Tenemos muchos vecinos... no es que hagamos mucho por

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Servir
No.
21
Octubre
2000
Tenemos muchos vecinos... no es que hagamos mucho por ellos,
en el sentido de satisfacer sus necesidades, pero compartimos sus
penas y alegrías, los momentos de miedo y de angustia.
De un escrito del hermano Antonio Bargiggia, cooperante del JRS, sobre su vida
en Buterere, Burundi. El Hno. Antonio fue asesinado el día 3 de octubre.
OCTUBRE 2000
Servicio Jesuita a Refugiados
1
Al lado de los pobres
El Hno. Antonio Bargiggia
trabajaba con el JRS, en
Burundi, y fue asesinado el día 3
de octubre cuando viajaba
desde Mutoyi a Bujumbura. Uno
de los cuatro hombres que le
ordenaron pararse en una
barricada le disparó a
quemarropa un tiro en la
cabeza. Sus asaltantes, según
parece soldados de servicio,
abandonaron su cuerpo en la
carretera y huyeron con el
vehículo que conducía el
hermano. Más tarde, fueron
detenidos.
El Hno. Antonio tenía 43 años y
pertenecía a los “Hermanos de
los Pobres”, una comunidad
recientemente fundada de la
diócesis de Milán. Vivió veinte
años en Burundi, primero en
Mutoyi, y después, los nueve
últimos años en el barrio de
Buterere, al norte de Bujumbura.
Siguiendo el carisma de su
comunidad, compartía la vida
de los más pobres. Durante los
tres últimos años de su vida, el
H. Antonio era director del
proyecto de Buterere II, en el
JRS Burundi, un proyecto
destinado a ayudar a las
personas vulnerables y la
población desplazada que
vive en Buterere.
2
El Hno. Antonio escribió en mayo lo seguiente en ‘Ikiraro’, el boletin de JRS
Burundi: Me han pedido escribir unas lineas sobre nuestra vida como “hermano
de los pobres” en el barrio de Buterere. Vivo desde hace nueve años en un barrio
periférico de Bujumbura, intentando siempre compartir la vida con los pobres de la
ciudad. Con otro hermano burundés, vivimos en una pequeña casa en el n° 31 de la
vigésima avenida, la última del barrio. Tenemos muchos vecinos, la mayoría
musulmanes; nos entendemos muy bien y nos ayudamos los unos a los otros.
No es que hagamos mucho por ellos, en el sentido de satisfacer sus necesidades,
pero compartimos sus penas y alegrías, los momentos de miedo y de angustia, y
todo ésto nos une mucho y hace caer las barreras que puede haber entre los blancos
y los negros, entre una religión u otra. Soy simplemente un habitante de Buterere,
que recoge su agua en la fuente, escapa con ellos cuando hay tiros durante la
noche... Esta “presencia” me permite acercarme a todo el mundo. Los jóvenes
vienen a nuestra casa y tenemos con ellos relaciones personales donde la confianza
es recíproca. Podemos ayudar en el difícil caminar cotidiano, y abrir los ojos a los
problemas serios como es el SIDA, los principios morales, etc, ayudándoles a tomar
una vida más verdadera y mas seria. A nuestra casa llegan mujeres pobres
maltratadas por sus ebrios maridos, viene la madre que llora por la pérdida de su
hijo... saben que pueden abrirse a nosotros y ser comprendidas. Nos es fácil ir a
visitar al viejo o al enfermo, y traerle una sonrisa. Intentamos tambien, en la medida
de nuestras posibilidades, ofrecer una ayuda concreta a los que no tienen nada que
comer, asi como a los enfermos de SIDA, que necesitan una ayuda especial.
La comunidad de los “hermanos de los pobres” nació en Milan no hace mucho
tiempo, por un cura diocesano: Cesare Volonte, aún vivo. El carisma de nuestra
comunidad es de vivir el evangelio con la gente más necesitada y abandonada,
intentando vivir la vida de Jesús en la simplicidad de Nazaret. Es por esta razón que
hemos elegido un barrio como Buterere, y vivimos en una casa parecida a la de la
gente. La oración, la pobreza y la caridad hacia los más necesitados son los ejes de
nuestra presencia, y el trabajo manual y el cansancio nos hacen sentirnos cerca de
estos pobres y nos ayudan ha comprender el sufrimiento y las dificultades que
padecen. Esta opción de compartir viene de una convicción profunda de lo que la
vida religiosa debe ser, en lo posible, el reflejo de la vida de Jesús, para poder
transmitir la bondad y el amor al mundo. En nuestra pequeñez, nos proponemos ser
el reflejo de la gente de nuestro barrio.”
La tienda del
proyecto
generador de
ingresos
económicos del
JRS, en Buterere
Servir
Los que sembraban con lágrimas...
Mark Raper SJ, Director Internacional de JRS, mayo 1990-septiembre 2000
Los que sembraban con lágrimas,
cosechan entre cantares
Salmo 125
E
n la casa central de los jesuitas, en Roma, el nombramiento de un nuevo cargo se celebra con una simple
comida. Así pues, a primeros de octubre, el Superior
General P. Kolvenbach invitó al P. Lluís Magriñà a comer
juntos. Antes de terminar la comida, Lluís recibió una llamada
telefónica con la noticia de que un cooperante italiano del JRS, el
Hno. Antonio Bargiggia, había sido asesinado aquella mañana, en
Burundi.
El Hno. Antonio compartía la vida ordinaria de la gente que está
al límite de la pobreza en un país lindo, pero empobrecido. “Yo soy
simplemente uno más en Buterere que va a buscar agua al pozo y
que sale corriendo con la gente, de noche, cuando empieza el tiroteo.”
Hace tres años, gran número de personas desplazadas se fue hacia
Butarere y el JRS se fue también con ellos. El equipo del JRS se
sentía privilegiado con la presencia de Antonio.
