Servir No. 21 Octubre 2000 Tenemos muchos vecinos... no es que hagamos mucho por ellos, en el sentido de satisfacer sus necesidades, pero compartimos sus penas y alegrías, los momentos de miedo y de angustia. De un escrito del hermano Antonio Bargiggia, cooperante del JRS, sobre su vida en Buterere, Burundi. El Hno. Antonio fue asesinado el día 3 de octubre. OCTUBRE 2000 Servicio Jesuita a Refugiados 1 Al lado de los pobres El Hno. Antonio Bargiggia trabajaba con el JRS, en Burundi, y fue asesinado el día 3 de octubre cuando viajaba desde Mutoyi a Bujumbura. Uno de los cuatro hombres que le ordenaron pararse en una barricada le disparó a quemarropa un tiro en la cabeza. Sus asaltantes, según parece soldados de servicio, abandonaron su cuerpo en la carretera y huyeron con el vehículo que conducía el hermano. Más tarde, fueron detenidos. El Hno. Antonio tenía 43 años y pertenecía a los “Hermanos de los Pobres”, una comunidad recientemente fundada de la diócesis de Milán. Vivió veinte años en Burundi, primero en Mutoyi, y después, los nueve últimos años en el barrio de Buterere, al norte de Bujumbura. Siguiendo el carisma de su comunidad, compartía la vida de los más pobres. Durante los tres últimos años de su vida, el H. Antonio era director del proyecto de Buterere II, en el JRS Burundi, un proyecto destinado a ayudar a las personas vulnerables y la población desplazada que vive en Buterere. 2 El Hno. Antonio escribió en mayo lo seguiente en ‘Ikiraro’, el boletin de JRS Burundi: Me han pedido escribir unas lineas sobre nuestra vida como “hermano de los pobres” en el barrio de Buterere. Vivo desde hace nueve años en un barrio periférico de Bujumbura, intentando siempre compartir la vida con los pobres de la ciudad. Con otro hermano burundés, vivimos en una pequeña casa en el n° 31 de la vigésima avenida, la última del barrio. Tenemos muchos vecinos, la mayoría musulmanes; nos entendemos muy bien y nos ayudamos los unos a los otros. No es que hagamos mucho por ellos, en el sentido de satisfacer sus necesidades, pero compartimos sus penas y alegrías, los momentos de miedo y de angustia, y todo ésto nos une mucho y hace caer las barreras que puede haber entre los blancos y los negros, entre una religión u otra. Soy simplemente un habitante de Buterere, que recoge su agua en la fuente, escapa con ellos cuando hay tiros durante la noche... Esta “presencia” me permite acercarme a todo el mundo. Los jóvenes vienen a nuestra casa y tenemos con ellos relaciones personales donde la confianza es recíproca. Podemos ayudar en el difícil caminar cotidiano, y abrir los ojos a los problemas serios como es el SIDA, los principios morales, etc, ayudándoles a tomar una vida más verdadera y mas seria. A nuestra casa llegan mujeres pobres maltratadas por sus ebrios maridos, viene la madre que llora por la pérdida de su hijo... saben que pueden abrirse a nosotros y ser comprendidas. Nos es fácil ir a visitar al viejo o al enfermo, y traerle una sonrisa. Intentamos tambien, en la medida de nuestras posibilidades, ofrecer una ayuda concreta a los que no tienen nada que comer, asi como a los enfermos de SIDA, que necesitan una ayuda especial. La comunidad de los “hermanos de los pobres” nació en Milan no hace mucho tiempo, por un cura diocesano: Cesare Volonte, aún vivo. El carisma de nuestra comunidad es de vivir el evangelio con la gente más necesitada y abandonada, intentando vivir la vida de Jesús en la simplicidad de Nazaret. Es por esta razón que hemos elegido un barrio como Buterere, y vivimos en una casa parecida a la de la gente. La oración, la pobreza y la caridad hacia los más necesitados son los ejes de nuestra presencia, y el trabajo manual y el cansancio nos hacen sentirnos cerca de estos pobres y nos ayudan ha comprender el sufrimiento y las dificultades que padecen. Esta opción de compartir viene de una convicción profunda de lo que la vida religiosa debe ser, en lo posible, el reflejo de la vida de Jesús, para poder transmitir la bondad y el amor al mundo. En nuestra pequeñez, nos proponemos ser el reflejo de la gente de nuestro barrio.” La tienda del proyecto generador de ingresos económicos del JRS, en Buterere Servir Los que sembraban con lágrimas... Mark Raper SJ, Director Internacional de JRS, mayo 1990-septiembre 2000 Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares Salmo 125 E n la casa central de los jesuitas, en Roma, el nombramiento de un nuevo cargo se celebra con una simple comida. Así pues, a primeros de octubre, el Superior General P. Kolvenbach invitó al P. Lluís Magriñà a comer juntos. Antes de terminar la comida, Lluís recibió una llamada telefónica con la noticia de que un cooperante italiano del JRS, el Hno. Antonio Bargiggia, había sido asesinado aquella mañana, en Burundi. El Hno. Antonio compartía la vida ordinaria de la gente que está al límite de la pobreza en un país lindo, pero empobrecido. “Yo soy simplemente uno más en Buterere que va a buscar agua al pozo y que sale corriendo con la gente, de noche, cuando empieza el tiroteo.” Hace tres años, gran número de personas desplazadas se fue hacia Butarere y el JRS se fue también con ellos. El equipo del JRS se sentía privilegiado con la presencia de Antonio. Los asesinos de Antonio pretenden sembrar el pánico y la inseguridad en Burundi. Sin embargo, nosotros oramos con fe para que su muerte consiga exactamente lo contrario y sea como una semilla de paz y de vida nueva para el país. “Si el grano de trigo que cae en tierra no muere, permanece solo; pero si muere, da mucho fruto.” (Jn 12,24) La realidad de las vidas de los refugiados se confronta con los deseos y preferencias de mucha gente, de las instituciones y, en último término, de