antigua las
mujeres habían tenido oportunidades iguales y hasta la época moderna no volvían a tenerlas. Las abadesas
eran iguales en rango a los obispos-príncipes feudales de la época. Eran las soberanas de sus comunidades
monásticas a la cual también pertenecían los laicos que vivían en las tierras perteneciendo a las abadías.
En los llamados monasterios dobles, que unían bajo su techo tanto mujeres como hombres, las abadesas
ejercían poder sobre los monjes en el monasterio también.
En los monasterios femeninos, las mujeres tenían ministerio propio. Podían servir y alabar a Dios, hacer
música, hacer sus lecturas y estudiar, pero no podían servir fuera de sus murallas. De esta manera, el
monasticismo femenino medieval a la vez ofrecía grandes posibilidades a las mujeres de servir a Dios y a
la iglesia, y a la vez era el límite del ministerio femenino. El encierre de la espiritualidad femenina en los
institutos monásticos debe haber fortalecido la tendencia hacia el misticismo, frecuente en la Edad Media,
a veces con una inclinación hacia el panteísmo u otras desviaciones de la doctrina oficial. Tenemos que
apuntar que la decisión para la vida monástica en la mayoría de los casos no era libre sino una de los
padres o familiares. No obstante, durante toda la Edad Media era una forma de vida atractiva para muchas
mujeres. Incluso, un privilegio. En la alta Edad Media había más mujeres que deseaban entrar en los
monasterios que el espacio permitía porque el número de monasterios femeninos se quedó atrás en
comparación con los masculinos.
Las nuevas órdenes de los siglos XII y XIII si bien, ofrecieron nuevas oportunidades para las mujeres, en
ninguna de ellas llegaron a tener posiciones como en las abadías benedictinas. Ya el movimiento de
Cluny, un movimiento de reforma dentro de la orden benedictina, fortaleció a finales del primer milenio
el dominio de los hombres célibes en toda la iglesia. Intentó obligar a todo el clero a una vida monástica,
pero no inventó nuevos ministerios para las mujeres. Cistercienses, franciscanos, dominicos y otros sí
descubrieron a partir del siglo XI nuevas formas de la vida monástica. Tuvieron que permitir la fundación
de monasterios femeninos dentro de sus órdenes, pero no de todo corazón. Los motivos de su postura
negativa eran probablemente económicos. Los monasterios cistercienses eran monasterios de trabajo en el
campo, pero los monasterios femeninos eran centros de contemplación y de adoración que no producían
ganancias económicas. Los dominicos vivían de mendigar y su motivación principal era la predicación y
6
Resulta que la historia del sínodo de Macón con su debate si las mujeres tienen alma es más mítica que histórica. Véase Michael
Nolan, ‘The myth of soulless women’, First Things 72 (1997), 13-14.
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la apologética, pero las monjas de la orden no mendigaban, ni enseñaban. También las clarisas, el ala
femenina del movimiento franciscano, vivían las restricciones habituales para las monjas de no salir fuera
del monasterio.
Todas estas condiciones que hemos descrito hasta ahora, explican la atracción del movimiento de las
beguinas en la alta Edad Media. Las beguinas eran mujeres laicas viviendo en comunidades que se
dedicaban a la misma vida contemplativa que las monjas monásticas y además al cuidado de pobres y de
enfermos, trabajo laboral y educación fuera del monasterio. Pero no hacían votos de modo que podían
salir de sus comunidades y casarse. La iglesia de poder desconfiaba de la espiritualidad autónoma y
mística de las beguinas y las obligó a unirse en casas semi-monásticas para controlarlas.
A pesar de la exclusión de las mujeres de la jerarquía y del encierre de las mujeres activas en los
monasterios, hubo también mujeres que se distinguían por una aportación especial. Mencionamos como
representantes de ellas a Hildegard von Bingen (1098-1179), Brígida de Suecia (1302-1373) y Catalina de
Siena (1347-1380) ascetas, predicadoras, teólogas y eruditas. La inglesa Margery Kempe renunció a la
vida de madre y esposa, vivió como asceta, mística y peregrina (1373-1438).
Al final de nuestro resumen del ministerio de la mujer en la iglesia medieval, hemos de mencionar a los
valdenses y los husitas, representantes de una iglesia alternativa no jerárquica en la cual se continuó la
espiritualidad de la iglesia primitiva en la Edad Media. Igual que los cristianos primitivos, eran todos
mártires potenciales, víctimas de un cristianismo convertido en un sistema opresivo. Todos los valdenses
eran misioneros infatigables e igual que luego los husitas permitían a las mujeres predicar y administrar
los sacramentos a base de argumentos más anticlericales que teológicos.
Concluimos que muchas mujeres medievales deseaban servir activamente en la iglesia, pero solamente
podían efectuar este deseo dentro de los monasterios. Todo el ministerio femenino fuera de las murallas
del monasterio estaba bajo sospecho de herejía o brujería. Igual que en la iglesia antigua, el celibato
voluntario de las mujeres era un rechazo de sus propia sexualidad y en todo caso un sacrificio mayor para
ellas que para los hombres. Solamente en los movimientos de oposición de la iglesia débil las mujeres
podían ejercer un ministerio propio en la comunidad cristiana misma.
La reforma protestante
La reforma protestante sustituyó la jerarquía por el sacerdocio de todos los creyentes, cerró los
monasterios y acabó con el celibato a causa de la revaloración de la vida secular. El protestantismo exaltó
el matrimonio y la familia como conformes al plan de Dios. El padre era sacerdote en su familia y la
madre su ayuda idónea. Si bien, Lutero descubrió el don de las mujeres para enseñar y educar, también en
la escuela pública que, por cierto, también daba enseñanza religiosa (Catecismo), la reforma confirmó que
el lugar propio para las mujeres para servir al Señor era la propia familia.
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Manifestaciones de autonomía espiritual personal de las mujeres, que se expresaba en ministerios
espontáneos eran más frecuentes entre los movimientos y sectas de la reforma radical y revolucionaria
que en los movimientos confesionales. Mencionamos los profetas de Zwickau, el movimiento de los
campesinos y los anabaptistas en Alemania. También había profecía femenina entre los puritanos
radicales y los hugonotes perseguidos. Los primeros grupos que en el siglo XVII permitieron la
predicación femenina eran los bautistas generales y los levellers. Las mujeres cuáqueras eran testigos,
predicadores, apologistas y mártires de una fe espontánea que rechazaba toda la institucionalización.
A pesar de la exclusión del ministerio, en la reforma protestante, aparecieron mujeres, madres y esposas,
que se distinguieron por su valentía, autonomía, opinión y aportación propias. Otra vez, en diferentes
países las mujeres protestantes, igual que los hombres, eran mártires y mártires potenciales. También
conocemos los nombres de mujeres que levantaron sus voces en las iglesias protestantes establecidas:
Marie Dentierre, autora y teólogo en Ginebra en el tiempo de Calvino, contestó el argumento gastado de
que el primer pecado era de una mujer, diciendo que era un hombre que traicionaba a Jesús7. Katharina
Zell (Estrasburgo) usó – igual que las sectas - las profecías de Joel 2 citadas en Hech. 2 para contestar a
los críticos que intentaron callarla por medio de 1Cor. 14.348.
Puritanismo, pietismo y metodismo
La reforma dio una dignidad nueva a las mujeres como esposas y madres, no obstante, el cierre de los
monasterios les quitó una posibilidad tradicional de servir a Dios por medio de un ministerio
institucionalizado. En la segunda fase de la reforma, el puritanismo y el pietismo, los movimientos que
perseguían la profundización de la espiritualidad protestante y su confirmación práctica, dieron una voz
nueva a la espiritualidad femenina en los encuentros familiares amistosos y en los conventículos.
Aparecieron en estas tradiciones mujeres con una autoridad especial, reconocido por el título honorífico
de madres en Israel.
En el siglo XVIII en las colonias americanas, Cotton Mather y Jonatán Edwards, el primero en la
tradición del puritanismo, el otro representante importante de protestantismo avivado, manifestaron una
conciencia nueva con respecto a la aportación de la mujer en la iglesia y su ministerio informal y
espontáneo9. En Inglaterra, John Wesley, que por cierto debió su espiritualidad profunda a su madre, al
inicio fue muy reacio al ministerio de la mujer, luego lo toleró por motivos pragmáticos y al final de su
vida reclutó activamente a mujeres como educadoras, exhortadoras y predicadoras, en este orden10.
El ministerio de la mujer en el siglo XIX
7
8
9
10
. Tucker, Liefeld, o.c. 197.
. Id. 179.
. Id. 233, 234.
. Id. 226, 29-241.
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Los ministerios femeninos en las sectas del siglo XVII y luego en el metodismo del siglo XVIII
provocaron oposición vehemente, pero a la vez acostumbraron a las iglesias, sobre todo en el mundo
anglosajón, a cambios importantes pero lentos. El caso de la primera mujer ordenada ilegalmente en los
EE.UU. en una iglesia congregacionalista, Antoinette Brown (1825-1921), una mujer motivada más por
ambición que por un espíritu de servicio, confirmó todos los prejuicios tradicionales (1853). Después de
un ministerio inestable en el sentido moral y doctrinal se refugió en una iglesia unitaria11. Incluso los
metodistas del siglo XIX en general eran más cuidadosos y prudentes que Wesley con respecto al
ministerio de la mujer. El metodismo mayoritario tardó hasta mediados el siglo XX (1956) en abrir todo
el ministerio para las mujeres. Charles Finney, cuya obra dependió grandemente de la colaboración de
mujeres, y no menos pragmático que en su tiempo John Wesley, se opuso contra su ordenación al
ministerio12. A finales del siglo XIX, solamente algunas pocas iglesias en la tradición del metodismo
radical – el movimiento de santidad y el pentecostalismo antedato - conocían la ordenación de las mujeres
al ministerio pastoral, igual que algunas iglesias liberales (unitarias).
