No debemos convivir con la militarización de Malvinas

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12.05.2010
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No debemos convivir con la
militarización de Malvinas
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La llegada a las Islas de soldados que se entrenarán para ir a
Afganistán es un nuevo acto de hostilidad para la Argentina y para
todos los países que respaldan nuestra soberanía.
Por: Hipólito Solari Yrigoyen, PRESIDENTE DE LA CONVENCION NACIONAL DE LA
UCR
Era lo que faltaba: las islas Malvinas, la reliquia colonial del Reino Unido, ahora
se utilizan para entrenar a los soldados que participarán en la guerra de
Afganistán. En una palabra sirven para cualquier cosa, menos para negociar la
disputa de soberanía con la Argentina, como lo viene requiriendo las Naciones
Unidas año tras año.
Aun sin mencionar los legítimos derechos de nuestra República sobre los tres
archipiélagos australes en disputa -Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del
Sur-, para las autoridades británicas, sean laboristas o conservadoras,
Afganistán o lo que sea, cuentan más que los muchos lazos históricos y
culturales que han unido a nuestros países a través de los años. La llegada del
primer contingente de los soldados de Yorkshire a las islas es un nuevo acto de
hostilidad no sólo para la Argentina sino para toda la región latinoamericana que
respalda nuestra soberanía y condena el colonialismo.
Este regimiento es uno de los más grandes de la infantería del ejército británico
y se compone de cuatro batallones: tres del ejército profesional y uno del
ejército territorial del condado al que pertenece. El regimiento fue formado
oficialmente el 6 de junio 2006. El duque de York es el coronel jefe y el duque
de Wellington es el teniente coronel subjefe. Pero los soldados de Yorkshire,
seguramente, ni en las Malvinas ni en Afganistán, tendrán el gusto de ver ni de
lejos a estos jefes virtuales.
Esta nueva decisión militar, totalmente ajena a la esfera de nuestra región, no es
un hecho aislado. Desde el final de la infausta guerra de 1982, el colonialismo
ha dedicado las islas usurpadas a fines militares con un gasto de considerables
proporciones para la corona británica. A esta política la entonces primer ministro
Margaret Thatcher, que lleva sobre sus espaldas buena parte de la
responsabilidad de esa guerra, la llamó Malvinas Fortaleza.
Se creó la base militar de Monte Agradable, ubicada a unos 45 km al suroeste
de Puerto Argentino, que fue inaugurada en 1985 y a la que se destinó desde el
inicio un número de soldados poco más o menos similar al de habitantes, pero
con instalaciones con una capacidad de albergar más del doble de tropa. La
base depende de la Real Fuerza Area y está equipada en forma permanente,
por lo menos, con cuatro helicópteros, un avión cisterna y otro Hércules.
Además cuenta con unidades de señales, un destacamento de misiles de la
Artillería Real, una unidad conjunta de comunicaciones para la guerra
electrónica y el comando y control de los sistemas de la Marina, Ejército y
Fuerza Aérea.
El paso del tiempo y el notorio pacifismo de la Argentina, lejos de debilitar esa
política belicista, lo han ido incrementando. La base aérea cuenta con un
importante aeropuerto con dos pistas de 2590 y 1595 metros respectivamente y
hace pocos meses reemplazó sus viejos aviones militares Tornado F3 por
modernísimos superjets Eurofighter Typhoons (Serie 2) valuados en 100
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millones de dólares cada uno, que pueden volar hasta una velocidad de 2450
kms. por hora, y que, con su sistema de misiles, pueden detectar blancos a
través de sensores de altísima tecnología.
Los Typhoons son aviones de caza que tienen un diseño que combina agilidad
con capacidades furtivas, lo que los ha convertido en uno de los mejores
aviones de combate en la actualidad. Cada unidad está equipada con dos
misiles de largo alcance y otros dos de guía infrarroja de corto alcance. El
proyecto inicial de estos aviones fue impulsado por la empresa British
Aerospace aunque para su construcción se apeló a capitales internacionales
europeos. El inicio de la hasta ahora frustrada exploración petrolera puso en
evidencia el incremento de la dotación naval en las islas. En sus aguas
adyacentes se encontraron el submarino a propulsión nuclear Sceptre, equipado
con torpedos anti buque Spearfish, y otros cuatro barcos de guerra: un
destructor de la Marina, un buque de patrulla, un barco de encuesta y otro
auxiliar. El submarino, de 82 metros de largo, no es moderno pues fue
construido en 1978, pero sí lo es su equipamiento con un sonar, periscopios de
ataque y de búsqueda, de radar anticolisión y de guerra electrónica. Además,
cuenta con cinco tubos de torpedos capaces de disparar el Spearfish de alto
poder destructivo.
La Argentina no constituye ninguna amenaza. Nuestro justo reclamo por los
territorios usurpados desde el advenimiento de la democracia el 10 de diciembre
de 1983 con el presidente Raúl Alfonsín, se encuadra en los principios del
derecho internacional, que destierran para siempre el uso de la fuerza. La
política de Defensa de nuestro país y todos sus actos respaldan su inequívoca
política pacifista.
Nuestra diplomacia debe llevar adelante una fuerte ofensiva diplomática contra
la provocación armamentista de la potencia colonial. Hay que plantear el tema
en la OEA y, con la solidaridad de los países hermanos y amigos, llevar la
denuncia a las Naciones Unidas, incluyendo el Comité de Descolonización, sin
perjuicio de plantearlo también en las relaciones bilaterales.
En definitiva, no podemos convivir en silencio con una militarización que incluye
el peligro nuclear. La Argentina no debe ahorrar esfuerzos para lograr que el
Atlántico Sur sea una zona de paz como lo ha declarado la Asamblea General de
Naciones Unidas.
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Directora Ernestina Herrera de Noble
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