DICIEMBRE • 1011 Boletín Oficial del Obispado de Ourense Año CLXVIII Diciembre 2005 n.o 12 SUMARIO La Voz del Prelado Homilía na solemnidade da Inmaculada Concepción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1012 Homilía na solemnidade do Nadal do Señor (25-XII-2005) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1016 Homilía na solemnidade de Sta. María, Nai de Deus (1-I-2006) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1022 Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1030 IGLESIA DIOCESANA Secretaría General. Nomeamentos /Defunciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1032 Delegación de Liturxia. Mejorar y profundizar en la eucaristía del domingo . . . . . . . . . . . . . . . . 1033 IGLESIA EN ESPAÑA LXXXV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1042 Nombramientos episcopales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1046 Mensaje de los Obispos de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1049 SANTA SEDE SS. Benedicto XVI. Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1053 Audiencias Generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1058 Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI con ocasión del Encuentro Continental para América sobre el «Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia» . . . . . . . . . . . . . . . . 1065 Mensaje del Papa a Su Santidad Bartolomé I, Patriarca Ecuménico de Constantinopla . . . . . . . 1067 Discurso del Santo Padre a los miembros de la Comisión Teológica Universal . . . . . . . . . . . . . 1068 Discurso del Papa a los Presidentes de las C. Episcopales para la Familia y la Vida de América Latina . . 1070 Discurso del Santo Padre a las personas consagradas presentes en la Diócesis de Roma . . . . 1073 Discurso de Benedicto XVI al relanzarse el diálogo católico-ortodoxo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1075 Por un nuevo humanismo: propuesta de Benedicto XVI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1077 Discurso del Papa a los universitarios de Roma tras la celebración eucarística del jueves 16 . . . . . 1080 Discurso de SS. Benedicto XVI a la Curia Romana con motivo del fin del año . . . . . . . . . . . . . . 1082 Homenaje del Santo Padre a La Inmaculada en la Plaza De España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1093 Homilías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1095 Mensaje Urbi et Orbi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1103 Mensaje de Su Santidad Benedicto XVI para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz . . 1105 Mensaje del Santo Padre para la XCII Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado . . . . . . . 1111 Congregaciones.Congregación Para La Educación Católica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1113 Mensaje del Cardenal Javier Lozano Barragán con ocasión de la Jornada Mundial contra el Sida . . . . . 1118 Iglesia Universal. La I. en América ante los desafíos de la bioética y las nuevas tecnologías . . . . 1121 «Carta inacabada» del hermano Roger de Taizé . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1126 Precisiones del cardenal Kasper sobre el tema de los divorciados vueltos a casar . . . . . . . . . . 1130 CRÓNICA DIOCESANA Diciembre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1132 Sumario del año 2005 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1135 1012 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL A VOZ DO PRELADO HOMILÍA NA SOLEMNIDADE DA INMACULADA CONCEPCIÓN Queridos irmáns: Estamos celebrando a Solemnidade da Inmaculada Concepción de Santa María Virxe, celebración que neste ano adquire un relevo singular ó clausurar con ela o Ano da Inmaculada convocado pola Igrexa ó cumprirse o CL Aniversario da proclamación do Dogma da Concepción Inmaculada da Santísima Virxe María. O vintecinco de novembro de 2004 a Asemblea Plenaria da Conferencia Episcopal Española emitía unha mensaxe en orde á celebración desta importantísima efemérides mariana. Nesta mensaxe os bispos españois querían facer chegar ós seus irmáns, os fillos da Igrexa en España, a súa voz sobre o sentido deste Dogma para a nosa vida de fe, ó tempo que facían unha invitación a renova-la nosa consagración, persoal e comunitaria, á nosa Nai, a Virxe Inmaculada. A palabra de Deus que foi proclamada renova na nosa asemblea a real actualidade salvífica da verdade de fe da Concepción virxinal do Verbo de Deus no seo maternal da Santísima Virxe. Só dende a desgracia da humanidade caída no pecado pola desobediencia a Deus, tal como foi proclamada na lectura do Libro da Xénese, enténdense adecuadamente as singulares gracias de que foi revestida a Santísima Virxe, como Nai do Verbo do Pai, Xesuscristo, Fillo de Deus, do que a súa Anunciación foi proclamada no Evanxeo de San Lucas: «O Espírito Santo virá sobre ti, e a forza do Altísimo cubrirate coa súa sombra; por iso o Santo que vai nacer chamarase Fillo de Deus» (Lc 1,35). A Mensaxe mencionada dos señores bispos españois ten tres curtos e importantes puntos que nos convén lembrar nesta celebración: o sentido do dogma mariano da Inmaculada Concepción, o testemuño mariano de Igrexa en España e a consagración a María Inmaculada. 1.- Sentido do Dogma Mariano. O Dogma da Inmaculada Concepción, proclamado o 8 de decembro de 1854 polo Papa Pío IX, confesa: «... declaramos, proclamamos e definimos que a doutrina que sostén que a beatísima Virxe María foi preservada inmune de toda mancha de culpa orixinal no primeiro intre da súa concepción por singular gracia e privilexio de Deus omnipotente, en atención ós méritos de Cristo Xesús Salvador do xénero humano, está revelada por Deus e debe ser, por tanto, firme e constantemente crida por tódolos fieis».(DS 2803 ;Cf. CCE 490-493). Coa proclamación do Dogma da Inmaculada foron subliñados de modo particular tres aspectos da nosa fe, tales como a estreita relación que existe entre a Virxe María e o misterio de Cristo e da Igrexa, a plenitude da obra redentora cumprida en María e a absoluta enemizade entre María e o pecado. LA VOZ DEL PRELADO DICIEMBRE • 1013 LA VOZ DEL PRELADO HOMILÍA EN LA SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN Queridos hermanos: Estamos celebrando la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de Santa María Virgen, celebración que en este año adquiere un relieve singular al clausurar con ella el Año de la Inmaculada convocado por la Iglesia al cumplirse el CL Aniversario de la proclamación del Dogma de la Concepción Inmaculada de la Santísima Virgen María. El veinticinco de noviembre de 2004 la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española emitía un mensaje en orden a la celebración de esta importantísima efemérides mariana. En este mensaje los obispos españoles querían hacer llegar a sus hermanos, los hijos de la Iglesia en España, su voz sobre el sentido de este Dogma para nuestra vida de fe, al tiempo que hacían una invitación a renovar nuestra consagración, personal y comunitaria, a nuestra Madre, la Virgen Inmaculada. La palabra de Dios que ha sido proclamada renueva en nuestra asamblea la real actualidad salvífica de la verdad de fe de la Concepción virginal del Verbo de Dios en el seno maternal de la Santísima Virgen. Sólo desde la desgracia de la humanidad caída en el pecado por la desobediencia a Dios, tal como fue proclamada en la lectura del Libro del Génesis, se entienden adecuadamente las singulares gracias de que fue revestida la Santísima Virgen, como Madre del Verbo del Padre, Jesucristo, Hijo de Dios, cuya Anunciación ha sido proclamada en Evangelio de San Lucas: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo De Dios» ( Lc 1,35 ). El Mensaje mencionado de los señores obispos españoles tiene tres cortos e importantes puntos que nos conviene recordar en esta celebración: el sentido del dogma mariano de la Inmaculada Concepción, el testimonio mariano de Iglesia en España y la consagración a María Inmaculada. 1.- Sentido del Dogma Mariano. El Dogma de de la Inmaculada Concepción, proclamado el 8 de diciembre de 1854 por el Papa Pío IX, confiesa: «...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser, por tanto, firme y constantemente creída por todos los fieles».(DS 2803 ;Cf. CCE 490-493). Con la proclamación del Dogma de la Inmaculada han sido subrayados de modo particular tres aspectos de nuestra fe, tales como la estrecha relación que existe entre la Virgen María y el misterio de Cristo y de la Iglesia, la plenitud de la obra redentora cumplida en María y la absoluta enemistad entre María y el pecado. 1014 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL Como nos di o Concilio Vaticano II, do que celebramos hoxe o cuadraxésimo aniversario da súa solemne clausura, a Santísima Virxe «foi enriquecida dende o primeiro intre da súa concepción co resplandor dunha santidade enteiramente singular…». (LG. 56). Para poder da-lo asentimento libre da súa fe ó anuncio da súa vocación polo anxo Gabriel era preciso que ela estivese totalmente conducida pola gracia de Deus. Deste modo, abrazando a vontade salvadora de Deus con toda a súa vida, María «cooperou en forma enteiramente singular á obra do Salvador coa obediencia, a fe, a esperanza e a ardente caridade co fin de restaura-la vida sobrenatural dos homes. Por iso é a nosa Nai na orde da gracia». (LG. 61) Así mesmo, o Dogma da Inmaculada subliña a plenitude da obra redentora cumprida en María, posto que nela a Igrexa chegou xa á perfección e nela ten a Igrexa o modelo perenne, en quen se realiza xa a esperanza escatolóxica. Por elo, confesar que María, a nosa Nai, é a «Toda Santa» implica acoller con tódalas súas consecuencias o compromiso que ten que dirixir toda a vida cristiá, tal como nos di o Concilio Vaticano II: «É, pois, completamente claro que tódolos cristiáns, de calquera clase e condición, están chamados á plenitude da vida cristiá e á perfección do amor». (LG. 40). O Dogma da Inmaculada subliña tamén a absoluta enemizade entre María e o pecado, xa que en María contemplámo-la beleza dunha vida sen mancha entregada ó Señor. Nela resplandece a santidade da Igrexa que Deus quere para tódolos seus fillos e nela recuperámo-lo ánimo cando a fealdade do pecado nos introduce na tristura dunha vida que se proxecta a marxe de Deus. II- O testemuño mariano da Igrexa en España. Na súa mensaxe antes mencionada, os bispos españois deixan constancia rotunda dun feito irrefutable da nosa historia, a saber, que a evanxelización e a transmisión da fe nas terras de España foron sempre xunguidas a un amor singular á Virxe María. A nosa Diocese é un lugar paradigmático desta realidade. O amor fondo das terras de España á Virxe María traduciuse dende antigo nunha defensa sen posible parangón da Concepción Inmaculada de María. O chorado Xoán Paulo II chamou a España terra de María en tantas ocasións e, se España é terra de María, éo en gran medida pola súa devoción á Inmaculada. Non ten outra explicación o fortísimo arraigo popular da festa da Inmaculada. Ó inicio do Ano litúrxico, no tempo de Advento, a celebración da festa da Inmaculada permítenos entrar con María na celebración dos misterios da Vida de Cristo, lembrándono-la poderosa intercesión da nosa Nai para obter do Espírito a capacidade de xerar a Cristo na nosa propia alma. Os bispos españois, conscientes da inmensa riqueza e do forte arraigo popular que a Festa da Inmaculada ten nas terras de España, viñeron insistindo dende fai tempo na decisiva importancia desta Festa para a vida de fe do pobo cristián. Unha festa que vén celebrándose en España xa dende o século XI e na que os diversos LA VOZ DEL PRELADO DICIEMBRE • 1015 Como nos dice el Concilio Vaticano II, de cuya solemne clausura celebramos hoy el cuadragésimo aniversario, la Santísima Virgen «ha sido enriquecida desde el primer instante de su concepción con el resplandor de una santidad enteramente singular…». (LG. 56). Para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación por el ángel Gabriel era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios. De este modo, abrazando la voluntad salvadora de Dios con toda su vida, María «cooperó en forma enteramente singular a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de restaurar la vida sobrenatural de los hombres. Por eso es nuestra madre en el orden de la gracia». (LG. 61) Así mismo, el Dogma de la Inmaculada subraya la plenitud de la obra redentora cumplida en María, puesto que en ella la Iglesia ha llegado ya a la perfección y en ella tiene la Iglesia el modelo perenne, en quien se realiza ya la esperanza escatológica. Por ello, confesar que María, Nuestra Madre, es la «Toda Santa» implica acoger con todas sus consecuencias el compromiso que ha de dirigir toda la vida cristiana, tal como nos dice el Concilio Vaticano II: «Es, pues, completamente claro que todos los cristianos, de cualquier clase y condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección del amor». (LG. 40). El Dogma de la Inmaculada subraya también la absoluta enemistad entre María y el pecado, ya que en María contemplamos la belleza de una vida sin mancha entregada al Señor. En ella resplandece la santidad de la Iglesia que Dios quiere para todos sus hijos y en ella recuperamos el ánimo cuando la fealdad del pecado nos introduce en la tristeza de una vida que se proyecta al margen de Dios. II- El testimonio mariano de la Iglesia en España. En su mensaje antes mencionado, los obispos españoles dejan constancia rotunda de un hecho irrefutable de nuestra historia, a saber, que la evangelización y la transmisión de la fe en tierras de España han ido siempre unidas a un amor singular a la Virgen María. Nuestra Diócesis es un lugar paradigmático de esta realidad. El amor profundo de las tierras de España a la Virgen María se ha traducido desde antiguo en una defensa sin posible parangón de la Concepción Inmaculada de María. El llorado Juan Pablo II llamó a España tierra de María en tantas ocasiones y, si España es tierra de María, lo es en gran medida por su devoción a la Inmaculada. No otra explicación tiene el fortísimo arraigo popular de la fiesta de la Inmaculada. Al inicio del Año litúrgico, en el tiempo de Adviento, la celebración de la fiesta de la Inmaculada nos permite entrar con María en la celebración de los misterios de la Vida de Cristo, recordándonos la poderosa intercesión de nuestra Madre para obtener del Espíritu la capacidad de engendrar a Cristo en nuestra propia alma. Los obispos españoles, conscientes de la inmensa riqueza y del fuerte arraigo popular que la Fiesta de la Inmaculada tiene en las tierras de España, han venido insistiendo desde hace tiempo en la decisiva importancia de esta Fiesta para la vida de fe del pueblo cristiano. Una Fiesta que viene celebrándose en España ya desde el 1016 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL reiños da Península se distinguiron no fervor relixioso ante esta verdade mariana por encima das controversias teolóxicas e moito antes da súa proclamación como dogma de fe. Precisamos fortalecer en toda a Igrexa a devoción á Santísima Virxe na súa Inmaculada Concepción, e tócanos a nós facelo dun modo insubstituíble na nosa Diocese. Os novos retos que se nos presentan, como cristiáns nun mundo sempre precisado da luz do Evanxeo non poderán ser afrontados, sen a experiencia da protección próxima da nosa Nai a Virxe Inmaculada. Por ilo, hoxe queremos todos xuntos consagrarnos ó seu Corazón Inmaculado e poñer toda a nosa vida nas súas mans co corazón cheo de tenrura filial e dunha ilusión que desexa traspasa-los límites de todo egoísmo. Amén + Luís Quinteiro Fiuza Bispo de Ourense HOMILÍA NA SOLEMNIDADE DO NADAL DO SEÑOR (25-XII-2005) Queridos irmáns todos: «Gloria a Deus no ceo e na terra paz ós homes que ama o Señor». Así comeza o grandioso canto do «Gloria», que a Igrexa dende fai moitos séculos entoa ou recita nas grandes solemnidades e que ten o seu contexto natural no Nadal. Este comezo do Gloria está tomado do relato que San Lucas fai do Nacemento do Fillo de Deus na carne, na noite sublime de Belén (Lc 2, 1-14). Xosé e María, dende Nazaret, subiron á cidade de David, chamada Belén para se inscribir, con motivo do censo ordenado polo Emperador Augusto. «E mentres estaban alí chegoulle o tempo do parto (a María) e deu a luz ó seu fillo primoxénito, envolveuno en cueiros e deitouno nunha manxadoira, porque non tiñan lugar na pousada». Deus, no seu eterno designio, tomou a iniciativa de enviar ó seu Fillo ó mundo. E o Verbo de Deus, asumindo a condición humana, nace como neno indefenso para dárno-la salvación mediante unha condescendencia amorosa e un baleiramento total. Deste modo -como di san lreneo-: «o Deus que non pode ser visto polo home, chega a ser contemplado, por gracia do mesmo Deus, na carne dun Neno. A Palabra de Deus, o Fillo, fíxose home para enlazar ó home con Deus. Coa encarnación e o nacemento do Fillo de Deus a unión e comuñón de Deus e do home realizáronse. O Espírito prepara ó home para recibir ó Fillo de Deus, o Fillo condúceo ó Pai, e o Pai na vida eterna dálle LA VOZ DEL PRELADO DICIEMBRE • 1017 siglo XI y en la que los diversos reinos de la Península se distinguieron en el fervor religioso ante esta verdad mariana por encima de las controversias teológicas y mucho antes de su proclamación como dogma de fe. Necesitamos fortalecer en toda la Iglesia la devoción a la Santísima Virgen en su Inmaculada Concepción, y a nosotros nos toca hacerlo de un modo insustituible en nuestra Diócesis. Los nuevos retos que se nos presentan como cristianos en un mundo siempre necesitado de la luz del Evangelio no podrán ser, afrontados sin la experiencia de la protección cercana de Nuestra Madre la Virgen Inmaculada. Por todo ello, hoy querernos todos juntos consagrarnos a su Corazón Inmaculado y poner toda nuestra vida en sus manos con el corazón lleno de ternura filial y de una ilusión que desea traspasar los límites de todo egoísmo. Amén + Luis Quinteiro Fiuza Obispo de Ourense HOMILÍA EN LA SOLEMNIDAD DE LA NAVIDAD DEL SEÑOR (25-XII-2005) Queridos hermanos todos: «Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor». Así comienza el grandioso canto del «Gloria», que la Iglesia desde hace muchos siglos entona o recita en las grandes solemnidades y que tiene su contexto natural en la Navidad. Este comienzo del Gloria está tomado del relato que San Lucas hace del Nacimiento del Hijo de Dios en la carne, en la noche sublime de Belén (Le 2, 1-14). José y María desde Nazaret subieron a la ciudad de David, llamada Belén para inscribirse, con motivo del censo ordenado por el Emperador Augusto. «Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto (a María) y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada». Dios, en su eterno designio, ha tomado la iniciativa de enviar a su Hijo al mundo. Y el Verbo de Dios, asumiendo la condición humana, nace como niño indefenso para darnos la salvación mediante una condescendencia amorosa y un vaciamiento total. De este modo -como dice san lreneo-: «el Dios que no puede ser visto por el hombre, llega a ser contemplado, por gracia del mismo Dios, en la carne de un Niño. La Palabra de Dios, el Hijo, se hizo hombre para enlazar al hombre con Dios. Con la encarnación y el nacimiento del Hijo de Dios la unión y comunión de Dios y del hombre se han realizado. El Espíritu prepara al hombre para recibir al Hijo de Dios, el Hijo lo conduce al Padre, y el Padre en la vida eterna le da la inmortalidad, que es 1018 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL a inmortalidade, que é a consecuencia de ver a Deus. Os que ven a Deus están en Deus e perciben o seu esplendor. Polo tanto, os que contemplan a Deus teñen parte na vida divina». (S. lreneo, Contra as herexías, Vol. I da Liturxia das Horas, p 245-247). Misterio insondable o do Nadal; no memorial da Igrexa comunicáseno-la gracia de todo un Deus que se abaixa para elevar ó home, escravo do pecado. Na sinxeleza e pobreza do nacemento de Belén revela a grandeza dun admirable intercambio: o Deus eterno recibe a humanidade e enriquece coa súa divindade a indixencia de todo home. Os máis próximos ó misterio santo son os pobres, quen por ser marxinados poden sintonizar máis coa pobreza e o abandono da familia santa. Os pastores pasaban a noite sen teito e en vixilancia obrigada. Só os austeros, os de equipaxe lixeiro, os non fascinados polos bens deste mundo poden vivir atentos ó paso de Deus. Os entregados ás riquezas, os satisfeitos, os idólatras dos bens deste mundo, teñen moitas dificultades para abrirse ó paso de Deus. De nada valería que o «anxo» os visitase e lles anunciase unha boa noticia, distinta dos confines deste mundo. Por iso, o anxo do Señor faise presente ós pastores; «a gloria do Señor envolveunos de claridade, e enchéronse de gran temor» (Lc 2,9). A vida transfigúrase cando Deus se achega ás persoas que teñen fe. A proximidade do ceo fai que todo cambie de perspectiva, que a persoa experimente a fascinación do eterno, o desexo de posuír a Deus ou mellor experimentar que El nos posúe e sentirnos felices. Pero ó mesmo tempo o home experimenta a distancia entre Deus e a criatura, entre o infindo e o insignificante, entre a gracia plena e a experiencia de indignidade e pecado. Por iso, os pastores e os que imitan as súas actitudes experimentan á vez a ledicia da gloria que os envolve e o temor de saberse preto do Deus eterno. O anxo tranquilízaos: «Non temades, tráiovos unha boa noticia, a gran ledicia para todo o pobo: hoxe, na cidade de David, naceuvos un Salvador: o Mesías, o Señor» (Lc 2,10). A pesar da experiencia fonda do sagrado e do temor que experimentan, non hai motivo para ter medo. O anxo é portador de «unha boa nova». O que debe anunciarlles por encargo de Deus é un «Evanxeo», unha «Boa Nova», unha novidade que descoñecen e coa que xamais soñaran. É «a gran ledicia para todo o pobo». O pobo de Belén e de Israel durmía e estaba ocupado nos seus asuntos. Era totalmente alleo ó acontecemento que marcaría os séculos vindeiros e cambiaría o rumbo da historia e dos pobos. Despois de máis de vinte séculos moitos homes e nacións descoñecen tamén a Boa nova, «a gran ledicia» para todos eles. A historia repítese; os homes viven ocupados nos seus intereses, nas súas distraccións, na súa ignorancia, no abandono e a pobreza consentida por moitos... Pero a «boa nova, a gran ledicia», despois de tantos séculos, é proclamada con forza e con fe pola Igrexa: «hoxe... naceuvos un Salvador: o Mesías, o Señor». Que o escoiten tódolos homes. Que chegue con forza a tódalas nacións da terra. Que os cristiáns berrémolo de mil modos a todo o mundo. Fai falta evanxelizar. Fai LA VOZ DEL PRELADO DICIEMBRE • 1019 la consecuencia de ver a Dios. Los que ven a Dios están en Dios y perciben su esplendor. Por tanto, los que contemplan a Dios tienen parte en la vida divina». (S. lreneo, Contra las herejías, Vol. I de la Liturgia de las Horas, p 245-247). Misterio insondable de la Navidad; en el memorial de la Iglesia se nos comunica la gracia de todo un Dios que se abaja para elevar al hombre, esclavo del pecado. En la sencillez y pobreza del nacimiento de Belén se revela la grandeza de un admirable intercambio: el Dios eterno recibe la humanidad y enriquece con su divinidad la indigencia de todo hombre. Los más próximos al misterio santo son los pobres, quienes por ser marginados pueden sintonizar más con la pobreza y el abandono de la familia santa. Los pastores pasaban la noche sin techo y en vigilancia obligada. Sólo los austeros, los de equipaje ligero, los no fascinados por los bienes de este mundo pueden vivir atentos al paso de Dios. Los entregados a las riquezas, los satisfechos, los idólatras de los bienes de este mundo, tienen muchas dificultades para abrirse al paso de Dios. De nada valdría que el «ángel» les visitase y les anunciase una buena noticia, distinta de los confines de este mundo. Por eso, el ángel del Señor se hace presente a los pastores; «la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor» (Lc 2,9). La vida se transfigura cuando Dios se acerca a las personas que tienen fe. La cercanía del cielo hace que todo cambie de perspectiva, que la persona experimente la fascinación de lo eterno, el deseo de poseer a Dios o mejor experimentar que Él nos posee y sentirnos felices. Pero al mismo tiempo el hombre experimenta la distancia entre Dios y la criatura, entre lo infinito y lo insignificante, entre la gracia plena y la experiencia de indignidad y pecado. Por eso, los pastores y quienes imitan sus actitudes experimentan a la vez la alegría de la gloria que les envuelve y el temor de saberse cerca del Dios eterno. El ángel les tranquiliza: «No temáis, os traigo una buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor» (Lc 2,10). A pesar de la experiencia profunda de lo sagrado y del temor que experimentan, no hay motivo para tener miedo. El ángel es portador de «una buena noticia». Lo que debe anunciarles por encargo de Dios es un «Evangelio», una «Buena Nueva», una novedad que desconocen y con la que jamás habían soñado. Es «la gran alegría para todo el pueblo». El pueblo de Belén y de Israel dormía y estaba ocupado en sus asuntos. Era totalmente ajeno al acontecimiento que marcaría los siglos venideros y cambiaría el rumbo de la historia y de los pueblos. Después de más de veinte siglos muchos hombres y naciones desconocen también la Buena nueva, «la gran alegría» para todos ellos. La historia se repite; los hombres viven ocupados en sus intereses, en sus distracciones, en su ignorancia, en el abandono y la pobreza consentida por muchos... Pero la «buena noticia, la gran alegría», después de tantos siglos, es proclamada con fuerza y con fe por la Iglesia: «hoy... os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor». Que lo escuchen todos los hombres. Que llegue con fuerza a todas las naciones de la tierra. Que los cristianos lo gritemos de mil modos a todo el mundo. Hace falta 1020 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL falta unha nova evanxelización que proclame por toda a terra a actualidade deste acontecemento. A Liturxia fai posible que cada ano se actualice aquel «hoxe» salvador da noite de Belén. «Apareceu a gracia de Deus que trae a salvación a tódolos homes, ensinándonos a renunciar á impiedade (o non coñecemento e amor de Deus) e ós desexos mundanos, e a levar xa dende agora unha vida sobria, honrada e relixiosa, agardando a dita que esperamos»...(Tit. 2, 11-14). A celebración do Nadal fainos contemporáneos con Xesuscristo, nado en Belén e ofréceno-la mesma gracia e salvación, comunicada no Bautismo, que nos fixo fillos de Deus, membros de Cristo e templos do Espírito Santo. O Nadal coa súa gracia fálanos de sobriedade non de dispendio consumista, de solidariedade cos pobres de toda a terra, de fonda humildade e acollida de todo home, de honradez aprendida da familia de Nazaret e de obediencia amorosa ó Deus dos designios da historia. O Nadal hai que vivilo na fe, na fondura do misterio que o sustenta, na ledicia de estar en paz con Deus e vivir en comuñón con tódolos irmáns. Nadal é o nacemento do agardado das nacións, do Mesías enviado na plenitude dos tempos, o que colma a esperanza da humanidade, o anunciado polos profetas e recibido con gozo polos pequenos e sinxelos. Pero ese Neno é «o Señor». Cumpriuse a profecía de Isaías (9, 1-3.5-6): «Porque un neno naceunos, un fillo déusenos: leva a ombros o principado e é o seu nome: Marabilla de Conselleiro, Deus guerreiro, Pai perpetúo, Príncipe da Paz». A Igrexa confesa a súa fe naquel que vindo de Deus é o seu «Kyrios», o Señor do universo e da historia. É o Fillo eterno de Deus, a Palabra que no principio estaba onda Deus, a Palabra creadora do universo, a Luz e vida dos homes, a Palabra feita carne e acampando entre nós (Xn 1, 1-18). Nós cristiáns, pola fe e a gracia «contemplámo-la súa gloria: gloria propia do Fillo único do Pai, cheo de gracia e de verdade». Na faciana humana dun neno indefenso e pobre brilla, dende a fe, a gloria que cantan os anxos, a que corresponde ó Fillo único, amado e predilecto do Pai; a gracia e a verdade que divinizan ó home. Os pastores recoñecerano polo «sinal» que lles anticipa o anxo: «Atoparedes un neno envolvido en cueiros e deitado na manxadoira» (Lc 2,12). Outra vez o paradoxo do misterio: o máis sublime na maior baixeza; o abraiante na opacidade; o extraordinario no máis ordinario e pequeno. O Nadal cristián serao se contén tamén este paradoxo: Deus nace lonxe dos pazos, Deus é envolvido en vestiduras humildes e Deus recostase para durmir nun leito duro. Non busquemos ó que vén en pobreza entre os grandes da terra, nin gozando das comodidades e praceres que ofrece o diñeiro. O Nadal cristián resoa máis real e consolador nos pobos e comunidades pobres da terra. É alí onde Deus quere nacer e ser acollido. Porque El se identifica co famento, o nu, o enfermo, encarcerado... Nadal é ollar e facerse solidarios cos homes e pobos de toda a terra que sofren de calquera modo. O Nadal é chamada forte á misión. LA VOZ DEL PRELADO DICIEMBRE • 1021 evangelizar. Hace falta una nueva evangelización que proclame por toda la tierra la actualidad de este acontecimiento. La Liturgia hace posible que cada año se actualice aquel «hoy» salvador de la noche de Belén. «Ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación a todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la impiedad (el no conocimiento y amor de Dios) y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos»...(Tit. 2, 11-14). La celebración de la Navidad nos hace contemporáneos con Jesucristo, nacido en Belén y nos ofrece la misma gracia y salvación, comunicada en el Bautismo, que nos hizo hijos de Dios, miembros de Cristo y templos del Espíritu Santo. La Navidad con su gracia nos habla de sobriedad no de dispendio consumista, de solidaridad con los pobres de toda la tierra, de profunda humildad y acogida de todo hombre, de honradez aprendida de la familia de Nazaret y de obediencia amorosa al Dios de los designios de la historia. La Navidad hay que vivirla en la fe, en la hondura del misterio que la sustenta, en la alegría de estar en paz con Dios y vivir en comunión con todos los hermanos. Navidad es el nacimiento del esperado de las naciones, del Mesías enviado en la plenitud de los tiempos, el que colma la esperanza de la humanidad, el anunciado por los profetas y recibido con gozo por los pequeños y sencillos. Pero ese Niño es «el Señor». Se ha cumplido la profecía de Isaías (9, 1-3.5-6): «Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado: lleva a hombros el principado y es su nombre: Maravilla de Consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la Paz». La Iglesia confiesa su fe en aquel que viniendo de Dios es su «Kyrios», el Señor del universo y de la historia. Es el Hijo eterno de Dios, la Palabra que en el principio estaba junto a Dios, la Palabra creadora del universo, la Luz y vida de los hombres, la Palabra hecha carne y acampando entre nosotros (Jn 1, 1-18). Nosotros cristianos, por la fe y la gracia «hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad». En el rostro humano de un niño indefenso y pobre brilla, desde la fe, la gloria que cantan los ángeles, la que corresponde al Hijo único, amado y predilecto del Padre; la gracia y la verdad que divinizan al hombre. Los pastores lo reconocerán por «la señal» que les anticipa el ángel: «Encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en el pesebre» (Lc 2,12). Otra vez la paradoja del misterio: lo más sublime en la mayor bajeza; lo deslumbrante en la opacidad; lo extraordinario en lo más ordinario y pequeño. La Navidad cristiana lo será si encierra también esta paradoja: Dios nace lejos de los palacios, Dios es envuelto en vestiduras humildes y Dios se recuesta para dormir en lecho duro. No busquemos al que viene en pobreza entre los grandes de la tierra, ni gozando de las comodidades y placeres que ofrece el dinero. La Navidad cristiana resuena más real y consoladora en los pueblos y comunidades pobres de la tierra. Es allí donde Dios quiere nacer y ser acogido. Porque Él se identifica con el hambriento, el desnudo, el enfermo, encarcelado... Navidad es mirar y hacerse solidarios con los hombres y pueblos de toda la tierra que sufren de cualquier modo. La Navidad es llamada fuerte a la misión. 1022 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL Xosé e María completan o cadro do Belén primeiro. Un matrimonio que se ama entrañablemente, que se ama cun amor limpo, que asumen sen comprender do todo os plans de Deus, pero na obediencia humilde experimentan a felicidade inefable do misterio. Unha familia modelo de toda familia na terra; que desminte o que nunca foi nin poderá ser nin matrimonio nin familia, que comunica a quen a contempla a verdade das cousas, a fermosura do divino no humano e a grandeza das realidades ordinarias, a ledicia da entrega sen egoísmos e a paz que agroma da comuñón con Deus. Neste Belén vivente da sagrada familia «a misericordia e a paz atópanse, a xustiza e a paz bícanse». O ceo descendeu a Belén e ó anxo súmase «unha lexión do exército celestial, que loaba a Deus, dicindo: Gloria a Deus no ceo, e na terra paz, ós homes que Deus ama». Que esta ledicia inúndenos na Eucaristía, ó comunga-lo Corpo e o Sangue do Señor e que eles sexan a fonte e cume do noso Nadal. ¡Feliz Nadal no Señor! + Luís Quinteiro Fiuza Bispo de Ourense HOMILÍA NA SOLEMNIDADE DE STA. MARÍA, NAI DE DEUS (1-I-2006) Queridos irmáns: a solemnidade de hoxe está chea de fondos contidos e enraizada en diversos acontecementos da historia da salvación, que a Liturxia actualiza para nós. Na oitava do Nadal, a Igrexa celebra á Virxe María como «Nai de Deus», a «Theotókos», declarada así no Concilio de Éfeso no ano 431, fronte ós que a consideraban só Nai da natureza humana de Cristo. A Igrexa conmemora tamén hoxe a circuncisión do Neno Xesús e imposición do nome que o arcanxo Gabriel mandara poñer, cando o anuncio a María (Lc 2, 16-21). Pola circuncisión, Xesús entraba a formar parte do pobo xudeu, no que Deus quixo que nacese e co que Xesús sintonizou asumindo os seus costumes e a súa idiosincrasia. Precisamente El establecería un sacramento e signo novo, o Bautismo, para pertencer ó novo Israel (a Igrexa, por el fundada) e que deixaría sen significado e contido a circuncisión xudía. Hoxe tamén comeza un novo ano civil e a Liturxia da Igrexa pono baixo a bendición divina con palabras significativas do libro dos Números (6, 22-27), primeira lectura da Misa. Di así: «O Señor te bendiga e te protexa, ilumine o seu rostro sobre ti e che conceda o seu favor. O Señor se fixe en ti e che conceda a paz». Non podemos esquecer que a bendición bíblica non é só unha declaración de boa vontade, senón unha acción divina que produce o que di e que transforma a vida do home. LA VOZ DEL PRELADO DICIEMBRE • 1023 José y María completan el cuadro del Belén primero. Un matrimonio que se ama entrañablemente, que se ama con un amor limpio, que asumen sin comprender del todo los planes de Dios, pero en la obediencia humilde experimentan la felicidad inefable del misterio. Una familia modelo de toda familia en la tierra; que desmiente lo que nunca ha sido ni podrá ser ni matrimonio ni familia, que comunica a quien la contempla la verdad de las cosas, la hermosura de lo divino en humano y la grandeza de las realidades ordinarias, la alegría de la entrega sin egoísmos y la paz que brota de la comunión con Dios. En este Belén viviente de la sagrada familia «la misericordia y la paz se encuentran, la justicia y la paz se besan». El cielo ha descendido a Belén y al ángel se suma «una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz, a los hombres que Dios ama». Que esta alegría nos inunde en la Eucaristía, al comulgar el Cuerpo y la Sangre del Señor y que ellos sean la fuente y cumbre de nuestra Navidad. ¡Feliz Navidad en el Señor! + Luis Quinteiro Fiuza Obispo de Ourense HOMILÍA EN LA SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS (1-I-2006) Queridos hermanos: la solemnidad de hoy está llena de profundos contenidos y enraizada en diversos acontecimientos de la historia de la salvación, que la Liturgia actualiza para nosotros. En la octava de la Navidad, la Iglesia celebra a la Virgen María como «Madre de Dios», la «Theotókos», declarada así en el Concilio de Éfeso en el año 431, frente a los que la consideraban sólo Madre de la naturaleza humana de Cristo. La Iglesia conmemora también hoy la circuncisión del Niño Jesús e imposición del nombre que el arcángel Gabriel había mandado poner, cuando el anuncio a María (Lc 2, 16-21). Por la circuncisión, Jesús entraba a formar parte del pueblo judío, en el que Dios quiso que naciera y con el que Jesús sintonizó asumiendo sus costumbres y su idiosincrasia. Precisamente Él establecería un sacramento y signo nuevo, el Bautismo, para pertenecer al nuevo Israel (la Iglesia, por él fundada) y que dejaría sin significado y contenido la circuncisión judía. Hoy también comienza un nuevo año civil y la Liturgia de la Iglesia lo pone bajo la bendición divina con palabras significativas del libro de los Números (6, 22-27), primera lectura de la Misa. Dice así: «El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz». No podemos olvidar que la bendición bíblica no es sólo una declaración de buena voluntad, sino una acción divina que produce lo que dice y que transforma la vida del hombre. 1024 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL A bendición divina, ó comezo dun novo ano, implica poñer baixo a protección de Deus as nosas persoas e as nosas vidas, sabendo que El é o Señor da historia e Cristo é o «Alfa» e a «Omega», o principio e fin do universo. O Salmo reponsorial (Sal. 66) é unha resposta-súplica bendicional da comunidade ó Señor, en diálogo confiado e gozoso: «O Señor teña piedade e nos bendiga, ilumine o seu rostro sobre nós... Que Deus nos bendiga; que o teman ata os confíns do orbe». Cando os gobernantes da terra e os que rexen os destinos das nacións de Europa, prescinden de Deus para realiza-los seus plans na historia presente, a Igrexa cre firmemente no Deus que rexe os destinos da historia universal e non se lle ocultan os secretos camiños do futuro. ¡Que felices serían as nacións celebrando o nacemento e señorío do Fillo de Deus na terra! ¡Como poderían tódolos homes cantar de ledicia e loar ó Deus, que rexe o mundo con xustiza e os pobos con rectitude!, como canta o salmo 66. Pero como un día, Xesús chorou sobre Xerusalén que non quixo acolle-la súa vinda, así tamén Deus olla con tristura ós que desexan e proxectan guindalo da vida pública, pois está tamén oculta ós seus ollos a vida daquel que lles podería da-la paz. Tamén hoxe Xesús, como un día á Samaritana, di a tódolos pobos e a cada home: «Se coñecése-lo don de Deus…» A celebración de hoxe, por vontade expresa de Paulo VI, segue sendo a xornada anual para pedir pola paz. Pero esta constrúese sobre a xustiza, sobre a verdade e o respecto ós dereitos humanos. A paz é don de Deus, un don que é necesario pedir, pero tamén é froito do esforzo denodado dos homes. A paz arrinca de cada corazón e non é posible sen Deus e sen unha conversión fonda de cada persoa para ser instrumento de concordia, perdón e amor. Santa María Nai de Deus é a Nai e a Raíña da paz. Esa paz identifícase con Xesuscristo. Sorprendentemente as nacións da vella Europa están empeñadas en fundamentala nun relativismo moral, nun laicismo sostido case como unha «relixión» e no rexeitamento das fondas raíces cristiás (a «apostasía silenciosa»). Ós oito días de celebra-lo nacemento do Fillo de Deus na carne, a Igrexa volve os seus ollos e a súa atención á Nai que deu a carne e o sangue ó Fillo de Deus. María é parte imprescindible do misterio da Encarnación do Fillo de Deus e da Redención dos homes. Por iso, dende os primeiros séculos da vida da Igrexa, fronte os que subestimaban o aspecto humano e carnal de Xesús, María deu concreción e consistencia ó Cristo encarnado e realismo ó seu nacemento entre os homes. A marioloxía é parte integrante da cristoloxía. San Paulo na Carta ós Gálatas (4, 4-7) exprésao con brevidade e como detalle precioso que enriquece o nacemento temporal e na carne do Fillo de Deus; «Cando se cumpriu o tempo», é dicir cando tivo lugar a maduración progresiva da historia, ata alcanza-lo punto previsto, entón «enviou Deus ó seu fillo, nado dunha muller, nado baixo a Lei…». Para ser home verdadeiro debía nacer como todo neno dunha muller. Paulo nin sequera lle pon nome. Non menciona a María. Destaca deste modo a importancia da muller nos plans salvadores de Deus e no devir xeracional e histórico do Fillo de Deus. LA VOZ DEL PRELADO DICIEMBRE • 1025 La bendición divina, al comienzo de un nuevo año, implica poner bajo la protección de Dios nuestras personas y nuestras vidas, sabiendo que Él es el Señor de la historia y Cristo es el «Alfa» y la «Omega», el principio y fin del universo. El Salmo reponsorial (Sal. 66) es una respuesta-súplica bendicional de la comunidad al Señor, en diálogo confiado y gozoso: «El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros... Que Dios nos bendiga; que lo teman hasta los confines del orbe». Cuando los gobernantes de la tierra y quienes rigen los destinos de las naciones de Europa, prescinden de Dios para realizar sus planes en la historia presente, la Iglesia cree firmemente en el Dios que rige los destinos de la historia universal y no se le ocultan los secretos caminos del futuro. ¡Qué felices serían las naciones celebrando el nacimiento y señorío del Hijo de Dios en la tierra! ¡Cómo podrían todos los hombres cantar de alegría y alabar al Dios, que rige el mundo con justicia y los pueblos con rectitud, como canta el salmo 66! Pero como un día, Jesús lloró sobre Jerusalén que no quiso acoger su venida, así también Dios mira con tristeza a los que desean y proyectan arrojarle de la vida pública, pues está también oculta a sus ojos la venida de Aquel que podría darles la paz. También hoy Jesús, como un día a la Samaritana, dice a todos los pueblos y a cada hombre: «Si conocieras el don de Dios…» La celebración de hoy, por voluntad expresa de Pablo VI, sigue siendo la jornada anual para pedir por la paz. Pero ésta se construye sobre la justicia, sobre la verdad y el respeto a los derechos humanos. La paz es don de Dios, un don que es necesario pedir, pero también es fruto del esfuerzo denodado de los hombres. La paz arranca de cada corazón y no es posible sin Dios y sin una conversión profunda de cada persona para ser instrumento de concordia, perdón y amor. Santa María. Madre de Dios es la Madre y la Reina de la paz. Esa paz se identifica con Jesucristo. Sorprendentemente las naciones de la vieja Europa están empeñadas en fundamentarla en un relativismo moral, en un laicismo sostenido casi como una «religión» y en el rechazo de las profundas raíces cristianas (la «apostasía silenciosa»). A los ocho días de haber celebrado el nacimiento del Hijo de Dios en la carne, la Iglesia vuelve sus ojos y su atención a la Madre que dio la carne y la sangre al Hijo de Dios. María es parte imprescindible del misterio de la Encarnación del Hijo de Dios y de la Redención de los hombres. Por eso, desde los primeros siglos de la vida de la Iglesia, frente a quienes minusvaloraban el aspecto humano y carnal de Jesús, María dio concreción v consistencia al Cristo encarnado y realismo a su nacimiento entre los hombres. La mariología es parte integrante de la cristología. San Pablo en la Carta a los Gálatas (4, 4-7) lo expresa con brevedad y como detalle precioso que enriquece el nacimiento temporal y en la carne del Hijo de Dios; «Cuando se cumplió el tiempo», es decir cuando tuvo lugar la maduración progresiva de la historia, hasta alcanzar el punto previsto, entonces «envió Dios a su hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley…». Para ser hombre verdadero debía nacer como todo niño de una mujer. Pablo ni siquiera le pone nombre. No menciona a María. Destaca de este modo la importancia de la mujer en los planes salvadores de Dios y en el devenir generacional e histórico del Hijo de Dios. 1026 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL Paulo indica, encadra ó neno que nace, no contexto histórico-cultural do pobo de Israel: «nado baixo a Lei». E sinala xa a súa misión dende o seu nacemento: nace «para rescatar ós que estaban baixo a Lei, para que recibisemos o ser fillos por adopción». María é a Nai do Fillo de Deus encarnado que nos rescata do pecado e fainos «fillos no Fillo». Este é o misterio que hoxe celebra a liturxia volvendo a súa mirada á Nai, por quen nos veu a redención e o ser fillos de Deus. ¡Que grandeza a do home e que amor o de Deus! E María é o instrumento maternal que nos comunica con fidelidade e entrega total este misterio. Nai de Deus, pero chegará a ser Nai de tódolos irmáns do seu Fillo pola fe e a cooperación na obra redentora do Fillo. A «estampa» que nos describe Lucas (2, 16-21), vista polos pastores apresurados ata chegar a Belén, cobra todo o seu sentido teolóxico e espiritual para os que hoxe celebramos aquel mesmo misterio de gracia: «...e atoparon a María e a Xosé e ó Neno deitado na manxadoira». Velaquí os protagonistas ós que debe atopa-la Igrexa, ós que venera e adora e nos que colma os seus sentimentos de abraio, de fascinación, de amor e felicidade completa. A orde polo que Lucas cita ós tres personaxes é: a Nai (María), o Pai (Xosé) e en derradeiro termo ó máis importante, ó Fillo de Deus feito neno indefenso. De Xosé non di senón que estaba na escena. A súa presencia é humilde e silente. Lembrábao fai poucos días Bieito XVI nunha parroquia de Roma. A fidelidade e o silencio de San Xosé son moi elocuentes. Non convén esquecelo neste tempo de Nadal. É unha forma de vivi-lo misterio rexeitando todo protagonismo