342_14 diciembre

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Suplemento Cultural
DOMINGO 14 DE DICIEMBRE DE 2008
NÚM. 342
Patrimonio de Morelos
Gilberto Manuel Barragán Dorantes y Georgia Yris Bravo López
El recinto ceremonial prehispánico
de Tequesquitengo – Venado
E
n el artículo Nuevas evidencias
del Preclásico Medio en Morelos: Tequesquitengo – Venado,
publicado el 6 de julio del presente año en este mismo espacio editorial, se dieron a conocer las evidencias
arqueológicas descubiertas durante un
rescate arqueológico en un predio de Tequesquitengo. En aquél artículo se mencionó que los vestigios arquitectónicos
descubiertos consistieron en tres áreas
habitacionales y un recinto ceremonial.
En esta ocasión describiremos el
recinto ceremonial, que consiste en el
área del templo, una estructura alargada y un área habitacional. Como ya
fue mencionado en el artículo citado
en el párrafo anterior, la destrucción
que presentó este sitio fue muy fuerte,
no obstante fue posible observar que
el trabajo de construcción más intenso
del sitio tuvo lugar en el recinto ceremonial, mismo que está ubicado en la
parte central de una de las terrazas
más elevadas del sitio. Este Templo consiste en una estructura arquitectónica
edificada durante el periodo Preclásico
Medio (800 – 500aC) y, por lo menos, fue
modificada en nueve ocasiones.
Si bien esta estructura no fue una
construcción monumental de gran altura – característica importante para
identificar un templo en sitios con
construcciones masivas –, es por ser el
espacio principal en el que se realizaban las prácticas religiosas de la población de Tequesquitengo – Venado, que
se ha determinado llamarle templo.
En sus inicios este recinto era un
sencillo patio rodeado por muros an-
chos de doble fachada con un pequeño
altar en su interior. Con el paso del
tiempo, los constructores realizaron
varias modificaciones que le dieron a la
estructura una complejidad interesante. El patio creció considerablemente y
continuó siendo delimitado con muros
anchos, mientras que al interior, lo que
fue un pequeño altar se había convertido en un templo con plataformas de
baja altura a sus costados que funcionaron como acceso a un recinto cerrado, en cuyo interior los constructores
habían colocado una piedra lisa que
debió funcionar como estela, sobre la
cual, es posible que se hayan pintado
algunos elementos propios de la liturgia que practicaban los habitantes del
asentamiento.
En una de sus etapas de modificación, el límite Oeste del patio y acceso al
interior del recinto, fueron transformados en una plataforma sobre la cual se
encontraron restos de muros que posiblemente funcionaron como divisiones
de espacios. Con estas modificaciones
se formó una especie de patio hundido
y asociado a el, un canal de desagüe posiblemente para drenar el agua que se
acumulaba al interior del patio.
Al parecer, con las diferentes modificaciones, los constructores tenían como
objetivo transformar el Templo en un
espacio cada vez más restringido. Ya en
las últimas etapas de construcción, la
edificación se había convertido en un
gran recinto rodeado por un muro ancho y accesos reducidos, posiblemente
con la finalidad de controlar el acceso
de los asistentes a las prácticas rituales
Centro INAH
Morelos.
Matamoros 14,
Acapantzingo.
Correo electrónico:
[email protected]
Figura 1.- Reconstrucción de la primera y última etapa constructiva del Templo.
que se efectuaban al interior del recinto
ceremonial, lo que significa que no toda
la gente tenía el derecho de asistir a los
rituales; lo reducido de los accesos facilitaba el control necesario para ello
El desarrollo del edificio ceremonial es el ref lejo del crecimiento de los
aspectos social, político, religioso y
económico que los habitantes del sitio
estaban logrando. Como muestra basta decir que para la primera etapa de
construcción esta estructura apenas
ocupaba un área de 70m², mientras que
para la última etapa de construcción el
edificio llegó a ocupar un área de 900m²
aproximadamente (Figura 1)
En la parte norte, a 20m aproximadamente del Templo, se encontraron
los restos de una estructura de función
habitacional que posiblemente fue la
residencia del grupo dirigente. Las características arquitectónicas de dicha
edificación, así como la presencia de
utensilios cerámicos de función doméstica acompañados de materiales cerámicos de acabados más finos, refuerzan
esta idea. Sobre esta estructura ya se
presentó un artículo en este suplemento el pasado 13 de agosto del año 2006.