los mismos refugiados ya que ellos no eligieron esta situación en que se hallan. Al poder compartir un poco su vida, los trabajadores del JRS reciben confrontaciones sorprendentes, incluso entre las comunidades y la misma Iglesia. Algunos preferirían quizás que las cosas fueran distintas y que, por ejemplo, no hubiera tantos extranjeros en su país, pero los hechos nos atañen a todos y por eso todos necesitamos ser ayudados para que nuestra vida y nuestra fe se sustenten firmes en la realidad de nuestro mundo. Antonio nos ha dejado un hermoso ejemplo de ello, como señalaba uno de los cooperantes del equipo del JRS: “El encuentro con personas como Antonio me ayuda a creer.” La vida de los refugiados y de quienes les acompañan están marcadas por momentos de profundo abatimiento y por otros de un inmenso consuelo. El P. Lluís Magriñà compartirá estos sentimientos opuestos apenas empiece su misión como director. Quisiera pedirles a todos ustedes, refugiados, colaboradores del JRS y amigos que acompañen a Lluís en su nueva misión. Si logra recibir el mismo apoyo, cooperación y amistad que yo he recibido durante los casi veinte años de trabajo con el JRS, se sentirá sin duda muy fortalecido. Gracias. OCTUBRE 2000 Mark Raper SJ Todos necesitamos ser ayudados para que nuestra vida y nuestra fe se sustenten firmes en la realidad de nuestro mundo. Antonio nos ha dejado un hermoso ejemplo de ello, como señalaba uno de los cooperantes del equipo del JRS: “El encuentro con personas como Antonio me ayuda a creer.” Janjevo, Kosovo, 2000 3 Vuelve la paz Dr Mudiappasamy Devadoss SJ a Somalia El cantautor somalí, Abdi Mohamed Amin (con la bandera) y su conjunto, en Arta S omalia tiene Presidente. La Conferencia Nacional de Paz instaurada en la pequeña ciudad de Arta, Djibouti, el 2 de mayo del presente año, dio paso a la Asamblea Nacional Transitoria que redactó la Carta Constitucional hasta elegir por fin a un nuevo Presidente. Abdiquassim Salad Hassan, de 58 años, primer Presidente del país después de casi una década, es conocido en Somalia como el “ministro que nunca fue cesado” por el Presidente Muhammad Siyad Barre. Hassan descarta a quienes le critican por haber participado en el gobierno de Barre diciendo que la generación pre-Barre es demasiado vieja para sobrellevar las responsabilidades de Estado y que la generación post-Barre es demasiado joven. Otros, en el extremo opuesto, asocian a Hassan con el fundamentalismo Islámico. Hassan los descarta también afirmando que él es un buen musulmán, pero negando al mismo tiempo cualquier veleidad fundamentalista. En realidad, Hassan recibe el apoyo tanto del centro Islámico de Mogadiscio como del gremio empresarial que ponen a su disposición todos los medios, 4 incluidas la milicia y la fuerza militar. Somalia posee un gran poderío armamentístico. Elman Ahmed Ali, un activista por la paz, apoyado por la UNESCO y por el JRS, muerto por una bala perdida en Mogadiscio, escribía este mensaje en las paredes Tira el fusil, coge la pluma. En 1994, la UNESCO patrocinó la campaña Qoriga Dhig Qaranda Dhis (Tira el fusil, reconstruye el país), sin gran éxito. Todos los gobiernos de Somalia tienen que habérselas con miles de jóvenes cuyo único medio de vida es el fusil. Incluso cuando Hassan hizo su entrada triunfal en la capital devastada, el 30 de agosto, dos cooperantes internacionales de Acción contra el Hambre, Françoise Deutsch y Jonathan Ward, habían sido secuestrados aquel mismo día y no fueron liberados hasta el 18 de septiembre. Al tiempo de concluir este artículo, no han cesado todavía los enfrentamientos, actos de bandidaje y hechos criminales en Mogadiscio y sus alrededores. En consecuencia, el objetivo prioritario para Hassan es la desmobilización que se han comprometido a apoyar el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (UNDP), la UNESCO y los países donantes. La UNESCO tiene previstos varios programas de alfabetización, de formación profesional y de educación cívica y para la paz entre los 4.000 nuevos policías erigidos por el Comité Nacional de Desarme, creado por Hassan. Además, la UNESCO pondrá en marcha un programa, financiado por Italia, de capacitación vocacional en diferentes oficios destinado al mayor número de excombatientes posible. Años atrás, sólo existían dos feudos en Mogadiscio. Ahora, en cambio, hay muchos más cada cual con su señor de la guerra o líder, aunque su influencia está en declive. Cuando la entrada triunfal de Hassan en Mogadiscio no se veía ninguno porque el Presidente del Yemen, Ali Abdallah Salih, los había invitado gentilmente a Sana’a para “una consulta urgente”. En consecuencia, los señores de la guerra han intentado forjar un frente unitario, después de varios encuentros realizados al noreste de Somalia, Nairobi o cualquier otro lugar. Sin embargo, la opinión pública está en contra de ellos y muchos han desertado de sus filas. El noroeste de Somaliland y el noreste de Puntland presentan un cuadro distinto ya que han disfrutado de una estabilidad relativa durante estos años pasados, bajo los presidentes Muhammad Haji Ibrahim Egal y Col Abdullahi Yusuf Ahmad. Somaliland es un estado autodeclarado autónomo, sin reconocimiento internacional, mientras que Puntland no se ha separado y se proclama el Estado Puntland de Somalia. Hassan deberá tratar ambos casos con mucho tacto político pues nadie tiene a mano la solución. En cualquier caso, la Carta Constitucional, aprobada en Arta, habla de un “sistema federal de gobierno” y de “autonomía regional” por lo cual se puede perfectamente adoptar una visión descentralizada de la unidad de Somalia. Servir De momento, no se ha iniciado todavía el diálogo porque todos han de cumplir pre-condiciones