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DICIEMBRE
77
20
09
Programa paz activa:
aprendizajes sobre un método de
intervención en prevención del delito
ANA MARÍA MUNIZAGA
Análisis del programa
Chile Crece Contigo
desde los ideales normativos
y la noción de prueba
PAMELA CARO
de mujeres del Municipio de
Durango, Durango, México
Y
JOSÉ ZÚÑIGA
La cultura patriarcal,
la religiosidad,
el apoyo social
y los niveles de depresión como
predictores de aceptación de una
situación de abuso por parte de la
pareja: el caso de la mujer mexicana
WILMA GONZÁLEZ
Escuela de
Trabajo Social
de Justicia Penal Juvenil
DANIELA DÍAZ
Y
CLAUDIA GARRIDO
El taller en
Trabajo Social.
Una aproximación desde la
fenomenología
ALEJANDRA SANTANA
Violencia conyugal y
productividad
SANDRA MANCINAS
Desafíos para una
nueva institucionalidad
Latinoamérica hoy:
cambios y costos sociales
desde la gestión neoliberal
ALEJANDRO KLEIN
La controversia
de la inmigración
internacional:
desafíos para el Trabajo Social en
EE.UU. y Chile
DARÍO MENANTEAU
Facultad de Ciencias Sociales
DICIEMBRE
77
20
09
Programa paz activa:
aprendizajes sobre un método de
intervención en prevención del delito
ANA MARÍA MUNIZAGA
Análisis del programa
Chile Crece Contigo
desde los ideales normativos y la
noción de prueba
PAMELA CARO
Violencia conyugal y
productividad
de mujeres del Municipio de Durango,
Durango, México
SANDRA MANCINAS
Y
JOSÉ ZÚÑIGA
La cultura patriarcal,
la religiosidad,
el apoyo social
y los niveles de depresión como
predictores de aceptación de una
situación de abuso por parte de la
pareja: el caso de la mujer mexicana
WILMA GONZÁLEZ
Escuela de
Trabajo Social
Desafíos para una nueva
institucionalidad
de Justicia Penal Juvenil
DANIELA DÍAZ
Y
CLAUDIA GARRIDO
El taller en
Trabajo Social.
Una aproximación desde la
fenomenología
ALEJANDRA SANTANA
Latinoamérica hoy:
cambios y costos sociales
desde la gestión neoliberal
ALEJANDRO KLEIN
La controversia
de la inmigración
internacional:
desafíos para el Trabajo Social en
EE.UU. y Chile
DARÍO MENANTEAU
Revista Trabajo Social
Diciembre / No 77 / 2009
FICHA TÉCNICA
La Revista de Trabajo Social es una publicación semestral de la Escuela de Trabajo Social
de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Revista fundada en 1970. Permitida la reproducción total o parcial de los artículos,
citando la fuente. ISSN 0716-9736 Santiago/Chile.
DIRECTOR RESPONSABLE
Mg. Margarita Quezada Venegas
EDITORA
PhD. © Carolina Muñoz Guzmán
COMITÉ ASESOR EDITORIAL
Mg. Margarita Quezada
Directora Escuela de Trabajo Social UC, [email protected]
PhD. © Fabiola Cortez-Monroy
Académica Escuela de Trabajo Social UC, [email protected]
PhD. Teresa Matus
Académica Escuela de Trabajo Social UC, [email protected]
Mg. María Olga Solar Silva
Académica Escuela de Trabajo Social UC, [email protected]
PhD. Rodrigo Flores
Académico Escuela de Trabajo Social UC, rfl[email protected]
Mg. Liliana Guerra
Académica Escuela de Trabajo Social UC, [email protected]
PhD. Pablo Salvat
Académico Departamento Ciencias Políticas y Gobierno UAH, [email protected]
PhD. Aldo Mascareño
Director Departamento Sociología Universidad Alberto Hurtado, [email protected]
PhD. Leonardo Onetto
Académico Escuela de Trabajo Social Universidad Católica de Valparaíso, [email protected]
COMITÉ ASESOR INTERNACIONAL
Mg. Maestra Graciela Casas Torres
Escuela de Trabajo Social UNAM, [email protected]
PhD. Lena Dominelli
School of Applies Social Science, Durham University, [email protected]
PhD. Edward Lawlor
Prof. George Warren Brown School of Social Work, Washington University en St. Louis,
[email protected]
PhD. James Midgley
University of California, Berkeley, [email protected]
PhD. José Paulo Netto
UFRJ Brasil, [email protected]
Prof. Alberto Parisi
Universidad Nacional de Córdoba, [email protected]
PhD. Ana María Quiroga
ISER Río de Janeiro, [email protected]
PhD. Margarita Rozas
Universidad de la Plata, [email protected]
Prof. Saúl Karsz
Asociación Prácticas Sociales de París, [email protected]
PhD. Luis Zayas
Prof. George Warren Brown School of Social Work, Washington University en St. Louis,
[email protected]
PhD. Clifton David Hollister
School of Social Work, University of Minnesota, [email protected]
PhD. Darío Menanteu
Social Work, University of Minnesota; [email protected]
PhD. Alberto Godenzi
Dean School of Social Work Boston College, [email protected]
PhD. James Lubben
Director PhD. Program, School of Social Work, Boston College, [email protected]
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN
Diseño Corporativo UC de la Vicerrectoría
de Comunicaciones y Asuntos Públicos
IMPRESIÓN
Andros Impresores
Escuela de Trabajo Social, Facultad de Ciencias Sociales
Universidad Católica, Campus San Joaquín.
Vicuña Mackena 4860, Teléfono 0056-2-354 4606, Fax 0056-2-354 4667
www.trabajosocialuc.cl
Escuela de Trabajo Social
Pontificia Universidad
Católica de Chile
Sumario
Editorial
7
Programa paz activa: aprendizajes sobre un
método de intervención en prevención del
delito
Peace active program: Learning about an
intervention´s method on crime prevention
ANA MARÍA MUNIZAGA
25 Análisis del programa Chile Crece Contigo
desde los ideales normativos y la noción
de prueba
Chile Crece Contigo analysis, from the normative
ideals and the proof notion
PAMELA CARO
39 Violencia conyugal y productividad
de mujeres del Municipio de Durango,
Durango, México
Domestic violence and women’s productivity in
the municipality of Durango, Durango, Mexico
SANDRA MANCINAS Y JOSÉ ZÚÑIGA
45 La cultura patriarcal, la religiosidad, el
apoyo social y los niveles de depresión como
predictores de aceptación de una situación
de abuso por parte de la pareja: el caso de la
mujer mexicana
Pratriarchal culture, religiosity, social support
and depression levels as predictors of partner
abuse´s acceptance: the case of mexican woman
WILMA GONZÁLEZ
57 Desafíos para una nueva institucionalidad de
Justicia Penal Juvenil
Institutional challenges for Juvenile Justice
DANIELA DÍAZ Y CLAUDIA GARRIDO
69 El taller en Trabajo Social. Una aproximación
desde la fenomenología
The Workshop in Social Work: a view from Phenomenology
ALEJANDRA SANTANA
77 Latinoamérica hoy: cambios y costos sociales
desde la gestión neoliberal
Latin America today: changes and social cost
from neoliberal perspective
ALEJANDRO KLEIN
87 La controversia de la inmigración
internacional: desafíos para el Trabajo Social
en EE.UU. y Chile
The controversy of International Immigration:
Challenges to Social Work In the U.S.A and Chile
DARÍO MENANTEAU
Editorial
En este número 77 de la Revista Trabajo Social
presentamos contribuciones desde diversas perspectivas teóricas que conceptualizan fenómenos
contemporáneos y tipos de intervenciones sociales, habilidades profesionales y metodologías de
investigación que fortalecen los resultados del trabajo social en sus campos de mediación. Si bien los
artículos son metodológicamente diversos, tienen
también mucho en común, particularmente la centralidad del trabajo social. De este modo, y en el
marco de la celebración que nuestra Escuela hace
de sus 80 años de existencia, invitamos a nuestros
lectores a indagar este texto desde la pregunta por
¿cómo adquirir las habilidades y el conocimiento para actuar en nuestro campo de intervención
desde un camino científicamente adecuado? Enfatizando, claro está, nuestra opción por aprender y
conocer los intereses de las personas y colectividades con las que trabajamos, y logrando niveles de
influencia en la toma de decisiones que reflejen esos
intereses. Esto supone visibilizar discursos controversiales que aparecen en nuestras estrategias ya sea
por la influencia de la normativa de las políticas, o
los conflictos de la implementación, o las tendencias que marca la economía.
Las contribuciones a este número buscan una
reflexión académica crítica, proponiendo perspectivas desde dónde realizar esa reflexión. El primer
artículo es de Ana María Munizaga, quien enfatiza
la centralidad de la mirada local para una política
de seguridad que privilegia la prevención del delito, la evidencia comparada es un recurso analítico
potente que utiliza esta autora.
El artículo de Pamela Caro revisa las controversias
del discurso del programa Chile Crece Contigo,
desde una perspectiva fuertemente enraizada en el
género. Con un enfoque similar Sandra Mancinas
y José Zúñiga estudian la violencia conyugal en un
municipio de México, y sus efectos en el trabajo
de las mujeres asalariadas, artículo que puede ser
contrastado y comparado con el que escribe Wilma
González sobre la aceptación del abuso por parte
de las mujeres en un contexto de cultura patriarcal
y altamente religioso.
Daniela Díaz y Claudia Garrido revisan críticamente
la institucionalidad de la Justicia Penal Juvenil y levantan el debate sobre una política de derechos que
no otorga centralidad a la experiencia del sujeto en
la construcción de sus posibilidades de existencia.
En el sexto artículo, Alejandra Santana propone una
discusión conceptual para apreciar el Taller como
estrategia de aprendizaje en la formación en Trabajo Social, explorando sus potencialidades como
espacio para el lenguaje como condición; para la
emergencia de cogniciones y como un canalizador
de saberes que responden a un contexto complejo.
Finalmente, la revista presenta otros dos artículos
internacionales, uno de Alejandro Klein quien, desde Brasil, desarrolla una crítica a la influencia de la
gestión neoliberal en los países de la región, que
aglutinaría ciertas discontinuidades las que tienden
a obstaculizar el cambio, e impedir la capacidad de
elaboración –subjetiva y colectiva– de las mismas.
El último artículo de este número es de Darío Menanteau, quien desde EE.UU. analiza los desafíos
que trae la inmigración internacional y la urgencia
que tiene el Trabajo Social de desarrollar estrategias
informadas culturalmente para hacer frente a esos
desafíos.
Agradecemos a quienes colaboraron con sus artículos, y particularmente a nuestros pares evaluadores
quienes, bajo el formato de arbitraje ciego, contribuyeron con adecuados y pertinentes comentarios
sobre los artículos en este número.
Margarita Quezada Venegas
Directora
ESCUELA DE TRABAJO SOCIAL
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE
5
ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 77 / Diciembre / 2009 / P. 7-23
Programa paz activa: aprendizajes sobre
un método de intervención en prevención
del delito
Peace active program: Learning about an intervention´s
method on crime prevention
ANA MARÍA MUNIZAGA ACUÑA
Trabajadora Social, actualmente se desempeña en Fundación Paz Ciudadana. Dirección postal, Valenzuela Castillo 1881, Providencia. E-mail: [email protected]
Resumen
Este artículo presenta el programa de intervención en prevención del delito llamado Paz Activa
–inspirado en metodologías desarrolladas en Estados Unidos y en el Reino Unido– que surge
desde la sociedad civil y que se aplicó, durante el período 2006-2008, en el barrio Héroes de la
Concepción ubicado en la comuna de Recoleta. El contenido se estructura en cinco partes: (1)
enfoques en los que se sustenta el programa Paz Activa (2) caracterización del barrio Héroes de la
Concepción, dando cuenta de las condiciones que aquejan al sector y a la población del lugar; (3)
una descripción de las etapas que componen el programa; (4) los principales resultados obtenidos
por la experiencia; (5) y reflexiones finales acerca de los aprendizajes que brindó la experiencia y
las consideraciones que se deben tomar en cuenta en la prevención del delito, como una forma
de alimentar la reflexión y el debate respecto de las políticas locales en seguridad.
Palabras claves. Prevención local del delito, Paz Activa, barrios vulnerables, comunidad.
Abstract
This article presents a model of programme for crime prevention called Paz Activa, based on
methodologies developed in the United States and United Kingdom, that was conceived by civil
society and applied in the neighborhood “Héroes de la Concepcion” that is located in the district
of Recoleta, during the period 2006-2008. This article is organized in five parts: (1) approaches on
which Paz Activa is based (2) a neighborhood profile that present the risk factors that affect the
territory and its people, (3) a description of the stages involved in the programme (4) the main
results obtained from the intervention experience (5) reflections and considerations based on
what was learnt in this experience about crime prevention, looking forward to input the debate
regarding the local safety policies.
Key words. Local crime prevention, Active Peace, vulnerable neighborhood, community.
Antecedentes
En el año 2005 Fundación Paz Ciudadana publica un estudio1 de caracterización sobre personas
menores de 18 años ingresados a comisarías de Carabineros de Chile, durante el período 2001-2004.
El estudio identificó 10 comunas en la Región
Metropolitana que tenían mayor concentración de
estos ingresos. Entre ellas, Recoleta ocupaba el 2°
lugar respecto de los ingresos a comisarías de menores de 18 años por infracción a la ley y el 6° lugar en
ingresos a comisarías por vulneración de derechos2.
Estos resultados motivaron a la Municipalidad de
1. Fuente: Hein, Andreas & Sepúlveda, Martha (2005). Caracterización de menores de edad ingresados a una comisaría entre los años
2001-2004 en el marco del seguimiento del Programa Protección 24 Horas de Carabineros de Chile: implicancias para la prevención de
la violencia de y contra niños, niñas y adolescentes. Santiago, Fundación Paz Ciudadana.
2. Refiere a la vulneración de los derechos contenidos en la Declaración de los Derechos del Niño, suscritos por Chile en 1989. En específico
tiene relación con todas aquellas situaciones que ponen en riesgo la integridad de la persona menor de 18 años, por ejemplo vagancia
nocturna. Sin embargo, también se refiere a la victimización que el niño o niña sufre frente a ciertos delitos tales como violencia
intrafamiliar, abusos, maltratos, abandono o negligencia parental. En este caso el ingreso a la comisaría por parte de Carabineros tiene
una finalidad preventiva y de protección.
7
ANA MARÍA MUNIZAGA ACUÑA
Ingresos de menores de 18 años por infracción a
la ley que viven en Héroes de la Concepción.
Recoleta a implementar un programa, durante el
período 2006-2008, que fuera capaz de prevenir la
delincuencia a nivel barrial. Este programa centrado
en la prevención del delito fue bautizado como Paz
Activa, nombre que alude a barrios pacíficos y seguros que se construyen mediante la aplicación activa
de métodos integrados de prevención.
Paz Activa se aplicó en el barrio Héroes de la Concepción, ubicado al norte de Recoleta, debido a dos
razones:
Mediante la georeferenciación de los domicilios
de menores de 18 años, fue posible efectuar un
análisis espacial de la comuna. De esta forma, en
la figura Nº1 se observa una mayor presencia de
colores oscuros en el barrio (en comparación a
la comuna). Para efectos de georeferenciación,
mientras más oscuros son los colores, implica
una mayor concentración de domicilios.
1. De acuerdo a los registros de la Dirección de Protección de la Familia de Carabineros de Chile,
en el período 2001-2004, se pudo constatar que
Héroes de la Concepción tenía una mayor concentración de domicilios de menores de edad
que habían ingresado a comisarías por infracción
a la ley, en comparación con el resto de la comuna de Recoleta.
2. Héroes de la Concepción, en opinión del propio
municipio, era considerado un barrio vulnerable a la acción delictual debido a que concentra
múltiples desventajas sociales y condiciones de
pobreza. El concepto de barrio vulnerable a la
acción delictual refiere a aquellos conjuntos
habitacionales territorialmente delimitados y
simbólicamente reconocido por sus habitantes,
FIGURA Nº1
MAPA COMUNA DE RECOLETA
Héroes de la Concepción
Fuente: Fundación Paz Ciudadana, 2007.
8
PROGRAMA PAZ ACTIVA: APRENDIZAJES SOBRE UN MÉTODO DE INTERVENCIÓN EN PREVENCIÓN DEL DELITO
en términos de identificación y sentido de pertenencia con el lugar. Estos lugares, a lo largo de su
conformación han acumulado carencias y desventajas sociales perpetuando, con ello, situaciones
de exclusión social3 que aumentan la probabilidad –más que en otros lugares de la ciudad– de
que la delincuencia se instale en el barrio, tanto
por el ejercicio de ella, como por la victimización que produce en los residentes del lugar. De
este modo, ambientes de violencia, precariedad y
exclusión generan una convivencia agresiva que
legitima los actos delictuales. Primero, en el entorno propio o barrio y luego, extendida a todo
el espacio urbano (Serra, 2006).
Estudios empíricos realizados por la División
de Seguridad Pública (2002)4, Paz Ciudadana
(2006)5, Universidad Alberto Hurtado (2005)6,
dan cuenta, específicamente en la Región Metropolitana, de que estos barrios tienen problemas
de habitabilidad, ya sea porque las viviendas tienen problemas de infraestructura (construidas
con material precario) o bien porque tienen condiciones de hacinamiento (más de tres individuos
por dormitorio). Otras características revelan que
una parte de la población adulta no ha completado sus estudios de enseñanza básica o media,
tienen dificultades para ingresar al mercado laboral y en sus familias suelen haber problemas de
violencia intrafamiliar y maltrato infantil.
En cuanto a los espacios públicos, éstos resultan
amenazantes para los vecinos debido al consumo
y al tráfico de drogas, a las peleas con balaceras
y agresión física y a la falta de seguridad, debido a problemas de iluminación nocturna, escasa
vigilancia y lugares solitarios en las noches, por
donde la gente debe transitar para llegar a sus
hogares. Desde la perspectiva de los servicios privados, difícilmente se encuentra una farmacia o
un supermercado, así como fuentes de trabajo.
Respecto a los servicios públicos, estos sectores
están alejados de las oficinas municipales, además
la oferta educacional y de salud resulta insuficien-
te. Respecto a su conformación, ésta se debe a las
políticas de vivienda de las últimas décadas.
En consecuencia, barrios vulnerables a la acción
delictiva refieren a espacios que acumulan problemas ambientales y comunitarios que facilitan la
criminalidad, pero también alude a personas que
viven en estos sectores y que experimentan múltiples factores de riesgo, los que al interactuar con
ambientes de violencia y desorganización social,
promueven el desencadenamiento de conductas
delictivas. Al respecto, investigaciones realizadas
por Rutter y estudios empíricos desarrollados
por Home Office en barrios de Inglaterra y Gales, concluyen que hay ciertas características del
área de residencia que influyen en el desarrollo
del comportamiento delictivo (Rutter et al, 1998
en Hein, 2004). Aunque si bien la pobreza no es
condición única y suficiente en el origen de la
delincuencia, se constituye en un denominador
común que facilita el desarrollo de los factores
de riesgo a nivel individual, familiar, escolar y de
pares (Araya y Sierra, 2002).
De acuerdo a la realidad descrita, se impone la
necesidad de focalizar acciones preventivas en
estos sectores, más que en otros lugares de la
ciudad, no sólo porque es necesario reducir la
delincuencia, sino que también porque la victimización que afecta a las personas que viven en
estos lugares, acentúa las condiciones de desventaja y carencia, lo cual representa un desafío para
la política social (Hurtado y Kubik, 2007).
Es así que, este artículo tiene la finalidad de
presentar la experiencia de implementación del
programa Paz Activa en el barrio Héroes de la
Concepción, sus resultados y los principales
aprendizajes obtenidos a la luz de dicha experiencia en lo que refiere a la prevención local del
delito. El presente artículo se ha estructurado en
cinco partes: (1) enfoques en los que se sustenta el programa Paz Activa (2) caracterización del
barrio Héroes de la Concepción, dando cuenta
de las condiciones que aquejan al sector y a la
3. En este sentido, se utiliza el concepto de exclusión social para describir la situación de dichos barrios. Aunque se trata de un término
controvertido, que soporta definiciones bastante disímiles, en general, exclusión social alude a la falta de participación en aspectos claves
de la sociedad, como el consumo, la producción, la vida política y cultural, y la interacción social. Es un concepto afín al de pobreza, puesto
que la satisfacción de las necesidades básicas es una dimensión crítica de la participación social. De hecho, cuando el término pobreza se
utiliza en un sentido amplio, que va más allá de la dimensión material, se acerca al de exclusión social (Hurtado y Kubik, 2007).
4. Araya, J. & Sierra, D. (2002). Influencia de factores de riesgo social en el origen de conductas delictuales. Serie de Estudios de División
de Seguridad Ciudadana. Ministerio del Interior.
5. Fundación Paz Ciudadana (2006). Políticas Públicas para la Integración Social en Chile. Documento interno.
6. Lunecke, A. & Eissmann, I. (2005). Violencia en barrios vulnerables: Una aproximación desde la exclusión social. En Revista Persona
y Sociedad. Volumen XIX, pp. 73-100. Universidad Alberto Hurtado.
9
ANA MARÍA MUNIZAGA ACUÑA
población del lugar; (3) una descripción de las
etapas que componen el modelo de intervención; (4) los principales resultados obtenidos por
la experiencia; (5) y reflexiones finales acerca de
los aprendizajes que brindó la experiencia y las
consideraciones que se deben tomar en cuenta
en prevención del delito, como una forma de alimentar la reflexión y el debate respecto de las
políticas locales en seguridad.
Enfoques
El programa Paz Activa se basa en el enfoque teórico de factores de riesgo7, debido a que éste realiza
planteamientos comprehensivos acerca de la delincuencia, en cuanto a la integración de teorías
criminológicas que explican el fenómeno desde un
punto de vista multicausal. Este enfoque se inspira
en una multiplicidad de teorías que relacionan los
factores individuales o personales con la delincuencia, y los factores sociales y estructurales (Akers y
Sellers, 2004) como elementos que también son determinantes en este fenómeno.
El término factor de riesgo se refiere a la presencia
de situaciones contextuales o personales de carácter
negativo que incrementan la probabilidad de que
las personas desarrollen problemas emocionales,
conductuales o de salud. Algunos ejemplos de externalización de conductas de riesgo son el consumo
de drogas, el abandono escolar, actitudes asociadas
con violencia y comportamientos delictuales (Hein,
2004). De esta forma, la premisa del enfoque radica en que una persona que acumula– en el tiempo
–múltiples factores de riesgo (presentes a nivel personal, familiar, ambiental, social, de barrio, etc.),
tiene mayores probabilidades de manifestar conductas delictivas (Hein, 2004; Yoshikawa, 2005).
Asimismo, el enfoque se extrapola a barrios, ya que
hay territorios en la ciudad que acumulan múltiples factores de riesgo (de orden ambiental y social)
que facilitan –más que en otros sectores de la ciudad– que personas que viven allí se vinculen con
delincuencia. Estudios realizados en estos territo-
rios, dan cuenta de que la victimización a residentes
es mayor, en comparación con promedios comunales y nacionales, provocando una agudización de las
condiciones de pobreza y desigualdad (Barrientos,
et al, 2009).
Por otra parte, en cuanto a enfoques metodológicos,
Paz Activa se basó en dos experiencias internacionales que han probado ser exitosas en reducción del
delito a nivel local.
La primera de ellas es un sistema aplicado en Estados Unidos llamado Communities That Care,
creado en la Universidad de Washington. Es un sistema de planificación y ejecución, a nivel de barrios
o comunidades, para la prevención de la delincuencia, consumo de drogas, violencia, deserción
escolar y embarazo adolescente. Este sistema propone una metodología para la gestión comunitaria
de la prevención, que contempla la formación de un
equipo de trabajo, la realización de un diagnóstico
de factores de riesgo/protección en la comunidad,
la priorización de factores de riesgo para su intervención, el desarrollo de un plan de prevención
que considera la implementación de programas de
prevención, probadamente efectivos, de acuerdo
con las prioridades establecidas y el monitoreo de
la ejecución del plan a través del tiempo (Hawkins
y Catalano, 2002).
La segunda de ellas es el programa Neighborhood
Renewal, correspondiente a la estrategia nacional
impulsada por el gobierno inglés, a partir del año
2001. Su objetivo es reducir las brechas entre la
realidad de las zonas pobres y el resto del país, a
través de un trabajo a largo plazo –10 a 20 años–.
En su implementación intervienen distintos niveles
de gobierno. El trabajo se concentra en los distritos
identificados como los más necesitados. La estrategia
pone en el centro del proceso de toma de decisiones a las comunidades locales, sus instituciones y
actores del sector público, privado y voluntariado.
A nivel local es donde se identifican las necesidades
más urgentes y se priorizan las acciones. Las unidades centrales y regionales, por su parte, supervisan,
7. Este enfoque nace en el área de salud pública debido a que las enfermedades tenían mayor prevalencia en algunos sectores de la población
que en otros. Para comprender esta desigualdad, especialistas identificaron que ciertos individuos experimentaban determinadas
circunstancias, situaciones y/o hábitos nocivos para la salud, lo que fue conceptualizado como factor de riesgo. De esta forma, mediante
evidencia empírica pudieron comprobar que la presencia de factores de riesgo en una persona, aumentaba la probabilidad de que
manifestara alguna enfermedad. También pudieron notar que los factores de riesgo podían estar presente en diferentes ámbitos de
relación del individuo: familia, trabajo, amigos; por lo cual el enfoque se desarrolló a la luz de las teorías ecológicas. La ventaja
comparativa que presentó este enfoque fue el logro de una mayor eficiencia en los diagnósticos, y por ende en el desarrollo de estrategias
preventivas en salud pública. Posteriormente el enfoque de factores de riesgo se extrapola a la criminología, siendo sus principales
exponentes David Farrington, Brandon Welsh, David Hawkins, Richard Catalano y Lawrence Sherman, por citar algunos. Este enfoque
se ha desarrollado principalmente en Estados Unidos, Canadá y algunos sectores del Reino Unido (García-Pablos de Molina, 2003).
10
PROGRAMA PAZ ACTIVA: APRENDIZAJES SOBRE UN MÉTODO DE INTERVENCIÓN EN PREVENCIÓN DEL DELITO
apoyan y colaboran, promoviendo que todas las
reparticiones públicas de los distintos niveles favorezcan el mejoramiento de los barrios socialmente
excluidos, a través de sus propias funciones. Este
programa destaca porque propone una mirada holística y un enfoque multidimensional e introduce
un nuevo enfoque en la evaluación de las políticas
sociales: se pone el acento en los resultados que se
obtienen en las zonas más carenciadas, más que en
los promedios nacionales (Home Office, 2001).
Caracterización del barrio Héroes
de la Concepción
Metodología
La caracterización del barrio Héroes de la Concepción tiene por finalidad describir las condiciones
de desventaja social y de desigualdad en que se
encuentra sumido el territorio. El análisis de esta
información, da cuenta de que el sector es un barrio
vulnerable a la acción delictual, en primer lugar,
porque se ajusta a la definición del concepto presentada anteriormente y, en segundo lugar, porque
esta situación es refrendada por las cifras de victimización y los datos de la Dirección de Protección de
la Familia de Carabineros de Chile que reflejan una
instalación de la delincuencia en el barrio.
Para realizar esta caracterización se obtuvo
información cualitativa mediante entrevistas dirigidas a funcionarios municipales, dirigentes
sociales, residentes del barrio y a equipos profesionales de instituciones que trabajan en Héroes de
la Concepción. También se recolectó información
cuantitativa, a través de la aplicación de una encuesta de autoreporte infanto-juvenil y una encuesta de
victimización dirigida a población adulta. Asimismo, se obtuvieron datos y cifras aportados por el
departamento de estratificación social del municipio
y por el departamento municipal de planificación
comunal (SECPLAC), tales como: Ficha CAS-II8,
Ficha Familia9, Censo 2002 y caracterización de
población de menos de 18 años que ha ingresado a
comisarías de Carabineros.
No obstante, se debe señalar que información relativa a otras causas asociadas a la delincuencia, tales
como indicadores de violencia intrafamiliar, prevalencia del consumo de drogas en adultos y jóvenes,
porcentaje de la población escolar que ha desertado
del sistema educacional e índice de embarazo adolescente, no fueron posibles de obtener.
Análisis cualitativo
Se realizaron 30 entrevistas semi-estructuradas a actores sociales claves:
- Jefes de departamentos de la Municipalidad de
Recoleta
- Funcionarios de la Municipalidad de Recoleta
- Carabineros de las tenencias El Salto y José Santos Ossa
- Instituciones que trabajan en Héroes de la Concepción, entre ellas:
a. Consultorio
b. Escuela
c. Jardines infantiles
d. ONG’s
- Líderes y dirigentes sociales
- Residentes y familias del sector
El análisis de la información cualitativa fue efectuado mediante el método comparativo constante. Para
ello se usó el software Atlas Ti en su versión 5.20.,
programa cuyo objetivo es facilitar el análisis cualitativo de grandes volúmenes de datos textuales. De
este modo, las transcripciones de las entrevistas fueron codificadas en sucesivas etapas, lo que permitió
armar categorías de análisis tanto de las condiciones
8. La ficha Cas-II es un instrumento utilizado por el Gobierno de Chile (MIDEPLAN) para determinar los grupos que se encuentran en
mayor vulnerabilidad social. La aplicación de la ficha Cas-II es de responsabilidad de los municipios. Su aplicación es por demanda
espontánea de los vecinos de cada comuna. El instrumento consiste en una encuesta que otorga puntaje de acuerdo a las carencias
socioeconómicas que experimenta un grupo familiar. La mayoría de las veces la aplicación de la encuesta contempla una visita al
domicilio –por parte de funcionarios municipales– con el fin de constatar la situación detallada en la ficha. El puntaje otorgado, permite
que cada grupo familiar pueda optar a subsidios y beneficios entregados por cada municipio y el gobierno. En el caso de Recoleta,
esta ficha se aplicó hasta el mes de julio de 2006. Posteriormente fue reemplazada por la ficha Familia, instrumento que mejora la
focalización de los grupos en riesgo. No obstante, al momento de construir el diagnóstico de HDLC se pudo obtener gran información de
la ficha Cas-II y sólo algunos aspectos de la ficha Familia. Cabe señalar, que ambos instrumentos se han aplicado al 95% de las familias
que viven en HDLC, por lo que los datos obtenidos son representativos del sector. Asimismo, ambos instrumentos permiten obtener una
mirada específica del barrio, ya que la encuesta CASEN (caracterización socioeconómica nacional) aplicada por el gobierno, a través
de MIDEPLAN, sólo permite tener una visión nacional, regional y comunal (pero no barrial), puesto que se aplica a una muestra de
población nacional. Con todo, la ficha Cas-II y la ficha Familia permiten comparar la realidad de HDLC, con la realidad de la comuna,
la región y el país, de acuerdo a los datos CASEN.
9. Datos obtenidos a través del municipio correspondiente al año 2008.
11
ANA MARÍA MUNIZAGA ACUÑA
de desventaja social del barrio, como de los factores de riesgo que afectan al lugar en relación con la
delincuencia.
Análisis cuantitativo
Encuesta de autoreporte juvenil
Con el fin de indagar en los factores de riesgo que
afectan a menores de edad, se adaptó una encuesta
que fue desarrollada en Estados Unidos mediante el programa Communities That Care. La versión
adaptada está compuesta por 173 preguntas cerradas que sondean la percepción y reporte respecto
de diversas situaciones en la vida personal, escolar,
familiar y de barrio de los encuestados que indiquen la presencia de factores de riesgo relacionados
al comportamiento delictivo.
El universo de la muestra consideró a niños, niñas
y adolescentes de entre 11 y 18 años que viven en
Héroes de la Concepción y que asisten a establecimientos educacionales municipalizados de la
comuna de Recoleta.
Sobre la base de 173 preguntas se construyeron
los factores de riesgo en cada ámbito de acción
(individuo / familia / escuela / grupo de pares / barrio). Para ello, cada factor de riesgo, se encuentra
compuesto de una o más preguntas. En total se
obtuvieron 28 factores de riesgo relevantes para la
prevención. Cada uno de ellos se expresa en porcentajes, es decir, la proporción de la muestra que
tiene presente dicho factor. El análisis de la información recolectada por la encuesta de autoreporte
se realizó mediante el software SPSS en su versión
13.0., programa utilizado para el análisis estadístico
de bases de datos.
Encuesta de victimización
La encuesta de victimización es un instrumento que
permite observar la real magnitud de las diversas
manifestaciones del fenómeno de la delincuencia
(Mertz, 2004), ya que a partir de su aplicación se
recogen las percepciones de temor que la gente
siente frente a determinadas situaciones y se iden-
tifica la frecuencia y tipo de delitos de los que una
persona ha sido víctima. Para ello, la encuesta se
aplica en dos períodos diferentes de tiempo en el
barrio: octubre del año 2007 y noviembre del año
2008.
El instrumento se compone de 108 preguntas que
indagan el: temor / desorden social (referido a situaciones que ocurren en el barrio y que producen
temor y sensación de amenaza) / delitos de los que
han sido víctimas las personas del barrio. Para este
caso los delitos medidos fueron: Robo al patio de
la casa, robo al interior de la casa, robo a negocios,
lanzazo, robo con violencia, hurto, agresión física
(sin robo) y amenazas. El análisis de la información
recolectada por la encuesta de victimización se realizó mediante el software SPSS en su versión 13.0.,
programa utilizado para el análisis estadístico de
bases de datos.
Análisis de la información
El conjunto de información recopilada constituyó
la caracterización del barrio en torno a las siguientes variables: historia de conformación territorial,
condiciones socio-económicas y habitacionales,
magnitud y características de población menor de
18 años que ha ingresado a una comisaría, percepción de temor y desorden social por parte de la
población adulta y descripción de la victimización
que ocurre en Héroes de la Concepción.
En cuanto a la historia de conformación territorial,
las entrevistas a fundadores del barrio dan cuenta
de que la génesis del lugar se emplaza a principios
de la década de los 70’s con las llamadas operaciones sitio10, iniciativas habitacionales llevadas a cabo
en los gobiernos de Frei Montalva y Allende. De esta
forma, el sector en aquella época era un conjunto de
chacras y potreros que fue ocupado por grupos de
familias –organizadas por coordinadoras políticas–.
En las entrevistas realizadas a la comunidad se pudo
construir un mapa que muestra los lugares en que
cada coordinadora se instaló en el lugar, tal como se
presenta en la figura Nº2.
10. Durante la segunda mitad de la década de los sesenta, se observó un incremento de la demanda de viviendas en las ciudades debido,
por una parte, al aumento del crecimiento vegetativo de la población; y, por la otra, a la llegada de un mayor número de migrantes
desde las áreas rurales. Las crecientes presiones que generaron movilizaciones sociales motivadas por el déficit habitacional. Una de las
modalidades emblemáticas de soluciones habitacionales fue la denominada Operación Sitio, originalmente concebida como alternativa
residencial para atender en forma urgente a los damnificados de los temporales ocurridos en el invierno de 1965 (Hidalgo, 2004). La
Operación Sitio se convirtió en la principal estrategia de autoconstrucción desarrollada por el Estado chileno a lo largo del siglo veinte.
En el período entre 1965 y 1970, se trataba por lo general de proyectos ubicados en lugares periféricos de la ciudad, que en el momento
de ser loteados involucraban una baja inversión relativa para el Fisco, debido a que algunos de los terrenos pertenecían al patrimonio
del Estado o eran adquiridos a bajo precio (Hidalgo, 1999 en Hidalgo, 2004).
12
PROGRAMA PAZ ACTIVA: APRENDIZAJES SOBRE UN MÉTODO DE INTERVENCIÓN EN PREVENCIÓN DEL DELITO
FIGURA Nº2
ASENTAMIENTO TERRITORIAL DEL BARRIO
Asentamiento
Coordinadora
Angela Davis
Asentamiento
Coordinadora
20 de Mayo
Asentamiento
Coordinadora
Mireya Baltra
Fuente: Diagnóstico Héroes de la Concepción, 2006.
De esta forma, el inicio del barrio se encuentra
marcado por condiciones de extrema pobreza y
aislamiento debido a que las familias no contaban
con los servicios básicos (agua, luz y gas), ni tampoco con equipamiento público (luminarias, calles
pavimentadas, servicios públicos cercanos). Las
viviendas fueron auto construidas por los propios
pobladores. No obstante, estas situaciones contribuyeron a la organización de las familias que pronto
construyeron una escuela y jardín infantil con apoyo de la iglesia católica. Para la década de los 80’s se
regulariza la tenencia legal de los sitios y mediante
programas de gobierno se apoya la pavimentación
de calles e iluminación pública, junto con aporte en
equipamiento otorgado por la entonces municipalidad de Conchalí (Munizaga, 2006).
Por su parte, la década de los 90’s se encuentra marcada por tres hechos significativos, en opinión de
los vecinos del barrio. El primero, fue el nacimiento
de la comuna de Recoleta que tiene como frontera
comunal norte al barrio Héroes de la Concepción,
lo que implicó una mayor concentración de intervenciones en el lugar. El segundo es la llegada de
traficantes de drogas que se instalan a vivir en el
barrio. Esta situación, en opinión de la comunidad,
influye en el desarrollo de carreras delictuales en
jóvenes de esa época. Un tercer hecho fue el debilitamiento de las organizaciones sociales, según los
vecinos, debido a un creciente individualismo donde cada familia se concentra en su propio desarrollo.
A partir del año 2000 y en adelante, en gran medida
gracias a los fondos concursables para organizaciones sociales, en Héroes de la Concepción resurge la
vida comunitaria centrada en la generación de proyectos destinados a prevenir el consumo de drogas e
intervenciones que generen mayor protección para
la infancia (Munizaga, 2006).
El inicio y posterior desarrollo del barrio indican
13
ANA MARÍA MUNIZAGA ACUÑA
que las condiciones de pobreza se han sostenido a
lo largo de los 35 años de vida del lugar. Actualmente, se tiene que 66,8% de los hogares viven en
condiciones de pobreza, mientras que 34,2% de
ellos se encuentran en situación de indigencia. La
mayoría de los jefes de hogar no han completado
sus estudios, lo que probablemente explica que cerca del 38% de ellos trabaje en forma independiente,
sin seguro de salud, ni previsión social. Asimismo,
los problemas de ingreso al mercado laboral se ven
refrendados en que un cuarto de la población adulta
se encuentra cesante, siendo la cesantía tres veces
mayor para el caso de las mujeres. Esto impacta
en una mayor vulneración, ya que la mitad de las
familias cuentan con jefatura de hogar femenina
(Munizaga, 2006).
A lo anterior, se suma que 25% de las viviendas
registra una mala calidad de su infraestructura, lo
que se ve afectado por la condición de hacinamiento, 3 o más personas por habitación (Munizaga,
2006). En la percepción de vecinos e instituciones,
esto incide en que niños, niñas y jóvenes pasen mayor tiempo en la calle, debido a que en el hogar
no encuentran espacio para sus actividades. Esto
implica mayor exposición a situaciones de riesgo
presentes en el barrio, tales como acceso a drogas,
alcohol y armas e involucramiento en actividades
delictuales desarrolladas por grupos de jóvenes y
adultos del sector.
En el contexto descrito, el ambiente familiar se encuentra sometido a presiones y estrés. En relación a
la percepción de la población infanto juvenil, 50%
declara que en sus hogares hay un alto nivel de conflicto, mientras que 61% indica que el monitoreo de
reglas y normas que hacen sus padres es deficiente,
en tanto 60,5% declara que en sus familias existen
problemas de comunicación (Munizaga, 2009).
Según los vecinos, las condiciones de pobreza incidirían en que una porción de la población adulta
busque alternativas de subsistencia, a través de la
comisión de delitos al interior del barrio. En este
sentido, se tiene que 47,2% de los hogares declara
que hay algún miembro de la familia con antecedentes delictivos (Munizaga, 2006). Este hecho se
ve refrendado en que la mitad de la población siente temor por considerar su barrio como un lugar
inseguro, lo que se confirma con que 63,4% de
los hogares declara haber sido víctima de algún
tipo de delito en el último año, cifra que alcanza
casi el doble en comparación con la victimización
a nivel nacional según la última encuesta nacional
urbana de seguridad ciudadana (ENUSC) que afecta a 35,3% de los hogares. En tanto 41,8% de los
14
hogares del barrio ha sido revictimizado, es decir,
ha sufrido más de un delito dentro del mismo año
(Sepúlveda, 2009). Los delitos más temidos son el
asalto y el consumo de drogas, éste último, debido
a la probabilidad de que el ilícito (como robos o
asaltos) sea más violento.
Asimismo, se tiene que 37,6% de la población menor de 18 años declara actitudes favorables a las
conductas delictuales, mientras que 32,8% declara
que sus amigos ejercen la delincuencia y 36% señala
que sus amigos consumen drogas, lo que es consonante con que más del 60% de la población infanto
juvenil percibe que en el sector es fácil acceder a
drogas y armas (Munizaga, 2006).
Este contexto explicaría la concentración de domicilios de menores de 18 años en Héroes de la
Concepción que han sido ingresados a comisarías
policiales, en su mayoría debido a delitos contra la
propiedad (Fundación Paz Ciudadana, 2007). Los
contactos que menores de edad del barrio tienen
con la policía se deben, principalmente, a la participación en robos, asaltos y/o hurtos, siendo en
su mayoría hombres con una edad promedio de
14 años.
Por otra parte, y tal como lo muestra el cuadro Nº1
los menores de edad que ingresan más de una vez a
las comisarías, lo hacen nuevamente por infracción
a la ley, siendo el porcentaje del grupo con reingresos (33%) el que explica 67% del trabajo policial,
referido a la persecución por delitos flagrantes
(Fundación Paz Ciudadana, 2007).
Los registros señalan que a mayor cantidad de
reingresos, la edad del primer contacto con Carabineros es mucho más precoz (12 o 13 años),
sustentando con ello la premisa de que la posibilidad de desarrollar una carrera delictual es mayor,
cuando el inicio es a temprana edad (Fundación
Paz Ciudadana, 2007).
Sin embargo, la mayoría de los delitos cometidos en
el sector no son denunciados. Según la encuesta de
victimización, 76% de los hogares que han sido víctimas de algún delito en el sector no lo denuncian, y
esta cifra tiende a aumentar con la revictimización,
dado que 83% de las familias que han sido víctimas
de más de tres hechos en el año, no los han denunciado (Sepúlveda, 2009). Esta situación se relaciona
con el debilitamiento de los lazos sociales al interior
del barrio (menos del 30% de la población declara
tenerlos), puesto que facilita la manifestación de situaciones que provocan mayor amenaza y sensación
de vulnerabilidad entre las personas que han sido
víctimas o testigos de algún delito.
