Historia y Futuro - Fascículo 5

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UNC 4OO AÑOS
HISTORIA
Y FUTURO
Córdoba, miércoles 26 de septiembre de 2012
capítulo
5
La rebelión de los
hombres libres
Pabellón Argentina, Ciudad Universitaria.
Fotografía: Andrés Fernández, Prosecretaría de Comunicación Institucional, UNC
Auspicia:
Fotografía: Archivo Museo Casa de la Reforma Universitaria. UNC.
Reforma Universitaria de 1918
La rebelión
de los hombres
libres
La gran polémica
después de los jesuitas
Universitarios para la
patria nueva
Se abren las puertas
de la modernidad
En el agitado invierno de 1918, los estudiantes profundizaron su lucha y
lograron escribir un capítulo cuyas banderas aún flamean: la Reforma
Universitaria.
UNC 400 AÑOS
PRESENTE Y FUTURO Miércoles 26 de septiembre de 2012
La rebelión de los
hombres libres
“Córdoba se redime. Desde
hoy contamos para el país
una vergüenza menos y una
libertad más. Los dolores que
nos quedan son las libertades
que nos faltan. Creemos no
equivocarnos, las resonancias
del corazón nos lo advierten:
estamos pisando sobre una
revolución, estamos viviendo
una hora americana”.
La fuerza, la convicción,
la claridad con que fueron
dichas y escritas, hacen que
las palabras del Manifiesto
Liminar todavía vibren
pletóricas de presente. El
camino del gran movimiento
que encendieron los
estudiantes de la Universidad
Nacional de Córdoba en 1918
sigue señalando un rumbo.
El siglo 20 había amanecido
muy agitado. Los cambios
avanzaban. Argentina, que aún
vivía a pleno la conmoción que
trajo la ola inmigrante, había
alcanzado una democracia con
estatura popular cuando en
1916 el voto secreto, universal
y obligatorio había ungido
al radicalismo de Hipólito
Yrigoyen, según la voluntad de
las mayorías.
El mundo se sacudía con la
enorme guerra de 1914 y, luego,
con la revolución comunista en
Rusia, entre otros hechos.
Nuevas ideas, nuevos
pensamientos y los logros
de la ciencia puesta en
práctica modificaban desde
la vida cotidiana hasta las
concepciones políticas y
filosóficas.
Pero, entre tanto, había
ámbitos que seguían aferrados
al pasado. Uno de esos era la
Universidad de Córdoba, con
una fuerte influencia de la
Corda Frates, una cofradía
clerical.
Estudiantes en acción
En 1917 –cuando en la
ciudad Córdoba ya se habían
multiplicados los teléfonos
y la gente viajaba en tranvía
eléctrico–, se habían expresado
reclamos estudiantiles
para pedir el cambio en los
estatutos, en los planes de
estudio y cuestionando a las
autoridades, aunque no fueron
oídos.
Al año siguiente, las
demandas se hicieron cada
vez más enérgicas. En marzo
se constituyó un Comité
El apoyo de La Voz
“Sin la existencia de La Voz del Interior, ni su soporte
periodístico y su estilo espontáneo, no hubiera
habido revolución universitaria. Su intervención en
los prolegómenos y en las instancias decisivas fue
principalísima. Su sede en calle 9 de Julio fue el cuartel
general de esta revolución”. Con estas palabras, hace
unos años, el escritor Juan Filloy evocaba la férrea
comunión entre el diario y los estudiantes en los días de
la Reforma.
El diario, que desde su mismo nacimiento se posicionó
críticamente con respecto a los privilegios y acomodos
comunes en aquella Universidad, acompañó y estimuló
con páginas diarias completamente dedicadas al
movimiento. “Era a nuestra casa adonde venían cada
día o cada noche esas enormes puebladas bulliciosas
que hacían de nuestros balcones tribunas para el verbo
sonoro de aquellas aspiraciones”, recordaría La Voz en
uno de los aniversarios de la Reforma.
El reconocimiento al apoyo y más aún, a la participación
del diario en los sucesos que culminaron con la renuncia
del Rector Nores y el triunfo de la causa de los jóvenes,
quedó plasmado en el acta final del Primer Congreso
Nacional de Estudiantes, realizado en Córdoba en julio
de 1918, donde quedó constancia del “voto de aplauso”
para el diario.
Pro Reforma y se realizó la
primera manifestación en las
calles, pero el Consejo Superior
decidió “no tomar en cuenta
ninguna solicitud estudiantil”.
Resueltos, los reformistas
decidieron llamar a la puerta
del presidente de la Nación. El
18 de abril, Yrigoyen recibió
a una delegación en la que
estaban Enrique Barros,
Gumersindo Sayago y Horacio
Valdés.
“No hemos venido a ver al
presidente de la República,
sino al hombre que ha
conspirado durante 30 años
contra la oligarquía”, dijo
Barros. Y se ganó la atención
del líder, quien lo llamaría “el
canciller de la Reforma”.
La entrevista duró algo
menos de una hora. Poco
después, la delegación envió
un telegrama al Comité Pro
Reforma: “Impresión óptima.
(El presidente) dijonos
que apoyaría a la juventud
universitaria siempre que
ésta aspirase a la reforma
de los estatutos y mejora del
profesorado, porque si nuestra
época avanza en civilización,
tenemos el derecho a
nivelarnos con ella”.
Ese mismo día, en un
encuentro con estudiantes
porteños, se formó la
Federación Universitaria
Argentina (FUA), cuyos
dirigentes fueron recibidos por
Yrigoyen. “Veo en la Reforma
Universitaria la posibilidad
de una decisiva contribución
al renacimiento idealista de la
República”, les dijo.
Unos días después, el 16 de
abril, llegó a Córdoba José
Matienzo, quien había sido
designado por la Nación como
interventor de la Universidad.
Se instauró entonces un nuevo
estatuto, que terminó con el
régimen vitalicio e incorporó
dentro del gobierno académico
a los profesores, aunque no a
los estudiantes.
Huelga y
manifestaciones
El Comité Pro Reforma se
convirtió en Federación
Universitaria de Córdoba
(FUC), presidida por el
triunvirato conformado por
Enrique Barros, Horacio
Valdés e Ismael Bordabehere.
Las expectativas se enfocaron
a la nueva Asamblea
Universitaria, ya con los
profesores integrados, que
había sido convocada para el
31 de mayo. Los partidarios
reformistas se impusieron y
proclamaron vicerrector a
Belisario Caraffa.
La elección del rector se
programó para el 15 de junio
y los estudiantes descontaban
que el hombre señalado sería
Enrique Martínez Paz. Pero
la Asamblea, contra todo
pronóstico, eligió a Antonio
Nores, miembro de la Corda
Frates. Los estudiantes,
asumiendo la decisión como
una traición, impidieron la
proclamación de Nores y se
declararon en huelga.
“Era un día soleado. La
muchachada se metió dentro
de la Universidad. Invadimos
el rectorado y arrojamos
por las ventanas muebles y
retratos de profesores. No hizo
falta echar a los docentes y a
las autoridades: ellos salieron
huyendo”, recordaría años
después el escritor Juan Filloy.
De todos modos, Nores asumió
dos días después. La FUC
demandó su renuncia y el 21 de
junio se publicó en La Gaceta
Universitaria el Manifiesto
a los Hombres Libres de
Sud América, redactado por
Deodoro Roca y firmado por un
grupo de alumnos reformistas.
Esa proclama conmoverá a
toda América latina. Mientras
tanto, todos los estudiantes del
país se plegaron a la huelga.
La vieja Córdoba asistía
estupefacta al movimiento de
los jóvenes destinado a dejar
una marca profunda en la
historia. El obispo de Córdoba,
fray Zenón Bustos, acusó a
los estudiantes de incurrir
en “prevaricato franco y
sacrilegio”; el 11 de julio, el
Consejo Superior clausuró la
Universidad.
Los estudiantes no sólo
que siguieron en pie de
lucha, sino que también
profundizaron sus demandas.
