MARTES 21 de Marzo de 2006 - ENVIAR POR E-MAIL Pato ( [email protected] ) envía esta nota desde LANACION.com. 30 años / 1976-2006 Bajo la sombra de la Guerra Fría http://www.lanacion.com.ar/edicionimpresa/suplementos/enfoques/nota.asp?nota_id=789805 Cuando el 24 de marzo de 1976 los militares argentinos encabezados por Jorge Rafael Videla decidieron dar el golpe de Estado y tomar el poder, la Guerra Fría se encontraba en su fase conocida como la détente. Como explica John Lewis Gaddis, el reconocido historiador de la Guerra Fría, John F. Kennedy usó esta palabra para describir la distensión en las relaciones con la Unión Soviética. Pero fueron Richard Nixon y su secretario de Estado, Henry Kissinger, quienes renovaron la Estrategia de la Contención que caracterizaba la política de seguridad nacional de Estados Unidos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. No abandonaron el objetivo principal de "contener" la amenaza percibida del expansionismo del comunismo, pero combinaron el compromiso ideológico con una política exterior más pragmática. La détente, claro, no ha sido sólo la consecuencia de un diseño intelectual. Desde 1969, año en que Nixon asumió el poder, Estados Unidos buscaba salir de Vietnam, la Unión Soviética acababa de lograr la paridad estratégica en el balance nuclear, y la economía se encontraba en serias dificultades. La flexibilidad de la détente, entonces, reflejó también la incapacidad de mantener la postura rígida propia de los primeros años de la Guerra Fría. Más aún, con la retirada de Vietnam, la crisis de 1973 y la proliferación de guerrillas en el Tercer Mundo, la percepción de la "decadencia" estadounidense se hizo tan fuerte que, hacia fines de 1976, la détente entró en una fase defensiva. El demócrata Jimmy Carter, electo en 1976, ensayó un giro radical hacia el idealismo de la defensa de los derechos humanos. Pero con la invasión soviética de Afganistán en 1979 volvió el discurso y la práctica del confrontacionismo inicial de la Guerra Fría. ¿Cuál fue el impacto de este contexto internacional sobre el golpe de 1976 y, luego, sobre la política exterior del Proceso? En primer lugar cabe aclarar que el golpe de 1976, como sus antecedentes en Brasil (1964), Uruguay (1973) y Chile (1973), se explica fundamentalmente por factores internos y no por una conspiración externa. El contexto internacional y la política de Estados Unidos hacia América latina tuvieron impacto, sin embargo, al facilitar los proyectos autoritarios. Así, en el mismo año en que se perfilaba la détente como orientación de la política exterior de Washington, se publicó el Informe de Rockefeller sobre la región, que consideraba a los militares latinoamericanos "esenciales" para un cambio social positivo. A la vez, instaba a preparar a América latina para una democracia limitada. Este tipo de consideraciones, entre otras, definieron un modo de vinculación de las administraciones de Nixon y Ford con los regímenes burocrático-autoritarios de Sudamérica que se vio reflejado, por ejemplo, en el entusiasmo que despertó la "doctrina de seguridad nacional" elaborada inicialmente por los militares brasileños; o en el aumento drástico de la ayuda económica a Uruguay, que pasó de 6,5 millones de dólares en 1971 a 10 millones en 1974; o en el papel que jugó Estados Unidos al ayudar a crear las condiciones del golpe en Chile. Señales contradictorias El pragmatismo y la flexibilidad que demostraba la détente en otras partes del mundo estaban ausentes en América latina, donde, por el contrario, Washington apoyó los proyectos autoritarios. La détente no se sintió en la región, donde la Guerra Fría mostró cuán "sucia" podría resultar la intransigencia ideológica. El golpe de 1976, claro, llegó en la etapa en que la détente se encontraba ya en su fase defensiva. Aún así, el entonces embajador de Estados Unidos en la Argentina, Robert Hill, primero se congratuló por la llegada de los militares al poder, y sólo después se preocupó por los abusos masivos c ontra los derechos humanos; también reveló que Kissinger había aprobado el golpe. Un año después, la administración de Carter impuso un embargo a la ayuda militar a la Argentina, que pasó a ser un blanco de sus críticas. Estas medidas, sin embargo, no tuvieron un impacto significativo ni sobre la continuidad del Proceso, ni sobre el afán de los militares de exportar un modelo exitoso de lucha contra la "subversión" en América latina y emprender la cruzada anticomunista en América Central mucho antes de que Reagan la incluyera en su agenda en 1981. Tres factores explican la despreocupación del gobierno militar ante la creciente presión estadounidense. En primer lugar, su capacidad de financiamiento del Proceso gracias al reciclaje de los petrodólares. En segundo lugar, las inevitables controversias de la política exterior de Carter, que si bien incorporó el tema de los derechos humanos a su agenda, no pudo sin embargo implementar su compromiso de forma coherente por las restricciones estratégicas que enfrentó luego de asumir el cargo. Y en tercer lugar, el descontento de sectores influyentes en Estados Unidos frente a la política exterior de Carter, lo que los militares argentinos interpretaron como un apoyo a su gestión. Pero, irónicamente, si la détente había proporcionado condiciones favorables para el ascenso de los militares al poder, la dura retórica y las prácticas a menudo escandalosas de la lucha contra el "imperio del mal" que declaró Reagan tuvieron el impacto contrario. Con la decisión de Washington de terminar con la apuesta riesgosa de apoyar los golpes, que, como en el caso de la Guerra de Malvinas, podrían terminar generando sorpresas desagradables, se creó un contexto desfavorable para los militares. El cambio del contexto externo en sí no explica, por supuesto, el exitoso regreso de la democracia; no obstante, tuvo un impacto favorable al no facilitar la creación de condiciones que podrían llevar a la trágica repetición de la historia. Por Khatchik Derghougassian Para LA NACION El autor es profesor de Relaciones Internacionales de la Univ. de San Andrés Si desea acceder a más información, contenidos relacionados, material audiovisual y opiniones de nuestros lectores ingrese en : http://www.lanacion.com.ar/edicionimpresa/suplementos/enfoques/nota.asp?nota_id=789805 Copyright S. A. LA NACION 2006. Todos los derechos reservados.