prólogo IMPORTANCIA Y MALA FAMA Xavier Casals quiere aquí recoger, reunir y explicar más de veinte años de política española a la vez marginal y central. Si se mira con los estrechos ojos de la mirada politológica académica, Casals relata los altibajos de una secuencia de losers, de perdedores, que gozaron de sus quince minutos de fama warholiana como personalidades políticas en un mundo hispánico dominado por partidos, sea en Madrid, Barcelona o Marbella, aunque hay más lugares mencionados que estos que vienen en mente a primera instancia. Casals relata una sucesión de figuras que parecieron por un tiempo muy importantes desde marcos ajenos al parlamento del Estado, es decir —aunque parezca reiterativo— las Cortes, Cámara de Diputados y Senado y también todos los parlamentos autonómicos, al hallarnos en un régimen unitario con autonomías y no federal. Son figuras que han presumido de enfrentarse a la «partitocracia», a los organismos electorales en extremo disciplinados y de listas cerradas, desde la sociedad civil (el mundo empresarial, la banca, los movimientos sociales), los parlamentos autonómicos, los municipios y, en último extremo, desde las mismas calles y plazas. Si Casals, buen conocedor de la labor de politólogos, historiadores muy contemporaneístas y ensayistas periodísticos de cierta seriedad, sabe reconocer la marginalidad de la fama de tales protagonistas, sin embargo también sabe recordar hasta qué punto, en su momento, mientras «chupaban cámara» en la televisión y eran tema del perenne debate tertuliano radiofónico, aparecieron como seres auténticamente estelares, ya que la gran aportación del cine a la política fue el close-up: la ampliación personal, la narración primero visual, luego hablada, de la cara misma de la estrella, en vez de la distancia del actor o actriz en un lejano escenario. Quien se dedique a repasar horas de grabación encontrará a los personajes señalados por Casals, quienes, cada uno a su manera, mientras pudieron, hicieron que la información diera vueltas a su derredor. 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 11 18/03/2013 16:58:10 12 el pueblo contra el parlamento Casals enfoca un tiempo concreto: el largo veintenio que vio cómo se deshizo «el Gobierno largo» del felipismo socialista, para pasar por el aznarato y su fracasada «Segunda Transición», continuar con las dos legislaturas del socialismo zapaterista, y acabar, a la altura de 2013, con todo el marco institucional público desacreditado: La Corona y el rey Juan Carlos, los tribunales y la judicatura, las Cortes del Estado y el bipartidismo socialista y popular. Las ironías abundan, ya que el ciclo tomó forma tras el grotesco golpe de estado fracasado de un bigotudo teniente-coronel que el 23 de febrero de 1981 entró en el Congreso de la madrileña Carrera de San Jerónimo. El descrédito crecido del Ejército de Tierra frente a la Marina y la Fuerza Aérea permitió el mayor éxito de los sucesivos gobiernos González: la supresión de los gobiernos militares provinciales, cuya capacidad, ante una supuesta situación de excepción, para supeditar los gobiernos civiles de provincia había sido la base del intervencionismo militarista en España durante casi dos siglos. Así, todos los aventureros y «echaospalante» que Casals retrata partieron de esta ausencia consolidada. Hoy, o al menos en 2012, según que encuestas se consulte (al margen de Cataluña, el País Vasco o Galicia), las fuerzas armadas son en su conjunto la institución mejor apreciada o más bien vista. En realidad, tan buen renombre refleja su bajo perfil, pues entre las muchas paradojas que crea esta época de «famoseo», en la cual cualquier botarate puede alcanzar altas cuotas de popularidad (aunque breves) por el mero hecho de serlo, hallamos una llamativa: que un medio seguro para asegurar el respeto es mostrarse invisible, o sea, no mostrarse. Calladitos, los militares españoles resultan más guapos. Echemos, pues, una mirada rápida a los «populistas» que Casals presenta. O, de entrada, lo haré yo, pues él me lo ha pedido y ha insistido en que este prólogo sea una reflexión que dialogase con su libro y lo abriera al lector con ojos diversos a los de su autor. A ti te encontré en la calle Casals analiza con detalle la tensión latente, del todo hispánica (pero no exclusiva), entre la legitimidad del palacio y la calle. Es una pugna conocida, más aún: familiar. Constituye el diálogo más viejo que hay en la tradición cristiana en este sentido si se añade el templo al mismo, ya que tenemos a Cristo juzgado por el vulgo en la plaza, para satisfacción de fariseos, 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 12 18/03/2013 16:58:10 importancia y mala fama13 con un Poncio Pilato que hace ostentación de lavarse las manos de todo el asunto. Ya en las Españas del siglo xvi, la calle sirvió como expresión de protesta contra la legitimidad ultrajada por un poder extranjero, con el flamenco Carlos I, ajeno a las buenas costumbres de representación y reconocimiento del país. No por nada los Comuneros de Castilla pasaron a ser el recuerdo emblemático de patricios y patriotas ardorosos por defender a cortesanos extranjeros, aunque el empeño les costara el cuello. En Valencia, las confusas Germanías sirvieron para una codificación análoga. En la segunda mitad del mismo siglo, frente a los tejemanejes de Felipe II, los Lanuza, padre e hijo, encarnaron el mismo supuesto sacrificio de la ley propia abusada por un poder injusto. Tales discursos, ya conocidos en las guerras civiles del siglo xv en Cataluña, Navarra y Vascongadas, sirvieron de nuevo cuando se cuestionó la prepotencia del conde-duque de Olivares y su tan infausta «Unión de armas», que llevó a la rebelión y separación de Cataluña con Luis XIII como príncipe desde 1640 a 1653 y a la partición misma de la tierra por los Pirineos con el tratado de 1659. Bien entronizados los Borbones, los Austrias (ya totalmente arraigados en el recuerdo y la imaginación) pasaron a encarnar la sana tradición española perdida, viva en la calle y asesinada con alevosía en palacio. Ello sucedía no ya en el considerable exilio