El 21 de julio se reunió en
Córdoba el Primer Congreso
Nacional de Estudiantes,
convocado por la FUA, con
consignas contundentes:
autonomía universitaria,
gobierno tripartito paritario
(cogobierno), asistencia
libre, régimen de concursos
y periodicidad de la cátedra,
concursos con jurados con
participación estudiantil,
investigación como función
de la Universidad, extensión
universitaria y compromiso
con la sociedad.
Nores dio finalmente por
perdida la pulseada y
renunció al cargo; junto
con él, también se fueron
muchos profesores. Tras las
numerosas manifestaciones
que se sucedieron, otra vez
llegó un interventor, en este
caso José Salinas, y la reforma
de los estatutos que sobrevino
contempló muchas de las
aspiraciones estudiantiles.
El sol de la Reforma había
asomado
UNC 400 AÑOS
PRESENTE Y FUTURO Miércoles 26 de septiembre de 2012
Fotografía: Archivo Museo Casa de la Reforma Universitaria. UNC.
La juventud
siembra
las bases
del porvenir
El movimiento reformista de 1918 fue un grito de
modernidad expresado por los estudiantes de la
Casa de Trejo. Aunque no fue un hito fundacional
de la transformación universitaria argentina, se
constituyó en un acontecimiento sumamente
trascendente, por hacer público a todo el país y
también a América latina las diversas falencias
del sistema educativo superior.
Por Gardenia Vidal (*)
UNC 400 AÑOS
PRESENTE Y FUTURO Miércoles 26 de septiembre de 2012
L
os estudiantes cordobeses
de 1918 consideraban
que las transformaciones
indispensables que el clima de
época y la situación concreta
de la UNC demandaban sólo
podían ser realizadas por la
juventud. Por ser este el único
sector social “no contaminado”,
estaba capacitado para finalizar
con la tradición conservadora
arraigada en la Universidad
desde hacía siglos y erigir así
las bases de un nuevo presente
y, sobre todo, del porvenir.
La meta por “corregir” el
tiempo, por eliminar el pasado
“infausto” y trabajar para
un futuro promisorio es un
tema recurrente que embarga
la retórica emocional de los
protagonistas. La tradición
juvenilista, con su connotación
“salvadora”, se repite junto
a otras pocas categorías
(integración, tolerancia,
liberación, ciencia…) con el fin
último de instaurar, de manera
consciente o inconsciente, un
corpus teórico alternativo que
terminara instalándose en la
opinión pública.
¿Cómo fue posible que en una
‘ciudadela inexpugnable’,
como parecía ser la cordobesa,
se produjeran estos desafíos
retóricos y empíricos
cotidianos durante todo el
año 1918? En primer lugar, la
capacidad organizativa de los
jóvenes, mediante sus centros
de estudiantes, y la unión
de estos en un único Comité
Pro Reforma Universitaria,
constituyeron los elementos
básicos para alcanzar ese
alto nivel de movilización
(petitorios, huelgas, asambleas,
manifestaciones…). Acciones
deliberadas y prolijamente
planificadas posibilitaron
neutralizar conflictos
internos, incrementar el apoyo
estudiantil y de otras entidades
(egresados, legisladores,
líderes partidarios, prensa),
Por ser la juventud el
único sector social
“no contaminado”,
estaba capacitado para
finalizar con la tradición
conservadora arraigada
en la Universidad desde
hacía siglos y erigir así
las bases de un nuevo
presente y, sobre todo,
del porvenir.
atraer recursos económicos,
etcétera. Las finalidades de
la Reforma Universitaria se
trazaban y cambiaban sobre
la marcha; el hacer unificaba
a los estudiantes, pese a la
heterogeneidad ideológica y
partidaria de sus miembros:
ello se convirtió en una fuerza
que los volvía imbatibles.
A su vez, el respaldo de otras
universidades, en particular
de la UBA –y de dirigentes
e intelectuales nacionales–,
ya invitando a estudiantes
cordobeses para que contaran
sus experiencias, ya enviando
delegados a la ciudad
mediterránea, ya realizando
propaganda oral y escrita
en cada uno de sus ámbitos,
dotaron a la protesta de un
respaldo externo invalorable
no sólo para expandirla
por todo el país, sino para
afianzarla a nivel de Córdoba.
La rebelión estudiantil se fue
integrando paulatinamente
alrededor de algunos temas
claves, de los cuales creo
necesario destacar dos porque
concentran y traducen la
situación política y pedagógica
por la que atravesaba la UNC: el
cuestionamiento de la capacidad
de los profesores y la exigencia
de reforma de los órganos del
gobierno universitario a fin de
terminar con las “camarillas
vitalicias”. De allí la exhortación
a realizar concursos docentes
y a reformular el sistema de
conducción.
La segunda intervención
nacional, a cargo del ministro
de Culto e Instrucción Pública,
doctor José Salinas, tendrá
cierto éxito, en especial
respecto de la modificación
del segundo ítem. Los
nuevos estatutos emanados
de la misma establecen un
grado de democratización y
transparencia destacado para
seleccionar a las autoridades.
De ese modo, el Consejo
Superior se integrará por
docentes surgidos de una lista
elaborada por una asamblea
en cada facultad; además, los
miembros de las comisiones
directivas de los centros de
estudiantes podrán estar
presentes en sus reuniones
con voz, aunque sin voto. Los
consejos directivos de las
facultades también resultarán
de nombres propuestos por
una asamblea de titulares,
suplentes y estudiantes que
deberá incluir, al menos,
un tercio de docentes que
efectivamente dictaran clases.
El cuestionamiento
de la capacidad de
los profesores y la
exigencia de reforma
de los órganos del
gobierno universitario,
a fin de terminar con las
“camarillas vitalicias”,
eran dos temas claves
de los reformistas del
18.
La alternancia en las
funciones se convertía en
un requisito inherente al
cargo, en tanto todas las
elecciones se realizarían
por votación pública. La
participación estudiantil en
el gobierno universitario –si
bien restringida si se compara
con la actualidad– no sólo
se aplicará en la UNC, sino
en todas las universidades
nacionales como consecuencia
de esta lucha iniciada en
Córdoba.
Sin embargo, los concursos
docentes no fueron
implementados por la
intervención; el cuerpo de
profesores se reorganizó
por decreto y de ese modo
se incluyeron nombres
emblemáticos, como los de
Deodoro Roca y Arturo Orgaz,
entre otros, dejando en manos
de las nuevas autoridades
designadas la realización de
los concursos al año siguiente.
La falta de implementación
de este requisito, bandera por
excelencia de los reformistas,
introdujo grietas insalvables
en el interior del grupo, que
junto con la contraofensiva
católica iniciada en octubre y
conflictos político-partidarios,
favorecieron el debilitamiento
del movimiento y, por ende,
que los nuevos estatutos no
fueran respetados conforme se
presumía.
Con todo, el reformismo
como categoría políticaideológica identificada con el
cambio, el anticlericalismo,
la militancia activa de la
juventud, el vínculo con otras
universidades, etcétera, se
convertirá para Córdoba –y
también para el país y algunas
naciones de América latina–
en el sello de una alternativa
política que, aunque difusa,
contribuirá a fortalecer un
“público” alternativo al
conservadorismo
(*) Investigadora del Centro de
Investigaciones de la FFyHH, UNC.
Por Guillermo Vazquez (*)
E
l año en que Marcel
Duchamp iniciaba su
estadía en la Argentina,
Oswald Spengler publicaba
La decadencia de Occidente
y culminaba la Gran Guerra,
Córdoba decidía recién poner
sobre la mesa de la cultura y
la política locales la cuestión
de la “modernidad”: un
proyecto –que había tenido
sus anticipos en episodios
como la tesis de Ramón J.
