Documento descargado de http://www.elsevier.es el 01/12/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Originales S. Defior Citoler1 J. Alegria Iscoa2 Revista de Logopedia, Foniatría y Audiología 2005, Vol. 25, No. 2, 51-61 Copyright 2005 AELFA y Grupo Ars XXI de Comunicación, S.L. ISSN: 0214-4603 Conexión entre morfosintaxis y escritura: cuando la fonología es (casi) suficiente para escribir 1 Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación Facutad de Psicología Universidad de Granada En este trabajo se analiza la posible influencia del conocimiento morfosintáctico en la escritura de un sistema ortográfico transparente como es el castellano. Se utiliza una clasificación que considera tres situaciones en las que el conocimiento gramatical puede influir en la escritura en sistemas opacos: a) decidir, utilizando la morfología, entre dos o más formas escritas compatibles con la fonología; b) representar morfemas mudos y c) escribir morfemas que trasgreden las reglas de correspondencia fonemagrafema. Se observa que dos de las tres situaciones son aplicables en este sistema ortográfico, debido principalmente a la existencia de grafonemas inconsist ent es y a las part icularidades f onológicas del castellano hablado en diversas regiones. Se const at a que la demost ración de la conexión ent re conocimiento gramatical y escritura está mayoritariamente por hacer y se propone un cuadro teórico en el cual podrían ser concebidos este tipo de estudios. El análisis de esta relación se inserta en un debate más general sobre la importancia del conocimiento léxico frenta al conocimiento de reglas y sobre la existencia de mecanismos generales de escritura frente a mecanismos contingentes, dependientes de la propia estructura del sistema ortográfico. Palabras clave: Escritura, morfemas, procesamiento morfosintáctico, sistema ortográfico castellano 2 Laboratoire de Psychologie Expérimentale Université Libre de Bruxelles (Bélgica) Morphosyntax and spelling connection: When phonology is (almost) enough to spell This study analyses the possible influence of morphosyntactic knowledge on the spelling of a transparent orthographic system such as Spanish. A three situation classification where the grammatical knowledge could influence the spelling of opaque orthographic systems is used: a) deciding between two or more acceptable spelling sequences; b) spelling silent morphemes; c) conventional spellings for morphemes which flout letter-sound correspondence rules. It is observed that two out of three situations could be applied to Spanish, mainly due to the singularities of some Spanish region speakers and to the existence of inconsistent graphonemes. It is ascertained that there is almost not evidence about the connection between morphosyntactic knowledge and spelling. A theoretical frame for this kind of studies is provided. The analysis of this relationship concerns the lexical knowledge versus rule knowledge debate, and that of the general spelling mechanisms as opposed to contingent mechanisms that are dependent on the orthographic system structure itself. Key words: Spelling, morpheme, morphosyntactic processes, Spanish orthographic system Introducción Corrrespondencia: Sylvia Defior Citoler Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación Universidad de Granada Campus de Cartuja, s/n 18071 Granada Correo electrónico: [email protected] 13 Este trabajo ha sido financiado parcialmente por el MCYT, proyecto BSO200210276, concedido a Sylvia Defior. La escritura de palabras en un sistema alfabético hace intervenir procesos basados en la representación fonológica de éstas, si bien los conocimientos fonológicos son generalmente insuficientes. Así, una proporción importante de palabras escritas, proporción 51 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 01/12/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Rev Logop fon Audiol 2005, Vol. 25, No. 2, 51-61 DEFIOR CITOLER Y ALEGRIA ISCOA 52 CONEXIÓN ENTRE MORFOSINTAXIS Y ESCRITURA: CUANDO LA FONOLOGÍA ES (CASI) SUFICIENTE PARA ESCRIBIR que depende de la lengua, contienen más información lingüística que la simple secuencia de segmentos fonológicos que forman la palabra en su versión oral. Estos conocimientos son principalmente de naturaleza léxica y gramatical. Muchas cuestiones se han planteado en torno a la producción escrita de las palabras: ¿cómo se forman las representaciones ortográficas?, ¿qué tipo de conocimientos utilizan los escritores expertos para escribir?, ¿cómo adquieren los niños estos instrumentos?, ¿qué procedimientos utilizan?, ¿cómo explicar las dificultades de algunos niños para lograr el dominio de esta habilidad? La investigación sobre la escritura es relativamente reciente y todavía se están buscando las respuestas a muchas de estas preguntas. En este trabajo nos interesamos principalmente por la segunda, relativa a los conocimientos que se utilizan en la escritura de palabras, que es el nivel más específico de la habilidad escritora, en el sistema ortográfico del castellano. Hasta hace unos años, los modelos cognitivos sobre la escritura1 señalaban que para escribir son necesarios dos tipos de conocimientos: fonológico (relativo a la estructura sonora de las palabras orales y a la conexión entre las unidades sonoras y su representación gráfica) y ortográfico o léxico (relativo al recuerdo de la forma ortográfica o conocimiento específico de la secuencia de letras que constituyen las palabras, que estaría almacenado en un léxico ortográfico). La investigación en el ámbito del lenguaje escrito ha demostrado la influencia considerable del primer factor, que engloba tanto la habilidad progresiva para segmentar las palabras orales en sus elementos constitutivos (los fonemas) como el conocimiento de las reglas de correspondencia entre estos elementos y los grafemas (RCFG). Así, actualmente está bien establecido que la adquisición de un sistema de escritura alfabético tiene como requisito sine qua non el conocimiento fonológico (Share, 1995). Este conocimiento sería en principio suficiente para escribir todas las palabras en aquellos sistemas ortográficos donde existe una perfecta correspondencia entre fonemas y grafemas. La única excepción serían las palabras en las que fuera necesario utilizar conocimientos no fonológicos como, por ejemplo, la regla «los nombres propios se escriben con mayúscula», para cuya aplicación se requiere conocer la distinción gramatical entre nombre apelativo y propio. 