El periodismo es un cuento. Convergencias crónico

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El periodismo es un cuento.
Convergencias crónico-literarias en
la obra de Manuel Rivas1
Mariela Sánchez
IdIHCS (UNLP-CONICET)
A
pesar de que los rasgos de cruce, superposición o mero asomo hacia
espacios de escritura colindantes son aceptados e incluso valorados
de manera positiva en la escritura en prensa periódica por lo que tienen
de enriquecedor y de complejo al estar acudiendo a diferentes recursos y
materialidades genéricas, no deja de haber cierta incomodidad frente a las
resistencias a definir tranquilizadores espacios de pertenencia. Las letras
que nacen “sin libro”, las letras que, en términos de Teodoro León Gross,
pertenecen en principio a la literatura “de hoja caduca” de los periódicos
(2005, 6), son, en la obra de un escritor, como un pliegue que proviene de
la deuda referencial con el evento que actúa como disparador, y pueden
permanecer y pasar al estatuto de “letras en libro”. Pero un pliegue, en
su condición de procedente de una superficie más o menos llana y por el
hecho de hacer sombra sobre otro sector de ese espacio, carga con el peso
de estar invadiendo algo de terreno foráneo. Todo pliegue incomoda desde
su inofensiva desprolijidad.
El escritor gallego Manuel Rivas constituye, desde hace muchos años,
especialmente por sus participaciones periódicas en el diario El País de
España, un caso insoslayable a la hora de considerar las convergencias de
crónica y literatura por las que se superponen, sin competir, el campo de
las ciencias de la información y el plus de literaturización gracias a lo cual
la mirada de Rivas se sostiene entre el dato comunicado y la apropiación
estética del mismo, que adquiere gran autonomía.
En ese sentido, a pesar de que algunas columnas muy recientes seguirían
aportando claros ejemplos de esas fusiones, los artículos reunidos en el
volumen El periodismo es un cuento, editado por Alfaguara en 1997,
1
Este trabajo se inscribe en los proyectos “Letras sin libro. Literatura española en soporte prensa:
mestizaje, intermedialidad, canon, legitimación. Proyecciones del articulismo en la novela del siglo
XXI””, de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y “Letras sin libro: literatura
y escritores en la prensa española actual”, del Programa de Incentivos de la Universidad Nacional
de La Plata, ambos dirigidos por Raquel Macciuci.
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
ofrecen un espacio de análisis especialmente fértil en la línea de las
convergencias aludidas. Alexis Grohmann observa que las compilaciones de
las colaboraciones periodísticas de escritores en libro se pueden caracterizar
por “constituir un rendimiento económico suplementario, un desafío al olvido
o un reflejo de la vanidad del escritor o de la presión por parte de editoriales
para que el autor mantenga cierta presencia en el mercado del libro” (2005,
4). Grohmann puntualiza además que éste es un fenómeno especialmente
significativo en los años 90 y señala el surgimiento de colecciones específicas,
como la llamada “Textos de escritor”, de Alfaguara, a la que pertenece
justamente El periodismo es un cuento.
Partir de la doble valencia un poco obvia del título de esta compilación
es necesario porque el sintagma puede resignificarse en diferentes momentos
de relectura y en relación con distintos tipos de periodismo, más o menos
deudores de la literatura, según el caso. Creo que la interpretación más directa
para un lector argentino (la que no figura en la contratapa) es la que sentencia
que el periodismo es un cuento porque nos embauca, si asociamos “cuento”
a una expresión coloquial para aludir a un engaño. Pero el nivel denotativo
que está más al alcance es el que amenaza con infantilizar al lector y ubicarlo
en el lugar de un niño al que algunos escritores con firma reconocible van
a intentar conmover, dormir o asustar. Ahora bien, tanto la primera como
la segunda interpretación del título retroceden ante el estatuto literario que
se le otorga por medio de este título a la letra que surge de una entrevista
deudora de cuestiones de coyuntura política (“El tren de don Manuel”), del
tratamiento de una noticia que el amarillismo empujaba hacia la página de
policiales (“La triste historia de Eva”) o de la cobertura de una entrevista con
el penta-campeón de la Vuelta de España Miguel Indurain (“Dios sentado
en un sillín negro”, que juega con el título de otro escritor gallego, Carlos
Casares, “Dios sentado en un sillón azul”), para mencionar algunas de las
heterogéneas historias sobre las que pivotea El periodismo es un cuento.
