bellas artes. mañana de primavera en provenga

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1 IIKCIOS DE SL SCRIPCIÓN.
^íadrid....
Estraniero
AÑO XLI.—NUM.
AXO.
SESII;.--TKÍ:.
TRIMESTIíE,
35 pesetas.
ÍO 1(1.
ñO franeo-i.
18 pcse(,if=.
m
1(1.
Cü [rímeos.
10 pesólas.
14 francos.
XVn.
-^.
PRECIOS DE SUSCRirCIOX. PAGADEllOS EX ORO.
ASQ.
ADMIXISTÜACIÓK;
. A Ü E JS" A L ,
18.
'
Cuba. Puerto Rico y Filipinas.
Demás Estados do Amünca y
Ma(lri(i,8cioMuyodel897.
BELLAS ARTES.
M A Ñ A N A DE PRIMAVERA EN PROVENGA,
CUADRO DE MAYÁX.
SEIIESTKE.
12 pesos fuertes.
7 pesos fuertes.
fiO francos.
33 francos.
274 — ^ - í y i C .
LA
ILUSTRACIÓN
ESPAÑOLA
Y
Los estudiantes de Medicina esperaban en San Carlos al
profesor Sr. Moreno Pozo, cuando corrió la voz de que acababa de ser asesinado: en eíJeeto, un panadero, armado do
revólver, cuchillo y bastón de hierro, después de un diálogo
TEX^ft—Crónica genorül, por D. Jof=¿ Fern;iiuli;K líremón.-Nuestros
c r a M a o ñ . W D. Carlos Luis do Uucncu.—El iirlo dt- IÜLT, por Clasin testigos, que sólo Dios sabe lo que fué, aunque ilebíó
?•/«—'Lateiüporatm-a y la vegotacióii en Mar/o do este iuio. por
referirse á la reclamación de una deuda, disparó todos los
D Míiiximo Laguna.—Tcatra.lorias. Los ewandidizíidoros. por don
FolipíJ Pérez y Gonzúlez. —Coimlini, La catedral vieja y Wanta
tiros de su revólver sobre el desgraciado catedrático, alguCrúa por D. Enrique Serrano Fatipati.—La vida eterna, pol-don
nos de ellos estando ya caído. La camilla que conducía su
Luia Calvó Kevdlii. —El lioiza]'doméstico, por D, I-.duardo de Pacadáver fué llevada por los alumnos al anliteatro desde la
lacio —-Soneto, por D. Manuel Iteina. —El ormiUo tlol vencido,
poesía, por D . L u i s de Ansoronu.—Por amlios mundos. Nurraeiocasa de Socorro, y la ciiledra en que explicaba se convirtió
neseosniopolitíis. por D. líierirdo Bcfcrro do Iteniíoii. —Sueltos.—
en sala mortuoria: académicos de la do Medicina y el ClausLibros presentados á -esta Eedaeeión por autores ó editores, por
tro de San Carlos, compañeros do la victima, sus discipuhis
U. L. C—Anuneios..
y amigos y muchos particulares, i|iie protestaban do aquel
GRABADOS.—Bellas ,\rtc8t iínimim de prinmrsra en Pnarnsa, cuadro
de Mayan.—iVíf'w inilabré!*. cuadro de Eduardo Rosales. — En la ii/- crimen, formaron en su entierro una imponente comitiva.
rf(T/i,x;UHdr0.d,o Cecdio Pía. —ItetraTo de Osmíin-Bajá (el Ii^roc de Fué el Sr. Moreno Pozo ¡labilisimo operador, según los pePlewnal,—LairuciTa frrcco-turca: Prevcza. ciudad del Epiro, bomritos en el arte, y la muerto interrumpió, además de sus
bitrdeada p o r la escuadn» Krieiíu. —Eliiwsona, ciudad de Macedoyj¡a;—Uetrato de Edhcm-Bajil. general en jefe del ejéreito turco.—
explicaciones, nna ponencia que la Academia le había conEl ejército de ÉUlicni-Bajá ocupa el llano después de pasar victoíiado. El ün trágico de un profesor que se dirigía á su clase
rioso ítl úesllladcro de Meluna —Constantinopla (Turquía): El sul]iara difundir la enseñanza, tan brutalmente agredido y
tán Abdul-Ilamid-Klian n saliendo rfe su palacio de JiUiiz. —Retrato del Exeino. Sr. C. Fabio Anma y Echevan-ia. reeicnienicnto
Biicrilicadt), produjo, más i¡ne lástima, C(msternación en todo
nsecndido á irenei-al' de división.—Miinila (Filipinris): La ealle Real,
Madrid; mas al tin era uno de tantos crimones en que los
—Ilo-Ilo (Filipinas): El puerto. — Retrato de D. José Feliú y Codiodios, venganzas, pasiones é intereses de indoio privada
n a . oplinente autor dranjiitico u a t a l í i n . - R e t r a t o de D. Enrique
Péreü Bsuricli, feeundo noveli.'^ta.
rompen con las leyes y quedan á ellas sometidos; pero, apoderándose del hecho, la murmuración ha croado un ambiente desfavorable, no para el matador, sino para la familia do la victima, que no deja de hacer efecto en las gentes
impresionables é incultas, y que resulta, después de lo ocuCRÓNICA GENERAL.
rrido, poco ediiicante. Cobrars;e con la vida del marido una
deuda usuraria ctuitraída por la mujer, aparte tle lo que
puedan decir las leyes, es, ante la cíuiciencia, un delito
Vi I tuvióramoe afición á la política, gran asunto
odioso, sobre todo si ese raariilo es el obstáculo para que
\j, para discurrir nds ctarifi el planteitiiiieiito do
la usura se perpetre. Y en casos de esta índole creemos que
¡(IB reítirinag uitnimarinus. Felizinonto no la
el deber de toilos es dejar á la acusación y la defensa, con
tonemos, y «sto mis nliorní (ÜRgiistar á mudatos ciertos, la libertad de aus opuestos cometidos, para
rÁ^ clios lectores, í]ue tal vtiü no pensfirán como
que los jurados resuelvan sin pasión y la Sala aplii^ie las
nosotr<is. Qnédi^nse, pues, la fíloria ó l;i realeyes con justicia; se comprende que, ante lo irremediable,
ponsabiliiiad de e,gte ina^^no suceso parn el jefe
infunda compasión el mismo matador, y más aún su inodel Gobierno, (pie al arruBtrar laa consecuencias
cente familia; pero sobretodo, la sociedad tiene el deber
i ^ con tan varonil reBoiuciún confia, sin duda, en el
de respetar y compadecer al desdichado muerto á tiros do
acierto, mejor informado ipie nosotros, y aplaudarevólver al dirigirse hacia .su cátedra.
^~^' mos el tltuio de siempre liel q n e , en nombre de la
patria, se ha concedido con razón y ascntiniienti) general
á Puerto Rico. No necesitamos en cambio ser sino buenos
españoles para celebrar, como los triunfos anteriores de
nuestras armas, la toma de Xaift- por el general Suero, A las
Do vez en cuando ocurren en Madrid fenómenos en que
órdenes del general Primo de Rivera, continuador, ajionas
so mezcla lo humorístico y lo maravilloso, y congrega á las
se encarga del mando do Filipinas, de las glorias tie sa
gentes en un sitio dado: á ese género pertenecieron las viafortimado antecesor. Podrán variar en las mudanzas de
siones de las Vistillas, la Virgen del tejado, ¡os golpes del
Gobiernos los notnbres de los generales; para nosotros sólo
convento, y hoy la lluvia de dinero de la plaza de la Enhay uno: el qne nninde 4 nuestras tropas y represente la
carnación. En aquella área irregular, donde sólo hay una
nación al frente de ellas.
casa con vecinos, pues las de enfrente se hallan muy apartadas, y limitan por un lado el convento de la Encarnación,
Poco diremos del estado político de Grecia; rpie si do
cerrado por ventJinaa con celosías, y enfrente el editicio
cerca no nos afecta, preocnpu hoy li las gentes: si el cambio
que fué Biblioteca y hoy ha cedido el Estado á dos asociade Gobierno produce algún desconcierto, lia mejorado la
ciones, una de periodistas y otra de artesanos; pues bien,
situación. No era posible sostener el doble peligro de la reen esa plaza, que la vida moderna, á pesar de estar en buen
volución interior y de la invasión del territortu. Si el prisitio, ha desviado algo de la circulación, todas las noches,
mero resulta conjurado eficazmente, la crisis griega podrá
de nueve á nueve y media, cae, sin que se calcule de dónuniücar los ánimos en favor de la defensa nacional. ¿Lo
de, produciendo sonido agradable, nna lluvia de monedas,
confieguirá?
que suelen ser de cobre, y entre las cuales, al decir de las
Xada diremos de la huelga de mineros de Bilbao por estar
gentes, se mezclan algunas pesetas y aun algún duro, qne
ya terminada.
reconocidos por inteligentes resultan ser de buena ley. La
Consignaremos con gusto los aplausos con que Madrid
fama del hecho congrega por las noches en sitio reducido
ha recibido al valiente y afortunado coronel Cirujeda, y
centenares de muchachos, que acuden con un saco al misla modestia con que ha procurado obscurecerse.
terioso bateo, y grandullones de todo sexo que quieren
Y pasando do asunto tan grato á otro terrilile, el de la ejeparticipar del fenómeno celeste; multitud de curiosos forcución en Barcelona de los cinco anarquistas condenados á
man el mareo de ese cuadro, y acaso contribuyen lanzando
muerte por el crimen de la calle de los Cambio.s, compaalgunas monedas, ó declarando que les ha caído un duro,
dezcamos á esos desdichados, pero conaagi-emos un rectierdo
y enseñándolo, á que se acreciente la fama del jirodigio.
á las victimas que Barcelona consternada vio deslilar en
Entretanto, los tomadores registran á su sabor los bolsillos
l a r g a fila de carros mortuorios.
de los i|ue se agolpan y empujan en sitio limitado; y la
a
autoridad, que no lia podido averiguar el principio de este
o o
inexplicable bateo, envia agentes para despejar la plaza y
No podíamos imaginar, cuando el limes aplaudíamos á
evitar que entre curiosos y necesitados se arme fcil confuPaco García Ortega en su interpretación de La J.hlorex,
sión y remolino que la broma se convierta en catástrofe y
que el autor de aquel hermoso drama había fallecido repenlas gentes so atrepellen, se asiixion y se aplasten. La atractinamente poco antes. Su obesiiiad, que, según tenemos ención ipte ejerce soliro el vecindario esta novedad se explica,
tendido, procuraba combatir, nos parecía peligrosa por ¡o
aparte de lo extraordinario del caso, porque reúne condiexcesiva; pero su actividad intelectual alejaba to<la idea de
ciones para satisfacer cuatro tendencias del hombre: a los
muerte. Esta lo ha sorprondiflo—y aqui la frase admitida es
amantes de lo real, la recolección de las monedas; á los de
exactísima—en la madurez de su talento y en el hervor de
lo maravilloso, el misterio do esa lluvia; á la gente de buen
la producción teatral, acaso algo sistemática si se proponía,
humor, lo burlesco que hay en ella; y A los que explotan al
como parece, que al drama aragonés, alcarrefio y cordobés
prójimo, el registro de bolsillos.
siguiera el salmantino y el de las demás regiones españolas. E s indudable que lia cuido realizando la primera parte
da un plan vasto, sintiéndose fuerte para terminarlo. En el
teatro, que vive de elementos tan diversos, lo vario y lo
pintoresco de trajes y costumbres, y aun de acentos proSabido es que Mr. Sarcey, el famoso critico francés, tan
vinciales, nO exagerando loa ingredientes, que al cabo son
partidario de su teatro clásico y de todo lo más selecto de
decorativos ó de dicción y no tnbcrontes al arte, y el señor
su teatro contemporáneíi, como poco afecto al teatro exFeliú y Codina los empleaba con sobriedail y acierto, son
tranjero; qne reconociendo el gran mérito de Shakespeare y
hallazgos para recrear la vista y el oído, y el estudio que
de Schiller los acepta con muchos distingos, y aprovecha
exigen, medio de refrescar la imaginación. Para intentarlo
toda ocasión para rechazar en la escena de París, ó soporta
sólo se necesitaban anchura y claridad de entendimiento,
con disgusto la adaptación on su escena de ias obras do
talento observador y fortaleza do espíritu, y la adivinación
autores exóticos; que se burló de las obras de Ibsen: pues
de algo luminoso en la obscuridad en que se hallan los auese Mr. Sarcey, í[ue ha tenido necesidatl de estudiar una
tores para .adivinar los gustos colectivos en el teatro serio
comedia de Morete que, la verdad , no conozco, San OU de
de que el público se aleja. Ha muerto con el autor catalán
Portugal, escribo lo siguiente: u l i e comprendido que para
algo más qne un escritor: se ha interrumpido un género; s»;
hablar de Morete necesito hacer un estudio: el verano se
ha paralizado una fuerza dramática, más apreciable que por
acerca,'y voy á engolfarme en el teatro español: no temsu forma, por su fondo y por la robustez y sanidad de su
bléis, que no trato tle abrumaros, sino de conversar á ratos
tendencia, dentro de lo que hoy es posible hacer en un tea])erdidos con vosotros. ¡ Ay! si no fuera tan viejo, aprendería
tro donde ya no tiene libertad la fantasía. Ha muerto un
el español, porque me lia encantado lo que he leído de sus
innovador; es decir, aigo más que un maestro, pues éste es
dramaturgos, que tenían el teatro en la sangre. Sua persoel que conoce á fondo lo existente, y aquél el que se lanza
najes siempre esti'm en escena.»
hacia el porvenir, no perturbando y volviendo del revés lo
establecido, que eso es estéril y relativamente fácil, sino
El claro entendimiento de Sarcey y su gran afición al
onaanchando y conquistando. Era un regionalísta nacional
arte escénico han triunfado de sus ])reooupaciones nacioqii2, observando desdo cierta altura lo típico y general de
nales: en efecto, nuestro teatro antiguo aturde á toilo el
cada comarca, tomalia con serenidad! lo teatral y ameno, auque le estudia. Quien lo ha facilitailo algunos elementos
mentando el acervo común, para fundirlo en la santa ¡dea
para su examen, un literato que prepara algunas traducde la patria, sin odio y mal humor, ni descender á lo mezciones do Lope y Cahlerón, Mr. Clemente líochel, se exquino; y era en este concepto, A más de un buen autor, un
presa de este modo:
buen patriota, y su teatro popular y no populachero.
(cDesde 1840 nada se ha representado en Francia del
teatro español, patria de todas las obras maestras (sic). Las
misoruB faramallas de Ibsen (les pauvrcs balivcriiesj y de
SUMARIO.
8 JIAVO
AJ\[EU1CANA
1897
los (ru.islr''x rahaclmir») pesados galopines del Xorto (sic)
Son bien débiles
nEn nuestra Biblioteca, triste es decirlo, casi nada existe
de los siglos xvr y x v u . s
líebajando lo i¡iio bay de exagerado en el entusiasmo do
Mr. líoi'hel, nos complace mucho ver en la prensa francesa
estos elogios que no suelen prodigar y (|U6 forman triste
coutrusto con la indiferenciii déla juventud Inu-ia el tesoro
que leñemos en casa y no todos estiman. Mr. Sarcey confesaba en su Revista anterior que era conveniente para el
teatro francés huir de las nebulosidades del Xorte y buscar
la claridad y el sol de España.
Todos loa hechos do i[üe podíamos ocuparnos ceden, al
cerrar esta Crónica, ante la iinpresii'm producida en Madrid,
y creemos que en todo el mundo, por el incendio del bazar
de la ralle de .lean tioujon, en donde han perecido abrasadas y niagulladaa por la presión de las gentes, ó aplastadas
bajo el maderamen hecho ascuas, más de un centenar de
personas, en su mayoría señoras de la m¡is alta aristocracia. España ha teniílo triste representación en aquel infor-'
tiinio en la esposa de nuestro cónsul general en París, señor FIórez, hija del famoso diputado y escritor progresista
1.). I'ernando (Jorradi, y la cual aobrevivió muy poco a l a
catástrofe. La Sra. l'uquesa de la Torro resultó herida, a»'
como la señorita de Higait, excelente pianista, y se libró,
afortimadaniente ilesa, la infanta 1,1." Eulalia. Es ile temer
que entro aquellos cuerpos hacinados y deshechos hubiera
restos de otros rouipatriotas, de m;is difícil identificación
por haber muerto lejos de los suyos, así como ha sido imposible reconocer qué esqueleto ó montón horrible de despojo.H pertenecían á diversas damas (¡ue poco antes atraían
las miradas con su Iielleza y elegancia. La escasez de los
hombres que perecieron prueba que la fuerza se sobrepuso
á la debilidad en aquel pán¡c(», y que, perdida la rellexión,
suredió lo que siempre: unos á otros sii impiilieron la huida.
Tias narraciones que se liacen de aquel UKuiiento de angustia son espeluznantes: la gritería de tantas víctimas que corrían ó caían abrasándose debió ser desgarradora de oir;
y el espeotúculo de la hoguera extinguida y de los cuerpos
desligurados é infíjrmes, eustodiudos por la policía y registrados por las espantadas familias, no se borrará seguramente de la mcuuM'ia de los que lo hayan presenciado. Este
sombrío lin de liesta no nos permite terminar sino recogiendo el ánimo y considerando qué mal hacemos en prometernos mucha vida no teniendo la seguridad de que dure
ni un minuto. El militar quo entra en arción va preparado
li la posibilidad de su muerte, como el que arrostra otros
peligros; pero ¡qué iijenas estarían aquellas pobres mujeres,
engalanadas y alegres, de que el destino las había condenado á la hoguera, y que al entrar en el bazitr entraban en
capilla! ¡Y ipié ajenas de que aquellos almibarados petimetres que las hacían calle muy galantes y cumplidos,
])rimto las empujarían brutalmente, y por el ansia de vivir
aplastarían sus pechos con la bota!
JOSÉ FBBNÁNDKZ BKKMÓN.
NUESTROS GRABADOS.
HELI.AH AUTES.
Mnñ'Mtn (!r primaiirn en Pniirn:n, cuadro de Mayan,— Xlí/o ralnhriS,
cuadro de Eduardo Rosales.-/(^ÍÍ ¡n nlilra, i'uadro do Cecilio Pía.
En primera plana publicamos una reproducción del hermoso cuadro de Mayan, titulado ¿lailaiia <le jtriinurera en
Prore,n::ii. La alegre moznela, cabalgando en su humildísimo jumento tal como Dulcinea se apareció á nuestro hidalgo manchego por obra de los malévolos encantadores,
sale de la aldea y se dirige al mercado en una apacible mañana de primavera. El cielo despejado y luminoso y el temprano verdor do la lejana arboleda caracterizan en el cuadro de Mayan la estación predilecta de los poetJis, la
primaveraj'íí(;cfi/(/íZ iM año.
