EXTENSIÓN DE ENSEÑANZA DEL INSTITUTO DE CÓRDOBA R E S U M E N E S DE LAS LECCIONES Y CONFERENCIAS CURSO 1905 Y 1906 C O R D O B A .-ÍOOG INP. LA VERDAD. GONDOHAR, 7 fc-lM LA E X T E N S I Ó N DE ENSEÑANZA D E L INSTITUTO DE CÓR- D0BA se honra en expresar su profunda gratitud al EXCELEN- TÍSIMO A Y U N T A M I E N T O DE C Ó R D O B A por el acto de realizado, concediendo patriotismo la subvención que permite publicar R E S Ú M E N E S DE LAS LECCIONES Y CONFERENCIAS, destinados difundir la cultura Complácese constituyen entre las clases populares en mostrar la Excma. su reconocimiento Corporación A L C A L D E municipal á todos los que Sres: PRESIDENTE DE ALCA LDE D . Rafael Giménez A m i g o . > Joaquín Blanco López. » Francisco Martínez Beltrán. > Salvador Muñoz Pérez. » Manuel Iinríquez Barrios. » A n g e l Toledano Rodríguez. > Manuel L a m a Pérez. » E d u a r d o I lernández-Pacheco y Esteban. SÍNDICOS O . Rafael Chaparro Cabanís. » José Carretero Serrano. CONCEJALES I). A n t o n i o Pineda de las Infantas. > A n t o n i o Osuna Carrión. > A n t o n i o de Ariza Víctor. lixemo. Sr. I). Rafael Conde Giménez. á cordobesas. D . José García Martínez. TENIENTE8 los I). Francisco Salinas Dieguez. » Francisco A m i á n G ó m e z . » José Miranda R e y . » José M.* Molina Fernández. » Manuel Castroverde García » E d u a r d o Barranco L u n a » C á n d i d o X a m o r a n o Cantón » Luis J u n g u i t o Carrión. » Francisco F a b r o Toledano. > Rafael Barrionuevo Fernández > E n r i q u e Molina Borrego » Rafael G i m é n e z Fernández. > José Sánchez M u ñ o z . » Francisco Pino Lozano. > Ignacio Baena Burgos. > Manuel A p a r i c i o y A p a r i c i o » Manuel Marín Fernández » Manuel Tienda A r g o t c . > Francisco Cuesta Martínez. SECRETARIO D . Manuel V a r o Repiso. / M E M O R I A D E L O S C U R S O S 1 9 0 5 Y 1 9 0 6 A l tratar de establecer en Córdoba !a obra de cultura popular que con el n o m b r e de Extensión Universitaria introdujo en España la Universidad de Oviedo, d i r i j i m o s principalmente nuestra actividad á promover la ilustración en la clase obrera y en general en aquellos que no poseen otra instrucción que la suministrada por la escuela p r i m a r i a , cultura deficientísima, á causa de nuestro desdichado régimen docente, y tan sólo c o n t i n u a d a en las clases populares de nuestras capitales por la lectura de la prensa periódica, instrucción esta ú l t i m a caótica y de a l u v i ó n , pero con todo importante y en alto grado beneficiosa y á la cual debe atribuirse el mayor grado instructivo que poseen las clases populares de las poblaciones sobre la gente de campo, pues aunq u e el artesano ó el obrero de fábrica se encuentran al salir de la escuela cou los mismos rudimentarios é inestables conocimientos que el c a m p e s i n o , los primeros los afianzan y aumentan mediante la lectura del periódico, que casi no utiliza el hombre de campo, el cual, falto a ú n de este r u d i m e n t a r i o ejercicio intelectual, acaba en la mayor parte de los casos por olvidar lo poco que en la escuela aprendió. Q u i z á s para elevar el nivel m e d i o de la cultura del país, fuera m á s i m p o r t a n t e d i r i j i r la obra de la extensión de enseñanza á las clases rurales, p u d i e n d o las personas de m a y o r ilustración y de buena voluntad de los pueblos pequeños hacer m u c h o en la obra de solidaridad h u m a n a de enseñar al que 110 sabe. Nosotros, reducidos forzosamente á operar en u n a capital, d i r i j i m o s nuestra actividad hacia la clase obrera de C ó r d o b a , pero n o se nos ocultan los excelentes frutos que obtendría el país si en m u c h o s pueblos se implantase la modesta pero i m p o r U n t e labor á que nos referimos, c o m e n z a d a con buen éxito en a l g u n a s pequeñas localidades del Norte de la p r o v i n c i a de Cáceres. D e c i d i d a por nuestra parte la i m p l a n t a c i ó n de esta enseñanza, nos pusimos al h a b l a con los elementos obreros q u e h a b í a n de ser nuestros discípulos. Las asociaciones de obreros de C ó r d o b a estaban en la époc a que comenzamos nuestros trabajos d o m i c i l i a d a s en u n edificio com ú n , el Centro de Sociedades obreras, local espacioso y con a m p l i o s salones para las reuniones que con frecuencia se celebran en semejantes edificios. Entre las diversas agrupaciones q u e allí c o n v i v í a n , existía el Centro instructivo del obrero, el c u a l , entre otros medios de c u l t u r a , sostenía una escuela con clases m u y concurridas por n i ñ o s y adultos. A las personas m á s caracterizadas de Ja a g r u p a c i ó n se d i r i j i ó e) que esto escribe, a c o m p a ñ a d o del Catedrático del Instituto D . J u a n Moran, teniendo la satisfacción de que nuestras pretensiones de establecer en el domicilio social obrero la l l a m a d a extensión universitaria, fuesen acogidas con g r a n agrado por la J u n t a , q u e puso á nuestra disposición los salones del edificio. Las razones que nos movieron á establecer nuestras enseñanzas en el Centro obrero y no en las aulas del Instituto, en d o n d e p o d r í a disponerse con m á s facilidad del material científico de experimentación que pensábamos utilizar, son f á c i l m e n t e comprensibles p a r a q u i e n h a y a intervenido en trabajos análogos á los q u e proyectábamos. Acostumbrados los obreros a reunirse por las noches en su d o m i c i l i o social, se les causaba menos molestias, el n ú m e r o de oyentes sería m a y o r y , por otra parte, para los espíritus suspicaces, q u e en la clase obrera como en todas la de la sociedad n o faltan, sería m e n o r el recelo de que fuésemos á atacar sus creencias y opiniones b a j o pretexto de instruirlos. A p a r t e de estas razones, teníamos la experiencia del fracaso que habían sufrido las enseñanzas nocturnas para obreros, m a n d a d a s establecer no hace m u c h o s años por la S u p e r i o r i d a d , las cuales, al igual q u e en otros, comenzaron en el I n s t i t u t o de C ó r d o b a , para term i n a r á los pocos meses por falta de a l u m n o s ; fracaso casi general en todas partes y cuyas diversas causas dependieron en g r a n parte de que, al establecer estas enseñanzas, n o se tuvieron en cuenta las variadas condiciones en q u e p u e d e n desarrollarse en c a d a l o c a l i d a d , sino que se u n i f o r m ó en u n m i s m o plan y r é g i m e n , lo q u e requiere u n a gran a c o m o d a c i ó n á las circunstancias, costumbres y necesidades de las distintas poblaciones y dejar en libertad á los centros y personas que las organicen é i m p l a n t e n , con arreglo á las diversas condiciones en que h a y a n de v i v i r tan útiles instituciones, sin que esto quiera decir que sean a b a n d o n a d a s por completo á la iniciativa particular, sino protegidas y auxiliadas por la acción tutelar del Estado. C o m o las enseñanzas q u e proyectábamos i m p l a n t a r queríamos tuvieran carácter esencialmente experimental y práctico, en c o m p a ñ í a de u n a comisión de obreros designada al efecto, pasamos al Instituto de segunda enseñanza para solicitar personalmente del señor Director I). R a m ó n Cobo S a m p e d r o , autorización para utilizar el material científico q u e necesitásemos en nuestras tareas, permiso que no tan sólo nos fué concedido en el acto, sino que, haciendo votos por el buen éxito de nuestro proyecto, se nos ofreció incondicionalmente para todo lo que redundase en bien de la meritoria obra de cultura que emprendíamos. S o l u c i o n a d a la cuestión p r i n c i p a l , expusimos nuestro plan á los compañeros del Instituto y á algunas personas agenas al profesorado oficial, pero entusiastas de todo lo que signifique adelanto é instrucción, reuniendo así valiosos elementos que trabajasen con nosotros en nuestra obra de cultura, encargándose de desarrollar los ternas que se juzgasen m á s convenientes y m á s en relación con las aficiones y especiales aptitudes de cada c u a l . C u a n d o comenzamos las conferencias, iba ya m u y avanzado el curso, pues era á fines de Febrero, y como quiera que las condiciones de c l i m a y costumbres locales no permitían que continuasen con éxito tan pronto c o m o empezasen los calores, fué m u y reducido el plan de enseñanza q u e á título de ensayo establecimos, pues consistió tan sólo en un par de cursos abreviados de u n a lección semanal y en algunas conferencias aisladas sobre asuntos distintos de los desarrollados en los cursos. T e n i e n d o esto en cuenta, el cuadro de temas y profesores de este p r i m e r curso de 11)05 fué el siguiente: Estudio elemental del organismo humano.-Curso abreviado, á cargo de D . E d u a r d o H.-Paclieco, Catedrático de Historia N a t u r a l de Fisiología é H i g i e n e del Instituto. Nociones de Química popular.-Curso abreviado, por D . J u a n M o r a n , Catedrático de A g r i c u l t u r a y Técnica industrial del Instituto. Historia a - del movimiento obrero.—Conferencia á cargo He I ) J u a n Día/, del Moral, ex Profesor de la F a c u l t a d de Filosofía y J o t r a s de la Universidad do Sevilla, A b o g a d o y N o t a r i o en B u j a l a n c e (Córdoba). El Quijote y el Centenario. — Conferencia por D M a n u e l de S a n d o v a l , Catedrático de Literatura del Instituto. Concepto del Derecho.—Conferencia por D . Benito R u b i o La n a g ü e t a , Profesor de R u d i m e n t o s de Derecho del Instituto. N o dejamos de tropezar con a l g u n a s dificultades p a r a llevar á cabo la misión que nos h a b í a m o s propuesto realizar. Es cierto q u e la mayoría de los i n d i v i d u o s de las diversas asociaciones domiciliadas en el edificio d o n d e d i m o s las enseñanzas y especialmente los inteligentes y honrados obreros del Centro I n s t r u c t i v o , nos prestaron todo su apoyo y calor, pero u n a pequeña m i n o r í a n o d e j ó de hacer obstrucción. Desconfiaba esta m i n o r í a de la lealtad de nuestras intenciones, suponiendo unos que tratábamos arteramente de llevar a i seno de sus sociedades la desunión y la discordia. A u n concediendo que procedíamos de buena fé, consideraban otros c o m p l e t a m e n t e inútil para ellos toda enseñanza que n o tendiese directamente á derrocar el actual régimen capitalista. Motivó esta m a n e r a de ver las cosas del p e q u e ñ o g r u p o , violentos altercados y disputas con los partidarios de las conferencias, d u r a n t e los primeros días y mientras éstas se verificaban, a u n q u e fuera del salón donde se d a b a n ; discusiones q u e poco á poco se fueron apaci- g u a n d o ante las razones de la m a y o r í a y los consejos de los m á s caracterizados obreros del Centro. Esto n o fué obstáculo para que desde el p r i m e r d í a la concurrencia llenase por completo los locales d o n d e se dieron los cursos y conferencias, p u d i e n d o calcularse en cerca de u n centenar los a l u m n o s que siguieron asiduamente los primeros y en m á s de doscientos los que escuchaban las conferencias q u e se desarrollaron en el salón g r a n d e del Centro, destinándose el local de la escuela p a r a los cursos abreviados. La atención con que los a l u m n o s asistieron á las lecciones fué grande, como lo hacían patente con las aclaraciones q u e d e m a n d a b a n y preguntas que h a c í a n al final de c a d a lección, sobre t o d o de las de í n d o l e experimental y práctica; asi en el curso de A n a t o m í a y Fisiolo- —4r,— gía h u m a n a , se interesaban por conocer los detalles del esqueleto, h o m b r e elástico y otros modelos de cartón piedra que se utilizaron en la e n s e ñ a n z a ; en las lecciones de Q u í m i c a popular mostraban su interés, p i d i e n d o explicaciones respecto á las reacciones, experimentos y m a n i p u l a c i o n e s que se ejecutaban. Con el mes de A b r i l t e r m i n ó el primer curso. E n vista del buen resultado de este p r i m e r ensayo, juzgamos sería ú t i l para el desarrollo futuro de la empresa d a r l a cierto carácter oficial,que se consiguió acord a n d o el Instituto de 2." enseñanza, en sesión de claustro, patrocinar y hacer suya la obra de cultura e m p r e n d i d a , considerando á las nuevas enseñanzas como la sustitución de las clases nocturnas para obreras m a n d a d a s establecer por la superioridad en los Institutos generales y técnicos y de cuyo fracaso nos hemos ocupado brevemente. Designóse por el Claustro a los catedráticos Sres. Hernández-Pacheco, Alorán y Vázquez Aroca para que constituyesen la Comisión zadora que entendiese en todo lo pertinente á la Extensión organi- de enseñan- za, Comisión en la cual el Sr. Vázquez asumió el cargo de Tesorero, el Sr. ftlorán el de Secretario y el Sr. I I -Pacheco el de Presidente, corriendo la alta Inspección á cargo del Claustro del Instituto y de su Director Sr. Cobo S a m p e d r o ; dándose ya cuenta en la Memoria Instituto, del leída en la solemne apertura del curso de 1905 á 19<M>, de la obra realizada por la Extensión, considerándola como una de tantas enseñanzas dependientes del Instituto. A l r e a n u d a r los trabajóse! año siguiente de líXXi, habíamos acord a d o para la buena m a r c h a de la Extensión de enseñanza, entre otros extremos, los siguientes: 1.° I n v i t a r al profesorado de los centros docentes de Córdoba á q u e se nos unieran y juntos, trabajásemos en la n u e v a labor instructiva del Instituto 2.° Solicitar y a d m i t i r el concurso de las personas de la localidad que por sus especíale? conocimientos, en cualquiera de ios ramos del saber, estuviesen en condi ciones de prestarnos su valiosa cooperación. 3.° Dejar en la más completa y absoluta libertad á los conferenciantes para que desarrollasen sus teínas y lecciones en la forma que juzgasen oportuna, no haciéndose solidaria la Corporación de las opiniones é ideas expuestas, que serían, en todo caso, de la exclusiva responsabilidad de sus autores. 4.° Q u e los cursos comenzasen en Enero y terminasen antes de Mayo, designándose los martes y viernes como días de conferencias durante el de 1906. 2 —4r,— Accediendo á nuestra i n v i t a c i ó n , Ins Escuelas de Veterinaria, Art H Industriales y Normales de Maestros y Maestras, nos ofrecieron su eficaz cooperación, y por otra parte g r a n n u m e r o de intelectuales cordobeses, nos prestaron su concurso, con lo cual reunióse u n c u a d r o de profesores superior á las necesidades que la Extensión de enseñanza exigía en el curso entrante. C o m p r e n d i m o s q u e u n aparato de proyecciones l u m i n o s a s sería c o n v e n e n t í s i m o como m e d i o de demostración, y c o m o por otra parte para la enseñanza de varias asignaturas del I n s t i t u t o hacía g r a n falta, el Claustro de Profesores de este Centro acordó su a d q u i s i c i ó n , encargándose á la casa R a d i g u e t & Massiot C.*, de París, especialista en estos aparatos, u n o de los m á s perfeccionados, j u n t a m e n t e con g r a n n ú m e r o de diapositivas, aparato q u e prestó sus excelentes servicios en las conferencias que requirieron su empleo. U n a dificultad tuvimos que vencer c u a n d o llegó el m o m e n t o de comenzar las clases: consistió en que h a b i e n d o desaparecido el Centro de Sociedades obreras, disgregándose éstas y repartídose en diversos locales q u e no r e u n í a n condiciones favorables p a r a establecer en ellos las enseñanzas, nos encontrábanlos sin el espacioso local d o n d e el curso anterior d i m o s las clases. C o m o las desconfianzas q u e algunos obreros h a b í a n mostrado en los comienzos del curso anterior, respecto á la lealtad de nuestras intenciones, h a b í a n por f o r t u n a desaparecido, nos decidimos á abrir las enseñanzas en el local del I n s t i t u t o . Sólo tíos conferencias p u d i m o s d a r en el Instituto, pues a u n q u e el aula que utilizábamos es la m á s espaciosa, n o tan sólo se o c u p a b a n todos los asientos numerados, sino q u e , n o bastando los bancos supletorios que se colocaron, el p ú b l i c o llenaba la escalerilla y, agolpándose á la puerta, hacía patente la i m p o s i b i l i d a d de c o n t i n u a r las lecciones en local tan deficiente y en tan m a l a s condiciones h i g i é n i c a s . N o disp o n i e n d o de otro m á s a p r o p i a d o en el establecimiento, resolvimos el conflicto trasladando las conferencias á la Escuela de V e t e r i n a r i a , que cuenta con u n espacioso anfiteatro, ofrecido g a l a n t e m e n t e por su D i rector y Profesores, á quienes tiene m u c h o q u e agradecer la Extensión de enseñanza del Instituto de C ó r d o b a . E l plan de enseñanzas desarrollado el s e g u n d o curso consistió en u n a serie d e conferencias sobre higiene: tres de Higiene cargo de D . Calixto T o m á s , individual, á Director de la Escuela de V e t e r i n a r i a ; — o n a sobre La tuberculosis, por D . l i E m i l i o L u q u e Morata, Medico de la Beneficencia provincial, y otra acerca de S'fisticacioncs tancias alimenticias, de las sus- por D . A n t o n i o Moreno, Catedrático de la expre- sada Escuela. Queremos hacer constar a q u í nuestra gratitud al Doctor E s p i n a y C a p o , de M a d r i d , n o tan sólo por haber facilitado las diapositivas utilizadas por el Sr. L u q u e en su conferencia, sino también por los ofrecimientos q u e de su persona ha hecho á la Extensión para todo lo q u e r e d u n d e en bien de la salud pública. E l Sr. M o r a n c o n t i n u ó sus lecciones sobre Química Catedrático de Física del popular Instituto, D . Rafael Vázquez, y el inició u n a serie de conferencias con numerosos y sugestivos experimentos, relativas á la asignatura de que es Catedrático. Las importantes cuestiones sociales y económicas fueron atendidas con u n a conferencia del distinguido publicista I). Francisco Rivas Moreno, que disertó respecto Los tributos y la clase obrera\ el profesor de la Escuela de Veterinaria D J u a n González P i zurro, estableció u n paralelo eutre el Parasitismo social y biológico, y el obrero m a n u a l se- ñ o r P a l o m i n o trató el tema Cómo piensa el obrero ante el problema económico de los tiempos actuales. Dos lecciones interesantes de historia se desarrollaron este curso por los ilustrados abogados D. E n r i q u e del Castillo y 1). Rafael R o c a , tratando e! p r i m e r o de La revolución francesa cera república francesa: y el segundo de La ter- 'Ihiers. E l presidente del Liceo artístico literario de Córdoba y abogado D . Jos3 M a r í n Cadenas, comenzó sus lecciones sobre Derecho de familia. De Nociones de estetica d i ó u n a conferencia el Doctor en Filo- sofía y Letras y Derecho D Manuel E n r í q u e z Barrios, y finalmente, u n a señora, la primera que en E s p a ñ a ha ocupado la cátedra de la l l a m a d a Extensión Universitaria, la profesora regente de la Escuela N o r m a l de Maestras D." Rosario del Riego, trató de Educación doméstica. E l p ú b l i c o que asistió á las conferencias continuó hasta el fin de curso tan numeroso y correcto como al principio, notándose en él u n a g r a n heterogeneidad, n o estando compuesto exclusivamente por obreros, como sucedía el primer año, pues a u n q u e éstos d o m i n a b a n , á ellos se u n í a n otros elementos de diversas clases sociales, como modestos industriales y comerciantes, empleados, estudiantes del magisterio y — 4 r, — veterinaria y n o escaso contingente femenino, especialmente obreras, maestras de ñiflas de las últimas promociones y a l u m n a s de la Escuela Normal. Condolíanse los obreros que con mas asiduidad a c u d í a n á las conferencias, de la poea fijeza con «pie quedaban los conocimientos adquiridos y hacían notar lo conveniente que sería buscar u n m e d i o que complementara la labor de la exposición oral. Atentos á estas indicaciones, comprendimos que la impresión de pequeflos folletos con los resúmenes ó conclusiones de cada lección ó conferencia que se repartiesen gratuitamente á los oyentes, sería un excelente m e d i o para dar estabilidad á lo aprendido y al m i s m o tiempo d i f u n d i r í a la cultura si el reparto se hacía con a l g u n a profusión. Tropezábase cou la dificultad de arbitrar los fondos que la realización del proyecto exigía y para salvarla creimos lo m á s acertado acudir á la generosidad del Exorno A y u n t a m i e n t o de Córdoba. Redactamos la correspondiente solicitud, que suscrita por los Profesores de los Centros docentes y de la Extensión de enseñanza, por las sociedades obreras y asistentes á los cursos y conferencias, fué favorable mente acogida por la Exorna» Corporación m u n i c i p a l , como puede juzgarse por la siguiente copia del documento que, como justificante, acompañó al libramiento, mediante el cual el Sr. Vázquez Aroca, designado Tesorero de la Extensión, hizo efectiva la c a n t i d a d consignada: P á r r a f o s d o l a c t a d e l a sesión, c o l c b r a d a p o r e l E x c m o . A y u n t a m i e n t o de C ó r d o b a , el día 2 de A b r i l do 1 9 0 6 , r e f e r e n t e á l a c o n c e s i ó n de u n a s u b v e n c i ó n p a r a l a E x t e n s i ó n d e Enseñanza. « El Secretario del Excmo. A y u n t a m i e n t o de esta c i u d a d , CERTIFICA: Q u e en el acta de la sesión pública celebrada por d i c h a E x c m a Corporación en el día de ayer, aparece el particular q u e c o piado a la letra dice así: Seguidamente se presentó u n a exposición suscrita por el Director del Instituto general y técnico de esta población, Catedráticos del mis m o Centro, Director y Profesores de otros Establecimientos, Maestros de primera enseñanza, representantes de sociedades obreras y vecinos de esta capital, en n ú m e r o de 440, relatando las ventajas que ofrecen los cursos y conferencias científicas de la Extensión de enseñanza que vienen celebrándose en esta localidad con numerosa asistencia, cuyos procedimientos constituyen el medio m á s eficaz y provechoso de — 4 r, — d i f u n d i r l a cultura p ú b l i c a , elevando el nivel intelectual de las clases populares, y a ñ a d i e n d o que esta obra educadora sería de resultados efímeros si no se p u b l i c a n los resúmenes ó conclusiones de los temas desarrollados, para repartir gratuitamente los oportunos ejemplares á los a l u m n o s de los cursos abreviados y á los asistentes á las conferencias, lo q u e servirá de esclarecimiento y recuerdo de lo que oyeron, d i v u l g á n d o s e así, por m o d o m á s intenso, los conocimientos útiles expuestos desde las cátedras que pueden llamarse de cultura popular; y , por ú l t i m o , q u e como los centros oficiales carecen en sus presupuestos de facilidades económicas para satisfacer dichos gastos, solicitan se conceda p a r a sufragarlos u n a subvención que pudiera consistir en SCO pesetas y q u e se consigne este auxilio en los presupuestos municipales sucesivos, mientras sigan realizándose los actos mencionados. Abierta discusión sobre el escrito que queda extractado, usó de la palabra el Sr. D . E d u a r d o Hernández-Pacheco para apoyarlo con la exposición de nuevos fundamentos que justifican los consignados en la m i s m a instancia, y el E x c m o . A y u n t a m i e n t o , á propuesta del señor A l c a l d e Presidente, acordó conceder la subvención pretendida de 500 pesetas, facultándose á la ordenación de pagos para que pueda librarla con cargo al capítulo de imprevistos del presupuesto vigente, á favor del Vocal de la Comisión organizadora I) Rafael Vázquez A r o c a , Catedrático del Instituto provincial y u n o de los primeros filmantes de la respectiva solicitud, á fin de que atienda con esa suma y hasta d o n d e ella alcance, á la impresión de los resúmenes ó conclusiones de los temas desarrollados en las conferencias, resolviendo su excelencia al propio tiempo consignar en actas un expresivo voto de gracias á favor de los señores Directores, Profesores de los Establecim i e n t o s de enseñanza y de cuantas personas h a n iniciado tan útilísim o pensamiento, y cooperan con el concurso de sus talentos a difund i r por tal m e d i o la cultura social, significando el Sr. Hernández-Pacheco por sí y en n o m b r e los favorecidos con ese homenoge su gratitud m á s sincera por tales acuerdos, que demuestran el interés con que la Corporación atiende á cuanto afecta á los intereses morales y materiales de la población Y p a r a q u e sirva de justificante al libramiento que se expida, de duzco el presente con el V 0 B 0 del S r . Alcalde en Córdoba á 3 de A b r i l de 1906.» C u a n d o esta concesión acabó de tramitarse y se hirió efectivo el lib r a m i e n t o , el curso t e r m i n a b a , y n o habiendo ya tiem|>o en el para publicar los resúmenes de los cursos y conferencias dadas, acordamos publicarlos antes que comenzara el p r ó x i m o año «lo 1«>07, sin ¡ a j u i cio de que en lo sucesivo, si el E x c m o A y u u t a m i e n t o seguía proteg i e n d o la obra de la Extensión, se imprimiérai» y repartiesen lo, nue- — 11 — vas resúmenos, según lo fuesen d e m a n d a n d o las necesidades de la enseñanza. Esta es la labor realizada por la Extensión de enseñanza del instituto de Córdoba en los dos anos q u e viene f u n c i o n a n d o , por lo cual abrigamos f u n d a d a s esperanzas do q u e la m i s i ó n e d u c a d o r a ó instructiva que realice en lo sucesivo sea m a y o r , sobre todo si n o reduce su actividad á las conferencias ante el p ú b l i c o heterogéneo q u e á ellas asiste Estas son convenientísimas; tienen u n a g r a n m i s i ó n e d u c a d o r a , puesto que siembran respeto y tolerancia ¿ todas las ideas y o p i n i o n e s y enseñan que en la instrucción y la ciencia es d o n d e existe la verdadera i g u a l d a d de los hombres. P a r a que el resultado instructivo sea el m a y o r , conviene, teniendo en cuenta la diversidad de p ú b l i c o q u e á ellas asiste, d a r á los temas g r a n a m e n i d a d , pues si es regla pedagógica q u e la instrucción debe hacerse agradable y a m e n a , en n i n g u n a enseñanza c o m o en la que se trata debe tenerse tanto c u i d a d o en evitar el cansancio, molestias y dificultades que ocasiona el aprender. - A mas de las conferencias de q u e h a b l a m o s , debe concedérsele la m a y o r i m p o r t a n c i a á los cursos abreviados, explicados prácticamente y á l i m i t a d o n ú m e r o de a l u m n o s , p a r a poder conversar con ellos durante la clase y juzgar c u á n d o las cuestiones q u e d a n lo suficientemente aclaradas. E n cuanto á los deseos que por instruirse y a p r e n d e r muestran las clases populares de C ó r d o b a , es b u e n a muestra lo q u e hemos d i c h o respecto á su asistencia y atención á nuestras enseñanzas. I ' e b i e n d o hacer constar, en apoyo de esto q u e el éxito q u e h a tenido nuestra empresa débese en g r a n parte á la eficaz a y u d a q u e la prestaron los elementos directores del Centro I n s t r u c t i v o del obrero y las j u n t a s directivas de las principales sociedades obreras, 110 c i t a n d o n o m b r e s por no herir la modestia de unos y por el temor de i n c u r r i r en omisiones. Comportamiento que h a b l a m u y alto en favor de la h o n r a d a y n o b l e clase obrera dé Córdoba. Córdoba Septiembre 1ÍI06. <Sc/ttaic/o (pTíC- ^ac/ieco. CUADRO DE ENSEÑANZAS Y PROFESORES Cursos de 1905 CURSOS y 1906 ABREVIADOS Estudio elemental del organismo humano, por D. Eduardo H - Pacheco, Catedrático de Historia Natural y Fisiología é Higiene del Instituto Nociones de Química popular, por I). Juan Morán, Catedrático de Agricultura y Técnica industrial del Instituto. CONFERENCIAS CIENCIAS NATURALES La atmósfera, por D . Rafael Vázquez Aroca, Catedrático de Física y Química del Instituto. HIGIENE Higiene de la digestión, por D . Calixto Tomás, Director y Catedrático de la Escuela de Veterinaria Higiene de la respiración, Higiene por el mismo. de la piel, por el mismo. Im tuberculosisy por D. Emilio Luque Morata, Médico de la Bcnefi-cncia provincial. Sofisticaciones de las sustancias alimenticias, por D . A n t o n i o Moreno, Catedrático de la Escuela de Veterinaria. HISTORIA Historia del movimiento obrero, por D . J u a n Día/ del Moral, Exprole sor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Sevilla. A b o g a d o , Notario en Bujalancc (Córdoba). u) — Historia de la revolución francesa, gado La tercera república francesa: - por I). E n r i q u e del Castillo, A b o - . " j T/iiers, por D . Rafael R o c a . A b o g a d o . DERECHO Concepto del derecho, por I ) . Benito R u b i o Larragueta, Presbítero, Profesor de Rudimentos de Derecho del Instituto. Derecho de familia, por D . J o s é Marín Cadenas, A b o g a d o , Presidente del Liceo artístico literario. C U E S T I O N E S SOCIALES Los tributos y la clase obrera. por D . Francisco R i v a s M o r e n o , Publi- cista, Delegado de Hacienda de la provincia de C ó r d o b a . Parasitismo social y biológico, por D . Juan González Pizarro, Catedrá- tico de la Escuela de Veterinaria. Cómo piensa el obrero ante el problema económico de los tiempos actúa • les, por D . Juan Palomino, O b r e r o manual. LITERATURA El Quijote,y el Centenario, por D . Manuel de Sandoval, Catedrático de Literatura del Instituto. FILOSOFÍA Nociones de estética, por D Manuel E n r í q u c z Barrios, A b o g a d o , Doc- tor en Filosofía y Letras. PEDAGOGÍA Im educación doméstica, por D . a Rosario del Riego, Profesora regente de la Escuela Normal de Maestras LOS IMPUESTOS Y LAS CLASES TRABAJADORAS CONFERENCIA DADA POR DON FRANCISCO RIVAS MORENO DELEGADO OE HACIENDA *) E m p e z ó d a n d o las gracias por el h o n o r q u e se le h a b í a dispensad o i n v i t á n d o l e á o c u p a r u n