Medicina y literatura - Revista Médica del Uruguay

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, CONFERENCIA
Rev Med Uruguay
1994; 10: 5-I 2
Medicina y literatura
Prof. José Pedro Díaz*
Palabras clave:
Medicina.
Literatura.
Muerte.
La invitación de ustedes proponiendo esta reunión para
tratar de las relaciones entre las letras y la medicina, es,
antes que nada, una excelente oportunidad para revisar
nuestra experiencia de lectores, y un desafío particularmente excitante para todos, para ustedes y para nosotros,
sobre todo si tenemos en cuenta que no son pocos ni los
escritores que se nutrieron de la experiencia que ofrecen
las disciplinas médicas, ni tan escasos los ejemplos de
médicos para quienes las letras fueron parte importante,
y algunas veces muy destacada, de su quehacer.
Como veremos, para algunos escritores fue muy significativo lo que pudo aportarles la medicina como saber
y, en ocasiones, aun como práctica. Por su parte tampoco
son pocos los médicos que hallaron en las letras el campo
que les permitiera completar esa vocación humanística
que siempre está presente, en algún grado, en la tarea del
médico. Es cierto que al médico se le requiere sobre todo
cuando necesitamos su ayuda para entendernos con nuestro cuerpo; pero eso no significa que en todos los casos
el médico pueda realizar su tarea atendiendo sólo al cuerpo -aunque conviene no olvidar que el fundamento último de lo que somos es también, precisamente, nuestro
cuerpo-. Y en cuanto al escritor, su asunto es siempre,
de una u otra manera, el hombre, y muy a menudo ese
hombre doliente que atiende el médico. Para los dos el
ser humano está siempre en el centro: él es, en definitiva,
el lugar de encuentro de ambas series de disciplinas, las
médicas y las literarias.
Es bien sabido que las aventuras imaginarias que nos
ofrecen los novelistas, los escritores, los poetas, están
* Director del Depto de Letras Modernas - Facultad de Humanidades
Catedrático de Literatura Francesa. Facultad de Humanidades.
Correspondencia:
José P. Diez. María Espinola 1619
C.P. 11.400 Montevideo.
Presentado lo/1194
Aceptado 14/3/94
Redacción posterior de la conferencia dictada en las Clínicas Médicas
de la Dra. Rosa Nisky (Médica 2) y del Dr. Ricardo Elena (Médica B).
Facultad de Medicina, Universidad de la República.
Vol. 10 N”l Mayo 1994
bordeandofrecuentementeasuntosque soncardinalesde
la experiencia médica.¿Qué tema másfrecuente en las
novelas,en lasnarraciones,en los poemas,que la muerte,
esefilo en el que culminao sedisuelveel destinode cada
hombre, y que es un punto clave para todos, ya que nos
anulay noscompletaa la vez? Veremosmástardecómo,
en algunasrarasy casi milagrosascircunstancias,en ese
punto preciso, tan dramático y doloroso, pudo también
ocurrir un encuentrofeliz entre un escritor y un médico.
Eso ocurrió en una ocasiónnotable que acasopodamos
evocar luego.
Así puesla muerte es sin duda la situación extrema
que solicita tanto la atencióndel médicocomo la del escritor, y acasoes esolo que hizo que tantos médicosse
hayan dedicadotambién a las letras, y que tantos escritores hayan otorgado a su vez tanta atención a la medicina.
La primera evidencia de ello nosla ofrece la antigüedad. Es precisamentea propósito de la muerte que tenemoslos ejemplosmáslejanosde vinculación entre la literatura y la medicina.Me refiero al conocimientomédico querevela la meralectura del másantiguo de los poetas de Occidente, Homero. Es algo que no omiten consignar los estudiososde historia de la medicina. Todos
ellos han señaladola notableprecisión con que Homero
describe,en ocasiones,las heridasque seinfligen los héroesque canta en suspoemas.
Véase,por ejemplo,un pasajedel Canto IX de la Zlíada dondesecuentacómo Agamenón, rey de los aqueos,
fue atacadopor Oileo, a quien enfrenta y mata. El poeta
dice: “Oileo se lanzó contra él; pero en mediode suataque, Agamenónlo golpeó con su aguda lanza entre las
doscejas, y el macizo bronce del cascono detuvo al hierro; la punta atravesó la visera, despuésel huesode la
frente y desgarró dentro todo el cerebro: y Oileo cayó
en plena arremetida”.
Hay tambiénabundantesejemplosde estesabermédico en otros lugaresde la obra homérica; esmuy notorio
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éste que se halla en el Canto IV, allí donde sedescribe
la muerte de Diores Amanicida, quien “herido en el tobillo derecho por la puntiaguda piedra que le tiró Piro
el Ibdsida, caudillo de los tracios, que había llegado de
Eno -la insolentepiedra le rompió ambostendonesy el
hueso-, cayó de espaldas,enel polvo, y expirante tendía
los brazos a suscamaradascuando el mismoPiro, que
le había herido, acudid presurosoy le hirid nuevamente
con la lanza junto al ombligo; derramdronselos intestinos y las tinieblas velaron los ojos del guerrero”.