El siglo XIX es el siglo del movimiento evangélico, más dinámica y más optimista, a la vez menos
tradicionalista y jerárquica en comparación con el protestantismo histórico. Dependió grandemente de
voluntarios que cumplían los nuevos ministerios de la iglesia. Y muchos de los voluntarios eran mujeres.
Colaboraban en las escuelas dominicales, esta institución metodista que se imitó de diferentes maneras en
todo tipo de iglesia, y que en el frontier americano, en las áreas donde las iglesia todavía no se había
institucionalizado, llegó a ser una proto-iglesia. En realidad, las mujeres como maestras de la escuela
dominical y luego como lideres de las asociaciones de mujeres y de jóvenes, ejercían todo tipo de
ministerio educativo, pastoral, diaconal y misionero, pero más bien desde la iglesia como comunidad, que
desde su institucionalización. Las mujeres militaban en la acción cristiana contra el alcoholismo, la
prostitución y la esclavitud.
Las iglesias luteranas, reformadas y anglicanas, por cierto muy
impresionadas por el ministerio femenino, a la vez intentaron canalizar y controlarlo, reinstalando el
ministerio de las diaconisas. Aparecen por primera vez en el hospital de Kaisersworth en Alemania,
fundado por Theodore Fliedner y su mujer en el año 183613. Hemos de mencionar en especial el Ejército
de Salvación, una iniciativa en que la participación de Catharina Booth es tan relevante que la de su
marido William, en el cual mujeres ejercían desde el inicio los mismos ministerios que los hombres.
Luego, las tres hijas de William Booth continuaron con sus hermanos la tradición familiar. Evangeline
Booth (1865-1950) se convirtió, ya durante la vida de su padre,
en uno de los lideres religiosos
femeninos más destacados del siglo XX.
Las mujeres en la misión
La participación de las mujeres como voluntarias y empleadas en las misiones del siglo XIX corresponde
11
12
13
. Danuta Bois, Distinguished women of past and present, Antoinette Brown Blackwell (1997).
. Tucker, Liefeld, o.c. 251-253.
. Tucker, Liefeld, o.c. 253.
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con su ministerio en las iglesias evangélicas y a la vez lo supera en todo. En el campo misionero las
mujeres hacían todo lo que también podían hacer en sus propias iglesias y mucho más. Educaban,
enseñaban, evangelizaban, eran maestras de las escuelas dominicales y lideres de grupos de mujeres y de
jóvenes, colaboraban en la diaconía y en la obra humanitaria, escribían y eran traductoras, pero además
predicaban, fundaban iglesias y entrenaban a pastores y obreros de las iglesias. En resumen, ejercían
autoridad que en la propia iglesia no podían ejercer sobre hombres y mujeres. La explicación de esta
tolerancia de parte de las iglesias dominadas por hombres es (a) la idea que eran ministerios inferiores en
medio de nativos. Los hombres de color, si bien eran hombres, estaban debajo de las mujeres blancas. (b)
Muchas veces las misiones se enfrentaban con situaciones no previstas en la patria de modo que tenían
que ser pragmáticas en cuanto a la participación de las mujeres. Al lado de las mujeres misioneras activas
en las misiones tenemos que mencionar a las que militaban en los comités de ayuda y de apoyo.
La vida misionera del siglo XIX era extremamente dura y la preparación de los misioneros y de sus
mujeres y familias que los acompañaban muchas veces muy deficiente. La consecuencia era que el índice
de mortalidad de los misioneros era alto y la esperanza de vida corta. Hubo misioneros y misioneras que
optaban en estas condiciones por el celibato voluntario, pero las misiones comprendían que la compañía
de una mujer era útil para un misionero, porque era un testimonio de paz y de servicio. También
observaban que los efectos de mujeres convertidas muchas veces eran más duraderos que la de los de
hombres por su influencia en la familia y que tenían menos complicaciones políticas y sociales. Todo este
estimuló que las mujeres recibían su lugar propio y su autoridad propia en las misiones, con ministerios
especiales para mujeres.
El pragmatismo de las misiones con respecto al ministerio de la mujer permitió que también se reclutasen
mujeres indígenas para los ministerios educativos, evangelísticos, sociales y médicos. Famosas eran las
llamadas mujeres de la Biblia en los países asiáticos desde Turquía hasta China14. Servían como
colportores de la Biblia, pero en realidad eran las ayudantes indígenas de los misioneros y misioneras
europeos, colaboradores sin prestigio, que no obstante podían entrar donde los misioneros europeos no
podían entrar y en esta calidad eran evangelistas y predicadores auténticas. A veces ellas eran las
misioneras reales al lado de los titulares europeos y americanos. Mujeres también eran asistentes de los
traductores de la Biblia.
El paso hacia la ordenación de mujeres en la segunda parte del siglo XX, en las iglesias misioneras
jóvenes con una historia en la cual la mujer desde el inicio había participado, pareció pequeño y casi
natural. No obstante, también en estas iglesias, con una mayoría notable de mujeres, el ministerio
femenino institucionalizado se enfrentó con las mismas objeciones convencionales y teológicas que en las
iglesias tradicionales. Un caso especial es la iglesia china donde las mujeres, después de la apertura hacia
el mundo en los 80 del siglo XX, asumieron la responsabilidad en mayoría de las casas culto de la iglesia
14
. Id. 295.
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clandestina, aunque también hay tradiciones chinas que rechazan el ministerio femenino.
Aparte de todo esto, aunque no es nuestro tema principal, hemos de observar los efectos profundos de la
misión cristiana para la valoración nueva de la mujer en las culturas no occidentales. Por ejemplo, la
introducción del matrimonio monógamo en África y la lucha contra el matar de las viudas en la India.
Las mujeres en el evangelicalismo radical
Ya vimos que en el siglo XIX, las iglesias evangélicas más radicales fueron las primeras en abrirse para el
ministerio amplio de la mujer. Este desarrollo se continuó en el siglo XX en las iglesias pentecostales.
Fue una mujer que el 1 de enero de 1901 – Agnes Ozman - recibió al Espíritu Santo. Luego, las mujeres
ocuparon un lugar vital en el movimiento que salió de Azuzastreet in Los Ángeles. En general se
dedicaban a la obra misionera y no inmediatamente recibían posiciones de liderazgo. Por ejemplo, en las
Asambleas de Dios ordenaban a las mujeres para predicar, dar testimonio, y para ministerios pastorales y
diaconales pero no podían ejercer la autoridad de ‘ancianos gobernantes’. En realidad, cada vez que el
evangelismo radical o el pentecostalismo se institucionalizó más como iglesia, el ministerio de la mujer
recibió más oposición. A la vez, igual que en el siglo XIX, en el movimiento del evangelicalismo radical,
hubo mujeres con un ministerio a base de su autoridad propia, más bien creando ministerios que
ejerciéndolos.
La ordenación de las mujeres en el protestantismo histórico y ecuménico
En el protestantismo histórico de luteranismo, protestantismo reformado y anglicanismo, a principios del
siglo XX, las mujeres, a pesar de su participación activa en muchos ministerios, apenas ocuparon ninguna
posición de liderazgo. Tampoco en las congregaciones y denominaciones donde las mujeres, a causa de
la secularización, llegaban a formar la mayoría. No obstante, la convicción de que mujeres no podían
ocupar ministerios con autoridad amplia, estaba tambaleando. En la iglesia anglicana la lucha por el
ministerio de la mujer duró todo el siglo XX. En realidad, desde el año 1903, cuando mujeres por primera
vez intentaron obtener el derecho de votar hasta el año 1989 cuando dos mujeres, una en Nueva Zelanda y
otra en Massachusetts fueron ordenadas como obispos. Y este enfrentamiento todavía dura, porque una
minoría todavía se resiste contra la ordenación de mujeres. Además, las mujeres ejerciendo ministerios de
alta autoridad y prestigio son una minoría. En las iglesias luteranas la cuestión de la ordenación de las
mujeres tiene una historia paralela a la de la iglesia anglicana. En las iglesias reformadas y presbiterianas
la cuestión terminó antes porque las mujeres no tenían que conquistar el ministerio episcopal.
En general, el protestantismo histórico, misionero y ecuménico ha aceptado la ordenación de la mujer
entre los años 1950 y 1970, mientras que las denominaciones confesionales – también las minorías en las
iglesias ecuménicas – igual que las iglesias evangélicas fundamentalistas, mantienen sus objeciones
teológicas hasta nuestro tiempo. A los dos lados, minorías activas intentan limitar o permitir la ordenación
de las mujeres. Parece que no hay vuelta atrás para las iglesias que una vez han introducido el ministerio
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completo de la mujer, pero el caso de la Convención de los Bautistas del Sur corrige esta idea. Ya en
1964, la señora Addie Davies fue ordenada como primera mujer en la Convención, sin embargo, en el año
2000, después de años largos de lucha entre las tendencias liberales y fundamentalistas, la denominación
aceptó la recomendación que "dado que ambos, hombres y mujeres tienen dones para servir a la iglesia,
el ministerio de pastor es reservado para los hombres que son cualificados para este ministerio por la
Escritura”. Esta decisión se tomó a pesar de tener en sus 41.099 iglesias unas 1600 pastoras ordenadas,
unas treinta de ellas como ‘senior pastors’. Las ya ordenadas podían continuar su ministerio durante su
vida15.