a cátedra tan enaltecida por los talentos y méritos indiscutibles de los q u e le h a b í a n precedido. D e d i c ó frases de e n c o m i o á los iniciadores de u n a idea q u e tanto p o d í a c o n t r i b u i r á elevar el nivel m o r a l de las clases populares y á d i v u l g a r enseñanzas de i n m e d i a t a y provechosa aplicación. E x p u s o a l g u n a s observaciones p a r a demostrar el engrane q u e existe entre el g r a v e p r o b l e m a de las subsistencias y la tributación. Di^o q u e en E s p a ñ a cubre la estatua de la justicia distributiva el velo tupid o del a b u s o y p a r a rasgarle y dejar q u e los fueros del derecho a m p a r e n por i g u a l los intereses sociales, se declaró partidario de reform a s m u y radicales en la legislación tributaria. H i z o u n e x á m e n d e t e n i d o de lo q u e es la difusión del impuesto, con objeto de e v i d e n c i a r q u e de o r d i n a r i o los tributos n o representan, p a r a el p r i m e r o (jue los p a g a , m á s q u e u n anticipo, pues al vender los productos, y a se c u i d a el fabricante, para fijar el precio, de poner el recargo q u o representan los impuestos, alquileres y d e m á s gavelas (*) Extracto do la Conferencia, según lu« apunte» j.ara un» reaefta pu- blicada en el Diario de Córdoba. — 1H — que pesan sobre el negocio, resultando, por lo m i s m o , q u e en definitiva el verdadero p a g a n o es el c o n s u m i d o r . O i t ó á este propósito el ejemplo de lo q u e sucede con el impuesto de consumos, que c u a n d o se hace u n a rebaja parcial, los expendedores no se d á n por enterados y los precios siguen inalterables, c o m o sucedió con la supresión del impuesto sobre trigos y harinas, y c o m o se h a repetido en otro orden de ideas en la baja de los cambios Se declaró enemigo del impuesto de consumos, a b o m i n a n d o de las reformas parciales, porque lejos de remediar el m a l , lo a g r a v a n , toda vez que los beneficios q u e d a n a favor de los intermediarios, y en cambio se encarece la recaudación de los d e m á s artículos. La supresión por etapas del impuesto de consumos p o d í a estimarse de resultados favorables en u n país d o n d e las coopeiativas tuvieran v i d a próspera, pues ellas recogerían los provechos q u e en España q u e d a n en m a n o s de los intermediarios. Las ocultaciones, lo m i s m o en la industria, en el comercio q u e en la agricultura, sirven para enriquecer á los productores, con perjuicio notorio del c o n s u m i d o r , que por la difusión del impuesto, paga los medios indebidos que se proporciona el productor de m a l a fé. Hizo algunas observaciones e n c a m i n a d a s á demostrar la influencia que tienen los aranceles en la v i d a e c o n ó m i c a del país y se lamentó de que, problema de tanta transcendencia, no se m i r a r a por todas las clases sociales con el interés que merece. E x a m i n ó las ventajas é inconvenientes de los impuestos directos é indirectos y estudió el proceso q u e h a seguido en otros paises el impuesto progresivo. H a b l a n d o de la l l a m a d a contribución d e s a n g r e , expuso las injusticias ¿-que se prestan las quintas y e n u m e r ó los graves inconvenientes y notorios agravios que se d e r i v a r í a n del servicio obligatorio, declarándose, en definitiva, partidario de los ejércitos formados con voluntarios. La emigración, dijo, no se contiene con v a n a s declamaciones patrióticas ni con leyes que se aplican m a l ó se relegan al o l v i d o ; esa hemorragia nacional se contiene d a n d o á las f a m i l i a s de m e n o s elementos de fortuna facilidades para v i v i r en la tierra q u e las v i ó nacer, sin grandes privaciones ni apremios. Resuelto el problema de las subsistencias lo está el de la emigra- — 4 r, — c i ó n , y si bien es cierto que la reforma en los impuestos no es por sí sola bastante para remediar estos quebrantos nacionales, es i n d u d a b l e q u e debe considerarse como u n o de los factores m á s importantes. Después de lamentarse de que la falta de tiempo no le permitiera explicar la l'orma en que se confeccionan los presupuestos del Estado, para precisar los defectos que más d a ñ a n al interés público, terminó a b o g a n d o por que la acción oficial y la iniciativa p r i v a d a procedan de consuno á curar las dos llagas sociales que más afean y mortifican el cuerpo nacional: la falta de educación y la incultura. LA EDUCACION DOMÉSTICA RESUMEN DE LA CONFERENCIA DADA POR DOÑA ROSARIO DEL RIEGO PROFESORA REGENTE OE LA ESC7ELA NORMAL OE « A E S T R A S SB ÑORES: H a y indudablemente obras que desde sus comienzos nos atraen, c o m o h a y otras que resultan repulsivas y no pocas indiferentes; entre las primeras se encuentran que, b a j o el n o m b r e de Extensión de hecho estas conferencias de enseñanza, vienen á u n i r en a m i g a b l e consorcio los hombres de ciencia con los obreros consagrados á las artes mecánicas, para que de esta u n i ó n resulte la aplica- ción inteligente de los principios científicos á las artes, a la industria y á las necesidades de la vida; con la cual, ni las ciencias quedan com o letra m u e r t a , n i las artes c a m i n a n á ciegas guiadas por el lazarillo de la rutina. A q u í se rompe la muralla que separaba al letrado del trabajador, uniéndose sus aspiraciones y viniendo á demostrar (pie, a u n q u e dedicados á diferentes ocupaciones, todos son obreras y todos cooperan á la gigantesca obra del progreso, hermanándose asi las clases sociales con aquella u n i ó n sublime que nos aconseja el D i v i n o Maestro. E n las enseñanzas de carácter práctico y de utilidad trascendentalísima que se os h a n transmitido, se han esforzado los señores conferenciantes con la competencia que Ies caracteriza de daros á conocer importantes preceptos relativos á la conservación de la salud, al acertado desempeño de vuestras profesiones, al c u m p l i m i e n t o d < vuestros deberes, á la defensa del derecho, etc. Pero h a y u n a cuestión importantísima de la que aun 110 se ha tratado, a u n q u e todos debemos conocerla, puesto que nos es preciso ponerla en práctica; u n a obra q u e g i m e al verse a b a n d o n a d a ó mira- — 4 r, — d a con desprecio, á pesar do i n f l u i r en la v i d a toda del i n d i v i d u o , en la m a r c h a de las naciones y de la sociedad en general, i m p r i m i é n d o l a 1111 sello característico; mas ¿cuál es esa obra de tan colosal i m p o r t a n cia? L a educación. La educación es la g r a n obra de la sociedad, obra q u e m a r c a el derrotero de los pueblos y que los engrandece ó los d e p r i m e , según ella sea ensalzada ó d e p r i m i d a . A u n q u e la educación influye en la sociedad, tiene su partida en el hogar. Las leyes d i v i n a s y h u m a n a s señalan p u n t o de á los pa- dres, al par que el deber de alimentar á sus hijos, el de educarlos; y tan sagrado c o m o sea el p r i m e r deber, es el segundo. Es verdad que n o todos los padres o l v i d a n tan capital o b l i g a c i ó n ; pero suelen ser negligentes, proceden sin p l a n , desconocen el verdadero concepto de la educación, su fin y los medios de q u e h a n de servirse; y el resultado es m e z q u i n o ó q u i z á contraproducente. P a r a evitar este m a l , hay q u e d i f u n d i r , por cuantos medios sean posibles, el verdadero alcance y necesidad de la educación entre todas las clases sociales. E d u c a r es favorecer, d i r i g i r v o l u n t a r i a y m e t ó d i c a m e n t e el desarrollo espontaneo de la naturaleza h u m a n a , siguiendo las indicaciones de la m i s m a , p a r a que el cuerpo y el espíritu p u e d a n ejercer debidamente sus funciones y c u m p l i r el fin temporal y eterno del hombre. Por tanto, no será verdadera educación la q u e prescinda de la m a r c h a que sigue la naturaleza en su desarrollo, ni la q u e se d i r i j a á u n a parte sóla de la m i s m a , o l v i d a n d o las d e m á s , n i l a q u e se ocupa exclusivamente de la vida temporal, ó , a l a inversa, ú u i c a m e n t e de preparar el espíritu para la v i d a eterna, despreciando la presente. X o ; la educación ha de ser completa. E l l a contribuye á proporcionar al cuerpo s a l u d , robustez, agilidad, soltura para el trabajo y hasta belleza. L a inteligencia, m e d i a n t e el benéfico i n f l u j o de la e d u c a c i ó n , logra u u a atención j>erse verán te, percepciones claras, juicios exactos, i m a g i n a c i ó n viva, m e m o r i a feliz y recta razón, q u e la permiten resolver con acierto los m u c h o s problemas que se nos presentan con cuencia en la vida; para cuyo fin se va fortificando fre- y enriqueciendo con u n caudal mayor ó menor de conocimientos, q u e la proporciona - 23 — la instrucción y q u e q u i z á le sirvan de base para consograrse á u n a carrera ó profesión determinada. L a ilustración en medio de su brillo, el talento que tanto nos adm i r a y a ú u la libertad que anhelamos, llegan á ser armas peligrosas si son esgrimidas por personas depravadas. Por eso la educación mo- ral es tan necesaria; mediante ella se reprimen los sentimientos egoistas, se fomentan los sociales que llevan al i n d i v i d u o á a m a r , favorecer y respetar al p r ó j i m o ; se cultivan los ideales superiores que á incliuan la v i r t u d , l a ciencia, la belleza, la patria v, sobre todo, á Dios, fuente de todo bien y de toda perfección. L a educación moral es siempre necesaria; pero m á s a ú n en nuestros tiempos y en las condiciones en que Espafia se encuentra. H a y precisión de formar caracteres positivos y de fortificar las voluntades, haciéndolas firmes, rectas, justas, santas y perseverantes. Solemos q u e j a m o s de malos gobiernos y de leyes defectuosas y m á s bien deberíamos quejarnos de la inclinación que todos tenemos á b u r l a r farisaicamente las leyes y de la falta de carácter de los gobernantes p a r a hacerlas c u m p l i r . Si tuviéramos voluntad recta, conocimiento de nuestros deberes y carácter firme, nos regeneraríamos fácilmente. El perfeccionamiento, la regeneración y la felicidad de los pue blos tienen su origen en la educación y ésta en la familia; a u n q u e el .Estado, c o m o primera entidad social, debe velar por ella y favorecerla Pero el resultado de la educación depende de m u y diversas causas, las cuales t o m a n el nombre de agentes educativos. E l primero de ellos es el educando ó sér cuya naturaleza hay que d i r i g i r y perfeccionar, aquel que presenta la materia p r i m a sobre que debe obrar la educación; mas, lógicamente se comprende, que para d i r i g i r y perfeccionar el desarrollo de la naturaleza es necesario conocerla. C u a n d o el n i ñ o nace, trae en g é r m e n todas las energías que después ha de desplegar. E n m e d i o de ese cuerpecillo débil, necesitado de toda clase de cuidados, hay u n a organización completísima; y, unido á aquel cuerpo, existe u n espíritu capaz de pensar, sentir y querer, q u e q u i z á llegará á producir un talento, un genio ó u n héroe. Allí so encuentra toda su actividad aprisionada, como se encuentra aprisio- — 4 r, — n a d a en el g r a n o de trigo la futura planta; y , así c o m o la obra del agricultor es poner la semilla en condiciones de (pie se desarrolle bien y dé fruto sano y a b u n d a n t e , la misión del educador es favorecer el natural desenvolvimiento del cuerpo y del espíritu, sin q u e pueda crear una sola facultad; sino modificar las condiciones naturales, favoreciendo las buenas y restringiendo las malas. P o r eso el p r i m e r elemento para la educación es la naturaleza del e d u c a n d o , q u e siempre i m p r i m e á la obra u n sello peculiar, propio. Pero ¡qué diferencia! mientras el agricultor se ocupa en investigar y aplicar los medios para obtener mejores frutos, los padres proceden al azar en la educación de sus hijos, sin ocuparse de estudiarlos, c o m o si fueran m a s impor- tantes los frutos de la tierra que los de su propio ser. E l segundo agente de la obra educativa es el e d u c a d o r ó persona encargada de realizar la labor que nos ocupa m e d i a n t e su dirección y celo. Es i n d u d a b l e q u e la educación v a r í a según las condiciones del que la pone en práctica. C u a n d o éste estudia al e d u c a n d o y le g u í a sin violentarlo; c u a n d o tiene firmeza de carácter, observa c o n d u c t a intachable, se preocupa del fin á q u e debe aspirar y procura aplicar los medios conducentes al efecto, la educación será f e c u n d a Es así m i s m o otro agente, la m a n e r a de educar ó relación que se establece entre educador y e d u c a n d o , q u e resulta del c o n j u n t o de medios que el primero eli?,e para d i r i g i r al s e g u n d o Si el m o d o de educar responde á u n a idea preconcebida, y se e n c a m i n a consciente meute á la realización del fin que se persigue, se dice q u e se educa con p l a n , y sin él en el caso opuesto. Si se procede con plan y el educador reúne las condiciones de que antes hablábamos, los efectos satisfactorios 110 t a r d a r á n en manifestarse Por ú l t i m o : es así m i s m o u n i m p o r t a n t e agente educativo el me dio circundante, ó sea la naturaleza física y social en que se desarrolla Ja vida del n i ñ o . E11 efecto; las energías corpóreas son modificadas por la atmósfera que se respira, !a casa que se habita, el régimen a l i m e n t i c i o , etc ; y estas causas, 110 sólo modifican el o r g a n i s m o , s i n ó q u e , por la í n t i m a relación (pie existe entre cuerpo y espíritu, m o d i f i c a n , a la vez, el carácter. las aficiones, los ideales, etc , lo cual o b l i g a á q u e la educación varíe adaptándose á las condiciones especiales del i n d i v i d u o IC» E s p a ñ a es la enseñanza obligatoria desde 1857 y , sin embargo, ni los espafióles se creen obligados, n i los poderes Castigan j a m á s al padre que infringe tal ley. D o r a n t e los primeros afios la educación corresponde singularmente á la m a d r e , la cual debe velar p r i m e r o por el desarrollo corporal de so hijito, procurando nutrirle bien, l i m p i a r l e escrupulosamente, tenerle en habitaciones bien ventiladas é i l u m i n a d a s y que haga ejercicio. Poco t i e m p o después de haber nacido, empiezan á funcionar en el n i ñ o los sentidos, q u e son instrumentos de que h a de valerse para f o r m a r las primeras ideas y para a d q u i r i r noción de cuanto le rodea. X o tarda en manifestarnos lo que siente ó quiere por su guaje n a t u r a l risa, llanto, chillidos, etc. len- lo cual prueba que su in - teligencia comienza á manifestarse y que desde entonces se enriquecerá con m u l t i t u d de conocimientos que, al par que la ejercitan, la nutren y fortifican. ¿ Q u e q u é aprende u n n i ñ o en esa edad? M a s q u e despné.j en muflios años de estudio. E n l a i n í a n c i a , la fuerza de asimilación es extraordinaria, por cuya r a z ó n el cuerpo y el espíritu se apropian fácilmente los elementos de vida y así se robustecen y contraen hábitos con m á s facilidad que en la adolescencia. A u n q u e en la primera edad empieza á manifestarse la inteligen- cia, n o es ella la q u e p r e d o m i n a , sino los instintos y la sensibilidad; de a q u í q u e los padres deben aprovechar estas manifestaciones para educar, valiéndose de los instintos y del afecto. Los instintos son impulsos interiores q u e mueven al s e r á ejecutar actos que n o son determinados por la voluntad, ni conocidos por la inteligencia, y q u e , sin e m b a r g o , son absolutamente necesarios para la realización de los fines de su vida. Muchos sou los instintos que se presentan en el n i ñ o ; pero los que más deben aprovecharse para la educación, son: el de curiosidad, imitación y sociabilidad E l instinto do curiosidad responde al apetito que siente la inteligencia virgen infantil de nutrirse y enriquecerse eou lo* conocimien- tos. Por eso el n i ñ o no cesa de dirigirnos preguntas, queriendo investigarlo todo, enterarse hasta de los últimos detalles «le lo que observaC o a o d o vuestros hijos os interroguen, tened paciencia y c o n s t a d — 2<> — les de u n a m a n e r a sencilla y clara, sin engañarlos n u n c a , porque llevareis á su espíritu el error, q u e es el veneno de la inteligencia. Si no podéis ó 110 debeis satisfacer las preguntas, distraed al n i ñ o con otra cosa; pero n o le reprendáis por la p r e g u n t a , ni las satisfagais con u n a tontería. E l instinto d e i m i t a c i ó n lleva al n i ñ o á ejecutar las acciones que ve en loa q u e le rodean; i m i t a su m o d o de h a b l a r , sus aficiones, etc. Esta p r o p i e d a d puede utilizarse con fruto p a r a la edu- costumbres, cación moral é intelectual. S i el n i ñ o copia c u a n t o ve en los q u e le rodean, m u c h o piará lo (pie observa en sus padres; de a q u í el i n e l u d i b l e m á s co- deber q u e tienen éstos de darlo buenos ejemplos, de usar u n l e n g u a j e correcto, de moderar la cólera, de ser amables y cariñosos con los suyos, cump l i r sus deberes y , sobre todo, abstenerse del vicio y t u d . ¿Con q u é autoridad practicar la vir- p o d r á el padre vicioso corregir á su hijo c u a n d o le vea entregada en los brazos del vicio, si él con su ejemplo y quizá por la ley de herencia lia sido la causa del m a l q u e deplora? P o r ú l t i m o : el instinto de sociabilidad lleva al h o m b r e á buscar el trato y c o m p a ñ í a de los demás y especialmente de los q u e son de su m i s m a edad. El n i ñ o necesita la c o m p a ñ í a , no sólo de los mayores, sino de otros niños; pues bien: los padres 110 p u e d e n oponerse á esta ley; pero sí deben velar por las c o m p a ñ í a s de sus seres a m a d o s ; porque, según decíamos, el instinto de i m i t a c i ó n h a r á q u e copien los ejemplos de sus camaradas. Si estos ejemplos son buenos, contraerán buenos hábitos y fácilmente se i n c l i n a r á n al bien; si son malos, con facilidad caerán en el vicio. I n e d u c a c i ó n que los padres den á sus hijos, 110 debe ser rigorista n i transigente eu absoluto, sino preventiva; 110 h a de juzgarlos ni com o perfectos ni c o m o perversos, sino necesitados de v i g i l a n c i a y corrección. S u cariño h a de ser tutelar y reflexivo, tierno y severo a la vez. Debe conceder libertad á las iniciativas de la a c t i v i d a d infantil; pero l i m i t a n d o esta libertad por las exigencias de la h i g i e n e y la moral. Conviene que el n i ñ o observe por sí propio los objetos y fenóme nos. pero al m i s m o tiempo ha de venir la experiencia del autor de sus días á facilitar el trabajo de la a d q u i s i c i ó n de conocimientos, es ne- cesario que el n i ñ o juzgue, pero h a y «pie evitar q u e f o r m e juicios pre cipitados y falsos. — 4 r, — E l m e d i o social influye t a m b i é n notablemente. El n i ñ o , en virtud del instinto de i m i t a c i ó n , copia cuanto ve; habla como las personas q u e le rodean; i m i t a en sus juegos y modales las acciones y modales de aquellos á quienes trata, y, sin darse cuenta, va t o m a n d o las lecciones de ese maestro colectivo, y asimilándoselas, llega á contraer hábitos «pie f o r m a n en él u n a segunda naturaleza. S e ñ a l a d a la i m p o r t a n c i a de la educación y los agentes que á ella concurren, pasemos á o t r o punto. D i r á n q u i z á algunos padre3; es verdad que la educación es m u y importante; pero ¿ c ó m o liemos de llevar nosotros á cabo u n a obra tan compleja? Jx> primero que se necesita es 110 desalentar; el buen á n i m o , el constante deseo de realizar u n a obra y la perseverancia allanan el camino C o m o decíamos en u n principio, y como demostraba en la conferencia anterior con m á s g a l a n u r a y competencia el Sr. Marín, la obligación de educar corresponde á los padres, los cuales, por tal razón, t o m a n el n o m b r e de educadores naturales; mas ocurre con harta frecuencia q u e éstos no pueden consagrarse al c u m p l i m i e n t o de tan sag r a d o deber, y a por i g n o r a n c i a , falta de tiempo, negligencia, etc., y tienen que ser auxiliados por los maestros ó educadores por profesión, que suplen en parte (110 en absoluto^ á los padres. E11 resumen: el i n d i v i d u o recibe una educación en la casa, que por esto se l l a m a doméstica, y puede recibir otra en la escuela, que se denomina pública. E n el hogar, la m a d r e suele conocer mejor á sus' hijos y puede corregirlos con m á s acierto; como el trato es m a y o r , su acción resulta m á s c o n t i n u a , y sobre todo, su amor, siempre m a g n a n i m o . permite que la educación sea m á s afable, m á s tierna, que es lo que requiere el n i ñ o . Pero, en m e d i o de estas ventajas, se observa que los niños educados sólo entre su familia, son huraños, retraídos, faltos de trato de gentes y altivos; todo lo cual, u n i d o á la falta de plan y á q u e suelen guiarse por la pasión, i m p o n e la necesidad de la educación pública, q u e tiene la ventaja de salvar tales inconvenientes y de practicarse (generalmente) con m á s orden y conocimiento de causa. Por esta razón deben hermanarse ambos aspectos de la educación c a m i n a u d o paralelamente y haciendo que, puestos en comunicación padres y maestros, vayan acordes en la obra que se proponen y q u e la cción del u n o se vea fortificada por la del otro. — 4 r, — Tara terminar. X o olvidéis q u e el m e j o r a u x i l i a r q u e tiene el padre para c u m p l i r su misión educativa, es el maestro; respetadle, para q u e sus discípulos le respeten y a m e n ; o b l i g a d á los nifios a c o n c u r r i r á la escuela; haced que la tengan afecto, y procurad q u e la educación pública se d i f u n d a y d i g u i f í q u e , q u e en vuestros hijos y vuestra patria. H e dicho. ello s a l d r á n beneficiados HISTORIA DE LA REVOLUCION FRANCESA RESUMEN DE LA CONFERENCIA DADA POR D. ENRIQUE DEL CASTILLO Y ROMERO ABOGADO, S E C R E T A R I O DEL LICEO ARTÍSTICO Y LITERARIO C o m i e n z a declarando i n g é n u a m e n t e que, invitado para dar u n a conferencia en este Centro, accedió con el mayor gusto, porque si bien es verdad que se considera discípulo de feucs y maestro de nadie, cree que es u n deber inexcusable aportar cada cual sus conocimientos, p r o c u r a n d o el m a y o r desarrollo de la obra de progreso y de cultura que ellos vienen realizando. E l i g i ó u n tema de historia porque se le indicó, y además le parecía interesante y adecuado. Dctíne que sea historia, y razona la grandísima importancia de su estudio. D e u n o de los hechos que la historia refiere, y que ciertamente señaló u n nuevo r u m b o á la h u m a n i d a d , es de lo que piensa tratar m u y sucintamente. Ese hecho se conoce en todas partes con el nombre de Revolución francesa. Para proceder con método antes de referirlo, debe preguntarse: ¿qué causas produjeron aquella espantosa revolución? I/> m i s m o la sociedad que el gobierno estaban constituidos en aquella éjioca conforme á las costumbres que procedían de la E d a d Media. C u a n d o los franceses empezaron á m e d i t a r acerca de las cuestiones políticas, casi todas las instituciones vigentes les parecieron (y — 4 r, — dice les parecieron, porque e\ disertante ofrece n o d a r u n a sola opi- n i ó n personal, sino limitarse á referir extrictamente lo que la historia consigna), abusos contrarios á la r a z ó n y á la h u m a n i d a d . Esas instituciones, que se conocen con el n o m b r e de régimen antiguo, fueron destruidas por la r e v o l u c i ó n . Entonces se acusaba á la m o n a r q u í a de ejercer poder absoluto, al gobierno de seguir vida r u t i n a r i a , y á la sociedad de fundarse en privilegios El Rey de F r a n c i a acabó por r e u n i r en sus m a n o s entera, y ejercía todos los poderes, hasta el rentístico, la autoridad determinando libremente los gastos y los ingresos. E n el a ñ o 1787 el P a r l a m e n t o o r d e n ó q u e el R e y n o debía crear nuevos impuestos sin solicitarlo á los Estados generales, y en la sesión del 19 de Noviembre, donde el Canciller expuso en n o m b r e de a q u é l «los principios de la m o n a r q u í a , » c o m o el D u q u e de O r l e a n s s e opusieras! que se registrara el edicto del empréstito, L u i s X V I d i j o : «Me importa lo m i s m o . » Y l u e g o agregó: «Si, es legal, porque yo lo m a n d o . » C o m o el Rey no podía ocuparse de todo, los Ministros y los Intendentes, sin sujetarse á n i n g u n a regla, d i r i g í a n realmente el Estado, de u n a manera caprichosa. L a i m p r e n t a carecía de libertad, los libros sometidos á censura, las publicaciones sin autorización eran perseguidas ante los tribuna- les, y, lo que es m u c h o peor, ia libertad personal de los i n d i v i d u o s 110 tenía n i n g u n a g a r a n t í a . P a r a encerrar á cualquiera en u n a p r i s i ó n , q u e n o estaba b a j o la vigilancia de la justicia, reteniéndolo allí años enteros, bastaba u n a orden del Rey, u n a carta de encierro ó de secreto, q u e estaban ú disposición de los Ministros, y de sus empleados, y q u e sólo p a r a castigar á los adversarios del los usaban, no gobierno, sino t a m b i é n para perseguir á sus enemigos. E n la sociedad se d i s t i n g u í a n oficialmente tres clases: el clero, la nobleza y el estado l l a n o , ó tercer est i d o , c o m p l e t a m e n t e desiguales en derechos. Esas eran las instituciones y costumbres, entre otras m u c h a s q u e por abreviar no se refieren, y q u e f o r m a n l o q u e se h a c o n v e n i d o en llamar régimen antiguo. Los contrarios de eso régimen creían q u e el g o b i e r n o liaría algu- — B i - n a s reformas, pero la eaída de T u r g o t les probó su equivocación, y entonces empezaron á decir que precisaba u n a revolución. E n los años de 1787 y 1788 se publicaron infinidad de folleto» crit i c a n d o el poder absoluto, los privilegios y , en u n a palabra, todas las instituciones. Mientras Voltaire atacaba con r u d a saña el poder eclesiástico, Carlos de Montesquieu expresaba las miserias de la política en sus Cartas Persas; J . J . Rousseau, exj>on¡endo en sus novelas el contraste entre u n a sociedad donde todo era artificioso, con los mandatos de la naturaleza, y , finalmente, la publicación de la «Enciclopedia,» que tenía por objeto principal destrozar cuanto tenía carácter tradicional, hicieron en c o n j u n t o que las ideas revolucionarias fueran infiltrándose lentamente en el Pueblo, sin que nadie sospechara el peligro que encerraban. E l gobierno, que llevaba m á s de medio siglo gastando lo que no tenia, salía del paso gracias á u n banquero como Xeker, que inspiraba confianza á los capitalistas, pero llegó un momento en que las personas que tenían dinero se negaron á darlo, y entonces el Ministro Calonnes, p a r a obtenerlo, designó una asamblea de notables, que, en contra de lo que todos esperaban rechazó en absoluto el proyecto so- m e t i d o á su aprobación. E n vista de eso, el gobierno decidió reuuir á los representantes del Pueblo, convocando los Estados generales en Yersalles, el .*) de Mayo de 1789, pero sin determinar los asuntos que debían tratar, ni tam- poco la f o r m a en que tenían que deliberar. E l gobierno reunió separadamente los tres órdenes ó clast s, clero, nobleza y estado llano, pero como los dos primeros no querían reunirse con los últimos, y los diputados del Pueblo no p o d í a n tolerar semejante separación, no fué posible entenderse, y se aplazó la sesión. C u a n d o transcurrieron seis semanas, el tercer estado declaró el 1.