En el Parlamento - Foro Fundación Serrano Suñer

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5. En el Parlamento
Con el gobierno que Lerroux forma el 19 de diciembre de 1933, comienza
el período que la izquierda española denomina "bienio negro", fase ésta en que
el radicalismo dialéctico ya no será privativo de las minorías politizadas, sino
que trascenderá, merced a una tenaz propaganda, a unas masas cada vez más
enardecidas.
En una primera etapa, apoyados los radicales por la CEDA, la
inestabilidad política no tarda en aflorar como consecuencia, por un lado, de la
estructura del Parlamento y, de otro, por la desconfianza que siente la izquierda
hacia el tibio republicanismo de la derecha. Refiriéndose a la actitud que
mantienen ante el nuevo régimen los dirigentes de la CEDA, dirá Mendizábal
Villalba que estos se expresaban en términos "de sumisión, de respeto, de
deferencia, con ciertos matices que se perdían en los repliegues de la intención y
con imperceptibles restricciones mentales"1. Pero esta confusa posición no será
extensiva a todos los diputados integrados en el grupo parlamentario de la
CEDA, pues mientras algunos -entre los que deben de incluirse a Luis Lucia y a
Giménez Fernández- hacen sinceros votos de republicanismo, otros manifiestan,
sin equívocos, su hostilidad a la República. Entre estos últimos se encuentra
Serrano Suñer, quien medio siglo después, sin que falten consideraciones
autocríticas, reconoce abiertamente: "Mi actitud ante la República era de una
oposición frontal. Es muy posible que esa postura mía fuera equivocada, y
pienso ahora que sin duda lo fue, no habiendo observado una lealtad sincera
que pudo haberla moderado y racionalizado. Sí, mi postura de lucha frontal fue
equivocada, pero me parece todavía mayor equivocación la actitud de Gil-Robles,
basada en la ambigüedad y la indecisión, con las que contribuyó al fracaso de la
Segunda República porque los gobiernos de ésta no dieron crédito a sus
protestas verbales de adhesión ni a las de sus amigos, El decía que acataba la
República, pero a la vez enviaba a París a diputados de su partido como José
Maria Valiente para entrevistarse con Alfonso XIII. Además, fue un error tolerar
aquellas aclamaciones y manifestaciones con actitudes fascistas como ¡jefe, jefe,
jefe! y Los jefes no se equivocan. Así se malogró políticamente un hombre como
él, que tenía grandes aptitudes de parlamentario"2.
En todo caso, cualquiera que sea el grade de adhesión al régimen
republicano de los dirigentes de la CEDA, éstos presionarán desde fuera para
lograr la abolición de la legislación laica y tímidamente socializante dictada
durante el período precedente y para conseguir la amnistía de quienes
secundaron el levantamiento de Sanjurjo.
En este inestable período, Largo Caballero, en un mitin celebrado en
Madrid, pronuncia palabras tan cargadas de significación como éstas: "Para
asegurar el triunfo debemos terminar con las luchas entre la clase obrera. Yo me
dirijo... a esos núcleos de trabajadores que, por error, nos combaten... Su
finalidad como la nuestra, es un régimen de igualdad social. Y si vamos a los
1
A Mendizábal Villalba: Aux origines d'une tragédie. Ed. Desclée de Brouwer. París 1937. Pág. 214.
Declaración a Helena Saña, recogida por éste en el libro El franquismo sin mitos. Conversaciones con
Serrano Suñer. Ed. Grijalbo. Barcelona, 1981. Pág. 40.
2
mismos fines y queremos terminar con la clase capitalista, que borra sus odios y
rencores para unirse en contra de la clase obrera, ¿por qué nosotros no hemos
de borrar también odios y rencores para formar un apretado haz que combata
eficazmente al enemigo común?... Hay quienes nos acusan de alimentar la idea
de que el Estado está por encima de la clase obrera. Quienes así discurren es que
no han estudiado bien nuestras ideas. Nosotros queremos que desaparezca el
Estado como elemento de opresión. Queremos convertirlo en una entidad
meramente administrativa, y esto es todo".
Impulsos como éste contribuirán a marxistizar a las masas, ya de por sí
hondamente politizadas en esa hora de España. El futuro inmediato presagia
concepciones y actitudes irreconciliables. La derecha, por su parte, se verá
reforzada, siquiera sea débilmente en un principio, con la fusión, el 13 de
febrero de 1934, de "Falange Española" con las "Juntas Ofensivas Nacional
Sindicalistas", inspiradas por los planteamientos totalitarios de Ramiro
Ledesma Ramos y Onésimo Redondo. La organización resultante dispone en ese
momento de reducidos efectivos, pero cuando se desencadene la contienda civil
experimentara un crecimiento en aluvión en las provincias en las que triunfe el
levantamiento contra la República.