Las diversas materias son abordadas recurriendo a las licencias de alterar,
por ejemplo, las cuestiones que piden a la crónica una cobertura de avance
cronológico gradual. Esto está reforzado por el hecho de que en la reunión de
los artículos en libro, como en tantos otros autores, los textos carecen por lo
general de fechación. Hay una alusión global a momentos de producción al
comienzo, alusión por la cual Rivas expresa a grandes rasgos la procedencia
de los textos. Predominan los que corresponden a los cuatro años anteriores
a la publicación en libro pero hay excepciones. Esta enumeración funciona
casi como un índice informal y tentativo.
A riesgo de insistir en una dicotomía a la que se recurre con frecuencia, es
preciso observar que el tironeo benjaminiano entre narración e información
vuelve a ser un sustrato imprescindible. En tiempos en los que predomina la
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información, la literatura de los escritores-cronistas encuentra espacio para
dar cuenta de historias de carácter más local, que escapan a lo vertiginoso de
la información, esa forma de comunicación que Benjamin, en “El narrador”,
identifica como extraña a la narración. En los reportajes de Rivas, más
que a una sucesión de las preguntas tópicas, se da cabida al relato de la
experiencia. Y hay una cuestión de materialidad que podríamos llamar prelibresca, algo que mantiene un aura de oralidad que hace que al acercarnos
a la obra de Rivas nos vuelva a resonar Benjamin en su distinción entre
novela y relato. Lo que desde algunas prácticas periodísticas pendientes de
un efectismo indisimulado se vende como dato duro suele apartar cada vez
más al receptor, estableciendo una jerarquía excluyente que demarca dos
dominios: el del que sabe y el del que no sabe. La conformación literaria de
la noticia, la entrevista o la opinión –tal como éstas suelen estar planteadas
en Manuel Rivas– vuelve a darle lugar a un narrador que convoca en un
gesto de acercamiento y horizontalidad o incluso circularidad a los lectores,
que los acerca a una escena narrativa sin recurrir al golpe bajo ni inducir
a una indignación prefabricada. Los artículos de Manuel Rivas muchas
veces actualizan al narrador añorado por Benjamin, en ocasiones al borde
de un sentimentalismo que podría restarle algo de fuerza, pero por lo
general con una calibrada conjunción tanto en lo que hace al tono como a
la administración de la materia que se aborda. El periodismo es un cuento
se abre con un epígrafe tomado de Si esto es un hombre, de Primo Levi.
–Warum? –le pregunté en mi pobre alemán.
–Hier ist kein warum (“aquí no hay ningún porqué”) –me ha contestado,
echándome dentro de un empujón.
La pregunta “¿Por qué?”, en alemán, es la pregunta que está en la base
de los objetivos del periodismo de investigación y funciona en cadena con
el texto inmediatamente posterior del libro de Rivas, que se titula justamente
“Las preguntas”. Ahora bien, ya desde estos soportes paratextuales se
desestabilizan los núcleos de pertenencia: “Las preguntas”, lejos de ser un
manual enfocado en las partículas interrogativas que sostienen el trabajo
periodístico, es un poema firmado por Rivas y estructurado en tres partes
(la tercera está “unida” sintácticamente a las otras dos mediante nexo
copulativo). Como para desdecir más cualquier atisbo dogmático de manual
de procedimientos periodísticos, el poema simula (en principio, ya que luego
se desvía) ser un agradecimiento a los organizadores de un simposio. Acaso
uno de los actos de habla menos maleables para el ámbito de la literatura se
poetiza y superpone diversos registros.
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
María Cruz Seoane, en una historización de la columna literaria, comenta
una anécdota de Rivas que éste había publicado en “La educación sentimental
de un periodista” (que funciona a manera de prólogo de El periodismo es un
cuento) acerca de una “lección invertida” dada por un profesor de Ciencias
de la Información en la Universidad Complutense cuando le reprochó al
entonces estudiante, ante un ejercicio: “Esto no es periodismo. Esto es
literatura”.2 Cruz Seoane señala la afirmación de Rivas, quien ya en ese
momento, siendo un estudiante, se sentía seguro de que nunca le haría caso
a este tipo de lecciones y cita un fragmento más que ilustrativo en el que
el escritor gallego se sacude las clasificaciones excluyentes y funde sus
prácticas cuando se define como escritor: “Digo escritor y no periodista a
sabiendas. Para mí siempre fueron el mismo oficio. (…) La realidad y parte
de mis colegas se empeñan en desmentirme. Pero sigo creyendo lo mismo”
(Rivas, 1997, 19).