para poder participar. La primera es que Hassan debería sentarse a la mesa de negociaciones como líder de una facción o dirigente de una región, sin arrogarse toda la representatividad como Presidente de Somalia. No se puede pretender, por otra parte que la comunidad internacional entre en contacto con una multiplicidad de gobiernos o jefes de estado de un país tan escasamente poblado (se estima en 6.2 millones el número de habitantes). En cierto sentido, el proceso de paz de Djibouti ha superado con mucho las expectativas de éxito esperadas. Hasta hace pocos meses, la comunidad internacional apenas se apuntaba a la teoría de los “bloques”, es decir, la articulación de administraciones regionales, como Somaliland o Puntland, en torno a un estado federal. Sin embargo, de repente, se ha constituido un Gobierno central superando la teoría de los bloques e instando a todos ellos a ir unidos para restaurar la dignidad perdida de la nación somalí. Todo ello ha sido posible gracias al cambio radical de las fuerzas de pacificación, de Somalia. Después de 12 intentos frustrados, a lo largo de los últimos 10 años, el proceso de paz fue deliberadamente arrancado de manos de los señores de la guerra o de los líderes regionales y pasado – en palabras del Presidente Ismail Omar Guelleh, de Djibouti, “a manos de sus verdaderos propietarios, el pueblo de Somalia... sus líderes tradicionales, intelectuales, mujeres, comerciantes, religiosos, profesionales y todos los amantes de la paz.” Hassan vuelve una y otra vez al tema de la legitimidad. Aunque el animador del proceso de Djibouti ha sido el Presidente Guelleh, dicho proceso ha contado con el apoyo de IGAD (Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo), ONU, OUA (Organización para la Arabia Unida), la Liga Arabe y los países vecinos. Guelleh ha sabido educar sistemáticamente a la comunidad internacional y ha ayudado a las personas claves de la región a tener un conocimiento compartido del problema OCTUBRE 2000 de Somalia y llegar así a posturas unificadas sobre las soluciones requeridas. El 27 de agosto del presente año, al juramento de Hassan estuvieron presentes los Jefes de estado o Presidentes de Eritrea, Etiopía, Sudán, Yemen y del mismo país anfitrión, junto con representantes de otros países, de la ONU, de la UE, de la Liga Arabe y de la OUA. Además, varios Gobiernos, como el de Estados Unidos, hicieron manifiestos públicos a favor. Sin embargo, la ayuda para reconstruir el país, arrasado por la guerra, aún no ha llegado. Hassan ha declarado: “Lo que necesitamos es un Gobierno operativo, no sólo reconocido. Nuestro país, Somalia, tiene aún facciones reco- El proceso de paz fue arrancado de manos de los señores de la guerra y de los líderes regionales y ha pasado... “a manos de sus verdaderos propietarios, el pueblo de Somalia.” nocidas por la comunidad internacional, desde hace 40 años.” Hassan, no obstante, necesitará toda la legitimidad de su pueblo y de la comunidad internacional para su propio Gobierno. Las Naciones Unidas, y demás socios, no sólo dan soporte al proceso de paz de Somalia, sino que han allanado también el camino a todos los niveles: intergubernamental, de la sociedad civil y de base. La UNESCO, por ejemplo, además de facilitar el desarrollo mediante la capacitación de maestros y otros servicios educativos, desde 1993, ha promovido también programas de educación para la paz en las escuelas y educación cívica por una red de nueve emisoras distribuidas estratégicamente, durante tres años. En Somalia, todo se celebra con música y danza. Así pues, la UNESCO ha colaborado en el proceso de paz de Djibouti patrocinando la Fiesta del Cuerno (del 5 al 10 de mayo), el festival cultural más importante del Cuerno de Africa dedicado a la paz de toda la región y, en especial de Somalia, a donde llegan grupos musicales de Djibouti, Egipto, Etiopía, Somalia y Sudán. Dicho festival se desarrolla en el Palacio del Pueblo, en Djibouti y el último día en los salones de la Conferencia Nacional de Paz, concluyendo con un debate entre todos los artistas y público participante sobre la cultura de la paz. Sin embargo, mucho más importante que todos estos esfuerzos por construir la paz en Somalia, por medio de la ONU, es la historia misma del proceso de paz que debe ser recordada y narrada porque no basta que la respuesta internacional humanitaria a una realidad tan compleja quede confinada al envío de alimentos, techos de plástico o medicinas. Se ha de poner remedio a las causas profundas del conflicto y la paz debe construirse ladrillo a ladrillo hasta que se restaure la armonía social y se cree un clima de desarrollo. El Dr. Mudiappasamy Devadoss SJ es coordinador de la UNESCO del programa PEER (Programa de Educación para Emergencias, Comunicación y Cultura de la Paz), en Somalia y persona de contacto del JRS Somalia. Público asistente al Festival cultural del Cuerno de Africa 5 Timor Oriental: un año después El equipo del JRS de Timor Oriental reflexiona sobre el doloroso proceso de reconstrucción del país, después de ganar su independencia frente a Indonesia hace un año E l 30 de agosto de 1999, en un impresionante gesto de valor, el 98 % de la población de Timor Oriental votó en referéndum su derecho a la autodeterminación. El 4 de septiembre, se anunció que casi el 80 % de los votantes eran partidarios de la independencia. Las milicias proindonesias y el ejército reaccionaron inmediatamente a esta declaración de independencia: mataron a centenares de civiles, miles de personas fueron obligados a huir a las montañas, violaron y mutilaron, quemaron y destruyeron más de 80.000 casas y cerca de 250.000 timorenses se refugiaron en Timor Occidental. Cuando