Resúmenes de las lecciones y conferencias

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EXTENSIÓN DE ENSEÑANZA DEL INSTITUTO DE CÓRDOBA
R E S U M E N E S
DE LAS
LECCIONES Y CONFERENCIAS
CURSO 1905 Y 1906
C O R D O B A .-ÍOOG
INP. LA VERDAD. GONDOHAR, 7
fc-lM
LA
E X T E N S I Ó N DE ENSEÑANZA D E L INSTITUTO DE CÓR-
D0BA se honra en expresar
su profunda
gratitud
al EXCELEN-
TÍSIMO A Y U N T A M I E N T O DE C Ó R D O B A por el acto de
realizado,
concediendo
patriotismo
la subvención que permite publicar
R E S Ú M E N E S DE LAS LECCIONES Y CONFERENCIAS, destinados
difundir
la cultura
Complácese
constituyen
entre las clases populares
en mostrar
la Excma.
su reconocimiento
Corporación
A L C A L D E
municipal
á todos los que
Sres:
PRESIDENTE
DE ALCA
LDE
D . Rafael Giménez A m i g o .
> Joaquín Blanco López.
» Francisco Martínez Beltrán.
> Salvador Muñoz Pérez.
» Manuel Iinríquez Barrios.
» A n g e l Toledano Rodríguez.
> Manuel L a m a Pérez.
» E d u a r d o I lernández-Pacheco y Esteban.
SÍNDICOS
O . Rafael Chaparro Cabanís.
» José Carretero Serrano.
CONCEJALES
I). A n t o n i o Pineda de las Infantas.
> A n t o n i o Osuna Carrión.
> A n t o n i o de Ariza Víctor.
lixemo. Sr. I). Rafael Conde Giménez.
á
cordobesas.
D . José García Martínez.
TENIENTE8
los
I). Francisco Salinas Dieguez.
» Francisco A m i á n G ó m e z .
» José Miranda R e y .
» José M.* Molina Fernández.
» Manuel Castroverde García
» E d u a r d o Barranco L u n a
» C á n d i d o X a m o r a n o Cantón
» Luis J u n g u i t o Carrión.
» Francisco F a b r o
Toledano.
> Rafael Barrionuevo Fernández
> E n r i q u e Molina Borrego
» Rafael G i m é n e z Fernández.
> José Sánchez M u ñ o z .
» Francisco Pino Lozano.
> Ignacio Baena Burgos.
> Manuel A p a r i c i o y A p a r i c i o
» Manuel Marín Fernández
» Manuel Tienda A r g o t c .
> Francisco Cuesta Martínez.
SECRETARIO
D . Manuel V a r o Repiso.
/ M E M O R I A
D E
L O S
C U R S O S
1 9 0 5
Y
1 9 0 6
A l tratar de establecer en Córdoba !a obra de cultura popular que
con el n o m b r e de Extensión Universitaria introdujo en España la Universidad de Oviedo, d i r i j i m o s principalmente nuestra actividad á promover la ilustración en la clase obrera y en general en aquellos que no
poseen otra instrucción que la suministrada por la escuela p r i m a r i a ,
cultura deficientísima, á causa de nuestro desdichado régimen docente, y tan sólo c o n t i n u a d a en las clases populares de nuestras capitales
por la lectura de la prensa periódica, instrucción esta ú l t i m a caótica
y de a l u v i ó n , pero con todo importante y en alto grado beneficiosa y
á la cual debe atribuirse el mayor grado instructivo que poseen las
clases populares de las poblaciones sobre la gente de campo, pues aunq u e el artesano ó el obrero de fábrica se encuentran al salir de la escuela cou los mismos rudimentarios é inestables conocimientos que el
c a m p e s i n o , los primeros los afianzan y aumentan mediante la lectura
del periódico, que casi no utiliza el hombre de campo, el cual, falto
a ú n de este r u d i m e n t a r i o ejercicio intelectual, acaba en la mayor
parte de los casos por olvidar lo poco que en la escuela aprendió.
Q u i z á s para elevar el nivel m e d i o de la cultura del país, fuera m á s
i m p o r t a n t e d i r i j i r la obra de la extensión de enseñanza á las clases rurales, p u d i e n d o las personas de m a y o r ilustración y de buena voluntad
de los pueblos pequeños hacer m u c h o en la obra de solidaridad h u m a n a de enseñar al que 110 sabe. Nosotros, reducidos forzosamente á
operar en u n a capital, d i r i j i m o s nuestra actividad hacia la clase obrera
de C ó r d o b a , pero n o se nos ocultan los excelentes frutos que obtendría
el país si en m u c h o s pueblos se implantase la modesta pero i m p o r
U n t e labor á que nos referimos, c o m e n z a d a con buen éxito en a l g u n a s
pequeñas localidades del Norte de la p r o v i n c i a de Cáceres.
D e c i d i d a por nuestra parte la i m p l a n t a c i ó n de esta enseñanza, nos
pusimos al h a b l a con los elementos obreros q u e h a b í a n de ser nuestros
discípulos. Las asociaciones de obreros de C ó r d o b a estaban en la époc a que comenzamos nuestros trabajos d o m i c i l i a d a s en u n edificio com ú n , el Centro de Sociedades obreras,
local espacioso y con a m p l i o s
salones para las reuniones que con frecuencia se celebran en semejantes edificios.
Entre las diversas agrupaciones q u e allí c o n v i v í a n , existía el
Centro instructivo
del obrero, el c u a l , entre otros medios de c u l t u r a ,
sostenía una escuela con clases m u y concurridas por n i ñ o s y adultos.
A las personas m á s caracterizadas de Ja a g r u p a c i ó n se d i r i j i ó e) que
esto escribe, a c o m p a ñ a d o del Catedrático del Instituto D . J u a n Moran, teniendo la satisfacción de que nuestras pretensiones de establecer en el domicilio social obrero la l l a m a d a extensión
universitaria,
fuesen acogidas con g r a n agrado por la J u n t a , q u e puso á nuestra
disposición los salones del edificio.
Las razones que nos movieron á establecer nuestras enseñanzas en
el Centro obrero y no en las aulas del Instituto, en d o n d e p o d r í a disponerse con m á s facilidad del material científico de experimentación
que pensábamos utilizar, son f á c i l m e n t e comprensibles p a r a q u i e n
h a y a intervenido en trabajos análogos á los q u e proyectábamos. Acostumbrados los obreros a reunirse por las noches en su d o m i c i l i o social, se les causaba menos molestias, el n ú m e r o de oyentes sería m a y o r
y , por otra parte, para los espíritus suspicaces, q u e en la clase obrera
como en todas la de la sociedad n o faltan, sería m e n o r el recelo de
que fuésemos á atacar sus creencias y opiniones b a j o pretexto de instruirlos. A p a r t e de estas razones, teníamos la experiencia del fracaso
que habían sufrido las enseñanzas nocturnas para obreros, m a n d a d a s
establecer no hace m u c h o s años por la S u p e r i o r i d a d , las cuales, al
igual q u e en otros, comenzaron en el I n s t i t u t o de C ó r d o b a , para term i n a r á los pocos meses por falta de a l u m n o s ; fracaso casi general en
todas partes y cuyas diversas causas dependieron en g r a n parte de
que, al establecer estas enseñanzas, n o se tuvieron en cuenta las variadas condiciones en q u e p u e d e n desarrollarse en c a d a l o c a l i d a d , sino
que se u n i f o r m ó en u n m i s m o plan y r é g i m e n , lo q u e requiere u n a
gran a c o m o d a c i ó n á las circunstancias, costumbres y necesidades de
las distintas poblaciones y dejar en libertad á los centros y personas
que las organicen é i m p l a n t e n , con arreglo á las diversas condiciones
en que h a y a n de v i v i r tan útiles instituciones, sin que esto quiera decir que sean a b a n d o n a d a s por completo á la iniciativa particular, sino
protegidas y auxiliadas por la acción tutelar del Estado.
C o m o las enseñanzas q u e proyectábamos i m p l a n t a r queríamos tuvieran carácter esencialmente experimental y práctico, en c o m p a ñ í a
de u n a comisión de obreros designada al efecto, pasamos al Instituto
de segunda enseñanza para solicitar personalmente del señor Director
I). R a m ó n Cobo S a m p e d r o , autorización para utilizar el material científico q u e necesitásemos en nuestras tareas, permiso que no tan sólo
nos fué concedido en el acto, sino que, haciendo votos por el buen
éxito de nuestro proyecto, se nos ofreció incondicionalmente para todo
lo que redundase en bien de la meritoria obra de cultura que emprendíamos.
S o l u c i o n a d a la cuestión p r i n c i p a l , expusimos nuestro plan á los
compañeros del Instituto y á algunas personas agenas al profesorado
oficial, pero entusiastas de todo lo que signifique adelanto é instrucción, reuniendo así valiosos elementos que trabajasen con nosotros en
nuestra obra de cultura, encargándose de desarrollar los ternas que se
juzgasen m á s convenientes y m á s en relación con las aficiones y especiales aptitudes de cada c u a l .
C u a n d o comenzamos las conferencias, iba ya m u y avanzado el
curso, pues era á fines de Febrero, y como quiera que las condiciones
de c l i m a y costumbres locales no permitían que continuasen con éxito
tan pronto c o m o empezasen los calores, fué m u y reducido el plan de
enseñanza q u e á título de ensayo establecimos, pues consistió tan sólo
en un par de cursos abreviados de u n a lección semanal y en algunas
conferencias aisladas sobre asuntos distintos de los desarrollados en los
cursos. T e n i e n d o esto en cuenta, el cuadro de temas y profesores de
este p r i m e r curso de 11)05 fué el siguiente:
Estudio elemental
del organismo
humano.-Curso
abreviado, á cargo
de D . E d u a r d o H.-Paclieco, Catedrático de Historia N a t u r a l de
Fisiología é H i g i e n e del Instituto.
Nociones de Química
popular.-Curso
abreviado, por D . J u a n M o r a n ,
Catedrático de A g r i c u l t u r a y Técnica industrial del Instituto.
Historia
a
-
del movimiento obrero.—Conferencia
á cargo He I ) J u a n Día/,
del Moral, ex Profesor de la F a c u l t a d de Filosofía y J o t r a s de la
Universidad do Sevilla, A b o g a d o y N o t a r i o en B u j a l a n c e (Córdoba).
El Quijote y el Centenario. — Conferencia por D
M a n u e l de S a n d o v a l ,
Catedrático de Literatura del Instituto.
Concepto del Derecho.—Conferencia
por D . Benito R u b i o La n a g ü e t a ,
Profesor de R u d i m e n t o s de Derecho del Instituto.
N o dejamos de tropezar con a l g u n a s dificultades p a r a llevar á cabo la misión que nos h a b í a m o s propuesto realizar. Es cierto q u e la
mayoría de los i n d i v i d u o s de las diversas asociaciones
domiciliadas
en el edificio d o n d e d i m o s las enseñanzas y especialmente los inteligentes y honrados obreros del Centro I n s t r u c t i v o , nos prestaron todo
su apoyo y calor, pero u n a pequeña m i n o r í a n o d e j ó de hacer obstrucción. Desconfiaba esta m i n o r í a de la lealtad de nuestras intenciones, suponiendo unos que tratábamos arteramente de llevar a i seno
de sus sociedades la desunión y la discordia. A u n concediendo que
procedíamos de buena fé, consideraban otros c o m p l e t a m e n t e
inútil
para ellos toda enseñanza que n o tendiese directamente á derrocar el
actual régimen capitalista.
Motivó esta m a n e r a de ver las cosas del p e q u e ñ o g r u p o , violentos
altercados y disputas con los partidarios de las conferencias, d u r a n t e
los primeros días y mientras éstas se verificaban, a u n q u e fuera del
salón donde se d a b a n ; discusiones q u e poco á poco se fueron
apaci-
g u a n d o ante las razones de la m a y o r í a y los consejos de los m á s caracterizados obreros del Centro.
Esto n o fué obstáculo para que desde el p r i m e r d í a la concurrencia llenase por completo los locales d o n d e se dieron los cursos y conferencias, p u d i e n d o calcularse en cerca de u n centenar los a l u m n o s que
siguieron asiduamente los primeros y en m á s de doscientos los que
escuchaban
las conferencias q u e se desarrollaron en el salón g r a n d e
del Centro, destinándose el local de la escuela p a r a los cursos abreviados.
La atención con que los a l u m n o s asistieron á las lecciones fué
grande, como lo hacían patente con las aclaraciones q u e d e m a n d a b a n
y preguntas que h a c í a n al final de c a d a lección, sobre t o d o de las de
í n d o l e experimental y práctica; asi en el curso de A n a t o m í a y Fisiolo-
—4r,—
gía h u m a n a , se interesaban por conocer los detalles del esqueleto,
h o m b r e elástico y otros modelos de cartón piedra que se utilizaron en
la e n s e ñ a n z a ; en las lecciones de Q u í m i c a popular mostraban su interés, p i d i e n d o explicaciones respecto á las reacciones, experimentos
y m a n i p u l a c i o n e s que se ejecutaban.
Con el mes de A b r i l
t e r m i n ó el primer curso. E n vista del buen
resultado de este p r i m e r ensayo, juzgamos sería ú t i l para el desarrollo
futuro de la empresa d a r l a cierto carácter oficial,que se consiguió acord a n d o el Instituto de 2." enseñanza, en sesión de claustro, patrocinar
y hacer suya la obra de cultura e m p r e n d i d a , considerando á las nuevas enseñanzas como la sustitución de las clases nocturnas para obreras m a n d a d a s establecer por la superioridad en los Institutos generales y técnicos y de cuyo fracaso nos hemos ocupado
brevemente.
Designóse por el Claustro a los catedráticos Sres. Hernández-Pacheco,
Alorán y Vázquez Aroca para que constituyesen la Comisión
zadora
que entendiese en todo lo pertinente á la Extensión
organi-
de enseñan-
za, Comisión en la cual el Sr. Vázquez asumió el cargo de Tesorero,
el Sr. ftlorán el de Secretario y el Sr. I I -Pacheco el de Presidente,
corriendo la alta Inspección á cargo del Claustro del Instituto y de su
Director Sr. Cobo S a m p e d r o ; dándose ya cuenta en la Memoria
Instituto,
del
leída en la solemne apertura del curso de 1905 á 19<M>, de la
obra realizada por la Extensión, considerándola como una de tantas
enseñanzas dependientes del Instituto.
A l r e a n u d a r los trabajóse! año siguiente de líXXi, habíamos acord a d o para la buena m a r c h a de la Extensión
de enseñanza, entre otros
extremos, los siguientes: 1.° I n v i t a r al profesorado de los centros docentes de Córdoba á q u e se nos unieran y juntos, trabajásemos en
la n u e v a labor instructiva del Instituto 2.° Solicitar y a d m i t i r el concurso de las personas de la localidad que por sus especíale? conocimientos, en cualquiera de ios ramos del saber, estuviesen en condi
ciones de prestarnos su valiosa cooperación. 3.° Dejar en la más completa y absoluta libertad á los conferenciantes para que desarrollasen
sus teínas y lecciones en la forma que juzgasen oportuna, no haciéndose solidaria la Corporación de las opiniones é ideas expuestas, que
serían, en todo caso, de la exclusiva responsabilidad de sus autores.
4.° Q u e los cursos comenzasen en Enero y terminasen antes de Mayo,
designándose los martes y viernes como días de conferencias durante
el de 1906.
2
—4r,—
Accediendo á nuestra i n v i t a c i ó n , Ins Escuelas de Veterinaria, Art H Industriales y Normales de Maestros y Maestras,
nos ofrecieron
su eficaz cooperación, y por otra parte g r a n n u m e r o de intelectuales
cordobeses, nos prestaron su concurso, con lo cual reunióse u n c u a d r o
de profesores superior á las necesidades que la Extensión de enseñanza exigía en el curso entrante.
C o m p r e n d i m o s q u e u n aparato de proyecciones l u m i n o s a s
sería
c o n v e n e n t í s i m o como m e d i o de demostración, y c o m o por otra parte
para la enseñanza de varias asignaturas del I n s t i t u t o hacía g r a n falta,
el Claustro de Profesores de este Centro acordó su a d q u i s i c i ó n , encargándose á la casa R a d i g u e t & Massiot C.*, de París, especialista en
estos aparatos, u n o de los m á s perfeccionados, j u n t a m e n t e con g r a n
n ú m e r o de diapositivas, aparato q u e prestó sus excelentes servicios en
las conferencias que requirieron su empleo.
U n a dificultad
tuvimos que vencer c u a n d o llegó el m o m e n t o de
comenzar las clases: consistió en que h a b i e n d o desaparecido el Centro
de Sociedades obreras, disgregándose éstas y repartídose en diversos
locales q u e no r e u n í a n condiciones favorables p a r a establecer en ellos
las enseñanzas, nos encontrábanlos sin el espacioso local d o n d e el
curso anterior d i m o s las clases. C o m o las desconfianzas q u e algunos
obreros h a b í a n mostrado en los comienzos del curso anterior, respecto
á la lealtad de nuestras intenciones, h a b í a n por f o r t u n a desaparecido,
nos decidimos á abrir las enseñanzas en el local del I n s t i t u t o .
Sólo tíos conferencias p u d i m o s d a r en el Instituto, pues a u n q u e el
aula que utilizábamos es la m á s espaciosa, n o tan sólo se o c u p a b a n
todos los asientos numerados, sino q u e , n o bastando los bancos supletorios que se colocaron, el p ú b l i c o llenaba la escalerilla y, agolpándose
á la puerta, hacía patente la i m p o s i b i l i d a d de c o n t i n u a r las lecciones
en local tan deficiente y en tan m a l a s condiciones h i g i é n i c a s . N o disp o n i e n d o de otro m á s a p r o p i a d o en el establecimiento, resolvimos el
conflicto trasladando las conferencias á la Escuela de V e t e r i n a r i a , que
cuenta con u n espacioso anfiteatro, ofrecido g a l a n t e m e n t e por su D i rector y Profesores, á quienes tiene m u c h o q u e agradecer la Extensión
de enseñanza del Instituto de C ó r d o b a .
E l plan de enseñanzas desarrollado el s e g u n d o curso consistió en
u n a serie d e conferencias sobre higiene: tres de Higiene
cargo de D . Calixto T o m á s ,
individual,
á
Director de la Escuela de V e t e r i n a r i a ;
—
o n a sobre La tuberculosis,
por D .
l i E m i l i o L u q u e Morata, Medico de
la Beneficencia provincial, y otra acerca de S'fisticacioncs
tancias alimenticias,
de las sus-
por D . A n t o n i o Moreno, Catedrático de la expre-
sada Escuela. Queremos hacer constar a q u í nuestra gratitud al Doctor
E s p i n a y C a p o , de M a d r i d , n o tan sólo por haber facilitado las diapositivas utilizadas por el Sr. L u q u e en su conferencia, sino también
por los ofrecimientos q u e de su persona ha hecho á la Extensión para
todo lo q u e r e d u n d e en bien de la salud pública.
E l Sr. M o r a n c o n t i n u ó sus lecciones sobre Química
Catedrático de Física del
popular
Instituto, D . Rafael Vázquez,
y el
inició u n a
serie de conferencias con numerosos y sugestivos experimentos, relativas á la asignatura de que es Catedrático.
Las importantes cuestiones sociales y económicas fueron atendidas
con u n a conferencia del distinguido publicista I). Francisco Rivas
Moreno, que disertó respecto Los tributos y la clase obrera\ el profesor
de la Escuela de Veterinaria D J u a n González P i zurro, estableció u n
paralelo eutre el Parasitismo
social y biológico, y el obrero m a n u a l se-
ñ o r P a l o m i n o trató el tema Cómo piensa el obrero ante el problema económico de los tiempos
actuales.
Dos lecciones interesantes de historia se desarrollaron este curso
por los ilustrados abogados D. E n r i q u e del Castillo y 1). Rafael R o c a ,
tratando e! p r i m e r o de La revolución francesa
cera república francesa:
y el segundo de La ter-
'Ihiers.
E l presidente del Liceo artístico literario de Córdoba y abogado
D . Jos3 M a r í n Cadenas, comenzó sus lecciones sobre Derecho de familia.
De Nociones de estetica d i ó u n a conferencia el Doctor en Filo-
sofía y Letras y Derecho D
Manuel E n r í q u e z Barrios, y
finalmente,
u n a señora, la primera que en E s p a ñ a ha ocupado la cátedra de la
l l a m a d a Extensión Universitaria, la profesora regente de la Escuela
N o r m a l de Maestras D." Rosario del Riego, trató de Educación doméstica.
E l p ú b l i c o que asistió á las conferencias continuó hasta el fin de
curso tan numeroso y correcto como al principio, notándose en él u n a
g r a n heterogeneidad, n o estando compuesto exclusivamente por obreros, como sucedía el primer año, pues a u n q u e éstos d o m i n a b a n , á ellos
se u n í a n otros elementos de diversas clases sociales, como modestos
industriales y comerciantes, empleados, estudiantes del magisterio y
— 4 r, —
veterinaria y n o escaso contingente femenino, especialmente obreras,
maestras de ñiflas de las últimas promociones y a l u m n a s de la Escuela
Normal.
Condolíanse los obreros que con mas asiduidad a c u d í a n á las conferencias, de la poea fijeza con «pie quedaban los conocimientos adquiridos y hacían notar lo conveniente que sería buscar u n m e d i o que
complementara la labor de la exposición oral. Atentos á estas indicaciones, comprendimos que la impresión de pequeflos folletos con los
resúmenes ó conclusiones de cada lección ó conferencia que se repartiesen gratuitamente á los oyentes, sería un excelente m e d i o para dar
estabilidad á lo aprendido y al m i s m o tiempo d i f u n d i r í a la cultura si
el reparto se hacía con a l g u n a profusión.
Tropezábase cou la dificultad de arbitrar los fondos que la realización del proyecto exigía y para salvarla creimos lo m á s acertado
acudir á la generosidad del Exorno A y u n t a m i e n t o de Córdoba. Redactamos la correspondiente solicitud, que suscrita por los Profesores
de los Centros docentes y de la Extensión de enseñanza, por las sociedades obreras y asistentes á los cursos y conferencias, fué favorable
mente acogida por la Exorna» Corporación m u n i c i p a l , como puede
juzgarse por la siguiente copia del documento que, como justificante,
acompañó al libramiento, mediante el cual el Sr. Vázquez Aroca, designado Tesorero de la Extensión, hizo efectiva la c a n t i d a d consignada:
P á r r a f o s d o l a c t a d e l a sesión, c o l c b r a d a p o r e l E x c m o . A y u n t a m i e n t o de C ó r d o b a , el día 2 de A b r i l do 1 9 0 6 , r e f e r e n t e á
l a c o n c e s i ó n de u n a s u b v e n c i ó n p a r a l a E x t e n s i ó n d e Enseñanza.
« El Secretario del Excmo. A y u n t a m i e n t o de esta c i u d a d ,
CERTIFICA: Q u e en el acta de la sesión pública celebrada por d i c h a
E x c m a Corporación en el día de ayer, aparece el particular q u e c o
piado a la letra dice así:
Seguidamente se presentó u n a exposición suscrita por el Director
del Instituto general y técnico de esta población, Catedráticos del mis
m o Centro, Director y Profesores de otros Establecimientos, Maestros
de primera enseñanza, representantes de sociedades obreras y vecinos
de esta capital, en n ú m e r o de 440, relatando las ventajas que ofrecen los cursos y conferencias científicas de la Extensión de enseñanza
que vienen celebrándose en esta localidad con numerosa asistencia,
cuyos procedimientos constituyen el medio m á s eficaz y provechoso de
— 4 r, —
d i f u n d i r l a cultura p ú b l i c a , elevando el nivel intelectual de las clases
populares, y a ñ a d i e n d o que esta obra educadora sería de resultados
efímeros si no se p u b l i c a n los resúmenes ó conclusiones de los temas
desarrollados, para repartir gratuitamente los oportunos ejemplares á
los a l u m n o s de los cursos abreviados y á los asistentes á las conferencias, lo q u e servirá de esclarecimiento y recuerdo de lo que oyeron,
d i v u l g á n d o s e así, por m o d o m á s intenso, los conocimientos útiles expuestos desde las cátedras que pueden llamarse de cultura popular; y ,
por ú l t i m o , q u e como los centros oficiales carecen en sus presupuestos
de facilidades económicas para satisfacer dichos gastos, solicitan se
conceda p a r a sufragarlos u n a subvención que pudiera consistir en SCO
pesetas y q u e se consigne este auxilio en los presupuestos municipales
sucesivos, mientras sigan realizándose los actos mencionados.
Abierta discusión sobre el escrito que queda extractado, usó de la
palabra el Sr. D . E d u a r d o Hernández-Pacheco para apoyarlo con la
exposición de nuevos fundamentos que justifican los consignados en
la m i s m a instancia, y el E x c m o . A y u n t a m i e n t o , á propuesta del señor
A l c a l d e Presidente, acordó conceder la subvención pretendida de
500 pesetas, facultándose á la ordenación de pagos para que pueda
librarla con cargo al capítulo de imprevistos del presupuesto vigente,
á favor del Vocal de la Comisión organizadora I) Rafael Vázquez
A r o c a , Catedrático del Instituto provincial y u n o de los primeros filmantes de la respectiva solicitud, á fin de que atienda con esa suma
y hasta d o n d e ella alcance, á la impresión de los resúmenes ó conclusiones de los temas desarrollados en las conferencias, resolviendo su
excelencia al propio tiempo consignar en actas un expresivo voto de
gracias á favor de los señores Directores, Profesores de los Establecim i e n t o s de enseñanza y de cuantas personas h a n iniciado tan útilísim o pensamiento, y cooperan con el concurso de sus talentos a difund i r por tal m e d i o la cultura social, significando el Sr. Hernández-Pacheco por sí y en n o m b r e los favorecidos con ese homenoge su gratitud m á s sincera por tales acuerdos, que demuestran el interés con
que la Corporación atiende á cuanto afecta á los intereses morales y
materiales de la población
Y p a r a q u e sirva de justificante al libramiento que se expida, de
duzco el presente con el V 0 B 0 del S r . Alcalde en Córdoba á 3 de
A b r i l de 1906.»
C u a n d o esta concesión acabó de tramitarse y se hirió efectivo el lib r a m i e n t o , el curso t e r m i n a b a , y n o habiendo ya tiem|>o en el para
publicar los resúmenes de los cursos y conferencias dadas, acordamos
publicarlos antes que comenzara el p r ó x i m o año «lo 1«>07, sin ¡ a j u i cio de que en lo sucesivo, si el E x c m o A y u u t a m i e n t o seguía proteg i e n d o la obra de la Extensión, se imprimiérai» y repartiesen lo, nue-
— 11 —
vas resúmenos, según lo fuesen d e m a n d a n d o las necesidades de la
enseñanza.
Esta es la labor realizada por la Extensión de enseñanza del instituto de Córdoba en los dos anos q u e viene f u n c i o n a n d o , por lo cual
abrigamos f u n d a d a s esperanzas do q u e la m i s i ó n e d u c a d o r a ó instructiva que realice en lo sucesivo sea m a y o r , sobre todo si n o reduce su
actividad á las conferencias ante el p ú b l i c o heterogéneo q u e á ellas
asiste Estas son convenientísimas; tienen u n a g r a n m i s i ó n e d u c a d o r a ,
puesto que siembran respeto y tolerancia ¿ todas las ideas y o p i n i o n e s
y enseñan que en la instrucción y la ciencia es d o n d e existe la verdadera i g u a l d a d de los hombres.
P a r a que el resultado instructivo sea el m a y o r , conviene, teniendo
en cuenta la diversidad de p ú b l i c o q u e á ellas asiste, d a r á los temas
g r a n a m e n i d a d , pues si es regla pedagógica q u e la instrucción debe
hacerse agradable y a m e n a , en n i n g u n a enseñanza c o m o en la que se
trata debe tenerse tanto c u i d a d o en evitar el cansancio, molestias y
dificultades que ocasiona el aprender.
- A mas de las conferencias de q u e h a b l a m o s , debe concedérsele la
m a y o r i m p o r t a n c i a á los cursos abreviados, explicados prácticamente
y á l i m i t a d o n ú m e r o de a l u m n o s , p a r a poder conversar con ellos durante la clase y juzgar c u á n d o las cuestiones q u e d a n lo suficientemente
aclaradas.
E n cuanto á los deseos que por instruirse y a p r e n d e r muestran las
clases populares de C ó r d o b a , es b u e n a muestra lo q u e hemos d i c h o
respecto á su asistencia y atención á nuestras enseñanzas. I ' e b i e n d o hacer constar, en apoyo de esto q u e el éxito q u e h a tenido nuestra empresa débese en g r a n parte á la eficaz a y u d a q u e la prestaron los elementos directores del Centro I n s t r u c t i v o del obrero y las j u n t a s directivas de las principales sociedades obreras, 110 c i t a n d o n o m b r e s por
no herir la modestia de unos y por el temor de i n c u r r i r en omisiones.
Comportamiento que h a b l a m u y alto en favor de la h o n r a d a y n o b l e
clase obrera dé Córdoba.
Córdoba Septiembre 1ÍI06.
<Sc/ttaic/o
(pTíC-
^ac/ieco.
CUADRO DE ENSEÑANZAS Y PROFESORES
Cursos de 1905
CURSOS
y
1906
ABREVIADOS
Estudio elemental del organismo humano, por D. Eduardo H - Pacheco,
Catedrático de Historia Natural y Fisiología é Higiene del Instituto
Nociones de Química popular, por I). Juan Morán, Catedrático de Agricultura y Técnica industrial del Instituto.
CONFERENCIAS
CIENCIAS NATURALES
La atmósfera,
por D . Rafael Vázquez Aroca, Catedrático de Física y
Química del Instituto.
HIGIENE
Higiene de la digestión,
por D . Calixto Tomás, Director y Catedrático
de la Escuela de Veterinaria
Higiene de la respiración,
Higiene
por el mismo.
de la piel, por el mismo.
Im tuberculosisy por D. Emilio Luque Morata, Médico de la Bcnefi-cncia provincial.
Sofisticaciones de las sustancias alimenticias,
por D . A n t o n i o Moreno,
Catedrático de la Escuela de Veterinaria.
HISTORIA
Historia
del movimiento obrero, por D . J u a n Día/ del Moral, Exprole
sor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Sevilla.
A b o g a d o , Notario en Bujalancc (Córdoba).
u)
—
Historia
de la revolución francesa,
gado
La tercera república francesa:
-
por I). E n r i q u e del Castillo, A b o -
.
"
j
T/iiers, por D . Rafael R o c a . A b o g a d o .
DERECHO
Concepto del derecho,
por I ) . Benito R u b i o Larragueta,
Presbítero,
Profesor de Rudimentos de Derecho del Instituto.
Derecho de familia,
por D . J o s é Marín Cadenas, A b o g a d o , Presidente
del Liceo artístico literario.
C U E S T I O N E S SOCIALES
Los tributos y la clase obrera.
por D . Francisco R i v a s M o r e n o , Publi-
cista, Delegado de Hacienda de la provincia de C ó r d o b a .
Parasitismo
social y biológico,
por D . Juan González Pizarro, Catedrá-
tico de la Escuela de Veterinaria.
Cómo piensa el obrero ante el problema
económico de los tiempos actúa •
les, por D . Juan Palomino, O b r e r o manual.
LITERATURA
El Quijote,y
el Centenario,
por D . Manuel de Sandoval,
Catedrático
de Literatura del Instituto.
