Diciembre - Obispado de Ourense

Anuncio
DICIEMBRE • 1011
Boletín Oficial del Obispado de Ourense
Año CLXVIII
Diciembre 2005
n.o 12
SUMARIO
La Voz del Prelado
Homilía na solemnidade da Inmaculada Concepción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1012
Homilía na solemnidade do Nadal do Señor (25-XII-2005) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1016
Homilía na solemnidade de Sta. María, Nai de Deus (1-I-2006) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1022
Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1030
IGLESIA DIOCESANA
Secretaría General. Nomeamentos /Defunciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1032
Delegación de Liturxia. Mejorar y profundizar en la eucaristía del domingo . . . . . . . . . . . . . . . . 1033
IGLESIA EN ESPAÑA
LXXXV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1042
Nombramientos episcopales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1046
Mensaje de los Obispos de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1049
SANTA SEDE
SS. Benedicto XVI. Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1053
Audiencias Generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1058
Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI con ocasión del Encuentro Continental
para América sobre el «Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia» . . . . . . . . . . . . . . . . 1065
Mensaje del Papa a Su Santidad Bartolomé I, Patriarca Ecuménico de Constantinopla . . . . . . . 1067
Discurso del Santo Padre a los miembros de la Comisión Teológica Universal . . . . . . . . . . . . . 1068
Discurso del Papa a los Presidentes de las C. Episcopales para la Familia y la Vida de América Latina . . 1070
Discurso del Santo Padre a las personas consagradas presentes en la Diócesis de Roma . . . . 1073
Discurso de Benedicto XVI al relanzarse el diálogo católico-ortodoxo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1075
Por un nuevo humanismo: propuesta de Benedicto XVI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1077
Discurso del Papa a los universitarios de Roma tras la celebración eucarística del jueves 16 . . . . . 1080
Discurso de SS. Benedicto XVI a la Curia Romana con motivo del fin del año . . . . . . . . . . . . . . 1082
Homenaje del Santo Padre a La Inmaculada en la Plaza De España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1093
Homilías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1095
Mensaje Urbi et Orbi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1103
Mensaje de Su Santidad Benedicto XVI para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz . . 1105
Mensaje del Santo Padre para la XCII Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado . . . . . . . 1111
Congregaciones.Congregación Para La Educación Católica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1113
Mensaje del Cardenal Javier Lozano Barragán con ocasión de la Jornada Mundial contra el Sida . . . . . 1118
Iglesia Universal. La I. en América ante los desafíos de la bioética y las nuevas tecnologías . . . . 1121
«Carta inacabada» del hermano Roger de Taizé . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1126
Precisiones del cardenal Kasper sobre el tema de los divorciados vueltos a casar . . . . . . . . . . 1130
CRÓNICA DIOCESANA
Diciembre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1132
Sumario del año 2005 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1135
1012 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
A VOZ DO PRELADO
HOMILÍA NA SOLEMNIDADE DA INMACULADA CONCEPCIÓN
Queridos irmáns:
Estamos celebrando a Solemnidade da Inmaculada Concepción de Santa María
Virxe, celebración que neste ano adquire un relevo singular ó clausurar con ela o Ano
da Inmaculada convocado pola Igrexa ó cumprirse o CL Aniversario da proclamación
do Dogma da Concepción Inmaculada da Santísima Virxe María.
O vintecinco de novembro de 2004 a Asemblea Plenaria da Conferencia Episcopal
Española emitía unha mensaxe en orde á celebración desta importantísima efemérides mariana. Nesta mensaxe os bispos españois querían facer chegar ós seus irmáns,
os fillos da Igrexa en España, a súa voz sobre o sentido deste Dogma para a nosa vida
de fe, ó tempo que facían unha invitación a renova-la nosa consagración, persoal e
comunitaria, á nosa Nai, a Virxe Inmaculada.
A palabra de Deus que foi proclamada renova na nosa asemblea a real actualidade
salvífica da verdade de fe da Concepción virxinal do Verbo de Deus no seo maternal da
Santísima Virxe. Só dende a desgracia da humanidade caída no pecado pola desobediencia a Deus, tal como foi proclamada na lectura do Libro da Xénese, enténdense
adecuadamente as singulares gracias de que foi revestida a Santísima Virxe, como Nai
do Verbo do Pai, Xesuscristo, Fillo de Deus, do que a súa Anunciación foi proclamada
no Evanxeo de San Lucas: «O Espírito Santo virá sobre ti, e a forza do Altísimo cubrirate
coa súa sombra; por iso o Santo que vai nacer chamarase Fillo de Deus» (Lc 1,35).
A Mensaxe mencionada dos señores bispos españois ten tres curtos e importantes
puntos que nos convén lembrar nesta celebración: o sentido do dogma mariano da
Inmaculada Concepción, o testemuño mariano de Igrexa en España e a consagración
a María Inmaculada.
1.- Sentido do Dogma Mariano.
O Dogma da Inmaculada Concepción, proclamado o 8 de decembro de 1854
polo Papa Pío IX, confesa: «... declaramos, proclamamos e definimos que a
doutrina que sostén que a beatísima Virxe María foi preservada inmune de toda
mancha de culpa orixinal no primeiro intre da súa concepción por singular gracia
e privilexio de Deus omnipotente, en atención ós méritos de Cristo Xesús Salvador
do xénero humano, está revelada por Deus e debe ser, por tanto, firme e constantemente crida por tódolos fieis».(DS 2803 ;Cf. CCE 490-493).
Coa proclamación do Dogma da Inmaculada foron subliñados de modo particular
tres aspectos da nosa fe, tales como a estreita relación que existe entre a Virxe María
e o misterio de Cristo e da Igrexa, a plenitude da obra redentora cumprida en María
e a absoluta enemizade entre María e o pecado.
LA VOZ DEL PRELADO
DICIEMBRE • 1013
LA VOZ DEL PRELADO
HOMILÍA EN LA SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Queridos hermanos:
Estamos celebrando la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de Santa María
Virgen, celebración que en este año adquiere un relieve singular al clausurar con ella
el Año de la Inmaculada convocado por la Iglesia al cumplirse el CL Aniversario de la
proclamación del Dogma de la Concepción Inmaculada de la Santísima Virgen María.
El veinticinco de noviembre de 2004 la Asamblea Plenaria de la Conferencia
Episcopal Española emitía un mensaje en orden a la celebración de esta importantísima
efemérides mariana. En este mensaje los obispos españoles querían hacer llegar a sus
hermanos, los hijos de la Iglesia en España, su voz sobre el sentido de este Dogma
para nuestra vida de fe, al tiempo que hacían una invitación a renovar nuestra
consagración, personal y comunitaria, a nuestra Madre, la Virgen Inmaculada.
La palabra de Dios que ha sido proclamada renueva en nuestra asamblea la real actualidad
salvífica de la verdad de fe de la Concepción virginal del Verbo de Dios en el seno maternal de
la Santísima Virgen. Sólo desde la desgracia de la humanidad caída en el pecado por la
desobediencia a Dios, tal como fue proclamada en la lectura del Libro del Génesis, se entienden
adecuadamente las singulares gracias de que fue revestida la Santísima Virgen, como Madre del
Verbo del Padre, Jesucristo, Hijo de Dios, cuya Anunciación ha sido proclamada en Evangelio
de San Lucas: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra;
por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo De Dios» ( Lc 1,35 ).
El Mensaje mencionado de los señores obispos españoles tiene tres cortos e
importantes puntos que nos conviene recordar en esta celebración: el sentido del
dogma mariano de la Inmaculada Concepción, el testimonio mariano de Iglesia en
España y la consagración a María Inmaculada.
1.- Sentido del Dogma Mariano.
El Dogma de de la Inmaculada Concepción, proclamado el 8 de diciembre de 1854
por el Papa Pío IX, confiesa: «...declaramos, proclamamos y definimos que la
doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda
mancha de culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia
y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador
del género humano, está revelada por Dios y debe ser, por tanto, firme y constantemente creída por todos los fieles».(DS 2803 ;Cf. CCE 490-493).
Con la proclamación del Dogma de la Inmaculada han sido subrayados de modo
particular tres aspectos de nuestra fe, tales como la estrecha relación que existe entre
la Virgen María y el misterio de Cristo y de la Iglesia, la plenitud de la obra redentora
cumplida en María y la absoluta enemistad entre María y el pecado.
1014 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
Como nos di o Concilio Vaticano II, do que celebramos hoxe o cuadraxésimo
aniversario da súa solemne clausura, a Santísima Virxe «foi enriquecida dende
o primeiro intre da súa concepción co resplandor dunha santidade enteiramente
singular…». (LG. 56). Para poder da-lo asentimento libre da súa fe ó anuncio
da súa vocación polo anxo Gabriel era preciso que ela estivese totalmente
conducida pola gracia de Deus. Deste modo, abrazando a vontade salvadora de
Deus con toda a súa vida, María «cooperou en forma enteiramente singular á
obra do Salvador coa obediencia, a fe, a esperanza e a ardente caridade co fin
de restaura-la vida sobrenatural dos homes. Por iso é a nosa Nai na orde da
gracia». (LG. 61)
Así mesmo, o Dogma da Inmaculada subliña a plenitude da obra redentora
cumprida en María, posto que nela a Igrexa chegou xa á perfección e nela ten a Igrexa
o modelo perenne, en quen se realiza xa a esperanza escatolóxica.
Por elo, confesar que María, a nosa Nai, é a «Toda Santa» implica acoller con
tódalas súas consecuencias o compromiso que ten que dirixir toda a vida cristiá, tal
como nos di o Concilio Vaticano II: «É, pois, completamente claro que tódolos
cristiáns, de calquera clase e condición, están chamados á plenitude da vida cristiá
e á perfección do amor». (LG. 40).
O Dogma da Inmaculada subliña tamén a absoluta enemizade entre María e o
pecado, xa que en María contemplámo-la beleza dunha vida sen mancha entregada
ó Señor. Nela resplandece a santidade da Igrexa que Deus quere para tódolos seus
fillos e nela recuperámo-lo ánimo cando a fealdade do pecado nos introduce na
tristura dunha vida que se proxecta a marxe de Deus.
II- O testemuño mariano da Igrexa en España.
Na súa mensaxe antes mencionada, os bispos españois deixan constancia rotunda
dun feito irrefutable da nosa historia, a saber, que a evanxelización e a transmisión
da fe nas terras de España foron sempre xunguidas a un amor singular á Virxe María.
A nosa Diocese é un lugar paradigmático desta realidade.
O amor fondo das terras de España á Virxe María traduciuse dende antigo nunha
defensa sen posible parangón da Concepción Inmaculada de María. O chorado Xoán
Paulo II chamou a España terra de María en tantas ocasións e, se España é terra de
María, éo en gran medida pola súa devoción á Inmaculada. Non ten outra explicación
o fortísimo arraigo popular da festa da Inmaculada.
Ó inicio do Ano litúrxico, no tempo de Advento, a celebración da festa da
Inmaculada permítenos entrar con María na celebración dos misterios da Vida de
Cristo, lembrándono-la poderosa intercesión da nosa Nai para obter do Espírito a
capacidade de xerar a Cristo na nosa propia alma.
Os bispos españois, conscientes da inmensa riqueza e do forte arraigo popular
que a Festa da Inmaculada ten nas terras de España, viñeron insistindo dende fai
tempo na decisiva importancia desta Festa para a vida de fe do pobo cristián. Unha
festa que vén celebrándose en España xa dende o século XI e na que os diversos
LA VOZ DEL PRELADO
DICIEMBRE • 1015
Como nos dice el Concilio Vaticano II, de cuya solemne clausura celebramos hoy
el cuadragésimo aniversario, la Santísima Virgen «ha sido enriquecida desde el
primer instante de su concepción con el resplandor de una santidad enteramente
singular…». (LG. 56). Para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su
vocación por el ángel Gabriel era preciso que ella estuviese totalmente conducida por
la gracia de Dios. De este modo, abrazando la voluntad salvadora de Dios con toda
su vida, María «cooperó en forma enteramente singular a la obra del Salvador con la
obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de restaurar la vida
sobrenatural de los hombres. Por eso es nuestra madre en el orden de la gracia». (LG.
61)
Así mismo, el Dogma de la Inmaculada subraya la plenitud de la obra redentora
cumplida en María, puesto que en ella la Iglesia ha llegado ya a la perfección y en ella
tiene la Iglesia el modelo perenne, en quien se realiza ya la esperanza escatológica.
Por ello, confesar que María, Nuestra Madre, es la «Toda Santa» implica acoger
con todas sus consecuencias el compromiso que ha de dirigir toda la vida cristiana,
tal como nos dice el Concilio Vaticano II: «Es, pues, completamente claro que todos
los cristianos, de cualquier clase y condición, están llamados a la plenitud de la vida
cristiana y a la perfección del amor». (LG. 40).
El Dogma de la Inmaculada subraya también la absoluta enemistad entre María y
el pecado, ya que en María contemplamos la belleza de una vida sin mancha
entregada al Señor. En ella resplandece la santidad de la Iglesia que Dios quiere para
todos sus hijos y en ella recuperamos el ánimo cuando la fealdad del pecado nos
introduce en la tristeza de una vida que se proyecta al margen de Dios.
II- El testimonio mariano de la Iglesia en España.
En su mensaje antes mencionado, los obispos españoles dejan constancia rotunda
de un hecho irrefutable de nuestra historia, a saber, que la evangelización y la
transmisión de la fe en tierras de España han ido siempre unidas a un amor singular
a la Virgen María. Nuestra Diócesis es un lugar paradigmático de esta realidad.
El amor profundo de las tierras de España a la Virgen María se ha traducido desde
antiguo en una defensa sin posible parangón de la Concepción Inmaculada de María.
El llorado Juan Pablo II llamó a España tierra de María en tantas ocasiones y, si
España es tierra de María, lo es en gran medida por su devoción a la Inmaculada. No
otra explicación tiene el fortísimo arraigo popular de la fiesta de la Inmaculada.
Al inicio del Año litúrgico, en el tiempo de Adviento, la celebración de la fiesta
de la Inmaculada nos permite entrar con María en la celebración de los misterios de
la Vida de Cristo, recordándonos la poderosa intercesión de nuestra Madre para
obtener del Espíritu la capacidad de engendrar a Cristo en nuestra propia alma.
Los obispos españoles, conscientes de la inmensa riqueza y del fuerte arraigo
popular que la Fiesta de la Inmaculada tiene en las tierras de España, han venido
insistiendo desde hace tiempo en la decisiva importancia de esta Fiesta para la vida
de fe del pueblo cristiano. Una Fiesta que viene celebrándose en España ya desde el
1016 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
reiños da Península se distinguiron no fervor relixioso ante esta verdade mariana
por encima das controversias teolóxicas e moito antes da súa proclamación como
dogma de fe.
Precisamos fortalecer en toda a Igrexa a devoción á Santísima Virxe na súa
Inmaculada Concepción, e tócanos a nós facelo dun modo insubstituíble na nosa
Diocese.
Os novos retos que se nos presentan, como cristiáns nun mundo sempre precisado
da luz do Evanxeo non poderán ser afrontados, sen a experiencia da protección
próxima da nosa Nai a Virxe Inmaculada.
Por ilo, hoxe queremos todos xuntos consagrarnos ó seu Corazón Inmaculado e
poñer toda a nosa vida nas súas mans co corazón cheo de tenrura filial e dunha ilusión
que desexa traspasa-los límites de todo egoísmo. Amén
+ Luís Quinteiro Fiuza
Bispo de Ourense
HOMILÍA NA SOLEMNIDADE DO NADAL DO SEÑOR (25-XII-2005)
Queridos irmáns todos:
«Gloria a Deus no ceo e na terra paz ós homes que ama o Señor». Así comeza o
grandioso canto do «Gloria», que a Igrexa dende fai moitos séculos entoa ou recita
nas grandes solemnidades e que ten o seu contexto natural no Nadal. Este comezo do
Gloria está tomado do relato que San Lucas fai do Nacemento do Fillo de Deus na
carne, na noite sublime de Belén (Lc 2, 1-14).
Xosé e María, dende Nazaret, subiron á cidade de David, chamada Belén para se
inscribir, con motivo do censo ordenado polo Emperador Augusto. «E mentres
estaban alí chegoulle o tempo do parto (a María) e deu a luz ó seu fillo primoxénito,
envolveuno en cueiros e deitouno nunha manxadoira, porque non tiñan lugar na
pousada».
Deus, no seu eterno designio, tomou a iniciativa de enviar ó seu Fillo ó mundo.
E o Verbo de Deus, asumindo a condición humana, nace como neno indefenso para
dárno-la salvación mediante unha condescendencia amorosa e un baleiramento total.
Deste modo -como di san lreneo-: «o Deus que non pode ser visto polo home, chega
a ser contemplado, por gracia do mesmo Deus, na carne dun Neno. A Palabra de Deus,
o Fillo, fíxose home para enlazar ó home con Deus. Coa encarnación e o nacemento do
Fillo de Deus a unión e comuñón de Deus e do home realizáronse. O Espírito prepara
ó home para recibir ó Fillo de Deus, o Fillo condúceo ó Pai, e o Pai na vida eterna dálle
LA VOZ DEL PRELADO
DICIEMBRE • 1017
siglo XI y en la que los diversos reinos de la Península se distinguieron en el fervor
religioso ante esta verdad mariana por encima de las controversias teológicas y
mucho antes de su proclamación como dogma de fe.
Necesitamos fortalecer en toda la Iglesia la devoción a la Santísima Virgen en su
Inmaculada Concepción, y a nosotros nos toca hacerlo de un modo insustituible en
nuestra Diócesis.
Los nuevos retos que se nos presentan como cristianos en un mundo siempre
necesitado de la luz del Evangelio no podrán ser, afrontados sin la experiencia de la
protección cercana de Nuestra Madre la Virgen Inmaculada.
Por todo ello, hoy querernos todos juntos consagrarnos a su Corazón Inmaculado
y poner toda nuestra vida en sus manos con el corazón lleno de ternura filial y de una
ilusión que desea traspasar los límites de todo egoísmo. Amén
+ Luis Quinteiro Fiuza
Obispo de Ourense
HOMILÍA EN LA SOLEMNIDAD DE LA NAVIDAD DEL SEÑOR (25-XII-2005)
Queridos hermanos todos: «Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los
hombres que ama el Señor». Así comienza el grandioso canto del «Gloria», que la
Iglesia desde hace muchos siglos entona o recita en las grandes solemnidades y que
tiene su contexto natural en la Navidad. Este comienzo del Gloria está tomado del
relato que San Lucas hace del Nacimiento del Hijo de Dios en la carne, en la noche
sublime de Belén (Le 2, 1-14).
José y María desde Nazaret subieron a la ciudad de David, llamada Belén para
inscribirse, con motivo del censo ordenado por el Emperador Augusto. «Y mientras
estaban allí le llegó el tiempo del parto (a María) y dio a luz a su hijo primogénito,
lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada».
Dios, en su eterno designio, ha tomado la iniciativa de enviar a su Hijo al mundo.
Y el Verbo de Dios, asumiendo la condición humana, nace como niño indefenso para
darnos la salvación mediante una condescendencia amorosa y un vaciamiento total.
De este modo -como dice san lreneo-: «el Dios que no puede ser visto por el
hombre, llega a ser contemplado, por gracia del mismo Dios, en la carne de un Niño.
La Palabra de Dios, el Hijo, se hizo hombre para enlazar al hombre con Dios. Con la
encarnación y el nacimiento del Hijo de Dios la unión y comunión de Dios y del
hombre se han realizado. El Espíritu prepara al hombre para recibir al Hijo de Dios,
el Hijo lo conduce al Padre, y el Padre en la vida eterna le da la inmortalidad, que es
1018 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
a inmortalidade, que é a consecuencia de ver a Deus. Os que ven a Deus están en Deus
e perciben o seu esplendor. Polo tanto, os que contemplan a Deus teñen parte na vida
divina». (S. lreneo, Contra as herexías, Vol. I da Liturxia das Horas, p 245-247).
Misterio insondable o do Nadal; no memorial da Igrexa comunicáseno-la gracia
de todo un Deus que se abaixa para elevar ó home, escravo do pecado. Na sinxeleza
e pobreza do nacemento de Belén revela a grandeza dun admirable intercambio: o
Deus eterno recibe a humanidade e enriquece coa súa divindade a indixencia de
todo home.
Os máis próximos ó misterio santo son os pobres, quen por ser marxinados
poden sintonizar máis coa pobreza e o abandono da familia santa. Os pastores
pasaban a noite sen teito e en vixilancia obrigada. Só os austeros, os de equipaxe
lixeiro, os non fascinados polos bens deste mundo poden vivir atentos ó paso de
Deus. Os entregados ás riquezas, os satisfeitos, os idólatras dos bens deste mundo,
teñen moitas dificultades para abrirse ó paso de Deus. De nada valería que o «anxo»
os visitase e lles anunciase unha boa noticia, distinta dos confines deste mundo.
Por iso, o anxo do Señor faise presente ós pastores; «a gloria do Señor
envolveunos de claridade, e enchéronse de gran temor» (Lc 2,9). A vida transfigúrase
cando Deus se achega ás persoas que teñen fe. A proximidade do ceo fai que todo
cambie de perspectiva, que a persoa experimente a fascinación do eterno, o desexo
de posuír a Deus ou mellor experimentar que El nos posúe e sentirnos felices. Pero
ó mesmo tempo o home experimenta a distancia entre Deus e a criatura, entre o
infindo e o insignificante, entre a gracia plena e a experiencia de indignidade e
pecado. Por iso, os pastores e os que imitan as súas actitudes experimentan á vez
a ledicia da gloria que os envolve e o temor de saberse preto do Deus eterno.
O anxo tranquilízaos: «Non temades, tráiovos unha boa noticia, a gran ledicia
para todo o pobo: hoxe, na cidade de David, naceuvos un Salvador: o Mesías, o
Señor» (Lc 2,10).
A pesar da experiencia fonda do sagrado e do temor que experimentan, non hai
motivo para ter medo. O anxo é portador de «unha boa nova». O que debe
anunciarlles por encargo de Deus é un «Evanxeo», unha «Boa Nova», unha
novidade que descoñecen e coa que xamais soñaran. É «a gran ledicia para todo o
pobo». O pobo de Belén e de Israel durmía e estaba ocupado nos seus asuntos. Era
totalmente alleo ó acontecemento que marcaría os séculos vindeiros e cambiaría o
rumbo da historia e dos pobos.
Despois de máis de vinte séculos moitos homes e nacións descoñecen tamén a
Boa nova, «a gran ledicia» para todos eles. A historia repítese; os homes viven
ocupados nos seus intereses, nas súas distraccións, na súa ignorancia, no abandono
e a pobreza consentida por moitos... Pero a «boa nova, a gran ledicia», despois de
tantos séculos, é proclamada con forza e con fe pola Igrexa: «hoxe... naceuvos un
Salvador: o Mesías, o Señor».
Que o escoiten tódolos homes. Que chegue con forza a tódalas nacións da terra.
Que os cristiáns berrémolo de mil modos a todo o mundo. Fai falta evanxelizar. Fai
LA VOZ DEL PRELADO
DICIEMBRE • 1019
la consecuencia de ver a Dios. Los que ven a Dios están en Dios y perciben su
esplendor. Por tanto, los que contemplan a Dios tienen parte en la vida divina». (S.
lreneo, Contra las herejías, Vol. I de la Liturgia de las Horas, p 245-247).
Misterio insondable de la Navidad; en el memorial de la Iglesia se nos comunica
la gracia de todo un Dios que se abaja para elevar al hombre, esclavo del pecado. En
la sencillez y pobreza del nacimiento de Belén se revela la grandeza de un admirable
intercambio: el Dios eterno recibe la humanidad y enriquece con su divinidad la
indigencia de todo hombre.
Los más próximos al misterio santo son los pobres, quienes por ser marginados pueden
sintonizar más con la pobreza y el abandono de la familia santa. Los pastores pasaban la
noche sin techo y en vigilancia obligada. Sólo los austeros, los de equipaje ligero, los no
fascinados por los bienes de este mundo pueden vivir atentos al paso de Dios. Los
entregados a las riquezas, los satisfechos, los idólatras de los bienes de este mundo, tienen
muchas dificultades para abrirse al paso de Dios. De nada valdría que el «ángel» les
visitase y les anunciase una buena noticia, distinta de los confines de este mundo.
Por eso, el ángel del Señor se hace presente a los pastores; «la gloria del Señor los
envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor» (Lc 2,9). La vida se transfigura
cuando Dios se acerca a las personas que tienen fe. La cercanía del cielo hace que todo
cambie de perspectiva, que la persona experimente la fascinación de lo eterno, el deseo
de poseer a Dios o mejor experimentar que Él nos posee y sentirnos felices. Pero al
mismo tiempo el hombre experimenta la distancia entre Dios y la criatura, entre lo
infinito y lo insignificante, entre la gracia plena y la experiencia de indignidad y
pecado. Por eso, los pastores y quienes imitan sus actitudes experimentan a la vez la
alegría de la gloria que les envuelve y el temor de saberse cerca del Dios eterno.
El ángel les tranquiliza: «No temáis, os traigo una buena noticia, la gran alegría
para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías,
el Señor» (Lc 2,10).
A pesar de la experiencia profunda de lo sagrado y del temor que experimentan,
no hay motivo para tener miedo. El ángel es portador de «una buena noticia». Lo que
debe anunciarles por encargo de Dios es un «Evangelio», una «Buena Nueva», una
novedad que desconocen y con la que jamás habían soñado. Es «la gran alegría para
todo el pueblo». El pueblo de Belén y de Israel dormía y estaba ocupado en sus
asuntos. Era totalmente ajeno al acontecimiento que marcaría los siglos venideros y
cambiaría el rumbo de la historia y de los pueblos.
Después de más de veinte siglos muchos hombres y naciones desconocen también
la Buena nueva, «la gran alegría» para todos ellos. La historia se repite; los hombres
viven ocupados en sus intereses, en sus distracciones, en su ignorancia, en el
abandono y la pobreza consentida por muchos... Pero la «buena noticia, la gran
alegría», después de tantos siglos, es proclamada con fuerza y con fe por la Iglesia:
«hoy... os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor».
Que lo escuchen todos los hombres. Que llegue con fuerza a todas las naciones de
la tierra. Que los cristianos lo gritemos de mil modos a todo el mundo. Hace falta
1020 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
falta unha nova evanxelización que proclame por toda a terra a actualidade deste
acontecemento. A Liturxia fai posible que cada ano se actualice aquel «hoxe»
salvador da noite de Belén.
«Apareceu a gracia de Deus que trae a salvación a tódolos homes, ensinándonos
a renunciar á impiedade (o non coñecemento e amor de Deus) e ós desexos mundanos,
e a levar xa dende agora unha vida sobria, honrada e relixiosa, agardando a dita que
esperamos»...(Tit. 2, 11-14).
A celebración do Nadal fainos contemporáneos con Xesuscristo, nado en Belén
e ofréceno-la mesma gracia e salvación, comunicada no Bautismo, que nos fixo fillos
de Deus, membros de Cristo e templos do Espírito Santo.
O Nadal coa súa gracia fálanos de sobriedade non de dispendio consumista, de
solidariedade cos pobres de toda a terra, de fonda humildade e acollida de todo home,
de honradez aprendida da familia de Nazaret e de obediencia amorosa ó Deus dos
designios da historia. O Nadal hai que vivilo na fe, na fondura do misterio que o
sustenta, na ledicia de estar en paz con Deus e vivir en comuñón con tódolos irmáns.
Nadal é o nacemento do agardado das nacións, do Mesías enviado na plenitude dos
tempos, o que colma a esperanza da humanidade, o anunciado polos profetas e
recibido con gozo polos pequenos e sinxelos. Pero ese Neno é «o Señor». Cumpriuse
a profecía de Isaías (9, 1-3.5-6): «Porque un neno naceunos, un fillo déusenos: leva
a ombros o principado e é o seu nome: Marabilla de Conselleiro, Deus guerreiro, Pai
perpetúo, Príncipe da Paz». A Igrexa confesa a súa fe naquel que vindo de Deus é o
seu «Kyrios», o Señor do universo e da historia.
É o Fillo eterno de Deus, a Palabra que no principio estaba onda Deus, a Palabra
creadora do universo, a Luz e vida dos homes, a Palabra feita carne e acampando entre
nós (Xn 1, 1-18). Nós cristiáns, pola fe e a gracia «contemplámo-la súa gloria: gloria
propia do Fillo único do Pai, cheo de gracia e de verdade».
Na faciana humana dun neno indefenso e pobre brilla, dende a fe, a gloria
que cantan os anxos, a que corresponde ó Fillo único, amado e predilecto do
Pai; a gracia e a verdade que divinizan ó home. Os pastores recoñecerano polo
«sinal» que lles anticipa o anxo: «Atoparedes un neno envolvido en cueiros
e deitado na manxadoira» (Lc 2,12). Outra vez o paradoxo do misterio: o máis
sublime na maior baixeza; o abraiante na opacidade; o extraordinario no máis
ordinario e pequeno. O Nadal cristián serao se contén tamén este paradoxo:
Deus nace lonxe dos pazos, Deus é envolvido en vestiduras humildes e Deus
recostase para durmir nun leito duro. Non busquemos ó que vén en pobreza
entre os grandes da terra, nin gozando das comodidades e praceres que ofrece
o diñeiro.
O Nadal cristián resoa máis real e consolador nos pobos e comunidades pobres
da terra. É alí onde Deus quere nacer e ser acollido. Porque El se identifica co
famento, o nu, o enfermo, encarcerado... Nadal é ollar e facerse solidarios cos
homes e pobos de toda a terra que sofren de calquera modo. O Nadal é chamada
forte á misión.
LA VOZ DEL PRELADO
DICIEMBRE • 1021
evangelizar. Hace falta una nueva evangelización que proclame por toda la tierra la
actualidad de este acontecimiento. La Liturgia hace posible que cada año se actualice
aquel «hoy» salvador de la noche de Belén.
«Ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación a todos los hombres,
enseñándonos a renunciar a la impiedad (el no conocimiento y amor de Dios) y a los
deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa,
aguardando la dicha que esperamos»...(Tit. 2, 11-14).
La celebración de la Navidad nos hace contemporáneos con Jesucristo, nacido en
Belén y nos ofrece la misma gracia y salvación, comunicada en el Bautismo, que nos
hizo hijos de Dios, miembros de Cristo y templos del Espíritu Santo.
La Navidad con su gracia nos habla de sobriedad no de dispendio consumista, de
solidaridad con los pobres de toda la tierra, de profunda humildad y acogida de todo
hombre, de honradez aprendida de la familia de Nazaret y de obediencia amorosa al Dios
de los designios de la historia. La Navidad hay que vivirla en la fe, en la hondura del
misterio que la sustenta, en la alegría de estar en paz con Dios y vivir en comunión con
todos los hermanos.
Navidad es el nacimiento del esperado de las naciones, del Mesías enviado en la
plenitud de los tiempos, el que colma la esperanza de la humanidad, el anunciado por los
profetas y recibido con gozo por los pequeños y sencillos. Pero ese Niño es «el Señor».
Se ha cumplido la profecía de Isaías (9, 1-3.5-6): «Porque un niño nos ha nacido, un hijo
se nos ha dado: lleva a hombros el principado y es su nombre: Maravilla de Consejero,
Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la Paz». La Iglesia confiesa su fe en aquel que
viniendo de Dios es su «Kyrios», el Señor del universo y de la historia.
Es el Hijo eterno de Dios, la Palabra que en el principio estaba junto a Dios, la Palabra
creadora del universo, la Luz y vida de los hombres, la Palabra hecha carne y acampando
entre nosotros (Jn 1, 1-18). Nosotros cristianos, por la fe y la gracia «hemos contemplado
su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad».
En el rostro humano de un niño indefenso y pobre brilla, desde la fe, la gloria que
cantan los ángeles, la que corresponde al Hijo único, amado y predilecto del Padre;
la gracia y la verdad que divinizan al hombre. Los pastores lo reconocerán por «la
señal» que les anticipa el ángel: «Encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado
en el pesebre» (Lc 2,12). Otra vez la paradoja del misterio: lo más sublime en la
mayor bajeza; lo deslumbrante en la opacidad; lo extraordinario en lo más ordinario
y pequeño. La Navidad cristiana lo será si encierra también esta paradoja: Dios nace
lejos de los palacios, Dios es envuelto en vestiduras humildes y Dios se recuesta para
dormir en lecho duro. No busquemos al que viene en pobreza entre los grandes de la
tierra, ni gozando de las comodidades y placeres que ofrece el dinero.
La Navidad cristiana resuena más real y consoladora en los pueblos y comunidades pobres de la tierra. Es allí donde Dios quiere nacer y ser acogido. Porque Él se
identifica con el hambriento, el desnudo, el enfermo, encarcelado... Navidad es mirar
y hacerse solidarios con los hombres y pueblos de toda la tierra que sufren de
cualquier modo. La Navidad es llamada fuerte a la misión.
1022 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
Xosé e María completan o cadro do Belén primeiro. Un matrimonio que se ama
entrañablemente, que se ama cun amor limpo, que asumen sen comprender do todo os
plans de Deus, pero na obediencia humilde experimentan a felicidade inefable do
misterio. Unha familia modelo de toda familia na terra; que desminte o que nunca foi
nin poderá ser nin matrimonio nin familia, que comunica a quen a contempla a verdade
das cousas, a fermosura do divino no humano e a grandeza das realidades ordinarias,
a ledicia da entrega sen egoísmos e a paz que agroma da comuñón con Deus.
Neste Belén vivente da sagrada familia «a misericordia e a paz atópanse, a xustiza e a
paz bícanse». O ceo descendeu a Belén e ó anxo súmase «unha lexión do exército celestial,
que loaba a Deus, dicindo: Gloria a Deus no ceo, e na terra paz, ós homes que Deus ama».
Que esta ledicia inúndenos na Eucaristía, ó comunga-lo Corpo e o Sangue do
Señor e que eles sexan a fonte e cume do noso Nadal.
¡Feliz Nadal no Señor!
+ Luís Quinteiro Fiuza
Bispo de Ourense
HOMILÍA NA SOLEMNIDADE DE STA. MARÍA, NAI DE DEUS (1-I-2006)
Queridos irmáns: a solemnidade de hoxe está chea de fondos contidos e enraizada
en diversos acontecementos da historia da salvación, que a Liturxia actualiza para
nós. Na oitava do Nadal, a Igrexa celebra á Virxe María como «Nai de Deus», a
«Theotókos», declarada así no Concilio de Éfeso no ano 431, fronte ós que a
consideraban só Nai da natureza humana de Cristo.
A Igrexa conmemora tamén hoxe a circuncisión do Neno Xesús e imposición do
nome que o arcanxo Gabriel mandara poñer, cando o anuncio a María (Lc 2, 16-21).
Pola circuncisión, Xesús entraba a formar parte do pobo xudeu, no que Deus quixo
que nacese e co que Xesús sintonizou asumindo os seus costumes e a súa idiosincrasia. Precisamente El establecería un sacramento e signo novo, o Bautismo, para
pertencer ó novo Israel (a Igrexa, por el fundada) e que deixaría sen significado e
contido a circuncisión xudía.
Hoxe tamén comeza un novo ano civil e a Liturxia da Igrexa pono baixo a
bendición divina con palabras significativas do libro dos Números (6, 22-27),
primeira lectura da Misa. Di así: «O Señor te bendiga e te protexa, ilumine o seu
rostro sobre ti e che conceda o seu favor. O Señor se fixe en ti e che conceda a
paz».
Non podemos esquecer que a bendición bíblica non é só unha declaración de boa
vontade, senón unha acción divina que produce o que di e que transforma a vida do
home.
LA VOZ DEL PRELADO
DICIEMBRE • 1023
José y María completan el cuadro del Belén primero. Un matrimonio que se ama
entrañablemente, que se ama con un amor limpio, que asumen sin comprender del todo los
planes de Dios, pero en la obediencia humilde experimentan la felicidad inefable del
misterio. Una familia modelo de toda familia en la tierra; que desmiente lo que nunca ha
sido ni podrá ser ni matrimonio ni familia, que comunica a quien la contempla la verdad de
las cosas, la hermosura de lo divino en humano y la grandeza de las realidades ordinarias,
la alegría de la entrega sin egoísmos y la paz que brota de la comunión con Dios.
En este Belén viviente de la sagrada familia «la misericordia y la paz se
encuentran, la justicia y la paz se besan». El cielo ha descendido a Belén y al ángel
se suma «una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: Gloria a Dios
en el cielo, y en la tierra paz, a los hombres que Dios ama».
Que esta alegría nos inunde en la Eucaristía, al comulgar el Cuerpo y la Sangre
del Señor y que ellos sean la fuente y cumbre de nuestra Navidad.
¡Feliz Navidad en el Señor!
+ Luis Quinteiro Fiuza
Obispo de Ourense
HOMILÍA EN LA SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS
(1-I-2006)
Queridos hermanos: la solemnidad de hoy está llena de profundos contenidos y
enraizada en diversos acontecimientos de la historia de la salvación, que la Liturgia
actualiza para nosotros. En la octava de la Navidad, la Iglesia celebra a la Virgen María
como «Madre de Dios», la «Theotókos», declarada así en el Concilio de Éfeso en el año
431, frente a los que la consideraban sólo Madre de la naturaleza humana de Cristo.
La Iglesia conmemora también hoy la circuncisión del Niño Jesús e imposición
del nombre que el arcángel Gabriel había mandado poner, cuando el anuncio a María
(Lc 2, 16-21). Por la circuncisión, Jesús entraba a formar parte del pueblo judío, en
el que Dios quiso que naciera y con el que Jesús sintonizó asumiendo sus costumbres
y su idiosincrasia. Precisamente Él establecería un sacramento y signo nuevo, el
Bautismo, para pertenecer al nuevo Israel (la Iglesia, por él fundada) y que dejaría
sin significado y contenido la circuncisión judía.
Hoy también comienza un nuevo año civil y la Liturgia de la Iglesia lo pone bajo
la bendición divina con palabras significativas del libro de los Números (6, 22-27),
primera lectura de la Misa. Dice así: «El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su
rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz».
No podemos olvidar que la bendición bíblica no es sólo una declaración de buena
voluntad, sino una acción divina que produce lo que dice y que transforma la vida del
hombre.
1024 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
A bendición divina, ó comezo dun novo ano, implica poñer baixo a protección de
Deus as nosas persoas e as nosas vidas, sabendo que El é o Señor da historia e Cristo
é o «Alfa» e a «Omega», o principio e fin do universo. O Salmo reponsorial (Sal. 66)
é unha resposta-súplica bendicional da comunidade ó Señor, en diálogo confiado e
gozoso: «O Señor teña piedade e nos bendiga, ilumine o seu rostro sobre nós... Que
Deus nos bendiga; que o teman ata os confíns do orbe».
Cando os gobernantes da terra e os que rexen os destinos das nacións de Europa,
prescinden de Deus para realiza-los seus plans na historia presente, a Igrexa cre
firmemente no Deus que rexe os destinos da historia universal e non se lle ocultan os
secretos camiños do futuro.
¡Que felices serían as nacións celebrando o nacemento e señorío do Fillo de Deus
na terra! ¡Como poderían tódolos homes cantar de ledicia e loar ó Deus, que rexe o
mundo con xustiza e os pobos con rectitude!, como canta o salmo 66. Pero como un
día, Xesús chorou sobre Xerusalén que non quixo acolle-la súa vinda, así tamén Deus
olla con tristura ós que desexan e proxectan guindalo da vida pública, pois está tamén
oculta ós seus ollos a vida daquel que lles podería da-la paz.
Tamén hoxe Xesús, como un día á Samaritana, di a tódolos pobos e a cada home:
«Se coñecése-lo don de Deus…»
A celebración de hoxe, por vontade expresa de Paulo VI, segue sendo a xornada
anual para pedir pola paz. Pero esta constrúese sobre a xustiza, sobre a verdade e o
respecto ós dereitos humanos. A paz é don de Deus, un don que é necesario pedir, pero
tamén é froito do esforzo denodado dos homes. A paz arrinca de cada corazón e non é
posible sen Deus e sen unha conversión fonda de cada persoa para ser instrumento de
concordia, perdón e amor. Santa María Nai de Deus é a Nai e a Raíña da paz. Esa paz
identifícase con Xesuscristo. Sorprendentemente as nacións da vella Europa están
empeñadas en fundamentala nun relativismo moral, nun laicismo sostido case como
unha «relixión» e no rexeitamento das fondas raíces cristiás (a «apostasía silenciosa»).
Ós oito días de celebra-lo nacemento do Fillo de Deus na carne, a Igrexa volve os
seus ollos e a súa atención á Nai que deu a carne e o sangue ó Fillo de Deus. María
é parte imprescindible do misterio da Encarnación do Fillo de Deus e da Redención
dos homes. Por iso, dende os primeiros séculos da vida da Igrexa, fronte os que
subestimaban o aspecto humano e carnal de Xesús, María deu concreción e consistencia ó Cristo encarnado e realismo ó seu nacemento entre os homes. A marioloxía
é parte integrante da cristoloxía.
San Paulo na Carta ós Gálatas (4, 4-7) exprésao con brevidade e como detalle
precioso que enriquece o nacemento temporal e na carne do Fillo de Deus; «Cando
se cumpriu o tempo», é dicir cando tivo lugar a maduración progresiva da historia,
ata alcanza-lo punto previsto, entón «enviou Deus ó seu fillo, nado dunha muller,
nado baixo a Lei…». Para ser home verdadeiro debía nacer como todo neno dunha
muller. Paulo nin sequera lle pon nome. Non menciona a María. Destaca deste modo
a importancia da muller nos plans salvadores de Deus e no devir xeracional e
histórico do Fillo de Deus.
LA VOZ DEL PRELADO
DICIEMBRE • 1025
La bendición divina, al comienzo de un nuevo año, implica poner bajo la protección
de Dios nuestras personas y nuestras vidas, sabiendo que Él es el Señor de la historia
y Cristo es el «Alfa» y la «Omega», el principio y fin del universo. El Salmo reponsorial
(Sal. 66) es una respuesta-súplica bendicional de la comunidad al Señor, en diálogo
confiado y gozoso: «El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre
nosotros... Que Dios nos bendiga; que lo teman hasta los confines del orbe».
Cuando los gobernantes de la tierra y quienes rigen los destinos de las naciones
de Europa, prescinden de Dios para realizar sus planes en la historia presente, la
Iglesia cree firmemente en el Dios que rige los destinos de la historia universal y no
se le ocultan los secretos caminos del futuro.
¡Qué felices serían las naciones celebrando el nacimiento y señorío del Hijo de Dios
en la tierra! ¡Cómo podrían todos los hombres cantar de alegría y alabar al Dios, que
rige el mundo con justicia y los pueblos con rectitud, como canta el salmo 66! Pero
como un día, Jesús lloró sobre Jerusalén que no quiso acoger su venida, así también
Dios mira con tristeza a los que desean y proyectan arrojarle de la vida pública, pues
está también oculta a sus ojos la venida de Aquel que podría darles la paz.
También hoy Jesús, como un día a la Samaritana, dice a todos los pueblos y a cada
hombre: «Si conocieras el don de Dios…»
La celebración de hoy, por voluntad expresa de Pablo VI, sigue siendo la jornada anual
para pedir por la paz. Pero ésta se construye sobre la justicia, sobre la verdad y el respeto
a los derechos humanos. La paz es don de Dios, un don que es necesario pedir, pero también
es fruto del esfuerzo denodado de los hombres. La paz arranca de cada corazón y no es
posible sin Dios y sin una conversión profunda de cada persona para ser instrumento de
concordia, perdón y amor. Santa María. Madre de Dios es la Madre y la Reina de la paz. Esa
paz se identifica con Jesucristo. Sorprendentemente las naciones de la vieja Europa están
empeñadas en fundamentarla en un relativismo moral, en un laicismo sostenido casi como
una «religión» y en el rechazo de las profundas raíces cristianas (la «apostasía silenciosa»).
A los ocho días de haber celebrado el nacimiento del Hijo de Dios en la carne, la
Iglesia vuelve sus ojos y su atención a la Madre que dio la carne y la sangre al Hijo
de Dios. María es parte imprescindible del misterio de la Encarnación del Hijo de
Dios y de la Redención de los hombres. Por eso, desde los primeros siglos de la vida
de la Iglesia, frente a quienes minusvaloraban el aspecto humano y carnal de Jesús,
María dio concreción v consistencia al Cristo encarnado y realismo a su nacimiento
entre los hombres. La mariología es parte integrante de la cristología.
San Pablo en la Carta a los Gálatas (4, 4-7) lo expresa con brevedad y como detalle
precioso que enriquece el nacimiento temporal y en la carne del Hijo de Dios; «Cuando
se cumplió el tiempo», es decir cuando tuvo lugar la maduración progresiva de la
historia, hasta alcanzar el punto previsto, entonces «envió Dios a su hijo, nacido de una
mujer, nacido bajo la Ley…». Para ser hombre verdadero debía nacer como todo niño
de una mujer. Pablo ni siquiera le pone nombre. No menciona a María. Destaca de este
modo la importancia de la mujer en los planes salvadores de Dios y en el devenir
generacional e histórico del Hijo de Dios.
