El primer día nos pasaron una lista: «Estas son todas las

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¿Las pediste tú o te las asignaron?
El primer día nos pasaron una lista: «Estas son todas
las comisiones que hay, decid cuáles os apetecen».
No te voy a agobiar con un repaso exhaustivo de lo que
haces en cada comisión, pero sí quiero que me cuentes
qué pasa en la de Defensa, que es el departamento que
más presupuesto mueve.
En la de Defensa, yo creo que el tema estrella de la legislatura —y así se lo dije al ministro el día en que compareció por primera vez— es el de los Programas
Especiales de Armamento. A pesar de que es un tema
muy poco conocido por la gente, nos va a costar 30 000
millones de euros; si Bankia han sido 23 000, esto va a
ser Bankia y media que ya hemos gastado o comprometido. Hay una parte que ya hemos gastado y otra que
está comprometida hasta 2030, que lastra el presupuesto de Defensa.
¿Por qué se llaman programas especiales? ¿Qué tienen
de especial?
Estamos hablando de armamento puro y duro. Cuando
se decidió poner esto en marcha, que fue en la primera legislatura de Aznar, a finales de los noventa, se contrató un altísimo porcentaje de los programas de
armamento, la mayor parte. La idea fue que hubiera una
gran renovación en los sistemas de armas del Ejército
español y, al mismo tiempo, que se potenciase la industria de la defensa. Fue una idea conjunta, que también
obligó a modernizarse a la industria, que puso en marcha muchos programas de I+D+i. Si bien es cierto que
la industria de defensa española hace bastante innova-
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ción, también es verdad que la hace con créditos blandos del Ministerio de Industria. No sabemos cómo podría competir en circunstancias normales.
Esto que te voy a contar es llamativo: la mayor parte de
los programas de armamento los pone en marcha
Morenés como secretario de Estado de Defensa en el
año noventa y tantos, y después Morenés se va al Ministerio de Industria, también como secretario de Estado, a poner en marcha los créditos blandos para la
industria. Es una puerta giratoria de libro.
Javier Pradera habría hablado aquí de una corrupción
de las que vienen en letra grande de manual pequeño
de la corrupción.
Morenés se va después ocho años a trabajar en empresas de armamento. Lo que más se ha conocido es lo de
Instalaza, pero pasa por numerosas empresas y después
vuelve de ministro de Defensa, para asegurarse de que
los contribuyentes paguen los programas que él contrató
y con los que se ha lucrado como directivo del ramo.
¿Por dónde pasa el grueso de la renovación de nuestro
armamento?
Hay de todo. Carros de combate, aviones de transporte,
de combate, submarinos, artillería...
¿Cuáles son las empresas más favorecidas?
Santa Bárbara, Navantia, EADS-CASA...
Santa Bárbara, que ahora es General Dynamics…
Exacto, ahora es Santa Bárbara General Dynamics porque
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la compraron los americanos; Navantia, en los temas de
astilleros militares. Hay varios proyectos europeos, el
Eurofighter, por ejemplo, el Eurocopter, y también varias
empresas internacionales. Hay casos muy llamativos,
por ejemplo, el del Pizarro, que es un carro de combate del que se han comprado doscientas y pico unidades
y Defensa se ha dado cuenta de que no los va a poder
pagar. Entonces han dicho: «Vamos a renegociar con la
industria». Pero renegocian con la industria en una
mesa en la que no están representados los intereses de
España, porque el ministro representa al lobby de la
industria de armas. Y ese es el drama de España, que
a la hora de la verdad en los puestos más importantes
de las instituciones se antepone cualquier interés al interés general de España. Puede ser el interés de un
lobby, puede ser el interés personal, de la carrera política de alguien, el interés de un chino, puede ser un interés partidista o el ansia por colocar a los amiguetes.
Para que todo el mundo lo entienda: eso tan típico de
que vuelven a levantar la acera de tu calle porque hay
que asignarle la contrata al amigo del concejal de turno,
a gran escala, también ocurre. Al final, nadie defiende el
interés de todos.
¿Por dónde pasa el alineamiento del ministro con las
empresas de armamento. ¿Por qué afirmas que no defiende el interés general?
Aquí, como en Alemania, también han tenido que renegociar los programas de armamento. La diferencia con
España es que el ministro alemán se sentó con los directivos de la industria y les dijo: «Miren, señores, su cliente principal es el Estado. Si ustedes quieren que su cliente
esté bien y pueda seguir pagando, vamos a renegociar
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esto a la baja. Y en pocos años, yo les volveré a encargar nuevos programas, y ustedes podrán seguir funcionando y nosotros, también. Si ustedes se empeñan en
cobrar a cualquier precio, el Estado no lo va a poder pagar y ustedes se van a quedar sin su principal cliente».
