Colom, Guillem

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SEPTIEMBRE DE 2007
AÑO LXVIII
NÚMERO 797
Laser Guided Bomb
Fragata F100
CN-235 para el programa Deepwater
Littoral Combat Ship
LAMPS
HIMARS
La alianza hace
la fuerza.
• Irán: ¿una guerra inevitable?
• Reflexiones sobre la
Cultura de Defensa
I EJÉRCITO I
S-80
septiembre 2007 - año LXVIII - núm 797
I
P-3
En un mundo que continúa cambiando a ritmo vertiginoso, los gobiernos buscan alcanzar sus principales
objetivos mediante alianzas industriales con empresas tecnológicamente avanzadas de todo el mundo.
Lockheed Martin y sus socios en más de 50 países se esfuerzan en satisfacer una amplia gama de
necesidades gubernamentales prioritarias: Desde el fortalecimiento de los sistemas de defensa, a la
gestión del tráfico aéreo, marítimo y ferroviario. Desde los sistemas de Mando y Control militares
y civiles, a la fabricación y lanzamiento de satélites.
Porque cuando el objetivo es realmente importante, la alianza hace la fuerza.
www.lockheedmartin.com
Reunión de Jefes de Estado Mayor de los Ejércitos de
Tierra de la Alianza. ACAST 2007
Índice
SEPTIEMBRE DE 2007
AÑO LXVIII
NÚMERO 797
• Irán: ¿una guerra inevitable?
• Reflexiones sobre la
Cultura de Defensa
Reunión de Jefes de Estado Mayor de los Ejércitos de
Tierra de la Alianza. ACAST 2007
EDITORIAL
EDÍTA
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ARTÍCULOS
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Telefax: 91-522 75 53.
4
Irán: ¿una guerra inevitable?
ÁNGEL PÉREZ GONZÁLEZ.
Licenciado en Derecho.
6
Reflexiones sobre la Cultura de Defensa
CARLOS GABARI LEBRÓN.
General de División. DEM.
14
La Batalla Aeroterrestre:
¿una revolución en los asuntos militares?
GUILLEM COLOM PIELLA.
Licenciado en Sociología y Ciencias Políticas.
22
La Inteligencia Humana en el Combate del Terrorismo
Yihadista
JUAN ALFONSO MERLOS GARCÍA.
Licenciado en Ciencias de la Información.
30
La Próxima Guerra en Oriente Medio
JESÚS ALONSO BLANCO.
Capitán. Artillería.
38
MINURSO Misión de la ONU
para el referéndum del Sahara Occidental
ANTONIO JORDÁ PALACIO.
Coronel. Artilleria. DEM.
46
FE DE ERRATAS
En el artículo «La nueva exposición del Museo del Ejército», publicado
en el Documento del Nº 794, correspondiente al mes de mayo, aparece como autor D. José Manuel Guerrero Acosta, Teniente Coronel de Ingenieros
y Director del Programa Museográfico, cuando deben figurar también los
miembros del Equipo Museográfico: Dña. Carolina Aguado Serrano, Ayudante de Museos, Licenciada en Geografía e Historia; Dña. Mariela Beltrán
García-Echániz, Ayudante de Museos, Licenciada en Geografía e Historia;
Dña. Concepción Sánchez Llorente, Ayudante de Museos, Licenciada en
Geografía e Historia; Dña. Mar García Lerma, Licenciada en Geografía e
Historia; Dña. Elisa Porro Niño, Licenciada en Historia del Arte; Dña.
Esther Rodríguez López, Licenciada en Geografía e Historia, y Dña. Margarita Sánchez Martín, Licenciada en Geografía e Historia.
• SEPTIEMBRE 2007 • AÑO LXVIII. NÚM. 797
SECCIONES
ARTÍCULOS
ACAST 2007 un paso adelante
ANTONIO RUIZ GONZÁLEZ.
Capitán. Artilleria.
54
Observatorio Internacional de Conflictos
CARLOS ECHEVERRÍA JESÚS.