llegó la fuerza multinacional de paz, INTERFET, Timor Oriental era un país en estado agónico. Quedaba muy poca gente, sin apenas comida ni alojamiento, mientras el ejército indonesio seguía cometiendo actos de venganza. A medida que INTERFET controló la situación, la gente regresaba poco a poco de la montaña y del exilio a los restos de sus hogares. Los niños volvieron a jugar y a la escuela. El pueblo recuperó la moral luchando día a día, libres ya del dominio de Indonesia. Durante estos doce meses, Timor Oriental continuó su reconstrucción. La ONU estableció una Administración Provisional (UNTAET) con el objetivo de apoyar el período de transición hasta la independencia total, un cometido difícil de realizar. La destrucción era total: viviendas, centros administrativos, escuelas, hospitales, cosechas, tractores, barcos de pesca, almacenes, todo fue saqueado o destruido. El Banco Mundial administra la mayor parte de ayuda y de los fondos para el desarrollo de Timor Oriental. Los organismos internacionales han recibido incentivos y contratos de la ONU, pero el pueblo de Timor Oriental está insatisfecho por el escaso apoyo que se da al comercio y al desarrollo de la industria local y de la agricultura. Miguel Santos, antiguo profesor de UNTIM (Universidad de Timor Oriental), piensa que en la sociedad de Timor Oriental emergen tres grupos distintos: una elite político-económica que abarca un reducido grupo de familias; una amplia capa media urbana muchos de los cuales son funcionarios de bajo nivel, y una mayoría marginalizada que se siente excluida del proceso de reconstrucción e incluye a campesinos, poblaciones rurales, mujeres, jóvenes y desempleados. UNTAET es el mayor empleador aunque la mayoría de sus funcionarios son extranjeros. Los timorenses ocupan los puestos más bajos: limpieza, conductores, guardas de seguridad y traductores. La falta de empeño en capacitación y el lento proceso de ‘timorización’ del personal de UNTAET se agrava más todavía por la escandalosa diferencia salarial, como ocurre en otras misiones de la ONU, entre el personal extranjero y el local. A sus 22 años, Carlito Pereira tiene un extraordinario sentido del deber. Durante la revuelta, cuando miles de pobladores de Dili huyeron de sus casas para buscar refugio en las montañas o en las iglesias y conventos alrededor de la ciudad, mientras las milicias patrullaban las calles y aterrorizaban, quemaban, saqueaban y mataban indiscriminadamente, Carlito fue uno de los que se refugiaron en casa de las Hermanas Franciscanas, en Lahane, y desde allí, salía a buscar comida para llevarla a los que estaban escondidos en la montaña. Al repasar estos 12 meses, Carlito destaca la necesidad de que la gente esté más unida y trabaje para el bienestar de todos los timorenses, en especial de los más vulnerables y marginados. Carlito es consciente de que UNTAET y las ONGs internacionales trabajan intensamente, pero Todos nos sentimos tristes al perder un ser querido. Nos conforta el recuerdo de que ellos dieron sus vidas por un ideal: nuestra ind 6 Servir sin la participación de los timorenses. Mucha gente de Timor Oriental cree también que el Conselho Nacional da Resistencia Timorense (CNRT) es poco operativo y que sus dirigentes han perdido contacto con las bases. “Los líderes deberían visitar las casas de los vecinos más afectados de Dili donde mucha gente vive aún debajo de plásticos, deberían verlo con sus propios ojos y así animar al pueblo para que se ayuden unos a otros.” Casi todo el mundo, en Timor Oriental, tiene parientes o amigos que viven en los campamentos de Timor Occidental donde más de 80.000 refugiados permanecen aún hacinados cerca de la frontera, en Atambua y Betun, y otros 20.000 en Kupang. Algunos de ellos prefieren irse a otros lugares de Indonesia, pero la mayoría quieren volver a Timor Oriental aunque se muestran indecisos después de un año de privaciones y acoso de las milicias, además de las malas noticias que les llegan sobre la recuperación de su país. Un año después de la salida del ejército y de las milicias de Timor Oriental, el Gobierno de Indonesia no ha sido capaz o no ha tenido la voluntad de parar el apoyo de los militares a las milicias que impiden el regreso de los refugiados de Timor Occidental. El día 6 de septiembre, tres funcionarios de la ONU fueron brutalmente asesinados en la sede de ACNUR, en Atambua. Este nuevo brote de violencia ha atemorizado más aún a la población refugiada que recuerda muy bien la brutalidad de las milicias hace apenas un año. Las víctimas de aquella violencia reclaman justicia y, aunque muchos elementos de las milicias indonesias fueron detenidos, después de un año todavía no ha sido juzgado ni un sólo culpable de asesinato o violación ya que el sistema judicial en Timor Oriental se va instaurando muy lentamente. La implicación de los principales responsables es evidente y sin embargo los juicios no se llevan a término porque, en opinión de muchos, solamente un tribunal internacional podrá resarcir con justicia a las víctimas. Un año después, el pueblo de Timor Oriental conmemoró el Septiembre Negro recordando a los que dieron su vida en la lucha por la libertad. Fidelis Magalhaes, de 19 años, cuyo padre fue asesinado por las milicias, en Maliana, escribe estas palabras llenas de coraje para las familias de las víctimas: “Todos nos sentimos tristes al perder un ser querido. Sin embargo, nos conforta el recuerdo de que ellos dieron sus vidas por un ideal: nuestra independencia. Ahora, nosotros tenemos la responsabilidad de honrar su memoria trabajando esforzadamente para el futuro de nuestro país. Así reivindicamos las vidas de nuestros héroes.” A pesar del lento proceso de