La Humanae Vitae: amor sabio, valiente, profético, martirial

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La Humanae Vitae: amor sabio, valiente, profético, martirial
Homilía en el Congreso en celebración de los 40 años de la Encíclica Humanae Vitae
7 de Septiembre de 2008 - San Rafael - Mendoza
Queridos hermanos sacerdotes
Queridas hermanas y hermanos todos:
Ante todo, felicito a los organizadores de este Congreso en la persona del Dr. Ricardo
Curuchet, Presidente del CIDEPROF1, por esta feliz iniciativa con la cual conmemoramos y
celebramos, en la Diócesis de San Rafael, los cuarenta años de la promulgación de la
Encíclica Humanae Vitae2. Asimismo agradezco en él a la Comisión Directiva y a todos
aquellos que han trabajado para que el Congreso sea posible, así como la invitación a presidir
la misa de clausura.
Esta ocasión me brinda la oportunidad de reflexionar sobre el valor de la Encíclica y de
alentarlos, a ustedes y a toda la Diócesis, a asumirla plenamente, en consonancia y sintonía
con su carácter profético, martirial y pleno de la fecundidad en el amor, con el cual Pablo VI
la ofreció a la Iglesia de su tiempo y de todos los siglos venideros.
~~~
Las lecturas de hoy3 nos mueven a abordar la Encíclica desde algunos rasgos que
sobresalen de manera especial en ella: el amor sabio, valiente, profético y martirial.
1
Sigla del Centro de Investigaciones de la Problemática Familiar, Asociación Civil san rafaelina,
organizadora y promotora del Congreso, que se desarrolló en San Rafael, los días 6 y 7 de septiembre del 2008.
2
Carta Encíclica de Su Santidad Pablo VI sobre La transimisión de la vida humana, publicada en Roma
el 25 de Julio de 1968.
3
Los textos correspondientes, del Domingo 23º del ciclo “A”, fueron: Ez. 33, 7-9; Sal. 94, 1-2.6-7.9-10;
Rom. 13, 8-10 y Mt. 18, 15-20. Recomendamos su lectura para una plena contextualización de la homilía.
1
En la segunda lectura, el apóstol San Pablo, en el año jubilar por su nacimiento, nos
brinda una admirable síntesis de lo que significa ser cristiano, y, en un maravillo corolario de
su carta más importante, nos dice “Que la única deuda con los demás sea el amor… porque el
amor es la plenitud de la ley.”4
Como haciendo eco de estas palabras de San Pablo, recientemente, nuestro Santo Padre
Benedicto XVI, en su discurso de clausura en un Congreso similar a éste –originado con la
misma motivación: celebrar la actualidad de la Humanae Vitae a los cuarenta años de su
publicación5–, con su habitual profundidad y lucidez, nos dio el meollo hermenéutico más
adecuado de la crucial encíclica de su predecesor. Nos decía: “La palabra clave para entrar
con coherencia en sus contenidos sigue siendo el amor.”6
Es el amor lo que inspiró a Pablo VI en la elaboración y promulgación de la Humanae
Vitae. Es el amor lo que anima a los esposos cristianos a vivirla con coherencia y en plenitud.
Es el amor lo que ha de inspirar a los pastores del pueblo de Dios a transmitirla con fidelidad
y coraje.
Veámoslo.
~~~
1. El amor de Pablo VI
Ante todo digamos que, en Pablo VI, a propósito de la Humanae Vitae, resplandece un
amor sabio, valiente, profético, martirial.
4
Cfr. Rom. 13, 10.
5
Del 8 al 10 de mayo se celebró en Roma, en la Pontificia Universidad Lateranense, un Congreso
Internacional sobre la actualidad de la Encíclica Humanae Vitae del Papa Pablo VI a los cuarenta años de su
publicación. La mañana del sábado 10, Benedicto XVI recibió a los congresistas en la sala Clementina del
palacio apostólico vaticano: cfr. L`Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, N.º 20 (2.055) –
16.5.08, pág. 8. También se puede consultar, para mayor información, el Notiziario n.º 55, del Instituto Paolo VI,
junio del 2008, Brescia, Italia, que trae una sucinta crónica de las sesiones.