El grabado de la página 280 reproduce uno de los primeros cuadros que pintó el nunca bastante llorado artista
Eduardo Rosales. Figuró en la Exposición do I8(í2, en la
que se celebró de las obras del malogrado pintor cuando
nos le arrebató la muerte, y ahora on la instalada en el Ministerio de Ultramar fi beneficio de los beridos de Cuba y
Filipinas. El modelo del cuadro era bermano de la Pancucrin, de l'almaroli, boy propiedad de la Excma. Sra. do Llórente, y el cuadro que boy publicamos pertenece á la artística galería de i). Lorenzo García Vela.
El cuadro de Cecilio Pía, cuyo grabado incluimos en la
página 2SÓ, tigura también en la artisiica Exposición que
con tan nobles y benéficos fines han organizado nuestros
artistas. Representa una iglesia de aldea, y están admirablemente caracterizados los bumildes personajes que en él
Jiguran. La expresión de la pobre anciana, la de la muchaclia y lu del sacristiin, que no parece del todo indiferente á la
presencia de ésta, están con gran naturalidad interpretadas.
LA GUERUA oitKn:]-'i'["itc.\.
Osmán-Bajá fe liéroe do Plewna). —El íreneral en jefe del ojéreHo
turco Edheni-llajá.-Elassona. —Los liireoH ocupan ol llano después de pa-sar vielorioíios el desUladero de Meluna.—Preve:ía, ciudad del Epiro, bombardeada por los priegos. — El sultán AbduiHamid-Klian II Batiendo de au palacio de Jildiz.
En la página 27G incluímos el retrato del generalísimo
del ejército de Turquia, Osmán-Bajá, que tan alto prestigio
MAYO
LA
1897
TTJ'fíTnAOTÓN
supo alcanzar ea la campanil, contra Kusiii, especialmente
en la defensa de Plewna, quii 1L' ijk'vú entri; loa miiBiilma1163 d la categoría di; hOrcie populíii-.
_ Al destinar el Siiltún á Osniáu-Bajá al ejúrcitu de operaciones, se creyó ea un principio qiio esta medida iinplicaha
el relevo de Edliuin-liiijii; v como por entoucog las uoticias
que se (comunicaban del tí^atro de la guerra eran contradictorias, iM falto iptien pensara cjiíe ol ejiírcito qno acaudulalia
Edhem-Bajá ilevalia la peor parto en l;v campaña, y se apelaba al héroe do Plewua para enmendar en lo posible el
fracaso. Pronto se conoció la verdad y so rectiiicarou los
erróneos juicios.
Edliem-Bajii, rpie al anunciar que el 18 de Abril entraña
en campaña produjo verdadero entusiasmo en el ejército
turco, no había caído en desf^racia riel Imperio osmanti por
desaciertos ni fracasos; antes al contrario, bajo su dirección
se habían logrado grandes éxitos militares, y los turcos que
ron a los griegos en el doahladoro de iMeluna ontru i:.iitB=uo,>,
y Tirnavo, y después invadieron la llanura tcsaliota. Nuestro grabado de la misina página representa osa operación.
Obsérvanao en él los últimos riscos del desiiladcro, por
donde descienden las fuerzas victoriosas, y en la perspectiva de la Uiiimra se ve avanzar en orden perfecto las tropas de vanguardia.
.
_
Edhem-Bajá, euyo retrato publicamos en la piigma L(7
citada, eimtinúa de general en jefe, y el nombramiento de
Osmán-Bajá, eon funeiimes de inspector general de la camPaíla, no ha empañado en lo más mínimo el prestigio militar del primero.
Publicamos en la página 276 una vista de Prcveza, ciudad
del Epiro, en el golfo de Arta, bomliardeada recientemente
por la escuadra griega. El 19 de Abril liltinio las baterías
de Preveza cañoneanm al vajuir griego Macrdonia,y
el
comandante griego ile Aktion telegrafió á Atenas la noticia, ordenándose entonces que la. escuadra helénica bombardeara á Preveza y las demás plazas del golfo que ae
juzgaran peligrosas.
Los cañoneros de Aktion y de Arta rompieron el fuego
contra el fuerte turco Kkaiidaki, el cual fué destruido; el
MuiuÜH y el Reii Jorfir apagaron los fuegos do las baterías
de Pauto-lvratoros, y Preveza fué bombardeada durante
oincü horas, sufriom'lo grandíaimos destrozoa.
El grabado de la página 281 representa al sultán cde Tuiae'Piia, Abdul-Uamid-Khan 11 saliendo de su p a l a c i o .El
^ . .-;.
tiial Soberano de los turcos, trigéaimoquinto de la familia
Osinán y vigésimonoveno dosile la toma do ConstantmoPla, nació el 22 de Septiambre de 1842, y sucedió en el trono á su herimmo Abdul-Medjid-Khan, que muño el "iu de
•'ulio de 18G1. De carácter taciturno é irresoluto, vive siempre intranquilo, temiendo un funesto desenlace en eu nada
envidiable posición. Ocupado en los negocios del Estado
basta las cinco do la tarde, 03 su "nieo placer salir a esta
hora cuando hace buen tiempo, y montado en su cabalo
i'ivorito recorrer el flilatado y pintoresco p a r . p e de su !>alacío do Jildiz.
ESPAÑOLA
A'
oficial general. Ganó U cruz de San Fernando de primera
clase, las blancas de primera y segunda clase y la roja de
Hcgnnda del Mérito Militar, y posee las bandas de San Hermenegildo, Mérito Militar y Cristo de Portugal.
Publicamos BU retrato en la página 283.
o
o O
FILIPINAS.
Manila: la iíalle Real.—Ilo-no: el puerto.
Las últimafi noticias de las victorias de nuestras armas
en el Archipiélago filipino han ]iroducido gratísima impresión, y el Gobierno cree ijUe aiiiiella guerra toca á su término.
Coincidiendo con loa gloriosos triunfos que la pericia de
los generales y el esfuerzo valeroso de nuestros soldados
han conseguido, muéstrase España cual siempre g:}uerosa,
y ahora, que no puede achat^aree il debilidad lo que es clemencia, so otorgan! para conmemorar c! natalicio del líev
D. Alfonso X I I I un niiiplio indulto. Eu Manila, donde tanto
llegó á decaer el espíritu en los aciagos días del comienzo
de lu insurrección, reina di; nuevo la animación y crece el
entusiasmo por las victorias de la amada Ewpaila.
En el primer grabado de la página 284- damos una vista
lie la callo Real de Manila, exactamente reproducida por
la fotografía.
En el segundo grabado de la citada página 284 publicamos otra vista did puerto de Ilo-llo, capital <\ cabecera de
la lula de l'anay. El licrmoHo puerto esti'i considerado como
el segundo del Archipiélago por su comercial importancia.
8u extensa ría, sus dilatadas llanuras, que la corriente de
varios riofi fertiliza, su prodigiosa vegetación, sus minas
de oro y Canteras, y su industria en loa tejidos de ¡liüa
Jimsi y Kmniiuii/, son muy celebradas por los viajeros que
lian visitado Ilo-llo.
P. EMItíQÍ'E rimwA
A las nueve de la noche del día 7 del actual murió repentinamente el ilustre dramaturgo Feliú y Codina, El día
anterior se sintió algí» indispuesto, y dejó de asistir á la
primera representa(;ión que de su drama La Dolurcs daba
la compañía que actúa en el teatro de la Ctimedia; pero el
domingo se sintió tan mejorado, que tuvo á su mesa, como
de costumbre, á varios do sus Íntimos amigos. Con ellos
conversó tranquilo y animado durante la comida; pero al
tíunar el café se quejó Feliú de un dolor violento en el pecho
y en la región abdominal. Con tal intensidad y rapidez fué el
dolor creciendo, (pie su esposa y sus amigos le trasladaron
á una butaca; trajéronle una taza de manzanilla, y apenas
bebió la mitad de la poción cuando lanzó el tiltimo suspiro.
Nació Feliú y Codina en Barcelona, en el año 1847, y se
distinguió como estudiante muy aventajado en la carrera
de Derecho que en aiiuelhi Universidad cursó, manifestándoBc en él bien pronto las aficiones literarias y una deci(lida vocación por el género dramático, en el que tan legitüuos éxitos supo conseguir.
reciontemenle asiuendido Vi uonorol de división.
El Esemo. Sr. D. Fabio Arana, promovido en 8 de Abril
^ general de división, nació en 2 de Septiembre do 1840,
ingresando en el Colegio de Infantería el 4 de Enero
de 1856. Dos años después fué destinado como subteniente
^1 regimiento de Zaragoza, y luego agregado al regimiento
de Ingenieros.
Al ocurrir entonces la guerra de África tomó muy activa
parte on aquella brillante campaña, asistiendo á muchas
'iceiones, y á las importantes batallas liel 4 de Febrero y
de Vad-líiis, y obtuvo los grados de teniente y capitán por
818 hechos de armas.
Ascendido á teniente por antigiiedad en ISl'iO, sirvió en
®' regimiento de Almansa y batallón cazadores de Barbastro, ingresando en 18ii;^ de ayudante de profesor en el Colegio de Infanteria, donde continuó hasta 18()8, en cuyo
iCo ascendió k eapitiin jior gracia general.
En Noviembre de 18(>9 pasó á la isla de Cuba, ganando
®° aquella penosa campaQa los grados do teniente coronel
y coronel.
f
&
Por antigüedad obtnvo el empleo de comandante y que"o de reemplazo, siendo después ayudante del general FcY^'"» y luego jefe de estudios de la Academia de Cadetes
de la Habana. De nuevo vidvió á operaciones basta Diciem>re de 1875, y por sus servicios en el profesorado y la publieación de su obra i^'s/iii/ios t'-órico-práclicon de las armas
"^ fuego le fué ccmccdido el emi)leo de teniente coronel y
**' mando del batallón de cazadores de Elerena.
Obtuvo
en Octubre del 83 el empleo de coronel,j mandó
--.-.. 1,1, wL,i.ii 1111; iiui uiJ c i -iiiiiJi"—• —
- regimiento de Burgos, y al año siguiente fue nombrado
"•yudante del liey. Al fallecimiento del inolvidable Alfonso XII continuó en el cuarto militar de S. M. la lieina líoS^iite; después mandó el regimiento de Zaragoza, y al
«•seender en Agosto del 89 á general de brigada fue goheniador militar de Teruel y Palencia, y mandó una brigada en el distrito de Castilla la Nueva.
hombrado en el año 92 jefe de sección del Ministerio de
la Guerra, ha prestado en la de Ultramar eminentes servi*^>09 en los dificilísimos trabajtia de organización, con tanto
acierto llevados á feliz término, y por ello se le dieron las
^•"iíJlias de Real orden en Agosto del 95.
El mérito en estos trabajos ganado y por todos recono^'do„ ha influido á no dudar poderosamente en su designacióoíPura.el ascenso á general de división, ¡i más de sus
•cuarenta y un años de excelentes aervicios, siete de ellos de
Escribió al principio en catalán, siguiéndolas huellas de
P'ederico Soler, el popular Sf,rafi Pitarra, entusiasta promovedor del renacimiento dramático catalanista, y logró
veriiaderoa triunfos escénicos con las numerosas producciones de su fecundo ingenio.
Des])uéa ile la revolución de Septiembre del 68 ge trasladó Feliú á Madrid, y trabajó en el periodismo y en el bufete, en el cual supo ganarse una justa reputación.
Cuando su estudio y su trabajo le proporcionaron el dominio del habla castellana, volvió á la atición predilecta de
su vida, y escribió una comedia que, estrenada por la compañía lie Mario, no logró un éxito brillante. Lejos de desanimarse, redobló el esfuerzo, y dio á la escena su drama
La Dolores, que en Barcelona y en Madrid venció en toda
la linea, y le colocó en la categoría de autor dramático de
primera tila.
Animóle el éxito de este drama á buscar en los sucesivos la representación de usos y costumbres de diferentes
comarcas de España, y estrenó después con excelente éxito
Mid de. la Alcarria y Mar'ia del Carinan.
l'oco hace, estudiaba tipos y costumbres de la provincia
de Salamanca para un drama que preparaba, y proyectaba
pasar este verano en la provincia salmantina para escribirlo. TJOS últimos aplausos que del público mudrileño escuchó
fueron los del estreno de su paso de et)media Boca de fraile, en la noche del beneficio del primer actor de! teatro
Español, Sr. Mendoza.
En hi temporada en que estuvo alejado Feliú de la literatura dramática y se entregó á la política, obtuvo importantes cargos, entre ellos el de secretario del Gobierno civil de Barcelona.
Un periódico ha recordado que cuando se incendió el antiguo
j ; ; ; ^ •;;';;•
7,"d;Varisl7,"consumieron
tiguo teatro
teatro '^^'
del ^Circo,
situado
en la plaza del Rey, en las
el
i ' E s t^^Í^:::^^^^oya,lre^o
que la empresa
^ " ^ e S w ! S r S l i ú y C d i n a fué una verdadera manifestación del general sentimiento por la dolorosa pérdida
de autor tan justamente celebrado, ai par que una sincera
demostración de cariño al hombre cuyas excelentes cualidades personales merecieron generales simpatías.
¡Descanse en paz nuestro ilustre amigo, cuyo retrato
publicamos en la página 285 como homenaje a su memoria!
. • .._ . .._ .-- •
——
"•
p o
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KSCBírH,
Cna vez conocido, piulo ya lograr ([ue se representaran
obras suyas de mayor importancia, y escribió La dicha en
el bien ajeno, Kl mímico de ¡a, murija ^ Kl maentro de hacer
fomeiiuts y La (jiierra. savia, sin dejar de componer piezas
cómicas como La mvsfji'ila- lauerla. Géneros nliramarinos,
Los erlremos se locan y Calamidades'. Su drama que mayor
éxito obtuvo fué, á no dudar, El cura de aldea, y esta obra
interesante y simpática le inspiró la idea de ampliar su
pensamiento en los más holgados moldes de la novela, en
cuyo género logró Escrich su veriladera popularidad.
Por varios años alimentó la pública afición que en nuestro pueblo se desjiertó por la novela por entregas, con una
fecundidad pasmosa y con un éxito altamente lucrativo.
Tuvo para ello á su favor la fama que sus libros aleanzarun de estar inapirad<iM por una sana moral, la cual fama
le abrió de par en par los bogares españoles, donde los padres venian siendo refractarios á la novela por juzgar inmoral su lectura. Pudo llamarse Pérez Escrich, el novelisla
de laa fdmilias. Sus obras, lejos de prohibirse por padrea
ni esposos, se recomendaban, y las mujeres españolas usaron tan ampliamente de la licencia, y siguieron tan fielmente el cimsejo, que se leyeron loa innumerables tomos
del novelista valenciano.
Proverbial es la afición cinegética de Escrich, de quien
decía el insigne Ayala ijue era un cazador de oficio que en
BUS ratos de ocio escribía comedias y novelas.
Azares de hi adversa fortuna, en los que su noble carácter no acertó á anteponer el propio interés á la generosidad
y confianza, destruyeron el capital que con tanto trabajo
había llegado á reunir, y on los últimos años de su vida
tuvo que acudir á un destino para sostenerse. Era director
del Asilo de las Mercedes, y entregado en él á loe paternales deberes de su cargo, le ha sorprenditlo la muerte, en
medio del respeto y del cariño de cuantos le rodeaban.
Con ser muy estimable el escritor, aun valía más el hombre. Dios habrá premiado sus virtudes, y cuantos tuvieron
la suerte de tratarle guardarán un recuerdo entrañable para
tan excelente amigo.
e r n i s l - b i a construido para la
^-^^^fl^^^Z^Y
El Testamento de un brujo, obra que había '^^'^''^'^ ' ^^ " f
Codina, la cual alcanzó un éxito lisonjero; P^^'' P ° ; f ; niestro citado, que ocurrió á las muy pocas i-«pr^^enUc.oiies, no pudo seguir poniéndose en escena, con gran per
. . ;.
275
En la página 288 de este ntímero publicamos el retrato
del popular escritor D. Enrique Pérez Escrich, muerto el
dia 21 de Abril Último.
Nació Pérez Escrich en Valencia el fi de Octubre de 1823,
y muy pocos años contaba cuando, habiendo quedado huérfana la joven con quien sostenía relaciones amorosas, contrajo con ella matrimonio, haciéndose cargo de cuatro hermanos menores que ella tenia, sin que para sostener y
amparar á aquella su nueva familia poseyera otros recursos que los de su ingenio y su trabajo. Con energía verdaderamente heroica se apercibió á la defensa de aquellos
desventurados seres, y se diapuso á la lucha por la vida y
vino á Madrid en busca de gloria y de fortuna.
Las peripecias de los dias difíciles fueron por 61 mismo
referidas en su novela Klfrac azul, con su peculiar gracejo.
Una tragedia clásica y un drama caballeresco del más
entusiasta romanticismo eran las obras en que cifraba ana
esperanzas el nove! autor; pero en vano recorrió xaloncilloí
y cuartos de f/alnnea, adonde llegaba con esperaonas y no
conseguía sino desengaños. Tuvo por tin la fortuna de que
el célebre actor cómico Fernando Osorio se intereaaae por
él y le encargase una pieza en un acto. Respondiendo á este
encargo, escribió precipitadamente el gracioso juguete £1
maestro de haÜe, que Oaorio estrenó y que obtuvo un éxit*.»
extraordinario. Este juguete, que durante muchísimos años
ha sido de repertorio, y ipie realmente tiene mucha gracia
y ha producido miles de duros, tuvo i]ue venderie muy
prunti) el autor, apremiado por la necesidad, por la cantidad
de.... ¡nueve duros!
cmincnto autor dramático eatali\n.
o o
•XVTT - -
f<jcunilo novelista y aplaudido autor dramático.
nON .lOSÉ VV.UÚ V COIUNA,
EKCMO. SR. D. FAIJIO AHANA V E'.UIÍVAREÍA,
x/
AilEIÍICANA
CARLOS L U I S DE CtratiCA.
EL ARTE DE LEER.
me refiero al arte de leer en TOZ alta,
\ ^ l ^ l [ r / para los demás; ni siquiera al de leer
I x^it'r'n para sí. No hablo del arte dé cómo se
' i ^ ^ Q ^ íia tle leer, sino del arte de lo que se
fe^
ha de leer.
LibroB como el de Legouvé, y otros,
^ ^<L^
j , " ^ pueden servir de guía á los que quieran
Z leer bien en piiblico. En efecto, como se lia
observado ya muchas veces, son pocas las
personas que saben leer para que otros los
oigan; y es que se descuida por completo el arte
de esta habilidad, como el de tantas otras. Así, por
ejemplo, á los catedráticos se les exigen jn-uebas,
más ó menos seguras, de suficiencia académica,
pero nada que demuestre que han estudiado el arte
de enseñar.