Hay otra escena fundacional en Rivas que ha sido convocada nuevamente
por él en diferentes momentos y soportes, en artículos pero también en
conferencias, y en As voces baixas.3 Es la escena que alude a la motivación
familiar que estaría en el origen de la elección del oficio. Cualquier síntesis
dejaría de lado la densidad de elementos que componen la escena, por lo
tanto cito en forma completa ese pasaje:
La luz es muy tenue pero estoy viendo a mi madre. En la cocina no hay
lámpara. Una bombilla cuelga pelada, como un fruto paso y fosforescente.
Vuelvo a buscar las zapatillas de mi padre debajo de la cama matrimonial.
Una noche de invierno. El viento del norte aúlla en el tejado de uralita. El
agua de la lluvia gorgotea en las junturas, como el mar en los trancaniles
de un barco. Mi padre es albañil. Ha llegado empapado de la intemperie
del trabajo. En el suelo, los zapatones parecen dos extraños seres exhaustos,
escurriendo el lodo de una vida perra.
Mi madre me mira con un destello húmedo y, de repente, me dice: “Cuando
seas mayor, busca un trabajo donde no te mojes”.
Pensé que el de escritor podía ser uno de esos trabajos. Por supuesto, me
equivoqué. El destino de mi linaje es mojarse” (Rivas, 1997, 19).
Esto vuelve a aparecer, por ejemplo, en el artículo “La esperanza del
mundo”. Allí, además de expresar admiración por el ejercicio de la docencia,
2
Años después, en As voces baixas (“Las voces bajas”, 2012), la anécdota vuelve a narrarse, pero
en este caso con un tono totalmente distanciado de cualquier asomo de disconformidad, y con un
matiz que suaviza el juicio del profesor en cuestión.
3
Mencionado ya en la nota anterior, un libro de compleja factura que merece un tratamiento
independiente
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ante la noticia consistente en la agresión a un profesor de instituto, el cronista
vuelve a plantear la inadecuación constitutiva del oficio de escritor-periodista:
Yo sé que a mi madre le hubiera gustado que fuese maestro, profesor o funcionario, algo que se ejercite bajo techo y al abrigo de las impías borrascas del
noroeste. Para ella sólo existen dos grandes grupos sociales: los que trabajan
con calefacción y los que se mojan (Rivas, 1997, 146)
Enfrentado a lo monocorde de una especificidad extrema, Rivas apunta
al lector y a la memoria de lecturas que se presentan como un fogonazo de
realidad, y lo hace mediante las focalizaciones de contorno más marcado y a
través de las decisiones de impronta estética puestas en juego en los artículos,
incluso en sus aspectos aparentemente menos permeables:
Lo que nunca olvidaremos de los periódicos, o de la radio y la televisión,
es lo que tienen de literatura. Un empresario de la comunicación decía
cínicamente que un periódico es un anuncio rodeado de noticias. Pero un
pie de foto, como los que escribía Álvaro Cunqueiro en el Faro de Vigo,
puede llegar a justificar una tirada. Al fin y al cabo, uno de los placeres de la
civilización contemporánea es el que anticipaba el señor Bloom en el Ulises
de Joyce. La huida al retrete con el periódico bajo el brazo (Rivas, 1997, 22)
Hay una conciencia de los juicios que recaen sobre el autor que no se
acomoda a clasificaciones estables y definidas, y el consecuente prejuicio
sobre la obra que esto acarrea:
Al escritor que es periodista se le supone una tumultuosa querella interna,
como si trabajara con partes distintas del cerebro para escribir un reportaje
o un cuento. Se supone también con frecuencia que la disposición mental es
distinta cuando uno afronta una novela, una obra de arte, o un relato periodístico, que vendría a ser una artesanía menor. Me han preguntado muchas
veces cómo llevo esa esquizofrenia. No tengo conciencia de esa fractura y
por lo tanto me merezco el desprecio de algunos críticos y escritores puros
que me sitúan en el purgatorio de la literatura (Rivas, 1997, 23)
Ese espacio intermedio, ese estar a caballo entre dos dominios presenta,
como se observa en esta y otras afirmaciones en diferente artículos,
dificultades; pero prevalece la conveniencia de esa incomodidad. De las dos
anécdotas aludidas primero, pasamos al distanciamiento respecto del mandato
y, como anticipaba, las materias con las que se realiza esto son variadas, pero
tanto desde la crónica como desde el formato de la entrevista se le da un
lugar especial a la incorporación de las voces de personajes homenajeados
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
u objetos de crítica, entonces cae cualquier atisbo de sistema monológico.
