Dickens y Cunqueiro - Universidade de Vigo

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Literaturas ibéricas
Dickens y Cunqueiro: Aproximaciones en el humor1
Cristina Larkin Galiñanes
Universidade de Vigo
Todos los pueblos parecen tener la tendencia a atribuirse a sí mismos en exclusiva el don del sentido del humor. Sin embargo un gran número de los escritores
peninsulares que le han dedicado su atención al tema del humor (en su gran mayoría
gallegos) parecen apreciar de una forma particular el humor británico. Este hecho
parece significativo, ya que, según las más recientes teorías psicológicas sobre el
humor, la apreciación de éste presupone la existencia de elementos de identificación
positiva entre el productor (en este caso inglés) y el receptor (español o gallego). Así
pues, tanto Celestino Fernández de La Vega como Wenceslao Fernández Flórez, Julio
Casares y Azorín, entre otros, expresan su apreciación del sentido del humor británico, a la vez que ensalzan el humorismo gallego.
Pero ¿en qué consiste este sentido del humor que se les atribuye a los gallegos
y que tanto se admira en los británicos? Pues como bien dice Fernández de la Vega en
O Segredo do Humor, obra fundamental para el estudio de este tema, pueden existir
distintos conceptos del humor, según nacionalidades e incluso según diferentes épocas. Para los gallegos parece que el humor propiamente dicho debe distinguirse claramente de la sátira o de la ironía. Wenceslao Fernández Flórez dice que el humor debe
ser "siempre un poco bondadoso, siempre un poco paternal. Sin acritud, porque comprende. Sin crueldad, porque uno de sus componentes es la ternura. Y si no es tierno
ni es comprensivo, no es humor" (14-15). Femández de la Vega, por su parte, hace
una clara distinción entre humor y comicidad, afirmando que mientras ésta es incom1
Quiero dedicar este ensayo a don Xaime Illa Couto, por su respuesta entusiasta y generosa a mis
peticiones de orientación. Este trabajo pertenece al proyecto nº PGIDT00 PXI30204AF subvencionado por la Xunta de Galicia.
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patible con el sentimiento, el humor está estrechamente vinculado con la simpatía, la
ternura y la compasión. La actitud cómica es visible para el espectador pero invisible
para el actor, mientras que el humorismo emana de su creador, no de las criaturas que
éste pone en escena. Para este autor el humor demanda un sutil equilibrio entre lo
cómico y lo trágico, que constituyen los límites del esfuerzo del humorista, otorgándole sentido, a la vez que representan extremos que el humorista debe evitar. Es este
equilibrio, precisamente, lo que caracteriza el "humorismo moderno". Ramón Piñeiro
afirma que el humor es un factor esencial de la literatura gallega, junto con el lirismo
y el sentimiento del paisaje, y que de hecho constituye el anverso de estas últimas dos
características. Al igual que el lirismo, el humorismo gallego nace de una experiencia
radical del hombre: el sentir los límites de lo individual ante los demás. Según sus
palabras, "vencemos la soledad cantándola y vencemos la debilidad individual burlándonos de ella. Ante la naturaleza somos líricos; ante los demás hombres, humoristas. Lirismo y humorismo son dos cargas, dos actitudes de una misma experiencia"2.
En un artículo titulado "Humor y Sociedad" (Grial, 1964) Rof Carballo, al igual que
los autores ya citados, distingue entre el humor cómico y lo que él denomina el "humorismo auténtico", y en una teoría que parece claramente derivada de Bergson y de
su definición del humor como un elemento destructor de los procesos de "mecanización" de la vida cotidiana, nos viene a decir que ante una realidad en la cual nos
vemos arrastrados y aprisionados por las pautas de convivencia, las normas consuetudinarias, el conformismo social, y los hábitos estructurados que van empobreciendo
nuestra vida, el verdadero humor lo que hace es producir una ruptura, un especie de
vuelco que reversa la situación, y nos hace recuperar las perspectivas y realidades que
habíamos olvidado o perdido de vista, poniéndolas ante nosotros en primer plano. El
humor, por lo tanto, corrige el anquilosamiento de las estructuras de intercomunicación
humana, y hace tambalearse el envaramiento de la arquitectura social en que nos
vemos inmersos (Rof; 324-26).
