DICIEMBRE 77 20 09 Programa paz activa: aprendizajes sobre un método de intervención en prevención del delito ANA MARÍA MUNIZAGA Análisis del programa Chile Crece Contigo desde los ideales normativos y la noción de prueba PAMELA CARO de mujeres del Municipio de Durango, Durango, México Y JOSÉ ZÚÑIGA La cultura patriarcal, la religiosidad, el apoyo social y los niveles de depresión como predictores de aceptación de una situación de abuso por parte de la pareja: el caso de la mujer mexicana WILMA GONZÁLEZ Escuela de Trabajo Social de Justicia Penal Juvenil DANIELA DÍAZ Y CLAUDIA GARRIDO El taller en Trabajo Social. Una aproximación desde la fenomenología ALEJANDRA SANTANA Violencia conyugal y productividad SANDRA MANCINAS Desafíos para una nueva institucionalidad Latinoamérica hoy: cambios y costos sociales desde la gestión neoliberal ALEJANDRO KLEIN La controversia de la inmigración internacional: desafíos para el Trabajo Social en EE.UU. y Chile DARÍO MENANTEAU Facultad de Ciencias Sociales DICIEMBRE 77 20 09 Programa paz activa: aprendizajes sobre un método de intervención en prevención del delito ANA MARÍA MUNIZAGA Análisis del programa Chile Crece Contigo desde los ideales normativos y la noción de prueba PAMELA CARO Violencia conyugal y productividad de mujeres del Municipio de Durango, Durango, México SANDRA MANCINAS Y JOSÉ ZÚÑIGA La cultura patriarcal, la religiosidad, el apoyo social y los niveles de depresión como predictores de aceptación de una situación de abuso por parte de la pareja: el caso de la mujer mexicana WILMA GONZÁLEZ Escuela de Trabajo Social Desafíos para una nueva institucionalidad de Justicia Penal Juvenil DANIELA DÍAZ Y CLAUDIA GARRIDO El taller en Trabajo Social. Una aproximación desde la fenomenología ALEJANDRA SANTANA Latinoamérica hoy: cambios y costos sociales desde la gestión neoliberal ALEJANDRO KLEIN La controversia de la inmigración internacional: desafíos para el Trabajo Social en EE.UU. y Chile DARÍO MENANTEAU Revista Trabajo Social Diciembre / No 77 / 2009 FICHA TÉCNICA La Revista de Trabajo Social es una publicación semestral de la Escuela de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Revista fundada en 1970. Permitida la reproducción total o parcial de los artículos, citando la fuente. ISSN 0716-9736 Santiago/Chile. DIRECTOR RESPONSABLE Mg. Margarita Quezada Venegas EDITORA PhD. © Carolina Muñoz Guzmán COMITÉ ASESOR EDITORIAL Mg. Margarita Quezada Directora Escuela de Trabajo Social UC, [email protected] PhD. © Fabiola Cortez-Monroy Académica Escuela de Trabajo Social UC, [email protected] PhD. Teresa Matus Académica Escuela de Trabajo Social UC, [email protected] Mg. María Olga Solar Silva Académica Escuela de Trabajo Social UC, [email protected] PhD. Rodrigo Flores Académico Escuela de Trabajo Social UC, rfl[email protected] Mg. Liliana Guerra Académica Escuela de Trabajo Social UC, [email protected] PhD. Pablo Salvat Académico Departamento Ciencias Políticas y Gobierno UAH, [email protected] PhD. Aldo Mascareño Director Departamento Sociología Universidad Alberto Hurtado, [email protected] PhD. Leonardo Onetto Académico Escuela de Trabajo Social Universidad Católica de Valparaíso, [email protected] COMITÉ ASESOR INTERNACIONAL Mg. Maestra Graciela Casas Torres Escuela de Trabajo Social UNAM, [email protected] PhD. Lena Dominelli School of Applies Social Science, Durham University, [email protected] PhD. Edward Lawlor Prof. George Warren Brown School of Social Work, Washington University en St. Louis, [email protected] PhD. James Midgley University of California, Berkeley, [email protected] PhD. José Paulo Netto UFRJ Brasil, [email protected] Prof. Alberto Parisi Universidad Nacional de Córdoba, [email protected] PhD. Ana María Quiroga ISER Río de Janeiro, [email protected] PhD. Margarita Rozas Universidad de la Plata, [email protected] Prof. Saúl Karsz Asociación Prácticas Sociales de París, [email protected] PhD. Luis Zayas Prof. George Warren Brown School of Social Work, Washington University en St. Louis, [email protected] PhD. Clifton David Hollister School of Social Work, University of Minnesota, [email protected] PhD. Darío Menanteu Social Work, University of Minnesota; [email protected] PhD. Alberto Godenzi Dean School of Social Work Boston College, [email protected] PhD. James Lubben Director PhD. Program, School of Social Work, Boston College, [email protected] DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Diseño Corporativo UC de la Vicerrectoría de Comunicaciones y Asuntos Públicos IMPRESIÓN Andros Impresores Escuela de Trabajo Social, Facultad de Ciencias Sociales Universidad Católica, Campus San Joaquín. Vicuña Mackena 4860, Teléfono 0056-2-354 4606, Fax 0056-2-354 4667 www.trabajosocialuc.cl Escuela de Trabajo Social Pontificia Universidad Católica de Chile Sumario Editorial 7 Programa paz activa: aprendizajes sobre un método de intervención en prevención del delito Peace active program: Learning about an intervention´s method on crime prevention ANA MARÍA MUNIZAGA 25 Análisis del programa Chile Crece Contigo desde los ideales normativos y la noción de prueba Chile Crece Contigo analysis, from the normative ideals and the proof notion PAMELA CARO 39 Violencia conyugal y productividad de mujeres del Municipio de Durango, Durango, México Domestic violence and women’s productivity in the municipality of Durango, Durango, Mexico SANDRA MANCINAS Y JOSÉ ZÚÑIGA 45 La cultura patriarcal, la religiosidad, el apoyo social y los niveles de depresión como predictores de aceptación de una situación de abuso por parte de la pareja: el caso de la mujer mexicana Pratriarchal culture, religiosity, social support and depression levels as predictors of partner abuse´s acceptance: the case of mexican woman WILMA GONZÁLEZ 57 Desafíos para una nueva institucionalidad de Justicia Penal Juvenil Institutional challenges for Juvenile Justice DANIELA DÍAZ Y CLAUDIA GARRIDO 69 El taller en Trabajo Social. Una aproximación desde la fenomenología The Workshop in Social Work: a view from Phenomenology ALEJANDRA SANTANA 77 Latinoamérica hoy: cambios y costos sociales desde la gestión neoliberal Latin America today: changes and social cost from neoliberal perspective ALEJANDRO KLEIN 87 La controversia de la inmigración internacional: desafíos para el Trabajo Social en EE.UU. y Chile The controversy of International Immigration: Challenges to Social Work In the U.S.A and Chile DARÍO MENANTEAU Editorial En este número 77 de la Revista Trabajo Social presentamos contribuciones desde diversas perspectivas teóricas que conceptualizan fenómenos contemporáneos y tipos de intervenciones sociales, habilidades profesionales y metodologías de investigación que fortalecen los resultados del trabajo social en sus campos de mediación. Si bien los artículos son metodológicamente diversos, tienen también mucho en común, particularmente la centralidad del trabajo social. De este modo, y en el marco de la celebración que nuestra Escuela hace de sus 80 años de existencia, invitamos a nuestros lectores a indagar este texto desde la pregunta por ¿cómo adquirir las habilidades y el conocimiento para actuar en nuestro campo de intervención desde un camino científicamente adecuado? Enfatizando, claro está, nuestra opción por aprender y conocer los intereses de las personas y colectividades con las que trabajamos, y logrando niveles de influencia en la toma de decisiones que reflejen esos intereses. Esto supone visibilizar discursos controversiales que aparecen en nuestras estrategias ya sea por la influencia de la normativa de las políticas, o los conflictos de la implementación, o las tendencias que marca la economía. Las contribuciones a este número buscan una reflexión académica crítica, proponiendo perspectivas desde dónde realizar esa reflexión. El primer artículo es de Ana María Munizaga, quien enfatiza la centralidad de la mirada local para una política de seguridad que privilegia la prevención del delito, la evidencia comparada es un recurso analítico potente que utiliza esta autora. El artículo de Pamela Caro revisa las controversias del discurso del programa Chile Crece Contigo, desde una perspectiva fuertemente enraizada en el género. Con un enfoque similar Sandra Mancinas y José Zúñiga estudian la violencia conyugal en un municipio de México, y sus efectos en el trabajo de las mujeres asalariadas, artículo que puede ser contrastado y comparado con el que escribe Wilma González sobre la aceptación del abuso por parte de las mujeres en un contexto de cultura patriarcal y altamente religioso. Daniela Díaz y Claudia Garrido revisan críticamente la institucionalidad de la Justicia Penal Juvenil y levantan el debate sobre una política de derechos que no otorga centralidad a la experiencia del sujeto en la construcción de sus posibilidades de existencia. En el sexto artículo, Alejandra Santana propone una discusión conceptual para apreciar el Taller como estrategia de aprendizaje en la formación en Trabajo Social, explorando sus potencialidades como espacio para el lenguaje como condición; para la emergencia de cogniciones y como un canalizador de saberes que responden a un contexto complejo. Finalmente, la revista presenta otros dos artículos internacionales, uno de Alejandro Klein quien, desde Brasil, desarrolla una crítica a la influencia de la gestión neoliberal en los países de la región, que aglutinaría ciertas discontinuidades las que tienden a obstaculizar el cambio, e impedir la capacidad de elaboración –subjetiva y colectiva– de las mismas. El último artículo de este número es de Darío Menanteau, quien desde EE.UU. analiza los desafíos que trae la inmigración internacional y la urgencia que tiene el Trabajo Social de desarrollar estrategias informadas culturalmente para hacer frente a esos desafíos. Agradecemos a quienes colaboraron con sus artículos, y particularmente a nuestros pares evaluadores quienes, bajo el formato de arbitraje ciego, contribuyeron con adecuados y pertinentes comentarios sobre los artículos en este número. Margarita Quezada Venegas Directora ESCUELA DE TRABAJO SOCIAL PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE 5 ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 77 / Diciembre / 2009 / P. 7-23 Programa paz activa: aprendizajes sobre un método de intervención en prevención del delito Peace active program: Learning about an intervention´s method on crime prevention ANA MARÍA MUNIZAGA ACUÑA Trabajadora Social, actualmente se desempeña en Fundación Paz Ciudadana. Dirección postal, Valenzuela Castillo 1881, Providencia. E-mail: [email protected] Resumen Este artículo presenta el programa de intervención en prevención del delito llamado Paz Activa –inspirado en metodologías desarrolladas en Estados Unidos y en el Reino Unido– que surge desde la sociedad civil y que se aplicó, durante el período 2006-2008, en el barrio Héroes de la Concepción ubicado en la comuna de Recoleta. El contenido se estructura en cinco partes: (1) enfoques en los que se sustenta el programa Paz Activa (2) caracterización del barrio Héroes de la Concepción, dando cuenta de las condiciones que aquejan al sector y a la población del lugar; (3) una descripción de las etapas que componen el programa; (4) los principales resultados obtenidos por la experiencia; (5) y reflexiones finales acerca de los aprendizajes que brindó la experiencia y las consideraciones que se deben tomar en cuenta en la prevención del delito, como una forma de alimentar la reflexión y el debate respecto de las políticas locales en seguridad. Palabras claves. Prevención local del delito, Paz Activa, barrios vulnerables, comunidad. Abstract This article presents a model of programme for crime prevention called Paz Activa, based on methodologies developed in the United States and United Kingdom, that was conceived by civil society and applied in the neighborhood “Héroes de la Concepcion” that is located in the district of Recoleta, during the period 2006-2008. This article is organized in five parts: (1) approaches on which Paz Activa is based (2) a neighborhood profile that present the risk factors that affect the territory and its people, (3) a description of the stages involved in the programme (4) the main results obtained from the intervention experience (5) reflections and considerations based on what was learnt in this experience about crime prevention, looking forward to input the debate regarding the local safety policies. Key words. Local crime prevention, Active Peace, vulnerable neighborhood, community. Antecedentes En el año 2005 Fundación Paz Ciudadana publica un estudio1 de caracterización sobre personas menores de 18 años ingresados a comisarías de Carabineros de Chile, durante el período 2001-2004. El estudio identificó 10 comunas en la Región Metropolitana que tenían mayor concentración de estos ingresos. Entre ellas, Recoleta ocupaba el 2° lugar respecto de los ingresos a comisarías de menores de 18 años por infracción a la ley y el 6° lugar en ingresos a comisarías por vulneración de derechos2. Estos resultados motivaron a la Municipalidad de 1. Fuente: Hein, Andreas & Sepúlveda, Martha (2005). Caracterización de menores de edad ingresados a una comisaría entre los años 2001-2004 en el marco del seguimiento del Programa Protección 24 Horas de Carabineros de Chile: implicancias para la prevención de la violencia de y contra niños, niñas y adolescentes. Santiago, Fundación Paz Ciudadana. 2. Refiere a la vulneración de los derechos contenidos en la Declaración de los Derechos del Niño, suscritos por Chile en 1989. En específico tiene relación con todas aquellas situaciones que ponen en riesgo la integridad de la persona menor de 18 años, por ejemplo vagancia nocturna. Sin embargo, también se refiere a la victimización que el niño o niña sufre frente a ciertos delitos tales como violencia intrafamiliar, abusos, maltratos, abandono o negligencia parental. En este caso el ingreso a la comisaría por parte de Carabineros tiene una finalidad preventiva y de protección. 7 ANA MARÍA MUNIZAGA ACUÑA Ingresos de menores de 18 años por infracción a la ley que viven en Héroes de la Concepción. Recoleta a implementar un programa, durante el período 2006-2008, que fuera capaz de prevenir la delincuencia a nivel barrial. Este programa centrado en la prevención del delito fue bautizado como Paz Activa, nombre que alude a barrios pacíficos y seguros que se construyen mediante la aplicación activa de métodos integrados de prevención. Paz Activa se aplicó en el barrio Héroes de la Concepción, ubicado al norte de Recoleta, debido a dos razones: Mediante la georeferenciación de los domicilios de menores de 18 años, fue posible efectuar un análisis espacial de la comuna. De esta forma, en la figura Nº1 se observa una mayor presencia de colores oscuros en el barrio (en comparación a la comuna). Para efectos de georeferenciación, mientras más oscuros son los colores, implica una mayor concentración de domicilios. 1. De acuerdo a los registros de la Dirección de Protección de la Familia de Carabineros de Chile, en el período 2001-2004, se pudo constatar que Héroes de la Concepción tenía una mayor concentración de domicilios de menores de edad que habían ingresado a comisarías por infracción a la ley, en comparación con el resto de la comuna de Recoleta. 2. Héroes de la Concepción, en opinión del propio municipio, era considerado un barrio vulnerable a la acción delictual debido a que concentra múltiples desventajas sociales y condiciones de pobreza. El concepto de barrio vulnerable a la acción delictual refiere a aquellos conjuntos habitacionales territorialmente delimitados y simbólicamente reconocido por sus habitantes, FIGURA Nº1 MAPA COMUNA DE RECOLETA Héroes de la Concepción Fuente: Fundación Paz Ciudadana, 2007. 8 PROGRAMA PAZ ACTIVA: APRENDIZAJES SOBRE UN MÉTODO DE INTERVENCIÓN EN PREVENCIÓN DEL DELITO en términos de identificación y sentido de pertenencia con el lugar. Estos lugares, a lo largo de su conformación han acumulado carencias y desventajas sociales perpetuando, con ello, situaciones de exclusión social3 que aumentan la probabilidad –más que en otros lugares de la ciudad– de que la delincuencia se instale en el barrio, tanto por el ejercicio de ella, como por la victimización que produce en los residentes del lugar. De este modo, ambientes de violencia, precariedad y exclusión generan una convivencia agresiva que legitima los actos delictuales. Primero, en el entorno propio o barrio y luego, extendida a todo el espacio urbano (Serra, 2006). Estudios empíricos realizados por la División de Seguridad Pública (2002)4, Paz Ciudadana (2006)5, Universidad Alberto Hurtado (2005)6, dan cuenta, específicamente en la Región Metropolitana, de que estos barrios tienen problemas de habitabilidad, ya sea porque las viviendas tienen problemas de infraestructura (construidas con material precario) o bien porque tienen condiciones de hacinamiento (más de tres individuos por dormitorio). Otras características revelan que una parte de la población adulta no ha completado sus estudios de enseñanza básica o media, tienen dificultades para ingresar al mercado laboral y en sus familias suelen haber problemas de violencia intrafamiliar y maltrato infantil. En cuanto a los espacios públicos, éstos resultan amenazantes para los vecinos debido al consumo y al tráfico de drogas, a las peleas con balaceras y agresión física y a la falta de seguridad, debido a problemas de iluminación nocturna, escasa vigilancia y lugares solitarios en las noches, por donde la gente debe transitar para llegar a sus hogares. Desde la perspectiva de los servicios privados, difícilmente se encuentra una farmacia o un supermercado, así como fuentes de trabajo. Respecto a los servicios públicos, estos sectores están alejados de las oficinas municipales, además la oferta educacional y de salud resulta insuficien- te. Respecto a su conformación, ésta se debe a las políticas de vivienda de las últimas décadas. En consecuencia, barrios vulnerables a la acción delictiva refieren a espacios que acumulan problemas ambientales y comunitarios que facilitan la criminalidad, pero también alude a personas que viven en estos sectores y que experimentan múltiples factores de riesgo, los que al interactuar con ambientes de violencia y desorganización social, promueven el desencadenamiento de conductas delictivas. Al respecto, investigaciones realizadas por Rutter y estudios empíricos desarrollados por Home Office en barrios de Inglaterra y Gales, concluyen que hay ciertas características del área de residencia que influyen en el desarrollo del comportamiento delictivo (Rutter et al, 1998 en Hein, 2004). Aunque si bien la pobreza no es condición única y suficiente en el origen de la delincuencia, se constituye en un denominador común que facilita el desarrollo de los factores de riesgo a nivel individual, familiar, escolar y de pares (Araya y Sierra, 2002). De acuerdo a la realidad descrita, se impone la necesidad de focalizar acciones preventivas en estos sectores, más que en otros lugares de la ciudad, no sólo porque es necesario reducir la delincuencia, sino que también porque la victimización que afecta a las personas que viven en estos lugares, acentúa las condiciones de desventaja y carencia, lo cual representa un desafío para la política social (Hurtado y Kubik, 2007). Es así que, este artículo tiene la finalidad de presentar la experiencia de implementación del programa Paz Activa en el barrio Héroes de la Concepción, sus resultados y los principales aprendizajes obtenidos a la luz de dicha experiencia en lo que refiere a la prevención local del delito. El presente artículo se ha estructurado en cinco partes: (1) enfoques en los que se sustenta el programa Paz Activa (2) caracterización del barrio Héroes de la Concepción, dando cuenta de las condiciones que aquejan al sector y a la 3. En este sentido, se utiliza el concepto de exclusión social para describir la situación de dichos barrios. Aunque se trata de un término controvertido, que soporta definiciones bastante disímiles, en general, exclusión social alude a la falta de participación en aspectos claves de la sociedad, como el consumo, la producción, la vida política y cultural, y la interacción social. Es un concepto afín al de pobreza, puesto que la satisfacción de las necesidades básicas es una dimensión crítica de la participación social. De hecho, cuando el término pobreza se utiliza en un sentido amplio, que va más allá de la dimensión material, se acerca al de exclusión social (Hurtado y Kubik, 2007). 4. Araya, J. & Sierra, D. (2002). Influencia de factores de riesgo social en el origen de conductas delictuales. Serie de Estudios de División de Seguridad Ciudadana. Ministerio del Interior. 5. Fundación Paz Ciudadana (2006). Políticas Públicas para la Integración Social en Chile. Documento interno. 6. Lunecke, A. & Eissmann, I. (2005). Violencia en barrios vulnerables: Una aproximación desde la exclusión social. En Revista Persona y Sociedad. Volumen XIX, pp. 73-100. Universidad Alberto Hurtado. 9 ANA MARÍA MUNIZAGA ACUÑA población del lugar; (3) una descripción de las etapas que componen el modelo de intervención; (4) los principales resultados obtenidos por la experiencia; (5) y reflexiones finales acerca de los aprendizajes que brindó la experiencia y las consideraciones que se deben tomar en cuenta en prevención del delito, como una forma de alimentar la reflexión y el debate respecto de las políticas locales en seguridad. Enfoques El programa Paz Activa se basa en el enfoque teórico de factores de riesgo7, debido a que éste realiza planteamientos comprehensivos acerca de la delincuencia, en cuanto a la integración de teorías criminológicas que explican el fenómeno desde un punto de vista multicausal. Este enfoque se inspira en una multiplicidad de teorías que relacionan los factores individuales o personales con la delincuencia, y los factores sociales y estructurales (Akers y Sellers, 2004) como elementos que también son determinantes en este fenómeno. El término factor de riesgo se refiere a la presencia de situaciones contextuales o personales de carácter negativo que incrementan la probabilidad de que las personas desarrollen problemas emocionales, conductuales o de salud. Algunos ejemplos de externalización de conductas de riesgo son el consumo de drogas, el abandono escolar, actitudes asociadas con violencia y comportamientos delictuales (Hein, 2004). De esta forma, la premisa del enfoque radica en que una persona que acumula– en el tiempo –múltiples factores de riesgo (presentes a nivel personal, familiar, ambiental, social, de barrio, etc.), tiene mayores probabilidades de manifestar conductas delictivas (Hein, 2004; Yoshikawa, 2005). Asimismo, el enfoque se extrapola a barrios, ya que hay territorios en la ciudad que acumulan múltiples factores de riesgo (de orden ambiental y social) que facilitan –más que en otros sectores de la ciudad– que personas que viven allí se vinculen con delincuencia. Estudios realizados en estos territo- rios, dan cuenta de que la victimización a residentes es mayor, en comparación con promedios comunales y nacionales, provocando una agudización de las condiciones de pobreza y desigualdad (Barrientos, et al, 2009). Por otra parte, en cuanto a enfoques metodológicos, Paz Activa se basó en dos experiencias internacionales que han probado ser exitosas en reducción del delito a nivel local. La primera de ellas es un sistema aplicado en Estados Unidos llamado Communities That Care, creado en la Universidad de Washington. Es un sistema de planificación y ejecución, a nivel de barrios o comunidades, para la prevención de la delincuencia, consumo de drogas, violencia, deserción escolar y embarazo adolescente. Este sistema propone una metodología para la gestión comunitaria de la prevención, que contempla la formación de un equipo de trabajo, la realización de un diagnóstico de factores de riesgo/protección en la comunidad, la priorización de factores de riesgo para su intervención, el desarrollo de un plan de prevención que considera la implementación de programas de prevención, probadamente efectivos, de acuerdo con las prioridades establecidas y el monitoreo de la ejecución del plan a través del tiempo (Hawkins y Catalano, 2002). La segunda de ellas es el programa Neighborhood Renewal, correspondiente a la estrategia nacional impulsada por el gobierno inglés, a partir del año 2001. Su objetivo es reducir las brechas entre la realidad de las zonas pobres y el resto del país, a través de un trabajo a largo plazo –10 a 20 años–. En su implementación intervienen distintos niveles de gobierno. El trabajo se concentra en los distritos identificados como los más necesitados. La estrategia pone en el centro del proceso de toma de decisiones a las comunidades locales, sus instituciones y actores del sector público, privado y voluntariado. A nivel local es donde se identifican las necesidades más urgentes y se priorizan las acciones. Las unidades centrales y regionales, por su parte, supervisan, 7. Este enfoque nace en el área de salud pública debido a que las enfermedades tenían mayor prevalencia en algunos sectores de la población que en otros. Para comprender esta desigualdad, especialistas identificaron que ciertos individuos experimentaban determinadas circunstancias, situaciones y/o hábitos nocivos para la salud, lo que fue conceptualizado como factor de riesgo. De esta forma, mediante evidencia empírica pudieron comprobar que la presencia de factores de riesgo en una persona, aumentaba la probabilidad de que manifestara alguna enfermedad. También pudieron notar que los factores de riesgo podían estar presente en diferentes ámbitos de relación del individuo: familia, trabajo, amigos; por lo cual el enfoque se desarrolló a la luz de las teorías ecológicas. La ventaja comparativa que presentó este enfoque fue el logro de una mayor eficiencia en los diagnósticos, y por ende en el desarrollo de estrategias preventivas en salud pública. Posteriormente el enfoque de factores de riesgo se extrapola a la criminología, siendo sus principales exponentes David Farrington, Brandon Welsh, David Hawkins, Richard Catalano y Lawrence Sherman, por citar algunos. Este enfoque se ha desarrollado principalmente en Estados Unidos, Canadá y algunos sectores del Reino Unido (García-Pablos de Molina, 2003). 10 PROGRAMA PAZ ACTIVA: APRENDIZAJES SOBRE UN MÉTODO DE INTERVENCIÓN EN PREVENCIÓN DEL DELITO apoyan y colaboran, promoviendo que todas las reparticiones públicas de los distintos niveles favorezcan el mejoramiento de los barrios socialmente excluidos, a través de sus propias funciones. Este programa destaca porque propone una mirada holística y un enfoque multidimensional e introduce un nuevo enfoque en la evaluación de las políticas sociales: se pone el acento en los resultados que se obtienen en las zonas más carenciadas, más que en los promedios nacionales (Home Office, 2001). Caracterización del barrio Héroes de la Concepción Metodología La caracterización del barrio Héroes de la Concepción tiene por finalidad describir las condiciones de desventaja social y de desigualdad en que se encuentra sumido el territorio. El análisis de esta información, da cuenta de que el sector es un barrio vulnerable a la acción delictual, en primer lugar, porque se ajusta a la definición del concepto presentada anteriormente y, en segundo lugar, porque esta situación es refrendada por las cifras de victimización y los datos de la Dirección de Protección de la Familia de Carabineros de Chile que reflejan una instalación de la delincuencia en el barrio. Para realizar esta caracterización se obtuvo información cualitativa mediante entrevistas dirigidas a funcionarios municipales, dirigentes sociales, residentes del barrio y a equipos profesionales de instituciones que trabajan en Héroes de la Concepción. También se recolectó información cuantitativa, a través de la aplicación de una encuesta de autoreporte infanto-juvenil y una encuesta de victimización dirigida a población adulta. Asimismo, se obtuvieron datos y cifras aportados por el departamento de estratificación social del municipio y por el departamento municipal de planificación comunal (SECPLAC), tales como: Ficha CAS-II8, Ficha Familia9, Censo 2002 y caracterización de población de menos de 18 años que ha ingresado a comisarías de Carabineros. No obstante, se debe señalar que información relativa a otras causas asociadas a la delincuencia, tales como indicadores de violencia intrafamiliar, prevalencia del consumo de drogas en adultos y jóvenes, porcentaje de la población escolar que ha desertado del sistema educacional e índice de embarazo adolescente, no fueron posibles de obtener. Análisis cualitativo Se realizaron 30 entrevistas semi-estructuradas a actores sociales claves: - Jefes de departamentos de la Municipalidad de Recoleta - Funcionarios de la Municipalidad de Recoleta - Carabineros de las tenencias El Salto y José Santos Ossa - Instituciones que trabajan en Héroes de la Concepción, entre ellas: a. Consultorio b. Escuela c. Jardines infantiles d. ONG’s - Líderes y dirigentes sociales - Residentes y familias del sector El análisis de la información cualitativa fue efectuado mediante el método comparativo constante. Para ello se usó el software Atlas Ti en su versión 5.20., programa cuyo objetivo es facilitar el análisis cualitativo de grandes volúmenes de datos textuales. De este modo, las transcripciones de las entrevistas fueron codificadas en sucesivas etapas, lo que permitió armar categorías de análisis tanto de las condiciones 8. La ficha Cas-II es un instrumento utilizado por el Gobierno de Chile (MIDEPLAN) para determinar los grupos que se encuentran en mayor vulnerabilidad social. La aplicación de la ficha Cas-II es de responsabilidad de los municipios. Su aplicación es por demanda espontánea de los vecinos de cada comuna. El instrumento consiste en una encuesta que otorga puntaje de acuerdo a las carencias socioeconómicas que experimenta un grupo familiar. La mayoría de las veces la aplicación de la encuesta contempla una visita al domicilio –por parte de funcionarios municipales– con el fin de constatar la situación detallada en la ficha. El puntaje otorgado, permite que cada grupo familiar pueda optar a subsidios y beneficios entregados por cada municipio y el gobierno. En el caso de Recoleta, esta ficha se aplicó hasta el mes de julio de 2006. Posteriormente fue reemplazada por la ficha Familia, instrumento que mejora la focalización de los grupos en riesgo. No obstante, al momento de construir el diagnóstico de HDLC se pudo obtener gran información de la ficha Cas-II y sólo algunos aspectos de la ficha Familia. Cabe señalar, que ambos instrumentos se han aplicado al 95% de las familias que viven en HDLC, por lo que los datos obtenidos son representativos del sector. Asimismo, ambos instrumentos permiten obtener una mirada específica del barrio, ya que la encuesta CASEN (caracterización socioeconómica nacional) aplicada por el gobierno, a través de MIDEPLAN, sólo permite tener una visión nacional, regional y comunal (pero no barrial), puesto que se aplica a una muestra de población nacional. Con todo, la ficha Cas-II y la ficha Familia permiten comparar la realidad de HDLC, con la realidad de la comuna, la región y el país, de acuerdo a los datos CASEN. 9. Datos obtenidos a través del municipio correspondiente al año 2008. 11 ANA MARÍA MUNIZAGA ACUÑA de desventaja social del barrio, como de los factores de riesgo que afectan al lugar en relación con la delincuencia. Análisis cuantitativo Encuesta de autoreporte juvenil Con el fin de indagar en los factores de riesgo que afectan a menores de edad, se adaptó una encuesta que fue desarrollada en Estados Unidos mediante el programa Communities That Care. La versión adaptada está compuesta por 173 preguntas cerradas que sondean la percepción y reporte respecto de diversas situaciones en la vida personal, escolar, familiar y de barrio de los encuestados que indiquen la presencia de factores de riesgo relacionados al comportamiento delictivo. El universo de la muestra consideró a niños, niñas y adolescentes de entre 11 y 18 años que viven en Héroes de la Concepción y que asisten a establecimientos educacionales municipalizados de la comuna de Recoleta. Sobre la base de 173 preguntas se construyeron los factores de riesgo en cada ámbito de acción (individuo / familia / escuela / grupo de pares / barrio). Para ello, cada factor de riesgo, se encuentra compuesto de una o más preguntas. En total se obtuvieron 28 factores de riesgo relevantes para la prevención. Cada uno de ellos se expresa en porcentajes, es decir, la proporción de la muestra que tiene presente dicho factor. El análisis de la información recolectada por la encuesta de autoreporte se realizó mediante el software SPSS en su versión 13.0., programa utilizado para el análisis estadístico de bases de datos. Encuesta de victimización La encuesta de victimización es un instrumento que permite observar la real magnitud de las diversas manifestaciones del fenómeno de la delincuencia (Mertz, 2004), ya que a partir de su aplicación se recogen las percepciones de temor que la gente siente frente a determinadas situaciones y se iden- tifica la frecuencia y tipo de delitos de los que una persona ha sido víctima. Para ello, la encuesta se aplica en dos períodos diferentes de tiempo en el barrio: octubre del año 2007 y noviembre del año 2008. El instrumento se compone de 108 preguntas que indagan el: temor / desorden social (referido a situaciones que ocurren en el barrio y que producen temor y sensación de amenaza) / delitos de los que han sido víctimas las personas del barrio. Para este caso los delitos medidos fueron: Robo al patio de la casa, robo al interior de la casa, robo a negocios, lanzazo, robo con violencia, hurto, agresión física (sin robo) y amenazas. El análisis de la información recolectada por la encuesta de victimización se realizó mediante el software SPSS en su versión 13.0., programa utilizado para el análisis estadístico de bases de datos. Análisis de la información El conjunto de información recopilada constituyó la caracterización del barrio en torno a las siguientes variables: historia de conformación territorial, condiciones socio-económicas y habitacionales, magnitud y características de población menor de 18 años que ha ingresado a una comisaría, percepción de temor y desorden social por parte de la población adulta y descripción de la victimización que ocurre en Héroes de la Concepción. En cuanto a la historia de conformación territorial, las entrevistas a fundadores del barrio dan cuenta de que la génesis del lugar se emplaza a principios de la década de los 70’s con las llamadas operaciones sitio10, iniciativas habitacionales llevadas a cabo en los gobiernos de Frei Montalva y Allende. De esta forma, el sector en aquella época era un conjunto de chacras y potreros que fue ocupado por grupos de familias –organizadas por coordinadoras políticas–. En las entrevistas realizadas a la comunidad se pudo construir un mapa que muestra los lugares en que cada coordinadora se instaló en el lugar, tal como se presenta en la figura Nº2. 10. Durante la segunda mitad de la década de los sesenta, se observó un incremento de la demanda de viviendas en las ciudades debido, por una parte, al aumento del crecimiento vegetativo de la población; y, por la otra, a la llegada de un mayor número de migrantes desde las áreas rurales. Las crecientes presiones que generaron movilizaciones sociales motivadas por el déficit habitacional. Una de las modalidades emblemáticas de soluciones habitacionales fue la denominada Operación Sitio, originalmente concebida como alternativa residencial para atender en forma urgente a los damnificados de los temporales ocurridos en el invierno de 1965 (Hidalgo, 2004). La Operación Sitio se convirtió en la principal estrategia de autoconstrucción desarrollada por el Estado chileno a lo largo del siglo veinte. En el período entre 1965 y 1970, se trataba por lo general de proyectos ubicados en lugares periféricos de la ciudad, que en el momento de ser loteados involucraban una baja inversión relativa para el Fisco, debido a que algunos de los terrenos pertenecían al patrimonio del Estado o eran adquiridos a bajo precio (Hidalgo, 1999 en Hidalgo, 2004). 