austracista, sino hasta en las Españas mismas, como mostró el famoso «Motín de Esquilache» de 1766. Este último episodio sacó a relucir una vez más el distingo clave entre lo propio y bueno y lo forastero y parasitario a través del clásico grito de «¡Viva el Rey y mueran los malos consejeros!». El mitificado «Dos de Mayo» madrileño de 1808 representó otro tanto: desde plazas, calles y callejuelas se alzó el clamor popular contra la imposición de una nueva dinastía francesa y sus pretensiones. Siempre, pues, se mantiene una retórica de la autenticidad frente al artificio; del casticismo ante el extranjerismo afrancesado; de la lucha entre un «Ordeno y mando» prepotente y un «Acato pero no cumplo» (por citar la clásica fórmula indiana de tiempos virreinales, tan válida en las Españas peninsulares como en las Indias). Y si hoy un «guiri» es un turista mal vestido, rojo de sol y sangría, en la Primera Guerra Carlista era un «guiristino» en vizcaíno: un «cristino» liberalote y extranjerizante. No es necesario seguir con la abundante casuística que podemos hallar al respecto para subrayar que la calle ha sido el recurso sempiterno de todos aquellos que han pretendido rechazar «los crímenes de palacio» y «los chanchullos de las Cortes» en nombre del buen hacer, la dignidad y la decencia, por no decir la religión verdadera. 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 13 18/03/2013 16:58:10 14 el pueblo contra el parlamento Vulgarización y vulgaridades varias La suposición que subyace a todos los sistemas políticos actuales, ya en la segunda década del siglo xxi, es que se apoyan en ciudadanos. Sumadas las millones de voluntades individuales, expresadas en las urnas, se alcanza el estadio simbólico de una expresión del Pueblo. En este sentido, disponemos de más de dos siglos acumulados de mitología o, si se prefiere, de Derecho. Para abreviar, podemos afirmar que no hay ninguna opción política a partir de la Primera Guerra Mundial que no remita al concepto de Pueblo para justificar su presencia en la palestra. No hay «espacio público» moderno que no pretenda apoyarse en el hecho de servir al Pueblo (o una parte que sirva por el todo) de vocero ante su silencio obligatorio. Hoy en política todo es inevitablemente populista, no hay alternativa. Pero entonces ¿por qué el término «populismo» es tan peyorativo? El hecho es que el populismo no remite al populus de la SPQR [Senatus Populusque Romanum] sino a la plebs, cuyo variopinto conjunto de integrantes ocupa la calle más o menos siempre ante quien la transita solamente camino de asuntos de mayor importancia cívica en el Senado o los tribunales. La noción misma de «populismo» muestra una evolución sutil en el uso de su antecedente ateniense. De este modo, en el Pericles que retrata Tucídides contrasta favorablemente el hoi polloi, «los muchos» o —mejor— «la mayoría», con el hoi oligoi, «la minoría». En el paso del siglo xviii al xix, los británicos helenófilos —partiendo del griego original para demostrar que eran productos de las mejores escuelas y universidades— pasaron a dar al hoi polloi un sentido despectivo, del que carecía en la fuente. Dicho esto, la palabra «populismo» tiene dos orígenes decimonónicos, uno que discurrió a través del mundo francés o alemán desde su origen ruso, y otro en inglés acuñado en Estados Unidos y difundido desde ahí al mundo hispano y lusoamericano. La organización rusa Navodni Volya, la «Voluntad del Pueblo» o «de la Nación», asesinó al zar Alejandro II en 1882. Desde este país, el término —puede que gracias a novelistas rusoparisinos como Iván Turguénev— se identificó con el «nihilismo». Por el contrario, en los años noventa del siglo xix, en las llanuras agrarias norteamericanas surgió un Partido Populista que pretendía combatir los abusos de los ferrocarriles y los bancos con el granjero. De ahí al impulso de «revolución agraria», sobre todo en México, solo hubo un paso. La palabreja «populismo» tiene, pues, dos etimologías bien diferentes, ambas de hostilidad a la urbanización, si bien hoy se suele utilizar para retratar fenómenos urbanos en Europa. Se suele suponer que es de derechas, pero, como 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 14 18/03/2013 16:58:10 importancia y mala fama15 indican sus orígenes, puede ser igualmente de izquierdas. Lo que sin duda no es, es marxista, ya que tanto el binomio fundador de esta ideología —Karl Marx y Friedrich Engels— como sus muchos epígonos, en el poder o fuera de él, han cuidado mucho su denuncia. En resumen, el populismo es más una etiqueta ideológica huérfana y un epíteto sofisticado que una bandera de partidismo. Lo que sí indica el populismo, sin lugar a dudas, es el rechazo al «gobierno representativo» institucional, y a las instituciones en general. Desde el populismo se desconfía del intelectualismo como una manifestación más del oligopolio del poder. Todo político «populista» que se precie como tal —o no— rechaza la noción de la oligarquía y sueña con una «democracia» genuina, un «gobierno del Pueblo por el Pueblo para el Pueblo» mediante la participación. La presunción esencial de la expansión de la democracia recae en el concepto de participación. De entrada, era fácil, pues la cuestión clave era establecer los límites exclusivos del privilegio de participar. ¿Pero cómo lograr tan preciado objetivo? Esta cuestión se revela más difícil. Si los ilustrados dieciochescos en Inglaterra (Edmund Burke) o Norteamérica (Alexander Hamilton) miraban con desconfianza lo que consideraban como «la tiranía de la multitud», desde una perspectiva opuesta los populistas tienen bien claro que los letrados con sus recursos, los economistas con su jerga y los «profesionales liberales» en general solo les quieren engañar y negar a todos unos derechos, privilegios o libertades que las mismas revoluciones norteamericana y francesa del siglo xviii enunciaron como un valor singular: una libertad para todos, no fueros corporativos ni privilegios de hidalgos sin fiscalización, frente a los pecheros que pagan impuestos. Casals muestra muy claramente la evolución político-social en la España del paso del siglo xx al xxi. Retrata personajes en cierto sentido caudillistas o que actúan como líderes personalistas que con el tiempo escasean y ganan protagonismo movimientos amorfos, agresivamente contrarios a todo encabezamiento, que reivindican la ocupación colectiva y común de plazas y calles en nombre de servicios (sanidad, educación, techo) que se suponen inherentes a la condición humana moderna. En el fondo, es la nueva llamada a materializar el lema «Escuela y despensa» del regeneracionista aragonés Joaquín Costa —el célebre «León de Graus»— un siglo más tarde y hasta cierto punto coincidente con el centenario de su ocaso y fin, ya que este falleció en 1911. 