6
Cfr. BENEDICTO XVI, Una doctrina clarividente – Discurso del Papa a los participantes en un
Congreso Internacional sobre la actualidad de la Humanae Vitae, en L`Osservatore Romano, edición semanal en
lengua española, N.º 20 (2.055) – 16.5.08, pág. 8. Recomendamos vivamente la lectura de todo el discurso.
2
Un amor sabio que se manifestó ante todo en el proceso de elaboración de esta encíclica.
El Papa del diálogo con la modernidad y de la Encíclica programática Ecclesiam Suam,
amplió la comisión ad hoc que su predecesor Juan XXIII había constituido con seis
miembros, primero, a sesenta y luego, a setenta y cinco miembros, para incluir en ella a
especialistas de todas las disciplinas que tocan el tema: medicina, ginecología, sociología y,
por supuesto, teología en sus diversas ramas: moral, bíblica, etc. A ellos les pidió que echaran
luz sobre este tema tan importante y tan delicado sobre el cual él tenía que enseñar a los fieles
como pastor de la Iglesia universal.7
Más aún, este amor hizo que instara varias veces a la comisión a elaborar sus conclusiones
con premura, en atención a su urgencia de servir a las conciencias de los fieles que esperaban
una orientación clara del magisterio. Fue también el amor el que lo motivó a tener en cuenta
las conclusiones de la comisión, a reflexionar, a conversar sobre ellas con muchos expertos y
a rezar, para, en última instancia –en un ejemplo paradigmático de “soledad” ante Dios y la
propia conciencia, en el ejercicio de su ministerio petrino– pronunciarse y así definir la
doctrina de la Iglesia en este punto.8
El amor sabio se manifestó en la docilidad orante al Espíritu Santo, a quien quiso
escuchar, y a la Tradición a la cual quiso interpretar: maestro de la fe, que acudió a todos los
recursos de la razón y de la ciencia, y los armonizó con la luz de la Revelación y de la fe en la
oración.
Y el amor sabio de Pablo VI se manifestó tanto en su “doctrina clarividente” –así la
calificó Benedicto XVI en su discurso citado anteriormente9–, como en el hecho de haberse
7
Cfr. GIONVANNI BATTISTA CARD RE, Paolo VI e l`Humanae Vitae, relación el un “Meeting
presso l´Istituto Patristico Augustinianum (Roma, 11-14 giugno 2008), en Notiziario n.º 55, del Instituto Paolo
VI, junio del 2008, Brescia, Italia, págs. 36-44.
8
Cfr. GIOVANNI MARIA VIAN, La solitudine di Paolo VI e il peso della tradizione, en Notiziario n.º
55, del Instituto Paolo VI, junio del 2008, Brescia, Italia, págs. 28-35.
9
Literalmente el Papa afirmó: “… Cuarenta años después de su publicación, esa doctrina no sólo sigue
manifestando su verdad; también revela la clarividencia con la que se afrontó el problema”: cfr. BENEDICTO
XVI, Una doctrina clarividente – Discurso del Papa a los participantes en un Congreso Internacional sobre la
actualidad de la Humanae Vitae,en L`Osservatore Romano, parr. 3, en edición semanal en lengua española, N.º
20 (2.055) – 16.5.08, pág. 8. El título del discurso es del editor de L`Osservatore Romano.
3
constituido en un verdadero “signo de contradicción”10 y en un genuino canto a la vida y al
amor humano vivido en plenitud.
