IBILBIDEAK RECORRIDOS VISTA GENERAL DE LA LÍNEA DE COSTA, CON EL FARO DE LA PLATA Y JAIZKIBEL AL FONDO El monte Ulía, por las tierras de los Oquendo Todos guardamos en nuestro interior recuerdos agradables de algún monte por el que hayamos empezado nuestras correrías infantiles. En mi caso, es el monte Ulía, por su belleza, su historia y su facilidad de acceso. Es una pena que la presión urbana, en forma de turismo descontrolado o de incendios periódicos, haya estropeado algunos de sus paisajes más curiosos. TEXTO: ALEJANDRO CANTERO FOTOS: IKT. Existe en la parte más alta de este monte (cota máxima 233), cerca de los restos del llamado molino, una gran piedra arenisca con una placa que indica que se trataba de una atalaya para divisar la llegada de ballenas. El hecho demuestra la estratégica posición de este monte, con espléndidas vistas sobre la costa vasca y sobre los alrededores de la capital guipuzcoana. Hace justo un siglo, cuando San Sebastián era un balneario tranquilo y señorial y el barrio de Gros era todavía un arenal, el monte Ulía constituía un parque de atracciones para los veraneantes pudientes. Se podía acceder a su cumbre por medio de un tranvía o ferrocarril (1902-1920) de unos 3 km que partía del área actualmente ocupada por el Reloj de Ategorrieta. Casi en la cumbre, los más valientes tenían la opción de montar en un funicular-transbordador (construido en 1907) para ascender un último desnivel de 30 m en una longitud de 300 m, disfrutando aún más del paisaje. Este transbordador, el novedoso Spanish Aerocar, era obra del Ingeniero de Caminos cántabro-bilbaíno Leonardo Torres Quevedo, (ver http:// www.euskonews.com/ 0414zbk/ gaia41401es.html). Fue el primero del mundo en su género, diseñado para el transporte de personas, pero fue desmantelado en los años 30. Un ejemplar semejante, construido en Bilbao por la empresa “The Niágara Spanish Aerocar Co. Limited”, todavía funciona en las conocidas cataratas. Actualmente, quedan muy pocos rastros de esa actividad recreativa, ya que el monte Igeldo tuvo finalmente más éxito en la atracción de visitantes. Sin embargo, el monte Ulía sigue siendo una zona periurbana de gran valor natural, apta para visitantes motorizados, para amantes de la gastronomía o para caminantes que desean conocer parajes espectaculares. La reciente inclusión de los acantilados de Ulía como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC ES2120014) dentro de la Red Natura 2000 ha sido una forma de reconocer sus valores naturales. Sería de desear que las inversiones de las Entidades Públicas fomentasen la puesta en valor y protección de estos valores, en su mayor parte relacionados con la flora y fauna de acantilados marinos. El permanente riesgo de incendio forestal en las laderas que vierten al mar, con abundante material combustible, se revela como el mayor riesgo para la conservación de este monte. Los deslizamientos y la sustrai 65 erosión hídrica en sus laderas arenosas desarboladas también constituyen un problema, pero son de menor peligro en general para los ecosistemas. EL RECORRIDO ACONSEJADO Se propone un itinerario lineal, que empieza en el barrio de Gros y termina en Pasajes San Pedro. Allí mismo se puede tomar un autobús urbano que, en pocos minutos, permite al caminante retornar al punto inicial. Es un recorrido muy fácil y conocido por varias generaciones de donostiarras y pasaitarras. Este itinerario comienza, por tanto, en el Colegio San Ignacio de Loyola, del que tantos buenos recuerdos conservo. El principio es duro, pues se trata VISTA DEL BARRIO DE GROS Y DE LA ZURRIOLA FOTO: IKT de ascender en línea recta rampas y escalones durante un cuarEl camino gira por fin en dirección este, hacia Pasajes, to de hora. El esfuerzo es compensado por las preciosas vistas buscando los distintos recovecos de sus laderas. Aunque en que se empieza a tener de San Sebastián y su entorno según su mayor parte sigue la curva de nivel, existen diversos desse sube. niveles a superar y multitud de ramales que permiten acerAl final del último y largo tramo de escaleras, se llega a carse a la línea costera, con sus grandes roquedos donde críuna vía afirmada que se dirige por curva de nivel hacia el an las gaviotas. noroeste. Se trata de la explanación del antiguo ferrocarril El sendero principal, más o menos enmascarado entre del Ulía, que nos lleva hasta unas campas con unas estupenhelechos, tojos y zarzas, cruza pequeños barrancos en los que das vistas sobre la ciudad. suele encontrarse agua manando o en los que se refugian los Otro atajo más directo para alcanzar estas campas parescasos árboles (pinos marítimos, abedules, rebollos) que han te del Solar de los Oquendo, hoy convertido