Esta idea que parecen tener nuestros autores sobre el humor como algo que
debe ser bondadoso, benigno, vinculado con los sentimientos de compasión, comprensión y ternura, hermano gemelo de la lírica, lejanamente emparentado con la
tragedia, y además correctivo social, tiene tintes inconfundiblemente románticos. Y
cierto es que los escritores más citados para dar fundamento filosófico a las definiciones arriba esbozadas son Schlegel, Tieck, Novelis, Shelling, Jean Paul Friedrich Richter,
y Heine, entre otros. De hecho Celestina Fernández de la Vega, cuya obra constituye
el esfuerzo más sostenido, contundente y profundo por desentrañar "o segredo do
humor" que yo conozco por parte de un gallego, reconoce esta deuda con el romanticismo tanto implícitamente a través de sus fuentes como explícitamente. También es
una definición fuertemente reminiscente de las teorías y discusiones sobre la naturaleza del humor que tenían lugar en la Inglaterra del siglo diecinueve. De hecho la
2
Citado por Celestino Fernández de la Vega (41).
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literatura británica de esta época, rica en manifestaciones humorísticas, tenía como
contrapunto un constante debate entre los defensores de lo que podríamos llamar el
humor benigno, y los propulsores de un concepto más moderno, que veía el humor
como una manifestación del ingenio ("wit"), basada en la apreciación intelectual de la
incongruencia, y que empezó a ganar terreno alrededor de los años 1870. Para los
escritores de la primera parte del siglo diecinueve como Carlyle y Dickens las características esenciales del humor eran la amabilidad, la comprensión y la naturalidad. El
humorismo debía evitar la malicia, ya que procedía de las emociones, estando estrechamente ligado al sentimentalismo (un valor positivo para los victoriano) e incluso
al patetismo. Sin embargo el ingenio, defendido por figuras como Lesley Stephens y
Coleridge, y estrechamente ligado al intelecto, les parecía a los primeros claramente
inferior, ya que carecía de la amabilidad que informaba al humor, siendo por lo
tanto con la poesía, mientras que el ingenio se veía como producto del capricho, y por
lo tanto ligado a los matices más mundanos de la prosa. Además el humor era típica y
tradicionalmente patrimonio de los ingleses, y el ingenio, mucho más abstracto, se
consideraba esencialmente extranjero –francés por ejemplo3. Las afinidades y paralelismos que hasta ahora hemos trazado en teoría se pueden ver, creo, en la práctica en
la obra de Charles Dickens y Álvaro Cunqueiro. Dickens, por un lado, es quizás, y
sobre todo para el lector no-británico, uno de los máximos exponentes del humorismo
decimonónico inglés, y entre sus obras probablemente la más conocida sea Los Papeles Póstumos del Club de Pickwick. También es uno de los escritores más citados por los
autores gallegos cuando teorizan sobre el humor. Por otro lado, uno de los autores que
salta a la mente cuando se habla de humorismo y literatura gallega moderna es
Cunqueiro. No cabe duda de que éste conocía a Dickens. En un artículo publicado en
el centenario de la muerte de este escritor dice Cunqueiro:
O que estas líneas escribe, é un grande lector de Dickens, e ten feito,
verbigracia, a lista de tódalas tabernas que hai en tódalas obras de Dickens,
e pousadas. E sabe que en calisquera delas que entre, haxa cervexa, ou
sidra de Devonshire our licor de abeto de Danzig… atopará algunha desas
persoas que Dickens precisa para compoñer unha situación, unha escena
que resultará inesquecible, saia a simple Peggotty ou o fabuloso Mr.
Pickwick pola porta do fondo. (229-230).
Y Ramón Nicolás nos transmite una reminiscencia de la infancia de Cunqueiro
en la cual el escritor narra cómo cuando iba de pequeño de visita a casa de unas tías
3
El debate entre los defensores del humor benigno por un lado y del ingenio por otro está muy bien
descrito en The Triumph of Wit: A Study of Victorian Comic Theory de Robert Bernard Martin, y en
Comedy and Culture: England 1820-1900 de Roger B. Henkle.
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carnales éstas procedían a "examinarlo de Dickens", y en concepto de Los Papeles del
Club Pickwick:
"Daquela unha delas preguntáballe ‘¿qué día saíu da casa míster Pickwick
para as suas excursións?’ O neno Cunqueiro respondía… ‘O vinte de
maio de 1827’, e recibía unha peseta ou unha saborosa pastilla de chocolate que caía nas súas mans e devoraba con avidez" (Nicolás; 75).