1 Utilizaremos de aquí en adelante este término para referirnos a la escritura de palabras, que es el objeto de este trabajo. Ahora bien, la pronunciación de ciertos fonemas por parte de los hablantes hace desaparecer contrastes fonológicos que se mantienen presentes en la ortografía (p. ej., pollo/poyo); en otros casos omiten algunos fonemas (p. ej., la oclusiva /d/ en los participios en –ado). Este alejamiento de la fonología oral respecto a la ortografía crea situaciones en las que la morfología puede o tiene que intervenir en la producción escrita, como luego veremos. Por otra parte, los sistemas de escritura alfabéticos (v. Perfetti, 1997, la distinción entre sistema de escritura y sistema ortográfico) no respetan sino parcialmente el principio alfabético. Ningún sistema realiza una perfecta correspondencia, de carácter biunívoco, entre los fonemas y los grafemas. Esto da lugar a que los sistemas ortográficos particulares de cada lengua sean más o menos consistentes o transparentes en función del grado de sistematicidad de las relaciones entre las unidades fonológicas y las ortográficas. En los sistemas transparentes, como el finlandés o el castellano entre otros, las relaciones grafema-fonema son consistentes y, por lo tanto, altamente productivas. Por el contrario, los sistemas opacos se caracterizan por la inconsistencia de las relaciones, lo que da lugar a numerosas palabras que no pueden ser escritas basándose exclusivamente en la fonología. La inconsistencia es generalmente más importante en la dirección fonema-grafema (escritura, FG) que en la dirección grafema-fonema (lectura, GF). En ese sentido, los escritores se enfrentan a situaciones en las que el procesamiento fonológico no es suficiente para escribir o leer correctamente una palabra, puesto que un mismo fonema se puede transcribir de diferentes formas o, inversamente, diferentes fonemas se pueden transcribir con el mismo grafema. De ahí la necesidad del segundo tipo de conocimiento, que se basa en las representaciones ortográficas que se almacenan en el léxico mental. Entre los factores que contribuyen al desarrollo del léxico ortográfico el más determinante (aunque no el único) es la repetición. La probabilidad de que la representación ortográfica de una palabra sea almacenada en el léxico ortográfico depende del número de encuentros con ella (v. la noción de autoaprendizaje desarrollada por Share, 1995). Este factor es responsable del efecto de frecuencia. En efecto, la ortografía de las palabras que presentan inconsistencias (p. ej., los grafemas «h» y «b» en la palabra habitación) depende directamente de su frecuencia. En una serie de trabajos destinados a comparar la rapidez con la que se desarro14 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 01/12/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. CONEXIÓN ENTRE MORFOSINTAXIS Y ESCRITURA: CUANDO LA FONOLOGÍA ES (CASI) SUFICIENTE PARA ESCRIBIR lla el léxico ortográfico en castellano y en francés, se estudió el efecto de frecuencia en palabras que contienen grafonemas inconsistentes no dominantes (p. ej., veleta, legión en castellano; cigale, légion en francés) y que, por consiguiente, requieren la intervención del léxico ortográfico (Alegria, Marín, Carrillo y Mousty, 2003; Marín, Alegria y Carrillo, en preparación). Los resultados muestran que la aparición del efecto de frecuencia es considerablemente más precoz en castellano que en francés. Alegria y cols. (2003) muestran un efecto de frecuencia en castellano con palabras que contienen el grafema mudo «h»y el grafonema inconsistente /b/ escrito «v»al cabo de 3 meses de escolaridad (noviembre-diciembre de primero de primaria). Es necesario esperar más de un año para obtener efectos equivalentes en los niños francófonos (a mediados del segundo curso de educación primaria). Es importante señalar que la utilidad del léxico ortográfico es considerablemente más importante en francés que en castellano. El hecho de que se desarrolle más rápidamente en castellano muestra claramente que la «utilidad»no es el factor determinante en el almacenamiento de las representaciones ortográficas de las palabras. Además de estos dos conocimientos básicos, recientemente se ha demostrado la importancia de un tercer tipo de conocimiento lingüístico en la escritura de los sistemas opacos, como es el conocimiento morfosintáctico (Alegria y Mousty, 1994; Bryant, Nunes y Aidinis, 1999a; Bryant, Nunes y Bidman, 1999b y 2000; Toterau, Thevenin y Fayol, 1997; Treiman, 2000). Desde una perspectiva general, puede decirse que la adquisición de la escritura implica ir desarrollando y utilizando múltiples conocimientos sobre las palabras, que son de tipo semántico, fonológico, ortográfico y morfosintáctico. Es decir, tanto el conocimiento del significado, de la pronunciación o de la forma escrita de las palabras, como de las características morfológicas y sintácticas, pueden contribuir a su escritura adecuada. Actualmente, existe un consenso generalizado en que el completo dominio de la escritura requiere que la lengua y los diversos conocimientos lingüísticos se hagan explícitos, a niveles cada vez más integrados. A modo de ilustración, imaginemos una persona que tiene que escribir la palabra /baka/ en castellano. Además del conocimiento fonológico, para resolver la incertidumbre entre las dos formas de escribir el fonema /b/, «baca» y «vaca», ambas correctas en este caso, estará obligada a hacer un uso conjunto del conocimiento ortográfico y semántico. En otros casos, como por ejemplo, para decidir como escribir el fonema /x/ en 15 «gente»y «jefe», tendrá que hacer uso del conocimiento ortográfico. Por último, la representación correcta de la palabra /as/ en sus diferentes formas ortográficas, «as», «has» y «haz» (esta última en los hablantes con seseo), requerirá un conocimiento morfosintáctico, relativo a la distinción entre la función nominal y verbal de esta forma fonológica y dentro de la verbal, entre el verbo haber y hacer. La investigación del lenguaje escrito ha dedicado una considerable atención al estudio de la influencia del conocimiento fonológico y ortográfico en la escritura, aunque algo menor en este último caso. Sólo muy recientemente se ha dedicado atención al estudio de la influencia del conocimiento morfosintáctico. Independientemente de su papel en los modelos teóricos (todavía no se sabe con claridad si este conocimiento es distinto al ortográfico, al que complementaría, o si forma parte de él) es un conocimiento que debe tenerse en cuenta para explicar la habilidad escritora así como los posibles orígenes de las dificultades en su adquisición (Alegria y Mousty, 1994; Carlisle, 1988; Seymour, 1997). En lo que sigue, nos centraremos en las relaciones entre conocimiento morfosintáctico y escritura. Una primera cuestión es determinar que se entiende por este tipo de conocimiento. El conocimiento morfosintáctico Morfología y sintaxis son dos partes diferenciadas de la gramática. El conocimiento morfológico se refiere a la estructura morfémica2 de las palabras, que distingue los morfemas radical, derivativo y flexivo (p. ej., comer, comestible, comía, respectivamente). Los morfemas se pueden combinar para formar palabras nuevas (p. ej., helicóptero, televisión). El conocimiento sintáctico concierne a las relaciones entre las palabras (funciones) dentro de la frase, así como entre las oraciones. Ahora bien, como en las palabras se superponen frecuentemente la forma (morfología) y la función (sintaxis), ya que una implica la otra, se habla de conocimiento morfosintáctico de forma general y en ese sentido lo utilizaremos a lo largo de este trabajo. 2 Un morfema es la más pequeña sucesión de fonemas dotada de significación (Real Academia Española). Rev Logop fon Audiol 2005, Vol. 25, No. 2, 51-61 DEFIOR CITOLER Y ALEGRIA ISCOA 53 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 01/12/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. DEFIOR CITOLER Y ALEGRIA ISCOA CONEXIÓN ENTRE MORFOSINTAXIS Y ESCRITURA: CUANDO LA FONOLOGÍA ES (CASI) SUFICIENTE PARA ESCRIBIR Así, los morfemas cumplen una función semántica y/o sintáctica. Por ejemplo, la palabra «cantado» está constituida por dos morfemas, el radical «cant-» que transmite el significado y el morfema flexivo «-ado» que cumple la función sintáctica de señalar el participio de los verbos de la primera conjugación. Los morfemas derivativos se unen al radical para generar palabras nuevas, que pertenecen a una categoría sintáctica determinada; por ejemplo, «-mente» es un morfema derivativo que genera adverbios (lenta, lentamente), «-ero» genera sustantivos que indican un oficio (carta/cartero), etc. Por tanto, no se puede separar la morfología de la sintaxis y tampoco del significado, ya que como señalan Bryant y cols. (1999a) la morfología implica tanto la sintaxis como el significado, expresados de una forma particular. El conocimiento morfosintáctico necesario para la comunicación oral se va elaborando de forma pasiva. Se desarrolla de forma rápida y regular, sin que exista una enseñanza formal. Hacia los 6 años, los niños ya han adquirido los mecanismos esenciales. Una vez instalado este sistema, con un número reducido de unidades morfémicas se pueden comprender y generar un número infinito de significados. Rev Logop fon Audiol 2005, Vol. 25, No. 2, 51-61 El conocimiento morfosintáctico y la escritura 54 La existencia de una conexión entre conocimiento morfosintáctico y escritura era previsible dada la constancia de los distintos morfemas, cuya forma se repite en múltiples palabras. Esta asociación ha sido puesta de relieve en un conjunto de trabajos en inglés (Bryant y cols., 1999b y 2000; Nunes, Bryant y Bindman, 1997), francés (Alegria y Mousty, 1994; Fayol, Largy y Lemaire, 1994; Fayol, Thevenin, Jarousse y Totereau,1999; Toterau y cols., 1997) y griego (Bryant y cols., 1999a). Como señalamos anteriormente, el francés y el inglés son sistemas opacos. Aunque son alfabéticos, no sólo representan la fonología de las palabras sino que tienen también un fuerte carácter morfémico (por ello se les llama también sistemas ortográficos «profundos»). Ello provoca conflictos con la fonología, si bien la tendencia general es favorecer la morfología. Este predominio de la morfología sobre la fonología lleva en múltiples ocasiones a una trasgresión de esta última a fin de respetar la primera. Por ejemplo, la forma escrita final del participio de los verbos regulares ingleses (Bryant y cols., 1999b) es siempre «-ed» (kissed, hired, hated) aunque ese morfema se pronuncie de forma distinta (/-t/, /-d/, /-id/ respectivamente). En otras ocasiones, las marcas morfosintácticas no aparecen en la forma fonológica de las palabras pero sí en la ortográfica y, de nuevo, este conocimiento puede ayudar a escribirlas correctamente. Un caso ejemplar lo constituyen los morfemas de plural en francés, que no se pronuncian pero sí se escriben de manera sistemática. Por ejemplo, la expresión fonológica /il prezid/ es la misma tanto si el sujeto de presidir es singular, il préside (él preside), como si es plural, ilsprésident (ellos presiden). Es decir, el que se escriba de forma adecuada depende de un conocimiento morfosintáctico relativo a la concordancia de número y persona; si el escritor en francés confía solamente en el