En muchos órdenes de lá actividad Bé prescinde
del arte correspondiente.
Esto sucede respecto del asunto de qtie quiero
decir algo, muy poco, en comparación de lo mucho que se pudiera hablar de tan grave materia
pedagógica.
Más importante que saber cómo se ha de leer,
es reflexionar acerca de lo que se ha de leer,
¿Qué se ha de leer? Pensarán algunos: todo. El
saher no ocupa luíjar,
¡Ohl sí. El saber ocupa lugar. Además, ars Iongciy vita hrevis. No hay más remedio que escoger,
aunque sólo fuera porque no hay tiempo.de leerlo
todo. Pero, además, hay otros motivos de selección. Hay que preferir lo mejor; y lo mejor, ya lo
'"TB¿>^:Y^°.0
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27G — N.° XVII
LA
ILtJSTRACI()N
OSMAN-BAJA
ACTUAL
ESPAÑOLA
{,KÍ^ IIKUOE
GEXER ALJSIMO
DEL
Y
DE
AiEERIOANA
8 MAYO 1897
PLEWNA),
KJKRCITO
TURCO.
(De fotogmfia.)
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LA G U E R R A
GREOO-TÜRGA.—PRBVEZA, CICJDAD DEL EPIRÜ, BOMBARDEADA POR LA ESCUADRA GRIEGA.
8 ^IAYH
1807
LA
GUERRA
LA ILUSTRACIÓN
ESPAÑOLA
Y AMERICANA
x." s v n - 277
G R E C O - T U R C A . — E L A S S O N A , CIUDAD D E M A C E D O N I A , D E D O N D E P A R T I Ó E L E J É R C I T O T U R C O P A R A I N V A D I R LA TESALIA.
es en absoluto, y;i poi- causas subjetivas, por razón d<¿ opoi-tim'iilad. Hiiy (jue desecluir lo malo,
que puedofit.-i-lo¡tara todos, por BÍ m i s m o , ó en
relaciona liis condiciones del (jue leyere.
Cuando nos l'aha la experiencia, alia en los
primeros años de la juventud, y sentimos el
acicate de ]¡v curiosidad universal y lus imi)ul80S de la vanidad ]>cdanfiísca; y creemos, porque por de pronto nos sobra vida, ijuo la muerde es pelif^'vo roniotísiino: nos lanzamos, ávidos
«e ideas, emoeiones, noiicias, á /rvr/o todo; sin
Oi'don, sin miedo; como el i;lotón devora, sin
acordarse du la condici''in ilaca del estómago;
Sin pensar en la estreclif/, de los intestinos, sino
en las ^anchuras de la gula.
¡Quó oportuna sería, en tales m o m e n t o s , una
sabia dirección ([uo nos señalase io que dobia^oa_ escoger para alimento de esta curiosidad
en BÍ generosa, pero llena de i)eligros!
^ero suelo l'allar toda vigilancia entonces. El
padre rpie ve que su hijo lee m u c h o , se d a por
J^'iy satisloclio; jiorque se compara con los que
tienen hijow liolgazanes que no quieren leer.
Se toma por c;iráctor del nu'-rito del trabajo
el hecho material de la lectura. L a irreflexión se
•^'eja engañar por la falta do lógica, ril^ónde esti'i
el saber que no aiirondemos por la viva voz ó
por la lu-áctica? E n los libros, en la lectura.
^'"•f/o el ,|uo loe está consultando con la sabi«uría. Funesto paralogismo. l-:i saber está en la
lectura, pero es u n a esjjecie, no el género; la
¡lecedad, la iumoralidad y otras cosas malas,
lambión escriben. Mientras no conste más sino
EDHEM-BAJÁ,
que se l e e , no se sabe sí so hace algo ú t i l ; h a y
que v e r la es])ecie tle lectura.
La mayor itarte de los lectores no tienen m á s
, guía en esto que la casualidad. Leen lo q u e se
presenta.
El lector tnaJo, el lector d e s o r d e n a d o , se distinguo del que sabe cu;'mto importa escoger la
lectura y leer en sazón, i)0r multitud de signos.
Esos que leen en líi cama jiara (íar/tiirsc, y
leen r.tm/'/in'er rr/sa
son malos lectores. Vale
más dormir ó m e d i t a r , que leer el libi'o que por
casualidad está sobre la mesilla de noche.
E n nuestro tlem])o, uiús que antes, importa
escoger, ])or lo muchísimo quo se publica, ]ior
el arte de escribir q u e va adquiriendo el vulgo
de la literatura y de las ciencias, y por la falsa
democracia del elogio d e la crítica superlicial y
sin escrúpulos.
Por eso, h o y más que n u n c a t a m b i é n , hace
labor meritoria el que se consagra á la ])olicia
literaria, y señala lo bueno y lo mediano y lo
malo, y procura desci-édito jiara lo «pie no m e rece ser leído. Y a q u e falta scleceión e n el lector, bueno es s u p l i r , e n jtarte, esta falta con
las advertencias de la crítica concionzutla.
Hasta ahora, lo más de lo poco q u e se h a h e cho para separar lecturas d e lecturas, lo d e bemos á jireocu pación es morales y i-eligiosas.
Gcethe, en so Dicldung und Warh/uí, nos p i n t a
la extraña impresión q u e le produjo en su juventud el espectáculo de ver quemar públicamente u n a edición de cierto libro. Sin d u d a , e n
ese acto h a y algo quo parece r e p u g n a n t e ; la vio-
GENERAL EN JEFE DEL EJÉRCITO TURCO.
LA G U E R R A GRECO-TURCA.—EL EJÉRCITO DE EDHEM-BAJÁ OCUPA E L LLANO D E S P U É S DE PASAR VICTORIOSO EL DESFILADERO DE MELUNA.
278 — lí." xvii
LA
lencia, la coacción que supone, el medio ((ue se
e m p l e a , son, en efecto, ])0C0 agradables. Además,
nos recuerda hechos de barbarie y de fanatismo
que tuvieron la m i s m a forma, r e r e pruBcindamos
de la lioguera. Es induilablo que na ("dos hs libros
son para toílos^ y que hay infinitos hbros ijue no
dchcn ser }iara nadie.
La libertad del pensamiento, de la prensa, etc.,
n a d a tiene que ver con que un padre de familia, V. g r . , ejerza en su hogar la preria
censura
para las lecturas de su familia. Y téngiise en cuenta
q u e no es sólo por motivos de moralidad y d e fe
por lo que debe desecharse tal y cual libro. Lo necio, lo insíjjido, lo adocenado, lo gárrulo, debe
proscribirse tambión. Y ailemás, una buena n-onom'ia exige escoger, y dejarlo aceptable ¡jor lo mejor; en igualdad de circunstancias, preferir lo conciso á lo prolijo. El criterio relativo (iene que estar
aplicándose constantemente, y muchas veces habrá q u e dejai- á u n lado libros «{ue no ])or esto so
condenan en ningiin sentiilo, ni moral ni literario,
pero q u e no son útiles por circunstancias del lector ó en competencia con otros preferibles.
Es claro ([uo no cabe señalar en absoluto reglas
de preferencia, de selección, jjorqno esto dependo
de las condiciones del lector, v. gr., de la eitad, del
sexo, de la clase social, del olicio, de las aptitudes, etc., etc. Pero sí se }iuede indicar algo respecto de ciertos estados y circunstancias que abarcan á m u c h a s personas. Por ejemplo, se puede
decir la clase d e selección que conviene al hombre
d e cultura general, ([ue no pretende ser sabio, pero
si cultivar algún arte q u e exige ciertos conocimientos de lo principal que ha producido el ingenio hum a n o . Se puede advertir cuáles son los peligros d e
la falta d e selecciíui en el erudito, y los males q u e
á si propio y á loa demás puede causar si se entrega á la bibliomanía. D e s p u é s , y con la base de
ciertas reglas generales, puedo entrarse en el estudio especial en que cabe la a]dicación á lo particular, según su índole. Pero esto ya seria objeto
de todo u n tratado-, no d e n n artículo ligero y sin
orden como éste.
Muchas veces se ha ¡¡reguntado cuáles son los
libros que deben leerse, y hasta se suele suponer
el caso de que no se disponga más que de cien libros. Y aquí del riguroso orden numérico en q u e
cada autor, según sus aüeiones, sus circunstancias,
BU roUgión, su patria, etc., etc., va dándonos la
lista de los libros (pie deben preferirse.
Estimo ocioso, y aun perjudicial, semejante
cómputo por varias razones.
A n t e t o d o , no debe admitirse la hipótesis de no
leer más que cien libros. Toda persona medianamente Ilustrada debe leer muchos más.
Son paradojas, saJidas de gusto falso, frases
como aquellas: «lías tan la Jiihlia y el libro de cocina»; 'f con el Keiti.ji/s y el Quijo/e hay bastante)',
y otras por el estilo. Xo, no hay en el m u n d o cierta
media docena d e libros que puedan suplir á todos
los demás.
E n esa lista de los cien autores siempre se notan omisiones imiierdonables. Además, el orden de
importancia de la lectura de estas ó las otras obras
varía indotínidamente según el lector de que se
trato.
Nadie h a hecho una relación de éstas sin imijon e r dogmáticamente preferencias subjetivas.
De modo que ni los libros que leerse deben son
ciento, sino muchos m á s , ni cabe señalar con precisión autores ni orden de prelación.
Lo que sí debe aconsejarse á todo el que pret e n d a ser espíritu rtdtirado^
es que no olvide,
por la lectura de muchas obras de seguntlo ó tercer o r d e n , para satisfacer la vanidad de conocer lo q u e conocen pocos, la lectura de los f/randns hombres q u e han escrito libros, y de los libros
buenos que traten, mejor que otros, de las grandes
cosas.
Si va m u c h o de lo vivo á lo pintado, va más todavía de la lectura directa, íntegra, de los grandes
autores, p o e t a s , tilósofos, historiadores, etc., etc.,
á conocerlos por lo que otros han dicho de ellos.
H o m e r o vale m u c h o más que sus comentaristas. La üloBofía de Platón y la belleza de su forma
no se conocen lej'ondo al mejor expositor de la Filosofía platónica. H a y que conocer al monstruo
siempre q u e se ])neda.
A Dios gracias, la jiosteridad, en general, h a solido acertar al consagrar á los grandes h o m b r e s de
las letras y de la lilosofía.
TJna gratísima experiencia m e ha hecho siempre
pensar, después de conocer directamente á u n H o m e r o , á u n Platón, á u n Shakespeare: E r a verdad,
ÍLTJSTRACION
ESPAÑOLA
Y
AMERICANA
cslo vale todo lo que la fama h a diclio
y más
acaso.
Es u n consuelo, u n gran consuelo, en medio de
tantos engaños como trae la viila, que este criterio
t r a d i c i o n a l — e n conjunto, amuiimo—(jue re])arte
la justicia de la gloria sea aisi infalible: es decir,
que pueda eipiivocarse, ])ero que nunca se liaya
e(|uivocado. Tal ve/, hay en la hisioria algiin nombre obscurecido que merecía brillar; pero todos los
grandes genios que b r i l l a n , consagrados por la
posteridad, lo merecen.
Y son la mejor comjiañía. P r o c u r a d , en cuanto
l)odáis, el trato constante de los genios. Es claro
que, en lo que se retiera á la especialidad que se
cultiva, los grandes autores no bastan: liay ipie
conocer muchas cosas que HI')1O han tratado hombres de seguntlo orden. Pero en lo demás, en todas
las li}¡manidades que delíemos conocer, pero (|ue
no es de nuestro oücio estudiar esi)ecialmente,
mantengámonos siemi>re en la comiiañia de los
más altos. No nos haremos por esto grandes hombres , pero el alma ganará m u c h o con ese ambiento.
Esta regla tan racional la siguen m u y pocos, por
motivos análogos á los (^ue nos llevan á pasar la
mayor parte de la vida ocupados en asuntos secundarios, temporales, dejando mu}' poco tieni})0 á la
actividad del alma que más nos i m p o r t a , á la (pie
es más íntima en ella.
Un libro, y muchos, se po'lría escribir liaciendo
ver cuánto progresa y mejora el espíritu con el
trato constante de los héroes, según el sentido que
da ('arlyle á la palabi-a.
Para conseguir esto, hay que sacrilicar m u c h a s
cosas. La vanidad del erudito, del p e d a n t e , por lo
pronto.
hos grandes autores quitan el deseo de conocer
á los tle género inferior; atraen la atención
, la
aprisionan: y pensando, pensando en ellos, se va
el tiempo. Y el erudito, el que lia de asombrar al
m u n d o con la m u l t i t u d tle datos, fuentes, citas ,
necesita detenerse menos con los pocos vwjores
para poder hablar de l')s muchos
medianos.
Renuncia á que ie llamen sabio, sobro todo en
estos días en <j[ue íanto se sabe de jjormenores, de
medianías, de hi-ehos nienmlos, el (pui so pasa la
vida leyendo, saboreando las obras del genin.
Los eruditos no suelen leer así. T a m b i é n la experiencia nos hace ver que por abarcar m u c h o , no
han podido sacarles totlo ei jugo que tienen á los
mejores libros.
Lo peor es q u e siguen á los eruditos los aficion a d o s , y todos van dando gran imjiortancia á lo
mucho; se quiere conocer á la multitud en todos
los géneros. Y la prisa trae el e.r¡iedienle de la bibliografía, que hoy cuenta con excelentes aparatos para convertir á cual(|uier curioso, en pocos
a ñ o s , en un índice fie la biblioteca de Alejandría.
A d e m á s , ayuda m u c h o el psitlm-isum crítico; es
decir, la opinicm sugerida por la crítica tradicional.
La mayor parte de los autores célebres ya están
juzgados de m a n o maestra; se repite, en otra form a , ese juicio
y á otra
multitud.
H a y que h u i r de ese alomísnio.
Pero también es un extremo vicioso el que simboliza el vir iinñis litiri. El h o m b r e de u.n solo
libro es temible en unas oposiciones de esas en que
los jueces premian la r e t e n t i v a . — A l vulgo le desl u m b r a el h o m b r e capaz de repetir un libro entero
de memoria. ¡Apenas caben fechas, nombres ])rol)ios, hechos, c i t a s , en un liliro! Al ])Oi)ulachü de
las letras le i)arece u n a enciclopedia viviente el
varón 'unius lilrri. Los gacetilleros suelen reservar
para él este epíteto: sabio.
El h o m b r e de pocos libros (que no hay que confundir con el h o m b r e de los libros mejores) suele
ser víctima del misoneísmo. Desprecia lo nuevo, y
particularmente lo extranjero.
Esto do leer poco do lo extranjero, y eso poco
atrasado, es vicio m u y general en España. Yo be
conoci)lo ¡)rofesores aplicados, hombres amigos de
leer, cjue no ponían la m e n o r diligencia en adquirir libros n i revistas extranjeros. Para ellos, como
si el correo no pasara las fronteras. Se enteraban
de la penúltima, novedad, cuando se dignaba traducirla mal cualquier revista indígena.
No falta quien escribe defendiendo este aislamiento.
E l t e m a es inagotable; jiero los artículos deben
tener ñn.
Y'o m i s m o , no sé dónde ni cuándo, lie de tratar
con más orden y detenimiento del arte de escoger
la lectura.
Es asunto de m u c h o interés.
8 JlAVo 1897
El lector q u e lee rualqw'fr casa tiene la culpa
do que haya el escritor que i)ublica eua/f/uter cosa.
No necesito decir que este artículo es un rasgo
de abnogacii'm: i)orquo al jíredicar que se escoja
la lectura de lo mejor, vengo á pedir que no se
m e lea.
Pero me queda la esperanza de que no se m©
haga caso
y de seguir pasando por donde pasan
otros que tampoco merecen ser leídos.
CLARÍN.
LA TEMPERATURA Y LA VEGETACIÓN
E.V MARZf) DE ESTE A.NO.
,- .^. í7_x el n ú m e r o de la Gaceta de Madrid
«•¡•llí^j .y^ corresi)ondiente al día primero del
Ifí^'lLlj ^ mes actual ha publicado el Observatorio astronómico una nota acerca de
las temperaturas observadas en los
días comprendidos del lí* al 28 de Marzo
pr('iximo jiasado, haciemlo ver <jue en
los últimos treinta y siete años (.ISliOá 181'7)
no ha habido ningim otro mes de Marzo que,
en su segunda quincena, alcance tan altas
temperaturas. E n los ocho días <lcl 2(1 al 27 inclusive, ni la m í n i m a , á la sombra, bajó) en Marzo de
este año de 7", ni la máxima de 27" C.
E n .US'.m ])ul)licó también el Observatorio un libro titulado Trein-ta aüos de otiserraritnies nn'teorológiens (18f)0 á 188;*}. E x a m i n a n d o este interesantísimo trabajo, se v e que e n esos treinta años,
no si)lo no ha habido, como ya indica la nota arriba
citaila, ni u n solo mes de ]\larzo en ([ue, durante
ocho días seguidos, se mantenga el termómetro á
la altura en que se h a mantenido en los días 20 á,
27 de Marzo líltimo, sino q u e tampoco puede citarse caso parecido, al menos respecto á las máximas, ni en un solo 7nes de Abril de esos treinta
años, habiendo habido, ¡tor el contrario, catorce
entre esos treinta, en los cuales ni en un solo día
de .Vbril ha subido el termómetro á 27", y alguno,
como el de 188:1, en, que la jnáxima en Abril no
pasi» de 20": aun de los meses de Mayo, hay, en ese
l)eríodo de treinta años, nada menos q u e veinte
en los cuales tampoco pueden citarse ocho días seguidos en que la m á x i m a se conserve sin bajar de
27", y algunos hay, como los de 187ÍÍ y 1881, en los
cuales sólo en dos días jiasó de esa temperatura;
y hasta de los meses de J u n i o se encuentran ocho»
entre los treinta do eso jieríodo, en los q u e tampoco se hallan ocho d í a s , sin i n t e r r u p c i ó n , con
máximas de 27".
