Los hijos del crimen Nuestro poder de actuar Atisbos de

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6a
Opinión
Zócalo Saltillo Lunes 10 de mayo de 2010
Plan B
Efemérides
Lydia Cacho
Agencia Reforma
Celebración del día: Día de las Madres.
Los hijos
del crimen
Descripción: Por idea del periodista poblano Rafael Alducin (1889-1924), se instituye el
Día de la Madre desde el 10 de mayo de 1922.
SANTORAL
Día de san Juan de Ávila: Juan significa “Dios es misericordioso”. Fue misionero y
predicador en el sur de España. Es el patrono de los sacerdotes españoles.
Lo sorprendente es que sus fechorías
le convirtieron en héroe
E
l único gobernador de
la historia de México que ha
sido juzgado por vínculos con el
crimen es Mario Villanueva, el
priísta extraditado ayer a Estados Unidos. Curiosamente quien tuvo la
valentía para arrestarlo fue el presidente
Ernesto Zedillo, quien antepuso la evidencia
aportada por la DEA y SIEDO a la consabida
colusión partidista que se estila en nuestro
país. Éste es un hecho histórico.
En aquel entonces las y los
quintanarroenses vimos el dramático
aumento en circulación de cocaína colombiana para mercados locales y el
trasiego a Estados
Unidos por el aeropuerto de Cancún y
vía marítima por el
Golfo. Villanueva
recibía, según las
autoridades,
medio millón de dólares por cada cargamento propiedad de “El Señor de los
Cielos”, Amado Carrillo, por ello el ex
gobernador protegió y fortaleció al cártel de Juárez durante su mandato (1993 a
1997). Hay un sinfín de evidencias y testimonios sobre los narcorranchos y los
servidores públicos que se aliaron para
lograr introducir, según la DEA, cientos
de toneladas de droga. Gracias a ello,
Villanueva logró lavar 100 millones de
dólares.
Su familia lo sabía todo, pero
favorecida por el enriquecimiento ilícito,
usual entre políticos corruptos, lo apoya
incondicionalmente. Lo sorprendente es
que sus fechorías le convirtieron en héroe,
creando un movimiento social que lo avala
y que ha normalizado que un gobernador
sea aliado de los cárteles mientras beneficie a sus huestes. Respaldado por este
movimiento, el hijo de Mario Villanueva
ha logrado imponer su poder en Quintana
Roo y el PRI se vio “obligado” a darle la
candidatura para la Alcaldía de Othón P.
Blanco (Chetumal). Pretende más tarde
convertirse en gobernador y reivindicar la
política de su padre.
Miles de personas que se beneficiaron de la corrupción de Villanueva y de
la entrada del narco en el estado, defienden
al ex mandatario
como a un mártir,
casi con devoción.
Algunos argumentan que es inocente,
pero la mayoría, en
un discurso totalmente amoral, insiste en que fue un
buen gobernador y que “ayudó” a mucha
gente (como si mezclar dinero público e ilícito fuera insustancial). Ahora las huestes
del PRI villanuevista se fortalecen y con
ellas se advierte la decadencia total de la
capital estado.
La mayoría insiste
en que fue un
buen gobernador
El fenómeno Villanueva es
ejemplar porque muestra claramente
que el reto de toda la sociedad mexicana
consiste en reconstruir y fortalecer la ética
pública desde lo individual; de no ser así, las
próximas generaciones crecerán con una visión absolutamente cínica del mundo.
Quintana Roo da el ejemplo de
cómo la sociedad, o una buena parte de ella.
Atando Cabos
Denise Maerker
Atisbos de justicia
A siete meses de lo ocurrido, los tres
albañiles están en la calle
C
ada semana trae su lote
de injusticias: civiles asesinados,
culpables libres o fugados e inocentes encarcelados. Eso lo conocemos. Pero también hay que
reconocer que en algunos casos recientes y
emblemáticos se ha hecho justicia a pesar de
la inercia burocrática e histórica que repudia corregir y aceptar errores.
Algunos casos. En octubre del
2009 apareció en YouTube un video en el
que unos jóvenes eran vejados y torturados por unos hombres que los acusaban de
haber intentado robar una casa en Tepic.