No es un detalle menor que el primero de los artículos reunidos, luego de
las instancias paratextuales que vimos (el epígrafe, el poema inaugural y el
prólogo-manifiesto), cuyo contenido en realidad atraviesa todos los artículos,
sea “La triste historia de Eva”, que narra la historia de una niña autista que
se perdió en el monte y apareció muerta unos días después. El trabajo en
torno al silencio en el caso de esta niña contrasta con la referencia a versiones
amarillistas que amenazaban con buscarle un perfil oscuro y más rentable a
lo que en principio era un misterio.
Los reportajes en los que los protagonistas son los trabajadores del
mar, (“Esclavos del Gran Sol”, “Las madres del mar” y “En el corazón
del temporal”), o los mineros (“Una vida a oscuras”) no caen en el gesto
paternalista de esa pretensión equívoca de “dar voz a los que no tienen
voz”, que se sigue repitiendo en diferentes tipos de discurso, incluso en el
discurso académico. Sabiendo cómo encontrar y convocar distintas voces,
Rivas aprovecha la resistencia de aquellos que en principio no quieren hablar
y reconstruye ese marco de incomodidad primera de algunos entrevistados
que se fastidian y que finalmente ceden ante un interés genuino.
Las referencias a la lucha armada en el País Vasco (“Te preguntas, viajero,
por qué”), una de las ampulosas y cuestionables gestiones de la derecha (“El
tren de don Manuel”) y la refutación de ciertos preconceptos que siguen
fosilizando la mirada sobre los gallegos (“El conservador país donde casi
no existen los conservadores”) son algunos de los textos que pueden perder
algo al desmarcarse de su materialidad primera, pero se reposicionan y pasan
a conformar otro tipo de cohesión con el volumen en el que se encuentran y,
así como en el poema inaugural de El periodismo es un cuento exponía una
suerte de sintaxis que le daba cohesión interna, la condensación en libro, lejos
de amontonar, propone una ilación y delinea así un relato que trasciende la
existencia atomizada de cada artículo.
A pesar de que siempre haya sido notoria en Rivas la construcción de
una imagen de escritor que se descubre a medida que se interna en la materia
narrada, especialmente en la prensa periódica pero también en algunas de
las novelas (y de manera intensa en el muy personal Las voces bajas), se da
en El periodismo es un cuento, una red de instantáneas que dan cuenta de
mecanismos de autofiguración y de una poética sobre el oficio.
Con respecto a las novelas, en Los libros arden mal, por ejemplo, el
personaje del meritorio, el joven aprendiz de periodista, es un claro trasunto
de Rivas. Por otra parte, la restitución de un libro a María Casares en esa
novela (rescate de un resto de la biblioteca de su padre, el jefe del gobierno
Casares Quiroga, cuya biblioteca había sido quemada en los comienzos de
la sublevación contra la II República) retoma un renovado interés de Rivas
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por ese tema que ya había despuntado en la entrevista con María Casares
realizada años atrás y plasmada precisamente en El periodismo es un cuento.