Lo expuesto basta ]}ara demostrar todo lo que
de anormal y extraordinario ha tenitlo el estado
térmico de la atmósfera de Madrid en la segunda
quincena del último Marzo; y como también la
primera, y aun el mes de Febrero, fueron, en general, bastante templados; y como es sabido que el
calor es factor de p r i m e r a im])ortuncia en la vida
d e las plantas, es indudable que algo de anormal y
extraordinario había ile notarse también, en esta
p r i m a v e r a , en el movimiento y desarrollo de la
vegetación; y así lia sucedido. Sin necesidad de
insertar aquí una lista, indigesta y larga, do todas
las plantas en que se ha adelantado notablemente
la época de la floración; y, jirescindiendo de jjlantitas herbáceas y humildes, bastará, para el oí)jeto
d e esta nota, indicar ai{uellos árboles y arbustos
que, ])or su tamaño ó su abundancia, son más conocidos de las personas que frecuentan los ])aseos
y jardines públicos de la corte. En la última semana de i l a r z o se ha visto el arbolado del Retiro
ó P a r q u e do Madrid tan vestido d e follaje como
no suele verse de ordinario hasta después de mediado el mes de Abril; y en esa misma semana estaban ya en flor: las lilas; las J'holinias; las Deidsias, (jue parecen matas de ])aÍB nevado por la
blancura y abundancia de la floreeillas que cubren
sus ramas: el lau/rel reat ó laurel-cerezo
(Cerasus laurocerasus);
la Wistaria chinensis, vistosa
enredadera: el árbol del aiuor, cuyas llores rojas
brotan en gran n ú m e r o , no sóilo en las ramas tiernas, sino liasta en las grietas do la corteza obscura
y áBjjera de sus troncos: los arces de hoja de fresno
(Acer Negando ) , y algunos cnshfños de Indias;
en la p r i m e r a década de Abril florecían muchos de
esos castaños, entre ellos los hermosos ejemplares
que adornan el jardín del palacio de Casa-Riera,
y son, á la vez, adorno d é l a calle de Alcalá; el
almez; el agracejo (Berberís vulgaris);
la lluviade oro (Cgtisus
Laburniun);
el fresno de flor
(Fraxinxis
Ornns); éljihííano
oriental; el moral
8 Miro 1897
LA
papdcrn {Broussonelia
papyrifera);
la IVrig/^Jia
romi; los niiindiUos; la mmJrcftplva; el /ara;/: algunas acacias <}i- llar; y hnstiialgunos jiiiioa (P. haíe/iensis y Piíiastf'r),\
alí,Mm;i3 rttci/ias, do cuyas
ramas colgaban ya loa araentOíi niaHCiüinos, la caii"í-'/í/Zr/j como dicen on l'^xtreraaihu-a; y en lu sogunda dt'cada do eso mes estaban ya en plena floración las arrtría.s y jns ca.^/nños, y en flor también
^^Jeriuí/if.iUti ó n'l¡)t(la f /'Jn7a<!e//>/ii(s nn-miarins)
y Q\ palmito del Ja/jón ((.'/¡timrrups c.rrrha). ^
Pues bien; si se consulta ol Maitii-al dr htitdiiica
descripiifa de los Sres. Cutanda y A m o , libro que
mus especialmente h a descrito las plantas ({uo vi•^'en cultivadas y silvestres en ¡Madrid y sus cercaJJias; ó si se examinan las listas de las plantas que
florecen en el J a r d í n Botánico de JMadi'id, listas
(lispuestas por meses y décadas, y publicadas en el
tomo XIV de la Iirr'/.'</a dr ios pro¡/rrsos dr las
f:\encius, se verá: (|iie muchas de las plañías arriba
citadas so han adelantado este año n la época ordiriaria de su lloración, en veinte ó veinticinco tlíus,
y algunas en im m e s , como el (arai/, por ejemplo,
que aun en Aranjuez, donde a b u n d a , no suele 11oi'ecer hasta ñn de Abi-il ó principios de Mayo.
J'-ntre las ¡llantas citadas en esta nota hay al^íuiias que merecen mención especial.
^.""J-'a lila (S'i/riiií/a niUfarix, L . ) — L a época ordinaria de BU floración, en M a d r i d , es la segunda
Jlijineena de Abril; en este a ñ o , el 25 de Marzo es^aba ya en. plena üoreacencia, y aun en el Escorial
ha florecido antea de terminar ese mes. Hasta las
coatunabrea populares de Madrid nos proporcionan
*ina prueba respecto á la época en que suele llorecer ese arbusto: el día 2 de Mayo, desjuiés de oir
Y'.^a en la pia/a de la Lealtad, las muchachas ma^|rderias van al Retiro á coger lilas; este año es seguro que, ó no las hallarán, ó las hallarán ya marchitas.
Egon I h n e , conocido botilnico alemán, ([ue comparte hoy con el profesor Hoffmann la jirimera
^utoridad en cuestiones fenolúgicas, indica, para
|aüoración de la lila en P a r í s , la fecha del 2S al
• tle Abril (1), dato que extrañarán quizá los q u e
ecuerden que hi la/.tfitd de París supera en S graüos a la de Madrid; pero recuérdese también que,
^n cambio, la alti/ad de Madrid supera á la de P a ^>s en GOO metros.
"~- ^^istaria chin cu sis, D C . — D e esta magnífica
^nfedadera, procedente de la China septentrional,
y muy extendida va en los j a r d i n e s de Europa,
^ay en Madrid bastantes ejemplares, y u n o , entre
^'los, verdaderamente notable, en el paseo de Repletos, casi enfrente del convento de San Pascual:
l^ 'ronco de la Wis/a/'ia se divide desde su base
en ramas ó brazos, que enroscados fuertemente,
orno manojo de sierpes, al tronco de u n jii/to /li^^Jii'To, van subdividiéndose desimés en ramas más
^e gadas y trepando por las del pino, hasta mostrar,
ntre las verdes agujas de éste, los racimos, granes y colgantes, de flores violadas, con que la ll7.s-!'•'« adorna espléndidamente la co])a del árbol en
H'e se apoya, formando entre ambos uno de los
P>cos grupos pintorescos que ofrece el arbolado de
Uot ^^'í' '•^'-•^^'""''•'•i'-'l*' y raquítico en general, no ya
:
oulpa de los hombres, sino por las condiciones
^jiturales del suelo y del clima. E n los últimoa
eoa^ 1 '^^''^* ^' '-"^ ^"" primeros de Mayo suele ser
lip,
1 ^'' "'''•^•/'•'í"'Ví, está aquí más llorida; este ano,
le Q 1 ^'"••'^^ '-^ ^-'' ''^ ^larzo, hoy 2') de Abril sólo
es ^-^^ ^^' algunas, marchitas y lacias; interesante
(,QL^^^ *^-"il>argo, ver la copa d e un /i/)io que parece
y d^
'"^'^' ^-"^ I"*""" ^"^ propias hojas, aciculares
Ulan ^^ "^"^^"^ verde obscuro, sino por las hojas
\yf¡.f^' y tle u n color verde claro y alegre, de la
enl-' "'"^'•' '''^*-'^' '^"•"'^ planta voluble y trepadora,
les'!^'^ 5"'^ ^ns ramas superiores con las de bis árboen ¿"°^^'^^'^tos, como la vid de que habla Góngora
^0 de sus mejores romances:
Aqaella frondosa vid
One abraKaiiii al oliim ves
P a r t e piluipanos discreta
Con et vecino laurel.
tien ' ^ ' " ° ' en que está enroscada la
Wistar/a,
qiiP t ^'? ^^^^^ algunas de sus r a m a s , y es ¡jrobable
írazo 1 ^'^ *^""<^í"ya por secarse, abogado entre los
3 de su hermosa compañera.
^nni j^'l^"''"
^^'- ^'^^^'^"^ (Acsculiis
Hij>pocasla([^A^ este uno de los árboles de adorno más extenlQüüi ei .rl ^ ^ ^^ Europa central y meridional, y donde
ten'cíjf í*^^ ^® ^^^ cultiva se nota siempre la exisde 1' 5*^ ejemplares que difieren notablemuiitc
mente
su n ^^-^^^ en la época de su frondescencia y de
mit-i 1 T*^"= d u r a n t e muchos años, en la primera
mueh
'^'^'^'^ín de l a s T u U e r í a s . llamado por los
nos cnrioBOB que lo visitaban «el castaño del
«) Sotan isches
CeiiíralhhU/,
1885. T o m o l , página 151.
ILUSTRACIÓN
ESPAÑOLA
Y
AMERICANA
20 de Marzo», jjorque hacia esa fecha, con ligeras
diferencias de tiempo, empezaba á desarrollar sus
hojas, cuando todos los demás árboles de su especie estaban aún completamente desnudos. E n el
Retiro de Madrid hay también u n castaño bastante
más precoz ({ue sus congéneres; se halla en el «paseo de las Estatuas", entre las que rei)resentan á
!).•' María Luisa de Saboya y á L . García: este año,
el día 22 d e Marzo se hallaba, no sólo cubierto de
hojas, sino también luciendo y a , completamente
desarrollados, los tirsos de-sus llores. Los añcionados á este género de observaciones h a b r á n notado
ya q u e los ca.ilaFios q u e hay en la plaza de Colón,
j u n t o á la Casa de la Moneda, rellorecen en otoño,
ó, por lo m e n o s , han reflorecido en todos los otonos en que me lia sido ¡losiljle observarlos. ;Arboles dichosos! La m a d r e Naturaleza, generosa y
amante, les permite gozar, en. cada año, de dos primaveras.
y do ignorante
y Si después d e esto el verso líltimo no resulta satírica c e n s u r a , es indudablem e n t e porque se lee con ojos d e «(reventador impenitente)'.
Pero a u n q u e Boileau lo h u b i e r a dicho en serio y
lo h u b i e r a n confirmado los Santos P a d r e s d e la
Iglesia y los legisladores de todas las naciones,
¿quién no e n c u e n t r a a b s u r d o , cuando m e n o s , que
se censare u n espectáculo, por juzgarlo inculto, fastidioso ó ))ocu ori(/inal, d a n d o otro esi)ecíáeulo m u cho menos original, m u c h o monos culto é infinitamente m á s molesto?
Ya en los tiempos de Cicerón los mancebos r o manos iban al teatro á m u r m u r a r y á silbar, según
refiere Lope, por boca de Celio, en su comedia Lu
que lia de ser-,
• • •
MÁXIMO L A G U N A .
TEATRALEIiÍAS.
LOS
ESCANDALIZADORES.
A mÍK hnenoK amíiíOR low excelcntcK eHiTiloniH D. Eduivrdo BuatUlo y
B. Antonio Sinchez PéreK.
I.
^ x la n u m e r o s a variedad de gentes alborotadoras (]ue van á algunos teatros
en noches de estreno con la piadosísim a intención d e remita/'
las obras,
(;^ríy'ü>^>A' ligura una especie de Kreventadores»
{MÍT'^V^ atolondrados é i n c o n s c i e n t e s , que sin
Iw^
))ropüSÍto interesado de d a ñ a r , sin odio
UY detei'minado á nadie y aun sin cabal idea d e
^j» los perjuicios (]ue ocasionan, sólo por afición
al ruido y al escándalo secundan y favorecen
los intentos de los «tverdaderos reventadores)), que
estimulados por cobardes deseos de venganza, im])ulsados por niezt[Uinos intereses de empresa ó
aguijoneados por la miserable paga esperada ó recibiiia, llevan al estreno el propósito deliberado de
hacer fracasar la obra con perfecta impunidad,
aprovechando cualquier desliz del autor, cualquier
eipiivocación de un comediante, cualquier torpeza
del maquinista ó de u n «asistenciai', al bajar u n
telón ó al mover u n «ifrasto)', y aun cualquier accidente extraño á la obra y á la representación.
LOS «escandalizadores teatrales» no van al teatro
en noche de estreno á juzgar el mérito de la obra
—¿qué entienden ellos de eso? — van con la esperanza d e q u e haya gresca y alboroto ])ara poder
refocilarse á sus a n c h a s , haciendo el perro y el
gallo y el b u r r o , d a n d o aullidos y patadas y bastonazos, rompiendo las butacas, que ninguna enl]ia
tienen d e q u e las obras sean buenas ó malas, é insultando con las palabras más soeces y con los modales más groseros á los espectadores q u e quieren
escuchar tranquilamente para poder juzgar con conocimiento de causa, porque para eso « h a n pagado
su dinero)).
Pero ¿quién dijo tal cosa? E l dinero que se paga
por el billete no da derecho á oir—¡qué locura!—
d a derecho á alborotar. Los más ilustraditos de los
«escandalizadores» sacan en seguida á relucir el
texto sagrado: yiHaaló lo dijo.» P o r su]niesto. y a
iniedc asegurarse ([ue ninguno do ellos h a leído á
hoileau ni tiene otras noticias del satírico jioeta
francés.
Pero es innegable: Boileau lo dijo
; y como si
lo hubiera dicho ol mismísimo Espíritu Santo.
Más aiin: ])odrá discutirse la "autoridad)> de la
tercera persona de la Trinidad Santísima; podrá
l)onerse en d u d a la veracidad de los cuatro evangelistas; podrá negarse r o t u n d a m e n t e la infalibilidad del S u m o Pontífice, i)ero no acatar y reconocer ciega y sumisamente la autoridad, la veracidad
y la infalibilidad de lioileau en cscpuiiío
eso no
h a y fcescandalizador» q u e lo tolere.
Y, sin embargo, el icacareado)) verso de Boileau,
no separado d e ans precedentes, m á s apariencias
tiene de ironía q u e de axioma:
•Lo Ih&tdTafnrtilc en ccnscMTS
jryinlilhnx
CIicz n o u s pour .se jirodiiirc est im c h a m p pírilleux.
Un a u t e u r n'y fail pas de fáciles conquMes;
I! irouve ,'i I,: ai(tl':i' ih-x hnvrlieit tniijoiim
jiyétes
C'/inctni lepi'iit trai'/cr iJr.jht i;t d'irjnnj-anf;
C'est u n droit q u ' a l a porté on achule en entrant.»
Boileau, después d e h a b e r hablado del ^espectador S I E M P R E perezoso 'jtara ajdandir}>, dice q u e
«el teatro es jV-rlil en censores quisrptiliosos»-, que
el autor encuentra bocas SIEMPRE prontas á silbarlcy), y q u e «cualquiera p u e d e tratarle ú&/a¿uo
N.° xvir — 270
• Escriben que Ciceri'in
Oyendo al reprcsentanle
G a l o , que en R o m a Iriunfanlo
Tuvo excelente opinión,
VÍA silbar y m u r m u r a r
y qne comenzó íi decir:
—Mancebos, el escribir
Es ingenio y no el silbar.
Y esto al liombro se prohibe,
Porque en diferencia igual
Sidia más <lc iinfiniínal,
X'crii sólo el hnmhrii
cscrdie.'
Y ahora, concierten como p u e d a n los escandalizadores teatrales la prohihición
razonada del inmortal orador romano y la auiorizarión
irónica.
del satírico escritor francés.
En cuanto á la falta de cultura y sobra d e m o lestia de aquellas manifestaciones ruidosas para
juzgtrr u n a obra, basta hacer u n a sencilla comparación.
El libro menos tolerable jamás tiene frases como
las que salen de labios de los ureventadores y escandalizadores)' c u a n d o , y a desenfrenados y afropellando todo respeto, convierten el teatro en plaza
de toros; la música más rat<nicra y menos agradable n u n c a mortiíicará los oídos tanto como el atronador 'iconeiertOD d e golpes, silbidos, aullidos y
voces desaforadas de los censores ¡lointillen.r.
El ilustrado crítico francés Mr. Augusto Vitu,
reiirientln e n l S 7 2 lo ocurrido en el estreno de una
obra en P a r í s , i)or(|ue en todas partes cuecen habas yescandalizadorasii, escribíalo siguiente: "¡Qué
alboroto. Dios m í o ! Los gritos, las interpelaciones,
las invitaciones de. los aninatles^ el canto del gallo,
el cacareo de la gallina, el relincho del caballo, y
;hasta el mismisimo rebuzno del asno! h a n ahogado por completo la voz de los artistas d u r a n t e las
últimas escenas. ¿Justificaba semejante severidad
la obra estrenada, ni mejor ni peor que tantas otras
aplaudidas? No quiero discutir este p u n t o . ¿Por
qué obras, situaciones, chistes del mismo género,
unas veces ^resultan)), haciendo descoyuntarse d e
risa al p ú b l i c o , y otras no agradan y son por el
publico rechazadas con indignación ? Kenuncio á
buscar la clave de este profundo misterio.)'
Alejandro D u m a s , hijo, en una de sus notabilísimas cartas «sobre asuntos teatrales», se dirigía al
público, precisamente por atiuellos mismos días,
en los siguientes t é r m i n o s : " R e c u e r d a , desgraciad o , que tú silbaste Fedra, El Cid, El
Casamiento
de Fígaro, Onillernio Tell y El Barbero de Sevilla,
¡Bien lias cambiado d e opinión! ¡ l í o y y a eres m e nos "precipitado»; tu educación eñtíi casi terminada, y sin embargo, todavía, de vez en cuando, dejas
escaiiar d u r a n t e los estrenos ¡oh! ¡oh! q u e no tien e n mucha razón de ser: p e r o , en íin, hag progre''''^') y ¿'iué hemos de hacerle? Es ese picaro " p r i m e r
movimiento"
la electricidad de las m u c h e d u m bres, i'
Casi al m i s m o tiempo, casi el mismo dia, D u m a s ,
recordando algunos "históricos errores» del público, celebraba los progresos de su cultura, y Vitu,
describiendo el cuadro del estreno á que había asist i d o , hacía creer ilusorios aquellos «])rogreso8»),
con tanto más motivo cuanto q u e el imparcial é
ilustrado critico no creía que la obra fuera digna
de "semejante severidad".
Y, sin embargo, los dos ]iodían tener razón: Dum a s se dirigía en su carta al público de la Comedia Erancesa, y Vitu se refería en su critica al público de
Folies-DrninaIirji/es.
Porque, aunque sea "fórmula sacramental», al
dirigirse á los esi)ectadoreB d e cualquier teatro ol
encargado d e anunciar alguna variante en el programa de la función ó de solicitar indulgencia en
n o m b r e ele algiín artista temeroso ó indisjniesto, el
comenzar con las jjalabras: Jí.fís/)eíaMe público, h a y
público
y publico
y ¡¡úblico.
Público compuesto d e personas sensatas, cultas
y p r u d e n t e s , q u e van á escuchar sin hostilidad, á
juzgar sin ]U'ejuicios y aun á c e n s u r a r , si es justo,
pero sin saña, descortesía ní alboroto: público compuesto de "reventadores)' que van á «cumplir au
misión», perjudicando á empresas, autores, artistas
y á cuantos del teatro v i v e n , y de «escandalizado-
MADRID.—EXPOSICIÓN ARTÍSTICA A BENEFICIO DE LOS HERIDOS DE CUlíA Y FILIPINAS.
NIÑO
CUADRO
DE
CAL A B R E S ,
EDUARDO
ROSALES.
(PROPIEDAD DE D. LOBBNZO GAUCIA VELA.)
CONST ANTINOPLA
( T U R Q U Í A ) . — EL S Ü L T Í S ABDUL-HAMID-KHAN II SALIENDO DE SU PALACIO DE JILDIZ.
282 — Y.." XVII
LA
resi), qn& sólo van á divertirse con el bullicio y el
estrépito y público mixto, formado por unos y por
otros, en q u e los sensatos y prudentes h a n de sufrir con paciencia las impertinencias de los alborotadores si no quieren exponerse á insultos, amenazas y hasta á golpes.
