La más “básica” de las confusiones Antel: La vigencia fantasmal del monopolio El debate sobre telecomunicaciones se parece a una guerra religiosa. Los prejuicios de la derecha y de la izquierda oscurecen el tema central e ignoran, incluso, qué normas están vigentes. E l papel del Estado en las telecomunicaciones se ha convertido en un tótem ante el cual los uruguayos seguimos haciendo sacrificios. Un decreto reciente sobre telefonía por Internet vuelve a demostrarlo. Reglamenta normas que fueron derogadas y se apoya en conceptos de leyes que no existen hace años. Sí, ANTEL tiene un monopolio de telefonía fija. Pero es de hecho y no de derecho. Hoy no hay ninguna ley que consagre monopolio alguno, pero menos que nada, uno de telefonía básica. Aunque usted no lo crea. Para quien revise las normas no es opinable. La exclusividad que hoy rige en telefonía fija se debe a que el Poder Ejecutivo no ejerció la facultad que le dio el Artículo 9 de la Ley de Empresas Públicas (que el Referéndum de 1992 no afectó y cuya vigencia nadie discute) de autorizar a otras empresas, diferentes de ANTEL, a prestar un servicio de telefonía fija. El reciente decreto sobre telefonía IP alude a la exclusividad de ANTEL en “telefonía fija” y dice fundarse en el Artículo 6 de la Ley Orgánica de ANTEL. Esa ley de 1974, sin embargo, nada tuvo que ver con el concepto de telefonía básica (o “fija”). Estableció la exclusividad en materia de “telecomunicaciones urbanas y de larga distancia nacional e internacionales”. Si estuviera vigente hoy, todas las telecomunicaciones (celulares, datos, larga distancia, etc.), y no solamente la “telefonía básica”, serían monopolio de ANTEL. En otras palabras, decenas de empresas que operan, autorizadas por el Estado, quedarían en un ambiente de ilegalidad. La extraña estela de una ley que ya no es Muchos uruguayos, que nos presumimos sensatos, admitimos un monopo- lio estatal de telecomunicaciones, pero moderamos el asombro de quien nos escucha al decir que es sólo de “telefonía básica”. Es desconcertante cuando la única ley que habló de “telefonía básica” en la historia uruguaya se aprobó en 2001, duró sólo un año, y se derogó en 2002. Hasta los especialistas se sorprenden: ninguna norma vigente establece hoy en Uruguay el concepto de “telefonía básica”. Hace diecinueve años, en 1991, Uruguay intentó una apertura para lo cual aprobó la Ley de Empresas Públicas. Ésta hizo dos cosas relevantes. Primero, derogó expresamente la parte de la Ley Orgánica de ANTEL (citada por el decreto de estos días) que establecía el llamado “monopolio de las telecomunicaciones”. Segundo, dio al Poder Ejecutivo la facultad de “autorizar y controlar la instalación de nuevos servicios de telecomunicaciones”. El problema se complicó políticamente en los meses siguientes. En 1992, un referéndum derogó el artículo de la derogación expresa del monopolio. Pero ese referéndum no afectó el artículo de la reciente ley que había dado al Poder Ejecutivo la facultad de autorizar nuevos servicios. El Poder Ejecutivo tenía y sigue teniendo, la facultad de autorizar sin limitación nuevos servicios de telecomunicaciones; aunque por motivos políticos sea una facultad que ha utilizado con mucha cautela. No llegó ni a hablar… Todo esto ocurrió hasta 1992, un tiempo durante el cual el concepto de “telefonía básica” aún no existía. Nacería recién una década más tarde. Fue una ley de 2001 la que definió “telefonía básica” como la prestación a terceros de “telefonía fija, conmutada, y referida al Andrés Cerisola [email protected] tráfico nacional así como Ruralcel”. Era una singular agregación de telefonía fija sumada a telefonía rural prestada mediante una tecnología móvil, pero pensada para sustituir una telefonía fija que tenía enormes carencias. Pero no duró. El propio Gobierno derogó en 2002 esta desafortunada y confusa ley. El concepto de “telefonía básica” tuvo corta vida y, a partir de 2002, todavía en su infancia, murió para siempre como concepto regulatorio. inexistente, pero agitado Lo importante es que el concepto de “telefonía básica” o “fija” a que refiere el reciente Decreto, por más sorpresa e incredulidad que genere la afirmación, no existe hace casi diez años. Y si la ley de 1974 que cita el nuevo decreto estuviera vigente, el problema no sería de exclusividad en “telefonía básica” o “fija”. La exclusividad, según aquella ley, si estuviera vigente, referiría a todas las telecomunicaciones. El Estado otorgó todas las licencias de telecomunicaciones posteriores a 2002, sobre cuya base se invirtieron cientos de millones de dólares, luego de derogada la única ley que hacía referencia a “telefonía básica”. Hasta el propio Reglamento Nacional de Licencias de 2003, que hoy rige en el país, es posterior a que Uruguay derogara la única norma que en toda su historia consagró ese concepto de “telefonía básica”. Son pocas las normas que arman el mapa legal del tema. La complejidad deriva de los prejuicios y pasiones que oscurecen lo que, desde la perspectiva del análisis legal, no es ni tan problemático ni tan complejo. Obviamente, la política partidaria y el debate ideológico están ajenos a esta rotunda sencillez. W W W . F E R R E R E . C O M