12 PROGRAMA PAZ ACTIVA: APRENDIZAJES SOBRE UN MÉTODO DE INTERVENCIÓN EN PREVENCIÓN DEL DELITO FIGURA Nº2 ASENTAMIENTO TERRITORIAL DEL BARRIO Asentamiento Coordinadora Angela Davis Asentamiento Coordinadora 20 de Mayo Asentamiento Coordinadora Mireya Baltra Fuente: Diagnóstico Héroes de la Concepción, 2006. De esta forma, el inicio del barrio se encuentra marcado por condiciones de extrema pobreza y aislamiento debido a que las familias no contaban con los servicios básicos (agua, luz y gas), ni tampoco con equipamiento público (luminarias, calles pavimentadas, servicios públicos cercanos). Las viviendas fueron auto construidas por los propios pobladores. No obstante, estas situaciones contribuyeron a la organización de las familias que pronto construyeron una escuela y jardín infantil con apoyo de la iglesia católica. Para la década de los 80’s se regulariza la tenencia legal de los sitios y mediante programas de gobierno se apoya la pavimentación de calles e iluminación pública, junto con aporte en equipamiento otorgado por la entonces municipalidad de Conchalí (Munizaga, 2006). Por su parte, la década de los 90’s se encuentra marcada por tres hechos significativos, en opinión de los vecinos del barrio. El primero, fue el nacimiento de la comuna de Recoleta que tiene como frontera comunal norte al barrio Héroes de la Concepción, lo que implicó una mayor concentración de intervenciones en el lugar. El segundo es la llegada de traficantes de drogas que se instalan a vivir en el barrio. Esta situación, en opinión de la comunidad, influye en el desarrollo de carreras delictuales en jóvenes de esa época. Un tercer hecho fue el debilitamiento de las organizaciones sociales, según los vecinos, debido a un creciente individualismo donde cada familia se concentra en su propio desarrollo. A partir del año 2000 y en adelante, en gran medida gracias a los fondos concursables para organizaciones sociales, en Héroes de la Concepción resurge la vida comunitaria centrada en la generación de proyectos destinados a prevenir el consumo de drogas e intervenciones que generen mayor protección para la infancia (Munizaga, 2006). El inicio y posterior desarrollo del barrio indican 13 ANA MARÍA MUNIZAGA ACUÑA que las condiciones de pobreza se han sostenido a lo largo de los 35 años de vida del lugar. Actualmente, se tiene que 66,8% de los hogares viven en condiciones de pobreza, mientras que 34,2% de ellos se encuentran en situación de indigencia. La mayoría de los jefes de hogar no han completado sus estudios, lo que probablemente explica que cerca del 38% de ellos trabaje en forma independiente, sin seguro de salud, ni previsión social. Asimismo, los problemas de ingreso al mercado laboral se ven refrendados en que un cuarto de la población adulta se encuentra cesante, siendo la cesantía tres veces mayor para el caso de las mujeres. Esto impacta en una mayor vulneración, ya que la mitad de las familias cuentan con jefatura de hogar femenina (Munizaga, 2006). A lo anterior, se suma que 25% de las viviendas registra una mala calidad de su infraestructura, lo que se ve afectado por la condición de hacinamiento, 3 o más personas por habitación (Munizaga, 2006). En la percepción de vecinos e instituciones, esto incide en que niños, niñas y jóvenes pasen mayor tiempo en la calle, debido a que en el hogar no encuentran espacio para sus actividades. Esto implica mayor exposición a situaciones de riesgo presentes en el barrio, tales como acceso a drogas, alcohol y armas e involucramiento en actividades delictuales desarrolladas por grupos de jóvenes y adultos del sector. En el contexto descrito, el ambiente familiar se encuentra sometido a presiones y estrés. En relación a la percepción de la población infanto juvenil, 50% declara que en sus hogares hay un alto nivel de conflicto, mientras que 61% indica que el monitoreo de reglas y normas que hacen sus padres es deficiente, en tanto 60,5% declara que en sus familias existen problemas de comunicación (Munizaga, 2009). Según los vecinos, las condiciones de pobreza incidirían en que una porción de la población adulta busque alternativas de subsistencia, a través de la comisión de delitos al interior del barrio. En este sentido, se tiene que 47,2% de los hogares declara que hay algún miembro de la familia con antecedentes delictivos (Munizaga, 2006). Este hecho se ve refrendado en que la mitad de la población siente temor por considerar su barrio como un lugar inseguro, lo que se confirma con que 63,4% de los hogares declara haber sido víctima de algún tipo de delito en el último año, cifra que alcanza casi el doble en comparación con la victimización a nivel nacional según la última encuesta nacional urbana de seguridad ciudadana (ENUSC) que afecta a 35,3% de los hogares. En tanto 41,8% de los 14 hogares del barrio ha sido revictimizado, es decir, ha sufrido más de un delito dentro del mismo año (Sepúlveda, 2009). Los delitos más temidos son el asalto y el consumo de drogas, éste último, debido a la probabilidad de que el ilícito (como robos o asaltos) sea más violento. Asimismo, se tiene que 37,6% de la población menor de 18 años declara actitudes favorables a las conductas delictuales, mientras que 32,8% declara que sus amigos ejercen la delincuencia y 36% señala que sus amigos consumen drogas, lo que es consonante con que más del 60% de la población infanto juvenil percibe que en el sector es fácil acceder a drogas y armas (Munizaga, 2006). Este contexto explicaría la concentración de domicilios de menores de 18 años en Héroes de la Concepción que han sido ingresados a comisarías policiales, en su mayoría debido a delitos contra la propiedad (Fundación Paz Ciudadana, 2007). Los contactos que menores de edad del barrio tienen con la policía se deben, principalmente, a la participación en robos, asaltos y/o hurtos, siendo en su mayoría hombres con una edad promedio de 14 años. Por otra parte, y tal como lo muestra el cuadro Nº1 los menores de edad que ingresan más de una vez a las comisarías, lo hacen nuevamente por infracción a la ley, siendo el porcentaje del grupo con reingresos (33%) el que explica 67% del trabajo policial, referido a la persecución por delitos flagrantes (Fundación Paz Ciudadana, 2007). Los registros señalan que a mayor cantidad de reingresos, la edad del primer contacto con Carabineros es mucho más precoz (12 o 13 años), sustentando con ello la premisa de que la posibilidad de desarrollar una carrera delictual es mayor, cuando el inicio es a temprana edad (Fundación Paz Ciudadana, 2007). Sin embargo, la mayoría de los delitos cometidos en el sector no son denunciados. Según la encuesta de victimización, 76% de los hogares que han sido víctimas de algún delito en el sector no lo denuncian, y esta cifra tiende a aumentar con la revictimización, dado que 83% de las familias que han sido víctimas de más de tres hechos en el año, no los han denunciado (Sepúlveda, 2009). Esta situación se relaciona con el debilitamiento de los lazos sociales al interior del barrio (menos del 30% de la población declara tenerlos), puesto que facilita la manifestación de situaciones que provocan mayor amenaza y sensación de vulnerabilidad entre las personas que han sido víctimas o testigos de algún delito. PROGRAMA PAZ ACTIVA: APRENDIZAJES SOBRE UN MÉTODO DE INTERVENCIÓN EN PREVENCIÓN DEL DELITO CUADRO Nº 1 PRIMER INGRESO Y REINGRESOS, SEGÚN CAUSAL Descripción Ingreso único Reingresados Personas Ingresos Infractores y vulnerados 208 60,8% 208 22,6% Sólo infracción 114 33,3% 612 66,6% Sólo vulneración 2 0,6% 4 0,4% Alternantes 18 5,3% 95 10,3% 342 100% 919 100% Total Fuente: Fundación Paz Ciudadana, 2007. Esta caracterización del barrio aunque centrada en los aspectos negativos del territorio, no tiene por objeto discriminar o profundizar la exclusión que el lugar experimenta. Por el contrario, desde una mirada territorial indaga las razones que explicarían la concentración de determinadas condiciones que parecen facilitar el desarrollo de la delincuencia en Héroes de la Concepción, de manera de aplicar medidas que sean necesarias –en conjunto con la comunidad– para mejorar la calidad de vida de quienes viven allí. Etapas del programa Paz Activa Etapa I: creación de confianzas Esta etapa buscó sumar a la comunidad como un actor social relevante en la aplicación del programa Paz Activa. Para ello, se realizaron tres tareas consideradas fundamentales en la instalación del modelo. La primera fue presentar las etapas de trabajo y metodología a los dirigentes sociales, vecinos e instituciones del sector. La segunda tarea fue recibir los insumos y observaciones de parte de la comunidad, los que permitieron hacer modificaciones al modelo de prevención original. Y la tercera fue hacer adaptaciones al modelo de trabajo, en torno a la realidad del barrio y a las necesidades de seguridad priorizadas por la gente. Para ello, se realizó un trabajo en terreno que permitió conocer a las organizaciones sociales e instituciones que trabajaban en el lugar, interiorizarse de su funcionamiento, fortalezas y debilidades. A su vez, esto facilitó la difusión del modelo de prevención y presentación del equipo de trabajo, con el fin de fomentar la participación de los agentes claves e identificar a quienes se encontraban motivados con el sistema de trabajo. Aún cuando se lograron las confianzas necesarias para comenzar a implementar el programa, esta etapa fue un proceso transversal a todo el tiempo de aplicación del programa Paz Activa. Etapa II: conformación del directorio comunitario Con la finalidad de trabajar mancomunadamente con toda la comunidad –en un concepto ampliado que no sólo considera como integrantes de la comunidad a los dirigentes sociales y vecinos que viven allí, sino también a las instituciones que trabajan en el sector– se instauró un directorio comunitario. Éste alude a un grupo de trabajo en torno a la prevención del delito. Esto implica ciertas condiciones que el mismo directorio propone, en cuanto a la membrecía de los participantes, cargos rotativos de liderazgo, definición de responsabilidades y periodicidad de las reuniones. En esta instancia participaron policías, fiscales, dirigentes vecinales, dirigentes deportivos, empresas del sector, ONG’s, escuelas, jardines infantiles, entre otros. La finalidad del directorio fue reunirse periódicamente para discutir abiertamente cada una de las etapas desarrolladas por el modelo de prevención, por lo cual se consideró que esta instancia tuvo un componente inclusivo (integró a todos los actores sociales); resolutivo (tomó decisiones en cada una de las etapas) y consultivo (fue un referente para proyectos y acciones barriales en prevención del delito) (Munizaga, 2009). Cabe señalar, que el directorio comunitario potenció el despliegue de iniciativas en seguridad propias de los habitantes del barrio, por ejemplo: turnos de mamás para cuidar a los niños que juegan en la calle (especialmente los fines de semana), vigilancia vecinal en los pasajes para evitar venta 15 ANA MARÍA MUNIZAGA ACUÑA de drogas, organización entre familias para el desarrollo de actividades recreativas como forma de provocar desplazamiento de situaciones que producen temor, cuidado de espacios públicos del barrio (plazas, parques), entre otros. En este sentido, el directorio comunitario fue una instancia que reconoció y fortaleció los recursos sociales positivos del barrio, los cuales permitieron reducir los factores asociados con la delincuencia y, por tanto, mejorar las condiciones de vida del sector. Debido a esto, el directorio comunitario también se implementó de manera transversal a todas las etapas del programa. La experiencia permitió comprobar que la instauración de un directorio comunitario resulta efectiva en materia de prevención, puesto que facilita la implementación de medidas y acciones, fortalece el trabajo coordinado entre las instituciones, despierta nuevos liderazgos en la comunidad –lo que a su vez implica una renovación de las dirigencias sociales– y motiva a los vecinos a convertirse en agentes informales de seguridad, entre otras consecuencias asociadas (Munizaga, 2009). Etapa III: caracterización del barrio Una tercera etapa fue realizar una caracterización del barrio basada en el enfoque factores de riesgo, la que fue presentada brevemente, en páginas anteriores. Dicha caracterización fue una herramienta de gestión, en tanto permitió instalar en el sector una oferta de programas destinada a intervenir todos aquellos factores críticos en delincuencia con el fin de reducir victimización de personas y lugares, evitar que personas con mayor riesgo se vinculen a hechos delictivos e interrumpir carreras delictuales (Munizaga, 2009). Un aspecto importante de esta etapa fue la participación integral de profesionales del municipio, instituciones de la sociedad civil y de dirigentes sociales. Cada uno de ellos hizo aportes en la gestión de información cualitativa y cuantitativa lo que, a su vez, permitió fortalecer las confianzas con la comunidad y potenciar el directorio comunitario. Etapa IV: instalar oferta social en el barrio En base a la caracterización del barrio, se establece una oferta de programas y estrategias a corto, mediano y largo plazo, dirigida a los factores de riesgo asociados con delincuencia. De ello derivó el banco de proyectos que consideró tres fases de acción: (1) búsqueda de la oferta programática; (2) implementación de los programas; (3) y evaluación de resultados. En cuanto a la oferta programática, Paz Activa se 16 inspiró en una guía de programas efectivos y probados en la reducción de factores de riesgo asociados con delincuencia llamada Communities That Care Prevention Strategies Guide, perteneciente al programa Communities That Care. En dicha guía participan instituciones privadas y públicas con las que se fijan los plazos, los responsables y los resultados esperados para la implementación de las distintas intervenciones. Considerando lo anterior, la fase de búsqueda e implementación de oferta programática para Héroes de la Concepción, implicó: • Identificar programas y estrategias destinados a intervenir factores de riesgo, para traerlos y aplicarlos en el barrio. Esta oferta provino tanto del sector público, como del sector privado. • Para el caso de factores de riesgo detectados en el barrio, pero que no contaban con oferta, se diseñaron e implementaron proyectos creados por el propio modelo de prevención e inspirado en intervenciones que fueron exitosas en otros lugares. • Respecto de la oferta social existente en el barrio, se trabajó en red con algunos programas del municipio e instituciones locales, a fin de re-direccionar sus intervenciones en cuanto al perfil de beneficiarios, sectores a focalizar, factores de riesgo a intervenir e instrumentos de medición de resultados. El directorio comunitario tuvo un rol clave, pues entre sus funciones se encontraba monitorear la implementación y resultados de los proyectos, además de asegurar la participación integral de los agentes locales y residentes del sector. Respecto a la evaluación de resultados, las encuestas de victimización y factores de riesgo –antes descritas– proporcionaron una visión general del territorio en cuanto a avances y mejorías logrados. No obstante, fue necesario contar con una evaluación específica de cada programa, estrategia y acción, las que permitieron revisar los avances particulares de cada una de las intervenciones efectuadas y, a su vez, otorgó una mirada integral de lo logrado (Munizaga, 2009). Paz Activa realizó una clasificación propia de la oferta aplicada en el barrio en cuatro tipos de prevención, de acuerdo a la diversidad de factores de riesgo y los diferentes niveles de dificultad para su reducción que ellos presentaban: 1. Prevención universal. Conjunto de proyectos sociales y urbanos destinados a intervenir factores de riesgo de carácter social y de baja dificultad. PROGRAMA PAZ ACTIVA: APRENDIZAJES SOBRE UN MÉTODO DE INTERVENCIÓN EN PREVENCIÓN DEL DELITO Refiere a todos aquellos programas o intervenciones que convocan a toda la población para reforzar en ella los factores protectores y realizar acciones que generen una mayor protección social y recuperación de los espacios públicos. Por ejemplo, proyectos que fomenten liderazgos positivos, promoción del deporte o instalación de luminarias en las calles del barrio (mayor luz por las noches). 2. Prevención selectiva. Intervenciones sociales específicas destinadas a la reducción de factores de riesgo de carácter social y que tienen una dificultad media, es decir, de no haber intervención la situación del sujeto se agravará, con mayores incidencias en la delincuencia. Se dirige a grupos específicos, donde su misión es reducir la expresión de dichos factores. La experiencia indica que este tipo de prevención requiere de programas o intervenciones instalados en el sector a mediano plazo (1 o 2 años), con equipos profesionales especializados en la temática a abordar y con una aproximación integral, considerando que un mismo sujeto o familia se ve afectado por múltiples factores de riesgo o problemas sociales. Ejemplos de éstos son los programas de tutorías para padres, o bien, proyectos de tutorías para niños/as que refuerzan en ellos y sus familias un proyecto de estudios y proyecciones a futuro. 3. Prevención focalizada. También trabaja con grupos específicos en los que se ha identificado la presencia de factores de riesgo de carácter social, pero éstos tienen un grado de dificultad mayor, ya que inciden directamente en la expresión de conductas delictivas. Por lo tanto, la misión de los programas es de reparación y rehabilitación, en tanto logran que el comportamiento sea modificado. Ejemplos de éstos son los programas de convivencia familiar en que especialistas trabajan con las víctimas de violencia en reparación y en rehabilitación con los familiares que ejercen dicha violencia. Este tipo de prevención requiere de intervenciones estables y a largo plazo (más de 2 años) y con equipos profesionales altamente especializados. 4. Prevención estratégica. Tiene como finalidad intervenir directamente aquellos factores de riesgo que tienen carácter delictual. Aquí se privilegia el desarrollo de estrategias combinadas entre policías y fiscalías en conjunto con la comunidad, debido a que tienen como misión impedir que el delito ocurra, como una forma de reducir la victi- mización que sucede en lugares (esquinas, calles, negocios) y a personas (perfiles de víctimas). De este modo, para cada tipo de prevención hubo una oferta específica de intervenciones, atingentes al tipo de factores de riesgo que abordaron y a los objetivos (en seguridad) planteados. Resultados de la experiencia Del total de la inversión realizada, en un período de dos años de trabajo (2006 - 2008), 39% de los recursos fueron aportados por el Municipio, en tanto que 61% de la inversión fueron recursos traídos hacia el barrio desde organizaciones de la sociedad civil y del gobierno. En lo concreto, la inversión se tradujo en los siguientes resultados para el barrio: Prevención universal: • Dos equipos profesionales de jardines infantiles capacitados en detección temprana de violencia intrafamiliar. • Implementación de una oficina de proyectos en la escuela de enseñanza básica ubicada al interior del barrio. • 15 mts2 de recuperación de espacio público, transformado en plaza para uso de los vecinos. • 85 niños/as y jóvenes aproximadamente participaron de actividades recreativas y de protección. Prevención selectiva: • Para 200 alumnos/as aproximadamente – población estudiantil de la escuela de enseñanza básica – se mejoró las condiciones del recreo, esto es disminución de episodios de violencia y de robos y asaltos. • 70 familias del barrio aumentaron la percepción de seguridad y confianza respecto del sector donde viven. • 35 niños/as y jóvenes manifestaron un mayor apego a los estudios y proyecciones de futuro. Prevención focalizada: • 12 niños/as de Héroes de la Concepción modificaron 25% de las conductas desadaptativas que manifestaban. • 35 familias del barrio mejoraron la capacidad de monitoreo de normas, dieron mayor apoyo en los estudios de sus hijos y aumentaron las relaciones positivas al interior de los hogares. Prevención estratégica: • Asignación de un fiscal preferente a Héroes de la Concepción para trabajar en conjunto con Carabineros del sector en la persecución penal de los delitos ocurridos en el barrio. 17 ANA MARÍA MUNIZAGA ACUÑA • Presentación del fiscal a Directorio Comunitario. Exposición de métodos de trabajo de Fiscalía Centro Norte a la comunidad y presentación de plan de trabajo con policías. • Reunión del fiscal con dirigentes de la comunidad para obtención de información clave sobre problemas delictuales en diferentes sectores del barrio. • Capacitación a Carabineros en la tramitación de casos e información contenida en partes policiales. • Aplicación de intervenciones policiales en Héroes de la Concepción, realizadas por Carabineros en conjunto con el fiscal. En cuanto a los resultados obtenidos de la comparación de ambas encuestas de victimización aplicadas en los períodos 2007 - 2008, es posible apreciar que las situaciones que generan mayor percepción de temor en las personas son: “cuando vuelve al anochecer a su casa”, “caminar solo por su barrio” y “cuando está en el paradero de micros”. La mayoría de estas situaciones refieren a actividades cotidianas de las personas que viven en el sector y que por tanto, el tránsito al interior del barrio representa para ellas un potencial riesgo de ser víctima de algún delito. En general, hay un aumento en la percepción de temor, destacándose las variables “cuando sale de su casa de día”, “dentro de su casa por las noches” y “al asistir a eventos comunitarios” (Sepúlveda, 2009). En lo que refiere a la percepción de desorden social, en cuanto a ser testigo de situaciones que ocurren, generalmente en los espacios públicos del barrio, la comparación 2007-2008 no registra cambios, a excepción de un aumento frente a la variable “escuchar o ver balaceras” y una disminución significativa de la percepción de desorden social en las variables “venta de alcohol a niños/as y jóvenes”, “venta de armas” y “asesinatos”, estas últimas dos presumiblemente relacionadas entre sí (Sepúlveda, 2009). En cuanto a la victimización, en la figura Nº3 se observa una disminución de 14 puntos porcentuales entre un año (2007) y otro (2008). En cambio la revictimización se mantiene estable, considerando que la variación es de 3 puntos porcentuales (Sepúlveda, 2009). De acuerdo a lo que presenta el cuadro Nº2, los delitos que tienen mayor frecuencia en este sector son aquellos contra la propiedad, tales como robo desde negocios, robo por sorpresa o lanzazo, robo desde el patio del hogar y robo con violencia. En cuanto a la evolución de la prevalencia según tipo de delito, indica una disminución en ilícitos como robo desde el patio del hogar, robo con violencia, hurto y robo al interior de la casa (Sepúlveda, 2009). En cuanto a la evolución de la cifra negra, es decir, delitos reportados en la encuesta de victimización pero no denunciados a la policía, el cuadro Nº3 muestra una disminución en delitos como amenazas, hurto y robo al interior del hogar. El aumento FIGURA Nº 3 EVOLUCIÓN DE LA VICTIMIZACIÓN EN EL BARRIO. COMPARACIÓN 2007-2008 70 62,9 60 50 48,0 41,7 40 44,9 2007 2008 30 20 10 0 Sepúlveda, 2009. 18 Hogares victimizados Hogares revictimizados PROGRAMA PAZ ACTIVA: APRENDIZAJES SOBRE UN MÉTODO DE INTERVENCIÓN EN PREVENCIÓN DEL DELITO de denuncias de éstos dos últimos delitos (hurto y robo hogar) coinciden con la disminución de victimización del cuadro anterior, lo que hace inferir que la denuncia es un mecanismo que permitiría el desarrollo de estrategias policiales efectivas al interior del barrio. No obstante, en conjunto ambos cuadros dan cuenta que el delito que mayor prevalencia tiene, a su vez, es el menos denunciado (robo desde negocio) lo que implica que la autoridad desconoce la magnitud y características del hecho, lo que dificulta el diseño de una estrategia de intervención focalizada en este grupo específico. Si bien estos resultados aportan una mejoría a las condiciones de vida de las personas que viven en Héroes de la Concepción, cabe preguntarse ¿cómo impactan en reducción de la delincuencia? En este sentido, se destacan elementos positivos que brindó la experiencia de Paz Activa en Héroes de la Concepción: 1. De acuerdo a la percepción de la comunidad, la oferta de programas y estrategias trajo al barrio proyectos novedosos, debido a que la lógica de trabajo y abordaje de la intervención fue dinámica e innovadora en cuanto al tipo de metodología utilizada. 2. El programa aportó un enfoque territorial respecto de la distribución de la oferta al interior del barrio, en razón de que los problemas delictuales y los factores de riesgo tenían diferentes manifestaciones dependiendo de cada sector en Héroes de la Concepción. CUADRO Nº 2 EVOLUCIÓN PREVALENCIA, SEGÚN TIPO DE DELITO OCURRIDO EN EL BARRIO. COMPARACIÓN 2007-2008 2007 2008 Robo al interior de la casa 9,6 2,1 Agresión física (sin robo) 3,7 3.5 Hurto 16 6,2 Amenazas 9,3 8,3 Robo con violencia 18,6 10,7 Robo desde el patio del hogar 20,9 12,2 Lanzazo 21,9 18,8 Robo desde un negocio (% de los que tienen negocio) 20,9 21,4 Sepúlveda, 2009. CUADRO Nº 3 EVOLUCIÓN CIFRA NEGRA, SEGÚN TIPO DE DELITO OCURRIDO EN EL BARRIO. COMPARACIÓN 2007-2008 2007 2008 Robo desde un negocio (% de los que tienen negocio) 66,7 83,3 Hurto 93,8 72,2 Rodo desde el patio del hogar 76,2 71,4 Lanzazo 77,3 66,7 Agresión física (sin robo) 81,8 60,0 Amenazas 75,0 54,2 Robo con violencia 62,5 48,4 Robo al interior de la casa 69,0 16,7 Sepúlveda, 2009. 19 ANA MARÍA MUNIZAGA ACUÑA 3. El aprendizaje de la experiencia reforzó la importancia de contar con diferentes niveles de prevención (universal, selectiva, focalizada y estratégica) permitiendo abordar los factores sociales, urbanos y policiales que inciden en delincuencia. 4. En opinión del directorio comunitario, la oferta implementada por Paz Activa se diferencia de la que tradicionalmente llega a Héroes de la Concepción, porque la mayoría de los proyectos aplicaron instrumentos de medición, con el fin de evaluar resultados. Además, todos los proyectos se basaron en un enfoque participativo, en el sentido de que las responsabilidades de las tareas a desarrollar fueron compartidas entre la comunidad y los equipos profesionales, como una forma de instalar capacidades en las personas. Otro componente diferenciador de la oferta tradicional es que la convocatoria se hizo en forma directa a la población objetivo, asegurando que la oferta se dirigía a una demanda correcta, es decir, que llegaba a quienes lo necesitaban (en la lógica de factores de riesgo). 5. Asimismo, el trabajo en terreno permitió identificar a aquellas personas motivadas por participar de los proyectos y que, a su vez, tenían poder de convocatoria entre los vecinos del sector. Esto despertó nuevos liderazgos, ya que, estas personas organizaron a sus vecinos, no sólo en la participación de los proyectos, sino que también en iniciativas propias destinadas a mejorar las condiciones del sector donde viven. Esto sumado a la historia organizacional que se ha gestado en el territorio y a líderes que en su mayoría trabajan para que el sector mejore su calidad de vida, permitió que proyectos como el Directorio Comunitario continuaran funcionando (más allá del período en que se implementó el programa). Hoy en día el directorio se encuentra a cargo de la propia comunidad, con apoyo de las instituciones que trabajan en el sector. Reflexiones finales La naturaleza multicausal del fenómeno de la delincuencia y la complejidad en su abordaje obliga a ampliar la mirada considerando al barrio, especialmente los que acumulan desventajas sociales, como una dimensión fundamental en prevención local del delito. Esta mirada no busca profundizar el estigma del pobre como delincuente, muy por el contrario, tiene como fin focalizar acciones preventivas en sectores excluidos, porque la delincuencia en dichos 20 lugares profundiza las condiciones de desigualdad y pobreza. De este modo, Héroes de la Concepción muestra cómo la acumulación de factores de riesgo se expresa, por un lado en que es uno de los sectores, al interior de la comuna de Recoleta, que concentra una importante cantidad de domicilios de personas menores de 18 años que han ingresado a una comisaría de Carabineros por infracción a la ley. Por otro lado, es un sector que tiene una realidad delictual instalada, en la percepción de sus propios residentes. En este marco, la prevención local del delito tiene como función la identificación y reducción de factores de riesgo, con el fin de lograr en estos lugares entornos más seguros y amables para sus vecinos, prevenir que personas con mayor vulnerabilidad se vinculen con la delincuencia, rescatar a delincuentes primerizos, interrumpir carreras delictuales (sobre todo las que comienzan a temprana edad), reducir las oportunidades para delinquir y disminuir la ocurrencia de hechos delictuales dentro del barrio. En base a la experiencia desarrollada en el barrio Héroes de la Concepción, este artículo propone algunas consideraciones relevantes que se deben tener en cuenta para modelos de prevención del delito a nivel local. Entre ellas: Distinción entre factores de riesgo: oferta especializada, diferenciada e integral La identificación de factores de riesgo que afectan al barrio permite dirigir intervenciones específicas hacia ellos, como una forma efectiva de reducir la delincuencia. Sin embargo, es necesario hacer una distinción entre factores de riesgo en cuanto a los niveles de dificultad de intervención y reducción que cada uno de ellos presenta. Esta distinción permite aplicar una oferta con diferentes niveles de especialización de programas en relación a los grados de dificultad que pretende abordar. Esto implica requerimientos asociados tales como experticia de equipos profesionales, tiempos de intervención (corto, mediano o largo plazo) y recursos disponibles. Por lo tanto, a mayor complejidad de los factores, los costos serán más altos, ya que, se necesita de una metodología más específica, mayor preparación de los equipos y plazos más largos de intervención. Por otra parte, a través de la caracterización de Héroes de la Concepción se pudo constatar una relación inversamente proporcional entre la complejidad de factores de riesgo y la magnitud de la población afectada. De esta forma, problemas que representaban una menor dificultad en su abordaje PROGRAMA PAZ ACTIVA: APRENDIZAJES SOBRE UN MÉTODO DE INTERVENCIÓN EN PREVENCIÓN DEL DELITO afectaban a una gran parte de la población, en tanto, factores de riesgo de alta dificultad estaban presentes en grupos muy específicos del barrio. Esto último otorga la ventaja de poder focalizar la oferta especializada en la población más vulnerable. La relevancia de distinguir los tipos de intervención que requieren los factores de riesgo, yace en estudios longitudinales realizados en Estados Unidos y Reino Unido (Loeber, Farrington, Hawkins y Catalano) que demuestran que los factores de riesgo de no ser intervenidos, tienden a ser progresivamente más graves (o complejos). Oferta basada en evidencia: importancia de la evaluación, resultados y transparencia Otro aprendizaje refiere a la importancia de que la oferta de programas sea capaz de generar evidencia, es decir, produzca información acerca de los resultados obtenidos en cuanto a la efectividad e impacto logrado, para identificar aquellas intervenciones que funcionan, las que no funcionan y las que resultan prometedoras en reducción de la delincuencia. En la experiencia comparada la generación de evidencia se hace por medio de la aplicación de rigurosos métodos de evaluación científica. Ello permite que quienes hacen la política social tomen las mejores decisiones, para identificar y elegir el enfoque que resulte ser más óptimo en la política social, en la gestión y en otras áreas de aplicación (Przybylski, 2008: 11). En este sentido, la oferta nacional –en materia de prevención del delito– no sólo debe considerar como indicador de impacto la cobertura de un programa (número de beneficiarios), o la cantidad de actividades que éste realiza, sino que resulta fundamental evaluar el proceso de intervención realizado y los resultados logrados, en cuanto a la reducción de factores de riesgo asociados con la delincuencia. Esto permite focalizar los recursos de manera estratégica en aquellos programas que demuestren que el costo efectuado tiene retorno en inversión social en cuanto a: prevención del delito, reducción de factores de riesgo y barrios con menor vulnerabilidad delictual y social. Por otra parte, la generación de evidencia se asocia a otros procesos claves de la oferta social en barrios vulnerables, tales como la transparencia de la información. Esto implica: • Entrega constante de información clara y entendible a la comunidad, respecto de los procesos y resultados del modelo de prevención. El directorio comunitario es una instancia que facilita esta tarea. • Rendición de cuentas acerca de los recursos utilizados (monetarios y materiales) en cuanto a los resultados que dicha inversión produjo en reducción efectiva de los factores de riesgo asociados con la delincuencia. También es importante comunicar lo que no resultó, de manera de no repetir experiencias que no son efectivas. • Obtención de insumos de parte de agentes locales y sociales que permiten introducir mejorías a las acciones y proyectos en curso y en el caso de programas exitosos, permite su replicabilidad en otros lugares del mismo sector o en otros barrios de la comuna. Oferta focalizada en la demanda correcta La complejidad del fenómeno de la delincuencia exige a la oferta que se focalice en la demanda correcta, esto es: • Cuando se piensa en oferta programática en prevención del delito, no sólo se consideran aquellas intervenciones que apuntan a la disminución de factores de riesgo de carácter social. Pues debido a la naturaleza multicausal del fenómeno, es necesario que la oferta contenga una diversidad de programas, acciones y estrategias que sea capaz de abordar los factores críticos en todos los frentes, esto es víctimas, victimarios y lugares. • Por lo tanto, una oferta integral debe considerar distintos niveles de prevención (universal, selectiva, focalizada y estratégica) que intervengan las condiciones sociales (evitar que personas en riesgo se vinculen con la delincuencia), las condiciones urbanas en relación a la recuperación de espacios públicos (reducción de la victimización a lugares) en sinergia y coordinación con estrategias jurídico-policiales (reducción de la victimización a personas). • En este sentido, un buen perfil del barrio permite identificar los lugares y grupos a quienes hay que hacer parte de una oferta de programas diferenciados. Asimismo, es importante considerar un enfoque territorial de la oferta, puesto que los problemas delictuales y los factores de riesgo tienen diferentes manifestaciones al interior del barrio. • La experiencia indica que, en materia de prevención del delito, no se puede descansar en otras intervenciones sociales que se realizan en el barrio –no relacionadas a la prevención de la delincuencia–, puesto que ellas permiten mejorar las condiciones del lugar, pero no necesariamente apuntan a la solución directa de este problema. 21 ANA MARÍA MUNIZAGA ACUÑA En consecuencia, focalizar la oferta en la demanda correcta permite centrarse en la reducción de los factores que facilitan la delincuencia y en los grupos que se encuentran en mayor riesgo, asegurando con ello mejores niveles de efectividad en los resultados. En síntesis, la suma de los tipos de prevención aplicados en barrios debiera reducir temor, victimización y potenciales vinculaciones con la delincuencia para las personas que exhiben un mayor riesgo de hacerlo. A modo de reflexión final, es pertinente plantear que la capacidad de tener una oferta diferenciada e integral, con los recursos necesarios que aseguren eficiencia en los resultados, apunta a una oferta de programas que se encuentre al nivel de expectativas que las familias de barrios vulnerables tienen en materia de seguridad y prevención. En este sentido, la oferta no debe llegar a los barrios como un acto de generosidad, sino como un deber social y ciudadano que asegure calidad en sus intervenciones y efectividad en sus resultados. Por otra parte, todas las experiencias de prevención, también la descrita, contemplan a la comunidad como un actor relevante, no sólo en el aporte de información correspondiente a la etapa diagnóstica, sino también como parte elemental en el desarrollo de los proyectos desde la perspectiva de responsabilidades compartidas, lo que posibilita al conjunto de actores sociales del barrio participar en la producción conjunta de seguridad a nivel local. En este sentido, crear confianzas e instalar un directorio comunitario, no sólo permitió encauzar la participación de la comunidad, sino también fortaleció el capital social del barrio en cuanto a una producción de seguridad. La experiencia de desarrollar un directorio comunitario, permitió a los habitantes del barrio sostener una relación más horizontal y abierta con instituciones del sector privado, de la sociedad civil y del gobierno, considerando que hoy existe en estos sectores una mayor conciencia acerca de los derechos y deberes ciudadanos. De esta forma, el directorio comunitario fue un espacio que capitalizó las oportunidades del entorno (factores protectores del barrio) y pudo atraer programas al nivel local. Todo lo anterior, redundó en capacidades que quedaron instaladas en el barrio, logrando la continuidad del directorio en forma autónoma, más allá del período en que se aplicó el modelo de prevención descrito. La experiencia desarrollada en Héroes de la Concepción permitió obtener un cúmulo de aprendizajes, entre ellos, comprobar lo que las experiencias nacionales e internacionales indican, en términos 22 de que los mejores resultados en prevención se obtienen de trabajos mancomunados entre equipos profesionales provenientes de instituciones de gobierno, sociedad civil y gobiernos locales, en conjunto con dirigentes sociales y organizaciones barriales. No obstante, surgen algunas preguntas en el escenario nacional ¿Existe una oferta especializada para aquellos factores de riesgo de mayor complejidad?, ¿Hay financiamiento disponible para la aplicación de programas de largo plazo y de alta especificidad?, ¿Existen incentivos para atraer oferta especializada hacia barrios vulnerables?, ¿Existe conocimiento acerca de los programas (en prevención del delito) que funcionan y los que no? Estas interrogantes invitan a explorar la prevención del delito a nivel local, no sólo como una dimensión esencial en la reducción de la delincuencia, sino también como una responsabilidad social que implica trabajar en zonas de la ciudad que tienen mayor desigualdad. Referencias AKERS, R.L. Y SELLERS, C.S. (2004). Criminological theories. (4ª ed.). California: Roxbury Publishing Company. ARAYA, J. Y SIERRA, D. (2002). Influencia de factores de riesgo social en el origen de conductas delictuales. Santiago: Serie de Estudios de División de Seguridad Ciudadana. Ministerio del Interior. DAMMERT, L. Y LUNECKE, A. (2004). La prevención del delito en Chile: Una visión desde la comunidad. Santiago: Centro de Estudios en Seguridad Ciudadana. FUNDACIÓN PAZ CIUDADANA (2007). Caracterización de menores de edad ingresados por Carabineros de Chile, domiciliados en la comuna de Recoleta, barrio Héroes de la Concepción. Período 2001 - 2007. Documento interno. FUNDACIÓN PAZ CIUDADANA (2006). 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Princeton University and The Brookings Institution. 