1 IEHC 2006 XIV International Economic History Congress Helsinki, Finland, 21 to 25 August 2006 SESSION 65 Proto-industrialization: Small Productive Units in Latin America and Peripheral Societies During the XIX-XX Centuries - A Comparative Economic History Reappraisal “Pre- industry, proto- industry and industrial system in Mexico in the XIX century. The factory system in agrarian landscapes since Borbonic Reforms to 1880” Humberto Morales Moreno Centro de Investigación de Historia Económica y Social Facultad de Filosofía y Letras Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Comité Mexicano de Conservación del Patrimonio Industrial, A. C. México (Spanish Draft) Introducción. En una época donde el predominio de la economía parece volver por sus fueros en la globalización de las sociedades, la comprensión de la historia económica del "capitalismo periférico" de América Latina debe insertar en su estrategia científica el estudio serial, aprovechando la experiencia de las escuelas de enfoque microeconómico, impulsando el análisis de la contabilidad general de las empresas, y comparar en la escala regional, los procesos de formación de empresas llamadas "punta", sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XIX, periodo crucial en muchos países de la región en cuanto a crecimiento y desarrollo económicos. Sin embargo, la comparación exige agrupar a las naciones por 2 regiones comunes de expansión y temprana industrialización, distinguiendo las que conformaron un antecedente tecnológico y de infraestructura desde el periodo virreinal, de las que se desarrollaron tardíamente por sector y ramas industriales.i Los estudios de Manuel Miñoii nos permiten ubicar un espacio “protoindustrial” en la América hispano-lusitana desde el periodo virreinal, que abarcó grandes territorios de lo que hoy son las Repúblicas de México, Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador, Brasil y Argentina. Algunos de estos territorios conocieron las primeras grandes empresas mineromercantiles de finales del "Antiguo Régimen" y, por tanto, las primeras sociedades anónimas, cuya razón de continuidad y "modelo" para otras experiencias industriales, se grabaron en la memoria de los nuevos "patrones-comerciantes", de la primera y segunda mitad del siglo XIX. Históricamente, el primer ciclo de formación de empresas modernas y de la urbanización en el espacio del nuevo país llamado México, surge en el ambiente cultural agrario de los Reales de Minas y de las Haciendas. La industria del antiguo régimen virreinal, el famoso sector de obrajes de fuerte corte “urbano”, no sobrevivió ante la proliferación de las manufacturas rurales al término del pacto colonial, y asistimos, con el proyecto industrial de Antuñano, en la Puebla de 1835, al primer esfuerzo moderno de incorporar el ámbito de la hacienda al nuevo de la fábrica. Hacienda y Fábrica, y no su ruptura, formarán el primer intento de “take-off” en el sector manufacturero a escala regional en México.iii I Entre 1835-1880 la expansión del sector manufacturero textil era notable, y con mucho, era el sector más dinámico de la industria mexicana en la época. Con las evidencias de investigaciones arqueológicas en las fábricas de “El Tunal” en Durango, “La Fama” en Monterrey, “Atemajac y El Salto” en Jalisco, “Bellavista” en Nayarit, “La Magdalena y San Angel” en el D.F., “La Constancia” en Puebla, “La Aurora” de Yucatán y otras en proceso de rescate en Chiapas, Chihuahua y Aguascalientesiv, no nos queda ya duda de que el 3 modelo Hacienda-Fábrica funcionó a lo largo y ancho del territorio nacional con las siguientes características entre 1835-1880: a) El espacio agrario diseminado en torno a centros mineros o de abasto mercantil de grandes polos urbanos fue una fuente inagotable de manufacturas tipo “hilanderas” y “telares sueltos”, a lo largo del periodo virreinal, que prepararon la base económica de la futura fábrica del siglo XIX. b) El obraje no fue el embrión de la fábrica pero si fue un factor de aglutinación de capital humano y de inversión que se diversificó ante su crisis, en el hinterland agrario regional. c) Los centros mineros desarrollaron eslabonamientos iniciales en el siglo XIX en la creación de “Ferrerías” y Haciendas de Beneficio con tecnologías que evolucionaron a lo largo del siglo XIX. No lograron articular un proceso industrializador pero si desarrollaron las primeras empresas por acciones desde la primera mitad del siglo XIX. d) Las Haciendas trigueras y azucareras fueron la frontera histórica de las comunidades y los pueblos, donde la manufactura a domicilio estaba muy desarrollada. La disputa por la tierra y por el agua, así como por el régimen tecnológico basado en el control de la fuerza motriz hidráulica (ruedas para Molinos), permitieron la extensión de un sistema de fábrica con costos unitarios relativamente bajos, al aprovechar mano de obra, tecnología, caminos y mercados de consumo populares relativamente cerca. e) El sistema fabril mexicano no se explica sin el dinamismo de las haciendas, el aprovechamiento de las aguas de ríos y manantiales, acceso a mano de obra de gañanes y peones de alquiler que tenían ya una cierta tradición manufacturera doméstica. No se explica sin los mecanismos de inversión de sociedades familiares de Hacendados y Comerciantes con tradición. f) No hay todavía un cálculo económico de la rentabilidad de las fábricas mexicanas de esta ola industrial hasta 1880. La mayoría eran pequeñas, pero si las estudiamos en el contexto agrario de los negocios de la hacienda, quizá 4 descubriremos que muchas de ellas trabajaron bajo un sistema de compensaciones de ganancias y pérdidas, en donde muchas de ellas no eran rentables, pero otros negocios de la hacienda si lo eran. Muchos empresarios veían a la fábrica como una extensión de su prestigio, honor y virtud y no como la fuente principal de sus ingresos. Entre 1880-1910 el ciclo manufacturero mexicano experimentó cambios importantes. La irrupción de las sociedades anónimas fue notable, así como la apertura a capitales extranjeros. Con la excepción de Monterrey cuyas fábricas textiles se habían formado por acciones desde 1842, el resto de las fábricas mexicanas eran negocios en Comandita o familiares. En otros estudios he insistido sobre la inversión del modelo Hacienda-Fábrica por el de la Fábrica-Hacienda a partir de las políticas porfiristas de fomento industrial. No voy a repetir aquí esas referenciasv, pero me permitiré adelantar los siguientes rasgos distintivos de esta inversión del “modelo” en esta etapa 1880-1910: a) Las grandes compañías por acciones aprovecharon el sistema fabril “HaciendaFábrica” para subordinar los negocios de la Hacienda y su entorno agrario a los de grandes empresas manufactureras. Un ejemplo ilustrativo de esta subordinación fue el aprovechamiento de las tierras de haciendas para cultivos agrícolas de subsistencia para obreros en paro laboral. Hay muchos otros ejemplos, pero éste fue representativo en buena parte del país. b) Las empresas manufactureras pretendían ganar los precios de oligopolio del mercado nacional abaratando costos de la localización industrial con una clara política de contubernio con la administración federal, basada en exenciones, subvenciones y concesiones de orden fiscal y crediticio. c) Recurrieron más a un uso extensivo de la mano de obra que a una verdadera modernización tecnológica. Mala integración de la planta industrial, mercados estrechos y pésima planeación de estrategias de inversión. d) Conclusión: la ola modernizadora del Porfiriato no rompió los antiguos lazos del viejo sistema industrial mexicano del siglo XIX. Se desarrolló sobre las bases 5 tradicionales de localización y eslabonamientos, quizá con la excepción del tendido de vías férreas, que fue la gran novedad de la expansión de finales del siglo. La Fábrica subordinó a la Hacienda pero los sistemas de trabajo industrial y las prácticas de control social se anclaron en el viejo sistema. Desde la perspectiva del régimen tecnológico, es falsa la idea de que en el siglo XIX y hasta 1910, México experimentó una transición de la energía hidráulica al vapor y luego a la electricidad. La fuerza motriz hidráulica fue la dominante y el vapor y la electricidad no comenzaron a sustituir el régimen tecnológico de la fuerza motriz sino con posterioridad a la etapa revolucionaria de 1910. El ejemplo de la región de Puebla se extendió, como un modelo inicial de implantación del sistema de fábrica, al resto del país, entre otras razones porque entre 1835 y 1910 conformó el siguiente esquema de localización industrial:vi a) La ubicación geográfica de la ciudad. Situada en la ruta principal entre el puerto de Veracruz y la Capital de la Nueva España. Ciudad comercial y polo de atracción demográfica.vii b) Al privilegiarse el uso del espacio industrial cerca de los grandes mercados potenciales de consumidores, se tomó en cuenta el auge del algodón veracruzano que permitía a Puebla cercanía con dicho mercado y el beneficio de los "primeros