POLONIA, HISTORIA DEL CRISTIANISMO EN Wenceslao Calvo (09-08-2012) © No se permite la reproducción o copia de este material sin la autorización expresa del autor. Es propiedad de Iglesia Evangélica Pueblo Nuevo Antes de la Reforma Influencia alemana y organización Reacción y agitación Independencia eclesiástica La Reforma y después. Necesidad y preparación La Reforma Contrarreforma Historia posterior Antes de la Reforma Fundamentos eslavos. Cuando Polonia recibió el cristianismo en el siglo X, comprendía el territorio entre el Gran Ducado Ruso en el este, Prusia y Pomerania en el nordeste y norte, las tribus wendas en el noroeste, el imperio alemán hasta el Oder en el oeste y Moravia en el sur y sudoeste. Una vez que el duque Mieczyslaw de Polonia hubo sido derrotado en 963 por los wendos, procuró protegerse de ellos mediante la sumisión al emperador alemán. Pero a pesar de la favorable oportunidad proporcionada para la introducción del cristianismo desde Alemania, no se hicieron esfuerzos en esa dirección. El cristianismo fue introducido como resultado de las misiones eslavas de la Iglesia oriental y en particular, según los más antiguos y fidedignos informes, desde Bohemia, donde había tenido una base permanente bajo el duque Boleslao I el Piadoso. El duque Mieczyslaw se casó en 966 con Dambrowka, hermana de Boleslao II duque de Bohemia y en 967 aceptó el cristianismo, seguido inmediatamente por los nobles y una parte del pueblo. La posterior expansión fue promovida por sacerdotes de Bohemia y, a la orden del duque, todos sus súbditos fueron bautizados. Todos los ídolos fueron destruidos, quemados o arrojados a las aguas. Influencia alemana y organización. En esa coyuntura Alemania comenzó obra misionera en Polonia. Bajo la protección del emperador, Jordan, un sacerdote alemán, trabajó con gran celo y bajo muchas dificultades como misionero. Los polacos habían aceptado el cristianismo siguiendo el ejemplo de su duque, pero nominalmente; mas en secreto continuaban con los antiguos dioses y en un tiempo posterior el paganismo fue lo suficientemente fuerte para producir una reacción. La organización eclesiástica del país fue la consecuencia inmediata de la aceptación del cristianismo por el duque. Esto no fue posiblemente realizado por los esfuerzos de la misión eslava-griega, sino que la estrecha relación política de Polonia con Alemania y la relación feudal del duque con el emperador efectuaron en el curso del tiempo estrechas relaciones con la iglesia germano-occidental, procediendo de ahí un firme fundamento y la organización del cristianismo polaco. Mieczyslaw, en 977, tras la muerte de su primera esposa, se casó con Oda, hija del margrave sajón Dietrich, bajo cuya influencia el rito griego dio paso a la forma romana de culto. Otón el Grande concibió amplios planes para una cristianización permanente del pueblo eslavo, que fue obligado a someterse a su poder. Bajo su impulso y con su cooperación, el primer obispado polaco, Posen, se fundó en 968. Al principio estaba incluido bajo el arzobispado de Maguncia, siendo posteriormente incorporado al arzobispado de Magdeburgo. De esta manera quedó establecida la conexión de la Iglesia polaca con la Iglesia de Roma y bajo la influencia de las condiciones políticas la Iglesia católica ganó la preeminencia sobre el indispuesto elemento griego. Al no hablar polaco los misioneros católicos enviados desde Alemania no pudieron tener influencia sobre el pueblo, a lo que los misioneros eslavos debieron la mayor parte de su éxito. Surgieron los conflictos, siendo muy difícil introducir las instituciones de la Iglesia católica. El papa estimó necesario hacer concesiones temporales, permitiendo que la predicación y la liturgia fueran en la lengua vernácula. Hasta su muerte en 992 Mieczyslaw fue un adherente fiel del poder imperial. Mapa de Polonia bajo Boleslao Chrobry Bajo su hijo de su primer matrimonio, Boleslao