FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES SEDE ACADÉMICA DE MÉXICO Maestría en Derechos Humanos y Democracia V (quinta) promoción 2012-2014 “Contenido esencial del derecho a la protección de la salud mental de las personas en México”. Tesis que para obtener el grado de Maestro en Derechos Humanos y Democracia Presenta: Ana Luisa Hortensia Priego Enríquez. Director de Tesis: Dr. Luis Daniel Vázquez Valencia. Seminario de Tesis: “Protección Internacional de los Derechos Humanos” Línea de Investigación: Estado, democracia y derechos humanos. México D. F., mayo de 2014 Agradecimiento a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a través de la Unidad de Igualdad de Género, adscrita a la Coordinación de Derechos Humanos y Asesoría de la Presidencia, otorgante de la beca. Resumen. El trabajo que se presenta parte de la pregunta de investigación que consiste en determinar si el Estado Mexicano está cumpliendo sus obligaciones en materia de legislación y políticas públicas en relación a las personas con padecimientos mentales. Para abordar el tema en cuestión, en primer lugar, se consignó, un poco a vuelo de pájaro, la situación prevaleciente en materia del derecho a la protección de la salud mental tanto en el país como en el mundo. Posteriormente se buscó precisar el contenido del derecho a la protección de la salud mental, para lo cual se abordó someramente el concepto de núcleo esencial de los derechos y metodologías existentes para su determinación, a fin de llegar a fijar los elementos que constituyen el mínimo esencial que respecto de salud mental debe reunir tanto la legislación nacional como las políticas públicas. Dado el momento en que se inició la presente investigación, no se tuvieron a la mano los Planes Generales del actual gobierno relacionados con la salud mental. Por ese motivo, se tomaron como base para este trabajo las políticas públicas instrumentadas en el sexenio inmediato anterior. La conclusión alcanzada demuestra que México no ha cumplido cabalmente con los mínimos esenciales que garanticen efectivamente el derecho a la salud mental. A partir de esta conclusión, se pergeñaron algunos comentarios sobre las múltiples posibilidades para cumplir el mínimo que nos interesa. Palabras clave. Derecho a la protección de la salud mental, núcleo esencial de derechos, políticas públicas sobre derecho a la protección de la salud mental, legislación sobre salud mental en México. ii Synopsis The work represented parts from the question of investigation that consists in determining if the Mexican State is fulfilling their responsibilities in legislation matters and public politics in relation to the people with mental illnesses and mental disabilities. To address this matter, firstly, it was allocated as a situation, seen in the perspective of laws, that refers to the protection of mental health as much in Mexico as worldwide. Afterwards it was necessary to precise the content of the law of the mental health protection and to do that the concept of the essential core of rights and methodologies existent to their determination had to be assessed to be able to get to a determination of the elements that constitute the minimum essential that must be gathered in national legislation and public policies. At the moment this investigation was started, the General Plans of the actual government regarding mental health were not at hand and it was because of that inconvenience that the instrumental public policies of the past six-year Presidential term of office were used. The conclusion reached shows that Mexico has not fully achieved the minimum essentials that guarantee effectively the rights to mental health and it was from that conclusion that comments were made about the multiple possibilities to achieve the minimum that interests us. Key Words Right to the protection of mental health, essential nucleus of rights, public policies about the rights of the protection of the mental health, legislation about mental health in Mexico. iii Dedicatoria. A mis hijas. A mi madre. A la memoria de mi padre. iv Índice. Introducción. ……………………………………………………………………...………………3 Panorama Internacional. …………………………………………………………...……...……………........4 Panorama Nacional. ………………………………………………………………...………………..….7 Capítulo 1. El contenido esencial del derecho a la salud mental. ……………………………………………………………,.………………………12 1.1 Generalidades sobre el concepto de contenido esencial de derechos fundamentales. …………………………………………………………….…………………..…....12 1.2 Qué elementos incorpora el núcleo esencial de un derecho. Metodologías de análisis. ……………………………………………………………………………………....17 Metodología Absoluta................................................................................................17 Metodología Relativa..…………………………………….……………...………..19 Metodología Mixta. ……………………………………….……………………….21 Otras aproximaciones. (No jurídicas). ............................….……………………….21 I.3 Metodología a emplear en el presente estudio..…………………………………22 I.4. Elementos Esenciales y Obligación de Garantizar del Estado………………...22 1.5 Contenido del núcleo esencial del derecho a la salud en general..…………......24 1.6 ¿Qué elementos integran el derecho a la salud mental? ……………………….33 Capítulo 2. Marco normativo y políticas públicas en materia de salud mental en México. ……………………………………….……………………………….……41 1 2.1 Marco constitucional en materia de salud mental en México. ………...………42 2.2 Regulación en materia de salud mental acorde el bloque de constitucionalidad. ……………………………………………………………………………………..43 2.3. Legislación federal. Ley General de Salud. ……………………………………..…………………….…………………………45 2.3.- Inconsistencias de la legislación nacional respecto de estándares internacionales atendiendo a los elementos que integran el núcleo esencial del derecho a la salud mental. ……………………………………………………………………………………..46 3.- Políticas Públicas en Materia de Salud Mental en México. ………………………………………………………………………………….…..59 3.1. Introducción …………………………………………………………………..59 3.2 Evolución en México de las Políticas Públicas en Materia de Salud. ………………………………………………………………………………………62 3.3 Políticas Públicas en Materia de Salud Mental………………………………………………………………………………64 3.4 Inconsistencias de las políticas públicas en materia de salud mental con los estándares internacionales…………………………………………………...............69 Conclusiones……………………………………………………………………......74 Fuentes de información..………………………………………………………......77 Indice de cuadros. ………………………………………………………………..83 2 Introducción. La salud fue considerada un tema individual hasta principios del siglo XX cuando se genera la noción de salud pública “como una política de impacto poblacional” (Charbel y García Sarubbi 2013: 11). Esto, dado que fue a partir del siglo XIX que el tema de salud empezó a girar en torno al papel del Estado frente al bienestar físico de las colectividades “y empieza a delinearse la tendencia a favor de otorgar facultades a éste para el mantenimiento y la vigilancia de la higiene de la colectividad” (Charbel y García Sarubbi 2013: 13). Muestra de este nuevo pensamiento en México es la expedición del primer Código Sanitario en 1833, donde se prevé la existencia de un Consejo Superior de Salubridad. También es importante destacar para los efectos de este trabajo, que desde el siglo XIX “las alteraciones del comportamiento y la mentalidad dejaron de mirarse como posesiones demoniacas o castigos divinos … y pasaron a ser consideradas como enfermedades mentales” (Gómez Pérez, 2011: 23). Evoluciona a partir de entonces la regulación jurídica en materia de protección a la salud (y a la salud mental) tanto en México como en algunos otros países. Esta normativa tiene como consecuencia directa e inmediata que los gobiernos empezaron a hacerse responsables de la elaboración y aplicación de políticas en materia de salud pública, esto es, del acceso de la población a los servicios de salud. Aquí cabe acotar que el llamado derecho a la salud implica no el “ser saludable”, puesto que el Estado no puede garantizar la salud en tanto ésta depende no sólo de la atención médica y valoración de los actores que inciden en la misma, sino también “de incidentes, 3 como los genéticos o los desastres naturales que pueden afectarla” (Pahuamba, 2014: 47). Así las cosas, resulta más claro hablar del derecho a la protección de la salud. Esta aclaración ilustra que particularmente en materia de salud mental, los equívocos conceptuales, médicos y jurídicos en general son numerosos. Esta indefinición trasciende a lo jurídico y por ende, a las políticas públicas en materia de protección de la salud mental, dado que al existir una multiplicidad de modelos de interpretación del tipo de funcionamiento conductual humano que para algunos sea anormal o enfermo y para otros sano (Gómez Pérez 2011: 23), no puede haber uniformidad en las políticas públicas respecto de la prevención, tratamiento y protección de todas aquellas personas que presenten trastornos que efectivamente constituyan problemas de índole mental. Panorama Internacional. Acorde los datos contenidos en el informe sobre la salud en el mundo 2001 de la OMS, a esa fecha, 121 millones de personas sufrían depresión y 50 millones padecían epilepsia. El propio informe consigna que cada año, entre 10 y 20 millones de personas intentan suicidarse, lográndolo aproximadamente 1 millón de individuos cada año. Según los datos contenidos en la cartografía elaborada en el año 2001 por el Proyecto Atlas de la OMS, de los países estudiados el 41% no disponía de una política de salud mental; el 25% carecía de legislación sobre salud mental; el 28% no poseía un presupuesto independiente para la salud mental; el 41% no disponía de centros de tratamiento para los trastornos mentales graves en el ámbito de la atención primaria; el 37% carecía de centros de atención comunitaria; y, un 65% de las camas para enfermos mentales se encontraban en hospitales psiquiátricos. 4 El Atlas 2005 de la propia OMS, elaborado sólo cuatro años después, no reveló ninguna mejoría sustancial. En 2005 el 37.9% de los países no disponía de una política de salud mental; el 22% carecía de legislación en la materia; 30.8% no poseía un presupuesto independiente para salud mental; 38.5% carecía de centros de tratamiento para trastornos mentales graves en atención primaria; y, un 68.6 de camas para enfermos mentales están en hospitales psiquiátricos. Estas cifras revelan la existencia de un problema soslayado, el de la salud mental de los individuos, que afecta o afectará al 25% de la población mundial, esto es, 1 de cada 4 personas padecerá en algún momento de su vida un trastorno de esta índole. Los trastornos mentales y neurológicos son responsables por el 13% del total de años de vida perdidos por mortandad prematura y años de vida productiva desperdiciados debido a alguna discapacidad (DALYs, Disabylity Adjusted Life Years, the sum of years lost due to premature mortality and the years of productive life lost due to disability, OMS) y al menos 2 de cada 10 adolescentes tienen alguna alteración de este tipo. Según cifras de World Economic Forum, The Global Economical Burden of Non Communicable Diseases, Harvard, School of Public Health, September, 2011, los problemas relacionados con la Salud Mental pueden llegar a suponer un costo de 16 billones de dólares en las próximas dos décadas (lo que equivale al 1,3% del PIB mundial). El mencionado estudio analizó por primera vez el impacto económico de las cinco enfermedades crónicas más frecuentes, entre las que se encuentran los trastornos mentales (junto con el cáncer, diabetes, trastornos cardiovasculares y enfermedades 5 respiratorias), estimando que el costo acumulado mundial que todos ellos representan para los próximos 20 años es de cerca de 47 billones de dólares, siendo los trastornos mentales los responsables de más del tercio de esta cifra. Ya en el año 2010 el costo de la Salud Mental a nivel mundial (con la depresión a la cabeza de la lista, por ser el trastorno más incapacitante), supuso 5 billones de dólares, previendo un aumento progresivo hasta llegar a los 6 billones de dólares en 2030. Esto revela que los trastornos mentales encabezan la lista de enfermedades en cuanto carga económica, dato al que debe sumarse que las personas afectadas de trastornos mentales y neurológicos, padecen en mayor medida que el resto de la población otras enfermedades crónicas añadidas, incrementándose así el gasto total destinado a su tratamiento. En el informe intitulado The economic cost of brain disorder in Europe, 2010, en el que se analizó la situación prevaleciente en un total de 30 países europeos a la luz de 19 grupos de categorías diagnósticas de enfermedades mentales y neurológicas, se observó que uno de cada tres europeos sufrió al menos uno de tales padecimientos, con un costo económico de 798,000 millones de euros integrado por 37% de gastos directos en servicios sanitarios; 23% en cuidados informales; y, 40% costos indirectos (pérdida de productividad laboral, discapacidad crónica entre otros). Para ilustrar las categorías contempladas en el informe de referencia, se inserta el cuadro correspondiente: Trastorno Coste en millones de euros Trastornos del estado de ánimo 113.405 Demencias 105.200 Trastornos psicóticos 93.900 Trastornos de ansiedad 74.400 6 Adicciones 65.700 Infarto cerebral 64.100 Dolor de cabeza 43.500 Discapacidad mental 43.300 Trastornos del sueño 35.400 Lesión cerebral adquirida 33.000 Trastornos de personalidad 27.300 Trastornos de la infancia adolescencia Trastornos somatoformes y de la 21.300 21.200 Esclerosis múltiple 14.600 Enfermedad de Parkinson 13.900 Epilepsia 13.800 Trastornos neuromusculares 7.700 Tumores cerebrales 5.200 Trastornos de la alimentación 800 Cuadro I El costo económico de desórdenes cerebrales en Europa (2010), http://europeanbraincouncil.org/pdfs/Publications_/Cost%20of%20Disorders%20of%20t he%20Brain%20in%20Europe%20-%20economic%20costs%20-%20EurNeuro2012.pdf Panorama Nacional. Previo a la presentación de las cifras nacionales de salud mental, es pertinente recordar, como se precisó al inicio de este trabajo, que en el área de la salud mental los equívocos son numerosos y no existe a la fecha consenso respecto de todos y cada uno de los padecimientos que pueden ser catalogados en esta clasificación. 7 Así, el concepto de padecimientos neurológicos y psiquiátricos depende de la óptica de investigación y de la zona geográfica de que se trate, dado que, se reitera, no existe un listado preciso y acabado de tales malestares. Además, a tales malestares hay que añadir la discapacidad menal, de la cual se hablará posteriormente. Ejemplo de ello lo encontramos en los estudios y cifras nacionales, donde se reducen notablemente las categorías diagnósticas (10 en total) en comparación con las analizadas en el estudio europeo The economic cost of brain disorder in Europe antes referido (19 categorías). Así, las estadísticas revelan que en México, cerca de un 17% de la población padece alguna clase de alteración mental (Estadísticas, enfermedad mental). Este 17% está integrado, según el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente (Estadísticas, Secretaría de Salud), de un 7% con depresión; 7% con trastorno de pánico; 1.6% padece trastorno bipolar; 1% sufre de esquizofrenia; y, otro 1% está afectado de trastorno obsesivo compulsivo, porcentaje del cual sólo el 2.5% están siendo atendidos (Voz Pro Salud Mental); panorama agravado si se considera el bajo número de psiquiatras y personal de apoyo especializado que hay en el país y el desconocimiento que en general y específicamente en el ámbito jurídico priva respecto de esta condición. Cabe aclarar en este punto cuál es la prevalencia de trastornos psiquiátricos diagnosticados en la población adulta urbana en México, conforme a la encuesta realizada en 1994. Trastorno Hombres% Mujeres% 1.