escuela española

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ESCUELA
1º de agosto 2014
EN ESTA EDICIÓN
Homenaje a Delmira
Agustini.........pp.1-2
ESPAÑOLA
boletín #6
Middlebury, VT
Homenaje a Delmira Agustini (Uruguay, 1886-1914)
“Me casé con mi asesino”
Lunes 4, 8:30pm (MBH 216)
Homenaje a Gabriel
García Márquez..pp.3-4
Julia de Burgos........p.5
Cartelera....................p.6
Anuncios................pp. 6-7
Sección estudiantes..p.7
Calendario.................p. 8
Participan: Malena Armstrong; Eduardo Espina,
Stephen Fiorelli, Andrés González, Ainaka Luna, Megan Stewart, Señorita G. Thomas, y Doug Williams.
En la historia de la literatura hispana, la figura de
Delmira Agustini no llegó como un huracán. Fue
más bien un tornado de alta intensidad. Los huracanes pueden pronosticarse con varios días, semanas incluso, de antelación. Los tornados, en cambio,
llegan de improviso, sin decir agua va, y arrasan
con todo lo que encuentran a su paso. Dejan desnuda a la intemperie. Agustini vino de la nada y llegó
a todo. Con esa mezcla perfecta (que un gran escritor debe tener) de genio, originalidad, inteligencia
y locura, la poeta nacida en Montevideo inventó a
contramano una escritura liberadora, justo donde
comenzaban a emerger en el horizonte literario las
primeras ruinas del Modernismo. Rubén Darío la
admiró, seguramente por haber comprobado, como
sagaz lector que fue, que Agustini había traído aires
renovadores al legado inevitable de la poesía escrita
en Hispanoamérica posterior a 1880.
Delmira Agustini situó a la poesía en un camino que aún no había sido recorrido, en el cual el
cuerpo, el deseo y la sexualidad transitaban juntos,
libres, sin prejuicios, casi felices. El camino era el
destino. Delmira fue en ese aspecto, una visionaria. Ni siquiera en la poesía estadounidense había
por ese entonces voces tan arriesgadas, animadas a
decir sin temor al qué dirán. Agustini se dio cuenta,
cuando había que darse cuenta, que ya era hora de
quemar de una vez por todas las máscaras modernistas de raigambre romántica y dejar que el cuerpo
se expresara sin los maquillajes de la pacatería, que
hablara tal como le diera la gana, con la libertad
que la época moderna luego institucionalizaría en
forma celebratoria. ¿Hacia dónde hubiera ido esa
obra poética tan poderosa, exclusiva y extraordinaria, de no haber sido truncada la vida de la poeta
por las balas de su marido, convertido en asesino de
matiné? Difícil llegar a una conclusión, aunque los
poemas póstumos, reunidos por el padre de Agustini, permiten verificar la aparición de un discurso
poético inédito, escandaloso para la época, iniciático y pionero. A una mujer que vivió apenas 27 años,
la literatura en nuestro idioma le debe la conquista
de un espacio de libertad sin requisitos (ni tampoco
instrucciones de uso), que Agustini anticipó como
diciendo, “ahí les dejo unos poemas míos, escritos
sin miedo ni pudor, tal como a partir de ahora deberá escribirse la poesía moderna”.
Todo en la vida de Agustini (nacida en Montevideo, Uruguay, el 24 de octubre de 1886) fue breve: su
vida, su obra (solo publicó tres breves libros: El libro
blanco, 1907, Cantos de la mañana, 1910, y Los cálices vacíos, 1913), su matrimonio. Conoció el infierno
terrenal al casarse con Enrique Job Reyes, hombre
adinerado y celoso, quien el lunes 6 de julio de 1914
le disparó por la espalda dos balazos, mientras la
poeta se estaba vistiendo. Delmira no murió a medias, aunque solo pudo terminar de ponerse una de
las medias. Las fotografías de los diarios de la época así la presentan: semivestida, tirada en el piso,
ensangrentada, y con la cabeza hecha pedazos. Extrañamente, sobre el caso policial más famoso de
la literatura latinoamericana nunca se ha hecho
todavía una película. Un año antes de su muerte,
en septiembre de 1913, al mes de haberse casado,
Agustini abandonó a su marido, argumentando,
según le dijo a su madre, que yo no podía tolerar
“tanta vulgaridad”.
El diario de una esposa desesperada, sin embargo, aún no había terminado. Faltaba el final.