Profesor de Relaciones Internacionales de la UNED.
ALBERTO PÉREZ MORENO.
Coronel. Infantería. DEM.
102
Cine Bélico
106
Grandes Autores del Arte Militar:
Luis Sáez de Govantes
PEDRO RAMÍREZ VERDÚN.
Coronel. Infantería. DEM.
108
Hemos Leído
109
Sumario Internacional
113
Oriente Medio: la asignatura pendiente
ENRIQUE ÁVILA PÉREZ.
Suboficial Mayor. Infantería.
58
Operación Medusa
JAVIER MARÍA RUIZ ARÉVALO.
Comandante. Infantería.
62
El Batallón Multinacional de Cuartel
General del Eurocuerpo
RAÚL SUEVOS BARRERO.
Teniente Coronel. Infantería.
70
NUESTRAS INSERCIONES
La Cooperación Militar ante
las Crisis Biólogicas
FERNANDO SOTERAS ESCARTÍN.
Teniente Coronel. Infantería. DEM.
Boletín de Suscripción
76
90
Poema: «... y, cuando todos te falten, estará contigo
ESPAÑA »
115
Municiones Termobáricas
ALFONSO LAPUENTE GIVAJA.
General de Brigada. Artilleria.
82
Ordenanzas y Reglamentos de la
Caballería Española (2ª Parte)
ELADIO BALDOVÍN RUIZ.
Coronel. Caballería. DEM.
91
La Tizona, eje histórico del Mío Cid
JOSÉ MARÍA GÁRATE CÓRDOBA.
Coronel. Infantería.
La Revista Ejército es la publicación profesional militar del Ejército
de Tierra. Tiene como finalidad
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Guillem Colom Piella. Licenciado en Sociología y Ciencias Políticas.
INTRODUCCIÓN
El término revolución en los asuntos militares
(RMA) no necesita presentación, pues centró todos los debates que se produjeron en el ámbito
de la defensa entre 1991 y 2001, cuando sería
sustituido por el concepto transformación.
En pocas palabras, una RMA se refiere a un
cambio en la forma de hacer la guerra condicionado por la aplicación de nuevas tecnologías,
procedimientos y orgánicas. Esta transformación, que convierte en irrelevantes u obsoletas
las formas de combate anteriores, proporciona
una enorme e inmediata superioridad al primer
ejército que explota estas capacidades. Así, sus
adversarios deberán alcanzar este nuevo estándar de capacidades, bien sumándose a la revolución o desarrollando una respuesta que acabe
con dicha ventaja, a veces en forma de una nueva RMA.
Esta es la definición que normalmente se emplea para analizar las RMA que se han producido a lo largo de la Historia. Centrando el interés
en la que posiblemente se produjo a finales del
siglo pasado con la aplicación de las tecnologías
de la información en la esfera militar, esta revolución fue multidimensional al transformar la gue-
22
REVISTA EJÉRCITO • N. 797 SEPTIEMBRE • 2007
rra terrestre, naval y aérea a la vez que introdujo
dos nuevas dimensiones como el espacio y la información1. Este hecho es insólito, pues el resto
de RMA que se ha producido a lo largo de la Historia únicamente ha afectado una esfera concreta de la guerra2.
¿Por qué esta reflexión? Porque existen suficientes indicios para afirmar que la Batalla Aeroterrestre constituye una RMA independiente de
la «revolución de la información», pues posee todos sus elementos constitutivos: se planteó para
solventar un problema concreto —la erosión de
la disuasión nuclear en Europa—; incluye cambios tecnológicos, doctrinales, tácticos y operativos; y su alcance fue estratégico, pues no solo
resolvió el gran problema de la OTAN en Europa
—su inferioridad numérica frente a las fuerzas
del Pacto de Varsovia— sino también suscitó importantes debates en el seno de la URSS sobre
el carácter revolucionario de esta nueva forma
de operar3.