conocimiento fonológico producirá una escritura incorrecta (Alegria y Mousty, 1994; Fayol y cols., 1994). Por el contrario, en un sistema ortográfico transparente como el del castellano predomina el criterio fonológico sobre el morfológico. Las marcas morfémicas tienden a desaparecer cuando entran en conflicto con la fonología. Por ejemplo, en «vaquería» y «escojo» los grafemas «c» y «g» del morfema radical (vaca y escoger) desaparecen para respetar las RCFG. Sin embargo, las palabras que tienen la misma fonología (homófonas) pero que difieren en el plano morfológico se suelen escribir de forma distinta respetando así la morfología. El recurso a la morfología permite escribir con «h» «he comido» y «haz el bien» por referencia a los radicales «haber» y «hacer». La motivación que subyace a este trabajo es precisamente la cuestión de si la conexión entre conocimiento gramatical y escritura también se produce en el castellano, tema que apenas ha sido estudiado hasta el momento. Es evidente que la utilidad del recurso al conocimiento morfosintáctico es menor en las lenguas transparentes que en las opacas. Sin embargo, es posible que también desempeñe un papel importante en las primeras. Es útil recordar en este contexto que los conocimientos relativos al léxico ortográfico son mucho más importantes en inglés o en francés que en castellano pero que se desarrollan considerablemente más rápido en castellano que en francés. Como hemos mencionado, el argumento funcional, es decir, la «utilidad»no es suficiente para determinar los recursos que intervienen en la escritura. Así, los conocimientos lingüísticos implícitos del lector/escritor pueden intervenir en el acto de leer/escribir sin necesidad de enseñanza explícita ni conciencia por parte del sujeto. A la pregunta de si el conocimiento morfosintáctico interviene 16 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 01/12/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. CONEXIÓN ENTRE MORFOSINTAXIS Y ESCRITURA: CUANDO LA FONOLOGÍA ES (CASI) SUFICIENTE PARA ESCRIBIR en la escritura del castellano solo se le puede dar una respuesta empírica. Un primer paso en esta dirección es considerar situaciones en las que este conocimiento podría ser útil y verificar empíricamente su influencia eventual. Desde un punto de vista educativo, también es importante estudiar si se produce una secuencia evolutiva en la utilización de este conocimiento por parte de los niños y si existen diferencias individuales importantes que puedan afectar a la adquisición del lenguaje escrito. En lo que sigue, analizaremos diferentes situaciones que se presentan en la escritura del castellano a fin de determinar qué conocimientos morfosintácticos son potencialmente aplicables en cada una de ellas. Utilizaremos a este efecto la clasificación propuesta por Bryant y cols. (1999a) que consideran tres situaciones en las que el conocimiento gramatical puede influir en la escritura: a) decidir, utilizando la morfología, entre dos o más formas escritas compatibles con la fonología (p. ej., «as»-«has» y también, en función de la pronunciación dialectal de algunas zonas, «haz»); b) representar morfemas mudos (p. ej., las «s»del plural en hispanoparlantes que no las pronuncian); c) escribir morfemas que trasgreden las RCFG. Decidir entre dos o más formas escritas aceptables fonológicamente Esta situación se presenta cuando existen dos o más formas de escribir un mismo sonido (tabla 1). Nos interesan aquí las situaciones en las que fonológicamente son aceptables dos formas de escribir una misma palabra y el criterio de elección de una u otra forma ortográfica tiene esencialmente una base mor- Tabla 1 Sonidos representables de formas distintas (grafonemas inconsistentes) Fonema 17 Representación gráfica3 Ejemplos /x/ (seguido de e, i) j, g /b/ (+ vocal) vocálico (comienzo de sílaba) /i/ /´/(+ vocal)4 b, v, w sin -h, h gineta/jinete, gema/jefe vaso, bata, water ola, hola i, y ll, y rey, fui llama, yate fosintáctica. Es decir, la decisión del que escribe depende no sólo del conocimiento fonológico, ortográfico o semántico sino del morfosintáctico. Como puede observarse en la tabla 1, en el sistema ortográfico castellano son pocos los sonidos que pueden representarse con dos o más grafemas. Constituyen el origen de la mayoría de los casos en los que la fonología no proporciona suficiente información para decidir la correcta escritura de las palabras sin acudir a otro tipo de conocimientos. En muchas ocasiones, basta con el uso del conocimiento léxico para resolver la incertidumbre (p. ej., el fonema /b/ en ventana y balcón). Aquí nos interesan sólo los casos en los que el conocimiento morfosintáctico puede ser de ayuda. Por lo tanto, intentaremos determinar cuando con la misma fonología la diferencia en escritura se puede basar en el conocimiento gramatical. Desde nuestro punto de vista, se pueden distinguir dos casos, según qué grafonema inconsistente se encuentre en el morfema radical o bien en las marcas morfosintácticas que acompañan a un radical. Ortografía del morfema radical Fundamentalmente son dos los recursos morfosintácticos que pueden contribuir a la elección del grafonema adecuado al escribir una palabra derivada: conocimiento del radical de base (campestre-campo) y la toma en cuenta de la categoría gramatical («a»preposición). En los sistemas ortográficos transparentes como el del castellano es difícil saber si la morfología interviene o no en la escritura porque ésta casi siempre puede ser derivada de la fonología. Si, por ejemplo, el escritor ortografía correctamente «piedrita» no se puede saber si el radical «piedra»intervino o no en la operación. La única forma de saberlo consiste en utilizar palabras potencialmente derivables de la morfología que contengan grafemas que no se pueden derivar de la fonología. Por ejemplo, escribir «caballuno», «caballeriza», «caballería», «caballero», etc. con «b» y «ll» puede constituir un argumento a favor de la hipótesis de la utilización del radical «caballo». Un argumento empírico fuerte a favor de 4 En primer lugar el dominante, a continuación el no dominante. 