En el concreto contexto histórico de la España que irrumpe en 1934, la
airada respuesta de la izquierda a la política radical-cedista no tarda en
manifestarse. En efecto, la agitación social protagonizada por las centrales
sindicales, alterará el pulso vital de numerosas zonas del país.
Ya con disturbios en diciembre de 1933, durante los meses de marzo y
abril de 1934, Zaragoza será un claro ejemplo de subversión, pues quedará
prácticamente paralizada merced a una huelga general decretada por la CNT, en
medio de graves atentados y continuas perturbaciones del orden público. La
delicada situación de esta provincia aragonesa la expondrá Serrano Suñer en el
hemiciclo, intervención que recoge Josep Pla 3 en su Historia de la segundo
República Española, calificándola de "precisa, clara, de una gran valentía", y a
ella pertenecen los siguientes párrafos:
"Zaragoza es, acaso, en España, en los momentos actuales, el foco
de mayor rebeldía, el lugar elegido para la concurrencia de los
elementos más destacados en las actividades antisociales. Esto tuvo su
manifestación plena en los graves sucesos que allí ocurrieron en
diciembre pasado. Desde aquellos sucesos, que la autoridad local
reprimió con acierto, que no regateamos, aunque pensemos que la
represión pudo ser mucho más rápida y más eficaz, desde aquellos
sucesos hasta el día de la fecha y Dios sabe hasta cuando, la ciudad no
ha recobrado un momento de tranquilidad.
"Muy pocos días después de la represión empezaron a actuar los
Tribunales de urgencia y se produjo en seguida aquel asalto audaz al
Juzgado, que acabó con el secuestro del sumario del proceso que se
había instruido con motivo de los sucesos de diciembre.
3
Josep Pla: Historia de la segunda República Española. Ed. Destino. Volumen III. Barcelona, 1941. Pág.
187.
Inmediatamente después, casi al día siguiente, a los dos 0 tres días, fue
colocada una bomba en la Comisaría de Vigilancia, que causó la muerte
a varias personas; pocos días después, con motivo de estos sucesos, se
presentaron en la cárcel de Zaragoza el juez, el fiscal y el secretario a
practicar determinadas diligencias, y allí fueron recibidos por la
población reclusa en actitud de verdadero motín, haciéndoles objeto de
toda clase de vejaciones y apaleándoles bárbaramente y, en último
término, aquellos reclusos tuvieron la generosidad de no acabar con sus
existencias, que estuvieron plenamente en sus manos, porque en la
prisión no hubo, frente a ese tumulto, ningún genero de autoridad...
"El director general de Prisiones, enviado por el Gobierno en
cuanto ocurrieron aquellos sucesos, encontró en la prisión de Zaragoza
a los oficiales vestidos de paisano y desarmados. Los oficiales, en la
prisión de Zaragoza, tienen una autoridad totalmente disminuida frente
a la población reclusa. Esto es consecuencia, señor ministro, de la
notoria insuficiencia del personal de aquella prisión, y, naturalmente,
se produjo esa relajación en la población reclusa, que llegó al límite
verdaderamente intolerable de que el Comité de huelga allí detenido,
siguió actuando, teniendo a su disposición maquinas de escribir y toda
la literatura anarquista que apetecía, y desde la prisión salían circulares
y órdenes que dirigía el Comité que allí seguía funcionando.
"A raíz de todos estos sucesos, ha surgido la huelga actual, que
lleva treinta y tres días consecutivos de duración, y el conflicto ni
siquiera tiene aspecto de remitir. Todos los días, señor ministro de la
Gobernación, indefectiblemente todos los días, a partir de las siete de la
tarde estallan en la ciudad una, dos, tres bombas. Esto ocurre desde
hace treinta y tres días. ¿Qué policía es esa que, después de esta
reiterada actuación de los elementos perturbadores, llega al día treinta
y tres de huelga y no ha descubierto los lugares donde se reúnen para
proceder a la fabricación de explosivos? ¿Qué policía es ésta, que está
en el mismo estado de ignorancia el día treinta y tres del conflicto que
el día primero respecto a los dirigentes de ese movimiento en su
aspecto criminal?
"Yo sé que el conflicto tiene que resolverse por sus propias fuerzas,
ya que, declarada ilegal la huelga, no interviene autoridad ni organismo
jurisdiccional alguno en orden al trabajo.
"Nuestro deseo como representantes de la ciudad y como
representantes imparciales en relación a los intereses en lucha, es que
el conflicto se resuelva de alguna manera; que si tienen razón los
obreros, se les dé; si la tienen los patronos, se dé a éstos, y si los
patronos y los obreros tienen que ceder en determinados puntos de sus
posiciones respectivas, que cedan los dos.
"El Gobernador civil nos dice: la huelga es ilegal, no se puede
intervenir. La intervención del Gobierno, si se produce, habrá de ser
inspirada en que se llegue a la solución por móviles y consideraciones
exclusivamente de justicia y de legalidad: que no se llegue a la solución
sacrificando intereses de ninguna de las dos partes, porque sería esto
una posición claudicatoria y un estímulo para futuras y más graves
discordias.