que non lle corresponde. Xosé está onde debe, pero coa discreción, prudencia e compromiso que Deus lle pide. Dos pastores, con protagonismo nesta escena, dinse moitas cousas: corren, atopan o que buscan, ven ó neno e ós seus pais, contan o que lles dixeran del. Vólvense ó seu traballo dando gloria e loando a Deus polo visto e oído. Todo o comprobado correspondía co que lles dixeran. É un modo privilexiado de vivi-lo Nadal, que deberiamos admirar nós e procurar revivir no que é posible, como misterio actuado pola gracia. De María, a gran protagonista ó lado do seu Fillo, San Lucas dinos algo que é como a definición de toda a súa vida e misión respecto ó Fillo e á Igrexa. Nunha frase breve pecha o que foi a vida íntima e fondamente orante da Virxe. «E María conservaba todas estas cousas, meditándoas no seu corazón». O evanxelista Lucas, nesta pasaxe do seu Evanxeo entra, dende a fe, nos sentimentos e o corazón da Nai. Nestas palabras non só fala da súa memoria respecto ó nacemento do neno, senón do seu papel de Nai que lembra sempre a presencia amorosa do Fillo. Os verbos utilizados por san Lucas en grego indican, o primeiro («conservaba») algo así como coidar con esmero un tesouro. María coidaba como algo precioso tódolos detalles e o ambiente que rodeaban ó seu Fillo. Era como se o filmase e gravase todo na súa mente e nas súas entrañas maternas. O segundo verbo que se LA VOZ DEL PRELADO DICIEMBRE • 1027 Pablo indica, encuadra al niño que nace, en el contexto histórico-cultural del pueblo de Israel: «nacido bajo la Ley». Y señala ya su misión desde su nacimiento: nace «para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción». María es la Madre del Hijo de Dios encarnado que nos rescata del pecado y nos hace «hijos en el Hijo». Este es el misterio que hoy celebra la liturgia volviendo su mirada a la Madre, por quien nos vino la redención y el ser hijos de Dios. ¡Qué grandeza la del hombre y qué amor el de Dios! Y María es el instrumento maternal que nos comunica con fidelidad y entrega total este misterio. Madre de Dios, pero llegará a ser Madre de todos los hermanos de su Hijo por la fe y la cooperación en la obra redentora del Hijo. La «estampa» que nos describe Lucas (2, 16-21), vista por los pastores presurosos hasta llegar a Belén, cobra todo el sentido teológico y espiritual para quienes hoy celebramos aquel mismo misterio de gracia: «...y encontraron a María y a José y al Niño acostado en el pesebre». He aquí los protagonistas a los que debe encontrar la Iglesia, a los que venera y adora y en quienes colma sus sentimientos de asombro, de fascinación, de amor y felicidad completa. El orden por el que Lucas cita a los tres personajes es: la Madre (María), el Padre (José) y en último término el más importante, el Hijo de Dios hecho niño indefenso. De José no dice sino que estaba en la escena. Su presencia es humilde y silente. Lo recordaba hace pocos días Benedicto XVI en una parroquia de Roma. La fidelidad y el silencio de San José son muy elocuentes. No conviene olvidarlo en este tiempo de Navidad. Es una forma de vivir el misterio rehusando todo protagonismo que no le corresponde. José está donde debe, pero con la discreción, prudencia y compromiso que Dios le pide. De los pastores, con protagonismo en esta escena, se dicen muchas cosas: corren, encuentran lo que buscan, ven al niño y a sus padres, cuentan lo que les habían dicho de él. Se vuelven a su trabajo dando gloria y alabando a Dios por lo visto y oído. Todo lo comprobado correspondía con lo que les habían dicho. Es un modo privilegiado de vivir la Navidad, que deberíamos admirar nosotros y procurar revivir en lo que es posible, como misterio actuado por la gracia. De María, la gran protagonista al lado de su Hijo, San Lucas nos dice algo que es como la definición de toda su vida y misión respecto al Hijo y a la Iglesia. En una frase breve encierra lo que fue la vida intima y profundamente orante de la Virgen. «Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón». El evangelista Lucas, en este pasaje de su Evangelio entra, desde la fe, en los sentimientos y el corazón de la Madre. En estas palabras no sólo habla de su memoria respecto al nacimiento del niño, sino de su papel de Madre que recuerda siempre la presencia amorosa del Hijo. Los verbos utilizados por san Lucas en griego indican, el primero («conservaba») algo así como cuidar con esmero un tesoro. María cuidaba como algo precioso todos los detalles y ambiente que rodeaban a su Hijo. Era como si lo filmara y grabara todo en su mente y sus entrañas maternas. El segundo verbo que se traduce por meditar, 1028 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL traduce por meditar, implica unha actividade mental e afectiva que penetra con actitude de fe acontecementos e palabras, para comprendelos en plenitude. A Nai de Deus é presentada, dende o principio do evanxeo, como alguén que se abre a Deus e medra na fe, polas palabras e os acontecementos da revelación. Queridos irmáns, celebremos hoxe a realidade de María como Nai de Deus, fonte de tódalas súas gracias e base firme da súa fe peregrinante e crecente ó longo de toda a súa vida. Escoitemos hoxe como ditas por ela, as palabras con que o Papa remataba a súa a homilía da Inmaculada pasada: «Ten valentía para arriscarte con Deus! ¡Téntao! ¡Non teñas medo del! ¡Atrévete a apostar pola fe! ¡Ten a valentía de apostar pola verdade! ¡Ten a valentía de arriscar co corazón puro! ¡Comprométete con Deus e, entón, verás que a túa vida se fai grande e iluminada, non aburrida, senón chea de infindas sorpresas, pois a bondade infinda de Deus non se esgota nunca!». Amén. + Luís Quinteiro Fiuza Bispo de Ourense LA VOZ DEL PRELADO DICIEMBRE • 1029 implica una actividad mental y afectiva que penetra con actitud de fe acontecimientos y palabras, para comprenderlos en plenitud. La Madre de Dios es presentada, desde el principio del evangelio, como alguien que se abre a Dios y crece en la fe, por las palabras y los acontecimientos de la revelación. Queridos hermanos, celebremos hoy la realidad de María como Madre de Dios, fuente de todas sus gracias y base firme de su fe peregrinante y creciente a lo largo de toda su vida. Escuchemos hoy como dichas por ella, las palabras con que el Papa terminaba su la homilía de la Inmaculada pasada: «Ten valentía para atreverte con Dios! ¡Inténtalo! ¡No tengas miedo de Él! ¡Atrévete a apostar por la fe! ¡Ten la valentía de apostar por la verdad! ¡Ten la valentía de arriesgar con el corazón puro! ¡Comprométete con Dios y, entonces, verás que tu vida se hace grande e iluminada, no aburrida, sino llena de infinitas sorpresas, pues la bondad infinita de Dios no se agota nunca!». Amén. + Luis Quinteiro Fiuza Obispo de Ourense 1030 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL ACTIVIDADES DEL SR. OBISPO NOVIEMBRE Día 26: Preside la Vigilia de Adviento en la Parroquia del Sagrado Corazón. Día 27: Preside la Celebración Eucarística en la fiesta de la Virgen de la Medalla Milagrosa en la Iglesia de Santa María Madre. Día 28: Reunión del Consejo Episcopal. Día 30: Reunión en la Casa de Ejercicios con los sacerdotes jóvenes de la Diócesis. Preside la Entrega del Premio «Concurso de Diseño de un Logotipo y de un nombre para el Sistema de Información de Gestión Integral de la Diócesis de Ourense” en el Salón Mundo Novo del Obispado. Días 30 - 8: Predica la Novena a la Virgen Inmaculada en la Parroquia de Eufemia la Real del Centro. DICIEMBRE Día 1: Encuentro con los trabajadores de la COPE. Clausura la Exposición de Manos Unidas “La infancia del derecho y del revés” en el Auditorio Municipal. Día 3: Santa Visita Pastoral a las Parroquias de S. Juan de Seoane Vello, Sta. Cristina de Parada do Sil y Sta. Marina de Parada do Sil en el Arciprestazgo de Caldelas. Día 4: Santa Visita Pastoral a las Parroquias de San Juan de Cobas, Santa María de Vilariño Frío y Santa María de Nogueira en el Arciprestazgo de Caldelas. Día 6: Pregón de las fiestas en honor a María Inmaculada en el Seminario Menor. Asiste al Acto Oficial de Conmemoración del XXVII Aniversario de la Constitución Española en el Teatro Principal de Ourense. Día 7: Preside la Vigilia de Jóvenes de la Virgen Inmaculada en la Parroquia de Santa Eufemia la Real del Centro. Día 8: Misa Pontifical en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María en la S. I. Catedral B. de San Martín. Solemne Concelebración Eucarística en el Seminario Menor en la fiesta de su Patrona, María Inmaculada. Comida y velada artístico – musical en el salón de actos con los formadores, profesores, padres y alumnos del Seminario. Día 9: Preside la Celebración del Rito de Admisión a las Sagradas Órdenes a tres seminaristas en la Capilla de la Comunidad del Seminario Mayor. Día 10: Preside la Celebración Eucarística en el Seminario Mayor en la que confirió los ministerios de Lectorado y Acolitado a cinco seminaristas. LA VOZ DEL PRELADO DICIEMBRE • 1031 Día 11: Santa Visita Pastoral a las Parroquias de San Juan de Argas, Santa María Magdalena de Cerdeira y San Miguel de Navea en el Arciprestazgo de Caldelas. Día 12: Reunión en la Sede de la Asociación de Mujeres Viudas. Día 13: Preside la Celebración Eucarística en la Parroquia de Santa Lucía de Rairo en la fiesta de su Patrona. Fiesta con los miembros de la ONCE que celebran a su Patrona en la Parroquia de María Auxiliadora. Reunión en la Sede de la Asociación de Amas de casa Día 14: Preside la Celebración Eucarística por el eterno descanso del Rvdo. José Leiro Cabo en la Parroquia de Santa Uxía de Lobás. Reunión con las distintas Comunidades Neocatecumenales de las parroquias de la ciudad. Día 15: Reunión del Consejo Diocesano de Asuntos Económicos en el Seminario Mayor. Día 16: Preside la Celebración Eucarística de Clausura de Ejercicios Espirituales que realizaron un grupo de sacerdotes de la Diócesis en la Casa de Ejercicios. Reunión del Consejo Episcopal. Día 17: Reunión de los Sres. Obispos de la Provincia Eclesiástica de Santiago. Día 18: Santa Visita Pastoral a las Parroquias de San Pelagio de Cabanas, San Juan del Río y Santa María de Sanjurjo en el Arciprestazgo de Caldelas. Día 19: Rueda de Prensa en el Salón Mundo Novo sobre el Concierto de Villancicos que habrá en la S. I. Catedral Basílica de San Martín de Tours. Bendición del Belén en el Liceo Recreo Ourensano y Conferencia titulada “De Joseph Ratzinger, profesor, a Benedicto XVI, Papa. Testimonio de un alumno” pronunciada por el Profesor García Tato y que tiene lugar en el mismo local. Día 20: Reunión y Celebración Eucarística con los profesores laicos de Religión en el Seminario Mayor. Día 21: Bendición del Belén en el Centro Social de Caixa Galicia. Celebración Navideña de todos los miembros que trabajan en el Obispado. Asiste a la Representación de un Belén Viviente protagonizado por jóvenes pertenecientes a la Asociación Aspanas que tiene lugar en la Parroquia del Sdo. Corazón. Día 22: Bendición del Belén en el Complexo Hospitalario Cristal-Piñor y visita a enfermos. Concierto de Navidad de la Real Banda de Gaitas en la S. I. Catedral Basílica de San Martín de Tours organizado por la Delegación Diocesana de Juventud. Día 23: Encuentro con el Claustro de Profesores del Seminario Menor. Día 24: Visita a los ancianos de la Residencia San José de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Día 25: Solemne Celebración de la Natividad del Señor en la S. I. Catedral Basílica de San Martín. Preside la Celebración Eucarística en la Parroquia de San Cipriano y Vera Cruz de Carballiño. 1032 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL IGLESIA DIOCESANA Secretaría General NOMEAMENTOS. O Excmo. e Rvdmo. Sr. Bispo da Diocese tivo a ben realizar o seguinte nomeamento, Con data 29 de Decembro de 2005: • Muy Iltre. Sr. Dr. D. José Antonio Gil Sousa: Director do Instituto Teolóxico “Divino Maestro”. DEFUNCIONES “Como Cristo que, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, así ellos también, liberados de la corrupción, no conocerán ya la muerte y participarán de la resurrección de Cristo, como Cristo participó de nuestra muerte”. (De los sermones de S. Atanasio de Antioquía; Sermón 5, sobre la resurrección de Cristo). Oficio de difuntos. Rvdo. Sr. D. José Leiro Cabo. Falleció el 13 de diciembre de 2005. Nació en PITEIRA 24 de octubre de 1926. Recibió el diaconado el sábado 5 de marzo de 1950 en OURENSE. Fue ordenado de Presbítero el 3 de junio de 1950, en OURENSE. El 1 de septiembre de 1950 fue nombrado Coadjutor de Santa María la Real de Entrimo; Párroco de Santa Uxía de Lobás desde el 1 de septiembre de 1952 hasta su fallecimiento; en 1959 se encargó como Administrador de la parroquia de San Pedro de Mosteiro de Lobás y en 1985 de su parroquia natal de San Miguel de Piteira. En los últimos años residía en el Asilo de las Hermanitas de los Ancianos de Carballiño desde donde seguía atendiendo las parroquias. Descanse en Paz. Rvdo. Sr. D. Serafín Seoane Carril. Falleció el 27 de diciembre de 2005. Nació en BARBADÁS 20 de marzo de 1922. Recibió el diaconado el 18 de diciembre de 1948 en OURENSE. Fue ordenado de Presbítero el 11 de junio de 1949, en OURENSE. El 1 de septiembre de 1950 fue nombrado párroco de de Santa María de Tamagos y Administrador parroquial de San Martiño de Mourazos; el 27 de julio de 1953 pasó a la parroquia de San Mamede de Grau como párroco y Administrador de San Martiño de Grau, hasta el 15 de noviembre de 1956; el 16 de noviembre de 1956 fue nombrado párroco de San Pedro Fiz de Navío y Administrador de Santa María de Cenlle. En 1960, el día 11 de agosto pasó a párroco de Santa María de Melias, donde permaneció hasta la fecha de su jubilación el 30 de septiembre de 1987, antes en 1979 se había hecho cargo de la parroquia de San José de A Carballeira como Administrador. Los últimos años de su vida los pasó en la Residencia de Ancianos de Os Gozos, próxima a la ciudad de Ourense. Descanse en Paz. IGLESIA DIOCESANA DICIEMBRE • 1033 Delegación de Liturxia MEJORAR Y PROFUNDIZAR EN LA EUCARISTÍA DEL DOMINGO. Presentación del nº 8 de la Revista «Auriensia» (2005). Dr. D. Ramiro González Cougil; Delegado Episcopal de Liturgia Desde la Dies Domini (=DD), Carta apostólica de Juan Pablo II, sobre la santificación del domingo (31-V-1998), pasando por el «Año jubilar» conmemorativo de los 2000 años del nacimiento de Jesucristo y el anuncio del «Año de la Eucaristía» (de octubre de 2004-octubre de 2005), se ha producido por parte de la Iglesia la llamada «ofensiva» eucarística. Los documentos centrales son: la Encíclica de Juan Pablo II Ecclesia de Eucaristía, la Carta pastoral Mane nobiscum, Domine; las Sugerencias y Propuestas para el «Año de la Eucaristía» de la SCCDS; los Lineamenta del Sínodo y el Instrumentum laboris. Todo ello ha desembocado en las 50 proposiciones enviadas por los Padres sinodales al Papa Benedicto XVI, en orden a una futura exhortación Apostólica. En ella el Papa recogerá sin duda lo mas importante del Sínodo sobre la Eucaristía y señalará las pautas por las que ha de discurrir el trabajo y la vivencia de las comunidades cristianas, en este campo fontal y culminante de la vida y la misión de la Iglesia. En los documentos citados y en otros de menor importancia (discursos, reflexiones en audiencias, en los «Ángelus») aparece una cosa muy clara. Esto es: la importancia del día del Señor (domingo) en la vida de los cristianos y de su momento culminante que es la Eucaristía de este día. En este sentido, concluyendo la DD (n 87), el Papa Juan Pablo II, refiriéndose al Jubileo del año 2000, hacía esta referencia al domingo: «Pero este año y este tiempo especial pasarán, a la espera de otros jubileos y de otras conmemoraciones solemnes. El domingo, con su “solemnidad” ordinaria, seguirá marcando el tiempo de la peregrinación de la Iglesia hasta el domingo sin ocaso. Os exhorto, pues, queridos hermanos en el episcopado y en el sacerdocio a actuar incansablemente, junto con los fieles, para que el valor de este día sacro sea reconocido y vivido cada vez mejor. Eso producirá sus frutos en las comunidades cristianas y ejercerá benéficos influjos en toda la sociedad civil». Para citar sólo otro texto y éste el más reciente e importante, lo recojo de la proposición 30 del Sínodo, titulada Dies Domini. De ella entresaco la siguiente referencia a la Misa dominical: 1034 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL «La celebración eucarística dominical es una gracia humanizante para el individuo y la familia, porque nutre la identidad cristiana con el contacto con el Resucitado. Por ello el deber de participar es triple: con Dios, consigo mismo y con la comunidad». Sirvan estos dos textos, el primero del año 1998 y el segundo de octubre de 2005 para mostrar la conciencia clara que la Iglesia tiene, de la importancia para los fieles y las comunidades, que tiene la Eucaristía del domingo. Pero quisiera, en esta conferencia, centrarme en algo que me parece decisivo. La Eucaristía no se puede imponer a los fieles «por decreto». Tampoco será eficaz insistir desmesuradamente en el tema del «precepto dominical», para hacer que los cristianos no dejen la Misa del domingo. Mas bien, siguiendo la buena pedagogía de la Iglesia, creo que los cristianos deben descubrir y amar el domingo y la Eucaristía por la fuerza cautivadora de ésta. Por eso, creo que la gran labor de los pastores debe ser ayudar a entender y amar cada día más la Eucaristía. Como en el lavatorio de los pies a sus discípulos, por parte de Jesús, es necesario que los cristianos seamos interpelados constantemente por este interrogante: «¿Entendéis lo que hacéis, cuando celebráis la Eucaristía?» Y si la respuesta es afirmativa, todavía es imprescindible otra: «¿Amáis de verdad lo que hacéis’». Trataré entonces de desentrañar la estructura, contenidos y elementos de la Eucaristía, de modo que se pueda entender un poco más y amarla como la fuente y culmen de la vida y la misión de la Iglesia entera. 1) La fisonomía o el perfil de la Eucaristía. Las acciones, palabras, gestos y posturas corporales de la celebración eucarística resultan un poco «raras» para la comunidad. El motivo es que no empalman fácilmente con la realidad presente y con la cultura hodierna. Una empresa hoy, para tener eficacia necesita convencer a sus miembros de que el producto que venden vale. Al mismo tiempo sus ejecutivos deben saber comunicar, transmitir bien la importancia y el valor del producto. Como ha dicho algún personaje importante: “tenemos el mejor producto, pero a veces nos faltan buenos “quiosqueros” o vendedores del mismo. La Eucaristía es una “fiesta”, la “fiesta primordial de los cristinos”. Pero una fiesta no puede ser entusiasta, desbordante, festejada como es debido, si no se empatiza con el motivo de la misma. El domingo y la Eucaristía no se puede celebrar como lo fundamental del cristianismo, como la fiesta primordial, donde se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, si no se conoce y se ama. La Eucaristía y el domingo son realidades muy antiguas, contrastan incluso culturalmente con los modos de ser y la cultura de hoy. La Eucaristía se celebra como un banquete, pero con elementos y significado especial. Es la Cena del Señor, celebrada por Jesús antes de ser entregado a la pasión y muerte, pero que el Señor mandó celebrar a su Iglesia siempre que lo estime IGLESIA DIOCESANA DICIEMBRE • 1035 conveniente haciendo memorial suyo. Lo especial de esta comida es que alimenta nuestra vida en el Espíritu, no calma el hambre corporal. Es también un sacrificio ritual, cuando en nuestra cultura no se dan comidas sacrificiales (en las que se comía parte de las víctimas ofrecidas primero a la divinidad). Esto hace que la comprensión sea más difícil. En la celebración de la Misa leemos lecturas bíblicas, tomadas de la sagrada Escritura, que es un libro lejano a nosotros en el tiempo de composición, en las circunstancias vitales y, sobre todo en la cultura. Con todo, no lo es en la experiencia humana, en la problemática viral y en las respuestas a tales problemas. Las oraciones que llamamos eucológicas (no bíblicas) pertenecen, gran parte de ellas, a épocas primitivas de la liturgia romana, con estilo, talante e, incluso, matices distintos del lenguaje y modo de expresarse el orante hoy. Los símbolos (partir el pan, mostrar el pan consagrado, presentar los dones, comer y beber un alimento aparentemente escaso, postrarse de rodillas, levantarse e inclinarse) nos vienen de una cultura distinta, aunque muchos nos los copian y los apropian. Para complicarlo más, lo verdaderamente primario en la celebración no es lo que se ve, sino lo que no se ve. Lo más importante no es lo que hacen los hombres sino lo que hace el Dios uno y trino. Por todo lo expuesto aparece claro que el domingo y la Eucaristía se presentan como realidades o mejor, celebraciones a veces no del todo comprendidas, menos apreciadas y para algunos “rollos” aburridos. Por eso, para evitar estos obstáculos reales, es necesario un trabajo de formacióneducación-catequesis paciente sobre los contenidos pertinentes a la cultura judeocristiana de los siglos en que nace el domingo y la Eucaristía. Era muy distinta la situación de los dos caminantes de Emaús para descubrir a Jesús resucitado, al “partir el pan” (=Eucaristía) y recoger la misión que la misma confía, a quienes participan en ella. Los dos discípulos de Emaús: -Tenían el bagaje de la cultura judía. -Les asistía la memoria de las comidas tenidas con Jesús, su enseñanza y el gesto de partir el pan, propio del padre de familia. También conocían muy bien la oración de bendición con motivo de las comidas. -Habían vivido “en directo” lo que había pasado a Jesús durante su pasión y muerte. -Conocían la Ley y los Profetas y rezaban los Salmos en la sinagoga (los sábados) y en sus casas. Por estos escritos y la oración tenían conocimiento de cierta referencia al Mesías y Jesús les abrió los ojos respecto a que las Escrituras hablaban de Él. -Conocían el significado de la salida de Egipto y cómo aquella Pascua se recordaba, cada año en la cena pascual judía. Cómo el niño más pequeño de la familia hacía una pregunta ritual al padre de familia: “¿Qué significa esta celebración?”. Y el padre hacía al niño el relato de la historia del pueblo, desde Ur de Caldea, bajada 1036 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL a Egipto, esclavitud del pueblo, salida, camino por el desierto, posesión de la tierra prometida y realidad actual (pascua ritual). El significado profético de la cena pascual judía tuvo su cumplimiento pleno en la última Cena de Jesús y su memorial permanente que es la Eucaristía de la Iglesia. Pero, a pesar de todo, Jesús tuvo que explicar a los dos discípulos de Emaús “todo lo que se refería a él en las Escrituras”. Les comunicó el núcleo de la fe, la esperanza cristiana y la caridad. Para hacerlo, caminó largo trecho con ellos, les salió al encuentro, conversó sin forzarles, con magnífica pedagogía, más aún con una certera mistagogía, hasta hacer arder su corazón (sentirse ganados, apresados por el amor) hacia Él y hacia sus palabras penetrantes. 2) El cómo y el por qué de la Eucaristía. En la Eucaristía como en toda actividad, celebración o misterio de la Iglesia es preciso conocerla, entenderla, profundizarla por la razón o inteligencia. Para ello es bueno responder a preguntas de este tipo: «¿Cómo ha nacido la Eucaristía? ¿Cuál es su historia? ¿Cómo la ha entendido la Iglesia a lo largo de los siglos? ¿Cuál es el sentido y significado de sus oraciones principales, de las lecturas bíblicas y de sus gestos? ¿Cuál es su estructura? ¿Qué es lo permanente y qué lo que no ha cambiado ni puede cambiar?». Son todas preguntas sobre el cómo de la Eucaristía. Las respuestas fundamentales y bien dadas son muy importantes. Recordemos el adagio latino: «Nihil volitum quid praecognitum». No se puede amar lo que no se conoce. Pero las respuestas al cómo de la Eucaristía no bastan. Es preciso responder a otra gran pregunta. Es ésta: “¿Por qué?”. “¿Por qué ha nacido la Eucaristía? ¿Por qué se mantiene diariamente y, sobre todo, el domingo en la Iglesia? ¿Por qué habiendo tanto que hacer en el mundo, se dedica un sínodo entero (tres semanas) con obispos venidos de todo el mundo a la Eucaristía? ¿Por qué el Papa y los Obispos deben preocuparse de que los fieles no se queden, a ser posible, sin la Eucaristía del domingo? ¿Por qué existe y se mantiene con fuerza la Eucaristía?”. La pregunta se puede formular a los principales documentos muy recientes sobre la Eucaristía: la Ecclesia de Eucaristía, los Lineamenta del Sínodo, la Mane nobiscum, Domine, el Catecismo de la Iglesia Católica, el Instrumentum laboris preparatorio del Sínodo y las 50 propuestas de los Padres sinodales. La respuesta a la pregunta “por qué la Eucaristía”, se puede sintetizar así: Porque el Hijo y el Espíritu Santo han querido quedarse para nosotros, en medio de nosotros y en nosotros. Para estar con nosotros, nos ha creado Dios. Siendo bueno nos ha creado para difundir su bien; si no nos amara no nos habría creado. Dios ama a todas las criaturas y no odia a ninguna. Para estar o quedarse en nosotros Jesucristo se hizo comida y bebida nuestra. Al comerle, Él nos asimila a sí, no al revés; Él nos convierte en su substancia (E d E nn 16; 21; 22; 24). En la Eucaristía nos unimos a Cristo y Él nos transforma en Cuerpo eclesial suyo. La Eucaristía existe porque Dios nos ama y el amor no resiste la IGLESIA DIOCESANA DICIEMBRE • 1037 ausencia ni la lejanía de la persona amada. Quiere vivir para, entre y en (dentro) de la persona amada. Este amor de Dios con los hombres se ha expresado en la Biblia con el término y el contenido de la Alianza. Esta alianza la propuso Dios, desde muy antiguo, a su pueblo. Se concretaba en: “Escucharás mi voz, tú serás mi pueblo y Yo seré tu Dios”. Las alianzas con Noé, Abrahán, Moisés, etc., eran figuras de la nueva y eterna que tendría lugar en el Hijo. En la última Cena se selló esta alianza ritualmente y en la Cruz, de modo cruento, con la sangre de Cristo derramada por todos los hombres. El conocimiento y estudio de todos los detalles, la preparación celosa de los mismos ayudará a conocerla. Pero la verdadera comprensión y conocimiento de la Eucaristía no está ahí. La Eucaristía no se puede captar por entero sólo con la razón; es necesario el corazón (amarla). Viene muy al caso lo de Pascal: “El corazón tiene razones que la mente no comprende”. La Eucaristía se la empieza a comprender, sólo cuando se la empieza a amar. Y la razón de lo que decimos está en que, en la Eucaristía se actualiza la presencia real y substancial de una persona que, de nuevo entrega su vida para que los que participan vivan y lo hagan con abundancia. Quien comprende y conecta vitalmente con esto, no puede quedarse frío, pasivo, sin respuesta. La respuesta no puede ser más que la de un amor correspondido. Cuando algunos adultos y los jóvenes dicen: “Esto no me dice nada; no entiendo nada y esto no me apasiona”. “Esto es un rollo”, es que se han quedado en la cáscara, en lo externo y no han captado lo nuclear de la Eucaristía. Lo que debe hacer a la Eucaristía interesante e incluso apasionante, debe ser descubrir el amor de Dios en Cristo, sacrificado por los hombres con un corazón sensible y agradecido, por parte de los cristianos. Participamos a veces en celebraciones de la Misa en las que no hay “novedades”, expresiones deslumbrantes, solemnidades externas (luces, músicas, vestiduras, adornos y decoraciones suntuosas), pero están grávidas de calor espiritual, de amor que corresponde al Amor, de una oración densa, de silencios llenos de la presencia del Espíritu Santo, de entusiasmo lleno de fe. En ellas hay intensidad en la vivencia, conciencia de la presencia real y de diversos modos, del Señor, calor profundo impulsado por el Espíritu Santo como respuesta. Todo ello se debe a la “arquitectura interior” de la comunidad: la fe, conciencia del misterio, gozo en el Espíritu Santo, participación fructuosa y activa, ejercicio responsable y fervoroso de los ministerios, ofrecimiento de la propia vida con Cristo al Padre. Prima lo que se experimenta y hace desde el corazón. Esto cuenta mucho más que la “trama externa”, que se desarrolla, lo que puede llamarse “arquitectura exterior”. 3) El hilo conductor de la celebración. Cuando se observa superficialmente la celebración de la Eucaristía aparece como un acto formado por elementos muy diversos: saludos, gestos, oraciones, lecturas, procesiones, súplicas, etc. Aparentemente no hay mucho orden en todo ello. No se ve a las inmediatas la conexión entre unos elementos y otros. ¿Cómo descubrir la 1038 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL unidad de todo lo que se realiza? ¿Cuál es la clave de lectura para no perderse en este conjunto diverso de elementos? ¿Existe una línea directriz de esta sucesión de elementos de toda clase? Por la historia de la Misa a lo largo de los siglos se puede justificar el que se realice ahora una acción y otra a continuación, que aquí se ponga este elemento y a continuación el siguiente. El “Ordo Missae” tiene una historia, ha sufrido distintas reformas y tendrá, es de esperar, más. Pero, desde luego, la Eucaristía no es un conjunto aleatorio de cosas dispares, que puedan organizarse al antojo de un grupo o de una persona. No se pueden introducir cosas al gusto de las personas, ni oscurecer la estructura determinada por la Iglesia. Hay una estructura en la Misa que se debe respetar y el conjunto de “piezas” tiene un sentido. La Eucaristía tiene un comienzo, un núcleo central y un desenlace, que es preciso respetar. En la Eucaristía sucede como en la Hª de la salvación, recogida en la Biblia. En ésta sorprende que Dios tome un tiempo para acercarse a nosotros. No se entrega totalmente desde el principio; teje una historia con el hombre y tiene una paciencia enorme con él. Es como el zorro de la novela El Principito de A. de Saint Exupery: «Tendrás que domesticarme». Es como un pájaro que visita nuestra ventana en invierno; ha de acostumbrarse a nuestra presencia y sólo podremos acercarnos a él con mucha paciencia. Con la Eucaristía sucede lo que con todo amor auténtico: necesita su tiempo, lo toma, necesita crecer y madurar; sólo lentamente llega a su cumbre. Todo lo contrario sucede con la pasión. Arrebata de golpe; no ama, se apodera, esclaviza. La Eucaristía y su celebración supone un lento movimiento de crecimiento en el amor de Dios hacia nosotros y de nosotros hacia Dios. La iniciativa la toma el amor de Dios hacia nosotros, luego está el nuestro hacia Él. Tomar conciencia de este orden es fundamental. 4) La Eucaristía y el camino del amor. El itinerario de un amor verdadero comprende al menos cuatro etapas definidas, que siguiendo la intuición del Cardenal Dannells (Arzobispo de Malinas, Bélgica) son aplicables a la Eucaristía. 4.1. La etapa del conocerse. Lo primero para que dos personas lleguen a quererse es que se conozcan. ¿Quién es el otro para mí y quién soy yo para él? ¿qué encierra en su corazón? ¿qué piensa? ¿Qué valores le adornan y cuáles son sus criterios sobre las cuestiones importantes de la vida? En la Eucaristía esta fase corresponde a los actos introductorios o ritos iniciales de la celebración: El hombre se reúne con los hermanos, se constituye la comunidad convocada y llena de la presencia del Señor. Cada fiel se pone con sinceridad y temblor, ante Dios; toma conciencia de cómo está (acto penitencial) y ante quién se IGLESIA DIOCESANA DICIEMBRE • 1039 encuentra (ante Dios). Se dirige a Dios con las palabras del zorro al Principito: “Domestícame, entonces podré acercarme a ti”. “¡Cámbiame, purifícame, recréame en lo más hondo!”. ¡Sólo así podré agradarte, acercarme a ti, entrar en el santuario de tu misterio! El hombre es un pobre mendigo y además pecador. Dios es misericordioso. El encuentro del rico y misericordioso con el mendigo de perdón, produce el milagro: la reconciliación y purificación. Reconciliados y purificados por Él, podemos acercarnos (sintonizamos con él), nos alegramos (=gloria); el cielo y la tierra se unen en una acción teándrica. Cerca de Dios, unidos cielo y tierra, podemos pedir a Dios lo que más nos conviene (=oración colecta). 4.2. La etapa del diálogo. Sigue el conocimiento mutuo. Es la etapa propia de confrontar pareceres, valores, puntos de vista, pero que prepara el enamoramiento. En la Misa corresponde a la liturgia de la Palabra. Dios toma la iniciativa, comienza exponiendo su intimidad, sus planes y proyectos al hombre. Sólo Él puede hacer esto, pues es quien conoce su intimidad y su designio sobre el hombre. En la Liturgia de la Palabra habla la Trinidad; pero sobre todo habla el “Logos”, la Palabra sustancial de Dios, que en la plenitud de los tiempos se hizo carne, compartió todo lo humano, excepto el pecado. Dios revela su proyecto anunciado en el AT, realizado en Cristo y continuado en la Iglesia bajo la guía del Espíritu Santo. El hombre, en escucha amorosa, va interiorizando quién es y qué planes tiene sobre él, Aquel que le ama. Esta palabra no siempre es fácil, amable para acoger. A veces censura, reprende, presenta planes que nos parecen no responder a nuestros intereses. Pero es siempre una palabra saludable, sanante, consoladora, tajante y creadora de vida interior. Si la acogemos así, nos santifica, renueva, alimenta nuestro espíritu y nos hace crecer en el amor mutuo. La prueba de que la acogemos así, es que respondemos con el Salmo adecuado a la lectura (si cantado, mejor), con la profesión de fe y la oración universal. 4.3. El diálogo íntimo de corazón a corazón. El amor, en el que mandan los sentimientos, necesita del diálogo. Cuando hay verdadero amor son menos necesarias las palabras para expresarlo, prima la contemplación, el silencio, el gozo de haber encontrado al otro, los gestos y confidencias... Trasplantado a la Eucaristía, es el momento de la Plegaria eucarística. No se trata del anuncio del pasado, no es una enseñanza, no es la proposición de planes y proyectos ni el juego de preguntas y respuestas. Es Cristo Cabeza, unido a su Cuerpo que es la Iglesia, por la mediación del presbítero, el que se dirige a Dios Padre. El lenguaje es amoroso y de oración culminante. No se trata de analizar, pensar, reflexionar ni preparar la respuesta. Lo propio de este momento es encontrar la frecuencia para sintonizar con quien se ama y mantenerse en la longitud de onda del lenguaje amoroso. En esta oración, el sacerdote actúa en la persona de Cristo y el 1040 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL pueblo responde brevemente a los diálogos, canta, ora en el corazón y guarda un silencio adorante. Es el corazón quien se vuelca en las palabras. La iniciativa del diálogo, emprendida por Dios en la liturgia de la Palabra, encuentra la respuesta adecuada en esta gran oración de proclamación de las maravillas de Dios pero, sobre todo, de la maravilla realizada en la encarnaciónpasión y muerte del Hijo, expresión culminante del amor del Padre. Esa maravilla, hecha memoria y presencia sobre el altar, sigue siendo acción de gracias y doxología permanente del Hijo, en el Espíritu Santo, con la Iglesia al Padre. La comunión dialógica del Hijo, en el Espíritu, y con la Iglesia al Padre es tan profunda, que el cielo se une con la tierra o la tierra asciende al cielo. La comunidad celebrante transida por la plegaria cumbre de la Iglesia, experimenta la comunión con el Hijo amado, que ora en el Espíritu glorificando al Padre. Padre, Hijo y Espíritu dialogan con retazos y fibras del corazón y sobre el altar descansan “las cosas santas”, que son “para los santos”. La Plegaria eucarística proclamada por el sacerdote con breves respuestas de la comunidad, fomenta la relación más allá de las palabras, una relación en gran parte silente, adorante, obediencial y oferente, que sintoniza plenamente con el sacrificio nuevo y eterno, que se ofrece por la salvación de todos. Todo está preparado para la unión de los cuerpos y corazones. 4.4. La unión en el amor. Esta etapa constituye la cumbre del camino del amor. Es la unión de almas y cuerpos, la «Cena que regala y enamora». En la Eucaristía es el momento de la comunión sacramental del Cuerpo entregado y la Sangre derramada del Señor. Es el boca a boca o cuerpo a cuerpo. En la comunión tocamos y asimilamos el Cuerpo y la Sangre del Señor. O mejor, es Él quien viene para tocarnos y asimilarnos a Sí. Es lo que dice Ruysbroeck: «Cuando comulgamos, no es que nosotros comamos a Cristo; es Él el que nos come a nosotros». La asimilación es al contrario de lo que sucede con La Eucaristía sigue sencillamente el camino del amor. En ella se actualiza el diálogo y el encuentro gozoso de dos amores: el de Dios uno y trino, que establece su morada en el hombre y el de cada persona, correspondiendo a Dios en el seno de la comunidad. En este encuentro el amor de Dios llega a su culmen: se hace pan y bebida espiritual para el hombre, como expresión máxima de unión, de intimidad y comunión. El amor del hombre, siempre ayudado por la gracia, alcanza la plenitud de su vocación: la unión con Dios, la profundización en la divinización (iniciada en el Bautismo) y alimentada por la Eucaristía. En la comunión sacramental Dios y el hombre se funden en una perfecta comunión de vida y amor, en una unidad divinohumana que no anula la identidad de cada persona, su libertad y características propias. Se comprende así que la Eucaristía no sea un conglomerado de elementos, signos y palabras sin unidad. Hay un hilo conductor que la unifica totalmente. IGLESIA DIOCESANA DICIEMBRE • 1041 Sigue las etapas del proceso amoroso: aprender a conocerse y familiarizarse con respeto y pudor; confrontarse el uno al otro y aceptarse mutuamente en su particularidad; conversar juntos serenamente en un corazón a corazón y finalmente unirse en un solo cuerpo y una sola alma. De este modo, quienes participan en la Eucaristía, terminarán comprendiendo y amando lo que hacen. Habrá una respuesta clara a la pregunta: “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?”. “¿Comprendéis lo que hacéis en la Eucaristía?” “¿Consideráis lo que tratáis?”. 1042 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL IGLESIA EN ESPAÑA LXXXV ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA Madrid, 21-25 de noviembre de 2005 Nota de prensa final de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española Madrid, 25 de noviembre de 2005 La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha celebrado su LXXXV reunión del lunes 21 al viernes 25 de noviembre de 2005. Por primera vez, después de su elección el pasado mes de marzo, Mons. Ricardo Blázquez, obispo de Bilbao, dirigió a la Asamblea su discurso inaugural como Presidente de la CEE. También ha sido la primera reunión plenaria tras la muerte del Papa Juan Pablo II. Así, Mons. Ricardo Blázquez comenzó su intervención con un recuerdo “lleno de afecto y de gratitud” a la figura del Pontífice fallecido y palabras de expresión de comunión con el nuevo Papa Benedicto XVI. Mons. Blázquez relató a los miembros de la Asamblea Plenaria el desarrollo y algunos frutos del Sínodo de los obispos sobre la Eucaristía, que se ha celebrado en Roma del 2 al 23 de octubre, desde su experiencia “inolvidable” como padre sinodal en representación de la Conferencia Episcopal Española. También habló sobre algunos temas que han sido objeto de reflexión en la presente Asamblea Plenaria como el nuevo Plan Pastoral de la CEE y el Concilio Vaticano II, al cumplirse el cuarenta aniversario de su clausura el próximo 8 de diciembre. Este mismo día, fiesta de la Inmaculada Concepción, como recordó el Presidente de la CEE, se clausura el Año de la Inmaculada, con el que se ha celebrado el CL Aniversario de la proclamación de este dogma mariano. Mons. Blázquez dedicó otro momento de su discurso a repasar algunas inquietudes y tareas de la Iglesia en España. “La Iglesia -afirmóquiere continuar siendo en medio de nuestra sociedad fermento de solidaridad, concordia y esperanza”. Tras el discurso del Presidente de la CEE, el Nuncio Apostólico en España, Mons. Manuel Monteiro de Castro, dirigió su habitual saludo a los presentes en el Aula, en el que también hizo alusión a diversos temas de actualidad eclesial. Participación en la Asamblea Han participado en la Asamblea Plenaria 66 de los 67 obispos residenciales. No ha podido asistir, por motivos de salud, el obispo de Huelva, Mons. Ignacio Noguer Carmona. También han estado presentes los 11 obispos auxiliares y varios eméritos. Han participado en la Asamblea por primera vez los obispos de Ibiza, Mons. Vicente Juan Segura; de Mondoñedo-Ferrol, Mons. Manuel Sánchez Monge; y el de Tenerife, Mons. Bernardo Álvarez Afonso. Además de los nuevos auxiliares de Oviedo, Mons. Raúl Berzosa Martínez, y de Valencia, Mons. Salvador Giménez Valls. El adminis- IGLESIA EN ESPAÑA DICIEMBRE • 1043 trador apostólico de Segorbe-Castellón, el sacerdote Elías Sanz Igual, se ha incorporado a las reuniones en el transcurso de la semana. Su nombramiento tuvo lugar tras tomar posesión Mons. Juan Antonio Reig Plá de la diócesis de Cartagena el pasado sábado, día 19 de noviembre. Los nuevos prelados han quedado adscritos a las siguientes Comisiones Episcopales: Mons. Vicente Juan Segura, Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida; Mons. Manuel Sánchez Monge, Comisión Episcopal para la Vida Consagrada; Mons. Bernardo Álvarez Afonso, Comisión Episcopal del Clero; Mons. Raúl Berzosa Martínez, Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social; y Mons. Salvador Giménez Valls, Comisión Episcopal de Enseñanza. Invitación a Benedicto XVI La Conferencia Episcopal Española ha transmitido al Santo Padre Benedicto XVI “su invitación más cordial a visitar España”. En una carta firmada por Mons. Ricardo Blázquez, Presidente de la CEE, se señala que “la presencia del Papa, tan apreciada por nosotros, sería una especialísima confirmación de nuestras Iglesias en la fe y un aliento incomparable para la tarea de la nueva evangelización en la que se encuentran empeñadas”. En este contexto se hace referencia a la celebración en Valencia del V Encuentro Mundial de la Familia, en los primeros días del mes de julio de 2006, y del V Centenario de San Francisco Javier, Patrono de las Misiones. Actos celebrados en el marco de la Asamblea Plenaria Los obispos españoles celebraron el jueves, día 24 de noviembre, un acto conmemorativo con motivo del 40 aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, que se cumplirán el próximo 8 de diciembre de 2005. Los obispos dialogaron sobre su significado para la historia, para el presente y para el futuro de la Iglesia en España. La introducción al diálogo corrió a cargo de Olegario González de Cardedal, catedrático emérito de la Universidad Pontificia de Salamanca, quien disertó durante media hora sobre el Concilio Vaticano II y su recepción en España. La jornada concluyó con una Eucaristía, a las 20,00 horas, en la Catedral de La Almudena. Presidió la celebración el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y concelebraron los obispos presentes en la Asamblea Plenaria. Acompañaron a los obispos en esta Misa de Acción de Gracias numerosos fieles. Se inició la ceremonia con las palabras del Secretario General y Portavoz de la CEE, P. Juan Antonio Martínez Camino, quien explicó a los presentes el motivo de la Eucaristía y dio gracias a Dios por el Concilio y especialmente por lo que supone la Conferencia Episcopal que, recordó, se reunió por primera vez en España en febrero de 1966 “inseparablemente unida al concilio como fruto suyo”. El cardenal Antonio Mª Rouco Varela recordó en su homilía el contexto histórico mundial en el que se inició el Concilio Vaticano II, habló sobre su desarrollo y sus frutos. Así, señaló que “el ofrecimiento más valioso es el rendimiento de la verdad 1044 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL de Cristo”. En este sentido, se refirió a la trayectoria que la Iglesia siguió durante la transición en España y dijo que iluminó el momento de transición política. En el mismo aula de la Plenaria tuvo lugar el lunes 21 de noviembre, a las 13,00 horas, la entrega de distinciones pontificias. En un caluroso y emotivo acto recibieron estas distinciones D. Antonio Cartagena Ruíz, director del secretariado de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, como Prelado de Honor de Su Santidad, y D. Joaquín Puig de la Bellacasa Alberola, ex director general de Bellas Artes, como Comendador con placa de la Orden Ecuestre de San Gregorio Papa. Nombramientos El pasado martes, día 22 de noviembre, como ya comunicó este mismo día la oficina de información de la CEE, los obispos miembros de la Asamblea Plenaria nombraban a Fernando Giménez Barriocanal nuevo Vicesecretario para Asuntos Económicos de la CEE. Sustituye a Mons. Bernardo Herráez Rubio, quien ocupaba este cargo desde 1977. Dos años antes, en 1975, había sido nombrado Gerente del episcopado. En la misma sesión, elegían a Mons. Adolfo González Montes, obispo de Almería, como representante de la Conferencia Episcopal Española en la Comisión de Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE). Hasta el momento había representado a la CEE en este organismo eclesial europeo Mons. Elías Yanes Álvarez, arzobispo emérito de Zaragoza. Mons. Yanes ha sido miembro de la COMECE desde noviembre de 1981. Fue su Vicepresidente de 1993 a 1999. El capítulo de nombramientos se cerraba con la elección de Mons. Carlos López Hernández, obispo de Salamanca, como Gran Canciller de la Universidad Pontificia de Salamanca, y de Mons. Eugenio Romero Pose, obispo auxiliar de Madrid, como Vice Gran Canciller. Sustituyen, respectivamente, a Mons. Ricardo Blázquez Pérez y a Mons. Braulio Rodríguez Plaza, obispo de Bilbao y arzobispo de Valladolid. Ambos fueron nombrados, por un periodo de cinco años, en la Asamblea Plenaria de noviembre de 2000. Temas económicos y otros asuntos La Asamblea Plenaria ha aprobado los Balances de la CEE y de sus organismos e instituciones correspondientes al año 2004 y los Presupuestos para el año 2006. Han sido aprobados los criterios de constitución y distribución del Fondo Común Interdiocesano para el mismo período. Asimismo, la Conferencia Episcopal Española ha aprobado una declaración en apoyo a la campaña sobre la deuda externa. Esta campaña ha sido promovida por Manos Unidas, Cáritas, CONFER, Justicia y Paz y REDES. La Asamblea ha estudiado la traducción de la tercera edición típica del Misal Romano, que ha preparado la Comisión Episcopal de Liturgia, y ha aprobado un texto base sobre el que se seguirá trabajando. IGLESIA EN ESPAÑA DICIEMBRE • 1045 Aprobación de Asociaciones nacionales La Conferencia Episcopal Española ha aprobado la modificación de los Estatutos del “Movimiento de Hermandades del Trabajo”, del “Movimiento Scout Católico”, del “Movimiento Vida Ascendente” y de los “Scouts de Castilla y León –Movimiento Scout Católico”. La Asamblea Plenaria ha aprobado también los Estatutos y erección canónica de la Federación de Asociaciones “Nuestra Señora Salus Infirmorum”. Por último, la Conferencia Episcopal Española ha reconocido a la “Asociación Española de Farmacéuticos Católicos”. Plan Pastoral Otro tema del orden día ha sido el estudio del borrador del nuevo Plan Pastoral de la CEE. Este año 2005 es el último del plan que actualmente está en vigor, aprobado en la Asamblea Plenaria de noviembre de 2001, con el título Una Iglesia esperanzada. “¡Mar adentro!”