PROGRAMA PAZ ACTIVA: APRENDIZAJES SOBRE UN MÉTODO DE INTERVENCIÓN EN PREVENCIÓN DEL DELITO
CUADRO Nº 1
PRIMER INGRESO Y REINGRESOS, SEGÚN CAUSAL
Descripción
Ingreso único
Reingresados
Personas
Ingresos
Infractores y vulnerados
208
60,8%
208
22,6%
Sólo infracción
114
33,3%
612
66,6%
Sólo vulneración
2
0,6%
4
0,4%
Alternantes
18
5,3%
95
10,3%
342
100%
919
100%
Total
Fuente: Fundación Paz Ciudadana, 2007.
Esta caracterización del barrio aunque centrada en
los aspectos negativos del territorio, no tiene por
objeto discriminar o profundizar la exclusión que
el lugar experimenta. Por el contrario, desde una
mirada territorial indaga las razones que explicarían la concentración de determinadas condiciones
que parecen facilitar el desarrollo de la delincuencia
en Héroes de la Concepción, de manera de aplicar
medidas que sean necesarias –en conjunto con la
comunidad– para mejorar la calidad de vida de
quienes viven allí.
Etapas del programa Paz Activa
Etapa I: creación de confianzas
Esta etapa buscó sumar a la comunidad como un
actor social relevante en la aplicación del programa
Paz Activa. Para ello, se realizaron tres tareas consideradas fundamentales en la instalación del modelo.
La primera fue presentar las etapas de trabajo y
metodología a los dirigentes sociales, vecinos e instituciones del sector. La segunda tarea fue recibir los
insumos y observaciones de parte de la comunidad,
los que permitieron hacer modificaciones al modelo
de prevención original. Y la tercera fue hacer adaptaciones al modelo de trabajo, en torno a la realidad
del barrio y a las necesidades de seguridad priorizadas por la gente. Para ello, se realizó un trabajo en
terreno que permitió conocer a las organizaciones
sociales e instituciones que trabajaban en el lugar,
interiorizarse de su funcionamiento, fortalezas y
debilidades. A su vez, esto facilitó la difusión del
modelo de prevención y presentación del equipo
de trabajo, con el fin de fomentar la participación
de los agentes claves e identificar a quienes se encontraban motivados con el sistema de trabajo. Aún
cuando se lograron las confianzas necesarias para
comenzar a implementar el programa, esta etapa fue
un proceso transversal a todo el tiempo de aplicación del programa Paz Activa.
Etapa II: conformación del directorio
comunitario
Con la finalidad de trabajar mancomunadamente
con toda la comunidad –en un concepto ampliado
que no sólo considera como integrantes de la comunidad a los dirigentes sociales y vecinos que viven
allí, sino también a las instituciones que trabajan
en el sector– se instauró un directorio comunitario.
Éste alude a un grupo de trabajo en torno a la prevención del delito. Esto implica ciertas condiciones
que el mismo directorio propone, en cuanto a la
membrecía de los participantes, cargos rotativos de
liderazgo, definición de responsabilidades y periodicidad de las reuniones.
En esta instancia participaron policías, fiscales, dirigentes vecinales, dirigentes deportivos, empresas
del sector, ONG’s, escuelas, jardines infantiles, entre
otros. La finalidad del directorio fue reunirse periódicamente para discutir abiertamente cada una
de las etapas desarrolladas por el modelo de prevención, por lo cual se consideró que esta instancia
tuvo un componente inclusivo (integró a todos los
actores sociales); resolutivo (tomó decisiones en
cada una de las etapas) y consultivo (fue un referente para proyectos y acciones barriales en prevención
del delito) (Munizaga, 2009).
Cabe señalar, que el directorio comunitario potenció el despliegue de iniciativas en seguridad
propias de los habitantes del barrio, por ejemplo:
turnos de mamás para cuidar a los niños que juegan en la calle (especialmente los fines de semana),
vigilancia vecinal en los pasajes para evitar venta
15
ANA MARÍA MUNIZAGA ACUÑA
de drogas, organización entre familias para el desarrollo de actividades recreativas como forma de
provocar desplazamiento de situaciones que producen temor, cuidado de espacios públicos del barrio
(plazas, parques), entre otros. En este sentido, el
directorio comunitario fue una instancia que reconoció y fortaleció los recursos sociales positivos del
barrio, los cuales permitieron reducir los factores
asociados con la delincuencia y, por tanto, mejorar
las condiciones de vida del sector. Debido a esto, el
directorio comunitario también se implementó de
manera transversal a todas las etapas del programa.
La experiencia permitió comprobar que la instauración de un directorio comunitario resulta efectiva
en materia de prevención, puesto que facilita la implementación de medidas y acciones, fortalece el
trabajo coordinado entre las instituciones, despierta
nuevos liderazgos en la comunidad –lo que a su vez
implica una renovación de las dirigencias sociales– y motiva a los vecinos a convertirse en agentes
informales de seguridad, entre otras consecuencias
asociadas (Munizaga, 2009).
Etapa III: caracterización del barrio
Una tercera etapa fue realizar una caracterización
del barrio basada en el enfoque factores de riesgo,
la que fue presentada brevemente, en páginas anteriores. Dicha caracterización fue una herramienta
de gestión, en tanto permitió instalar en el sector
una oferta de programas destinada a intervenir todos aquellos factores críticos en delincuencia con el
fin de reducir victimización de personas y lugares,
evitar que personas con mayor riesgo se vinculen a
hechos delictivos e interrumpir carreras delictuales
(Munizaga, 2009).
Un aspecto importante de esta etapa fue la participación integral de profesionales del municipio,
instituciones de la sociedad civil y de dirigentes sociales. Cada uno de ellos hizo aportes en la gestión
de información cualitativa y cuantitativa lo que, a su
vez, permitió fortalecer las confianzas con la comunidad y potenciar el directorio comunitario.
Etapa IV: instalar oferta social en el barrio
En base a la caracterización del barrio, se establece
una oferta de programas y estrategias a corto, mediano y largo plazo, dirigida a los factores de riesgo
asociados con delincuencia. De ello derivó el banco de proyectos que consideró tres fases de acción:
(1) búsqueda de la oferta programática; (2) implementación de los programas; (3) y evaluación de
resultados.
En cuanto a la oferta programática, Paz Activa se
16
inspiró en una guía de programas efectivos y probados en la reducción de factores de riesgo asociados
con delincuencia llamada Communities That Care
Prevention Strategies Guide, perteneciente al programa Communities That Care. En dicha guía participan
instituciones privadas y públicas con las que se
fijan los plazos, los responsables y los resultados
esperados para la implementación de las distintas
intervenciones. Considerando lo anterior, la fase de
búsqueda e implementación de oferta programática
para Héroes de la Concepción, implicó:
• Identificar programas y estrategias destinados a
intervenir factores de riesgo, para traerlos y aplicarlos en el barrio. Esta oferta provino tanto del
sector público, como del sector privado.
• Para el caso de factores de riesgo detectados en
el barrio, pero que no contaban con oferta, se
diseñaron e implementaron proyectos creados
por el propio modelo de prevención e inspirado
en intervenciones que fueron exitosas en otros
lugares.
• Respecto de la oferta social existente en el barrio, se trabajó en red con algunos programas del
municipio e instituciones locales, a fin de re-direccionar sus intervenciones en cuanto al perfil
de beneficiarios, sectores a focalizar, factores de
riesgo a intervenir e instrumentos de medición
de resultados.
El directorio comunitario tuvo un rol clave, pues
entre sus funciones se encontraba monitorear la implementación y resultados de los proyectos, además
de asegurar la participación integral de los agentes
locales y residentes del sector.
Respecto a la evaluación de resultados, las encuestas de victimización y factores de riesgo –antes
descritas– proporcionaron una visión general del territorio en cuanto a avances y mejorías logrados. No
obstante, fue necesario contar con una evaluación
específica de cada programa, estrategia y acción,
las que permitieron revisar los avances particulares
de cada una de las intervenciones efectuadas y, a su
vez, otorgó una mirada integral de lo logrado (Munizaga, 2009).
Paz Activa realizó una clasificación propia de la
oferta aplicada en el barrio en cuatro tipos de prevención, de acuerdo a la diversidad de factores de
riesgo y los diferentes niveles de dificultad para su
reducción que ellos presentaban:
1. Prevención universal. Conjunto de proyectos sociales y urbanos destinados a intervenir factores
de riesgo de carácter social y de baja dificultad.
PROGRAMA PAZ ACTIVA: APRENDIZAJES SOBRE UN MÉTODO DE INTERVENCIÓN EN PREVENCIÓN DEL DELITO
Refiere a todos aquellos programas o intervenciones que convocan a toda la población para
reforzar en ella los factores protectores y realizar
acciones que generen una mayor protección social y recuperación de los espacios públicos. Por
ejemplo, proyectos que fomenten liderazgos positivos, promoción del deporte o instalación de
luminarias en las calles del barrio (mayor luz por
las noches).
2. Prevención selectiva. Intervenciones sociales
específicas destinadas a la reducción de factores de riesgo de carácter social y que tienen
una dificultad media, es decir, de no haber intervención la situación del sujeto se agravará,
con mayores incidencias en la delincuencia. Se
dirige a grupos específicos, donde su misión
es reducir la expresión de dichos factores. La
experiencia indica que este tipo de prevención
requiere de programas o intervenciones instalados en el sector a mediano plazo (1 o 2 años),
con equipos profesionales especializados en
la temática a abordar y con una aproximación
integral, considerando que un mismo sujeto o
familia se ve afectado por múltiples factores de
riesgo o problemas sociales. Ejemplos de éstos
son los programas de tutorías para padres, o
bien, proyectos de tutorías para niños/as que
refuerzan en ellos y sus familias un proyecto de
estudios y proyecciones a futuro.
3. Prevención focalizada. También trabaja con grupos específicos en los que se ha identificado la
presencia de factores de riesgo de carácter social,
pero éstos tienen un grado de dificultad mayor,
ya que inciden directamente en la expresión de
conductas delictivas. Por lo tanto, la misión de
los programas es de reparación y rehabilitación,
en tanto logran que el comportamiento sea modificado. Ejemplos de éstos son los programas de
convivencia familiar en que especialistas trabajan
con las víctimas de violencia en reparación y en
rehabilitación con los familiares que ejercen dicha violencia. Este tipo de prevención requiere
de intervenciones estables y a largo plazo (más
de 2 años) y con equipos profesionales altamente
especializados.
4. Prevención estratégica. Tiene como finalidad intervenir directamente aquellos factores de riesgo
que tienen carácter delictual. Aquí se privilegia
el desarrollo de estrategias combinadas entre policías y fiscalías en conjunto con la comunidad,
debido a que tienen como misión impedir que el
delito ocurra, como una forma de reducir la victi-
mización que sucede en lugares (esquinas, calles,
negocios) y a personas (perfiles de víctimas).
De este modo, para cada tipo de prevención hubo
una oferta específica de intervenciones, atingentes
al tipo de factores de riesgo que abordaron y a los
objetivos (en seguridad) planteados.
Resultados de la experiencia
Del total de la inversión realizada, en un período
de dos años de trabajo (2006 - 2008), 39% de los
recursos fueron aportados por el Municipio, en tanto que 61% de la inversión fueron recursos traídos
hacia el barrio desde organizaciones de la sociedad
civil y del gobierno. En lo concreto, la inversión se
tradujo en los siguientes resultados para el barrio:
Prevención universal:
• Dos equipos profesionales de jardines infantiles capacitados en detección temprana de
violencia intrafamiliar.
• Implementación de una oficina de proyectos
en la escuela de enseñanza básica ubicada al
interior del barrio.
• 15 mts2 de recuperación de espacio público,
transformado en plaza para uso de los vecinos.
• 85 niños/as y jóvenes aproximadamente
participaron de actividades recreativas y de
protección.
Prevención selectiva:
• Para 200 alumnos/as aproximadamente – población estudiantil de la escuela de enseñanza
básica – se mejoró las condiciones del recreo,
esto es disminución de episodios de violencia
y de robos y asaltos.
• 70 familias del barrio aumentaron la percepción de seguridad y confianza respecto del
sector donde viven.
• 35 niños/as y jóvenes manifestaron un mayor
apego a los estudios y proyecciones de futuro.
Prevención focalizada:
• 12 niños/as de Héroes de la Concepción modificaron 25% de las conductas desadaptativas
que manifestaban.
• 35 familias del barrio mejoraron la capacidad
de monitoreo de normas, dieron mayor apoyo
en los estudios de sus hijos y aumentaron las
relaciones positivas al interior de los hogares.
Prevención estratégica:
• Asignación de un fiscal preferente a Héroes de
la Concepción para trabajar en conjunto con
Carabineros del sector en la persecución penal
de los delitos ocurridos en el barrio.
17
ANA MARÍA MUNIZAGA ACUÑA
• Presentación del fiscal a Directorio Comunitario. Exposición de métodos de trabajo de
Fiscalía Centro Norte a la comunidad y presentación de plan de trabajo con policías.
• Reunión del fiscal con dirigentes de la comunidad para obtención de información clave
sobre problemas delictuales en diferentes sectores del barrio.
• Capacitación a Carabineros en la tramitación
de casos e información contenida en partes
policiales.
• Aplicación de intervenciones policiales en
Héroes de la Concepción, realizadas por Carabineros en conjunto con el fiscal.
En cuanto a los resultados obtenidos de la comparación de ambas encuestas de victimización aplicadas
en los períodos 2007 - 2008, es posible apreciar
que las situaciones que generan mayor percepción
de temor en las personas son: “cuando vuelve al
anochecer a su casa”, “caminar solo por su barrio” y
“cuando está en el paradero de micros”. La mayoría
de estas situaciones refieren a actividades cotidianas
de las personas que viven en el sector y que por tanto, el tránsito al interior del barrio representa para
ellas un potencial riesgo de ser víctima de algún
delito. En general, hay un aumento en la percepción de temor, destacándose las variables “cuando
sale de su casa de día”, “dentro de su casa por las
noches” y “al asistir a eventos comunitarios” (Sepúlveda, 2009).
En lo que refiere a la percepción de desorden social,
en cuanto a ser testigo de situaciones que ocurren,
generalmente en los espacios públicos del barrio,
la comparación 2007-2008 no registra cambios, a
excepción de un aumento frente a la variable “escuchar o ver balaceras” y una disminución significativa
de la percepción de desorden social en las variables
“venta de alcohol a niños/as y jóvenes”, “venta de
armas” y “asesinatos”, estas últimas dos presumiblemente relacionadas entre sí (Sepúlveda, 2009).
En cuanto a la victimización, en la figura Nº3 se observa una disminución de 14 puntos porcentuales
entre un año (2007) y otro (2008). En cambio la
revictimización se mantiene estable, considerando
que la variación es de 3 puntos porcentuales (Sepúlveda, 2009).
De acuerdo a lo que presenta el cuadro Nº2, los delitos que tienen mayor frecuencia en este sector son
aquellos contra la propiedad, tales como robo desde
negocios, robo por sorpresa o lanzazo, robo desde
el patio del hogar y robo con violencia. En cuanto a
la evolución de la prevalencia según tipo de delito,
indica una disminución en ilícitos como robo desde
el patio del hogar, robo con violencia, hurto y robo
al interior de la casa (Sepúlveda, 2009).
En cuanto a la evolución de la cifra negra, es decir,
delitos reportados en la encuesta de victimización
pero no denunciados a la policía, el cuadro Nº3
muestra una disminución en delitos como amenazas, hurto y robo al interior del hogar. El aumento
FIGURA Nº 3
EVOLUCIÓN DE LA VICTIMIZACIÓN EN EL BARRIO. COMPARACIÓN 2007-2008
70
62,9
60
50
48,0
41,7
40
44,9
2007
2008
30
20
10
0
Sepúlveda, 2009.
18
Hogares
victimizados
Hogares
revictimizados
PROGRAMA PAZ ACTIVA: APRENDIZAJES SOBRE UN MÉTODO DE INTERVENCIÓN EN PREVENCIÓN DEL DELITO
de denuncias de éstos dos últimos delitos (hurto y
robo hogar) coinciden con la disminución de victimización del cuadro anterior, lo que hace inferir que
la denuncia es un mecanismo que permitiría el desarrollo de estrategias policiales efectivas al interior
del barrio. No obstante, en conjunto ambos cuadros
dan cuenta que el delito que mayor prevalencia tiene, a su vez, es el menos denunciado (robo desde
negocio) lo que implica que la autoridad desconoce
la magnitud y características del hecho, lo que dificulta el diseño de una estrategia de intervención
focalizada en este grupo específico.
Si bien estos resultados aportan una mejoría a las
condiciones de vida de las personas que viven en
Héroes de la Concepción, cabe preguntarse ¿cómo
impactan en reducción de la delincuencia? En este
sentido, se destacan elementos positivos que brindó
la experiencia de Paz Activa en Héroes de la Concepción:
1. De acuerdo a la percepción de la comunidad, la
oferta de programas y estrategias trajo al barrio
proyectos novedosos, debido a que la lógica de
trabajo y abordaje de la intervención fue dinámica e innovadora en cuanto al tipo de metodología
utilizada.
2. El programa aportó un enfoque territorial respecto de la distribución de la oferta al interior del
barrio, en razón de que los problemas delictuales
y los factores de riesgo tenían diferentes manifestaciones dependiendo de cada sector en Héroes
de la Concepción.
CUADRO Nº 2
EVOLUCIÓN PREVALENCIA, SEGÚN TIPO DE DELITO OCURRIDO EN EL BARRIO. COMPARACIÓN 2007-2008
2007
2008
Robo al interior de la casa
9,6
2,1
Agresión física (sin robo)
3,7
3.5
Hurto
16
6,2
Amenazas
9,3
8,3
Robo con violencia
18,6
10,7
Robo desde el patio del hogar
20,9
12,2
Lanzazo
21,9
18,8
Robo desde un negocio (% de los que tienen negocio)
20,9
21,4
Sepúlveda, 2009.
CUADRO Nº 3
EVOLUCIÓN CIFRA NEGRA, SEGÚN TIPO DE DELITO OCURRIDO EN EL BARRIO. COMPARACIÓN 2007-2008
2007
2008
Robo desde un negocio (% de los que tienen negocio)
66,7
83,3
Hurto
93,8
72,2
Rodo desde el patio del hogar
76,2
71,4
Lanzazo
77,3
66,7
Agresión física (sin robo)
81,8
60,0
Amenazas
75,0
54,2
Robo con violencia
62,5
48,4
Robo al interior de la casa
69,0
16,7
Sepúlveda, 2009.
19
ANA MARÍA MUNIZAGA ACUÑA
3. El aprendizaje de la experiencia reforzó la importancia de contar con diferentes niveles de
prevención (universal, selectiva, focalizada y
estratégica) permitiendo abordar los factores
sociales, urbanos y policiales que inciden en delincuencia.
4. En opinión del directorio comunitario, la oferta implementada por Paz Activa se diferencia
de la que tradicionalmente llega a Héroes de la
Concepción, porque la mayoría de los proyectos
aplicaron instrumentos de medición, con el fin
de evaluar resultados. Además, todos los proyectos se basaron en un enfoque participativo, en el
sentido de que las responsabilidades de las tareas
a desarrollar fueron compartidas entre la comunidad y los equipos profesionales, como una
forma de instalar capacidades en las personas.
Otro componente diferenciador de la oferta tradicional es que la convocatoria se hizo en forma
directa a la población objetivo, asegurando que
la oferta se dirigía a una demanda correcta, es
decir, que llegaba a quienes lo necesitaban (en la
lógica de factores de riesgo).
5. Asimismo, el trabajo en terreno permitió identificar a aquellas personas motivadas por participar
de los proyectos y que, a su vez, tenían poder
de convocatoria entre los vecinos del sector. Esto
despertó nuevos liderazgos, ya que, estas personas organizaron a sus vecinos, no sólo en la
participación de los proyectos, sino que también
en iniciativas propias destinadas a mejorar las
condiciones del sector donde viven. Esto sumado a la historia organizacional que se ha gestado
en el territorio y a líderes que en su mayoría
trabajan para que el sector mejore su calidad de
vida, permitió que proyectos como el Directorio
Comunitario continuaran funcionando (más allá
del período en que se implementó el programa).
Hoy en día el directorio se encuentra a cargo de
la propia comunidad, con apoyo de las instituciones que trabajan en el sector.
Reflexiones finales
La naturaleza multicausal del fenómeno de la delincuencia y la complejidad en su abordaje obliga a
ampliar la mirada considerando al barrio, especialmente los que acumulan desventajas sociales, como
una dimensión fundamental en prevención local del
delito. Esta mirada no busca profundizar el estigma
del pobre como delincuente, muy por el contrario,
tiene como fin focalizar acciones preventivas en sectores excluidos, porque la delincuencia en dichos
20
lugares profundiza las condiciones de desigualdad
y pobreza.
De este modo, Héroes de la Concepción muestra
cómo la acumulación de factores de riesgo se expresa, por un lado en que es uno de los sectores, al
interior de la comuna de Recoleta, que concentra una
importante cantidad de domicilios de personas menores de 18 años que han ingresado a una comisaría
de Carabineros por infracción a la ley. Por otro lado,
es un sector que tiene una realidad delictual instalada, en la percepción de sus propios residentes.
En este marco, la prevención local del delito tiene
como función la identificación y reducción de factores de riesgo, con el fin de lograr en estos lugares
entornos más seguros y amables para sus vecinos,
prevenir que personas con mayor vulnerabilidad se
vinculen con la delincuencia, rescatar a delincuentes
primerizos, interrumpir carreras delictuales (sobre
todo las que comienzan a temprana edad), reducir
las oportunidades para delinquir y disminuir la ocurrencia de hechos delictuales dentro del barrio.
En base a la experiencia desarrollada en el barrio
Héroes de la Concepción, este artículo propone algunas consideraciones relevantes que se deben tener
en cuenta para modelos de prevención del delito a
nivel local. Entre ellas:
Distinción entre factores de riesgo: oferta
especializada, diferenciada e integral
La identificación de factores de riesgo que afectan
al barrio permite dirigir intervenciones específicas
hacia ellos, como una forma efectiva de reducir la
delincuencia. Sin embargo, es necesario hacer una
distinción entre factores de riesgo en cuanto a los
niveles de dificultad de intervención y reducción
que cada uno de ellos presenta.
Esta distinción permite aplicar una oferta con diferentes niveles de especialización de programas
en relación a los grados de dificultad que pretende
abordar. Esto implica requerimientos asociados tales
como experticia de equipos profesionales, tiempos
de intervención (corto, mediano o largo plazo) y
recursos disponibles. Por lo tanto, a mayor complejidad de los factores, los costos serán más altos, ya
que, se necesita de una metodología más específica,
mayor preparación de los equipos y plazos más largos de intervención.
Por otra parte, a través de la caracterización de
Héroes de la Concepción se pudo constatar una
relación inversamente proporcional entre la complejidad de factores de riesgo y la magnitud de la
población afectada. De esta forma, problemas que
representaban una menor dificultad en su abordaje
PROGRAMA PAZ ACTIVA: APRENDIZAJES SOBRE UN MÉTODO DE INTERVENCIÓN EN PREVENCIÓN DEL DELITO
afectaban a una gran parte de la población, en tanto,
factores de riesgo de alta dificultad estaban presentes en grupos muy específicos del barrio. Esto
último otorga la ventaja de poder focalizar la oferta
especializada en la población más vulnerable.
La relevancia de distinguir los tipos de intervención
que requieren los factores de riesgo, yace en estudios longitudinales realizados en Estados Unidos y
Reino Unido (Loeber, Farrington, Hawkins y Catalano) que demuestran que los factores de riesgo de
no ser intervenidos, tienden a ser progresivamente
más graves (o complejos).
Oferta basada en evidencia: importancia de la
evaluación, resultados y transparencia
Otro aprendizaje refiere a la importancia de que la
oferta de programas sea capaz de generar evidencia,
es decir, produzca información acerca de los resultados obtenidos en cuanto a la efectividad e impacto
logrado, para identificar aquellas intervenciones que
funcionan, las que no funcionan y las que resultan
prometedoras en reducción de la delincuencia. En
la experiencia comparada la generación de evidencia se hace por medio de la aplicación de rigurosos
métodos de evaluación científica. Ello permite que
quienes hacen la política social tomen las mejores
decisiones, para identificar y elegir el enfoque que
resulte ser más óptimo en la política social, en la
gestión y en otras áreas de aplicación (Przybylski,
2008: 11).
En este sentido, la oferta nacional –en materia de
prevención del delito– no sólo debe considerar
como indicador de impacto la cobertura de un programa (número de beneficiarios), o la cantidad de
actividades que éste realiza, sino que resulta fundamental evaluar el proceso de intervención realizado
y los resultados logrados, en cuanto a la reducción
de factores de riesgo asociados con la delincuencia.
Esto permite focalizar los recursos de manera estratégica en aquellos programas que demuestren que el
costo efectuado tiene retorno en inversión social en
cuanto a: prevención del delito, reducción de factores de riesgo y barrios con menor vulnerabilidad
delictual y social.
Por otra parte, la generación de evidencia se asocia
a otros procesos claves de la oferta social en barrios
vulnerables, tales como la transparencia de la información. Esto implica:
• Entrega constante de información clara y entendible a la comunidad, respecto de los procesos y
resultados del modelo de prevención. El directorio comunitario es una instancia que facilita
esta tarea.
• Rendición de cuentas acerca de los recursos utilizados (monetarios y materiales) en cuanto a los
resultados que dicha inversión produjo en reducción efectiva de los factores de riesgo asociados
con la delincuencia. También es importante
comunicar lo que no resultó, de manera de no
repetir experiencias que no son efectivas.
• Obtención de insumos de parte de agentes locales y sociales que permiten introducir mejorías a
las acciones y proyectos en curso y en el caso de
programas exitosos, permite su replicabilidad en
otros lugares del mismo sector o en otros barrios
de la comuna.
Oferta focalizada en la demanda correcta
La complejidad del fenómeno de la delincuencia
exige a la oferta que se focalice en la demanda correcta, esto es:
• Cuando se piensa en oferta programática en prevención del delito, no sólo se consideran aquellas
intervenciones que apuntan a la disminución de
factores de riesgo de carácter social. Pues debido
a la naturaleza multicausal del fenómeno, es necesario que la oferta contenga una diversidad de
programas, acciones y estrategias que sea capaz
de abordar los factores críticos en todos los frentes, esto es víctimas, victimarios y lugares.
• Por lo tanto, una oferta integral debe considerar
distintos niveles de prevención (universal, selectiva, focalizada y estratégica) que intervengan
las condiciones sociales (evitar que personas en
riesgo se vinculen con la delincuencia), las condiciones urbanas en relación a la recuperación
de espacios públicos (reducción de la victimización a lugares) en sinergia y coordinación con
estrategias jurídico-policiales (reducción de la
victimización a personas).
• En este sentido, un buen perfil del barrio permite identificar los lugares y grupos a quienes hay
que hacer parte de una oferta de programas diferenciados. Asimismo, es importante considerar
un enfoque territorial de la oferta, puesto que
los problemas delictuales y los factores de riesgo
tienen diferentes manifestaciones al interior del
barrio.
• La experiencia indica que, en materia de prevención del delito, no se puede descansar en otras
intervenciones sociales que se realizan en el
barrio –no relacionadas a la prevención de la delincuencia–, puesto que ellas permiten mejorar
las condiciones del lugar, pero no necesariamente
apuntan a la solución directa de este problema.
21
ANA MARÍA MUNIZAGA ACUÑA
En consecuencia, focalizar la oferta en la demanda correcta permite centrarse en la reducción de
los factores que facilitan la delincuencia y en los
grupos que se encuentran en mayor riesgo, asegurando con ello mejores niveles de efectividad en los
resultados. En síntesis, la suma de los tipos de prevención aplicados en barrios debiera reducir temor,
victimización y potenciales vinculaciones con la delincuencia para las personas que exhiben un mayor
riesgo de hacerlo.
A modo de reflexión final, es pertinente plantear
que la capacidad de tener una oferta diferenciada
e integral, con los recursos necesarios que aseguren
eficiencia en los resultados, apunta a una oferta de
programas que se encuentre al nivel de expectativas que las familias de barrios vulnerables tienen en
materia de seguridad y prevención. En este sentido,
la oferta no debe llegar a los barrios como un acto
de generosidad, sino como un deber social y ciudadano que asegure calidad en sus intervenciones y
efectividad en sus resultados.
Por otra parte, todas las experiencias de prevención,
también la descrita, contemplan a la comunidad
como un actor relevante, no sólo en el aporte de
información correspondiente a la etapa diagnóstica,
sino también como parte elemental en el desarrollo
de los proyectos desde la perspectiva de responsabilidades compartidas, lo que posibilita al conjunto
de actores sociales del barrio participar en la producción conjunta de seguridad a nivel local.
En este sentido, crear confianzas e instalar un directorio comunitario, no sólo permitió encauzar la
participación de la comunidad, sino también fortaleció el capital social del barrio en cuanto a una
producción de seguridad. La experiencia de desarrollar un directorio comunitario, permitió a los
habitantes del barrio sostener una relación más
horizontal y abierta con instituciones del sector
privado, de la sociedad civil y del gobierno, considerando que hoy existe en estos sectores una
mayor conciencia acerca de los derechos y deberes
ciudadanos. De esta forma, el directorio comunitario fue un espacio que capitalizó las oportunidades
del entorno (factores protectores del barrio) y pudo
atraer programas al nivel local. Todo lo anterior,
redundó en capacidades que quedaron instaladas
en el barrio, logrando la continuidad del directorio
en forma autónoma, más allá del período en que se
aplicó el modelo de prevención descrito.
La experiencia desarrollada en Héroes de la Concepción permitió obtener un cúmulo de aprendizajes,
entre ellos, comprobar lo que las experiencias nacionales e internacionales indican, en términos
22
de que los mejores resultados en prevención se
obtienen de trabajos mancomunados entre equipos profesionales provenientes de instituciones de
gobierno, sociedad civil y gobiernos locales, en
conjunto con dirigentes sociales y organizaciones
barriales. No obstante, surgen algunas preguntas
en el escenario nacional ¿Existe una oferta especializada para aquellos factores de riesgo de mayor
complejidad?, ¿Hay financiamiento disponible
para la aplicación de programas de largo plazo y de
alta especificidad?, ¿Existen incentivos para atraer
oferta especializada hacia barrios vulnerables?,
¿Existe conocimiento acerca de los programas (en
prevención del delito) que funcionan y los que no?
Estas interrogantes invitan a explorar la prevención
del delito a nivel local, no sólo como una dimensión esencial en la reducción de la delincuencia,
sino también como una responsabilidad social que
implica trabajar en zonas de la ciudad que tienen
mayor desigualdad.
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Análisis del programa Chile Crece Contigo
desde los ideales normativos y la noción
de prueba
Chile Crece Contigo program analysis, from the normative
ideals and the proof notion
PAMELA CARO
Trabajadora Social, Doctoranda en Estudios Americanos. Actualmente es docente de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad
Santo Tomás. Su dirección postal es Purísima 305, Santiago, Chile. E-mail: [email protected]
Resumen
El trabajo analiza el programa público “Chile Crece Contigo” desde la perspectiva de género y el
derecho al cuidado. Metodológicamente indaga en torno a los ideales normativos transmitidos
por la institucionalidad a través de los discursos oficiales, utilizando la categoría de pruebas societales. El trabajo se divide en tres partes. La primera identifica cómo operan los ideales normativos
del programa en los sujetos. En la segunda, se reconstruyen inductivamente los desafíos societales que este programa supone para los individuos, y cómo se declina a través de las pruebas de la
familia, el trabajo y la educación. En la tercera, se concluye en torno a la orientación familiarista
de la política, la falta de cuestionamiento de la repartición del cuidado en el campo privado, y al
desafío de implementar políticas de inserción y protección laboral para las mujeres, en la perspectiva de la superación de las brechas sociales y de género.
Palabras claves. Política pública – ideal normativo – prueba societal – género.
Abstracts
The paper analyzes the public program “Chile Crece Contigo” from the gender perspective and
the right to care. Methodologically inquires about the normative ideals transmitted by the institutions through official speeches, using the category of societales proofs. The paper is divided in
three parts. The first one identifies how the normative ideals operate the program in the subjects.
Second part, inductively reconstructs the societales proofs t this program supposes for the individuals, and how it is declined through family, work and education proofs. Third part concludes
about the familiarist orientation of the public policy, the lack of critical perspective regarding
division of care in private life, and regarding the challenge of implementing inclusive policies and
labor protection for women, with a view that overcome social and gender gaps.
Key words. Public policy - normative ideal - societal proofs - gender.
Introducción
La sociedad chilena enfrenta en la actualidad un
“nudo” analítico y práctico frente a la problemática
del cuidado y la crianza de niños y niñas, especialmente los lactantes y pre-escolares hasta los 4 años
de edad. A pesar de que recientemente se aprobó el
proyecto de ley que crea un sistema intersectorial de
protección social, que contempla como subsistema
la institucionalización del programa “Chile Crece
Contigo”, lo anterior no significa que la ciudadanía
y en particular las familias, padres y madres, compartamos un debate o hayamos generado un proceso
de conversación social y político acerca de las responsabilidades en la crianza, el reparto equitativo
en las tareas que ello implica y el rol que le compete
a las familias, al Estado y al sector privado.
Desde los estudios de género, se ha instalado en los
últimos años el concepto “economía del cuidado”,
para explicar que el cuidado es fundamental para el
bienestar humano, el desarrollo económico y social,
y es un componente central en el mantenimiento
del tejido social (Razavi, 2007, citado por Salvador, 2007, p.4). El concepto economía del cuidado
se refiere al espacio donde la fuerza de trabajo es
25
PAMELA CARO
reproducida y mantenida y agrupa al conjunto de
actividades socialmente útiles que no son monetariamente remuneradas, pero que crean bienes y
servicios para el consumo directo de los miembros
del hogar, incluyendo todas aquellas actividades de
cuidado de niños/as, enfermos/as y personas con
discapacidad (Salvador, 2007, p.6; Pautassi, 2007).
El orden de género tradicional asignó a las mujeres
la realización de las tareas de cuidado. Sin embargo,
en la medida que las mujeres han ido ingresando
al mercado de trabajo, la sociedad deviene más
compleja, y las tareas de cuidado se convierten en
fuentes de tensión y desgaste, toda vez que en la
gran mayoría de las familias, sigue siendo una responsabilidad socialmente asignada a las mujeres.
El presente trabajo responde al interés por conocer
y analizar el programa público “Chile Crece Contigo” que, en sus componentes programáticos, tendría
medidas tendientes a proveer soluciones institucionales para el cuidado infantil de niños/as menores
de cuatro años, y que podría ser un aporte en materia de equidad de género, reparto más igualitario de
las responsabilidades parentales de cuidado, avance
en la “posición” de las mujeres en la sociedad y en el
ejercicio de derechos vinculados al acceso al trabajo
remunerado y la autonomía económica.
El objetivo de este trabajo académico es indagar en
los ideales normativos que están en el diseño y discurso institucional del sistema de protección social,
en su línea programática “Chile Crece Contigo”, instalado por el actual gobierno, a partir del año 2007.
A través del análisis de prensa y de discursos públicos, incluyendo el discurso presidencial del 21
de mayo del 2009, se ha definido la protección social como el sello del actual gobierno, señalándolo
como uno de los programas “estrella” de la presente
administración. Sin embargo, en este trabajo me interesa ahondar en ¿qué se entiende por protección
social?, ¿quiénes son los responsables de la protección?, ¿qué hay detrás de dicha noción que estuvo
destinada a describir modos familiares, especialmente en la relación de los/as padres/madres hacia
sus hijos/as y que hoy está en el centro discursivo
de la política social?.
El marco institucional del programa que pretendo
analizar es el Sistema Gubernamental de Protección
Social, llamado Red Protege, que aborda el ciclo
completo de vida de las personas, con características de integralidad e intersectorialidad1, en el que
se inscriben una serie de políticas, programas y medidas.
Las preguntas de investigación que dan origen a
este trabajo rondan en torno a cuáles son los ideales normativos transmitidos por la institucionalidad
gubernamental a través de los discursos oficiales de
la política pública del Sistema de Protección Integral a la Primera Infancia “Chile Crece Contigo”; y
cuál es el tipo de desafíos, en el sentido de pruebas
societales, que suponen para los individuos que son
apelados en este programa2. En términos analíticos el trabajo se divide en dos partes. La primera
identifica los principales ideales normativos en la
formulación del programa público, y cómo operan
y/o se encarnan en él. La segunda parte, es un trabajo inductivo, consistente en reconstruir cuáles serían
los desafíos societales que este programa público
supone para los individuos. Se intenta sugerir qué
es lo que aparece dibujado como exigencias para los
sujetos desde el discurso institucional/estatal.
¿Qué significa analizar una política
pública desde la perspectiva de los
ideales normativos que contiene?
Para responder a esta interrogante, retomo la posición teórico analítica de Araujo quien afirma que la
noción de ideal no ha perdido vigencia como instrumento analítico de la relación sujeto y sociedad,
con la salvedad de abandonar una comprensión
que lo reduzca a ser instrumento de dominación
o sujeción, pues se puede revelar potencialmente
al mismo tiempo como instrumento de cohesión,
malestar, integración y anomia. En segundo lugar,
recojo el planteamiento de que los ideales normativos son elementos fragmentarios, múltiples y con
frecuencia contradictorios entre sí, que aparecen
ofertados a la identificación para los sujetos en
los discursos y representaciones sociales (Araujo,
2009, p. 25).
A partir de la lectura de documentos oficiales que
fundamentan y explican el programa Chile Crece
Contigo, como la “Política Nacional a favor de la
infancia y adolescencia 2001-2010” (diciembre,
2000); las “Propuestas del Consejo Asesor Presidencial para la Reforma de las Políticas de Infancia”
1. Coordinado por la Secretaría Ejecutiva de Protección Social, del Ministerio de Planificación, en el que participan el Ministerio de Salud,
Ministerio de Educación, Junta Nacional de Jardines Infantiles –Junji–, Fundación Nacional para el Desarrollo Integral del Menor
–Integra– y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
2. Categorías conceptuales y analíticas desarrolladas por Danilo Martuccelli, en “Cambio de rumbo. La sociedad a escala del individuo”.
2007.
26
ANÁLISIS DEL PROGRAMA CHILE CRECE CONTIGO DESDE LOS IDEALES NORMATIVOS Y LA NOCIÓN DE PRUEBA
(junio, 2006); y el documento “Sistema de protección integral a la primera infancia” (2006), realizaré
el trabajo de extraer y analizar los ideales normativos presentes.
El programa Chile Crece Contigo tiene su origen en
las medidas propuestas por el Consejo Asesor para
la Reforma de las Políticas de Infancia que operó
durante el año 2006, compuesto por representantes
de la Iglesia Católica, del Ministerio de Educación
y del mundo médico. El informe final del Consejo propuso generar un sistema que contribuya a
asegurar a todas las niñas y niños un proceso de
desarrollo pleno y equilibrado durante sus primeros
años de vida (Moreno, 2006). Se realizó un proceso
de consulta en el que participaron representantes de
más de veinte instituciones públicas, de la sociedad
civil, y niños, niñas y adolescentes (Informe final
Consejo, 2006). No se requirió ni se informa de la
participación de organizaciones de mujeres en el
proceso de consulta3, lo que evidencia una primera
escisión en el tratamiento de las políticas dirigidas a
la infancia y las políticas de género y familia. Se configura entonces, que la atención a necesidades de
los niños/as está disociada de las problemáticas que
enfrentan quienes están a su cuidado: las madres y
en menor medida los padres.
El marco internacional que condujo a la creación de
este Sistema es la ratificación en 1990 de la Convención sobre los Derechos del Niño, que en su carácter
vinculante, ha sido incorporada como Ley de la República. Sin embargo, durante 16 años el país contó
sólo con acciones aisladas, no poco numerosas, pero
altamente desarticuladas entre sí, bajo una perspectiva eminentemente asistencialista. Recién en el año
2006, con el gobierno de la primera mujer presidenta, el país asume el mandato de los noventa y diseña
una Política Nacional a favor de la infancia y adolescencia. Podría pensarse que la presencia de una
mujer a la cabeza de la nación, actuaría como impulso, desde la figura de la “gran madre” que interviene
en la protección de los niños y niñas del país, como
se visualiza en la siguiente cita. “El Estado que protege
se manifiesta también en lo que hemos hecho en salas
cuna, jardines infantiles y políticas de infancia. ¡Cien veces lo he dicho y cien veces más lo diré: la batalla más
importante contra la desigualdad se libra en la primera
infancia!” (Discurso 21 de mayo 2009).
Las orientaciones éticas, valóricas y operativas del
programa Chile Crece Contigo están en la Política
Nacional 2001-2010, la que prioriza la planificación intersectorial e instala en la gestión pública
chilena una nueva forma de hacer política pública,
“en la perspectiva de garantizar el pleno ejercicio de
los derechos fundamentales del 33.6% de la población
de nuestro país - 5.110.903– de niños, niñas y adolescentes”.
El programa Chile Crece Contigo, ha sido llamado por cercanos al gobierno como la “generación
Bachelet”. Está centrada en los niños/as, e implica
ponerse de acuerdo en cuál será la responsabilidad
de cada uno de los actores públicos involucrados,
y concordar las orientaciones valóricas. “Nuestros
niños, niñas y adolescentes constituyen la base fundamental del capital humano de nuestro país, y son la
primera generación que vivirá en un mundo globalizado, en el que el conocimiento y aprendizaje durante toda
la vida han pasado a primer plano como condición de
competitividad”4.
El fundamento del Chile Crece Contigo es romper el
círculo de la pobreza y la desigualdad desde la cuna.
El nombre “generación Bachelet” se debe a que los y
las niñas nacidas después del 1 de enero del 2007,
recibirán nuevas y más prestaciones y servicios, que
los dejarán en mejores condiciones para un mayor
desarrollo social. Sus impactos se medirán en un par
de décadas más, cuando los niños y niñas nacidos
en este gobierno salgan del sistema educacional y
se incorporen activamente a la sociedad y al mundo
del trabajo (Hardy, 2009).
El nombre “generación Bachelet” vuelve a remitirnos a la idea de la “gran madre”, “la madre de
los chilenos/as”, o mejor dicho la “madre de los
niños/as chilenos/as”. Araujo, en un artículo sobre las representaciones de la figura de Bachelet
en los medios, argumenta sobre la permanencia de
la dimensión maternal, la que estaría asociada a
la importancia de la institución familiar como elemento central de apoyo social de los sujetos, como
elemento modélico en las relaciones sociales, y
como estructura básica de configuración y legitimación de relaciones de poder (Araujo, 2007, p.