23 ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 77 / Diciembre / 2009 / P. 25-37 Análisis del programa Chile Crece Contigo desde los ideales normativos y la noción de prueba Chile Crece Contigo program analysis, from the normative ideals and the proof notion PAMELA CARO Trabajadora Social, Doctoranda en Estudios Americanos. Actualmente es docente de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Santo Tomás. Su dirección postal es Purísima 305, Santiago, Chile. E-mail: [email protected] Resumen El trabajo analiza el programa público “Chile Crece Contigo” desde la perspectiva de género y el derecho al cuidado. Metodológicamente indaga en torno a los ideales normativos transmitidos por la institucionalidad a través de los discursos oficiales, utilizando la categoría de pruebas societales. El trabajo se divide en tres partes. La primera identifica cómo operan los ideales normativos del programa en los sujetos. En la segunda, se reconstruyen inductivamente los desafíos societales que este programa supone para los individuos, y cómo se declina a través de las pruebas de la familia, el trabajo y la educación. En la tercera, se concluye en torno a la orientación familiarista de la política, la falta de cuestionamiento de la repartición del cuidado en el campo privado, y al desafío de implementar políticas de inserción y protección laboral para las mujeres, en la perspectiva de la superación de las brechas sociales y de género. Palabras claves. Política pública – ideal normativo – prueba societal – género. Abstracts The paper analyzes the public program “Chile Crece Contigo” from the gender perspective and the right to care. Methodologically inquires about the normative ideals transmitted by the institutions through official speeches, using the category of societales proofs. The paper is divided in three parts. The first one identifies how the normative ideals operate the program in the subjects. Second part, inductively reconstructs the societales proofs t this program supposes for the individuals, and how it is declined through family, work and education proofs. Third part concludes about the familiarist orientation of the public policy, the lack of critical perspective regarding division of care in private life, and regarding the challenge of implementing inclusive policies and labor protection for women, with a view that overcome social and gender gaps. Key words. Public policy - normative ideal - societal proofs - gender. Introducción La sociedad chilena enfrenta en la actualidad un “nudo” analítico y práctico frente a la problemática del cuidado y la crianza de niños y niñas, especialmente los lactantes y pre-escolares hasta los 4 años de edad. A pesar de que recientemente se aprobó el proyecto de ley que crea un sistema intersectorial de protección social, que contempla como subsistema la institucionalización del programa “Chile Crece Contigo”, lo anterior no significa que la ciudadanía y en particular las familias, padres y madres, compartamos un debate o hayamos generado un proceso de conversación social y político acerca de las responsabilidades en la crianza, el reparto equitativo en las tareas que ello implica y el rol que le compete a las familias, al Estado y al sector privado. Desde los estudios de género, se ha instalado en los últimos años el concepto “economía del cuidado”, para explicar que el cuidado es fundamental para el bienestar humano, el desarrollo económico y social, y es un componente central en el mantenimiento del tejido social (Razavi, 2007, citado por Salvador, 2007, p.4). El concepto economía del cuidado se refiere al espacio donde la fuerza de trabajo es 25 PAMELA CARO reproducida y mantenida y agrupa al conjunto de actividades socialmente útiles que no son monetariamente remuneradas, pero que crean bienes y servicios para el consumo directo de los miembros del hogar, incluyendo todas aquellas actividades de cuidado de niños/as, enfermos/as y personas con discapacidad (Salvador, 2007, p.6; Pautassi, 2007). El orden de género tradicional asignó a las mujeres la realización de las tareas de cuidado. Sin embargo, en la medida que las mujeres han ido ingresando al mercado de trabajo, la sociedad deviene más compleja, y las tareas de cuidado se convierten en fuentes de tensión y desgaste, toda vez que en la gran mayoría de las familias, sigue siendo una responsabilidad socialmente asignada a las mujeres. El presente trabajo responde al interés por conocer y analizar el programa público “Chile Crece Contigo” que, en sus componentes programáticos, tendría medidas tendientes a proveer soluciones institucionales para el cuidado infantil de niños/as menores de cuatro años, y que podría ser un aporte en materia de equidad de género, reparto más igualitario de las responsabilidades parentales de cuidado, avance en la “posición” de las mujeres en la sociedad y en el ejercicio de derechos vinculados al acceso al trabajo remunerado y la autonomía económica. El objetivo de este trabajo académico es indagar en los ideales normativos que están en el diseño y discurso institucional del sistema de protección social, en su línea programática “Chile Crece Contigo”, instalado por el actual gobierno, a partir del año 2007. A través del análisis de prensa y de discursos públicos, incluyendo el discurso presidencial del 21 de mayo del 2009, se ha definido la protección social como el sello del actual gobierno, señalándolo como uno de los programas “estrella” de la presente administración. Sin embargo, en este trabajo me interesa ahondar en ¿qué se entiende por protección social?, ¿quiénes son los responsables de la protección?, ¿qué hay detrás de dicha noción que estuvo destinada a describir modos familiares, especialmente en la relación de los/as padres/madres hacia sus hijos/as y que hoy está en el centro discursivo de la política social?. El marco institucional del programa que pretendo analizar es el Sistema Gubernamental de Protección Social, llamado Red Protege, que aborda el ciclo completo de vida de las personas, con características de integralidad e intersectorialidad1, en el que se inscriben una serie de políticas, programas y medidas. Las preguntas de investigación que dan origen a este trabajo rondan en torno a cuáles son los ideales normativos transmitidos por la institucionalidad gubernamental a través de los discursos oficiales de la política pública del Sistema de Protección Integral a la Primera Infancia “Chile Crece Contigo”; y cuál es el tipo de desafíos, en el sentido de pruebas societales, que suponen para los individuos que son apelados en este programa2. En términos analíticos el trabajo se divide en dos partes. La primera identifica los principales ideales normativos en la formulación del programa público, y cómo operan y/o se encarnan en él. La segunda parte, es un trabajo inductivo, consistente en reconstruir cuáles serían los desafíos societales que este programa público supone para los individuos. Se intenta sugerir qué es lo que aparece dibujado como exigencias para los sujetos desde el discurso institucional/estatal. ¿Qué significa analizar una política pública desde la perspectiva de los ideales normativos que contiene? Para responder a esta interrogante, retomo la posición teórico analítica de Araujo quien afirma que la noción de ideal no ha perdido vigencia como instrumento analítico de la relación sujeto y sociedad, con la salvedad de abandonar una comprensión que lo reduzca a ser instrumento de dominación o sujeción, pues se puede revelar potencialmente al mismo tiempo como instrumento de cohesión, malestar, integración y anomia. En segundo lugar, recojo el planteamiento de que los ideales normativos son elementos fragmentarios, múltiples y con frecuencia contradictorios entre sí, que aparecen ofertados a la identificación para los sujetos en los discursos y representaciones sociales (Araujo, 2009, p. 25). A partir de la lectura de documentos oficiales que fundamentan y explican el programa Chile Crece Contigo, como la “Política Nacional a favor de la infancia y adolescencia 2001-2010” (diciembre, 2000); las “Propuestas del Consejo Asesor Presidencial para la Reforma de las Políticas de Infancia” 1. Coordinado por la Secretaría Ejecutiva de Protección Social, del Ministerio de Planificación, en el que participan el Ministerio de Salud, Ministerio de Educación, Junta Nacional de Jardines Infantiles –Junji–, Fundación Nacional para el Desarrollo Integral del Menor –Integra– y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. 2. Categorías conceptuales y analíticas desarrolladas por Danilo Martuccelli, en “Cambio de rumbo. La sociedad a escala del individuo”. 2007. 26 ANÁLISIS DEL PROGRAMA CHILE CRECE CONTIGO DESDE LOS IDEALES NORMATIVOS Y LA NOCIÓN DE PRUEBA (junio, 2006); y el documento “Sistema de protección integral a la primera infancia” (2006), realizaré el trabajo de extraer y analizar los ideales normativos presentes. El programa Chile Crece Contigo tiene su origen en las medidas propuestas por el Consejo Asesor para la Reforma de las Políticas de Infancia que operó durante el año 2006, compuesto por representantes de la Iglesia Católica, del Ministerio de Educación y del mundo médico. El informe final del Consejo propuso generar un sistema que contribuya a asegurar a todas las niñas y niños un proceso de desarrollo pleno y equilibrado durante sus primeros años de vida (Moreno, 2006). Se realizó un proceso de consulta en el que participaron representantes de más de veinte instituciones públicas, de la sociedad civil, y niños, niñas y adolescentes (Informe final Consejo, 2006). No se requirió ni se informa de la participación de organizaciones de mujeres en el proceso de consulta3, lo que evidencia una primera escisión en el tratamiento de las políticas dirigidas a la infancia y las políticas de género y familia. Se configura entonces, que la atención a necesidades de los niños/as está disociada de las problemáticas que enfrentan quienes están a su cuidado: las madres y en menor medida los padres. El marco internacional que condujo a la creación de este Sistema es la ratificación en 1990 de la Convención sobre los Derechos del Niño, que en su carácter vinculante, ha sido incorporada como Ley de la República. Sin embargo, durante 16 años el país contó sólo con acciones aisladas, no poco numerosas, pero altamente desarticuladas entre sí, bajo una perspectiva eminentemente asistencialista. Recién en el año 2006, con el gobierno de la primera mujer presidenta, el país asume el mandato de los noventa y diseña una Política Nacional a favor de la infancia y adolescencia. Podría pensarse que la presencia de una mujer a la cabeza de la nación, actuaría como impulso, desde la figura de la “gran madre” que interviene en la protección de los niños y niñas del país, como se visualiza en la siguiente cita. “El Estado que protege se manifiesta también en lo que hemos hecho en salas cuna, jardines infantiles y políticas de infancia. ¡Cien veces lo he dicho y cien veces más lo diré: la batalla más importante contra la desigualdad se libra en la primera infancia!” (Discurso 21 de mayo 2009). Las orientaciones éticas, valóricas y operativas del programa Chile Crece Contigo están en la Política Nacional 2001-2010, la que prioriza la planificación intersectorial e instala en la gestión pública chilena una nueva forma de hacer política pública, “en la perspectiva de garantizar el pleno ejercicio de los derechos fundamentales del 33.6% de la población de nuestro país - 5.110.903– de niños, niñas y adolescentes”. El programa Chile Crece Contigo, ha sido llamado por cercanos al gobierno como la “generación Bachelet”. Está centrada en los niños/as, e implica ponerse de acuerdo en cuál será la responsabilidad de cada uno de los actores públicos involucrados, y concordar las orientaciones valóricas. “Nuestros niños, niñas y adolescentes constituyen la base fundamental del capital humano de nuestro país, y son la primera generación que vivirá en un mundo globalizado, en el que el conocimiento y aprendizaje durante toda la vida han pasado a primer plano como condición de competitividad”4. El fundamento del Chile Crece Contigo es romper el círculo de la pobreza y la desigualdad desde la cuna. El nombre “generación Bachelet” se debe a que los y las niñas nacidas después del 1 de enero del 2007, recibirán nuevas y más prestaciones y servicios, que los dejarán en mejores condiciones para un mayor desarrollo social. Sus impactos se medirán en un par de décadas más, cuando los niños y niñas nacidos en este gobierno salgan del sistema educacional y se incorporen activamente a la sociedad y al mundo del trabajo (Hardy, 2009). El nombre “generación Bachelet” vuelve a remitirnos a la idea de la “gran madre”, “la madre de los chilenos/as”, o mejor dicho la “madre de los niños/as chilenos/as”. Araujo, en un artículo sobre las representaciones de la figura de Bachelet en los medios, argumenta sobre la permanencia de la dimensión maternal, la que estaría asociada a la importancia de la institución familiar como elemento central de apoyo social de los sujetos, como elemento modélico en las relaciones sociales, y como estructura básica de configuración y legitimación de relaciones de poder (Araujo, 2007, p. 9). Análisis que comparto a la luz de la lectura de la declaración antes citada. 3. Salvo una representante de “Comunidad Mujer”, instancia que agrupa a líderes mujeres, cuyo foco de trabajo se orienta a empresas formales. Llama la atención la no participación de ONGs (organizaciones no gubernamentales) y centros de estudios con una larga trayectoria en investigación, difusión y capacitación en temas de Trabajo, Familia, Ciudadanía y Políticas Públicas, como el Centro de Estudios de la Mujer –CEM–, la corporación Humanas, FLACSO y el Centro de Estudios para el Desarrollo de la Mujer –CEDEM–. 4. Documento Política Nacional de la Infancia y Adolescencia 2001-2010. Gobierno de Chile 2001-2010. 27 PAMELA CARO El derecho como ideal normativo social y la oferta de protección: en la arena movediza entre ser sujeto de derecho y objeto de protección El derecho como ideal normativo social será una primera clave de lectura del discurso de este programa público, el que dialogará con el ideal normativo de protección. Para Araujo, la actuación de la noción de derecho tiene trayectorias diversas participando en el establecimiento de los principios regulatorios de las relaciones al interior de la sociedad (Araujo, 2009, p. 32). En este trabajo se utilizará desde la perspectiva de cómo la noción de derecho es vehiculizada institucionalmente. En nuestra sociedad los conceptos de protección y control son dos elementos que de forma paradójica van unidos en el ámbito de la intervención social. La protección implica, en la mayoría de los casos, un control ya sea de la persona intervenida, o de su entorno. Aparecer calificado como sujeto “a proteger” sitúa en una posición de debilidad frente a otros ya que se le incorpora la no tenencia de aquellos estándares, considerados normales a nivel individual o social, para el desarrollo “normalizado” de esa persona. Se le supone ser un “aún no”. En el discurso institucional del programa analizado dicha noción se utiliza en el sentido de “oferta de protección” (Honneth, 1997, citado en Araujo, 2009). La incorporación del derecho como ideal regulatorio encarnado a nivel discursivo y procedimental en el Estado, se refleja en los textos del sistema de protección social en general, y del programa Chile Crece Contigo en particular. El Estado chileno ha asumido la institucionalización de derechos particulares en el marco de la modernización. Es decir, un Estado moderno, es un Estado que garantiza, en el discurso, el ejercicio de derechos de las personas. Retóricamente la política se justifica como un imperativo ético vinculado a los derechos básicos de la infancia y la adolescencia, y como una condición sine qua non para el crecimiento y desarrollo social del país, tal como se aprecia en la cita que se enuncia a continuación. Nuevamente aparece la alusión a “nuestros hijos/as”, cobrando significado la metáfora de que los niños/as del programa Chile Crece Contigo son los “hijos/as del Estado”. “Estamos convencidos que todos los esfuerzos que se dediquen a generar y asegurar las mejores condiciones 5. Ibid. 28 posibles y las mayores oportunidades a nuestros hijos e hijas para desarrollarse plenamente e integrarse de manera activa y participativa a la sociedad, será la más rentable inversión en la construcción de ciudadanía y en el fortalecimiento de la democracia en las relaciones sociales”5. La instalación de este programa gubernamental, ha significado un cambio desde una visión preferentemente asistencial a una más promocional, que considera el desarrollo infantil como un componente fundamental y directamente asociado al desarrollo humano integral; y que concibe la garantía de derechos desde una lógica economicista, de rentabilidad social, pues el acceso a educación pre-escolar, sería una inversión que auguraría mayor crecimiento a futuro para el país en su conjunto. En el pasado, los programas, servicios y beneficios dirigidos a la infancia, implementados por los anteriores gobiernos respondieron en general, a atender los “problemas de la infancia” o a “niños/as en riesgo social”, lo que determinó que las instituciones y programas creados para implementar acciones a favor de niños/as y adolescentes respondieran a la lógica de ver al niño/a desde sus carencias, como “objeto de atención”, todavía lejos de concebirlos como “sujetos de derechos”. En la actualidad el programa Chile Crece Contigo opera a través de prestaciones universales y diferenciadas para niños y niñas atendidos en el sistema público de salud. Dentro de las prestaciones universales se contempla la entrega de material escrito, como guías informativas sobre la gestación, nacimiento, etapas de desarrollo, con pruebas mínimas a cumplir en cada una de ellas, para evitar posibles rezagos. Siguiendo la línea de análisis, detrás de la fundamentación de estas prestaciones se reconoce a un otro/a necesitado, que no sabe, por lo tanto que hay que “educar”, “informar” y “disciplinar”. ¿Cómo se articula este “conocimiento experto” con el saber que poseen las familias y en especial las mujeres sobre temas de crianza que se han transmitidos intergeneracionalmente?. Se quiere modelar frente a un ámbito en que existe un conocimiento popular, cercano o lejano al “conocimiento científico”, pero que es necesario reconocer, contrastar y hacer dialogar con el saber experto. Un tercer elemento que llama la atención es la referencia a “evitar rezagos” en el desarrollo de los niños/as. Lo que podría estar asociado a la imperiosa necesidad del Estado de avanzar en indicadores de ANÁLISIS DEL PROGRAMA CHILE CRECE CONTIGO DESDE LOS IDEALES NORMATIVOS Y LA NOCIÓN DE PRUEBA desarrollo humano comparados, que nos posicione cada vez más a la delantera en los índices de medida internacionales. Lógica que alude más bien a un racionalismo económico, de corte instrumental, que a una mirada diferenciada y a escala humana de cada niño o niña chilena. En el plano educativo, el programa contempla talleres de preparación al parto y la crianza en consultorios de atención primaria y en maternidades. No se explicita en el diseño programático que se realizarán esfuerzos dirigidos a incorporar a los padres, por lo que se podría esperar, como ha sido demostrado ocurre en la gran mayoría de las políticas sociales, que se trate de talleres con presencia exclusiva de mujeres (Serrano, 2005). Por lo que se cumpliría a medias el derecho del niño/a que está por nacer de tener una madre y “un padre” igualmente preparado y con conocimientos similares para encarar un cuidado de calidad. La única prestación o medida universal que desde mi punto de vista podría contribuir a equiparar responsabilidades femeninas y masculinas en el ámbito de la crianza, pues involucra a los hombres en un espacio y lugar en el que ha estado históricamente ausente, es el acondicionamiento para la presencia del padre u otro acompañante significativo, durante el pre parto y nacimiento en los hospitales del sistema público. Según estadísticas oficiales, durante el 2006 el 56% de los partos en el sistema público fueron en presencia del padre o familiar cercano. En el 2008 aumentó al 71%6 . Sin embargo existe una salvedad a considerar. No se cuenta con información que permita despejar si ese acompañante significativo es el padre del/a gestante o un/a familiar de quien alumbra (en general la madre de la parturienta), cuestión que marcaría significativamente la diferencia a la hora de considerar esta alza como un avance en materia de equidad de género y paternidad responsable. El programa contempla iniciativas legislativas que serán presentadas al Parlamento. Entre ellas el traspasar los días no utilizados del prenatal al postnatal, con expresa voluntad de la madre y autorización médica; y el perfeccionamiento de la legislación sobre hijos adoptivos, fijando un plazo no mayor a dos meses para que un niño o niña pueda ser declarado susceptible de adopción, asegurando derecho a licencia y subsidio post natal para padres y madres adoptivos desde el momento en que se hacen cargo del cuidado del niño/a. Dispone de ayudas técnicas para niños/as con discapacidad (sillas de ruedas, prótesis, lentes, audífonos, entre otros) y de centros de atención infantil, a través de FONADIS –Fondo Nacional de Discapacidad–. Se contempla prestaciones monetarias como la garantía de obtención del Subsidio Unico Familiar hasta los 18 años. Para implementar este Sistema desde las comunas, el Gobierno transfiere recursos a los municipios, quien es el responsable de destinar estos recursos a la población. Las prestaciones diferenciadas que contempla el programa Chile Crece Contigo consiste en visitas domiciliarias a embarazadas en riesgo biosicosocial y para niños/as con rezago de desarrollo. Acción que no se diferencia mucho de las medidas higienistas de la intervención social con familias de principios del siglo XX, que se caracterizaban por educar a las madres para el buen desempeño de la maternidad, con cursos de puericultura, higiene y dietética (Valdés, 2007). Finalmente, la medida diferenciada que me interesa analizar preferentemente es la institucionalización del cuidado infantil para menores de cuatro años. La oferta discursiva es que antes del 2010 se asegure la disponibilidad de sala cuna y jardín infantil gratuito para todos los niño/as con adultos responsables que trabajan, estudian o buscan trabajo (primero los pertenecientes al 40% de los hogares de menores recursos, para luego extenderlo al 60% de los hogares más pobres). Cabe destacar que entre los discursos oficiales existe la siguiente contradicción. En la presentación del Sistema de Protección Integral a la Primera Infancia (www.mideplan.cl), se señala que quienes podrán hacer uso de las instituciones públicas de cuidado infantil –salas cunas y jardines infantiles– son los hijos/as de adultos responsables que trabajen o busquen trabajo, no se señala que serán las “madres responsables”, lo que podría ser leído como un mensaje implícito de apertura a los padres responsables del cuidado de los niños/as como sujetos de dicho beneficio. Sin embargo, en la presentación del programa a la ciudadanía, a través de noticias y cápsulas de la página web, a quien se dirige el discurso que se enuncia, es a las madres. A continuación un ejemplo, “Chile Crece Contigo garantizará acceso gratuito, con cargo fiscal, a salas cuna y jardines infantiles a todos los hijos de madres que trabajan, estudian o buscan trabajo, pertenecientes al 40% de los hogares de 6. Observatorio de Equidad de Género en Salud. Informe 2007-2008. 29 PAMELA CARO menores ingresos del país. De esta forma, el sistema cubrirá a casi el 60% de los niños del país”7. La promesa cuantitativa de este programa público, es que todos los niños/as que requieran el servicio de sala cuna o jardín infantil tendrán garantizado su acceso. Sin embargo, la institucionalización del cuidado infantil para preescolares no va a ocurrir de manera mecánica y automática, aun cuando exista oferta. El ejercicio de este “derecho”, se enfrenta con una barrera poco estudiada, de carácter cultural, que está en las propias familias y sujetos, y que no está siendo observado por la política pública. De acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Calidad de Vida y Salud 2006 (INE-MINSAL), el 43% de las familias urbanas no está dispuesta a enviar a sus hijos/as menores de cuatro años a jardín infantil o sala cuna, cifra que sube al 60,1% en el caso de las familias de las zonas rurales. ¿Por qué ocurre esto?, ¿existe desconfianza en el sistema público de cuidado infantil preescolar?, en una sociedad acostumbrada a la ausencia del Estado Bienestar ¿se configuró “arreglos domésticos” en materia de cuidado infantil, basados en lo que Sousa Santos (1998) llama la “familia de bienestar”?, ¿en qué medida las exigencias que imponen las actuales modalidades de trabajo dificultan el uso de sistemas institucionales formales y con horario “típico”? Otro dato diagnóstico que entrega la fuente estadística citada, es que frente a la pregunta de quién se hace cargo del cuidado de los niños/as, el 65% de los niños/as urbanos menores de cuatro años son cuidados por su madre en la casa, cifra que se eleva al 84% en el caso de los niños rurales. De acuerdo a datos de la encuesta CASEN 2006, en Chile hay más de dos millones de mujeres en hogares con niños/as de entre 0 y 6 años. Un 66% de estas madres no trabaja. Sin embargo, sólo un 12% de ellas no lo hace porque no tiene con quien dejar a sus hijos/as. Lo que refuerza la hipótesis planteada que indica que hay otras razones, de tipo cultural que actúan como barrera para la inserción laboral. Por lo tanto, como se ha argumentado el problema es más complejo que garantizar cobertura. Algo ocurre con las características cualitativas de la oferta institucional pública de cuidado infantil y con la desinformación respecto del impacto que tiene la educación preescolar en el desarrollo posterior de las personas, que hace que un buen porcentaje de familias no estén dispuestas a usar el sistema. Si el fundamento de la equidad desde la cuna, pasa porque todos los niños/as accedan a educación pre-escolar, las familias deben ser sensibilizadas respecto de que la oferta institucional es mucho más que “cuidado” durante el tiempo en que los/as adultos trabajan o estudian, sino que es una oferta educativa. Se debe informar sobre la evidencia existente, respecto de que las/os niñas/os que reciben educación pre-escolar enfrentan de mejor manera la educación escolar y superior. Por otro lado, es imperativo revisar las características de la oferta, en términos de horarios, lugares, distancias, lo que implicaría un estudio riguroso de las características de la demanda, que permita identificar el tipo de solución que responda a las necesidades de las personas que están a cargo del cuidado doméstico de los niños/as, por lo general, las madres. Es decir, implicaría una consulta cualitativa a las madres, cuestión que curiosamente no fue hecha en el diseño del Programa, que permita conocer la intención de usar cuidado infantil institucional, con qué tipo de características y las razones por las que no estarían dispuestas a usarlo. ¿Cómo se conjuga en esta política el ser objeto de protección y sujeto de derecho? La noción de derechos en la política Chile Crece Contigo podría ser analizada en contradicción con el ideal normativo de protección, si es que se asume que quien ejerce derechos es quien se ubica en una posición que le permite ostentar o demostrar sus facultades y capacidades; y quien es objeto de protección, es quien se ubica en el lugar de las carencias, debilidades y vulnerabilidad, desde un “aún no” ejercicio de derechos. Sin embargo, dicha contradicción se matiza en el discurso del programa Chile Crece Contigo, pues ambos ideales normativos se ofertan como uno sólo, como se observa en la siguiente cita. “El concepto de protección social que se enuncia apela a “superar la pobreza”, pero se señala al mismo tiempo que no se reduce sólo a ello. La protección social está asociada a derechos sociales que permitan reducir”. El pilar normativo del sistema de protección social está fundado en garantizar derechos, apoyando a sectores vulnerables antes situaciones de riesgo (Hardy, 2009). En el discurso aparecen las nociones de derecho y protección extremadamente de la mano, prácticamente fundidas. Ahora bien, más allá del discurso retórico, en la práctica la noción de derecho estaría asociada a los conceptos de “beneficio” o “prestación”, lo que 7. Nota de prensa donde expone Clarisa Hardy, Ministra de Mideplan, diciembre 2006. 30 ANÁLISIS DEL PROGRAMA CHILE CRECE CONTIGO DESDE LOS IDEALES NORMATIVOS Y LA NOCIÓN DE PRUEBA lleva a plantear que las personas receptoras de las medidas que implica el programa público, en la lógica de la protección, son más bien “objeto de derechos/prestación” más que “sujetos de derechos”. No existe ninguna referencia en los discursos oficiales a ideas que vinculen derechos con autonomía, libertad, deliberación, capacidad de elección y/o empoderamiento. Otra arista del análisis, es que cuando se habla de derechos en el programa que se analiza, se focaliza en los derechos de los niños y niñas, estableciendo una omisión de los derechos de las madres y/o padres de que sus hijos/as cuenten con prestaciones, como el acceso a educación y cuidado en la etapa pre-escolar, para que ellos/as, en especial ellas, puedan contar con condiciones propicias para incorporarse al mercado de trabajo con tranquilidad y sin tensión. En el ideal normativo discursivo del “derecho” aparece el niño/a disociado de quien(es) es (son) sus cuidadores permanentes. Es decir, el programa apunta a los derechos del niño/a, pero como si este niño/a fuera un niño/a del Estado. Ocupando los conceptos de Araujo, pareciera ser que a través del discurso público es posible ver que el Estado vehiculiza la noción de derecho como una propuesta más bien de regulación (Araujo, 2009: 33). De ordenar a los “niños/as de la nación”, a través de la institucionalización pública en la etapa preescolar, en la lógica de que dicha inversión augurará crecimiento y progreso. Chile Crece Contigo y su distancia con ideales normativos como la autonomía y emancipación de las mujeres En los documentos revisados existe una omisión de la asociación que podría tener el acceso de niños/as a salas cunas y jardines infantiles, con brindar un contexto para la inclusión de las mujeres (y eventualmente hombres), que hasta ese momento se dedicaban a su cuidado, a trabajos remunerados, que conduzcan a avanzar en autonomía económica y personal. Paradojalmente el Programa Chile Crece Contigo, desde la dimensión del cuidado infantil de menores de cuatro años, se aborda sólo desde la perspectiva de la cobertura de la solución institucional, pero excluye toda alusión o cuestionamiento a los contratos de género implícitos en las repartición de las responsabilidades de cuidado, cuestión que podría constituir un riesgo considerando la alta prevalencia de familias que no están dispuestas primero a externalizar de la familia (nuclear o extensa) el cuidado, aunque sea gratuito, y segundo a modificar pautas culturales asentadas en la primacía materna absoluta en materia de responsabilidad paterna. Claramente es un campo no abordado en el debate valórico, y que no se observa en el plano de los ideales normativos que podría contener el Programa. Más bien, llama la atención por su ausencia, a pesar de que hay estudios (Aguirre, 2005; Brunner, 2005; Salvador, 2007; y Pautassi, 2007), evidencia internacional, así como un debate feminista que ha puesto el acento en el impacto de abordar la institucionalización del cuidado desde la perspectiva del aporte que podría generar en el desarrollo de las mujeres y la equidad de género. La fractura anterior se lleva al extremo al analizar el discurso de una autoridad regional de SERNAM que sitúa en polos opuestos y contradictorios, a los ideales normativos de la anticoncepción de emergencia con los del Programa Chile Crece Contigo. “El Gobierno de la Presidenta Bachelet defiende la maternidad con la creación del programa Chile Crece Contigo, pero también a las mujeres que no quieren postergar el derecho a desarrollarse como personas (aludiendo a quienes quieren hacer uso de la PAE), y Sernam aboga porque esta legítima aspiración se cumpla”. Esta polarización enfrentaría la opción de la maternidad con el “desarrollo como persona”, es decir, quienes quieren ser madres no tendrían condiciones para desarrollarse como personas. Discursos desde fuera del gobierno, sin embargo en parte cercanos (pues corresponden a ex personeros de los gobiernos de la concertación), relevan los beneficios que la Educación Parvularia traería a las madres en tanto mujeres (más allá de la identidad materna), en cuanto facilitan su inserción al mercado laboral8. La experiencia nacional e internacional demuestra que las políticas de aumento de cobertura de educación preescolar favorecerían la inserción de las madres al mercado laboral. Por de pronto el 12% de madres que no trabajan (de acuerdo a cifras de la Casen 2006), porque no tienen con quien dejar a sus hijos/as, podrían comenzar a hacerlo. Todo ello, bajo el supuesto de que los establecimientos sean 8. Informe “Educación Preescolar. Estrategia Bicentenario”, 2005. Elaborado por la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez, coordinada por Joaquín Brunner, con la participación de personeros de Ministerio de Educación, Fundación Integra y la Junta Nacional de Jardines Infantiles –JUNJI–. 31 PAMELA CARO lugares seguros, confiables y entreguen una atención de calidad. Según el informe de Brunner, se debe ampliar el debate público y hacer ver a la población la importancia de la educación preescolar en la disminución de la brecha entre ricos y pobres, o como herramienta para compensar desigualdades (2005). Es necesario sensibilizar a las familias para que matriculen a sus hijos/as en el sistema preescolar, al mismo tiempo que a la ciudadanía, y en especial a los contribuyentes, respecto de la importancia de la Educación Parvularia. Destacar los beneficios que este tipo de políticas tiene en cuanto libera a las madres para que puedan ingresar al mercado laboral, así como también los beneficios costo-efectivos, en tanto favorecen los rendimientos educacionales y disminuyen las conductas sociales de riesgo en la vida adulta (Brunner, 2005). Desde mi punto de vista, se requiere también posicionar la reflexión feminista sobre la politización de la economía del cuidado como tema de la agenda pública y cultural, como se hizo en el pasado con temas como la violencia intrafamiliar, tanto en lo referente al reparto del trabajo entre los integrantes de las familias –hombres y mujeres–, como en lo referente a la implicación institucional directa en el cuidado, estatal como privada. El valor normativo de la noción de igualdad: “desde la cuna” Al realizar una lectura del discurso institucional del Programa Chile Crece Contigo desde la noción de la igualdad, veo que ésta aparece como un “deber ser” o “un objetivo a lograr”, como un imperativo en oposición al lapidario diagnóstico de la tremenda desigualdad social existente. “Apoyar a la población desde el inicio de sus vidas es una tarea prioritaria para la disminución de las brechas de desigualdad que persisten en el país”9. Aparece entonces, la noción de igualdad vinculada más a la clase, que a otras diferencias pues se plantea el programa como un medio para romper el círculo reproductor de la desigualdad y la pobreza en las familias. La apelación a la igualdad en el discurso institucional, es a la igualdad social o de clase, en términos de las condiciones de distribución y acceso a recursos y oportunidades (Araujo, 2009, p. 156). La oferta es que si los niños y niñas tienen iguales oportunidades para su desarrollo desde la cuna, se crearán las condiciones para un futuro con mayores expectativas de desarrollo personal, lo que redundará en un mayor desarrollo económico y social del país, primando la lógica del crecimiento y rentabilidad social, por sobre el valor de la equidad entre las personas en el plano privado y de género. La promesa de la igualdad así planteada se topa con límites si se sigue midiendo el avance sólo en términos de cobertura. Si analizamos la cobertura de la educación básica y secundaria, Chile ya está a la altura de los países desarrollados, con cobertura total. No obstante en términos de calidad, no dejamos de asombrarnos año tras año luego de que aparecen los resultados de la prueba de calidad SIMCE que deja en evidencia que, con una cobertura absoluta la desigualdad se reproduce y multiplica a partir de las diferencias abismantes en la calidad de la educación entre establecimientos municipalizados, particulares subvencionados y privados. Para ser justa, el programa plantea que se garantizará que la educación parvularia que reciban los niños/as será de calidad acreditada, para lo que se dispondrá de un mecanismo de certificación, que contempla la fiscalización de los estándares de calidad definidos para todos los prestadores, públicos o privados. Lamentablemente, todavía no se cuenta con una evaluación conocida respecto de los resultados de dichos estándares de calidad que muestren la inexistencia de brecha entre la educación preescolar pública y privada. Las pruebas y desafíos societales que implica el programa Chile Crece Contigo ¿Quiénes son los individuos apelados en este Programa?, ¿Cuál es el tipo de desafíos, en el sentido de pruebas societales, que suponen para los individuos?. En este capítulo a través de un trabajo inductivo, se intentará reconstruir cuáles serían los desafíos societales que este programa público supone para los individuos, es decir, cuáles serían las exigencias para los sujetos desde el discurso institucional/estatal. Conocer cómo enfrentan los individuos las pruebas societales es de alta relevancia para Danilo Martucceli (2007), quien plantea que pasando por los procesos de individuación es posible entender a una sociedad. La manera de hacerlo es a través de la noción de prueba, en el sentido de que ésta describe a la sociedad en la que estamos inmersos. 9. Documento “Sistema de Protección Integral a la Primera Infancia”. Mideplan. 2006. 