Es evidente que el conocimiento de los hechosmás
críticos de la vida, estoes, las enfermedades,
las heridas,
y la muerte misma,son de particular interéspara los narradores, desdeHomero hastaHemingway. Por esopodría decirseque el acto médicoes,casipor definición, de
interés literario: piénsesesimplementeen la tensióndel
médico ante el pacientecuyos signosy síntomasno puede todavía correlacionar satisfactoriamente,de modo de
reconocer la enfermedadde que setrata, y piénseseen la
angustia del paciente, en la tensión que él vive por su
parte, mientrassienteque su futuro estáencerradotodavía en el pensamientodel médico que, en silencio, y
mientrasrealiza operacionescuyo sentidono puedeel paciente descubrir, está preparandosu vaticinio, las palabras que le anuncienun futuro que no estáen sumano...
debe atenderun parto difícil en un pobladoindio. Allí la
terrible violencia de la escenaen la queel médico debe
hacer una cesáreasólo con una navajay sin anestesia,y
los desesperados
gritos de la mujer, hacenque suesposo
indio, que no los puedesoportar,sesuicidedegollándose
en su camastromientrasnaceel niño. Es una escenade
iniciación para el joven hijo del médico.Esainiciación
para la muertejunto al nacimientosecorrespondecon el
temple general de la obra de Hemingway. La atención
puesta en similar situación extrema es la que domina
también en el notablerelato “Las nievesdel Kilimanjaro”, centrado en la evolución de la gangrenaque ha de
terminar con la vida del protagonista,un escritorque ve
progresarsu enfermedadmientras repasaaquellosmomentosde su vida que habrían podido ser temasde las
obrasque ya no podrá escribir.
Sí, el acto médico es casi siemprede interésliterario;
pero también es-ciertala afirmación recíproca: hay páginas literarias que equivalen a un acto médico. No hay
másque leer el fin de “Mme. Bovary”, en la novela homónima de Flaubert, paracomprobarlo.Allí el autorhace
sentir el horror de la muerte por envenenamientode arsénico en una páginaque esmemorablecomo escritura,
pero cuya nítida precisiónhace que-ellatambién seaun
notable ejemplo de descripcióntécnica de la agoníaprovocada por eseveneno.
Y tampocoes esala única obra de ThomasMann en
la que medicinay enfermedadestánpresentesintegrando
el tema de la obra y a menudocomo asuntocentral. Así
ocurre en otras varias, en especialen unade las últimas
y de las másimportantes,su “Doktor Faustus”, donde,
en uno de sus pasajesfundamentales,el protagonista,
Adrian Leverkiihn, un genio musicaldiabólicamenterenovador, mantieneuna conversación con el demonio,
quien comentay valora la presenciaen él, en el mismo
músico,de la Spirochaetapallida, el treponemade la sífilis; la enfermedadapareceen esecasocomomotivando
la exaltación propiamentedemoníacade aquelcreador.
Es cierto que Flaubert era hijo y nieto de médicos,y
que durante suinfancia vivió con sufamilia en el hospital
en el que trabajabasupadre,quienpudoregañarloalguna
vez cua-ndointentabaver por una ventanacómohacíauna
disección. Pero no es esolo que haceque aludamoshoy
a su interés por la medicina, él mismo advirtió másadelante cómo en algunosescritoressesientela carenciade
un ángulo de mirada sobre el acaecerhumano que los
médicos,o que al menosalgunosmédicosposeen,y que
es necesarioa un escritor. Ya volveremos sobreesto.
Recordemostodavía otros ejemplos:tambiénel padre
de Hemingway fue un médico, pero no creo que seapor
esoque encontramosfrecuentementeen su obra escenas
en las que también sedan situacionesmédicas.Y esono
sólo ocurre en algunosde susprimeroscuentos,como en
“Campamentoindio”, dondeevoca un episodioautobiográfico en el que el joven Nick acompañaa su padreque
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No tengo que demorarmeen otros ejemplos,pero se
me hacedifícil no mencionarsiquieraotra de las figuras
cardinalesde lasletrasmodernas,ThomasMann, una de
cuyasobrasmayores,“La montañamágica”, ocurretoda
ella en un sanatoriode montaña,en Davos,Suiza, donde
el autor tuvo que pasarun largo períodoparaacompañar
a suesposaenferma.La enfermedad,la miradamédicaa
quealudimos,esasuntocentral, por supuesto,de esaobra
que sólopuedo mencionaraquí.
Y aúnpodtiamosseguirevocandoejemplosenlos que,
de uno tr otro modo,diferentes aspectosde la medicina
aparecenintegrandouna obra literaria. Y paraqueno falte aquí un ejemplode nuestrapropia literatura,puedorecordar algún pasajede la obra de J.C. Onetti, como, por
ejemplo,la descripciónde la autopsiacon la queculmina
surelato La cara de la desgracia,o lashuellasde la operación que padeceGertrudis en La vida breve. Y ya en
la obra de Onetti es imposibleno señalarla importancia
omnipresenteque en esalarga sagade SantaMaría tiene
el Dr. Díaz Grey, cuyo punto de vista tiende a identificarse,en ocasiones,con el del narrador,lo quenosobliga
a recordar otra vez el punto de vista médico, la mirada
médica, a que aludió Flaubert, que alcanzaríaaquí otra
dimensión.
Revista Médica
del Uruauav
Medicina y lirerarura
La mención de los diferentes ejemplos que pudimos
señalar, todos ellos pertenecientes a obras del más alto
nivel, hace evidente la existencia de una cierta correspondencia entre algunos aspectos de las disciplinas médicas
y otros de las tareas del escritor.
Pero si eso es así por la índole misma de las actitudes
de quienes ejercen esas diferentes disciplinas, todavía podemos agregar que hay también otro aspecto que las vincula y que tiene que ver con su presencia en la sociedad.
Para hacerlo sentir mejor aludiremos a él con referencia
a la antigüedad, a los tiempos en que un prestigio similar
envolvía a ambos y los ensalzaba, destacando tanto en
uno como en otro, tanto en el poeta como en el brujo, un
similar del dominio sobre lo desconocido; cuando eran
casi lo mismo el poeta, el profeta y el mago.