FILOSOFÍA
Nociones de estética, por D
Manuel E n r í q u c z Barrios, A b o g a d o , Doc-
tor en Filosofía y Letras.
PEDAGOGÍA
Im educación doméstica, por D . a Rosario del Riego, Profesora regente de
la Escuela Normal de Maestras
LOS IMPUESTOS Y LAS CLASES TRABAJADORAS
CONFERENCIA DADA POR DON FRANCISCO RIVAS MORENO
DELEGADO OE HACIENDA
*)
E m p e z ó d a n d o las gracias por el h o n o r q u e se le h a b í a dispensad o i n v i t á n d o l e á o c u p a r u n a cátedra tan enaltecida por los talentos y
méritos indiscutibles de los q u e le h a b í a n precedido.
D e d i c ó frases de e n c o m i o á los iniciadores de u n a idea q u e tanto
p o d í a c o n t r i b u i r á elevar el nivel
m o r a l de las clases populares y á
d i v u l g a r enseñanzas de i n m e d i a t a y provechosa aplicación.
E x p u s o a l g u n a s observaciones p a r a demostrar el engrane q u e existe entre el g r a v e p r o b l e m a de las subsistencias y la tributación. Di^o
q u e en E s p a ñ a cubre la estatua de la justicia distributiva el velo tupid o del a b u s o y p a r a rasgarle y dejar q u e los fueros del derecho a m p a r e n por i g u a l los intereses sociales, se declaró partidario de reform a s m u y radicales en la legislación tributaria.
H i z o u n e x á m e n d e t e n i d o de lo q u e es la difusión
del impuesto,
con objeto de e v i d e n c i a r q u e de o r d i n a r i o los tributos n o representan,
p a r a el p r i m e r o (jue los p a g a , m á s q u e u n anticipo, pues al vender
los productos, y a se c u i d a el fabricante, para fijar el precio, de poner
el recargo q u o representan los impuestos, alquileres y d e m á s gavelas
(*)
Extracto do la Conferencia, según lu« apunte» j.ara un» reaefta pu-
blicada en el Diario de Córdoba.
—
1H —
que pesan sobre el negocio, resultando, por lo m i s m o , q u e en definitiva el verdadero p a g a n o es el c o n s u m i d o r .
O i t ó á este propósito el ejemplo de lo q u e sucede con el impuesto
de consumos, que c u a n d o se hace u n a rebaja parcial, los expendedores
no se d á n por enterados y los precios siguen inalterables, c o m o sucedió
con la supresión del impuesto sobre trigos y harinas, y c o m o se h a
repetido en otro orden de ideas en la baja de los cambios
Se declaró enemigo del impuesto de consumos, a b o m i n a n d o de las
reformas parciales, porque lejos de remediar el m a l , lo a g r a v a n , toda
vez que los beneficios q u e d a n a favor de los intermediarios, y en cambio se encarece la recaudación de los d e m á s artículos.
La supresión por etapas del impuesto de consumos p o d í a estimarse
de resultados favorables en u n país d o n d e las coopeiativas tuvieran
v i d a próspera, pues ellas recogerían los provechos q u e en
España
q u e d a n en m a n o s de los intermediarios.
Las ocultaciones, lo m i s m o en la industria, en el comercio q u e en
la agricultura, sirven para enriquecer á los productores, con perjuicio
notorio del c o n s u m i d o r , que por la difusión del
impuesto,
paga los
medios indebidos que se proporciona el productor de m a l a fé.
Hizo algunas observaciones e n c a m i n a d a s á demostrar la influencia que tienen los aranceles en la v i d a e c o n ó m i c a del país y se lamentó de que, problema de tanta transcendencia, no se m i r a r a por todas
las clases sociales con el interés que merece.
E x a m i n ó las ventajas é inconvenientes de los impuestos directos é
indirectos y estudió el proceso q u e h a seguido en otros paises el impuesto progresivo.
H a b l a n d o de la l l a m a d a contribución d e s a n g r e , expuso las injusticias ¿-que se prestan las quintas y e n u m e r ó los graves inconvenientes y notorios agravios que se d e r i v a r í a n del servicio obligatorio, declarándose, en definitiva, partidario de los ejércitos formados con voluntarios.
La emigración, dijo, no se contiene con v a n a s declamaciones patrióticas ni con leyes que se aplican m a l ó se relegan al o l v i d o ; esa
hemorragia nacional se contiene d a n d o á las f a m i l i a s de m e n o s elementos de fortuna facilidades para v i v i r en la tierra q u e las v i ó nacer,
sin grandes privaciones ni apremios.
Resuelto el problema de las subsistencias lo está el de la emigra-
— 4 r, —
c i ó n , y si bien es cierto que la reforma en los impuestos no es por sí
sola bastante para remediar estos quebrantos nacionales, es i n d u d a b l e
q u e debe considerarse como u n o de los factores m á s importantes.
Después de lamentarse de que la falta de tiempo no le permitiera
explicar la l'orma en que se confeccionan los presupuestos del Estado,
para precisar los defectos que más d a ñ a n al interés público, terminó
a b o g a n d o por que la acción oficial y la iniciativa p r i v a d a procedan
de consuno á curar las dos llagas sociales que más afean y mortifican
el cuerpo nacional: la falta de educación y la incultura.
LA EDUCACION DOMÉSTICA
RESUMEN DE LA CONFERENCIA DADA POR DOÑA ROSARIO DEL RIEGO
PROFESORA REGENTE OE LA ESC7ELA NORMAL OE « A E S T R A S
SB
ÑORES:
H a y indudablemente obras que desde sus
comienzos
nos atraen, c o m o h a y otras que resultan repulsivas y no pocas indiferentes; entre las primeras se encuentran
que, b a j o el n o m b r e de Extensión
de hecho estas conferencias
de enseñanza, vienen á u n i r en
a m i g a b l e consorcio los hombres de ciencia con los obreros consagrados á las artes mecánicas,
para que de esta u n i ó n resulte la aplica-
ción inteligente de los principios científicos á las artes, a la industria
y á las necesidades de la vida; con la cual, ni las ciencias quedan com o letra m u e r t a , n i las artes c a m i n a n á ciegas guiadas por el lazarillo de la rutina. A q u í se rompe la muralla que separaba al letrado del
trabajador, uniéndose sus aspiraciones y viniendo á
demostrar
(pie,
a u n q u e dedicados á diferentes ocupaciones, todos son obreras y todos
cooperan á
la gigantesca obra del progreso,
hermanándose
asi las
clases sociales con aquella u n i ó n sublime que nos aconseja el D i v i n o
Maestro.
E n las enseñanzas de carácter práctico y de utilidad trascendentalísima que se os h a n transmitido, se han esforzado los señores conferenciantes con la competencia que Ies caracteriza de daros á conocer
importantes preceptos relativos á la conservación de la salud, al acertado desempeño de vuestras profesiones, al c u m p l i m i e n t o d < vuestros
deberes, á la defensa del derecho, etc.
Pero h a y u n a cuestión importantísima de la que aun 110 se ha
tratado, a u n q u e todos debemos conocerla, puesto que nos es preciso
ponerla en práctica; u n a obra q u e g i m e al verse a b a n d o n a d a ó mira-
— 4 r, —
d a con desprecio, á pesar do i n f l u i r en la v i d a toda del i n d i v i d u o , en
la m a r c h a de las naciones y de la sociedad en general, i m p r i m i é n d o l a
1111 sello característico; mas ¿cuál es esa obra de tan colosal i m p o r t a n cia? L a educación.
La educación es la g r a n obra de la sociedad, obra q u e m a r c a el
derrotero de los pueblos y que los engrandece ó los d e p r i m e , según
ella sea ensalzada ó d e p r i m i d a .
A u n q u e la educación influye en la sociedad, tiene su
partida en el hogar. Las leyes d i v i n a s y h u m a n a s
señalan
p u n t o de
á los pa-
dres, al par que el deber de alimentar á sus hijos, el de educarlos; y
tan sagrado c o m o sea el p r i m e r deber, es el segundo.
Es verdad que n o todos los padres o l v i d a n tan capital o b l i g a c i ó n ;
pero suelen ser negligentes, proceden sin p l a n , desconocen el verdadero concepto de la educación, su fin y los medios de q u e h a n de servirse; y el resultado es m e z q u i n o ó q u i z á contraproducente. P a r a evitar este m a l , hay q u e d i f u n d i r , por cuantos medios sean posibles, el
verdadero alcance y necesidad de la educación entre todas las clases
sociales.
E d u c a r es favorecer, d i r i g i r v o l u n t a r i a y m e t ó d i c a m e n t e el desarrollo espontaneo de la naturaleza h u m a n a , siguiendo las indicaciones de la m i s m a , p a r a que el cuerpo y el espíritu p u e d a n ejercer debidamente sus funciones y c u m p l i r el fin temporal y eterno del hombre.
Por tanto, no será verdadera educación la q u e prescinda de la
m a r c h a que sigue la naturaleza en su desarrollo, ni la q u e se d i r i j a á
u n a parte sóla de la m i s m a , o l v i d a n d o las d e m á s , n i l a q u e se ocupa
exclusivamente de la vida temporal, ó , a l a inversa, ú u i c a m e n t e de
preparar el espíritu para la v i d a eterna, despreciando la presente. X o ;
la educación ha de ser completa.
E l l a contribuye á proporcionar al cuerpo s a l u d , robustez, agilidad, soltura para el trabajo y hasta belleza.
L a inteligencia, m e d i a n t e el benéfico i n f l u j o de la e d u c a c i ó n , logra u u a atención j>erse verán te, percepciones claras,
juicios
exactos,
i m a g i n a c i ó n viva, m e m o r i a feliz y recta razón, q u e la permiten resolver con acierto los m u c h o s problemas que se nos presentan con
cuencia en la vida; para cuyo fin se va fortificando
fre-
y enriqueciendo
con u n caudal mayor ó menor de conocimientos, q u e la
proporciona
- 23 —
la instrucción y q u e q u i z á le sirvan de base para consograrse á u n a
carrera ó profesión determinada.
L a ilustración en medio de su brillo, el talento que tanto nos adm i r a y a ú u la libertad que anhelamos, llegan á ser armas
peligrosas
si son esgrimidas por personas depravadas. Por eso la educación
mo-
ral es tan necesaria; mediante ella se reprimen los sentimientos egoistas, se fomentan los sociales que llevan al i n d i v i d u o á a m a r , favorecer
y respetar al p r ó j i m o ; se cultivan los ideales superiores que
á
incliuan
la v i r t u d , l a ciencia, la belleza, la patria v, sobre todo, á Dios,
fuente de todo bien y de toda perfección. L a educación moral es siempre necesaria; pero m á s a ú n en nuestros tiempos y en las condiciones
en que Espafia se encuentra. H a y precisión de formar caracteres positivos y de fortificar las voluntades, haciéndolas firmes, rectas, justas,
santas y perseverantes.
Solemos q u e j a m o s de malos gobiernos y de leyes defectuosas y
m á s bien deberíamos quejarnos de la inclinación que todos tenemos
á b u r l a r farisaicamente las leyes y de la falta de carácter de los gobernantes p a r a hacerlas c u m p l i r .
Si tuviéramos voluntad recta, conocimiento de nuestros deberes y
carácter firme, nos regeneraríamos fácilmente.
El perfeccionamiento, la regeneración y la felicidad de los pue
blos tienen su origen en la educación y ésta en la familia; a u n q u e el
.Estado, c o m o primera entidad social, debe velar por ella y favorecerla
Pero el resultado de la educación depende de m u y diversas causas,
las cuales t o m a n el nombre de agentes educativos.
E l primero de ellos es el educando ó sér cuya naturaleza hay
que
d i r i g i r y perfeccionar, aquel que presenta la materia p r i m a sobre que
debe obrar la educación; mas, lógicamente se comprende,
que para
d i r i g i r y perfeccionar el desarrollo de la naturaleza es necesario conocerla.
C u a n d o el n i ñ o nace, trae en g é r m e n todas las energías que después ha de desplegar. E n m e d i o de ese cuerpecillo débil, necesitado
de toda clase de cuidados, hay u n a organización completísima; y, unido á aquel cuerpo, existe u n espíritu capaz de pensar, sentir y querer,
q u e q u i z á llegará á producir un talento, un genio ó u n héroe.
Allí so
encuentra toda su actividad aprisionada, como se encuentra aprisio-
— 4 r, —
n a d a en el g r a n o de trigo la futura planta; y , así c o m o la obra del
agricultor es poner la semilla en condiciones de (pie se desarrolle bien
y dé fruto sano y a b u n d a n t e , la misión del educador
es favorecer el
natural desenvolvimiento del cuerpo y del espíritu, sin q u e
pueda
crear una sola facultad; sino modificar las condiciones naturales, favoreciendo las buenas y restringiendo las malas. P o r eso el p r i m e r
elemento para la educación es la naturaleza del e d u c a n d o , q u e siempre i m p r i m e á la obra u n sello peculiar, propio. Pero ¡qué diferencia!
mientras el agricultor se ocupa en investigar y aplicar los medios para obtener mejores frutos, los padres proceden al azar en la educación
de sus hijos, sin ocuparse de estudiarlos, c o m o si fueran m a s
impor-
tantes los frutos de la tierra que los de su propio ser.
E l segundo agente de la obra educativa es el e d u c a d o r ó persona
encargada de realizar la labor que nos ocupa m e d i a n t e su dirección y
celo. Es i n d u d a b l e q u e la educación v a r í a según las condiciones del
que la pone en práctica. C u a n d o éste estudia al e d u c a n d o y le g u í a sin
violentarlo; c u a n d o tiene firmeza de carácter, observa c o n d u c t a intachable, se preocupa del fin á q u e debe aspirar y procura
aplicar
los
medios conducentes al efecto, la educación será f e c u n d a
Es así m i s m o otro agente, la m a n e r a de educar ó relación
que se
establece entre educador y e d u c a n d o , q u e resulta del c o n j u n t o de medios que el primero eli?,e para d i r i g i r al s e g u n d o
Si el m o d o de
educar responde á u n a idea preconcebida, y se e n c a m i n a consciente
meute á la realización del fin que se persigue, se dice q u e se educa
con p l a n , y sin él en el caso opuesto.
Si se procede con plan y el educador reúne las condiciones de que
antes hablábamos, los efectos satisfactorios 110 t a r d a r á n en manifestarse
Por ú l t i m o : es así m i s m o u n i m p o r t a n t e agente educativo el me
dio circundante, ó sea la naturaleza física y social en que se desarrolla
Ja vida del n i ñ o .
E11 efecto; las energías corpóreas son modificadas por la atmósfera
que se respira, !a casa que se habita, el régimen a l i m e n t i c i o , etc ; y
estas causas, 110 sólo modifican el o r g a n i s m o , s i n ó q u e , por la í n t i m a
relación (pie existe entre cuerpo y espíritu, m o d i f i c a n , a la vez, el carácter. las aficiones, los ideales, etc , lo cual o b l i g a á q u e la educación
varíe adaptándose á las condiciones especiales del i n d i v i d u o
IC» E s p a ñ a es la enseñanza obligatoria desde 1857 y , sin embargo,
ni los espafióles se creen obligados, n i los poderes Castigan j a m á s al
padre que infringe tal ley.
D o r a n t e los primeros afios la educación corresponde singularmente á la m a d r e , la cual debe velar p r i m e r o por el desarrollo corporal
de so hijito, procurando nutrirle bien, l i m p i a r l e escrupulosamente,
tenerle en habitaciones bien ventiladas é i l u m i n a d a s y que haga ejercicio. Poco t i e m p o después de haber nacido, empiezan á funcionar
en el n i ñ o los sentidos, q u e son instrumentos de que h a
de
valerse
para f o r m a r las primeras ideas y para a d q u i r i r noción de cuanto le
rodea. X o tarda en manifestarnos lo que siente ó quiere por su
guaje n a t u r a l
risa, llanto, chillidos, etc.
len-
lo cual prueba que su in -
teligencia comienza á manifestarse y que desde entonces se enriquecerá con m u l t i t u d de conocimientos que, al par que la ejercitan, la nutren y fortifican.
¿ Q u e q u é aprende u n n i ñ o en esa edad? M a s q u e despné.j en muflios años de estudio.
E n l a i n í a n c i a , la
fuerza de asimilación es extraordinaria,
por
cuya r a z ó n el cuerpo y el espíritu se apropian fácilmente los elementos de vida y así se robustecen y contraen hábitos con m á s facilidad
que en la adolescencia.
A u n q u e en la primera edad empieza á manifestarse la
inteligen-
cia, n o es ella la q u e p r e d o m i n a , sino los instintos y la sensibilidad;
de a q u í q u e los padres deben aprovechar estas manifestaciones
para
educar, valiéndose de los instintos y del afecto.
Los instintos son impulsos interiores q u e mueven al s e r á ejecutar
actos que n o son determinados por la voluntad, ni conocidos por la
inteligencia, y q u e , sin e m b a r g o , son absolutamente necesarios
para
la realización de los fines de su vida.
Muchos sou los instintos que se presentan en el n i ñ o ; pero los que
más deben aprovecharse para la educación, son: el de curiosidad, imitación y sociabilidad
E l instinto do curiosidad responde al apetito que siente la
inteligencia
virgen
infantil de nutrirse y enriquecerse eou lo* conocimien-
tos. Por eso el n i ñ o no cesa de dirigirnos preguntas, queriendo investigarlo todo, enterarse hasta de los últimos detalles «le lo que observaC o a o d o vuestros hijos os interroguen, tened paciencia y c o n s t a d
— 2<> —
les de u n a m a n e r a sencilla y clara, sin engañarlos n u n c a , porque llevareis á su espíritu el error, q u e es el veneno de la inteligencia. Si no
podéis ó 110 debeis satisfacer las preguntas, distraed
al n i ñ o con otra
cosa; pero n o le reprendáis por la p r e g u n t a , ni las satisfagais con u n a
tontería.
E l instinto d e i m i t a c i ó n lleva al n i ñ o á ejecutar
las acciones que
ve en loa q u e le rodean; i m i t a
su m o d o de h a b l a r , sus
aficiones, etc. Esta p r o p i e d a d
puede utilizarse con fruto p a r a la edu-
costumbres,
cación moral é intelectual.
S i el n i ñ o copia c u a n t o ve en los q u e le rodean, m u c h o
piará lo (pie observa en sus padres; de a q u í el i n e l u d i b l e
m á s co-
deber q u e
tienen éstos de darlo buenos ejemplos, de usar u n l e n g u a j e
correcto,
de moderar la cólera, de ser amables y cariñosos con los suyos, cump l i r sus deberes y , sobre todo, abstenerse del vicio y
t u d . ¿Con q u é autoridad
practicar la vir-
p o d r á el padre vicioso corregir á su
hijo
c u a n d o le vea entregada en los brazos del vicio, si él con su ejemplo
y quizá por la ley de herencia lia sido la causa del m a l q u e deplora?
P o r ú l t i m o : el instinto de sociabilidad lleva al h o m b r e á buscar el
trato y c o m p a ñ í a de los demás y especialmente de los q u e son de su
m i s m a edad. El n i ñ o necesita la c o m p a ñ í a , no sólo de los
mayores,
sino de otros niños; pues bien: los padres 110 p u e d e n oponerse á esta
ley; pero sí deben velar por las c o m p a ñ í a s de sus seres a m a d o s ; porque, según
decíamos, el instinto de i m i t a c i ó n h a r á q u e copien los
ejemplos de sus camaradas. Si estos ejemplos son
buenos, contraerán
buenos hábitos y fácilmente se i n c l i n a r á n al bien; si son malos, con
facilidad caerán en el vicio.
I n e d u c a c i ó n que los padres den á sus hijos, 110 debe ser rigorista
n i transigente eu absoluto, sino preventiva; 110 h a de juzgarlos ni com o perfectos ni c o m o perversos, sino necesitados de v i g i l a n c i a y corrección. S u cariño h a de ser tutelar y reflexivo, tierno y severo a la
vez. Debe conceder libertad á las iniciativas de la a c t i v i d a d
infantil;
pero l i m i t a n d o esta libertad por las exigencias de la h i g i e n e y la moral. Conviene que el n i ñ o observe por sí propio los objetos y fenóme
nos. pero al m i s m o tiempo ha de venir la experiencia del autor de sus
días á facilitar el trabajo de la a d q u i s i c i ó n
de conocimientos, es ne-
cesario que el n i ñ o juzgue, pero h a y «pie evitar q u e f o r m e juicios pre
cipitados y falsos.
— 4 r, —
E l m e d i o social influye t a m b i é n notablemente. El n i ñ o , en virtud
del instinto de i m i t a c i ó n , copia cuanto ve; habla como las personas
q u e le rodean; i m i t a en sus juegos y modales las acciones y modales
de aquellos á quienes trata, y, sin darse cuenta, va t o m a n d o las lecciones de ese maestro colectivo, y asimilándoselas, llega á
contraer
hábitos «pie f o r m a n en él u n a segunda naturaleza.
S e ñ a l a d a la i m p o r t a n c i a de la educación y los agentes que á ella
concurren, pasemos á o t r o punto.
D i r á n q u i z á algunos padre3; es verdad que la educación es m u y
importante; pero ¿ c ó m o liemos de llevar nosotros á cabo u n a obra tan
compleja? Jx> primero que se necesita es 110 desalentar; el buen á n i m o ,
el constante deseo de realizar u n a obra y la perseverancia
allanan el
camino
C o m o decíamos en u n principio, y como demostraba en la conferencia anterior con m á s g a l a n u r a y competencia el Sr. Marín, la obligación de educar corresponde á los padres, los cuales, por tal razón,
t o m a n el n o m b r e de educadores naturales; mas ocurre con harta frecuencia q u e éstos no pueden consagrarse al c u m p l i m i e n t o de tan sag r a d o deber, y a por i g n o r a n c i a , falta de tiempo, negligencia, etc., y
tienen que ser auxiliados por los maestros ó educadores por profesión,
que suplen en parte (110 en absoluto^ á los padres.
E11 resumen: el i n d i v i d u o recibe una educación en
la casa, que
por esto se l l a m a doméstica, y puede recibir otra en la escuela, que se
denomina pública.
E n el hogar, la m a d r e suele conocer mejor á sus' hijos y puede
corregirlos con m á s acierto; como el trato es m a y o r , su acción resulta
m á s c o n t i n u a , y sobre todo, su amor, siempre m a g n a n i m o . permite
que la educación sea m á s afable, m á s tierna, que es lo que requiere el
n i ñ o . Pero, en m e d i o de estas ventajas, se observa que los niños educados sólo entre su familia, son huraños, retraídos, faltos de trato de
gentes y altivos; todo lo cual, u n i d o á la falta de plan y á q u e suelen
guiarse por la pasión, i m p o n e la necesidad de la educación pública,
q u e tiene la ventaja de salvar tales inconvenientes y de practicarse
(generalmente) con m á s orden y conocimiento de causa.
Por esta razón deben hermanarse ambos aspectos de la educación
c a m i n a u d o paralelamente y haciendo que, puestos en
comunicación
padres y maestros, vayan acordes en la obra que se proponen y q u e la
cción del u n o se vea fortificada por la del otro.
— 4 r, —
Tara terminar. X o olvidéis q u e el m e j o r a u x i l i a r q u e tiene el padre para c u m p l i r su misión educativa, es el maestro; respetadle, para
q u e sus discípulos le respeten y a m e n ; o b l i g a d á los nifios a c o n c u r r i r
á la escuela; haced que la tengan afecto, y procurad q u e la educación
pública se d i f u n d a y d i g u i f í q u e , q u e en
vuestros hijos y vuestra patria.
H e dicho.
ello s a l d r á n
beneficiados
HISTORIA DE LA REVOLUCION FRANCESA
RESUMEN DE LA CONFERENCIA DADA POR D. ENRIQUE DEL CASTILLO Y ROMERO
ABOGADO, S E C R E T A R I O DEL LICEO ARTÍSTICO
Y LITERARIO
C o m i e n z a declarando i n g é n u a m e n t e que, invitado para dar u n a
conferencia en este Centro, accedió con el mayor
gusto, porque si
bien es verdad que se considera discípulo de feucs y maestro de nadie, cree que es u n deber inexcusable aportar cada cual sus conocimientos, p r o c u r a n d o el m a y o r desarrollo de la obra de progreso y de
cultura que ellos vienen realizando.
E l i g i ó u n tema de historia porque se le indicó, y además le parecía
interesante y adecuado.
Dctíne que sea historia, y razona la grandísima importancia
de
su estudio.
D e u n o de los hechos que la historia refiere, y que
ciertamente
señaló u n nuevo r u m b o á la h u m a n i d a d , es de lo que piensa tratar
m u y sucintamente.
Ese hecho se conoce en todas partes con el nombre de Revolución
francesa.
Para
proceder con método antes de referirlo, debe preguntarse:
¿qué causas produjeron aquella espantosa revolución?
I/> m i s m o la sociedad que el gobierno estaban
constituidos en
aquella éjioca conforme á las costumbres que procedían
de la E d a d
Media.
C u a n d o los franceses empezaron á m e d i t a r acerca de las cuestiones políticas, casi todas las instituciones vigentes les parecieron (y
— 4 r, —
dice les parecieron, porque e\ disertante ofrece n o
d a r u n a sola opi-
n i ó n personal, sino limitarse á referir extrictamente lo que la historia
consigna), abusos contrarios á la r a z ó n y á la h u m a n i d a d .
Esas instituciones, que se conocen con el n o m b r e de régimen antiguo, fueron destruidas por la r e v o l u c i ó n .
Entonces se acusaba á la m o n a r q u í a de ejercer poder absoluto, al
gobierno de seguir vida
r u t i n a r i a , y á la sociedad
de fundarse en
privilegios
El
Rey de F r a n c i a acabó por r e u n i r en sus m a n o s
entera, y ejercía todos los poderes, hasta el rentístico,
la autoridad
determinando
libremente los gastos y los ingresos.
E n el a ñ o 1787 el P a r l a m e n t o o r d e n ó q u e el R e y n o debía
crear
nuevos impuestos sin solicitarlo á los Estados generales, y en la sesión
del 19 de Noviembre, donde el Canciller expuso en n o m b r e de a q u é l
«los principios de la m o n a r q u í a , » c o m o el D u q u e de O r l e a n s s e opusieras! que se registrara el edicto del empréstito, L u i s X V I d i j o : «Me
importa lo m i s m o . » Y l u e g o agregó: «Si, es legal, porque yo lo m a n d o . »
C o m o el Rey no podía ocuparse de todo, los Ministros y los Intendentes, sin sujetarse á n i n g u n a regla, d i r i g í a n realmente el
Estado,
de u n a manera caprichosa.
L a i m p r e n t a carecía de libertad, los libros sometidos á
censura,
las publicaciones sin autorización eran perseguidas ante los
tribuna-
les, y, lo que es m u c h o peor, ia libertad personal de los i n d i v i d u o s 110
tenía n i n g u n a g a r a n t í a .
P a r a encerrar á cualquiera en u n a p r i s i ó n , q u e n o estaba b a j o la
vigilancia de la justicia, reteniéndolo allí años enteros,
bastaba u n a
orden del Rey, u n a carta de encierro ó de secreto, q u e estaban ú disposición de los Ministros, y de sus empleados, y q u e
sólo p a r a castigar á los adversarios del
los usaban, no
gobierno, sino t a m b i é n
para
perseguir á sus enemigos.
E n la sociedad se d i s t i n g u í a n oficialmente tres clases: el clero, la
nobleza y el estado l l a n o , ó tercer est i d o , c o m p l e t a m e n t e
desiguales
en derechos.
Esas eran las instituciones y costumbres, entre otras m u c h a s q u e
por abreviar no se refieren, y q u e f o r m a n l o q u e se h a c o n v e n i d o en
llamar régimen antiguo.
Los contrarios de eso régimen creían q u e el g o b i e r n o liaría algu-
—
B i -
n a s reformas, pero la eaída de T u r g o t les probó su equivocación, y
entonces empezaron á decir que precisaba u n a revolución.
E n los años de 1787 y 1788 se publicaron infinidad de folleto» crit i c a n d o el poder absoluto, los privilegios y , en u n a palabra, todas las
instituciones.
Mientras Voltaire atacaba con r u d a saña el poder
eclesiástico,
Carlos de Montesquieu expresaba las miserias de la política en sus
Cartas Persas; J . J . Rousseau, exj>on¡endo en sus novelas el contraste
entre u n a sociedad donde todo era artificioso, con los mandatos de la
naturaleza, y , finalmente, la publicación de la «Enciclopedia,» que tenía por objeto principal destrozar cuanto tenía carácter tradicional,
hicieron en c o n j u n t o que las ideas revolucionarias fueran infiltrándose lentamente en el Pueblo, sin que nadie sospechara el peligro que
encerraban.
E l gobierno, que llevaba m á s de medio siglo gastando lo que no
tenia, salía del paso gracias á u n banquero como Xeker, que inspiraba confianza á los capitalistas, pero llegó un
momento en que las
personas que tenían dinero se negaron á darlo, y entonces el Ministro
Calonnes, p a r a obtenerlo, designó una asamblea de notables, que, en
contra de lo que todos esperaban
rechazó en absoluto el proyecto so-
m e t i d o á su aprobación.
E n vista de eso, el gobierno decidió reuuir á los representantes del
Pueblo, convocando los Estados generales en Yersalles, el .*) de Mayo
de 1789, pero sin determinar los asuntos que debían
tratar, ni tam-
poco la f o r m a en que tenían que deliberar.
E l gobierno reunió separadamente los tres órdenes ó clast s, clero,
nobleza y estado llano, pero como los dos primeros no querían reunirse con los últimos, y los diputados del Pueblo no p o d í a n tolerar
semejante separación, no fué posible entenderse, y se aplazó la sesión.
C u a n d o transcurrieron seis semanas, el tercer estado declaró el
1.° de J u n i o , que podían
prescindir d é l o s
Diputados de las otras
clases, dándose el titulo de Asamblea Nacional, sin perjuicio do invitar á las órdeues privilegiadas para tomar parte en sua sesiones y
otorgándoles u n voto enteramente igual que el suyo.
E l 20 del propio inca de J u n i o m a n d ó el gobierno cerrar la sala
en que el tercer estado se reunía, y entouces fué c u a n d o los representantes del pueblo se instalaron en el «Juego de Pelota,» j u r a n d o per
— :V2 —
manecer u n i d a » hasta f o r m u l a r
una
Constitución
completamente
nueva.
E n tales circunstancias, el estado l l a n o f o r m a b a u n verdadero poder independiente,
n o t a r d a n d o en d o j l a r a r la g u e r r a al gobierno,
«juese [Minia de parte de los privilegiados, basta q u e el R e y , cediend o por el momento, se vió o b l i g a d o á m a n d a r al clero y á la aristocracia q u e concurrieran á la A s a m b l e a n a c i o n a l .
L a Bastilla, lortaleza que el Monarca tenía en París, c o m o prisión
de Estado, era particularmente odiosa, y ella representaba el s í m b o l o
de u n poder injusto y arbitrario.
E n cnanto los parisienses pudieron a d q u i r i r armas, corrieron sobre
ella, y auxiliados por u n o de los dos regimientos q u e h a b í a en París,
el de guardias francesas, q u e se mezcló con la m u l t i t u d , hicieron capitular al gobernador, tomaron la Bastilla, bailaron sobre sus escombros, y la destruyeron completamente.
L a Asamblea fué desde entonces el ú n i c o soberano, y o r g a n i z á n dose al propio tiempo la g u a r d i a n a c i o n a l , el poder pasó á m a n o s de
la oposición.