° de J u n i o , que podían prescindir d é l o s Diputados de las otras clases, dándose el titulo de Asamblea Nacional, sin perjuicio do invitar á las órdeues privilegiadas para tomar parte en sua sesiones y otorgándoles u n voto enteramente igual que el suyo. E l 20 del propio inca de J u n i o m a n d ó el gobierno cerrar la sala en que el tercer estado se reunía, y entouces fué c u a n d o los representantes del pueblo se instalaron en el «Juego de Pelota,» j u r a n d o per — :V2 — manecer u n i d a » hasta f o r m u l a r una Constitución completamente nueva. E n tales circunstancias, el estado l l a n o f o r m a b a u n verdadero poder independiente, n o t a r d a n d o en d o j l a r a r la g u e r r a al gobierno, «juese [Minia de parte de los privilegiados, basta q u e el R e y , cediend o por el momento, se vió o b l i g a d o á m a n d a r al clero y á la aristocracia q u e concurrieran á la A s a m b l e a n a c i o n a l . L a Bastilla, lortaleza que el Monarca tenía en París, c o m o prisión de Estado, era particularmente odiosa, y ella representaba el s í m b o l o de u n poder injusto y arbitrario. E n cnanto los parisienses pudieron a d q u i r i r armas, corrieron sobre ella, y auxiliados por u n o de los dos regimientos q u e h a b í a en París, el de guardias francesas, q u e se mezcló con la m u l t i t u d , hicieron capitular al gobernador, tomaron la Bastilla, bailaron sobre sus escombros, y la destruyeron completamente. L a Asamblea fué desde entonces el ú n i c o soberano, y o r g a n i z á n dose al propio tiempo la g u a r d i a n a c i o n a l , el poder pasó á m a n o s de la oposición. Puede decirse que con ese hecho empezó oficialmente la R e v o l u c i ó n ; por eso el a ñ o primero de la libertad empezó á contarse el 14 de J u l i o de 1789. Los campesinos, en cuanto supieron la p r o c l a m a c i ó n d é l a libertad, quisieron aplicarla del m o d o que m e j o r les c o n v e n í a ; atacaron las residencias de los nobles, q u e m a r o n los libros en que estaban a p u n t a d o s sus tributos, maltrataron á los aristócratas y cometieron toda clase de desmanes. L a Asamblea n o m b r ó i n m e d i a t a m e n t e después u n c o m i t é encarga do de redactar u n proyecto de ley para la seguridad del reino, el cual se discutió en la célebre noche del 4 de Agosto, provocando larga discusión, hasta que u n D i p u t a d o bretón, presentándose en la t r i b u n a vestido de l a b i a d o r , p i n t ó con vivos colores el r é g i m e n f e u d a l , d i j o que era preciso reconocer «la i n j u s t i c i a de derechos a d q u i r i d o s en tiempos de ignoran ¡a y de tinieblas,» l o g r a n d o entusiasmar de tal m o d o á la asamblea, (pie todos ofrecieron sacrificar sus privilegios, y resolvieron declarar abolidas las desigualdades, entre los c i u d a d a n o s primero y entre las provincias después. La Asamblea nacional que acabo d e referir, t o m ó poco después el — 4 r, — n o m b r e ríe Constituyente, y antes de ocuparse de otros asuntos, hizo la famosa declaración de los derechos del hombre, p u b l i c a d a en Octubre de 178í). L a s ideas revolucionarias se propagaban con asombrosa rapidez, llegando á todas partes la insurrección, hasta el punto de que el pueblo, excitado, se presenta en Versalles, asesina a los guardias suizos q u e defendieron ej palacio, y se apoderan de la familia real, traslad á n d o l a á París. Ivos q u e usaban principalmente esos procedimientos eran los jacobinos, cuyo jefe, Mirabeau, d o m i n a b a por completo la Asamblea, con su voz elocuentísima; pero cansado de los excesos de sus partidarios, ó m o v i d o por razones de otra índole, es lo cierto que se decidió á defender Ja causa del R e y , procurando c a m b i a r la o p i n i ó n pública en favor de éste, c o m o tal vez hubiera conseguido si la muerte n o sella sus labios para siempre. E n tanto que los hermanos del Rey hacen un l l a m a m i e n t o á las potencias europeas, el Monarca, en vista del giro que tomaba la revol u c i ó n , decide a b a n d o n a r á París, cosa que n o p u d o conseguir, porq u e f u é reconocido antes de pasar la frontera y conducido á las Tullerías. A la A s a m b l e a Constituyente sucedió la Legislativa, compuesta en su m a y o r í a de jóvenes entusiastas, a n i m a d o s de un espíritu a ú n más revolucionario, y partidarios de la R e p ú b l i c a . L a Asamblea n o tardó en acordar medidas importantes, princi- p a l m e n t e contra los emigrados, sacerdotes n o juramentados y otras clases privilegiadas, á las cuales quiso oponerse el Rey. a u n q u e inútilmente, toda vez que el pueblo asaltó las 'fullerías, y lo llevó cautivo con su f a m i l i a al Temple. E n las prisiones hizo el pueblo horrible carnicería, degollando m á s de 6 . 0 0 0 personas, entre sacerdotes, nobles, mujeres y niflos, por orden de D a n t ó n , diciendo q u e eran enemigos de la patria, según h a b í a concebido la sangrienta i m a g i n a c i ó n de Marat. C o n c l u y ó la Asamblea Legislativa y nació la Convención, en la que predominaban los jacobinos, porque las elecciones se hicieron con la m a y o r agitacióu. I,os g i r o n d i n o s tratan de contener la excitación, pero los mas exaltados se^antici p a n , siendo proclamada u n á n i m e m e n t e la República. 6 — 4 r, — en ln primera sesión q u e celebró la C o n v e n c i ó n , r e s p o n d i e n d o al gri • to lanzado por D'Herbois, en m e d i o del m á s frenético entusiasmo. E n la Convención estaban representados los jacobinos, al frente de los cuales estaban Kobespierre, D a n t ó n y Marat; los g i r o n d i n o s , entre los cuales descollaban Brissot, B o l a n d , y p r i n c i p a l m e n t e Vergn i a u d ; y el Centro, d o n d e sobresalía el poeta Chenier y Gregoir. La Convención se acordó de L u i s X V I , preso á la sazón en el Temple, decidiendo entonces procesarle, y los m á s exaltados pedían su vida. Éste compareció en-la b a r r a , y apesar de la elocuencia de su joven defensor, q u e t e r m i n ó diciendo: «busco entre vosotros jueces y no hallo m á s que acusadores,» fué c o n d e n a d o á muerte, por u n voto de mayoría, encontrándose entro los q u e votaron la muerte, aquel príncipe i n h á b i l , D u q u e de Orleans, q u e al salir de su boca la palabra ¡muerte! lanzada contra su p r i m o , hizo d a r u n grito de horror en el salón. La sentencia fué ejecutada el 21 de E n e r o de 1793, s u f r i e n d o L u i s X V I la muerte con g r a n d e entereza, y después que la m u c h e d u m b r e e m p a p ó sus pañuelos, ropas y sables en el cuerpo de la victima, f u é éste arrastrado á un cementerio vecino, l l a m a d o « L a Mag- dalena,» donde lo cubrieron con cal v i v a , para q u e se destruyera m á s pronto. Este hecho d i ó lugar á que todas las potencias europeas r o m p i e r a n sus relaciones con la R e p ú b l i c a , y al propio t i e m p o en el seno de la Convención empezó f o r m i d a b l e l u c h a entre g i r o n d i n o s y jacobinos, pues en tanto que los primeros se o p o n í a n resueltamente á los desór denes, los últimos querían alentarlos á toda costa, y c o m o consiguieron triunfar, establecieron seguidamente el C o m i t é de la S a l u d pública, para concluir con los q u e á ellos les parecían enemigos de la R e p ú b l i c a , llevando t a m b i é n á las prisiones i n n u m e r a b l e s girondi- nos, que acusados de supuestos crímenes, por Kobespierre,en la Asamblea, por C a m i l o Desinoulens, en sus folletos callejeros, fueron condenados á muerte. Entonces se desvaneció para siempre la p a l a b r a m á s elocuente de la F r a n c i a , V e r g n i a u d , q u e tenía arranques de e n v i d i a b l e t r i b u n o , con su voz clara y s i m p á t i c a , q u e logró extremeoer los corazones, c u a n d o lleno de respeto leyó delante de la f a m i l i a real el decreto de la suspensión de la M o n a r q u í a , fué t a m b i é n c o n d e n a d o á muerte, con veinte compañeros m á s , p r o n u n c i a n d o las tiernas frases ¡amor sagra- —4r,— d o de la patria! ú l t i m a s palabras de aquel g r a n hombre, que, según u n celebre escritor, no m o r í a , se evaporaba en el entusiasmo. Desde aquel m i s m o instante F r a n c i a se cubrió de vergüenza, lleg a n d o á todo su apogeo el imperio del Terror. La insurrección se hace general en todas las provincias, y mientras en el exterior las tropas de la Convención logran triunfar incesantemente, en el interior, fué proscrito el culto católico, adoró el P u e b l o á la Diosa Razón, no respetan las cenizas de los Reyes, y por trastornar hasta lo m á s pequeño, cambiaron los nombres «le los afios, de los meses y de los días, acordando que estos últimos fueran diez, l l a m á n d o l o s G o r r o de la Libertad,Cucarda N a c i o n a l , C í r c u l o , C á l c u l o , A g r i c u l t u r a . A r a d o . Azada, Mieses, Cartón y Descanso. E l s a n g u i n a r i o Marat, escribiendo con venenos su periódico « E l A m i g o del Pueblo,> alentaba cínicamente al robo y al asesinato, hasta q u e la joven Carlota Corday, en el momento de celebrar una entrevista con tan cruel revolucionario, solicitada con el pretexto de revelarle secretos importantes, le h u n d i ó un puftal en el corazón. A l día siguiente fué llevada á la guillotina, sufriendo la muerte con tal heroísmo, que algunos espectadores la saludaron con el sombrero. otros la a p l a u d í a n y entre aclamaciones subió las gradas del cadalso. L a muerte de M a r a t sirvió para que el torrente se desbordara enteramente, y fueron l l e v a d o s á l a guillotina la Reina María AntonieU, á la edad de 38 años próximamente, mostrando en aquellos supremos instantes uua entereza de á n i m o extraordinaria, y siguen la propia suerte m u c h o s girondinos, Felipe I g u a l d a d , que expió de esa manera su c o m p l i c i d a d en la muerte del Monarca, tocándole finalmente el t u r n o á los jacobinos, los únicos culpables de tauto horror, con lo cual se c u m p l i ó la frase de V e r g n i a u d , de qiie «la Revolución, como Sat u r n o , devora á sus propios hijos.» E l famoso D a n t ó i . , jefe del C l u b de los franciscanos, que, al ser i n t e r r o g a d o p a r a procesarle, exclamó con su peculiar audacia: «soy Dantón, tengo 35 años, m i residencia será m a ñ a n a la n a d a , y m i n o m b r e ' p a s a r á al panteón de la historia.» Ilerber. C a m i l o i Detnous ¡or.nhirtrwM tachados de reaccionarios, fueron — 3(i — Ese terrible dictador, Alto, delgado, m i o p e , bilioso, declara oficialmente la existencia del Ser S u p r e m o , q u e r i e n d o establecer u n a cie de deísmo, d e r r a m a á torrentes la sangre espe- íranc»sa, o r d e n a n d o construir u n a g u i l l o t i n a que cortara 8 0 cabezas á l a vez, y en u n a palabra, con las riendas d é l a nación en las m a n o s , lleva las c i u d a d e s á incendios y demoliciones, y á los hambres de las cárceles á la m u e r te, todo p a r a c u m p l i r el siniestro p l a n y ficticiamente de exterminar á cuantos real pudieran ser afectos al r é g i m e n a n t i g u o . E l ídolo de aquel pueblo fanático se preseutó u n d í a en la A s a m blea vestido con elegancia, y c o m o u n d i p u t a d o lo i n c r e p a r a , pierre quiere en VÍ\UO llegar á la t r i b u n a , y m u y jPresidente de u n a Asamblea de asesinos' Robes agitado e x c l a m ó : P o r ú l t i m a ve/., ¿quieres concederme la p a l a b r a ? — L a tendrás por turno, d i j o el Presidente. — ¡ L a acusación! gritó u n o - ¡La prisión! exclamó el Centro. A h o g a d a enteramente su palabra, q u e tantas veces escuchó encantada la m u l t i t u d , desangrándose por u n pistoletazo q u e le destroz ó la m e j i l l a , Rolwspierre so d e j ó c o n d u c i r hasta el patíbulo, cuyas gradas subió con la m a y o r t r a n q u i l i d a d . Con la muerte de Robespierre c o n c l u y ó la época l l a m a d a del Terror, y se disolvió la C o n v e n c i ó n , a u n q u e antes redactó u n a nueva Constitución, por la cual el poder ejecutivo residiría en u n Directo rio, f o r m a d o por cinco i n d i v i d u o s . Hemos visto, al referir ligeramente la historia de la g r a n d i o s a R e v o l u c i ó n francesa, q u e si bien es cierto que escribió con caractéres de fuego el decreto de muerte de los privilegios existentes, f u é verda derainente, á u n m i s m o tiempo ingrata v despiadada. N o satisfecha, como dice m u y bien u n notable escritor, con sacrificar eu L u i s X V I , la m a n s e d u m b r e , y en Marra Antonieta, el orgullo, inmoló dentro del círculo de sus propios amigos, en M a r a t . la pasión, y en Robespierre, la fé; en M a d a m e R o l a n d , el a r d o r , y en Carlota C o r d a y , la abnegación; en Demousleus, el sarcasmo, y en S a i n t J u s t , la inflexibil i d a d ; en Barbaroux,el valor, y en C a n d o r c e t , la filosofía; en D a n t ó n , el genio, en Cbenier, la i n s p i r a c i ó n , y en V e r g n i a u d , se quiso llevar á cabo el martirio de la elocuencia. P A R A S I T I S M O BIOLOGICO Y SOCIAL RESUMEN OE LA CONFERENCIA DADA POR D. JUAN DE DIOS GONZÁLEZ PIZARRO SEÑORES: L a v i n c u l a c i ó n de la ciencia en los menos; el monopolio de ella por u n corto n ú m e r o de inteligencias, constituiría, induda- blemente, la m á s g r a n d e y odiosa de todas las tiranías. L a ciencia, por tanto, debe ser para todos; la ciencia debe difundirse sin cesar y ponerse al alcance de todos los entendimientos, porque así ú n i c a m e n t e p o d r á ser fuente de salud, origen de prosperidad y causa del engrandecimiento de los pueblos I n s t r u i r al pobre; instruir al que carece de medios para concurrir á Institutos y Universidades y visitar escogidas bibliotecas, será siempre labor grata, patriótica y h u m a u i t a r i a . Por esto, señores, lie aceptado la honrosa invitación de los organizadores de estas Conferencias, y vengo esta noche á ocupar esta cátedra, n o para pronunciar un discurso, sino para hablaros |>or breves m o m e n t o s , en estilo familiar y en lenguaje q u e pueda ser entendido por todos, de u n asunto del mayor interés: y ihl parasitismo biológico social. Mas c o m o este tema es vastísimo y yo me propongo no abusar de vuestra benévola atención, concretaré mis consideraciones á estos tres puntos de vista solamente: 1.° 2 o 3.° A l concepto y característica «leí parasitismo, A los principales efectos que determina, y A los medios necesarios para ovitarlo y combatirlo. - 38 — La villa orgánica está caracterizada por u n doble é incesante cam • bio do materia y energía entre el sér y el m e d i o . Todos cuantos v i v i m o s sobre la superficie de la Tierra, obligados estamos, para sostener nuestra propia existencia, á c o n s u m i r u n a cantidad m a y o r ó m e n o r de materia y euergía b a j o la forma principal de alimento Pero á c a m b i o do este a l i m e n t o ó materia y energía c o n s u m i d a s , que en el comercio universal tienen u n valor d e t e r m i n a d o , todos los seres t a m b i é n devolvemos al m e d i o en q u e vivimos, y bajo formas m u y variadas, u n a c a n t i d a d proporcional de energía y materia q u e compensa la c o n s u m i d a . Por este sorprendente y doble m o v i m i e n t o de c o n s u m o y producción, se m a n t i e n e la v i d a universal, en l a q u e nada se crea n i nada se destruye, pues según la ciencia tiene c x p e r i m e n t a l m e n t e demostrado, la materia y la energía son permanentes, indestructibles, eternas. * * * La v i d a económica de los pueblos, c o m o la o r g á n i c a de los seres, t a m b i é n está regida por u n doble fenómeno de producción y consumo que perfectamente deben corresponderse, pues, de lo contrario, son múltiples y m u y profundos los males que se pueden o r i g i n a r . A u m e n t a d la producción, pero no haced equitativo el reparto de los productos, y por fuerza aparecerá al l a d o de la irritante opulen- cia, la más absoluta y desoladora miseria. „ L a difícil crisis económica p o r q u e en la a c t u a l i d a d débese m á s á la desigual distribución de la riqueza, atravesamos, que á l a escasez tenemos q u e consumir de productos. ** * A h o r a bien; si todos los séres para v i v i r alimentos, que en las sociedades del h o m b r e representar, un valor, todos también estamos obligados á d a r productos ó p r o p o r c i o n a r servicios útiles y provechosos para sí y p a r a los d e m á s seres; pues, de lo contrario, aminoraremos los recursos ó riquezas generales y crearemos la pobreza E l que consume y n o produce, lo m i s i n o en la v i d a orgá- nica, que en la v i d a económica, gasta l o q u e n o le pertenece, lo q u e no lia creado; luego es u n usurpador, u n verdadero parásito, pues asi l l a m a n los naturalistas á los seres que viven á expensas de otros y no del fruto de su propio trabajo. —4r,— Los parásitos son, pues, miserables holgazanes que se sustentan de lo q u e otros elaboran; ellos todo lo empobrecen y todo lo perturban, lo m i s m o en el ser a n i m a d o que en el organismo social. Y si en ciertos casos c u i d a n y procuran por conservar la vida del ser hospitalario en q u e h a b i t a n ó del que toman su sustento, no es por ningún sentimiento altruista, sino m á s bien por miras positivamente egoístas, pues, c o m o ha dicho u n ilustre zoólogo, los parásitos practican el pre. cepto de no matar la gallina para seguir obteniendo les huevos. Pero n o creáis (pie los parásitos son poco numerosos en la Naturaleza y q u e siempre llevan u n a v i d a triste y monótona; antes al contrario, son a b u n d a n t í s i m o s y con frecuencia viven cuan grandes señores. P a r a hacer el estudio de estos séres, los naturalistas se h a n visto obligados á clasificarlos en un sin n ú m e r o de grupos y subgrupos. Los que, por ser pequeñísimos, 110 pueden verse sin el auxilio de potentes lentes, se d e n o m i n a n micro-parásitos, ó simplemente microbios; en tanto se les d á el n o m b r e de moer o-parásitos, ó parásitos vulgares, á los q u e pueden distinguirse a s i m p l e vista. Pero a u n prescindiendo del g r a n grupo de los microbios, son muchos todavía los seres que viven sin trabajar lo m i s m o en el reino a n i m a l (zoo-parásitos) que en el vegetal (fito-parásitos). T a n t o unos como otros pueden vivir en la superficie del cuerpo, ó en las profundidades .de los tejidos; á los primeros se les llama ectoparásitos y á los segundos endo-parásitos. C u a n d o los parásitos exter- nos son animales, se les aplica el nombre de eclo-sooarios, y si son vegetales, el de ento-fitos; denominándose eu/o-¿otarios, ó ento%fitos, á los parásitos internos, según sean animales ó vegetales Pero n o temed que siga molestándoos con la enumeración de todos los grupos que comprenden las clasificaciones que han hecho los naturalistas para el estudio de los seres parásitos, pues si de esto os he h a b l a d o , h a sido para que sepáis que en la Naturaleza, como en la Sociedad h u m a n a , existen numerosos individuos que viven tranquila y h o l g a d a m e n t e do lo que otros producen. Y así como todas las especies tienen sus respectivos parásitos, así t a m b i é n n o h a y órgano n i n g u n o que esté libre de la acechanzas de estos seres. E l cerebro, la m é d u l a espiral, los nervios, los uiusculos, los huesos, el corazón, el ojo, el oido, la sangre, todas las partes, en —4r,— fin, tienen su» correspondientes parásitos, h a b i e n d o a l g u n o s que viven en diferente» órganos y atacan ¿distintasespecies, ¡>or c u y a particularidad se les ha l l a m a d o cosmopolitas, fama hepático, que puede atacar contándose entre éstos el dis- al hombre, al caballo, al asno, al buey, al carnero, al cerdo, á la liebre y al conejo. Dedúcese, pues, de cuanto antecede, que la característica del parásito no debe buscársela j a m á s en sus rasgos morfológicos, sino en su género particular de v i d a , en su i m p r o d u c t i v a existencia, en la manera cómoda de proporcionarse sus alimentos. • # T a m b i é n en el organismo social existen, por desgracia, numerosísimos parásitos, pues son m u c h a s las personas q u e viven sin trabajar, consumiendo lo que otros elaboran. Pero a u n c u a n d o estos parásitos sociales se diferencian entre si por su aspecto, trato é i n d u m e n t a r i a , c o m o sucede t a m b i é n entre los parásitos orgánicos, todos, absolutamente todos se parecen y caracteri- zan por su improductiva existencia. E n todas las capas de la Sociedad, lo m i s m o en las altas que en las bajas, existen, por desgracia, m u c h o s i n d i v i d u o s ociosos q u e consumen y no producen, consagrando sus actividades, con demasiada frecuencia, á labrar la ruina y deshonra de familias laboriosas. Porque, entendedlo bien, señores; para m í , es tan parásito el holgazán rentista que gasta inútilmente el tiempo en bajas luchas políticas, en murmuraciones de casino ó en indecentes lupanares, d o n d e el vicio destruye el cuerpo y pervierte el a l m a , como el pordiosero de oficio que pudiendo ganarse decorosa y h o n r a d a m e n t e con el fruto de su trabajo el sustento suyo y de su f a m i l i a , encuentra m á s c ó m o d o , aun á trueque de vivir en la m á s espantosa miseria, extender la m a n o enmedio d é l a vía pública para i m p l o r a r u n a l i m o s n a q u e le denigra y envilece. ' i o d o el que no produce con sus propias actividades algo ú t i l para sí y provechoso para sus semejantes, lo repetimos, es un parásito. Por esto nadie, fuera de los niños, ancianos y enfermos ó i m p e d i d o s , está exceptuado de aquel m a n d a t o d i v i n o de g a n a r el sustento con el sudor de su propia frente. El que traba ja, el que ejecuta a l g ú n servicio de u t i l i d a d para el — 4 r, — h o m b r e , es u n elemento social productor, es, en la verdadera acepción de la p a l a b r a , u n obrero; porque tan obrero, tan trabajador, tan productor, social mente considerado, es el q u e cultiva el c a m p o ó el que trabaja en el taller, como el que lo hace en la oficina, en el laboratorio ó en el bufete. E l obrero m a n u a l , como el obrero intelectual; el ingeniero, como el capataz; el arquitecto, como el albafiil; el médico, como el enfermero; el general, como el soldado; todos, absolutamente todos son por igual útiles y necesarios á la sociedad. Por esto, hay que desterrar esa absurda y errónea creencia de que solamente son obreros útiles y productivos los q u e visten la honrosa blusa. E l rico aristócrata q u e consagra su capital, su tiempo y energías á realizar grandes empresas industriales, y que constantemente se afana por aumentar los productos necesarios para que se satisfagan sin dificultad las exigencias sin tasa de nuestra actual civilización, es u n gran obrero social, u n g r a n elemento productor; y para él deben ser todos nuestros respetos y consideraciones, porque ese acaudalado trabaja, sin que le i m p u l s e j a m á s el acicate poderoso del hambre, movido únicamente por el deber que todos tenemos de aumentar la riqueza general, á fin de que n a d i e se vea privado de lo que es indispensable para vivir. H a y , pues, q u e despertar en todas las clases sociales el amor al trabajo; es preciso que todo el m u n d o vea en el trabajo el mas grande, noble y honroso de todos los deberes, porque, está demostrado, los pueblos laboriosos, como los hombres que cuentan con grandes energías productoras, solucionan y c o n j u r a n pronto las crisis difíciles por q u e pasan. Por el contrario, los pueblos indolentes, como las perso- nas perezosas, que j a m á s buscan su redención en el trabajo, pueden considerarse muertos, porque la muerte 110 es otra cosa que la inactiv i d a d , el reposo, la inacción * * * Conociendo ya lo que debemos entender por parásito racteriza á la vtua parasitaria, y lo que ca- vamos á hacer t a m b i é n , en forma abre- v i a d a y sintética, algunas indicaciones acerca de los principaloe efectos del parasitismo. Pero para que pueda ser entendido por todos, me ocupare primero de los efectos de la vida parasitaria sobre el m i s m o parásito, para ha- - 42 — corlo después de los efectos que determina en el o r g a n i s m o del ser i n v a d i d o , q u e , ti la vez, sirve al parásito de nodriza y morada. Ks evidente, señores, que, como dijo el ilustre y célebre " l a función hace al ó r g a n o , y , por lo tanto, el desarrollo y Lamark, pujanza de u n a parte, como de u n o r g a n i s m o completo, d i m a n a n del ejercicio gradual y metódico á que está sometido. O r g a n o q u e f u n c i o n a , crece, se desarrolla y a u m e n t a su potencia fisiológica; por el contrario, ór- gano que no se ejercita, se desenvuelve con dificultad é i r r e g u l a r i d a d , se atrofia y pierde, por ú l t i m o , su aptitud para f u n c i o n a r . E l cuerpo cltnotante del ojo del hombre, como los músculos rudimentarios de sus orejas, son ejemplos bien conocidos y elocuentes de la desastroza i n . fluencia que la inacción tiene en el desarrollo de todas las partes de la economía a n i m a l ; perdieron estos órganos el cometido fisiológico que tienen en otras especies, porque el papel q u e en ellas desempe- ñ a n es innec esario en el hombre, y desde este instante se atrofian y quedan allí como pruebas inequívocas é innegables del extraordinario poder modificador del ejercicio y del reposo c u a n d o uno y otro son constantes, ordenados y graduales. A h o r a bien; viviendo los parásitos en abonadas medio para encontrar á su alcance, y sin n i n g ú n condiciones de género de moles- tias ni dificultades, cuanto necesitan para su t r a n q u i l a existencia, los órganos de la vida de relación, que son los encargados do trasladar al sér de unos á otros lugares para que se proporcione sus alimentos, caen en desuso y , reduciéndose p r i m e r o y atrofiándose después, pierden en parte ó por completo sus aptitudes funcionales. Y á la vez que este fenómeno de degradación o r g á n i c a se produce, los órganos de la nutrición y de la reproducción se fortalecen, porque siendo los únicos que trabajan, se c u m p l e en favor de ellos la ley fisiológica de las compensaciones ó del balanceo orgánico, y g a n a n tanto en su p u j a n z a fun- cional, cuanto los otros perdieron. H é a q u í , señores, por q u é todos los parásitos son séres degeuerados y de relativa inferioridad orgánica. * * * E n los parásitos sociales t a m b i é n se registran análogos efectos de degeneración orgánica, sobre todo, en los sistemas nervioso y muscular. - 43 — A consecuencia de la vida inactiva que hacen, pierden los hábi- tos y aptitudes para el trabajo; los músculos se debilitan, el cerebro f u n c i o n a perezosamente y todas las actividades las solemos ver reconcentradas en los órganos de la nutrición y de la reproducción, pud i e n d o llegar el desequilibrio orgánico á tal extremo, que tampoco funcione b i e n el aparato genital. L a i n a c c i ó n , a c o m p a ñ a d a de los vicios inherentes de la vida parasitaria, m a r c a u n sello característico en el organismo de los parásitos sociales, q u e no escapa á la escudriñadora m i r a d a del hombre investigador. Todos esos degenerados no pueden v i v i r sin el concurso, auxilio y socorros de los que trabajan y producen. Abandonadlos á sus propias fuerzas, negad les toda clase de a y u d a , y les vereis perecer irremisiblemente ó arrastrar u n a vida miserable y difícil. R e c o r d a d los numerosos casos de ricos arruinados, que, no pu • d i e n d o ya v i v i r de las rentas de sus bienes perdidos, n i tenieudo hábitos n i aptitudes para el trabajo, tienen que solicitar medios de subsistencia á antiguos amigos ó servidores de otros tiempos. R e c o r d a d t a m b i é n que muchos de estos desgraciados suelen recurrir, con harta frecuencia, á cuantos medios les sugiere su inteligencia d e p r a v a d a , para apoderarse de lo que no les pertenece. V si no bastaran estos ejemplos, busquémoslos entre los que comenzaron su existencia cual golfos sin ocupación ó aspirantes á toreros, porque entre ellos, seguramente, nos encontraremos con muchos que j a m á s sintieron a m o r al trabajo y sufrieron desde sus primeras edades la degeneración de q u e os h a b l a b a . E l deseo de ser rico, acariciado desde la niñez por uua torpe educación, separa á n o pocos de la fábrica, del taller, del cortijo, y a b a n d o n a n d o el trabajo en esa edad de la vida en que el organismo se construye, adquieren costumbres, hábitos y resabios que les inuti- lizan p a r a el desempeño, después, de profesiones y oficios en los cuales h u b i e r a n sido útiles á la vSociedad, á sus familias y á sí mismo. * # * Pero los efectos de la vida parasitaria no se dejan sentir sólo en el organismo de los parásitos, sino que alcanzan y transcienden también á los desgraciados séres á expensas de quienes viven. — 4 r, — 1 x * patólogos 110 están, n i h a n estado n u n c a , de acuerdo acerca de loa efectos que determina el parasitismo, pues en tanto unos le h a n considerado c o m o causa i n m e d i a t a «le la m a y o r parte de las ende- mias y epidemias, otros creen que es hartamente conveniente para la salud de los seres Invadidos S i n entrar yo á estudiar este asunto con la detención necesaria, porque es ajeno á m i objeto, consignaré que uo niego la posibilidad de esa a r m o n í a biológica entre el invasor y el i n v a d i d o , pero es indudable que, c u a n d o cesa d i c h a a r m o n í a , y esto suele suceder bien pronto, el organismo del sér i n v a d i d o experimenta perjudiciales modificaciones en su constitución estática y d i n á m i c a , y se manifiestan ostensi- blemente todos los síntomas característicos de las enfermedades parasitarias. L a energía del sér invasor y la falta de vigor en el i n v a d i d o , son las dos causas fundamentales que d e t e r m i n a n la m a y o r ó m e n o r gra vedad de las dolencias parasitarias. Por tres motivos principales altera el parásito la salud del sér sob r e q u e vive: por los efectos mecánicos q u e su presencia ocasiona en los tejidos y órganos en q u e radica; por el empobrecimiento que llega á producir en los principios reparadores ó nutritivos, y por la acción tóxica de sus excretas, residuos ó productos de desecho. Por la primera causa, los parásitos d e t e r m i n a n m u c h a s veces marcado entorpecimiento funcional en el ó r g a n o ú organos d o n d e se acum u l a n , ocasionando, á la vez, inflamaciones m á s ó menos localizadas, dislaceraciones y perforaciones en los tejidos, asi c o m o tumores, quistes, dolores variadísimos, desórdenes nerviosos directos ó reflejos y otras muchas perturbaciones de m a y o r ó menor g r a v e d a d . L a causa segunda no es menos importante; pues entablándose en el seno del organismo i n v a d i d o , obscura y cruenta l u c h a entre él y los invasores, lucha que siempre termina en robusto, ge originan favor del m á s fuerte y perturbaciones profundas, sobre todo cuando vencen los parásitos, p o r t e e , en tal caso, se m u l t i p l i c a n y desenvuelven con prodigiosa rapidez, debilitando y agotando, consecuencia, las fuerzas y energías del cae en un estado de miseria fisiológica como natural desgraciado i n v a d i d o , abonadísima para que adquirir numerosas y graves enfermedades, esjiccialmente las de carácter contagioso ó microbiano Debilitar á los séres, es hacerlos aptos para con- - 45 — traer mortíferas afecciones: por esto la tuberculosis, por ejemplo, causa m á s víctimas en las personas y animales aniquilados por el excesivo trabajo y la alimentación insuficiente, que en aquellos que están fortalecidos por u n ejercicio metódico y un régimen nutritivo adecuado. K1 parasitismo, pues, a m é n de constituir