5 En zonas yeistas, en la actualidad prácticamente toda España y Rev Logop fon Audiol 2005, Vol. 25, No. 2, 51-61 DEFIOR CITOLER Y ALEGRIA ISCOA Sudamérica. 55 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 01/12/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. DEFIOR CITOLER Y ALEGRIA ISCOA CONEXIÓN ENTRE MORFOSINTAXIS Y ESCRITURA: CUANDO LA FONOLOGÍA ES (CASI) SUFICIENTE PARA ESCRIBIR esta hipótesis sería que existe una alta probabilidad de escribir correctamente palabras de baja frecuencia como «caballuno», gracias a su asociación con el radical «caballo» que es de alta frecuencia. Por alta probabilidad se entiende más alta que la probabilidad de escribir correctamente palabras equivalentes pero de baja frecuencia, cuyo radical de origen sería también de baja frecuencia y, por consiguiente, no podría contribuir a la ortografía correcta de la palabra derivada. El conocimiento de la categoría gramatical también puede intervenir en la producción ortográfica. En este caso, como en el precedente, es difícil establecer con seguridad su participación (el hecho de que un escritor ortografíe correctamente «tomando» en una frase no da ninguna información, ni a favor ni en contra, de que el conocimiento del verbo «tomar» haya participado en este acto). Una vía empírica para establecerlo sería examinar palabras que tienen la misma fonología pero que se escriben de forma distinta (homófonas heterógrafas) y que, además, desempeñan papeles gramaticales diferentes. En este caso, el escritor tiene que acceder a la información gramatical para escribirlas correctamente. La decisión para adoptar una u otra forma se basa en la información semántico-ortográfica, como en el caso de «baca»-«vaca», y también en su categoría morfosintáctica y ortográfica, como en las parejas sustantivoverbo: «cabo-«cavo», «as»-«has», etc. Rev Logop fon Audiol 2005, Vol. 25, No. 2, 51-61 Ortografía de las marcas morfológicas que acompañan al radical 56 En este caso, como en el precedente, se trata de establecer si el escritor utiliza las reglas (o las regularidades) de derivación de las palabras mediante el uso de morfemas flexivos y derivativos. Los morfemas derivativos pueden estar en posición inicial (p. ej., sub- en submarino) o final (p. ej., -aje en carruaje). En algunos casos, existe una regla que estipula el grafonema a utilizar. Por ejemplo, los sustantivos derivados que terminan en /axe/ (coraje), /exe/ (hereje) se escriben con «j»; los que terminan en /xia/ (magia) y /loxia/ (psicología) se escriben con «g»; los adjetivos que acaban en /abo, ebo, eba, ebe, ibo, iba/ (cóncavo, octava, longevo, nueva, activa) se escriben con «v». Del mismo modo, las palabras formadas con el prefijo sub- se escriben con «b»(subversión, subalterno). Como en los casos anteriores, la producción escrita de los morfemas gramaticales correctos no permite afirmar que el escritor utilice la morfología pero tampoco permite excluir esta hipótesis. La respuesta a esta pregunta no puede ser sino empírica y recurrir a los grafonemas inconsistentes puede ser útil para ello. Así, por ejemplo, la terminación /aba/ se escribe con «b»en las formas verbales del pretérito imperfecto de los verbos de la primera conjugación (hablaba). La utilización de este recurso morfológico tendría como consecuencia que la probabilidad de obtener respuestas correctas es superior en el caso de los verbos que en el de sustantivos que terminan también en /aba/, incluso con ítems de muy baja frecuencia puesto que el morfema verbal, si es utilizado como tal, no depende de la frecuencia del radical (p. ej., un seudoverbo como «blumabasmucho en el agua»comparado con «los blumabastienen colores vivos»). En resumen, podemos concluir que la primera situación, decidir entre dos formas ortográficas, ambas fonológicamente aceptables, con un criterio morfosintáctico, se produce efectivamente en la escritura del castellano. No obstante, dada la transparencia del sistema, esta situación se plantea con menos frecuencia que en los sistemas ortográficos opacos como el del inglés o del francés. Esto no permite afirmar que el escritor hispanoparlante moviliza menos sus conocimientos morfosintácticos cuando escribe. Datos empíricos pertinentes en esta materia faltan por el momento. Más arriba hemos sugerido situaciones experimentales que exploran los casos en que la traducción fonema grafema es inconsistente y que permitirían demostrar la participación de los conocimientos morfológicos en la escritura del castellano. Representación de los morfemas «mudos» Se denominan morfemas «mudos» aquellas marcas morfosintácticas que no aparecen en la fonología de las palabras. Esto da lugar a la homofonía de palabras con funciones morfosintácticas diferentes. En unos casos, estas distinciones no se pronuncian y t ampoco aparecen en la escrit ura. Por ejemplo, en la palabra «juego» ni la forma fonológica ni la ortográfica cambia para señalar cuando cumple la función verbal («yo juego») o la nominal («el juego»); es el contexto el que permite establecer la diferencia. 