9). Análisis que comparto a la luz de la lectura de
la declaración antes citada.
3. Salvo una representante de “Comunidad Mujer”, instancia que agrupa a líderes mujeres, cuyo foco de trabajo se orienta a empresas
formales. Llama la atención la no participación de ONGs (organizaciones no gubernamentales) y centros de estudios con una larga
trayectoria en investigación, difusión y capacitación en temas de Trabajo, Familia, Ciudadanía y Políticas Públicas, como el Centro de
Estudios de la Mujer –CEM–, la corporación Humanas, FLACSO y el Centro de Estudios para el Desarrollo de la Mujer –CEDEM–.
4. Documento Política Nacional de la Infancia y Adolescencia 2001-2010. Gobierno de Chile 2001-2010.
27
PAMELA CARO
El derecho como ideal normativo social y la
oferta de protección: en la arena movediza
entre ser sujeto de derecho y objeto de
protección
El derecho como ideal normativo social será una
primera clave de lectura del discurso de este programa público, el que dialogará con el ideal normativo
de protección.
Para Araujo, la actuación de la noción de derecho
tiene trayectorias diversas participando en el establecimiento de los principios regulatorios de las
relaciones al interior de la sociedad (Araujo, 2009,
p. 32). En este trabajo se utilizará desde la perspectiva de cómo la noción de derecho es vehiculizada
institucionalmente.
En nuestra sociedad los conceptos de protección
y control son dos elementos que de forma paradójica van unidos en el ámbito de la intervención
social. La protección implica, en la mayoría de los
casos, un control ya sea de la persona intervenida,
o de su entorno. Aparecer calificado como sujeto “a
proteger” sitúa en una posición de debilidad frente a otros ya que se le incorpora la no tenencia de
aquellos estándares, considerados normales a nivel
individual o social, para el desarrollo “normalizado”
de esa persona. Se le supone ser un “aún no”.
En el discurso institucional del programa analizado dicha noción se utiliza en el sentido de “oferta
de protección” (Honneth, 1997, citado en Araujo,
2009).
La incorporación del derecho como ideal regulatorio
encarnado a nivel discursivo y procedimental en el
Estado, se refleja en los textos del sistema de protección social en general, y del programa Chile Crece
Contigo en particular. El Estado chileno ha asumido
la institucionalización de derechos particulares en
el marco de la modernización. Es decir, un Estado
moderno, es un Estado que garantiza, en el discurso, el ejercicio de derechos de las personas.
Retóricamente la política se justifica como un imperativo ético vinculado a los derechos básicos de
la infancia y la adolescencia, y como una condición
sine qua non para el crecimiento y desarrollo social
del país, tal como se aprecia en la cita que se enuncia a continuación. Nuevamente aparece la alusión
a “nuestros hijos/as”, cobrando significado la metáfora de que los niños/as del programa Chile Crece
Contigo son los “hijos/as del Estado”.
“Estamos convencidos que todos los esfuerzos que se
dediquen a generar y asegurar las mejores condiciones
5. Ibid.
28
posibles y las mayores oportunidades a nuestros hijos
e hijas para desarrollarse plenamente e integrarse de
manera activa y participativa a la sociedad, será la más
rentable inversión en la construcción de ciudadanía y
en el fortalecimiento de la democracia en las relaciones
sociales”5.
La instalación de este programa gubernamental, ha
significado un cambio desde una visión preferentemente asistencial a una más promocional, que
considera el desarrollo infantil como un componente fundamental y directamente asociado al desarrollo
humano integral; y que concibe la garantía de derechos desde una lógica economicista, de rentabilidad
social, pues el acceso a educación pre-escolar, sería
una inversión que auguraría mayor crecimiento a
futuro para el país en su conjunto.
En el pasado, los programas, servicios y beneficios
dirigidos a la infancia, implementados por los anteriores gobiernos respondieron en general, a atender
los “problemas de la infancia” o a “niños/as en riesgo social”, lo que determinó que las instituciones
y programas creados para implementar acciones a
favor de niños/as y adolescentes respondieran a la
lógica de ver al niño/a desde sus carencias, como
“objeto de atención”, todavía lejos de concebirlos
como “sujetos de derechos”.
En la actualidad el programa Chile Crece Contigo
opera a través de prestaciones universales y diferenciadas para niños y niñas atendidos en el sistema
público de salud. Dentro de las prestaciones universales se contempla la entrega de material escrito,
como guías informativas sobre la gestación, nacimiento, etapas de desarrollo, con pruebas mínimas
a cumplir en cada una de ellas, para evitar posibles
rezagos. Siguiendo la línea de análisis, detrás de la
fundamentación de estas prestaciones se reconoce a
un otro/a necesitado, que no sabe, por lo tanto que
hay que “educar”, “informar” y “disciplinar”. ¿Cómo
se articula este “conocimiento experto” con el saber que poseen las familias y en especial las mujeres
sobre temas de crianza que se han transmitidos intergeneracionalmente?. Se quiere modelar frente a
un ámbito en que existe un conocimiento popular,
cercano o lejano al “conocimiento científico”, pero
que es necesario reconocer, contrastar y hacer dialogar con el saber experto.
Un tercer elemento que llama la atención es la referencia a “evitar rezagos” en el desarrollo de los
niños/as. Lo que podría estar asociado a la imperiosa
necesidad del Estado de avanzar en indicadores de
ANÁLISIS DEL PROGRAMA CHILE CRECE CONTIGO DESDE LOS IDEALES NORMATIVOS Y LA NOCIÓN DE PRUEBA
desarrollo humano comparados, que nos posicione
cada vez más a la delantera en los índices de medida
internacionales. Lógica que alude más bien a un racionalismo económico, de corte instrumental, que a
una mirada diferenciada y a escala humana de cada
niño o niña chilena.
En el plano educativo, el programa contempla
talleres de preparación al parto y la crianza en consultorios de atención primaria y en maternidades.
No se explicita en el diseño programático que se
realizarán esfuerzos dirigidos a incorporar a los padres, por lo que se podría esperar, como ha sido
demostrado ocurre en la gran mayoría de las políticas sociales, que se trate de talleres con presencia
exclusiva de mujeres (Serrano, 2005). Por lo que se
cumpliría a medias el derecho del niño/a que está
por nacer de tener una madre y “un padre” igualmente preparado y con conocimientos similares
para encarar un cuidado de calidad.
La única prestación o medida universal que desde
mi punto de vista podría contribuir a equiparar responsabilidades femeninas y masculinas en el ámbito
de la crianza, pues involucra a los hombres en un
espacio y lugar en el que ha estado históricamente
ausente, es el acondicionamiento para la presencia
del padre u otro acompañante significativo, durante
el pre parto y nacimiento en los hospitales del sistema público. Según estadísticas oficiales, durante
el 2006 el 56% de los partos en el sistema público
fueron en presencia del padre o familiar cercano.
En el 2008 aumentó al 71%6 . Sin embargo existe
una salvedad a considerar. No se cuenta con información que permita despejar si ese acompañante
significativo es el padre del/a gestante o un/a familiar de quien alumbra (en general la madre de la
parturienta), cuestión que marcaría significativamente la diferencia a la hora de considerar esta alza
como un avance en materia de equidad de género y
paternidad responsable.
El programa contempla iniciativas legislativas que
serán presentadas al Parlamento. Entre ellas el traspasar los días no utilizados del prenatal al postnatal,
con expresa voluntad de la madre y autorización
médica; y el perfeccionamiento de la legislación sobre hijos adoptivos, fijando un plazo no mayor a
dos meses para que un niño o niña pueda ser declarado susceptible de adopción, asegurando derecho
a licencia y subsidio post natal para padres y madres
adoptivos desde el momento en que se hacen cargo
del cuidado del niño/a.
Dispone de ayudas técnicas para niños/as con discapacidad (sillas de ruedas, prótesis, lentes, audífonos,
entre otros) y de centros de atención infantil, a
través de FONADIS –Fondo Nacional de Discapacidad–. Se contempla prestaciones monetarias como
la garantía de obtención del Subsidio Unico Familiar hasta los 18 años.
Para implementar este Sistema desde las comunas,
el Gobierno transfiere recursos a los municipios,
quien es el responsable de destinar estos recursos
a la población.
Las prestaciones diferenciadas que contempla el
programa Chile Crece Contigo consiste en visitas
domiciliarias a embarazadas en riesgo biosicosocial
y para niños/as con rezago de desarrollo. Acción que
no se diferencia mucho de las medidas higienistas
de la intervención social con familias de principios
del siglo XX, que se caracterizaban por educar a las
madres para el buen desempeño de la maternidad,
con cursos de puericultura, higiene y dietética (Valdés, 2007).
Finalmente, la medida diferenciada que me interesa
analizar preferentemente es la institucionalización
del cuidado infantil para menores de cuatro años. La
oferta discursiva es que antes del 2010 se asegure la
disponibilidad de sala cuna y jardín infantil gratuito
para todos los niño/as con adultos responsables que
trabajan, estudian o buscan trabajo (primero los
pertenecientes al 40% de los hogares de menores
recursos, para luego extenderlo al 60% de los hogares más pobres).
Cabe destacar que entre los discursos oficiales existe
la siguiente contradicción. En la presentación del
Sistema de Protección Integral a la Primera Infancia
(www.mideplan.cl), se señala que quienes podrán
hacer uso de las instituciones públicas de cuidado infantil –salas cunas y jardines infantiles– son
los hijos/as de adultos responsables que trabajen o
busquen trabajo, no se señala que serán las “madres responsables”, lo que podría ser leído como un
mensaje implícito de apertura a los padres responsables del cuidado de los niños/as como sujetos de
dicho beneficio. Sin embargo, en la presentación del
programa a la ciudadanía, a través de noticias y cápsulas de la página web, a quien se dirige el discurso
que se enuncia, es a las madres. A continuación un
ejemplo, “Chile Crece Contigo garantizará acceso gratuito, con cargo fiscal, a salas cuna y jardines infantiles
a todos los hijos de madres que trabajan, estudian o
buscan trabajo, pertenecientes al 40% de los hogares de
6. Observatorio de Equidad de Género en Salud. Informe 2007-2008.
29
PAMELA CARO
menores ingresos del país. De esta forma, el sistema cubrirá a casi el 60% de los niños del país”7.
La promesa cuantitativa de este programa público,
es que todos los niños/as que requieran el servicio
de sala cuna o jardín infantil tendrán garantizado
su acceso. Sin embargo, la institucionalización del
cuidado infantil para preescolares no va a ocurrir de
manera mecánica y automática, aun cuando exista
oferta. El ejercicio de este “derecho”, se enfrenta con
una barrera poco estudiada, de carácter cultural, que
está en las propias familias y sujetos, y que no está
siendo observado por la política pública. De acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Calidad de Vida y
Salud 2006 (INE-MINSAL), el 43% de las familias
urbanas no está dispuesta a enviar a sus hijos/as menores de cuatro años a jardín infantil o sala cuna,
cifra que sube al 60,1% en el caso de las familias de
las zonas rurales. ¿Por qué ocurre esto?, ¿existe desconfianza en el sistema público de cuidado infantil
preescolar?, en una sociedad acostumbrada a la ausencia del Estado Bienestar ¿se configuró “arreglos
domésticos” en materia de cuidado infantil, basados en lo que Sousa Santos (1998) llama la “familia
de bienestar”?, ¿en qué medida las exigencias que
imponen las actuales modalidades de trabajo dificultan el uso de sistemas institucionales formales y
con horario “típico”?
Otro dato diagnóstico que entrega la fuente estadística citada, es que frente a la pregunta de quién se
hace cargo del cuidado de los niños/as, el 65% de
los niños/as urbanos menores de cuatro años son
cuidados por su madre en la casa, cifra que se eleva
al 84% en el caso de los niños rurales. De acuerdo a
datos de la encuesta CASEN 2006, en Chile hay más
de dos millones de mujeres en hogares con niños/as
de entre 0 y 6 años. Un 66% de estas madres no trabaja. Sin embargo, sólo un 12% de ellas no lo hace
porque no tiene con quien dejar a sus hijos/as. Lo
que refuerza la hipótesis planteada que indica que
hay otras razones, de tipo cultural que actúan como
barrera para la inserción laboral.
Por lo tanto, como se ha argumentado el problema es más complejo que garantizar cobertura. Algo
ocurre con las características cualitativas de la oferta institucional pública de cuidado infantil y con la
desinformación respecto del impacto que tiene la
educación preescolar en el desarrollo posterior de
las personas, que hace que un buen porcentaje de
familias no estén dispuestas a usar el sistema. Si
el fundamento de la equidad desde la cuna, pasa
porque todos los niños/as accedan a educación
pre-escolar, las familias deben ser sensibilizadas
respecto de que la oferta institucional es mucho
más que “cuidado” durante el tiempo en que los/as
adultos trabajan o estudian, sino que es una oferta
educativa. Se debe informar sobre la evidencia existente, respecto de que las/os niñas/os que reciben
educación pre-escolar enfrentan de mejor manera la
educación escolar y superior.
Por otro lado, es imperativo revisar las características de la oferta, en términos de horarios, lugares,
distancias, lo que implicaría un estudio riguroso
de las características de la demanda, que permita
identificar el tipo de solución que responda a las
necesidades de las personas que están a cargo del
cuidado doméstico de los niños/as, por lo general,
las madres. Es decir, implicaría una consulta cualitativa a las madres, cuestión que curiosamente
no fue hecha en el diseño del Programa, que permita conocer la intención de usar cuidado infantil
institucional, con qué tipo de características y las
razones por las que no estarían dispuestas a usarlo.
¿Cómo se conjuga en esta política el ser
objeto de protección y sujeto de derecho?
La noción de derechos en la política Chile Crece
Contigo podría ser analizada en contradicción con
el ideal normativo de protección, si es que se asume que quien ejerce derechos es quien se ubica en
una posición que le permite ostentar o demostrar
sus facultades y capacidades; y quien es objeto de
protección, es quien se ubica en el lugar de las carencias, debilidades y vulnerabilidad, desde un
“aún no” ejercicio de derechos. Sin embargo, dicha
contradicción se matiza en el discurso del programa
Chile Crece Contigo, pues ambos ideales normativos se ofertan como uno sólo, como se observa en la
siguiente cita. “El concepto de protección social que se
enuncia apela a “superar la pobreza”, pero se señala al
mismo tiempo que no se reduce sólo a ello. La protección
social está asociada a derechos sociales que permitan
reducir”. El pilar normativo del sistema de protección social está fundado en garantizar derechos,
apoyando a sectores vulnerables antes situaciones
de riesgo (Hardy, 2009). En el discurso aparecen las
nociones de derecho y protección extremadamente
de la mano, prácticamente fundidas.
Ahora bien, más allá del discurso retórico, en la
práctica la noción de derecho estaría asociada a
los conceptos de “beneficio” o “prestación”, lo que
7. Nota de prensa donde expone Clarisa Hardy, Ministra de Mideplan, diciembre 2006.
30
ANÁLISIS DEL PROGRAMA CHILE CRECE CONTIGO DESDE LOS IDEALES NORMATIVOS Y LA NOCIÓN DE PRUEBA
lleva a plantear que las personas receptoras de las
medidas que implica el programa público, en la
lógica de la protección, son más bien “objeto de derechos/prestación” más que “sujetos de derechos”.
No existe ninguna referencia en los discursos oficiales a ideas que vinculen derechos con autonomía,
libertad, deliberación, capacidad de elección y/o
empoderamiento.
Otra arista del análisis, es que cuando se habla de
derechos en el programa que se analiza, se focaliza
en los derechos de los niños y niñas, estableciendo
una omisión de los derechos de las madres y/o padres de que sus hijos/as cuenten con prestaciones,
como el acceso a educación y cuidado en la etapa pre-escolar, para que ellos/as, en especial ellas,
puedan contar con condiciones propicias para incorporarse al mercado de trabajo con tranquilidad
y sin tensión. En el ideal normativo discursivo del
“derecho” aparece el niño/a disociado de quien(es)
es (son) sus cuidadores permanentes. Es decir, el
programa apunta a los derechos del niño/a, pero
como si este niño/a fuera un niño/a del Estado.
Ocupando los conceptos de Araujo, pareciera ser
que a través del discurso público es posible ver que
el Estado vehiculiza la noción de derecho como una
propuesta más bien de regulación (Araujo, 2009:
33). De ordenar a los “niños/as de la nación”, a través de la institucionalización pública en la etapa
preescolar, en la lógica de que dicha inversión augurará crecimiento y progreso.
Chile Crece Contigo y su distancia con
ideales normativos como la autonomía y
emancipación de las mujeres
En los documentos revisados existe una omisión de
la asociación que podría tener el acceso de niños/as
a salas cunas y jardines infantiles, con brindar un
contexto para la inclusión de las mujeres (y eventualmente hombres), que hasta ese momento se
dedicaban a su cuidado, a trabajos remunerados,
que conduzcan a avanzar en autonomía económica
y personal.
Paradojalmente el Programa Chile Crece Contigo,
desde la dimensión del cuidado infantil de menores
de cuatro años, se aborda sólo desde la perspectiva de la cobertura de la solución institucional, pero
excluye toda alusión o cuestionamiento a los contratos de género implícitos en las repartición de las
responsabilidades de cuidado, cuestión que podría
constituir un riesgo considerando la alta prevalencia
de familias que no están dispuestas primero a externalizar de la familia (nuclear o extensa) el cuidado,
aunque sea gratuito, y segundo a modificar pautas
culturales asentadas en la primacía materna absoluta en materia de responsabilidad paterna.
Claramente es un campo no abordado en el debate valórico, y que no se observa en el plano de los
ideales normativos que podría contener el Programa. Más bien, llama la atención por su ausencia, a
pesar de que hay estudios (Aguirre, 2005; Brunner,
2005; Salvador, 2007; y Pautassi, 2007), evidencia
internacional, así como un debate feminista que ha
puesto el acento en el impacto de abordar la institucionalización del cuidado desde la perspectiva
del aporte que podría generar en el desarrollo de las
mujeres y la equidad de género.
La fractura anterior se lleva al extremo al analizar el
discurso de una autoridad regional de SERNAM que
sitúa en polos opuestos y contradictorios, a los ideales normativos de la anticoncepción de emergencia
con los del Programa Chile Crece Contigo. “El Gobierno de la Presidenta Bachelet defiende la maternidad
con la creación del programa Chile Crece Contigo, pero
también a las mujeres que no quieren postergar el derecho a desarrollarse como personas (aludiendo a quienes
quieren hacer uso de la PAE), y Sernam aboga porque
esta legítima aspiración se cumpla”. Esta polarización
enfrentaría la opción de la maternidad con el “desarrollo como persona”, es decir, quienes quieren ser
madres no tendrían condiciones para desarrollarse
como personas.
Discursos desde fuera del gobierno, sin embargo en
parte cercanos (pues corresponden a ex personeros
de los gobiernos de la concertación), relevan los
beneficios que la Educación Parvularia traería a las
madres en tanto mujeres (más allá de la identidad
materna), en cuanto facilitan su inserción al mercado laboral8.
La experiencia nacional e internacional demuestra
que las políticas de aumento de cobertura de educación preescolar favorecerían la inserción de las
madres al mercado laboral. Por de pronto el 12%
de madres que no trabajan (de acuerdo a cifras de
la Casen 2006), porque no tienen con quien dejar a
sus hijos/as, podrían comenzar a hacerlo. Todo ello,
bajo el supuesto de que los establecimientos sean
8. Informe “Educación Preescolar. Estrategia Bicentenario”, 2005. Elaborado por la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez,
coordinada por Joaquín Brunner, con la participación de personeros de Ministerio de Educación, Fundación Integra y la Junta Nacional
de Jardines Infantiles –JUNJI–.
31
PAMELA CARO
lugares seguros, confiables y entreguen una atención de calidad.
Según el informe de Brunner, se debe ampliar el
debate público y hacer ver a la población la importancia de la educación preescolar en la disminución
de la brecha entre ricos y pobres, o como herramienta para compensar desigualdades (2005). Es
necesario sensibilizar a las familias para que matriculen a sus hijos/as en el sistema preescolar, al
mismo tiempo que a la ciudadanía, y en especial a
los contribuyentes, respecto de la importancia de la
Educación Parvularia. Destacar los beneficios que
este tipo de políticas tiene en cuanto libera a las madres para que puedan ingresar al mercado laboral,
así como también los beneficios costo-efectivos, en
tanto favorecen los rendimientos educacionales y
disminuyen las conductas sociales de riesgo en la
vida adulta (Brunner, 2005).
Desde mi punto de vista, se requiere también posicionar la reflexión feminista sobre la politización de
la economía del cuidado como tema de la agenda
pública y cultural, como se hizo en el pasado con
temas como la violencia intrafamiliar, tanto en lo
referente al reparto del trabajo entre los integrantes
de las familias –hombres y mujeres–, como en lo
referente a la implicación institucional directa en el
cuidado, estatal como privada.
El valor normativo de la noción de igualdad:
“desde la cuna”
Al realizar una lectura del discurso institucional del
Programa Chile Crece Contigo desde la noción de
la igualdad, veo que ésta aparece como un “deber
ser” o “un objetivo a lograr”, como un imperativo
en oposición al lapidario diagnóstico de la tremenda
desigualdad social existente. “Apoyar a la población
desde el inicio de sus vidas es una tarea prioritaria para
la disminución de las brechas de desigualdad que persisten en el país”9.
Aparece entonces, la noción de igualdad vinculada más a la clase, que a otras diferencias pues se
plantea el programa como un medio para romper
el círculo reproductor de la desigualdad y la pobreza en las familias. La apelación a la igualdad en el
discurso institucional, es a la igualdad social o de
clase, en términos de las condiciones de distribución y acceso a recursos y oportunidades (Araujo,
2009, p. 156).
La oferta es que si los niños y niñas tienen iguales
oportunidades para su desarrollo desde la cuna, se
crearán las condiciones para un futuro con mayores
expectativas de desarrollo personal, lo que redundará en un mayor desarrollo económico y social del
país, primando la lógica del crecimiento y rentabilidad social, por sobre el valor de la equidad entre las
personas en el plano privado y de género.
La promesa de la igualdad así planteada se topa con
límites si se sigue midiendo el avance sólo en términos de cobertura. Si analizamos la cobertura de
la educación básica y secundaria, Chile ya está a la
altura de los países desarrollados, con cobertura total. No obstante en términos de calidad, no dejamos
de asombrarnos año tras año luego de que aparecen
los resultados de la prueba de calidad SIMCE que
deja en evidencia que, con una cobertura absoluta la desigualdad se reproduce y multiplica a partir
de las diferencias abismantes en la calidad de la
educación entre establecimientos municipalizados,
particulares subvencionados y privados.
Para ser justa, el programa plantea que se garantizará que la educación parvularia que reciban los
niños/as será de calidad acreditada, para lo que se
dispondrá de un mecanismo de certificación, que
contempla la fiscalización de los estándares de calidad definidos para todos los prestadores, públicos
o privados. Lamentablemente, todavía no se cuenta
con una evaluación conocida respecto de los resultados de dichos estándares de calidad que muestren
la inexistencia de brecha entre la educación preescolar pública y privada.
Las pruebas y desafíos societales que
implica el programa Chile Crece Contigo
¿Quiénes son los individuos apelados en este Programa?, ¿Cuál es el tipo de desafíos, en el sentido
de pruebas societales, que suponen para los individuos?. En este capítulo a través de un trabajo
inductivo, se intentará reconstruir cuáles serían los
desafíos societales que este programa público supone para los individuos, es decir, cuáles serían las
exigencias para los sujetos desde el discurso institucional/estatal.
Conocer cómo enfrentan los individuos las pruebas
societales es de alta relevancia para Danilo Martucceli (2007), quien plantea que pasando por los
procesos de individuación es posible entender a una
sociedad. La manera de hacerlo es a través de la noción de prueba, en el sentido de que ésta describe a
la sociedad en la que estamos inmersos.
9. Documento “Sistema de Protección Integral a la Primera Infancia”. Mideplan. 2006.
32
ANÁLISIS DEL PROGRAMA CHILE CRECE CONTIGO DESDE LOS IDEALES NORMATIVOS Y LA NOCIÓN DE PRUEBA
Metodológicamente todos los individuos vivimos la
vida como un enfrentamiento a pruebas. Sin embargo, la noción de prueba le da un lugar a la agencia,
que no está en el individuo sino en la propia sociedad. La agencia se podría asociar a los espacios de
libertad en la coerción social, a partir de la incorporación de la idea de elasticidad, en el sentido de que
no todo es sujeción pura (Martucceli, 2007).
A través de la noción de prueba el foco se pone en
el proceso de construcción del individuo, a través
de la mirada analítica de los desafíos societales que
este individuo enfrenta y que se declinan diferenciadamente.
La noción de prueba contribuye a encontrar el
modo de aprehender los factores que permiten
condensar una situación histórica y social. Es decir,
dar cuenta de la manera en que los individuos son
producidos y se producen; y se declinan en forma
diferente según las trayectorias y los lugares sociales
(Martuccelli, 2007, p. 112).
Las pruebas como operadores analíticos, que nos
permiten construir unidades societales y describir
las nuevas sociedades que estamos viviendo, tienen
cuatro grandes características. (1) Son indisociables
de un relato que les asigna a los actores, individuales o colectivos, un papel mayor en la comprensión
de los fenómenos sociales. (2) Hace referencias a
las capacidades que tiene un actor para afrontar las
prescripciones y procesos difíciles a los cuales está
sometido. (3) Aparece como un examen, como un
mecanismo de selección a través del cual, en función de sus éxitos o fracasos, los actores forjan sus
identidades. (4) Son inseparables de un conjunto de
grandes desafíos estructurales a los que los individuos están obligados a responder y que difieren en
función de las sociedades y los períodos históricos
(Martuccelli, 2007, p. 125).
Opera como un instrumento en dos niveles. Del
examen de las modalidades efectivas en que los
individuos toman conciencia y enfrentan los grandes desafíos de su existencia y, una representación
reflexiva distanciada de los hechos vividos, pero
animada por una escrupulosa voluntad de poner en
relación los fenómenos sociales y las experiencias
individuales (Martuccelli, 2007: 125). Las pruebas
son desafíos históricos socialmente producidos,
desigualmente distribuidos, que los individuos se
ven obligados a afrontar. Los actores pueden triunfar o fracasar. No son independientes de los lugares
sociales, pero en lugares idénticos pueden ser heterogéneas (Martuccelli, 2007, p. 129-130).
Las pruebas societales a las que se ven enfrentados
los individuos a los que apela directa e indirecta-
mente el programa público Chile Crece Contigo,
desde mi punto de vista, serían las pruebas societales de la familia, el trabajo y la educación.
¿Cómo declinaría la prueba de la familia
en los sujetos en situación de pobreza bajo
la lectura discursiva del programa Chile
Crece Contigo?
Para poder responder inductivamente esta interrogante, tenemos que reponer la pregunta sobre
quiénes son los individuos apelados en este Programa.
Como se ha planteado, el programa apela principalmente a los niños/as como sujeto de derechos y
beneficiarios de las prestaciones. Existe una referencia mucho menor a las mujeres y hombres, desde
su condición de madres y padres, subsumiendo su
pluralidad identitaria (trabajadores/as, con intereses
sociales o de ocio) en la mater/paternidad.
Claramente la familia se constituye en una prueba
societal para estos sujetos. A continuación analizaré
inductivamente el tipo de desafíos que supone para
cada uno de estos actores, niños/as, madres, padres,
desde un enfoque de género, reconstruyendo cuáles
son las exigencias para los sujetos desde el discurso
institucional/estatal.
Para el Programa Chile Crece Contigo la familia
ocupa un lugar y aparece como una prueba societal
fundamental. El modelo de familia que está detrás
de la apelación a esta prueba, es la de familia nuclear tradicional (hijos/as, con padre y madre), lo
que se deduce de las presentaciones discursivas
del Programa y cuando se observa a quiénes se dirigen los mensajes. En un porcentaje mayoritario
los mensajes apelan a la madre, al padre de menor
manera, y un tercero significativo sólo cuando se
refiere a la medida de acondicionar el parto para la
presencia de un/a acompañante de la parturienta.
Cuestión que no corresponde a la realidad popular
con presencia de familia extensa, de redes de parentesco, donde ocupa un lugar la familia o sociedad de
bienestar (Sousa Santos: 1998).
Resulta complejo analizar la noción de pruebas en
los niños/as sujetos de las prestaciones, debido a
que se trata de menores de cuatro años que están
comenzando un proceso de conformación identitaria. El Programa les podría hacer enfrentar la prueba
societal de la familia, desde la primera infancia, en
un marco de “familia ideal” altamente preocupada
por su educación temprana, que pudiera no estar
presente en las prácticas cotidianas reales en donde
los/as niños/as chilenos/as de los dos quintiles más
pobres nacen y se empiezan a desarrollar (donde
33
PAMELA CARO
se observa prevalencia de madres adolescentes, de
niños/as no deseados, entre otras situaciones). Por
lo que podría aparecer el enfrentamiento a la prueba
de la familia desde la contradicción o directamente del fracaso, en tanto crezcan en un entorno en
que el modelo de familia nuclear tradicional, preocupado por su educación, no es necesariamente el
prevaleciente en sus vidas cotidianas. Aún más en
que los/as adultos a cargo de su cuidado, no necesariamente confíen en la igualdad desde la cuna, ni
en que la educación preescolar vaya a producir un
espacio para agencia de los individuos.
En el caso de las mujeres la prueba societal de la
familia aparece dibujada en el Programa desde el
mandato social de la maternidad, al ser las destinatarias principales (por no decir exclusivas) de las
guías informativas sobre la gestación y las etapas del
desarrollo. El tipo de individuo mujer que produce
el discurso institucional es el de mujer-madre, impelida a aprender cómo educar “bien” a sus hijos/as
(lo que esconde el supuesto de que su conocimiento
anterior es precario o inexistente) y que va a decidir llevarlos a la sala cuna o jardín infantil para
aprovechar el capital formativo de dichos establecimientos educacionales. No se percibe una intención
del Programa de producir a la mujer-trabajadora,
pues no hay apelación en ninguno de los documentos institucionales oficiales de que el cuidado
institucionalizado contribuiría a la inserción laboral
de las mujeres, por ende su autonomía económica
o emancipación.
Desde los estudios de género (Salvador, 2007; Pautassi, 2007; y Aguirre, 2005) si se ha concluido que
las prestaciones institucionales de cuidado infantil
constituyen un aporte fundamental al ejercicio de
derechos individualizados de las mujeres, quienes
son las que tradicionalmente han cargado con la
responsabilidad y tareas concretas del cuidado. Sin
embargo, el fomento de la institucionalización del
cuidado infantil, en la perspectiva de la conciliación
femenina de la vida laboral y familiar presente en
este Programa, no necesariamente contribuye a la
mayor equidad entre los géneros, en la medida en
que no se orienta a modificar las pautas en el plano
del reparto efectivo de las responsabilidades familiares.
El Programa Chile Crece Contigo, al dar un lugar
menos central a los padres en el cuidado y desarrollo de los niños/as, pues por ejemplo lo que logró en
el 2007 fue otorgar 5 días de postnatal masculino,
versus los 84 días femeninos, contribuye a producir
a un individuo hombre- adulto-padre confrontado
a la prueba societal de la familia desde un lugar
34
secundario en términos de las tareas vinculadas al
cuidado. Está como alguien que se le acondiciona
un lugar para estar presente en el parto (pero en
realidad si quiere estar está, si no quiere no está)
o como alguien en que no pesa la existencia o no
de cuidado infantil institucional en su decisión de
salir a trabajar, generar ingresos o realizar actividades personales, porque él no es el “responsable
socialmente del cuidado”. En la medida en que el
Programa no incorporó acciones o medidas que hayan implicado un cuestionamiento y autorreflexión
acerca del equilibrio privado en materia de cuidado, en términos de campañas comunicacionales,
mensajes mediáticos o incentivo a la participación
masculina en los talleres en consultorios y maternidades, finalmente está produciendo un tipo de
individuo masculino distante de las responsabilidades privadas de la reproducción.
En conclusión, la descripción inductiva anterior
acerca del tipo de individuo que produciría el Programa, que provendría de un enfoque familiarista
más que individualizado (Lebatier, 2007), nos lleva a describir la sociedad que estamos viviendo,
como aquella en que aún no existe un proceso democratizador al interior de las familias y con una
reparticipación desigual de las tareas de cuidado al
interior del hogar.
¿Qué pasa con las mujeres, la prueba societal
del trabajo y su articulación con la prueba de
familia?
Para el Programa público analizado las mujeres pobres necesitan una política pública de cuidado para
lograr enfrentar la prueba del trabajo y la familia.
Existe evidencia suficiente (Caro, 2004; Salvador,
2007) que indica que las condiciones en que se
presenta la prueba del trabajo para las mujeres de
estratos populares es compleja, dada las características de desregulación y desprotección existentes
(informalidad contractual, largas jornadas, sistemas
de turnos no regulados, salarios precarios) en los
trabajos en los que se desempeña el contingente
mayoritario de trabajadoras de los quintiles más pobres, como lo es el empleo doméstico, en el sector
retail, en el sector servicios o la agroindustria, por
nombrar los más importantes. Si bien esta política
pública ofrece garantizar el acceso de cuidado infantil a todas las mujeres trabajadoras que lo requieran,
no se refiere a las particularidades y flexibilidades
de dicha oferta, para que efectivamente constituya
una solución cierta en la práctica.
Por otra parte, en la medida que las mujeres enfrentan la prueba de la familia desde el mandato
ANÁLISIS DEL PROGRAMA CHILE CRECE CONTIGO DESDE LOS IDEALES NORMATIVOS Y LA NOCIÓN DE PRUEBA
tradicional de madre y reproductora doméstica, y
desde allí se produzcan como individuos, es evidente el conflicto que se genera cuando enfrentan la
prueba del trabajo, que produce a un individuo altamente tensionado por las exigencias que imprime
el actual modelo laboral precario.
El discurso con que inaugura el Programa la Ministra de Mideplan a fines del 2006, Clarisa Hardy,
plantea que las salas cunas serían un aporte en la
dirección de compatibilizar maternidad y trabajo.
“La gran revolución social del siglo XXI será el Sistema
de Protección Integral de la Infancia porque va a cambiar el modo en que las familias se relacionan, el cómo
las mujeres se van a insertar en la sociedad en igualdad de derechos que los varones. Chile Crece Contigo
es un esfuerzo por garantizar protección a la infancia
y permitir mayores incentivos y estímulos para que las
mujeres puedan incorporarse con tranquilidad al mundo del trabajo” (www.mideplan.cl). Sin embargo, el
diseño y las actividades del Programa no tienen la
misma orientación que dicho discurso. La igualdad
con los varones es una falacia toda vez que no se
plantea junto con compatibilizar maternidad y trabajo, hacer lo mismo con paternidad y trabajo.
¿Qué pasa con la prueba de la educación?
La educación constituye una prueba societal para
los individuos que son apelados en el Programa
Chile Crece Contigo en varios sentidos. En el caso
de los niños/as es una prueba a la que son impelidos
a enfrentar desde la más temprana edad. La llamada
“generación Bachelet” será la generación que institucionalizó su educación a partir de la sala cuna, es
decir, a los 84 días de edad. ¿Cómo rendirán estos
hijos e hijas de las familias más pobres la prueba de
la educación preescolar?, ¿qué tipo de individuos
serán producidos a través del declinamiento de esta
prueba?.
En el caso de las mujeres-madres y hombres-padres
la prueba de la educación que este programa dibuja podría decantar de manera diferente. Al analizar
el discurso de la ministra de Mideplan durante el
2006, se observa que es en la mujer en la que recae
más directamente la prueba de la educación, en dos
sentidos. En tanto objeto de instrucción y formación
en su rol de madre, y en tanto agente educadora de
sus hijos/as. “Madres con mayor escolaridad, mayor
desarrollo profesional, más educadas, más informadas,
crían hijos con mejores oportunidades”. Los programas
enfocados a este tipo de instrucción naturalmente
implican un compromiso de tiempo que disminuye
la posibilidad de ofertar trabajo fuera del hogar. Por
otra parte, en este discurso institucional, el hombre
en tanto objeto de instrucción y formación en su rol
de padre está desdibujado en las acciones componentes del Programa.
A mi parecer, en Chile las configuraciones estructurales de la educación y el trabajo generan más
desigualdad. Lo que me lleva a concluir que si se
pretende avanzar hacia el cumplimiento del ideal
normativo de la igualdad, las medidas y acciones
que debieran componer el Sistema Chile Crece
Contigo, deberían incluir por un lado medidas que
contribuyan a modificar las condiciones estructurales del empleo, conducentes a reducir el trabajo
precario, para hombres y mujeres, lo que implica
un Estado más protector en el plano laboral, y no
sólo en el social; y por otro, superar la garantía de la
cobertura en educación preescolar y concentrar los
esfuerzos en garantizar la calidad de la educación
para todos y todas las niñas.
Conclusiones
Una primera conclusión que surge del trabajo analítico, desde una clave de lectura “maternal”, tanto de
los documentos oficiales de la política Chile Crece
Contigo como de las declaraciones de personeros de
gobierno durante su lanzamiento (fines del 2006),
como del hito de la aprobación de la política como
ley de la república (agosto 2009), es la fuerza de
la representación de la presidenta como “una gran
madre”.
En segundo lugar, tomando en consideración que el
cuidado infantil y la participación laboral son actividades que compiten por el tiempo de las personas,
y que la política Chile Crece Contigo ofrece la institucionalización del cuidado, pero sin cuestionar
la repartición de las responsabilidades que dicha
función implica en el campo privado, lo más probable es que sean las madres quienes destinen tiempo
para llevar y buscar a los niños/as a la sala cuna o
jardín infantil, antes y después de su jornada de trabajo, lo que refuerza la idea de que es una política
pública bajo una orientación familiarista, basada en
un modelo tradicional.
Desde el punto de vista del género e intentando responder a la inquietud que dio origen a este trabajo,
esta política por sí sola no está orientada a posibilitar la autonomía femenina, en la medida que no se
complementa con políticas de empleo e inserción
laboral, como el subsidio a la contratación de mujeres (medida inicialmente planteada pero finamente
rechazada en las políticas de empleo diseñadas en el
2009 para enfrentar la crisis económica). Más bien
este tipo de política, desde sus ideales normativos,
35
PAMELA CARO
se podría interpretar como instrumento de control o regulación social de proyectos vitales en la
media que no cuestiona el modelo tradicional de
familia con participación parcial de las mujeres en
el mercado laboral, manteniendo intocadas sus responsabilidades en la vida cotidiana.
Bajo un modelo de desarrollo globalizado y un Estado subsidiario, con orientación a la protección
social, se estaría produciendo un individuo hombre
orientado al trabajo y un individuo mujer orientado
simultáneamente al trabajo y la familia, con la consiguiente recarga y sobre responsabilización.
Se trata de una política pública, que si bien tendría
todas las condiciones para aportar a la reducción
de las inequidades de género, en el discurso y en
la práctica está orientada más que todo a superar
pobreza. Se señala que la superación de la pobreza
de manera estable sería conducente a un proceso en
que las mujeres ganarían autonomía (Hardy, 2009).
Hipótesis fácilmente desmontable. Es cierto que
desde 1990 al 2006 la pobreza y la indigencia se
han reducido a un tercio, sin embargo dicha disminución se produce manteniendo la misma brecha
entre la población masculina y femenina. Por lo tanto, superar la pobreza no conduce mecánicamente a
superar inequidades de género.
Superar las inequidades desde la cuna tendría que
ser abordada considerando diversas dimensiones,
pues la desigualdad no sólo tiene una arista de clase, sino que se articula con otras dimensiones de
corte cultural como la perspectiva de género. Chile
Crece Contigo se propone garantizar que todos los
niños y niñas se desarrollen y crezcan en igualdad
de condiciones independientes de su extracción social. Desde la perspectiva de este análisis, sería al
mismo tiempo una gran oportunidad para contribuir a la reducción de las brechas y desigualdades
entre hombres y mujeres en el mundo privado y la
familia, toda vez que aporte a educar en la perspectiva de la co-responsabilidad en el cuidado y no a
producir madres sobre responsabilizadas.
Un segundo desafío que surge de este trabajo en
materia de abrir un debate que involucre a diversos
actores en materia de cuidado, se refiere al papel del
Estado no sólo desde la lógica de protección subsidiaria, sino también desde el papel regulador de
las obligaciones que se imponen al sector privado
en el plano de los derechos laborales. Siguiendo el
planteamiento de Martucceli (2007), la prueba del
trabajo y su articulación con la prueba de la familia
que configura cada sociedad, conduce a la producción de determinados individuos. Por ejemplo,
36
universalizar el derecho a sala cuna e impulsar modificaciones a la ley laboral para que dicho derecho
pueda ser ejercido tanto por trabajadoras como por
trabajadores, podría ser una señal a la sociedad que
nos permitiría comprender que el cuidado infantil
debería asumirse como una responsabilidad masculina y femenina, y establece nuevas condiciones
para la negociación privada en materia de equidad
de género y co-responsabilidad de la reproducción
social.
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37
PAMELA CARO
38
ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 77 / Diciembre / 2009 / P. 39-44
Violencia conyugal y productividad en
mujeres del Municipio de Durango,
Durango, México
Domestic violence and women’s productivity in the
municipality of Durango, Durango, Mexico
SANDRA MANCINAS / JOSÉ ZÚÑIGA
Sandra Mancinas. Profesora-Investigadora de la Facultad de Trabajo Social y Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de
Nuevo León, México. E-mail: [email protected]
José Zúñiga. Profesor-Investigador de la Facultad de Trabajo Social y Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de Nuevo
León, México. Dirección Postal Facultad de Trabajo Social y Desarrollo Humano, División de Estudios de Posgrado Universidad
Autónoma de Nuevo León Cd. Universitaria s/n San Nicolás de los Garza, Nuevo León. C.P.66451
Resumen
Se realizó un estudio trasversal, ex post-facto, en el municipio de Durango, Durango, México.
La unidad de análisis estuvo constituida por 120 mujeres casadas o unidas, que desempeñaban
trabajo asalariado y vivían violencia conyugal. El propósito central fue indagar en qué forma
repercute la violencia conyugal en su productividad. La productividad incluyó el estudio de nueve
variables dependientes: salud reportada, salud objetiva, estrés, número de incapacidades laborales, número de horas trabajadas por semana, ausentismo, motivación, satisfacción laboral y permanencia en el empleo. Se consideraron cuatro tipos de violencia conyugal como variables independientes: violencia conyugal física, sexual, emocional y económica. Se observó que la violencia
conyugal emocional y la sexual son los dos tipos de violencia que más se asocian a elementos
contraproductivos y/o los predicen.