Los escándalos en los teatros, las silbas y loa alborotos en las noches d e estreno deben terminar
por razones podoi'osísimas de justicia, de cultura y
de decoro del mismo piíblico, y aun por otras particularísimas razones que expondré en un segundo
artículo, porque ya éste resulta más largo de lo
conveniente.
Claro está q u e no pretendo convencer con ellos
á los «reventadores do oficio», que clamarán contra
el que intente quitarles «ese modo de vivir», n i á
los reventadores por (¡erversidad de condición, que
sólo gozan con el daño ajeno; i)ero acaso lograré
persuadir á los ifescandalizadores inconscientes",
que sin propósito de causar graves perjuicios ni
a u n idea de los que ocasionan, por irreflexión y
por ligereza contribuyen á realizar esos incultos
lyncliamientos
teatrales que se llaman pateos.
F E L I P E P É R E Z Y GONZÁLEZ.
COI3ivíEBI3-A-_
LA CATEDRAL VIEJA Y SANTA CRUZ.
I.
A primera impresión de Coimbra es
tan desconsoladora para el viajero artista como la entrada en Salamanca.
Sueña á la llegada con torreones ennegrecidos, palacios vetustos llenos
de h e r r u m b r e y polvo, templos ruinosos y todo el aparato escénico que preisentan Toledo, el rinío de Tarazona, la
parte alta de Cáceres, la cité de Carcasona ó
los castillos del Rhin, y ])enetra en cambio
por caminos enlodados, calles d e viviendas jalbegadas y almacenes llenos de baratijas, ricos en las
mercancías que contienen los de cualquier aldea sin
pretensiones nobiliarias por las épocas de feria.
Poco á poco recorre luego en ambas ciudades recintos más pudorosamente escondidos; sube en la
población portuguesa por el arco d e Almedina,
ó
se acerca á la plaza en q u e camjiea Santa Cruz: visita en la española la esiiléndida fachada de la catedral n u e v a , los ábsides de medio tambor pertenecientes á distintos teui])los, la torre poética llamada
del Gallo de la basílica del siglo XTI, las casas tle
las m u e r t e s , las conchas y las salinas, orguUosa la
última con las diez y seis admirables ménsulas d e
Berriigvefi',
ve destacarse anto sus ojos sobre el
cielo la crestería del palacio de Monterey, ó cuenta
los medallones con cabezas bellas del Colegio de
Nobles Irlandeses, y rectifica entonces en u n a y en
otra su juicio, al modo del q u e , contrariado en un
principio por la presencia de importuno visitante
de mala traza, se regocija luego reconociendo jjor
su palabra y por sus hechos al h o m b r e superior
bajo las ropas del mendigo.
•
%
II.
Al final de u n a cuesta, y á méÑiia ladera del principal cerro en que descansa Coimbra, se descubre
la catedral vieja, que acredita con su existencia la
nobleza de la población y en parte de sus elementos la solidez d e las construcciones antiguas.
Sorprende desde luego al observador español su
semejanza con la de Salamanca: igual es su planta,
y m u y parecida la pátina y el tono de las areniscas
q u e la forman. Mutilaciones mil ha sufrido como la
nuestra; p e r o , para fortuna del estudioso, guardan
al lado de elementos comunes otros diferentes que
p e r m i t e n reconstruir en la fantasía, con los miembros subsistentes de las dos, la imagen completa del
hermoso edificio que proyectaron sus inspirados y
desconocidos arquitectos.
Queda robusto y áspero cual fortaleza indomable
á orillas del Mondego u n imafronte que no se ve
en la ciudad castellana; se levanta en las márgenes
del Tormos la llamada Torre del Gallo, admirable
linterna que falta en su construcción gemela. Tiene
aquélla parte de u n ábside, y ésta dos que reflejan en sus superficies de medio cilindro, las lumbreras y los ajedrezados de las impostas el genio
c r e a d o r ' d e la E d a d Media, y conservan ambas en
sus naves los basamentos toscos, los grupos de columnas que no merecen todavía el n o m b r e de haces, los capiteles con p a l m a s , bichas y extraños
ILUSTRACIÓN
ESPAÑOLA
Y
8 :\lAyi> 1807
AMERICANA
mascarones, las arquerías simuladas en los miembros altos del edificio.
Igual suerte las reservaba el destino en los siglos
posteriores á su edificación, é idénticos fueron los
atentados contra el buen gusto ([ue i)a(lccieran. La
do Salamanca cedió ])arte de sus naves lateralus al
recinto de la n u e v a , como los jiadres <Ian jíarte de
su vida para la existencia más vigorosa de los n u e vos seres. La de Coimbra vio extenderse á su lado
construcciones parásitas, miembros adicionailos
con no gran fortuna, jalbegos de sus ancianos
muros cual si fuera vieja coijueta, encalados irracionales de los mejores ornamentos, í|ue hace desaparecer el actual jjrelado, gloria do la Iglesia y
santo milagroso que saca de su sejiulcro la joya al
fuego de BU amor por el arte y d e su respeto á los
legados de anteriores siglos.
III.
La iglesia d e Santa Cruz, d e antigua fundación,
debe sus formas actuales al movimiento artístico
propulsado por el rey D. Manuel, que fué bajo este
punto de vista para Portugal lo que los Reyes Católicos fueron i)ara España.
No i)uede motejarse de tan ingrata á la Historia
con los que consagraron su ingenio al servicio del
Monarca del líenacímiento, como para los arquitectos é imagineros de la líclad Media. Sábese (pie
trabajaron en Santa Cruz el ¡nacstr» N¡co(á>t. Juan
(Ir Rof/£}L, Jaroho Longu'i», Diego del Castillo, Andrés Gonzálvez, Marrits Jlires
arquitectos, escultores, pintores notables
y la síntesis de sus
inspiraciones se tradujo en el templo, el claustro
llamado del Silencio y las capillas que admira el
viajero.
A derecha é izquierda del presbiterio lucen los
enterramientos de D. Alfonso Enríí^uez, fundador
de la dinastía portuguesa, y de D. Sancho su heredero, inspirados en la misma tradición artística que
los levantados en Burgos para el arcediano Villegas, Fernando Diez de Fuente Pelayo, y otros cien
ejemplares del arte do transición que imperó de
fines del siglo XV á principios del x v r , en que tan
ricas son nuestras catedrales. Su ejecución es excelente, y el conjunto bello.
U n pulpito de franco Renacimiento, que tiene su
congénere en la santa iglesia ejiiscoijal de Sigüenza, hermosea el mui-o de la nave corrosponcliente
al Evangelio, y honra con la finura de su labor á
Juan, de Bnaen^ que logó con él una joya á la
posteridad para recuerdo de su talento y hábiles
manos.
La sillería es de talla tan sencilla como buena.
Encuéntranla pobre los acostumbrados á la excepcional ri(|ueza de las que ])oseen las catedrales de
Toledo, Zaragoza, Hurgos, Lei'in y numerosas iglesias más; pero la estima en lo (pie vale el q u e ajirecia las correctas líneas de sus elementos decorativos y figuras, lamentando sólo que se hayan
dorado las últimas en la m i s m a época do mal gusto
en qu« se proyectó dorar también la de San Benito
de Valladolid. H a y en un jiasamanos los bultos del
oso que baila al s(')n de la gaita tañida jior u n cerd o , rejiresentacióu quizá de la fábula del Oso ij el
piainoiith,
que se encuentra asimismo en León.
Aparecen en otros la conocidísima escena del per r o royendo el hueso, y la monos vulgarizada del
sacamuelas que ejerce su oficio en u n cuadrújiedo. Iva crestería, m u y curiosa, presenta alternados
castillos y galeras.
E n el claustro del S'ilenrio, ami)Ho y luminoso,
se aprecian mejor que en los demás monumentos
de Coimbra las semejanzas y diferencias ijue aproximan y separan á la vez el arte uiaiinelino y el
q u e por entonces impei'aba en España.
Las capillas son m á s interesantes que espléndidas.
La fachada muestra claro el parentesco artístico
de este edificio con los construidos bajo la m i s m a
advocación en Toledo y en Segovia. Las esculturas que la adornan revelan las dos diferentes manos del maestro Nicolás y de Diego del Castillo.
IV.
La catedral vieja y Santa Cruz están llenas de
sombras ilustres.
Contiene la primera numerosas tumbas con prelados barbudos de los siglos x i l l y XTV, que rechazan con sus pies las herejías, simbolizadas en informes dragones. La escultura ha conservado sus
líneas, mientras que los documentos apenas recuerdan sus nombres. Admítese comúnmente que
los dos del siglo XIII p u d i e r a n ser D, Tihiircio y
Egas Fajes, citados en los episcopologios sin grandes detalles sobre sus hechos, y únese el n o m b r e
de D. Esteban al del siglo XIV.
Don -Torge Almeida, que m a n d ó construir el altar
mayor, primorosamente ejecutado ])or los artistas
Wiíiier (') IJepri, y .luán Suárez, á cuyas expensas
se hizo la singular ca])illa del Sacramento con el
excelente retablo extendido sobre la superficie cóncava d e un medio cilindi-o, yacen bajo losas, en
sepulcros monos aparatosos que los anteriores, cual
si la belleza de las obras quo se les deben excusara
unir sus nomlu-es ii urnas más labradas.
(Juardada entre tanto eclesiástico, se ve allí también la estatua d e una dama, con la>i manos unidad'
sobre el pecho y largas vestiduras. Figuran águilas
d e dos cabezas en los escudos de la urna, y los principales detalles de ésta anuncian una obra de la
transición del siglo XV al XVI. No es, sin embargo,
de la misma época la ricahembra que contiene; vivió m u c h o antes, al decir de las tradiciones, en la
corte de D. Dionisio: era oriunda de (h-ecia, y se
llamaba D." .Batdra; ennoblécela el haber servido
á la reina-santa D." Isabel de Aragi'm.
Las ya citadas t u m b a s de Santa Cruz son más
espléndidas y más augustas.
lín la correspondiente al Evangelio está la estatua 3'acente tle D. Alfonso Enríquez
« primer rey de Portugal,
Hijo fiel Conde Borbón,
De Borgoña natural >
según reza nuestro Romancero, añadiendo en seguida como explicación de la realeza alcanzada y
del blasón ostentado:
Después que en campo de Ouriquo,
A muy duro pelear,
Venció siete reyes moros
Y les trujo l\ su iriandar,
Y dospuís que por sus hechos
Le vino Dios k premiar
Dándole sus cinco llagas
Por armas y por señal.
Afirmaciones que rechaza hoy la crítica histórica, tan severa en el culto de la verdad, como anar(juista ])ara las grandes figuras é ilusiones de que
han menesttír los pueblos en su vida.
Adosado al m u r o de la Epístola se contempla el
bulto de D. Sancho, jiolicromo como el de su pad r e , y cubierto por negra a r m a d u r a .
Durmiéronse ambos para el sueño eterno en momentos de lucha y continuo conflicto entre los
ideales, intereses y antagonismos pO]mlares, y los
han respetado las generaciones sucesivas. Ti-ájolos
á los enterramientos de Coimbra el rey D. Manuel,
y desde la fundación de la Universidad se han rel)etido Sus n o m b r e s on las aulas más quizás q u e
sonaron en la época de sus proezas. ¡ Quién sabe si
en el silencio de la noche hiela más todavía sus cenizas la soledad en que se encuentran, (') les es grato
el descanso y la paz actual que no hace vilirar con
nuevos rumores de armas las losas que los aprisionan ¡
ENRIQUE SERRANO
LA
VIDA
FATIGATI.
ETERNA.
'"''' '-^^'^^^ OMO debe ser cosa m u y triste haber
llegado á viejo y no tener otra eai)eranza sino la d e que se nos cierre la
puerta de la vida sin ({ue después de
aquel portazo h a y a algo m á s , y o , que
^ s| voy entrándome como por mi casa en los
^J^'"^ años de la vejez, he dado hace unos días
^ " en acordarme de aquellos mozuelos que lo
^ eran cuando yo, entre (juienes los que presu' m í a n de más sabios no creían en nada si no
era en la m a t e r i a , y a u n on eso con dudas. Los parecerá h o y , si creen lo que entonces, que más valiera un ¡u-ovechoso engaño que una desesperante
v e r d a d , y apostaría yo cuanto alguien m e prestara
á q u e , con el empeño (pie antes pretendieron las
razones para no creer, ahora l)uscan las otras.
Mas lo extraño del caso ha sido q u e , divagando
acerca de cómo ellos discurriiVín h o y , es decir,
pensando á modo s u y o , he hallado, sin apelar al
espírituafismo, algo que p u d i e r a servirles de consoladora esperanza, si acejitaran mi discurso como
cosa posible, y q u e , sin otros fundamentos que los
fenómenos materiales, jnieda atraerles á creer en
alguna cosa más que en el átomo.
Cuanilo de mozuelo m e metía yo en estas discusiones, solía decir á modo de sentencia:—Fuera
finito el n ú m e r o , y nadie dudara do la eternidad
de la v i d a . — E s t o , que no había ])ara qué aclarar
por entonces, puesto que significando objeción no
conducía al asunto, paréceme ahora que se puede
exjioner como buen argumento, y así voy á expücarlo.
E n la materia existe u n a verdadera u n i d a d , el
8 MAYU
1897
N." xvii — 283
LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA
átomo. Suponen los m á s , casi todos, qno la matom e s divíBiblt! hasta lo infinito, y por consecuencia que el átomo no existe, i)nesio que no se llegara nunca á la inlinitii divisiljilidad. Aun los qne,
por medio ile la Química, ven d e modo claro q u e
tiene un límite la divisibilidad do los cuerpos, no
lian dado con la raz('m de ose limite; yo exiiongo
ésta, que para mí es la única razón y q n e parece
"na de las verdades de l\>rogriillo:— La divisibilidad de los cuerpos acaba en cuanto ya no hay poBibUidail de dividirlos.
Con unas tijeras podemos hacer en un jiajiol liras tan linas como el cnrte del i n s t r u m e n t o , ¡tero
no más (¡ue éste, ])or(iue ya no |)refientará el papel
líasiante su]icrKcie para qne en ella hiera el corte.
La Naturale/.a trabaja más delicadamente todavía:
sus fuerzas dividen en más i>equeños trozos (|ue el
instrumento m á s delgado; i)uede hacerlos hasta in•^isil)leH; pero por sutiles ([ue las fuerzas sean, alguna cosa son y algo de espacio ocupan. Si las consideramos como líneas
niriendo oblicua ó verticalniente el
objeto, cada cual h a r á mella en u n a
superficie tan pequeña como ella sea,
pero superficie sin d u d a , y cuando
f-'sta llegue á ser tan insignificante
1)ie una í'uerza ya no la pueda he?ir» habrá cesado la divisibilidad.
Lxiste, pues, la unidad indivisible
^_ü todos los cuerpos; esto en la rcalitlad es el átomo. El átomo ideal
no nos interesa; do él podemos de•^ii' lo que de las fracciones aquel
Celebre a l u m n o , q u i e n , como se resistiese á estudiarlas porque en su
concepto no existían, y oyera á su
maestro (pie, i)ara sacarle de sn
^Tor, lo preguntaba: — Si dividimos
un monto en cuatro p a r t e s , ¿no resultará c<;)mo cociente un cuarto de
oíontü? Kl contestó tranquilo:—Xo,
señor; resultarán cuatro montes pequeños.
vive algunos instantes, ese tiempo permanecerá
comi>lGto el Yo en aquella jjai'ta del imlividuo, E l
cuer}io del niño no contiene tantos elementos accidentales como el del h o m b r e ; éste puedo no ver ni
la más r e m o t a semejanza entre su aspecto de la niñez y el de cualquiera otra edad; pero n i n g u n o
iluda de que él iia sido siempre el mismo con aquellos cuerpos diferentes. A u n antes de manifestai'se
en un chicuelo inilicaciones d e razón, es indudable
que su Yo con él vive, puesto que el Yo os su esencia, y sin lo esencial es im])osil.)le ser. Y como el
h o m b r e ya es antes do su nacimiento n a t u r a l , así
mismo es su Y o , no sólo en el seno m a t e r n o , sino
que antes a ú n : desde que se combinan las unidades
vitales formando el germen microscópico de su
existencia. E n ese germen está el ser p a r a el materialista; su Yo no es otra cosa. Supone que se
nace jior la combinación de unos átomos, tan escasos en nüm,ero que sólo forman u n germen mi-
tencias; pero sí, como se dice sin que nadie lo dude,
del infinito de las conjbinaciones alfabéticas r e sulta el Hámlet, de las diversas combinaciones que
pueden hacerse con un n ú m e r o determinado de
u n i d a d e s resultan'i la reproduccié)n d e las m i s m a s
combinaciones en el infinito del tiempo. Téngase
en cuenta (pie uno d e los factores, el tiempo, ése sí
es infinito, y sus combinaciones continuas.
Si l a escuela materialista es consecuente con su
sistema, h a de aceptar, no sólo como posible, sino
como hecho cierto, estas combinaciones (jue concuerdan con la evolución q u e ella pregona, y coinciden con lo q u e la m i s m a escuela asegura cuando
dice que lo que nace no es que nace, sino q u e vuelve. La idea de vida será, p u e s , idea de eternidad,
lo m i s m o p a r a el materialista q u e p a r a el es]jiritualista; pero como la perfectibilidad de la especie,
admitida por unos y por otros, conduce á deducir
que en esta repetición de las existencias puede Uegarso á un grado de perfeccionamiento tal de la m e m o r i a que se recuerden las vidas anteriores, y la
existencia infinita sea, como consecuencia, aprovechable, liabrán de
convenir, hasta los mayores descreídos, en que estas coml)inaciones de
la materia son de tal suerte maravillosas que tienen caracteres de divin a s , puesto que con la Divinidad se
confunden; y , la v e r d a d , si los m a teriaüstas admiten una p a r t e , no
tienen más remedio sino admitirlo
todo.
LUIS CALVO RKVILLA.
EL HOGAR DOMÉSTICO.
— ¿ A d o n d e puede ir el h o m b r e en
busca de felicidad si no la encuentra en su casa al lado de su mujerKsas unidades indivisibles son las
cita?
que comiionen la cantidad de la ma— Cuando la tiene.
teria, que, en lo que á este globo se
— E s o e s , cuando la tiene y es
i'efiere, nadie d u d a que es finita,
puesto que se conocen sus límites:
t a n b u e n a como tú.
¡yego ol n ú m e r o de sus á t o m o s e s
—¿Ella?
^nito también, a u n q u e resulte in— E l l a , sí; es decir tú; porque
•^alcnlable; y como ni aumenta ni
como tú h a b r á pocas.
*iisminuye, porípie de la tierra nada
— Me avergüenzas.
^^'e, y ¡V excepción de la materia de
— E n su propio domicilio, al lado
nuestros aerolitos, que es i)0sible
d e au mujercita, de sus hijitos
lUe hayan saliilo d e la tierra misc u a n d o Dios se los da.
m^, como muchos sabios sujionen,
— ;Arturo!