"Yo agradecería al señor ministro de la Gobernación, cuyo buen
deseo nos es sobradamente conocido, que no se cruzarán en el conflicto
intervenciones más o menos oficiosas, como aquellas que dieron lugar a
entrevistas, poco admisibles desde el punto de vista de la autoridad,
que se celebraban entre determinado representante, más o menos
oficial, del Gobierno y determinado dirigente del movimiento huido,
rebelde, reclamado en distintos procedimientos judiciales, al cual se le
facilitó un salvoconducto, que jamás, desde el punto de vista de la
autoridad, debía habérsele facilitado".
Esta situación conflictiva que Serrano Suñer denuncia en Zaragoza,
también tiene otros escenarios en los que el anarcosindicalismo está bien
arraigado, como Cataluña, Extremadura y Andalucía. La UGT, por su parte, se
inclina a la táctica revolucionaria que -desplazados Besteiro y Prieto propugna
Largo Caballero. La situación económica, además, es particularmente crítica,
con seiscientos mil parados, de los que dos tercios son campesinos que se han
visto obligados a abandonar las tierras ocupadas temporalmente durante el
gobierno Azaña, ya que la coalición radical-cedista ha anulado las
expropiaciones de los grandes latifundios, si bien el Ministro Giménez
Fernández, aun con gran oposición de los suyos, consigue sacar adelante la ley
de arrendamientos rústicos.
Es la hora de las "Alianzas Obreras", con el objetivo último del asalto al
Estado ante el temor de que se frustre definitivamente la posibilidad de asentar
la balbuciente democracia, temor que acrecientan las recientes experiencias de
Alemania -ascensión del nacional-socialismo como partido único- y Austria violento exterminio de los dirigentes socialistas por el Canciller Dollfuss-. Con
razón podrá decir Vicens Vives que "sin estas experiencias extranjeras, la
nerviosidad no habría hecho mella en el seno de las izquierdas españolas,
empujándolas a consignas drásticas, a la preparación de la defensa contra toda
injerencia gubernamental de las derechas".
Pero si en el terreno social no cesa el hostigamiento a la política LerrouxGil-Robles, el problema estrictamente político también se agudiza con la
discusión del proyecto de amnistía, con el que se pretende exonerar de
responsabilidades a los encartados en los sucesos del 10 de agosto de 1932,
compromiso aceptado por los radicales con los partidos de derecha. Este
proyecto contempla la supresión de las medidas económicas adoptadas incautaciones sin indemnización- contra los implicados en la citada
insurrección, así como dejar sin efecto las condenas de reclusión y la separación
penal de los militares. También incluye la toma de posesión de dos diputados
electos que habían sido sancionados por su actuación ministerial durante la
Dictadura -Calvo Sotelo y Yanguas Messía-.
Al elaborarse el proyecto, y durante su discusión parlamentaria, Serrano
Suñer centra su interés en que "la amnistía a los militares suponga el reingreso
en la escala activa de quienes habían perdido sus derechos por el solo hecho de
haber ocupado cargos durante la Dictadura y los Gobiernos presididos por el
general Berenguer". En este sentido, es propósito de Serrano Suñer, a fin de no
sembrar la inquietud entre quienes representan a la izquierda en la Comisión
dictaminadora del anteproyecto, enfocar el tema desde un estricto plano
jurídico. La fórmula aprobada, negociada por Serrano Jover –diputado
monárquico- y Serrano Suñer con la Comisión de Justicia, queda reflejada en el
siguiente texto:
"Se autoriza a la sala segunda del Tribunal Supremo de Justicia,
para que, a solicitud de parte, y dentro del plazo improrrogable de tres
meses desde la publicación de esta Ley, pueda, con carácter
extraordinario y formación de expediente, con audiencia del Tribunal
sentenciador y del Ministerio fiscal, acceder a la revisión de aquellas
sentencias que adoleciendo de evidente injusticia en el fondo, o de una
falta grave de garantías procesales en la forma, a juicio de la propia Sala,
no aparezcan comprendidas explícitamente en los casos previstos por
las leyes para los recursos de casación 0 de revisión.
"Si en las causas a que tales sentencias hubiesen puesto término,
existiese acusador particular, sería indispensable su previa
conformidad con la revisión. No será obstáculo para el ejercicio de esta
facultad por el Tribunal Supremo, la circunstancia de que el caso
examinado haya sido objeto de negación o de concesión de indulto
parcial."
La Ley de Amnistía es aprobada el 20 de abril de 1934, por 269 votos a
favor y uno en contra. Con este motivo, Serrano Suñer recibe, como muestra de
gratitud, un pergamino de los generales beneficiados, en el que, a continuación
de la fecha de la Ley, se puede leer: "Homenaje de admiración y gratitud al
benemérito Diputado a Cortes don Ramón Serrano Suñer", siguiendo las firmas
de Antonio Losada, Andrés Saliquet, José Millán Astray, Emilio Mola y, por
Fernando Berenguer Fusté -muerto en atentado ese mismo año en su casa de
Hernani-, su hermano Dámaso.