reconstrucción, de los errores de UNTAET y otros organismos internacionales, de las dificultades y problemas complejos que deben enfrentar los nuevos dirigentes del país, Timor Oriental avanza. Un equipo internacional del JRS llegó a Dili a finales de septiembre de 1999, poco después de la muerte del primer director del JRS de Timor Oriental, el P. Karl Albrecht SJ. El P. Karl fue asesinado el 11 de septiembre después del estallido de violencia que siguió al referéndum. Ahora el equipo está compuesto por trabajadores timorenses e internacionales y sus objetivos son: el refuerzo de la capacidad educativa local, la reconstrucción y el cuidado de la comunidad, la formación cívica y la promoción de los derechos humanos. El JRS ha desarrollado sus servicios en las comunidades locales del sub-distrito de Luro, cerca de Los Palos, al este del país, y en la maltrecha ciudad fronteriza de Maliana, en el distrito de Bobonaro. Además, ha iniciado en Dili programas sobre derechos humanos y presión política, en colaboración con otras ONGs locales e internacionales, y junto con ‘Catholic Relief Services’, participa en un proyecto de salud pública, en el distrito de Ainaro. En Timor Occidental, un equipo del JRS indonesio está trabajando, desde principios de septiembre del año pasado, en los campamentos de refugiados, en programas educativos, agrícolas, de salud, además del acompañamiento pastoral. Después del asesinato de los tres funcionarios de la ONU, en el mes de septiembre, el equipo del JRS que trabajaba en la zona fronteriza de Betun y Atambua se trasladó temporalmente a Kupang, aunque ahora ya está volviendo gradualmente a los campos. dependencia. Nosotros tenemos la responsabilidad de honrar su memoria trabajando con esfuerzo por el futuro de nuestro país. OCTUBRE 2000 7 Esperanza para el futuro Alumnos de una de las escuelas de primaria, dirigidas por el JRS en Negage, Angola El JRS ha contribuído estos últimos años, de varias formas, a la educación de los refugiados en Africa del Sur. Las actuales iniciativas que se desarrollan en Angola, Zambia y Malawi, incluyen el desarrollo de comunidades educativas, enseñanza primaria y secundaria, clases de idiomas, alfabetización de adultos y capacitación de maestros. A partir de su experiencia educativa con refugiados de Africa del Sur, François Chanterie SJ nos explica cómo la escuela ofrece una verdadera esperanza para el futuro de los refugiados. 8 U n experto en educación dijo una vez que, por el hecho de vivir en campos, muchos de los refugiados tienen la oportunidad de estudiar en mejores condiciones que si estuvieran en sus casas. Esta afirmación parece cínica o al menos es cuestionable, si tomamos en consideración las precarias condiciones de vida en los campos. Sin embargo, después de ocho de años de trabajar en los campos de Africa del Sur, estoy completamente de acuerdo con esta opinión. La educación formal es la verdadera respuesta a las necesidades de los refugiados si tenemos en cuenta el contexto real de los campamentos donde los refugiados no tienen otra cosa mejor que vagar sin rumbo ya que no pueden ejercer su sentido de responsabilidad al depender totalmente de otros para satisfacer sus necesidades básicas. Muchos refugiados llegan desde sus pueblos a esos inmensos campamentos donde el anonimato es para ellos una ruptura con sus esquemas familiares tradicionales. En tales circunstancias, el principal objetivo es sobrevivir. La educación, en cambio, ayuda tanto a los maestros como a los discípulos, por igual refugiados, a no pensar más simplemente en cómo sobrevivir, sino en cómo vivir. La escuela, por su misma concepción a largo plazo, les ofrece oportunidades para el futuro lo cual es de una gran importancia ya que el futuro va unido a la vida y suscita en ellos metas y proyectos. Además de las necesidades básicas como son alimentación, vivienda y salud, las personas tenemos tres necesidades más que pugnan por ser satisfechas: la comunidad, el trabajo o negocio y una vida estructurada. La escuela puede dar respuesta a esta triple necesidad ya que, primero, ofrece trabajo tanto a los maestros como a los estudiantes y así se convierte en un taller de aprendizaje. Una escuela bien llevada es además una experiencia de comunidad y sus actividades programadas estructuran el día así como la vida de quienes asisten. En la escuela, maestros y alumnos hacen realidad el sueño común: aunque la guerra casi destruyó sus vidas, Servir descubren ahora que no están derrotados. Muchos refugiados reconocen que nunca habrían sido capaces de continuar los estudios de secundaria en su propio país y en cambio ahora, en los campos, tienen la oportunidad de poner en marcha su propia escuela. El sueño de poder estudiar se hace realidad en el campamento. En Malawi, el JRS ha llevado a cabo un programa escolar en los campos de refugiados mozambiqueños, desde el año 1991 hasta 1995, llamado MOLU (Mozambican Open Learning Unit), una especie de enseñanza a distancia. Sus organizadores diseñaron unos centros donde los estudiantes podrían acudir, de acuerdo con sus necesidades, a consultar al tutor respectivo y a recoger los materiales escolares. La realidad, sin embargo, fue muy diferente. Tanto maestros como alumnos querían una escuela tradicional, con pupitres y sillas, con pizarras y mesa de profesor, con lápices y libro de ejercicios para los alumnos, a donde poder asistir cada día. Los jóvenes se sentían así muy motivados. Después de 20 años de trabajar con profesores y estudiantes, nunca había encontrado un público con tantas ganas de aprender. A pesar de que los campamentos son lugares tranquilos y de una relativa seguridad, el trabajo allí debe ser muy flexible y resulta estresado