precios". El fundador de la industria textil poblana es un criollo avecindado en Veracruz que controlaba el mercado del algodón despepitado y que decide fundar un negocio textil llamado "La Constancia Mexicana".viii 6 c) La tradición de hilanderos y tejedores. Sobre esto la historiografía es abundante. ix d) El desarrollo de una tendencia común a los propietarios de la Ciudad de Puebla para expandir sus negocios agrícolas establecidos en el Hinterland en actividades comerciales y fabriles en tanto que apéndices o prolongamiento de sus giros tradicionales. x e) Los bajos salarios de la región. La abundante población de origen rural y la legislación de la primera mitad del siglo XIX sobre el trabajo de "vagos" y reos en fábricas ponían a la disposición de los manufactureros poblanos, fuerza de trabajo escasamente capacitada y potencialmente libre que vendría a sustituir paulatinamente a los fuertes gremios artesanales. De acuerdo con Grosso, xi hacia 1877 el trabajo femenino e infantil fue bastante reducido en la ciudad de Puebla. (0.7% mujeres. La media nacional fue del 17%) Esto sugiere la presencia de trabajo adulto a bajo precio. Según Keremitisisxii en la década de 1880 el promedio del salario mínimo para las fábricas de Puebla era de 25 cvs. diarios. De los más bajos del país.xiii f) La base energética de Puebla contó con fuentes de energía hidráulica gracias a los ríos que cruzan la ciudad. El "Atoyac" dominó el surgimiento del corredor fabril de la misma. Sin embargo, como bien lo muestra Guy Thomson, la fuerza motriz animal (trabajo de mulas) siguió siendo decisiva para los telares mecánicos que no podían adaptarse a afluentes del río San Francisco y que dibujaron el paisaje manufacturero de los talleres de tejido de los llamados "Altos de San Francisco".xiv 7 La accidentada geografía regional favorecía esta estrategia pues no fue difícil elaborar obras hidráulicas para el aprovechamiento de caídas que permitiesen flujos regulares de agua para la producción constante de energía. Mientras que en Inglaterra el proceso de Revolución Industrial se acompañó de una constante renovación tecnológica en el uso de las fuentes de energía (agua-carbón-vapor) la región poblana se adaptaba a una geografía económica que determinaba el uso más tradicional de la energía sustentada principalmente en la explotación de las caídas de agua. Fuera del ámbito de la Ciudad de Puebla, la expansión fabril se extendió hacia el margen occidental del "Atoyac". En dirección del sur del Estado la ruta se delimitó por el río "Tehuacán". A partir de la segunda mitad del XIX tenemos ya fábricas localizadas en Atlixco, Cholula, Huejotzingo, San Martín Texmelucan, Totimehuacan y Tehuacán. A principios del siglo XX las instalaciones fabriles se siguieron asentando en la Ciudad de Puebla con las mismas prácticas de localización ya descritas a pesar de que la competencia desatada por el uso de la electricidad se hizo evidente sobre todo a partir de 1905.xv En Inglaterra, entre 1780-1830, la industria manufacturera había logrado desplazarse del espacio agrario de su primera localización industrial gracias a que los “coton mills” se habían independizado del régimen hidráulico de las paletas de transmisión, por la energía del vapor que traslada a la industria a las principales ciudades, donde se concentraba el consumo masivo de bienes industriales. Entre el ferrocarril y las máquinas de vapor que generan el movimiento de máquinas y herramientas del sector textil, se 8 consolidó la primera revolución industrial que independizó a la manufactura tradicional del espacio agrario típico de la economía de “antiguo régimen” y proyectó a la industria como el polo dominante de la economía en su conjunto. Este no será el caso de las regiones manufactureras mexicanas y latinoamericanas, en donde el régimen hidráulico será dominante a lo largo de todo el siglo XIX e incluso, a pesar de la llegada tardía del vapor y de la electricidad, que modificaron muy poco las estrategias de localización industrial en el espacio económico regional entre 1835-1940. II Hemos hablado hasta aquí de las características históricas del proceso de industrialización en el altiplano mexicano entre 1780-1880. Pero las fronteras entre “campo y ciudad” o industria rural y urbana nunca fueron claras en la etapa virreinal y, en los comienzos de la mecanización del siglo XIX, el desplazamiento de los talleres fabriles hacia la periferia agraria, siguiendo la ruta de la energía hidráulica, fue más que evidente en las diferentes regiones mexicanas. Si tomamos como ejemplo el corredor fabril poblano de finales del siglo XVIII y hasta 1870, tenemos que en la periferia agraria dominada por el valle de Atlixco, en dirección suroeste hacia los volcanes, el paisaje proto-industrial está claramente dominado por la agricultura comercial, por lo menos desde las Reformas Borbónicas de 1786. 9 Cultivos principales en las subdelegaciones de la Intendencia de Puebla: 1787-1792 Subdelegaciones: Cultivos Principales: Atlixco, Chiautla y Huejotzingo Trigo Amozoc, Huauchinango, Huayacocotla, Tecali, Tehuacán, Tepeaca, Tochimilco y Totimehuacán Frijol y Maíz Izúcar de Matamoros Caña de Azúcar Chietla y Zacatlán Frutas Igualapa, Tehuacán y Tlapa Grana Cochinilla Chiautla y Tehuacán Salinasxvi Al parecer los repartos de tierras desde el siglo XVI fueron más o menos equitativos. La antigua frontera del maíz indígena sobrevivió durante toda la época colonial y en buena medida fue el detonante de la ganadería porcina, que en la ciudad de Puebla creó organizaciones como la Mesta. Hacia finales del XVIII la ganadería había impulsado la industria del curtido de pieles, hasta que el agotamiento en la matanza provocó una crisis que dejó prácticamente a la subdelegación de Matamoros, como la única importante en esta industria. La industria textil poblana destacó desde muy temprano. Son famosas las historias de la industria de la seda, la lana y del algodón a través del sistema de obrajes, tejiéndose en la capital: terciopelos, damascos y mantos que llegaban hasta el Perú. Las prohibiciones ya estudiadas por otros autores del siglo XVIIxvii, dieron al traste con la industria pañera de la Intendencia y también con la industria de la loza, consignando el Intendente de Flon 40 en 1793 y 12 en 1804.xviii Puebla contó también con una industria del Vidrio, Jabón, Sombreros y artesanías de Tecali. (ónix) En el informe al Virrey Revillagigedo de 1794, de Flon registró la siguiente actividad económica “industrial” de la Intendencia: xix 10 Subdelegaciones y actividad económica industrial en la Intendencia de Puebla en 1794 Subdelegación: Rama Industrial N° Establecimientos 11 Alcaldía Mayor de Puebla Tehuacán Paños de Lana 2 Vidrio 3 Lozas 30 Jergas Algodón 9 Sombreros 13 Jabón 40 Telares sueltos 1177 Molinos 14 Trapiches de Caña Molinos 2 Trapiches de Caña 6 Acatlán Atlixco Molinos 4 11 Chiautla Chietla 3 Trapiches de Caña Molinos 1 1 Ingenio Azucarero Cholula Molinos Ihualapa Trapiches de Caña Izúcar de Matamoros Ingenios Azucareros Tecali Molino Huejotzingo Molinos San Juan de los LLanos Telares sueltos 5 5 4 1 3 45 Molinos Tlapa Molinos Tepeaca 1 3 5 Molinos Teziutlán Tochimilco 2 Trapiches de Panela Molinos 1 1 12 Estamos hablando de manufactura colonial con cierto grado de mecanización. Podrían incluirse ciertos oficios artesanales como la orfebrería, en particular la batihojería poblana de gran prestigio, y la herrería de forja de balconería típica de Amozoc. En cuanto a la estructura del comercio en el siglo XVIII, Puebla seguía abasteciendo de trigos a Oaxaca, Veracruz y el puerto de la Habana, jabones para la Capital y provincias, productos de tierra caliente de Olinalá y de cercanías de Jalapa (tabacos y vainillas), ropa de la tierra de la Mixteca y tejidos de algodón. Mientras que la ciudad de Puebla desarrolla una industria textil en el contexto de un “paisaje urbano” con crisis de mercados, epidemias y hambrunas, donde la necesidad y la pobreza obligaron a los grandes comerciantes poblanos a invertir en la manufactura para contener el flujo migratorio intrarregional hacia la ciudad (empleo del trabajo doméstico y a domicilio) y de esta forma también asegurarse un mercado de productos manufacturados, la "proto-industria" colonial en paisajes agrarios, como el del valle de Atlixco, nos guarda todavía muchos secretos y sorpresas, pues creemos que no es posible comprender la súbita expansión de un corredor fabril de fines del siglo XIX en franca competencia con Puebla, sin analizar a profundidad la enorme continuidad, a pesar de la brusquedad de los cambios políticos del siglo XIX, de las formas de intercambio mercantil del último período colonial.xx La ocupación hacia mediados del siglo XVI de las mejores tierras del Valle de Atlixco por los agricultores españoles provocó la necesidad de establecer un equilibrio económico y político entre hacendados y rancheros ya prósperos al comenzar el siglo XVII. De acuerdo con la composición de tierras de 1643, la distribución de tierras