Las 7 Artes a escena - Programas Didácticos de Ibercaja

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EXPOSICIÓN
LAS 7 ARTES A ESCENA
INICIATIVA EDUCA de Ibercaja
CONSTRUIR SU FUTURO ES COSA DE TODOS
Desde siempre, la Obra Social de Ibercaja colabora con padres y educadores, poniendo a su disposición
propuestas que contribuyen a completar la educación de los más jóvenes.
A través de la línea INICIATIVA EDUCA de Ibercaja, buscamos prevenir el fracaso escolar y formar a los
profesionales del mañana.
Bajo este nombre, presentamos la exposición itinerante Las 7 Artes a escena, que propone un recorrido
que nos muestra la interrelación entre el Teatro y el Arte. Descúbrela.
CALENDARIO DE ITINERANCIA
Ibercaja Actur. Zaragoza.
Del 1 de febrero al 18 de marzo.
Sala de Exposiciones Ibercaja La Rioja. Logroño.
Del 4 de abril al 3 de mayo.
Sala de Exposiciones Ibercaja Valencia.
Del 11 de septeiembre al 28 de octubre.
Sala de Exposiciones Ibercaja Guadalajara.
Del 31 de octubre al 7 de diciembre.
INICIATIVA EDUCA de Ibercaja,
construir su futuro es cosa de todos.
E X P O S I C I Ó N
LAS 7 ARTES A ESCENA
INTRODUCCIÓN
¡Pintura, Escultura, Arquitectura, Literatura, Música, Danza, Cine… y Teatro!
Las 7 Artes y el Teatro han estado vinculados a lo largo de la Historia. La constatación de la existencia de
relaciones entre las distintas Artes cuenta con una larga tradición que se remonta a Platón, y sobre todo a
Horacio, que con su conocido aforismo “ut pictura poesis” (como la pintura, así es la poesía), aparecido
por vez primera en la Epístola a los Pisones, pasaría a convertirse en paradigma de las interrelaciones que
se establecen entre las diferentes manifestaciones artísticas.
Durante el recorrido de la exposición se pretende mostrar la interrelación entre el Teatro y las 7 Artes. En favor de la claridad,
hemos dedicado un apartado a la relación del Teatro con cada
una de ellas. Esta disposición no es taxativa ni imperativa: sabemos que no hay campos creativos superiores. El teatro nos muestra la convivencia simultánea de las Artes, su superposición y la
total ausencia de jerarquía entre unas y otras. La ordenación que
se ha efectuado en la exposición es un método para provocar
una lectura armónica y pautada, pero no es el único sistema que
cabe proponer.
Artistas como Picasso, Dalí, Cocteau, Toulouse-Lautrec, Munch,
Degas, Segrelles, Mondrian, Tatlin, Kandinsky, Chagall o Matisse han puesto sus pinceles al servicio de las Artes Escénicas en
reiteradas ocasiones. Por su parte, el Cine, desde su nacimiento,
ha tenido una relación de fascinación y respeto hacia el Teatro.
Buena muestra son las miles de películas basadas en el hecho
teatral que se han filmado.
Desde hace más de 2000 años, muchas de las creaciones arquitectónicas más ambiciosas se han levantado con una finalidad
escénica. Las artes no son compartimentos estancos, siempre han
mantenido una fructífera relación que ha llevado a muchos artistas a traspasar su propio campo creativo. ¿Acaso no son la ópera, la zarzuela y los musicales una perfecta
simbiosis entre el Teatro y la Música? ¿Acaso no actúa la Literatura como materia prima y motor del Teatro?
¿Acaso no es la Danza Escultura en movimiento?
Las Artes se entrelazan entre sí, cohabitan en muchos casos y dan lugar a la aparición de nuevos géneros
como los happenings o los musicales. El Teatro se ha manifestado siempre como un magnífico receptor
de estas herencias y relaciones entre las Artes, tal vez por su capacidad de saber hacerlas sentir como
nuevas. Esta es una de las características del Teatro, va sumando y amalgamando permanentemente las
aportaciones de las otras Artes. El Teatro no descarta ningún campo creativo, sino que tiene una gran
capacidad para asimilar y reciclar las aportaciones de la Pintura, Escultura o Arquitectura en su vestuario
y en sus escenografías. La cultura teatral recicla su propia escena, sus propios contenidos.