Los asesinos de Antonio pretenden sembrar el pánico y la
inseguridad en Burundi. Sin embargo, nosotros oramos con fe para
que su muerte consiga exactamente lo contrario y sea como una
semilla de paz y de vida nueva para el país. “Si el grano de trigo que
cae en tierra no muere, permanece solo; pero si muere, da mucho
fruto.” (Jn 12,24)
La realidad de las vidas de los refugiados se confronta con los
deseos y preferencias de mucha gente, de las instituciones y, en
último término, de los mismos refugiados ya que ellos no eligieron
esta situación en que se hallan. Al poder compartir un poco su vida,
los trabajadores del JRS reciben confrontaciones sorprendentes,
incluso entre las comunidades y la misma Iglesia. Algunos preferirían
quizás que las cosas fueran distintas y que, por ejemplo, no hubiera
tantos extranjeros en su país, pero los hechos nos atañen a todos y
por eso todos necesitamos ser ayudados para que nuestra vida y
nuestra fe se sustenten firmes en la realidad de nuestro mundo.
Antonio nos ha dejado un hermoso ejemplo de ello, como señalaba
uno de los cooperantes del equipo del JRS: “El encuentro con personas como Antonio me ayuda a creer.”
La vida de los refugiados y de quienes les acompañan están
marcadas por momentos de profundo abatimiento y por otros de un
inmenso consuelo. El P. Lluís Magriñà compartirá estos sentimientos
opuestos apenas empiece su misión como director. Quisiera pedirles
a todos ustedes, refugiados, colaboradores del JRS y amigos que
acompañen a Lluís en su nueva misión. Si logra recibir el mismo
apoyo, cooperación y amistad que yo he recibido durante los casi
veinte años de trabajo con el JRS, se sentirá sin duda muy fortalecido.
Gracias.
OCTUBRE 2000
Mark Raper SJ
Todos necesitamos ser ayudados
para que nuestra vida y nuestra fe
se sustenten firmes en la realidad
de nuestro mundo. Antonio nos ha
dejado un hermoso ejemplo de
ello, como señalaba uno de los
cooperantes del equipo del JRS:
“El encuentro con personas como
Antonio me ayuda a creer.”
Janjevo, Kosovo, 2000
3
Vuelve la paz
Dr Mudiappasamy Devadoss SJ
a Somalia
El cantautor somalí, Abdi Mohamed Amin (con la bandera) y su conjunto, en Arta
S
omalia tiene Presidente.
La Conferencia Nacional
de Paz instaurada en la
pequeña ciudad de Arta,
Djibouti, el 2 de mayo del presente año,
dio paso a la Asamblea Nacional Transitoria que redactó la Carta Constitucional hasta elegir por fin a un nuevo
Presidente. Abdiquassim Salad Hassan,
de 58 años, primer Presidente del país
después de casi una década, es conocido en Somalia como el “ministro que
nunca fue cesado” por el Presidente
Muhammad Siyad Barre.
Hassan descarta a quienes le
critican por haber participado en el
gobierno de Barre diciendo que la
generación pre-Barre es demasiado
vieja para sobrellevar las responsabilidades de Estado y que la generación
post-Barre es demasiado joven.
Otros, en el extremo opuesto, asocian a Hassan con el fundamentalismo
Islámico. Hassan los descarta también
afirmando que él es un buen musulmán,
pero negando al mismo tiempo cualquier veleidad fundamentalista. En
realidad, Hassan recibe el apoyo tanto
del centro Islámico de Mogadiscio
como del gremio empresarial que ponen a su disposición todos los medios,
4
incluidas la milicia y la fuerza militar.
Somalia posee un gran poderío
armamentístico. Elman Ahmed Ali, un
activista por la paz, apoyado por la
UNESCO y por el JRS, muerto por una
bala perdida en Mogadiscio, escribía
este mensaje en las paredes Tira el
fusil, coge la pluma. En 1994, la
UNESCO patrocinó la campaña Qoriga Dhig Qaranda Dhis (Tira el fusil,
reconstruye el país), sin gran éxito.
Todos los gobiernos de Somalia tienen
que habérselas con miles de jóvenes
cuyo único medio de vida es el fusil.
Incluso cuando Hassan hizo su entrada
triunfal en la capital devastada, el 30 de
agosto, dos cooperantes internacionales
de Acción contra el Hambre, Françoise
Deutsch y Jonathan Ward, habían sido
secuestrados aquel mismo día y no
fueron liberados hasta el 18 de septiembre. Al tiempo de concluir este
artículo, no han cesado todavía los
enfrentamientos, actos de bandidaje y
hechos criminales en Mogadiscio y sus
alrededores.
En consecuencia, el objetivo prioritario para Hassan es la desmobilización
que se han comprometido a apoyar el
Programa de Desarrollo de las Naciones
Unidas (UNDP), la UNESCO y los
países donantes. La UNESCO tiene
previstos varios programas de alfabetización, de formación profesional y
de educación cívica y para la paz entre
los 4.000 nuevos policías erigidos por el
Comité Nacional de Desarme, creado
por Hassan. Además, la UNESCO
pondrá en marcha un programa, financiado por Italia, de capacitación vocacional en diferentes oficios destinado
al mayor número de excombatientes
posible.
Años atrás, sólo existían dos feudos
en Mogadiscio. Ahora, en cambio, hay
muchos más cada cual con su señor
de la guerra o líder, aunque su influencia está en declive. Cuando la entrada
triunfal de Hassan en Mogadiscio no
se veía ninguno porque el Presidente
del Yemen, Ali Abdallah Salih, los había
invitado gentilmente a Sana’a para “una
consulta urgente”. En consecuencia, los
señores de la guerra han intentado
forjar un frente unitario, después de
varios encuentros realizados al noreste
de Somalia, Nairobi o cualquier otro
lugar. Sin embargo, la opinión pública
está en contra de ellos y muchos han
desertado de sus filas.