LA BATALLA AEROTERRESTRE
Los orígenes de la Batalla Aeroterrestre se sitúan inmediatamente después de la derrota estadounidense en Vietnam, cuando «…el Ejército
Seguridad y Defensa
Una revolución en los asuntos
decidió reinventarse a sí
mismo, por lo que inició
un periodo de innovación
sostenida a gran escala:
nuevas doctrinas, tácticas,
y un mayor adiestramiento
y entrenamiento de mandos y tropa»4. Exacto, dejando de lado que la principal aspiración de la
milicia era establecer unos
lazos más claros entre los
objetivos políticos y los
medios militares para que
no volviera a repetirse una
guerra como Vietnam, se buscaba sustituir el tradicional estilo militar americano basado en la estrategia logística y la atrición, por el modelo de
guerra de maniobra.
Paralelamente a este cambio en la mentalidad
militar estadounidense, en la Unión Soviética se
producía una profunda transformación de su arte
operacional que sentaría las bases para la formulación de la Batalla Aeroterrestre. En efecto,
el mariscal Nicolai Ogarkov, Jefe del Estado Mayor de la Defensa soviético entre 1977 y 1984,
promovió una revolución en el pensamiento estratégico ruso gracias al fomento del estudio de
los teóricos militares de entreguerras que, como
Tukhachevsky o Triandafillov, fueron repudiados
por Stalin y olvidados por la teoría militar oficial
soviética5.
militares se refiere a un cambio en la
forma de hacer la guerra condicionado
por la aplicación de nuevas tecnologías,
procedimientos y orgánicas
La revolución Ogarkov se plasmó en el diseño
de planes operativos encaminados a permitir la
rápida invasión de Europa, evitando así cualquier
intento aliado de responder con armamento nuclear ¿Cómo? Mediante ofensivas convencionales a
gran escala que, conducidas por grupos de maniobra mecanizados apoyados por unidades de
Operaciones Especiales y ataques con misiles
tácticos armados con ojivas convencionales, debían penetrar rápida y profundamente en territorio
aliado, neutralizando la opción nuclear y consiguiendo una indiscutible victoria estratégica.
La OTAN, que desde su creación había descuidado los planes de defensa convencionales a
favor de la disuasión nuclear, inevitable dada su
inferioridad en fuerzas convencionales, no solo
se vio forzada a aparcar la decisión de no ser la
E-3A SENTRY
REVISTA EJÉRCITO • N. 797 SEPTIEMBRE • 2007
23
Paralelamente a este cambio en la
—municiones de precisión, sistemas de supresión de defensas y equipos C3I— como multiplicador del poder de sus
unidades, compensando así la
superioridad cuantitativa que
poseían las fuerzas del Pacto
de Varsovia y sin tener que recurrir al arma nuclear 7. Esta
opción, planteada en 1979 por
el secretario de Defensa estadounidense Harold Brown
(1977-81), recibiría el nombre
de offset strategy o estrategia
de compensación.
Si bien esta transformación
debía realizarse en el contexto de la OTAN, fue
el Ejército estadounidense el que llevó más lejos
esta voluntad de cambio, abandonando la defensa activa por una doctrina más ofensiva, basada
en la maniobra y que integrara el poder terrestre
y el aéreo.
Basándose en el análisis de los combates desarrollados durante la guerra árabe-israelí del
Yom Kippur de 19738, en 1981 el general Donn
Starry, director del Mando de Adiestramiento y
Doctrina estadounidense, introdujo la idea de
campo de batalla extendido, concepto que un
año después estaría presente en el Field Manual
100-5 Operations9, el nuevo manual operativo
del Ejército norteamericano.