Chrobry, "el Valiente" (992 a 1025), uno de los más esforzados y poderosos de los antiguos duques polacos, el lazo de Polonia con la Iglesia romana se hizo aún más estrecho. Aunque Polonia no había sido totalmente cristianizada ni siquiera externamente, se convirtió bajo él en un centro para la expansión posterior del cristianismo entre los pueblos vecinos, haciendo que la misión sirviera a sus empresas guerreras. Boleslao Chrobry había protegido a Adalberto en su gira misionera a Prusia y posteriormente recuperó sus restos, contrayendo íntima amistad sobre su tumba en Gnesen con el emperador Otón III. Gnesen se convirtió en arzobispado y centro de la Iglesia polaca. Bajo su jurisdicción fueron puestos siete obispados, entre ellos Colberg, Cracovia y Breslau y de este modo se estableció la primera organización completa de la Iglesia polaca. Pero con la fundación del arzobispado de Gnesen la relación de Polonia con el arzobispado de Magdeburgo y la Iglesia alemana y el imperio se debilitó, creciendo gradualmente una relación más inmediata con Roma. Al igual que había protegido a Adalberto en su viaje misionero a Prusia, lo mismo hizo Boleslao ayudando a Bruno de Querfurt, el entusiasta discípulo de Adalberto para llevar el evangelio a los pueblos más orientales. Boleslao también envió a Suecia misioneros, cuyos esfuerzos fueron muy fructíferos. Cuanto más extendía su poder sobre los pueblos eslavos vecinos, mayor era su deseo de un gran reino cristianoeslavo, cuya corona solicitó al papa. En 1018 el imperio griego en Constantinopla temía su poder y el reino ruso, en cuya capital, Kiev, había creado un obispado católico, sucumbió. Reacción y agitación. Tras la recepción externa del cristianismo, el pueblo todavía estaba aferrado tenazmente al paganismo. La celebración anual de la destrucción de los antiguos dioses en la que sus imágenes fueron arrojadas a las aguas, durante considerable tiempo fue acompañada con cantos fúnebres. Sólo mediante duros códigos penales fue dirigida la mente del pueblo hacia la observancia de la moral cristiana y los usos eclesiásticos. El adulterio y la fornicación fueron castigados con la mutilación y comer carne durante Cuaresma con la extracción de dientes. Mieczyslaw II llevó a cabo la política de su padre para el mantenimiento y extensión de la Iglesia. Construyó iglesias y fundó un nuevo obispado, Cujavia, en el territorio de los wendos en el Vístula. Pero los terribles desórdenes en Polonia que siguieron a su muerte en 1034 involucraron también a la Iglesia. La externa y forzada cristianización había sido tan ineficaz que la misma existencia de la Iglesia se vio amenazada. Muchos de la nobleza y el pueblo volvieron al paganismo; ciudades e iglesias fueron destruidas y el laicado se rebeló contra el clero. Desde Alemania no se hicieron esfuerzos para ayudar y fortalecer a la Iglesia polaca. Bajo Conrado II el arzobispado de Magdeburgo había olvidado su deber misionero hacia el este y especialmente hacia Polonia. Desde 1035 su influencia sobre la iglesia polaca y la posterior relación con la Iglesia alemana cesó. El obispado de Posen fue puesto bajo el arzobispado de Gnesen; Gnesen fue destruido por el duque de Bohemia; Casimiro, hijo de Mieczyslaw II, halló refugio en Alemania y tras recuperar su heredad restableció la Iglesia, poniendo la tierra y la Iglesia bajo la protección del poder real de Alemania. Pero pasó largo tiempo antes de que el antiguo orden fuera restablecido. Bajo Boleslao II, que había recuperado el trono, estalló una terrible guerra civil. En el período siguiente el progreso de la Iglesia fue impedido por disturbios políticos, siendo imposible el próspero desarrollo para arraigar y promover la vida cristiana, aunque la actividad misionera de la Iglesia polaca fue revivida bajo Boleslao III. Desde Polonia en el segundo cuarto del siglo XII se completó la cristianización de Pomerania por Otto