En el año 2007, el Teatro sigue utilizando elementos que fueron inventados en el año 1500 A.C., pero
siempre parecen nuevos, revestidos con los nuevos ropajes que le proporciona el permanente diálogo
con las otras Artes.Esta exposición articula el relato de esta evidente contaminación entre las 7 Artes y el
mundo del espectáculo.
TEATRO Y PINTURA
Las relaciones entre la Pintura y el Teatro tienen una larga tradición, pero son las que se producen durante
el siglo XX, entre el Arte de vanguardia y el Teatro, las que alcanzan una especial significación. El conjunto
de escenografías y obras seleccionadas en el apartado de pintura, constituyen una buena muestra que
nos ayuda a entender cómo a comienzos del siglo XX, el Teatro marcó a muchos pintores y cómo éstos
lograron contagiar a muchas de las compañías teatrales que se sentían más comprometidas con su tiempo,
sus ideas vanguardistas.
Uno de los artistas a los que la escena influyó notablemente
fue Pablo Picasso, quien se casó en 1917 con Olga Koklova,
una de las bailarinas de los ballets de Diaghilev, y realizó,
por ejemplo, los diseños de escenografía y vestuario para el
mítico ballet Parade, coreografiado por Diaghilev, con Erik
Satie como compositor y el escritor Jean Cocteau como libretista y figurinista. Es una buena muestra del concepto de
obra de arte total, en la que colaboran artistas de diferentes
campos creativos.
Un hecho muy significativo, y que muestra la constante contaminación entre las Artes y el Teatro, es que el término Surrealismo, movimiento que convulsionaría el siglo XX, nace
precisamente de este ballet. Apollinaire escribió en el programa de mano del Parade, y afirma que sus autores habían
conseguido “una alianza entre la Pintura y la Danza, entre
las artes plásticas y las miméticas, que es el heraldo de un
Arte más amplio aún por venir. (...) Esta nueva alianza (...)
ha dado lugar en Parade a una especie de surrealismo, que
considero el punto de partida para toda una serie de manifestaciones del Espíritu Nuevo que se está haciendo sentir hoy,
y que sin duda atraerá a nuestras mejores mentes. Podemos
esperar que provoque cambios profundos en nuestras artes
y costumbres a través de la alegría universal, pues es sencillamente natural, después de todo, que éstas lleven el mismo
paso que el progreso científico e industrial”.
Y es que, durante las primeras vanguardias del siglo XX, la
estrecha colaboración entre la Pintura y el Teatro, trasciende
la mera anécdota de lo que puede tener de casual el diseño de unos figurines o unos decorados. Para
entenderlo, hay que recordar que en su planteamiento autonómico del Arte, los artistas de la vanguardia
intentaron plantear una obra de arte total que englobara y participara de todas las disciplinas.
Esta concepción del hecho artístico por parte de las vanguardias pictóricas, encuentra en el Teatro, un
medio especialmente oportuno para conseguir que se terminaran aceptando las radicales transformaciones
en los lenguajes visuales, por un público mayoritario y con capacidad de crear opinión. Por ello, tanto el
cubismo como el expresionismo, el futurismo, el constructivismo, el surrealismo y otras corrientes de vanguardia, han marcado la creación teatral durante todo el siglo XX.
De esta manera, el Teatro parece simbolizar ese nuevo mundo que reivindicaba Apollinaire, y con el que
soñaba la vanguardia. Sobre el escenario, muchos artistas plásticos encuentran un ámbito especialmente
propicio para dejarse llevar por la libertad creativa. Las escenografías y los vestuarios realizados por estos
primeros pintores de vanguardia, con sus colores puros, sus formas elementales, su derroche de imaginación, denotan una alegría, una felicidad de ser moderno y un optimismo elemental y esquemático que
conmueven estética y casi éticamente.
CARTELES TEATRALES, DE LA CALLE AL MUSEO
Los espectáculos teatrales cuentan, a finales del
siglo XIX, con un nuevo y eficaz aliado para llenar
los teatros, el cartel publicitario. A finales del siglo
XIX aparecen los carteles ilustrados como nuevo
género artístico y se extiende su uso por las calles
de las principales ciudades europeas. En el París del Moulin Rouge y del Folies Bergère aterriza
Toulouse Lautrec, principal impulsor del éxito de
este nuevo lenguaje. Desde este momento, artistas
como Kokoschka, Tatlin, Stern, Mucha… o el mismo Picasso utilizaron su talento y su prestigio para
publicitar varios espectáculos teatrales.