Sería la posdata de una telenovela demasiado real
como para tener un final feliz. En el escaso tiempo
de convivencia que tuvieron, Job Reyes, hombre sin
paciencia, solía llamarla “atorranta”, pues su hermosa mujer pasaba horas leyendo y escribiendo.
Poco tiempo le bastó a Agustini para constatar que
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estaba conviviendo con un tipo artero, mediocre y violento. Un
monstruo hogareño, de los que hay. Sin embargo, por razones
aún confusas, ambos siguieron viéndose de manera regular y
manteniendo relaciones sexuales a escondidas de sus familias,
en un apartamento del Centro alquilado por el ex marido y donde
el fin les llegó, un día frío, típico de los largos inviernos montevideanos, cuando hasta la muerte se siente triste.
Eduardo Espina
Tu vida viuda enjoyará aquel día...
Mi nostalgia ha pintado tu perfil Wagneriano
Sobre el velo tremendo de la ausencia.
Un alma
Y lo más raro del caso es que protesto de sus palabras y en el fondo tal vez le doy la razón. Es cierto, yo no he sido absolutamente sincera con V. Pero piense V. que hay sinceridades difíciles.
Ese ligerísimo velo artístico era casi necesario… Piense V. que yo
debo adivinar y decir.
Bajo los grandes cielos
Afelpados de sombras o dorados de soles,
Arropada en el manto
Pálido y torrencial de mi melancolía,
Con una astral indiferencia miro
Pasar las intemperies...
Ceños
De los reconcentrados horizontes;
Aletazos de fuego del relámpago;
Deshielo de las nubes;
Fantásticos tropeles
Desmelenados de los huracanes;
Pórticos esmaltados de los iris,
Abiertos a las fúlgidas bonanzas:
Pasad!... Yo miro indiferente y fija,
Indiferente y fija como un astro!
A lo lejos
Tu vida viuda enjoyará aquel día...
En la gracia silvestre de la aldea
Era una llaga tu perfil arcano;
Insólito, alarmante sugería
El esmalte de espléndida presea
Sobre un pecho serrano.
Por boca de la abierta ventana suspiraba
Toda la huerta en flor, era por puro
Toda la aldea el cuarto asoleado;
¿Recuerdas?... Sobre mí se proyectaba,
Más mortal que tu sombra sobre el muro,
Tu solemne tristeza de extraviado...
Tus manos alargadas de tenderse al Destino,
Todo palidecidas de amortajar quimeras,
Parecían tocarme de muy lejos...
Tus ojos eran un infinito camino
Y crecían las lunas nuevas de tus ojeras;
En solo un beso nos hicimos viejos...
— ¡Oh beso!... flor de cuatro pétalos... dos de Ciencia
Y dos iluminados de inocencia…
El cáliz una sima embriagante y sombría...
Por un milagro de melancolía,
Mármol o bronce me rompí en tu mano
Derramando mi espíritu, tal un pomo de esencia.
Carta de amor de Delmira*
Su carta me ha hecho casi más mal que su silencio. Yo creía que
V. me interpretaba mejor. Estoy cierta de no haberle dicho en
mi arabesco literario una sola cosa que no fuera verdad, y que no
fuera, eso sí, más pálida que la verdad. Piense V. que todo lo que yo le he dicho y le digo se podría condensar en dos palabras. En dos palabras que pueden ser las más
dulces, las más simples, o las más difíciles y dolorosas… Piense
V. que esas dos palabras que yo pude en conciencia decirle al otro
día de conocerlo, han debido ahogarse en mis labios ya que no
en mi alma. Para ser absolutamente sincera yo debí decirlas; yo
debí decirle que V. hizo el tormento de mi noche de bodas y de mi
absurda luna de miel… Lo que pudo ser a la larga una novela humorística, se convirtió en tragedia. Lo que yo sufrí aquella noche
no podré decírselo nunca. Entré a la sala como a un sepulcro sin
más consuelo que el de pensar que lo vería. Mientras me vestían
pregunté no sé cuántas veces si había llegado. Podría contarle todos sus gestos de aquella noche… La única mirada conciente que
tuve, el único saludo inoportuno que inicié fueron para V. Tuve
un relámpago de felicidad. Me pareció un momento que V. me
miraba y me comprendía.