El noroeste de Somaliland y el
noreste de Puntland presentan un
cuadro distinto ya que han disfrutado
de una estabilidad relativa durante
estos años pasados, bajo los presidentes
Muhammad Haji Ibrahim Egal y Col
Abdullahi Yusuf Ahmad. Somaliland es
un estado autodeclarado autónomo, sin
reconocimiento internacional, mientras
que Puntland no se ha separado y se
proclama el Estado Puntland de Somalia. Hassan deberá tratar ambos casos
con mucho tacto político pues nadie
tiene a mano la solución. En cualquier
caso, la Carta Constitucional, aprobada
en Arta, habla de un “sistema federal
de gobierno” y de “autonomía regional”
por lo cual se puede perfectamente
adoptar una visión descentralizada de
la unidad de Somalia.
Servir
De momento, no se ha iniciado
todavía el diálogo porque todos han de
cumplir pre-condiciones para poder
participar. La primera es que Hassan
debería sentarse a la mesa de negociaciones como líder de una facción o
dirigente de una región, sin arrogarse
toda la representatividad como Presidente de Somalia. No se puede pretender, por otra parte que la comunidad
internacional entre en contacto con una
multiplicidad de gobiernos o jefes de
estado de un país tan escasamente
poblado (se estima en 6.2 millones el
número de habitantes).
En cierto sentido, el proceso de paz
de Djibouti ha superado con mucho las
expectativas de éxito esperadas. Hasta
hace pocos meses, la comunidad internacional apenas se apuntaba a la teoría
de los “bloques”, es decir, la articulación de administraciones regionales,
como Somaliland o Puntland, en torno
a un estado federal. Sin embargo, de
repente, se ha constituido un Gobierno
central superando la teoría de los bloques e instando a todos ellos a ir unidos
para restaurar la dignidad perdida de
la nación somalí.
Todo ello ha sido posible gracias al
cambio radical de las fuerzas de pacificación, de Somalia. Después de 12
intentos frustrados, a lo largo de los
últimos 10 años, el proceso de paz fue
deliberadamente arrancado de manos
de los señores de la guerra o de los líderes regionales y pasado – en palabras
del Presidente Ismail Omar Guelleh, de
Djibouti, “a manos de sus verdaderos
propietarios, el pueblo de Somalia... sus
líderes tradicionales, intelectuales, mujeres, comerciantes, religiosos, profesionales y todos los amantes de la paz.”
Hassan vuelve una y otra vez al
tema de la legitimidad. Aunque el animador del proceso de Djibouti ha sido
el Presidente Guelleh, dicho proceso ha
contado con el apoyo de IGAD (Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo), ONU, OUA (Organización
para la Arabia Unida), la Liga Arabe y
los países vecinos. Guelleh ha sabido
educar sistemáticamente a la comunidad internacional y ha ayudado a las
personas claves de la región a tener un
conocimiento compartido del problema
OCTUBRE 2000
de Somalia y llegar así a posturas
unificadas sobre las soluciones requeridas. El 27 de agosto del presente
año, al juramento de Hassan estuvieron presentes los Jefes de estado o
Presidentes de Eritrea, Etiopía, Sudán,
Yemen y del mismo país anfitrión, junto
con representantes de otros países, de
la ONU, de la UE, de la Liga Arabe y
de la OUA. Además, varios Gobiernos,
como el de Estados Unidos, hicieron
manifiestos públicos a favor.
Sin embargo, la ayuda para reconstruir el país, arrasado por la guerra,
aún no ha llegado. Hassan ha declarado:
“Lo que necesitamos es un Gobierno
operativo, no sólo reconocido. Nuestro
país, Somalia, tiene aún facciones reco-
El proceso de paz fue
arrancado de manos de los
señores de la guerra y de
los líderes regionales y ha
pasado... “a manos de sus
verdaderos propietarios, el
pueblo de Somalia.”
nocidas por la comunidad internacional, desde hace 40 años.” Hassan, no
obstante, necesitará toda la legitimidad
de su pueblo y de la comunidad internacional para su propio Gobierno.
Las Naciones Unidas, y demás socios, no sólo dan soporte al proceso de
paz de Somalia, sino que han allanado
también el camino a todos los niveles:
intergubernamental, de la sociedad civil
y de base. La UNESCO, por ejemplo,
además de facilitar el desarrollo mediante la capacitación de maestros y
otros servicios educativos, desde 1993,
ha promovido también programas de
educación para la paz en las escuelas
y educación cívica por una red de nueve
emisoras distribuidas estratégicamente,
durante tres años.
En Somalia, todo se celebra con
música y danza. Así pues, la UNESCO
ha colaborado en el proceso de paz de
Djibouti patrocinando la Fiesta del
Cuerno (del 5 al 10 de mayo), el festival cultural más importante del Cuerno
de Africa dedicado a la paz de toda la
región y, en especial de Somalia, a
donde llegan grupos musicales de
Djibouti, Egipto, Etiopía, Somalia y
Sudán. Dicho festival se desarrolla en
el Palacio del Pueblo, en Djibouti y el
último día en los salones de la Conferencia Nacional de Paz, concluyendo
con un debate entre todos los artistas
y público participante sobre la cultura
de la paz.
Sin embargo, mucho más importante que todos estos esfuerzos por
construir la paz en Somalia, por medio
de la ONU, es la historia misma del
proceso de paz que debe ser recordada
y narrada porque no basta que la
respuesta internacional humanitaria a
una realidad tan compleja quede
confinada al envío de alimentos, techos
de plástico o medicinas. Se ha de poner
remedio a las causas profundas del
conflicto y la paz debe construirse ladrillo a ladrillo hasta que se restaure la
armonía social y se cree un clima de
desarrollo.
El Dr. Mudiappasamy Devadoss SJ es
coordinador de la UNESCO del programa
PEER (Programa de Educación para
Emergencias, Comunicación y Cultura de
la Paz), en Somalia y persona de contacto
del JRS Somalia.
Público asistente al Festival cultural del Cuerno de Africa
5
Timor Oriental: un año después
El equipo del JRS de Timor Oriental reflexiona sobre el doloroso proceso de reconstrucción
del país, después de ganar su independencia frente a Indonesia hace un año
E
l 30 de agosto de 1999, en
un impresionante gesto de
valor, el 98 % de la población de Timor Oriental votó
en referéndum su derecho a la autodeterminación. El 4 de septiembre, se
anunció que casi el 80 % de los votantes eran partidarios de la independencia.