A los efectos de la amnistía también se acoge Calvo Sotelo -exiliado en
París- y Yanguas Messía, quienes tomarán posesión de su escaño el siguiente 8
de mayo.
Pero la aprobación de esta Ley, de cuya aplicación se beneficia más
ampliamente la derecha que los anarquistas condenados con anterioridad al 10
de agosto de 1932, servirá para enconar más el ánimo de los militantes
sindicalistas y para provocar, en definitiva, la caída del gobierno de Lerroux al
separarse del partido radical, con un contingente considerable de seguidores, su
lugarteniente Martínez Barrios, que crea la "Unión republicana", agrupación
política afín a "Izquierda Republicana" de Azaña.
Al dimitir Lerroux, se encarga la formación de nuevo gabinete al político
Ricardo Samper -dirigente de una agrupación autonomista valenciana-,
gobierno que tropezará acto seguido con graves obstáculos en Cataluña, donde
el partido mayoritario -"Esquerra Catalana", cuyo jefe, Lluis Companys, ha
sucedido a Macia en el gobierno de la Generalita -, consigue la aprobación, en
abril de 1934, de una ley que defiende los intereses de los modestos campesinos
que se conocen como "rabassaires". Esta "Ley de Contratos de Cultivo",
aprobada por el Parlamento catalán, es inmediatamente contestada por los
propietarios catalanes, que la considerarán, conforme apunta Camps y Arboix,
como "un alud vandálico e inmoral que trata de destruir los derechos de la
propiedad"4, siendo anulada el 8 de junio de 1934, a instancias de la Lliga, por el
Tribunal de Garantías Constitucionales, lo que agrava la tensión en Cataluña "bastión de la República"-, mientras el desvalido campesinado que gravita sobre
los grandes latifundios de Andalucía, Extremadura y Castilla sufre en su propia
carne la actitud de los terratenientes que reaccionan con el insolidario "comed
República", dialéctica coherente con la empleada por ciertos correligionarios de
Giménez Fernández cuando amenazan a éste con su repudio de la doctrina
católica antes de que se apliquen los moderados principios sociales contenidos
en las encíclicas "Rerum Novarum" y "Quadragéssimo Anno".
Aún en este ambiente crispado y tenso, una experiencia grata reserva el
Parlamento a Serrano Suñer: el reencuentro con José Antonio Primo de Rivera,
también diputado en esta legislatura, elegido por la provincia de Cádiz. Aunque
militen en distintos partidos, las actitudes e interpretaciones políticas de los dos
amigos son marcadamente afines. La sensibilidad de uno y otro funcionan con
tono similar y en dirección paralela. En la Cámara, y fuera de ella, volverán a
encontrar, como en los mejores tiempos de la Universidad, horas de coloquio
íntimo y personal. La amistad que les une aparece ahora más decantada y en
sazón, y ambos la vivirán en reciproca apoyatura, asistiéndose mutuamente en
momentos de desasosiego y desmoralización. Uno para otro son valedores y
seguro sostén, como se pondrá de relieve cuando durante este breve Gobierno
Samper se solicite de las Cortes el correspondiente suplicatorio para procesar a
José Antonio, acusado de tenencia ilícita de armas, después de que, en un
registro practicado por la policía en el centro madrileño de "Falange y de las
JONS", hayan aparecido unas pistolas. José Antonio se reconoce en el
Parlamento propietario de tales armas -"seis especies de artes ancestrales, de
grandes armatostes, tal vez inservibles para defenderme", son palabras suyas en
el hemiciclo-. Al gozar, como diputado, de inmunidad parlamentaria, la Sala
Segunda del Tribunal Supremo formula la reglamentaria petición de
procesamiento, sobre la que tiene que dictaminar la Comisión de Suplicatorios
de las Cortes, integrada por una representación proporcional de todas las
minorías, que en ese momento preside el nacionalista catalán Joaquín Pellicena,
actuando de secretario el cedista Rafael Esparza. (Semanas antes, esta misma
Comisión ha examinado otra petición de procesamiento contra un diputado
socialista por Jaén, Juan Lozano Ruiz, en cuyo domicilio se ha encontrado un
depósito de cincuenta y cuatro pistolas, accediendo el Parlamento a la petición
del suplicatorio.)
La Comisión propone en su dictamen el procesamiento de José Antonio,
denegando otro suplicatorio que pesa sobre él por reunión ilegal como
consecuencia de una concentración de falangistas, el 3 de junio, en el Club del
Aire, próximo al aeródromo de Cuatro Vientos, de la que la Guardia Civil había
levantado el correspondiente atestado. Es el 27 de junio cuando se discute en el
Parlamento la procedencia o no de aprobar el dictamen de la Comisión. José
Antonio, en su defensa, arguye que el artículo 56 de la Constitución establece
que "puede suspenderse la instrucción sumarial, incluso hasta que termine la
investidura parlamentaria del acusado".