Algo recurrente en las poblaciones
antiguas, es la construcción, muy cercana entre sí, de los edificios religiosos y
las residencias habitacionales de la gente
de poder, que también eran edificios con
funciones político – administrativas (figura 2). Esto último se entiende cuando
se toma en cuenta que, en las sociedades
antiguas, las funciones religiosas y polí-
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| Domingo 14 de diciembre de 2008
Tintes vegetales
Alma Graciela de la Cruz
E
l teñir con plantas es una tradición que ha existido durante
miles de años
en México y otras regiones.
Fray Bernardino de Sahagún hace mención del uso de algunos colorantes naturales que se siguen procesando en la
actualidad con los mismos recursos téc-
obtiene un tinte muy utilizado en la tintorería. No tan permanente como la cochinilla que es el tinte que se extrae de
la hembra de un escarabajo Dactylopius
coccus- cochinilla. El cual era utilizado
por los nobles, grandes sacerdotes y reyes en el Norte de Europa e Inglaterra.
Otro de los tintes difíciles de obtener
ese es unos de los secretos de algunos
tintoreros que utilizan el añil.
En el municipio de Hueyapan, Morelos, usan el añil para teñir de manera tradicional la lana, con la que van
a tejer; en el pueblo se va heredando a
las familias un agua de muy desagradable olor, que es el resultado del tinte
que va sobrando al teñir una prenda.
provienen de la corteza, raíces y hojas
de algunos árboles tales como el abedul, el roble y el nogal. Este último desprende un tanino que es una sustancia
fijadora que se utiliza para los tintes
oscuros; otro de los taninos excelente es el que se obtiene de las “bolas de
humo” (agallas del encino).
El negro se obtiene de una combi-
Lanas teñidas de amarillo.
Fajas pintadas con vegetales.
nicos que entonces, es decir que los antiguos mexicanos conocían la forma de
teñir con plantas. A partir de una planta, se pueden obtener los tintes vegetales,
para ello pueden utilizarse las ramas, las
flores, las hojas, las raíces, los frutos y
puede usarse secas o frescas.
Para hacer un tinte es necesario
primero, cosechar la planta a utilizar,
después se procederá a hervirla durante el tiempo que sea necesario para extraer el tinte de la planta, y se pondrá
ahí el paño que se vaya a teñir hirviéndolo nuevamente, cuanto más tiempo
esté el paño dentro del tinte hirviendo
más aumentará la riqueza y la intensidad de éste, el mínimo requerido es de
30 minutos, durante el cual se debe mover constantemente para que haya una
difusión homogénea del tinte en la fibra
(Portillo y Vigueras, 1995) una vez que
ya se haya teñido se procederá a fijarlo
con un cáustico, que puede tratarse de
un óxido metálico, óxido de plomo o sulfato de hierro, algunas veces al poner el
cáustico se altera el color.
La mayoría de los tintes naturales
requieren de un mordiente o fijador estas pueden ser de origen natural o químico además dan brillo y uniformidad
al color. Antiguamente se emplearon
productos naturales como; cenizas,
hojas de aguacate, guamuchil, corteza
de nogal. En la actualidad se emplean
mordentes como sales de aluminio, cobre, estaño, que son disueltas en agua
caliente logrando que se separen el metal de la sal para fijar el tinte.
Uno de los tintes que más ha utilizado
el hombre a través de la historia es quizá
el rojo, algunas de las plantas utilizadas
para obtener este color son la rubia o
granza (planta rubiácea, de cuya raíz se
es el azul, y para este se utiliza la indigófera (añil) nombre común de las plantas de un género de arbustos o hierbas
que contiene un glucósido; indican, que
por oxidación se convierte en el colorante índigo, y que da una amplia gama
de tonalidades azules, dependiendo del
tiempo en que se mantenga hirviendo
el tinte con la prenda a teñir, en este
caso la misma agua en que se maceró y
se puso a hervir la planta , así como la
utilizada en el proceso de tinción debe
guardarse el sobrante y ser reutilizada
Teñidos con vegetales.