y aguas en el Valle facilitó el crecimiento de una agricultura intensiva. Los agricultores establecidos en la parte central del Valle firmaron una representación advirtiendo que dichas tierras tenían una ocupación máxima gracias a su gran fertilidad y a la ausencia casi absoluta de tierras baldías.xxi Entre 1640 y 1727 algunas haciendas trigueras registraban ya en sus inventarios una buena infraestructura de áperos agrícolas, ganado menor y mayor, animales de granja, 13 trabajadores permanentes que, aunque en número reducido al interior de las haciendas, constituyeron el pilar de la organización del trabajo agrícola que hizo famoso al valle como el primer granero de Nueva España en producción de trigos a lo largo de los siglos XVI y XVII. Las agro-industrias de Atlixco reportan sus orígenes en los informes de hacendados, como el de la hacienda "Santo-Domingo" donde se menciona la existencia de molinos para la producción de harinas por lo menos desde 1640. Alrededor de la producción de trigo y de los molinos se desarrollaron una serie de actividades artesanales y comerciales, sobre todo a finales del XVII y a lo largo del XVIII. El establecimiento de los "obrajes" de las harinas para Atlixco, que dataron desde 1617, desató la proliferación de talleres artesanales que crecieron estimulados por el mercado paralelo que la harina de exportación generó entre los comerciantes-aviadores, hacendados, arrieros transportistas y las comunidades de indios, abastecedoras temporales de familias de trabajadores. A pesar de la crisis de mercados de Puebla para finales del XVIII, la importancia de las harinas de Atlixco llegó a ser tal que para mediados del siglo XIX el consejo municipal de la Villa pidió que el famoso "camino del sur" se financiara con los fondos que reportaba la producción de harinas de Atlixco. Y se anotaba en el artículo 1 del decreto del cuatro de Enero de 1832: "El gobierno cuidará de que la parte del camino del sur que corresponde a la municipalidad de Atlixco, se mantenga siempre compuesta del fondo municipal que reportaba la harina en dicho valle, desde antes de la independencia". (86)xxii En síntesis, la estructura productiva del Valle ofrecía el siguiente panorama a lo largo de los siglos XVII y XVIII: 1. Auge de las Haciendas azucareras en las fronteras con la antigua cabecera de Partido, la villa de Matamoros, hacia el sur. El caso importante de desarrollo agro-industrial lo es sin duda la hacienda de "Matlala". 2. Expansión de las haciendas trigueras y de los molinos en las tierras centrales dominadas por los agricultores españoles aprovechando las corrientes fluviales tanto del río San Baltazar, que nace en las faldas del volcán Popocatépetl, como del Nexapa, afluente del río Atoyac proveniente del valle poblano-tlaxcalteca. En relación con la Villa de Atlixco la 14 expansión triguera fue de Centro a Noroeste tocando las poblaciones históricas de antigua frontera indígena calpaneca-huejotzinca de Tochimilco y Tianguismanalco. 3. Surgimiento del monopolio del tabaco en la cabecera de Partido. 4. Reales órdenes para la procreación del gusano de seda a través del cultivo de las "moreras" intentando rehabilitar el fallido intento de la corporación de tejedores de seda de Puebla por levantar una manufactura terriblemente golpeada por las prohibiciones del comercio intercolonial a finales del siglo XVI. 5. Auge del cultivo del lino y del cáñamo por real orden con el objeto de satisfacer la fabricación de lonas para los navíos de la flota comercial imperial.xxiii La riqueza del valle había incrementado, para los albores del XVII, su dependencia comercial con Puebla, monopolizadora principal del comercio local de granos y de materias primas por conducto de una red todavía poco estudiada de comerciantes intermediarios. En la región central de Puebla los hacendados solían vivir en el área urbana de la ciudad capital. En Atlixco, dadas las características de la distribución espacial de las mercedes de tierras y encomiendas, a medida que la prosperidad de la región se hacía más evidente, sobre todo en las tierras con régimen de irrigación, los propietarios tendieron a acercarse y terminaron en buen número por establecerse no sólo en el cuadro "urbano" de Atlixco sino en el paisaje agrario de las mismas haciendas y ranchos. Por otro lado, en pleno siglo de crisis para Puebla, las actividades de españoles en el valle de Atlixco se incrementaron notablemente. En 1768 se inauguró en Atlixco la Real Fábrica del Monopolio de la Pólvora, aprovechando los suelos salitrosos y sulfurosos de la zona volcánica. Entre 1784-1841, como ya mencionamos más arriba, la construcción del empedrado del "camino del sur" atrajo la atención especial de los cabildos atlixquense y poblano. Se intentó consolidar el viejo sueño de unir Puebla y Atlixco de manera 15 expedita para aprovechar de mejor forma el mercado del pacífico hasta Acapulco, donde el Galeón de Manila desembarcaba mercancías que llegaban a Puebla utilizando la intermediación geográfica de Matamoros-Atlixco como tierras intermedias del eje neovolcánico. De manera conjunta con las explotaciones agrícolas de las haciendas, la expansión del ganado lanar creció también en forma considerable. Aunque todavía mal estudiada, es indudable que la ganadería entró en crisis cuando las prohibiciones de paños poblanos para el mercado intracolonial y de exportación ultramarina y la fuerte competencia de los obrajes laneros de Querétaro y Acámbaro, hicieron poco menos que rentable el desarrollo de las manufacturas de lana fuera del pequeño consumo local de haciendas y pueblos de la región. El informe de 1792xxiv registra cinco molinos de harina de trigo en el valle. Es evidente que el mercado extrarregional fue mucho más grande en comparación con la capacidad instalada, lo que explica que muchas haciendas se encargaran de la molienda de sus trigos o, en su caso, que estos fueran enviados a Puebla para ser molidos en la ciudad, cuya capacidad era claramente superior.xxv Es importante también tomar en cuenta que los molinos de trigo del valle formaban parte de instalaciones agrícolas mayores. Poco importaba que se ubicaran a las afueras de la villa cerca de las corrientes fluviales, los propietarios contaban con tierras adyacentes o éstas se integraban a la vida económica de la Hacienda. En este panorama, surgieron los obrajes y talleres del lino, el cáñamo, la seda y el algodón. Estas manufacturas se extendieron con las reales órdenes de 1727 y se favorecieron con la paulatina liberación del comercio intracolonial, en los tiempos de Carlos III.xxvi A partir de 1772 se libera la producción de telas de algodón pintadas. (Los orígenes de un cierto tipo de taller o pequeña fábrica de "indianillas"). Ya en estos años detectamos la presencia de maestros artesanos de origen español provenientes de Puebla que vendrían a impulsar la manufactura del hilado y tejido de algodón en el entorno agro-industrial de las Haciendas.xxvii A pesar de que el reformismo borbónico estimuló las actividades económicas que podrían ayudar a fortalecer la economía metropolitana, oponiéndose claramente al fomento de la competencia de los tejidos y pintados novohispanos, era tal la fuerza del mercado regional y extrarregional, que reales órdenes de 1773 liberaron la venta de manufacturas de lana, 16 lino y cáñamo fabricados en la región. Los obrajes de la lana atravesaron por una etapa muy difícil desde el siglo XVII en Puebla. En el XVIII la expansión de los textiles de algodón, que no oponían competencia a los "telares de castilla" (producción de paños finos de lana) contó con mayor suerte a tal grado que el Virrey Revillagigedo se permitió sugerir en una de sus instrucciones reservadas que prefería desarrollar el cultivo de las materias primas y la instalación de fábricas de tejidos rústicos de algodón con objeto de que la Corona pudiera estar en mejor medida de competir en los mercados de Francia y Flandes con textiles a menor precio. xxviii En 1782, todas las colonias tenían permiso para comerciar en trigos y harinas "donde les conveniese, con toda libertad y franquicia de los derechos de extracción". En este marco, la competencia terminó con el privilegiado monopolio de los trigos y harinas del Hinterland de Puebla, acelerándose una crisis profunda a finales de la centuria. En el último tercio del siglo XVIII el Partido de Atlixco contaba ya con 56 haciendas y 26 ranchos esparcidos en un territorio que registraba 24 pueblos y la villa de Atlixco, como cabecera principal. Al parecer, según el registro de la época, había 55 propietarios entre indios, testamentarías y hacendados/comerciantes. El Partido comprendía la Villa de Atlixco con su periferia agrícola, un gran pueblo de indios llamado Acapetlahuacan, cuatro conventos con tierras y uno de monjas clarisas. Siendo esencialmente una villa de españoles, su principal mercado era el de la ciudad de Puebla y con gran dificultad, dadas las malas condiciones de la distancia entre los dos lugares. Además la propia cercanía “ofendía” el desarrollo de su propio espacio económico pues ya el visitador Ignacio Maneyro decía, “El comercio de esta villa no corresponde al mérito de su población, (...) las tiendas que hay, que no son pocas, sólo están surtidas de lo necesario para graduarse por puramente mestizas con algunos géneros de lencería y ropa común: en esta parte le ofende la inmediación de Puebla, de donde se proveen sin utilidad de su patrio suelo, pues hasta los zapatos y hechuras de otros oficios, no los consideran de provecho las familias de 17 distinción, si no son de aquella ciudad, (...) el único ramo de industria que sostiene a los vecinos de Atlixco es la agricultura”.xxix Los cinco curatos adicionales al de la villa administraban la vida espiritual de 34 pueblos de indios. De las 56 Haciendas censadas por Maneyro, 34 formaban parte del espacio agrario de la Villa de Atlixco. El espacio administrativo regional contaba a la vez con el tenientazgo de Calpan y el pueblo indígena de Huaquechula, el cual gozaba de consideraciones especiales por la conquista, en la que colaboró ampliamente del lado de las huestes cortesianas. En este contexto agrario, los indios controlaban en propiedad 16 pueblos sujetos de Huaquechula, 5 pueblos de Calpan y 4 compartidos con “gente de razón”, además de buena parte de las tierras de Acapetlahuacan, en la jurisdicción de la Villa principal. Los indios controlaban en propiedad también 4 Haciendas de Huaquechula y 5 ranchos, dos en Huaquechula y 3 en Calpan. Las órdenes religiosas controlaban 15 unidades productivas y 41 hacendados controlaban 58 unidades productivas agrícolas. De entre estos, sólo 13 poseían entre 4 y 2 unidades y el resto, una sola y uno que otro cajón de comercio en la Villa de Atlixco. Sólo dos de ellos tenían Rancho y Molino de trigo junto con una o dos propiedades más y dos un Rancho con Molino solamente. Esto refleja a primera vista, que los propietarios de unidades agrícolas no llegaron a concentrar más de tres propiedades en promedio. El manejo tipo latifundio de la tierra en el valle no pareció ser la norma en un territorio que concentraba una agricultura intensiva en numerosas propiedades en distintas manos y con fuerte presencia de las comunidades de los pueblos de indios.xxx Las crisis mercantiles de finales del XVIII debieron provocar fuertes migraciones en el valle, pero hasta donde sabemos, el carácter "hipotecado" de la villa de Atlixco no es tan evidente si observamos que el crecimiento de la población en el valle comienza a notarse a lo largo del siglo XIX. Sigue siendo un tanto misteriosa la historia demográfica de los pueblos de indios así como su supervivencia a lo largo del siglo XIX en el contexto de epidemias, crisis políticas y 18 económicas importantes. En el valle, las migraciones hacia México y Puebla no impidieron el crecimiento natural de los pueblos en la medida que la recuperación de los negocios de las haciendas, molinos y ranchos reclamaba mayor cantidad de brazos para las faenas propias del ciclo agrícola. El comportamiento económico de la élite local entre 1792-1850 fue esencialmente especulativo, rentista, se trataba de una élite ligada al sector primario y escasamente vinculada con el desarrollo de la industria como actividad separada de las actividades agrícolas. Ya el propio Ignacio Maneyro advertía en su informe de febrero de 1792 que “(…)aunque es cierto que sus fincas son supremas en la correspondencia de su cultivo (como después se demostraría) se hallan las mas tan agobiadas de gravámenes, que no salen sus dueños de tristes mercenarios de sus fatigas, teniendo más razón para arrepentirse de su prodigalidad, que para quexarse de su desgracia.” (Maneyro, 1792 p.2) Pero no todos los miembros de la élite agraria estaban realmente hipotecados. Veamos rápidamente el control de la propiedad y la influencia social de los más importantes de una muestra de los 41 hacendados y comerciantes propietarios a finales del siglo XVIII: Hacendados y Comerciantes prominentes del Valle de Atlixco entre 1780-1792 N° Propietario Propiedad Tipo Lugar N° Propiedades 1 Lic. Don José Acatzingo Rancho Atlixco Antonio Garfias Cantarranas Rancho Huaquechula Meléndez y Sucs. San Juan Hacienda Huaquechula San Miguel Hacienda Huaquechula (Suegro Don Tizayuca Rancho Atlixco Manuel de Ávila) Xalpatlaco Hacienda Atlixco Chilhuacan Hacienda Atlixco 7 19 2 Rancho Atlixco Jerónimo Hacienda Atlixco Mayorazgo Hacienda Atlixco San Lorenzo Hacienda Huaquechula (Suegro Don Tejaluca Hacienda Atlixco Sebastián Joaquín Coyula Hacienda Huaquechula de Valdetaro) Tenextepec Hacienda Huaquechula Don José González San Diego la Hacienda Atlixco Atlixco Don Bernardino San Esteban Rodríguez de San Magaña (Niño de Córdoba) 4 de San Félix Nexatengo 3 Don Juan Manuel Varela 4 5 6 Priorio Blanca (Suegro Don Mayorazgo Bernardo Ramírez de La Rancho y de Arellano y Concepción Molino Tamariz) y Chautla La Soledad Rancho Huaquechula Don Manuel Buenavista Hacienda Atlixco Caballero Tecolotitlán Hacienda Atlixco Don Manuel Cabrera Hacienda Atlixco Martínez San Diego Metepec Marqués de Santa San Miguel 3 2 2 Hacienda San Andrés Calpan 7 3 Hacienda Atlixco 20 Martha 8 9 Matadero Rancho y 2 Molino Atlixco Don Mariano Tepepan Rancho Huaquechula Jiménez Coatzingo Rancho Huaquechula Doña Antonia Zapotitlán (o Hacienda Huaquechula Márquez Vda Don Zapotlán) Lorenzo Cayetano La Trapera Hacienda Huaquechula Don José Pinto Ixtlatlala y Hacienda Huaquechula Del Águila Baños con Rancho San Nicolás Hacienda 2 2 Valverde 10 2 Huaquechula con Rancho 11 Lic. Don Cristóbal San González Bartolomé San José Hacienda San Andrés Calpan Hacienda 2 San Andrés Calpan 12 13 Don Joaquín La Rancho y Hidalgo Candelaria Molino Don Juan El Cristo Rancho y Nepomuceno Atlixco 1 Atlixco 1 Molino Sánchez Vizcaíno Estos 13 propietarios tenían la mayor influencia económica de todo el valle circunscrito al actual territorio del distrito de Atlixco, el de Huaquechula y Calpan. Muy pocos concentraban más de una propiedad y sobre todo ubicada en Atlixco, en menor medida Huaquechula y Calpan, que eran las fronteras indígenas del asentamiento español del “val de Cristo”. De los 41 propietarios censados por Ignacio Maneyro y cotejados en buena parte, con las transacciones consultadas en el archivo de notarías de Puebla, 28 tenían una sola propiedad agrícola, de los cuales sólo dos contemplaban en su Rancho la instalación de 21 un Molino de Harinas, por esta razón los agregamos a la lista de los 13 más prominentes de la región. Mención aparte merece el único caso de una propiedad agraria que no aparece censada dentro del Hinterland agrario de la Villa de Atlixco ni del tenientazgo de Calpan y el Pueblo de Huaquechula. La Hacienda de San Mateo formaba parte de la “mancha urbana” de la Villa circundando la antigua calle de La Carnicería, muy cerca de la Plaza Mayor. Al formar parte del cuadro urbano de Atlixco, San Mateo adquirió una importancia capital en el abasto inmediato de granos para la ciudad y aunque el censo de 1792 no consigna todavía el molino de trigo, es ya conocido que en el interior de la finca se construyó el molino de harinas de trigo más importante del valle en una sola unidad agrícola. El dueño de San Mateo, aparentemente soltero, fue Don Juan Varela, (no confundir con Don Juan Manuel Varela) quien administraba la finca en compañía de una hermana casada, además de un criado y mayordomo, todo ellos, españoles, con excepción de la mujer del mayordomo que aparece ya registrada como mestiza. No aparece en la estadística al ser todavía un propietario modesto para la época. Dado que la testamentaría de Don José Antonio Garfias Meléndez aparece a finales del siglo XVIII como la de mayor importancia por la suma de los bienes agrícolas que poseía, a Don Bernardino Rodríguez de Magaña lo ubicamos como al segundo propietario individual de gran importancia en la villa. El propio Maneyro, al hacer mención de las características de la Parroquia de Españoles de la Plaza Mayor de la Villa nos muestra el carácter filantrópico de Don José Antonio Garfias: “(..)tiene a su cuidado el aseo de la Iglesia, y es responsable de sus alajas, que las tiene muy ricas en Vasos sagrados, y Ornamentos, y una sumptuosa Lampara, (…) de plata, que la piedad, y christianos sentimientos del Licenciado Don José Garfias Presbítero avencidado en esta Villa, y Abogado de la Real Audiencia con otros costosos adornos, dignos de su Vizarría, ha cedido en obsequio, y gratitud de la Religión, que abrazó en su pila baptismal.” (Maneyro, 1792, p.2) 22 En lo que respecta a la propiedad “urbana” la estructura de los propietarios es la siguiente: Propietarios urbanos del partido de Atlixco en 1792 N° Propietario 1 Don Antonio Troncoso © Don José Ramírez © Don Juan Márquez © José María Márquez (hijo) Don Miguel Durán © Don José Carvajal © Ignacio Antonio Delgado © Don Joaquín Figueroa José Gutiérrez © Don Manuel González Don Francisco Agustín Alvarez © Juan Nepomuceno Flores Don Domingo Pérez Trespalacios 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 