Puede decirse que con ese hecho empezó oficialmente la R e v o l u c i ó n ; por eso el a ñ o primero de la libertad empezó á contarse el 14 de
J u l i o de 1789.
Los campesinos, en cuanto supieron la p r o c l a m a c i ó n d é l a libertad,
quisieron aplicarla del m o d o que m e j o r les c o n v e n í a ; atacaron las residencias de los nobles, q u e m a r o n los libros en que estaban a p u n t a d o s
sus tributos, maltrataron á los aristócratas y cometieron toda clase de
desmanes.
L a Asamblea n o m b r ó i n m e d i a t a m e n t e después u n c o m i t é encarga
do de redactar u n proyecto de ley para la seguridad del reino, el cual
se discutió en la célebre noche del 4 de Agosto,
provocando
larga
discusión, hasta que u n D i p u t a d o bretón, presentándose en la t r i b u n a
vestido de l a b i a d o r , p i n t ó con vivos colores el r é g i m e n f e u d a l , d i j o
que era preciso reconocer
«la i n j u s t i c i a de derechos a d q u i r i d o s en
tiempos de ignoran ¡a y de tinieblas,»
l o g r a n d o entusiasmar de tal
m o d o á la asamblea, (pie todos ofrecieron sacrificar sus privilegios, y
resolvieron declarar abolidas las desigualdades, entre los c i u d a d a n o s
primero y entre las provincias después.
La Asamblea nacional que acabo d e referir, t o m ó poco después el
— 4 r, —
n o m b r e ríe Constituyente, y antes de ocuparse de otros asuntos, hizo
la famosa declaración de los derechos del hombre, p u b l i c a d a en Octubre de 178í).
L a s ideas revolucionarias se propagaban
con asombrosa rapidez,
llegando á todas partes la insurrección, hasta el punto de que el pueblo, excitado, se presenta en Versalles,
asesina a los guardias suizos
q u e defendieron ej palacio, y se apoderan de la familia real, traslad á n d o l a á París.
Ivos q u e usaban principalmente esos procedimientos eran los jacobinos, cuyo jefe, Mirabeau, d o m i n a b a por completo la Asamblea, con
su voz elocuentísima; pero cansado de los excesos de sus partidarios,
ó m o v i d o por razones de otra índole, es lo cierto que se decidió á defender Ja causa del R e y , procurando c a m b i a r la o p i n i ó n pública en
favor de éste, c o m o tal vez hubiera conseguido si la muerte n o sella
sus labios para siempre.
E n tanto que los hermanos del Rey hacen un l l a m a m i e n t o á las
potencias europeas, el Monarca, en vista del giro que tomaba la revol u c i ó n , decide a b a n d o n a r á París, cosa que n o p u d o conseguir, porq u e f u é reconocido antes de pasar la frontera y conducido á las Tullerías.
A la A s a m b l e a Constituyente sucedió la Legislativa, compuesta en
su m a y o r í a de jóvenes entusiastas, a n i m a d o s de un espíritu a ú n más
revolucionario, y partidarios de la R e p ú b l i c a .
L a Asamblea n o tardó en acordar medidas importantes,
princi-
p a l m e n t e contra los emigrados, sacerdotes n o juramentados y otras
clases privilegiadas, á las cuales quiso oponerse el Rey. a u n q u e inútilmente,
toda vez que el pueblo asaltó las 'fullerías, y lo llevó cautivo
con su f a m i l i a al Temple.
E n las prisiones hizo el pueblo horrible carnicería,
degollando
m á s de 6 . 0 0 0 personas, entre sacerdotes, nobles, mujeres y niflos, por
orden de D a n t ó n , diciendo q u e eran enemigos de la patria,
según
h a b í a concebido la sangrienta i m a g i n a c i ó n de Marat.
C o n c l u y ó la Asamblea Legislativa y nació la Convención, en la
que predominaban
los jacobinos, porque las elecciones se hicieron
con la m a y o r agitacióu.
I,os g i r o n d i n o s tratan de contener la excitación, pero los mas exaltados se^antici p a n , siendo proclamada u n á n i m e m e n t e la
República.
6
— 4 r, —
en ln primera sesión q u e celebró la C o n v e n c i ó n , r e s p o n d i e n d o al gri •
to lanzado por D'Herbois, en m e d i o del m á s frenético entusiasmo.
E n la Convención estaban representados los jacobinos, al frente
de los cuales estaban
Kobespierre, D a n t ó n y Marat; los g i r o n d i n o s ,
entre los cuales descollaban Brissot, B o l a n d , y p r i n c i p a l m e n t e Vergn i a u d ; y el Centro, d o n d e sobresalía el poeta Chenier y Gregoir.
La Convención se acordó de L u i s X V I ,
preso á la sazón en el
Temple, decidiendo entonces procesarle, y los m á s exaltados pedían
su vida. Éste compareció en-la b a r r a , y apesar de la elocuencia de su
joven defensor, q u e t e r m i n ó diciendo: «busco entre vosotros jueces y
no hallo m á s que acusadores,» fué c o n d e n a d o á muerte, por u n voto
de mayoría, encontrándose entro los q u e votaron
la muerte,
aquel
príncipe i n h á b i l , D u q u e de Orleans, q u e al salir de su boca la palabra
¡muerte! lanzada contra su p r i m o , hizo d a r u n grito de horror en el
salón. La sentencia fué ejecutada el 21 de E n e r o de 1793, s u f r i e n d o
L u i s X V I la muerte con g r a n d e entereza, y después que la m u c h e d u m b r e e m p a p ó sus pañuelos, ropas y sables en el cuerpo de la victima, f u é éste arrastrado á un cementerio vecino, l l a m a d o
« L a Mag-
dalena,» donde lo cubrieron con cal v i v a , para q u e se destruyera m á s
pronto.
Este hecho d i ó lugar á que todas las potencias europeas r o m p i e r a n
sus relaciones con la R e p ú b l i c a , y al propio t i e m p o en el seno de la
Convención empezó f o r m i d a b l e l u c h a entre g i r o n d i n o s y jacobinos,
pues en tanto que los primeros se o p o n í a n resueltamente á los desór
denes, los últimos querían alentarlos á toda costa, y c o m o consiguieron triunfar, establecieron seguidamente el C o m i t é de la S a l u d pública, para concluir con los q u e á ellos les parecían enemigos de la
R e p ú b l i c a , llevando t a m b i é n á las prisiones i n n u m e r a b l e s
girondi-
nos, que acusados de supuestos crímenes, por Kobespierre,en la Asamblea, por C a m i l o Desinoulens, en sus folletos callejeros, fueron condenados á muerte.
Entonces se desvaneció para siempre la p a l a b r a m á s elocuente de
la F r a n c i a , V e r g n i a u d , q u e tenía arranques de e n v i d i a b l e t r i b u n o ,
con su voz clara y s i m p á t i c a , q u e logró extremeoer los corazones,
c u a n d o lleno de respeto leyó delante de la f a m i l i a real el decreto de
la suspensión de la M o n a r q u í a , fué t a m b i é n c o n d e n a d o á muerte, con
veinte compañeros m á s , p r o n u n c i a n d o las tiernas frases ¡amor sagra-
—4r,—
d o de la patria! ú l t i m a s palabras de aquel g r a n hombre, que, según
u n celebre escritor, no m o r í a , se evaporaba en el entusiasmo.
Desde aquel m i s m o instante F r a n c i a se cubrió de vergüenza, lleg a n d o á todo su apogeo el imperio del Terror.
La insurrección se hace general en todas las provincias, y mientras en el exterior las tropas de la Convención logran triunfar incesantemente, en el interior, fué proscrito el culto católico, adoró el
P u e b l o á la Diosa Razón, no respetan las cenizas de los Reyes, y por
trastornar hasta lo m á s pequeño, cambiaron los nombres «le los afios,
de los meses y de los días, acordando que estos últimos fueran diez,
l l a m á n d o l o s G o r r o de la Libertad,Cucarda N a c i o n a l , C í r c u l o , C á l c u l o ,
A g r i c u l t u r a . A r a d o . Azada, Mieses, Cartón y Descanso.
E l s a n g u i n a r i o Marat, escribiendo con venenos su periódico « E l
A m i g o del Pueblo,> alentaba cínicamente al robo y al asesinato, hasta q u e la joven Carlota Corday, en el momento de celebrar una entrevista con tan cruel revolucionario, solicitada con el pretexto de
revelarle secretos importantes, le h u n d i ó un puftal en el corazón.
A l día siguiente fué llevada á la guillotina, sufriendo la muerte
con tal heroísmo, que algunos espectadores la saludaron con el sombrero. otros la a p l a u d í a n y entre aclamaciones subió las gradas del
cadalso.
L a muerte de M a r a t sirvió para que el torrente se desbordara enteramente, y fueron l l e v a d o s á l a guillotina la Reina María AntonieU,
á la edad de 38 años próximamente, mostrando en aquellos supremos
instantes uua entereza de á n i m o extraordinaria, y siguen la propia
suerte m u c h o s girondinos, Felipe I g u a l d a d , que expió de esa manera su c o m p l i c i d a d en la muerte del Monarca, tocándole finalmente el
t u r n o á los jacobinos, los únicos culpables de tauto horror, con lo cual
se c u m p l i ó la frase de V e r g n i a u d , de qiie «la Revolución, como Sat u r n o , devora á sus propios hijos.»
E l famoso D a n t ó i . , jefe del C l u b de los franciscanos, que, al ser
i n t e r r o g a d o p a r a procesarle, exclamó con su peculiar audacia: «soy
Dantón,
tengo 35 años, m i residencia será m a ñ a n a la n a d a , y m i
n o m b r e ' p a s a r á al panteón de la historia.» Ilerber. C a m i l o
i
Detnous
¡or.nhirtrwM tachados de reaccionarios, fueron
—
3(i
—
Ese terrible dictador, Alto, delgado, m i o p e , bilioso, declara oficialmente la existencia del Ser S u p r e m o , q u e r i e n d o establecer u n a
cie de deísmo, d e r r a m a á torrentes la sangre
espe-
íranc»sa, o r d e n a n d o
construir u n a g u i l l o t i n a que cortara 8 0 cabezas á l a vez, y en u n a
palabra, con las riendas d é l a nación en las m a n o s , lleva las c i u d a d e s
á incendios y demoliciones, y á los hambres de las cárceles á la m u e r te, todo p a r a c u m p l i r el siniestro p l a n
y
ficticiamente
de exterminar á cuantos real
pudieran ser afectos al r é g i m e n a n t i g u o .
E l ídolo de aquel pueblo fanático se preseutó u n d í a en la A s a m
blea vestido con elegancia, y c o m o u n d i p u t a d o lo i n c r e p a r a ,
pierre quiere en
VÍ\UO
llegar á la t r i b u n a , y m u y
jPresidente de u n a Asamblea de asesinos'
Robes
agitado e x c l a m ó :
P o r ú l t i m a ve/., ¿quieres
concederme la p a l a b r a ? — L a tendrás por turno, d i j o el
Presidente.
— ¡ L a acusación! gritó u n o - ¡La prisión! exclamó el Centro.
A h o g a d a enteramente su palabra, q u e tantas veces escuchó encantada la m u l t i t u d , desangrándose por u n pistoletazo q u e le destroz ó la m e j i l l a ,
Rolwspierre so d e j ó c o n d u c i r
hasta el patíbulo,
cuyas
gradas subió con la m a y o r t r a n q u i l i d a d .
Con la muerte de Robespierre c o n c l u y ó la época l l a m a d a del Terror, y se disolvió la C o n v e n c i ó n ,
a u n q u e antes redactó u n a
nueva
Constitución, por la cual el poder ejecutivo residiría en u n Directo
rio, f o r m a d o por cinco i n d i v i d u o s .
Hemos visto, al referir
ligeramente la historia de la g r a n d i o s a
R e v o l u c i ó n francesa, q u e si bien es cierto que escribió con caractéres
de fuego el decreto de muerte de los privilegios existentes, f u é verda
derainente, á u n m i s m o tiempo ingrata v despiadada. N o satisfecha,
como dice m u y bien u n notable escritor, con sacrificar eu L u i s X V I ,
la m a n s e d u m b r e , y en Marra
Antonieta, el orgullo,
inmoló dentro
del círculo de sus propios amigos, en M a r a t . la pasión, y en Robespierre, la fé; en M a d a m e
R o l a n d , el a r d o r , y en Carlota C o r d a y , la
abnegación; en Demousleus, el sarcasmo, y en S a i n t J u s t , la inflexibil i d a d ; en Barbaroux,el valor, y en C a n d o r c e t , la filosofía; en D a n t ó n ,
el genio, en Cbenier, la i n s p i r a c i ó n , y en V e r g n i a u d , se quiso llevar
á cabo el martirio de la elocuencia.
P A R A S I T I S M O BIOLOGICO Y SOCIAL
RESUMEN OE LA CONFERENCIA DADA POR D. JUAN DE DIOS GONZÁLEZ PIZARRO
SEÑORES: L a v i n c u l a c i ó n de la ciencia en los menos; el monopolio
de ella por u n corto n ú m e r o de inteligencias,
constituiría,
induda-
blemente, la m á s g r a n d e y odiosa de todas las tiranías.
L a ciencia, por tanto, debe ser para todos; la ciencia debe difundirse sin cesar y ponerse al alcance de todos los entendimientos, porque así ú n i c a m e n t e p o d r á ser fuente de salud,
origen de prosperidad
y causa del engrandecimiento de los pueblos
I n s t r u i r al pobre; instruir al que carece de medios para concurrir
á Institutos y Universidades y visitar escogidas bibliotecas, será siempre labor grata, patriótica y h u m a u i t a r i a .
Por esto, señores, lie aceptado la honrosa invitación de los organizadores de estas Conferencias, y vengo esta noche á ocupar esta cátedra, n o para pronunciar un discurso, sino para hablaros |>or breves
m o m e n t o s , en estilo familiar y en lenguaje q u e pueda ser entendido
por todos, de u n asunto del mayor interés:
y
ihl parasitismo
biológico
social.
Mas c o m o este tema es vastísimo y yo me propongo no abusar de
vuestra benévola atención, concretaré mis consideraciones á estos tres
puntos de vista solamente:
1.°
2
o
3.°
A l concepto y característica «leí parasitismo,
A los principales efectos que determina, y
A los medios necesarios para ovitarlo y combatirlo.
-
38 —
La villa orgánica está caracterizada por u n doble é incesante cam •
bio do materia y energía entre el sér y el m e d i o .
Todos cuantos v i v i m o s sobre la superficie de la Tierra, obligados
estamos, para sostener nuestra propia existencia, á c o n s u m i r u n a cantidad m a y o r ó m e n o r de materia y euergía b a j o
la
forma principal
de alimento
Pero á c a m b i o do este a l i m e n t o ó materia y energía c o n s u m i d a s ,
que en el comercio universal tienen u n valor
d e t e r m i n a d o , todos los
seres t a m b i é n devolvemos al m e d i o en q u e vivimos, y bajo formas
m u y variadas, u n a c a n t i d a d
proporcional de energía y materia q u e
compensa la c o n s u m i d a .
Por este sorprendente y doble m o v i m i e n t o de c o n s u m o y producción, se m a n t i e n e la v i d a universal, en l a q u e nada se crea n i nada se
destruye, pues según la ciencia tiene c x p e r i m e n t a l m e n t e
demostrado,
la materia y la energía son permanentes, indestructibles, eternas.
*
* *
La v i d a económica de los pueblos, c o m o la o r g á n i c a de los seres,
t a m b i é n está regida por u n doble fenómeno de producción
y
consumo
que perfectamente deben corresponderse, pues, de lo contrario,
son
múltiples y m u y profundos los males que se pueden o r i g i n a r .
A u m e n t a d la producción, pero no haced equitativo el reparto de
los productos, y por fuerza aparecerá al l a d o
de la irritante
opulen-
cia, la más absoluta y desoladora miseria.
„ L a difícil crisis económica p o r q u e en la a c t u a l i d a d
débese m á s á la desigual distribución de la riqueza,
atravesamos,
que á
l a escasez
tenemos q u e
consumir
de productos.
** *
A h o r a bien; si todos los séres para v i v i r
alimentos, que en las sociedades del
h o m b r e representar,
un
valor,
todos también estamos obligados á d a r productos ó p r o p o r c i o n a r servicios útiles y provechosos para sí y p a r a los d e m á s seres; pues, de lo
contrario, aminoraremos los recursos ó riquezas generales y crearemos
la pobreza
E l que consume y n o produce, lo m i s i n o en la v i d a orgá-
nica, que en la v i d a económica, gasta l o q u e n o le pertenece, lo q u e
no lia creado; luego es u n usurpador, u n
verdadero parásito,
pues
asi l l a m a n los naturalistas á los seres que viven á expensas de otros y
no del fruto
de su propio
trabajo.
—4r,—
Los parásitos son, pues, miserables holgazanes que se sustentan de
lo q u e otros elaboran; ellos todo lo empobrecen y todo lo perturban,
lo m i s m o en el ser a n i m a d o que en el organismo social. Y si en ciertos casos c u i d a n y procuran por conservar la vida del ser hospitalario en q u e h a b i t a n ó del que toman su sustento, no es por
ningún
sentimiento altruista, sino m á s bien por miras positivamente egoístas,
pues, c o m o ha dicho u n ilustre zoólogo, los parásitos practican el pre.
cepto de no matar
la gallina
para
seguir obteniendo les huevos.
Pero n o creáis (pie los parásitos son poco numerosos en la Naturaleza y q u e siempre llevan u n a v i d a triste y monótona; antes al contrario, son a b u n d a n t í s i m o s y con frecuencia viven cuan grandes señores.
P a r a hacer el estudio de estos séres, los naturalistas se h a n visto
obligados á clasificarlos en un sin n ú m e r o de grupos y
subgrupos.
Los que, por ser pequeñísimos, 110 pueden verse sin el auxilio de potentes lentes, se d e n o m i n a n micro-parásitos,
ó simplemente microbios;
en tanto se les d á el n o m b r e de moer o-parásitos,
ó parásitos
vulgares,
á los q u e pueden distinguirse a s i m p l e vista.
Pero a u n prescindiendo del g r a n grupo de los microbios, son muchos todavía los seres que viven sin
trabajar lo m i s m o en
el reino
a n i m a l (zoo-parásitos) que en el vegetal (fito-parásitos).
T a n t o unos como otros pueden vivir en
la superficie del cuerpo,
ó en las profundidades .de los tejidos; á los primeros se les llama ectoparásitos
y á los segundos endo-parásitos.
C u a n d o los parásitos exter-
nos son animales, se les aplica el nombre de eclo-sooarios, y si son vegetales, el de ento-fitos; denominándose eu/o-¿otarios,
ó ento%fitos, á los
parásitos internos, según sean animales ó vegetales
Pero n o temed que siga molestándoos con la enumeración de todos los grupos que comprenden las clasificaciones que han
hecho los
naturalistas para el estudio de los seres parásitos, pues si de esto os he
h a b l a d o , h a sido para que sepáis que en
la Naturaleza, como en la
Sociedad h u m a n a , existen numerosos individuos que viven tranquila
y h o l g a d a m e n t e do lo que otros producen.
Y así como todas las especies tienen sus respectivos parásitos, así
t a m b i é n n o h a y órgano n i n g u n o que esté libre de la acechanzas de
estos seres. E l cerebro, la m é d u l a espiral,
los nervios, los uiusculos,
los huesos, el corazón, el ojo, el oido, la sangre, todas las partes, en
—4r,—
fin, tienen su» correspondientes parásitos, h a b i e n d o a l g u n o s que viven
en diferente» órganos y atacan ¿distintasespecies, ¡>or c u y a particularidad se les ha l l a m a d o cosmopolitas,
fama hepático,
que puede atacar
contándose entre éstos el dis-
al hombre,
al caballo,
al asno, al
buey, al carnero, al cerdo, á la liebre y al conejo.
Dedúcese, pues, de cuanto antecede, que la característica del parásito no debe buscársela j a m á s en sus rasgos morfológicos, sino en su
género particular de v i d a , en su i m p r o d u c t i v a existencia, en la manera cómoda de proporcionarse sus alimentos.
•
#
T a m b i é n en el organismo social existen, por desgracia, numerosísimos parásitos,
pues son m u c h a s las personas q u e viven sin trabajar,
consumiendo lo que otros elaboran.
Pero a u n c u a n d o estos parásitos sociales se diferencian entre si por
su aspecto, trato é i n d u m e n t a r i a , c o m o sucede t a m b i é n entre los parásitos orgánicos, todos, absolutamente todos se parecen y
caracteri-
zan por su improductiva existencia.
E n todas las capas de la Sociedad, lo m i s m o en las altas que en
las bajas, existen, por desgracia, m u c h o s i n d i v i d u o s ociosos q u e consumen y no producen, consagrando sus actividades, con
demasiada
frecuencia, á labrar la ruina y deshonra de familias laboriosas.
Porque, entendedlo bien, señores; para m í , es tan parásito el holgazán rentista que gasta inútilmente el tiempo en bajas luchas políticas, en murmuraciones de casino ó en indecentes lupanares, d o n d e el
vicio destruye el cuerpo y pervierte el a l m a , como el pordiosero de
oficio que pudiendo ganarse decorosa y h o n r a d a m e n t e con el fruto de
su trabajo el sustento suyo y de su f a m i l i a , encuentra m á s c ó m o d o ,
aun á trueque de vivir en la m á s espantosa miseria, extender la m a n o
enmedio d é l a vía pública para i m p l o r a r u n a l i m o s n a q u e le denigra
y envilece.
' i o d o el que no produce con sus propias actividades algo ú t i l para
sí y provechoso para sus semejantes, lo repetimos, es un parásito.
Por
esto nadie, fuera de los niños, ancianos y enfermos ó i m p e d i d o s , está
exceptuado de aquel m a n d a t o d i v i n o de g a n a r el sustento con el sudor de su propia frente.
El que traba ja, el que ejecuta a l g ú n servicio de u t i l i d a d para el
— 4 r, —
h o m b r e , es u n elemento social productor, es, en la verdadera acepción
de la p a l a b r a , u n obrero; porque tan obrero, tan trabajador, tan productor, social mente considerado, es el q u e cultiva el c a m p o ó el que
trabaja en el taller, como el que lo hace en la oficina, en el laboratorio ó en el bufete. E l obrero m a n u a l , como el obrero intelectual; el
ingeniero, como el capataz; el arquitecto, como el albafiil; el médico,
como el enfermero; el general, como el soldado; todos, absolutamente
todos son por igual útiles y necesarios á la sociedad. Por esto, hay que
desterrar esa absurda y errónea creencia de que solamente son obreros útiles y productivos los q u e visten la honrosa blusa. E l rico aristócrata q u e consagra su capital, su tiempo y energías á realizar grandes empresas industriales, y que constantemente se afana por aumentar los productos necesarios para que se satisfagan sin dificultad las
exigencias sin tasa de nuestra actual civilización, es u n gran obrero
social, u n g r a n elemento productor; y para él deben ser todos nuestros respetos y consideraciones,
porque ese acaudalado trabaja, sin
que le i m p u l s e j a m á s el acicate poderoso del hambre, movido únicamente por el deber que todos tenemos de aumentar la riqueza general, á fin de que n a d i e se vea privado de lo que es indispensable para
vivir.
H a y , pues, q u e despertar en todas las clases sociales el amor al
trabajo; es preciso que todo el m u n d o vea en el trabajo el mas grande, noble y honroso de todos los deberes, porque, está demostrado, los
pueblos laboriosos, como los hombres que cuentan con grandes energías productoras, solucionan y c o n j u r a n pronto las crisis difíciles por
q u e pasan.
Por el contrario, los pueblos indolentes, como las perso-
nas perezosas, que j a m á s buscan su redención en el trabajo, pueden
considerarse muertos, porque la muerte 110 es otra cosa que la inactiv i d a d , el reposo, la inacción
*
*
*
Conociendo ya lo que debemos entender por parásito
racteriza á la vtua parasitaria,
y lo que ca-
vamos á hacer t a m b i é n , en forma abre-
v i a d a y sintética, algunas indicaciones acerca de los principaloe efectos del parasitismo.
Pero para que pueda ser entendido por todos, me ocupare primero
de los efectos de la vida parasitaria sobre el m i s m o parásito,
para ha-
- 42 —
corlo después de los efectos que determina en el o r g a n i s m o del ser
i n v a d i d o , q u e , ti la vez, sirve al parásito de nodriza
y
morada.
Ks evidente, señores, que, como dijo el ilustre y célebre
" l a función hace al ó r g a n o , y , por lo tanto, el desarrollo y
Lamark,
pujanza
de u n a parte, como de u n o r g a n i s m o completo, d i m a n a n del ejercicio
gradual y metódico á que está sometido. O r g a n o q u e f u n c i o n a , crece,
se desarrolla y a u m e n t a su potencia
fisiológica;
por el
contrario, ór-
gano que no se ejercita, se desenvuelve con dificultad é i r r e g u l a r i d a d ,
se atrofia y pierde, por ú l t i m o , su aptitud para f u n c i o n a r . E l cuerpo cltnotante del ojo del hombre, como los músculos
rudimentarios
de sus
orejas, son ejemplos bien conocidos y elocuentes de la desastroza i n .
fluencia que la inacción tiene en el desarrollo de todas las partes de
la economía a n i m a l ; perdieron estos órganos el cometido
fisiológico
que tienen en otras especies, porque el papel q u e en ellas
desempe-
ñ a n es innec esario en el hombre, y desde este instante se atrofian y
quedan allí como pruebas inequívocas é innegables del extraordinario
poder modificador del ejercicio y del reposo c u a n d o
uno y
otro son
constantes, ordenados y graduales.
A h o r a bien; viviendo los parásitos en abonadas
medio para encontrar á su alcance, y sin n i n g ú n
condiciones de
género de moles-
tias ni dificultades, cuanto necesitan para su t r a n q u i l a existencia, los
órganos de la vida de relación, que son los encargados
do
trasladar
al sér de unos á otros lugares para que se proporcione sus alimentos,
caen en desuso y , reduciéndose p r i m e r o y atrofiándose después, pierden en parte ó por completo sus aptitudes funcionales. Y á la vez que
este fenómeno de degradación o r g á n i c a se produce, los órganos de la
nutrición y de la reproducción se fortalecen, porque siendo los únicos
que trabajan, se c u m p l e en favor de ellos la ley fisiológica de las compensaciones ó del balanceo orgánico,
y g a n a n tanto en su p u j a n z a fun-
cional, cuanto los otros perdieron.
H é a q u í , señores, por q u é todos los parásitos son séres degeuerados
y de relativa inferioridad orgánica.
*
*
*
E n los parásitos sociales t a m b i é n se registran análogos efectos de
degeneración orgánica, sobre todo, en los sistemas nervioso y muscular.
-
43
—
A consecuencia de la vida inactiva que hacen,
pierden los hábi-
tos y aptitudes para el trabajo; los músculos se debilitan, el cerebro
f u n c i o n a perezosamente y todas las actividades las solemos ver reconcentradas en los órganos de la nutrición y de la reproducción, pud i e n d o llegar el desequilibrio orgánico á tal extremo, que tampoco
funcione b i e n el aparato genital.
L a i n a c c i ó n , a c o m p a ñ a d a de los vicios inherentes de la vida parasitaria, m a r c a u n sello característico en el organismo de los parásitos sociales, q u e no escapa á la escudriñadora m i r a d a del hombre investigador.
Todos esos degenerados no pueden v i v i r sin el concurso, auxilio
y socorros de los que trabajan y producen. Abandonadlos á sus propias fuerzas, negad les toda clase de a y u d a , y les vereis perecer irremisiblemente ó arrastrar u n a vida miserable y difícil.
R e c o r d a d los numerosos casos de ricos arruinados, que, no pu •
d i e n d o ya v i v i r de las rentas de sus bienes perdidos, n i tenieudo hábitos n i aptitudes para el trabajo, tienen que solicitar medios de subsistencia á antiguos amigos ó servidores de otros tiempos.
R e c o r d a d t a m b i é n que muchos de estos desgraciados suelen recurrir, con harta frecuencia, á cuantos medios les sugiere su inteligencia d e p r a v a d a , para apoderarse de lo que no les pertenece.
V si no bastaran estos ejemplos, busquémoslos entre los que comenzaron su existencia cual golfos sin ocupación ó aspirantes á toreros, porque entre ellos, seguramente, nos encontraremos con muchos
que j a m á s sintieron a m o r al trabajo y sufrieron desde sus primeras
edades la degeneración de q u e os h a b l a b a .
E l deseo de ser rico, acariciado desde la niñez por uua torpe educación, separa á n o pocos de la fábrica, del taller,
del cortijo, y
a b a n d o n a n d o el trabajo en esa edad de la vida en que el organismo
se construye, adquieren costumbres,
hábitos y resabios que les inuti-
lizan p a r a el desempeño, después, de profesiones y oficios en los cuales h u b i e r a n sido útiles á la vSociedad, á sus familias y á sí mismo.
*
#
*
Pero los efectos de la vida parasitaria no se dejan sentir sólo en
el organismo de los parásitos, sino que alcanzan y transcienden también á los desgraciados séres á expensas de quienes viven.
— 4 r, —
1 x * patólogos 110 están, n i h a n estado n u n c a , de
acuerdo acerca
de loa efectos que determina el parasitismo, pues en tanto unos le h a n
considerado c o m o causa i n m e d i a t a «le la m a y o r
parte
de las ende-
mias y epidemias, otros creen que es hartamente conveniente para la
salud de los seres Invadidos
S i n entrar yo á estudiar este asunto con la detención necesaria, porque es ajeno á m i objeto, consignaré que uo
niego la posibilidad
de
esa a r m o n í a biológica entre el invasor y el i n v a d i d o , pero es indudable que, c u a n d o cesa d i c h a a r m o n í a , y esto suele suceder bien pronto,
el organismo del sér i n v a d i d o experimenta perjudiciales modificaciones en su constitución estática y d i n á m i c a , y se manifiestan
ostensi-
blemente todos los síntomas característicos de las enfermedades parasitarias.
L a energía del sér invasor y la falta de vigor en el i n v a d i d o , son
las dos causas fundamentales que d e t e r m i n a n la m a y o r ó m e n o r gra
vedad de las dolencias parasitarias.
Por tres motivos principales altera el parásito la salud del sér sob r e q u e vive: por los efectos mecánicos q u e su presencia ocasiona
en
los tejidos y órganos en q u e radica; por el empobrecimiento que llega
á producir en los principios reparadores ó nutritivos, y por la
acción
tóxica de sus excretas, residuos ó productos de desecho.
Por la primera causa, los parásitos d e t e r m i n a n m u c h a s veces marcado entorpecimiento funcional en el ó r g a n o ú organos d o n d e se acum u l a n , ocasionando, á la vez, inflamaciones m á s ó menos localizadas,
dislaceraciones y perforaciones en los tejidos, asi c o m o tumores, quistes, dolores variadísimos, desórdenes nerviosos
directos ó reflejos y
otras muchas perturbaciones de m a y o r ó menor g r a v e d a d .
L a causa segunda no es menos importante; pues entablándose en
el seno del organismo i n v a d i d o , obscura y cruenta l u c h a entre él y
los invasores, lucha que siempre termina en
robusto, ge originan
favor
del m á s fuerte y
perturbaciones profundas, sobre todo
cuando
vencen los parásitos, p o r t e e , en tal caso, se m u l t i p l i c a n y desenvuelven con prodigiosa rapidez,
debilitando y agotando,
consecuencia, las fuerzas y energías del
cae en un estado de miseria
fisiológica
como
natural
desgraciado i n v a d i d o ,
abonadísima para
que
adquirir
numerosas y graves enfermedades, esjiccialmente las de carácter contagioso ó microbiano
Debilitar á los séres, es hacerlos aptos para con-
-
45
—
traer mortíferas afecciones: por esto la tuberculosis, por ejemplo, causa m á s víctimas en las personas y animales aniquilados por el excesivo
trabajo y la alimentación insuficiente, que en aquellos que están fortalecidos por u n ejercicio metódico y un régimen nutritivo adecuado.