Palabras claves. Violencia doméstica, productividad, género.
Abstract
The authors performed a transversal study, ex post facto, in the town of Durango, Durango, Mexico. The unit of analysis consisted of 120 women married or cohabiting, who held paid employment and lived domestic violence. The central purpose was to investigate how domestic violence
affects their productivity. The productivity study included nine dependent variables: reported
health, objective health, stress, number of work disabilities, number of hours worked per week,
absenteeism, motivation, job satisfaction and job tenure. We considered four types of spousal
abuse as independent variables: physical spousal abuse, sexual, emotional and economic. It was
noted that emotional spousal violence and sex are two more types of violence associated with
counterproductive elements and / or predict.
Key words. Domestic violence, productivity, gender.
Introducción
La violencia familiar se manifiesta en distintas formas y direcciones. El maltrato infantil, la violencia
hacia los ancianos y la violencia entre cónyuges, son
las rutas que a menudo sigue la violencia en la familia (Corsi, 1999). La violencia conyugal es una de las
muchas formas de maltrato hacia la mujer. Este tipo
de violencia incluye acciones y omisiones de “parte
de la pareja con quien la mujer mantiene un vínculo
de intimidad” (Dohmen, 1999: 65). El maltrato que
sufre la mujer puede ser físico, emocional, sexual y
económico (Dohmen, 1999; Torres, 2001).
Con frecuencia las mujeres receptoras de violencia
se muestran con poca energía, preocupadas por
problemas derivados de la violencia, por lo que ésta
se convierte en un obstáculo para el logro de sus
metas, disminuye sus habilidades y rendimiento
laboral (Corsi, 1999; Sable y otros 1999; Carrillo,
1992). La violencia conyugal también dificulta el
acceso y permanencia en el mercado laboral de las
39
SANDRA MANCINAS / JOSÉ ZÚÑIGA
mujeres que la experimentan (Sable y otros, 1999;
OPS y OMS, 2002).
Adicionales a los dolorosos efectos de la violencia
conyugal en la subjetividad y en el cuerpo de las
mujeres, se encuentran los costos económicos para
los países, los cuales. Abarcan tanto el valor de los
bienes y servicios utilizados para tratar o prevenir la
violencia familiar, como el valor de los bienes y servicios no producidos cuando el maltrato conyugal
lleva a un aumento del ausentismo, las incapacidades, las enfermedades y la pérdida del empleo de
las mujeres asalariadas que viven violencia conyugal
(Morrison y Orlando 1999: 49).
Un estudio realizado en la India observó que 13%
de las entrevistadas renunciaron a sus trabajos
como consecuencia del ausentismo provocado por
la violencia conyugal. Y en Estados Unidos, las mujeres agredidas por sus parejas eran más proclives a
permanecer desempleadas o a la rotación de empleo
(OPS, y OMS, 2002).
Estimaciones realizadas indican que las pérdidas
económicas para Estados Unidos, como efectos de
la violencia familiar –sólo en los rubros de salud y
productividad–, se ubican entre los 5,000 y 10,000
millones de dólares anuales (Gelles, 1992, citado en
Morrison y Orlando, 1999). Canadá por su parte
gastó 3,200 millones de dólares americanos durante
1993 (Greaves, y otras 1995, citando en Morrison y
Orlando, 1999).
La situación en América Latina, concretamente en
Santiago de Chile y en Managua, no es distinta, un
estudio indica que la violencia conyugal limitó el
acceso al mercado laboral a 32.8 % de las chilenas;
además redujo su ingreso en 1.550 millones de dólares. Mientras que en Nicaragua, el ingreso de las
mujeres como efecto derivado del mismo problema,
se redujo en 29.5 millones de dólares (Morrison y
Orlando, 1999).
Algunos estudios sugieren que la relación inversa
entre la violencia conyugal y la productividad laboral es indirecta. La violencia conyugal impacta la
salud, aumenta el ausentismo y las incapacidades
laborales, disminuye el número de horas trabajadas, la satisfacción y la motivación laboral y estos
elementos a su vez inciden de manera negativa en
la productividad (Carrillo, 1992; Lambert, 2000;
Heise, 1994; Sable, 1999; Corsi, 1999; Morrison y
Orlando, 1999). Según Heise (1994: 32), las mujeres receptoras de violencia conyugal “no pueden
brindar con plenitud su trabajo o sus ideas creativas
mientras están agobiadas por las secuelas físicas y
psicológicas del abuso.” (Heise, 1994: 32).
40
En este sentido, se puede decir que los impactos de
la violencia conyugal no sólo se perciben en la salud
física y mental de las mujeres que la experimentan,
sino que sus efectos se extienden a los sistemas
económicos de los países. Por ello evidenciar la violencia conyugal –a través de la investigación– como
un elemento extra-organizacional que afecta la productividad de la mujer trabajadora, puede ayudar a
mostrar a evidenciar su impacto social.
El presente trabajo de investigación tuvo como propósitos centrales indagar en qué forma repercute la
violencia conyugal en la productividad de mujeres
asalariadas del municipio de Durango, Durango;
además busca identificar cuál tipo de violencia conyugal (emocional, física, sexual y económica) tiene
mayor impacto en la productividad de la población
mencionada.
La hipótesis central asume la existencia de una
relación inversa entre la violencia conyugal y la productividad de las mujeres asalariadas entrevistadas.
Metodología
Se usó un diseño transversal, no experimental o ex
post-facto. Se empleó un muestreo no probabilístico
con sujetos voluntarios. La muestra estuvo constituida por 120 mujeres que vivían violencia conyugal
y asistieron durante los meses de enero y febrero de
2003 a la Dirección de Asistencia Jurídica y Procuraduría de la Defensa del Menor, la Mujer y la
Familia; así como a las mesas del Ministerio Público
12 y 15 especializadas en Violencia Intrafamiliar del
municipio de Durango, México. Las entrevistadas se
encontraban en un rango de edad de 18 a 49 años,
desempeñaban un trabajo asalariado formal y estaban casadas o unidas.
Se consideraron cuatro tipos de violencia conyugal como variables independientes: violencia física,
emocional, sexual y económica. Se incluyeron también nueve variables dependientes: salud reportada,
salud objetiva, estrés, número de incapacidades laborales, número de horas trabajadas por semana,
ausentismo, motivación, satisfacción laboral y permanencia en el empleo.
Para recoger la información se elaboró una cédula de entrevista con 185 preguntas, 169 cerradas,
precodificadas y 16 abiertas. Dicho instrumento
de medición se dividió en tres grandes secciones:
la primera de ellas para recopilar información sobre datos generales de las entrevistadas; la segunda
sección incluyó preguntas sobre manifestaciones
de violencia conyugal y la tercera parte indagó aspectos relacionados con la productividad de las
VIOLENCIA CONYUGAL Y PRODUCTIVIDAD EN MUJERES DEL MUNICIPIO DE DURANGO, DURANGO, MÉXICO
entrevistadas. Para elaborar los ítems se examinaron las definiciones conceptuales de cada una de las
variables dependientes e independientes, así como
algunos instrumentos diseñados para otros estudios
sobre familia y violencia familiar (Alvarado, 1997;
Ribeiro, 1998; INEGI, 2000).
Una vez aprobada la cédula de entrevista (por un
grupo de expertos), se realizó una prueba piloto con 35 casos para eliminar aquellas preguntas
que resultaran confusas, así como para corregir
posibles errores de redacción o de secuencia, que
pudieran traducirse en problemas de validez y/o
confiabilidad.
El procesamiento estadístico se realizó mediante
el Statistical Package for Social Science (SPSS) versión 8.0 para Windows. El análisis descriptivo
incluyó medidas de tendencia central (media) y
distribución de frecuencias. Con el fin de indagar
si existe una asociación estadísticamente significativa (p<.05) entre los diferentes tipos de violencia
conyugal y las variables de los elementos que afectan negativamente la productividad, se realizaron
correlaciones. Siguiendo a Rubin y Babbie (1997),
el coeficiente de correlación se escogió de acuerdo
a los tipos de variables. Por ejemplo el coeficiente
de Kendall´s tau-b, se eligió cuando se trataba de
variables ordinales-intervalo y viceversa, proporción-ordinal y viceversa. Se recurrió al coeficiente
de Pearson, cuando se correlacionaron variables
proporción-proporción, intervalo-intervalo, intervalo-proporción y viceversa.
Análisis e interpretación de datos
Los datos sociodemográficos indican que las entrevistadas tenían en promedio 32.67 años de edad.
La media de los años de unión de la pareja fue de
11.10, mientras que el número de hijos osciló entre
los 0 y 6 con una media de 2.57. El ingreso de las
entrevistadas presentó una media de 2610.831, con
un rango de 800 a 9,0002 pesos mensuales. Siete de
cada 10 mujeres entrevistadas manifestaron haber
terminado estudios de secundaria o niveles educativos más altos.
Con relación a las características del trabajo que
desempeñaban las entrevistadas, se observó que
35 % de ellas prestaban sus servicios en el área de
comercio y ventas, mientras que 25.8% realizaban
trabajo de tipo técnico y sólo 10.8% desempeñaba un trabajo de tipo profesional. Los principales
centros laborales a los que acudían las mujeres
entrevistadas eran pequeños comercios (26.7 %),
empresas privadas (25 %) y maquilas (15.8 %).
Como se ha mencionado antes, todas las mujeres
entrevistadas vivían violencia conyugal, ello hace
que las manifestaciones de ésta en términos porcentuales sean altas. Por ejemplo, los gritos (95 %), la
mentira (93.3) y las prohibiciones (78.3%) fueron
las formas en que habitualmente su pareja les infligía violencia emocional.
Por su parte, la violencia sexual se ejercía a través de
la celotipia (88.3%), las relaciones sexuales forzadas
(66.7%) y la coerción hacia las mujeres para realizar
actos sexuales que no deseaban (40.8%). En tanto,
los aventones (95%), las bofetadas (75.8%), los golpes contra la pared (56.7%) y las patadas (51.7%),
fueron las manifestaciones de violencia conyugal física más observadas en las entrevistadas.
Finalmente, se observó que las formas más comunes de ejercer violencia económica eran la negación
para cubrir necesidades recreativas (77.3%) y educativas (70.7%). La prohibición para trabajar fuera
del hogar es un recurso que se emplea en 6 de cada
10 mujeres entrevistadas.
El análisis estadístico, tal como se muestra en el
cuadro 1, reveló que sí existe correlación entre la
violencia conyugal y productividad.
1. Aproximadamente $ 200 USD
2. $ 62 a 693 USD
41
SANDRA MANCINAS / JOSÉ ZÚÑIGA
CUADRO NO 1
CORRELACIONES ENTRE TIPOS DE VIOLENCIA CONYUGAL Y ELEMENTOS QUE AFECTAN
LA PRODUCTIVIDAD
Violencia
física
Violencia
emocional
Violencia
sexual
Violencia
económica
Satisfacción en el trabajo
---
-.189**
-.145*
---
Motivación laboral
---
-.216**
---
---
Estrés
.286**
.507**
.350**
.263**
No de horas trabajadas semanalmente
.224**
.170*
---
---
Inasistencia al centro de trabajo
---
---
159*
---
Salud reportada
---
---
---
---
Salud objetiva
---
.398**
392**
.185*
Incapacidad laboral
---
---
---
---
Permanencia en el empleo
** Correlación significativa a nivel de p.< 0.01
* Correlación significativa a nivel de p. < 0.05
--- No hay correlación estadísticamente significativa (p>.05)
Los resultados de las correlaciones indican que a mayor violencia física, las mujeres entrevistadas viven
mayor estrés. Esto coincide con los planteamientos
de psicólogos laborales, como Lucas (1994) y Davis
y Newstrom, (2000), quienes señalan que la dinámica familiar tiene efectos importantes en la vida
laboral de las personas.
Al mismo tiempo, y aunque parezca contradictorio,
se observó que a mayor violencia física, las entrevistadas trabajan más horas semanalmente. Pensamos
que esto puede explicarse en la percepción subjetiva de las mujeres hacia al trabajo. Moreno (1999)
considera que las mujeres buscan en el trabajo una
compensación social que les ayude a sentirse útiles, ocupadas e independientes3. Por tanto, el lugar
de trabajo es potencialmente un espacio de compensación emocional en el que las mujeres buscan
sentirse auto-valoradas.
El hecho de que no se observaran asociaciones
negativas entre la violencia conyugal física y el deterioro del estado de salud reportado y objetivo de las
entrevistadas –aún cuando la relación entre ambas
se encuentra ampliamente discutida y documentada (Lozano, 1999; Heise, 1994; Granados, 2002;
Morrison y Orlando, 1999; OMS y OPS, 2002)– da
paso a la importancia de las vivencias subjetivas de
las entrevistadas. Granados (2002) y Heise (1994)
encontraron que para algunas mujeres las humillaciones que acompañan la violencia física son más
dolorosas que el golpe mismo. Así que es probable que las entrevistadas aunque hayan recibido
violencia conyugal física no se asuman lastimadas
físicamente, más bien relacionan las agresiones de
este tipo como humillaciones, es decir como una
forma de violencia emocional más que violencia
física. Entonces, si estas mujeres no se sienten lastimadas físicamente, no acudirán a consulta para
obtener una licencia médica; por ello no es extraño
que el número de licencias de las entrevistadas no
se encuentre asociado a la violencia conyugal física.
Por otro lado, los resultados de la correlación
entre la violencia conyugal emocional y los elementos contraproductivos revelaron que a mayor
violencia emocional, menores son la satisfacción
y la motivación laboral. Esta relación negativa ha
sido documentada por distintos autores (Carrillo,
1992; Lambert, 2000; Heise, 1994; Sable, 1999;
Corsi, 1999; Morrison y Orlando, 1999) quienes
consideran que la violencia conyugal disminuye la
motivación, la satisfacción y afecta la salud de las
mujeres que la viven. Al igual que en la violencia
física, el aumento de la violencia emocional trae
3. Por ejemplo, el 36.7 % de las entrevistadas comentó que trabaja para sentirse útil y un 35% lo hace para ganar dinero y participar en
los gastos del hogar.
42
VIOLENCIA CONYUGAL Y PRODUCTIVIDAD EN MUJERES DEL MUNICIPIO DE DURANGO, DURANGO, MÉXICO
consigo mayor estrés en las mujeres entrevistadas.
Después de la violencia emocional, la violencia
sexual es el tipo de violencia que más se asocia a elementos que afectan negativamente la productividad.
Al igual que en otros estudios (Heise, 1994; Morrison y Orlando, 1999), se encontró que cuando la
violencia sexual aumenta las entrevistadas presentan
mayor deterioro en su estado de salud objetiva, se
sienten estresadas, menos satisfechas con su trabajo
y aumentan sus inasistencias laborales. La relación
negativa entre violencia y productividad se sostiene
en el impacto de la primera en la subjetividad de las
mujeres. La violencia es un evento que impacta su
manera de ver el mundo porque obstaculiza el logro
del estado positivo hacia las experiencias laborales,
condición que según Locke, (1976, citado en Gómez 2000) es necesaria para la satisfacción laboral.
De la misma manera que Morrison y Orlando,
(1999); Carrillo, (1992); Lambert, (2000); Heise,
(1994) y Sable, (1999), en este trabajo se observó
que la violencia conyugal está asociada al ausentismo laboral. Sin embargo, se observó que la relación
entre ambas variables puede modificarse según
el tipo de violencia conyugal de que se trate. Por
ejemplo, de los cuatro tipos de violencia conyugal
estudiados en el presente trabajo sólo la violencia
sexual está asociada a los días laborales perdidos de
las entrevistadas. Lo cuál no es extraño si se considera que este tipo de violencia es la de mayor
impacto en la subjetividad femenina (Heise, 1994;
OMS y OPS, 2002).
Con relación a la violencia conyugal económica,
los resultados del análisis estadístico indicaron que
cuando ésta aumenta, el nivel de estrés de las mujeres
también lo hace, y su estado de salud se deteriora. El
deterioro de salud objetivo de las entrevistadas ante
el aumento de la violencia económica de que son
receptoras, encuentra sentido en su definición. Para
Torres (2001) este tipo de violencia se refiere al uso
de los recursos materiales para transgredir los derechos de otra persona; sus manifestaciones abarcan
la privación de los medios para satisfacer necesidades básicas, como las de salud (Torres, 2001). En
el caso de las mujeres entrevistadas, 50.2% de ellas
dijeron que alguna vez su pareja les han negado los
medios para satisfacer necesidades de salud, lo que
potencialmente se puede traducir en un deterioro
de su estado de salud.
En resumen, esta investigación comprobó la existencia de una relación inversa entre la violencia
conyugal y la productividad de las asalariadas entrevistadas. Las repercusiones de la violencia conyugal
en la productividad se dan en diferentes formas e
intensidades, según sea el tipo de violencia conyugal. En este estudio se observó que la violencia
conyugal emocional, y la violencia conyugal sexual
son los dos tipos de violencia que más se asocian a
elementos contraproductivos.
Es importante subrayar que el estrés fue el elemento contraproductivo que más se asoció a los cuatro
tipos de violencia conyugal y que la disminución
de horas trabajadas, y la permanencia en el empleo,
son dos variables que en la población estudiada parecen estar más asociadas a condiciones laborales y
económicas, que a la violencia conyugal, sobre todo
porque el desempleo constituye uno de sus principales problemas sociales del Estado de Durango,
Durango México (Hernández, 2003).
Se concluye, que la violencia conyugal y sus efectos
no deben ser considerados como algo monolítico, ya
que la relación inversa entre ésta y la productividad
adquiere singularidad de acuerdo al tipo de violencia,
a la naturaleza de los elementos contraproductivos y
al contexto económico, sociocultural y político en
que las personas se encuentren inmersas.
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44
ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 77 / Diciembre / 2009 / P. 45-56
La cultura patriarcal, la religiosidad, el
apoyo social y los niveles de depresión
como predictores de aceptación de una
situación de abuso por parte de la pareja:
el caso de la mujer mexicana
Pratriarchal culture, religiosity, social support and
depression levels as predictors of partner abuse´s
acceptance: the case of mexican woman
PHD.; MD. WILMA GONZÁLEZ RÍOS
Cursó el doctorado en Filosofía con especialidad en Trabajo Social doctorado en Medicina; Magíster en Educación y en Trabajo
Social; licenciada en Psicología. Actualmente es Directora de la Escuela Graduada de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico. Dirección Postal Calle Gerona N° 207, Urb. Cd. Jardíin de Bairoa Caguas, PR 00727; E-mail:
[email protected]
Resumen
Las razones por las cuales la mujer permanece o abandona una situación de abuso no están
acabadamente estudiadas, por lo que es importante entrar al contexto cultural para ir en búsqueda de esas explicaciones. Mediante un modelo de regresión con mujeres Mexicanas que aún
permanecen y otro grupo que han dejado la relación de abuso, se estudió el efecto diferencial de
los factores tipo de abuso, depresión, autoestima, ingreso, dependencia económica, apoyo social,
religiosidad y valores patriarcales. Los resultados mostraron diferencias estadísticas importantes
entre el grupo de mujeres que están en la relación y aquellas que la han abandonado en varios de
los factores estudiados. El análisis de regresión mostró que los valores patriarcales, la religiosidad,
el apoyo social y el grado de depresión fueron los predictores en la decisión de las mujeres para
permanecer o abandonar la situación de abuso en la muestra estudiada. Estos hallazgos constituyen un aporte importante al campo del trabajo social.
Palabras clave. Cultura patriarcal, religiosidad, apoyo social, depresión, mujer mexicana.
Abstract
The reasons why women stay or leave an abusive situation are not completely studied, thus it is
important to enter the cultural context to go looking for such explanations. Using a statistical
regression model with Mexican women who remain and another group who have left abusive
relationship, we studied the differential impact of factors such abuse, depression, self esteem, income, economic dependence, social support, religiosity and values patriarchal. The results showed
significant statistical differences between the group of women who are in relationships and those
that have left, considering several of the studied factors. Regression analysis showed that patriarchal values, religiosity, social support and degree of depression were predictors in women’s
decision to stay or leave the abusive situation in the study sample. These findings constitute an
important contribution to the field of social work.
Key words. Patriarchal culture, religiosity, social support, depression, abuse, Mexican women.
Introducción
El abuso contra la mujer es una de las manifestaciones más terribles de la violación del precepto de
la dignidad humana y de la inequidad entre hombres y mujeres (Memoria, 1999). Estadísticas del
US “Bureau of Justice Statistics” (2009) reportan
cada año miles de mujeres en el mundo que sufren
violencia doméstica dentro de sus hogares como resultado de actos de violencia que se manifiesta no
sólo en golpes físicos, sino también en formas más
sutiles que provocan un impacto a largo plazo pero
que pueden ser tan destructivos de la personalidad
45
WILMA GONZÁLEZ RÍOS
como la violencia física. Las razones por las cuales
la mujer permanece o abandona una situación de
abuso es un tema que amerita estar en la agenda
del presente ya que el abuso contra la mujer es un
problema social que además de trastocar el entorno
familiar afecta directamente el entorno social y laboral (Teubal, 2005).
Llama la atención la diversidad de estudios realizados en este ámbito desde distintas perspectivas
psico-sociales. Sin embargo, la literatura muestra la
necesidad de continuar investigando sobre las razones para que una mujer abandone o permanezca
en una situación de abuso. Existe una carencia de
conocimientos sobre los determinantes para permanecer o dejar una relación abusiva de las mujeres
mexicanas, por lo que es importante efectuar estudios en ese contexto cultural. Es por ello que este
estudio exploró un conjunto de aspectos determinantes en la decisión de la mujer mexicana de dejar
o permanecer en una relación abusiva con el fin de
llenar en parte estas carencias dentro del campo de
investigación.
Discusión conceptual
La explicación teórica de las razones por las cuales
la mujer permanece o abandona una situación de
abuso se encuentra en tres macro teorías que serán
brevemente abordadas: las teorías psicosociales, las
teorías sociales del aprendizaje y las teorías sociopolíticas.
Teorías psicosociales
Las teorías psicosociales se enfocan en las emociones y sentimientos que se adquieren desde la niñez e
influyen en la conducta humana (Paterson, Christopher y Seligman, 2004; Allport &Murray, 1999;
Walker, 1994; Roy, 1977; Prescott & Letko, 1977).
Los teóricos que abordan la depresión enfatizan que
la naturaleza violenta y delictiva del abuso hacia la
mujer producen en la víctima un estado emocional de depresión (Lammoglia, 2005; Long; 1994;
Hill, 1995). El problema de depresión en la mujer maltratada es más complejo de lo que aparenta.
Lammoglia (2005) presenta un cuadro sintomático
que permite comprender el peligro que representa
esta enfermedad. Este autor identifica clínicamente
el “episodio depresivo mayor,” lo que a su vez denomina como un trastorno mental muy severo que
afecta a muchas personas con consecuencias fatales en muchos casos. Los síntomas descritos en este
episodio son: un estado total de desánimo, tristeza constante, cambios en el peso, alteraciones del
sueño, agitación, disminución de la capacidad de
46
movimiento, baja energía, sentimientos de inutilidad o culpa, dificultad para concentrarse o pensar,
pérdida del interés o placer en casi todas las actividades. Si valoramos los síntomas y las repercusiones
de este estado emocional producido por el maltrato
es para preocuparse, ya que todos esos síntomas llevan a la víctima a sentir una culpa que la hace vivir
flagelándose en voz alta, sumándose la aparición de
ideas de muerte o suicidio (Lammoglia, 2005). Esta
teoría explica la razón por la que la mujer abusada
sufre depresión y en muchos casos la hace aceptar
y permanecer en la situación de abuso por sentirse
impotente emocionalmente para lidiar o escapar de
la situación de maltrato que le da su pareja.
Teorías del aprendizaje social
Las teorías del aprendizaje social ven la violencia
como una consecuencia directa del proceso de socialización y el medio ambiente familiar en donde
el ser mujer se aprende o equipara a ser impotente (Straus, 1977). Existen dos teorías que explican
la decisión de la mujer de aceptar o rechazar una
situación de abuso: la Teoría de Aprendizaje Intergeneracional de Bandura (1977) y la Teoría de la
Impotencia Aprendida de Walter (1978). Este estudio analiza esta última ya que es la que mejor explica
la toma de decisión de la mujer que es abusada por
su pareja. Seligman (1975) da inicio a la Teoría de la
Impotencia Aprendida, que posteriormente fue aplicada y desarrollada por Walker (1978), explicando
cómo los actos de abuso contra la mujer las hacen
vulnerables y temerosas. Walker menciona cómo
las mujeres abusadas condicionadas a menospreciar
sus habilidades y paralizadas por temores fundados
en el abuso (físico, emocional, económico, sexual o
una combinación de éstos), permanecen al margen
de la toma de decisión de abandonar la situación de
abuso decidiendo permanecer en ésta. Esta teoría
explica cómo la mujer se vuelve impotente como resultado de la cultura patriarcal, ya que esta cultura
promueve el que se mantenga un orden establecido
basado en que el hombre tiene el poder y la mujer
tiene que obedecer (Paterson, Christopher y Seligman, 2004; Stern, 1999; Walker, 1978).
La anterior explicación indica que el maltrato a la
mujer entra en un ciclo de abuso donde el hombre
hace uso de violencia para mantener su poder y su
supremacía; por otra parte la mujer, como causa de
este maltrato, se subordina a su pareja y no logra
salir de su subordinación aprendiendo a sentirse
impotente (Walker, 1994). Walker (1978) explica
que en estas mujeres existe un alto sentimiento de
culpa que las hace buscar las causas de la violencia
LA CULTURA PATRIARCAL, LA RELIGIOSIDAD, EL APOYO SOCIAL Y LOS NIVELES DE DEPRESIÓN COMO PREDICTORES
DE ACEPTACIÓN DE UNA SITUACIÓN DE ABUSO POR PARTE DE LA PAREJA: EL CASO DE LA MUJER MEXICANA
en ellas mismas convirtiendo el abuso de pareja en
una justificación, lo que provoca una permanente
desvalorización que provoca depresión, baja autoestima y sentimiento de impotencia.
Estas condiciones culturales descritas en el párrafo
anterior, han propiciado que las mujeres mexicanas
agredidas asimilen la violencia como parte de sus
relaciones cotidianas haciéndolas permanecer en
dicha relación. En algunos casos, ni siquiera reconozcan como delitos los actos de agresión dirigidos
hacia ellas. Por consecuencia, el acto violento no se
denuncia en una buena parte de los casos, tal como
lo revelan las estimaciones estadísticas ofrecidas por
el INEGI (2000), el Plan Nacional de Desarrollo
(2000) y la Secretaría de Gobernación (1996).
Teorías sociopolíticas
Las teorías sociopolíticas (patriarcalismo y feminista) marcan y explican el rol que los valores tienen en
la manifestación del abuso contra la mujer dentro
de una sociedad patriarcal (Stern, 1999; Valcárcel,
1998; Castells, 1998). Los valores en la sociedad
patriarcal hacen que las víctimas vivan sometidas a
la figura masculina impactando la decisión de permanecer con su pareja abusiva (Dohmen, 1999).
La teoría patriarcal es una de las más antiguas ya
que todas las sociedades conocidas participan, en
mayor o menor medida de los rasgos identificados
como patriarcado dentro de una organización social en la que los hombres se apropian del poder y
no da lugar a que las mujeres tengan igualdad de
condiciones y sus derechos (Stern, 1999; Johnson
(1995); Yllo y Straus, 1990). Sus manifestaciones
son muy diversas y se han atenuado de una forma
extraordinaria en los últimos años en las sociedades
más desarrolladas, pero aún no han desaparecido
totalmente en ninguna de ellas (Taylor, Magnussen
and Amudson, 2001; Raphael y Haennicke 1999).
La extensión del patriarcado es universal y abarca a
todo tipo de sociedades. La cultura mexicana no es
la excepción donde mujeres son abusadas por sus
parejas aún durante al estado de embarazo (Castro,
Peek-Asa, and Ruiz, 2003). Las formas de sometimiento femenino, que explican por qué la mujer
permanece en la relación de abuso, aparecen tanto en las sociedades primitivas como en aquellas
más desarrolladas que presentan formas complejas
y sofisticadas de organización social y en cada una
de ellas adoptan rasgos diferentes (Castells, 1998;
Stern, 1999). Además, Heggen (1993) y Basham y
Lisberness (1997) en sus investigaciones exponen
que dentro de la raíz de una cultura patriarcal las
mujeres víctimas de maltrato conyugal añaden sus
creencias religiosas y posiciones ante el divorcio
(que son dadas por posiciones de religiones patriarcales) como límites para ejercer sus derechos de
abandonar a sus esposos en una relación de abuso.
El grado de religiosidad que experimenta la mujer
en la cultura patriarcal impacta en su decisión de
permanecer o abandonar una situación de abuso de
parte de su pareja siendo otro factor que explica la
decisión de la mujer de permanecer en una relación
de abuso. Estudios muestran que las familias numerosas en culturas altamente patriarcales, no apoyan
a la mujer cuando decide abandonar al agresor, y
mas bien es aconsejada a permanecer en dicha situación (Collymore, 2000).
La teoría feminista surge como consecuencia de la
herencia del patriarcado, y es sin duda la teoría crítica que desde la perspectiva de género, introdujo
los debates en la vida política y en la vida privada, importantes transformaciones en las relaciones
sociales con respecto a la mujer (Silverstein y Goodrich, 2006). El feminismo es una forma de crítica
y al mismo tiempo un proyecto de inclusión (Marcionis, 2007) y transformación a favor de la mujer.
Los temas más característicos del feminismo son la
igualdad y la diferencia, la política de identidad,
la construcción social del género, la sexualidad y
la creatividad femenina (Raphael, 1999; Valcárcel,
1998; Rusbult y Martz, 1995; Frisch y McKenzie,
1991). Defiende la razón y la vida y, a la larga lucha
para que la palabra libertad no sea una palabra abstracta y privilegio de unos pocos (Wollstonecraft,
1998; Valcárcel, 1998). Esta teoría explica el desarrollo de una conciencia activa en las mujeres que
sufren una relación de abuso de parte de su pareja, promoviendo así que la mujer abandone dicha
relación (Silverstein y Goodrich, 2006; GarlandThomson, 2002).
Por otro lado, Chang (2003) y Olavarrieta (2002) coinciden en que el apoyo social que la mujer abusada
reciba de sus familiares cercanos y de sus amigos contribuirá a que la decisión de abandonar la situación
de abuso se lleve a cabo de manera segura para la
víctima. Estudios hechos por William (2000) y Patzel
(2001) reportan que el apoyo de familiares, amigos y
profesionales ofrecido a las mujeres víctimas sobrevivientes del maltrato, las capacita para rehabilitarse e
independizarse de sus agresores, haciendo este proceso más efectivo, seguro y saludable para ambos.
De la revisión teórica efectuada es posible establecer
un conjunto de aspectos a explorar que diluciden la
relación diferencial de cada uno de ellos en su rol
determinante para el entendimiento y comprensión
del fenómeno de la violencia contra la mujer en el
47
WILMA GONZÁLEZ RÍOS
contexto Mexicano. Así, el diseño básico del presente estudio respondió a la pregunta de investigación
general siguiente: ¿cuáles son los factores que predicen que la mujer mexicana decida permanecer en
una situación de abuso a partir de un conjunto de
aspectos elegidos?
Metodología
Este estudio utilizó una metodología cuantitativa no
experimental exposfacto con un diseño transversal.
Las investigaciones transversales son definidas como
diseños que colectan datos en un solo momento,
en un tiempo único y cuyo propósito es describir
variables y analizar su incidencia e interrelación
(Tabachnick & Fidell, 2007).
Población
La población estudiada fueron mujeres víctimas de
violencia que acudieron en busca de servicios al
Centro de Atención Familiar (CAFAM) en Guadalupe, NL. México.
Muestra y procedimiento de selección
La selección de la muestra fue por disponibilidad y
conveniencia. Se efectuó mediante la canalización,
a través de la institución, de aquellas mujeres que
cumplieron con los criterios de inclusión establecidos por la investigadora. Las participantes fueron
reclutadas inmediatamente después de la entrevista
inicial efectuada por la institución, antes de que se
aplicaran sus servicios y programas para así obtener
una medición aun no modificada por dichos servicios. Los criterios de inclusión en el estudio fueron:
1) mujeres mexicanas de 18 a 45 años de edad; 2)
de comportamiento heterosexual; 3) que no estuvieran recibiendo servicios de CAFAM; 4) que el
abuso tuviera seis o más meses en efecto; 5) que
las mujeres no hubieran sido abandonadas por su
pareja sino que ellas fueran quienes abandonaron la
relación por decisión propia.
Una vez establecidos los criterios de selección (de
inclusión y exclusión) del estudio, comunicados y
aceptados por la institución, se le pidió al personal de la institución que canalizara a las mujeres
de acuerdo a los criterios mencionados y a la disponibilidad de las participantes. Posteriormente, el
entrevistador hizo un acercamiento breve a la participante para explicarle el proyecto de investigación
y la importancia de su colaboración para el éxito
del mismo. Ya firmada la hoja de consentimiento, la
participante fue reclasificada y codificada de acuerdo a su situación marital (si ésta permanecía todavía
o si ya había abandonado la relación de abuso).
48
El entrevistador procedió a canalizar a la participante
seleccionada hacia el equipo de ayudantes de investigación para la aplicación de los cuestionarios y la
obtención de datos. El investigador y su equipo asistieron a la institución diariamente para seleccionar
a las participantes y obtener los datos. Un análisis
descriptivo e inferencial fue hecho con los datos obtenidos de la muestra total de 135 participantes.
Instrumentos
Variable Criterio o Dependiente: abandonar o permanecer con la pareja abusiva.
Para determinar si la persona estaba o no en la
relación se establecieron los siguientes criterios: información obtenida de la forma oficial de ingreso de
la institución CAFAM (ficha de ingreso), mediante
una pregunta en la cual se indagó el estado civil de la
persona, el tiempo bajo ese estado civil, el domicilio
actual y la indagación de si el domicilio reportado
era el domicilio conyugal o no. Estos datos oficiales
fueron posteriormente contrastados para su veracidad con las respuestas dadas por la participante en
el estudio con preguntas que fueron incluidas en
una pequeña hoja que consideró información sobre
si la persona permanecía o no en la relación.
Además, esta hoja incluyó información sobre si la
participante vivía en el mismo domicilio con su esposo o compañero con el que se dio la situación de
abuso, cuánto tiempo hacía que no vivía con él si
ese era el caso, y quien decidió terminar la relación.
Todos estos datos permitieron detectar con precisión si la persona estaba o no en la relación en base
a los criterios establecidos.
Variables independientes
• Ingreso y número de miembros en la familia.
Las variables ingreso y número de miembros en la
familia fueron medidas con preguntas sociodemográficas directas de tipo numéricas.
• Tipo de abuso, autoestima, depresión, dependencia económica, valores patriarcales y apoyo
social.
El investigador diseñó un cuestionario de preguntas
estructuradas que incluyeron 43 preguntas con un
nivel de medición ordinal con escala del 1-5 para
medir las variables intensidad de abuso, dependencia económica, apoyo social, valores patriarcales y
religiosidad.
En el proceso de asegurar la máxima confiabilidad
y validez de constructo y para asegurar la validez
interna del estudio, se sometieron las preguntas
en el instrumento a una prueba piloto. Se aplicó la
LA CULTURA PATRIARCAL, LA RELIGIOSIDAD, EL APOYO SOCIAL Y LOS NIVELES DE DEPRESIÓN COMO PREDICTORES
DE ACEPTACIÓN DE UNA SITUACIÓN DE ABUSO POR PARTE DE LA PAREJA: EL CASO DE LA MUJER MEXICANA
mientos suicidas, llanto, agitación, pérdida del
interés en las actividades, indecisión, pérdida de la
energía, insomnio, irritabilidad, disminución del
apetito, disminución de la concentración, fatiga,
pérdida del interés en el sexo. El BDI refleja el grado de depresión de la persona que lo responde. Las
contestaciones fueron medidas con una escala del 0
al 3 donde: ninguna = 0, leve = 1, moderada = 2 y
severa = 3. Las interpretaciones son medidas en niveles de intervalos. Los puntajes totales menores de
15 revelan en esta escala una depresión leve; entre
15 y 30 revelan una depresión moderada; puntajes
mayores de 30 indican una depresión severa. Finalmente, la prueba alpha de Cronbach se corrió en
todos los instrumentos siguiendo el criterio convencional alpha ≥ 0.8 para retener o eliminar ítems.
prueba t para grupos independientes con el fin de
establecer discriminación entre los reactivos, obteniéndose diferencias estadísticamente significativas
a un nivel _ <0.05. Posteriormente se sometieron
los reactivos a una prueba de correlación de Spearman obteniendo un r = 0.8. También se sometieron
las preguntas a un análisis factorial para explorar la
validez interna del constructo. Finalmente, se calculó la confiabilidad a través de la prueba Alfa de
Cronbach con _ = 0.7. De los 43 reactivos iniciales después de lograrse la validez y confiabilidad de
cada constructo, sólo se utilizaron 25 reactivos con
los que se obtuvo un Alfa de Cronbach de 0.85 a un
nivel de p < 0.01.
Autoestima: Inventario de Autoestima (SEI) de Coopersmith
Este inventario midió la percepción de la persona
en cuatro áreas: autoestima general, social, hogar
y padres, escolar académica. La autoestima general corresponde al nivel de aceptación con que la
persona valora sus conductas auto-descriptivas. La
autoestima social corresponde al nivel de aceptación
con que la persona valora sus conductas auto-descriptivas en relación con sus pares. La autoestima
hogar y padres corresponde al nivel de aceptación
con que la persona valora sus conductas auto-descriptivas en la relación con sus familiares directos.
El Instituto Mexicano de Psiquiatría en México validó este instrumento usando una muestra de 411
sujetos mexicanos adultos (200 hombres y 211
mujeres). La escala está constituida por 25 reactivos
dicotómicos (si o no). Los resultados de esta validación presentaron una p<0.05 a través de prueba t y
un alpha de Cronbach de 0.81.
Inventario de depresión de Beck
El Inventario de Depresión de Beck (BDI) es un instrumento de 21 reactivos traducidos al español y
estandarizado por Hardcourt Co. Este instrumento midió tristeza, desesperanza, fracasos pasados,
anhedonia, culpa, castigo, auto-disgusto, pensa-
Resultados
Análisis descriptivo de la población
Se efectuó un análisis descriptivo y socio-demográfico con los datos obtenidos de las participantes
incluyendo la edad, grupo familiar, estado marital e
ingreso. La edad promedio de las participantes fue
de 32 años con un ingreso promedio de 3, 500 pesos
semanales y un número promedio de 6 miembros en
la familia. De los datos descriptivos se encontró que
más de la mitad de las mujeres habían dejado a su
pareja (n=66) y el resto (n=64) aún permanecían con
su pareja. Una gran proporción de la muestra (45%)
estaban casadas; del resto, el 40 porciento estaban
divorciadas, el 3.8% estaban separadas y el 10.8%
vivían como parejas (amancebadas). Del 100% de las
mujeres participantes, el 49.2% vivían con sus parejas y el 50.5% habían abandonado a sus parejas.
La Tabla 1 describe la media y la desviación estándar
de las variables ingreso, miembros en la familia y edad
en los dos grupos estudiados: grupo uno constituido
por mujeres que abandonaron la relación de abuso y
grupo dos de mujeres que permanecían en ésta.
TABLA 1
ESTADÍSTICA DESCRIPTIVA COMPARATIVA DE LAS VARIABLES DEMOGRÁFICAS EN LA DECISIÓN DE
PERMANECER O ABANDONAR UNA SITUACIÓN DE ABUSO
Variables
Decisión de
permanecer
(n = 64)
Decisión de
abandonar
(n = 66)
Media
Desviación estándar
Media
Desviación estándar
Miembros en la familia
5.98
2.16
5.94
2.35
Ingreso semanal
1378
564
1297
542
Edad
32.47
7.23
32.33
6.82
Nota: El ingreso semanal equivalente a moneda nacional mexicana.
49
WILMA GONZÁLEZ RÍOS
bles independientes del modelo de regresión. En la
Tabla 2 se presentan las medias y las desviaciones
estándar de las variables independientes para los
dos grupos.
Se encontraron diferencias estadísticas significativas
entre los dos grupos en 7 de las variables comparadas. La tabla tres proporciona los resultados del
estadígrafo t encontrados, la diferencia de medias y
el nivel de significancia obtenido.
Como se puede ver en la Tabla 3, con un nivel de
p<0.01, existieron diferencias estadísticas significa-
Las medias de las variables: miembros de familia,
edad e ingreso semanal indicaron que los dos grupos son demográficamente homogéneos.
Análisis comparativo bivariado de las
variables independientes
Con el propósito de explorar más la naturaleza de
los dos grupos de mujeres (las que permanecen y las
que ya no están en la relación abusiva), se efectuó
una comparación entre los dos grupos efectuando
una diferencia de medias mediante la prueba t para
grupos independientes y para cada una de las varia-
TABLA 2
COMPARACIÓN DE LA ESTADÍSTICA DESCRIPTIVA DE LAS VARIABLES INDEPENDIENTES
EN LOS GRUPOS 1 Y 2
Grupo 1.
Abandonaron la (n=66)
relación de abuso
Grupo 2.
Permanecían en (n=6)
la relación de abuso
Variables
Media
Desviación estándar
Mean
Desviación estándar
Autoestima
17.4
4.6
8.5
4.3
Depresión
.55
.54
1.5
.36
Valores patriarcales
1.3
.49
4.0
.66
Apoyo social
3.9
.69
1.5
.72
Intensidad del abuso
3.8
.37
2.7
.59
Religiosidad
2.1
.68
4.1
.60
1.97
1.2
4.5
1.0
Dependencia económica
TABLA 3
PRUEBA T- PARA LA DIFERENCIA DE MEDIAS DE LAS 9 VARIABLES ENTRE LOS DOS GRUPOS
(GRUPO 1 Y GRUPO 2) EN ESTUDIO
T
Df
Sig.