por sí u n a grave dolen- cia, favorece y coadyuva al desenvolvimiento de otras muchas. Los excretas ó productos de desecho de los parásitos, son vertidos sin cesar en los líquidos nutritivos del ser i n v a d i d o , y aun c u a n d o en ciertos casos estos residuos orgánicos no alteran la salud del ser infestado, en otros obran produciendo u n a especie de alteración pútrida de sus humores, de tanto más alcance y gravedad, cuanto mayor sea el n ú m e r o de seres invasores y , por lo tanto, mayor también la cantidad de excretas producidos, según se ha podido comprobar en numerosas dolencias que padece el hombre y los animales domésticos * * * Los parásitos sociales t a m b i é n modifican y per tur ha u sériamente á las sociedades y pueblos en que viven; pues amén de empobrecerlos con su i m p r o d u c t i v a existencia, les originan males sin cuento con sus costumbres é inmoralidades. L a ociosidad es uiadre de iodos los vicios, dice un a n t i g n o y bien conocido adagio castellano, y como el parásito es siempre un ocioso, pertenezca á la clase social que quiera, de continuo le hallaremos en los círculos y casas de juego derrochando riquezas que él no creó, en los lupanares atentando contra la honra y honor de laboriosas íami- lias, ó e-i las tabernas destruyendo su salud y terminando la obra de su perversión y embrutecimiento, para llegar en breve plazo al calabozo del presidio, á la sala del hospital ó á la fría loza de la sala de autopsias. Y no o l v i d a r , señores, para que comprendáis bien los desastrosos eíectos del parasitismo social, que todos los vicios morales que engend r a , c o m o las degradaciones orgánicas que origina, pueden ser transm i t i d o s por herencia. Y sabido esto, yo pregunto: ¿no estamos todos moral mente obli- gados á combatir sin descanso tan afrentoso y destructor mal de la so ciedad h u m a n a ? — 4 r, — Y , para terminar: vengamos y a al ú l t i m o asunto q u e m e he propuesto tratar en esta conferencia; estoes, á s e ñ a l a r someramente, pues ya la hora otra cosa no nos permite, los medios q u e conviene emplear para evitar y combatir el parasitismo. Las medidas profilácticas aplicables contra tan perniciosa dolencia, se f u n d a m e n t a n en el exacto conocimiento de c ó m o el parásito penetra en el organismo de sus víctimas. P a r a esto es indispensable conocer á su ve/, cómo el parásito vive, cuáles son sus necesidades y costumbres y las fases todas porque atraviesa d u r a n t e su existencia; apuntos que no están bien estudiados todavía en todos ellos, pero, aun c u a n d o lo estuviesen, n o podríamos f o r m u l a r conclusiones generales, pues, en verdad, cada parásito requiere por fuerza u n a profilaxis especial. A pesar de todo, algunos consejos hemos de d a r . E n primer t é r m i n o , y como elemento p r i n c i p a l de la profilaxis del parasitismo, debemos recomendar la m á s perfecta y escrupulosa limpieza de los individuos, de las habitaciones y de los alimentos y bebi das, porque está fuera de toda d u d a , q u e la m a y o r í a de los gérmenes parasitarios penetran en el organismo del h o m b r e , por ponerse éste en contacto con otros seres que los poseen, por h a b i t a r en locales infes tados ó por consumir alimentos y bebidas q u e no tienen las condiciones higiénicas indispensables p a r a su e m p l e o . H e a q u í porqué el aislamiento de los i n d i v i d u o s atacados por de- terminados parásitos y la desinfección de las habitaciones infestadas, serán siempre prudentes medidas sanitarias para evitar la propaga- ción del parasitismo orgánico. El examen minucioso de los alimentos y bebidas es, á su vez, otra medida (legran valor profiláctico contra el parasitismo. ¿ T e n d r é yo necesidad de deciros (pie gracias á la inspección sanitaria de las carnes y leches se han podido evitar, ó a m i n o r a r al menos, enfermedades parasitarias de extraordinaria g r a v e d a d ? ¿ T e n d r é que recordaros que merced al reconocimiento microscópico de las carnes en los mataderos se ha conseguido extinguir de la especie h u m a n a casi en absoluto la triquinosis, que tantísimas víctimas ¿Tendré yo que deciros q u e la solitaria o r i g i n a b a en otros tiempos? es a ú n frecuente en el hombre, por la m a l a costumbre de 110 inspeccionar convenientemente las carnes de cerdos que se sacrifican en las casas particulares? - 47 — La coción es otra m e d i d a de extraordinario Ínteres, porque á temperaturas elevadas se destruyen todos cuantos gérmenes parasitarios p u e d a n contener los alimentos. Por ú l t i m o ; la alimentación sana, nutritiva y abundante determin a t a m b i é n análogos efectos profilácticos, porque es evidente q u e los i n d i v i d u o s fuertes y vigorosos son los que mejor se defienden contra las acechanzas de los parásitos. E n el tratamiento del parasitismo, h a v que llenar siempre esta sola i n d i c a c i ó n : lograr la desaparición de los parásitos. P a r a ello se recurre á medios higiénicos, medicamentosos y qui- rúrgicos, q u e el m é d i c o es el encargado de aplicar del m o d o y manera que estime conveniente. ** * T a m b i é n el parasitismo social tiene su profilaxis y tratamiento, y á u n a y otro deben dedicar su atención los sociólogos, porque de la acertada y pronta solución de ambos problemas depende, en gran parte, el porvenir de la Sociedad. N o tengo los conocimientos necesarios p a r a proponer medidas eficaces contra tan g r a v í s i m o m a l social; pero, no obstante, me aventuraré á sostener que, a u n c u a n d o dichas medidas hayan de ser circunstanciales, á ellas debe recurrirse con decisióu y siu pérdida de tiempo, porque se trata de u n problema que apremia y es verdaderamente h u m a n i t a r i o . Son precisas disposiciones legislativas eucaminadas á hacer cada vez m á s indispensable y reproductivo el trabajo. Medidas que tiendan á desterrar en absoluto la ociosidad, pero, entiéndase bien, que alcancen á todos los desocupados y holgazanes, porque hasta hoy sólo se ha pensado eu extinguir á los golfos de blusa, como si no fuesen tan numerosos y m u c h í s i m o m á s temibles y perjudiciales, los que visten la elegante levita ó el aristocrático frac. P e r o todavía esto no sería suficiente para hacer desaparecer el parasitismo social. Este parasitismo h a y que combatirlo por m e d i o d e u n a educaeióu adecuada, con la cual se inculque en el cerebro del nifio y en el corazón de todos los hombres, el a m o r al trabajo, porque este a m o r es el m á s desinteresado de todos los amores, el más y el m á s noble. humanitario - 18 — Al hombro h a y que educarle cu la realidad y no hacerle concebir ¡deas de grandezas irrealizables, q u e le separan con frecuencia del bien y l e c o u d u c e n m á s tarde á la desesperación. S i en vez de acatarse, considerarse y respetarse en la los hombres ricos, sin preguntar ni averiguar zas, se respetarav considerara ante todo al Sociedad a el origen de sus rique- h o m b r e honrado, al vir- tuoso y trabajador, y se correspondiera y aislara al h o l g a z á n , al vicioso, al enriquecido por m a l a s artes, al parásito, en lin, tendríamos hecho m u c h o para llegar á la consecución de nuestros deseos Por esto os decía que la profilaxis del parasitismo social, es, ante todo y sobre todo, u n problema de educación. Eduquémosnos con esas tendencias, porque es u n deber de h u m a n i d a d , pues n o hay p l a g a n i n g u n a q u e cause tantos dafios al h o m b r e como el parasitismo, considerado en todas sus manifestaciones. Eduquémosnos así, porque sólo de este m o d o podremos desiderátum llegar al de todos los hombres honrados; esto es, á que c o m o d i j o Jesucristo, todos los hombres ganen su sustento con el honroso sudor de su frente. Procediendo de este modo, seguramente que 110 lograremos mentar el n ú m e r o de ricos, pero desde luego conseguiremos au- disnii n u i r el de pobres, que es á lo que por el m o m e n t o debemos aspirar. f i e dicho. LA ATMÓSFERA P R O P I E D A D E S TERRESTRE "Y C O M P O S I C I f N JDE L A XATQlsAA RESUMEN DE LA CONFERENCIA DADA POR D. RAFAEL VAZQUEZ AROCA CATEDRÁTICO OE FÍSICA Y QUÍMICA DEL INSTITÜ70 A t m ó s f e r a — Se <lá el n o m b r e <.ie atmósfera, al conjunto de gases q u e rodea por todas partes á la tierra, formando sobre su superficie u n a capa de m á s de 300 kilómetros de espesor. La atmósfera está form a d a por u n gas l l a m a d o aire, cuya composición estudiaremos después. Gases. Reciben el n o m b r e de gases, unos cuerpos que no tienen f o r m a p r o p i a , sino que se acomodan á la <lel vaso ó recipiente q u e los contiene y que, además, poseen una tendencia á ocupar un volumen ó espacio cada vez m a y o r , ejerciendo, á causa de esta tendencia, u n a fuerza ó presión contra las paredes del vaso que los contiene: esta presión ó fuerza de e m p u j e hacia el exterior, característica de los gases, se d e n o m i n a expansibilidad. P o r m e d i o de sencillos experimentos, pueden desmostrarse los caracteres esenciales de los gases, su carencia de forma y la facilidad con q u e se acomodan á la del recipiente que los contiene y la expans i b i l i d a d , es decir, su tendencia á ocupar u n volumen cada vez mayor. P a r a lo primero, se torna u n a vejiga h ú m e d a y medio desinllada. con sus dos aberturas naturales fuertemente ligadas, y al o p r i m i r l a ligeramente entre las manos, veremos (pie el aire contenido en su interior, no opone la m á s pequefla resistencia para acomodarse a las - 50 — di v e n a s formas que adopte la vejiga, l ' a r a demostrar la expansibilid a d , se eoloea la vejiga anterior debajo de la c a m p a n a de la m á q u i n a neumática. ( M á q u i n a n e u m á t i c a es u n aparato que se emplea para sacar ol aire de u n recipiente c u a l q u i e r a , de la c a m p a n a b a j o la cual se ba colocado la vejiga, por ejemplo). Si hacemos f u n c i o n a r la máq u i n a , se observa que conformo se va sacando el aire de la c a m p a n a , va inflándose la vejiga, debido á que, n o estando ya contrarrestada la expansibilidad del aire que tiene dentro por la del de la c a m p a n a , dom i n a la primera y , e m p u j a d a s por ella, se extienden sus paredes, acab a n d o por resultar completamente llena y a ú n por estallar si la experiencia se continuara d u r a n t e m u c h o rato. Si ahora se deja aire á la c a m p a n a , abriendo la llave que tiene la m á q u i n a objeto, la vejiga se desinfla rápidamente, hasta q u e d a r entrar p a r a este en la f o r m a primitiva. Peso de los gases. - Los gases, c o m o todos los cuerpos de la naturaleza, están dotados de peso. P a r a demostrarlo, se coloca en u n o de los platillos de una balanza, u n globo ó esfera hueca de vidrio provista de u n a llave de paso, por la que se puede a t o r n i l l a r á la máquina neumática. Se pesa primero el globo lleno de aire, y se vuelve á pesar después de haber sacado el aire de su interior por m e d i o de la m á q u i n a n e u m á t i c a , encontrándose q u e el segundo peso es m e n o r que el primero, siendo la diferencia entre los dosel peso del aire que h a b í a dentro del globo. De este m o d o se h a reconocido que c a d a gas tiene u n peso propio y so h a determinado el peso de la u n i d a d de volumen de cada uno. U n litro de aire á la presión n o r m a l y á cero grados pesa u n g r a m o y doscientos noventa y tres miligramos. Trasvasado>¡ de los gases.—Los gases, lo m i s m o q u e los líquidos, pueden verterse de unas vasijas á otras. Para demostrarlo, se t o m a n dos vasos de vidrio largos y estrechos, á los que los q u í m i c o s d a n el nombre de probetas: u n o de ellos so llena de u n gas m u c h o m á s pesado que el aire, l l a m a d o a n h í d r i d o carbónico y que tiene la propiedad de apagar los cuerpos ardieu lo que se introducen en él. Se re conoce que u n a de las probetas eslá llena de aire y otra llena de anhídrido carbónico, i n t r o d u c i e n d o en ellas u n a cerilla e n c e n d i d a sujeta al exttemo de un alambre y observando que arde t r a n q u i l a m e n t e la que contiene aire y se a p a g a en la q u e contiene el gas Si ahora se invierte ó vuelca la segunda probeta sobre la en carbónico. primera, - 51 — d e j á n d o l a s quietas d u r a n t e unos minutos, el a n h í d r i d o carbónico desciende á la probeta inferior en virtud de su mayor peso, pasando el aire á ocupar la superior, de m o d o que, colocando las probetas en su posición p r i m i t i v a é introduciendo en ellas la cerilla encendida, ardo en la q u e antes se apagaba y se apaga en la que antes ardía, demostrando que el gas carbónico ha pasado de u n a probeta á la otra, c o m o si se hubiese tratado de u n líquido. Estudio físico de la atmósfera A Huya de la atmosfera.—La atmósfera, es decir, la capa de aire que rodea á la tierra, tiene u n a altura limitada, pasada la cual no h a y sino el vacío absoluto, esto es, el espacio inmenso é ilimitado, despro visto por completo de toda clase de materia ponderable, en el cual se m u e v e n , siguiendo sus trayectorias perdurables, los astros que forman los sistemas planetarios. P o r distintos medios se ha medido la altura de la atmósfera terrestre, y como término medio de los resultados obtenidos, puede asegurarse esta altura es de unos 320 á 340 kilómetros Pero n o se crea que la atmósfera es habitable en toda esa altura, pues como la densidad del aire d i s m i n u y e conforme nos elevamos sobre la superficie del suelo, al llegar á cierta altura ya no es bastante denso para la respiración y moriría asfixiado el hombre que llevara su atrev i m i e n t o hasta pasar ese límite. Las mayores alturas á que se ha ¡Hed i d o subir en la atmósfera, valiéndose de globos aerostáticos, son las siguientes: Gay-Lussac el a ñ o 1801 subió á una altura de 7.016 metros. Gastón Tissandier 1875 » » > A . Berson » > * • 1901 8.600 » 10.800 > E n la segunda de !as ascenciones anteriormente citadas, acompañ a b a n á Tissandier en la barquilla del globo otros do9 aeronautas: Croce Spinelli y Sivel, y ambos murieron asfixiados por el enrarecí m i e n t o del aire en aquellas alturas, salvándose milagrosamente de la muerte Tissandier, que, medio asfixiado, tuvo la suficiente sereuidad para tirar de la cuerda de la v á l v u l a y hacer descender el globo Gracias á la precaución de respirar artificialmente oxigeno, conducid o en la barquilla del globo en recipientes apropiados, es como ha p o d i d o Berson llegar hasta 10.800 metros, altura m á x i m a a que hasta hoy h a p o d i d o subir u u sér vivo en la atmósfera. - 62 Presión atmosférica — — S i e n d o el ñire u n cuerpo dotado de poso, según liemos visto, <*s evidente q u e el q u e o c u p a las regiones inferiores de la atmósfera, tiene que sufrir el peso de todo el de las superiores, d a n d o por resultado u n a presión vertical do arriba hacia abajo, que el aire trasmite en todas direcciones y q u e se ejerce sobre todos los cuerpos sumergidos en la atmósfera. A esta presión se le d a el n o m b r e de presión atmosférica, y a u n q u e según acabamos de decir, se ejerce en todos sentidos y en todas direcciones, se acostumbra a demostrar experimental mente en tres sentidos principales: de a r r i b a h a c i a abajo, de abajo hacia arriba y presiones laterales. P a r a demostrar la presión vertical de arriba hacia abajo, se em • plea u n aparato l l a m a d o rompe vejigas, que es u n c i l i n d r o hueco de cristal, u n a de cuyas bases está tapada por u n trozo de vejiga fuertemente atado con una cuerda, de m o d o que forme c o m o u n a especie de tambor y por la otra, cuyos bordes estín esmerilados y u n t a d o s con sebo, se coloca sobre la platina de la m á q u i n a n e u m á t i c a . S a c a n d o el aire del interior del aparato por medio do d i c h a m á q u i n a , se observa que la m e m b r a n a que tapa la base superior del c i l i n d r o , se d e p r i m e e m p u j a d a por la presión atmosférica de a r r i b a hacia abajo, hasta que t no p u d i e n d o resistir esta presión, llega u n m o m e n t o en q u e se r o m p e , produciéndose u n a detonación, debida al choque del aire al entrar bruscamente en el aparato. L a presión atmosférica de abajo hacia arriba se demuestra por el siguiente experimento: Se toma 1111 vaso de cristal casi lleno de agua y teniendo el vaso en una m a n o se tapa con u n cartón, a p o y a n d o la otra m a n o sobre él; si u n a vez hecho esto invertimos el vaso y quitamos la m a n o que sujeta el cartón, se observa q u e 110 se caen n i el cartón ni el agua del vaso, 110 obstante su peso, porque a m b o s están sostenidos por la presión atmosférica de a b a j o hacia arriba Por último: con el aparato l l a m a d o hemisferios de M a g d e b u r g o , se demuestra la presión atmosférica lateral. Consiste este aparato en dos medias esferas huecas de metal, q u e pueden aplicarse por sus bordes la u n a contra la otra de m o d o q u e ajusten perfectamente y queden f o r m a n d o u n a esfera ó bola hueca. U n a de las m e d i a s esferas va provista de u n a llave de paso, por la que se puede atornillar á la m á q u i n a neumática, y la otra de u n a n i l l o ó asa p a r a tirar de él Mien • tras el interior del aparato está lleno de aire, p u e d e n separarse fácil- - 53 — mentó las dos medias esferas, pero si sacamos el aire del interior por medio de la m á q u i n a n e u m á t i c a , no bastan los mayores esfuerzos para separarlas, a causa de la presión atmosférica, que las oprime con u n a fuerza extrordinaria la una contra la otra. Medida de la presión atmosférica.—La presión atmosférica, cuya existencia hemos demostrado anteriormente, puede medirse, y para dar idea de c ó m o se efectúa esta m e d i d a , vamos á describir la experiencia que el célebre físico Torricelli expuso por primera vez el a ñ o 1643. Se toma u n tubo de cristal de unos ochenta centímetros de larg o y de seis á ocho milímetros de grueso, cerrado por un extremo y abierto por el otro. Colocando el tubo en posición vertical con el extrem o abierto hacia arriba.se llena completamente de mercurio y después de tapar con el dedo la extremidad abierta, se invierte y se sumerje d i c h a extremidad en u n vaso ó cubeta llena de mercurio. Si u n a vez h e c h o esto se q u i t a el dedo que tapaba el extremo abierto del tubo» desciende el mercurio dentro de él hasta cierta altura q u e d a n d o allí detenido, p r ó x i m a m e n t e á unos 7G centímetros sobre el nivel del merc u r i o en la cubeta. L a fuerza que sostiene la c o l u m n a de mercurio dentro del tubo equilibrando su peso, es la presión atmosférica; luego esta presión está representada ó tiene por valor el peso de una column a de mercurio de 76 centímetros de altura, cuyo peso, suponiéndole u n a sección de u n centímetro cuadrado, es 1 kilogramo y 33 gramos. T a l es el valor de la presión que la atmósfera ejerce sobre cada centímetro c u a d r a d o de la superficie de los cuerpos. El aparato anteriormente empleado para medir la presión atmosférica, ligeramente modificado con objeto de hacerlo trasportable, recibe el n o m b r e de barómetro y se g r a d ú a en centímetros y milímetros marcados en u n a escala colocada paralelamente al tubo poniendo el cero de la g r a d u a c i ó n al nivel del mercurio en la cubeta. Para que las indicaciones del barómetro sean exactas, debe estar colocado en posición vertical. Colocado el barómetro al nivel del m a r en buen tiempo, alcanza el mercurio dentro del tubo á la altura de 700 milímetros, pero conforme nos elevamos en la atmósfera va descendiendo el mercurio, p r ó x i m a m e n t e u n m i l í m e t r o por cada diez metros y medio de elevación. E n esta propiedad está f u n d a d a la aplicación del barómetro á la medición de alturas. E n u n m i s m o lu^ar, la altura del mercurio en el barómetro sus — 4 r, — fre pequeña» variaciones, que están í n t i m a m e n t e relacionadas con la dirección de los vientos y con el buen ó m a l tiempo, y de a q u í la apli cación del barómetro á la predicción del tiempo. E n t é r m i n o s generales puede asegurarse que, c u a n d o baja el barómetro, h a y probabilidades de lluvia y de buen tiempo c u a n d o sube. Estudio químico de la a t m ó s f e r a Composición del aire.—El aire que f o r m a la atmósfera terrestre, no está formado por u n solo cuerpo; es u n a mezcla de cuatro gases principales y pequeñísimas porcioues de otips recientemente descubiertos, de los que no haremos m e n c i ó n por su escasa i m p o r t a n c i a . Los cuatro gases que principalmente constituyen el aire, son: el oxígeno, el nitrógeno, el a n h í d r i d o carbónico y el vapor de a g u a . Estos cuatro gases n o entran en la m i s m a proporción á formar el aire; el oxígeno entra en la mezcla en la proporción de u n a q u i n t a parte; el nitrógeno en la de cuatro quintas partes, y en cuanto á la proporción de los otros dos, es m u c h o m á s pequeña, pues sólo f o r m a n unas cuantas milésimas partes de la mezcla. A d e m á s de los gases citados,existen o r d i n a r i a m e n te en el aire polvillos minerales y ciertos corpúsculos orgánicos ó gérmenes, que son la causa de las putrefacciones, y en a l g u n a s ocasiones pueden existir otros que son los productores de las enfermedades llamadas infecciosas, como la tisis, por ejemplo. E n la atmósfera de los lugares poco ventilados donde se a c u m u l a n g r a n n ú m e r o de personas ó de animales, existen t a m b i é n ciertos gases venenosos de la respiración, que hacen el aire s u m a m e n t e procedentes perjudicial para la salud. Conocida ya la composición del aire, vamos á estudiar las propiedades más notables de sus componentes y la i n í l u e n c i a q u e cada u n o tiene en la vida de los animales y de los vegetales. Oxigeno.—El oxígeno es u n gas incoloro en pequeñas masas, pero que, visto en gran espesor, tiene u n color a z u l a d o , carece de olor y de sabor, es un poco m á s pesado que el aire, y es algo soluble en agua, lo suficiente para que ciertos animales, c o m o los peces, respiren el oxígeno que h a y disuelto en ella. S u propiedad m á s notable es la de activar la combustión en términos tales, que todos los cuerpos que arden en el aire, arden con tal i n t e n s i d a d , c u a n d o se los introduce en el oxígeno, que la vista no puede soportar su brillo, y u n a cerilla recién — 4 r, — n pagad a que conserve u n punto en i g n i c i ó n , vuelve á arder con llam a en el m o m e n t o que se introduce en u n frasco lleno de este cuerpo. Se acostumbra á demostrar en las cátedras el g r a n poder comburente del oxigeno, introduciendo en un frasco lleno de este gas un alambre de hierro arrollado en espiral, con u n poco de yesca encendida en la p u n t a ; ¿ l o s pocos segundos, la combustión de la yesca se propaga al a l a m b r e , que arde con u n brillo extraordinario, despidiendo abundantes chispas luminosas en todos sentidos, y cayendo f u n d i d o en gotas el ó x i d o de hierro, formado por la combustión del alambre, gracias á la elevadísiina temperatura producida por esta combustión en el seno del oxígeno. E l oxígeno es u n gas indispensable para la respiración; obrando en los p u l m o n e s sobre la sangre, transforma la venosa en arterial, siendo, por lo tanto, u n cuerpo eminentemente vital, es decir, necesario p a r a el sostenimiento de la vida de los animales y vegetales. N o obstante, no se le puede respirar puro, pues su acción es tan violenta, que destruiría los pulmones; por esta razón está mezclado en el aire atmosférico con el nitrógeno, que modera lo enérgico de su acción. Nitrógeno.—El nitrógeno es u n gas sin color, olor ni sabor, un poco menos pesado que el aire y menos soluble en el agua que el oxígeno, q u e n i arde ni sirve para la combustión, apagándose en el acto cualquier cuerpo encendido que se introduzca en este gas: es decir, q u e n i es combustible n i comburente. El nitrógeno es un cuerpo m u y inactivo para combiuarse con los demás; no es veueuoso y no sirve p a r a la respiración, desempeñando en el aire, como ya sabemos, el papel de moderador de la acción del oxígeno. Vapor de agua.—El vapor de agua existe constantemente en el aire en cantidades variables, a u m e n t a n d o en el verano y disminuy e n d o eu el invierno, no obstante que el aire nos parece m á s h ú m e d o en invierno q u e . en verano. A u n q u e la cantidad de vapor de agua que existe ordinariamente en el aire es bastante pequeña, su presencia es indisjíensable para la vida. N a d a m á s fácil que demostrar la presencia del vapor de agua en el aire, aun en los casos en que nos parece m á s seco; basta poner u n poco de hielo machacado en u n a copa perfectamente l i m p i a y seca, para que la veamos al poco rato empañ a d a por la parte exterior; este e m p a ñ a m i e n t o está formado por pequeñísimas gotas de a g u a formadas por la condensación del va|»or existente en el aire q u e rodea á la copa. — 56 — Anhídrido carbónico —101 a n h í d r i d o carbónico es u n gas incoloro, de sabor y olor picante m u y poco perceptibles, vez y m e d i a m á s pe- sado que el aire, ni sirve bastante soluble en el a g u a , q u e n i arde jvara la combustión y que n o e3 respirable. Este cuerpo se produce en la combustión de la madera, del carbón y de la m a y o r í a de los combustibles; se desprende en la fermentación del mosto al transformarse en vino, en la de la cerveza; se produce en la respiración; estando en a b u n d a n c i a entre los gases, vuelven á salir de los p u l m o n e s al rar, y t a m b i é n se desprende á través del suelo en ciertas como ocurre en el Valle ta del Perro, respi- comarcas, de la Muerte en la isla de L a v a y en la Gru- en Ñapóles. N o obstante, todas estas causas productoras de a n h í d r i d o carbónico, su proporción en el aire es casi constante, debido á que los vegetales lo descomponen, apropiándose su carbono y d e j a n d o en libertad su oxigeno, que viene á compensar el c o n s u m o de este cuerpo producido por la respiración. Acciones q u í m i c a s p r o d u c i d a s por el a i r e E n t r e las infinitas acciones q u í m i c a s producidas por el aire, sólo nos vamos á ocupar de do3: de la combustión y de la respiración. Combustión.