Aún ahora tiene el médico, en su función social, un
atributo de excepción: el de ser quien, delante de nosotros, nos dice, de nosotros mismos, lo que nosotros no
sabemos. Es el que nos habla de hechos desconocidos
que ocurren en nosotros, de procesos que nos hacen padecer y que acaso él podrá enmendar para que no padezcamos. Es un hecho que para el lego que somos todos
ante el saber médico, éste otorga a quienes lo poseen un
estatuto especial: su presencia en la vida cotidiana queda
investida de ese estatuto. Eso hace que el médico forme
parte de una serie aparte de los integrantes de la sociedad.
Es evidente que en la vida de todas las comunidades
hay personas que quedan separadas de las demás por circunstancias y por calidades especiales; hay presencias
que tienen un valor mágico: han sido investidas por la
sociedad, es algo aceptado por todos, o por la inmensa
mayoría, y ello hace que esos individuos lleven consigo
una carga mágica. Puede tratarse de autoridades políticas
elegidas por toda la ciudadanía, o de hombres muy destacados en una tarea pública; el hecho es que la sociedad
les otorga ese estatuto especial, los inviste de un poder
que va más allá de su persona, y acaso aún de su voluntad, pero que la opinión de los demás, y simplemente porque fijan en él su atención, o porque confían en él, hace
que tenga un valor superior, un valor mágico, que ha sido
estudiado cuidadosamente.
Esto está vinculado aun a otras características que permiten advertir cierto parentesco entre el médico y esas
personas que se destacan del conjunto de los ciudadanos,
entre las que se encuentran ocasionalmente algunos creadores literarios. Aunque amortiguadísima en la vida contemporánea, pero con significación todavía, es cierto que
hay ocasiones en que la imagen del gran escritor, queda
realzada, destacada como singular. Se lo supone algo diferente del ciudadano común. Son restos, apenas huellas
que aún quedan de la representatividad que tenía otrora
el poeta, el vates, en la antigüedad, cuando la palabra que
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lo designaba,señalabatambiéna quien anunciabalo que
habríade ocurrir, lo que sesabríapor susvaticinios.
No debe olvidarse aquí que algunosde los principios
básicosde la magiafueron tambiénfundamentode algunasde lasprimerasactividadesmédicas.Así, el principio
básicode la magia imitativa, el principio de que “lo semejanteoperasobrelo semejante”esel mismoprincipio
que subyacetanto en la comparaciónliteraria como en la
metáfora. Hace mucho tiempo escribí sobre ello un pequeñoensayotitulado Poesíay magiaen el que estudiaba
precisamenteesosesquemasbásicosque muestrancómo
en los orígenesde actividadestan diferentes seencuentran principios que fueron comunes.
Esto ha sido estudiadoprecisamente,entre otros, por
un notablemédico,el Dr. Arturo Castig!ioni, quien fuera
profesorde Historia de la Medicina en la Universidadde
Yale y quien,en suexcelentelibro Encantamientoy magia, recuerdacómo “Plinio afirma que ya en los tiempos
antiguossesabíaque los que comían una víbora viva se
inmunizabancontra los efectosde su mordida, y partiendo de estaidea,la carney otrosórganosde la víbora juegan un papel importante en la antigua terapéutica” (página 20).
Algo del magolo vinculaba así a la condición del médico, esalgo que estátodavía presenteen nuestrostrabajadores de la salud, tanto por lo que el paciente piensa
que puedehacer -algo en definitiva ininteligible para
él-, como por lo que podrá anunciar,ya seafasto o nefasto, benéfico o terrible, y también por su modo de actuar; de modo que aun sin desearlo,sus circunstancias
sitúan al médico en un enclave socialen el que algo de
la condición del mago, en su acepciónfuerte, de brujo,
se mantiene.
No hay duda de que los modoshabitualesde la conducta profesionaldel médicofrente al paciente,tanto en
la relación con suscolegascomo con el mismopaciente
repiten circunstanciasque son característicasde las operacionesdel brujo; su lenguajeno común,casi de fórmulascabalísticas,inaplicablea la vida cotidiana y sólo válido para la relación con susiguales,convierte su habla
en un lenguajesecreto;algo similar ocurre con susmanoseosy palpacionessobresu paciente,acompañadosa
menudode las preguntas,a vecessorprendentes,con las
queprocuraorientarla anamnesis.
Todo ello, que responde a una orientación de búsquedapor caminosdifícilmentevisiblesparael enfermo, haceque suactuaciónsea
enigmática,y en realidadsecreta.Por esotodo el aspecto
exterior de la conductamédicafue insistentementetratado por narradoresy dramaturgos.Estos hicieron de ese
punto tema propicio para la crítica burlona, sobre todo
durantelos tiemposen los que lascienciasmédicaseran
todavía de limitado alcancey se movían entre pocascer7
Prof. José Pedro Díaz
tidumbres.
Los ejemplosa citar sonilustres.En ellos domina,desde luego, la burla sobre aquellasactitudesexteriores de
la presenciay de la conductade los médicosque fueron
sin duda lo másaparentede sucondición en los tiempos
en que aún era vacilante su orientacióncientífica. Es útil
mencionaraquí fechas.En 1615,un añoantesde la muerte de Cervantes, Harvey dictó una conferenciaen Lumbe
de la que seconservansusnotas,y en ellasseleeel pasaje
famoso: “La estructura del corazón demuestra con claridad que la sangre pasa continuamente a la aorta
vés de los pulmones como por las dos válvulas de
lle para levantar agua. [. . .] De lo que se deduce
movimiento de la sangre se realiza en un circuito
tante, movido por los latidos del corazón”.
a traun fueque el
cons-
Y bien; si por un lado seestabandandoya pasoscomo
éste del brillante trabajo de Harvey, por otro, en la vida
común, la mayoría de los médicosse presentabancomo
personajesque operabanpresuntuosamente,
refugiados
en el misterio de suslatines y de susgestosaparatosos.