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 15 18/03/2013 16:58:10 16 el pueblo contra el parlamento El factor de cambio ¿Qué hay de diferente, pues, en el populismo del siglo actual? Nada más y nada menos que el ritmo de cambio tecnológico. Se puede sostener, de modo bien práctico, que el Estado —como algo más o menos sólido y no como una entelequia— fue producto de la máquina de vapor aplicada al vagón de caballos o mulas para convertirlo en el ferrocarril, añadido al velero, y combinado con el paquete que representó el hardware del telégrafo y el software del código morse. Con todo ello, entre los años diez y cincuenta del siglo xix se constituyó una tupida red de relaciones económicas que rehicieron la normatividad humana. El ejemplo más evidente de ello es la imposición del reloj, sin el cual, literalmente, «se pierde el tren», como reza el dicho. Por supuesto, la política tuvo que rehacerse frente al cambio que aportaron, de modo acumulativo y a la vez exponencial, las tecnologías de comunicación. No hay que entrar en detalles: se puede seguir el desarrollo técnico en la sucesión de reformismos electorales, del liberalismo al radicalismo; del democratismo al progresismo o republicanismo; al socialismo y luego al comunismo. Por decirlo de otro modo, Lenin, en 1920 —ya al frente de Rusia— sentenció: «El comunismo es el poder de los soviets más la electrificación, ya que la industria no se puede desarrollar sin electrificación». Si saltamos más allá de la radio, del cine sonoro y en color y de la televisión, alcanzaremos el cambio digital del ordenador personal a mediados de los años ochenta, la telefonía móvil y, a partir de 1994, internet y, con el nuevo siglo, las redes sociales que hoy comunican mejor que otro sistema y dejan atrás un elemento clásico tan fundamental de la vida de partido y electoral como fueron los diarios, sobre todo en su formato de papel. El inmediatismo mata la representatividad. Ello hace inviable —o al menos muy difícil— el gobierno representativo, la base operativa de la democracia. Para mayor perversidad lo hace en nombre de una democratización «genuina». La búsqueda de la autenticidad, como idea, es siempre subversiva. Y si está mecanizada, esta arrasa como el napalm (que —por otra parte— es una antigüedad, un invento de tiempos de la guerra de Corea). Este trasfondo subyace en los personajes «famosillos» políticos y la gangrena de las instituciones, sometidas a un asalto informativo irresistible. No hay héroes posibles en un mundo sin privacidad, pues hasta los más puros, por decir algo, pueden tener un desliz y mearse encima. La política populista que tan claramente describe Casals es tan solo la punta del iceberg de un vasto proceso simultáneo de multiplicación demográfica (cuando yo tenía unos diez años el mundo alcanzó los tres mil millo- 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 16 18/03/2013 16:58:10 importancia y mala fama17 nes de habitantes, menos de la mitad de la población actual) y de un cambio cultural. El pasado «barroco» por llamarlo de algún modo, se acaba con la generación del famoso antievento de «1968». A partir de ese rasero surge otra cosa, una demotización del saber que se desconecta de modo acelerado de las formas de conocimiento tradicionales, lo cual no es de ningún modo una maravilla, por mucho que se presente así. Casals nos enseña algo de este camino en los márgenes de la política española, que pueden ser la pauta de su futuro centro. Ya veremos. Por ahora, su vista aguda muestra episodios y figuras que en su día fueron muy renombradas y que podríamos calificar hoy como «de usar y tirar» (especialmente en la primera parte de la obra), pero que anunciaban modos de indiscreción que se harían habituales, en la medida en que el ámbito de lo público se hizo cada vez más púbico o impúdico. Enric Ucelay-Da Cal 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 17 25/03/2013 9:32:22 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 18 18/03/2013 16:58:10 introducción ¿«VOX POPULI, VOX DEI»?* «La voz del pueblo, la voz de Dios», afirma la conocida máxima latina. En el alba del siglo xxi este adagio impera cada vez más en el ámbito político, pues los gobernantes deben buscar la interlocución con los gobernados para legitimar sus decisiones en un marco muy distinto al del siglo xx, al estar caracterizado por la inmediatez y la creciente demanda de participación política. Pero al mismo tiempo que se exalta la «voz del pueblo», también se advierten los riesgos implícitos que esta apuesta conlleva, que ya plasmara en el siglo ix el teólogo Alcuino de York (735-804) en una carta al emperador Carlomagno en los siguientes términos: Y no debería escucharse a los que suelen decir que la voz del pueblo es la voz de Dios, pues la algarabía de la plebe está siempre cerca de la locura [«Nec audiendi qui solent dicere, Vox populi, vox Dei, quum tumultuositas vulgi semper insaniae proxima sit»].1 Precisamente este ensayo pretende ofrecer elementos de reflexión sobre esta cuestión: la exigencia de escuchar la «voz del pueblo» es cada vez más intensa y se identifica cada vez menos con los parlamentos y más con las movilizaciones que se desarrollan en el espacio público. Es este el primer dato relevante a tener en cuenta. En las últimas elecciones catalanas, celebradas en noviembre de 2012, el líder de Iniciativa per Catalunya Verds [ICV], Joan Herrera, lo reflejó en estos términos: «Nos hemos sentido muy solos en el Parlamento, pero muy acompañados en la calle».2 La «verdadera» voz del pueblo, pues, parece estar en la vía pública, más que en el hemiciclo. * Este estudio se enmarca en el proyecto de investigación «Las problemáticas federalistas españolas, Siglos xix-xx» (referencia HAR2011-28572). 