Gracias a la creatividad de estos y otros artistas,
cualquiera empresario teatral podía inundar la ciudad de obras maestras, y el público que no había
entrado nunca a un museo, ni a una galería de
Arte se encontraba de cara con el Arte más actual.
De esta manera, un ciudadano con la educación justa para leer el
titular de un cartel, podía asociar un mensaje con una imagen determinada, y asumir el Arte contemporáneo sin proponérselo.
El atrevimiento estético del cartelismo, la ruptura de la perspectiva,
la revolución del color más allá del naturalismo y la “deconstrucción”
penetraron en el imaginario popular gracias al cartel teatral. Muchos
de aquellos primeros artistas que como Toulouse Lautrec o Mucha,
realizaban modestos carteles para espectáculos populares, encontraron en unas pocas décadas el reconocimiento que ha permitido a sus
carteles viajar desde los muros de la calle hasta las paredes de los
museos más prestigiosos.
Bibliografía:
•VVAA: El vestuario en el teatro español del Siglo de Oro. Madrid:
Compañía Nacional de Teatro Clásico, 2000.
•CORVIN, Michel: Dictionaire encyclopedique du theatre. Paris: Bordas, 1991.
•FISCHER-LICHTE, Erika: Las tendencias interculturales en el teatro contemporáneo. México: Gaceta,
1994. Pág. 177-200.
•LAVER, James: Costume in theatre. Londres: George G. Harrap, 1964.
•PAVIS, Patrice: Diccionario del teatro: Dramaturgia, estética, semiología. Barcelona: Paidos, 1998.
TEATRO Y ESCULTURA
Existe una relación recíproca entre las prácticas escultóricas y el Teatro. El Teatro está plagado de casos en
los que la Escultura forma parte activa del hecho teatral, comenzando por las Esculturas que se erigían en
lo alto de la cavea de los teatros griegos y sobre el mismo proscenio, a modo de decorado; o siguiendo
por la ópera, que siempre ha encontrado un gran aliado en la Escultura, ya que en sus escenografías ha
utilizado elementos escultóricos en numerosas ocasiones, bien sea como fuente de inspiración, bien reproduciendo a escala obras escultóricas sobre el escenario. ¿Y qué hay de los títeres? ¿No son éstos primos
hermanos de las esculturas? Al fin a al cabo, un títere debe pasar por todo un proceso de diseño, modelado, construcción y ensamblado; igual que una escultura.
Desde la época de las vanguardias artísticas, se ha ido producido un progresivo proceso de expansión del
campo escultórico que ha implicado la teatralización de la Escultura. Asimismo, el Teatro ha ido ampliando
su campo estético y ha dado entrada en sus escenarios, a algunas de las radicales transformaciones de
los lenguajes visuales propuesto por la Escultura.
El escultor italiano Fortunato Depero, perteneciente a un movimiento de vanguardia tan significativo como el Futurismo,
estuvo vinculado al teatro desde el principio de su carrera. Conoció en 1917,
en el taller de Larionov, a Diaghilev, que
por aquel entonces era el director del
Ballet Ruso. De este encuentro surge su
primer contacto con las artes escénicas,
pues Diaghilev le encargará la realización de los diseños de escenografía y
vestuario para el ballet El Canto del Ruiseñor, con música de Stravinsky. Sin embargo, este trabajo nunca se concretaría
porque Depero ya estaba comprometido
con Picasso para colaborar en alguno
de los figurines del Ballet Parade. Trabó
amistad con el poeta Gilbert Clavel. Fruto de esta amistad surgieron una serie de colaboraciones que culminaron con lo que ellos denominaban
Teatro Plástico. Produjeron un recital con marionetas llamado Balli Plastici, una ópera de vanguardia que
rompió con los cánones clásicos, tanto por la sustitución de los actores bailarines convencionales por las
marionetas como por la música vanguardista de Béla Bártok. Ideó toda una serie de nuevos elementos
teatrales. Creó una serie de tapices futuristas, una especie de collages compuestos por retales de colores
que servían de telón de fondo a sus autómatas y muñecos. De esta manera las vanguardias escultóricas
han encontrado sobre el escenario un medio para experimentar y dejarse llevar por la libertad creativa.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, determinadas experiencias escultóricas han priorizado los
aspectos interpretativos y transdisciplinares, diluyendo los límites entre las disciplinas y acercando la Escultura al Teatro. El artista mallorquín Miquel Barceló participó en la 60ª edición del Festival d’Avignon, en
un espectáculo de Josef Nadj, un coreógrafo húngaro afincado en Francia. Los propios estudiosos no se
ponen de acuerdo en qué termino utilizar para denominar esta acción; ¿Escultura? ¿Teatro-Danza? ¿performance? En este espectáculo coreografiado por Nadj llamado Paso doble, un lienzo en blanco servía de
telón de fondo sobre el que Barceló iba interactuando con arcilla fresca, hasta formar un mural escultórico.