Con eseaspectoaparecenfrecuentementeen lasobrasde
nuestrosclásicos. Así aparecenen Molière, así habían
aparecido,aunquemásprudentemente,en Cervantes.
En aquel mismo año de 1615 publicabaCervantesla
parte del Quijote, y allí contabacómo, cuando
Sancho Panza fue gobernadorde la ínsula Barataria, el
primer día que le sirvieron su almuerzo como gobernador, seencontró acompañado,entreotros,de un caballero
con aires de importancia quien, a cada plato que le servian, decía algún latinazgo, tocabael plato con una varilla y al momento se lo retiraba. Y así hastaque Sancho
pide explicaciones y el caballerole respondeque en su
calidad de médico debeatendera su saludy que por eso
impide que coma lo que podría hacerlemal, y así continúa hasta que el gobernadorestalla diciéndole: “Pues
Segunda
quíteseme luego de delante, si no, voto al sol que tome
un garrote, y que a garrotazos, comenzando por él, no
me ha de quedar médico en toda la ínsuía, a lo menos,
de aquellos que yo entienda que son ignorantes; que a
los médicos sabios, prudentes y discretos, los pondré sobre mi cabeza y los honraré como a personas divinas”
(II, XLVII). Equilibra así Cervantes,como ven, la censura para unos con el elogio para otros.
Mucho más violento y sarcásticofue Molière con los
médicos.Ello no obstantesabíay respetabalosprogresos
de la ciencia médica,pero odiabatodo el aparatajeverbal
vacuo de una medicina que veía ejercer con torpeza e
impunidad. Su experiencia de sufrido paciente le hacía
tener muy presentesin duda la mala medicina. Fue ya
muy adelantado aquel siglo XVI en que se publicó el
Quijote, cuando, en 1673, murió Molière. Y fue apenas
despuésde actuar por última vez en su Enfermo imagi8
nario, pieza en la que él mismohacía esepapel, padeciendo una enfermedadque ya no era imaginaria,y que
terminó con él un par de horasmástarde.
Sin embargo,muchoantesde Molière, muchoantesde
Cervantes,hubo un escritor en nuestralenguaque tuvo
en cuentaprecisamenteun aspectodel pensamientomédico cuando se puso a trabajar en su obra literaria más
importante,y una de las másimportantesde su siglo en
la literatura española.Me estoy refiriendo a Don Juan
Manuel, sobrinodel rey Alfonso el Sabio,quevivió entre
1282y 1348y escribióen esesiglo XIV una de nuestras
primerascoleccionesde cuentosen el quellamó su Libro
de las enxiemplos
del Conde Lucanor
et de Patronio.
Y
en uno de los prólogosde esehermosolibro, fechadoen
1335,exponesu plan literario y su intenciónmoral,pero
tambiénnoshacever cómo lo realizó guiadopor un pensamientoquetomó de lasdisciplinasmédicas,porqueescribe: “Fiz este libro, compuesto de las más apuestas palabras que yo pude, et entre las palabras entemeti algunos enxiemplos de que se podrán aprovechar los que los
oyeren. Et esto fiz según la manera que fazen los físicos
[esto es: los médicos],que cuando quieren fazer alguna
melezina que aproveche al fígado, por razón que naturalmente el ftgado se paga de las cosas dulces, mesclan,
con aquella melezina que ‘quiere melezinar el fígado,
acúcar o miel o alguna cosa dulce; et por el pagamiento
que el fígado ha de la cosa dulce, en tirándole para sí,
lleva con ella la melezina quel’ha de aprovechar”.
Y así
el propósitodel infante JuanManuel, que es, en definitiva, el de “enseñardeleitando”,lo cumplecon el ejemplo
de los médicos,a quienesvio usarde losdulcesque placen al hígadopara hacerque llegue a él la necesariamelezina.
Las relacionesque señalamosentre las letras y las
cienciasmédicasestán también presentesen otros momentosmáscercanosde la historia,pero seguramente
fue
haciafines del siglo XVIII y comienzosdel XIX cuando
fueron másestrechasy evidentesy cuandotuvieron una
fuerza dinamizadoratambién sobreel pensamientoliterario 0, si sequiere, sobrelas realizacionesliterarias.
Señalemosen primer lugar que ya en el siglo XVIII,
las realizacionesde esesiglo, el notable trabajo de 10s
grandesprecursoresdel desarrolloquetendránen lasdécadassiguienteslas cienciasde la naturaleza,muestran
enlazadala tareade los investigadorescientíficos con la
de los escritores:uno de los excelentesejemplosde escritores que esesiglo XVIII ofrece esel de la inmensa
obra científica de Buffon, el autor de la notableHistoria
natural, que no sólo es la obra de un naturalista,sino,
también,la obra de un gran escritor quien, al serelegido
miembrode la Academia Francesa,ingresóa ella dando
lectura a su famosoDiscurso sobre el estilo.
Revista
Médica
del Uruguay
Medicina v literatura
Esa notable obra de Buffon significó un decisivo aporte a las ciencias de la naturaleza; en ella se analizan formas y correspondencias entre los diferentes animales,
que ya están ofreciendo elementos para la formación de
las doctrinas evolucionistas que aparecen al despuntar el
siglo XIX. Pero esa gran obra es también una de las realizaciones literarias más importantes del siglo. Esta confluencia de intereses diferentes se dio con frecuencia en
algunos grandes creadores de la época.