32 ANÁLISIS DEL PROGRAMA CHILE CRECE CONTIGO DESDE LOS IDEALES NORMATIVOS Y LA NOCIÓN DE PRUEBA Metodológicamente todos los individuos vivimos la vida como un enfrentamiento a pruebas. Sin embargo, la noción de prueba le da un lugar a la agencia, que no está en el individuo sino en la propia sociedad. La agencia se podría asociar a los espacios de libertad en la coerción social, a partir de la incorporación de la idea de elasticidad, en el sentido de que no todo es sujeción pura (Martucceli, 2007). A través de la noción de prueba el foco se pone en el proceso de construcción del individuo, a través de la mirada analítica de los desafíos societales que este individuo enfrenta y que se declinan diferenciadamente. La noción de prueba contribuye a encontrar el modo de aprehender los factores que permiten condensar una situación histórica y social. Es decir, dar cuenta de la manera en que los individuos son producidos y se producen; y se declinan en forma diferente según las trayectorias y los lugares sociales (Martuccelli, 2007, p. 112). Las pruebas como operadores analíticos, que nos permiten construir unidades societales y describir las nuevas sociedades que estamos viviendo, tienen cuatro grandes características. (1) Son indisociables de un relato que les asigna a los actores, individuales o colectivos, un papel mayor en la comprensión de los fenómenos sociales. (2) Hace referencias a las capacidades que tiene un actor para afrontar las prescripciones y procesos difíciles a los cuales está sometido. (3) Aparece como un examen, como un mecanismo de selección a través del cual, en función de sus éxitos o fracasos, los actores forjan sus identidades. (4) Son inseparables de un conjunto de grandes desafíos estructurales a los que los individuos están obligados a responder y que difieren en función de las sociedades y los períodos históricos (Martuccelli, 2007, p. 125). Opera como un instrumento en dos niveles. Del examen de las modalidades efectivas en que los individuos toman conciencia y enfrentan los grandes desafíos de su existencia y, una representación reflexiva distanciada de los hechos vividos, pero animada por una escrupulosa voluntad de poner en relación los fenómenos sociales y las experiencias individuales (Martuccelli, 2007: 125). Las pruebas son desafíos históricos socialmente producidos, desigualmente distribuidos, que los individuos se ven obligados a afrontar. Los actores pueden triunfar o fracasar. No son independientes de los lugares sociales, pero en lugares idénticos pueden ser heterogéneas (Martuccelli, 2007, p. 129-130). Las pruebas societales a las que se ven enfrentados los individuos a los que apela directa e indirecta- mente el programa público Chile Crece Contigo, desde mi punto de vista, serían las pruebas societales de la familia, el trabajo y la educación. ¿Cómo declinaría la prueba de la familia en los sujetos en situación de pobreza bajo la lectura discursiva del programa Chile Crece Contigo? Para poder responder inductivamente esta interrogante, tenemos que reponer la pregunta sobre quiénes son los individuos apelados en este Programa. Como se ha planteado, el programa apela principalmente a los niños/as como sujeto de derechos y beneficiarios de las prestaciones. Existe una referencia mucho menor a las mujeres y hombres, desde su condición de madres y padres, subsumiendo su pluralidad identitaria (trabajadores/as, con intereses sociales o de ocio) en la mater/paternidad. Claramente la familia se constituye en una prueba societal para estos sujetos. A continuación analizaré inductivamente el tipo de desafíos que supone para cada uno de estos actores, niños/as, madres, padres, desde un enfoque de género, reconstruyendo cuáles son las exigencias para los sujetos desde el discurso institucional/estatal. Para el Programa Chile Crece Contigo la familia ocupa un lugar y aparece como una prueba societal fundamental. El modelo de familia que está detrás de la apelación a esta prueba, es la de familia nuclear tradicional (hijos/as, con padre y madre), lo que se deduce de las presentaciones discursivas del Programa y cuando se observa a quiénes se dirigen los mensajes. En un porcentaje mayoritario los mensajes apelan a la madre, al padre de menor manera, y un tercero significativo sólo cuando se refiere a la medida de acondicionar el parto para la presencia de un/a acompañante de la parturienta. Cuestión que no corresponde a la realidad popular con presencia de familia extensa, de redes de parentesco, donde ocupa un lugar la familia o sociedad de bienestar (Sousa Santos: 1998). Resulta complejo analizar la noción de pruebas en los niños/as sujetos de las prestaciones, debido a que se trata de menores de cuatro años que están comenzando un proceso de conformación identitaria. El Programa les podría hacer enfrentar la prueba societal de la familia, desde la primera infancia, en un marco de “familia ideal” altamente preocupada por su educación temprana, que pudiera no estar presente en las prácticas cotidianas reales en donde los/as niños/as chilenos/as de los dos quintiles más pobres nacen y se empiezan a desarrollar (donde 33 PAMELA CARO se observa prevalencia de madres adolescentes, de niños/as no deseados, entre otras situaciones). Por lo que podría aparecer el enfrentamiento a la prueba de la familia desde la contradicción o directamente del fracaso, en tanto crezcan en un entorno en que el modelo de familia nuclear tradicional, preocupado por su educación, no es necesariamente el prevaleciente en sus vidas cotidianas. Aún más en que los/as adultos a cargo de su cuidado, no necesariamente confíen en la igualdad desde la cuna, ni en que la educación preescolar vaya a producir un espacio para agencia de los individuos. En el caso de las mujeres la prueba societal de la familia aparece dibujada en el Programa desde el mandato social de la maternidad, al ser las destinatarias principales (por no decir exclusivas) de las guías informativas sobre la gestación y las etapas del desarrollo. El tipo de individuo mujer que produce el discurso institucional es el de mujer-madre, impelida a aprender cómo educar “bien” a sus hijos/as (lo que esconde el supuesto de que su conocimiento anterior es precario o inexistente) y que va a decidir llevarlos a la sala cuna o jardín infantil para aprovechar el capital formativo de dichos establecimientos educacionales. No se percibe una intención del Programa de producir a la mujer-trabajadora, pues no hay apelación en ninguno de los documentos institucionales oficiales de que el cuidado institucionalizado contribuiría a la inserción laboral de las mujeres, por ende su autonomía económica o emancipación. Desde los estudios de género (Salvador, 2007; Pautassi, 2007; y Aguirre, 2005) si se ha concluido que las prestaciones institucionales de cuidado infantil constituyen un aporte fundamental al ejercicio de derechos individualizados de las mujeres, quienes son las que tradicionalmente han cargado con la responsabilidad y tareas concretas del cuidado. Sin embargo, el fomento de la institucionalización del cuidado infantil, en la perspectiva de la conciliación femenina de la vida laboral y familiar presente en este Programa, no necesariamente contribuye a la mayor equidad entre los géneros, en la medida en que no se orienta a modificar las pautas en el plano del reparto efectivo de las responsabilidades familiares. El Programa Chile Crece Contigo, al dar un lugar menos central a los padres en el cuidado y desarrollo de los niños/as, pues por ejemplo lo que logró en el 2007 fue otorgar 5 días de postnatal masculino, versus los 84 días femeninos, contribuye a producir a un individuo hombre- adulto-padre confrontado a la prueba societal de la familia desde un lugar 34 secundario en términos de las tareas vinculadas al cuidado. Está como alguien que se le acondiciona un lugar para estar presente en el parto (pero en realidad si quiere estar está, si no quiere no está) o como alguien en que no pesa la existencia o no de cuidado infantil institucional en su decisión de salir a trabajar, generar ingresos o realizar actividades personales, porque él no es el “responsable socialmente del cuidado”. En la medida en que el Programa no incorporó acciones o medidas que hayan implicado un cuestionamiento y autorreflexión acerca del equilibrio privado en materia de cuidado, en términos de campañas comunicacionales, mensajes mediáticos o incentivo a la participación masculina en los talleres en consultorios y maternidades, finalmente está produciendo un tipo de individuo masculino distante de las responsabilidades privadas de la reproducción. En conclusión, la descripción inductiva anterior acerca del tipo de individuo que produciría el Programa, que provendría de un enfoque familiarista más que individualizado (Lebatier, 2007), nos lleva a describir la sociedad que estamos viviendo, como aquella en que aún no existe un proceso democratizador al interior de las familias y con una reparticipación desigual de las tareas de cuidado al interior del hogar. ¿Qué pasa con las mujeres, la prueba societal del trabajo y su articulación con la prueba de familia? Para el Programa público analizado las mujeres pobres necesitan una política pública de cuidado para lograr enfrentar la prueba del trabajo y la familia. Existe evidencia suficiente (Caro, 2004; Salvador, 2007) que indica que las condiciones en que se presenta la prueba del trabajo para las mujeres de estratos populares es compleja, dada las características de desregulación y desprotección existentes (informalidad contractual, largas jornadas, sistemas de turnos no regulados, salarios precarios) en los trabajos en los que se desempeña el contingente mayoritario de trabajadoras de los quintiles más pobres, como lo es el empleo doméstico, en el sector retail, en el sector servicios o la agroindustria, por nombrar los más importantes. Si bien esta política pública ofrece garantizar el acceso de cuidado infantil a todas las mujeres trabajadoras que lo requieran, no se refiere a las particularidades y flexibilidades de dicha oferta, para que efectivamente constituya una solución cierta en la práctica. Por otra parte, en la medida que las mujeres enfrentan la prueba de la familia desde el mandato ANÁLISIS DEL PROGRAMA CHILE CRECE CONTIGO DESDE LOS IDEALES NORMATIVOS Y LA NOCIÓN DE PRUEBA tradicional de madre y reproductora doméstica, y desde allí se produzcan como individuos, es evidente el conflicto que se genera cuando enfrentan la prueba del trabajo, que produce a un individuo altamente tensionado por las exigencias que imprime el actual modelo laboral precario. El discurso con que inaugura el Programa la Ministra de Mideplan a fines del 2006, Clarisa Hardy, plantea que las salas cunas serían un aporte en la dirección de compatibilizar maternidad y trabajo. “La gran revolución social del siglo XXI será el Sistema de Protección Integral de la Infancia porque va a cambiar el modo en que las familias se relacionan, el cómo las mujeres se van a insertar en la sociedad en igualdad de derechos que los varones. Chile Crece Contigo es un esfuerzo por garantizar protección a la infancia y permitir mayores incentivos y estímulos para que las mujeres puedan incorporarse con tranquilidad al mundo del trabajo” (www.mideplan.cl). Sin embargo, el diseño y las actividades del Programa no tienen la misma orientación que dicho discurso. La igualdad con los varones es una falacia toda vez que no se plantea junto con compatibilizar maternidad y trabajo, hacer lo mismo con paternidad y trabajo. ¿Qué pasa con la prueba de la educación? La educación constituye una prueba societal para los individuos que son apelados en el Programa Chile Crece Contigo en varios sentidos. En el caso de los niños/as es una prueba a la que son impelidos a enfrentar desde la más temprana edad. La llamada “generación Bachelet” será la generación que institucionalizó su educación a partir de la sala cuna, es decir, a los 84 días de edad. ¿Cómo rendirán estos hijos e hijas de las familias más pobres la prueba de la educación preescolar?, ¿qué tipo de individuos serán producidos a través del declinamiento de esta prueba?. En el caso de las mujeres-madres y hombres-padres la prueba de la educación que este programa dibuja podría decantar de manera diferente. Al analizar el discurso de la ministra de Mideplan durante el 2006, se observa que es en la mujer en la que recae más directamente la prueba de la educación, en dos sentidos. En tanto objeto de instrucción y formación en su rol de madre, y en tanto agente educadora de sus hijos/as. “Madres con mayor escolaridad, mayor desarrollo profesional, más educadas, más informadas, crían hijos con mejores oportunidades”. Los programas enfocados a este tipo de instrucción naturalmente implican un compromiso de tiempo que disminuye la posibilidad de ofertar trabajo fuera del hogar. Por otra parte, en este discurso institucional, el hombre en tanto objeto de instrucción y formación en su rol de padre está desdibujado en las acciones componentes del Programa. A mi parecer, en Chile las configuraciones estructurales de la educación y el trabajo generan más desigualdad. Lo que me lleva a concluir que si se pretende avanzar hacia el cumplimiento del ideal normativo de la igualdad, las medidas y acciones que debieran componer el Sistema Chile Crece Contigo, deberían incluir por un lado medidas que contribuyan a modificar las condiciones estructurales del empleo, conducentes a reducir el trabajo precario, para hombres y mujeres, lo que implica un Estado más protector en el plano laboral, y no sólo en el social; y por otro, superar la garantía de la cobertura en educación preescolar y concentrar los esfuerzos en garantizar la calidad de la educación para todos y todas las niñas. Conclusiones Una primera conclusión que surge del trabajo analítico, desde una clave de lectura “maternal”, tanto de los documentos oficiales de la política Chile Crece Contigo como de las declaraciones de personeros de gobierno durante su lanzamiento (fines del 2006), como del hito de la aprobación de la política como ley de la república (agosto 2009), es la fuerza de la representación de la presidenta como “una gran madre”. En segundo lugar, tomando en consideración que el cuidado infantil y la participación laboral son actividades que compiten por el tiempo de las personas, y que la política Chile Crece Contigo ofrece la institucionalización del cuidado, pero sin cuestionar la repartición de las responsabilidades que dicha función implica en el campo privado, lo más probable es que sean las madres quienes destinen tiempo para llevar y buscar a los niños/as a la sala cuna o jardín infantil, antes y después de su jornada de trabajo, lo que refuerza la idea de que es una política pública bajo una orientación familiarista, basada en un modelo tradicional. Desde el punto de vista del género e intentando responder a la inquietud que dio origen a este trabajo, esta política por sí sola no está orientada a posibilitar la autonomía femenina, en la medida que no se complementa con políticas de empleo e inserción laboral, como el subsidio a la contratación de mujeres (medida inicialmente planteada pero finamente rechazada en las políticas de empleo diseñadas en el 2009 para enfrentar la crisis económica). Más bien este tipo de política, desde sus ideales normativos, 35 PAMELA CARO se podría interpretar como instrumento de control o regulación social de proyectos vitales en la media que no cuestiona el modelo tradicional de familia con participación parcial de las mujeres en el mercado laboral, manteniendo intocadas sus responsabilidades en la vida cotidiana. Bajo un modelo de desarrollo globalizado y un Estado subsidiario, con orientación a la protección social, se estaría produciendo un individuo hombre orientado al trabajo y un individuo mujer orientado simultáneamente al trabajo y la familia, con la consiguiente recarga y sobre responsabilización. Se trata de una política pública, que si bien tendría todas las condiciones para aportar a la reducción de las inequidades de género, en el discurso y en la práctica está orientada más que todo a superar pobreza. Se señala que la superación de la pobreza de manera estable sería conducente a un proceso en que las mujeres ganarían autonomía (Hardy, 2009). Hipótesis fácilmente desmontable. Es cierto que desde 1990 al 2006 la pobreza y la indigencia se han reducido a un tercio, sin embargo dicha disminución se produce manteniendo la misma brecha entre la población masculina y femenina. Por lo tanto, superar la pobreza no conduce mecánicamente a superar inequidades de género. Superar las inequidades desde la cuna tendría que ser abordada considerando diversas dimensiones, pues la desigualdad no sólo tiene una arista de clase, sino que se articula con otras dimensiones de corte cultural como la perspectiva de género. Chile Crece Contigo se propone garantizar que todos los niños y niñas se desarrollen y crezcan en igualdad de condiciones independientes de su extracción social. Desde la perspectiva de este análisis, sería al mismo tiempo una gran oportunidad para contribuir a la reducción de las brechas y desigualdades entre hombres y mujeres en el mundo privado y la familia, toda vez que aporte a educar en la perspectiva de la co-responsabilidad en el cuidado y no a producir madres sobre responsabilizadas. Un segundo desafío que surge de este trabajo en materia de abrir un debate que involucre a diversos actores en materia de cuidado, se refiere al papel del Estado no sólo desde la lógica de protección subsidiaria, sino también desde el papel regulador de las obligaciones que se imponen al sector privado en el plano de los derechos laborales. Siguiendo el planteamiento de Martucceli (2007), la prueba del trabajo y su articulación con la prueba de la familia que configura cada sociedad, conduce a la producción de determinados individuos. Por ejemplo, 36 universalizar el derecho a sala cuna e impulsar modificaciones a la ley laboral para que dicho derecho pueda ser ejercido tanto por trabajadoras como por trabajadores, podría ser una señal a la sociedad que nos permitiría comprender que el cuidado infantil debería asumirse como una responsabilidad masculina y femenina, y establece nuevas condiciones para la negociación privada en materia de equidad de género y co-responsabilidad de la reproducción social. Referencias AGUIRRE, ROSARIO. “Los cuidados familiares como problema público y objeto de políticas”. Ponencia presentada en “políticas hacia las familias, Protección e inclusión sociales”. Cepal, 28 y 29 de junio 2005. ARAUJO, KATHYA. “Representaciones simbólicas de lo femenino y esfera política chilena: el caso de Bachelet”. Ponencia presentada al Simposio “Ciudadanía política y género: las relaciones entre democracia representativa y democracia participativa” en 5to Congreso CEISAL Bruselas, 2007. 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Profesora-Investigadora de la Facultad de Trabajo Social y Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México. E-mail: [email protected] José Zúñiga. Profesor-Investigador de la Facultad de Trabajo Social y Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México. Dirección Postal Facultad de Trabajo Social y Desarrollo Humano, División de Estudios de Posgrado Universidad Autónoma de Nuevo León Cd. Universitaria s/n San Nicolás de los Garza, Nuevo León. C.P.66451 Resumen Se realizó un estudio trasversal, ex post-facto, en el municipio de Durango, Durango, México. La unidad de análisis estuvo constituida por 120 mujeres casadas o unidas, que desempeñaban trabajo asalariado y vivían violencia conyugal. El propósito central fue indagar en qué forma repercute la violencia conyugal en su productividad. La productividad incluyó el estudio de nueve variables dependientes: salud reportada, salud objetiva, estrés, número de incapacidades laborales, número de horas trabajadas por semana, ausentismo, motivación, satisfacción laboral y permanencia en el empleo. Se consideraron cuatro tipos de violencia conyugal como variables independientes: violencia conyugal física, sexual, emocional y económica. Se observó que la violencia conyugal emocional y la sexual son los dos tipos de violencia que más se asocian a elementos contraproductivos y/o los predicen. Palabras claves. Violencia doméstica, productividad, género. Abstract The authors performed a transversal study, ex post facto, in the town of Durango, Durango, Mexico. The unit of analysis consisted of 120 women married or cohabiting, who held paid employment and lived domestic violence. The central purpose was to investigate how domestic violence affects their productivity. The productivity study included nine dependent variables: reported health, objective health, stress, number of work disabilities, number of hours worked per week, absenteeism, motivation, job satisfaction and job tenure. We considered four types of spousal abuse as independent variables: physical spousal abuse, sexual, emotional and economic. It was noted that emotional spousal violence and sex are two more types of violence associated with counterproductive elements and / or predict. Key words. Domestic violence, productivity, gender. Introducción La violencia familiar se manifiesta en distintas formas y direcciones. El maltrato infantil, la violencia hacia los ancianos y la violencia entre cónyuges, son las rutas que a menudo sigue la violencia en la familia (Corsi, 1999). La violencia conyugal es una de las muchas formas de maltrato hacia la mujer. Este tipo de violencia incluye acciones y omisiones de “parte de la pareja con quien la mujer mantiene un vínculo de intimidad” (Dohmen, 1999: 65). El maltrato que sufre la mujer puede ser físico, emocional, sexual y económico (Dohmen, 1999; Torres, 2001). Con frecuencia las mujeres receptoras de violencia se muestran con poca energía, preocupadas por problemas derivados de la violencia, por lo que ésta se convierte en un obstáculo para el logro de sus metas, disminuye sus habilidades y rendimiento laboral (Corsi, 1999; Sable y otros 1999; Carrillo, 1992). La violencia conyugal también dificulta el acceso y permanencia en el mercado laboral de las 39 SANDRA MANCINAS / JOSÉ ZÚÑIGA mujeres que la experimentan (Sable y otros, 1999; OPS y OMS, 2002). Adicionales a los dolorosos efectos de la violencia conyugal en la subjetividad y en el cuerpo de las mujeres, se encuentran los costos económicos para los países, los cuales. Abarcan tanto el valor de los bienes y servicios utilizados para tratar o prevenir la violencia familiar, como el valor de los bienes y servicios no producidos cuando el maltrato conyugal lleva a un aumento del ausentismo, las incapacidades, las enfermedades y la pérdida del empleo de las mujeres asalariadas que viven violencia conyugal (Morrison y Orlando 1999: 49). Un estudio realizado en la India observó que 13% de las entrevistadas renunciaron a sus trabajos como consecuencia del ausentismo provocado por la violencia conyugal. Y en Estados Unidos, las mujeres agredidas por sus parejas eran más proclives a permanecer desempleadas o a la rotación de empleo (OPS, y OMS, 2002). Estimaciones realizadas indican que las pérdidas económicas para Estados Unidos, como efectos de la violencia familiar –sólo en los rubros de salud y productividad–, se ubican entre los 5,000 y 10,000 millones de dólares anuales (Gelles, 1992, citado en Morrison y Orlando, 1999). Canadá por su parte gastó 3,200 millones de dólares americanos durante 1993 (Greaves, y otras 1995, citando en Morrison y Orlando, 1999). La situación en América Latina, concretamente en Santiago de Chile y en Managua, no es distinta, un estudio indica que la violencia conyugal limitó el acceso al mercado laboral a 32.8 % de las chilenas; además redujo su ingreso en 1.550 millones de dólares. Mientras que en Nicaragua, el ingreso de las mujeres como efecto derivado del mismo problema, se redujo en 29.5 millones de dólares (Morrison y Orlando, 1999). Algunos estudios sugieren que la relación inversa entre la violencia conyugal y la productividad laboral es indirecta. La violencia conyugal impacta la salud, aumenta el ausentismo y las incapacidades laborales, disminuye el número de horas trabajadas, la satisfacción y la motivación laboral y estos elementos a su vez inciden de manera negativa en la productividad (Carrillo, 1992; Lambert, 2000; Heise, 1994; Sable, 1999; Corsi, 1999; Morrison y Orlando, 1999). Según Heise (1994: 32), las mujeres receptoras de violencia conyugal “no pueden brindar con plenitud su trabajo o sus ideas creativas mientras están agobiadas por las secuelas físicas y psicológicas del abuso.” (Heise, 1994: 32). 40 En este sentido, se puede decir que los impactos de la violencia conyugal no sólo se perciben en la salud física y mental de las mujeres que la experimentan, sino que sus efectos se extienden a los sistemas económicos de los países. Por ello evidenciar la violencia conyugal –a través de la investigación– como un elemento extra-organizacional que afecta la productividad de la mujer trabajadora, puede ayudar a mostrar a evidenciar su impacto social. El presente trabajo de investigación tuvo como propósitos centrales indagar en qué forma repercute la violencia conyugal en la productividad de mujeres asalariadas del municipio de Durango, Durango; además busca identificar cuál tipo de violencia conyugal (emocional, física, sexual y económica) tiene mayor impacto en la productividad de la población mencionada. La hipótesis central asume la existencia de una relación inversa entre la violencia conyugal y la productividad de las mujeres asalariadas entrevistadas. Metodología Se usó un diseño transversal, no experimental o ex post-facto. Se empleó un muestreo no probabilístico con sujetos voluntarios. La muestra estuvo constituida por 120 mujeres que vivían violencia conyugal y asistieron durante los meses de enero y febrero de 2003 a la Dirección de Asistencia Jurídica y Procuraduría de la Defensa del Menor, la Mujer y la Familia; así como a las mesas del Ministerio Público 12 y 15 especializadas en Violencia Intrafamiliar del municipio de Durango, México. Las entrevistadas se encontraban en un rango de edad de 18 a 49 años, desempeñaban un trabajo asalariado formal y estaban casadas o unidas. Se consideraron cuatro tipos de violencia conyugal como variables independientes: violencia física, emocional, sexual y económica. Se incluyeron también nueve variables dependientes: salud reportada, salud objetiva, estrés, número de incapacidades laborales, número de horas trabajadas por semana, ausentismo, motivación, satisfacción laboral y permanencia en el empleo. Para recoger la información se elaboró una cédula de entrevista con 185 preguntas, 169 cerradas, precodificadas y 16 abiertas. Dicho instrumento de medición se dividió en tres grandes secciones: la primera de ellas para recopilar información sobre datos generales de las entrevistadas; la segunda sección incluyó preguntas sobre manifestaciones de violencia conyugal y la tercera parte indagó aspectos relacionados con la productividad de las VIOLENCIA CONYUGAL Y PRODUCTIVIDAD EN MUJERES DEL MUNICIPIO DE DURANGO, DURANGO, MÉXICO entrevistadas. Para elaborar los ítems se examinaron las definiciones conceptuales de cada una de las variables dependientes e independientes, así como algunos instrumentos diseñados para otros estudios sobre familia y violencia familiar (Alvarado, 1997; Ribeiro, 1998; INEGI, 2000). Una vez aprobada la cédula de entrevista (por un grupo de expertos), se realizó una prueba piloto con 35 casos para eliminar aquellas preguntas que resultaran confusas, así como para corregir posibles errores de redacción o de secuencia, que pudieran traducirse en problemas de validez y/o confiabilidad. El procesamiento estadístico se realizó mediante el Statistical Package for Social Science (SPSS) versión 8.0 para Windows. El análisis descriptivo incluyó medidas de tendencia central (media) y distribución de frecuencias. Con el fin de indagar si existe una asociación estadísticamente significativa (p<.05) entre los diferentes tipos de violencia conyugal y las variables de los elementos que afectan negativamente la productividad, se realizaron correlaciones. Siguiendo a Rubin y Babbie (1997), el coeficiente de correlación se escogió de acuerdo a los tipos de variables. Por ejemplo el coeficiente de Kendall´s tau-b, se eligió cuando se trataba de variables ordinales-intervalo y viceversa, proporción-ordinal y viceversa. Se recurrió al coeficiente de Pearson, cuando se correlacionaron variables proporción-proporción, intervalo-intervalo, intervalo-proporción y viceversa. Análisis e interpretación de datos Los datos sociodemográficos indican que las entrevistadas tenían en promedio 32.67 años de edad. La media de los años de unión de la pareja fue de 11.10, mientras que el número de hijos osciló entre los 0 y 6 con una media de 2.57. El ingreso de las entrevistadas presentó una media de 2610.831, con un rango de 800 a 9,0002 pesos mensuales. Siete de cada 10 mujeres entrevistadas manifestaron haber terminado estudios de secundaria o niveles educativos más altos. Con relación a las características del trabajo que desempeñaban las entrevistadas, se observó que 35 % de ellas prestaban sus servicios en el área de comercio y ventas, mientras que 25.8% realizaban trabajo de tipo técnico y sólo 10.8% desempeñaba un trabajo de tipo profesional. Los principales centros laborales a los que acudían las mujeres entrevistadas eran pequeños comercios (26.7 %), empresas privadas (25 %) y maquilas (15.8 %). Como se ha mencionado antes, todas las mujeres entrevistadas vivían violencia conyugal, ello hace que las manifestaciones de ésta en términos porcentuales sean altas. Por ejemplo, los gritos (95 %), la mentira (93.3) y las prohibiciones (78.3%) fueron las formas en que habitualmente su pareja les infligía violencia emocional. Por su parte, la violencia sexual se ejercía a través de la celotipia (88.3%), las relaciones sexuales forzadas (66.7%) y la coerción hacia las mujeres para realizar actos sexuales que no deseaban (40.8%). En tanto, los aventones (95%), las bofetadas (75.8%), los golpes contra la pared (56.7%) y las patadas (51.7%), fueron las manifestaciones de violencia conyugal física más observadas en las entrevistadas. Finalmente, se observó que las formas más comunes de ejercer violencia económica eran la negación para cubrir necesidades recreativas (77.3%) y educativas (70.7%). La prohibición para trabajar fuera del hogar es un recurso que se emplea en 6 de cada 10 mujeres entrevistadas. El análisis estadístico, tal como se muestra en el cuadro 1, reveló que sí existe correlación entre la violencia conyugal y productividad. 1. Aproximadamente $ 200 USD 2. $ 62 a 693 USD 41 SANDRA MANCINAS / JOSÉ ZÚÑIGA CUADRO NO 1 CORRELACIONES ENTRE TIPOS DE VIOLENCIA CONYUGAL Y ELEMENTOS QUE AFECTAN LA PRODUCTIVIDAD Violencia física Violencia emocional Violencia sexual Violencia económica Satisfacción en el trabajo --- -.189** -.145* --- Motivación laboral --- -.216** --- --- Estrés .286** .507** .350** .263** No de horas trabajadas semanalmente .224** .170* --- --- Inasistencia al centro de trabajo --- --- 159* --- Salud reportada --- --- --- --- Salud objetiva --- .398** 392** .185* Incapacidad laboral --- --- --- --- Permanencia en el empleo ** Correlación significativa a nivel de p.< 0.01 * Correlación significativa a nivel de p. < 0.05 --- No hay correlación estadísticamente significativa (p>.05) Los resultados de las correlaciones indican que a mayor violencia física, las mujeres entrevistadas viven mayor estrés. Esto coincide con los planteamientos de psicólogos laborales, como Lucas (1994) y Davis y Newstrom, (2000), quienes señalan que la dinámica familiar tiene efectos importantes en la vida laboral de las personas. Al mismo tiempo, y aunque parezca contradictorio, se observó que a mayor violencia física, las entrevistadas trabajan más horas semanalmente. Pensamos que esto puede explicarse en la percepción subjetiva de las mujeres hacia al trabajo. Moreno (1999) considera que las mujeres buscan en el trabajo una compensación social que les ayude a sentirse útiles, ocupadas e independientes3. Por tanto, el lugar de trabajo es potencialmente un espacio de compensación emocional en el que las mujeres buscan sentirse auto-valoradas. El hecho de que no se observaran asociaciones negativas entre la violencia conyugal física y el deterioro del estado de salud reportado y objetivo de las entrevistadas –aún cuando la relación entre ambas se encuentra ampliamente discutida y documentada (Lozano, 1999; Heise, 1994; Granados, 2002; Morrison y Orlando, 1999; OMS y OPS, 2002)– da paso a la importancia de las vivencias subjetivas de las entrevistadas. Granados (2002) y Heise (1994) encontraron que para algunas mujeres las humillaciones que acompañan la violencia física son más dolorosas que el golpe mismo. Así que es probable que las entrevistadas aunque hayan recibido violencia conyugal física no se asuman lastimadas físicamente, más bien relacionan las agresiones de este tipo como humillaciones, es decir como una forma de violencia emocional más que violencia física. Entonces, si estas mujeres no se sienten lastimadas físicamente, no acudirán a consulta para obtener una licencia médica; por ello no es extraño que el número de licencias de las entrevistadas no se encuentre asociado a la violencia conyugal física. Por otro lado, los resultados de la correlación entre la violencia conyugal emocional y los elementos contraproductivos revelaron que a mayor violencia emocional, menores son la satisfacción y la motivación laboral. Esta relación negativa ha sido documentada por distintos autores (Carrillo, 1992; Lambert, 2000; Heise, 1994; Sable, 1999; Corsi, 1999; Morrison y Orlando, 1999) quienes consideran que la violencia conyugal disminuye la motivación, la satisfacción y afecta la salud de las mujeres que la viven. Al igual que en la violencia física, el aumento de la violencia emocional trae 3. Por ejemplo, el 36.7 % de las entrevistadas comentó que trabaja para sentirse útil y un 35% lo hace para ganar dinero y participar en los gastos del hogar. 42 VIOLENCIA CONYUGAL Y PRODUCTIVIDAD EN MUJERES DEL MUNICIPIO DE DURANGO, DURANGO, MÉXICO consigo mayor estrés en las mujeres entrevistadas. Después de la violencia emocional, la violencia sexual es el tipo de violencia que más se asocia a elementos que afectan negativamente la productividad. Al igual que en otros estudios (Heise, 1994; Morrison y Orlando, 1999), se encontró que cuando la violencia sexual aumenta las entrevistadas presentan mayor deterioro en su estado de salud objetiva, se sienten estresadas, menos satisfechas con su trabajo y aumentan sus inasistencias laborales. La relación negativa entre violencia y productividad se sostiene en el impacto de la primera en la subjetividad de las mujeres. La violencia es un evento que impacta su manera de ver el mundo porque obstaculiza el logro del estado positivo hacia las experiencias laborales, condición que según Locke, (1976, citado en Gómez 2000) es necesaria para la satisfacción laboral. De la misma manera que Morrison y Orlando, (1999); Carrillo, (1992); Lambert, (2000); Heise, (1994) y Sable, (1999), en este trabajo se observó que la violencia conyugal está asociada al ausentismo laboral. Sin embargo, se observó que la relación entre ambas variables puede modificarse según el tipo de violencia conyugal de que se trate. Por ejemplo, de los cuatro tipos de violencia conyugal estudiados en el presente trabajo sólo la violencia sexual está asociada a los días laborales perdidos de las entrevistadas. Lo cuál no es extraño si se considera que este tipo de violencia es la de mayor impacto en la subjetividad femenina (Heise, 1994; OMS y OPS, 2002). Con relación a la violencia conyugal económica, los resultados del análisis estadístico indicaron que cuando ésta aumenta, el nivel de estrés de las mujeres también lo hace, y su estado de salud se deteriora. El deterioro de salud objetivo de las entrevistadas ante el aumento de la violencia económica de que son receptoras, encuentra sentido en su definición. Para Torres (2001) este tipo de violencia se refiere al uso de los recursos materiales para transgredir los derechos de otra persona; sus manifestaciones abarcan la privación de los medios para satisfacer necesidades básicas, como las de salud (Torres, 2001). En el caso de las mujeres entrevistadas, 50.2% de ellas dijeron que alguna vez su pareja les han negado los medios para satisfacer necesidades de salud, lo que potencialmente se puede traducir en un deterioro de su estado de salud. En resumen, esta investigación comprobó la existencia de una relación inversa entre la violencia conyugal y la productividad de las asalariadas entrevistadas. Las repercusiones de la violencia conyugal en la productividad se dan en diferentes formas e intensidades, según sea el tipo de violencia conyugal. En este estudio se observó que la violencia conyugal emocional, y la violencia conyugal sexual son los dos tipos de violencia que más se asocian a elementos contraproductivos. Es importante subrayar que el estrés fue el elemento contraproductivo que más se asoció a los cuatro tipos de violencia conyugal y que la disminución de horas trabajadas, y la permanencia en el empleo, son dos variables que en la población estudiada parecen estar más asociadas a condiciones laborales y económicas, que a la violencia conyugal, sobre todo porque el desempleo constituye uno de sus principales problemas sociales del Estado de Durango, Durango México (Hernández, 2003). Se concluye, que la violencia conyugal y sus efectos no deben ser considerados como algo monolítico, ya que la relación inversa entre ésta y la productividad adquiere singularidad de acuerdo al tipo de violencia, a la naturaleza de los elementos contraproductivos y al contexto económico, sociocultural y político en que las personas se encuentren inmersas. Referencias ALVARADO, G. y OTROS. (1998). Prevalencia de la violencia doméstica en la ciudad de Durango. Revista de Salud Pública en México. 40 (6) 481-486. CARRILLO, R. (1992). La violencia contra la mujer, un obstáculo para el desarrollo. Nueva York: Fondo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM). CORSI, J. (1999). Una mirada abarcativa sobre el problema de la violencia intrafamiliar. En: Corsi, J. Violencia familiar. Una mirada interdisciplinaria sobre un grave problema social. Argentina: Ed. Paidós.15-63. Tercera reimpresión. DAVIS, K. y NEWTROM J. (2000). Comportamiento humano en el trabajo. México: McGraw-Hill. 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Paidós. 