No podemos menos que recordar, sin pretender repetir tantas magníficas exposiciones del
Congreso, el punto álgido, más definitorio y también más controvertido, de la carta, el famoso
número catorce de la Encíclica. En él, el Vicario de Jesucristo, “en conformidad con los
principios fundamentales de la visión humana y cristiana del matrimonio”, luego de “excluir
absolutamente, como vía lícita para la regulación de los nacimientos la interrupción directa
del proceso generador ya iniciado, y sobre todo el aborto directamente querido y procurado,
aunque sea por razones terapéuticas” y “la esterilización directa, perpetua o temporal, tanto
del hombre como de la mujer”, se pronuncia señeramente diciendo que “queda además
excluida toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el
desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer
imposible la procreación”11.
~~~
El amor de Pablo VI, además de sabio, fue muy valiente al asumir la responsabilidad
de escuchar a todos los peritos, pero, por encima de ellos, al Espíritu Santo que hablaba en la
soledad de su conciencia. Fue muy valiente porque afrontó el naciente fenómeno de la presión
de la “opinión pública”, dentro y fuera de la Iglesia, que, por una indiscreción lamentable de
alguno de los miembros de la comisión y por la dinámica propia de los medios de
comunicación masivos, fue aguda, tenaz y hasta cruel: el Papa “moderno” y, quizá, el de
mayor sensibilidad espiritual, afectiva y estética del siglo
XX,
el Papa de la Populorum
progressio, fue tratado como oscurantista, retrógrado, cerrado, insensible a las necesidades de
los matrimonios o de los pobres.
10
Cfr. G.M.V., La encíclica “Humanae vitae” signo de contradicción, art. en L`Osservatore Romano,
edición semanal en lengua española, N.º 31 (2.066) – 1.8.08, pág. 4.
11
Cfr. PABLO VI, Encíclica Humanae Vitae, sobre la transmisión de la vida humana, Roma, 25 de julio
de 1968, n.º 14. En edición de Ed. Paulinas, Florida (Bs. As., Argentina), 1992, págs. 14-15.
Sobre la base de la doctrina sentada en este número clave, a continuación, se afirma la licitud de los
medios terapéuticos “… necesarios para la curar enfermedades del organismo, a pesar de que se siguiese un
impedimento, aun previsto, para la procreación, con tal de que ese impedimento no sea, por cualquier motivo,
directamente querido” (n.º 15), y la licitud del recurso a los períodos infecundos (n.º 16), que sustentan
moralmente el recurso a los métodos naturales, para ejecutar las decisiones de una paternidad responsable de los
esposos.
4
~~~
El amor de Pablo VI, además, fue profético, lúcida y vigorosamente profético.
En el congreso hemos escuchado relaciones sobre cómo los peligros y consecuencias
negativas que Pablo VI señaló en el número 17 de la Encíclica se han cumplido acelerada y
terriblemente: para la fidelidad matrimonial y la degradación general de la moral; para la
dignidad y el respeto de la mujer; para la libertad de los ciudadanos ante la autoridad de los
gobernantes; para dejar a merced de las autoridades públicas el sector más personal y
reservado de la intimidad conyugal, y, así, en definitiva, para “exponer al arbitrio de los
hombres la misión de engendrar la vida”12, con sus patéticas consecuencias contrarias a “una
civilización verdaderamente humana”.13
Recientemente, se realizó un Seminario de estudio para los Obispos, con los líderes de
los movimientos eclesiales más importantes en la Iglesia de hoy, al cual tuve la gracia de
asistir. Entre otras figuras destacadas, participó de él Kiko Argüello, el fundador del Camino
Neocatecumenal, una de las experiencias más fecundas y de dinamismo evangelizador más
significativas de nuestro tiempo: cuenta, entre otros frutos, más de cincuenta seminarios
llenos de vocaciones en Europa y en otros países del mundo, como también familias
misioneras que, por cientos o miles, dejan sus países y su cultura para ir adonde la Iglesia los
necesite. Pues bien, decía Kiko que, para ellos, un punto clave en el “camino” fue la fidelidad
al magisterio pontificio, y que, en concreto, atribuía la fecundidad de su experiencia eclesial a
que ellos habían asumido la Humanae Vitae en su integralidad y totalmente: ¡cada uno y todo
acto matrimonial abierto en el amor a la fecundidad! Y por eso las familias numerosas; y por
eso la generosidad evangelizadora; y por eso la fecundidad en las vocaciones… etc.14
12
Cfr. PABLO VI, o.c., n.º 17, en págs. 18-19.