España
¿Y España? ¿Cómo se refleja esta historia compleja del ministerio de la mujer en el protestantismo
español? Había mujeres activas en la Primera Reforma, pero la investigación sistemática de su papel
todavía es un trabajo pendiente. En cuanto a la Segunda Reforma, tengo la impresión, aunque también
hace falta más investigación, que la participación propia de mujeres en la misión en España hasta la
Guerra Civil ha sido bastante escasa. Por lo menos, las historias son historias de hombres, si bien, con sus
esposas, aunque a partir de la Transición hay más misioneras trabajando en el país.
También en España las primeras iglesias en reconocer el ministerio pastoral de la mujer eran las iglesias
pentecostales y carismáticas. Luego la iglesia ecuménica, la IEE, y recientemente también la UEBE
reconocieron la ordenación de mujeres.
Resumen
Investigamos en este resumen histórico cómo las mujeres han participado en el sacerdocio de todos los
creyentes y vimos cómo en la iglesia antigua la mujer, a base de argumentos teológicos y convencionales,
solamente puede servir a Dios en la iglesia como virgen, viuda o – en caso extremo – como mártir. Este
servicio se institucionaliza en forma del ministerio de diaconisa. Este único ministerio femenino es
abolido en el siglo VII, en el mismo tiempo que los monasterios femeninos ofrecen un espacio propio a
las mujeres con oportunidades propios de ejercer un ministerio. Mujeres son activas en las órdenes nuevas
del segundo milenio, pero solamente en los movimientos críticos y de oposición. Mencionamos el
misticismo medieval, los valdenses y husitas, llegan a compartir con los hombres los mismos ministerios.
Vimos que muchas veces en el desprecio de la mujer se esconde el temor de los hombres célibes a la
propia sexualidad.
La reforma protestante libró a la mujer del monasterio y la valoró como esposa y madre. Puritanismo y
pietismo descubrieron su autoridad espiritual como madres en Israel. El metodismo reclutó la mujer como
ayuda idónea en el ministerio de la iglesia. A continuación, el siglo XIX se convirtió en el siglo de la
15
. Tucker, Liefeld, o.c. 387, 388; The ordination of women by conservative Protestant denominations.
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mujer. Mujeres empezaron a cumplir un ministerio amplio en la educación, la diaconía, el pastorado y
sobre todo en la misión. El evangelicalismo radical y el liberalismo eran los primeros movimientos en
ordenar a las mujeres.
En el siglo XX, la ordenación de la mujer se convirtió en una de las cuestiones teológicas más difíciles en
todas las iglesias. En las iglesias ecuménicas esta práctica se inició en la segunda parte del siglo XX, pero
continua también en estas iglesias la resistencia contra las renovaciones. Las iglesias que no permiten la
ordenación de mujer son divididas por la misma cuestión.
Hemos de honrar a las mujeres cristianas que han servido durante los siglos al Señor en una iglesia
dominada por los hombres, sin convertir este servicio en un derecho y dominio propio. Muchas veces los
hombres sí han cometido este error, creando jerarquías y otras estructuras de poder, más al servicio de
hombres que al servicio de Dios. Asimismo, muchas veces han intensificado y corrompido el modelo
bíblico de una iglesia dirigida por los hombres por la idea de la inferioridad moral e intelectual de las
mujeres. Por la subordinación a este modelo, las mujeres, no solamente reconocían el compromiso
bíblico, sino también el desprecio convencional. Hemos de investigar si la abnegación de las mujeres con
respecto al ministerio era una obediencia auténtica a la Palabra de Dios o un sacrificio inútil y sin sentido.
Conclusiones
Estudiando la historia del ministerio de la mujer, resulta (a) que las mujeres durante los siglos han
realizado más ministerio que solemos pensar, (b) no obstante, excluidas de los ministerios con autoridad
doctrinal y sacramental y sin ordenación. (c) Observamos la tendencia de que cada vez que un ministerio
informal se institucionalizaba, el liderazgo fue entregado a los hombres.
¿Cuáles eran los argumentos para limitar o impedir el ministerio de la mujer? Podemos distinguir tres
tipos de argumentos …
! Argumentos teológicos y religiosos a base de la Biblia y de la doctrina cristiana: El hombre es la
cabeza de la mujer de modo que tiene que reconocer su autoridad. Dos ejemplos:
!
Según Calvino, las mujeres han nacido para que se reconozcan inferiores como
consecuencia de la superioridad del género masculino16.
!
C.S. Lewis creó que no estaba permitido que las mujeres ejerzan autoridad en la iglesia
porque no pueden representar a Dios17.
! Argumentos convencionales: La mujer es inferior al hombre y más vulnerable, en el sentido
intelectual, emocional y moral. Son el género moral e intelectualmente más débil y más
vulnerable.
! Argumentos psicológicos: Autores conservadores más modernos confirman que la relación
16
. Juan Calvino, Comentario 1Cor. 11.10. Véase Timothy Georg, ed. Calvin and the church (Louisville, Kentucky 1990),
88.
17
. Tucker, Liefeld, o.c. 409.
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tradicional entre hombres y mujeres refleja las condiciones psicológicas básicas de ambos. El
llamamiento de la mujer es ser madre y esposa, el del hombre es ser marido y padre.
¿Cuáles eran los argumentos para permitir a las mujeres ejercer un ministerio en la iglesia o en la misión
y al final ordenarlas? Otra vez podemos distinguir tres:
1.
Argumentos teológicos afirman que la Biblia enseña la igualdad de hombres y mujeres encima
de las diferencias. Han sido las mujeres mensajeros de a resurrección del Señor y el Señor Jesús
en la gran comisión, que precede a la institucionalización de la iglesia, alude – según esta
argumentación - a hombres y mujeres. Tenemos que corregir los dichos bíblicos sobre la
desigualdad en competencias por los dichos de la igualdad. Es decir, Génesis 1.26ss., Hech. 2.17
ss. y Gálatas.3.28 desautorizan 1Cor. 11.5-10; 14.34; Ef. 5.23; 1Tim.2.12.
2.
Argumentos ideológicos o feministas que afirman que la mujer en todo es el igual al hombre y
que tiene que tener las mismas oportunidades y los mismos derechos en todas las instituciones.
El feminismo no permite que haya instituciones que por comprensión teológica o ideológica
hacen distinción entre hombres y mujeres. Todas las ideas, incluso textos teológicos y religiosos
de los siglos pasados, están equivocadas o son mal interpretadas cuando hacen esta distinción.
Las mujeres, por su propio autoestima, deben ejercer los mismos ministerios que los hombres y
las iglesias, por su propio bien, tienen que llamarlas a los mismos ministerios. Observamos una
hostilidad abierta del feminismo radical contra el cristianismo que acusan de haber contribuido a
la opresión de mujeres, por una misoginia inherente. Algunos autores niegan la vigencia de todo
orden jerárquico, que está en el trasfondo del debate sobre el ministerio de la mujer. Según ellos,
ya no es de nuestro tiempo. La teología feminista presenta un cristianismo alternativo, con una
teología androginia.
3.
Argumentos pragmáticos. El pragmatismo dice que nuestra generación ya no puede ser
dogmática con respecto a la cuestión del ministerio de la mujer. Afirma que debe ser
determinado por (a) las necesidades de la iglesia y las necesidades y los dones de las mujeres y
no tanto por conceptos del pasado. En general el pragmatismo intenta demostrar que las
prohibiciones bíblicas del ministerio de la mujer (1Cor. 14.34; 1Tim. 2.12) tienen una vigencia
limitada porque dependen de las condiciones socioculturales de las mujeres en la Edad Antigua.
Por ejemplo, las mujeres en Corinto y Éfeso no estaban preparadas para ejercer el ministerio, ni
tampoco la iglesia y la sociedad. Las mujeres y las iglesias modernas están en otras condiciones.
La igualdad de dones de hombres y mujeres exige que haya igualdad de ministerio también.
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2. El compromiso bíblico
Introducción
Investigamos en la primera parte de este estudio cómo las mujeres durante los siglos han participado en el
sacerdocio de todos los creyentes y fuimos llevados – casi involuntariamente – a una postura pragmática
con respecto a su ministerio. La igualdad en el ministerio de hombres y mujeres parece un requerimiento
justo, una conclusión lógica y un movimiento irreversible. No obstante, antes de confirmar el
pragmatismo atractivo, hemos de investigar en esta segunda parte la base bíblica de la relación entre el
hombre y la mujer en general y del ministerio de la mujer en especial.
No será una investigación teológica sin más, sino una que busca el compromiso bíblico. Comprendemos
la iglesia del Nuevo Testamento como un modelo imperativo y leemos las instrucciones apostólicas que
se refieren a la organización de la iglesia como imperativas también.