Al final de la actuación, los dos artistas acababan integrándose, literalmente, en la escultura. Así cumplirá
Barcelo su sueño de entrar en una obra de arte.
BIBLIOGRAFÍA:
•PASSAMANI, Bruno. Depero e la scena, da “Colori” alla scena mobile. Turín: Martano editore, 1970.
•NEGUERUELA, Jacinta; NAVARRO, J. Carles. Yves Bonnefoy y Miquel Barceló: Ut pictura poesis. Valencia: Universitat de València, 2001.
•DIAGO, Nel; TORTOSA, Virgilio; BAIXAS, Joan; POLICARPO, Josep; DARKOWSKA, Olenka;
•ASCH Leslee. Albaida (Valencia): Catàleg del Museu Internacional de Titelles d’Albaida, 1999.
•BOTELLA MESTRES, Martina. De la Escultura al Teatro, del Teatro a la Escultura: Influencias y confluencias. Valencia: Universidad Politécnica de Valencia, 2002.
•VVAA: Miró en escena. Barcelona, Fundación Joan Miró, Ayuntamiento de Barcelona, 1999.
TEATRO Y ARQUITECTURA
Cuando queremos encontrar las raíces que vinculan al Teatro con la Arquitectura, tenemos que viajar muy
lejos en la historia de la cultura y del Arte. Desde que convive la gente, hay Teatro. Y existe una relación
entre el Teatro y la Arquitectura desde Grecia y sus antecedentes, que es la arena, el teatro de la tribu, el
teatro de la reunión en torno a una celebración.
En el medio estaba el personaje, que concitaba la atención del resto de la gente. Y alrededor, todos
aquellos que estaban interesados en formar parte de ese acto. Esta es la síntesis del Teatro: el público
espectador y el actor.
Con el tiempo fue necesario levantar una plataforma al lado del sitio de la danza y una barraca donde
los actores pudiesen cambiar de trajes y de máscara. Al mismo tiempo se levantaron gradas temporales
de madera para los espectadores, que no se situaban ya en filas alrededor del redondel, sino en la falda
de la Acrópolis de Atenas. Este es el inicio de una fructífera relación entre la Arquitectura y el Teatro que
se mantiene plenamente vigente en la actualidad. Según la versión del cronista griego Suidas, el derrumbamiento de las gradas de madera, el año 499 A.C., a causa de la aglomeración de público, condujo
a la construcción del primer teatro permanente. Se encargó la construcción del mismo a los arquitectos
Demócrates y Anaxágoras, y se eligió para ello una llanura situada al pie de la Acrópolis.
El resultado de este encargo dio
lugar a la primera tipología de arquitectura teatral que se conoce:
el Teatro Clásico. Se trata de edificaciones de piedra, con gradas
en forma semicircular, divididas en
secciones por pasillos, en las que
se sentaba el público. Enfrente, el
proscenio, donde se representaba. Cerraba el escenario un muro
profusamente decorado tras el que
se encontraban las dependencias
de uso actoral. Solían ir cubiertos
por lonas para protegerse del sol.
Durante el Siglo de Oro español,
se popularizó una tipología conocida como Corral de Comedias.
