Apuntes para entender la “Revolución Industrial”

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Apuntes para entender la “Revolución Industrial”
La forma en que se ha estudiado el proceso histórico que conocemos como “Revolución Industrial”
ha ido cambiando con el tiempo. Hasta las décadas de 1960 y 1970, se entendía a la “Revolución
Industrial” como aquel momento de la historia moderna en el cual una serie de inventores y
precursores de una ciencia aplicada a la industria desarrollaron tecnologías que lograron eliminar
las trabas que impedían el desarrollo de los procesos productivos capitalistas, (principalmente en
la industria textil y metalúrgica).
Este tipo de perspectiva nos obligaría a centrarnos en el caso de Inglaterra, donde se inicia la
revolución, y a pensar este proceso como una competencia en la que los ganadores son los que se
industrializan más rápido y los perdedores los que se quedaron atrás. Bajo esta misma perspectiva,
el análisis se puede trasladar al caso de Inglaterra para compararlo con el resto de países europeos
que desarrollaron su industria más lentamente (Francia, España, etc.).
En la actualidad, se tiende a entender la “Revolución Industrial” como aquél momento de la
historia en el que desde los países del noroeste europeo se inició una ola de expansión e
intensificación de formas de producción previamente existentes (o que estaban en pleno proceso
de cambio) que llevó a la consolidación del modo de producción capitalista. Las fábricas y los
sistemas productivos complejos a los que se hace comúnmente referencia en una historia de la
“Revolución Industrial” no son sino el reflejo de la forma consolidada (para esa época) del sistema
de producción de la burguesía.
Sin embargo, el estudio de la historia de la economía de Inglaterra sigue siendo determinante para
poder entender la “Revolución Industrial”, ya que nos puede servir para entender cuáles fueron
las condiciones económicas y sociales que permitieron el desarrollo progresivo de su industria,
hasta consolidarla como una de las economías más poderosas a nivel mundial.
¿Qué factores permitieron el desarrollo industrial de Inglaterra en los siglos XVII, XVIII y XIX?
- Control y dominio de recursos estratégicos (carbón).
- Un desarrollado sistema de comunicaciones (canales, carreteras), además de sus favorables
características geográficas, como el acceso al mar.
- Un sistema bancario en consolidación que permitía ya un intercambio fluido entre clases.
(Debido, principalmente, a las guerras entre Francia e Inglaterra).
- Revolución agrícola: Un proceso de concentración de tierras (ver: leyes de cercamiento) que
permitirá una mayor excedente agrario (crecimiento de la población) y una producción cada vez
más especializada y pensada en satisfacer las demandas de un consumo urbano cada vez más
diversificado.
- Crecimiento de la masa proletaria y un mercado de fuerza de trabajo en constante expansión.
¿Qué implica el paso de un sistema de producción tradicional a un sistema de producción
capitalista? En primer lugar es necesario señalar que esta transformación atraviesa diferentes
etapas y depende de factores políticos, económicos y culturales diferentes (inclusive a veces
contradictorios entre sí). Centrarnos exclusivamente en el capital y el desarrollo de las relaciones
productivas puede hacernos pasar por alto las contradicciones del sistema político en crisis, el
colapso de la sociedad estamental y la emergencia y consolidación de nuevos valores políticos y
culturales.
En segundo lugar, creo importante prestarle la debida atención a las formas de producción precapitalistas y a los cambios que se iban dando constantemente en los procesos de producción.
Eric Hobsbawm, al preguntarse por las condiciones históricas que permitieron el despegue de la
economía capitalista entre el siglo XVI y XIX en Europa, recuerda que este proceso de
industrialización no fue planificado desde el Estado, sino impulsado por el afán de las nacientes
empresas privadas de maximizar sus utilidades. De hecho, en “El Siglo XVIII y el Desarrollo del
Capitalismo”, Hobsbawm discute con la idea de Rostow sobre la posibilidad de una revolución
industrial socialista. Al respecto opina:
“El fracaso de Rostow surge del hecho –raro en un campeón de la empresa privada- de negarse a
enfrentar el hecho de que los empresarios se dedican a los negocios para obtener un beneficio, o,
en caso contrario, quiebran”.1
1
Hobsbawm, Eric. “En Torno a los Orígenes de la Revolución Industrial. ‘El Siglo XVII y el Desarrollo del
Capitalismo”. Siglo XXI: Madrid, 1971. p. 75.