en Museo y resistido los incendios forestales. Casa de Cultura de Manteo. Don Antonio de Oquendo, almirante del siglo XVI, hijo del almirante Don Miguel, nació en este palacio y vivió, cuando no estaba combatiendo, en Pasajes, de donde era originario el también almirante Blas de Lezo (aconsejable leer la reseña de todos ellos en la wikipedia). Allí, sobre el barrio de Sagüés y al pie del muro de la carretera asfaltada, existen varias posibilidades para continuar. La opción aquí aconsejada es la más natural, la que evita el asfalto y los tramos más accesibles. Se trata de dirigirse hacia el norte, siguiendo un sendero que cruza un pinar y permite contemplar desde las alturas el antiguo fuerte militar de Mompás y sus imPUNTA MOMPÁS, HORADADA CON TÚNELES Y BUNKERS FOTO: IKT presionantes acantilados. 66 sustrai.81 IBILBIDEAK Cruzaremos la llamada “Avenida de Josetxo”, una antigua calzada restaurada a mano por este admirable jubilado que se dedica a desbrozar y recuperar los viejos caminos de Ulía. En concreto, esta calzada sigue el camino por el que acarrearon las losas de arenisca necesarias para la construcción de la Iglesia de San Ignacio, la principal del barrio de Gros, y otros emblemáticos edificios donostiarras. Cuántos recuerdos y cuántas anécdotas se esconden entre las piedras y la maleza. La roca arenisca, dominante en esta formación geológica llamada flysch, produce suelos esqueléticos y muy ácidos, de textura arenosa, con escasa capacidad de retención de la humedad y con un fuerte desarrollo del matorral. Este tipo de roca, superpuesta en capas, favorece el deslizamiento a favor de pendiente y dificulta la construcción de infraestructuras. En los próximos años, se espera iniciar diversas obras civiles en los extremos del monte Ulía (pasarela de Sagüés, puerto exterior), aunque, previsiblemente, la existencia de esta litología inestable y las acometidas del mar van a dificultar las labores de construcción y mantenimiento. Si no se desea continuar disfrutando, desde varios puntos del sendero se puede ascender hacia la antena de la cumbre, donde un merendero permite descansar y retornar por la carretera. Pero si se decide seguir hasta el final, los premios para el caminante son diversos: desde el hallazgo de calas escondidas hasta el impresionante paisaje del Faro de la Plata, la bocana del puerto y el monte Jaizkibel. Si tenemos buena suerte, y conocemos algo del tema, podremos llegar a distinguir diversas especies de gaviotas, disfrutar de un vuelo picado del halcón peregrino o encontrar endemismos de flora de colores variados. Más o menos a mitad de camino se llega a un amplio collado situado sobre el donostiarra barrio de La Paz, donde ASPECTOS DE LAS LADERAS DESARBOLADAS Y LOS ROQUEDOS DE ARENISCA QUE PREDOMINAN EN EL MONTE. una estrecha carretera permite acceder a un caserío (con una sidra estupenda). Es aconsejable detenerse y refrescarse, antes de acometer el último tramo, que baja suavemente hacia Pasajes. Siguiendo el sendero de la cara norte, atravesaremos diversos barrancos y nos iremos acercando a uno de los rincones más curiosos y desconocidos de la costa, el Faro de la Plata, colgado de un promontorio que se adentra en el mar y que era llamado antiguamente la Peña del Diablo. Desde este faro, una carretera de 1,5 km permite bajar al núcleo marítimo de San Pedro y retornar al origen, disfrutando antes de unas preciosas panorámicas de la entrada del puerto y de la orilla de enfrente, donde se ubican los rivales remeros de Pasai Donibane y los extensos acantilados del monte Jaizkibel. En total, se trata de un itinerario de unos 6-7 km que habrá requerido, dependiendo de las paradas, unas 3 o 4 horas. Un paseo matutino muy recomendable para disfrutar del paisaje, de las gaviotas, de la brisa del mar, de la Historia y, si se desea, de los recuerdos infantiles. Un itinerario natural por los alrededores de una zona muy urbanizada, pero que aún conserva rincones salvajes y casi inaccesibles. Cruzar el río, nos permite llegar al camping y el punto de partida. Más o menos, el recorrido completo es de unos 5 km y el tiempo necesario, dependiendo de las paradas para contemplar los puntos de interés, puede suponer entre 2 y 3 horas. Precisamente, ver las cabañas de madera prefabricadas del camping de Angosto, construidas a partir de materiales procedentes de países lejanos con el fin de satisfacer la demanda urbana de recreo, nos puede hacer reflexionar. Seguro que los habitantes de esta comarca que, no hace muchos años, recorrían estos montes y sufrían explotando la madera y otras materias primas para poder sobrevivir no se imaginarían el cambio tan drástico que ha vivido nuestra sociedad. sustrai 67