Este proyecto se propone investigar el desplazamiento del concepto

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Santiago Harispe
Resumen Proyecto de investigación
Este proyecto se propone indagar de qué manera operó el desplazamiento del
concepto de nacionalidad en la Argentina, entre finales de siglo XIX y principios del
XX. Primero a partir del debate que surgió entre los miembros de las élites y luego a
raíz de su incidencia en una serie de prácticas a las que he denominado "políticas de
nacionalidad".
El período concebido para la investigación oscila entre los años 1890 y 1930,
que es cuando se ha desplegado (y mutado) este nuevo discurso.
La perspectiva historiográfica elegida tomará prestadas herramientas, conceptos
y criterios para la investigación tanto de la Historia Política como de la Historia
Intelectual.
Por lo tanto, mi pesquisa deberá enfocar su lente tanto entre los discursos de los
protagonistas elegidos, como en el resultado de sus “políticas de nacionalidad” dada la
hipótesis que he puesto a prueba y que detallo a continuación: que en torno al año 1890
el discurso sobre la nacionalidad existente, en el vocabulario de las élites argentinas,
sufre un desplazamiento y se transforma su sentido dominante para pasar del racconto a
la prolepsis. Es decir, que el concepto de nacionalidad ya no invoca una necesidad de
pertenencia por vía de la genealogía, sino que su sentido se desplaza hasta ubicarse en
una herramienta biopolítica.
La razón por la cual ello sucede y que se constituye en el centro de gravitación
de esta hipótesis, es un tipo de experiencia intelectual muy específica: la experiencia de
la decadencia.
Tal experiencia que se cifra en la desesperanza típica del fin de siecle1 en una
forma muy peculiar de decadencia, ya ha sido estudiada en la historiografía occidental 2
y referido (no mucho más que ello) en el ámbito académico local y regional 3. No existe,
1
2
3
Weber, Eugen, Francia, fin de siglo. Madrid, Debate,1989
Chaunu, Pierre, Historia y decadencia. Barcelona, Juan Gernica, 1983
Por ejemplo en: Hale, Charles, Ideas políticas y sociales en América Latina. 1870-1930. En L. Bethell
(ed.) Historia de América Latina, tomo 8 (América Latina: cultura y sociedad, 1830-1930). Barcelona,
Crítica, 1991; Reggiani, Andres, Eugenesia y cultura física. Tres trayectorias históricas: Francia, Gran
Bretaña y Argentina. En: P. A. Scharagrodsky (comp.) Miradas médicas sobre la cultura física en
Argentina: 1880-1970. Buenos Aires, Prometeo, 2014, o Zimmermann, Eduardo, Los liberales
reformistas: la cuestión social en la Argentina, 1890-1916. Buenos Aires: Sudamericana/Universidad de
San Andrés, 1995.
sin embargo, investigaciones que anuden ambos conceptos para hurgar en las
implicancias acontecimentales de dicha experiencia en Argentina.
Porque además, según la hipótesis que guía la investigación, dicha experiencia
intelectual produjo como compensación, una serie de “políticas para la nacionalidad”
que redundaron en la puesta en marcha de
proyectos públicos (estatales y de la
sociedad civil) que buscaron reducir o revertir (según la concepción y los casos) los
efectos del clima de época.
Estas políticas, concebidas como verdaderos dispositivos4 para modelar una
nueva nacionalidad, tuvieron como objetivo central intervenir sobre el desarrollo físico
e intelectual de sus nuevas creaciones.
Centrados en el diagnóstico de la decadencia inminente del mundo y de los
valores occidentales, muchos miembros de las élites argentinas se lanzaron a la
elaboración de teorías pedagógicas, historiográficas e incluso de políticas públicas.
La inclusión de la situación argentina dentro del ideario occidental5 los ubicaba a
la vanguardia de las teorías que circulaban por Europa en aquellos años del fin de siecle.
Se dividían preferentemente en dos grupos: unos optaban por participar de las teorías
que centraban su diagnóstico pesimista en la degeneración racial y abrevaban sus
enunciados a partir del discursos de las nuevas ciencias sociales y del comportamiento;
otros, sin prescindir de lo dicho anteriormente, preferían centrar sus dictámenes en torno
a las teorías historiográficas, culturales o políticas en boga.
Para ambos grupos, sin embargo, se debían elaborar estrategias para frontar la
situación con cierta urgencia, y una de las soluciones que se hallaban a mano fue la de
elaborar “políticas para la nacionalidad”.
4
Según la definición de Castro: “podemos delimitar la noción foucaultiana de dispositivo como sigue: 1)
El dispositivo es la red de relaciones que se pueden establecer entre elementos heterogéneos: discursos,
instituciones, arquitectura, reglamentos, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos,
proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas, lo dicho y lo no-dicho. 2) El dispositivo establece la
naturaleza del nexo que puede existir entre estos elementos heterogéneos. Por ejemplo, el discurso puede
aparecer como programa de una institución, como un elemento que puede justificar u ocultar una práctica,
o funcionar como una interpretación a posteriori de esta práctica, ofrecerle un campo nuevo de
racionalidad. 3) Se trata de una formación que en un momento dado ha tenido por función responder a
una urgencia. El dispositivo tiene así una función estratégica”. Castro Edgardo, El vocabulario de Michel
Foucault, Buenos Aires, Prometeo - Universidad Nacional de Quilmes, 2004, p. 148
5
Como lo ha demostrado plenamente el trabajo citado de Hale Hale, Charles, Ideas políticas y sociales en
América Latina. 1870-1930. En L. Bethell (ed.) Historia de América Latina…
Por entonces, como se ha estudiado con anterioridad, las opciones de profilaxis
social iban desde la cultivación física hasta la eugenesia y aún, dentro de las diferentes
variantes, emergían nuevos matices que redundaban a veces en nuevas teorías 6.