Las milicias proindonesias y el ejército
reaccionaron inmediatamente a esta
declaración de independencia: mataron a centenares de civiles, miles de
personas fueron obligados a huir a las
montañas, violaron y mutilaron, quemaron y destruyeron más de 80.000
casas y cerca de 250.000 timorenses
se refugiaron en Timor Occidental.
Cuando llegó la fuerza multinacional de paz, INTERFET, Timor Oriental era un país en estado agónico.
Quedaba muy poca gente, sin apenas
comida ni alojamiento, mientras el
ejército indonesio seguía cometiendo
actos de venganza. A medida que
INTERFET controló la situación, la
gente regresaba poco a poco de la
montaña y del exilio a los restos de sus
hogares. Los niños volvieron a jugar y
a la escuela. El pueblo recuperó la
moral luchando día a día, libres ya del
dominio de Indonesia.
Durante estos doce meses, Timor
Oriental continuó su reconstrucción. La
ONU estableció una Administración
Provisional (UNTAET) con el objetivo
de apoyar el período de transición hasta
la independencia total, un cometido
difícil de realizar. La destrucción era
total: viviendas, centros administrativos,
escuelas, hospitales, cosechas, tractores, barcos de pesca, almacenes, todo
fue saqueado o destruido.
El Banco Mundial administra la
mayor parte de ayuda y de los fondos
para el desarrollo de Timor Oriental.
Los organismos internacionales han
recibido incentivos y contratos de la
ONU, pero el pueblo de Timor Oriental está insatisfecho por el escaso apoyo
que se da al comercio y al desarrollo
de la industria local y de la agricultura.
Miguel Santos, antiguo profesor de
UNTIM (Universidad de Timor Oriental), piensa que en la sociedad de Timor
Oriental emergen tres grupos distintos:
una elite político-económica que abarca
un reducido grupo de familias; una
amplia capa media urbana muchos de
los cuales son funcionarios de bajo
nivel, y una mayoría marginalizada que
se siente excluida del proceso de reconstrucción e incluye a campesinos,
poblaciones rurales, mujeres, jóvenes
y desempleados.
UNTAET es el mayor empleador
aunque la mayoría de sus funcionarios
son extranjeros. Los timorenses ocupan los puestos más bajos: limpieza,
conductores, guardas de seguridad y
traductores. La falta de empeño en capacitación y el lento proceso de ‘timorización’ del personal de UNTAET se
agrava más todavía por la escandalosa
diferencia salarial, como ocurre en
otras misiones de la ONU, entre el personal extranjero y el local.
A sus 22 años, Carlito Pereira tiene
un extraordinario sentido del deber.
Durante la revuelta, cuando miles de
pobladores de Dili huyeron de sus casas
para buscar refugio en las montañas o
en las iglesias y conventos alrededor
de la ciudad, mientras las milicias
patrullaban las calles y aterrorizaban,
quemaban, saqueaban y mataban indiscriminadamente, Carlito fue uno de los
que se refugiaron en casa de las Hermanas Franciscanas, en Lahane, y
desde allí, salía a buscar comida para
llevarla a los que estaban escondidos
en la montaña.
Al repasar estos 12 meses, Carlito
destaca la necesidad de que la gente
esté más unida y trabaje para el
bienestar de todos los timorenses, en
especial de los más vulnerables y
marginados. Carlito es consciente de
que UNTAET y las ONGs internacionales trabajan intensamente, pero
Todos nos sentimos tristes al perder un ser querido. Nos conforta el recuerdo de que ellos dieron sus vidas por un ideal: nuestra ind
6
Servir
sin la participación de los timorenses.
Mucha gente de Timor Oriental cree
también que el Conselho Nacional da
Resistencia Timorense (CNRT) es
poco operativo y que sus dirigentes han
perdido contacto con las bases. “Los
líderes deberían visitar las casas de los
vecinos más afectados de Dili donde
mucha gente vive aún debajo de plásticos, deberían verlo con sus propios
ojos y así animar al pueblo para que se
ayuden unos a otros.”
Casi todo el mundo, en Timor Oriental, tiene parientes o amigos que viven en los campamentos de Timor
Occidental donde más de 80.000 refugiados permanecen aún hacinados
cerca de la frontera, en Atambua y Betun, y otros 20.000 en Kupang. Algunos
de ellos prefieren irse a otros lugares
de Indonesia, pero la mayoría quieren
volver a Timor Oriental aunque se
muestran indecisos después de un año
de privaciones y acoso de las milicias,
además de las malas noticias que les
llegan sobre la recuperación de su país.
Un año después de la salida del ejército y de las milicias de Timor Oriental,
el Gobierno de Indonesia no ha sido
capaz o no ha tenido la voluntad de parar
el apoyo de los militares a las milicias
que impiden el regreso de los refugiados
de Timor Occidental. El día 6 de septiembre, tres funcionarios de la ONU
fueron brutalmente asesinados en la
sede de ACNUR, en Atambua. Este
nuevo brote de violencia ha atemorizado
más aún a la población refugiada que
recuerda muy bien la brutalidad de las
milicias hace apenas un año.
Las víctimas de aquella violencia
reclaman justicia y, aunque muchos
elementos de las milicias indonesias
fueron detenidos, después de un año
todavía no ha sido juzgado ni un sólo
culpable de asesinato o violación ya que
el sistema judicial en Timor Oriental se
va instaurando muy lentamente. La
implicación de los principales responsables es evidente y sin embargo los
juicios no se llevan a término porque,
en opinión de muchos, solamente un
tribunal internacional podrá resarcir con
justicia a las víctimas.
Un año después, el pueblo de Timor
Oriental conmemoró el Septiembre
Negro recordando a los que dieron su
vida en la lucha por la libertad. Fidelis
Magalhaes, de 19 años, cuyo padre fue
asesinado por las milicias, en Maliana,
escribe estas palabras llenas de coraje
para las familias de las víctimas: “Todos
nos sentimos tristes al perder un ser
querido. Sin embargo, nos conforta el
recuerdo de que ellos dieron sus vidas
por un ideal: nuestra independencia.