(2-colas)
Diferencia
de medias
Miembros de la familia
-0.651
128
0.516
-0.2800
Ingreso
-1.419
128
0.158
-138.1600
Religiosidad
-18.246
128
0.000
-2.0488
Dependencia económica
-13.117
127
0.000
-2.4900
Intensidad del abuso
13.284
128
0.000
1.1420
Apoyo social
20.442
128
0.000
2.5211
Valores patriarcales
-26.790
128
0.000
-2.7224
Depresión
-11.633
128
0.000
-0.9368
Autoestima
11.581
128
0.000
8.9863
Nota: p>.025
50
LA CULTURA PATRIARCAL, LA RELIGIOSIDAD, EL APOYO SOCIAL Y LOS NIVELES DE DEPRESIÓN COMO PREDICTORES
DE ACEPTACIÓN DE UNA SITUACIÓN DE ABUSO POR PARTE DE LA PAREJA: EL CASO DE LA MUJER MEXICANA
tivas entre los grupos de mujeres que están y las
que han abandonado la relación, en las variables religiosidad, dependencia económica, intensidad de
abuso, apoyo social, valores patriarcales depresión
y autoestima. No existieron diferencias estadísticas
significativas entre los dos grupos de mujeres sólo
en las variables ingreso (p=0.16) y miembros en la
familia (p=0.52).
Análisis multivariado
Los siguientes pasos fueron seguidos con el fin de
analizar la fuerza predictora de las nueve variables
en estudio. La normalidad es considerada como una
de las suposiciones fundamentales en el análisis de
regresión múltiple (Pampel, 2000; Tabachnick &
Fidell, 2001). Se efectuaron los procedimientos de
exploración de la normalidad empleando una variedad de procedimientos analíticos (Histograma
y la prueba Kolmogorov-Smirnov) para evaluarla,
a sabiendas de que en base a la naturaleza del nivel de medición de las variables era difícil alcanzar
normalidad. Como era de esperarse, no se encontró
normalidad en ninguna de las variables sometidas
a análisis. Sin embargo, los análisis multivariados
pueden aun efectuarse con algunas infracciones
(Tabachnick & Fidell, 2001; Kahane, 2001), por lo
que se procedió a efectuar un análisis de regresión
múltiple.
Se corrieron los modelos de regresión múltiple “stepwise” y “enter” para encontrar el mejor modelo de
variables de mayor fuerza de predicción en la decisión de permanecer o abandonar una situación de
abuso de pareja. El método “Stepwise” mostró solamente tres fuertes predictores: valores patriarcales
(p=0.00), religiosidad (p=0.02) y apoyo social
(p=0.04), de los cuales el de mayor fuerza predictora fue valores patriarcales. Las demás variables no
entraron en ninguno de los tres modelos reportados
a través de este método. Sin embargo, a través del
método “enter”, la variable depresión (p=0.04) entró
al modelo junto con las variables valores patriarcales (p=0.00), religiosidad (p=0.00) y apoyo social
(p=0.02) (véase Tabla 4). A pesar de que la variable
depresión no entró en el método “stepwise” por lo
restrictivo que es éste en su selección de las variables predictoras, la literatura teórica (APA, 2002;
Lammoglia, 1995; Jones, 1994; Barnett, 2001) ha
mostrado que este predictor es un predictor importante dentro de la literatura del maltrato. Por ello es
que se presenta el modelo de regresión estadística
obtenido mediante el método “enter” como el modelo que explica mejor la determinación de la mujer
mexicana de permanecer o abandonar la relación de
abuso. En base a la literatura, el modelo presentado
es el más parsimonioso. La Tabla 4 presenta los resultados del modelo de regresión.
TABLA 4
COEFICIENTE DE REGRESIÓN PARA CADA VARIABLE EN ESTUDIO: MÉTODO ENTER
Coeficiente
No estandarizado
t
Sig.
B
Error
estándar
Beta
Permanecer / abandonar
0.182
0.245
0.743
0.459
Miembros de la familia
-.0051
0.007
-0.025
-0.767
0.445
Ingreso (semanal)
0.000025
0.000
0.027
0.850
0.397
Religiosidad
0.106
0.028
0.256
3.723
0.000
Dependencia económica
0.02514
0.015
0.083
1.626
0.107
Intensidad de abuso
-0.04285
0.036
-0.064
-1.198
0.233
Apoyo social
-0.06377
0.028
-0.183
-2.276
0.025
0.159
0.033
0.470
4.790
0.000
Depresión
-0.112
0.054
-0.146
-2.070
0.041
Autoestima
-0.00678
0.005
-0.085
-1.326
0.187
Modelo
1
Coeficiente
estandarizado
Valores patriarcales
51
WILMA GONZÁLEZ RÍOS
Se pueden observar que no fueron predictores estadísticos significativos las variables: número de
miembros de la familia, ingreso, dependencia económica, intensidad de abuso y autoestima. En cambio,
religiosidad (p=0.00) y valores patriarcales (p=0.00),
apoyo social (p=0.02) y depresión (p=0.04), entraron
como fuertes predictores. Finalmente se concluye,
que los predictores que hacen que la mujer permanezca en una situación de abuso de pareja en estas
mujeres estudiadas, son los valores patriarcales, la
religiosidad, el apoyo social y la depresión en orden
descendente. En otras palabras, el hecho de que la
mujer tenga altos niveles de valores patriarcales, religiosidad y depresión además de bajos niveles de
apoyo social, predicen que una mujer mexicana permanezca en una relación de abuso. Por otro lado,
los bajos niveles de valores patriarcales, religiosidad
y depresión y los altos niveles de apoyo social, son
fuertes predictores para que las mujeres mexicanas
abandonen una situación de abuso.
Discusión
El propósito de este estudio fue entender la experiencia de una población de mujeres mexicanas
víctimas de abuso de parte de su pareja. Los resultados intentan contribuir al campo de la investigación
existente en cuanto a los factores envueltos en la
decisión de la mujer mexicana de abandonar o permanecer en una situación de abuso de pareja.
Nueve variables fueron examinadas en una muestra de 130 participantes y los resultados del análisis
estadístico proporcionaron apoyo para contestar la
pregunta de investigación. Al efectuarse una prueba t para grupos independientes, se encontraron
diferencias estadísticamente significativas en las
variables religiosidad, dependencia económica,
autoestima, depresión, apoyo social y valores patriarcales entre las medias del grupo uno (mujeres
que abandonaron al agresor) y las del grupo dos
(mujeres que permanecieron con el agresor). Sin
embargo, no se encontraron diferencias estadísticas
en las variables ingreso y número de miembros en
la familia. Por otro lado, cuatro fuertes predictores
(valores patriarcales, religiosidad, apoyo social y
depresión) fueron identificados en un análisis multivariado de regresión múltiple.
Se presenta a continuación, el análisis de los resultados encontrados comentando sobre cada uno de las
variables predictoras encontradas.
Valores patriarcales
Los hallazgos muestran diferencias estadísticamente
significativas en valores patriarcales entre grupo de
52
mujeres que abandonaron la situación de abuso y
el grupo de mujeres que permanecieron en ella. Las
mujeres con altos niveles de valores patriarcales permanecían en la relación de abuso de pareja, mientras
que las mujeres que tuvieron bajos niveles de valores
patriarcales fueron las que habían abandonado a sus
agresores. Estos hallazgos expanden lo encontrado
en estudios previos hechos por Ramírez-Rodríguez,
(2006), Marín de Espinosa (2001), Jacobson (2001)
y Stern (1999) con relación a la actitud y conducta patriarcal de familias y líderes religiosos cuando
tienen que apoyar y manejar situaciones donde la
mujer es abusada. Los investigadores coinciden al
exponer que estas mujeres abusadas frecuentemente no cuentan con el apoyo de parte de su familia
inmediata cuya actitud es aconsejar a estas víctimas
a regresar con sus agresores con actitud sumisa y
sometida (Teubal, 2005; Varela, 2002; Marín de Espinosa, 2001; Jacobson, 2001; Rossi, 1993).
Además, aporta mayores bases a estudios como el
de Olavarrieta (1993), donde presenta los estereotipos de machismo y la relación de abuso hacia la
mujer en las zonas rurales de México, discutiendo
las raíces culturales patriarcales y lo que implica
la tradición de cometer actos de violencia contra
personas vulnerables como lo es la mujer. Por otro
lado, los resultados de este estudio sobre la influencia de los valores patriarcales en la mujer abusada
explican por qué estudios hechos por Castro, PeekAsa y Ruiz (2003) con 917 mujeres mexicanas
embarazadas, mostraron que si bien el abuso ocurre
comúnmente en mujeres embarazadas, el embarazo
en sí no es un factor que desencadene la violencia
sino más bien la influencia patriarcal.
Basado en los hallazgos de este estudio, se puede concluir que las mujeres con altos niveles de
creencias patriarcales son las que mayormente permanecen en una situación de abuso. Por otro lado,
la decisión de abandonar la situación de abuso está
fuertemente predicha en mujeres con creencias de
valores patriarcales bajos. En algunos estudios se
explora cómo se correlacionan los valores patriarcales, la religiosidad y el apoyo social (Varela, 2002;
SSNL, 2000; Rossi, 1993). Como es de esperarse,
existe una correlación altamente negativo del nivel
de los valores patriarcales de las participantes (r =
-0.9) con el apoyo social y una correlación positiva
alta con religiosidad (r =0.8). Estos hallazgos son
importantes porque establecen el rol tan importante
que los valores patriarcales desempeñan en la decisión de las mujeres que participaron en este estudio
para permanecer o dejar una relación de abuso de
parte de su pareja.
LA CULTURA PATRIARCAL, LA RELIGIOSIDAD, EL APOYO SOCIAL Y LOS NIVELES DE DEPRESIÓN COMO PREDICTORES
DE ACEPTACIÓN DE UNA SITUACIÓN DE ABUSO POR PARTE DE LA PAREJA: EL CASO DE LA MUJER MEXICANA
Religiosidad
Los resultados obtenidos sobre la variable religiosidad indican que las mujeres que habían abandonado
la relación de abuso reportaron menos niveles de religiosidad que aquellas que decidieron permanecer
en dicha relación. En el análisis de regresión múltiple, el nivel de religiosidad resultó ser el segundo
predictor más fuerte en la decisión de la mujer de
permanecer o abandonar la relación de abuso. Estos resultados apoyan y amplían los hallazgos de los
estudios hechos por Basham and Lisberness (1997)
y Heggen (1993), los cuales exponen que para algunas mujeres víctimas de maltrato conyugal sus
creencias religiosas y posiciones ante el divorcio las
limitan a ejercer sus derechos de abandonar a sus
esposos en una relación de abuso. En adición, añaden a lo presentado por Neff y Karney (2005) sobre
el efecto de la religiosidad en la relación de parejas.
Apoyo social
Dado el hecho de que la literatura establece lo significativo que es para una mujer abusada recibir
apoyo social (familia y amigos) cuando ha tomado
la decisión de abandonar dicha situación de abuso
de parte de su pareja, estos hallazgos justifican la
necesidad de mayor intervención en el campo del
trabajo social en fomentar y desarrollar políticas y
programas que ofrezcan mayor apoyo social a estas víctimas de abuso. En adición, estos resultados
en apoyo social aportan mayores bases a investigaciones previas efectuadas por Tjaden & Thoenes
(1998), Browne (1997) y el Departamento de Policía
de Puerto Rico (2002), donde se ha encontrado que
estas víctimas que abandonan a sus agresores son
acosadas y perseguidas por ellos para obstaculizar
a la mujer su proceso de liberación y rehabilitación
ocasionando que muchas mujeres mueran a manos
de sus agresores durante este proceso.
Depresión
Se encontraron diferencias estadísticamente significativas (p=.00) entre las medias de los dos grupos de
mujeres que se entrevistaron: las que permanecían
en la relación abusiva y las mujeres que ya habían
abandonado esta relación. Se encontró que las mujeres que abandonaron a sus agresores mostraron
menores grados de depresión que aquellas que aun
permanecían en dicha relación. Es de gran importancia el hallazgo de que el 77% de las mujeres que
abandonaron la relación no experimentaron ningún
grado de depresión. Estos datos sugieren que la depresión es un fuerte predictor en la decisión de que
una mujer permanezca en una relación de abuso
de pareja. Estos resultados enriquecen los estudios
hechos por Garfield (2004) y Walker (1994), sobre las consideraciones clínicas en las posibilidades
de comunicación y alianzas en la terapia durante la
relación de la pareja. Además apoyan la teoría de
Walker (1994) sobre la impotencia aprendida.
Ingreso, número de miembros de familia,
intensidad del abuso, dependencia económica
y autoestima
De la revisión de la literatura efectuada se encontró que aspectos tales como el ingreso, el número
de miembros de familia, la intensidad del abuso,
la dependencia económica y la autoestima (Barnett
2001; Brandwein, 1999; Raphael, 1999; Jacobson &
Gottman, 1998; Bollie, 1997) tienen que ver con la
decisión de las mujeres para permanecer o abandonar una relación de abuso. Estudios por Brandwein
(1999), Bollie (1997) y Raphael (1999) muestran
cómo el nivel de ingreso de mujeres víctimas de
abuso está relacionado con continuar o mantenerse
en una relación de maltrato.
Sin embargo, aun cuando el papel de los aspectos
mencionados en los estudios de la literatura consultada ha tenido que ver con la decisión de abandonar
o permanecer en relaciones de abuso, en este estudio
no fueron determinantes estadísticos significativos.
Sin embargo, el rol de estos factores como aspectos
determinantes, no pueden descartarse porque no
salieron como predictores en el modelo de regresión. Además, todavía faltaría considerarlos como
componentes potenciadores o intermedios dentro
de la decisión de la mujer de dejar o permanecer en
la relación abusiva. Un estudio mediante modelos
de ecuaciones estructurales (SEM) podría dilucidar
mejor el papel de cada una de las variables en modelos más complejos.
Lo que sí puede afirmarse es que dentro de la cultura
Mexicana existen fuertes raíces históricas religiosas
y patriarcales (Valdez-Santiago, Arenas-Monreal,
Hernández-Tezoquipa, 2004; SSNL, 2002; Stern,
1999; Díaz, 1998), por lo que el papel predictor
importante de los valores patriarcales y de la religiosidad aunque no es sorprendente, sí corrobora la
importancia de estos aspectos como factores a considerar para el entendimiento de la condición de las
mujeres mexicanas en su capacidad de mantenerse
o dejar una relación de maltrato. Así, los hallazgos
de este estudio comprobaron que los predictores en
la decisión de una mujer Mexicana víctima de abuso
de pareja de permanecer o abandonar a su agresor
no son el ingreso, ni el número de miembros de familia, ni la intensidad del abuso, ni la dependencia
53
WILMA GONZÁLEZ RÍOS
económica, ni el nivel de autoestima, sino, el nivel
de sujeción a los valores patriarcales, a la religiosidad, la falta de apoyo social y el alto grado de
depresión.
Estos hallazgos apoyan, aportan y amplían los hallazgos encontrados en estudios hechos por la Dra.
Granados (SSNL, 2002) en una encuesta de 1,064
mujeres maltratadas, donde encontró que la dependencia económica o los bajos ingresos no fueron
las razones por las cuales las mujeres mexicanas
víctimas de abuso permanecen con sus agresores.
Granados encontró que a pesar de que la mujer
mexicana ha entrado al sector laboral y se ha independizado económicamente de su pareja, aún
permanece con su agresor.
Conclusiones
La cultura patriarcal en México y sus raíces históricas han impactado a través de los valores, la religión
y el apoyo social (familiares y amigos) la toma de
decisión de abandonar o permanecer su pareja abusiva. En vez de cuestionar a la mujer mexicana en
al cuanto al por qué permanece en la situación de
abuso, es necesario encontrar variedad de alternativas en la solución del problema considerando como
predictores los valores patriarcales, religiosidad,
apoyo social y su grado de depresión.
Los resultados de este estudio aportan una mayor
comprensión al campo de la investigación sobre
la relación que existe entre predictores específicos
de la toma de decisión de la mujer Mexicana para
permanecer o abandonar una situación de abuso,
ayudan al campo del Trabajo Social en programas
de intervención ya existentes y en el proceso de
evaluación. Además, contribuyen al campo de intervención profesional del trabajador social clínico en
el desarrollo de estrategias más efectivas en la ponderación e intervención, donde incluyan factores
tales como: valores patriarcales, religiosidad, apoyo social y depresión. En adición, estos hallazgos,
enriquecen el campo de la investigación y aportan
bases científicas sobre las variables en estudio para
dar inicio a estudios comparativos con culturas idóneas. Finalmente, estos hallazgos ayudarán en la
elaboración y formulación de políticas sociales que
aborden de manera más efectiva el problema de la
mujer abusada en México.
Limitaciones
El hecho que las mujeres de este estudio fueron
encuestadas sólo una vez, no hizo posible saber
cuántas de las mujeres que abandonaron su pareja
abusiva eventualmente regresaron y cuáles fueron
54
las causas de que lo hicieran. Por el hecho de la naturaleza del diseño utilizado (transversal), surge la
limitante de la incapacidad de establecer relaciones
causales, de añadir terceras variables para explorar
el papel mediador o potencial de algunas de las variables y de clarificar la dirección de las relaciones
causales, asumiendo que existieran.
Recomendaciones
Se recomiendan otros estudios con un número mayor de participantes en la muestra y cuya selección
sea al azar y que incluya muestras representativas
una población mayor del Estado de Nuevo León.
Además, se recomiendan otros estudios de manera
comparativa donde pueda determinarse si los hallazgos sobre los predictores de la toma de decisión
de la mujer en permanecer o abandonar una situación de abuso de pareja, son cónsonos con otras
regiones del país y/o con otras culturas de origen
latino.
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56
ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 77 / Diciembre / 2009 / P. 57-67
Desafíos para una nueva institucionalidad
de Justicia Penal Juvenil
Institutional challenges for Juvenile Justice
DANIELA DÍAZ / CLAUDIA GARRIDO
Daniela Díaz es Trabajadora Social, Magíster (c) Sociología; dirección postal, Eliodoro Yañez 1128 E Providencia; E-mail:
[email protected]
Claudia Garrido es Trabajadora Social, Magíster en Antropología y Desarrollo, Docente Escuela de Trabajo Social Universidad
Santo Tomás. Dirección postal, Avda. Ejército 146, Edificio B, 6º Piso. E-mail: [email protected]
Resumen
Este artículo reflexiona acerca del problema social que representa la delincuencia juvenil en la
actualidad, y de los desafíos que ésta plantea para la institucionalización de un Sistema Nacional
de Justicia Penal Adolescente, en el marco de la Convención Internacional de los Derechos del
Niño suscrito por Chile en 1990.
De este modo, se plantea la posibilidad de articular propuestas dialógicas que permitan trascender el concepto de justicia procedimental, para abrirse hacia una justicia de carácter restaurativo
y de corte comunitario, donde la sociedad reconoce al joven infractor como un otro legítimo,
permitiéndole la restauración del daño causado por la infracción cometida, y promoviendo con
ello una reinserción social efectiva.
Palabras claves. Jóvenes infractores de ley, sistema de justicia juvenil, justicia restaurativa, ética dia-
lógica.
Abstract
This article aims to reflect upon the social problem that juvenile delinquency represents nowadays
and about the challenges this situation generates for the establishment of a National Juvenile
Penal System, within the frame of the Children Right International Convention, which was signed
by Chile in 1990.
It also provides a reflection on the possibility of articulating dialogical proposals which go beyond
the concept of procedural justice, and are critical to open the understanding of juvenile delinquency toward the idea of restorative justice. In this approach, based on the relation between the
young and the community, society recognises young offender as a legitimate other and allow him
to repair the harm caused promoting an effective social reintegration.
Key words. Young law offenders, youth justice system, restorative justice, dialogical ethics.
Introducción
El presente artículo desarrolla una reflexión acerca
del problema de la delincuencia juvenil partiendo
por una breve revisión de la forma en que se significó a la minoridad a principios del siglo XX, para
identificar desde esa significación, el modo en que
se articuló la relación Estado, vigilancia y desvío
conductual juvenil.
Como señalará en el transcurso del texto, el control
social, particularmente el que se dirige a los jóvenes
delincuentes, históricamente ha transitado entre la
caridad y el miedo, construyendo entonces a un sujeto en riesgo y a otro peligroso, sin haber mayores
distinciones en las formas de intervención. Tanto es
así, que en la actualidad, el Informe anual de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales
(2008), ha llamado la atención sobre el estancamiento de niños y jóvenes en Centros Residenciales
del Servicio Nacional de Menores (SENAME), que
no sólo responde a condiciones de pobreza, sino a
otras complejidades que no están siendo debidamente abordadas.
Según lo anterior, la reflexión se encamina hacia la
articulación de propuestas de justicia restaurativa,
dialógicas y éticas, capaces de atender a las particularidades de los sujetos que hoy cometen infracción
de ley. Se pretende entonces, instalar la perentoria
necesidad de que el joven infractor de ley, salga de
57
DANIELA DÍAZ / CLAUDIA ANDREA
lo que aquí denominamos ‘no lugar’, precisamente
porque atendiendo a la demanda por responsabilización social, ésta debe ponerse en perspectiva,
revisando las condiciones efectivas del cumplimiento de las sanciones juveniles.
Finalmente, se plantea que no es posible centrar
únicamente la reinserción social en los jóvenes, sin
ser capaces como Estado, profesionales y sociedad
civil, de proyectar nuevas formas de intervención
social, que visualicen al joven como sujeto dotado
de capacidades para indemnizar al otro, a partir
de sus condiciones particulares, pero sobre todo, a
partir de la construcción de políticas de des-estigmatización.
Infancia y juventud: breve reseña
histórica
Desde fines del siglo XIX, y a partir del progreso de
las disciplinas sociales, los estudios referentes a la
infancia, plantean que el niño puede ser visto bajo
la lógica de patrones evolutivos, y en su carácter
meramente biológico, eso era lo que postulaba por
ejemplo, la psicología del desarrollo. Por su parte,
desde la sociología clásica, Durkheim construye una
proto-teoría que contiene una visión moral de la socialización de los niños, y luego, es Parsons, quien
define a la niñez como un estadio ‘dependiente’, enfatizando los roles de la escuela y la familia.
Posteriormente se encuentran los estudios de Mead
y Cooley, quienes dan importancia a los contextos
sociales en la formación de la identidad infantil. No
obstante, todos estos estudios dan cuenta de una
visión que toma a la infancia como un objeto meramente instrumental. “Los niños que pueblan esas
aproximaciones fueron siempre [...] seres sin rostro,
organismos pre-sociales, de los que se retrataba ésta
o aquella cualidad que servía para explicar otros
procesos sociales, pero de los que nunca se nos ofreció una imagen completa” (Rodríguez, 2003: s/n).
Ello, en un contexto de modernidad en que la infancia es sindicada para concretar el orden social,
significándola como centro de la civilidad y proyección hacia el futuro. En ese sentido, la escuela
aparece como aval del progreso, y como instancia
transmisora –por excelencia– de los proyectos de
hegemonía y armonía social, donde toda ‘anormalidad ‘debía ser rápidamente institucionalizada.
En ese afán de controlar el desvío, en Latinoamérica, por ejemplo, inician su funcionamiento dos
tipos de sistemas de control sociopenal: por una
parte, el sistema tutelar para niños abandonados, y
por otro, la represión estatal, que con el justificativo
de disolver las fuentes de conflicto social, invadía a
las familias, o se apropiaba de los niños para someterlos a procesos de re-socialización (Carli, 1999).
Ello, se relacionaría con el análisis de María Angélica Illanes (2007), particularmente en lo referido
a las acciones de intervención social desprendidas
del Ministerio de Bienestar chileno en 1925, que
implementó políticas públicas de penetración en la
clase obrera a través de la madre, precisamente para
asistir al niño, evitando no sólo la alta mortandad
infantil de esa época, sino además, transmitiendo
un ideario de Nación hegemónico.
Un breve recorrido por la política pública en materia de infancia, en Chile, permite evidenciar el paso
de una política altamente benefactora, centrada en
la protección del niño en peligro, hacia una cada
vez más subsidiaria, donde paulatinamente se desarrolla un carácter defensivo e integrador del orden
social, y donde paralelamente, se pasa de iniciativas privadas a públicas. De ese modo, el Estado se
especializa en acciones específicas hacia el grupoobjetivo, las cuales se delimitan en una ideología
médico-sanitaria y jurídica.
A comienzos de la década del cincuenta se generan
en Chile una serie de reformas legales encaminadas
a salvaguardar la situación de los ‘menores en situación irregular’, entendiéndose a éstos como niños y
jóvenes abandonados por sus familias y en condiciones de extrema pobreza. Es así como comienza a
gestarse la relación entre el paradigma correccional
y el de protección, inspirados en la necesidad moral de adaptación de este tipo de niños y jóvenes al
medio social1.
Pero será a partir de 1972 que emerge con fuerza la
idea de definir una política social de carácter global, orientada a remediar y prevenir la irregularidad
social de los menores. Comienza a funcionar la Oficina de Asistencia al Menor y se otorgan aportes a las
instituciones privadas. Además, se crean Centros de
Prevención del riesgo social, y se proyectan investigaciones sobre distintos aspectos de la problemática
de los menores y los jóvenes que delinquen.
1. Muchas de las acciones hacia la infancia y juventud desvalida se enmarcaron en el área judicial. En el año 1966 se publicó la Ley
Nº 16.520 que introdujo modificaciones a la Ley Nº 14.907 sobre Protección de Menores y que creó el Consejo Nacional de Menores,
que pretendía resolver la condición de la infancia en situación irregular, no obstante, tiempo después, se define la Política General de
Bienestar del Niño y la Familia, que enfatizó la prevención y la protección, creándose nuevos centros y juzgados de menores.
58
DESAFÍOS PARA UNA NUEVA INSTITUCIONALIDAD DE JUSTICIA PENAL JUVENIL
La política pública comienza a ‘focalizarse’ sobre
grupos-objetivo de alto riesgo, revirtiéndose el carácter universalista que ésta había enfatizado en
el pasado. Se deterioró la calidad de los servicios
que prestaba el Estado, y se redujeron paulatinamente los presupuestos sociales, provocando una
disminución de la calidad de los servicios públicos
(Morales, 1994).
La infancia y juventud, siguió viéndose bajo una
óptica jurídica, sin lograr mayores avances, pues
los niños y jóvenes eran parte del imaginario de la
indefensión, mundo que era ‘asistido’, mediante la
política dirigida a los más desvalidos. Es lo que García Méndez (2001), denomina el paradigma de la
compasión-represión, cuyo mayor extremo lleva a
confundir pobreza y situación de calle, con constituir un peligro para la sociedad.
El régimen militar, en su intento por abordar el tema
infancia, crea en 1979, el Servicio Nacional de Menores (SENAME), cuya responsabilidad era atender
por sí mismo o a través de otras instituciones, a los
menores enviados por Tribunales, cumpliendo las
medidas que éste demandara2.
En 1990 con el retorno a la democracia, se prioriza la necesidad de implementar reformas en la
concepción, institucionalidad e instrumentación
de la política social, cuyos énfasis son la equidad
y solidaridad. A partir de ello la política social es
redefinida como integral, pretendiendo superar
la asistencialidad de las intervenciones e incorporando dimensiones culturales que permitan el
mejoramiento de la calidad de vida de la población.
El Estado chileno construye una nueva relación con
el tema infancia, estructurando una política social
en esta materia, cuyo germen se encuentra en la
firma de la Convención de los Derechos del Niño
(CDN) en el año 1990. A partir de lo anterior, Chile
se comprometerá en su Plan de Acción Integrado
(2001-2010) a elaborar respuestas de intervención
social hacia niños y jóvenes, que permitan operacionalizar su compromiso de Estado en estas materias.
Política nacional y Ley de
Responsabilidad Penal Adolescente
La Política a favor de la Infancia y Adolescencia, se
transforma en la piedra angular y en el marco ético,
valórico y operativo de las acciones que el gobierno
de Chile realiza a favor de niños, niñas y adolescentes, llevándose a cabo mediante la implementación
del Plan de Acción Integrado para el período 20012010, siendo parte del Plan Bicentenario de Chile.
Con ello, se pretende una transformación en la lógica de comprensión de la juventud y la adolescencia,
transitando desde un paradigma tutelar donde el
joven es objeto de protección del Estado (menor en
situación irregular), hacia un paradigma garantista donde niños y jóvenes son sujetos de derecho.
(Libro Política Nacional a Favor de la Infancia y
Adolescencia, 2000).
Cabe recordar que en el antiguo paradigma, los jóvenes constituían objeto de protección por parte
del Estado cuando se encontraban en condiciones
de vulnerabilidad social; pero también constituían
objetos de control o tutela Estatal cuando se veían
propensos a desarrollar y mantener ‘desviaciones’
conductuales que resultaban un riesgo para el orden
social establecido.
De este modo, la figura Estatal se hace cargo de la
resolución de problemas sociales presentados por
niños y jóvenes “desprotegidos”, y paralelamente,
asume el control de jóvenes con conductas desviadas. El carácter protector-tutelar, al mismo tiempo
que cientificista y rehabilitador de los procedimientos destinados a los menores en situación irregular,
se orientaba a la aplicación de medidas de protección hacia la infancia vulnerada y de medidas de
internación hacia niños y jóvenes infractores de ley
(Farías, 2003).
Ahora bien, con el tránsito y reconocimiento del
paradigma de derechos asociado a la Convención
Internacional de los Derechos del Niño, niños y jóvenes son concebidos como sujetos de derecho en
desarrollo de autonomía progresiva (CIDN, 1990)
constituyéndose al mismo tiempo en sujetos de derecho penal, responsables de sus actos ante la ley.
No obstante, dada esta condición de autonomía en
desarrollo, se reconoce la necesidad de contar con
un Sistema Judicial Especializado que busca “hacer
efectiva la responsabilidad de los adolescentes por
los hechos delictivos que cometan, de tal manera
que la sanción forme parte de una intervención
socioeducativa amplia y orientada a la plena integración social” (Ley 20.084 Art. 20).
En este contexto, la Ley de Responsabilidad Penal
Adolescente (LRPA. Ley Nº 20.084) comienza a regir
2. Así, el Juez de Menores, podía solicitar por ejemplo, el ingreso a Centros Cerrados, aludiendo a causales de protección del menor o joven
en situación irregular. Por su parte, el SENAME, bajo la dependencia del Ministerio de Justicia, debía inicialmente atender a los jóvenes
irregulares, sin embargo ello no ocurrió ya que a partir del modelo de desarrollo económico se externalizó la atención de los menores y
jóvenes, quienes comenzaron a ser atendidos por Centros “subvencionados” por el Estado.
59
DANIELA DÍAZ / CLAUDIA ANDREA
en Chile a partir de julio del año 2007, obedeciendo
a la necesidad de ajustar el Derecho Penal Nacional
a la Convención Internacional de los Derechos del
Niño. Se implementa entonces, un Sistema de Justicia Especializado para adolescentes de entre 14 y
18 años, que reemplaza el sistema tutelar punitivo
y elimina la antigua figura legal del discernimiento
aplicada a jóvenes mayores de 16 años, donde la
determinación de los hechos punibles era poco relevante, importando más la aplicación de medidas
de protección de acuerdo a la irregularidad presentada por cada niño. Así, características psicológicas,
médicas y sociales servían de base para una clasificación de la irregularidad de los menores; y por
ningún motivo el hecho, casi siempre circunstancial, de que el menor fuese o no autor de un delito
(Cortés, 2006).
Bajo el paradigma tutelar, niños y jóvenes infractores de ley menores de 16 años, son derivados a
Tribunales de Menores, no para ser sometidos a
juicio por la infracción cometida, sino para evaluar la pertinencia de la aplicación de medidas de
protección, bajo el entendido de que la minoría de
edad constituía una de las excepciones a la imputabilidad por delito cometido (OPCIÓN, 2005). Por
otra parte, y como se mencionó anteriormente, los
adolescentes mayores de 16 años eran sometidos a
un examen de discernimiento, donde más allá del
grado de conciencia respecto de la infracción cometida, se consignaban características sociales y
personales –contenidas en los informes de calificación diagnóstica– para evaluar posibles medidas
de protección que corrigieran la conducta desviada,
cayendo en la aplicación de medidas de protección
con fines de control. Esta confusión entre el carácter
tutelar y proteccional del Estado, genera una suerte
de penalización de características personales y vulnerabilidades sociales.
Son estas inconsistencias entre el funcionamiento
del sistema tutelar y el respeto a la Convención Internacional de Derechos del Niño, las que sustentan
la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente (LRPA)
que contribuye a separar los ámbitos protección de
derechos y responsabilización judicial, poniendo fin
a un sistema que reaccionaba sustancialmente de la
misma manera ante jóvenes infractores de ley, y ante
jóvenes vulnerados en sus derechos.. De este modo,
se garantiza el derecho al debido proceso y justa
defensa jurídica, disminuyendo la discrecionalidad
de los jueces. Todos estos cambios en la forma de
tratar el delito, podrían tener consecuencias sociales
vinculadas a una des-estigmatización de los jóvenes
relacionados al sistema penal, en virtud del juicio a
60
la conducta desviada por su carácter delictual y no
por las vulnerabilidades sociales del adolescente.
Desde la criminología, específicamente desde la
teoría de la rotulación desarrollada por Becker, la
conducta desviada se concibe a partir de las interacciones sociales, donde la etiqueta social de
“delincuente” constituye un rótulo para personas
“distintas” o desajustadas a normas establecidas por
la estructura social legal definida por grupos dominantes. Entonces, el concepto de delincuencia y la
distinción de “delincuente” se definen siempre en la
interacción con otros. Bajo esta perspectiva, cualquier individuo que adopte una conducta opuesta a
las normas legales será catalogable de delincuente,
y en consecuencia, la delincuencia es por definición
un comportamiento realizable por cualquier miembro de la sociedad (Mirón & Otero, 2005).
No obstante, la rotulación de los jóvenes “delincuentes” en función de las mismas características
sociales sostenidas desde la lógica del discernimiento, permanece en la construcción de imaginarios
colectivos, con “tipos cuyo sentido sociológico queda fijado en su esencia y fundamento, justamente
por el hecho de estar excluido en cierto modo de la
sociedad para la cual sin embargo, es importante su
existencia: así ocurre con el extranjero, el enemigo,
el delincuente y aun el pobre” (Simmel, 1986: 46).
Como señalaremos más adelante, esta condición
de extranjería social interna, la hemos reflexionado
desde el concepto de ‘no lugar’.
Esta suerte de necesidad de objetivar el miedo
considerando características individuales del otro
(socioeconómicas, culturales, etc.), deriva en una
tipología social de delincuente que trasciende lo
conductual y genera una doble estigmatización
de aquellos que distinguimos como delincuentes
juveniles, al relacionarlos con estratos socioeconómicos bajos o condiciones de vulnerabilidad social.
De este modo, es posible establecer que se trata de
jóvenes “doblemente” estigmatizados, a priori por
su bajo nivel socioeconómico, y a posteriori por la
conducta delictual cometida y el consecuente ingreso al Sistema Penal Juvenil.
Ahora bien, el sistema tutelar comprendía el delito como un hecho repartido homogéneamente en
todos los grupos sociales, pero la “calificación de
delincuente no era tan homogénea y es por eso
que a SENAME sólo llegaban niños pobres” (Ramos & Guzmán, 2000). Actualmente, a dos de la
implementación de la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente, las características generales de los
jóvenes en Programas de Responsabilidad Penal
persisten: jóvenes generalmente con retraso educa-
DESAFÍOS PARA UNA NUEVA INSTITUCIONALIDAD DE JUSTICIA PENAL JUVENIL
cional o desvinculados del sistema educacional y de
escasos recursos (SENAME, 2009), sin siquiera poner en cuestión la forma de medición de la pobreza.
En definitiva, jóvenes sujetos de derecho penal y
simultáneamente jóvenes que han visto coartada la
posibilidad de ejercicio de sus derechos en el estricto sentido de los mismos.
Pese a lo anterior, la implementación de la Ley Nº
20.084 (LRPA) ha ido dando paso a casos delictuales, aún excepcionales en el sistema, de jóvenes
infractores que ya no resultan “etiquetables” a priori desde su vulnerabilidad social, y que ingresan al
sistema en función de un acto que constituye delito
en función de dicha Ley. Casos de este tipo, en el
marco del Sistema de Justicia Adolescente, resultan coherentes con el postulado clásico del delito
como conducta desviada distribuida homogéneamente en la sociedad y realizable por cualquiera de
sus miembros, situación generalmente no considerada, a partir de un imaginario colectivo del joven
infractor, y de la concentración de población de alta
vulnerabilidad social en el sistema penal.
De este modo, es posible dar cuenta de un sistema
penal que conceptualmente reconoce el delito como
un hecho repartido indistintamente entre los grupos
sociales y que por lo tanto, en el funcionamiento
idóneo de la Ley de Responsabilización Adolescente, debiese estar preparado para la consecuente
heterogenización de una población penal juvenil
que hasta ahora resultaba relativamente homogénea
en términos de capital cultural, nivel socioeconómico, etc.; producto del funcionamiento del sistema.
Así, la consideración factual de la delincuencia, ya
no necesariamente asociada a grupos sociales específicos, vendría a develar una situación que siempre
ha existido pero que no constituía complejidad para
el funcionamiento del sistema judicial anterior.
Ahora bien, por otra parte, la adopción de esta
definición factual de delincuencia propuesta por
autores como Le Blanc (2003), donde un joven es
considerado “infractor de ley” si ha cometido una
o más infracciones a las leyes criminales de un país
(Vizcarra, 2008), obligan a reparar en las etapas
del desarrollo evolutivo del individuo, tanto para
comprender la conducta delictual, así como para
establecer un sistema de sanciones socioeducativas
coherente con ello.
La delincuencia en relación con los ciclos vitales del
sujeto, especialmente durante la infancia, adolescencia y juventud, ha sido ampliamente estudiada
por la criminología del desarrollo (Farrington y
Waschbusch, 1998), observando que las conductas desviadas pueden ser estacionarias, asociadas
al período adolescente, o bien pueden (siempre en
menor proporción) iniciarse precozmente y volverse
persistentes en la adultez dando paso a trayectorias delictuales3. Así, la edad como factor de riesgo
asociado a la infracción de ley, pensada desde las
características de la etapa adolescente (Hill et. al,
1999, Hain, 2006, entre otros) permite concebir la
delincuencia, a decir de Fréchette y LeBlanc (1987),
como un epifenómeno de la adolescencia (Vizcarra,
2008).
Vinculado a lo expuesto anteriormente, desde la
criminología del desarrollo se enfatiza en factores
protectores y de riesgo a los que se ven expuestos
los individuos durante su desarrollo en los ámbitos individual, familiar, contextual, entre otros, que
pueden influir directa o indirectamente en la probabilidad de generar conductas delictuales, ya sea
promoviendo o inhibiendo la comisión de delito
(Redondo & Pueyas, 2007).
Todos estos antecedentes afirman la idea de que
la adolescencia constituye una etapa fundamental
para intervenir oportunamente en la inhibición de
conductas infractoras de ley, evitando que éstas se
perpetúen en el tiempo. En este contexto, el Sistema Penal Juvenil implementado a partir de la LRPA
busca establecer sanciones capaces de fortalecer
factores protectores y modificar factores de riesgo;
los que sin duda son diferenciados de acuerdo a la
particularidad de los jóvenes.
Considerando el desarrollo de autonomía progresiva de los jóvenes, el sistema penal juvenil centra
su atención en el aspecto socioeducativo que se
establece como fundamental en cualquier sanción
aplicada a un adolescente. Éste permite trascender
el mero carácter punitivo de la sanción, dotándola
de un sentido re-socializador que constituye una
directriz central en la totalidad de los Programas
de Reinserción Social implementados actualmente
para jóvenes infractores de Ley (SENAME, 2007).
De este modo, la implementación de una misma
sanción y la intervención asociada a ella, implicaría
respuestas particulares distintas, por ejemplo para
dos sujetos que hayan cometido el mismo delito, en
3. Se ha observado que la prevalencia de conductas de riesgo asociadas a violencia y delincuencia tienden a elevarse durante la adolescencia.
Al respecto, estudios nacionales de caracterización de jóvenes infractores ingresados a la red del SENAME indican que entre 45% y 58%
inicia su actividad delictiva entre los 15 y 17 años (Hein, 2004).
61
DANIELA DÍAZ / CLAUDIA ANDREA
tanto presentan –como ya se dijo– factores protectores y de riesgo diferenciados.
Ahora bien, de acuerdo a los planteamientos de
la criminología del desarrollo, y considerando las
características de la población penal adolescente
chilena, es posible afirmar que hasta ahora, la comprensión de la delincuencia juvenil ha girado en
torno a factores de riesgo vinculados a condiciones
de deprivación socioeconómica. No obstante, en la
actualidad se hace necesario situarse en un nuevo
escenario: ¿Cómo comprendemos la delincuencia
juvenil a partir de factores de riesgo transversales a
las características socioeconómicas que hasta ahora
definían a sujetos de intervención del sistema judicial? ¿Cómo problematizar entonces la reinserción
social, a fin de dar cuenta de la complejidad que
ésta involucra?
El funcionamiento del nuevo Sistema de Justicia
Penal Adolescente, viene a develar la complejidad
de la cuestión social que subyace a la delincuencia juvenil, junto a la necesidad de replantearse el
sentido de un sistema acostumbrado a entregar respuestas socioeducativas para la reinserción social
de población adolescente de nivel socioeconómico
bajo, generalmente desvinculada de redes sociales
de apoyo y con alta presencia de vulneración de derechos estructurales. Con todo, es necesario señalar
que actualmente el criterio central de las sanciones
re-socializadoras levantadas en función de esta población es el reconocimiento de las particularidades
individuales, familiares y comunitarias de los jóvenes infractores de ley. Este criterio se constituye en
un desafío permanente para la implementación de
las sanciones, dada la tendencia a estandarizar las
intervenciones a partir de las características generales compartidas por los adolescentes infractores,
tendencia que sin duda constituye una herencia del
paradigma tutelar. Así, la idea de la particularidad de
las intervenciones implicaría la consideración diferenciada de una población que resulta relativamente
homogénea en términos de nivel socioeconómico y
vinculación con el entorno, mas no así en cuanto
a historias de vida, habilidades sociales y recursos
disponibles a favor de la intervención, entre otras4.
De este modo, el desafío de la particularidad en las
intervenciones juveniles con fines de reinserción
social se ve complejizado ante el nuevo sistema pe-
nal adolescente, donde la población infractora no
necesariamente responderá al joven doblemente victimizado por características socioeconómicas y por
infracción de ley. La intervención se abre a un espectro mucho más amplio y altamente heterogéneo,
a saber, “las juventudes”. Es posible prever entonces, un sistema doblemente conflictuado, tanto por
la homogeneidad del fenómeno de la delincuencia,
como por la necesidad de instalar sanciones que
den respuesta a la heterogenización de la población
penal. Todo ello, promoviendo siempre sanciones
o penas que busquen fortalecer el respeto del adolescente por los derechos y libertades de las demás
personas, resguardando el desarrollo progresivo de
autonomía y la integración social de los jóvenes
(Couso, 2008).