- Depresión 4.9 9.7 Total% (promediado y ajustado 7.30 2.- Epilepsia. 3.4 3.9 3.65 3.- Posible psicosis. 3.2 2.6 2.90 4.Probables trastornos limítrofes. 1.6 0.8 1.20 8 5.- Trastorno 1.6 3.0 2.30 6.Probable esquizofrenia. 7.- Manía. 1.2 0.9 1.05 0.3 0.2 0.25 8.Psicosis inespecífica. 9.- Trastorno bipolar. 0.7 0.6 0.65 0.7 0.6 0.65 obsesivo. 10.- Trastorno de 0.3 1.6 0.95 ansiedad. Cuadro II. Instituto Mexicano de Psiquiatría (1994), Características psicopatológicas de la población urbana adulta en México, Encuesta Nacional en Hogares. El cuadro transcrito se refiere única y exclusivamente a la prevalencia de trastornos psiquiátricos diagnosticados en la población adulta urbana en México en el año 1994, esto es, omite todo dato de enfermedad mental no diagnosticada en poblaciones rurales del país, lo que evidencia la existencia de una cifra real superior a la consignada en el estudio de referencia. Sin embargo, esta impactante realidad no se ha visto traducida en un trabajo sistemático por parte del legislador para adecuar la normativa nacional no sólo al espinoso problema que representa la protección de la salud mental, sino también a los estándares mínimos internacionales. Omisión se da también en el aspecto de políticas públicas cuyos destinatarios son personas con padecimientos mentales o neurológicos y discapacitados mentales, sus familias y la población en general. Frente a esta problemática, el objetivo no es plantear nuevas legislaciones y políticas públicas sin antes precisar la orientación que éstas deben seguir. Esa guía puede hallarse en la definición del núcleo esencial del derecho de protección a la salud mental, pues así todo intento de regulación del tema se ajustará a los elementos esenciales que garanticen 9 adecuadamente la garantía, respeto y cumplimiento del derecho fundamental de protección a la salud que nos ocupa. Llegamos entonces a la pregunta de investigación que orienta el presente trabajo: ¿Está cumpliendo el Estado Mexicanos sus obligaciones en materia de legislación y políticas públicas respecto de personas con padecimientos mentales a la luz del contenido esencial del derecho a la protección de la salud mental? La hipótesis de la que se parte es que al no existir una delimitación de los elementos que integran el núcleo esencial del derecho a la protección de la salud mental, éstos no son considerados ni en la legislación ni en la planificación de las políticas públicas, por lo que México no ha cumplido con sus obligaciones internacionales en la materia por estas dos vías. Bajo esta hipótesis, se propone como objetivos generales de la investigación: Exponer el concepto de núcleo esencial de los derechos fundamentales. Precisar los elementos que conforman el núcleo esencial del derecho a la salud. Delimitar los aspectos que constituyen el núcleo esencial del derecho a la salud mental. Analizar el contenido de la legislación nacional, a la luz de los estándares que debe cumplir atendiendo a los elementos que integran el núcleo esencial del derecho a la salud mental. Verificar si las políticas públicas en materia de salud mental se ajustan al concepto de núcleo esencial del derecho a la salud mental. 10 Proponer las adecuaciones que deban existir en materia legislativa y de políticas públicas a fin de satisfacer los elementos que forman parte del núcleo esencial del derecho a la salud mental. Como objetivos específicos planteamos: Constatar que tanto la legislación como las políticas públicas en materia de salud mental cumplan con los contenidos mínimos de sensibilización, promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación. Verificar que legislación y políticas públicas en materia de protección a salud mental cumplan con los lineamientos básicos establecidos en el Programa de Acción Global en Salud Mental de la OMS, a saber, dispensar tratamiento en atención primaria; asegurar disponibilidad de medicamentos psicotrópicos; prestar asistencia a la comunidad; educar al público; involucrar a las comunidades, familias y consumidores; desarrollar recursos humanos; establecer vínculos con otros sectores; vigilar la salud mental de las comunidades; apoyar nuevas investigaciones. A fin de estructurar el presente trabajo se propone partir de la determinación del concepto de contenido esencial de derechos fundamentales, precisar los elementos que incorpora el núcleo esencial de un derecho, consignar los métodos para determinar los elementos del núcleo esencial y una vez elegida una metodología, determinar el contenido del núcleo esencial del derecho a la salud en general y en particular los elementos del derecho a la salud mental. 11 Precisados estos elementos hay que fijar el marco normativo en materia de protección de la salud mental existente en el país conforme la legislación federal (Ley General de Salud) y analizar las políticas existentes en materia de salud mental a la luz de los elementos que constituyen el núcleo esencial de dicho derecho. Aquí hay que apuntar que por un problema de tiempos políticos, se estudiarán las políticas públicas del sexenio anterior dado que las correspondientes al periodo 2013-2018 en este momento todavía no están disponibles en su totalidad. Finalmente se pretende proponer, a la luz de los elementos que conformen el núcleo esencial del derecho a la salud, aquellos principios que deban incorporarse tanto a la legislación como a las políticas públicas de la materia. Capítulo 1. El contenido esencial del derecho a la salud mental. 1.1.- Generalidades sobre el concepto de contenido esencial de derechos fundamentales. El derecho a la protección de la salud y el derecho a la protección de la salud mental son derechos fundamentales, inherentes al ser humano en razón de su dignidad humana. Como tales, son susceptibles de ser analizados a fin de conocer su contenido esencial. Vale entonces referir de manera somera el concepto de derechos fundamentales y la garantía de contenido esencial. El origen de la expresión derechos fundamentales la encontramos en la Carta de las Naciones Unidas de 26 de junio de 1945, en el preámbulo (nosotros los pueblos …. resueltos …. A reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y en el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y 12 de las naciones grandes y pequeñas) y en el artículo 1°, número 3 (los propósitos de las Naciones Unidas son ….. realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos ….). El concepto de derechos fundamentales resulta uno de los más controvertidos doctrinalmente, dadas las innumerables perspectivas a la luz de las cuales son analizados. Sin embargo, para los efectos de este trabajo utilizaremos la definición de Miguel Carbonell (2012: 9), conforme la cual los derechos fundamentales “son aquellos derechos humanos garantizados por el ordenamiento jurídico positivo, en la mayor parte de los casos en su normativa constitucional, y que suelen gozar de una tutela reforzada”. Ahora bien, acorde la definición de derechos fundamentales, precisamos el concepto de derechos humanos con el cual trabajaremos, siguiendo de nueva cuenta al citado autor, conforme al cual son el “conjunto de facultades e instituciones que en cada momento histórico, concretan las exigencias de la dignidad, la libertad y la igualdad humanas, las cuales deben ser reconocidas positivamente por los ordenamientos jurídicos a nivel nacional e internacional” (Carbonell, 2012: 9). Los derechos fundamentales exhiben cuatro rasgos característicos en grado máximo, a saber: 1) Máxima jerarquía, 2) Fuerza jurídica superior, 3) Son reguladores de objetos de la más grande importancia y 4) Adolecen de una gran indeterminación. 13 El ejercicio de los derechos fundamentales implica su necesaria interrelación con otros derechos de la misma naturaleza, de donde surge la ineludible obligación de procurar una interacción pacífica, al no existir una jerarquización o supremacía de algún derecho de esta índole respecto de otro. En consecuencia, la conciliación en el ejercicio pacífico de los derechos fundamentales se garantiza por regulaciones, limitaciones o restricciones que el Estado debe garantizar para hacer efectiva la armonía social, necesidad de la que emana la obligada intervención estatal con el fin de imponer linderos al ejercicio de estos derechos. Esta limitación requiere necesariamente de una demarcación conceptual del derecho, a través de la determinación del contenido esencial o núcleo duro del mismo, que no podrá ser traspasado ni alterado por el ente estatal ni por los particulares. Siguiendo la teoría de la relatividad de los derechos fundamentales de Peter Häberle, la esencia de los derechos fundamentales es su relatividad. Los derechos son ponderables y deben ser ponderados (Lothar, 2009). Sin embargo, debe existir una base mínima obligatoria a partir de la cual el derecho debe progresar, pues de excederse en el límite de las restricciones posibles a ese derecho se llegaría a su desnaturalización. Por ello, Häberle desarrolló la teoría institucional del contenido esencial de los derechos, conforme a la cual hay una dimensión institucional que determina el sentido, alcance y condiciones de ejercicio de los derechos fundamentales, garantía institucional que se relaciona con los fines consignados en la Ley Fundamental. Así, los derechos se constituyen en principios rectores que contienen principios que los poderes públicos tienen que realizar o contribuir a realizar, con lo cual los derechos fundamentales no son 14 ya meros ámbitos de libertad de los que el Estado se desentiende, sino que son principios cuyo efectivo ejercicio está obligado el ente estatal a garantizar. Así, el contenido esencial del derecho (también conocido como núcleo duro o límite de los límites de los derechos fundamentales), “supone el establecimiento de elementos mínimos que el Estado debe proveer a cualquier persona de forma inmediata y sin que medien contra-argumentaciones fácticas de imposibilidad provenientes de escasez de recursos o elementos semejantes” (Vázquez y Serrano: 2012). Antecedentes de esta garantía los encontramos en la Constitución Alemana de 1949, que en su artículo 19.2 dispone: “Artículo 19. 1.- Cuando al amparo de la presente Ley Fundamental sea restringido un derecho fundamental por una ley determinada o en virtud de lo dispuesto en ella, dicha ley deberá aplicarse con carácter general y no sólo para un caso particular y deberá especificar, además, el derecho en cuestión indicando el artículo correspondiente. 2.- En ningún caso se podrá afectar al contenido esencial de un derecho fundamental. (…)” Algunos autores como Stern y Dreir (referidos por Lothar 2009), consideran que otro antecedente de la garantía de contenido esencial se encuentra en las limitaciones de los derechos fundamentales del artículo 28 de la Constitución Argentina de 1853, cuyo artículo 28 disponía: “Artículo 28.- Los principios, garantías y derechos reconocidos en los anteriores artículos no podrán ser alterados por las leyes que regulen su ejercicio”. 15 Con independencia de si la garantía de contenido mínimo establecida en la Constitución Alemana tiene su origen en la reacción frente a la vulneración de los derechos humanos durante el régimen nacionalsocialista o en las clásicas discusiones que buscan determinar la diferencia entre esencia y lo esencial, o si su antecedente remoto lo es la Constitución Argentina de 1853, lo cierto es que el principio del núcleo esencial de derechos fundamentales ha permeado no sólo en las constituciones de diversos países sino que en la actualidad constituye un principio obligatorio para todas aquellas naciones que pretendan ser respetuosas de los derechos humanos. Ejemplo de esto son los artículos 18 puntos 2 y 3 de la Constitución de Portugal (“la ley solo podrá restringir los derechos, libertades y garantías en los casos expresamente previstos en la Constitución”…… (las leyes) “habrán de revestir carácter general y abstracto y no podrán reducir la extensión y el alcance del contenido esencial de los preceptos constitucionales”), 53.1 de la Constitución de España (“los derechos y libertades reconocidas en el Capítulo II del presente título vinculan a todos los poderes públicos. Sólo por ley, que en todo caso deberá respetar su contenido esencial, podrá regularse el ejercicio de tales derechos y libertades que se tutelarán de acuerdo con lo previsto en el artículo 161.1”), 19 número 26 de la Constitución Chilena (“la seguridad de que los preceptos legales que por mandato de la Constitución regulen o complementen las garantías que esta establece o que las limiten en los casos en que ello lo autoriza, no podrán afectar los derechos en su esencia, ni imponer condiciones, tributos o requisitos que impidan su libre ejercicio”), entre otros. La Corte Constitucional de Colombia definió, en su sentencia T-336/95, el concepto de núcleo esencial de los derechos fundamentales, como “el mínimun de la dignidad 16 racional, sin cuyo reconocimiento el hombre no puede vivir o desarrollarse como ser humano”. Häberle (2003), a su vez, lo considera como “el ámbito necesario e irreductible de conducta que el derecho protege, con independencia de las modalidades que asuma el derecho o las formas en que se manifieste. Es el núcleo básico del derecho fundamental, no susceptible de interpretación o de opinión sometida a la dinámica de coyunturas o ideas políticas.” Ese ámbito irreductible, ese mínimo de dignidad racional del derecho a la salud mental es precisamente el punto que se pretende precisar en este capítulo. 1.2.- Qué elementos incorpora el núcleo esencial de un derecho. Metodologías de análisis. El contenido esencial del derecho es un concepto jurídico indeterminado que debe determinarse para cada derecho específico. Además, no existe una única metodología para fijar el contenido esencial de los derechos (Vázquez y Serrano: 2012). En la sentencia “Sozialhilfe” (Citada por Nogueira: 2005), la Corte Constitucional alemana determinó que el contenido esencial inafectable de los derechos debe ser averiguado para cada derecho fundamental, a partir de su significado especial en el sistema global de derechos. Esta delimitación puede lograrse a partir de la aplicación de las diversas metodologías existentes sobre el contenido esencial de los derechos fundamentales. Básicamente existen tres teorías sobre el contenido esencial de los derechos fundamentales, la absoluta, la relativa y la mixta. Metodología Absoluta. 17 Acorde la teoría absoluta, utilizada tanto por el Comité de Derechos Humanos como el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales a través de sus observaciones generales, que parte de la aplicación del artículo 5.