Ahora, nosotros tenemos la responsabilidad de honrar su memoria trabajando esforzadamente para el futuro
de nuestro país. Así reivindicamos las
vidas de nuestros héroes.” A pesar del
lento proceso de reconstrucción, de los
errores de UNTAET y otros organismos internacionales, de las dificultades
y problemas complejos que deben
enfrentar los nuevos dirigentes del país,
Timor Oriental avanza.
Un equipo internacional del JRS llegó a Dili
a finales de septiembre de 1999, poco
después de la muerte del primer director
del JRS de Timor Oriental, el P. Karl
Albrecht SJ. El P. Karl fue asesinado el 11
de septiembre después del estallido de
violencia que siguió al referéndum. Ahora
el equipo está compuesto por trabajadores
timorenses e internacionales y sus objetivos
son: el refuerzo de la capacidad educativa
local, la reconstrucción y el cuidado de la
comunidad, la formación cívica y la
promoción de los derechos humanos. El
JRS ha desarrollado sus servicios en las
comunidades locales del sub-distrito de
Luro, cerca de Los Palos, al este del país,
y en la maltrecha ciudad fronteriza de
Maliana, en el distrito de Bobonaro.
Además, ha iniciado en Dili programas
sobre derechos humanos y presión política,
en colaboración con otras ONGs locales e
internacionales, y junto con ‘Catholic Relief
Services’, participa en un proyecto de
salud pública, en el distrito de Ainaro. En
Timor Occidental, un equipo del JRS
indonesio está trabajando, desde principios
de septiembre del año pasado, en los
campamentos de refugiados, en programas
educativos, agrícolas, de salud, además del
acompañamiento pastoral. Después del
asesinato de los tres funcionarios de la
ONU, en el mes de septiembre, el equipo
del JRS que trabajaba en la zona fronteriza
de Betun y Atambua se trasladó
temporalmente a Kupang, aunque ahora
ya está volviendo gradualmente
a los campos.
dependencia. Nosotros tenemos la responsabilidad de honrar su memoria trabajando con esfuerzo por el futuro de nuestro país.
OCTUBRE 2000
7
Esperanza para el futuro
Alumnos de una de las escuelas de primaria,
dirigidas por el JRS en Negage, Angola
El JRS ha contribuído estos
últimos años, de varias
formas, a la educación de
los refugiados en Africa del
Sur. Las actuales iniciativas
que se desarrollan en
Angola, Zambia y Malawi,
incluyen el desarrollo de
comunidades educativas,
enseñanza primaria y
secundaria, clases de
idiomas, alfabetización de
adultos y capacitación de
maestros.
A partir de su experiencia
educativa con refugiados de
Africa del Sur, François
Chanterie SJ nos explica
cómo la escuela ofrece una
verdadera esperanza para el
futuro de los refugiados.
8
U
n experto en educación
dijo una vez que, por el
hecho de vivir en campos,
muchos de los refugiados
tienen la oportunidad de estudiar en
mejores condiciones que si estuvieran
en sus casas. Esta afirmación parece
cínica o al menos es cuestionable, si
tomamos en consideración las precarias condiciones de vida en los campos.
Sin embargo, después de ocho de años
de trabajar en los campos de Africa del
Sur, estoy completamente de acuerdo
con esta opinión.
La educación formal es la verdadera respuesta a las necesidades de los
refugiados si tenemos en cuenta el
contexto real de los campamentos
donde los refugiados no tienen otra cosa
mejor que vagar sin rumbo ya que no
pueden ejercer su sentido de responsabilidad al depender totalmente de
otros para satisfacer sus necesidades
básicas. Muchos refugiados llegan
desde sus pueblos a esos inmensos
campamentos donde el anonimato es
para ellos una ruptura con sus esquemas familiares tradicionales. En tales
circunstancias, el principal objetivo es
sobrevivir. La educación, en cambio,
ayuda tanto a los maestros como a los
discípulos, por igual refugiados, a no
pensar más simplemente en cómo
sobrevivir, sino en cómo vivir. La
escuela, por su misma concepción a
largo plazo, les ofrece oportunidades
para el futuro lo cual es de una gran
importancia ya que el futuro va unido
a la vida y suscita en ellos metas y
proyectos.
Además de las necesidades básicas
como son alimentación, vivienda y
salud, las personas tenemos tres necesidades más que pugnan por ser
satisfechas: la comunidad, el trabajo
o negocio y una vida estructurada. La
escuela puede dar respuesta a esta triple necesidad ya que, primero, ofrece
trabajo tanto a los maestros como a los
estudiantes y así se convierte en un
taller de aprendizaje. Una escuela bien
llevada es además una experiencia de
comunidad y sus actividades programadas estructuran el día así como
la vida de quienes asisten.
En la escuela, maestros y alumnos
hacen realidad el sueño común: aunque la guerra casi destruyó sus vidas,
Servir
descubren ahora que no están derrotados. Muchos refugiados reconocen
que nunca habrían sido capaces de
continuar los estudios de secundaria en
su propio país y en cambio ahora, en
los campos, tienen la oportunidad de
poner en marcha su propia escuela. El
sueño de poder estudiar se hace
realidad en el campamento.
En Malawi, el JRS ha llevado a cabo
un programa escolar en los campos de
refugiados mozambiqueños, desde el
año 1991 hasta 1995, llamado MOLU
(Mozambican Open Learning Unit),
una especie de enseñanza a distancia.
Sus organizadores diseñaron unos
centros donde los estudiantes podrían
acudir, de acuerdo con sus necesidades, a consultar al tutor respectivo
y a recoger los materiales escolares.
La realidad, sin embargo, fue muy diferente. Tanto maestros como alumnos
querían una escuela tradicional, con
pupitres y sillas, con pizarras y mesa
de profesor, con lápices y libro de
ejercicios para los alumnos, a donde
poder asistir cada día. Los jóvenes se
sentían así muy motivados. Después de
20 años de trabajar con profesores y
estudiantes, nunca había encontrado un
público con tantas ganas de aprender.