13
Cfr. PABLO VI, o.c., n.º 18, en pág. 19.
14
El Seminario para obispos –cuyo título era una frase de Benedicto XVI: “Os pido que salgáis al
encuentro de los movimientos con mucho amor”– fue organizado por el Consejo Pontificio para los Laicos, en
Rocca di Papa (Roma), del 15 al 17 de mayo de 2008, y las actas están en vías de publicación: mientras tanto
vale el testimonio personal.
5
La patética constatación de la crisis demográfica de la vieja Europa –la de las raíces de
nuestra fe cristiana–, contrapuesta a la “bomba demográfica” de muchos sectores musulmanes
que esperan quedarse, de este modo, con esa antigua tierra cristiana, acentúa el valor profético
de las predicciones de Pablo VI. Más aún, la simple constatación de las diferencias entre las
familias que viven la Humanae Vitae y aseguran la fecundidad de su linaje, con las que no la
viven y se agostan o se extinguen, es una muestra más de esa agudeza profética del gran
pontífice.
~~~
Por último, digamos que el amor de Pablo VI fue martirial.
El martirio, en sentido lato, implica testimonio y luz, heroísmo y sufrimiento movido
por el amor, si es el caso, hasta la muerte.
La Humanae Vitae fue causa de enorme sufrimiento y de cruz para Pablo VI: él mismo
lo confiesa a la semana siguiente de la promulgación de la Encíclia, en la audiencia con los
peregrinos a Roma, en Castel Gandolfo, el 31 de julio de 1968, cuando cuenta que durante el
período de preparación de la Encíclica, el primer sentimiento que lo embargaba era el de la
“gravísima responsabilidad” que pesaba sobre él, y, más aún, confidencia, con serena
franqueza, que “tal sentimiento Nos ha hecho sufrir no poco espiritualmente.”15
Otro revelador testimonio de los sufrimientos del heroico Papa fue su última alocución
pública, el 29 de junio de 1978, casi un mes antes de que “el curso natural de su vida llegara
al ocaso”, cuando hizo un balance de su pontificado, y resumió su “empeño ofrecido y sufrido
de un magisterio al servicio de la verdad” en dos grandes deberes: la tutela de la fe –
recordemos el Credo del Pueblo de Dios– y la defensa de la vida humana.
Acerca de la vida humana Paulo VI dijo, en esta postrera ocasión, estas palabras: “No
hemos hecho otra cosa que acoger esta consigna cuando hace diez años, proclamamos la
encíclica Humanae Vitae inspirados en la intangible enseñanza bíblica y evangélica, que
convalida las normas de la ley natural y el dictamen insuprimible de la conciencia sobre el
15
Cfr. Insegmamenti di Paolo VI, VI, 1968, págs. 869-870. La traducción es nuestra.
6
respeto de la vida, cuya transmisión ha sido confiada a la paternidad y a la maternidad
responsables. Aquel documento ha venido a tener hoy una renovada y más urgente actualidad
por las heridas inferidas por las legislaciones públicas a la santidad indisoluble del vínculo
matrimonial y a la intangibilidad de la vida humana desde el seno materno”.16 Podríamos
repetir hoy las palabras de Pablo VI no sólo sin quitarles una coma, sino, por el contrario,
acentuando su dramatismo y actualidad.
Amor de Pablo VI: ¡amor sabio, amor valiente, amor profético, amor martirial!
~~~
2. El amor de los esposos cristianos
Este mismo amor, un amor de esta calidad, con esas características, es la propuesta para
los esposos cristianos.