Antiguo Testamento
1- Empezamos nuestra investigación en el Antiguo Testamento, pero no en Génesis 1 y 2, como tal vez se
espera, sino en Génesis 6, en los versículos que introducen la historia del diluvio. Hablan estos versículos
de los gigantes de este tiempo, que en todo caso eran grandes en maldad, porque dice Ge 6:5 que toda
tendencia de los pensamientos de su corazón era de continuo sólo al mal. Y estos hombres gigantescos en
su maldad escogieron mujeres de todas que deseaban. Podemos comprender estas palabras por las de
Génesis 4.19, que se refieren a Lamec el de Caín, que tomó para sí – mismo verbo, misma forma verbal
que en 6.2 – dos mujeres, a quienes en los versículos 23 y 24 sujeta a su cántico fanfarroneo.
Propongo comprender Génesis 6.2 en combinación con Génesis 4.19-24 como una ilustración del hombre
natural en su forma más bruto. El hombre cazador frente al Señor (Génesis 10.9), el hombre poderoso en
la tierra (1Crón.1.10), el hombre impío que no teme a Dios y que no respeta a ningún hombre (Lucas
18.4). El hombre potentoso, investido con poder patriarcal y tribal absoluto, el hombre cruel y tiránico,
que vive sin freno sus pasiones sexuales y violentas. El hombre, homo hominus lupus est.
2- Todo el Antiguo Testamento es Torá, un poder pedagógico espiritual, moral y práctico que da
sabiduría y que tiene el poder de convertir el alma (Salmo 19.7). La Torá restaura al hombre en una
relación con Dios y le enseña los valores de una vida mejor. Más preciso, la restauración de la relación
con Dios permite también una renovación de las relaciones humanas. Ilustrativo es que no encontramos
en todo el Antiguo Testamento ninguna referencia negativa a la mujer, o debe ser Ecl.7.28.
La Torá es la constitución de Israel que explica el derecho de Dios y el derecho del hombre. Como
constitución del pacto tiene relevancia y vigencia universal, porque Israel es el representante de las
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naciones. La Torá no cambió las tradiciones patriarcales y tribales de forma radical y revolucionaria, sino
gradualmente y a largo plazo, efectuando una humanización gradual de las relaciones humanas. La
mujer, dentro del pacto, ya no es propiedad conquistada o comprada sino es otra persona. Al final es para
el varón la mujer de tu pacto y resulta en este momento que la relación con ella determina la relación del
hombre con Dios (Mal.2.14).
Podemos distinguir cuatro aspectos básicos, cuatro valores básicos en la enseñanza de la Torá con
respecto a la relación hombre mujer: Dignidad e igualdad, ayuda idónea, pureza moral y representación y
delegación.
a- La Torá enseña en el primer capítulo de Génesis la dignidad e igualdad básica del hombre y de la
mujer. Ambos tienen la misma dignidad como criatura en la imagen y según la semejanza de Dios (27)18.
No es así que el uno, sin el otro, fue creado en la imagen y según la semejanza de Dios, sino los dos, en su
unidad y diversidad y precisamente en su relación lo son. A continuación, ambos son iguales en su
bendición y llamamiento de llenar la tierra y de ejercer el dominio sobre la creación y también en el
derecho de alimentarse de ella (28,29).
b- Génesis 1 confirma la igualdad básica del hombre y de la mujer, pero a la vez reconoce la diferencia. Y
esta diferencia es elaborada en Génesis 2. La creación de la mujer es diferente en origen, en tiempo (véase
1T.2.12-13) y también en fin. En todo caso, Génesis 2 no enseña una diferencia esencial, espiritual o
moral, sino una diferencia de responsabilidad. El hombre fue creado para labrar y guardar el huerto de
Edén pero no era bueno que estuviera solo. La mujer es tanto una ayuda idónea como una ayuda enfrente
de él. La LXX subraya el aspecto de la armonía y la igualdad de la mujer hablando de ayuda como el
mismo, mientras que el Tenac subraya el aspecto de contraste en su palabra de ayuda frente a él o como
su enfrente.(Génesis 2.18,20).
El dominio del hombre en Génesis 2 es el huerto de Edén, por cierto, un espacio que representa toda la
tierra. El dominio es práctico, cultural y moral. Es labrar y guardar el huerto, con la tarea especial de dar
nombre a la creación, y además es respetar el límite del dominio, que es el árbol del conocimiento del
bien y del mal. La mujer no recibe dominio propio, sino actúa como ayuda idónea dentro del dominio de
su marido. La mujer virtuosa de Proverbios 31.10ss. es la ilustración mejor de la relación hombre-mujer
descrita por la palabra ayuda idónea. Apunto solamente la segunda frase del poema: Confía en ella el
corazón de su marido (Prov. 31.11). Como contraste de la mujer virtuosa, la literatura sapiencial presenta
18
Propongo una comprensión espiritual-relacional de la imagen y semejanza de Dios y no una comprensión esencial por medio de
atributos. La creación del hombre es en la imagen de Dios que según el Nuevo Testamento es Cristo, de modo que el hombre
fue creado en el Cristo preexistente, representado por Cristo, que es la imagen del Dios invisible (2Cor. 4.4; Col.1.15).
También la segunda parte de la frase podemos comprender de la misma manera: según la semejanza de Dios otra vez es según
el Cristo preexistente, porque Cristo es el que es igual a Dios (Fili. 2.6; Heb. 1.3). A continuación, pecado no es en primer lugar
una pérdida de atributos, sino la pérdida de la relación con Dios con consecuencias morales. La salvación es la restauración de
esta relación. El hombre en Cristo (Romanos 6.3, 11; 8.1,2; 1Cor. 1.2 etc.) es el hombre representado por Cristo y a la vez,
identificado con él en la semejanza de su muerte y su resurrección (Romanos 6.5).
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a la mujer rencillosa, la mujer que no respeta a su marido (Prov. 21.9, 19; 25.24; 27.15).
c- Por la santidad del pacto las relaciones entre hombres y mujeres se purifican y el derecho patriarcal
ancestral de tomar mujeres de todas que deseaban se limita. Los patriarcas de Israel ya no pueden violar
la fe conyugal de otros, ni aun de sus esclavos (Éx.20.14). Las mujeres de otros no pueden ser objeto de
los deseos sexuales (Ex.20.17). Los casos del libro de Deuteronomio que tratan de la relación entre el
hombre y la mujer reflejan una sociedad tribal, patriarcal y rural pero a la vez manifiestan la tendencia de
limitar el poder absoluto de los patriarcas (Deuteronomio 21.10-17; 22.13-30; 24.1-5). Al final de la
época del Antiguo Testamento, la profecía comprende el matrimonio monógamo, como ya vimos, como
un pacto entre dos personas con una responsabilidad especial de los hombres de guardarlo (Mal.2.14). La
literatura sapiencial subraya que este pacto es exclusivo con espacio amplio para felicidad y para la
erótica (Prov. 5.1-23; 6.20-35; 7; Ecl.9.9; Cantar de Cantares).
d- Al final llegamos a los valores que por el tema nos interesan más: representación y delegación. La
mujer en la sociedad patriarcal es representada en cada momento por su marido o por sus hijos. La Torá
se dirige a los patriarcas de Israel. Las lineas genealógicas son masculinas. La constitución de Israel no
prevé en mujeres actuando como reyes o sacerdotes, de modo que las mujeres son excepciones en las
instituciones políticas y religiosas. Las únicas reinas activas en Israel y Judá son Jezabel y Atalia, dos
mujeres más anti-mesías que representantes del reino-sacerdotal. Ester actúa como esposa del rey de
Persia, pero luego también en nombre propio, para salvar a su pueblo.
Efectivamente, mujeres actuando en las instituciones políticas y religiosas son excepciones en el Antiguo
Testamento, pero hay mujeres con llamamiento, autoridad y valentía extraordinarias, mujeres sabias, a
veces profetizas (Éxodo 15.2; Jueces 4; 2Sam. 14.2; 20.6; 2Reyes 22.14; 34.22; Neh.6.14; Isaías 8.3). Es
significativo que Débora, una profetisa que ejerce poder político, justifique su posición apelando a una
situación extraordinaria que es que los hombres no cumplen con su compromiso (Jueces 4; 5). Aparece
como la esposa de Lapidot, lo que significa que en las condiciones patriarcales de su tiempo, incluso
como profetiza y juez, estaba bajo la autoridad de su marido. Parece que el título que usa – mujer en
Israel – haya tenido significado más amplio (Jueces 5.7; 2Sam.20.19). Otro caso interesante es el de
Abigail, una mujer que toma la iniciativa para corregir la actitud irresponsable de su marido, un hombre
cuyo nombre significa necio (1Sam.25). Jael (Jueces 4.17ss.) y Judit (libro apócrifo) aceptan una
responsabilidad excepcional en una situación crítica. Hana y María sin duda son mujeres con inquietudes
y esperanzas políticas pero las delegan a sus hijos (1Samuel 2.1ss.; Lucas 1.46ss.). Los ejemplos ilustran
que la representación a la vez es delegación de poder de parte de las mujeres, de modo que no elimina sus
propios derechos.