De hecho, existen, a mi forma de ver, claras reminiscencias de Los Papeles del
Club Pickwick en la obra de Cunqueiro –específicamente en las Crónicas do Sochantre- que han sido pasadas por alto hasta el momento. La idea del viaje en carroza en
compañía de un grupo de difuntos que forma la trama central de las Crónicas de
Cunqueiro nos recuerda mucho a uno de los cuentos insertados en los Pickwick Papers,
"The Story of the Bagman’s Uncle". En esta historia el personaje central se queda
adormilado en un depósito de antiguas diligencias de correo en desuso y se ve transportado repentinamente a un mundo pasado en el que los vehículos recobran su antigua vida y esplendor. Hace un viaje en uno de ellos en compañía de tres personajes,
una mujer y dos hombres, en el curso del cual se enamora de los encantos de la dama,
y en un alto que hacen en una fonda desvencijada, la rescata de sus dos acompañantes,
que la habían raptado, y le jura amor eterno. Al final se vuelve a encontrar en el
depósito, pero queda marcado para el resto de su vida por la convicción de que ha
tenido tratos con fantasmas y por el recuerdo de la mujer que ha ganado su amor. Los
paralelismos de este cuento con las Crónicas do Sochantre me parecen claros.
Varios críticos han comentado cin innegable acierto la influencia de la narrativa medieval, y en concreto de los Cuentos de Canterbury, en la técnica de historias
encuadradas y encadenadas utilizada por Cunqueiro en las Crónicas4. Sin embargo
creo que también es válido hacer notar que el procedimiento de hacer que los personajes cuenten historias propias o ajenas reunidos por las noches, muchas veces en fondas o posadas, alrededor de unas copas de brandy con agua o ponche, se utiliza con
frecuencia en Los Papeles del Club Pickwick. Mutatis mutandis, Cunqueiro reúne a
su grupode difuntos en las ruinas del monasterio de St. Efflam-la-Terre alrededor de una
jarra de cerveza y un jamón impregnado de pimienta, en una vieja cabaña en la selva de
Goulic, o en la posada medio derruida de Guingamp. La tercera parte de las
Crónicas, "Viaxes e Aventuras", nos recuerda también la técnica episódica utilizada
por Dickens en los Pickwick Papers. En la obra del inglés los personajes principales
(cuatro en este caso) emprenden un viaje por Inglaterra, casi siempre por el rural, en el
curso del cual se ven envueltos en múltiples y variadas aventuras cada una de las
cuales constituye un episodio claramente marcado e implica a distintos personajes
ajenos al grupo nuclear. Algunas de estas aventuras tienen lugar en el plazo de un sólo
4
Ver, por ejemplo, Aurora Marco (35) y César Carlos Morán Fraga (67-8).
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día; otras duran algo más. Pero en todo caso, su ritmo se ve marcado, como ya hemos
dicho, por reuniones nocturnas a la luz de la lumbre y alrededor de buena comida y
bebida. Algo muy parecido ocurre en la tercera parte de As Crónicas do Sochantre.
Los personajes centrales, también en el curso de su vagar por campos y aldeas (de
Bretaña en este caso), corren aventuras de un día de duración en las cuales intervienen
otros de variada índole, recogiéndose a la noche para contarse mutuamente sus historias y comentar los sucesos del día.
Los críticos de Dickens encuadran la obra que venimos comentando dentro de
una tradición de historias de aventuras de carácter cómico, picaresco y escapista, que
surge en Inglaterra a principios de la época victoriana como reacción ante los cambios
sociales introducidos por la creciente industrialización. Las clases burguesas de 1820
a 1850 aproximadamente comenzaban a intuir una creciente rigidez y constricción, y
mayores limitaciones espaciales y funcionales para el individuo en una sociedad orientada al comercio, cada vez más organizada y con un reparto más estructurado de los
papeles laborales. También se dejaban ver ya los primeros atisbos de la exacerbada
convencionalidad victoriana. Ante esta situación surgió una especie de mito de inspiración burguesa que propugnaba la posibilidad de acción y libertad individual, y el
mundo verde de la campiña inglesa como escenario ideal alejado de las nuevas presiones industriales resurgió con potencia en la imaginación colectiva. Así, obras como
Los Papeles del Club Pickwick expresaban una fascinación nostálgica con un mundo
rural lleno de potencialidades cómicas, a la vez que un deseo de aventuras y de libertad, combinado, por supuesto, con otro deseo, típicamente burgués, de seguridad y
confort. En estas obras de corte fundamentalmente escapista no tiene cabida un humor de tipo agresivo o satírico, sino otro basado en el tratamiento cómico de las
excentricidades de los personajes que, al fin y al cabo, no son más que la expresión de
su libertad individual. Por eso escribía Dickens que "las excentricidades bien entendidas producen comprensión, no hilaridad".