de Bamberg, mientras que Pomerania se hizo políticamente dependiente de Polonia. Se hicieron firmes esfuerzos para expandir la Iglesia en Rusia, a fin de subyugarla con más seguridad al dominio de Polonia. Sin embargo, tales esfuerzos misioneros no indicaban tanto una vigorosa vida en la Iglesia sino una enérgica política de los soberanos. La división del reino tras la muerte de Boleslao (1139) entre sus cuatro hijos produjo nuevas perturbaciones eclesiásticas, no obteniéndose antes de la Reforma un desarrollo pacífico. Los príncipes o bien subrayaron las posesiones y privilegios sobre el clero desde un interés egoísta o partidista a expensas de la nobleza y el pueblo, cuyo odio quedó intensificado mientras que la condición del moral del clero se corrompía, o violentamente atacaron los derechos y propiedades de los obispados. Un sínodo en Leucyka en 1180 prohibió a los príncipes hacerse con la propiedad de los obispos fallecidos bajo pena de excomunión. El favor de los príncipes hacia el clero supuso una batalla continuada con la nobleza; las violentas disensiones entre el clero por un lado y la nobleza y el laicado por otro fueron causadas por el pago de los diezmos a la Iglesia y por la extensión arbitraria de la jurisdicción clerical. Independencia eclesiástica. En estrecha relación con el elemento nacional y la oposición de los eslavos a Roma y Alemania, la oposición a los papas fue una de las principales características de la Iglesia polaca. Los príncipes enérgicamente ejercieron sus derechos para suplir obispados, otorgándolos mediante Otón III. El papa Martín V se quejó en cartas al rey de Polonia de que los derechos y libertades de la Iglesia estaban siendo pisoteados y que la autoridad de la Santa Sede no era obedecida. El clero compartía con los príncipes este deseo de independencia del papa. De ahí la queja de Gregorio VII en una carta de 1075, "los obispos de vuestra tierra son absolutamente independiente e insumisos a la regulación." Un obispo de Posen se atrevió a no anunciar un entredicho de Inocencio III contra uno de los duques. El matrimonio de los sacerdotes había penetrado por el origen griego de la Iglesia polaca, por lo cual hubo una oposición general al celibato entre el clero polaco. Hacia 1120 todos los sacerdotes de la diócesis de Breslau estaban casados. A mediados del siglo XII la mayoría del clero polaco también lo estaba y un sínodo de Gnesen (1219) se quejó de que las antiguas provisiones del matrimonio de sacerdotes hubieran quedado sin efecto. La apelación de la nación polaca al papa para un concilio general en el tiempo cuando Martín V no condenó la obra de Juan de Falkenberg, monje dominico que en favor de la orden teutónica había predicado el asesinato y la rebelión contra el pueblo polaco y su rey, fue una memorable protesta contra el absolutismo del papado. La inmoralidad del clero, su simonía, codicia, intriga política y falta de disciplina eclesiástica produjo un movimiento anticlerical y antieclesiástico entre el pueblo. Las necesidades religiosas del país, que habían sido tan vergonzosamente ignoradas por el clero, eran tan urgentes que la Reforma encontró una puerta abierta entre los polacos. La Reforma y después Necesidad y preparación. A mediados del siglo XV Polonia hacía frontera en el este con Hungría, Bohemia y Silesia; en el norte con el Mar Báltico desde Danzig a Courtland; en el este incluía a Lituania y la mayor parte de la Rusia Blanca y en el sur con la Rusia roja, Volhynia, Podolia y Kiev; mientras que su influencia se esparcía sobre Moldavia y Valaquia (Rumanía) y Crimea. Un nieto de Ladislao Jagiello (1348-1434) fue rey de Bohemia y Hungría. Las relaciones matrimoniales pusieron dominios vecinos bajo los reyes de Polonia, que estaban en la cumbre de su poder y extensión. Tres hijos de Casimiro (1444-92) fueron reyes de Polonia; el tercero, Segismundo (1513-48), tomó como segunda esposa a