Interesante y en cierto contrastante con el principio de la representación son los textos que sugieren una
relación más personal e individual de las mujeres con Dios. Después del cautiverio, la comunidad
patriarcal que en Ex.20 escucha la Torá se ha transformado en una comunidad de hombres y mujeres
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(Esdras 10.1; Neh.8.2). Y en Joel 2, en la visión del Día del Señor, hijos e hijas cumplen el mismo
ministerio profético.
La historia más ilustrativa del principio de la representación es la de la caída en Génesis 3. La tierra no es
maldita a causa del pecado de la mujer, sino a causa del hombre (Génesis 3.17), quien había recibido el
mandamiento de no comer antes de la creación de la mujer (Génesis 2.16,17). Pablo explica que de la
misma manera que el pecado entró en el mundo por medio de un solo hombre y la muerte por medio del
pecado, así también la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron (Rom.5.12). A la vez,
hombres y mujeres son representados de una manera especial por respectivamente Adán y Eva (Génesis
3.16,17; 1Tim.2.14).
B. Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento Testamento no tiene una ética independiente del Antiguo Testamento.
Investigaremos cómo se desarrollan los mismos valores de dignidad, ayuda idónea, pureza moral y
representación y delegación.
a- El Nuevo Testamento confirma la dignidad e igualdad de las mujeres. En el inicio del evangelio tres
mujeres son mensajeras proféticas de la venida del Mesías: María, Elisabet y Ana. Luego el Señor Jesús
tiene una relación personal, natural, cariñosa y respetuosa con las mujeres. Las escucha, las cura y las
enseña y no se asusta por su impureza ceremonial (Mateo 9.20ss.). Usa ejemplos de su realidad diaria y
de su necesidad en sus parábolas y disfruta de la hospitalidad de dos amigas especiales, María y Marta.
Lo sorprendente es que en un momento valore más el interés teológico de María que la diaconía práctica
de Marta (Lucas 10 41-42). Permite que María Magdalena, Juana, Susana y otras muchas le acompañan
en sus viajes y que le sirven de sus bienes (Luc. 8.3). Son estas mismas mujeres que se preocupan de él
hasta su muerte y de su entierro (Mateo 27.55,56, 61). En el tercer día son los primeros testigos de la
resurrección (Mateo 28.1-10; Marcos 16.1-11; Luc. 24.1-12, 22; 20.1-18).
Pablo intensifica el principio de la dignidad e igualdad diciendo que no solamente en la creación, es decir,
en la imagen y semejanza de Dios, no hay diferencia entre mujeres y hombres, sino tampoco en Cristo. Es
sorprendente que el mismo Pablo en 1Cor. 11.7 limite la imagen de Dios al hombre para subrayar la
desigualdad entre hombres y mujeres.
b- El Nuevo Testamento radicaliza la idea de la ayuda idónea, diciendo que el varón no fue creado a
causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre (1Cor. 11.9). A la vez, ni el varón es sin la mujer, ni
la mujer sin el varón (1Cor. 11.11).
c- El Nuevo Testamento también radicaliza la pureza moral de la relación entre hombres y mujeres.
Adulterio no solamente es el acto de violar la fe conyugal, como en el Antiguo Testamento, sino el mirar
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a una mujer para codiciarla ya lo es (Mateo 5.28). El divorcio ya no es una opción bajo condiciones
(Deuteronomio 24.1-4; Mateo 5.21-22; 19.7-12), aunque Pablo considera un divorcio como consecuencia
de la fe en Jesucristo, si bien, solamente cuando la pareja incrédula tome la iniciativa (1Cor. 7-10-16). En
todo caso, la iglesia de los discípulos de Jesús no puede tolerar que sus miembros vivan en inmoralidad
(1Cor. 5; 6.12-20).
Por otro lado, el amor matrimonial se intensifica y se profundiza cuando es
comprendido como tipo del amor de Cristo (Ef.5.25).
d- Al final volvemos a los valores de representación y delegación. Las cartas apostólicas contienen varios
Códigos Domésticos para arreglar la vivencia de hombres, mujeres, hijos y esclavos en Ef.5.18-6.9; Col.
3.18-4.1; Tito 2.3-10 y 1Pedro 2.11.3-7. La coincidencia en estos códigos de valores judíos, grecoromanos y cristianos no disminuye su autoridad, sino la afirma19. Los Códigos confirman la relación
jerárquica entre el hombre y la mujer y la explican: el hombre es la cabeza de la mujer como Cristo es la
cabeza de la iglesia (1Cor. 11.3; Ef. 5.23). Es la responsabilidad de las mujeres reconocer a sus maridos
en esta calidad (Ef.5.22ss.; Col.3.18; 1P 3.1). Por otro lado, los hombres deben dar forma concreta a esta
responsabilidad, amando a sus mujeres como Cristo ha amado a su iglesia (Ef. 5.28; Col.3.19). El apóstol
Pedro conecta con Mal. 2.14 cuando exhorta a los hombres ser comprensivos para con sus mujeres, dando
honor a ellas como más frágiles, pero coherederas de la gracia de la vida, para que las oraciones no sean
estorbadas (1Pedro 3.7).
C. El ministerio de la mujer en la iglesia apostólica
Las mujeres son parte integral y muy valorada de la comunidad cristiana que vemos estableciéndose en
Hechos de los Apóstoles y las Cartas apostólicas. Ambos, hombres y mujeres se convierten y son
bautizados (Hechos 5.14; 8.12; 17.12, 34), reciben el don del Espíritu Santo (Hechos 2.4,16; 4.31; 10.44;
1Cor. 12.13) y son mártires potenciales (Hechos 8.3; 9.2; 22.4; Romanos 16.4). Hombres y mujeres
tienen la misma responsabilidad por la pureza moral de la iglesia (Hechos 5).
Hay mujeres que prestan servicios especiales en las iglesias apostólicas. Priscila colabora en la
preparación del alejandrino Apolo para el ministerio (Hechos 18.26). Hay mujeres que abren sus casas
para la iglesia, como – otra vez - Priscila con su esposo Aquila en Éfeso (1Cor. 16.9) y probablemente
Cloé en Corinto (1Cor. 1.11) y Febe en Cencrea, el puerto oriental de Corinto (Romanos 16.1). Es posible
que también la señora elegida de 2Juan 1 es una mujer que ha abierto su casa a una iglesia. Incluso hay
algunas profetizas en la iglesia apostólica (Hech. 21.9 – véase 2.17).
Realmente, Hechos es un libro muy sensible con respecto a la presencia de las mujeres en la iglesia y
parece que esta sensibilidad corresponda con la actitud de Pablo mismo, porque es este apóstol que en
Rom.16 saluda expresamente a las mujeres que se distinguen por se servicio: Febe – ya la hemos
mencionado – es diaconisa de la iglesia en Cencrea, que ha ayudado a muchos y a Pablo mismo también
(16:1,2; véase 1Cor. 1.11). Otras mujeres de la lista de Romanos 16 que todavía no mencionamos son:
19
Tucker, Liefeld, o.c., 83, 463.
17-25
*bc 30/07/11*- bc 20/06/11*bc 20/06/11*- bc 18/06/11*- bc 17/06/11*- bc 15/06/11*- bc 13/06/11*- bc 13/06/11*- bc 31/05/11*- bc 26/05/11*- bc 24/05/11*- bc 24/05/11*- bc 24/05/11*- bc 23/05/11*- bc 09/05/11-
María (6), Junia (7), Trifena y Trifosa (12), la madre de Rufo (13), Julia y la hermana de Nereo (15).
Tenemos que hacer una precisión de la palabra di’akonos, que en el Nuevo Testamento tiene el
significado general de servir a la iglesia por medio de los dones o bienes que uno tiene, de modo que no
siempre se refiere al ministerio formal de Hech. 6.1-15. No obstante, es probable que en Romanos 6.1 sí
se refiere a un ministerio más o menos institucionalizado. También en 1Tim.3.8-13 es un ministerio
formal encargado en primer lugar a los hombres, pero la duda que no recibe respuesta definitiva es, si las
mujeres de 1Tim.3.11 son sus mujeres, es decir, las mujeres de los diáconos o mujeres diáconos. Cuando
son las mujeres de los diáconos, la palabra revela que estas mujeres tenían parte activa y propia en el
ministerio de sus maridos. Cuando son diaconisas,
la palabra se refiere a una institucionalización
temprana del ministerio de las viudas de 1Tim.5.4ss., de modo que el texto permite comprender el
ministerio de Febe como un ministerio institucionalizada también. Y efectivamente, de esta manera la
iglesia antigua (Orígenes de Alejandría) ha comprendido el texto20. Además, la palabra pros’tatis de
Romanos 16.2 confirma la autoridad de Febe y su liderazgo en la iglesia de Cencrea.
D. Las instrucciones de Pablo con respecto al ministerio de la mujer
Las mujeres en el Nuevo Testamento forman parte integral de la iglesia. Son iguales a los hombres en
Cristo y reciben, igual que los hombres, al Espíritu Santo. Tienen una relación relajada y natural con el
ministerio apostólico, de modo que su colaboración para los apóstoles es ayuda idónea en el ministerio.
Las exhortaciones apostólicas con respecto a la pureza moral se dirigen en primer lugar a los hombres y
no a ellas de modo que parece que los apóstoles tenían más motivos de preocuparse por los hombres que
por las mujeres de la iglesia. Sin embargo, hay tres pasajes en las cartas de Pablo que se distinguen por
cierta impaciencia, hasta irritación por las mujeres en relación con el ministerio. Son 1Cor. 11.2-16;
14.33b-40; 1Tim.2.15.