1026 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
Paulo indica, encadra ó neno que nace, no contexto histórico-cultural do
pobo de Israel: «nado baixo a Lei». E sinala xa a súa misión dende o seu
nacemento: nace «para rescatar ós que estaban baixo a Lei, para que recibisemos
o ser fillos por adopción». María é a Nai do Fillo de Deus encarnado que nos
rescata do pecado e fainos «fillos no Fillo». Este é o misterio que hoxe celebra
a liturxia volvendo a súa mirada á Nai, por quen nos veu a redención e o ser
fillos de Deus.
¡Que grandeza a do home e que amor o de Deus! E María é o instrumento maternal
que nos comunica con fidelidade e entrega total este misterio. Nai de Deus, pero
chegará a ser Nai de tódolos irmáns do seu Fillo pola fe e a cooperación na obra
redentora do Fillo.
A «estampa» que nos describe Lucas (2, 16-21), vista polos pastores apresurados
ata chegar a Belén, cobra todo o seu sentido teolóxico e espiritual para os que hoxe
celebramos aquel mesmo misterio de gracia: «...e atoparon a María e a Xosé e ó Neno
deitado na manxadoira». Velaquí os protagonistas ós que debe atopa-la Igrexa, ós que
venera e adora e nos que colma os seus sentimentos de abraio, de fascinación, de amor
e felicidade completa. A orde polo que Lucas cita ós tres personaxes é: a Nai (María),
o Pai (Xosé) e en derradeiro termo ó máis importante, ó Fillo de Deus feito neno
indefenso.
De Xosé non di senón que estaba na escena. A súa presencia é humilde e silente.
Lembrábao fai poucos días Bieito XVI nunha parroquia de Roma. A fidelidade e o
silencio de San Xosé son moi elocuentes. Non convén esquecelo neste tempo de
Nadal. É unha forma de vivi-lo misterio rexeitando todo protagonismo que non lle
corresponde. Xosé está onde debe, pero coa discreción, prudencia e compromiso que
Deus lle pide.
Dos pastores, con protagonismo nesta escena, dinse moitas cousas: corren, atopan
o que buscan, ven ó neno e ós seus pais, contan o que lles dixeran del. Vólvense ó seu
traballo dando gloria e loando a Deus polo visto e oído. Todo o comprobado
correspondía co que lles dixeran. É un modo privilexiado de vivi-lo Nadal, que
deberiamos admirar nós e procurar revivir no que é posible, como misterio actuado
pola gracia.
De María, a gran protagonista ó lado do seu Fillo, San Lucas dinos algo que é como
a definición de toda a súa vida e misión respecto ó Fillo e á Igrexa. Nunha frase breve
pecha o que foi a vida íntima e fondamente orante da Virxe. «E María conservaba
todas estas cousas, meditándoas no seu corazón». O evanxelista Lucas, nesta pasaxe
do seu Evanxeo entra, dende a fe, nos sentimentos e o corazón da Nai. Nestas palabras
non só fala da súa memoria respecto ó nacemento do neno, senón do seu papel de Nai
que lembra sempre a presencia amorosa do Fillo.
Os verbos utilizados por san Lucas en grego indican, o primeiro («conservaba»)
algo así como coidar con esmero un tesouro. María coidaba como algo precioso
tódolos detalles e o ambiente que rodeaban ó seu Fillo. Era como se o filmase e
gravase todo na súa mente e nas súas entrañas maternas. O segundo verbo que se
LA VOZ DEL PRELADO
DICIEMBRE • 1027
Pablo indica, encuadra al niño que nace, en el contexto histórico-cultural del
pueblo de Israel: «nacido bajo la Ley». Y señala ya su misión desde su nacimiento:
nace «para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos
por adopción». María es la Madre del Hijo de Dios encarnado que nos rescata del
pecado y nos hace «hijos en el Hijo». Este es el misterio que hoy celebra la liturgia
volviendo su mirada a la Madre, por quien nos vino la redención y el ser hijos de Dios.
¡Qué grandeza la del hombre y qué amor el de Dios! Y María es el instrumento
maternal que nos comunica con fidelidad y entrega total este misterio. Madre de
Dios, pero llegará a ser Madre de todos los hermanos de su Hijo por la fe y la
cooperación en la obra redentora del Hijo.
La «estampa» que nos describe Lucas (2, 16-21), vista por los pastores presurosos
hasta llegar a Belén, cobra todo el sentido teológico y espiritual para quienes hoy
celebramos aquel mismo misterio de gracia: «...y encontraron a María y a José y al
Niño acostado en el pesebre». He aquí los protagonistas a los que debe encontrar la
Iglesia, a los que venera y adora y en quienes colma sus sentimientos de asombro, de
fascinación, de amor y felicidad completa. El orden por el que Lucas cita a los tres
personajes es: la Madre (María), el Padre (José) y en último término el más
importante, el Hijo de Dios hecho niño indefenso.
De José no dice sino que estaba en la escena. Su presencia es humilde y silente.
Lo recordaba hace pocos días Benedicto XVI en una parroquia de Roma. La fidelidad
y el silencio de San José son muy elocuentes. No conviene olvidarlo en este tiempo
de Navidad. Es una forma de vivir el misterio rehusando todo protagonismo que no
le corresponde. José está donde debe, pero con la discreción, prudencia y compromiso que Dios le pide.
De los pastores, con protagonismo en esta escena, se dicen muchas cosas: corren,
encuentran lo que buscan, ven al niño y a sus padres, cuentan lo que les habían dicho
de él. Se vuelven a su trabajo dando gloria y alabando a Dios por lo visto y oído. Todo
lo comprobado correspondía con lo que les habían dicho. Es un modo privilegiado
de vivir la Navidad, que deberíamos admirar nosotros y procurar revivir en lo que es
posible, como misterio actuado por la gracia.
De María, la gran protagonista al lado de su Hijo, San Lucas nos dice algo que es
como la definición de toda su vida y misión respecto al Hijo y a la Iglesia. En una frase
breve encierra lo que fue la vida intima y profundamente orante de la Virgen. «Y
María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón». El evangelista
Lucas, en este pasaje de su Evangelio entra, desde la fe, en los sentimientos y el
corazón de la Madre. En estas palabras no sólo habla de su memoria respecto al
nacimiento del niño, sino de su papel de Madre que recuerda siempre la presencia
amorosa del Hijo.
Los verbos utilizados por san Lucas en griego indican, el primero («conservaba»)
algo así como cuidar con esmero un tesoro. María cuidaba como algo precioso todos
los detalles y ambiente que rodeaban a su Hijo. Era como si lo filmara y grabara todo
en su mente y sus entrañas maternas. El segundo verbo que se traduce por meditar,
1028 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
traduce por meditar, implica unha actividade mental e afectiva que penetra con
actitude de fe acontecementos e palabras, para comprendelos en plenitude. A Nai de
Deus é presentada, dende o principio do evanxeo, como alguén que se abre a Deus
e medra na fe, polas palabras e os acontecementos da revelación.
Queridos irmáns, celebremos hoxe a realidade de María como Nai de Deus, fonte
de tódalas súas gracias e base firme da súa fe peregrinante e crecente ó longo de toda
a súa vida. Escoitemos hoxe como ditas por ela, as palabras con que o Papa remataba
a súa a homilía da Inmaculada pasada: «Ten valentía para arriscarte con Deus!
¡Téntao! ¡Non teñas medo del! ¡Atrévete a apostar pola fe! ¡Ten a valentía de apostar
pola verdade! ¡Ten a valentía de arriscar co corazón puro! ¡Comprométete con Deus
e, entón, verás que a túa vida se fai grande e iluminada, non aburrida, senón chea de
infindas sorpresas, pois a bondade infinda de Deus non se esgota nunca!». Amén.
+ Luís Quinteiro Fiuza
Bispo de Ourense
LA VOZ DEL PRELADO
DICIEMBRE • 1029
implica una actividad mental y afectiva que penetra con actitud de fe acontecimientos
y palabras, para comprenderlos en plenitud. La Madre de Dios es presentada, desde
el principio del evangelio, como alguien que se abre a Dios y crece en la fe, por las
palabras y los acontecimientos de la revelación.
Queridos hermanos, celebremos hoy la realidad de María como Madre de Dios, fuente
de todas sus gracias y base firme de su fe peregrinante y creciente a lo largo de toda su
vida. Escuchemos hoy como dichas por ella, las palabras con que el Papa terminaba su
la homilía de la Inmaculada pasada: «Ten valentía para atreverte con Dios! ¡Inténtalo!
¡No tengas miedo de Él! ¡Atrévete a apostar por la fe! ¡Ten la valentía de apostar por la
verdad! ¡Ten la valentía de arriesgar con el corazón puro! ¡Comprométete con Dios y,
entonces, verás que tu vida se hace grande e iluminada, no aburrida, sino llena de infinitas
sorpresas, pues la bondad infinita de Dios no se agota nunca!». Amén.
+ Luis Quinteiro Fiuza
Obispo de Ourense
1030 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
ACTIVIDADES DEL SR. OBISPO
NOVIEMBRE
Día 26: Preside la Vigilia de Adviento en la Parroquia del Sagrado Corazón.
Día 27: Preside la Celebración Eucarística en la fiesta de la Virgen de la Medalla
Milagrosa en la Iglesia de Santa María Madre.
Día 28: Reunión del Consejo Episcopal.
Día 30: Reunión en la Casa de Ejercicios con los sacerdotes jóvenes de la
Diócesis.
Preside la Entrega del Premio «Concurso de Diseño de un Logotipo y de
un nombre para el Sistema de Información de Gestión Integral de la
Diócesis de Ourense” en el Salón Mundo Novo del Obispado.
Días 30 - 8: Predica la Novena a la Virgen Inmaculada en la Parroquia de Eufemia
la Real del Centro.
DICIEMBRE
Día 1:
Encuentro con los trabajadores de la COPE.
Clausura la Exposición de Manos Unidas “La infancia del derecho y del
revés” en el Auditorio Municipal.
Día 3: Santa Visita Pastoral a las Parroquias de S. Juan de Seoane Vello, Sta. Cristina
de Parada do Sil y Sta. Marina de Parada do Sil en el Arciprestazgo de Caldelas.
Día 4: Santa Visita Pastoral a las Parroquias de San Juan de Cobas, Santa María de
Vilariño Frío y Santa María de Nogueira en el Arciprestazgo de Caldelas.
Día 6: Pregón de las fiestas en honor a María Inmaculada en el Seminario Menor.
Asiste al Acto Oficial de Conmemoración del XXVII Aniversario de la
Constitución Española en el Teatro Principal de Ourense.
Día 7: Preside la Vigilia de Jóvenes de la Virgen Inmaculada en la Parroquia de
Santa Eufemia la Real del Centro.
Día 8: Misa Pontifical en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María en
la S. I. Catedral B. de San Martín.
Solemne Concelebración Eucarística en el Seminario Menor en la fiesta de su
Patrona, María Inmaculada. Comida y velada artístico – musical en el salón de
actos con los formadores, profesores, padres y alumnos del Seminario.
Día 9: Preside la Celebración del Rito de Admisión a las Sagradas Órdenes a tres
seminaristas en la Capilla de la Comunidad del Seminario Mayor.
Día 10: Preside la Celebración Eucarística en el Seminario Mayor en la que confirió
los ministerios de Lectorado y Acolitado a cinco seminaristas.
LA VOZ DEL PRELADO
DICIEMBRE • 1031
Día 11: Santa Visita Pastoral a las Parroquias de San Juan de Argas, Santa María
Magdalena de Cerdeira y San Miguel de Navea en el Arciprestazgo de Caldelas.
Día 12: Reunión en la Sede de la Asociación de Mujeres Viudas.
Día 13: Preside la Celebración Eucarística en la Parroquia de Santa Lucía de Rairo
en la fiesta de su Patrona.
Fiesta con los miembros de la ONCE que celebran a su Patrona en la
Parroquia de María Auxiliadora.
Reunión en la Sede de la Asociación de Amas de casa
Día 14: Preside la Celebración Eucarística por el eterno descanso del Rvdo. José
Leiro Cabo en la Parroquia de Santa Uxía de Lobás.
Reunión con las distintas Comunidades Neocatecumenales de las parroquias
de la ciudad.
Día 15: Reunión del Consejo Diocesano de Asuntos Económicos en el Seminario Mayor.
Día 16: Preside la Celebración Eucarística de Clausura de Ejercicios Espirituales que
realizaron un grupo de sacerdotes de la Diócesis en la Casa de Ejercicios.
Reunión del Consejo Episcopal.
Día 17: Reunión de los Sres. Obispos de la Provincia Eclesiástica de Santiago.
Día 18: Santa Visita Pastoral a las Parroquias de San Pelagio de Cabanas, San Juan
del Río y Santa María de Sanjurjo en el Arciprestazgo de Caldelas.
Día 19: Rueda de Prensa en el Salón Mundo Novo sobre el Concierto de Villancicos
que habrá en la S. I. Catedral Basílica de San Martín de Tours.
Bendición del Belén en el Liceo Recreo Ourensano y Conferencia titulada “De
Joseph Ratzinger, profesor, a Benedicto XVI, Papa. Testimonio de un alumno”
pronunciada por el Profesor García Tato y que tiene lugar en el mismo local.
Día 20: Reunión y Celebración Eucarística con los profesores laicos de Religión en
el Seminario Mayor.
Día 21: Bendición del Belén en el Centro Social de Caixa Galicia.
Celebración Navideña de todos los miembros que trabajan en el Obispado. Asiste
a la Representación de un Belén Viviente protagonizado por jóvenes pertenecientes
a la Asociación Aspanas que tiene lugar en la Parroquia del Sdo. Corazón.
Día 22: Bendición del Belén en el Complexo Hospitalario Cristal-Piñor y visita a enfermos.
Concierto de Navidad de la Real Banda de Gaitas en la S. I. Catedral Basílica de
San Martín de Tours organizado por la Delegación Diocesana de Juventud.
Día 23: Encuentro con el Claustro de Profesores del Seminario Menor.
Día 24: Visita a los ancianos de la Residencia San José de las Hermanitas de los
Ancianos Desamparados.
Día 25: Solemne Celebración de la Natividad del Señor en la S. I. Catedral
Basílica de San Martín.
Preside la Celebración Eucarística en la Parroquia de San Cipriano y
Vera Cruz de Carballiño.
1032 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
IGLESIA DIOCESANA
Secretaría General
NOMEAMENTOS.
O Excmo. e Rvdmo. Sr. Bispo da Diocese tivo a ben realizar o seguinte
nomeamento,
Con data 29 de Decembro de 2005:
• Muy Iltre. Sr. Dr. D. José Antonio Gil Sousa:
Director do Instituto Teolóxico “Divino Maestro”.
DEFUNCIONES
“Como Cristo que, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, así
ellos también, liberados de la corrupción, no conocerán ya la muerte y participarán
de la resurrección de Cristo, como Cristo participó de nuestra muerte”.
(De los sermones de S. Atanasio de Antioquía;
Sermón 5, sobre la resurrección de Cristo).
Oficio de difuntos.
Rvdo. Sr. D. José Leiro Cabo. Falleció el 13 de diciembre de 2005. Nació en
PITEIRA 24 de octubre de 1926. Recibió el diaconado el sábado 5 de marzo de 1950
en OURENSE. Fue ordenado de Presbítero el 3 de junio de 1950, en OURENSE. El
1 de septiembre de 1950 fue nombrado Coadjutor de Santa María la Real de Entrimo;
Párroco de Santa Uxía de Lobás desde el 1 de septiembre de 1952 hasta su
fallecimiento; en 1959 se encargó como Administrador de la parroquia de San Pedro
de Mosteiro de Lobás y en 1985 de su parroquia natal de San Miguel de Piteira. En
los últimos años residía en el Asilo de las Hermanitas de los Ancianos de Carballiño
desde donde seguía atendiendo las parroquias. Descanse en Paz.
Rvdo. Sr. D. Serafín Seoane Carril. Falleció el 27 de diciembre de 2005. Nació
en BARBADÁS 20 de marzo de 1922. Recibió el diaconado el 18 de diciembre de
1948 en OURENSE. Fue ordenado de Presbítero el 11 de junio de 1949, en
OURENSE. El 1 de septiembre de 1950 fue nombrado párroco de de Santa María
de Tamagos y Administrador parroquial de San Martiño de Mourazos; el 27 de julio
de 1953 pasó a la parroquia de San Mamede de Grau como párroco y Administrador
de San Martiño de Grau, hasta el 15 de noviembre de 1956; el 16 de noviembre de
1956 fue nombrado párroco de San Pedro Fiz de Navío y Administrador de Santa
María de Cenlle. En 1960, el día 11 de agosto pasó a párroco de Santa María de
Melias, donde permaneció hasta la fecha de su jubilación el 30 de septiembre de 1987,
antes en 1979 se había hecho cargo de la parroquia de San José de A Carballeira como
Administrador. Los últimos años de su vida los pasó en la Residencia de Ancianos
de Os Gozos, próxima a la ciudad de Ourense. Descanse en Paz.
IGLESIA DIOCESANA
DICIEMBRE • 1033
Delegación de Liturxia
MEJORAR Y PROFUNDIZAR EN LA EUCARISTÍA DEL DOMINGO.
Presentación del nº 8 de la Revista «Auriensia» (2005).
Dr. D. Ramiro González Cougil;
Delegado Episcopal de Liturgia
Desde la Dies Domini (=DD), Carta apostólica de Juan Pablo II, sobre la
santificación del domingo (31-V-1998), pasando por el «Año jubilar» conmemorativo de los 2000 años del nacimiento de Jesucristo y el anuncio del «Año de la
Eucaristía» (de octubre de 2004-octubre de 2005), se ha producido por parte de la
Iglesia la llamada «ofensiva» eucarística. Los documentos centrales son: la Encíclica
de Juan Pablo II Ecclesia de Eucaristía, la Carta pastoral Mane nobiscum, Domine;
las Sugerencias y Propuestas para el «Año de la Eucaristía» de la SCCDS; los
Lineamenta del Sínodo y el Instrumentum laboris. Todo ello ha desembocado en las
50 proposiciones enviadas por los Padres sinodales al Papa Benedicto XVI, en orden
a una futura exhortación Apostólica. En ella el Papa recogerá sin duda lo mas
importante del Sínodo sobre la Eucaristía y señalará las pautas por las que ha de
discurrir el trabajo y la vivencia de las comunidades cristianas, en este campo fontal
y culminante de la vida y la misión de la Iglesia.
En los documentos citados y en otros de menor importancia (discursos, reflexiones en audiencias, en los «Ángelus») aparece una cosa muy clara. Esto es: la
importancia del día del Señor (domingo) en la vida de los cristianos y de su momento
culminante que es la Eucaristía de este día. En este sentido, concluyendo la DD (n 87),
el Papa Juan Pablo II, refiriéndose al Jubileo del año 2000, hacía esta referencia al
domingo:
«Pero este año y este tiempo especial pasarán, a la espera de otros
jubileos y de otras conmemoraciones solemnes. El domingo, con su “solemnidad” ordinaria, seguirá marcando el tiempo de la peregrinación de la
Iglesia hasta el domingo sin ocaso. Os exhorto, pues, queridos hermanos en
el episcopado y en el sacerdocio a actuar incansablemente, junto con los
fieles, para que el valor de este día sacro sea reconocido y vivido cada vez
mejor. Eso producirá sus frutos en las comunidades cristianas y ejercerá
benéficos influjos en toda la sociedad civil».
Para citar sólo otro texto y éste el más reciente e importante, lo recojo de la
proposición 30 del Sínodo, titulada Dies Domini. De ella entresaco la siguiente
referencia a la Misa dominical:
1034 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
«La celebración eucarística dominical es una gracia humanizante para
el individuo y la familia, porque nutre la identidad cristiana con el contacto
con el Resucitado. Por ello el deber de participar es triple: con Dios,
consigo mismo y con la comunidad».
Sirvan estos dos textos, el primero del año 1998 y el segundo de octubre de 2005
para mostrar la conciencia clara que la Iglesia tiene, de la importancia para los fieles
y las comunidades, que tiene la Eucaristía del domingo.
Pero quisiera, en esta conferencia, centrarme en algo que me parece decisivo. La
Eucaristía no se puede imponer a los fieles «por decreto». Tampoco será eficaz
insistir desmesuradamente en el tema del «precepto dominical», para hacer que los
cristianos no dejen la Misa del domingo. Mas bien, siguiendo la buena pedagogía de
la Iglesia, creo que los cristianos deben descubrir y amar el domingo y la Eucaristía
por la fuerza cautivadora de ésta. Por eso, creo que la gran labor de los pastores debe
ser ayudar a entender y amar cada día más la Eucaristía. Como en el lavatorio de los
pies a sus discípulos, por parte de Jesús, es necesario que los cristianos seamos
interpelados constantemente por este interrogante: «¿Entendéis lo que hacéis, cuando celebráis la Eucaristía?» Y si la respuesta es afirmativa, todavía es imprescindible
otra: «¿Amáis de verdad lo que hacéis’».
Trataré entonces de desentrañar la estructura, contenidos y elementos de la
Eucaristía, de modo que se pueda entender un poco más y amarla como la fuente y
culmen de la vida y la misión de la Iglesia entera.
1) La fisonomía o el perfil de la Eucaristía.
Las acciones, palabras, gestos y posturas corporales de la celebración eucarística
resultan un poco «raras» para la comunidad. El motivo es que no empalman
fácilmente con la realidad presente y con la cultura hodierna.
Una empresa hoy, para tener eficacia necesita convencer a sus miembros de que
el producto que venden vale. Al mismo tiempo sus ejecutivos deben saber comunicar,
transmitir bien la importancia y el valor del producto. Como ha dicho algún personaje
importante: “tenemos el mejor producto, pero a veces nos faltan buenos “quiosqueros”
o vendedores del mismo.
La Eucaristía es una “fiesta”, la “fiesta primordial de los cristinos”. Pero una fiesta
no puede ser entusiasta, desbordante, festejada como es debido, si no se empatiza con
el motivo de la misma. El domingo y la Eucaristía no se puede celebrar como lo
fundamental del cristianismo, como la fiesta primordial, donde se contiene todo el
bien espiritual de la Iglesia, si no se conoce y se ama.
La Eucaristía y el domingo son realidades muy antiguas, contrastan incluso
culturalmente con los modos de ser y la cultura de hoy.
La Eucaristía se celebra como un banquete, pero con elementos y significado
especial. Es la Cena del Señor, celebrada por Jesús antes de ser entregado a la pasión
y muerte, pero que el Señor mandó celebrar a su Iglesia siempre que lo estime
IGLESIA DIOCESANA
DICIEMBRE • 1035
conveniente haciendo memorial suyo. Lo especial de esta comida es que alimenta
nuestra vida en el Espíritu, no calma el hambre corporal. Es también un sacrificio
ritual, cuando en nuestra cultura no se dan comidas sacrificiales (en las que se comía
parte de las víctimas ofrecidas primero a la divinidad). Esto hace que la comprensión
sea más difícil.
En la celebración de la Misa leemos lecturas bíblicas, tomadas de la sagrada
Escritura, que es un libro lejano a nosotros en el tiempo de composición, en las
circunstancias vitales y, sobre todo en la cultura. Con todo, no lo es en la experiencia
humana, en la problemática viral y en las respuestas a tales problemas.
Las oraciones que llamamos eucológicas (no bíblicas) pertenecen, gran parte de
ellas, a épocas primitivas de la liturgia romana, con estilo, talante e, incluso, matices
distintos del lenguaje y modo de expresarse el orante hoy.
Los símbolos (partir el pan, mostrar el pan consagrado, presentar los dones, comer
y beber un alimento aparentemente escaso, postrarse de rodillas, levantarse e
inclinarse) nos vienen de una cultura distinta, aunque muchos nos los copian y los
apropian.
Para complicarlo más, lo verdaderamente primario en la celebración no es lo que
se ve, sino lo que no se ve. Lo más importante no es lo que hacen los hombres sino
lo que hace el Dios uno y trino.
Por todo lo expuesto aparece claro que el domingo y la Eucaristía se presentan
como realidades o mejor, celebraciones a veces no del todo comprendidas, menos
apreciadas y para algunos “rollos” aburridos.
Por eso, para evitar estos obstáculos reales, es necesario un trabajo de formacióneducación-catequesis paciente sobre los contenidos pertinentes a la cultura judeocristiana de los siglos en que nace el domingo y la Eucaristía.
Era muy distinta la situación de los dos caminantes de Emaús para descubrir a
Jesús resucitado, al “partir el pan” (=Eucaristía) y recoger la misión que la misma
confía, a quienes participan en ella. Los dos discípulos de Emaús:
-Tenían el bagaje de la cultura judía.
-Les asistía la memoria de las comidas tenidas con Jesús, su enseñanza y el gesto
de partir el pan, propio del padre de familia. También conocían muy bien la oración
de bendición con motivo de las comidas.
-Habían vivido “en directo” lo que había pasado a Jesús durante su pasión y
muerte.
-Conocían la Ley y los Profetas y rezaban los Salmos en la sinagoga (los sábados)
y en sus casas. Por estos escritos y la oración tenían conocimiento de cierta referencia
al Mesías y Jesús les abrió los ojos respecto a que las Escrituras hablaban de Él.
-Conocían el significado de la salida de Egipto y cómo aquella Pascua se
recordaba, cada año en la cena pascual judía. Cómo el niño más pequeño de la familia
hacía una pregunta ritual al padre de familia: “¿Qué significa esta celebración?”. Y
el padre hacía al niño el relato de la historia del pueblo, desde Ur de Caldea, bajada
1036 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
a Egipto, esclavitud del pueblo, salida, camino por el desierto, posesión de la tierra
prometida y realidad actual (pascua ritual). El significado profético de la cena
pascual judía tuvo su cumplimiento pleno en la última Cena de Jesús y su memorial
permanente que es la Eucaristía de la Iglesia.
Pero, a pesar de todo, Jesús tuvo que explicar a los dos discípulos de Emaús “todo
lo que se refería a él en las Escrituras”. Les comunicó el núcleo de la fe, la esperanza
cristiana y la caridad. Para hacerlo, caminó largo trecho con ellos, les salió al
encuentro, conversó sin forzarles, con magnífica pedagogía, más aún con una certera
mistagogía, hasta hacer arder su corazón (sentirse ganados, apresados por el amor)
hacia Él y hacia sus palabras penetrantes.
2) El cómo y el por qué de la Eucaristía.
En la Eucaristía como en toda actividad, celebración o misterio de la Iglesia es
preciso conocerla, entenderla, profundizarla por la razón o inteligencia. Para ello es
bueno responder a preguntas de este tipo: «¿Cómo ha nacido la Eucaristía? ¿Cuál es
su historia? ¿Cómo la ha entendido la Iglesia a lo largo de los siglos? ¿Cuál es el
sentido y significado de sus oraciones principales, de las lecturas bíblicas y de sus
gestos? ¿Cuál es su estructura? ¿Qué es lo permanente y qué lo que no ha cambiado
ni puede cambiar?».
Son todas preguntas sobre el cómo de la Eucaristía. Las respuestas fundamentales
y bien dadas son muy importantes. Recordemos el adagio latino: «Nihil volitum quid
praecognitum». No se puede amar lo que no se conoce.
Pero las respuestas al cómo de la Eucaristía no bastan. Es preciso responder a otra
gran pregunta. Es ésta: “¿Por qué?”. “¿Por qué ha nacido la Eucaristía? ¿Por qué se
mantiene diariamente y, sobre todo, el domingo en la Iglesia? ¿Por qué habiendo
tanto que hacer en el mundo, se dedica un sínodo entero (tres semanas) con obispos
venidos de todo el mundo a la Eucaristía? ¿Por qué el Papa y los Obispos deben
preocuparse de que los fieles no se queden, a ser posible, sin la Eucaristía del
domingo? ¿Por qué existe y se mantiene con fuerza la Eucaristía?”.
La pregunta se puede formular a los principales documentos muy recientes sobre
la Eucaristía: la Ecclesia de Eucaristía, los Lineamenta del Sínodo, la Mane
nobiscum, Domine, el Catecismo de la Iglesia Católica, el Instrumentum laboris
preparatorio del Sínodo y las 50 propuestas de los Padres sinodales.
La respuesta a la pregunta “por qué la Eucaristía”, se puede sintetizar así: Porque
el Hijo y el Espíritu Santo han querido quedarse para nosotros, en medio de nosotros
y en nosotros. Para estar con nosotros, nos ha creado Dios. Siendo bueno nos ha
creado para difundir su bien; si no nos amara no nos habría creado. Dios ama a todas
las criaturas y no odia a ninguna.
Para estar o quedarse en nosotros Jesucristo se hizo comida y bebida nuestra. Al
comerle, Él nos asimila a sí, no al revés; Él nos convierte en su substancia (E d E nn
16; 21; 22; 24). En la Eucaristía nos unimos a Cristo y Él nos transforma en Cuerpo
eclesial suyo. La Eucaristía existe porque Dios nos ama y el amor no resiste la
IGLESIA DIOCESANA
DICIEMBRE • 1037
ausencia ni la lejanía de la persona amada. Quiere vivir para, entre y en (dentro) de
la persona amada.
Este amor de Dios con los hombres se ha expresado en la Biblia con el término y
el contenido de la Alianza. Esta alianza la propuso Dios, desde muy antiguo, a su
pueblo. Se concretaba en: “Escucharás mi voz, tú serás mi pueblo y Yo seré tu Dios”.
Las alianzas con Noé, Abrahán, Moisés, etc., eran figuras de la nueva y eterna que
tendría lugar en el Hijo. En la última Cena se selló esta alianza ritualmente y en la
Cruz, de modo cruento, con la sangre de Cristo derramada por todos los hombres. El
conocimiento y estudio de todos los detalles, la preparación celosa de los mismos
ayudará a conocerla. Pero la verdadera comprensión y conocimiento de la Eucaristía
no está ahí. La Eucaristía no se puede captar por entero sólo con la razón; es necesario
el corazón (amarla). Viene muy al caso lo de Pascal: “El corazón tiene razones que
la mente no comprende”. La Eucaristía se la empieza a comprender, sólo cuando se
la empieza a amar. Y la razón de lo que decimos está en que, en la Eucaristía se
actualiza la presencia real y substancial de una persona que, de nuevo entrega su
vida para que los que participan vivan y lo hagan con abundancia. Quien comprende
y conecta vitalmente con esto, no puede quedarse frío, pasivo, sin respuesta. La
respuesta no puede ser más que la de un amor correspondido.
Cuando algunos adultos y los jóvenes dicen: “Esto no me dice nada; no entiendo
nada y esto no me apasiona”. “Esto es un rollo”, es que se han quedado en la cáscara,
en lo externo y no han captado lo nuclear de la Eucaristía. Lo que debe hacer a la
Eucaristía interesante e incluso apasionante, debe ser descubrir el amor de Dios en
Cristo, sacrificado por los hombres con un corazón sensible y agradecido, por parte
de los cristianos.
Participamos a veces en celebraciones de la Misa en las que no hay “novedades”,
expresiones deslumbrantes, solemnidades externas (luces, músicas, vestiduras, adornos y decoraciones suntuosas), pero están grávidas de calor espiritual, de amor que
corresponde al Amor, de una oración densa, de silencios llenos de la presencia del
Espíritu Santo, de entusiasmo lleno de fe. En ellas hay intensidad en la vivencia,
conciencia de la presencia real y de diversos modos, del Señor, calor profundo
impulsado por el Espíritu Santo como respuesta. Todo ello se debe a la “arquitectura
interior” de la comunidad: la fe, conciencia del misterio, gozo en el Espíritu Santo,
participación fructuosa y activa, ejercicio responsable y fervoroso de los ministerios,
ofrecimiento de la propia vida con Cristo al Padre. Prima lo que se experimenta y hace
desde el corazón. Esto cuenta mucho más que la “trama externa”, que se desarrolla,
lo que puede llamarse “arquitectura exterior”.
3) El hilo conductor de la celebración.
Cuando se observa superficialmente la celebración de la Eucaristía aparece como
un acto formado por elementos muy diversos: saludos, gestos, oraciones, lecturas,
procesiones, súplicas, etc. Aparentemente no hay mucho orden en todo ello. No se
ve a las inmediatas la conexión entre unos elementos y otros. ¿Cómo descubrir la
1038 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
unidad de todo lo que se realiza? ¿Cuál es la clave de lectura para no perderse en este
conjunto diverso de elementos? ¿Existe una línea directriz de esta sucesión de
elementos de toda clase?
Por la historia de la Misa a lo largo de los siglos se puede justificar el que se realice
ahora una acción y otra a continuación, que aquí se ponga este elemento y a
continuación el siguiente. El “Ordo Missae” tiene una historia, ha sufrido distintas
reformas y tendrá, es de esperar, más. Pero, desde luego, la Eucaristía no es un
conjunto aleatorio de cosas dispares, que puedan organizarse al antojo de un grupo
o de una persona.
No se pueden introducir cosas al gusto de las personas, ni oscurecer la estructura
determinada por la Iglesia. Hay una estructura en la Misa que se debe respetar y el
conjunto de “piezas” tiene un sentido. La Eucaristía tiene un comienzo, un núcleo
central y un desenlace, que es preciso respetar.
En la Eucaristía sucede como en la Hª de la salvación, recogida en la Biblia. En
ésta sorprende que Dios tome un tiempo para acercarse a nosotros. No se entrega
totalmente desde el principio; teje una historia con el hombre y tiene una paciencia
enorme con él. Es como el zorro de la novela El Principito de A. de Saint Exupery:
«Tendrás que domesticarme». Es como un pájaro que visita nuestra ventana en
invierno; ha de acostumbrarse a nuestra presencia y sólo podremos acercarnos a él
con mucha paciencia.
Con la Eucaristía sucede lo que con todo amor auténtico: necesita su tiempo, lo
toma, necesita crecer y madurar; sólo lentamente llega a su cumbre. Todo lo contrario
sucede con la pasión. Arrebata de golpe; no ama, se apodera, esclaviza.
La Eucaristía y su celebración supone un lento movimiento de crecimiento en el
amor de Dios hacia nosotros y de nosotros hacia Dios. La iniciativa la toma el amor
de Dios hacia nosotros, luego está el nuestro hacia Él. Tomar conciencia de este orden
es fundamental.
4)
La Eucaristía y el camino del amor.
El itinerario de un amor verdadero comprende al menos cuatro etapas definidas,
que siguiendo la intuición del Cardenal Dannells (Arzobispo de Malinas, Bélgica)
son aplicables a la Eucaristía.
4.1. La etapa del conocerse.
Lo primero para que dos personas lleguen a quererse es que se conozcan. ¿Quién
es el otro para mí y quién soy yo para él? ¿qué encierra en su corazón? ¿qué piensa?
¿Qué valores le adornan y cuáles son sus criterios sobre las cuestiones importantes
de la vida?
En la Eucaristía esta fase corresponde a los actos introductorios o ritos iniciales
de la celebración: El hombre se reúne con los hermanos, se constituye la comunidad
convocada y llena de la presencia del Señor. Cada fiel se pone con sinceridad y
temblor, ante Dios; toma conciencia de cómo está (acto penitencial) y ante quién se
IGLESIA DIOCESANA
DICIEMBRE • 1039
encuentra (ante Dios). Se dirige a Dios con las palabras del zorro al Principito:
“Domestícame, entonces podré acercarme a ti”. “¡Cámbiame, purifícame, recréame
en lo más hondo!”. ¡Sólo así podré agradarte, acercarme a ti, entrar en el santuario
de tu misterio!
El hombre es un pobre mendigo y además pecador. Dios es misericordioso. El
encuentro del rico y misericordioso con el mendigo de perdón, produce el milagro:
la reconciliación y purificación. Reconciliados y purificados por Él, podemos
acercarnos (sintonizamos con él), nos alegramos (=gloria); el cielo y la tierra se unen
en una acción teándrica. Cerca de Dios, unidos cielo y tierra, podemos pedir a Dios
lo que más nos conviene (=oración colecta).
4.2. La etapa del diálogo.
Sigue el conocimiento mutuo. Es la etapa propia de confrontar pareceres, valores,
puntos de vista, pero que prepara el enamoramiento. En la Misa corresponde a la
liturgia de la Palabra. Dios toma la iniciativa, comienza exponiendo su intimidad, sus
planes y proyectos al hombre. Sólo Él puede hacer esto, pues es quien conoce su
intimidad y su designio sobre el hombre. En la Liturgia de la Palabra habla la
Trinidad; pero sobre todo habla el “Logos”, la Palabra sustancial de Dios, que en la
plenitud de los tiempos se hizo carne, compartió todo lo humano, excepto el pecado.
Dios revela su proyecto anunciado en el AT, realizado en Cristo y continuado en la
Iglesia bajo la guía del Espíritu Santo. El hombre, en escucha amorosa, va interiorizando
quién es y qué planes tiene sobre él, Aquel que le ama.
Esta palabra no siempre es fácil, amable para acoger. A veces censura, reprende,
presenta planes que nos parecen no responder a nuestros intereses. Pero es siempre
una palabra saludable, sanante, consoladora, tajante y creadora de vida interior.
Si la acogemos así, nos santifica, renueva, alimenta nuestro espíritu y nos hace
crecer en el amor mutuo.
La prueba de que la acogemos así, es que respondemos con el Salmo adecuado a
la lectura (si cantado, mejor), con la profesión de fe y la oración universal.
4.3. El diálogo íntimo de corazón a corazón.
El amor, en el que mandan los sentimientos, necesita del diálogo. Cuando hay
verdadero amor son menos necesarias las palabras para expresarlo, prima la contemplación, el silencio, el gozo de haber encontrado al otro, los gestos y confidencias...
Trasplantado a la Eucaristía, es el momento de la Plegaria eucarística. No se trata
del anuncio del pasado, no es una enseñanza, no es la proposición de planes y
proyectos ni el juego de preguntas y respuestas. Es Cristo Cabeza, unido a su Cuerpo
que es la Iglesia, por la mediación del presbítero, el que se dirige a Dios Padre. El
lenguaje es amoroso y de oración culminante. No se trata de analizar, pensar,
reflexionar ni preparar la respuesta. Lo propio de este momento es encontrar la
frecuencia para sintonizar con quien se ama y mantenerse en la longitud de onda del
lenguaje amoroso. En esta oración, el sacerdote actúa en la persona de Cristo y el
1040 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
pueblo responde brevemente a los diálogos, canta, ora en el corazón y guarda un
silencio adorante. Es el corazón quien se vuelca en las palabras.
La iniciativa del diálogo, emprendida por Dios en la liturgia de la Palabra,
encuentra la respuesta adecuada en esta gran oración de proclamación de las
maravillas de Dios pero, sobre todo, de la maravilla realizada en la encarnaciónpasión y muerte del Hijo, expresión culminante del amor del Padre. Esa maravilla,
hecha memoria y presencia sobre el altar, sigue siendo acción de gracias y doxología
permanente del Hijo, en el Espíritu Santo, con la Iglesia al Padre.
La comunión dialógica del Hijo, en el Espíritu, y con la Iglesia al Padre es tan
profunda, que el cielo se une con la tierra o la tierra asciende al cielo. La
comunidad celebrante transida por la plegaria cumbre de la Iglesia, experimenta
la comunión con el Hijo amado, que ora en el Espíritu glorificando al Padre.
Padre, Hijo y Espíritu dialogan con retazos y fibras del corazón y sobre el altar
descansan “las cosas santas”, que son “para los santos”. La Plegaria eucarística
proclamada por el sacerdote con breves respuestas de la comunidad, fomenta la
relación más allá de las palabras, una relación en gran parte silente, adorante,
obediencial y oferente, que sintoniza plenamente con el sacrificio nuevo y
eterno, que se ofrece por la salvación de todos. Todo está preparado para la unión
de los cuerpos y corazones.
4.4. La unión en el amor.
Esta etapa constituye la cumbre del camino del amor. Es la unión de almas y
cuerpos, la «Cena que regala y enamora». En la Eucaristía es el momento de la
comunión sacramental del Cuerpo entregado y la Sangre derramada del Señor. Es el
boca a boca o cuerpo a cuerpo. En la comunión tocamos y asimilamos el Cuerpo y la
Sangre del Señor. O mejor, es Él quien viene para tocarnos y asimilarnos a Sí. Es lo
que dice Ruysbroeck: «Cuando comulgamos, no es que nosotros comamos a Cristo;
es Él el que nos come a nosotros». La asimilación es al contrario de lo que sucede con
La Eucaristía sigue sencillamente el camino del amor. En ella se actualiza el diálogo
y el encuentro gozoso de dos amores: el de Dios uno y trino, que establece su morada
en el hombre y el de cada persona, correspondiendo a Dios en el seno de la
comunidad.
En este encuentro el amor de Dios llega a su culmen: se hace pan y bebida
espiritual para el hombre, como expresión máxima de unión, de intimidad y comunión. El amor del hombre, siempre ayudado por la gracia, alcanza la plenitud de su
vocación: la unión con Dios, la profundización en la divinización (iniciada en el
Bautismo) y alimentada por la Eucaristía. En la comunión sacramental Dios y el
hombre se funden en una perfecta comunión de vida y amor, en una unidad divinohumana que no anula la identidad de cada persona, su libertad y características
propias.
Se comprende así que la Eucaristía no sea un conglomerado de elementos, signos
y palabras sin unidad. Hay un hilo conductor que la unifica totalmente.
IGLESIA DIOCESANA
DICIEMBRE • 1041
Sigue las etapas del proceso amoroso: aprender a conocerse y familiarizarse con
respeto y pudor; confrontarse el uno al otro y aceptarse mutuamente en su particularidad; conversar juntos serenamente en un corazón a corazón y finalmente unirse en
un solo cuerpo y una sola alma.
De este modo, quienes participan en la Eucaristía, terminarán comprendiendo y
amando lo que hacen. Habrá una respuesta clara a la pregunta: “¿Comprendéis lo que
he hecho con vosotros?”. “¿Comprendéis lo que hacéis en la Eucaristía?” “¿Consideráis lo que tratáis?”.
1042 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
IGLESIA EN ESPAÑA
LXXXV ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL
ESPAÑOLA
Madrid, 21-25 de noviembre de 2005
Nota de prensa final de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española
Madrid, 25 de noviembre de 2005
La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha celebrado
su LXXXV reunión del lunes 21 al viernes 25 de noviembre de 2005. Por primera vez,
después de su elección el pasado mes de marzo, Mons. Ricardo Blázquez, obispo de
Bilbao, dirigió a la Asamblea su discurso inaugural como Presidente de la CEE.
También ha sido la primera reunión plenaria tras la muerte del Papa Juan Pablo II.
Así, Mons. Ricardo Blázquez comenzó su intervención con un recuerdo “lleno de
afecto y de gratitud” a la figura del Pontífice fallecido y palabras de expresión de
comunión con el nuevo Papa Benedicto XVI.
Mons. Blázquez relató a los miembros de la Asamblea Plenaria el desarrollo y
algunos frutos del Sínodo de los obispos sobre la Eucaristía, que se ha celebrado en
Roma del 2 al 23 de octubre, desde su experiencia “inolvidable” como padre sinodal
en representación de la Conferencia Episcopal Española. También habló sobre
algunos temas que han sido objeto de reflexión en la presente Asamblea Plenaria
como el nuevo Plan Pastoral de la CEE y el Concilio Vaticano II, al cumplirse el
cuarenta aniversario de su clausura el próximo 8 de diciembre. Este mismo día, fiesta
de la Inmaculada Concepción, como recordó el Presidente de la CEE, se clausura el
Año de la Inmaculada, con el que se ha celebrado el CL Aniversario de la proclamación de este dogma mariano. Mons. Blázquez dedicó otro momento de su discurso a
repasar algunas inquietudes y tareas de la Iglesia en España. “La Iglesia -afirmóquiere continuar siendo en medio de nuestra sociedad fermento de solidaridad,
concordia y esperanza”.
Tras el discurso del Presidente de la CEE, el Nuncio Apostólico en España, Mons.
Manuel Monteiro de Castro, dirigió su habitual saludo a los presentes en el Aula, en
el que también hizo alusión a diversos temas de actualidad eclesial.
Participación en la Asamblea
Han participado en la Asamblea Plenaria 66 de los 67 obispos residenciales. No
ha podido asistir, por motivos de salud, el obispo de Huelva, Mons. Ignacio Noguer
Carmona. También han estado presentes los 11 obispos auxiliares y varios eméritos.
Han participado en la Asamblea por primera vez los obispos de Ibiza, Mons. Vicente
Juan Segura; de Mondoñedo-Ferrol, Mons. Manuel Sánchez Monge; y el de Tenerife,
Mons. Bernardo Álvarez Afonso. Además de los nuevos auxiliares de Oviedo, Mons.