Cárcano años atrás–, que
marcaba distancia respecto del
Antiguo Régimen imperante
en cátedras y órganos de
gobierno universitario, pero
que no era protagonizado por
sans-culottes ni descamisados,
sino mayormente por linajes
no muy disímiles de los
anteriores. Por ello, hablar de
un “demos” –palabra de larga
tradición en el pensamiento
político, y mencionada entre
otros por Germán Arciniegas
a propósito de la Reforma–
estudiantil sería interesante
en un punto, pero cuestionable
en este otro. Sin embargo,
fue quizá esa lejana afinidad
inter pares, esas ascendencias
compartidas en grupos
diversos, lo que hizo escuchar
más el grito estudiantil y
docente en las jornadas cuya
fecha simbólica, el 15 de junio
de 1918, marcan una inflexión
hacia el reconocimiento de lo
nuevo.
En referencia al candidato
a rector por el reformismo
–Enrique Martínez Paz–, los
estudiantes escribirán en
La Gaceta Universitaria,
rondado la fecha del
Manifiesto Liminar, que el
profesor representaba un
“escepticismo racional” que
lo ponía en sintonía con sus
reclamos (que, claro está,
lejos estaban de reducirse
a reformas edilicias o
estatutarias puntuales). Era,
para aquellos, un Descartes.
Laicidad, pluralidad, apertura
a lo social, autonomía:
modernidad, entonces, como
un proyecto complejo, nunca
culminado, con claroscuros,
con potenciaciones y
restauraciones de lo vetusto;
en fin, abierto y en disputa.
Sobre las “fuentes
ideológicas” de la Reforma
y las trayectorias políticas e
intelectuales de sus partícipes
y seguidores, que arrastraron
la inercia del acontecimiento
en el mote de “reformistas” a
lo largo de sus vidas, incluso
como si entre Juan Filloy
y Sebastián Soler, o entre
Enrique Barros y Saúl Taborda
hubiera tantos puntos de
conexión, se ha escrito mucho,
y siempre con una inevitable
vacilación: son tantas y tan
diversas las tangentes, que no
representa tarea fácil ni obvia.
Un ejemplar en la cuestión
es Deodoro Roca y la
imposibilidad para reducir
sus criterios teóricos y
su pensamiento político a
determinaciones conclusivas.
Juan Carlos Portantiero
lo describe en términos
gramscianos, mencionando
que la mezcla de humanismo
utópico, socialismo liberal
y nacionalismo que allí
se respiraba, comprendió
“la más vasta empresa de
reforma ideológica que ha
conocido el continente en
este siglo” (vale la pena decir
que escribió esto en 1978). Se
jugaba dicho asunto no sólo a
nivel teórico, sino vivencial:
fue la cuestión de cierto
positivismo con algún asiento
higienista –la suspensión del
internado estudiantil en el
Clínicas–, lo que derivó en el
primer contraste fuerte de la
protesta.
Que el reformismo, en
el medio de un contexto
argentino democráticopopular inédito, abrevó
de luchas y revoluciones
sociales varias –y de
geografías no necesariamente
eurocéntricas, lo que le
daba una particularidad
que hasta hoy sobrevive–, es
ya tan incuestionable como
su perspectiva continental
fenomenal, aún sostenida en
el joven siglo 21: basta con
mirar las compilaciones y
los trabajos publicados de
académicos, investigadores y
ensayistas latinoamericanos
–de Bolivia a Nicaragua, de
México a Paraguay– en los
homenajes del 90º aniversario
de la Reforma, cuatro
años atrás. Y hoy, acaso,
contraponer las mejores
prosas reformistas con
textos antirreformistas por
izquierda –Paulino González
Alberdi– y por derecha –Julio
Irazusta–, resultarían en un
diálogo que sigue tornándose
indispensable para ir a
fondo en el conocimiento del
despliegue y los repliegues de
los episodios y protagonistas
cordobeses del ’18.
Retomando términos
gramscianos –que más arriba
reconocimos en Portantiero–,
la Reforma, allende sus
pretensiones racionalistas,
aparece como un “mito”
fundante del anticlericalismo
y de las aspiraciones del lado
progresista e igualitario de la
frontera de Córdoba. Que dicho
mito, como el del Cordobazo,
sea ya referenciado por una
cultura institucionalizada
–en cualquier nivel–, de
ningún modo puede verse
como una paralización o
una neutralización de sus
potenciales emancipatorios:
sólo que ahora entran en un
espectro político donde todo
aparece como posible y donde
sus legados pesan más porque
están más presentes y llevan
consigo el arduo arrastre de la
historia que ha continuado
(*) Licenciado en Filosofía,
Abogado, Adscripto en las cátedras
de Filosofía Política y Derecho
Político (UNC). Co-Editor de la Obra
Reunida de Deodoro Roca.
Hipólito Yrigoyen, el líder radical que había incluso tomado
las armas para buscar el camino que le permitiera a las
mayorías llegar al poder, llegó a la Presidencia en 1916,
aupado en el voto popular. La Ley Sáenz Peña, que dispuso
el voto secreto y obligatorio, sancionada en 1912, finalmente
le dio las llaves de la Casa Rosada.
Con Yrigoyen, entraron en la escena de la política nacional la
nueva clase media que se había gestado en muchos casos
con el aporte inmigrante, y sectores silenciados del campo,
entre otros.
Mientras tanto, el mundo ardía. El 28 de junio de 1914, el
asesinato en Sarajevo del heredero de la corona del Imperio
Austro-Húngaro, fue la chispa que hizo finalmente estallar el
polvorín en el que se había convertido Europa. Los intereses
contrapuestos de las potencias industriales europeas
respecto de sus espacios de acción y de influencia, habían
generado una tensión sin retroceso. Austria le declaró la
guerra a Serbia; Alemania a Rusia, a Francia y a Bélgica;
Inglaterra a Alemania. El fuego se propagó por el norte
africano y el Medio Oriente. De un lado: Alemania, Austria,
Turquía y Bulgaria. Del otro: Rusia, Francia, Inglaterra,
Bélgica, Serbia, Montenegro; después Italia, y más tarde
Estados Unidos, Cuba, Costa Rica, Panamá, Grecia, China,
Liberia, Honduras, Brasil, República Dominicana, Guatemala
y Nicaragua.
La guerra duró más de cinco años, hasta que el 11 de
noviembre de 1919 los alemanes firmaron su rendición ante
Francia.
En medio de las noticias sobre la gran balacera, aparecieron,
a finales de 1917, los bolcheviques de Lenin derrocando a los
zares e instaurando la “dictadura del proletariado” en Rusia.
Yrigoyen mantuvo la neutralidad argentina en la primera
gran guerra del siglo 20, a pesar de las presiones externas
e internas, mientras se conquistaban nuevas libertades
y progresos sociales. Pero mientras llevaba adelante
su gestión, nada estaba en calma. Había pobreza y
desocupación; además, los obreros que acababan de
conseguir la jornada de ocho horas y el descanso dominical
todavía tenían muchos reclamos esenciales que formular.
Los inmigrantes con ideas anarquistas se pusieron al frente
de grandes movimientos huelguistas que por momentos
parecieron la antesala de una revolución social. Hubo
momentos de caos y represión y corrió mucha sangre,
como al despuntar enero de 1919, cuando se registraron los
violentos sucesos que después serían conocidos como la
Semana Trágica.
En el seno del partido gobernante, se habían abierto dos
cauces irreconciliables alrededor de la figura del líder:
antipersonalismo y personalismo. El antipersonalismo
era liderado por la figura de Marcelo T. de Alvear, quien
sería el presidente del segundo gobierno radical. Yrigoyen
regresaría en 1928 con el doble de votos que el resto de sus
adversarios (incluidas fracciones antipersonalistas), pero
pronto vio menguar en parte su caudal, mientras su acción
política perdía bríos y era duramente cuestionada por sus
opositores, y en especial por aquellos sectores que habían
quedado marginados por el voto popular del poder después
de haberlo usufructuado por décadas.
Si en el final de la década de 1920 el mundo se asomaba a
las honduras de una crisis financiera que repartió zozobra
aun para los bolsillos más abultados (“crack”, tal la
onomatopéyica palabra empleada en 1929 para retratar la
quiebra de la Bolsa de Valores de Nueva York), aquí, entre
los argentinos, el naufragio sería institucional.