Podemos comprender todavía las instrucciones de Pablo en 1Cor. 11.2-16 sobre el orar y profetizar de la
mujeres, siempre cuando se cubran la cabeza, como una confirmación del lugar natural de ellas en la
iglesia y también como una afirmación del principio de la representación incluso en el ministerio en la
iglesia. Cuando una mujer se hace portavoz de la iglesia en la oración, y cuando profetiza, hablando en el
Nombre de Dios y autorizada por Él - todavía está bajo la autoridad de los hombres miembros de la
iglesia.
Los dos pasajes siguientes, 1Cor. 14.33b-40 y 1Tim. 2.10-15, nos llevan a otras conclusiones. Los dos se
complementan y se explican mutuamente. Dicen los textos que las mujeres en las congregaciones deben
aprender en silencio, sin hablar y en toda sujeción a sus maridos (1Tim.2.11, 12; 1Cor. 14.34). Pablo –
hablando en primera persona singular – no quiere que enseñen o que ejerzan dominio impropio
(1Tim.2.12) sobre los hombres21. Si quieren aprender algo en particular, deben preguntarlo a su marido y
20
21
Tucker, Liefeld, o.c. 106.
Palabra única en la Escritura que traduce como ejercer dominio o autoridad por cuenta propia , tomar autoridad, enseñar para
18-25
*bc 30/07/11*- bc 20/06/11*bc 20/06/11*- bc 18/06/11*- bc 17/06/11*- bc 15/06/11*- bc 13/06/11*- bc 13/06/11*- bc 31/05/11*- bc 26/05/11*- bc 24/05/11*- bc 24/05/11*- bc 24/05/11*- bc 23/05/11*- bc 09/05/11-
en casa (1Tim.2.12; 1Cor. 14.35).
En todo caso, no debemos comprender las palabras callar, no hablar y silencio en un sentido absoluto
porque la comunicación es una necesidad humana que no puede prohibirse. Lo que sugieren los textos es
que a Pablo no le parece conveniente que las mujeres participen activamente en el diálogo didáctico, la
forma de enseñanza más habitual en su tiempo, que no pueden enseñar, dar instrucción doctrinal, un
ministerio con alto prestigio en el mundo griego, y tampoco ejercer dominio sobre el hombre que siempre
es dominio impropio (1Cor. 14.34; 1Tim.2.12). Las palabras no permiten otra interpretación que las
mujeres no pueden ejercer un ministerio de liderazgo teológico o gubernamental en la iglesia. A la vez,
implícitamente los textos reconocen que sí tienen capacidades de enseñar o ejercer autoridad, pero Pablo
les prohíbe hacer uso de estos dones. Utiliza en total tres argumentos para aclarar su opinión. Dos de ellos
son convencionales y uno es teológico. Los argumentos convencionales son: (a) es costumbre en todas las
iglesias (1Cor. 14.33b) y (b) es indecoroso o vergonzoso que una mujer hable en la congregación (1Cor.
14.35). El argumento teológico es que la Torá (nomos) no permite que la mujer enseñe o ejerza dominio
(1Cor. 14.34), y este argumento es desarrollado en 1Tim.2.13-15. Resulta que Pablo cree que es necesario
confirmar la vigencia de valores del Antiguo Testamento en la situación especial de las iglesias de
Corinto y de Éfeso, en realidad las iglesias mejor documentadas de la época apostólica. El evangelio, si
bien, proclama la dignidad e igualdad de hombres y mujeres en Cristo (Gál.3.28), no es una doctrina
revolucionaria, sino quiere dar forma a esta igualdad y libertad de acuerdo con los valores básicos de la
Torá – es decir, en el espacio de la ley moral. Resulta que libertad e igualdad no son valores individuales
y autónomos sino definidos por la ley.
Suponemos que Pablo en 1Cor. 14.34 se refiera a la Torá y que desarrolle este referencia en
1Tim.2.12,13, pero en los versículos 11-15 nos enfrentamos con una dificultad especial. El argumento
que Adán es el primero en la creación (1Tim.2.13) confirma el principio bíblico de la representación de la
mujer por el hombre. Sin embargo, cuando dice que Eva fue engañada y que ella incurrió en transgresión
del mandamiento y no Adán - argumento único en la Escritura- sugiere una responsabilidad mayor de la
mujer en la caída y en realidad contradice de cierta manera lo que dice él mismo en Romanos 5.12 que el
pecado entró en el mundo por un hombre22.
Parece que también el apóstol se asuste por su argumentación ad-hoc de modo que se da prisa para
compensarlo con una referencia a la dignidad y honra especial de las mujeres, que es el dar a luz. Para no
caer en el otro extremo de una salvación natural, añade a la promesa de preservación por el dar a luz, la
condición de fe, amor y santificación en modestia (1Tim.2.15).
La decisión del apóstol en 1Cor. 14.35 y 35 y 1Tim.2 de limitar el ministerio de la mujer es clara, pero
resulta que la lógica de sus instrucciones no es completamente convincente. Tampoco son completas.
22
dominar, controlar, forzar. Véase S. Stuart Park, ‘La figura de Eva en la eclesiología de Pablo’, Aletheia, nº 37 (1/2010), 30;
Pablo Wickham, ‘Cartas al director’, Aletheia, nº 38 (2/2010), 76.
Posiblemente Pablo apela a un texto del libro apócrifo de Jesús Sirac o Eclesiástico 25.24 Por la mujer empezó el pecado y por
su culpa todos morimos.
19-25
*bc 30/07/11*- bc 20/06/11*bc 20/06/11*- bc 18/06/11*- bc 17/06/11*- bc 15/06/11*- bc 13/06/11*- bc 13/06/11*- bc 31/05/11*- bc 26/05/11*- bc 24/05/11*- bc 24/05/11*- bc 24/05/11*- bc 23/05/11*- bc 09/05/11-
Quiero decir, había y hay mujeres que no tienen marido a quien pueden consultar por no estar casadas –
Pablo mismo recomienda el no casarse (1Cor. 7.40). Siempre había y habrá mujeres casadas con un
marido incrédulo. Incluso debe haber habido en las iglesias apostólicas esclavas, concubinas de amos
incrédulos.¿A quién tienen que consultar todas estas mujeres? Seguramente había y todavía hay hombres
creyentes sin capacidad de explicar las cosas de Dios a su mujer. Es el llamamiento del hombre ser la
cabeza de la mujer, pero muchas veces el hombre no ha tenido y no tiene los dones intelectuales, morales
y prácticos para cumplir este llamamiento. ¿Cómo tienen que actuar hombres y mujeres en estos casos?
E. Conclusiones provisionales
a- Podemos deducir del debate del apóstol con los cristianos de Corinto que era difícil convencerlos de su
postura de que las mujeres sí podían adorar a Dios y hablar proféticamente en su nombre (1Cor. 11.2-16),
mientras que no podían ejercer autoridad práctica o teológica (14.33b-40). Además, parece que todo el
Nuevo Testamento permita una mayor participación de las mujeres en el ministerio de la iglesia que
Pablo en 1Cor. 14. No podemos explicar por qué Pablo mismo reconoce en Romanos 16 y durante sus
viajes misioneros el testimonio, la autoridad y el ministerio de mujeres, mientras que en 1Cor. 14.34,35 y
1Tim. 2.11,12 les prohíbe, con todo su poder apostólico, ejercer esta misma autoridad. Por cierto, hay
comentarios que dicen que las instrucciones de Pablo en estos pasajes son decisiones motivadas por
ciertos abusos en las iglesias, de modo que únicamente tienen vigencia local. Sin embargo, la apelación
del apóstol a las costumbres de todas las iglesias y la presentación de las instrucciones como
mandamiento del Señor (1Cor. 14.33b,34; 1Tim.2.13,14) demuestran que no podemos interpretarlas de
esta manera.
Tenemos que reconocer que el apóstol realmente quiere establecer y confirmar una tradición que impide
el ministerio de gobierno y de enseñanza de la mujer en la iglesia de Cristo. Y esta política, que contrasta
con las tendencias liberadoras y emancipadoras en los evangelios y Hechos, incluso con otros momentos
en la práctica de Pablo mismo, no obstante en correspondencia con la linea principal de toda la Biblia, ha
dominado las principales tradiciones del cristianismo durante toda su historia. Las instrucciones
restrictivas del apóstol Pablo han confirmado durante siglos el patrón social del dominio del hombre en la
política, la sociedad y en las instituciones religiosas, hasta que en el último siglo esta lectura se hizo
problemática, también en la iglesia.