Este documento concebía un campo de batalla integrado, extendido y dinámico, en el que las
fuerzas terrestres y aéreas colaborarían estrechamente para realizar operaciones en profundidad y a un ritmo trepidante. El objetivo era claro:
en caso de invasión debían atacarse y destruirse
los objetivos situados en la profundidad del despliegue enemigo con el fin de separar los escalones de ataque de sus apoyos mientras se repelía el primer escalón, que era el que llevaba el
peso de la ofensiva. Para ello, se emplearían los
modernos equipos y sistemas de armas recién
entrados en servicio o todavía en desarrollo como el misil de crucero Tomahawk, los aviones
de reconocimiento y adquisición de objetivos JSTARS y AWACS, el lanzacohetes MLRS, el helicóptero de ataque Apache o las nuevas municiones de precisión. Esta nueva doctrina recibiría el
nombre de AirLand Battle10.
mentalidad militar estadounidense, en
la Unión Soviética se producía una
profunda transformación de su arte
operacional que sentaría las bases
para la formulación
de la Batalla Aeroterrestre
primera en cruzar el umbral nuclear, sino también, y como consecuencia de la presión estadounidense, a preparar una respuesta convencional que le permitiera continuar con la
disuasión mientras evitaba una escalada bélica
de consecuencias imprevisibles6.
En efecto, dada la imposibilidad de dotarse de
un volumen de fuerzas similar al soviético, Estados Unidos planteó emplear los modernos sistemas que entonces estaban siendo desarrollados
General Bernard Rogers
24
REVISTA EJÉRCITO • N. 797 SEPTIEMBRE • 2007
Seguridad y Defensa
AH-64 A “Apache”
En el mismo año se publicó un nuevo documento que, titulado AirLand Battle 2000,
era mucho más futurista que el anterior al
asegurar que el impacto de estas nuevas
tecnologías sería tal que revolucionarían la
guerra terrestre11.
Esta doctrina, centrada en operaciones
aeroterrestres de altísima intensidad, fue objeto de controversia en los países centroeuropeos pertenecientes a la OTAN —especialmente en la República Federal de
Alemania— porque si bien el grueso de las
operaciones debería llevarse a cabo en los
territorios del Pacto de Varsovia, las primeras
acciones se realizarían en suelo alemán. En
consecuencia, ni gobiernos ni población civil
aceptaron planes de contingencia de este tipo, prefiriendo la disuasión nuclear.
Este procedimiento sería adaptado y aplicado,
con muchas salvedades, en el seno de la OTAN
con la formulación del plan Rogers, un proyecto
que tenía por objetivo aumentar y modernizar los
medios convencionales aliados para que fuera
posible atacar las fuerzas de apoyo del Pacto de
Varsovia. Esta doctrina acabaría denominándose
FOFA, Follow-On Forces Attack o ataque a las
fuerzas del segundo escalón.
En conclusión, en palabras de Andrew Bacevich, «…la Batalla Aeroterrestre proporcionó la
fórmula para que las fuerzas estadounidenses
pudieran repeler un ataque convencional a gran
escala del Pacto de Varsovia: mejor tecnología,
tácticas y adiestramiento, cualidades que convertirían en irrelevante la superioridad numérica
del enemigo. Asimismo, la Batalla Aeroterrestre
implicó la adopción de un nuevo estilo de guerra
americano que, gracias a las nuevas tecnologías, permite atacar a distancias sin precedentes, de repente y con una fuerza y violencia
abrumadoras, cegando y desconcertando al enemigo. Para desarrollar estas nuevas capacidades era necesario transformar la fuerza, objetivo
que justificó la adquisición de nuevos equipos y
financiar los ejercicios necesarios para ensayar
nuevas doctrinas y mejorar las habilidades de los
soldados»12.
LA RESPUESTA SOVIÉTICA
Antes de pasar a discutir las razones por las
que puede afirmarse que la Batalla Aeroterrestre
constituye una RMA, es preciso comentar brevemente el impacto que tuvo esta nueva doctrina
en la Unión Soviética, pues serían sus teóricos
militares los que iniciarían el debate sobre la
existencia de una revolución —en su caso una
revolución técnico-militar— capaz de transformar
el arte de la guerra, discusión que en Estados
Unidos acabaría desembocando en la elaboración del concepto RMA.