Así, el 6 de septiembre de 1930 sobrevino el golpe
anunciado. Con el general José Uriburu, volvían a comandar
aquellos viejos sectores dirigentes que también trajeron de
regreso, el fraude de antaño. Se inauguraba así una época
de gris escepticismo, llamada “década infame”.
UNC 400 AÑOS
PRESENTE Y FUTURO Miércoles 26 de septiembre de 2012
las patas en
las fuentes
Los radicales en el poder,
mientras el mundo estalla
PEQUEÑA
SEMBLANZA
DE DEODORO
ROCA
Por Pablo Manuel Requena (*)
A
rturo Capdevila, su amigo de toda la vida,
escribió a finales de la década de 1950 un
poema en el que decía:
Él era ciertamente
la voz más cálida del coro;
aquel de la palabra melodiosa
y el pensativo silencio de oro
Deodoro Roca fue devorado por un cruel
cáncer en junio de 1942, en la misma ciudad
de Córdoba en la que había nacido en 1890.
Provenía de familias de prosapia en una
ciudad con una elite orgullosa de sus apellidos:
los Roca y los Argüello por parte de padre
y madre, respectivamente; un miembro del
grupo de familias tradicionales que, a través
del matrimonio, se emparentó con la familia
Deheza. Todos apellidos que Gustavo Lazcano
Colodrero había incluido en su Linajes de la
Gobernación del Tucumán: los de Córdoba,
publicada en 1936.
Fantasmal autor del Manifiesto Liminar del 21
de junio de 1918 –texto que no lleva su firma,
porque para ese momento ya era un graduado,
pero es incluido usualmente dentro de sus
antologías–, Roca pudo ver tempranamente
que el horizonte político inicial de la Reforma
era muy estrecho. En 1920, afirmaba que “el
mal de las universidades es un mero episodio
del mal colectivo”. O ya en 1936, cuando los
márgenes para el optimismo de la voluntad
que habían motorizado los días que siguieron
a junio de 1918 se habían achicado y el ascenso
del fascismo en Europa y la coyuntura política
local posterior al 6 de septiembre de 1930 dejaba
entrever que se avecinaba un difícil tiempo
nuevo, escribía una de las consideraciones más
lúcidas sobre el devenir del reformismo: “[la
juventud] ha comprendido que el problema de
la Universidad no es un problema solo, aislado
y asilado. Es más que nada la resultante de
un problema profundo, amplio, concreto y
formidable: el problema social. De la injusticia
social”. Ese mismo año, el del estallido de la
Guerra Civil Española, escribía esta frase que
sintetizaba el derrotero del reformismo y los
primeros reformistas: “Buscando un maestro
ilusorio se dio con un mundo”.
UNC 400 AÑOS
PRESENTE Y FUTURO Miércoles 26 de septiembre de 2012
Sin embargo, debemos decir que la cultura
cordobesa ha congelado a Deodoro en su
“momento reformista”, obviando, por
ejemplo, experiencias locales tan fugaces
como intensas y disímiles: me refiero a su
paso por el Comité Pro Dignidad Argentina, la
Universidad Popular, el Ateneo Córdoba Libre
o la Federación Universitaria de Córdoba. Un
“momento pre reformista” que no podríamos
reducir a un mero aprendizaje político, pues
empobreceríamos un rico proceso político
cultural desarrollado durante toda la década de
1910, en el que también participaron figuras que,
como los hermanos Orgaz o Arturo Capdevila,
tendrían participación activa en 1918 y después.
Por el contrario, se trata de experiencias que
hablan de un período de juventud muy dinámico
y muy fructífero en la vida de Roca y de los
mencionados en general.
Los días que siguieron a 1918 lo encontraron
tanto ejerciendo la docencia en la Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales de la UNC
Deodoro Roca. Archivo de La Voz del Interior
en la cátedra de Filosofía General, como
interviniendo en el flamante Consejo Directivo
de la misma unidad académica. Sin embargo,
un llamativo silencio sobre las cuestiones
universitarias tiñó su reflexión, tal vez porque,
al igual que su amigo Arturo Orgaz pensaba
a comienzos de los ‘20, o como el reformista
platense Julio V. González escribía a fines
de la misma década, el reformismo como
mero programa de demandas estrictamente
pedagógicas no le interesaba en lo más
mínimo. En cambio, su pensamiento y su
praxis se corrió hacia zonas de la política como
el antimperialismo (participó de la Unión
Latinoamericana que desde Buenos Aires
alentaba José Ingenieros), el antifascismo
(la Agrupación de Intelectuales, Artistas,
Periodistas y Escritores lo contó entre sus
miembros) o la solidaridad con la República
Española (intervino en el Comité de Ayuda
al Pueblo Español). Fueron los años de su
polémica con su otrora mentor, Leopoldo
Lugones, a quién le enrostró su decepción y la
de toda su generación respecto de su giro hacia
el militarismo en 1924 y el fascismo en 1930;
apenas un mes después del golpe que llevó a la
presidencia a José F. Uriburu, Roca publicó una
nota en el diario local El País en la que
fustigaba a su coterráneo del siguiente modo:
“Hoy ya no nos asusta. El espectáculo nos
hace reír. El hombre mesiánico, en quien
alguna vez creímos, también”. De la década de
1930 data también su siempre tensa y difícil
relación con la política partidaria: revaluando
toda su trayectoria política iniciada casi dos
décadas atrás, en 1931 decía que pertenecía
“a una generación crecida bajo el influjo de
una educación, en cierto modo venenosa, que
nos hacía mirar la política, o como un oficio
más, o como de una cosa de la que más valía
no ocuparse”. A principios de ese década,
fue candidato a intendente de la ciudad en
las elecciones de 1931 por la Alianza Civil
conformada por el PS y el Partido Demócrata
Progresista; al igual que otros viejos
reformistas como Arturo Orgaz, Gregorio
Bermann o Benjamín Barros se había sumado
al Partido Socialista, del que fue expulsado
luego de un entredicho con las autoridades
partidarias en 1937 y hasta su muerte mantuvo
una relación de cercanía con las organizaciones
político-culturales del Partido Comunista.
Por siempre joven retoño de la elite, a la vez
que conciencia burlona de la Córdoba doctoral,
orador de junio pero también el aguafiestas que
pronto se desencanta del programa reformista,
miembro del partido de Juan B. Justo y Nicolás
Repetto que no logra encajar dentro de la
disciplina partidaria, la trayectoria de Deodoro
parece ser difícil de encasillar. Después de todo,
en el temprano final de su vida él mismo lo
escribió:
“No he actuado en la vida pública de mi país
desde la angostura de programas y partidos
políticos. Pero he hecho, al margen de ellos, y
desinteresadamente, una intensa y riesgosa
vida pública. La haré hasta que muera, porque
me interesa hasta la pasión el destino de la
patria y sobre todo el destino del hombre”
(*) CONICET/ Instituto de
Antropología de Córdoba - UNC
La UNC en los años 20
El movimiento
reformista
después de LA
REFORMA
E
n 1918 se produjo en
Córdoba la llamada
Reforma Universitaria,
interpretada como un
hito para Córdoba. En la
misma época, una serie de
movimientos similares se
llevaron a cabo en otras
ciudades de nuestro país
y naciones vecinas. De
ahí en más, se desarrolló
el imaginario de que este
acontecimiento había
impuesto en la UNC un
cambio radical sobre lo
que era en sí misma la
Universidad, su modelo
de enseñanza y su
funcionamiento como
institución política.
El estudiantado reformista
reclamó en el ’18 un nuevo
modelo universitario
sobre la base de una
reconfiguración de roles y
funciones de los actores. Los
estudiantes identificaron
un enemigo en común: el
clericalismo tradicional
que privaba a la casa de
estudios de la evolución
que se estaba viviendo en
el mundo moderno. Las
demandas eran: supresión
de las academias vitalicias y
transparencia del gobierno
universitario, concurso
docente obligatorio para
cubrir las cátedras,
asistencia y docencia libres,
actualización de programas
de estudios y desarrollo
científico. Algunas de
estas exigencias fueron
contempladas en el Estatuto
sancionado por José Salinas,
generando la percepción de
éxito que cimentó en parte
el imaginario reformista
desarrollado luego.