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, ninguna disposición puede ser interpretada de manera tal que genere una destrucción o limitación superior a la establecida en los documentos institucionales de cualquier otro derecho humano. En esta teoría se imagina el ámbito normativo de los derechos fundamentales como el área de dos círculos concéntricos donde el círculo interior constituye el núcleo fijo e inmutable del derecho fundamental, mientras que el círculo exterior es la parte accesoria o contingente del derecho que es susceptible de ser limitado, por lo que las obligaciones que constituyen principios esenciales de derechos humanos pasan de ser principios a reglas. Según esta teoría absoluta, se debe partir del enunciado normativo que contiene el derecho. El contenido esencial en esta teoría es una magnitud fija, siendo un límite que se opone a todo intento de limitación. Para Ekkehart Stein (citado por Nogueira: 2005), los derechos esenciales o fundamentales protegen intereses particulares a fin de que las personas puedan ejercerlos. Así, si el derecho se limita a punto tal que no es posible su ejercicio, esa limitación resulta contraria al contenido esencial y es inconstitucional. Por ende, se identifica el objeto de la protección que es en sí mismo el contenido esencial del derecho con los intereses individuales protegidos por la ley fundamental. 18 Düring (citado por Nogueira: 2005), estima que los derechos fundamentales o esenciales son aquéllos conectados a la idea de naturaleza humana que son inherentes a todos los individuos de la especie. Consecuentemente, el contenido esencial de estos derechos no es más que una positivización de la dignidad de la persona humana. Así, conforme a la teoría absoluta, el contenido esencial de los derechos constituye una barrera infranqueable, que no puede ser traspasada, en tanto que el contenido accesorio del derecho sí es susceptible de ser rebasado sin que el derecho pierda su naturaleza específica. Metodología Relativa. La teoría relativa se basa en la determinación del contenido esencial del derecho a la luz de los otros derechos frente a los cuales se contrapone, esto es, los elementos son relativos a la valoración de los bienes protegidos por los derechos. Resulta así una suerte de metodología argumentativa que limita las posibilidades del examen de proporcionalidad y las ponderaciones generales de intereses y bienes jurídicos afectados relativos a casos particulares. Aquí se busca, antes de la ponderación, la utilización, el uso de otras técnicas argumentativas como el examen de idoneidad y necesidad. Acorde el análisis de razonabilidad, el contenido esencial del derecho sigue siendo un principio. Se evalúa el derecho atendiendo su impacto en el corto, mediano y largo plazo atendiendo los intereses relativos al grupo afectado, no sólo como el medio para acceder a los diferentes derechos. 19 Expone esta teoría Von Hippel (citado por Nogueira: 2005), quien expresa que los derechos sólo son directivas de los distintos intereses de libertad. Así, al regular las normas de derechos fundamentales cuestiones básicas de orden social y estar formuladas en forma abstracta, cuando son confrontados los intereses de libertad que protegen los derechos fundamentales por normas que contienen intereses de mayor rango o entidad, éstos serán los que priven. Como se observa, no existe una determinación fija del contenido esencial de un derecho fundamental atendiendo al derecho per se, sino en la medida en la que se contrapone con otro derecho. Esto es, el contenido esencial de los derechos fundamentales no es un presupuesto fijo y determinado, sino un cúmulo identificable casuísticamente atendiendo a las circunstancias del caso y tras ponderar los beneficios y perjuicios que se produzcan para el derecho intervenido y el bien protegido a través de su limitación. Esta segunda aproximación se obtiene a través del análisis de razonabilidad, conforme al cual el contenido esencial sigue siendo un principio. Ejemplo de esto es el análisis de la Corte Constitucional de Sudáfrica que pormenoriza la situación de cada grupo social y sus propias necesidades, bajo la lógica de que el mínimo básico es incompatible con las competencias institucionales y el papel de los tribunales. En esta misma metodología se encuentran las interpretaciones de la Corte Constitucional de Colombia que con ayuda de instrumentos y resoluciones internacionales a partir de un grupo de principios (continuidad en la prestación del servicio, integralidad, eficacia, eficiencia, universalidad y confianza legítima), determina los elementos constitutivos del núcleo esencial de un derecho. 20 Metodología Mixta. Existe igualmente una teoría mixta, que mezcla elementos tanto de la teoría absoluta como de la relativa. Toma en consideración aspectos relativos ante la necesidad de armonizar la protección del núcleo esencial del derecho con otros bienes protegidos y garantizados constitucionalmente y aspectos absolutos dado que no es factible eliminar en forma total el núcleo esencial de los derechos fundamentales. Para Peter Lerche (citado por Nogueira: 2005), el contenido esencial de un derecho protegido es el contenido institucional garantizado en el derecho fundamental, opinión a la que suma la ponderación como principio de proporcionalidad para el examen de la medida limitadora. A su vez, Gomes Canotilho –(referido por Nogueira: 2005)- estima que si bien la restricción de los derechos debe considerar la función de éstos en la vida comunitaria y la necesidad de limitación a su ejercicio por parte de los individuos, la protección del núcleo esencial no deja de ser subjetiva, por lo que se deben evitar restricciones tendientes a la eliminación de un derecho subjetivo individual. Otras Aproximaciones (No jurídicas). Existen además referencias al enfoque del umbral mínimo (minimum threshold) como complemento del enfoque del contenido mínimo del núcleo esencial de derechos. Este umbral mínimo (CEPAL, 2012), tiene como propósito el de “ayudar a formular directrices de política para las medidas que el Estado debe tomar en cumplimiento del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales, y Culturales (PIDESC), y para esto establece puntos de referencia, metas o estándares cuantitativos que permitan determinar el piso mínimo de bienestar o de satisfacción de necesidades que es 21 prerrequisito del logro progresivo de los derechos económicos, sociales y culturales (DESC)”. Este umbral mínimo se elabora con un método cuantitativo y permite evaluar estadísticamente los puntos directamente vinculados con el cumplimiento de derechos varios en lo particular. Sin embargo, este enfoque no puede considerarse, per se, una metodología de análisis jurídico de contenido esencial de derechos fundamentales, sino un auxiliar estadístico para su análisis. I.3.- Metodología a emplear en el presente estudio. Expuestas las metodologías existentes para abordar el problema del núcleo esencial de derechos humanos, para los efectos del presente ensayo se utilizará la metodología absoluta, la cual provee de herramientas suficientes para pensar procesos legislativos y planificar políticas públicas, dado que no requiere un ejercicio de ponderación de derechos que implica la existencia de un conflicto de derechos. Esto implica, en términos generales, que la metodología absoluta permite formular planteamientos generales (como lo son las leyes y las macro políticas públicas) cuyo análisis constituye precisamente el objeto del presente trabajo, estudio que no puede realizarse a la luz de la metodología relativa en la cual se realiza un ejercicio de análisis de casos específicos a partir de la ponderación de derechos en conflicto. I.4. Elementos Esenciales y Obligación de Garantizar del Estado. 22 Como todos los derechos humanos, el derecho a la protección de la salud mental obliga a los Estados a cumplir con tres obligaciones básicas: respetar (exige que el Estado se abstenga de adoptar medidas que obstaculicen o impidan el goce de los derechos humanos), proteger (demanda del Estado medidas para velar por el respeto de los derechos humanos por parte de terceros por lo que proteger también implica proveer de mecanismos para la defensa (justiciabilidad de los derechos), cumplir (que incluye facilitar, proporcionar y promover) y garantizar (todas aquellas obligaciones que como veremos más adelante, constituyen los elementos del núcleo esencial del derecho de protección a la salud mental).. En el tema de obligaciones del Estado, el Comité DESC en la Observación General 14 pormenoriza las violaciones a los mencionados principios de la siguiente manera, violaciones que resultan del incumplimiento a las obligaciones estatales en relación al tema de garantizar la salud mental. Tenemos así como violaciones a la obligación de respetar la denegación de acceso a establecimientos, bienes y servicios de salud a personas o grupos por motivos de discriminación; ocultar información para la protección de la salud y su tratamiento; suspender la legislación y políticas que beneficien la salud, no respetar obligaciones bilaterales o multilaterales con otros Estados, organismos o entidades. Violaciones a la obligación de proteger lo son la no regulación de actividades de particulares a fin de impedir que violen el derecho a la salud de los demás, la no protección de consumidores y trabajadores contra prácticas perjudiciales a la salud, no disuadir la producción, comercialización y consumo de sustancias nocivas, no impedir prácticas médicas o culturales tradicionales perjudiciales para la salud del enfermo mental, no promulgar leyes ambientales que minimicen los efectos nocivos de 23 contaminantes que pueden conducir a trastornos mentales, no contar con ordenamientos civiles que establezcan un procedimiento judicial efectivo a fin de determinar con exactitud el grado de incapacidad de una persona enferma. Son violaciones a la obligación de cumplir la no adopción de políticas nacionales de salud que la garanticen para toda la población, la insuficiencia de gastos o asignación inadecuada de recursos públicos para la atención de la salud (en especial de personas o grupos vulnerables), la no adopción de medidas para distribuir equitativamente bienes y servicios de salud, la no adopción de políticas con perspectiva de género, entre otras. Las obligaciones de garantizar la protección del derecho a la salud mental son las que se desarrollarán en los siguientes apartados. Por último, tenemos que los principios de aplicación son el contenido esencial, progresividad, prohibición de regresión y máximo uso de recursos disponibles, los cuales resultan indispensables para la plena garantía del derecho que nos ocupa.. I.5.- Contenido del núcleo esencial del derecho a la protección de la salud en general. El derecho a la protección de la salud es considerado como parte de los derechos económicos, sociales y culturales (DESC), los cuales son derechos humanos vinculados a la satisfacción de las necesidades básicas de las personas en ámbitos diversos y la base esencial para la supervivencia de los seres humanos y para alcanzar un nivel de vida adecuado y una vida digna, en la que puedan ver satisfechas sus necesidades básicas y expandir al máximo sus potencialidades. 24 La Declaración Universal de Derechos Humanos (1948); la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial (1965); el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales, y Culturales (1966); la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (1979); la Convención sobre los Derechos del Niño (1989); Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y sus familiares (1990); Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (2006); Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales (1950), su primer Protocolo (1952); la Carta Social Europea (1961); Carta Social Europea Revisada (1996); Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969) y su Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de derechos económicos, sociales y culturales (Protocolo de San Salvador 1988); Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos (1981); Carta Africana sobre los Derechos y el Bienestar del Niño (1990); y, Protocolo sobre la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos relativo a los derechos de la Mujer en África (2003); son los principales instrumentos internacionales que incluyen derechos económicos, sociales y culturales, los cuales enuncian y definen en términos generales a los DESC, señalando principios, criterios y estándares de universales de manera tal que su significado puede ser retomado cada país. No obstante la multiplicidad de instrumentos que regulan el tema de derechos económicos, sociales y culturales, el PIDESC es considerado como el principal instrumento universal regulador de estas prerrogativas. 25 Este Pacto dispone la realización progresiva de los derechos económicos, sociales y culturales, toma en consideración la limitación de recursos existentes, establece la obligación de adoptar medidas apropiadas para el disfrute de estas prerrogativas en un periodo razonable evitando medidas regresivas salvo que exista una justificación razonable y plena. Asimismo, impone obligaciones de efecto inmediato a los Estados parte de garantizar el ejercicio de los DESC sin discriminación; obligación de “adoptar medidas” y de “asegurar” la satisfacción de niveles esenciales de tales derechos. Diversos autores han considerado que los DESC tienen un contenido indeterminado, lo que hace imposible traducirlos en obligaciones jurídicas concretas para los Estados. Esto, dado que el PIDESC no establece, más que en algunos derechos, lo que sería considerado como su contenido mínimo. Sin embargo, ello no es necesariamente así, ya que si bien los estándares internacionales son los mínimos esperables a partir de los cuales opera el principio de progresividad, estos estándares mínimos no son sinónimos del contenido esencial del derecho, que son los elementos básicos sin los cuales no puede entenderse y protegerse un derecho. En este punto podemos señalar, a grandes rasgos, la postura asumida por la Corte Constitucional Sudafricana en el tema de la justiciabilidad de derechos económicos, sociales y culturales, expuesta básicamente en 3 casos paradigmáticos, el caso Soobremoney, el caso Grootboom y el caso TAC (Treatment Action Campaign), en los cuales la Corte estuvo dispuesta a apoyar las políticas del Gobierno en tanto éstas sean razonables y atendió a 2 elementos básicos de la separación de poderes. Primero: estimó que existen líneas claras que separan el rol de los 3 poderes del Estado aún cuando hay materias que prominentemente están en una u otra rama del gobierno; y, segundo, esto no implica que las Cortes no puedan o no deban emitir opiniones que tengan impacto en las políticas gubernamentales. Sin embargo, al enfrentar el tema del núcleo 26 mínimo del derecho al acceso a la salud, la Corte determinó que tales órganos constitucionales “no están institucionalmente equipadas para hacer las investigaciones empíricas y políticas de largo alcance que son necesarias para determinar los estándares del contenido mínimo” por lo cual el Estado necesita, en ocasiones, adoptar un enfoque holístico (Figueroa: 2009, 591). Incluso en el caso Soobremoney, la Corte invocó un criterio inglés conforme al cual “es necesario adoptar decisiones difíciles para distribuir un presupuesto limitado y lograr el mayor beneficio al mayor número de pacientes” (Figueroa: 2009, 598), conclusión que evidencia lo difícil que puede llegar a ser la determinación del núcleo mínimo de derechos y los efectos de tal determinación, que llegan incluso a la discriminación. Ejemplo de esta indeterminación de contenido lo encontramos en el artículo 11 que establece el “derecho fundamental de toda persona a estar protegida contra el hambre” y el diverso 13, relativo a que “la enseñanza primaria debe ser obligatoria y asequible a todos gratuitamente”, puesto que tales dispositivos únicamente establecen un principio general no acotado en forma alguna. Sin embargo, la afirmación sobre el contenido indeterminado de los derechos económicos, sociales y culturales resulta ser, en la actualidad, un mito. Mediante el análisis de casos específicos órganos internacionales de derechos humanos y órganos jurisdiccionales nacionales han definido el contenido esencial de prácticamente cada uno de los DESC, las condiciones que deben presentar para considerar que han sido realizados y las obligaciones que de ellos se desprenden. Muestra de ello son las Observaciones Generales del Comité DESC emitidas a partir del año 2000, en las cuales se ha hecho la interpretación del nivel mínimo esencial del disfrute de varios derechos, entre ellos, del derecho a la salud. 