Y lo entendieron. Cuando tú le explicas esto a la industria, lo entienden, claro que lo entienden. Pero aquí no
sé cómo se lo explicaron porque, como siempre, todo lo
que rodea al Ejército es opacidad al 120 %. Se
renegoció de manera que pagaremos durante más
años, más dinero y más cara cada unidad de combate.
Porque en muchos casos lo que se ha hecho es, por
ejemplo: «¿Carros de combate? ¿Doscientos? No podemos pagarlos; os encargamos solo cien y nos rebajáis el 30 %». Ya, oiga, pero es que son la mitad de
carros y nos rebajan solo el 30 %, nos está saliendo
más caro cada carro.
En Defensa hay muchas cosas muy raras. Hay un avión,
llamado A-400M, que es un avión que puede transportar carros de combate. Si necesitaras llevar carros de
combate a Afganistán, pongamos por caso, e intentaras
subirlos al A-400M, te encontrarías con la desagradable
sorpresa de que el avión no soporta el peso del carro. Y
tú dices, ¿esto cómo puede ocurrir? Muy sencillo: porque el avión lo compra el Ejército del Aire y el carro lo
compra el Ejército de Tierra. Cada ejército es un corralito y cada uno gestiona sus compras y sus ventas. Nosotros tuvimos una iniciativa que bautizamos como
Central de Compras, para evitar estos desastres. Resulta
obvio que hay muchas cosas que, si las compraras para
todo el Ejército, te saldrían mucho más baratas. Por ejemplo, cien mil calcetines para la Armada siempre te saldrán más caros que trescientos mil para los tres ejércitos.
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Nuestra iniciativa de la central de compras nos la tiraron, por supuesto, a pesar de que era excelente. Y lo
era porque nosotros tenemos gente muy buena en los
grupos de trabajo voluntario y algunos de ellos trabajan
en el Ministerio de Defensa. Son insiders. Me lo dijeron
varios diputados: «se nota que tenéis un insider», porque nuestra iniciativa, que era una PNL, estaba redactada con sumo detalle, explicándole al Gobierno, con
gran precisión, cómo se tenían que centralizar las compras. Eso solo lo puede saber alguien que está dentro y
conoce al dedillo el funcionamiento de todo el tinglado.
Hasta el PP tuvo que reconocer en la comisión que
nuestra iniciativa estaba muy bien.
¿Y?
«¡Pues votadla!», dijimos. «No, porque ya lo estamos
haciendo». Era mentira, por supuesto, solo han hecho
un pequeño intento de coordinar algo más las compras,
pero es una chapuza. Se han quedado a menos de la
mitad del camino. ¿Quieres más desastres? Hay un
submarino, el S-80, incapaz de emerger...
¿Cómo?
Como te lo cuento. Lo que ocurrió fue que, cuando instalaron los equipos electrónicos en el submarino, es
decir, toda la tecnología informática, no supieron hacerlo. En informática, una gran parte de los avances consiste en hacer los equipos más pequeños. Pues no han
sabido. Y lo que han metido dentro de la carcasa del
submarino pesa más de la cuenta, porque no han sabido mejorar tecnológicamente esa parte y el resultado es
que tenemos un submarino que se hunde.
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A todas estas catástrofes se suma la de la financiación
opaca e irregular. Ellos todos los años dicen que el presupuesto de Defensa son unos seis mil millones de
euros; pero todos los años añaden un crédito extraordinario, vía real decreto, de casi otros mil, que es lo que
hemos llevado ahora al Tribunal Constitucional. Hemos
podido denunciarlo porque tenemos la prueba de que esa
financiación está planificada hasta el año 2030. Tú no
puedes añadir, por decreto extraordinario, una partida de
gasto que ya tienes prevista. ¡Métela en los presupuestos
del Estado! Lo hacen para mentir, para poder seguir diciéndole a la gente que el presupuesto de Defensa se
recorta. No, mentira: lo está usted aumentando.
Imagina que te hicieran ministra de Defensa y te dieran
la libertad de gastar, como tú quisieras, un presupuesto de doce mil millones de euros al año.
Primero tendría que saber cómo se está gastando lo
que hay, descartar todo lo que se está gastando mal,
que con lo poco que sabemos, sabemos que se está
gastando muy mal, y gastarlo bien. Yo estoy convencida
de que la defensa es un bien público, es la forma más
básica y elemental de organización social. Lo primero
que hace una tribu cuando se junta y son quince es
hablar de cómo nos defendemos de nuestros posibles
enemigos. Y eso es un bien público, no lo puedes privatizar de ninguna manera, porque lo que te estás jugando es la seguridad individual de la gente y, muchas
veces, tu propia existencia como sociedad. Insisto: la
defensa es un bien público, yo este rollo happy flower
de que no haya ejércitos, no me lo creo.
Lo que tiene prioridad absoluta, en este momento, en
las Fuerzas Armadas es combatir la desmoralización de
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los militares, que es total. Si no tienes militares que se
lo crean, que estén bien pagados, que tengan unas
perspectivas de carrera buenas y reales, estás perdido.