la princesa italiana Bona Sforza, quien ejerció una influencia perjudicial para la Reforma. El corazón del reino, esto es, la Pequeña Polonia, era eslavo, y por tanto pacífico y profundamente religioso. Cirilo y Metodio, los apóstoles eslavos del siglo noveno, habían traducido parte de las Escrituras a la lengua materna; el pueblo piadoso sostenía firmemente la adoración en la lengua vernácula y la independencia eclesiástica, poniéndose de este modo el fundamento para el espíritu de la Reforma. El rey era sólo el jefe de los nobles, que en un siglo de lucha se había elevado a una eminencia de independencia y poder que abarcó también la defensa de los obispos y resistió a los papas. Los obispos habían sido designados por los señores durante siglos y estaban de su lado, pues ellos eran ante todo polacos. Un arzobispo de Gnesen había sido regente. En 1176 los valdenses del sur de Francia y posteriormente los husitas encontraron refugio en Polonia y a pesar de la oposición individual de los obispos, de los sínodos y de la Inquisición, fueron protegidos. Al igual que en otras partes también en Polonia el avivamiento del saber y el humanismo preparó el camino para la Reforma. Los clásicos eran leídos por los nobles y el clero, se les dio la bienvenida a los eruditos alemanes e italianos, multitudes de jóvenes polacos volvían de las escuelas en el extranjero, trayendo con ellos el espíritu de las humanidades y Erasmo se ganó el entusiasmo de los más ardientes admiradores. Pero tal vez en ninguna parte era tan grande el deterioro moral y espiritual como en Polonia. La ley del celibato era generalmente violada entre los sacerdotes, el nepotismo prevalecía entre los obispos y las posiciones eclesiásticas se vendían al mejor postor. La Reforma. El fuego de la Reforma prendió primero a lo largo de la frontera alemana. Ya en 1520 el dominico Andreas Samuel en la catedral de Posen y posteriormente Juan Seklucyan, predicador en la iglesia de María Magdalena, predicaron el evangelio, subrayando la necesidad de una reforma de la Iglesia. En 1519, Jacob Knade, vicario de la iglesia de Pedro y Pablo en Danzig, se casó y este paso, junto con su atrevida predicación, tuvo amplia repercusión pública. En Posen, Lukas de Gorka recibió a los predicadores evangélicos bajo su protección contra el obispo. El arzobispo de Gnesen exhortó a Danzig a suprimir el movimiento, pero el magistrado ejerció su derecho, incluso contra el rey, de permitir la predicación evangélica y la entrada de la Reforma. De allí se esparció a Prusia; Jorge de Polentz, obispo de Samland, la secundó; Alberto de Brandeburgo, gran maestre de la orden teutónica en Prusia, llamó como predicador a Johann Briessman a Königsberg, quien era seguidor de Lutero (1525); también cambió el territorio de la orden en un gran ducado hereditario bajo protección polaca. Desde allí el movimiento penetró en la Pequeña Polonia, que era el núcleo del reino extensivo. Todas las medidas por parte de los poderes eclesiásticos y del rey para cortar el movimiento fueron inútiles. A pesar de la prohibición, especialmente contra Wittenberg, la nobleza continuó enviando a sus hijos a las universidades de Polonia, Padua, Orleáns y París e incluso Estrasburgo y Ginebra, de donde los "Institutos" de Calvino entraron en Polonia. El italiano Lismanin, confesor de la reina Bona, se unió a la Reforma, poniéndose en contacto, al igual que el príncipe Radziwill, principal reformado en Lituania, con Calvino. Éste dedicó su comentario sobre Jan Laski Hebreos al rey de Polonia (1549), un honor que éste aceptó. Desde 1545 un constantemente ampliado círculo de espiritualidad hizo que polacos se reunieran en la casa del eminente y rico Andreas Trzecieski de Cracovia; entre ellos estaban Wojewodka, posterior prefecto de Cracovia, Orzechowaki, Przyluski, autor de los "estatutos del reino" y, en particular, Rej y Fricius Modrevius. De allí el movimiento