El pensamiento de los escritores está entonces y ya
desde mediados del siglo XVIII, muy atento a los puntos
de vista nuevos que van integrando las nuevas investigaciones en las ciencias de la naturaleza. Y aquí es forzoso
evocar la figura del más grande autor del período, Goethe,
e! autor del Fausto, quien recibió durante su juventud el
influjo de muchas corrientes de pensamiento esotéricas,
pero que luego fue incorporando también, progresivamente, los diferentes aportes que pudo recibir del campo
de las ciencias naturales, entonces en fermentación.
Desde nuestro punto de vista no podemos dejar de señalar que precisamente en su obra mas importante, el
Fuusm y en una de sus primeras páginas, la meditación
Wprotagonista, que en definitiva es un médico, parte de
la evocación de unas palabras del famoso primer aforismo del “Corpus hipocrático”: “vita brevis, ars longa”
(breve es la vida, largo el arte), y allí se queda la cita de
Goethe. Veremos más adelante hasta qué punto puede ser
interesante completar esta cita. Por lo pronto subrayemos
que se trata de un texto griego de práctica médica de fines
del siglo V antes de Cristo. Ya volveremos a él.
Mientras Goethe escribe esta obra, en la que trabajó
prácticamente durante toda su vida, ocurre el desarrollo
de una importante serie de estudios sobre ciencias naturales que no solo Goethe, también otros muchos escritores siguieron con apasionado interés. Ya Buffon había
llamado la atención sobre las extraordinarias correspondencias que pueden advertirse entre animales de diferentes especies, como el asno y el caballo, por ejemplo. No
estaba entonces muy lejos el momento en que se iniciaría
el pensamiento evolucionista. Goethe mismo fue también
autor de un tratado sobre las “Metamogosis
de las plantas” dondese afirma que pudo haber un tipo primitivo
del que habríanderivadoformasdiferentes:esla idea de
la Urplanz, la protoplanta; y a propósitode los animales
afirmó que en ellos “todas las partes se modelan según
leyes eternas, y toda forma, por extraordinaria
que sea,
lleva consigo el tipo primitivo. La estructura del animal
determina sus hábitos; y su género de vida, por su parte,
reacciona potentemente sobre todas las formas. De ese
modo se revela la regularidad
del progreso que tiende
al cambio bajo la presión del medio “. Y esto es Goethe
quien lo escribió,y no ningunode los evolucionistasdel
Val. 10 NE1 Mayo 1994
siglo XIX.
Es evidente que tuvieron gran importanciaen su vida
intelectualtanto sustrabajossobrebotánicacomo losque
llevó a caboen el campode la anatomíacomparada,donde se destacópor la descripcióndel huesointermaxilar
enel hombrey, mástarde, por suestudiosobrelos huesos
del cráneoy susrelacionescon la columna vertebral.
Pero no era sólo Goethe quien recibía el influjo del
interésque suscitaba,entre los escritores,la intensaactividad que reinabaen la ciencias naturales.Es precisamenteBalzac quien, en el prefacio de La Comedia Humana, evoca expresamenteel entusiasmode Goethe por
SUS estudiosen esecampoy refiere cómo se interesaba
vivamente siguiendoel debatequemantenían,en la Academia de Ciencias, Cuvier y Geoffroy Saint-Hilaire,
“cuyo triunfo - recuerda Balzac -fue saludado por el
último artículo
que escribió
el gran Goethe “.
Balzac esjustamenteotro de los escritoresen quienes
esevidenteel influjo del pensamientode los grandesnaturalistasde su tiempo. Como es sabido,la mayor parte
del inmensoconjunto de novelas que Balzac escribió
quedaronintegradasen suobra de conjunto, La Comedia
Humana, en la que reunió hastacasi un centenarde novelas, y en el Prefacio que inicia eseconjunto Balzac explica cómoaplicó ala vida sociallo que enseñanlasciencias naturalesa propósito de la vida vegetal y animal. Y
asíllega a preguntarse:“LLa sociedad no hace del hombre, según los medios en que su acción se despliega, tantos hombres diferentes como variedades huy en zoolo-
j
I
gía?” Y todo ello apoyadopor extensasy entusiastas
lecturas de los naturalistasque pudo consultar. Así es de
extensala seriede hombresdestacadosen esecampoque
cita en aquelprólogo. Allí senombra, ademásde los ya
mencionadosCuvier y Geoffroy Saint-Hilaire, a Buffon,
en quien pudo ver una prefiguración del transformismo,
a CharlesBonnet, otro de aquellosque, al ocuparsede la
generaciónde los seresvivos, consideraronla continuidad de un principio básicoque en cada individuo sedesarrollaría diferentemente.También se ocupó de J.T.
Needham,el naturalistainglésquecolaboró en ocasiones
con Buffon haciendo observacionesal microscopio, y
que suponíaque un vegetal podría llegar a ser origen de
un animalpor virtud de lo quellamó lafuerza vegetativa.
El hecho de que también cite, junto a estos- y a otros
que no me detengo a enumerar-, a místicos como E.
Swedenborgo Claude de Saint-Martin, no invalida la
evidente presenciay el claro influjo que sobre su obra
tuvo el pensamientode los naturalistasmencionados.
En consecuenciaes muy natural que los médicos,que
sonsin dudaaquelloscuya significaciónen la vida social
deriva de susaberen aquelcampode conocimientos,tengan tambiénun papelpreponderanteen La Comedia Hu9
Prof.
José
Pedro
Díaz
mana. Entre ellos se destacan sobre todos los demás dos,
que tienen en esa obra tratamiento muy especial. Ellos
son Benassis y Bianchon.
El primero de ellos es el encargado de hacer conocer,
en una de sus novelas, los principios políticos de Balzac.