El video era muy fuerte y el maltrato cruel
y humillante. El objetivo parecía claro:
mandar el mensaje de
que había un grupo de
autodefensa que haría
justicia en esa zona. El
escándalo fue mayúsculo. Espoleado por la
opinión y la crítica, el
gobernador Ney González dio 12 horas a su procurador y al director de
la Policía Estatal Investigadora para que
resolvieran el caso.
era evidente e insultante. Y sin embargo el
Gobernador lo mantuvo en su puesto y los
jueces locales los condenaron. Hasta ahí
una historia más de injusticia y descaro
de las muchas que ocurren desafortunadamente en el país.
Sin embargo, esta semana salieron gracias a que un juez federal resolvió a su favor un amparo diciendo que
no había elementos para procesarlos y señalando además las múltiples inconsistencias en las que incurrió la Procuraduría
de Nayarit. A siete meses de lo ocurrido,
los tres albañiles están en la calle y el procurador y el director de la policía fueron
removidos de sus puestos.
No es sólo que
la sociedad se
indigne
A la mañana siguiente, Héctor
Bejar Fonseca, entonces procurador del Estado, anunció la captura de cuatro albañiles a quienes responsabilizó de los hechos.
Dijo que habían dado con ellos gracias a
la llamada anónima de un parroquiano que
los escuchó en una cantina jactándose de
lo que habían hecho. Los albañiles confesaron. Incluso uno que tuvo que ser liberado unas semanas más tarde luego de que
la Comisión Estatal de Derechos Humanos
demostrara que no había podido participar
porque el día de los hechos estaba en prisión purgando una condena. La fabricación
Hemos visto también salir a Jacinta,
a Teresa y a Alberta, y
la mayoría de los encarcelados del michoacanazo están ya de regreso
en sus casas. Hay por
supuesto muchos casos
pendientes, entre ellos
el de Ignacio del Valle,
líder del movimiento de Atenco, condenado a más de 100 años de prisión. Pero mal
haríamos en no reparar en estas liberaciones. ¿Qué nos dicen? Que a pesar de las
muchas decepciones que nos ha traído la
alternancia, México es otro país. Los albañiles de Nayarit se hubieran quedado
injustamente en la cárcel sin que ningún
juez hiciera nada por sacarlos. Y la Suprema Corte tampoco habría liberado a Alberta y Teresa. No es sólo que la sociedad
se indigne, eso ya lo hacían antes, es que
ahora existen caminos –incipientes sí, pero
eficaces– dentro de las instituciones para
reparar errores y abusos. Es una buena
noticia.
UN DÍA COMO HOY, PERO DE...
1499: Se publican las primeras cartas
geográficas de Américo Vespucio.
1508: El pintor renacentista italiano Miguel Ángel Buonarroti comienza a pintar
los frescos de la Capilla Sixtina, en el
Vaticano.
1774: Muere Luis XV, Rey de Francia, y
asciende al trono Luis XVI.
1788: Nace Augustin-Jean Fresnel, pionero de la óptica.
1843: Nace Benito Pérez Galdós, dramaturgo y novelista español.
1850: Nace Sir Thomas Johnstone Lipton,
magnate de la industria del té.
1899: Nace Fred Astaire, bailarín de tap y
actor estadounidense.
1906: El Zar Nicolás II inaugura la Duma,
el primer parlamento democrático ruso.
1911: Revolución Mexicana: las tropas
maderistas toman Ciudad Juárez.
1924: John Edgar Hoover es designado
director del FBI (Buró Federal de Investigación).
1940: Winston Churchill es nombrado
Primer Ministro del Reino Unido.
1960: Nace Paul Hewson, “Bono”, líder del
grupo U2.
1960: El submarino atómico Nautilus
cumple la primera circunnavegación del
globo totalmente bajo el agua.
1981: El socialista Francois Miterrand es
elegido Presidente de Francia en segunda
vuelta con el 52% de los votos.
1994: Nelson Mandela jura como primer
Presidente negro en la historia de Sudáfrica.
Palabras de Poder
jacinto faya viesca
Nuestro poder
de actuar
No cambiemos el oro del miedo por
los espejitos de la esperanza
E
n la columna pasada
escribí con tal claridad, que
antes de la Primera Guerra Mundial el hombre cambió radicalmente su valoración sobre el “futuro”.
A lo largo de miles de años, los seres humanos
sentían un intenso “miedo” por el futuro. Pero
a partir de 1915, su “miedo” por el futuro lo
sustituyó por la “esperanza”.
Esta sustitución del miedo por
la esperanza ha creado un ser humano distinto. Anteriormente, el miedo por el futuro
impulsaba a los seres humanos a luchar con
sus recursos personales contra las adversidades que se les presentarían en el porvenir.