Ahora bien, esta nueva comprensión de la delincuencia juvenil por parte del sistema lleva a reflexionar
en torno a nuevos factores: expresiones juveniles,
grupos de pertenencia, identidades y vínculo social, entre otros, a fin de conocer en profundidad la
problemática social que subyace al conflicto de los
jóvenes infractores de Ley, y perfeccionar las estrategias de prevención del delito y de intervención con
jóvenes infractores de ley.
Surgen entonces una serie de preguntas desde el
Trabajo Social ¿cómo lidiamos con los rezagos de
un sistema penal diseñado para una población infractora que no necesariamente se asocia a bajo
nivel socioeconómico? ¿Estamos preparados para
pensar la reinserción a partir de las particularidades
de los jóvenes en el escenario de la Justicia Juvenil
Especializada? ¿Estamos preparados para otorgar
una respuesta penal socioeducativa que considere
un sistema heterogéneo y en consecuencia cada vez
más complejo como escenario de intervención?
Justicia restaurativa: una alternativa
al “no lugar”
No basta la justicia procedimental para vivir,
hacen falta el sentido y la felicidad que se
encuentran en las comunidades. (Cortina, 1997: 32)
Este paradigma surge en Nueva Zelanda integrando
la lógica de justicia utilizada por pueblos originarios
en la resolución de conflictos, que asumían que el
costo de excluir de la comunidad a quien infringía
4. El riesgo de la homogenización de la intervención socioeducativa, resulta consecuente con los postulados de Foucault, quien plantea la
homogenización del ser como una de las estrategias de control surgida en reemplazo del castigo al cuerpo, estableciéndose “castigos de
menor inmediatez física, cierta discreción en el arte de hacer sufrir, un juego de dolores más sutiles, más silenciosos, y despojados de su
fasto visible” Foucault (2002:16).
62
DESAFÍOS PARA UNA NUEVA INSTITUCIONALIDAD DE JUSTICIA PENAL JUVENIL
la norma, resultaba perjudicial para la supervivencia
del grupo, obligándolo a reparar el daño causado y
rehabilitándolo en ese acto (Kemelmajer, 2005)5.
En este sentido, la Justicia Restaurativa ofrece una
comprensión más “amplia” del fenómeno de la delincuencia en tanto la concibe como un problema
social en el estricto rigor de la palabra, incorporando
a los distintos actores involucrados en la reinserción social del joven que comete un delito, donde
la justicia se vuelve un “proceso en que las partes
involucradas en un delito específico, resuelven colectivamente cómo hacer frente a las secuelas del
delito y sus consecuencias para el futuro” (Marshall,
1999: 5).
La búsqueda de reinserción social del joven infractor,
la responsabilización por las consecuencias de sus actos y la restauración como indemnización simbólica
por el daño causado a la comunidad, constituyen
tres principios básicos de la Justicia Restaurativa
(Umbreit & Walggrave, 1998) que han permitido
pensar el carácter socio-educativo de la Justicia Juvenil, considerando los derechos de víctima, ofensor
y comunidad.
Desde este paradigma, la restauración del daño causado no será posible sin el reconocimiento legítimo
del otro como interlocutor válido de una comunidad que reconoce y acoge al joven, quien indemniza
simbólicamente a la comunidad por el daño causado, restableciendo a través de una acción de común
acuerdo, la paz social alterada. La justicia restaurativa puede asumir distintas modalidades de acuerdo
a los contextos en los que se aplica (Umbreit, 1998),
implementándose como mediación entre víctima e
infractor, conferencias familiares o círculos de sentencia comunitaria, donde lo que varía es el proceso
en el que se establecen los acuerdos de las formas
de restitución del daño causado por parte del joven.
De cualquier modo, dichos compromisos consideran siempre la involucración activa del adolescente,
quien pactará de común acuerdo la restitución del
daño, a través del diálogo con facilitadores judiciales, víctimas, o bien con la comunidad. Desde
cualquiera de sus formas, la reinserción social del
joven se hace posible a partir del diálogo y se ve determinada por el común acuerdo. Así, sin importar
la modalidad asumida (restorative justice programs), la justicia restaurativa dará paso a un abanico
de posibilidades de restauración del daño, siempre
resultantes de los acuerdos (restorative justice outcomes) (ECOSOC, 2000).
Si bien es cierto que en Chile no es posible hablar de
un Sistema de Justicia Restaurativa, la LRPA incorpora principios restaurativos a través de los Servicios
en Beneficio de la Comunidad, que constituyen
una sanción no privativa de libertad. Esta sanción,
busca la reparación del daño causado por la infracción de ley, mediante la realización de actividades
no remuneradas a favor de la colectividad, en un
intento por restituir los vínculos entre el joven y la
comunidad. Cabe señalar, que su implementación
requiere del consentimiento del adolescente y de no
existir acuerdo puede ser sustituida por una sanción
superior no privativa de libertad (LRPA, 2005). En
este contexto, sanciones como ésta constituyen un
primer esfuerzo por abordar de manera más integral
el problema de la delincuencia juvenil, trascendiendo la visión punitiva centrada exclusivamente en la
penalización del acto delictual.
Ahora bien, para hacer operativa la justicia restaurativa en Chile y la indemnización simbólica por el
daño causado a la comunidad, habría que reflexionar acerca de si existe un mínimo de condiciones
igualitarias que permitan la responsabilización jurídica de los jóvenes. Condiciones que por cierto, no
se conciben únicamente como la garantía de acceso
a bienes materiales, sino también como inclusión de
la producción de subjetividades. La interrogante se
refiere entonces, a cómo incorporar en la intervención social con los jóvenes, las distintas narrativas,
la particularidad de los contextos, y las diferentes
capacidades y predisposiciones para la reinserción
social.
Si concordamos con Foucault en que existe un problema de integración social, que aparece en lo público
a través del gesto hostil, entenderemos –para el caso
que estamos analizando– que es la delincuencia, un
fenómeno que interroga el orden social construido,
y por tanto, son los jóvenes (imposibilitados de participar en el juego de las oportunidades), los que
pongan en entredicho su inclusión, transformándose en extranjeros (Foucault, 1978).
A partir de esa extranjería social, los Centros Privativos de Libertad funcionarían como espacios de
disciplinamiento, pero cabe considerar que dicha
construcción foránea, ya viene dada por pertenecer
a un determinado territorio en que se habita. De
este modo, es posible revisar que existen aspectos
de la vida cotidiana de los jóvenes que denotan un
fuerte sentimiento de disconformidad con respecto
a sus condiciones de vida y que esta discordancia
5. Actualmente, el costo social de un joven que seguirá una trayectoria de conductas desviadas asociadas a delincuencia y abuso de drogas,
es de aproximadamente 2.3 millones de dólares en EE.UU. (Snyder & Sickmund, 1999).
63
DANIELA DÍAZ / CLAUDIA ANDREA
es atribuible en parte, a la insuficiencia estatal para
abordar la heterogeneidad de los discursos juveniles, a lo cual se suma, la falta de oportunidades que
permitan la movilidad social6.
Desde ese punto de vista, los jóvenes delincuentes
son inscritos en categorías sociales subvaloradas, y
es el peso de ese estigma el que se devuelve a la sociedad como manifestación de ira. A partir de esta
consideración, podría comprenderse la heterogenización de la delincuencia juvenil, sobre todo cuando
se la trata como “lacra” social a erradicar, porque se
subentiende que son los jóvenes el problema, y no
el fenómeno abordado como conflicto social.
Los jóvenes delincuentes “suponen que todos sus
comportamientos diarios se interpretan como signos de inferioridad de su estatus, es decir, de una
incapacidad social” (Paugam, 2007: 69) entonces,
esa incapacidad ‘otorgada y adquirida’ socialmente, puede devolverse a la escena social como gesto
violento o indiferente. En ese ámbito, cabría preguntarse por la construcción de trayectorias de
los jóvenes en espacios de institucionalización, las
cuales al estar ‘adaptadas’ a dispositivos institucionales, terminan convirtiéndose en residuos de
sistemas funcionales de expulsión/inclusión. Desde
esa perspectiva, es posible hallar fuertes lógicas de
oposición o dislocación con órdenes sociales que
refuerzan la extranjería social interna del joven delincuente, constituyéndose en un tercero excluido.
¿Cómo entonces, articular respuestas satisfactorias
de reinserción social?
En virtud de lo expuesto, se precisa revisar nuevas
formas de integración, no exclusivamente centradas
en penalizar delitos y resolver desigualdades, pues
hay elementos que forman parte de una dimensión
escasamente considerada en la operacionalización
de la política social, y es la que tiene que ver con el
ámbito cultural que los sujetos jóvenes producen y
en el que se desenvuelven.
Si se coincide con Vergara Estévez (2003) en señalar
que la existencia de un proceso de fragmentación
y diferenciación social, muestra el modo actual de
la conformación de identidades culturales, entonces es preciso afirmar con ello, que la posibilidad
de los actores de reconfigurar sentidos no depende
sólo de su capacidad de inclusión, sino de que los
proyectos nación se construyan desde otro marco
de interpretación de los fenómenos sociales7.
De modo contrario, es decir, en el abordaje del fenómeno de la infracción de ley juvenil únicamente
desde vectores ‘objetivos’, la discusión se reduce al
tema de la seguridad, donde –sin eufemismos mediante–, la cuestión fundamental es la economía y la
relación económica entre el costo de la represión y
el costo de la delincuencia (Foucault, 1978).
En ese sentido, a pesar de que la Política Nacional
de Seguridad Ciudadana comprende a esta última
desde una perspectiva amplia, asociada al conjunto
de sistemas de protección de la vida y de los bienes
de los ciudadanos, reconoce al mismo tiempo que
“la política no abordará amenazas a la seguridad que
puedan surgir debido a la falta de acceso a salud,
la educación o el trabajo, si es que no están asociadas al fenómeno de la criminalidad” (Ministerio
del Interior, 2004:7). De algún modo, la paradoja
en la Política de Seguridad es la disociación entre
la garantía de protección de vida y bienes, y la protección de derechos con cumplimiento de garantías
mínimas.
Hoy, se construye al joven que comete delitos, como
el enemigo interno de la sociedad, donde el principal valor es la propiedad, y entonces, la seguridad
ciudadana aparece como resabio de lo que fue la
seguridad interior del Estado en un régimen militar
(Ramos y Guzmán: 2002). Por lo tanto, si pensamos la delincuencia como resultado de la violación
de los derechos civiles de los jóvenes, la respuesta
del Sistema Penal Juvenil, deberá intentar articular
una intervención integral ante la conducta delictual,
incorporando los elementos de subjetividad en la
conformación de trayectorias juveniles.
Si el orden social construye y difunde mediante los
medios de comunicación, una noción de seguridad
pública amenazada por un ‘tipo’ de joven al que se
clasifica tempranamente de delincuente, y por tanto
de enemigo interno, entonces podemos identificar
esa extranjería social como no lugar. “En la medida
que se define el lugar como algo que alberga identidades, expresa relaciones y transmite una historia,
es evidente que las prácticas sociales de la que es
6. Al respecto, revisar artículos e investigaciones de Alejandro Tsukame, Ana Vergara del Solar, Juan Bustos Troncoso, Claudia Garrido C.,
entre otros, que abordan la situación de la infancia en Chile, a partir de la construcción de discursos y trayectorias juveniles.
7. Para mayor profundización, revisar el Informe “El porvenir de la equidad: una contribución desde el debate filosófico contemporáneo” del
Centro de ética de la Universidad Alberto Hurtado. Dicho documento propone la necesidad de reconstruir nuevas éticas que incorporen
ante todo, las nociones de actuar comunicativo, libertad comunicacional y de poder comunicativo, para respaldar la legitimidad de los
derechos.
64
DESAFÍOS PARA UNA NUEVA INSTITUCIONALIDAD DE JUSTICIA PENAL JUVENIL
objeto un espacio son las que permiten definirlo
como lugar o no lugar” (Augé, 2004: 131).
El espacio público en tanto lugar, tiene una definición positiva y el no lugar no (Augé, 2004). Por ello
es que los jóvenes que delinquen aparecen en la actualidad amenazando el espacio público, y son fuente
de especializadas medidas de vigilancia. Es por esta
razón que habría que volverse sobre los espacios de
significación subjetiva y de los vínculos que operan
en el mundo juvenil, si es que entendemos que ahí
se encuentra un conflicto social no resuelto.
Quizás, un camino plausible para la inclusión de
subjetividades y de los sujetos que las producen, es
incorporar en el trabajo con jóvenes, una noción de
trayectorias, concebida como los caminos y decisiones trazadas por los sujetos durante su historia de
vida, o sea, en virtud de sus condiciones particulares de existencia y autonomía8. Dichas trayectorias
posibilitarían la consideración de criterios que resignifiquen el espacio social de los jóvenes (Dávila,
et al, 2005).
La exclusión de las trayectorias juveniles en el sistema de justicia, no sólo invisibiliza al sujeto de un
lugar dentro de la construcción de órdenes sociales,
sino además, le niega la posibilidad de vivir la responsabilización como bien común. “De ello resulta
que la participación de este sujeto en la vida común
es, por principio, contingente y revocable, y que el
individuo [...] está autorizado a esperar del Estado
la protección de derechos constituidos al margen de
él, sin que pese sobre él la obligación intrínseca de
participar en las cargas ligadas al perfeccionamiento
del vínculo social” (Ricoeur, 1996:187-188).
Si coincidimos en que los ritos representan espacios
de encuentro e intercambio cultural, y operan contra la soledad reafirmando que los demás existen
(Augé, 2004) entonces, debiéramos pensar también,
la construcción de encuentros sociales en la comprensión de los actos del otro. En esa dimensión,
Ricoeur (2006) propone revisar la escala de valoraciones o estima social que opera en las relaciones
sociales, una escala de economías dirá el autor,
donde el otro es dimensionado en su capacidad de
efectuación, es decir, en su contribución en el escenario social, donde acontecen concretamente las
interacciones. “El acento principal hay que ponerlo
[...] en el poder-hacer, al que corresponde, en el plano ético, el poder-juzgar” (Ricoeur, 1996: 187).
También, es relevante que la construcción del vínculo social sea capaz de incluir al tercero que no
participa de la acción dialógica, un joven como
tercero incluido no únicamente para la acción inmediata, sino imperecedera, y con visión de futuro. La
reflexión se ubica en lo que Hannah Arendt denominara como capacidad de obra y no de dominación,
en virtud de la valoración de intercambios justos.
La integración social, y la factibilidad de imaginar
a otros-muchos en el intercambio con un sujeto
particular, requiere a su vez de la existencia de un
compromiso de inclusión, una ética de la responsabilidad por la actuación, ya que como advierte
Ricoeur, el desconocimiento de la capacidad de vínculo radica precisamente en ello: en no verla, no
requerirla, o hacerla prescindible. De este modo,
resulta perentorio imaginarse a sí mismo – como
actor social–, no sólo en una relación dialógica, sino
múltiple, pues es precisamente en esa creación donde se incluye lo que quiere velarse, y se asume la
responsabilidad de compromiso para la re-articulación social. Es la capacidad para el compromiso la
que permite articular el bien común y la fragilidad
de éste expresa también la del bien común (Ricoeur,
2006).
El análisis de las prácticas en el orden social, puede
centrarse en los elementos de reacomodo que son
provocados por la propia experiencia de aislamiento del mundo juvenil, y eso implica comunicar las
nuevas configuraciones acontecidas en la vivencia
de la descalificación, he ahí la posibilidad de dar
sentido a la producción de subjetividades, de hacerlas perdurables y resituarlas como constructoras de
vínculos y nuevos órdenes sociales.
Del mismo modo, es preciso considerar que las relaciones inclusión/exclusión, están vinculadas a sus
contextos particulares, y en ese sentido, pueden ser
dialógicas o no, o ser parte de una comunicación o
in-comunicación. El otro, así como es posibilidad
de encuentro también puede ser amenaza de desencuentro (Salas, 2003). En esa contradicción se
halla la base de la desafección de la nueva sociedad,
y la crisis de expectativas de integración social que
hoy reclama por una democracia (Canales, 2007)
legítima, e inconcebible sin mínimos de justicia social (Habermas, 2000).
8. Para mayor comprensión, revisar el artículo de Ana Vergara del Solar, “La intervención social como conflicto. El caso de la infancia y
juventud en Chile”, particularmente cuando se refiere al sistema de atención ambulatoria, el cual, al privilegiar la atención de jóvenes
“con” familia, les negaría a los que no cuentan con ella, el reconocimiento como sujetos autónomos o de derecho propio.
65
DANIELA DÍAZ / CLAUDIA ANDREA
Reflexiones finales
A partir de la revisión general de las conceptualizaciones históricas que han existido para definir a
los niños y jóvenes, particularmente a aquellos que
comenten infracción de ley, podemos concluir que
aparece en las definiciones, una tensión entre la
compasión y la represión.
Frente a lo anterior, un desafío relevante tanto para
el Trabajo Social, como para cualquier disciplina de
las ciencias sociales, será el comprender y cuestionar
el actual orden social, sobre todo cuando asistimos
a nuevas formas de conflictividad que no pueden
seguir siendo abordadas únicamente por la vía de
la reclusión juvenil. Se requieren por ejemplo, marcos de lectura social abiertos a la idea de justicia
restaurativa, al diálogo, y a la consideración de las
particularidades juveniles, en tanto el sujeto joven,
no es un tercero excluido, sino parte integrante de
la resolución del conflicto.
En ese sentido, coincidimos con Cortina cuando señala que un concepto pleno de ciudadanía integra
un estatus legal (un conjunto de derechos), un estatus
moral (un conjunto de responsabilidades) y también
una identidad, por la que una persona se sabe y siente
perteneciente a una sociedad (Cortina, 1997: 177).
Esto requiere de voluntades políticas y de la sociedad civil para revisar los acuerdos comunicativos (en
su carácter ideal y fáctico), respecto a la justicia juvenil, e indagar en qué plano están siendo concebidas
y articuladas las racionalidades económicas, morales, sociales y culturales, precisamente porque esas
racionalidades deben ser ubicadas en el reclamo de
la justicia, el derecho y la integración social.
Sólo de ese modo, la responsabilización por la infracción cometida, la restitución del orden social
–alterado mediante la infracción de la ley– y la
reinserción social, en tanto principios de la justicia
restaurativa, conseguirán hacerse posibles en virtud
de la exigencia de acuerdos comunicativos, donde
los jóvenes introyecten la posibilidad real de vincularse a la comunidad y ser considerados, tanto en
sus derechos como en su capacidad de reparación.
Aparece entonces como fundamental, la exigencia habermasiana de autorreflexión y diálogo,
porque sólo y a través de él puede llegarse a la autocomprensión. Este diálogo resulta urgente para la
reconstrucción de las intervenciones profesionales,
y las prácticas sociales juveniles, convirtiéndose en
un imperativo ético y práctico.
Para que exista posibilidad de intercambios justos
y diálogos constructivos del bien social, es requisito que los jóvenes puedan experimentar el valor
66
de uso de sus derechos también en el diseño de la
seguridad e integración social. “La ciudadanía democrática desplegará una fuerza integradora, es
decir, creará solidaridad entre extraños, si se hace
valer como un mecanismo con el que se realicen de
facto los presupuestos para la existencia de las formas de vida deseadas” (Habermas, 1996: 95-96).
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67
DANIELA DÍAZ / CLAUDIA ANDREA
68
ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 77 / Diciembre / 2009 / P. 69-76
El taller en Trabajo Social.
Una aproximación desde la fenomenología
The Workshop in Social Work: a view from Phenomenology
ALEJANDRA SANTANA LÓPEZ
Doctorando en Ciencias de la Educación, Magister en Psicología, Licenciada en Trabajo Social. Académica de la Escuela de Trabajo
Social de la Universidad Andrés Bello. Dirección postal República 252, 2º piso, Santiago. E-mail: [email protected]
Resumen
Para Trabajo Social, tradicionalmente, la formación práctica ha tenido especial dedicación. Este
artículo invita a abrir la reflexión acerca de la Metodología de Taller como estrategia de enseñanza - aprendizaje en la formación práctica. Para eso se realizó una breve contextualización de la
formación en Trabajo Social en Chile, abordando posteriormente, las posibilidades que ofrece la
aproximación fenomenológica a los procesos de aprendizaje de la profesión, fundamentalmente
como una forma particular de concebir el conocimiento. Desde este enfoque, se revisaron tres
oportunidades de desarrollo: el Taller como espacio para el lenguaje como condición; el Taller
como espacio para la emergencia de cogniciones y el Taller como un canalizador de saberes que
responden a un contexto complejo. Si bien, el análisis ofrece caminos para la reflexión del ejercicio
docente y disciplinar, Trabajo Social debe dar respuesta a preguntas previas, que condicionan y
afectan las tensiones en la formación profesional actual.
Palabras claves. Formación Universitaria, Trabajo Social, Fenomenología, Taller.
Abstract
Traditionally in social work, field practice has played a central role. This article discusses the workshop methodology as a strategy for teaching and learning in field practice training. The article
begins with a brief contextualization of social work education in Chile and explores the possibilities of using a phenomenological approach in the leaning processes of the profession, primarily
as a way of conceiving knowledge. From this perspective, three opportunities were explored: the
workshop as a space for language as a condition, the workshop as a space for the emergence of
cognitions, and the workshop as a channel for knowledge to respond to a complex context. Although the analysis provides ways for reflexion on teaching, social work must respond to previous
questions which determine and affect possible tensions in professional formation today.
Key words. Higher Education, Social Work, Phenomenology, Workshop.
Presentación
Plantearse escribir sobre “Formación en Trabajo
Social” y “Fenomenología” desde una Trabajadora
Social resulta ambicioso, ambas áreas convocan a
un infinito de acciones, saberes, lenguaje e información; sin embargo desde la inquietud por abrir
nuevas ventanas referentes a la noción de conocimiento, prácticas pedagógicas y desafíos educativos
en Trabajo Social en contextos complejos, el escrito
se enfocará en las experiencias formativas en el área
“práctica” en Trabajo Social, analizando cómo ésta
emerge en la actualidad, qué puntos de encuentro
tienen con la fenomenología, qué posibilidades y
tensiones ofrece esta perspectiva.
La reflexión constituye una aproximación, y como
tal, más que dar respuestas acabadas pretende abrir
la discusión, no sólo en la relativo a las “experiencias
prácticas” sino a los múltiples desafíos formativos,
que cotidianamente, quienes se desempeñan en docencia en Trabajo Social, deben lidiar: pertinencia
de contenidos, articulación de mallas curriculares,
ubicación epistémica del plan de formación, segmentación de los saberes, reduccionismo en la
comprensión de la sociedad, por nombrar algunos.
Formación en Trabajo Social en Chile
Los contextos socioculturales y económicos cada
vez más complejos, plantean nuevos desafíos para
69
ALEJANDRA SANTANA LÓPEZ
la formación profesional en general. Para Trabajo
Social, profesión centrada en las transformaciones
sociales que apunten a incrementar la calidad de
vida de las personas desde su reconocimiento como
seres humanos con recursos propios y con dignidad,
esto resulta prioritario. De esta forma se reconoce
que “la concepción tecnológica de Trabajo Social,
en sus diversas vertientes se ha vuelto claramente
insuficiente y problemática (...) las formas más recurrentes de entender Trabajo Social se sitúan en una
posición de tensión binaria entre hacer y conocer.
El giro propuesto en la concepción de Trabajo Social consiste en sacarlo de este planteamiento dual
donde, en posiciones extremas, el Trabajo Social es
una forma de intervención y esta última es acotada
como un hacer reflexivo” (Matus, 1999, 26). De esta
forma, la complejidad contextual y de la propia intervención debe ser recogida como una condición
de las prácticas pedagógicas.
Teniendo esto como antecedentes, las propuestas
educativas en Trabajo Social se comienzan a definir
a partir de los contextos sociales en que emergen;
“son una síntesis contradictoria y compleja de elementos culturales, de conocimientos, de creencias,
de valores. Contradictoria porque se llega a ellas a
través de distintos sujetos sociales, que se vinculan
a través de diversos proyectos sociales y políticos,
tanto desde afuera como desde dentro de la universidad” (Ludi, 2003, 11).
La formación en Trabajo Social en Chile posee una
amplia cobertura, existiendo hoy en día a nivel de
Universidades, 30 casas de estudios que dictan la
carrera, ofreciendo algunas, jornadas diurnas y vespertinas y/o presencia en más de una región a través
de la figura de Sedes1.
Los planes de estudios nacionales e internacionales cuentan con un marcado énfasis en la formación
práctica2. De hecho “la formación profesional de
Trabajo Social, se ha abordado tradicionalmente, en
dos estrategias claramente diferenciadas: una formación teórica y conceptual y una formación en la
práctica” (Castañeda & Salamé, 2005), estrategias
que resultan coherentes y fortalecen la dicotomía
teoría - práctica, ya enunciada por Matus (1999).
Bajo esta lógica se encuentra “una formación en la
práctica que, históricamente ha tendido a profundi-
zarse a lo largo del avance curricular de las mallas.
Los referentes que organizan la práctica también
han variado a lo largo de la historia: inicialmente,
era más importante la ayuda brindada y la resolución de los problemas concretos. Posteriormente, se
centra en la vinculación y participación de Trabajo
Social en los procesos de reforma política, económica y social que vive el país, para luego, replegado
sobre sí mismo, volcarse a desarrollar la profesión
en sus aspectos técnicos y metodológicos. La práctica profesional se reconoce, desde la perspectiva
de la formación, como la instancia de aprendizajes
profesionales, de mayor importancia e integralidad”
(Castañeda & Salamé, 2005).
Ahora bien, esta inclinación por la formación
práctica también se hace evidente al analizar los
contenidos de las mallas curriculares, así por ejemplo, alrededor de un cuarto de los cursos contenidos
en las mallas curriculares nacionales corresponden
a asignaturas profesionalizantes y/o prácticas3.
Habiendo graficado la relevancia del desarrollo de
habilidades y competencias prácticas en la formación en Trabajo Social, ésta es canalizada a través
de los planes de estudios, los que contienen cursos
prácticos, denominados “Talleres”, que responden
a una determinada metodología de enseñanza aprendizaje, que apuesta por la horizontalidad, la
construcción colectiva, la integración de saberes y la
contextulización del proceso de aprendizaje.
El taller como estrategia metodológica
para la formación en Trabajo Social
¿Qué son los talleres?
Las asignaturas prácticas poseen diferentes denominaciones: “talleres”, “pasantías”, “laboratorios”,
“prácticas”, entre otros. Tradicionalmente, comprenden la experiencia de prácticas intermedias en
la formación, que conllevan la inserción de los estudiantes en alguna institución, una cantidad de horas
preestablecidas, y –en paralelo– éstos participan en
la Universidad de una instancia colectiva que posee
el carácter de curso práctico: el Taller.
En una de las primeras reflexiones a nivel latinoamericano respecto al Taller en la formación de
trabajadores sociales, Natalio Kisnerman (en Aylwin
1. Datos extraídos del Consejo Superior de Educación. (2009). Disponible en Línea en: [http://cse.cl].
2. En el presente documento cuando se hace referencia a la noción de “práctica” se está apelando a la idea anglosajona de practice
(Feldman, J, 1986; Bortz, W, 1996; Klein & Bloom, 1994), acepción que apela a la práctica reflexiva abordada originalmente por Schön
(1987), y en ningún caso, a un polo de la tradicional dicotomía de teoría/ práctica.
3. Revisión de 20 mallas curriculares de Universidad pertenecientes al Consejo de Rectores en Chile disponibles en Internet y 20 malla
curriculares de Universidad Privadas mediante igual acceso.
70
EL TALLER EN TRABAJO SOCIAL. UNA APROXIMACIÓN DESDE LA FENOMENOLOGÍA
& Gissi, 1980) hace mención a la tarea docente y al
rol de estudiante, usando referentes claramente freireanos, señala que “docente es aquel que teniendo
un instrumental de conocimientos amplios y conciencia crítica que éstos no están acabados, puede
transmitirlos a otros, movilizando a la participación,
a la investigación, a la lectura crítica, a la reflexión,
a crear, a trabajar en equipo, a ser sujetos de su
proceso formativo (...) la Escuela debe ubicar al docente en su contexto, para que los contenidos de la
enseñanza respondan al Trabajo Social, para que incorpore contenidos emergentes de la práctica”(p.63
- 64). Por su parte, en relación al estudiante plantea
“ser estudiante es una forma de vida, que no termina
con el título logrado. Es tener conciencia de hacerse,
la humildad de la palabra, la riqueza de la comprensión, la actitud de no ser espectador. Es asumirse y
asumir la realidad comprometiéndose con la coyuntura que nos toca vivir. Es estar abierto al mundo, a
la búsqueda junto a otros hombres (...)”(p.66).
De esta forma, se puede apreciar que el Taller corresponde a una tradición en la formación de trabajadores
sociales, que tomando referentes pedagógicos de la
educación liberadora e incorporando elementos metodológicos del aprendizaje reflexivo - experiencial,
hace posible el desarrollo de habilidades analítico,
reflexivas, actitudinales y procedimentales necesarias para el ejercicio de la profesión.
Los Talleres se acercan a lo que Freire (1970) ha
denominado como educación liberadora, en su forma y en su fondo, es problematizadora, dialógica,
facilitada por un educador-educando, en un proceso de permanente desvelamiento de la realidad, la
inserción en ella y el desarrollo de una transformación creadora.
La metodología de Taller consiste en un modelo
pedagógico de aprendizaje reflexivo - experiencial.
“El aprendizaje experiencial tiene lugar cuando los
asistentes al taller, a partir de una experiencia que
se genera, observan y comparten la percepción de
su experiencia con los compañeros y reflexionan, y
realizan algún tipo de abstracción integrando estas
reflexiones en sus conocimientos previos, utilizados
como guías para acciones posteriores” (Imbernon
& Medina, 2008, 16). De esta manera, los Talleres en la formación en Trabajo Social, apuntan a
generar un diálogo colectivo entre los estudiantes
más la/el docente a cargo, donde el foco de las reflexiones está puesto en la inserción práctica de los
estudiantes; entendiendo que ésta puede darse en
variados contextos institucionales. En este espacio,
se conversa acerca de las experiencias profesionales,
y a veces personales, a propósito de la práctica, se
problematiza a cerca de: los cursos de intervención
más pertinentes a seguir, la articulación entre las acciones particulares de esta experiencia y las políticas
públicas y sociales que se cuentan como apoyos (u
obstaculizadores); la relación entre Trabajador Social
y Sujetos de Intervención; lógicas institucionales en
que esta práctica se inserta, entre otros aspectos.
El Taller se concibe como un espiral que comprende
cinco etapas: el supuesto básico de este modelo es
la experiencia del profesor o del estudiante, ésta es
la fuente y el origen de todo su aprendizaje profesional, y que a través del aprendizaje experiencial
podemos articular los aprendizajes formales y abstractos con las experiencias prácticas” (Op cit, 2008,
17). Como ya se señalaba, en este caso el centro es
el estudiante, siendo la/el docente un facilitador del
proceso. En esta instancia, se espera - desde los procesos de aprendizajes - que los estudiantes vinculen
esta experiencia con todos sus saberes previos, les
de un sentido, y los incorpore a sus accionar profesional de manera sostenida en el tiempo.
Al profundizar en la metodología de Taller es posible reconocer, como desde esta opción pedagógica
se releva la comprensión de la experiencia práctica
de los estudiantes. Esta comprensión se potencia a
partir de las conversaciones que se dan en este espacio, tanto en lo verbalizado como en lo escrito.
De esta forma el lenguaje cobra un papel central,
ya que se busca desde la participación activa de los
estudiantes, generar reflexiones en torno a los fenómenos sociales, acoger las tensiones personales que
les genera la experiencia de práctica y enfatizar al
diálogo en las acciones que están emprendiendo en
sus centros de práctica.
La instancia de Taller, al constituirse en un espacio
formativo, busca la aproximación al “conocimiento”
desde ciertos énfasis, es decir desde lógicas posibles de develar, de esta forma surgen interrogantes,
que acompañan la práctica docente de quienes se
desempeñan en esta área, entre ellas: ¿De qué forma en los Talleres de Práctica de Trabajo Social se
plasma la mirada fenomenológica como lógica del
conocimiento que se busca rescatar en ellos?
El intentar aproximarse a responder a esta interrogante, necesariamente nos lleva a revisar las
nociones de “conocimiento” que subyacen a las
prácticas educativas, cuán restrictivas o favorecedoras son en la intención de brindar una formación
significativa, con sentido y pertinente a los contextos en que emerge; validando desde ella al sujetos
estudiante, al sujeto de la intervención social y al
sujeto profesor, fundamentalmente las interacciones
dadas entre estos.
71
ALEJANDRA SANTANA LÓPEZ
Estas interacciones, en el contexto del Taller, son
“cara a cara”, lo que para Schütz (1972) se da “cuando dos personas se encuentran de esta manera una al
alcance de la experiencia directa de la otra” (p.192).
El espacio de taller canaliza la idea de “el mundo de
nosotros” es decir, “único, común e intersubjetivo,
que está ahí frente a nosotros (...) sólo a partir de la
situación cara a cara, sólo desde la vivencia común
del mundo en el nosotros, puede constituirse el
mundo intersubjetivo” (Op cit, 1972, 200), el cual
en sí mismo constituye conocimiento.
El taller como espacio subjetivo e
intersubjetivo
El espacio de Taller valora y se construye desde las
subjetividades de sus integrantes, sin embargo éstas
sólo cobran sentido en la medida que se comparten con otros –otros compañeros, profesores, un
tercero lector– es decir, validando el carácter intersubjetivo del espacio (y más allá de él incluso).
Para Filloux (2004) la intersubjetividad siempre
está ligada al diálogo y a todo proceso de la dialéctica del retorno sobre sí mismo, de la lucha por
el reconocimiento”(p.41). El Taller se funda en el
diálogo en torno a los temas de procesos de los estudiantes y de contenidos de sus prácticas, “volviendo
sobre ellos mismos” y reconociéndolos como “otros”
válidos en esta relación formativa.
Desde esta mirada el conocimiento o la verdad que
potencia esta instancia pedagógica no es transparente
ni neutral sino que reconoce la condición de sujeto
de quienes participan del conocimiento, apelando
a que somos parte del fenómeno del conocimiento
enlazado en el mundo. “El sujeto es percibido como
alguien que es consciente de los roles que juega, sin
dejarse tomar por ellos, consciente eventualmente
de no ser tomado como una “cosa”, pero sabiendo
también que es otra cosa profundamente y que los
otros también son profundamente otra cosa, algo
más que actores, agentes, etc... sujeto como actor
de sí mismo, de sus acciones y de sus aceptaciones
y consentimientos” (Op cit, 40). En este sentido el/
la estudiante como sujeto, corresponde a una cualidad, a una relación, está “sujeto” a una condición
de “ser – en – el – mundo”, el biológico, sociocultural y simbólico. En este caso, cabría preguntarse
cómo se da este conocimiento en jóvenes que dada
su condición de jóvenes chilenos, pertenecientes a
determinado contextos sociocultural y que habitan
el escenario actual del país, significan la experiencia de la práctica.
Esta línea de pensamiento se acerca a lo planteado
por Merleau - Ponty (1997) cuando señala que la
72
fenomenología trata de “volver “a las cosas mismas”
(...) lo que ocurre en el mundo lo sé a partir de una
perspectiva mía o de una experiencia del mundo sin
la cual los símbolos de la ciencia no querrían decir nada” (...) “el mundo no sería otra cosa sino la
“significación mundo””. El Taller apuntaría a que los
estudiantes en conjunto con el profesor signifiquen
el mundo de la práctica desde su experiencia y desde
ahí generen un conocimiento práctico que sintoniza
con un contexto social complejo en que se sitúa.
Filloux (2004) lo explica en la relación formativa,
señala que “el retorno sobre sí mismo implica que
yo me vuelva conciente de mí mismo, que yo pueda existir por mí mismo (analizar mi experiencia,
mis temores, etc.) que no me quede en mí mismo y
que acepte que el otro puede ser un sujeto que pueda hacer lo mismo (...) para poder hacer un retorno
sobre mí mismo, yo tengo que saber como formador
ayudar a otro o a los otros a que hagan ese retorno
sobre sí mismos o sobre ellos mismos”(p.38 -39).
Esta reflexión apunta de manera más directa a la
relación profesor - alumno, donde la “subjetividad”
es un recurso para el formador, pero también para
la relación educativa; se construyen significados
colectivamente.
Ahora bien, esta significación del mundo es constituida a través del lenguaje, no en su noción
tradicional de un mero canalizador de información,
sino del lenguaje como representación del mundo,
por lo tanto (lo verbal o lo escrito) se tendrá que
ubicar en un contexto y analizar qué se dice, cómo
se dice y a quién se dice, en tanto representación de
mundo, conocimiento experiencial y subjetivo.
“El mundo fenomenológico no es el ser puro, sino el
sentido que transparece en la intersección de mis experiencias y las del otro, por el engranaje de las unas
en las otras, es pues inseparable de la subjetividad y
de la intersubjetividad que integran su unidad por
la reasunción de mis experiencias pasadas en mis
experiencias presentes, de la experiencia del otro en
la mia”( Merleau - Ponty (1997). Esto, nuevamente
lleva a relevar la relación formativa, como relación
subjetiva, que en este caso buscará el sentido de las
prácticas, el sentido de la formación, aprendiendo a
conocer en el contexto de práctica.
El taller como un espacio para el
lenguaje como condición
Como ya se señalaba, en el espacio del Taller se es
a través del lenguaje, se representa la experiencia
de práctica profesional en él y a través de él. Las
descripciones del mundo –de los estudiantes, profesores y terceros– no son independientes de los
EL TALLER EN TRABAJO SOCIAL. UNA APROXIMACIÓN DESDE LA FENOMENOLOGÍA
sujetos que lo enuncian. “Decir que la verdad no
está ahí afuera es simplemente decir que donde no
hay proposiciones no hay verdad, que las proposiciones son elementos de los lenguajes humanos, y
que los lenguajes humanos son creaciones humanas” (Rorty, 1991, 25).
Tarea fundamental del espacio de aprendizaje dado
por el Taller está en la emergencia de “descripciones”, de narraciones comprensivas de las vivencias
de los estudiantes, no como la descripción de mundo externo al sujeto, sino como una descripción
comprensiva a partir de léxicos que resultan más
pertinentes a este espacio formativo. Así, “ciertos
léxicos constituyen representaciones del mundo más
adecuadas que otras, frente a su carácter de herramientas más aptas para relacionarse con el mundo
con vista a uno u otro propósito” (Rorty, 1991, 41).
En este sentido, se comparte la idea de que “la verdad no puede estar ahí afuera –no puede existir
independientemente de la mente humana– porque
las proposiciones no pueden tener esa existencia,
estar ahí afuera. El mundo está ahí afuera, pero las
descripciones del mundo no” (Rorty, 1991, 25). La
“verdad” del estudiante a propósito de su práctica,
no está “en su cabeza” sino en el sitio que ocupa en
el mundo.
Así los conocimientos generados en el espacio de taller constituyen una verdad, verdad que es tal desde
las significaciones de los sujetos que lo componen,
que la generan y validan. “La verdad es algo que se
hace más que algo que se encuentra (...) los lenguajes son hechos, y no hallados, y que la verdad es una
propiedad de entidades lingüísticas, de proposiciones” (Rorty, 1991, 27).
El taller como emergencia de
cogniciones
La vivencia subjetiva y lingüística emergente en
el Taller, se puede complejizar aún más desde los
aportes que Francisco Varela (2000) ha hecho a partir de la neurociencia, particularmente su propuesta
de neurofenomenología.
Lo anterior cobra sentido cuando, nos centramos
en la condición humana del estudiante (o del profesor), la cual incluye sus cogniciones entre otros
aspectos. En este reconocimiento resulta revelador
que Varela (2000) señale que “la mente no está en la
cabeza (...) sino en el no – lugar de la co – determinación entre lo interno y lo externo (...) la mente es
inseparable del organismos como un todo”.
Así, la cognición es enactivamente emergente, entendiendo ésta por autoorganización, complejidad
o dinámica no lineal, es decir, el tránsito de lo local a lo global; una co-determinación de elementos
neurales y un sujeto cognitivo global. El sujeto cognitivo global pertenece a ese nivel emergente y a ese
modo de existencia (Varela, 2000). Este sujeto cognitivo emergente, estudiante (o profesor) articula su
experiencia con sus conocimientos previos, con lo
que le resulta relevante de acuerdo a su condición
cultural, pero también con sus atributos neuronales
dispuestos para esto; no siendo exclusivamente un
atributo interno (de sus cogniciones “neuronales”)
ni sólo producto de su relación con el entorno (condición social), sino aprehender el conocimiento o
generarlo de manera emergente. El Taller sería una
instancia que potenciaría ese “emergencia”.
Ahora bien, bajo esta noción de mente inseparable
del organismo como un todo, surgen dos elementos
que se pueden reconocer como recursos claves para
el aprendizaje, la memoria y el afecto. “Fenomenológicamente, la mente no presenta una división
clara entre memoria por un lado, y el afecto o la
visión por el otro. La mente es algo que emerge de
la tonalidad afectiva, que está anclada en el cuerpo”
(Op cit, 2000).
Los fenómenos cognitivos son emocionales –afectivos, el fundamento de la génesis de la mente es
un fenómeno afectivo– empático. El afecto es una
dinámica pre-reflexiva de autoconstitución del
self, un autoafecto en sentido literal. El afecto es
primordial, en el sentido de que soy afectado o
conmovido antes de que surja un “Yo” que conoce.
Esta dimensión afectiva, en un sentido complejo, es
considerada en el diseño e implementación del Taller; se dialoga desde emocionalidad, la afectividad
en tanto los discursos emergen desde lo que moviliza a las personas, desde como han vivenciado la
experiencia; por lo tanto, es una dimensión que no
se puede obviar o poner entre paréntesis, pues muchas veces es una condición “motor” del curso que
toman las reflexiones y acciones en el marco de las
prácticas, que sin duda da cuenta del self de quien
se expone. Esta “afectación” se puede expresar en
las preguntas “ingenuas” asociadas a lo social, lo
laboral y formativo del Taller.
Según Varela (2000) en el ámbito afectivo, se logran
distinguir tres niveles: el primer nivel, está constituido por las emociones: el estar conciente de una
tonalidad emocional que es constitutiva del presente
vivo; el segundo nivel es el afecto, una disposición
propia de una secuencia coherente de acciones encarnadas más largas; finalmente, el estado anímico,
el nivel de la narración descriptiva a lo largo de una
gran extensión de tiempo.