27 Asimismo, son de utilidad para desentrañar el contenido de estos derechos las observaciones finales y recomendaciones que hacen los expertos del Comité de Naciones Unidas para los DESC a los Estados parte cuando examinan su cumplimiento del Pacto. Dicho lo anterior, conviene revisar la definición que del derecho a la salud está contenida en el PIDESC, que en su artículo 12, que establece: “Artículo 12 1. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental. 2. Entre las medidas que deberán adoptar los Estados Partes en el Pacto a fin de asegurar la plena efectividad de este derecho, figurarán las necesarias para: a) La reducción de la mortinatalidad y de la mortalidad infantil, y el sano desarrollo de los niños; b) El mejoramiento en todos sus aspectos de la higiene del trabajo y del medio ambiente; c) La prevención y el tratamiento de las enfermedades epidémicas, endémicas, profesionales y de otra índole, y la lucha contra ellas; d) La creación de condiciones que aseguren a todos asistencia médica y servicios médicos en caso de enfermedad”. El artículo transcrito no coincide con la definición de la salud establecida por la Organización Mundial de la Salud, para la cual la salud es “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente como ausencia de afecciones o enfermedades”, ya que en el PIDESC se fija “el más alto nivel posible de salud física y mental” como un reconocimiento no sólo al derecho a la atención a la salud, sino también la aceptación de la existencia de factores económicos y sociales que promueven que una persona lleve o no una vida sana y situaciones determinantes para la salud como 28 la alimentación, vivienda, acceso a condiciones sanitarias adecuadas, condiciones laborales seguras y un medio ambiente sano. El párrafo 1 del artículo 12 del PIDESC define estrictamente el derecho a la salud mientras que el párrafo 2 ejemplifica las obligaciones de los Estados parte. Mas aún, el derecho a la salud está estrechamente vinculado con el ejercicio de otros derechos humanos y depende de esos derechos (interrelación), en particular el derecho a la alimentación, a la vivienda, al trabajo, a la educación, a la vida, a la nodiscriminación, a la igualdad, a no ser sometido a torturas, a la vida privada, al acceso a la información y a la libertad de asociación, reunión y circulación. En su Observación General 14, el Comité DESC estimó el derecho a la salud como un derecho inclusivo que abarca la atención oportuna y apropiada de la salud oportuna y los principales factores que determinan la salud (v. gr. agua potable, condiciones sanitarias adecuadas, suministro o ausencia de alimentos sanos, vivienda adecuada, nutrición, entorno laboral y medio ambiente sanos, educación e información sobre cuestiones relacionadas con la salud, entre otras). Siguiendo esta Observación y, por ende, la metodología absoluta, que parte del enunciado normativo que contiene el derecho, el contenido esencial resulta ser de una magnitud fija, siendo un límite que se opone a todo intento de limitación. Entonces, los elementos que constituyen el núcleo esencial del derecho a la salud, indispensables para su garantía, son los que se enlistan a continuación: Disponibilidad. Los Estados parte deberán tener un número suficiente de establecimientos, bienes y servicios públicos de salud, centros de atención de salud y programas de salud. Esto implica: 29 a) Disponibilidad de infraestructura material (hospitales, establecimientos, centros de salud). b) Disponibilidad de elemento humano (médicos, enfermeras, personal administrativo del área específica). c) Disponibilidad de medicamentos. d) Disponibilidad de programas públicos de salud. Accesibilidad. Los establecimientos, bienes y servicios de salud deberán ser accesibles a todos. Esta accesibilidad presenta dimensiones diversas, a saber: Accesibilidad sin discriminación. Los establecimientos, bienes y servicios de salud deben ser accesibles, de hecho y de derecho a los sectores más vulnerables y marginados de la población sin discriminación alguna por cualquier motivo. Accesibilidad física (alcance geográfico). Los establecimientos, bienes y servicios deberán estar al alcance geográfico de todos los sectores de la población, en especial grupos marginados o vulnerables. También implica que los servicios médicos y factores determinantes de la salud (agua limpia potable, servicios sanitarios adecuados, entre otros), se encuentren a una distancia geográfica razonable, incluso en zonas rurales y acceso adecuado a edificios para personas con discapacidades. 30 Accesibilidad económica (asequibilidad). Consiste en que los establecimientos, bienes y servicios de salud deberán estar al alcance de todos. Los pagos por servicios de atención a la salud y servicios relacionados con factores determinantes básicos de la salud basados en el principio de la equidad, a fin de asegurar que esos servicios, sean públicos o privados, estén al alcance de todos, incluyendo grupos socialmente desfavorecidos Accesibilidad a la información. Comprende el derecho de solicitar, recibir y difundir información e ideas acerca de las cuestiones relacionadas con la salud. Este acceso no debe menoscabar el derecho a que los datos personales relativos a la salud sean tratados con confidencialidad. Aceptabilidad. Significa que todos los establecimientos, bienes y servicios de salud sean respetuosos de la ética médica y de la cultura de las personas, minorías, pueblos y comunidades, sensibles a los requisitos de género, ciclo de vida y confidencialidad. Calidad. Implica que los establecimientos, bienes y servicios de salud sean aceptables y apropiados desde el punto de vista de la calidad, esto es, personal capacitado, que perciba salarios adecuados, equipos hospitalarios y medicamentos probados y en buen estado, condiciones sanitarias adecuadas. Esta calidad debe cubrir los siguientes aspectos: a) Personal Capacitado. Incluye médicos, enfermeras, cuidadores, trabajadores sociales especializados en el campo de la salud. b) Salarios adecuados. Acordes con el grado de capacitación del personal del área de salud. 31 c) Equipos hospitalarios. Esto es, que los centros de salud y hospitales cuenten con toda la gama de aparatos e instrumentos necesarios para brindar la atención al paciente. d) Medicamentos adecuados. Se debe contar con el inventario suficiente de los medicamentos idóneos para cada padecimiento, mismos que deberán ser proporcionados de forma inmediata y conforme a los requerimientos de los enfermos. e) Instalaciones apropiadas. Esto a fin de garantizar una atención óptima para todos los enfermos que soliciten atención médica en el momento en que la soliciten. f) Condiciones sanitarias adecuadas. Esto implica no sólo una adecuada infraestructura hospitalaria, sino también condiciones de salubridad adecuadas, limpieza, espacio suficiente y orden a fin de prestar la mejor atención médica posible. A estos elementos mínimos podemos añadir el aspecto del consentimiento informado, esto es, que el paciente contando con la información que le sea proporcionada por el personal tratante, esté consciente del padecimiento que presenta y de los posteriores tratamientos que requiere. Consentimiento informado. Una vez que el enfermo o la familia ha conocido el padecimiento que sufre y de los tratamientos, terapias, medicinas y demás medidas que deben proporcionarse, tiene el derecho de aceptar la realización de tales remedios terapéuticos e, incluso, de negarse a ello. 32 1.6.- ¿Qué elementos integran el derecho a la salud mental? El derecho a la salud mental comparte con el derecho a la salud los elementos consistentes en disponibilidad (de infraestructura material, del elemento humano, de medicamentos y de programas públicos de salud), accesibilidad (sin discriminación, física, económica, de derecho a la información), aceptabilidad, calidad y consentimiento informado. Sin embargo, se presenta un problema cuando se intenta delimitar más aún los elementos que constituyen el núcleo esencial del derecho a la salud mental, puesto que el tema de salud mental normalmente se aborda al alimón con el tema de salud física. Como antes se precisó, la OMS define a la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. A su vez, la propia Organización conceptúa salud mental “como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.” Las personas que no gozan a plenitud de salud mental pueden llegar a ser consideradas como discapacitadas, acorde el artículo 1° de la Convención sobre Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, texto que a continuación se transcribe: “Artículo 1. Propósito. El propósito de la presente Convención es promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas con discapacidad, y promover el respeto de su dignidad inherente. 33 Las personas con discapacidad incluyen a aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con los demás”. Cabe recordar que conforme la Clasificación Internacional de Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías (CIDDM), elaborada por la OMS en 1980, refrendaba los postulados del modelo médico-rehabilitador conforme al cual la discapacidad y minusvalía tenían su origen en diversidad funcionales de las personas causadas por enfermedades. Cuestionada la vinculación discapacidad-enfermedad, en 2001 se aprobó por la Asamblea General de la OMS la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (CIF) conforme la cual se da a la discapacidad una visión universal en la que ésta es el “resultado de la interacción de las características del individuo con el entorno y el contexto social” (SCJN, Protocolo de Actuación para quienes Imparten Justicia en casos que involucren Derechos de Personas con Discapacidad 2014:21). Aclarado este punto, la analizada Observación General 14 del Comité DESC no establece distinción alguna al tratar el tema de la salud física o mental, pues engloba en el concepto de salud tanto el aspecto físico como el mental. A este respecto encontramos que en el punto 34 de la Observación General 5, Las Personas con Discapacidad, no se hace reflexión alguna al respecto, no obstante que el padecer de algún trastorno mental puede llevar a la discapacidad a la persona, punto que literalmente señala: “F. Artículo 12 - Derecho al disfrute de salud física y mental 34. Según las Normas Uniformes, "Los Estados deben velar por que las personas con discapacidad, en particular lactantes y niños, reciban atención médica de igual calidad y dentro del mismo sistema que los demás miembros de la sociedad". El 34 derecho a la salud física y mental implica también el derecho a tener acceso a los servicios médicos y sociales -incluidos los aparatos ortopédicos- y a beneficiarse de dichos servicios, para que las personas con discapacidad puedan ser autónomas, evitar otras discapacidades y promover su integración social. De manera análoga, esas personas deben tener a su disposición servicios de rehabilitación a fin de que logren "alcanzar y mantener un nivel óptimo de autonomía y movilidad". Todos los servicios mencionados deben prestarse de forma que las personas de que se trate puedan conservar el pleno respeto de sus derechos y de su dignidad”. Así las cosas, si la diferencia entre la enfermedad física y mental radica en el órgano en el cual ésta anida (cerebro, sistema nervioso o el resto del organismo), los elementos esenciales del derecho a la salud son perfectamente compatibles con los elementos que constituyen el núcleo del derecho a la salud mental pero es necesario añadir una condición más, la discapacidad mental, que al igual que las anteriores requiere de un elemento más técnico, la tutela especializada. En efecto, hay que distinguir entre enfermedad mental y el concepto de discapacidad mental, siendo la segunda la disminución de las funciones naturales del cerebro que pueden ser causadas por desórdenes genéticos o por accidentes que imposibilitan al cerebro a realizar las funciones naturales ya sea de raciocinio o de movilidad, mientras que la enfermedad mental es un desorden que no disminuye las funciones cerebrales sino que las altera, como en los casos de esquizofrenia y bipolaridad, entre otros, que pueden afectar la conducta humana de manera esporádica o permanente. En este sentido, los elementos que constituyen el núcleo esencial del derecho a la protección de la salud mental abarcan también el problema jurídico que se plantea respecto de los discapacitados mentales. En efecto, muchos de los trastornos mentales o del comportamiento pueden llevar a quien los padece a un estado de incapacidad que le impida tomar decisiones acertadas en todas las áreas de su vida. Tal incapacidad (temporal o permanente), requiere de la 35 existencia de una tutela especializada, declarada judicialmente, a fin de que el enfermo cuente con un tutor o representante legal, mismo que deberá ser vigilado por la autoridad judicial y por personas externas. Como la tutela puede ser temporal o permanente, como pueden ser tanto las enfermedades mentales y, en ciertos casos, algunas discapacidades mentales, deberán establecerse los procedimientos para determinar frente a qué caso se está y si esta declaratoria de tutela deberá tener una u otra característica. Asimismo, es necesario garantizar en todo momento el manejo confidencial del expediente psiquiátrico de la persona enferma y el establecimiento de normas oficiales mínimas que rijan aquellas instituciones públicas y privadas en donde se de atención a quienes padecer trastornos mentales, a efecto de salvaguardar en todo momento sus derechos humanos. En este orden de ideas, la tutela especializada debe cubrir los elementos que a continuación puntualizamos: Tutela especializada. Dado el estado de incapacidad temporal o permanente del enfermo mental, deben establecerse los siguientes derechos específicos: a) Designación de un tutor o representante legal. Esto se hará mediante un procedimiento judicial en donde se rindan dictámenes médicos y psiquiátricos a fin de valorar la verdadera situación del enfermo. b) Temporalidad de la tutela. Dependiendo de cada caso, de los estudios preliminares y de estudios que con una debida periodicidad deberán realizarse, se determinará si la tutela decretada tendrá el carácter de temporal o permanente. Para estos efectos, deberá designarse un Comité de especialistas en el tema que 36 de manera independiente puedan determinar si se está en la necesidad de una u otra tutela. c) Control judicial del tutor o representante. Debe existir un control permanente del tutor o representante a fin de garantizar que cumpla adecuadamente con sus obligaciones y no obtenga un provecho indebido a partir del ejercicio de tal función. d) Vigilancia de externos. Establecer un órgano de vigilancia independiente que de seguimiento al estado de incapacidad del enfermo y verifique si siguen o no prevaleciendo las condiciones que llevaron a la designación de un tutor o representante para el paciente. e) Manejo confidencial del expediente psiquiátrico del enfermo. Se debe garantizar que la información ahí plasmada no sea difundida ni usada para otros fines que no sean los estrictamente terapéuticos. f) Establecimientos de normas oficiales mínimas. Esto con el fin de garantizar que las instituciones de internamiento y atención de enfermos mentales cuenten con un estándar mínimo que asegure sus derechos humanos en todo momento. g) Flexibilidad de la tutela. La tutela no podrá constituir un molde aplicable a todos y cada uno de los casos, sino que debe ser de tal suerte flexible que se ajuste a las necesidades de los discapacitados, atendiendo esencialmente a la realización de exámenes médicos y psiquiátricos periódicos y al análisis de las condiciones propias de cada persona. 