Raúl Berzosa Martínez, y de Valencia, Mons. Salvador Giménez Valls. El adminis-
IGLESIA EN ESPAÑA
DICIEMBRE • 1043
trador apostólico de Segorbe-Castellón, el sacerdote Elías Sanz Igual, se ha incorporado a las reuniones en el transcurso de la semana. Su nombramiento tuvo lugar tras
tomar posesión Mons. Juan Antonio Reig Plá de la diócesis de Cartagena el pasado
sábado, día 19 de noviembre.
Los nuevos prelados han quedado adscritos a las siguientes Comisiones
Episcopales: Mons. Vicente Juan Segura, Subcomisión Episcopal para la Familia y
la Defensa de la Vida; Mons. Manuel Sánchez Monge, Comisión Episcopal para la
Vida Consagrada; Mons. Bernardo Álvarez Afonso, Comisión Episcopal del Clero;
Mons. Raúl Berzosa Martínez, Comisión Episcopal de Medios de Comunicación
Social; y Mons. Salvador Giménez Valls, Comisión Episcopal de Enseñanza.
Invitación a Benedicto XVI
La Conferencia Episcopal Española ha transmitido al Santo Padre Benedicto XVI
“su invitación más cordial a visitar España”.
En una carta firmada por Mons. Ricardo Blázquez, Presidente de la CEE, se señala
que “la presencia del Papa, tan apreciada por nosotros, sería una especialísima
confirmación de nuestras Iglesias en la fe y un aliento incomparable para la tarea de
la nueva evangelización en la que se encuentran empeñadas”. En este contexto se
hace referencia a la celebración en Valencia del V Encuentro Mundial de la Familia,
en los primeros días del mes de julio de 2006, y del V Centenario de San Francisco
Javier, Patrono de las Misiones.
Actos celebrados en el marco de la Asamblea Plenaria
Los obispos españoles celebraron el jueves, día 24 de noviembre, un acto
conmemorativo con motivo del 40 aniversario de la clausura del Concilio Vaticano
II, que se cumplirán el próximo 8 de diciembre de 2005. Los obispos dialogaron sobre
su significado para la historia, para el presente y para el futuro de la Iglesia en España.
La introducción al diálogo corrió a cargo de Olegario González de Cardedal,
catedrático emérito de la Universidad Pontificia de Salamanca, quien disertó durante
media hora sobre el Concilio Vaticano II y su recepción en España.
La jornada concluyó con una Eucaristía, a las 20,00 horas, en la Catedral de La
Almudena. Presidió la celebración el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María
Rouco Varela, y concelebraron los obispos presentes en la Asamblea Plenaria.
Acompañaron a los obispos en esta Misa de Acción de Gracias numerosos fieles. Se
inició la ceremonia con las palabras del Secretario General y Portavoz de la CEE, P.
Juan Antonio Martínez Camino, quien explicó a los presentes el motivo de la
Eucaristía y dio gracias a Dios por el Concilio y especialmente por lo que supone la
Conferencia Episcopal que, recordó, se reunió por primera vez en España en febrero
de 1966 “inseparablemente unida al concilio como fruto suyo”.
El cardenal Antonio Mª Rouco Varela recordó en su homilía el contexto histórico
mundial en el que se inició el Concilio Vaticano II, habló sobre su desarrollo y sus
frutos. Así, señaló que “el ofrecimiento más valioso es el rendimiento de la verdad
1044 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
de Cristo”. En este sentido, se refirió a la trayectoria que la Iglesia siguió durante la
transición en España y dijo que iluminó el momento de transición política.
En el mismo aula de la Plenaria tuvo lugar el lunes 21 de noviembre, a las 13,00
horas, la entrega de distinciones pontificias. En un caluroso y emotivo acto recibieron
estas distinciones D. Antonio Cartagena Ruíz, director del secretariado de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, como Prelado de Honor de Su Santidad, y D.
Joaquín Puig de la Bellacasa Alberola, ex director general de Bellas Artes, como
Comendador con placa de la Orden Ecuestre de San Gregorio Papa.
Nombramientos
El pasado martes, día 22 de noviembre, como ya comunicó este mismo día la
oficina de información de la CEE, los obispos miembros de la Asamblea Plenaria
nombraban a Fernando Giménez Barriocanal nuevo Vicesecretario para Asuntos
Económicos de la CEE. Sustituye a Mons. Bernardo Herráez Rubio, quien ocupaba
este cargo desde 1977. Dos años antes, en 1975, había sido nombrado Gerente del
episcopado.
En la misma sesión, elegían a Mons. Adolfo González Montes, obispo de
Almería, como representante de la Conferencia Episcopal Española en la
Comisión de Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE). Hasta el
momento había representado a la CEE en este organismo eclesial europeo
Mons. Elías Yanes Álvarez, arzobispo emérito de Zaragoza. Mons. Yanes ha
sido miembro de la COMECE desde noviembre de 1981. Fue su Vicepresidente
de 1993 a 1999.
El capítulo de nombramientos se cerraba con la elección de Mons. Carlos López
Hernández, obispo de Salamanca, como Gran Canciller de la Universidad Pontificia
de Salamanca, y de Mons. Eugenio Romero Pose, obispo auxiliar de Madrid, como
Vice Gran Canciller. Sustituyen, respectivamente, a Mons. Ricardo Blázquez Pérez
y a Mons. Braulio Rodríguez Plaza, obispo de Bilbao y arzobispo de Valladolid.
Ambos fueron nombrados, por un periodo de cinco años, en la Asamblea Plenaria de
noviembre de 2000.
Temas económicos y otros asuntos
La Asamblea Plenaria ha aprobado los Balances de la CEE y de sus organismos
e instituciones correspondientes al año 2004 y los Presupuestos para el año 2006. Han
sido aprobados los criterios de constitución y distribución del Fondo Común
Interdiocesano para el mismo período.
Asimismo, la Conferencia Episcopal Española ha aprobado una declaración en
apoyo a la campaña sobre la deuda externa. Esta campaña ha sido promovida por
Manos Unidas, Cáritas, CONFER, Justicia y Paz y REDES.
La Asamblea ha estudiado la traducción de la tercera edición típica del Misal
Romano, que ha preparado la Comisión Episcopal de Liturgia, y ha aprobado un texto
base sobre el que se seguirá trabajando.
IGLESIA EN ESPAÑA
DICIEMBRE • 1045
Aprobación de Asociaciones nacionales
La Conferencia Episcopal Española ha aprobado la modificación de los Estatutos
del “Movimiento de Hermandades del Trabajo”, del “Movimiento Scout Católico”,
del “Movimiento Vida Ascendente” y de los “Scouts de Castilla y León –Movimiento
Scout Católico”. La Asamblea Plenaria ha aprobado también los Estatutos y erección
canónica de la Federación de Asociaciones “Nuestra Señora Salus Infirmorum”. Por
último, la Conferencia Episcopal Española ha reconocido a la “Asociación Española
de Farmacéuticos Católicos”.
Plan Pastoral
Otro tema del orden día ha sido el estudio del borrador del nuevo Plan Pastoral de
la CEE. Este año 2005 es el último del plan que actualmente está en vigor, aprobado
en la Asamblea Plenaria de noviembre de 2001, con el título Una Iglesia esperanzada.
“¡Mar adentro!”. La Asamblea Plenaria ha estudiado el borrador remitido por la
Comisión Permanente y, tras incorporar diversas sugerencias, ha aprobado un texto
base para seguir trabajando en él de cara a la aprobación definitiva del nuevo Plan
Pastoral.
1046 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
NOMBRAMIENTOS EPISCOPALES
MONS. FRANCISCO CASES Y MONS. RAFAEL PALMERO HAN
SIDO NOMBRADOS OBISPOS DE CANARIAS Y DE ORIHUELAALICANTE
Sustituyen, respectivamente, a Mons. Ramón Echarren Ystúriz y a Mons. Victorio Oliver
Domingo, quienes continuarán como administradores apostólicos de la diócesis de
Canarias y Orihuela-Alicante hasta las tomas de posesión de los nuevos prelados
La Santa Sede ha hecho público que el Papa Benedicto XVI ha aceptado las
renuncias al gobierno pastoral de las diócesis de Canarias y de Orihuela-Alicante que
le han presentado, respectivamente, Mons. Ramón Echarren Ystúriz y Mons. Victorio
Oliver Domingo, en conformidad con el canon 401, párrafo 1 del Código de Derecho
Canónico. El Santo Padre ha nombrado obispos de las mencionadas sedes episcopales
a Mons. Francisco Cases Andreu, en la actualidad obispo de Albacete, y a Mons.
Rafael Palmero Ramos, en la actualidad obispo de Palencia.
Mons. Ramón Echarren y Mons. Victorio Oliver continuarán gobernando las
diócesis de Canarias y Orihuela-Alicante en calidad de administradores apostólicos
hasta la toma de posesión de los nuevos prelados.
Mons. Francisco Cases Andreu, obispo de Albacete desde 1996
Mons. Francisco Cases Andreu nació en Orihuela (Alicante) el 23 de octubre de
1944. Cursó la enseñanza secundaria en el colegio diocesano Santo Domingo de
Orihuela y los cursos filosóficos-teológicos en el seminario mayor diocesano. Fue
ordenado sacerdote el 14 de abril de 1968 en la Catedral de Orihuela. Entre 1975 y 1982
amplió en Roma sus estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana, donde obtuvo
la licenciatura en Teología (1977) y realizó los cursos de doctorado en Teología.
En su ministerio sacerdotal, en la diócesis de Orihuela-Alicante, ha desempeñado
los cargos de secretario del entonces obispo de Orihuela-Alicante, Mons. Pablo
Barrachina Estevan, entre 1967 y 1975; coadjutor de “Nuestra Señora del Rosario”,
entre 1982 y 1987; secretario de estudios del seminario mayor y menor, entre 1984
y 1987; profesor de Eclesiología en el Estudio Teológico, entre 1982 y 1994;
delegado diocesano de Pastoral Juvenil, entre 1985 y 1990; párroco de la “Inmaculada
Concepción”, entre 1987 y 1990; Vicario Episcopal de la “Zona 2”, entre 1990 y
1994; y Rector del seminario mayor de Alicante, entre 1990 y 1994.
El 22 de febrero de 1994 fue nombrado obispo auxiliar de Orihuela-Alicante, con
la sede titular de Timici. El 26 de junio de 1996 fue trasladado a la diócesis de
Albacete. En la Conferencia Episcopal Española es miembro de la Comisión Episcopal
de Apostolado Seglar.
IGLESIA EN ESPAÑA
DICIEMBRE • 1047
Mons. Rafael Palmero Ramos es obispo de Palencia desde 1996
Mons. Rafael Palmero Ramos nació en Morales del Rey, provincia de Zamora y
diócesis de Astorga, el 27 de julio de 1936. Curso los estudios de humanidades y
filosóficos y los dos primeros años de teología en el seminario conciliar de Astorga.
Después, en Roma, amplió su formación teológica. Allí obtuvo la licenciatura y el
doctorado en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana y la licenciatura en
Ciencias Sociales por la Pontificia Universidad Santo Tomas de Aquino “Angelicum”.
Fue ordenado sacerdote el 13 de septiembre de 1959 en Astorga. En 1972 se incardinó
en la archidiócesis de Toledo.
Su ministerio presbiteral comenzó en la diócesis de Astorga. Entre 1961 y 1965 fue
secretario de estudios y profesor de Eclesiología y de Doctrina Social de la Iglesia en
el seminario mayor diocesano de Astorga y, entre 1963 y 1968, fue delegado episcopal
de cáritas diocesana de Astorga. En el año 1968 se trasladó a Barcelona como secretario
particular del entonces arzobispo coadjutor de Barcelona, Mons. Marcelo González
Martín, cargo que desempeñó hasta el año 1972. También hasta este año, y desde 1969,
fue el Presidente del Patronato Diocesano de la “Obra Benéfica Asistencial del Niño
Dios”, en la ciudad condal. El año 1972 se trasladó, junto a Mons. González Martín, a
Toledo. En esta diócesis fue Vicario General y profesor del Seminario Mayor, entre
1972 y 1987, y arcediano de la Catedral, entre 1974 y 1987.
El 24 de noviembre de 1987 fue nombrado obispo auxiliar de Toledo y obispo
titular de Pedena. Recibió la ordenación episcopal el 24 de enero de 1988. El 9 de
enero de 1996 fue trasladado a la sede episcopal de Palencia. En la CEE es miembro
de la Comisión Episcopal de Pastoral y del Consejo de Economía.
EL SACERDOTE RAFAEL ZORNOZA BOY HA SIDO NOMBRADO
OBISPO AUXILIAR DE GETAFE
En la actualidad es Rector del Seminario Diocesano de Getafe
La Nunciatura Apostólica en España comunica a la Conferencia Episcopal
Española (CEE) que a las 12,00 horas de hoy, martes 13 de diciembre, la Santa Sede
ha hecho público que el Papa Benedicto XVI ha nombrado Obispo Auxiliar de la
Diócesis de Getafe al sacerdote Rafael Zornoza Boy, en la actualidad Rector del
Seminario Mayor de Getafe, asignándole la sede titular de Mentesa.
Rafael Zornoza Boy nació en Madrid el 31 de julio de 1949. Realizó los estudios
eclesiásticos en el Seminario Mayor de Madrid-Alcalá. Es Licenciado en Teología
Bíblica por la Pontificia Universidad de Comillas.
Rector del Seminario Diocesano de Getafe desde su fundación en 1994
El nuevo prelado fue ordenado sacerdote el 19 de marzo de 1975 para la diócesis
de Madrid-Alcalá y destinado a la parroquia de S. Jorge mártir de Córdoba de la que
fue primero Vicario parroquial, de 1975 a 1983; después Vicario parroquial regente,
1048 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
de 1983 a 1985; y Párroco, de 1985 a 1991. Este último año se erigió la diócesis de
Getafe y desde entonces Rafael Zornoza Boy ha desarrollado su ministerio sacerdotal
en esta sede episcopal. Fue el secretario particular del primer Obispo de Getafe,
Mons. Francisco-José Pérez y Fernández-Golfín, hasta su fallecimiento en el año
2004. Además, desde su fundación, en 1994, es el Rector del Seminario Diocesano
Nuestra Señora de los Apóstoles. Es miembro del Consejo Presbiteral y del Colegio
de Consultores y confesor ordinario del Carmelo de La Aldehuela.
IGLESIA EN ESPAÑA
DICIEMBRE • 1049
MENSAJE DE LOS OBISPOS DE LA SUBCOMISIÓN EPISCOPAL DE
FAMILIA Y VIDA
LA TRANSMISIÓN DE LA FE EN LA FAMILIA
Hablemos a nuestros hijos de Jesucristo
30 de diciembre de 2005
1. El V Encuentro Mundial de las Familias
La Iglesia en España se prepara durante este curso para recibir con gozo a familias
de todo el mundo que vendrán para la celebración del V Encuentro Mundial de las
Familias que será en Valencia, del 4 al 9 de Julio de 2006. El lema «La transmisión
de la fe en la familia»que Juan Pablo II propuso nos señala el camino para este tiempo
de preparación, y por ello es también el lema de la “Jornada de Familia y Vida” de
este año, que celebraremos el viernes 30 de diciembre.
En este nuevo milenio la Iglesia está empeñada en la tarea de la nueva evangelización, en la transmisión de la fe a las nuevas generaciones. «La transmisión de la
fe en la familia» requiere la atención de la comunidad eclesial en modo relevante y
urgente. En efecto, la Iglesia se confronta con sociedades cada vez más secularizadas
y complejas, ya no estructuradas sobre los valores religiosos sino, más bien,
marcadas, especialmente en algunas naciones, por un notable indiferentismo»2 .
Estas palabras de Juan Pablo II nos recuerdan la importancia y urgencia de esta tarea.
2. La luz de Cristo brilla sobre la familia y la vida
El nacimiento de Jesús en Belén es la gran noticia. También el nacimiento de un
niño es siempre motivo de alegría. El esfuerzo de la medicina y de la ciencia debe
estar siempre al servicio de la vida. Por eso es motivo de esperanza los avances
médicos que permiten una atención cada vez más eficaz a toda vida humana. Por otra
parte, es la misma ciencia la que nos confirma que desde el momento de la concepción
tenemos un nuevo ser humano, así como que la aplicación de las células madre
procedentes de adulto son eficaces y no suponen la destrucción de una vida
embrionaria...
La Luz de Cristo brilla en la Noche Santa de Navidad, y llena de luz y esperanza
nuestros hogares y familias. Por ello, las familias cristianas hacen oír su voz en
nuestra sociedad, ya con su testimonio personal, ya mediante asociaciones y plataformas a través de las cuales promueven los valores del matrimonio y de la familia.
De este modo la familia muestra su vitalidad, y con la alegría propia de la vida
familiar recuerda a la sociedad que la familia sí importa. Los Obispos, como no podía
ser de otro modo, apoyamos esta iniciativa de las familias cristianas y nos unimos a
ellas en la defensa de su identidad.
La renovación de la Pastoral Familiar, los frutos de la aplicación del Directorio
de Pastoral Familiar, el esfuerzo por la formación de los agentes de pastoral familiar,
la vitalidad creciente de los movimientos y asociaciones familiares son también un
claro signo de esperanza en nuestra Iglesia.
1050 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
3. Sombras sobre la familia y la vida
«En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las
tinieblas, y las tinieblas no la vencieron» (Jn 1,4-5). La luz de Cristo se encuentra con
la oposición de las tinieblas. En efecto, vivimos un momento en que se extiende, una
cultura que oscurece datos antropológicos fundamentales, disuelve la identidad de la
familia y desprecia cada vez más la vida humana más débil, como la del enfermo
irrecuperable o la de los embriones.
El llanto de las madres de Belén por la matanza de sus hijos inocentes sigue
sonando hoy de muchas maneras: guerras, aborto, violencia, pobreza… En efecto, se
extienden prácticas contrarias a la vida, como la experimentación con embriones, la
destrucción de estas vidas embrionarias para obtener células madre, e incluso la
propuesta desde alguna Comunidad Autónoma de comenzar la práctica de la clonación
humana.
También constituyen una siniestra sombra la extensión de “la píldora del día
después”, la Ley de Reproducción Asistida que prepara el Gobierno, la creciente
presencia del tema de la eutanasia en los medios de comunicación o la perspectiva de
una ampliación de la despenalización del aborto.
Es una culpable omisión el no desarrollar políticas que ayuden eficazmente a la
familia en necesidades como la vivienda, la conciliación entre trabajo y familia o la
educación. Más aún, no sólo falta el justo apoyo a la familia, sino que se la ataca con
medidas antifamiliares como la reforma del Código Civil, que elimina las referencias
al padre y a la madre, al esposo y la esposa para equiparar las uniones de personas del
mismo sexo con el matrimonio, o el llamado “divorcio express”, que introduce la
figura del repudio en nuestra legislación. Por otro lado, se está preparando una Ley
de Género con la que se quiere anular el significado antropológico de la diferencia
sexual e imponer la “teoría del género”, contraria a la verdadera naturaleza del
hombre.
4.Cristo y la verdad del hombre
Esta situación que hemos descrito con sus luces y sombras influye fuertemente en
el proceso de la transmisión de la fe. Cuando la verdad del hombre se oscurece, la fe
aparece como un enemigo. Cuando la verdad del hombre brilla –como ocurre en los
santos– la fe se muestra como la luz definitiva sobre el hombre.
En estos días de Navidad, contemplando a Jesús en Belén, recordamos que el
misterio del hombre sólo se esclarece a la luz del Verbo encarnado (GS 24). Esa luz
tiene que ayudarnos a descubrir el corazón del hombre, su deseo de amor y felicidad,
que sólo en Dios tienen su cumplimiento definitivo. Por eso Jesucristo es la puerta
por la que podemos llegar al corazón del hombre, a sus gozos y sus alegrías, a sus
deseos y también al núcleo de su sufrimiento íntimo.
La transmisión de la fe es el anuncio de Jesucristo, desde su nacimiento en Belén
a su misterio pascual. Es un anuncio que no se agota en la propuesta de unas verdades
y unas normas morales: es la invitación a una amistad personal con Jesucristo.
IGLESIA EN ESPAÑA
DICIEMBRE • 1051
Acoger a Cristo como nuestro Salvador, como la luz que ilumina la oscuridad de
nuestros corazones.
5. El don de la verdad
Uno de los desafíos con los que nos enfrentamos a la hora de transmitir la fe es la
extensión del relativismo. Así lo recordó el Cardenal J. Ratzinger al comenzar el
último Cónclave: «A quien tiene una fe clara, según el Credo de la Iglesia, a menudo
se le aplica la etiqueta de fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir,
dejarse “llevar a la deriva por cualquier viento de doctrina”, parece ser la única
actitud adecuada en los tiempos actuales. Se va constituyendo una dictadura del
relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida
sólo el propio yo y sus antojos»3 .
Junto a este relativismo se extiende también la tentación de elaborarse una
“religión a la carta”. También lo recordó Benedicto XVI a los jóvenes en Colonia,
precisamente hablando en nuestra lengua: «Se escoge aquello que agrada, y algunos
saben también sacarle provecho. Pero la religión buscada a la “medida de cada uno”
a la postre no nos ayuda. Es cómoda, pero en el momento de crisis nos abandona a
nuestra suerte. Ayudad a los hombres a descubrir la verdadera estrella que nos indica
el camino: Jesucristo»4 .
Reconocer a Cristo como Salvador supone acoger la verdad como un don, como
una luz que ilumina nuestra vida, y no como algo de “libre configuración”, que
podemos adaptar a nuestra medida. Desgraciadamente nos encontramos con personas que en nombre del Evangelio rechazan a la Iglesia, al Papa, a los pastores, la
moral de la Iglesia… a veces sembrando la confusión entre los fieles.
Este año, en la víspera del día de San Pedro y San Pablo, Benedicto XVI entregó
a la Iglesia el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica como instrumento
para “confirmarnos en la verdad”. Animamos a todas las familias a tener este
Compendio en sus hogares y acudir a él como norma segura de la fe y valiosa ayuda
para su misión de transmitir la fe a los hijos y anunciar el evangelio a todas las
gentes.
6. Hablemos a nuestros hijos de Jesucristo
Los padres son los primeros educadores y evangelizadores de los hijos. Por ello,
en virtud del sacramento del matrimonio están llamados a ser los primeros responsables de la transmisión de la fe a sus hijos.
«En virtud del ministerio de la educación los padres, mediante el testimonio de su
vida, son los primeros mensajeros del Evangelio ante los hijos. Es más, rezando con
los hijos, dedicándose con ellos a la lectura de la Palabra de Dios e introduciéndolos
en la intimidad del Cuerpo –eucarístico y eclesial- de Cristo mediante la iniciación
cristiana, llegan a ser plenamente padres, es decir, engendradores no sólo de vida
corporal, sino también de aquella que, mediante la renovación del Espíritu brota de
la Cruz y Resurrección de Cristo»5 .
1052 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
El punto central de la vida de la Iglesia y de la familia cristiana es la Eucaristía.
El año de la Eucaristía que acabamos de celebrar nos lo ha recordado. Por eso
invitamos a todas las familias a celebrar con gozo el domingo, y en particular a que
participen en la Eucaristía dominical, a ser posible en familia. Que estos días en que
tantas familias se reúnen para celebrar juntos los Misterios de la Navidad sean días
de intensa vivencia de la fe, de profundizar en el conocimiento de Jesucristo y de que
la gran familia de la Iglesia se reúna en torno al altar para dar gracias a Dios.
Hablad a vuestros hijos de Jesucristo. Ningún anuncio es más importante para su
vida. Introducid a vuestros hijos en su misterio a través de la celebración litúrgica y
la oración familiar.
7.Conclusión
En estos días navideños os bendecimos con afecto a todos, en especial a los
enfermos, los niños y los ancianos, y pedimos a Jesús, Dios hecho hombre, que
conceda la paz al mundo, la unidad a las familias y el amor a los matrimonios.
Encomendamos muy especialmente a la Sagrada Familia este tiempo de preparación para la celebración del V Encuentro Mundial de las Familias, donde esperamos
recibir la visita del Papa Benedicto XVI. Que este tiempo de preparación sea un
tiempo fecundo de vida cristiana y santidad familiar.
Los Obispos de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida
+ Mons. Julián Barrio Barrio, Presidente de la CEAS
+ Mons. Juan Antonio Reig Plá, Presidente de la Subcomisión para la Familia
y Defensa de la Vida
+ Francisco Gil Hellín
+ Javier Martínez Fernández
+ Vicente Juan Segura
NOTAS
1. Cf. T. Spidlík, La oración según la tradición del Oriente cristiano (Monte Carmelo edit., Burgos 2004)
161-165; 330-332; 334; Jn 15, 4-7 habla de la inhabitación recíproca de las personas.
2. JUAN PABLO II, Mensaje La misión de la familia a los participantes en la XII Asamblea plenaria del Consejo
Pontificio para la Familia, 29-Septiembre-2005: Enchiridion de la familia, 2369.
3. Card. JOSEPH RATZINGER, Homilía en la apertura del Cónclave, 18-abril-2005.
4. BENEDICTO XVI, Homilía a los jóvenes en la XX Jornada Mundial de la Juventud, 21agosto2005.
5. JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Familiaris consortio, 39.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1053
SANTA SEDE
SS. BENEDICTO XVI
ÁNGELUS
Primer domingo de Adviento
27 de noviembre de 2005
Queridos hermanos y hermanas:
Este domingo comienza el Adviento, un tiempo de gran profundidad religiosa,
porque está impregnado de esperanza y de expectativas espirituales: cada vez que la
comunidad cristiana se prepara para recordar el nacimiento del Redentor siente una
sensación de alegría, que en cierta medida se comunica a toda la sociedad. En el
Adviento el pueblo cristiano revive un doble movimiento del espíritu: por una parte,
eleva su mirada hacia la meta final de su peregrinación en la historia, que es la vuelta
gloriosa del Señor Jesús; por otra, recordando con emoción su nacimiento en Belén,
se arrodilla ante el pesebre. La esperanza de los cristianos se orienta al futuro, pero
está siempre bien arraigada en un acontecimiento del pasado. En la plenitud de los
tiempos, el Hijo de Dios nació de la Virgen María: «Nacido de mujer, nacido bajo
la ley», como escribe el apóstol san Pablo (Ga 4, 4).
El Evangelio nos invita hoy a estar vigilantes, en espera de la última venida de
Cristo: «Velad -dice Jesús-: pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa» (Mc
13, 35. 37). La breve parábola del señor que se fue de viaje y de los criados a los que
dejó en su lugar muestra cuán importante es estar preparados para acoger al Señor,
cuando venga repentinamente. La comunidad cristiana espera con ansia su «manifestación», y el apóstol san Pablo, escribiendo a los Corintios, los exhorta a confiar en
la fidelidad de Dios y a vivir de modo que se encuentren «irreprensibles» (cf. 1 Co
1, 7-9) el día del Señor. Por eso, al inicio del Adviento, muy oportunamente la liturgia
pone en nuestros labios la invocación del salmo: «Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación» (Sal 84, 8).
Podríamos decir que el Adviento es el tiempo en el que los cristianos deben
despertar en su corazón la esperanza de renovar el mundo, con la ayuda de Dios. A
este propósito, quisiera recordar también hoy la constitución Gaudium et spes del
concilio Vaticano II sobre la Iglesia en el mundo actual: es un texto profundamente
impregnado de esperanza cristiana. Me refiero, en particular, al número 39, titulado
«Tierra nueva y cielo nuevo». En él se lee: «La revelación nos enseña que Dios ha
preparado una nueva morada y una nueva tierra en la que habita la justicia (cf. 2 Co
5, 2; 2 P 3, 13). (...) No obstante, la espera de una tierra nueva no debe debilitar, sino
más bien avivar la preocupación de cultivar esta tierra». En efecto, recogeremos los
frutos de nuestro trabajo cuando Cristo entregue al Padre su reino eterno y universal.
María santísima, Virgen del Adviento, nos obtenga vivir este tiempo de gracia siendo
vigilantes y laboriosos, en espera del Señor.
1054 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
ÁNGELUS
Domingo 4 de diciembre de 2005
Queridos hermanos y hermanas:
En este tiempo de Adviento la comunidad eclesial, mientras se prepara para
celebrar el gran misterio de la Encarnación, está invitada a redescubrir y profundizar
su relación personal con Dios.
La palabra latina «adventus» se refiere a la venida de Cristo y pone en primer plano
el movimiento de Dios hacia la humanidad, al que cada uno está llamado a responder
con la apertura, la espera, la búsqueda y la adhesión. Y al igual que Dios es
soberanamente libre al revelarse y entregarse, porque sólo lo mueve el amor, también
la persona humana es libre al dar su asentimiento, aunque tenga la obligación de darlo:
Dios espera una respuesta de amor. Durante estos días la liturgia nos presenta como
modelo perfecto de esa respuesta a la Virgen María, a quien el próximo 8 de diciembre
contemplaremos en el misterio de la Inmaculada Concepción.
La Virgen, que permaneció a la escucha, siempre dispuesta a cumplir la voluntad del
Señor, es ejemplo para el creyente que vive buscando a Dios. A este tema, así como a
la relación entre verdad y libertad, el concilio Vaticano II dedicó una reflexión atenta.
En particular, los padres conciliares aprobaron, hace exactamente cuarenta años, una
Declaración concerniente a la cuestión de la libertad religiosa, es decir, al derecho de
las personas y de las comunidades a poder buscar la verdad y profesar libremente su fe.
Las primeras palabras, que dan el título a este documento, son Dignitatis humanae: la
libertad religiosa deriva de la singular dignidad del hombre que, entre todas las
criaturas de esta tierra, es la única capaz de entablar una relación libre y consciente con
su Creador. «Todos los hombres —dice el Concilio—, conforme a su dignidad, por ser
personas, es decir, dotados de razón y voluntad libre, (...) se ven impulsados, por su
misma naturaleza, a buscar la verdad y, además, tienen la obligación moral de hacerlo,
sobre todo la verdad religiosa» (Dignitatis humanae, 2).
El Vaticano II reafirma así la doctrina católica tradicional, según la cual el
hombre, en cuanto criatura espiritual, puede conocer la verdad y, por tanto, tiene el
deber y el derecho de buscarla (cf. ib., 3). Puesto este fundamento, el Concilio insiste
ampliamente en la libertad religiosa, que debe garantizarse tanto a las personas como
a las comunidades, respetando las legítimas exigencias del orden público. Y esta
enseñanza conciliar, después de cuarenta años, sigue siendo de gran actualidad. En
efecto, la libertad religiosa está lejos de ser asegurada efectivamente por doquier: en
algunos casos se la niega por motivos religiosos o ideológicos; otras veces, aunque
se la reconoce teóricamente, es obstaculizada de hecho por el poder político o, de
manera más solapada, por el predominio cultural del agnosticismo y del relativismo.
Oremos para que todos los hombres puedan realizar plenamente la vocación
religiosa que llevan inscrita en su ser. Que María nos ayude a reconocer en el rostro
del Niño de Belén, concebido en su seno virginal, al divino Redentor, que vino al
mundo para revelarnos el rostro auténtico de Dios.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1055
ÁNGELUS
Solemnidad de la Inmaculada Concepción
Jueves 8 de diciembre de 2005
Queridos hermanos y hermanas:
Celebramos hoy la solemnidad de la Inmaculada Concepción. Es un día de intenso
gozo espiritual, en el que contemplamos a la Virgen María, «la más humilde y a la
vez la más alta de todas las criaturas, término fijo de la voluntad eterna», como canta
el sumo poeta Dante (Paraíso, XXXIII, 3). En ella resplandece la eterna bondad del
Creador que, en su plan de salvación, la escogió de antemano para ser madre de su
Hijo unigénito y, en previsión de la muerte de él, la preservó de toda mancha de
pecado (cf. Oración colecta).
Así, en la Madre de Cristo y Madre nuestra se realizó perfectamente la vocación
de todo ser humano. Como recuerda el Apóstol, todos los hombres están llamados a
ser santos e inmaculados ante Dios por el amor (cf. Ef 1, 4). Al mirar a la Virgen, se
aviva en nosotros, sus hijos, la aspiración a la belleza, a la bondad y a la pureza de
corazón. Su candor celestial nos atrae hacia Dios, ayudándonos a superar la tentación
de una vida mediocre, hecha de componendas con el mal, para orientarnos con
determinación hacia el auténtico bien, que es fuente de alegría.
Hoy mi pensamiento va al 8 de diciembre de 1965, cuando el siervo de Dios Pablo
VI clausuró solemnemente el concilio ecuménico Vaticano II, el acontecimiento
eclesial más importante del siglo XX, que el beato Juan XXIII había iniciado tres años
antes. En medio del júbilo de numerosos fieles reunidos en la plaza de San Pedro,
Pablo VI encomendó la aplicación de los documentos conciliares a la Virgen María,
invocándola con el dulce título de Madre de la Iglesia.
Al presidir esta mañana una solemne celebración eucarística en la basílica
vaticana, he querido dar gracias a Dios por el don del concilio Vaticano II. Asimismo,
he querido rendir homenaje a María santísima por haber acompañado estos cuarenta
años de vida eclesial, llenos de tantos acontecimientos. De modo especial María ha
velado con maternal solicitud sobre el pontificado de mis venerados predecesores,
cada uno de los cuales, con gran prudencia pastoral, ha guiado la barca de Pedro por
la ruta de la auténtica renovación conciliar, trabajando sin cesar por la fiel interpretación y aplicación del concilio Vaticano II.
Queridos hermanos y hermanas, para coronar esta jornada, dedicada totalmente a
la Virgen santísima, siguiendo una antigua tradición, esta tarde acudiré a la plaza de
España, al pie de la estatua de la Inmaculada. Os pido que os unáis espiritualmente
a mí en esta peregrinación, que quiere ser un acto de devoción filial a María, para
consagrarle la amada ciudad de Roma, la Iglesia y la humanidad entera.
1056 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
ÁNGELUS
Domingo 11 de diciembre de 2005
Queridos hermanos y hermanas:
Después de celebrar la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María,
entramos en estos días en el sugestivo clima de la preparación próxima para la santa
Navidad, y aquí ya vemos erigido el árbol. En la actual sociedad de consumo, este
período sufre, por desgracia, una especie de «contaminación» comercial, que corre
el peligro de alterar su auténtico espíritu, caracterizado por el recogimiento, la
sobriedad y una alegría no exterior sino íntima.
Por tanto, es providencial que la fiesta de la Madre de Jesús se encuentre casi como
puerta de entrada a la Navidad, puesto que ella mejor que nadie puede guiarnos a conocer,
amar y adorar al Hijo de Dios hecho hombre. Así pues, dejemos que ella nos acompañe; que
sus sentimientos nos animen, para que nos preparemos con sinceridad de corazón y apertura
de espíritu a reconocer en el Niño de Belén al Hijo de Dios que vino a la tierra para nuestra
redención. Caminemos juntamente con ella en la oración, y acojamos la repetida invitación
que la liturgia de Adviento nos dirige a permanecer a la espera, una espera vigilante y alegre,
porque el Señor no tardará: viene a librar a su pueblo del pecado.
En muchas familias, siguiendo una hermosa y consolidada tradición, inmediatamente después de la fiesta de la Inmaculada se comienza a montar el belén, para
revivir juntamente con María los días llenos de conmoción que precedieron al
nacimiento de Jesús. Construir el belén en casa puede ser un modo sencillo, pero
eficaz, de presentar la fe para transmitirla a los hijos.
El belén nos ayuda a contemplar el misterio del amor de Dios, que se reveló en la
pobreza y en la sencillez de la cueva de Belén. San Francisco de Asís quedó tan
prendado del misterio de la Encarnación, que quiso reproducirlo en Greccio con un
belén viviente; de este modo inició una larga tradición popular que aún hoy conserva
su valor para la evangelización.
En efecto, el belén puede ayudarnos a comprender el secreto de la verdadera
Navidad, porque habla de la humildad y de la bondad misericordiosa de Cristo, el cual
«siendo rico, se hizo pobre» (2 Co 8, 9) por nosotros. Su pobreza enriquece a quien
la abraza y la Navidad trae alegría y paz a los que, como los pastores de Belén, acogen
las palabras del ángel: «Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en
pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2, 12). Esta sigue siendo la señal, también para
nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI. No hay otra Navidad.
Como hacía el amado Juan Pablo II, dentro de poco también yo bendeciré las
estatuillas del Niño Jesús que los muchachos de Roma colocarán en el belén de su
casa. Con este gesto de bendición quisiera invocar la ayuda del Señor a fin de que
todas las familias cristianas se preparen para celebrar con fe las próximas fiestas
navideñas. Que María nos ayude a entrar en el verdadero espíritu de la Navidad.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1057
ÁNGELUS
Domingo 18 de diciembre de 2005
¡Queridos hermanos y hermanas!
En estos días de Adviento, la liturgia nos invita a contemplar de manera especial
a la Virgen María y a san José, que vivieron con una intensidad única el tiempo de
espera y de preparación para el nacimiento de Jesús. Hoy quiero dirigir la mirada a
la figura de san José. En el evangelio de hoy, san Lucas presenta a la Virgen María
como «desposada con un hombre llamado José, de la casa de David» (Lucas 1, 27).
Sin embargo, el que más importancia da al padre adoptivo de Jesús es el evangelista
Mateo, subrayando que gracias a él el Niño quedaba legalmente introducido en la
descendencia de David, cumpliendo así las Escrituras, en las que el Mesías era
profetizado como «hijo de David». Pero el papel de José no puede reducirse a este
aspecto legal. Es modelo del hombre «justo» (Mateo 1, 19), que en perfecta sintonía
con su esposa acoge al Hijo de Dios hecho hombre y vela por su crecimiento humano.
Por esto, en los días que preceden a la Navidad, es particularmente oportuno
establecer una especie de diálogo espiritual con san José para que nos ayude a vivir
en plenitud este gran misterio de la fe.
El querido Papa Juan Pablo II, que era muy devoto de san José, nos dejó una
admirable meditación dedicada a él en la exhortación apostólica Redemptoris Custos,
«Custodio del Redentor». Entre los muchos aspectos que subraya, dedica una
importancia particular al silencio de san José. Su silencio está impregnado de la
contemplación del misterio de Dios, en actitud de disponibilidad total a la voluntad
divina. Es decir, el silencio de san José no manifiesta un vacío interior, sino más bien
la plenitud de fe que lleva en el corazón, y que guía cada uno de sus pensamientos y
acciones. Un silencio por el que José, junto con María, custodia la Palabra de Dios,
conocida a través de las sagradas Escrituras, cotejándola continuamente con los
acontecimientos de la vida de Jesús; un silencio entretejido de oración constante,
oración de bendición del Señor, de adoración de su santa voluntad y de confianza sin
reservas en su providencia. No es exagerado pensar que Jesús aprendiera —a nivel
humano— precisamente del «padre» José esa intensa interioridad, que es la condición de la auténtica justicia, la «justicia interior», que un día enseñará a sus discípulos
(Cf. Mateo 5, 20).
¡Dejémonos contagiar por el silencio de san José! Nos hace tanta falta en un
mundo con frecuencia demasiado ruidoso, que no favorece el recogimiento y la
escucha de la voz de Dios. En este tiempo de preparación de la Navidad, cultivemos
el recogimiento interior para acoger y custodiar a Jesús en nuestra vida.
1058 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 30 de noviembre de 2005
Junto a los canales de Babilonia
1. En este primer miércoles de Adviento, tiempo litúrgico de silencio, vigilancia
y oración como preparación para la Navidad, meditamos el salmo 136, que se ha
hecho célebre en la versión latina de su inicio, Super flumina Babylonis. El texto
evoca la tragedia que vivió el pueblo judío durante la destrucción de Jerusalén,
acaecida en el año 586 a.C., y el sucesivo y consiguiente destierro en Babilonia. Se
trata de un canto nacional de dolor, marcado por una profunda nostalgia por lo que
se había perdido. Esta apremiante invocación al Señor para que libre a sus fieles de
la esclavitud babilónica expresa también los sentimientos de esperanza y espera de
la salvación con los que hemos iniciado nuestro camino de Adviento.
La primera parte del Salmo (cf. vv. 1-4) tiene como telón de fondo la tierra del
destierro, con sus ríos y canales, que regaban la llanura de Babilonia, sede de los
judíos deportados. Es casi la anticipación simbólica de los campos de concentración,
en los que el pueblo judío —en el siglo que acaba de concluir— sufrió una operación
infame de muerte, que ha quedado como una vergüenza indeleble en la historia de
la humanidad.
La segunda parte del Salmo (cf. vv. 5-6), por el contrario, está impregnada del
recuerdo amoroso de Sión, la ciudad perdida pero viva en el corazón de los
desterrados.
2. En sus palabras, el salmista se refiere a la mano, la lengua, el paladar, la voz y
las lágrimas. La mano es indispensable para el músico que toca la cítara, pero está
paralizada (cf. v. 5) por el dolor, entre otras causas porque las cítaras están colgadas
de los sauces.
La lengua es necesaria para el cantor, pero está pegada al paladar (cf. v. 6). En vano
los verdugos babilonios «los invitan a cantar, para divertirlos» (cf. v. 3). Los «cantos
de Sión» son «cantos del Señor» (vv. 3-4); no son canciones folclóricas, para
espectáculo. Sólo pueden elevarse al cielo en la liturgia y en la libertad de un pueblo.
3. Dios, que es el árbitro último de la historia, sabrá comprender y acoger según
su justicia también el grito de las víctimas, por encima de los graves acentos que a
veces asume.
Vamos a utilizar una meditación de san Agustín sobre este salmo. En ella el gran
Padre de la Iglesia introduce una nota sorprendente y de gran actualidad: sabe que
incluso entre los habitantes de Babilonia hay personas comprometidas en favor de la
paz y del bien de la comunidad, aunque no comparten la fe bíblica, es decir, aunque
no conocen la esperanza en la ciudad eterna a la que aspiramos. Llevan en sí mismos
una chispa de deseo de algo desconocido, de algo más grande, de algo trascendente,
de una verdadera redención. Y él dice que incluso entre los perseguidores, entre los
no creyentes, se encuentran personas con esa chispa, con una especie de fe, de
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1059
esperanza, en la medida que les es posible en las circunstancias en que viven. Con esta
fe también en una realidad desconocida, están realmente en camino hacia la verdadera Jerusalén, hacia Cristo. Y con esta apertura de esperanza también para los
babilonios —como los llama Agustín—, para los que no conocen a Cristo, y ni
siquiera a Dios, y a pesar de ello desean algo desconocido, algo eterno, nos exhorta
también a nosotros a no fijarnos simplemente en las cosas materiales del momento
presente, sino a perseverar en el camino hacia Dios. Sólo con esta esperanza más
grande podemos también transformar este mundo, de modo adecuado. San Agustín
lo dice con estas palabras: «Si somos ciudadanos de Jerusalén, (...) y debemos vivir
en esta tierra, en la confusión del mundo presente, en esta Babilonia, donde no
vivimos como ciudadanos sino como prisioneros, es necesario que no sólo cantemos
lo que dice el Salmo, sino que también lo vivamos: esto se hace con una aspiración
profunda del corazón, plena y religiosamente deseoso de la ciudad eterna».
Y añade, refiriéndose a la «ciudad terrestre llamada Babilonia»: «Tiene personas
que, impulsadas por el amor a ella, se esfuerzan por garantizar la paz —la paz
temporal—, sin alimentar en su corazón otra esperanza, más aún, poniendo en esto
toda su alegría, sin buscar nada más. Y vemos que se esfuerzan al máximo por ser
útiles a la sociedad terrena. Ahora bien, si se comprometen con conciencia pura en
este esfuerzo, Dios no permitirá que perezcan con Babilonia, pues los ha predestinado a ser ciudadanos de Jerusalén, pero con tal de que, viviendo en Babilonia, no
tengan su soberbia, su lujo caduco y su irritante arrogancia. (...) Ve su esclavitud y
les mostrará la otra ciudad, por la que deben suspirar verdaderamente y hacia la cual
deben dirigir todo esfuerzo» (Esposizioni sui Salmi, 136, 1-2: Nuova Biblioteca
Agostiniana, XXVIII, Roma 1977, pp. 397. 399).
Pidamos al Señor que en todos nosotros se despierte este deseo, esta apertura hacia
Dios, y que también los que no conocen a Cristo sean tocados por su amor, de forma
que todos juntos estemos en peregrinación hacia la ciudad definitiva y la luz de esta
ciudad brille también en nuestro tiempo y en nuestro mundo.
1060 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 7 de diciembre de 2005
Himno de acción de gracias
1. El himno de acción de gracias que acabamos de escuchar, y que constituye el
salmo 137, atribuido por la tradición judía al rey David, aunque probablemente fue
compuesto en una época posterior, comienza con un canto personal del orante. Alza
su voz en el marco de la asamblea del templo o, por lo menos, teniendo como
referencia el santuario de Sión, sede de la presencia del Señor y de su encuentro con
el pueblo de los fieles.
En efecto, el salmista afirma que «se postrará hacia el santuario» de Jerusalén (cf.
v. 2): en él canta ante Dios, que está en los cielos con su corte de ángeles, pero que
también está a la escucha en el espacio terreno del templo (cf. v. 1). El orante tiene
la certeza de que el «nombre» del Señor, es decir, su realidad personal viva y
operante, y sus virtudes de fidelidad y misericordia, signos de la alianza con su
pueblo, son el fundamento de toda confianza y de toda esperanza (cf. v. 2).