se esparció por todas partes entre la gran nobleza menor y mayor; pero la causa primordial de la Reforma se ha de buscar en el profundo sentido religioso del pueblo eslavo, que con ansiedad aceptó la predicación del evangelio en lugar de los medios de la deteriorada Iglesia. Mientras tanto, el movimiento se abría paso igualmente entre los nobles de la Gran Polonia; aquí el tipo era luterano, en lugar de reformado, como en la Pequeña Polonia. Antes de la Reforma los refugiados husitas habían encontrado allí asilo; ahora los Hermanos Bohemios y Moravos, que pronto habían de ser conocidos como la Unitas Fratrum, fueron expulsados de sus territorios y, en su camino a Prusia 1547), unos 400 se establecieron en Posen bajo la protección de las familias Gorka, Leszynski y Ostrorog. Durante 15531579, este grupo aumentó hasta 69 congregaciones, debido a su actividad industriosa, durante el cuarto de siglo de liderazgo de George Israel. En la Pequeña Polonia, debido a las condiciones políticas, durante largo tiempo faltó un liderazgo nativo. Las iglesias no podían continuar fructíferamente bajo el control de Ginebra y el Rin. Se hicieron esfuerzos para imponer hombres apropiados desde afuera, que resultaron en la sabia elección de Johannes a Lasco. Era polaco, conocedor de los reformadores de su tierra natal, fugitivo primero en Frisia oriental y luego en Inglaterra y alguien que había demostrado especialmente su idoneidad para organizar y dirigir. Su regreso se vio retrasado y el sínodo de Kozminek (1555), bajo la presión de una desorganización amenazante, adoptó un plan de unión, cuyo resultado habría significado la absorción en la Unitas Fratrum. Un año más tarde de su llegada, Lasco insistió en la integridad e independencia de la Iglesia nacional. En la quinta década de ese siglo el movimiento entró un en su prueba final por las batallas de los obispos y los nobles sobre la Reforma en las dietas. En la dieta de 1552, Leszynski rechazó arrodillarse y quitarse el sombrero al comienzo de la misa. Esta dieta garantizó la libertad de conciencia al otorgar a la Iglesia católica el derecho de juicio sobre las herejías, pero no el castigo. La dieta de Varsovia (1556) ordenó que cada noble era libre de establecer en su casa y en su territorio la adoración que estimara apropiada, si estaba basada en las Escrituras. También votó una apelación al papa Pablo IV exigiendo del concilio de Trento la adoración en lengua vernácula, la comunión en ambas especies, la consagración de sacerdotes, la abolición de las contribuciones papales y la convocatoria de un concilio nacional para la corrección de abusos y la unificación de organismos eclesiásticos. Sin embargo, el rey era débil. Envió al obispo de Przenysl como delegado; la dieta no estuvo representada y nunca aceptó las resoluciones del concilio. El rey Segismundo Augusto murió en 1572 sin heredero y desafortunadamente en este momento el país quedó atrapado en la lucha por la elección de un soberano. La elección recayó sobre el príncipe Enrique de Valois, duque de Anjou, quien había sido recomendado por Coligny antes de la muerte de Segismundo. A pesar de la división, se acometió una acción unida en la dieta de Varsovia (1573) bajo el liderazgo reformado del oficial de la corona Firley de la Pequeña Polonia, garantizando igualdad de derechos y libertad para todos los credos. Los representantes reformados de Polonia también exigieron una promesa al rey de Francia antes de depositar sus votos en favor de su hermano, para que garantizara libertad de fe y adoración y un salvoconducto a los fugitivos de su reino. Hasta el momento de la coronación las intrigas de los jesuitas hicieron este juramento vacío y cuando Enrique mostró signos de debilidad antes de reafirmar el juramento en la coronación, Firley valientemente se puso delante, tomó la corona en su mano y exclamó en alta voz: "Si no juras, no reinas." El atemorizado