Propiedad Dirección Origen Comerciante Plaza Mayor 1 Galicia y España Comerciante Plaza Mayor 8 España Comerciante Comerciante Comerciante Plaza Mayor 32 y 33 Plaza Mayor 32 y 33 Plaza Mayor 36 y 37 España Criollo España Comerciante Plaza Mayor 48 México y España Comerciante Empedrada 84 y 85 España Comerciante Santa Clara 18 Puebla y España Comerciante Santa Clara 26 Comerciante con Callejón almacén Cerrado 9 Comerciante con Calle de los tienda Donceles 43 Comerciante con Calle de San tienda Francisco 5 Comerciante con Empedrada 71, tienda 72 y 73 Comerciante con Don Joaquín Durán Plaza Mayor 7 Tienda Don Miguel Comerciante y Los Gallos 26 y Quintero © Propietario 27 Comerciante y Sargento de Plaza Mayor 14 Juan Sales © Dragones de Puebla Comerciante del Don Antonio del Consulado de Merced 4 Vado y Cossío México Labrador y Hacienda de Don Juan Varela Propietario San Mateo 14 Yzúcar y España España Asturias y España España España España Andalucía/España Francia Castilla y españa España 23 26 Labrador y Solares Propietario Grandes 9 Labrador y Empedrada 81 Propietario y 82 Labrador, San Agustín 9 y Don Juan Manuel Propietario y 10 Varela © Regidor Perpetuo Don José Rodríguez Noble con Callejón y San Miguel Mayorazgo Cerrado 1 Propietario de Las Tablas 26 Ramón Nuñez Tenería José Hermenegildo Tendero Plaza Mayor 7 Cerezo Plaza Mayor 11 Ignacio Rivillar Tendero y 12 Andrés Jiménez Tendero Plaza Mayor 13 27 José Manuel Cortez 28 29 José María Gallardo © Miguel Suárez © 30 Leonardo Delgado 19 20 21 22 23 24 25 Don Mariano Caballero © Don Juan Sobreyra y Bolaños España Galicia y España España España España España España España Tendero Calle de San Francisco 9 España Tendero Empedrada 55 España Tendero Empedrada 62 Empedrada 84 y 85 España Tendero España En este grupo de 30 propietarios “urbanos” debemos distinguir a la amplia gama de comerciantes que sin duda dominan el universo de las operaciones mercantiles en el cuadro urbano de la Villa de Atlixco. De 17 comerciantes en sentido estricto, 9 parecen ser vendedores probablemente al menudeo en el primer cuadro de la Ciudad. Pero no parecían ser nada modestos, pues todos tienen criados: 5 mestizos, 2 pardos y una india. Don Miguel Durán tenía dos ayudantes. Don José Ramírez tenía un cajero a su servicio y la familia nuclear más numerosa era la de Ignacio Antonio Delgado (nueve miembros) quien tenía a un hijo como estudiante y a otro como Tendero. Finalmente José Gutiérrez tenía a un panadero con familia. De los 5 comerciantes con Almacén o Tienda, observamos que habitan en las calles aledañas al primer cuadro, excepto Don Joaquín Durán y Juan Sales (el francés). El almacenero vive solo y de los 4 comerciantes con tienda Don Francisco Agustín Álvarez destaca por tener ama de llaves y un cajero a su servicio. Don Domingo 24 Pérez tiene criada mestiza y un hermano diácono y Don Joaquín Durán es un viudo con un Tendero a su servicio. Los restantes son comerciantes con alguna propiedad adicional o miliciano. Destaca notablemente el andaluz Don Miguel Quintero con una familia nuclear de 9 miembros y 4 criados mestizos a su servicio. El francés Juan Sales estaba casado, mantenía a un nieto y tenía dos criados mestizos. 12 de este grupo de comerciantes ostentan el título de Don y todos, excepto el francés y el criollo José María Márquez, hijo del comerciante Don Juan Márquez, son originarios de España. Dos Gallegos, Dos Andaluces y Un Castellano, entre quienes precisaron sus lugares de origen. El Comerciante del Consulado está en calidad de soltero con una ayudante morena. En cuanto a la Tenería y a los Tenderos, que no necesariamente reflejan ser propietarios (excepto el dueño de Tenería) pero si encargados de un negocio de compraventa de artículos de consumo local, perecedero o duradero, los hemos incluido aquí como parte de la élite propietaria urbana porque de los 7 registrados, sólo 2 dependían de un Comerciante establecido y los 5 restantes operaban de manera autónoma. Ignacio Rivillar era joven y soltero, vivía con dos hermanas pero tenía una criada morisca. De los 4 restantes tres tenían familia con una media de 4 miembros (nuclear) y Andrés Jiménez era soltero pero con un ayudante pardo. De todo este universo de comerciantes nos quedan 5 labradores con propiedad o posición social y administrativa en el ámbito urbano de la Villa de Atlixco. De estos cinco propietarios agrícolas sólo dos formaban parte de la gran élite local: Don Juan Manuel Varela quien además tenía cargo público y propiedad urbana, además de sus haciendas de la periferia, y Don Mariano Caballero, quien era hermano de Manuel Caballero, prominentes terratenientes locales. El primero tenía una familia de 10 miembros y una criada viuda pero de origen español. Uno de sus hijos era subdiácono. Don Mariano Caballero era el amo y señor de los llamados “solares grandes” con una familia de 7 miembros y una cuadrilla de indios a su servicio. Era también propietario de la Hacienda de 25 “La Alfonsina”. Don Juan Varela, el propietario de la Hacienda de San Mateo, única en el cuadro urbano de la Villa, era un modesto labrador establecido con su hermana y su esposo, que fungía como el administrador de la Hacienda con un criado español y un mayordomo casado con una mestiza y aparentemente sin hijos. De los dos labradores restantes, uno era soltero con un criado pardo y el otro un heredero de Mayorazgo viudo con un hijo y un hermano clérigo, con una viuda bajo su atención y una cuadrilla de indios a su servicio. En contraste con los comerciantes y labradores, que en su mayoría son casados y ostentan el título de Don, los Tenderos son en su mayoría solteros y ninguno ostenta ese título. Esto nos hace suponer que, aún siendo españoles, su posición social era baja en comparación con el estatus del comerciante y, sobre todo, del agricultor propietario. Muy probablemente resultaron ser empleados o despachadores de tiendas bajo control de estos últimos, aunque la fuente sólo identifica a dos ligados a comerciantes. Las 26 familias urbanas a las que correspondía esta élite tenían en promedio 5 miembros. 152 personas que correspondían al 6.5% del total censado para la Villa y su jurisdicción urbana. El hecho de que sólo dos miembros de esta élite tengan relación con los 13 hacendados y comerciantes más poderosos de la región, refleja que el grueso de los negocios mercantiles estaba estrechamente vinculado a la explotación de Haciendas y Molinos en el hinterland agrario de la Villa de Atlixco. La estrecha relación entre propiedad agraria y funciones públicas o eclesiásticas era la norma dentro del privilegiado grupo de la élite provincial. Don Juan Nepomuceno Sánchez Vizcaíno, propietario del Rancho y Molino de El Cristo, en la jurisdicción de la villa, tenía un hermano, José, dueño de la Hacienda de Portezuelo, Alférez de la Compañía de Dragones de Atlixco y otro, Pedro, quien fungía como escribano real en la notaría de Atlixco entre 1772-1781. Si observamos con mayor detalle las actividades económicas de los miembros más destacados de la élite regional agrupados por redes familiares de influencia tenemos que entre 1773-1792, de los 13 prominentes del Valle los siguientes labradores, comerciantes y propietarios tuvieron transacciones significativas que reflejan estas redes de poder político y económico: 26 Actividades económicas y cargos públicos de destacados pudientes del Valle de Atlixco 1773-1792 Agricultor/Propieta Cargo Red Préstamos rio/ Público Familiar Otorgados/recibi s no dos urbanas Comerciante Lic. Don José de Presbítero y Suegro Don Garfias y Sucesores Abogado de Manuel de la Real Avila, Audiencia arrendatario Poderes Propiedade 2 5 7 1 7 3 del Rancho de Acatzingo (1784). Hijo de Don Juan José de Garfias Muñoz y Doña Juana Josefa Meléndez Sierra Vargas Don Juan Manuel Regidor Heredero de Varela Perpétuo de su suegro número del Don Ayuntamient Sebastián o de Atlixco Joaquín de Valdetaro. 