Como puede notarse, la estrategia que promulgó Estados Unidos para compensar la superioridad numérica del Pacto de Varsovia en Europa, materializada en la doctrina de la Batalla
Aeroterrestre norteamericana y en la FOFA aliada, se fundamentaba en la calidad: calidad tecnológica, táctica, operativa, en adiestramiento y
en entrenamiento de mandos y tropa. Por lo tanto, la tecnología —ya fuera en forma de sistemas
C3I, nuevas plataformas o municiones de precisión— era un elemento necesario pero no suficiente para conducir estos nuevos planes más
ofensivos.
Sin embargo, pronto la tecnología adquiriría un
papel central cuando los teóricos militares soviéticos forjaron el concepto revolución técnico-militar
(RTM) para definir el impacto de estos nuevos
planes de operaciones más ofensivos y basados
en la superioridad cualitativa aliada en hombres y
material13. En efecto, como marxistas ortodoxos
defensores del materialismo histórico, tales teóricos eran reticentes en aceptar cualquier superioridad occidental basada en elementos ajenos a la
REVISTA EJÉRCITO • N. 797 SEPTIEMBRE • 2007
25
tecnología como la iniciativa, la flexibilidad o la calidad de mandos y tropa14. Así, concluyeron que
los nuevos complejos de ataque automatizados
(nombre empleado por los analistas soviéticos para definir la integración de los sistemas C3I y el armamento de precisión) desarrollados en Occidente eran claramente revolucionarios, pues
permitirían que cualquier fuerza que los integrara
pudiera enfrentarse a una formación mayor que
ella y derrotarla con suma facilidad.
El mariscal Ogarkov fue el primero en alertar
sobre las graves consecuencias que podía tener
esta RTM: en caso de desatarse una guerra en
Europa, las fuerzas aliadas podrían derrotar a
las del Pacto de Varsovia sin tener que recurrir al
armamento nuclear. Esta posibilidad minaba la
estrategia soviética de mantener un volumen de
fuerzas mayor que el aliado, y con ello desaparecía el precario equilibrio existente entre Estados
Unidos y la Unión Soviética en la región15.
Además, constató que la URSS carecía de la
preparación técnica, la organización o la infraestructura industriales necesarias para desarrollar
estas tecnologías, por lo que no podría competir
con Estados Unidos en una carrera de armamento basada en estas tecnologías.
En conclusión, obviando el hecho que el detonante del cambio fue la introducción de la Batalla
Aeroterrestre en el Ejército estadounidense, la
teoría militar soviética asumió que las nuevas
tecnologías eran el único elemento de esta revo-
Tropas del Pacto de Varsovia
26
REVISTA EJÉRCITO • N. 797 SEPTIEMBRE • 2007
lución. Posteriormente, este mismo enfoque tecnocéntrico sería adoptado por Estados Unidos a
la hora de definir la RMA.
En el caso americano, en un primer momento
estas teorías no tuvieron demasiada aceptación,
pues ni el Ejército ni el Gobierno estadounidense
estaban interesados en aceptar una revolución
tecnológica que convirtiera en obsoletos los modernos sistemas de armas que estaban entrando
en servicio. No obstante, ciertos analistas como
Andrew Marshall —director de la Office of Net
Assessment, un pequeño think-tank adscrito al
Pentágono— continuaron defendiendo la existencia de una incipiente revolución capaz de
transformar la guerra.
A mediados de los ochenta, el Departamento
de Defensa estadounidense empezó a considerar
la posible existencia de una revolución vinculada
al desarrollo tecnológico, por lo que inició una serie de estudios destinados a dilucidar si estas innovaciones eran, efectivamente, revolucionarias y
cómo se debería proceder para continuar con esta
transformación. En 1988 se publicaron las conclusiones de un grupo de trabajo compuesto por
analistas tan prestigiosos como Zbigniew Brzezinski, Henry Kissinger, Samuel Huntington, Alfred
Iklé o Andrew Marshall, que establecía que tales
avances tecnológicos no solo eran revolucionarios
sino que también precisaban de nuevas doctrinas
y organizaciones para que estos demostraran su
alcance real16.