Ergo, esto no significó que
la letra del Estatuto fuera
suficiente para transformar
la práctica institucional. Poco
tiempo después, al entrar en la
década de 1920, comenzaron a
ser cada vez más evidentes los
silencios de la reglamentación
y los objetivos no conseguidos
en el ‘18.
En la primera mitad de esta
década, acontecieron tres
huelgas estudiantiles en la
UNC, en 1922, 1923 y 1924. Sus
objetivos eran los mismos que
en 1918: la transformación de
la Universidad en un espacio
moderno, más participativo
y abierto al debate de nuevas
ideas y propuestas. Por este
motivo, las reivindicaciones
defendidas no eran sólo las
que quedaron pendientes en la
Reforma, sino que se sumaron
otras no presentes en Córdoba
anteriormente.
En 1922, el conflicto surgió en
la Facultad de Derecho frente
a una resolución del Consejo
Directivo que concedía
el ingreso a la carrera de
Notariado a un grupo de
procuradores. Los estudiantes
de Derecho declararon la
huelga de inmediato, puesto
que el título de procurador
no habilitaba el ingreso, por
ser accesible con mínimos
requisitos sin que fuera
necesario tener certificado de
estudios secundarios.
Pocos días después, la protesta
se generalizó en toda la UNC,
alcanzó a las demás facultades
y activó la respuesta de la
Federación Universitaria. Este
accionar conjunto y decidido
de los estudiantes devino
en la pronta finalización del
conflicto según los objetivos
perseguidos.
En 1923, el enfrentamiento
surgió en la Facultad de
Medicina por cuestiones
internas. Una nueva
intervención a la UNC impuso
un Estatuto que anulaba
ciertas conquistas alcanzadas
luego de 1918, que si bien
no eran muchas, habían
significado un logro para los
estudiantes. Se sancionó el
voto secreto y obligatorio,
el secreto en las sesiones de
los consejos directivos y del
Consejo Superior; de los 14
miembros que formarían
los consejos directivos ocho
serían representantes del
profesorado titular, con lo
que se dio predominancia a
dicho sector. Lo que determinó
en parte un desenlace tan
desolador, vino de mano del
estudiantado, que no supo
luchar unido y se fragmentó
desde el inicio por cuestiones
políticas, partidarias e
ideológicas.
El conflicto producido en
1924, que exigió la sanción
de un Estatuto elaborado
por la propia institución,
marcó un importante punto
de recuperación para el
movimiento estudiantil, que
encontró el camino para
consolidarse y mantener su
intransigencia frente a un
reclamo que exigían como
innegociable.
Demandaban de manera
urgente el concurso
docente, la participación
estudiantil en el gobierno
universitario, la anulación
de las condiciones de voto
impuestas en 1923 y del
secreto de las sesiones
de los consejos. Exigían,
al igual que en 1918, la
modernización de la UNC.
Finalmente, luego de largos
meses de protesta el Consejo
Superior sancionó un
Estatuto que incorporaba
parcialmente algunas bases
para el concurso docente,
aunque no era obligatorio
para quienes contaran con
trayectoria académica.
El movimiento estudiantil
en la primera mitad de
los años ‘20 se proclamó
continuador de la obra
iniciada en 1918. La necesidad
de instaurar un nuevo modelo
de Universidad los llevó a
plantearse un proyecto y
una forma de concretarlo.
Fue notoria la radicalización
en los momentos de mayor
conflictividad, fortaleciendo
la capacidad organizativa
de los jóvenes reformistas
y ampliando el eco causado
en la sociedad cordobesa y
argentina.
En esos momentos, la
Federación Universitaria
desplegaba todos sus canales
para entablar comunicación
con las distintas facultades.
Su objetivo era, precisamente,
mantener y potenciar la
función de paladines del
pensamiento reformista y
defensores de las ideas de
renovación que invadían la
UNC.
Independientemente de los
objetivos alcanzados o no por
la Reforma de 1918, sirvió
como fuente de inspiración
para los jóvenes, que desde
entonces se han planteado el
engrandecimiento de la UNC.
El símbolo del ‘18 actuó en
numerosas oportunidades
como punto de referencia
del reformismo y, en ciertas
ocasiones, como aglutinante
de los sectores reformistas
militantes de Córdoba
(*) Becaria Conicet CIFFyH-UNC
UNC 400 AÑOS
PRESENTE Y FUTURO Miércoles 26 de septiembre de 2012
Por Gabriela Alejandra Schenone (*)
De Córdoba
al Continente
La Reforma universitaria, el gran
movimiento de renovación espiritual
y pedagógica protagonizado por
los estudiantes de Córdoba, se
extendió no sólo por las cinco casas
de estudios del país, sino por toda la
extensión de América Latina.
Por Roberto A. Ferrero
UNC 400 AÑOS
PRESENTE Y FUTURO Miércoles 26 de septiembre de 2012
L
a Reforma fue, como
señaló Víctor Raúl Haya
de la Torre, “la revolución
latinoamericana por la
autonomía espiritual”. Ya en
su Manifiesto Liminar de 1918
se dirigía a “los hombres libres
de Sudamérica” y sentenciaba:
“Creemos no equivocarnos, las
resonancias del corazón nos lo
advierten; estamos viviendo
una
hora americana”.
Dieciocho años después,
Deodoro Roca, uno de sus
principales inspiradores, dirá
expresamente que la Reforma
universitaria había sido “el
movimiento de juventud más
rico y germinativo de América
latina, desde su emancipación
política. Entronca con ella”.
Superando los límites
de Córdoba y del país, el
movimiento había prendido
intensamente en las
juventudes de Latinoamérica:
el líder estudiantil peruano
Haya de la Torre organiza
en el Perú –adonde había
sido llevado por Alfredo
Palacios– un partido
fundado en los ideales de la
Reforma: la Alianza Popular
Revolucionaria Americana
(Apra); en Chile se expande
desde 1919 y tiene su primer
mártir en el estudiante y poeta
Domingo Gómez Rojas; México
le brinda cordial acogida para
la celebración del Primer
Congreso Internacional de
la Reforma, en 1921; José
Antonio Mella la lidera
en Cuba desde 1923, en su
lucha contra la dictadura de
Gerardo Machado; Colombia
le da figuras como Germán
Arciniegas, autor de El
estudiante de la Mesa
Redonda; en Uruguay da
origen a la Federación de
Estudiantes Universitarios
del Uruguay (FEUU). Dará
incluso más de un presidente
–unos buenos, otros malos–,
tales como Rómulo Betancourt
en Venezuela, J. Natalicio
González en el Paraguay, Juan
José Arévalo en Guatemala,
Arturo Frondizi en la
Argentina…
Renovación
universitaria
y entusiasmo
latinoamericano
A todas las dispersas
repúblicas de la gran nación
inconclusa, llevó la Reforma
su programa de renovación
universitaria y modernización
pedagógica. Y en todas fueron
escuchados su mensaje y sus
planteos, porque en todas
las latitudes las oligarquías
lugareñas mantenían a las
universidades en el mayor
atraso cultural, cerradas a los
vientos del mundo, a la ciencia
y al espíritu nuevo.
En todos los países, el
desarrollo económico y social,
lento pero real, había creado
nuevos estratos –burguesía,
proletariado, clases medias–
que ansiaban y necesitaban
el acceso a una cultura
universitaria moderna tanto
como al poder político. Y no se
trataba sólo de una cuestión de
prestigio social, como pudiera
pensarse, sino de un objetivo
de carácter instrumental
que sirviera eficazmente a
la prosecución de su propio
autodesarrollo.
Pero la Reforma universitaria
no tenía sólo un programa
para la renovación integral
de las casas de estudios: tenía
también –o principalmente–
un designio y un entusiasmo
latinoamericano y nacional
que informaría toda la
primera década de su
existencia.