18 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 01/12/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. CONEXIÓN ENTRE MORFOSINTAXIS Y ESCRITURA: CUANDO LA FONOLOGÍA ES (CASI) SUFICIENTE PARA ESCRIBIR Nos interesan los casos en los que la marca morfosintáctica aparece en la escritura de las palabras pero no en su fonología. El francés es una de las lenguas donde esta situación es más espectacular, ya que un elemento lingüístico de un uso tan frecuente como la marca de plural no aparece en la pronunciación. Anteriormente, hemos mencionado el caso de los verbos; ocurre lo mismo en el caso de los sustantivos y los adjetivos. Por ejemplo, las expresiones chat noir y chats noirs (gato negro y gatos negros respectivamente) se pronuncian de la misma manera tanto si se trata del singular como del plural. Por tanto, para escribir correctamente las expresiones en plural es necesario conocer las reglas de concordancia de número y los morfemas correspondientes, que no son audibles. En otro sistema ortográfico de carácter morfémico, el inglés, también son frecuentes este tipo de situaciones; así las expresiones the boy’s sail (marca de posesivo, «la vela del chico») y the boys sail (marca de plural, «los chicos navegan») se pronuncian de la misma forma aunque la forma ortográfica y el significado sean distintos. En castellano esta situación está menos presente. Por ejemplo, la palabra /el/ se escribe «él» cuando se trata del pronombre personal y «el» cuando es un determinante, es decir, la diferencia de escritura se basa en una diferencia gramatical; el signo diacrítico (tilde) indica esa diferencia de función. Como en la situación descrita en el apartado Decidir entre dos o más formas escritas aceptadas fonológicamente, se pueden distinguir dos casos, según que el morfema mudo aparezca en el morfema radical o en una marca morfológica asociada. Ortografía del morfema radical Dos tipos de conocimiento, ambos sobre la categoría gramatical, pueden contribuir a la escritura correcta de las palabras que contienen un morfema mudo: — La distinción entre nombre apelativo y nombre propio. Una marca morfosintáctica inaudible es la letra mayúscula inicial en los nombres propios. Así, la escritura correcta de la palabra /granada/ depende de la capacidad para establecer dicha distinción, por ejemplo, en las expresiones «el jugo de granada me gusta mucho» y «voy a Granada a visitar la Alambra». Cuando este conocimiento 19 está bien establecido es tan potente como para poder observarlo incluso en la escritura de seudopalabras. Por ejemplo, «el jugo de tiripa me gusta mucho»/«la ciudad de Tiripa está junto al mar»; «en Italia juegan a la mefarela»/«Mefarela se casa en mayo». — El acento diacrítico. Como se ha mencionado, consiste en una marca ortográfica (la tilde en la vocal) que señala la diferencia de función gramatical y distingue entre palabras homófonas. Por ejemplo, la forma fonológica /este/ se escribe «éste»o «este»según tenga la función de pronombre o de adjetivo. Por tanto, para escribirla de forma adecuada es necesario tener en cuenta un conocimiento morfosintáctico. Lo mismo ocurre en otras pocas palabras, como tu/tú; aún/aun; sólo/solo; si/sí, etc. Ortografía de morfemas derivativos y flexivos Teóricamente, cabría la posibilidad de que, como ocurre en otras lenguas, existiesen morfemas inaudibles, ya sean flexivos (marcas morfológicas de número, persona, tiempo) o derivativos (prefijos y sufijos). Sin embargo, en el castellano estándar estas marcas aparecen siempre, tanto en la forma fonológica de las palabras como en la ortográfica. Ahora bien, como ya se ha referido, en algunas zonas, la pronunciación evoluciona y se aleja de la forma escrita, lo que origina que en esos casos el conocimiento morfosintáctico sea indispensable para escribir. Se pueden distinguir dos tipos de conocimiento: — Conocimiento de los morfemas flexivos: marcas morfológicas de número, persona, tiempo. En algunas zonas de España y de Latinoamérica, el fonema /s/ final de las palabras tiende a desaparecer y, por lo tanto, la marca del plural en determinantes, sustantivos y adjetivos se hace mudo (p. ej., «los gatos negros»). Lo mismo ocurre con el sonido final /s/ de la 2.ª persona del singular y 1.ª y 2.ª del plural en los verbos (p. ej., comes, comemos, coméis). De modo semejante, la pronunciación del sonido /d/ del morfema de participio verbal («-ado», «-ido») se tiende a omitir y en lugar de pronunciar /abandonado/, /komido/ o /subido/ se pronuncia /abandonao/, /komío/, /subío/. La explotación del conocimiento morfosintáctico puede influir en la ortografía correcta de estas Rev Logop fon Audiol 2005, Vol. 25, No. 2, 51-61 DEFIOR CITOLER Y ALEGRIA ISCOA 57 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 01/12/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. DEFIOR CITOLER Y ALEGRIA ISCOA CONEXIÓN ENTRE MORFOSINTAXIS Y ESCRITURA: CUANDO LA FONOLOGÍA ES (CASI) SUFICIENTE PARA ESCRIBIR Rev Logop fon Audiol 2005, Vol. 25, No. 2, 51-61 formas; una prueba de esa posible influencia son las sobregeneralizaciones que aparecen a veces en palabras que acaban en -ao, que no son participios (p. ej., «bakalado», «Bilbado», «sobado»). — Conocimiento de los morfemas derivativos. En circunstancias como las anteriores, en las que la fonología se separa de la ortografía, es un conocimiento indispensable para la utilización de las marcas morfológicas ausentes en la pronunciación. 58 Un caso similar se presenta ligado a la tendencia a omitir la pronunciación del sonido /s/ en final de sílaba dentro de una palabra («s» intraléxica). Unas veces los escritores necesitarán un conocimiento léxico específico (castillo, disco) para escribir esa «s» no audible, mientras que si se trata de palabras derivadas, formadas a partir de prefijos que contienen una «s»final («des-cubrir», «dis-par»), el conocimiento de estos morfemas derivativos puede contribuir a su correcta escritura. Igualmente ocurre con la tendencia a no pronunciar los fonemas oclusivos en final de sílaba, en particular los fonemas /d/ y /g/. De manera análoga al caso anterior, unas veces los escritores van a representar el fonema no audible porque tienen un conocimiento léxico de la palabra («ciudad», «magdalena») mientras que en otros el conocimiento de que el morfema «-dad» se utiliza para derivar sustantivos abstractos puede contribuir a su escritura («maldad», «bondad»). En un experimento piloto, realizado con niños de nivel primario escolarizados en la región de Salamanca (Alegria y Benavides, 2000), se utilizó un dictado con palabras que contenían fonemas ausentes o muy alterados en la