Me parece que la obra de Cunqueiro, y sobre todo As Crónicas do Sochantre,
responde a un complejo de sentimientos algo parecidos a los que inspiran Los Papeles
del Club Pickwick, aunque, por supuesto, su punto de partida es distinto. Dentro del
contexto de la dictadura Franquista, con su represión generalizada y de las
ideosincracias nacionales en especial -en este caso de la lengua y cultura gallegasCunqueiro se escapa hacia un mundo fantástico, tejiendo una historia de almas en
pena enclavada en un entorno rural y una época histórica alejados (la Bretaña de los
tiempos de la Revolución Francesa), pero que recupera la esencia de la individualidad
gallega no sólo a través de su uso del idioma, y de una tradición popular profundamente arraigada -la Santa Compaña- sino también por arte de su recreación de una
campiña claramente gallega y de unos personajes animados por rasgos cuya singularidad, frecuentemente humorística, entronca con las características de su pueblo. Nos
presenta así un mundo de aventuras que, aún siendo totalmente irreal, recupera, cómo
diría Rof Carballo, la esencia de una realidad perdida o relegada.
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Estudios sobre humor literario
Dentro de este contexto, en As Crónicas do Sochantre al igual que en Los Papeles Póstumos del Club Pickwick, el humor está principalmehte basado en un tratamiento cariñoso de la personalidad humana con sus debilidades e ironías, y en las
situaciones creadas por estas debilidades. Tanto Dickens como Cunqueiro crean como
punto de partida e hilo conductor de sus relatos sendos personajes marcados por determinados rasgos que señalan indirectamente a través de detalles cuya incongruencia
produce una reacción humorística a la vez que tolerante, y que desarrollan a lo largo
de las narraciones. Así, Mr Pickwick en la obra de Dickens se caracteriza inicialmente
por su ingenuidad y por un cierto afán de conocimientos bastante pedante y mal enfocado, cosa que el autor nos comunica al principio de la obra por medio de la mención,
en términos sumamente pomposos de la importante obra científica producida por este
personaje, titulada "Especulaciones sobre los Nacimientos de los Estanques de
Hampstead, con Algunas Observaciones sobre la Teoría de los Renacuajos". Gracias a
esta gran obra sobre lo nimio, y "conscientes de los inestimables beneficios que
inevitablemente han de resultar del hecho de trasladar las especulaciones de este sabio a más amplias esferas", el Club Pickwick decide enviar a su presidente a explorar
campos que "engrandezcan su ámbito de observación, para el mayor avance del conocimiento y la difusión de la sabiduría". Sobre todo en la primera parte de su novela,
Dickens explota las características de su personaje como base para la creación de
múltiples situaciones cómicas en las cuales la pedantería ingenua de Mr Pickwick
sirve como fuente de incongruencias y al mismo tiempo se ve reforzada por sus acciones y reacciones.
En As Crónicas do Sochantre Cunqueiro hace algo muy parecido. En el primer
capítulo de la obra nos señala el carácter sensual, soñador y carente de sentido práctico de su protagonista por medio de detalles concretos encadenados en una narración
difusa y serpenteante que a la vez describe sus acciones y pensamientos desde el
momento en que se despierta hasta aquel en que sale de casa y al mismo tiempo
constituye un eco fiel de la mente e imaginación calenturienta del Sochantre. Y una
vez establecidos de esta forma los rasgos definitorios de De Crozon, el autor los utiliza a lo largo de la novela no exactamente como Dickens, para crear episodios cómicos, sino más bien con el fin añadir a su narración toques de humor tierno que ponen
de relieve la humanidad del personaje, aunque sólo sea a través de sus debilidades.
Así al principio de As Crónicas el sochantre relaciona la almohada de terciopelo amarillo sobre la cual se arrodilla el Colegial Mayor de Pontivy con los peinadores amarillos con borlas que viste Mme Clementina, su casera, y, siguiendo el hilo de conexiones, juega con la idea de hincar sus rodillas sobre las mantecas de la señora
cuando ésta se agacha para abrocharle los botones de plata que él lleva en las canillas.