K1 parasitismo, pues, a m é n de constituir por sí u n a grave
dolen-
cia, favorece y coadyuva al desenvolvimiento de otras muchas.
Los excretas ó productos de desecho de los parásitos, son vertidos
sin cesar en los líquidos nutritivos del ser i n v a d i d o , y aun c u a n d o en
ciertos casos estos residuos orgánicos no alteran la salud del ser infestado, en otros obran produciendo u n a
especie de alteración
pútrida
de sus humores, de tanto más alcance y gravedad, cuanto mayor sea
el n ú m e r o de seres invasores y , por lo tanto, mayor también la cantidad de excretas producidos, según se ha podido comprobar en numerosas dolencias que padece el hombre y los animales domésticos
*
* *
Los parásitos sociales t a m b i é n modifican y per tur ha u
sériamente
á las sociedades y pueblos en que viven; pues amén de empobrecerlos
con su i m p r o d u c t i v a existencia, les originan
males sin
cuento con
sus costumbres é inmoralidades.
L a ociosidad
es uiadre
de iodos los vicios, dice un a n t i g n o y bien
conocido adagio castellano, y como el parásito es siempre
un
ocioso,
pertenezca á la clase social que quiera, de continuo le hallaremos en
los círculos y casas de juego derrochando riquezas que él no creó, en
los lupanares atentando contra la honra y honor de laboriosas
íami-
lias, ó e-i las tabernas destruyendo su salud y terminando la obra de
su perversión y embrutecimiento, para llegar en breve plazo al calabozo del presidio, á la sala del hospital ó á la fría loza de la sala de
autopsias.
Y no o l v i d a r , señores, para que comprendáis bien los desastrosos
eíectos del parasitismo social, que todos los vicios morales que engend r a , c o m o las degradaciones orgánicas que origina, pueden ser transm i t i d o s por herencia.
Y sabido esto, yo pregunto: ¿no estamos todos moral mente
obli-
gados á combatir sin descanso tan afrentoso y destructor mal de la so
ciedad h u m a n a ?
— 4 r, —
Y , para terminar: vengamos y a al ú l t i m o asunto q u e m e he propuesto tratar en esta conferencia; estoes, á s e ñ a l a r someramente, pues
ya la hora otra cosa no nos permite, los medios q u e conviene emplear
para evitar y combatir el parasitismo.
Las medidas profilácticas aplicables contra tan perniciosa dolencia, se f u n d a m e n t a n en el exacto conocimiento de c ó m o el parásito penetra en el organismo de sus víctimas. P a r a esto es indispensable conocer á su ve/, cómo el parásito vive, cuáles son sus necesidades y costumbres y las fases todas porque atraviesa d u r a n t e
su
existencia;
apuntos que no están bien estudiados todavía en todos ellos, pero, aun
c u a n d o lo estuviesen, n o podríamos f o r m u l a r conclusiones generales,
pues, en verdad, cada parásito requiere por fuerza u n a
profilaxis
especial.
A pesar de todo, algunos consejos hemos de d a r .
E n primer t é r m i n o , y como elemento p r i n c i p a l de la profilaxis del
parasitismo, debemos recomendar la m á s perfecta y escrupulosa limpieza de los individuos, de las habitaciones y de los alimentos y bebi
das, porque está fuera de toda d u d a , q u e la m a y o r í a de los gérmenes
parasitarios penetran en el organismo del h o m b r e , por
ponerse éste
en contacto con otros seres que los poseen, por h a b i t a r en locales infes tados ó por consumir alimentos y bebidas q u e no tienen las condiciones higiénicas indispensables p a r a su e m p l e o .
H e a q u í porqué el aislamiento
de los i n d i v i d u o s atacados por de-
terminados parásitos y la desinfección de las habitaciones infestadas,
serán siempre prudentes medidas sanitarias para evitar la
propaga-
ción del parasitismo orgánico.
El examen minucioso de los alimentos y bebidas es, á su vez, otra
medida (legran valor profiláctico contra el parasitismo.
¿ T e n d r é yo
necesidad de deciros (pie gracias á la inspección sanitaria de las carnes
y leches se han podido evitar, ó a m i n o r a r al menos, enfermedades parasitarias de extraordinaria g r a v e d a d ? ¿ T e n d r é que recordaros
que
merced al reconocimiento microscópico de las carnes en los mataderos se ha conseguido extinguir de la especie h u m a n a casi en absoluto
la triquinosis, que tantísimas
víctimas
¿Tendré yo que deciros q u e la solitaria
o r i g i n a b a en otros tiempos?
es a ú n frecuente en el hombre,
por la m a l a costumbre de 110 inspeccionar convenientemente las carnes de cerdos que se sacrifican en las casas particulares?
-
47 —
La coción es otra m e d i d a de extraordinario Ínteres, porque á temperaturas elevadas se destruyen todos cuantos gérmenes parasitarios
p u e d a n contener los alimentos.
Por ú l t i m o ; la alimentación sana, nutritiva y abundante determin a t a m b i é n análogos efectos profilácticos, porque es evidente q u e los
i n d i v i d u o s fuertes y vigorosos son los que mejor se defienden contra
las acechanzas de los parásitos.
E n el tratamiento del parasitismo, h a v que llenar siempre esta sola
i n d i c a c i ó n : lograr
la desaparición
de los parásitos.
P a r a ello se recurre á medios higiénicos,
medicamentosos y qui-
rúrgicos, q u e el m é d i c o es el encargado de aplicar del m o d o y manera que estime conveniente.
** *
T a m b i é n el parasitismo social tiene su profilaxis y tratamiento, y
á u n a y otro deben dedicar su atención los sociólogos, porque de la
acertada y pronta solución
de ambos problemas depende, en gran
parte, el porvenir de la Sociedad.
N o tengo los conocimientos necesarios p a r a proponer medidas eficaces contra tan g r a v í s i m o m a l social; pero, no obstante, me aventuraré á sostener que, a u n c u a n d o dichas medidas hayan de ser circunstanciales, á ellas debe recurrirse con decisióu y siu pérdida de tiempo, porque se trata de u n problema que apremia y es verdaderamente h u m a n i t a r i o .
Son precisas disposiciones legislativas eucaminadas á hacer cada
vez m á s indispensable y reproductivo el trabajo. Medidas que tiendan
á desterrar en absoluto la ociosidad, pero, entiéndase bien, que alcancen á todos los desocupados y holgazanes, porque hasta hoy sólo se ha
pensado eu extinguir á los golfos de blusa, como si no fuesen tan numerosos y m u c h í s i m o m á s temibles y perjudiciales, los que visten la
elegante levita ó el aristocrático frac.
P e r o todavía esto no sería suficiente para hacer desaparecer el parasitismo social. Este parasitismo h a y que combatirlo por m e d i o d e u n a
educaeióu adecuada, con la cual se inculque en el cerebro del nifio y
en el corazón de todos los hombres, el a m o r al trabajo, porque este
a m o r es el m á s desinteresado de todos los amores, el más
y el m á s noble.
humanitario
-
18 —
Al hombro h a y que educarle cu la realidad y no hacerle concebir
¡deas de grandezas irrealizables, q u e le separan con
frecuencia
del
bien y l e c o u d u c e n m á s tarde á la desesperación.
S i en vez de acatarse, considerarse y respetarse en la
los hombres ricos, sin preguntar ni averiguar
zas, se respetarav considerara ante todo al
Sociedad a
el origen de sus rique-
h o m b r e honrado, al vir-
tuoso y trabajador, y se correspondiera y aislara al h o l g a z á n , al vicioso, al enriquecido por m a l a s artes, al parásito,
en lin,
tendríamos
hecho m u c h o para llegar á la consecución de nuestros deseos
Por esto os decía que la profilaxis del parasitismo social, es, ante
todo y sobre todo, u n problema de educación.
Eduquémosnos con esas tendencias, porque es u n deber de h u m a n i d a d , pues n o hay p l a g a n i n g u n a q u e cause tantos dafios al h o m b r e
como el parasitismo, considerado en todas sus manifestaciones.
Eduquémosnos así, porque sólo de este m o d o podremos
desiderátum
llegar al
de todos los hombres honrados; esto es, á que c o m o d i j o
Jesucristo, todos los hombres ganen su sustento con el honroso sudor
de su frente.
Procediendo de este modo, seguramente que 110 lograremos
mentar el n ú m e r o de ricos, pero
desde
luego conseguiremos
au-
disnii
n u i r el de pobres, que es á lo que por el m o m e n t o debemos aspirar.
f i e dicho.
LA ATMÓSFERA
P R O P I E D A D E S
TERRESTRE
"Y C O M P O S I C I f N
JDE L A
XATQlsAA
RESUMEN DE LA CONFERENCIA DADA POR D. RAFAEL VAZQUEZ AROCA
CATEDRÁTICO OE FÍSICA Y QUÍMICA DEL INSTITÜ70
A t m ó s f e r a — Se <lá el n o m b r e <.ie atmósfera, al conjunto de gases
q u e rodea por todas partes á la tierra, formando sobre su superficie
u n a capa de m á s de 300 kilómetros de espesor. La atmósfera está form a d a por u n gas l l a m a d o aire, cuya composición estudiaremos después.
Gases.
Reciben el n o m b r e de gases, unos cuerpos que no tienen
f o r m a p r o p i a , sino que se acomodan á la <lel vaso ó recipiente q u e los
contiene y que, además, poseen una tendencia á ocupar un volumen ó
espacio cada vez m a y o r , ejerciendo, á causa de esta tendencia, u n a
fuerza ó presión contra las paredes del vaso que los contiene: esta presión ó fuerza de e m p u j e hacia el exterior, característica de los gases,
se d e n o m i n a expansibilidad.
P o r m e d i o de sencillos experimentos, pueden desmostrarse los caracteres esenciales de los gases, su carencia de forma y la
facilidad
con q u e se acomodan á la del recipiente que los contiene y la expans i b i l i d a d , es decir, su tendencia á ocupar u n volumen cada vez mayor. P a r a lo primero, se torna u n a vejiga h ú m e d a y medio desinllada.
con sus dos aberturas naturales fuertemente ligadas, y al o p r i m i r l a
ligeramente entre las manos, veremos (pie el aire contenido en su interior, no opone la m á s pequefla resistencia para acomodarse a
las
- 50 —
di v e n a s formas que adopte la vejiga, l ' a r a demostrar la expansibilid a d , se eoloea la vejiga anterior debajo de la c a m p a n a de la m á q u i n a
neumática. ( M á q u i n a
n e u m á t i c a es u n
aparato que se emplea para
sacar ol aire de u n recipiente c u a l q u i e r a , de la c a m p a n a b a j o la cual
se ba colocado la vejiga, por ejemplo). Si hacemos f u n c i o n a r la máq u i n a , se observa que conformo se va sacando el aire de la c a m p a n a ,
va inflándose la vejiga, debido á que, n o estando ya contrarrestada la
expansibilidad del aire que tiene dentro por la del de la c a m p a n a , dom i n a la primera y , e m p u j a d a s por ella, se extienden sus paredes, acab a n d o por resultar completamente llena y a ú n por estallar si la experiencia se continuara d u r a n t e m u c h o rato. Si ahora se deja
aire á la c a m p a n a , abriendo la llave que tiene la m á q u i n a
objeto, la vejiga se desinfla rápidamente, hasta q u e d a r
entrar
p a r a este
en la f o r m a
primitiva.
Peso de los gases. - Los gases, c o m o todos los cuerpos de la naturaleza, están dotados de peso. P a r a demostrarlo, se coloca en u n o de
los platillos de una balanza, u n globo ó esfera hueca de vidrio provista de u n a llave de paso, por la que se puede a t o r n i l l a r á la máquina neumática. Se pesa primero el globo lleno de aire, y se vuelve á
pesar después de haber sacado el aire de su interior por m e d i o de la
m á q u i n a n e u m á t i c a , encontrándose q u e el segundo peso es m e n o r
que el primero, siendo la diferencia entre los dosel peso del aire que
h a b í a dentro del globo. De este m o d o se h a reconocido que c a d a gas
tiene u n peso propio y so h a determinado el peso de la u n i d a d de
volumen de cada uno. U n litro de aire á la presión
n o r m a l y á cero
grados pesa u n g r a m o y doscientos noventa y tres miligramos.
Trasvasado>¡ de los gases.—Los
gases, lo m i s m o q u e los líquidos,
pueden verterse de unas vasijas á otras. Para demostrarlo, se t o m a n
dos vasos de vidrio largos y estrechos, á los que los q u í m i c o s d a n el
nombre de probetas: u n o de ellos so llena de u n gas m u c h o m á s pesado que el aire, l l a m a d o a n h í d r i d o carbónico y que tiene la propiedad de apagar los cuerpos ardieu lo que se introducen
en él. Se re
conoce que u n a de las probetas eslá llena de aire y otra llena de anhídrido carbónico, i n t r o d u c i e n d o en ellas u n a cerilla e n c e n d i d a sujeta
al exttemo de un alambre y observando que arde t r a n q u i l a m e n t e
la que contiene aire y se a p a g a en la q u e contiene el gas
Si ahora se invierte ó vuelca la segunda
probeta sobre la
en
carbónico.
primera,
- 51 —
d e j á n d o l a s quietas d u r a n t e unos minutos, el a n h í d r i d o
carbónico
desciende á la probeta inferior en virtud de su mayor peso, pasando
el aire á ocupar la superior, de m o d o que, colocando las probetas en
su posición p r i m i t i v a é introduciendo en ellas la cerilla
encendida,
ardo en la q u e antes se apagaba y se apaga en la que antes ardía, demostrando que el gas carbónico ha pasado de u n a probeta á la otra,
c o m o si se hubiese tratado de u n líquido.
Estudio físico de la atmósfera
A Huya
de la atmosfera.—La
atmósfera, es decir, la capa de aire
que rodea á la tierra, tiene u n a altura limitada, pasada la cual no h a y
sino el vacío absoluto, esto es, el espacio inmenso é ilimitado, despro
visto por completo de toda clase de materia ponderable, en el cual se
m u e v e n , siguiendo sus trayectorias perdurables, los astros que forman
los sistemas planetarios. P o r distintos medios se ha medido la altura
de la atmósfera terrestre, y como término medio de los resultados obtenidos, puede asegurarse esta altura es de unos 320 á 340 kilómetros
Pero n o se crea que la atmósfera es habitable en toda esa altura, pues
como la densidad del aire d i s m i n u y e conforme nos elevamos sobre la
superficie del suelo, al llegar á cierta altura ya no es bastante denso
para la respiración y moriría asfixiado el hombre que llevara su atrev i m i e n t o hasta pasar ese límite. Las mayores alturas á que se ha ¡Hed i d o subir en la atmósfera, valiéndose de globos aerostáticos, son las
siguientes:
Gay-Lussac el a ñ o 1801 subió á una altura de 7.016 metros.
Gastón Tissandier 1875
»
»
>
A . Berson
»
>
*
• 1901
8.600
»
10.800
>
E n la segunda de !as ascenciones anteriormente citadas, acompañ a b a n á Tissandier en la barquilla del globo otros do9 aeronautas:
Croce Spinelli y Sivel, y ambos murieron asfixiados por el enrarecí
m i e n t o del aire en aquellas alturas, salvándose milagrosamente de la
muerte Tissandier, que, medio asfixiado, tuvo la suficiente sereuidad
para tirar de la cuerda de la v á l v u l a y hacer descender el globo
Gracias á la precaución de respirar artificialmente oxigeno, conducid o en la barquilla del globo en recipientes apropiados, es como ha
p o d i d o Berson llegar hasta 10.800 metros, altura m á x i m a a que hasta
hoy h a p o d i d o subir u u sér vivo en la atmósfera.
- 62
Presión
atmosférica
—
— S i e n d o el ñire u n cuerpo dotado de poso,
según liemos visto, <*s evidente q u e el q u e o c u p a las regiones inferiores de la atmósfera, tiene que sufrir el peso de todo el de las superiores,
d a n d o por resultado u n a presión vertical do arriba hacia abajo, que
el aire trasmite en todas direcciones y q u e se ejerce sobre todos los
cuerpos sumergidos en la atmósfera. A esta presión se le d a el n o m b r e
de presión atmosférica, y a u n q u e según acabamos de decir, se ejerce
en todos sentidos y en todas direcciones, se acostumbra a demostrar
experimental mente en tres sentidos principales: de a r r i b a h a c i a abajo, de abajo hacia arriba y presiones laterales.
P a r a demostrar la presión vertical de arriba hacia abajo, se em •
plea u n aparato l l a m a d o rompe vejigas,
que es u n c i l i n d r o hueco de
cristal, u n a de cuyas bases está tapada por u n trozo de vejiga fuertemente atado con una cuerda, de m o d o que forme c o m o u n a especie
de tambor y por la otra, cuyos bordes estín esmerilados y u n t a d o s con
sebo, se coloca sobre la platina de la m á q u i n a n e u m á t i c a . S a c a n d o el
aire del interior del aparato por medio do d i c h a m á q u i n a , se observa
que la m e m b r a n a que tapa la base superior del c i l i n d r o , se d e p r i m e
e m p u j a d a por la presión atmosférica de a r r i b a hacia abajo, hasta que t
no p u d i e n d o resistir esta presión, llega u n m o m e n t o en q u e se r o m p e ,
produciéndose u n a detonación, debida al choque del aire al
entrar
bruscamente en el aparato.
L a presión atmosférica de abajo hacia arriba se demuestra por el
siguiente experimento: Se toma 1111 vaso de cristal casi lleno de agua
y teniendo el vaso en una m a n o se tapa con u n cartón, a p o y a n d o
la
otra m a n o sobre él; si u n a vez hecho esto invertimos el vaso y quitamos la m a n o que sujeta el cartón, se observa q u e 110 se caen n i el cartón ni el agua del vaso, 110 obstante su peso, porque a m b o s están sostenidos por la presión atmosférica de a b a j o hacia arriba
Por último: con el aparato l l a m a d o hemisferios de M a g d e b u r g o ,
se demuestra la presión atmosférica lateral. Consiste este aparato
en
dos medias esferas huecas de metal, q u e pueden aplicarse por
sus
bordes la u n a contra
la otra de m o d o q u e ajusten
perfectamente
y
queden f o r m a n d o u n a esfera ó bola hueca. U n a de las m e d i a s esferas
va provista de u n a llave de paso, por la que se puede atornillar á la
m á q u i n a neumática, y la otra de u n a n i l l o ó asa p a r a tirar de él Mien •
tras el interior del aparato está lleno de aire, p u e d e n separarse fácil-
-
53
—
mentó las dos medias esferas, pero si sacamos el aire del interior
por
medio de la m á q u i n a n e u m á t i c a , no bastan los mayores esfuerzos para separarlas, a causa de la presión atmosférica, que
las oprime con
u n a fuerza extrordinaria la una contra la otra.
Medida
de la presión atmosférica.—La
presión atmosférica, cuya
existencia hemos demostrado anteriormente, puede medirse, y para
dar idea de c ó m o se efectúa esta m e d i d a , vamos á describir la experiencia que el célebre físico Torricelli expuso por primera vez el a ñ o
1643. Se toma u n tubo de cristal de unos ochenta centímetros de larg o y de seis á ocho milímetros de grueso, cerrado por un extremo y
abierto por el otro. Colocando el tubo en posición vertical con el extrem o abierto hacia arriba.se llena completamente de mercurio y después
de tapar con el dedo la extremidad abierta, se invierte y se sumerje
d i c h a extremidad en u n vaso ó cubeta llena de mercurio. Si u n a vez
h e c h o esto se q u i t a el dedo que tapaba
el extremo abierto del tubo»
desciende el mercurio dentro de él hasta cierta altura q u e d a n d o allí
detenido, p r ó x i m a m e n t e á unos 7G centímetros sobre el nivel del merc u r i o en la cubeta. L a fuerza que sostiene la c o l u m n a de mercurio
dentro del tubo equilibrando su peso, es la presión atmosférica; luego
esta presión está representada ó tiene por valor el peso de una column a de mercurio de 76 centímetros de altura, cuyo peso, suponiéndole
u n a sección de u n centímetro cuadrado, es 1 kilogramo y 33 gramos.
T a l es el valor de la presión que la atmósfera ejerce sobre cada centímetro c u a d r a d o de la superficie de los cuerpos.
El aparato anteriormente empleado para medir la presión atmosférica, ligeramente modificado con objeto de hacerlo trasportable, recibe el n o m b r e de barómetro y se g r a d ú a en centímetros y milímetros
marcados en u n a escala colocada paralelamente al tubo poniendo el
cero de la g r a d u a c i ó n al nivel del mercurio en la cubeta. Para que
las indicaciones del barómetro sean exactas, debe estar colocado en
posición vertical. Colocado el barómetro al nivel del m a r en buen
tiempo, alcanza el mercurio dentro del tubo á la altura de 700 milímetros, pero conforme nos elevamos en la atmósfera va descendiendo el
mercurio, p r ó x i m a m e n t e u n m i l í m e t r o por cada diez metros y medio
de elevación. E n esta propiedad está f u n d a d a la aplicación del barómetro á la medición de alturas.
E n u n m i s m o lu^ar, la altura del mercurio en el barómetro sus
— 4 r, —
fre pequeña» variaciones, que están í n t i m a m e n t e relacionadas con
la
dirección de los vientos y con el buen ó m a l tiempo, y de a q u í la apli
cación del barómetro á la predicción del tiempo. E n t é r m i n o s generales puede asegurarse que, c u a n d o baja el barómetro, h a y probabilidades de lluvia y de buen tiempo c u a n d o sube.
Estudio químico de la a t m ó s f e r a
Composición del aire.—El
aire que f o r m a la atmósfera terrestre, no
está formado por u n solo cuerpo; es u n a mezcla de cuatro gases principales y pequeñísimas porcioues de otips recientemente descubiertos,
de los que no haremos m e n c i ó n por su escasa i m p o r t a n c i a . Los cuatro
gases que principalmente constituyen el aire, son: el oxígeno, el nitrógeno, el a n h í d r i d o carbónico y el vapor de a g u a . Estos cuatro gases n o entran en la m i s m a proporción á formar el aire; el oxígeno entra en la mezcla en la proporción de u n a q u i n t a parte; el
nitrógeno
en la de cuatro quintas partes, y en cuanto á la proporción de los otros
dos, es m u c h o m á s pequeña, pues sólo f o r m a n unas cuantas milésimas
partes de la mezcla. A d e m á s de los gases citados,existen o r d i n a r i a m e n te en el aire polvillos minerales y ciertos corpúsculos orgánicos ó gérmenes, que son la causa de las putrefacciones, y en a l g u n a s ocasiones
pueden existir otros que son los productores de las enfermedades llamadas infecciosas, como la tisis, por ejemplo. E n la atmósfera de los
lugares poco ventilados donde se a c u m u l a n g r a n n ú m e r o de personas
ó de animales, existen t a m b i é n ciertos gases
venenosos
de la respiración, que hacen el aire s u m a m e n t e
procedentes
perjudicial
para la
salud.
Conocida ya la composición del aire, vamos á estudiar las propiedades más notables de sus componentes y la i n í l u e n c i a q u e cada u n o
tiene en la vida de los animales y de los vegetales.
Oxigeno.—El
oxígeno es u n gas incoloro en pequeñas masas, pero
que, visto en gran espesor, tiene u n color a z u l a d o , carece de olor y de
sabor, es un poco m á s pesado que el aire, y es algo soluble en agua, lo
suficiente para que ciertos animales, c o m o los peces, respiren el oxígeno que h a y disuelto en ella. S u propiedad m á s notable es la de activar la combustión en términos tales, que todos los cuerpos que arden
en el aire, arden con tal i n t e n s i d a d , c u a n d o se los introduce en el oxígeno, que la vista no puede soportar su brillo, y u n a
cerilla
recién
— 4 r, —
n pagad a que conserve u n punto en i g n i c i ó n , vuelve á arder con llam a en el m o m e n t o que se introduce en u n frasco lleno de este cuerpo.
Se acostumbra á demostrar en las cátedras el g r a n poder
comburente
del oxigeno, introduciendo en un frasco lleno de este gas un alambre
de hierro arrollado en espiral, con u n poco de yesca encendida en
la p u n t a ; ¿ l o s pocos segundos, la combustión de la yesca se propaga
al a l a m b r e , que arde con u n brillo extraordinario, despidiendo abundantes chispas luminosas en todos sentidos, y cayendo f u n d i d o en gotas el ó x i d o de hierro, formado por la combustión del alambre, gracias á la elevadísiina temperatura producida por esta combustión en
el seno del oxígeno.
E l oxígeno es u n gas indispensable para la respiración; obrando
en los p u l m o n e s sobre la
sangre,
transforma la venosa en
arterial,
siendo, por lo tanto, u n cuerpo eminentemente vital, es decir, necesario p a r a el sostenimiento de la vida de los animales y vegetales. N o
obstante, no se le puede respirar puro, pues su acción es tan violenta,
que destruiría los pulmones; por esta razón está mezclado en el aire
atmosférico con el nitrógeno, que modera lo enérgico de su acción.
Nitrógeno.—El
nitrógeno es u n gas sin
color, olor ni
sabor,
un
poco menos pesado que el aire y menos soluble en el agua que el oxígeno, q u e n i arde ni sirve para la combustión, apagándose en el acto
cualquier cuerpo encendido que se introduzca en este gas: es decir,
q u e n i es combustible n i comburente. El nitrógeno es un cuerpo m u y
inactivo para combiuarse con los demás; no es veueuoso y no sirve
p a r a la respiración, desempeñando en el aire, como ya sabemos, el
papel de moderador de la acción del oxígeno.
Vapor de agua.—El
vapor de agua existe constantemente en el
aire en cantidades variables, a u m e n t a n d o en el verano y disminuy e n d o eu el invierno, no obstante que el aire nos parece m á s h ú m e d o
en invierno
q u e . en verano. A u n q u e la cantidad de vapor
de
agua
que existe ordinariamente en el aire es bastante pequeña, su presencia
es indisjíensable para la vida. N a d a m á s fácil que demostrar la presencia del vapor de agua en el aire, aun en los casos en que nos parece m á s seco; basta poner u n poco de hielo machacado en u n a copa
perfectamente l i m p i a y seca, para que la veamos al poco rato empañ a d a por la parte exterior; este e m p a ñ a m i e n t o está formado por pequeñísimas gotas de a g u a formadas
por la condensación del va|»or
existente en el aire q u e rodea á la copa.
— 56 —
Anhídrido
carbónico —101 a n h í d r i d o carbónico es u n gas incoloro,
de sabor y olor picante m u y poco perceptibles, vez y m e d i a
m á s pe-
sado que el aire,
ni sirve
bastante soluble en el a g u a , q u e n i
arde
jvara la combustión y que n o e3 respirable. Este cuerpo se produce en
la combustión de la madera, del carbón y de la m a y o r í a de los combustibles; se desprende en la fermentación del mosto al
transformarse
en vino, en la de la cerveza; se produce en la respiración; estando en
a b u n d a n c i a entre los gases, vuelven á salir de los p u l m o n e s al
rar, y t a m b i é n se desprende á través del suelo en ciertas
como ocurre en el Valle
ta del Perro,
respi-
comarcas,
de la Muerte en la isla de L a v a y en la Gru-
en Ñapóles. N o obstante, todas estas causas productoras
de a n h í d r i d o carbónico,
su proporción en el aire es casi
constante,
debido á que los vegetales lo descomponen, apropiándose su carbono
y d e j a n d o en libertad su oxigeno, que viene á compensar el c o n s u m o
de este cuerpo producido por la respiración.
Acciones q u í m i c a s p r o d u c i d a s por el a i r e
E n t r e las infinitas acciones q u í m i c a s producidas por el aire, sólo
nos vamos á ocupar de do3: de la combustión y de la respiración.
Combustión.—Combustión
es el acto de quemarse u n cuerpo. E n el
sentido más concreto de la palabra, puede decirse q u e la combustión
es la c o m b i n a c i ó n de u n cuerpo con el oxígeno, con p r o d u c c i ó n de calor y de luz. E l cuerpo que se q u e m a se l l a m a combustible, y el oxígen o á expensas del cual se q u e m a , se l l a m a comburente. Si el cuerpo
que se quema es sólido y fijo á la temperatura de
la c o m b u s t i ó n , ar-
de sin l l a m a , como por ejemplo, el p i c ó n bien pasado y el hierro que
arde en el oxígeno puro. Si el cuerpo que se q u e m a es gaseoso, ó si
siendo sólido ó l í q u i d o puede reducirse á vapor ó
cuerpos gaseosos á
descomponerse en
la temperatura de la c o m b u s t i ó n , entonces arde
con llama, como ocurre
por ejemplo, con el
gas del a l u m b r a d o , el
alcohol, los aceites, la m a d e r a seca, etc., etc.
Recibe el nombre de l l a m a un gas en c o m b u s t i ó n . Si la combustión
de la l l a m a es completa de m o d o que todos los cuerpos que
resultan
de la combustión son gaseosos, la l l a m a es m u y poco l u m i n o s a , pero
si entre esos productos q u e d a n partículas sólidas, por ser
incompleta
la combustión, la l l a m a es m u y luminosa, porque las partículas sólidas se ponen incandescentes y le c o m u n i c a n su brillo. C o m o ejemplo
— 4 r, —
de las primeras podemos citar la llama del alcohol ó espíritu de v i n o
p u r o , y c o m o e j e m p l o de las segundas la llama del petróleo.
L a temperatura de las llamas, como la de todos los cuerpos en
combustión, es m u y elevada, pero las telas metálicas tienen la notable
propiedad de enfriar las llamas que.se ponen en su contacto,
de mo-
do que si se coloca u n a tela metálica sobre una l l a m a de m o d o que la
toque, los gases de la l l a m a se enfrían al atravesarla de tal modo, que
puede ponerse sobre la tela un cuerpo
m u y combustible sin que se
queme. E n esta propiedad de las telas metálicas están fundados los
telones corta-fuegos de los teatros y la lámpara de seguridad
de los
mineros, l l a m a d a l á m p a r a de D a v y en recuerdo de su inventor.
Respiración.
—Es el acto por el cual introducimos el aire atmosfé-
rico en los pulmones y lo expulsamos después de unos momentos de
reposo. E l acto do introducir el aire en los pulmones se llama inspiración y el de expelerlo espiración.
Durante el tiempo que permanece el
aire en los pulmones, cede parte de su oxígeno á la sangre, que circula
por ellos en delgadísimos conductos, llamados capilares, recibiendo
de ella, en cambio, el a n h í d r i d o carbónico de que se ha cargado al circ u l a r por las diversas partes del cuerpo. L a sangre, al llegar á los pulmones es pobre en oxígeno y rica en a n h í d r i d o carbónico y se l l a m a
sangre venosa, mientras que al salir es rica en oxígeno y no contieno
a u h i d r i d o carbónico y se l l a m a sangre
arterial, siendo su color más
rojo que el de la venosa. Por el contrario, el aire al entrar en los pulmones, es rico en oxígeno y m u y pobre en a n h í d r i d o carbónico y al
salir es pobre en el primero y está cargado de el segundo.