Que su espíritu estaba bien cerca del mío entre toda aquella gente
molesta. Después, entre besos y saludos, lo único que yo esperaba
era su mano. Lo único que yo deseaba era tenerle cerca un momento. El momento del retrato… Y después, sufrir, sufrir hasta
que me despedí de V. Y después sufrir más, sufrir lo indecible…
V. sin saberlo sacudió mi vida. Yo pude decirle que todo esto era en
mí nuevo, terrible y delicioso. Yo no esperaba nada, yo no podía esperar nada que no fuera amargo de este sentimiento, y la voluptuosidad más fuerte de mi vida ha sido hundirme en él. Yo sabía que
V. venía para irse dejándome la tristeza del recuerdo y nada más.
Y yo prefería eso, y prefiero el sueño de lo que pudo ser a todas
las realidades en que V. no vibre. Yo debí decirle todo eso, y más,
para ser absolutamente sincera. Pero, entre otras cosas, he tenido miedo de descubrirme muy en el fondo, una de esas pobres
almas débiles enteramente rendidas al amor. Imagine V. esa miseria frente a su sonrisa un poquito irónica de poderoso… Y yo,
que he sabido sonreír tan irónicamente como V.…
Ya está dicho. Si después de todo esto vuelve V. a acusarme de
engañadora y sutil, yo lo acusaré simplemente de mal intérprete
sentimental. Nunca le acusaría de nada peor. Ni esperaría a que
la brisa de primavera me trajera perfumes de allá para escribirle
sin saber por qué. Y conste que me siento íntimamente herida.
Delmira
*Manuel Ugarte (1875-1951), fue un poeta argentino, militante socialista, de gran prestigio internacional en las dos primeras décadas del siglo XX. Era,
según comentarios de la época, un hombre atractivo y seductor, un dandy. Agustini sintió una gran pasión por él, y le envió varias cartas, las cuales
en su gran mayoría fueron quemadas por la esposa de Ugarte. La presente carta fue escrita en febrero de 1914.
Escuela Española | 3
Homenaje a Gabriel García Márquez (Colombia, 1927-2014)
Jueves 7, 8:30pm (MBH 220)
Gabriel García Márquez fue un escritor, novelista, cuentista, guionista, editor y periodista colombiano. En 1982 recibió el Premio Nobel de Literatura. Nació en Aracataca (Magdalena), el 6 de marzo de
1927 y creció al lado de sus abuelos maternos, ya que su padres, el
telegrafista Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez, se fueron a vivir a la población de Sucre, donde don Gabriel Eligio montó
una farmacia y tuvieron a la mayoría de sus once hijos.
Está relacionado de manera inherente con el realismo mágico
y su obra más conocida, la novela Cien años de soledad, es considerada una de las más representativas de este género literario. Entre
los temas destacados están la soledad, la infancia, la nostalgia,
conflictos políticos, la violencia, el amor, la muerte, la naturaleza
y costumbres de la geografía caribeña.
Entre su prolífica obra literaria, se destacan: La hojarasca (1955), El coronel no tiene quien le escriba (1961), La mala hora
(1962), Cien años de soledad (1967), El general en su laberinto (1989),
Doce cuentos peregrinos (1992), Noticia de un secuestro (1996), Del
amor y otros demonios (1994), Memoria de mis putas tristes (2004)
y Yo no vengo a decir un discurso (2010).
La soledad de América Latina
Discurso de aceptación del Premio Nobel 1982
Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su
paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que
sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que
había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin
patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y
otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y
orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de
caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.
Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los
gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el
testimonios más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los Cronistas de Indias nos legaron otros incontables. Eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según
la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna
Juventud, el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante
ocho años el norte de México, en una expedición venática cuyos
miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los
600 que la emprendieron. Uno de los tantos misterios que nunca
fueron descifrados, es el de las once mil mulas cargadas con cien
libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para pagar
el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde,
durante la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores
nos persiguió hasta hace poco tiempo. Apenas en el siglo pasado
la misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril
interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era
viable con la condición de que los rieles no se hicieran de hierro,
que era un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.
La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la
demencia. El general Antonio López de Santana, que fue tres veces
dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles.
El general García Moreno gobernó al Ecuador durante 16 años como
un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de
gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial.
El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de
El Salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil
campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina. El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de
Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada
en París en un depósito de esculturas usadas.
Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo,
el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En
las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las
noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de
hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin
se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas
murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos
sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la
dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes
de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios
lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían
antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en
Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la
represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas
mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas,
pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por
las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así
han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos
países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un
millón 600 mil muertes violentas en cuatro años.