Recibían este nombre por ubicarse
en los patios centrales de los hospitales o casas de vecinos, destinados hasta entonces a los animales
domésticos. El escenario se construía en uno de los lados del patio y se protegía con un tejadillo. Las ventanas y balcones de las casas colindantes, así como la galería inferior, se convirtieron en palcos, cerrados
con celosías. Las mujeres estaban relegadas a un espacio apartado llamado cazuela. Con el paso de
los años, el Corral de Comedias irá sufriendo modificaciones hasta dar lugar, en el siglo XVIII, al edificio
teatral que ha perdurado hasta la actualidad: el Teatro a la Italiana. Se caracteriza por el desarrollo de la
caja escénica, que está formada por el escenario, bajo el que se encuentra el foso y, encima de ambos,
el telar. Estos elementos amplían enormemente el movimiento escénico. En la mayoría de los casos, es más
grande la caja escénica que el espacio destinado al público. Este último está compuesto por el patio de
butacas en forma de herradura, y la línea de palcos en varias alturas que lo delimitan.
Las Artes Escénicas han dado lugar a la construcción de algunos de los edificios más emblemáticos de la
historia de la Arquitectura, como es el caso del Teatro Marcello en Roma, la Ópera Garnier de París, la
Arena de Verona, el Metropollitan Opera House de Nueva York, el Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia, o la Ópera de Sydney. El apartado de la exposición dedicado al Teatro y la Arquitectura, propone un
recorrido visual que muestra la evolución de los edificios más significativos especialmente concebidos para
albergar espectáculos a lo largo de estos 2.500 años.
La relación entre la Arquitectura y el Teatro vive en la actualidad una de sus épocas doradas. La creación
de hitos arquitectónicos como la Ópera de Sidney o el Palau de les Arts de Valencia así lo acreditan. Pero
la relación entre la Arquitectura y la artes escénicas también se encuentra en pleno debate. En ocasiones se
percibe mucho esfuerzo en el contenedor y poco en el contenido, o lo que es lo mismo, un creciente desequilibrio entre la Arquitectura y las artes escénicas. Durante los pasados siglos, sí había certeza de cómo
debían ser los teatros y se han ido respetando toda una serie de cánones arquitectónicos que respetaban
la función final del edificio, que no es otra que la representación teatral que pone en contacto al actor con
el público. Pero estamos en una época en la cual se ha producido en términos de diseño arquitectónico
una ampliación de la escala y de la función del edificio. El edificio teatral hoy está en su plena redefinición
desde el punto de vista cultural, artístico, social, tecnológico. En esta reformulación conviene no perder
de vista que la función original de estos edificios es la de albergar un espectáculo teatral, por lo que para
diseñar un teatro, escuchar la opinión de actores y escenógrafos debería constituir una prioridad.
Bibliografía:
•AAVV. Arquitectura teatral española. Madrid, Ministerio de Cultura, 1985
•NIEVA, Francisco. Tratado de escenografía. Madrid, Fundamentos, 2000
•LISTA, Giovanni. La scène futuriste, París, Editions du CNRS, 1989
•BABLET, Dominique. Le décor de théâtre, de 1870 a 1914. París, CNRS, 1979.
•OLIVA César; TORRES Franco. Historia básica del arte escénico. Madrid, Cátedra, 2000.
TEATRO Y MÚSICA
El Teatro desde siempre tuvo músicos en vivo, en casi cualquier puesta en escena. Y también ha utilizado
desde sus inicios actores que cantaban. Esta música vocal o instrumental que forma parte de un espectáculo teatral puede servir de fondo sonoro que refuerza y subraya el mensaje del texto. Esta música incidental
ayuda a sumergir al espectador en estados de ánimo que subrayan al significado final del texto, al igual
que ocurre con las bandas sonoras del cine. En otros casos, la Música también se ha utilizado como eje
principal de la obra, como ocurre en la ópera, la zarzuela o el musical. El Teatro ha utilizado a lo largo
de su historia estilos y géneros musicales muy variados.
Desde sus remotos orígenes, el Teatro se ha servido de la Música para reforzar su contenido dramático. Las
antiguas ceremonias religiosas que combinaban Música, Danza y oratoria dieron origen a formas teatrales
como la tragedia griega, en la que el coro aporta comentarios tanto en forma de canto como de danza.
