Cortar por lo sano

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LA TRINCHERA DE PAPEL
Por Joaquín Leguina
Cortar por lo sano
A
la vista de lo que uno lee y
oye, en España existe hoy
un abigarrado universo de
pillos, fulleros, gariteros, rateros, hampones, tósigos y manoseadores de bolsillos ajenos… Nada nuevo, pero lo peor radica en el baile que
muchos de ellos han establecido con
gente incrustada en la política, lo cual
haría las delicias de D. Francisco de
Quevedo y le daría ocasión de escribir mil buscones.
Los medios de comunicación nos
bombardean con la corrupción política mañana, tarde y noche sin que
allí aparezca sino lateralmente la madre del cordero, es decir, los corruptores, los que ponen el dinero
para comprar voluntades políticas.
Empresas y empresarios que son citados por sus nombres y apellidos,
por ejemplo, en “los papeles de Bárcenas” y nunca son llamados a declarar ni –que se sepa–la Agencia
Tributaria investiga su más que sospechosa contabilidad.
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4–10 de marzo de 2013. nº 1008
De la agenda negra de Bárcenas
se deduce un relato fácil de entender: un tesorero del PP lleva a la vez
la contabilidad oficial, limpia como una patena, y la oculta, que es
la que ahora ha salido a la luz y en
la cual se retratan unas prácticas sucias (ilegales unas, rechazables
otras). En efecto –siempre según
esos papeles–el PP recibía grandes
cantidades de dinero de empresas
que, probablemente, pagaban así
los beneficios obtenidos (o por obtener) como consecuencia de decisiones políticas institucionales (concesiones, concursos, recalificaciones, etc., etc.). Con esa masa de dinero negro el tesorero hacía dos
montones: el primero servía para
gastos vergonzosos o ilegales del
partido, desde sobresueldos a gastos electorales no contabilizables
por excesivos. Y el otro montoncito, haciendo bueno el refrán según
el cual “quien parte y bien reparte
se queda la mejor parte”, se lo em-
¿De dónde ha
sacado
Bárcenas al
menos 22
millones de
euros? Esa es
la cuestión
principal y lo
demás es
marear la
perdiz y
esperar a que
la conocida
velocidad de
la Justicia
española se
encargue de
pudrir la
cuestión
bolsaba él mismo, amasando una
fortuna cuya prueba son los 22 millones que han aparecido en Suiza
a su nombre (él ha declarado que
tuvo fuera hasta 38 millones)..., pero Bárcenas, en lugar de estar ya
tras las rejas, se ha ido a un hotel
de lujo en Carcassonne para brindar allí con unos amigotes y luego
ha volado hasta Canadá para esquiar, y nadie se ha maliciado que,
a lo peor, lo que está haciendo este canalla es eliminar pruebas o sacar el dinero de algún banco para
ponerlo a buen recaudo en algún
escondite. Aunque el 25 de febrero el juez le quitó el pasaporte, sigue sin entenderse que el juez instructor no le reclame a Bárcenas los
papeles originales y si Bárcenas se
niega a entregarlos le abra un nuevo procedimiento “por obstrucción
a la Justicia” y de paso lo envíe a
Alcalá-Meco para que allí tenga
tiempo de reflexionar sobre lo corta que resulta ser la vida.
F. MORENO
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Frente a esta historia tan verosímil como impresentable, el PP, hasta ahora, sólo ha sabido oponer la
negación de la mayor: “Todo es
mentira”, han dicho… pero la pregunta del millón –la que el PP no
quiere plantear ni plantearse–es
bastante sencilla: ¿De dónde ha sacado Bárcenas al menos 22 millones de euros? Esa es la cuestión
principal y lo demás es marear la
perdiz y esperar a que la conocida
velocidad de la Justicia española
se encargue de pudrir la cuestión
y que ésta acabe saliendo de la
agenda política por aburrimiento
del personal. Todo el mundo lo sabe: el caso Gürtel, de donde salió
el hilo que escondía el ovillo de
Bárcenas, quedará “visto para sentencia” quizá dentro de veinte
años… y usted que lo vea, querido
lector.
Como el cónyuge pillado in fraganti, ante este marrón el PP sólo ha
sabido decir: “Cariño, esto no es lo
que parece”. Pero si no la certeza,
la sombra de la sospecha –lanzada
como tinta de calamar por el extesorero–seguirá, espesa, rodeando la
sede que el PP tiene en la calle Gé-
Una gran
parte de esas
‘malas
prácticas’
procede de un
intercambio
en el cual una
persona (física
o societaria)
entrega dinero
(negro) a un
político o a un
partido a
cambio de que
éste le
otorgue una
concesión, un
contrato o
cualquier otra
gabela
lutamente para nada. En efecto, está comprobado hasta la saciedad el
hecho lamentable de que los partidos políticos, que son quienes hacen las leyes, están siempre dispuestos a saltárselas cuando éstas le
aprietan –aunque sea levemente–el
zapato. ¿De qué zapato hablamos?
De los gastos, en verdad exagerados,
que los partidos y su inflada estructura burocrática generan. Piense usted, estimado lector, que cada vez
que un partido realiza un baño de
masas en un estadio o en una plaza
de toros, todo el attrezzo –que es cada vez más grande y más caro–lo
está pagando usted… y rece para
que ese dinero llegue a los partidos
vía impuestos, pues si llega vía Bárcenas, es decir, a través de regalos
de algún benefactor, entonces será
peor.
F. MORENO
Es hora, pues, de derogar todas las
leyes anticorrupción y cortar por lo
nova de Madrid.
A falta de un análisis que presen- sano aprobando una sola. Veamos:
te una taxonomía exhaustiva de los las decisiones políticas sobre concasos de corrupción política que se tratación, obras y servicios públicos
vienen produciendo en España, se o concesiones administrativas pasan
puede adelantar que una gran parte por tres momentos diferentes: Pride esas malas prácticas procede de mero se decide qué hacer, en seun sistema que bien puede denomi- gundo lugar se decide cómo hacernarse toma y daca. Un intercambio lo (proyecto) y en tercer lugar se deen el cual una persona (física o so- cide quién lo va a hacer (concursos,
cietaria) entrega dinero (negro) a un subastas, etc.).
Pues bien, el qué hacer y el cómo
político o a un partido a cambio de
que éste, como mandamás de una hacerlo deben quedar en manos de
institución pública, le otorgue una los políticos, pero se ha de prohibir
concesión, un contrato o cualquier clara y terminantemente que ningún
político pueda intervenir jamás ni diotra gabela.
Como es obvio, estos cambala- recta ni indirectamente en la deciches entre cliente y servidor del Es- sión de quién hace la obra, da el sertado son posibles porque el servi- vicio o toma la concesión. El quién
dor del Estado tiene capacidad de ha de quedar en manos de comisiodecisión respecto a quién realiza la nes ad hoc compuestas por funcioobra o el servicio licitados o quién narios de carrera.
¿Evitará eso la corrupción? Quizá
se puede ocupar de la concesión
no, porque siempre que existan seres
correspondiente.
A estas alturas y visto lo visto po- humanos –y los funcionarios lo sondemos afirmar sin riesgo de error que existirán tentaciones y muchos caetoda legislación vigente para erradi- rán en ellas, pero la corrupción se alecar esas prácticas –y es mucha esa jará de la política porque ya se sabe
legislación (Ley de Contratos, leyes que quien evita la tentación evita el
contra la corrupción, Ley de Trans- pecado. Precisamente por ahí hay que
parencia, etc.)– no ha servido abso- cortar este nudo gordiano. l
nº 1008. 4–10 de marzo de 2013
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