. La Asamblea Plenaria ha estudiado el borrador remitido por la Comisión Permanente y, tras incorporar diversas sugerencias, ha aprobado un texto base para seguir trabajando en él de cara a la aprobación definitiva del nuevo Plan Pastoral. 1046 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL NOMBRAMIENTOS EPISCOPALES MONS. FRANCISCO CASES Y MONS. RAFAEL PALMERO HAN SIDO NOMBRADOS OBISPOS DE CANARIAS Y DE ORIHUELAALICANTE Sustituyen, respectivamente, a Mons. Ramón Echarren Ystúriz y a Mons. Victorio Oliver Domingo, quienes continuarán como administradores apostólicos de la diócesis de Canarias y Orihuela-Alicante hasta las tomas de posesión de los nuevos prelados La Santa Sede ha hecho público que el Papa Benedicto XVI ha aceptado las renuncias al gobierno pastoral de las diócesis de Canarias y de Orihuela-Alicante que le han presentado, respectivamente, Mons. Ramón Echarren Ystúriz y Mons. Victorio Oliver Domingo, en conformidad con el canon 401, párrafo 1 del Código de Derecho Canónico. El Santo Padre ha nombrado obispos de las mencionadas sedes episcopales a Mons. Francisco Cases Andreu, en la actualidad obispo de Albacete, y a Mons. Rafael Palmero Ramos, en la actualidad obispo de Palencia. Mons. Ramón Echarren y Mons. Victorio Oliver continuarán gobernando las diócesis de Canarias y Orihuela-Alicante en calidad de administradores apostólicos hasta la toma de posesión de los nuevos prelados. Mons. Francisco Cases Andreu, obispo de Albacete desde 1996 Mons. Francisco Cases Andreu nació en Orihuela (Alicante) el 23 de octubre de 1944. Cursó la enseñanza secundaria en el colegio diocesano Santo Domingo de Orihuela y los cursos filosóficos-teológicos en el seminario mayor diocesano. Fue ordenado sacerdote el 14 de abril de 1968 en la Catedral de Orihuela. Entre 1975 y 1982 amplió en Roma sus estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana, donde obtuvo la licenciatura en Teología (1977) y realizó los cursos de doctorado en Teología. En su ministerio sacerdotal, en la diócesis de Orihuela-Alicante, ha desempeñado los cargos de secretario del entonces obispo de Orihuela-Alicante, Mons. Pablo Barrachina Estevan, entre 1967 y 1975; coadjutor de “Nuestra Señora del Rosario”, entre 1982 y 1987; secretario de estudios del seminario mayor y menor, entre 1984 y 1987; profesor de Eclesiología en el Estudio Teológico, entre 1982 y 1994; delegado diocesano de Pastoral Juvenil, entre 1985 y 1990; párroco de la “Inmaculada Concepción”, entre 1987 y 1990; Vicario Episcopal de la “Zona 2”, entre 1990 y 1994; y Rector del seminario mayor de Alicante, entre 1990 y 1994. El 22 de febrero de 1994 fue nombrado obispo auxiliar de Orihuela-Alicante, con la sede titular de Timici. El 26 de junio de 1996 fue trasladado a la diócesis de Albacete. En la Conferencia Episcopal Española es miembro de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar. IGLESIA EN ESPAÑA DICIEMBRE • 1047 Mons. Rafael Palmero Ramos es obispo de Palencia desde 1996 Mons. Rafael Palmero Ramos nació en Morales del Rey, provincia de Zamora y diócesis de Astorga, el 27 de julio de 1936. Curso los estudios de humanidades y filosóficos y los dos primeros años de teología en el seminario conciliar de Astorga. Después, en Roma, amplió su formación teológica. Allí obtuvo la licenciatura y el doctorado en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana y la licenciatura en Ciencias Sociales por la Pontificia Universidad Santo Tomas de Aquino “Angelicum”. Fue ordenado sacerdote el 13 de septiembre de 1959 en Astorga. En 1972 se incardinó en la archidiócesis de Toledo. Su ministerio presbiteral comenzó en la diócesis de Astorga. Entre 1961 y 1965 fue secretario de estudios y profesor de Eclesiología y de Doctrina Social de la Iglesia en el seminario mayor diocesano de Astorga y, entre 1963 y 1968, fue delegado episcopal de cáritas diocesana de Astorga. En el año 1968 se trasladó a Barcelona como secretario particular del entonces arzobispo coadjutor de Barcelona, Mons. Marcelo González Martín, cargo que desempeñó hasta el año 1972. También hasta este año, y desde 1969, fue el Presidente del Patronato Diocesano de la “Obra Benéfica Asistencial del Niño Dios”, en la ciudad condal. El año 1972 se trasladó, junto a Mons. González Martín, a Toledo. En esta diócesis fue Vicario General y profesor del Seminario Mayor, entre 1972 y 1987, y arcediano de la Catedral, entre 1974 y 1987. El 24 de noviembre de 1987 fue nombrado obispo auxiliar de Toledo y obispo titular de Pedena. Recibió la ordenación episcopal el 24 de enero de 1988. El 9 de enero de 1996 fue trasladado a la sede episcopal de Palencia. En la CEE es miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral y del Consejo de Economía. EL SACERDOTE RAFAEL ZORNOZA BOY HA SIDO NOMBRADO OBISPO AUXILIAR DE GETAFE En la actualidad es Rector del Seminario Diocesano de Getafe La Nunciatura Apostólica en España comunica a la Conferencia Episcopal Española (CEE) que a las 12,00 horas de hoy, martes 13 de diciembre, la Santa Sede ha hecho público que el Papa Benedicto XVI ha nombrado Obispo Auxiliar de la Diócesis de Getafe al sacerdote Rafael Zornoza Boy, en la actualidad Rector del Seminario Mayor de Getafe, asignándole la sede titular de Mentesa. Rafael Zornoza Boy nació en Madrid el 31 de julio de 1949. Realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario Mayor de Madrid-Alcalá. Es Licenciado en Teología Bíblica por la Pontificia Universidad de Comillas. Rector del Seminario Diocesano de Getafe desde su fundación en 1994 El nuevo prelado fue ordenado sacerdote el 19 de marzo de 1975 para la diócesis de Madrid-Alcalá y destinado a la parroquia de S. Jorge mártir de Córdoba de la que fue primero Vicario parroquial, de 1975 a 1983; después Vicario parroquial regente, 1048 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL de 1983 a 1985; y Párroco, de 1985 a 1991. Este último año se erigió la diócesis de Getafe y desde entonces Rafael Zornoza Boy ha desarrollado su ministerio sacerdotal en esta sede episcopal. Fue el secretario particular del primer Obispo de Getafe, Mons. Francisco-José Pérez y Fernández-Golfín, hasta su fallecimiento en el año 2004. Además, desde su fundación, en 1994, es el Rector del Seminario Diocesano Nuestra Señora de los Apóstoles. Es miembro del Consejo Presbiteral y del Colegio de Consultores y confesor ordinario del Carmelo de La Aldehuela. IGLESIA EN ESPAÑA DICIEMBRE • 1049 MENSAJE DE LOS OBISPOS DE LA SUBCOMISIÓN EPISCOPAL DE FAMILIA Y VIDA LA TRANSMISIÓN DE LA FE EN LA FAMILIA Hablemos a nuestros hijos de Jesucristo 30 de diciembre de 2005 1. El V Encuentro Mundial de las Familias La Iglesia en España se prepara durante este curso para recibir con gozo a familias de todo el mundo que vendrán para la celebración del V Encuentro Mundial de las Familias que será en Valencia, del 4 al 9 de Julio de 2006. El lema «La transmisión de la fe en la familia»que Juan Pablo II propuso nos señala el camino para este tiempo de preparación, y por ello es también el lema de la “Jornada de Familia y Vida” de este año, que celebraremos el viernes 30 de diciembre. En este nuevo milenio la Iglesia está empeñada en la tarea de la nueva evangelización, en la transmisión de la fe a las nuevas generaciones. «La transmisión de la fe en la familia» requiere la atención de la comunidad eclesial en modo relevante y urgente. En efecto, la Iglesia se confronta con sociedades cada vez más secularizadas y complejas, ya no estructuradas sobre los valores religiosos sino, más bien, marcadas, especialmente en algunas naciones, por un notable indiferentismo»2 . Estas palabras de Juan Pablo II nos recuerdan la importancia y urgencia de esta tarea. 2. La luz de Cristo brilla sobre la familia y la vida El nacimiento de Jesús en Belén es la gran noticia. También el nacimiento de un niño es siempre motivo de alegría. El esfuerzo de la medicina y de la ciencia debe estar siempre al servicio de la vida. Por eso es motivo de esperanza los avances médicos que permiten una atención cada vez más eficaz a toda vida humana. Por otra parte, es la misma ciencia la que nos confirma que desde el momento de la concepción tenemos un nuevo ser humano, así como que la aplicación de las células madre procedentes de adulto son eficaces y no suponen la destrucción de una vida embrionaria... La Luz de Cristo brilla en la Noche Santa de Navidad, y llena de luz y esperanza nuestros hogares y familias. Por ello, las familias cristianas hacen oír su voz en nuestra sociedad, ya con su testimonio personal, ya mediante asociaciones y plataformas a través de las cuales promueven los valores del matrimonio y de la familia. De este modo la familia muestra su vitalidad, y con la alegría propia de la vida familiar recuerda a la sociedad que la familia sí importa. Los Obispos, como no podía ser de otro modo, apoyamos esta iniciativa de las familias cristianas y nos unimos a ellas en la defensa de su identidad. La renovación de la Pastoral Familiar, los frutos de la aplicación del Directorio de Pastoral Familiar, el esfuerzo por la formación de los agentes de pastoral familiar, la vitalidad creciente de los movimientos y asociaciones familiares son también un claro signo de esperanza en nuestra Iglesia. 1050 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL 3. Sombras sobre la familia y la vida «En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron» (Jn 1,4-5). La luz de Cristo se encuentra con la oposición de las tinieblas. En efecto, vivimos un momento en que se extiende, una cultura que oscurece datos antropológicos fundamentales, disuelve la identidad de la familia y desprecia cada vez más la vida humana más débil, como la del enfermo irrecuperable o la de los embriones. El llanto de las madres de Belén por la matanza de sus hijos inocentes sigue sonando hoy de muchas maneras: guerras, aborto, violencia, pobreza… En efecto, se extienden prácticas contrarias a la vida, como la experimentación con embriones, la destrucción de estas vidas embrionarias para obtener células madre, e incluso la propuesta desde alguna Comunidad Autónoma de comenzar la práctica de la clonación humana. También constituyen una siniestra sombra la extensión de “la píldora del día después”, la Ley de Reproducción Asistida que prepara el Gobierno, la creciente presencia del tema de la eutanasia en los medios de comunicación o la perspectiva de una ampliación de la despenalización del aborto. Es una culpable omisión el no desarrollar políticas que ayuden eficazmente a la familia en necesidades como la vivienda, la conciliación entre trabajo y familia o la educación. Más aún, no sólo falta el justo apoyo a la familia, sino que se la ataca con medidas antifamiliares como la reforma del Código Civil, que elimina las referencias al padre y a la madre, al esposo y la esposa para equiparar las uniones de personas del mismo sexo con el matrimonio, o el llamado “divorcio express”, que introduce la figura del repudio en nuestra legislación. Por otro lado, se está preparando una Ley de Género con la que se quiere anular el significado antropológico de la diferencia sexual e imponer la “teoría del género”, contraria a la verdadera naturaleza del hombre. 4.Cristo y la verdad del hombre Esta situación que hemos descrito con sus luces y sombras influye fuertemente en el proceso de la transmisión de la fe. Cuando la verdad del hombre se oscurece, la fe aparece como un enemigo. Cuando la verdad del hombre brilla –como ocurre en los santos– la fe se muestra como la luz definitiva sobre el hombre. En estos días de Navidad, contemplando a Jesús en Belén, recordamos que el misterio del hombre sólo se esclarece a la luz del Verbo encarnado (GS 24). Esa luz tiene que ayudarnos a descubrir el corazón del hombre, su deseo de amor y felicidad, que sólo en Dios tienen su cumplimiento definitivo. Por eso Jesucristo es la puerta por la que podemos llegar al corazón del hombre, a sus gozos y sus alegrías, a sus deseos y también al núcleo de su sufrimiento íntimo. La transmisión de la fe es el anuncio de Jesucristo, desde su nacimiento en Belén a su misterio pascual. Es un anuncio que no se agota en la propuesta de unas verdades y unas normas morales: es la invitación a una amistad personal con Jesucristo. IGLESIA EN ESPAÑA DICIEMBRE • 1051 Acoger a Cristo como nuestro Salvador, como la luz que ilumina la oscuridad de nuestros corazones. 5. El don de la verdad Uno de los desafíos con los que nos enfrentamos a la hora de transmitir la fe es la extensión del relativismo. Así lo recordó el Cardenal J. Ratzinger al comenzar el último Cónclave: «A quien tiene una fe clara, según el Credo de la Iglesia, a menudo se le aplica la etiqueta de fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, dejarse “llevar a la deriva por cualquier viento de doctrina”, parece ser la única actitud adecuada en los tiempos actuales. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos»3 . Junto a este relativismo se extiende también la tentación de elaborarse una “religión a la carta”. También lo recordó Benedicto XVI a los jóvenes en Colonia, precisamente hablando en nuestra lengua: «Se escoge aquello que agrada, y algunos saben también sacarle provecho. Pero la religión buscada a la “medida de cada uno” a la postre no nos ayuda. Es cómoda, pero en el momento de crisis nos abandona a nuestra suerte. Ayudad a los hombres a descubrir la verdadera estrella que nos indica el camino: Jesucristo»4 . Reconocer a Cristo como Salvador supone acoger la verdad como un don, como una luz que ilumina nuestra vida, y no como algo de “libre configuración”, que podemos adaptar a nuestra medida. Desgraciadamente nos encontramos con personas que en nombre del Evangelio rechazan a la Iglesia, al Papa, a los pastores, la moral de la Iglesia… a veces sembrando la confusión entre los fieles. Este año, en la víspera del día de San Pedro y San Pablo, Benedicto XVI entregó a la Iglesia el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica como instrumento para “confirmarnos en la verdad”. Animamos a todas las familias a tener este Compendio en sus hogares y acudir a él como norma segura de la fe y valiosa ayuda para su misión de transmitir la fe a los hijos y anunciar el evangelio a todas las gentes. 6. Hablemos a nuestros hijos de Jesucristo Los padres son los primeros educadores y evangelizadores de los hijos. Por ello, en virtud del sacramento del matrimonio están llamados a ser los primeros responsables de la transmisión de la fe a sus hijos. «En virtud del ministerio de la educación los padres, mediante el testimonio de su vida, son los primeros mensajeros del Evangelio ante los hijos. Es más, rezando con los hijos, dedicándose con ellos a la lectura de la Palabra de Dios e introduciéndolos en la intimidad del Cuerpo –eucarístico y eclesial- de Cristo mediante la iniciación cristiana, llegan a ser plenamente padres, es decir, engendradores no sólo de vida corporal, sino también de aquella que, mediante la renovación del Espíritu brota de la Cruz y Resurrección de Cristo»5 . 1052 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL El punto central de la vida de la Iglesia y de la familia cristiana es la Eucaristía. El año de la Eucaristía que acabamos de celebrar nos lo ha recordado. Por eso invitamos a todas las familias a celebrar con gozo el domingo, y en particular a que participen en la Eucaristía dominical, a ser posible en familia. Que estos días en que tantas familias se reúnen para celebrar juntos los Misterios de la Navidad sean días de intensa vivencia de la fe, de profundizar en el conocimiento de Jesucristo y de que la gran familia de la Iglesia se reúna en torno al altar para dar gracias a Dios. Hablad a vuestros hijos de Jesucristo. Ningún anuncio es más importante para su vida. Introducid a vuestros hijos en su misterio a través de la celebración litúrgica y la oración familiar. 7.Conclusión En estos días navideños os bendecimos con afecto a todos, en especial a los enfermos, los niños y los ancianos, y pedimos a Jesús, Dios hecho hombre, que conceda la paz al mundo, la unidad a las familias y el amor a los matrimonios. Encomendamos muy especialmente a la Sagrada Familia este tiempo de preparación para la celebración del V Encuentro Mundial de las Familias, donde esperamos recibir la visita del Papa Benedicto XVI. Que este tiempo de preparación sea un tiempo fecundo de vida cristiana y santidad familiar. Los Obispos de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida + Mons. Julián Barrio Barrio, Presidente de la CEAS + Mons. Juan Antonio Reig Plá, Presidente de la Subcomisión para la Familia y Defensa de la Vida + Francisco Gil Hellín + Javier Martínez Fernández + Vicente Juan Segura NOTAS 1. Cf. T. Spidlík, La oración según la tradición del Oriente cristiano (Monte Carmelo edit., Burgos 2004) 161-165; 330-332; 334; Jn 15, 4-7 habla de la inhabitación recíproca de las personas. 2. JUAN PABLO II, Mensaje La misión de la familia a los participantes en la XII Asamblea plenaria del Consejo Pontificio para la Familia, 29-Septiembre-2005: Enchiridion de la familia, 2369. 3. Card. JOSEPH RATZINGER, Homilía en la apertura del Cónclave, 18-abril-2005. 4. BENEDICTO XVI, Homilía a los jóvenes en la XX Jornada Mundial de la Juventud, 21agosto2005. 5. JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Familiaris consortio, 39. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1053 SANTA SEDE SS. BENEDICTO XVI ÁNGELUS Primer domingo de Adviento 27 de noviembre de 2005 Queridos hermanos y hermanas: Este domingo comienza el Adviento, un tiempo de gran profundidad religiosa, porque está impregnado de esperanza y de expectativas espirituales: cada vez que la comunidad cristiana se prepara para recordar el nacimiento del Redentor siente una sensación de alegría, que en cierta medida se comunica a toda la sociedad. En el Adviento el pueblo cristiano revive un doble movimiento del espíritu: por una parte, eleva su mirada hacia la meta final de su peregrinación en la historia, que es la vuelta gloriosa del Señor Jesús; por otra, recordando con emoción su nacimiento en Belén, se arrodilla ante el pesebre. La esperanza de los cristianos se orienta al futuro, pero está siempre bien arraigada en un acontecimiento del pasado. En la plenitud de los tiempos, el Hijo de Dios nació de la Virgen María: «Nacido de mujer, nacido bajo la ley», como escribe el apóstol san Pablo (Ga 4, 4). El Evangelio nos invita hoy a estar vigilantes, en espera de la última venida de Cristo: «Velad -dice Jesús-: pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa» (Mc 13, 35. 37). La breve parábola del señor que se fue de viaje y de los criados a los que dejó en su lugar muestra cuán importante es estar preparados para acoger al Señor, cuando venga repentinamente. La comunidad cristiana espera con ansia su «manifestación», y el apóstol san Pablo, escribiendo a los Corintios, los exhorta a confiar en la fidelidad de Dios y a vivir de modo que se encuentren «irreprensibles» (cf. 1 Co 1, 7-9) el día del Señor. Por eso, al inicio del Adviento, muy oportunamente la liturgia pone en nuestros labios la invocación del salmo: «Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación» (Sal 84, 8). Podríamos decir que el Adviento es el tiempo en el que los cristianos deben despertar en su corazón la esperanza de renovar el mundo, con la ayuda de Dios. A este propósito, quisiera recordar también hoy la constitución Gaudium et spes del concilio Vaticano II sobre la Iglesia en el mundo actual: es un texto profundamente impregnado de esperanza cristiana. Me refiero, en particular, al número 39, titulado «Tierra nueva y cielo nuevo». En él se lee: «La revelación nos enseña que Dios ha preparado una nueva morada y una nueva tierra en la que habita la justicia (cf. 2 Co 5, 2; 2 P 3, 13). (...) No obstante, la espera de una tierra nueva no debe debilitar, sino más bien avivar la preocupación de cultivar esta tierra». En efecto, recogeremos los frutos de nuestro trabajo cuando Cristo entregue al Padre su reino eterno y universal. María santísima, Virgen del Adviento, nos obtenga vivir este tiempo de gracia siendo vigilantes y laboriosos, en espera del Señor. 1054 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL ÁNGELUS Domingo 4 de diciembre de 2005 Queridos hermanos y hermanas: En este tiempo de Adviento la comunidad eclesial, mientras se prepara para celebrar el gran misterio de la Encarnación, está invitada a redescubrir y profundizar su relación personal con Dios. La palabra latina «adventus» se refiere a la venida de Cristo y pone en primer plano el movimiento de Dios hacia la humanidad, al que cada uno está llamado a responder con la apertura, la espera, la búsqueda y la adhesión. Y al igual que Dios es soberanamente libre al revelarse y entregarse, porque sólo lo mueve el amor, también la persona humana es libre al dar su asentimiento, aunque tenga la obligación de darlo: Dios espera una respuesta de amor. Durante estos días la liturgia nos presenta como modelo perfecto de esa respuesta a la Virgen María, a quien el próximo 8 de diciembre contemplaremos en el misterio de la Inmaculada Concepción. La Virgen, que permaneció a la escucha, siempre dispuesta a cumplir la voluntad del Señor, es ejemplo para el creyente que vive buscando a Dios. A este tema, así como a la relación entre verdad y libertad, el concilio Vaticano II dedicó una reflexión atenta. En particular, los padres conciliares aprobaron, hace exactamente cuarenta años, una Declaración concerniente a la cuestión de la libertad religiosa, es decir, al derecho de las personas y de las comunidades a poder buscar la verdad y profesar libremente su fe. Las primeras palabras, que dan el título a este documento, son Dignitatis humanae: la libertad religiosa deriva de la singular dignidad del hombre que, entre todas las criaturas de esta tierra, es la única capaz de entablar una relación libre y consciente con su Creador. «Todos los hombres —dice el Concilio—, conforme a su dignidad, por ser personas, es decir, dotados de razón y voluntad libre, (...) se ven impulsados, por su misma naturaleza, a buscar la verdad y, además, tienen la obligación moral de hacerlo, sobre todo la verdad religiosa» (Dignitatis humanae, 2). El Vaticano II reafirma así la doctrina católica tradicional, según la cual el hombre, en cuanto criatura espiritual, puede conocer la verdad y, por tanto, tiene el deber y el derecho de buscarla (cf. ib., 3). Puesto este fundamento, el Concilio insiste ampliamente en la libertad religiosa, que debe garantizarse tanto a las personas como a las comunidades, respetando las legítimas exigencias del orden público. Y esta enseñanza conciliar, después de cuarenta años, sigue siendo de gran actualidad. En efecto, la libertad religiosa está lejos de ser asegurada efectivamente por doquier: en algunos casos se la niega por motivos religiosos o ideológicos; otras veces, aunque se la reconoce teóricamente, es obstaculizada de hecho por el poder político o, de manera más solapada, por el predominio cultural del agnosticismo y del relativismo. Oremos para que todos los hombres puedan realizar plenamente la vocación religiosa que llevan inscrita en su ser. Que María nos ayude a reconocer en el rostro del Niño de Belén, concebido en su seno virginal, al divino Redentor, que vino al mundo para revelarnos el rostro auténtico de Dios. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1055 ÁNGELUS Solemnidad de la Inmaculada Concepción Jueves 8 de diciembre de 2005 Queridos hermanos y hermanas: Celebramos hoy la solemnidad de la Inmaculada Concepción. Es un día de intenso gozo espiritual, en el que contemplamos a la Virgen María, «la más humilde y a la vez la más alta de todas las criaturas, término fijo de la voluntad eterna», como canta el sumo poeta Dante (Paraíso, XXXIII, 3). En ella resplandece la eterna bondad del Creador que, en su plan de salvación, la escogió de antemano para ser madre de su Hijo unigénito y, en previsión de la muerte de él, la preservó de toda mancha de pecado (cf. Oración colecta). Así, en la Madre de Cristo y Madre nuestra se realizó perfectamente la vocación de todo ser humano. Como recuerda el Apóstol, todos los hombres están llamados a ser santos e inmaculados ante Dios por el amor (cf. Ef 1, 4). Al mirar a la Virgen, se aviva en nosotros, sus hijos, la aspiración a la belleza, a la bondad y a la pureza de corazón. Su candor celestial nos atrae hacia Dios, ayudándonos a superar la tentación de una vida mediocre, hecha de componendas con el mal, para orientarnos con determinación hacia el auténtico bien, que es fuente de alegría. Hoy mi pensamiento va al 8 de diciembre de 1965, cuando el siervo de Dios Pablo VI clausuró solemnemente el concilio ecuménico Vaticano II, el acontecimiento eclesial más importante del siglo XX, que el beato Juan XXIII había iniciado tres años antes. En medio del júbilo de numerosos fieles reunidos en la plaza de San Pedro, Pablo VI encomendó la aplicación de los documentos conciliares a la Virgen María, invocándola con el dulce título de Madre de la Iglesia. Al presidir esta mañana una solemne celebración eucarística en la basílica vaticana, he querido dar gracias a Dios por el don del concilio Vaticano II. Asimismo, he querido rendir homenaje a María santísima por haber acompañado estos cuarenta años de vida eclesial, llenos de tantos acontecimientos. De modo especial María ha velado con maternal solicitud sobre el pontificado de mis venerados predecesores, cada uno de los cuales, con gran prudencia pastoral, ha guiado la barca de Pedro por la ruta de la auténtica renovación conciliar, trabajando sin cesar por la fiel interpretación y aplicación del concilio Vaticano II. Queridos hermanos y hermanas, para coronar esta jornada, dedicada totalmente a la Virgen santísima, siguiendo una antigua tradición, esta tarde acudiré a la plaza de España, al pie de la estatua de la Inmaculada. Os pido que os unáis espiritualmente a mí en esta peregrinación, que quiere ser un acto de devoción filial a María, para consagrarle la amada ciudad de Roma, la Iglesia y la humanidad entera. 1056 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL ÁNGELUS Domingo 11 de diciembre de 2005 Queridos hermanos y hermanas: Después de celebrar la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, entramos en estos días en el sugestivo clima de la preparación próxima para la santa Navidad, y aquí ya vemos erigido el árbol. En la actual sociedad de consumo, este período sufre, por desgracia, una especie de «contaminación» comercial, que corre el peligro de alterar su auténtico espíritu, caracterizado por el recogimiento, la sobriedad y una alegría no exterior sino íntima. Por tanto, es providencial que la fiesta de la Madre de Jesús se encuentre casi como puerta de entrada a la Navidad, puesto que ella mejor que nadie puede guiarnos a conocer, amar y adorar al Hijo de Dios hecho hombre. Así pues, dejemos que ella nos acompañe; que sus sentimientos nos animen, para que nos preparemos con sinceridad de corazón y apertura de espíritu a reconocer en el Niño de Belén al Hijo de Dios que vino a la tierra para nuestra redención. Caminemos juntamente con ella en la oración, y acojamos la repetida invitación que la liturgia de Adviento nos dirige a permanecer a la espera, una espera vigilante y alegre, porque el Señor no tardará: viene a librar a su pueblo del pecado. En muchas familias, siguiendo una hermosa y consolidada tradición, inmediatamente después de la fiesta de la Inmaculada se comienza a montar el belén, para revivir juntamente con María los días llenos de conmoción que precedieron al nacimiento de Jesús. Construir el belén en casa puede ser un modo sencillo, pero eficaz, de presentar la fe para transmitirla a los hijos. El belén nos ayuda a contemplar el misterio del amor de Dios, que se reveló en la pobreza y en la sencillez de la cueva de Belén. San Francisco de Asís quedó tan prendado del misterio de la Encarnación, que quiso reproducirlo en Greccio con un belén viviente; de este modo inició una larga tradición popular que aún hoy conserva su valor para la evangelización. En efecto, el belén puede ayudarnos a comprender el secreto de la verdadera Navidad, porque habla de la humildad y de la bondad misericordiosa de Cristo, el cual «siendo rico, se hizo pobre» (2 Co 8, 9) por nosotros. Su pobreza enriquece a quien la abraza y la Navidad trae alegría y paz a los que, como los pastores de Belén, acogen las palabras del ángel: «Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2, 12). Esta sigue siendo la señal, también para nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI. No hay otra Navidad. Como hacía el amado Juan Pablo II, dentro de poco también yo bendeciré las estatuillas del Niño Jesús que los muchachos de Roma colocarán en el belén de su casa. Con este gesto de bendición quisiera invocar la ayuda del Señor a fin de que todas las familias cristianas se preparen para celebrar con fe las próximas fiestas navideñas. Que María nos ayude a entrar en el verdadero espíritu de la Navidad. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1057 ÁNGELUS Domingo 18 de diciembre de 2005 ¡Queridos hermanos y hermanas! En estos días de Adviento, la liturgia nos invita a contemplar de manera especial a la Virgen María y a san José, que vivieron con una intensidad única el tiempo de espera y de preparación para el nacimiento de Jesús. Hoy quiero dirigir la mirada a la figura de san José. En el evangelio de hoy, san Lucas presenta a la Virgen María como «desposada con un hombre llamado José, de la casa de David» (Lucas 1, 27). Sin embargo, el que más importancia da al padre adoptivo de Jesús es el evangelista Mateo, subrayando que gracias a él el Niño quedaba legalmente introducido en la descendencia de David, cumpliendo así las Escrituras, en las que el Mesías era profetizado como «hijo de David». Pero el papel de José no puede reducirse a este aspecto legal. Es modelo del hombre «justo» (Mateo 1, 19), que en perfecta sintonía con su esposa acoge al Hijo de Dios hecho hombre y vela por su crecimiento humano. Por esto, en los días que preceden a la Navidad, es particularmente oportuno establecer una especie de diálogo espiritual con san José para que nos ayude a vivir en plenitud este gran misterio de la fe. El querido Papa Juan Pablo II, que era muy devoto de san José, nos dejó una admirable meditación dedicada a él en la exhortación apostólica Redemptoris Custos, «Custodio del Redentor». Entre los muchos aspectos que subraya, dedica una importancia particular al silencio de san José. Su silencio está impregnado de la contemplación del misterio de Dios, en actitud de disponibilidad total a la voluntad divina. Es decir, el silencio de san José no manifiesta un vacío interior, sino más bien la plenitud de fe que lleva en el corazón, y que guía cada uno de sus pensamientos y acciones. Un silencio por el que José, junto con María, custodia la Palabra de Dios, conocida a través de las sagradas Escrituras, cotejándola continuamente con los acontecimientos de la vida de Jesús; un silencio entretejido de oración constante, oración de bendición del Señor, de adoración de su santa voluntad y de confianza sin reservas en su providencia. No es exagerado pensar que Jesús aprendiera —a nivel humano— precisamente del «padre» José esa intensa interioridad, que es la condición de la auténtica justicia, la «justicia interior», que un día enseñará a sus discípulos (Cf. Mateo 5, 20). ¡Dejémonos contagiar por el silencio de san José! Nos hace tanta falta en un mundo con frecuencia demasiado ruidoso, que no favorece el recogimiento y la escucha de la voz de Dios. En este tiempo de preparación de la Navidad, cultivemos el recogimiento interior para acoger y custodiar a Jesús en nuestra vida. 1058 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL AUDIENCIA GENERAL Miércoles 30 de noviembre de 2005 Junto a los canales de Babilonia 1. En este primer miércoles de Adviento, tiempo litúrgico de silencio, vigilancia y oración como preparación para la Navidad, meditamos el salmo 136, que se ha hecho célebre en la versión latina de su inicio, Super flumina Babylonis. El texto evoca la tragedia que vivió el pueblo judío durante la destrucción de Jerusalén, acaecida en el año 586 a.C., y el sucesivo y consiguiente destierro en Babilonia. Se trata de un canto nacional de dolor, marcado por una profunda nostalgia por lo que se había perdido. Esta apremiante invocación al Señor para que libre a sus fieles de la esclavitud babilónica expresa también los sentimientos de esperanza y espera de la salvación con los que hemos iniciado nuestro camino de Adviento. La primera parte del Salmo (cf. vv. 1-4) tiene como telón de fondo la tierra del destierro, con sus ríos y canales, que regaban la llanura de Babilonia, sede de los judíos deportados. Es casi la anticipación simbólica de los campos de concentración, en los que el pueblo judío —en el siglo que acaba de concluir— sufrió una operación infame de muerte, que ha quedado como una vergüenza indeleble en la historia de la humanidad. La segunda parte del Salmo (cf. vv. 5-6), por el contrario, está impregnada del recuerdo amoroso de Sión, la ciudad perdida pero viva en el corazón de los desterrados. 2. En sus palabras, el salmista se refiere a la mano, la lengua, el paladar, la voz y las lágrimas. La mano es indispensable para el músico que toca la cítara, pero está paralizada (cf. v. 5) por el dolor, entre otras causas porque las cítaras están colgadas de los sauces. La lengua es necesaria para el cantor, pero está pegada al paladar (cf. v. 6). En vano los verdugos babilonios «los invitan a cantar, para divertirlos» (cf. v. 3). Los «cantos de Sión» son «cantos del Señor» (vv. 3-4); no son canciones folclóricas, para espectáculo. Sólo pueden elevarse al cielo en la liturgia y en la libertad de un pueblo. 3. Dios, que es el árbitro último de la historia, sabrá comprender y acoger según su justicia también el grito de las víctimas, por encima de los graves acentos que a veces asume. Vamos a utilizar una meditación de san Agustín sobre este salmo. En ella el gran Padre de la Iglesia introduce una nota sorprendente y de gran actualidad: sabe que incluso entre los habitantes de Babilonia hay personas comprometidas en favor de la paz y del bien de la comunidad, aunque no comparten la fe bíblica, es decir, aunque no conocen la esperanza en la ciudad eterna a la que aspiramos. Llevan en sí mismos una chispa de deseo de algo desconocido, de algo más grande, de algo trascendente, de una verdadera redención. Y él dice que incluso entre los perseguidores, entre los no creyentes, se encuentran personas con esa chispa, con una especie de fe, de SANTA S EDE DICIEMBRE • 1059 esperanza, en la medida que les es posible en las circunstancias en que viven. Con esta fe también en una realidad desconocida, están realmente en camino hacia la verdadera Jerusalén, hacia Cristo. Y con esta apertura de esperanza también para los babilonios —como los llama Agustín—, para los que no conocen a Cristo, y ni siquiera a Dios, y a pesar de ello desean algo desconocido, algo eterno, nos exhorta también a nosotros a no fijarnos simplemente en las cosas materiales del momento presente, sino a perseverar en el camino hacia Dios. Sólo con esta esperanza más grande podemos también transformar este mundo, de modo adecuado. San Agustín lo dice con estas palabras: «Si somos ciudadanos de Jerusalén, (...) y debemos vivir en esta tierra, en la confusión del mundo presente, en esta Babilonia, donde no vivimos como ciudadanos sino como prisioneros, es necesario que no sólo cantemos lo que dice el Salmo, sino que también lo vivamos: esto se hace con una aspiración profunda del corazón, plena y religiosamente deseoso de la ciudad eterna». Y añade, refiriéndose a la «ciudad terrestre llamada Babilonia»: «Tiene personas que, impulsadas por el amor a ella, se esfuerzan por garantizar la paz —la paz temporal—, sin alimentar en su corazón otra esperanza, más aún, poniendo en esto toda su alegría, sin buscar nada más. Y vemos que se esfuerzan al máximo por ser útiles a la sociedad terrena. Ahora bien, si se comprometen con conciencia pura en este esfuerzo, Dios no permitirá que perezcan con Babilonia, pues los ha predestinado a ser ciudadanos de Jerusalén, pero con tal de que, viviendo en Babilonia, no tengan su soberbia, su lujo caduco y su irritante arrogancia. (...) Ve su esclavitud y les mostrará la otra ciudad, por la que deben suspirar verdaderamente y hacia la cual deben dirigir todo esfuerzo» (Esposizioni sui Salmi, 136, 1-2: Nuova Biblioteca Agostiniana, XXVIII, Roma 1977, pp. 397. 399). Pidamos al Señor que en todos nosotros se despierte este deseo, esta apertura hacia Dios, y que también los que no conocen a Cristo sean tocados por su amor, de forma que todos juntos estemos en peregrinación hacia la ciudad definitiva y la luz de esta ciudad brille también en nuestro tiempo y en nuestro mundo. 1060 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL AUDIENCIA GENERAL Miércoles 7 de diciembre de 2005 Himno de acción de gracias 1. El himno de acción de gracias que acabamos de escuchar, y que constituye el salmo 137, atribuido por la tradición judía al rey David, aunque probablemente fue compuesto en una época posterior, comienza con un canto personal del orante. Alza su voz en el marco de la asamblea del templo o, por lo menos, teniendo como referencia el santuario de Sión, sede de la presencia del Señor y de su encuentro con el pueblo de los fieles. En efecto, el salmista afirma que «se postrará hacia el santuario» de Jerusalén (cf. v. 2): en él canta ante Dios, que está en los cielos con su corte de ángeles, pero que también está a la escucha en el espacio terreno del templo (cf. v. 1). El orante tiene la certeza de que el «nombre» del Señor, es decir, su realidad personal viva y operante, y sus virtudes de fidelidad y misericordia, signos de la alianza con su pueblo, son el fundamento de toda confianza y de toda esperanza (cf. v. 2). 2. Aquí la mirada se dirige por un instante al pasado, al día del sufrimiento: la voz divina había respondido entonces al clamor del fiel angustiado. Dios había infundido valor al alma turbada (cf. v. 3). El original hebreo habla literalmente del Señor que «agita la fuerza en el alma» del justo oprimido: es como si se produjera la irrupción de un viento impetuoso que barre las dudas y los temores, infunde una energía vital nueva y aumenta la fortaleza y la confianza. Después de esta premisa, aparentemente personal, el salmista ensancha su mirada al mundo e imagina que su testimonio abarca todo el horizonte: «todos los reyes de la tierra», en una especie de adhesión universal, se asocian al orante en una alabanza común en honor de la grandeza y el poder soberanos del Señor (cf. vv. 4-6). 3. El contenido de esta alabanza coral que elevan todos los pueblos permite ver ya a la futura Iglesia de los paganos, la futura Iglesia universal. Este contenido tiene como primer tema la «gloria» y los «caminos del Señor» (cf. v. 5), es decir, sus proyectos de salvación y su revelación. Así se descubre que Dios, ciertamente, es «sublime» y trascendente, pero «se fija en el humilde» con afecto, mientras que aleja de su rostro al soberbio como señal de rechazo y de juicio (cf. v. 6). Como proclama Isaías, «así dice el Excelso y Sublime, el que mora por siempre y cuyo nombre es Santo: «En lo excelso y sagrado yo moro, y estoy también con el humillado y abatido de espíritu, para avivar el espíritu de los abatidos, para avivar el ánimo de los humillados»» (Is 57, 15). Por consiguiente, Dios opta por defender a los débiles, a las víctimas, a los humildes. Esto se da a conocer a todos los reyes, para que sepan cuál debe ser su opción en el gobierno de las naciones. Naturalmente, no sólo se dice a los reyes y a todos los gobiernos, sino también a todos nosotros, porque también nosotros debemos saber qué opción hemos de tomar: ponernos del lado de los humildes, de los últimos, de los pobres y los débiles. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1061 4. Después de este llamamiento, con dimensión mundial, a los responsables de las naciones, no sólo de aquel tiempo sino también de todos los tiempos, el orante vuelve a la alabanza personal (cf. Sal 137, 7-8). Con una mirada que se dirige hacia el futuro de su vida, implora una ayuda de Dios también para las pruebas que aún le depare la existencia. Y todos nosotros oramos así juntamente con el orante de aquel tiempo. Se habla, de modo sintético, de la «ira del enemigo» (v. 7), una especie de símbolo de todas las hostilidades que puede afrontar el justo durante su camino en la historia. Pero él sabe, como sabemos también nosotros, que el Señor no lo abandonará nunca y que extenderá su mano para sostenerlo y guiarlo. Las palabras conclusivas del Salmo son, por tanto, una última y apasionada profesión de confianza en Dios porque su misericordia es eterna. «No abandonará la obra de sus manos», es decir, su criatura (cf. v. 8). Y también nosotros debemos vivir siempre con esta confianza, con esta certeza en la bondad de Dios. Debemos tener la seguridad de que, por más pesadas y tempestuosas que sean las pruebas que debamos afrontar, nunca estaremos abandonados a nosotros mismos, nunca caeremos fuera de las manos del Señor, las manos que nos han creado y que ahora nos siguen en el itinerario de la vida. Como confesará san Pablo, «Aquél que inició en vosotros la obra buena, él mismo la llevará a su cumplimiento» (Flp 1, 6). 5. Así hemos orado también nosotros con un salmo de alabanza, de acción de gracias y de confianza. Ahora queremos seguir entonando este himno de alabanza con el testimonio de un cantor cristiano, el gran san Efrén el Sirio (siglo IV), autor de textos de extraordinaria elevación poética y espiritual. «Por más grande que sea nuestra admiración por ti, Señor, tu gloria supera lo que nuestra lengua puede expresar», canta san Efrén en un himno (Inni sulla Verginità, 7: L’arpa dello Spirito, Roma 1999, p. 66), y en otro: «Alabanza a ti, para quien todas las cosas son fáciles, porque eres todopoderoso» (Inni sulla Natività, 11: ib., p. 48); y este es un motivo ulterior de nuestra confianza: que Dios tiene el poder de la misericordia y usa su poder para la misericordia. Una última cita de san Efrén: «Que te alaben todos los que comprenden tu verdad» (Inni sulla Fede, 14: ib., p. 27). 1062 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL AUDIENCIA GENERAL Miércoles 14 de diciembre de 2005 Dios lo ve todo 1. En dos etapas distintas, la liturgia de las Vísperas —cuyos salmos y cánticos estamos meditando— nos propone la lectura de un himno sapiencial de gran belleza y fuerte impacto emotivo: el salmo 138. Hoy reflexionaremos sobre la primera parte de la composición (cf. vv. 1-12), es decir, sobre las primeras dos estrofas, que exaltan respectivamente la omnisciencia de Dios (cf. vv. 1-6) y su omnipresencia en el espacio y en el tiempo (cf. vv. 7-12). El vigor de las imágenes y de las expresiones tiene como finalidad la celebración del Creador: «Si es notable la grandeza de las obras creadas —afirma Teodoreto de Ciro, escritor cristiano del siglo V—, ¡cuánto más grande debe de ser su Creador!» (Discursos sobre la Providencia, 4: Collana di Testi patristici, LXXV, Roma 1988, p. 115). Con su meditación el salmista desea sobre todo penetrar en el misterio del Dios trascendente, pero cercano a nosotros. 2. El mensaje fundamental que nos transmite es muy claro: Dios lo sabe todo y está presente al lado de sus criaturas, que no pueden sustraerse a él. Pero su presencia no es agobiante, como la de un inspector; ciertamente, su mirada sobre el mal es severa, pues no puede quedar indiferente ante él. Con todo, el elemento fundamental es una presencia salvífica, capaz de abarcar todo el ser y toda la historia. Es prácticamente el escenario espiritual al que alude san Pablo, hablando en el Areópago de Atenas, con la cita de un poeta griego: “En él vivimos, nos movemos y existimos” (Hch 17, 28). 