De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón
de personas: el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación
minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador
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ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país
que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de
América latina, tendría una población más numerosa que Noruega.
Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su
expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que
vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables
muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y
nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas
las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle
muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha
sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble
nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.
Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos
de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de
este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias
culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara
con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la
vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad
propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para
ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos
sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez
menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable
sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si
recordara que Londres necesitó 300 años para construir su primera
muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en
las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey
etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los
pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos
y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de
fortuna. Aún en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a
sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y
pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.
No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger, cuyos sueños de unión entre un norte casto y un sur apasionado exaltaba
Thomas Mann hace 53 años en este lugar. Pero creo que los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una
patria grande más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La solidaridad con
nuestros sueños no nos haría sentir menos solos, mientras no se
concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman
la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo.
América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental.
No obstante, los progresos de la navegación que han reducido
tantas distancias entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural. ¿Por qué la
originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos
niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los
europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede
ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos
en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares
y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil
leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron
las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro
destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo.
Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.
Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono,
nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las
hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a
través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja
tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se
acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos que de
defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada año la población de Nueva York. La mayoría
de ellos nacen en los países con menos recursos, y entre éstos,
por supuesto, los de América Latina. En cambio, los países más
prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción
como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos
que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos
que han pasado por este planeta de infortunios.
Un día como el de hoy, mi maestro William Faullkner dijo en
este lugar: “Me niego a admitir el fin del hombre”. No me sentiría
digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia
plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años
es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante
esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que
todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía
no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía
contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie
pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras
sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes
condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre
una segunda oportunidad sobre la tierra.
Agradezco a la Academia de Letras de Suecia el que me haya
distinguido con un premio que me coloca junto a muchos de quienes orientaron y enriquecieron mis años de lector y de cotidiano
celebrante de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir.
Sus nombres y sus obras se me presentan hoy como sombras tutelares, pero también como el compromiso, a menudo agobiante,
que se adquiere con este honor. Un duro honor que en ellos me
pareció de simple justicia, pero que en mí entiendo como una
más de esas lecciones con las que suele sorprendernos el destino,
y que hacen más evidente nuestra condición de juguetes de un
azar indescifrable, cuya única y desoladora recompensa, suelen
ser, la mayoría de las veces, la incomprensión y el olvido.
Es por ello apenas natural que me interrogara, allá en ese trasfondo secreto en donde solemos trasegar con las verdades más
esenciales que conforman nuestra identidad, cuál ha sido el sustento constante de mi obra, qué pudo haber llamado la atención de una
manera tan comprometedora a este tribunal de árbitros tan severos. Confieso sin falsas modestias que no me ha sido fácil encontrar
la razón, pero quiero creer que ha sido la misma que yo hubiera
deseado. Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. A la poesía por cuya virtud el inventario
abrumador de las naves que numeró en su Iliada el viejo Homero
está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poesía que sostiene, en el delgado
andamiaje de los tercetos del Dante, toda la fábrica densa y colosal
de la Edad Media. La poesía que con tan milagrosa totalidad rescata
a nuestra América en las Alturas de Machu Pichu de Pablo Neruda el
grande, el más grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. La poesía, en fin, esa energía secreta
de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia
el amor y repite las imágenes en los espejos.
En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor
fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato
de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus
virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los
sordos poderes de la muerte. El premio que acabo de recibir lo
entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de
que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos
ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas,
Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía. Muchas gracias.
Escuela Española | 5
Julia de Burgos (Puerto Rico, 1914-1953)
Poeta, maestra y dramaturga. Su obra poética narra las excepcionales circunstancias de su vida y se caracteriza por la manera de
proyectar los problemas de la mujer de su tiempo. Se publicaron tres
colecciones de poemas: Poema en veinte surcos (1938) y Canción de la
verdad sencilla, y el libro póstumo, El mar y tú, y otros poemas (1954).
A Julia de Burgos
Ya las gentes murmuran que yo soy tu enemiga
porque dicen que en verso doy al mundo mi yo.
Mienten, Julia de Burgos. Mienten, Julia de Burgos.
La que se alza en mis versos no es tu voz: es mi voz
porque tú eres ropaje y la esencia soy yo; y el más
profundo abismo se tiende entre las dos.