27 Regidor perpetuo de Atlixco (1783). Don José González Alcalde Suegro: Priorio Ordinario de Don Atlixco y de Bernardo la Santa Ramírez de Hermandad Arellano y 1 3 3 1 1 4 Tamaríz, administrad or del Mayorazgo de la Hacienda de la Concepción y Chautla. Herencia de su Padre Don Bernardo Tamaríz de Arellano Don José Abogado de Heredero Bernardino la Real del Rodríguez de Audiencia Mayorazgo Magaña de su padre Don Juan 28 Teodoro Rodríguez de San Miguel Magaña Don Manuel Labrador Caballero Hermano de 1 2 1 2 Francisco Caballero. Regidor de número de Atlixco. Su hermano Mariano Caballero, dueño de la Hacienda la Alfonsina. Tío del Bachiller Pablo Caballero Téllez y Malpica. Presbítero del Obispado de Puebla. Don Mariano Jiménez Caballero Labrador Albacea Testamenta 29 Ríos Mata ria del Presbítero Pablo Caballero, sobrino de Don Manuel Caballero Don Juan Alcalde Hermanos Nepomuceno ordinario y de Pedro, Sánchez Vizcaíno la Santa Notario, Hermandad Manuel y 1 1 1 2 José propietarios de El Portezuelo. Herederos del Capitán Don Pedro Simón Sánchez Vizcaíno y Doña Estefanía Josefa Danslagan y Heredia Don José Pinto del Labrador Águila propietario 30 del Mayorazgo de la Hacienda de San Nicolás Tolentino Como se observa, los propietarios agrícolas más importantes del Valle estaban íntimamente ligados a la administración pública local. Don José Antonio Garfias adquirió la propiedad del Rancho de Acatzingo que le rentó a su suegro en 1784 por un remate en almoneda pública que le ofreció su amigo, el Alcalde Mayor de Atlixco en 1775, Don Manuel Gutiérrez de Yepes. En los poderes, aparece de apoderado de deudores terceros, y es interesante mencionar que en ese año de 1784, por problemas de liquidez solicitó fiadores para un préstamo especial que solicitó al Obispo de Puebla, Don Victoriano López González, por 10 mil pesos oro. Para asegurar esta fuente de crédito eclesiástico para sus empresas agrícolas, Don José Antonio Garfias negoció la transacción con el Alcalde Mayor de Atlixco en 1784, Don Rafael Sánchez Carvajal, teniendo como fiadores a Don Francisco Álvarez Matías, que era regidor del Ayuntamiento y a Don José Jiménez Vilchis que fungía como escribano suplente y de Cabildo de Don Juan Sánchez Vizcaíno. En su testamento de 1790, declaró no tener descendencia y dispuso heredar sus bienes a colaterales y sobre todo a la Iglesia en la región. Don Juan Manuel Varela era al mismo tiempo propietario de la Hacienda de Tejaluca y Ranchos del Aguacate y Tepepan, como arrendatario de las haciendas de Zapotitlán (o Zapotlán) y Ranchos de Tejaluca, Tenextepec,Coyula y Santa Lucía. En 1781 tuvo problemas de liquidez e hipotecó una de sus haciendas en 12 mil pesos y vendió una casa en el primer cuadro de Atlixco en 1786, producto de una herencia de su suegro el polémico Regidor Don Sebastián Joaquín de Valdetaro, quien fue demandado en esos años por un importante grupo de comerciantes del valle por la mala administración de las rentas de la alcabala, de las que era administrador. Don Juan Manuel Varela era propietario de varias casas tanto en Atlixco como en Puebla. La red de relaciones personales incluía poderes a abogados de la Real Audiencia y de la Corte residentes en la 31 Ciudad de México. Se destacó como afianzador y al igual que Don José Antonio Garfias, participaba en la compra por remate, de propiedades a precios ventajosos por intermediación con el Alcalde Mayor. Al parecer, también fue fiador solidario de Don José Antonio Garfias en el préstamo otorgado por el Obispo de Puebla, y en 1783 lo nombró incluso su apoderado. Don José González Priorio era propietario de la Hacienda de San Diego y La Blanca y de una casa principal en Atlixco pero administraba el Mayorazgo de su suegro Don Bernardo Ramírez que incluía una serie de casas en el Portal de las Flores de la ciudad de Puebla. Hacia 1792 adquirió el Rancho de la Soledad en Huaquechula. Los años de 1783-1785 parecieron ser críticos para este tipo de labradores, pues también en 1783 Don José González tuvo problemas de liquidez y recurrió al préstamo con el Obispo de Puebla por 2 mil pesos oro, bajo un mecanismo de transacción similar al que recurrió Don José Antonio Garfias. Don José Bernardino Rodríguez de Magaña sigue un patrón similar. Fue abogado de la Real Audiencia como muchos otros propietarios regionales, de allí sus redes profesionales en la Ciudad de México. Heredero de un Mayorazgo, solía arrendarlas y al mismo tiempo tenía como su prestamista principal a Don José Antonio Garfias. Don Mariano Jiménez Caballero tuvo al parecer una actuación más modesta, ligado a la familia de los hermanos Manuel, Mariano y Francisco Caballero, vinculados al poder municipal y a la Iglesia.xxxi Don José Pinto del Águila tuvo una actuación también modesta aparentemente, pero no deja de ser importante que como propietario agrícola, poseía un Mayorazgo en Huaquechula. Como ejemplo de continuidad de esta característica oligárquica de control de la economía y de la política en el ámbito regional, tenemos el caso de la familia de Don Lorenzo Lozano de Alarcón y sus hermanos, con negocios que se inician desde mediados del siglo XVIII, vinculados a la familia de la futura esposa de Estevan de Antuñano. En el análisis de 57 documentos notariales los negocios del Capitán Lorenzo Lozano de Alarcón y sus hermanos José María y Joaquín se distribuyeron así: 32 Empresario Operaciones Comerci Concesione Créditos e Industri Inmueble Haciendas registradas o s Hipotecas a s y Ranchos Lorenzo y José 57 3 0 22 0 4 19 María Lozano (1815-1849) de Alarcónxxxii Además de estas actividades, tanto Lorenzo como José María fueron varias veces funcionarios públicos del cabildo atlixquense. En 1819, Don Lorenzo fue regidor provincial. En 1822 aparece ya como Alcalde Primero, subdelegado del Partido y Escribano suplente. En 1825 es consejero superior del Gobierno del nuevo estado de Puebla. Su hermano Joaquín era sacerdote y heredero en varias propiedades. José María fue regidor en 1832. En síntesis, su fortuna durante la primera mitad del siglo XIX representa muy bien los negocios de la élite agraria. Participación en el poder político y prestamistas en operaciones de crédito y financiamiento a la producción o rentas en el sector primario. El segundo rubro de gran participación es el de la adquisición o arrendamiento de Haciendas y Ranchos, observando que algunas de estas propiedades fueron a la vez subarrendadas o revendidas a terceros. La Villa de Atlixco contaba en 1792 con la siguiente estructura espacial y administrativa en su jurisdicción Villa de Atlixco y su jurisdicción en 1792 Villas Conventos Villa de San Agustín Hospitales Molinos Haciendas Ranchos Buenavista San José Atlixco Tizayuca Del Carmen De la San Agustín Santo Tomás San Félix San Antonio 33 Merced Xonacayucan Santa Clara Santo San Esteban Domingo San Juan de San Juan de San Juan San Dios Dios Portezuelo Cayetano Acatzingo Santa Lucía Cuetzalan San Chapulapa Jerónimo Santa Ana Del Bosque Chilhuacan San José De los Acatocha Terrones Molino San Matadero del Rancho Sebastián del Matadero Xalpatlaco Molino del Las Animas Rancho de la Tecolotitlán Candelaria San Francisco Cabrera San Félix Las Tablas San Juan Tejaluca San Félix Nexatengo La Visitación Candelaria 34 Xahuentla La Concepción San Diego Santo Cristo La Alfonsina Molino de la San Mateo Hacienda de San Mateo T.= 1 Villa, 5 conventos, 1 Hospital, 3 Molinos de Trigo, 21 Haciendas y 11 Ranchos. Pueblos y Parroquias de su Jurisdicción en 1792 Acapetlahuacan Una Parroquia de españoles Una Parroquia de Indios Barrio de Indios Solares Grandes y Chicos Un barrio de indios y dos tipos de solares con población española e indígena. La Parroquia de la Plaza Mayor para españoles y la de Acapetlahuacan para los indios. En cuanto al mobiliario urbano y número de establecimientos mercantiles o fabriles es importante aclarar que de un total de 533 unidades domésticas censadas en la Villa de Atlixco (2344 habitantes) no se incluyen ni las familias de morenos, pardos, moriscos e indios, ni sus establecimientos mercantiles o de trabajo propios. En el anexo se muestra un cuadro con las características del mobiliario urbano y de los establecimientos mercantiles y fabriles registrados en el censo de 1792. Si consideramos como establecimientos a los espacios físicos inutilizados, vivienda de indios y castas que se instalaron en la Villa y el mobiliario de viviendas de la élite local y casas de gobierno, iglesias, hospitales y garitas, tenemos un total de 211 espacios de 35 actividad política, cultural, económica y social no directamente asociados al ámbito de las unidades domésticas de los residentes españoles, criollos y mestizos de la Villa. De las siete casas ligadas al comercio se sostenían funcionando la Alhóndiga, una casa de Comercio, una Tienda y el Mesón, estando cerrados el Almacén y las dos casas de Truco registradas. Es evidente que el gran comercio de la Villa no se efectuaba en establecimientos urbanos, sino a través de intermediarios y monopolistas ligados al circuito mercantil de la periferia agraria regional y del mercado de la Ciudad de Puebla. Más adelante volveremos sobre esta hipótesis. Compitiendo en establecimientos tenemos las 7 casas de gobierno, administración y el registro de la Iglesia de San Diego, que en realidad habría que sumarla a la de españoles y a la de naturales. No tomamos en cuenta aquí a los conventos que ya hemos mencionado líneas arriba. De las Casas Reales, la casa del Cura de la parroquia de españoles, el Hospital de San Juan de Dios, La Garita de la salida a Matamoros y el Oficio Público, destaca la casa del Cabildo Indígena en la calle de San Francisco. En cuanto a los oficios y fábricas destaca notablemente la pobreza de estos. Sólo se registra una Herrería, un Obrador de Sastre y un parador de Arrieros. La Sedería de la Plaza Mayor puede considerarse la única fábrica y comercio de sedas que le quedaba al Valle de Atlixco después de los intentos por expandir esta industria en el paisaje agrario desde el siglo XVI, como ya lo mencionamos en otros apartados. Llama la atención el peso notable de inmuebles arruinados, abandonados, tapiados y espacios “vacíos” en buena parte de la mancha urbana de la Villa. 