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 19 18/03/2013 16:58:10 20 el pueblo contra el parlamento ¿Qué está sucediendo? Que los mecanismos políticos que teóricamente sirven para auscultar la voluntad popular, heredados del siglo pasado, son cada vez más ineficaces y poco funcionales ante los retos actuales. Ahora, las nuevas tecnologías, sobre todo las redes sociales, abren vías de participación impensables hace tan solo dos décadas. De este modo, se ha creado un marco en el que parece posible una gobernanza basada en el Open Government o Gobierno Abierto. Esta expresión designa al gobierno «que entabla una constante conversación con los ciudadanos con el fin de oír lo que ellos dicen y solicitan, que toma decisiones basadas en sus decisiones y preferencias, que facilita la colaboración de los ciudadanos y funcionarios en el desarrollo de los servicios que presta y que comunica todo lo que dice y hace de forma abierta y transparente».3 En este sentido, parece que las democracias europeas del primer tercio de siglo xxi se enfrentan a problemas similares a los de hace una centuria, en la medida que entonces tuvieron que adaptarse a la participación de las masas unos sistemas políticos basados en el sufragio censitario o restringido y unos partidos elitistas, conformados a menudo por agrupaciones de notables o personalidades destacadas junto con sus seguidores.4 Entonces hicieron irrupción nuevas formaciones y se amplió el derecho a voto hasta convertirse en universal. Hay que tener en cuenta que este proceso no sucedió en un pasado remoto: en España, el sufragio universal masculino no se estableció oficialmente hasta 1891 con continuidad, y la gran corrupción electoral imperante falseó su aplicación más de tres décadas, mientras el femenino no se instauró hasta 1934. Es decir, solo han pasado 78 años desde que el conjunto de la ciudadanía española mayor de edad pudo votar por primera vez. La dificultad que entonces supuso la incorporación de las masas a la política, enmarcada por el gran impacto de la gran depresión iniciada en 1929, fue inseparable de la emergencia del comunismo —que plasmó su interpretación de la «voz del pueblo» en las llamadas «democracias populares»— y del nazismo y el fascismo, que asociaron el «pueblo» con la «comunidad nacional» (o racial) y con el Estado, cuya «voz» o voluntad interpretaba un líder-oráculo. Hoy en día, las democracias occidentales se enfrentan otra vez a desafíos nuevos y complejos de carácter similar, en la medida en que se ha conformado una creciente demanda de participación y fiscalización de los asuntos públicos que va mucho más allá de ejercer el derecho al sufragio cada cuatro años y —como sucedió en el siglo pasado— esta exigencia interactúa 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 20 18/03/2013 16:58:10 ¿«vox populi, vox dei»?21 con una formidable crisis económica y unos regímenes parlamentarios que parecen cada vez más incapaces de satisfacerla. Una pancarta de manifestantes islandeses ante la crisis que conmovió a su país en 2008 lo expresó en estos términos: «El parlamento de la calle es mejor que el parlamento de la derrota».5 España, a pesar de tener una democracia relativamente joven (las primeras elecciones tras la dictadura franquista se celebraron en 1977, y la Constitución fue aprobada en 1978), no es una excepción, y hoy su sistema político erigido en el postfranquismo parece haber llegado a un final de ciclo. De este modo, se cuestionan numerosos aspectos de la arquitectura institucional que se construyó entonces: la falta de proporcionalidad de la representación parlamentaria en relación con los votos emitidos, el bipartidismo que dificulta la eclosión de nuevos partidos, un Senado de funciones nebulosas; el techo de competencias de los gobiernos autonómicos; los partidos, en términos de representatividad, organización y financiación, o incluso el funcionamiento de la Corona, con su opacidad financiera. Ante este difuso anhelo de reinventar la democracia, las grandes formaciones y los gobernantes muestran escaso interés por introducir cambios en esta dirección si no les resultan beneficiosos. El resultado de todo ello es un inmovilismo que transforma el círculo virtuoso que debería conformar la democracia (en términos abstractos) en un ciclo vicioso que genera derivas populistas cada vez más acentuadas. En Cataluña, por ejemplo, el enroque de los partidos tradicionales es especialmente flagrante: su parlamento ha sido incapaz de aprobar una ley electoral propia, prevista en el Estatuto aprobado en 1980. Así pues, durante más de tres décadas, su clase política no ha encontrado el modo de establecer un acuerdo que llene este vacío. La odisea populista en España: de Ruiz Mateos a los indignados Al interactuar con la crisis económica, esta crisis de representatividad política entró de repente en el debate público el 15 de mayo de 2011 [15-M], cuando irrumpió el movimiento de los llamados «indignados» (en adelante, indignados), que hizo bandera de ella y conformó un movimiento democrático «horizontal» y exento de liderazgos. Como veremos, constituyó un aparente ejercicio de soberanía popular directa: 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 21 18/03/2013 16:58:10 22 el pueblo contra el parlamento ahora el «pueblo» ya no se manifestaba mediatizado por instituciones y partidos, sino que lo hacía al margen de estos (o en directa oposición), en asambleas abiertas que tomaban decisiones por votación. El resultado fue que el 15-M, como veremos, constituyó una vistosa protesta populista: los «de abajo», erigidos en la representación del «pueblo sano», mostraban su rechazo a los «de arriba», las elites políticas y financieras que supuestamente habían secuestrado sus derechos e hipotecado sus vidas. Sin embargo, este