por lo incierto. A veces, cuando los servicios están bien planificados y todo va sobre ruedas, de repente y por causas externas – como una invasión militar, un bombardeo o el estallido del cólera –, debe modificarse el proyecto o incluso abandonarlo. Cuando se firmó el Acuerdo de Paz en Lusaka, entre el Gobierno de Angola y los rebeldes de UNITA, en 1995, el JRS envió un equipo a la región de Cazombo para promover el retorno de los refugiados que estaban totalmente abandonados desde hacía años, acosados y muertos de miedo. Cuesta imaginar que la población de toda una región no hubiera visto un solo libro ni un periódico durante 25 años! El JRS creó centros de aprendizaje en 11 pueblos, preparó los maestros y puso en marcha 5 escuelas de primaria. Sin OCTUBRE 2000 embargo, todo este trabajo se vino abajo el 16 de noviembre de 1998 cuando la región fue bombardeada y la gente huyó a la selva. Entonces, el JRS decidió cerrar el proyecto por falta de seguridad para maestros, alumnos y los mismos miembros del equipo. Me he preguntado a menudo qué sentido tiene nuestro trabajo en tales circunstancias y me he acordado de las palabras del Exodo: “He visto la miseria de mi pueblo... he oído su clamor contra los opresores... y conozco muy bien su sufrimiento.” El significado de nuestra presencia en los campamentos va más allá de cualquier provisión educativa ya que el trabajo con los refugiados no se limita sólo a una ayuda humanitaria sino que, sin rebajarla, debe aportar algo más profundo a los refugiados. La esencia del trabajo del JRS se resume en un diálogo que alimenta las semillas de fe, esperanza y amor presentes aún en los corazones de aquel pueblo traumatizado.El auténtico diálogo empieza cuando alguien confía en el poder de crecimiento latente en cada persona. Es el momento en que el otro descubre su libertad para ser él mismo y cobra ánimos para expresar sus dudas, sus tristezas, sus esperanzas y sus sueños. Este diálogo no siempre es posible, pero cuando acontece se revela el significado profundo de nuestra presencia entre los refugiados. Así, la entrega de una ayuda material, la puesta en marcha de una escuela o de un curso de alfabetización, el reparto de un tanque de agua o de las pastillas contra los gusanos intestinales se transforman de repente en símbolos de fe y esperanza. El P. Chanterie creó y supervisó durante tres años el programa educativo MOLU. En 1995 fue invitado por la UNESCO para poner en práctica el Programa Urgente de Maestros entre los refugiados ruandeses. Se ha dedicado los últimos tres años que ha vivido en Angola, a la creación de una red escolar en Cazombo y luego a establecer una serie de escuelas primarias en Luanda. Las tres escuelas de primaria continúan: dos en los campos para desplazados internos y una en la ciudad para alumnos descapacitados, víctimas de las minas antipersonas o niños de la calle. Nos hemos esforzado en hacer de estas escuelas del JRS un lugar ‘feliz y seguro’ para todos los niños. Piero Gandini, director del JRS en Luena Una escuela rural, en Malawi, que reúna bajo el mismo techo a niños y niñas refugiados con niños locales, está a punto de ser una realidad. Esta escuela es fruto del trabajo paciente y persistente del equipo del JRS. Siento una gran alegría al ver los nuevos edificios escolares y admiro la labor continuada de Catherine y de Yolanda en favor de los refugiados. Lolín Menéndez RCSJ, responsable de recursos educativos del JRS, de Africa 9 Colombia sigue envuelta en una larga guerra civil con unos costos cada vez mayores en muertos y desplazados. El 'Plan Colombia', una ayuda norteamericana sobre todo para los militares, no ayuda en nada el futuro de este atormentado país. Una guerra sin fin E cuador, Venezuela y Panamá, países vecinos de Colombia, reciben un número cada vez mayor de refugiados, según nos escriben Jenny Cafiso y Jorge Serrano SJ, con riesgo de que el drama de estos últimos años acabe en una trampa mortal cuando el ‘Plan Colombia’ empiece a actuar. Esto añadiría una dimensión aún más dramática al conflicto que se viene cobrando más de 30.000 víctimas cada año y cuesta el equivalente del 4% del PIB, según estadísticas del Gobierno. Hay más de 1,5 millones de desplazados internos en Colombia. La magnitud del problema desborda las fronteras y obligará a la comunidad internacional a prestar atención a este país que hasta ahora ha quedado abandonado a lamentar su propia muerte. La asistencia conseguida de los Estados Unidos puede que no sea precisamente el tipo de ayuda y atención que Colombia necesita. El inacabable conflicto interno entre las tropas gubernamentales, los grupos guerrilleros y las fuerzas paramilitares que operan con el apoyo expreso o tácito de los militares, tiene profundas raíces en un viejo conflicto social sobre la propiedad de la tierra, la distribución de ingresos, el acceso a los recursos básicos y la exclusión de la mayoría del país del proceso político y económico. Cualquier “plan” de paz que no vaya a la raíz del problema y olvide otros aspectos básicos como el respeto de los derechos humanos, los desplazados, la democracia y el desarrollo sostenible con justicia está condenado al fracaso. Desde los años setenta, los sucesivos Gobiernos han tomado medidas para “resolver” el conflicto y así se han sucedido comisiones de paz, negociaciones, alto el fuego, diálogo nacional y otros medios, todos fracasados porque tienen varios fallos en común: haberse dirigido sólo a las elites con exclusión de la sociedad civil; no haber buscado el consenso, y no haber sabido unir la paz con una política social distinta. 