A pesar de que los campamentos
son lugares tranquilos y de una relativa
seguridad, el trabajo allí debe ser muy
flexible y resulta estresado por lo incierto. A veces, cuando los servicios
están bien planificados y todo va sobre
ruedas, de repente y por causas externas – como una invasión militar, un
bombardeo o el estallido del cólera –,
debe modificarse el proyecto o incluso
abandonarlo.
Cuando se firmó el Acuerdo de Paz
en Lusaka, entre el Gobierno de Angola y los rebeldes de UNITA, en 1995,
el JRS envió un equipo a la región de
Cazombo para promover el retorno de
los refugiados que estaban totalmente abandonados desde hacía años,
acosados y muertos de miedo. Cuesta
imaginar que la población de toda una
región no hubiera visto un solo libro ni
un periódico durante 25 años! El JRS
creó centros de aprendizaje en 11 pueblos, preparó los maestros y puso en
marcha 5 escuelas de primaria. Sin
OCTUBRE 2000
embargo, todo este trabajo se vino abajo
el 16 de noviembre de 1998 cuando la
región fue bombardeada y la gente huyó a la selva. Entonces, el JRS decidió
cerrar el proyecto por falta de seguridad para maestros, alumnos y los
mismos miembros del equipo.
Me he preguntado a menudo qué
sentido tiene nuestro trabajo en tales
circunstancias y me he acordado de las
palabras del Exodo: “He visto la miseria
de mi pueblo... he oído su clamor contra los opresores... y conozco muy bien
su sufrimiento.”
El significado de nuestra presencia
en los campamentos va más allá de
cualquier provisión educativa ya que el
trabajo con los refugiados no se limita
sólo a una ayuda humanitaria sino que,
sin rebajarla, debe aportar algo más
profundo a los refugiados.
La esencia del trabajo del JRS se
resume en un diálogo que alimenta las
semillas de fe, esperanza y amor presentes aún en los corazones de aquel
pueblo traumatizado.El auténtico diálogo empieza cuando alguien confía en
el poder de crecimiento latente en cada
persona. Es el momento en que el otro
descubre su libertad para ser él mismo
y cobra ánimos para expresar sus
dudas, sus tristezas, sus esperanzas y
sus sueños.
Este diálogo no siempre es posible,
pero cuando acontece se revela el significado profundo de nuestra presencia
entre los refugiados. Así, la entrega de
una ayuda material, la puesta en
marcha de una escuela o de un curso
de alfabetización, el reparto de un tanque de agua o de las pastillas contra
los gusanos intestinales se transforman de repente en símbolos de fe y
esperanza.
El P. Chanterie creó y supervisó durante
tres años el programa educativo MOLU.
En 1995 fue invitado por la UNESCO para
poner en práctica el Programa Urgente
de Maestros entre los refugiados ruandeses. Se ha dedicado los últimos tres
años que ha vivido en Angola, a la creación de una red escolar en Cazombo y
luego a establecer una serie de escuelas
primarias en Luanda.
Las tres escuelas de primaria
continúan: dos en los campos para
desplazados internos y una en la
ciudad para alumnos descapacitados,
víctimas de las minas antipersonas o
niños de la calle. Nos hemos esforzado
en hacer de estas escuelas del JRS un
lugar ‘feliz y seguro’ para todos los
niños.
Piero Gandini, director del JRS en Luena
Una escuela rural, en Malawi, que
reúna bajo el mismo techo a niños y
niñas refugiados con niños locales,
está a punto de ser una realidad. Esta
escuela es fruto del trabajo paciente y
persistente del equipo del JRS. Siento
una gran alegría al ver los nuevos
edificios escolares y admiro la labor
continuada de Catherine y de Yolanda
en favor de los refugiados.
Lolín Menéndez RCSJ, responsable de
recursos educativos del JRS, de Africa
9
Colombia sigue envuelta
en una larga guerra civil
con unos costos cada
vez mayores en
muertos y desplazados.
El 'Plan Colombia', una
ayuda norteamericana
sobre todo para los
militares, no ayuda en
nada el futuro de este
atormentado país.
Una guerra sin fin
E
cuador, Venezuela y Panamá, países vecinos de
Colombia, reciben un número cada vez mayor de
refugiados, según nos escriben Jenny Cafiso y
Jorge Serrano SJ, con riesgo de que el drama de
estos últimos años acabe en una trampa mortal cuando el
‘Plan Colombia’ empiece a actuar. Esto añadiría una dimensión
aún más dramática al conflicto que se viene cobrando más
de 30.000 víctimas cada año y cuesta el equivalente del 4%
del PIB, según estadísticas del Gobierno. Hay más de 1,5
millones de desplazados internos en Colombia. La magnitud
del problema desborda las fronteras y obligará a la comunidad
internacional a prestar atención a este país que hasta ahora
ha quedado abandonado a lamentar su propia muerte. La
asistencia conseguida de los Estados Unidos puede que no
sea precisamente el tipo de ayuda y atención que Colombia
necesita.
El inacabable conflicto interno entre las tropas gubernamentales, los grupos guerrilleros y las fuerzas paramilitares
que operan con el apoyo expreso o tácito de los militares,
tiene profundas raíces en un viejo conflicto social sobre la
propiedad de la tierra, la distribución de ingresos, el acceso a
los recursos básicos y la exclusión de la mayoría del país del
proceso político y económico. Cualquier “plan” de paz que
no vaya a la raíz del problema y olvide otros aspectos básicos
como el respeto de los derechos humanos, los desplazados, la
democracia y el desarrollo sostenible con justicia está
condenado al fracaso.
Desde los años setenta, los sucesivos Gobiernos han
tomado medidas para “resolver” el conflicto y así se han sucedido comisiones de paz, negociaciones, alto el fuego, diálogo
nacional y otros medios, todos fracasados porque tienen varios
fallos en común: haberse dirigido sólo a las elites con exclusión
de la sociedad civil; no haber buscado el consenso, y no haber
sabido unir la paz con una política social distinta.