^ o e n t r a nada tampoco, las mismas
— E n su c a s a , a l a m o r d o l a l u m b r e .
'ínidailes son siempre las q u e aquí
— Eso en invierno.
^0 combinan ó se disgregan. Mar
— Sí, en i n v i e r n o , es verdad: en
era antes la n u b e (pie desde los cíeverano en el c a m p o , en la playa,
tos se desgaja, y m a r será d e nuevo,
pero siempre aliado de su mujercita.
para de nuevo ser vapor. Las ai-enas
— Sí, Arturo.
1"e forman el lecho de los ríos y se
— ¿ P a r a qué nos casamos? P a r a
arrastran con ellos, son montes del
vivir j u n t o s , m u y juntitos.
pasado y material que se acumula
— ¡Embustero!
para log montes ilel ¡¡orvenir.
—¿Qué, no nos casamos para eso?
. Ll matcriahsmo no encuentra en
EXCMO. S R . D . F A B i l O A R A N A Y E C H E V A R R Í A ,
¿Para q u e r e m o s , para m i m a m o s ,
como nosotros dos nos queremos y
.^ comienzos d e la Química orgáRECIENTEMBNTK ASCENDIDO Á GEXERAL DE DIVISIÓN
nos mimamos?
^ica m.'iy fenómeno (pie éste; i)ara
r o n LOS ItELEVANTES SERVICIOS PUESTADOS COMO .nci'E PE LA SECCIÓN DE ULTEAMAR,
Estos diálogos íntimos entre Luisa
^•^íuel, la vida no es otra cosa que la
DEL MINlSTBtllO DE LA OUEBRA.
y A r t u r o terminaban siempre lo
•^pmbinación de a l g u n o s cuerpos
m i s m o : con un abrazo apretado y
^inipley. ¡Como tiue alguien ha dl(De rotografía do la Sotiiedad Artistico-Fotogrdflca.)
sostenido por ambos consortes, y
J^no, con gran ajflauso de los suyos,
u n chaparrón de besos.
lue la vida no es más que la mateUn matrimonio en los albores de la vida conyuija puesta en acción ¡lor medio de la organización! croHcópico, y juzga que se muero por la separación
gal no se explica el amor sino con tales apreturas
^^ la escuela materiahsta se dividen en dos las de esos átomos.
y apretones.
^ombinaeiones: la esencial y la accidental. CombiAnticipo u n ejemplo para que la deducción de
nación esencial es la reuuií'm de ciertos elementos todo esto resulte más clara. E n nn cubilete agito
Cuanto puede pedir el m á s exigente á la mujer
invariables, que constituven, por decirlo a s i , el
dos dados, que componen doce tantos en junto; propia reunía Luisa; h e r m o s u r a , candor, ingenio,
^??'io y la unidad de cada existencia. Combina- vuelco el cubilete, y resuha el n ú m e r o seis; repito discreción y capital m u y saneado, como ordinaria^ " n accidental es la de los elementos vai-iables, el juego, y se ])rodüce el número dos; sigo jugando, m e n t e dicen varias personas.
^ t ' v i b l e s , fugitivos, que aparecen y desaparecen. Y obtengo el u n o , el cinco, etc., etc. E n quince, en
Su educación había sido esmerada, m u y princi^^iponcn los materialistas q u e el Yo h u m a n o resulta t r e i n t a , en sesenta m i n u t o s , en más acaso, pero al palmente en cuanto puede servir á la mujer p a r a
Jje la combinación esencial, mientras los esi)iritua- fin en un tiempo que no excederá á lo sumo do un
hacerla b u e n a , que no sabia.
"stas saben que el Yo h u m a n o es ol alma; y como
jiar de h o r a s , no hay duda de- que habrán salido
Tropezó en su camino con A r t u r o , como ella
J^ exigtejjpj.^ ^j^^ ^^^^^^^ ,]ón divino, es afirmación todos los tantos, desde el uno hasta el doce, y de
joven, g u a p o , r i c o , discreto, instruido y h o n r a d o
^^ lo eterno, la eternidad d e la vida es base de la que en otro tiempo igual ó semejante habrán vuelto y caballero.
^^cnela espiritual, y á ésta, pues, no hay por que
á salir.
Empezó el proceso visual; siguió el verbal, pre^^^"mentarla.
Supongamos ahora que en la tieiTa no hay sino via i)resentación de documentos m a n u s c r i t o s , y,
- ^ n el materialismo es donde existe la negación, doce unidades vitales, las doce de los tantos, y (pie por ú h i m o , se vio la causa por ambas familias, y
cada una de sus combinaciones es la (pie forma un
se dictó y en seguida se cumplió la sentencia de
^}" menos la duda.
trtTf'^ "división que los materialistas establecen en- ser. ¿Cuántas voces se organizarán y desorganiza- los jóvenes, ó sea el matrimonio.
A r t u r o era alegrito, m u y alegrito, pero sin faltar
e ios elementos esenciales y los accidentales de- rán en el tiempo d e un año estas doce existencias?
Las unidades vitales d e q u e nos habla el mato- á sus deberes d e esposo y d e cubaliero.
r i n ^"^'"^ ' l " e , como los espiritualistas, no conside¡y^ necesaria t o d r i a T - V a n ^ z a S ^ ^
riaíismo no son d o c e , sino muchas más; pero son
Luisa era también alegre, pero no como Arturo,
ampuu n n ú m e r o ; con ellas, según el sistema, se compone sino como lo son los niños cuando no están enfertan^í^^'^sncia del Yo. Si á un individuo se.le^ai
m ° ^ ' t r a z o s ó las piernas,-su figura varía; qu^........• " todo lo q u e vive. El espacio que las contiene no es m o s : rebosando esa alegría cuyo fundamento so
^ ^ m a d o s sus elementos accidentales, pero su l o mezquino como el del ejemplo; p e r o , a u n q u e m u y ignora y cuyo complemento se desconoce.
Que u n a amiga, supongamos, elogiara u n adorno
Bah- ^^^^'^^ por ello. Si es cierto, como m u c h o s grande, tiene orillas, y d e éstas no salen. N o se reproducirán en dos ó tres horas las anteriores exis- n u e v o , un vestido, y la dijera:
°ios afií-man, que la cabeza separada del tronco
284 — N." XVII
LA
ILUSTRACIÓN
M A N I L A
ESPAÑOLA
Y
AMERICANA
( F I L I P I N A S ) . — LA TALLE REAL.
ILO-ILÜ
( F I L I P I N A S ) . — E L PUERTO.
(De fotogrofias de F. Laureano.)
8 -MAYO
1897
LA
8 MAYH 1807
ILUSTRACIÓN
ESPAÑOLA
Y
AMERICANA
—Eati'is luoníshna, Luisa.
Para la interesadii era un
motivo de re^^ocijo.
Y como de éstos, a u n cuando mientan, Ins dan :i cualquier hora las u m i t a s , particularmente cuando disi'niian
a diarlo ile la mesa, dul ])alco
y del coche de las aduladas,
Luisa vivía lialaj^ada en su
amor propio.
"7-;_Qué señoritos! Yo no los
dejaría anmiue m e olTeciera
otro amo cinco duros diarios
de salario y un bonulieio libre.
que toneren c u o n t a q u e
i l o r i t a , la doncella de Luisa,
n a b l a b a d e e s o do benelicio libre penpie antes de meterse á
doncella de laljor había intentado dedicarse al arte lírico
teatral como soprano complicada, ó en coro.
1 ero no lo consijiuif') por
taita de KVOZ autorizada".
Flora era ¡juajia y esbelta y
elegante en su ramo do doncella.
Y buena muchacha.
También alejírita.
Para Cipriano, q u e «colaboraba» eñ el servicio de la casa
con Floi-iía, era ésta el ánirel
perfumado, el h a d a d e los
^^^'"^os
y otras sandeces de
novela por secciones ó por
traducciones.
I-;0 de perfumado ])u diera
decirsL- por cuanto a b u s a b a
}^lora de las esencias: la Colonia, l a p i o l d e líusia, la piel
^e Lspaüa, la i)iel de la Alca7^a, patria esta úllima de la
doncella.
¡Pobre Cipriano! ¡Tan
amante y tan pobre!
¡C)i el hubiera podido «pro-
D.
JOSÉ
EMIIíEXTE
FELIÚ
AUTOR
Y
CODINA,
DBAMATICO
CATALÁX.
f en Madrid el 2 de! corriente.
MADRID. —EXPOSICIÓN" AIÍTÍSTtC.-i .\ BENEFICIO DE T-OS HEIÍIDOS DE CUCA Y FILiriN.AS.
:;'.:h':;r.::
íl..:» r ,r..:;.;.;!
... '.'.'
EN
CUADRO
LA
ALDEA,
DE CECILIO
TLA.
V
•N," xvji — ' 2 8 5
porcionarsoí* u n hotel
de
cualquiera, y a que no d e nueva planta, para instalar á su
a m a d a , por suimesto en compañía de su esposo, (¡ue habia
de ser él!
Pero los hoteles no h a n llegado, aunque bajen de precio,
según dicen varios señores, á
la mano de los (jtie carecen de
dinero para adquirir tal comodidad.
Verdad es q u e , en cnanto
podía, no cesaba de obsequiar
y de regalar c h u c h e r í a s — e n tiéndase baf^jatelus, no cosas
de Hincho—á la señora y dueñ a de sus i)enKamientos.
Esto excitalia cierta eraiilación e n Modesta, joven también y cocinera, q u e miraba
á Cipriano como á un hermoso
pinche conyugal.
Y no era ])orque el chico
fuese un moclcio escultórico,
ni pictórico, ni aun ])oético, si
bien "los hacia» — versos, hablando con jierdón.
Cipriano era, no precisamente feo, sino incorrecto, dicho
sea con í i n m a , pero gracioso.
El muchacho, lo m i s m o que
BU amada F l o r a , repetía q u e
en parte alguna se hallaba
como en aquella casa.
— E n el hogar doméstico—
decía—únicamente en el nuestro rae encontraría mejor.
Flora reía inocentemente.
—Salgo de jtaseo — añadía
C i p r i a n o , — y estoy deseando
v o l v e r : y salgo por que no
m u r m u r e n , q u e si no
Para
m í no hay teatros, ])ara mi no
hay cafés, para mi no h a y
amigos
—Ni toros, ni toreros—term i n a b a la doncella, sin poder
contener la risa.
LA
286 — x.» XVII
— Búrlese usted.
—¿Qué? Si m e ocurre á mí otro tanto; que no SL'
. vivir fuera de C!isa.
— ¡Ah! m e ama —pensaba, alguna vez en verso,
Cipriano.
,;Y la cocinera?
Fuese por el m u c h a c h o ó porque apenas contaba
con dos ó tres amigas eu Madrid, apenas salía ;i
paseo.
¡El a m o r al hogar!
H a s t a un perro de esos grandes de Terranova
tenia tal apego á la vida casera, que solamente
obligado por Cipriano, pura llevarle al l)año y para
otros asuntos particulares, asomaba á la calle.
Que vivían todos, amos y criados, «para dentro»,
como decía u n amigo d e Arturo.
«
• *
Pero.
• *
— ¡Qué caramba! U n compromiso es u n compromiso.
Y aunque Arturo se veía comprometido m u y
frecuentemente, no se puede ni se debe cohibir á
u n joven, y menos su esposa, porque llegaría á
odiarla y
Y'' que aquella noche era u n a excepción d e la
regla.
Porque trasnochar sí trasnochaba alguna noche,
siempre pidiendo mil perdones á Luisa y por causas ajenas á la voluntad del amante esposo.
Pero aquella noche no podía volver; u n asunto
impox'tante le llevaba al Escorial.
— H a s t a mañana, vidita—dijo á Luisa, mientras
besaba las manos de su esposa y la estrechaba con
vehemencia. — No sabes cuánto m e disgusta la salida, y , sobre todo, faltar u n a noche de tu lado, de
m i casita.
—Y'o también lo deploro — contestó Luisa;—
¿pero qué hemos de hacerle sino tener paciencia?
— ¡Qué b u e n a eres! N a d a como el hogar doméstico, la p a z , la
Conque A r t u r o se despidió y
hasta el día si. guíente.
* .*
La verdad es que podía aprovechar aquella noche Luisa para complacer ¡i sus amigas Elena y
Aurora y á la Condesita, y acompañarlas al baile
de la Duquesa.
Estaba sola y aburrida, seguramente, y tal fué
la obstinación con que la invitaron que
accedió.
No h a y que decir cómo y cuánto lamentaba ten e r que asistir al baile, y dejar su casita, su hogar.
— No hay felicidad fuera del nido — repitió mil
veces á Flora, mientras ésta la vestía.
— Y es la verdad, señorita—afirmó la d o n c e l l a , ^
q u e á mí m e ocurre lo m i s m o , y eso que no disfruto de ciertas dulzxiras que usted disfruta.
Luisa no i»udo contener la risa, y Flora tampoco.
No siempre decía Flora lo que quería decir, sino
lo que salía, como lea pasa á ciertos oradores.
Luisa, acompañada por sus amigas, y después de
recomendar á la doncella el cuidado de la casa, del
h o g a r , saUó para el baile.
'•
tt «
Y la ocasión, y la j u v e n t u d , y
¿qué sé yo?
Pero ello fué que Flora admitió por primera vez
la invitación de Cipriano para ver la s e g u n d a , la
tercera y la cuarta, ó por lo menos, las dos últimas,
si no llegaban á tiempo para la segunda, en Apolo
ó en la Zarzuela.
Encargando á Modesta que cuidara de la casa,
y enviándola del café u n o , aunque peor que el do
casa, por ser «de fueras, mejor apreciado ó más
a g r a d a b l e , como recuerdo.
— N a d a como la tranquilidad de la casa: á m í
m e cuesta trabajo vestirme y salir.
— P u e s no salgas—dijo Modesta á Flora.
— Y a lo hemos pensado, y
-¡Ya!
Y hasta después.
Cipriano iba radiante de alegría.
« *
— ¿Y yo sola con el p e r r o ? — s e dijo la cocinera.—Ño—se respondió ella misma.—Al teatro, Modesta; que u n a noche es una noche.
Y se vistió y dejó cerrados todos los balconea, y
las puertas, y las ventanas, porque el piso era bajo
y las precauciones pocas en este Madrid
y en el
otro.
ILUSTRACIÓN
ESPAÑOLA
Y
8 MAvn 189
AMERICANA
Arrancó la esperanza mantenida
Por un fatal error,
Ijograudo que en el árbol de tu vida
No quedase una Hor.
Solamente una ventana de la cocina olvidó Modesta, una ventana (|ue daba al patio.
— Mucho cuidado con la casa. Mura—dijo
al
perro; — que lo ymmero es el hogar, hijo mío.
El i)erro meneaba la cola as! como diciendo: «Ent e n d i d o , y dice usted bien», ó díindola gracias por
llamarle 'ihijo».
Couque Modesta salió y corro.
Justo es, por tanto, que tu amor le niegues.
¡Xü lo aupo apreciar!
¡Ya verás su miseria cuando llegues
lUindu debes llegiu*!
II.
¿Quién h a b r í a de creer q u e por a(|uella m i s m a
ventana que la cocinera dejó abierta saldría el Moro
en cuanto se vio solo, y á pesar de su cai-iño á la
casa?
¿Quién, que por aquella misma ventana habrían
de asaltar la casa unos ladrones, y cargar con cuanto hallaran á mano ó á ganzúa y palanqueta?
Así decía uno de ellos:
— ¡Qu(! poco apego á la casa tienen ciertas gentes! ¡Si fueran como nosotros, que no sabemos salir de ellas en cuanto las dejan sus dueños!
— Tienes razi'm
¿Qué importa la fatiga
Que consume mi sérV
Sólo un ftiVín mi corazón abriga:
¡El poderla vencer!
No supongas que el áspero sendero
-Me da espanto. No tal
Quien quiere con el ansia <|uc yo quiero,
Lucha y llega al final.
Me atrae a(]uella luz resplandeciente,
Y hasta ella tenj^o que ir.....
Bien ilices
Aunque es ruda la pendiente,
Pararse es sucumbir.
«Aprovechando la ausencia del conocido capitalista
y do su f a m i ü a , robaron ayer »>
Así lo decía la prensa.
La verdad es que todos los individuos de la casa,
incluso el d u e ñ o , estaban complicados en el robo.
La blandura del cieno me sujeta;
Quiere Imndirme quizás
¡Mas siento la arro.iíancia del atleta
Que no se vuelvo atrás!
Tienes razón
El mundo ha despreciado
Todo lo que le di
Con BU desdén mi rabia ha despertado
¡Y ahora me vengo asi!
EDUARDO DE PALACIO.
soisr:ETO(PENSAMIENTO
HE A R M A K D
Sigo
¿no he de seg'uir? Lo que era un suefío
A realizarlo voy,
Y el mundo, que me tuvo por pequeño,
Ha de ver lo que soy.
SILVESTRE.)
Todo en el mundo, abismo de iunarguru,
Ciuriliiii, desaparece ó cae vencido;
Todo .se precipita en el (ilvido
6 en el seno de negra sepidtura.
¿Qué importan la fati;j;a y el trabajo
Si se han de compensar
Con el placer que vean los de abajo
Que al fin pude llegar?
No; que hay algo eternal, alp;o que dura
Al trav¿9 de la edad, firme y erguido:
El corazón del hombre, combatido,
Y de las liijas de Eva la hermosura.
ni.
— Espera
Ya es inútil
Te has vendido.
No si<ras
Mo engañé
Loco estiis
No cambiaste
Y'o he creído
Que tu orgullo era fe.
Sí; la belleza, fuente de poesía.
Que en ei pacano altar brilló sin velos,
Sigue retando al esplendor del día;
Y ardiendo en fiebres, cóleras y anhelos,
El corazón del hombre desafía,
Hoy como ayer, laa iras do los cíelos.
Vuelve de nuevo al mundo que encadena
Tu vida y porvenir,
Porque resulta estéril tu faena
¡Nadie to ve subir!
MANUEL REINA.
—¿Nadie? — No.— Pues entonces imagino
Que es una insensatez
Luchar con la aspereza del camino,
¡Y me vuelvo otra vez!
EL OliGULLO DEL VENCIDO.
Luis DE ANSORHNA.
L
— ¡Avanza! Aunque es muy áspero el camino,
Sif^uelü con valor.
De la jornada al fin puso el destino
El ñn de tu dolor.
MARRACIONES
líompe las ligaduras de hi tierra
Que encadenan tos pies
Toda esperanza el porvenir to cierra
Si dudas
¡Anda, puesl
MUNDOS."
COSMOPOLITAS.