Sabemos que las opciones de la Humanae Vitae se convierten muchas veces, para los
matrimonos cristianos, en una piedra de escándalo o en un signo de contradicción: pueden
resultar la ocasión de imitar los rasgos del amor cristiano como resplandecen en Pablo VI o
piedra de tropiezo que los aleja lenta y gradualmente de la práctica cristiana sacramental, por
una caída concreta en la “tiranía del relativismo”.
Por eso, en el amor del matrimonio cristiano se refleja la sabiduría cuando los esposos
acogen la enseñanza del magisterio pontificio con fe y humildad sencillas; cuando la acogen
en toda su integralidad: no sólo en su opción de asumir los métodos naturales como los únicos
“métodos legítimos”, sino, ante todo, en el contexto del amor auténtico y pleno propuesto por
Pablo VI17, al considerar la opción por la paternidad y la maternidad responsables hechas
maduramente, donde se juega primero una instancia moral fundamental: la elección del fin de
espaciar o postergar los nacimientos, previa a aquella determinación de los medios.
16
Cfr. Insegnamenti di Paolo VI, XVI, 1978, pág. 532, citado en su artículo por el Cardenal G. B. RE,
o.c., pág. 42. La traducción es nuestra.
17
En este punto, aunque no es del caso desarrollar aquí, vale la pena resaltar la magnífica fundamentación
del amor conyugal y sus proyecciones, que brinda el Santo Padre en los números 8 al 13, sublimes por su
profundidad, armonía y belleza.
7
En la experiencia de los “humildes”, como en los tiempos del Evangelio, se constata que,
con esta “sabiduría de vida”, son muchas veces los pobres los que más hijos tienen; son
también los pobres los que entienden mejor la diferencia esencial entre la contracepción y los
métodos naturales basados en la continencia periódica; los que además, prácticamente, los
asumen con mayor tino y practicidad. De mi experiencia como sacerdote recuerdo que,
instructoras de nuestra pastoral, que enseñaban los métodos naturales en diversos lugares, me
contaban que los aprendían más fácilmente las chicas de las villas de emergencia que las
jóvenes de las universidades: se complicaban menos, percibían enseguida cómo era el plan de
Dios y cómo vivirlo concreta y prácticamente.
~~~
La valentía es otro rasgo del amor cristiano, del amor esponsal. La valentía está unida
a la esperanza y a la confianza en Dios y, es muy necesaria, sino imprescindible para vivir en
plenitud esta enseñanza.
Me permito simplemente contar una anécdota que está inscrita en la Basílica de Luján.
Se refiere a una señora que en los principios del siglo
XX,
recientemente casada, consulta a
Mons. Alberti, por entonces obispo auxiliar de La Plata, sobre qué debía hacer, ya que su
médico le advertía sobre los peligros de que diera a luz o de que quedara nuevamente
embarazada. El pastor le explicó la doctrina cristiana y le dijo: “Señora, los médicos también
pueden equivocarse, tenga confianza en el Señor”18. El hijo número 22 de esta señora fue
nombrado obispo auxiliar de La Plata, y el día de su ordenación episcopal, el Arzobispo
consagrante, sin conocer la historia, le regaló la cruz pectoral que había pertenecido a aquel
otro obispo, consejero de su madre. Me refiero al actual Siervo de Dios, Eduardo Pironio,
Cardenal de la Iglesia.
~~~
Por último, el amor de los esposos cristianos tiene también una dimensión profética y
martirial, que realza la vocación de todo bautizado a la santidad, a vivir el amor en plenitud, al
18
Extracto de la carta enviada por el Cardenal Eduardo Pironio a Monseñor Presas, el 13 de marzo de
1986, que actualmente se encuentra expuesta en la tumba del Siervo de Dios, en la Basílica de Luján.
8
heroísmo cristiano, y que tiene particular valor testimonial y profético porque nace de la
experiencia de vida.