Este no es el lugar de exponerlos a mi vez, pero sí es adecuado poner de manifiesto que eligió precisamente a un
médico para exponer su pensamiento sobre esos temas y
precisamente a aquel de quien nos hizo ver, en su novela
El Médico de Campana, cómo ese personaje dudó un
tiempo entre dedicar su vida al sacerdocio o a la medicina,
y cómo luego, cuando se decidió por esta última, hizo de
su ejercicio un verdadero sacerdocio. Sólo después de destacar su personalidad y su prestigio de ese modo, puso Balzac en su boca la exposición de algunas de las ideas sobre
sociedad y política que le eran más caras.
En cuanto al otro médico, Bianchon, es uno de los personajes que figura en un mayor número de novelas. Así
se le ve desde su época de estudiante, cuando asistió, llamado por su amigo Rastignac para atender a Papá Goriot
en su última enfermedad. Fue asistente de Dupuytren y
llegó a su madurez como médico famoso. Y por último,
también apareció, según algunos biógrafos, en los últimos momentos de la vida del propio Balzac, quien, gra%vemente enfermo, cuando dejó de creer que quienes lo
estaban tratando pudieran curarlo, pidió-que llamaran a
aquel que él había inventado y del que bien sabía, por lo
tanto, que era realmente un gran médico: “Llamad a
Bianchon, él me curar-d!“, es la exclamación que consignan algunas biografías,
El ejemplo de Balzac pone muy claramente en evidencia las vinculaciones que pueden llegar a darse entre la
creación literaria y la medicina, o, en particular, del médico. Las observaciones que a ese propósito pueden hacerse sobre los ejemplos que ofrecen la vida y la obra de
Flaubert corroboran, con particularidades muy diferentes, la existencia de esos lazos que comentamos entre la
tarea del médico y la del escritor.
Ya recordamos que el padre de Flaubert ~fue tambien
médico; cuando fue a instalarse a Rouan debió abandonar
para ello la posibilidad de trabajar como asistente de Dupuytren. Su hijo, por su parte, mantuvo siempre un interés muy grande por la medicina. Ya Sainte-Beuve se refería a él diciendo que “Cuando escribe maneja su pluma
como si fuera un bisturí”. Y esa frase tuvo fortuna, pero
sobre todo a partir del éxito de “Mme. Bovary”, donde
aparecen temas estrictamente médicos, como la cojera de
uno de sus personajes, Hipólito, y la historia de la desastrosa operación que el pobre medico de provincia realiza
sobre él, o la ya mencionada descripción de la agonía de
la protagonista luego de su envenenamiento por arsénico.
Pero más allá de ello, y sin duda más importante, es la
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presencia, en su obra, de lo que el autor llamó “la mirada
médica”. Flaubert usa esa expresión en una carta en la
que se refiere a Graziella, de Lamatine, y dice de ella que
“El autor no tuvo la mirada médica de la vida, esa visión
de lo verdadero que es el único medio de lograr los grandes efectos de la emoción”. Es una frase notable, porque
en ella no se refiere, para juzgar aquella obra, a elementos
ocasionales del acaecer, o a la disposición de la trama,
pero tampoco se refiere, con esa expresión, a particularidades de su escritura, sino a una mirada sobre la vida
que procura apoyarse en la verdad profunda de los seres
y de los hechos; es en ese sentido que Flaubert exalta la
mirada médica de la vida.
No es fácil mostrar con un ejemplo breve lo que esto
significa; pero acaso pueda entenderse lo que Flaubert
valora si citamos aquí algún pasaje de su propia novela.
Así, por ejemplo, aquel en el que se propone hacernos
ver el abismo de hastío, de tristeza en el que progresivamente se siente hundir Mme. Bovary, una mujer que fue
educada en un colegio de monjas, lectora de innúmeras
novelas que contaban vidas hermosas en lugares famosos, y que vive ahora acosada por la monotonía de la vida
de un pequeño pueblo de provincia, donde es la esposa
del médico pobre y torpe a quien terminará por engañar.
El escritor nos la muestra en el momento de la cena. El
médico llegó cansado, se sientan a la mesa; y Flaubert
escribe: “Pero era sobre todo a la hora de las comidas
que ella no podía mas, en esa pequeña sala del piso bajo,
con la estufa que humeaba, la puerta que crujía, los muros que escurrían, los pisos húmedos: toda la amargura
de la existencia le parecía servida en su plato, y con el
vapor de la sopa le subían del fondo del alma como otras
bocanadas de desaliento. Carlos comía despacio; ella
mordisqueaba unas avellanas, o, apoyada sobre un
codo, se entretenía haciendo rayas con la punta del cuchillo sobre el hule. ”
“Toda la amargura de la existencia le parecía servida
en su plato”. Me refiero al hallazgo de esta situación, a
la descripción de ese momento y a la precisión con que
ese párrafo nos sitúa en el centro de la vida de Mme.
Bovary. Eso es lo que creo que Flaubert llamaba “la mirada médica”.
Y déjenme que aquí recuerde todavía otro pasaje, también mínimo, como otro posible ejemplo de esa mirada
a que Flaubert se refiere. Ocurre en otra de las más grandes novelas; la novela mayor de Tolstoy, Guerra y paz,
que yo creo que es una de esas novelas que es necesario
haber leído una o dos veces antes de morir. Se trata del
momento en que uno de los protagonistas, el príncipe
Andrés, cae herido en medio de la batalla. Es un momento de extremo péligro, cuando al ver que el soldado que
llevaba la bandera cae herido, el príncipe se apodera de
Revista Médica del Uruguay
Medicina v literatura
ella y avanzacon su batallón, mientrasve cómo, cerca
de él, luchandoscombatientes,hastaque de pronto recibe un golpey dejade verlos; estácayendo,no puedever
ya la pelea, pero sí ve de pronto, muy alto sobresu cabeza, “el cielo inmenso-dice Tolstoy- moteadode leves nubes”, y agregaiQué serenidad,que paz! Ya no
piensaen aquellosque luchaban,sino en esoque se le
revelade pronto enel momentoen que caeherido, y todo
lo quele rodeabadejadetenerimportancia:yacentecontra
el sueloy mientrasquedacomoasidoa solo su existencia
frente a esecielo que entoncesdescubre:“¿Cbmo no me
había dado cuentaantesde esaprofundidadsin límites?