rey prestó juramento. Contrarreforma. El episodio fue una manifestación externa de una Contrarreforma que se había ido desarrollando durante algún tiempo. Muchos movimientos en el seno del protestantismo lo expusieron a la reacción. Primero, el antitrinitarismo, importado de Italia, hacia el que Lismanin se inclinaba, tuvo sus defensores y se centró en Pinczow. Lasco se posicionó firmemente en contra. En segundo lugar estaba la irreconciliable división de los tres cuerpos protestantes ante el frente unido de los jesuitas católicos. La Iglesia de la Pequeña Polonia y Lituania era calvinista, la de la gran Polonia y Rusia, y, en ocasiones la de Courland y Livonia, luterana, habiendo congregaciones de ambas mezcladas desde el principio con muchas iglesias de la Unitas Fratrum. Lasco procuró la unión, pero fracasó. Diez años después de su muerte un sínodo general en Sendomir (1570) adoptó un consenso identificándose una unión contra la Contrarreforma católica. Pero se vio sacudido por el conflicto tan pronto como hubo sido adoptado. El sínodo general en Thorn (1595) reafirmó el consenso de Sendomir, haciéndolo vinculante a todo el clero y necesariamente suscrito bajo pena de dimisión. Sin embargo, todas las medidas cayeron en el olvido. En 1728 un sínodo general en Danzig lo rescató de la oscuridad y resolvió respaldarlo, pues aunque nunca fue revocado en un tiempo había quedado olvidado. Mientras tanto la Contrarreforma continuaba, conducida sagazmente por Roma, no sólo para aprovecharse de esas divisiones internas del protestantismo, sino también siguiendo sus propios designios. Stanislaus Hosius, obispo de Ermland , fue el líder y antagonista irreconciliable de los disidentes. Los jesuitas que trabajaron a su lado, probablemente en ninguna parte efectuaron una obra tan eficaz y perniciosa. Aunque su objetivo eranStanislaus las casas Hosius de los nobles, Hosius supo cómo hacer que la mayoría de los escritos polémicos disidentes beneficiaran a Roma. Una ayuda añadida fue el nuncio papal en Cracovia, Commendone, pero por encima de todo el rey, Segismundo III (15861632), llamado por sus contemporáneos "rey de los jesuitas." Los evangélicos perdieron sus derechos y libertad de conciencia. Los jesuitas también dirigieron sus esfuerzos contra la Iglesia oriental por lo que en 1599, en Vilna, se hizo un pacto de evangélicos y griegos al que se apeló de tiempo en tiempo hasta el desmembramiento final de Polonia. Tras una década de lucha los jesuitas salieron victoriosos y la causa evangélica y el reino se doblegaron. No obstante, tuvieron que pasar dos siglos antes de que la victoria fuera total. Historia posterior. La correspondencia de Hosius muestra el regreso de los descendientes de los padres ilustres de la Reforma al catolicismo. Los jesuitas continuaron sus maquinaciones; el rey estaba totalmente en su poder y en Cracovia, Posen, Vilna y otras partes, incitaron al pueblo y a los estudiantes a destruir las iglesias de los disidentes. Al término del reinado de Segismundo, Polonia estaba en rápido declive; los jesuitas habían sofocado la vida espiritual y logrado la posesión completa de las escuelas; el pueblo había perdido el sentido de sus derechos y en el exterior la nación había perdido su rango de influencia. Ladislao IV (1632-48), justo y pacífico, quien convocó un coloquio en Thorn en 1645 para la unión de todas las iglesias, no refrenó las actividades jesuitas. Augusto II (1696-1733) permitió su política, aunque había apostatado, como rey de Sajonia, al catolicismo, a fin de procurar el trono de Polonia. En la dieta de Grodno (1719) Casimiro Ancuta, abogado jesuita de Vilna, logró ilegalmente la expulsión del último disidente, Piotrowski. Con el triunfo de la Contrarreforma va asociada también la sentencia del que fuera glorioso reino. La historia posterior de Polonia quedó sujeta a la de los países entre los que su territorio quedó dividido.