3. El primer pasaje (cf. Sal 138, 1-6), como decíamos, es la celebración de la omnisciencia divina. En efecto, se repiten los verbos de conocimiento, como “sondear”, “conocer”, “saber”, “penetrar”, “comprender”, “distinguir”. Como es sabido, el conocimiento bíblico supera el puro y simple aprender y comprender intelectivo; es una especie de comunión entre el que conoce y lo conocido: por consiguiente, el Señor tiene intimidad con nosotros, mientras pensamos y actuamos. El segundo pasaje de nuestro salmo (cf. vv. 7-12), en cambio, está dedicado a la omnipresencia divina. En él se describe de modo muy vivo la ilusoria voluntad del hombre de sustraerse a esa presencia. Ocupa todo el espacio: está ante todo el eje vertical “cielo-abismo” (cf. v. 8); luego viene la dimensión horizontal, que va desde la aurora, es decir, desde el oriente, y llega hasta “el confín del mar” Mediterráneo, o sea, hasta occidente (cf. v. 9). Todos los ámbitos del espacio, incluso los más secretos, contienen una presencia activa de Dios. El salmista, a continuación, introduce también la otra realidad en la que estamos inmersos: el tiempo, representado simbólicamente por la noche y la luz, las tinieblas y el día (cf. vv. 11-12). Incluso la oscuridad, en la que nos resulta difícil caminar y ver, está penetrada por la mirada y la epifanía del Señor del ser y del tiempo. Su mano siempre está dispuesta a aferrar la nuestra para guiarnos en nuestro itinerario SANTA S EDE DICIEMBRE • 1063 terreno (cf. v. 10). Por consiguiente, es una cercanía no de juicio, que infundiría temor, sino de apoyo y liberación. Así, podemos comprender cuál es el contenido último, el contenido esencial de este salmo: es un canto de confianza. Dios está siempre con nosotros. No nos abandona ni siquiera en las noches más oscuras de nuestra vida. Está presente incluso en los momentos más difíciles. El Señor no nos abandona ni siquiera en la última noche, en la última soledad, en la que nadie puede acompañarnos, en la noche de la muerte. Nos acompaña incluso en esta última soledad de la noche de la muerte. Por eso, los cristianos podemos tener confianza: nunca estamos solos. La bondad de Dios está siempre con nosotros. 4. Comenzamos con una cita del escritor cristiano Teodoreto de Ciro. Concluyamos con una reflexión del mismo autor, en su IV Discurso sobre la Providencia divina, porque en definitiva éste es el tema del Salmo. Comentando el versículo 6, en el que el orante exclama: “Tanto saber me sobrepasa; es sublime y no lo abarco”, Teodoreto explica el pasaje dirigiéndose a la interioridad de su conciencia y de su experiencia personal y afirma: “Volviéndome hacia mí mismo, entrando hasta lo más íntimo de mí mismo y alejándome de los ruidos exteriores, quise sumergirme en la contemplación de mi naturaleza... Reflexionando sobre estas cosas y pensando en la armonía entre la naturaleza mortal y la inmortal, quedé asombrado ante tan gran prodigio y, dado que no logré comprender este misterio, reconozco mi derrota; más aún, mientras proclamo la victoria de la sabiduría del Creador y le canto himnos de alabanza, grito: “Tanto saber me sobrepasa; es sublime y no lo abarco”” (Collana di Testi patristici, LXXV, Roma 1988, pp. 116-117). 1064 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL AUDIENCIA GENERAL Miércoles 21 de diciembre de 2005 Queridos hermanos y hermanas: La Audiencia de hoy se desarrolla en un clima de alegría y esperanza. La oración ¡Ven Señor Jesús! nos prepara para acoger al Redentor que nace en el pesebre. Entre los símbolos que nos ayudan a comprender este misterio de Navidad, sobresale el de la luz por su significado espiritual. Hace referencia a una realidad que concierne a la intimidad del hombre: el bien que vence al mal, la vida que derrota a la muerte. Las luces que adornan las calles nos evocan la verdadera luz que llega a los hombres de buena voluntad. Dios nacido en Belén es la estrella de nuestra vida. Ante una cultura consumista que tiende a ignorar los símbolos cristianos de las fiestas navideñas, preparémonos para celebrar con alegría el nacimiento del Salvador, transmitiendo a las nuevas generaciones los valores de las tradiciones que forman parte del patrimonio de nuestra fe y cultura. AUDIENCIA GENERAL Miércoles 28 de diciembre de 2005 Queridos hermanos y hermanas: En sintonía con el clima navideño de estos días y la fiesta de hoy, los Santos Inocentes, el Salmo que se ha proclamado se refiere a la obra maestra de la Creación, el ser humano. Dios le presta una particular atención ya desde su primer momento de vida, cuando le “tejía en el seno materno”, como dice el salmista. Ya entonces, Dios se fija en él con amor para completar su designio en esta obra prodigiosa que es el hombre. De cada uno conoce todo, su pasado y su futuro, sin descuidar nada ni a nadie. Por eso, como decía san Gregorio Magno, por pequeños e informes que sean, no se apartan del amor a Dios y al prójimo según sus posibilidades, contribuyendo a su modo a la edificación de la Iglesia. Este es, pues, un mensaje de esperanza, que se dirige también a los que aún son débiles en la vida espiritual. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1065 CARTAS MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI CON OCASIÓN DEL ENCUENTRO CONTINENTAL PARA AMÉRICA SOBRE EL «COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA» Al Señor Cardenal Norberto Rivera Carrera Arzobispo Primado de México Con ocasión del Encuentro Continental para América sobre el Compendio de la doctrina social de la Iglesia que tiene lugar en esa Ciudad, me es grato dirigir un cordial saludo a los organizadores y participantes, provenientes de los diversos países americanos, que asisten a ese importante Encuentro movidos por su compromiso en la evangelización de la vida social. Se cumple así el deseo de mi venerado Predecesor, el Siervo de Dios Juan Pablo II, el cual indicó la utilidad de un “compendio o síntesis autorizada de la doctrina social católica” (Ecclesia in America, 54), consciente de la importancia prioritaria que tiene el conocimiento y la difusión de la doctrina social de la Iglesia. En efecto, dicho Compendio es un instrumento valioso, que facilita en los diversos ámbitos un estudio más profundo y sistemático de las orientaciones de la Iglesia en campo político, social y económico, favoreciendo al mismo tiempo su aplicación práctica en el contexto concreto de cada País o Continente, teniendo en cuenta sus propias peculiaridades. Me complace constatar que ese Encuentro pretende dar mayor vigor en América a la misión evangelizadora de la Iglesia, que debe extenderse también al campo social, teniendo siempre en cuenta la primacía de la verdad sobre el hombre y su dignidad inviolable con todos sus derechos. De este modo, el mundo que tanto multiplica cada día sus formas de organización y su interrelación, hasta llegar a la hoy llamada globalización, podrá disponer también de un alma que le haga crecer además en humanidad, justicia y espíritu solidario. En esta misión evangelizadora y humanizadora de la Iglesia participan los fieles laicos de un modo peculiar y acorde con su índole secular, pues viven y actúan allí donde se organiza la vida social, donde se toman las decisiones o se transforman las estructuras que condicionan la vida civil. Ellos han de seguir su vocación específica de “buscar el reino de Dios tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales” (Lumen gentium, 31) y, por tanto, poniendo sus capacidades profesionales y el testimonio de una vida ejemplar al servicio de la evangelización de la vida social, haciéndola al mismo tiempo más justa y adecuada a la persona humana. Para ello necesitan una sólida formación que les permita discernir en cada situación concreta, por encima de intereses particulares o propuestas oportunistas, lo que realmente mejora al ser humano en su integridad y las características que han de tener los 1066 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL diversos organismos sociales para promover el verdadero bien común. En este sentido, el Compendio objeto de estudio en ese Encuentro, por su carácter orgánico y la formulación sintética de cada uno de los puntos tratados, es una ayuda preciosa para la formación de los fieles cristianos en las cuestiones sociales, sobre todo si va acompañado de una acción pastoral y catequética sabia, constante y capilar. Ruego al Señor, por la intercesión maternal de Nuestra Señora de Guadalupe, que ilumine los trabajos de ese Encuentro continental, para que dé frutos abundantes y sea él mismo una ocasión propicia para vivir con espíritu cristiano la sed de justicia, así como para fomentar el compromiso solidario con los necesitados y el irrenunciable impulso de la caridad. Con estos sentimientos, imparto de corazón a todos los congresistas la Bendición Apostólica. Vaticano, 19 de Noviembre de 2005 SANTA S EDE DICIEMBRE • 1067 MENSAJE DEL SANTO PADRE, BENEDICTO XVI, A SU SANTIDAD BARTOLOMÉ I, PATRIARCA ECUMÉNICO DE CONSTANTINOPLA A Su Santidad BARTOLOMÉ I, Arzobispo de Constantinopla. Patriarca ecuménico “¡Que la gracia del Señor Jesús sea con vosotros! Os amo a todos en Cristo Jesús” (1 Co 16, 23-24). Con gran alegría escribo a Su Santidad, con ocasión de la fiesta de san Andrés, apóstol y hermano de san Pedro. La delegación que le envío, encabezada por el presidente del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, su eminencia cardenal Walter Kasper, le lleva el más afectuoso saludo fraterno de la Iglesia de Roma. Aunque yo mismo habría deseado estar presente para asegurarle personalmente mi afecto en el Señor y orar con usted, le transmito mi ferviente esperanza de una comunión cada vez más profunda, que supere los obstáculos que aún permanecen entre nosotros y nos permita celebrar juntos la santa Eucaristía, el único sacrificio de Cristo para la vida del mundo. Este año conmemoramos el cuadragésimo aniversario del 7 de diciembre de 1965, día en que el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, desaprobando lo que había ocurrido en 1054, decidieron juntos, en Roma y Constantinopla, “cancelar de la memoria de la Iglesia la sentencia de excomunión que había sido pronunciada”. Ese acontecimiento trascendental se transformó en la base de una renovada relación marcada por el respeto recíproco y la reconciliación. Recordamos con alegría las palabras inspiradas que pronunció aquel día, en la catedral de El Fanar, el amado Patriarca Atenágoras: “Dios es amor (1 Jn 4, 9): el amor es el signo de los discípulos de Cristo dado por Dios, la fuerza unificadora de su Iglesia, y en ella el principio de paz, de concordia y de orden, como perpetua y espléndida manifestación del Espíritu Santo” (Respuesta a la Declaración común, 7 de diciembre de 1965). En efecto, esta cancelación marcó el comienzo de una nueva etapa de la vida eclesial, una época de diálogo, en la que se ha visto un significativo progreso, pero que debe afrontar el desafío de continuar la búsqueda rigurosa de sus objetivos tan valiosos. A este respecto, es fuente de gran satisfacción para mí que, después de una pausa de algunos años, se reanude nuestro diálogo teológico. Pido a Dios que realmente dé fruto y confío en que no se escatime ningún esfuerzo para lograrlo. El que pone su mano en el arado no debe volver atrás (cf. Lc 9, 62). Más bien, debe perseverar y completar su obra, sembrando la semilla y confiando en la abundante cosecha que Dios, en su bondad, proporcionará. Atento, pues, a lo que el Espíritu dice sobre las necesidades de las Iglesias hoy y en el futuro, aseguro a Su Santidad y al Santo Sínodo, y a través de vosotros a todas las Iglesias ortodoxas, que la Iglesia católica sigue comprometida irrevocablemente a promover toda iniciativa adecuada y útil para fortalecer la caridad, la solidaridad y el diálogo teológico entre nosotros. En la alegría de la fiesta de San Andrés, santo custodio de la Iglesia de Constantinopla, renuevo a Su Santidad mi amor fraterno y le envío mi saludo afectuoso en el abrazo de la paz. Vaticano, 26 de noviembre de 2005 1068 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL DISCURSOS DISCURSO DEL SANTO PADRE, BENEDICTO XVI, A LOS MIEMBROS DE LA COMISIÓN TEOLÓGICA UNIVERSAL Jueves 1 de diciembre de 2005 Reverendísimo presidente; excelencias; ilustres profesores; queridos colaboradores: Me alegra acogeros en este encuentro familiar, que despierta en mí el recuerdo de una colaboración prolongada y profunda con muchos de vosotros. Fui nombrado miembro de la Comisión teológica internacional en 1969 y luego, desde 1982, fui su presidente. Ante todo, deseo expresar mi sincero agradecimiento por las palabras de saludo que me ha dirigido el arzobispo monseñor Levada, que participa por primera vez en calidad de presidente en una sesión de la Comisión teológica internacional. Le expreso mis mejores deseos y le aseguro mi oración para que la luz y la fuerza del Espíritu lo acompañen en la realización de la tarea que se le ha encomendado. Con la sesión plenaria que se está celebrando en estos días prosiguen los trabajos del séptimo “quinquenio” de la Comisión, iniciados el año pasado, cuando yo era aún su presidente. Aprovecho de buen grado la ocasión para animaros a cada uno de vosotros a continuar la reflexión sobre los temas elegidos para el estudio en los próximos años. El recordado Papa Juan Pablo II, al recibir a los miembros el 7 de octubre del año pasado, había destacado la gran importancia de dos temas que son actualmente objeto de estudio: el de la suerte de los niños muertos sin el bautismo en el contexto de la voluntad salvífica universal de Dios, de la mediación única de Jesucristo y de la sacramentalidad de la Iglesia, y el de la ley moral natural. Este último tema es de especial relevancia para comprender el fundamento de los derechos arraigados en la naturaleza de la persona y, como tales, derivados de la voluntad misma de Dios creador. Anteriores a cualquier ley positiva de los Estados, son universales, inviolables e inalienables; y, por tanto, todos deben reconocerlos como tales, especialmente las autoridades civiles, llamadas a promover y garantizar su respeto. Aunque en la cultura actual parece haberse perdido el concepto de “naturaleza humana”, es un hecho que los derechos humanos no se pueden comprender sin presuponer que el hombre, en su mismo ser, es portador de valores y de normas que hay que descubrir y reafirmar, y no inventar o imponer de modo subjetivo y arbitrario. En este punto, es de gran importancia el diálogo con el mundo laico: debe mostrarse con evidencia que la negación de un fundamento ontológico de los valores esenciales de la vida humana desemboca inevitablemente en el positivismo y hace que el derecho dependa de las corrientes de pensamiento dominantes en una sociedad, pervirtiendo así el derecho en un instrumento del poder en vez de subordinar el poder al derecho. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1069 No menor importancia reviste el tercer tema, determinado durante la sesión plenaria del año pasado, es decir, el estatuto y el método de la teología católica. La teología no puede menos de nacer de la obediencia al impulso de la verdad y del amor que desea conocer cada vez mejor a aquel que ama, en este caso a Dios mismo, cuya bondad hemos reconocido en el acto de fe (cf. Donum veritatis, 7). Conocemos a Dios porque él, en su infinita bondad, se dio a conocer en la creación y sobre todo en su Hijo unigénito, que se hizo hombre por nosotros, y murió y resucitó por nuestra salvación. En consecuencia, la revelación de Cristo es el principio normativo fundamental para la teología. Esta se ejerce siempre en la Iglesia y para la Iglesia, Cuerpo de Cristo, único sujeto con Cristo, y así también con fidelidad a la Tradición apostólica. Por tanto, la actividad del teólogo debe realizarse en comunión con la voz viva de la Iglesia, es decir, con el magisterio vivo de la Iglesia y bajo su autoridad. Considerar la teología como un asunto privado del teólogo significa desconocer su misma naturaleza. Sólo dentro de la comunidad eclesial, en comunión con los legítimos pastores de la Iglesia, tiene sentido la actividad teológica, que ciertamente requiere competencia científica, pero también y sobre todo el espíritu de fe y la humildad de quien sabe que el Dios vivo y verdadero, objeto de su reflexión, supera infinitamente la capacidad humana. Sólo con la oración y la contemplación se puede adquirir el sentido de Dios y la docilidad a la acción del Espíritu Santo, que darán fecundidad a la investigación teológica para el bien de toda la Iglesia y, podríamos decir, para toda la humanidad. Aquí se podría objetar: una teología definida así, ¿sigue siendo ciencia y está de acuerdo con nuestra razón y su libertad? Sí; racionalidad, cientificidad y pensar en la comunión de la Iglesia no sólo no se excluyen, sino que van juntas. El Espíritu Santo introduce a la Iglesia en la plenitud de la verdad (cf. Jn 16, 13), la Iglesia está al servicio de la verdad y su guía es educación en la verdad. Deseando que vuestras jornadas de estudio estén animadas por la comunión fraterna en la búsqueda de la Verdad que la Iglesia quiere anunciar a todos los hombres, suplico a María santísima, Sede de la Sabiduría, que guíe vuestros pasos en la alegría y en la esperanza cristiana. Con estos sentimientos, a la vez que os renuevo a todos la expresión de mi estima y de mi confianza, os imparto de corazón la bendición apostólica. 1070 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL DISCURSO DEL SANTO PADRE, BENEDICTO XVI, A LOS PRESIDENTES DE LAS COMISIONES EPISCOPALES PARA LA FAMILIA Y LA VIDA DE AMÉRICA LATINA Sábado 3 de diciembre de 2005 Queridos hermanos en el episcopado: 1. Me complace recibiros con ocasión del tercer encuentro de los presidentes de las comisiones episcopales para la familia y la vida de América Latina. Deseo expresar mi gratitud por las palabras que me ha dirigido el señor cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo pontificio para la familia. Soy testigo, junto con toda la Iglesia, de la solicitud con que el Papa Juan Pablo II se entregó a este tema tan importante. Por mi parte, asumo esta misma preocupación, que afecta en gran medida al futuro de la Iglesia y de los pueblos, ya que, como afirmaba mi predecesor en la exhortación apostólica Familiaris consortio, «el futuro de la humanidad se fragua en la familia. Por consiguiente es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los valores y exigencias de la familia». Y añadía: «Corresponde también a los cristianos el deber de anunciar con alegría y convicción la “buena nueva” sobre la familia que tiene absoluta necesidad de escuchar siempre de nuevo y de entender cada vez mejor las palabras auténticas que le revelan su identidad, sus recursos interiores, la importancia de su misión en la ciudad de los hombres y en la de Dios» (n. 86). La mencionada exhortación, junto con la Carta a las familias Gratissimam sane y la encíclica Evangelium vitae constituyen como un luminoso tríptico que debe inspirar vuestra tarea de pastores. 2. Quiero agradecer, de modo especial, vuestra solicitud pastoral en el intento por salvaguardar los valores fundamentales del matrimonio y de la familia, amenazados por el fenómeno actual de la secularización, que impide a la conciencia social llegar a descubrir adecuadamente la identidad y misión de la institución familiar, y últimamente por la presión de leyes injustas que desconocen los derechos fundamentales de la misma. Frente a esta situación, contemplo con complacencia cómo crece y se consolida la labor de las Iglesias particulares en favor de esta institución humana, que hunde sus raíces en el designio amoroso de Dios y representa el modelo insustituible para el bien común de la humanidad. Son muchísimos los hogares que dan una respuesta generosa al Señor, y, además, abundan las experiencias pastorales, signo de una nueva vitalidad, en las que, a través de una mejor preparación para el matrimonio, se fortalece la identidad de la familia. 3. Vuestro deber de pastores es presentar en toda su riqueza el valor extraordinario del matrimonio que, como institución natural, es “patrimonio de la humanidad”. Por otra parte, su elevación a la altísima dignidad de sacramento debe ser contemplada con gratitud y estupor, como ya lo expresé recientemente al afirmar que “el valor de SANTA S EDE DICIEMBRE • 1071 sacramento que el matrimonio asume en Cristo significa, por tanto, que el don de la creación fue elevado a gracia de redención. La gracia de Cristo no se añade desde fuera a la naturaleza del hombre, no le hace violencia, sino que la libera y la restaura, precisamente al elevarla más allá de sus propios límites” (Discurso en la Ceremonia de apertura de la Asamblea Eclesial de la Diócesis de Roma, 6 de junio de 2005). 4. El amor y la entrega total de los esposos, con sus notas peculiares de exclusividad, fidelidad, permanencia en el tiempo y apertura a la vida, está en la base de esa comunidad de vida y amor, que es el matrimonio (cf. Gaudium et spes, 48). Hoy es preciso anunciar con renovado entusiasmo que el evangelio de la familia es un camino de realización humana y espiritual, con la certeza de que el Señor está siempre presente con su gracia. Este anuncio a menudo es desfigurado por falsas concepciones del matrimonio y de la familia que no respetan el proyecto originario de Dios. En este sentido, se han llegado a proponer nuevas formas de matrimonio, algunas de ellas desconocidas en las culturas de los pueblos, en las que se altera su naturaleza específica. También en el ámbito de la vida están surgiendo nuevos planteamientos, que ponen en tela de juicio este derecho fundamental. Como consecuencia, se facilita la eliminación del embrión o su uso arbitrario en aras del progreso de la ciencia que, al no reconocer sus propios límites y no aceptar todos los principios morales que permiten salvaguardar la dignidad de la persona, se convierte en una amenaza para el ser humano mismo, quedando reducido a un objeto o a un mero instrumento. Cuando se llega a estos niveles se resiente la misma sociedad y se estremecen sus fundamentos con toda clase de riesgos. 5. En América Latina, como en todas partes, los hijos tienen el derecho de nacer y crecer en el seno de una familia fundada sobre el matrimonio, donde los padres sean los primeros educadores de la fe de sus hijos, y éstos puedan alcanzar su plena madurez humana y espiritual. Verdaderamente, los hijos son la mayor riqueza y el bien más preciado de la familia. Por eso es necesario ayudar a todas las personas a tomar conciencia del mal intrínseco del crimen del aborto que, al atentar contra la vida humana en su inicio, es también una agresión contra la sociedad misma. De ahí que los políticos y legisladores, como servidores del bien social, tienen el deber de defender el derecho fundamental a la vida, fruto del amor de Dios. 6. Es indudable que para la acción pastoral, en una materia tan delicada y compleja, y en la que intervienen diversas disciplinas y se tratan cuestiones tan fundamentales, se requiere una cuidadosa preparación de los agentes pastorales en las diócesis. Así, los sacerdotes, como colaboradores inmediatos de los obispos, han de poder recibir una sólida preparación en este campo, que les permita afrontar con competencia y convicción la problemática suscitada en su labor pastoral. En cuanto a los laicos, sobre todo los que dedican sus energías a este servicio de las familias, necesitan también una válida y elevada formación, que les ayude a testimoniar la grandeza y el valor permanente del matrimonio en la sociedad actual. 1072 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL 7. Queridos hermanos, como bien sabéis, está ya próximo el V Encuentro mundial de las familias, en Valencia, España, y que tendrá como tema: La transmisión de la fe en familia. A este respecto, deseo expresar mi cordial saludo al arzobispo de aquella ciudad, mons. Agustín García-Gasco, el cual participa en este Encuentro y que, con el Consejo pontificio para la familia, lleva a cabo la ardua tarea de su preparación. Os animo a todos para que numerosas delegaciones de las Conferencias episcopales, diócesis y movimientos de América Latina, puedan participar en tan importante evento eclesial. Por mi parte, apoyo decididamente la celebración de este Encuentro y lo pongo bajo la amorosa protección de la Sagrada Familia. A vosotros, queridos pastores, y a todas las familias de América Latina imparto de corazón mi bendición apostólica. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1073 DISCURSO DEL SANTO PADRE, BENEDICTO XVI, A LAS PERSONAS CONSAGRADAS PRESENTES EN LA DIÓCESIS DE ROMA Sala Pablo VI, sábado 10 de diciembre de 2005 Señor cardenal; venerados hermanos en el episcopado y en el presbiterado; queridos hermanos y hermanas: Es una gran alegría para mí encontrarme con vosotros hoy, en el clima espiritual del Adviento, mientras nos preparamos para la santa Navidad. Os saludo con afecto a cada uno de vosotros, religiosos y religiosas, miembros de institutos seculares y de nuevas formas de vida consagrada, presentes en la diócesis de Roma, donde realizáis un servicio muy apreciado, insertándoos bien en las diversas realidades sociales y pastorales. ¡Gracias de corazón por vuestro servicio! Saludo en particular a los que viven en los monasterios de vida contemplativa, y que están espiritualmente unidos a nosotros, así como a las personas de vida consagrada procedentes de África, de América Latina y de Asia que estudian en Roma o que pasan aquí un período de su existencia, participando también ellos activamente en la misión de la Iglesia en esta ciudad. Dirijo un saludo fraterno al cardenal Camillo Ruini, al que agradezco las palabras que me ha dirigido en nombre de todos vosotros. Desde siempre los consagrados y las consagradas constituyen en la Iglesia de Roma una presencia valiosa, entre otras razones porque dan un testimonio peculiar de la unidad y la universalidad del pueblo de Dios. Os agradezco el trabajo que realizáis en la viña del Señor y el empeño que ponéis para afrontar los desafíos que plantea la cultura actual a la evangelización en una metrópoli ya cosmopolita como la nuestra. El complejo contexto social y cultural de nuestra ciudad, en el que os encontráis inmersos, no sólo exige de vosotros una atención constante a los problemas locales, sino también una valiente fidelidad a vuestro carisma peculiar. En efecto, la vida consagrada, desde sus orígenes, se ha caracterizado por su sed de Dios: quaerere Deum. Por tanto, vuestro anhelo primero y supremo debe ser testimoniar que es necesario escuchar y amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas, antes que a cualquier otra persona o cosa. Este primado de Dios es de suma importancia precisamente en nuestro tiempo, en el que hay una gran ausencia de Dios. No tengáis miedo de presentaros, incluso de forma visible, como personas consagradas, y tratad de manifestar siempre vuestra pertenencia a Cristo, el tesoro escondido por el que lo habéis dejado todo. Haced vuestro el conocido lema que resumía el programa de san Benito: “No anteponer nada al amor de Cristo”. Ciertamente, son numerosos los desafíos y las dificultades que encontráis hoy en vuestro trabajo en varios frentes. En vuestras residencias y en las obras apostólicas estáis bien insertados en los programas de la diócesis, colaborando, como ha dicho el cardenal Ruini, en las diversas ramas de la acción pastoral, también gracias a la conexión que realizan los organismos de representación de la vida consagrada, como la Conferencia italiana de superiores mayores y la Unión de superioras mayores de Italia, el Grupo de institutos seculares 1074 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL y el Ordo Virginum. Proseguid por este camino, fortaleciendo vuestra fidelidad a los compromisos asumidos, al carisma de vuestros respectivos institutos y a las orientaciones de la Iglesia local. Esta fidelidad, como sabéis, es posible a quienes se mantienen firmes en las fidelidades diarias, pequeñas pero insustituibles: ante todo, fidelidad a la oración y a la escucha de la palabra de Dios; fidelidad al servicio de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo, de acuerdo con el propio carisma; fidelidad a la enseñanza de la Iglesia, comenzando por la enseñanza acerca de la vida consagrada; y fidelidad a los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía, que nos sostienen en las situaciones difíciles de la vida, día tras día. Parte constitutiva de vuestra misión es, además, la vida comunitaria. Al esforzaros por formar comunidades fraternas, mostráis que, gracias al Evangelio, pueden cambiar también las relaciones humanas, que el amor no es una utopía, sino más bien el secreto para construir un mundo más fraterno. El libro de los Hechos de los Apóstoles, después de describir la fraternidad realizada en la comunidad de los cristianos, destaca, casi como consecuencia lógica, que “la palabra de Dios iba creciendo y se multiplicaba considerablemente el número de los discípulos” (Hch 6, 7). La difusión de la Palabra es la bendición que el Dueño de la mies da a la comunidad que se toma en serio el compromiso de hacer crecer la caridad en la fraternidad. Queridos hermanos y hermanas, la Iglesia necesita vuestro testimonio; necesita una vida consagrada que afronte con valentía y creatividad los desafíos de nuestro tiempo. Ante el avance del hedonismo, se os pide el testimonio valiente de la castidad, como expresión de un corazón que conoce la belleza y el precio del amor de Dios. Ante la sed de dinero, que hoy domina casi por doquier, vuestra vida sobria y consagrada al servicio de los más necesitados recuerda que Dios es la riqueza verdadera que no perece. Ante el individualismo y el relativismo, que inducen a las personas a ser norma única para sí mismas, vuestra vida fraterna, capaz de dejarse coordinar y por tanto capaz de obediencia, confirma que ponéis en Dios vuestra realización. No se puede por menos de desear que la cultura de los consejos evangélicos, que es la cultura de las Bienaventuranzas, crezca en la Iglesia, para sostener la vida y el testimonio del pueblo cristiano. El decreto conciliar Perfectae caritatis, de cuya promulgación celebramos este año el cuadragésimo aniversario, afirma que las personas consagradas “evocan ante todos los cristianos aquel maravilloso matrimonio, fundado por Dios y que se ha de manifestar plenamente en el siglo futuro, por el que la Iglesia tiene como único esposo a Cristo” (n. 12). La persona consagrada vive en su tiempo, pero su corazón está proyectado más allá del tiempo y testimonia al hombre contemporáneo, a menudo absorbido por las cosas del mundo, que su verdadero destino es Dios mismo. Queridos hermanos y hermanas, os agradezco el servicio que prestáis al Evangelio, vuestro amor a los pobres y a los que sufren, vuestro esfuerzo en el campo de la educación y la cultura, la incesante oración que se eleva desde los monasterios y la multiforme actividad que lleváis a cabo. Que la Virgen santísima, modelo de vida consagrada, os acompañe y sostenga, a fin de que podáis ser para todos “signo profético” del reino de los cielos. Os aseguro mi recuerdo en la oración y de corazón os bendigo a todos. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1075 DISCURSO DE BENEDICTO XVI, AL RELANZARSE EL DIÁLOGO CATÓLICO-ORTODOXO 15 diciembre 2005 Queridos hermanos en Cristo: Os doy la bienvenida en nombre del Señor, alegrándome por vuestro encuentro fraterno. En este período litúrgico de alegre espera de la Navidad del Salvador, vuestra presencia aumenta nuestra alegría. Vosotros aviváis en mí el recuerdo de las Iglesias que representáis y de todo el mundo ortodoxo. Me alegró, al mismo tiempo, por el encuentro del Comité mixto de coordinación de la «Comisión internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa en su conjunto», signo del deseo de reanudar y continuar el diálogo, que ha experimentado, a lo largo de los años pasados, serias dificultades, internas y externas. Esta reanudación del diálogo tiene lugar después de un acuerdo interortodoxo, del que la Iglesia católica ha sido informada por Su Santidad, Bartolomé I. Tiene por tanto una importancia particular y constituye una grande responsabilidad; se trata, de hecho, de cumplir con la voluntad del Señor, que quiere que sus discípulos formen una comunidad armoniosa y que testimonien juntos el amor fraterno que procede del Señor. En esta nueva fase del diálogo, hay que afrontar juntos dos aspectos: por una parte, eliminar las divergencias que permanecen; y, por otra, tener como deseo primordial hacer todo lo posible para restablecer la plena comunión, bien esencial para la comunidad de los discípulos de Cristo, como la ha subrayado el documento de preparación de vuestro trabajo. La comunión plena está orientada a una comunión en la verdad y en la caridad. No podemos contentarnos con quedarnos en estadios intermedios, sino que tenemos que buscar sin cesar, con valentía, lucidez y humildad, la voluntad de Jesucristo, aunque esto no corresponda a nuestros simples proyectos humanos. La realización de la unidad plena de la Iglesia y la reconciliación entre los cristianos exigen la sumisión de nuestras voluntades a la voluntad del Señor. Una tarea así tiene que comprometer a los pastores, a los teólogos y a todas nuestras comunidades, cada quien según el papel que le es propio. Para avanzar en el camino de la unidad, no son suficientes nuestras débiles fuerzas. Tenemos que pedir la ayuda del Señor, a través de una oración cada vez más insistente, pues la unidad es ante todo un don de Dios (Cf. decreto Unitatis redintegratio, n. 24), invitando al mismo tiempo a todos los cristianos a la oración común «como medio eficaz de pedir la gracia de la unidad». Al mismo tiempo, el decreto Unitatis redintegratio recomendaba el conocimiento recíproco (Cf. n. 9) y el diálogo, por el que hay que «avanzar con amor a la verdad, la caridad y la humildad» para que se mantenga la pureza de la doctrina (ibídem, n. 11). Los pastores que han tenido el mérito de haber emprendido este diálogo, Su Santidad, el Papa Juan Pablo II 1076 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL y Su Santidad Dimitrios I, patriarca de Constantinopla, en la celebración común con la que lo lanzaron, abrieron un camino que tenemos que continuar para llegar a su fin. Al hacernos avanzar hacia la plena comunión entre católicos y ortodoxos, el diálogo contribuirá también «a los múltiples diálogos que se desarrollan en el mundo cristiano en búsqueda de su unidad» («Declaración común», 30 de noviembre de 1979). Al daros las gracias por vuestro compromiso en el estudio de los caminos concretos para el progreso del diálogo entre católicos y ortodoxos, os aseguro mi oración ferviente. Os deseo también una feliz y santa Navidad. Que el año nuevo nos llene de bendiciones divinas y que sea un tiempo de gracia para el camino hacia la plena unidad. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1077 POR UN NUEVO HUMANISMO: PROPUESTA DE BENEDICTO XVI Mensaje a los miembros de las Academias Pontificias de las Ciencias 15 diciembre 2005 Señor cardenal; venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio; queridos hermanos y hermanas: Me alegra enviaros un saludo especial a todos vosotros, que participáis en la décima sesión pública de las Academias pontificias, momento importante del camino anual de trabajo de cada Academia pontificia, y meta significativa del recorrido realizado juntos. En efecto, el Consejo de coordinación entre Academias pontificias fue instituido hace exactamente diez años por el siervo de Dios Juan Pablo II, con el fin de dar nuevo impulso a la vida y a las actividades de las mismas Academias. Dirijo un afectuoso saludo al señor cardenal Paul Poupard, presidente del Consejo de coordinación entre Academias pontificias, y le agradezco el empeño con que ha llevado a cabo su tarea, siguiendo primero la reforma de las Academias y, después, su desarrollo según una finalidad precisa: ofrecer a la Iglesia, así como al mundo de la cultura y de las artes, un proyecto renovado de auténtico humanismo cristiano, válido y significativo para los hombres y las mujeres del tercer milenio. Saludo, asimismo, a los cardenales, a los hermanos en el episcopado, a los embajadores, a los sacerdotes, a los responsables y a los representantes de las Academias pontificias que han intervenido en esa sesión pública. Esta solemne asamblea, en la que son protagonistas la Academia pontificia de Santo Tomás de Aquino y la Academia pontificia de teología, se desarrolla en torno a una temática -”Cristo, Hijo de Dios, hombre perfecto, “medida del verdadero humanismo”que aprecio particularmente, dada su centralidad y esencialidad tanto en la reflexión teológica como en la experiencia de fe de todo cristiano. La cultura actual, profundamente marcada por un subjetivismo que desemboca muchas veces en el individualismo extremo o en el relativismo, impulsa a los hombres a convertirse en única medida de sí mismos, perdiendo de vista otros objetivos que no estén centrados en su propio yo, transformado en único criterio de valoración de la realidad y de sus propias opciones. De este modo, el hombre tiende a replegarse cada vez más en sí mismo, a encerrarse en un microcosmos existencial asfixiante, en el que ya no tienen cabida los grandes ideales, abiertos a la trascendencia, a Dios. En cambio, el hombre que se supera a sí mismo y no se deja encerrar en los estrechos límites de su propio egoísmo, es capaz de una mirada auténtica hacia los demás y hacia la creación. Así, toma conciencia de su característica esencial de criatura en continuo devenir, llamada a un crecimiento armonioso en todas sus dimensiones, comenzando precisamente por la interioridad, para llegar a la realización plena del proyecto que el Creador ha grabado en su ser más profundo. 1078 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL Algunas tendencias o corrientes culturales pretenden dejar a los hombres en un estado de minoridad, de infancia o de adolescencia prolongada. Al contrario, la palabra de Dios nos estimula decididamente a la madurez y nos invita a comprometernos con todas nuestras fuerzas en un alto grado de humanidad. San Pablo, escribiendo a la comunidad de Éfeso, exhortaba a los cristianos a no comportarse como los paganos, “según la vaciedad de su mente, sumergido su pensamiento en las tinieblas y excluidos de la vida de Dios” (Ef 4, 17-18). Al contrario, los verdaderos discípulos del Señor, lejos de permanecer en el estado de niños zarandeados por cualquier viento de doctrina (cf. Ef 4, 14), se esfuerzan por llegar “al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo” (Ef 4, 13). Por consiguiente, Jesucristo, Hijo de Dios, donado por el Padre a la humanidad para restaurar su imagen desfigurada por el pecado, es el hombre perfecto, según el cual se mide el verdadero humanismo. Con él debe confrontarse todo hombre; hacia él, con la ayuda de la gracia, debe tender con todo su corazón, con toda su mente y con todas sus fuerzas, para realizar plenamente su existencia, para responder con alegría y entusiasmo a la altísima vocación inscrita en su corazón (cf. Gaudium et spes, 22). Por eso, me dirijo particularmente a vosotros, queridos e ilustres académicos, para exhortaros a promover con entusiasmo y pasión, cada uno en su campo propio de estudio e investigación, la edificación de este nuevo humanismo. Tenéis la tarea de volver a proponer, con vuestra competencia, la belleza, la bondad y la verdad del rostro de Cristo, en quien todo hombre está llamado a reconocer sus rasgos más auténticos y originales, el modelo que hay que imitar cada vez mejor. Así pues, vuestra ardua tarea, vuestra alta misión consiste en indicar a Cristo al hombre de hoy, presentándolo como la verdadera medida de la madurez y de la plenitud humana. Queridos amigos, siguiendo la tradición inaugurada por mi venerado predecesor, me alegra confirmar el premio de las Academias pontificias, instituido hace diez años para estimular el compromiso de jóvenes estudiosos, artistas e instituciones, que dedican su actividad a la promoción de los valores cristianos. Por eso, acogiendo la propuesta formulada por el Consejo de coordinación, me complace conceder el premio de las Academias pontificias al doctor Giovanni Catapano, de Pordenone, por su obra “El concepto de filosofía en los primeros escritos de Agustín. Análisis de los pasajes metafilosóficos desde el Contra Academicos al De vera religione”, en la que se investiga agudamente la concepción filosófica del “primer” Agustín en sus aspectos más originales. Además, por sugerencia del mismo Consejo de coordinación, como signo de aprecio y aliento, deseo entregar una medalla del pontificado a otros dos estudiosos: al doctor Massimiliano Marianelli, de Lama (Perusa), por su obra La metáfora recuperada. Mitos y símbolos en la filosofía de Simone Weil, y al profesor reverendo Santiago Sanz Sánchez, originario de Talavera de la Reina (Toledo), por su disertación titulada La relación “creación y alianza” en la teología contemporánea: status quaestionis y reflexiones filosófico-teológicas. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1079 Por último, quisiera manifestar a todos los académicos, y especialmente a los miembros de la Academia pontificia de Santo Tomás de Aquino y de la Academia pontificia de teología, mi profundo aprecio por la actividad desarrollada, y expresar el deseo de un renovado y generoso compromiso en el campo teológico y filosófico. Con estos sentimientos, a la vez que os encomiendo a cada uno de vosotros, así como vuestra valiosa obra de estudio e investigación creativa, a la protección materna de la Virgen María, Madre de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, imparto a todos de corazón una especial bendición apostólica. Vaticano, 5 de noviembre de 2005 1080 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL DISCURSO DEL PAPA A LOS UNIVERSITARIOS DE ROMA TRAS LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA DEL JUEVES 16 DICIEMBRE 2005 Queridos hermanos, autoridades académicas, queridos estudiantes: Con gran alegría os dirijo a todos mi cordial saludo, al final de la tradicional celebración eucarística de antes de Navidad para los universitarios de Roma, que tanto le gustaba a mi querido predecesor, Juan Pablo II. En primer lugar, saludo al cardenal vicario, que ha presidido la santa misa, y con él saludo a los demás eclesiásticos presentes. Os doy las gracias a cada uno de vosotros, queridos amigos, por haber acogido la invitación a participar en este encuentro y, en particular, expreso mi reconocimiento a la ministra de Educación, así como a los rectores de las universidades de Roma e Italia, a los directores de los conservatorios, a los capellanes universitarios y a las delegaciones de estudiantes procedentes de algunos países de Europa y de África. Doy con alegría la bienvenida, también, a los participantes en el congreso mundial de pastoral de los estudiantes extranjeros, organizado por el Consejo Pontificio de la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes. A todos dirijo una afectuosa bienvenida. Aprovecho la oportunidad para expresar mi profunda satisfacción por la creciente colaboración que se está instaurando entre las diferentes universidades de Roma. Seguid, queridos amigos, promoviendo la reflexión sobre el nuevo humanismo, teniendo en cuenta los grandes desafíos de la época contemporánea y tratando de conjugar armoniosamente fe y cultura. ¡Qué necesario es en este momento histórico cultivar una auténtica búsqueda espiritual! Además, he tenido el gusto de saber que las cinco facultades de Medicina de la ciudad se han puesto de acuerdo para comprometerse en algunos campos de colaboración sobre los temas de la vida. Por otra parte, en el campo más específicamente pastoral, he apreciado la opción de profundizar el tema de la transmisión de la fe, con un camino formativo que involucre tanto a estudiantes como a profesores. A vosotros, queridos jóvenes, que sois numerosos, os deseo que recorráis con alegría vuestro camino de formación cristiana, conjugándolo con el esfuerzo cotidiano por profundizar en los conocimientos de los respectivos itinerarios académicos. Es necesario redescubrir la belleza de tener a Cristo como maestro de vida y renovar así de manera libre y consciente la propia profesión de fe. Ahora, quisiera dirigir mi atención a los estudiantes extranjeros. Su presencia constituye un fenómeno en aumento y representa para la Iglesia un importante campo de acción pastoral. Los jóvenes que dejan el propio país por motivos de estudio se encuentran con problemas y sobre todo con el riesgo de tener una crisis de identidad, de una pérdida de valores espirituales y morales. Por otra parte, la posibilidad de SANTA S EDE DICIEMBRE • 1081 estudiar en el exterior es para muchos jóvenes una oportunidad única para ser capaces de contribuir en el desarrollo de los propios países, y también de participar de manera activa en la misión de la Iglesia. Es importante proseguir en el camino emprendido para salir al paso de las necesidades de estos hermanos nuestros. Queridos amigos universitarios, estamos cerca de la grande y sugestiva fiesta de la santa Navidad. El clima típico de esta fiesta nos invita a la intimidad y a la alegría. Deseando a quien tiene la posibilidad que pase estos días navideños en familia, con gran serenidad, os invito a acoger en plenitud el mensaje espiritual que nos vuelve a proponer esta solemnidad. Dios se ha hecho hombre, ha puesto su morada entre nosotros. Preparemos nuestro corazón a acoger a Aquél que viene para salvarnos con el don de su vida. Que en esta espera, os guíe María santísima, «Sedes Sapientiae». El icono que está visitando varias naciones, ahora pasa de la delegación de Polonia a la de Bulgaria, para continuar en ese país su peregrinación en las ciudades universitarias. Que ella, la Virgen fiel, la Madre de Cristo, os alcance para cada uno de vosotros y para vuestros ambientes académicos la luz de la divina Sabiduría, Cristo Señor. ¡Feliz Navidad a todos! 