movimiento ha distado mucho de constituir la única manifestación de este tipo en España. Sostenemos que han existido expresiones de carácter diverso, y su punto de partida sería 1989, cuando José María Ruiz Mateos concurrió a las elecciones europeas y obtuvo dos eurodiputados. El empresario lo logró al presentarse como una víctima del gobierno socialista de Felipe González, al que acusó de expropiarle sin fundamentos su holding Rumasa. Siguieron su camino otros dos controvertidos magnates, Jesús Gil y Mario Conde, y este terceto generó un populismo de connotaciones similares al que encarnó inicialmente en Italia Il Cavaliere, Silvio Berlusconi, en la medida en que unos autoproclamados gestores de éxito de la sociedad civil intentaban ocupar un espacio político. A su vez, se produjo una judicialización de la política que adquirió una deriva populista, y el «superjuez» Baltasar Garzón fue quien mejor la personificó. Su actuación profesional y política presentó notables analogías con la del magistrado italiano Antonio di Pietro y su lucha contra la corrupción. En síntesis, por un lado, Ruiz Mateos, Gil y Conde en el plano político y, por el otro, Garzón y otros magistrados en el plano judicial, configuraron una primera oleada populista entre los años 1989 y 2000. Esta conformó una italianización de la política y de la judicatura que pasó desapercibida en términos globales, que se expone en la primera parte de este ensayo. Recién terminado este ciclo populista, se inició otro en 2003 que tuvo una especificidad importante: su epicentro se situó en Cataluña. Se inició en las elecciones locales de ese año, cuando empezaron a despuntar aquí nuevos partidos en el ámbito local: la ultraderechista Plataforma per Catalunya [PxC] y la Candidatura d’Unitat Popular [CUP], que preconiza un independentismo de izquierdas de carácter asambleario. En los comicios autonómicos de 2006 emergió Ciutadans [C’s], y en los de 2010, Solidaritat Catalana per la Independència [SI]. Estas nuevas formaciones compartían el hecho de articularse en torno 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 22 18/03/2013 16:58:10 ¿«vox populi, vox dei»?23 a dos ejes: la protesta contra los «de arriba» o el establishment y la defensa de la identidad, fuera esta española, catalana o «autóctona». Este fenómeno reflejó que en Cataluña han tendido a aumentar, de modo notable, la abstención, el voto nulo y en blanco y el apoyo a opciones diferentes a los cinco grandes partidos tradicionales. Nos referimos a Convergència i Unió [CiU], Esquerra Republicana de Catalunya [ERC], el Partit dels Socialistes de Catalunya [PSC-PSOE, en adelante PSC], el PP [PP] e ICV. La erosión de estas fuerzas se puso de manifiesto en los comicios locales de 2011, cuando —en conjunto— solo fueron votadas por el 44,5% del censo electoral. Además, en Cataluña existe una marcada deriva de democracia plebiscitaria (expresada en referendos). Se hizo visible primero en la celebración de consultas populares para votar la independencia que se realizaron en distintas poblaciones catalanas entre septiembre de 2009 y abril de 2010 y votó casi un 19% del censo previsto por los organizadores: la nada despreciable cifra de 884.508 personas. Luego rebrotó con intensidad en la campaña de los comicios autonómicos de 2012, que se polarizó en torno al apoyo o rechazo a una consulta sobre la independencia. De las urnas surgió entonces una mayoría parlamentaria favorable a realizarla. En términos generales, esta crisis del sistema político catalán ha generado —como estudia la segunda parte de esta obra— un proceso de italianización creciente de Cataluña y del conjunto de España en diversos ámbitos que algunos articulistas de la prensa madrileña y barcelonesa han destacado (notablemente Enric Juliana). En este sentido, la evolución de la política catalana permite establecer analogías notables con la que ha conocido el norte de Italia desde los años noventa del siglo pasado, cuando hizo irrupción allí la Liga Norte [Lega Nord, LN]. Esta formación reivindicó una nueva nación, la «Padania» (en alusión al valle del Po), y consiguió dotar de centralidad política su discurso de denuncia de un «expolio fiscal» del norte por parte de una capital «parásita» («Roma, la ladrona» era una de sus consignas) y un «sur asistido». El ascenso electoral de la LN puso de relieve tanto una débil nacionalización de Italia como la existencia de serios problemas de articulación del territorio entre norte y sur. A su vez, en el transcurso de esta segunda oleada populista han irrumpido distintos fenómenos populistas en la periferia del Estado desde el nivel local y autonómico. En síntesis, a tenor de lo expuesto, consideramos que España ha conocido dos oleadas de populismo: la primera (1989-2000) fue de 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 23 18/03/2013 16:58:10 24 el pueblo contra el parlamento signo protestatario y comportó una acotada italianización de la política y la judicatura, focalizada en Madrid. La segunda se inició en Cataluña en las elecciones locales de 2003, y todavía está vigente, revistiendo un carácter identitario y plebiscitario que ha comportado una italianización de la política catalana y española. El resultado es que hoy Cataluña se encuentra en una situación similar a la del norte de Italia, de modo que España empieza a tener un problema de desafección similar en las relaciones entre el norte del país y el Estado, al tiempo que también proyecta importantes problemas de articulación territorial. Este segundo proceso de italianización de la política catalana y española, en general, ha pasado tan desapercibido como el primero. Por último, sostenemos que las dos oleadas populistas han anticipado el cambio de tendencias económicas: si la primera fue el preludio de una etapa de prosperidad económica insólita por su magnitud, la segunda anunció el advenimiento de la gran depresión económica. El resultado fue que la secuencia de los dos ciclos populistas anunció —y al mismo tiempo reflejó— el viaje que conoció la sociedad española de la última década desde Hybris (los excesos de la abundancia) hasta