También debemos de recordar aquellas familias, talleres y pequeñas manufacturas que eran la
base del sistema industrial pre-capitalista, la “proto-industria”. Estas unidades productivas (entre
las cuales destaca el trabajo doméstico), precedieron y propiciaron las condiciones para el
desarrollo de la industria moderna.
Tradicionalmente los trabajadores producían para satisfacer una demanda concreta. Trabajaban
cuando era necesario. En el caso de las mujeres, por ejemplo, abandonaban la unidad familiar para
recibir dinero extra.
El proceso de crecimiento industrial no solo se da a nivel urbano, sino que también parte de las
viejas unidades de producción y de la incipiente industria manufacturera, muchas veces localizada
lejos de los centros urbanos. La mano de obra de los centros urbanos más cercanos al campo
seguía siendo más barata, y en algunos casos resulta más rentable trasladar la producción al
campo.
A medida que se desarrolla la industria moderna tenemos procesos de expansión y aglomeración
urbana. Las ciudades crecen y concentran tanto a la fuerza de trabajo, como al capital y a los
trabajadores. Esto intensificará los procesos migratorios, así como también permitirá la
urbanización de centros poblados menores y la anexión de centros urbanos próximos.
Tenemos ciudades emblemáticas, casos clásicos de concentración industrial:
En Inglaterra: Manchester, Sheffield, Birmingham; en Francia: Lille, Saint Etienne; en Alemania:
Ruhr; en Italia: Turin y Milán; en Rusia: San Petesburgo, Moscú; en España: Barcelona.
Artesanos y Manufactureros:
Tenemos clases sociales que de repente son desplazadas, como es el caso de los artesanos,
miembros de la pequeña burguesía. Ellos tienen calificación (habilidades) y están organizados (en
unidades productivas o en comunidades). Además, con el paso del tiempo han ido desarrollando
una identidad respecto de su situación social (clase).
Con la Revolución Francesa tenemos el colapso de sus talleres y organizaciones tradicionales
(Constitución de 1791). Además tenemos una sobreoferta de mano de obra calificada y productos
manufacturados, que ya no pueden competir al mismo nivel que las mercancías industrializadas.
Con el desarrollo de la industria tenemos el crecimiento de una producción en serie. Los
trabajadores abandonan sus viejas prácticas, y en vez de encargarse plenamente del proceso de
producción de mercancías, son parte de un proceso de producción mayor (diseño, ensamblaje,
acabado), en el que solamente tienen un rol que casi siempre es prescindible.
De repente trabajadores calificados se encuentran en una situación paupérrima. Los antiguos
barrios de artesanos entran en depresión: las calles de zapateros, artistas y sastres se vuelven
lugares sombríos en los que los trabajadores desplazados se agrupan, viven cerca, y crean
identidades urbanas a partir de su nueva relación con el capital.
Trabajo en Fábricas:
Hacia finales del siglo XVIII tenemos una implosión de trabajo en las fábricas, básicamente en lo
que tiene que ver con la industria lanar y la metalurgia. Por lo general se relaciona la “Revolución
Industrial” con la proliferación de estas fábricas y con el desarrollo de nuevas maquinarias o
tecnologías. Al pensar en las fábricas solemos pensar en éstas como espacios en los que se
concentra la tecnología y se producen mercancías masivamente, pero no pensamos en estos
lugares como espacios de concentración de fuerza de trabajo e intercambio cultural entre los
trabajadores.
En un principio las fábricas sirven para agrupar trabajadores antes que para la utilización de
maquinarias o tecnología especializada. La presencia del burgués jefe es importante. Es el nuevo
amo, encargado de controlar la producción y el tiempo de sus trabajadores. Las primeras huelgas
serán momentos en los que se lo podrá atacar y ridiculizar. Luego aparecen los capataces,
abusadores, que representan la figura de poder del jefe. El jefe se aleja de la producción y se
convierte en una figura protegida por el Estado, el ejército, una figura inalcanzable.