1082 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL DISCURSO DE SS. BENEDICTO XVI A LA CURIA ROMANA CON MOTIVO DEL FIN DEL AÑO Señores cardenales, venerados hermanos en el episcopado y en el presbiterado, queridos hermanos y hermanas: «Expergiscere, homo: quia pro te Deus factus est homo» Despiértate, hombre, pues por ti Dios se hizo hombre» (S. Agustín, Discursos, 185). Con esta invitación de San Agustín a captar el sentido auténtico de la Natividad de Cristo, abro mi encuentro con vosotros, queridos colaboradores de la Curia Romana, cerca ya de las fiestas navideñas. Vaya a cada uno de vosotros mi más cordial saludo y mi agradecimiento por los sentimientos de devoción y de afecto de los que se ha hecho eficaz intérprete el Cardenal Decano, a quien va mi gratitud. Dios se hizo hombre por nosotros: éste es el mensaje que, año tras año, desde la silenciosa cueva de Belén se extiende hasta los más remotos rincones de la tierra. Es la Navidad fiesta de luz y de paz, día de estupor interior y de alegría que se expande por el universo, porque «Dios se hizo hombre». Desde la humilde cueva de Belén, el eterno Hijo de Dios, hecho Niño pequeño, se dirige a cada uno de nosotros: nos interroga, nos invita a renacer en él, para que, junto con él, podamos vivir eternamente en la comunión de la Santísima Trinidad. Memoria de Juan Pablo II Con el corazón lleno de la alegría que de este conocimiento se deriva, recorramos idealmente los acontecimientos del año próximo a su fin. Quedan detrás grandes acontecimientos, que han marcado profundamente la vida de la Iglesia. Pienso ante todo en el fallecimiento de nuestro amado Santo Padre Juan Pablo II, precedido por un largo camino de sufrimiento y de pérdida gradual de la palabra. Ningún Papa nos ha legado una cantidad de textos igual a la que él nos ha dejado; ningún Papa antes que él había podido visitar, como él, el mundo entero y hablar directamente a los hombres de todos los continentes. Pero, al final, fue el suyo un camino de sufrimiento y de silencio. Permanecen inolvidables en nuestra memoria las imágenes del Domingo de Ramos, cuando, con la rama de olivo en la mano y marcado por el dolor, se asomaba por la ventana y nos daba la bendición del Señor antes de encaminarse hacia la cruz. Después la imagen de cuando, en su capilla privada, sosteniendo en la mano el crucifijo, participaba en el Vía Crucis del Coliseo, donde tantas veces encabezó la procesión llevando él mismo la cruz. Por último, su muda bendición del Domingo de Pascua, en la que, a través de todo su dolor, veíamos resplandecer la promesa de la resurrección, de la vida eterna. El Santo Padre, con sus palabras y sus obras, nos ha dado cosas grandes; pero no menos importante es la lección que nos ha dado desde la cátedra del sufrimiento y del silencio. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1083 En su último libro, Memoria e identidad (La Esfera de los Libros, 2005) nos ha legado una interpretación del sufrimiento que no es una teoría teológica o filosófica, sino fruto madurado a lo largo de su personal camino de sufrimiento, que recorrió con el auxilio de la fe en el Señor crucificado. Esta interpretación, que había elaborado en la fe y que daba sentido a su sufrimiento vivido en comunión con el del Señor, hablaba a través de su mudo dolor, transformándolo en gran mensaje. Tanto al principio como, una vez más, al final de dicho libro, el Papa se muestra hondamente afectado por el espectáculo del poder del mal, poder que, durante el siglo recién terminado, pudimos experimentar de manera dramática. Dice textualmente: «No fue un mal en edición reducida […] Fue el mal en proporciones gigantescas, un mal que ha usado las estructuras estatales mismas para llevar a cabo su funesto cometido, un mal erigido en sistema» (págs. 206-207). ¿Es tal vez el mal invencible? ¿Es la verdadera, definitiva potencia de la historia? Debido a la experiencia del mal, la cuestión de la Redención, para el Papa Woytila, se había transformado en la pregunta esencial y central de su vida y de su pensar como cristiano. ¿Existe un límite contra el que el poderío del mal pueda quebrarse? Sí, existe, responde el Papa en este libro, al igual que en su encíclica sobre la Redención. El poder que pone un límite al mal es la misericordia divina. A la violencia, a la ostentación del mal, se opone en la historia —como lo «totalmente otro» de Dios, como el poderío propio de Dios— la divina misericordia. El Cordero es más fuerte que el dragón, podríamos decir con el Apocalipsis. Al final del libro, en la mirada retrospectiva al atentado del 13 de mayo de 1981 y también sobre la base de la experiencia de su camino con Dios y con el mundo, Juan Pablo II profundiza aún más en la respuesta. El límite del poder del mal, la potencia que, en última instancia, lo vence es —son palabras suyas— el sufrimiento de Dios, el sufrimiento del Hijo de Dios en la cruz: «El sufrimiento de Dios crucificado no es sólo una forma de dolor entre otras […] Cristo, padeciendo por todos nosotros, ha dado al sufrimiento un nuevo sentido, lo ha introducido en una nueva dimensión, en otro orden: en el orden del amor […] La pasión de Cristo en la cruz ha dado un sentido totalmente nuevo al sufrimiento y lo ha transformado desde dentro […] Es el sufrimiento que destruye y consume el mal con el fuego del amor […] Todo sufrimiento humano, todo dolor, toda enfermedad, encierra en sí una promesa de liberación […] El mal […] existe en el mundo también para despertar en nosotros el amor, que es la entrega de sí mismo al servicio […] de los que se ven afectados por el sufrimiento […] Cristo es el Redentor del mundo: “Nuestro castigo saludable vino sobre él, sus cicatrices nos curaron” (Is 53, 5)» (págs. 207-208). Todo ello, lejos de ser mera teología docta, es en realidad expresión de una fe vivida y sazonada en el sufrimiento. Verdad es que hemos de hacer todo lo posible por aliviar el sufrimiento e impedir la injusticia que provoca el sufrimiento de los inocentes. Pero también hemos de hacer todo lo posible para que los hombres descubran el sentido del sufrimiento, para que así puedan aceptar el sufrimiento propio y unirlo al sufrimiento 1084 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL de Cristo. De esta manera, éste se funde con el amor redentor y se transforma, por consiguiente, en fuerza contra el mal del mundo. La respuesta que en el mundo entero suscitó la muerte del Papa fue una manifestación sobrecogedora de gratitud por el hecho de que él, en su ministerio, se ofreciera totalmente a Dios por el mundo; un agradecimiento por el hecho de que él, en un mundo lleno de odio y de violencia, nos enseñara nuevamente a amar y sufrir al servicio de los demás; por mostrarnos, por así decirlo, en estado natural al Redentor, a la Redención, y por darnos la certeza de que, en efecto, el mal no tiene la última palabra en el mundo. Jornada Mundial de la Juventud de Colonia Quisiera ahora mencionar, si bien brevemente, otros dos acontecimientos emprendidos aún por el Papa Juan Pablo II: se trata de la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Colonia y del Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía que clausuró también el Año de la Eucaristía, inaugurado por el Papa Juan Pablo II. La Jornada Mundial de la Juventud ha quedado en la memoria de todos los que la presenciaron como un gran don. Más de un millón de jóvenes se dieron cita en la ciudad de Colonia, a orillas del Rhin, y en las ciudades cercanas, para escuchar juntos la Palabra de Dios, para orar juntos, para recibir los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía, para cantar y celebrar juntos, para disfrutar de la existencia y para adorar y recibir al Señor eucarístico durante los grandes encuentros de la noche del sábado y del domingo. Durante todos esos días reinó la alegría auténtica. Prescindiendo de los servicios de orden, la policía nada tuvo que hacer: el Señor había reunido a su familia, superando notablemente toda frontera y barrera, y, en la gran comunión entre nosotros nos había permitido experimentar su presencia. El lema escogido para esas Jornadas —«Hemos venido a adorarle»— contenía dos grandes imágenes que, desde el principio, favorecieron un enfoque adecuado. En primer lugar, la imagen de la peregrinación, la imagen del hombre que, trascendiendo sus asuntos diarios, sale en busca de su destino esencial, de la verdad, de la vida justa, de Dios. Esta imagen del hombre que camina hacia la meta encerraba en sí otras dos indicaciones patentes. Ante todo, la invitación a no ver el mundo que nos rodea sólo como materia bruta con la que podemos hacer algo, sino a tratar de descubrir en él la «caligrafía del Creador», la razón creadora y el amor de los que nació el mundo y de los que el universo nos habla cuando prestamos atención, cuando nuestros sentidos interiores se avivan y logran percibir las dimensiones más profundas de la realidad. Como segundo elemento, se añadía además la invitación a ponerse a la escucha de la revelación histórica, la única que puede proporcionarnos la clave de lectura del silencioso misterio de la creación, indicándonos concretamente el camino hacia el auténtico Amo del mundo y de la historia, oculto en la pobreza del establo de Belén. La otra imagen contenida en el lema de la Jornada Mundial de la Juventud era el hombre en adoración: «Hemos venido a adorarle». Antes de toda actividad y de toda modificación del mundo tiene que haber adoración. Sólo ésta nos hace realmente libres; sólo ésta nos da los criterios de nuestra acción. Precisamente en un mundo en SANTA S EDE DICIEMBRE • 1085 el que se difuminan progresivamente los criterios de orientación y en el que existe la amenaza de que cada uno haga de sí mismo el propio criterio, resulta de fundamental importancia subrayar la adoración. Ninguno de los asistentes podrá olvidar jamás el intenso silencio de ese millón de jóvenes, un silencio que nos unía y elevaba a todos cuando el Señor en el Sacramento quedaba depositado en el altar. Guardemos en el corazón las imágenes de Colonia: son una indicación que permanece activa. Sin mencionar nombres concretos, quisiera en esta ocasión dar las gracias a todos los que hicieron posible la Jornada Mundial de la Juventud; pero, por encima de todo, demos gracias juntos al Señor porque, a fin de cuentas, sólo él podía obsequiarnos con esas jornadas tal y como las hemos vivido. Año de la Eucaristía La palabra «adoración» nos lleva al segundo gran acontecimiento del que quisiera hablar: el Sínodo de los Obispos y el Año de la Eucaristía. El papa Juan Pablo II, con su Encíclica Ecclesia de Eucaristía y con su Carta apostólica Mane nobiscum, Domine, ya nos había proporcionado las indicaciones esenciales y, contemporáneamente, con su experiencia personal de la fe eucarística, había concretado la enseñanza de la Iglesia. Además, la Congregación para el Culto Divino, en estrecha conexión con la Encíclica, había publicado la Instrucción Redemptionis Sacramentum como ayuda práctica para una aplicación correcta de la Constitución conciliar sobre la liturgia y de la reforma litúrgica. Además de todo ello, ¿era realmente posible decir aún algo nuevo, desarrollar aún más el conjunto de la doctrina? Precisamente ésta fue la gran experiencia del Sínodo cuando, en las aportaciones de los Padres, se vio reflejada la riqueza de la vida eucarística de la Iglesia actual y se manifestó la imposibilidad de agotar su fe eucarística. Lo que los Padres pensaron y expresaron habrá de presentarse, en estrecha conexión con las Propositiones del Sínodo, en un documento postsinodal. Aquí sólo quisiera subrayar una vez más ese punto que, hace poco, ya registrábamos en el contexto de la Jornada Mundial de la Juventud: la adoración del Señor resucitado, presente en la Eucaristía con carne y sangre, con cuerpo y alma, con divinidad y humanidad. Me emociona ver cómo en toda la Iglesia se va avivando la alegría por la adoración eucarística y se manifiestan sus frutos. Durante el período de la reforma litúrgica, a menudo la misa y la adoración fuera de ésta se veían como contrapuestas una a otra: según una objeción bastante extendida en aquella época, el Pan eucarístico no se nos habría dado para ser contemplado, sino para ser comido. Pero ya Agustín había dicho: «Nemo autem illam carnem manducat, nisi prius adoraverit; […] peccemus non adorando - Nadie come esta carne sin adorarla antes; […] pecaríamos si no la adorásemos» (cf. Enarr. in Ps. 98, 9: CCL XXXIX, 1385). En efecto, en la Eucaristía no nos limitamos a recibir simplemente una cosa. Es el encuentro y la unificación de personas; pero la persona que sale a nuestro encuentro y que desea unirse a nosotros es el Hijo de Dios. Semejante unificación sólo puede realizarse según la modalidad de la adoración. 1086 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL Recibir la Eucaristía significa adorar a aquél que recibimos. Precisamente así, y sólo así, nos convertimos en una cosa sola con él. Por eso el desarrollo de la adoración eucarística, tal y como fue forjándose durante la Edad Media, era la consecuencia más coherente del propio misterio eucarístico: sólo en la adoración puede madurar una recepción profunda y verdadera. Y precisamente en este acto personal de encuentro con el Señor madura también la misión social que la Eucaristía encierra y que no sólo quiere romper las barreras entre el Señor y nosotros, sino también —y sobre todo— las que nos separan a unos de otros. El último acontecimiento de este año que quisiera examinar en esta ocasión es la celebración de la clausura del Concilio Vaticano II hace ahora cuarenta años. Esta conmemoración suscita la pregunta: ¿Cuál ha sido el resultado del Concilio? ¿Ha sido correctamente acogido? En su recepción, ¿qué ha sido bueno y qué insuficiente o erróneo? ¿Qué es lo que queda aún por hacer? Nadie puede negar que, en amplios sectores de la Iglesia, la recepción del Concilio ha tenido un desarrollo bastante difícil, incluso sin querer aplicar a lo acontecido durante estos años la descripción que el gran doctor de la Iglesia San Basilio traza de la situación de la Iglesia tras el Concilio de Nicea, situación que él compara a una batalla naval en la penumbra de la tormenta, diciendo entre otras cosas: «El grito bronco de quienes por la discordia se yerguen uno contra otro, los parloteos incomprensibles, el ruido confuso de los clamores ininterrumpidos, han llenado ya casi toda la Iglesia falseando, por exceso o por defecto, la recta doctrina de la fe...» (De Spiritu Sancto, XXX, 77: PG 32, 213 A; SCh 17 bis, pág. 524). No queremos aplicar precisamente tan dramática descripción a la situación del posconcilio, pero no deja de ser cierto que la misma refleja algo de lo acontecido. Surge la pregunta: ¿Por qué la recepción del Concilio, en grandes zonas de la Iglesia, se ha desarrollado hasta ahora de forma tan difícil? Pues bien: todo depende de la correcta interpretación del Concilio o —como diríamos hoy en día— de su correcta hermenéutica, de su correcta clave de lectura y de aplicación. Los problemas de recepción surgen del hecho de que dos hermenéuticas contrarias se han visto enfrentadas y han reñido una con otra. Una ha causado confusión; otra, de manera silenciosa pero cada vez más visible, ha producido frutos y sigue produciéndolos. Por un lado existe una hermenéutica que denominaría «hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura», que con cierta frecuencia ha podido contar con la simpatía de los medios de comunicación y también con la de una parte de la teología moderna. Por otro lado tenemos la «hermenéutica de la reforma», de la renovación en la continuidad del único sujeto-Iglesia, que el Señor nos ha dado; sujeto que crece con el tiempo y se desarrolla, sin dejar, con todo, de ser el mismo, el único sujeto del Pueblo de Dios en marcha. La hermenéutica de la discontinuidad corre el peligro de desembocar en una ruptura entre Iglesia preconciliar e Iglesia posconciliar. Afirma que los textos del Concilio propiamente dichos no serían aún la expresión auténtica del espíritu del Concilio, sino el resultado de transacciones durante las SANTA SEDE DICIEMBRE • 1087 cuales, con vistas a alcanzar la unanimidad, hubo que seguir arrastrando y confirmando de nuevo cosas antiguas, inútiles ya. Con todo, el espíritu del Concilio no se revelaría en dichas transacciones, sino en los impulsos hacia lo nuevo que subyacen en sus textos: sólo dichos impulsos representarían el espíritu auténtico del Concilio, y partiendo de ellos y con arreglo a ellos habría que proceder. Precisamente porque los textos reflejarían sólo de forma imperfecta el espíritu auténtico del Concilio y su novedad, sería preciso trascenderlos con valentía, haciendo sitio a la novedad en la que se expresaría la intención más profunda —si bien aún indistinta— del Concilio. En una palabra, habría que seguir no ya los textos del Concilio, sino su espíritu. De esta forma, como es obvio, queda un amplio margen para preguntarse cómo definir entonces ese espíritu, y, por consiguiente, se hace sitio a toda excentricidad. Pero con ello se tergiversa radicalmente la naturaleza de un Concilio en cuanto tal, ya que, de esta forma, se lo considera como una especie de asamblea constituyente, que elimina una constitución antigua y crea otra nueva. Pero una asamblea constituyente necesita un poderdante y, sucesivamente, una ratificación por parte de éste, es decir del pueblo al que la constitución debe servir. Los Padres no tenían semejante poder, y nadie se lo había dado, ni nadie, a decir verdad, podía dárselo, pues la constitución esencial de la Iglesia procede del Señor y se nos ha dado para que podamos alcanzar la vida eterna y, partiendo de este enfoque, podamos alumbrar también la vida en el tiempo y el propio tiempo. Los obispos, gracias el sacramento que han recibido, son fiduciarios del don del Señor. Son «administradores de los misterios de Dios» (1 Co 4, 1); a fuer de tales, han de ser encontrados «fieles y sabios» (cf. Lc 12, 41-48). Ello significa que deben administrar el don del Señor de manera correcta, para que, lejos de quedar oculto en algún escondrijo, produzca fruto, de forma que el Señor, al final, pueda decir al administrador: «Como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante» (cf. Mt 25, 14-30; Lc 19, 11-27). En estas parábolas evangélicas queda expresada la dinámica de la fidelidad, que interesa en el servicio del Señor, y en ellas también resulta patente hasta qué punto, en un Concilio, dinámica y fidelidad han de convertirse en una sola cosa. Cuarenta años del Concilio Vaticano II A la hermenéutica de la discontinuidad se opone la hermenéutica de la reforma, tal y como la presentaron primero Juan XXIII en su discurso de apertura del Concilio, el 11 de octubre de 1962, y después el Papa Pablo VI en su discurso de clausura del 7 de diciembre de 1965. Quisiera citar aquí sólo las bien conocidas palabras de Juan XXIII, en las que dicha hermenéutica queda inequívocamente expresada al decir que el Concilio «quiere transmitir la doctrina católica en su integridad, sin atenuaciones ni deformaciones», y prosigue: «Nuestra tarea no es únicamente guardar este tesoro, como si nos preocupáramos tan sólo de la antigüedad, sino también decididos, sin temor, a estudiar lo que exige nuestra época […] Esta doctrina es, sin duda, verdadera e inmutable, y el fiel debe prestarle obediencia, pero hay que investigarla y exponerla 1088 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL según las exigencias de nuestro tiempo. Una cosa, en efecto, es el depósito de la fe o las verdades que contiene nuestra venerable doctrina, y otra distinta es el modo como se enuncian estas verdades, conservando, sin embargo, el mismo sentido y significado» (Concilio Ecuménico Vaticano II. Constituciones. Decretos. Declaraciones, BAC, Madrid, 1993, págs. 1094-1095). Resulta evidente que este compromiso de expresar de forma nueva una determinada verdad exige una nueva reflexión acerca de ésta y una nueva relación vital con ella; también resulta patente que la nueva palabra sólo puede llegar a sazón si surge de una comprensión consciente de la verdad expresada, y que, por otro lado, la reflexión en torno a la fe exige también que se viva dicha fe. En este sentido, el programa propuesto por el Papa Juan XXIII era harto ambicioso, al igual que lo es la síntesis de fidelidad y dinámica. Pero doquiera esta interpretación ha sido la orientación que ha guiado la recepción del Concilio, ha crecido una vida nueva y han madurado nuevos frutos. Cuarenta años después del Concilio, podemos detectar que lo positivo es mayor y más vivo de lo que podía parecer en la agitación de los años próximos a 1968. Hoy vemos que la buena semilla, aunque se desarrolla lentamente, crece, y con ella crece también nuestra profunda gratitud por la labor desempeñada por el Concilio. Pablo VI, en su discurso de clausura del Concilio, indicó también una motivación específica por la que una hermenéutica de la discontinuidad podría parecer convincente. En la gran disputa acerca del hombre que caracteriza al mundo moderno, el Concilio debía dedicarse de especial manera al tema antropológico. Debía interrogarse acerca de la relación entre la Iglesia y su fe, por un lado, y el hombre y el mundo actual, por otro (ibíd., págs. 1176 ss.). La cuestión se vuelve aún más evidente si en lugar del término genérico de «mundo actual» optamos por otro más preciso: el Concilio debía determinar de manera nueva la relación entre Iglesia y Edad Moderna. Esta relación había conocido un inicio muy problemático con el proceso a Galileo. Después se había quebrado por completo cuando Kant definió la «religión dentro de la pura razón» y cuando, en la fase radical de la Revolución Francesa, se extendió una imagen del Estado y del hombre que a la Iglesia y a la fe no quería ya conceder prácticamente espacio alguno. El enfrentamiento de la fe de la Iglesia con un liberalismo radical y también con unas ciencias naturales que pretendían abarcar con sus conocimientos toda la realidad hasta sus propios confines, proponiéndose tercamente hacer superflua la «hipótesis Dios», había provocado en el siglo XIX, bajo Pío IX, por parte de la Iglesia, agrias y radicales condenas de dicho espíritu propio de la Edad Moderna. Por lo tanto, aparentemente, no quedaba ya ningún campo abierto para un entendimiento positivo y fructífero, y también eran drásticos los rechazos por parte de quienes se sentían los representantes de la Edad Moderna. Mientras tanto, sin embargo, también ésta había conocido desarrollos. Se tomaba conciencia de que la Revolución Estadounidense había ofrecido un modelo de estado moderno distinto del que teorizaban las tendencias radicales surgidas en la segunda fase de la Revolución Francesa. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1089 Las ciencias naturales empezaban, de forma cada vez más evidente, a reflexionar sobre su propio límite, impuesto por su mismo método, que, aun realizando cosas grandiosas, no estaba en condiciones de abarcar la totalidad de la realidad. Así, ambas partes empezaban progresivamente a abrirse una a otra. En el período entre las dos guerras mundiales, y aún más tras la segunda guerra mundial, algunos estadistas católicos habían demostrado que puede existir un estado moderno laico que, sin embargo, no sea neutro en relación con los valores, sino que viva alimentándose en las grandes fuentes éticas abiertas por el cristianismo. La doctrina social católica, en su desarrollo progresivo, se había convertido en un importante modelo entre el liberalismo radical y la teoría marxista del Estado. Las ciencias naturales, que profesaban sin reserva alguna un método propio al que Dios no tenía acceso, iban percatándose cada vez con mayor claridad de que dicho método no abarcaba la totalidad de la realidad, por lo que abrían de nuevo las puertas a Dios, sabedoras de que la realidad es mayor que el método naturalista y que lo que éste pueda abarcar. Podríamos decir que se habían formado tres círculos de preguntas que ahora, en la hora del Vaticano II, aguardaban una respuesta. Ante todo, procedía definir de manera nueva la relación entre fe y ciencias modernas; ello concernía, por otra parte, no sólo a las ciencias naturales, sino también a la ciencia histórica, ya que, en una determinada escuela, el método histórico-crítico reivindicaba para sí la última palabra en la interpretación de la Biblia, y, pretendiendo la plena exclusividad para su comprensión de las Sagradas Escrituras, se oponía en puntos importantes a la interpretación que la fe de la Iglesia había elaborado. En segundo lugar, había que definir de manera nueva la relación entre Iglesia y Estado moderno, que concedía espacio a ciudadanos de varias religiones e ideologías, comportándose con dichas religiones de manera imparcial y asumiendo simplemente la responsabilidad con vistas a una convivencia ordenada y tolerante entre los ciudadanos y a su libertad de ejercer la propia religión. Con ello, en tercer lugar, se relacionaba de forma más general el problema de la tolerancia religiosa, cuestión ésta que demandaba una nueva definición de la relación entre fe cristiana y religiones del mundo. En particular, ante los recientes crímenes del régimen nacionalsocialista y, en general, en una mirada retrospectiva sobre una larga historia difícil, había que valorar y definir de manera nueva la relación entre la Iglesia y la fe de Israel. Una hermenéutica apropiada Todos éstos son temas de gran alcance —eran los grandes temas de la segunda parte del Concilio— sobre los que no es posible extenderse más en este contexto. Resulta evidente que en todos estos sectores, que en su conjunto constituyen un único problema, podía surgir alguna forma de discontinuidad, y que, en cierto sentido, se había manifestado, de hecho, una discontinuidad, en la cual, una vez hechas las debidas distinciones entre las situaciones históricas concretas y sus exigencias, resultaba no abandonada la continuidad en los principios, hecho éste que fácilmente escapa a una primera percepción. 1090 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL Precisamente en este conjunto de continuidad y discontinuidad en diferentes niveles consiste la naturaleza de la reforma auténtica. En este proceso de novedad en la continuidad teníamos que aprender a comprender de manera más concreta que antes que las decisiones de la Iglesia respecto a cosas contingentes —por ejemplo, ciertas formas concretas de liberalismo o de interpretación liberal de la Biblia— habían necesariamente de ser en sí mismas contingentes, precisamente por hacer referencia a una realidad determinada, en sí misma variable. Había que aprender a reconocer que, en semejantes decisiones, sólo los principios expresan el aspecto duradero, permaneciendo en el fondo y motivando la decisión desde dentro. No son, en cambio, igualmente permanentes las formas concretas, que dependen de la situación histórica y que, por lo tanto, pueden sufrir cambios. De esta forma, las decisiones de fondo pueden seguir siendo válidas, al tiempo que las formas de su aplicación a contextos nuevos pueden cambiar. Así, por ejemplo, si se considera la libertad de religión como expresión de la incapacidad del hombre de encontrar la verdad y se convierte por consiguiente en canonización del relativismo, entonces la misma, de necesidad social e histórica que era, queda elevada de manera impropia a nivel metafísico por lo que se ve privada de su sentido auténtico, con la consecuencia de no poder ser aceptada por aquél que cree que el hombre es capaz de conocer la verdad de Dios y, sobre la base de la dignidad interior de la verdad, está ligado a dicho conocimiento. Cosa completamente distinta es, en cambio, considerar la libertad de religión como una necesidad derivada de la convivencia humana, es más, como una consecuencia intrínseca de la verdad, que no puede imponerse desde fuera, sino que el hombre ha de hacer propia sólo mediante el proceso de la convicción. El Concilio Vaticano II, al reconocer y hacer suyo, con el Decreto sobre la libertad religiosa, un principio esencial del Estado moderno, recuperó el patrimonio más profundo de la Iglesia. Esta puede ser consciente, con ello, de hallarse en plena sintonía con la enseñanza del propio Jesús (cf. Mt 22, 21), al igual que con la Iglesia de los mártires, con los mártires de todos los tiempos. La Iglesia antigua, con naturalidad, oró por los emperadores y por los responsables políticos, considerando éste un deber suyo (cf. 1 Tm 2, 2); empero, al tiempo que oraba por los emperadores, se negó en cambio a adorarlos, y con ello rechazó claramente la religión de Estado. Los mártires de la Iglesia primitiva murieron por su fe en el Dios que se había revelado en Jesucristo, y precisamente así murieron también por la libertad de conciencia y por la libertad de profesión de la propia fe, una profesión que ningún estado puede imponer, y que, por el contrario, sólo puede hacerse propia con la gracia de Dios, en libertad de conciencia. Una Iglesia misionera, que se sabe obligada a anunciar su mensaje a todos los pueblos, debe necesariamente comprometerse con la libertad de la fe. Quiere transmitir el don de la verdad, que existe para todos, y asegura contemporáneamente a los pueblos y a sus gobiernos que no pretende destruir con SANTA S EDE DICIEMBRE • 1091 ello su identidad y sus culturas, sino llevarles una respuesta que, en su fuero más íntimo, aguardan; una repuesta con la que la multiplicidad de las culturas no se pierde y con la que crece en cambio la unidad entre los hombres y, por ende, también la paz entre los pueblos. El Concilio Vaticano II, con la nueva definición de la relación entre la fe de la Iglesia y determinados elementos esenciales del pensamiento moderno, revisó o incluso corrigió algunas decisiones históricas, pero en esta aparente discontinuidad mantuvo, en cambio, y profundizó su naturaleza íntima y su identidad auténtica. La Iglesia es, tanto antes como después del Concilio, la misma Iglesia una, santa, católica y apostólica que camina a través de los tiempos; ella continúa «su peregrinación en medio de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios», anunciando la muerte del Señor hasta que vuelva (cf. Lumen gentium, n. 8). Quienes habían esperado que con ese «sí» fundamental a la Edad Moderna todas las tensiones se esfumaran y la «apertura al mundo» así realizada lo transformara todo en pura armonía, habían infravalorado las tensiones internas e incluso las contradicciones de la propia Edad Moderna; habían infravalorado la peligrosa fragilidad de la naturaleza humana, que en todos los períodos de la historia y bajo toda constelación histórica constituye una amenaza para el camino del hombre. Estos peligros, junto con las nuevas posibilidades y con el nuevo poder del hombre sobre la materia y sobre sí mismo, lejos de desaparecer, adquieren, por el contrario, nuevas dimensiones: una mirada a la historia actual lo demuestra claramente. También en nuestro tiempo la Iglesia sigue siendo «signo de contradicción » (Lc 2, 34): no en vano el Papa Juan Pablo II, cuando aún era cardenal, había dado este título a los ejercicios espirituales que predicó en 1976 al Papa Pablo VI y a la Curia Romana. No podía ser intención del Concilio abolir esta contradicción del Evangelio respecto a los peligros y a las errores del hombre. En cambio, era desde luego su intención arrinconar contradicciones erróneas o superfluas, con el fin de presentar a este mundo nuestro la exigencia del Evangelio en toda su grandeza y pureza. El paso dado por el Concilio hacia la Edad Moderna, paso que de forma harto imprecisa se ha presentado como «apertura al mundo», forma parte, en última instancia, del perenne problema de la relación entre fe y razón, que vuelve a presentarse bajo formas siempre nuevas. La situación que el Concilio había de afrontar es, desde luego, comparable a acontecimientos de épocas anteriores. San Pedro, en su Primera Carta, había exhortado a los cristianos a estar siempre dispuestos a dar respuesta (apo-logía) a todo aquél que les hubiera pedido el logos, la razón de su fe (cf. 3, 15). Ello significaba que la fe bíblica debía entrar en discusión y en relación con la cultura griega y aprender a reconocer mediante la interpretación la línea de distinción, pero también el contacto y la afinidad entre ellas en la única razón otorgada por Dios. Cuando en el siglo XIII, por mediación de filósofos judíos y árabes, el pensamiento aristotélico entró en contacto con la cristiandad medieval formada en la tradición platónica, y fe y razón corrieron el peligro de entrar en una contradicción inconciliable, fue sobre todo Santo Tomás de Aquino quien medió en 1092 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL el nuevo encuentro entre fe y filosofía aristotélica, poniendo con ello a la fe en relación positiva con la forma de razón dominante en su época. La complicada disputa entre razón moderna y fe cristiana, que, en un primer momento, con el proceso a Galileo, había empezado de forma negativa, pasó en verdad por muchas fases, pero con el Concilio Vaticano II llegó la hora de exigir un amplio replanteamiento. Su contenido, en los textos conciliares, está delineado desde luego sólo a grandes rasgos, pero con ello queda determinada la dirección esencial, de forma que el diálogo entre razón y fe, hoy particularmente importante, ha encontrado su orientación sobre la base del Vaticano II. Ahora hay que desarrollar este diálogo con gran apertura mental, pero también con la claridad en el discernimiento de los espíritus que el mundo con razón espera de nosotros precisamente ahora. Así podemos hoy volver la mirada con gratitud al Concilio Vaticano II: si lo leemos y acogemos guiados por una hermenéutica correcta, puede ser y llegar a ser cada vez más una gran fuerza para la necesaria renovación de la Iglesia. El Cónclave de abril Por último, ¿debo tal vez recordar ese 19 de abril de este año, en el que el Colegio Cardenalicio, con no pequeño sobresalto mío, me eligió como sucesor del Papa Juan Pablo II, como sucesor de San Pedro en la cátedra del Obispo de Roma? Semejante tarea quedaba totalmente fuera de lo que jamás hubiera podido imaginar como vocación mía. Por eso, sólo con un gran acto de confianza en Dios pude decir en la obediencia mi «sí» a esa elección. Al igual que entonces, hoy también os pido a todos oración, con cuya fuerza y apoyo cuento. Al mismo tiempo, deseo dar las gracias de todo corazón en este momento a todos los que me han acogido y siguen acogiéndome con tanta confianza, bondad y comprensión, acompañándome día tras día con su oración. La Navidad ya está cerca. A las amenazas de la historia, el Señor Dios no se opuso con el poder externo, tal y como nosotros los hombres, según las perspectivas de este mundo nuestro, habríamos esperado. Su arma es la bondad. Se reveló como niño, nacido en un establo. Precisamente así contrapone su poder completamente distinto a las potencias destructivas de la violencia. Precisamente así él nos salva. Precisamente así nos muestra aquello que salva. Queremos, en estos días navideños, salir a su encuentro llenos de confianza, como los pastores, como los sabios de Oriente. Pidamos a María que nos lleve al Señor. Pidámosle a él mismo que haga brillar su rostro sobre nosotros. Pidámosle que venza él mismo a la violencia del mundo y nos deje experimentar el poder de su bondad. Con estos sentimientos, imparto cordialmente a todos vosotros la bendición apostólica. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1093 HOMENAJE DEL SANTO PADRE A LA INMACULADA EN LA PLAZA DE ESPAÑA ORACIÓN DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI Jueves 8 de diciembre de 2005 En este día dedicado a María he venido, por primera vez como Sucesor de Pedro, al pie de la estatua de la Inmaculada, aquí, en la plaza de España, recorriendo idealmente la peregrinación que han realizado tantas veces mis predecesores. Siento que me acompaña la devoción y el afecto de la Iglesia que vive en esta ciudad de Roma y en el mundo entero. Traigo conmigo los anhelos y las esperanzas de la humanidad de nuestro tiempo, y vengo a depositarlas a los pies de la Madre celestial del Redentor. En este día singular, que recuerda el 40° aniversario de la clausura del concilio Vaticano II, vuelvo con el pensamiento al 8 de diciembre de 1965, cuando, precisamente al final de la homilía de la celebración eucarística en la plaza de San Pedro, el siervo de Dios Pablo VI dirigió su pensamiento a la Virgen, “la Madre de Dios y la Madre espiritual nuestra, (...) la criatura en la cual se refleja la imagen de Dios, con total nitidez, sin ninguna turbación, como sucede, en cambio, con las otras criaturas humanas”. El Papa afirmó también: “Así, fijando nuestra mirada en esta mujer humilde, hermana nuestra, y al mismo tiempo celestial, Madre y Reina nuestra, espejo nítido y sagrado de la infinita Belleza, puede (...) comenzar nuestro trabajo posconciliar. De esa forma, esa belleza de María Inmaculada se convierte para nosotros en un modelo inspirador, en una esperanza confortadora”. Y concluía: “Así lo pensamos para nosotros y para vosotros, y este es nuestro saludo más expresivo, y, Dios lo quiera, el más eficaz” (cf. Concilio ecuménico Vaticano II, Constituciones, Decretos, Declaraciones, BAC, Madrid 1993, p. 1184). Pablo VI proclamó a María “Madre de la Iglesia” y le encomendó con vistas al futuro la fecunda aplicación de las decisiones conciliares. Recordando los numerosos acontecimientos que han marcado los cuarenta años transcurridos, ¿cómo no revivir hoy los diversos momentos que han caracterizado el camino de la Iglesia en este período? La Virgen ha sostenido durante estos cuatro decenios a los pastores y, en primer lugar, a los Sucesores de Pedro en su exigente ministerio al servicio del Evangelio; ha guiado a la Iglesia hacia la fiel comprensión y aplicación de los documentos conciliares. Por eso, haciéndome portavoz de toda la comunidad eclesial, quisiera dar las gracias a la Virgen santísima y dirigirme a ella con los mismos sentimientos que animaron a los padres conciliares, los cuales dedicaron precisamente a María el último capítulo de la constitución dogmática Lumen gentium, subrayando la relación inseparable que une a la Virgen con la Iglesia. Sí, queremos agradecerte, Virgen Madre de Dios y Madre nuestra amadísima, tu intercesión en favor de la Iglesia. Tú, que abrazando sin reservas la voluntad divina, te consagraste con todas tus energías a la persona y a la obra de tu Hijo, enséñanos 1094 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL a guardar en nuestro corazón y a meditar en silencio, como hiciste tú, los misterios de la vida de Cristo. Tú, que avanzaste hasta el Calvario, siempre unida profundamente a tu Hijo, que en la cruz te donó como madre al discípulo Juan, haz que siempre te sintamos también cerca de nosotros en cada instante de la existencia, sobre todo en los momentos de oscuridad y de prueba. Tú, que en Pentecostés, junto con los Apóstoles en oración, imploraste el don del Espíritu Santo para la Iglesia naciente, ayúdanos a perseverar en el fiel seguimiento de Cristo. A ti dirigimos nuestra mirada con confianza, como “señal de esperanza segura y de consuelo, hasta que llegue el día del Señor” (Lumen gentium, 68). A ti, María, te invocan con insistente oración los fieles de todas las partes del mundo, para que, exaltada en el cielo entre los ángeles y los santos, intercedas por nosotros ante tu Hijo, “hasta el momento en que todas las familias de los pueblos, los que se honran con el nombre de cristianos, así como los que todavía no conocen a su Salvador, puedan verse felizmente reunidos en paz y concordia en el único pueblo de Dios, para gloria de la santísima e indivisible Trinidad” (ib., 69). Amén. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1095 HOMILÍAS HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI DURANTE LA SOLEMNE CONCELEBRACIÓN EUCARÍSTICA EN LA BASÍLICA DE SAN PEDRO Jueves 8 de diciembre de 2005 Queridos hermanos en el episcopado y en el sacerdocio; queridos hermanos y hermanas: Hace cuarenta años, el 8 de diciembre de 1965, en la plaza de San Pedro, junto a esta basílica, el Papa Pablo VI concluyó solemnemente el concilio Vaticano II. Había sido inaugurado, por decisión de Juan XXIII, el 11 de octubre de 1962, entonces fiesta de la Maternidad de María, y concluyó el día de la Inmaculada. Un marco mariano rodea al Concilio. En realidad, es mucho más que un marco: es una orientación de todo su camino. Nos remite, como remitía entonces a los padres del Concilio, a la imagen de la Virgen que escucha, que vive de la palabra de Dios, que guarda en su corazón las palabras que le vienen de Dios y, uniéndolas como en un mosaico, aprende a comprenderlas (cf. Lc 2, 19. 