Por eso, la alegría del amor esponsal, vivido en la plenitud de la fidelidad al Evangelio y
a la doctrina de la Iglesia, es el mejor anuncio y testimonio de Jesucristo que se puede dar
desde la propia familia, desde la propia esperanza y experiencia. Ojalá que, como también
hemos escuchado en algunas de las anécdotas del congreso, muchos puedan decir: “¡miren
cómo se aman!, ¡miren cómo viven el amor!”, y que eso sea el signo que interpele y que llame
a una genuina conversión, como ocurría –a otros respectos– en la Iglesia primitiva.
~~~
3. El amor en los pastores del pueblo de Dios
El amor sabio, valiente y profético que resplandeció en Pablo VI, y que resplandece en
tantos matrimonios cristianos, tiene que brillar también en los pastores del Pueblo de Dios.
La lectura del profeta Ezequiel nos interpela fuertemente a los sacerdotes y a los obispos,
quienes tenemos la responsabilidad de transmitir íntegramente la verdad del Evangelio y la
verdad acerca del hombre, como la expresa en este punto el magisterio pontificio en la
Humanae Vitae.
Por eso, contrariamente a los “disensos teológicos”, tan nocivos en la década del 60, y a
los disensos prácticos, pastorales, o de la comodidad (expresados muchas veces en un
relativismo adocenado que traspasa la responsabilidad a la conciencia del fiel sin formarla, o
dejándola en la ignorancia, o peor aún, avalándola en su error, evadiendo así el propio
cometido tan resaltado por el profeta Ezequiel en la lectura de hoy), que tristemente se han
extendido a lo largo y a lo ancho del Pueblo de Dios, de cada uno de los maestros en la fe se
espera la docilidad al magisterio fiel e integral. Saben los sacerdotes, y prepárense los futuros
sacerdotes, que uno de los temas más delicados y más difíciles de abordar en el confesonario
y en la formación de las conciencias cristianas, toca a esta cuestión.
9
Por eso es necesario, para los pastores buenos, que quieren salvar su vida y ser “atalaya”
en la casa del Señor19, crecer en una sabiduría del amor, que sea capaz de asumir toda la
dimensión profética del ministerio en la prédica y en la formación de las conciencias, en la
homilía, en las reuniones de grupos, en el confesonario, con las distintas adaptaciones
prudenciales que requiere cada escenario.
Me permito también señalar que no basta la última, o alguna de las charlas de catequesis
del curso de preparación matrimonial, para cumplir con las obligaciones que tenemos como
pastores del Pueblo de Dios. Es necesaria una pedagogía que, con mirada profética, ponga los
cimientos desde la adolescencia, o incluso desde la niñez, para asumir íntegramente la
castidad y la continencia como virtudes cristianas, para abrir así el corazón a la belleza
genuina del amor vivido en plenitud, y para ir preparando esas opciones que, si no se han
puesto bien en los fundamentos, después de los primeros años de la vida matrimonial, se
convierten muchas veces en un obstáculo insalvable o en una cruz imposible de soportar. Por
eso también, el acompañamiento espiritual en el confesonario, en la dirección espiritual, en la
consulta, en el consejo tiene que asumir esa dimensión sufrida y cercana, heroica y
comprometida, firme, clara y misericordiosa para poder ayudar a todo el Pueblo de Dios a
vivir en plenitud el amor esponsal, el amor cristiano. De un modo especial nos interpela hoy,
sobre este punto, el profeta Ezequiel.
~~~
4. Conclusión
Dicho esto, ¡celebremos los cuarenta años de la Humanae Vitae!
Tenemos la alegría de poder expresar el gozo por esta luz a la conciencia cristiana que nos
ha ofrecido el magisterio pontificio en la persona de Pablo VI, ratificado por sus sucesores en
diversos y numerosos pronunciamientos, que permiten afirmar, serena y claramente, que esta
19
Cfr. Ex. 33, 7.9.