Némesis (la escasez devastadora). De la italianización profética a la silenciosa Lo más paradójico de esta situación es que las hipótesis más extendidas en las postrimerías del franquismo sobre el futuro de España apuntaban que tras la muerte de Franco el país experimentaría una evolución política claramente similar a la italiana y que sus principales actores serían la democracia cristiana y el partido comunista. El propio Jordi Pujol explica en sus memorias que en los años cincuenta se suscribió al Corriere della Sera, pues pensaba que la evolución política española futura podía reflejarse en la italiana.6 Un análisis del sociólogo Juan J. Linz publicado en 1967 lo reflejó en estos términos: «Inevitablemente, cualquier sistema de partidos en España girará en torno a dos tendencias dominantes, el socialismo y la democracia cristiana, aun cuando es difícil decidir los nombres que adoptará o qué grado de cohesión tendrá». Linz consideró que los comunistas asumirían un papel mucho más importante que en los años treinta y veía plausible que existiera un «fuerte partido comunista restando voto a los socialistas».7 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 24 18/03/2013 16:58:10 ¿«vox populi, vox dei»?25 Estos pronósticos crearon grandes expectativas entre los dos supuestos beneficiarios de la futura democracia en cuanto a los resultados en las urnas. De este modo, los demócrata-cristianos españoles creyeron que era su hora decisiva, y no les faltaron luchas internas al acercarse los primeros comicios posteriores al franquismo, celebrados en junio de 1977. Así, en febrero de ese año, su figura estatal de mayor resonancia, el veterano político José M.ª Gil-Robles, fue desplazado del liderazgo de su flamante partido (la Federación Popular Democrática [FPD]) por su primogénito José María, con gran disgusto por su parte: anotó en su dietario que sentía una «tristeza inmensa porque la puñalada me la haya dado un hijo a quien tanto quiero».8 El resultado fue que las fuerzas de este signo comparecieron desunidas electoralmente (ya que esperaban alcanzar unos resultados espectaculares) y conocieron un descalabro mayúsculo, del que ya no se recuperaron. La Unión de Centro Democrático [UCD], improvisada y liderada por Adolfo Suárez, dejó sin escaño a la FPD de Gil-Robles, mientras que Unió Democràtica de Catalunya [UDC] solo obtuvo dos diputados frente a los ocho del Partido Nacionalista Vasco [PNV]. UDC, tras constatar sus escasos resultados en relación con los pronósticos, formó una coalición estable con Convergència Democràtica de Catalunya [CDC], la actual CiU. Todo ello frustró la creación de un partido estatal de este ideario, aunque en los años ochenta Óscar Alzaga trató de promoverlo nuevamente con el Partido Demócrata Popular [PDP]. Los comunistas tampoco vieron cumplidas sus grandes expectativas, pues en las elecciones de 1977 el Partido Comunista de España [PCE] quedó muy lejos de constituir la fuerza hegemónica de la izquierda: alcanzó un 9,3% de los sufragios en el conjunto de España, mientras su partido hermano catalán, el Partit Socialista Unificat de Catalunya [PSUC], consiguió el 18,3% de los votos. La consecuencia de estos resultados fue que el partido por excelencia de la oposición a la dictadura vio cómo le arrebataba su esperada victoria un Partido Socialista Obrero Español [PSOE] refundado y marxista, utilizando la consigna «socialismo es libertad», muy parecida a la suya de «socialismo en libertad». En consecuencia, las elecciones que teóricamente debían convertir al PCE-PSUC en fuerza hegemónica de la izquierda se convirtieron en el primer tramo del trayecto que llevó al comunismo español a ser una fuerza casi testimonial y dividida internamente. Sus resultados eran mucho menores comparados con los de los comunistas italianos y franceses: en los comicios de 1976, los primeros 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 25 18/03/2013 16:58:10 26 el pueblo contra el parlamento alcanzaron el 34% de los sufragios, y los segundos, un 20% en las elecciones de 1977.9 Volatilizada la democracia cristiana y con unos comunistas reducidos a fuerza minoritaria de izquierda, el patrón italiano de la política española se desvaneció. Sin embargo, como hemos apuntado, a finales de los años ochenta esta inició un creciente proceso de italianización que no ha sido objeto de análisis globales y, por tanto, ha pasado relativamente desapercibido. Un nuevo marco de análisis Para finalizar esta introducción, queremos señalar que, más allá del grado de acuerdo o desacuerdo que susciten las tesis que exponemos, el objetivo de este ensayo es introducir en el análisis de la política española actual un concepto que consideramos esencial para entenderla, el de populismo, y proponer un marco interpretativo innovador. En última instancia, queremos facilitar hipótesis que —desde nuestra perspectiva— ayuden a comprender la evolución política reciente, ya que esta difícilmente puede englobarse en los binomios tradicionales: derecha-izquierda, nacionalismo español-nacionalismos periféricos. En este sentido, pretendemos fomentar un debate sobre unos nuevos cimientos y, por supuesto, asumimos que nuestros puntos de vista no deben ser necesariamente acertados en los numerosos aspectos y hechos que analizamos, especialmente por la proximidad temporal de algunos de ellos. Con este objetivo, el ensayo —que dedica un anexo a explicar qué entendemos por populismo— se estructura en dos partes. La primera expone la oleada populista que se desarrolló entre 1989 y 2000, y la segunda, más extensa, disecciona la oleada iniciada en 2003. A fin de elaborarlo, hemos recurrido a la hemeroteca y a una bibliografía muy diversa, que comprende desde estudios académicos hasta memorias y opúsculos. Las citas reproducidas que no estaban en español han sido objeto de una traducción libre. Por lo que respecta al texto, presenta algunas reiteraciones para facilitar su lectura. Queremos manifestar que este libro no está escrito a favor de alguien ni contra nadie. No pretende defender o cuestionar tesis políticas, ni legitimar o atacar el