El teatro para marionetas Wayang, que aún se interpreta en Indonesia, es una representación escénica,
musical y dramática de un mito hindú. En la música china, la actuación, el canto y la interpretación de
instrumentos musicales se mezclan con la Danza, la acrobática, las máscaras y los disfraces en muchas
variedades de la ópera china. En Japón, los grandes géneros teatrales del Nô y el Kabuki representan una
unión del drama, la Música y la Danza. Por otra parte, en los entretenimientos ligeros del siglo XIX y XX de
Europa y América, como el vodevil y la revista, la integración de Danza, Música y diálogo es permanente.
Durante la representación de una
obra de Teatro, la Música se convierte en un poderoso aliado. Bien
sea realizada a propósito para
la obra o tomada de una fuente
preexistente, cuando suena sobre
el escenario, la Música se transforma y desempeña su papel dentro
de un conjunto. La Música en el
Teatro permite, por ejemplo, prolongar la emoción de una frase
más allá del momento fugaz en
que ésta brilla, prolongar un gesto
que ya no es más que un recuerdo.
Gracias a la Música se pueden potenciar los gestos y movimientos de
los actores.
Los dramas litúrgicos en latín que interpretaban los clérigos entre los siglos X y XII, incluían canto llano y
otros géneros musicales. En los autos de los siglos XIII al XVI, ya en lenguas vernáculas, las canciones populares, el canto y la música instrumental acompañaban a danzas y procesiones. Durante el renacimiento,
la Música, a menudo arreglada por músicos locales, acompañaba a las obras teatrales, incluidas las reposiciones de las obras clásicas en latín. En muchas escenas de las obras de Shakespeare se especifican
canciones o bailes. Algunos compositores ingleses posteriores, como Henry Purcell y Thomas Arne, han
escrito música para estas escenas.
En el Teatro barroco español es frecuente la participación musical: villancicos, tonadillas, bailes y fragmentos instrumentales. Son famosos los llamados “cuatro de empezar”, un fragmento coral a 4 voces que realzaba el argumento de la obra; se cantaba antes de empezar o entre actos. La música de acompañamiento
alcanzó su cima en el siglo XIX, cuando los teatros mantenían orquestas y se encargaban partituras de los
más ilustres compositores. Ejemplos de ello los encontramos en Egmont (1819) de Ludwig van Beethoven,
un melodrama en el cual la música pone sonido de fondo al diálogo hablado con textos de Goethe; y la
música de Felix Mendelssohn para el Sueño de una noche de verano (1843).
En el siglo XX, la música de acompañamiento, o incidental, se utiliza para las obras escénicas. La unión
de la Danza y la Música metió de lleno a la vanguardia artística dentro del escenario. En el mítico ballet
Parade se combinaron en una misma obra la música de Satie con las escenografías de Picasso, y con los
textos del escritor Cocteau. Una combinación de las Artes al servicio de la vanguardia artística.
Prácticamente no existe teatro infantil que no tenga una musicalización, o actores que no canten, como si
la música fuera la base primordial para atraer la atención del espectador infantil. Resulta indudable que
para nuestra mente no es lo mismo ver una escena de amor sin música que resaltada con una bella melodía. Esto determina la importancia de musicalizar una puesta en escena. Diversos estudios psicológicos
señalan que el sonido es memoria e imagen cosa que no sucede al revés con la imagen, por ejemplo, nos
resulta más fácil recordar el tema musical de una película que la imagen misma. Por ello, desde sus inicios
Walt Disney era un obsesivo de la utilización de la Música en sus obras, y de hecho en la actualidad todas
sus películas se traducen en obras de teatro musical.
Bibliografía:
•BASSO, A. Musica in scena, storia dello spettacolo musicale. Turín, UTET, 1995.
TEATRO Y DANZA
La interrelación entre el Teatro y la Música ha proporcionado resultados muy fructíferos a lo largo de la historia. Si incorporamos a esta convivencia la expresión mediante movimientos corporales nos encontramos
con una forma de expresión y comunicación fundamental para entender al hombre: la Danza.
La Danza tenía una importancia primordial dentro de las culturas primitivas. Muchas sociedades ancestrales utilizan la expresión corporal en celebraciones rituales, como instrumento de comunicación con determinadas divinidades. Asociaban estas formas primitivas de danza con los ciclos vitales. En la cultura Hindú,
el Creador es el bailarín Siva Nataraj, que hace bailar al mundo alrededor del ciclo del nacimiento, la
muerte y la reencarnación.