83 registros de inmuebles se encontraban en estas condiciones, el 39% del total de los registrados como establecimientos. Es claro que el número real es mayor ya que el padrón registra numeración y calles donde las viviendas eran más numerosas que lo que se registraba como dato unitario. Igual sucede con las 93 unidades de vivienda y negocios de indios y castas, ya que llama la atención que muy pocos entre ellos se encuentran asociados a unidades domésticas de peninsulares de la élite. Se trata en su gran mayoría de tributarios que 36 desempeñaban actividades al servicio de la Villa pero que desgraciadamente la fuente no consigna por no estar registrados en el padrón del visitador Maneyro. Sólo el nombre de Ignacio Barragán se consigna como cabeza de una familia de pardos que vive en la misma unidad doméstica del Sastre Agustín García y sus hermanos. Posiblemente se trata de un ayudante casado con española, criolla o mestiza y por ello se registró su nombre. No sabemos cuanta población de indios y castas vivía en la Villa de Atlixco pero si había 93 unidades domésticas registradas, y si suponemos que la media por unidad doméstica solía ser en la Villa de 4 miembros, entonces tenemos al menos un posible universo de 372 personas, mayoritariamente indígenas, luego pardos, mulatos y moriscos en ese orden integrados al “mundo urbano” de la capital del Valle. La presencia de un Cabildo Indígena en la Villa refleja que la presencia de los indios en el contexto urbano era muy importantexxxiii, y su condición de tributarios nos hace suponer que muchas faenas agrícolas y de servicios se llevaban a cabo en la periferia agraria de la ciudad, sea en los “solares grandes y chicos”, en las inmediaciones del cerro de San Miguel, en la Hacienda de San Mateo, y en talleres y comercios no registrados como tales por el empadronador por estar estos comprendidos dentro del ámbito de la unidad doméstica, censada solamente como unidad familiar. Estos “indios urbanos” no se desplazaban a trabajar en las haciendas y pueblos del hinterland, trabajaban en actividades artesanalaes, fabriles, mercantiles, de servicios y agrícolas dentro del contexto urbano de la Villa. Finalmente, en lo relativo al mobiliario de viviendas de los vecinos acomodados que podían disponer de cocheras, ventanas y zaguanes de importantes dimensiones, destacan cuatro casos de viviendas que dependían en realidad de propietarios empadronados en otras. Desgraciadamente la fuente no permite saber quienes eran los propietarios ni tampoco quienes controlaban la propiedad de las casas arruinadas, tapiadas y vacías que ya hemos mencionado. III Con todo lo anterior, resulta evidente que el “camino a la fábrica” en paisajes “urbanos” era prácticamente imposible en una sociedad mayoritariamente agrícola y con redes 37 mercantiles ligadas estrechamente a la producción rural y/o artesanal. La base energética hidráulica y la capacidad de las haciendas trigueras del valle de Atlixco para afrontar inversiones mayores, determinó en buena medida esta ruta que “urbaniza” a las futuras ciudades y pueblos de las periferias agrícolas, a lo largo del siglo XIX con la instalación de fábricas modernas. Generalmente se concibe en forma errónea la idea de que la empresa mexicana o latinoamericana se inserta en un paisaje cultural típicamente europeo (revolución agrícola, revolución demográfica y migración campo-ciudad). Las empresas mexicanas siguieron básicamente dos modelos de localización en el siglo XIX: el de los Reales de Minas (que eran empresas mineras y cuyos restos deben ser rescatados como empresas de "antiguo régimen") y el de las Haciendas Cerealeras y Azucareras en segundo término. No hay una teoría de la empresa en los países periféricos, de allí que sea confuso distinguir qué caracterizó a una empresa del antiguo régimen virreinal (incluso prehispánico) y cuándo y cómo surgen las modernas empresas. Para México, hacer historia de empresas significa hacer historia de las minas y de las haciendas como empresas, y cómo el sector manufacturero intentó copiar su ejemplo para convertirse en industria de "punta" en el siglo XIX.xxxiv Resulta un tanto paradójico que la totalidad de la élite empresarial de la región agrícola del Valle de Atlixco entre 1815-1880 no tuvo una vinculación directa con negocios fabriles a pesar de antecedentes virreinales ya citados aquí y de la rápida proliferación de fábricas después de 1852, bajo control de industriales “arrendatarios” avecindados en la Ciudad de Puebla. El antecedente importante de la implantación del sistema fabril en Atlixco lo tenemos justo a mediados del siglo XIX, cuando en la memoria del Gobernador de Puebla Juan Mújica y Osorioxxxv de 1849, se hace mención que éste, interesado en el negocio textil por influencia de amigos empresarios poblanos como Joaquín de Haro y Tamariz, proporcionó la hilaza, y José María Rodiles, el apoderado de los negocios de José María Alarcón, hacendado de tradición en Atlixco, los telares para habilitar y formar un taller de tejidos en Atlixco. No sabemos si dicho taller funcionó y hasta cuando, pero en la memoria se hace mención —en el anexo estadístico— de la existencia de una fábrica de hilados de algodón en Atlixco llamada "Providencia de Atlixco", cuyo propietario fue Manuel 38 Carranza. Dicha fábrica registraba 1,320 husos, siendo en realidad pequeña en comparación con la mayoría de las fábricas de Puebla. Registraba una producción de 98 mil 800 libras de hilaza al año. Probablemente esta fábrica abastecía de hilos a los talleres que, como el que instalaron Múgica y Rodiles, se destinaban a la producción de tejidos. No sabemos a la fecha cómo surgió esta Fábrica pero debió desaparecer o transformarse muy rápido, pues no vuelve a aparecer en ninguna estadística local y nacional. Mújica y Osorio fue un gobernante que apoyó mucho al desarrollo de Atlixco. Durante su administración, Tochimilco se incorporó definitivamente a la jurisdicción de Atlixco, y se funda dentro del Departamento, con sede en la Ciudad de Atlixco, la octava prefectura de Puebla separada administrativamente de Matamoros. Impulsó el camino de Puebla a Matamoros vía Atlixco como parte de un proyecto ambicioso que tenía como finalidad la de desarrollar la comunicación interoceánica de Puebla. El interés en un negocio textil por parte de Mújica y Osorio en la región de Atlixco no era una simple afición, pues su experiencia como empresario venía de tiempo atrás. Para el año de la memoria, Mújica era dueño de la fábrica del "Carmen" en Puebla con 2,080 husos y una producción de hilaza al año de 90,545 piezas. Para 1857 Mújica contaba con una fábrica de Velas y Esterina en Puebla, que debió ser muy próspera ya que en la relación de las distinciones y premios que registra la Memoria de Fomento de aquel año sus productos alcanzaron un premio de tercera clase. Mújica fue un firme partidario de las políticas correccionales para abastecer de trabajadores a las manufacturas regionales. Consideraba que los correctivos de la vida laboral en el campo podían ser aplicados a las fábricas textiles. En Matamoros el prefecto de la época daba nota de que la cárcel se había convertido en un taller para oficios varios que incluía obviamente el de tejidos. Como empresario, Mújica fue partidario de las ideas de Alamán y de Antuñano y manifestó en sus escritos profunda preocupación por el duro golpe que la invasión norteamericana había dado a la industria textil local, con precios al alza del algodón. Volviendo con el desarrollo inicial de la industria fabril en Atlixco, observamos que en la estadística de las fábricas de hilados y tejidos de algodón a nivel nacional de 1857,xxxvi aparece una información que puede arrojar luz sobre la presumible existencia de fábricas en 39 Atlixco anteriores a "La Concepción". Se menciona como de Atlixco a la fábrica de "El Patriotismo" de Velasco y Cía. "La Providencia" aparece como una fábrica de Puebla en manos de un tal Francisco Caballero de Carranza, probablemente emparentado con Manuel Carranza que aparece como propietario de "La Providencia" de Atlixco, en la estadística de Mújica y Osorio. Seguramente estos cambios en la nomenclatura territorial se deban a que en estos años el reacomodo de las "fronteras locales" heredadas del virreinato experimenta una serie de desincorporaciones de tierras que pertenecían a Atlixco y que pasaron al ámbito regional de Puebla capital pues, por ejemplo, "El Patriotismo" se encontraba en las afueras, en las márgenes del rio Atoyac, justo en uno de los caminos antiguos a Atlixco. Es probable que la Fábrica "La Providencia" que se ubica en Cholula para las estadísticas de 1890,xxxvii sea la misma que originalmente se encontró bajo jurisdicción de Atlixco y luego de Puebla. Notas: i Es útil aquí el análisis de Marichal (1997) sobre el tránsito de las grandes empresas del antiguo régimen colonial latinoamericano y las que se conformaron