Pero, dice inmediatamente el narrador, "estas pantasías, e muitas outras que se dirán,
eran as que faguían a perguiza do noso sochantre, canto mais que non ousaba pasar
delas a feito cumprido" (169). Mucho más adelante, encandilado por los encantos de
Madame de Saint-Vaast, y sobre todo por su seno abundante surcado de venillas verdes, el sochantre reposa castamente a su lado. Tal es la proximidad que el protagonista
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Literaturas ibéricas
piensa que podría rozarle los brazos desnudos con las pestañas, y recuerda cómo se
las cortaban de pequeño para que le creciesen. Sin embargo, en lugar de pasar a ningún tipo de acción, y de forma que recuerda, repite y corrobora la imagen inicialmente
creada de él, y a la vez crea un toque de humor tierno que redime la indolencia del
sochantre, se queda dormido soñando que "madame vivía con el na pumariña de
Quelven, e que lle arrincaba as pestañas pra tecer con elas un cordón pra o corsé. E ao
sochantre gustáballe que llas quitase" (233).
Aunque me he limitado en mis ejemplos a los protagonistas de las dos obras en
cuestión, tanto Dickens como Cunqueiro siguen la misma práctica con sus personajes
secundarios. Una parte de esta técnica es también la explotación con fines humorísticos de características idiosincráticas en lo que podríamos llamar el idiolecto de los
personajes -de su forma peculiar y personal de expresarse. Dickens utiliza el dialecto
Cockney de las clases trabajadoras, en concreto de Sam Weller y de su padre, como un
guiño humorístico a sus lectores burgueses, pero lo eleva a valor positivo a través del
papel positivo de estos personajes en la trama de su obra. Cunqueiro utiliza rasgos
coloquiales y cotidianos de la lengua gallega, sobre todo en las historias narradas por
los miembros de la hueste de almas en pena, para humanizar a sus muertos a través de
un humor creado por el contraste de este tipo de expresiones con el lenguaje lírico de
la obra en general, para acercarlos al lector, y también, por supuesto, para elevar un
idioma despreciado al nivel de expresión literaria.
Así, aunque realmente a primera vista no parece haber nada de parecido entre
Los Papeles del Club Pickwick y As Crónicas do Sochamre, y desde luego es verdad
que existen muchas diferencias entre las dos obras, sí parece haber una cierta afinidad
subyacente que conlleva una similitud en el concepto del humor, la forma de crearlo,
y los fines con los cuales se utiliza. Esto sugiere un entronque común en la forma de
entender el humorismo de Dickens y Cunqueiro y podría servir como un tímido primer paso hacia una explicación de la admiración gallega por el humor inglés.
Obras Citadas:
Cunqueiro, Álvaro. As Crónicas do Sochantre. En Obra en Galego Completa, Vol. II.
Vigo: Editorial Galaxia, 1982. 157-296.
–––"No Centenario da Morte de Dickens", en Obra en Galego Completa, Vol. IV.
Vigo: Editorial Galaxia, 1991. 228-30.
Dickens, Charles. The Pickwick Papers. Hertfordshire: Wordsworth Editions, 1993.
Fernández de la Vega, Celestina. O Segredo do Humor. Vigo: Editorial Galaxia, 1983
[1963].
Fernández Flórez, Wenceslao. El humor en la Literatura Española: Discurso Leído
ante la Real Academia Española. Madrid: Imprenta Saez, 1945.
Henkle, Roger B. Comedy and Culture: England 1820-1900. Princeton: Princeton
University Press, 1980.
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Estudios sobre humor literario
Marco, Aurora. "Cunqueiro e a Narrativa Oral". Agália, Nº 25, 1991. 33-41.
Martin, Robert B. The Triumph of Wit: A Study of Victorian Comic Theory. Oxford:
Clarendon, 1974.
Morán Fraga, César-Carlos. "Estudo-Análise de As Crónicas do Sochantre". Agália,
Nº 25, 1991. 51-68.
Nicolás Rodríguez, Ramón. Entrevistas con Cunqueiro. Vigo: Editorial Nigra, 1994.
Rof Carballo, J. "Humorismo e Sociedade". Grial, Nº 5, Xullo, Agosto, Septembro,
1964. 309-332.
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