10 Al revés de otros conflictos surgidos en el continente, ninguna de las partes en litigio tiene verdadero interés en buscar un fin al conflicto porque todos quieren sacar algún provecho. Las medidas tomadas para “resolver” el conflicto, incluidas las negociaciones iniciadas por el actual Gobierno, son incapaces de traer la paz. Asimismo, pueden tildarse de cortinas de humo o de espejismo muchas de las medidas a favor de los desplazados. Una ley aprobada en 1997, que garantizaba supuestamente sus derechos, está aún pendiente de ponerse en práctica. Las ayudas alimentarias, de alojamiento o de salud para los desplazados son mínimas. Incluso el ‘Plan Colombia’, que incluye un programa de ayuda a desplazados, no sólo estima muy por debajo su número anual, sino que no tiene en cuenta los cientos de miles que han sido desplazados estos últimos años. Las predicciones más optimistas dicen que se necesitarán al menos unos cuatro o cinco años hasta que se llegue a una verdadera paz negociada. Otros, en cambio, hablan de al menos diez años más de guerra hasta que las negociaciones iniciadas desemboquen en un proceso de reconstrucción nacional. En cualquier caso, está claro que la resolución no llegará junto con el fin de las hostilidades, sin que antes se vayan dando los pasos necesarios hacia una reconciliación nacional, y el establecimiento de nuevas relaciones sociales y de producción. Cada paso dado hacia la reconstrucción no deberá olvidar la deuda social contraída con los miles de desplazados. Las iniciativas tomadas por el JRS en su favor son un pequeño ejemplo en esta dirección. Si la comunidad internacional y sobre todo los Estados Unidos se toman en serio la resolución de lo que se ha definido como la peor crisis humanitaria del hemisferio occidental, deben adoptarse iniciativas muy diferentes al ‘Plan Colombia’. Jorge Serrano SJ es el coordinador del JRS-Colombia y Jenny Cafiso es la responsable de programas internacionales. Servir Derechos humanos ¿a qué precio? Jennifer Bailey, Colaboradora del JRS-EE.UU. Hace dos años, los legisladores de Washington casi no hablaban de Colombia. Este año, sin embargo, se han sucedido los debates en el Congreso acerca de las políticas a emplear en este país dividido por la guerra. El dilema planteado es si la política norteamericana debe centrarse en combatir la producción ilegal de drogas o bien es justo influir discretamente en el conflicto interno del país y ayudarle así a liberarse de las guerrillas marxistas. La preocupación por Colombia se ha concretado en una ayuda, aprobada el mes de julio, de 1.300 millones de dólares, y presentada como la “guerra contra las drogas” cuando en realidad tres cuartas partes de la misma son para fines militares y policiales. A medida que llegue la ayuda y aumente la actividad militar se espera una nueva ola de violencia seguida de una crisis de refugiados en los países vecinos. La ayuda incluye tan sólo 27 millones de dólares para asistencia a los desplazados. Sin embargo, al estar relacionada esta ayuda a un plan eminentemente militar, muchas ONGs se niegan a aceptarla. Las condiciones sobre derechos humanos, incluidas en esta ley, exigen que Colombia realice claros progresos en la persecución de abusos del cuerpo militar y de los grupos paramilitares, antes de recibir la ayuda. Pero la administración Clinton no quiere retrasar la “mayor” parte de esta ayuda por incumplimiento de la “menor” parte referida a los derechos humanos. En consecuencia, y a pesar de la evidente imposibilidad de cumplir con las condiciones legales exigidas a Colombia, el Presidente Clinton ha invocado su derecho a pasar por alto esta exigencia enviando un claro mensaje de que este compromiso en pro de los derechos humanos no es más que una declaración de buenas intenciones. OCTUBRE 2000 Escapando de la guerra Marcela Prieto, responsable de proyectos del JRS-Colombia La gente dice: ‘si ustedes no han hecho nada malo ¿por qué se escapan?’ Pero, cómo no vamos a escapar si nos están disparando por todas partes? Y las balas no son precisamente de algodón, oiga! Esto nos decía, el 23 de septiembre de este año, un campesino desplazado de Cuatro Bocas, en Cimitarra, región colombiana del Magdalena Medio, donde el JRS acompaña a los desplazados. Esta es una zona estratégica por sus yacimientos de petróleo, minas y recursos agrícolas que se disputan encarnizadamente las fuerzas implicadas en la guerra civil de Colombia, guerra que ha transformado extensas áreas del país en zonas de desplazamiento de masas y de pobreza. La población civil, que no tiene parte en el conflicto, ha de escapar de esta zona de guerra. Son campesinos, pescadores, pastores, colectores de coca, gente siempre pobre que ahora sufre las consecuencias de esta guerra y huye para buscarse la vida en otra parte, después de verse obligados a dejar sus casas y los pequeños lotes de tierra. El JRS acompaña a esas comunidades del Magdalena Medio, e intenta buscar junto con ellos los medios para reconstruir sus vidas. Con este fin, el JRS de Colombia ha desarrollado varias estrategias, a distintos niveles, con especial atención a: • Derechos Humanos: El JRS da a los desplazados la información y recursos necesarios para conocer sus derechos legales y el proceso jurídico para conseguirlos. • Aspectos socio-culturales: Ayuda a descubrir las raíces de la comunidad y de las estructuras sociales que les permitan recuperar sus costumbres y tradiciones. • Apoyo psicológico: A partir de su propia historia, se les ayuda a curar los traumas internos y recuperar así la autoestima con el fin de que esta confianza en si mismos les permita establecer nuevas relaciones con los demás y con su entorno (la naturaleza, otras culturas, otros grupos étnicos, otras ideologías). • Dimensión económica: Soporte económico para que se