Y hoy en día el futuro es lo más importante para las personas, como lo era anteriormente, sólo que el “miedo ancestral” lo tienen anestesiado al creer falsamente que la
“esperanza” es una solución: la ciencia, los
avances tecnológicos, el desarrollo en todos
los ámbitos se dará seguramente en el futuro, y “esa es nuestra esperanza”, dicen los
ingenuos de hoy en día.
La columna anterior fijó el marco general; en ésta columna explicaré las consecuencias prácticas del
pésimo negocio del hombre moderno: cambiar el
oro del miedo por los espejitos de la esperanza.
El romano de la Antigüedad, Severo Catalina,
escribió: “La esperanza
es la mano misteriosa
que nos acerca a lo que
deseamos y nos aleja de
lo que tenemos”. Esta esperanza nos llevaría a soltar el pájaro que
tenemos en la mano, con la ilusión de atrapar
varios de los cientos que están volando.
raban de la mejor manera para expulsar a
los invasores. A veces lo lograban y otras no,
pero “jamás” abrigaban la falsa esperanza
de que nunca serían invadidos.
Veamos este problema en el plano
muy personal: todos sabemos que en la Antigüedad se educaba a los persas de manera muy estricta. Lo más importante es que
cada persa debería confrontar sus adversidades, decir la verdad, defender a su pueblo
aun a costa de su propia vida, defender su
honor personal, cumplir con la palabra dada.
Por esto, no nos sorprende la bravura de los
persas, como tampoco nos sorprende la disciplina militar y el honor de los espartanos,
la ejemplaridad de los aztecas, el alto desarrollo de los mayas y de los incas, la dureza
de los romanos. Se trataba de hombres que
todo “lo confrontaban”. Podían rezarle a sus
dioses, pero en esos hombres superiores no
cabía la blandura y cobardía del hombre moderno, que tiene a la “esperanza” como su
virtud suprema, ignorando que la esperanza
es la gran engañadora que propicia la creación del hombre moderno: blando, codicioso,
acobardado ante las adversidades y angustiado.
¡Todo lo asusta!
Nada mejor que
conducirnos
con valentía,
dignidad, honor
y fuerza
El profundo pensador Séneca
nos dijo: “Cuánta locura de los que se forjan esperanzas de largo plazo”. Y quiero
dejar una cita de Benjamín Franklin sobre
éste tema: “El que vive de esperanzas, muere de sentimientos”.
El miedo al futuro es normal, mientras que la esperanza es anormal. El miedo
al futuro mantiene en los seres humanos una
tensión permanente de su espíritu. Y cuando
llega la adversidad, sabe que tiene que luchar contra ella con todas sus fuerzas. Éste
miedo al porvenir ha endurecido al hombre.
Veamos la historia, que nos demuestra desde tiempos antiguos que naciones que fueron
destrozadas por otras pudieron reconstruirse, y algunas, alcanzar la grandeza.
Esos pueblos de la Antigüedad
estaban temerosos por las próximas invasiones que sabían que pronto llegarían a sus
territorios. Y gracias a ese temor se prepa-
Si en la Antigüedad, un maya tenía un
tumor en alguna parte
del cuerpo, los cirujanos
se lo extirpaban. Hoy,
si nos diagnostican un
tumor canceroso, dilatamos lo que vamos a
hacer. Si padecemos de
graves deterioros físicos, nos invade un pánico ante la necesidad de someternos a análisis médicos profundos. Y muchas veces, a fin
de no enfrentar la realidad, pedimos una segunda, tercera, o más opiniones de médicos.
Si su sobrepeso los está matando, abriga la
esperanza de que un nuevo medicamento le
permitirá seguir con su gula insaciable.
Una gran cantidad de enfermos
abandonan sus más valiosos recursos. El
cuidado de su alimentación, el abandono de
hábitos dañinos para su salud. Y, como sustituto, viven con la esperanza de que las cosas estarán mejor, sin querer aceptar que lo
que está mal, en cualquier campo de la vida,
tiende a empeorar, salvo sus excepciones.
Critilo nos dice que contamos
con enormes recursos para enfrentar las actuales y futuras adversidades. Y para ello,
nada mejor que conducirnos con valentía,
dignidad, honor y fuerza. ¡No lloremos ni
acudamos a las fuerzas divinas! Ejerzamos
con bravura y dignidad nuestros ricos recursos que nos dan nuestras capacidades y
grandes deseos de vencer los problemas.
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