Tú eres fría muñeca de mentira social,
y yo, viril destello de la humana verdad.
Tú, miel de cortesana hipocresías; yo no;
que en todos mis poemas desnudo el corazón.
Tú eres como tu mundo, egoísta;
yo no; que en todo me lo juego a ser lo que soy yo.
Tú eres sólo la grave señora señorona; yo no,
yo soy la vida, la fuerza, la mujer.
Tú eres de tu marido, de tu amo; yo no;
yo de nadie, o de todos, porque a todos, a
todos en mi limpio sentir y en mi pensar me doy.
Tú te rizas el pelo y te pintas; yo no;
a mí me riza el viento, a mí me pinta el sol.
Tú eres dama casera, resignada, sumisa,
atada a los prejuicios de los hombres; yo no;
que yo soy Rocinante corriendo desbocado
olfateando horizontes de justicia de Dios.
Tú en ti misma no mandas;
a ti todos te mandan; en ti mandan tu esposo, tus
padres, tus parientes, el cura, el modista,
el teatro, el casino, el auto,
las alhajas, el banquete, el champán, el cielo
y el infierno, y el que dirán social.
En mí no, que en mí manda mi solo corazón,
mi solo pensamiento; quien manda en mí soy yo.
Tú, flor de aristocracia; y yo, la flor del pueblo.
Tú en ti lo tienes todo y a todos se
lo debes, mientras que yo, mi nada a nadie se la debo.
Tú, clavada al estático dividendo ancestral,
y yo, un uno en la cifra del divisor
social somos el duelo a muerte que se acerca fatal.
Cuando las multitudes corran alborotadas
dejando atrás cenizas de injusticias quemadas,
y cuando con la tea de las siete virtudes,
tras los siete pecados, corran las multitudes,
contra ti, y contra todo lo injusto y lo inhumano,
yo iré en medio de ellas con la tea en la mano.
Yo misma fui mi ruta
Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes,
y mis pies planos sobre la tierra promisoria
no resistían caminar hacia atrás,
y seguían adelante, adelante,
burlando las cenizas para alcanzar el beso
de los senderos nuevos.
A cada paso adelantado en mi ruta hacia el frente
rasgaba mis espaldas el aleteo desesperado
de los troncos viejos.
Pero la rama estaba desprendida para siempre,
y a cada nuevo azote la mirada mía
se separaba más y más y más de los lejanos
horizontes aprendidos:
y mi rostro iba tomando la expresión que le venía de adentro,
la expresión definida que asomaba un sentimiento
de liberación íntima;
un sentimiento que surgía
del equilibrio sostenido entre mi vida
y la verdad del beso de los senderos nuevos.
Ya definido mi rumbo en el presente,
me sentí brote de todos los suelos de la tierra,
de los suelos sin historia,
de los suelos sin porvenir,
del suelo siempre suelo sin orillas
de todos los hombres y de todas las épocas.
Y fui toda en mí como fue en mí la vida…
Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes;
cuando ya los heraldos me anunciaban
en el regio desfile de los troncos viejos,
se me torció el deseo de seguir a los hombres,
y el homenaje se quedó esperándome.
¡Enhorabuena!
Rachel Payne y Ana Cecilia Lara han defendido exitosamente
sus disertaciones del DML (Doctorado en Lenguas Modernas):
Rachel Payne
“La reinvención de la mujer histórica: el Bildungsroman en las
(auto) biografías noveladas de Allende, Belli, Esquivel y Mujica”.
Ana Cecilia Lara
“Guerra y violencia en El Salvador. Su percepción en la obra de
escritoras salvadoreñas contemporáneas”.
Nos enorgullecemos de este gran logro y felicitamos
efusivamente a nuestras nuevas doctoras.
6 | Escuela Española | 1º de agosto 2014
3
2
SÁBADO
DOMINGO
¿emergencia?
CON LA PATA
QUEBRADA
Diego
Galán
Documental
España
2013
83
minutos
Tomando fragmentos de 180 películas españolas de ficción y documentales, Galán
sigue la evolución de la imagen de la mujer en el cine español desde los años 30 del
siglo pasado hasta la actualidad.