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Al revés de otros conflictos surgidos en el continente,
ninguna de las partes en litigio tiene verdadero interés en
buscar un fin al conflicto porque todos quieren sacar algún
provecho. Las medidas tomadas para “resolver” el conflicto,
incluidas las negociaciones iniciadas por el actual Gobierno,
son incapaces de traer la paz. Asimismo, pueden tildarse de
cortinas de humo o de espejismo muchas de las medidas a
favor de los desplazados. Una ley aprobada en 1997, que garantizaba supuestamente sus derechos, está aún pendiente
de ponerse en práctica. Las ayudas alimentarias, de alojamiento o de salud para los desplazados son mínimas. Incluso
el ‘Plan Colombia’, que incluye un programa de ayuda a
desplazados, no sólo estima muy por debajo su número anual,
sino que no tiene en cuenta los cientos de miles que han sido
desplazados estos últimos años.
Las predicciones más optimistas dicen que se necesitarán
al menos unos cuatro o cinco años hasta que se llegue a una
verdadera paz negociada. Otros, en cambio, hablan de al menos diez años más de guerra hasta que las negociaciones
iniciadas desemboquen en un proceso de reconstrucción
nacional. En cualquier caso, está claro que la resolución no
llegará junto con el fin de las hostilidades, sin que antes se
vayan dando los pasos necesarios hacia una reconciliación
nacional, y el establecimiento de nuevas relaciones sociales y
de producción. Cada paso dado hacia la reconstrucción no
deberá olvidar la deuda social contraída con los miles de
desplazados. Las iniciativas tomadas por el JRS en su favor
son un pequeño ejemplo en esta dirección. Si la comunidad
internacional y sobre todo los Estados Unidos se toman en
serio la resolución de lo que se ha definido como la peor crisis
humanitaria del hemisferio occidental, deben adoptarse
iniciativas muy diferentes al ‘Plan Colombia’.
Jorge Serrano SJ es el coordinador del JRS-Colombia y
Jenny Cafiso es la responsable de programas internacionales.
Servir
Derechos humanos
¿a qué precio?
Jennifer Bailey, Colaboradora del JRS-EE.UU.
Hace dos años, los legisladores de Washington casi no hablaban de Colombia.
Este año, sin embargo, se han sucedido
los debates en el Congreso acerca de
las políticas a emplear en este país
dividido por la guerra. El dilema planteado es si la política norteamericana
debe centrarse en combatir la producción ilegal de drogas o bien es justo
influir discretamente en el conflicto
interno del país y ayudarle así a liberarse de las guerrillas marxistas.
La preocupación por Colombia se
ha concretado en una ayuda, aprobada
el mes de julio, de 1.300 millones de
dólares, y presentada como la “guerra
contra las drogas” cuando en realidad
tres cuartas partes de la misma son para fines militares y policiales. A medida
que llegue la ayuda y aumente la actividad militar se espera una nueva ola
de violencia seguida de una crisis de
refugiados en los países vecinos.
La ayuda incluye tan sólo 27 millones de dólares para asistencia a los
desplazados. Sin embargo, al estar
relacionada esta ayuda a un plan eminentemente militar, muchas ONGs se
niegan a aceptarla.
Las condiciones sobre derechos
humanos, incluidas en esta ley, exigen
que Colombia realice claros progresos
en la persecución de abusos del cuerpo
militar y de los grupos paramilitares,
antes de recibir la ayuda. Pero la administración Clinton no quiere retrasar la
“mayor” parte de esta ayuda por incumplimiento de la “menor” parte
referida a los derechos humanos. En
consecuencia, y a pesar de la evidente
imposibilidad de cumplir con las condiciones legales exigidas a Colombia,
el Presidente Clinton ha invocado su
derecho a pasar por alto esta exigencia
enviando un claro mensaje de que este
compromiso en pro de los derechos
humanos no es más que una declaración de buenas intenciones.
OCTUBRE 2000
Escapando de la guerra
Marcela Prieto, responsable de proyectos del JRS-Colombia
La gente dice: ‘si ustedes no han hecho nada malo ¿por qué se escapan?’ Pero, cómo no
vamos a escapar si nos están disparando por todas partes? Y las balas no son precisamente de
algodón, oiga! Esto nos decía, el 23 de septiembre de este año, un campesino desplazado de
Cuatro Bocas, en Cimitarra, región colombiana del Magdalena Medio, donde el JRS acompaña
a los desplazados. Esta es una zona estratégica por sus yacimientos de petróleo, minas y
recursos agrícolas que se disputan encarnizadamente las fuerzas implicadas en la guerra civil de
Colombia, guerra que ha transformado extensas áreas del país en zonas de desplazamiento de
masas y de pobreza. La población civil, que no tiene parte en el conflicto, ha de escapar de esta
zona de guerra. Son campesinos, pescadores, pastores, colectores de coca, gente siempre
pobre que ahora sufre las consecuencias de esta guerra y huye para buscarse la vida en otra
parte, después de verse obligados a dejar sus casas y los pequeños lotes de tierra.
El JRS acompaña a esas comunidades del Magdalena Medio, e intenta buscar junto con
ellos los medios para reconstruir sus vidas. Con este fin, el JRS de Colombia ha desarrollado
varias estrategias, a distintos niveles, con especial atención a:
• Derechos Humanos: El JRS da a los desplazados la información y recursos necesarios para
conocer sus derechos legales y el proceso jurídico para conseguirlos.
• Aspectos socio-culturales: Ayuda a descubrir las raíces de la comunidad y de las estructuras
sociales que les permitan recuperar sus costumbres y tradiciones.
• Apoyo psicológico: A partir de su propia historia, se les ayuda a curar los traumas internos
y recuperar así la autoestima con el fin de que esta confianza en si mismos les permita establecer
nuevas relaciones con los demás y con su entorno (la naturaleza, otras culturas, otros grupos
étnicos, otras ideologías).