44 ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 77 / Diciembre / 2009 / P. 45-56 La cultura patriarcal, la religiosidad, el apoyo social y los niveles de depresión como predictores de aceptación de una situación de abuso por parte de la pareja: el caso de la mujer mexicana Pratriarchal culture, religiosity, social support and depression levels as predictors of partner abuse´s acceptance: the case of mexican woman PHD.; MD. WILMA GONZÁLEZ RÍOS Cursó el doctorado en Filosofía con especialidad en Trabajo Social doctorado en Medicina; Magíster en Educación y en Trabajo Social; licenciada en Psicología. Actualmente es Directora de la Escuela Graduada de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico. Dirección Postal Calle Gerona N° 207, Urb. Cd. Jardíin de Bairoa Caguas, PR 00727; E-mail: [email protected] Resumen Las razones por las cuales la mujer permanece o abandona una situación de abuso no están acabadamente estudiadas, por lo que es importante entrar al contexto cultural para ir en búsqueda de esas explicaciones. Mediante un modelo de regresión con mujeres Mexicanas que aún permanecen y otro grupo que han dejado la relación de abuso, se estudió el efecto diferencial de los factores tipo de abuso, depresión, autoestima, ingreso, dependencia económica, apoyo social, religiosidad y valores patriarcales. Los resultados mostraron diferencias estadísticas importantes entre el grupo de mujeres que están en la relación y aquellas que la han abandonado en varios de los factores estudiados. El análisis de regresión mostró que los valores patriarcales, la religiosidad, el apoyo social y el grado de depresión fueron los predictores en la decisión de las mujeres para permanecer o abandonar la situación de abuso en la muestra estudiada. Estos hallazgos constituyen un aporte importante al campo del trabajo social. Palabras clave. Cultura patriarcal, religiosidad, apoyo social, depresión, mujer mexicana. Abstract The reasons why women stay or leave an abusive situation are not completely studied, thus it is important to enter the cultural context to go looking for such explanations. Using a statistical regression model with Mexican women who remain and another group who have left abusive relationship, we studied the differential impact of factors such abuse, depression, self esteem, income, economic dependence, social support, religiosity and values patriarchal. The results showed significant statistical differences between the group of women who are in relationships and those that have left, considering several of the studied factors. Regression analysis showed that patriarchal values, religiosity, social support and degree of depression were predictors in women’s decision to stay or leave the abusive situation in the study sample. These findings constitute an important contribution to the field of social work. Key words. Patriarchal culture, religiosity, social support, depression, abuse, Mexican women. Introducción El abuso contra la mujer es una de las manifestaciones más terribles de la violación del precepto de la dignidad humana y de la inequidad entre hombres y mujeres (Memoria, 1999). Estadísticas del US “Bureau of Justice Statistics” (2009) reportan cada año miles de mujeres en el mundo que sufren violencia doméstica dentro de sus hogares como resultado de actos de violencia que se manifiesta no sólo en golpes físicos, sino también en formas más sutiles que provocan un impacto a largo plazo pero que pueden ser tan destructivos de la personalidad 45 WILMA GONZÁLEZ RÍOS como la violencia física. Las razones por las cuales la mujer permanece o abandona una situación de abuso es un tema que amerita estar en la agenda del presente ya que el abuso contra la mujer es un problema social que además de trastocar el entorno familiar afecta directamente el entorno social y laboral (Teubal, 2005). Llama la atención la diversidad de estudios realizados en este ámbito desde distintas perspectivas psico-sociales. Sin embargo, la literatura muestra la necesidad de continuar investigando sobre las razones para que una mujer abandone o permanezca en una situación de abuso. Existe una carencia de conocimientos sobre los determinantes para permanecer o dejar una relación abusiva de las mujeres mexicanas, por lo que es importante efectuar estudios en ese contexto cultural. Es por ello que este estudio exploró un conjunto de aspectos determinantes en la decisión de la mujer mexicana de dejar o permanecer en una relación abusiva con el fin de llenar en parte estas carencias dentro del campo de investigación. Discusión conceptual La explicación teórica de las razones por las cuales la mujer permanece o abandona una situación de abuso se encuentra en tres macro teorías que serán brevemente abordadas: las teorías psicosociales, las teorías sociales del aprendizaje y las teorías sociopolíticas. Teorías psicosociales Las teorías psicosociales se enfocan en las emociones y sentimientos que se adquieren desde la niñez e influyen en la conducta humana (Paterson, Christopher y Seligman, 2004; Allport &Murray, 1999; Walker, 1994; Roy, 1977; Prescott & Letko, 1977). Los teóricos que abordan la depresión enfatizan que la naturaleza violenta y delictiva del abuso hacia la mujer producen en la víctima un estado emocional de depresión (Lammoglia, 2005; Long; 1994; Hill, 1995). El problema de depresión en la mujer maltratada es más complejo de lo que aparenta. Lammoglia (2005) presenta un cuadro sintomático que permite comprender el peligro que representa esta enfermedad. Este autor identifica clínicamente el “episodio depresivo mayor,” lo que a su vez denomina como un trastorno mental muy severo que afecta a muchas personas con consecuencias fatales en muchos casos. Los síntomas descritos en este episodio son: un estado total de desánimo, tristeza constante, cambios en el peso, alteraciones del sueño, agitación, disminución de la capacidad de 46 movimiento, baja energía, sentimientos de inutilidad o culpa, dificultad para concentrarse o pensar, pérdida del interés o placer en casi todas las actividades. Si valoramos los síntomas y las repercusiones de este estado emocional producido por el maltrato es para preocuparse, ya que todos esos síntomas llevan a la víctima a sentir una culpa que la hace vivir flagelándose en voz alta, sumándose la aparición de ideas de muerte o suicidio (Lammoglia, 2005). Esta teoría explica la razón por la que la mujer abusada sufre depresión y en muchos casos la hace aceptar y permanecer en la situación de abuso por sentirse impotente emocionalmente para lidiar o escapar de la situación de maltrato que le da su pareja. Teorías del aprendizaje social Las teorías del aprendizaje social ven la violencia como una consecuencia directa del proceso de socialización y el medio ambiente familiar en donde el ser mujer se aprende o equipara a ser impotente (Straus, 1977). Existen dos teorías que explican la decisión de la mujer de aceptar o rechazar una situación de abuso: la Teoría de Aprendizaje Intergeneracional de Bandura (1977) y la Teoría de la Impotencia Aprendida de Walter (1978). Este estudio analiza esta última ya que es la que mejor explica la toma de decisión de la mujer que es abusada por su pareja. Seligman (1975) da inicio a la Teoría de la Impotencia Aprendida, que posteriormente fue aplicada y desarrollada por Walker (1978), explicando cómo los actos de abuso contra la mujer las hacen vulnerables y temerosas. Walker menciona cómo las mujeres abusadas condicionadas a menospreciar sus habilidades y paralizadas por temores fundados en el abuso (físico, emocional, económico, sexual o una combinación de éstos), permanecen al margen de la toma de decisión de abandonar la situación de abuso decidiendo permanecer en ésta. Esta teoría explica cómo la mujer se vuelve impotente como resultado de la cultura patriarcal, ya que esta cultura promueve el que se mantenga un orden establecido basado en que el hombre tiene el poder y la mujer tiene que obedecer (Paterson, Christopher y Seligman, 2004; Stern, 1999; Walker, 1978). La anterior explicación indica que el maltrato a la mujer entra en un ciclo de abuso donde el hombre hace uso de violencia para mantener su poder y su supremacía; por otra parte la mujer, como causa de este maltrato, se subordina a su pareja y no logra salir de su subordinación aprendiendo a sentirse impotente (Walker, 1994). Walker (1978) explica que en estas mujeres existe un alto sentimiento de culpa que las hace buscar las causas de la violencia LA CULTURA PATRIARCAL, LA RELIGIOSIDAD, EL APOYO SOCIAL Y LOS NIVELES DE DEPRESIÓN COMO PREDICTORES DE ACEPTACIÓN DE UNA SITUACIÓN DE ABUSO POR PARTE DE LA PAREJA: EL CASO DE LA MUJER MEXICANA en ellas mismas convirtiendo el abuso de pareja en una justificación, lo que provoca una permanente desvalorización que provoca depresión, baja autoestima y sentimiento de impotencia. Estas condiciones culturales descritas en el párrafo anterior, han propiciado que las mujeres mexicanas agredidas asimilen la violencia como parte de sus relaciones cotidianas haciéndolas permanecer en dicha relación. En algunos casos, ni siquiera reconozcan como delitos los actos de agresión dirigidos hacia ellas. Por consecuencia, el acto violento no se denuncia en una buena parte de los casos, tal como lo revelan las estimaciones estadísticas ofrecidas por el INEGI (2000), el Plan Nacional de Desarrollo (2000) y la Secretaría de Gobernación (1996). Teorías sociopolíticas Las teorías sociopolíticas (patriarcalismo y feminista) marcan y explican el rol que los valores tienen en la manifestación del abuso contra la mujer dentro de una sociedad patriarcal (Stern, 1999; Valcárcel, 1998; Castells, 1998). Los valores en la sociedad patriarcal hacen que las víctimas vivan sometidas a la figura masculina impactando la decisión de permanecer con su pareja abusiva (Dohmen, 1999). La teoría patriarcal es una de las más antiguas ya que todas las sociedades conocidas participan, en mayor o menor medida de los rasgos identificados como patriarcado dentro de una organización social en la que los hombres se apropian del poder y no da lugar a que las mujeres tengan igualdad de condiciones y sus derechos (Stern, 1999; Johnson (1995); Yllo y Straus, 1990). Sus manifestaciones son muy diversas y se han atenuado de una forma extraordinaria en los últimos años en las sociedades más desarrolladas, pero aún no han desaparecido totalmente en ninguna de ellas (Taylor, Magnussen and Amudson, 2001; Raphael y Haennicke 1999). La extensión del patriarcado es universal y abarca a todo tipo de sociedades. La cultura mexicana no es la excepción donde mujeres son abusadas por sus parejas aún durante al estado de embarazo (Castro, Peek-Asa, and Ruiz, 2003). Las formas de sometimiento femenino, que explican por qué la mujer permanece en la relación de abuso, aparecen tanto en las sociedades primitivas como en aquellas más desarrolladas que presentan formas complejas y sofisticadas de organización social y en cada una de ellas adoptan rasgos diferentes (Castells, 1998; Stern, 1999). Además, Heggen (1993) y Basham y Lisberness (1997) en sus investigaciones exponen que dentro de la raíz de una cultura patriarcal las mujeres víctimas de maltrato conyugal añaden sus creencias religiosas y posiciones ante el divorcio (que son dadas por posiciones de religiones patriarcales) como límites para ejercer sus derechos de abandonar a sus esposos en una relación de abuso. El grado de religiosidad que experimenta la mujer en la cultura patriarcal impacta en su decisión de permanecer o abandonar una situación de abuso de parte de su pareja siendo otro factor que explica la decisión de la mujer de permanecer en una relación de abuso. Estudios muestran que las familias numerosas en culturas altamente patriarcales, no apoyan a la mujer cuando decide abandonar al agresor, y mas bien es aconsejada a permanecer en dicha situación (Collymore, 2000). La teoría feminista surge como consecuencia de la herencia del patriarcado, y es sin duda la teoría crítica que desde la perspectiva de género, introdujo los debates en la vida política y en la vida privada, importantes transformaciones en las relaciones sociales con respecto a la mujer (Silverstein y Goodrich, 2006). El feminismo es una forma de crítica y al mismo tiempo un proyecto de inclusión (Marcionis, 2007) y transformación a favor de la mujer. Los temas más característicos del feminismo son la igualdad y la diferencia, la política de identidad, la construcción social del género, la sexualidad y la creatividad femenina (Raphael, 1999; Valcárcel, 1998; Rusbult y Martz, 1995; Frisch y McKenzie, 1991). Defiende la razón y la vida y, a la larga lucha para que la palabra libertad no sea una palabra abstracta y privilegio de unos pocos (Wollstonecraft, 1998; Valcárcel, 1998). Esta teoría explica el desarrollo de una conciencia activa en las mujeres que sufren una relación de abuso de parte de su pareja, promoviendo así que la mujer abandone dicha relación (Silverstein y Goodrich, 2006; GarlandThomson, 2002). Por otro lado, Chang (2003) y Olavarrieta (2002) coinciden en que el apoyo social que la mujer abusada reciba de sus familiares cercanos y de sus amigos contribuirá a que la decisión de abandonar la situación de abuso se lleve a cabo de manera segura para la víctima. Estudios hechos por William (2000) y Patzel (2001) reportan que el apoyo de familiares, amigos y profesionales ofrecido a las mujeres víctimas sobrevivientes del maltrato, las capacita para rehabilitarse e independizarse de sus agresores, haciendo este proceso más efectivo, seguro y saludable para ambos. De la revisión teórica efectuada es posible establecer un conjunto de aspectos a explorar que diluciden la relación diferencial de cada uno de ellos en su rol determinante para el entendimiento y comprensión del fenómeno de la violencia contra la mujer en el 47 WILMA GONZÁLEZ RÍOS contexto Mexicano. Así, el diseño básico del presente estudio respondió a la pregunta de investigación general siguiente: ¿cuáles son los factores que predicen que la mujer mexicana decida permanecer en una situación de abuso a partir de un conjunto de aspectos elegidos? Metodología Este estudio utilizó una metodología cuantitativa no experimental exposfacto con un diseño transversal. Las investigaciones transversales son definidas como diseños que colectan datos en un solo momento, en un tiempo único y cuyo propósito es describir variables y analizar su incidencia e interrelación (Tabachnick & Fidell, 2007). Población La población estudiada fueron mujeres víctimas de violencia que acudieron en busca de servicios al Centro de Atención Familiar (CAFAM) en Guadalupe, NL. México. Muestra y procedimiento de selección La selección de la muestra fue por disponibilidad y conveniencia. Se efectuó mediante la canalización, a través de la institución, de aquellas mujeres que cumplieron con los criterios de inclusión establecidos por la investigadora. Las participantes fueron reclutadas inmediatamente después de la entrevista inicial efectuada por la institución, antes de que se aplicaran sus servicios y programas para así obtener una medición aun no modificada por dichos servicios. Los criterios de inclusión en el estudio fueron: 1) mujeres mexicanas de 18 a 45 años de edad; 2) de comportamiento heterosexual; 3) que no estuvieran recibiendo servicios de CAFAM; 4) que el abuso tuviera seis o más meses en efecto; 5) que las mujeres no hubieran sido abandonadas por su pareja sino que ellas fueran quienes abandonaron la relación por decisión propia. Una vez establecidos los criterios de selección (de inclusión y exclusión) del estudio, comunicados y aceptados por la institución, se le pidió al personal de la institución que canalizara a las mujeres de acuerdo a los criterios mencionados y a la disponibilidad de las participantes. Posteriormente, el entrevistador hizo un acercamiento breve a la participante para explicarle el proyecto de investigación y la importancia de su colaboración para el éxito del mismo. Ya firmada la hoja de consentimiento, la participante fue reclasificada y codificada de acuerdo a su situación marital (si ésta permanecía todavía o si ya había abandonado la relación de abuso). 48 El entrevistador procedió a canalizar a la participante seleccionada hacia el equipo de ayudantes de investigación para la aplicación de los cuestionarios y la obtención de datos. El investigador y su equipo asistieron a la institución diariamente para seleccionar a las participantes y obtener los datos. Un análisis descriptivo e inferencial fue hecho con los datos obtenidos de la muestra total de 135 participantes. Instrumentos Variable Criterio o Dependiente: abandonar o permanecer con la pareja abusiva. Para determinar si la persona estaba o no en la relación se establecieron los siguientes criterios: información obtenida de la forma oficial de ingreso de la institución CAFAM (ficha de ingreso), mediante una pregunta en la cual se indagó el estado civil de la persona, el tiempo bajo ese estado civil, el domicilio actual y la indagación de si el domicilio reportado era el domicilio conyugal o no. Estos datos oficiales fueron posteriormente contrastados para su veracidad con las respuestas dadas por la participante en el estudio con preguntas que fueron incluidas en una pequeña hoja que consideró información sobre si la persona permanecía o no en la relación. Además, esta hoja incluyó información sobre si la participante vivía en el mismo domicilio con su esposo o compañero con el que se dio la situación de abuso, cuánto tiempo hacía que no vivía con él si ese era el caso, y quien decidió terminar la relación. Todos estos datos permitieron detectar con precisión si la persona estaba o no en la relación en base a los criterios establecidos. Variables independientes • Ingreso y número de miembros en la familia. Las variables ingreso y número de miembros en la familia fueron medidas con preguntas sociodemográficas directas de tipo numéricas. • Tipo de abuso, autoestima, depresión, dependencia económica, valores patriarcales y apoyo social. El investigador diseñó un cuestionario de preguntas estructuradas que incluyeron 43 preguntas con un nivel de medición ordinal con escala del 1-5 para medir las variables intensidad de abuso, dependencia económica, apoyo social, valores patriarcales y religiosidad. En el proceso de asegurar la máxima confiabilidad y validez de constructo y para asegurar la validez interna del estudio, se sometieron las preguntas en el instrumento a una prueba piloto. Se aplicó la LA CULTURA PATRIARCAL, LA RELIGIOSIDAD, EL APOYO SOCIAL Y LOS NIVELES DE DEPRESIÓN COMO PREDICTORES DE ACEPTACIÓN DE UNA SITUACIÓN DE ABUSO POR PARTE DE LA PAREJA: EL CASO DE LA MUJER MEXICANA mientos suicidas, llanto, agitación, pérdida del interés en las actividades, indecisión, pérdida de la energía, insomnio, irritabilidad, disminución del apetito, disminución de la concentración, fatiga, pérdida del interés en el sexo. El BDI refleja el grado de depresión de la persona que lo responde. Las contestaciones fueron medidas con una escala del 0 al 3 donde: ninguna = 0, leve = 1, moderada = 2 y severa = 3. Las interpretaciones son medidas en niveles de intervalos. Los puntajes totales menores de 15 revelan en esta escala una depresión leve; entre 15 y 30 revelan una depresión moderada; puntajes mayores de 30 indican una depresión severa. Finalmente, la prueba alpha de Cronbach se corrió en todos los instrumentos siguiendo el criterio convencional alpha ≥ 0.8 para retener o eliminar ítems. prueba t para grupos independientes con el fin de establecer discriminación entre los reactivos, obteniéndose diferencias estadísticamente significativas a un nivel _ <0.05. Posteriormente se sometieron los reactivos a una prueba de correlación de Spearman obteniendo un r = 0.8. También se sometieron las preguntas a un análisis factorial para explorar la validez interna del constructo. Finalmente, se calculó la confiabilidad a través de la prueba Alfa de Cronbach con _ = 0.7. De los 43 reactivos iniciales después de lograrse la validez y confiabilidad de cada constructo, sólo se utilizaron 25 reactivos con los que se obtuvo un Alfa de Cronbach de 0.85 a un nivel de p < 0.01. Autoestima: Inventario de Autoestima (SEI) de Coopersmith Este inventario midió la percepción de la persona en cuatro áreas: autoestima general, social, hogar y padres, escolar académica. La autoestima general corresponde al nivel de aceptación con que la persona valora sus conductas auto-descriptivas. La autoestima social corresponde al nivel de aceptación con que la persona valora sus conductas auto-descriptivas en relación con sus pares. La autoestima hogar y padres corresponde al nivel de aceptación con que la persona valora sus conductas auto-descriptivas en la relación con sus familiares directos. El Instituto Mexicano de Psiquiatría en México validó este instrumento usando una muestra de 411 sujetos mexicanos adultos (200 hombres y 211 mujeres). La escala está constituida por 25 reactivos dicotómicos (si o no). Los resultados de esta validación presentaron una p<0.05 a través de prueba t y un alpha de Cronbach de 0.81. Inventario de depresión de Beck El Inventario de Depresión de Beck (BDI) es un instrumento de 21 reactivos traducidos al español y estandarizado por Hardcourt Co. Este instrumento midió tristeza, desesperanza, fracasos pasados, anhedonia, culpa, castigo, auto-disgusto, pensa- Resultados Análisis descriptivo de la población Se efectuó un análisis descriptivo y socio-demográfico con los datos obtenidos de las participantes incluyendo la edad, grupo familiar, estado marital e ingreso. La edad promedio de las participantes fue de 32 años con un ingreso promedio de 3, 500 pesos semanales y un número promedio de 6 miembros en la familia. De los datos descriptivos se encontró que más de la mitad de las mujeres habían dejado a su pareja (n=66) y el resto (n=64) aún permanecían con su pareja. Una gran proporción de la muestra (45%) estaban casadas; del resto, el 40 porciento estaban divorciadas, el 3.8% estaban separadas y el 10.8% vivían como parejas (amancebadas). Del 100% de las mujeres participantes, el 49.2% vivían con sus parejas y el 50.5% habían abandonado a sus parejas. La Tabla 1 describe la media y la desviación estándar de las variables ingreso, miembros en la familia y edad en los dos grupos estudiados: grupo uno constituido por mujeres que abandonaron la relación de abuso y grupo dos de mujeres que permanecían en ésta. TABLA 1 ESTADÍSTICA DESCRIPTIVA COMPARATIVA DE LAS VARIABLES DEMOGRÁFICAS EN LA DECISIÓN DE PERMANECER O ABANDONAR UNA SITUACIÓN DE ABUSO Variables Decisión de permanecer (n = 64) Decisión de abandonar (n = 66) Media Desviación estándar Media Desviación estándar Miembros en la familia 5.98 2.16 5.94 2.35 Ingreso semanal 1378 564 1297 542 Edad 32.47 7.23 32.33 6.82 Nota: El ingreso semanal equivalente a moneda nacional mexicana. 49 WILMA GONZÁLEZ RÍOS bles independientes del modelo de regresión. En la Tabla 2 se presentan las medias y las desviaciones estándar de las variables independientes para los dos grupos. Se encontraron diferencias estadísticas significativas entre los dos grupos en 7 de las variables comparadas. La tabla tres proporciona los resultados del estadígrafo t encontrados, la diferencia de medias y el nivel de significancia obtenido. Como se puede ver en la Tabla 3, con un nivel de p<0.01, existieron diferencias estadísticas significa- Las medias de las variables: miembros de familia, edad e ingreso semanal indicaron que los dos grupos son demográficamente homogéneos. Análisis comparativo bivariado de las variables independientes Con el propósito de explorar más la naturaleza de los dos grupos de mujeres (las que permanecen y las que ya no están en la relación abusiva), se efectuó una comparación entre los dos grupos efectuando una diferencia de medias mediante la prueba t para grupos independientes y para cada una de las varia- TABLA 2 COMPARACIÓN DE LA ESTADÍSTICA DESCRIPTIVA DE LAS VARIABLES INDEPENDIENTES EN LOS GRUPOS 1 Y 2 Grupo 1. Abandonaron la (n=66) relación de abuso Grupo 2. Permanecían en (n=6) la relación de abuso Variables Media Desviación estándar Mean Desviación estándar Autoestima 17.4 4.6 8.5 4.3 Depresión .55 .54 1.5 .36 Valores patriarcales 1.3 .49 4.0 .66 Apoyo social 3.9 .69 1.5 .72 Intensidad del abuso 3.8 .37 2.7 .59 Religiosidad 2.1 .68 4.1 .60 1.97 1.2 4.5 1.0 Dependencia económica TABLA 3 PRUEBA T- PARA LA DIFERENCIA DE MEDIAS DE LAS 9 VARIABLES ENTRE LOS DOS GRUPOS (GRUPO 1 Y GRUPO 2) EN ESTUDIO T Df Sig. (2-colas) Diferencia de medias Miembros de la familia -0.651 128 0.516 -0.2800 Ingreso -1.419 128 0.158 -138.1600 Religiosidad -18.246 128 0.000 -2.0488 Dependencia económica -13.117 127 0.000 -2.4900 Intensidad del abuso 13.284 128 0.000 1.1420 Apoyo social 20.442 128 0.000 2.5211 Valores patriarcales -26.790 128 0.000 -2.7224 Depresión -11.633 128 0.000 -0.9368 Autoestima 11.581 128 0.000 8.9863 Nota: p>.025 50 LA CULTURA PATRIARCAL, LA RELIGIOSIDAD, EL APOYO SOCIAL Y LOS NIVELES DE DEPRESIÓN COMO PREDICTORES DE ACEPTACIÓN DE UNA SITUACIÓN DE ABUSO POR PARTE DE LA PAREJA: EL CASO DE LA MUJER MEXICANA tivas entre los grupos de mujeres que están y las que han abandonado la relación, en las variables religiosidad, dependencia económica, intensidad de abuso, apoyo social, valores patriarcales depresión y autoestima. No existieron diferencias estadísticas significativas entre los dos grupos de mujeres sólo en las variables ingreso (p=0.16) y miembros en la familia (p=0.52). Análisis multivariado Los siguientes pasos fueron seguidos con el fin de analizar la fuerza predictora de las nueve variables en estudio. La normalidad es considerada como una de las suposiciones fundamentales en el análisis de regresión múltiple (Pampel, 2000; Tabachnick & Fidell, 2001). Se efectuaron los procedimientos de exploración de la normalidad empleando una variedad de procedimientos analíticos (Histograma y la prueba Kolmogorov-Smirnov) para evaluarla, a sabiendas de que en base a la naturaleza del nivel de medición de las variables era difícil alcanzar normalidad. Como era de esperarse, no se encontró normalidad en ninguna de las variables sometidas a análisis. Sin embargo, los análisis multivariados pueden aun efectuarse con algunas infracciones (Tabachnick & Fidell, 2001; Kahane, 2001), por lo que se procedió a efectuar un análisis de regresión múltiple. Se corrieron los modelos de regresión múltiple “stepwise” y “enter” para encontrar el mejor modelo de variables de mayor fuerza de predicción en la decisión de permanecer o abandonar una situación de abuso de pareja. El método “Stepwise” mostró solamente tres fuertes predictores: valores patriarcales (p=0.00), religiosidad (p=0.02) y apoyo social (p=0.04), de los cuales el de mayor fuerza predictora fue valores patriarcales. Las demás variables no entraron en ninguno de los tres modelos reportados a través de este método. Sin embargo, a través del método “enter”, la variable depresión (p=0.04) entró al modelo junto con las variables valores patriarcales (p=0.00), religiosidad (p=0.00) y apoyo social (p=0.02) (véase Tabla 4). A pesar de que la variable depresión no entró en el método “stepwise” por lo restrictivo que es éste en su selección de las variables predictoras, la literatura teórica (APA, 2002; Lammoglia, 1995; Jones, 1994; Barnett, 2001) ha mostrado que este predictor es un predictor importante dentro de la literatura del maltrato. Por ello es que se presenta el modelo de regresión estadística obtenido mediante el método “enter” como el modelo que explica mejor la determinación de la mujer mexicana de permanecer o abandonar la relación de abuso. En base a la literatura, el modelo presentado es el más parsimonioso. La Tabla 4 presenta los resultados del modelo de regresión. TABLA 4 COEFICIENTE DE REGRESIÓN PARA CADA VARIABLE EN ESTUDIO: MÉTODO ENTER Coeficiente No estandarizado t Sig. B Error estándar Beta Permanecer / abandonar 0.182 0.245 0.743 0.459 Miembros de la familia -.0051 0.007 -0.025 -0.767 0.445 Ingreso (semanal) 0.000025 0.000 0.027 0.850 0.397 Religiosidad 0.106 0.028 0.256 3.723 0.000 Dependencia económica 0.02514 0.015 0.083 1.626 0.107 Intensidad de abuso -0.04285 0.036 -0.064 -1.198 0.233 Apoyo social -0.06377 0.028 -0.183 -2.276 0.025 0.159 0.033 0.470 4.790 0.000 Depresión -0.112 0.054 -0.146 -2.070 0.041 Autoestima -0.00678 0.005 -0.085 -1.326 0.187 Modelo 1 Coeficiente estandarizado Valores patriarcales 51 WILMA GONZÁLEZ RÍOS Se pueden observar que no fueron predictores estadísticos significativos las variables: número de miembros de la familia, ingreso, dependencia económica, intensidad de abuso y autoestima. En cambio, religiosidad (p=0.00) y valores patriarcales (p=0.00), apoyo social (p=0.02) y depresión (p=0.04), entraron como fuertes predictores. Finalmente se concluye, que los predictores que hacen que la mujer permanezca en una situación de abuso de pareja en estas mujeres estudiadas, son los valores patriarcales, la religiosidad, el apoyo social y la depresión en orden descendente. En otras palabras, el hecho de que la mujer tenga altos niveles de valores patriarcales, religiosidad y depresión además de bajos niveles de apoyo social, predicen que una mujer mexicana permanezca en una relación de abuso. Por otro lado, los bajos niveles de valores patriarcales, religiosidad y depresión y los altos niveles de apoyo social, son fuertes predictores para que las mujeres mexicanas abandonen una situación de abuso. Discusión El propósito de este estudio fue entender la experiencia de una población de mujeres mexicanas víctimas de abuso de parte de su pareja. Los resultados intentan contribuir al campo de la investigación existente en cuanto a los factores envueltos en la decisión de la mujer mexicana de abandonar o permanecer en una situación de abuso de pareja. Nueve variables fueron examinadas en una muestra de 130 participantes y los resultados del análisis estadístico proporcionaron apoyo para contestar la pregunta de investigación. Al efectuarse una prueba t para grupos independientes, se encontraron diferencias estadísticamente significativas en las variables religiosidad, dependencia económica, autoestima, depresión, apoyo social y valores patriarcales entre las medias del grupo uno (mujeres que abandonaron al agresor) y las del grupo dos (mujeres que permanecieron con el agresor). Sin embargo, no se encontraron diferencias estadísticas en las variables ingreso y número de miembros en la familia. Por otro lado, cuatro fuertes predictores (valores patriarcales, religiosidad, apoyo social y depresión) fueron identificados en un análisis multivariado de regresión múltiple. Se presenta a continuación, el análisis de los resultados encontrados comentando sobre cada uno de las variables predictoras encontradas. Valores patriarcales Los hallazgos muestran diferencias estadísticamente significativas en valores patriarcales entre grupo de 52 mujeres que abandonaron la situación de abuso y el grupo de mujeres que permanecieron en ella. Las mujeres con altos niveles de valores patriarcales permanecían en la relación de abuso de pareja, mientras que las mujeres que tuvieron bajos niveles de valores patriarcales fueron las que habían abandonado a sus agresores. Estos hallazgos expanden lo encontrado en estudios previos hechos por Ramírez-Rodríguez, (2006), Marín de Espinosa (2001), Jacobson (2001) y Stern (1999) con relación a la actitud y conducta patriarcal de familias y líderes religiosos cuando tienen que apoyar y manejar situaciones donde la mujer es abusada. Los investigadores coinciden al exponer que estas mujeres abusadas frecuentemente no cuentan con el apoyo de parte de su familia inmediata cuya actitud es aconsejar a estas víctimas a regresar con sus agresores con actitud sumisa y sometida (Teubal, 2005; Varela, 2002; Marín de Espinosa, 2001; Jacobson, 2001; Rossi, 1993). Además, aporta mayores bases a estudios como el de Olavarrieta (1993), donde presenta los estereotipos de machismo y la relación de abuso hacia la mujer en las zonas rurales de México, discutiendo las raíces culturales patriarcales y lo que implica la tradición de cometer actos de violencia contra personas vulnerables como lo es la mujer. Por otro lado, los resultados de este estudio sobre la influencia de los valores patriarcales en la mujer abusada explican por qué estudios hechos por Castro, PeekAsa y Ruiz (2003) con 917 mujeres mexicanas embarazadas, mostraron que si bien el abuso ocurre comúnmente en mujeres embarazadas, el embarazo en sí no es un factor que desencadene la violencia sino más bien la influencia patriarcal. Basado en los hallazgos de este estudio, se puede concluir que las mujeres con altos niveles de creencias patriarcales son las que mayormente permanecen en una situación de abuso. Por otro lado, la decisión de abandonar la situación de abuso está fuertemente predicha en mujeres con creencias de valores patriarcales bajos. En algunos estudios se explora cómo se correlacionan los valores patriarcales, la religiosidad y el apoyo social (Varela, 2002; SSNL, 2000; Rossi, 1993). Como es de esperarse, existe una correlación altamente negativo del nivel de los valores patriarcales de las participantes (r = -0.9) con el apoyo social y una correlación positiva alta con religiosidad (r =0.8). Estos hallazgos son importantes porque establecen el rol tan importante que los valores patriarcales desempeñan en la decisión de las mujeres que participaron en este estudio para permanecer o dejar una relación de abuso de parte de su pareja. LA CULTURA PATRIARCAL, LA RELIGIOSIDAD, EL APOYO SOCIAL Y LOS NIVELES DE DEPRESIÓN COMO PREDICTORES DE ACEPTACIÓN DE UNA SITUACIÓN DE ABUSO POR PARTE DE LA PAREJA: EL CASO DE LA MUJER MEXICANA Religiosidad Los resultados obtenidos sobre la variable religiosidad indican que las mujeres que habían abandonado la relación de abuso reportaron menos niveles de religiosidad que aquellas que decidieron permanecer en dicha relación. En el análisis de regresión múltiple, el nivel de religiosidad resultó ser el segundo predictor más fuerte en la decisión de la mujer de permanecer o abandonar la relación de abuso. Estos resultados apoyan y amplían los hallazgos de los estudios hechos por Basham and Lisberness (1997) y Heggen (1993), los cuales exponen que para algunas mujeres víctimas de maltrato conyugal sus creencias religiosas y posiciones ante el divorcio las limitan a ejercer sus derechos de abandonar a sus esposos en una relación de abuso. En adición, añaden a lo presentado por Neff y Karney (2005) sobre el efecto de la religiosidad en la relación de parejas. Apoyo social Dado el hecho de que la literatura establece lo significativo que es para una mujer abusada recibir apoyo social (familia y amigos) cuando ha tomado la decisión de abandonar dicha situación de abuso de parte de su pareja, estos hallazgos justifican la necesidad de mayor intervención en el campo del trabajo social en fomentar y desarrollar políticas y programas que ofrezcan mayor apoyo social a estas víctimas de abuso. En adición, estos resultados en apoyo social aportan mayores bases a investigaciones previas efectuadas por Tjaden & Thoenes (1998), Browne (1997) y el Departamento de Policía de Puerto Rico (2002), donde se ha encontrado que estas víctimas que abandonan a sus agresores son acosadas y perseguidas por ellos para obstaculizar a la mujer su proceso de liberación y rehabilitación ocasionando que muchas mujeres mueran a manos de sus agresores durante este proceso. Depresión Se encontraron diferencias estadísticamente significativas (p=.00) entre las medias de los dos grupos de mujeres que se entrevistaron: las que permanecían en la relación abusiva y las mujeres que ya habían abandonado esta relación. Se encontró que las mujeres que abandonaron a sus agresores mostraron menores grados de depresión que aquellas que aun permanecían en dicha relación. Es de gran importancia el hallazgo de que el 77% de las mujeres que abandonaron la relación no experimentaron ningún grado de depresión. Estos datos sugieren que la depresión es un fuerte predictor en la decisión de que una mujer permanezca en una relación de abuso de pareja. Estos resultados enriquecen los estudios hechos por Garfield (2004) y Walker (1994), sobre las consideraciones clínicas en las posibilidades de comunicación y alianzas en la terapia durante la relación de la pareja. Además apoyan la teoría de Walker (1994) sobre la impotencia aprendida. Ingreso, número de miembros de familia, intensidad del abuso, dependencia económica y autoestima De la revisión de la literatura efectuada se encontró que aspectos tales como el ingreso, el número de miembros de familia, la intensidad del abuso, la dependencia económica y la autoestima (Barnett 2001; Brandwein, 1999; Raphael, 1999; Jacobson & Gottman, 1998; Bollie, 1997) tienen que ver con la decisión de las mujeres para permanecer o abandonar una relación de abuso. Estudios por Brandwein (1999), Bollie (1997) y Raphael (1999) muestran cómo el nivel de ingreso de mujeres víctimas de abuso está relacionado con continuar o mantenerse en una relación de maltrato. Sin embargo, aun cuando el papel de los aspectos mencionados en los estudios de la literatura consultada ha tenido que ver con la decisión de abandonar o permanecer en relaciones de abuso, en este estudio no fueron determinantes estadísticos significativos. Sin embargo, el rol de estos factores como aspectos determinantes, no pueden descartarse porque no salieron como predictores en el modelo de regresión. Además, todavía faltaría considerarlos como componentes potenciadores o intermedios dentro de la decisión de la mujer de dejar o permanecer en la relación abusiva. Un estudio mediante modelos de ecuaciones estructurales (SEM) podría dilucidar mejor el papel de cada una de las variables en modelos más complejos. Lo que sí puede afirmarse es que dentro de la cultura Mexicana existen fuertes raíces históricas religiosas y patriarcales (Valdez-Santiago, Arenas-Monreal, Hernández-Tezoquipa, 2004; SSNL, 2002; Stern, 1999; Díaz, 1998), por lo que el papel predictor importante de los valores patriarcales y de la religiosidad aunque no es sorprendente, sí corrobora la importancia de estos aspectos como factores a considerar para el entendimiento de la condición de las mujeres mexicanas en su capacidad de mantenerse o dejar una relación de maltrato. Así, los hallazgos de este estudio comprobaron que los predictores en la decisión de una mujer Mexicana víctima de abuso de pareja de permanecer o abandonar a su agresor no son el ingreso, ni el número de miembros de familia, ni la intensidad del abuso, ni la dependencia 53 WILMA GONZÁLEZ RÍOS económica, ni el nivel de autoestima, sino, el nivel de sujeción a los valores patriarcales, a la religiosidad, la falta de apoyo social y el alto grado de depresión. Estos hallazgos apoyan, aportan y amplían los hallazgos encontrados en estudios hechos por la Dra. Granados (SSNL, 2002) en una encuesta de 1,064 mujeres maltratadas, donde encontró que la dependencia económica o los bajos ingresos no fueron las razones por las cuales las mujeres mexicanas víctimas de abuso permanecen con sus agresores. Granados encontró que a pesar de que la mujer mexicana ha entrado al sector laboral y se ha independizado económicamente de su pareja, aún permanece con su agresor. Conclusiones La cultura patriarcal en México y sus raíces históricas han impactado a través de los valores, la religión y el apoyo social (familiares y amigos) la toma de decisión de abandonar o permanecer su pareja abusiva. En vez de cuestionar a la mujer mexicana en al cuanto al por qué permanece en la situación de abuso, es necesario encontrar variedad de alternativas en la solución del problema considerando como predictores los valores patriarcales, religiosidad, apoyo social y su grado de depresión. Los resultados de este estudio aportan una mayor comprensión al campo de la investigación sobre la relación que existe entre predictores específicos de la toma de decisión de la mujer Mexicana para permanecer o abandonar una situación de abuso, ayudan al campo del Trabajo Social en programas de intervención ya existentes y en el proceso de evaluación. Además, contribuyen al campo de intervención profesional del trabajador social clínico en el desarrollo de estrategias más efectivas en la ponderación e intervención, donde incluyan factores tales como: valores patriarcales, religiosidad, apoyo social y depresión. En adición, estos hallazgos, enriquecen el campo de la investigación y aportan bases científicas sobre las variables en estudio para dar inicio a estudios comparativos con culturas idóneas. Finalmente, estos hallazgos ayudarán en la elaboración y formulación de políticas sociales que aborden de manera más efectiva el problema de la mujer abusada en México. Limitaciones El hecho que las mujeres de este estudio fueron encuestadas sólo una vez, no hizo posible saber cuántas de las mujeres que abandonaron su pareja abusiva eventualmente regresaron y cuáles fueron 54 las causas de que lo hicieran. Por el hecho de la naturaleza del diseño utilizado (transversal), surge la limitante de la incapacidad de establecer relaciones causales, de añadir terceras variables para explorar el papel mediador o potencial de algunas de las variables y de clarificar la dirección de las relaciones causales, asumiendo que existieran. Recomendaciones Se recomiendan otros estudios con un número mayor de participantes en la muestra y cuya selección sea al azar y que incluya muestras representativas una población mayor del Estado de Nuevo León. Además, se recomiendan otros estudios de manera comparativa donde pueda determinarse si los hallazgos sobre los predictores de la toma de decisión de la mujer en permanecer o abandonar una situación de abuso de pareja, son cónsonos con otras regiones del país y/o con otras culturas de origen latino. Referencias ALLPORT, G. & MURRAY, H. (1999). Teorías Disposicionales. (Cap. 10). En: Engler B.