37 h) Obligaciones de los tutores. Éstos cargos deberán recaer en personas de probada honestidad, cuya obligación será la de velar por el adecuado goce, garantía y ejercicio de las personas sujetas a su tutela. i) Control judicial permanente. Las personas en las que recaigan los nombramientos de tutela deberán ser sujetos de control permanente por parte del órgano judicial así como de un Consejo autónomo de especialistas. Ese control deberá ser periódico y, en su caso, oficioso. A partir de la precisión de las obligaciones del Estado en materia de salud mental, podemos afirmar que los elementos del núcleo esencial del derecho a la salud mental son los siguientes: Disponibilidad. Los Estados parte deberán tener un número suficiente de establecimientos, bienes y servicios públicos de salud mental, centros de atención de salud mental y programas de salud mental. Esta disponibilidad consiste esencialmente en la posibilidad del gobernado de disponer de la suficiente infraestructura material, del elemento humano, de medicamentos y de programas públicos de salud mental a efecto de garantizar su debida protección. Accesibilidad. Los establecimientos, bienes y servicios de salud mental deberán ser accesibles a todos. Esto implica accesibilidad en dimensiones varias, como lo son la accesibilidad sin discriminación, accesibilidad física, accesibilidad económica y derecho a la información. 38 Aceptabilidad. Significa que todos los establecimientos, bienes y servicios de salud mental sean respetuosos de la ética médica y de la cultura de las personas, minorías, pueblos y comunidades, sensibles a los requisitos de género, ciclo de vida y confidencialidad. Calidad, que implica que los establecimientos, bienes y servicios de salud mental sean aceptables y apropiados desde el punto de vista de la calidad, esto es, personal capacitado, que perciba salarios adecuados, equipos hospitalarios y medicamentos probados y en buen estado, condiciones sanitarias adecuadas. A estos elementos esenciales del derecho a la salud mental cabe añadir dos aspectos de suma importancia para el enfermo mental, a saber: Consentimiento informado, que implica la obligación de informar al enfermo y a su representante en relación al tratamiento a recibir, su duración y las acciones terapéuticas que podrán ser utilizadas; hacer de su conocimiento las restricciones necesarias para su protección y la de terceros y la obligación de aplicar el tratamiento menos agresivo posible, nunca de carácter irreversible. Tutela Especializada, consistente en aquellos mecanismos que garanticen que el enfermo mental cuente con los mecanismos de protección de sus derechos no sólo a nivel particular sino también a nivel estatal, mediante mecanismos que garanticen plenamente sus derechos humanos. Esta tutela implica: 39 a) La participación de observadores externos que vigilen el debido respeto de sus derechos humanos dentro de los establecimientos en los que sean tratados. b) Derecho a tener un representante que cuide sus intereses y sea responsable de su guardia y custodia, en aquellos casos en los que el trastorno mental impida al enfermo el ejercicio de sus derechos (declaración de incapacidad), nombramiento que deberá recaer en una persona que cuente con la solvencia moral suficiente para objetivamente salvaguardar los intereses del enfermo y cuya conducta deberá ser vigilada por la autoridad judicial. c) Derecho al manejo confidencial de la información psiquiátrica de su persona. d) Obligación del estado de fijar las normas oficiales mínimas a que deben ajustarse los establecimientos que atiendan a personas con trastornos mentales, con la subsecuente obligación de vigilancia permanente del cumplimiento de tales lineamientos. e) En los casos de internamiento del enfermo en un establecimiento especializado, dicha decisión debe ser notificada a la autoridad judicial y a su representante, misma que podrá ser revisada por la autoridad judicial de oficio o a petición de parte con el auxilio de peritos en la materia a efecto de determinar la pertinencia del internamiento y el tiempo que debe éste durar. Los elementos que constituyen el núcleo esencial del derecho s la protección de la salud mental constituyen los contenidos irrenunciables que deberán ser preservados para la garantía y ejercicio del citado derecho fundamental autónomo y serán el coto vedado para los poderes públicos, en materia de regulación y aplicación. 40 Capítulo 2. Marco normativo y políticas públicas en materia de salud mental en México. La legislación y las políticas públicas son los elementos de los que depende una adecuada garantía de protección de los derechos humanos en general y muy particularmente, de personas con trastornos mentales y discapacidad mental. Mediante las normas jurídicas los poderes públicos establecen los lineamientos de los que partirán las políticas públicas y limitan la discrecionalidad en el actuar de quienes las elaboran y ejecutan. La formación de leyes (a nivel estatal o nacional) es resultado directo de decisiones políticas, a través de un proceso legislativo regulado constitucionalmente. Éstas son consideradas como un “recurso propio y exclusivo del Estado” …… a través del cual “los poderes públicos autorizan y establecen las actividades que constituyen las políticas, y también, limitan la discrecionalidad en el actuar de los que la elaboran y ejecutan” (Pallares 1988: 145). La legislación “puede ser empleada como marco para el desarrollo de una política” (Manual de Recursos de la OMS sobre Salud Mental, Derechos Humanos y Legislación 2006), entendiendo la política pública como “el conjunto de actividades de las instituciones de gobierno, actuando directamente o a través de agentes, y que van dirigidas a tener una influencia determinada sobre la vida de los ciudadanos” Como norma general, abstracta e imperativa, la ley puede generar tanto efectos positivos como negativos respecto del objeto que regula. En el caso específico del derecho a la protección de la salud mental, las normas generales pueden tanto garantizar un “tratamiento justo e igualitario en todas las áreas de la vida” (Manual de Recursos de la OMS sobre Salud Mental, Derechos Humanos y Legislación) de las personas aquejadas por trastornos mentales, como tener el efecto 41 contrario, al no regular situaciones previsibles o al establecer requisitos que dificulten u obstaculicen ese tratamiento justo. Así, el diseño de políticas públicas se ve directamente afectado por el mandato legal creado por el legislador, lo que demuestra la necesidad de una voluntad política tendiente a la mejora en la atención de la salud mental. A fin de determinar cuál es la situación prevaleciente en México, es menester referirnos al marco legislativo federal del derecho a la salud mental. 2.1.-Marco constitucional en materia de salud mental en México. En la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el derecho a la salud está garantizado en el artículo 4°, párrafo cuarto, dispone esencialmente la igualdad del varón y mujer ante la ley, así como el derecho de toda persona a la protección de la salud, cuyas bases y modalidades para su acceso se definirán en forma concurrente por la Federación y las entidades federativas. A su vez, la fracción XVI del artículo 73 de la ley fundamental a que remite el citado artículo 4 dispone que el Congreso de la Unión tiene la atribución de dictar leyes sobre salubridad general de la República y regula el Consejo de Salubridad General, como una autoridad que depende directamente del Ejecutivo Federal. Esto implica que la materia de salubridad sea es una facultad concurrente (cuya competencia corresponde tanto a la Federación como a las Entidades Federativas), dado que tanto las entidades federativas como el Distrito Federal tienen la facultad de legislar en materia de salud como se precisa en el artículo 4 de la Ley Fundamental. 42 En efecto, las facultades concurrentes son excepciones al principio del sistema federal según el cual la atribución puede ser ejercida simultáneamente por dos jurisdicciones (contrario al concepto norteamericano conforme al cual la facultad concurrente es una atribución que se ejerce provisional y supletoriamente por una jurisdicción a la que constitucionalmente no corresponde). A guisa de ejemplo, en atención a la existencia de la facultad concurrente en materia de salubridad, el artículo 122, Base Primera, fracción V, inciso i, de la propia Constitución, establece la facultad de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal para legislar en materia de salud. 2.2.- Regulación en materia de salud mental acorde el bloque de constitucionalidad. El Estado Mexicano reconoce en el artículo 1° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en la ley fundamental “y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones” que la propia norma establece. Así, existe obligatoriedad para el Estado Mexicano de observar los tratados internacionales vinculados con derechos humanos, obligatoriedad que a decir de la Primera Sala de nuestro Máximo Tribunal, existía aún antes de dicha reforma, acorde al criterio del rubro: ““DERECHOS HUMANOS. LOS TRATADOS INTERNACIONALES VINCULADOS CON ÉSTOS SON DE OBSERVANCIA OBLIGATORIA PARA TODAS LAS AUTORIDADES DEL PAÍS, PREVIAMENTE A LA REFORMA CONSTITUCIONAL PUBLICADA EN EL DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN EL 10 DE JUNIO DE 2011”. 43 Ahora bien, algunos de los principales convenios internacionales en materia de salud mental son los que a continuación se listan: A) Principios para la Protección de las Personas con Enfermedades Mentales y para la Mejora de la Atención a la Salud Mental (MI Principles). B). Normas para la Igualdad de Oportunidades para Personas con Discapacidades (Standard Rules). C) Declaración de Caracas (OPS) D) Declaración de Madrid (Asociación Mundial de Psiquiatría). E) Atención a la Salud Mental: diez principios básicos de la OMS” (WHO’s Mental Health Care, Ten Basic Principles). F) Normas Uniformes sobre la Igualdad de Oportunidades para las Personas con Discapacidad (ONU, 1993). México ha participado en la formación de algunos de estos instrumentos (v. gr., Declaración de Caracas adoptada el 14 de noviembre de 1990), sin embargo, no ha existido pronunciamiento oficial alguno respecto de su adopción, dado que los únicos tratados que nuestro país ha ratificado en materia de salud lo son el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco, Código Sanitario Pan-americano y Protocolo Anexo al Código Sanitario Pan-americano y en relación a personas con discapacidad, adoptó únicamente la Convención Interamericana para la Elminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Personas con Discapacidad, Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y su Protocolo Facultativo, según la información que al respecto proporciona la SCJN en su página oficial. 44 2.3 Legislación federal. Ley General de Salud. Los artículos 72 a 77 de la Ley General de Salud (cuya última reforma fue publicada en el Diario Oficial de la Federación el 24 de abril de 2013), regulan de manera específica el derecho a la salud mental en México, que esencialmente dispone que la prevención y atención de los trastornos mentales y del comportamiento tendrá carácter prioritario, se basará en el conocimiento de los factores y causas que afectan la salud mental, tenderá a su prevención y control multidisciplinario. Fijan además las características que deberá tener la atención de los trastornos mentales y del comportamiento, esto es, deberá hacerse bajo un enfoque comunitario, de reinserción psicosocial y con estricto respeto a los derechos humanos de los enfermos. Asimismo, se procurará la promoción de la salud mental y la atención de los enfermos a través del desarrollo de actividades educativas, culturales y recreativas que incentiven la salud mental; promoción de la salud mental mediante medidas que impliquen el conocimiento de tales padecimientos y su prevención; realización de programas de prevención y control de uso de sustancias psicotrópicas, estupefacientes, entre otras; promoción de campañas de sensibilización respecto del enfermo para reducir su estigmatización y discriminación; reducir la brecha en la atención de los pacientes; investigación multidisciplinaria en la materia; participación de observadores externos que vigilen el respeto de los derechos humanos de los enfermos. En el ámbito estrictamente médico, proponen la atención del enfermo vía evaluación integral y tratamiento integral, rehabilitación de enfermos y adictos, buscando la reintegración del enfermo a la familia y a la comunidad. 45 Derecho a la mejor atención médica posible, sin discriminación y con respeto a la dignidad de la persona; a contar con un tutor o representante legal; al consentimiento informado sobre internación, tratamiento y duración del mismo; imposición de las medidas de restricción estrictamente necesarias para salvaguardar la integridad del enfermo y de terceros; a no ser objeto de tratamientos irreversibles o que comprometan su integridad personal; a ser tratado en su comunidad y lo más cerca de su domicilio; confidencialidad de su información psiquiátrica; internamiento como último recurso terapéutico apegado a principios éticos y sociales de respeto a los derechos humanos; internamiento involuntario susceptible de revisión por la autoridad judicial a petición del enfermo o de su representante; establecimiento de normas oficiales para los establecimientos que atiendan a dichos pacientes; protección especial en el caso de niños, niñas y adolescentes, los cuales serán tratados en establecimientos especiales para menores. 2.3.- Inconsistencias de la legislación nacional respecto de estándares internacionales atendiendo a los elementos que integran el núcleo esencial del derecho a la salud mental. Referido en términos generales el marco normativo del derecho a la salud en México, es pertinente analizar las normas que lo regulan de una manera más específica. Acorde la Ley General de Salud, el derecho a la salud mental en México no cumple con los elementos que constituyen el núcleo esencial del citado derecho acorde los siguientes razonamientos. 46 Disponibilidad.- Si por disponibilidad entendemos que los Estados deberán tener un número suficiente de establecimientos, bienes y servicios públicos de salud mental, centros de atención y programas para la salud mental, la Ley General de Salud al respecto establece. Número suficiente de Establecimientos, Bienes y Servicios Públicos de Salud Mental.Ningún artículo de la Ley General de Salud establece la obligatoriedad para el Estado mexicano de fijar el número suficiente de establecimientos en donde se atienda a estos pacientes. En el artículo 73, fracción V, la Ley acepta de manera implícita la existencia de una “brecha” en la atención de personas con trastornos mentales y del comportamiento, lo que da pauta a que para la promoción de la salud mental y atención de tales personas, la Secretaría de Salud y gobiernos de entidades federativas fomenten y apoyen mediante la implementación “estratégica y gradual” de servicios de salud mental en establecimientos del Sistema Nacional de Salud. En su artículo 76, la Ley señala que será la Secretaría de Salud la que establecerá las normas oficiales para los establecimientos que prestan atención a las personas con trastornos mentales y del comportamiento. Sin embargo, no se consigna la obligatoriedad de establecer un número suficiente de estos centros de atención para la población. Programas para la Salud Mental.