02 Diari Dimarts, 6 d’octubre de 2015 TEMA DEL DIA | TEMA DEL DIA Una historia desconocida en Mont-roig ■ Ni los vecinos de Mont-roig ni los histo- riadores locales conocían la implicación de Benjamín Benet Blanch en la ejecu- ción de Companys. Ayer lo comentaban, tratando de averiguarlo, pero en general la noticia fue recibida con sorpresa. HISTORIA| EL JUEZ QUE INSTRUYÓ EL SUMARIO HABÍA NACIDO EN TORTOSA Y EL FISCAL, EN TARRAGONA Tres tarraconenses intervinieron en la condena y ejecución de Companys Un libro acaba de revelar que Benjamín Benet Blanch, natural de Mont-roig, dirigió el pelotón que fusiló al expresident de la Generalitat y le disparó, el 15 de octubre de 1940, el tiro de gracia XAVIER FERNÁNDEZ El jueves de la próxima semana, 15 de octubre, se cumplirán 75 años del fusilamiento en Barcelona del que fuera President de la Generalitat, Lluís Companys. Coincidiendo con la efemérides ayer mismo se publicó el libro Retrat d’un magnicidi, les últimes hores del president Companys (Ara Llibres). Su autor, el historiador Jordi Finestres, desvela quién fue el autor del tiro de gracia que acabó con la vida de Companys: un brigada de la Policía Armada, Benjamín Benet Blanch. Benet estaba destinado en Barcelona pero había nacido el 28 de agosto de 1892 en Mont-roig del Camp. La revista Sapiens ha publicado también la historia en un artículo escrito por el propio Jordi Finestres, que en su libro narra en paralelo las vidas de Lluís Companys y Benjamín Benet. La de Benet no es la única ‘conexión’ tarraconense del fusilamiento de Companys, aunque estas ya eran conocidas. El juez que instruyó el proceso contra el político catalán fue el general de brigada Ramón de Puig y Ramón, nacido en Tortosa en 1867. Y el fiscal que le acusó sin piedad fue Enric de Querol, nacido en Tarragona en 1904 e hijo del dirigente carlista reusense Fernando de Querol y Bofarull. El médico y los sacerdotes Uno de los dos médicos que certificó la muerte de Companys fue el forense civil y ginecólogo Pere Abadal Botanch, un destacado dirigente falangista, que el 18 de julio de 1936, cuando estalló la insurrección fascista, se encontraba de veraneo en Salou. Tras recibir la contraseña ‘Se opera al niño’, Abadal se trasladó a Barcelona por orden de los golpistas, ocupó una clínica y se encargó de atender a los heridos en los enfrentamientos callejeros de uno y otro bando. Según relata Finestres en su apasionante libro, Abadal regresó a Salou tras el fracaso del golpe de Estado y desde allí huyó en su propia barca a Francia. Hay más vinculaciones, aunque estas de forma colateral. Los dos sacerdotes que asistieron a Companys en sus últimos momentos de vida fueron el carmelita Josep Planas y el jesuita Isidre Gríful. Planas era teniente vicario castrense. Su padre, Jaime Planas Carbonell, había sido asistente del general reusense Juan Prim. Y el propio Planas ofició la boda del general Domingo Batet (también nacido en Tarragona), el militar que sofocó en octubre de 1934 el levantamiento durante el cual Lluís Companys proclamó el Estado catalán. Batet fue fusilado el 18 de febrero de 1937 por los franquistas por permanecer fiel a la República y negarse a secundar el golpe de estado. Isidre Gríful, por su parte, había sido ordenado sacerdote por Arriba, el carnet de teniente de la policía de Benet (a la izquierda). FOTOS: CEDIDAS A la derecha, Companys se dirige al consejo de guerra que le condenó a muerte. ‘He rematado a Companys. Que Dios tenga piedad de su alma y perdone la mía’, dijo Benet FOTO DEL LIBRO ‘LLUIS COMPANYS INÈDIT’, DE CASILDA el entonces arzobispo de Tarragona, Francesc Vidal i Barraquer, natural de Cambrils. En 1910, con apenas 18 años, Benjamín Benet deja Mont-roig para alistarse en el Regimiento de Artillería de Montaña con sede en Barcelona. Al poco de llegar al cuartel, es escogido trompeta de la formación. En febrero de 1912, se presenta voluntario para combatir en la guerra de Marruecos. Benet recibe la Medalla del Rif por su valor, la primera de varias condecoraciones por sus acciones de combate. Tras licenciarse del ejército en 1914, decide hacerse policía, aunque tarda siete años en ingresar en el cuerpo. Su primer destino es Palma de Mallorca. En la capital balear muere su primera esposa, con la que tenía una hija. Tras quedar viudo, Benet pide el traslado a Barcelona y se le concede. Sus ascensos en el es- GÜELL calafón corren paralelos a sus traslados y es destinado a Lleida, Zaragoza, Pamplona y de nuevo a Zaragoza. Ya se ha casado en segunda nupcias. Benet se suma en Zaragoza al levantamiento franquista del 18 de julio de 1936. En los ‘Flechas negras’ Al estallar la guerra, Benet se enrola primero en la 15ª Compañía de Asalto –con la que lucha en el frente de Aragón– y luego en la Brigada Legionaria italiana (los ‘Flechas negras’). Con ellos, entra en Paüls, Roquetes, Sant Carles de la Ràpita... Sufre una infección pulmonar por lo que es trasladado de nuevo a Zaragoza, donde permanece hasta acabar la guerra. Luego pasa por Valencia y Logroño hasta ser destinado, a petición propia, a Barcelona. Es en la Ciudad Condal donde la tarde del 14 de octubre de 1940, le ordenan que la madrugada siguiente se presente en el castillo de Montjuïc, convertido en cárcel para los perdedores de la Guerra Civil. A llegar le informan que tiene que dirigir un pelotón de fusilamiento. Benet pregunta quién es el condenado a muerte y no sale de su asombro cuando le responden: «Lluís Companys». Sólo unos pocos sabían que el President de la Generalitat había sido detenido en Francia, trasladado primero a Madrid y luego a Barcelona, juzgado y condenado a muerte. Benet no se plantea desobedecer y da la orden de fuego al piquete de soldados que comanda. Enfrente suyo Companys se yergue sereno. Suenan los disparos. Companys cae con apenas un hilo de vida. Benet se acerca a Companys y le dispara varias veces –le tiembla la mano– para rematarle. Son las 6.30 de la mañana del 15 de octubre de 1940. En la década siguiente, explica Finestres, a Benet le trasladan a La Coruña, Castellón, Zaragoza y, finalmente, a Tarragona donde fallece el 16 de marzo de 1950. En su memoria, permanece aún la noche de diez años antes y resuena la única explicación que le dio a su esposa y su hija cuando le vieron angustiado tras volver de Montjuïc aquel 15 de octubre: «Acabo de ordenar a un grupo de hombres que fusilen al presidente de la Generalidad, Lluís Companys. Y yo le he rematado en tierra. Que Dios tenga piedad de su alma y perdone la mía».