S e g ú n lo expuesto anteriormente, al respirar el aire lo vamos priv a n d o poco á poco de su oxígeno, y como este cuerj>o es indispensable p a r a la v i d a , fácilmente se comprende la necesidad
de estar en
locales bien ventilados, á fin de que el aire puro del exterior venga á
sustituir al que hemos viciado con nuestra respiración; de no hacerlo
así respiraríamos u n aire pobre en oxígeno, que no podría restituir á
la sangre sus propiedades vitales. Pero no es eso todo, al desprenderse el a n h í d r i d o carbónico de la sangre venosa en los pulmones, arrastra cou él ciertos principios impropios para la v i d a y
eminentemente
venenosos, q u e salen al exterior con el aire espirado; y que contribuyen poderosamente á hacer nociva para la salud la atmósfera de las
habitaciones pequefias y poco ventiladas, pues es ley «lo la naturaleza
— 4 r, —
que todo sér vivo muere envenenado por los productos de su propia
vida.
Acción benéfica de ios vegetales — S e g ú n liemos visto, las combustiones que en inmenso n ú m e r o se están verificando constantemente en
toda la tierra, y las respiraciones de todos los seres q u e en ella viven,
son dos causas q u e tienden de c o n t i n u o á d i s m i n u i r
la provisión de
oxígeno almacenada en la atmósfera, y si éste llegara a l g u n a vez á
agotarse, toda la vida desaparecería de la tierra, y el fin del
mundo
habría llegado para todos los seres vivos, hombres, animales-y plantas. Pero en el a d m i r a b l e orden d é l a naturaleza, h a y alguien
encar-
gado de la misión de d e v o l v e r á la atmósfera el oxígeno, q u e por
respiración y la combustión
se trasforma en a n h í d r i d o
Este alguien encargado de tan importante m i s i ó n , son
los
la
carbónico.
vegetales.
E n efecto, los vegetales, mediante la materia verde contenida en
sus
hojas, l l a m a d a clorofila, descomponen el a n h í d r i d o carbónico del aire
bajo la influencia de la luz, apropiándose el carbono y d e j a n d o en libertad el oxigeno, restituyendo á la atmósfera, gracias á esta admirable propiedad, el que los animales le hemos arrebatado. P o r esta razón, los vegetales son de u n a utilidad g r a n d í s i m a , y todos
procurar su desarrollo y propagación por todos los medios
debemos
á nuestro
alcance, m i r á n d o l o s como nuestros mejores amigos, pue3 de
mucho
nos sirven y en n a d a nos perjudican, y considerar c o m o el m a y o r y
m á s g r a n d e de los criminales á todo aquel que sin necesidad los destruye.
LA TERCERA REPÚBLICA FRANCESA: THIERS
RESÚMEN DE LA CONFERENCIA DADA POR D. RAFAEL ROCA
ABOGADO
Es u n dato m n y triste y desconsolador, el que tanto en nuestros
Institutos c o m o en las Universidades, ya por exceso de vacaciones, ya
por p r o l i g i d a d en los programas para la Historia antigua, ya por otras
causas, n o se estudien detenidamente los hechos acaecidos en toda la
ú l t i m a centuria. í l e pasado por ello en m i carrera y noto con verdadera pena q u e no se pone remedio al mal. N o sé si h a b r á excepciones;
pero la Historia de E s p a ñ a se explica hasta la guerra de Ja Independ e n c i a , y la Universal hasta la Revolución francesa y las campañas
de N a p o l e ó n , en casi todos nuestros centros de enseñanza. Se atiborran las jóvenes inteligencias con las candentes luchas de las Cruzadas, los esplendores y fierezas de la R e p ú b l i c a de Venecia, el intrincado laberinto de la E d a d Media y otra infinidad de hechos con exceso de fechas, genealogías de Reyes y Emperadores, de n i n g u n a util i d a d , que no d a n norte al h o m b r e moderno para conocer las aspiraciones. las corrientes, el m e d i o y m o d o de ser de las naciones en el
presente. Si estudiásemos la oposición de I'arnell y tíladstone en Inglaterra, las luchas de Bismarck y los socialistas en A l e m a n i a , las
varias y radicales teorías revolucionarias en Rusia, la cuestión económ i c a en Italia, la política general de F r a n c i a en los últimos 50 años
y los sucesos acaecidos en E s p a ñ a desde la muerte de F e r n a n d o V i l
hasta nuestros días, mejor preparados estaríamos para juzgar con m á s
acierto de las corrientes é impulsos que g u i a n á lo» pueblos en los co-
-
t)0 —
mienzosdel siglo X X . I J I historia de la pasada centuria es sumamente útil para quien de«ee conocer los actuales tiempos, porque las condiciones sociológicas y psicológicas no h a n v a r i a d o m u c h o , pero los
hechos anteriores, que se desenvolvieron en medios distintos ó diametralmente opuestos á los presentes, n a d a práctico pueden aportar á
uuestra inteligencia y actividad.
T o m a n d o como g u i a este pensamiento y
h a b i e n d o aceptado con
s u m o placer la atenta invitación de losSres. I). E d u a r d o I I . - P a c h e c o y
D . Calixto T o m á s , nobles campeones que no cejan en su afán de dif u n d i r la c u l t u r a en Córdoba, y o m e he obligado á
hablaros de la
tercera R e p ú b l i c a francesa en varias conferencias, c o m e n z a n d o esta
noche por exponeros sencillamente los sucesos que la p r e p a r a r o n y el
Gobierno de M r . A d o l f o Thiers.
Napoleón
/ / / . - L u i s N a p o l e ó n , tercero de la d i n a s t í a , a h i j a d o del
G r a n E m p e r a d o r , era h i j o de la R e i n a de H o l a n d a , Hortensia, casada
con Luis Bonaparte; en su j u v e n t u d fué u n espíritu s o m b r í o y a m b i cioso, cayendo m á s tarde en u n a resignada m e l a n c o l í a ,
efecto de su
fatalismo. I)e inteligencia viva y de i m a g i n a c i ó n ardiente, m a r c h a b a
derechamente á la acción por la idea, pero decaía pronto por falta de
clara percepción de las consecuencias. Su presencia era m á s
apuesta
á caballo que á pié; sus piernas, cortas, q u e rebajaban la estatura, y la
a m p l i t u d de su busto, le hacían aparecer rechoncho.
I,a R e i n a Hortensia era u n a m u j e r de acción y todos sus esfuerzos
fueron para dar á su hijo el trono de F r a n c i a ; su m a r i d o deseaba
la
paz y la t r a n q u i l i d a d , pero ella, recordando la frase del prisionero de
Santa Elena, de que los Monarcas debían buscar su apoyo en el pueblo, preparaba á su h i j o para la l u c h a , despertando su a m b i c i ó n y recomendándole que aprovechase todas las ocasiones
propicias
para
conseguir su objeto.
E n Francia, bajo la Restauración, después q u e los Borbones fueron
reemplazados por los Orleans, el p a r t i d o bonapartista se a p r o x i m a 5
los liberales y republicanos,
llegando á ser considerada
la
familia
Bonaparte cpmo la única que p o d í a hacer u n a oposición práctica y de
seguros efectos. E n política extranjera, el b o n a p a r t i s m o era partidario do la intervención de F r a n c i a ,
contrariamente á
la o p i n i ó n
de
Luis Felipe; su fórmula era la de f u n d a r u n a asociación europea, sólida, haciendo reposar su sistema sobre las n a c i o n a l i d a d e s completas.
— 4 r, —
F r a n c i a , q u e h a b í a o d i a d o á Napoleón y su política durante los últimos años de la v i d a del tirano, se bizo bonapartista al conocer su
muerte en Santa Elena.
Recordaba sus brillantes
victorias,
sentía
satisfecha su v a n i d a d al considerar que había impuesto su ley al mundo, alagaba su a m o r propio ser el soldado de la idea que d i f u n d i ó por
E u r o p a los principios progresivos de la Revolución, y, sobre todo, su
sentimentalismo político le hacía desear ser
regida
por u u
hombro
que realizara l a libertad de los pueblos.
Todas estas aspiraciones 110 podía satisfacerlas Luis Feiipe. Su
reinado, a u n q u e próspero, no había de durar, porque su política de
no intervención, para hacerse perdonar su crimen de usurpador, se
estrellaba contra la ardiente oposición de u n partido que le recordaba
á Marengo, Austerlizy J e n a ; de u n partido, en fin, deseoso de gloria,
que libertase á Grecia, Polonia y Egipto y que los ejércitos franceses
terminasen la conquista de Argelia, ú n i c o legado de la Restauración.
L a m a r t i n e h a b í a dicho: « F r a n c i a se aburre,» y era cierto. Se necesitaba u n heredero de la tradición napoleónica; u n continuador del
R o m a n t i c i s m o político.
Luis Napoleón era el a m o que Francia quería. Muerto su herman o m a y o r en 18:31, fallecido también el duque de Reichstad al año
siguiente, excluido L u c i a n o
Bouaparte y retraído José, era él el re-
presentante hereditario del G r a n Emperador. Dos intentonas, una el
afio 3 6 y otra el 40, ambas temerarias, para conseguir el
trono de
F r a n c i a , fracasaron, q u e d a n d o prisionero en la segunda y condenado
por el T r i b u n a l de los Pares á reclusión perpétua en la fortaleza de
H a m . Disfrazado de albafiil logró evadirse en 1846, refugiándose en
Londres. Dos años después estalló en Francia la revolución de Febrero y en las elecciones del 4 de J u n i o , Luis Napoleón resultaba elegido
por cuatro departamentos, después de haberse derogado las leyes de
proscripción de la familia imperial. A partir de entonces comenzaron
l a s
g r a n d e s
propagandas bonapartistas. E l pueblo acogía con entu-
siasmo todo cuanto r e d u n d a r a en beneficio de Luis, gritando « V i v a
N a p o l e ó n . , y el 20 de Diciembre de 1848 se llevó á la Asamblea el
resultado completo de la votación recaída para Presidente de la Rep ú b l i c a , resultando elegido Luis Bonaparte por más de cinco inillpnes de votos. Después de prestar j u r a m e n t o ante la Asamblea, Napoleón se d i r i g i ó al Elíseo, de donde no había de salir sino para instav
—
G u -
iarse en el palacio de las Tullerías, y , c o m o dice Tácito refiriéndose á
Augusto, para «reinar bajo el n o m b r e de príncipe,» hasta tomar el
titulo de E m p e r a d o r . Efectivamente: el 2 de D i c i e m b r e de 1852, se
realiza el golpe de Estado y el h i j o de la R e i n a Hortensia se proclama
E m p e r a d o r , disolviendo la Asamblea.
N o hemos de entrar ahora en el examen del I m p e r i o de u n m o d o
minucioso y detallado. Basta á nuestro propósito, c o m o
necesaria para comprender los preliminares
preparación
de la tercera República
francesa, que manifestemos, c o m o c o m p l e m e n t o de lo anteriormente
expuesto sobre la figura de Napoleón y las ¡deas y sentimientos
de
F r a n c i a , q u e durante los diez y ocho años de imperio, la n a c i ó n francesa vió renovar aquellos laureles de J e n a , Marengo y Auxterlity. en las
guerras de Crimea é I t a l i a .
Pero el I m p e r i o fué destrozado por sus propias culpas.
E l olvido
de la política de las nacionalidades, la ineptitud y falta de p r u d e n c i a
de sus gobernantes y la fuerza intelectual y de acción de sus enemigos, habían de llevarlo necesariamente á la r u i n a , h u n d i é n d o l o
para
siempre en el olvido. La cuestión del L u x e m b u r g o , p r o v i n c i a q u e estaba bajo el cetro del Rey de los Países Bajos, fué la p r i m e r a chispa
que hizo nacer la posibilidad de u n a guerra entre A l e m a n i a y F r a n cia. E l Mariscal Niel, tenía reunidas provisiones, h a b í a ordenado la
fabricación de fusiles en gran n ú m e r o , c o m p r a d o caballos y fortificado la línea limítrofe de A l e m a n i a .
A l fin, declarándose en u n a Con-
ferencia la neutralización del L u x e m b u r g o , p u d o alejarse todo temor
de una guerra, pero los trabajos provechosos de Niel, fortificando la
frontera, así como la organización
m i l i t a r proyectada
por él, fué
desechada tan pronto como el General Lebceuf se instaló en el Ministerio de la Guerra. Este m o d o de obrar trajo c o m o lógica consecuencia
Sedan y Metz.
E s p a ñ a h a b í a acabado en 18G8 con la dinastía borbónica, destron a n d o á Isabel I I . Las Cortes h a b í a n votado u n a constitución monárquica, y mientras se encontraba quien ocupase el solio, se estableció u n
gobierno provisional, siendo Serrano, D u q u e de la Torre,
Regente
del Reino, y el general P r i m , Presidente del Consejo. P o r mediación
de este ú l t i m o se ofreció la corona vacante al P r i n c i p e de Hohenzollern, sabiendo que tal ofrecimiento h a b í a de disgustar al E m p e r a d o r
de los franceses.
— 4 r, —
E n efecto: tan pronto como Francia tuvo noticia de que Salazar
llevaba á S i g m a r i n g e n la misión do ofrecer el trono de E s p a ñ a á el
P r í n c i p e Hohenzollern, todos los resquemores, todas las molestias que
sentía contra Prusia por sus anómalos procederes, fueron recordados:
el tratado de P r a g a no c u m p l i d o ; la cuestión del Luxemburgo; los estados del S u r , subrepticiamente unidos á los del Norte, y el peligro
que s u p o n d r í a el que de nuevo se formase el imperio de Carlos V .
E l D u q u e de G r a m o n t era eutonces Ministro de Relaciones E x
tranjeras y E m i l i o Ollivier Presidente del Consejo. Ocupaba á la saz ó n el cargo de E m b a j a d o r de Francia en Berlín el conde de Bene detti y representaba á A l e m a n i a en París el Sr. Werther.
Las i m p r u d e n c i a s cometidas por G r a m o n t y Ollivier fueron m u •
chas. N o se recataban de manifestar que j a m á s consentirían que u n
p r u s i a n o se sentase en el trono de España, logrando así que Bismarck
se aprovechase de tales palabras, que claramente manifestaban la cólera, para arrastrar á F r a n c i a á la guerra.
Efectivamente: el Rey de Prusia se hallaba veraneando en E m s .
El Embajador
Beuedetti,
por instigación de su Gobierno, deseaba
obtener del Rey u n a contestación categórica de que r.o autorizaría la
c a n d i d a t u r a del P r í n c i p e Hohenzollern al trono de España, y el día
13 de J u l i o de 1870 abordó el asunto, exponiendo á S. M. el Rey de
Prusia c u á n t o satisfaría á F r a n c i a la declaración de que jamás consentiría en la exaltación al trono de España de u n Príncipe prusiano.
M u y molesto por tal pretensión el Rey de Prusia, contestó que le era
imposible hacerla y al m o m e n t o telegrafió á Bismarck en los siguientes términos: « E l conde de Beuedetti vino hoy á encontrarme eu el
paseo y m e p i d i ó de u n a manera m u y apremiante que me comprometa p a r a el porvenir á no autorizar j a m á s u n a nueva candidatura
de
los Hohenzollern. Le probé que no se pueden adquirir así compromisos para siempre».
E l consejero Abeken añadía: «Su Magostad
ha
recibido después u n a carta del Príncipe. Como había dicho al Conde
de Benedetti que esperaba noticias del Príucipe, h a resuelto, a propuesta del conde E u l e m b u r g o y m í a , no volver á recibir al Conde Benedetti á causa de su pretensión, y m a n d a r l e á decir simplemente, por
u n A y u d a n t e de c a m p o , que Su Magestad había recibido del P r i n c i p o
la confirmación de la noticia ya enviada á París, y que n a d a más ten í a q u e decir al E m b a j a d o r . «Este telegrama lo recibió Bismarck á las
— 04 —
ciuco do la tarde, y después de conferenciar con Moltke y fioon, ialseó
este d o c u m e n t o y lo remitió al periódico « L a Gaceta de la A l e m a n i a
del Norte». 151 telegrama falsificado decía do esta m a n e r a : « L a ren u n c i a del P r í u c i p e heredero de
H o h e n z o l l e r n ha sido oficialmente
comunicada al Gobierno francés por el G o b i e r n o español.
Embajador
francés ha pedido en
Luego el
E m s á S. M . el R e y q u e se com-
prometa para siempre á no permitir la renovación de l a c a n d i d a t u ra. E n cuanto á ésto, S. M . el R e y se ha negado á recibir
al
Embaja-
dor y le ha m a n d a d o á decir con el A y u d a n t e d e c a m p o de servicio,
que no tenia ya n a d a que c o m u n i c a r l e . »
producir
Este telegrama h a b í a
en el toro galo el efecto de la capa encarnada,
de
segu n frase de
Bismarck. E m i l i o Ollivier y el D u q u e de G r a m o n t cayeron en la em boscada,
h á b i l m e n t e u r d i d a por
Bismarck.
Faltos de
prudencia,
adoptaron u n lenguaje belicoso en la Asamblea legislativa, en su sesión del 15 de J u l i o , y á pesar del valor cívico de Thiers oponiéndose
á la inconsciencia general, se declaró la guerra á P r u s i a por u n a susceptibilidad m a l entendida. ¡Aquella revolución h a b í a de costar torrentes de sangre generosa á F r a n c i a !
E l 4 de Agosto de 1870 tuvo l u g a r el p r i m e r contacto
dG lo3 dos
ejércitos, y desde tal fecha contaron los franceses los combates por desastres. "NVisemburgo, Froeschwiller, F c r b a c h , R e z o n v i l l e , Saint Privat, fueron batallas de funesto resultado p a r a F r a n c i a , por la i m p e r i cia de los Generales y por la falta de u n i d a d en el m a n d o del ejército
El 2 de Septiembre tiene l u g a r la célebre batalla de S e d a n , q u e d a n d o
prisionero de los alemanes Napoleón, así c o m o 9 4 . 0 0 J hombres.
Apenas son conocidas estas noticias en París, la E m p e r a t r i z h u y e al
saber que n i n g ú n h o m b r e de prestigio aboga por la c o n t i n u a c i ó n del
Imperio. Constituyese u n G o b i e r n o provisional y, en el A y u n t a m i e n t o ,
Gambetta, Ferrv, F a v r e y S i m ó n , p r o c l a m a n la R e p ú b l i c a . Desde este
momento entra en acción el político enérgico, el h o m b r e de
que había de f u n d a r y consolidar esta
tercera
República
corazón
francesa,
separando todos los inmensos obstáculos q u e contra F r a n c i a conspiraban
y
haciendo posible
q u e los continuadores de su m a g n a
obra
pudiesen instaurar el reinado de la justicia.
Adolfo Thiers h a b í a n a c i d o en Marsella en el a n o 1797. Por
parte de su madre llevaba sangre griega e n sus venas. E s t u d i ó en
Aix con Mignet y juntos m a r c h a r o n á P a r í s á completar sus estu-
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dios. Thiers c o m e n z ó á trabajar como Abogado,
l l a m a n d o poderosa-
mente la atención desde sus primeros pasos como h á b i l
polemista,
por su imperturbable sangre fría y sus extensos conocimientos.
A los 82 arios h a b í a escrito su a d m i r a b l e obra la
«Historia de la
R e v o l u c i ó n francesa;» desde las columnas de « E l Nacional» había derribado la dinastía de Carlos X y elevado una
nueva, presentando y
defendiendo la del D u q u e de Orleans. Este niño terrible,
como le lla-
m a b a Bal/.ac, había recibido lecciones de política de Tailleyraud y durante el reinado de L u i s Felipe era corriente oirle en la t r i b u n a , conv e n c i d o de su poder: La Corona y
yo....
P o r la cuestión de Egipto, que atrajo contra la Francia la coalición
de E u r o p a , t u v o que dejar el Ministerio y ya en la oposición fué el
e n e m i g o i m p l a c a b l e de Guizot. De 1848 á 1832 aparece con nuevos
bríos en la escena pública, apoyando la candidatura de Luis Napoleón
para el I m p e r i o . S i n embargo, su o p i n i ó n era inestable, y por tal
m o t i v o , todos los partidos lo tenían por correligionario.
E r a antibonapartista y colaboraba en la leyenda napoleónica; realista por sus orígenes y coqueteaba con la República. A pesar de sus
trabajos en favor de Luis Napoleón, el golpe de Estado se realizó sin
su conocimiento, y por ú l t i m o , contra su beneplácito. Después vive
11 años en el aislamiento más completo, dedicado á los estudios, term i n a n d o la Historia del Cousulado y del Imperio, y se le proclama
Historiador Nacional. Este trabajo de investigación para tan m a g n a
o b r a , desarrolla extraordinariamente su inteligencia, adquiere conocimientos extensos y acrecienta su autoridad y práctica en los negocios públicos
E n 18G3 vuelve como D i p u t a d o á la C á m a r a |>orel Departamento
del Sena y al lado do los republicanos, pero sin que pueda confundírsele con ellos, hace u n a oposición y u n a critica constantes, que v a n
m i n a n d o poco á poco el Imperio. Su oratoria es sencilla,
liar, pero sus razones son tan evidentes, su información
casi faini
tan comple-
ta y su palabra tan emocionante, que aunque se le odia, se le ««cucha.
E n |>olitica extranjera, es u n profeta: Dice: • La u n i d a d italiana será
m a d r e de la a l e m a n a » , y se opone á la expedición á Méjico. La víspera de S a d o w a profetiza la desgracia de Francia, con
la
pérdida
de la Alsacia y la Lorena y la constitución de la Tríplice. Con ocasión de la candidatura de Ilohenzolleru al trono de E s p a ñ a y cuan
(lo «»1 pueblo francés gritaba desaforadamente, ¡inconscientemente,
A Berlín!! Thiers se esfuerza con varonil civismo á detener esacorriente de perdición. P i d e que se muestren á
m e n t o s
la C á m a r a
los docu-
y despachos cruzados entre a m b a s naciones, insistiendo por-
que no se r o m p i e r a n las relaciones
de Estado por susceptibilidades.
« C u m p l í con el deber m á s terrible de m i vida,» estas son sus palabras,
pero la mayoría, siempre igual en la Historia de los Parlamentos, impuso silencio á aquella voluntad de hierro. Se le l l a m ó la
trompeta
antipatriótica; la m u l t i t u d intentó i n v a d i r su casa de la calle de S a n
Jorge. ¡Siempre la bestialidad del n ú m e r o a h o g a n d o el pensamiento
y la razón!
Q u i n c e días después los desastres c o m e n z a b a n : F r a n c i a era invadida por las tropas de A l e m a n i a y ej I m p e r i o de N a p o l e ó n caía con
estrépito.
L a E m p e r a t r i z Regente, nuestra compatriota E u g e n i a de Montijo, Condesa de Teba, recurrió á Thiers por m e d i a c i ó n de Merimée.
Atentamente manifestó á éste, q u e después de S e d a n n a d a p o d í a hacerse. L a m u l t i t u d , que días antes h a b í a pedido su cabeza en las calles, en el Cuerpo Legislativo, en todas partes, el d í a 4 de Septiembre
le vociferaba: « M . Thiers, sacadnos de esta situación.»
T a n prouto como vacó el poder, se constituyó u n G o b i e r n o provisional, del que no quiso f ó r m a r parte Tliiers, pero al q u e n o negó
su concurso. Quiso, como buen patriota, recorrer las capitales de Europa: Londres, S a n Petersburgo,
Yiena,
i m p e t r a n d o la mediación
para que el desastre no fuera tan i n m e n s o , y c u a n d o c o m p r e n d i ó que
sus esfuerzos se estrellaban ante los egoismos y el m i e d o de las testas
coronadas, entonces se retiró á T o u r s y Burdeos, esperando los acontecimientos.
El Cjobierno provisional n o m b r ó á T r o c h ó G o b e r n a d o r
¿Militar
de París durante el sitio, y c o m o este General n o tenía c o u í i a n z a en la
victoria y luchaba solamente por el h o n o r , careciendo de la fé necesaria para salvar á una nación en trance tan difícil, do n a d a p o d í a
valer el entusiasmo patriótico do la p o b l a c i ó n , n o c o n t a n d o cou jefes
que, con osadía y utilizando las inmensas energías que P a r í s ponía en
sus manos, la librasen de tan fuerte é i m p l a c a b l e enemigo. Pero la capital de Francia agotó todos sus recursos en varias acciones, a n u n c i a
das de a n t e m a n o y conocidas de los sitiadores,
j r lo q u e se encon-
-
67
—
Uabn preparado éste, y el día 2 3 de Enero de 1871, viendo la imposib i l i d a d de c o n t i n u a r por m á s tiempo, J u l i o Fabre fué á Versalles para negociar la capitulación, concluyendo con Bismarck u n armisticio
de 21 días, con objeto de que, durante ese tiempo, se convocase u n a
A s a m b l e a libremente elegida, que h a b í a de reunirse en Burdeos y
pronunciarse por la paz ó la guerra. Bismarck se encargó de transmitir telegráficamente esta resolución á G a m b e t a .
Estas elecciones se efectuaron el día 8 de Febrero eu toda F r a n c i a ,
d a n d o c o m o resulta . ) 200 republicanos, 4 0 J monárquicos y 30 bonapartistas. Thiers fué eiegido en 26 departamentos; Gambetta en 9 .
T a m b i é n resoltaron proclamados Murat, D ' A u m a l e , J o i n v i l l e (estos
das de la f » í i l i a de Orleans) y D u p a n l o u p . La Asamblea nacional
constituyó definitiva mente su mesa el 16 de
Febrero, designando
c o m o Presidente de ella á J u l i o Grevy. A propuesta de varios Diputados y por decisión u n á n i m e de la Asamblea, Thiers es elevado á la
S u p r e m a Magistratura de la N a c i ó n .
A l d í a siguiente, Thiers constituye su G a b i n e t e , n o m b r a n d o á J u l i o
F a b r e Ministro de Negocios Extranjeros y á J u l i o S i m ó n de Instrucción p ú b l i c a , o c u p a n d o las demás carteras los seííores Dufaure, Picard,
Larcy,
Lefio y P o t h u a n y otros. T o m ó Ministros de todos los
partidos, pero unidos por el patriotismo, por los conocimientos y polla c o m u n i d a d de las buenas intenciones.
L a primera decisión de la Asamblea fué proclamarse soberana, estableciendo que la Monarquía h a b í a perdido la principal razón de su
existencia, pues se contaban en aquellos momentos hasta ocho pretendientes al trono de F r a n c i a . Seguidamente, discutióse la forma en que
h a b í a de llevarse á cabo la designación de jefe del Poder ejecutivo y
desde el p u n t o de vista de los principios, expusiéronse toda* las teorías
conocidas, desde el derecho d i v i n o , invocado por los legitimistas, sig u i e n d o las doctrinas de Bossuet, hasta el plebiscito,
reconocido
c o m o la forma superior de elección, preconizada por J u a n
Jaeobo
Rousseau, acordándose, por ú l t i m o , que se confiriese á Thiers u n . * poderes provisionales sin término. Así se concertaban todas las opiniones de la Asamblea, puesto que los monárquicos, al no d«»sear que
sus respectivos Reyes trajesen la penosa m i s i m de concertar una paz
dolorosa, c o m o p r i m e r acto de su gobierno, transigían con aquel rem e d o de R e p ú b l i c a , y los republicanos esperaban que tal estado de
COSAS so consolidase con mayores avance» en ol p o r v e n i r . Las potencias, c o m o la G r a n Bretaña, Austria é Italia, reconocieron i n m e d i a t a mente al Gobierno.
Thiers presentó á la Asamblea un balance de la situación.
Poso
de manifiesto, q u e los recursos se h a l l a b a n agotados, el ejército en su
mayor parte prisionero, el comercio y la i n d u s t r i a paralizados, y el
terrritorio ocupado por el invasor. A n t e c u a d r o tan triste, la A s a m b l e a
votó por la paz y ol día 19 de Febrero m a r c h ó Thiers a
21 á
Versalles, logrando en esta p r i m e r a entrevisto con
París y el
Bismarck
que el armisticio se prorrogase hasta el día 2 6 del ya d i c h o mes. E n
esta primera reunión, el Canciller a l e m á n exije la e n t r a d a i n m e d i a t a
del ejército invasor en París.
Resístese T h i e r s á ello y , después de
larga discusión, se h a b l ó en p r i n c i p i o de la ocupación de u n o de los
arrabales.
También
f o r m u l ó Bismarck las condiciones para la paz,
p i d i e n d o la Alsacia, incluso Bílfort,
Mote,
parte de L o r e n a y 6 0 0 0
millones de fraucos. Thiers, intensamente emocionado, después de u n a
larga discusión, n a d a resuelve y deja p a r a otra entrevista debatir estas
concesioues.
C o n t i n ú a n el día 22 las negociaciones, no c o n s i g u i e n d o n a d a por
discutir en globo y pedir á la vez la no e n t r a d a de los alemanes en
París: que se disminuyese la i n d e m n i z a c i ó n de guerra y quedase fuera
de discusión la pla/.a de Metz. Si u n o á u n o hubiese tratado estos puutos, no pasando al otro sin tener en firme la contestación de B i s m a r c k ,
tal vez Francia hubiese sacado m a y o r p a r t i d o de las negociaciones.
Los días 23 y 21 a c o m p a ñ ó á Thiers, en su viaje, J u l i o Favre. Se
redujo la i n d e m n i z a c i ó n á 5.000 m i l l o n e s de francos y consintió Bism a r c k , á c a m b i o de la entrada del ejército a l e m á n en P a r í s , la cesión
de Belfort. E l d í a 2 6 firmóse el Protocolo por F a v r e , Thiers y Bismarck.
F a v r e ha dejado en la obra El Gobierno de la defensa
Nacional,
páginas admirables, q u e muestran el dolor i n m e n s o y la p r u e b a á que
estuvo sometido en aquellos solemnes v terribles días el á n i m o de
Thiers — T o d a v í a le estoy viendo, dice F a v r e , p á l i d o , agitado, sentándose y levantándose sucesivamente; todavía oigo su voz quebrantada por el pesar, sus palabras entrecortadas, sus acentos á la vez suplicantes y altivos, y no conozco n a d a m á s g r a n d e q u e la pasión sublime
de aquel noble corazón, estallando en quejas, en amenazas, en supli-
— 69 —
cas....
C u a n d o h u b o hecho valer, con su inimitable elocuencia, lo
enorme de nuestros sacrificios, el rigor inaudito que nos i m p o n í a , adem á s de la m u t i l a c i ó n de nuestro territorio, u n rescate a b r u m a d o r , los
lazos antiguos que nos u n í a n á una población que n u n c a había pertenecido á A l e m a n i a y que n a d a tenía de germánica, viendo la inflexib i l i d a d de su interlocutor, exclamó: «¡Toes bien, sea!» Sr. Conde, estas negociaciones 110 son más que u n a ficción. Parece que deliberamos
y liemos de someternos á vuestro yugo. Os pedimos u n a ciudad absolutamente francesa y nos la negáis: eso es confesar que resolvisteis
contra nosotros u n a guerra de exterminio; hacedla. Asolad nuestras
provincias, i n c e n d i a d nuestras viviendas, degollad á los habitantes
inofensivos; en u n a palabra, terminad vuestra obra. Os combatiremos
hasta el ú l t i m o aliento.
Podremos sucumbir, pero al menos 110 nos
habremos deshonrado!
Este supremo esfuerzo do Thiers salvó á Belfort de las garras de
los exigentes alemanes.