Los especialistas mencionan el añil
como uno de los tres recursos de tradición prehispánica fundamentales en
los tintes naturales de México.
Utilizan la técnica “en greña “que
es cuando la lana todavía no está hilada, también tiñen de rojo intenso y
matizan con blanco los huipiles, otro
de los utilizados es el que obtienen del
nogal (color café), los tintes que utilizan son totalmente caseros.
En el jardín etnobotánico de Morelos, podemos encontrar algunas plantas
tintoreas como: muicle, nogal, lengua de
vaca, palo de brasil, etc.
La cebolla es una planta de la que se
extrae el color amarillo y que da una
diferente gama de los amarillos. El
cempoalxuhitl es otra planta de la que
se extrae el tinte amarillo. La cúscuta
excelente fuente de pigmento amarillo
para el teñido de fibras. El color amarillo es el más común de obtenerse a
partir de las plantas.
En el caso de los tintes marrones,
nación de óxido de hierro (rojo) y de
los taninos (nogal, encino), primero se
tiñe el paño con el tanino y después se
le adiciona el óxido de hierro. También
el negro se obtiene de las cenizas de los
troncos de los árboles quemados mezclados con el tanino.
Otra de las causas del cambio del
color final del tinte es el tejido de la
tela (lino, lana, o algodón). En el caso
de la lana que tiene un alto contenido
en lanolina y grasas naturales que la
hacen impermeable, dará los tonos
más claros, en el lino y el algodón los
colores serán más intensos.
Los recipientes en que se lleve a cabo
tanto el mordentado como el tinte deberán ser de peltre o material que no cause reacción, y las fibras a teñir deberán
estar libres e impurezas, ya que la grasa impide la retención del tinte., se recomienda que se lave con jabón y agua
tibia y hacer las madejas en forma de
ochos y sujetarla con una hilaza para
facilitar el manejo de las mismas.
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ticas recaían en el mismo grupo dirigente, por no decir que en la misma persona,
ya que no había una separación clara entre estas actividades.
Otro sector de la parte ceremonial de
Tequesquitengo – Venado es una estructura que difiere del resto de las observadas en el sitio, ya que estaba integrada
por un muro largo de más de 80m construido con lajas de piedra caliza acomodadas de manera horizontal y diagonal,
con el acceso a través de dos escalinatas
que conducían a lo que debió ser la parte
alta de la misma, calculada aproximadamente en 1.50m. Este tipo de técnica
constructiva se encuentra en sitios como
Zazacatla, Morelos, y Teopantecuanitlán,
Guerrero; pero en aquellos sitios las lajas
colocadas en diagonal aparecen formando una V o un rombo, mientras que en
Tequesquitengo – Venado no fue posible
saber si las lajas formaban algún diseño,
dado al mal estado de conservación del
sitio (figura 3). Esta técnica constructiva
es considerada de influencia Olmeca, ya
que tanto Zazacatla como Teopantecuanitlán tuvieron una ocupación olmeca en
la misma época en que Tequesquitengo
– Venado estuvo habitado.
Como el resto de los edificios en el sitio, con el paso del tiempo esta estructura
sufrió modificaciones que la llevaron a
tener mayores dimensiones. La primera
modificación consistió en el adosamiento de un gran piso delimitado hacia el
Este por una banqueta con escalinatas;
es posible que este nuevo espacio haya
funcionado como una plataforma de baja
altura que delimitó la plaza al frente del
edificio. La segunda modificación del
edificio cubrió parcialmente la estructura previa a través de la colocación de rellenos que permitieran tener un edificio
con la misma longitud pero más ancho;
así, el edificio se convirtió en una gran
explanada a la cual se accedía por rampas de lajas de piedras calizas (figura 4)
Es necesario recalcar que las actividades constructivas constantes realizadas
a los diferentes edificios que conformaron el recinto ceremonial de Tequesquitengo – Venado señalan un constante
desarrollo político, social y económico
impulsado por una estructura religiosa
fuerte que les permitía a los dirigentes
substraer los recursos necesarios, recursos principalmente en mano de obra.