Oscar Terán lo ha abreviado en el pesimismo de Miguel Cané7 que, como figura
trascendental de las letras de finales del siglo XIX ha expresado mejor que nadie el
desconcierto que experimentaron las élites intelectuales. Su figura bien puede ubicarse
en el segundo grupo indicado, aunque su inclinación por el nacionalismo liberal del fin
de siecle argentino es dudosa. Lo mismo podría decirse de otros miembros ilustres de
aquella generación (los Quesada; Wilde, etc). La razón de ello, es que, a mi juicio, se ha
entendido de manera errónea al fenómeno del nacionalismo en sus inicios y no se ha
podido percibir los desplazamientos del sentido que operaron entre la aparición del
“principio de nacionalidad 8” en el siglo XIX y los nacionalismos organizados en grupos
políticos del siglo XX. Tampoco se ha podido vislumbrar las convergencias, más allá de
sus matices, dentro del propio nacionalismo del siglo XIX y XX -que comúnmente se ha
dividido entre liberal y conservador o entre el modelo francés y el alemán.
Y es que como parte de la hipótesis de mi investigación, lo que intentaré
demostrar es que la nacionalidad de finales del siglo XIX y principios del XX se
concibió como una práctica –a la vez que un producto- de un nuevo sentido que la
Nación adquirió para todos los miembros de las élites, casi sin excepciones notables. Lo
que le daría una lógica de continuidad –aunque con matices obvios - a las políticas
implementadas durante la hegemonía roquista y la emergencia de los primeros grupos
nacionalistas organizados y orgánicos en la década de los años 209.
Las “políticas para la nacionalidad” que he mencionado previamente son, a mi
juicio, instrumentos de elaboración y experimentación de profilaxis social que centraron
su intervención de manera práctica, en dos esferas principales: una la ejercitación del
cuerpo de los nuevos ciudadanos; y otra, en la elaboración premeditada de un extenso
dispositivo de formación intelectual que centraba su explicación en la elaboración
política e historiográfica, no ya de una supuesta genealogía originaria, sino en la
6
Reggiani, Andres, Eugenesia y cultura física. Tres trayectorias históricas: Francia, Gran Bretaña y
Argentina…Op., Cit.
7
Por ejemplo en: Teran, Oscar, Historia de las ideas en la Argentina: diez lecciones iniciales. Buenos
Aires: Siglo XXI, 2010, pp. 109-126
8
El término lo usa Hobsbawm para describir la situación de las ideas nacionales en Europa entre 1830 y
1870, pero bien puede aplicarse con alguna asincronía al caso argentino.
9
La genealogía de los primeros grupos de nacionalistas argentinos ha sido clasificada entre otros, por
ejemplo, por Devoto y Barbero con cierta eficacia, pero carece de actualización. Devoto Fernando y
Barbero María Ines, Los nacionalistas, (1910-1932), Buenos Aires, CEAL, 1983
concreción de un destino promisorio. Las vías para lograrlo fueron las nuevas
asociaciones dedicadas a la cultivación del cuerpo y el espíritu. Es decir, aquellas en las
que oscilaban sus objetivos entre la actividad lúdica y la acción premeditada. En todas
ellas, casi siempre el tópico de la nacionalidad aparecía como subsidiario, aunque nunca
dejaba de estar presente.
En todos los casos, además, los miembros de las élites argentinas debatían sobre
los modelos a seguir. Porque como intentaré demostrar, el nacionalismo naciente a
finales del siglo XIX en la Argentina no tuvo características telúricas como se ha
insistido10 aunque sí lo tuvieran sus recursos narrativos. Tampoco nació como una
forma trasatlántica de fascismo en los años veinte como ha intentado demostrar
Finkelstein11.
Según mi hipótesis de trabajo, la nacionalidad fue un tema de debate primordial
entre los miembros de las élites argentinas desde finales del siglo XIX y no una
preocupación de algunos miembros hispanófilos con el cambio de siglo. De hecho,
según intentaré demostrar, lo que realmente importaba en los términos del presente
debate no eran los recursos narrativos sino los modelos a elegir 12.
Con el transcurso de los años lo que sí se verifica es un acendramiento del
sentido desplazado y una intensificación de los dispositivos y “políticas para la
nacionalidad”, pero no un surgimiento ex novo de grupos nacionalistas.
Captar el significado y el descentramiento del concepto de nacionalidad en el
transcurso de los cuarenta años que median entre 1890 y 1930, tanto en su nivel
discursivo como en su práctica política servirá, si es que la hipótesis sugerida se
manifiesta satisfactoria, para: entender y resignificar el lugar que ocuparon las élites en
la concreción de la Argentina moderna, en un sentido global más allá de sus matices;
reescribir y dotar de nueva periodización al incipiente nacionalismo argentino tanto en
relación al fascismo como a sus variantes conservadores o eclesiásticas; y finalmente,
para resituar bajo los criterios actuales el debate sobre el lugar que ocuparon las
practicas asociativas en la formación de la Argentina.
10
Por ejemplo como lo hace Shuway Nicolás, La invención de la Argentina, Buenos Aires, Emece, 2002
Finchelstein Federico, Fascismo trasatlántico. Ideología, violencia y sacralidad en Argentina y en
Italia, 1919-1945, Buenos Aires, FCE, 2010
12
Como bien lo ha esbozado el libro de Lilia Bertoni, Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. Buenos
Aires: Fondo de Cultura Económica, 2007
11
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