independentismo o el nacionalismo español. Sin embargo, parte de la premisa de que analizar el populismo 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 26 18/03/2013 16:58:10 ¿«vox populi, vox dei»?27 conlleva una reflexión sobre la democracia que eventualmente puede contribuir a mejorarla. En este sentido, hacemos nuestras estas reflexiones del economista Robert Michels (1876-1936), que —como veremos— formuló una tesis sobre la existencia de una «ley de hierro de la oligarquía» en los partidos, a pesar de que experimentó una evolución personal que le llevó al fascismo: Cabe decir, por eso, que cuanto más reconoce la humanidad las ventajas que presenta la democracia, aunque imperfecta, sobre la aristocracia aun en sus mejores manifestaciones, tanto menos probable es que el reconocimiento de los defectos de la democracia vaya a estimular un retorno a la aristocracia... Solo un examen sereno y franco de los peligros oligárquicos de la democracia nos permitirá reducirlos al mínimo, aun cuando jamás puedan ser del todo eliminados.10 En última instancia, hemos intentado hacer un análisis desde nuestra independencia y el afán de conformar una visión distante y crítica del objeto y las cuestiones de estudio, rehuyendo el maniqueísmo y ciñéndonos a esta máxima del historiador Walter Laqueur: «La historia no es el tribunal de la historia».11 Los lectores y lectoras juzgarán hasta qué punto lo hemos conseguido y, a buen seguro, serán magistrados más severos que los de una eventual justicia histórica. 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 27 18/03/2013 16:58:10 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 28 18/03/2013 16:58:10 índice Prólogo: Importancia y mala fama, por Enric Ucelay-Da Cal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Introducción: ¿«Vox populi, vox dei»? . . . . . . . . . . . . . . . . . . La odisea populista en España: de Ruiz Mateos a los indignados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De la italianización profética a la silenciosa . . . . . . . . . . . . . Un nuevo marco de análisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 21 24 26 primera parte HYBRIS O EL POPULISMO DE LA ABUNDANCIA (1989-2000) 1.La «berlusconización» política: Ruiz Mateos, Gil y Conde . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31 Ruiz Mateos contra el poder: «¡que te pego, leche!» . . . . . . 31 Jesús Gil: «¿Qué diferencia hay entre arreglar un club y un país?» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 Gil, Ruiz Mateos y Olarra: ¿Una triple alianza? . . . . . . . . . 38 El GIL al asalto del Congreso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 Marbella o la anticipación del boom urbanístico español . . . 41 El preludio del «político-constructor»: Juan Hormaechea y José M.ª Peña . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 A las puertas del «populismo del ladrillo» . . . . . . . . . . . . . . 47 Mario Conde contra el «Sistema» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48 El regreso político de Conde: Sociedad Civil y Democracia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52 Un discurso compartido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54 La exaltación del gestor apolítico como gobernante . . . . . . 58 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 391 18/03/2013 16:58:24 392 el pueblo contra el parlamento El populismo de la prosperidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60 La apoteosis populista: infraestructuras para todos . . . . . . . 62 2.La deriva populista de la justicia: Garzón o el Di Pietro español . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los GAL y la legislatura de la crispación . . . . . . . . . . . . . . . Los nuevos ejes políticos: el escándalo y la corrupción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Un cambio cualitativo en la democracia española . . . . . . . . La revuelta de los magistrados contra el «secuestro de la justicia» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Garzón o la construcción de un «superjuez» . . . . . . . . . . . . El juez populista por excelencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La reinvención de Garzón: justicia en nombre del pueblo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pascual Estevill o el «falso Garzón» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Garzón, el reflejo de Di Pietro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los nuevos «incorruptibles» o los jueces salvadores . . . . . . El sindicato Manos Limpias, el otro espejo de Mani Pulite . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¿A las puertas del populismo punitivo? . . . . . . . . . . . . . . . . La conexión civil: del superjuez al populismo punitivo . . . . Una italianización política y judicial inadvertida . . . . . . . . . 65 66 69 71 73 76 79 82 83 86 90 92 95 97 98 segunda parte NÉMESIS O EL POPULISMO DE LA ESCASEZ Y DEL NORTE REBELDE (2003-2012) 3. Cataluña, el rompeolas populista de España . . . . . . . . Cataluña, el norte insurgente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La desafección del Estado: del plano simbólico al económico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los síntomas de la desafección . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La estigmatización de los políticos: de «clase política» a «casta» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Una nueva derecha y una nueva izquierda populistas: la PxC y la CUP . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Un nuevo españolismo y un nuevo independentismo: C’s y SI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 392 103 103 105 107 110 112 116 18/03/2013 16:58:24 índice393 La italianización política se consolida . . . . . . . . . . . . . . . . . Los plebiscitos soberanistas: ¿Solo un voto a la independencia? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los indignados: 15-M o cuando la plaza se alza contra el palacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Hacia la insumisión cívica de masas: la protesta antipeaje . . Cataluña, un microcosmos populista europeo . . . . . . . . . . . La hora de la «subpolítica» o de la política desde abajo . . . . 