Con base en los vestigios arqueológi-
cos antes descritos, ahora sabemos que
en Tequesquitengo – Venado habitó un
pueblo que tuvo relaciones sociales, religiosas, políticas y/o económicas con
las sociedades que también mostraron
influencia procedente de la distante costa del Golfo de México y de Guerrero, es
decir, olmeca. Influencia que marcó una
dinámica cultural particular durante el
Preclásico Medio en Mesoamérica.
Este artículo es parte de los resultados del
proyecto Registro, Conservación y Rescate del
patrimonio arqueológico del Estado de Morelos
dirigido por la Arqueóloga Giselle Canto Aguilar, investigadora del Centro INAH Morelos.
En futuros números de este suplemento se presentarán otros aspectos del asentamiento prehispánico de Tequesquitengo – Venado.
Bibliografía
Canto Aguilar, Giselle, Manuel Barragán y Georgia Yris Bravo. Salvamento Arqueológico Zazacatla,
predio “ampliación Xochigas”, Xochitepec, Morelos. Informe Final entregado al Consejo de Arqueología.
Centro INAH Morelos, 2008.
Figura 2.- Vista aérea del Templo y el área residencial.
Figura 3.- Sección del muro largo con piedras lajas colocadas en diagonal.
Figura 4.- Vista aérea del área de excavación 6, estructura alargada.
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EL YAUHTLI
D
entro de la flora medicinal
reportada en el estado de Morelos existe un grupo de plantas medicinales que son reportadas con poca frecuencia, pero que
siguen siendo utilizadas todavía por las
amas de casa, curanderos, jornaleros,
campesinos y agricultores, como es el
caso de la planta conocida popularmente
como yoyote o cojón de venado.
Es muy reducida la información científica acerca de esta especie, Thevetia
ovata; sin embargo, es importante su
mención debido a que es una planta sumamente tóxica. Paradójicamente es un
pequeño árbol que es común verlo como
planta de ornato, debido a que sus frutos
a veces se llegan a unir y adquieren una
forma chistosa y a la vez llamativa por el
color rojo brillante que se torna cuando
maduran éstos. Se le conoce como cascabel de árbol, huevo de gato, solimán,
torito, veneno, venenillo: camecamen
(purhépecha), ayoyote, camen yoyote,
Oaxaca liv (suave).
Árbol pequeño de 2-5metros de altura.
Las hojas son alargadas, brillantes en el
anverso y con muchos pelos en el reverso. Las flores son de color amarillo. Sus
frutos son casi triangulares y tienen las
semillas verdosas y además tiene látex.
Se considera que es originaria de
México; habita en climas cálido, semicálido y templado, bajo diversos tipos de
bosques que se desarrollan en estos climas. Como remedio curativo se emplea
con mayor frecuencia para el dolor de
muelas. El látex que contiene se aplica
de manera directa para calmar el dolor,
teniendo acción como analgésico.
En Morelos, el fruto, que tiene una
cubierta dura se parte, éste tiene una
YOYOTE
Thevetia ovata (Cav.) DC.
FAMILIA: APOCYNACEAE
Margarita Avilés Flores y Macrina Fuentes Mata
especie de almendra parecida al cacahuate que se muele y se pone en la muela
picada para que reviente; o también, la
semilla del yoyote se agujera y se cuelga
al cuello para quitar el dolor de muela.
Por otra parte el látex se emplea como
antiséptico y para desinflamar, ya que
se aplica en las heridas para evitar una
infección. También se utilizan las hojas
y la corteza, con las cuales se prepara un
cocimiento para curar las almorranas,
se aplica dándose baños de asiento. Se le
relaciona también con la terapéutica del
paludismo y afecciones de la piel.
En el siglo XX Maximino Martínez
consigna su uso como antiinflamatorio
Thevetia ovata, yoyote con frutos maduros. Archivo fotográfico Fuentes-Aviles.
Pensar en los 80s
desde los 55
Guillermo Bonfil Batalla
presentamos una triple ref lexión: la
primera se refiere a su aniversario de
vida número cincuenta y cinco; la segunda a lo que ocurría hace casi tres
décadas y la tercera nos pone de frente
a pensar en la vigencia de este texto.