Los burgueses empiezan a fantasear sobre la posibilidad de ordenar la producción a su voluntad
(Josiah Wedgewood). La fábrica es aquel lugar en el que los burgueses pueden establecer y
controlar la “disciplina industrial”.
La disciplina industrial regula todos los aspectos tradicionales que aún quedaban en la producción
industrial. Las mujeres no pueden cuidar a sus hijos y los trabajadores están obligados a comer e
intercambiar dentro de las fábricas. Las cifras de enfermos se incrementan dramáticamente.
¿Qué ha sucedido con la “disciplina industrial” hoy? ¿Quién presiona al trabajador para que sea
eficaz en la producción y se dedique al trabajo? En la actualidad estamos frente a un sistema en el
que el trabajador produce solo, en un cubículo, enfrentándose a “la violencia tranquila de la
computadora”, a las angustias, necesidades y fantasías que la sociedad de la información y la
comunicación masiva le inducen: una sociedad capitalista en su forma más sublime y efectiva.
Identidad de Clase:
Durante el siglo XVIII, XIX, e inclusive hasta mediados del siglo XX, era posible establecer
diferencias marcadas entre las clases sociales debido a que las brechas económicas eran mucho
más notorias: proletariado, clases medias y aristocracia.
El lenguaje y los usos y costumbres de estas clases estaban ampliamente diferenciados. Podemos
hablar claramente de una cultura burguesa, una cultura proletaria, y la cultura de las altas capas
de la sociedad (en muchos casos cercana a los códigos de la burguesía). Estas culturas, si bien son
distintas, se encuentran en los espacios públicos de las ciudades, así como en la esfera política, y
confrontados en la opinión pública.
Cultura y Política en la Revolución Industrial:
Pero, ¿qué tuvieron que ver la cultura, la filosofía, la religión y los cambios en las esferas políticas
(públicas y privadas) con el desarrollo de la industria en Inglaterra? ¿De qué manera estos
fenómenos sociales nos permiten entender el desarrollo de la industria? ¿Qué podemos aprender
sobre nuestra propia realidad a partir de este proceso histórico?
La reforma protestante es importante para entender los cambios culturales que permitieron la
emergencia del capitalismo. Este movimiento de reforma del cristianismo trajo consigo no solo
cambios en la organización de las iglesias cristianas en Europa y América, sino que también
permitió la emergencia de un nuevo tipo de sujeto desde comienzos del siglo XVI. La ética
protestante es la base del espíritu capitalista, ya que permite reconstituir la relación que tenían los
cristianos con la riqueza material, la acumulación y la salvación.
La “parábola de los talentos” que encontramos en el evangelio de Mateo (25: 14-30) puede ser
interpretada como una llamada a explotar los “talentos” que dios le ha dado a cada hombre.
Contraria a la visión clásica de la práctica del catolicismo como una vida de humildad y exaltación
de la figura del pobre, la visión protestante de la salvación invita al sujeto a realizar aquellas
posibilidades que le ha otorgado a dios en su plan maestro. Cada persona es parte del plan divino,
y el éxito que tenga en la tierra es el éxito que tendrá en el reino de los cielos. Así, la riqueza en la
tierra no es sino la manifestación de una riqueza espiritual que obedece a un plan divino. Las
personas tienen el deber de alcanzar ese reconocimiento en sus sociedades a partir del trabajo y
su propio esfuerzo.
Aquél que no haga uso de los talentos no solo será castigado por el padre, sino que perderá
aquello que tiene y se lo dará al que más talentos recibió y al que mejor trabajó.
A nivel político, la emergencia del Estado moderno es determinante para el desarrollo del
capitalismo. ¿Es el capitalismo un producto de las condiciones políticas favorables establecidas por
el Estado moderno? ¿O es el Estado moderno la forma política que el capital exige para poder
desplegarse de forma libre?
En este sentido destacan la consolidación de nuevos canales de representación (parlamentos y
estados generales, sistema de votación), un sistema legal en el que no se reconocen privilegios
(derecho civil, constitución nacional), y la concentración del poder en las instituciones del Estado.
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