Muerte de la mailro do Feílerieo NietKSt'ho: el lllónofo aleo y la TD^'
Jerereyentü. —La obra del poeta hün^'a^o Madneti: El ilrinunt"''
liKiiilirc— El MuHeo de la prensa, en Búlt'iua. —La prenwa y^l"^
propaRandas pernieioHaH.— Suciedad del Parlamento de ^^Q•^
liington.
Ya sé que es fatigosa la pendiente
yue tienes que subir;
Mas el que siente lo que tu alma siente,
Por ella tiene que ir.
'*-~^
No vuelvas la cabeza y sigue andando
Pararse es vacilar.
¿Que tardas mucho?—Llegarás
¿Que enándo?
¡Cuando debas llegar!
¿Brota la sangre de tu piel? ¡Qaé importa
Si vas hacia un edén!
¡La jornada más larga es siempre corta
Si se camina al bien!
Yo te aseguro que tua tristes quejas
Pronto han de tener fin
Olvida tu pasado
¡Lo que dejas
Es tan pobre
tan ruin!
Pasiones bajas que tu sor ligaron
Estúpida ilusión
Ansias locas é innobles que dejaron
Seco tu corazón.
POR AMBOS
^
¿Y qué hallaste? ¿Qué dicha te d¡ú el mundo
A cambio de tu afán?
Ninguna. Con el ímpetu profundo
Que tiene el huracán.
^ ^ -"' ^" '^^^"- ^^ Naumburgo, Sajonia, vive hace
ocho años, inerte, victima do una parálisis
fíenoral y en verdadero estado de imbecih'
d a d , el famoso filósofo pesimista FederitJO
,--^^ Nietzsche, el más atrevido y terrible de cuaü'
^}/j¿j^
tí*^ exagerados publicistas han maldito, en
l f í l c 7 & T ^"^ obras, de Dios, del hombre y de la sociedad.
VíV^ y
A(¡iieí genio desbordado y sin respetos á nada
""•'^ ni á nadie, se aniquiló ul quedar tronchada la iictividad de su cerebro, y hoy, convertido en un niño
inconsciente y sin voluntad, apenas puede pronunciar
otras frases que <t;Mama, mamali. Profunda impresión
causa el contemplarle, después de haber oído la gran resonancia de que aun goza su nondire y después de haber
leído alguno de sus libros; pero lo i[He más interesaba hasta
hoy ai verle, era el contemplar á su madre asistiéndole, el
admirar á la piadosísima, santa mujer cuyas pupilas sólo
se fijaban en dos objetivos: en su hijo y en el cielo. Aquelia mujer, aquella venerable anciana, traspasada liace tanto
tiempo por el agudo cuchillo del dolor sin fin y sin consuelo, acaba de morir.
¡Qué triste é impímente el cuadro (¡ue formaban aquellos
dos seros en el rincón silencioso del bogar! La madre,
siempre creyente, y cuya fe se ha conservado hasta el último momento, no pudo comprender nunca lo que seproponia a([ucl hijo, impelido por la furia de un talento demols'
dor, y animado por una voluntad indomable, al verle cómo
trataba de minar hasta los cimientos la obra secular de li'B
8 MiYo 1897
LA
enema del pueblo, y al saber que era el campeón de bi
octnna ¡ibaunla del i>redtHiiÍnio único de IOB ITIÚ9 fnertee,
y (le hi desapariciim do toílo cuanto en ol mundo es dObil y
HlTnUde, egciibleeiendu de (íHte modo el trínnfii de tinii sed\^^] ^'•P'enta y biVrbara. de la más odiosa do biB tiranías,
B la de fuerza eieiía y irasual contra toda otra ley, conveeneía ó eongideraeii'm lummniis. Cuando Xiiet/.sclie |ire'^oeshis locuras en sus oliraa, y llegó á tener tantos
'miradores, y consiguió eon su descarriado espíritu descay"lr a tunta gcnto joven, y cnamlo subió al pináculo de la
•mía, entonces BU madre, berida por la ]iesai¡iinibre, rompió
19 relaciones con él, y asi, sin tratarse y sin verse vivieron algnnoe años.
ero, al liuj la tensión nerviosa del cerebro del infutiga'•^ propagandista llegó al limite de la resistencia; el orgii'Biiio no pudo con la enormidad de la labor que el espíritu
^ impuso, y , in¡ia ,]¿|,¡i aijncl que éste, liix.o explosión,
Tiiedu al romperse, si no c<nnplettimente aniquilado por la
,?^'''^T t l n débil, impotente y desequilibrado, que en un
. comento descendió al profundo abismo del relmja'ento que tiene qnc operarse en sus funciones para que,
p>iendu servido de base á los trabajos del genio, no piiera servir en adelante para concebir lii más mínima idea,
P'"'-'"'^ '^ftitíular una palabra. Como berilio por un rayo y
P fa Vivir en la más triste de las agonías, fué el celebérrio pensador llevado á casa de su madre, por expresa orden
® esta, que asi como se liabía apartado de él cuando le ro^ a o a n loH resplandores de la gloria revolucitmaria, (¡uiso
an^ ° " "^ separara de sus amantes brazos al verle caído y
"^'í^ado. Nadie pndo disuarlirla do que lo que le liabía
ein*''
'• ^" '"'J*^ ^^'^ castigo de Dios, y en esta tirme croenDa ^^ ""f^^^"^*^' eonliando en que después de expiar sus cullo» ^^- '•'^'•'•'^ í^l ser tan just.ii y terriblemente castigado,
grana Bu infeliz Federico, el pol)rG sacrilego, encontrar
'^•^Jf tas bw puertas del cielo.
ran '"* '^^^•'' '^''^y^"*''j resignada, amorosa y llena de eapcj. ''^' "^'lidaba «de aquella c r i a t u r a s , como 1© cuidó en su
8u l^l" *^^ '"^^ primeros aQos; y por esto todo el poema de
dei '
?^ resumia en las dos miradas: una al rostro caído,
esnl'^'^^'^ ' ^'^^-'^preBivo de su hijo, y la otra á la serena y
Piendorosa inmensidad de b.s cielos.
Kipt'"^ 1 ^' "^""^'''simos partidarios de las esageracíonea de
en o^^'^-'''' '^^'^ ^'^" visto cu su casa á la anciana postrada
dft '''^'^'"" J_>eaar loa pies del crucilijo y después la frente
al ""^""^ ^'ii"i preíiicador del ateísmo ayer, lian aentido
V n '"i*^^ liomio, irresistible, algo que no se olvida nunca,
das I
,
P''"diicido máa efecto y más beneticio que to18 obras del autor de Givt::enda:mmeran<i y de los de"aa ultranaturalistas alemanes.
BU madre, Xietzsche ha i|uedado solo; 3' toda
r
^
'^1'^^ puede caberle en su miserable estado, es el
de ' *'Vi^^''" intfls, se apague en su organismo aquel rastro
POr^*^*^ •'"'^ luz que quedó animándolo y que ha resistido
espacio de tant()s años á los embates de la aieuipre esPerada bienhechora muerte.
o
o o
^ 'orrnando contraste con el trágico desarrollo espiritual
¿ . ^ vida de Nietzscbe, aparece hoy, para los alieionados
lur'^ •*'"'""• ^^ ^^''ras extraordinarias, el recuerdo de la evoPoet"°l''"^ Bufri,'i ül espíritu de otro pensador insigne, del
l,¡. ^^'"'ügaro Emerico Madacb, u n tanto pesimista tam„ íí'P'^'"f* humano y creyente, y cuyo libro A" rm.her tradel''^/'' *^"^" li'iifjpilia dfl hombre), que acaba de traducirse
de ^"^ í^° al francés, es considerada por el pueblo magyar
o| " j '^''•0 valer y mérito como el JUIUKIO de (bcthe. La
iria'^
Madach se ha vulgarizado al ser convertida en draelT^ ''^P^'^'^'^iibida en todos IOB teatros de Hungría, como
tiido'^"'*'i' ^^ P'^'Pularizó en el mundo entero, al ser interpreen la escena con todos los encantos del arte.
cnM-'^-'? '* Hungría estaba sometida al férreo yugo d é l a
"intoB^T ^^ ^"«tria y de Rusia, en JSRl, y algunos añoa
rey ' 1 ''-"^ ^^ emperador Francisco José fuera coronado
blea'^^
iglesia de Nuestra Señora de Buda, sufrían terriejj 1 P^'^^e'icionea cuantos patriotas habían tomado parte
han ñ ^\'?''''"^'^^tOB do emaueijiación ó cuuntoa manifesta' g|P' ''"^amenté su amor á la cansa nacional,
blaci
n
' ^' destierro y el calabozo diezmaban la poeuBa ••"'
aquellos días, el poeta Madacb acogió en su
do 1;^"^ "fl Perseguido y lo tuvo oculto algún tiempo. Cnanpgj. policía lo supo, el patriota ae había puesto en salvo;
nicad
" P'^oa su protcctJir, que estuvo preso é incomuPoeta** " " '^"'^' '^' 'l'iiídar libre y entrar en su casa, supo el
"n am'''^^ ^" ™iijer, il la cual idolatralia, había buido con
'^Ueloa'*'**^' '^^3'^'^*'" abandonados á sua tres hijos peque-
ILUSTRACIÓN
ESPAÑOLA
Y AMERICANA'
francesa, Adán es Danton, y cuantas libertades y proyectos generosos y humanitarios predica, se convierten en
daño y desprestigio auyo, en cuanto ae ponen en prácticíi.
Al estudiar á la humanidad de nuestro siglo, ve con asco
que el cieno h a sustituido á la sangre; que todo se vende
y que todo so compra. Hecho Bocialiala, sin esperanza ni
porvenir alguno, Adán so hospeda en un falanstcrio de última novedad. Va no es uo ciudadano, ni un hcuiibre, sino
un niimero. Todo es allí de todos y nada ea de nadie. Todo
el mundo es igual; ninguno padece ni goza de manera que
lo fié á conocer y la vi<la es un mecanismo monótono, irresistible, siempre igual. A nadie se le ocurre allí ser algo
más que los demás, ¡c infeliz del que se atreviera á intentarlo ! En su aburrimiento postrero, en su pena ó deaengaño máximo, Adán, pensando en la esterilidad do cuanto
ha visto, discurrido y realizado, lanza un estridente lamento
de desesperación, quejándose de lo inútil y perdido de tantos esfuerzos, de tantas aspiraciones, de tantas bichas y
de tantas esperanzas.
Entonces aparece el Señor y le dice:
— Ijucha y confía. El progreso no es una mentira. ¡Toda
manifestación humana, aun las más desordenadas, contienen un fondo de verdad!
Oon esta explicación del enigma h u m a n o , con estas palabras de fe y de consuelo cierra su obra Madacb, quien,
después de tener tantos motivos para ser pesimista p incrédulo, como Nietzsche januislo ha sido; lejos de maldecir de
la humanidad y do cerrar los ojos y el corazón á todo consuelo, ctirona su labor, saturada de pesadumbre y de aparente descontianza, con esa expresiva manifestación de
bondad y de esperanza, dignas de la sensatez de un hombre do bien.
Entre los hombrea aficionados á las letras en Bélgica,
donde éstas tienen numerosa y distinguida representación,
80 ha discutido recientemente la conveniencia y posibilidad
de crear iin c.Muaeo de la prensa univürsab), habicndose presentado un proyecto para realizarlo á la sección de Bellas Artes del Consejo Municipal de Bruselas; la cual encargó su
estudio y ponencia al jefe del Cuerpo de Archiveros de la
capital, ;\lr. Waiiters. El dictamen, emitido después de un detenido análisis del asunto, es contrario á tal idea; y como el
ponente en cuestión goza allí de merecida fama de hombre
sabio, y au autm-idad académica es muy respetada, pnede
asegurarse q u e , por ahora, el proyecto se archivará. Asegura .Mr, Wauters que la organización del Musco de la
prensa no tendría olicacia alguna. Semejante institución
sólo podría crearse por la iniciativa particular, con el apoyo
pecuniario de todas las localidades del país en que se puhliquen periódicos, y bajo la dirección de un biblióíilo eminente i|ue, además de ser un verdadero especialista en esta
materia, tuviera indiscutible competencia en el conocimiento del estado de las ciencias, del comercio y de la industria en el día, á tin de poderse d a r cuenta de la importancia positiva de las publicaciones i[iie tengan real interés
para los hombres estudiosos, para los comerciantes y los
industriales. Una institución semejante necesita un edificio
de grandeB proporciones, y de tal manera dispuesto, que en
él esté perfectamente distribuido y metodizado el servicio;
y ni Bru.selas, ni la mayor parte de las capitales disponen
de ninguno que reúna esas condiciones, ni es fácil que ningún Municipio ae preste á construirlo de nueva planta, por
IOB considerables gastos que exigiría, y porque del capital
invertido nt> había de obtenerse beneficio pecuniario alg u n o ; razón que, aunque parezca muy egoísta tratándoae
de lo que se t r a t a , suele aer tenida en cuenta antes que
otros muchas, dado el espíritu utifitario de loa tiempos que
cnrremoB,
Ella por lo menos ha convencido bien pronto de la dificultad casi insuperable de realizar ol propósito á muchos
de loa ediles del municipio de Bruselas.
N." svii — 287
por el que so prohibe, bajo penas semejantes, las reproducciones fotográficas y toda clase de iluatraciones relativas
á tan execrables fiestas.
;.Y cuándo se votará en el Congreso de Washington un
proyecto de ley para que en el Salón de Sesiímes no haya
que andar en zancos? Viene esta preguntíi á propósito de
la descripción que hemos recihido del estado nada estético
ni higiénico en que se encuentra aquel local. A causa de la
sesión ó legislatura extraordinaria celebrada este a ñ o , dicen que no se ha podido asear el Capitolio, al llegar la primavera, como suele hacerse; y dicen q u e el aspecto q u e
aquello presenta es imposible de describir en todos aua detalles. El número de representantes que mascan tabaco es
muy g r a n d e , y se ha hecho preciso (¡ue cada uno de ellos
tenga á su lado una escupidera, en la que no siempre suelen
escupir. Este cachivache es allí, no sólo un objeto de adorno (!!), sino un útil indisiiensable. Muchos de IOB congrexemen, gente habitualmente distraída, entra y sale de sua escaños sin acordarse de la escupidera, y a cada momento
van éstas rodando, ctm todas sus conaecuoneias. Aaegúrase
también (jue los dependientes encargados de llenar los tinteros do los pupitres, más distraídos que los señores, dejan
á menudo correr la tinta hasta el suelo, y q u e en éste se
forma un barrizal con ol jugo de! tabaco, de muy diversoa
colores. Itías pasados, entre unos turistaB de Boston que
visitaron el salón del Congreso después de una sesión, iban
varias señoras, las cuales, al recorrer las lineas intermedias
de los escaños, tuvieron que recogerBe las luidas con u n a
mano para poder pasar por aquellos charcos parlamentarios,
y llevar en la otra BUS pañuelos bien apretados a l a s naricea,
ponpie era imposible resistir el aroma del incienso que ae
elevaba del suelo del templo de las leyes,
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LIBROS PRESENTADOS
En punto á la vida y aspiraciones de la prensa, parece
Á ESTA REDACCIÓN POR AUTORES Ó EDITORES.
seguro (]ue el report(;rismo exagerado é insaciable que todo
lo cuenta, divulga é inyecta en el ánimo de cuantas clases
sociales existen, refrenará u n poco sus impetuB, atempe- E l M u n d o Xnviil lltiMtirnlo. — Hemos recibido el número
primero do esta inipor'ante revista quincenal, lujosamente
rándoee á las reglas de una selección prudente, que rechace
impresa por la, casa Hernando y C " , (^ Üustpadacon arlisticaB
todo lo escandaioBO, malsano y perjudicial á la educación
fololipias de los Srcs. Hauser y Menct. Consagrada la rcTÍsta
digna de un pueblo, y que cierre el acceso á la popularidad á
ÍL las cucsIioncB de marina, propóncnsc sus fundadores llevar
cuanto sea indigno de merecerla. A pesar del favor de que
al conocimiento del público loa estudios y enseñanzas que por
gozan en loa Estados Unidos los sangrientos y bárbaros esser ignorados son causa do que cu las regiones oriciales, los
CAmaras y la prensa periódica se tliecurra, se bable y se espcctí'iculos del boxeo ó lucha pública de los hombrea, á pucriba sobre marina en Icrmlnos que asombra, que duele, que
ñetazos; á pesar del entusiaauío que suelen despertar, de la
fué t ^
^'"^dó mudo de espanto, y su desesperación
amarga k ese gran mundo naval, cada día más numeroso 6
concurrencia
que
arrastran,
de
los
intereses
quo
se
cruzan
pep " " . grande I¡UÜ estuvo á punto do volverse luco;
% importante en nuestro país.
y
de
los
ardientes
defensores
que
tienen,
son
tales
los
hofecoí) 'í'','^'"^** y cariñosamento atendido por sus amigos,
A los trabajos prolesionales, propiamente lécnicOR, encorrores que se presencian y tan feroces y repugnantes sus
en SI) ^' • P"^'"^" al cabo de largo tiempo, y pudo encontrar
mendados ú. autores muy competentes en la materia, acompaconsecuencias, que parece que los legisladores, que en gedas n^ '^'^f^ifiiea literarias el bálsamo para las hondas heriñan,
para la mayor amenidad do la publicación, trabajos de
neral son tan poco sentimentaleB y escrupulosos, han em^'astn*^ 1 " " ' ° d o abriera en BU alma. Con fe y con entuliteratos eminentes sobre asuntos do general interós.
prendido
en
algunos
Estados
una
vigorosa
campaña
contra
dedio**' y^^ ^^^ saludables efectos del trabajo, volvió il
En el primer número que leñemos k la vista figuran las firestas peleas y contra la publicidad de semejantes especmas de Jos marinos Kovo y Golson, Auñón, Concas, Rícart y
y g| ^^^^ a BUS estudios predilectos, á sus sueños de poeta
Ulculos,
considerando
este
último
medio
como
uno
de
los
Trujillo, y las de los literatos D. Juan Valora, D. José Echey ento^
«pnsuelo de dejarse impulsar por la inspiración,
más poderosos para que decaiga la afición y se vaya hagaray, Rodrigue/, Mourelo, Rafael Eugenio Sánchez y Ramiro
dej¿ J"^^^ ''^®*'' y escribió BU A:: emher lriir¡riÜíij<i, donde
Blanco.
ciendo poco á ])uco el vacío en torno de ellos. Los detalles
^adm h " ^ ^ ' ' ' " ® " ' ' ' ' ' fí''a'"ida la huella de la inmensa peKn primera plana publica un refralo de S. M. el Rey con
hre e^i 1 í^"® entristecía á su alma. La traf/edia del hom- del último combate entre Corbett y Fitz produjeron gran
uniformo de marino, y entre oíros grabados de asuntos navadel ^ • "'stoHa de la evolución de la existencia de Adán,;. escándalo; y la muerto de dos boxistas aplastados por BUS
les
figuran los retratos de Méndez-Núñez, Lobo, Topete, Anadversarios en Filadelfia, ha aumentado en grado máximo
tiirjJl '""^'•hombre, '^' través de todos los tiempos. Es naiequera, Sünibc/. Barcáiztegui y Alvargonzález.
los
clamorea
de
la
gente
sensata
y
digna.