F i r m a d o s los preliminares y prorrogado el armisticio, fijando com o ú l t i m o t é r m i n o el 12 de Marzo siguiente, m a r c h ó Thiers á París y
el 27 se d i r i g i ó á Burdeos, presentando el 28 á la Asamblea el tratado
que fué leído por Bartelemy de Saint Ililaire y aprobado después de
vivas discusiones por .">13 votos coutra 107. Víctor H u g o , Luis B l a n c ,
E d g a r d o Q u i n e t , lo combatieron, pero la vigorosa frase de Thiers,
entrecortada en algunos momentos i>or la visible emoción que le emb a r g a b a , c o n j u r a n d o á los representantes á que tuviesen valor en la
desgracia, convenciéndoles de (pie con u n a organización militar queb r a n t a d a era imposible resistir á u n ejército regular de quinientos
m i l hombres ébrio de sus victorias, arrastraron á la Asamblea al buen
sentido p a r a que sin debilidad ni falso patriotismo votaran por la paz
que les b r i n d a b a el tratado. J^os Diputados loreneses preseutaron su
dimisión
ante la Asamblea y la emoción
G r o m e a n , en nombre
fué intensísima
cuaudo
de los alsacianos y loreneses, manifestó que,
separados desde aquel m o m e n t o de la familia c o m ú n , siempre conserv a r í a n para F r a n c i a , ausente de sus hogares, u n afecto fiel y do inalterable apego, hasta que la nación regenerada reanudara el curso de
sus grandes destinos. T a m b i é n se retiraron de la Asamblea Víctor
H u g o , Rochefort, K a n c ,
Félix
P y a t y I^dru Hollín, debilitándose
así el partido republicano.
10
-
70 —
Antee de t e r m i n a r sus sesiones en Burdeos, M . Thiers, en la sesión
del 10 de Marzo, f o r m u l ó claramente el p r o g r a m a de la política g u bernamental , haciendo u n
l l a m a m i e n t o al
patriotismo de todos los
partidos,para p a c i f i c a r á F r a n c i a y llevarla al bienestar, á la tranquilidad y á la riqueza. C o m p r e n d e que en París se m e d i t a la guerra
civil; que difícilmente puede conseguirse en la capital la independencia de los miembrosde la Asamblea, d a d a la efervescencia q u e reina, y
proj)one, acordándose así, q u e se traslada á Yersailles el G o b i e r n o ,
q u e d a n d o citados sus representantes para el d í a 20 de Marzo.
Efectivamente, en París reiuaba g r a n excitación por la falta del
Gobierno y por sentirse descapitalizada.
I l a b í a 3 0 0 . 0 0 0 personas ar-
m a d a s y faltas de recursos. T a n pronto como t e r m i n ó el sitio, m á s do
60.000 personas, pertenecientes á la clase a c o m o d a d a , ai partido del
orden, se apresuraron á salir de París. L a s industrias, d u r a n t e el bloqueo, estuvieron paralizadas y los i n q u i l i n a t o s dejaron de pagarse en
igual tiempo.
Pues b i e n ; el 10 de Marzo, D u f a n r e h a b í a hecho votar, con poca
prudencia, u n a ley sobre vencimientos y se d i ó el caso q u e en u n sólo
día h u b o 150.000 protestos, declarándose g r a n parte del comercio en
quiebra. Por elementos de desorden, que n u n c a f a l l a n en estos críticos
momentos, se propalaron rumores de que la R e p ú b l i c a estaba amenazada, y como la desmoralización c u n d í a , por efecto del j u e g o y la
embriaguez, y de la inacción de los meses del sitio, se fue
formando
u n a situación que era h á b i l m e n t e explotada por los revolucionarios,
viendo cada fracción de estos el m o m e n t o decisivo p a r a la realización
de sus m á s ó menos utópicos ideales.
Estos revolucionarios eran: E l blanquista,
al q u e se podía consi-
derar como el tradicional partido del desorden y del m o t í n ; contaba
con unos 4.000 adeptos, dispuestos á toda oposición.
Los h a b í a de acción, q u e seguían á
Delescluze,
y los llamados románticos, que tenían por jefe á F é l i x
Los jacobinistas:
Pyat. Eran
partidarios de la R e p ú b l i c a
u n a é i n d i v i s i b l e y siempre
violentos y
autoritarios.
E l elemento de m a y o r i m p o r t a n c i a era el socialista. Estos adeptos,
que profesaban diferentes principios con u n a
(sansimonianos, lourieristas,
comunistas,
casi i d é n t i c a finalidad
colectivistas),
pretendían
fundar u n a n u e v a sociedad. E n su m a y o r parte pertenecían al prole-
— 4 r, —
tariado y se h o l l a b a n ligados á la vasta organización que se conocía
con el n o m b r e de la Internacional. Contaba con 70 ú 80.000 afiliados.
Todos estos partidos, que por recelos unos de los otros vivían apartados y c o m o enemigos, se agruparon para realizar u n a labor c o m ú n .
Todos se unieron al calor de la idea, expresada j>or J . J . Rousseau, ó
sea la concepción suiza de la organización política de las sociedades.
E n este sistema, la célula política es el Municipio (la C o m m i m e ) y por
resultado tiende á la federación. Se suprime toda representación y el
pueblo gobierna directamente á m a n e r a de las antiguas repúblicas.
A ñ a d e n á estos principios el d é l a revolución social, haciendo colectivos las riquezas, los recursos y el trabajo. La fórmula del
nuevo
partido se concreta, pues, en los siguientes términos: A u t o n o m í a mun i c i p a l ; federación; colectivismo.
C o m o estos principios eran demasiado abstractos y complejos, no
p o d í a n ser c o m p r e n d i d o s por el pueblo, pero algunos mangoneadores y descontentos utilizaron á esta masa popular para sus designios
y rencores L a situación era en verdad a propósito para la disociación
y dislocación absoluta del país
París h a b í a estado aislado del m u n d o
durante largos meses; le
e n g a ñ a r o n haciéndole creer en la victoria; todos los hombres se habían batido como soldados y existían 4.">0 000 fusiles en manos del
pueblo. E l ejército activo desarmado, en virtud a una
de las cláusu-
las de la capitulación, vagaba por la capital; 40.0U0 enfermos en los
hospitales, es decir, unos 30.000 jóvenes sin familia y sin recursos de
n i n g u n a especie, abandonados, después de haber sufrido tanto con las
i n m o r a l i d a d e s del régimen imperial. Además, durante el sitio se habían abierto las cárceles y esta c h u s m a , compuesta de asesinos, ladrones y demás gente de parecida calaña, a n d a b a libremente por París,
encubierta con el uniforme, componiendo unos 12.000 inscritos en la
G u a r d i a Nacional.
E l ya famoso Comité Central constituido durante el sitio, se u n i ó
con la Internacional, constituyéndose asi el embrión de la futura Coram u ñ e , h a b i e n d o tomado el acuerdo de que «La República es el solo
Gobierno posible» y que h a b í a de oponerse por la fuerza á que los
cañones y armas se quitasen al pueblo.
Y a durante el sitio salieron á luz los primeros chisjvazos. Se gritó
« V i v a la C o m m u n e » y B l a n q u i , a l m a «le aquel movimiento, fué pre-
-
72 —
«o, «sí como Félix Pyat, Delescluze y otros. C u a n d o los alemanes entraron en París, se extendió por todas partes el r u m o r de cpie los prusianos tomarían los parques de artillería, d o n d e h a b í a 2 3 0 cañones.
J.41 G u a r d i a N a c i o n a l y el pueblo se apoderaron de las piezas y transportaron los de Passy al p a r q u e de Monceau y los de la pinza de W a g r a m á Montmartre, a Belleville, al bulevar de O r n a n o y á la plaza
de los Vosgos, todo ello en u n a sola noche.
J u l i o Ferri, A l c a l d e de París, escribe al Gobierno en 5 de Mareo:
«La Asamblea volviendo á P a r í s , es la ú n i c a q u e puede restablecer el
orden.» « V o l v e d pronto;» y Thiers llega el 15, instalándose en el Ministerio de Negocios extranjeros. May que proceder al desarme, y para
resolver sobre este extremóse celebra Consejo de Ministras, acordándose quitar los fusiles y cañones al pueblo, pues sin este requisito, los
banqueros n o entregaban c a n t i d a d a l g u n a p a r a liberar el territorio de
la invasión alemana.
E l golpe de m a n o de transportar á P a r í s los cañones
guardados
en Montmartre, fué encargado al general Lecomte, con 10.000 hombres, comenzándose esta operación á las dos de la m a d r u g a d a ,
pero
por falta de animales de tiro, al llegar el dia sólo so h a b í a logrado bajar 70 piezas de artillería T a n pronto c o m o e u u d i ó la noticia de que
se llevaban los cañones, se tocó á somatén, y hombres, mujeres y n i ñ o s
rodearon á los soldados, gritándole: « ¡ V i v a el ejército! ¡Sois nuestros
hermanos!» y al invitarles á beber, r o m p i e r o n las filas y
se dejaron
desarmar, levantando al aire las culatas de !os fusiles, dispersándose.
E l General Lecomte, con su estado mayor, fué hecho prisionero.
A l conocer este hecho el Gobierno, m a n d ó tocar generala, c o m p a reciendo sólo 600 guardias nacionales, por lo q u e el G o b i e r n o com
prendió la i n u t i l i d a d de sus esfuerzos, estimando
lo m á s
prudente
evacuar la c i u d a d , trasladándose á Versaílles. A n t e s de m a r c h a r , el
Geucral V i n o y ocupó el fuerte de Monte V a l e r i a n o .
Mientras tanto, el C o m i t é Central seguía ejerciendo sus funciones.
Todo París hallábase insurreccionado. Prendióse al G e n e r a l Clemente Tilomas, y tanto éste como Lecomte, fueron
fusilados. Ejerciendo
dicho Comité u n a autoridad absoluta, f o r m ó su Ministerio, n o m b r a n do Ministro del Interior á u n mozo lavandero,
Grelier;
Ministro
Instrucción Publica, á u n oficial zapatero, Kouiller; de Negocios
de
Ex-
traugeros, á un periodista, Paschal (.irousset, y Y o u r d e , tenedor de li-
— 4 r, —
bros, filé designado Ministro do H a c i e n d a . El General Bergeret y otros
tres c i u d a d a n o s i g u a l m e n t e titulados Generales, formaron el Ministe
rio de la Guerra hasta t a n t o q u e G a r i b a l d i tomase el m a n d o supremo.
Las elecciones del l ü de A b r i l acabaron con el Comité Central,
constituyéndose la C o m m u n o . So componía de 90 miembros, pero sólo unos 5 0 asistían á las sesiones. Según declaración de Tirard, «se com í a en los pasillos y en el salón. U n olor á tabaco, á v i n o y á vituallas atacaba la g a r g a n t a y el olfato. E r a u n espectáculo que
co.
daba as-
Sus actos fueron siempre arbitrarios y despóticos. Las lil>ertades
de i m p r e n t a , de trabajo, de cultos, así c o m o las propiedades
indivi-
duales, bárbaramente atropelladas. La justicia, administrada odiosamente ó falseada por su Fiscal Kaul Kigault, realizándose durante la
ú l t i m a semana que precedió á la entrada de los versalleses,
multitud
de m a t a n z a s y asesinatos, tanto en las cárceles como en las calles
Puranteesta a n a r q u í a terrible de París, reuníase en Versaílles el 20
de Marzo la Asamblea Nacional y Thiers, á pesar de sus 74 años, reorganiza el ejército, tranquilizando á todos é inspirando gran confianza. E l día 2 do A b r i l m a r c h a n los federados sobre Versa i lies en tres
columnas, que fueron derrotadas por las tropas del Gobierno, auxiliadas por los cañones y fuerzas del Monte Valeriano. L)uval. el General
de los federados, fué fusilado después del combate por orden del General V i n o y . a s í como*muhcos prisioneros,dando esto u n carácter terrible
á la l u c h a . A l g u n o s oficiales del ejército de Versaílles ejercieron atro•
ees represalias, que si no justifican, á lo menos explican los hechos
posteriores de la C o m m u n e .
Reorganizado y a por Thiers el ejército, se encomendó el m a n d o á
M a c - M a h o n , componiéndose de 130.000 hombres, comenzándose un
n u e v o sitio de París en 6 de Abril, y entrando en la capital después
de serios y terribles combates el 21 de Mayo, c u a n d o más ágenos se
h a l l a b a n los miembros de la Cotninune de que las fuerzas de la Asamblea estaban ya dentro de la ciudad, en la puerta de Auteuil
Cuando
se apercibieron los federados de ello, hicieron de cada casa un fuerte,
en toda calle barricadas, y tanto de una parte como do otra, las matanzas y asesinatos fueron atroces durante los siete días de la «Semana
terrible,» n o m b r e con que se conoce en la Historia
E l 2 9 de Mayo, el jefe del Poder ejecutivo entró en la ciudad re
conquistada, dirigiéndose al Ministerio de Negocios extrangeros y
— 4 r, —
recibiendo las mayores muestras do afecto do todos los habitantes.
C o m o la Asamblea h a b í a votado j>or la c o n t i n u a c i ó n de su constitución en Versaílles, en su odio á París, allí se laboraron todas las leyes
y disposiciones necesarias para reconstituir a F r a n c i a ,
ya por el tratado de Francfort,
demembrada
n o m b r e con q u e se designa al pacto
en virtud del cual t e r m i n ó la guerra entre F r a n c i a y
Alemania. La
i n d e m n i z a c i ó n de 5.000 millones que tenían q u e pagarse antes de
l . ° d e Marzo de 1875, se hicieron efectivos en su ú l t i m o
de Septiembre de 1873, q u e d a n d o asi evacuado el
de tropas enemigas m u c h o antes del tiempo q u e se pactó,
p o r t a l motivo la A s a m b l e a
que «Thiers h a b í a
plazo
territorio
en 5
francés
declarando
merecido bien de la
patria »
Pero la p e r m a n e n c i a de Thiers en la presidencia del Poder ejecu tivo no p o d í a prolongarse m u c h o . L a m a y o r í a de la Asamblea, como
conservadora, era m o n á r q u i c a y c o m p r e n d í a que Thiers h a b í a de ser
el obstáculo insuperable para llevar á la práctica sus designios y esta
fué la causa de la guerra sin cuartel que le declararon. La oposición fué
r u d a y la labor de Thiers para contrarrestar los efectos q u e se proponían los Diputados de la derecha, verdaderamente gigante. C o m p r e n día que la restauración borbónica era
ini]>osible, y menos la
de los
Bonaparte, y por eso trataba de consolidar una R e p ú b l i c a conservadora, que fuese la garantía en aquellos m o m e n t o s de las creencias religiosas y de la propiedad i n d i v i d u a l de los c i u d a d a n o s . Tantas molestias causaron á Thiers las violentas oposiciones de la derecha, que el
24 de Mayo de 1873 presentó la d i m i s i ó n de su cargo de Presidente
del Poder ejecutivo, l a q u e le fué aceptada por 362 votos c o n t r a 3 3 1 .
E l i m p u l s o d a d o á F r a n c i a por tan g r a n hombre, lia traído como
consecuencia la estabilidad, el orden y el respeto de esta tercera República que, f u n d á n d o s e en los m á s altos principios de justicia, sigue
hoy rigiendo los destinos del generoso pueblo que v á
enérgicamente
librándose de todas las cadenas y dificultades que embarazan la v i d a
de la h u m a n i d a d .
HIGIENE DE LA ALIMENTACIÓN
RESUMEN DE LA CONFERENCIA DADA POR 0. CALIXTO TOMÁS
OIRECTOR Y CATEDRÁTICO OE LA ESCUELA DE VETERINARIA
SEÑORKS: Con m a c h o gusto vengo Á este sitio para contribuir en
la m e d i d a de mis escasas fuerzas al hermoso pensamiento de difund i r la enseñanza entre las clases obreras, ideado
por el dignísimo
Cláustro de Profesores del Instituto General y Técnico de Córdoba.
Todos tenemos la obligación moral de instruirnos mutuamente; con
m á s razón debemos hacerlo los que, por el cargo oficial que desempeñ a m o s , n o tenemos excusa a l g u n a .
Y para a justamos en u n todo á la índole práctica
de estos actos,
entremos desde luego en materia
M i conferencia de esta noche, primera de* una serie que me prop o n g o daros, versará sobre el interesante lema «Higiene de la alimentación,» tan esencial, que constituye el punto de partida del cursillo
de Higiene popular que inauguramos esta noche.
E l hombre, á semejanza de todo sér viviente,
necesita para la
n o r m a l i d a d de su existencia suplir con nuevas cautidades de materias
alimenticias aquellas otra* desgastadas ó consumidas en SIH actividades, energías ó manifestaciones.
Requiere alimentarse,
reparar
sus
pérdidas, tanto m á s considerables cuanto esas pérdidas sean mayores
por condiciones circunstanciales. Quiere esto decir lisa y llanamente,
que si por el desgaste de la vida hace falta alimentarse como u n o ,
c u a n d o al desgaste citado hay q u e a ñ a d i r el trabajo físico ó intelectual p r o d u c i d o , la necesidad de nutrirse crece proporcionalmente.
u
— 4 r, —
l)e lo dicho se desprende cual consecuencia lógica y n a t u r a l , q u e
el hombre, sea cualquiera su categoría social, tiene por naturaleza de
recho al alimento, y que, si ese hombre es como vosotros de los que
producen trabajo, en su legítimo derecho n a t u r a l estará t a m b i é n ped i r la ración alimenticia de entretenimiento por u n lado, y la de producción ó industrial h u m a n a por otro. ¿De q u é m a n e r a suceden estas
cosas en
la moderna sociedad?
Al
revés, porque generalmente las
clases trabajadoras, aquellas que tiene necesidad de p r o d u c i r energías
físicas é intelectuales para aplicarlas al acervo social, son
las menos
y peor alimentadas. Toco esta cuestión. antes q u e n a d a , con el objeto
de que sepáis vuestro derecho inconcuso á pedir elementos de v i d a ,
por cuanto la Higiene y la Biología, de d o n d e esta ciencia
procede,
no distinguen n u n c a de clases, ni menos entienden de privilegios, tanto m á s odiados cuanto m á s injustos son.
Necesidad de alimentarse.
Y a d i g i m o s a l principio, que
todo sér vivo, y por consiguiente el hombre, necesitan
indispensable-
mente reponer la materia y energías desgastadas por el entreteniiuien •
to de la vida-, de la m i s m a m a n e r a que c u a n d o u n candil
consume
el aceite que a n i m a su luz, hay que reponerle si no queremos que muera como tal luz. L a v i d a de los seres se explica conveneionalmente diciendo que es cambio ó comercio de materia y actividad con el m e d i o
en que el sér vive ó se agita. Nosotros, para producir
las
manifesta-
ciones de la vida en el seno de nuestra m á q u i n a organizada, tenemos
que transformar esas materias y esas energías que t o m a m o s del m e d i o ,
materias que al verificar esas transformaciones pierden su i n d i v i d u a lidad ó su naturaleza q u í m i c a p r i m i t i v a , para tomar otra forma, que
ya no sirve á las necesidades de la existencia h u m a n a , porque son sobrantes, detritus, escorias en fin, que reclaman su
expulsión
total.
Pasa lo m i s m o que decíamos á propósito del candil: el aceite, alimento p r i n c i p a l de luz, y la torcida, vehículo del aceite que se q u e m a , desaparecen como tales aceite y torcida, a u n q u e sigan en la
Naturaleza
con otro aspecto material y con otros caracteres de actividad
ó ener •
g í a , h u m o , ácido carbónico, vapor de a g u a , cenizas, etc., etc.
Si queremos que el c a n d i l siga a l u m b r a n d o , h a b r á
necesidad
de
echarle aceite y ponerle torcida nueva. Si pretendemos q u e el h o m b r e
viva, y además lo haga en condiciones higiénicas, h a r á falta
dotarle
del aceite y torcida en la proporción necesaria ; h a b r á que alimentarlo
— 4 r, —
cual exijan j u n t a m e n t e las circunstancias de su organismo y el rendimiento de trabajo que á éste se p i d a .
A l i m e n t o s — I ' rescindiendo de las m u c h a s definiciones que se
h a n d a d o del alimento, informadas en m u y diversos criterios, nos haremos eco de la q u e m á s puede satisfacernos en esta conversación d e
Higiene. A l i m e n t o es igual á toda substancia que, teniendo su representanto en nuestro cuerpo, es capaz de reparar las pérdidas
producidas
por el entretenimiento de la vida y por las exigencias del trabajo realizado. T o d o cuanto pueda nutrirnos, convirtiéndose en propia materia de nuestra masa, significa principio alimenticio en el lenguaje de
la H i g i e n e y la Fisiología.
Los p r i n c i p i o s alimenticios ó aprovechables de los alimentos
no
se h a l l a n aislados, puros, en el verdadero sentido de la palabra, sino
asociados á materias inertes ó inútiles para la alimentación, que sirven de m e d i o material, de escipiente, i m p r o p i o para n u t r i r , pero que
en ocasiones regula las mutaciones q u í m i c a s de los mismos.
P a r a el conocimiento de las substancias alimenticias se h a n
pro-
puesto i n f i n i d a d de clasificaciones, fundadas las m á s en la composición material ó atributos químicos, c inspiradas otras cu la significación fisiológica de las materias expresadas. Nosotros arreglaremos u n a
que nos permita distinguirlas entre si por su valor relativo, por su
b o n d a d como substancias reparadoras de nuestras fuerzas.
Los alimentos considerados en general, pueden agruparse de la siguiente m a n e r a : 1.° Substancias alimenticias de primer orden, concentradas ó con principios de superior calidad. 2.° Alimentos
mediana-
mente concentrados, c u y o valor de reparación material, ó sustancias
aprovechables, oscila alrededor de u n 5 0 por 100; y 3
0
Materiales
de a l i m e n t a c i ó n de inferior categoría, que en gran masa encierran poca c a n t i d a d
de principios utilizables para la nutrición,
porque los citados principios no corresponden
á
buena
unas
veces
composición
q u í m i c a , y otros, porque, aun siendo de los buenos, están en m u y poca c a n t i d a d con relación á las materias inertes ó impropias para la
vida.
Primer
grupo
- C o m o alimentos concentrados ó ricas,
podemos
citar las carnes frescas y conservas q u e de ellas se hacen, la
leche,
huevos, pescados y en general la m a y o r parte de los que suministran
los animales, llamados comestibles Estos alimento- poseen condicio-
-
80
—
lies q u í m i c a s adecuadas, p o r q u e su c o m p o s i c i ó n c o m p r e n d e p r i n c i p i o s
parecidos á los q u e v i v e n en el seno de
nuestra m á q u i n a ,
principios
q u e científicamente se d e n o m i n a n proteicos, y q u e nosotros l l a m a r e mos a q u í materiales de construcción o r g á n i c a de p r i m e r o r d e n .
Segundo grupo. - C o m o substancias e m p l e a d a s en l a
alimentación
pertenecientes á esta s e g u n d a clase, porque su valor n u t r i t i v o se a j u s ta a u n t é r m i n o m e d i o p r o p o r c i o n a l , tenemos las grasas, féculas, azúcares y otros p r i n c i p i o s c o m p r e n d i d o s en el p a n ,
secos, bebidas alcohólicas, café, et¿., etc.
ó de i m p o r t a n c i a
legumbres,
La significación
en la v i d a de q u e gozan
frutos
fisiológica
estos a l i m e n t o s , á
quiera se le alcanza, t e n i e n d o en c u e n t a sus potencias
I l a c e falta i n t r o d u c i r masas de a l g u n a consideración
cual-
reparadoras.
y recargar
el
trabajo de los órganos digestivos p a r a q u e estas materias c u m p l a n con
su finalidad de alimentos. F o r m a n , pues, detrás de los concentrados
y con ellos pueden constituir parte de u n r é g i m e n a l i m e n t i c i o , n u n c a
el r é g i m e n completo.
Tercer grupo. — E x i s t e n materiales e m p l e a d o s á título de a l i m e n tos que, por su escasa proporción
de p r i n c i p i o s
c o m p r e n d i d o s en esta clase. Todos
d a d de materias aprovechables,
útiles, merecen
ellos encierran
mezcladas c o n
m u y poca
ser
canti-
u n a m a s a inerte q u e
prepondera notablemente. S o n , en fin, a l i m e n t o s de escaso v a l o r , n o
concentrados, c c m o t a m b i é n se les l l a m a . Los frutos verdes ó frescos,
en su m a y o r parte las hortalizas, bebidas refrescantes, los
gazpachos
y hasta ¿ w que por cocido ü olla sirven en la m a y o r parte de los cortijos á los obreros del c a m p o , constituyen el m e j o r e j e m p l o
tancias a l i m e n t i c i a s n o concentradas.
de
Pudieran algunos objetarme
q u e el cocido español no puede ser c o n s i d e r a d o
c o m o a l i m e n t o de
tercer orden; pero conste q u e y o h a b l o a q u í de la olla andaluza
ria,
subs-
especie de potaje grasicnto eslabazado,
(pie so confecciona
agracon
malos garbanzos, u n poco de tocino r a n c i o , n a d a de c a r n e y bastante, m u c h í s i m a a g u a , q u e justifica hasta la saciedad
la n o concentra-
c i ó n de este a l i m e n t o compuesto.
Las materias a l i m e n t i c i a s se d i v i d e n t a m b i é n , por su o r i g e n , en
a n i m a l e s vegetales y minerales; por su c o n s t i t u c i ó n ,
en
completas é
incompletas; por su b o n d a d y v a l í a , en b u e n a s y m a l a s , por l a significación
vital (pie poseen, en productoras de calor (termógenas) y e n
productoras do iqat?ria (plásticas) y de otras m u c h a s m a n e r a s ;
pero
- 81 —
ya dije antes que, h u y e n d o nosotros de términos científicos, que dificultan la comprensión de los asuntos que tratamos, nos basta y sobra
con la primera división hecha.
Raciones alimenticias.
E l hombre es omnívoro-, come de
todo y, por consiguiente, puede fácilmente someterse á régimenes distintos en a r m o n í a con los recursos alimenticios de la región ó comarca en que vive. Las circunstancias varían extraordinariamente; tanto,
que dos hombres de igual edad, corpulencia y género y rendimiento
de trabajo, es bien seguro que 110 necesitarán ni la misma ración, ni
ésta formada de idénticos alimentos. Pero no nos metamos en estos para vosotros laberínticos asuntos; nos conformaremos con estudiar de
un modo sencillo, comprensible, en q u é debe consistir la ración alimenticia.
Para quienes no tienen necesidad de trabajar, séres afortunados
cuyas ocupaciones son el esport, quizá el de la gula,
asegurar que sólo su ración debiera ser la de mero
bien
podemos
entretenimiento;
mas, para vosotros, trabajadores que forzosamente habéis de producir
energías físicas é intelectuales que reclaman una alimentación especial, es preciso formular una ración más, la llamada ración de trabajo ó productora.
E n el primer caso, n a d a tan fácil de precisar. Con hacer un balance de las materias que se toman como alimentos y las que se eliminan
en calidad de sobrantes, procurando que no haya diferencias
nota-
bles, está resuelto el problema; pero en el hombre que produce cantidad de trabajo, la cuestión varía de aspecto, pues hay que tener en
cuenta lo que necesite para ambas exigencias y satisfacerlas si n ó se
quiere que el obrero viva á expensas de su propia carne, consumiéndose entre el h a m b r e y la miseria.
Acostúmbrase á decir, que el trabajador andaluz
está m a n t e n i d o ,
a f i r m a c i ó n
con m u y
que nosotros consideramos mal
poco
formula-
da, porque debiera expresarse de este otro modo: el obrero de Andalucía come poco porque 110 le d a n más. N o se nos oculta que en estos
climas templados, las pérdidas representadas por c l f n o u o 8 0 , 1 d e
tanta
consideración como en el Norte, por cuyo motivo las raciones
han de variar en lo que se refiere precisamente á
los alimentos pro-
ductores de calor. F u n d á n d o n o s en esto, habremos de disminuir las
bebidas alcohólicas y las grasas, de acuerdo con lo que ordenan cier
—4r,—
tos preceptos religiosos, estableciendo vigilias en las épocas del a ñ o en
<pie comienza el calor, y prácticas seglares q u e no permiten el sacrificio de cerdos durante la p r i m a v e r a y el verano. Los m u s u l m a n e s tienen prohibido, como sabéis, el uso de la carne do cerdo y el alcohol,
prohibición sabia, m u y justificada por
las conveniencias higiénicas
que representa.
Para establecer un r é g i m e n apropiado y conveniente, es preciso
formarlo mediante la asociación
de materias alimenticias diversas,
siempre relacionadas con los recursos del país, y teniendo en cuenta
las pérdidas de n u t r i c i ó n que hay necesidad de subsanar. Desde luego,
la proscripción de la carne es u n a cosa que no debe suceder, por cuanto
tal recurso alimenticio es indispensable c o m o base de buena alimentación. N o queremos decir con esto que los obreros andaluces deban
consumir tanta carne y manteca como consumen los alemanes; pero
de n i n g ú n m o d o tienen bastante con lo que en la a c t u a l i d a d comen,
que es por demás deficiente. Si no estamos m a l enterados, nuestros
trabajadores del c a m p o , particularmente los de la c a m p i ñ a , hacen las
siguientes comidas:
Invierno,
desayuno antes de amanecer, consis-
tente en unas migas (aceite y p a n fritos); á m e d i a m a ñ a n a , u n pedazo
de p a n ; al m e d i o día, la olla ó cocido, que se c o m p o n e de garbanzos,
tocino rancio, algunas veces verdura, v tal cual d í a morcilla.
A esto
hay que agregar el pan y de c u á n d o en c u á n d o aceitunas aliñadas.
Por la noche, á titulo de colación, u n a ensalada con bastante p a n .
H é a q u í el m e n ú de las diferentes comidas que hace el trabajor del
campo, comidas que, aun hechas en gran c a n t i d a d , son á todas luces
insuficientes, porque faltan principios de los que a b u n d a n en alimentos de primera c a l i d a d .
A nuestro entender, debiera sustituirse este r é g i m e n por otro más
racional y sobre todo m á s h u m a n o . E n las fincas rústicas, en los cortijos de la sierra y la c a m p i ñ a , suelen tener rebaños de cabras y a u n
ovejas, cuya leche puede servir para alimentar trabajadores. Si esto
no fuera suficiente, á poco coste m á s , unas cuantas vacas d a r í a n el rico j u g o necesario, hasta para las industrias de la explotación. Y entre
que el desayuno en vez de ser migas, fuera unas sopas de leche abundantes y calientes, y con que el cocido se compusiera de c a r n e , en cantidad de 20.) gramos por cabeza, con su correspondiente ración de
tocino, mayor de la que hoy consumen (unos 8 0 gramos), podría con-
— 4 r, —
feccionarse u n a c o m i d a substancial y nutritiva, base de la
alimenta-
ción del d í a . P o r la noche, u n potaje de legumbres ó un guisado de
patatas, bien c o n d i m e n t a d o , repararía excelentemente las pérdidas de
la j o r n a d a ,
p r e p a r a n d o , con a u x i l i o del reposo, las fueizas para em-
prender el trabajo al siguiente d í a .
I)e los obreros de la c i u d a d , apenas hemos de ocuparnos. Sus jornales bajos y 110 seguros, y
primera necesidad,
hacen
la carestía inmensa de los artículos de
poco menos que imposible la vida.