/Quéfeliz soy de haberlavisto al fin!” “Sí, exceptoesto,
todo esvacío y decepcidn.No existesino la serenidady
el reposo”. Es uno de esosmomentosen los que el narrador se hundeen el almadel personajey pone en evidenciauno de esosestadosde iluminación que trascienden las circunstancias,y todo ello merceda esavisión
profunda que caracterizaa los grandes.A eso llamaba
Flaubert “la mirada médica”.
Esteesel primer punto quemeinteresabadestacarcon
referenciaa una relación entremedicinay literatura. Yo
diría que así como Flaubert sentíaque los escritoresnecesitabantener en algún gradoesamirada médica,también necesitanen ocasioneslos médicos que tienen algunosescritores,y sin dudathdoslos grandes: que descubre la entrañaúltima del complejode circunstanciasa
lasque seenfrenta.
En este sentidono parecedesdeñablela experiencia
que los médicospuedenrecogerde los grandesescritores; una cierta familiaridad con ellos sería sin duda de
gran utilidad para los médicos.
Y aquí, y antesde pasaral último temaquequiero tratar con ustedes,mepareceoportunorecordarun episodio
de la vida de otro escritor,quetambiénera médico,y que
tuvo oportunidadde encontrarseen una circunstanciadecisiva con otro médicoqueactuó con él de un modo singular y admirable. Y eso sin duda porque tenía a que
aludió Flaubert.
El escritor que digo esChejov, que padecióde lo que
entonces erauna enfermedadterrible, la tuberculosis;y el
episodioa que aludofue el último de su vida. Chejov estaba entoncesacompañadode su mujer, la joven actriz
Olga Knipper, descansando
en un hotel de Alemania, en
Badenweiler,cuandounanochesumujer pidió que trajeran un médico; Chejov deliraba.A su llegadael médico
vio las pupilasdilatadasdel escritor, oyó sujadeo. Pensó
que ya eratarde paratodo, pero, médicoal fin, le dio una
inyección de alcanfor,queno surtió efecto. Entoncesdijo
a Olga, la esposa,queharíaquele enviaranoxígeno. Pero
seoyó la voz deChejov: “Para qué?antesquellegueesto
habrá terminado... ” El doctor lo miró, recorrió con los
Vol. 10 NY Mayo 1994
ojosla habitación,y fue hastael teléfono por el quepidió
una botella de Champagne,del mejor, y trescopas.“Y de
prisa, porfavor”, agregó.Cuandoel mozo vino el doctor
sirvió lastrescopas,alcanzódosa Chejov y a sumujer, y
levantó la suya.Chejov comentósusurrando:“Hace tanto
tiempoque no bebo champaña.. ” y la bebió. También
Olga y el doctor. Chejov sereclinó sobrela almohada.Al
minuto dejó de respirar.El doctor sellamabaSchwöhrn.
Esto lo cuenta Olga en sus memorias;por su parte
Raymond Carver, el escritor norteamericano,recogió estos hechosen el relato final de sulibro “Tres rosasamarillas “.
Y ahora,paraterminar, quisierareferirme a otro aspecto de lo que, ampliandoel conceptoal que venimos refiriéndonos, podríamosdesignarcomo los vínculos que
enlazan la medicina con las letras o, másampliamente,
con lashumanidades.Porqueademásescierto que en sus
comienzosestuvieronmuy cerca.
Paracomprobarlovolveremosa unacita mencionadaal
comienzo,cuandonosreferimosal pasajeen el que Goethe poneenbocade Wagner, el asistentedeFausto,laspalabrasde Hipócrates: Vita brevis, ars longa; breve es la
vida, largo el arte. Es cierto quesonimportantesla cuatro
palabrasqueGoethecita, pero sonsololasprimerasdeun
aforismomásextenso, y para nuestropropósito es particularmenteimportanteconocerel aforismoentero. El helenistaWerner Jaeger,dedica un extenso capítulo de su
obra “Paideia”, titulado precisamente“La medicinaen la
formaciónde la Paideia”,dedicadoa mostrarla importancia quellegó a tener el pensamientomédico en la cultura
griega, y en él se ocupaprecisamentede aquel aforismo
de Hipócratesya citado. Debo aclararaquí que la palabra
paideia, debesercomprendidacomo la cultura, y a la vez
comoel caminohaciaella, porquepaideia significa también: educación,instrucción; ciencia, estudiode las artes
liberales.Así leo enun léxico griego.Por esoJaegertitula
su libro con estapalabra-que es obviamentela raíz de
pedagogía-, y por esole dedicaun importantecapítulo,
precisamenteporquela medicinaactúaen la génesisde la
cultura griegay tambiénen la génesisdel posteriordesarrollo de la filosofía griega.
Ello ocurre así, señalaJaeger,porque la medicina es
la parte de las cienciasde la naturalezabasadaen la experienciareal y la que necesitade observacionesexactas
y de la acumulaciónde esasobservaciones,porque sufinalidad consisteen poder tomar decisiones,y en eseterreno las decisionessondifíciles.
Ya Platón había dicho en El Banqueteque “el médico
debehacerque el médico que lleva el pacienteconsigo,
queesla naturaleza,lo cure”. Esdecir, queno setrata simplementedela aplicaciónde un remedioprecisoparacada
enfermedadprecisa,sinodealgo muchomáscomplejo. El
.