En el Antiguo Egipto, las danzas ceremoniales que representaban la
muerte y resurrección de Osiris llegaron a tal punto de complejidad
que sólo podían ser representadas por bailarines altamente preparados y con aptitudes físicas prodigiosas. Esto convierte a la profesión
de bailarín en una de las más antiguas de la Historia.
Los rituales que se celebraban en la Grecia Clásica alrededor del
dios Dionisos se han reconocido como el origen del Teatro occidental e incluían a la Danza como uno de sus ejes principales. Los
romanos imperiales, deglutidores voraces de todo lo que encuentran
a su paso, asumen la Danza en sus procesiones públicas, festivales
y celebraciones, tanto de carácter sacro como profano.
La cristianización del Imperio Romano vetó cualquier tipo de expresión corporal por su connotación hedonista y sexual. Carlomagno, a principios del siglo IX, lanzó un
bando en el que la Danza quedaba terminantemente prohibida. Quedó asociada al mal, a lo oscuro.
Propiciada por la irrupción de la terrible peste negra, surgió la secreta Danza de la Muerte. Con sus movimientos convulsos y extásicos pretendían expulsar el Mal del cuerpo de los enfermos.
El Renacimiento trajo consigo una nueva actitud hacia el cuerpo
y las Artes. Con el consabido interés por la recuperación de los
clásicos, las danzas griegas se convierten en objeto de estudio. En
1661, Luis XIV autorizó la constitución de la primera Real Academia
de Danza. Surge el término Ballet, convirtiéndose en una disciplina
artística reglada. El baile se incorpora a las altas clases sociales.
Cada gran casa debía disponer de un salón de baile con espejos
en el que reunirse y bailar el Vals o el Minué.
El siglo XIX trae la llegada del Romanticismo, un movimiento de
pasiones exaltadas, gestos melodramáticos, muerte y amor que sobrepasa las barreras terrenales. Es el momento de las grandes individualidades, de las grandes divas del teatro, como Sarah Bernhart.
En el ballet, también se rinde culto a La Bailarina. Nace la Primera
figura. Tras la I Guerra Mundial, y con la llegada de las vanguardias
artísticas, empiezan a cuestionarse los valores tanto estéticos como
conceptuales de las Artes Plásticas. Lo mismo ocurre en el terreno del
Teatro y la Danza. Los coreógrafos empiezan a cuestionar las reglas
del ballet clásico para buscar nuevas formas de expresión más individualizadas que quiebren y distorsionen los recursos clásicos.
Picasso, ineludible figura de referencia del arte contemporáneo, revoluciona la puesta en escena del Sombrero de tres picos, de Manuel de Falla, con los diseños de vestuario y escenografía. La única regla es no
respetar las reglas.
TEATRO Y LITERATURA
“El cuerpo del actor es el espacio del poema”. Octavio Paz.
El género dramático o Teatro constituye una de las principales ramas de la Literatura. La dramática es un
género literario, ya sea en prosa o en verso, normalmente concebido para ser representado en el Teatro.
Siempre ha existido una compleja relación entre el texto y el Teatro, o dicho de otra forma, entre el autor y
la puesta en escena de su obra. El Teatro se presenta ante el lector o espectador de dos maneras; mediante
la actuación de los actores sobre el escenario delante del público, o bien a través de la lectura de la obra
como si se tratara, por ejemplo, de una novela. Es importante señalar que las obras teatrales están concebidas para ser representadas, y cualquier lectura personal no es más que un ejercicio incompleto, ya que
se prescinde de elementos como el movimiento de los actores, la música, la escenografía o la iluminación.
El Teatro es una mezcla de recursos literarios y escénicos.
De esta manera, en la representación de una obra teatral
confluyen materiales artísticos muy diversos que el director
debe saber ensamblar de manera adecuada. Pero el proceso creativo que desemboca en una representación teatral
comienza siempre con un texto, primer y primordial motor del
teatro. La obra del escritor no se convierte inmediatamente
en Teatro. El texto del escritor es un peldaño, que después
tiene que pasar por todo un proceso para convertirse en
Teatro. Ese material, esas palabras, pensadas por el escritor
en la soledad de su estudio, pasan por una serie de transformaciones para convertirse en carne y hueso, para devenir en
acción, en movimiento, que es la esencia del Teatro.