Las
autoridades deben velar por los sagrados intereses de la salud, y en
esU; sentido h a n de estudiar los medios de abaratar los artículos, procurando carne para el pobre jornalero, que c u a n d o tiene la suerte de
probarla, es para que note la l'alta que le hace comer m á s de este alimento de p r i m e r a c a l i d a d . S u p r i m i r intermediarios inútiles, establecer la tasa en los precios por medio de tablas reguladoras, destinar al
consumo p ú b l i c o carnes que se desperdician, y otra porción de recursos, puestos en boga en otros países,
harían
más llevadera la triste
suerte del proletariado, cuya aspiración es comer y cuya eufermedad
principal es el h a m b r e .
Café, manteca y p a n , como desayuno; cocido con carne, tocino y
verdura, c o m i d a f u n d a m e n t a l , y para cena unas sopas con huevo ó
de leche, seria u n régimen excelente para los obreros de la url>e, que
se h a r t a n de aceitunas con p a n , de cocido sin substancia, y de pepinos y pimientos, q u e sólo pueden considerarse como alimentos apropósito para p r o d u c i r cólicos é indigestiones.
U n buen régimen alimenticio lo es todo, por aquello de que «barrigas llevan á piernas y no piernas á barrigas,» y porque se ha dicho,
como sentencia de los tiempos modernos, que la prosperidad y bienestar de u n pueblo, se conoce por la calidad y cantidad de los alimentos que consume.
B e b i d a s . — S o n t a m b i é n alimentos que sólo se diferencian de los
propiamente dichos, en que afectan el estado líquido. Con estas materias el h o m b r e c a l m a su sed las m á s de las veces, ó mantiene
el vi-
cio de bebedor con censurable frecuencia.
E n condiciones de n o r m a l i d a d orgánica, de buen m o d o de vivir,
el r é g i m e n mejor de bebida es hacer uso del agua,
a l i m e n t o liquido
natural, por excelencia, capaz de producir actividad física é intelectual y bebida prototipo de la moral h u m a n a . N o quiere esto decir q u e
— HA
—
proscribamos en absoluto las bebidas alcohólicas y Ins acídulas ó refrescantes, nó. porque asi como estas ú l t i m a s las empleamos
siempre
para llenar u n a indicación circunstancial, t a m b i é n las alcohólicas serán utilizadas c u a n d o a l g u n a indicación de la v i d a
nutritiva
las re-
clame.
E l vino, cerveza, aguardiente, sidras, licores, y en
general
todo
liquido que contenga alcohol, h a y necesidad de usarlo con verdadera
prudencia, tanto m á s . c o m o diremos después, c u a n t o
parto, por no decir todos los que
que la
vosotros consumís,
mayor
están encabe-
zados y hasta confeccionados con alcohol industrial, que con justicia
es l l a m a d o veneno de los trabajadores.
C u a n d o el hombre se halla convaleciente de a l g u n a
c u a n d o por cualquiera circunstancia
precisa ser a y u d a d a
nuestra
enfermedad;
máquina
se
debilita,
entonces puede hacerse uso m o d e r a d o de bebi-
das alcohólicas, como verdadero m e d i c a m e n t o reparador de fuerzas y
estimulante que excite á su mejor realización nuestras funciones digestivas. El n i ñ o raquítico, el convaleciente, el a n c i a n o , pueden considerarse en este caso. Mientras n o c o n c u r r a n las condiciones expuespuestas, debe el alcohol ser enteramente p r o h i b i d o .
¿ Y sabéis por qué? P a r a evitar esc sin n ú m e r o de v í c t i m a s que produce en las sociedades modernas la enfermedad l l a m a d a
T
N o es pecado exclusivo de las clases obreras; t a m b i é n las
alcoholismo.
encumbra-
das d a n al cáncer alcoholismo crecido contingente, pues que
los bo-
borrachos a b u n d a n , por desgracia, en todas las clases sociales, herman a n d o sólo en el vicio á los hombres q u e en
las d e m á s
manifestacio-
nes de vida c o m ú n debieran ser siempre hermanos. A todos se dirigen mis censuras y á todos t a m b i é n convienen
m i s consejos
higié-
nicos.
Quien abusa del alcohol, ó s e a el inveterado borracho, que, como
se dice vulgarmente, está pasado de la bebida, se embrutece, degenera y concluye por caer en los actos m á s abyectos y hasta punibles
que os podáis i m a g i n a r .
El alcohol destruye
nuestra
organización,
a n u l a n d o su actividad nerviosa, que es de d o n d e proceden las manifestaciones de inteligencia. Es u n verdadero e n v e n e n a m i e n t o del cerebro, que le a n i q u i l a , obstruyendo esas luncioncs tan nobles y tan levantadas que sirven para d i s t i n g u i r al h o m b r e del bruto. S i vosotros
viérais con vuestros propios ojos, preparados de substancia
cerebral
— 85 —
correspondiente á u n h o m b r e muerto por alcoholismo,
os horrori-
zaríais v i e n d o la musa deshecha templéis mente, todo desorganizado,
todo en r u i n a , todo destruido. Y anuladas, c o m o dije antes, las actividades intelectuales, se resta el hombre, q u e d a n d o sólo el bruto; y
c u a n d o esto pasa n a d a de extrañar es que quien f u é sér h u m a n o , se
convierta en fiera, i n c u r r i e n d o en
todos los malos hechos y delitos
que l l e n a n , al m i s m o tiempo, los camposantos y las cárceles.
A h o r a debiera hablaros de las principales alteraciones y adulteraciones de los alimentos y bebidas, como complemento de estas consideraciones generales á propósito d é l a
Higiene de la alimentación;
pero m á s adelante será tratado este importante asunto con
la exten-
sión q u e requiere su i m p o r t a n c i a , y sólo voy á daros la voz de alerta
para q u e siempre que en vuestra m a n o esté, pidáis á las autoridades
u n a inspección facultativa de las substancias alimenticias, capaz de
poner á salvo la salud p ú b l i c a .
En
Córdoba,
para fortuna
nuestra,
tenemos la g a r a n t í a del reconocimiento microscópico de las carnes de
cerdo, cosa que en otras poblaciones no ocurre. A pesar de esto, es
necesario q u e se organice por quienes corresponda
un
Laboratorio
donde p u e d a n ser analizados los alimentos detenidamente y con toda
clase de medios. Deberá montarse mejor que lo está el Matadero de la
población, inspeccionarse convenientemente el Mercado público y los
Fielatos y atender cual se debe la inspección q u e pudiéramos llamar
d o m i c i l i a r i a , c o m o son todos los establecimientos en que se expenden
artículos de comer y beber.
A g r e g a n d o á lo dicho que las autoridades mismas se encarguen de
evitar los monopolios, estableciendo la tasa en la forma que estimen
'
m á s conveniente, y procurando u n a vigilancia verdad
respecto á la
buena fé en las transacciones de comestibles; organizando asociaciones
cooperativas de consumo, y en una palabra, demostrando por sus administrados esas autoridades, la m i t a d siquiera del interés que mués
tran por los asuntos de la m a l l l a m a d a política, se conseguiría m u c h o
y bueno en favor de la alimentación de todos, y m u y
en favor de la a l i m e n t a c i ó n do los trabajador s.
especialmente,
HIGIENE DE LA RESPIRACION
RESUMEN DE LA CONFERENCIA DADA POR D. CALIXTO TOMÁS
DIRECTOR Y CATEDRÁTICO DE LA ESCUELA OE VETERINARIA
«
SKÑORES: NO
es bastante que el h o m b r e coma y beba para reponer
totalmente las pérdidas representadas por Ja vida y el trabajo ejecucutado; precisado lodo p u n t o realizar u n a función altamente necesaria, merced á la cual se verifica u n c a m b i o de gases en la sangre, sin
el q u e resultaría imposible la existencia. Esta f u n c i ó n es la
respira-
toria.
Respecto á su importancia, diremos que todo sér vivo
lo primero
que hace c u a n d o viene al m u n d o , c u a n d o vive por sí y ante sí. es resp i r a r ; y lo ú l t i m o que verifica es respirar también. La vida
indepen-
diente empieza con u n a inspiración m u y profunda, y termina con la
ú l t i m a espiración; por eso se dice que el i n d i v i d u o expira.
L a respiración es m á s necesaria y perentoria q u e n i n g u n a
délas
demás funciones nutritivas. Primero se muere j>or falta de aire que
por falta de los demás elementos alimenticios.
Antes de entrar de lleno en la H i g i e n e de la respiración,
permi-
t i d m e que os d é una ligera idea de esta función fisiológica y del
apa-
rato orgánico que la realiza. El respirar consiste simplemente en
c a m b i o de gaseii establecido entre la sangre del i n d i v i d u o que
ra y el aire q u e lo rodea. Respiración, pues, es igual que
un
respi-
ventilación
gaseosa de la sangro, merced á cuyo fenómeno ésta toma el oxígeno
que tanta falta hace para la vida, devuelve
al
medio externo áci-
do carbónico, cuerpo gaseoso t a m b i é n , que no solamente sobra, ni-
—4r,—
n o que precisa expulsarlo, porque «lo otro m o d o se c o m p r o m e t e r í a seriameutola existencia. C u a n d o nosotros ventilamos ó
aireamos
una
habitación, hacemos u n a tosa análoga á lo que lleva ¿ cabo la f u n c i ó n
respiratoria. Sustituimos el aire viciado por otro puro;
conseguimos
que el aire rico en oxígeno penetre en el recinto desalojando el
aire
enrarecido por sobrecarga de ácido carbónico y por el vapor de agua
y mayor temperatura.
Para verificar la respiración contamos en nuestra m á q u i n a viviente con un c o n j u n t o de piezas orgánicas, relacionadas entre sí, q u e los
anatómicos l l a m a n aparato respiratorio T a l aparato consiste en u n
sistema de conductos dispuestos como las ramas de u n
árbol,
por el
interior de los cuales circula el aire portador de los gases q u e h a n de
ser cambiados en el acto í n t i m o de la respiración, conocido en el leu
guaje científico con el n o m b r e de hematosts\ f e n ó m e n o interesantísimo
que, para que me entendáis mejor, no es otra cosa q u e convertir la
sangre m a l a en sangre buena, la sangre i n ú t i l
p a r a la n u t r i c i ó n en
sangre aprovechable por su poder fertilizante.
T a m b i é n existe la l l a m a d a respiración cutánea ó general periférica, y la i n t i m a , intraorgániea ó do los tejidos, que es la verdadera respiración; pero nos referiremos preferentemente á la q u e se realiza en
el aparato respiratorio antes mencionado, porque es la f u n c i ó n respiratoria que la Fisiología clásica estudia con especialidad.
Y a digimos al principio, que el h o m b r e lo p r i m e r o y lo
último
que hace c u a n d o vive por sí y ante sí,' es respirar. V a m o s á razonarlo ligeramente para que veáis hasta d ó n d e llega la indispensable necesidad de esta f u n c i ó n .
De n a d a serviría a c u m u l a r en el interior do nuestro
organismo
materias suministradas por la alimentación destinadas á reparar
pérdidas materiales en su mayor c u a n t í a
las
C o m o sería completamente
inútil que cargáramos de carbón hasta los topes el h o r n i l l o de u n a
m á q u i n a de vapor E n el u n o y en el otro caso es preciso q u e el carbón y el alimento so q u e m e n para que surja el calor, q u e es l l a m a de
la vida y causa universal de todo m o v i m i e n t o . El oxígeno del aire atmosl'érico en la locomotora, y el oxígeno do la sangre en la m á q u i n a
viviente, hacen que las materias alimenticias y carbonadas entren en
combustión, d e t e r m i n a n d o de a m b o s modos u n origen de calor, manantial de actividades interesantísimas.
-
H'J
—
•
R e c o r d a n d o el s í m i l que os ponía en m i conferencia anterior, se
necesita de a,re, m e j o r dicho, del oxígeno que éste contiene para
mantener y a v i v a r la l l a m a del c a n d i l .
V . pues, q u e c o m o primera materia para que se pueda respirar
se necesita aire atmosférico,'digamos cuatro palabras n a d a m á s acerca de este i m p o r t a n t e cuerpo de la Naturaleza, cuya explicación
tallada os sera hecha por el docto catedrático
de Física y
de-
Química
del Instituto, L). Rafael Vázquez Aro-a, q u ' e n so propone daros
una
conferencia sobre el aire y sus propiedades.
E s el aire u n a mezcla de oxígeno y nitrógeno principalmente, con
otras materias q u e entran en pequefta proporción, formadora do esa
masa gaseosa l l a m a d a atmósfera
y que rodea á la Tierra á manera de
gasa aeriforme hasta u n a altura considerable.
E l aire atmosférico, además de construir la capa gaseosa de nuestro planeta, se introdueo en todas sus oquedades y, por consiguiente,
una influencia
*penetra en las habitaciones del hombre, determinando
•
decisiva en nuestras manifestaciones vitales.
Sus dos componentes esenciales son el oxígeno y el nitrógeno ga
ses ambos que. mezclados solamente, han de formar u n a masa gaseosa
también.
E l oxígeno ya le conocéis porque el ilustrado profesor de Agricul
tura, Sr. Morán," os hablaba de este cuerpo, c o m o factor q u í m i c o del
agua, en la p r i m e r a conferencia del curso que corre Según
recorda-
reis, se trata de u n cuerpo simple, gaseoso, activísimo, por resultar el
elemento comburente (quemante) por excelencia Tiene grandes afinidades con casi todos los demás, y m u y particularmente con los com
puestos de carbono que son eminentemente combustibles quemables)
y al e n t r a r e n nuestra m á q u i n a determina u n a m u l t i t u d de pequeños
incendios con cuyo calor se a l i m e n t a n de energía las actividades
vi-
tales.
El otro gas, componente principal del arre atmosférico, es el nitrógeno, cuerpo s i m p l e también: pero contrario en u n todo al oxígeno
por lo q u o toca á sus propiedades. E l nitrógeno tiene u n a indiferencia q u í m i c a m u y m a r c a d a ; apenas si se c o m b i n a con los demás, v
c u a n d o lo hace," se precisan condiciones especiales, extraordinarias.
Eso sí: u n a vez hechas l*s combinaciones de nitrógeno, resultan p o r
demás estables, y c u a n d o dichas combinaciones so deshacen, entonce»
— 4 r, —
quedan libro» las energías especiales q u e fueron antes precisas para
hacerlas; por eso los compuestos de nitrógeno son explosivos. La pólvora la nitroglicerina, los fulminatos, etc., etc., son buenos ejemplos
de cuanto estamos diciendo.
Pero no os vayáis á figurar que el n i t r ó g e n o del aire es nocivo, com o m u c h a s veces lo son los explosivos; este cuerpo n o está c o m b i n a d o
con el oxígeno (entonces constituiría á c i d o nítrico); está simplemente
mezclado con él, según d i g i m o s antes, sirviéndole d e c u e r p o regulador y de m e d i o donde el gas vivificaute v á disuelto convenientemente para no hacer dafio á q u i e n lo respira.
E n calidad de componentes secundarios, contiene el aire puro ú
ordinario, trazas ó vestigios do á c i d o carbónico, proporción
variable
de vapor de a g u a , partículas minerales (polvo atmosférico), h i d r ó g e n o
protocarbonado (gas de los pantanos), ozono, substancias orgánicas y
gran n ú m e r o de microorganismos, sin que estas materias, siempre en
cantidades centesimales, determinen la p é r d i d a de las circunstancias
normales del aire, ó sea sus propiedades de respirabilidad
Hasta a q u í los atributos correspondientes al aire puro, el q u e reú n e verdaderas condiciones higiénicas, prescindiendo de ciertas cualidades puramente físicas, como son la temperatura, presión, corrientes,
estado higrométrico ó de h u m e d a d , etc.
Veamos ahora cuáles son las principales causas que i m p u r i f i c a n
el aire atmosférico y la influencia h i g i é n i c a que d e t e r m i n a n en los
seres vivos, especialmente en el h o m b r e .
Varios cuerpos alteran la n o r m a l i d a d del aire, m u c h o s de los que
no tienen n a d a que ver con su composición o r d i n a r i a , y
algunos,
porque debiéndose hallar en proporción centesimal, a u m e n t a d i c h a
proporción, alterando el medio. Nos referimos á los principales.
Ando
carbónico.—Es
u n gas que f o r m a parte del aire puro, en
cantidad centesimal, resultante de las combustiones q u e se realizan
en todas partes y de la respiración de los a n i m a l e s y vegetales. C o m o
cuerpo sobrante respiratorio, es i m p r o p i o p a r a la v i d a y hasta perjudicial c u a n d o su proporción a u m e n t a , tanto m á s , c u a n t o que, a b a n
d a n d o en u n a atmósfera confinada, L convierte en asfixiante. E l ácido
carbónico se a c u m u l a en las regiones bajas de la atmósfera, en razón
á su mayor peso, hecho que explica que el aire, en i g u a l d a d de las
demás circunstancias, es m á s i m p u r o , c u a n t o m á s bajo es el lugar que
— Í>1 —
ocupa. E l aire de las montanas, el aire del c a m p o y el del m a r , son
siempre los recomendados como sanos, precisamente por lo que acabamos de exponer, y porque se h a l l a lejos de los manantiales de acido
carbónico. H a y , pues, necesidad de h u i r de estos lugares, y si la pre.
cisión obliga a v i v i r en ellos, tendremos en cuenta los preceptos
hi-
giénicos que se refieren á u n a buena ventilación
Hidrógeno
sulfurado.—
Se l l a m a también gas sulfhídrico, es
mal
oliente (á huevos podridos), se desprende en varios sitios impurificando la atmósfera y hace el aire antihigiénico
Ozono. — H e m o s d i c h o q u e él aire contiene este gas en
m u y pequeña. Si por cualquiera circunstancia aumenta,
cantidad
a u n q u e sea
en m í n i m a proporción, cosa que se conoce por olor fuerte y desagra•
dable, entonces ejercerá u n a influencia
altamente perniciosa para la
s a l u d , d e t e r m i n a n d o , p r i n c i p a l m e n t e , enfermedades del aparato respiratorio.
Oxido
de carbono — G a s eminentemente deletéreo y asfixiante, del
que basta u n a proporción centesimal en atmósfera confinada, para q u e
el i n d i v i d u o que la respire m u e r a sin remedio Se desprende de combustiones incompletas y á él se atribuye la muerte rapidísima de las
víctimas en los incendios.
Cloro.—Gas
a m a r i l l o verdoso, irrespirable, que impurifica á veces
el aire, h a c i é n d o l o i m p r o p i o para la respiración Tiene u n sabor acre,
es de olor bastante fuerte y penetrante, y produce tos y
sofocación
consiguente si seguimos sometidos á su influencia.
Protóxido
hilarante
de nitrógeno—
Conocido también con el nombre de gas
por la impresión de alegría que produce c u a n d o comienza
á ejercer su acción sobre el organismo. I m p u r i f i c a el aire, comunican- .
dolé m a l a s condiciones higiénicas y resulta u n cuerpo venenoso si se
respira en grandes proporciones.
Bióxido
de nitrógeno,
ácido hiponitricoy
ácido nítrico.—Son
que accidentalmente pueden encontrarse en el aire atmosférico,
gases
ha-
ciéndole altamente nocivo para la salud. A semejanza de lo que decíamos respecto de los anteriores, éstos obran destruyendo las substancias
orgánicas por su acción o x i d a n t e 0 q u e m a n t e , á cuyo mecanismo deben su empleo en calidad de materias desinfectantes.
Carburos
de hidrogeno
- Muchos hidrógenos carbonados registra
la Q u í m i c a m o d e r n a , y a u n q u e t a m b i é n m u c h o s de ellos so h a l l a n en
lu aitnósfora, sólo hablaremos de «los, por ser los m á s importantes. E l
hidrogeno proto-carbonadoign*
de los pantanos),suele encontrarse en el
aire, i m p u r i f i c á n d o l o y haciéndolo nocivo para la s a l u d . Se desprende
de las aguas encharcadas, d o n d e se descomponen substancias orgánicas. y en las m i n a s de h u l l a , en las cuales forma con el aire u n a mezcla detonante l l a m a d a gas grisú,
en las poblaciones mineras
q u e tantas víctimas h a ocasionado
El hidrógeno
bicarbonado
(gas del
alum-
brado), que se produce por la calcinación de ciertas materias o r g á n i cas, principalmente por la hulla ó carbón de piedra, ejerce sobre nuestro organismo una acción eminentemente tóxica ó venenosa.
Polvo atmosférico. — Independientemente de ios cuerpos gaseosos,
que mezclados con el aire le hacen do malas condiciones
higiénicas,
existen, flotando en él, m u c h a s partículas minerales y orgánicas
que
forman esas materias impalpables, pero visibles, l l a m a d a s polvillo atmosférico L a cantidad y naturaleza do las expresadas materias
de-
terminan influencias higiénicas variadas, que vamos á conocer s u m a riamente.
E n primer término, diremos que se d i v i d e n en partículas minerales ó inertes y corpúsculos organizados
(i vivos,
siendo estos
últimos-
los más abundantes y los de m a y o r significación higiénica.
Materias
inertes — P u e d e n ser partículas de arena, de c a r b ó n , de
productos orgánicos m u y divididos, y en general, cualesquiera clase de
substancias minerales capaces de fraccionarse en pequeñas porciones
de menor peso que el aire que las sustenta. E l polvo m i n e r a l
férico ejerce su acción en los organismos
por proceder
mecánico; es u n a verdadera penetración á través de
de nuestro cuerpo, que se verifica de la m i s m a
atmos-
simplemente
las m e m b r a n a s
m a n e r a que
nos clavamos u n a espina Los pulmones de los fogoneros
cuando
viejos
que
h a n pasado gran parte de su v i d a j u n t o á los hornillos de los grandes
trasatlánticos, son buen ejemplo de esto.
Corpúsculos organizados
ó vivos. —Trátase, señores, de las causas
m á s importantes entre todas l a s q u e pueden i m p u r i f i c a r la atmósfera,
porque hasta ahora
nos h a n ocupado las q u e m a t e r i a l m e n t e
alteran
su constitución n o r m a l ; pero las erais is vivas, los microgórmenes que
se registran en el aire, además de hallarse mezclados á
nentes ocupando el lugar de éstos, d e t e r m i n a n
sus compo-
u n envenenamiento,
tanto del aire, como del i n d i v i d u o que le respira.
En
l a atmósfera,
pululan
O.f
-
m u l t i t u d de inicrogérmenes, representantes
de enfermeda-
des s u m a m e n t e graves. É l polvo inerte v á casi siempre
de esporos ó semillas de plantas
microscópicas,
acompañado
causas, m u c h a s
«le
ellas, de lesiones q u e c o m p r o m e t e n , n o sólo la salud, sino la vida mism a . Buen e j e m p l o de lo q u e as d i g o , son los microbios'patógenos e u .
contrados en los a n á l i s i s bacteriológicos del aire, entre los q u e podemos e n u m e r a r los de la escarlatina, coqueluche,
tuberculosis,
fiebre
tifoidea, cólera m o r b o , p u l m o n í a infecciosa, s u p u r a c i ó n , etc., etc.
listos inicrogérmenes, residen en varia proporción, según
los lu-
gares en q u e es recogido el aire que se somete á observación.
N o creáis por c u a n t o acabo de deciros que v i v i m o s de
pues son tantas las causas de e n f e r m e d a d q u e nos acechan.
milagro,
Los
mi-
crobios malos del aire, n o son m u c h o s , y a d e m á s , pocas veces prenden en nuestros organismos. Nosotros tenemos defensas naturales que
oponer á estos pequeños seres y en el m a y o r n ú m e r o de casos los rechazamos. Pero 110 i m p o r t a q u e seamos m á s ó menos i n m u n e s pollas condiciones de robustez; tenemos que fijarnos en las malas condiciones del aire q u e respiramos, para
evitar en lo posible sus malefi-
cios h i g i é n i c o s .
L a l u z , el oxígeno y la desecación, son
los mejores
p o d e m o s p o n e r en j u e g o al objeto de sanear el
medios
aire" viciado,
que
y en el
supuesto de q u e se halle i n d i c a d o c a m b i a r de aires, recordad
siem-
pre q u e el de las m o n t a ñ a s y el de las orillas del m a r es el m á s p u r o ,
bajo todos aspectos
H u i r de las aglomeraciones de población
es y
será recurso h i g i é n i c o recomendables para respirar bien.
Higiene
del aparato
respiratorio.—I/)S
órganos ó piezas o r g á n i c a s
encargados do realizar esos m o v i m i e n t o s , esos actos en que consiste la
función
fisiológica
q u e estudiamos, reclaman ciertos cuida«los higié-
nicos q u e nos v a n á o c u p a r , a u n q u e sea concisamente, j»or la
impor-
tancia q u e en sí encierran. Y a sabemos que
forman
dichos órganos
u n sistema de conductos ramificados, siempre abiertos,
tar el aire hacia dentro y h a c i a fuera en los actos
ción y espiración,
para trasi»or-
llamados
inspira-
respectivamente E l p r i m e r precepto seiá m a n t e n e r
expeditos esos tubos, a l efecto do q u e j a m á s existan obstrucciones mec á n i c a s en las vías respiratorias obstrucciones «jue, de hacerse inveteradas, d e t e r m i n a n consecuencias graves A d e m á s , es de rigor en
las
prácticas h i g i é n i c a s respiratorias, atender á lo «pie se l l a m a gimnasti13
—
! r t
—
ca funcional, «obre todo c u a n d o el h o m b r o se desarrolla. El
moderado, como los paseos campestres, la girfmasia
(pesas, poleas y espirómetros),
bien
ejercicio
entendida
hacen q u e se desenvuelvan
bien
las
piezas respiratorias, dándolas robustez y extensión, q u e significa la
m i s m a cosa.
E n esta g i m n a s i a deberá atenderse á q u e el aire respirado
reúna
las mejores condiciones de n o r m a l i d a d , entendiéndose p o r esto q u e los
componentes constautes y ordiuarios en peso, estén en
la proporción
q u e marea el a d j u n t o cuadro:
Oxígeno
20-9
Nitrógeno
79'1
A c i d o carbónico
.
.
.
.
H u m e d a d ó vapor de agua.
Vestigios
Variable(segúu ciertas circunstancias)
Aparte de estos factores esenciales,puede contener el aire,como hem o s dicho antes de ahora, partículas minerales y microbios q u e , si n ó
sobrepasan ciertos límites, n o por esto deja de ser respirable.
1.a temperatura y presión del airé influyen d e c i d i d a m e n t e en
los
cambios gaseosos respiratorios. D i l a t a d o el aire por el calor, se enrarece, penetrando por esta razón menos cantidad de oxígeno en
inspiración, circunstancia que exige m a y o r n ú m e r o de
cada
movimientos
respiratorios en u n tiempo dado. L a presión, por su parte, obra de modo idéntico haciendo más raro el aire en las alturas q u e en los lugares bajos. Estas condiciones será necesario
temerlas en
cuenta
para
dirigir convenientemente la higiene de la función respiratoria.
Habitaciones
— S o n las habitaciones espacios confinados
hombre y los animales se libran
de las inclemencias
d o n d e el
atmosféricas,
donde se verifican cierta clase de trabajos que «le otra m a n e r a n o podrían hacerse y donde se escuda contra ciertos peligros
ran su vida y su hacienda. Desde remotísima locha ha
que
asegu •
preocupado á
la h u m a n i d a d las condiciones que deben reunir sus albergues y tanto y tanto ha puesto en ellos, q u e bien puede asegurarse q u e el estudio
histórico de las habitaciones del h o m b r e , constituyen
la historia
de
la h u m a n i d a d m i s m a .
Las habitaciones deben ser siempre consideradas por el higienista
como verdaderos climas artificiales que d e t e r m i n a n en los i n d i v i d u o s
que las viven, idénticas iufluencias que los climas naturales. Las poblaciones y las casas d a n siempre idea «leí estado m o r a l
v de cultura
— 4 r, —
d e POS moradores, y a u n q u e el c a m p o proporciona mayores y mejores
c o n d i c i o n e s higiénicas de vida i n d i v i d u a l , no h a y que perder de vista que la v i d a social exige acción c o m ú n , trabajo de conjunto,
q u e la sociedad se eleve en el concepto de civilización ó
para
perfectibili-
d a d E l h o m b r e del c a m p o tiende al retroceso intelectual, al salvajism o ; m i e n t r a s que los de la urbe propenden al progreso. Esto en térm i n o s generales, pues hay excepciones que nos i n d i c a n el c a m i n o m á s
viable p a r a ilustrar la gente del c a m p o v robustecer á los urbanos.
N o podemos desarrollar en toda su importante extensión
este as-
pecto, del q u e a m p l i a r e m o s otro día conferenciando acerca do él; pero
p e r m i t i d m e que anticipe algunas ideas acerca del trazado general de
las poblaciones y de la distribución, emplazamiento,
construcción,
capacidad, ventilación y d e m á s circunstancias principales
do lasca-
ses de obreros y los barrios formados por ellas.
E s creencia m u y generalizada en
A n d a l u c í a , especialmente
en
Córdoba, la de «pie las calles y demás vías sean estrechas y tortuosas,
para de este m o d o , dicen, preservarnos del sol y del calor; creencia,
en p u g n a con la Higiene,
y hasta con el instinto de
conservación,
porque c o m o precepto f u n d a m e n t a l se exige en todas partes la mayor c a n t i d a d posible de aire y de luz. 0.s digo que el instinto de conservación t a m b i é n pide espacio y
luz y no exagero absolutamente
n a d a . Recordad, Sinó, la impresión de consuelo y complacencia
que
produce en nuestro á n i m o , c u a n d o después de a n d a r por una callej a oscura y h ú m e d a , salimos á u n a plaza, ó .mejor todavía al c a m p o
.Son el aire m á s p u r o y la luz m á s viva los que hablan á nuestro instinto diciéndole: nosotros constituimos los elementos primordiales
de
v i d a , porque somos indispensables, y porque además, formamos el recurso i m p o r t a n t í s i m o de la desinfección natural
L u z , m u c h a luz: ai-
re, m u c h o aire, a r m a s poderosas que la Higiene moderna
esgrime
contra las causas de eufermedad y destrucción h u m a n a .
C ó r d o b a , bajo el aspecto que acabamos do expresar,
exige
una
c a m p a ñ a higiénica, cu cuyo p r o g r a m a deben figurar obras de ensanche, sobre todo en los barrios obreros, d o n d e se ven
vías estrechas y
sin servicios higiénicos de n i n g u n a especie. Calles anchas, plazas espaciosas t a m b i é n y con jardines, harían m u c h o en beneficio de la salud p ú b l i c a de nuestra población.
Las casas deben ser m u y distintas a como son en la actualidad en
loque
refiere á distribución ó p l a u o g e n e r a l . E n vez «le edificar so
bre el suelo sin sanear éste, sería mejor hacer u n vaciado del misino,
construir u n sótano <jno, si bien a u m e n t a algo el costo de la casa, po
dría a p r o v e c h a r » para usos relacionados con ciertas condiciones «le
conservación «le alimentos, y además, y esto es lo i m p o r t a n t e , q u i t a r í a
la h u m e d a d tan característica de las casas de Córdoba, h u m e d a d causa
de muchas y graves enfermedades que a q u í tienen su asiento, recreciendo considerablemente el tanto de m o r t a l i d a d . Más e c o n ó m i c o sería el relleno con materias impermeables, pero la diferencia n o es m u
cha y las aplicaciones á que antes me refería hacen preferible el sistema
del vaciado. Después, las casas deberán ser construidas de u n solo piso,
a prudente elevación para evitar las causas de h u m e d a d y refrigera
cióu; porque tened entendido «pie, considerada C ó r d o b a c o m o población calurosa, hace bastante frío en otoño, i n v i e r n o y p r i m a v e r a , para
que dejemos de preocuparnos de este detalle.