Latinoamericanismo y
socialistmo romántico
y democrático
Herida por la balcanización de
América latina, y conmovida
por la nueva aurora de la
revolución rusa, el despertar
de los pueblos, la guerra
mundial y la caída de los viejos
imperios multinacionales,
la juventud universitaria de
Córdoba y del continente todo
buscaba confusamente en el
latinoamericanismo y en su
aproximación a los ideales de
un socialismo romántico y
democrático un camino propio
y una ideología que expresara
sus aspiraciones.
Esa honda intuición
latinoamericana de la
Reforma, así como la rápida
y entusiasta adhesión
que alcanzó en los medios
estudiantiles e intelectuales
Collage: Agustín Massanet,
Prosecretaría de
Comunicación Institucional, UNC.
de todos los países del sur
del Río Grande, obedecía
contradictoriamente a la
ausencia de bases materiales
para que las clases medias
y burguesas realizaran la
unidad democrática de la
antigua heredad ibérica:
políticamente reducida a la
impotencia, su generación
más joven trató de realizar en
el “reino del espíritu” –como
decía Manuel Ugarte– los
proyectos revolucionarios de
los libertadores que les eran
vedados por la inmadurez de la
situación histórica.
Con el exilio, el asesinato
y la muerte oscura de los
grandes paladines de la
emancipación (San Martín,
Sucre, Bolívar), la idea de
la unidad latinoamericana
se había ido borrando de
la faz del continente, salvo
los esporádicos momentos
de pánico causados por los
ataques de las tropas francesas
en México o las incursiones
navales de las potencias
europeas en las costas del
Pacífico. En el filo del deslinde
de los siglos 19 y 20, la
revivieron Martí, Vasconcelos,
Ugarte, José Enrique Rodó,
Ingenieros.
De ellos la tomó y reverdeció
la generación del ‘18.
Todavía en el Manifiesto del
1° de julio de 1928, durante
la gran huelga del 10°
aniversario, la Federación
Universitaria de Córdoba
diría: “Las circunstancias de
Latinoamérica han querido
que sea en sus Universidades
donde se elaboren las
modalidades del futuro, y
que la Nueva Generación sea
su intérprete y arquitecto.
Estamos dispuestos a nuestra
misión… para proseguir con
sacrificio la Reforma, cada
vez más orgánica –la pura y
tensa voluntad dirigida hacia
los ideales/fines, hermanados
con nuestros compañeros
de Latinoamérica, hasta su
completa realización”. Así sea
Texto publicado en la edición
especial del periódico Hoy la
Universidad, 90 Aniversario de la
Reforma, Número 40,
Junio de 2008.
(*) Historiador.
Manifiesto Liminar
H
ombres de una república
libre, acabamos de romper
la última cadena que en pleno
siglo XX nos ataba a la antigua
dominación monárquica y
monástica. Hemos resuelto
llamar a todas las cosas por el
nombre que tienen. Córdoba se
redime. Desde hoy contamos
para el país una vergüenza
menos y una libertad más. Los
dolores que nos quedan son
las libertades que nos faltan.
Creemos no equivocarnos, las
resonancias del corazón nos
lo advierten: estamos pisando
sobre una revolución, estamos
viviendo una hora americana.
La rebeldía estalla ahora en
Córdoba y es violenta, porque
aquí los tiranos se habían
ensoberbecido y porque era
necesario borrar para siempre
el recuerdo de los contrarevolucionarios de Mayo. Las
universidades han sido hasta
aquí el refugio secular de los
mediocres, la renta de los
ignorantes, la hospitalización
segura de los inválidos y –lo
que es peor aún– el lugar en
donde todas las formas de
tiranizar y de insensibilizar
hallaron la cátedra que las
dictara. Las universidades
han llegado a ser así el fiel
reflejo de estas sociedades
decadentes que se empeñan
en ofrecer el triste espectáculo
de una inmovilidad senil.
Por eso es que la Ciencia,
frente a estas casas mudas y
cerradas, pasa silenciosa o
entra mutilada y grotesca al
servicio burocrático. Cuando
en un rapto fugaz abre sus
puertas a los altos espíritus
es para arrepentirse luego
y hacerles imposible la vida
en su recinto. Por eso es que,
dentro de semejante régimen,
las fuerzas naturales llevan
a mediocrizar la enseñanza,
y el ensanchamiento vital de
los organismos universitarios
no es el fruto del desarrollo
orgánico, sino el aliento de la
periodicidad revolucionaria.
Nuestro régimen universitario
–aún el más reciente– es
anacrónico. Está fundado
sobre una especie del derecho
divino: el derecho divino del
profesorado universitario. Se
crea a sí mismo. En él nace
y en él muere. Mantiene un
alejamiento olímpico. La
Federación Universitaria
de Córdoba se alza para
luchar contra este régimen y
entiende que en ello le va la
vida. Reclama un gobierno
estrictamente democrático
y sostiene que el demos
universitario, la soberanía, el
derecho a darse el gobierno
propio, radica principalmente
en los estudiantes. El concepto
de Autoridad que corresponde
y acompaña a un director o
a un maestro en un hogar de
estudiantes universitarios,
no sólo puede apoyarse en la
fuerza de disciplinas extrañas
a la substancia misma de
los estudios. La autoridad
en un hogar de estudiantes
no se ejercita mandando,
sino sugiriendo y amando:
Enseñando. Si no existe
una vinculación espiritual
entre el que enseña y el que
aprende, toda enseñanza
es hostil y de consiguiente
infecunda. Toda la educación
es una larga obra de amor
a los que aprenden. (...)
Mantener la actual relación de
gobernantes a gobernados es
agitar el fermento de futuros
trastornos. Las almas de los
jóvenes deben ser movidas
por fuerzas espirituales.
Los gastados resortes de la
autoridad que emana de la
fuerza no se avienen con lo
que reclama el sentimiento
y el concepto moderno de las
universidades. El chasquido
del látigo sólo puede rubricar
el silencio de los inconscientes
o de los cobardes.
(...) Se nos acusa ahora de
insurrectos en nombre de
una orden que no discutimos,
pero que nada tiene que hacer
con nosotros. Si ello es así,
si en nombre del orden se
nos quiere seguir burlando y
embruteciendo, proclamamos
bien alto el derecho sagrado a
la insurrección. Entonces la
única puerta que nos queda
abierta a la esperanza es el
destino heroico de la juventud.
El sacrificio es nuestro
mejor estímulo; la redención
espiritual de las juventudes
americanas nuestra única
recompensa, pues sabemos
que nuestras verdades lo
son –y dolorosas– de todo el
continente. Que en nuestro
país una ley –se dice– la
de Avellaneda, se opone a
nuestros anhelos. Pues a
reformar la ley, que nuestra
salud moral los está exigiendo.
(...) La Federación
Universitaria de Córdoba cree
que debe hacer conocer al país
y América las circunstancias
de orden moral y jurídico que
invalidan el acto electoral
verificado el 15 de junio. (...)
En la Universidad Nacional de
Córdoba y en esta ciudad no se
han presenciado desórdenes;
se ha contemplado y se
contempla el nacimiento de
una verdadera revolución que
ha de agrupar bien pronto
bajo su bandera a todos los
hombres libres del continente.
Referiremos los sucesos para
que se vea cuánta vergüenza
nos sacó a la cara la cobardía y
la perfidia de los reaccionarios.
(...) Grupos de amorales
deseosos de captarse la buena
voluntad del futuro rector
exploraban los contornos en
“a los
hombres
libres de
Sud América”
el primer escrutinio, para
inclinarse luego al bando que
parecía asegurar el triunfo,
sin recordar la adhesión
públicamente empeñada,
en el compromiso de honor
contraído por los intereses de
la Universidad. Otros –los más–
en nombre del sentimiento
religioso y bajo la advocación
de la Compañía de Jesús,
exhortaban a la traición y al
pronunciamiento subalterno.
(¡Curiosa religión que enseña
a menospreciar el honor y
deprimir la personalidad!
¡Religión para vencidos o para
esclavos!). Se había obtenido
una reforma liberal mediante
el sacrificio heroico de una
juventud. Se creía haber
conquistado una garantía y de
la garantía se apoderaban los
únicos enemigos de la reforma.