b- Resulta que todo el pensamiento mayoritario de nuestro tiempo de filosofía, sociología y psicología
radicaliza el primer valor básico de la ética bíblica con respecto a la relación entre el hombre y la mujer,
el de la dignidad e igualdad, y a la vez renuncia a los demás valores, de ayuda idónea, pureza moral y
representación y delegación. Es importante que mantengamos la autoridad de todos estos valores. Hombre
y mujer son iguales en la imagen y semejanza de Dios, que al final es Cristo en quien esta igualdad es
restaurada (2Cor. 4.4; Col.1.15; Hebr. 1.3), no obstante, en el matrimonio – que siempre es una
institución de la creación y que perderá su importancia en el escatón (Mateo 22.30) - el hombre siempre
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*bc 30/07/11*- bc 20/06/11*bc 20/06/11*- bc 18/06/11*- bc 17/06/11*- bc 15/06/11*- bc 13/06/11*- bc 13/06/11*- bc 31/05/11*- bc 26/05/11*- bc 24/05/11*- bc 24/05/11*- bc 24/05/11*- bc 23/05/11*- bc 09/05/11-
es la cabeza de la mujer. Esta jerarquía es un valor bíblico del Antiguo y Nuevo Testamento, antes y
después de la caída y confirmado – aunque reconocemos: también muchas veces deformado - por la gran
mayoría de las tradiciones humanas. Aun la psicología moderna investiga la necesidad principal de la
mujer en el matrimonio que es recibir el amor de su marido en forma de cariño, seguridad y protección,
mientras que la necesidad principal del hombre es recibir el amor de su mujer en forma de valoración y
respeto. En todo caso, la negación de la primera responsabilidad del hombre desquicia la estabilidad de
los matrimonios y hace difícil la educación. Cuando la educación no estimula la disposición de los chicos
a llevar la primera responsabilidad como maridos y padres, los desorienta y los hace inseguros e
irresponsables. Por otro lado, cuando la educación no respeta la disposición natural de cuidar y de servir
de las chicas como esposas y madres, las endurece. A ambos lados vemos en nuestro tiempo las
consecuencias graves de una educación moral deficiente y desorientada que no respeta los valores
bíblicos que son guías para el desarrollo humano23.
Pablo confirma que el hecho que el hombre es la cabeza de la mujer en el ámbito de la familia, tiene
consecuencias para el ministerio en la iglesia. En 1Cor. 11 permite a la mujer orar o profetizar en medio
de la iglesia bajo la condición de cubrirse la cabeza, es decir reconociendo al hombre como cabeza de la
mujer, pero en 1Cor. 14.33b- y 1Tim. 2. 12-15 no permite a la mujer participar activamente en la
enseñanza y en la dirección de la iglesia.
F. La vigencia de las instrucciones de Pablo
Observamos en nuestro resumen histórica del ministerio de la mujer tres tipos de argumentos para
justificar el cambio al cual nos referimos arriba: (a) argumentos teológicos que anulan la vigencia de los
textos restrictivos por la de los textos libradores. Es decir, 1Cor. 14.34 y 1Timoteo 2.13ss. ya no son
vigentes a causa de Hechos 2.16ss. y Gál.3.28. (b) Los argumentos ideológicos con los que el feminismo
exige que la iglesia sustituya la vigencia de los valores bíblicos con respecto a la convivencia de hombres
y mujeres por los del feminismo. (c) Argumentos pragmáticos que determinan el ministerio de las
mujeres a base de sus dones y de las necesidades evidentes de las iglesias y en las misiones.
La cuestión todavía es – después de estudiar la historia y luego el compromiso bíblico - sí la iglesia en el
siglo XXI, en el contexto de la emancipación de la mujer y su acceso completo a la vida pública con todos
los cambios sociales y jurídicos implicados, tiene que sujetarse a las instrucciones bíblicas o si tiene la
libertad o tal vez incluso la obligación de adaptarse a las tendencias culturales y sociales principales de
nuestro siglo. En todo caso, es una gran responsabilidad renunciar a estas instrucciones a causa de que
nuestra generación las niega y no aun las comprende. A la vez es una gran responsabilidad sujetarnos sin
más a ellas con implicaciones importantes para la iglesia. Podríamos tener la sensación que la iglesia con
una interpretación estricta de los textos se convertirá en un instituto anacrónico que obliga a hombres y
23
Agradezco a la psicóloga Ester Martínez por su comprensión bíblica y científica de la relación entre el hombre y la mujer.
21-25
*bc 30/07/11*- bc 20/06/11*bc 20/06/11*- bc 18/06/11*- bc 17/06/11*- bc 15/06/11*- bc 13/06/11*- bc 13/06/11*- bc 31/05/11*- bc 26/05/11*- bc 24/05/11*- bc 24/05/11*- bc 24/05/11*- bc 23/05/11*- bc 09/05/11-
mujeres a vivir en dos realidades, la del mundo actual y el de la iglesia. Sería un error incluso más grave
cuando este anacronismo en realidad no es el propósito de la Biblia.
Damos una respuesta a los tres argumentos para defender el ministerio de la mujer:
a) El argumento teológico nos obliga decidir el orden jerárquico de los valores bíblicos. Tradicionalmente
el orden jerárquico ha escondido la igualdad, pero ¿tenemos que permitir en nuestro tiempo que la
igualdad descubierta elimine la jerarquía? Resulta que ambas, tanto la igualdad como la jerarquía, son
parte de la creación (Génesis 1,2). El pecado crea una igualdad en sufrimiento y trasforma la jerarquía
creacional en una sujeción dolorosa. La salvación restaura y renueva la igualdad, que ahora es una
igualdad en Cristo y a la vez da sentido la jerarquía. El hombre, discípulo de Cristo es cabeza de la mujer
como Cristo es la cabeza de la iglesia.
Cuatro precisiones de detalles: (1) Hemos de comprender la palabra cabeza de la mujer en el sentido de
primero en responsabilidad y primero en servicio y sacrificio, porque los hombres deben amar a sus
mujeres, como Cristo amó a la iglesia entregando a si mismo por ella (Ef.5.25). (2) Los Códigos
Domésticos no dan al hombre en el matrimonio poder sobre la mujer, su cuerpo, sus propiedades y sus
relaciones sociales, sino lo comprenden como un pacto o un compromiso mutuo. En este pacto, el hombre
ama y representa a su mujer (véase 1Cor. 7.3-5,11,13-15), mientras que la mujer se sujeta
voluntariamente a su marido (Ef.5.22-24; Col.3.18; 1Pedro 3.1). La sujeción de la mujer libre y
voluntariamente a su marido y el amor del hombre en realidad son a causa del temor del Señor (Ef.5.21).
(3) En 1Cor. 11.3 Pablo emplea una cosmovisión en que las condiciones celestiales se reflejan en la tierra.
En el cielo el primer responsable es Dios. Cristo, aunque igual a Dios en la Santa Trinidad, tiene una
responsabilidad derivada y secundaria. En las relaciones humanas, el primer responsable es el hombre y la
mujer, aunque igual al hombre, tiene una responsabilidad derivada. (4) El apóstol Pedro resume la tensión
entre la libertad en Cristo y la sujeción a las instituciones y condiciones creacionales como libres pero no
teniendo la libertad (1Pedro 2.16). Hombres y mujeres son libres e iguales en Cristo pero no tienen la
libertad de actuar en contra de los valores básicos de la Torá que exigen que los hombres sean hombres y
mujeres y las mujeres mujeres, de modo que el hombre es la cabeza de la mujer.
b-) El feminismo con razón ha defendido la dignidad y el derecho propio de las mujeres. La iglesia
durante los siglos demasiadas veces ha despreciado a la mujer como inferior en el sentido moral e
intelectual. No obstante, el feminismo pierde su legitimidad cuando quiere librar a la mujer de su propio
destino como mujer, esposa y madre, como ayuda idónea y al hombre de su destino como cabeza de la
mujer. Además, el ministerio no se otorga a ninguno a causa de los dones que pueda tener– el uso de
Pablo de la palabra dones nos permite comprender también el género como don (véase 1Cor. 7.17ss.)–
sino a causa del llamamiento de Dios. Y esto significa que cualquiera que sube por otra parte en el redil
de las ovejas del Señor, es decir, sin legitimación del Señor mismo por su llamamiento auténtico a través
del Espíritu Santo y de la iglesia, ya sea hombre o mujer, ése es ladrón y salteador (Juan 10.1; Hech.
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*bc 30/07/11*- bc 20/06/11*bc 20/06/11*- bc 18/06/11*- bc 17/06/11*- bc 15/06/11*- bc 13/06/11*- bc 13/06/11*- bc 31/05/11*- bc 26/05/11*- bc 24/05/11*- bc 24/05/11*- bc 24/05/11*- bc 23/05/11*- bc 09/05/11-
13.2). Reclamar algún derecho para ejercer un ministerio – otra vez, siendo hombre o mujer – va en
contra de las ideas básicas del ministerio (véase 1Cor. 12.7: Ef.4.112,12).
c-) La iglesia durante los siglos ha limitado el ministerio de la mujer, pero a partir del siglo XVIII ha
valorado progresivamente, impresionada por los hechos, su aportación extraordinaria en las misiones, en
la enseñanza y en la diaconía. Ya vimos que en la mayoría de los casos es un cambio pragmático que no
podemos justificar por argumentos bíblicos.
Después de estas consideraciones llegamos a la conclusión principal del estudio: Resulta, a principios del
siglo XXI que el ministerio pastoral de la mujer no tiene base bíblica y que no se funda sobre ningún
consenso teológico de modo que – a pesar de ser mayoritario en partes de la iglesia – teológicamente es
una excepción. Y por ser el ministerio de la mujer una excepción teológica, hay y habrá siempre iglesias
que se orientan exclusivamente por las instrucciones de Pablo, prohibiendo radicalmente que enseñen o
que ejerzan autoridad, a veces pasando por alto los textos emancipadores. Otras, guardando la prioridad
del hombre en el ministerio, continúan y continuarán haciendo distinción pragmática – a veces artificial entre los ministerios institucionalizados reservados para los hombres, como la predicación, el pastorado y
la administración de los sacramentos, y ministerios semi-institucionalizados como la enseñanza a mujeres
y niños, las visitas a los ancianos y enfermos en los cuales pueden y deben participar las mujeres.