No obstante, debería esperarse al
espectacular triunfo aliado en la Guerra
del Golfo de 1991 para que políticos,
militares y académicos de alrededor del
mundo consideraran unánimemente la
existencia de una revolución en el arte
de la guerra17. Dos años después, Andrew Marshall detallaría el concepto
RMA que, a diferencia del soviético
RTM, no solo abarcaba elementos estrictamente tecnológicos sino también
factores doctrinales y organizacionales.
Sin embargo, la importancia que tuvo la
Batalla Aeroterrestre en la definición de
los conceptos RTM y RMA, y como revolución independiente de la que parecía producirse en aquel preciso momento, fue completamente olvidada por
los expertos.
Seguridad y Defensa
CONCLUSIONES
En conclusión: ¿Puede considerarse la introducción de la Batalla Aeroterrestre como una RMA independiente de la que posiblemente se produjo
a finales del siglo pasado? Indiscutiblemente sí, pues como se ha explicado, se planteó para solucionar un problema concreto como era la erosión
de la disuasión nuclear en Europa debida a la introducción, por parte de la
Unión Soviética, de planes de contingencia que hicieran inviable el uso de
armas nucleares por parte de la
OTAN. Además, fue mediante nuevas
tecnologías como las municiones de
precisión o los sistemas C3I y nuevas
doctrinas más ofensivas basadas en ataques
combinados en profundidad y a un ritmo trepidante, como Estados Unidos y la OTAN no solo
acabaron con el deterioro que había sufrido la disuasión nuclear sino también compensaron su
inferioridad numérica frente a las fuerzas del
Pacto de Varsovia e incluso suscitaron debates
en el seno de la Unión Soviética sobre el carácter revolucionario de este nuevo procedimiento
operativo.
Por estas razones puede concluirse que la Batalla Aeroterrestre no solo constituye una RMA
por sí sola, sino que su importancia para el desarrollo y definición de la revolución posterior —basada en la aplicación de las tecnologías de la información en el ámbito de la defensa y que
centró todos los debates que allí se produjeron
durante la década de los noventa— está fuera
de toda duda.
La Batalla Aeroterrestre no solo
constituye una RMA por sí sola,
sino que su importancia para
el desarrollo y definición de la
NOTAS
1
Un análisis sobre los enfoques que existen sobre la
RMA, entre los que se encuentra la revolución multidimensional, que es la que ha acabado imponiéndose, puede encontrarse en: KREPINEVICH, Andrew y
VICKERS, Michael: Perspectives on the Revolution
in Military Affairs, Washington DC, CSBA, 1996 4Publications/Archive/B.19960424.Perspectives_On_Th.
htm
2
Vid. KREPINEVICH, Andrew: «From Cavalry to Computer: The Pattern of Military Revolutions», en The
National Interest, Nº 37 (Otoño 1994), pp. 30-42 o
MURRAY, Williamson: «Thinking About Revolutions
revolución posterior está
fuera de toda duda
in Military Affairs», en Joint Forces Quarterly, Nº 16
(Verano 1997), pp. 69-76.
3
Compárese, por ejemplo, con el advenimiento de la
Guerra Relámpago, considerada como una RMA en
toda regla: a muy grandes rasgos, esta RMA integró
una nueva tecnología —el carro de combate—, en
una nueva orgánica —la división pánzer— que actuaba según la doctrina de la Blitzkrieg. Estas innovaciones permitieron utilizar independientemente las
fuerzas mecanizadas como arma de choque y apoyadas en todo momento por la aviación táctica. Esta
RMA, muy efectiva durante las primeras campañas
alemanas, sería contrarrestada cuando las fuerzas
soviéticas desarrollaron nuevas tácticas y doctrinas
como la defensa elástica y en profundidad, el fuego
integrado o las armas combinadas.
4
BACEVICH, Andrew: The New American Militarism:
How Americans are Seduced by War, Nueva York,
Oxford University Press, 2005, p. 37.