—Combustión es el acto de quemarse u n cuerpo. E n el sentido más concreto de la palabra, puede decirse q u e la combustión es la c o m b i n a c i ó n de u n cuerpo con el oxígeno, con p r o d u c c i ó n de calor y de luz. E l cuerpo que se q u e m a se l l a m a combustible, y el oxígen o á expensas del cual se q u e m a , se l l a m a comburente. Si el cuerpo que se quema es sólido y fijo á la temperatura de la c o m b u s t i ó n , ar- de sin l l a m a , como por ejemplo, el p i c ó n bien pasado y el hierro que arde en el oxígeno puro. Si el cuerpo que se q u e m a es gaseoso, ó si siendo sólido ó l í q u i d o puede reducirse á vapor ó cuerpos gaseosos á descomponerse en la temperatura de la c o m b u s t i ó n , entonces arde con llama, como ocurre por ejemplo, con el gas del a l u m b r a d o , el alcohol, los aceites, la m a d e r a seca, etc., etc. Recibe el nombre de l l a m a un gas en c o m b u s t i ó n . Si la combustión de la l l a m a es completa de m o d o que todos los cuerpos que resultan de la combustión son gaseosos, la l l a m a es m u y poco l u m i n o s a , pero si entre esos productos q u e d a n partículas sólidas, por ser incompleta la combustión, la l l a m a es m u y luminosa, porque las partículas sólidas se ponen incandescentes y le c o m u n i c a n su brillo. C o m o ejemplo — 4 r, — de las primeras podemos citar la llama del alcohol ó espíritu de v i n o p u r o , y c o m o e j e m p l o de las segundas la llama del petróleo. L a temperatura de las llamas, como la de todos los cuerpos en combustión, es m u y elevada, pero las telas metálicas tienen la notable propiedad de enfriar las llamas que.se ponen en su contacto, de mo- do que si se coloca u n a tela metálica sobre una l l a m a de m o d o que la toque, los gases de la l l a m a se enfrían al atravesarla de tal modo, que puede ponerse sobre la tela un cuerpo m u y combustible sin que se queme. E n esta propiedad de las telas metálicas están fundados los telones corta-fuegos de los teatros y la lámpara de seguridad de los mineros, l l a m a d a l á m p a r a de D a v y en recuerdo de su inventor. Respiración. —Es el acto por el cual introducimos el aire atmosfé- rico en los pulmones y lo expulsamos después de unos momentos de reposo. E l acto do introducir el aire en los pulmones se llama inspiración y el de expelerlo espiración. Durante el tiempo que permanece el aire en los pulmones, cede parte de su oxígeno á la sangre, que circula por ellos en delgadísimos conductos, llamados capilares, recibiendo de ella, en cambio, el a n h í d r i d o carbónico de que se ha cargado al circ u l a r por las diversas partes del cuerpo. L a sangre, al llegar á los pulmones es pobre en oxígeno y rica en a n h í d r i d o carbónico y se l l a m a sangre venosa, mientras que al salir es rica en oxígeno y no contieno a u h i d r i d o carbónico y se l l a m a sangre arterial, siendo su color más rojo que el de la venosa. Por el contrario, el aire al entrar en los pulmones, es rico en oxígeno y m u y pobre en a n h í d r i d o carbónico y al salir es pobre en el primero y está cargado de el segundo. S e g ú n lo expuesto anteriormente, al respirar el aire lo vamos priv a n d o poco á poco de su oxígeno, y como este cuerj>o es indispensable p a r a la v i d a , fácilmente se comprende la necesidad de estar en locales bien ventilados, á fin de que el aire puro del exterior venga á sustituir al que hemos viciado con nuestra respiración; de no hacerlo así respiraríamos u n aire pobre en oxígeno, que no podría restituir á la sangre sus propiedades vitales. Pero no es eso todo, al desprenderse el a n h í d r i d o carbónico de la sangre venosa en los pulmones, arrastra cou él ciertos principios impropios para la v i d a y eminentemente venenosos, q u e salen al exterior con el aire espirado; y que contribuyen poderosamente á hacer nociva para la salud la atmósfera de las habitaciones pequefias y poco ventiladas, pues es ley «lo la naturaleza — 4 r, — que todo sér vivo muere envenenado por los productos de su propia vida. Acción benéfica de ios vegetales — S e g ú n liemos visto, las combustiones que en inmenso n ú m e r o se están verificando constantemente en toda la tierra, y las respiraciones de todos los seres q u e en ella viven, son dos causas q u e tienden de c o n t i n u o á d i s m i n u i r la provisión de oxígeno almacenada en la atmósfera, y si éste llegara a l g u n a vez á agotarse, toda la vida desaparecería de la tierra, y el fin del mundo habría llegado para todos los seres vivos, hombres, animales-y plantas. Pero en el a d m i r a b l e orden d é l a naturaleza, h a y alguien encar- gado de la misión de d e v o l v e r á la atmósfera el oxígeno, q u e por respiración y la combustión se trasforma en a n h í d r i d o Este alguien encargado de tan importante m i s i ó n , son los la carbónico. vegetales. E n efecto, los vegetales, mediante la materia verde contenida en sus hojas, l l a m a d a clorofila, descomponen el a n h í d r i d o carbónico del aire bajo la influencia de la luz, apropiándose el carbono y d e j a n d o en libertad el oxigeno, restituyendo á la atmósfera, gracias á esta admirable propiedad, el que los animales le hemos arrebatado. P o r esta razón, los vegetales son de u n a utilidad g r a n d í s i m a , y todos procurar su desarrollo y propagación por todos los medios debemos á nuestro alcance, m i r á n d o l o s como nuestros mejores amigos, pue3 de mucho nos sirven y en n a d a nos perjudican, y considerar c o m o el m a y o r y m á s g r a n d e de los criminales á todo aquel que sin necesidad los destruye. LA TERCERA REPÚBLICA FRANCESA: THIERS RESÚMEN DE LA CONFERENCIA DADA POR D. RAFAEL ROCA ABOGADO Es u n dato m n y triste y desconsolador, el que tanto en nuestros Institutos c o m o en las Universidades, ya por exceso de vacaciones, ya por p r o l i g i d a d en los programas para la Historia antigua, ya por otras causas, n o se estudien detenidamente los hechos acaecidos en toda la ú l t i m a centuria. í l e pasado por ello en m i carrera y noto con verdadera pena q u e no se pone remedio al mal. N o sé si h a b r á excepciones; pero la Historia de E s p a ñ a se explica hasta la guerra de Ja Independ e n c i a , y la Universal hasta la Revolución francesa y las campañas de N a p o l e ó n , en casi todos nuestros centros de enseñanza. Se atiborran las jóvenes inteligencias con las candentes luchas de las Cruzadas, los esplendores y fierezas de la R e p ú b l i c a de Venecia, el intrincado laberinto de la E d a d Media y otra infinidad de hechos con exceso de fechas, genealogías de Reyes y Emperadores, de n i n g u n a util i d a d , que no d a n norte al h o m b r e moderno para conocer las aspiraciones. las corrientes, el m e d i o y m o d o de ser de las naciones en el presente. Si estudiásemos la oposición de I'arnell y tíladstone en Inglaterra, las luchas de Bismarck y los socialistas en A l e m a n i a , las varias y radicales teorías revolucionarias en Rusia, la cuestión económ i c a en Italia, la política general de F r a n c i a en los últimos 50 años y los sucesos acaecidos en E s p a ñ a desde la muerte de F e r n a n d o V i l hasta nuestros días, mejor preparados estaríamos para juzgar con m á s acierto de las corrientes é impulsos que g u i a n á lo» pueblos en los co- - t)0 — mienzosdel siglo X X . I J I historia de la pasada centuria es sumamente útil para quien de«ee conocer los actuales tiempos, porque las condiciones sociológicas y psicológicas no h a n v a r i a d o m u c h o , pero los hechos anteriores, que se desenvolvieron en medios distintos ó diametralmente opuestos á los presentes, n a d a práctico pueden aportar á uuestra inteligencia y actividad. T o m a n d o como g u i a este pensamiento y h a b i e n d o aceptado con s u m o placer la atenta invitación de losSres. I). E d u a r d o I I . - P a c h e c o y D . Calixto T o m á s , nobles campeones que no cejan en su afán de dif u n d i r la c u l t u r a en Córdoba, y o m e he obligado á hablaros de la tercera R e p ú b l i c a francesa en varias conferencias, c o m e n z a n d o esta noche por exponeros sencillamente los sucesos que la p r e p a r a r o n y el Gobierno de M r . A d o l f o Thiers. Napoleón / / / . - L u i s N a p o l e ó n , tercero de la d i n a s t í a , a h i j a d o del G r a n E m p e r a d o r , era h i j o de la R e i n a de H o l a n d a , Hortensia, casada con Luis Bonaparte; en su j u v e n t u d fué u n espíritu s o m b r í o y a m b i cioso, cayendo m á s tarde en u n a resignada m e l a n c o l í a , efecto de su fatalismo. I)e inteligencia viva y de i m a g i n a c i ó n ardiente, m a r c h a b a derechamente á la acción por la idea, pero decaía pronto por falta de clara percepción de las consecuencias. Su presencia era m á s apuesta á caballo que á pié; sus piernas, cortas, q u e rebajaban la estatura, y la a m p l i t u d de su busto, le hacían aparecer rechoncho. I,a R e i n a Hortensia era u n a m u j e r de acción y todos sus esfuerzos fueron para dar á su hijo el trono de F r a n c i a ; su m a r i d o deseaba la paz y la t r a n q u i l i d a d , pero ella, recordando la frase del prisionero de Santa Elena, de que los Monarcas debían buscar su apoyo en el pueblo, preparaba á su h i j o para la l u c h a , despertando su a m b i c i ó n y recomendándole que aprovechase todas las ocasiones propicias para conseguir su objeto. E n Francia, bajo la Restauración, después q u e los Borbones fueron reemplazados por los Orleans, el p a r t i d o bonapartista se a p r o x i m a 5 los liberales y republicanos, llegando á ser considerada la familia Bonaparte cpmo la única que p o d í a hacer u n a oposición práctica y de seguros efectos. E n política extranjera, el b o n a p a r t i s m o era partidario do la intervención de F r a n c i a , contrariamente á la o p i n i ó n de Luis Felipe; su fórmula era la de f u n d a r u n a asociación europea, sólida, haciendo reposar su sistema sobre las n a c i o n a l i d a d e s completas. — 4 r, — F r a n c i a , q u e h a b í a o d i a d o á Napoleón y su política durante los últimos años de la v i d a del tirano, se bizo bonapartista al conocer su muerte en Santa Elena. Recordaba sus brillantes victorias, sentía satisfecha su v a n i d a d al considerar que había impuesto su ley al mundo, alagaba su a m o r propio ser el soldado de la idea que d i f u n d i ó por E u r o p a los principios progresivos de la Revolución, y, sobre todo, su sentimentalismo político le hacía desear ser regida por u u hombro que realizara l a libertad de los pueblos. Todas estas aspiraciones 110 podía satisfacerlas Luis Feiipe. Su reinado, a u n q u e próspero, no había de durar, porque su política de no intervención, para hacerse perdonar su crimen de usurpador, se estrellaba contra la ardiente oposición de u n partido que le recordaba á Marengo, Austerlizy J e n a ; de u n partido, en fin, deseoso de gloria, que libertase á Grecia, Polonia y Egipto y que los ejércitos franceses terminasen la conquista de Argelia, ú n i c o legado de la Restauración. L a m a r t i n e h a b í a dicho: « F r a n c i a se aburre,» y era cierto. Se necesitaba u n heredero de la tradición napoleónica; u n continuador del R o m a n t i c i s m o político. Luis Napoleón era el a m o que Francia quería. Muerto su herman o m a y o r en 18:31, fallecido también el duque de Reichstad al año siguiente, excluido L u c i a n o Bouaparte y retraído José, era él el re- presentante hereditario del G r a n Emperador. Dos intentonas, una el afio 3 6 y otra el 40, ambas temerarias, para conseguir el trono de F r a n c i a , fracasaron, q u e d a n d o prisionero en la segunda y condenado por el T r i b u n a l de los Pares á reclusión perpétua en la fortaleza de H a m . Disfrazado de albafiil logró evadirse en 1846, refugiándose en Londres. Dos años después estalló en Francia la revolución de Febrero y en las elecciones del 4 de J u n i o , Luis Napoleón resultaba elegido por cuatro departamentos, después de haberse derogado las leyes de proscripción de la familia imperial. A partir de entonces comenzaron l a s g r a n d e s propagandas bonapartistas. E l pueblo acogía con entu- siasmo todo cuanto r e d u n d a r a en beneficio de Luis, gritando « V i v a N a p o l e ó n . , y el 20 de Diciembre de 1848 se llevó á la Asamblea el resultado completo de la votación recaída para Presidente de la Rep ú b l i c a , resultando elegido Luis Bonaparte por más de cinco inillpnes de votos. Después de prestar j u r a m e n t o ante la Asamblea, Napoleón se d i r i g i ó al Elíseo, de donde no había de salir sino para instav — G u - iarse en el palacio de las Tullerías, y , c o m o dice Tácito refiriéndose á Augusto, para «reinar bajo el n o m b r e de príncipe,» hasta tomar el titulo de E m p e r a d o r . Efectivamente: el 2 de D i c i e m b r e de 1852, se realiza el golpe de Estado y el h i j o de la R e i n a Hortensia se proclama E m p e r a d o r , disolviendo la Asamblea. N o hemos de entrar ahora en el examen del I m p e r i o de u n m o d o minucioso y detallado. Basta á nuestro propósito, c o m o necesaria para comprender los preliminares preparación de la tercera República francesa, que manifestemos, c o m o c o m p l e m e n t o de lo anteriormente expuesto sobre la figura de Napoleón y las ¡deas y sentimientos de F r a n c i a , q u e durante los diez y ocho años de imperio, la n a c i ó n francesa vió renovar aquellos laureles de J e n a , Marengo y Auxterlity. en las guerras de Crimea é I t a l i a . Pero el I m p e r i o fué destrozado por sus propias culpas. E l olvido de la política de las nacionalidades, la ineptitud y falta de p r u d e n c i a de sus gobernantes y la fuerza intelectual y de acción de sus enemigos, habían de llevarlo necesariamente á la r u i n a , h u n d i é n d o l o para siempre en el olvido. La cuestión del L u x e m b u r g o , p r o v i n c i a q u e estaba bajo el cetro del Rey de los Países Bajos, fué la p r i m e r a chispa que hizo nacer la posibilidad de u n a guerra entre A l e m a n i a y F r a n cia. E l Mariscal Niel, tenía reunidas provisiones, h a b í a ordenado la fabricación de fusiles en gran n ú m e r o , c o m p r a d o caballos y fortificado la línea limítrofe de A l e m a n i a . A l fin, declarándose en u n a Con- ferencia la neutralización del L u x e m b u r g o , p u d o alejarse todo temor de una guerra, pero los trabajos provechosos de Niel, fortificando la frontera, así como la organización m i l i t a r proyectada por él, fué desechada tan pronto como el General Lebceuf se instaló en el Ministerio de la Guerra. Este m o d o de obrar trajo c o m o lógica consecuencia Sedan y Metz. E s p a ñ a h a b í a acabado en 18G8 con la dinastía borbónica, destron a n d o á Isabel I I . Las Cortes h a b í a n votado u n a constitución monárquica, y mientras se encontraba quien ocupase el solio, se estableció u n gobierno provisional, siendo Serrano, D u q u e de la Torre, Regente del Reino, y el general P r i m , Presidente del Consejo. P o r mediación de este ú l t i m o se ofreció la corona vacante al P r i n c i p e de Hohenzollern, sabiendo que tal ofrecimiento h a b í a de disgustar al E m p e r a d o r de los franceses. — 4 r, — E n efecto: tan pronto como Francia tuvo noticia de que Salazar llevaba á S i g m a r i n g e n la misión do ofrecer el trono de E s p a ñ a á el P r í n c i p e Hohenzollern, todos los resquemores, todas las molestias que sentía contra Prusia por sus anómalos procederes, fueron recordados: el tratado de P r a g a no c u m p l i d o ; la cuestión del Luxemburgo; los estados del S u r , subrepticiamente unidos á los del Norte, y el peligro que s u p o n d r í a el que de nuevo se formase el imperio de Carlos V . E l D u q u e de G r a m o n t era eutonces Ministro de Relaciones E x tranjeras y E m i l i o Ollivier Presidente del Consejo. Ocupaba á la saz ó n el cargo de E m b a j a d o r de Francia en Berlín el conde de Bene detti y representaba á A l e m a n i a en París el Sr. Werther. Las i m p r u d e n c i a s cometidas por G r a m o n t y Ollivier fueron m u • chas. N o se recataban de manifestar que j a m á s consentirían que u n p r u s i a n o se sentase en el trono de España, logrando así que Bismarck se aprovechase de tales palabras, que claramente manifestaban la cólera, para arrastrar á F r a n c i a á la guerra. Efectivamente: el Rey de Prusia se hallaba veraneando en E m s . El Embajador Beuedetti, por instigación de su Gobierno, deseaba obtener del Rey u n a contestación categórica de que r.o autorizaría la c a n d i d a t u r a del P r í n c i p e Hohenzollern al trono de España, y el día 13 de J u l i o de 1870 abordó el asunto, exponiendo á S. M. el Rey de Prusia c u á n t o satisfaría á F r a n c i a la declaración de que jamás consentiría en la exaltación al trono de España de u n Príncipe prusiano. M u y molesto por tal pretensión el Rey de Prusia, contestó que le era imposible hacerla y al m o m e n t o telegrafió á Bismarck en los siguientes términos: « E l conde de Beuedetti vino hoy á encontrarme eu el paseo y m e p i d i ó de u n a manera m u y apremiante que me comprometa p a r a el porvenir á no autorizar j a m á s u n a nueva candidatura de los Hohenzollern. Le probé que no se pueden adquirir así compromisos para siempre». E l consejero Abeken añadía: «Su Magostad ha recibido después u n a carta del Príncipe. Como había dicho al Conde de Benedetti que esperaba noticias del Príucipe, h a resuelto, a propuesta del conde E u l e m b u r g o y m í a , no volver á recibir al Conde Benedetti á causa de su pretensión, y m a n d a r l e á decir simplemente, por u n A y u d a n t e de c a m p o , que Su Magestad había recibido del P r i n c i p o la confirmación de la noticia ya enviada á París, y que n a d a más ten í a q u e decir al E m b a j a d o r . «Este telegrama lo recibió Bismarck á las — 04 — ciuco do la tarde, y después de conferenciar con Moltke y fioon, ialseó este d o c u m e n t o y lo remitió al periódico « L a Gaceta de la A l e m a n i a del Norte». 151 telegrama falsificado decía do esta m a n e r a : « L a ren u n c i a del P r í u c i p e heredero de H o h e n z o l l e r n ha sido oficialmente comunicada al Gobierno francés por el G o b i e r n o español. Embajador francés ha pedido en Luego el E m s á S. M . el R e y q u e se com- prometa para siempre á no permitir la renovación de l a c a n d i d a t u ra. E n cuanto á ésto, S. M . el R e y se ha negado á recibir al Embaja- dor y le ha m a n d a d o á decir con el A y u d a n t e d e c a m p o de servicio, que no tenia ya n a d a que c o m u n i c a r l e . » producir Este telegrama h a b í a en el toro galo el efecto de la capa encarnada, de segu n frase de Bismarck. E m i l i o Ollivier y el D u q u e de G r a m o n t cayeron en la em boscada, h á b i l m e n t e u r d i d a por Bismarck. Faltos de prudencia, adoptaron u n lenguaje belicoso en la Asamblea legislativa, en su sesión del 15 de J u l i o , y á pesar del valor cívico de Thiers oponiéndose á la inconsciencia general, se declaró la guerra á P r u s i a por u n a susceptibilidad m a l entendida. ¡Aquella revolución h a b í a de costar torrentes de sangre generosa á F r a n c i a ! E l 4 de Agosto de 1870 tuvo l u g a r el p r i m e r contacto dG lo3 dos ejércitos, y desde tal fecha contaron los franceses los combates por desastres. "NVisemburgo, Froeschwiller, F c r b a c h , R e z o n v i l l e , Saint Privat, fueron batallas de funesto resultado p a r a F r a n c i a , por la i m p e r i cia de los Generales y por la falta de u n i d a d en el m a n d o del ejército El 2 de Septiembre tiene l u g a r la célebre batalla de S e d a n , q u e d a n d o prisionero de los alemanes Napoleón, así c o m o 9 4 . 0 0 J hombres. Apenas son conocidas estas noticias en París, la E m p e r a t r i z h u y e al saber que n i n g ú n h o m b r e de prestigio aboga por la c o n t i n u a c i ó n del Imperio. Constituyese u n G o b i e r n o provisional y, en el A y u n t a m i e n t o , Gambetta, Ferrv, F a v r e y S i m ó n , p r o c l a m a n la R e p ú b l i c a . Desde este momento entra en acción el político enérgico, el h o m b r e de que había de f u n d a r y consolidar esta tercera República corazón francesa, separando todos los inmensos obstáculos q u e contra F r a n c i a conspiraban y haciendo posible q u e los continuadores de su m a g n a obra pudiesen instaurar el reinado de la justicia. Adolfo Thiers h a b í a n a c i d o en Marsella en el a n o 1797. Por parte de su madre llevaba sangre griega e n sus venas. E s t u d i ó en Aix con Mignet y juntos m a r c h a r o n á P a r í s á completar sus estu- — 1)5 — dios. Thiers c o m e n z ó á trabajar como Abogado, l l a m a n d o poderosa- mente la atención desde sus primeros pasos como h á b i l polemista, por su imperturbable sangre fría y sus extensos conocimientos. A los 82 arios h a b í a escrito su a d m i r a b l e obra la «Historia de la R e v o l u c i ó n francesa;» desde las columnas de « E l Nacional» había derribado la dinastía de Carlos X y elevado una nueva, presentando y defendiendo la del D u q u e de Orleans. Este niño terrible, como le lla- m a b a Bal/.ac, había recibido lecciones de política de Tailleyraud y durante el reinado de L u i s Felipe era corriente oirle en la t r i b u n a , conv e n c i d o de su poder: La Corona y yo.... P o r la cuestión de Egipto, que atrajo contra la Francia la coalición de E u r o p a , t u v o que dejar el Ministerio y ya en la oposición fué el e n e m i g o i m p l a c a b l e de Guizot. De 1848 á 1832 aparece con nuevos bríos en la escena pública, apoyando la candidatura de Luis Napoleón para el I m p e r i o . S i n embargo, su o p i n i ó n era inestable, y por tal m o t i v o , todos los partidos lo tenían por correligionario. E r a antibonapartista y colaboraba en la leyenda napoleónica; realista por sus orígenes y coqueteaba con la República. A pesar de sus trabajos en favor de Luis Napoleón, el golpe de Estado se realizó sin su conocimiento, y por ú l t i m o , contra su beneplácito. Después vive 11 años en el aislamiento más completo, dedicado á los estudios, term i n a n d o la Historia del Cousulado y del Imperio, y se le proclama Historiador Nacional. Este trabajo de investigación para tan m a g n a o b r a , desarrolla extraordinariamente su inteligencia, adquiere conocimientos extensos y acrecienta su autoridad y práctica en los negocios públicos E n 18G3 vuelve como D i p u t a d o á la C á m a r a |>orel Departamento del Sena y al lado do los republicanos, pero sin que pueda confundírsele con ellos, hace u n a oposición y u n a critica constantes, que v a n m i n a n d o poco á poco el Imperio. Su oratoria es sencilla, liar, pero sus razones son tan evidentes, su información casi faini tan comple- ta y su palabra tan emocionante, que aunque se le odia, se le ««cucha. E n |>olitica extranjera, es u n profeta: Dice: • La u n i d a d italiana será m a d r e de la a l e m a n a » , y se opone á la expedición á Méjico. La víspera de S a d o w a profetiza la desgracia de Francia, con la pérdida de la Alsacia y la Lorena y la constitución de la Tríplice. Con ocasión de la candidatura de Ilohenzolleru al trono de E s p a ñ a y cuan (lo «»1 pueblo francés gritaba desaforadamente, ¡inconscientemente, A Berlín!! Thiers se esfuerza con varonil civismo á detener esacorriente de perdición. P i d e que se muestren á m e n t o s la C á m a r a los docu- y despachos cruzados entre a m b a s naciones, insistiendo por- que no se r o m p i e r a n las relaciones de Estado por susceptibilidades. « C u m p l í con el deber m á s terrible de m i vida,» estas son sus palabras, pero la mayoría, siempre igual en la Historia de los Parlamentos, impuso silencio á aquella voluntad de hierro. Se le l l a m ó la trompeta antipatriótica; la m u l t i t u d intentó i n v a d i r su casa de la calle de S a n Jorge. ¡Siempre la bestialidad del n ú m e r o a h o g a n d o el pensamiento y la razón! Q u i n c e días después los desastres c o m e n z a b a n : F r a n c i a era invadida por las tropas de A l e m a n i a y ej I m p e r i o de N a p o l e ó n caía con estrépito. L a E m p e r a t r i z Regente, nuestra compatriota E u g e n i a de Montijo, Condesa de Teba, recurrió á Thiers por m e d i a c i ó n de Merimée. Atentamente manifestó á éste, q u e después de S e d a n n a d a p o d í a hacerse. L a m u l t i t u d , que días antes h a b í a pedido su cabeza en las calles, en el Cuerpo Legislativo, en todas partes, el d í a 4 de Septiembre le vociferaba: « M . Thiers, sacadnos de esta situación.» T a n prouto como vacó el poder, se constituyó u n G o b i e r n o provisional, del que no quiso f ó r m a r parte Tliiers, pero al q u e n o negó su concurso. Quiso, como buen patriota, recorrer las capitales de Europa: Londres, S a n Petersburgo, Yiena, i m p e t r a n d o la mediación para que el desastre no fuera tan i n m e n s o , y c u a n d o c o m p r e n d i ó que sus esfuerzos se estrellaban ante los egoismos y el m i e d o de las testas coronadas, entonces se retiró á T o u r s y Burdeos, esperando los acontecimientos. El Cjobierno provisional n o m b r ó á T r o c h ó G o b e r n a d o r ¿Militar de París durante el sitio, y c o m o este General n o tenía c o u í i a n z a en la victoria y luchaba solamente por el h o n o r , careciendo de la fé necesaria para salvar á una nación en trance tan difícil, do n a d a p o d í a valer el entusiasmo patriótico do la p o b l a c i ó n , n o c o n t a n d o cou jefes que, con osadía y utilizando las inmensas energías que P a r í s ponía en sus manos, la librasen de tan fuerte é i m p l a c a b l e enemigo. Pero la capital de Francia agotó todos sus recursos en varias acciones, a n u n c i a das de a n t e m a n o y conocidas de los sitiadores, j r lo q u e se encon- - 67 — Uabn preparado éste, y el día 2 3 de Enero de 1871, viendo la imposib i l i d a d de c o n t i n u a r por m á s tiempo, J u l i o Fabre fué á Versalles para negociar la capitulación, concluyendo con Bismarck u n armisticio de 21 días, con objeto de que, durante ese tiempo, se convocase u n a A s a m b l e a libremente elegida, que h a b í a de reunirse en Burdeos y pronunciarse por la paz ó la guerra. Bismarck se encargó de transmitir telegráficamente esta resolución á G a m b e t a . Estas elecciones se efectuaron el día 8 de Febrero eu toda F r a n c i a , d a n d o c o m o resulta . ) 200 republicanos, 4 0 J monárquicos y 30 bonapartistas. Thiers fué eiegido en 26 departamentos; Gambetta en 9 . T a m b i é n resoltaron proclamados Murat, D ' A u m a l e , J o i n v i l l e (estos das de la f » í i l i a de Orleans) y D u p a n l o u p . La Asamblea nacional constituyó definitiva mente su mesa el 16 de Febrero, designando c o m o Presidente de ella á J u l i o Grevy. A propuesta de varios Diputados y por decisión u n á n i m e de la Asamblea, Thiers es elevado á la S u p r e m a Magistratura de la N a c i ó n . A l d í a siguiente, Thiers constituye su G a b i n e t e , n o m b r a n d o á J u l i o F a b r e Ministro de Negocios Extranjeros y á J u l i o S i m ó n de Instrucción p ú b l i c a , o c u p a n d o las demás carteras los seííores Dufaure, Picard, Larcy, Lefio y P o t h u a n y otros. T o m ó Ministros de todos los partidos, pero unidos por el patriotismo, por los conocimientos y polla c o m u n i d a d de las buenas intenciones. L a primera decisión de la Asamblea fué proclamarse soberana, estableciendo que la Monarquía h a b í a perdido la principal razón de su existencia, pues se contaban en aquellos momentos hasta ocho pretendientes al trono de F r a n c i a . Seguidamente, discutióse la forma en que h a b í a de llevarse á cabo la designación de jefe del Poder ejecutivo y desde el p u n t o de vista de los principios, expusiéronse toda* las teorías conocidas, desde el derecho d i v i n o , invocado por los legitimistas, sig u i e n d o las doctrinas de Bossuet, hasta el plebiscito, reconocido c o m o la forma superior de elección, preconizada por J u a n Jaeobo Rousseau, acordándose, por ú l t i m o , que se confiriese á Thiers u n . * poderes provisionales sin término. Así se concertaban todas las opiniones de la Asamblea, puesto que los monárquicos, al no d«»sear que sus respectivos Reyes trajesen la penosa m i s i m de concertar una paz dolorosa, c o m o p r i m e r acto de su gobierno, transigían con aquel rem e d o de R e p ú b l i c a , y los republicanos esperaban que tal estado de COSAS so consolidase con mayores avance» en ol p o r v e n i r . Las potencias, c o m o la G r a n Bretaña, Austria é Italia, reconocieron i n m e d i a t a mente al Gobierno. Thiers presentó á la Asamblea un balance de la situación. Poso de manifiesto, q u e los recursos se h a l l a b a n agotados, el ejército en su mayor parte prisionero, el comercio y la i n d u s t r i a paralizados, y el terrritorio ocupado por el invasor. A n t e c u a d r o tan triste, la A s a m b l e a votó por la paz y ol día 19 de Febrero m a r c h ó Thiers a 21 á Versalles, logrando en esta p r i m e r a entrevisto con París y el Bismarck que el armisticio se prorrogase hasta el día 2 6 del ya d i c h o mes. E n esta primera reunión, el Canciller a l e m á n exije la e n t r a d a i n m e d i a t a del ejército invasor en París. Resístese T h i e r s á ello y , después de larga discusión, se h a b l ó en p r i n c i p i o de la ocupación de u n o de los arrabales. También f o r m u l ó Bismarck las condiciones para la paz, p i d i e n d o la Alsacia, incluso Bílfort, Mote, parte de L o r e n a y 6 0 0 0 millones de fraucos. Thiers, intensamente emocionado, después de u n a larga discusión, n a d a resuelve y deja p a r a otra entrevista debatir estas concesioues. C o n t i n ú a n el día 22 las negociaciones, no c o n s i g u i e n d o n a d a por discutir en globo y pedir á la vez la no e n t r a d a de los alemanes en París: que se disminuyese la i n d e m n i z a c i ó n de guerra y quedase fuera de discusión la pla/.a de Metz. Si u n o á u n o hubiese tratado estos puutos, no pasando al otro sin tener en firme la contestación de B i s m a r c k , tal vez Francia hubiese sacado m a y o r p a r t i d o de las negociaciones. Los días 23 y 21 a c o m p a ñ ó á Thiers, en su viaje, J u l i o Favre. Se redujo la i n d e m n i z a c i ó n á 5.000 m i l l o n e s de francos y consintió Bism a r c k , á c a m b i o de la entrada del ejército a l e m á n en P a r í s , la cesión de Belfort. E l d í a 2 6 firmóse el Protocolo por F a v r e , Thiers y Bismarck. F a v r e ha dejado en la obra El Gobierno de la defensa Nacional, páginas admirables, q u e muestran el dolor i n m e n s o y la p r u e b a á que estuvo sometido en aquellos solemnes v terribles días el á n i m o de Thiers — T o d a v í a le estoy viendo, dice F a v r e , p á l i d o , agitado, sentándose y levantándose sucesivamente; todavía oigo su voz quebrantada por el pesar, sus palabras entrecortadas, sus acentos á la vez suplicantes y altivos, y no conozco n a d a m á s g r a n d e q u e la pasión sublime de aquel noble corazón, estallando en quejas, en amenazas, en supli- — 69 — cas.... C u a n d o h u b o hecho valer, con su inimitable elocuencia, lo enorme de nuestros sacrificios, el rigor inaudito que nos i m p o n í a , adem á s de la m u t i l a c i ó n de nuestro territorio, u n rescate a b r u m a d o r , los lazos antiguos que nos u n í a n á una población que n u n c a había pertenecido á A l e m a n i a y que n a d a tenía de germánica, viendo la inflexib i l i d a d de su interlocutor, exclamó: «¡Toes bien, sea!» Sr. Conde, estas negociaciones 110 son más que u n a ficción. Parece que deliberamos y liemos de someternos á vuestro yugo. Os pedimos u n a ciudad absolutamente francesa y nos la negáis: eso es confesar que resolvisteis contra nosotros u n a guerra de exterminio; hacedla. Asolad nuestras provincias, i n c e n d i a d nuestras viviendas, degollad á los habitantes inofensivos; en u n a palabra, terminad vuestra obra. Os combatiremos hasta el ú l t i m o aliento. Podremos sucumbir, pero al menos 110 nos habremos deshonrado! Este supremo esfuerzo do Thiers salvó á Belfort de las garras de los exigentes alemanes. F i r m a d o s los preliminares y prorrogado el armisticio, fijando com o ú l t i m o t é r m i n o el 12 de Marzo siguiente, m a r c h ó Thiers á París y el 27 se d i r i g i ó á Burdeos, presentando el 28 á la Asamblea el tratado que fué leído por Bartelemy de Saint Ililaire y aprobado después de vivas discusiones por .">13 votos coutra 107. Víctor H u g o , Luis B l a n c , E d g a r d o Q u i n e t , lo combatieron, pero la vigorosa frase de Thiers, entrecortada en algunos momentos i>or la visible emoción que le emb a r g a b a , c o n j u r a n d o á los representantes á que tuviesen valor en la desgracia, convenciéndoles de (pie con u n a organización militar queb r a n t a d a era imposible resistir á u n ejército regular de quinientos m i l hombres ébrio de sus victorias, arrastraron á la Asamblea al buen sentido p a r a que sin debilidad ni falso patriotismo votaran por la paz que les b r i n d a b a el tratado. J^os Diputados loreneses preseutaron su dimisión ante la Asamblea y la emoción G r o m e a n , en nombre fué intensísima cuaudo de los alsacianos y loreneses, manifestó que, separados desde aquel m o m e n t o de la familia c o m ú n , siempre conserv a r í a n para F r a n c i a , ausente de sus hogares, u n afecto fiel y do inalterable apego, hasta que la nación regenerada reanudara el curso de sus grandes destinos. T a m b i é n se retiraron de la Asamblea Víctor H u g o , Rochefort, K a n c , Félix P y a t y I^dru Hollín, debilitándose así el partido republicano. 