4
J. de Camps y Arboix: Historia del derecho catalán moderno. Barcelona, 1958. Páginas 292-293.
Por los socialistas interviene Indalecio Prieto, oponiéndose a que se
otorgue el suplicatorio de José Antonio, manteniendo la misma doctrina que ha
esgrimido pocas semanas antes cuando se trataba de procesar a un diputado de
su partido. Prieto se funda en el fuero parlamentario y, en el caso de Primo de
Rivera, argumenta, además, que siendo éste único diputado de su partido, su
detención impediría que esa formación política pudiera hacerse oír en la
Cámara, actitud que explicita y cortésmente agradece el diputado falangista.
Antes de que se pronuncie el pleno, Serrano Suñer, gravemente inquieto
por la suerte de su amigo, trata de conseguir el máximo número posible de votos
para evitar el procesamiento de José Antonio. Sin embargo, la votación final
resulta favorable a la concesión del suplicatorio, con sólo 65 votos en contra.
Únicamente cinco diputados de la CEDA secundan la actitud de Serrano Suñer,
lo que produce en él una gran decepción por lo que considera "una manifiesta
falta de sensibilidad y de tacto político de la minoría que dirige Gil-Robles".
Pese a todo, José Antonio seguirá ocupando su escaño en el Parlamento,
quedando en suspenso, hasta el final de la legislatura, la instrucción sumarial, y
ello por haber atendido el Presidente de las Cortes, Santiago Alba, la tesis
sostenida por el líder falangista, también defendida por Prieto.
Pero el curso general de los acontecimientos públicos, en una constante
acumulación de problemas, no puede resistirlo el débil Gabinete Samper,
forzado a dimitir tras el relativo paréntesis del verano. Ése es el momento en
que Gil-Robles -"tomaremos el poder cuando queramos", había dicho pocos
meses antes en una concentración en El Escorial- reclama el gobierno para la
CEDA, aunque Alcalá-Zamora, en vista de la cerrada actitud hostil de socialistas
y de republicanos incluso tan moderados como Miguel Maura, prefiere recurrir
de nuevo, el 4 de octubre, al centrista Lerroux, en cuyo gabinete entrarán ya tres
cedistas y un agrario -Anguera de Sojo, Rafael Aizpún, Giménez Fernández y
José Maria Cid-.
Pero esta incorporación a las tareas del gobierno de políticos derechistas
será tomada por los partidos de izquierda como una auténtica señal de alarma.
Ante lo que se considera un reto inaceptable, los socialistas, suscribiendo de
hecho la táctica anarquista, deciden pasar a la acción directa, y el 5 de octubre
decretan la huelga general en Asturias, emplazándose en la cuenca minera de
Mieres el centro revolucionario, cuyos lideres naturales –Belarmino Tomás,
González Peña y Teodomiro Menéndez- dirigen y organizan la ocupación y
resistencia de Oviedo con las armas requisadas en las fabricas de Trubia. Trece
días después, la llamada "Comuna de Asturias" cede definitivamente ante el
acoso de las fuerzas de órden público, respaldadas por columnas del ejército que
mandan el general López Ochoa, el coronel Aranda y el teniente-coronel Yagüe,
en operación militar que dirige de hecho desde Madrid, instalado en el
Ministerio de la Guerra, el general Franco, y ello por decisión personal del
Ministro Diego Hidalgo.
Tras sofocar el brote revolucionario, sobreviene una enérgica represión
que lleva a cabo el implacable Lisardo Doval, comandante de la Guardia Civil. El
orden queda restablecido, pero el movimiento revolucionario permite constatar
un hecho importante, que Raymond Carr resume así: "Por primera vez en la
historia española, todas las organizaciones obreras estaban unidas en un
esfuerzo común. Aunque la unión no se produjo sin roces, el grito de guerra de
los mineros asturianos, U. H. P. (Unión, hermanos proletarios), era una realidad
emocional"5.