La
cruzada
coní'Va v''r'^ • '''^""'P''''i<íii los otros personajes dramáticos:
Dcscam os al ilustrado colega larga y próspera vida.
tra la lucha á trompis y contra los carteles iluatradoB (|uo
Suta d
'^'^'"1 ol eterno tentador, i]uc es el que le sirve de
loa
anuncian,
así
como
contra
los
reclamos
estupendos
y
J'íli|»inas.—Estudio
do algunos asuntos de actualidad, por él
por Hi'^'"'^"''^ ^" ííxcnrsión secular por Egipto, por Grecia,
K. P. Procurador y Comisario de Agustinos calzados, misione^fand """^ "^y^'^ *d centro de Europa en los períodos de las contra los retratos y escenas que aparecen grabados en l a
ros de diolias islas.
IJ1„J, ^^ ^'atiistrofes, calamidades y destrucción de loa pue- prensa, va teniendo gran aceptación. El senador Koehler,
El 1{. P, Fray Eduardo Navarro, procurador de loa Agustiautor de la ley de represión contra la propaganda del boxeo,
nos, ba pul)Iícado un folleto en el que estudia los asuntos coha presentado un proyecto de adición á la misma, según la
loniales
de actualidad en las islas Filipinas. Inspirada la obra
P'ero Z"*^'^' '"^J** «• Imperio, Adán es el astrónomo R e cual se castigará con prisión de seis á doce m e s . s , y con
por el amor do la patria y la especial estima por aquellas preducen n
",P.^""^ ^•'*'"s bastante con todo lo que le promultas de 500 á 1.000 pesos á loa contraventorea de lo que
ciadas islas, y adoctrinada la clariairna inteligencia del autor
PePificoR^ sahiduria y sus profecías y horóscopos y BUS es- la ley ordena. Esta diapoBÍción se ha reproducido y apropor la experiencia qué en cerca de treinta años de permanencia
Bufr^^ y talismanes, vendidos á la muchedumbre, para bado en las Cámaras de otros Estados; y la de Maine, seen aquel Archipiélago ha adquirido, resultan BUS páginas de
gran interés y tienen sus opiniones muy respetable autoridad.
^ora álx
^^° ^ boato que gasta Eva en su vida de según los telegramas de Augusta, ha votado ya otro proyecto
^' gran mundo. Después, durante la Revolución
Estudiar la legislación indiana 7 las disposiciones posteriO'
2 8 8 — N.° XVII
LA
ILUSTRACIÓN
8 -MAVO 1807
ESPAÑOLA Y AMERICANA
m á s completos datos sobre la organización mililar española, está h e r m o s a m e n t e impreso en
cl Depósilo de l a Guerra. D a m o s l a s gracias a
su distinguido jefe por su atención.
L e I > o n d Í i n e t l e w P l i i i i p p i u c ^ t * por Al'
frcdo Giunmá.
res h a s í a el día; a n a l i z a r su contenido p a r a sep a r a r con recto sentido lo que es viable y sano
de lo que es utópico y nocivo, es t a r e a import a n t í s i m a ([tie ol 1*. Navarro h a aeertado á condensar on u n folleto de u n a s 3 0 0 p á g i n a s , y que
ilustra sobre oslas cueslioncs coloniales, t a n
ioeo conocidas, al púliHc-o, ([ue no encuentra
ácilmente libros donde estudiarlas.
Las cédulas personales, pasaportes, padrones, c e n s u r a de impresas y comeilias, los juegos, la vagancia, la criminalidad, el régimen
m u n i c i p a l , la e n s e ñ a n z a , los códigos y los juzgados y la m a s o n e r í a , todos estos puntos son
estudiados detenidamente en el folleto en que
nos ocupamos. •
Según se desprende de la dedicatoria m o d e s t a
del a u t o r , este i m p o r t a n t e trabajo lo lia sido
oncomendadu por loa P P . Dominicos, F r a n c i s canos y Recoletos, eon gran a c i e r t o , y licno
por t a n t o , íi m á s de la atiloridad del que t a n
bien supo cumplirlo, el prestigio de represenl-ar
las ideas de todas las referidas comunidades
sobro las cuestiones filipinas.
Codifico d e <;oii>ttÍtu<!;i(iiic-H v i f ^ e i i t o i * e n
f.odon Ins nnd.nin'.n ricilizni/f/s,
compiladas por
D, E. O v a l l c — A c a b a do ponerse A la v e n t a el
t o m o primero de esta i m p o r t a n t í s i m a publicación, que comprende las constituciones vigentes
de todas las repúblicas. L a larca llevada A cabo
por el Sr. Ovalie merece toda clase de plácemes,
no st'ilo por el pacienzudo trabajo que revela,
sino por Jaacerladaaiírupación de materias ijuc
8U autor h a sabido establecer, y por la i n m e n s a
utilidad que la obra tiene para las mucliisinias
personas rjue por necesidad tienen que conocer el derecho positivo de todas ]a.s naciones,
quienes en la compilación que antmc i a m o s bai l a r á n cuantos dalos deseen, con gran economía
de trabajo y de tiempo. Km resumen, la obra del
Sr. Ovalle es u n a do l a s que no deben faltar en
la biblioteca de un jurisconsulto ó do aquellos
que al estudio del Derecho se dediquen.
Kl geógrafo francés Mr. Roynanct h a escrito
un estudio sol)re los orígenes del cristianismo
en cl Toniiin y en los demás países a n n a m i t ^ i
y en su enlusiasmo hacia cl bienaventurado
Ordorico de P o r d e n o n e , coimcido también p p '
Odcrico d e P o r t e n a n , y el n o m b r e de DondiUi
que este franciscano liió á un arcliipiélaS"'
a l r i b u y c l a c v a n g e l i z a c i ó n de las islas Filipinas
á dicho monje. Xuestro c o m p a t r i o t a Alfredo
G u n n u á h a cscriln en francés unas cartas a' \
Presidente de la Sociedad Geográfica do París
rebatiendo aquella afirmación, y, reunidas en
un folleto p r i m o r o s a m e n t e impreso en Barcel o n a , h a tenido la bondad de remitirnos.
Con gran copia de datos rectifica cl senof
G u m m á las inexactitudes del escritor francés,
y del minucioso estudio que á la cuestión consagra deduce m u y a c e r t a d a m e n t e las conclu^
sioiies siguientes: 1.'^ El nombro do Luzó»^^
indígena, y se debe p o r t a n t o á los naturales
de la isla y no á los cliinos ni á otros extranjeros. 2A L a evangclización de las islas l-'ilipin^
d a t a del esfablecimiento en ellíis de loa españoles, y los primeros misioneros fueron los religiosos agustinos. í'..'^ Ni Odorico de Pordenone
ni otro cristiano alguim fué á Filipinas antes
de los españoles, y las isla.s Dondiin de Odcrieo
comprenderían entonces las de CciJán, algunas
de la Sonda cuando m á s , y quizás Borneo y í^
isla H a i n a n , la prclcndida L u / ó n de Mr. K"'
manel.
En su última carta aíirma G u m m á categoricamenLequeni Üileríeo hizo los descubrimientos
extraordinarios que sus comentaristas lo atribuyen, ni el Dondiin es im archipiélago, sino una
c o m a r c a de la isla de S u m a t r a .
El folleto es realmente interesante para cuantos se dedican á los estudios geográficos.
M e z c o l a n z a , por D. Narciso Magdalcno Garc í a . ^ l i e m o s recibido ejemplares de esta obra,
compilación de trabajos en prosa y verso de
su joven a u t o r , un militar cuyos entusiasmos
a b a r c a n , además de la notable c a r r e r a do las
a r m a s , las no menos difíciles empresas literarias.
Como su título sinceramente lo declara, en £'
libro h a y de todo: estudin.1 nnlnralialaa,
erisf'
yoapoéticos, vunialurax
mundanales
ycslioso^
criUcna.
Véndese al precio de 1,50 pesetas.
f
P r ó x i m a m e n t e verá la luz la segunda parlo,
n o menos interesante que la primera, con la cual
completará su aulor l a obra t a n gallardamente
comenzada.
El t o m o primero forma u n volumen de m á s
' de 800 páginas, y se vende, al precio de diez pes e t a s , on ia casa editorial de D, Victoriano
Siiároz, Preciados, 4 3 .
A n u a r i o ¡Militar d e I^spnña. A ñ o d o
• 1S97.—El ilustrado coronel de E. M., jefe del
Depósito de la Guerra, D. Manuel Benítez, n o s
h a remitido u n ejemplar del Aunnrio
AlHUar
correspondiente al \.° de Enero del presento
a ñ o , al cual sigue un apéndice, donde se consignan l a s alteraciones verificadas h a s t a el 31
de Marzo ú l t i m o . E l libro, que contiene los
ONA LECCIÓN D E L F D E G O .
Fájese nated en u n leño ardiendo y v e a cómo l a
l l a m a j a e g a sobre é l , y_ algunas veces con un rugido fiubo h a c i a la chimenea. E n poco tiempo
toda l a m a d e r a está carbonizada y negra. Pedazos
de carbón encendidos caen eobre el fogón. Conforme v a pasando el t i e m p o , el leño v a disminuy e n d o , después se abre e n dos pedazos y al fin no
quedan m á s que u n m o n t ó n do cenizas y algunos
pedazos de m a d e r a qaemada. Aunque la comparación n o parece m u y n a t u r a l , sin embargo, es
verdad que ¿ cuerpo h u m a n o desaparece de un
modo análogo a l leño consomido por el fuego.
Mientras q u e el leño estaba desapareciendo,
estaba dando calor y animando la habitación con
BUS l l a m a s , y combatiendo así los efectos do u n a
noche fría y desagradable, y todo esto á sacrificio
de BU existencia.
Lo m i s m o p a s a , como y a he dicho, con los
cuerpos h u m a n o s . Poseen cierta cantidad de calor
que despiden, y siempre están quemando parle do
8u sustancia; pero se diferencian del leño en que
siempre renueva la cantidad de sustancia gastada,
y esto proceso continúa por años. Pero al fin vuelven á la tierra de donde emanaron. L a conclusión
del fuego ocurro á nuestra muerte. Cuando, dur a n t e la vida, arden demasiado fuerte, lo llamam o s calentura ó liebre. P o r lo t a n t o , es import a n t e que sepamos do dónde procede la fiebre.
Antes de empezar á contestar á esta pregunta,
voy á pedirles que lean ustedes lo que u n corresponsal dice tocante á u n a enfermedad de la que
padeció hace algún tiempo.
D. E N R I Q U E T E R E Z
FBCUKDO
ESCRICH,
NOVELISTA.
NOÍJÍÓ en Valencia el O de Oclubro de ]fi20;f en Madrid el 21 do Abril último.
C. L. C.
(De fotOETOfia de Alviaeh.)
L a fiebre es producida por unos ciertos microbios ó gérmenes vivos. T a n t o el airo que aspiramos, como también el airo que contiene toda clase
de liquido ó sólido en todas las regiones del
m u n d o , está lleno de estos animales. Algunas
especies no son d a ñ i n a s ; pero otras son venenosas cuando penetran en el sistema de u n a persona. Son l a causa de todas las liebres, á excepción de aquellas quo son producidas por heridas ó
golpes. L a fiebre no es m á s que la batalla que
tiene lugar e n la sangre entre estos animales y la
vitalidad del cuerpo. D o r a n t e esto período el
cuerpo está ardiendo, y l a s carnes so consumen
con m u c h a rapidez.
LA
SALUD
PARA TODOS
•in medicina, por la deliciosa h a r i n a de salud
LA REVALENTA ARABI6A
n-
.
.
.
^
DU BARRY
1 DE LONDRES
C u r a l a s difíestiones l a o o n o a a a , ( d i s p e p s i a s ) , g a s t r i t i s , acedías, disenteria, p i t u i t a s ,
n á u s e a s , fiebres, e a t r e ñ i m i e n t o s , diarrea, cólicos, t o s , diabétia, d e b i l i d a d , t o d o s l o s
d e s ó r d e n e s d e l p e c h o , b r o n q u i o s , vejiga, h í g a d o , r í ñ o n e s y s a n g r e . — 5 0 a ñ o s do
b u e n éxito, r e n o v a n d o l a s c o n s t i t u c i o n e s m á s a g o t a d a s p o r la v e j e z , el t r a b a j o ó loa
e x c e s o s . » E s t a m b i é n el m e j o r a l i m e n t o p a r a criar á los n i ñ o s . — D E P Ó S I T O G E N E R A L :
Vidal y R i b a s , B a r c e l o n a , y en casa d e t o d o s los b u e n o s boticarios y u l t r a m a r i n o s
d e la P e n í n s u l a y de U l t r a m a r . D a B A B K Y Y CÍA., 7 7 , R e g e n t Street, L o n d r e s .
P e r o el punto á que deseo llamarle la atención
es que todas aquellas personas quo son saludables 7 tienen l a sangre pura j a m á s les a t a c a la
fiebre. L o m i s m o , si aspiran, tales gérmenes, no
tienen ningún poder p a r a hacer la m á s m í n i m a
impresión en talos personas. Son inmediatamente
destruidos p o r la fuerza m a y o r del sistema. Aunque el Sr. Caballero e r a u n a persona saludable
m i e n t r a s no estuvo expuesto á contraer l a enferPOR
P a r a conservar (•S,\,SL s a n a ó sin padecimiento
m e d a d , los datos quo preceden prueban q u e , sin
DON
ANTONIO
DE TRUEBA.
alguno, elíjase un dentífrico higiénico, acreditado
saberlo, estaba predispuesto á ser victima do u n a
en
la práctica. Deséchense, por perjudiciales, I " '
enfermedad germinal.
E s u n a de l a s mejores obras literarias d e l ilusdulzainos. Un buen dentífrico h a de perfumar í
La dispepsia nerviosa con qne fué atacado des- tre Antón el de loa Cantares, m o r a l , i n s t r u c t i v a refrescar la boca deliciosamente con cl a r o m a do
pués que la fiebre había recorrido su curso, prueba Y a m e n í s i m a .
la m e n l a y la r o s a , poro dejando un recuerdo o
F o r m a u n elegante volumen en 8." m a y o r franque la sangre estaba y a poco m á s ó m e n o s dagusto ligero do los tónicos ó a m a r g o s , como suñ a d a por los venenos producidos por cl estado t a n elas, y se v e n d e , é. 4 pesetas, e n l a A d m i n i s t r a cede con el L.i€;«p «U-l l*<»lo ilt; O r i v e - p o r
ción de esto periódico, Madrid, calle del Arenal,
débil del estómago.
m a y o r , M. García. Capellanes, 1, Madrid.
núm.
18.
El J a r a b e Curativo de la Madre Seigel está de
v e n t a en todas las farmacias, droguerías y ex•Con sumo placer—dice—voy á relatar lo si- pendedurías de medicinas del m u n d o . Precio del
guiente, y le doy completa Ubertad para publicar írafloo, 14 reales; frasquíto, 8 reales.
m i c a r t a p a r a beneficio de otros.
>TenEo cincuenta y dos años de edad, y h a s t a
h a c e unos diez y nuevo mesea j a m á s he estado
m a l o , siempre dispuesto á emprender toda clase
RESERVA
PRUDENCIA
de trabajo, tenía buen apetito y siempre estaba
ABSOLUTA,
SEQUTHDAD,
alegre. Kn ü n , tenía l a habilidad ordinaria de un
buen trabajador.
A . I> A . E T A . r > O
1 4 S
»El 19 do Marzo úllimo caí malo con fiebre, y
Remitiendo EO eíntlmos de peseta on BCHOB do corroo, BO onvla franco y bajo aobro el nuevo C » - !
c u a n d o estaba algo mejor se complicó mi enfert A l o ^ o i l u M t r n d o rie Mi'tieiila>« d e t ; o i t i n , y por 1,50 pesetas vanlnduldjis en el mlaaiOMli|
medad con un ataque nervioso en el estómago
muontraa da dichos artículos, Cerlidcado, 25 céntlmoa mus,
que m o impedia hacer bien la digestión, haciendo
l ' n r a l a venta on Rorcelonn: C e n t r o «Í« e - t p e c i . ' i l i d a i l e ; » , Rambla do las Flores, 4.
m i vida casi intolerable. Tomé todas las medicin a s que m e ordenaron los médicos, y algunos
otros remedios, sin resultado alguno.
>Cast desesperado fui á ver á un farmacéutico,
D. Carlos Pérez Acosta, on Almuñécar, y lo expliqué m i enfermedad. Dicho señor mo dio un
Irasco- del J a r a b e Curativo do la Madre Seigel,
que empecé á t o m a r , y a l poco tiempo m o enconL A F O S F A T I I V A F A C I E R E S es el aUt r é mejor. Continué t o m á n d o l o , y al c o n c l u i r l a mento más aRradaíile y máíi recomendado para los
tercera botella estaba completamente curado.
niños do 6 á 7 mesee de edad, principalmente en la
Si desea usted para su toilette u n a Agua de Colonia de delicado perfume, a r o m a riquísimo y per»Le repito mis gracias por au medicina, á la época dol destete y en e! periodo del crecimiento. m a n e n t e , envasada en frascos m u y lujosos y do precio m u y b a r a t o , pida el A{rii:« d e C o l o t i i s '
Facilita
la
dentición
y
asegura
¡a
buena
jormación
de
lo»
cual debo mi restablecimiento. (Firmado): B E R «le O r i v e . Primor premio en la Exposición farmacéutica y 2 medallas de oro en Parí.'i. No use,
NARDO R u i z C A B A L L E R O , H e r r a d u r a , 14 de Octu- huesos. Impide la diarrea tan frecuente en Ion niftoi.
nira Agua do Colonia, p o r m u y ponderada que esto, sin ensayar la de O r i v e . Verá cosa buena,
P a r í s , Avenae Victoria, 6, farmacia!.
bre 189iJ.>
lujosa y barata. No tiene igual p a r a los dolores de cabeza y vista cansada. M. García, ¡Madrid.
MARI-SANTA
DENTADURA
A R T Í C U L O S D E GOMA
DEPÓSITO DE N. HENRY
AGUA DE COLONIA DE ORIVE
I m p r e s o c o n t i n t a d e l a f á l s r i c a I>0BITiTiEÜ3C y c.% 1 6 , x u e S u g e r , F a x l s .
Ztescrvaduti todud lou derechos do propiedad artística y literario.
MADRID. — Establecimieato tipolitogrifico u Sucesores do Rivaduneyra.i',
impresores de la Beal Caso,
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