LA MÚSICA DE COMILLAS Enrique Campuzano Ruiz Doctor en Historia del Arte Director Ciclos Musicales de Comillas Para algunos será pretencioso hablar de “la música de Comillas”, como algo propio, con unas características peculiares que la distingan de las músicas de otros lugares. Pero es que muy pocas capitales, ciudades o villas de nuestro país pueden utilizar la toponimia para designar un tipo de música que se explica a sí misma con este concepto. Sien embargo existen tres razones o aspectos que configuran la música creada o difundida desde nuestra villa cántabra, que se desarrolla en un amplio periodo que abarca casi un siglo, pero que tiene su momento cumbre durante la primera mitad del siglo XX. El género más evidente es la música religiosa. Con la llegada del P. Otaño, (1910) -que tres años antes había dirigido el I Congreso de Música Sagrada en Valladolid, por encargo del arzobispo, cardenal José María de Cos, natural de Terán de Cabuérniga-, Comillas se coloca a la cabeza de la renovación de la música religiosa, tomando como referencia el “Motu Proprio” de Pio X, basandose en los principios de la tradición gregoriana, la polifonía renacentista, el órgano de Bach y los lenguajes románticos propios de la época. La producción de Comillas fue enorme y se difundió a través de una revista propia. De proyección internacional, “Música Sacro Hispana”, que incluía entre su temática la investigación en la músicas antiguas y modernas, con importantes musicólogos en sus filas, como F.Pedrell y R. Casamitjana. Conocemos más de medio centenar de compositores que pueden asimilarse a esta “escuela”, que dieron luz y gloria a nuestra Universidad y villa, que para Tomás Marco fue “la generación que sacrificó su talento creador en una tarea a la postre inutilizada”, y que desde nuestros días, transcurridos ya un siglo, consideramos que es nuestro deber reivindicar y recuperar. Desde hace más de una década son ya numerosas las grandes corales y los organista de primera línea, - Azcue, Ayarra, Elizondo, Solaesa, Candendo, Juan de la Rubia…- que incluyen obras de Comillas en su repertorio. Pero junto a la música religiosa en su aspecto más culto hay que señalar la música popular o tradicional, en donde no se suele distinguir, desde el punto de vista analítico, entre la religiosa y la profana, ya que se considera que ambas forman parte de lo tradicional, que es lo que se pretendía descubrir y valorar, fruto del nacionalismo y regionalismo imperante. En el Seminario convivían alumnos y profesores de todas las regiones españolas y entre los ejercicios prácticos de las clases de música se dedicaban a armonizar a varias voces las canciones populares que ellos recordaban de su tierra, de manera que cuando volvían a sus diócesis ya habían captado el interés y valor de este patrimonio y se dedicaban a recopilar en Cancioneros este tipo de música. Ejemplo de ello serían Valentín Ruiz Aznar en Granada, que colaboró con Lorca y Manuel de Falla –que por cierto se sirvió de partituras de Comillas para la composición de “La Atlántida- o Norberto Almandoz, en Sevilla. Por otra parte, se cumple este año el centenario de dos hechos fundamentales para la recuperación del cancionero popular montañés y ambos relacionados con Otaño. En 1914 el P. Otaño da una conferencia en la Sociedad Filarmónica de Santander sobre “El canto popular montañés”, primera publicación de este género, después de recopilar más de 170 canciones populares por Liébana y otros lugares de Cantabria . Y también en ese año compone en Comillas su primera obra para órgano basada en tema popular “Canción sobre un tema popular religioso de la Montaña”, dedicada a la marquesa de Castelldosríus, Isabel Güell López, con lo que se completa el círculo de la Música de Comillas, como veremos a continuación. Y un tercer aspecto sería el relacionado con diversas corrientes musicales internacionales que confluyen en nuestra música escrita en Comillas o elaborada por nuestros paisanos, como es la música creada por las hermanas Isabel y María Luisa Güell López, nietas del Primer Marqués, cuya técnica y estética enlaza con la música europea de la época: el paso del romanticismo al modernismo. Ambas estudiaron en París y se sienten influidas por grandes músicos: Fauré, Franck, Guilmant, Gigout…Su escritura es limpia, clara, sencilla, pero profunda y expresiva y abarca tanto “música de salón”, como música coral e instrumental. Algunas de estas piezas se van a escuchar en el V ciclo de “Música en palacio” que va a tener tiene lugar en la Capilla Panteón del Marqués, junto al Palacio de Sobrellano, todos los sábados de septiembre. Junto a esta música relacionada con las vanguardias del momento existe otra música más enraizada en la tradición decimonónica, como es el caso de la creada por Máximo Díaz de Quijano, propietario de El Capricho diseñado por Gaudí, que escribió dos zarzuelas con libreto de José María de Pereda, así como diversas piezas de salón, como valses y fandangos…. Y también la música religiosa creada para las celebraciones familiares que tenían lugar en el propio Panteón, en las festividades de San Antonio (23 de junio) o San Eusebio (25 de julio), compuesta en alguna ocasión por el propio organista parroquial, el aragonés Miguel Galve. La creación de una nueva música, la adopción de un lenguaje moderno y la pervivencia de la tradición son pues razones suficientes para que sea declarada la Música de Comillas como Bien de Interés Cultural, con categoría inmaterial, de manera que hasta podría hablarse, como hemos dicho, de un “género musical” en determinados aspectos de la música religiosa e incluso de una “escuela de Comillas,” como ya se cita en diversos manuales. Son ya numerosos los estudios realizados sobre autores y temas concretos de la misma e incluso hay varias tesis doctorales en proceso avanzado, (sobre Goicoechea, Otaño, Prieto, Ruiz Aznar …) y el apoyo del departamento de Musicología de la Universidad de Oviedo, con lo que sería factible crear un Centro de Investigación y difusión de la Música de Comillas, con sede en la propia Universidad. Pero es que además también disponemos de objetos materiales que la pueden identificar: lienzos, esculturas, y sobre todo instrumentos musicales, como el órgano “de Otaño”, que es necesario recuperar, ya que se considera que es el paradigma del órgano diseñado para esta música de Comillas.