- El artículo 73, fracciones I a IV, dispone medidas para la promoción de la salud mental y atención de personas con trastornos mentales y del comportamiento. Entre las medidas para la promoción de la salud mental encontramos el 47 desarrollo de actividades educativas, socioculturales y recreativas que contribuyan a la salud mental (sobre todo en grupos en situación de vulnerabilidad); difusión de orientaciones para la promoción de la salud mental, conocimiento y prevención de trastornos mentales y del comportamiento; realización de programas para la prevención y control del uso de sustancias psicotrópicas, estupefacientes, inhalantes y otras sustancias que causen alteraciones mentales o dependencia; y, campañas de sensibilización sobre trastornos mentales y del comportamiento a fin de reducir el estigma y la discriminación y garantizar un acceso pronto a tratamiento. Accesibilidad.- Este elemento consiste en que los establecimientos, bienes y servicios de salud mental deberán ser accesibles a todos, accesibilidad que se manifiesta en la no discriminación, accesibilidad física, económica y derecho a la información. Discriminación.- Al respecto el artículo 74 Bis, fracción I, dispone que toda persona con trastornos mentales y del comportamiento tiene derecho “a la mejor atención disponible ….. y acorde con sus antecedentes culturales, lo que incluye el tratamiento sin discriminación y con respeto a la dignidad de la persona humana ….”. Por su parte la fracción IV del artículo 73 señala que se tomarán acciones y campañas de promoción de los derechos de las personas con trastornos mentales y del comportamiento para reducir la discriminación de los mismos. Accesibilidad física.- No hay disposición alguna al respecto. Accesibilidad económica.- No es un tema que la ley trate. 48 Derecho a la Información.- El artículo 74 Bis, fracción III, de la Ley General de Salud, dispone que la persona que padezca trastornos mentales y del comportamiento tiene derecho (por sí misma o a través de su representante), al “consentimiento informado” en relación al tratamiento a recibir con una única excepción en casos de emergencia y cuando se compruebe que el tratamiento es el más indicado para atender las necesidades del paciente. El artículo 72, párrafo tercero, de la Ley General de Salud dispone que la atención para quienes padecen trastornos mentales y del comportamiento deberá brindarse con un “enfoque comunitario, de reinserción psicosocial y con estricto respeto a los derechos humanos”. Aceptabilidad.- Entendida como el que todos los establecimientos, bienes y servicios de salud mental sean respetuosos de la ética médica y de la cultura de las personas, minorías, pueblos, comunidades, sensibles a los requisitos de género, ciclo de vida y confidencialidad. Respeto de la Ética Médica y Cultura del Paciente.- No hay disposición expresa al respecto. Respeto de las Personas, Minorías, Pueblos y Comunidades.- El artículo 73, fracción IV, dispone que se realizarán acciones y campañas de promoción de los derechos de personas con trastornos mentales y del comportamiento y de sensibilización para reducir el estigma de los enfermos. Sensibles a los Requisitos de Género y Ciclo de Vida.- No existe disposición legal al respecto. 49 Confidencialidad.- El artículo 74 Bis, fracción VIII, de la Ley establece el derecho a la confidencialidad de la información psiquiátrica sobre la persona del enfermo. Calidad.- Implica que los establecimientos, bienes y servicios de salud mental sean aceptables y apropiados desde el punto de vista de la calidad, deberán contar con personal capacitado, que perciba salarios adecuados, equipos hospitalarios y medicamentos probados y en buen estado, así como condiciones sanitarias adecuadas. Personal Capacitado.- La Ley no hace precisión alguna al respecto. Salarios Adecuados.- La norma legal no contempla el tema. Equipos Hospitalarios y Medicamentos Probados y en Buen Estado.- La normatividad es omisa en establecer disposiciones al respecto. Condiciones Sanitarias Adecuadas.- La norma específica no existe. Puede inferirse que se toca el tema cuando se establece respecto del internamiento de personas con trastornos mentales y del comportamiento (último recurso terapéutico), éste se debe ajustar no sólo a los principios éticos, sociales y de respeto a los derechos humanos, sino también acorde los “requisitos” que establezca la Secretaría de Salud (artículo 75). Consentimiento Informado. Comprende la información al enfermo, familia y representante o tutor sobre la condición del paciente, pronóstico, tratamiento, medicamento, necesidad de internarlo o no, a fin de que el propio afectado o quien tenga su representación pueda determinar si acepta o no tales medidas. De la misma forma incluye la prohibición de tratamientos agresivos e, incluso, de carácter irreversible. 50 Consentimiento informado. La LGS establece el derecho al consentimiento informado en el artículo 74 bis, fracción III, aunque se reduce a hablar de tratamiento, queda por ende en duda si esta expresión implica también el pronóstico respecto de la enfermedad. Por su parte el diverso 75 habla de la obligación de informar al representante en el caso en que sea necesario el internamiento. Aquí se observa que no se toma en cuenta a la familia del afectado y si bien es cierto al existir la designación de un tutor o representante las decisiones que éste tome serán las legalmente obligatorias, sí constituye un tema importante el que la familia del enfermo conozca su verdadera situación médica. Restricciones. También existe disposición sobre las restricciones que, en su caso, deben imponerse al enfermo (artículo 74 bis, fracción IV), sin embargo este dispositivo no establece la obligación de informar al paciente sobre el tema. Tratamientos irreversibles o que afecten su integridad. Respecto de los tratamientos irreversibles o que afecten su integridad, el artículo 74 bis fracción VI dispone el derecho del enfermo de no recibir tales tratamientos. Sin embargo, no hace referencia a la obligación de informar respecto de tratamientos que, en última instancia, pudieran resultar agresivos o que afecten su integridad. Aquí cabe señalar que dicha restricción debería abarcar también protocolos de investigación, que en muchas ocasiones derivan en afectaciones mayores a los pacientes. Tutela Especializada. Consiste en los mecanismos que garantizan al enfermo la plena protección de sus derechos. 51 Observadores Externos. La Ley establece su existencia en el artículo 73, fracción VII, pero la reduce a instituciones del Sistema General de Salud sin tomar en cuenta que en instituciones privadas igualmente pueden afectarse los derechos humanos de los pacientes. Tutor o Representante. Se reconoce que los tutores o representantes de los enfermos tendrán su guardia y custodia (artículo 77 LGS). El dispositivo habla sobre la orientación que éstos pueden recibir, sin precisar que éstos también estarán sujetos a vigilancia judicial, dado que tal aspecto lo contempla la legislación civil. Confidencialidad en el Manejo de la Información. El enfermo tiene derecho a que su expediente psiquiátrico sea manejado en forma confidencial, obligación que contempla el artículo 74 bis, fracción VII, de la LGS en forma por demás escueta. Obligación de Establecer Normas Oficiales. El Estado está obligado a la expedición de normas oficiales mínimas para los establecimientos que atienden enfermos mentales, sin embargo el artículo 76 de la Ley sólo establece que éstas serán para instituciones que conforman el Sistema Nacional de Salud, omitiendo considerar que también son necesarias tales restricciones respecto de instituciones privadas que presten esos servicios. Internamiento Obligatorio. En el caso en que el enfermo deba ser internado en un establecimiento especializado, dicha medida será del conocimiento de la autoridad judicial que podrá revisar, a petición de parte. Como se observa de este brevísimo análisis de la Ley General de Salud, ésta no contempla en su totalidad los elementos que integran el contenido esencial del derecho a 52 la salud mental (disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad, calidad, tutela especial y consentimiento), por lo que es claro que el Estado mexicano no está cubriendo cabalmente los estándares que en la materia debía garantizar. Esta conclusión se ilustra de la siguiente manera. Elemento Consistente en Regulación normativa Conclusión Disponibilidad a) Infraestructura No hay disposición que material obligue al Estado a proporcionar dicha infraestructura. b) Elemento No hay obligación de tener personal suficiente. humano No se cumple la obligación. c) Medicamentos No hay norma que obligue a proveer en cantidad suficiente. d) Programas de Sí hay norma que lo dispone salud pero no han sido eficaces. a) Sin Sí hay norma que obliga a tal discriminación proceder. No se cumple la obligación. Accesibilidad No se cumple la obligación. b) Física No hay disposición Se cumple parcialmente. No se cumple ya que no existe la cultura de no discriminación No se cumple c) Económica La ley no trata el tema No se cumple d) Derecho a la La ley sí la establece. información Aceptabilidad a) Respeto a la ética médica, etnias, cultura, valores Calidad a) Personal capacitado b) Salarios adecuados Se cumple parcialmente. No hay disposición sobre Se cumple ética médica. La ley obliga a parcialmente. campañas de sensibilización. No hay disposición sobre género y ciclo vital. La ley no lo prevé. No se cumple. La ley no lo prevé. 53 No se cumple. c) Equipos hospitalarios La ley no trata el tema. No se cumple. d) Medicamentos La ley no lo contempla. adecuados No se cumple. e) Instalaciones adecuadas La ley no lo considera. No se cumple. f) Condiciones sanitarias adecuadas La ley no lo prevé. Se cumple parcialmente, pues existen normas para instituciones públicas Se cumple. a) Tutor o La ley sí los reconoce. Tutela representante Especializada legal b) Temporalidad La ley no lo prevé. c) Control judicial La ley sí lo prevé. del representante d) Vigilancia externos de La ley no lo prevé. e) Manejo La ley lo prevé. confidencial de la información No se cumple. Se cumple parcialmente pues es a petición de parte. Se cumple parcialmente pues no se realiza en forma oficiosa. Se cumple. f) Establecimient La ley sí lo prevé, sólo para Se cumple en o de normas instituciones públicas. parte pues no se oficiales da en mínimas instituciones privadas. g) Flexibilidad. La ley no lo prevé. No se cumple. h) Obligaciones La ley sí lo establece. Sí se cumple. de los tutores. i) Control Sí existe la obligación de Se cumple. judicial rendición de cuentas, pero no permanente. de verifiación del estado físico del interdicto.. 54 Consentimiento Informar informado paciente al La ley sí lo establece. Sí se cumple. sobre enfermedad y tratamiento. Cuadro III. Análisis comparativo del cumplimiento del Estado mexicano de estándares internacionales en la materia de salud mental. Como se puede observar, no existe un cumplimiento completo de las obligaciones básicas a cargo de México de respetar, proteger, promove, cumplir y garantizar el goce del derecho humano a la salud mental. En esa medida, no podemos estimar que se observan los principios de aplicación correspondientes (contenido esencial, progresividad, prohibición de regresión y máximo uso de recursos disponibles), dado que al no existir una adecuada legislación marco en la materia no se está en condiciones de ir más allá en este tan delicado tema. Este estado de cosas revela un claro incumplimiento a la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (ONU, 2006), que en sus artículos 25 y 26, delinea las obligaciones de los Estados parte en relación a la salud, habilitación y rehabilitación de personas con discapacidad, entre las que se encuentran las personas con padecimientos mentales (artículo 1, segundo párrafo), dispositivos que a la letra establecen: “Artículo 1. Propósito. El propósito de la presente Convención es promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas con discapacidad, y promover el respeto de su dignidad inherente. Las personas con discapacidad incluyen a aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás. Artículo 25 55 Salud Los Estados Partes reconocen que las personas con discapacidad tienen derecho a gozar del más alto nivel posible de salud sin discriminación por motivos de discapacidad. Los Estados Partes adoptarán las medidas pertinentes para asegurar el acceso de las personas con discapacidad a servicios de salud que tengan en cuenta las cuestiones de género, incluida la rehabilitación relacionada con la salud. En particular, los Estados Partes: a) Proporcionarán a las personas con discapacidad programas y atención de la salud gratuitos o a precios asequibles de la misma variedad y calidad que a las demás personas, incluso en el ámbito de la salud sexual y reproductiva, y programas de salud pública dirigidos a la población; b) Proporcionarán los servicios de salud que necesiten las personas con discapacidad específicamente como consecuencia de su discapacidad, incluidas la pronta detección e intervención, cuando proceda, y servicios destinados a prevenir y reducir al máximo la aparición de nuevas discapacidades, incluidos los niños y las niñas y las personas mayores; c) Proporcionarán esos servicios lo más cerca posible de las comunidades de las personas con discapacidad, incluso en las zonas rurales; d) Exigirán a los profesionales de la salud que presten a las personas con discapacidad atención de la misma calidad que a las demás personas sobre la base de un consentimiento libre e informado, entre otras formas mediante la sensibilización respecto de los derechos humanos, la dignidad, la autonomía y las necesidades de las personas con discapacidad a través de la capacitación y la promulgación de normas éticas para la atención de la salud en los ámbitos público y privado; e) Prohibirán la discriminación contra las personas con discapacidad en la prestación de seguros de salud y de vida cuando éstos estén permitidos en la legislación nacional, y velarán por que esos seguros se presten de manera justa y razonable; f) Impedirán que se nieguen, de manera discriminatoria, servicios de salud o de atención de la salud o alimentos sólidos o líquidos por motivos de discapacidad. Artículo 26 Habilitación y rehabilitación 1. Los Estados Partes adoptarán medidas efectivas y pertinentes, incluso mediante el apoyo de personas que se hallen en las mismas circunstancias, para que las personas con discapacidad puedan lograr y mantener la máxima independencia, capacidad física, mental, social y vocacional, y la inclusión y participación plena en todos los aspectos de la vida. A tal fin, los Estados Partes organizarán, intensificarán y ampliarán servicios y programas generales de habilitación y rehabilitación, en particular en los ámbitos de la salud, el empleo, la educación y los servicios sociales, de forma que esos servicios y programas: 56 a) Comiencen en la etapa más temprana posible y se basen en una evaluación multidisciplinar de las necesidades y capacidades de la persona; b) Apoyen la participación e inclusión en la comunidad y en todos los aspectos de la sociedad, sean voluntarios y estén a disposición de las personas con discapacidad lo más cerca posible de su propia comunidad, incluso en las zonas rurales. 