incorporen al comercio local o regional y puedan estabilizar así su situación. • Nivel espiritual: Atención pastoral mediante programas adaptados a su religiosidad. El JRS acompaña así a la población desplazada en su búsqueda de sentido a su situación y en su deseo de poner fin al conflicto armado. El equipo del JRS camina al lado de los desplazados desde el día en que se vieron obligados a abandonarlo todo, sin interferir en sus decisiones y sin dispensar al Gobierno colombiano de su obligación de asistir a los desplazados, conforme a la ley. Acompañar a los desplazados, según lo entiende el JRS, significa compartir solidariamente sus necesidades, miedos, angustias y tristezas y, a la vez, luchar con esperanza por el respeto a la vida y a la dignidad de cada persona, escuchar y comprender sus historias personales, dejarse conmover por los gritos de los niños y de las mujeres, sorprenderse ante la sabiduría de un campesino y dejarse enseñar por él, respetar el ámbito privado de sus vidas, hablar poco y escuchar mucho, sin la certeza de tener todas las respuestas o de saber todo lo que hay que hacer porque no nos toca a nosotros decidir. 11 Trabajar en el JRS: un desafío y un privilegio Lluís Magriñà SJ, Director Internacional del JRS E l día 14 de noviembre celebramos los veinte años de trabajo del Servicio Jesuita a Refugiados. Y en estas mismas fechas asumiré la dirección internacional del JRS.Creo que debemos agradecer al P. Arrupe el haber iniciado y apoyado este servicio en favor de los más desheredados de nuestra sociedad, que frecuentemente no se les reconoce ni los derechos más elementales que tiene toda persona. Hace veinte años era necesario tener una visión profética, como la del P.Arrupe, del futuro de nuestro mundo para poder intuir que aumentaría enormemente el número de refugiados y desplazados, y que la Compañía de Jesús por su presencia en muchos países del planeta podía y debía hacer algo para acompañarles en esta difícil situación. Quisiera agradecer muy especialmente a todas aquellas personas: religiosas, religiosos, laicas y laicos que de maneras muy distintas han hecho posible este servicio a tantos millares de refugiadas y refugiados de todo el mundo. Gracias también a todas las congregaciones religiosas, a las agencias que han confiado en nosotros y nos han apoyado en nuestro trabajo. Y un agradecimiento muy especial, por todo el trabajo realizado, al P.Mark Raper que durante estos diez últimos años ha dirigido, aumentado y potenciado este servicio a los refugiadas y refugiados de nuestro mundo. Vivimos en mundo globalizado que tiene muchas necesidades, pero difícilmente una sola organización puede responder a todas ellas. El JRS tiene una Misión específica que cumplir, inspirada en el estilo de relación y presencia que Jesús de Nazaret tuvo con las mujeres y los hombres de su tiempo. Esta Misión se concreta en el servicio a las personas refugiadas, especialmente en el campo de la formación de la persona que le permita mantener su dignidad, su cultura, sus raices, en definitiva su esperanza. Este servicio es realizado en un acompañamiento cercano, buscando conjuntamente los medios más apropiados y las mejores soluciones para responder a las dificultades que surgen diariamente. Sin embargo, debemos seguir trabajando activamente en la búsqueda de soluciones definitivas a los conflictos que provocan la creación de estos millones de refugiados. Colaborar con el JRS lo vivo como un privilegio y a la vez como un gran reto y una gran responsabilidad. Resulta un privilegio poder trabajar con un equipo de personas con un compromiso personal, y con un estilo de trabajo y de servicio concreto a las personas más necesitadas de nuestro mundo. Es un reto el acertar en todo aquello que nos conduzca más eficazmente a la realización de nuestra misión y una responsabilidad la de construir un mundo donde la paz y la justicia sean una realidad. Una vez más muchas gracias por este servicio que realizamos conjuntamente. El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) publica SERVIR en inglés, español, italiano y francés. El JRS fue fundado por Pedro Arrupe SJ, en 1980. El JRS es una organización internacional católica cuya misión es acompañar, servir y defender la causa de los refugiados y de los desplazados internos. Edición: Lluís Magriñà SJ Redacción: Danielle Vella Realización: Stefano Maero Los artículos pueden ser reproducidos siempre que se mencione la fuente. Si desea apuntarse a nuestra lista de correo, escríbanos a: Jesuit Refugee Service, C.P. 6139, 00195 Roma Prati, Italia. Fax +39-06 687 92 83. E-mail: [email protected] La Oficina Internacional del JRS también publica un boletín de noticias bimensual por e-mail, Dispatches, con información sobre los proyectos del JRS en el mundo, además de una reflexión espiritual y ofertas de trabajo con el JRS. Dispatches se publica en inglés, francés, italiano y español. Para suscribirse, envíe un e-mail a <[email protected]>. La suscripción a Servir y a Dispatches es gratuita. La página web del JRS es: http://www.jesref.org/ Foto de portada: La iglesia del campamento de Mtendeli, en Tanzania (por John Kleiderer). Lluís Magriñà SJ 12 Resulta un privilegio poder trabajar con un equipo de personas con un compromiso personal, y con un estilo de trabajo y de servicio concreto a las personas más necesitadas de nuestro mundo. Creditos de fotografías: Mark Raper SJ (págs. 2, arriba; 3, abajo; 6, izquierda; 7, derecha); Amaya Valcárcel (pág. 2, abajo); UNESCO (págs. 4 y 5); Carole MacDonald RSM (pág. 6, derecha); Peter Hosking SJ (pág. 7, izquierda); Lolín Menéndez RSCJ (págs. 8 y 9); Jenny Cafiso (págs. 10 y 11); Joaquim da Silva Sarmento SJ (pág. 12). Servir