(1996). Teorías de la Personalidad. 4ta. Ed. 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De este modo, se plantea la posibilidad de articular propuestas dialógicas que permitan trascender el concepto de justicia procedimental, para abrirse hacia una justicia de carácter restaurativo y de corte comunitario, donde la sociedad reconoce al joven infractor como un otro legítimo, permitiéndole la restauración del daño causado por la infracción cometida, y promoviendo con ello una reinserción social efectiva. Palabras claves. Jóvenes infractores de ley, sistema de justicia juvenil, justicia restaurativa, ética dia- lógica. Abstract This article aims to reflect upon the social problem that juvenile delinquency represents nowadays and about the challenges this situation generates for the establishment of a National Juvenile Penal System, within the frame of the Children Right International Convention, which was signed by Chile in 1990. It also provides a reflection on the possibility of articulating dialogical proposals which go beyond the concept of procedural justice, and are critical to open the understanding of juvenile delinquency toward the idea of restorative justice. In this approach, based on the relation between the young and the community, society recognises young offender as a legitimate other and allow him to repair the harm caused promoting an effective social reintegration. Key words. Young law offenders, youth justice system, restorative justice, dialogical ethics. Introducción El presente artículo desarrolla una reflexión acerca del problema de la delincuencia juvenil partiendo por una breve revisión de la forma en que se significó a la minoridad a principios del siglo XX, para identificar desde esa significación, el modo en que se articuló la relación Estado, vigilancia y desvío conductual juvenil. Como señalará en el transcurso del texto, el control social, particularmente el que se dirige a los jóvenes delincuentes, históricamente ha transitado entre la caridad y el miedo, construyendo entonces a un sujeto en riesgo y a otro peligroso, sin haber mayores distinciones en las formas de intervención. Tanto es así, que en la actualidad, el Informe anual de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales (2008), ha llamado la atención sobre el estancamiento de niños y jóvenes en Centros Residenciales del Servicio Nacional de Menores (SENAME), que no sólo responde a condiciones de pobreza, sino a otras complejidades que no están siendo debidamente abordadas. Según lo anterior, la reflexión se encamina hacia la articulación de propuestas de justicia restaurativa, dialógicas y éticas, capaces de atender a las particularidades de los sujetos que hoy cometen infracción de ley. Se pretende entonces, instalar la perentoria necesidad de que el joven infractor de ley, salga de 57 DANIELA DÍAZ / CLAUDIA ANDREA lo que aquí denominamos ‘no lugar’, precisamente porque atendiendo a la demanda por responsabilización social, ésta debe ponerse en perspectiva, revisando las condiciones efectivas del cumplimiento de las sanciones juveniles. Finalmente, se plantea que no es posible centrar únicamente la reinserción social en los jóvenes, sin ser capaces como Estado, profesionales y sociedad civil, de proyectar nuevas formas de intervención social, que visualicen al joven como sujeto dotado de capacidades para indemnizar al otro, a partir de sus condiciones particulares, pero sobre todo, a partir de la construcción de políticas de des-estigmatización. Infancia y juventud: breve reseña histórica Desde fines del siglo XIX, y a partir del progreso de las disciplinas sociales, los estudios referentes a la infancia, plantean que el niño puede ser visto bajo la lógica de patrones evolutivos, y en su carácter meramente biológico, eso era lo que postulaba por ejemplo, la psicología del desarrollo. Por su parte, desde la sociología clásica, Durkheim construye una proto-teoría que contiene una visión moral de la socialización de los niños, y luego, es Parsons, quien define a la niñez como un estadio ‘dependiente’, enfatizando los roles de la escuela y la familia. Posteriormente se encuentran los estudios de Mead y Cooley, quienes dan importancia a los contextos sociales en la formación de la identidad infantil. No obstante, todos estos estudios dan cuenta de una visión que toma a la infancia como un objeto meramente instrumental. “Los niños que pueblan esas aproximaciones fueron siempre [...] seres sin rostro, organismos pre-sociales, de los que se retrataba ésta o aquella cualidad que servía para explicar otros procesos sociales, pero de los que nunca se nos ofreció una imagen completa” (Rodríguez, 2003: s/n). Ello, en un contexto de modernidad en que la infancia es sindicada para concretar el orden social, significándola como centro de la civilidad y proyección hacia el futuro. En ese sentido, la escuela aparece como aval del progreso, y como instancia transmisora –por excelencia– de los proyectos de hegemonía y armonía social, donde toda ‘anormalidad ‘debía ser rápidamente institucionalizada. En ese afán de controlar el desvío, en Latinoamérica, por ejemplo, inician su funcionamiento dos tipos de sistemas de control sociopenal: por una parte, el sistema tutelar para niños abandonados, y por otro, la represión estatal, que con el justificativo de disolver las fuentes de conflicto social, invadía a las familias, o se apropiaba de los niños para someterlos a procesos de re-socialización (Carli, 1999). Ello, se relacionaría con el análisis de María Angélica Illanes (2007), particularmente en lo referido a las acciones de intervención social desprendidas del Ministerio de Bienestar chileno en 1925, que implementó políticas públicas de penetración en la clase obrera a través de la madre, precisamente para asistir al niño, evitando no sólo la alta mortandad infantil de esa época, sino además, transmitiendo un ideario de Nación hegemónico. Un breve recorrido por la política pública en materia de infancia, en Chile, permite evidenciar el paso de una política altamente benefactora, centrada en la protección del niño en peligro, hacia una cada vez más subsidiaria, donde paulatinamente se desarrolla un carácter defensivo e integrador del orden social, y donde paralelamente, se pasa de iniciativas privadas a públicas. De ese modo, el Estado se especializa en acciones específicas hacia el grupoobjetivo, las cuales se delimitan en una ideología médico-sanitaria y jurídica. A comienzos de la década del cincuenta se generan en Chile una serie de reformas legales encaminadas a salvaguardar la situación de los ‘menores en situación irregular’, entendiéndose a éstos como niños y jóvenes abandonados por sus familias y en condiciones de extrema pobreza. Es así como comienza a gestarse la relación entre el paradigma correccional y el de protección, inspirados en la necesidad moral de adaptación de este tipo de niños y jóvenes al medio social1. Pero será a partir de 1972 que emerge con fuerza la idea de definir una política social de carácter global, orientada a remediar y prevenir la irregularidad social de los menores. Comienza a funcionar la Oficina de Asistencia al Menor y se otorgan aportes a las instituciones privadas. Además, se crean Centros de Prevención del riesgo social, y se proyectan investigaciones sobre distintos aspectos de la problemática de los menores y los jóvenes que delinquen. 1. Muchas de las acciones hacia la infancia y juventud desvalida se enmarcaron en el área judicial. En el año 1966 se publicó la Ley Nº 16.520 que introdujo modificaciones a la Ley Nº 14.907 sobre Protección de Menores y que creó el Consejo Nacional de Menores, que pretendía resolver la condición de la infancia en situación irregular, no obstante, tiempo después, se define la Política General de Bienestar del Niño y la Familia, que enfatizó la prevención y la protección, creándose nuevos centros y juzgados de menores. 58 DESAFÍOS PARA UNA NUEVA INSTITUCIONALIDAD DE JUSTICIA PENAL JUVENIL La política pública comienza a ‘focalizarse’ sobre grupos-objetivo de alto riesgo, revirtiéndose el carácter universalista que ésta había enfatizado en el pasado. Se deterioró la calidad de los servicios que prestaba el Estado, y se redujeron paulatinamente los presupuestos sociales, provocando una disminución de la calidad de los servicios públicos (Morales, 1994). La infancia y juventud, siguió viéndose bajo una óptica jurídica, sin lograr mayores avances, pues los niños y jóvenes eran parte del imaginario de la indefensión, mundo que era ‘asistido’, mediante la política dirigida a los más desvalidos. Es lo que García Méndez (2001), denomina el paradigma de la compasión-represión, cuyo mayor extremo lleva a confundir pobreza y situación de calle, con constituir un peligro para la sociedad. El régimen militar, en su intento por abordar el tema infancia, crea en 1979, el Servicio Nacional de Menores (SENAME), cuya responsabilidad era atender por sí mismo o a través de otras instituciones, a los menores enviados por Tribunales, cumpliendo las medidas que éste demandara2. En 1990 con el retorno a la democracia, se prioriza la necesidad de implementar reformas en la concepción, institucionalidad e instrumentación de la política social, cuyos énfasis son la equidad y solidaridad. A partir de ello la política social es redefinida como integral, pretendiendo superar la asistencialidad de las intervenciones e incorporando dimensiones culturales que permitan el mejoramiento de la calidad de vida de la población. El Estado chileno construye una nueva relación con el tema infancia, estructurando una política social en esta materia, cuyo germen se encuentra en la firma de la Convención de los Derechos del Niño (CDN) en el año 1990. A partir de lo anterior, Chile se comprometerá en su Plan de Acción Integrado (2001-2010) a elaborar respuestas de intervención social hacia niños y jóvenes, que permitan operacionalizar su compromiso de Estado en estas materias. Política nacional y Ley de Responsabilidad Penal Adolescente La Política a favor de la Infancia y Adolescencia, se transforma en la piedra angular y en el marco ético, valórico y operativo de las acciones que el gobierno de Chile realiza a favor de niños, niñas y adolescentes, llevándose a cabo mediante la implementación del Plan de Acción Integrado para el período 20012010, siendo parte del Plan Bicentenario de Chile. Con ello, se pretende una transformación en la lógica de comprensión de la juventud y la adolescencia, transitando desde un paradigma tutelar donde el joven es objeto de protección del Estado (menor en situación irregular), hacia un paradigma garantista donde niños y jóvenes son sujetos de derecho. (Libro Política Nacional a Favor de la Infancia y Adolescencia, 2000). Cabe recordar que en el antiguo paradigma, los jóvenes constituían objeto de protección por parte del Estado cuando se encontraban en condiciones de vulnerabilidad social; pero también constituían objetos de control o tutela Estatal cuando se veían propensos a desarrollar y mantener ‘desviaciones’ conductuales que resultaban un riesgo para el orden social establecido. De este modo, la figura Estatal se hace cargo de la resolución de problemas sociales presentados por niños y jóvenes “desprotegidos”, y paralelamente, asume el control de jóvenes con conductas desviadas. El carácter protector-tutelar, al mismo tiempo que cientificista y rehabilitador de los procedimientos destinados a los menores en situación irregular, se orientaba a la aplicación de medidas de protección hacia la infancia vulnerada y de medidas de internación hacia niños y jóvenes infractores de ley (Farías, 2003). Ahora bien, con el tránsito y reconocimiento del paradigma de derechos asociado a la Convención Internacional de los Derechos del Niño, niños y jóvenes son concebidos como sujetos de derecho en desarrollo de autonomía progresiva (CIDN, 1990) constituyéndose al mismo tiempo en sujetos de derecho penal, responsables de sus actos ante la ley. No obstante, dada esta condición de autonomía en desarrollo, se reconoce la necesidad de contar con un Sistema Judicial Especializado que busca “hacer efectiva la responsabilidad de los adolescentes por los hechos delictivos que cometan, de tal manera que la sanción forme parte de una intervención socioeducativa amplia y orientada a la plena integración social” (Ley 20.084 Art. 20). En este contexto, la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente (LRPA. Ley Nº 20.084) comienza a regir 2. Así, el Juez de Menores, podía solicitar por ejemplo, el ingreso a Centros Cerrados, aludiendo a causales de protección del menor o joven en situación irregular. Por su parte, el SENAME, bajo la dependencia del Ministerio de Justicia, debía inicialmente atender a los jóvenes irregulares, sin embargo ello no ocurrió ya que a partir del modelo de desarrollo económico se externalizó la atención de los menores y jóvenes, quienes comenzaron a ser atendidos por Centros “subvencionados” por el Estado. 59 DANIELA DÍAZ / CLAUDIA ANDREA en Chile a partir de julio del año 2007, obedeciendo a la necesidad de ajustar el Derecho Penal Nacional a la Convención Internacional de los Derechos del Niño. Se implementa entonces, un Sistema de Justicia Especializado para adolescentes de entre 14 y 18 años, que reemplaza el sistema tutelar punitivo y elimina la antigua figura legal del discernimiento aplicada a jóvenes mayores de 16 años, donde la determinación de los hechos punibles era poco relevante, importando más la aplicación de medidas de protección de acuerdo a la irregularidad presentada por cada niño. Así, características psicológicas, médicas y sociales servían de base para una clasificación de la irregularidad de los menores; y por ningún motivo el hecho, casi siempre circunstancial, de que el menor fuese o no autor de un delito (Cortés, 2006). Bajo el paradigma tutelar, niños y jóvenes infractores de ley menores de 16 años, son derivados a Tribunales de Menores, no para ser sometidos a juicio por la infracción cometida, sino para evaluar la pertinencia de la aplicación de medidas de protección, bajo el entendido de que la minoría de edad constituía una de las excepciones a la imputabilidad por delito cometido (OPCIÓN, 2005). Por otra parte, y como se mencionó anteriormente, los adolescentes mayores de 16 años eran sometidos a un examen de discernimiento, donde más allá del grado de conciencia respecto de la infracción cometida, se consignaban características sociales y personales –contenidas en los informes de calificación diagnóstica– para evaluar posibles medidas de protección que corrigieran la conducta desviada, cayendo en la aplicación de medidas de protección con fines de control. Esta confusión entre el carácter tutelar y proteccional del Estado, genera una suerte de penalización de características personales y vulnerabilidades sociales. Son estas inconsistencias entre el funcionamiento del sistema tutelar y el respeto a la Convención Internacional de Derechos del Niño, las que sustentan la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente (LRPA) que contribuye a separar los ámbitos protección de derechos y responsabilización judicial, poniendo fin a un sistema que reaccionaba sustancialmente de la misma manera ante jóvenes infractores de ley, y ante jóvenes vulnerados en sus derechos.. De este modo, se garantiza el derecho al debido proceso y justa defensa jurídica, disminuyendo la discrecionalidad de los jueces. Todos estos cambios en la forma de tratar el delito, podrían tener consecuencias sociales vinculadas a una des-estigmatización de los jóvenes relacionados al sistema penal, en virtud del juicio a 60 la conducta desviada por su carácter delictual y no por las vulnerabilidades sociales del adolescente. Desde la criminología, específicamente desde la teoría de la rotulación desarrollada por Becker, la conducta desviada se concibe a partir de las interacciones sociales, donde la etiqueta social de “delincuente” constituye un rótulo para personas “distintas” o desajustadas a normas establecidas por la estructura social legal definida por grupos dominantes. Entonces, el concepto de delincuencia y la distinción de “delincuente” se definen siempre en la interacción con otros. Bajo esta perspectiva, cualquier individuo que adopte una conducta opuesta a las normas legales será catalogable de delincuente, y en consecuencia, la delincuencia es por definición un comportamiento realizable por cualquier miembro de la sociedad (Mirón & Otero, 2005). No obstante, la rotulación de los jóvenes “delincuentes” en función de las mismas características sociales sostenidas desde la lógica del discernimiento, permanece en la construcción de imaginarios colectivos, con “tipos cuyo sentido sociológico queda fijado en su esencia y fundamento, justamente por el hecho de estar excluido en cierto modo de la sociedad para la cual sin embargo, es importante su existencia: así ocurre con el extranjero, el enemigo, el delincuente y aun el pobre” (Simmel, 1986: 46). Como señalaremos más adelante, esta condición de extranjería social interna, la hemos reflexionado desde el concepto de ‘no lugar’. Esta suerte de necesidad de objetivar el miedo considerando características individuales del otro (socioeconómicas, culturales, etc.), deriva en una tipología social de delincuente que trasciende lo conductual y genera una doble estigmatización de aquellos que distinguimos como delincuentes juveniles, al relacionarlos con estratos socioeconómicos bajos o condiciones de vulnerabilidad social. De este modo, es posible establecer que se trata de jóvenes “doblemente” estigmatizados, a priori por su bajo nivel socioeconómico, y a posteriori por la conducta delictual cometida y el consecuente ingreso al Sistema Penal Juvenil. Ahora bien, el sistema tutelar comprendía el delito como un hecho repartido homogéneamente en todos los grupos sociales, pero la “calificación de delincuente no era tan homogénea y es por eso que a SENAME sólo llegaban niños pobres” (Ramos & Guzmán, 2000). Actualmente, a dos de la implementación de la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente, las características generales de los jóvenes en Programas de Responsabilidad Penal persisten: jóvenes generalmente con retraso educa- DESAFÍOS PARA UNA NUEVA INSTITUCIONALIDAD DE JUSTICIA PENAL JUVENIL cional o desvinculados del sistema educacional y de escasos recursos (SENAME, 2009), sin siquiera poner en cuestión la forma de medición de la pobreza. En definitiva, jóvenes sujetos de derecho penal y simultáneamente jóvenes que han visto coartada la posibilidad de ejercicio de sus derechos en el estricto sentido de los mismos. Pese a lo anterior, la implementación de la Ley Nº 20.084 (LRPA) ha ido dando paso a casos delictuales, aún excepcionales en el sistema, de jóvenes infractores que ya no resultan “etiquetables” a priori desde su vulnerabilidad social, y que ingresan al sistema en función de un acto que constituye delito en función de dicha Ley. Casos de este tipo, en el marco del Sistema de Justicia Adolescente, resultan coherentes con el postulado clásico del delito como conducta desviada distribuida homogéneamente en la sociedad y realizable por cualquiera de sus miembros, situación generalmente no considerada, a partir de un imaginario colectivo del joven infractor, y de la concentración de población de alta vulnerabilidad social en el sistema penal. De este modo, es posible dar cuenta de un sistema penal que conceptualmente reconoce el delito como un hecho repartido indistintamente entre los grupos sociales y que por lo tanto, en el funcionamiento idóneo de la Ley de Responsabilización Adolescente, debiese estar preparado para la consecuente heterogenización de una población penal juvenil que hasta ahora resultaba relativamente homogénea en términos de capital cultural, nivel socioeconómico, etc.; producto del funcionamiento del sistema. Así, la consideración factual de la delincuencia, ya no necesariamente asociada a grupos sociales específicos, vendría a develar una situación que siempre ha existido pero que no constituía complejidad para el funcionamiento del sistema judicial anterior. Ahora bien, por otra parte, la adopción de esta definición factual de delincuencia propuesta por autores como Le Blanc (2003), donde un joven es considerado “infractor de ley” si ha cometido una o más infracciones a las leyes criminales de un país (Vizcarra, 2008), obligan a reparar en las etapas del desarrollo evolutivo del individuo, tanto para comprender la conducta delictual, así como para establecer un sistema de sanciones socioeducativas coherente con ello. La delincuencia en relación con los ciclos vitales del sujeto, especialmente durante la infancia, adolescencia y juventud, ha sido ampliamente estudiada por la criminología del desarrollo (Farrington y Waschbusch, 1998), observando que las conductas desviadas pueden ser estacionarias, asociadas al período adolescente, o bien pueden (siempre en menor proporción) iniciarse precozmente y volverse persistentes en la adultez dando paso a trayectorias delictuales3. Así, la edad como factor de riesgo asociado a la infracción de ley, pensada desde las características de la etapa adolescente (Hill et. al, 1999, Hain, 2006, entre otros) permite concebir la delincuencia, a decir de Fréchette y LeBlanc (1987), como un epifenómeno de la adolescencia (Vizcarra, 2008). Vinculado a lo expuesto anteriormente, desde la criminología del desarrollo se enfatiza en factores protectores y de riesgo a los que se ven expuestos los individuos durante su desarrollo en los ámbitos individual, familiar, contextual, entre otros, que pueden influir directa o indirectamente en la probabilidad de generar conductas delictuales, ya sea promoviendo o inhibiendo la comisión de delito (Redondo & Pueyas, 2007). Todos estos antecedentes afirman la idea de que la adolescencia constituye una etapa fundamental para intervenir oportunamente en la inhibición de conductas infractoras de ley, evitando que éstas se perpetúen en el tiempo. En este contexto, el Sistema Penal Juvenil implementado a partir de la LRPA busca establecer sanciones capaces de fortalecer factores protectores y modificar factores de riesgo; los que sin duda son diferenciados de acuerdo a la particularidad de los jóvenes. Considerando el desarrollo de autonomía progresiva de los jóvenes, el sistema penal juvenil centra su atención en el aspecto socioeducativo que se establece como fundamental en cualquier sanción aplicada a un adolescente. Éste permite trascender el mero carácter punitivo de la sanción, dotándola de un sentido re-socializador que constituye una directriz central en la totalidad de los Programas de Reinserción Social implementados actualmente para jóvenes infractores de Ley (SENAME, 2007). De este modo, la implementación de una misma sanción y la intervención asociada a ella, implicaría respuestas particulares distintas, por ejemplo para dos sujetos que hayan cometido el mismo delito, en 3. Se ha observado que la prevalencia de conductas de riesgo asociadas a violencia y delincuencia tienden a elevarse durante la adolescencia. Al respecto, estudios nacionales de caracterización de jóvenes infractores ingresados a la red del SENAME indican que entre 45% y 58% inicia su actividad delictiva entre los 15 y 17 años (Hein, 2004). 61 DANIELA DÍAZ / CLAUDIA ANDREA tanto presentan –como ya se dijo– factores protectores y de riesgo diferenciados. Ahora bien, de acuerdo a los planteamientos de la criminología del desarrollo, y considerando las características de la población penal adolescente chilena, es posible afirmar que hasta ahora, la comprensión de la delincuencia juvenil ha girado en torno a factores de riesgo vinculados a condiciones de deprivación socioeconómica. No obstante, en la actualidad se hace necesario situarse en un nuevo escenario: ¿Cómo comprendemos la delincuencia juvenil a partir de factores de riesgo transversales a las características socioeconómicas que hasta ahora definían a sujetos de intervención del sistema judicial? ¿Cómo problematizar entonces la reinserción social, a fin de dar cuenta de la complejidad que ésta involucra? El funcionamiento del nuevo Sistema de Justicia Penal Adolescente, viene a develar la complejidad de la cuestión social que subyace a la delincuencia juvenil, junto a la necesidad de replantearse el sentido de un sistema acostumbrado a entregar respuestas socioeducativas para la reinserción social de población adolescente de nivel socioeconómico bajo, generalmente desvinculada de redes sociales de apoyo y con alta presencia de vulneración de derechos estructurales. Con todo, es necesario señalar que actualmente el criterio central de las sanciones re-socializadoras levantadas en función de esta población es el reconocimiento de las particularidades individuales, familiares y comunitarias de los jóvenes infractores de ley. Este criterio se constituye en un desafío permanente para la implementación de las sanciones, dada la tendencia a estandarizar las intervenciones a partir de las características generales compartidas por los adolescentes infractores, tendencia que sin duda constituye una herencia del paradigma tutelar. Así, la idea de la particularidad de las intervenciones implicaría la consideración diferenciada de una población que resulta relativamente homogénea en términos de nivel socioeconómico y vinculación con el entorno, mas no así en cuanto a historias de vida, habilidades sociales y recursos disponibles a favor de la intervención, entre otras4. De este modo, el desafío de la particularidad en las intervenciones juveniles con fines de reinserción social se ve complejizado ante el nuevo sistema pe- nal adolescente, donde la población infractora no necesariamente responderá al joven doblemente victimizado por características socioeconómicas y por infracción de ley. La intervención se abre a un espectro mucho más amplio y altamente heterogéneo, a saber, “las juventudes”. Es posible prever entonces, un sistema doblemente conflictuado, tanto por la homogeneidad del fenómeno de la delincuencia, como por la necesidad de instalar sanciones que den respuesta a la heterogenización de la población penal. Todo ello, promoviendo siempre sanciones o penas que busquen fortalecer el respeto del adolescente por los derechos y libertades de las demás personas, resguardando el desarrollo progresivo de autonomía y la integración social de los jóvenes (Couso, 2008). Ahora bien, esta nueva comprensión de la delincuencia juvenil por parte del sistema lleva a reflexionar en torno a nuevos factores: expresiones juveniles, grupos de pertenencia, identidades y vínculo social, entre otros, a fin de conocer en profundidad la problemática social que subyace al conflicto de los jóvenes infractores de Ley, y perfeccionar las estrategias de prevención del delito y de intervención con jóvenes infractores de ley. Surgen entonces una serie de preguntas desde el Trabajo Social ¿cómo lidiamos con los rezagos de un sistema penal diseñado para una población infractora que no necesariamente se asocia a bajo nivel socioeconómico? ¿Estamos preparados para pensar la reinserción a partir de las particularidades de los jóvenes en el escenario de la Justicia Juvenil Especializada? ¿Estamos preparados para otorgar una respuesta penal socioeducativa que considere un sistema heterogéneo y en consecuencia cada vez más complejo como escenario de intervención? Justicia restaurativa: una alternativa al “no lugar” No basta la justicia procedimental para vivir, hacen falta el sentido y la felicidad que se encuentran en las comunidades. (Cortina, 1997: 32) Este paradigma surge en Nueva Zelanda integrando la lógica de justicia utilizada por pueblos originarios en la resolución de conflictos, que asumían que el costo de excluir de la comunidad a quien infringía 4. El riesgo de la homogenización de la intervención socioeducativa, resulta consecuente con los postulados de Foucault, quien plantea la homogenización del ser como una de las estrategias de control surgida en reemplazo del castigo al cuerpo, estableciéndose “castigos de menor inmediatez física, cierta discreción en el arte de hacer sufrir, un juego de dolores más sutiles, más silenciosos, y despojados de su fasto visible” Foucault (2002:16). 62 DESAFÍOS PARA UNA NUEVA INSTITUCIONALIDAD DE JUSTICIA PENAL JUVENIL la norma, resultaba perjudicial para la supervivencia del grupo, obligándolo a reparar el daño causado y rehabilitándolo en ese acto (Kemelmajer, 2005)5. En este sentido, la Justicia Restaurativa ofrece una comprensión más “amplia” del fenómeno de la delincuencia en tanto la concibe como un problema social en el estricto rigor de la palabra, incorporando a los distintos actores involucrados en la reinserción social del joven que comete un delito, donde la justicia se vuelve un “proceso en que las partes involucradas en un delito específico, resuelven colectivamente cómo hacer frente a las secuelas del delito y sus consecuencias para el futuro” (Marshall, 1999: 5). La búsqueda de reinserción social del joven infractor, la responsabilización por las consecuencias de sus actos y la restauración como indemnización simbólica por el daño causado a la comunidad, constituyen tres principios básicos de la Justicia Restaurativa (Umbreit & Walggrave, 1998) que han permitido pensar el carácter socio-educativo de la Justicia Juvenil, considerando los derechos de víctima, ofensor y comunidad. Desde este paradigma, la restauración del daño causado no será posible sin el reconocimiento legítimo del otro como interlocutor válido de una comunidad que reconoce y acoge al joven, quien indemniza simbólicamente a la comunidad por el daño causado, restableciendo a través de una acción de común acuerdo, la paz social alterada. La justicia restaurativa puede asumir distintas modalidades de acuerdo a los contextos en los que se aplica (Umbreit, 1998), implementándose como mediación entre víctima e infractor, conferencias familiares o círculos de sentencia comunitaria, donde lo que varía es el proceso en el que se establecen los acuerdos de las formas de restitución del daño causado por parte del joven. De cualquier modo, dichos compromisos consideran siempre la involucración activa del adolescente, quien pactará de común acuerdo la restitución del daño, a través del diálogo con facilitadores judiciales, víctimas, o bien con la comunidad. Desde cualquiera de sus formas, la reinserción social del joven se hace posible a partir del diálogo y se ve determinada por el común acuerdo. Así, sin importar la modalidad asumida (restorative justice programs), la justicia restaurativa dará paso a un abanico de posibilidades de restauración del daño, siempre resultantes de los acuerdos (restorative justice outcomes) (ECOSOC, 2000). Si bien es cierto que en Chile no es posible hablar de un Sistema de Justicia Restaurativa, la LRPA incorpora principios restaurativos a través de los Servicios en Beneficio de la Comunidad, que constituyen una sanción no privativa de libertad. Esta sanción, busca la reparación del daño causado por la infracción de ley, mediante la realización de actividades no remuneradas a favor de la colectividad, en un intento por restituir los vínculos entre el joven y la comunidad. Cabe señalar, que su implementación requiere del consentimiento del adolescente y de no existir acuerdo puede ser sustituida por una sanción superior no privativa de libertad (LRPA, 2005). En este contexto, sanciones como ésta constituyen un primer esfuerzo por abordar de manera más integral el problema de la delincuencia juvenil, trascendiendo la visión punitiva centrada exclusivamente en la penalización del acto delictual. Ahora bien, para hacer operativa la justicia restaurativa en Chile y la indemnización simbólica por el daño causado a la comunidad, habría que reflexionar acerca de si existe un mínimo de condiciones igualitarias que permitan la responsabilización jurídica de los jóvenes. Condiciones que por cierto, no se conciben únicamente como la garantía de acceso a bienes materiales, sino también como inclusión de la producción de subjetividades. La interrogante se refiere entonces, a cómo incorporar en la intervención social con los jóvenes, las distintas narrativas, la particularidad de los contextos, y las diferentes capacidades y predisposiciones para la reinserción social. Si concordamos con Foucault en que existe un problema de integración social, que aparece en lo público a través del gesto hostil, entenderemos –para el caso que estamos analizando– que es la delincuencia, un fenómeno que interroga el orden social construido, y por tanto, son los jóvenes (imposibilitados de participar en el juego de las oportunidades), los que pongan en entredicho su inclusión, transformándose en extranjeros (Foucault, 1978). A partir de esa extranjería social, los Centros Privativos de Libertad funcionarían como espacios de disciplinamiento, pero cabe considerar que dicha construcción foránea, ya viene dada por pertenecer a un determinado territorio en que se habita. De este modo, es posible revisar que existen aspectos de la vida cotidiana de los jóvenes que denotan un fuerte sentimiento de disconformidad con respecto a sus condiciones de vida y que esta discordancia 5. Actualmente, el costo social de un joven que seguirá una trayectoria de conductas desviadas asociadas a delincuencia y abuso de drogas, es de aproximadamente 2.3 millones de dólares en EE.UU. (Snyder & Sickmund, 1999). 63 DANIELA DÍAZ / CLAUDIA ANDREA es atribuible en parte, a la insuficiencia estatal para abordar la heterogeneidad de los discursos juveniles, a lo cual se suma, la falta de oportunidades que permitan la movilidad social6. Desde ese punto de vista, los jóvenes delincuentes son inscritos en categorías sociales subvaloradas, y es el peso de ese estigma el que se devuelve a la sociedad como manifestación de ira. A partir de esta consideración, podría comprenderse la heterogenización de la delincuencia juvenil, sobre todo cuando se la trata como “lacra” social a erradicar, porque se subentiende que son los jóvenes el problema, y no el fenómeno abordado como conflicto social. Los jóvenes delincuentes “suponen que todos sus comportamientos diarios se interpretan como signos de inferioridad de su estatus, es decir, de una incapacidad social” (Paugam, 2007: 69) entonces, esa incapacidad ‘otorgada y adquirida’ socialmente, puede devolverse a la escena social como gesto violento o indiferente. En ese ámbito, cabría preguntarse por la construcción de trayectorias de los jóvenes en espacios de institucionalización, las cuales al estar ‘adaptadas’ a dispositivos institucionales, terminan convirtiéndose en residuos de sistemas funcionales de expulsión/inclusión. Desde esa perspectiva, es posible hallar fuertes lógicas de oposición o dislocación con órdenes sociales que refuerzan la extranjería social interna del joven delincuente, constituyéndose en un tercero excluido. ¿Cómo entonces, articular respuestas satisfactorias de reinserción social? En virtud de lo expuesto, se precisa revisar nuevas formas de integración, no exclusivamente centradas en penalizar delitos y resolver desigualdades, pues hay elementos que forman parte de una dimensión escasamente considerada en la operacionalización de la política social, y es la que tiene que ver con el ámbito cultural que los sujetos jóvenes producen y en el que se desenvuelven. Si se coincide con Vergara Estévez (2003) en señalar que la existencia de un proceso de fragmentación y diferenciación social, muestra el modo actual de la conformación de identidades culturales, entonces es preciso afirmar con ello, que la posibilidad de los actores de reconfigurar sentidos no depende sólo de su capacidad de inclusión, sino de que los proyectos nación se construyan desde otro marco de interpretación de los fenómenos sociales7. De modo contrario, es decir, en el abordaje del fenómeno de la infracción de ley juvenil únicamente desde vectores ‘objetivos’, la discusión se reduce al tema de la seguridad, donde –sin eufemismos mediante–, la cuestión fundamental es la economía y la relación económica entre el costo de la represión y el costo de la delincuencia (Foucault, 1978). En ese sentido, a pesar de que la Política Nacional de Seguridad Ciudadana comprende a esta última desde una perspectiva amplia, asociada al conjunto de sistemas de protección de la vida y de los bienes de los ciudadanos, reconoce al mismo tiempo que “la política no abordará amenazas a la seguridad que puedan surgir debido a la falta de acceso a salud, la educación o el trabajo, si es que no están asociadas al fenómeno de la criminalidad” (Ministerio del Interior, 2004:7). De algún modo, la paradoja en la Política de Seguridad es la disociación entre la garantía de protección de vida y bienes, y la protección de derechos con cumplimiento de garantías mínimas. Hoy, se construye al joven que comete delitos, como el enemigo interno de la sociedad, donde el principal valor es la propiedad, y entonces, la seguridad ciudadana aparece como resabio de lo que fue la seguridad interior del Estado en un régimen militar (Ramos y Guzmán: 2002). Por lo tanto, si pensamos la delincuencia como resultado de la violación de los derechos civiles de los jóvenes, la respuesta del Sistema Penal Juvenil, deberá intentar articular una intervención integral ante la conducta delictual, incorporando los elementos de subjetividad en la conformación de trayectorias juveniles. Si el orden social construye y difunde mediante los medios de comunicación, una noción de seguridad pública amenazada por un ‘tipo’ de joven al que se clasifica tempranamente de delincuente, y por tanto de enemigo interno, entonces podemos identificar esa extranjería social como no lugar. “En la medida que se define el lugar como algo que alberga identidades, expresa relaciones y transmite una historia, es evidente que las prácticas sociales de la que es 6. Al respecto, revisar artículos e investigaciones de Alejandro Tsukame, Ana Vergara del Solar, Juan Bustos Troncoso, Claudia Garrido C., entre otros, que abordan la situación de la infancia en Chile, a partir de la construcción de discursos y trayectorias juveniles. 