¿Acaso no vivimos hoy también la crisis de las certezas?
Guillermo Bonfil Batalla. www.freewebs.com/
movimientosextosol/Guillermo Bonfil Batalla/
D
iciembre es un mes que invita a la ref lexión y en esta
ocasión quisimos darle un
espacio a la ref lexión que
escribió en los años ochenta el Antropólogo Bonfil Batalla, entonces
Director de Culturas Populares. Así,
l
INAH
y para la dermatosis.
Los datos reunidos sobre los estudios
científicos sobre esta especie se cuenta con
que en la semilla se encuentran los cardenólidos peruvósido y tevetín A y B y la presencia de alcaloides en hojas y tallos. En
los estudios farmacológícos reportados se
ha obtenido actividad de un extracto de la
planta como inhibidor de la ATPasa.
Del género Thevethia, se han registrado otras dos especies comúnmente
utilizadas: Thevethia peruviana (Pers.)
Merr., T. thevetoides (HBK.) k. Schum de
las que ya se ha echo referencia anteriormente. Esta especie forma parte de la colección nacional de plantas medicinales
del Jardín Etnobotánico en Morelos.
La crisis de las certezas
No recurro a efemérides ni urologías.
No me empeño en valorar procesos y
acontecimientos. Desde mis 55, convoco más bien algún impacto mayor, algo
en la ecuación de mi yo con mi entorno,
que durante los 80s revele ser significativo para ambos. ¿Qué…? Tal vez…sí:
Un horizonte de certezas derrumbadas.
Eso es. No eran por necesidad certezas
Director General INAH:
Alfonso de María y Campos Castelló.
Coordinador Nacional de Difusión INAH:
Benito Adolfo Taibo Mahojo.
Director Centro INAH Morelos:
Eduardo López Calzada
Subdirector Técnico Centro INAH Morelos:
Eduardo Sigler Islas
mías, aunque algunas compartí. Eran
simplemente, las certezas: los puntos
inmóviles que no se cuestionan y que
permitían armar unas ciertas maneras
de entender el mundo, mi mundo. Andaderas del intelecto, la sensibilidad y
la emoción para hacer fácil el desplazamiento, que no el camino.
Los ochentas: la crisis de las certezas. ¿Quién puede afirmar hoy, convenciendo a fondo, que la historia es previsible? La historia de los demás, del
mundo y la historia de cada quién.
Vemos qué aconteció y levantamos
un acta de defunción. Sabemos de qué
murieron los cadáveres (¿lo sabemos?)
pero no supimos qué hacer para que siguieran vivos. Lo que llamamos nuestras verdades, las que justificaban
mucho de lo que hicimos, de lo que quisimos hacer, de lo que fuimos, están hoy
como cántaros rotos a nuestros pies.
Más que rememorar con nostalgia
o con angustia las certezas que se esfumaron, mejor enfrentar la cuestión.
¿Cuáles (me) quedan? ¿Me es posible
edificar, inventar nuevas?
Debemos decir no a la formidable
tentación de renunciar a pensar, a entender, Hay que hacerlo de otra manera. Seguramente con mayor libertad,
sin muletas ni andaderas. Hay que
recuperar la virginidad de la mirada.
Con digna humildad, reconozcamos lo
que no sabemos y remiremos con suspicacia lo que creemos saber. Esa es la
gran promesa, la oportunidad extraordinaria que nos ofrece el derrumbe de
las certezas, la vuelta de página de los
ochentas. Tal vez ahora, finalmente,
el único camino sea ser mecánicos,
con solidaridades auténticas, que salen desde muy adentro. Valga lo salvable; se hace camino al andar.
También puede ser sólo mi ecuación personal: la forma en que siento
mi tránsito por la década, desde aquí,
desde hoy, desde mis 55.
Consejo Editorial: Ricardo Melgar Bao, Lizandra Patricia Salazar Goroztieta, Jesús
Monjarás-Ruiz, Luis Miguel Morayta Mendoza
Coordinación: Vianey C. Arroyo
Formación: Arturo Mendoza Vázquez
Matamoros 14, Acapantzingo. Correo electrónico: [email protected]
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