pronunciación, algunos de ellos derivables vía la morfología y otros no. Ciertas palabras terminadas en «d», por ejemplo ciudad, pared, etc., podían ser derivadas gracias a las variantes morfológicas que comparten el radical y en las que el fonema /d/ aparece sin alteración en la pronunciación (ciudades, ciudadano, ciudadela, paredes, paredón, etc.). Se exploró también el morfema «-ad», en construcciones tales como maldad, enfermedad, etc. Un hecho que merece mencionarse es que la /d/ final estaba a menudo ausente de la producción escrita de los niños más jóvenes. Los aciertos alcanzaban el 39 % en el primer curso, el 72 % en tercero y el 94 % en quinto. El fonema /d/ pronunciado de manera estándar en inicio de sílaba (p. ej., soldado, ciudad, etc.) producía el 100 % de respuestas correctas desde el comienzo del aprendizaje. Esto muestra claramente que el fonema /d/ final está ausente de las representaciones fonológicas de las palabras de los niños hispanoparlantes salmantinos sin ningún problema conocido. No se trata, por consiguiente, de un fenómeno marginal y puede ser utilizado para averiguar si la morfología contribuye a la escritura de esos sonidos. Una pregunta evidente es por qué los aciertos aumentan con la edad. Por supuesto, la ortografía léxica es un determinante importante de esta evolución. Para saber si la morfología determina también estos progresos, se compararon las «d» derivables morfológicamente con otras oclusivas en final de sílaba, que están igualmente ausentes o alteradas en la pronunciación oral, pero que no pueden ser derivadas. Los resultados sugieren la existencia de una tendencia en favor de las palabras derivables comparadas con las no derivables. Ciertos factores no fueron controlados adecuadamente en este experimento piloto, como la frecuencia de las palabras en particular, y el trabajo tendría que ser repetido antes de poder concluir acerca de la participación de los recursos morfológicos en la escritura de estos morfemas. En resumen, la respuesta a la cuestión de si existen morfemas mudos en castellano es francamente afirmativa. Queda por establecer si el escritor hispanoparlante utiliza la morfología cuando escribe. Las particularidades de algunos dialectos, tales como la tendencia a hacer desaparecer las «s»y las oclusivas finales, permiten abordar la cuestión de la utilización de recursos morfológicos en castellano. En este sentido, los recientes trabajos de Titos, Defior, Alegria y Martos (2003) y Defior, Alegria, Titos y Martos (2004) muestran que los niños utilizan los recursos morfológicos para escribir las «s» finales de los verbos en 2.ª persona del singular así como en los sustantivos plural. Se diseñó una tarea de dictado de palabras incluidas en sus respectivas frases. Las palabras objetivo eran sustantivos en plural (p. ej., camas) y verbos en 2.ª persona del singular (p. ej., cantas). Los participantes fueron niños de 1.º a 3.º de primaria de origen andaluz que presentaban la tendencia a no pronunciar las «s»finales. Los resultados muestran que estas marcas morfológicas son frecuentemente omitidas y que esta tendencia disminuye con la escolaridad. Se observó que la escritura de las marcas de plural pasa del 35 % al 55 % de 1.º a 3.º, mientras que las marcas verbales pasan del 50 % al 70 % en el mismo lapso de tiempo. 20 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 01/12/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. CONEXIÓN ENTRE MORFOSINTAXIS Y ESCRITURA: CUANDO LA FONOLOGÍA ES (CASI) SUFICIENTE PARA ESCRIBIR Escribir morfemas que trasgreden las RCFG Esta situación se presenta frecuentemente en los sistemas opacos en los que, como ya hemos mencionado, la tendencia predominante es preservar la componente morfológica de las palabras aunque ello vaya en detrimento del respeto a las RCFG. Es la situación inversa a las anteriores, ya que se trata de morfemas que se pronuncian de diferente forma (distinta fonología) y se escriben igual (misma ortografía). En numerosas ocasiones la razón es de tipo gramatical. Efectivamente, cuando se forman nuevas palabras por el procedimiento de derivación, la tendencia de los sistemas opacos es a conservar la integridad ortográfica del morfema radical aunque en la palabra derivada se pronuncie de forma distinta, como por ejemplo en magic/magician, electric/electrician (el mismo grafema «c» para los fonemas /k/ y /s/). Lo mismo ocurre con heal y health (el mismo grafema «ea» para los fonemas /i/ y /e/). En todos estos pares de palabras inglesas se conserva inalterado el morfema radical aunque la pronunciación de la consonante «c» y de la vocal «ea» sea distinta en cada caso. De la misma manera, como se mencionó previamente, el inglés conserva la escritura del participio de los verbos regulares acabados en «-ed»; aunque ese morfema se pronuncie de forma distinta según los casos (/-t/, /-d/, /-id/). Este fenómeno, aunque menos frecuente, se observa también en francés. Así, el morfema «–ent», como se explicó anteriormente, no se pronuncia cuando se trata del plural de verbos (ils mangent, /il mäg/; ellos comen) pero se pronuncia cuando se trata de un adverbio (lentement, /lentement/; lentamente). Este hecho, contribuye en parte a la falta de productividad de las RCGF de las lenguas opacas, ya que un mismo grafema representa sonidos diferentes y viceversa; la conexión entre conocimiento morfosintáctico y escritura va a permitir escribir y en algunos casos leer correctamente (Burani, Marcolini y Stella, 2002). Por el contrario, como ya hemos mencionado, en los sistemas transparentes predomina el respeto a la fonología, de forma que se modifica la ortografía del morfema radical si el respeto de las RCFG lo exige. Por ejemplo, «vaca»/«vaquero», «caza»/«cacería». Por tanto, en castellano no existen palabras que conserven la escritura y que cambien de pronunciación. El respeto al principio alfabético en los sistemas transparentes, como el castellano, impide