En paralelo con la sublevación de Asturias, el 6 de octubre, Companys,
violentando el Estatuto de Autonomía y enlazando con la dialéctica de Pi y
Margall, declara en la histórica plaza barcelonesa de San Jaime: "...El Gobierno
de la Generalitat, desde este momento, rompe toda relación con las
instituciones falseadas. En esta hora solemne, en nombre del pueblo, y del
Parlamento, el Gobierno que presido asume todas las facultades del Poder en
Cataluña, proclama el Estado catalán dentro de la República federal española, y
restableciendo y fortificando la relación con los dirigentes de la protesta general
contra el fascismo, ella invita a establecer en Cataluña el Gobierno provisional
de la República, que encontrará en nuestro pueblo catalán el más generoso
impulso de fraternidad en el común anhelo de edificar una República federal
libre y magnifica...". Esta proclama contra el Estado español se hace al abrigo de
una huelga general que secundan la UGT y las juventudes socialistas, a las que
arma el Consejero de Gobernación de la Generalitat, José Dencás, después de
impedir la colaboración de los anarquistas, que cuentan con líderes de tanto
prestigio como Durruti, Ascaso, García Oliver y Federica Montseny. La reacción
del Gobierno es inmediata contra esta rebelión dictada "desde arriba". En una
noche, y tan sólo con un discreto despliegue de las fuerzas de la guarnición de la
plaza, que manda el general Batet Mestres, queda restablecida la normalidad,
siendo detenido en pleno el disidente gobierno de la Generalitat, mientras
queda en suspenso el Estatuto Catalán.
Una vez desarticulada la localizada "Revolución de octubre" -en la que
ostensiblemente han fallado las "condiciones objetivas"-, no se podrá impedir
que los hechos tengan una enorme resonancia en el resto de España,
especialmente los sucesos de Asturias, que Carlos M. Rama comentará así:
"Véase que se trata del primer movimiento político de la democracia obrera que
en la historia de España alcanza a vislumbrar el éxito. Frente al simultáneo
fracaso de los partidos y la pequeña burguesía catalana, el triunfo moral de los
mineros, pescadores y obreros de la industria siderúrgica de Asturias, marca el
momento en que la clase obrera revolucionaria pasa al primer plano de los
acontecimientos." Y el escritor uruguayo concluye con estas palabras:
"...Tenemos en el episodio de octubre del 34 prefigurados todos los elementos
fundamentales de la guerra civil entre las dos Españas del 1936-1939"6.
Los meses finales de este año de 1934, marcado por su perfil trágico,
serán consumidos por una larga y apasionada polémica entre los que abogan
por la aplicación de medidas rigurosas a quienes han atentado contra el Estado
y los que preconizan la clemencia. Con unas Cortes que boicotean las izquierdas,
el Gobierno continuará desmontando los restos de la legislación azañista,
prevaleciendo las posiciones más conservadoras en materia social, que
impedirán que prosperen en su integridad las razonables medidas agrarias
propuestas por Giménez Fernández, mientras en el ámbito sindical se mitifica la
resistencia de Asturias y el clima psicológico va preparando el camino de la
5
6
Raymond Carr. Op. cit. Pág. 607-608.
Carlos M. Rama: Op. cit. Pág. 167-168.
formación de bloques opuestos, cada vez menos dispuesto al dialogo, la
transacción o el compromiso. Así entra España en 1935: La sombra de la gran
culpa nacional comienza a proyectarse por la ancha y abrupta geografía
española.
Con mayor estabilidad de la prevista, el gobierno de Lerroux, con las
asistencias más estrictas, continúa la tarea propuesta. En los primeros días de
enero entra en suspensión indefinida el Estatuto Catalán, después de designar a
Portela Valladares para el puesto de gobernador general de Barcelona. Se
suprimen los jurados mixtos. Se frena la Reforma Agraria. "No hay otro camino
que el elegido por la CEDA", recalcara Gil-Robles.
En su labor legislativa, las Cortes comienzan el debate, el 12 de febrero,
sobre el proyecto de Bases de la Ley Municipal orgánica, firmado por el Ministro
de la Gobernación, Vaquero, y elaborado por la Comisión de Gobernación que
preside el radical Vega de la Iglesia, proyecto al que Serrano Suñer presenta
enmiendas fundamentales, alternando sus intervenciones en defensa de las
modificaciones propuestas con las de Calvo Sotelo -autor del Estatuto Municipal
de 1924-, Cambó y otros diputados preocupados por el texto legal que ha de
regular esa pieza clave del ámbito administrativo que es el municipio. Algo más
de cuatro meses duran los debates parlamentarios de las Bases de que consta el
proyecto, cuya trascendencia explica la atención que le presta la Cámara.
Especializado en los temas de Administración Local, Serrano Suñer consigue la
introducción de numerosas modificaciones sustantivas en el texto debatido
(reconocimiento de la plena capacidad jurídica de las entidades municipales;
fusión de municipios, alteración de términos municipales; régimen de carta;
facultades de autonomía municipal; contratación y municipalización de
servicios; eficacia de acuerdos municipales; casos de suspensión...).