Prof. José Pedro Díaz
Dr. Francisco Guerra se refiere a la terapéutica de la medicina hipocrática diciendo que“Indican claray repetidamente los textos hipocráticos,que la curación de lasenfermedadeses obra de la naturalezadel organismo,pues
la phisis encuentrapor sí mismala vía curativa sin necesidadde maestro”(1,p. 143).Y másclaramenteaúnserefiere al legado hipocrático
subrayandoque Hipócrates
“Estableció que la propia naturalezadel enfermoesel médico de la enfermedady el arte consistíaen favorecerlay
no interferir en su acción ni perjudicaral enfermo”.
El arte consistía entoncesen equilibrar y dosificar, y
para ello era necesarioelegir, decidir.
Es por esoquela medicinagriegaaparecedesdesusiniciosvinculada a la filosofía, y ello hizo quefuera luegofecunda la tradición creadade esemodo. A esepropósito
destacaJaeger el hecho de que a pesarque la medicina
egipcia tuvo relevancia, no generó, como la griega, un
cuerpo doctrinario importante.Ello sedebiósobretodo al
carácterpredominantementemágicodeaquella,frente ala
orientación másfilosófica de ésta.Esosedestacaprecisamenteen el texto completo de aquelprimer aforismodel
queusualmentesecitan sólosusprimeraspalabras,mientras que su másrica sustanciaestáen las siguientes,porque, completo, aquelaforismodice: “El arte es largo, la
vida corta, la ocasión fugaz, el intento arriesgado y el juicio dificil”. Es un pensamientoemparentadocon las exi-
genciasde la filosofía griega,en la queseleenconceptos
que implican las mismasnocionesque figuran en los textos de medicina. Muy notableresultaencontrarenAristóteles reflexiones que apuntan al trabajo de los médicos
para precisar normas de pensamiento.Así ocurre, por
ejemplo, en la “Etica nicomaquea”
dondeAristóteles se
refiere a los razonamientosque hande guiar nuestraconducta y observaque deben “exigirse razonamientos adecuados a la naturaleza de la materia de que se trata”, y
así concluye que en “lo que concierne a la actividad y lo
que la favorece no tiene fijeza ninguna, igual que lo que
se refiere a la salud”, y másadelantereitera las referen-
ciasa la salud,queentoncesasimilaala navegación,y dice
que “es necesariopues que en todos los casoslos que
obren observen las circunstancias particulares, como se
hace en la medicina
y en la navegación”.
Y bien, esta mismacomparaciónapareceen el texto
del Corpus hipocrático titulado De la medicina antigua,
capítulo 9, donde, con referenciaa la dosificaciónque ha
de hacersede los alimentosadecuadosa una u otra enfermedad,alude a los efectosdel alimentoexcesivotanto
como a los del ayuno, y a partir de estasconsideraciones
desarrollauno de los pasajesmasnotablesde aqueltexto.
Allí se lee: “Y del ayuno surgen muchos otros males, distintos a los provenientes del estar repleto, pero no menos
peligrosos.
Por eso el asunto es mucho más complejo y
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requiere una mayor exactitud; es necesario,en efecto,
tener una medida. No obstante no hallarás otra medida
-tampoco
de cantidad o de peso- con referencia a la
cual accedas a la exactitud, que la sensibilidad del cuerpo. Por lo tanto es dura tarea adquirir conocimientos
con precisión tal que solo se cometan pequeños errores
aquí y allá. Por mi parte, elogiaría entusiastamente al
médico que cometa pequeños errores (el acierto puede
ser visto pocas veces), ya que a la mayoría de los médicos les sucede, en mi opinidn, lo mismo que a los malos
timoneles. En efecto, cuando éstos cometen errores
mientras pilotean con viento calmo, no quedan al descubierto. Cuando los envuelve una gran tormenta con un
viento violento, en cambio, es evidente para todos los
hombres que es por causa de la ignorancia y error de
los timoneles que se ha perdido la nave. Así también los
malos médicos -que son la mayoría-,
cuando tratan a
hombres que no tienen nada grave, cometen los peores
errores sin producir efectos terribles (es el caso de la
mayoría de las enfermedades, que afectan a los hombres
con mucha mayor frecuencia que las enfermedades graves). Al equivocarse en esas situaciones, los errores no
son manifiestos a los profanos. Pero cuando se encuentran con una enfermedad de gran magnitud, violenta y
peligrosa, entonces sus errores y su falta de conocimien-’
tos técnicos resultan evidentes a todos. Y en efecto, los
castigos en cada caso no tardan mucho en llegar, sino
que se presentan rápidamente. “”
Es este probablementeuno de los pasajesque nos
muestrancon mayor claridad la frescura de esepensamiento alerta y exigente que hizo que, de la consideración filosófica de lostemasque el médicodebeenfrentar,
resultaraun sólido fundamentopara losposterioresdesarrollos de la práctica médica.
Las referenciasa los textos atribuidos a Hipócratesfueron tomadosde citasde la obra de Werner Jaegery de la
versión castellanadel titulado “De la medicinaantigua”,
segúnlas siguientespublicaciones:
JoegerW: Paideia: los ideales de la cultura griega. México, FondodeCulturaEconómica,1957.
Hipócrates:De la medicina antigua. México, Universidad
Autónomade México, 1991.
Algunas otras referenciasfueron tomadasde las siguientesHistoriasde la Medicina:
GuerraFrancisco:Historia de la medicina, Madrid,Norma,
1982:Tomo1.
GuerraF. Historiade la medicina.Madrid: Norma,1985:
TomoII
RcbinsonVictor : Ln medicina en In historia. BuenosAires,
Ed. delTridente,1947.
Revista
Médica
del Uruguay
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