51); nos remite a la gran creyente que, llena de confianza, se pone en las manos de Dios, abandonándose a su voluntad; nos remite a la humilde Madre que, cuando la misión del Hijo lo exige, se aparta; y, al mismo tiempo, a la mujer valiente que, mientras los discípulos huyen, está al pie de la cruz. Pablo VI, en su discurso con ocasión de la promulgación de la constitución conciliar sobre la Iglesia, había calificado a María como “tutrix huius Concilii”, “protectora de este Concilio” (cf. Concilio ecuménico Vaticano II, Constituciones, Decretos, Declaraciones, BAC, Madrid 1993, p. 1147), y, con una alusión inconfundible al relato de Pentecostés, transmitido por san Lucas (cf. Hch 1, 12-14), había dicho que los padres se habían reunido en la sala del Concilio “cum Maria, Matre Iesu”, y que también en su nombre saldrían ahora (ib., p. 1038). Permanece indeleble en mi memoria el momento en que, oyendo sus palabras: “Mariam sanctissimam declaramus Matrem Ecclesiae”, “declaramos a María santísima Madre de la Iglesia”, los padres se pusieron espontáneamente de pie y aplaudieron, rindiendo homenaje a la Madre de Dios, a nuestra Madre, a la Madre de la Iglesia. De hecho, con este título el Papa resumía la doctrina mariana del Concilio y daba la clave para su comprensión. María no sólo tiene una relación singular con Cristo, el Hijo de Dios, que como hombre quiso convertirse en hijo suyo. Al estar totalmente unida a Cristo, nos pertenece también totalmente a nosotros. Sí, podemos decir que María está cerca de nosotros como ningún otro ser humano, porque Cristo es hombre para los hombres y todo su ser es un “ser para nosotros”. Cristo, dicen los Padres, como Cabeza es inseparable de su Cuerpo que es la Iglesia, formando con ella, por decirlo así, un único sujeto vivo. La Madre de la 1096 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL Cabeza es también la Madre de toda la Iglesia; ella está, por decirlo así, por completo despojada de sí misma; se entregó totalmente a Cristo, y con él se nos da como don a todos nosotros. En efecto, cuanto más se entrega la persona humana, tanto más se encuentra a sí misma. El Concilio quería decirnos esto: María está tan unida al gran misterio de la Iglesia, que ella y la Iglesia son inseparables, como lo son ella y Cristo. María refleja a la Iglesia, la anticipa en su persona y, en medio de todas las turbulencias que afligen a la Iglesia sufriente y doliente, ella sigue siendo siempre la estrella de la salvación. Ella es su verdadero centro, del que nos fiamos, aunque muy a menudo su periferia pesa sobre nuestra alma. El Papa Pablo VI, en el contexto de la promulgación de la constitución sobre la Iglesia, puso de relieve todo esto mediante un nuevo título profundamente arraigado en la Tradición, precisamente con el fin de iluminar la estructura interior de la enseñanza sobre la Iglesia desarrollada en el Concilio. El Vaticano II debía expresarse sobre los componentes institucionales de la Iglesia: sobre los obispos y sobre el Pontífice, sobre los sacerdotes, los laicos y los religiosos en su comunión y en sus relaciones; debía describir a la Iglesia en camino, la cual, “abrazando en su seno a los pecadores, es a la vez santa y siempre necesitada de purificación...” (Lumen gentium, 8). Pero este aspecto “petrino” de la Iglesia está incluido en el “mariano”. En María, la Inmaculada, encontramos la esencia de la Iglesia de un modo no deformado. De ella debemos aprender a convertirnos nosotros mismos en “almas eclesiales” —así se expresaban los Padres—, para poder presentarnos también nosotros, según la palabra de san Pablo, “inmaculados” delante del Señor, tal como él nos quiso desde el principio (cf. Col 1, 21; Ef 1, 4). Pero ahora debemos preguntarnos: ¿Qué significa “María, la Inmaculada”? ¿Este título tiene algo que decirnos? La liturgia de hoy nos aclara el contenido de esta palabra con dos grandes imágenes. Ante todo, el relato maravilloso del anuncio a María, la Virgen de Nazaret, de la venida del Mesías. El saludo del ángel está entretejido con hilos del Antiguo Testamento, especialmente del profeta Sofonías. Nos hace comprender que María, la humilde mujer de provincia, que proviene de una estirpe sacerdotal y lleva en sí el gran patrimonio sacerdotal de Israel, es el “resto santo” de Israel, al que hacían referencia los profetas en todos los períodos turbulentos y tenebrosos. En ella está presente la verdadera Sión, la pura, la morada viva de Dios. En ella habita el Señor, en ella encuentra el lugar de su descanso. Ella es la casa viva de Dios, que no habita en edificios de piedra, sino en el corazón del hombre vivo. Ella es el retoño que, en la oscura noche invernal de la historia, florece del tronco abatido de David. En ella se cumplen las palabras del salmo: “La tierra ha dado su fruto” (Sal 67, 7). Ella es el vástago, del que deriva el árbol de la redención y de los redimidos. Dios no ha fracasado, como podía parecer al inicio de la historia con Adán y Eva, o durante el período del exilio babilónico, y como parecía nuevamente en el tiempo de María, cuando Israel se había convertido en un pueblo sin importancia en una región ocupada, con muy pocos signos reconocibles de su santidad. Dios no ha SANTA S EDE DICIEMBRE • 1097 fracasado. En la humildad de la casa de Nazaret vive el Israel santo, el resto puro. Dios salvó y salva a su pueblo. Del tronco abatido resplandece nuevamente su historia, convirtiéndose en una nueva fuerza viva que orienta e impregna el mundo. María es el Israel santo; ella dice “sí” al Señor, se pone plenamente a su disposición, y así se convierte en el templo vivo de Dios. La segunda imagen es mucho más difícil y oscura. Esta metáfora, tomada del libro del Génesis, nos habla de una gran distancia histórica, que sólo con esfuerzo se puede aclarar; sólo a lo largo de la historia ha sido posible desarrollar una comprensión más profunda de lo que allí se refiere. Se predice que, durante toda la historia, continuará la lucha entre el hombre y la serpiente, es decir, entre el hombre y las fuerzas del mal y de la muerte. Pero también se anuncia que “el linaje” de la mujer un día vencerá y aplastará la cabeza de la serpiente, la muerte; se anuncia que el linaje de la mujer — y en él la mujer y la madre misma— vencerá, y así, mediante el hombre, Dios vencerá. Si junto con la Iglesia creyente y orante nos ponemos a la escucha ante este texto, entonces podemos comenzar a comprender qué es el pecado original, el pecado hereditario, y también cuál es la defensa contra este pecado hereditario, qué es la redención. ¿Cuál es el cuadro que se nos presenta en esta página? El hombre no se fía de Dios. Tentado por las palabras de la serpiente, abriga la sospecha de que Dios, en definitiva, le quita algo de su vida, que Dios es un competidor que limita nuestra libertad, y que sólo seremos plenamente seres humanos cuando lo dejemos de lado; es decir, que sólo de este modo podemos realizar plenamente nuestra libertad. El hombre vive con la sospecha de que el amor de Dios crea una dependencia y que necesita desembarazarse de esta dependencia para ser plenamente él mismo. El hombre no quiere recibir de Dios su existencia y la plenitud de su vida. Él quiere tomar por sí mismo del árbol del conocimiento el poder de plasmar el mundo, de hacerse dios, elevándose a su nivel, y de vencer con sus fuerzas a la muerte y las tinieblas. No quiere contar con el amor que no le parece fiable; cuenta únicamente con el conocimiento, puesto que le confiere el poder. Más que el amor, busca el poder, con el que quiere dirigir de modo autónomo su vida. Al hacer esto, se fía de la mentira más que de la verdad, y así se hunde con su vida en el vacío, en la muerte. Amor no es dependencia, sino don que nos hace vivir. La libertad de un ser humano es la libertad de un ser limitado y, por tanto, es limitada ella misma. Sólo podemos poseerla como libertad compartida, en la comunión de las libertades: la libertad sólo puede desarrollarse si vivimos, como debemos, unos con otros y unos para otros. Vivimos como debemos, si vivimos según la verdad de nuestro ser, es decir, según la voluntad de Dios. Porque la voluntad de Dios no es para el hombre una ley impuesta desde fuera, que lo obliga, sino la medida intrínseca de su naturaleza, una medida que está inscrita en él y lo hace imagen de Dios, y así criatura libre. Si vivimos contra el amor y contra la verdad —contra Dios—, entonces nos destruimos recíprocamente y destruimos el mundo. Así no encontramos la vida, sino que obramos en interés de la muerte. Todo esto está relatado, con imágenes 1098 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL inmortales, en la historia de la caída original y de la expulsión del hombre del Paraíso terrestre. Queridos hermanos y hermanas, si reflexionamos sinceramente sobre nosotros mismos y sobre nuestra historia, debemos decir que con este relato no sólo se describe la historia del inicio, sino también la historia de todos los tiempos, y que todos llevamos dentro de nosotros una gota del veneno de ese modo de pensar reflejado en las imágenes del libro del Génesis. Esta gota de veneno la llamamos pecado original. Precisamente en la fiesta de la Inmaculada Concepción brota en nosotros la sospecha de que una persona que no peca para nada, en el fondo es aburrida; que le falta algo en su vida: la dimensión dramática de ser autónomos; que la libertad de decir no, el bajar a las tinieblas del pecado y querer actuar por sí mismos forma parte del verdadero hecho de ser hombres; que sólo entonces se puede disfrutar a fondo de toda la amplitud y la profundidad del hecho de ser hombres, de ser verdaderamente nosotros mismos; que debemos poner a prueba esta libertad, incluso contra Dios, para llegar a ser realmente nosotros mismos. En una palabra, pensamos que en el fondo el mal es bueno, que lo necesitamos, al menos un poco, para experimentar la plenitud del ser. Pensamos que Mefistófeles —el tentador— tiene razón cuando dice que es la fuerza “que siempre quiere el mal y siempre obra el bien” (Johann Wolfgang von Goethe, Fausto I, 3). Pensamos que pactar un poco con el mal, reservarse un poco de libertad contra Dios, en el fondo está bien, e incluso que es necesario. Pero al mirar el mundo que nos rodea, podemos ver que no es así, es decir, que el mal envenena siempre, no eleva al hombre, sino que lo envilece y lo humilla; no lo hace más grande, más puro y más rico, sino que lo daña y lo empequeñece. En el día de la Inmaculada debemos aprender más bien esto: el hombre que se abandona totalmente en las manos de Dios no se convierte en un títere de Dios, en una persona aburrida y conformista; no pierde su libertad. Sólo el hombre que se pone totalmente en manos de Dios encuentra la verdadera libertad, la amplitud grande y creativa de la libertad del bien. El hombre que se dirige hacia Dios no se hace más pequeño, sino más grande, porque gracias a Dios y junto con él se hace grande, se hace divino, llega a ser verdaderamente él mismo. El hombre que se pone en manos de Dios no se aleja de los demás, retirándose a su salvación privada; al contrario, sólo entonces su corazón se despierta verdaderamente y él se transforma en una persona sensible y, por tanto, benévola y abierta. Cuanto más cerca está el hombre de Dios, tanto más cerca está de los hombres. Lo vemos en María. El hecho de que está totalmente en Dios es la razón por la que está también tan cerca de los hombres. Por eso puede ser la Madre de todo consuelo y de toda ayuda, una Madre a la que todos, en cualquier necesidad, pueden osar dirigirse en su debilidad y en su pecado, porque ella lo comprende todo y es para todos la fuerza abierta de la bondad creativa. En ella Dios graba su propia imagen, la imagen de Aquel que sigue la oveja perdida hasta las montañas y hasta los espinos y abrojos de los pecados de este mundo, dejándose herir por la corona de espinas de estos pecados, para tomar la oveja sobre sus hombros y llevarla a casa. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1099 Como Madre que se compadece, María es la figura anticipada y el retrato permanente del Hijo. Y así vemos que también la imagen de la Dolorosa, de la Madre que comparte el sufrimiento y el amor, es una verdadera imagen de la Inmaculada. Su corazón, mediante el ser y el sentir con Dios, se ensanchó. En ella, la bondad de Dios se acercó y se acerca mucho a nosotros. Así, María está ante nosotros como signo de consuelo, de aliento y de esperanza. Se dirige a nosotros, diciendo: “Ten la valentía de osar con Dios. Prueba. No tengas miedo de él. Ten la valentía de arriesgar con la fe. Ten la valentía de arriesgar con la bondad. Ten la valentía de arriesgar con el corazón puro. Comprométete con Dios; y entonces verás que precisamente así tu vida se ensancha y se ilumina, y no resulta aburrida, sino llena de infinitas sorpresas, porque la bondad infinita de Dios no se agota jamás”. En este día de fiesta queremos dar gracias al Señor por el gran signo de su bondad que nos dio en María, su Madre y Madre de la Iglesia. Queremos implorarle que ponga a María en nuestro camino como luz que nos ayude a convertirnos también nosotros en luz y a llevar esta luz en las noches de la historia. Amén. 1100 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI. MISA DE MEDIANOCHE SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR Basílica Vaticana Sábado 24 de diciembre de 2005 “El Señor me ha dicho: Tu eres mi hijo, yo te he engendrado hoy”. Con estas palabras del Salmo segundo, la Iglesia inicia la Santa Misa de la vigilia de Navidad, en la cual celebramos el nacimiento de nuestro Redentor Jesucristo en el establo de Belén. En otro tiempo, este Salmo pertenecía al ritual de la coronación del rey de Judá. El pueblo de Israel, a causa de su elección, se sentía de modo particular hijo de Dios, adoptado por Dios. Como el rey era la personificación de aquel pueblo, su entronización se vivía como un acto solemne de adopción por parte de Dios, en el cual el rey estaba en cierto modo implicado en el misterio mismo de Dios. En la noche de Belén, estas palabras que de hecho eran más la expresión de una esperanza que de una realidad presente, han adquirido un significado nuevo e inesperado. El Niño en el pesebre es verdaderamente el Hijo de Dios. Dios no es soledad eterna, sino un círculo de amor en el recíproco entregarse y volverse a entregar. Él es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Más aún, en Jesucristo, el Hijo de Dios, Dios mismo se ha hecho hombre. El Padre le dice: “Tu eres mi hijo”. El eterno hoy de Dios ha descendido en el hoy efímero del mundo, arrastrando nuestro hoy pasajero al hoy perenne de Dios. Dios es tan grande que puede hacerse pequeño. Dios es tan potente que puede hacerse inerme y venir a nuestro encuentro como niño indefenso, a fin de que podamos amarlo. Es tan bueno que puede renunciar a su esplendor divino y descender a un establo para que podamos encontrarlo y, de este modo, su bondad nos toque, nos sea comunicada y continúe actuando a través de nosotros. Esto es la Navidad: “Tu eres mi hijo, hoy yo te he engendrado”. Dios se ha hecho uno de nosotros, para que podamos estar con Él, llegar a ser semejantes a Él. Ha elegido como signo suyo al Niño en el pesebre: Él es así. De este modo aprendemos a conocerlo. Y sobre todo niño resplandece algún destello de aquel hoy, de la cercanía de Dios que debemos amar y a la cual hemos de someternos; sobre todo niño, también sobre el que aún no ha nacido. Escuchemos una segunda palabra de la liturgia de esta Noche santa, tomada en este caso del Libro del profeta Isaías: “Sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos” (9,1). La palabra “luz” impregna toda la liturgia de esta Santa Misa. Se alude a ella nuevamente en el párrafo tomado de la carta de san Pablo a Tito: “se ha manifestado la gracia” (2,11). La expresión “se ha manifestado” proviene del griego y, en este contexto, significa lo mismo que el hebreo expresa con las palabras “una luz brilló”; la “manifestación” – la “epifanía” – es la irrupción de la luz divina en el mundo lleno de oscuridad y problemas sin resolver. En fin, el Evangelio relata cómo la gloria de Dios se apareció a los pastores y “los envolvió en su luz” (Lc 2, 9). SANTA S EDE DICIEMBRE • 1101 Donde se manifiesta la gloria de Dios, se difunde en el mundo la luz. “Dios es luz, en Él no hay tiniebla alguna”, nos dice san Juan (1 Jn 1,5). La luz es fuente de vida. Pero luz significa sobre todo conocimiento, verdad, en contraste con la oscuridad de la mentira y de la ignorancia. Así, la luz nos hace vivir, nos indica el camino. Pero además, en cuanto da calor, significa también amor. Donde hay amor, surge una luz en el mundo; donde hay odio, el mundo queda en la oscuridad. Ciertamente, en el establo de Belén ha aparecido la gran luz que el mundo espera. El aquel Niño acostado en el pesebre, Dios muestra su gloria: la gloria del amor, que se da como don a sí mismo y que se priva de toda grandeza para conducirnos por el camino del amor. La luz de Belén nunca se ha apagado. Ha iluminado hombre y mujeres a lo largo de los siglos, “los ha envuelto en su luz”. Donde ha aparecido la fe en aquel Niño, ha florecido también la caridad: la bondad hacia los demás, la atención solícita a los débiles y los que sufren, la gracia del perdón. A partir de Belén, una estela de luz, de amor y de verdad impregna los siglos. Si nos fijamos en los santos –desde Pablo y Agustín a san Francisco y santo Domingo, desde Francisco Javier a Teresa de Ávila y Madre Teresa de Calcuta-, vemos esta corriente de bondad, este camino de luz que se inflama siempre de nuevo en el misterio de Belén, en el Dios que se ha hecho Niño. Contra la violencia de este mundo, Dios opone en aquel Niño su bondad y nos llama a seguir al Niño. Junto con el árbol de Navidad, nuestros amigos austriacos nos han traído también una pequeña llama que encendieron en Belén, queriendo decir así que el verdadero misterio de la Navidad es el resplandor interior que viene de este Niño. Dejemos que este resplandor interior llegue a nosotros, que prenda en nuestro corazón la lumbrecita de la bondad de Dios; llevemos todos, con nuestro amor, la luz al mundo. No permitamos que esta llama luminosa se apague por las corrientes frías de nuestro tiempo. Que la custodiemos fielmente y la ofrezcamos a los demás. En esta noche en que miramos hacia Belén, queremos rezar de modo especial también por el lugar del nacimiento de nuestro Redentor y por los hombres que allí viven y sufren. Queremos rezar por la paz en Tierra Santa: Mira, Señor, este rincón de la tierra, al que tanto amas por ser tu patria. Haz que en ella resplandezca la luz. Haz que la paz llegue a ella. Con el término “paz” hemos llegado a la tercera palabra clave de la liturgia de esta Noche santa. El Niño que anuncia Isaías lo llama él mismo “Príncipe de la paz”. De su reino se dice: “La paz no tendrá fin”. En el Evangelio, se anuncia a los pastores la “gloria de Dios en lo alto del cielo” y la “paz en la tierra”. Antes se decía: “a los hombres de buena voluntad”; en las nuevas traducciones se dice: “a los hombres que él ama”. ¿Por qué este cambio? ¿Ya no cuenta la buena voluntad? Formulemos mejor la pregunta: ¿Quienes son los hombres que Dios ama y por qué los ama? ¿Acaso Dios es parcial? ¿Ama tal vez sólo a determinadas personas y abandona a las demás a su suerte? El Evangelio responde a estas preguntas presentando algunas personas concretas amadas por Dios. Algunas lo son individualmente: María, José, Isabel, Zacarías, Simeón, Ana, etc. Pero también hay dos grupos de personas: los pastores y los sabios del oriente, los llamados reyes magos. Detengámonos esta noche en los 1102 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL pastores. ¿Qué tipo de hombres son? En su ambiente, los pastores eran despreciados; eran considerados poco de fiar y en los tribunales no se les admitía como testigos. Pero ¿quiénes eran en realidad? Ciertamente no eran grandes santos, si con este término se entiende personas de virtudes heroicas. Eran almas simples. El Evangelio destaca una característica que luego, en las palabras de Jesús, tendrá un papel importante: eran personas vigilantes. Esto vale ante todo en su sentido exterior: por la noche velaban cercanos a sus ovejas. Pero también tiene un sentido más profundo: estuvieron disponibles para la palabra de Dios. Su vida no estaba cerrada en sí misma; tenían un corazón abierto. De algún modo, en lo más íntimo de su ser, le estaban esperando. Su vigilancia era disponibilidad; disponibilidad para escuchar, disponibilidad para ponerse en camino; era espera de la luz que les indicara el camino. Esto es lo que a Dios le interesa. Él ama a todos porque todos son criaturas suyas. Pero algunas personas han cerrado su alma; su amor no encuentra en ellas resquicio alguno por donde entrar. Creen no necesitar a Dios; no lo quieren. Otros, quizás moralmente igual de pobres y pecadores, al menos sufren por ello. Esperan en Dios. Saben que necesitan su bondad, aunque no tengan una idea precisa de ella. En su espíritu abierto a la esperanza, puede entrar la luz de Dios y, con ella, su paz. Dios busca a personas que sean portadoras de su paz y la comuniquen. Roguémosle para que no encuentre cerrado nuestro corazón. Esforcémonos por ser capaces de ser portadores activos de su paz, precisamente en nuestro tiempo. Además, la palabra paz ha adquirido un significado del todo especial para los cristianos: se ha convertido en un nombre para designar la Eucaristía. En ella está presente la paz de Cristo. Mediante todos los lugares donde se celebra la Eucaristía, se extiende en el mundo entero como una red de paz. Las comunidades reunidas en torno a la Eucaristía son un reino de paz vasto como el mundo. Cuando celebramos la Eucaristía nos encontramos en Belén, en la “casa del pan”. Cristo se nos da, y con ello nos da su paz. Nos la da para que llevemos la luz de la paz en lo más hondo de nuestro ser y la comuniquemos a los otros; para que seamos agentes de la paz y contribuyamos así a la paz en el mundo. Por eso rogamos: Cumple tu promesa, Señor. Haz que donde hay discordia nazca la paz; que surja el amor donde reina el odio; que se haga luz donde dominan las tinieblas. Haz que seamos portadores de tu paz. Amén. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1103 MENSAJE URBI ET ORBI Navidad, 25 de diciembre de 2005 «Os anuncio una gran alegría...: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor»(cf. Lc 2,10-11). Esta noche hemos escuchado de nuevo las palabras del ángel a los pastores y hemos revivido el clima de aquella Noche santa, la Noche de Belén, cuando el Hijo de Dios se ha hecho hombre y, naciendo en una humilde gruta, ha puesto su morada entre nosotros. En este día solemne resuena el anuncio del ángel, que es también una invitación para nosotros, hombres y mujeres del tercer milenio, a acoger al Salvador. Que los hombres de hoy no duden en recibirlo en sus propias casas, en las ciudades, en las naciones y en cada rincón de la tierra. Es cierto que en el milenio concluido hace poco, y especialmente en los últimos siglos, se han logrado tantos progresos en el campo técnico y científico; son ingentes los recursos materiales de los que hoy podemos disponer. No obstante, el hombre de la era tecnológica, si se encamina hacia una atrofia espiritual y a un vacío del corazón, corre el riesgo de ser víctima de los mismos éxitos de su inteligencia y de los resultados de sus capacidades operativas. Por eso es importante que abra la propia mente y el propio corazón a la Navidad de Cristo, acontecimiento de salvación capaz de imprimir renovada esperanza a la existencia de todo ser humano. «Despiértate, hombre: por ti, Dios se ha hecho hombre»(S. Agustín, Serm., 185). ¡Despierta, hombre del tercer milenio! En Navidad, el Omnipotente se hace niño y pide ayuda y protección; su modo de ser Dios pone en crisis nuestro modo de ser hombres; su llamar a nuestras puertas nos interpela, interpela nuestra libertad y nos pide que revisemos nuestra relación con la vida y nuestro modo de concebirla. A menudo, se presenta la edad moderna como inicio del sueño de la razón, como si la humanidad hubiera salido finalmente a la luz, superando un periodo oscuro. Pero, sin Cristo, la luz de la razón no basta para iluminar al hombre y al mundo. Por eso la palabra evangélica del día de Navidad – « era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre » (Jn 1,9) – resuena más que nunca como anuncio de salvación para todos. « Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado » (Const.Gaudium et spes,22).La Iglesia no se cansa de repetir este mensaje de esperanza reiterado por el Concilio Vaticano II, concluido precisamente hace cuarenta años. Hombre moderno, adulto y, sin embargo, a veces débil en el pensamiento y en la voluntad, ¡déjate llevar de la mano por el Niño de Belén, no temas, fíate de Él! La fuerza vivificante de su luz te alienta a comprometerte en la construcción de un nuevo orden mundial fundado sobre relaciones éticas y económicas justas. Su amor guía a los pueblos y esclarece su conciencia común de ser “familia” llamada a construir vínculos de confianza y de ayuda mutua. Una humanidad unida podrá afrontar los numerosos y preocupantes problemas del momento actual: desde la acechanza 1104 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL terrorista a las condiciones de pobreza humillante en la que viven millones de seres humanos, desde la proliferación de las armas a las pandemias y al deterioro ambiental que amenaza el futuro del planeta. Que Dios que se ha hecho hombre por amor al hombre aliente a todos los que trabajan por la paz y el desarrollo integral en África, oponiéndose a las luchas fratricidas, para que se consoliden los procesos políticos todavía frágiles y se salvaguarden los más elementales derechos de los que están sumidos en trágicas situaciones, como en Darfur y en otras regiones de África central. Que lleve a los pueblos latinoamericanos a vivir en paz y concordia. Que anime a los hombres de buena voluntad en Tierra Santa, en Irak, en Líbano, donde, aunque no falten signos esperanzadores, éstos han de ser confirmados por comportamientos inspirados en la lealtad y la sabiduría; que favorezca los procesos de diálogo en la Península coreana y en otras partes de los Países asiáticos, a fin de que se superen las divergencias peligrosas y, con espíritu amistoso, se alcancen los logros de paz que tanto esperan sus pobladores. En Navidad nuestro espíritu se abre a la esperanza contemplando la gloria divina escondida en la pobreza de un Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre: es el Creador del universo reducido a la impotencia de un recién nacido. Aceptar esta paradoja, la paradoja de la Navidad, es descubrir la Verdad que nos hace libres y el amor que transforma la existencia. En la noche de Belén, el Redentor se hace uno de nosotros, para ser compañero nuestro en los caminos insidiosos de la historia. Tomemos la mano que Él nos tiende: es una mano que nada nos quiere quitar, sino sólo dar. Entremos con los pastores en la choza de Belén, bajo la mirada amorosa de María, testigo silencioso del prodigioso nacimiento. Que Ella nos ayude a vivir una buena Navidad; que nos enseñe a guardar en el corazón el misterio de Dios, que se ha hecho hombre por nosotros; que nos guíe para dar al mundo testimonio de su verdad, de su amor y de su paz. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1105 MENSAJE DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI PARA LA CELEBRACIÓN DE LA JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 1 de enero de 2006 En la verdad, la paz 1. Con el tradicional Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, al principio del nuevo año, deseo hacer llegar un afectuoso saludo a todos los hombres y a todas las mujeres del mundo, de modo especial a los que sufren a causa de la violencia y de los conflictos armados. Es también un deseo lleno de esperanza por un mundo más sereno, en el que aumente el número de quienes, tanto individual como comunitariamente, se esfuerzan por seguir las vías de la justicia y la paz. 2. Antes de nada, quisiera rendir un homenaje agradecido a mis amados predecesores, los grandes Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, inspirados artífices de paz. Animados por el espíritu de las Bienaventuranzas, supieron leer en los numerosos acontecimientos históricos que marcaron sus respectivos pontificados la intervención providencial de Dios, que nunca olvida la suerte del género humano. Como incansables mensajeros del Evangelio, invitaron repetidamente a todos a reemprender desde Dios la promoción de una convivencia pacífica en todas las regiones de la tierra. Mi primer Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz sigue la línea de esta noble enseñanza: con él, deseo confirmar una vez más la firme voluntad de la Santa Sede de continuar sirviendo a la causa de la paz. El nombre mismo de Benedicto, que adopté el día en que fui elegido para la Cátedra de Pedro, quiere indicar mi firme decisión de trabajar por la paz. En efecto, he querido hacer referencia tanto al Santo Patrono de Europa, inspirador de una civilización pacificadora de todo el Continente, así como al Papa Benedicto XV, que condenó la primera Guerra Mundial como una «matanza inútil»[1] y se esforzó para que todos reconocieran las razones superiores de la paz. 3. El tema de reflexión de este año —«En la verdad, la paz»— expresa la convicción de que, donde y cuando el hombre se deja iluminar por el resplandor de la verdad, emprende de modo casi natural el camino de la paz. La Constitución pastoral Gaudium et spes del Concilio Ecuménico Vaticano II, clausurado hace ahora 40 años, afirma que la humanidad no conseguirá construir « un mundo más humano para todos los hombres, en todos los lugares de la tierra, a no ser que todos, con espíritu renovado, se conviertan a la verdad de la paz ».[2] Pero, ¿a qué nos referimos al utilizar la expresión « verdad de la paz »? Para contestar adecuadamente a esta pregunta se ha de tener presente que la paz no puede reducirse a la simple ausencia de conflictos armados, sino que debe entenderse como « el fruto de un orden asignado a la sociedad humana por su divino Fundador », un orden « que los hombres, siempre sedientos de una justicia más perfecta, han de llevar a cabo ».[3] En cuanto resultado de un orden diseñado y querido por el amor de Dios, la paz tiene su verdad intrínseca e inapelable, y corresponde « a un anhelo y una esperanza que nosotros tenemos de manera imborrable».[4] 4. La paz, concebida de este modo, es un don celestial y una gracia divina, que exige a todos los niveles el ejercicio de una responsabilidad mayor: la de conformar —en la verdad, en la justicia, en la libertad y en el amor— la historia humana con el 1106 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL orden divino. Cuando falta la adhesión al orden trascendente de la realidad, o bien el respeto de aquella «gramática» del diálogo que es la ley moral universal, inscrita en el corazón del hombre;[5] cuando se obstaculiza y se impide el desarrollo integral de la persona y la tutela de sus derechos fundamentales; cuando muchos pueblos se ven obligados a sufrir injusticias y desigualdades intolerables, ¿cómo se puede esperar la consecución del bien de la paz? En efecto, faltan los elementos esenciales que constituyen la verdad de dicho bien. San Agustín definía la paz como « tranquillitas ordinis »,[6] la tranquilidad del orden, es decir, aquella situación que permite en definitiva respetar y realizar por completo la verdad del hombre. 5. Entonces, ¿quién y qué puede impedir la consecución de la paz? A este propósito, la Sagrada Escritura, en su primer Libro, el Génesis, resalta la mentira pronunciada al principio de la historia por el ser de lengua bífida, al que el evangelista Juan califica como « padre de la mentira » (Jn 8,44). La mentira es también uno de los pecados que recuerda la Biblia en el capítulo final de su último Libro, el Apocalipsis, indicando la exclusión de los mentirosos de la Jerusalén celeste: «¡Fuera... todo el que ame y practique la mentira! » (22,15). La mentira está relacionada con el drama del pecado y sus consecuencias perversas, que han causado y siguen causando efectos devastadores en la vida de los individuos y de las naciones. Baste pensar en todo lo que ha sucedido en el siglo pasado, cuando sistemas ideológicos y políticos aberrantes han tergiversado de manera programada la verdad y han llevado a la explotación y al exterminio de un número impresionante de hombres y mujeres, e incluso de familias y comunidades enteras. Después de tales experiencias, ¿cómo no preocuparse seriamente ante las mentiras de nuestro tiempo, que son como el telón de fondo de escenarios amenazadores de muerte en diversas regiones del mundo? La auténtica búsqueda de la paz requiere tomar conciencia de que el problema de la verdad y la mentira concierne a cada hombre y a cada mujer, y que es decisivo para un futuro pacífico de nuestro planeta. 6. La paz es un anhelo imborrable en el corazón de cada persona, por encima de las identidades culturales específicas. Precisamente por esto, cada uno ha de sentirse comprometido en el servicio de un bien tan precioso, procurando que ningún tipo de falsedad contamine las relaciones. Todos los hombres pertenecen a una misma y única familia. La exaltación exasperada de las propias diferencias contrasta con esta verdad de fondo. Hay que recuperar la conciencia de estar unidos por un mismo destino, trascendente en última instancia, para poder valorar mejor las propias diferencias históricas y culturales, buscando la coordinación, en vez de la contraposición, con los miembros de otras culturas. Estas simples verdades son las que hacen posible la paz; y son fácilmente comprensibles cuando se escucha al propio corazón con pureza de intención. Entonces la paz se presenta de un modo nuevo: no como simple ausencia de guerra, sino como convivencia de todos los ciudadanos en una sociedad gobernada por la justicia, en la cual se realiza en lo posible, además, el bien para cada uno de ellos. La verdad de la paz llama a todos a cultivar relaciones fecundas y sinceras, estimula a buscar y recorrer la vía del perdón y la reconciliación, a ser transparentes en las negociaciones y fieles a la palabra dada. En concreto, el discípulo de Cristo, que se ve acechado por el mal y por eso SANTA S EDE DICIEMBRE • 1107 necesitado de la intervención liberadora del divino Maestro, se dirige a Él con confianza, consciente de que « Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca » (1 P 2,22; cf. Is 53,9). En efecto, Jesús se presentó como la Verdad en persona y, hablando en una visión al vidente del Apocalipsis, manifestó un rechazo total a « todo el que ame y practique la mentira » (Ap 22,15). Él es quien revela la plena verdad del hombre y de la historia. Con la fuerza de su gracia es posible estar en la verdad y vivir de la verdad, porque sólo Él es absolutamente sincero y fiel. Jesús es la verdad que nos da la paz. 7. La verdad de la paz ha de tener un valor en sí misma y hacer valer su luz beneficiosa, incluso en las situaciones trágicas de guerra. Los Padres del Concilio Ecuménico Vaticano II, en la Constitución pastoral Gaudium et spes, subrayan que « una vez estallada desgraciadamente la guerra, no todo es lícito entre los contendientes ».[7] La Comunidad Internacional ha elaborado un derecho internacional humanitario para limitar lo más posible las consecuencias devastadoras de la guerra, sobre todo entre la población civil. La Santa Sede ha expresado en numerosas ocasiones y de diversas formas su apoyo a este derecho humanitario, animando a respetarlo y aplicarlo con diligencia, convencida de que, incluso en la guerra, existe la verdad de la paz. El derecho internacional humanitario se ha de considerar una de las manifestaciones más felices y eficaces de las exigencias que se derivan de la verdad de la paz. Precisamente por eso, se impone como un deber para todos los pueblos respetar este derecho. Se ha de apreciar su valor y es preciso garantizar su correcta aplicación, actualizándolo con normas concretas capaces de hacer frente a los escenarios variables de los actuales conflictos armados, así como al empleo de armamentos nuevos y cada vez más sofisticados. 8. Pienso con gratitud en las Organizaciones Internacionales y en todos los que trabajan con esfuerzo constante para aplicar el derecho internacional humanitario. ¿Cómo podría olvidar, a este respecto, a tantos soldados empeñados en delicadas operaciones para controlar los conflictos y restablecer las condiciones necesarias para lograr la paz? A ellos deseo recordar también las palabras del Concilio Vaticano II: « Los que, destinados al servicio de la patria, se encuentran en el ejército, deben considerarse a sí mismos como servidores de la seguridad y de la libertad de los pueblos, y mientras desempeñan correctamente esta función, contribuyen realmente al establecimiento de la paz ».[8] En esta apremiante perspectiva se sitúa la acción pastoral de los Obispados castrenses de la Iglesia católica: dirijo mi aliento tanto a los Ordinarios como a los capellanes castrenses para que sigan siendo, en todo ámbito y situación, fieles evangelizadores de la verdad de la paz. 9. Hoy en día, la verdad de la paz sigue estando en peligro y negada de manera dramática por el terrorismo que, con sus amenazas y acciones criminales, es capaz de tener al mundo en estado de ansiedad e inseguridad. Mis Predecesores Pablo VI y Juan Pablo II intervinieron en muchas ocasiones para denunciar la terrible responsabilidad de los terroristas y condenar la insensatez de sus planes de muerte. En efecto, estos planes se inspiran con frecuencia en un nihilismo trágico y sobrecogedor, que el Papa Juan Pablo II describió con estas palabras: «Quien mata con atentados terroristas cultiva sentimientos de desprecio hacia la humanidad, manifestando desesperación 1108 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL ante la vida y el futuro; desde esta perspectiva, se puede odiar y destruir todo ».[9] Pero no sólo el nihilismo, sino también el fanatismo religioso, que hoy se llama frecuentemente fundamentalismo, puede inspirar y alimentar propósitos y actos terroristas. Intuyendo desde el principio el peligro destructivo que representa el fundamentalismo fanático, Juan Pablo II lo denunció enérgicamente, llamando la atención sobre quienes pretenden imponer con la violencia la propia convicción acerca de la verdad, en vez de proponerla a la libre aceptación de los demás. Y añadía: «Pretender imponer a otros con la violencia lo que se considera como la verdad, significa violar la dignidad del ser humano y, en definitiva, ultrajar a Dios, del cual es imagen ».[10] 10. Bien mirado, tanto el nihilismo como el fundamentalismo mantienen una relación errónea con la verdad: los nihilistas niegan la existencia de cualquier verdad, los fundamentalistas tienen la pretensión de imponerla con la fuerza. Aun cuando tienen orígenes diferentes y sus manifestaciones se producen en contextos culturales distintos, el nihilismo y el fundamentalismo coinciden en un peligroso desprecio del hombre y de su vida y, en última instancia, de Dios mismo. En efecto, en la base de tan trágico resultado común está, en último término, la tergiversación de la plena verdad de Dios: el nihilismo niega su existencia y su presencia providente en la historia; el fundamentalismo fanático desfigura su rostro benevolente y misericordioso, sustituyéndolo con ídolos hechos a su propia imagen. En el análisis de las causas del fenómeno contemporáneo del terrorismo es deseable que, además de las razones de carácter político y social, se tengan en cuenta también las más hondas motivaciones culturales, religiosas e ideológicas. 11. Ante los riesgos que vive la humanidad en nuestra época, es tarea de todos los católicos intensificar en todas las partes del mundo el anuncio y el testimonio del « Evangelio de la paz », proclamando que el reconocimiento de la plena verdad de Dios es una condición previa e indispensable para la consolidación de la verdad de la paz. Dios es Amor que salva, Padre amoroso que desea ver cómo sus hijos se reconocen entre ellos como hermanos, responsablemente dispuestos a poner los diversos talentos al servicio del bien común de la familia humana. Dios es fuente inagotable de la esperanza que da sentido a la vida personal y colectiva. Dios, sólo Dios, hace eficaz cada obra de bien y de paz. La historia ha demostrado con creces que luchar contra Dios para extirparlo del corazón de los hombres lleva a la humanidad, temerosa y empobrecida, hacia opciones que no tienen futuro. Esto ha de impulsar a los creyentes en Cristo a ser testigos convincentes de Dios, que es verdad y amor al mismo tiempo, poniéndose al servicio de la paz, colaborando ampliamente en el ámbito ecuménico, así como con las otras religiones y con todos los hombres de buena voluntad. 12. Al observar el actual contexto mundial, podemos constatar con agrado algunas señales prometedoras en el camino de la construcción de la paz. Pienso, por ejemplo, en la disminución numérica de los conflictos armados. Ciertamente, se trata todavía de pasos muy tímidos en el camino de la paz, pero que permiten vislumbrar ya un futuro de mayor serenidad, en particular para las poblaciones tan castigadas de Palestina, la tierra de Jesús, y para los habitantes de algunas regiones de África y de Asia, que esperan desde hace años una conclusión positiva de los procesos de SANTA S EDE DICIEMBRE • 1109 pacificación y reconciliación emprendidos. Son signos consoladores, que necesitan ser confirmados y consolidados mediante una acción concorde e infatigable, sobre todo por parte de la Comunidad Internacional y de sus Organismos, encargados de prevenir los conflictos y dar una solución pacífica a los actuales. 13. No obstante, todo esto no debe inducir a un optimismo ingenuo. En efecto, no se puede olvidar que, por desgracia, existen todavía sangrientas contiendas fratricidas y guerras desoladoras que siembran lágrimas y muerte en vastas zonas de la tierra. Hay situaciones en las que el conflicto, encubierto como el fuego bajo la ceniza, puede estallar de nuevo causando una destrucción de imprevisible magnitud. Las autoridades que, en lugar de hacer lo que está en sus manos para promover eficazmente la paz, fomentan en los ciudadanos sentimientos de hostilidad hacia otras naciones, asumen una gravísima responsabilidad: ponen en peligro, en zonas ya de riesgo, los delicados equilibrios alcanzados a costa de laboriosas negociaciones, contribuyendo así a hacer más inseguro y sombrío el futuro de la humanidad. ¿Qué decir, además, de los gobiernos que se apoyan en las armas nucleares para garantizar la seguridad de su país? Junto con innumerables personas de buena voluntad, se puede afirmar que este planteamiento, además de funesto, es totalmente falaz. En efecto, en una guerra nuclear no habría vencedores, sino sólo víctimas. La verdad de la paz exige que todos —tanto los gobiernos que de manera declarada u oculta poseen armas nucleares, como los que quieren procurárselas— inviertan conjuntamente su orientación con opciones claras y firmes, encaminándose hacia un desarme nuclear progresivo y concordado. Los recursos ahorrados de este modo podrían emplearse en proyectos de desarrollo en favor de todos los habitantes y, en primer lugar, de los más pobres. 14. A este propósito, se han de mencionar con amargura los datos sobre un aumento preocupante de los gastos militares y del comercio siempre próspero de las armas, mientras se quedan como estancadas en el pantano de una indiferencia casi general el proceso político y jurídico emprendido por la Comunidad Internacional para consolidar el camino del desarme. ¿Qué futuro de paz será posible si se continúa invirtiendo en la producción de armas y en la investigación dedicada a desarrollar otras nuevas? El anhelo que brota desde lo más profundo del corazón es que la Comunidad Internacional sepa encontrar la valentía y la cordura de impulsar nuevamente, de manera decidida y conjunta, el desarme, aplicando concretamente el derecho a la paz, que es propio de cada hombre y de cada pueblo. Los diversos Organismos de la Comunidad Internacional, comprometiéndose a salvaguardar el bien de la paz, obtendrían la autoridad moral que es indispensable para hacer creíbles e incisivas sus iniciativas. 15. Los primeros beneficiarios de una valiente opción por el desarme serán los países pobres que, después de tantas promesas, reclaman justamente la realización concreta del derecho al desarrollo. Este derecho también ha sido reafirmado solemnemente en la reciente Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, que ha celebrado este año el 60 aniversario de su fundación. La Iglesia católica, a la vez que confirma su confianza en esta Organización internacional, desea su renovación institucional y operativa que la haga capaz de 1110 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL responder a las nuevas exigencias de la época actual, caracterizada por el fenómeno difuso de la globalización. La Organización de las Naciones Unidas ha de llegar a ser un instrumento cada vez más eficiente para promover en el mundo los valores de la justicia, de la solidaridad y de la paz. La Iglesia, por su parte, fiel a la misión que ha recibido de su Fundador, no deja de proclamar por doquier el «Evangelio de la paz». Animada por su firme convicción de prestar un servicio indispensable a cuantos se dedican a promover la paz, recuerda a todos que, para que la paz sea auténtica y duradera, ha de estar construida sobre la roca de la verdad de Dios y de la verdad del hombre. Sólo esta verdad puede sensibilizar los ánimos hacia la justicia, abrirlos al amor y a la solidaridad, y alentar a todos a trabajar por una humanidad realmente libre y solidaria. Ciertamente, sólo sobre la verdad de Dios y del hombre se construyen los fundamentos de una auténtica paz. 16. Al concluir este mensaje, quiero dirigirme de modo particular a los creyentes en Cristo, para renovarles la invitación a ser discípulos atentos y disponibles del Señor. Escuchando el Evangelio, queridos hermanos y hermanas, aprendemos a fundamentar la paz en la verdad de una existencia cotidiana inspirada en el mandamiento del amor. Es necesario que cada comunidad se entregue a una labor intensa y capilar de educación y de testimonio, que ayude a cada uno a tomar conciencia de que urge descubrir cada vez más a fondo la verdad de la paz. Al mismo tiempo, pido que se intensifique la oración, porque la paz es ante todo don de Dios que se ha de suplicar continuamente. Gracias a la ayuda divina, resultará ciertamente más convincente e iluminador el anuncio y el testimonio de la verdad de la paz. Dirijamos con confianza y filial abandono la mirada hacia María, la Madre del Príncipe de la Paz. Al principio de este nuevo año le pedimos que ayude a todo el Pueblo de Dios a ser en toda situación agente de paz, dejándose iluminar por la Verdad que nos hace libres (cf. Jn 8,32). Que por su intercesión la humanidad incremente su aprecio por este bien fundamental y se comprometa a consolidar su presencia en el mundo, para legar un futuro más sereno y más seguro a las generaciones venideras. Vaticano, 8 de diciembre de 2005. BENEDICTO PP. XVI NOTAS [1] Llamamiento a los Jefes de los pueblos beligerantes (1 agosto 1917): AAS 9 (1917) 423. [2] N. 77. [3] Ibíd. 78. [4] Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada mundial de la paz 2004, 9. [5] Cf. Juan Pablo II, Discurso a la 50a Asamblea General de las Naciones Unidas, 5 octubre 1995, 3. [6] De civitate Dei, XIX, 13. [7] N. 79. [8] Ibíd. [9] Mensaje para Jornada mundial de la Paz 2002, 6. [10] Ibíd. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1111 MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA XCII JORNADA MUNDIAL DEL EMIGRANTE Y EL REFUGIADO (15 DE ENERO DE 2006) “Migraciones: signo de los tiempos” Queridos hermanos y hermanas: Hace cuarenta años se concluía el concilio ecuménico Vaticano II, cuya rica enseñanza abarca numerosos campos de la vida eclesial. En particular, la constitución pastoral Gaudium et spes realizó un atento análisis de la compleja realidad del mundo contemporáneo, buscando los modos más adecuados para llevar a los hombres de hoy el mensaje evangélico. Con ese fin, acogiendo la invitación del beato Juan XXIII, los padres conciliares se esforzaron por escrutar los signos de los tiempos, interpretándolos a la luz del Evangelio, para brindar a las nuevas generaciones la posibilidad de responder adecuadamente a los interrogantes perennes sobre el sentido de la vida presente y futura, y sobre el planteamiento correcto de las relaciones sociales (cf. Gaudium et spes, 4). Entre los signos de los tiempos reconocibles hoy se pueden incluir ciertamente las migraciones, un fenómeno que a lo largo del siglo recién concluido asumió una configuración, por decirlo así, estructural, transformándose en una característica importante del mercado del trabajo a nivel mundial, como consecuencia, entre otras cosas, del fuerte impulso ejercido por la globalización. Naturalmente, en este “signo de los tiempos” confluyen diversos componentes. En efecto, comprende las migraciones internas y las internacionales, las forzadas y las voluntarias, las legales y las irregulares, también sujetas a la plaga del tráfico de seres humanos. Y no se puede olvidar la categoría de los estudiantes extranjeros, cuyo número aumenta cada año en el mundo. Con respecto a los que emigran por motivos económicos, cabe destacar el reciente hecho de la “feminización” del fenómeno, es decir, la creciente presencia en él de la mujer. En efecto, en el pasado, quienes emigraban eran sobre todo los hombres, aunque no faltaban nunca las mujeres; sin embargo, entonces ellas emigraban sobre todo para acompañar a sus respectivos maridos o padres, o para reunirse con ellos donde se encontraban ya. Hoy, aun siendo todavía numerosas esas situaciones, la emigración femenina tiende a ser cada vez más autónoma: la mujer cruza por sí misma los confines de su patria en busca de un empleo en el país de destino. Más aún, en ocasiones, la mujer emigrante se ha convertido en la principal fuente de ingresos para su familia. De hecho, la presencia femenina se da sobre todo en los sectores que ofrecen salarios bajos. Por eso, si los trabajadores emigrantes son particularmente vulnerables, entre ellos las mujeres lo son más aún. Los ámbitos de empleo más frecuentes para las mujeres son, además de los quehaceres domésticos, la asistencia a los ancianos, la atención a las personas enfermas y los servicios relacionados con el hospedaje en hoteles. En estos campos los cristianos están llamados a manifestar 1112 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL su compromiso en favor del trato justo a la mujer emigrante, del respeto a su feminidad y del reconocimiento de sus derechos iguales. No se puede por menos de mencionar, en este contexto, el tráfico de seres humanos, sobre todo de mujeres, que prospera donde son escasas las oportunidades de mejorar la propia condición de vida, o simplemente de sobrevivir. Al traficante le resulta fácil ofrecer sus “servicios” a las víctimas, que con frecuencia no albergan ni la más mínima sospecha de lo que deberán afrontar luego. En algunos casos, hay mujeres y muchachas que son destinadas a ser explotadas, en el trabajo, casi como esclavas, y a veces incluso en la industria del sexo. Al no poder profundizar aquí el análisis de las consecuencias de esa migración, hago mía la condena que expresó Juan Pablo II contra “la difundida cultura hedonista y comercial que promueve la explotación sistemática de la sexualidad” (Carta a las mujeres, 29 de junio de 1995, n. 5). Aquí se halla todo un programa de redención y liberación, del que los cristianos no pueden desentenderse. Por lo que atañe a la otra categoría de emigrantes, la de los que piden asilo y de los refugiados, quisiera destacar que en general se suele afrontar el problema constituido por su ingreso, sin interrogarse también acerca de las razones que los han impulsado a huir de su país de origen. La Iglesia contempla este mundo de sufrimiento y de violencia con los ojos de Jesús, que se conmovía ante el espectáculo de las muchedumbres que andaban errantes como ovejas sin pastor (cf. Mt 9, 36). Esperanza, valentía, amor y también “creatividad de la caridad” (Novo millennio ineunte, 50) deben impulsar el necesario compromiso, humano y cristiano, para socorrer a estos hermanos y hermanas en sus sufrimientos. Sus Iglesias de origen deben manifestarles su solicitud con el envío de asistentes de su misma lengua y cultura, en diálogo de caridad con las Iglesias particulares de acogida. Por último, a la luz de los actuales “signos de los tiempos”, merece particular atención el fenómeno de los estudiantes extranjeros. Su número, también gracias a los “intercambios” entre las diversas universidades, especialmente en Europa, registra un aumento constante, con los consiguientes problemas, también pastorales, que la Iglesia no puede descuidar. Esto vale de modo especial para los estudiantes procedentes de los países en vías de desarrollo, para los cuales la experiencia universitaria puede constituir una ocasión extraordinaria de enriquecimiento espiritual. A la vez que invoco la asistencia divina para quienes, impulsados por el deseo de contribuir a la promoción de un futuro de justicia y paz en el mundo, trabajan con empeño en el campo de la pastoral al servicio de la movilidad humana, envío a todos, como prenda de afecto, una especial bendición apostólica. Vaticano, 18 de octubre de 2005 SANTA S EDE DICIEMBRE • 1113 Congregaciones CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA INSTRUCCIÓN SOBRE LOS CRITERIOS DE DISCERNIMIENTO VOCACIONAL EN RELACIÓN CON LAS PERSONAS DE TENDENCIAS HOMOSEXUALESANTES DE SU ADMISIÓN AL SEMINARIO Y A LAS ÓRDENES SAGRADAS INTRODUCCIÓN En continuidad con la enseñanza del Concilio Vaticano II y, en particular, con el decreto Optatam totius[1] sobre la formación sacerdotal, la Congregación para la Educación Católica ha publicado diversos documentos con el fin de promover la adecuada formación integral de los futuros sacerdotes, ofreciendo orientaciones y normas precisas acerca de varios de sus aspectos.[2] El Sínodo de los Obispos de 1990 también reflexionó sobre la formación de los sacerdotes en las circunstancias actuales, con la intención de aplicar la doctrina conciliar sobre este tema y hacerla más explícita y adecuada al mundo contemporáneo. Como fruto de este Sínodo, Juan Pablo II publicó la Exhortación Apostólica Postsinodal Pastores dabo vobis.[3] A la luz de esta rica enseñanza, la presente Instrucción no pretende tratar todas las cuestiones de orden afectivo o sexual que requieren atento discernimiento a lo largo del período formativo. Contiene únicamente normas acerca de una cuestión particular que las circunstancias actuales han hecho más urgente, a saber, la admisión o no admisión al Seminario y a las Órdenes Sagradas de candidatos con tendencias homosexuales profundamente arraigadas. 1. Madurez afectiva y paternidad espiritual Según la constante Tradición de la Iglesia recibe válidamente la Sagrada Ordenación exclusivamente el bautizado de sexo masculino.[4] A través del sacramento del Orden el Espíritu Santo configura al candidato, por un título nuevo y específico, con Jesucristo: el sacerdote, en efecto, representa sacramentalmente a Cristo Cabeza, Pastor y Esposo de la Iglesia.[5] Por razón de esta configuración con Cristo, la vida toda del ministro sagrado debe estar animada por la entrega de su persona a la Iglesia y por una auténtica caridad pastoral.[6] El candidato al ministerio ordenado debe, por tanto, alcanzar la madurez afectiva. Tal madurez lo capacitará para situarse en una relación correcta con hombres y mujeres, desarrollando en él un verdadero sentido de la paternidad espiritual en relación con la comunidad eclesial que le será confiada.[7] 2. La homosexualidad y el ministerio ordenado Desde el Concilio Vaticano II hasta hoy diversos documentos del Magisterio y especialmente el Catecismo de la Iglesia Católica han confirmado la enseñanza de la 1114 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL Iglesia sobre la homosexualidad. El Catecismo distingue entre los actos homosexuales y las tendencias homosexuales. Respecto a los actos enseña que en la Sagrada Escritura éstos son presentados como pecados graves. La Tradición los ha considerado siempre intrínsecamente inmorales y contrarios a la ley natural. Por tanto, no pueden aprobarse en ningún caso. Por lo que se refiere a las tendencias homosexuales profundamente arraigadas, que se encuentran en un cierto número de hombres y mujeres, son también éstas objetivamente desordenadas y con frecuencia constituyen, también para ellos, una prueba. Tales personas deben ser acogidas con respeto y delicadeza; respecto a ellas se evitará cualquier estigma que indique una injusta discriminación. Ellas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en sus vidas y a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que puedan encontrar. [8] A la luz de tales enseñanzas este Dicasterio, de acuerdo con la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, cree necesario afirmar con claridad que la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión,[9] no puede admitir al Seminario y a las Órdenes Sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostienen la así llamada cultura gay.[10] Dichas personas se encuentran, efectivamente, en una situación que obstaculiza gravemente una correcta relación con hombres y mujeres. De ningún modo pueden ignorarse las consecuencias negativas que se pueden derivar de la Ordenación de personas con tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Si se tratase, en cambio, de tendencias homosexuales que fuesen sólo la expresión de un problema transitorio, como, por ejemplo, el de una adolescencia todavía no terminada, ésas deberán ser claramente superadas al menos tres años antes de la Ordenación diaconal. 3. El discernimiento de la idoneidad de los candidatos por parte de la Iglesia Dos son los aspectos inseparables en toda vocación sacerdotal: el don gratuito de Dios y la libertad responsable del hombre. La vocación es un don de la gracia divina, recibido a través de la Iglesia, en la Iglesia y para el servicio de la Iglesia. Respondiendo a la llamada de Dios, el hombre se ofrece libremente a Él en el amor.[11] El solo deseo de llegar a ser sacerdote no es suficiente y no existe un derecho a recibir la Sagrada Ordenación. Compete a la Iglesia, responsable de establecer los requisitos necesarios para la recepción de los Sacramentos instituidos por Cristo, discernir la idoneidad de quien desea entrar en el Seminario,[12] acompañarlo durante los años de la formación y llamarlo a las Órdenes Sagradas, si lo juzga dotado de las cualidades requeridas.[13] La formación del futuro sacerdote debe integrar, en una complementariedad esencial, las cuatro dimensiones de la formación: humana, espiritual, intelectual y pastoral.[14] En ese contexto, se debe anotar la particular importancia de la formación SANTA S EDE DICIEMBRE • 1115 humana, base necesaria de toda la formación.[15] Para admitir a un candidato a la Ordenación diaconal, la Iglesia debe verificar, entre otras cosas, que haya sido alcanzada la madurez afectiva del candidato al sacerdocio.[16] La llamada a las Órdenes es responsabilidad personal del Obispo[17] o del Superior Mayor. Teniendo presente el parecer de aquellos a los que se ha confiado la responsabilidad de la formación, el Obispo o el Superior Mayor, antes de admitir al candidato a la Ordenación, debe llegar a formarse un juicio moralmente cierto sobre sus aptitudes. En caso de seria duda a este respecto, no debe admitirlo a la Ordenación.[18] Es también un grave deber del rector y de los demás formadores del Seminario el discernimiento de la vocación y de la madurez del candidato. Antes de cada Ordenación, el rector debe expresar su juicio sobre las cualidades requeridas por la Iglesia.[19] Corresponde al director espiritual una tarea importante en el discernimiento de la idoneidad para la Ordenación. Aunque vinculado por el secreto, representa a la Iglesia en el fuero interno. En los coloquios con el candidato debe recordarle de modo muy particular las exigencias de la Iglesia sobre la castidad sacerdotal y sobre la madurez afectiva específica del sacerdote, así como ayudarlo a discernir si posee las cualidades necesarias.[20] Tiene la obligación de evaluar todas las cualidades de la personalidad y cerciorarse de que el candidato no presenta desajustes sexuales incompatibles con el sacerdocio. Si un candidato practica la homosexualidad o presenta tendencias homosexuales profundamente arraigadas, su director espiritual, así como su confesor, tienen el deber de disuadirlo en conciencia de seguir adelante hacia la Ordenación. Ciertamente el candidato mismo es el primer responsable de la propia formación. [21] Debe someterse confiadamente al discernimiento de la Iglesia, del Obispo que llama a las Órdenes, del rector del Seminario, del director espiritual y de los demás formadores a los que el Obispo o el Superior Mayor han confiado la tarea de educar a los futuros sacerdotes. Sería gravemente deshonesto que el candidato ocultara la propia homosexualidad para acceder, a pesar de todo, a la Ordenación. Disposición tan falta de rectitud no corresponde al espíritu de verdad, de lealtad y de disponibilidad que debe caracterizar la personalidad de quien cree que ha sido llamado a servir a Cristo y a su Iglesia en el ministerio sacerdotal. CONCLUSIÓN Esta Congregación reafirma la necesidad de que los Obispos, los Superiores Mayores y todos los responsables implicados realicen un atento discernimiento sobre la idoneidad de los candidatos a las Órdenes Sagradas, desde su admisión al Seminario hasta la Ordenación. Este discernimiento debe hacerse a la luz de un concepto de sacerdocio ministerial en sintonía con las enseñanzas de la Iglesia. 1116 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL Los Obispos, las Conferencias Episcopales y los Superiores Mayores vigilen para que las normas de esta Instrucción sean observadas fielmente para el bien de los candidatos mismos y para garantizar siempre a la Iglesia sacerdotes idóneos. El Sumo Pontífice Benedicto XVI, con fecha del 31 de agosto de 2005, ha aprobado la presente Instrucción y ha mandado su publicación. Roma, 4 de noviembre de 2005, Memoria de San Carlos Borromeo, Patrono de los Seminarios. ZENON Card.GROCHOLEWSKI Prefecto J. MICHAEL MILLER, C.S.B. Arzobispo tit. de Vertara Secretario NOTAS [1] Concilio Ecuménico Vaticano II, Decreto sobre la formación sacerdotal Optatam totius (28 de octubre de 1965): AAS 58 (1966), 713-727. [2] Cf. Congregación para la Educación Católica, Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis (6 de enero de 1970; edición nueva, 19 de marzo de 1985); Carta Circular sobre la enseñanza de la Filosofía en los Seminarios (20 de enero de 1972); Orientaciones para la educación en el celibato sacerdotal (11 de abril de 1974); Carta Circular sobre la enseñanza del Derecho Canónico para los aspirantes al sacerdocio (2 de abril de 1975); La formación teológica de los futuros sacerdotes (22 de febrero de 1976); Epistula circularis de formatione vocationarum adultarum (14 de julio de 1976); Instrucción sobre la formación litúrgica en los Seminarios (3 de junio de 1979); Carta Circular sobre algunos aspectos más urgentes de la formación espiritual en los Seminarios (6 de enero de 1980); Orientaciones educativas sobre el Amor Humano. Pautas de educación sexual (1 de noviembre de 1983); Carta Circular sobre la pastoral de la Movilidad Humana en la formación de los futuros sacerdotes (25 de enero de 1985); Orientaciones para la formación de los futuros sacerdotes para el uso de los instrumentos de la Comunicación Social (19 de marzo de 1986); Carta Circular acerca de los estudios sobre las Iglesias Orientales (6 de enero de 1987); Carta Circular sobre la Virgen María en la formación intelectual y espiritual (25 de marzo de 1988); Orientaciones para el estudio y la enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia en la formación de los sacerdotes (30 de diciembre de 1988); Instrucción sobre el estudio de los Padres de la Iglesia en la formación sacerdotal (10 de noviembre de 1989); Directrices sobre la preparación de los Formadores en los Seminarios (4 de noviembre de 1993); Directrices sobre la formación de los seminaristas acerca de los problemas relativos al matrimonio y a la familia (19 de marzo de 1995); Instrucción a las Conferencias Episcopales sobre la admisión al Seminario de candidatos provenientes de otros Seminarios o Familias religiosas (9 de octubre de 1986 y 8 de marzo de 1996); El período Propedéutico: documento informativo (1 de mayo de 1998); Lettere circolari circa le norme canoniche relative alle irregolarità e agli impedimenti sia ad Ordines recipiendos, sia ad Ordines exercendos (27 de julio de 1992 y 2 de febrero de 199). [3] Juan Pablo II, Exhortación apostólica postsinodal Pastores dabo vobis (25 de marzo de 1992): AAS 84 (1992), 657864. [4] Cf. C.I.C., can. 1024 y C.C.E.O., can. 754; Juan Pablo II, Carta apostólica Ordinatio sacerdotalis sobre reservar la Ordenación sacerdotal sólo a los hombres (22 de mayo de 1994): AAS 86 (1994), 545-548. [5] Cf. Concilio Ecuménico Vaticano II, Decreto sobre el ministerio y la vida de los presbíteros Presbyterorum ordinis (7 de diciembre de 1965), n. 2: AAS 58 (1966), 991-993; Pastores dabo vobis, n. 16: AAS 84 (1992), 681-682. Respecto a la configuración con Cristo, Esposo de la Iglesia, la Pastores dabo vobis afirma: «El sacerdote está llamado a ser imagen viva de Jesucristo Esposo de la Iglesia [...]. Por tanto, está llamado a revivir en su vida espiritual el amor de Cristo Esposo con la Iglesia Esposa. Su vida debe estar iluminada y orientada también por este rasgo esponsal, que le pide ser testigo del amor de Cristo como Esposo» (n. 22): AAS 84 (1992), 691. [6] Cf. Presbyterorum ordinis, n. 14: AAS 58 (1966), 1013-1014; Pastores dabo vobis, n. 23: AAS 84 (1992), 691-694. [7] Cf. Congregación para el Clero, Directorio Dives Ecclesiae para el ministerio y la vida de los presbíteros (31 de marzo de 1994), n. 58. [8] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica (edición típica, 1997), nn. 2357-2358. Cf. también los diversos documentos de la Congregación para la Doctrina de la Fe: Declaración acerca de ciertas cuestiones de ética sexual Persona humana SANTA S EDE DICIEMBRE • 1117 (29 de diciembre de 1975); Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales Homosexualitatis problema (1 de octubre de 1986); Algunas consideraciones concernientes a la Respuesta a propuestas de ley sobre la no discriminación de las personas homosexuales (23 de julio de 1992); Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales (3 de junio de 2003). Respecto a la inclinación homosexual, la Carta Homosexualitatis problema afirma: «La particular inclinación de la persona homosexual, aunque no sea en sí un pecado, constituye sin embargo una tendencia, más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Por este motivo la inclinación misma debe ser considerada como objetivamente desordenada» (n. 3). [9] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica (edición típica, 1997), n. 2358; cfr. también C.I.C., can. 208 y C.C.E.O., can. 11. [10]Cf. Congregación para la Educación Católica, A memorandum to Bishops seeking advice on matters concerning homosexuality and candidates for admission to Seminary (9 de julio de 1985); Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Carta (16 de mayo de 2002): Notitiae 38 (2002), 586. [11]Cf. Pastores dabo vobis, n. 35-36: AAS 84 (1992), 714-718. [12]Cf. C.I.C., can. 241 § 1: «El Obispo diocesano sólo debe admitir en el seminario mayor a aquellos que, atendiendo a sus dotes humanas y morales, espirituales e intelectuales, a su salud física y a su equilibrio psíquico, y a su recta intención, sean considerados capaces de dedicarse a los sagrados ministerios de manera perpetua» y C.C.E.O., can. 342, § 1. [13]Cf.Optatam totius, n. 6: AAS 58 (1966), 717. Cfr. también C.I.C.,can. 1029: « Sólo deben ser ordenados aquellos que, según el juicio prudente del Obispo propio o del Superior mayor competente, sopesadas todas las circunstancias, tienen una fe íntegra, están movidos por recta intención, poseen la ciencia debida, gozan de buena fama y costumbres intachables, virtudes probadas y otras cualidades físicas y psíquicas congruentes con el orden que van a recibir» y C.C.E.O., can. 758. No llamar a las órdenes a aquel que no tiene las cualidades requeridas no es una injusta discriminación: cfr. Congregación para la Doctrina de la Fe, Algunas consideraciones concernientes a la Respuesta a propuestas de ley sobre la no discriminación de las personas homosexuales. [14]Cf. Pastores dabo vobis, nn. 43-59: AAS 84 (1992), 731-762. [15]Cf. ibid., n. 43: «El presbítero, llamado a ser “imagen viva” de Jesucristo, Cabeza y Pastor de la Iglesia, debe procurar reflejar en sí mismo, en la medida de lo posible, aquella perfección humana que brilla en el Hijo de Dios hecho hombre y que se trasparenta con singular eficacia en sus actitudes hacia los demás»: AAS 84 (1992), 732. [16]Cf. ibid.,nn. 44 y 50: AAS 84 (1992), 733-736 y 746-748. Cfr. también: Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Carta circular Entre las más delicadas a los Excmos. y Revmos. Señores Obispos diocesanos y demás Ordinarios canónicamente facultados para llamar a las Sagradas Órdenes, sobre los escrutinios acerca de la idoneidad de los candidatos (10 de noviembre de 1997): Notitiae 33 (1997), 495-506, particularmente el Adjunto V. [17]Cf. Congregación para los Obispos, Directorio para el Ministerio pastoral de los obispos Apostolorum Successores (22 de febrero de 2004), n. 88. [18]Cf. C.I.C., can. 1052 § 3: « Si [...] el Obispo duda con razones ciertas de la idoneidad del candidato para recibir las órdenes, no lo debe ordenar». Cfr. también C.C.E.O., can. 770. [19] Cf. C.I.C., can. 1051: « Por lo que se refiere a la investigación de las cualidades que se requieren en el ordenando [...] el rector del seminario o de la casa de formación hade certificar que el candidato posee las cualidades necesarias para recibir el orden, es decir, doctrina recta, piedad sincera, buenas costumbres y aptitud para ejercer el ministerio; e igualmente, después de la investigación oportuna, hará constar su estado de salud física y psíquica». [20] Cf. Pastores dabo vobis, nn. 50 y 66: AAS 84 (1992), 746-748 y 772-774. Cfr. también Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis, n. 48. [21] Cf. Pastores dabo vobis, n. 69: AAS 84 (1992), 778. 1118 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL CONSEJO PONTIFICIO PARA LA PASTORAL DE LA SALUD MENSAJE DEL CARDENAL JAVIER LOZANO BARRAGÁN CON OCASIÓN DE LA JORNADA MUNDIAL CONTRA EL SIDA (1 DE DICIEMBRE DE 2005) A las Conferencias episcopales, a las instituciones y organizaciones nacionales e internacionales, a las Ongs y asociaciones de prevención y asistencia, a los hombres y mujeres de buena voluntad: 1. La Jornada mundial contra el sida de este año, promovida por UNAIDS, con el lema “Detengamos el sida. Mantengamos la promesa” quiere hacer un llamamiento a todos, en especial a los que tienen cargos de responsabilidad en el campo del VIH/ sida, impulsándolos a un renovado y consciente compromiso con el fin de prevenir en forma duradera la difusión de esta pandemia y a asistir a los enfermos, especialmente en los países pobres, delimitando e invirtiendo la tendencia al crecimiento de la difusión del contagio por VIH/sida. 2. El Consejo pontificio para la pastoral de la salud se une a las instituciones y organizaciones nacionales e internacionales y en particular al UNAIDS, que cada año organiza una campaña mundial de lucha contra el sida, a fin de que a este mal planetario, que acarrea una crisis global, se responda con una acción al mismo tiempo global y coral. La adhesión en el 2001 de los jefes de Estado y de los representantes de los gobiernos, a la Declaración de compromiso para luchar contra el VIH/sida, constituyó un importante momento de toma de conciencia y de compromiso político a nivel mundial para reaccionar y dar una respuesta fuerte, global y decidida por parte de la comunidad internacional. 3. La situación epidemiológica del VIH/sida sigue proporcionando grandes preocupaciones; se calcula que en el año 2005 las personas afectadas por el VIH llegaban a 40,3 millones, de las cuales 2,3 millones eran menores de 15 años. Cada año aumenta el número de personas contagiadas; en el 2005 han contraído el virus del VIH 4,9 millones de personas, de las cuales 700.000 son menores de 15 años y este mismo año han muerto debido al sida 3,1 millones de personas, entre las cuales 570.000 jóvenes con menos de 15 años. El VIH/sida sigue sembrando muerte en todos los países del mundo. 4. El mejor cuidado es la prevención para evitar el contagio por el VIH/sida que, recordamos, se transmite únicamente a través de la triple vía de la sangre, de la transmisión materno-infantil y por contacto sexual. Con respecto a las transfusiones y a otros contactos con la sangre del enfermo, hoy el contagio se ha reducido considerablemente. No obstante esto, se debe poner la máxima atención para evitar este medio de infección, en particular en los centros de transfusiones y durante las intervenciones quirúrgicas. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1119 Gracias a Dios el contagio materno-filial está fuertemente controlado con fármacos adecuados. Se debe intensificar la prevención en este campo, proporcionando el tratamiento médico adecuado a las madres seropositivas, sobre todo por parte de las entidades públicas de los diferentes países. El tercer camino de contagio, es decir, la transmisión sexual, sigue siendo el más significativo. Es favorecido abundantemente por una especie de cultura pansexual, que quita valor a la sexualidad reduciéndola a un simple placer, sin darle un alcance más elevado. La prevención radical en este campo debe provenir de una correcta concepción y práctica sexual, en la que se entienda la actividad sexual en su profundo significado como expresión total y absoluta de donación fecunda de amor. Esta totalidad nos conduce a la exclusividad de su ejercicio en el matrimonio, único e indisoluble. La prevención segura en este campo se dirige, pues, a intensificar la solidez de la familia. Este es el significado profundo del sexto Mandamiento de la ley de Dios, que constituye el perno de la auténtica prevención del sida en el ámbito de la actividad sexual. 5. Frente a la difícil situación sociopolítica, cultural y económica en que se encuentran muchos países, no hay duda de que es preciso exigir la tutela y la promoción de la salud como signo del amor incondicional de todos, especialmente hacia los más pobres y débiles, y que responde a las necesidades humanas individuales y de la comunidad. Por tanto, es preciso reformar las leyes que no consideran suficientemente la igual distribución de las condiciones de salud para todos. La salud es un bien en sí mismo, podemos decir que “sobre él pesa una hipoteca social” y, por tanto, se debe asegurar la salud para todos los habitantes de la tierra, estudiando formas a fin de que los recursos sean utilizados con el objetivo de obtener la salud para todos, asegurando los cuidados básicos aún negados a gran parte de la población mundial. Al derecho de la tutela de la salud debe corresponder de alguna forma el deber de poner en acto comportamientos y efectuar estilos de vida adecuados para tutelar la salud y rechazar los que son dañinos para ella. 6. La Iglesia católica sigue dando su aporte tanto en la prevención como en la asistencia a los enfermos de VIH/sida y a sus familias en el plano médico-asistencial, social, espiritual y pastoral. El 26,7% de los centros para el cuidado del VIH/sida en el mundo son católicos. Son numerosos los proyectos y los programas de formación, prevención y asistencia, cuidado y seguimiento pastoral en favor de los enfermos, que las Iglesias locales, los institutos religiosos y las asociaciones laicales llevan adelante con amor, sentido de responsabilidad y espíritu de caridad. 7. Concretamente, de acuerdo con las informaciones que han llegado de las diversas Iglesias locales e instituciones católicas en el mundo, las acciones que se realizan en el campo del sida se pueden esquematizar del siguiente modo: promoción de campañas de sensibilización, programas de prevención y educación sanitaria, ayuda a los huérfanos, distribución de medicamentos y alimentos, asistencia domiciliaria, institución de hospitales, centros, comunidades terapéuticas que concentran su obra en el cuidado y la asistencia al enfermo de VIH/sida, colaboración con los 1120 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL gobiernos, atención en las cárceles, cursos de catequesis, elaboración de sistemas de ayuda a través de internet, e institución de grupos de apoyo al enfermo. Junto a este incalculable y loable compromiso, el Papa Juan Pablo II instituyó el 12 de septiembre de 2004 la fundación “El Buen Samaritano”, confiada al Consejo pontificio para la pastoral de la salud, y confirmada por el Papa Benedicto XVI, para llevar, gracias a las donaciones que se reciben, una ayuda económica a los enfermos más necesitados del mundo, en particular a las víctimas del VIH/sida. En este primer año de actividad de la fundación, se han enviado a las Iglesias locales en América, Asia, África y Europa importantes ayudas financieras para la compra de medicamentos. 8. Deseo dirigir algunas sugerencias de líneas de acción a los que están comprometidos, en varios niveles, en la lucha contra el VIH/sida. A las comunidades cristianas, a fin de que continúen promoviendo la estabilidad de la familia y la educación de sus hijos en el recto entendimiento de la actividad sexual, como don de Dios para una entrega amorosamente plena y fecunda. A los Gobiernos, a fin de que promuevan la salud integral de la población y favorezcan la atención a los enfermos de sida, basándose en los principios de responsabilidad, solidaridad, justicia y equidad. A las industrias farmacéuticas, a fin de que faciliten el acceso económico a las medicinas antiretrovirales para curar el VIH/sida y a las que son necesarias para curar las infecciones oportunistas. A los hombres de ciencia y a los agentes sanitarios, a fin de que renueven la solidaridad entre sí, haciendo todo lo posible para que progrese la investigación biomédica sobre el VIH/sida con el fin de encontrar nuevos y eficaces medicamentos capaces de detener el fenómeno. A los medios de comunicación social, a fin de que proporcionen a las poblaciones una información transparente, correcta y verdadera sobre el fenómeno y sobre los métodos de prevención, sin instrumentalizaciones. 9. Quisiera concluir con las palabras del Papa Benedicto XVI dirigidas a los obispos de África del sur en visita “ad limina”, el 10 de junio de 2005: «Hermanos obispos, comparto vuestra profunda preocupación por la devastación causada por el virus del sida y por las enfermedades vinculadas con él. Ruego en particular por las viudas, por los huérfanos, por las madres jóvenes y por las personas cuya vida se despedaza debido a esta cruel epidemia. Os exhorto a proseguir vuestros esfuerzos para combatir este virus, que no sólo causa la muerte, sino amenaza seriamente la estabilidad económica y social del continente». Cardenal Javier Lozano Barragán Presidente del Consejo pontificio para la pastoral de la salud SANTA S EDE DICIEMBRE • 1121 IGLESIA UNIVERSAL LA IGLESIA EN AMÉRICA ANTE LOS DESAFÍOS DE LA BIOÉTICA Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS Las conclusiones han sido publicadas por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). El encuentro fue convocado por el departamento «Familia, Vida y Cultura» de este organismo episcopal. Introducción: 1. Los participantes en el primer Seminario de la Iglesia y la Sociedad Civil sobre Bioética, Nuevas Tecnologías y su Incidencia Cultural, convocados por el Departamento de «Familia, Vida y Cultura» del CELAM, provenientes de diversos países Latinoamericanos y del Caribe y de distintas ciencias bases relacionadas con la Bioética, queremos presentar nuestras consideraciones generales, como fruto del trabajo de estudio y reflexión de estos días. Deseamos destacar y agradecer la guía e iluminación especial que recibimos al inicio del Seminario, por medio de la presencia y palabra de Su Excia. Revma. Mons. Elio Sgreccia, Presidente de la Pontificia Academia para la Vida. 2. La Iglesia que peregrina en América Latina cree en Jesucristo, Señor de la Historia, Camino, Verdad y Vida, y lo sigue como Pastor y Maestro que le enseña a encontrarse con todos los Hombres de buena voluntad, por medio del diálogo, el servicio y el testimonio. Estas características de la vocación cristiana, se presentan con especial urgencia en nuestro tiempo en relación a los científicos, a los especialistas en las llamadas «nuevas tecnologías» y a todos aquellos involucrados en el debate bioético que constituye la frontera de mayor desafío entre ciencia y fe, que son como las dos alas por las que el ser humano se eleva para contemplar la verdad. 3. Nuestro Continente, tierra de esperanza, se abre paso hacia el futuro contando con un patrimonio humano y natural particularmente rico y está llamado a desempeñar un papel protagónico en el futuro desarrollo de la vida en el Nuevo Milenio. En el necesario diálogo, razón y fe, la Iglesia puede ofrecer su positiva experiencia y enseñanza sobre la persona humana y su lugar en el mundo, sobre la vocación del Hombre en relación con los otros Hombres, con la naturaleza y las cosas. Será esencial encontrar un lenguaje común que nos permita recorrer juntos, el camino de la investigación y el estudio sobre la persona y el bien común, desde la perspectiva de la bioética personalista; sin fatalismos y siendo capaces de discernir las bondades de la técnica al servicio de la humanidad. 4. Siguiendo el ejemplo de la Virgen María, quién con su «sí» dio paso a Cristo, la Iglesia dice «sí» a la vida del Hombre. Contemplándola desde la razón y con profunda fe, confirma el «sí» al derecho de toda persona a nacer de un padre y una madre y crecer en el seno de una familia, a ser original e irrepetible, a la dignidad de la vida en todas sus manifestaciones, desde la concepción hasta la muerte natural, 1122 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL recordando y reconociendo la condición de creatura del Hombre, con su valor trascendente, y su referencia última a Dios, que es el valor absoluto. Nuevas fronteras y desafíos: 5. Especial atención merecen algunos temas de particular relevancia como la sexualidad y procreación humana, el hijo en su vida prenatal, el neoeugenismo, el dominio sobre el dolor y la muerte y las biotecnologías vinculadas a la vida humana, los alimentos y el medio ambiente. Todas las personas tienen obligaciones muy concretas para con el tema ambiental por medio de una apertura a una perspectiva espiritual y ética, que supere las actitudes y ‘los estilos de vida conducidos por el egoísmo que llevan al agotamiento de los recursos naturales’ , para no caer en los pecados sociales que claman al cielo, porque generan violencia, rompen la paz y la armonía entre comunidades de una misma nación, entre las naciones y entre las diversas partes del Continente con una irrazonable destrucción de la naturaleza . «Estos pecados manifiestan una profunda crisis debido a la pérdida del sentido de Dios y a la ausencia de los principios morales que deben regir la vida de todo hombre. Sin una referencia moral se cae en un afán ilimitado de riqueza y de poder, que ofusca toda visión evangélica de la realidad social.» 6. Una frontera llena de desafíos pastorales, dificultades educativas y formativas es aquella que se refiere a la sexualidad y la procreación humana. La mentalidad anticonceptiva y antinatalista que deriva en una mentalidad abortista, ha dado vida a una gran conjura contra la vida que afecta el desarrollo y crecimiento de nuestros jóvenes, el matrimonio y la familia. A esto se suman la ideología de género y las Tecnologías de Reproducción Artificial (TRA), que no respetan la dignidad de la procreación humana y ahondan aún más la separación de la dimensión unitiva y procreativa de la sexualidad separando el amor y la procreación. Es imperiosa la enseñanza y confirmación de una antropología plena y unitaria: Dios y Hombre, Cristo e Iglesia, cuerpo y espíritu, amor y vida, comunión varón – mujer. 7. La segunda frontera es la vida del hijo en su etapa prenatal. Los debates y el relativismo sobre el inicio de la vida, genética, contracepción, esterilización, aborto, TRA, congelamiento de embriones, extracción de células estaminales, ponen en especial peligro la vida del embrión. Muchas veces la discusión a nivel filosófico, científico y legislativo acerca de la identidad y el estatuto del embrión humano, trata de negar la realidad de una vida humana individual propiamente dicha. Es necesaria una gran claridad para que el dato científico esté en contacto con el antropológico y consecuentemente con la conclusión ética, conforme a las instancias de la razón y de las enseñanzas del Magisterio. 8. La tercera frontera es el neoeugenismo. Los descubrimientos referidos al ADN, al genoma, al diagnóstico ecográfico y genético nos han colocado frente al eugenismo de segundo nivel consistente en una selección que se convierte en supresión de aquellos seres humanos que no son considerados idóneos a una vida digna de ser vivida. Lo mismo sucede con la llamada reducción embrionaria o fetal que se SANTA S EDE DICIEMBRE • 1123 compara con las prácticas nazis que tenían un propósito político-racista de eliminación de aquellos que no eran útiles o considerados necesarios. Aunque esta comparación ha sido cuestionada, hay que reconocer que, contra todo principio de igualdad, mediante esa práctica, se suprimen seres humanos que no son considerados funcionales para la sociedad. Se prospecta ya el eugenismo de tercer nivel (transgénesis) que incorporaría nuevos genes capaces de modificar y alterar la constitución genética del sujeto y su descendencia. 9. La cuarta frontera es la del dominio del dolor y de la muerte. Crecen en el mundo los movimientos pro-eutanasia y se ejercen presiones sobre los parlamentos para la legalización de la misma. Es necesario, en el ámbito de la práctica pastoral, un compromiso para una formación de los profesionales de la salud acerca de la eutanasia, el encarnizamiento terapéutico, el uso de terapias proporcionadas, el respeto de la voluntad (libre y responsable) del paciente acerca de las terapias extraordinarias. Al mismo tiempo, se deben promover los cuidados paliativos y la formación de la familia y del equipo de salud para acompañar a la persona en el proceso de su muerte natural y digna. Debemos estudiar y conocer el «Corpus Vitae» (especialmente Humanae Vitae, Donum Vitae, Evangelium Vitae) de la Iglesia y revisar la catequesis del dolor y la muerte, iluminados por Salvificis Doloris, en la perspectiva cristiana del amor redentor y de la esperanza, que nos abre el camino hacia la plenitud de la vida y la resurrección. 10. Las Biotecnologías y todas sus buenas posibilidades deberán aplicarse buscando beneficios objetivos para la persona y el medio ambiente, pero con la precaución necesaria que lleve a disminuir los riesgos probables y rechazar los derivados de su mal uso. En este sentido, las culturas milenarias pueden aportarnos su experiencia de armónica y respetuosa convivencia con su entorno vital. Vemos cómo las biotecnologías relacionadas con los alimentos transgénicos han permitido una mejora agroindustrial y una mayor producción. Sin duda, hay que estar atentos y aplicarles rigurosos controles, pero, al mismo tiempo, hay que trabajar en la información y el conocimiento de las mismas y sus lógicos riesgos. A pesar de ellas, sigue existiendo hambre en nuestro Continente, produciéndose una paradoja escandalosa e incomprensible: hay hambre en países que, aún dando de comer a toda su población, podrían seguir exportando por cantidades millonarias. Creemos que es peligrosa e injusta la mala distribución de alimentos y la falta de concientización sobre el cambio de hábitos alimenticios y culturales. Queremos recordar también la necesidad de prepararnos para la, cada vez más cercana, sociedad del «post-petróleo». A pesar de las iniciativas ya existentes en América Latina al respecto, habrá que alentar su rápida aplicación junto con una mayor concientización del uso racional de las fuentes energéticas. 11. Estos temas que afectan a todos, deben suscitar nuestra atención como ciudadanos, bioeticistas y como Iglesia. Particular responsabilidad deberán asumir los gobernantes y legisladores, en lo que se refiere específicamente a: 1124 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL a) el carácter preeminente del ser humano y la familia b) la independencia biotecnológica y la necesaria inversión en investigación local y cuidado de la salud c) la autonomía y defensa sobre los recursos básicos (agua, tierra y alimentos) d) el respeto por la identidad y los valores de las culturas originarias y tradicionales de nuestros pueblos e) la corrupción en sus diversas manifestaciones En el espíritu profético propio de la Iglesia, debemos advertir sobre acciones de algunos organismos e instituciones internacionales que atentan contra el bien común de nuestros pueblos. Dichos organismos pretenden fijar agendas de políticas sanitarias, educativas, comerciales, poblacionales, biotecnológicas, medio ambientales, de investigación y de moral pública, sin respetar los intereses de nuestras naciones, dando espacio, en cambio, a los intereses foráneos. No se respetan así los intereses de nuestras naciones, dando espacio, en cambio a los intereses económicos foráneos que depredan y contaminan esta tierra Americana (ej.: la Amazonía). Conclusión: 12. Los medios de comunicación y su riqueza, que caracterizan nuestro tiempo y que tantas posibilidades brindan, exigen que nos acerquemos a participar en ellos con un lenguaje sin ambigüedades, preciso y comprensible a todos. La propuesta de la felicidad y la realización humana no es sólo patrimonio de algunos. El anuncio de la felicidad verdadera que Cristo trae al mundo, halla en estos medios una posibilidad tecnológica de misión y anuncio. A fin de evitar una recepción mediática equivocada de las enseñanzas del Magisterio, es urgente y necesaria una formación más sistemática sobre los temas que conciernen a la vida humana, la familia y la bioética. Esta formación deberá abarcar tanto a los sacerdotes, seminaristas, religiosas y religiosos y agentes de pastoral para poder dar testimonio eficaz de la Cultura de la Vida y colaborar en la necesaria formación de la conciencia del pueblo de Dios. 13. Al término de nuestro Seminario, agradeciendo el servicio que se nos ha pedido, de forma libre y responsable, queremos renovar nuestro compromiso como intelectuales católicos del mundo de la escuela y la universidad, de los ambientes de investigación científica y técnica y de la reflexión humanística de las mismas, de ponernos al servicio de una nueva cultura de la vida con aportaciones serias, documentadas, capaces de ganarse por su valor el respeto e interés de todos». 14. Deseamos solicitar respetuosamente, a los Señores Obispos de América Latina y el Caribe que consideren la conveniencia de incorporar en la próxima V Asamblea General un tiempo para el estudio y reflexión sobre la Persona, la dignidad de la vida, la familia y la Bioética. Teniendo en cuenta el mismo lema de la Conferencia, nos parece que el tema de la vida debería ocupar un lugar central para poder «ser verdaderos discípulos y misioneros de Jesucristo». SANTA S EDE DICIEMBRE • 1125 Creemos que en esta hora de nuestro Continente, todos necesitamos la voz fuerte de nuestros Pastores que nos confirmen de forma precisa y firme en el valor de la vida humana y sus carácter inviolable. «Si la Iglesia, al final del siglo pasado, no podía callar ante los abusos entonces existentes (contra los derechos del trabajador), menos puede callar hoy, cuando a las injusticias sociales del pasado, tristemente no superadas todavía, se añaden en tantas partes del mundo, injusticias y opresiones incluso más graves (contra la vida de los niños no nacidos, de los débiles y enfermos), consideradas tal vez como elementos de progreso de cara a la organización de un nuevo orden mundial. … respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana ¡Sólo siguiendo este camino encontrarás justicia, desarrollo, libertad verdadera, paz y felicidad!» Cuernavaca, Morelos, 5 de octubre de 2005 1126 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL «CARTA INACABADA» DEL HERMANO ROGER DE TAIZÉ Se entregará a los jóvenes reunidos a finales de año en Milán TAIZÉ, miércoles, 14 diciembre 2005 Será entregada a los 50 mil jóvenes que a finales de año se reúnan en milán para participar en el tradicional encuentro ecuménico de oración que todos los años organiza esta comunidad en una ciudad de Europa. La tarde de su muerte, el 16 de agosto, el hermano Roger llamó a un hermano y le dijo: «¡Anota bien estas palabras!». Hizo un largo silencio, mientras buscaba cómo formular su pensamiento. Luego comenzó:«En la medida en que nuestra comunidad cree en la familia humana posibilidades para ensanchar…» Y se detuvo, la fatiga le impedía terminar la frase. En estas palabras, se encuentra la pasión que le habitaba, incluso a su avanzada edad. ¿Qué entendía por «ensanchar»? Probablemente, quería decir: hacer todo lo posible para que sea más perceptible para cada uno el amor que Dios tiene por todo ser humano sin excepción, por todos los pueblos. Él deseaba que nuestra pequeña comunidad iluminase este misterio con su vida, en un humilde compromiso con los otros. Entonces, nosotros, los hermanos, quisiéramos retomar este desafío, con quienes a través de la tierra buscan la paz. En las semanas que precedieron a su muerte, él había comenzado a reflexionar sobre la carta que sería publicada durante el encuentro de Milán. Había indicado algunos temas y ciertos textos que quería retomar y reelaborar. Los hemos reunido, tal como estaban en aquel momento, para constituir esta «Carta inacabada», traducida a 57 lenguas. Ella es como una última palabra del hermano Roger,que nos ayudará a avanzar por el camino en el que Dios «ensancha nuestros pasos». (Salmo 18,37) Meditando esta carta inacabada, en los encuentros que tendrán lugar en 2006, sea en Taizé semana tras semana, sea en otros lugares de los diversos continentes, cada uno podrá buscar cómo acabarla en su propia vida. Hermano Alois «Os dejo la paz, mi paz os doy»[1]: ¿Cuál es esta paz que Dios da? Una paz interior es, ante todo, una paz del corazón. Es la que nos permite llevar una mirada de esperanza sobre el mundo, incluso cuando está desgarrado por la violencia y los conflictos. Esta paz de Dios es también un apoyo para que podamos contribuir, muy humildemente, a construir la paz allí donde está amenazada. Una paz mundial es tan urgente para aligerar los sufrimientos, en particular para que los niños de hoy y de mañana no conozcan la angustia y la inseguridad. En su Evangelio, con una fulgurante intuición, san Juan expresa en tres palabras quién es Dios: «Dios es amor»[2]. Si comprendiéramos solamente estas tres palabras, iríamos lejos, muy lejos. ¿Qué es lo que nos cautiva de estas palabras? Encontrar en ellas esta luminosa certeza: Dios ha enviado a Cristo sobre la tierra no para condenar a nadie, sino para SANTA S EDE DICIEMBRE • 1127 que todo ser humano se sepa amado y pueda encontrar un camino de comunión con Dios. ¿Por qué hay a quienes les sobrecoge el asombro de un amor y se reconocen amados, incluso colmados? ¿Y por qué otros, sin embargo, tienen la impresión de ser poco tomados en cuenta? Si cada uno comprendiese: Dios nos acompaña hasta en nuestras insondables soledades. A cada uno le dice: «Tu cuentas mucho a mis ojos, tu eres precioso para mí, y te amo» [3]. Sí, Dios no puede más que dar su amor, ahí está el todo del Evangelio. Lo que Dios nos pide y nos ofrece, es acoger sencillamente su infinita misericordia. Que Dios nos ama es una realidad a veces poco accesible. Pero cuando descubrimos que su amor es ante todo perdón, nuestro corazón se apacigua e incluso se transforma. Y henos aquí capaces de olvidar en Dios lo que acosa al corazón: he ahí una fuente donde reencontrar la frescura de un impulso. ¿Lo sabemos suficientemente? Dios nos entrega una confianza tal, que tiene para cada uno de nosotros una llamada. ¿Cuál es esta llamada? Él nos invita a amar como él nos ama. Y no hay amor más profundo que ir hasta el don de sí, por Dios y por los otros. Quien vive de Dios elige amar. Y un corazón decidido a amar puede irradiar una bondad sin límites[4]. Para quien busca amar en la confianza, la vida se llena de una belleza serena. Quien elige amar y decirlo con su propia vida es llevado a interrogarse sobre una de las cuestiones más fuertes que existen: ¿cómo aliviar las penas y los tormentos de los que están cerca o lejos? ¿Pero qué es amar? ¿Será compartir los sufrimientos de los más maltratados? Sí, es esto. ¿Será tener una infinita bondad de corazón y olvidarse de sí mismo por los otros, con desinterés? Sí, ciertamente. Y aún más: ¿qué es amar? Amar es perdonar, vivir reconciliados[5]. Y reconciliarse es siempre una primavera del alma. En el pequeño pueblo de montaña en el que nací, vivía muy cerca de nuestra casa una familia numerosa, muy pobre. La madre había muerto. Uno de los hijos, un poco más joven que yo, venía a menudo a nuestra casa, amaba a mi madre como si fuera la suya. Un día, supo que iban a marcharse del pueblo y, para él, irse no era fácil. ¿Cómo consolar a un niño de cinco o seis años? Era como si no tuviera la perspectiva necesaria para interpretar tal separación. Poco antes de su muerte, Cristo asegura a los suyos que recibirán un consolador: les enviará el Espíritu Santo que será para ellos un apoyo y un consuelo, que permanecerá siempre con ellos[6]. En el corazón de cada uno, aún hoy susurra: «No te dejaré nunca solo, te enviaré al Espíritu Santo. Incluso si estás en lo hondo de la desesperación, me tienes cerca de ti». 