Especialmente importante es la enmienda que presenta el 12 de marzo a la Base
XXVII, relativa a los "Recursos en materia municipal", suscrita también por los
diputados José Antonio Primo de Rivera, Calvo Sotelo, Andrés Amado, José
María Valiente y José Finat. Al defender ante el pleno del Parlamento esa
enmienda, previamente rechazada por la Comisión, Serrano Suñer señala que se
trata de uno de los puntos "menos elaborados y menos trabajados en nuestro
Derecho Administrativo", y aboga por aprovechar las experiencias extranjeras
en materia contencioso municipal. "Singularmente -dice- deberíamos utilizar la
experiencia de Francia y de Italia, que han elaborado admirablemente estos
trabajos, de tal manera que, sobre todo en lo que se refiere a las resoluciones del
Consejo del Estado francés, bien puede afirmarse que han agotado totalmente la
materia." Su amplia intervención, con múltiples matices y precisiones técnicas,
aporta la innovación de la denuncia de la mora frente al silencio administrativo,
que debe mantenerse, a su juicio, para facilitar que las reclamaciones de los
administrados se resuelvan en las vías gubernativa y contenciosa. Solicitada por
Serrano Suñer la votación nominal, su enmienda es tomada en consideración
por 66 votos en contra 56. Comentando los debates de esta concreta Base,
señalan dos competentes municipalistas, Llano y Lamoneda: "La amplitud y
perfección con que esta base regula el recurso contencioso administrativo se
debe a la enmienda que al Dictamen presentó el señor Serrano Suñer y que fue
aceptada por la Cámara, contra el criterio de la Comisión, en votación nominal.
Con tal motivo pronunció el autor de la enmienda uno de los más documentados
discursos que se oyeron en la discusión de la Ley Municipal''7.
Pero mientras en el Parlamento continúan los debates sobre la Ley
Municipal, el Gobierno va a entrar en crisis a finales de marzo con motivo del
indulto que, con un voto de diferencia, concede el Tribunal Supremo a González
Peña, condenado a muerte por su destacada participación en la rebelión de
Asturias. Al no dar su conformidad a esta decisión los ministros de la CEDA, que
consideran el indulto como un triunfo de los revolucionarios, Lerroux presenta
su dimisión el 29 de marzo. Abierta la crisis, el Presidente de la República,
vanamente empeñado en la formación de un gobierno de conciliación nacional,
tras de las consultas de rigor, que hace extensivas al jefe de los agrarios,
Martínez de Velasco, termina encargando otra vez al jefe radical que presida un
nuevo gabinete, al que se incorporan ocho ministros que carecen de acta de
diputado. Este gobierno, llamado "de circunstancias", no reflejará, pues, la
estructura del Parlamento. "La CEDA – explicará el Debate- no ha encontrado
modo decoroso de participar en el Gobierno."
La inviabilidad, sin embargo, de este gabinete extraparlamentario, sitúa a
Alcalá-Zamora en la alternativa de disolver las Cortes o aceptar la vuelta de los
cedistas al gobierno. El día 6 de mayo el Presidente de la República se decide
por la segunda opción y, confirmado Lerroux, se entregan a la CEDA cinco
carteras ministeriales, consiguiendo Gil-Robles la materialización de una larga
aspiración: el Ministerio de la Guerra, en el que permanecerá siete meses, muy
directamente asistido por Franco como jefe del Estado Mayor Central.
Reforzado el gobierno, esta primavera ahondará en la crisis económica
que viene arrastrando el país. El paro agrícola en Andalucía y Extremadura -dos
reductos seculares de hambre- alcanza cotas desesperadas. Abandonada por el
Estado la regulación salarial y suspendida la aplicación de la Ley de Términos
Municipales -que impedía la contratación de mano de obra de otros municipios
mientras se dispusiera de la misma en el propio término-, los grandes
propietarios de la tierra imponen drásticas condiciones de vida, ignorando las
exigencias populares. Al referirse a esta dura situación, dirá Malefakis: "La
actuación de las derechas y de los derechistas en el campo, donde vivía la mayor
parte de España, donde se producían las tres cuartas partes de la riqueza de
España, en el segundo semestre de 1935, fue uno de los principales
determinantes del odio de la guerra civil y de la guerra civil misma."
Es significativo que en este gobierno ya no figure Giménez Fernández, el
cedista que "había tomado en serio su fe católica", empeñado en mejorar las
condiciones de vida del campesinado del Sur, tan duramente combatido por los
agrarios y la extrema derecha, agrupada en el "Bloque Nacional", idea de Sainz
Rodríguez patrocinada por Calvo Sotelo, que se ha constituido un año antes y
que hace de la Monarquía cuestión previa a todos los problemas nacionales. Un
caracterizado representante de este grupo, Goicoechea, cuando se presenta ante
las Cortes del Gobierno constituido el 6 de mayo, expresará sin ambages su
oposición al mismo pese a su carácter conservador: "Seguiremos, en cuanto a la
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Antonio Llano Díaz de Quijano y Juan Lamoneda Fernández La nueva Ley Municipal Orgánica.
Antecedentes, texto, comentarios, discusión parlamentaria integra. Ed. Madrid, 1935. Pág. 276 a 495.
República, en la misma actitud de hostilidad que hemos mantenido siempre.