10 - 70 — Antee de t e r m i n a r sus sesiones en Burdeos, M . Thiers, en la sesión del 10 de Marzo, f o r m u l ó claramente el p r o g r a m a de la política g u bernamental , haciendo u n l l a m a m i e n t o al patriotismo de todos los partidos,para p a c i f i c a r á F r a n c i a y llevarla al bienestar, á la tranquilidad y á la riqueza. C o m p r e n d e que en París se m e d i t a la guerra civil; que difícilmente puede conseguirse en la capital la independencia de los miembrosde la Asamblea, d a d a la efervescencia q u e reina, y proj)one, acordándose así, q u e se traslada á Yersailles el G o b i e r n o , q u e d a n d o citados sus representantes para el d í a 20 de Marzo. Efectivamente, en París reiuaba g r a n excitación por la falta del Gobierno y por sentirse descapitalizada. I l a b í a 3 0 0 . 0 0 0 personas ar- m a d a s y faltas de recursos. T a n pronto como t e r m i n ó el sitio, m á s do 60.000 personas, pertenecientes á la clase a c o m o d a d a , ai partido del orden, se apresuraron á salir de París. L a s industrias, d u r a n t e el bloqueo, estuvieron paralizadas y los i n q u i l i n a t o s dejaron de pagarse en igual tiempo. Pues b i e n ; el 10 de Marzo, D u f a n r e h a b í a hecho votar, con poca prudencia, u n a ley sobre vencimientos y se d i ó el caso q u e en u n sólo día h u b o 150.000 protestos, declarándose g r a n parte del comercio en quiebra. Por elementos de desorden, que n u n c a f a l l a n en estos críticos momentos, se propalaron rumores de que la R e p ú b l i c a estaba amenazada, y como la desmoralización c u n d í a , por efecto del j u e g o y la embriaguez, y de la inacción de los meses del sitio, se fue formando u n a situación que era h á b i l m e n t e explotada por los revolucionarios, viendo cada fracción de estos el m o m e n t o decisivo p a r a la realización de sus m á s ó menos utópicos ideales. Estos revolucionarios eran: E l blanquista, al q u e se podía consi- derar como el tradicional partido del desorden y del m o t í n ; contaba con unos 4.000 adeptos, dispuestos á toda oposición. Los h a b í a de acción, q u e seguían á Delescluze, y los llamados románticos, que tenían por jefe á F é l i x Los jacobinistas: Pyat. Eran partidarios de la R e p ú b l i c a u n a é i n d i v i s i b l e y siempre violentos y autoritarios. E l elemento de m a y o r i m p o r t a n c i a era el socialista. Estos adeptos, que profesaban diferentes principios con u n a (sansimonianos, lourieristas, comunistas, casi i d é n t i c a finalidad colectivistas), pretendían fundar u n a n u e v a sociedad. E n su m a y o r parte pertenecían al prole- — 4 r, — tariado y se h o l l a b a n ligados á la vasta organización que se conocía con el n o m b r e de la Internacional. Contaba con 70 ú 80.000 afiliados. Todos estos partidos, que por recelos unos de los otros vivían apartados y c o m o enemigos, se agruparon para realizar u n a labor c o m ú n . Todos se unieron al calor de la idea, expresada j>or J . J . Rousseau, ó sea la concepción suiza de la organización política de las sociedades. E n este sistema, la célula política es el Municipio (la C o m m i m e ) y por resultado tiende á la federación. Se suprime toda representación y el pueblo gobierna directamente á m a n e r a de las antiguas repúblicas. A ñ a d e n á estos principios el d é l a revolución social, haciendo colectivos las riquezas, los recursos y el trabajo. La fórmula del nuevo partido se concreta, pues, en los siguientes términos: A u t o n o m í a mun i c i p a l ; federación; colectivismo. C o m o estos principios eran demasiado abstractos y complejos, no p o d í a n ser c o m p r e n d i d o s por el pueblo, pero algunos mangoneadores y descontentos utilizaron á esta masa popular para sus designios y rencores L a situación era en verdad a propósito para la disociación y dislocación absoluta del país París h a b í a estado aislado del m u n d o durante largos meses; le e n g a ñ a r o n haciéndole creer en la victoria; todos los hombres se habían batido como soldados y existían 4.">0 000 fusiles en manos del pueblo. E l ejército activo desarmado, en virtud a una de las cláusu- las de la capitulación, vagaba por la capital; 40.0U0 enfermos en los hospitales, es decir, unos 30.000 jóvenes sin familia y sin recursos de n i n g u n a especie, abandonados, después de haber sufrido tanto con las i n m o r a l i d a d e s del régimen imperial. Además, durante el sitio se habían abierto las cárceles y esta c h u s m a , compuesta de asesinos, ladrones y demás gente de parecida calaña, a n d a b a libremente por París, encubierta con el uniforme, componiendo unos 12.000 inscritos en la G u a r d i a Nacional. E l ya famoso Comité Central constituido durante el sitio, se u n i ó con la Internacional, constituyéndose asi el embrión de la futura Coram u ñ e , h a b i e n d o tomado el acuerdo de que «La República es el solo Gobierno posible» y que h a b í a de oponerse por la fuerza á que los cañones y armas se quitasen al pueblo. Y a durante el sitio salieron á luz los primeros chisjvazos. Se gritó « V i v a la C o m m u n e » y B l a n q u i , a l m a «le aquel movimiento, fué pre- - 72 — «o, «sí como Félix Pyat, Delescluze y otros. C u a n d o los alemanes entraron en París, se extendió por todas partes el r u m o r de cpie los prusianos tomarían los parques de artillería, d o n d e h a b í a 2 3 0 cañones. J.41 G u a r d i a N a c i o n a l y el pueblo se apoderaron de las piezas y transportaron los de Passy al p a r q u e de Monceau y los de la pinza de W a g r a m á Montmartre, a Belleville, al bulevar de O r n a n o y á la plaza de los Vosgos, todo ello en u n a sola noche. J u l i o Ferri, A l c a l d e de París, escribe al Gobierno en 5 de Mareo: «La Asamblea volviendo á P a r í s , es la ú n i c a q u e puede restablecer el orden.» « V o l v e d pronto;» y Thiers llega el 15, instalándose en el Ministerio de Negocios extranjeros. May que proceder al desarme, y para resolver sobre este extremóse celebra Consejo de Ministras, acordándose quitar los fusiles y cañones al pueblo, pues sin este requisito, los banqueros n o entregaban c a n t i d a d a l g u n a p a r a liberar el territorio de la invasión alemana. E l golpe de m a n o de transportar á P a r í s los cañones guardados en Montmartre, fué encargado al general Lecomte, con 10.000 hombres, comenzándose esta operación á las dos de la m a d r u g a d a , pero por falta de animales de tiro, al llegar el dia sólo so h a b í a logrado bajar 70 piezas de artillería T a n pronto c o m o e u u d i ó la noticia de que se llevaban los cañones, se tocó á somatén, y hombres, mujeres y n i ñ o s rodearon á los soldados, gritándole: « ¡ V i v a el ejército! ¡Sois nuestros hermanos!» y al invitarles á beber, r o m p i e r o n las filas y se dejaron desarmar, levantando al aire las culatas de !os fusiles, dispersándose. E l General Lecomte, con su estado mayor, fué hecho prisionero. A l conocer este hecho el Gobierno, m a n d ó tocar generala, c o m p a reciendo sólo 600 guardias nacionales, por lo q u e el G o b i e r n o com prendió la i n u t i l i d a d de sus esfuerzos, estimando lo m á s prudente evacuar la c i u d a d , trasladándose á Versaílles. A n t e s de m a r c h a r , el Geucral V i n o y ocupó el fuerte de Monte V a l e r i a n o . Mientras tanto, el C o m i t é Central seguía ejerciendo sus funciones. Todo París hallábase insurreccionado. Prendióse al G e n e r a l Clemente Tilomas, y tanto éste como Lecomte, fueron fusilados. Ejerciendo dicho Comité u n a autoridad absoluta, f o r m ó su Ministerio, n o m b r a n do Ministro del Interior á u n mozo lavandero, Grelier; Ministro Instrucción Publica, á u n oficial zapatero, Kouiller; de Negocios de Ex- traugeros, á un periodista, Paschal (.irousset, y Y o u r d e , tenedor de li- — 4 r, — bros, filé designado Ministro do H a c i e n d a . El General Bergeret y otros tres c i u d a d a n o s i g u a l m e n t e titulados Generales, formaron el Ministe rio de la Guerra hasta t a n t o q u e G a r i b a l d i tomase el m a n d o supremo. Las elecciones del l ü de A b r i l acabaron con el Comité Central, constituyéndose la C o m m u n o . So componía de 90 miembros, pero sólo unos 5 0 asistían á las sesiones. Según declaración de Tirard, «se com í a en los pasillos y en el salón. U n olor á tabaco, á v i n o y á vituallas atacaba la g a r g a n t a y el olfato. E r a u n espectáculo que co. daba as- Sus actos fueron siempre arbitrarios y despóticos. Las lil>ertades de i m p r e n t a , de trabajo, de cultos, así c o m o las propiedades indivi- duales, bárbaramente atropelladas. La justicia, administrada odiosamente ó falseada por su Fiscal Kaul Kigault, realizándose durante la ú l t i m a semana que precedió á la entrada de los versalleses, multitud de m a t a n z a s y asesinatos, tanto en las cárceles como en las calles Puranteesta a n a r q u í a terrible de París, reuníase en Versaílles el 20 de Marzo la Asamblea Nacional y Thiers, á pesar de sus 74 años, reorganiza el ejército, tranquilizando á todos é inspirando gran confianza. E l día 2 do A b r i l m a r c h a n los federados sobre Versa i lies en tres columnas, que fueron derrotadas por las tropas del Gobierno, auxiliadas por los cañones y fuerzas del Monte Valeriano. L)uval. el General de los federados, fué fusilado después del combate por orden del General V i n o y . a s í como*muhcos prisioneros,dando esto u n carácter terrible á la l u c h a . A l g u n o s oficiales del ejército de Versaílles ejercieron atro• ees represalias, que si no justifican, á lo menos explican los hechos posteriores de la C o m m u n e . Reorganizado y a por Thiers el ejército, se encomendó el m a n d o á M a c - M a h o n , componiéndose de 130.000 hombres, comenzándose un n u e v o sitio de París en 6 de Abril, y entrando en la capital después de serios y terribles combates el 21 de Mayo, c u a n d o más ágenos se h a l l a b a n los miembros de la Cotninune de que las fuerzas de la Asamblea estaban ya dentro de la ciudad, en la puerta de Auteuil Cuando se apercibieron los federados de ello, hicieron de cada casa un fuerte, en toda calle barricadas, y tanto de una parte como do otra, las matanzas y asesinatos fueron atroces durante los siete días de la «Semana terrible,» n o m b r e con que se conoce en la Historia E l 2 9 de Mayo, el jefe del Poder ejecutivo entró en la ciudad re conquistada, dirigiéndose al Ministerio de Negocios extrangeros y — 4 r, — recibiendo las mayores muestras do afecto do todos los habitantes. C o m o la Asamblea h a b í a votado j>or la c o n t i n u a c i ó n de su constitución en Versaílles, en su odio á París, allí se laboraron todas las leyes y disposiciones necesarias para reconstituir a F r a n c i a , ya por el tratado de Francfort, demembrada n o m b r e con q u e se designa al pacto en virtud del cual t e r m i n ó la guerra entre F r a n c i a y Alemania. La i n d e m n i z a c i ó n de 5.000 millones que tenían q u e pagarse antes de l . ° d e Marzo de 1875, se hicieron efectivos en su ú l t i m o de Septiembre de 1873, q u e d a n d o asi evacuado el de tropas enemigas m u c h o antes del tiempo q u e se pactó, p o r t a l motivo la A s a m b l e a que «Thiers h a b í a plazo territorio en 5 francés declarando merecido bien de la patria » Pero la p e r m a n e n c i a de Thiers en la presidencia del Poder ejecu tivo no p o d í a prolongarse m u c h o . L a m a y o r í a de la Asamblea, como conservadora, era m o n á r q u i c a y c o m p r e n d í a que Thiers h a b í a de ser el obstáculo insuperable para llevar á la práctica sus designios y esta fué la causa de la guerra sin cuartel que le declararon. La oposición fué r u d a y la labor de Thiers para contrarrestar los efectos q u e se proponían los Diputados de la derecha, verdaderamente gigante. C o m p r e n día que la restauración borbónica era ini]>osible, y menos la de los Bonaparte, y por eso trataba de consolidar una R e p ú b l i c a conservadora, que fuese la garantía en aquellos m o m e n t o s de las creencias religiosas y de la propiedad i n d i v i d u a l de los c i u d a d a n o s . Tantas molestias causaron á Thiers las violentas oposiciones de la derecha, que el 24 de Mayo de 1873 presentó la d i m i s i ó n de su cargo de Presidente del Poder ejecutivo, l a q u e le fué aceptada por 362 votos c o n t r a 3 3 1 . E l i m p u l s o d a d o á F r a n c i a por tan g r a n hombre, lia traído como consecuencia la estabilidad, el orden y el respeto de esta tercera República que, f u n d á n d o s e en los m á s altos principios de justicia, sigue hoy rigiendo los destinos del generoso pueblo que v á enérgicamente librándose de todas las cadenas y dificultades que embarazan la v i d a de la h u m a n i d a d . HIGIENE DE LA ALIMENTACIÓN RESUMEN DE LA CONFERENCIA DADA POR 0. CALIXTO TOMÁS OIRECTOR Y CATEDRÁTICO OE LA ESCUELA DE VETERINARIA SEÑORKS: Con m a c h o gusto vengo Á este sitio para contribuir en la m e d i d a de mis escasas fuerzas al hermoso pensamiento de difund i r la enseñanza entre las clases obreras, ideado por el dignísimo Cláustro de Profesores del Instituto General y Técnico de Córdoba. Todos tenemos la obligación moral de instruirnos mutuamente; con m á s razón debemos hacerlo los que, por el cargo oficial que desempeñ a m o s , n o tenemos excusa a l g u n a . Y para a justamos en u n todo á la índole práctica de estos actos, entremos desde luego en materia M i conferencia de esta noche, primera de* una serie que me prop o n g o daros, versará sobre el interesante lema «Higiene de la alimentación,» tan esencial, que constituye el punto de partida del cursillo de Higiene popular que inauguramos esta noche. E l hombre, á semejanza de todo sér viviente, necesita para la n o r m a l i d a d de su existencia suplir con nuevas cautidades de materias alimenticias aquellas otra* desgastadas ó consumidas en SIH actividades, energías ó manifestaciones. Requiere alimentarse, reparar sus pérdidas, tanto m á s considerables cuanto esas pérdidas sean mayores por condiciones circunstanciales. Quiere esto decir lisa y llanamente, que si por el desgaste de la vida hace falta alimentarse como u n o , c u a n d o al desgaste citado hay q u e a ñ a d i r el trabajo físico ó intelectual p r o d u c i d o , la necesidad de nutrirse crece proporcionalmente. u — 4 r, — l)e lo dicho se desprende cual consecuencia lógica y n a t u r a l , q u e el hombre, sea cualquiera su categoría social, tiene por naturaleza de recho al alimento, y que, si ese hombre es como vosotros de los que producen trabajo, en su legítimo derecho n a t u r a l estará t a m b i é n ped i r la ración alimenticia de entretenimiento por u n lado, y la de producción ó industrial h u m a n a por otro. ¿De q u é m a n e r a suceden estas cosas en la moderna sociedad? Al revés, porque generalmente las clases trabajadoras, aquellas que tiene necesidad de p r o d u c i r energías físicas é intelectuales para aplicarlas al acervo social, son las menos y peor alimentadas. Toco esta cuestión. antes q u e n a d a , con el objeto de que sepáis vuestro derecho inconcuso á pedir elementos de v i d a , por cuanto la Higiene y la Biología, de d o n d e esta ciencia procede, no distinguen n u n c a de clases, ni menos entienden de privilegios, tanto m á s odiados cuanto m á s injustos son. Necesidad de alimentarse. Y a d i g i m o s a l principio, que todo sér vivo, y por consiguiente el hombre, necesitan indispensable- mente reponer la materia y energías desgastadas por el entreteniiuien • to de la vida-, de la m i s m a m a n e r a que c u a n d o u n candil consume el aceite que a n i m a su luz, hay que reponerle si no queremos que muera como tal luz. L a v i d a de los seres se explica conveneionalmente diciendo que es cambio ó comercio de materia y actividad con el m e d i o en que el sér vive ó se agita. Nosotros, para producir las manifesta- ciones de la vida en el seno de nuestra m á q u i n a organizada, tenemos que transformar esas materias y esas energías que t o m a m o s del m e d i o , materias que al verificar esas transformaciones pierden su i n d i v i d u a lidad ó su naturaleza q u í m i c a p r i m i t i v a , para tomar otra forma, que ya no sirve á las necesidades de la existencia h u m a n a , porque son sobrantes, detritus, escorias en fin, que reclaman su expulsión total. Pasa lo m i s m o que decíamos á propósito del candil: el aceite, alimento p r i n c i p a l de luz, y la torcida, vehículo del aceite que se q u e m a , desaparecen como tales aceite y torcida, a u n q u e sigan en la Naturaleza con otro aspecto material y con otros caracteres de actividad ó ener • g í a , h u m o , ácido carbónico, vapor de a g u a , cenizas, etc., etc. Si queremos que el c a n d i l siga a l u m b r a n d o , h a b r á necesidad de echarle aceite y ponerle torcida nueva. Si pretendemos q u e el h o m b r e viva, y además lo haga en condiciones higiénicas, h a r á falta dotarle del aceite y torcida en la proporción necesaria ; h a b r á que alimentarlo — 4 r, — cual exijan j u n t a m e n t e las circunstancias de su organismo y el rendimiento de trabajo que á éste se p i d a . A l i m e n t o s — I ' rescindiendo de las m u c h a s definiciones que se h a n d a d o del alimento, informadas en m u y diversos criterios, nos haremos eco de la q u e m á s puede satisfacernos en esta conversación d e Higiene. A l i m e n t o es igual á toda substancia que, teniendo su representanto en nuestro cuerpo, es capaz de reparar las pérdidas producidas por el entretenimiento de la vida y por las exigencias del trabajo realizado. T o d o cuanto pueda nutrirnos, convirtiéndose en propia materia de nuestra masa, significa principio alimenticio en el lenguaje de la H i g i e n e y la Fisiología. Los p r i n c i p i o s alimenticios ó aprovechables de los alimentos no se h a l l a n aislados, puros, en el verdadero sentido de la palabra, sino asociados á materias inertes ó inútiles para la alimentación, que sirven de m e d i o material, de escipiente, i m p r o p i o para n u t r i r , pero que en ocasiones regula las mutaciones q u í m i c a s de los mismos. P a r a el conocimiento de las substancias alimenticias se h a n pro- puesto i n f i n i d a d de clasificaciones, fundadas las m á s en la composición material ó atributos químicos, c inspiradas otras cu la significación fisiológica de las materias expresadas. Nosotros arreglaremos u n a que nos permita distinguirlas entre si por su valor relativo, por su b o n d a d como substancias reparadoras de nuestras fuerzas. Los alimentos considerados en general, pueden agruparse de la siguiente m a n e r a : 1.° Substancias alimenticias de primer orden, concentradas ó con principios de superior calidad. 2.° Alimentos mediana- mente concentrados, c u y o valor de reparación material, ó sustancias aprovechables, oscila alrededor de u n 5 0 por 100; y 3 0 Materiales de a l i m e n t a c i ó n de inferior categoría, que en gran masa encierran poca c a n t i d a d de principios utilizables para la nutrición, porque los citados principios no corresponden á buena unas veces composición q u í m i c a , y otros, porque, aun siendo de los buenos, están en m u y poca c a n t i d a d con relación á las materias inertes ó impropias para la vida. Primer grupo - C o m o alimentos concentrados ó ricas, podemos citar las carnes frescas y conservas q u e de ellas se hacen, la leche, huevos, pescados y en general la m a y o r parte de los que suministran los animales, llamados comestibles Estos alimento- poseen condicio- - 80 — lies q u í m i c a s adecuadas, p o r q u e su c o m p o s i c i ó n c o m p r e n d e p r i n c i p i o s parecidos á los q u e v i v e n en el seno de nuestra m á q u i n a , principios q u e científicamente se d e n o m i n a n proteicos, y q u e nosotros l l a m a r e mos a q u í materiales de construcción o r g á n i c a de p r i m e r o r d e n . Segundo grupo. - C o m o substancias e m p l e a d a s en l a alimentación pertenecientes á esta s e g u n d a clase, porque su valor n u t r i t i v o se a j u s ta a u n t é r m i n o m e d i o p r o p o r c i o n a l , tenemos las grasas, féculas, azúcares y otros p r i n c i p i o s c o m p r e n d i d o s en el p a n , secos, bebidas alcohólicas, café, et¿., etc. ó de i m p o r t a n c i a legumbres, La significación en la v i d a de q u e gozan frutos fisiológica estos a l i m e n t o s , á quiera se le alcanza, t e n i e n d o en c u e n t a sus potencias I l a c e falta i n t r o d u c i r masas de a l g u n a consideración cual- reparadoras. y recargar el trabajo de los órganos digestivos p a r a q u e estas materias c u m p l a n con su finalidad de alimentos. F o r m a n , pues, detrás de los concentrados y con ellos pueden constituir parte de u n r é g i m e n a l i m e n t i c i o , n u n c a el r é g i m e n completo. Tercer grupo. — E x i s t e n materiales e m p l e a d o s á título de a l i m e n tos que, por su escasa proporción de p r i n c i p i o s c o m p r e n d i d o s en esta clase. Todos d a d de materias aprovechables, útiles, merecen ellos encierran mezcladas c o n m u y poca ser canti- u n a m a s a inerte q u e prepondera notablemente. S o n , en fin, a l i m e n t o s de escaso v a l o r , n o concentrados, c c m o t a m b i é n se les l l a m a . Los frutos verdes ó frescos, en su m a y o r parte las hortalizas, bebidas refrescantes, los gazpachos y hasta ¿ w que por cocido ü olla sirven en la m a y o r parte de los cortijos á los obreros del c a m p o , constituyen el m e j o r e j e m p l o tancias a l i m e n t i c i a s n o concentradas. de Pudieran algunos objetarme q u e el cocido español no puede ser c o n s i d e r a d o c o m o a l i m e n t o de tercer orden; pero conste q u e y o h a b l o a q u í de la olla andaluza ria, subs- especie de potaje grasicnto eslabazado, (pie so confecciona agracon malos garbanzos, u n poco de tocino r a n c i o , n a d a de c a r n e y bastante, m u c h í s i m a a g u a , q u e justifica hasta la saciedad la n o concentra- c i ó n de este a l i m e n t o compuesto. Las materias a l i m e n t i c i a s se d i v i d e n t a m b i é n , por su o r i g e n , en a n i m a l e s vegetales y minerales; por su c o n s t i t u c i ó n , en completas é incompletas; por su b o n d a d y v a l í a , en b u e n a s y m a l a s , por l a significación vital (pie poseen, en productoras de calor (termógenas) y e n productoras do iqat?ria (plásticas) y de otras m u c h a s m a n e r a s ; pero - 81 — ya dije antes que, h u y e n d o nosotros de términos científicos, que dificultan la comprensión de los asuntos que tratamos, nos basta y sobra con la primera división hecha. Raciones alimenticias. E l hombre es omnívoro-, come de todo y, por consiguiente, puede fácilmente someterse á régimenes distintos en a r m o n í a con los recursos alimenticios de la región ó comarca en que vive. Las circunstancias varían extraordinariamente; tanto, que dos hombres de igual edad, corpulencia y género y rendimiento de trabajo, es bien seguro que 110 necesitarán ni la misma ración, ni ésta formada de idénticos alimentos. Pero no nos metamos en estos para vosotros laberínticos asuntos; nos conformaremos con estudiar de un modo sencillo, comprensible, en q u é debe consistir la ración alimenticia. Para quienes no tienen necesidad de trabajar, séres afortunados cuyas ocupaciones son el esport, quizá el de la gula, asegurar que sólo su ración debiera ser la de mero bien podemos entretenimiento; mas, para vosotros, trabajadores que forzosamente habéis de producir energías físicas é intelectuales que reclaman una alimentación especial, es preciso formular una ración más, la llamada ración de trabajo ó productora. E n el primer caso, n a d a tan fácil de precisar. Con hacer un balance de las materias que se toman como alimentos y las que se eliminan en calidad de sobrantes, procurando que no haya diferencias nota- bles, está resuelto el problema; pero en el hombre que produce cantidad de trabajo, la cuestión varía de aspecto, pues hay que tener en cuenta lo que necesite para ambas exigencias y satisfacerlas si n ó se quiere que el obrero viva á expensas de su propia carne, consumiéndose entre el h a m b r e y la miseria. Acostúmbrase á decir, que el trabajador andaluz está m a n t e n i d o , a f i r m a c i ó n con m u y que nosotros consideramos mal poco formula- da, porque debiera expresarse de este otro modo: el obrero de Andalucía come poco porque 110 le d a n más. N o se nos oculta que en estos climas templados, las pérdidas representadas por c l f n o u o 8 0 , 1 d e tanta consideración como en el Norte, por cuyo motivo las raciones han de variar en lo que se refiere precisamente á los alimentos pro- ductores de calor. F u n d á n d o n o s en esto, habremos de disminuir las bebidas alcohólicas y las grasas, de acuerdo con lo que ordenan cier —4r,— tos preceptos religiosos, estableciendo vigilias en las épocas del a ñ o en <pie comienza el calor, y prácticas seglares q u e no permiten el sacrificio de cerdos durante la p r i m a v e r a y el verano. Los m u s u l m a n e s tienen prohibido, como sabéis, el uso de la carne do cerdo y el alcohol, prohibición sabia, m u y justificada por las conveniencias higiénicas que representa. Para establecer un r é g i m e n apropiado y conveniente, es preciso formarlo mediante la asociación de materias alimenticias diversas, siempre relacionadas con los recursos del país, y teniendo en cuenta las pérdidas de n u t r i c i ó n que hay necesidad de subsanar. Desde luego, la proscripción de la carne es u n a cosa que no debe suceder, por cuanto tal recurso alimenticio es indispensable c o m o base de buena alimentación. N o queremos decir con esto que los obreros andaluces deban consumir tanta carne y manteca como consumen los alemanes; pero de n i n g ú n m o d o tienen bastante con lo que en la a c t u a l i d a d comen, que es por demás deficiente. Si no estamos m a l enterados, nuestros trabajadores del c a m p o , particularmente los de la c a m p i ñ a , hacen las siguientes comidas: Invierno, desayuno antes de amanecer, consis- tente en unas migas (aceite y p a n fritos); á m e d i a m a ñ a n a , u n pedazo de p a n ; al m e d i o día, la olla ó cocido, que se c o m p o n e de garbanzos, tocino rancio, algunas veces verdura, v tal cual d í a morcilla. A esto hay que agregar el pan y de c u á n d o en c u á n d o aceitunas aliñadas. Por la noche, á titulo de colación, u n a ensalada con bastante p a n . H é a q u í el m e n ú de las diferentes comidas que hace el trabajor del campo, comidas que, aun hechas en gran c a n t i d a d , son á todas luces insuficientes, porque faltan principios de los que a b u n d a n en alimentos de primera c a l i d a d . A nuestro entender, debiera sustituirse este r é g i m e n por otro más racional y sobre todo m á s h u m a n o . E n las fincas rústicas, en los cortijos de la sierra y la c a m p i ñ a , suelen tener rebaños de cabras y a u n ovejas, cuya leche puede servir para alimentar trabajadores. Si esto no fuera suficiente, á poco coste m á s , unas cuantas vacas d a r í a n el rico j u g o necesario, hasta para las industrias de la explotación. Y entre que el desayuno en vez de ser migas, fuera unas sopas de leche abundantes y calientes, y con que el cocido se compusiera de c a r n e , en cantidad de 20.) gramos por cabeza, con su correspondiente ración de tocino, mayor de la que hoy consumen (unos 8 0 gramos), podría con- — 4 r, — feccionarse u n a c o m i d a substancial y nutritiva, base de la alimenta- ción del d í a . P o r la noche, u n potaje de legumbres ó un guisado de patatas, bien c o n d i m e n t a d o , repararía excelentemente las pérdidas de la j o r n a d a , p r e p a r a n d o , con a u x i l i o del reposo, las fueizas para em- prender el trabajo al siguiente d í a . I)e los obreros de la c i u d a d , apenas hemos de ocuparnos. Sus jornales bajos y 110 seguros, y primera necesidad, hacen la carestía inmensa de los artículos de poco menos que imposible la vida. Las autoridades deben velar por los sagrados intereses de la salud, y en esU; sentido h a n de estudiar los medios de abaratar los artículos, procurando carne para el pobre jornalero, que c u a n d o tiene la suerte de probarla, es para que note la l'alta que le hace comer m á s de este alimento de p r i m e r a c a l i d a d . S u p r i m i r intermediarios inútiles, establecer la tasa en los precios por medio de tablas reguladoras, destinar al consumo p ú b l i c o carnes que se desperdician, y otra porción de recursos, puestos en boga en otros países, harían más llevadera la triste suerte del proletariado, cuya aspiración es comer y cuya eufermedad principal es el h a m b r e . Café, manteca y p a n , como desayuno; cocido con carne, tocino y verdura, c o m i d a f u n d a m e n t a l , y para cena unas sopas con huevo ó de leche, seria u n régimen