7. Para mayor profundización, revisar el Informe “El porvenir de la equidad: una contribución desde el debate filosófico contemporáneo” del Centro de ética de la Universidad Alberto Hurtado. Dicho documento propone la necesidad de reconstruir nuevas éticas que incorporen ante todo, las nociones de actuar comunicativo, libertad comunicacional y de poder comunicativo, para respaldar la legitimidad de los derechos. 64 DESAFÍOS PARA UNA NUEVA INSTITUCIONALIDAD DE JUSTICIA PENAL JUVENIL objeto un espacio son las que permiten definirlo como lugar o no lugar” (Augé, 2004: 131). El espacio público en tanto lugar, tiene una definición positiva y el no lugar no (Augé, 2004). Por ello es que los jóvenes que delinquen aparecen en la actualidad amenazando el espacio público, y son fuente de especializadas medidas de vigilancia. Es por esta razón que habría que volverse sobre los espacios de significación subjetiva y de los vínculos que operan en el mundo juvenil, si es que entendemos que ahí se encuentra un conflicto social no resuelto. Quizás, un camino plausible para la inclusión de subjetividades y de los sujetos que las producen, es incorporar en el trabajo con jóvenes, una noción de trayectorias, concebida como los caminos y decisiones trazadas por los sujetos durante su historia de vida, o sea, en virtud de sus condiciones particulares de existencia y autonomía8. Dichas trayectorias posibilitarían la consideración de criterios que resignifiquen el espacio social de los jóvenes (Dávila, et al, 2005). La exclusión de las trayectorias juveniles en el sistema de justicia, no sólo invisibiliza al sujeto de un lugar dentro de la construcción de órdenes sociales, sino además, le niega la posibilidad de vivir la responsabilización como bien común. “De ello resulta que la participación de este sujeto en la vida común es, por principio, contingente y revocable, y que el individuo [...] está autorizado a esperar del Estado la protección de derechos constituidos al margen de él, sin que pese sobre él la obligación intrínseca de participar en las cargas ligadas al perfeccionamiento del vínculo social” (Ricoeur, 1996:187-188). Si coincidimos en que los ritos representan espacios de encuentro e intercambio cultural, y operan contra la soledad reafirmando que los demás existen (Augé, 2004) entonces, debiéramos pensar también, la construcción de encuentros sociales en la comprensión de los actos del otro. En esa dimensión, Ricoeur (2006) propone revisar la escala de valoraciones o estima social que opera en las relaciones sociales, una escala de economías dirá el autor, donde el otro es dimensionado en su capacidad de efectuación, es decir, en su contribución en el escenario social, donde acontecen concretamente las interacciones. “El acento principal hay que ponerlo [...] en el poder-hacer, al que corresponde, en el plano ético, el poder-juzgar” (Ricoeur, 1996: 187). También, es relevante que la construcción del vínculo social sea capaz de incluir al tercero que no participa de la acción dialógica, un joven como tercero incluido no únicamente para la acción inmediata, sino imperecedera, y con visión de futuro. La reflexión se ubica en lo que Hannah Arendt denominara como capacidad de obra y no de dominación, en virtud de la valoración de intercambios justos. La integración social, y la factibilidad de imaginar a otros-muchos en el intercambio con un sujeto particular, requiere a su vez de la existencia de un compromiso de inclusión, una ética de la responsabilidad por la actuación, ya que como advierte Ricoeur, el desconocimiento de la capacidad de vínculo radica precisamente en ello: en no verla, no requerirla, o hacerla prescindible. De este modo, resulta perentorio imaginarse a sí mismo – como actor social–, no sólo en una relación dialógica, sino múltiple, pues es precisamente en esa creación donde se incluye lo que quiere velarse, y se asume la responsabilidad de compromiso para la re-articulación social. Es la capacidad para el compromiso la que permite articular el bien común y la fragilidad de éste expresa también la del bien común (Ricoeur, 2006). El análisis de las prácticas en el orden social, puede centrarse en los elementos de reacomodo que son provocados por la propia experiencia de aislamiento del mundo juvenil, y eso implica comunicar las nuevas configuraciones acontecidas en la vivencia de la descalificación, he ahí la posibilidad de dar sentido a la producción de subjetividades, de hacerlas perdurables y resituarlas como constructoras de vínculos y nuevos órdenes sociales. Del mismo modo, es preciso considerar que las relaciones inclusión/exclusión, están vinculadas a sus contextos particulares, y en ese sentido, pueden ser dialógicas o no, o ser parte de una comunicación o in-comunicación. El otro, así como es posibilidad de encuentro también puede ser amenaza de desencuentro (Salas, 2003). En esa contradicción se halla la base de la desafección de la nueva sociedad, y la crisis de expectativas de integración social que hoy reclama por una democracia (Canales, 2007) legítima, e inconcebible sin mínimos de justicia social (Habermas, 2000). 8. Para mayor comprensión, revisar el artículo de Ana Vergara del Solar, “La intervención social como conflicto. El caso de la infancia y juventud en Chile”, particularmente cuando se refiere al sistema de atención ambulatoria, el cual, al privilegiar la atención de jóvenes “con” familia, les negaría a los que no cuentan con ella, el reconocimiento como sujetos autónomos o de derecho propio. 65 DANIELA DÍAZ / CLAUDIA ANDREA Reflexiones finales A partir de la revisión general de las conceptualizaciones históricas que han existido para definir a los niños y jóvenes, particularmente a aquellos que comenten infracción de ley, podemos concluir que aparece en las definiciones, una tensión entre la compasión y la represión. Frente a lo anterior, un desafío relevante tanto para el Trabajo Social, como para cualquier disciplina de las ciencias sociales, será el comprender y cuestionar el actual orden social, sobre todo cuando asistimos a nuevas formas de conflictividad que no pueden seguir siendo abordadas únicamente por la vía de la reclusión juvenil. Se requieren por ejemplo, marcos de lectura social abiertos a la idea de justicia restaurativa, al diálogo, y a la consideración de las particularidades juveniles, en tanto el sujeto joven, no es un tercero excluido, sino parte integrante de la resolución del conflicto. En ese sentido, coincidimos con Cortina cuando señala que un concepto pleno de ciudadanía integra un estatus legal (un conjunto de derechos), un estatus moral (un conjunto de responsabilidades) y también una identidad, por la que una persona se sabe y siente perteneciente a una sociedad (Cortina, 1997: 177). Esto requiere de voluntades políticas y de la sociedad civil para revisar los acuerdos comunicativos (en su carácter ideal y fáctico), respecto a la justicia juvenil, e indagar en qué plano están siendo concebidas y articuladas las racionalidades económicas, morales, sociales y culturales, precisamente porque esas racionalidades deben ser ubicadas en el reclamo de la justicia, el derecho y la integración social. Sólo de ese modo, la responsabilización por la infracción cometida, la restitución del orden social –alterado mediante la infracción de la ley– y la reinserción social, en tanto principios de la justicia restaurativa, conseguirán hacerse posibles en virtud de la exigencia de acuerdos comunicativos, donde los jóvenes introyecten la posibilidad real de vincularse a la comunidad y ser considerados, tanto en sus derechos como en su capacidad de reparación. Aparece entonces como fundamental, la exigencia habermasiana de autorreflexión y diálogo, porque sólo y a través de él puede llegarse a la autocomprensión. Este diálogo resulta urgente para la reconstrucción de las intervenciones profesionales, y las prácticas sociales juveniles, convirtiéndose en un imperativo ético y práctico. Para que exista posibilidad de intercambios justos y diálogos constructivos del bien social, es requisito que los jóvenes puedan experimentar el valor 66 de uso de sus derechos también en el diseño de la seguridad e integración social. “La ciudadanía democrática desplegará una fuerza integradora, es decir, creará solidaridad entre extraños, si se hace valer como un mecanismo con el que se realicen de facto los presupuestos para la existencia de las formas de vida deseadas” (Habermas, 1996: 95-96). Referencias AUGÉ, M. (2004). ¿Por qué vivimos? Por una antropología de los fines. España: Gedisa. CARLI, et al. (1999). 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De http//www.sename.cl 67 DANIELA DÍAZ / CLAUDIA ANDREA 68 ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 77 / Diciembre / 2009 / P. 69-76 El taller en Trabajo Social. Una aproximación desde la fenomenología The Workshop in Social Work: a view from Phenomenology ALEJANDRA SANTANA LÓPEZ Doctorando en Ciencias de la Educación, Magister en Psicología, Licenciada en Trabajo Social. Académica de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Andrés Bello. Dirección postal República 252, 2º piso, Santiago. E-mail: [email protected] Resumen Para Trabajo Social, tradicionalmente, la formación práctica ha tenido especial dedicación. Este artículo invita a abrir la reflexión acerca de la Metodología de Taller como estrategia de enseñanza - aprendizaje en la formación práctica. Para eso se realizó una breve contextualización de la formación en Trabajo Social en Chile, abordando posteriormente, las posibilidades que ofrece la aproximación fenomenológica a los procesos de aprendizaje de la profesión, fundamentalmente como una forma particular de concebir el conocimiento. Desde este enfoque, se revisaron tres oportunidades de desarrollo: el Taller como espacio para el lenguaje como condición; el Taller como espacio para la emergencia de cogniciones y el Taller como un canalizador de saberes que responden a un contexto complejo. Si bien, el análisis ofrece caminos para la reflexión del ejercicio docente y disciplinar, Trabajo Social debe dar respuesta a preguntas previas, que condicionan y afectan las tensiones en la formación profesional actual. Palabras claves. Formación Universitaria, Trabajo Social, Fenomenología, Taller. Abstract Traditionally in social work, field practice has played a central role. This article discusses the workshop methodology as a strategy for teaching and learning in field practice training. The article begins with a brief contextualization of social work education in Chile and explores the possibilities of using a phenomenological approach in the leaning processes of the profession, primarily as a way of conceiving knowledge. From this perspective, three opportunities were explored: the workshop as a space for language as a condition, the workshop as a space for the emergence of cognitions, and the workshop as a channel for knowledge to respond to a complex context. Although the analysis provides ways for reflexion on teaching, social work must respond to previous questions which determine and affect possible tensions in professional formation today. Key words. Higher Education, Social Work, Phenomenology, Workshop. Presentación Plantearse escribir sobre “Formación en Trabajo Social” y “Fenomenología” desde una Trabajadora Social resulta ambicioso, ambas áreas convocan a un infinito de acciones, saberes, lenguaje e información; sin embargo desde la inquietud por abrir nuevas ventanas referentes a la noción de conocimiento, prácticas pedagógicas y desafíos educativos en Trabajo Social en contextos complejos, el escrito se enfocará en las experiencias formativas en el área “práctica” en Trabajo Social, analizando cómo ésta emerge en la actualidad, qué puntos de encuentro tienen con la fenomenología, qué posibilidades y tensiones ofrece esta perspectiva. La reflexión constituye una aproximación, y como tal, más que dar respuestas acabadas pretende abrir la discusión, no sólo en la relativo a las “experiencias prácticas” sino a los múltiples desafíos formativos, que cotidianamente, quienes se desempeñan en docencia en Trabajo Social, deben lidiar: pertinencia de contenidos, articulación de mallas curriculares, ubicación epistémica del plan de formación, segmentación de los saberes, reduccionismo en la comprensión de la sociedad, por nombrar algunos. Formación en Trabajo Social en Chile Los contextos socioculturales y económicos cada vez más complejos, plantean nuevos desafíos para 69 ALEJANDRA SANTANA LÓPEZ la formación profesional en general. Para Trabajo Social, profesión centrada en las transformaciones sociales que apunten a incrementar la calidad de vida de las personas desde su reconocimiento como seres humanos con recursos propios y con dignidad, esto resulta prioritario. De esta forma se reconoce que “la concepción tecnológica de Trabajo Social, en sus diversas vertientes se ha vuelto claramente insuficiente y problemática (...) las formas más recurrentes de entender Trabajo Social se sitúan en una posición de tensión binaria entre hacer y conocer. El giro propuesto en la concepción de Trabajo Social consiste en sacarlo de este planteamiento dual donde, en posiciones extremas, el Trabajo Social es una forma de intervención y esta última es acotada como un hacer reflexivo” (Matus, 1999, 26). De esta forma, la complejidad contextual y de la propia intervención debe ser recogida como una condición de las prácticas pedagógicas. Teniendo esto como antecedentes, las propuestas educativas en Trabajo Social se comienzan a definir a partir de los contextos sociales en que emergen; “son una síntesis contradictoria y compleja de elementos culturales, de conocimientos, de creencias, de valores. Contradictoria porque se llega a ellas a través de distintos sujetos sociales, que se vinculan a través de diversos proyectos sociales y políticos, tanto desde afuera como desde dentro de la universidad” (Ludi, 2003, 11). La formación en Trabajo Social en Chile posee una amplia cobertura, existiendo hoy en día a nivel de Universidades, 30 casas de estudios que dictan la carrera, ofreciendo algunas, jornadas diurnas y vespertinas y/o presencia en más de una región a través de la figura de Sedes1. Los planes de estudios nacionales e internacionales cuentan con un marcado énfasis en la formación práctica2. De hecho “la formación profesional de Trabajo Social, se ha abordado tradicionalmente, en dos estrategias claramente diferenciadas: una formación teórica y conceptual y una formación en la práctica” (Castañeda & Salamé, 2005), estrategias que resultan coherentes y fortalecen la dicotomía teoría - práctica, ya enunciada por Matus (1999). Bajo esta lógica se encuentra “una formación en la práctica que, históricamente ha tendido a profundi- zarse a lo largo del avance curricular de las mallas. Los referentes que organizan la práctica también han variado a lo largo de la historia: inicialmente, era más importante la ayuda brindada y la resolución de los problemas concretos. Posteriormente, se centra en la vinculación y participación de Trabajo Social en los procesos de reforma política, económica y social que vive el país, para luego, replegado sobre sí mismo, volcarse a desarrollar la profesión en sus aspectos técnicos y metodológicos. La práctica profesional se reconoce, desde la perspectiva de la formación, como la instancia de aprendizajes profesionales, de mayor importancia e integralidad” (Castañeda & Salamé, 2005). Ahora bien, esta inclinación por la formación práctica también se hace evidente al analizar los contenidos de las mallas curriculares, así por ejemplo, alrededor de un cuarto de los cursos contenidos en las mallas curriculares nacionales corresponden a asignaturas profesionalizantes y/o prácticas3. Habiendo graficado la relevancia del desarrollo de habilidades y competencias prácticas en la formación en Trabajo Social, ésta es canalizada a través de los planes de estudios, los que contienen cursos prácticos, denominados “Talleres”, que responden a una determinada metodología de enseñanza aprendizaje, que apuesta por la horizontalidad, la construcción colectiva, la integración de saberes y la contextulización del proceso de aprendizaje. El taller como estrategia metodológica para la formación en Trabajo Social ¿Qué son los talleres? Las asignaturas prácticas poseen diferentes denominaciones: “talleres”, “pasantías”, “laboratorios”, “prácticas”, entre otros. Tradicionalmente, comprenden la experiencia de prácticas intermedias en la formación, que conllevan la inserción de los estudiantes en alguna institución, una cantidad de horas preestablecidas, y –en paralelo– éstos participan en la Universidad de una instancia colectiva que posee el carácter de curso práctico: el Taller. En una de las primeras reflexiones a nivel latinoamericano respecto al Taller en la formación de trabajadores sociales, Natalio Kisnerman (en Aylwin 1. Datos extraídos del Consejo Superior de Educación. (2009). Disponible en Línea en: [http://cse.cl]. 2. En el presente documento cuando se hace referencia a la noción de “práctica” se está apelando a la idea anglosajona de practice (Feldman, J, 1986; Bortz, W, 1996; Klein & Bloom, 1994), acepción que apela a la práctica reflexiva abordada originalmente por Schön (1987), y en ningún caso, a un polo de la tradicional dicotomía de teoría/ práctica. 3. Revisión de 20 mallas curriculares de Universidad pertenecientes al Consejo de Rectores en Chile disponibles en Internet y 20 malla curriculares de Universidad Privadas mediante igual acceso. 70 EL TALLER EN TRABAJO SOCIAL. UNA APROXIMACIÓN DESDE LA FENOMENOLOGÍA & Gissi, 1980) hace mención a la tarea docente y al rol de estudiante, usando referentes claramente freireanos, señala que “docente es aquel que teniendo un instrumental de conocimientos amplios y conciencia crítica que éstos no están acabados, puede transmitirlos a otros, movilizando a la participación, a la investigación, a la lectura crítica, a la reflexión, a crear, a trabajar en equipo, a ser sujetos de su proceso formativo (...) la Escuela debe ubicar al docente en su contexto, para que los contenidos de la enseñanza respondan al Trabajo Social, para que incorpore contenidos emergentes de la práctica”(p.63 - 64). Por su parte, en relación al estudiante plantea “ser estudiante es una forma de vida, que no termina con el título logrado. Es tener conciencia de hacerse, la humildad de la palabra, la riqueza de la comprensión, la actitud de no ser espectador. Es asumirse y asumir la realidad comprometiéndose con la coyuntura que nos toca vivir. Es estar abierto al mundo, a la búsqueda junto a otros hombres (...)”(p.66). De esta forma, se puede apreciar que el Taller corresponde a una tradición en la formación de trabajadores sociales, que tomando referentes pedagógicos de la educación liberadora e incorporando elementos metodológicos del aprendizaje reflexivo - experiencial, hace posible el desarrollo de habilidades analítico, reflexivas, actitudinales y procedimentales necesarias para el ejercicio de la profesión. Los Talleres se acercan a lo que Freire (1970) ha denominado como educación liberadora, en su forma y en su fondo, es problematizadora, dialógica, facilitada por un educador-educando, en un proceso de permanente desvelamiento de la realidad, la inserción en ella y el desarrollo de una transformación creadora. La metodología de Taller consiste en un modelo pedagógico de aprendizaje reflexivo - experiencial. “El aprendizaje experiencial tiene lugar cuando los asistentes al taller, a partir de una experiencia que se genera, observan y comparten la percepción de su experiencia con los compañeros y reflexionan, y realizan algún tipo de abstracción integrando estas reflexiones en sus conocimientos previos, utilizados como guías para acciones posteriores” (Imbernon & Medina, 2008, 16). De esta manera, los Talleres en la formación en Trabajo Social, apuntan a generar un diálogo colectivo entre los estudiantes más la/el docente a cargo, donde el foco de las reflexiones está puesto en la inserción práctica de los estudiantes; entendiendo que ésta puede darse en variados contextos institucionales. En este espacio, se conversa acerca de las experiencias profesionales, y a veces personales, a propósito de la práctica, se problematiza a cerca de: los cursos de intervención más pertinentes a seguir, la articulación entre las acciones particulares de esta experiencia y las políticas públicas y sociales que se cuentan como apoyos (u obstaculizadores); la relación entre Trabajador Social y Sujetos de Intervención; lógicas institucionales en que esta práctica se inserta, entre otros aspectos. El Taller se concibe como un espiral que comprende cinco etapas: el supuesto básico de este modelo es la experiencia del profesor o del estudiante, ésta es la fuente y el origen de todo su aprendizaje profesional, y que a través del aprendizaje experiencial podemos articular los aprendizajes formales y abstractos con las experiencias prácticas” (Op cit, 2008, 17). Como ya se señalaba, en este caso el centro es el estudiante, siendo la/el docente un facilitador del proceso. En esta instancia, se espera - desde los procesos de aprendizajes - que los estudiantes vinculen esta experiencia con todos sus saberes previos, les de un sentido, y los incorpore a sus accionar profesional de manera sostenida en el tiempo. Al profundizar en la metodología de Taller es posible reconocer, como desde esta opción pedagógica se releva la comprensión de la experiencia práctica de los estudiantes. Esta comprensión se potencia a partir de las conversaciones que se dan en este espacio, tanto en lo verbalizado como en lo escrito. De esta forma el lenguaje cobra un papel central, ya que se busca desde la participación activa de los estudiantes, generar reflexiones en torno a los fenómenos sociales, acoger las tensiones personales que les genera la experiencia de práctica y enfatizar al diálogo en las acciones que están emprendiendo en sus centros de práctica. La instancia de Taller, al constituirse en un espacio formativo, busca la aproximación al “conocimiento” desde ciertos énfasis, es decir desde lógicas posibles de develar, de esta forma surgen interrogantes, que acompañan la práctica docente de quienes se desempeñan en esta área, entre ellas: ¿De qué forma en los Talleres de Práctica de Trabajo Social se plasma la mirada fenomenológica como lógica del conocimiento que se busca rescatar en ellos? El intentar aproximarse a responder a esta interrogante, necesariamente nos lleva a revisar las nociones de “conocimiento” que subyacen a las prácticas educativas, cuán restrictivas o favorecedoras son en la intención de brindar una formación significativa, con sentido y pertinente a los contextos en que emerge; validando desde ella al sujetos estudiante, al sujeto de la intervención social y al sujeto profesor, fundamentalmente las interacciones dadas entre estos. 71 ALEJANDRA SANTANA LÓPEZ Estas interacciones, en el contexto del Taller, son “cara a cara”, lo que para Schütz (1972) se da “cuando dos personas se encuentran de esta manera una al alcance de la experiencia directa de la otra” (p.192). El espacio de taller canaliza la idea de “el mundo de nosotros” es decir, “único, común e intersubjetivo, que está ahí frente a nosotros (...) sólo a partir de la situación cara a cara, sólo desde la vivencia común del mundo en el nosotros, puede constituirse el mundo intersubjetivo” (Op cit, 1972, 200), el cual en sí mismo constituye conocimiento. El taller como espacio subjetivo e intersubjetivo El espacio de Taller valora y se construye desde las subjetividades de sus integrantes, sin embargo éstas sólo cobran sentido en la medida que se comparten con otros –otros compañeros, profesores, un tercero lector– es decir, validando el carácter intersubjetivo del espacio (y más allá de él incluso). Para Filloux (2004) la intersubjetividad siempre está ligada al diálogo y a todo proceso de la dialéctica del retorno sobre sí mismo, de la lucha por el reconocimiento”(p.41). El Taller se funda en el diálogo en torno a los temas de procesos de los estudiantes y de contenidos de sus prácticas, “volviendo sobre ellos mismos” y reconociéndolos como “otros” válidos en esta relación formativa. Desde esta mirada el conocimiento o la verdad que potencia esta instancia pedagógica no es transparente ni neutral sino que reconoce la condición de sujeto de quienes participan del conocimiento, apelando a que somos parte del fenómeno del conocimiento enlazado en el mundo. “El sujeto es percibido como alguien que es consciente de los roles que juega, sin dejarse tomar por ellos, consciente eventualmente de no ser tomado como una “cosa”, pero sabiendo también que es otra cosa profundamente y que los otros también son profundamente otra cosa, algo más que actores, agentes, etc... sujeto como actor de sí mismo, de sus acciones y de sus aceptaciones y consentimientos” (Op cit, 40). En este sentido el/ la estudiante como sujeto, corresponde a una cualidad, a una relación, está “sujeto” a una condición de “ser – en – el – mundo”, el biológico, sociocultural y simbólico. En este caso, cabría preguntarse cómo se da este conocimiento en jóvenes que dada su condición de jóvenes chilenos, pertenecientes a determinado contextos sociocultural y que habitan el escenario actual del país, significan la experiencia de la práctica. Esta línea de pensamiento se acerca a lo planteado por Merleau - Ponty (1997) cuando señala que la 72 fenomenología trata de “volver “a las cosas mismas” (...) lo que ocurre en el mundo lo sé a partir de una perspectiva mía o de una experiencia del mundo sin la cual los símbolos de la ciencia no querrían decir nada” (...) “el mundo no sería otra cosa sino la “significación mundo””. El Taller apuntaría a que los estudiantes en conjunto con el profesor signifiquen el mundo de la práctica desde su experiencia y desde ahí generen un conocimiento práctico que sintoniza con un contexto social complejo en que se sitúa. Filloux (2004) lo explica en la relación formativa, señala que “el retorno sobre sí mismo implica que yo me vuelva conciente de mí mismo, que yo pueda existir por mí mismo (analizar mi experiencia, mis temores, etc.) que no me quede en mí mismo y que acepte que el otro puede ser un sujeto que pueda hacer lo mismo (...) para poder hacer un retorno sobre mí mismo, yo tengo que saber como formador ayudar a otro o a los otros a que hagan ese retorno sobre sí mismos o sobre ellos mismos”(p.38 -39). Esta reflexión apunta de manera más directa a la relación profesor - alumno, donde la “subjetividad” es un recurso para el formador, pero también para la relación educativa; se construyen significados colectivamente. Ahora bien, esta significación del mundo es constituida a través del lenguaje, no en su noción tradicional de un mero canalizador de información, sino del lenguaje como representación del mundo, por lo tanto (lo verbal o lo escrito) se tendrá que ubicar en un contexto y analizar qué se dice, cómo se dice y a quién se dice, en tanto representación de mundo, conocimiento experiencial y subjetivo. “El mundo fenomenológico no es el ser puro, sino el sentido que transparece en la intersección de mis experiencias y las del otro, por el engranaje de las unas en las otras, es pues inseparable de la subjetividad y de la intersubjetividad que integran su unidad por la reasunción de mis experiencias pasadas en mis experiencias presentes, de la experiencia del otro en la mia”( Merleau - Ponty (1997). Esto, nuevamente lleva a relevar la relación formativa, como relación subjetiva, que en este caso buscará el sentido de las prácticas, el sentido de la formación, aprendiendo a conocer en el contexto de práctica. El taller como un espacio para el lenguaje como condición Como ya se señalaba, en el espacio del Taller se es a través del lenguaje, se representa la experiencia de práctica profesional en él y a través de él. Las descripciones del mundo –de los estudiantes, profesores y terceros– no son independientes de los EL TALLER EN TRABAJO SOCIAL. UNA APROXIMACIÓN DESDE LA FENOMENOLOGÍA sujetos que lo enuncian. “Decir que la verdad no está ahí afuera es simplemente decir que donde no hay proposiciones no hay verdad, que las proposiciones son elementos de los lenguajes humanos, y que los lenguajes humanos son creaciones humanas” (Rorty, 1991, 25). Tarea fundamental del espacio de aprendizaje dado por el Taller está en la emergencia de “descripciones”, de narraciones comprensivas de las vivencias de los estudiantes, no como la descripción de mundo externo al sujeto, sino como una descripción comprensiva a partir de léxicos que resultan más pertinentes a este espacio formativo. Así, “ciertos léxicos constituyen representaciones del mundo más adecuadas que otras, frente a su carácter de herramientas más aptas para relacionarse con el mundo con vista a uno u otro propósito” (Rorty, 1991, 41). En este sentido, se comparte la idea de que “la verdad no puede estar ahí afuera –no puede existir independientemente de la mente humana– porque las proposiciones no pueden tener esa existencia, estar ahí afuera. El mundo está ahí afuera, pero las descripciones del mundo no” (Rorty, 1991, 25). La “verdad” del estudiante a propósito de su práctica, no está “en su cabeza” sino en el sitio que ocupa en el mundo. Así los conocimientos generados en el espacio de taller constituyen una verdad, verdad que es tal desde las significaciones de los sujetos que lo componen, que la generan y validan. “La verdad es algo que se hace más que algo que se encuentra (...) los lenguajes son hechos, y no hallados, y que la verdad es una propiedad de entidades lingüísticas, de proposiciones” (Rorty, 1991, 27). El taller como emergencia de cogniciones La vivencia subjetiva y lingüística emergente en el Taller, se puede complejizar aún más desde los aportes que Francisco Varela (2000) ha hecho a partir de la neurociencia, particularmente su propuesta de neurofenomenología. Lo anterior cobra sentido cuando, nos centramos en la condición humana del estudiante (o del profesor), la cual incluye sus cogniciones entre otros aspectos. En este reconocimiento resulta revelador que Varela (2000) señale que “la mente no está en la cabeza (...) sino en el no – lugar de la co – determinación entre lo interno y lo externo (...) la mente es inseparable del organismos como un todo”. Así, la cognición es enactivamente emergente, entendiendo ésta por autoorganización, complejidad o dinámica no lineal, es decir, el tránsito de lo local a lo global; una co-determinación de elementos neurales y un sujeto cognitivo global. El sujeto cognitivo global pertenece a ese nivel emergente y a ese modo de existencia (Varela, 2000). Este sujeto cognitivo emergente, estudiante (o profesor) articula su experiencia con sus conocimientos previos, con lo que le resulta relevante de acuerdo a su condición cultural, pero también con sus atributos neuronales dispuestos para esto; no siendo exclusivamente un atributo interno (de sus cogniciones “neuronales”) ni sólo producto de su relación con el entorno (condición social), sino aprehender el conocimiento o generarlo de manera emergente. El Taller sería una instancia que potenciaría ese “emergencia”. Ahora bien, bajo esta noción de mente inseparable del organismo como un todo, surgen dos elementos que se pueden reconocer como recursos claves para el aprendizaje, la memoria y el afecto. “Fenomenológicamente, la mente no presenta una división clara entre memoria por un lado, y el afecto o la visión por el otro. La mente es algo que emerge de la tonalidad afectiva, que está anclada en el cuerpo” (Op cit, 2000). Los fenómenos cognitivos son emocionales –afectivos, el fundamento de la génesis de la mente es un fenómeno afectivo– empático. El afecto es una dinámica pre-reflexiva de autoconstitución del self, un autoafecto en sentido literal. El afecto es primordial, en el sentido de que soy afectado o conmovido antes de que surja un “Yo” que conoce. Esta dimensión afectiva, en un sentido complejo, es considerada en el diseño e implementación del Taller; se dialoga desde emocionalidad, la afectividad en tanto los discursos emergen desde lo que moviliza a las personas, desde como han vivenciado la experiencia; por lo tanto, es una dimensión que no se puede obviar o poner entre paréntesis, pues muchas veces es una condición “motor” del curso que toman las reflexiones y acciones en el marco de las prácticas, que sin duda da cuenta del self de quien se expone. Esta “afectación” se puede expresar en las preguntas “ingenuas” asociadas a lo social, lo laboral y formativo del Taller. Según Varela (2000) en el ámbito afectivo, se logran distinguir tres niveles: el primer nivel, está constituido por las emociones: el estar conciente de una tonalidad emocional que es constitutiva del presente vivo; el segundo nivel es el afecto, una disposición propia de una secuencia coherente de acciones encarnadas más largas; finalmente, el estado anímico, el nivel de la narración descriptiva a lo largo de una gran extensión de tiempo. 