5
Para una visión general de la evolución del arte
operacional, NAVEH, Shimon: In Pursuit of Military
Excellence: The Evolution of Operational Theory,
Londres, Frank-Cass Publishers, 1997.
6
En esta coyuntura se desarrolló la fallida Strategic
Defense Initiative (SDI), otro de los muchos intentos
para escapar de la lógica de la Destrucción Mutua
Asegurada en la que el máximo temor estadounidense era verse envuelto en una guerra nuclear como
consecuencia de un conflicto en Europa.
7
DeLAUER, Richard: «Emerging Technologies and
their Impact on the Conventional Deterrence», en
PIERRE, Andrew (ed.): The Conventional Defense of
Europe: New Technologies and New Strategies,
REVISTA EJÉRCITO • N. 797 SEPTIEMBRE • 2007
27
Misil Cruise
Nueva York, Council on Foreign Relations, 1986, pp. 63-70.
8
Los analistas del TRADOC asumieron
que la victoria israelí —en inferioridad
numérica pero luchando desde posiciones fijas— frente a los sirios en los Altos
del Golán ratificaba que un enemigo inferior numéricamente podía compensar
una desventaja numérica con superioridad tecnológica, procedimientos flexibles y alta movilidad.
9
US Department of the Army: Field Manual 100-5 Operations, Washington DC,
General Printing Office, 1982.
10
Para un análisis crítico de esta doctrina,
POWELL, Jon: «AirLand Battle: The
Wrong Doctrine for the Wrong Reason»,
en Air University Review Vol. 32 Nº 3
(Mayo-Junio 1985), pp. 15-22.
11
US Department of the Army: AirLand Battle 2000,
Fort Monroe, TRADOC, 1982. Compárese con BARNABY, Frank: The Automated Battlefield, Nueva
York, The Free Press, 1986, que creía que estas
tecnologías permitirían crear un campo de batalla totalmente automatizado en el que el armamento convencional tendría la misma efectividad que el nuclear
pero sin sus costes. Por esta razón, los ingenios nucleares, especialmente los tácticos, desaparecerían
por su inutilidad.
12
Bacevich, op. cit., p. 45.
13
Según estos expertos, durante el siglo XX se habían
desarrollado dos RTM: una durante la Primera Guerra Mundial basada en la aparición del avión, el vehículo a motor y la guerra química; y la otra durante la
Segunda Guerra Mundial, coincidiendo con el desa-
Lanzador MLRS
28
REVISTA EJÉRCITO • N. 797 SEPTIEMBRE • 2007
rrollo del arma nuclear, los misiles y los primeros ordenadores. No obstante, a tenor de los grandes
avances tecnológicos en el campo de la informática
y las comunicaciones que se estaban produciendo
en los países occidentales, estos mismos analistas
identificaron un tercer periodo revolucionario analizado por este artículo.
14
KNOX, MacGregor y MURRAY, Williamson (eds.):
The Dynamics of Military Revolution 1300-2050,
Cambridge, Cambridge University Press, 2001, pp.
8-11.
15
METZ, Steven y KIEVIT, James: Strategy and the
Revolution in Military Affairs, Carlisle Barracks,
Strategic Studies Institute - US Army War College,
1995, pp. 2-3.
16
IKLÉ, Alfred y WOHLSTETTER, Albert: Discriminate
Deterrence, Washington DC, US Government Printing Office, 1988.
17
Exacto, el Golfo enfrentó a un ejército característico de la década de los setenta como el
iraquí contra el estadounidense, más moderno, mejor entrenado, preparado y en una coyuntura histórica inmejorable para que este
pudiera poner en práctica las nuevas tácticas, doctrinas y tecnologías desarrolladas
después de la derrota de Vietnam. Además,
el armamento de precisión —generalmente
considerado como el más claro ejemplo de
la RMA que estaba gestándose— únicamente representó un pequeño porcentaje del total de proyectiles lanzados por Estados Unidos durante todo el conflicto. 
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