En una especie de sistema diseminativo recolector, Los libros arden mal,
que he analizado en otras circunstancias (Sánchez, 2012, 215-225), recoge
material de primera articulación en formato periodístico y lo novela. Esto
se enmarca en lo que señala Raquel Macciuci respecto de una narrativa de
textos genéricamente híbridos o novelísticamente abiertos, [que] afirman con
el acopio de materiales fidedignos, datos de archivos, periódicos, imágenes,
testigos, planos y mapas, la voluntad de trascender la esfera de la ficción
(Macciuci, 2010, 34)
Fernando López Pan propone una clasificación que diferencia las
columnas temáticas y las columnas literarias (estas últimas, llamadas también
“personales” por algunos autores), y dice que las literarias son las que están
“en la línea del veterano articulismo español, (…) y [las] que actúan en
buena medida al margen de la actualidad informativa” y de mandatos de
agenda. También en Manuel Rivas se podría pensar a grandes rasgos esa
subdivisión, pero la configuración del “yo” cronista/entrevistador/narrador
siempre subyacente, aunque por lo general de manera perfilada, como una
voz baja no invasiva, destaca mucho más la red de factores compartidos
entre ambas modalidades y la fusión de características y decisiones estéticas
que a cada momento vuelven a poner en cuestión los intentos clasificatorios
más subrayados que, a veces de manera no declarada, siguen socavando la
mutación textual a través de diferentes soportes.
Bibliografía
Benjamin, Walter, 1986. “El narrador”. En Levi, Primo, 1998. Si esto es un hombre. Trad.:
Sobre el programa de la filosofía futura. Pilar Gómez Bedate. Barcelona: Muchnik
Trad.: Roberto Vernengo. Barcelona: Pla- editores [1947].
neta-Agostini [1936].
López Pan, Fernando, 2005. “El ‘ethos’ retóCruz Seoane, María, 2005. “Para una historia rico, un rasgo común a todas las modalidade la columna literaria”, Ínsula. Revista de des del género columna”. Ínsula. Revista de
letras y ciencias humanas, 703-704: 9-12.
letras y ciencias humanas, 703-704: 12-15.
Grohmann, Alexis, 2005. “La escritura imper- Macciuci, Raquel, 2010. “La memoria traumátinente”, Ínsula. Revista de letras y ciencias tica en la novela del siglo XXI. Esbozo de
humanas, 703-704: 2-5.
un itinerario”, en Raquel Macciuci y María
Teresa Pochat, dir., Entre la memoria proLéon Gross, Teodoro, 2005. “La columna y
pia y la ajena. Tendencias y debates en la
lo literario como valor periodístico”, Ínsula.
narrativa española actual. La Plata, Del
Revista de letras y ciencias humanas, 703Lado de Acá.
704: 5-8.
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HISPANISMOS DEL MUNDO: DIÁLOGOS Y DEBATES EN (Y DESDE) EL SUR
Rivas, Manuel, 1997. El periodismo es un Sánchez, Mariela, 2012. Transmisión oral en
cuento. Madrid: Alfaguara.
la narrativa española contemporánea: Un
recurso para la construcción de la memo—————, 2006. Os libros arden mal. Vigo:
ria de la Guerra Civil y del franquismo, [en
Xerais.
línea], Tesis doctoral. Universidad Nacio—————, 2012. As voces baixas. Vigo: nal de La Plata. Facultad de Humanidades
Xerais.
y Ciencias de la Educación, http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.748/te.748.
pdf (fecha de consulta: 23-4-2015).
Resumen:
La propuesta aspira a analizar mecanismos de literaturización de “lo real” en la obra del escritor gallego actual con mayor proyección fuera de sus fronteras, fundamentalmente a través
del relevamiento y la consideración de los textos reunidos en el volumen El periodismo es un
cuento. El encuadre apela a aquellos estudios en los que, por el rastreo de convergencias entre
literatura y periodismo, de gran preponderancia en los narradores españoles contemporáneos,
se observan tanto las fricciones como el enriquecimiento mutuo y las posibilidades de fusión
entre ambos dominios.
Palabras clave:
soporte, crónica, narrativa, literatura gallega, Rivas.
Abstract:
The proposal aims to analyze mechanisms of literaturization of “the real” in the work of the
current Galician writer with the greatest projection beyond its borders, mainly through the
compilation and consideration of the texts included in the volume El periodismo es un cuento.
The frame appeals to those studies in which, by tracking convergences between literature and
journalism, with high prevalence in contemporary Spanish narrators, both friction and mutual
enrichment and merger possibilities between the two domains are observed.
Keywords:
support, chronicle, narrative, Galician literature, Rivas.
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