En la sombra los jesuitas
habían preparado el triunfo
de una profunda inmoralidad.
Consentirla habría
comportado otra traición. (...).
La sanción moral es nuestra.
El derecho también. Aquellos
pudieron obtener la sanción
jurídica, empotrarse en la ley.
No se lo permitimos. Antes
de que la iniquidad fuera un
acto jurídico, irrevocable y
completo, nos apoderamos del
Salón de Actos y arrojamos
a la canalla, sólo entonces
amedrentada, a la vera de los
claustros. Que es cierto, lo
patentiza el hecho de haber,
a continuación, sesionada en
el propio Salón de Actos de la
Federación Universitaria y de
haber firmado mil estudiantes
sobre el mismo pupitre
rectoral, la declaración de la
huelga indefinida.
(...) No podemos dejar librada
nuestra suerte a la tiranía de
una secta religiosa, no al juego
de intereses egoístas. A ellos se
nos quiere sacrificar. El que se
titula rector de la Universidad
de San Carlos ha dicho su
primera palabra: “Prefiero
antes de renunciar que quede
el tendal de cadáveres de los
estudiantes”. Palabras llenas
de piedad y amor, de respeto
reverencioso a la disciplina;
palabras dignas del jefe de
una casa de altos estudios. No
invoca ideales ni propósitos
de acción cultural. Se siente
custodiado por la fuerza y se
alza soberbio y amenazador.
¡Armoniosa lección que
acaba de dar a la juventud
el primer ciudadano de una
democracia Universitaria!
Recojamos la lección,
compañeros de toda América;
acaso tenga el sentido de un
presagio glorioso, la virtud
de un llamamiento a la lucha
suprema por la libertad (...)
La juventud ya no pide.
Exige que se le reconozca el
derecho a exteriorizar ese
pensamiento propio de los
cuerpos universitarios por
medio de sus representantes.
Está cansada de soportar a
los tiranos. Si ha sido capaz
de realizar una revolución
en las conciencias, no puede
desconocérsele la capacidad de
intervenir en el gobierno de su
propia casa.
La juventud universitaria de
Córdoba, por intermedio de
su Federación, saluda a los
compañeros de la América
toda y les incita a colaborar en
la obra de libertad que inicia.
Fimantes: Enrique F. Barros,
Horacio Valdés, Ismael C.
Bordabehere, presidente.
Gurmensindo Sayago, Alfredo
Castellanos, Luis M. Méndez,
Jorge L. Bazante, Ceferino
Garzón Maceda, Julio Molina,
Carlos Suárez Pinto, Emilio
R. Biagosch, Angel J. Nigro,
Natalio J. Saibene, Antonio
Medina Allende, Ernesto
Garzón.
UNC 400 AÑOS
PRESENTE Y FUTURO Miércoles 26 de septiembre de 2012
Fragmentos del
pronunciamiento
de la Federación
Universitaria de
Córdoba redactado
por Deodoro Roca y
publicado el 21 de junio
de 1918.
Creación del Instituto de
Sociología Raúl Orgaz, en
homenaje al precursor de
esa disciplina en Córdoba.
Su antecedente fue la
Cátedra de Sociología,
fundada en 1907 en la
Facultad de Derecho,
cuyos profesores fueron
Enrique Martínez Paz y,
posteriormente, Raúl
Orgaz, hasta 1946.
Instituto de
Ciencias Químicas
Carrera de
Servicio Social
Canal 10 inició sus
transmisiones
Se fundó el Instituto de
Ciencias Químicas sobre
la base de la Escuela de
Farmacia y Bioquímica,
que dependía de la
Facultad de Ciencias
Médicas.
Sobre la base del Curso
de Asistencia Social, se
creó la carrera de Servicio
Social. Todavía seguía
dependiendo de Ciencias
Médicas.
11 de mayo
Su primer director fue
Félix Garzón Maceda. Los
estudios funcionaron en
el Pasaje Muñoz, en el
centro de Córdoba, y la
antena se ubicó en la Caja
de Jubilaciones.
Planificación de la
Ciudad Universitaria
1962
1960
Concurso para el
nuevo edificio del
Manuel Belgrano
Ley Domingorena
habilitó a privadas
a expedir títulos
Durante el gobierno de
Arturo Frondizi se dictó la
ley 14.557 o Ley
Domingorena, a pesar de
la gran oposición en las
universidades públicas
nacionales. A partir de
esa legislación, las
universidades privadas
pudieron expedir títulos
habilitantes sin
necesidad de validación
en las universidades
nacionales.
1961
Agosto
Los arquitectos Taranto,
Hobbs, Díaz y Revol
ganaron el concurso para
la Planificación de la
Ciudad Universitaria.
1959
Se creó el Curso de
Asistencia Social en la
Escuela Universitaria de
Auxiliares de Medicina, de
la Facultad de Ciencias
Médicas.
Instituto de
Sociología
Raúl Orgaz
1957
1958
línea de tiempo 4OO años UNC
1610- 1876
1877- 1918
1942- 1956
1957- 1966
1918- 1938
capítulo 1
capítulo 2
capítulo 3
capítulo 4
capítulo 5
capítulo 6
capítulo 7
capítulo 8
capítulo 9
capítulo 10
UNC 400 AÑOS
PRESENTE Y FUTURO Miércoles 26 de septiembre de 2012
10
Curso de
Asistencia Social
Radio Splendid pasó
a la UNC
23 de abril
A través de un decreto
del Poder Ejecutivo,
Radio Splendid de
Córdoba, que había
iniciado sus
transmisiones en 1942,
pasó a ser patrimonio de
la UNC. Fue renombrada
Radio Universidad.
Intervención y
fin del gobierno de
Zanichelli
Julio
Se definió el equipo
ganador del concurso
para el nuevo edificio de
17 de febrero
la Escuela Superior de
El atentado de un
Comercio Manuel
“comando derechista” a
Belgrano (sede actual),
la Shell en Córdoba
que había sido fundada
provocó la intervención
en 1938 y funcionaba en
provincial. Con esta
un viejo inmueble. Estaba
medida, el presidente
integrado por Osvaldo
Arturo Frondizi decretó el Bidinost, Jorge Chute,
fin del gobierno de Arturo José Gassó, Mabel
Zanichelli.
Lapacó y Martín Meyer.
Autorización para
construir una
estación de TV
Agosto
El Consejo Superior de la
UNC autorizó la inversión
necesaria para instalar
una estación de
televisión abierta. Este es
el antecedente de la
creación de Canal 10.
Illia asumió como
presidente
constitucional
Donación de los
fondos para
Hemoderivados
Las actas de este
congreso, realizado en
Córdoba, fueron
publicadas en 1964 por la
revista Estudios de
Sociología, cuyo comité
honorario incluía
sociólogos de fama
mundial, como Robert
Merton y Talcott Parsons.
12 de octubre
Arturo U. Illia asumió
como presidente
constitucional, y en
Córdoba el radical Justo P.
Molina como gobernador.
Se realizaron
manifestaciones por
mayor presupuesto. El
Gobierno destinaba un 22
por ciento del
presupuesto nacional a
educación. Se respetó la
autonomía universitaria.
Docentes-investigadores
de la cátedra de
Farmacología, por
iniciativa de Ricardo
Landaburu, presentaron
al presidente Illia un
proyecto para crear una
planta productora de
derivados plasmáticos,
con el objetivo de
producir medicamentos
de bajo costo. El
Presidente donó los
fondos reservados para
crear el Laboratorio de
Hemoderivados. La UNC
sintonizaba así con la
política nacional
propuesta por la Ley
Oñativia, que declaraba a
los medicamentos bienes
sociales.
1966
1964 1963
Junio
Aparición de la revista
Pasado y Presente, que
involucró a intelectuales
de la UNC y marcó un hito
en el pensamiento crítico.