10
enseñanza brindada por la Humanae Vitae constituye una enseñanza definitiva y una doctrina
irreformable del Magisterio de la Iglesia.20
Para culminar el congreso le agradecemos a Dios, en esta Eucaristía, el don que nos ha
dado en nuestro tiempo. Le pedimos que nos ayude a asumirlo en su integralidad, cada uno en
su lugar, según su responsabilidad en la Iglesia doméstica y en la Iglesia de Dios, para que así,
valorando cabalmente el amor que Dios nos ha manifestado con este regalo, podamos
experimentarlo plenamente e irradiarlo fecundamente, convirtiéndolo en un signo profético,
evangelizador, esperanzador para todos los hombres, nuestros hermanos.
Que así sea.
Eduardo María Taussig
Obispo de San Rafael
20
Así lo califica el Vademécum para los confesores sobre algunos temas de la moral conyugal: “La
Iglesia siempre ha enseñado la intrínseca malicia de la contracepción, es decir de todo acto conyugal hecho
intencionadamente infecundo. Esta enseñanza debe ser considerada como doctrina definitiva e
irreformable. La contracepción se opone gravemente a la castidad matrimonial, es contraria al bien de la
transmisión de la vida (aspecto procreativo del matrimonio), y a la donación recíproca de los cónyuges (aspecto
unitivo del matrimonio), lesiona el verdadero amor y niega el papel soberano de Dios en la transmisión de la
vida.” (La negrilla es nuestra). Cfr. PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA, Vademecum para los
confesores sobre algunos temas de moral conyugal, n.º 2.4, Librería Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano,
1997, pág. 16.
Señalemos a este respecto que en la nota 16 de la Humanae Vitae se citan textos importantes del
magisterio anterior: Catechismus Romanus Concilii Tridentini, pars II, c. VIII; Pío XI, Enc. Casti connubii, AAS
22 (1930), pp. 559-561; Pío XII, AAS 43 (1951), p. 843; AAS 50 (1958), pp. 734-735; Juan XXIII, Enc. Mater
et Magistra, AAS 53 (1961), n. 447.
También podemos agregar, rápidamente: en el magisterio posterior de Juan Pablo II: Veritatis Splendor
n. 80, Familiaris Consortio n. 34, Evangelium Vitae n.º 97; en el Catecismo de la Iglesia Católica: los núms.
2368-2370; en el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica: los núms. 496-498; y en el Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia: los núms. 230-235.
Como pronunciamiento más reciente, por último, citamos a Benedicto XVI: “El Magisterio de la Iglesia
no puede menos de reflexionar siempre profundamente sobre los principios fundamentales que conciernen al
matrimonio y a la procreación. Lo que era verdad ayer, sigue siéndolo también hoy. La verdad expresada en la
Humanae vitae no cambia; más aún, precisamente a la luz de los nuevos descubrimientos científico, su doctrina
se hace más actual e impulsa a reflexionar sobe el valor intrínseco que posee.” Cfr. BENEDICTO XVI, Una
doctrina clarividente – Discurso del Papa a los participantes en un Congreso Internacional sobre la actualidad de
la Humanae Vitae, L`Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, N.º 20 (2.055) – 16.5.08, pág. 8,
párr. 6.
11
Apéndice
“Podemos preguntarnos: ¿cómo es posible
que hoy el mundo, y también muchos fieles,
encuentren tanta dificultad en comprender el
mensaje de la Iglesia, que ilustra y defiende
la belleza del amor conyugal en su manifestación
natural? Ciertamente, la solución
técnica, también en las grandes cuestiones
humanas, parece a menudo la más fácil, pero
en realidad esconde la cuestión de fondo, que
se refiere al sentido de la sexualidad humana
y a la necesidad de un dominio responsable,
para que su ejercicio pueda llegar a ser expresión
de amor personal. La técnica no puede
sustituir a la maduración de la libertad, cuando
está en juego el amor. Al contrario, como
bien sabemos, ni siquiera la razón basta: es
necesario que el corazón vea. Sólo los ojos
del corazón llegan a captar las exigencias
propias de un gran amor, capaz de abrazar la
totalidad del ser humano...”
Benedicto XVI
Mensaje en los 40 años de la Humanae Vitae
2 de octubre de 2008
12
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