6
MIÉRCOLES
A LA SOMBRA
DE LA CRUZ
Alessandro
Pugno
Documental
Italia
2013
Alejandro
Amenábar
2014
Si quieres participar en
el Cabaret el sábado 9 de agosto,
comunícate con Cristina Ruiz-Poveda:
[email protected]
Drama
España
2004
125
minutos
Ramón (Javier Bardem) lleva casi treinta
años postrado en una cama al cuidado de
su familia. Su única ventana al mundo es
la de su habitación, que da al mar, donde
sufrió el accidente que interrumpió su juventud. Desde entonces, su único deseo es
morir dignamente. En su vida ejercen una
gran influencia dos mujeres: Julia (Belén
Rueda), una abogada que apoya su causa, y
Rosa (Lola Dueñas), una vecina que intenta convencerlo de que vivir merece la pena.
Pero también ellas, cautivadas por la luminosa personalidad de Ramón, se replantearán los principios que rigen sus vidas.
Él sabe que sólo quien de verdad le ame le
ayudará a emprender el último viaje.
En caso de emergencia:
Este fin de semana (1, 2 y 3 de agosto)
se puede llamar a:
Roberto Véguez (802) 734-7239
[email protected]
oa
Sofi Zambrano (802) 458-5326
[email protected]
Además, siempre se puede llamar a
Public Safety (802) 443-5911,
a todas horas, incluso
en fines de semana.
8
VIERNES
73
min
No muy lejos de Madrid se encuentra el Valle
de los Caídos. El sitio continúa siendo el símbolo de un conflicto que aún no está resuelto en el seno de la sociedad española. Bajo la
cruz yacen 35.000 víctimas de la Guerra Civil
española, mientras alrededor de 50 niños van
a la escuela en el mismo recinto. Los niños
reciben una educación que intenta desesperadamente resistirse a la secularización y la
influencia de la ciencia que caracterizan a la
España contemporánea y a la sociedad global.
Cabaret
MAR ADENTRO
BLANCANIEVES
Pablo
Berger
Drama
España
2012
104
minutos
Esta película muda es una versión libre, de
carácter gótico, del popular cuento de los
hermanos Grimm, que ha sido ambientada en España durante los años 20. Blancanieves es Carmen, una bella joven con una
infancia atormentada por su terrible madrastra Encarna. Huyendo de su pasado,
Carmen emprenderá un apasionante viaje
acompañada por sus nuevos amigos: una
troupe de Enanos Toreros.
Ganadora de 10 Goyas (de 18 nomimnaciones) a Mejor película, Guión original,
Dirección artística, Dirección de fotografía, Diseño de vestuario, Canción original,
Música original, Maquillaje y/o peluquería, Actriz revelación e Interpretación Femenina Protagonista.
La hija de
Rappaccini.
Paz en su
laberinto.
teatro
Viernes 1, 8:30 pm
Teatro Wright
Escuela Española | 7
Sección del estudiante
A partir de una viñeta del ilustrador argentino Quino, Ari Anisfeld
estudiante de nivel 2 de la clase de escritura, redactó la siguiente composición:
La respiración
Debajo de la oscuridad de la noche, por una ventana abierta, un
mosquito entró en la habitación del Señor Javier Gael Garzón,
músico de primera. Había solo un concertista que tocaba la tuba
en la orquesta nacional y era el Señor Garzón. Él se correspondía
con el instrumento: ambos eran grandes y tenían la habilidad de
transformar el aire en música. Además, los pulmones de Garzón
podían contener aire suficiente para tocar treinta y dos compases a paso lento.
El mosquito le sonrió a su nuevo amigo sabroso y se sentó en
la cabeza del músico. Estaba listo para comer. De la oreja gorda
de Javier Garzón, con una picadura pequeña, el mosquito chupó
más que la sangre roja. En la trompa, el mosquito tomó con gusto un regalo para luego transmitirlo a otra víctima desconocida.
El mosquito huyó detrás de la ventana. Afuera la luna brillaba
y las estrellas quedaban fosforescentes en el cielo negro. Él volaba
por la ciudad, cuando olfateó a la abuelita Doña Isabela Núñez durmiendo en su cama individual. La Doña tenía un rostro largo, con
arrugas y una nariz que ocupaba la mitad de la cara. En sus arrugas, se podía ver un fantasma de su vida duradera. Aquí podíamos
ver una reminiscencia de los años difíciles cuando tuvo que trabajar en el campo. Frunció el ceño cada día en esos años amargos .
Pero, su cara expresaba épocas más alegres: allí, viajes a la playa
con sus primos y, allá, todos los chistes y risas con su hijo.