después de 1870, aunque el concepto de “grandes empresas” tiene el inconveniente de dejar de lado el análisis de las empresas que originaron la vía mexicana y latinoamericana de la industrialización, empresas que, al igual que en Inglaterra y Francia, comenzaron siendo pequeñas y de inversiones constantes, ligadas sobre todo al sector textil. ii Cfr. Miño Grijalva, Manuel. Obrajes y Tejedores de Nueva España,1700-1810, El Colegio de México, 1998. También del mismo autor "Proto-industria colonial ?" Historia Mexicana. México, 38:4, 1989. "Capital comercial y trabajo textil. Tendencias generales de la proto-industria colonial latinoamericana." Revista latinoamericana de historia económica y social, 9, 1987, 59-79. Para el balance historiográfico sobre el uso del concepto en las sociedades desarrolladas véase: Cailly, Claude, "Contribution à la définition d'un mode de production proto-industriel." Histoire et mesure, VIII - 1/2 1993, 19-40. iii Mariano Torres ha trabajado con archivos de empresas textiles de esta primera “ola” industrializadora. V. Su libro: El Orígen de la Industrialización de Puebla, Claves Latinoamericanas, México, 1995. Mauricio Yen, Javier Rojas Sandoval, Bernardo García, Federico de la Torre, María Eugenia Romero entre otros, han detectado impulsos industrializadores en regiones mexicanas muy disímbolas entre sí poco tiempo después de la fundación de “La Constancia Mexicana” en Puebla, de Antuñano, en 1835. iv Véase: Humberto Morales Moreno y Sergio Niccolai (eds), La Cultura Industrial Mexicana, CCMCPI., A. C. BUAP, Puebla, México, 2003. También del CMCPI., A. C. Memoria del 2º encuentro nacional de arqueología industrial, Conaculta, Univ. Autónoma de Aguascalientes, Ags. México, 2002. v Por ejemplo mis trabajos sobre la CIASA en el contexto de las grandes compañías por acciones del porfiriato que representaban el 2% del capital total de un padrón de 170 grandes empresas. México había logrado 100 años después de la primera Revolución Industrial inglesa consolidar firmas textiles capaces de satisfacer el mercado nacional de telas de algodón a pesar de la difícil competencia del exterior. Cfr. D'Olwer, L.N. (1965) op. cit. y Ceceña, J.L, México en la Orbita Imperial, El Caballito, México, 1970. También mi ensayo ya ciktado líneas arriba “Economic Elites and...” ob. cit. apéndice con gráficos de impuestos y ventas para CIVSA, CIDOSA y CIASA. vi V. Aguirre, Carmen.Personificaciones del capital. CIHS-ICUAP. México. (1987)Carabarin, A. "El trabajo y los trabajadores del obraje en la Ciudad de Puebla." 1700-1710. En: Cuadernos de la Casa Presno. UAP. (1984) Morales M., Humberto. Localización industrial y tecnología en el Porfiriato. 1899-1925. Tesis Lic. Humanidades U.A.M.-IZT. México. (1987)V. Contreras, Carlos. "La ciudad de Puebla en el siglo XIX". En: Puebla de la colonia a la revolución. UAP. México, (1987) 40 vii V. Moreno Toscano, Alejandra. "Economía regional y urbanización: tres ejemplos de relaciones entre ciudades y regiones en Nueva España a finales del siglo XVIII" En: Urbanización y proceso social en América. I.E.P., Lima, Perú. 1972. Singer, Paul. "Campo y ciudad en el contexto histórico latinoamericano". En: Economía Política de la Urbanización. México, Siglo XXI. 1981. pp. 109-136. viii V. Quintana, José Miguel. Estevan de Antuñano, fundador de la industria textil en Puebla. México, 2 vols. 1957. ix V. por ejemplo Grosso, Juan Carlos. Estructura productiva y fuerza de trabajo fabril en el municipio de Puebla. U.A.P. México. (1984) Miño Grijalva, Manuel. Obrajes y tejedores de Nueva España. Tesis Doc. Historia. El Colegio de México. México. (1982) Othón de Mendizabal, Miguel. Las artes textiles indígenas y la industria textil mexicana. Obras completas. Tomo V México, 1947. x V.Aguirre, Carmen, ob., cit. Gamboa O., Leticia. Los empresarios de ayer. CIHMO. ICUAP. México. (1985) y Thomson, Guy. Puebla de los Angeles. Industry and Society in a Mexican City. 1700-1850. Westview Press. Boulder. (1989) xi V.Grosso, Juan Carlos. "Notas sobre la formación de la fuerza de trabajo fabril en el municipio de Puebla. 1835-1905." En: Boletín del CIHMO. Año I núm. 2 Feb. 1981. ICUAP-UAP. pp.9-29. xii V.Keremitsis, Dawn.La industria textil mexicana del siglo XIX. México. SEP-Setentas. 1973. xiii V. Leal, Juan Felipe. Del estado liberal a los inicios de la dictadura porfirista. México, IISUNAM Siglo XXI. 1980. ( Col. Hist. de la clase obrera No. 2) Para una comparación de salarios a nivel nacional. xiv V.Thomson, Guy. op.,cit. primera parte. xv V. Keremitsis.op., cit. xvi V. Enrique Juan Palacios, Puebla, su territorio y sus habitantes, México, Fomento, 1917. Puebla a través de los siglos,México, García Valseca, 1962 y Áurea Commons, Las Intendencias de la Nueva España, UNAM, 1993. p. 127. xvii V. Alberto Carabarín Gracia, Los obrajes de paños de Puebla en el siglo XVII, Puebla, CIHS-UAP, 1982. Áurea Commons (1993) p. 128 Germán Lizt Arzubide, Puebla, síntesis histórico geográfica del Estado, México, SEP, 1946 p. 29 Miguel A. Quintana, “Papel histórico de Puebla en el progreso industrial de la Nueva España y de México,” Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, México, t. 62, n° 2, 1946. xviii V. La famosa y muy citada Descripción de la Intendencia de Puebla, Intendente de Flon, 1804. Archivo General de la Nación, Ramo Civil, t 2092, exp. 2 fjs. 51-100. xix V. Intendente De Flon, Informe, 1794, Archivo General de la Nación, Ramo de Historia, t. 74, fjs. 411-414. xx V. Miño Grijalva, M. (1991) (1982) y los artículos: "Proto-industria colonial ?" En: Historia Mexicana. Vol. XXXVIII, núm. 4 (Abril)-junio)pp. 793-818. México. (1989) "Capital comercial y trabajo textil. Tendencias generales de la protoindustria colonial latinoamericana." en: Revista latinoamericana de historia económica y social. Núm. 9, 1er semestre. pp. 59-79. (1987) Para el balance historiográfico sobre el uso del concepto en las sociedades desarrolladas véase: Cailly, Claude. "Contribution à la définition d'un mode de production proto-industriel." En: Histoire et mesure. VIII -1/2 pp. 1940. (1993) xxi V. Torres, Mariano.Establecimiento y alcances de una empresa agroindustrial en el Valle de Atlixco. 1867-1910. Tesis Maestría en Historia. UAM-IZT. México, (1985) Paredes, Carlos. Agricultura y Sociedad en Atlixco. CIESAS-INAH, México, (1982) xxii V. informes sección Gobierno. Archivo Municipal de Atlixco. (A.M.A.) 1836-1839. Gobierno. A.M.A. 1841. Se hace mención del problema del financiamiento desde 1832. xxiii V. Mertens, H. (1989) Torres, M. (1985) Herrera F., Lourdes. La Hacienda de Santa Teresa. Tesis Lic. en Historia. (vía junker en Atlixco) UAP. México. (1987) xxiv V. Ignacio Maneyro. Informe. (1792) Por ahora la mejor explotación de la información se debe a Grajales P., Agustín. "Los inmigrantes de Atlixco en 1792" En:Simposium Internacional de Investigación Atlixco en su entorno. INAH-Puebla. pp. 105-112. (1988) xxv V. Tamayo, Jorge. El molino de Huexotitla. C.E.H.B.P. sobretiro. Puebla. (1955) Siliceo, Manuel. Memoria del Ministerio de Fomento. (1857) xxvi A.M.A. 1774. Los lienzos de lino pintados se desarrollaron entre 1727-1770 xxvii A.M.A. Gobierno. años 1746-1774 xxviii La referencia a esta instrucción se encuentra en: Cervantes, E.A. Sinópsis histórica del Distrito de Atlixco. Imp. Artes y Oficios. Puebla (1922) V. también Díaz Solís, Espiridión. Atlixco. Datos históricos, geográficos y estadísticos. Puebla, (1938) y Cervantes, E.A. Documentos para la historia de Puebla. SMGE. México, (1925) xxix Maneyro, Ignacio. Padrón General de españoles, castizos y mestizos de la Villa de Atlixco, 1792. Archivo General de la Nación. Ramo Padrones. Pág. 5. xxx Ignacio Maneyro (1792) De Flon, Manuel: " La Intendencia de Puebla. 1804" En: Florescano, E. (ed.) Descripciones económicas de Nueva España. Siglo XVIII. SEP-INAH. Provincias del Centro-Sur. (1976) xxxi Véase Achivo General de Notarías de Puebla. Notaría de Atlixco. Don Pedro Sánchez Vizcaíno 1773-1780 y José Jiménez Vilchis 1781-1792. Libro Primero. 112 escrituras seleccionadas en el periodo. 50 personas realizaron 41 transacciones de donde entresacamos en una base de datos relacional los pudientes más importantes con base en el informe de Ignacio Maneyro de 1792. xxxii AGN-Atlixco, 1815-1850. Información gentilmente proporcionada por el Ingeniero Ramón Lozano, descendiente de la familia. xxxiii Cabe destaca que el cacique indígena vivía en el número 6 de la Plaza Mayor, es decir, a un lado del Cabildo de Indios. xxxiv Cfr. Los trabajos de Mario Trujillo, Mariano Torres y Rocío Ruíz de la Barrera publicados en: Marichal, Carlos, Historia de las Grandes Empresas en México, 1850-1930. FCE, México, 1997. Son los únicos que pretenden mostrar este puente entre el “ancien régime” colonial y el siglo XIX. xxxv V. Mújica y Osorio, Juan. Memoria. (1849) xxxvi V. Siliceo, Manuel. Memoria de Fomento. (1857) xxxvii V. Cuadro de fábricas de la Rep. Mexicana. En: Directorio estadístico de la Rep. Mexicana. Imp. La Europea. México. (1889)