excelente para los obreros de la url>e, que se h a r t a n de aceitunas con p a n , de cocido sin substancia, y de pepinos y pimientos, q u e sólo pueden considerarse como alimentos apropósito para p r o d u c i r cólicos é indigestiones. U n buen régimen alimenticio lo es todo, por aquello de que «barrigas llevan á piernas y no piernas á barrigas,» y porque se ha dicho, como sentencia de los tiempos modernos, que la prosperidad y bienestar de u n pueblo, se conoce por la calidad y cantidad de los alimentos que consume. B e b i d a s . — S o n t a m b i é n alimentos que sólo se diferencian de los propiamente dichos, en que afectan el estado líquido. Con estas materias el h o m b r e c a l m a su sed las m á s de las veces, ó mantiene el vi- cio de bebedor con censurable frecuencia. E n condiciones de n o r m a l i d a d orgánica, de buen m o d o de vivir, el r é g i m e n mejor de bebida es hacer uso del agua, a l i m e n t o liquido natural, por excelencia, capaz de producir actividad física é intelectual y bebida prototipo de la moral h u m a n a . N o quiere esto decir q u e — HA — proscribamos en absoluto las bebidas alcohólicas y Ins acídulas ó refrescantes, nó. porque asi como estas ú l t i m a s las empleamos siempre para llenar u n a indicación circunstancial, t a m b i é n las alcohólicas serán utilizadas c u a n d o a l g u n a indicación de la v i d a nutritiva las re- clame. E l vino, cerveza, aguardiente, sidras, licores, y en general todo liquido que contenga alcohol, h a y necesidad de usarlo con verdadera prudencia, tanto m á s . c o m o diremos después, c u a n t o parto, por no decir todos los que que la vosotros consumís, mayor están encabe- zados y hasta confeccionados con alcohol industrial, que con justicia es l l a m a d o veneno de los trabajadores. C u a n d o el hombre se halla convaleciente de a l g u n a c u a n d o por cualquiera circunstancia precisa ser a y u d a d a nuestra enfermedad; máquina se debilita, entonces puede hacerse uso m o d e r a d o de bebi- das alcohólicas, como verdadero m e d i c a m e n t o reparador de fuerzas y estimulante que excite á su mejor realización nuestras funciones digestivas. El n i ñ o raquítico, el convaleciente, el a n c i a n o , pueden considerarse en este caso. Mientras n o c o n c u r r a n las condiciones expuespuestas, debe el alcohol ser enteramente p r o h i b i d o . ¿ Y sabéis por qué? P a r a evitar esc sin n ú m e r o de v í c t i m a s que produce en las sociedades modernas la enfermedad l l a m a d a T N o es pecado exclusivo de las clases obreras; t a m b i é n las alcoholismo. encumbra- das d a n al cáncer alcoholismo crecido contingente, pues que los bo- borrachos a b u n d a n , por desgracia, en todas las clases sociales, herman a n d o sólo en el vicio á los hombres q u e en las d e m á s manifestacio- nes de vida c o m ú n debieran ser siempre hermanos. A todos se dirigen mis censuras y á todos t a m b i é n convienen m i s consejos higié- nicos. Quien abusa del alcohol, ó s e a el inveterado borracho, que, como se dice vulgarmente, está pasado de la bebida, se embrutece, degenera y concluye por caer en los actos m á s abyectos y hasta punibles que os podáis i m a g i n a r . El alcohol destruye nuestra organización, a n u l a n d o su actividad nerviosa, que es de d o n d e proceden las manifestaciones de inteligencia. Es u n verdadero e n v e n e n a m i e n t o del cerebro, que le a n i q u i l a , obstruyendo esas luncioncs tan nobles y tan levantadas que sirven para d i s t i n g u i r al h o m b r e del bruto. S i vosotros viérais con vuestros propios ojos, preparados de substancia cerebral — 85 — correspondiente á u n h o m b r e muerto por alcoholismo, os horrori- zaríais v i e n d o la musa deshecha templéis mente, todo desorganizado, todo en r u i n a , todo destruido. Y anuladas, c o m o dije antes, las actividades intelectuales, se resta el hombre, q u e d a n d o sólo el bruto; y c u a n d o esto pasa n a d a de extrañar es que quien f u é sér h u m a n o , se convierta en fiera, i n c u r r i e n d o en todos los malos hechos y delitos que l l e n a n , al m i s m o tiempo, los camposantos y las cárceles. A h o r a debiera hablaros de las principales alteraciones y adulteraciones de los alimentos y bebidas, como complemento de estas consideraciones generales á propósito d é l a Higiene de la alimentación; pero m á s adelante será tratado este importante asunto con la exten- sión q u e requiere su i m p o r t a n c i a , y sólo voy á daros la voz de alerta para q u e siempre que en vuestra m a n o esté, pidáis á las autoridades u n a inspección facultativa de las substancias alimenticias, capaz de poner á salvo la salud p ú b l i c a . En Córdoba, para fortuna nuestra, tenemos la g a r a n t í a del reconocimiento microscópico de las carnes de cerdo, cosa que en otras poblaciones no ocurre. A pesar de esto, es necesario q u e se organice por quienes corresponda un Laboratorio donde p u e d a n ser analizados los alimentos detenidamente y con toda clase de medios. Deberá montarse mejor que lo está el Matadero de la población, inspeccionarse convenientemente el Mercado público y los Fielatos y atender cual se debe la inspección q u e pudiéramos llamar d o m i c i l i a r i a , c o m o son todos los establecimientos en que se expenden artículos de comer y beber. A g r e g a n d o á lo dicho que las autoridades mismas se encarguen de evitar los monopolios, estableciendo la tasa en la forma que estimen ' m á s conveniente, y procurando u n a vigilancia verdad respecto á la buena fé en las transacciones de comestibles; organizando asociaciones cooperativas de consumo, y en una palabra, demostrando por sus administrados esas autoridades, la m i t a d siquiera del interés que mués tran por los asuntos de la m a l l l a m a d a política, se conseguiría m u c h o y bueno en favor de la alimentación de todos, y m u y en favor de la a l i m e n t a c i ó n do los trabajador s. especialmente, HIGIENE DE LA RESPIRACION RESUMEN DE LA CONFERENCIA DADA POR D. CALIXTO TOMÁS DIRECTOR Y CATEDRÁTICO DE LA ESCUELA OE VETERINARIA « SKÑORES: NO es bastante que el h o m b r e coma y beba para reponer totalmente las pérdidas representadas por Ja vida y el trabajo ejecucutado; precisado lodo p u n t o realizar u n a función altamente necesaria, merced á la cual se verifica u n c a m b i o de gases en la sangre, sin el q u e resultaría imposible la existencia. Esta f u n c i ó n es la respira- toria. Respecto á su importancia, diremos que todo sér vivo lo primero que hace c u a n d o viene al m u n d o , c u a n d o vive por sí y ante sí. es resp i r a r ; y lo ú l t i m o que verifica es respirar también. La vida indepen- diente empieza con u n a inspiración m u y profunda, y termina con la ú l t i m a espiración; por eso se dice que el i n d i v i d u o expira. L a respiración es m á s necesaria y perentoria q u e n i n g u n a délas demás funciones nutritivas. Primero se muere j>or falta de aire que por falta de los demás elementos alimenticios. Antes de entrar de lleno en la H i g i e n e de la respiración, permi- t i d m e que os d é una ligera idea de esta función fisiológica y del apa- rato orgánico que la realiza. El respirar consiste simplemente en c a m b i o de gaseii establecido entre la sangre del i n d i v i d u o que ra y el aire q u e lo rodea. Respiración, pues, es igual que un respi- ventilación gaseosa de la sangro, merced á cuyo fenómeno ésta toma el oxígeno que tanta falta hace para la vida, devuelve al medio externo áci- do carbónico, cuerpo gaseoso t a m b i é n , que no solamente sobra, ni- —4r,— n o que precisa expulsarlo, porque «lo otro m o d o se c o m p r o m e t e r í a seriameutola existencia. C u a n d o nosotros ventilamos ó aireamos una habitación, hacemos u n a tosa análoga á lo que lleva ¿ cabo la f u n c i ó n respiratoria. Sustituimos el aire viciado por otro puro; conseguimos que el aire rico en oxígeno penetre en el recinto desalojando el aire enrarecido por sobrecarga de ácido carbónico y por el vapor de agua y mayor temperatura. Para verificar la respiración contamos en nuestra m á q u i n a viviente con un c o n j u n t o de piezas orgánicas, relacionadas entre sí, q u e los anatómicos l l a m a n aparato respiratorio T a l aparato consiste en u n sistema de conductos dispuestos como las ramas de u n árbol, por el interior de los cuales circula el aire portador de los gases q u e h a n de ser cambiados en el acto í n t i m o de la respiración, conocido en el leu guaje científico con el n o m b r e de hematosts\ f e n ó m e n o interesantísimo que, para que me entendáis mejor, no es otra cosa q u e convertir la sangre m a l a en sangre buena, la sangre i n ú t i l p a r a la n u t r i c i ó n en sangre aprovechable por su poder fertilizante. T a m b i é n existe la l l a m a d a respiración cutánea ó general periférica, y la i n t i m a , intraorgániea ó do los tejidos, que es la verdadera respiración; pero nos referiremos preferentemente á la q u e se realiza en el aparato respiratorio antes mencionado, porque es la f u n c i ó n respiratoria que la Fisiología clásica estudia con especialidad. Y a digimos al principio, que el h o m b r e lo p r i m e r o y lo último que hace c u a n d o vive por sí y ante sí,' es respirar. V a m o s á razonarlo ligeramente para que veáis hasta d ó n d e llega la indispensable necesidad de esta f u n c i ó n . De n a d a serviría a c u m u l a r en el interior do nuestro organismo materias suministradas por la alimentación destinadas á reparar pérdidas materiales en su mayor c u a n t í a las C o m o sería completamente inútil que cargáramos de carbón hasta los topes el h o r n i l l o de u n a m á q u i n a de vapor E n el u n o y en el otro caso es preciso q u e el carbón y el alimento so q u e m e n para que surja el calor, q u e es l l a m a de la vida y causa universal de todo m o v i m i e n t o . El oxígeno del aire atmosl'érico en la locomotora, y el oxígeno do la sangre en la m á q u i n a viviente, hacen que las materias alimenticias y carbonadas entren en combustión, d e t e r m i n a n d o de a m b o s modos u n origen de calor, manantial de actividades interesantísimas. - H'J — • R e c o r d a n d o el s í m i l que os ponía en m i conferencia anterior, se necesita de a,re, m e j o r dicho, del oxígeno que éste contiene para mantener y a v i v a r la l l a m a del c a n d i l . V . pues, q u e c o m o primera materia para que se pueda respirar se necesita aire atmosférico,'digamos cuatro palabras n a d a m á s acerca de este i m p o r t a n t e cuerpo de la Naturaleza, cuya explicación tallada os sera hecha por el docto catedrático de Física y de- Química del Instituto, L). Rafael Vázquez Aro-a, q u ' e n so propone daros una conferencia sobre el aire y sus propiedades. E s el aire u n a mezcla de oxígeno y nitrógeno principalmente, con otras materias q u e entran en pequefta proporción, formadora do esa masa gaseosa l l a m a d a atmósfera y que rodea á la Tierra á manera de gasa aeriforme hasta u n a altura considerable. E l aire atmosférico, además de construir la capa gaseosa de nuestro planeta, se introdueo en todas sus oquedades y, por consiguiente, una influencia *penetra en las habitaciones del hombre, determinando • decisiva en nuestras manifestaciones vitales. Sus dos componentes esenciales son el oxígeno y el nitrógeno ga ses ambos que. mezclados solamente, han de formar u n a masa gaseosa también. E l oxígeno ya le conocéis porque el ilustrado profesor de Agricul tura, Sr. Morán," os hablaba de este cuerpo, c o m o factor q u í m i c o del agua, en la p r i m e r a conferencia del curso que corre Según recorda- reis, se trata de u n cuerpo simple, gaseoso, activísimo, por resultar el elemento comburente (quemante) por excelencia Tiene grandes afinidades con casi todos los demás, y m u y particularmente con los com puestos de carbono que son eminentemente combustibles quemables) y al e n t r a r e n nuestra m á q u i n a determina u n a m u l t i t u d de pequeños incendios con cuyo calor se a l i m e n t a n de energía las actividades vi- tales. El otro gas, componente principal del arre atmosférico, es el nitrógeno, cuerpo s i m p l e también: pero contrario en u n todo al oxígeno por lo q u o toca á sus propiedades. E l nitrógeno tiene u n a indiferencia q u í m i c a m u y m a r c a d a ; apenas si se c o m b i n a con los demás, v c u a n d o lo hace," se precisan condiciones especiales, extraordinarias. Eso sí: u n a vez hechas l*s combinaciones de nitrógeno, resultan p o r demás estables, y c u a n d o dichas combinaciones so deshacen, entonce» — 4 r, — quedan libro» las energías especiales q u e fueron antes precisas para hacerlas; por eso los compuestos de nitrógeno son explosivos. La pólvora la nitroglicerina, los fulminatos, etc., etc., son buenos ejemplos de cuanto estamos diciendo. Pero no os vayáis á figurar que el n i t r ó g e n o del aire es nocivo, com o m u c h a s veces lo son los explosivos; este cuerpo n o está c o m b i n a d o con el oxígeno (entonces constituiría á c i d o nítrico); está simplemente mezclado con él, según d i g i m o s antes, sirviéndole d e c u e r p o regulador y de m e d i o donde el gas vivificaute v á disuelto convenientemente para no hacer dafio á q u i e n lo respira. E n calidad de componentes secundarios, contiene el aire puro ú ordinario, trazas ó vestigios do á c i d o carbónico, proporción variable de vapor de a g u a , partículas minerales (polvo atmosférico), h i d r ó g e n o protocarbonado (gas de los pantanos), ozono, substancias orgánicas y gran n ú m e r o de microorganismos, sin que estas materias, siempre en cantidades centesimales, determinen la p é r d i d a de las circunstancias normales del aire, ó sea sus propiedades de respirabilidad Hasta a q u í los atributos correspondientes al aire puro, el q u e reú n e verdaderas condiciones higiénicas, prescindiendo de ciertas cualidades puramente físicas, como son la temperatura, presión, corrientes, estado higrométrico ó de h u m e d a d , etc. Veamos ahora cuáles son las principales causas que i m p u r i f i c a n el aire atmosférico y la influencia h i g i é n i c a que d e t e r m i n a n en los seres vivos, especialmente en el h o m b r e . Varios cuerpos alteran la n o r m a l i d a d del aire, m u c h o s de los que no tienen n a d a que ver con su composición o r d i n a r i a , y algunos, porque debiéndose hallar en proporción centesimal, a u m e n t a d i c h a proporción, alterando el medio. Nos referimos á los principales. Ando carbónico.—Es u n gas que f o r m a parte del aire puro, en cantidad centesimal, resultante de las combustiones q u e se realizan en todas partes y de la respiración de los a n i m a l e s y vegetales. C o m o cuerpo sobrante respiratorio, es i m p r o p i o p a r a la v i d a y hasta perjudicial c u a n d o su proporción a u m e n t a , tanto m á s , c u a n t o que, a b a n d a n d o en u n a atmósfera confinada, L convierte en asfixiante. E l ácido carbónico se a c u m u l a en las regiones bajas de la atmósfera, en razón á su mayor peso, hecho que explica que el aire, en i g u a l d a d de las demás circunstancias, es m á s i m p u r o , c u a n t o m á s bajo es el lugar que — Í>1 — ocupa. E l aire de las montanas, el aire del c a m p o y el del m a r , son siempre los recomendados como sanos, precisamente por lo que acabamos de exponer, y porque se h a l l a lejos de los manantiales de acido carbónico. H a y , pues, necesidad de h u i r de estos lugares, y si la pre. cisión obliga a v i v i r en ellos, tendremos en cuenta los preceptos hi- giénicos que se refieren á u n a buena ventilación Hidrógeno sulfurado.— Se l l a m a también gas sulfhídrico, es mal oliente (á huevos podridos), se desprende en varios sitios impurificando la atmósfera y hace el aire antihigiénico Ozono. — H e m o s d i c h o q u e él aire contiene este gas en m u y pequeña. Si por cualquiera circunstancia aumenta, cantidad a u n q u e sea en m í n i m a proporción, cosa que se conoce por olor fuerte y desagra• dable, entonces ejercerá u n a influencia altamente perniciosa para la s a l u d , d e t e r m i n a n d o , p r i n c i p a l m e n t e , enfermedades del aparato respiratorio. Oxido de carbono — G a s eminentemente deletéreo y asfixiante, del que basta u n a proporción centesimal en atmósfera confinada, para q u e el i n d i v i d u o que la respire m u e r a sin remedio Se desprende de combustiones incompletas y á él se atribuye la muerte rapidísima de las víctimas en los incendios. Cloro.—Gas a m a r i l l o verdoso, irrespirable, que impurifica á veces el aire, h a c i é n d o l o i m p r o p i o para la respiración Tiene u n sabor acre, es de olor bastante fuerte y penetrante, y produce tos y sofocación consiguente si seguimos sometidos á su influencia. Protóxido hilarante de nitrógeno— Conocido también con el nombre de gas por la impresión de alegría que produce c u a n d o comienza á ejercer su acción sobre el organismo. I m p u r i f i c a el aire, comunican- . dolé m a l a s condiciones higiénicas y resulta u n cuerpo venenoso si se respira en grandes proporciones. Bióxido de nitrógeno, ácido hiponitricoy ácido nítrico.—Son que accidentalmente pueden encontrarse en el aire atmosférico, gases ha- ciéndole altamente nocivo para la salud. A semejanza de lo que decíamos respecto de los anteriores, éstos obran destruyendo las substancias orgánicas por su acción o x i d a n t e 0 q u e m a n t e , á cuyo mecanismo deben su empleo en calidad de materias desinfectantes. Carburos de hidrogeno - Muchos hidrógenos carbonados registra la Q u í m i c a m o d e r n a , y a u n q u e t a m b i é n m u c h o s de ellos so h a l l a n en lu aitnósfora, sólo hablaremos de «los, por ser los m á s importantes. E l hidrogeno proto-carbonadoign* de los pantanos),suele encontrarse en el aire, i m p u r i f i c á n d o l o y haciéndolo nocivo para la s a l u d . Se desprende de las aguas encharcadas, d o n d e se descomponen substancias orgánicas. y en las m i n a s de h u l l a , en las cuales forma con el aire u n a mezcla detonante l l a m a d a gas grisú, en las poblaciones mineras q u e tantas víctimas h a ocasionado El hidrógeno bicarbonado (gas del alum- brado), que se produce por la calcinación de ciertas materias o r g á n i cas, principalmente por la hulla ó carbón de piedra, ejerce sobre nuestro organismo una acción eminentemente tóxica ó venenosa. Polvo atmosférico. — Independientemente de ios cuerpos gaseosos, que mezclados con el aire le hacen do malas condiciones higiénicas, existen, flotando en él, m u c h a s partículas minerales y orgánicas que forman esas materias impalpables, pero visibles, l l a m a d a s polvillo atmosférico L a cantidad y naturaleza do las expresadas materias de- terminan influencias higiénicas variadas, que vamos á conocer s u m a riamente. E n primer término, diremos que se d i v i d e n en partículas minerales ó inertes y corpúsculos organizados (i vivos, siendo estos últimos- los más abundantes y los de m a y o r significación higiénica. Materias inertes — P u e d e n ser partículas de arena, de c a r b ó n , de productos orgánicos m u y divididos, y en general, cualesquiera clase de substancias minerales capaces de fraccionarse en pequeñas porciones de menor peso que el aire que las sustenta. E l polvo m i n e r a l férico ejerce su acción en los organismos por proceder mecánico; es u n a verdadera penetración á través de de nuestro cuerpo, que se verifica de la m i s m a atmos- simplemente las m e m b r a n a s m a n e r a que nos clavamos u n a espina Los pulmones de los fogoneros cuando viejos que h a n pasado gran parte de su v i d a j u n t o á los hornillos de los grandes trasatlánticos, son buen ejemplo de esto. Corpúsculos organizados ó vivos. —Trátase, señores, de las causas m á s importantes entre todas l a s q u e pueden i m p u r i f i c a r la atmósfera, porque hasta ahora nos h a n ocupado las q u e m a t e r i a l m e n t e alteran su constitución n o r m a l ; pero las erais is vivas, los microgórmenes que se registran en el aire, además de hallarse mezclados á nentes ocupando el lugar de éstos, d e t e r m i n a n sus compo- u n envenenamiento, tanto del aire, como del i n d i v i d u o que le respira. En l a atmósfera, pululan O.f - m u l t i t u d de inicrogérmenes, representantes de enfermeda- des s u m a m e n t e graves. É l polvo inerte v á casi siempre de esporos ó semillas de plantas microscópicas, acompañado causas, m u c h a s «le ellas, de lesiones q u e c o m p r o m e t e n , n o sólo la salud, sino la vida mism a . Buen e j e m p l o de lo q u e as d i g o , son los microbios'patógenos e u . contrados en los a n á l i s i s bacteriológicos del aire, entre los q u e podemos e n u m e r a r los de la escarlatina, coqueluche, tuberculosis, fiebre tifoidea, cólera m o r b o , p u l m o n í a infecciosa, s u p u r a c i ó n , etc., etc. listos inicrogérmenes, residen en varia proporción, según los lu- gares en q u e es recogido el aire que se somete á observación. N o creáis por c u a n t o acabo de deciros que v i v i m o s de pues son tantas las causas de e n f e r m e d a d q u e nos acechan. milagro, Los mi- crobios malos del aire, n o son m u c h o s , y a d e m á s , pocas veces prenden en nuestros organismos. Nosotros tenemos defensas naturales que oponer á estos pequeños seres y en el m a y o r n ú m e r o de casos los rechazamos. Pero 110 i m p o r t a q u e seamos m á s ó menos i n m u n e s pollas condiciones de robustez; tenemos que fijarnos en las malas condiciones del aire q u e respiramos, para evitar en lo posible sus malefi- cios h i g i é n i c o s . L a l u z , el oxígeno y la desecación, son los mejores p o d e m o s p o n e r en j u e g o al objeto de sanear el medios aire" viciado, que y en el supuesto de q u e se halle i n d i c a d o c a m b i a r de aires, recordad siem- pre q u e el de las m o n t a ñ a s y el de las orillas del m a r es el m á s p u r o , bajo todos aspectos H u i r de las aglomeraciones de población es y será recurso h i g i é n i c o recomendables para respirar bien. Higiene del aparato respiratorio.—I/)S órganos ó piezas o r g á n i c a s encargados do realizar esos m o v i m i e n t o s , esos actos en que consiste la función fisiológica q u e estudiamos, reclaman ciertos cuida«los higié- nicos q u e nos v a n á o c u p a r , a u n q u e sea concisamente, j»or la impor- tancia q u e en sí encierran. Y a sabemos que forman dichos órganos u n sistema de conductos ramificados, siempre abiertos, tar el aire hacia dentro y h a c i a fuera en los actos ción y espiración, para trasi»or- llamados inspira- respectivamente E l p r i m e r precepto seiá m a n t e n e r expeditos esos tubos, a l efecto do q u e j a m á s existan obstrucciones mec á n i c a s en las vías respiratorias obstrucciones «jue, de hacerse inveteradas, d e t e r m i n a n consecuencias graves A d e m á s , es de rigor en las prácticas h i g i é n i c a s respiratorias, atender á lo «pie se l l a m a gimnasti13 — ! r t — ca funcional, «obre todo c u a n d o el h o m b r o se desarrolla. El moderado, como los paseos campestres, la girfmasia (pesas, poleas y espirómetros), bien ejercicio entendida hacen q u e se desenvuelvan bien las piezas respiratorias, dándolas robustez y extensión, q u e significa la m i s m a cosa. E n esta g i m n a s i a deberá atenderse á q u e el aire respirado reúna las mejores condiciones de n o r m a l i d a d , entendiéndose p o r esto q u e los componentes constautes y ordiuarios en peso, estén en la proporción q u e marea el a d j u n t o cuadro: Oxígeno 20-9 Nitrógeno 79'1 A c i d o carbónico . . . . H u m e d a d ó vapor de agua. Vestigios Variable(segúu ciertas circunstancias) Aparte de estos factores esenciales,puede contener el aire,como hem o s dicho antes de ahora, partículas minerales y microbios q u e , si n ó sobrepasan ciertos límites, n o por esto deja de ser respirable. 1.a temperatura y presión del airé influyen d e c i d i d a m e n t e en los cambios gaseosos respiratorios. D i l a t a d o el aire por el calor, se enrarece, penetrando por esta razón menos cantidad de oxígeno en inspiración, circunstancia que exige m a y o r n ú m e r o de cada movimientos respiratorios en u n tiempo dado. L a presión, por su parte, obra de modo idéntico haciendo más raro el aire en las alturas q u e en los lugares bajos. Estas condiciones será necesario temerlas en cuenta para dirigir convenientemente la higiene de la función respiratoria. Habitaciones — S o n las habitaciones espacios confinados hombre y los animales se libran de las inclemencias d o n d e el atmosféricas, donde se verifican cierta clase de trabajos que «le otra m a n e r a n o podrían hacerse y donde se escuda contra ciertos peligros ran su vida y su hacienda. Desde remotísima locha ha que asegu • preocupado á la h u m a n i d a d las condiciones que deben reunir sus albergues y tanto y tanto ha puesto en ellos, q u e bien puede asegurarse q u e el estudio histórico de las habitaciones del h o m b r e , constituyen la historia de la h u m a n i d a d m i s m a . Las habitaciones deben ser siempre consideradas por el higienista como verdaderos climas artificiales que d e t e r m i n a n en los i n d i v i d u o s que las viven, idénticas iufluencias que los climas naturales. Las poblaciones y las casas d a n siempre idea «leí estado m o r a l v de cultura — 4 r, — d e POS moradores, y a u n q u e el c a m p o proporciona mayores y mejores c o n d i c i o n e s higiénicas de vida i n d i v i d u a l , no h a y que perder de vista que la v i d a social exige acción c o m ú n , trabajo de conjunto, q u e la sociedad se eleve en el concepto de civilización ó para perfectibili- d a d E l h o m b r e del c a m p o tiende al retroceso intelectual, al salvajism o ; m i e n t r a s que los de la urbe propenden al progreso. Esto en térm i n o s generales, pues hay excepciones que nos i n d i c a n el c a m i n o m á s viable p a r a ilustrar la gente del c a m p o v robustecer á los urbanos. N o podemos desarrollar en toda su importante extensión este as- pecto, del q u e a m p l i a r e m o s otro día conferenciando acerca do él; pero p e r m i t i d m e que anticipe algunas ideas acerca del trazado general de las poblaciones y de la distribución, emplazamiento, construcción, capacidad, ventilación y d e m á s circunstancias principales do lasca- ses de obreros y los barrios formados por ellas. E s creencia m u y generalizada en A n d a l u c í a , especialmente en Córdoba, la de «pie las calles y demás vías sean estrechas y tortuosas, para de este m o d o , dicen, preservarnos del sol y del calor; creencia, en p u g n a con la Higiene, y hasta con el instinto de conservación, porque c o m o precepto f u n d a m e n t a l se exige en todas partes la mayor c a n t i d a d posible de aire y de luz. 0.s digo que el instinto de conservación t a m b i é n pide espacio y luz y no exagero absolutamente n a d a . Recordad, Sinó, la impresión de consuelo y complacencia que produce en nuestro á n i m o , c u a n d o después de a n d a r por una callej a oscura y h ú m e d a , salimos á u n a plaza, ó .mejor todavía al c a m p o .Son el aire m á s p u r o y la luz m á s viva los que hablan á nuestro instinto diciéndole: nosotros constituimos los elementos primordiales de v i d a , porque somos indispensables, y porque además, formamos el recurso i m p o r t a n t í s i m o de la desinfección natural L u z , m u c h a luz: ai- re, m u c h o aire, a r m a s poderosas que la Higiene moderna esgrime contra las causas de eufermedad y destrucción h u m a n a . C ó r d o b a , bajo el aspecto que acabamos do expresar, exige una c a m p a ñ a higiénica, cu cuyo p r o g r a m a deben figurar obras de ensanche, sobre todo en los barrios obreros, d o n d e se ven vías estrechas y sin servicios higiénicos de n i n g u n a especie. Calles anchas, plazas espaciosas t a m b i é n y con jardines, harían m u c h o en beneficio de la salud p ú b l i c a de nuestra población. Las casas deben ser m u y distintas a como son en la actualidad en loque refiere á distribución ó p l a u o g e n e r a l . E n vez «le edificar so bre el suelo sin sanear éste, sería mejor hacer u n vaciado del misino, construir u n sótano <jno, si bien a u m e n t a algo el costo de la casa, po dría a p r o v e c h a r » para usos relacionados con ciertas condiciones «le conservación «le alimentos, y además, y esto es lo i m p o r t a n t e , q u i t a r í a la h u m e d a d tan característica de las casas de Córdoba, h u m e d a d causa de muchas y graves enfermedades que a q u í tienen su asiento, recreciendo considerablemente el tanto de m o r t a l i d a d . Más e c o n ó m i c o sería el relleno con materias impermeables, pero la diferencia n o es m u cha y las aplicaciones á que antes me refería hacen preferible el sistema del vaciado. Después, las casas deberán ser construidas de u n solo piso, a prudente elevación para evitar las causas de h u m e d a d y refrigera cióu; porque tened entendido «pie, considerada C ó r d o b a c o m o población calurosa, hace bastante frío en otoño, i n v i e r n o y p r i m a v e r a , para que dejemos de preocuparnos de este detalle. Las casas de nueva construcción deberán ser e m p l a z a d a s hacia la sierra, si es posible al abrigo de los vientos reinantes, en sitios altos y soleados, porque, como y a hemos dicho, el Soi es ol m e j o r compañero del pobre y del rico, del hombre, en fin, que siempre le busca como Causa original de v i d a que es. E n comprobación de cuanto digo, está que el poco movimiento de ensanche que