que la dimensión morfosintáctica de la lengua se manifieste 21 en la escritura en oposición a la dimensión fonológica. Esto tiene como consecuencia que casos como los expuestos en este epígrafe no se presenten en castellano. Conclusión La ortografía del castellano forma parte de los sistemas calificados como transparentes porque representan en primer lugar la fonología de la lengua en detrimento de la morfología. Los sistemas opacos, por el contrario, intentan preservar la morfología y esto hace que sean menos respetuosos con la fonología. En estos sistemas, el uso de la morfología es esencial para escribir; no ocurre así en los sistemas transparentes, en los que la fonología permite hacer «casi todo el trabajo de escritura». Esto no quiere decir que la morfología no intervenga en estos sistemas. Como hemos reiterado anteriormente, la respuesta a esta pregunta sólo puede ser empírica. El hecho de que un recurso lingüístico no sea indispensable no implica que no intervenga. Se puede ilustrar este principio en el dominio de la escritura considerando el hecho de que la ortografía léxica sea mucho menos útil en castellano que en francés y, sin embargo, se desarrolla con mayor rapidez y precocidad en el primer caso. El desarrollo del léxico ortográfico es un fenómeno pasivo, depende de la lectura y, por consiguiente, su eficiencia en el plano funcional no es un parámetro importante en su evolución. Lo mismo podría ocurrir con la morfosintaxis que sin ser indispensable, ya que la fonología permite escribir correctamente casi todo lo que se puede decir, podría intervenir en la escritura (y en la lectura) sin que consideraciones de carácter estrictamente funcional permitan decidir si esto ocurre. En este artículo hemos intentado examinar las condiciones en las cuales esta participación podría ser observada. Así, hemos visto que dos de las tres situaciones generales que se señalan en las ortografías opacas como casos en los que la conexión entre conocimiento gramatical y escritura se manifiesta, son interesantes en castellano. A pesar de que la aplicabilidad de los conocimientos morfosintácticos sea limitada, existen situaciones, originadas principalmente por la existencia de grafonemas inconsistentes, que pueden revelar la aplicación de este tipo de conocimientos en la producción escrita. Igualmente, la situación creada Rev Logop fon Audiol 2005, Vol. 25, No. 2, 51-61 DEFIOR CITOLER Y ALEGRIA ISCOA 59 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 01/12/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Rev Logop fon Audiol 2005, Vol. 25, No. 2, 51-61 DEFIOR CITOLER Y ALEGRIA ISCOA 60 CONEXIÓN ENTRE MORFOSINTAXIS Y ESCRITURA: CUANDO LA FONOLOGÍA ES (CASI) SUFICIENTE PARA ESCRIBIR por las particularidades fonológicas del castellano hablado en diversas regiones (y por millones de hispanoparlantes) abre una ventana a través de la cual el papel general de la morfosintaxis puede ser observado. Este artículo constata que la mayoría de estos trabajos están por hacerse y propone un cuadro teórico en el cual podrían ser concebidos. Es evidente que el fuerte predominio fonológico en el sistema ortográfico castellano hace que las situaciones en las que una escritura con base gramatical se pueda manifestar sean escasas. Eso no quiere decir que la conexión entre conocimiento gramatical y escritura no exista pero la demostración de esta conexión será difícil ya que en muchas ocasiones va a estar enmascarada por la potencia de la propia fonología. Los modelos de lectura recogen las características generales de la adquisición del lenguaje escrito en los sistemas alfabéticos. No obstante, de la misma manera que los estudios translingüísticos han demostrado que las características del sistema ortográfico particular de cada lengua establecen diferencias en la adquisición y dominio del código alfabético (Cossu, Shankweiler, Liberman, Katz y Tola, 1988; Defior, 2004; Defior, Cary y Martos, 2000), es posible que la influencia del conocimiento morfosintáctico también esté modulada por las características morfémicas de cada sistema. La primera impresión, después de esta revisión de posibles situaciones, es que, en castellano, la conexión gramatical va a tener escasa influencia desde un punto de vista cuantitativo, pero no así en el plano de la teoría psicolingüística. En efecto, será de gran interés demostrar que los diferentes recursos lingüísticos —fonología, morfosintaxis, léxico, etc.— intervienen en la actividad de lectura y escritura, independientemente de las propiedades del sistema ortográfico. Queda por realizar la demostración empírica, que viene a insertarse en el debate más general sobre la importancia del conocimiento léxico frente al conocimiento de reglas y sobre la existencia de mecanismos generales de escritura frente a mecanismos contingentes, dependientes de la propia estructura del sistema ortográfico de una lengua. Si se logra demostrar que a pesar del predominio de la fonología, otras fuentes de información intervienen en la escritura de los sistemas transparentes, en particular el conocimiento morfosintáctico, tal como ocurre en francés y en inglés, será una indicación de la existencia de procedimientos universales en el modo en que los niños escriben en los sistemas alfabéticos, que persisten a pesar de las diferencias en los códigos que cada uno de ellos adopta. En caso contrario, significaría que los procedimientos son contingentes y que dependen de las características del sistema ortográfico que los niños tienen que aprender. Bibliografía Alegria, J. y Benavides, E. (2000). Desarrollo de la utilización de diferentes fuentes de información: fonológicas, léxicas y morfológicas en la escritura del castellano. Presentación en el Coloquio Internacional Psychologie Cognitive et Apprentissage de la Lecture. Cartago (Túnez). Alegría, J., Marín, J., Carrillo, M. y Mousty, P. (2003). 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