Merecen nuestras simpatías aquellos elementos que lo integran, procedentes de
los antiguos partidos monárquicos. No lo podemos combatir por lo que tiene de
acentuadamente derechista; pero no le podemos apoyar por lo que tiene de
republicano."
Si la CEDA no encuentra asistencia por la derecha, por la izquierda
tendrá que soportar duros embates, especialmente del recuperado Azaña –cuya
imagen política vuelve a primer plano- y de los líderes socialistas, cada vez
menos dispuestos a permanecer pasivos ante lo que consideran "el secuestro de
la República". Como si pesara una condena bíblica, los españoles de 1935 se van
aproximando ineluctablemente a la pendiente de la violencia.
El 20 de septiembre, por discrepancias ante la reforma administrativa en
curso, se hace insoslayable otra crisis. Dimitido Lerroux, Alcalá-Zamora,
después de cuatro días de fatigosas consultas, designa Primer Ministro a
Joaquín Chapaprieta, un técnico competente en cuestiones financieras, que
consigue la colaboración de los bloques.
Pocas semanas después se involucra a Lerroux en un escándalo anodino a
propósito de la concesión irregular de una licencia para explotar una ruleta
especial a dos extranjeros, Strauss y Perl -asociación que el lenguaje popular
español acunará como "estraperlo" para designar los negocios turbios-, y el viejo
líder radical, desacreditado y aislado, tiene que dimitir como Ministro de Estado,
lo que provoca una nueva crisis. Reafirmado Chapaprieta, se limita a pasar a la
cartera de Estado a Martínez de Velasco y a designar dos nuevos Ministros para
Instrucción Pública y Agricultura, Industria y Comercio, impulsando su plan
estabilizador -Ley de Restricciones-, que siembra la inquietud entre los
funcionarios de todas las escalas.
A finales de noviembre de ese año salta un nuevo escándalo al
Parlamento: Un antiguo Inspector General de Colonias, Antonio Nombela,
denuncia a las Cortes una indemnización excesiva, abonada al naviero Tayá por
servicios marítimos a Guinea, con orden de pago, avalada por Lerroux, contra el
Tesoro Colonial, asunto cuya apasionada discusión parlamentaria -en la que
José Antonio pronuncia un durísimo discurso- significa ya el desahucio del
partido radical. Y en la madrugada del 8 de diciembre queda definitivamente
liquidada la coalición establecida años antes por la CEDA.
Iniciadas las consultas de trámite, mientras Gil-Robles reclama
inútilmente una vez más el poder, el encargo de formar gobierno recae en
Portela Valladares, un hombre de confianza de Alcalá-Zamora. El nuevo
gabinete, al que apoyan los agrarios, se constituye el 14 de diciembre, a pocas
fechas de que se abra la campaña para las nuevas elecciones generales.
Dos días antes, el general Fanjul, Subsecretario de Guerra, sugiere a GilRobles dar un golpe de Estado con la guarnición de Madrid, asegurando que le
secundará el general Varela. Según refiere Gil-Robles, su respuesta es ésta:
"Alabo y admiro su patriotismo, tantas veces evidenciado. No me parece, sin
embargo, adecuado el medio que me propone para evitar la catástrofe... Ahora
bien, si el Ejército, agrupado en torno a sus mandos naturales, opina que debe
ocupar transitoriamente el poder con objeto de que se salve el espíritu de la
Constitución y se evite un fraude gigantesco de signo revolucionario, yo no
constituiré el menor obstáculo y haré cuanto sea preciso para que no se rompa
la continuidad de acción del poder público. Exijo, eso sí, como condición
esencial, que los jefes responsables del pronunciamiento den su palabra de
honor de que la acción se limitará rigurosamente a restablecer el normal
funcionamiento de la mecánica constitucional y a permitir que la voluntad de la
nación se exprese con plena e ilimitada libertad. Consulte usted inmediatamente
con el Jefe del Estado Mayor Central y con los generales que más confianza le
inspiren"8. Los militares consultados, sin embargo, no se muestran de acuerdo
en provocar una sublevación que aparezca enfeudada en una fracción
parlamentaria. Pero éste es el prólogo de una serie de sondeos que en poco
tiempo se hará entre mandos clave del sector del ejército dispuesto a variar, por
la fuerza, el rumbo de los acontecimientos políticos españoles.
Se cierra el año 1935 con un borrascoso Consejo de Ministros que llevará
a Portela Valladares a presentar su dimisión, y con designación de nuevo
gabinete, que preside el jefe del gobierno dimisionario, a quien reconfirma el
Presidente de la República. Este gabinete, que se improvisa en el transcurso de
unas horas, se declara "de centro republicano que sirva de regulador y de
ponderado equilibrio en nuestra organización política". Pero la impaciencia y el
nerviosismo que dominan el ambiente político español impedirán que el
gobierno consiga sus propósitos iniciales. España está a punto de entrar en el
umbral de su propia tragedia.
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José María Gil-Robles: Op. cit. Pág. 365.
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