Finalmente hay y habrá iglesias que hacen caso omiso con argumentos teológicos y feministas a las
instrucciones de Pablo en 1Cor. 14.33ss. y 1Tim.2.11ss., dejándose llevar exclusivamente por los textos
emancipadores para permitir el servicio de la mujer en todos los ministerios. Con todo, no pueden
eliminar los textos restrictivos de la Escritura.
Hemos llegado a conclusiones importantes. Ahora, ¿bajo qué condiciones podemos permitir el ministerio
de la mujer que acabamos de comprender como una excepción? ¿Qué espacio hay para el ministerio
femenino comprendido como excepción teológica? Podemos dar otra vez una respuesta en tres partes:
(1) Los ejemplos en el Antiguo Testamento de mujeres ocupando ministerios excepcionales, en especial
el ejemplo de Débora, confirman cierta legitimidad teológica – si bien complicada - de lo excepcional,
siempre cuando podemos comprenderlo por la providencia de Dios y por la guía del Espíritu Santo.
(2) Decidimos leer las instrucciones apostólicas con respecto al ministerio de la mujer y comprender los
modelos del Nuevo Testamento como imperativos, pero resulta que no encontramos un modelo bíblico
definitivo. En realidad, observamos una tensión insoluble entre los textos restrictivos y los textos
emancipadores del Nuevo Testamento. También observamos que las instrucciones restrictivas de Pablo
no son completas y que su lógica no es de todo consistente. Con mucho cuidado podríamos comprender
esta dialéctica, que creemos de todo modo inspirada por el Espíritu Santo, como un espacio donde no todo
está decidido, cierto espacio para lo excepcional. En todo caso, un espacio en el cual tenemos que
orientarnos por la guía del Espíritu Santo. Hablando en términos bíblicos diría: tenemos que actuar con
23-25
*bc 30/07/11*- bc 20/06/11*bc 20/06/11*- bc 18/06/11*- bc 17/06/11*- bc 15/06/11*- bc 13/06/11*- bc 13/06/11*- bc 31/05/11*- bc 26/05/11*- bc 24/05/11*- bc 24/05/11*- bc 24/05/11*- bc 23/05/11*- bc 09/05/11-
sabiduría del Espíritu Santo donde las prescripciones bíblicas no son completamente consistentes o
definitivas – y la decisión de que es así ya es delicada.
(3) En todo caso, estamos convirtiendo en nuestro tiempo la excepción teológica del ministerio pastoral
de la mujer en una regla, porque tenemos la sensación que la situación socio-cultural contemporánea es
tan excepcional en comparación con la de los tiempos bíblicas, que ya no podemos cumplir literalmente a
las instrucciones de Pablo y que debemos escuchar el consejo de mujeres en la iglesia o incluso darles
autoridad formal. El futuro debe demostrar si el llamamiento de la mujer al ministerio que supone nuestro
tiempo, es realmente del Señor de la iglesia, que decide por quiénes quiere ser servido, o si es una
adaptación ilegítima al espíritu del tiempo, de que la iglesia tiene que arrepentirse. Otra vez digo: hemos
de tener una sensibilidad espiritual profunda, casi diría profética – tanto hombres como mujeres en la
iglesia – para saber a dónde nos lleva el Espíritu Santo en esta cuestión. Y para esto necesitamos, tanto
hombres como mujeres, paciencia y prudencia, humildad, abnegación y motivos honestos. También
puedo decirlo de esta manera: una iglesia que introduce la ordenación de la mujer, debe saber muy bien
que es guiada por el Espíritu Santo y las mujeres ordenadas deben saber muy bien también que son
llamadas por el Espíritu Santo. Tenemos que saber todos que estamos cumpliendo la voluntad de Dios.
Hemos decorado el estudio en dos partes sobre el ministerio de la mujer con las palabras de Débora, la
profetisa y juez, que se define a si misma como Madre en Israel. Mi pregunta al final es: ¿quiénes son
más necesarias en la iglesia de hoy, pastoras, mujeres ancianos, diaconisas ….. o mujeres que temen al
Señor, Madres en Israel? ¿O tal vez ya es una contradicción inadecuada?
Justificación y Bibliografía
El estudio histórico es una elaboración propia de material ofrecido por la obra enciclopédica de Ruth
Tucker y Walter Liefeld, Daughters of the church; Women and ministry from New Testament Times to
the present (Grand Rapids 1987). La visión expuesta en los estudios es el resultado de la investigación
exegética y teológica durante varios años de la antropología del Antiguo y Nuevo Testamento, en especial
en la Torá y los Códigos Domésticos en las cartas apostólicas. Influye en esta visión la práctica de la
Iglesia Protestante en los Países Bajos, la iglesia ecuménica de la cual somos miembros en el país de
origen, con su ministerio femenino y - en las partes más liberales – su nueva ética y la Iglesia Cristiana
Reformada de Mataró, que sirvo como pastor que no permite el ministerio de la mujer. Otra influencia
importante que quiero mencionar – si bien con un efecto opuesto al contenido del estudio - es el de un
estudio breve, no obstante intensivo de teología feminista durante el curso de máster en teología la
Universidad de Ámsterdam. De este curso menciono: Luise Schottroff, Lydias ungeduldige Schwestern,
Feministische Sozialgeschichte des frühen Christentums (Gütersloh 1996). La otra literatura que he
consultado para preparar el tema, aparte de los comentarios sobre los pasajes bíblicos, es: Hanna Lam y
Sienie Strikwerda, Leer mij de vrouwen kennen; Werkboek over feminisme en christendom (‘s
Gravenhage 1981); Martie Dieperink, God roept de vrouw, Over de plaats en de taak van de
christenvrouw (Kampen 1992); Anthony A. Hoekema, Created in God’s image (Grand Rapids, Michigan,
24-25
*bc 30/07/11*- bc 20/06/11*bc 20/06/11*- bc 18/06/11*- bc 17/06/11*- bc 15/06/11*- bc 13/06/11*- bc 13/06/11*- bc 31/05/11*- bc 26/05/11*- bc 24/05/11*- bc 24/05/11*- bc 24/05/11*- bc 23/05/11*- bc 09/05/11-
1997); Paul K. Jewett, El hombre como varón y hembra (Miami 1975); J.J. Schreuder, Dienen in huwelijk
en kerk (Bedum 2010); S. Stuart Park, ‘La figura de Eva en la eclesiología de Pablo’, Aletheia, nº 37
(1/2010); Pablo Wickham, ‘Cartas al director’, Aletheia, nº 38 (2/2010). David Burt, El ministerio de la
mujer (Estudio en la iglesia de Igualada).
Quiero añadir una historia que ha tenido gran influencia sobre mi visión del ministerio de la mujer en la
iglesia. Es la de la señora Margarita Antal, pastora de la Iglesia Reformada Húngara en Rumanía. Nació
en el año 1930 en una familia luterana, con raíces alemanas. Su padre fue pastor y luego catedrático en la
facultad de teología en Cluj, Rumanía. Durante la Segunda Guerra Mundial, la familia ayudó a judíos,
víctimas del holocausto propio rumano, pero en 1944, con la ocupación de Rumanía por los soviéticos, el
padre fue detenido y deportado a Siberia. Nunca volvió a casa. El régimen comunista que se instaló en el
año 1948, no permitió que Margarita, por ser hija de un pastor detenido, estudiase filología pero sí le
permitieron estudiar teología. En la universidad conoció a su marido, Sandor Antal. Después de acabar
los estudios, el marido fue llamado a servir las iglesias reformadas húngaras en el país y ella le acompañó
como la mujer del pastor. Y entonces estalló en octubre del año 1956 la revolución húngara contra la
ocupación soviética. El régimen comunista en Rumanía, para prevenir que la revolución se pasase a su
país, detuvo a toda la inteligencia de la minoría húngara, catedráticos, profesores, curas y pastores.
También el pastor Sandor Antal fue detenido y durante seis años trabajó como preso político en la delta
del Danube en condiciones inhumanas. Mientras tanto, su mujer sufrió su parte de la misma tragedia.
Murieron dos de sus cuatro hijos de hambre.
La iglesia reformada, igual que la luterana, estaba en estos años sin pastores y sin líderes. Solamente los
que estaban dispuestos a colaborar con el régimen continuaban. Y en estas condiciones, las iglesias
empezaron a permitir que las mujeres preparadas sirviesen como pastoras. La señora Margarita Antal fue
ordenada también y ejerció el ministerio pastoral hasta el año 1995 cuando se jubiló. Conocimos la pareja
en el año 1988 cuando participamos en el trasporte clandestino de Biblias y literatura cristiana a los países
del Este. Después de la caída del comunismo y después del fallecimiento del pastor Sandor Antal
mantuvimos el contacto con esta mujer, dolida profundamente por la vida, que no obstante había
aprendido: Ps 34:8 Gustad, y ved que es bueno es el Señor, dichoso el hombre que confía en él. Una
madre en Israel.
junio 2011, Bernard Coster
25-25
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