se nota en C ó r d o b a , es hacia la sierra, donde además de la arteria de vida, representada por el fe rrocarril, se encuentra u n a atmósfera m á s p u r a y adecuada á la salud. Respecto de los materiales, m u c h o tendríamos que decir, porque deja bastante «pie desear. E n general, se construye de m a l a m a n e r a , m u y ligeramente A p a r t e las condiciones de resistencia y seguridad, cuyo estudio corresponde á los arquitectos, tienen la m a y o r parte de las casas de Córdoba defectos esenciales de construcción, q u e la m¿$ rudimentaria higiene rechaza. E l sistema de huecos no puede ser m á s defectuoso; puertas que casi n u n c a ajustan, vidrieras y tapaluces en una sola hoja,constituyendo cierres incompletos, exponen á constantes corrientes á los moradores, que pagan con su salud los desaciertos de unos y la avaricia de otros. Bien puede asegurarse q u e el arte de construir viviendas es, en esta población, u n arte abandona«lo á la rutina, pues se hacen las cosas de igual m o io q u e c u a n d o la Higiene estaba en mantillas, ó mejor dicho, c u a n d o no existia. Córdoba por su emplazamiento, por su cielo y por su c l i m a , debie- — í)7 — ra ser u n a de las ciudades m á s sanas d e l , m u n d o , en vez de d a r un contingente de m o r t a l i d a d que, c o m o el registrado en las últimas estadísticas, la colocan entre las menos sanas de la Península. Debiendo ser la población m i m a d a por la salud y el bienestar, es la tristemente preferida por las enfermedades contagiosas que siempre reinan en su seno. H a b l e m o s ahora u n poco de la capacidad exigible á las habitaciones del h o m b r e . Sabéis que la permanencia prolongada en u n recinto cualquiera, hace que la atmósfera del m i s m o se i m p u r i f i q u e cargándose de acido carbónico y enrareciéndose de oxígeno. Tanto más se viciará el espacio l i m i t a d o , cuanto mayor sea el n ú m e r o de inspiraciones y espiraciones dadas las mismas circunstancias de capacidad, ventilación, etc. Desde luego el hombre no está j a m á s ence- rrado herméticamente, a u n q u e lo parezca porque nuestras habitaciones tengan cerradas sus puertas y ventanas. A través de los muros, que son permeables, pasa el aire exterior, verificándose por este medio u n a renovación incompleta A d e m á s , las puertas y ventanas uo ajustan del todo y por sus rendijas entra y sale el aire con mas ó menos holgura. Esto significa que, en lo de la capacidad de las habitaciones, no h a y q u e ser tan exigentes, como parece á primera vista. X o vayais á creer que a b o m i n e de las casas espaciosas, no; quiero decir que lo a p u n t a d o se tendrá siempre presente en esta clase de problemas hi giénicos. Los fisiólogos é higienistas están conformes con que los dormitorios, talleres, escuelas y demás sitios en que el hombre vive por espacio de bastante tiempo, deben reunir condiciones de capacidad, sin las cuales se compromete seriamente la salud y hasta la vida de los que en estas habitaciones inoran. Teniendo en cuenta el oxígeno cons u m i d o d u r a n t e las veinticuatro horas, y calculando de paso el tiempo que pasan en talleres y escuelas, será preciso que á cada i n d i v i d u o le correspondan de diez á doce metros cúbicos de capacidad si son niflos, y de diez y seis á diez y ocho si se trata de hombres. C u a n d o los dormitorios y las habitaciones de trabajo sean individuales, la capacidad será m a y o r en algunos metros. Las modernas construcciones, ajustadas A extricta Higiene, ofrecen piezas espaciosas, altas de techos, con huecos rasgados y bastantes detalles que, si 110 representan nada de lujo y de confort, significan — 1>S — seguridades de salud, á las cual«e todos tenemos el m i s m o derecho. Las autoridades y cuantos intervienen en la organización de los servicios públicos, tienen el deber de deparar á sus administrados cuantos elementos de vida éstos necesiten Ilasta «pie todos c o m a n cual es debido y respiren del m o d o á que tienen derecho, 110 p o d r á decirse que la h u m a n i d a d progresa y se civiliza. Vamos á terminar, pues me hago pesado en demasía y no quiero seguir abusando de vuestra benévola atención. Las casas y sus dife- rentes habitaciones deberán sujetarse á u n buen sistema de ventila- ción, sin la cual n a d a i m p o r t a r á n las demás circunstancias apunta- das. Refiriéndonos á las habitaciones, diremos que en ellas debe practicarse lo q u e se l l a m a ventilación n a t u r a l , ó lo q u e es lo mismo, que el aire debe circular en razón á principios científicos. 101 aire enrarecido por el calor, mas las impurezas respiradas, pesa menos y como consecuencia de esto tiende á elevarse, ocupando poco á poco las alturas. E l q u e penetra del exterior es frío, pesa m á s , por cuya razón tiende á quedarse en las regiones bajas del espacio confinado. Sabiendo cuanto hemos dicho, lógico y n a t u r a l será pensar que cualquier sistema de ventilación h a de ser forzosamente de abajo para arriba, porque así lo d e t e r m i n a n las condiciones físicas del aire Huecos á rás del suelo, que p o d r á n ser barbacanas, molinillos, compuertas, válvulas ó lo que sea, y en la parte superior, pequeñas chimeneas de succión, por las que el aire viciado salga al exterior A esto queda reducida en substancia la ventilación c o n t i n u a ó f u n d a m e n t a l de toda habitación destinada á albergue del h o m b r e , donde éste ha de v i v i r d u r a n t e varias horas. Los d e m á s sistemas de ventilación se refieren á renovar bruscamente el airo confinado, c u a n d o los moradores 110 se hallen en la habitación. Abiertas las ventanas y puertas, se establecen corrientes laterales, q u e en m u y poco tiempo renuevan toda la masa aérea contenida en el recinto; pero este procedimiento es sólo aplicable en las habitaciones desalojadas, porque es sin d u d a el m á s pernicioso en caso contrario, en razón á que las corrientes de aire dentro de las viviendas,'acarrean m u c h a s y graves enfermedades de las vías, respiratorias N o es esto condenar las habitaciones á ser cerradas h e r m é t i c a m e n t e , pues lo q u e se l l a m a hoy atmósfera libre constituye procedimiento curativo p a r a enfermos del pecho, sino avisar el peligro de las d u c h a s de aire frío, productoras siempre de alteraciones de la salud. — Oíí t e n s a d , pues, en lo q u e os decía hace u n momento: ya que buenos y abundantos materiales alimenticios, porque el no problema es m á s c o m p l i c a d o de lo que pareced primer vista, mientras se resuelve, tenemos el derecho de pedir que el aire respirable sea bueno y abun - dante, porque este alimento aéreo tan indispensable no cuesta nada, lo s u m i n i s t r a p r ó d i g a y fácilmente la atmósfera á todos los que, inspirados en u n a b u e n a Higiene, saben pedírselos. HIGIENE DE LA PIEL RESUMEN DE LA CONFERENCIA DADA POR D. CALIXTO TOMÁS DIRECTOR Y C A T E D R Á T I C O DE LA E S C U E L A DE V E T E R I N A R I A SEÑORES: S i g u i e n d o el estudio de Ins cuestiones de Higiene indivi- d u a l que m á s u t i l i d a d pueden reportaros, vamos á discurrir esta noche acerca de la piel y los cuidados que reclama Para comprender mejor la necesidad de mantener íntegras las condiciones de nuestra cubierta externa, permitidme que, á título de introducción, os dé unas ligeras consideraciones anatómicas y fisiológicas sobre la misma Es la piel u n m a n t o elástico y semi transparente, superficie exterior de nuestro cuerpo, que protege las partes que hay debajo y adem á s regula cual a d u a n a perfectamente organizada y servida, los cambios de m a t e i i a l í q u i d a y gaseosa, ta piel, como frontera orgánica que es, recibe las impresiones del medio que nos rodea y las regula t a m b i é n para que el m e c a n i s m o de la vida no experimente contrariedad a l g u n a . O c u p é m o n o s de los caracteres físicos, entresacando lo principal. N o es de igual espesor en todas sus partes; más delgada en la cara. so. baco, ingles y lado por d o n d e se doblan las coyunturas, resulta m á s gruesa al nivel de los puntos salientes y sitios en que ha de sufrir grandes atirantamienlos. Su color es variable, desde el negro hasta el blanco, con todas las tonalidades intermedias, dependiendo estas diferencias de la cantidad de materia colorante que contenga la piel. Según diremos después, tiene en su ospcsor unos granulos de stil* tancia negruzca ( m e l a n i n a ; en mayor ó menor proporción, por c u y o 14 —4 r, — m o t i v o os explicareis los diversos matices del tegumento q u e estamos examinando E l color de la piel constituye u n dato interesantísimo p a r a la determinación de las razas h u m a n a s , que reciben n o m b r e precisamente p o r «*>te carácter. Raza blanca, caucásica ó europea, á la cual necemos nosotros; raza mogólica, a m a r i l l a ó asiática; perte- raza cobriza ó americana; y raza negra, etiópica ó africana. Otros atributos físicos muestra la piel, c o m o son la higroscopici- dad (ávida de la h u m e d a d ) , elasticidad, semitransparencia etc., etc.; pero apenas si tienen importancia, y por eso no hacemos m á s que e n u . m e r a ríos Pasemos á su estudio anatómico, para conocer s u m a r i a m e n t e de q u é está f o r m a d a y comprender luego de m o d o mejor el funcional mecanismo Observado al microscopio 1111 corte p e r p e n d i c u l a r de la piel, preparado con arreglo á técnica, se vé q u e el espesor de d i c h o m a n t o cousta de dos zonas distintas, separadas por u n a línea o n d u l a d a , que marca m u y bien los límites. Las dos zonas se l l a m a n : la exterior ó superficial; dermis la interna ó p r o f u n d a . E l epidermis epidermis suele ser m á s delgado, de menos espesor y además de aspecto claro y al parecer homogéneo, mientras q u e el dermis se muestra m a s espeso y obscuro Si fijamos un poco la atención y SÍ amplificante del micros-opio, a u m e n t a el poder notaremos q u e la z o n a e p i d é r m i c a há- llase constituida de dos capas: u n a p r o f u n d a , p r ó x i m a al dermis con pequeños caer pee i tos orgánicos, llamados por los a n a t ó m i c o s células, dispuestos en varias filas superpuestas y entre las cuales se advierten los granulos negruzcos de que os h a b l a b a antes al tratar del color; y otra capa superficial f o r m a d a por células también notoria mente aplastadas, hasta el extremo de que las de la superficie son ver daderas escamas E l dermis ó zona p r o f u n d a del espesor de la piel, calificado con sobrada razón por los fisiólogos c o m o la parte v i v a y fuente de toda actividad, constituyelo m á s espeso del tegumento construido de diversos tejidos orgánicos. y se U n a trama encuentra v i v a , llamada conjuntiva por los anatómicos, sirve de base de p u n t o de apoyo á los demás elementos do estructuración ó form ición, entre los q u e se re gistran los siguientes: piquerías venas y arterias y otros tubito3, apellidados capilares, q u e recorren en todas direcciones el dermis, llegan- —4r,— (lo á ciertas elevaciones del m i s m o para determinar las papilas vasculares; fibrillas nerviosas que surcan t a m b i é n la masa dermática y vienen á parar á los montículos ó papilas del tacto, donde se registran terminaciones nerviosas m u y importantes v m á s numerosas en los sitios en que la piel alcanza m u c h a sensibilidad; elementos que, esparcidos por el dermis, le pueblan de lo q u e so l l a m a n glándulas del sudor y del h u m o r sebáceo, que n o son otra cosa que hoyos do diversas formas, d o n d e se elaboran los líquidos correspondientes; unas fibras dichas musculares encargadas de coarrugar la piel, d a n d o lugar al fenómeno conocido por la frase vulgar «ponerse carne de g a l l i n a » ; huecos m á s ó menos considerables en g r a n c a n t i d a d , que sirven para dar alojamiento á la raiz de los pelos; y en fin, entre las anchas mallas del tejido c o n j u n t i v o de las profundidades del dermis, se acumula en los i n d i v i d u o s bien alimentados u n a capa de grasa de variable espesor, que llena indicaciones mr.v importantes en la calorificación ó calefacción orgánica A d e m á s de cuanto llevamos expresado, la piel cuenta con anejos de naturaleza epidérmica ó córnea, llamados pelos, apéndices filiformes, i m p l a n t a d o s por u n o de sus extremos (raiz) en el tegumento, y flotantes por el resto de su extensión en la atmósfera. Los pelos que tanto a b u n d a n en la piel de los animales, son atróficos rudimentarios, en g r a n parte del tegumento h u m a n o (vello) salvo en la cabeza, cara y axilas, d o n d e se muestra bien desarrollado Algunos sitios, como son los párpados, palmas de las manos y plantas de los piés, están desprovistos en absoluto de pelos La piel constituida según acabamos de expresar, desempeña funciones interesanti.^ímas, de las cuales vamos á conocer lo más fundamental E n p r i m e r término, como decíamos al principio, es u n a aduana encargada de regular cambios de materia establecidos entre nuestro sér y el m e d i o en que vivimos; es, bajo este concepto, u n órgano de nutrición A través de su substancia pasa de fuera adentro oxígeno, que se incorpora á la sangre contenida en los vasos, donde reemplaza al ácido carbónico, al cual desaloja y e m p u j a hacia el exterior, tam- bién á través de la piel Tal fenómeno es la l l a m a d a respiración cutánea, completamente igual á la p u l m o n a r , porque el fenómeno íntim o consiste en guíuea. l a m i s m a cosa: c a m b i o de gases ó ventilacióu san- —4r,— E n el tegumento externo tienen-lugar c a m b i o s d o m a t e r i a s l í q u i das con el m e d i o , puesto q u e se absorve a g u a y se e l i m i n a sudor y h u m o r sebáceo, estós dos ú l t i m o s l í q u i d o s destinadas á Henar diferentes indicaciones. E l sudor, p r i n c i p a l m e n t e , contiene materiales de desecho que yo h a n servido en la a l i m e n t a c i ó n de nuestro c u e r p o , y en tal sentido os podéis figurar lo importante, q u e será p a r a la vida este papel. La evaporación del sudor en la superficie de la piel constituye u n f e n ó m e n o n o m e n o s interesante, pues q u e d e él d e p e n d e la refrigeración de nuestro cuerpo, c o n t a n d o con este m e d i o d e defensa natural contra las altas temperaturas. L a piel ofrece á la consideración del fisiólogo otro título de gerarquia funcios a l . E n ella tiene asiento la tactación ó acción alta del tacto, merced á la cual nos d a m o s cuenta de propiedades de los cuerpos, c o m o son la f o r m a y sus detalles, temperatura, estado de reposo ó m o v i m i e n t o , t a m a f i o y d e m á s atributos q u e pertenecen al o r d e n de los táctiles. Se trata del s e n t i d o . m á s g e n e r a l i z a d o de todos, c a p a z de Sustituir á los d e m á s , c u a n d o f a l t a n , demostrándose así q u e la vista, o i d o , gusto y olfato, no son m á s q u e localizaciones especializadas del tacto. Varias otras acciones fisiológicas ejecuta la piel aparte de las q u e h e m o s a p u n t a d o ; pero c o m o n o son de m u c h a i m p o r t a n c i a y h a r í a n pesados estos p r e l i m i n a r e s , pasaremos desde luego a l t e m a de la conferencia, q u e , c u a l sabéis, es Higiene de la piel. E l ó r g a n o t e g u m e n t a r i o externo r e c l a m a toda suerte de c u i d a d o s higiénicos si no q u e r e m o s q u e sos funciones sufran entorpecimientos, hechos que d e t e r m i n a n trastornos de consideración y a d e m á s enfor medades, m u c h a s d e ellas graves y repugnantes. P a r a m a n t e n e r íntegras estas preciosas facultades de nuestro m a n t o cutáneo, se precisa ante todo la m á s absoluta l i m p i e z a por cuantos medios se p u e d a alcanzar ésta. L a piel lia de ser l a v a d a con frecuencia y por entero, haciendo uso de lo que se l l a m a n hafios generales, h i g i é n i c o s ó de l i m p i e z a ; y c u a n d o esto n o sea posible, por verdaderas dificultades materiales, apelaremos á las abluciones ó baños parciales, q u e t a m b i é n represen tan en la higiene de la piel factor de m u c h í s i m a i m p o r t a n c i a . Así se explica la aceptación de estas costumbres por los h o m b r e s d e todas las épocas y de todas las clases, razas y religiones. - 105 — E l a g u a , q u e representa el cuerpo <le la .Naturaleza esencial p a r a la v i d a , es t a m b i é n indispensable para conservarla en buenas c o n d i ciones. L a piel, según d i j i m o s antea regula la cantidad de calor de nuestro cuerpo por la transpiración, que se verifica mediante entrada y salida de agCm en nuestro o r g a n i s m o . Bajo este concepto, y todos los d e m á s higiénicos, ha de estar perfectamente l i m p i a si queremos que sus poros f u n c i o n e n . El desaseo, tan frecuente entre nosotros, sostiene esa i n f i n i d a d de enfermedades l l a m a d a s dermatosis por los técnicos, la m a y o r parte de ellas parasitarias, fáciles de evitar si fuésemos m á s l i m p i o s de lo que somos. Dispensad que os hable con esta franqueza, (jue parece grosería ó insulto, y q u e no es n a d a m á s que siuceridad por m i parte y afirmación de lo que pasa en la realidad de estas cosas. Pensad al m i s m o tiempo que no soy yo quien os habla con esta franqueza, es la Higiene, que en materia de costumbres con trarias á la b u e n a conservación de la salud, j a m á s transige. Bien se m e ocurro lo q u e pensareis al recomendaros la práctica del b a ñ o . Diréis seguramente: t Nosotros, á quienes nos faltan m u c h a s veces alimentos que llevarnos á la boca, ¿vamos á pensar en baños higiénicos, n i a ú n en lavarnos?» A primera vista p m e e que teueis motivo p a r a ese razonamiento; pero pensando desapasionadamente, hay que considerar lo contrario. U n a a l i m e n t a c i ó n a b u n d a n t e y buen a , es siempre difícil: precisamente e! problema social moderno presenta c o m o p r i m e r postulado á resolver el de la alimentación, base y p u n t o de p a r t i d a de los demás asuntos de sociología. Mas el problem a de la higiene de la piel 110 e s t á n difícil ni m u c h o menos Con algo de b u e n a voluntad y hacer nuevas costumbres, está resuelto. Aunque el agua escasee, como sucede en Córdoba, no hay razón alguna para que h a y a n eaido casi en desuso las prácticas hidroterápicas, tan en boga d u r a n t e la d o m i n a c i ó n r o m a n a y m u c h o m á s c u a n d o nuestra capital era u n a de las primeras, sino la primera del m u n d o civili- zado de aquella época. Y a comprendereis que me refiero a la floreciente v i d a cordobesa durante la d o m i n a c i ó n m u s u l m a n a , con particularidad en aquel Califato que convirtió nuestra querida ciudad en e m p o r i o de riquezas, de progreso y de buenas costumbres. A u g u r a n los historiadores, que en Córdoba existían mas de quinientas casas do baños públicos, donde a c u d í a n , ávidos de limpieza de su piel, loe moros q u e n o poseían la c o m o d i d a d de poder*» bañar en su casa. Las - 106 — abluciones que el Corán (libro s a g r a d o de los m u s u l m a n e s ) preceptúa. son fiel reliejo «le la verdadera necesidad de c u i d a r la persona e n el sentido de la limpieza. ;A q u é tristes reflexiones se presta consi derar lo que sucedía entonces en Córdoba y lo q u e hoy pasa! Entonces. riquezas, progreso, prácticas higiénicas, v i d a rozagaute y lozana, admiración del resto del m u n d o , que nos i m i t a b a ; en la a c t u a l i d a d , u n a degeneración m a r c a d í s i m a «pie nos enerva y (pie á lo s u m o nos permite ir á remolque tras de la civilización. Es, pues, de todo p u n t o necesario, volver á aquellas costumbres higiénicas del b a ñ o y la ablución frecuentes. E n estos climas, d o n d e la sudoración es a b u n d a n t e por el excesivo calor, la piel se ensucia de m o d o considerable, se obstruyen sus poros, se a c u m u l a n sobre ella, y descomponiéndose éstos, f o r m a n u n medio detritus adecuado para que prosperen ciertos parásitos, cuyos gérmenes viven precisamente m u y cerca de nuestra superficie orgánica. I/)s piés. las manos y otros sitios m á s escondidos de la piel h a n de ser esmeradamente lavados, si 110 queremos exponernos á enfermedades graves algunas de ellas. Oigo rumores como de extrañeza y de protesta respecto á lo que os estoy diciendo, y tened entendido que m e refiero á t o d o el que incurra en estos pecados higiénicos, sea cualquiera la clase á que pertenezca, insistiendo en la necesidad de ser limpios, a u n q u e n o sea n a d a m á s que por egoísmo. ¿ Q u é concepto puede merecer el h o m b r e que no se cuida á sí propioV ¿De q u é m a n e r a c u i d a r á de los demásV Hasta los sores distantes de nosotros por su g r a d a c i ó n intelectual, buscan instintivamente el agua donde bañarse y lavar su piel, v si algunos de ellos, como sucede al cerdo, se revuelcan en el lodo infecto y hediondo, es porque el h o m b r e no le depara agua m á s l i m p i a . La práctica de los baños es boneficio.3a, no solamente porque mantiene íntegra la piel en sus importantes funciones, sino porque tonifica y entena nuestro organismo, dotándole de mayores resistencias. Nadie ignora que el i n d i v i d u o acostumbrado á la hidroterapia afronta con m á s facilidad los cambio? atmosféricos, sobre todo los que se refieren á la temperatura. Los ingleses, ricos y pobres, q u e desdo m u y pequeños se b a ñ a n con la m a y o r frecuencia posible, son hombres robustos, de grandes energías, tanto físicas c o m o intelectuales, como lo prueba el hecho evidente de ser los dueños del m u n d o . La - 107 — historia repite á cada instante que los pueblos m á s limpios ó m á s higienizados, son los que m á s prosperan. Recordad, sinó, el refrán cas tellano que dice: *la limpieza engorda», entendiéndose por esto que la alimentación se c u m p l e en mejores circunstancias. Los pueblos limpios físicamente t a m b i é n lo son desde el aspecto m o r a l , como lo expresa perfectamente otro adagio repetido en las páginas de todos los libros de higiene: «Mente sana en cuerpo sano». U n organismo raquí- tico. enfermizo V desequilibrado corporalmente, n o puede dar ideas grandes, nobles y levautadas; las dará deficientes, raquíticas y meng u a d a s c o m o él. O c u p é m o n o s d é l o s baños en la verdadera acepción de esta p a l a , bra, conociendo las diversas clases que de ellos h a y y sus principales aplicaciones higiénicas, Por baño se entiende la inmersión total ó parcial de nuestro cuerpo en u n medio distinto al en que ordinariamente vivimos. D e m o d o que lo que no sea aire en condiciones normales será siempre materia susceptible de darnos un medio. Prescindamos a q u í de las numerosas divisiones, mejor dicho, clasificaciones baños, para conocer lo m á s aplicable á los preceptos de la Por su temperatura se conocen los llamados /ríos, délos Higiene. que son aquellos en que el agua está á menos de veinte grados; frescos. de veinte á veinticinco, de los que constituyen ejemplo los de m a r ó de río; templa- dos, ó cuya cifra de calor oscila entre veinticinco y treinta; calientes, de temperatura p r ó x i m a m e n t e igual á la de nuestra sangre (treinta y siete grados); V muy calientes, los en que sobrepasa á los treinta y siete. B a ñ o s fríos y frescos.-La inmersión del cuerpo en agua fría ó fresca determina efectos q u e conviene conocer, porque no siempre se ajustan á buenas prácticas higiénicas. E n muchas ocasiones están contraindicados, por cuanto los enfriamientos bruscos que producen comprometen sérianiente la salud según u n mecanismo m u y sen cilio de explicar y m á s a ú n de comprender. Si el q u e se baña está algo acalorado y sudoso, su piel se halla congestionada fisiológicamente, c o m o se dice en términos técnicos. E l c a m b i o violento de temperatura hace que la sangre a c u m u l a d a en la periferia del cuerpo, refluya tu m u í tilosamente hacia los órganos internos, que por necesidad h a n de congestionarse, p u d i e n d o esto ser eausa de enfermedades de es.# órga nos, m u c h o s de los cuales son de primera importancia en el orden vital. A d e m á s , los baños fríos y frescos no llenan bien su principal m i sión higiénica, efecto do q u e no disuelven con facilidad las materias — joé — <¡>10 ensucian I " piel. P U M que esta i n d i c a c i ó n «e ven c n m p l i d a , hace falta acompaflar el baflo do fricciones simples ó jabonosas, permaneciendo más t i e m p o do lo p r u d e n c i a l en el a g u a , para q u e nos podamos desembarazar de parte de los detritus que exige nuestro aseo corporal. N o queremos significar con esto que deban ser proscriptos los baños trios y frescos: lo que pretendemos es q u e se usen con m o d e r a c i ó n , m u c h o más por aquel los sospechosos de afecciones respiratorias ínter tías, por los quo 110 tengan completamente bueno el corazón, porque entonces será u n a verdadera i m p r u d e n c i a . E n esto de los baños fríos h a y que distinguir bien la t e m p e r a t u r a , que puede ser m á s ó menos b a j a , y si los que se b a ñ a n lo hacen 11ad a n d o ó sin movimiento Circunstancias son que modifican la pres- cripción higiénica. T a m b i é n la modifican otros hechos, c o m o son las costumbres adquiridas, temperatura ambiente, el q u e las aguas sean marinas y otra m u l t i t u d de condiciones q u e n o podemos ni e n u m e r a r siquiera E n resumen; los baños fríos, y mejor los frescos, conven- d r á n , c u a n d o sean de m a r , á las constituciones vigorosas, con ejer cicio de natación y siempre que duren poco tiempo. D e esta manera su acción resultará eminentemente tónica, sirviendo de m e d i o refrigerador físico en las estaciones m u y calurosas I^as personas débiles, de antecedentes reumáticos, tuberculosos, escrofulosos y en general todos les que h a y a n padecido afecciones catarrales de los órganos respiratorios, evitarán á todo trance los baños fríos y frescos porque según decíamos antes, i n c u r r i r á n en u n a verdadera i m p r u d e n c i a temeraria. B a ñ o s t e m p l a d o s . — E s t o s baños, por su temperatura, producen también la sensación de frío, a u n q u e n o en tan alto g r a d o , sin que tengan como aquél la ventaja del estímulo. F o r esta razón se emplean m u y poco y solamente á titulo de lavado de l a piel, l a v a d o q u e 110 la libran con facilidad de las materias que la ensucian H a n caido en desuso con justicia. B a ñ o s c a l i e n t e s . — A i jarte do las indicaciones terapéuticas ó curativas que desde luego tienen las aguas termales, h i g i é n i c a m e n t e consideradas son las que m á s se utilizan, pues reúnen condiciones ade( u i d a s para todo cuanto se refiere a la limpieza de nuestro cuerpo S i n t e m e r á d s cambios m á s ó menos bruscos, porque lit temperatura es poco menor que la de la sangre y la piel (por esto se l l a m a n baños de placer), nos permite estar sumergidos bastante tiempo, p a r a de este 1110- — 4 r, — do proceder á la operación do l i m p i e z a con todo sosiego y t r a n q u i l i d a d . Claro, señores, que los baños calientes presuponen un gasto do combustible p a r a calentar el agua, no siempre al alcance de tedas las fortunas; pero a q u í debe entrar la acción higienizado™ del poder Estado, h a c i e n d o que por los M u n i c i p i o s se monten baños públicos y se subvencione su entretenimiento, para que los desheredados del capital puedan usar de estos elementos higiénicos tan necesarios a la v i d a . Nuestros semejantes afortunados que saben vivir con arreglo á la Higiene, tienen buen c u i d a d o de m a n d a r construir lujosas viviendas en que j a m á s falta u n buen cuarto de baño, lo m á s confortable posible. Y como lejos de ser materia de lujo es práctica de vivir m u y necesaria, los gobiernos deben preocuparse de estas cuestiones antes que de otras no tan indispensables y m u c h o menos oportunas. T e r m i n a r é , porque el tiempo corre y me voy haciendo pesado á vuestra atención, diciéndoos unas cuantas palabras sobre las relaciones í u t i m a s q u e existen entre las ropas ó vestidos que usamos y varias enfermedades de que es asiento nuestra piel C u a n d o las prendas de vestir son nuevas ó bien limpias, n a d a h a y que temer, por cumplirse de esta m a n e r a las prescripciones higiénicas. Pero si esas prendas han sido usadas por otros y además su limpieza es incompleta ó n u l a , entonces la cuestión varía, porque bastantes veces algunas enfermedades eruptivas y contagiosas de nuestro tegumento, se extienden, haciendo que se d i f u n d a el foco opidémico. L a viruela, la tifia y otras varias h a l l a n eu este caso. R o p a s procedentes de enfermos y hasta de fallecidos, son objeto de comercio, á ciencia y paciencia de quienes tienen el deber de evitarlo. Hartos estareis de ver los llamados baratillos de C ó r d o b a , d o n d e sin desinfecciones prévias, son objeto de compras y ventas, vestidos usados cuyo origen se desconoce, es decir, preferible sería desconocerlo; y por si esto no fuera bastante, para escarnio de la H i g i e n e , esos establecimientos radican en la plaza de la Corredera, j u n t o á otros d o n d e se expenden artículos de comer. P e n s a d en c u a n t o acabo de aconsejaros haciéndome intérprete de la ciencia: el aseo do la piel y su buen funcionamiento como consecuencia, n o exige prácticas higiénicas costosas ni difíciles, sino u n a b u e n a voluntad por parte de todos, a u n q u e no sea n a d a inris que por hacernos dignos de nuestros antepasados, quienes entendían m u c h o mejor q u e nosotros los sabios preceptos de la Higiene. He terminado.