1128 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL Acoger el consuelo del Espíritu Santo es buscar, en el silencio y la paz, abandonarnos en él. Entonces, incluso si se producen graves acontecimientos, se hace posible superarlos. ¿Somos tan frágiles que tenemos necesidad de consolación? A todos nos llega el ser sacudidos por una prueba personal o por el sufrimiento de otros. Esto puede llevar incluso a estremecer la fe y que se apague la esperanza. Reencontrar la confianza de la fe y la paz del corazón supone a veces ser pacientes con uno mismo. Hay una pena que marca particularmente: la muerte de alguien cercano, de alguien que necesitamos para caminar sobre la tierra. Pero he aquí que una prueba tal puede conocer una transfiguración, entonces ella abre a una comunión. A quien está en los límites de la pena, una alegría de Evangelio puede serle entregada. Dios viene a iluminar el misterio del dolor humano hasta el punto de acogernos en una intimidad con él. Entonces somos situados en un camino de esperanza. Dios no nos deja solos. Nos da avanzar hacia una comunión, esta comunión de amor que es la Iglesia, a la vez tan misteriosa y tan indispensable … El Cristo de comunión[7] nos hace este inmenso don de la consolación. En la medida en que la Iglesia llega a ser capaz de aportar la curación del corazón comunicando el perdón, la compasión, hace más accesible una plenitud de comunión con Cristo. Cuando la Iglesia está atenta a amar y a comprender el misterio de todo ser humano, cuando escucha incansablemente, consuela y cura, llega a ser aquello que es en lo más luminoso de sí misma: limpio reflejo de una comunión. Buscar la reconciliación y la paz supone una lucha al interior de sí mismo. Esto no es un camino de facilidad. Nada durable se construye en la facilidad. El espíritu de comunión no es ingenuo, es ensanchamiento del corazón, profunda bondad, no escucha las sospechas. Para ser portadores de comunión, ¿avanzaremos, en cada una de nuestras vidas, por el camino de la confianza y una bondad de corazón siempre renovada? Sobre este camino, habrá a menudo fracasos. Entonces, acordémonos de que la fuente de la paz y la comunión están en Dios. En vez de desanimarnos, invocaremos al Espíritu Santo sobre nuestras fragilidades. Y, a lo largo de toda la existencia, el Espíritu Santo nos concederá reemprender la ruta e ir, de comienzo en comienzo, hacia un porvenir de paz[8]. En la medida en que nuestra comunidad cree en la familia humana posibilidades para ensanchar… Hermano Roger SANTA S EDE DICIEMBRE • 1129 NOTAS: [1] [2] [3] [4] [5] [6] [7] [8] Juan 14,27. I Juan 4,8. Isaías 43,4. En la apertura del concilio de los jóvenes, en 1974, hermano Roger había dicho: «Sin amor, ¿para qué existir? ¿Por qué seguir viviendo? ¿Con qué fin? Ahí está el sentido de nuestra vida : ser amados siempre, hasta la eternidad, para que también nosotros, vayamos hasta morir de amor. Sí, feliz quien muere de amar.» Morir de amar quiere decir, para él, amar hasta el extremo. «Vivir reconciliados»: en su libro, ¿Presientes una felicidad?, publicado quince días antes de su muerte, el hermano Roger ha explicado una vez más lo que estas palabras significan para él: «¿Puedo decir aquí que mi abuela materna descubrió intuitivamente como una clave de la vocación ecuménica y que ella me abrió una vía de concreción? Después de la Primera Guerra mundial, ella estaba habitada por el deseo de que nadie tuviera que revivir lo que ella había vivido: cristianos combatiendo una guerra en Europa, que al menos los cristianos se reconcilien para tratar de impedir una nueva guerra, pensaba ella. Ella tenía antiguas raíces evangélicas pero, cumpliendo en ella misma una reconciliación, se puso en camino a la iglesia católica, sin por ello manifestar una ruptura con los suyos. Marcado por el testimonio de su vida, y todavía joven, encontré en su seguimiento mi propia identidad de cristiano al reconciliar en mí la fe de mis orígenes con el misterio de la fe católica, sin ruptura de comunión con nadie.» Juan 14,18 y 16,7. El Cristo de comunión: hermano Roger utilizó ya esta expresión cuando acogió al papa Juan Pablo II en Taizé el 5 de octubre de 1986:«Con mis hermanos, nuestra espera cotidiana es que cada joven descubra a Cristo; no al Cristo tomado aisladamente sino al «Cristo de comunión» presente en plenitud en este misterio de comunión que es su Cuerpo, la Iglesia. Allí tantos jóvenes pueden encontrar dónde comprometer su vida entera, hasta el extremo. Allí tienen todo lo necesario para convertirse en creadores de confianza, de reconciliación, no solo entre ellos, sino con todas las generaciones, desde los más ancianos hasta los niños. En nuestra comunidad de Taizé, seguir al «Cristo de comunión», es como un fuego que nos quema. Iríamos hasta el extremo del mundo para buscar caminos, para pedir, llamar, suplicar si fuera preciso, pero jamás desde fuera, sino siempre manteniéndonos al interior de esta comunión única que es la Iglesia.» Estos últimos cuatro párrafos transcriben las palabras que el hermano Roger dijo al final del encuentro europeo de Lisboa, en diciembre de 2004. Son las últimas palabras que pronunció públicamente. [Traducción distribuida por la Comunidad de Taizé] 1130 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL PRECISIONES DEL CARDENAL KASPER SOBRE EL TEMA DE LOS DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR ROMA, 28 noviembre 2005 .- El presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, el cardenal Walter Kasper, hizo pública el viernes en el diario católico «Avvenire» precisiones sobre el tema de los divorciados vueltos a casar, a propósito de una serie de declaraciones que en días pasados se le han atribuido erróneamente en la prensa. Ofrecemos la traducción del texto íntegro del purpurado. Con ocasión del XL aniversario de la declaración conciliar Nostra aetate, se celebró en la sala de la «Prensa extranjera» una conferencia de prensa sobre el estado actual de las relaciones ecuménicas y de las relaciones religiosas con el judaísmo. Mi discurso de apertura, así como el debate sucesivo (a excepción de una sola intervención), se centró en el tema citado. Sin embargo, quien hojeó los diarios italianos del día después (salvo Avvenire, que informó de forma correcta) no encontró una sola palabra sobre el tema de la conferencia de prensa, sino un informe detallado sobre el tema de los divorciados vueltos a casar. La sorpresa para mí, como para muchos lectores, fue grande. De hecho, varios artículos sugerían no sólo que yo había apoyado la admisión de los divorciados a la Comunión, sino que consideraba posible que el Papa aportase un cambio a la proposición del Sínodo de los obispos sobre el tema [Cf. Proposición 40]. La polvareda levantada se difundió mientras tanto también en la prensa exterior, que al principio había referido correctamente lo ocurrido. También se sorprendió de ello la «Prensa extranjera», que procedió a transcribir la grabación de la discusión. De ésta se desprende cuanto sigue. Durante el intercambio de preguntas-respuestas se dirigió una sola pregunta sobre el tema de los divorciados vueltos a casar; a ella no se le dio continuación, al considerarse no pertinente respecto al tema. Me limité a exponer los siguientes puntos: 1) no soy un profeta y no sé cómo el Santo Padre utilizará la proposición del Sínodo de los obispos; 2) se trata de un serio problema pastoral, como bien sabe cualquiera que tenga experiencia en el terreno del cuidado de las almas; 3) no es posible una admisión general a la Comunión, pero existen casos individuales sobre los que es oportuno reflexionar ulteriormente. Por lo que respecta a la última afirmación, me relacioné expresamente a cuanto el Santo Padre dijo a un grupo de sacerdotes en el Valle de Aosta el verano pasado. Añadí, en cualquier caso, que no tenía la solución. No existe en efecto una fácil solución. Todo teólogo católico bien sabe que la respuesta puede encontrarse sólo sobre la base de las enseñanzas de Jesús y de la doctrina de la Iglesia a propósito de la indisolubilidad del matrimonio. Si queremos permanecer fieles a las palabras de Jesús, sólo podemos decir que, cuando se ha contraído un matrimonio con valor sacramental, mientras el cónyuge viva no puede haber un segundo matrimonio sacramental reconocido por la Iglesia. El matrimonio civil de un divorciado objetivamente está en contradicción con las enseñanzas de Jesús. SANTA S EDE DICIEMBRE • 1131 En determinadas circunstancias, los tribunales eclesiásticos pueden ser de ayuda declarando nulo el primer matrimonio. Existen sin embargo casos complejos desde el punto de vista pastoral: por ejemplo, cuando el primer matrimonio, por más que sea válido, se contrajo de forma superficial y, al final, fracasa, mientras que el segundo se vive de manera conscientemente cristiana y resulta feliz y armonioso. Algunos padres de la Iglesia griegos, en tales situaciones, ciertamente imposibles en sí, han recomendado emplear indulgencia. El entonces profesor Joseph Ratzinger en 1972 interpretó tales afirmaciones en modo de ejemplo. El Concilio de Trento se atuvo a la más rígida tradición latina, pero sin rechazar del todo la más apacible respuesta de la Iglesia greco-ortodoxa. Los expertos no están de acuerdo sobre las consecuencias que deben sacarse de éstos y de otros puntos de vista. Es cierto que no hay que alejarse arbitrariamente de la disciplina eclesial, pero ellos hacen posible una seria reflexión teológica. Esta reflexión no tiene nada que ver con los titulares de efecto de los periódicos, que sólo crean confusión y suscitan falsas expectativas que después desembocan en desilusión. Precisamente en la situación en la que nos encontramos, la Iglesia no haría un servicio a nadie si se alejara de la clara enseñanza de Jesús. 1132 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL CRÓNICA DIOCESANA MES DE NOVIEMBRE Día 28: Reunión del Consejo Episcopal. Día 30: Entrega del Premio «Concurso de Diseño de un Logotipo y de un nombre para el Sistema de Información de Gestión Integral de la Diócesis de Ourense” en el Salón Mundo Novo del Obispado. El logotipo premiado lleva por nombre «OMNES» y es obra de D. Antonio Andrés Ferreiro González, perteneciente a la parroquia de Santa Eufemia la Real del Centro y Licenciado en Informática y Diseño por Ordenador. Durante todo el mes de Diciembre ha continuado la visita pastoral del Sr. Obispo por las parroquias de Oriente Ourensano en la zona de Castro Caldelas y la Ribeira Sacra. MES DE DICIEMBRE Día 28: Reunión del Consejo Episcopal. Días 6-8: Fiestas en honor a María Inmaculada Patrona del Seminario Menor. Día 7: Vigilia de Jóvenes de la Virgen Inmaculada en la Parroquia de Santa Eufemia la Real del Centro. Día 9: Rito de Admisión a las Sagradas Órdenes a tres seminaristas en la Capilla de la Comunidad del Seminario Mayor. Elección del Ilmo. Sr. D. Serafín Marqués Gil como nuevo DeánPresidente del Cabildo Catedral. Día 10: Ministerios de Lectorado y Acolitado a cinco seminaristas. Día 13: Fallecimiento del Rvdo. José Leiro Cabo en la párroco de Santa Uxía de Lobás y Administrador de San Miguel de Piteira. Día 14: Celebración del Funeral del Rvdo. José Leiro Cabo en la Parroquia de Santa Uxía de Lobás. CRÓNICA DIOCESANA DICIEMBRE • 1133 Día 15: Reunión del Consejo Diocesano de Asuntos Económicos en el Seminario Mayor. Días 12 -16: Ejercicios Espirituales para sacerdotes de la Diócesis en la Casa Diocesana de Ejercicios «Santa María Madre». Día 16: Reunión del Consejo Episcopal. Día 19: Rueda de Prensa en el Salón Mundo Novo sobre el Concierto de Villancicos que habrá en la S. I. Catedral Basílica de San Martín de Tours. Conferencia Liceo Recreo Ourensano titulada «De Joseph Ratzinger, profesor, a Benedicto XVI, Papa. Testimonio de un alumno» pronunciada por el Profesor García Tato y que tiene lugar en el mismo local. Día 21: Celebración Navideña de todos los miembros que trabajan en la Curia Diocesana. Día 22: Concierto de Navidad de la Real Banda de Gaitas en la S. I. Catedral Basílica de San Martín de Tours organizado por la Delegación Diocesana de Juventud. Día 23: Encuentro con el Claustro de Profesores del Seminario Menor. Día 27: Fallecimiento del Rvdo. D. Serafín Seoane Carril, párroco emérito de la parroquia de Santa María de Melias y Administrador de San José de A Carballeira. Día 28: Reunión del Consejo Presbiteral. Funeral por el Rvdo. D. Serafín Seoane Carril, en la parroquia de Santa María de Sobrado del Obispo. Día 28: Reunión del Colegio de Consultores. Reunión del Consejo de Asuntos Económicos. 1134 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL CRÓNICA DIOCESANA DICIEMBRE • 1135 BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO DE OURENSE SUMARIO DEL AÑO 2005 ENERO La Voz del Prelado Nadal 2004. Ciclo A . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Santa María Nai de Deus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Solemnidade da Epifanía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mensaxe na Campaña contra a Fame de Mans Unidas: «Norte-Sur: un futuro común» . . Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 10 14 20 24 IGLESIA DIOCESANA SECRETARÍA GENERAL. Defunciones. Nombramientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Vicaría Gral. Algunas normas canónicas u orientaciones pastorales vigentes en esta diócesis . Normativa sobre estipendios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Normativa sobre los libros parroquiales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Para los párrocos nombrados por seis años . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cementerios Parroquiales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Vicaría para Asuntos Económicos. Criterios para a asignación do sustento do Clero . . . Aportación mensual por ingresos persoais. Baremo para o ano 2005 . . . . . . . . . . . . . . . Diocese de Ourense. Fondo Común. Aportación do ano 2004 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Delegación para la celebración del Bicentenario del Seminario ourensano . . . . . . . . . . . 26 28 33 34 39 39 42 46 47 48 IGLESIA EN ESPAÑA La Conferencia Episcopal Española sobre «Nación y nacionalismos» . . . . . . . . . . . . . . Nombramiento episcopal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . SANTA SEDE SANTO PADRE. Homilía de Juan Pablo II en la Nochebuena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mensaje de Navidad. «¡Por doquier se ve la necesidad de paz!» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mensaje pontificio a Monseñor Julián Barrio Barrio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Discurso a la Curia Romana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mensaje del Papa para la Jornada del Emigrante y del Refugiado . . . . . . . . . . . . . . . . . . Juan Pablo II a Cuba «Genuina libertad religiosa» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Discurso al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Audiencias Generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 70 71 72 73 75 78 80 82 84 90 1136 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Acción de Gracias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mensaje para la XXXIX Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales . . . . . . . . . . Iglesia Universal Decreto de la penitenciaría apostólica sobre las indulgencias concedidas en el año de la Eucaristía . . . . . Mensaje de Navidad del patriarca latino de Jerusalén . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «El Dios de la historia» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Un porvenir de paz» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 96 98 100 102 104 108 CRÓNICA DIOCESANA. Enero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112 FEBRERO La Voz del Prelado Homilías de Coresma. Ciclo A. Mércores de Cinsa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Domingo I da Coresma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Domingo II da Coresma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Domingo III da Coresma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . É a hora dos mozos. Carta do Bispo para a revista «Seminare» . . . . . . . . . . . . . . . . Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116 122 126 134 138 142 IGLESIA DIOCESANA SECRETARÍA GENERAL. Nombramientos. Defunciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Vicaría General. Decreto sobre la visita pastoral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Decreto de actualización de Tasas de Concesión de Usufructos en los cementerios parroquiales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Aranceles de sepulturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Memoria del Archivo Histórico Diocesano de Ourense. Año 2004 . . . . . . . . . . . . . . . . . 144 146 147 148 149 IGLESIA EN ESPAÑA Informe sobre la opción por la enseñanza de la religión católica en las escuelas . . . . . . 158 SANTA SEDE SANTO PADRE. Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Audiencia General . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Carta del Santo Padre a los participantes en las celebraciones de la XII Jornada Mundial del Enfermo en Yaoundé (Camerún) . . . . . . . . . . . . . . . . Carta del Papa Juan Pablo II al presidente de la C. E. de Francia con ocasión del 100 aniversario de la Ley de Separación entre Estado e Iglesia . . . . . . . . . . . . . . . . . Mensaje del Papa al obispo de Coímbra, con ocasión del funeral de Sor Lucía . . . . . . . Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo del año 2005 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la Cuaresma 2005 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Discurso del Santo Padre a los miembros del Tribunal de la Rota romana . . . . . . . . . . . Carta Apostólica a los responsables de las Comunicaciones Sociales . . . . . . . . . . . . . . . 161 164 166 167 174 175 179 182 186 CRÓNICA DIOCESANA DICIEMBRE • 1137 Mensaje a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Cong. para la Educación Católica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mensaje al grupo de estudio de la Academia Pontificia de Ciencias . . . . . . . . . . . . . . . . Mensaje durante la Misa de la IX Jornada Mundial de la Vida Consagrada . . . . . . . . . . Discurso de Juan Pablo II a los alumnos del Pontificio Seminario Romano Mayor . . . . . . Visita «Ad límina apostolorum» de la Conferencia Episcopal Española (I Grupo) . . . . . . 194 196 198 200 202 Iglesia Universal Iraq ¿Arca de Noé, o Torre de Babel? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El horror de Auschwitz, aún presente en nuestro tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La aportación de la mujer en la vida de la Iglesia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207 218 221 CRÓNICA DIOCESANA. Febrero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 224 MARZO La Voz del Prelado Día del Seminario 2005. «Generosos y entregados… como María» . . . . . . . . . . . . . . . . Domingo de Ramos o en la Pasión del Señor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Jueves Santo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Viernes Santo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Vigilia Pascual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Domingo de Pascua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229 231 233 236 239 241 244 IGLESIA DIOCESANA SECRETARÍA GENERAL. Nombramientos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Delegación para el Año de la Eucaristía. Sugerencias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245 246 IGLESIA EN ESPAÑA La vida humana, don precioso de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Homilía del Emmo. Sr. Cardenal-Arzobispo de Madrid en el primer aniversario de los atentados del 11 de marzo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Nombramiento episcopal. El sacerdote Raúl Berzosa Martínez ha sido nombrado obispo auxiliar de Oviedo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . LXXXIV Asamblea de la CEE. Discurso inaugural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . LXXXIV Asamblea de la CEE. Discurso del Arzobispo de Benevento . . . . . . . . . . 252 258 262 263 271 SANTA SEDE SANTO PADRE. Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Audiencia General . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Carta del Santo Padre a los sacerdotes para el Jueves Santo 2005 . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mensaje de Juan Pablo II para el Via Crucis del Coliseo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 274 276 277 282 1138 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL Mensaje en la Pascua de Resurrección. «¡Quédate con nosotros, palabra viviente del Padre!» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mensaje con ocasión del 60 aniversario de la liberación de los prisioneros de Auschwitz . . Mensaje a la Asamblea Plenaria de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mensaje del Santo Padre a los participantes en la IV Jornada Europea de los Universitarios durante una vigilia mariana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 282 284 288 290 Iglesia Universal Viacrucis en el Coliseo. Viernes Santo 2005. Meditaciones y oraciones del cardenal Joseph Ratzinger . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Homilía del Viernes Santo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291 307 CRÓNICA DIOCESANA. Marzo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 313 ABRIL (ESPECIAL) El Papa Juan Pablo II ha muerto Declaración del director de la Oficina de Prensa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Comunicado de Mons. Quinteiro, Obispo de Ourense, por el fallecimiento del Papa . . . Comunicado del Obispado de Ourense . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Homilia Funeral del Papa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Biografía de Su Santidad Juan Pablo II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mensaje póstumo de Juan Pablo II para el Regina Coeli del domingo de la Divina Misericordia . . Testamento de Juan Pablo II. 6.3.1979 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Crónica del quinto viaje a España. 3 y 4 de mayo de 2003 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317 318 319 320 323 328 329 334 Crónica de estos días Juan Pablo II, un hombre libre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Juan Pablo II y los jóvenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La relación del Papa Juan Pablo II con los jóvenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Conferencia Episcopal Española. Condolencia de los obispos españoles . . . . . . . . . . . . Mensaje tras la muerte del Papa Juan Pablo II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Homilía del funeral de Estado por Su Santidad Juan Pablo II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 340 341 343 347 348 349 SANTA SEDE Celebración Eucarística en sufragio de Su Santidad Juan Pablo II . . . . . . . . . . . . . . . . . Homilía en la Misa de Exequias por Juan Pablo II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Texto del «Rogito», acta en pergamino sobre la vida del Papa introducido en su ataud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 354 356 359 CRÓNICA DIOCESANA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 362 CRÓNICA DIOCESANA DICIEMBRE • 1139 ABRIL 2005 La Voz del Prelado Homilía de Acción de Gracias polo Santo Pai . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Homilía de Acción de Gracias por el Santo Padre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 364 365 368 IGLESIA DIOCESANA SECRETARÍA GENERAL. Nombramientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Defunciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La Comunidad Parroquial de Santa María de Barxés inaugura su recién restaurado Retablo Mayor (17- IV-2005) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Balance del ejercicio económico del 2004 de las Obras Misionales Pontificias . . . . . . . Telegramas de Pésame . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Telegramas de Felicitación. Respuesta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 370 371 372 378 379 381 IGLESIA EN ESPAÑA Nota del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española sobre el Anteproyecto de Ley Orgánica de Educación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Nota de prensa del episcopado español ante la ley del «matrimonio» homosexual . . . . Las principales Confesiones Religiosas de España se unen para pedir al Parlamento que no se modifique la regulación jurídica del matrimonio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 382 384 387 SANTA SEDE SANTO PADRE. Primer mensaje de Su Santidad Benedicto XVI al final de la concelebración eucarística con los cardenales electores en la Capilla Sixtina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a los miembros del Colegio Cardenalicio presentes en Roma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Discurso del Papa Benedicto XVI a los periodistas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Santa Misa. Imposición del Palio y entrega del Anillo del Pescador en el solemne inicio del ministerio petrino del Obispo de Roma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Homilía de Benedicto XVI en la Basílica de San Pablo Extramuros . . . . . . . . . . . . . . . . Discurso del Papa a representantes de otras confesiones cristianas y de otras religiones Audiencia General . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . SANTA SEDE Homilía del cardenal Ratzinger en la Misa por la elección del Papa . . . . . . . . . . . . . . . . 406 CRÓNICA DIOCESANA. Abril . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 409 388 393 395 397 402 403 405 MAYO La Voz del Prelado Corpus 2005-05-25 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 412 416 1140 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL IGLESIA DIOCESANA SECRETARÍA GENERAL. Nombramientos. Defunciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Vicaría de Pastoral. Distribución de la Sta. Visita Pastoral del Sr. Obispo. Curso 04-05 Homilías del Nuncio de Su Santidad en España: - con motivo de la clausura de la Novena de Ntra. Sra. de Fátima . . . . . . . . . . . . . . . - con motivo de la inauguración de la Capilla-Santuario de Ponte Barxas dedicada a los pastorcitos de Fátima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 418 420 423 427 IGLESIA EN ESPAÑA XXXIX Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Nota del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española . . . . . . . . . . . . . . . . . Nota de la Secretaría General de la Conferencia Episcopal Española . . . . . . . . . . . . . . . Nombramientos episcopales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 431 435 436 437 IGLESIA UNIVERSAL SANTO PADRE. Regina Cæli . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Audiencias Generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Carta de S.S. Benedicto XVI a su enviado al Congreso Eucarístico de Bari (Italia) . . . . Carta del Santo Padre al Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano . . . . . . . . . Carta a la C.E.E. en la peregrinación nacional al Santuario del Pilar de Zaragoza . . . . . Oración pronunciada por el Papa ante el Icono de la Virgen «Salus Populi Romani» . . Discurso del Papa a los presbíteros y diáconos de la Iglesia de Roma . . . . . . . . . . . . . . Discurso de Benedicto XVI al cuerpo diplomático . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . A los peregrinos que participaron en la misa de beatificación de las madres Ascensión del Corazón de Jesús Nicol Goñi y Mariana Cope . . . . . . . . . . . . . . . . . . Homilía del Papa en la misa de toma de posesión de su cátedra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Homilía en la misa de las ordenaciones sacerdotales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 439 443 444 452 453 454 456 457 465 467 469 474 SANTA SEDE Congregación para el clero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Eucaristía, sacerdocio y comunión de la iglesia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Discusión Habermas-Ratzinger «las bases morales prepolíticas del estado liberal» . . . . 478 479 483 CRÓNICA DIOCESANA. Mayo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 504 JUNIO La Voz del Prelado Palabras do Sr. Bispo ó comezo do Consello Presbiteral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 508 514 IGLESIA DIOCESANA SECRETARÍA GRAL. Consejo Presbiteral. Ponencia de D. Ramiro González Cougil . . Resumen del Acta del Consejo Presbiteral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Delegación Diocesana de Patrimonio: Camino de paz. Mane Nobiscum Domine . . . . . 516 533 534 CRÓNICA DIOCESANA DICIEMBRE • 1141 IGLESIA EN ESPAÑA Nota del Comité Ejecutivo de la C.E.E. «La familia sí importa» . . . . . . . . . . . . . . . . . . Nota de prensa de la Comisión Episcopal de Migraciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . CXCIX Reunión de la Comisión Permanente de la C.E.E. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Comunicado sobre la reunión de la Comisión Mixta Iglesia-Estado de 23 de junio . . . . Jornadas nacionales de Delegados Diocesanos de Misiones y Asamblea Nacional de directores diocesanos de las OMP . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Nota de Prensa. «Ante la eliminación del matrimonio del Código Civil en cuanto a unión de un hombre y una mujer, y su reducción a mero contrato rescindible unilateralmente El sacerdote Manuel Sánchez Monge, nombrado obispo de Mondoñedo-Ferrol . . . . . . El sacerdote Bernardo Álvarez Afonso ha sido nombrado obispo de Tenerife . . . . . . . . 536 537 538 541 542 545 546 547 IGLESIA UNIVERSAL SANTO PADRE. Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 548 Audiencias Generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 553 Mensaje con ocasión de un coloquio en el XXV Aniv. de la visita de Juan Pablo II a la Unesco 561 Discurso en la ceremonia de apertura de la Asamblea General de la Diócesis de Roma . 563 Presentación del compendio del Catecismo de la Iglesia Católica . . . . . . . . . . . . . . . . . . 570 Discurso del Papa a los Obispos que habían recibido el palio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 574 Homilía durante la concelebración eucarística en la celebración de San Pedro y San Pablo 577 Motu Proprio para la basílica de S. Pablo Extramuros y para su complejo extraterritorial. «La antigua y venerable basílica» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 582 Motu Proprio para la aprobación y publicación del «Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 584 SANTA SEDE Causa de beatificación y canonización del siervo de Dios Juan Pablo II . . . . . . . . . . . . . Congregación para el clero. «La protección de la doctrina y de la moral para el derecho» CRÓNICA DIOCESANA. Junio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 586 595 600 JULIO-AGOSTO La Voz del Prelado Homilía Sgdas. Órdenes de presbíteros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Eu respecto o mar. ¿E ti? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 604 610 614 IGLESIA DIOCESANA SECRETARÍA GENERAL. Nomeamentos. Defunciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Vicaría de Pastoral. Jornadas de planificación pastoral diocesana . . . . . . . . . . . . . . . . . . Programación pastoral diocesana para el curso 2005/2006 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 617 619 639 1142 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL IGLESIA EN ESPAÑA Nota del Comité Ejecutivo de la C.E.E. «Ley de educación inaceptable y por sorpresa» . . . Exhortación Pastoral con ocasión de la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico. «Conduce con cortesía en la carretera y en la vida» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 643 644 SANTA SEDE SANTO PADRE. Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Audiencias Generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Discurso del Papa Benedicto XVI a los sacerdotes de la diócesis de Aosta, en la Iglesia parroquial de Introd . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ceremonia de bienvenida en el Aeropuerto Internacional de Colonia/Bonn . . . . . . . . . . Fiesta de acogida de los jóvenes en el embarcadero del Poller Rheinwiesen, Colonia . . Visita a la Catedral de Colonia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Visita a la Sinagoga de Colonia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Encuentro con los seminaristas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Encuentro ecuménico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Encuentro con los representantes de comunidades musulmanas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Vigilia con los jóvenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Homilía del Santo Padre Benedicto XVI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Angelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Encuentro con los obispos de Alemania . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ceremonia de despedida en el Aeropuerto Internacional de Colonia/Bonn . . . . . . . . . . . Sínodo de los obispos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 647 651 654 667 670 673 676 679 682 685 688 692 696 698 702 704 IGLESIA UNIVERSAL Declaración común presentada en el II Encuentro fraterno convocado por C.R.E.C.E.S. . . . CRÓNICA DIOCESANA. Julio - Agosto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 741 745 SEPTIEMBRE La Voz del Prelado Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 748 IGLESIA DIOCESANA SECRETARÍA GENERAL. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 750 IGLESIA EN ESPAÑA Reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal . . . . . . . . . . . . . . . . . Nombramiento episcopal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Las Hijas de la Caridad, Premio Príncipe de Asturias de la Concordia . . . . . . . . . . . . . . 751 754 755 SANTA SEDE SANTO PADRE. Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 756 CRÓNICA DIOCESANA DICIEMBRE • 1143 Audiencias Cristo, primogénico de toda criatura y primer resucitado de entre los muertos . . . . . Promesas a la casa de David . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Elección de David y de Sión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Himno a Dios, realizador de maravillas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Discursos A los rabinos jefes de Israel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Al Congreso Internacional en el XL aniversario de la Constitución Conciliar «Dei Verbum» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 762 764 766 768 770 771 IGLESIA UNIVERSAL María: gracia y esperanza en Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 773 CRÓNICA DIOCESANA. Septiembre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 808 OCTUBRE La Voz del Prelado Domund 2005 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 812 816 IGLESIA DIOCESANA Inauguración del curso académico 2005-2006 en los Seminarios Mayor y Menor. Lección inaugural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 818 IGLESIA UNIVERSAL CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA Testigos de la presencia transfigurante de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . En la conmemoración conjunta de las comunidades israelitas de España y la C.E.E. del XL Aniversario de la declaración «Nostra aetate» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La objeción de conciencia a los matrimonios entre personas del mismo sexo . . . . . . . . SANTO PADRE Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Audiencias generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Encuentro de catequesis y de oración del Santo Padre con los niños de 1ª Comunión . . Homilía. Solemne Misa de apertura de la XI asamblea general ordinaria del sínodo de los obispos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Apertura de la 1ª Congregación del sínodo. Meditación de Su Santidad tras la Lectio Brevis de la hora tercia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Palabras del Papa Benedicto XVI al final de la comida con los Padres Sinodales . . . . . Solemne conclusión de la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, del Año de la Eucaristía y canonización de los beatos: Józef Bilczewski, Cayetano Catanoso, Segismundo Gorazdowski, Alberto Hurtado Cruchaga, Félix de Nicosia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 829 832 837 857 863 871 875 878 882 883 1144 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL Mensajes. Mensaje del Papa Benedicto XVI al director general de la FAO con ocasión de la Jornada Mundial de la Alimentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . SANTA SEDE Mensaje de la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos . . . . . . . . . . . Proposiciones del Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 889 897 CRÓNICA DIOCESANA Octubre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 920 887 NOVIEMBRE La Voz del Prelado Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 924 IGLESIA DIOCESANA Secretaría General. Nombramientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Vicaría de Pastoral. Presentación del documento «Pastores dabo vobis». Ponencias . . . Delegación Diocesana de Misiones. Actividades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 926 929 965 IGLESIA EN ESPAÑA LXXXV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española . . . . . . . . . . . . . . . . Declaración de la Conferencia Episcopal Española en apoyo a la campaña sobre la deuda externa promovida por las organizaciones eclesiales Manos Unidas, Cáritas, Confer, Justicia y Paz y Redes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 967 977 IGLESIA UNIVERSAL SANTO PADRE Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 980 Audiencias generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 985 Carta de Su Santidad Benedicto XVI al presidente de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo con ocasión del XL Aniversario de la «Nostra Aetate» . 991 Discurso del Papa Benedicto XVI a una delegación de la Federación Luterana Mundial 993 Discurso del Papa al final de la ceremonia de beatificación de tres siervos de Dios . . . . 995 Discurso del Santo Padre a los participantes en la Conferencia sobre el Genoma Humano celebrada en el Vaticano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 997 Discurso a representantes de la O.N.U. para la Alimentación y la Agricultura (FAO) . . 1000 Homilía de Su Santidad Benedicto XVI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1002 Mensaje del Papa Benedicto XVI a un congreso internacional sobre el teólogo Hans Urs von Balthasar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1005 CRÓNICA DIOCESANA Noviembre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1007 CRÓNICA DIOCESANA DICIEMBRE • 1145 DICIEMBRE La Voz del Prelado Homilía na solemnidade da Inmaculada Concepción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Homilía na solemnidade do Nadal do Señor (25-xii-2005) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Homilía na solemnidade deSta. María, Nai de Deus (1-i-2006) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1012 1016 1022 1030 IGLESIA DIOCESANA Secretaría General. Nomeamentos /Defunciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Delegación de Liturxia. Mejorar y profundizar en la eucaristía del domingo . . . . . . . . 1032 1033 IGLESIA EN ESPAÑA LXXXV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española . . . . . . . . . . . . . . . . Nombramientos episcopales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mensaje de los Obispos de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida . . . . . . . . . . . . 1042 1046 1049 IGLESIA UNIVERSAL SS. Benedicto XVI. Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Audiencias Generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI con ocasión del Encuentro Continental para América sobre el «Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia» . . . . . . . . . Mensaje del Papa a Su Santidad Bartolomé I, Patriarca Ecuménico de Constantinopla . Discurso del Santo Padre a los miembros de la Comisión Teológica Universal . . . . . . . Discurso del Papa a los Presidentes de las C. Episcopales para la Familia y la Vida de América Latina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Discurso del Santo Padre a las personas consagradas presentes en la Diócesis de Roma Discurso de Benedicto XVI al relanzarse el diálogo católico-ortodoxo . . . . . . . . . . . . . Por un nuevo humanismo: propuesta de Benedicto XVI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Discurso del Papa a los universitarios de Roma tras la celebración eucarística del jueves 16 . . Discurso de SS. Benedicto XVI a la Curia Romana con motivo del fin del año . . . . . . . Homenaje del Santo Padre a La Inmaculada en la Plaza De España . . . . . . . . . . . . . . . . Homilías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mensaje Urbi et Orbi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mensaje de Su Santidad para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz . . . . . . . . Mensaje del Santo Padre para la XCII Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado . Congregaciones.Congregación Para La Educación Católica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mensajedel Card. Javier Lozano Barragán en la Jornada Mundial contra el Sida . . . . . . Iglesia Universal. La I. en América ante los desafíos de la bioética y las nuevas tecnologías . . . . «Carta inacabada» del hermano Roger de Taizé . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Precisiones del cardenal Kasper sobre el tema de los divorciados vueltos a casar . . . . . 1053 1059 1072 1075 1078 1080 1083 1085 1096 1098 1106 1108 1115 1117 1122 1125 1130 1134 CRÓNICA DIOCESANA Diciembre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1007 1066 1068 1070 1146 • DICIEMBRE BOLETÍN OFICIAL NUESTRA PORTADA: Portaviáticos. Parroquia de Santa María de Lamas (Xinzo) Depositado en el Museo de la Catedral. Plata sobredorada. Salamanca siglo XVIII El «Agnus Dei» decora este precioso portaviáticos, como diciendo plásticamente la invitación litúrgica antes de recibir la Comunión. Consuelo y fuerza es el Señor en el camino de la Vida y particularmente en la enfermedad y en la hora de la Muerte. Él Quita el pecado del Mundo, Él se ofrece en la Cruz como Cordero sin Mancha para salvarnos, Él es en el Apocalipsis el que sentado sobre el libro de los siete sellos nos espera y nos juzga y nos enriquece con la ya para siempre preciosa presencia. Con el «Agnus Dei» agradecemos este año Eucarístico y abrimos nuestro corazón al Amor de los Amores que en la Eucaristía es siempre amorosa cercanía Director: MANUEL E. RODRÍGUEZ ÁLVAREZ Redacción y Administración: OBISPADO DE OURENSE Teléfono: 988 36 61 41 Fotocomposición e Impresión: GRUPO SANMARTIN, S. L. Depósito Legal: OR-13/1958