• Dimensión económica: Soporte económico para que se incorporen al comercio local o
regional y puedan estabilizar así su situación.
• Nivel espiritual: Atención pastoral mediante programas adaptados a su religiosidad. El JRS
acompaña así a la población desplazada en su búsqueda de sentido a su situación y en su deseo
de poner fin al conflicto armado.
El equipo del JRS camina al lado de los desplazados desde el día en que se vieron obligados
a abandonarlo todo, sin interferir en sus decisiones y sin dispensar al Gobierno colombiano de su
obligación de asistir a los desplazados, conforme a la ley. Acompañar a los desplazados, según
lo entiende el JRS, significa compartir solidariamente sus necesidades, miedos, angustias y
tristezas y, a la vez, luchar con esperanza por el respeto a la vida y a la dignidad de cada
persona, escuchar y comprender sus historias personales, dejarse conmover por los gritos de
los niños y de las mujeres, sorprenderse ante la sabiduría de un campesino y dejarse enseñar
por él, respetar el ámbito privado de sus vidas, hablar poco y escuchar mucho, sin la certeza de
tener todas las respuestas o de saber todo lo que hay que hacer porque no nos toca a nosotros
decidir.
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Trabajar en el JRS: un desafío y un privilegio
Lluís Magriñà SJ, Director Internacional del JRS
E
l día 14 de noviembre celebramos los veinte años de trabajo del Servicio
Jesuita a Refugiados. Y en estas mismas fechas asumiré la dirección
internacional del JRS.Creo que debemos agradecer al P. Arrupe el haber
iniciado y apoyado este servicio en favor de los más desheredados de nuestra
sociedad, que frecuentemente no se les reconoce ni los derechos más elementales
que tiene toda persona. Hace veinte años era necesario tener una visión profética,
como la del P.Arrupe, del futuro de nuestro mundo para poder intuir que aumentaría
enormemente el número de refugiados y desplazados, y que la Compañía de Jesús
por su presencia en muchos países del planeta podía y debía hacer algo para
acompañarles en esta difícil situación. Quisiera agradecer muy especialmente a
todas aquellas personas: religiosas, religiosos, laicas y laicos que de maneras muy
distintas han hecho posible este servicio a tantos millares de refugiadas y refugiados
de todo el mundo. Gracias también a todas las congregaciones religiosas, a las
agencias que han confiado en nosotros y nos han apoyado en nuestro trabajo. Y un
agradecimiento muy especial, por todo el trabajo realizado, al P.Mark Raper que
durante estos diez últimos años ha dirigido, aumentado y potenciado este servicio a
los refugiadas y refugiados de nuestro mundo.
Vivimos en mundo globalizado que tiene muchas necesidades, pero difícilmente
una sola organización puede responder a todas ellas. El JRS tiene una Misión
específica que cumplir, inspirada en el estilo de relación y presencia que Jesús de
Nazaret tuvo con las mujeres y los hombres de su tiempo. Esta Misión se concreta
en el servicio a las personas refugiadas, especialmente en el campo de la formación
de la persona que le permita mantener su dignidad, su cultura, sus raices, en
definitiva su esperanza. Este servicio es realizado en un acompañamiento cercano,
buscando conjuntamente los medios más apropiados y las mejores soluciones para
responder a las dificultades que surgen diariamente. Sin embargo, debemos seguir
trabajando activamente en la búsqueda de soluciones definitivas a los conflictos que
provocan la creación de estos millones de refugiados.
Colaborar con el JRS lo vivo como un privilegio y a la vez como un gran reto y
una gran responsabilidad. Resulta un privilegio poder trabajar con un equipo de
personas con un compromiso personal, y con un estilo de trabajo y de servicio
concreto a las personas más necesitadas de nuestro mundo. Es un reto el acertar en
todo aquello que nos conduzca más eficazmente a la realización de nuestra misión y
una responsabilidad la de construir un mundo donde la paz y la justicia sean una
realidad. Una vez más muchas gracias por este servicio que realizamos
conjuntamente.
El Servicio Jesuita a
Refugiados (JRS) publica
SERVIR en inglés, español,
italiano y francés.
El JRS fue fundado por Pedro
Arrupe SJ, en 1980.
El JRS es una organización
internacional católica cuya
misión es acompañar, servir y
defender la causa de los
refugiados y de los
desplazados internos.
Edición: Lluís Magriñà SJ
Redacción: Danielle Vella
Realización: Stefano Maero
Los artículos pueden ser
reproducidos siempre que se
mencione la fuente.
Si desea apuntarse a nuestra
lista de correo, escríbanos a:
Jesuit Refugee Service,
C.P. 6139, 00195 Roma Prati,
Italia. Fax +39-06 687 92 83.
E-mail: [email protected]
La Oficina Internacional del JRS
también publica un boletín de
noticias bimensual por e-mail,
Dispatches, con información
sobre los proyectos del JRS en el
mundo, además de una reflexión
espiritual y ofertas de trabajo con
el JRS. Dispatches se publica en
inglés, francés, italiano y español.
Para suscribirse, envíe un e-mail
a <[email protected]>.
La suscripción a Servir y a
Dispatches es gratuita.
La página web del JRS es:
http://www.jesref.org/
Foto de portada: La iglesia del
campamento de Mtendeli, en
Tanzania (por John Kleiderer).
Lluís Magriñà SJ
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Resulta un privilegio
poder trabajar con un
equipo de personas con
un compromiso personal,
y con un estilo de trabajo
y de servicio concreto a
las personas más
necesitadas de nuestro
mundo.
Creditos de fotografías: Mark
Raper SJ (págs. 2, arriba; 3,
abajo; 6, izquierda; 7, derecha);
Amaya Valcárcel (pág. 2, abajo);
UNESCO (págs. 4 y 5); Carole
MacDonald RSM (pág. 6,
derecha); Peter Hosking SJ (pág.
7, izquierda); Lolín Menéndez
RSCJ (págs. 8 y 9); Jenny Cafiso
(págs. 10 y 11); Joaquim da Silva
Sarmento SJ (pág. 12).
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