4. La crisis y el nuevo españolismo populista . . . . . . . . . . Un bipartidismo imbatible o el legado republicano invisible . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La difícil eclosión de la «tercera fuerza»: el fracaso de CDS y PRD . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . UPyD, un producto del laboratorio populista catalán . . . . . El estallido de la crisis: «Una euforia que llevaba a no querer ver» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . España en el club de los PIGS: el regreso a la Europa clientelar del Sur . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los peligros del federalismo competitivo . . . . . . . . . . . . . . Recentralización en el horizonte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Hacia un nuevo populismo españolista . . . . . . . . . . . . . . . . 120 123 126 131 134 137 139 140 145 148 153 157 161 165 166 5. La periferia insurgente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169 Foro Asturias Ciudadano: ¿Hacia un nuevo regionalismo? 169 «Sandokán» desembarca en Córdoba o el populismo derechista andaluz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172 La «expropiación de supermercados» o el populismo de izquierda andaluz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175 Valencia: una derecha populista anticatalanista . . . . . . . . . . 179 El regionalismo valenciano en la encrucijada: tres escenarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183 El eje Barcelona-Valencia-Madrid de la ultraderecha española . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185 Hacia un nuevo mapa político: la eclosión de Compromís . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189 AGE y Bildu: el nacionalismo populista periférico o Syriza habita entre nosotros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 190 El nuevo escenario del populismo español y el 25-S . . . . . . 192 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 393 25/03/2013 9:32:22 394 el pueblo contra el parlamento 6. Cataluña-España: ¿El fin de un debate circular? . . . . El retorno de 1898: España, una potencia mediana del sur de Europa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los mares de coral o la regeneración imposible . . . . . . . . . . España-Cataluña, una historia circular originada en Ultramar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¿Y si en 1640 España se hubiera quedado Portugal y no Cataluña? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La alternativa iberista: una «España portuguesa» . . . . . . . . El reverso de 1640: Cataluña sin España o el auge independentista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los catalanes: piamonteses, polacos y escoceses . . . . . . . . . Septiembre de 2012, el fin de un siglo de catalanismo . . . . . 197 197 199 201 204 205 208 210 216 7.España, un sur del norte. Cataluña, un norte del sur . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219 Cataluña: ¿De «Piamonte» a «Padania» de España? . . . . . . 219 Barcelona-Milán y las dictaduras nacionalizadoras (1919-1923) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 220 El legado fascista y franquista: ¿La «muerte de la patria»? . 230 La descentralización en Italia y España en los años setenta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 236 La secesión del norte: la «Padania» contra Roma . . . . . . . . 241 La secesión del norte: Cataluña contra Madrid . . . . . . . . . . 248 La cuestión septentrional también es meridional . . . . . . . . . 250 Meridionalismo y antimeridionalismo en España . . . . . . . . 254 Cataluña, prisma de las contradicciones de Europa . . . . . . . 256 Epílogo. Democracia de baja intensidad y crisis de estado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La democracia: de la idealización al desencanto . . . . . . . . . El crepúsculo de las ideologías, populismo y franquismo . . La democracia española no tiene quien le escriba . . . . . . . . España, un gran coro de Nabucco: «¡Oh mi patria bella y perdida!» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261 261 263 264 265 Conclusiones. Cinco tesis sobre el nuevo populismo en España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269 1. Un mensajero del futuro: de la abundancia a la escasez . 269 2. Hacia el auge de la protesta y de la identidad . . . . . . . . . 271 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 394 18/03/2013 16:58:24 índice395 3. De la periferia al centro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4. La italianización invisible e inacabada . . . . . . . . . . . . . . 5. De la política de la Transición a la de la Globalización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¿Esperando una nueva explosión populista? . . . . . . . . . . . . Anexo. Un nuevo fantasma ronda por Europa: el populismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El «pueblo sano» contra sus enemigos . . . . . . . . . . . . . . . . . La ilusión populista: identidad y protesta . . . . . . . . . . . . . . Nuevos partidos y medios de comunicación, ¿La hora de los flash parties? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¿Populismo contra democracia o populismo es democracia? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los precursores: qualunquismo y poujadismo . . . . . . . . . . . . Primero fue la nueva ultraderecha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Las promesas democráticas y los límites del «ciberpopulismo» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¿Una democracia de multitudes? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273 275 280 283 287 287 288 291 292 294 296 298 299 Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 301 Siglas utilizadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 353 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 357 Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 379 Índice alfabético . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 383 001-400 Pueblo vs parlamento.indd 395 25/03/2013 9:32:22