2. Aquí la mirada se dirige por un instante al pasado, al día del sufrimiento: la voz
divina había respondido entonces al clamor del fiel angustiado. Dios había infundido
valor al alma turbada (cf. v. 3). El original hebreo habla literalmente del Señor que
«agita la fuerza en el alma» del justo oprimido: es como si se produjera la irrupción
de un viento impetuoso que barre las dudas y los temores, infunde una energía vital
nueva y aumenta la fortaleza y la confianza.
Después de esta premisa, aparentemente personal, el salmista ensancha su mirada
al mundo e imagina que su testimonio abarca todo el horizonte: «todos los reyes de
la tierra», en una especie de adhesión universal, se asocian al orante en una alabanza
común en honor de la grandeza y el poder soberanos del Señor (cf. vv. 4-6).
3. El contenido de esta alabanza coral que elevan todos los pueblos permite ver ya
a la futura Iglesia de los paganos, la futura Iglesia universal. Este contenido tiene
como primer tema la «gloria» y los «caminos del Señor» (cf. v. 5), es decir, sus
proyectos de salvación y su revelación. Así se descubre que Dios, ciertamente, es
«sublime» y trascendente, pero «se fija en el humilde» con afecto, mientras que aleja
de su rostro al soberbio como señal de rechazo y de juicio (cf. v. 6).
Como proclama Isaías, «así dice el Excelso y Sublime, el que mora por siempre
y cuyo nombre es Santo: «En lo excelso y sagrado yo moro, y estoy también con el
humillado y abatido de espíritu, para avivar el espíritu de los abatidos, para avivar el
ánimo de los humillados»» (Is 57, 15). Por consiguiente, Dios opta por defender a los
débiles, a las víctimas, a los humildes. Esto se da a conocer a todos los reyes, para que
sepan cuál debe ser su opción en el gobierno de las naciones.
Naturalmente, no sólo se dice a los reyes y a todos los gobiernos, sino también a
todos nosotros, porque también nosotros debemos saber qué opción hemos de tomar:
ponernos del lado de los humildes, de los últimos, de los pobres y los débiles.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1061
4. Después de este llamamiento, con dimensión mundial, a los responsables de las
naciones, no sólo de aquel tiempo sino también de todos los tiempos, el orante vuelve
a la alabanza personal (cf. Sal 137, 7-8). Con una mirada que se dirige hacia el futuro
de su vida, implora una ayuda de Dios también para las pruebas que aún le depare la
existencia. Y todos nosotros oramos así juntamente con el orante de aquel tiempo.
Se habla, de modo sintético, de la «ira del enemigo» (v. 7), una especie de símbolo
de todas las hostilidades que puede afrontar el justo durante su camino en la historia.
Pero él sabe, como sabemos también nosotros, que el Señor no lo abandonará nunca
y que extenderá su mano para sostenerlo y guiarlo. Las palabras conclusivas del
Salmo son, por tanto, una última y apasionada profesión de confianza en Dios porque
su misericordia es eterna. «No abandonará la obra de sus manos», es decir, su criatura
(cf. v. 8). Y también nosotros debemos vivir siempre con esta confianza, con esta
certeza en la bondad de Dios.
Debemos tener la seguridad de que, por más pesadas y tempestuosas que sean las
pruebas que debamos afrontar, nunca estaremos abandonados a nosotros mismos,
nunca caeremos fuera de las manos del Señor, las manos que nos han creado y que
ahora nos siguen en el itinerario de la vida. Como confesará san Pablo, «Aquél que
inició en vosotros la obra buena, él mismo la llevará a su cumplimiento» (Flp 1, 6).
5. Así hemos orado también nosotros con un salmo de alabanza, de acción de
gracias y de confianza. Ahora queremos seguir entonando este himno de alabanza con
el testimonio de un cantor cristiano, el gran san Efrén el Sirio (siglo IV), autor de
textos de extraordinaria elevación poética y espiritual.
«Por más grande que sea nuestra admiración por ti, Señor, tu gloria supera lo que
nuestra lengua puede expresar», canta san Efrén en un himno (Inni sulla Verginità,
7: L’arpa dello Spirito, Roma 1999, p. 66), y en otro: «Alabanza a ti, para quien
todas las cosas son fáciles, porque eres todopoderoso» (Inni sulla Natività, 11: ib.,
p. 48); y este es un motivo ulterior de nuestra confianza: que Dios tiene el poder de
la misericordia y usa su poder para la misericordia. Una última cita de san Efrén:
«Que te alaben todos los que comprenden tu verdad» (Inni sulla Fede, 14: ib., p. 27).
1062 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 14 de diciembre de 2005
Dios lo ve todo
1. En dos etapas distintas, la liturgia de las Vísperas —cuyos salmos y cánticos
estamos meditando— nos propone la lectura de un himno sapiencial de gran belleza
y fuerte impacto emotivo: el salmo 138. Hoy reflexionaremos sobre la primera parte
de la composición (cf. vv. 1-12), es decir, sobre las primeras dos estrofas, que
exaltan respectivamente la omnisciencia de Dios (cf. vv. 1-6) y su omnipresencia en
el espacio y en el tiempo (cf. vv. 7-12).
El vigor de las imágenes y de las expresiones tiene como finalidad la celebración
del Creador: «Si es notable la grandeza de las obras creadas —afirma Teodoreto de
Ciro, escritor cristiano del siglo V—, ¡cuánto más grande debe de ser su Creador!»
(Discursos sobre la Providencia, 4: Collana di Testi patristici, LXXV, Roma 1988,
p. 115). Con su meditación el salmista desea sobre todo penetrar en el misterio del
Dios trascendente, pero cercano a nosotros.
2. El mensaje fundamental que nos transmite es muy claro: Dios lo sabe todo y
está presente al lado de sus criaturas, que no pueden sustraerse a él. Pero su presencia
no es agobiante, como la de un inspector; ciertamente, su mirada sobre el mal es
severa, pues no puede quedar indiferente ante él.
Con todo, el elemento fundamental es una presencia salvífica, capaz de abarcar
todo el ser y toda la historia. Es prácticamente el escenario espiritual al que alude san
Pablo, hablando en el Areópago de Atenas, con la cita de un poeta griego: “En él
vivimos, nos movemos y existimos” (Hch 17, 28).
3. El primer pasaje (cf. Sal 138, 1-6), como decíamos, es la celebración de la
omnisciencia divina. En efecto, se repiten los verbos de conocimiento, como
“sondear”, “conocer”, “saber”, “penetrar”, “comprender”, “distinguir”. Como es
sabido, el conocimiento bíblico supera el puro y simple aprender y comprender
intelectivo; es una especie de comunión entre el que conoce y lo conocido: por
consiguiente, el Señor tiene intimidad con nosotros, mientras pensamos y actuamos.
El segundo pasaje de nuestro salmo (cf. vv. 7-12), en cambio, está dedicado a la
omnipresencia divina. En él se describe de modo muy vivo la ilusoria voluntad del
hombre de sustraerse a esa presencia. Ocupa todo el espacio: está ante todo el eje
vertical “cielo-abismo” (cf. v. 8); luego viene la dimensión horizontal, que va desde
la aurora, es decir, desde el oriente, y llega hasta “el confín del mar” Mediterráneo,
o sea, hasta occidente (cf. v. 9). Todos los ámbitos del espacio, incluso los más
secretos, contienen una presencia activa de Dios.
El salmista, a continuación, introduce también la otra realidad en la que estamos
inmersos: el tiempo, representado simbólicamente por la noche y la luz, las tinieblas
y el día (cf. vv. 11-12). Incluso la oscuridad, en la que nos resulta difícil caminar y
ver, está penetrada por la mirada y la epifanía del Señor del ser y del tiempo. Su
mano siempre está dispuesta a aferrar la nuestra para guiarnos en nuestro itinerario
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1063
terreno (cf. v. 10). Por consiguiente, es una cercanía no de juicio, que infundiría
temor, sino de apoyo y liberación.
Así, podemos comprender cuál es el contenido último, el contenido esencial de
este salmo: es un canto de confianza. Dios está siempre con nosotros. No nos
abandona ni siquiera en las noches más oscuras de nuestra vida. Está presente incluso
en los momentos más difíciles. El Señor no nos abandona ni siquiera en la última
noche, en la última soledad, en la que nadie puede acompañarnos, en la noche de la
muerte. Nos acompaña incluso en esta última soledad de la noche de la muerte.
Por eso, los cristianos podemos tener confianza: nunca estamos solos. La bondad
de Dios está siempre con nosotros.
4. Comenzamos con una cita del escritor cristiano Teodoreto de Ciro. Concluyamos con una reflexión del mismo autor, en su IV Discurso sobre la Providencia
divina, porque en definitiva éste es el tema del Salmo. Comentando el versículo 6, en
el que el orante exclama: “Tanto saber me sobrepasa; es sublime y no lo abarco”,
Teodoreto explica el pasaje dirigiéndose a la interioridad de su conciencia y de su
experiencia personal y afirma: “Volviéndome hacia mí mismo, entrando hasta lo
más íntimo de mí mismo y alejándome de los ruidos exteriores, quise sumergirme en
la contemplación de mi naturaleza... Reflexionando sobre estas cosas y pensando en
la armonía entre la naturaleza mortal y la inmortal, quedé asombrado ante tan gran
prodigio y, dado que no logré comprender este misterio, reconozco mi derrota; más
aún, mientras proclamo la victoria de la sabiduría del Creador y le canto himnos de
alabanza, grito: “Tanto saber me sobrepasa; es sublime y no lo abarco”” (Collana di
Testi patristici, LXXV, Roma 1988, pp. 116-117).
1064 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 21 de diciembre de 2005
Queridos hermanos y hermanas:
La Audiencia de hoy se desarrolla en un clima de alegría y esperanza. La oración
¡Ven Señor Jesús! nos prepara para acoger al Redentor que nace en el pesebre. Entre
los símbolos que nos ayudan a comprender este misterio de Navidad, sobresale el de
la luz por su significado espiritual. Hace referencia a una realidad que concierne a la
intimidad del hombre: el bien que vence al mal, la vida que derrota a la muerte. Las
luces que adornan las calles nos evocan la verdadera luz que llega a los hombres de
buena voluntad. Dios nacido en Belén es la estrella de nuestra vida.
Ante una cultura consumista que tiende a ignorar los símbolos cristianos de las
fiestas navideñas, preparémonos para celebrar con alegría el nacimiento del Salvador, transmitiendo a las nuevas generaciones los valores de las tradiciones que
forman parte del patrimonio de nuestra fe y cultura.
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 28 de diciembre de 2005
Queridos hermanos y hermanas:
En sintonía con el clima navideño de estos días y la fiesta de hoy, los Santos
Inocentes, el Salmo que se ha proclamado se refiere a la obra maestra de la Creación,
el ser humano. Dios le presta una particular atención ya desde su primer momento de
vida, cuando le “tejía en el seno materno”, como dice el salmista. Ya entonces, Dios
se fija en él con amor para completar su designio en esta obra prodigiosa que es el
hombre. De cada uno conoce todo, su pasado y su futuro, sin descuidar nada ni a
nadie. Por eso, como decía san Gregorio Magno, por pequeños e informes que sean,
no se apartan del amor a Dios y al prójimo según sus posibilidades, contribuyendo a
su modo a la edificación de la Iglesia. Este es, pues, un mensaje de esperanza, que se
dirige también a los que aún son débiles en la vida espiritual.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1065
CARTAS
MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI CON OCASIÓN
DEL ENCUENTRO CONTINENTAL PARA AMÉRICA SOBRE EL
«COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA»
Al Señor Cardenal
Norberto Rivera Carrera
Arzobispo Primado de México
Con ocasión del Encuentro Continental para América sobre el Compendio de la
doctrina social de la Iglesia que tiene lugar en esa Ciudad, me es grato dirigir un
cordial saludo a los organizadores y participantes, provenientes de los diversos
países americanos, que asisten a ese importante Encuentro movidos por su compromiso en la evangelización de la vida social.
Se cumple así el deseo de mi venerado Predecesor, el Siervo de Dios Juan Pablo
II, el cual indicó la utilidad de un “compendio o síntesis autorizada de la doctrina
social católica” (Ecclesia in America, 54), consciente de la importancia prioritaria
que tiene el conocimiento y la difusión de la doctrina social de la Iglesia. En efecto,
dicho Compendio es un instrumento valioso, que facilita en los diversos ámbitos un
estudio más profundo y sistemático de las orientaciones de la Iglesia en campo
político, social y económico, favoreciendo al mismo tiempo su aplicación práctica en
el contexto concreto de cada País o Continente, teniendo en cuenta sus propias
peculiaridades.
Me complace constatar que ese Encuentro pretende dar mayor vigor en América
a la misión evangelizadora de la Iglesia, que debe extenderse también al campo
social, teniendo siempre en cuenta la primacía de la verdad sobre el hombre y su
dignidad inviolable con todos sus derechos. De este modo, el mundo que tanto
multiplica cada día sus formas de organización y su interrelación, hasta llegar a la hoy
llamada globalización, podrá disponer también de un alma que le haga crecer además
en humanidad, justicia y espíritu solidario.
En esta misión evangelizadora y humanizadora de la Iglesia participan los fieles
laicos de un modo peculiar y acorde con su índole secular, pues viven y actúan allí
donde se organiza la vida social, donde se toman las decisiones o se transforman las
estructuras que condicionan la vida civil. Ellos han de seguir su vocación específica
de “buscar el reino de Dios tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales” (Lumen gentium, 31) y, por tanto, poniendo sus capacidades profesionales y el
testimonio de una vida ejemplar al servicio de la evangelización de la vida social,
haciéndola al mismo tiempo más justa y adecuada a la persona humana. Para ello
necesitan una sólida formación que les permita discernir en cada situación concreta,
por encima de intereses particulares o propuestas oportunistas, lo que realmente
mejora al ser humano en su integridad y las características que han de tener los
1066 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
diversos organismos sociales para promover el verdadero bien común. En este
sentido, el Compendio objeto de estudio en ese Encuentro, por su carácter orgánico
y la formulación sintética de cada uno de los puntos tratados, es una ayuda preciosa
para la formación de los fieles cristianos en las cuestiones sociales, sobre todo si va
acompañado de una acción pastoral y catequética sabia, constante y capilar.
Ruego al Señor, por la intercesión maternal de Nuestra Señora de Guadalupe, que
ilumine los trabajos de ese Encuentro continental, para que dé frutos abundantes y sea
él mismo una ocasión propicia para vivir con espíritu cristiano la sed de justicia, así
como para fomentar el compromiso solidario con los necesitados y el irrenunciable
impulso de la caridad. Con estos sentimientos, imparto de corazón a todos los
congresistas la Bendición Apostólica.
Vaticano, 19 de Noviembre de 2005
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1067
MENSAJE DEL SANTO PADRE, BENEDICTO XVI, A SU SANTIDAD
BARTOLOMÉ I, PATRIARCA ECUMÉNICO DE CONSTANTINOPLA
A Su Santidad BARTOLOMÉ I, Arzobispo de Constantinopla. Patriarca ecuménico
“¡Que la gracia del Señor Jesús sea con vosotros! Os amo a todos en Cristo Jesús” (1 Co 16, 23-24).
Con gran alegría escribo a Su Santidad, con ocasión de la fiesta de san Andrés,
apóstol y hermano de san Pedro.
La delegación que le envío, encabezada por el presidente del Consejo pontificio para
la promoción de la unidad de los cristianos, su eminencia cardenal Walter Kasper, le
lleva el más afectuoso saludo fraterno de la Iglesia de Roma. Aunque yo mismo habría
deseado estar presente para asegurarle personalmente mi afecto en el Señor y orar con
usted, le transmito mi ferviente esperanza de una comunión cada vez más profunda, que
supere los obstáculos que aún permanecen entre nosotros y nos permita celebrar juntos
la santa Eucaristía, el único sacrificio de Cristo para la vida del mundo.
Este año conmemoramos el cuadragésimo aniversario del 7 de diciembre de 1965,
día en que el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, desaprobando lo que había
ocurrido en 1054, decidieron juntos, en Roma y Constantinopla, “cancelar de la
memoria de la Iglesia la sentencia de excomunión que había sido pronunciada”. Ese
acontecimiento trascendental se transformó en la base de una renovada relación
marcada por el respeto recíproco y la reconciliación. Recordamos con alegría las
palabras inspiradas que pronunció aquel día, en la catedral de El Fanar, el amado
Patriarca Atenágoras: “Dios es amor (1 Jn 4, 9): el amor es el signo de los discípulos
de Cristo dado por Dios, la fuerza unificadora de su Iglesia, y en ella el principio de
paz, de concordia y de orden, como perpetua y espléndida manifestación del Espíritu
Santo” (Respuesta a la Declaración común, 7 de diciembre de 1965).
En efecto, esta cancelación marcó el comienzo de una nueva etapa de la vida
eclesial, una época de diálogo, en la que se ha visto un significativo progreso, pero
que debe afrontar el desafío de continuar la búsqueda rigurosa de sus objetivos tan
valiosos. A este respecto, es fuente de gran satisfacción para mí que, después de una
pausa de algunos años, se reanude nuestro diálogo teológico. Pido a Dios que
realmente dé fruto y confío en que no se escatime ningún esfuerzo para lograrlo. El
que pone su mano en el arado no debe volver atrás (cf. Lc 9, 62). Más bien, debe
perseverar y completar su obra, sembrando la semilla y confiando en la abundante
cosecha que Dios, en su bondad, proporcionará. Atento, pues, a lo que el Espíritu dice
sobre las necesidades de las Iglesias hoy y en el futuro, aseguro a Su Santidad y al
Santo Sínodo, y a través de vosotros a todas las Iglesias ortodoxas, que la Iglesia
católica sigue comprometida irrevocablemente a promover toda iniciativa adecuada
y útil para fortalecer la caridad, la solidaridad y el diálogo teológico entre nosotros.
En la alegría de la fiesta de San Andrés, santo custodio de la Iglesia de
Constantinopla, renuevo a Su Santidad mi amor fraterno y le envío mi saludo
afectuoso en el abrazo de la paz.
Vaticano, 26 de noviembre de 2005
1068 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
DISCURSOS
DISCURSO DEL SANTO PADRE, BENEDICTO XVI, A LOS MIEMBROS DE LA COMISIÓN TEOLÓGICA UNIVERSAL
Jueves 1 de diciembre de 2005
Reverendísimo presidente; excelencias;
ilustres profesores; queridos colaboradores:
Me alegra acogeros en este encuentro familiar, que despierta en mí el recuerdo de
una colaboración prolongada y profunda con muchos de vosotros. Fui nombrado
miembro de la Comisión teológica internacional en 1969 y luego, desde 1982, fui su
presidente. Ante todo, deseo expresar mi sincero agradecimiento por las palabras de
saludo que me ha dirigido el arzobispo monseñor Levada, que participa por primera
vez en calidad de presidente en una sesión de la Comisión teológica internacional. Le
expreso mis mejores deseos y le aseguro mi oración para que la luz y la fuerza del
Espíritu lo acompañen en la realización de la tarea que se le ha encomendado.
Con la sesión plenaria que se está celebrando en estos días prosiguen los trabajos
del séptimo “quinquenio” de la Comisión, iniciados el año pasado, cuando yo era aún
su presidente. Aprovecho de buen grado la ocasión para animaros a cada uno de
vosotros a continuar la reflexión sobre los temas elegidos para el estudio en los
próximos años. El recordado Papa Juan Pablo II, al recibir a los miembros el 7 de
octubre del año pasado, había destacado la gran importancia de dos temas que son
actualmente objeto de estudio: el de la suerte de los niños muertos sin el bautismo
en el contexto de la voluntad salvífica universal de Dios, de la mediación única de
Jesucristo y de la sacramentalidad de la Iglesia, y el de la ley moral natural. Este
último tema es de especial relevancia para comprender el fundamento de los derechos
arraigados en la naturaleza de la persona y, como tales, derivados de la voluntad
misma de Dios creador. Anteriores a cualquier ley positiva de los Estados, son
universales, inviolables e inalienables; y, por tanto, todos deben reconocerlos como
tales, especialmente las autoridades civiles, llamadas a promover y garantizar su
respeto. Aunque en la cultura actual parece haberse perdido el concepto de “naturaleza humana”, es un hecho que los derechos humanos no se pueden comprender sin
presuponer que el hombre, en su mismo ser, es portador de valores y de normas que
hay que descubrir y reafirmar, y no inventar o imponer de modo subjetivo y arbitrario.
En este punto, es de gran importancia el diálogo con el mundo laico: debe
mostrarse con evidencia que la negación de un fundamento ontológico de los valores
esenciales de la vida humana desemboca inevitablemente en el positivismo y hace
que el derecho dependa de las corrientes de pensamiento dominantes en una
sociedad, pervirtiendo así el derecho en un instrumento del poder en vez de
subordinar el poder al derecho.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1069
No menor importancia reviste el tercer tema, determinado durante la sesión
plenaria del año pasado, es decir, el estatuto y el método de la teología católica. La
teología no puede menos de nacer de la obediencia al impulso de la verdad y del amor
que desea conocer cada vez mejor a aquel que ama, en este caso a Dios mismo, cuya
bondad hemos reconocido en el acto de fe (cf. Donum veritatis, 7). Conocemos a Dios
porque él, en su infinita bondad, se dio a conocer en la creación y sobre todo en su
Hijo unigénito, que se hizo hombre por nosotros, y murió y resucitó por nuestra
salvación.
En consecuencia, la revelación de Cristo es el principio normativo fundamental
para la teología. Esta se ejerce siempre en la Iglesia y para la Iglesia, Cuerpo de
Cristo, único sujeto con Cristo, y así también con fidelidad a la Tradición apostólica.
Por tanto, la actividad del teólogo debe realizarse en comunión con la voz viva de la
Iglesia, es decir, con el magisterio vivo de la Iglesia y bajo su autoridad. Considerar
la teología como un asunto privado del teólogo significa desconocer su misma
naturaleza. Sólo dentro de la comunidad eclesial, en comunión con los legítimos
pastores de la Iglesia, tiene sentido la actividad teológica, que ciertamente requiere
competencia científica, pero también y sobre todo el espíritu de fe y la humildad de
quien sabe que el Dios vivo y verdadero, objeto de su reflexión, supera infinitamente
la capacidad humana. Sólo con la oración y la contemplación se puede adquirir el
sentido de Dios y la docilidad a la acción del Espíritu Santo, que darán fecundidad
a la investigación teológica para el bien de toda la Iglesia y, podríamos decir, para
toda la humanidad.
Aquí se podría objetar: una teología definida así, ¿sigue siendo ciencia y está de
acuerdo con nuestra razón y su libertad? Sí; racionalidad, cientificidad y pensar en
la comunión de la Iglesia no sólo no se excluyen, sino que van juntas. El Espíritu
Santo introduce a la Iglesia en la plenitud de la verdad (cf. Jn 16, 13), la Iglesia está
al servicio de la verdad y su guía es educación en la verdad.
Deseando que vuestras jornadas de estudio estén animadas por la comunión
fraterna en la búsqueda de la Verdad que la Iglesia quiere anunciar a todos los
hombres, suplico a María santísima, Sede de la Sabiduría, que guíe vuestros pasos en
la alegría y en la esperanza cristiana. Con estos sentimientos, a la vez que os renuevo
a todos la expresión de mi estima y de mi confianza, os imparto de corazón la
bendición apostólica.
1070 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
DISCURSO DEL SANTO PADRE, BENEDICTO XVI, A LOS PRESIDENTES DE LAS COMISIONES EPISCOPALES PARA LA FAMILIA Y LA VIDA DE AMÉRICA LATINA
Sábado 3 de diciembre de 2005
Queridos hermanos en el episcopado:
1. Me complace recibiros con ocasión del tercer encuentro de los presidentes de
las comisiones episcopales para la familia y la vida de América Latina. Deseo
expresar mi gratitud por las palabras que me ha dirigido el señor cardenal Alfonso
López Trujillo, presidente del Consejo pontificio para la familia. Soy testigo, junto
con toda la Iglesia, de la solicitud con que el Papa Juan Pablo II se entregó a este tema
tan importante. Por mi parte, asumo esta misma preocupación, que afecta en gran
medida al futuro de la Iglesia y de los pueblos, ya que, como afirmaba mi predecesor
en la exhortación apostólica Familiaris consortio, «el futuro de la humanidad se
fragua en la familia. Por consiguiente es indispensable y urgente que todo hombre
de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los valores y exigencias de la
familia». Y añadía: «Corresponde también a los cristianos el deber de anunciar con
alegría y convicción la “buena nueva” sobre la familia que tiene absoluta necesidad
de escuchar siempre de nuevo y de entender cada vez mejor las palabras auténticas
que le revelan su identidad, sus recursos interiores, la importancia de su misión en la
ciudad de los hombres y en la de Dios» (n. 86). La mencionada exhortación, junto con
la Carta a las familias Gratissimam sane y la encíclica Evangelium vitae constituyen
como un luminoso tríptico que debe inspirar vuestra tarea de pastores.
2. Quiero agradecer, de modo especial, vuestra solicitud pastoral en el intento por
salvaguardar los valores fundamentales del matrimonio y de la familia, amenazados
por el fenómeno actual de la secularización, que impide a la conciencia social llegar
a descubrir adecuadamente la identidad y misión de la institución familiar, y
últimamente por la presión de leyes injustas que desconocen los derechos fundamentales de la misma.
Frente a esta situación, contemplo con complacencia cómo crece y se consolida
la labor de las Iglesias particulares en favor de esta institución humana, que hunde
sus raíces en el designio amoroso de Dios y representa el modelo insustituible para
el bien común de la humanidad. Son muchísimos los hogares que dan una respuesta
generosa al Señor, y, además, abundan las experiencias pastorales, signo de una
nueva vitalidad, en las que, a través de una mejor preparación para el matrimonio, se
fortalece la identidad de la familia.
3. Vuestro deber de pastores es presentar en toda su riqueza el valor extraordinario
del matrimonio que, como institución natural, es “patrimonio de la humanidad”. Por
otra parte, su elevación a la altísima dignidad de sacramento debe ser contemplada
con gratitud y estupor, como ya lo expresé recientemente al afirmar que “el valor de
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1071
sacramento que el matrimonio asume en Cristo significa, por tanto, que el don de la
creación fue elevado a gracia de redención. La gracia de Cristo no se añade desde
fuera a la naturaleza del hombre, no le hace violencia, sino que la libera y la restaura,
precisamente al elevarla más allá de sus propios límites” (Discurso en la Ceremonia
de apertura de la Asamblea Eclesial de la Diócesis de Roma, 6 de junio de 2005).
4. El amor y la entrega total de los esposos, con sus notas peculiares de exclusividad, fidelidad, permanencia en el tiempo y apertura a la vida, está en la base de esa
comunidad de vida y amor, que es el matrimonio (cf. Gaudium et spes, 48). Hoy es
preciso anunciar con renovado entusiasmo que el evangelio de la familia es un
camino de realización humana y espiritual, con la certeza de que el Señor está siempre
presente con su gracia. Este anuncio a menudo es desfigurado por falsas concepciones del matrimonio y de la familia que no respetan el proyecto originario de Dios. En
este sentido, se han llegado a proponer nuevas formas de matrimonio, algunas de ellas
desconocidas en las culturas de los pueblos, en las que se altera su naturaleza
específica.
También en el ámbito de la vida están surgiendo nuevos planteamientos, que
ponen en tela de juicio este derecho fundamental. Como consecuencia, se facilita la
eliminación del embrión o su uso arbitrario en aras del progreso de la ciencia que, al
no reconocer sus propios límites y no aceptar todos los principios morales que
permiten salvaguardar la dignidad de la persona, se convierte en una amenaza para
el ser humano mismo, quedando reducido a un objeto o a un mero instrumento.
Cuando se llega a estos niveles se resiente la misma sociedad y se estremecen sus
fundamentos con toda clase de riesgos.
5. En América Latina, como en todas partes, los hijos tienen el derecho de nacer
y crecer en el seno de una familia fundada sobre el matrimonio, donde los padres sean
los primeros educadores de la fe de sus hijos, y éstos puedan alcanzar su plena
madurez humana y espiritual.
Verdaderamente, los hijos son la mayor riqueza y el bien más preciado de la
familia. Por eso es necesario ayudar a todas las personas a tomar conciencia del mal
intrínseco del crimen del aborto que, al atentar contra la vida humana en su inicio, es
también una agresión contra la sociedad misma. De ahí que los políticos y legisladores, como servidores del bien social, tienen el deber de defender el derecho fundamental a la vida, fruto del amor de Dios.
6. Es indudable que para la acción pastoral, en una materia tan delicada y
compleja, y en la que intervienen diversas disciplinas y se tratan cuestiones tan
fundamentales, se requiere una cuidadosa preparación de los agentes pastorales en
las diócesis. Así, los sacerdotes, como colaboradores inmediatos de los obispos, han
de poder recibir una sólida preparación en este campo, que les permita afrontar con
competencia y convicción la problemática suscitada en su labor pastoral. En cuanto
a los laicos, sobre todo los que dedican sus energías a este servicio de las familias,
necesitan también una válida y elevada formación, que les ayude a testimoniar la
grandeza y el valor permanente del matrimonio en la sociedad actual.
1072 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
7. Queridos hermanos, como bien sabéis, está ya próximo el V Encuentro mundial
de las familias, en Valencia, España, y que tendrá como tema: La transmisión de la
fe en familia. A este respecto, deseo expresar mi cordial saludo al arzobispo de
aquella ciudad, mons. Agustín García-Gasco, el cual participa en este Encuentro y
que, con el Consejo pontificio para la familia, lleva a cabo la ardua tarea de su
preparación. Os animo a todos para que numerosas delegaciones de las Conferencias
episcopales, diócesis y movimientos de América Latina, puedan participar en tan
importante evento eclesial. Por mi parte, apoyo decididamente la celebración de este
Encuentro y lo pongo bajo la amorosa protección de la Sagrada Familia.
A vosotros, queridos pastores, y a todas las familias de América Latina imparto
de corazón mi bendición apostólica.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1073
DISCURSO DEL SANTO PADRE, BENEDICTO XVI, A LAS PERSONAS CONSAGRADAS PRESENTES EN LA DIÓCESIS DE ROMA
Sala Pablo VI, sábado 10 de diciembre de 2005
Señor cardenal; venerados hermanos en el episcopado y en el presbiterado;
queridos hermanos y hermanas:
Es una gran alegría para mí encontrarme con vosotros hoy, en el clima espiritual del
Adviento, mientras nos preparamos para la santa Navidad. Os saludo con afecto a cada uno
de vosotros, religiosos y religiosas, miembros de institutos seculares y de nuevas formas
de vida consagrada, presentes en la diócesis de Roma, donde realizáis un servicio muy
apreciado, insertándoos bien en las diversas realidades sociales y pastorales. ¡Gracias de
corazón por vuestro servicio!
Saludo en particular a los que viven en los monasterios de vida contemplativa, y que están
espiritualmente unidos a nosotros, así como a las personas de vida consagrada procedentes
de África, de América Latina y de Asia que estudian en Roma o que pasan aquí un período
de su existencia, participando también ellos activamente en la misión de la Iglesia en esta
ciudad.
Dirijo un saludo fraterno al cardenal Camillo Ruini, al que agradezco las palabras que me
ha dirigido en nombre de todos vosotros. Desde siempre los consagrados y las consagradas
constituyen en la Iglesia de Roma una presencia valiosa, entre otras razones porque dan un
testimonio peculiar de la unidad y la universalidad del pueblo de Dios. Os agradezco el
trabajo que realizáis en la viña del Señor y el empeño que ponéis para afrontar los desafíos
que plantea la cultura actual a la evangelización en una metrópoli ya cosmopolita como la
nuestra.
El complejo contexto social y cultural de nuestra ciudad, en el que os encontráis inmersos,
no sólo exige de vosotros una atención constante a los problemas locales, sino también una
valiente fidelidad a vuestro carisma peculiar. En efecto, la vida consagrada, desde sus
orígenes, se ha caracterizado por su sed de Dios: quaerere Deum. Por tanto, vuestro anhelo
primero y supremo debe ser testimoniar que es necesario escuchar y amar a Dios con todo
el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas, antes que a cualquier otra persona o cosa.
Este primado de Dios es de suma importancia precisamente en nuestro tiempo, en el que hay
una gran ausencia de Dios. No tengáis miedo de presentaros, incluso de forma visible, como
personas consagradas, y tratad de manifestar siempre vuestra pertenencia a Cristo, el tesoro
escondido por el que lo habéis dejado todo. Haced vuestro el conocido lema que resumía el
programa de san Benito: “No anteponer nada al amor de Cristo”.
Ciertamente, son numerosos los desafíos y las dificultades que encontráis hoy en vuestro
trabajo en varios frentes. En vuestras residencias y en las obras apostólicas estáis bien
insertados en los programas de la diócesis, colaborando, como ha dicho el cardenal Ruini,
en las diversas ramas de la acción pastoral, también gracias a la conexión que realizan los
organismos de representación de la vida consagrada, como la Conferencia italiana de superiores mayores y la Unión de superioras mayores de Italia, el Grupo de institutos seculares
1074 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
y el Ordo Virginum. Proseguid por este camino, fortaleciendo vuestra fidelidad a los compromisos asumidos, al carisma de vuestros respectivos institutos y a las orientaciones de la
Iglesia local. Esta fidelidad, como sabéis, es posible a quienes se mantienen firmes en las
fidelidades diarias, pequeñas pero insustituibles: ante todo, fidelidad a la oración y a la
escucha de la palabra de Dios; fidelidad al servicio de los hombres y de las mujeres de nuestro
tiempo, de acuerdo con el propio carisma; fidelidad a la enseñanza de la Iglesia, comenzando
por la enseñanza acerca de la vida consagrada; y fidelidad a los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía, que nos sostienen en las situaciones difíciles de la vida, día tras día.
Parte constitutiva de vuestra misión es, además, la vida comunitaria. Al esforzaros por
formar comunidades fraternas, mostráis que, gracias al Evangelio, pueden cambiar también
las relaciones humanas, que el amor no es una utopía, sino más bien el secreto para construir
un mundo más fraterno. El libro de los Hechos de los Apóstoles, después de describir la
fraternidad realizada en la comunidad de los cristianos, destaca, casi como consecuencia
lógica, que “la palabra de Dios iba creciendo y se multiplicaba considerablemente el número
de los discípulos” (Hch 6, 7). La difusión de la Palabra es la bendición que el Dueño de
la mies da a la comunidad que se toma en serio el compromiso de hacer crecer la caridad
en la fraternidad.
Queridos hermanos y hermanas, la Iglesia necesita vuestro testimonio; necesita una vida
consagrada que afronte con valentía y creatividad los desafíos de nuestro tiempo. Ante el
avance del hedonismo, se os pide el testimonio valiente de la castidad, como expresión de
un corazón que conoce la belleza y el precio del amor de Dios. Ante la sed de dinero, que
hoy domina casi por doquier, vuestra vida sobria y consagrada al servicio de los más necesitados recuerda que Dios es la riqueza verdadera que no perece. Ante el individualismo y
el relativismo, que inducen a las personas a ser norma única para sí mismas, vuestra vida
fraterna, capaz de dejarse coordinar y por tanto capaz de obediencia, confirma que ponéis
en Dios vuestra realización. No se puede por menos de desear que la cultura de los consejos
evangélicos, que es la cultura de las Bienaventuranzas, crezca en la Iglesia, para sostener la
vida y el testimonio del pueblo cristiano.
El decreto conciliar Perfectae caritatis, de cuya promulgación celebramos este año el
cuadragésimo aniversario, afirma que las personas consagradas “evocan ante todos los
cristianos aquel maravilloso matrimonio, fundado por Dios y que se ha de manifestar plenamente en el siglo futuro, por el que la Iglesia tiene como único esposo a Cristo” (n. 12).
La persona consagrada vive en su tiempo, pero su corazón está proyectado más allá del
tiempo y testimonia al hombre contemporáneo, a menudo absorbido por las cosas del
mundo, que su verdadero destino es Dios mismo.
Queridos hermanos y hermanas, os agradezco el servicio que prestáis al Evangelio,
vuestro amor a los pobres y a los que sufren, vuestro esfuerzo en el campo de la educación
y la cultura, la incesante oración que se eleva desde los monasterios y la multiforme actividad
que lleváis a cabo.
Que la Virgen santísima, modelo de vida consagrada, os acompañe y sostenga, a
fin de que podáis ser para todos “signo profético” del reino de los cielos. Os aseguro
mi recuerdo en la oración y de corazón os bendigo a todos.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1075
DISCURSO DE BENEDICTO XVI, AL RELANZARSE EL DIÁLOGO
CATÓLICO-ORTODOXO
15 diciembre 2005
Queridos hermanos en Cristo:
Os doy la bienvenida en nombre del Señor, alegrándome por vuestro encuentro
fraterno. En este período litúrgico de alegre espera de la Navidad del Salvador,
vuestra presencia aumenta nuestra alegría. Vosotros aviváis en mí el recuerdo de las
Iglesias que representáis y de todo el mundo ortodoxo.
Me alegró, al mismo tiempo, por el encuentro del Comité mixto de coordinación
de la «Comisión internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la
Iglesia ortodoxa en su conjunto», signo del deseo de reanudar y continuar el diálogo,
que ha experimentado, a lo largo de los años pasados, serias dificultades, internas y
externas. Esta reanudación del diálogo tiene lugar después de un acuerdo interortodoxo,
del que la Iglesia católica ha sido informada por Su Santidad, Bartolomé I. Tiene por
tanto una importancia particular y constituye una grande responsabilidad; se trata, de
hecho, de cumplir con la voluntad del Señor, que quiere que sus discípulos formen
una comunidad armoniosa y que testimonien juntos el amor fraterno que procede del
Señor. En esta nueva fase del diálogo, hay que afrontar juntos dos aspectos: por una
parte, eliminar las divergencias que permanecen; y, por otra, tener como deseo
primordial hacer todo lo posible para restablecer la plena comunión, bien esencial
para la comunidad de los discípulos de Cristo, como la ha subrayado el documento
de preparación de vuestro trabajo.
La comunión plena está orientada a una comunión en la verdad y en la caridad. No
podemos contentarnos con quedarnos en estadios intermedios, sino que tenemos que
buscar sin cesar, con valentía, lucidez y humildad, la voluntad de Jesucristo, aunque
esto no corresponda a nuestros simples proyectos humanos. La realización de la
unidad plena de la Iglesia y la reconciliación entre los cristianos exigen la sumisión
de nuestras voluntades a la voluntad del Señor. Una tarea así tiene que comprometer
a los pastores, a los teólogos y a todas nuestras comunidades, cada quien según el
papel que le es propio.
Para avanzar en el camino de la unidad, no son suficientes nuestras débiles
fuerzas. Tenemos que pedir la ayuda del Señor, a través de una oración cada vez más
insistente, pues la unidad es ante todo un don de Dios (Cf. decreto Unitatis
redintegratio, n. 24), invitando al mismo tiempo a todos los cristianos a la oración
común «como medio eficaz de pedir la gracia de la unidad». Al mismo tiempo, el
decreto Unitatis redintegratio recomendaba el conocimiento recíproco (Cf. n. 9) y el
diálogo, por el que hay que «avanzar con amor a la verdad, la caridad y la humildad»
para que se mantenga la pureza de la doctrina (ibídem, n. 11). Los pastores que han
tenido el mérito de haber emprendido este diálogo, Su Santidad, el Papa Juan Pablo II
1076 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
y Su Santidad Dimitrios I, patriarca de Constantinopla, en la celebración común con
la que lo lanzaron, abrieron un camino que tenemos que continuar para llegar a su fin.
Al hacernos avanzar hacia la plena comunión entre católicos y ortodoxos, el diálogo
contribuirá también «a los múltiples diálogos que se desarrollan en el mundo
cristiano en búsqueda de su unidad» («Declaración común», 30 de noviembre de
1979).
Al daros las gracias por vuestro compromiso en el estudio de los caminos
concretos para el progreso del diálogo entre católicos y ortodoxos, os aseguro mi
oración ferviente. Os deseo también una feliz y santa Navidad. Que el año nuevo nos
llene de bendiciones divinas y que sea un tiempo de gracia para el camino hacia la
plena unidad.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1077
POR UN NUEVO HUMANISMO: PROPUESTA DE BENEDICTO XVI
Mensaje a los miembros de las Academias Pontificias de las Ciencias
15 diciembre 2005
Señor cardenal;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:
Me alegra enviaros un saludo especial a todos vosotros, que participáis en la
décima sesión pública de las Academias pontificias, momento importante del camino
anual de trabajo de cada Academia pontificia, y meta significativa del recorrido
realizado juntos. En efecto, el Consejo de coordinación entre Academias pontificias
fue instituido hace exactamente diez años por el siervo de Dios Juan Pablo II, con el
fin de dar nuevo impulso a la vida y a las actividades de las mismas Academias.
Dirijo un afectuoso saludo al señor cardenal Paul Poupard, presidente del Consejo
de coordinación entre Academias pontificias, y le agradezco el empeño con que ha
llevado a cabo su tarea, siguiendo primero la reforma de las Academias y, después,
su desarrollo según una finalidad precisa: ofrecer a la Iglesia, así como al mundo de
la cultura y de las artes, un proyecto renovado de auténtico humanismo cristiano,
válido y significativo para los hombres y las mujeres del tercer milenio. Saludo,
asimismo, a los cardenales, a los hermanos en el episcopado, a los embajadores, a los
sacerdotes, a los responsables y a los representantes de las Academias pontificias que
han intervenido en esa sesión pública.
Esta solemne asamblea, en la que son protagonistas la Academia pontificia de Santo
Tomás de Aquino y la Academia pontificia de teología, se desarrolla en torno a una
temática -”Cristo, Hijo de Dios, hombre perfecto, “medida del verdadero humanismo”que aprecio particularmente, dada su centralidad y esencialidad tanto en la reflexión
teológica como en la experiencia de fe de todo cristiano. La cultura actual, profundamente marcada por un subjetivismo que desemboca muchas veces en el individualismo
extremo o en el relativismo, impulsa a los hombres a convertirse en única medida de
sí mismos, perdiendo de vista otros objetivos que no estén centrados en su propio yo,
transformado en único criterio de valoración de la realidad y de sus propias opciones.
De este modo, el hombre tiende a replegarse cada vez más en sí mismo, a
encerrarse en un microcosmos existencial asfixiante, en el que ya no tienen cabida los
grandes ideales, abiertos a la trascendencia, a Dios. En cambio, el hombre que se
supera a sí mismo y no se deja encerrar en los estrechos límites de su propio egoísmo,
es capaz de una mirada auténtica hacia los demás y hacia la creación. Así, toma
conciencia de su característica esencial de criatura en continuo devenir, llamada a un
crecimiento armonioso en todas sus dimensiones, comenzando precisamente por la
interioridad, para llegar a la realización plena del proyecto que el Creador ha grabado
en su ser más profundo.
1078 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
Algunas tendencias o corrientes culturales pretenden dejar a los hombres en un
estado de minoridad, de infancia o de adolescencia prolongada. Al contrario, la
palabra de Dios nos estimula decididamente a la madurez y nos invita a comprometernos con todas nuestras fuerzas en un alto grado de humanidad. San Pablo,
escribiendo a la comunidad de Éfeso, exhortaba a los cristianos a no comportarse
como los paganos, “según la vaciedad de su mente, sumergido su pensamiento en las
tinieblas y excluidos de la vida de Dios” (Ef 4, 17-18). Al contrario, los verdaderos
discípulos del Señor, lejos de permanecer en el estado de niños zarandeados por
cualquier viento de doctrina (cf. Ef 4, 14), se esfuerzan por llegar “al estado de
hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo” (Ef 4, 13). Por consiguiente,
Jesucristo, Hijo de Dios, donado por el Padre a la humanidad para restaurar su imagen
desfigurada por el pecado, es el hombre perfecto, según el cual se mide el verdadero
humanismo. Con él debe confrontarse todo hombre; hacia él, con la ayuda de la
gracia, debe tender con todo su corazón, con toda su mente y con todas sus fuerzas,
para realizar plenamente su existencia, para responder con alegría y entusiasmo a la
altísima vocación inscrita en su corazón (cf. Gaudium et spes, 22).
Por eso, me dirijo particularmente a vosotros, queridos e ilustres académicos,
para exhortaros a promover con entusiasmo y pasión, cada uno en su campo propio
de estudio e investigación, la edificación de este nuevo humanismo. Tenéis la tarea
de volver a proponer, con vuestra competencia, la belleza, la bondad y la verdad del
rostro de Cristo, en quien todo hombre está llamado a reconocer sus rasgos más
auténticos y originales, el modelo que hay que imitar cada vez mejor. Así pues,
vuestra ardua tarea, vuestra alta misión consiste en indicar a Cristo al hombre de
hoy, presentándolo como la verdadera medida de la madurez y de la plenitud
humana.