2. Los Estados Partes promoverán el desarrollo de formación inicial y continua para los profesionales y el personal que trabajen en los servicios de habilitación y rehabilitación. 3. Los Estados Partes promoverán la disponibilidad, el conocimiento y el uso de tecnologías de apoyo y dispositivos destinados a las personas con discapacidad, a efectos de habilitación y rehabilitación”. En este apartado cabe reiterar que la discapacidad mental es la disminución de las funciones naturales del cerebro, que pueden ser causadas por desórdenes genéticos o por accidentes que imposibilitan al cerebro a realizar las funciones naturales ya sea de raciocinio o de movilidad y la enfermedad mental es un desorden que no disminuye sus funciones sino que las altera, alteración que puede tener un carácter transitorio o permanente. Por su parte, la enfermedad mental es una alteración de los procesos cognitivos y afectivos del desarrollo, considerado como anormal con respecto al grupo social de referencia del cual proviene el individuo. Esta alteración se manifiesta en trastornos del razonamiento, del comportamiento, de la facultad de reconocer la realidad y de adaptarse a las condiciones de la vida. Los dos sistemas clasificatorios de la psicopatología más importantes en la actualidad: la CIE-10 de la Organización Mundial de la Salud y el DSM-IV-TR de la Asociación Psiquiátrica Americana consideran más adecuado usar el término trastorno mental en el campo de la salud mental, atendiendo al concepto de enfermedad de la que se parta. Esto 57 reviste una enorme importancia en los casos en los que no se presenta ninguna etiología u origen biológico del padecimiento. Por otra parte, al hablar de enfermedad mental se hace referencia a diversas patologías no susceptibles de ser analizadas en forma unitaria, por lo que cada trastorno o padecimiento tiene una descripción plenamente individual. Es aceptado en el mundo de la medicina que la enfermedad mental tiene un origen multifactorial (biológico, genético, neurológico, ambiental, familiar, psicosocial, psicológico), factores que inciden tanto en la presentación de la enfermedad como en su evolución. Antes se diferenciaban las enfermedades mentales en trastornos orgánicos y trastornos funcionales, mas la nueva evidencia demuestra que ambas esferas son interdependientes y dependen de factores que interactúan entre sí. En cambio, la OMS define la discapacidad mental como el trastorno evidenciado por el desarrollo mental incompleto o detenido, caracterizado principalmente por el deterioro de las funciones concretas de cada etapa del desarrollo y puede afectar la inteligencia, funciones cognitivas, lenguaje, capacidad motriz y de socialización. Esta diferencia entre discapacidad mental y enfermedad mental pone en evidencia que las obligaciones que tiene el Estado respecto de los incapaces mentales y de los enfermos mentales son esencialmente las mismas, pues con independencia de la etiología de la condición, el elemento fundamental que debe atenderse es al estado de salud mental no satisfactorio, cuestión que también incide en el cumplimiento de las obligaciones internacionales en la materia.. 58 Coincidimos con la afirmación de la OMS en su Manual de Recursos sobre Salud Mental, Derechos Humanos y Legislación, en el sentido que “la legislación de salud mental es una poderosa herramienta para codificar y consolidar estos valores y principios fundamentales”. Esta herramienta, desgraciadamente, no es una realidad en nuestro país. 3.- Políticas Públicas en Materia de Salud Mental en México. 3.1. Introducción. Las políticas públicas tienen que ver con el acceso de las personas a bienes y servicios. Son uno de los elementos constitutivos de la noción de sistema político. Para Alcántara (1995) “son productos del sistema político” y pueden ser consideradas como “flujos del régimen político hacia la sociedad”. Esto significa que son constitutivas de “las acciones o de los resultados de las actuaciones de los elementos formalmente institucionalizados del sistema político adscrito al ámbito del Estado”. Para el propio autor pueden ser definidas como “el conjunto de actividades de las instituciones de gobierno, actuando directamente o a través de agentes, y que van dirigidas a tener una influencia determinada sobre la vida de los ciudadanos” y consisten, precisamente, en reglas y acciones que tienen como objetivo resolver y dar respuestas a la multiplicidad de necesidades, intereses y preferencias de grupos y personas que integran una sociedad. Esto es lo que generalmente se conoce como “agregar demandas”, de forma tal que al final, las soluciones encontradas permitan que personas y grupos coexistan a pesar de sus diferencias. 59 Autores como Pallares señalan estas definiciones genéricas de políticas públicas deben ser complementadas por otras consideraciones, a saber: a) Las políticas públicas deben ser consideradas como un “proceso decisional” que se lleva a cabo a lo largo de un tiempo determinado a través de una secuencia racional. b) Una política pública también puede darse mediante la inacción (lo que no se está haciendo). c) Para que una política pueda ser considerada como pública tiene que haber sido “generada, o al menos procesada hasta cierto punto, en el marco de los procedimientos, instituciones y organizaciones gubernamentales. Idealmente las políticas públicas deben responder a las necesidades de las personas, de donde resulta deseable que éstas se lleven a cabo en función de, al menos, los criterios básicos como oportunidad, calidad y transparencia. Esto, si consideramos que las políticas públicas son herramientas no sólo para lograr estándares instrumentales o prácticos mínimos de atención y servicios para cubrir las necesidades de la población, sino también orientadores de principios (garantías de cumplimiento, respeto y promoción de derechos humanos a fin de lograr una correcta integración social). Las políticas públicas requieren la utilización de los instrumentos de acción gubernamentales como lo son las normas jurídicas, servicios, recursos financieros y persuasión, elementos que implican, grosso modo, lo siguiente: Las normas jurídicas. Es a través de las normas jurídicas que los poderes públicos autorizan y establecen las actividades que constituyen las políticas, y también, limitan la discrecionalidad en el actuar de los que la elaboran y ejecutan. 60 Los servicios de personal. Elaborar las políticas requiere infraestructura humana, organizativa y de material. Los recursos materiales. Destacan principalmente los financieros ya que son lo que suelen ser más restringidos y su obtención genera enormes polémicas. La persuasión. Los ciudadanos consideran al gobierno como legítima expresión de la interpretación mayoritaria de los intereses generales de la sociedad. Es por esto que se debe responder correctamente a las demandas sociales, ya que el gobierno como ente debe velar por los intereses de los que están bajo su tutela. Ahora, para llegar a la elaboración de políticas públicas, existen pasos necesarios que deben transitarse, que se pueden esquematizar en las siguientes etapas: A) Establecimiento de la agenda política; B) La definición de los problemas; C) La previsión; D) Establecimiento de objetivos; y, E) La selección de la opción. Una vez seleccionada la opción que se tomará, se pasa a la etapa de la implementación, que se entiende como un “continum de elaboración y acción en el cual tiene lugar un proceso negociador entre aquellos que quieren llevar la política a la práctica y aquellos de los que depende la acción” (Barret y Fudge, referidos por Pallares: 157), labor que compete al régimen político como responsable. Implementada la política pública, resta su evaluación a efecto de determinar su eficacia sobre la base de los objetivos alcanzados tanto en aspectos previstos como no previstos. Debe precisarse que en el presente trabajo no se abordará todo el ciclo de vida de las políticas públicas, sino solamente el tema de la planificación, en específico el Plan Sectorial de Salud. 61 3.2 Evolución en México de las Políticas Públicas en Materia de Salud. En el tema de salud pública, México ha transitado por diversas etapas de protección social y sanitaria. Éstas inician formalmente en 1943, con la creación de la Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA), como resultado de la fusión de la Secretaría de Asistencia y el Departamento de Salubridad. Ese mismo año se estableció el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en acatamiento a lo dispuesto por el artículo 123 constitucional. En 959 se funda el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). Esto implica la institucionalización de la atención médica y la salud pública en el país, atendiendo a las demandas emanadas de la incipiente industrialización. Se observa que estos esfuerzos responden a una política pública corporativa que permitió la transición “de la beneficencia filantrópica privada, a la seguridad social ligada al empleo, al salario y garantizada por el Estado” (Barba, citado por Mena Sánchez, 50). En 1973 se reformó la Ley del Seguro Social a fin de atender a la población carente de capacidad contributiva, en extrema pobreza y marginación. En 1979 se integra la Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (COPLAMAR), al IMSS, a fin de proporcionar servicios de salud en todo el país, propósito que constituye un primer esfuerzo de atender a la población que tuviera o no empleo formal, especialmente la que habitaba zonas rurales. Tras la crisis económica de 1982, la política social se dirigió a la modernización neoliberal, lo que impactó el financiamiento y organización de las instituciones de protección social en general y especialmente, las de salud. En esta etapa se privilegió el 62 transferir las responsabilidades públicas a instancias privadas, lo que sumado a la falta de nuevas plazas para los trabajadores de la salud y la baja de salarios reales de los trabajadores ya contratados, incidió negativamente en la atención de la salud en todo el país. Entre 1983 y 1988 se llevó a cabo lo que se conoce como el cambio estructural de la salud, que se centró en la población rural pobre y en la población urbana que no gozaba de seguridad social. Aquí es cuando se incluye el derecho a la protección a la salud en el texto constitucional y se trasladan servicios asistenciales antes a cargo de la SSA al Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF). En 1984 se promulga la Ley General de Salud, que daría origen a las legislaciones estatales en la materia. En esta etapa se establecen ya con claridad estrategias de salud a nivel macro y micro (sectorización institucional, modernización de la Secretaría de Salud, participación comunitaria, información en salud, financiamiento, insumos para el sistema nacional de salud, entre otros). En 1995 se inicia una nueva etapa de reformas cuando la Secretaría de Salud descentraliza los Centros de Salud en todas las entidades federativas con las intención de estandarizar los servicios básicos; se modifica la Ley del IMSS a efecto de que el Instituto ya no fuera el único responsable de la administración de los fondos de retiro y se diseña un sistema integral de atención a la salud. Se implementa el Programa de Educación, Salud y Alimentación (PROGRESA) que posteriormente será el Programa Oportunidades. 63 En el año 2003 se da una nueva etapa de reformas con la aprobación de modificaciones trascendentes a la Ley General de Salud para impulsar al Seguro Popular incorporando una lógica de financiamiento privado al sistema público mediante el prepago de paquetes de acciones que con anterioridad eran gratuitos. 3.3.- Políticas Públicas en Materia de Salud Mental. En materia de salud y de salud mental, las políticas públicas deben integrar factores condicionantes como lo son los aspectos biológicos, ambientales, sociales, del comportamiento, políticos, económicos y culturales, así como el nivel de salud medido por elementos tales como la morbilidad, mortalidad y discapacidad específicas atendiendo a grupos étnicos y género. Específicamente en el tema de la salud mental, las políticas son el instrumento básico a través del cual se busca mejorar la situación de salud mental, calidad de vida y desarrollo humano de individuos y comunidades (de Taborda). En México, el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2007-2012 y el Programa Sectorial de Salud (PROSESA) 2007-2012, junto con el Programa de Acción Específico de Atención en Salud Mental (PAESAME) 2007-2012, constituyen el eje de las políticas públicas en materia de salud mental de acuerdo con los artículos 16, fracción IV, 21 y 26 de la Ley de Planeación, formulados todos dentro de lo que se llamó el marco del Sistema Nacional de Planeación Democrática. Aquí cabe acotar, que el presente estudio se realizará a la luz de las políticas públicas en vigor durante el periodo 2007-2012, dado que los nuevos programas y planes federales a la fecha no han salido a la luz pública. 64 A estos planes y programas se suma lo dispuesto en la Ley General de Salud, Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Prestación de Servicios de Atención Médica y Norma Oficial Mexicana NOM-025-SSA2-1994 para la Prestación de Servicios de Salud en Unidades de Atención Integral Hospitalaria MédicoPsiquiátrica, regulación jurídica analizada en el capítulo precedente. En una primera aproximación y conforme lo dispuesto en la Ley de Planeación, las dependencias de la administración pública federal deben intervenir, respecto de las materias que les competan, en la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo (PND) y elaborar programas sectoriales, tomando en cuenta las propuestas que presenten las entidades del sector, gobiernos de los estados, opiniones de grupos sociales y los pueblos y comunidades indígenas interesados y asegurar la congruencia de los programas sectoriales con el Plan y los programas regionales y especiales que determine el Ejecutivo Federal (artículo 16, fracciones I a IV). A su vez, el PND indicará los programas sectoriales, institucionales, regionales y especiales que deban ser elaborados conforme la Ley de Planeación (artículo 21), siendo los programas especiales aquéllos que se refieran a las prioridades del desarrollo integral del país fijados en el plan o a las actividades relacionadas con dos o más dependencias coordinadoras de sector (artículo 26). Acorde su texto, el PAESAME contiene acciones de mediano plazo para hacer efectivo el derecho de protección a la salud mediante la prestación de servicios básicos de salud, entre los cuales están la atención a la salud mental siguiendo los lineamientos que al efecto establece la Ley General de Salud. 