Que haya una meritocracia real en el Ejército, que no la
hay: eso es lo prioritario. Eso necesita, en gran medida,
una buena legislación y cambiar viejos hábitos; y seguramente también necesite dinero.
La segunda prioridad es definir una política de defensa,
que tampoco la hay: una política de defensa que esté
imbricada con nuestra política exterior, como hacen los
países serios. Vincular la política exterior con la política
de defensa es esencial. Para Estados Unidos, por ejemplo, las bases de Rota y de Morón han pasado a ser
prioritarias, porque con la inestabilidad en el norte de
África aquello es una zona crítica. A partir de que mataron al embajador americano en Libia, pidieron hacer
mucho más uso de esas bases. Eso es política exterior.
Si tú tienes unas ideas claras de política exterior y de
política de defensa, puedes negociar el uso de las bases a cambio de algo . Lo hemos negociado, según
nuestras noticias —porque, por supuesto, el Gobierno
no nos ha informado— a cambio de que militares españoles participen en ciertos entrenamientos de la OTAN.
Como los recortes han sido tan salvajes, por no dejar
de pagar los programas de armamento no se están haciendo las horas de vuelo, de navegación, ni de entrenamiento que realmente necesitan los militares; así que
hemos negociado el uso de esas bases por parte de
Estados Unidos a cambio de adiestramiento para nuestros militares. Eso es un desastre.
¿Quieres decir que podríamos haberles sacado más?
¡Mucho más! La realidad es que, ahora mismo, lo que te
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dicen los expertos es que las únicas tropas que están
realmente bien adiestradas son las que van a misiones.
Es una parte ínfima del ejército. ¿Para qué queremos
un ejército de 120 000 hombres y mujeres en el que
solo hay unos pocos miles que están bien adiestrados?
Hay que pensar claramente cuál es nuestra estrategia
de defensa y diseñar el Ejército a partir de ahí. Y eso es
lo que no se ponen a hacer, porque hay un pacto tácito.
En la Transición, el pacto tácito fue que el ministro de
Defensa tenía que ser un civil –eso lo tenían que aceptar los militares– pero a cambio el ministro de Defensa
no tenía que meterse en cómo los militares se organizaba internamente. Y a la cúpula militar le viene muy bien
el régimen disciplinario tan atávico que tienen, que es
decimonónico. Que tú no tengas total libertad de expresión, vale, porque hay restricciones legítimas a la libertad de expresión de los militares; pero en tiempos de
paz decir, como dijo Jorge Bravo, presidente de AUME,
«en vez de recortar sueldos, podrían ahorrar en gastos
superfluos que se están haciendo en el Ejército» y que
te metan por ello un mes de arresto disciplinario, no es
de recibo. Eso se ha exacerbado con este ministro, porque Morenés es el representante de la industria en el
Consejo de Ministros y, por lo tanto, le da igual todo: la
gente sin estímulos en su carrera militar, el acoso
sexual, la corrupción. ¡Esos problemas, que los arreglen
los generales! Los militares están desesperados. Igual
que no puedes tener un sistema educativo que funcione correctamente sin los profesores, no puedes tener
una defensa adecuada sin los militares. Lo que han intentado hacer el PP y el PSOE es desarrollar una política de defensa al margen de los militares; y como
encima ellos tienen tan restringidas sus posibilidades
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de reivindicar, tanto a través del derecho de asociarse
como del de manifestación, libertad de expresión, etcétera, pues han tragado y tragado. Pero ya no pueden
más. Es urgente arreglar eso.
¡Vaya concluyendo, señora Lozano! ¿Qué hay de su labor en la Comisión de Exteriores?
La política internacional interesa poco a la gente, y al
mismo tiempo es donde más nos jugamos nuestros valores. A mí me gustaría que España definiera su personalidad en el mundo, la personalidad de un país
mediano, tolerante, capaz de cooperar y colaborar con
todos y, sobre todo, profundamente comprometido con
la democracia. En estos años, he tenido la suerte de
que el European Council on Foreign Relations me haya
invitado a formar parte de su Consejo. Eso me permite
conocer a mucha gente de otros países, expertos que
son miembros de este think tank o que colaboran con
él, también políticos de otros países, profesores, diplomáticos... Al final, te das cuenta hablando con todos
ellos de que los españoles tenemos mucha peor imagen
de nosotros mismos de la que tienen los demás. La depresión política y económica que estamos atravesando
nos ha provocado una baja autoestima, pero realmente
creo que tenemos mucho que aportar al mundo. Debemos abrirnos a él. Lo más urgente para nuestra sociedad es dejar de mirarnos el ombligo con las cosas
pequeñas y aceptar el desafío que nos lanza el mundo
exterior. Nos están esperando, tenemos mucho que
aportar y también que aprender. Me gustaría que todos
los jóvenes españoles que, obligados por las circunstancias, han tenido que marcharse, volvieran pronto e
hicieran de cabeza de puente entre España y el mundo.
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