Queridos amigos, siguiendo la tradición inaugurada por mi venerado predecesor,
me alegra confirmar el premio de las Academias pontificias, instituido hace diez años
para estimular el compromiso de jóvenes estudiosos, artistas e instituciones, que
dedican su actividad a la promoción de los valores cristianos. Por eso, acogiendo la
propuesta formulada por el Consejo de coordinación, me complace conceder el
premio de las Academias pontificias al doctor Giovanni Catapano, de Pordenone, por
su obra “El concepto de filosofía en los primeros escritos de Agustín. Análisis de los
pasajes metafilosóficos desde el Contra Academicos al De vera religione”, en la que
se investiga agudamente la concepción filosófica del “primer” Agustín en sus
aspectos más originales.
Además, por sugerencia del mismo Consejo de coordinación, como signo de
aprecio y aliento, deseo entregar una medalla del pontificado a otros dos estudiosos:
al doctor Massimiliano Marianelli, de Lama (Perusa), por su obra La metáfora
recuperada. Mitos y símbolos en la filosofía de Simone Weil, y al profesor reverendo
Santiago Sanz Sánchez, originario de Talavera de la Reina (Toledo), por su disertación titulada La relación “creación y alianza” en la teología contemporánea: status
quaestionis y reflexiones filosófico-teológicas.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1079
Por último, quisiera manifestar a todos los académicos, y especialmente a los
miembros de la Academia pontificia de Santo Tomás de Aquino y de la Academia
pontificia de teología, mi profundo aprecio por la actividad desarrollada, y expresar
el deseo de un renovado y generoso compromiso en el campo teológico y filosófico.
Con estos sentimientos, a la vez que os encomiendo a cada uno de vosotros, así
como vuestra valiosa obra de estudio e investigación creativa, a la protección
materna de la Virgen María, Madre de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre,
imparto a todos de corazón una especial bendición apostólica.
Vaticano, 5 de noviembre de 2005
1080 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
DISCURSO DEL PAPA A LOS UNIVERSITARIOS DE ROMA TRAS
LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA DEL JUEVES 16 DICIEMBRE
2005
Queridos hermanos,
autoridades académicas,
queridos estudiantes:
Con gran alegría os dirijo a todos mi cordial saludo, al final de la tradicional
celebración eucarística de antes de Navidad para los universitarios de Roma, que
tanto le gustaba a mi querido predecesor, Juan Pablo II. En primer lugar, saludo al
cardenal vicario, que ha presidido la santa misa, y con él saludo a los demás
eclesiásticos presentes. Os doy las gracias a cada uno de vosotros, queridos amigos,
por haber acogido la invitación a participar en este encuentro y, en particular, expreso
mi reconocimiento a la ministra de Educación, así como a los rectores de las
universidades de Roma e Italia, a los directores de los conservatorios, a los capellanes
universitarios y a las delegaciones de estudiantes procedentes de algunos países de
Europa y de África. Doy con alegría la bienvenida, también, a los participantes en el
congreso mundial de pastoral de los estudiantes extranjeros, organizado por el
Consejo Pontificio de la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes. A todos dirijo una
afectuosa bienvenida.
Aprovecho la oportunidad para expresar mi profunda satisfacción por la creciente
colaboración que se está instaurando entre las diferentes universidades de Roma.
Seguid, queridos amigos, promoviendo la reflexión sobre el nuevo humanismo,
teniendo en cuenta los grandes desafíos de la época contemporánea y tratando de
conjugar armoniosamente fe y cultura. ¡Qué necesario es en este momento histórico
cultivar una auténtica búsqueda espiritual! Además, he tenido el gusto de saber que
las cinco facultades de Medicina de la ciudad se han puesto de acuerdo para
comprometerse en algunos campos de colaboración sobre los temas de la vida. Por
otra parte, en el campo más específicamente pastoral, he apreciado la opción de
profundizar el tema de la transmisión de la fe, con un camino formativo que involucre
tanto a estudiantes como a profesores. A vosotros, queridos jóvenes, que sois
numerosos, os deseo que recorráis con alegría vuestro camino de formación cristiana,
conjugándolo con el esfuerzo cotidiano por profundizar en los conocimientos de los
respectivos itinerarios académicos. Es necesario redescubrir la belleza de tener a
Cristo como maestro de vida y renovar así de manera libre y consciente la propia
profesión de fe.
Ahora, quisiera dirigir mi atención a los estudiantes extranjeros. Su presencia
constituye un fenómeno en aumento y representa para la Iglesia un importante campo
de acción pastoral. Los jóvenes que dejan el propio país por motivos de estudio se
encuentran con problemas y sobre todo con el riesgo de tener una crisis de identidad,
de una pérdida de valores espirituales y morales. Por otra parte, la posibilidad de
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1081
estudiar en el exterior es para muchos jóvenes una oportunidad única para ser capaces
de contribuir en el desarrollo de los propios países, y también de participar de manera
activa en la misión de la Iglesia. Es importante proseguir en el camino emprendido
para salir al paso de las necesidades de estos hermanos nuestros.
Queridos amigos universitarios, estamos cerca de la grande y sugestiva fiesta de
la santa Navidad. El clima típico de esta fiesta nos invita a la intimidad y a la alegría.
Deseando a quien tiene la posibilidad que pase estos días navideños en familia, con
gran serenidad, os invito a acoger en plenitud el mensaje espiritual que nos vuelve a
proponer esta solemnidad. Dios se ha hecho hombre, ha puesto su morada entre
nosotros. Preparemos nuestro corazón a acoger a Aquél que viene para salvarnos con
el don de su vida. Que en esta espera, os guíe María santísima, «Sedes Sapientiae».
El icono que está visitando varias naciones, ahora pasa de la delegación de Polonia
a la de Bulgaria, para continuar en ese país su peregrinación en las ciudades
universitarias. Que ella, la Virgen fiel, la Madre de Cristo, os alcance para cada uno
de vosotros y para vuestros ambientes académicos la luz de la divina Sabiduría,
Cristo Señor. ¡Feliz Navidad a todos!
1082 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
DISCURSO DE SS. BENEDICTO XVI A LA CURIA ROMANA CON
MOTIVO DEL FIN DEL AÑO
Señores cardenales, venerados hermanos en el episcopado y en el presbiterado,
queridos hermanos y hermanas:
«Expergiscere, homo: quia pro te Deus factus est homo» Despiértate, hombre,
pues por ti Dios se hizo hombre» (S. Agustín, Discursos, 185). Con esta invitación
de San Agustín a captar el sentido auténtico de la Natividad de Cristo, abro mi
encuentro con vosotros, queridos colaboradores de la Curia Romana, cerca ya de las
fiestas navideñas.
Vaya a cada uno de vosotros mi más cordial saludo y mi agradecimiento por los
sentimientos de devoción y de afecto de los que se ha hecho eficaz intérprete el
Cardenal Decano, a quien va mi gratitud. Dios se hizo hombre por nosotros: éste
es el mensaje que, año tras año, desde la silenciosa cueva de Belén se extiende hasta
los más remotos rincones de la tierra. Es la Navidad fiesta de luz y de paz, día de
estupor interior y de alegría que se expande por el universo, porque «Dios se hizo
hombre». Desde la humilde cueva de Belén, el eterno Hijo de Dios, hecho Niño
pequeño, se dirige a cada uno de nosotros: nos interroga, nos invita a renacer en él,
para que, junto con él, podamos vivir eternamente en la comunión de la Santísima
Trinidad.
Memoria de Juan Pablo II
Con el corazón lleno de la alegría que de este conocimiento se deriva, recorramos
idealmente los acontecimientos del año próximo a su fin. Quedan detrás grandes
acontecimientos, que han marcado profundamente la vida de la Iglesia.
Pienso ante todo en el fallecimiento de nuestro amado Santo Padre Juan Pablo II,
precedido por un largo camino de sufrimiento y de pérdida gradual de la palabra.
Ningún Papa nos ha legado una cantidad de textos igual a la que él nos ha dejado;
ningún Papa antes que él había podido visitar, como él, el mundo entero y hablar
directamente a los hombres de todos los continentes. Pero, al final, fue el suyo un
camino de sufrimiento y de silencio.
Permanecen inolvidables en nuestra memoria las imágenes del Domingo de
Ramos, cuando, con la rama de olivo en la mano y marcado por el dolor, se asomaba
por la ventana y nos daba la bendición del Señor antes de encaminarse hacia la cruz.
Después la imagen de cuando, en su capilla privada, sosteniendo en la mano el
crucifijo, participaba en el Vía Crucis del Coliseo, donde tantas veces encabezó la
procesión llevando él mismo la cruz. Por último, su muda bendición del Domingo de
Pascua, en la que, a través de todo su dolor, veíamos resplandecer la promesa de la
resurrección, de la vida eterna. El Santo Padre, con sus palabras y sus obras, nos ha
dado cosas grandes; pero no menos importante es la lección que nos ha dado desde
la cátedra del sufrimiento y del silencio.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1083
En su último libro, Memoria e identidad (La Esfera de los Libros, 2005) nos ha
legado una interpretación del sufrimiento que no es una teoría teológica o filosófica,
sino fruto madurado a lo largo de su personal camino de sufrimiento, que recorrió con
el auxilio de la fe en el Señor crucificado.
Esta interpretación, que había elaborado en la fe y que daba sentido a su
sufrimiento vivido en comunión con el del Señor, hablaba a través de su mudo dolor,
transformándolo en gran mensaje. Tanto al principio como, una vez más, al final de
dicho libro, el Papa se muestra hondamente afectado por el espectáculo del poder del
mal, poder que, durante el siglo recién terminado, pudimos experimentar de manera
dramática.
Dice textualmente: «No fue un mal en edición reducida […] Fue el mal en
proporciones gigantescas, un mal que ha usado las estructuras estatales mismas para
llevar a cabo su funesto cometido, un mal erigido en sistema» (págs. 206-207). ¿Es
tal vez el mal invencible? ¿Es la verdadera, definitiva potencia de la historia? Debido
a la experiencia del mal, la cuestión de la Redención, para el Papa Woytila, se había
transformado en la pregunta esencial y central de su vida y de su pensar como
cristiano. ¿Existe un límite contra el que el poderío del mal pueda quebrarse? Sí,
existe, responde el Papa en este libro, al igual que en su encíclica sobre la Redención.
El poder que pone un límite al mal es la misericordia divina. A la violencia, a la
ostentación del mal, se opone en la historia —como lo «totalmente otro» de Dios,
como el poderío propio de Dios— la divina misericordia. El Cordero es más fuerte
que el dragón, podríamos decir con el Apocalipsis.
Al final del libro, en la mirada retrospectiva al atentado del 13 de mayo de 1981
y también sobre la base de la experiencia de su camino con Dios y con el mundo, Juan
Pablo II profundiza aún más en la respuesta. El límite del poder del mal, la potencia
que, en última instancia, lo vence es —son palabras suyas— el sufrimiento de Dios,
el sufrimiento del Hijo de Dios en la cruz: «El sufrimiento de Dios crucificado no es
sólo una forma de dolor entre otras […] Cristo, padeciendo por todos nosotros, ha
dado al sufrimiento un nuevo sentido, lo ha introducido en una nueva dimensión, en
otro orden: en el orden del amor […] La pasión de Cristo en la cruz ha dado un sentido
totalmente nuevo al sufrimiento y lo ha transformado desde dentro […] Es el
sufrimiento que destruye y consume el mal con el fuego del amor […] Todo
sufrimiento humano, todo dolor, toda enfermedad, encierra en sí una promesa de
liberación […] El mal […] existe en el mundo también para despertar en nosotros el
amor, que es la entrega de sí mismo al servicio […] de los que se ven afectados por
el sufrimiento […] Cristo es el Redentor del mundo: “Nuestro castigo saludable vino
sobre él, sus cicatrices nos curaron” (Is 53, 5)» (págs. 207-208). Todo ello, lejos de
ser mera teología docta, es en realidad expresión de una fe vivida y sazonada en el
sufrimiento. Verdad es que hemos de hacer todo lo posible por aliviar el sufrimiento
e impedir la injusticia que provoca el sufrimiento de los inocentes. Pero también
hemos de hacer todo lo posible para que los hombres descubran el sentido del
sufrimiento, para que así puedan aceptar el sufrimiento propio y unirlo al sufrimiento
1084 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
de Cristo. De esta manera, éste se funde con el amor redentor y se transforma, por
consiguiente, en fuerza contra el mal del mundo. La respuesta que en el mundo entero
suscitó la muerte del Papa fue una manifestación sobrecogedora de gratitud por el
hecho de que él, en su ministerio, se ofreciera totalmente a Dios por el mundo; un
agradecimiento por el hecho de que él, en un mundo lleno de odio y de violencia, nos
enseñara nuevamente a amar y sufrir al servicio de los demás; por mostrarnos, por así
decirlo, en estado natural al Redentor, a la Redención, y por darnos la certeza de que,
en efecto, el mal no tiene la última palabra en el mundo.
Jornada Mundial de la Juventud de Colonia
Quisiera ahora mencionar, si bien brevemente, otros dos acontecimientos emprendidos aún por el Papa Juan Pablo II: se trata de la Jornada Mundial de la Juventud
celebrada en Colonia y del Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía que clausuró
también el Año de la Eucaristía, inaugurado por el Papa Juan Pablo II.
La Jornada Mundial de la Juventud ha quedado en la memoria de todos los que la
presenciaron como un gran don. Más de un millón de jóvenes se dieron cita en la
ciudad de Colonia, a orillas del Rhin, y en las ciudades cercanas, para escuchar juntos
la Palabra de Dios, para orar juntos, para recibir los sacramentos de la Reconciliación
y de la Eucaristía, para cantar y celebrar juntos, para disfrutar de la existencia y para
adorar y recibir al Señor eucarístico durante los grandes encuentros de la noche del
sábado y del domingo. Durante todos esos días reinó la alegría auténtica.
Prescindiendo de los servicios de orden, la policía nada tuvo que hacer: el Señor había
reunido a su familia, superando notablemente toda frontera y barrera, y, en la gran
comunión entre nosotros nos había permitido experimentar su presencia. El lema
escogido para esas Jornadas —«Hemos venido a adorarle»— contenía dos grandes
imágenes que, desde el principio, favorecieron un enfoque adecuado. En primer lugar, la
imagen de la peregrinación, la imagen del hombre que, trascendiendo sus asuntos diarios,
sale en busca de su destino esencial, de la verdad, de la vida justa, de Dios. Esta imagen
del hombre que camina hacia la meta encerraba en sí otras dos indicaciones patentes.
Ante todo, la invitación a no ver el mundo que nos rodea sólo como materia bruta
con la que podemos hacer algo, sino a tratar de descubrir en él la «caligrafía del
Creador», la razón creadora y el amor de los que nació el mundo y de los que el
universo nos habla cuando prestamos atención, cuando nuestros sentidos interiores
se avivan y logran percibir las dimensiones más profundas de la realidad.
Como segundo elemento, se añadía además la invitación a ponerse a la escucha de
la revelación histórica, la única que puede proporcionarnos la clave de lectura del
silencioso misterio de la creación, indicándonos concretamente el camino hacia el
auténtico Amo del mundo y de la historia, oculto en la pobreza del establo de Belén.
La otra imagen contenida en el lema de la Jornada Mundial de la Juventud era el
hombre en adoración: «Hemos venido a adorarle». Antes de toda actividad y de toda
modificación del mundo tiene que haber adoración. Sólo ésta nos hace realmente
libres; sólo ésta nos da los criterios de nuestra acción. Precisamente en un mundo en
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1085
el que se difuminan progresivamente los criterios de orientación y en el que existe la
amenaza de que cada uno haga de sí mismo el propio criterio, resulta de fundamental
importancia subrayar la adoración.
Ninguno de los asistentes podrá olvidar jamás el intenso silencio de ese millón de
jóvenes, un silencio que nos unía y elevaba a todos cuando el Señor en el Sacramento
quedaba depositado en el altar. Guardemos en el corazón las imágenes de Colonia:
son una indicación que permanece activa. Sin mencionar nombres concretos, quisiera
en esta ocasión dar las gracias a todos los que hicieron posible la Jornada Mundial de
la Juventud; pero, por encima de todo, demos gracias juntos al Señor porque, a fin de
cuentas, sólo él podía obsequiarnos con esas jornadas tal y como las hemos vivido.
Año de la Eucaristía
La palabra «adoración» nos lleva al segundo gran acontecimiento del que quisiera
hablar: el Sínodo de los Obispos y el Año de la Eucaristía. El papa Juan Pablo II, con
su Encíclica Ecclesia de Eucaristía y con su Carta apostólica Mane nobiscum,
Domine, ya nos había proporcionado las indicaciones esenciales y,
contemporáneamente, con su experiencia personal de la fe eucarística, había concretado la enseñanza de la Iglesia. Además, la Congregación para el Culto Divino, en
estrecha conexión con la Encíclica, había publicado la Instrucción Redemptionis
Sacramentum como ayuda práctica para una aplicación correcta de la Constitución
conciliar sobre la liturgia y de la reforma litúrgica. Además de todo ello, ¿era
realmente posible decir aún algo nuevo, desarrollar aún más el conjunto de la
doctrina? Precisamente ésta fue la gran experiencia del Sínodo cuando, en las
aportaciones de los Padres, se vio reflejada la riqueza de la vida eucarística de la
Iglesia actual y se manifestó la imposibilidad de agotar su fe eucarística. Lo que los
Padres pensaron y expresaron habrá de presentarse, en estrecha conexión con las
Propositiones del Sínodo, en un documento postsinodal. Aquí sólo quisiera subrayar
una vez más ese punto que, hace poco, ya registrábamos en el contexto de la Jornada
Mundial de la Juventud: la adoración del Señor resucitado, presente en la Eucaristía
con carne y sangre, con cuerpo y alma, con divinidad y humanidad.
Me emociona ver cómo en toda la Iglesia se va avivando la alegría por la adoración
eucarística y se manifiestan sus frutos. Durante el período de la reforma litúrgica, a
menudo la misa y la adoración fuera de ésta se veían como contrapuestas una a otra:
según una objeción bastante extendida en aquella época, el Pan eucarístico no se nos
habría dado para ser contemplado, sino para ser comido.
Pero ya Agustín había dicho: «Nemo autem illam carnem manducat, nisi prius
adoraverit; […] peccemus non adorando - Nadie come esta carne sin adorarla antes;
[…] pecaríamos si no la adorásemos» (cf. Enarr. in Ps. 98, 9: CCL XXXIX, 1385).
En efecto, en la Eucaristía no nos limitamos a recibir simplemente una cosa. Es el
encuentro y la unificación de personas; pero la persona que sale a nuestro encuentro
y que desea unirse a nosotros es el Hijo de Dios. Semejante unificación sólo puede
realizarse según la modalidad de la adoración.
1086 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
Recibir la Eucaristía significa adorar a aquél que recibimos. Precisamente así, y
sólo así, nos convertimos en una cosa sola con él. Por eso el desarrollo de la adoración
eucarística, tal y como fue forjándose durante la Edad Media, era la consecuencia más
coherente del propio misterio eucarístico: sólo en la adoración puede madurar una
recepción profunda y verdadera. Y precisamente en este acto personal de encuentro
con el Señor madura también la misión social que la Eucaristía encierra y que no sólo
quiere romper las barreras entre el Señor y nosotros, sino también —y sobre todo—
las que nos separan a unos de otros.
El último acontecimiento de este año que quisiera examinar en esta ocasión es la
celebración de la clausura del Concilio Vaticano II hace ahora cuarenta años. Esta
conmemoración suscita la pregunta: ¿Cuál ha sido el resultado del Concilio? ¿Ha
sido correctamente acogido? En su recepción, ¿qué ha sido bueno y qué insuficiente
o erróneo? ¿Qué es lo que queda aún por hacer? Nadie puede negar que, en amplios
sectores de la Iglesia, la recepción del Concilio ha tenido un desarrollo bastante
difícil, incluso sin querer aplicar a lo acontecido durante estos años la descripción que
el gran doctor de la Iglesia San Basilio traza de la situación de la Iglesia tras el
Concilio de Nicea, situación que él compara a una batalla naval en la penumbra de
la tormenta, diciendo entre otras cosas: «El grito bronco de quienes por la discordia
se yerguen uno contra otro, los parloteos incomprensibles, el ruido confuso de los
clamores ininterrumpidos, han llenado ya casi toda la Iglesia falseando, por exceso
o por defecto, la recta doctrina de la fe...» (De Spiritu Sancto, XXX, 77: PG 32, 213
A; SCh 17 bis, pág. 524). No queremos aplicar precisamente tan dramática descripción a la situación del posconcilio, pero no deja de ser cierto que la misma refleja
algo de lo acontecido. Surge la pregunta: ¿Por qué la recepción del Concilio, en
grandes zonas de la Iglesia, se ha desarrollado hasta ahora de forma tan difícil? Pues
bien: todo depende de la correcta interpretación del Concilio o —como diríamos hoy
en día— de su correcta hermenéutica, de su correcta clave de lectura y de aplicación.
Los problemas de recepción surgen del hecho de que dos hermenéuticas contrarias
se han visto enfrentadas y han reñido una con otra. Una ha causado confusión; otra,
de manera silenciosa pero cada vez más visible, ha producido frutos y sigue
produciéndolos.
Por un lado existe una hermenéutica que denominaría «hermenéutica de la
discontinuidad y de la ruptura», que con cierta frecuencia ha podido contar con la
simpatía de los medios de comunicación y también con la de una parte de la teología
moderna.
Por otro lado tenemos la «hermenéutica de la reforma», de la renovación en la
continuidad del único sujeto-Iglesia, que el Señor nos ha dado; sujeto que crece con
el tiempo y se desarrolla, sin dejar, con todo, de ser el mismo, el único sujeto del
Pueblo de Dios en marcha. La hermenéutica de la discontinuidad corre el peligro de
desembocar en una ruptura entre Iglesia preconciliar e Iglesia posconciliar.
Afirma que los textos del Concilio propiamente dichos no serían aún la expresión
auténtica del espíritu del Concilio, sino el resultado de transacciones durante las
SANTA SEDE
DICIEMBRE • 1087
cuales, con vistas a alcanzar la unanimidad, hubo que seguir arrastrando y confirmando de nuevo cosas antiguas, inútiles ya. Con todo, el espíritu del Concilio no se
revelaría en dichas transacciones, sino en los impulsos hacia lo nuevo que subyacen
en sus textos: sólo dichos impulsos representarían el espíritu auténtico del Concilio,
y partiendo de ellos y con arreglo a ellos habría que proceder. Precisamente porque
los textos reflejarían sólo de forma imperfecta el espíritu auténtico del Concilio y su
novedad, sería preciso trascenderlos con valentía, haciendo sitio a la novedad en la
que se expresaría la intención más profunda —si bien aún indistinta— del Concilio.
En una palabra, habría que seguir no ya los textos del Concilio, sino su espíritu. De
esta forma, como es obvio, queda un amplio margen para preguntarse cómo definir
entonces ese espíritu, y, por consiguiente, se hace sitio a toda excentricidad. Pero con
ello se tergiversa radicalmente la naturaleza de un Concilio en cuanto tal, ya que, de
esta forma, se lo considera como una especie de asamblea constituyente, que elimina
una constitución antigua y crea otra nueva. Pero una asamblea constituyente necesita
un poderdante y, sucesivamente, una ratificación por parte de éste, es decir del pueblo
al que la constitución debe servir. Los Padres no tenían semejante poder, y nadie se
lo había dado, ni nadie, a decir verdad, podía dárselo, pues la constitución esencial
de la Iglesia procede del Señor y se nos ha dado para que podamos alcanzar la vida
eterna y, partiendo de este enfoque, podamos alumbrar también la vida en el tiempo
y el propio tiempo.
Los obispos, gracias el sacramento que han recibido, son fiduciarios del don del
Señor. Son «administradores de los misterios de Dios» (1 Co 4, 1); a fuer de tales, han
de ser encontrados «fieles y sabios» (cf. Lc 12, 41-48). Ello significa que deben
administrar el don del Señor de manera correcta, para que, lejos de quedar oculto en
algún escondrijo, produzca fruto, de forma que el Señor, al final, pueda decir al
administrador: «Como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante» (cf. Mt
25, 14-30; Lc 19, 11-27). En estas parábolas evangélicas queda expresada la
dinámica de la fidelidad, que interesa en el servicio del Señor, y en ellas también
resulta patente hasta qué punto, en un Concilio, dinámica y fidelidad han de
convertirse en una sola cosa.
Cuarenta años del Concilio Vaticano II
A la hermenéutica de la discontinuidad se opone la hermenéutica de la reforma,
tal y como la presentaron primero Juan XXIII en su discurso de apertura del Concilio,
el 11 de octubre de 1962, y después el Papa Pablo VI en su discurso de clausura del
7 de diciembre de 1965. Quisiera citar aquí sólo las bien conocidas palabras de Juan
XXIII, en las que dicha hermenéutica queda inequívocamente expresada al decir que
el Concilio «quiere transmitir la doctrina católica en su integridad, sin atenuaciones
ni deformaciones», y prosigue: «Nuestra tarea no es únicamente guardar este tesoro,
como si nos preocupáramos tan sólo de la antigüedad, sino también decididos, sin
temor, a estudiar lo que exige nuestra época […] Esta doctrina es, sin duda, verdadera
e inmutable, y el fiel debe prestarle obediencia, pero hay que investigarla y exponerla
1088 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
según las exigencias de nuestro tiempo. Una cosa, en efecto, es el depósito de la fe
o las verdades que contiene nuestra venerable doctrina, y otra distinta es el modo
como se enuncian estas verdades, conservando, sin embargo, el mismo sentido y
significado» (Concilio Ecuménico Vaticano II. Constituciones. Decretos. Declaraciones, BAC, Madrid, 1993, págs. 1094-1095). Resulta evidente que este compromiso de expresar de forma nueva una determinada verdad exige una nueva reflexión
acerca de ésta y una nueva relación vital con ella; también resulta patente que la nueva
palabra sólo puede llegar a sazón si surge de una comprensión consciente de la verdad
expresada, y que, por otro lado, la reflexión en torno a la fe exige también que se viva
dicha fe. En este sentido, el programa propuesto por el Papa Juan XXIII era harto
ambicioso, al igual que lo es la síntesis de fidelidad y dinámica.
Pero doquiera esta interpretación ha sido la orientación que ha guiado la recepción
del Concilio, ha crecido una vida nueva y han madurado nuevos frutos. Cuarenta años
después del Concilio, podemos detectar que lo positivo es mayor y más vivo de lo que
podía parecer en la agitación de los años próximos a 1968. Hoy vemos que la buena
semilla, aunque se desarrolla lentamente, crece, y con ella crece también nuestra
profunda gratitud por la labor desempeñada por el Concilio.
Pablo VI, en su discurso de clausura del Concilio, indicó también una motivación específica por la que una hermenéutica de la discontinuidad podría parecer
convincente. En la gran disputa acerca del hombre que caracteriza al mundo
moderno, el Concilio debía dedicarse de especial manera al tema antropológico.
Debía interrogarse acerca de la relación entre la Iglesia y su fe, por un lado, y el
hombre y el mundo actual, por otro (ibíd., págs. 1176 ss.). La cuestión se vuelve aún
más evidente si en lugar del término genérico de «mundo actual» optamos por otro
más preciso: el Concilio debía determinar de manera nueva la relación entre Iglesia
y Edad Moderna. Esta relación había conocido un inicio muy problemático con el
proceso a Galileo. Después se había quebrado por completo cuando Kant definió
la «religión dentro de la pura razón» y cuando, en la fase radical de la Revolución
Francesa, se extendió una imagen del Estado y del hombre que a la Iglesia y a la fe
no quería ya conceder prácticamente espacio alguno. El enfrentamiento de la fe de
la Iglesia con un liberalismo radical y también con unas ciencias naturales que
pretendían abarcar con sus conocimientos toda la realidad hasta sus propios
confines, proponiéndose tercamente hacer superflua la «hipótesis Dios», había
provocado en el siglo XIX, bajo Pío IX, por parte de la Iglesia, agrias y radicales
condenas de dicho espíritu propio de la Edad Moderna. Por lo tanto, aparentemente,
no quedaba ya ningún campo abierto para un entendimiento positivo y fructífero,
y también eran drásticos los rechazos por parte de quienes se sentían los representantes de la Edad Moderna.
Mientras tanto, sin embargo, también ésta había conocido desarrollos. Se tomaba
conciencia de que la Revolución Estadounidense había ofrecido un modelo de estado
moderno distinto del que teorizaban las tendencias radicales surgidas en la segunda
fase de la Revolución Francesa.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1089
Las ciencias naturales empezaban, de forma cada vez más evidente, a reflexionar
sobre su propio límite, impuesto por su mismo método, que, aun realizando cosas
grandiosas, no estaba en condiciones de abarcar la totalidad de la realidad.
Así, ambas partes empezaban progresivamente a abrirse una a otra. En el período
entre las dos guerras mundiales, y aún más tras la segunda guerra mundial, algunos
estadistas católicos habían demostrado que puede existir un estado moderno laico
que, sin embargo, no sea neutro en relación con los valores, sino que viva alimentándose en las grandes fuentes éticas abiertas por el cristianismo. La doctrina social
católica, en su desarrollo progresivo, se había convertido en un importante modelo
entre el liberalismo radical y la teoría marxista del Estado.
Las ciencias naturales, que profesaban sin reserva alguna un método propio al que
Dios no tenía acceso, iban percatándose cada vez con mayor claridad de que dicho
método no abarcaba la totalidad de la realidad, por lo que abrían de nuevo las puertas
a Dios, sabedoras de que la realidad es mayor que el método naturalista y que lo que
éste pueda abarcar. Podríamos decir que se habían formado tres círculos de preguntas
que ahora, en la hora del Vaticano II, aguardaban una respuesta. Ante todo, procedía
definir de manera nueva la relación entre fe y ciencias modernas; ello concernía, por
otra parte, no sólo a las ciencias naturales, sino también a la ciencia histórica, ya que,
en una determinada escuela, el método histórico-crítico reivindicaba para sí la última
palabra en la interpretación de la Biblia, y, pretendiendo la plena exclusividad para
su comprensión de las Sagradas Escrituras, se oponía en puntos importantes a la
interpretación que la fe de la Iglesia había elaborado. En segundo lugar, había que
definir de manera nueva la relación entre Iglesia y Estado moderno, que concedía
espacio a ciudadanos de varias religiones e ideologías, comportándose con dichas
religiones de manera imparcial y asumiendo simplemente la responsabilidad con
vistas a una convivencia ordenada y tolerante entre los ciudadanos y a su libertad de
ejercer la propia religión. Con ello, en tercer lugar, se relacionaba de forma más
general el problema de la tolerancia religiosa, cuestión ésta que demandaba una
nueva definición de la relación entre fe cristiana y religiones del mundo. En
particular, ante los recientes crímenes del régimen nacionalsocialista y, en general,
en una mirada retrospectiva sobre una larga historia difícil, había que valorar y
definir de manera nueva la relación entre la Iglesia y la fe de Israel.
Una hermenéutica apropiada
Todos éstos son temas de gran alcance —eran los grandes temas de la segunda
parte del Concilio— sobre los que no es posible extenderse más en este contexto.
Resulta evidente que en todos estos sectores, que en su conjunto constituyen un
único problema, podía surgir alguna forma de discontinuidad, y que, en cierto
sentido, se había manifestado, de hecho, una discontinuidad, en la cual, una vez
hechas las debidas distinciones entre las situaciones históricas concretas y sus
exigencias, resultaba no abandonada la continuidad en los principios, hecho éste que
fácilmente escapa a una primera percepción.
1090 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
Precisamente en este conjunto de continuidad y discontinuidad en diferentes
niveles consiste la naturaleza de la reforma auténtica. En este proceso de novedad en
la continuidad teníamos que aprender a comprender de manera más concreta que
antes que las decisiones de la Iglesia respecto a cosas contingentes —por ejemplo,
ciertas formas concretas de liberalismo o de interpretación liberal de la Biblia—
habían necesariamente de ser en sí mismas contingentes, precisamente por hacer
referencia a una realidad determinada, en sí misma variable.
Había que aprender a reconocer que, en semejantes decisiones, sólo los principios
expresan el aspecto duradero, permaneciendo en el fondo y motivando la decisión
desde dentro. No son, en cambio, igualmente permanentes las formas concretas, que
dependen de la situación histórica y que, por lo tanto, pueden sufrir cambios. De esta
forma, las decisiones de fondo pueden seguir siendo válidas, al tiempo que las formas
de su aplicación a contextos nuevos pueden cambiar.
Así, por ejemplo, si se considera la libertad de religión como expresión de la
incapacidad del hombre de encontrar la verdad y se convierte por consiguiente en
canonización del relativismo, entonces la misma, de necesidad social e histórica que
era, queda elevada de manera impropia a nivel metafísico por lo que se ve privada de
su sentido auténtico, con la consecuencia de no poder ser aceptada por aquél que cree
que el hombre es capaz de conocer la verdad de Dios y, sobre la base de la dignidad
interior de la verdad, está ligado a dicho conocimiento.
Cosa completamente distinta es, en cambio, considerar la libertad de religión
como una necesidad derivada de la convivencia humana, es más, como una consecuencia intrínseca de la verdad, que no puede imponerse desde fuera, sino que el
hombre ha de hacer propia sólo mediante el proceso de la convicción. El Concilio
Vaticano II, al reconocer y hacer suyo, con el Decreto sobre la libertad religiosa, un
principio esencial del Estado moderno, recuperó el patrimonio más profundo de la
Iglesia. Esta puede ser consciente, con ello, de hallarse en plena sintonía con la
enseñanza del propio Jesús (cf. Mt 22, 21), al igual que con la Iglesia de los mártires,
con los mártires de todos los tiempos.
La Iglesia antigua, con naturalidad, oró por los emperadores y por los responsables políticos, considerando éste un deber suyo (cf. 1 Tm 2, 2); empero, al tiempo que
oraba por los emperadores, se negó en cambio a adorarlos, y con ello rechazó
claramente la religión de Estado.
Los mártires de la Iglesia primitiva murieron por su fe en el Dios que se había
revelado en Jesucristo, y precisamente así murieron también por la libertad de
conciencia y por la libertad de profesión de la propia fe, una profesión que ningún
estado puede imponer, y que, por el contrario, sólo puede hacerse propia con la gracia
de Dios, en libertad de conciencia. Una Iglesia misionera, que se sabe obligada a
anunciar su mensaje a todos los pueblos, debe necesariamente comprometerse con la
libertad de la fe.
Quiere transmitir el don de la verdad, que existe para todos, y asegura
contemporáneamente a los pueblos y a sus gobiernos que no pretende destruir con
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1091
ello su identidad y sus culturas, sino llevarles una respuesta que, en su fuero más
íntimo, aguardan; una repuesta con la que la multiplicidad de las culturas no se pierde
y con la que crece en cambio la unidad entre los hombres y, por ende, también la paz
entre los pueblos.
El Concilio Vaticano II, con la nueva definición de la relación entre la fe de la
Iglesia y determinados elementos esenciales del pensamiento moderno, revisó o
incluso corrigió algunas decisiones históricas, pero en esta aparente discontinuidad
mantuvo, en cambio, y profundizó su naturaleza íntima y su identidad auténtica. La
Iglesia es, tanto antes como después del Concilio, la misma Iglesia una, santa,
católica y apostólica que camina a través de los tiempos; ella continúa «su peregrinación en medio de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios»,
anunciando la muerte del Señor hasta que vuelva (cf. Lumen gentium, n. 8). Quienes
habían esperado que con ese «sí» fundamental a la Edad Moderna todas las tensiones
se esfumaran y la «apertura al mundo» así realizada lo transformara todo en pura
armonía, habían infravalorado las tensiones internas e incluso las contradicciones de
la propia Edad Moderna; habían infravalorado la peligrosa fragilidad de la naturaleza
humana, que en todos los períodos de la historia y bajo toda constelación histórica
constituye una amenaza para el camino del hombre. Estos peligros, junto con las
nuevas posibilidades y con el nuevo poder del hombre sobre la materia y sobre sí
mismo, lejos de desaparecer, adquieren, por el contrario, nuevas dimensiones: una
mirada a la historia actual lo demuestra claramente. También en nuestro tiempo la
Iglesia sigue siendo «signo de contradicción » (Lc 2, 34): no en vano el Papa Juan
Pablo II, cuando aún era cardenal, había dado este título a los ejercicios espirituales
que predicó en 1976 al Papa Pablo VI y a la Curia Romana. No podía ser intención
del Concilio abolir esta contradicción del Evangelio respecto a los peligros y a las
errores del hombre. En cambio, era desde luego su intención arrinconar contradicciones erróneas o superfluas, con el fin de presentar a este mundo nuestro la exigencia
del Evangelio en toda su grandeza y pureza. El paso dado por el Concilio hacia la
Edad Moderna, paso que de forma harto imprecisa se ha presentado como «apertura
al mundo», forma parte, en última instancia, del perenne problema de la relación
entre fe y razón, que vuelve a presentarse bajo formas siempre nuevas. La situación
que el Concilio había de afrontar es, desde luego, comparable a acontecimientos de
épocas anteriores.
San Pedro, en su Primera Carta, había exhortado a los cristianos a estar siempre
dispuestos a dar respuesta (apo-logía) a todo aquél que les hubiera pedido el logos,
la razón de su fe (cf. 3, 15). Ello significaba que la fe bíblica debía entrar en discusión
y en relación con la cultura griega y aprender a reconocer mediante la interpretación
la línea de distinción, pero también el contacto y la afinidad entre ellas en la única
razón otorgada por Dios. Cuando en el siglo XIII, por mediación de filósofos judíos
y árabes, el pensamiento aristotélico entró en contacto con la cristiandad medieval
formada en la tradición platónica, y fe y razón corrieron el peligro de entrar en una
contradicción inconciliable, fue sobre todo Santo Tomás de Aquino quien medió en
1092 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
el nuevo encuentro entre fe y filosofía aristotélica, poniendo con ello a la fe en
relación positiva con la forma de razón dominante en su época. La complicada
disputa entre razón moderna y fe cristiana, que, en un primer momento, con el
proceso a Galileo, había empezado de forma negativa, pasó en verdad por muchas
fases, pero con el Concilio Vaticano II llegó la hora de exigir un amplio replanteamiento. Su contenido, en los textos conciliares, está delineado desde luego sólo a
grandes rasgos, pero con ello queda determinada la dirección esencial, de forma que
el diálogo entre razón y fe, hoy particularmente importante, ha encontrado su
orientación sobre la base del Vaticano II. Ahora hay que desarrollar este diálogo con
gran apertura mental, pero también con la claridad en el discernimiento de los
espíritus que el mundo con razón espera de nosotros precisamente ahora. Así
podemos hoy volver la mirada con gratitud al Concilio Vaticano II: si lo leemos y
acogemos guiados por una hermenéutica correcta, puede ser y llegar a ser cada vez
más una gran fuerza para la necesaria renovación de la Iglesia.
El Cónclave de abril
Por último, ¿debo tal vez recordar ese 19 de abril de este año, en el que el Colegio
Cardenalicio, con no pequeño sobresalto mío, me eligió como sucesor del Papa Juan
Pablo II, como sucesor de San Pedro en la cátedra del Obispo de Roma? Semejante
tarea quedaba totalmente fuera de lo que jamás hubiera podido imaginar como
vocación mía. Por eso, sólo con un gran acto de confianza en Dios pude decir en la
obediencia mi «sí» a esa elección. Al igual que entonces, hoy también os pido a todos
oración, con cuya fuerza y apoyo cuento. Al mismo tiempo, deseo dar las gracias de
todo corazón en este momento a todos los que me han acogido y siguen acogiéndome
con tanta confianza, bondad y comprensión, acompañándome día tras día con su
oración.
La Navidad ya está cerca. A las amenazas de la historia, el Señor Dios no se opuso
con el poder externo, tal y como nosotros los hombres, según las perspectivas de este
mundo nuestro, habríamos esperado. Su arma es la bondad. Se reveló como niño,
nacido en un establo. Precisamente así contrapone su poder completamente distinto
a las potencias destructivas de la violencia. Precisamente así él nos salva. Precisamente así nos muestra aquello que salva. Queremos, en estos días navideños, salir a
su encuentro llenos de confianza, como los pastores, como los sabios de Oriente.
Pidamos a María que nos lleve al Señor. Pidámosle a él mismo que haga brillar su
rostro sobre nosotros.
Pidámosle que venza él mismo a la violencia del mundo y nos deje experimentar
el poder de su bondad. Con estos sentimientos, imparto cordialmente a todos vosotros
la bendición apostólica.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1093
HOMENAJE DEL SANTO PADRE A LA INMACULADA EN LA PLAZA DE ESPAÑA
ORACIÓN DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
Jueves 8 de diciembre de 2005
En este día dedicado a María he venido, por primera vez como Sucesor de Pedro,
al pie de la estatua de la Inmaculada, aquí, en la plaza de España, recorriendo
idealmente la peregrinación que han realizado tantas veces mis predecesores. Siento
que me acompaña la devoción y el afecto de la Iglesia que vive en esta ciudad de
Roma y en el mundo entero. Traigo conmigo los anhelos y las esperanzas de la
humanidad de nuestro tiempo, y vengo a depositarlas a los pies de la Madre celestial
del Redentor.
En este día singular, que recuerda el 40° aniversario de la clausura del concilio
Vaticano II, vuelvo con el pensamiento al 8 de diciembre de 1965, cuando, precisamente al final de la homilía de la celebración eucarística en la plaza de San Pedro, el
siervo de Dios Pablo VI dirigió su pensamiento a la Virgen, “la Madre de Dios y la
Madre espiritual nuestra, (...) la criatura en la cual se refleja la imagen de Dios, con
total nitidez, sin ninguna turbación, como sucede, en cambio, con las otras criaturas
humanas”. El Papa afirmó también: “Así, fijando nuestra mirada en esta mujer
humilde, hermana nuestra, y al mismo tiempo celestial, Madre y Reina nuestra,
espejo nítido y sagrado de la infinita Belleza, puede (...) comenzar nuestro trabajo
posconciliar. De esa forma, esa belleza de María Inmaculada se convierte para
nosotros en un modelo inspirador, en una esperanza confortadora”. Y concluía: “Así
lo pensamos para nosotros y para vosotros, y este es nuestro saludo más expresivo,
y, Dios lo quiera, el más eficaz” (cf. Concilio ecuménico Vaticano II, Constituciones, Decretos, Declaraciones, BAC, Madrid 1993, p. 1184). Pablo VI proclamó a
María “Madre de la Iglesia” y le encomendó con vistas al futuro la fecunda aplicación
de las decisiones conciliares.
Recordando los numerosos acontecimientos que han marcado los cuarenta años
transcurridos, ¿cómo no revivir hoy los diversos momentos que han caracterizado el
camino de la Iglesia en este período? La Virgen ha sostenido durante estos cuatro
decenios a los pastores y, en primer lugar, a los Sucesores de Pedro en su exigente
ministerio al servicio del Evangelio; ha guiado a la Iglesia hacia la fiel comprensión
y aplicación de los documentos conciliares. Por eso, haciéndome portavoz de toda la
comunidad eclesial, quisiera dar las gracias a la Virgen santísima y dirigirme a ella
con los mismos sentimientos que animaron a los padres conciliares, los cuales
dedicaron precisamente a María el último capítulo de la constitución dogmática
Lumen gentium, subrayando la relación inseparable que une a la Virgen con la Iglesia.
Sí, queremos agradecerte, Virgen Madre de Dios y Madre nuestra amadísima, tu
intercesión en favor de la Iglesia. Tú, que abrazando sin reservas la voluntad divina,
te consagraste con todas tus energías a la persona y a la obra de tu Hijo, enséñanos
1094 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
a guardar en nuestro corazón y a meditar en silencio, como hiciste tú, los misterios
de la vida de Cristo.
Tú, que avanzaste hasta el Calvario, siempre unida profundamente a tu Hijo, que
en la cruz te donó como madre al discípulo Juan, haz que siempre te sintamos también
cerca de nosotros en cada instante de la existencia, sobre todo en los momentos de
oscuridad y de prueba.
Tú, que en Pentecostés, junto con los Apóstoles en oración, imploraste el don del
Espíritu Santo para la Iglesia naciente, ayúdanos a perseverar en el fiel seguimiento
de Cristo. A ti dirigimos nuestra mirada con confianza, como “señal de esperanza
segura y de consuelo, hasta que llegue el día del Señor” (Lumen gentium, 68).
A ti, María, te invocan con insistente oración los fieles de todas las partes del
mundo, para que, exaltada en el cielo entre los ángeles y los santos, intercedas por
nosotros ante tu Hijo, “hasta el momento en que todas las familias de los pueblos, los
que se honran con el nombre de cristianos, así como los que todavía no conocen a su
Salvador, puedan verse felizmente reunidos en paz y concordia en el único pueblo de
Dios, para gloria de la santísima e indivisible Trinidad” (ib., 69).