65 Este instrumento pretende la prevención de enfermedades mentales como un tema prioritario, prevención que de acuerdo a la redacción de documento, se basa en el conocimiento de los factores que inciden en la salud mental, las causas de alteraciones de la conducta, métodos de prevención y control de enfermedades mentales y los aspectos relacionados. El modelo operativo propuesto se sustenta en los puntos que a continuación destacamos: Impone pleno respeto de los derechos humanos del paciente en abierto combate al estigma y discriminación. Involucra diversidad de actores: Usuarios, familia, comunidad, profesionales y técnicos de la salud y de otros sectores. Concierne a sectores distintos, como red de servicios de salud, educación, vivienda y trabajo. Requiere del cambio de paradigma de atención de salud mental, pasando de la hegemonía de los hospitales psiquiátricos tradicionales al énfasis comunitario multidisciplinario integral y continuo. Requiere una mayor inversión de recursos humanos, financieros e infraestructura. Se sustenta en el conocimiento progresivo de las necesidades de la población y recursos, vigilancia epidemiológica, ciencias médicas, prioridades, evaluación económica, seguimiento y evaluación. Las once estrategias que rigen el documento son: 66 1. Promover el estudio legislativo y actualizar la regulación en salud mental y psiquiátrica. 2. Combatir el estigma y la discriminación en torno a los trastornos mentales. 3. Integrar programas de promoción y prevención de los trastornos mentales. 4. Desarrollar sistemas y procesos para la planeación, gestión y evaluación del sistema nacional de atención a la salud mental. 5. Integrar la atención en salud mental comunitaria a la red de servicios de salud general. 6. Estandarizar los procesos de atención en salud mental y psiquiátrica, que salvaguardan la integridad del paciente y evitan la ocurrencia de efectos adversos y errores médicos. 7. Establecer alianzas con otros sectores y con la comunidad en la atención en salud mental y psiquiátrica. 8. Incluir los trastornos mentales prioritarios como beneficios del sistema de protección social en salud. 9. Fomentar la investigación en salud mental y psiquiátrica. 10. Desarrollar recursos humanos en salud mental y psiquiatría comunitaria. 11. Fortalecer el financiamiento para la operación e inversión de los servicios de atención en salud mental y psiquiátrica. Este catálogo de objetivos se complementó con seis metas esenciales, a saber: a) Contar con un marco jurídico del sistema nacional de atención en salud mental que permita abatir la estigmatización y discriminación. 67 b) Llevar a cabo acciones de promoción y prevención de los trastornos mentales con la participación de la sociedad, a fin de reducir la prevalencia de tales trastornos. c) Consolidar el sistema nacional de salud mental dentro de la red de servicios de salud general d) Garantizar la protección social de los pacientes con trastornos mentales prioritarios e) Mejorar la calidad de atención de la salud mental que garantice la seguridad del paciente. f) Incrementar la investigación en salud mental y fomentar la formación y desarrollo del recurso humano en materia de salud mental y psiquiatría. 3.4.- Inconsistencias de las políticas públicas en materia de salud mental con los estándares internacionales. En el PROSESA, únicamente en la Estrategia 5, Organizar e Integrar la prestación de servicios del Sistema Nacional de Salud, se establece como línea de acción 5.9, el “Fortalecer el Sistema Nacional de Atención en Salud Mental”, única referencia en todo el documento al tema que nos ocupa. Ni el PAESAME ni el PROSESA reflejan las tendencias actuales respecto de los sistemas de salud mental, cuyos indicadores esencialmente buscan garantizar principios rectores tales como acceso equitativo, efectividad, eficiencia, calidad, aceptabilidad, disponibilidad. Menos aún se contemplan en los documentos que nos ocupan principios transversales1 tales como acceso universal y equidad, derechos humanos, práctica basada en datos 68 probatorios, enfoque que abarque todo el ciclo de vida, enfoque multisectorial, empoderamiento de personas con trastornos mentales (OMS, Primer borrador del Plan de Acción Mundial en Salud Mental 2013-2020: 27 agosto de 2012). Igualmente podemos destacar, que las políticas públicas en materia de salud mental vigentes en México del 2007 al 2012 se elaboraron con el objetivo de disminuir brechas de atención y combatir el estigma y la discriminación (IESM-OMS, Informe sobre el Sistema de Salud Mental en México, 2011). Sin embargo, no se ha llegado al punto en que exista una ley nacional de salud mental, ya que únicamente la Ley General de Salud incluye un capítulo específico en relación al tema que, como antes se precisó, presenta diversas omisiones e inconsistencias. Destaca igualmente el hecho que, confrontada la legislación nacional y las políticas públicas sobre salud mental con los estándares internacionales, es claro que se ha desestimado la experiencia foránea sobre el tema y no se han atendido a los diversos instrumentos emitidos por la OMS, que establecen lineamientos claros y factibles para atender el problema de la salud mental en el país. Ejemplo de ello lo es el ya mencionado borrador del Plan de Acción Mundial de Salud Mental 2013-2020, mismo que establece una multiplicidad de medidas que ayudarían en gran medida a atender debidamente el problema que nos ocupa. Por estos motivos, no basta que existan catálogos de medicamentos esenciales de la Secretaría de Salud, ni la interlocución con algunas asociaciones privadas de personas interesadas en el tema, intentos tibios de contratación de personas con algún tipo de discapacidad mental o emocional o programas de concientización respecto de la 69 enfermedad mental, discriminación, uso de enervantes, entre otros, pues las políticas públicas deben partir de conceptos más específicos y actuales que ya han sido abordados por instancias internacionales. Así las cosas, observamos que los programas relacionados con el tema de la salud mental no han llegado a cubrir las obligaciones derivadas de los elementos esenciales del derecho que nos ocupa, afirmación que se ilustra con el siguiente cuadro. PND PROSESA PAESAME De él surgen los Programas Sectoriales. institucionales, regionales y especiales Sí se refiere en Forma expresa a La salud mental. No existe una la Temporalidad Solo estrategia 5 hace referencia A la salud mental. Propone un Sistema operativo con Acciones Preventivas a Mediano plazo. .Cumple en Constituye un forma parcial Pues sólo da Principio de Líneas generales Cumplimiento. Para programas Específicos. No se cumple La obligación para cumplir Sigue los Lineamientos de La Ley General De Salud y fija Estrategias Es un catálogo De estrategias y Objetivos no Específicos. Las estrategias Cumple Sí contemplan Parcialmente la Los elementos Obligación pues Del núcleo no se atiende Esencial del totalmente a la Derecho pero disponibilidad, al accesibilidad, Seguir líneas aceptabilidad, de calidad, tutela La LGS limita especial y Su eficacia. consentimiento. Cuadro IV.- Análisis comparativo de las políticas públicas en materia de salud mental en relación a estándares internacionales de garantía de su protección. 70 Además, no puede pasar inadvertido que México destina únicamente un 2% del presupuesto asignado a la salud al tema de la salud mental, porcentaje del que se destina el 80% a la operación de hospitales psiquiátricos (que constituyen la atención de tercer nivel para estos padecimientos según el Informe sobre el Sistema de Salud Mental en México), cuando la tendencia mundial se enfoca a la atención de primer nivel en el caso de estos padecimientos. Esta visión limitada de un problema con tal envergadura, no ha permitido la elaboración de políticas públicas efectivas, ha obstaculizado la adecuación de la legislación nacional a los estándares mínimos internacionales, no ha permitido el cabal cumplimiento de las obligaciones de respetar, proteger y cumplir el derecho humano a la salud mental. En 2011 se publicó el ya citado Informe de la evaluación del sistema de salud mental en México utilizando el Instrumento de Evaluación para Sistemas de Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud (IESM-OMS), conforme el cual se detectaron las siguientes debilidades del sistema: La atención de las enfermedades mentales no está totalmente integrada en los programas de atención a la salud en general y el trabajo multidisciplinario es insuficiente. No existe un programa específico para la niñez, lo que impide la detección y atención tempranas de los trastornos; tampoco existe un programa especial para problemas mentales de adultos mayores. La atención de trastornos mentales descansa en hospitales psiquiátricos (contrario a la tendencia mundial), con los subsecuentes costos de atención 71 elevados, además de que la mayoría de los esfuerzos (económicos, normativos, entre otros), no se destina a los establecimientos de atención de primer nivel. La atención de problemas mentales en hospitales generales es escasa, lo que imposibilita la detección temprana y continua de trastornos mentales y del comportamiento. El presupuesto asignado a salud mental está por debajo de la media de países con ingresos medios-altos (que está en alrededor del 3.5%). Además la distribución es inadecuada pues el 80% se destina al mantenimiento de hospitales. Los recursos humanos especializados en salud mental que trabajan en el sector público es reducido (psiquiatras, psicólogos, enfermeros). Los servicios que existen están concentrados en las grandes ciudades, lo que dificulta el acceso a pobladores rurales e indígenas. Existe un escaso contacto entre sector salud y otros sectores relacionados con la salud mental. Solo 5% de las escuelas cuentan con un psicólogo, no hay prácticamente actividades de promoción de la salud mental y prevención de trastornos de conducta, son pocos los programas destinados a personas con discapacidad mental para que obtengan un trabajo remunerado y prestaciones sociales y legales. Este informe revela con claridad que el sistema de salud mental mexicano no ha respondido adecuadamente a la carga de trastornos mentales, con la subsecuente brecha entre la necesidad del tratamiento y su prestación real. 72 México podría atender, entre otros, al Programa de Acción en Salud Mental de la OMS (mhGAP), lanzado en el 2008, que provee guías y técnicas basadas en datos probatorios, herramientas y módulos de capacitación para ampliar la prestación de servicios en los países, sobre todo en los entornos de bajos recursos. Existen otras herramientas de la OMS que brindan lineamientos para la formulación de políticas públicas, planes y leyes integrales de salud mental, que el país podría analizar y utilizar para este efecto. Así, siguiendo las recomendaciones de la OMS, podrían establecerse como objetivos programáticos como asignaturas pendientes mejorar la capacitación del personal especializado, fortalecer programas de promoción y prevención de salud mental, establecer servicios de atención primaria como base de la atención en salud mental, disminuir el porcentaje de admisiones involuntarias, utilizar los resultados de la evaluación como base para monitorear avances y reformas del sistema de salud mental, hacer obligatorias las recomendaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, ampliar la atención de salud mental en hospitales generales y reducir camas en hospitales psiquiátricos, mejorar los programas de rehabilitación y reinserción de pacientes, consolidar la protección social en salud mental, aumentar el financiamiento de operación e inversión en salud mental, fortalecer y fomentar la interacción con terapeutas en otras especialidades alternativas, fortalecer vínculos entre asociaciones de familiares/usuarios con el sector salud, todo ello a fin de garantizar los elementos del núcleo esencial del derecho a la salud mental. De la misma forma es notoria la falta medidas cuya finalidad sea la de sensibilización, promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación de la enfermedad mental. 73 Tampoco se ha cubierto la obligación de tratamiento en atención primaria, disponibilidad de medicamentos psicotrópicos, asistencia a la comunidad, educación al público en general y desarrollo de recursos humanos y estructuras que vigilen la salud mental de las comunidades, amén de la falta de presupuesto no sólo para atender al paciente sino también con fines de investigación. Resulta claro, entonces, que ni el poder ejecutivo ni el legislativo han atendido adecuadamente el problema de salud pública planteado, no se han allegado de los instrumentos que organismos internacionales proveen a fin de garantizar la protección, respecto y cumplimiento del derecho a la salud mental y se han limitado a hacer leyes y programas que de forma alguna cumplen con el requisito mínimo del núcleo esencial del derecho a la salud. Conclusiones. 1.- Los elementos que constituyen el núcleo esencial de un derecho son los elementos mínimos que el Estado debe proveer a cualquier persona de forma inmediata y sin que medien contra-argumentaciones fácticas de imposibilidad provenientes de escasez de recursos o elementos semejantes, a efecto de cumplir con sus obligaciones de respeto, protección, cumplimiento y garantía de los derechos humanos. 2.- Una correcta fijación de los elementos que constituyen el núcleo esencial de un derecho permite la elaboración de legislaciones eficaces para la protección de los derechos humanos y políticas públicas que cubran eficazmente las necesidades de la población y orienten principios a fin de lograr una correcta integración social. 3.- La salud mental constituye un serio problema tanto a nivel nacional como internacional que no ha sido correctamente abordado en nuestro país. 74 4.- Los elementos que constituyen el núcleo esencial del derecho a la protección de la salud mental son, a juicio de la suscrita y siguiendo la metodología absoluta, la disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad, calidad, consentimiento informado y tutela especializada. 5.- A la fecha, el marco normativo nacional no contempla en forma completa y total los elementos que constituyen el núcleo esencial del derecho a la salud mental, de donde resulta que México no está cumpliendo en su totalidad con las obligaciones a su cargo de respetar, proteger y cumplir dicho prerrogativa. 6.- Como consecuencia de la existencia de un marco normativo deficiente, las políticas públicas en materia de salud mental tampoco han cubierto en su totalidad con las obligaciones del Estado Mexicano respecto de las personas con padecimientos mentales y del comportamiento y sus familias. 7.- Es necesario que tanto el Poder Legislativo como el Poder Ejecutivo realicen la tarea de análisis de los instrumentos internacionales que sobre la materia que nos ocupa existen, a fin de adecuar correctamente tanto la legislación nacional como las políticas públicas, a la luz de los elementos que integran el núcleo esencial del derecho a la salud mental. 9.- El derecho a la salud mental supone obligaciones negativas y positivas por parte del Estado. En el caso particular y acorde al planteamiento formulado, el Estado Mexicano podría estar incurriendo en responsabilidades por incumplimiento a tales obligaciones. 75 Fuentes de Información. Leyes, Tratados, Protocolos. Atención a la Salud Mental: diez principios básicos de la OMS” (WHO’s Mental Health Care, Ten Basic Principles). Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, 1981. Carta Africana sobre los Derechos y el Bienestar del Niño, 1990. Carta de las Naciones Unidas, 1945. Carta Social Europea, 1961. Carta Social Europea Revisada, 1996. Constitución Alemana de 1949 Constitución Argentina de 1853 Constitución Chilena Constitución de Portugal Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969) y su Protocolo Adicional. Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de derechos económicos, sociales y Culturales (Protocolo de San Salvador), 1988. 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