Fue dirigida, durante su
primer año, por Oscar del
Barco y Aníbal Arcondo,
sumándose, a partir del
segundo año, José Aricó,
Samuel Kieczkovsky, Juan
Carlos Torre, Héctor
Schmucler, César
Guiñazú, Carlos
Assadourian, Francisco
Delich, Luis J. Prieto y
Carlos R. Giordano, entre
otros.
XX Congreso
Internacional de
Sociología
Abraham Kozak,
presidente de la FUC
Creación de Ciencias
Agronómicas
La Noche de los
Bastones Largos
Movilización contra el
cierre del Comedor
11 de junio
El Congreso Regional de
la Federación
Universitaria de Córdoba
(FUC) eligió como
presidente a Abraham
Kozak, chaqueño y
estudiante de Derecho
en la UNC. Fue dos veces
presidente de la FUC.
denuncias por negociados contra varios
miembros del Consejo
Superior. El rector Orgaz
tuvo que enfrentar las
protestas estudiantiles
por la expulsión de su
dirigente.
21 de marzo
A través de la ordenanza
4/66, el Consejo Superior
de la UNC creó el Instituto
de Ciencias Agronómicas.
Kozak, expulsado del
Consejo Superior
2a Bienal Americana
de Arte en la UNC
31 de julio
El Consejo Superior
expulsó al consiliario
Abraham Kozak
(presidente de la FUC) y
lo suspendió como
estudiante. Él había
interpuesto graves
25 de septiembre
Se abrió la 2a Bienal
Americana de Arte en el
Pabellón Argentina.
Aunque sin inauguración
formal, el Pabellón había
comenzado a funcionar
entre 1960 y 1961.
29 de junio
El general Juan Carlos
Onganía protagonizó el
golpe que derrocó al
presidente Illia. Un mes
más tarde, todas las
universidades nacionales
fueron intervenidas, se
reprimió violentamente a
los docentes y a los
alumnos de Ciencias
Exactas en la UBA, hecho
conocido como La Noche
de los Bastones Largos. Se
produjo el mayor éxodo de
docentes e investigadores.
Se disuelven las agrupaciones estudiantiles. La
persecución y las cesantías
ocasionaron el desmantelamiento de equipos de
investigación y docencia.
7 de septiembre
Santiago Pampillón,
estudiante de la
Universidad Tecnológica
Nacional, fue herido frente
al edificio Cinerama, en la
Av. Colón al 300, de la
ciudad de Córdoba. La
agresión se produjo
durante una movilización
estudiantil contra el cierre
del Comedor Universitario,
la cesantía de docentes y
las restricciones a la
libertad de cátedra.
Inauguración del
edificio de Ciencias
Económicas
Abril
Durante los 60, comienza
la búsqueda de una
solución edilicia adecuada
a las necesidades de
Ciencias Económicas. La
construcción de su sede
actual, en la Ciudad
Universitaria, es la primera
de carácter integral que se
concreta en ese ámbito.
Muere Pampillón
12 de septiembre
El estudiante Santiago
Pampillón muere en el
Hospital de Urgencias.
Cesantías y renuncias
La llamada Revolución
Argentina cesantea a los
docentes que se
resistieron a la
intervención. Entre ellos, a
5 titulares y 23 adjuntos y
asistentes de la Facultad
de Arquitectura y
Urbanismo, incluidos el
decano en funciones,
Bernardino Taranto, y el ex
decano Luis Rébora. En
otras facultades, muchos
docentes renunciaron
ante las restricciones a la
autonomía y a la libertad
de cátedra.
UNC 400 AÑOS
PRESENTE Y FUTURO Miércoles 26 de septiembre de 2012
Revista Pasado
y Presente
11
Fotografía: Prosecretaría de Comunicación Institucional. UNC.
Hospital Nacional de Clínicas
Un emblema de la
ciencia y de un
barrio de leyenda
Fue inaugurado en 1913 y amparó a notables figuras de la medicina
cordobesa y nacional. También le dio nombre a un barrio marcado
por el espíritu rebelde de los estudiantes.
UNC 400 AÑOS
PRESENTE Y FUTURO Miércoles 26 de septiembre de 2012
“
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A principios del siglo 20,
cuando con mi familia
viajábamos en break a Villa
Allende, pasábamos por esos terrenos baldíos –desde la
plaza Colón en adelante todo
era monte cerrado– y veíamos
las paredes en construcción
del hospital. Más de 20 años
demoró su construcción”.
Esto contaba hace tiempo el
doctor Juan Martín Allende,
quien estuvo presente el 24
de mayo de 1913, cuando se
concretó la inauguración, y
después sería docente en ese
mismo edificio.
El paisaje que rodeaba al
Hospital Nacional de Clínicas
cuando estaba en gestación
sería muy diferente una
vez que estuvo en acción.
A su alrededor, se erigiría
un emblemático barrio de
leyendas de rebeldía, marcado
por el espíritu estudiantil.
La Facultad de Ciencias
Médicas, creada en 1877,
comenzó a funcionar en
1878, con el San Roque como
hospital escuela, pero pronto
se planteó la necesidad de
contar con instalaciones
más adecuadas. En 1883, el
intendente de Córdoba, Juan
de la Serna, donó unas 400
hectáreas, y dos años después
comenzaron las obras,
según los planos de Rafael
Aranda, luego completados
por el ingeniero Francisco
Tamburini. El trabajo se
hizo lento después de varias
interrupciones.
La inauguración fue el
acontecimiento “...más
trascendente para nuestra
Facultad de Medicina...”,
pues “...con ello satisfacíase
la más premiosa exigencia de
la higiene pública de Córdoba
y las necesidades crecientes
de la enseñanza...”, dice
Félix Garzón Maceda en su
Historia de la Facultad de
Ciencias Médicas. Tenía
capacidad para 282 enfermos,
y aulas para 621 estudiantes
de las carreras de Medicina,
Obstetricia y Farmacia.
En el acto, al que asistió el
entonces gobernador de la
Provincia, Ramón J. Cárcano,
un alumno, Jerónimo
González, habló en nombre de
sus compañeros y expresó
“...el júbilo del estudiantado,
que desde este día cuenta
con un hospital digno de
Córdoba y de su facultad de
Medicina...”.
Pronto comenzaron a
instalarse a su alrededor
los estudiantes, sobre todo
en casas de pensiones. La
Gaceta Universitaria,
en 1918, retrataría a las
pensiones como “...una
calamidad en todo: higiene,
alimentación, precio...”, en
las que además se exigía
pagar por adelantado para
evitar “fugas”, aunque
reconocía que éstas no eran
infrecuentes. Los fugitivos
dejaban “...una esquelita de
despedida abandonada con
insinuante ironía sobre un
clavo, que antes sostenía el
erótico desnudo con el que es
de buen grado adornarse el
cuarto”.
Fue en el Hospital de
Clínicas donde se prendió
la primera chispa de
lo que fue la Reforma
Universitaria, cuando en 1917
los estudiantes impugnaron
la supresión del internado
donde se alojaban los
alumnos de medicina de otras
ciudades“...por razones de
economía y moralidad que
no existen” . La foto más
emblemática de la Reforma
es esa en la que se ve a los
estudiantes sobre el techo del
Clínicas izando la Bandera. El
barrio, siempre impregnado
de la impronta estudiantil,
sería también, y por varios
días, uno de los escenarios
más calientes de aquellas
jornadas de rebelión popular
de mayo de 1969 que pasaron a
la historia como el Cordobazo.
Parte del edificio actual
del Hospital fue declarado
monumento histórico
nacional en 1995. Durante
la última dictadura, se
derrumbaron pabellones
sin más razón que la
arbitrariedad; el 24 de mayo
de 1988, al inaugurar un
flamante sector del edificio,
el rector Luis Rébora dijo:
“La de hoy es una jornada de
desagravio”.
El hospital Nacional de
Clínicas fue el amparo por el
que pasaron notables figuras
de la medicina cordobesa y
nacional, donde se dieron
trascendentes pasos en la
investigación científica y es
la institución que hoy, casi un
siglo después, sigue formando
médicos y prestando
invalorables servicios a la
salud de la población.
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