Amén.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1095
HOMILÍAS
HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI DURANTE LA
SOLEMNE CONCELEBRACIÓN EUCARÍSTICA EN LA BASÍLICA DE SAN PEDRO
Jueves 8 de diciembre de 2005
Queridos hermanos en el episcopado y en el sacerdocio; queridos hermanos y
hermanas:
Hace cuarenta años, el 8 de diciembre de 1965, en la plaza de San Pedro, junto a esta
basílica, el Papa Pablo VI concluyó solemnemente el concilio Vaticano II. Había sido
inaugurado, por decisión de Juan XXIII, el 11 de octubre de 1962, entonces fiesta de
la Maternidad de María, y concluyó el día de la Inmaculada. Un marco mariano rodea
al Concilio. En realidad, es mucho más que un marco: es una orientación de todo su
camino. Nos remite, como remitía entonces a los padres del Concilio, a la imagen de
la Virgen que escucha, que vive de la palabra de Dios, que guarda en su corazón las
palabras que le vienen de Dios y, uniéndolas como en un mosaico, aprende a
comprenderlas (cf. Lc 2, 19. 51); nos remite a la gran creyente que, llena de confianza,
se pone en las manos de Dios, abandonándose a su voluntad; nos remite a la humilde
Madre que, cuando la misión del Hijo lo exige, se aparta; y, al mismo tiempo, a la mujer
valiente que, mientras los discípulos huyen, está al pie de la cruz.
Pablo VI, en su discurso con ocasión de la promulgación de la constitución
conciliar sobre la Iglesia, había calificado a María como “tutrix huius Concilii”,
“protectora de este Concilio” (cf. Concilio ecuménico Vaticano II, Constituciones,
Decretos, Declaraciones, BAC, Madrid 1993, p. 1147), y, con una alusión inconfundible al relato de Pentecostés, transmitido por san Lucas (cf. Hch 1, 12-14), había
dicho que los padres se habían reunido en la sala del Concilio “cum Maria, Matre
Iesu”, y que también en su nombre saldrían ahora (ib., p. 1038).
Permanece indeleble en mi memoria el momento en que, oyendo sus palabras:
“Mariam sanctissimam declaramus Matrem Ecclesiae”, “declaramos a María santísima Madre de la Iglesia”, los padres se pusieron espontáneamente de pie y
aplaudieron, rindiendo homenaje a la Madre de Dios, a nuestra Madre, a la Madre de
la Iglesia. De hecho, con este título el Papa resumía la doctrina mariana del Concilio
y daba la clave para su comprensión.
María no sólo tiene una relación singular con Cristo, el Hijo de Dios, que como
hombre quiso convertirse en hijo suyo. Al estar totalmente unida a Cristo, nos
pertenece también totalmente a nosotros. Sí, podemos decir que María está cerca de
nosotros como ningún otro ser humano, porque Cristo es hombre para los hombres
y todo su ser es un “ser para nosotros”.
Cristo, dicen los Padres, como Cabeza es inseparable de su Cuerpo que es la
Iglesia, formando con ella, por decirlo así, un único sujeto vivo. La Madre de la
1096 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
Cabeza es también la Madre de toda la Iglesia; ella está, por decirlo así, por completo
despojada de sí misma; se entregó totalmente a Cristo, y con él se nos da como don
a todos nosotros. En efecto, cuanto más se entrega la persona humana, tanto más se
encuentra a sí misma.
El Concilio quería decirnos esto: María está tan unida al gran misterio de la
Iglesia, que ella y la Iglesia son inseparables, como lo son ella y Cristo. María refleja
a la Iglesia, la anticipa en su persona y, en medio de todas las turbulencias que afligen
a la Iglesia sufriente y doliente, ella sigue siendo siempre la estrella de la salvación.
Ella es su verdadero centro, del que nos fiamos, aunque muy a menudo su periferia
pesa sobre nuestra alma.
El Papa Pablo VI, en el contexto de la promulgación de la constitución sobre la
Iglesia, puso de relieve todo esto mediante un nuevo título profundamente arraigado
en la Tradición, precisamente con el fin de iluminar la estructura interior de la
enseñanza sobre la Iglesia desarrollada en el Concilio. El Vaticano II debía expresarse sobre los componentes institucionales de la Iglesia: sobre los obispos y sobre el
Pontífice, sobre los sacerdotes, los laicos y los religiosos en su comunión y en sus
relaciones; debía describir a la Iglesia en camino, la cual, “abrazando en su seno a los
pecadores, es a la vez santa y siempre necesitada de purificación...” (Lumen gentium,
8). Pero este aspecto “petrino” de la Iglesia está incluido en el “mariano”. En María,
la Inmaculada, encontramos la esencia de la Iglesia de un modo no deformado. De
ella debemos aprender a convertirnos nosotros mismos en “almas eclesiales” —así
se expresaban los Padres—, para poder presentarnos también nosotros, según la
palabra de san Pablo, “inmaculados” delante del Señor, tal como él nos quiso desde
el principio (cf. Col 1, 21; Ef 1, 4).
Pero ahora debemos preguntarnos: ¿Qué significa “María, la Inmaculada”? ¿Este
título tiene algo que decirnos? La liturgia de hoy nos aclara el contenido de esta
palabra con dos grandes imágenes. Ante todo, el relato maravilloso del anuncio a
María, la Virgen de Nazaret, de la venida del Mesías. El saludo del ángel está
entretejido con hilos del Antiguo Testamento, especialmente del profeta Sofonías.
Nos hace comprender que María, la humilde mujer de provincia, que proviene de una
estirpe sacerdotal y lleva en sí el gran patrimonio sacerdotal de Israel, es el “resto
santo” de Israel, al que hacían referencia los profetas en todos los períodos turbulentos y tenebrosos. En ella está presente la verdadera Sión, la pura, la morada viva de
Dios. En ella habita el Señor, en ella encuentra el lugar de su descanso. Ella es la casa
viva de Dios, que no habita en edificios de piedra, sino en el corazón del hombre vivo.
Ella es el retoño que, en la oscura noche invernal de la historia, florece del tronco
abatido de David. En ella se cumplen las palabras del salmo: “La tierra ha dado su
fruto” (Sal 67, 7). Ella es el vástago, del que deriva el árbol de la redención y de los
redimidos. Dios no ha fracasado, como podía parecer al inicio de la historia con Adán
y Eva, o durante el período del exilio babilónico, y como parecía nuevamente en el
tiempo de María, cuando Israel se había convertido en un pueblo sin importancia en
una región ocupada, con muy pocos signos reconocibles de su santidad. Dios no ha
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1097
fracasado. En la humildad de la casa de Nazaret vive el Israel santo, el resto puro.
Dios salvó y salva a su pueblo. Del tronco abatido resplandece nuevamente su
historia, convirtiéndose en una nueva fuerza viva que orienta e impregna el mundo.
María es el Israel santo; ella dice “sí” al Señor, se pone plenamente a su disposición,
y así se convierte en el templo vivo de Dios.
La segunda imagen es mucho más difícil y oscura. Esta metáfora, tomada del libro
del Génesis, nos habla de una gran distancia histórica, que sólo con esfuerzo se puede
aclarar; sólo a lo largo de la historia ha sido posible desarrollar una comprensión más
profunda de lo que allí se refiere. Se predice que, durante toda la historia, continuará
la lucha entre el hombre y la serpiente, es decir, entre el hombre y las fuerzas del mal
y de la muerte. Pero también se anuncia que “el linaje” de la mujer un día vencerá y
aplastará la cabeza de la serpiente, la muerte; se anuncia que el linaje de la mujer —
y en él la mujer y la madre misma— vencerá, y así, mediante el hombre, Dios vencerá.
Si junto con la Iglesia creyente y orante nos ponemos a la escucha ante este texto,
entonces podemos comenzar a comprender qué es el pecado original, el pecado
hereditario, y también cuál es la defensa contra este pecado hereditario, qué es la
redención.
¿Cuál es el cuadro que se nos presenta en esta página? El hombre no se fía de Dios.
Tentado por las palabras de la serpiente, abriga la sospecha de que Dios, en definitiva,
le quita algo de su vida, que Dios es un competidor que limita nuestra libertad, y que
sólo seremos plenamente seres humanos cuando lo dejemos de lado; es decir, que
sólo de este modo podemos realizar plenamente nuestra libertad.
El hombre vive con la sospecha de que el amor de Dios crea una dependencia y
que necesita desembarazarse de esta dependencia para ser plenamente él mismo. El
hombre no quiere recibir de Dios su existencia y la plenitud de su vida. Él quiere
tomar por sí mismo del árbol del conocimiento el poder de plasmar el mundo, de
hacerse dios, elevándose a su nivel, y de vencer con sus fuerzas a la muerte y las
tinieblas. No quiere contar con el amor que no le parece fiable; cuenta únicamente con
el conocimiento, puesto que le confiere el poder. Más que el amor, busca el poder,
con el que quiere dirigir de modo autónomo su vida. Al hacer esto, se fía de la mentira
más que de la verdad, y así se hunde con su vida en el vacío, en la muerte.
Amor no es dependencia, sino don que nos hace vivir. La libertad de un ser
humano es la libertad de un ser limitado y, por tanto, es limitada ella misma. Sólo
podemos poseerla como libertad compartida, en la comunión de las libertades: la
libertad sólo puede desarrollarse si vivimos, como debemos, unos con otros y unos
para otros. Vivimos como debemos, si vivimos según la verdad de nuestro ser, es
decir, según la voluntad de Dios. Porque la voluntad de Dios no es para el hombre una
ley impuesta desde fuera, que lo obliga, sino la medida intrínseca de su naturaleza,
una medida que está inscrita en él y lo hace imagen de Dios, y así criatura libre.
Si vivimos contra el amor y contra la verdad —contra Dios—, entonces nos
destruimos recíprocamente y destruimos el mundo. Así no encontramos la vida, sino
que obramos en interés de la muerte. Todo esto está relatado, con imágenes
1098 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
inmortales, en la historia de la caída original y de la expulsión del hombre del Paraíso
terrestre.
Queridos hermanos y hermanas, si reflexionamos sinceramente sobre nosotros
mismos y sobre nuestra historia, debemos decir que con este relato no sólo se describe
la historia del inicio, sino también la historia de todos los tiempos, y que todos
llevamos dentro de nosotros una gota del veneno de ese modo de pensar reflejado en
las imágenes del libro del Génesis. Esta gota de veneno la llamamos pecado original.
Precisamente en la fiesta de la Inmaculada Concepción brota en nosotros la
sospecha de que una persona que no peca para nada, en el fondo es aburrida; que le
falta algo en su vida: la dimensión dramática de ser autónomos; que la libertad de
decir no, el bajar a las tinieblas del pecado y querer actuar por sí mismos forma parte
del verdadero hecho de ser hombres; que sólo entonces se puede disfrutar a fondo de
toda la amplitud y la profundidad del hecho de ser hombres, de ser verdaderamente
nosotros mismos; que debemos poner a prueba esta libertad, incluso contra Dios, para
llegar a ser realmente nosotros mismos. En una palabra, pensamos que en el fondo el
mal es bueno, que lo necesitamos, al menos un poco, para experimentar la plenitud
del ser. Pensamos que Mefistófeles —el tentador— tiene razón cuando dice que es
la fuerza “que siempre quiere el mal y siempre obra el bien” (Johann Wolfgang von
Goethe, Fausto I, 3). Pensamos que pactar un poco con el mal, reservarse un poco de
libertad contra Dios, en el fondo está bien, e incluso que es necesario.
Pero al mirar el mundo que nos rodea, podemos ver que no es así, es decir, que el mal
envenena siempre, no eleva al hombre, sino que lo envilece y lo humilla; no lo hace más
grande, más puro y más rico, sino que lo daña y lo empequeñece. En el día de la
Inmaculada debemos aprender más bien esto: el hombre que se abandona totalmente en
las manos de Dios no se convierte en un títere de Dios, en una persona aburrida y
conformista; no pierde su libertad. Sólo el hombre que se pone totalmente en manos de
Dios encuentra la verdadera libertad, la amplitud grande y creativa de la libertad del bien.
El hombre que se dirige hacia Dios no se hace más pequeño, sino más grande, porque
gracias a Dios y junto con él se hace grande, se hace divino, llega a ser verdaderamente
él mismo. El hombre que se pone en manos de Dios no se aleja de los demás, retirándose
a su salvación privada; al contrario, sólo entonces su corazón se despierta verdaderamente
y él se transforma en una persona sensible y, por tanto, benévola y abierta.
Cuanto más cerca está el hombre de Dios, tanto más cerca está de los hombres. Lo
vemos en María. El hecho de que está totalmente en Dios es la razón por la que está
también tan cerca de los hombres. Por eso puede ser la Madre de todo consuelo y de
toda ayuda, una Madre a la que todos, en cualquier necesidad, pueden osar dirigirse
en su debilidad y en su pecado, porque ella lo comprende todo y es para todos la fuerza
abierta de la bondad creativa.
En ella Dios graba su propia imagen, la imagen de Aquel que sigue la oveja
perdida hasta las montañas y hasta los espinos y abrojos de los pecados de este
mundo, dejándose herir por la corona de espinas de estos pecados, para tomar la oveja
sobre sus hombros y llevarla a casa.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1099
Como Madre que se compadece, María es la figura anticipada y el retrato
permanente del Hijo. Y así vemos que también la imagen de la Dolorosa, de la Madre
que comparte el sufrimiento y el amor, es una verdadera imagen de la Inmaculada.
Su corazón, mediante el ser y el sentir con Dios, se ensanchó. En ella, la bondad de
Dios se acercó y se acerca mucho a nosotros. Así, María está ante nosotros como
signo de consuelo, de aliento y de esperanza. Se dirige a nosotros, diciendo: “Ten la
valentía de osar con Dios. Prueba. No tengas miedo de él. Ten la valentía de arriesgar
con la fe. Ten la valentía de arriesgar con la bondad. Ten la valentía de arriesgar con
el corazón puro. Comprométete con Dios; y entonces verás que precisamente así tu
vida se ensancha y se ilumina, y no resulta aburrida, sino llena de infinitas sorpresas,
porque la bondad infinita de Dios no se agota jamás”.
En este día de fiesta queremos dar gracias al Señor por el gran signo de su bondad
que nos dio en María, su Madre y Madre de la Iglesia. Queremos implorarle que
ponga a María en nuestro camino como luz que nos ayude a convertirnos también
nosotros en luz y a llevar esta luz en las noches de la historia. Amén.
1100 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI. MISA DE MEDIANOCHE
SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
Basílica Vaticana Sábado 24 de diciembre de 2005
“El Señor me ha dicho: Tu eres mi hijo, yo te he engendrado hoy”. Con estas palabras
del Salmo segundo, la Iglesia inicia la Santa Misa de la vigilia de Navidad, en la cual
celebramos el nacimiento de nuestro Redentor Jesucristo en el establo de Belén. En otro
tiempo, este Salmo pertenecía al ritual de la coronación del rey de Judá. El pueblo de
Israel, a causa de su elección, se sentía de modo particular hijo de Dios, adoptado por
Dios. Como el rey era la personificación de aquel pueblo, su entronización se vivía
como un acto solemne de adopción por parte de Dios, en el cual el rey estaba en cierto
modo implicado en el misterio mismo de Dios. En la noche de Belén, estas palabras que
de hecho eran más la expresión de una esperanza que de una realidad presente, han
adquirido un significado nuevo e inesperado. El Niño en el pesebre es verdaderamente
el Hijo de Dios. Dios no es soledad eterna, sino un círculo de amor en el recíproco
entregarse y volverse a entregar. Él es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Más aún, en Jesucristo, el Hijo de Dios, Dios mismo se ha hecho hombre. El Padre
le dice: “Tu eres mi hijo”. El eterno hoy de Dios ha descendido en el hoy efímero del
mundo, arrastrando nuestro hoy pasajero al hoy perenne de Dios. Dios es tan grande
que puede hacerse pequeño. Dios es tan potente que puede hacerse inerme y venir a
nuestro encuentro como niño indefenso, a fin de que podamos amarlo. Es tan bueno
que puede renunciar a su esplendor divino y descender a un establo para que podamos
encontrarlo y, de este modo, su bondad nos toque, nos sea comunicada y continúe
actuando a través de nosotros. Esto es la Navidad: “Tu eres mi hijo, hoy yo te he
engendrado”. Dios se ha hecho uno de nosotros, para que podamos estar con Él, llegar
a ser semejantes a Él. Ha elegido como signo suyo al Niño en el pesebre: Él es así.
De este modo aprendemos a conocerlo. Y sobre todo niño resplandece algún destello
de aquel hoy, de la cercanía de Dios que debemos amar y a la cual hemos de
someternos; sobre todo niño, también sobre el que aún no ha nacido.
Escuchemos una segunda palabra de la liturgia de esta Noche santa, tomada en
este caso del Libro del profeta Isaías: “Sobre los que vivían en tierra de sombras, una
luz brilló sobre ellos” (9,1). La palabra “luz” impregna toda la liturgia de esta Santa
Misa. Se alude a ella nuevamente en el párrafo tomado de la carta de san Pablo a Tito:
“se ha manifestado la gracia” (2,11). La expresión “se ha manifestado” proviene del
griego y, en este contexto, significa lo mismo que el hebreo expresa con las palabras
“una luz brilló”; la “manifestación” – la “epifanía” – es la irrupción de la luz divina
en el mundo lleno de oscuridad y problemas sin resolver. En fin, el Evangelio relata
cómo la gloria de Dios se apareció a los pastores y “los envolvió en su luz” (Lc 2, 9).
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1101
Donde se manifiesta la gloria de Dios, se difunde en el mundo la luz. “Dios es luz,
en Él no hay tiniebla alguna”, nos dice san Juan (1 Jn 1,5). La luz es fuente de vida.
Pero luz significa sobre todo conocimiento, verdad, en contraste con la oscuridad
de la mentira y de la ignorancia. Así, la luz nos hace vivir, nos indica el camino. Pero
además, en cuanto da calor, significa también amor. Donde hay amor, surge una luz
en el mundo; donde hay odio, el mundo queda en la oscuridad. Ciertamente, en el
establo de Belén ha aparecido la gran luz que el mundo espera. El aquel Niño
acostado en el pesebre, Dios muestra su gloria: la gloria del amor, que se da como don
a sí mismo y que se priva de toda grandeza para conducirnos por el camino del amor.
La luz de Belén nunca se ha apagado. Ha iluminado hombre y mujeres a lo largo de
los siglos, “los ha envuelto en su luz”. Donde ha aparecido la fe en aquel Niño, ha
florecido también la caridad: la bondad hacia los demás, la atención solícita a los
débiles y los que sufren, la gracia del perdón. A partir de Belén, una estela de luz, de
amor y de verdad impregna los siglos. Si nos fijamos en los santos –desde Pablo y
Agustín a san Francisco y santo Domingo, desde Francisco Javier a Teresa de Ávila
y Madre Teresa de Calcuta-, vemos esta corriente de bondad, este camino de luz que
se inflama siempre de nuevo en el misterio de Belén, en el Dios que se ha hecho Niño.
Contra la violencia de este mundo, Dios opone en aquel Niño su bondad y nos llama
a seguir al Niño.
Junto con el árbol de Navidad, nuestros amigos austriacos nos han traído también
una pequeña llama que encendieron en Belén, queriendo decir así que el verdadero
misterio de la Navidad es el resplandor interior que viene de este Niño. Dejemos que
este resplandor interior llegue a nosotros, que prenda en nuestro corazón la lumbrecita
de la bondad de Dios; llevemos todos, con nuestro amor, la luz al mundo. No
permitamos que esta llama luminosa se apague por las corrientes frías de nuestro
tiempo. Que la custodiemos fielmente y la ofrezcamos a los demás. En esta noche en
que miramos hacia Belén, queremos rezar de modo especial también por el lugar del
nacimiento de nuestro Redentor y por los hombres que allí viven y sufren. Queremos
rezar por la paz en Tierra Santa: Mira, Señor, este rincón de la tierra, al que tanto amas
por ser tu patria. Haz que en ella resplandezca la luz. Haz que la paz llegue a ella.
Con el término “paz” hemos llegado a la tercera palabra clave de la liturgia de esta
Noche santa. El Niño que anuncia Isaías lo llama él mismo “Príncipe de la paz”. De
su reino se dice: “La paz no tendrá fin”. En el Evangelio, se anuncia a los pastores
la “gloria de Dios en lo alto del cielo” y la “paz en la tierra”. Antes se decía: “a los
hombres de buena voluntad”; en las nuevas traducciones se dice: “a los hombres que
él ama”. ¿Por qué este cambio? ¿Ya no cuenta la buena voluntad? Formulemos mejor
la pregunta: ¿Quienes son los hombres que Dios ama y por qué los ama? ¿Acaso Dios
es parcial? ¿Ama tal vez sólo a determinadas personas y abandona a las demás a su
suerte? El Evangelio responde a estas preguntas presentando algunas personas
concretas amadas por Dios. Algunas lo son individualmente: María, José, Isabel,
Zacarías, Simeón, Ana, etc. Pero también hay dos grupos de personas: los pastores
y los sabios del oriente, los llamados reyes magos. Detengámonos esta noche en los
1102 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
pastores. ¿Qué tipo de hombres son? En su ambiente, los pastores eran despreciados;
eran considerados poco de fiar y en los tribunales no se les admitía como testigos.
Pero ¿quiénes eran en realidad? Ciertamente no eran grandes santos, si con este
término se entiende personas de virtudes heroicas. Eran almas simples. El Evangelio
destaca una característica que luego, en las palabras de Jesús, tendrá un papel
importante: eran personas vigilantes. Esto vale ante todo en su sentido exterior: por
la noche velaban cercanos a sus ovejas. Pero también tiene un sentido más profundo:
estuvieron disponibles para la palabra de Dios. Su vida no estaba cerrada en sí misma;
tenían un corazón abierto. De algún modo, en lo más íntimo de su ser, le estaban
esperando. Su vigilancia era disponibilidad; disponibilidad para escuchar, disponibilidad para ponerse en camino; era espera de la luz que les indicara el camino. Esto
es lo que a Dios le interesa. Él ama a todos porque todos son criaturas suyas. Pero
algunas personas han cerrado su alma; su amor no encuentra en ellas resquicio alguno
por donde entrar. Creen no necesitar a Dios; no lo quieren. Otros, quizás moralmente
igual de pobres y pecadores, al menos sufren por ello. Esperan en Dios. Saben que
necesitan su bondad, aunque no tengan una idea precisa de ella. En su espíritu abierto
a la esperanza, puede entrar la luz de Dios y, con ella, su paz. Dios busca a personas
que sean portadoras de su paz y la comuniquen. Roguémosle para que no encuentre
cerrado nuestro corazón. Esforcémonos por ser capaces de ser portadores activos de
su paz, precisamente en nuestro tiempo.
Además, la palabra paz ha adquirido un significado del todo especial para los
cristianos: se ha convertido en un nombre para designar la Eucaristía. En ella está
presente la paz de Cristo. Mediante todos los lugares donde se celebra la Eucaristía,
se extiende en el mundo entero como una red de paz. Las comunidades reunidas en
torno a la Eucaristía son un reino de paz vasto como el mundo. Cuando celebramos
la Eucaristía nos encontramos en Belén, en la “casa del pan”. Cristo se nos da, y con
ello nos da su paz. Nos la da para que llevemos la luz de la paz en lo más hondo de
nuestro ser y la comuniquemos a los otros; para que seamos agentes de la paz y
contribuyamos así a la paz en el mundo. Por eso rogamos: Cumple tu promesa, Señor.
Haz que donde hay discordia nazca la paz; que surja el amor donde reina el odio; que
se haga luz donde dominan las tinieblas. Haz que seamos portadores de tu paz. Amén.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1103
MENSAJE URBI ET ORBI
Navidad, 25 de diciembre de 2005
«Os anuncio una gran alegría...: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un
Salvador: el Mesías, el Señor»(cf. Lc 2,10-11). Esta noche hemos escuchado de
nuevo las palabras del ángel a los pastores y hemos revivido el clima de aquella
Noche santa, la Noche de Belén, cuando el Hijo de Dios se ha hecho hombre y,
naciendo en una humilde gruta, ha puesto su morada entre nosotros. En este día
solemne resuena el anuncio del ángel, que es también una invitación para nosotros,
hombres y mujeres del tercer milenio, a acoger al Salvador. Que los hombres de hoy
no duden en recibirlo en sus propias casas, en las ciudades, en las naciones y en cada
rincón de la tierra. Es cierto que en el milenio concluido hace poco, y especialmente
en los últimos siglos, se han logrado tantos progresos en el campo técnico y
científico; son ingentes los recursos materiales de los que hoy podemos disponer. No
obstante, el hombre de la era tecnológica, si se encamina hacia una atrofia espiritual
y a un vacío del corazón, corre el riesgo de ser víctima de los mismos éxitos de su
inteligencia y de los resultados de sus capacidades operativas. Por eso es importante
que abra la propia mente y el propio corazón a la Navidad de Cristo, acontecimiento
de salvación capaz de imprimir renovada esperanza a la existencia de todo ser
humano.
«Despiértate, hombre: por ti, Dios se ha hecho hombre»(S. Agustín, Serm., 185).
¡Despierta, hombre del tercer milenio! En Navidad, el Omnipotente se hace niño y
pide ayuda y protección; su modo de ser Dios pone en crisis nuestro modo de ser
hombres; su llamar a nuestras puertas nos interpela, interpela nuestra libertad y nos
pide que revisemos nuestra relación con la vida y nuestro modo de concebirla. A
menudo, se presenta la edad moderna como inicio del sueño de la razón, como si la
humanidad hubiera salido finalmente a la luz, superando un periodo oscuro. Pero, sin
Cristo, la luz de la razón no basta para iluminar al hombre y al mundo. Por eso la
palabra evangélica del día de Navidad – « era la luz verdadera, que alumbra a todo
hombre » (Jn 1,9) – resuena más que nunca como anuncio de salvación para todos.
« Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo
encarnado » (Const.Gaudium et spes,22).La Iglesia no se cansa de repetir este
mensaje de esperanza reiterado por el Concilio Vaticano II, concluido precisamente
hace cuarenta años.
Hombre moderno, adulto y, sin embargo, a veces débil en el pensamiento y en la
voluntad, ¡déjate llevar de la mano por el Niño de Belén, no temas, fíate de Él! La
fuerza vivificante de su luz te alienta a comprometerte en la construcción de un nuevo
orden mundial fundado sobre relaciones éticas y económicas justas. Su amor guía a
los pueblos y esclarece su conciencia común de ser “familia” llamada a construir
vínculos de confianza y de ayuda mutua. Una humanidad unida podrá afrontar los
numerosos y preocupantes problemas del momento actual: desde la acechanza
1104 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
terrorista a las condiciones de pobreza humillante en la que viven millones de seres
humanos, desde la proliferación de las armas a las pandemias y al deterioro ambiental
que amenaza el futuro del planeta.
Que Dios que se ha hecho hombre por amor al hombre aliente a todos los que
trabajan por la paz y el desarrollo integral en África, oponiéndose a las luchas
fratricidas, para que se consoliden los procesos políticos todavía frágiles y se
salvaguarden los más elementales derechos de los que están sumidos en trágicas
situaciones, como en Darfur y en otras regiones de África central. Que lleve a los
pueblos latinoamericanos a vivir en paz y concordia. Que anime a los hombres de
buena voluntad en Tierra Santa, en Irak, en Líbano, donde, aunque no falten signos
esperanzadores, éstos han de ser confirmados por comportamientos inspirados en la
lealtad y la sabiduría; que favorezca los procesos de diálogo en la Península coreana
y en otras partes de los Países asiáticos, a fin de que se superen las divergencias
peligrosas y, con espíritu amistoso, se alcancen los logros de paz que tanto esperan
sus pobladores. En Navidad nuestro espíritu se abre a la esperanza contemplando la
gloria divina escondida en la pobreza de un Niño envuelto en pañales y acostado en
un pesebre: es el Creador del universo reducido a la impotencia de un recién nacido.
Aceptar esta paradoja, la paradoja de la Navidad, es descubrir la Verdad que nos hace
libres y el amor que transforma la existencia. En la noche de Belén, el Redentor se
hace uno de nosotros, para ser compañero nuestro en los caminos insidiosos de la
historia. Tomemos la mano que Él nos tiende: es una mano que nada nos quiere quitar,
sino sólo dar.
Entremos con los pastores en la choza de Belén, bajo la mirada amorosa de María,
testigo silencioso del prodigioso nacimiento. Que Ella nos ayude a vivir una buena
Navidad; que nos enseñe a guardar en el corazón el misterio de Dios, que se ha hecho
hombre por nosotros; que nos guíe para dar al mundo testimonio de su verdad, de su
amor y de su paz.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1105
MENSAJE DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI PARA LA CELEBRACIÓN DE LA JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ
1 de enero de 2006
En la verdad, la paz
1. Con el tradicional Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, al principio del
nuevo año, deseo hacer llegar un afectuoso saludo a todos los hombres y a todas las
mujeres del mundo, de modo especial a los que sufren a causa de la violencia y de los
conflictos armados. Es también un deseo lleno de esperanza por un mundo más
sereno, en el que aumente el número de quienes, tanto individual como
comunitariamente, se esfuerzan por seguir las vías de la justicia y la paz.
2. Antes de nada, quisiera rendir un homenaje agradecido a mis amados predecesores, los grandes Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, inspirados artífices de paz.
Animados por el espíritu de las Bienaventuranzas, supieron leer en los numerosos
acontecimientos históricos que marcaron sus respectivos pontificados la intervención
providencial de Dios, que nunca olvida la suerte del género humano. Como incansables
mensajeros del Evangelio, invitaron repetidamente a todos a reemprender desde Dios
la promoción de una convivencia pacífica en todas las regiones de la tierra. Mi primer
Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz sigue la línea de esta noble enseñanza: con
él, deseo confirmar una vez más la firme voluntad de la Santa Sede de continuar
sirviendo a la causa de la paz. El nombre mismo de Benedicto, que adopté el día en que
fui elegido para la Cátedra de Pedro, quiere indicar mi firme decisión de trabajar por
la paz. En efecto, he querido hacer referencia tanto al Santo Patrono de Europa,
inspirador de una civilización pacificadora de todo el Continente, así como al Papa
Benedicto XV, que condenó la primera Guerra Mundial como una «matanza inútil»[1]
y se esforzó para que todos reconocieran las razones superiores de la paz.
3. El tema de reflexión de este año —«En la verdad, la paz»— expresa la convicción
de que, donde y cuando el hombre se deja iluminar por el resplandor de la verdad,
emprende de modo casi natural el camino de la paz. La Constitución pastoral Gaudium
et spes del Concilio Ecuménico Vaticano II, clausurado hace ahora 40 años, afirma que
la humanidad no conseguirá construir « un mundo más humano para todos los hombres,
en todos los lugares de la tierra, a no ser que todos, con espíritu renovado, se conviertan
a la verdad de la paz ».[2] Pero, ¿a qué nos referimos al utilizar la expresión « verdad de
la paz »? Para contestar adecuadamente a esta pregunta se ha de tener presente que la
paz no puede reducirse a la simple ausencia de conflictos armados, sino que debe
entenderse como « el fruto de un orden asignado a la sociedad humana por su divino
Fundador », un orden « que los hombres, siempre sedientos de una justicia más perfecta,
han de llevar a cabo ».[3] En cuanto resultado de un orden diseñado y querido por el amor
de Dios, la paz tiene su verdad intrínseca e inapelable, y corresponde « a un anhelo y
una esperanza que nosotros tenemos de manera imborrable».[4]
4. La paz, concebida de este modo, es un don celestial y una gracia divina, que
exige a todos los niveles el ejercicio de una responsabilidad mayor: la de conformar
—en la verdad, en la justicia, en la libertad y en el amor— la historia humana con el
1106 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
orden divino. Cuando falta la adhesión al orden trascendente de la realidad, o bien el
respeto de aquella «gramática» del diálogo que es la ley moral universal, inscrita en
el corazón del hombre;[5] cuando se obstaculiza y se impide el desarrollo integral de
la persona y la tutela de sus derechos fundamentales; cuando muchos pueblos se ven
obligados a sufrir injusticias y desigualdades intolerables, ¿cómo se puede esperar la
consecución del bien de la paz? En efecto, faltan los elementos esenciales que
constituyen la verdad de dicho bien. San Agustín definía la paz como « tranquillitas
ordinis »,[6] la tranquilidad del orden, es decir, aquella situación que permite en
definitiva respetar y realizar por completo la verdad del hombre.
5. Entonces, ¿quién y qué puede impedir la consecución de la paz? A este propósito,
la Sagrada Escritura, en su primer Libro, el Génesis, resalta la mentira pronunciada al
principio de la historia por el ser de lengua bífida, al que el evangelista Juan califica
como « padre de la mentira » (Jn 8,44). La mentira es también uno de los pecados que
recuerda la Biblia en el capítulo final de su último Libro, el Apocalipsis, indicando la
exclusión de los mentirosos de la Jerusalén celeste: «¡Fuera... todo el que ame y
practique la mentira! » (22,15). La mentira está relacionada con el drama del pecado
y sus consecuencias perversas, que han causado y siguen causando efectos devastadores
en la vida de los individuos y de las naciones. Baste pensar en todo lo que ha sucedido
en el siglo pasado, cuando sistemas ideológicos y políticos aberrantes han tergiversado
de manera programada la verdad y han llevado a la explotación y al exterminio de un
número impresionante de hombres y mujeres, e incluso de familias y comunidades
enteras. Después de tales experiencias, ¿cómo no preocuparse seriamente ante las
mentiras de nuestro tiempo, que son como el telón de fondo de escenarios amenazadores de muerte en diversas regiones del mundo? La auténtica búsqueda de la paz requiere
tomar conciencia de que el problema de la verdad y la mentira concierne a cada hombre
y a cada mujer, y que es decisivo para un futuro pacífico de nuestro planeta.
6. La paz es un anhelo imborrable en el corazón de cada persona, por encima de las
identidades culturales específicas. Precisamente por esto, cada uno ha de sentirse
comprometido en el servicio de un bien tan precioso, procurando que ningún tipo de
falsedad contamine las relaciones. Todos los hombres pertenecen a una misma y única
familia. La exaltación exasperada de las propias diferencias contrasta con esta verdad de
fondo. Hay que recuperar la conciencia de estar unidos por un mismo destino, trascendente en última instancia, para poder valorar mejor las propias diferencias históricas y
culturales, buscando la coordinación, en vez de la contraposición, con los miembros de
otras culturas. Estas simples verdades son las que hacen posible la paz; y son fácilmente
comprensibles cuando se escucha al propio corazón con pureza de intención. Entonces
la paz se presenta de un modo nuevo: no como simple ausencia de guerra, sino como
convivencia de todos los ciudadanos en una sociedad gobernada por la justicia, en la cual
se realiza en lo posible, además, el bien para cada uno de ellos. La verdad de la paz llama
a todos a cultivar relaciones fecundas y sinceras, estimula a buscar y recorrer la vía del
perdón y la reconciliación, a ser transparentes en las negociaciones y fieles a la palabra
dada. En concreto, el discípulo de Cristo, que se ve acechado por el mal y por eso
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1107
necesitado de la intervención liberadora del divino Maestro, se dirige a Él con confianza,
consciente de que « Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca » (1 P 2,22;
cf. Is 53,9). En efecto, Jesús se presentó como la Verdad en persona y, hablando en una
visión al vidente del Apocalipsis, manifestó un rechazo total a « todo el que ame y
practique la mentira » (Ap 22,15). Él es quien revela la plena verdad del hombre y de la
historia. Con la fuerza de su gracia es posible estar en la verdad y vivir de la verdad, porque
sólo Él es absolutamente sincero y fiel. Jesús es la verdad que nos da la paz.
7. La verdad de la paz ha de tener un valor en sí misma y hacer valer su luz beneficiosa,
incluso en las situaciones trágicas de guerra. Los Padres del Concilio Ecuménico
Vaticano II, en la Constitución pastoral Gaudium et spes, subrayan que « una vez
estallada desgraciadamente la guerra, no todo es lícito entre los contendientes ».[7] La
Comunidad Internacional ha elaborado un derecho internacional humanitario para
limitar lo más posible las consecuencias devastadoras de la guerra, sobre todo entre la
población civil. La Santa Sede ha expresado en numerosas ocasiones y de diversas formas
su apoyo a este derecho humanitario, animando a respetarlo y aplicarlo con diligencia,
convencida de que, incluso en la guerra, existe la verdad de la paz. El derecho
internacional humanitario se ha de considerar una de las manifestaciones más felices y
eficaces de las exigencias que se derivan de la verdad de la paz. Precisamente por eso, se
impone como un deber para todos los pueblos respetar este derecho. Se ha de apreciar su
valor y es preciso garantizar su correcta aplicación, actualizándolo con normas concretas
capaces de hacer frente a los escenarios variables de los actuales conflictos armados, así
como al empleo de armamentos nuevos y cada vez más sofisticados.
8. Pienso con gratitud en las Organizaciones Internacionales y en todos los que
trabajan con esfuerzo constante para aplicar el derecho internacional humanitario.
¿Cómo podría olvidar, a este respecto, a tantos soldados empeñados en delicadas
operaciones para controlar los conflictos y restablecer las condiciones necesarias
para lograr la paz? A ellos deseo recordar también las palabras del Concilio Vaticano
II: « Los que, destinados al servicio de la patria, se encuentran en el ejército, deben
considerarse a sí mismos como servidores de la seguridad y de la libertad de los
pueblos, y mientras desempeñan correctamente esta función, contribuyen realmente
al establecimiento de la paz ».[8] En esta apremiante perspectiva se sitúa la acción
pastoral de los Obispados castrenses de la Iglesia católica: dirijo mi aliento tanto a
los Ordinarios como a los capellanes castrenses para que sigan siendo, en todo ámbito
y situación, fieles evangelizadores de la verdad de la paz.
9. Hoy en día, la verdad de la paz sigue estando en peligro y negada de manera
dramática por el terrorismo que, con sus amenazas y acciones criminales, es capaz de
tener al mundo en estado de ansiedad e inseguridad. Mis Predecesores Pablo VI y Juan
Pablo II intervinieron en muchas ocasiones para denunciar la terrible responsabilidad
de los terroristas y condenar la insensatez de sus planes de muerte. En efecto, estos
planes se inspiran con frecuencia en un nihilismo trágico y sobrecogedor, que el Papa
Juan Pablo II describió con estas palabras: «Quien mata con atentados terroristas
cultiva sentimientos de desprecio hacia la humanidad, manifestando desesperación
1108 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
ante la vida y el futuro; desde esta perspectiva, se puede odiar y destruir todo ».[9] Pero
no sólo el nihilismo, sino también el fanatismo religioso, que hoy se llama frecuentemente fundamentalismo, puede inspirar y alimentar propósitos y actos terroristas.
Intuyendo desde el principio el peligro destructivo que representa el fundamentalismo
fanático, Juan Pablo II lo denunció enérgicamente, llamando la atención sobre quienes
pretenden imponer con la violencia la propia convicción acerca de la verdad, en vez de
proponerla a la libre aceptación de los demás. Y añadía: «Pretender imponer a otros con
la violencia lo que se considera como la verdad, significa violar la dignidad del ser
humano y, en definitiva, ultrajar a Dios, del cual es imagen ».[10]
10. Bien mirado, tanto el nihilismo como el fundamentalismo mantienen una relación
errónea con la verdad: los nihilistas niegan la existencia de cualquier verdad, los
fundamentalistas tienen la pretensión de imponerla con la fuerza. Aun cuando tienen
orígenes diferentes y sus manifestaciones se producen en contextos culturales distintos,
el nihilismo y el fundamentalismo coinciden en un peligroso desprecio del hombre y de
su vida y, en última instancia, de Dios mismo. En efecto, en la base de tan trágico resultado
común está, en último término, la tergiversación de la plena verdad de Dios: el nihilismo
niega su existencia y su presencia providente en la historia; el fundamentalismo fanático
desfigura su rostro benevolente y misericordioso, sustituyéndolo con ídolos hechos a su
propia imagen. En el análisis de las causas del fenómeno contemporáneo del terrorismo
es deseable que, además de las razones de carácter político y social, se tengan en cuenta
también las más hondas motivaciones culturales, religiosas e ideológicas.
11. Ante los riesgos que vive la humanidad en nuestra época, es tarea de todos los
católicos intensificar en todas las partes del mundo el anuncio y el testimonio del «
Evangelio de la paz », proclamando que el reconocimiento de la plena verdad de Dios
es una condición previa e indispensable para la consolidación de la verdad de la paz.
Dios es Amor que salva, Padre amoroso que desea ver cómo sus hijos se reconocen
entre ellos como hermanos, responsablemente dispuestos a poner los diversos talentos
al servicio del bien común de la familia humana. Dios es fuente inagotable de la
esperanza que da sentido a la vida personal y colectiva. Dios, sólo Dios, hace eficaz
cada obra de bien y de paz. La historia ha demostrado con creces que luchar contra Dios
para extirparlo del corazón de los hombres lleva a la humanidad, temerosa y empobrecida, hacia opciones que no tienen futuro. Esto ha de impulsar a los creyentes en Cristo
a ser testigos convincentes de Dios, que es verdad y amor al mismo tiempo, poniéndose
al servicio de la paz, colaborando ampliamente en el ámbito ecuménico, así como con
las otras religiones y con todos los hombres de buena voluntad.
12. Al observar el actual contexto mundial, podemos constatar con agrado algunas
señales prometedoras en el camino de la construcción de la paz. Pienso, por ejemplo,
en la disminución numérica de los conflictos armados. Ciertamente, se trata todavía
de pasos muy tímidos en el camino de la paz, pero que permiten vislumbrar ya un
futuro de mayor serenidad, en particular para las poblaciones tan castigadas de
Palestina, la tierra de Jesús, y para los habitantes de algunas regiones de África y de
Asia, que esperan desde hace años una conclusión positiva de los procesos de
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1109
pacificación y reconciliación emprendidos. Son signos consoladores, que necesitan
ser confirmados y consolidados mediante una acción concorde e infatigable, sobre
todo por parte de la Comunidad Internacional y de sus Organismos, encargados de
prevenir los conflictos y dar una solución pacífica a los actuales.
13. No obstante, todo esto no debe inducir a un optimismo ingenuo. En efecto, no
se puede olvidar que, por desgracia, existen todavía sangrientas contiendas fratricidas
y guerras desoladoras que siembran lágrimas y muerte en vastas zonas de la tierra. Hay
situaciones en las que el conflicto, encubierto como el fuego bajo la ceniza, puede
estallar de nuevo causando una destrucción de imprevisible magnitud. Las autoridades
que, en lugar de hacer lo que está en sus manos para promover eficazmente la paz,
fomentan en los ciudadanos sentimientos de hostilidad hacia otras naciones, asumen
una gravísima responsabilidad: ponen en peligro, en zonas ya de riesgo, los delicados
equilibrios alcanzados a costa de laboriosas negociaciones, contribuyendo así a hacer
más inseguro y sombrío el futuro de la humanidad. ¿Qué decir, además, de los
gobiernos que se apoyan en las armas nucleares para garantizar la seguridad de su país?
Junto con innumerables personas de buena voluntad, se puede afirmar que este
planteamiento, además de funesto, es totalmente falaz. En efecto, en una guerra nuclear
no habría vencedores, sino sólo víctimas. La verdad de la paz exige que todos —tanto
los gobiernos que de manera declarada u oculta poseen armas nucleares, como los que
quieren procurárselas— inviertan conjuntamente su orientación con opciones claras y
firmes, encaminándose hacia un desarme nuclear progresivo y concordado. Los
recursos ahorrados de este modo podrían emplearse en proyectos de desarrollo en favor
de todos los habitantes y, en primer lugar, de los más pobres.
14. A este propósito, se han de mencionar con amargura los datos sobre un aumento
preocupante de los gastos militares y del comercio siempre próspero de las armas,
mientras se quedan como estancadas en el pantano de una indiferencia casi general el
proceso político y jurídico emprendido por la Comunidad Internacional para consolidar
el camino del desarme. ¿Qué futuro de paz será posible si se continúa invirtiendo en la
producción de armas y en la investigación dedicada a desarrollar otras nuevas? El
anhelo que brota desde lo más profundo del corazón es que la Comunidad Internacional
sepa encontrar la valentía y la cordura de impulsar nuevamente, de manera decidida y
conjunta, el desarme, aplicando concretamente el derecho a la paz, que es propio de
cada hombre y de cada pueblo. Los diversos Organismos de la Comunidad Internacional, comprometiéndose a salvaguardar el bien de la paz, obtendrían la autoridad moral
que es indispensable para hacer creíbles e incisivas sus iniciativas.
15. Los primeros beneficiarios de una valiente opción por el desarme serán los
países pobres que, después de tantas promesas, reclaman justamente la realización
concreta del derecho al desarrollo. Este derecho también ha sido reafirmado solemnemente en la reciente Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas,
que ha celebrado este año el 60 aniversario de su fundación.