Las obras teatrales se enmarcan dentro de lo que conocemos
por Literatura, y sus autores han realizado algunas de las
mayores aportaciones a este Arte. Desde Esquilo, Sófocles
y Eurípides, considerados los padres de las Artes escénicas,
hasta destacados autores del siglo XX como Brecht, Buero
Vallejo o Eugene O’Neill, el género dramático ha aportado
a la Literatura alguna de sus obras más destacadas.
TEATRO Y CINE
La historia del Cine, como Arte nuevo, es desde sus comienzos también la historia de su relación con el Teatro. De hecho, tal y como señala el teórico cinematográfico Béla Baláza, en el caso de “las primeras películas hacia 1900, se
trataba de teatro filmado”. La mayoría de directores de Cine utilizaba elementos
teatrales para aplicarlos al nuevo Arte. De esta manera, el Cine se nutrió de actores, historias, de conceptos “Teatro filmado”, de decorados y, en definitiva, de toda
la herencia escénica que había ido acumulando el teatro a lo largo de los siglos.
Por su parte, el Teatro también se alimentó de elementos cinematográficos. Con
el indiscutible éxito del Séptimo Arte a partir de los años 30 y 40, la dramaturgia
comenzó ha adoptar una práctica discursiva similar a la del guión cinematográfico. Bien por contagio, bien por afán de perdurabilidad, el Teatro comenzó a
adoptar rasgos característicos del Cine, que afectarían notablemente a los diálogos, los personajes retratados, el tono narrativo y el ritmo del mismo.
En la relación entre los dos medios, la vía más utilizada por el Cine ha sido la
adaptación de obras teatrales de éxito. Las películas basadas en textos teatrales
se cuentan por miles. William Shakespeare es el gran responsable de este sorprendente dato. Un total de 37 obras componen su legado, una nada excesiva
producción literaria. Sin embargo, todos sus textos han sido filmados. La historia del Cine recoge casi 500 adaptaciones, más o menos fieles, de obras de
Shakespeare, desde la primera versión de King John en 1899.
El fascinante mundo de la tramoya también ha inspirado a numerosos cineastas,
que han reflejado en sus producciones el vertiginoso funcionamiento de todo lo
que acontece tras las bambalinas. Películas como El Barón de Munchaussen
(Terry Gilliam, 1988), Una noche en la ópera (Sam Wood, 1935) o ¡Qué ruina
de función! (Peter Bodganovich, 1992) son buenos ejemplos.
Otra manera de observar la relación entre el Teatro y el Cine sería detenernos
a observar películas como Shakespeare in love (John Madden, 1998), Ser o
no ser (Ernst Lubitsch, 1942), Víctor o Victoria (Blake Edwards, 1982), Farinelli
(Gérard Corbiau, 1994), Candilejas (Charles Chaplin, 1952) o En lo más crudo del crudo invierno (Kenneth Branagh, 1995). En ellas se nos muestran las vivencias personales de los intérpretes y los avatares de las compañías de Teatro.
Películas que, aparentemente, no guardan una premeditada relación con el
Teatro, integran fragmentos de obras teatrales para reforzar su trama o incluso
como paralelismo de los conflictos de sus protagonistas. Es el caso de Todo
sobre mi madre (Pedro Almodóvar, 2000) en el que se incluye un fragmento de
Un tranvía llamado deseo. En El club de los poetas muertos (Peter Weir, 1989)
los estudiantes interpretan El sueño de una noche de verano. Archiconocida es la
escena en la que la protagonista de Pretty Woman (Gary Marshall, 1990) asiste
a una representación de La Traviata y el monólogo de Esperando a Godot que
hace Dante en la película Martín Hache (Adolfo Aristarain, 1999).
Según señalan cineastas y estudiosos como Eisenstein o Bazin, la relación entre
Teatro y Cine puede describirse como “utilitaria”; el primer Cine sustrae al Teatro
temas y actores. También es una relación “competitiva”, ya que en sus comienzos el Cine pugna con el Teatro por consolidar su propio modelo expresivo y conquistar el favor del público. Pero en definitiva, la relación entre el Cine y el Teatro
se ha ido convirtiendo, a lo largo del siglo XX, en interacción y préstamo mutuo.
REF: 8679/1-12 Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja. Ibercaja. R.M. de Zaragoza (T. 1194. F.23 H.Z. 4862, Inscrip. 1) CIF: G50000652. Editado en febrero de 2012.
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