73
ALEJANDRA SANTANA LÓPEZ
Al visualizar el trabajo del Taller de práctica desde su
estructura y frecuencia, progresivamente –durante
el semestre– el grupo va dando cuenta de sus niveles emotivos, afectivos y manifestando con mayor
precisión un estado anímico. Esto tiene diversas expresiones, hay grupo que terminando dando cuenta
de estados anímicos marcados por la competitividad
académica y desde ahí se mueven sus narraciones
descriptivas, mientras otros logran estados anímicos
más fraternos o solidarios. En general, se expresa en
la sensibilidad, capacidad relacional y disposiciones
para la generación de “nosotros” intersubjetivo.
El taller canalizando saberes que
responden a un contexto complejo
Sin lugar a dudas, el Taller –desde lo que hoy en
día las Escuelas de Trabajo Social conciben de él– es
una forma de dar respuesta a un contexto altamente complejo, donde el espacio reflexivo favorece el
desarrollo de conocimientos pertinentes a las necesidades presentes en los entornos laborales de los
Trabajadores Sociales.
La pertinencia del conocimiento es abordada como
“Principio del Conocimiento Pertinente” por Edgar
Morin (1999) y apela al reconocimiento se sitúa en
contexto, global, multidimensional y complejo. De
esta forma, no basta con diseñar transformaciones
“programáticas” en Educación sino que es necesaria una reforma del pensamiento. De cognición, de
representación de mundo, en el lenguaje de los autores revisados.
Plantea lo problemático de esto, en “una inadecuación cada vez más amplia, profunda y grave por
un lado entre nuestros saberes desunidos, divididos, compartimentados y por el otro, realidades
o problemas cada vez más poli disciplinarios,
transversales, multidimensionales, transnacionales, globales, planetarios. En esta inadecuación
devienen invisibles: el contexto, lo global, lo multidimensional y lo complejo” (Morin, 1999, 15). Así,
se hace necesario “ubicar las informaciones y los
elementos en su contexto para que adquieran sentido” (...) en lo formativo.
En esta línea el Taller, se encamina a ser un espacio
de integración de saberes; los conocimientos previos académicos y personales, los descubrimientos
que van haciendo a propósito de la experiencia de
práctica, las temáticas nuevas que emergen en el
mismo espacio de Taller, la contingencia político
social que tanto afecta los contextos laborales de los
Trabajadores Sociales, etc. Es decir, desde el principio del saber pertinente, el Taller se esfuerza en la
tarea de apuntar a la pertinencia, por la forma de
74
ubicarse en el contexto social, global y particular
de las experiencias de práctica, como por la integración de saberes que se potencian desde ahí.
Por otra parte, Edgar Morin (1999) plantea en su
tercer saber el “enseñar la condición humana” para
explica el bucle cerebro –mente– cultura señalando
que “el hombre sólo se completa con ser plenamente
humano por y en la cultura. No hay cultura sin cerebro humano, y no hay mente, es decir, capacidad
de conciencia y pensamiento sin cultura. La mente
humana es un surgimiento que nace y se afirma en
la relación cerebro - cultura. Una vez que la mente ha surgido ella interviene en el funcionamiento
cerebral con efecto retroactivo. Hay entonces una
triada en bucle entre cerebro –mente– cultura, donde cada uno de los términos necesita a los otros. La
mente es un surgimiento del cerebro que suscita la
cultura, la cual no existiría sin el cerebro” (p.25).
El Taller transversalmente se orienta a enseñar la
condición humana, pero también vivir esa condición
humana en el proceso de enseñanza –aprendizaje
que él es. Desde acá se validan las cogniciones, la
conciencia de los estudiantes (y profesores), pero se
asume que ésta emerge en este contexto cultural,
co-determinándose siendo esto manifestación misma de esta condición, lo que podría ser un símil, a
la idea de “emergencia” en que confluyen las condiciones neuronales y de entorno, ya detallados por
Varela (2000).
Reflexiones finales
Desde la tradición del Trabajo Social, este ha tenido una fuerte herencia positivista en su concepción
como disciplina, y desde ahí en la forma de captar
la “realidad” como una esfera externa del trabajador
social que busca afectarla, lo que sin duda se ha traspasado a las estrategias de enseñanza - aprendizaje
en esta profesión. Así lo destaca Matus (1999) al
ofrecer la mirada analítica de la intervención social
fundada, cuando señala que “la concepción hegemónica de Trabajo Social en Chile (...) ha sido su noción
tecnológica de fuerte anclaje positivista, y que esta
perspectiva se ha encapsulado y vuelto insostenible,
tanto conceptual como contextualmente” (p.25).
Este enfoque se ha intentado modificar cuando
se piensa el Taller como un espacio de construcción subjetiva y se aborda la subjetividad como un
conocimiento entendiendo que en los formatos actuales de Taller, aún co existe la lógica positivista,
que se ha heredado y está fuertemente arraigado
en la práctica docente (y en general en el funcionamiento de la sociedad).
EL TALLER EN TRABAJO SOCIAL. UNA APROXIMACIÓN DESDE LA FENOMENOLOGÍA
Por lo tanto, no se puede hacer caso omiso a esta herencia. Lo que hace doblemente desafiante encontrar
otras claves de interpretación para las intervenciones
sociales, pero también en la formación de quienes
liderarán procesos de intervención social. “No se
puede concebir un profesional de Trabajo Social
desde una perspectiva independiente de sus propias
percepciones y vivencias (...) corresponde al trabajador social entender su papel como dinamizador de
procesos individuales, familiares, grupales o comunitarios haciendo parte del sistema relacional y del
contexto mismo” (Caballero, 2006, 38).
La necesidad de nuevas claves se hace evidente cuando
“pensamos que el conocimiento que estas profesiones han extraído de las ciencias tradicionales, las han
dejado en el desamparo, por cuanto no cuentan con
lenguajes necesarios para interpretar su experiencia
cotidiana. La perspectiva hermenéutica y fenomenológica, podría haberse constituido en excelente pilar
de su quehacer profesional, pero el lenguaje empírico
formal impregnó el supuesto epistemológico de sus
interpretaciones” (Aguayo, 2006, 121).
Hoy desde lo formativo, se visualiza a la fenomenología –desde sus diversas lecturas– como un referente
lo suficientemente global y humano para responder
a los desafíos educativos, en este caso de la educación en y del Trabajo Social como profesión.
La mirada fenomenológica ofrece un “mundo” comprensivo para la formación muy amplio, partiendo de
la premisa que no se puede acceder a un conocimiento objetivable de manera directa, no se puede acceder
a lo “que las cosas son” sino a través de la subjetividad. Implica la revalorización de la experiencia y la
conciencia como acción (en acción). Así lo señalaba
Schütz (1964), al definir la “comprensión” específica
de las cosas sociales “no puedo comprender una cosa
social sin reducirla a la actividad humana que la ha
creado y, más allá de ello, sin referir esta actividad humana a los motivos que la originan. No comprendo
una herramienta sin conocer el propósito para el cual
fue destinada, un signo o un símbolo sin conocer lo
que representa (...)”(p.23).
Por lo expuesto, la naturaleza del Taller en su lógica, estructuración y dinámica facilita la validación
de lo subjetivo, intersubjetivo y del lenguaje como
condición humana, en la generación de un conocimiento en acción. Sin embargo, aún se hace
necesaria una reflexión profunda que explicite la
intencionalidad por validar estos elementos como
necesarios para un aprendizaje de mejor calidad,
pertinente y humano, es decir, donde se reconozca
no sólo el valor pedagógico del Taller sino se vea la
riqueza más amplia que éste puede ofrecer desde
un posicionamiento epistemológico o desde la generación de saberes de segundo orden.
El plantearse en la tarea de formación práctica relevar los discursos de los estudiantes, permite
comprenderlo en toda su complejidad, en toda su
condición humana –en palabras de Morin– develar colectivamente en esos discursos sus visiones de
mundo, sus afectos movilizantes, su relación con los
“Otros” como una fuente en sí misma de aprendizajes. Lo que redundará –para quienes se encuentran
en el rol de profesor– en idear (colectivamente)
estrategias de enseñanza - aprendizaje mucho más
pertinentes al contexto, siendo el estudiante un actor crucial en el contexto formativo.
Por otra parte, en los discursos, en el lenguaje en
sentido amplio, emergente en el Taller se muestra no
sólo la subjetividad del estudiante sino que también
da cuenta del contexto sociocultural más amplio en
el que se inserta y en el que es co - determinado,
por lo tanto “comprender al estudiante desde su
lenguaje” implica “comprender el mundo desde ese
lenguaje”, al cual - el profesor también pertenece.
La instancia de Taller ha sido históricamente valorada en la formación en Trabajo Social, sin embargo
–en muchos casos– aún son parte de inconsistencias curriculares que perpetúan la división binaria, a
la que se refiere Teresa Matus, entre teoría - práctica.
Por lo tanto, no sólo se puede analizar aisladamente
la riqueza del Taller sino que se debe mirar su telón
de fondo: la malla en que se inserta, en énfasis de
los planes formativos, las apuestas disciplinares que
encierra, entre otros aspectos.
En esta misma línea, se pueden apreciar otras inconsistencias, por ejemplos, las dadas entre una
apuesta metodológica de Taller (con cariz fenomenológico) pero que desde los programas formales
que los describen se apela a otra lógica; e incluso
donde las estrategias de evaluación mantienen instrumentos cuantificables, objetivables, neutrales,
que posicionan a los estudiantes tomando distancia
de su “objeto” de intervención, o al menos se le califica en función de esto.
Finalmente, se puede decir que este escrito ha sido
una primera aproximación a la reflexión entre formación práctica en Trabajo Social y fenomenología,
sin embargo quedan preguntas sin respuesta y
nuevas interrogantes a partir del análisis, ¿cómo el
mismo formato de Taller como curso de formación
práctica favorece la falsa dicotomía teoría - práctica?
¿Qué apuestas epistemológica tienen los Talleres?
¿A qué responden éstas? ¿Qué noción de conocimiento subyacen a ella? ¿Cómo se lee la actoría de
los estudiantes y los profesores en ellos?
75
ALEJANDRA SANTANA LÓPEZ
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76
ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 77 / Diciembre / 2009 / P. 77-85
Latinoamérica hoy: cambios y costos
sociales desde la gestión neoliberal
Latin America today: changes and social cost from
neoliberal perspective
ALEJANDRO KLEIN
Doctor en Servicio Social, Profesor Doctor del Departamento de Psicología Clínica de la Universidad de São Paulo. Research Affiliated de Oxford University. Su dirección postal es Universidade de São Paulo. Av. Prof. Mello Moraes, 1721 Cidade Universitária
- São Pau 05508-030 - Sao Paulo, SP - Brasil. E-mail: [email protected]
Resumen
En este trabajo desarrollaré especialmente algunas de las repercusiones sociales del neoliberalismo en relación a las rupturas que impone con la modernidad keynesiana, particularmente en los
países latinoamericanos. Es posible señalar que los cambios sociales gestados desde el neliberalismo han sido más dramáticos aún desde Latinoamérica, lo que implica que los pobres no sólo:
“se volvieran más pobres”, sino que perdieran rápidamente espacios fundamentales de protección
estatal. Punto que se entronca a un pasaje de políticas sociales del Estado al ámbito privado, junto
a un debilitamiento de las mismas, lo que contribuyó a que empeoraran las condiciones de empleo
y trabajo, con alta tasa de desempleo.
Cabe señalar entonces como uno de los factores de cambio social al aumento de la segregación
que alude no sólo a una repartición geográfica sino que implica factores culturales. De esta manera existe un cambio en la redistribución espacial y cultural de los grupos sociales. Mientras
los grupos sociales con mejores ingresos parecen confinarse, los grupos con bajos ingresos son
estigmatizados. Lo precario, concepto recurrente en los autores estudiados, es una de las claves
del orden social neoliberal, lo que se discute también en relación a la progresiva idealización de
la fuerza y la violencia.
Esta situación conlleva necesariamente una modificación sustancial en cómo se concibe y percibe
la ley ante una impunidad cada vez más generalizada. Estos factores y sus consecuencias se analizan en el presente trabajo.
Palabras clave. Neoliberalismo, rupturas, precariedad.
Abstract
This paper develops some of the social impacts of neoliberalism in relation to imposed breaks
with the Keynesian Modernity, particularly in the Latin American countries. It is possible to point
out that the social changes gestated from the neoliberalism process have been more dramatic
for Latin America, which means that poor people has not only “become more poor”, but also
that they quickly lost key areas of State protection. This situation is related to the passage of the
state’s social policies to the private sphere, along with a weakening of those, which contributed to
worsening the conditions of employment and work, with high unemployment rates.
It should be noted then that one of the factors of social change acts by increasing of the segregation factors that refers not only to geographical distribution but involves also cultural factors.
Thus there is a change in the cultural and spatial redistribution of the social groups. As social
groups with higher incomes seem to be confined, low-income groups are stigmatized. The precariousness is a key of the neoliberal social order, which is also discussed in relation to the progressive idealization of the force and the violence. This necessarily involves a substantial change in how
is conceived and perceived the law behind an increasingly widespread impunity. These factors and
their consequences are discussed in this paper.
Key words. Neoliberalism, break-off, scarcity.
77
ALEJANDRO KLEIN
Aquello que el neoliberalismo modifica
como ruptura
En este trabajo desarrollaré especialmente algunas
de las repercusiones sociales y culturales del neoliberalismo en relación a las rupturas que impone
con la modernidad keynesiana, particularmente en
los países latinoamericanos. Mi intención es abrir y
replantear una serie de interrogantes sin seguir una
metodología que no sea sino la de ahondar una serie
de problemáticas que se muestran mayoritariamente urgentes, desde las investigaciones y reflexiones
de los autores que se citan y desde la mía propia,
basada ella sí, en una metodología cualitativa de trabajo de campo con una población, base de mi tesis
doctoral (Klein, 2006), en donde trato de articular
procesos psicosociales, sociales y subjetivos.
Cabe aclarar entonces, en relación a lo anterior,
que aunque hay autores que insisten en que no hay
ruptura radical entre neoliberalismo y modernidad,
creo que sí hay efectos irreversibles desde aquél con
respecto a algunos basamentos que hacen a la modernidad keynesiana (Klein, 2006).
Se puede indicar como desde esta fase neoliberal
del capitalismo, que autores como Giddens (1997)
denominan de alta modernidad, se verifica un
desregulamiento y mundialización de los flujos capitalistas, especulación financiera, debilitamiento
del Estado-nación, suspensión de los derechos laborales y sociales conquistados, segmentación del
mercado de trabajo, desempleo estructural, crisis
fiscal permanente que substituye la gestión keynesiana, hegemonía del mercado (Vasconcelos &
Morgado, 2005).
Antunes (1999) señala que representa una crisis
estructural del capital, con substitución del padrón
productivo taylorista y fordista a favor de formas de
producción flexibilizadas, con la consiguiente crisis
del Welfare State, a partir principalmente del inicio de los años 70. Hay que indicar especialmente
que la figura del Estado ha sido atacada y discutida
despiadadamente desde la gestión neoliberal, con
una “mesianización” de la figura del mercado (Forrester, 2000).
Pero hay que decir que no es posible generalizar
esta situación a nivel mundial. La situación en Latinoamérica no es la misma que en Europa lo que se
relaciona a la diferencia más global entre capitalismo
central y capitalismo periférico. Esta misma diferencia se aplica igualmente a los aspectos que hacen a la
modernidad keynesiana. Como señala Vasconcelos
(1989) el capitalismo periférico latinoamericano es
tardío, heterogéneo (regiones desarrolladas agrícola e industrialmente, coexistiendo junto a regiones
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tradicionales y pobres) y dependiente, bajo relaciones de explotación. Asimismo se desenvuelve bajo
predomino de la burguesía, con preeminencia del
Estado en el proceso de modernización económica
y de dirección política, y con situaciones de ciudadanía frágiles o con dificultad en imponerse.
El neoliberalismo en Latinoamérica
Por lo anterior es posible señalar que los cambios
sociales gestados desde el neoliberalismo han sido
más dramáticos aún desde Latinoamérica, lo que
implica que los pobres no sólo “se volvieran más
pobres”, sino que perdieran rápidamente espacios
fundamentales de protección estatal. Desde la política social, paralelamente al proceso que Tavares
(1999, 2003) denomina “descentralización destructiva”, se desmontan programas sociales “sin dejar
nada en substitución” (Op. Cit.177). Punto que se
entronca a un pasaje de políticas sociales del Estado al ámbito privado, junto a un debilitamiento
de las mismas, lo que contribuyó a que empeoraran las condiciones de empleo y trabajo, con alta
tasa de desempleo (Castellani, 2002). Factores que
se consideran el costo social más alto de la gestión
neoliberal (Sader, 1999).
Todas estas transformaciones han acarreado en general múltiples costos sociales. Algunos de ellos
pasan por las altas tasas del trabajo infanto-juvenil, la prostitución de niños y adolescentes y otros
problemas sociales que se tornan irresolubles (Vasconcelos & Morgano, 2005).
Esta situación fortalece las brechas sociales con
amplitud de las divisiones sociales a nivel urbano,
“y la intensidad de los procesos que las reproducen y
las transforman” (Pretecille, 1996: 33). Según este
autor la segregación más acentuada no se refiere a
las categorías populares, sino por el contrario, a las
categorías “superiores”. Para Lago (2002) se puede
percibir el predominio de una lógica segregadora
dentro de la metrópoli brasileña, unido a la pérdida
de la capacidad de endeudamiento por parte de las
clases pobres y clases medias-bajas, reduciendo el
acceso a la vivienda por el alquiler y por la compra
con financiamiento a largo plazo. Se habla también
de una verdadera “destrucción” del tejido urbano
como matriz integradora (Torres Ribeiro, 2004)
De esta manera la evidencia empírica y cotidiana
viene señalando que en estos años ha aumentado
el grado de pobreza y pauperización, solidificando socioeconómicamente para amplias capas de la
población latinoamericana una línea de indigencia,
ya muy por “debajo” de la línea de pobreza (Klein,
LATINOAMÉRICA HOY: CAMBIOS Y COSTOS SOCIALES DESDE LA GESTIÓN NEOLIBERAL
2006). De esta manera la favela (dentro de la realidad brasileña) pasa a ser la única alternativa de
vivienda para los que están precariamente insertos
en la economía urbana (Lago, 2002).
Otra es la situación de las clases con altos ingresos.
La alta concentración de riqueza se acompaña de
su auto - segregación (Pretecille, 1996) en espacios
protegidos y ferozmente custodiados por guardias
de seguridad. Como señala O’Donnell: “Las distancias sociales han aumentado y los ricos tienden a
aislarse cada vez más del mundo extraño e inquietante
de los desposeídos” (O’Donnell, 1997: 79). Caldeira
señala de esta manera cómo se promueve el aislamiento frente a lo diferente, utilizando el concepto
de “enclaves fortificados” (Caldeira, 2002).
Esta situación se acompaña de un proceso de endogamización social notable (idem: 259)1. Es necesario
destacar que esta segregación tiene que ver también
con el status y con la utopía de querer forjar una microsociedad autosuficiente, buscando concretar un
espacio de homogeneización abusivo que se enlaza
al anhelo de un control permanente (ídem).
Estigmatización y confinamiento como
formas de redistribución social
Cabe señalar entonces, que la segregación alude no
sólo a una repartición geográfica sino que implica
además una matriz social. De esta manera existe un
cambio en la redistribución espacial y simbólica de
los grupos sociales. Mientras los grupos sociales con
mejores ingresos parecen confinarse, los grupos con
bajos ingresos son estigmatizados (Klein, 2006).
Pero habría que profundizar aún más esta hipótesis, pues probablemente estigmatización y
confinamiento presentan como vector común la
profundización del proceso paradojal de aislamientocompartimentalizado: espacialmente más próximas
que nunca, tanto como simbólicamente más lejanas
que nunca2.
Estigmatización y confinamiento presentan como
vector común la profundización del proceso de territorialización del tejido urbano, que podríamos
denominar de “guettización” en las clases dominantes, y como de “favelización” en las clases dominadas.
El mismo se expresa, a mi entender, según un principio de desagregación y de des-encuentro radical
entre los diversos grupos sociales (con extensión
del uso de los “shoppings centres” y abandono de
las calles y plazas públicas como lugares de paseo
y encuentro). En realidad habría que ampliar esta
situación de “favelización” a la calle misma como
territorio mismo de confinamiento de la pobreza.
Hay que insistir en que la segregación de las clases
favorecidas es diferente a la de las clases pobres. La
segregación de las clases privilegiadas es electiva, y
busca la “protección”. Remite, se explicite o no, a un
imaginario paranoico: policías, cercas y alarmas se
imponen cuando un grupo urbano se siente en peligro de ser atacado, desposeído o violentado (Klein,
2006), de allí el uso que hago de la palabra “guetto”.
Por el contrario la segregación de los grupos desposeídos remite a un empuje, a una expulsión y
no a una decisión propia (Lewkowicz, 2004). Una
resultante del mismo es la imposición de la inaccesibilidad, tanto a bienes y servicios, como a empleos,
salario, educación, y por eso recurro al término “favelización”.
Un cambio substancial en la visión
de la pobreza
Su consecuencia no es sólo que los pobres se vuelven más pobres. No es simplemente pasar de la
pobreza a la indigencia. Creo que existe aquí quizás
un malentendido, pues se está utilizando un modelo de pérdida (pérdida de salario, de empleo, de
ingresos) que aunque útil desde la modernidad keinesiana no es operativo desde el neoliberalismo. Sin
duda las clases medias se han empobrecido. Pero
para otras clases es una situación más estructural:
los indigentes ya nunca pasan –y si el modelo sigue
incambiable ya no pasarán– a mejorar su condición de pobreza. No sólo hay desmantelamiento de
condiciones económicas dignificantes, sino que al
mismo tiempo, éstas ya no se viabilizan nunca.
Lo precario, concepto recurrente en los autores
citados, es una de sus claves. El término alude a
distintos factores en juego en el proceso de segregación en relación no sólo a la división de clases
sino a formidables procesos de concentración de
riqueza (Lago, 2002). Se relaciona a un modelo
de gestión que desde lo económico, lo social y lo
cultural impone la exclusión desde el desamparo y
1. Es sorprendente la homología de los actuales enclaves ricos con la descripción que hace Fritz Lang, en la película “Metrópolis” (1924),
de una ciudad autosuficiente y subterránea de las clases privilegiadas. En este caso la metrópolis actual está en la superficie de la tierra,
pero conserva igualmente su status de confinamiento y segregación.
2. Como simple ejemplo, en la ciudad de San Pablo, en el mismo centro del barrio más adinerado de la ciudad, Morumbí, se alza una
favela, Paraisópolis.
79
ALEJANDRO KLEIN
la imposibilidad de establecer, o re-establecer una
serie de derechos mínimos cívicos, sociales, políticos, dentro de un proceso de des-ciudadanización
(Coutinho, 2000), que se vuelve cada vez más crónico (Ziccardi, 2008).
Se acompaña por tanto de la desprotección social, la
pérdida de una cultura de la solidaridad y la primacía de relaciones sociales basadas en la desconfianza,
la destrucción y el aislamiento. Su modelo social
es el “enclaustramiento” y las figuras del “extraño”
(Bauman, 1999; Klein, 2006).
Una de sus modalidades es que en la medida en que
el pobre ya no ocupa sino lo negativo de la exclusión social, pasa de “sufrir” pobreza a ser “culpable”
por la misma, extendiéndose cada vez más la relación entre pobreza y criminalidad (Rauter, 2002).
La situación de pobreza ya no se percibe como una
situación de anomalía e injusticia social, sino que
pasa a ser considerada como parte de una anomalía extirpable (Caldeira, 2000; Dario y Maxi, 2003),
una molestia ignorable o un “residuo social inabsorbente” (Fraga, 2003: 43).
En este sentido de residuo parece imponerse una
re-definición en el imaginario social de lo que puede ser considerado pobreza, relacionada ahora con
lo irrecuperable, lo sucio, lo repugnante (Figari,
2009).
La pobreza se ha transformado en un “espectáculo” asimilable a la geografía “sucia” e irrecuperable
de la ciudad. Ya no despierta ni escándalo ni resquemor ni preocupación. Se ha “desdramatizado”
dramáticamente, entendiéndose que el pobre es
irrecuperable de su pobreza, dentro de una filosofía
de la resignación que invisibiliza cada vez más la
injusticia social. La sociedad se ha terminado por
desentender de aquello que ella misma produce...3
Como indica Araujo (2002) asistimos a una degradación sistemática de la existencia de vastos sectores
del cuerpo social ante la impunidad de quienes la
producen, ante la indiferencia, ignorancia o resignación del resto del “cuerpo” social.
Me planteo entonces hasta qué punto esta sociedad
de mercado omnipotente y asombrosamente indiferente a los males que ella misma ha provocado,
se relaciona a lo que Hanna Arendt (2004) llama la
banalidad del mal, en relación a algo que está pero
que se ha transformado en “innombrable” :
Lo traumático no encuentra palabras ni representaciones, anudándose de este modo violencia
y desamparo. Observamos en esta falla en la
ligadura se puede registrar en la ruptura de la
solidaridad, la violencia banalizada, las guerras
fratricidas y también en aquellas situaciones que
hemos denominado del “mal cotidiano”, y del
“mal del horror” (Czernikowski,2003: 306).
La situación de la violencia y la ley
Esto conlleva a un incremento de situaciones de
intolerancia tanto como de indiferencia. Asimismo,
aunque no alcanza a toda la población, se percibe por momentos que la violencia alcanza grados
importantes de consenso (Caldeira, 2000), en relación a un instrumento que se considera “válido”
para resolver situaciones sociales, permaneciendo
la cuestión sobre si la violencia no sería una salida
“normal” para este tipo de estructura social.
Este tipo de violencia que se va consolidando parece
que se continúa en más de un punto con las dictaduras que asolaron la región (Caldeira, 2000), lo
que agrega otro dato, junto a los que ya he indicado,
de especificidad al neoliberalismo latinoamericano.
En general parece tratarse de la consolidación de
un modelo de fuerza y brutalidad que proviene de
gobiernos militares y quizás aún de antes.
Una consecuencia es la renovación de la idealización de la fuerza y la violencia como reguladores
admitidos de las tensiones sociales, junto al descreimiento en el aparato judicial (Puget, 1991), que se
relaciona, entre otros factores, a la supervivencia de
situaciones de impunidad que revelan la ineficacia
judicial (y política) en procesar violaciones de los
derechos humanos que permanecen en situación de
irresolución (Enriquez, 2000). Igualmente, estas situaciones de impunidad revelan una tendencia a la
imposición de amnesia social y generacional (Brecha, 2009; Bertranu, 2004), dentro de una “guerra
a la memoria” (Klein, 2007) generacional y transgeneracional.
Esta situación conlleva una modificación sustancial
en cómo se concibe y percibe la ley. La ley de la cultura es inseparable tradicionalmente de la idea de
justicia, igualdad y ciudadanía (Kymlicka, 1997).
Especialmente, la ciudadanía es una matriz de convivencia que se desenvuelve dentro de la capacidad
de percibir al otro como un semejante, un reconocible, un –si se quiere– “vecino” dentro del marco de
una ley que genera un marco de igualdad implícito.
Implica, al mismo tiempo, percibir al otro y ser per-
3. Estas ideas están más desarrolladas en un trabajo aún inédito de mi autoría llamado: “Pobres-Pobreza-Empobrecimiento: Ya no es lo
mismo”
80
LATINOAMÉRICA HOY: CAMBIOS Y COSTOS SOCIALES DESDE LA GESTIÓN NEOLIBERAL
cibido por la sociedad como un interlocutor válido,
alguien que tiene o tendrá un lugar en la misma.
El otro es un interlocutor con el que se mantiene un
marco de diálogo, valoración del intercambio, y formaciones de compromiso social, grupal y personal.
Por supuesto, siempre y paralelamente, ha existido
la figura del otro como enemigo (Bauman, 1999)
pero sugiero que el modelo neoliberal radicaliza y
solidifica la visión del otro como el “extraño”, lo que
impulsa el miedo y la desconfianza extrema.
De esta manera, de mediadora valorizada y respetada la ley pasa a ser progresivamente desvalorizada
en el entendido de que, o es corrupta, o no tiene
la suficiente fuerza para enfrentar lo que se ubica
como problemas sociales (Pellegrino, 1987). Se
desacredita al mismo tiempo la mediación y la administración racional de la violencia, con agotamiento
de la figura del vecino o “semejante” (Duschatzky,
2002), ante lo cual pasa a prevalecer la figura del
“extraño” o el “enemigo” (Bauman, 1999).
La progresiva extensión de la violencia sin ley, genera
la falta de un marco estable volviéndose inseparable
de una desciudadanización progresiva que alcanza
especialmente a sectores sociales que podríamos
denominar de “excluidos sociales” (Behring, 2003)
, dentro de una “regresión” tanto social como individual que actualiza aspectos arcaicos de una fuerza
que se sale del marco de la ley.
Pero además,–punto que me interesa destacar–
mientras el proyecto de cultura de la modernidad
se concreta desde la aspiración a lo racional, fomentando los valores de lo seguro y previsible (Fisher,
1996; Abramovay, 1999), el neoliberal “alimenta”
sensaciones de inseguridad y precariedad. El miedo deviene así una versión de la violencia sin ley,
tomando el lugar de articulador fundamental de
las relaciones sociales, lo que he denominado “sensación de catástrofe inminente” (Klein, 2006), lo
que se expresa en un: Cualquier cosa puede pasar en
cualquier momento y desde cualquiera. Desconfiamos,
recelamos, no se bien sabe qué hacer...
Situación que revela la ineficacia simbólica y social
de establecer una sociedad tolerante y protectora
(Dofour, 2005), que por el contrario desampara y
deja sin recursos a sujetos o colectivos que parecen de repente ya no tener capacidad de respuesta,
destituidos de su lugar de interlocutores válidos
(Waisbrot,2003).
La figura del inintegrable
Dentro de esta situación habría que incluir además del desempleo estructural y el desarrollo de
condiciones de trabajo desde la humillación y degradación (Pellegrino, 1987). Concomitántemente,
si el sentido de humillación y degradación persisten,
se pierden los enlaces y basamentos imprescindibles
que garantizan la mantención y la inserción en el
pacto social (Franco, 2001). Lo que conlleva otra
dimensión crucial: la dificultad en asumir como
propios los valores de la cultura (Franco, 1998,
2000).
Si la eficacia de la ley social se afirma a través de
prácticas sociales que aseguran formas de compensación de la desigualdad (Castel, 1997), podemos
decir que lejos de cualquier idea de lo justo, es factible señalar la situación de espantosa desigualdad
que viene sobrellevando Latinoamérica, dentro de
una sociedad neoliberal que ya no alberga sino que
desampara, decretando el fin de derechos sociales
imprescindibles (Coutinho, 2000). Es factible señalar así la situación de espantosa desigualdad que
viene sobrellevando Latinoamérica: “los pobres y miserables son cada vez menos percibidos como personas
morales [la jerarquía social].Ve en ellos una suerte de
residuo social inabsorbente (...) En suma, las elites no se
preocupan más en legitimar los valores de su visión del
mundo” (Fraga,2003: 43).
Es el momento en que ya no se puede sostener
un imaginario de derechos “naturales”, porque los
derechos escasean, se fragilizan o desaparece la “expectativa” de poder recibirlos. Surge así la figura del
“inintegrable”:
La precarización del empleo y el aumento del
desempleo constituyen sin duda la manifestación de un déficit de lugares ocupables en la
estructura social, si entendemos por “lugar” una
posición con utilidad social y reconocimiento
público (...) todo ocurre como si nuestro tipo de
sociedad redescubriera con sorpresa la presencia en su seno de un perfil de poblaciones que
se creían desaparecidas: los “inútiles para el
mundo”, que viven en él pero no le pertenecen
realmente. Ellos ocupan una posición de supernumerarios, flotan en una especie de tierra de
nadie social, no integrados y sin duda inintegrables (Castel, 1997: 416).
Esto explica cómo el trabajo y la educación hayan
pasado a ser condiciones de exclusión social generalizada, lo que es especialmente claro en el caso de
los jóvenes (Abramo, 2005).
Todos estos aspectos contribuyen a un estado de
desamparo y amenaza con prevalencia de violencia social consensuada y situaciones sociales y
económicas de extremo dramatismo, por lo quizás sea posible hablar de un estado de “catástrofe
81
ALEJANDRO KLEIN
social” (Klein, 2006). Esta situación de “catástrofe
social” no es simplemente “pérdida” de situaciones consolidadas, es también y simultáneamente
la consolidación de nuevas formas de interacción
societaria. Las estrategias de supervivencia se diversifican y se naturaliza lo que hasta hace poco tiempo
era probablemente insólito. Para dar un ejemplo, la
extendida y habitual práctica del pedido de limosna
en cada rincón de la ciudad.
Desde esta perspectiva creo que los procesos de
desciudadanización que se advierten (que no siempre son totales ni masivos, sino que más bien se
muestran dentro de un vaivén ciudadanizacióndesciudadanización) entran dentro de un fenómeno
más generalizable, en relación a una nueva figura
social que denominaría como (siguiendo el término
de Castel) : los Inintegrables.
Ubicaría como eje central de los Inintegrables no
sólo a los fenómenos de pérdida (como hemos visto: los pobres como más pobres), o a los fenómenos
de ganancia (los ricos siendo más ricos) sino a una
situación –que el propio Castel también describe–
en torno al propiciamiento de la inestabilidad de
aquello que es o precisa ser, estable.
Se trata de la anulación de certezas mínimas,
tranquilizadoras y fundantes que incentivan la sensación de un universo caótico, incomprensible o
inaprensible. Lo sólido se substituye por lo fluido
(Bauman, 1999), los contenidos por superficie, el
futuro por lo inmediato, los proyectos de vida por
estrategias de supervivencia. Situación que en su
extremo facilita la imposición un traumatismo de
muerte (Golse, 2000) y la pérdida de aspectos identificatorios sociales y personales imprescindibles
(Waisbrot, 2002).
Para ser más explícito: se trata de la desestabilización de aquello que esperamos sea estable para
garantizar las condiciones del contrato social (Klein,
2006). Lo que incluye el trabajo y la educación,
pero –cosa que me parece más importante aún– la
garantía de una promesa de inserción social unida la
idea (ilusoria quizás pero no necesariamente falsa)
de un Porvenir como articulador privilegiado de las
relaciones sociales, vinculares y subjetivas.
Creo que la destitución de este Porvenir está dentro
de lo que podríamos llamar (amargamente) uno de
los “éxitos” del programa neoliberal. Otros podrían
ser: el predominio de la “indiferencia” como forma
de reacción social; el “desconcierto” de los programas sociales y la prevalencia de las figuras de lo
paranoico, aspectos que me es imposible desarrollar
en este trabajo.
82
Se puede decir entonces que la “promesa” emancipatoria (Coutinho, 2000) propia de la modernidad
clásica o estatal no se ha cumplido –como es evidente– pero se trata en realidad de otra situación,
que alude no sólo a un “fracaso”, sino a un modelo
social que busca replantear radicalmente las formas
del vínculo sujeto-sociedad desde parámetros muchas veces inéditos. Una de sus consecuencias es
que: “De golpe o paulatinamente se pierde el conocimiento de las reglas que rigen la interacción societaria
acerca de la vida y de la muerte, del delito y su penalización” (Puget, 1991: 28). Situación que genera
desconcierto, desamparo y –nuevamente– no pocas
veces, violencia.
Efectos en la subjetividad, la
transmisión social y la cotidianeidad
De esta manera es imposible que el padrón de
segregación neoliberal no tenga efectos en la subjetividad y los vínculos cotidianos (Bleichmar, 1997;
Janin,1989) En la medida que estas prácticas facilitan o precisan de la “resignación” podría pensarse
que predomina lo que P. Aulagnier (1994) llama enajenación, por la cual se logra: “seguridad, certidumbre
y [se] evita el conflicto, sometiéndose a un sistema social
que prohíbe el pensar libre” (Puget,1991: 29).
Los procesos de indiscriminación por momentos
prevalecientes entre el mundo interno y el mundo
social, donde el miedo personal es el miedo de todos; la violencia de afuera es la violencia de adentro;
el desamparo colectivo se enlaza al desamparo subjetivo, parecen sostener esta hipótesis. Una versión
de ella es lo que describí anteriormente como: “Sensación de catástrofe inminente”.
Sin embargo no creo que se pueda ser concluyente
en este sentido. No siempre es resignación lo que
se observa, sino enojo, desaliento, escepticismo y
fenómenos de resiliencia (Klein, 2006). Habría que
estudiar desde aquí el sentido y pertinencia de los
movimientos sociales globales.
Pero al mismo tiempo se hace necesario repensar en
la cotidianeidad cómo es posible transmitir determinados valores sociales si los mismos se relacionan
a experiencias de humillación y degradación. Se
pierden desde estas experiencias los enlaces y
basamentos imprescindibles que garantizan la mantención y la inserción en el pacto social:
la característica más significativa de nuestra
época, es lo que he propuesto denominar como
un estado que se encuentra más allá del malestar en la cultura. Ha disminuido o se ha hecho
virtualmente inexistente por momentos y para
LATINOAMÉRICA HOY: CAMBIOS Y COSTOS SOCIALES DESDE LA GESTIÓN NEOLIBERAL
enormes capas de la población, el placer mínimo necesario para que participar en la cultura
tenga algún sentido, y por lo tanto para que el
espacio sociocultural sea investido. La experiencia de sinsentido en la participación en dicho
espacio, es lo que caracteriza el estado que se
ubica más allá del malestar cultural (Franco,
1999: 4).
Creo que es necesario tener en cuenta esta situación
inédita: cómo desde la cotidianeidad, la subjetividad y las instituciones hay un efecto de “parálisis”
en la transmisión social, lo que se podría relacionar
a situaciones de bloqueo, vacío o de amnesia social,
como describí más atrás. En este sentido se indica
que las instituciones sociales ya no parecen sociales
por su imposibilidad de transmitir ligadura social
y perspectiva de futuro: “Todo el conjunto de la vida
social es atravesado por una especie de desinstitucionalización” (Castel, 1997: 472).
Podríamos hablar entonces de incertidumbre y
fragilidad social, de malestar sobrante (Bleichmar,
1997) en relación a mutaciones significativas, quizás
relacionable a lo que Ulrich Beck (1997) presenta
como sociedades de riesgo. Giddens (apud Beck,
1997) por su parte indica cómo en el mundo actual
las oportunidades y peligros se presentan de igual
modo. De la misma forma Ariés-Duby afirman: “han
nacido nuevas incertidumbres (...) El verdadero miedo de
los años `80 es la inseguridad por la propia persona y por
los propios bienes (Ariès-Duby v. IX,1990: 196-197).
Algunas conclusiones preliminares
Los datos aportados y trabajados aluden a un cambio social profundo generado desde la gestión
neoliberal. Muchas veces se pone el énfasis en aspectos económicos o sociales, pero los mismos se
extienden sin duda, también al terreno de lo cotidiano, lo vincular, lo subjetivo, como he intentado
desarrollar precedentemente. Me parece pertinente
señalar entonces que el neoliberalismo, aunque se
ha presentado como un proyecto estrictamente económico, con indiferencia por la problemática social,
es, sin embargo un fastuoso proyecto social, tanto
como subjetivo.
Una pregunta que es pertinente hacerse para esbozar
algunas conclusiones, es hasta qué punto estamos
delante de procesos reversibles o irreversibles, en
el sentido de si estamos delante de situaciones de
riesgo y crisis (reversibles) o francamente mutativas
(irreversibles) (Lewkowicz, 2004).
Silvia Morici (2002) describe cómo el carácter destructivo del acontecimiento, implica la prevalencia
del sentimiento de impotencia y, por ende, de abatimiento, al asistir a la precipitación de ese orden
indispensable para la supervivencia. En este sentido,
diría que la metáfora del “derrumbe” tiene un referente real y concreto, ya que asistimos a un “derrumbe”
social implacable, a una demolición estrepitosa de
ordenadores básicos del sentido social e individual.
He apuntado algunos datos en tal sentido.
Pero por otro lado, quizás se trate de un fenómeno
social más profundo que querría discutir aquí. El
mismo se refiere al par continuidad-discontinuidad. Es decir, hasta que punto se verifica transmisión
cultural-generacional o hasta qué punto se verifica lo
ajeno y lo inédito, en la conformación de los procesos
sociales. Es decir, hasta qué punto lo de “hoy” encuentra antecedencia o previtud en lo de “antes”,
en términos sociales, culturales, y subjetivos. Desde
esta perspectiva es que se indica cómo actualmente
la rapidez de los cambios supera a la capacidad de
consolidación de los mismos:
¿Sociedad bloqueada ?Jamás se transformó con
tal rapidez (...) Y en este mundo desorientado
(en el sentido etimológico de la palabra, es decir
,que ha dejado de saber por dónde se levanta el
sol) ,el hombre, sea cual sea su estatuto, su papel
y su función, está más solo que nunca, confrontado a la dificultad de elección (Ariès-Duby, v.
IX,1990: 238).
Mi perspectiva es que efectivamente el neoliberalismo aglutina toda una serie de discontinuidades,
que además de no dejar nada a cambio, impiden la
capacidad de elaboración -subjetiva y colectiva- de
las mismas. Pero también hay que indicar que esta
discontinuidad va más allá del neoliberalismo en sí
y se entronca a diversos procesos sociales, uno de
los cuales refiere especialmente a los cambios en las
configuraciones familiares y a los procesos de transición sociodemográfica. El reiterado y consensual
uso de términos como “familia”, “padre”, “madre”,
o “padrastro” o “madrastra”, donde hay además vínculos que no han recibido aún denominación social,
es una prueba cabal en tal sentido.
Para concluir y aunque soy consciente de que no
es posible hacer una oposición radical entre modernidad keynesiana y neoliberalismo, los datos
aportados precedentemente parecen indicar cómo a
un modelo de homogeneidad inclusiva propia de la
modernidad keynesiana, se le opone el neoliberal de
heterogeneidad expulsiva (Klein, 2006). La cultura
neoliberal impone la necesariedad de la exclusión,
no como un dato secundario, sino como un nódulo central en las regulaciones sociales y económicas
(Klein, 2006).
83
ALEJANDRO KLEIN
Este trabajo busca ser un aporte para la mejor
comprensión de algunos de estos cambios subjetivos, sociales y culturales que la gestión neoliberal
impone. El paso de los años e investigaciones pertinentes permitirán entender mejor y cabalmente
hasta qué punto los mismos se han tornado o no
irreversibles.