La Iglesia católica, a la vez que confirma su confianza en esta Organización
internacional, desea su renovación institucional y operativa que la haga capaz de
1110 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
responder a las nuevas exigencias de la época actual, caracterizada por el fenómeno
difuso de la globalización. La Organización de las Naciones Unidas ha de llegar a
ser un instrumento cada vez más eficiente para promover en el mundo los valores
de la justicia, de la solidaridad y de la paz. La Iglesia, por su parte, fiel a la misión
que ha recibido de su Fundador, no deja de proclamar por doquier el «Evangelio de
la paz». Animada por su firme convicción de prestar un servicio indispensable a
cuantos se dedican a promover la paz, recuerda a todos que, para que la paz sea
auténtica y duradera, ha de estar construida sobre la roca de la verdad de Dios y de
la verdad del hombre. Sólo esta verdad puede sensibilizar los ánimos hacia la
justicia, abrirlos al amor y a la solidaridad, y alentar a todos a trabajar por una
humanidad realmente libre y solidaria. Ciertamente, sólo sobre la verdad de Dios
y del hombre se construyen los fundamentos de una auténtica paz.
16. Al concluir este mensaje, quiero dirigirme de modo particular a los creyentes
en Cristo, para renovarles la invitación a ser discípulos atentos y disponibles del
Señor. Escuchando el Evangelio, queridos hermanos y hermanas, aprendemos a
fundamentar la paz en la verdad de una existencia cotidiana inspirada en el mandamiento del amor. Es necesario que cada comunidad se entregue a una labor intensa
y capilar de educación y de testimonio, que ayude a cada uno a tomar conciencia de
que urge descubrir cada vez más a fondo la verdad de la paz. Al mismo tiempo, pido
que se intensifique la oración, porque la paz es ante todo don de Dios que se ha de
suplicar continuamente. Gracias a la ayuda divina, resultará ciertamente más convincente e iluminador el anuncio y el testimonio de la verdad de la paz. Dirijamos con
confianza y filial abandono la mirada hacia María, la Madre del Príncipe de la Paz.
Al principio de este nuevo año le pedimos que ayude a todo el Pueblo de Dios a ser
en toda situación agente de paz, dejándose iluminar por la Verdad que nos hace libres
(cf. Jn 8,32). Que por su intercesión la humanidad incremente su aprecio por este bien
fundamental y se comprometa a consolidar su presencia en el mundo, para legar un
futuro más sereno y más seguro a las generaciones venideras.
Vaticano, 8 de diciembre de 2005.
BENEDICTO PP. XVI
NOTAS
[1] Llamamiento a los Jefes de los pueblos beligerantes (1 agosto 1917): AAS 9 (1917) 423.
[2] N. 77.
[3] Ibíd. 78.
[4] Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada mundial de la paz 2004, 9.
[5] Cf. Juan Pablo II, Discurso a la 50a Asamblea General de las Naciones Unidas, 5 octubre 1995, 3.
[6] De civitate Dei, XIX, 13.
[7] N. 79.
[8] Ibíd.
[9] Mensaje para Jornada mundial de la Paz 2002, 6.
[10] Ibíd.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1111
MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA XCII
JORNADA MUNDIAL DEL EMIGRANTE Y EL REFUGIADO (15
DE ENERO DE 2006)
“Migraciones: signo de los tiempos”
Queridos hermanos y hermanas:
Hace cuarenta años se concluía el concilio ecuménico Vaticano II, cuya rica
enseñanza abarca numerosos campos de la vida eclesial. En particular, la constitución pastoral Gaudium et spes realizó un atento análisis de la compleja realidad del
mundo contemporáneo, buscando los modos más adecuados para llevar a los
hombres de hoy el mensaje evangélico. Con ese fin, acogiendo la invitación del beato
Juan XXIII, los padres conciliares se esforzaron por escrutar los signos de los
tiempos, interpretándolos a la luz del Evangelio, para brindar a las nuevas generaciones la posibilidad de responder adecuadamente a los interrogantes perennes sobre el
sentido de la vida presente y futura, y sobre el planteamiento correcto de las
relaciones sociales (cf. Gaudium et spes, 4). Entre los signos de los tiempos
reconocibles hoy se pueden incluir ciertamente las migraciones, un fenómeno que a
lo largo del siglo recién concluido asumió una configuración, por decirlo así,
estructural, transformándose en una característica importante del mercado del trabajo a nivel mundial, como consecuencia, entre otras cosas, del fuerte impulso ejercido
por la globalización. Naturalmente, en este “signo de los tiempos” confluyen
diversos componentes. En efecto, comprende las migraciones internas y las internacionales, las forzadas y las voluntarias, las legales y las irregulares, también sujetas
a la plaga del tráfico de seres humanos. Y no se puede olvidar la categoría de los
estudiantes extranjeros, cuyo número aumenta cada año en el mundo.
Con respecto a los que emigran por motivos económicos, cabe destacar el reciente
hecho de la “feminización” del fenómeno, es decir, la creciente presencia en él de la
mujer. En efecto, en el pasado, quienes emigraban eran sobre todo los hombres,
aunque no faltaban nunca las mujeres; sin embargo, entonces ellas emigraban sobre
todo para acompañar a sus respectivos maridos o padres, o para reunirse con ellos
donde se encontraban ya. Hoy, aun siendo todavía numerosas esas situaciones, la
emigración femenina tiende a ser cada vez más autónoma: la mujer cruza por sí
misma los confines de su patria en busca de un empleo en el país de destino. Más aún,
en ocasiones, la mujer emigrante se ha convertido en la principal fuente de ingresos
para su familia. De hecho, la presencia femenina se da sobre todo en los sectores que
ofrecen salarios bajos. Por eso, si los trabajadores emigrantes son particularmente
vulnerables, entre ellos las mujeres lo son más aún. Los ámbitos de empleo más
frecuentes para las mujeres son, además de los quehaceres domésticos, la asistencia
a los ancianos, la atención a las personas enfermas y los servicios relacionados con
el hospedaje en hoteles. En estos campos los cristianos están llamados a manifestar
1112 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
su compromiso en favor del trato justo a la mujer emigrante, del respeto a su
feminidad y del reconocimiento de sus derechos iguales.
No se puede por menos de mencionar, en este contexto, el tráfico de seres
humanos, sobre todo de mujeres, que prospera donde son escasas las oportunidades
de mejorar la propia condición de vida, o simplemente de sobrevivir. Al traficante le
resulta fácil ofrecer sus “servicios” a las víctimas, que con frecuencia no albergan ni
la más mínima sospecha de lo que deberán afrontar luego. En algunos casos, hay
mujeres y muchachas que son destinadas a ser explotadas, en el trabajo, casi como
esclavas, y a veces incluso en la industria del sexo. Al no poder profundizar aquí el
análisis de las consecuencias de esa migración, hago mía la condena que expresó Juan
Pablo II contra “la difundida cultura hedonista y comercial que promueve la
explotación sistemática de la sexualidad” (Carta a las mujeres, 29 de junio de 1995,
n. 5). Aquí se halla todo un programa de redención y liberación, del que los cristianos
no pueden desentenderse.
Por lo que atañe a la otra categoría de emigrantes, la de los que piden asilo y de
los refugiados, quisiera destacar que en general se suele afrontar el problema
constituido por su ingreso, sin interrogarse también acerca de las razones que los han
impulsado a huir de su país de origen. La Iglesia contempla este mundo de sufrimiento y de violencia con los ojos de Jesús, que se conmovía ante el espectáculo de las
muchedumbres que andaban errantes como ovejas sin pastor (cf. Mt 9, 36). Esperanza, valentía, amor y también “creatividad de la caridad” (Novo millennio ineunte, 50)
deben impulsar el necesario compromiso, humano y cristiano, para socorrer a estos
hermanos y hermanas en sus sufrimientos. Sus Iglesias de origen deben manifestarles
su solicitud con el envío de asistentes de su misma lengua y cultura, en
diálogo de caridad con las Iglesias particulares de acogida.
Por último, a la luz de los actuales “signos de los tiempos”, merece particular
atención el fenómeno de los estudiantes extranjeros. Su número, también gracias a
los “intercambios” entre las diversas universidades, especialmente en Europa,
registra un aumento constante, con los consiguientes problemas, también pastorales,
que la Iglesia no puede descuidar. Esto vale de modo especial para los estudiantes
procedentes de los países en vías de desarrollo, para los cuales la experiencia
universitaria puede constituir una ocasión extraordinaria de enriquecimiento espiritual.
A la vez que invoco la asistencia divina para quienes, impulsados por el deseo de
contribuir a la promoción de un futuro de justicia y paz en el mundo, trabajan con
empeño en el campo de la pastoral al servicio de la movilidad humana, envío a todos,
como prenda de afecto, una especial bendición apostólica.
Vaticano, 18 de octubre de 2005
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1113
Congregaciones
CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA
INSTRUCCIÓN
SOBRE LOS CRITERIOS DE DISCERNIMIENTO VOCACIONAL EN
RELACIÓN CON LAS PERSONAS DE TENDENCIAS
HOMOSEXUALESANTES DE SU ADMISIÓN AL SEMINARIO Y A
LAS ÓRDENES SAGRADAS
INTRODUCCIÓN
En continuidad con la enseñanza del Concilio Vaticano II y, en particular, con el
decreto Optatam totius[1] sobre la formación sacerdotal, la Congregación para la
Educación Católica ha publicado diversos documentos con el fin de promover la
adecuada formación integral de los futuros sacerdotes, ofreciendo orientaciones y
normas precisas acerca de varios de sus aspectos.[2] El Sínodo de los Obispos de 1990
también reflexionó sobre la formación de los sacerdotes en las circunstancias
actuales, con la intención de aplicar la doctrina conciliar sobre este tema y hacerla
más explícita y adecuada al mundo contemporáneo. Como fruto de este Sínodo, Juan
Pablo II publicó la Exhortación Apostólica Postsinodal Pastores dabo vobis.[3]
A la luz de esta rica enseñanza, la presente Instrucción no pretende tratar todas las
cuestiones de orden afectivo o sexual que requieren atento discernimiento a lo largo
del período formativo. Contiene únicamente normas acerca de una cuestión particular que las circunstancias actuales han hecho más urgente, a saber, la admisión o no
admisión al Seminario y a las Órdenes Sagradas de candidatos con tendencias
homosexuales profundamente arraigadas.
1. Madurez afectiva y paternidad espiritual
Según la constante Tradición de la Iglesia recibe válidamente la Sagrada Ordenación exclusivamente el bautizado de sexo masculino.[4] A través del sacramento del
Orden el Espíritu Santo configura al candidato, por un título nuevo y específico, con
Jesucristo: el sacerdote, en efecto, representa sacramentalmente a Cristo Cabeza,
Pastor y Esposo de la Iglesia.[5] Por razón de esta configuración con Cristo, la vida
toda del ministro sagrado debe estar animada por la entrega de su persona a la Iglesia
y por una auténtica caridad pastoral.[6]
El candidato al ministerio ordenado debe, por tanto, alcanzar la madurez afectiva.
Tal madurez lo capacitará para situarse en una relación correcta con hombres y
mujeres, desarrollando en él un verdadero sentido de la paternidad espiritual en
relación con la comunidad eclesial que le será confiada.[7]
2. La homosexualidad y el ministerio ordenado
Desde el Concilio Vaticano II hasta hoy diversos documentos del Magisterio y
especialmente el Catecismo de la Iglesia Católica han confirmado la enseñanza de la
1114 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
Iglesia sobre la homosexualidad. El Catecismo distingue entre los actos homosexuales y las tendencias homosexuales.
Respecto a los actos enseña que en la Sagrada Escritura éstos son presentados
como pecados graves. La Tradición los ha considerado siempre intrínsecamente
inmorales y contrarios a la ley natural. Por tanto, no pueden aprobarse en ningún caso.
Por lo que se refiere a las tendencias homosexuales profundamente arraigadas, que se encuentran en un cierto número de hombres y mujeres, son
también éstas objetivamente desordenadas y con frecuencia constituyen,
también para ellos, una prueba. Tales personas deben ser acogidas con respeto
y delicadeza; respecto a ellas se evitará cualquier estigma que indique una
injusta discriminación. Ellas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en
sus vidas y a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que puedan
encontrar. [8]
A la luz de tales enseñanzas este Dicasterio, de acuerdo con la Congregación para
el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, cree necesario afirmar con
claridad que la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión,[9] no
puede admitir al Seminario y a las Órdenes Sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostienen
la así llamada cultura gay.[10]
Dichas personas se encuentran, efectivamente, en una situación que obstaculiza
gravemente una correcta relación con hombres y mujeres. De ningún modo pueden
ignorarse las consecuencias negativas que se pueden derivar de la Ordenación de
personas con tendencias homosexuales profundamente arraigadas.
Si se tratase, en cambio, de tendencias homosexuales que fuesen sólo la expresión
de un problema transitorio, como, por ejemplo, el de una adolescencia todavía no
terminada, ésas deberán ser claramente superadas al menos tres años antes de la
Ordenación diaconal.
3. El discernimiento de la idoneidad de los candidatos por parte de la Iglesia
Dos son los aspectos inseparables en toda vocación sacerdotal: el don gratuito de
Dios y la libertad responsable del hombre. La vocación es un don de la gracia divina,
recibido a través de la Iglesia, en la Iglesia y para el servicio de la Iglesia.
Respondiendo a la llamada de Dios, el hombre se ofrece libremente a Él en el amor.[11]
El solo deseo de llegar a ser sacerdote no es suficiente y no existe un derecho a recibir
la Sagrada Ordenación. Compete a la Iglesia, responsable de establecer los requisitos
necesarios para la recepción de los Sacramentos instituidos por Cristo, discernir la
idoneidad de quien desea entrar en el Seminario,[12] acompañarlo durante los años de
la formación y llamarlo a las Órdenes Sagradas, si lo juzga dotado de las cualidades
requeridas.[13]
La formación del futuro sacerdote debe integrar, en una complementariedad
esencial, las cuatro dimensiones de la formación: humana, espiritual, intelectual y
pastoral.[14] En ese contexto, se debe anotar la particular importancia de la formación
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1115
humana, base necesaria de toda la formación.[15] Para admitir a un candidato a la
Ordenación diaconal, la Iglesia debe verificar, entre otras cosas, que haya sido
alcanzada la madurez afectiva del candidato al sacerdocio.[16]
La llamada a las Órdenes es responsabilidad personal del Obispo[17] o del Superior
Mayor. Teniendo presente el parecer de aquellos a los que se ha confiado la
responsabilidad de la formación, el Obispo o el Superior Mayor, antes de admitir al
candidato a la Ordenación, debe llegar a formarse un juicio moralmente cierto sobre
sus aptitudes. En caso de seria duda a este respecto, no debe admitirlo a la
Ordenación.[18]
Es también un grave deber del rector y de los demás formadores del Seminario el
discernimiento de la vocación y de la madurez del candidato. Antes de cada
Ordenación, el rector debe expresar su juicio sobre las cualidades requeridas por la
Iglesia.[19]
Corresponde al director espiritual una tarea importante en el discernimiento de la
idoneidad para la Ordenación. Aunque vinculado por el secreto, representa a la
Iglesia en el fuero interno. En los coloquios con el candidato debe recordarle de modo
muy particular las exigencias de la Iglesia sobre la castidad sacerdotal y sobre la
madurez afectiva específica del sacerdote, así como ayudarlo a discernir si posee las
cualidades necesarias.[20] Tiene la obligación de evaluar todas las cualidades de la
personalidad y cerciorarse de que el candidato no presenta desajustes sexuales
incompatibles con el sacerdocio. Si un candidato practica la homosexualidad o
presenta tendencias homosexuales profundamente arraigadas, su director espiritual,
así como su confesor, tienen el deber de disuadirlo en conciencia de seguir adelante
hacia la Ordenación.
Ciertamente el candidato mismo es el primer responsable de la propia formación. [21] Debe someterse confiadamente al discernimiento de la Iglesia, del
Obispo que llama a las Órdenes, del rector del Seminario, del director espiritual
y de los demás formadores a los que el Obispo o el Superior Mayor han confiado
la tarea de educar a los futuros sacerdotes. Sería gravemente deshonesto que el
candidato ocultara la propia homosexualidad para acceder, a pesar de todo, a la
Ordenación. Disposición tan falta de rectitud no corresponde al espíritu de
verdad, de lealtad y de disponibilidad que debe caracterizar la personalidad de
quien cree que ha sido llamado a servir a Cristo y a su Iglesia en el ministerio
sacerdotal.
CONCLUSIÓN
Esta Congregación reafirma la necesidad de que los Obispos, los Superiores
Mayores y todos los responsables implicados realicen un atento discernimiento sobre
la idoneidad de los candidatos a las Órdenes Sagradas, desde su admisión al
Seminario hasta la Ordenación. Este discernimiento debe hacerse a la luz de un
concepto de sacerdocio ministerial en sintonía con las enseñanzas de la Iglesia.
1116 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
Los Obispos, las Conferencias Episcopales y los Superiores Mayores vigilen para
que las normas de esta Instrucción sean observadas fielmente para el bien de los
candidatos mismos y para garantizar siempre a la Iglesia sacerdotes idóneos.
El Sumo Pontífice Benedicto XVI, con fecha del 31 de agosto de 2005, ha
aprobado la presente Instrucción y ha mandado su publicación.
Roma, 4 de noviembre de 2005, Memoria de San Carlos Borromeo, Patrono de los
Seminarios.
ZENON Card.GROCHOLEWSKI
Prefecto
J. MICHAEL MILLER, C.S.B.
Arzobispo tit. de Vertara Secretario
NOTAS
[1] Concilio Ecuménico Vaticano II, Decreto sobre la formación sacerdotal Optatam totius (28 de octubre de 1965): AAS
58 (1966), 713-727.
[2] Cf. Congregación para la Educación Católica, Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis (6 de enero de 1970;
edición nueva, 19 de marzo de 1985); Carta Circular sobre la enseñanza de la Filosofía en los Seminarios (20 de enero
de 1972); Orientaciones para la educación en el celibato sacerdotal (11 de abril de 1974); Carta Circular sobre la
enseñanza del Derecho Canónico para los aspirantes al sacerdocio (2 de abril de 1975); La formación teológica de
los futuros sacerdotes (22 de febrero de 1976); Epistula circularis de formatione vocationarum adultarum (14 de julio
de 1976); Instrucción sobre la formación litúrgica en los Seminarios (3 de junio de 1979); Carta Circular sobre algunos
aspectos más urgentes de la formación espiritual en los Seminarios (6 de enero de 1980); Orientaciones educativas
sobre el Amor Humano. Pautas de educación sexual (1 de noviembre de 1983); Carta Circular sobre la pastoral de
la Movilidad Humana en la formación de los futuros sacerdotes (25 de enero de 1985); Orientaciones para la formación
de los futuros sacerdotes para el uso de los instrumentos de la Comunicación Social (19 de marzo de 1986); Carta
Circular acerca de los estudios sobre las Iglesias Orientales (6 de enero de 1987); Carta Circular sobre la Virgen María
en la formación intelectual y espiritual (25 de marzo de 1988); Orientaciones para el estudio y la enseñanza de la
Doctrina Social de la Iglesia en la formación de los sacerdotes (30 de diciembre de 1988); Instrucción sobre el estudio
de los Padres de la Iglesia en la formación sacerdotal (10 de noviembre de 1989); Directrices sobre la preparación
de los Formadores en los Seminarios (4 de noviembre de 1993); Directrices sobre la formación de los seminaristas
acerca de los problemas relativos al matrimonio y a la familia (19 de marzo de 1995); Instrucción a las Conferencias
Episcopales sobre la admisión al Seminario de candidatos provenientes de otros Seminarios o Familias religiosas (9
de octubre de 1986 y 8 de marzo de 1996); El período Propedéutico: documento informativo (1 de mayo de 1998);
Lettere circolari circa le norme canoniche relative alle irregolarità e agli impedimenti sia ad Ordines recipiendos, sia
ad Ordines exercendos (27 de julio de 1992 y 2 de febrero de 199).
[3] Juan Pablo II, Exhortación apostólica postsinodal Pastores dabo vobis (25 de marzo de 1992): AAS 84 (1992), 657864.
[4] Cf. C.I.C., can. 1024 y C.C.E.O., can. 754; Juan Pablo II, Carta apostólica Ordinatio sacerdotalis sobre reservar la
Ordenación sacerdotal sólo a los hombres (22 de mayo de 1994): AAS 86 (1994), 545-548.
[5] Cf. Concilio Ecuménico Vaticano II, Decreto sobre el ministerio y la vida de los presbíteros Presbyterorum ordinis (7
de diciembre de 1965), n. 2: AAS 58 (1966), 991-993; Pastores dabo vobis, n. 16: AAS 84 (1992), 681-682.
Respecto a la configuración con Cristo, Esposo de la Iglesia, la Pastores dabo vobis afirma: «El sacerdote está llamado
a ser imagen viva de Jesucristo Esposo de la Iglesia [...]. Por tanto, está llamado a revivir en su vida espiritual el amor
de Cristo Esposo con la Iglesia Esposa. Su vida debe estar iluminada y orientada también por este rasgo esponsal,
que le pide ser testigo del amor de Cristo como Esposo» (n. 22): AAS 84 (1992), 691.
[6] Cf. Presbyterorum ordinis, n. 14: AAS 58 (1966), 1013-1014; Pastores dabo vobis, n. 23: AAS 84 (1992), 691-694.
[7] Cf. Congregación para el Clero, Directorio Dives Ecclesiae para el ministerio y la vida de los presbíteros (31 de marzo
de 1994), n. 58.
[8] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica (edición típica, 1997), nn. 2357-2358. Cf. también los diversos documentos de
la Congregación para la Doctrina de la Fe: Declaración acerca de ciertas cuestiones de ética sexual Persona humana
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1117
(29 de diciembre de 1975); Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales Homosexualitatis problema
(1 de octubre de 1986); Algunas consideraciones concernientes a la Respuesta a propuestas de ley sobre la no
discriminación de las personas homosexuales (23 de julio de 1992); Consideraciones acerca de los proyectos de
reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales (3 de junio de 2003).
Respecto a la inclinación homosexual, la Carta Homosexualitatis problema afirma: «La particular inclinación de la
persona homosexual, aunque no sea en sí un pecado, constituye sin embargo una tendencia, más o menos fuerte,
hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Por este motivo la inclinación misma
debe ser considerada como objetivamente desordenada» (n. 3).
[9] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica (edición típica, 1997), n. 2358; cfr. también C.I.C., can. 208 y C.C.E.O., can. 11.
[10]Cf. Congregación para la Educación Católica, A memorandum to Bishops seeking advice on matters concerning
homosexuality and candidates for admission to Seminary (9 de julio de 1985); Congregación para el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos, Carta (16 de mayo de 2002): Notitiae 38 (2002), 586.
[11]Cf. Pastores dabo vobis, n. 35-36: AAS 84 (1992), 714-718.
[12]Cf. C.I.C., can. 241 § 1: «El Obispo diocesano sólo debe admitir en el seminario mayor a aquellos que, atendiendo
a sus dotes humanas y morales, espirituales e intelectuales, a su salud física y a su equilibrio psíquico, y a su recta
intención, sean considerados capaces de dedicarse a los sagrados ministerios de manera perpetua» y C.C.E.O., can.
342, § 1.
[13]Cf.Optatam totius, n. 6: AAS 58 (1966), 717. Cfr. también C.I.C.,can. 1029: « Sólo deben ser ordenados aquellos que,
según el juicio prudente del Obispo propio o del Superior mayor competente, sopesadas todas las circunstancias,
tienen una fe íntegra, están movidos por recta intención, poseen la ciencia debida, gozan de buena fama y costumbres
intachables, virtudes probadas y otras cualidades físicas y psíquicas congruentes con el orden que van a recibir» y
C.C.E.O., can. 758.
No llamar a las órdenes a aquel que no tiene las cualidades requeridas no es una injusta discriminación: cfr.
Congregación para la Doctrina de la Fe, Algunas consideraciones concernientes a la Respuesta a propuestas de ley
sobre la no discriminación de las personas homosexuales.
[14]Cf. Pastores dabo vobis, nn. 43-59: AAS 84 (1992), 731-762.
[15]Cf. ibid., n. 43: «El presbítero, llamado a ser “imagen viva” de Jesucristo, Cabeza y Pastor de la Iglesia, debe procurar
reflejar en sí mismo, en la medida de lo posible, aquella perfección humana que brilla en el Hijo de Dios hecho hombre
y que se trasparenta con singular eficacia en sus actitudes hacia los demás»: AAS 84 (1992), 732.
[16]Cf. ibid.,nn. 44 y 50: AAS 84 (1992), 733-736 y 746-748. Cfr. también: Congregación para el Culto Divino y la Disciplina
de los Sacramentos, Carta circular Entre las más delicadas a los Excmos. y Revmos. Señores Obispos diocesanos
y demás Ordinarios canónicamente facultados para llamar a las Sagradas Órdenes, sobre los escrutinios acerca de
la idoneidad de los candidatos (10 de noviembre de 1997): Notitiae 33 (1997), 495-506, particularmente el Adjunto V.
[17]Cf. Congregación para los Obispos, Directorio para el Ministerio pastoral de los obispos Apostolorum Successores (22
de febrero de 2004), n. 88.
[18]Cf. C.I.C., can. 1052 § 3: « Si [...] el Obispo duda con razones ciertas de la idoneidad del candidato para recibir las
órdenes, no lo debe ordenar». Cfr. también C.C.E.O., can. 770.
[19] Cf. C.I.C., can. 1051: « Por lo que se refiere a la investigación de las cualidades que se requieren en el ordenando
[...] el rector del seminario o de la casa de formación hade certificar que el candidato posee las cualidades necesarias
para recibir el orden, es decir, doctrina recta, piedad sincera, buenas costumbres y aptitud para ejercer el ministerio;
e igualmente, después de la investigación oportuna, hará constar su estado de salud física y psíquica».
[20] Cf. Pastores dabo vobis, nn. 50 y 66: AAS 84 (1992), 746-748 y 772-774. Cfr. también Ratio fundamentalis institutionis
sacerdotalis, n. 48.
[21] Cf. Pastores dabo vobis, n. 69: AAS 84 (1992), 778.
1118 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
CONSEJO PONTIFICIO PARA LA PASTORAL DE LA SALUD
MENSAJE DEL CARDENAL JAVIER LOZANO BARRAGÁN CON
OCASIÓN DE LA JORNADA MUNDIAL CONTRA EL SIDA (1 DE
DICIEMBRE DE 2005)
A las Conferencias episcopales,
a las instituciones y organizaciones nacionales e internacionales,
a las Ongs y asociaciones de prevención y asistencia,
a los hombres y mujeres de buena voluntad:
1. La Jornada mundial contra el sida de este año, promovida por UNAIDS, con el
lema “Detengamos el sida. Mantengamos la promesa” quiere hacer un llamamiento
a todos, en especial a los que tienen cargos de responsabilidad en el campo del VIH/
sida, impulsándolos a un renovado y consciente compromiso con el fin de prevenir
en forma duradera la difusión de esta pandemia y a asistir a los enfermos, especialmente en los países pobres, delimitando e invirtiendo la tendencia al crecimiento de
la difusión del contagio por VIH/sida.
2. El Consejo pontificio para la pastoral de la salud se une a las instituciones y
organizaciones nacionales e internacionales y en particular al UNAIDS, que cada año
organiza una campaña mundial de lucha contra el sida, a fin de que a este mal
planetario, que acarrea una crisis global, se responda con una acción al mismo tiempo
global y coral. La adhesión en el 2001 de los jefes de Estado y de los representantes
de los gobiernos, a la Declaración de compromiso para luchar contra el VIH/sida,
constituyó un importante momento de toma de conciencia y de compromiso político
a nivel mundial para reaccionar y dar una respuesta fuerte, global y decidida por
parte de la comunidad internacional.
3. La situación epidemiológica del VIH/sida sigue proporcionando grandes preocupaciones; se calcula que en el año 2005 las personas afectadas por el VIH llegaban
a 40,3 millones, de las cuales 2,3 millones eran menores de 15 años. Cada año
aumenta el número de personas contagiadas; en el 2005 han contraído el virus del
VIH 4,9 millones de personas, de las cuales 700.000 son menores de 15 años y este
mismo año han muerto debido al sida 3,1 millones de personas, entre las cuales
570.000 jóvenes con menos de 15 años. El VIH/sida sigue sembrando muerte en
todos los países del mundo.
4. El mejor cuidado es la prevención para evitar el contagio por el VIH/sida que,
recordamos, se transmite únicamente a través de la triple vía de la sangre, de la
transmisión materno-infantil y por contacto sexual. Con respecto a las transfusiones
y a otros contactos con la sangre del enfermo, hoy el contagio se ha reducido
considerablemente. No obstante esto, se debe poner la máxima atención para evitar
este medio de infección, en particular en los centros de transfusiones y durante las
intervenciones quirúrgicas.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1119
Gracias a Dios el contagio materno-filial está fuertemente controlado con fármacos
adecuados. Se debe intensificar la prevención en este campo, proporcionando el
tratamiento médico adecuado a las madres seropositivas, sobre todo por parte de las
entidades públicas de los diferentes países. El tercer camino de contagio, es decir, la
transmisión sexual, sigue siendo el más significativo. Es favorecido abundantemente
por una especie de cultura pansexual, que quita valor a la sexualidad reduciéndola a
un simple placer, sin darle un alcance más elevado.
La prevención radical en este campo debe provenir de una correcta concepción y
práctica sexual, en la que se entienda la actividad sexual en su profundo significado
como expresión total y absoluta de donación fecunda de amor. Esta totalidad nos
conduce a la exclusividad de su ejercicio en el matrimonio, único e indisoluble. La
prevención segura en este campo se dirige, pues, a intensificar la solidez de la familia.
Este es el significado profundo del sexto Mandamiento de la ley de Dios, que
constituye el perno de la auténtica prevención del sida en el ámbito de la actividad
sexual.
5. Frente a la difícil situación sociopolítica, cultural y económica en que se
encuentran muchos países, no hay duda de que es preciso exigir la tutela y la
promoción de la salud como signo del amor incondicional de todos, especialmente
hacia los más pobres y débiles, y que responde a las necesidades humanas individuales y de la comunidad. Por tanto, es preciso reformar las leyes que no consideran
suficientemente la igual distribución de las condiciones de salud para todos. La salud
es un bien en sí mismo, podemos decir que “sobre él pesa una hipoteca social” y, por
tanto, se debe asegurar la salud para todos los habitantes de la tierra, estudiando
formas a fin de que los recursos sean utilizados con el objetivo de obtener la salud
para todos, asegurando los cuidados básicos aún negados a gran parte de la población
mundial. Al derecho de la tutela de la salud debe corresponder de alguna forma el
deber de poner en acto comportamientos y efectuar estilos de vida adecuados para
tutelar la salud y rechazar los que son dañinos para ella.
6. La Iglesia católica sigue dando su aporte tanto en la prevención como en la
asistencia a los enfermos de VIH/sida y a sus familias en el plano médico-asistencial,
social, espiritual y pastoral. El 26,7% de los centros para el cuidado del VIH/sida en
el mundo son católicos. Son numerosos los proyectos y los programas de formación,
prevención y asistencia, cuidado y seguimiento pastoral en favor de los enfermos,
que las Iglesias locales, los institutos religiosos y las asociaciones laicales llevan
adelante con amor, sentido de responsabilidad y espíritu de caridad.
7. Concretamente, de acuerdo con las informaciones que han llegado de las
diversas Iglesias locales e instituciones católicas en el mundo, las acciones que se
realizan en el campo del sida se pueden esquematizar del siguiente modo: promoción
de campañas de sensibilización, programas de prevención y educación sanitaria,
ayuda a los huérfanos, distribución de medicamentos y alimentos, asistencia domiciliaria, institución de hospitales, centros, comunidades terapéuticas que concentran
su obra en el cuidado y la asistencia al enfermo de VIH/sida, colaboración con los
1120 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
gobiernos, atención en las cárceles, cursos de catequesis, elaboración de sistemas de
ayuda a través de internet, e institución de grupos de apoyo al enfermo. Junto a este
incalculable y loable compromiso, el Papa Juan Pablo II instituyó el 12 de septiembre
de 2004 la fundación “El Buen Samaritano”, confiada al Consejo pontificio para la
pastoral de la salud, y confirmada por el Papa Benedicto XVI, para llevar, gracias a
las donaciones que se reciben, una ayuda económica a los enfermos más necesitados
del mundo, en particular a las víctimas del VIH/sida. En este primer año de actividad
de la fundación, se han enviado a las Iglesias locales en América, Asia, África y
Europa importantes ayudas financieras para la compra de medicamentos.
8. Deseo dirigir algunas sugerencias de líneas de acción a los que están comprometidos, en varios niveles, en la lucha contra el VIH/sida.
A las comunidades cristianas, a fin de que continúen promoviendo la estabilidad
de la familia y la educación de sus hijos en el recto entendimiento de la actividad
sexual, como don de Dios para una entrega amorosamente plena y fecunda.
A los Gobiernos, a fin de que promuevan la salud integral de la población y
favorezcan la atención a los enfermos de sida, basándose en los principios de
responsabilidad, solidaridad, justicia y equidad.
A las industrias farmacéuticas, a fin de que faciliten el acceso económico a las
medicinas antiretrovirales para curar el VIH/sida y a las que son necesarias para curar
las infecciones oportunistas.
A los hombres de ciencia y a los agentes sanitarios, a fin de que renueven la
solidaridad entre sí, haciendo todo lo posible para que progrese la investigación
biomédica sobre el VIH/sida con el fin de encontrar nuevos y eficaces medicamentos
capaces de detener el fenómeno.
A los medios de comunicación social, a fin de que proporcionen a las poblaciones
una información transparente, correcta y verdadera sobre el fenómeno y sobre los
métodos de prevención, sin instrumentalizaciones.
9. Quisiera concluir con las palabras del Papa Benedicto XVI dirigidas a los
obispos de África del sur en visita “ad limina”, el 10 de junio de 2005: «Hermanos
obispos, comparto vuestra profunda preocupación por la devastación causada por el
virus del sida y por las enfermedades vinculadas con él. Ruego en particular por las
viudas, por los huérfanos, por las madres jóvenes y por las personas cuya vida se
despedaza debido a esta cruel epidemia. Os exhorto a proseguir vuestros esfuerzos
para combatir este virus, que no sólo causa la muerte, sino amenaza seriamente la
estabilidad económica y social del continente».
Cardenal Javier Lozano Barragán
Presidente del Consejo pontificio
para la pastoral de la salud
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1121
IGLESIA UNIVERSAL
LA IGLESIA EN AMÉRICA ANTE LOS DESAFÍOS DE LA BIOÉTICA
Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
Las conclusiones han sido publicadas por el Consejo Episcopal Latinoamericano
(CELAM). El encuentro fue convocado por el departamento «Familia, Vida y
Cultura» de este organismo episcopal.
Introducción:
1. Los participantes en el primer Seminario de la Iglesia y la Sociedad Civil sobre
Bioética, Nuevas Tecnologías y su Incidencia Cultural, convocados por el Departamento de «Familia, Vida y Cultura» del CELAM, provenientes de diversos países
Latinoamericanos y del Caribe y de distintas ciencias bases relacionadas con la
Bioética, queremos presentar nuestras consideraciones generales, como fruto del
trabajo de estudio y reflexión de estos días. Deseamos destacar y agradecer la guía
e iluminación especial que recibimos al inicio del Seminario, por medio de la
presencia y palabra de Su Excia. Revma. Mons. Elio Sgreccia, Presidente de la
Pontificia Academia para la Vida.
2. La Iglesia que peregrina en América Latina cree en Jesucristo, Señor de la
Historia, Camino, Verdad y Vida, y lo sigue como Pastor y Maestro que le enseña a
encontrarse con todos los Hombres de buena voluntad, por medio del diálogo, el
servicio y el testimonio. Estas características de la vocación cristiana, se presentan
con especial urgencia en nuestro tiempo en relación a los científicos, a los especialistas en las llamadas «nuevas tecnologías» y a todos aquellos involucrados en el
debate bioético que constituye la frontera de mayor desafío entre ciencia y fe, que son
como las dos alas por las que el ser humano se eleva para contemplar la verdad.
3. Nuestro Continente, tierra de esperanza, se abre paso hacia el futuro contando
con un patrimonio humano y natural particularmente rico y está llamado a desempeñar un papel protagónico en el futuro desarrollo de la vida en el Nuevo Milenio. En
el necesario diálogo, razón y fe, la Iglesia puede ofrecer su positiva experiencia y
enseñanza sobre la persona humana y su lugar en el mundo, sobre la vocación del
Hombre en relación con los otros Hombres, con la naturaleza y las cosas. Será
esencial encontrar un lenguaje común que nos permita recorrer juntos, el camino de
la investigación y el estudio sobre la persona y el bien común, desde la perspectiva
de la bioética personalista; sin fatalismos y siendo capaces de discernir las bondades
de la técnica al servicio de la humanidad.
4. Siguiendo el ejemplo de la Virgen María, quién con su «sí» dio paso a Cristo,
la Iglesia dice «sí» a la vida del Hombre. Contemplándola desde la razón y con
profunda fe, confirma el «sí» al derecho de toda persona a nacer de un padre y una
madre y crecer en el seno de una familia, a ser original e irrepetible, a la dignidad de
la vida en todas sus manifestaciones, desde la concepción hasta la muerte natural,
1122 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
recordando y reconociendo la condición de creatura del Hombre, con su valor
trascendente, y su referencia última a Dios, que es el valor absoluto.
Nuevas fronteras y desafíos:
5. Especial atención merecen algunos temas de particular relevancia como la
sexualidad y procreación humana, el hijo en su vida prenatal, el neoeugenismo, el
dominio sobre el dolor y la muerte y las biotecnologías vinculadas a la vida humana,
los alimentos y el medio ambiente. Todas las personas tienen obligaciones muy
concretas para con el tema ambiental por medio de una apertura a una perspectiva
espiritual y ética, que supere las actitudes y ‘los estilos de vida conducidos por el
egoísmo que llevan al agotamiento de los recursos naturales’ , para no caer en los
pecados sociales que claman al cielo, porque generan violencia, rompen la paz y la
armonía entre comunidades de una misma nación, entre las naciones y entre las
diversas partes del Continente con una irrazonable destrucción de la naturaleza .
«Estos pecados manifiestan una profunda crisis debido a la pérdida del sentido de
Dios y a la ausencia de los principios morales que deben regir la vida de todo hombre.
Sin una referencia moral se cae en un afán ilimitado de riqueza y de poder, que ofusca
toda visión evangélica de la realidad social.»
6. Una frontera llena de desafíos pastorales, dificultades educativas y formativas
es aquella que se refiere a la sexualidad y la procreación humana. La mentalidad
anticonceptiva y antinatalista que deriva en una mentalidad abortista, ha dado vida
a una gran conjura contra la vida que afecta el desarrollo y crecimiento de nuestros
jóvenes, el matrimonio y la familia. A esto se suman la ideología de género y las
Tecnologías de Reproducción Artificial (TRA), que no respetan la dignidad de la
procreación humana y ahondan aún más la separación de la dimensión unitiva y
procreativa de la sexualidad separando el amor y la procreación. Es imperiosa la
enseñanza y confirmación de una antropología plena y unitaria: Dios y Hombre,
Cristo e Iglesia, cuerpo y espíritu, amor y vida, comunión varón – mujer.
7. La segunda frontera es la vida del hijo en su etapa prenatal. Los debates y el
relativismo sobre el inicio de la vida, genética, contracepción, esterilización, aborto,
TRA, congelamiento de embriones, extracción de células estaminales, ponen en
especial peligro la vida del embrión. Muchas veces la discusión a nivel filosófico,
científico y legislativo acerca de la identidad y el estatuto del embrión humano, trata
de negar la realidad de una vida humana individual propiamente dicha. Es necesaria
una gran claridad para que el dato científico esté en contacto con el antropológico y
consecuentemente con la conclusión ética, conforme a las instancias de la razón y de
las enseñanzas del Magisterio.
8. La tercera frontera es el neoeugenismo. Los descubrimientos referidos al ADN,
al genoma, al diagnóstico ecográfico y genético nos han colocado frente al eugenismo
de segundo nivel consistente en una selección que se convierte en supresión de
aquellos seres humanos que no son considerados idóneos a una vida digna de ser
vivida. Lo mismo sucede con la llamada reducción embrionaria o fetal que se
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1123
compara con las prácticas nazis que tenían un propósito político-racista de eliminación de aquellos que no eran útiles o considerados necesarios. Aunque esta comparación ha sido cuestionada, hay que reconocer que, contra todo principio de igualdad,
mediante esa práctica, se suprimen seres humanos que no son considerados funcionales para la sociedad. Se prospecta ya el eugenismo de tercer nivel (transgénesis)
que incorporaría nuevos genes capaces de modificar y alterar la constitución genética
del sujeto y su descendencia.
9. La cuarta frontera es la del dominio del dolor y de la muerte. Crecen en el mundo
los movimientos pro-eutanasia y se ejercen presiones sobre los parlamentos para la
legalización de la misma. Es necesario, en el ámbito de la práctica pastoral, un
compromiso para una formación de los profesionales de la salud acerca de la
eutanasia, el encarnizamiento terapéutico, el uso de terapias proporcionadas, el
respeto de la voluntad (libre y responsable) del paciente acerca de las terapias
extraordinarias. Al mismo tiempo, se deben promover los cuidados paliativos y la
formación de la familia y del equipo de salud para acompañar a la persona en el
proceso de su muerte natural y digna.
Debemos estudiar y conocer el «Corpus Vitae» (especialmente Humanae Vitae,
Donum Vitae, Evangelium Vitae) de la Iglesia y revisar la catequesis del dolor y la
muerte, iluminados por Salvificis Doloris, en la perspectiva cristiana del amor
redentor y de la esperanza, que nos abre el camino hacia la plenitud de la vida y la
resurrección.
10. Las Biotecnologías y todas sus buenas posibilidades deberán aplicarse
buscando beneficios objetivos para la persona y el medio ambiente, pero con la
precaución necesaria que lleve a disminuir los riesgos probables y rechazar los
derivados de su mal uso. En este sentido, las culturas milenarias pueden aportarnos
su experiencia de armónica y respetuosa convivencia con su entorno vital.
Vemos cómo las biotecnologías relacionadas con los alimentos transgénicos han
permitido una mejora agroindustrial y una mayor producción. Sin duda, hay que estar
atentos y aplicarles rigurosos controles, pero, al mismo tiempo, hay que trabajar en
la información y el conocimiento de las mismas y sus lógicos riesgos.
A pesar de ellas, sigue existiendo hambre en nuestro Continente, produciéndose
una paradoja escandalosa e incomprensible: hay hambre en países que, aún dando de
comer a toda su población, podrían seguir exportando por cantidades millonarias.
Creemos que es peligrosa e injusta la mala distribución de alimentos y la falta de
concientización sobre el cambio de hábitos alimenticios y culturales.
Queremos recordar también la necesidad de prepararnos para la, cada vez más
cercana, sociedad del «post-petróleo». A pesar de las iniciativas ya existentes en
América Latina al respecto, habrá que alentar su rápida aplicación junto con una
mayor concientización del uso racional de las fuentes energéticas.
11. Estos temas que afectan a todos, deben suscitar nuestra atención como
ciudadanos, bioeticistas y como Iglesia. Particular responsabilidad deberán asumir
los gobernantes y legisladores, en lo que se refiere específicamente a:
1124 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
a) el carácter preeminente del ser humano y la familia
b) la independencia biotecnológica y la necesaria inversión en investigación local
y cuidado de la salud
c) la autonomía y defensa sobre los recursos básicos (agua, tierra y alimentos)
d) el respeto por la identidad y los valores de las culturas originarias y tradicionales de nuestros pueblos
e) la corrupción en sus diversas manifestaciones
En el espíritu profético propio de la Iglesia, debemos advertir sobre acciones de
algunos organismos e instituciones internacionales que atentan contra el bien común
de nuestros pueblos. Dichos organismos pretenden fijar agendas de políticas sanitarias, educativas, comerciales, poblacionales, biotecnológicas, medio ambientales, de
investigación y de moral pública, sin respetar los intereses de nuestras naciones,
dando espacio, en cambio, a los intereses foráneos. No se respetan así los intereses
de nuestras naciones, dando espacio, en cambio a los intereses económicos foráneos
que depredan y contaminan esta tierra Americana (ej.: la Amazonía).
Conclusión:
12. Los medios de comunicación y su riqueza, que caracterizan nuestro tiempo y
que tantas posibilidades brindan, exigen que nos acerquemos a participar en ellos con
un lenguaje sin ambigüedades, preciso y comprensible a todos. La propuesta de la
felicidad y la realización humana no es sólo patrimonio de algunos. El anuncio de la
felicidad verdadera que Cristo trae al mundo, halla en estos medios una posibilidad
tecnológica de misión y anuncio.
A fin de evitar una recepción mediática equivocada de las enseñanzas del
Magisterio, es urgente y necesaria una formación más sistemática sobre los temas que
conciernen a la vida humana, la familia y la bioética. Esta formación deberá abarcar
tanto a los sacerdotes, seminaristas, religiosas y religiosos y agentes de pastoral para
poder dar testimonio eficaz de la Cultura de la Vida y colaborar en la necesaria
formación de la conciencia del pueblo de Dios.