Mientras dormía, sus respiros hacían ruidos pequeños como
el sonido de un mar lejano. A pesar del zumbido del mosquito,
no se movió de sitio. Mientras la abuelita Isabela soñaba con el
primer beso cuando tenía solo 17 años, el mosquito se posó en la
nariz maravillosa y cedió el regalo del Señor Garzón.
A la mañana siguiente, como siempre, el sol amaneció y, con
él, la abuelita Doña Isabela Núñez. Se sentía fresca y estaba lista
para el nuevo día. Se sentó un momentito para acordarse de sus
sueños. Como la mayoría de los días, la abuelita Doña Isabela
Núñez bajó de las nubes y pasó a la cocina para preparar el té.
Encendió el fósforo de madera y prendió la estufa que siempre le recordaba el fogón de su madre cuando ella era joven y
vivía en el pueblito encima de las colinas verdes. A Isabela le
gustaba el fuego abierto, pensaba que las estufas eléctricas eran
feas y dañinas. Además, siempre se relajaba soplando la llama
del fósforo. Doña Isabela, la abuelita, levantó el fósforo hacia la
boca y respiró profundamente para apagarlo.
-¡Fúuuuuh! – sopló con la fuerza de la mañana.
¡Y qué fuerza! Su exhalación salió de sus pulmones tan fuerte
como la orquesta sinfónica. ¡Qué increíble! El aire de su respiración tuvo la velocidad de un huracán. Ninguna bolsita de té quedó en su lugar. Todas las tazas y todos los vasos se rompieron.
Se cayó la leche en el lavaplatos mientras el azúcar cubría por
completo la escena.
La abuelita Doña Isabela quedó en un estado de choque. Ella
quiso respirar otra vez tan fuerte, pero su aire se movió despacio. No podía molestar ni siquiera a una mosca. Su poder fue
pasajero. Suspiró.
El regalo del Señor Javier Gael Garzón que le había dado el
mosquito ya se había acabado.
©Quino
Danza
Lotería de
Rayuela
Martes 5, 8:30 pm
MCA 110
8 | Escuela Española | 1º de agosto 2014
SEMANAL
LUNES
Y
MIÉRCOLES
de
MARTES
Y
A
VIERNES
Coro: 1:00-1:40pm
(MDC Chapel)
JUEVES
Danza Moderna: 3:00-6:00pm
(MCA 110)
Voleibol: 5:00-6:00pm
(detrás de Milliken)
Fútbol: 5:00-6:00pm
(Cancha detrás del gimnasio)
Clínica de pronunciación: 5:45-6:30pm
(MBH 303)
Clínica de escritura graduados:
5:30-6:40pm (M-Sotano MBH), (J-Ross 3)
viernes
LUNES
Teatro: 3:00-7:00pm
(SDL ILC2/Sótano de Sunderland)
La hija de Rappaccini/ Paz en su laberinto
8:30pm (Teatro Wright)
1
sábado
2
Zumba: 5:00-6:00pm (Coltrane)
Película: Con la pata quebrada
8:30pm (MBH 220)
Partido Voleibol vs (Por confirmarse)
4:00pm (Campo Forrest 2)
Película: Mar adentro
8:30pm (MBH 220)
domingo
3
lunes
4
Estrategias para com. oral: 5:00-6:00pm (Ross 3)
martes
Radio: 3:00 pm 91.1 FM
5
Salsa: 5:30-6:30pm (Coltrane)
Jota Castellana: 3:00-4:00pm (Coltrane)
Tango: 5:00-6:00pm (Coltrane)
Tertulia 5:00-6:00pm (Ross 3)
Club de intercambio pedagógico:
6:00-7:00pm (Coltrane)
Homenaje a Delmira Agustini
8:30pm (MBH 220)
Reunión de orientación para
estudiantes de DML 2:30-4:30pm (MBH 219)
Danza Moderna: Lotería de Rayuela
8:30pm (MCA Dance Studio)
miércoles
6
Entre Amigos: 2:30-3:30pm (Ross 3)
Club del Quijote: 2:30-3:30pm (Coltrane)
Cocina: 5:00-7:00pm (Casa Bowker)
Película: A la sombra de la cruz
8:30pm (MBH 220)
jueves
7
Club de cine principiantes
2:30-4:30pm (MBH 219)
Zumba: 5:30-6:30pm (Coltrane)
Homenaje a Gabriel García Márquez
8:30pm (MBH 220)
VIERNES
8
Película: Blancanieves
8:30pm (MBH 220)
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