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ALEJANDRO KLEIN
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ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 77 / Diciembre / 2009 / P. 87-96
La controversia de la inmigración
internacional: desafíos para el Trabajo
Social en EE.UU. y Chile
The controversy of International Immigration: Challenges
to Social Work in the U.S.A and Chile
DARÍO MENANTEAU
Profesor de Sociología, Trabajo Social y Derechos Humanos University of Minnesota. Dirección postal 225 Peters Hall 1404
Gortner Avenue; St. Paul, Minnesota 55108 - USA. E-mail: [email protected]
Resumen
La inmigración internacional es uno de los procesos socio-demográficos de mayor trascendencia
e impacto en el mundo contemporáneo. Sin embargo, a pesar de su importancia, ni los modelos
teóricos utilizados en su estudio, ni las políticas públicas o leyes reguladoras logran explicar o
eliminar estereotipos de rechazo y exclusión hacia los inmigrantes.
Este artículo analiza la presencia de algunas actitudes y conductas negativas observadas en los
Estados Unidos hacia la población hispana y algunas expresiones similares en Chile, en relación
a inmigrantes provenientes del Perú. El estudio sugiere que este es un fenómeno universal el cual
requiere una perspectiva teórica amplia que involucre el sistema social en su totalidad. El desafío
que esto significa, tanto para las ciencias sociales como para los profesionales en el campo del
trabajo social, implica investigaciones y actividades que permitan incorporar la migración a las
estrategias y tareas del desarrollo nacional.
Palabras claves. Migración, inmigración, estereotipos, desarrollo social.
Abstract
International immigration is one of the socio-demographic processes of great consequence and
impact in the world today. Despite its importance, however, neither theoretical models, public policies, nor legislation are able to explain or eliminate negative stereotypes or patterns of behavior
expressing rejection and exclusion towards immigrants.
The article analyzes the presence of some negative attitudes and behavior observed in the United
States towards Hispanics and some similar expressions in Chile regarding immigrants from Peru.
The study suggests that this is a universal phenomenon which requires a theoretical perspective
that includes the entire social systems. The challenge of this to the social sciences and to professional social workers implies further research and activities to better incorporate migration into
the strategies and tasks of national development.
Key words. Migration, immigration, stereotypes, social development.
Introducción
Uno de los resultados más visibles de la globalización es el creciente movimiento demográfico entre
países. Las fronteras que en el pasado separaban
continentes y naciones, han disminuido en la medida que la economía internacional es más global e
interdependiente. La nueva globalización, no sólo
favorece el intercambio de capitales, productos y
tecnologías entre países, sino que ha estimulado
también el traslado de personas y la aparición de
nuevas corrientes migratorias.
Las exigencias del comercio, la industria, transportes y comunicaciones no sólo han facilitado el
intercambio de productos y la inversión de recursos
financieros entre naciones sino que también, han
promovido los contactos e intercambio de personas entre diferentes países.
Para quienes favorecen el proceso de globalización,
señalan que las nuevas tecnologías y su rápida difusión por el planeta, podrían aportar también grandes
beneficios (al menos potenciales) para todos los
países. Según ellos, la economía internacional po87
DARÍO MENANTEAU
dría ayudar a generar una mayor productividad y
mejor distribución de recursos para la alimentación,
salud, educación y bienestar de los pueblos.
Para otros investigadores, sin embargo, la realidad
económica mundial demuestra que la globalización
no ha resultado ser compatible con las necesidades
de desarrollo nacional en la mayoría de los países,
sean estos del ‘primer’ o del ‘tercer’ mundo. Al fin y
al cabo, ambos mundos tienen serias necesidades de
mejorar las condiciones de vida de vastos sectores
de su población. (Naciones Unidas, 1998).
En relación a las consecuencias que emanan de la
globalización, el escritor Mexicano Carlos Fuentes (2000), indica que la globalización ofrece, por
una parte, la capacidad de “crear prosperidad, pero
también exclusión y la creación de una sub-clase
permanente.” Fuentes sostiene que la globalización
puede exacerbar las desigualdades y duplicar los niveles de pobreza en el mundo durante las próximas
décadas.
Este proceso de globalización que se caracteriza por
la ampliación de los mercados internacionales, la
concentración del poder financiero y la presencia
de grandes corporaciones transnacionales, - lejos
de beneficiar a todos equitativamente-, genera condiciones de vida insostenibles para los países más
pobres y para grupos humanos que quedan marginados de los frutos y beneficios de la globalización.
Para estos últimos, la alternativa es emigrar a otros
países, con la esperanza de encontrar un trabajo que
les permita satisfacer sus necesidades básicas y las
de sus respectivas familias.
Esta situación es la que se observa actualmente en
diferentes países del mundo en desarrollo, donde
muchos de sus habitantes no disponen de los medios necesarios para subsistir decentemente y se ven
forzados a emigrar. Ocurre, por ejemplo, en varios
países Europeos que reciben gran número de inmigrantes, tanto legales como indocumentados, de
países con menos recursos. También, en los Estados
Unidos, la inmigración desde México, Centro América y el Caribe, ha crecido en las últimas décadas,
como además ha ocurrido con el número de inmigrantes y refugiados de Vietnam y de algunos países
Africanos como Etiopía y Somalia.
En América Latina se observa cierto crecimiento
de migrantes hacia países donde un mayor grado
de estabilidad política y crecimiento económico
ofrecen mejores oportunidades de subsistencia y
mejoramiento de vida que en sus propios países de
origen. En la actualidad, este podría ser el caso de la
inmigración peruana a Chile.
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Este artículo analiza algunos antecedentes relacionados con la actual controversia que suscita la
inmigración internacional en algunos países:
1. Primero, se describen brevemente algunas perspectivas conceptuales sobre la inmigración y los
procesos de asimilación, aceptación y rechazo a
los migrantes;
2. Luego, se analiza algunos aspectos de la presencia Hispana o Latina en los Estados Unidos y se
discuten algunos resultados de recientes investigaciones que podrían ayudar a erradicar mitos
y des-información sobre los problemas y desventajas del movimiento poblacional entre países de
las Américas.
3. El artículo subraya la importancia de las ciencias
sociales y las funciones de servicio y de investigación de profesionales en el campo del Trabajo
Social para reunir información válida sobre los
aportes y necesidades de los inmigrantes. Este
tipo de información podría ayudar a modificar
actitudes y conductas xenofóbicas en países receptores de inmigrantes, como es el caso de los
Estados Unidos respecto a los hispanos y el caso
de Chile con inmigrantes peruanos.
Perspectivas conceptuales sobre
inmigración
Los movimientos migratorios han despertado gran
interés entre científicos sociales preocupados de
analizar los procesos e impactos de la migración
en el sistema social internacional. Aparece relevante, sin embargo, que entre algunas de las primeras
teorías que se abocaron a estos estudios dieron marcada prioridad a los procesos de adaptación de los
inmigrantes a un nuevo medio socio-cultural. Para
esto, pusieron énfasis en los mecanismos de socialización para desarrollar una integración exitosa del
inmigrante. (Handlin, 1941; Portes and Manning,
1986).
La perspectiva de la asimilación cultural
Este marco teórico fue propuesto inicialmente por
Robert Park (1926) en su obra Raza y Cultura. En
ella sugiere que la adaptación depende fundamentalmente del aprendizaje por parte del inmigrante
de valores, normas y conductas aceptables en la cultura receptora. Este autor se refiere a la importancia
del contexto social y a situaciones locales que tienden a originar problemas de relación entre diversos
grupos étnicos. Asimismo, Park sostiene que como
la naturaleza de las relaciones étnicas son principalmente cambiantes, ellas tienden a mejorar con el
LA CONTROVERSIA DE LA INMIGRACIÓN INTERNACIONAL: DESAFÍOS PARA EL TRABAJO SOCIAL EN EE.UU. Y CHILE
tiempo a medida que los miembros de la minoría se
adaptan a la nueva cultura.
Myrdal (1944) expande esta noción de la asimilación cultural de grupos minoritarios, argumentando
que en la experiencia de relaciones étnicas se produce un cambio cultural que afecta, simultáneamente,
tanto a los miembros de la sociedad dominante
como a las poblaciones minoritarias. Según esta
perspectiva, los inmigrantes se adaptan a los patrones culturales, valores, normas y conductas de la
nueva sociedad (Gordon, 1964). En la medida que
los inmigrantes se familiarizan con el nuevo sistema
social y se adaptan a las expectativas y practicas
locales de la nueva comunidad nacional, es posible (al menos en teoría) que ellos sean víctimas de
menor discriminación logrando así aceptación y acceso a mejores oportunidades para una movilidad
económica y social en el nuevo medio. Para Berry
(1993:278), sin embargo, para tener buen éxito en
este proceso, sería necesario que los inmigrantes renuncien voluntariamente a sus valores tradicionales
y costumbres ancestrales. Sólo así, los nuevos inmigrantes podrían alcanzar una completa, o al menos
más amplia aceptación por parte de los miembros
de la cultura dominante.
El paradigma multicultural
Esta perspectiva ofrece una visión alternativa a las
exigencias propuestas por la teoría de la asimilación
cultural antes descrita. Quienes postulan el concepto del Paradigma Multicultural sostienen que
la relación de diversos grupos étnicos o nacionales
implica un cierto grado de intercambios mediante
los cuales los individuos se las arreglan para mantener elementos de su propia identidad étnica. (Berry
1993:277-78). Este proceso es lo que permitiría
desarrollar un mayor grado de pluralismo sociocultural en una sociedad cada vez más pluralista y
diversa. (Glazer y Moynihan 1970; Alba and Chamlin 1983).
El concepto del sistema económico mundial
Esta perspectiva analiza los movimientos migratorios desde el punto de vista del desplazamiento
laboral en algunos países y la demanda de trabajadores en otros. La amplitud y énfasis de este modelo
abarca todo el sistema de la economía internacional. De acuerdo a este modelo, la incorporación
de los inmigrantes a un nuevo mercado laboral es
una respuesta fundamental a los cambios y desplazamientos geográficos del capital transnacional.
(Castells 1975, Portes 1978, Sassen-Koob (1978).
De esta manera, en un mercado laboral segmentado, las necesidades de rebajar los costos y aumentar
las ganancias se traduce en una mayor demanda
de trabajadores con bajos salarios, se recurre a dar
ocupación a los trabajadores migrantes y estacionales. La concentración de inmigrantes en este tipo de
ocupaciones que usualmente requieren bajos niveles de educación y son pobremente remunerados, se
traduce en condiciones de oportunidades limitadas
y altos niveles de pobreza entre estos inmigrantes.
De acuerdo a esto, se podría argumentar que este
mecanismo operacional de la economía capitalista
mundial mantiene las minorías étnicas en los tipos
de trabajo extractivos y manufactureros lo que es
altamente funcional y conveniente para las necesidades de los grupos dominantes.
La red de relaciones étnicas
Según esta perspectiva, los inmigrantes junto a sus
valores y prácticas culturales de sus países de origen hacen también aportes importantes a la nueva
sociedad. (Portes 1995, Tilly 1990). El valor de las
relaciones y redes sociales entre individuos de un
mismo grupo étnico o nacional reside en la capacidad de sus miembros para desarrollar recursos
potenciales en el nuevo país. Estos recursos, sostiene Mines (1981), tienden a mejorar y aumentar con
el apoyo de nuevos grupos de inmigrantes. Portes y
Sensenbrenner (1993) reconocen los efectos positivos de estas relaciones entre grupos de inmigrantes,
especialmente en algunas transacciones económicas
y en la reducción de contratos formales en actividades de trabajo.
Esto que bien podría considerarse un tipo de capital
social sustentado en gran medida por una relación
de mutua confianza e interacciones interpersonales,
constituye muchas veces una función importante
en el mantenimiento de una red social que facilita el acceso a un trabajo y en la diseminación de
información sobre otras oportunidades en la nueva
comunidad de muchos inmigrantes. Esto se logra,
en gran medida, a la proximidad física y residencial
de familias y grupos de inmigrantes en un mismo
barrio o sector geográfico en una ciudad. Borjas y
Tienda (1992), demuestran, por ejemplo, que muchas veces los inmigrantes están dispuestos a pagar
un precio relativamente alto en relación a sus bajos
ingresos a cambio de una mayor proximidad residencial con miembros de grupos étnicos similares a
los que ellos pertenecen.
Otros autores indican haber encontrado en los
EE.UU. resultados similares entre inmigrantes Hispanos pertenecientes a grupos con educación e
ingresos más altos, entre los cuales se observó una
cierta resistencia a cambiar de ciudad, vecindario, o
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DARÍO MENANTEAU
área geográfica, donde posiblemente perderían sus
relaciones de amistad y pertenencia a su comunidad étnica o nacional (Edwards et al. 1993: 132).
Hay también otros investigadores quienes plantean
una tesis de asimilación residencial diferente y sostienen que tanto entre los hispanos como entre los
miembros de otros grupos, se puede observar un
mayor grado de movilidad habitacional hacia otras
áreas residenciales a medida que alcanzan niveles
de ingreso y posición social más altos.
La concentración residencial de algunos grupos de
inmigrantes refleja y responde a ciertas manifestaciones de segregación racial o étnica como lo indica
Massey (1993). Este autor señala el hecho que la
alta concentración de inmigrantes latinos en ciertas
áreas de Estados Unidos, puede disminuir la necesidad de algunos inmigrantes para aprender inglés y
acentuaría el aislamiento de estos individuos (Massey, 1995).
Los conceptos de Capital Social y Capital
Cultural
Coleman (1988) define el concepto de capital social
como un factor de la estructura social que permite
a los individuos y a la sociedad alcanzar objetivos
específicos. Entre los elementos constitutivos del
capital social se destaca principalmente el grado de
confianza con que los individuos se relacionan y actúan junto a otros, desarrollando así una conducta
de solidaridad y reciprocidad con otros miembros
del grupo social.
Según esta tesis, se podría argumentar que entre
los miembros de un mismo grupo nacional o étnico sería posiblemente más factible encontrar los
elementos básicos del “capital social” debido a un
mayor sentido de pertenencia, solidaridad y experiencias culturales comunes. Investigadores como
Marsden (1988) y Friedman y Krackhardt (1997)
se refieren a una condición de homofilia social para
denominar estos elementos comunes entre individuos de una misma etnia o nacionalidad.
El concepto de “capital cultural” fue inicialmente
utilizado por Pierre Bourdieu y Jean ‘Claude Passeron (1977) para referirse a los signos y elementos
utilizados por miembros de un grupo humano en el
proceso de selección socio-cultural en sus actividades de vida. Bordieu (1984) utiliza este concepto
en el análisis de movimientos demográficos y específicamente en el estudio de los factores de exclusión
de las poblaciones minoritarias por parte de los grupos o sectores dominantes. Una de las conclusiones
de Bordieu es que en todo sistema social los grupos
dominantes hacen uso del capital cultural para es90
tablecer la distancia o proximidad cultural, o para
incorporar o excluir nuevos miembros. Según esta
tesis, una parte importante del “capital cultural”
en toda sociedad, está representado por las normas jurídicas, los patrones culturales, las fronteras
residenciales, las barreras de organización y los servicios exclusivos para los grupos dominantes.
La inmigración Made in USA
A través de su historia, los Estados Unidos de Norteamérica ha sido un país predominante abierto
y receptor de una numerosa inmigración internacional. Durante los últimos dos siglos, individuos
de otros continentes y diversas naciones llegaron
a radicarse en este país. Sólo en el período comprendido entre 1830 y 1930 se estima que más de
40 millones de inmigrantes llegaron a los Estados
Unidos y, en la actualidad, un número superior a
los 100 millones de norteamericanos, es decir, casi
el 40% de la población total del país, son descendientes de esos inmigrantes. Esta proporción tiene
la tendencia a seguir creciendo si se consideran los
700,000 inmigrantes que llegan cada año a los Estados Unidos.
El impacto de este proceso migratorio bien puede
apreciarse en numerosas formas y expresiones
culturales de la sociedad norteamericana. La composición demográfica de los diferentes estados varía
según el número de sus habitantes que han nacido
en otros países. Este es el caso de California donde
más de un 25 % de su población ha nacido en otro
país, lo es también el caso de Nueva York con el
18% y siguen Texas y Arizona, con una proporción
superior al 10% de sus habitantes nacidos en el extranjero, respectivamente.
Las estadísticas sobre migración revelan, sin embargo, un importante cambio. En las últimas décadas
ha habido una progresiva reducción en el número
de inmigrantes provenientes de Europa mientras el
número de personas originarias de México, América
Latina, Asia y África ha crecido significativamente.
Hacia comienzos de esta década se observa que más
de la mitad de los inmigrantes que entraban a los
Estados Unidos eran originarios de sólo de 10 países. Entre estas naciones, un tercio de ellas eran de
Asia y más de un cuarto (26%) de México, Centro
América y el Caribe. Junto con este cambio en la
procedencia nacional de los inmigrantes se observa
también un marcado incremento en la diversidad
étnica de ellos pero sin un cambio significativo en el
nivel de oportunidades o de aceptación de los nuevos inmigrantes.
LA CONTROVERSIA DE LA INMIGRACIÓN INTERNACIONAL: DESAFÍOS PARA EL TRABAJO SOCIAL EN EE.UU. Y CHILE
Entre algunos de los problemas de incorporación
que tienen muchos de los nuevos inmigrantes al
país del norte, se destacan algunas opiniones y expresiones de rechazo a formas culturales diferentes,
cierto grado de segregación residencial en barrios
y sectores urbanos, acceso limitado a una buena
educación, trabajo y oportunidades para los inmigrantes y sus familias.
Muchas de las actitudes y demostraciones de rechazo hacia algunos inmigrantes han sido atribuidas
a una falta de información y conocimiento de la
cultura y aportes laborales y económicos de los inmigrantes a la nueva sociedad.
La creencia que los inmigrantes no trabajan o no
contribuyen a la economía nacional es ampliamente
rechazada por los hechos y las cifras de varias investigaciones. Por ejemplo, un informe del Consejo de
Asesores Económicos de la Casa Blanca (2007) concluyó que la inmigración en su conjunto aumenta
el Producto Nacional Bruto en aproximadamente
US$ 37 billones de dólares al año. Ese mismo año
(2007), un estudio realizado por el Instituto de Políticas Públicas del estado de Nueva York concluyo
que los inmigrantes en ese estado aportaban una
productividad económica equivalente a US$229 billones de dólares al estado de Nueva York. Dicha
cifra corresponde al 22,4% del Producto Estatal
Bruto. A nivel nacional, ya a comienzos de esta
década el economista Alan Greenspan, ex - Presidente de la Reserva Federal de EE.UU., informaba
que los trabajadores inmigrantes, sin documentos,
“donaban” al país la suma de US$ 31 billones de
dólares anuales, por concepto de impuestos Federales y Estatales que les eran descontados de sus
salarios, pero sin tener ningún derecho a recibir algún beneficio o servicio a cambio. Por esta razón,
la actual administración del gobierno y el Congreso
de los Estados Unidos han planteado la necesidad
de aprobar una reforma inmigratoria que facilite la
legalización de trabajadores no documentados cuyo
número se estima aproximadamente en el 5% de la
fuerza laboral del país.
La presencia hispana en los Estados Unidos
Los hispanos o latinos, (como se denomina en
EE.UU. a personas de origen español o provenientes de América Latina), constituyen uno de
los grupos étnicos de mayor crecimiento en ese
país. Actualmente, su número total se aproxima
a los 50 millones de personas y podrían alcanzar
los 100 millones en el año 2050. Las proyecciones
demográficas sugieren que en las próximas cuatro
décadas, el 25% de la población norteamericana, es
decir, uno de cada cuatro habitantes podría ser de
origen hispano.
A diferencia de otros grupos de inmigrantes, la presencia de los latinos en los Estados Unidos no es
un fenómeno reciente. Muy por el contrario, si se
considera que hace más de 150 años, los estados de
California, Texas, Arizona, Nueva México, Utah y
Colorado eran territorios mexicanos. Texas se independizó de México y se anexó a los Estados Unidos
en 1845. Un año más tarde, en 1846, como resultado de la guerra entre Estados Unidos y México,
el país del norte incorporó y anexó el resto de los
estados mencionados. Además de estas relaciones
históricas y territoriales, existe una alta proporción
de latinos nacidos en los Estados Unidos y que toman parte activa en la vida del país. Este es el caso,
por ejemplo, del 62% de hispanos de ascendencia
mexicana y de numerosas personas que han venido
de Puerto Rico, de Cuba y otros menos numerosos
procedentes de América Central y América del Sur.
En años recientes, la inmigración de hispanos a
los Estados Unidos ha aumentado debido, principalmente, a un mayor número de inmigrantes
provenientes de México, el Caribe y América Central. La distribución de los latinos en los Estados
Unidos revela que casi el 87% de ellos se encuentra
radicado en no más de diez estados. Entre ellos, los
que tienen un porcentaje más alto de latinos son
California (34%), Texas (19%), Nueva York (9%),
Florida (7%), Illinois (4%), y Arizona, New México
y New Jersey con 3% cada uno.
Más allá del impacto demográfico, la presencia de
los hispanos en los Estados Unidos se puede apreciar también en otras áreas como son la economía,
la política, las artes, educación, deportes y otras
instituciones y expresiones culturales. El poder de
compra de los hispanos, por ejemplo, se estima actualmente en casi $1 trillón de dólares anuales, lo
que en una economía de consumo constituye un
poder y contribución importante. En el año 2008,
se estimaba que una proporción superior al 50%
de los hispanos tenía habitualmente acceso y hacía
uso de internet para información y comunicación.
Se observa también que la mayoría de los hispanos
(más del 60%) son jóvenes menores de 34 años de
edad lo cual explica, en parte, que sea el grupo étnico más numeroso y de más rápido crecimiento en
los Estados Unidos.
Las nuevas generaciones de latinos comienzan a participar activamente en diversos campos profesionales,
política y otras áreas. Por primera vez en la historia
del país el nombramiento de Sonia Sotomayor como
Jueza de la Corte Suprema, pone de relieve la “pre91
DARÍO MENANTEAU
sencia hispana” en una de las más altas instituciones
del país. También en el mundo de la política se comienza a escuchar con más frecuencia el concepto
denominado el factor latino, haciendo referencia a la
importancia que los hispanos se registren en el nuevo
Censo de población del 2010 y logren inscribir más
de 3 millones de nuevos votantes.
A pesar del rápido crecimiento demográfico y los
numerosos aportes de latinos en los Estados Unidos, es importante no ignorar los problemas y
desafíos que afectan a numerosos miembros de
esta comunidad hispana. En gran medida, se trata
de problemas derivados de una estructura socioeconómica donde aún existe una alta desigualdad
de ingresos y persistente pobreza. A diferencia de
las políticas de apoyo a la migración europea del
pasado, las condiciones actuales para los inmigrantes se caracterizan por una creciente limitación de
oportunidades. A partir de la década de 1960, se
observa que al variar la composición de nacionalidad y etnia de la inmigración a EE.UU. –cuando
por vez primera el número de inmigrantes europeos
es inferior a los provenientes de México, América
Latina y Asia–, se origina también una disminución
en programas y servicios tradicionalmente ofrecidas a inmigrantes europeos. Las áreas de mayor
impacto y que requieren urgente atención son las
relacionadas con educación, trabajo e ingresos.
(a) Educación
El sistema educativo norteamericano aunque
ofrece grandes ventajas comparativas respecto a otros países, aún no ha logrado romper la
barrera de las desigualdades tanto de acceso a
la educación como en relación a la calidad de
la enseñanza. Las diferencias entre los sectores
público y privado de escuelas y distritos se mantienen tanto en lo referente a recursos como a
resultados escolares.
Hace poco más de una década, un informe
nacional elaborado por una Comisión para la Excelencia en la Educación de Hispano-Americanos
(1998) señalaba la gravedad de los problemas
educacionales de acceso y progreso académico
que afectaba a numerosos latinos en los Estados
Unidos. En años recientes, la situación no ha mejorado del todo y uno de los indicadores que aún
persiste es la alta tasa de deserción escolar de un
28% que afecta a jóvenes hispanos entre 16 y 24
años de edad. Este nivel de deserción escolar es
casi el doble que la tasa estimada para alumnos
Afro-Americanos y tres veces más alta que entre
los estudiantes blancos. Esta situación de bajo
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acceso y rendimiento educacional tiende lógicamente a repercutir en las bajas proporciones
de jóvenes latinos que terminan exitosamente la
educación secundaria, que luego ingresan a las
universidades y logran una formación profesional y técnica competitiva en el mundo laboral.
(b) Trabajo
La relación entre educación y trabajo es claramente reconocida en la sociedad contemporánea.
Aquellos con más educación tienden a encontrar
trabajos mejor remunerados y con mayor probabilidad de retención que quienes no han logrado
un buen nivel educacional. Pese a esto, entre los
grupos de familias hispanas en los EE.UU. se
registra un alto nivel de participación laboral de
varios de sus miembros.
Aproximadamente el 90% o más de todos los trabajadores migrantes ocupados en la agricultura y
agro-industria norteamericana son hispanos. Muchas veces, como lo revelan numerosos informes,
tanto sus condiciones de vida y los servicios que
reciben son deficientes.
Un elevado número de niños, hijos de los trabajadores migrantes, que oscila entre los 500.000 a
800.000 niños, participan también activamente
en algunos trabajos agrícolas en las granjas que
los emplean. Muchos de estos niños están sujetos
a diferentes tipos de accidentes laborales y con
peligro a enfermedades por el uso de pesticidas y
otros productos químicos.
Asimismo, se ha observado que a causa del uso de
aguas contaminadas, la incidencia de infecciones
parasitarias y enfermedades gastrointestinales
entre los trabajadores agrícolas migrantes y sus
familias, se estima ser 35 veces más alta que los
niveles registrados para el resto de la población.
Muchos de estos trabajadores tienen alto riesgo
de sufrir problemas dentales, nutrición deficiente y accidentes laborales. Sus hijos son también
vulnerables a tener altos niveles de mortalidad
y problemas de salud que pueden incidir en su
desarrollo físico y social.
(c) Ingresos
La distribución de los ingresos en un país ha sido
considerada como uno de los factores que afecta
con mayor fuerza a los grupos económicamente
más vulnerables y consolida la pobreza.
En los Estados Unidos los ingresos acusan un alto
grado de desigualdad medido por el coeficiente
de Gini estimado en .33, en una escala que oscila
LA CONTROVERSIA DE LA INMIGRACIÓN INTERNACIONAL: DESAFÍOS PARA EL TRABAJO SOCIAL EN EE.UU. Y CHILE
entre valores de 0, para condiciones de igualdad
total, a 1 para designar desigualdad absoluta.
Según este indicador, la desigualdad de los ingresos en EE.UU. es bastante más alta que la
registrada en algunos países europeos como Holanda, Bélgica, Suiza, Suecia y Noruega donde el
valor del coeficiente Gini es menor a .30.
A fines del 2009 la tasa de pobreza en Estados
Unidos alcanzaba al 13,2% de la población total.
Sin embargo, los grupos más afectados son los
hispanos con una tasa del 23.2% y los Afro-Americanos con un nivel de pobreza del 24,7%.
La pobreza, independientemente de raza, color o
nacionalidad, tiende a promover y estimular una
serie de problemas sociales que afecta finalmente
a todos los grupos y sectores. Del mismo modo,
cualquier tipo de discriminación o prácticas de
exclusión contra grupos minoritarios terminan
por dañar al sistema social en tu totalidad.
La discriminación hacia algunos hispanos en los
Estados Unidos ha sido documentada no sólo en
las áreas relacionadas con el trabajo y los ingresos sino también en lo que respecta al acceso a
préstamos, a la salud, y a otros servicios. En relación al acceso a servicios de salud, se estima que
más de un tercio de los latinos en EEUU carecen de un seguro de salud que pueda cubrir sus
necesidades básicas. Esta situación es aún más
crítica entre los trabajadores agrícolas migrantes y sus familias. Estas personas, debido a la
movilidad del empleo, la falta de conocimiento
del sistema, la ausencia de servicios rurales, y la
falta de dinero para pagar atención médica, son
más vulnerables en caso de cualquiera enfermedad o accidente. La ironía de esta realidad es que
pese a que Estados Unidos destina más del 12%
del Producto Domestico Neto a gastos en salud,
todavía hay más de 40 millones de habitantes
-incluyendo a muchos hispanos- que no disponen de un mínimo seguro médico.
El proceso de migración internacional
en Chile
La inmigración a Chile
A lo largo de su historia Chile también se ha caracterizado como un país abierto a los procesos de
migración internacional. Según datos del Censo
Demográfico de 2002, la población total del país
superaba los 15 millones de habitantes y los inmigrantes extranjeros residentes en Chile era de
184.464 personas. Es decir, la proporción de
inmigrantes en relación a la población total es relativamente baja y alcanza sólo al 1,2 %. (Instituto
Nacional de Estadísticas, Chile).
El número de inmigrantes en Chile y su incidencia porcentual en la población total del país ha
tenido algunas variaciones importantes en el curso
de los últimos 50 años. Muchos de estos cambios
obedecen principalmente a las características socio-demográficas de los migrantes, las condiciones
laborales, sociales y políticas tanto del país de origen como la situación en Chile.
Martínez (2005) en su estudio sobre la “magnitud y
dinámica de la inmigración en Chile” informa que,
según el Censo de Población de 1952, Chile tenía
una población de casi 6 millones de habitantes y un
número de inmigrantes de 103.878 personas. De
acuerdo a estos datos, la proporción de inmigrantes
en el país alcanzaba al 1.75% de la población total.
Treinta años más tarde, en 1982, cuando la población del país superaba los 11 millones, los
inmigrantes eran 84.345 personas, lo que equivalía
a una proporción del 0.75% de la población total.
Esta proporción, como se ha indicado anteriormente, sube en el año 2002 al 1.22% de la población
total del país. Este crecimiento porcentual es relativamente modesto si se considera que aún es inferior
a la proporción de inmigrantes de 1.75% de la población nacional en1952.
De acuerdo a estas cifras, la incidencia porcentual
de la inmigración en Chile es baja especialmente si
se la compara con otros países donde el porcentaje
de inmigrantes en relación a la población total es
mayor. Tal es el caso de Argentina donde los inmigrantes representan el 4% del total; Costa Rica el
8%; Estados Unidos el 12%, y Canadá el 18% de
todos los habitantes de ese país.
Norambuena (2004) observa que el crecimiento económico junto a la estabilidad democrática y
política del país durante los últimos 20 años, han
contribuido al aumento del número de inmigrantes
especialmente aquellos provenientes de países vecinos como Perú, Bolivia y Argentina, donde han
tenido durante este lapso de tiempo crisis económicas y políticas de consideración.
Los residentes extranjeros en Chile provienen mayoritariamente de América (77,1%), seguidos por
inmigrantes de Europa (17,2 %); Asia (4,2%);
África (0,7%) y de Oceanía (0,8%). Datos censales
indican que el mayor número de los inmigrantes
en Chile proceden de países de América del Sur
(67,9%) entre los cuales se incluyen las siguientes nacionalidades: argentinos, 48.176; peruanos,
37.860; bolivianos, 10.919; ecuatorianos, 9.393;
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brasileños, 6.895; venezolanos, 4.338; colombianos, 4.095; uruguayos, 2.241; paraguayos, 1.222;
y 22 de otros países no especificados. Inmigrantes
provenientes de América del Norte incluye a 7.753
estadounidenses, 1.845 canadienses y 1.697 mexicanos. Entre los inmigrantes de origen europeo se
destacan 9.084 españoles; 5.473 alemanes; 3.927
italianos y 3.043 franceses.
La diversidad de origen o nacionalidad de los inmigrantes radicados en Chile ha constituido un aporte
cultural y económico importante para el país. De
manera similar, se podría argumentar que lo mismo
ocurre en los lugares de destino a donde han emigrado cerca de un millón de chilenos.
La emigración de Chile
De acuerdo a información de Naciones Unidas los
emigrantes internacionales de Chile han establecido su nueva residencia en diversos países de cada
continente. Del total de emigrantes chilenos el 50%
de ellos residen en países de América Latina y el
Caribe; el 20,6% en países de América del Norte incluyendo México, Canadá y Estados Unidos, y otro
20% viven en Europa.
Estos datos revelan también que casi nueve de cada
diez chilenos que salieron de Chile y que hoy día residen en el exterior, se encuentran preferentemente
en países con un nivel de desarrollo humano alto
(49,5%) y muy alto (45,3%). (PNUD, 2009)
En la mayoría de los casos, estos chilenos han contado con un alto grado de aceptación por parte de
los pobladores de sus nuevos lugares de residencia y
han podido surgir en sus respectivas ocupaciones y
comunidades. Por esta razón, despierta curiosidad y
cierto malestar observar expresiones negativas hacia
algunos grupos de inmigrantes en Chile.
Estereotipos y exclusión
Por ejemplo, un caso reciente ocurrido en el país,
llamó la atención cuando un dirigente político y
candidato a diputado por Santiago, afirmara que
era necesario expulsar de Chile a los ciudadanos
peruanos que no tuviesen la documentación exigida. Entre los argumentos dados por este personero
para justificar la deportación de estos nuevos inmigrantes, se encuentran precisamente algunos de
los estereotipos mencionados anteriormente por el
informe de Naciones Unidas. Menciona, por ejemplo,--sin presentar datos o pruebas válidas--, que
“la gran cantidad de residentes ilegales peruanos en
la comuna (de Santiago) ha provocado que muchas
personas (chilenos) no puedan recibir la atención
94
médica necesaria en el servicio de salud público.”
Esto, a su juicio, provoca “un grave problema de
convivencia” entre los chilenos y los extranjeros...
Se debe recordar, sin embargo, que el número total
de peruanos residentes en Chile, con documentación en orden, alcanza –según el último Censo
de Población– a menos de 38.000 personas en un
país donde hay actualmente más de 16 millones de
habitantes. Según esto, se puede estimar con alta
probabilidad que el número de peruanos sin documentación, o con documentación aún en trámite, ha
de ser una mínima fracción del total y su impacto a
nivel nacional es claramente insignificante. Aparentemente, lo que ocurriría en este caso, es más bien
un problema de alta visibilidad de los inmigrantes peruanos como lo demuestra Stefoni (2004),
en un análisis sobre la formación de comunidades
peruanas en Santiago. Según este estudio, durante
la década de 1992 y 2002 la inmigración peruana
habría tenido un explosivo crecimiento del 394 %
además de una alta visibilidad en el sector de Plaza
de Armas, en centro de la ciudad de Santiago. Las
cifras indican que del total de inmigrantes peruanos
en Chile (37.860), no menos de 27,739 de ellos,
es decir una proporción no menor al 73% viven en
algunas de las comunas de Santiago, lo que contribuye ciertamente a su notoria presencia en esta
ciudad capital. Del mismo modo, vale recordar que
los inmigrantes peruanos queriendo legalizar su
permanencia en Chile, han sido los que más rápido
se acogieron al beneficio de una visa de residencia
temporaria concedido por el gobierno de la Presidente Michelle Bachelet a quienes no disponían de
documentación migratoria al día. En esta oportunidad, como lo indican Riquelme, J. y Alarcón, G.
(2008), un total de 32 mil peruanos recibieron sus
respectivas visas.
Por esta razón, la respuesta del Gobierno de Chile a
la proposición de deportar a peruanos sin documentos no se dejo esperar. El ministro secretario general
de la Presidencia de la República, José Antonio Viera-Gallo declaró rápidamente que la propuesta era
“tan lamentable como si en Argentina se dijera que
hubiera que deportar a los 200 mil chilenos que viven allá”. A continuación agregó:
“Vivimos en un mundo en que los habitantes migran. Por mucho tiempo, décadas, los chilenos
migraron a Argentina y Argentina los acogió, les
dio trabajo, les dio oportunidades para vivir. Ahora
tenemos el caso inverso, en que hay personas que
migran hacia nuestro país y no veo por qué Chile
no va a tener la misma actitud que en su minuto
LA CONTROVERSIA DE LA INMIGRACIÓN INTERNACIONAL: DESAFÍOS PARA EL TRABAJO SOCIAL EN EE.UU. Y CHILE
tuvo Argentina. Nosotros –concluyó– tenemos que
acostumbrarnos a una política migratoria, en que
respetamos los derechos de los migrantes”.
Conclusiones
Como bien lo señala el Informe sobre el Desarrollo
Humano 2009 y lo ratifican las palabras del ministro chileno, las percepciones erróneas no aportan
nada positivo a la discusión del tema de la inmigración internacional. Los estereotipos negativos
que muestran a los inmigrantes como personas que
‘nos quitan el empleo’ y ‘viven a costa de nuestros
impuestos’, –aunque abundan en los medios de comunicación y en la opinión pública, especialmente
en épocas de crisis económica,– no tienen realmente validez ni una base empírica seria en donde
sustentarse.
El informe del Programa de Naciones Unidas para
el Desarrollo invita a un diálogo amplio sobre este
tema y propone algunos objetivos que aseguren la
relación entre migración y el desarrollo humano.
Entre estos propósitos y actividades directamente
relacionadas con los procesos migratorios internacionales se destacan las siguientes:
1. Velar por el respeto y garantías de los derechos
humanos de los migrantes;
2. Facilitar y apoyar la existencia de oportunidades
de una vida digna para los migrantes;
3. Reducir los costos económicos y humanos involucrados en la migración;
4. Elaborar procedimientos que favorezcan a los
migrantes y a las comunidades de la nueva residencia de los inmigrantes y sus familias;
5. Desarrollar políticas públicas que permitan
fortalecer las relaciones entre los procesos de migración y las necesidades, modelos y estrategias
de desarrollo.
Estos objetivos representan por cierto un fuerte desafío para las ciencias sociales y el Trabajo Social
en la búsqueda de nuevas perspectivas conceptuales
y teóricas sobre la inmigración. Esto implica poder
establecer un vínculo más estrecho entre la investigación y la difusión de informaciones, que ayuden a
eliminar falsas concepciones sobre los inmigrantes.
Asimismo, es necesario diseñar una clara relación
entre los procesos migratorios y las políticas públicas para el desarrollo social.
Como bien lo indica Serani (2001), el flujo migratorio que recibió Chile durante las últimas décadas
“encontró a un país que institucionalmente no estaba preparado para recibirlos, carente de políticas
migratorias y de programas de inserción, lo que significó que en 1998 existieran 40 mil extranjeros en
condición de irregularidad, los cuales se atuvieron a
un proceso de regularización migratoria.”
Esta situación, sin embargo, no es sólo exclusiva
para el caso de Chile sino que se encuentra también presente en los Estados Unidos y en Europa.
En esos países, como en el nuestro, se requiere de
renovados esfuerzos para atender y solucionar los
problemas derivados de la inmigración internacional.Son temas y desafíos ciertamente globales
que, para lograr resultados efectivos, necesitan de
modelos, políticas y soluciones que consideren e involucren a todos los miembros y componentes del
sistema social.
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•
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES - ESCUELA DE TRABAJO SOCIAL
• FACULTAD DE EDUCACIÓN
POSTÍTULO
POSTULACIONES
1 de noviembre de 2009 al 8 enero 2010.
1 al 8 de marzo 2010
INICIO DE CLASES
22 de marzo de 2010
COORDINADORA ACADÉMICA
Profesora Teresa López Vázquez
Teléfono (56-2) 354 4670
Fax: (56-2) 354 4667
E mail: [email protected]
Intervención
social y educativa
en la comunidad local y regional
INFORMACIONES E INSCRIPCIONES
Secretaría del Postítulo Intervención Social y
Educativa en la Comunidad Local y Regional
Avda. Vicuña Mackenna 4860, campus San Joaquín,
Santiago, Chile.
Teléfono: (56-2) 354 4606 / Fax: (56-2) 354 4667
Secretaria Mabel Véliz N. E-mail: [email protected]
VERSIÓN 2010
M A G Í S T E R ACREDITADO
COMISIÓN NACIONAL DE ACREDITACIÓN - CHILE
F ACULTAD
E SCUELA
Postulaciones 2 ° período
Desde el 15 de diciembre 2009
al 18 de marzo de 2010.
Coordinador académico
Profesor Rodrigo Flores.
DE
DE
C IENCIAS S OCIALES
2010
T RABAJO S OCIAL
Inscripción e informaciones
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Teléfonos 354 4606 / 354 4665
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FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES - ESCUELA DE TRABAJO SOCIAL
Postítulo
Estudios
de la
Familia
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PERÍODO DE POSTULACIÓN
Desde octubre de 2009
COORDINADOR ACADÉMICO DEL POSTÍTULO
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Católica de Chile, Escuela de Trabajo Social, Campus San Joaquín.
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Secretaria: Sra. María Elena Contreras H.
Teléfonos: 354 4589 - 354 4606. Fax: 354 4667.
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y la intervención innovadora.
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Diploma de Marketing social y estrategias de implementación de programas
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Duración: 120 hrs.
Diploma de Intervención en abuso sexual infantil
Duración: 100 hrs.
Diploma de Intervención social con adolescentes infractores de ley
Duración: 100 hrs.
Diploma de Mediación comunitaria
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a ellos explícitamente en el texto (Figura N° 51).
Cuadros y figuras deberán enviarse de forma separada, en el formato que se indica, y serán incluidos sólo si el autor menciona
en el texto la ubicación exacta, entre el título y la fuente respectiva. Una línea limpia y fina que defina el área del cuadro o figura
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• Libro de un autor: Autor (Apellido e inicial del nombre), Año
de publicación (entre paréntesis), Título del libro (cursiva),
Edición (entre paréntesis), Lugar de edición (seguido de dos
puntos), Editorial. Si no tiene editorial se escribe [s.n] del latín sine nomine que significa sin nombre. Ejemplo: Castel, R.
(1997). Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica
del asalariado. (1ª ed.). Argentina: Paidós.
• Libro con más de un autor: Autor(es) (Apellido e inicial del
nombre), Año de publicación, Título del libro (cursiva), Edición (entre paréntesis), Lugar de edición (seguido de dos
puntos), Editorial. Ejemplo: De Mattos, C. & Ducci, M. E.
(2005). Santiago en la globalización: ¿una nueva ciudad? (2ª
ed.). Santiago: Lom.
• Artículo de revista científica con un autor: Autor del artículo
(Apellido e inicial del nombre), Año de publicación (entre paréntesis), Título del artículo, Título de la revista (en letra cursiva, seguido de coma), Volumen (seguido de coma), Número,
Paginación (separadas por un guión). Ejemplo: Winchester, L.
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en América Latina y El Caribe. EURE, 32, 96, 7-25.
• Artículo de revista científica disponible en Internet: Autor (es)
(apellido e inicial del nombre), Fecha de edición o de publicación (año, día y mes, entre paréntesis), Título del artículo,
Título de la revista (en letra cursiva), Volumen, Coloque la expresión “Recuperado el”, Fecha de consulta (día, mes y año),
Coloque la expresión “de”, Dirección electrónica. Ejemplo:
Winchester, L. (2006, agosto). Desafíos para el desarrollo sostenible de las ciudades en América Latina y El Caribe. EURE,
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scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0250-16120060
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