13. Al término de nuestro Seminario, agradeciendo el servicio que se nos ha
pedido, de forma libre y responsable, queremos renovar nuestro compromiso
como intelectuales católicos del mundo de la escuela y la universidad, de los
ambientes de investigación científica y técnica y de la reflexión humanística de
las mismas, de ponernos al servicio de una nueva cultura de la vida con
aportaciones serias, documentadas, capaces de ganarse por su valor el respeto e
interés de todos».
14. Deseamos solicitar respetuosamente, a los Señores Obispos de América
Latina y el Caribe que consideren la conveniencia de incorporar en la próxima V
Asamblea General un tiempo para el estudio y reflexión sobre la Persona, la dignidad
de la vida, la familia y la Bioética. Teniendo en cuenta el mismo lema de la
Conferencia, nos parece que el tema de la vida debería ocupar un lugar central para
poder «ser verdaderos discípulos y misioneros de Jesucristo».
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1125
Creemos que en esta hora de nuestro Continente, todos necesitamos la voz fuerte
de nuestros Pastores que nos confirmen de forma precisa y firme en el valor de la vida
humana y sus carácter inviolable. «Si la Iglesia, al final del siglo pasado, no podía
callar ante los abusos entonces existentes (contra los derechos del trabajador), menos
puede callar hoy, cuando a las injusticias sociales del pasado, tristemente no
superadas todavía, se añaden en tantas partes del mundo, injusticias y opresiones
incluso más graves (contra la vida de los niños no nacidos, de los débiles y enfermos),
consideradas tal vez como elementos de progreso de cara a la organización de un
nuevo orden mundial. … respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana
¡Sólo siguiendo este camino encontrarás justicia, desarrollo, libertad verdadera, paz
y felicidad!»
Cuernavaca, Morelos, 5 de octubre de 2005
1126 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
«CARTA INACABADA» DEL HERMANO ROGER DE TAIZÉ
Se entregará a los jóvenes reunidos a finales de año en Milán
TAIZÉ, miércoles, 14 diciembre 2005
Será entregada a los 50 mil jóvenes que a finales de año se reúnan en milán para
participar en el tradicional encuentro ecuménico de oración que todos los años
organiza esta comunidad en una ciudad de Europa.
La tarde de su muerte, el 16 de agosto, el hermano Roger llamó a un hermano y
le dijo: «¡Anota bien estas palabras!». Hizo un largo silencio, mientras buscaba cómo
formular su pensamiento. Luego comenzó:«En la medida en que nuestra comunidad
cree en la familia humana posibilidades para ensanchar…» Y se detuvo, la fatiga le
impedía terminar la frase.
En estas palabras, se encuentra la pasión que le habitaba, incluso a su avanzada
edad. ¿Qué entendía por «ensanchar»? Probablemente, quería decir: hacer todo lo
posible para que sea más perceptible para cada uno el amor que Dios tiene por todo
ser humano sin excepción, por todos los pueblos. Él deseaba que nuestra pequeña
comunidad iluminase este misterio con su vida, en un humilde compromiso con los
otros. Entonces, nosotros, los hermanos, quisiéramos retomar este desafío, con
quienes a través de la tierra buscan la paz. En las semanas que precedieron a su
muerte, él había comenzado a reflexionar sobre la carta que sería publicada durante
el encuentro de Milán. Había indicado algunos temas y ciertos textos que quería
retomar y reelaborar. Los hemos reunido, tal como estaban en aquel momento, para
constituir esta «Carta inacabada», traducida a 57 lenguas. Ella es como una última
palabra del hermano Roger,que nos ayudará a avanzar por el camino en el que Dios
«ensancha nuestros pasos». (Salmo 18,37)
Meditando esta carta inacabada, en los encuentros que tendrán lugar en 2006, sea
en Taizé semana tras semana, sea en otros lugares de los diversos continentes, cada
uno podrá buscar cómo acabarla en su propia vida.
Hermano Alois
«Os dejo la paz, mi paz os doy»[1]: ¿Cuál es esta paz que Dios da?
Una paz interior es, ante todo, una paz del corazón. Es la que nos permite llevar
una mirada de esperanza sobre el mundo, incluso cuando está desgarrado por la
violencia y los conflictos.
Esta paz de Dios es también un apoyo para que podamos contribuir, muy
humildemente, a construir la paz allí donde está amenazada.
Una paz mundial es tan urgente para aligerar los sufrimientos, en particular para
que los niños de hoy y de mañana no conozcan la angustia y la inseguridad.
En su Evangelio, con una fulgurante intuición, san Juan expresa en tres palabras
quién es Dios: «Dios es amor»[2]. Si comprendiéramos solamente estas tres palabras,
iríamos lejos, muy lejos.
¿Qué es lo que nos cautiva de estas palabras? Encontrar en ellas esta luminosa
certeza: Dios ha enviado a Cristo sobre la tierra no para condenar a nadie, sino para
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1127
que todo ser humano se sepa amado y pueda encontrar un camino de comunión con
Dios.
¿Por qué hay a quienes les sobrecoge el asombro de un amor y se reconocen
amados, incluso colmados? ¿Y por qué otros, sin embargo, tienen la impresión de ser
poco tomados en cuenta?
Si cada uno comprendiese: Dios nos acompaña hasta en nuestras insondables
soledades. A cada uno le dice: «Tu cuentas mucho a mis ojos, tu eres precioso para
mí, y te amo» [3]. Sí, Dios no puede más que dar su amor, ahí está el todo del Evangelio.
Lo que Dios nos pide y nos ofrece, es acoger sencillamente su infinita misericordia.
Que Dios nos ama es una realidad a veces poco accesible. Pero cuando descubrimos que su amor es ante todo perdón, nuestro corazón se apacigua e incluso se
transforma.
Y henos aquí capaces de olvidar en Dios lo que acosa al corazón: he ahí una fuente
donde reencontrar la frescura de un impulso.
¿Lo sabemos suficientemente? Dios nos entrega una confianza tal, que tiene para cada
uno de nosotros una llamada. ¿Cuál es esta llamada? Él nos invita a amar como él nos ama.
Y no hay amor más profundo que ir hasta el don de sí, por Dios y por los otros.
Quien vive de Dios elige amar. Y un corazón decidido a amar puede irradiar una
bondad sin límites[4].
Para quien busca amar en la confianza, la vida se llena de una belleza serena.
Quien elige amar y decirlo con su propia vida es llevado a interrogarse sobre una
de las cuestiones más fuertes que existen: ¿cómo aliviar las penas y los tormentos de
los que están cerca o lejos?
¿Pero qué es amar? ¿Será compartir los sufrimientos de los más maltratados? Sí,
es esto.
¿Será tener una infinita bondad de corazón y olvidarse de sí mismo por los otros,
con desinterés? Sí, ciertamente.
Y aún más: ¿qué es amar? Amar es perdonar, vivir reconciliados[5]. Y reconciliarse
es siempre una primavera del alma.
En el pequeño pueblo de montaña en el que nací, vivía muy cerca de nuestra casa
una familia numerosa, muy pobre. La madre había muerto. Uno de los hijos, un poco
más joven que yo, venía a menudo a nuestra casa, amaba a mi madre como si fuera
la suya. Un día, supo que iban a marcharse del pueblo y, para él, irse no era fácil.
¿Cómo consolar a un niño de cinco o seis años? Era como si no tuviera la perspectiva
necesaria para interpretar tal separación.
Poco antes de su muerte, Cristo asegura a los suyos que recibirán un consolador:
les enviará el Espíritu Santo que será para ellos un apoyo y un consuelo, que
permanecerá siempre con ellos[6].
En el corazón de cada uno, aún hoy susurra: «No te dejaré nunca solo, te enviaré
al Espíritu Santo. Incluso si estás en lo hondo de la desesperación, me tienes cerca
de ti».
1128 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
Acoger el consuelo del Espíritu Santo es buscar, en el silencio y la paz, abandonarnos en él. Entonces, incluso si se producen graves acontecimientos, se hace
posible superarlos.
¿Somos tan frágiles que tenemos necesidad de consolación?
A todos nos llega el ser sacudidos por una prueba personal o por el sufrimiento de
otros. Esto puede llevar incluso a estremecer la fe y que se apague la esperanza.
Reencontrar la confianza de la fe y la paz del corazón supone a veces ser pacientes
con uno mismo.
Hay una pena que marca particularmente: la muerte de alguien cercano, de alguien
que necesitamos para caminar sobre la tierra. Pero he aquí que una prueba tal puede
conocer una transfiguración, entonces ella abre a una comunión.
A quien está en los límites de la pena, una alegría de Evangelio puede serle
entregada. Dios viene a iluminar el misterio del dolor humano hasta el punto de
acogernos en una intimidad con él.
Entonces somos situados en un camino de esperanza. Dios no nos deja solos. Nos
da avanzar hacia una comunión, esta comunión de amor que es la Iglesia, a la vez tan
misteriosa y tan indispensable …
El Cristo de comunión[7] nos hace este inmenso don de la consolación.
En la medida en que la Iglesia llega a ser capaz de aportar la curación del corazón
comunicando el perdón, la compasión, hace más accesible una plenitud de comunión
con Cristo.
Cuando la Iglesia está atenta a amar y a comprender el misterio de todo ser
humano, cuando escucha incansablemente, consuela y cura, llega a ser aquello que
es en lo más luminoso de sí misma: limpio reflejo de una comunión.
Buscar la reconciliación y la paz supone una lucha al interior de sí mismo. Esto
no es un camino de facilidad. Nada durable se construye en la facilidad. El espíritu
de comunión no es ingenuo, es ensanchamiento del corazón, profunda bondad, no
escucha las sospechas.
Para ser portadores de comunión, ¿avanzaremos, en cada una de nuestras vidas,
por el camino de la confianza y una bondad de corazón siempre renovada?
Sobre este camino, habrá a menudo fracasos. Entonces, acordémonos de que la
fuente de la paz y la comunión están en Dios. En vez de desanimarnos, invocaremos
al Espíritu Santo sobre nuestras fragilidades.
Y, a lo largo de toda la existencia, el Espíritu Santo nos concederá reemprender
la ruta e ir, de comienzo en comienzo, hacia un porvenir de paz[8].
En la medida en que nuestra comunidad cree en la familia humana posibilidades
para ensanchar…
Hermano Roger
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1129
NOTAS:
[1]
[2]
[3]
[4]
[5]
[6]
[7]
[8]
Juan 14,27.
I Juan 4,8.
Isaías 43,4.
En la apertura del concilio de los jóvenes, en 1974, hermano Roger había dicho: «Sin amor, ¿para qué existir? ¿Por
qué seguir viviendo? ¿Con qué fin? Ahí está el sentido de nuestra vida : ser amados siempre, hasta la eternidad, para
que también nosotros, vayamos hasta morir de amor. Sí, feliz quien muere de amar.» Morir de amar quiere decir, para
él, amar hasta el extremo.
«Vivir reconciliados»: en su libro, ¿Presientes una felicidad?, publicado quince días antes de su muerte, el hermano
Roger ha explicado una vez más lo que estas palabras significan para él: «¿Puedo decir aquí que mi abuela materna
descubrió intuitivamente como una clave de la vocación ecuménica y que ella me abrió una vía de concreción? Después
de la Primera Guerra mundial, ella estaba habitada por el deseo de que nadie tuviera que revivir lo que ella había vivido:
cristianos combatiendo una guerra en Europa, que al menos los cristianos se reconcilien para tratar de impedir una
nueva guerra, pensaba ella. Ella tenía antiguas raíces evangélicas pero, cumpliendo en ella misma una reconciliación,
se puso en camino a la iglesia católica, sin por ello manifestar una ruptura con los suyos. Marcado por el testimonio de
su vida, y todavía joven, encontré en su seguimiento mi propia identidad de cristiano al reconciliar en mí la fe de mis
orígenes con el misterio de la fe católica, sin ruptura de comunión con nadie.»
Juan 14,18 y 16,7.
El Cristo de comunión: hermano Roger utilizó ya esta expresión cuando acogió al papa Juan Pablo II en Taizé el 5 de
octubre de 1986:«Con mis hermanos, nuestra espera cotidiana es que cada joven descubra a Cristo; no al Cristo tomado
aisladamente sino al «Cristo de comunión» presente en plenitud en este misterio de comunión que es su Cuerpo, la
Iglesia. Allí tantos jóvenes pueden encontrar dónde comprometer su vida entera, hasta el extremo. Allí tienen todo lo
necesario para convertirse en creadores de confianza, de reconciliación, no solo entre ellos, sino con todas las
generaciones, desde los más ancianos hasta los niños. En nuestra comunidad de Taizé, seguir al «Cristo de comunión»,
es como un fuego que nos quema. Iríamos hasta el extremo del mundo para buscar caminos, para pedir, llamar, suplicar
si fuera preciso, pero jamás desde fuera, sino siempre manteniéndonos al interior de esta comunión única que es la
Iglesia.»
Estos últimos cuatro párrafos transcriben las palabras que el hermano Roger dijo al final del encuentro europeo de
Lisboa, en diciembre de 2004. Son las últimas palabras que pronunció públicamente.
[Traducción distribuida por la Comunidad de Taizé]
1130 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
PRECISIONES DEL CARDENAL KASPER SOBRE EL TEMA DE LOS
DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR
ROMA, 28 noviembre 2005 .- El presidente del Consejo Pontificio para la Unidad
de los Cristianos, el cardenal Walter Kasper, hizo pública el viernes en el diario
católico «Avvenire» precisiones sobre el tema de los divorciados vueltos a casar, a
propósito de una serie de declaraciones que en días pasados se le han atribuido
erróneamente en la prensa.
Ofrecemos la traducción del texto íntegro del purpurado.
Con ocasión del XL aniversario de la declaración conciliar Nostra aetate, se
celebró en la sala de la «Prensa extranjera» una conferencia de prensa sobre el estado
actual de las relaciones ecuménicas y de las relaciones religiosas con el judaísmo. Mi
discurso de apertura, así como el debate sucesivo (a excepción de una sola intervención), se centró en el tema citado. Sin embargo, quien hojeó los diarios italianos del
día después (salvo Avvenire, que informó de forma correcta) no encontró una sola
palabra sobre el tema de la conferencia de prensa, sino un informe detallado sobre el
tema de los divorciados vueltos a casar.
La sorpresa para mí, como para muchos lectores, fue grande. De hecho, varios
artículos sugerían no sólo que yo había apoyado la admisión de los divorciados a la
Comunión, sino que consideraba posible que el Papa aportase un cambio a la
proposición del Sínodo de los obispos sobre el tema [Cf. Proposición 40]. La
polvareda levantada se difundió mientras tanto también en la prensa exterior, que al
principio había referido correctamente lo ocurrido.
También se sorprendió de ello la «Prensa extranjera», que procedió a transcribir
la grabación de la discusión. De ésta se desprende cuanto sigue. Durante el intercambio de preguntas-respuestas se dirigió una sola pregunta sobre el tema de los
divorciados vueltos a casar; a ella no se le dio continuación, al considerarse no
pertinente respecto al tema. Me limité a exponer los siguientes puntos: 1) no soy un
profeta y no sé cómo el Santo Padre utilizará la proposición del Sínodo de los obispos;
2) se trata de un serio problema pastoral, como bien sabe cualquiera que tenga
experiencia en el terreno del cuidado de las almas; 3) no es posible una admisión
general a la Comunión, pero existen casos individuales sobre los que es oportuno
reflexionar ulteriormente. Por lo que respecta a la última afirmación, me relacioné
expresamente a cuanto el Santo Padre dijo a un grupo de sacerdotes en el Valle de
Aosta el verano pasado. Añadí, en cualquier caso, que no tenía la solución.
No existe en efecto una fácil solución. Todo teólogo católico bien sabe que la
respuesta puede encontrarse sólo sobre la base de las enseñanzas de Jesús y de la
doctrina de la Iglesia a propósito de la indisolubilidad del matrimonio. Si queremos
permanecer fieles a las palabras de Jesús, sólo podemos decir que, cuando se ha
contraído un matrimonio con valor sacramental, mientras el cónyuge viva no puede
haber un segundo matrimonio sacramental reconocido por la Iglesia. El matrimonio
civil de un divorciado objetivamente está en contradicción con las enseñanzas de Jesús.
SANTA S EDE
DICIEMBRE • 1131
En determinadas circunstancias, los tribunales eclesiásticos pueden ser de ayuda
declarando nulo el primer matrimonio. Existen sin embargo casos complejos desde
el punto de vista pastoral: por ejemplo, cuando el primer matrimonio, por más que sea
válido, se contrajo de forma superficial y, al final, fracasa, mientras que el segundo
se vive de manera conscientemente cristiana y resulta feliz y armonioso. Algunos
padres de la Iglesia griegos, en tales situaciones, ciertamente imposibles en sí, han
recomendado emplear indulgencia. El entonces profesor Joseph Ratzinger en 1972
interpretó tales afirmaciones en modo de ejemplo. El Concilio de Trento se atuvo a
la más rígida tradición latina, pero sin rechazar del todo la más apacible respuesta de
la Iglesia greco-ortodoxa.
Los expertos no están de acuerdo sobre las consecuencias que deben sacarse de
éstos y de otros puntos de vista. Es cierto que no hay que alejarse arbitrariamente de
la disciplina eclesial, pero ellos hacen posible una seria reflexión teológica. Esta
reflexión no tiene nada que ver con los titulares de efecto de los periódicos, que sólo
crean confusión y suscitan falsas expectativas que después desembocan en desilusión. Precisamente en la situación en la que nos encontramos, la Iglesia no haría un
servicio a nadie si se alejara de la clara enseñanza de Jesús.
1132 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
CRÓNICA DIOCESANA
MES DE NOVIEMBRE
Día 28: Reunión del Consejo Episcopal.
Día 30: Entrega del Premio «Concurso de Diseño de un Logotipo y de un nombre
para el Sistema de Información de Gestión Integral de la Diócesis de
Ourense” en el Salón Mundo Novo del Obispado. El logotipo premiado
lleva por nombre «OMNES» y es obra de D. Antonio Andrés Ferreiro
González, perteneciente a la parroquia de Santa Eufemia la Real del
Centro y Licenciado en Informática y Diseño por Ordenador.
Durante todo el mes de Diciembre ha continuado la visita pastoral del Sr.
Obispo por las parroquias de Oriente Ourensano en la zona de Castro
Caldelas y la Ribeira Sacra.
MES DE DICIEMBRE
Día 28: Reunión del Consejo Episcopal.
Días 6-8: Fiestas en honor a María Inmaculada Patrona del Seminario Menor.
Día 7:
Vigilia de Jóvenes de la Virgen Inmaculada en la Parroquia de Santa
Eufemia la Real del Centro.
Día 9:
Rito de Admisión a las Sagradas Órdenes a tres seminaristas en la
Capilla de la Comunidad del Seminario Mayor.
Elección del Ilmo. Sr. D. Serafín Marqués Gil como nuevo DeánPresidente del Cabildo Catedral.
Día 10: Ministerios de Lectorado y Acolitado a cinco seminaristas.
Día 13: Fallecimiento del Rvdo. José Leiro Cabo en la párroco de Santa Uxía de
Lobás y Administrador de San Miguel de Piteira.
Día 14: Celebración del Funeral del Rvdo. José Leiro Cabo en la Parroquia de
Santa Uxía de Lobás.
CRÓNICA DIOCESANA
DICIEMBRE • 1133
Día 15: Reunión del Consejo Diocesano de Asuntos Económicos en el Seminario Mayor.
Días 12 -16: Ejercicios Espirituales para sacerdotes de la Diócesis en la Casa
Diocesana de Ejercicios «Santa María Madre».
Día 16: Reunión del Consejo Episcopal.
Día 19: Rueda de Prensa en el Salón Mundo Novo sobre el Concierto de
Villancicos que habrá en la S. I. Catedral Basílica de San Martín de
Tours.
Conferencia Liceo Recreo Ourensano titulada «De Joseph Ratzinger,
profesor, a Benedicto XVI, Papa. Testimonio de un alumno» pronunciada por el Profesor García Tato y que tiene lugar en el mismo local.
Día 21: Celebración Navideña de todos los miembros que trabajan en la Curia
Diocesana.
Día 22: Concierto de Navidad de la Real Banda de Gaitas en la S. I. Catedral
Basílica de San Martín de Tours organizado por la Delegación Diocesana
de Juventud.
Día 23: Encuentro con el Claustro de Profesores del Seminario Menor.
Día 27: Fallecimiento del Rvdo. D. Serafín Seoane Carril, párroco emérito de la
parroquia de Santa María de Melias y Administrador de San José de A
Carballeira.
Día 28: Reunión del Consejo Presbiteral.
Funeral por el Rvdo. D. Serafín Seoane Carril, en la parroquia de Santa
María de Sobrado del Obispo.
Día 28: Reunión del Colegio de Consultores.
Reunión del Consejo de Asuntos Económicos.
1134 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
CRÓNICA DIOCESANA
DICIEMBRE • 1135
BOLETÍN OFICIAL DEL OBISPADO DE OURENSE
SUMARIO DEL AÑO 2005
ENERO
La Voz del Prelado
Nadal 2004. Ciclo A . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Santa María Nai de Deus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Solemnidade da Epifanía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mensaxe na Campaña contra a Fame de Mans Unidas: «Norte-Sur: un futuro común» . .
Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4
10
14
20
24
IGLESIA DIOCESANA
SECRETARÍA GENERAL. Defunciones. Nombramientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Vicaría Gral. Algunas normas canónicas u orientaciones pastorales vigentes en esta diócesis .
Normativa sobre estipendios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Normativa sobre los libros parroquiales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Para los párrocos nombrados por seis años . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Cementerios Parroquiales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Vicaría para Asuntos Económicos. Criterios para a asignación do sustento do Clero . . .
Aportación mensual por ingresos persoais. Baremo para o ano 2005 . . . . . . . . . . . . . . .
Diocese de Ourense. Fondo Común. Aportación do ano 2004 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Delegación para la celebración del Bicentenario del Seminario ourensano . . . . . . . . . . .
26
28
33
34
39
39
42
46
47
48
IGLESIA EN ESPAÑA
La Conferencia Episcopal Española sobre «Nación y nacionalismos» . . . . . . . . . . . . . .
Nombramiento episcopal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
SANTA SEDE
SANTO PADRE. Homilía de Juan Pablo II en la Nochebuena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mensaje de Navidad. «¡Por doquier se ve la necesidad de paz!» . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mensaje pontificio a Monseñor Julián Barrio Barrio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Discurso a la Curia Romana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mensaje del Papa para la Jornada del Emigrante y del Refugiado . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Juan Pablo II a Cuba «Genuina libertad religiosa» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Discurso al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Audiencias Generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
67
70
71
72
73
75
78
80
82
84
90
1136 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Acción de Gracias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mensaje para la XXXIX Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales . . . . . . . . . .
Iglesia Universal
Decreto de la penitenciaría apostólica sobre las indulgencias concedidas en el año de la Eucaristía . . . . .
Mensaje de Navidad del patriarca latino de Jerusalén . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
«El Dios de la historia» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
«Un porvenir de paz» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
95
96
98
100
102
104
108
CRÓNICA DIOCESANA. Enero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
112
FEBRERO
La Voz del Prelado
Homilías de Coresma. Ciclo A. Mércores de Cinsa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Domingo I da Coresma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Domingo II da Coresma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Domingo III da Coresma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
É a hora dos mozos. Carta do Bispo para a revista «Seminare» . . . . . . . . . . . . . . . .
Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
116
122
126
134
138
142
IGLESIA DIOCESANA
SECRETARÍA GENERAL. Nombramientos. Defunciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Vicaría General. Decreto sobre la visita pastoral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Decreto de actualización de Tasas de Concesión de Usufructos
en los cementerios parroquiales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Aranceles de sepulturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Memoria del Archivo Histórico Diocesano de Ourense. Año 2004 . . . . . . . . . . . . . . . . .
144
146
147
148
149
IGLESIA EN ESPAÑA
Informe sobre la opción por la enseñanza de la religión católica en las escuelas . . . . . .
158
SANTA SEDE
SANTO PADRE.
Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Audiencia General . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Carta del Santo Padre a los participantes en las celebraciones
de la XII Jornada Mundial del Enfermo en Yaoundé (Camerún) . . . . . . . . . . . . . . . .
Carta del Papa Juan Pablo II al presidente de la C. E. de Francia con ocasión del
100 aniversario de la Ley de Separación entre Estado e Iglesia . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mensaje del Papa al obispo de Coímbra, con ocasión del funeral de Sor Lucía . . . . . . .
Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo del año 2005 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la Cuaresma 2005 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Discurso del Santo Padre a los miembros del Tribunal de la Rota romana . . . . . . . . . . .
Carta Apostólica a los responsables de las Comunicaciones Sociales . . . . . . . . . . . . . . .
161
164
166
167
174
175
179
182
186
CRÓNICA DIOCESANA
DICIEMBRE • 1137
Mensaje a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Cong.
para la Educación Católica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mensaje al grupo de estudio de la Academia Pontificia de Ciencias . . . . . . . . . . . . . . . .
Mensaje durante la Misa de la IX Jornada Mundial de la Vida Consagrada . . . . . . . . . .
Discurso de Juan Pablo II a los alumnos del Pontificio Seminario Romano Mayor . . . . . .
Visita «Ad límina apostolorum» de la Conferencia Episcopal Española (I Grupo) . . . . . .
194
196
198
200
202
Iglesia Universal
Iraq ¿Arca de Noé, o Torre de Babel? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El horror de Auschwitz, aún presente en nuestro tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La aportación de la mujer en la vida de la Iglesia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
207
218
221
CRÓNICA DIOCESANA. Febrero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
224
MARZO
La Voz del Prelado
Día del Seminario 2005. «Generosos y entregados… como María» . . . . . . . . . . . . . . . .
Domingo de Ramos o en la Pasión del Señor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Jueves Santo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Viernes Santo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Vigilia Pascual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Domingo de Pascua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
229
231
233
236
239
241
244
IGLESIA DIOCESANA
SECRETARÍA GENERAL. Nombramientos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Delegación para el Año de la Eucaristía. Sugerencias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
245
246
IGLESIA EN ESPAÑA
La vida humana, don precioso de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Homilía del Emmo. Sr. Cardenal-Arzobispo de Madrid en el primer aniversario
de los atentados del 11 de marzo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Nombramiento episcopal. El sacerdote Raúl Berzosa Martínez
ha sido nombrado obispo auxiliar de Oviedo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
LXXXIV Asamblea de la CEE. Discurso inaugural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
LXXXIV Asamblea de la CEE. Discurso del Arzobispo de Benevento . . . . . . . . . .
252
258
262
263
271
SANTA SEDE
SANTO PADRE.
Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Audiencia General . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Carta del Santo Padre a los sacerdotes para el Jueves Santo 2005 . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mensaje de Juan Pablo II para el Via Crucis del Coliseo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
274
276
277
282
1138 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
Mensaje en la Pascua de Resurrección. «¡Quédate con nosotros,
palabra viviente del Padre!» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mensaje con ocasión del 60 aniversario de la liberación de los prisioneros de Auschwitz . .
Mensaje a la Asamblea Plenaria de la Congregación para el culto divino
y la disciplina de los sacramentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mensaje del Santo Padre a los participantes en la IV Jornada Europea
de los Universitarios durante una vigilia mariana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
282
284
288
290
Iglesia Universal
Viacrucis en el Coliseo. Viernes Santo 2005. Meditaciones y oraciones
del cardenal Joseph Ratzinger . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Homilía del Viernes Santo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
291
307
CRÓNICA DIOCESANA. Marzo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
313
ABRIL (ESPECIAL)
El Papa Juan Pablo II ha muerto
Declaración del director de la Oficina de Prensa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comunicado de Mons. Quinteiro, Obispo de Ourense, por el fallecimiento del Papa . . .
Comunicado del Obispado de Ourense . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Homilia Funeral del Papa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Biografía de Su Santidad Juan Pablo II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mensaje póstumo de Juan Pablo II para el Regina Coeli del domingo de la Divina Misericordia . .
Testamento de Juan Pablo II. 6.3.1979 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Crónica del quinto viaje a España. 3 y 4 de mayo de 2003 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
317
318
319
320
323
328
329
334
Crónica de estos días
Juan Pablo II, un hombre libre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Juan Pablo II y los jóvenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La relación del Papa Juan Pablo II con los jóvenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Conferencia Episcopal Española. Condolencia de los obispos españoles . . . . . . . . . . . .
Mensaje tras la muerte del Papa Juan Pablo II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Homilía del funeral de Estado por Su Santidad Juan Pablo II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
340
341
343
347
348
349
SANTA SEDE
Celebración Eucarística en sufragio de Su Santidad Juan Pablo II . . . . . . . . . . . . . . . . .
Homilía en la Misa de Exequias por Juan Pablo II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Texto del «Rogito», acta en pergamino sobre la vida del Papa
introducido en su ataud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
354
356
359
CRÓNICA DIOCESANA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
362
CRÓNICA DIOCESANA
DICIEMBRE • 1139
ABRIL 2005
La Voz del Prelado
Homilía de Acción de Gracias polo Santo Pai . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Homilía de Acción de Gracias por el Santo Padre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
364
365
368
IGLESIA DIOCESANA
SECRETARÍA GENERAL. Nombramientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Defunciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La Comunidad Parroquial de Santa María de Barxés inaugura su recién
restaurado Retablo Mayor (17- IV-2005) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Balance del ejercicio económico del 2004 de las Obras Misionales Pontificias . . . . . . .
Telegramas de Pésame . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Telegramas de Felicitación. Respuesta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
370
371
372
378
379
381
IGLESIA EN ESPAÑA
Nota del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española
sobre el Anteproyecto de Ley Orgánica de Educación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Nota de prensa del episcopado español ante la ley del «matrimonio» homosexual . . . .
Las principales Confesiones Religiosas de España se unen para pedir al Parlamento
que no se modifique la regulación jurídica del matrimonio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
382
384
387
SANTA SEDE
SANTO PADRE.
Primer mensaje de Su Santidad Benedicto XVI al final de la concelebración eucarística
con los cardenales electores en la Capilla Sixtina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a los miembros del Colegio Cardenalicio
presentes en Roma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Discurso del Papa Benedicto XVI a los periodistas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Santa Misa. Imposición del Palio y entrega del Anillo del Pescador en el solemne
inicio del ministerio petrino del Obispo de Roma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Homilía de Benedicto XVI en la Basílica de San Pablo Extramuros . . . . . . . . . . . . . . . .
Discurso del Papa a representantes de otras confesiones cristianas y de otras religiones
Audiencia General . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
SANTA SEDE
Homilía del cardenal Ratzinger en la Misa por la elección del Papa . . . . . . . . . . . . . . . .
406
CRÓNICA DIOCESANA. Abril . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
409
388
393
395
397
402
403
405
MAYO
La Voz del Prelado
Corpus 2005-05-25 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
412
416
1140 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
IGLESIA DIOCESANA
SECRETARÍA GENERAL. Nombramientos. Defunciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Vicaría de Pastoral. Distribución de la Sta. Visita Pastoral del Sr. Obispo. Curso 04-05
Homilías del Nuncio de Su Santidad en España:
- con motivo de la clausura de la Novena de Ntra. Sra. de Fátima . . . . . . . . . . . . . . .
- con motivo de la inauguración de la Capilla-Santuario de Ponte Barxas
dedicada a los pastorcitos de Fátima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
418
420
423
427
IGLESIA EN ESPAÑA
XXXIX Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Nota del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española . . . . . . . . . . . . . . . . .
Nota de la Secretaría General de la Conferencia Episcopal Española . . . . . . . . . . . . . . .
Nombramientos episcopales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
431
435
436
437
IGLESIA UNIVERSAL
SANTO PADRE. Regina Cæli . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Audiencias Generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Carta de S.S. Benedicto XVI a su enviado al Congreso Eucarístico de Bari (Italia) . . . .
Carta del Santo Padre al Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano . . . . . . . . .
Carta a la C.E.E. en la peregrinación nacional al Santuario del Pilar de Zaragoza . . . . .
Oración pronunciada por el Papa ante el Icono de la Virgen «Salus Populi Romani» . .
Discurso del Papa a los presbíteros y diáconos de la Iglesia de Roma . . . . . . . . . . . . . .
Discurso de Benedicto XVI al cuerpo diplomático . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
A los peregrinos que participaron en la misa de beatificación de las madres
Ascensión del Corazón de Jesús Nicol Goñi y Mariana Cope . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Homilía del Papa en la misa de toma de posesión de su cátedra . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Homilía en la misa de las ordenaciones sacerdotales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
439
443
444
452
453
454
456
457
465
467
469
474
SANTA SEDE
Congregación para el clero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Eucaristía, sacerdocio y comunión de la iglesia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Discusión Habermas-Ratzinger «las bases morales prepolíticas del estado liberal» . . . .
478
479
483
CRÓNICA DIOCESANA. Mayo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
504
JUNIO
La Voz del Prelado
Palabras do Sr. Bispo ó comezo do Consello Presbiteral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
508
514
IGLESIA DIOCESANA
SECRETARÍA GRAL. Consejo Presbiteral. Ponencia de D. Ramiro González Cougil . .
Resumen del Acta del Consejo Presbiteral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Delegación Diocesana de Patrimonio: Camino de paz. Mane Nobiscum Domine . . . . .
516
533
534
CRÓNICA DIOCESANA
DICIEMBRE • 1141
IGLESIA EN ESPAÑA
Nota del Comité Ejecutivo de la C.E.E. «La familia sí importa» . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Nota de prensa de la Comisión Episcopal de Migraciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
CXCIX Reunión de la Comisión Permanente de la C.E.E. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comunicado sobre la reunión de la Comisión Mixta Iglesia-Estado de 23 de junio . . . .
Jornadas nacionales de Delegados Diocesanos de Misiones
y Asamblea Nacional de directores diocesanos de las OMP . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Nota de Prensa. «Ante la eliminación del matrimonio del Código Civil en cuanto a unión
de un hombre y una mujer, y su reducción a mero contrato rescindible unilateralmente
El sacerdote Manuel Sánchez Monge, nombrado obispo de Mondoñedo-Ferrol . . . . . .
El sacerdote Bernardo Álvarez Afonso ha sido nombrado obispo de Tenerife . . . . . . . .
536
537
538
541
542
545
546
547
IGLESIA UNIVERSAL
SANTO PADRE. Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
548
Audiencias Generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
553
Mensaje con ocasión de un coloquio en el XXV Aniv. de la visita de Juan Pablo II a la Unesco
561
Discurso en la ceremonia de apertura de la Asamblea General de la Diócesis de Roma .
563
Presentación del compendio del Catecismo de la Iglesia Católica . . . . . . . . . . . . . . . . . .
570
Discurso del Papa a los Obispos que habían recibido el palio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
574
Homilía durante la concelebración eucarística en la celebración de San Pedro y San Pablo
577
Motu Proprio para la basílica de S. Pablo Extramuros y para su complejo extraterritorial.
«La antigua y venerable basílica» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
582
Motu Proprio para la aprobación y publicación del «Compendio del Catecismo
de la Iglesia Católica» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
584
SANTA SEDE
Causa de beatificación y canonización del siervo de Dios Juan Pablo II . . . . . . . . . . . . .
Congregación para el clero. «La protección de la doctrina y de la moral para el derecho»
CRÓNICA DIOCESANA. Junio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
586
595
600
JULIO-AGOSTO
La Voz del Prelado
Homilía Sgdas. Órdenes de presbíteros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Eu respecto o mar. ¿E ti? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
604
610
614
IGLESIA DIOCESANA
SECRETARÍA GENERAL. Nomeamentos. Defunciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Vicaría de Pastoral. Jornadas de planificación pastoral diocesana . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Programación pastoral diocesana para el curso 2005/2006 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
617
619
639
1142 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
IGLESIA EN ESPAÑA
Nota del Comité Ejecutivo de la C.E.E. «Ley de educación inaceptable y por sorpresa» . . .
Exhortación Pastoral con ocasión de la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico.
«Conduce con cortesía en la carretera y en la vida» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
643
644
SANTA SEDE
SANTO PADRE. Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Audiencias Generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Discurso del Papa Benedicto XVI a los sacerdotes de la diócesis de Aosta,
en la Iglesia parroquial de Introd . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Ceremonia de bienvenida en el Aeropuerto Internacional de Colonia/Bonn . . . . . . . . . .
Fiesta de acogida de los jóvenes en el embarcadero del Poller Rheinwiesen, Colonia . .
Visita a la Catedral de Colonia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Visita a la Sinagoga de Colonia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Encuentro con los seminaristas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Encuentro ecuménico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Encuentro con los representantes de comunidades musulmanas . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Vigilia con los jóvenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Homilía del Santo Padre Benedicto XVI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Angelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Encuentro con los obispos de Alemania . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Ceremonia de despedida en el Aeropuerto Internacional de Colonia/Bonn . . . . . . . . . . .
Sínodo de los obispos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
647
651
654
667
670
673
676
679
682
685
688
692
696
698
702
704
IGLESIA UNIVERSAL
Declaración común presentada en el II Encuentro fraterno convocado por C.R.E.C.E.S. . . .
CRÓNICA DIOCESANA. Julio - Agosto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
741
745
SEPTIEMBRE
La Voz del Prelado
Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
748
IGLESIA DIOCESANA
SECRETARÍA GENERAL. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
750
IGLESIA EN ESPAÑA
Reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal . . . . . . . . . . . . . . . . .
Nombramiento episcopal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Las Hijas de la Caridad, Premio Príncipe de Asturias de la Concordia . . . . . . . . . . . . . .
751
754
755
SANTA SEDE
SANTO PADRE.
Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
756
CRÓNICA DIOCESANA
DICIEMBRE • 1143
Audiencias
Cristo, primogénico de toda criatura y primer resucitado de entre los muertos . . . . .
Promesas a la casa de David . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Elección de David y de Sión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Himno a Dios, realizador de maravillas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Discursos
A los rabinos jefes de Israel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Al Congreso Internacional en el XL aniversario
de la Constitución Conciliar «Dei Verbum» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
762
764
766
768
770
771
IGLESIA UNIVERSAL
María: gracia y esperanza en Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
773
CRÓNICA DIOCESANA. Septiembre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
808
OCTUBRE
La Voz del Prelado
Domund 2005 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
812
816
IGLESIA DIOCESANA
Inauguración del curso académico 2005-2006 en los Seminarios Mayor y Menor.
Lección inaugural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
818
IGLESIA UNIVERSAL
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
Testigos de la presencia transfigurante de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
En la conmemoración conjunta de las comunidades israelitas de España y la C.E.E.
del XL Aniversario de la declaración «Nostra aetate» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La objeción de conciencia a los matrimonios entre personas del mismo sexo . . . . . . . .
SANTO PADRE
Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Audiencias generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Encuentro de catequesis y de oración del Santo Padre con los niños de 1ª Comunión . .
Homilía. Solemne Misa de apertura de la XI asamblea general ordinaria
del sínodo de los obispos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Apertura de la 1ª Congregación del sínodo. Meditación de Su Santidad tras la
Lectio Brevis de la hora tercia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Palabras del Papa Benedicto XVI al final de la comida con los Padres Sinodales . . . . .
Solemne conclusión de la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos,
del Año de la Eucaristía y canonización de los beatos: Józef Bilczewski,
Cayetano Catanoso, Segismundo Gorazdowski, Alberto Hurtado Cruchaga,
Félix de Nicosia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
829
832
837
857
863
871
875
878
882
883
1144 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
Mensajes. Mensaje del Papa Benedicto XVI al director general de la FAO
con ocasión de la Jornada Mundial de la Alimentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
SANTA SEDE
Mensaje de la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos . . . . . . . . . . .
Proposiciones del Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
889
897
CRÓNICA DIOCESANA Octubre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
920
887
NOVIEMBRE
La Voz del Prelado
Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
924
IGLESIA DIOCESANA
Secretaría General. Nombramientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Vicaría de Pastoral. Presentación del documento «Pastores dabo vobis». Ponencias . . .
Delegación Diocesana de Misiones. Actividades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
926
929
965
IGLESIA EN ESPAÑA
LXXXV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española . . . . . . . . . . . . . . . .
Declaración de la Conferencia Episcopal Española en apoyo a la campaña sobre
la deuda externa promovida por las organizaciones eclesiales Manos Unidas, Cáritas,
Confer, Justicia y Paz y Redes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
967
977
IGLESIA UNIVERSAL
SANTO PADRE
Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
980
Audiencias generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
985
Carta de Su Santidad Benedicto XVI al presidente de la Comisión para las Relaciones
Religiosas con el Judaísmo con ocasión del XL Aniversario de la «Nostra Aetate» .
991
Discurso del Papa Benedicto XVI a una delegación de la Federación Luterana Mundial
993
Discurso del Papa al final de la ceremonia de beatificación de tres siervos de Dios . . . .
995
Discurso del Santo Padre a los participantes en la Conferencia sobre el Genoma Humano
celebrada en el Vaticano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
997
Discurso a representantes de la O.N.U. para la Alimentación y la Agricultura (FAO) . . 1000
Homilía de Su Santidad Benedicto XVI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1002
Mensaje del Papa Benedicto XVI a un congreso internacional sobre el teólogo
Hans Urs von Balthasar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1005
CRÓNICA DIOCESANA Noviembre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1007
CRÓNICA DIOCESANA
DICIEMBRE • 1145
DICIEMBRE
La Voz del Prelado
Homilía na solemnidade da Inmaculada Concepción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Homilía na solemnidade do Nadal do Señor (25-xii-2005) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Homilía na solemnidade deSta. María, Nai de Deus (1-i-2006) . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Actividades del Sr. Obispo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1012
1016
1022
1030
IGLESIA DIOCESANA
Secretaría General. Nomeamentos /Defunciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Delegación de Liturxia. Mejorar y profundizar en la eucaristía del domingo . . . . . . . .
1032
1033
IGLESIA EN ESPAÑA
LXXXV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española . . . . . . . . . . . . . . . .
Nombramientos episcopales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mensaje de los Obispos de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida . . . . . . . . . . . .
1042
1046
1049
IGLESIA UNIVERSAL
SS. Benedicto XVI. Ángelus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Audiencias Generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI con ocasión del Encuentro Continental
para América sobre el «Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia» . . . . . . . . .
Mensaje del Papa a Su Santidad Bartolomé I, Patriarca Ecuménico de Constantinopla .
Discurso del Santo Padre a los miembros de la Comisión Teológica Universal . . . . . . .
Discurso del Papa a los Presidentes de las C. Episcopales para la Familia
y la Vida de América Latina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Discurso del Santo Padre a las personas consagradas presentes en la Diócesis de Roma
Discurso de Benedicto XVI al relanzarse el diálogo católico-ortodoxo . . . . . . . . . . . . .
Por un nuevo humanismo: propuesta de Benedicto XVI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Discurso del Papa a los universitarios de Roma tras la celebración eucarística del jueves 16 . .
Discurso de SS. Benedicto XVI a la Curia Romana con motivo del fin del año . . . . . . .
Homenaje del Santo Padre a La Inmaculada en la Plaza De España . . . . . . . . . . . . . . . .
Homilías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mensaje Urbi et Orbi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mensaje de Su Santidad para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz . . . . . . . .
Mensaje del Santo Padre para la XCII Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado .
Congregaciones.Congregación Para La Educación Católica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mensajedel Card. Javier Lozano Barragán en la Jornada Mundial contra el Sida . . . . . .
Iglesia Universal. La I. en América ante los desafíos de la bioética y las nuevas tecnologías . . . .
«Carta inacabada» del hermano Roger de Taizé . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Precisiones del cardenal Kasper sobre el tema de los divorciados vueltos a casar . . . . .
1053
1059
1072
1075
1078
1080
1083
1085
1096
1098
1106
1108
1115
1117
1122
1125
1130
1134
CRÓNICA DIOCESANA Diciembre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1007
1066
1068
1070
1146 • DICIEMBRE
BOLETÍN OFICIAL
NUESTRA PORTADA:
Portaviáticos. Parroquia de Santa María de Lamas (Xinzo)
Depositado en el Museo de la Catedral.
Plata sobredorada. Salamanca siglo XVIII
El «Agnus Dei» decora este precioso portaviáticos, como diciendo plásticamente la
invitación litúrgica antes de recibir la Comunión.
Consuelo y fuerza es el Señor en el camino de la Vida y particularmente en la
enfermedad y en la hora de la Muerte. Él Quita el pecado del Mundo, Él se ofrece en
la Cruz como Cordero sin Mancha para salvarnos, Él es en el Apocalipsis el que sentado
sobre el libro de los siete sellos nos espera y nos juzga y nos enriquece con la ya para
siempre preciosa presencia.
Con el «Agnus Dei» agradecemos este año Eucarístico y abrimos nuestro corazón al
Amor de los Amores que en la Eucaristía es siempre amorosa cercanía
Director: MANUEL E. RODRÍGUEZ ÁLVAREZ
Redacción y Administración: OBISPADO DE OURENSE
Teléfono: 988 36 61 41
Fotocomposición e Impresión: GRUPO SANMARTIN, S. L.
Depósito Legal: OR-13/1958
Descargar