Las casas de nueva construcción deberán ser e m p l a z a d a s hacia la
sierra, si es posible al abrigo de los vientos reinantes, en sitios altos y
soleados, porque, como y a hemos dicho, el Soi es ol m e j o r compañero
del pobre y del rico, del hombre, en fin, que siempre le busca como
Causa original de v i d a que es. E n comprobación de cuanto digo, está
que el poco movimiento de ensanche que se nota en C ó r d o b a , es hacia
la sierra, donde además de la arteria de vida, representada por el fe
rrocarril, se encuentra u n a atmósfera m á s p u r a y adecuada á la salud.
Respecto de los materiales, m u c h o tendríamos que decir, porque
deja bastante «pie desear. E n general, se construye de m a l a m a n e r a ,
m u y ligeramente
A p a r t e las condiciones de resistencia y seguridad,
cuyo estudio corresponde á los arquitectos, tienen la m a y o r parte de
las casas de Córdoba defectos esenciales de construcción, q u e la m¿$
rudimentaria higiene rechaza. E l sistema de huecos no puede ser m á s
defectuoso; puertas que casi n u n c a ajustan, vidrieras y tapaluces en
una sola hoja,constituyendo cierres incompletos, exponen á constantes
corrientes á los moradores, que pagan con su salud los desaciertos de
unos y la avaricia de otros. Bien puede asegurarse q u e el arte de
construir viviendas es, en esta población, u n arte abandona«lo á la
rutina, pues se hacen las cosas de igual m o io q u e c u a n d o la Higiene
estaba en mantillas, ó mejor dicho, c u a n d o no existia.
Córdoba por su emplazamiento, por su cielo y por su c l i m a , debie-
—
í)7
—
ra ser u n a de las ciudades m á s sanas d e l , m u n d o , en vez de d a r
un
contingente de m o r t a l i d a d que, c o m o el registrado en las últimas estadísticas, la colocan entre las menos sanas de la Península. Debiendo ser la población m i m a d a por la salud y el bienestar, es la tristemente preferida por las enfermedades contagiosas que siempre reinan
en su seno.
H a b l e m o s ahora u n poco de la capacidad exigible á las habitaciones del h o m b r e . Sabéis que la permanencia prolongada en u n recinto cualquiera, hace que la atmósfera del m i s m o se i m p u r i f i q u e
cargándose de acido carbónico y enrareciéndose de oxígeno.
Tanto
más se viciará el espacio l i m i t a d o , cuanto mayor sea el n ú m e r o de
inspiraciones y espiraciones dadas las mismas circunstancias de capacidad, ventilación, etc. Desde luego el
hombre no está j a m á s
ence-
rrado herméticamente, a u n q u e lo parezca porque nuestras habitaciones tengan cerradas sus puertas y ventanas. A través de los muros,
que son permeables, pasa el aire exterior, verificándose por este medio
u n a renovación incompleta A d e m á s , las puertas y ventanas uo ajustan del todo y por sus rendijas entra y sale el aire con mas ó menos
holgura. Esto significa que, en lo de la capacidad de las habitaciones,
no h a y q u e ser tan exigentes, como parece á primera vista. X o vayais
á creer que a b o m i n e de las casas espaciosas, no; quiero decir que lo
a p u n t a d o se tendrá siempre presente en esta clase de problemas hi giénicos.
Los fisiólogos é higienistas están conformes con que los dormitorios, talleres, escuelas y demás sitios en que el hombre vive por espacio de bastante tiempo,
deben reunir condiciones de capacidad, sin
las cuales se compromete seriamente la salud y hasta la vida de los
que en estas habitaciones inoran. Teniendo en cuenta el oxígeno cons u m i d o d u r a n t e las veinticuatro horas, y calculando de paso el tiempo
que pasan en talleres y escuelas, será preciso que á cada i n d i v i d u o le
correspondan de diez á doce metros cúbicos de capacidad si son niflos,
y de diez y seis á diez y ocho si se trata de hombres. C u a n d o los dormitorios y las habitaciones de trabajo sean individuales, la capacidad
será m a y o r en algunos metros.
Las modernas construcciones, ajustadas A extricta Higiene, ofrecen piezas espaciosas, altas de techos, con huecos rasgados y bastantes detalles que, si 110 representan nada de lujo y de confort, significan
—
1>S
—
seguridades de salud, á las cual«e todos tenemos el m i s m o
derecho.
Las autoridades y cuantos intervienen en la organización de los servicios públicos, tienen el deber de deparar á sus administrados cuantos elementos de vida éstos necesiten
Ilasta «pie todos c o m a n cual es
debido y respiren del m o d o á que tienen derecho, 110 p o d r á decirse
que la h u m a n i d a d progresa y se civiliza.
Vamos á terminar, pues me hago pesado en demasía y no quiero
seguir abusando de vuestra benévola atención.
Las casas y sus dife-
rentes habitaciones deberán sujetarse á u n buen sistema de
ventila-
ción, sin la cual n a d a i m p o r t a r á n las demás circunstancias
apunta-
das. Refiriéndonos á las
habitaciones, diremos
que en ellas debe
practicarse lo q u e se l l a m a ventilación n a t u r a l , ó lo q u e es lo
mismo,
que el aire debe circular en razón á principios científicos.
101 aire enrarecido por el calor, mas las impurezas respiradas, pesa menos y como consecuencia de esto tiende á elevarse,
ocupando
poco á poco las alturas. E l q u e penetra del exterior es frío, pesa m á s ,
por cuya razón tiende á quedarse en las regiones bajas del
espacio
confinado. Sabiendo cuanto hemos dicho, lógico y n a t u r a l será pensar que cualquier sistema de ventilación h a de ser forzosamente de
abajo para arriba, porque así lo d e t e r m i n a n las condiciones
físicas
del aire Huecos á rás del suelo, que p o d r á n ser barbacanas, molinillos, compuertas, válvulas ó lo que sea, y en la parte superior, pequeñas chimeneas de succión, por las que el aire viciado salga al exterior
A esto queda reducida en substancia la ventilación c o n t i n u a
ó
f u n d a m e n t a l de toda habitación destinada á albergue del h o m b r e ,
donde éste ha de v i v i r d u r a n t e varias horas. Los d e m á s sistemas de
ventilación se refieren á renovar
bruscamente el
airo
confinado,
c u a n d o los moradores 110 se hallen en la habitación. Abiertas las ventanas y puertas, se establecen corrientes laterales, q u e en m u y
poco
tiempo renuevan toda la masa aérea contenida en el recinto; pero
este procedimiento es sólo aplicable en las habitaciones desalojadas,
porque es sin d u d a el m á s pernicioso en caso contrario, en razón á
que las corrientes de aire dentro de las viviendas,'acarrean m u c h a s y
graves enfermedades de las vías, respiratorias
N o es esto condenar
las habitaciones á ser cerradas h e r m é t i c a m e n t e , pues lo q u e se l l a m a
hoy atmósfera libre constituye procedimiento curativo p a r a enfermos
del pecho, sino avisar el peligro de las d u c h a s de aire frío, productoras
siempre de alteraciones de la salud.
— Oíí t e n s a d , pues, en lo q u e os decía hace u n
momento: ya que
buenos y abundantos materiales alimenticios, porque el
no
problema es
m á s c o m p l i c a d o de lo que pareced primer vista, mientras se resuelve,
tenemos el derecho de pedir que el aire respirable sea bueno y
abun -
dante, porque este alimento aéreo tan indispensable no cuesta
nada,
lo s u m i n i s t r a p r ó d i g a y fácilmente la atmósfera á todos los que, inspirados en u n a b u e n a Higiene, saben pedírselos.
HIGIENE DE LA PIEL
RESUMEN DE LA CONFERENCIA DADA POR D. CALIXTO TOMÁS
DIRECTOR Y C A T E D R Á T I C O DE LA E S C U E L A DE V E T E R I N A R I A
SEÑORES:
S i g u i e n d o el estudio de Ins cuestiones de Higiene indivi-
d u a l que m á s u t i l i d a d pueden reportaros, vamos á discurrir esta noche acerca de la piel y los cuidados que reclama
Para
comprender
mejor la necesidad de mantener íntegras las condiciones de nuestra
cubierta
externa, permitidme que, á
título de introducción, os dé
unas ligeras consideraciones anatómicas y fisiológicas sobre la misma
Es la piel u n m a n t o elástico y semi transparente, superficie exterior de nuestro cuerpo, que protege las partes que hay debajo y adem á s regula
cual a d u a n a perfectamente organizada y servida,
los
cambios de m a t e i i a l í q u i d a y gaseosa, ta piel, como frontera orgánica que es, recibe las impresiones del medio que nos rodea y las regula
t a m b i é n para que el m e c a n i s m o de la vida no experimente contrariedad a l g u n a .
O c u p é m o n o s de los caracteres físicos, entresacando lo principal.
N o es de igual espesor en todas sus partes; más delgada en la cara. so.
baco, ingles y lado por d o n d e se doblan las coyunturas, resulta m á s
gruesa al nivel de los puntos salientes y sitios en que ha de sufrir
grandes atirantamienlos. Su color es variable, desde el negro hasta el
blanco, con todas las tonalidades intermedias, dependiendo estas diferencias de la cantidad de materia colorante que contenga la piel.
Según diremos después, tiene en su ospcsor unos granulos de stil*
tancia negruzca ( m e l a n i n a ; en mayor ó menor proporción, por c u y o
14
—4
r, —
m o t i v o os explicareis los diversos matices del tegumento q u e
estamos
examinando
E l color de la piel constituye u n dato interesantísimo p a r a la determinación de las razas h u m a n a s , que reciben n o m b r e precisamente
p o r «*>te carácter. Raza blanca, caucásica ó europea, á la cual
necemos nosotros; raza mogólica, a m a r i l l a ó asiática;
perte-
raza cobriza ó
americana; y raza negra, etiópica ó africana.
Otros atributos físicos muestra la piel, c o m o son la
higroscopici-
dad (ávida de la h u m e d a d ) , elasticidad, semitransparencia etc., etc.;
pero apenas si tienen importancia, y por eso no hacemos m á s que e n u .
m e r a ríos
Pasemos á su estudio anatómico, para conocer s u m a r i a m e n t e de
q u é está f o r m a d a y comprender luego de m o d o mejor el
funcional
mecanismo
Observado al microscopio 1111 corte p e r p e n d i c u l a r
de
la
piel, preparado con arreglo á técnica, se vé q u e el espesor de d i c h o
m a n t o cousta de dos zonas distintas, separadas por u n a línea o n d u l a d a ,
que marca m u y bien los límites.
Las dos zonas se l l a m a n :
la exterior ó superficial; dermis la interna ó p r o f u n d a . E l
epidermis
epidermis
suele ser m á s delgado, de menos espesor y además de aspecto claro y
al parecer homogéneo, mientras q u e el dermis se muestra m a s espeso
y obscuro Si
fijamos
un poco la atención y SÍ
amplificante del micros-opio,
a u m e n t a el
poder
notaremos q u e la z o n a e p i d é r m i c a há-
llase constituida de dos capas: u n a p r o f u n d a , p r ó x i m a
al
dermis
con pequeños caer pee i tos orgánicos, llamados por los a n a t ó m i c o s células, dispuestos en varias filas superpuestas y entre las cuales se advierten los granulos negruzcos de que os h a b l a b a antes al tratar del
color; y otra capa superficial f o r m a d a por células
también
notoria
mente aplastadas, hasta el extremo de que las de la superficie son ver
daderas escamas
E l dermis ó zona p r o f u n d a del espesor de la piel, calificado con
sobrada razón por los fisiólogos c o m o la parte v i v a y fuente de toda
actividad, constituyelo
m á s espeso del tegumento
construido de diversos tejidos orgánicos.
y se
U n a trama
encuentra
v i v a , llamada
conjuntiva por los anatómicos, sirve de base de p u n t o de apoyo á los
demás elementos do estructuración ó form ición, entre los q u e
se re
gistran los siguientes: piquerías venas y arterias y otros tubito3, apellidados capilares, q u e recorren en todas direcciones el dermis, llegan-
—4r,—
(lo á ciertas elevaciones del m i s m o para determinar las papilas vasculares;
fibrillas
nerviosas que surcan t a m b i é n la masa dermática
y
vienen á parar á los montículos ó papilas del tacto, donde se registran terminaciones nerviosas m u y importantes v m á s numerosas en
los sitios en que la piel alcanza m u c h a sensibilidad; elementos que,
esparcidos por el dermis, le pueblan
de lo q u e so l l a m a n
glándulas
del sudor y del h u m o r sebáceo, que n o son otra cosa que hoyos do
diversas formas, d o n d e se elaboran los líquidos correspondientes; unas
fibras dichas musculares encargadas de coarrugar la piel, d a n d o lugar
al fenómeno conocido por la frase vulgar «ponerse carne de g a l l i n a » ;
huecos m á s ó menos considerables en g r a n c a n t i d a d , que sirven para
dar alojamiento á la raiz de los pelos; y en fin, entre las anchas mallas del tejido c o n j u n t i v o de las profundidades del dermis, se acumula en los i n d i v i d u o s bien alimentados u n a capa de grasa de variable
espesor, que llena indicaciones mr.v importantes en la calorificación ó
calefacción orgánica
A d e m á s de cuanto llevamos expresado, la piel cuenta con anejos
de naturaleza epidérmica ó córnea, llamados pelos, apéndices filiformes, i m p l a n t a d o s por u n o de sus extremos (raiz) en el tegumento, y
flotantes por el resto de su extensión en la atmósfera. Los pelos que
tanto a b u n d a n en la piel de los animales, son atróficos rudimentarios,
en g r a n parte del tegumento h u m a n o (vello) salvo en la cabeza, cara
y axilas, d o n d e se muestra bien desarrollado
Algunos sitios, como
son los párpados, palmas de las manos y plantas
de los piés, están
desprovistos en absoluto de pelos
La piel constituida según acabamos de expresar, desempeña funciones interesanti.^ímas, de las cuales vamos á conocer lo más fundamental
E n p r i m e r término, como decíamos al principio, es u n a
aduana
encargada de regular cambios de materia establecidos entre
nuestro
sér y el m e d i o en que vivimos; es, bajo este concepto, u n órgano de
nutrición
A través de su substancia pasa de fuera adentro oxígeno,
que se incorpora á la sangre contenida en los vasos, donde reemplaza
al ácido carbónico, al cual desaloja y e m p u j a hacia el exterior,
tam-
bién á través de la piel Tal fenómeno es la l l a m a d a respiración cutánea, completamente igual á la p u l m o n a r , porque el fenómeno íntim o consiste en
guíuea.
l a m i s m a cosa: c a m b i o de gases ó ventilacióu san-
—4r,—
E n el tegumento externo tienen-lugar c a m b i o s d o m a t e r i a s l í q u i das con el m e d i o , puesto q u e se absorve a g u a y se e l i m i n a sudor y
h u m o r sebáceo, estós dos ú l t i m o s l í q u i d o s destinadas á Henar diferentes indicaciones.
E l sudor, p r i n c i p a l m e n t e ,
contiene materiales
de
desecho que yo h a n servido en la a l i m e n t a c i ó n de nuestro c u e r p o , y
en tal sentido os podéis figurar lo importante, q u e será p a r a la
vida
este papel. La evaporación del sudor en la superficie de la piel constituye u n f e n ó m e n o n o m e n o s interesante, pues q u e d e él d e p e n d e la
refrigeración de nuestro cuerpo, c o n t a n d o con este m e d i o d e defensa
natural contra las altas temperaturas.
L a piel ofrece á la consideración del fisiólogo otro título
de
gerarquia funcios a l . E n ella tiene asiento la tactación ó acción
alta
del
tacto, merced á la cual nos d a m o s cuenta de propiedades de los cuerpos, c o m o son la f o r m a y sus detalles, temperatura, estado de
reposo
ó m o v i m i e n t o , t a m a f i o y d e m á s atributos q u e pertenecen al o r d e n de
los táctiles. Se trata del s e n t i d o . m á s g e n e r a l i z a d o de todos, c a p a z de
Sustituir á los d e m á s , c u a n d o f a l t a n , demostrándose así q u e la vista,
o i d o , gusto y olfato, no son m á s q u e localizaciones especializadas del
tacto.
Varias otras acciones
fisiológicas
ejecuta la piel aparte de las q u e
h e m o s a p u n t a d o ; pero c o m o n o son de m u c h a i m p o r t a n c i a y h a r í a n
pesados estos p r e l i m i n a r e s , pasaremos desde luego a l t e m a de la conferencia, q u e , c u a l sabéis, es Higiene
de la piel.
E l ó r g a n o t e g u m e n t a r i o externo r e c l a m a toda suerte de c u i d a d o s
higiénicos si no q u e r e m o s q u e sos funciones sufran entorpecimientos,
hechos que d e t e r m i n a n trastornos de consideración y a d e m á s enfor
medades, m u c h a s d e ellas graves y repugnantes. P a r a m a n t e n e r íntegras estas preciosas facultades de nuestro m a n t o cutáneo, se precisa
ante todo la m á s absoluta l i m p i e z a por cuantos medios se p u e d a alcanzar ésta.
L a piel lia de ser l a v a d a con frecuencia y por entero,
haciendo
uso de lo que se l l a m a n hafios generales, h i g i é n i c o s ó de l i m p i e z a ; y
c u a n d o esto n o sea posible, por verdaderas dificultades materiales,
apelaremos á las abluciones ó baños parciales, q u e t a m b i é n represen tan en la higiene de la piel factor de m u c h í s i m a i m p o r t a n c i a . Así se
explica la aceptación de estas costumbres por los h o m b r e s d e todas
las épocas y de todas las clases, razas y religiones.
-
105 —
E l a g u a , q u e representa el cuerpo <le la .Naturaleza esencial p a r a
la v i d a , es t a m b i é n indispensable para conservarla en buenas c o n d i ciones. L a piel, según d i j i m o s antea regula la cantidad de calor de
nuestro cuerpo por la transpiración, que se verifica mediante entrada
y salida de agCm en nuestro o r g a n i s m o . Bajo este concepto, y todos
los d e m á s higiénicos,
ha de estar perfectamente l i m p i a si queremos
que sus poros f u n c i o n e n . El desaseo, tan frecuente entre nosotros, sostiene esa i n f i n i d a d de enfermedades l l a m a d a s dermatosis por los técnicos, la m a y o r parte de ellas parasitarias, fáciles de evitar si fuésemos m á s l i m p i o s de lo que somos. Dispensad que os hable con esta
franqueza, (jue parece grosería ó insulto, y q u e no es n a d a m á s que
siuceridad por m i parte y afirmación de lo que pasa en la realidad
de estas cosas. Pensad al m i s m o tiempo que no soy yo quien os habla
con esta franqueza, es la Higiene, que en materia de costumbres con
trarias á la b u e n a conservación de la salud, j a m á s transige.
Bien se m e ocurro lo q u e pensareis al recomendaros la práctica
del b a ñ o . Diréis seguramente: t Nosotros, á quienes nos faltan m u c h a s
veces alimentos que llevarnos á la boca, ¿vamos á pensar en baños
higiénicos, n i a ú n en lavarnos?» A
primera vista p m e e que teueis
motivo p a r a ese razonamiento; pero pensando desapasionadamente,
hay que considerar lo contrario. U n a a l i m e n t a c i ó n a b u n d a n t e y buen a , es siempre difícil: precisamente e! problema social moderno presenta c o m o p r i m e r postulado á resolver el de la alimentación, base y
p u n t o de p a r t i d a de los demás asuntos de sociología. Mas el problem a de la higiene de la piel 110 e s t á n difícil ni m u c h o menos Con algo de b u e n a voluntad y hacer nuevas costumbres, está resuelto. Aunque el agua escasee, como sucede en Córdoba, no hay razón
alguna
para que h a y a n eaido casi en desuso las prácticas hidroterápicas, tan
en boga d u r a n t e la d o m i n a c i ó n r o m a n a y m u c h o m á s c u a n d o nuestra
capital era u n a de las primeras, sino la primera
del
m u n d o civili-
zado de aquella época. Y a comprendereis que me refiero a la floreciente v i d a cordobesa durante la d o m i n a c i ó n m u s u l m a n a , con particularidad en aquel Califato que convirtió nuestra querida ciudad en
e m p o r i o de riquezas, de progreso y de buenas costumbres. A u g u r a n
los historiadores, que en Córdoba existían mas de quinientas casas do
baños públicos, donde a c u d í a n , ávidos de limpieza de su piel, loe
moros q u e n o poseían la c o m o d i d a d de poder*» bañar en su casa. Las
-
106 —
abluciones que el Corán (libro s a g r a d o de los m u s u l m a n e s ) preceptúa. son fiel reliejo «le la verdadera necesidad de c u i d a r la persona
e n el sentido de la limpieza. ;A q u é tristes reflexiones se presta consi
derar lo que sucedía entonces en Córdoba y lo q u e hoy pasa! Entonces. riquezas, progreso, prácticas higiénicas, v i d a rozagaute y lozana,
admiración del resto del m u n d o , que nos i m i t a b a ; en la a c t u a l i d a d ,
u n a degeneración m a r c a d í s i m a «pie nos enerva y (pie á
lo s u m o nos
permite ir á remolque tras de la civilización.
Es, pues, de todo p u n t o necesario, volver á aquellas costumbres
higiénicas del b a ñ o y la ablución frecuentes. E n estos climas, d o n d e
la sudoración es a b u n d a n t e por el excesivo calor, la piel se ensucia de
m o d o considerable, se obstruyen sus poros, se a c u m u l a n
sobre ella, y descomponiéndose éstos, f o r m a n u n
medio
detritus
adecuado
para que prosperen ciertos parásitos, cuyos gérmenes viven precisamente m u y cerca de nuestra superficie orgánica. I/)s piés. las manos
y otros sitios m á s escondidos de la piel
h a n de ser esmeradamente
lavados, si 110 queremos exponernos á enfermedades graves
algunas
de ellas.
Oigo rumores como de extrañeza y de protesta respecto á lo que
os estoy diciendo, y tened entendido que m e refiero á t o d o el que incurra en estos pecados higiénicos, sea cualquiera la clase á que pertenezca, insistiendo en la necesidad de ser limpios, a u n q u e n o sea n a d a
m á s que por egoísmo. ¿ Q u é concepto puede merecer el h o m b r e que
no se cuida á sí propioV ¿De q u é m a n e r a c u i d a r á de los demásV Hasta
los sores distantes de nosotros por su g r a d a c i ó n intelectual, buscan
instintivamente el agua donde bañarse y lavar su piel, v si algunos de
ellos, como sucede al cerdo, se revuelcan en el lodo infecto y hediondo, es porque el h o m b r e no le depara agua m á s l i m p i a .
La práctica de los baños es boneficio.3a, no solamente
porque
mantiene íntegra la piel en sus importantes funciones, sino porque
tonifica y entena nuestro organismo, dotándole de mayores resistencias. Nadie ignora que el i n d i v i d u o acostumbrado á la hidroterapia
afronta con m á s facilidad los cambio? atmosféricos, sobre todo los que
se refieren á la
temperatura.
Los ingleses, ricos y pobres, q u e desdo
m u y pequeños se b a ñ a n con la m a y o r frecuencia posible, son hombres robustos, de grandes energías, tanto físicas c o m o intelectuales,
como lo prueba el hecho evidente de ser los dueños del m u n d o .
La
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historia repite á cada instante que los pueblos m á s limpios ó m á s higienizados, son los que m á s prosperan. Recordad, sinó, el refrán cas
tellano que dice: *la limpieza
engorda»,
entendiéndose por esto que la
alimentación se c u m p l e en mejores circunstancias. Los pueblos limpios físicamente t a m b i é n lo son desde el aspecto m o r a l , como lo expresa perfectamente otro adagio repetido en las páginas de todos los
libros de higiene: «Mente sana en cuerpo sano».
U n organismo raquí-
tico. enfermizo V desequilibrado corporalmente, n o puede dar ideas
grandes, nobles y levautadas; las dará deficientes, raquíticas y meng u a d a s c o m o él.
O c u p é m o n o s d é l o s baños en la verdadera acepción de esta p a l a ,
bra, conociendo las diversas clases que de ellos h a y y sus principales
aplicaciones higiénicas, Por baño se entiende la inmersión total ó parcial de nuestro cuerpo en u n medio distinto al en que ordinariamente
vivimos. D e m o d o que lo que no sea aire en condiciones normales será siempre materia susceptible de darnos un
medio.
Prescindamos
a q u í de las numerosas divisiones, mejor dicho, clasificaciones
baños, para conocer lo m á s aplicable á los preceptos de la
Por su temperatura se conocen los llamados /ríos,
délos
Higiene.
que son aquellos en
que el agua está á menos de veinte grados; frescos. de veinte á veinticinco, de los que constituyen ejemplo los de m a r ó de
río; templa-
dos, ó cuya cifra de calor oscila entre veinticinco y treinta; calientes,
de temperatura p r ó x i m a m e n t e igual á la de nuestra sangre (treinta y
siete grados); V muy calientes, los en que sobrepasa á los treinta y siete.
B a ñ o s fríos y frescos.-La
inmersión del cuerpo en agua
fría ó fresca determina efectos q u e conviene conocer, porque no siempre se ajustan á buenas prácticas higiénicas. E n muchas ocasiones están contraindicados, por cuanto los enfriamientos bruscos que producen comprometen sérianiente la salud según u n mecanismo m u y sen
cilio de explicar y m á s a ú n de comprender. Si el q u e se baña está algo acalorado y sudoso, su piel se halla congestionada fisiológicamente,
c o m o se dice en términos técnicos. E l c a m b i o violento de temperatura
hace que la sangre a c u m u l a d a en la periferia del cuerpo, refluya tu
m u í tilosamente hacia los órganos internos, que por necesidad h a n de
congestionarse, p u d i e n d o esto ser eausa de enfermedades de es.# órga
nos, m u c h o s de los cuales son de primera importancia en el orden vital. A d e m á s , los baños fríos y frescos no llenan bien su principal m i sión higiénica, efecto do q u e no disuelven con facilidad las materias
— joé
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<¡>10 ensucian I " piel. P U M que esta i n d i c a c i ó n «e ven c n m p l i d a , hace
falta acompaflar el baflo do fricciones simples ó jabonosas, permaneciendo más t i e m p o do lo p r u d e n c i a l en el a g u a , para q u e nos podamos
desembarazar de parte de los detritus que exige nuestro aseo corporal.
N o queremos significar con esto que deban ser proscriptos los baños
trios y frescos: lo que pretendemos es q u e se usen con m o d e r a c i ó n ,
m u c h o más por aquel los sospechosos de afecciones respiratorias ínter
tías, por los quo 110 tengan completamente bueno el corazón, porque
entonces será u n a verdadera i m p r u d e n c i a .
E n esto de los baños fríos h a y que distinguir bien la t e m p e r a t u r a ,
que puede ser m á s ó menos b a j a , y si los que se b a ñ a n lo hacen 11ad a n d o ó sin
movimiento
Circunstancias son que modifican la pres-
cripción higiénica. T a m b i é n la modifican otros hechos, c o m o son las
costumbres adquiridas, temperatura ambiente, el q u e las aguas sean
marinas y otra m u l t i t u d de condiciones q u e n o podemos ni e n u m e r a r
siquiera
E n resumen; los baños fríos, y mejor los frescos, conven-
d r á n , c u a n d o sean de m a r , á las constituciones vigorosas, con ejer
cicio de natación y siempre que duren poco tiempo. D e esta
manera
su acción resultará eminentemente tónica, sirviendo de m e d i o refrigerador físico en las estaciones m u y calurosas
I^as personas débiles,
de antecedentes reumáticos, tuberculosos, escrofulosos y en general
todos les que h a y a n padecido afecciones catarrales de los órganos respiratorios, evitarán á todo trance los baños fríos y frescos
porque
según decíamos antes, i n c u r r i r á n en u n a verdadera i m p r u d e n c i a temeraria.
B a ñ o s t e m p l a d o s . — E s t o s baños, por su temperatura, producen también la sensación de frío, a u n q u e n o en tan alto g r a d o , sin
que tengan como aquél la ventaja del estímulo. F o r esta razón se emplean m u y poco y solamente á titulo de lavado de l a piel, l a v a d o q u e
110 la libran con facilidad de las materias que la ensucian
H a n caido
en desuso con justicia.
B a ñ o s c a l i e n t e s . — A i jarte do las indicaciones terapéuticas ó
curativas que desde luego tienen las aguas termales, h i g i é n i c a m e n t e
consideradas son las que m á s se utilizan, pues reúnen condiciones ade( u i d a s para todo cuanto se refiere a la limpieza de nuestro cuerpo S i n
t e m e r á d s cambios m á s ó menos bruscos, porque lit temperatura es
poco menor que la de la sangre y la piel (por esto se l l a m a n baños de
placer), nos permite estar sumergidos bastante tiempo, p a r a de este 1110-
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do proceder á la operación do l i m p i e z a con todo sosiego y t r a n q u i l i d a d . Claro, señores, que los baños calientes presuponen un gasto do
combustible p a r a calentar el agua, no siempre al alcance de tedas las
fortunas; pero a q u í debe entrar la acción higienizado™ del poder Estado, h a c i e n d o que por los M u n i c i p i o s se monten baños públicos y se
subvencione su entretenimiento, para que los desheredados del capital
puedan usar de estos elementos higiénicos tan necesarios a la v i d a .
Nuestros semejantes afortunados que saben vivir con arreglo á la Higiene, tienen buen c u i d a d o de m a n d a r construir lujosas viviendas en
que j a m á s falta u n buen cuarto de baño, lo m á s confortable posible. Y
como lejos de ser materia de lujo es práctica de vivir m u y necesaria,
los gobiernos deben preocuparse de estas cuestiones antes que de otras
no tan indispensables y m u c h o menos oportunas.
T e r m i n a r é , porque el tiempo corre y me voy haciendo pesado á
vuestra atención, diciéndoos unas cuantas palabras sobre las relaciones í u t i m a s q u e existen entre las ropas ó vestidos que usamos y varias
enfermedades de que es asiento nuestra piel C u a n d o las prendas de
vestir son nuevas ó bien limpias, n a d a h a y que temer, por cumplirse de
esta m a n e r a las prescripciones higiénicas.
Pero si esas prendas han
sido usadas por otros y además su limpieza es incompleta ó n u l a , entonces la cuestión varía, porque bastantes veces algunas enfermedades
eruptivas y contagiosas de nuestro tegumento, se extienden, haciendo
que se d i f u n d a el foco opidémico. L a viruela, la tifia y otras varias
h a l l a n eu este caso. R o p a s procedentes de enfermos y hasta de fallecidos, son objeto de comercio, á ciencia y paciencia de quienes tienen el
deber de evitarlo. Hartos estareis de ver los llamados baratillos de
C ó r d o b a , d o n d e sin desinfecciones prévias, son objeto de compras y
ventas, vestidos usados cuyo origen se desconoce, es decir, preferible
sería desconocerlo; y por si esto no fuera bastante, para escarnio de la
H i g i e n e , esos establecimientos radican en la plaza de la Corredera,
j u n t o á otros d o n d e se expenden artículos de comer.
P e n s a d en c u a n t o acabo de aconsejaros haciéndome intérprete de
la ciencia: el aseo do la piel y su buen funcionamiento como consecuencia, n o exige prácticas higiénicas costosas ni difíciles, sino u n a
b u e n a voluntad por parte de todos, a u n q u e no sea n a d a inris que por
hacernos dignos de nuestros antepasados, quienes entendían m u c h o
mejor q u e nosotros los sabios preceptos de la Higiene.
He
terminado.
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