73 ALEJANDRA SANTANA LÓPEZ Al visualizar el trabajo del Taller de práctica desde su estructura y frecuencia, progresivamente –durante el semestre– el grupo va dando cuenta de sus niveles emotivos, afectivos y manifestando con mayor precisión un estado anímico. Esto tiene diversas expresiones, hay grupo que terminando dando cuenta de estados anímicos marcados por la competitividad académica y desde ahí se mueven sus narraciones descriptivas, mientras otros logran estados anímicos más fraternos o solidarios. En general, se expresa en la sensibilidad, capacidad relacional y disposiciones para la generación de “nosotros” intersubjetivo. El taller canalizando saberes que responden a un contexto complejo Sin lugar a dudas, el Taller –desde lo que hoy en día las Escuelas de Trabajo Social conciben de él– es una forma de dar respuesta a un contexto altamente complejo, donde el espacio reflexivo favorece el desarrollo de conocimientos pertinentes a las necesidades presentes en los entornos laborales de los Trabajadores Sociales. La pertinencia del conocimiento es abordada como “Principio del Conocimiento Pertinente” por Edgar Morin (1999) y apela al reconocimiento se sitúa en contexto, global, multidimensional y complejo. De esta forma, no basta con diseñar transformaciones “programáticas” en Educación sino que es necesaria una reforma del pensamiento. De cognición, de representación de mundo, en el lenguaje de los autores revisados. Plantea lo problemático de esto, en “una inadecuación cada vez más amplia, profunda y grave por un lado entre nuestros saberes desunidos, divididos, compartimentados y por el otro, realidades o problemas cada vez más poli disciplinarios, transversales, multidimensionales, transnacionales, globales, planetarios. En esta inadecuación devienen invisibles: el contexto, lo global, lo multidimensional y lo complejo” (Morin, 1999, 15). Así, se hace necesario “ubicar las informaciones y los elementos en su contexto para que adquieran sentido” (...) en lo formativo. En esta línea el Taller, se encamina a ser un espacio de integración de saberes; los conocimientos previos académicos y personales, los descubrimientos que van haciendo a propósito de la experiencia de práctica, las temáticas nuevas que emergen en el mismo espacio de Taller, la contingencia político social que tanto afecta los contextos laborales de los Trabajadores Sociales, etc. Es decir, desde el principio del saber pertinente, el Taller se esfuerza en la tarea de apuntar a la pertinencia, por la forma de 74 ubicarse en el contexto social, global y particular de las experiencias de práctica, como por la integración de saberes que se potencian desde ahí. Por otra parte, Edgar Morin (1999) plantea en su tercer saber el “enseñar la condición humana” para explica el bucle cerebro –mente– cultura señalando que “el hombre sólo se completa con ser plenamente humano por y en la cultura. No hay cultura sin cerebro humano, y no hay mente, es decir, capacidad de conciencia y pensamiento sin cultura. La mente humana es un surgimiento que nace y se afirma en la relación cerebro - cultura. Una vez que la mente ha surgido ella interviene en el funcionamiento cerebral con efecto retroactivo. Hay entonces una triada en bucle entre cerebro –mente– cultura, donde cada uno de los términos necesita a los otros. La mente es un surgimiento del cerebro que suscita la cultura, la cual no existiría sin el cerebro” (p.25). El Taller transversalmente se orienta a enseñar la condición humana, pero también vivir esa condición humana en el proceso de enseñanza –aprendizaje que él es. Desde acá se validan las cogniciones, la conciencia de los estudiantes (y profesores), pero se asume que ésta emerge en este contexto cultural, co-determinándose siendo esto manifestación misma de esta condición, lo que podría ser un símil, a la idea de “emergencia” en que confluyen las condiciones neuronales y de entorno, ya detallados por Varela (2000). Reflexiones finales Desde la tradición del Trabajo Social, este ha tenido una fuerte herencia positivista en su concepción como disciplina, y desde ahí en la forma de captar la “realidad” como una esfera externa del trabajador social que busca afectarla, lo que sin duda se ha traspasado a las estrategias de enseñanza - aprendizaje en esta profesión. Así lo destaca Matus (1999) al ofrecer la mirada analítica de la intervención social fundada, cuando señala que “la concepción hegemónica de Trabajo Social en Chile (...) ha sido su noción tecnológica de fuerte anclaje positivista, y que esta perspectiva se ha encapsulado y vuelto insostenible, tanto conceptual como contextualmente” (p.25). Este enfoque se ha intentado modificar cuando se piensa el Taller como un espacio de construcción subjetiva y se aborda la subjetividad como un conocimiento entendiendo que en los formatos actuales de Taller, aún co existe la lógica positivista, que se ha heredado y está fuertemente arraigado en la práctica docente (y en general en el funcionamiento de la sociedad). EL TALLER EN TRABAJO SOCIAL. UNA APROXIMACIÓN DESDE LA FENOMENOLOGÍA Por lo tanto, no se puede hacer caso omiso a esta herencia. Lo que hace doblemente desafiante encontrar otras claves de interpretación para las intervenciones sociales, pero también en la formación de quienes liderarán procesos de intervención social. “No se puede concebir un profesional de Trabajo Social desde una perspectiva independiente de sus propias percepciones y vivencias (...) corresponde al trabajador social entender su papel como dinamizador de procesos individuales, familiares, grupales o comunitarios haciendo parte del sistema relacional y del contexto mismo” (Caballero, 2006, 38). La necesidad de nuevas claves se hace evidente cuando “pensamos que el conocimiento que estas profesiones han extraído de las ciencias tradicionales, las han dejado en el desamparo, por cuanto no cuentan con lenguajes necesarios para interpretar su experiencia cotidiana. La perspectiva hermenéutica y fenomenológica, podría haberse constituido en excelente pilar de su quehacer profesional, pero el lenguaje empírico formal impregnó el supuesto epistemológico de sus interpretaciones” (Aguayo, 2006, 121). Hoy desde lo formativo, se visualiza a la fenomenología –desde sus diversas lecturas– como un referente lo suficientemente global y humano para responder a los desafíos educativos, en este caso de la educación en y del Trabajo Social como profesión. La mirada fenomenológica ofrece un “mundo” comprensivo para la formación muy amplio, partiendo de la premisa que no se puede acceder a un conocimiento objetivable de manera directa, no se puede acceder a lo “que las cosas son” sino a través de la subjetividad. Implica la revalorización de la experiencia y la conciencia como acción (en acción). Así lo señalaba Schütz (1964), al definir la “comprensión” específica de las cosas sociales “no puedo comprender una cosa social sin reducirla a la actividad humana que la ha creado y, más allá de ello, sin referir esta actividad humana a los motivos que la originan. No comprendo una herramienta sin conocer el propósito para el cual fue destinada, un signo o un símbolo sin conocer lo que representa (...)”(p.23). Por lo expuesto, la naturaleza del Taller en su lógica, estructuración y dinámica facilita la validación de lo subjetivo, intersubjetivo y del lenguaje como condición humana, en la generación de un conocimiento en acción. Sin embargo, aún se hace necesaria una reflexión profunda que explicite la intencionalidad por validar estos elementos como necesarios para un aprendizaje de mejor calidad, pertinente y humano, es decir, donde se reconozca no sólo el valor pedagógico del Taller sino se vea la riqueza más amplia que éste puede ofrecer desde un posicionamiento epistemológico o desde la generación de saberes de segundo orden. El plantearse en la tarea de formación práctica relevar los discursos de los estudiantes, permite comprenderlo en toda su complejidad, en toda su condición humana –en palabras de Morin– develar colectivamente en esos discursos sus visiones de mundo, sus afectos movilizantes, su relación con los “Otros” como una fuente en sí misma de aprendizajes. Lo que redundará –para quienes se encuentran en el rol de profesor– en idear (colectivamente) estrategias de enseñanza - aprendizaje mucho más pertinentes al contexto, siendo el estudiante un actor crucial en el contexto formativo. Por otra parte, en los discursos, en el lenguaje en sentido amplio, emergente en el Taller se muestra no sólo la subjetividad del estudiante sino que también da cuenta del contexto sociocultural más amplio en el que se inserta y en el que es co - determinado, por lo tanto “comprender al estudiante desde su lenguaje” implica “comprender el mundo desde ese lenguaje”, al cual - el profesor también pertenece. La instancia de Taller ha sido históricamente valorada en la formación en Trabajo Social, sin embargo –en muchos casos– aún son parte de inconsistencias curriculares que perpetúan la división binaria, a la que se refiere Teresa Matus, entre teoría - práctica. Por lo tanto, no sólo se puede analizar aisladamente la riqueza del Taller sino que se debe mirar su telón de fondo: la malla en que se inserta, en énfasis de los planes formativos, las apuestas disciplinares que encierra, entre otros aspectos. En esta misma línea, se pueden apreciar otras inconsistencias, por ejemplos, las dadas entre una apuesta metodológica de Taller (con cariz fenomenológico) pero que desde los programas formales que los describen se apela a otra lógica; e incluso donde las estrategias de evaluación mantienen instrumentos cuantificables, objetivables, neutrales, que posicionan a los estudiantes tomando distancia de su “objeto” de intervención, o al menos se le califica en función de esto. Finalmente, se puede decir que este escrito ha sido una primera aproximación a la reflexión entre formación práctica en Trabajo Social y fenomenología, sin embargo quedan preguntas sin respuesta y nuevas interrogantes a partir del análisis, ¿cómo el mismo formato de Taller como curso de formación práctica favorece la falsa dicotomía teoría - práctica? ¿Qué apuestas epistemológica tienen los Talleres? ¿A qué responden éstas? ¿Qué noción de conocimiento subyacen a ella? ¿Cómo se lee la actoría de los estudiantes y los profesores en ellos? 75 ALEJANDRA SANTANA LÓPEZ Referencias AGUAYO, C. (2006). Las profesiones modernas. Dilemas del conocimiento y del Poder. Santiago: Ediciones Universidad tecnológica Metropolitana. AYLWIN, N. & GISSI, J. (1980). El Taller. Integración de Teoría y Práctica. Buenos Aires: Hvmanitas. BORTZ, W. (1996). Dare to be 100. Fireside, Simon & Schuster. CABALLERO, N. (2006). Nuevas Perspectivas Epistemológicas en Trabajo Social. 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Santiago: Dolmen. 76 ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 77 / Diciembre / 2009 / P. 77-85 Latinoamérica hoy: cambios y costos sociales desde la gestión neoliberal Latin America today: changes and social cost from neoliberal perspective ALEJANDRO KLEIN Doctor en Servicio Social, Profesor Doctor del Departamento de Psicología Clínica de la Universidad de São Paulo. Research Affiliated de Oxford University. Su dirección postal es Universidade de São Paulo. Av. Prof. Mello Moraes, 1721 Cidade Universitária - São Pau 05508-030 - Sao Paulo, SP - Brasil. E-mail: [email protected] Resumen En este trabajo desarrollaré especialmente algunas de las repercusiones sociales del neoliberalismo en relación a las rupturas que impone con la modernidad keynesiana, particularmente en los países latinoamericanos. Es posible señalar que los cambios sociales gestados desde el neliberalismo han sido más dramáticos aún desde Latinoamérica, lo que implica que los pobres no sólo: “se volvieran más pobres”, sino que perdieran rápidamente espacios fundamentales de protección estatal. Punto que se entronca a un pasaje de políticas sociales del Estado al ámbito privado, junto a un debilitamiento de las mismas, lo que contribuyó a que empeoraran las condiciones de empleo y trabajo, con alta tasa de desempleo. Cabe señalar entonces como uno de los factores de cambio social al aumento de la segregación que alude no sólo a una repartición geográfica sino que implica factores culturales. De esta manera existe un cambio en la redistribución espacial y cultural de los grupos sociales. Mientras los grupos sociales con mejores ingresos parecen confinarse, los grupos con bajos ingresos son estigmatizados. Lo precario, concepto recurrente en los autores estudiados, es una de las claves del orden social neoliberal, lo que se discute también en relación a la progresiva idealización de la fuerza y la violencia. Esta situación conlleva necesariamente una modificación sustancial en cómo se concibe y percibe la ley ante una impunidad cada vez más generalizada. Estos factores y sus consecuencias se analizan en el presente trabajo. Palabras clave. Neoliberalismo, rupturas, precariedad. Abstract This paper develops some of the social impacts of neoliberalism in relation to imposed breaks with the Keynesian Modernity, particularly in the Latin American countries. It is possible to point out that the social changes gestated from the neoliberalism process have been more dramatic for Latin America, which means that poor people has not only “become more poor”, but also that they quickly lost key areas of State protection. This situation is related to the passage of the state’s social policies to the private sphere, along with a weakening of those, which contributed to worsening the conditions of employment and work, with high unemployment rates. It should be noted then that one of the factors of social change acts by increasing of the segregation factors that refers not only to geographical distribution but involves also cultural factors. Thus there is a change in the cultural and spatial redistribution of the social groups. As social groups with higher incomes seem to be confined, low-income groups are stigmatized. The precariousness is a key of the neoliberal social order, which is also discussed in relation to the progressive idealization of the force and the violence. This necessarily involves a substantial change in how is conceived and perceived the law behind an increasingly widespread impunity. These factors and their consequences are discussed in this paper. Key words. Neoliberalism, break-off, scarcity. 77 ALEJANDRO KLEIN Aquello que el neoliberalismo modifica como ruptura En este trabajo desarrollaré especialmente algunas de las repercusiones sociales y culturales del neoliberalismo en relación a las rupturas que impone con la modernidad keynesiana, particularmente en los países latinoamericanos. Mi intención es abrir y replantear una serie de interrogantes sin seguir una metodología que no sea sino la de ahondar una serie de problemáticas que se muestran mayoritariamente urgentes, desde las investigaciones y reflexiones de los autores que se citan y desde la mía propia, basada ella sí, en una metodología cualitativa de trabajo de campo con una población, base de mi tesis doctoral (Klein, 2006), en donde trato de articular procesos psicosociales, sociales y subjetivos. Cabe aclarar entonces, en relación a lo anterior, que aunque hay autores que insisten en que no hay ruptura radical entre neoliberalismo y modernidad, creo que sí hay efectos irreversibles desde aquél con respecto a algunos basamentos que hacen a la modernidad keynesiana (Klein, 2006). Se puede indicar como desde esta fase neoliberal del capitalismo, que autores como Giddens (1997) denominan de alta modernidad, se verifica un desregulamiento y mundialización de los flujos capitalistas, especulación financiera, debilitamiento del Estado-nación, suspensión de los derechos laborales y sociales conquistados, segmentación del mercado de trabajo, desempleo estructural, crisis fiscal permanente que substituye la gestión keynesiana, hegemonía del mercado (Vasconcelos & Morgado, 2005). Antunes (1999) señala que representa una crisis estructural del capital, con substitución del padrón productivo taylorista y fordista a favor de formas de producción flexibilizadas, con la consiguiente crisis del Welfare State, a partir principalmente del inicio de los años 70. Hay que indicar especialmente que la figura del Estado ha sido atacada y discutida despiadadamente desde la gestión neoliberal, con una “mesianización” de la figura del mercado (Forrester, 2000). Pero hay que decir que no es posible generalizar esta situación a nivel mundial. La situación en Latinoamérica no es la misma que en Europa lo que se relaciona a la diferencia más global entre capitalismo central y capitalismo periférico. Esta misma diferencia se aplica igualmente a los aspectos que hacen a la modernidad keynesiana. Como señala Vasconcelos (1989) el capitalismo periférico latinoamericano es tardío, heterogéneo (regiones desarrolladas agrícola e industrialmente, coexistiendo junto a regiones 78 tradicionales y pobres) y dependiente, bajo relaciones de explotación. Asimismo se desenvuelve bajo predomino de la burguesía, con preeminencia del Estado en el proceso de modernización económica y de dirección política, y con situaciones de ciudadanía frágiles o con dificultad en imponerse. El neoliberalismo en Latinoamérica Por lo anterior es posible señalar que los cambios sociales gestados desde el neoliberalismo han sido más dramáticos aún desde Latinoamérica, lo que implica que los pobres no sólo “se volvieran más pobres”, sino que perdieran rápidamente espacios fundamentales de protección estatal. Desde la política social, paralelamente al proceso que Tavares (1999, 2003) denomina “descentralización destructiva”, se desmontan programas sociales “sin dejar nada en substitución” (Op. Cit.177). Punto que se entronca a un pasaje de políticas sociales del Estado al ámbito privado, junto a un debilitamiento de las mismas, lo que contribuyó a que empeoraran las condiciones de empleo y trabajo, con alta tasa de desempleo (Castellani, 2002). Factores que se consideran el costo social más alto de la gestión neoliberal (Sader, 1999). Todas estas transformaciones han acarreado en general múltiples costos sociales. Algunos de ellos pasan por las altas tasas del trabajo infanto-juvenil, la prostitución de niños y adolescentes y otros problemas sociales que se tornan irresolubles (Vasconcelos & Morgano, 2005). Esta situación fortalece las brechas sociales con amplitud de las divisiones sociales a nivel urbano, “y la intensidad de los procesos que las reproducen y las transforman” (Pretecille, 1996: 33). Según este autor la segregación más acentuada no se refiere a las categorías populares, sino por el contrario, a las categorías “superiores”. Para Lago (2002) se puede percibir el predominio de una lógica segregadora dentro de la metrópoli brasileña, unido a la pérdida de la capacidad de endeudamiento por parte de las clases pobres y clases medias-bajas, reduciendo el acceso a la vivienda por el alquiler y por la compra con financiamiento a largo plazo. Se habla también de una verdadera “destrucción” del tejido urbano como matriz integradora (Torres Ribeiro, 2004) De esta manera la evidencia empírica y cotidiana viene señalando que en estos años ha aumentado el grado de pobreza y pauperización, solidificando socioeconómicamente para amplias capas de la población latinoamericana una línea de indigencia, ya muy por “debajo” de la línea de pobreza (Klein, LATINOAMÉRICA HOY: CAMBIOS Y COSTOS SOCIALES DESDE LA GESTIÓN NEOLIBERAL 2006). De esta manera la favela (dentro de la realidad brasileña) pasa a ser la única alternativa de vivienda para los que están precariamente insertos en la economía urbana (Lago, 2002). Otra es la situación de las clases con altos ingresos. La alta concentración de riqueza se acompaña de su auto - segregación (Pretecille, 1996) en espacios protegidos y ferozmente custodiados por guardias de seguridad. Como señala O’Donnell: “Las distancias sociales han aumentado y los ricos tienden a aislarse cada vez más del mundo extraño e inquietante de los desposeídos” (O’Donnell, 1997: 79). Caldeira señala de esta manera cómo se promueve el aislamiento frente a lo diferente, utilizando el concepto de “enclaves fortificados” (Caldeira, 2002). Esta situación se acompaña de un proceso de endogamización social notable (idem: 259)1. Es necesario destacar que esta segregación tiene que ver también con el status y con la utopía de querer forjar una microsociedad autosuficiente, buscando concretar un espacio de homogeneización abusivo que se enlaza al anhelo de un control permanente (ídem). Estigmatización y confinamiento como formas de redistribución social Cabe señalar entonces, que la segregación alude no sólo a una repartición geográfica sino que implica además una matriz social. De esta manera existe un cambio en la redistribución espacial y simbólica de los grupos sociales. Mientras los grupos sociales con mejores ingresos parecen confinarse, los grupos con bajos ingresos son estigmatizados (Klein, 2006). Pero habría que profundizar aún más esta hipótesis, pues probablemente estigmatización y confinamiento presentan como vector común la profundización del proceso paradojal de aislamientocompartimentalizado: espacialmente más próximas que nunca, tanto como simbólicamente más lejanas que nunca2. Estigmatización y confinamiento presentan como vector común la profundización del proceso de territorialización del tejido urbano, que podríamos denominar de “guettización” en las clases dominantes, y como de “favelización” en las clases dominadas. El mismo se expresa, a mi entender, según un principio de desagregación y de des-encuentro radical entre los diversos grupos sociales (con extensión del uso de los “shoppings centres” y abandono de las calles y plazas públicas como lugares de paseo y encuentro). En realidad habría que ampliar esta situación de “favelización” a la calle misma como territorio mismo de confinamiento de la pobreza. Hay que insistir en que la segregación de las clases favorecidas es diferente a la de las clases pobres. La segregación de las clases privilegiadas es electiva, y busca la “protección”. Remite, se explicite o no, a un imaginario paranoico: policías, cercas y alarmas se imponen cuando un grupo urbano se siente en peligro de ser atacado, desposeído o violentado (Klein, 2006), de allí el uso que hago de la palabra “guetto”. Por el contrario la segregación de los grupos desposeídos remite a un empuje, a una expulsión y no a una decisión propia (Lewkowicz, 2004). Una resultante del mismo es la imposición de la inaccesibilidad, tanto a bienes y servicios, como a empleos, salario, educación, y por eso recurro al término “favelización”. Un cambio substancial en la visión de la pobreza Su consecuencia no es sólo que los pobres se vuelven más pobres. No es simplemente pasar de la pobreza a la indigencia. Creo que existe aquí quizás un malentendido, pues se está utilizando un modelo de pérdida (pérdida de salario, de empleo, de ingresos) que aunque útil desde la modernidad keinesiana no es operativo desde el neoliberalismo. Sin duda las clases medias se han empobrecido. Pero para otras clases es una situación más estructural: los indigentes ya nunca pasan –y si el modelo sigue incambiable ya no pasarán– a mejorar su condición de pobreza. No sólo hay desmantelamiento de condiciones económicas dignificantes, sino que al mismo tiempo, éstas ya no se viabilizan nunca. Lo precario, concepto recurrente en los autores citados, es una de sus claves. El término alude a distintos factores en juego en el proceso de segregación en relación no sólo a la división de clases sino a formidables procesos de concentración de riqueza (Lago, 2002). Se relaciona a un modelo de gestión que desde lo económico, lo social y lo cultural impone la exclusión desde el desamparo y 1. Es sorprendente la homología de los actuales enclaves ricos con la descripción que hace Fritz Lang, en la película “Metrópolis” (1924), de una ciudad autosuficiente y subterránea de las clases privilegiadas. En este caso la metrópolis actual está en la superficie de la tierra, pero conserva igualmente su status de confinamiento y segregación. 2. Como simple ejemplo, en la ciudad de San Pablo, en el mismo centro del barrio más adinerado de la ciudad, Morumbí, se alza una favela, Paraisópolis. 79 ALEJANDRO KLEIN la imposibilidad de establecer, o re-establecer una serie de derechos mínimos cívicos, sociales, políticos, dentro de un proceso de des-ciudadanización (Coutinho, 2000), que se vuelve cada vez más crónico (Ziccardi, 2008). Se acompaña por tanto de la desprotección social, la pérdida de una cultura de la solidaridad y la primacía de relaciones sociales basadas en la desconfianza, la destrucción y el aislamiento. Su modelo social es el “enclaustramiento” y las figuras del “extraño” (Bauman, 1999; Klein, 2006). Una de sus modalidades es que en la medida en que el pobre ya no ocupa sino lo negativo de la exclusión social, pasa de “sufrir” pobreza a ser “culpable” por la misma, extendiéndose cada vez más la relación entre pobreza y criminalidad (Rauter, 2002). La situación de pobreza ya no se percibe como una situación de anomalía e injusticia social, sino que pasa a ser considerada como parte de una anomalía extirpable (Caldeira, 2000; Dario y Maxi, 2003), una molestia ignorable o un “residuo social inabsorbente” (Fraga, 2003: 43). En este sentido de residuo parece imponerse una re-definición en el imaginario social de lo que puede ser considerado pobreza, relacionada ahora con lo irrecuperable, lo sucio, lo repugnante (Figari, 2009). La pobreza se ha transformado en un “espectáculo” asimilable a la geografía “sucia” e irrecuperable de la ciudad. Ya no despierta ni escándalo ni resquemor ni preocupación. Se ha “desdramatizado” dramáticamente, entendiéndose que el pobre es irrecuperable de su pobreza, dentro de una filosofía de la resignación que invisibiliza cada vez más la injusticia social. La sociedad se ha terminado por desentender de aquello que ella misma produce...3 Como indica Araujo (2002) asistimos a una degradación sistemática de la existencia de vastos sectores del cuerpo social ante la impunidad de quienes la producen, ante la indiferencia, ignorancia o resignación del resto del “cuerpo” social. Me planteo entonces hasta qué punto esta sociedad de mercado omnipotente y asombrosamente indiferente a los males que ella misma ha provocado, se relaciona a lo que Hanna Arendt (2004) llama la banalidad del mal, en relación a algo que está pero que se ha transformado en “innombrable” : Lo traumático no encuentra palabras ni representaciones, anudándose de este modo violencia y desamparo. Observamos en esta falla en la ligadura se puede registrar en la ruptura de la solidaridad, la violencia banalizada, las guerras fratricidas y también en aquellas situaciones que hemos denominado del “mal cotidiano”, y del “mal del horror” (Czernikowski,2003: 306). La situación de la violencia y la ley Esto conlleva a un incremento de situaciones de intolerancia tanto como de indiferencia. Asimismo, aunque no alcanza a toda la población, se percibe por momentos que la violencia alcanza grados importantes de consenso (Caldeira, 2000), en relación a un instrumento que se considera “válido” para resolver situaciones sociales, permaneciendo la cuestión sobre si la violencia no sería una salida “normal” para este tipo de estructura social. Este tipo de violencia que se va consolidando parece que se continúa en más de un punto con las dictaduras que asolaron la región (Caldeira, 2000), lo que agrega otro dato, junto a los que ya he indicado, de especificidad al neoliberalismo latinoamericano. En general parece tratarse de la consolidación de un modelo de fuerza y brutalidad que proviene de gobiernos militares y quizás aún de antes. Una consecuencia es la renovación de la idealización de la fuerza y la violencia como reguladores admitidos de las tensiones sociales, junto al descreimiento en el aparato judicial (Puget, 1991), que se relaciona, entre otros factores, a la supervivencia de situaciones de impunidad que revelan la ineficacia judicial (y política) en procesar violaciones de los derechos humanos que permanecen en situación de irresolución (Enriquez, 2000). Igualmente, estas situaciones de impunidad revelan una tendencia a la imposición de amnesia social y generacional (Brecha, 2009; Bertranu, 2004), dentro de una “guerra a la memoria” (Klein, 2007) generacional y transgeneracional. Esta situación conlleva una modificación sustancial en cómo se concibe y percibe la ley. La ley de la cultura es inseparable tradicionalmente de la idea de justicia, igualdad y ciudadanía (Kymlicka, 1997). Especialmente, la ciudadanía es una matriz de convivencia que se desenvuelve dentro de la capacidad de percibir al otro como un semejante, un reconocible, un –si se quiere– “vecino” dentro del marco de una ley que genera un marco de igualdad implícito. Implica, al mismo tiempo, percibir al otro y ser per- 3. Estas ideas están más desarrolladas en un trabajo aún inédito de mi autoría llamado: “Pobres-Pobreza-Empobrecimiento: Ya no es lo mismo” 80 LATINOAMÉRICA HOY: CAMBIOS Y COSTOS SOCIALES DESDE LA GESTIÓN NEOLIBERAL cibido por la sociedad como un interlocutor válido, alguien que tiene o tendrá un lugar en la misma. El otro es un interlocutor con el que se mantiene un marco de diálogo, valoración del intercambio, y formaciones de compromiso social, grupal y personal. Por supuesto, siempre y paralelamente, ha existido la figura del otro como enemigo (Bauman, 1999) pero sugiero que el modelo neoliberal radicaliza y solidifica la visión del otro como el “extraño”, lo que impulsa el miedo y la desconfianza extrema. De esta manera, de mediadora valorizada y respetada la ley pasa a ser progresivamente desvalorizada en el entendido de que, o es corrupta, o no tiene la suficiente fuerza para enfrentar lo que se ubica como problemas sociales (Pellegrino, 1987). Se desacredita al mismo tiempo la mediación y la administración racional de la violencia, con agotamiento de la figura del vecino o “semejante” (Duschatzky, 2002), ante lo cual pasa a prevalecer la figura del “extraño” o el “enemigo” (Bauman, 1999). La progresiva extensión de la violencia sin ley, genera la falta de un marco estable volviéndose inseparable de una desciudadanización progresiva que alcanza especialmente a sectores sociales que podríamos denominar de “excluidos sociales” (Behring, 2003) , dentro de una “regresión” tanto social como individual que actualiza aspectos arcaicos de una fuerza que se sale del marco de la ley. Pero además,–punto que me interesa destacar– mientras el proyecto de cultura de la modernidad se concreta desde la aspiración a lo racional, fomentando los valores de lo seguro y previsible (Fisher, 1996; Abramovay, 1999), el neoliberal “alimenta” sensaciones de inseguridad y precariedad. El miedo deviene así una versión de la violencia sin ley, tomando el lugar de articulador fundamental de las relaciones sociales, lo que he denominado “sensación de catástrofe inminente” (Klein, 2006), lo que se expresa en un: Cualquier cosa puede pasar en cualquier momento y desde cualquiera. Desconfiamos, recelamos, no se bien sabe qué hacer... Situación que revela la ineficacia simbólica y social de establecer una sociedad tolerante y protectora (Dofour, 2005), que por el contrario desampara y deja sin recursos a sujetos o colectivos que parecen de repente ya no tener capacidad de respuesta, destituidos de su lugar de interlocutores válidos (Waisbrot,2003). La figura del inintegrable Dentro de esta situación habría que incluir además del desempleo estructural y el desarrollo de condiciones de trabajo desde la humillación y degradación (Pellegrino, 1987). Concomitántemente, si el sentido de humillación y degradación persisten, se pierden los enlaces y basamentos imprescindibles que garantizan la mantención y la inserción en el pacto social (Franco, 2001). Lo que conlleva otra dimensión crucial: la dificultad en asumir como propios los valores de la cultura (Franco, 1998, 2000). Si la eficacia de la ley social se afirma a través de prácticas sociales que aseguran formas de compensación de la desigualdad (Castel, 1997), podemos decir que lejos de cualquier idea de lo justo, es factible señalar la situación de espantosa desigualdad que viene sobrellevando Latinoamérica, dentro de una sociedad neoliberal que ya no alberga sino que desampara, decretando el fin de derechos sociales imprescindibles (Coutinho, 2000). Es factible señalar así la situación de espantosa desigualdad que viene sobrellevando Latinoamérica: “los pobres y miserables son cada vez menos percibidos como personas morales [la jerarquía social].Ve en ellos una suerte de residuo social inabsorbente (...) En suma, las elites no se preocupan más en legitimar los valores de su visión del mundo” (Fraga,2003: 43). Es el momento en que ya no se puede sostener un imaginario de derechos “naturales”, porque los derechos escasean, se fragilizan o desaparece la “expectativa” de poder recibirlos. Surge así la figura del “inintegrable”: La precarización del empleo y el aumento del desempleo constituyen sin duda la manifestación de un déficit de lugares ocupables en la estructura social, si entendemos por “lugar” una posición con utilidad social y reconocimiento público (...) todo ocurre como si nuestro tipo de sociedad redescubriera con sorpresa la presencia en su seno de un perfil de poblaciones que se creían desaparecidas: los “inútiles para el mundo”, que viven en él pero no le pertenecen realmente. Ellos ocupan una posición de supernumerarios, flotan en una especie de tierra de nadie social, no integrados y sin duda inintegrables (Castel, 1997: 416). Esto explica cómo el trabajo y la educación hayan pasado a ser condiciones de exclusión social generalizada, lo que es especialmente claro en el caso de los jóvenes (Abramo, 2005). Todos estos aspectos contribuyen a un estado de desamparo y amenaza con prevalencia de violencia social consensuada y situaciones sociales y económicas de extremo dramatismo, por lo quizás sea posible hablar de un estado de “catástrofe 81 ALEJANDRO KLEIN social” (Klein, 2006). Esta situación de “catástrofe social” no es simplemente “pérdida” de situaciones consolidadas, es también y simultáneamente la consolidación de nuevas formas de interacción societaria. Las estrategias de supervivencia se diversifican y se naturaliza lo que hasta hace poco tiempo era probablemente insólito. Para dar un ejemplo, la extendida y habitual práctica del pedido de limosna en cada rincón de la ciudad. Desde esta perspectiva creo que los procesos de desciudadanización que se advierten (que no siempre son totales ni masivos, sino que más bien se muestran dentro de un vaivén ciudadanizacióndesciudadanización) entran dentro de un fenómeno más generalizable, en relación a una nueva figura social que denominaría como (siguiendo el término de Castel) : los Inintegrables. Ubicaría como eje central de los Inintegrables no sólo a los fenómenos de pérdida (como hemos visto: los pobres como más pobres), o a los fenómenos de ganancia (los ricos siendo más ricos) sino a una situación –que el propio Castel también describe– en torno al propiciamiento de la inestabilidad de aquello que es o precisa ser, estable. Se trata de la anulación de certezas mínimas, tranquilizadoras y fundantes que incentivan la sensación de un universo caótico, incomprensible o inaprensible. Lo sólido se substituye por lo fluido (Bauman, 1999), los contenidos por superficie, el futuro por lo inmediato, los proyectos de vida por estrategias de supervivencia. Situación que en su extremo facilita la imposición un traumatismo de muerte (Golse, 2000) y la pérdida de aspectos identificatorios sociales y personales imprescindibles (Waisbrot, 2002). Para ser más explícito: se trata de la desestabilización de aquello que esperamos sea estable para garantizar las condiciones del contrato social (Klein, 2006). Lo que incluye el trabajo y la educación, pero –cosa que me parece más importante aún– la garantía de una promesa de inserción social unida la idea (ilusoria quizás pero no necesariamente falsa) de un Porvenir como articulador privilegiado de las relaciones sociales, vinculares y subjetivas. Creo que la destitución de este Porvenir está dentro de lo que podríamos llamar (amargamente) uno de los “éxitos” del programa neoliberal. Otros podrían ser: el predominio de la “indiferencia” como forma de reacción social; el “desconcierto” de los programas sociales y la prevalencia de las figuras de lo paranoico, aspectos que me es imposible desarrollar en este trabajo. 82 Se puede decir entonces que la “promesa” emancipatoria (Coutinho, 2000) propia de la modernidad clásica o estatal no se ha cumplido –como es evidente– pero se trata en realidad de otra situación, que alude no sólo a un “fracaso”, sino a un modelo social que busca replantear radicalmente las formas del vínculo sujeto-sociedad desde parámetros muchas veces inéditos. Una de sus consecuencias es que: “De golpe o paulatinamente se pierde el conocimiento de las reglas que rigen la interacción societaria acerca de la vida y de la muerte, del delito y su penalización” (Puget, 1991: 28). Situación que genera desconcierto, desamparo y –nuevamente– no pocas veces, violencia. Efectos en la subjetividad, la transmisión social y la cotidianeidad De esta manera es imposible que el padrón de segregación neoliberal no tenga efectos en la subjetividad y los vínculos cotidianos (Bleichmar, 1997; Janin,1989) En la medida que estas prácticas facilitan o precisan de la “resignación” podría pensarse que predomina lo que P. Aulagnier (1994) llama enajenación, por la cual se logra: “seguridad, certidumbre y [se] evita el conflicto, sometiéndose a un sistema social que prohíbe el pensar libre” (Puget,1991: 29). Los procesos de indiscriminación por momentos prevalecientes entre el mundo interno y el mundo social, donde el miedo personal es el miedo de todos; la violencia de afuera es la violencia de adentro; el desamparo colectivo se enlaza al desamparo subjetivo, parecen sostener esta hipótesis. Una versión de ella es lo que describí anteriormente como: “Sensación de catástrofe inminente”. Sin embargo no creo que se pueda ser concluyente en este sentido. No siempre es resignación lo que se observa, sino enojo, desaliento, escepticismo y fenómenos de resiliencia (Klein, 2006). Habría que estudiar desde aquí el sentido y pertinencia de los movimientos sociales globales. Pero al mismo tiempo se hace necesario repensar en la cotidianeidad cómo es posible transmitir determinados valores sociales si los mismos se relacionan a experiencias de humillación y degradación. Se pierden desde estas experiencias los enlaces y basamentos imprescindibles que garantizan la mantención y la inserción en el pacto social: la característica más significativa de nuestra época, es lo que he propuesto denominar como un estado que se encuentra más allá del malestar en la cultura. Ha disminuido o se ha hecho virtualmente inexistente por momentos y para LATINOAMÉRICA HOY: CAMBIOS Y COSTOS SOCIALES DESDE LA GESTIÓN NEOLIBERAL enormes capas de la población, el placer mínimo necesario para que participar en la cultura tenga algún sentido, y por lo tanto para que el espacio sociocultural sea investido. La experiencia de sinsentido en la participación en dicho espacio, es lo que caracteriza el estado que se ubica más allá del malestar cultural (Franco, 1999: 4). Creo que es necesario tener en cuenta esta situación inédita: cómo desde la cotidianeidad, la subjetividad y las instituciones hay un efecto de “parálisis” en la transmisión social, lo que se podría relacionar a situaciones de bloqueo, vacío o de amnesia social, como describí más atrás. En este sentido se indica que las instituciones sociales ya no parecen sociales por su imposibilidad de transmitir ligadura social y perspectiva de futuro: “Todo el conjunto de la vida social es atravesado por una especie de desinstitucionalización” (Castel, 1997: 472). Podríamos hablar entonces de incertidumbre y fragilidad social, de malestar sobrante (Bleichmar, 1997) en relación a mutaciones significativas, quizás relacionable a lo que Ulrich Beck (1997) presenta como sociedades de riesgo. Giddens (apud Beck, 1997) por su parte indica cómo en el mundo actual las oportunidades y peligros se presentan de igual modo. De la misma forma Ariés-Duby afirman: “han nacido nuevas incertidumbres (...) El verdadero miedo de los años `80 es la inseguridad por la propia persona y por los propios bienes (Ariès-Duby v. IX,1990: 196-197). Algunas conclusiones preliminares Los datos aportados y trabajados aluden a un cambio social profundo generado desde la gestión neoliberal. Muchas veces se pone el énfasis en aspectos económicos o sociales, pero los mismos se extienden sin duda, también al terreno de lo cotidiano, lo vincular, lo subjetivo, como he intentado desarrollar precedentemente. Me parece pertinente señalar entonces que el neoliberalismo, aunque se ha presentado como un proyecto estrictamente económico, con indiferencia por la problemática social, es, sin embargo un fastuoso proyecto social, tanto como subjetivo. Una pregunta que es pertinente hacerse para esbozar algunas conclusiones, es hasta qué punto estamos delante de procesos reversibles o irreversibles, en el sentido de si estamos delante de situaciones de riesgo y crisis (reversibles) o francamente mutativas (irreversibles) (Lewkowicz, 2004). Silvia Morici (2002) describe cómo el carácter destructivo del acontecimiento, implica la prevalencia del sentimiento de impotencia y, por ende, de abatimiento, al asistir a la precipitación de ese orden indispensable para la supervivencia. En este sentido, diría que la metáfora del “derrumbe” tiene un referente real y concreto, ya que asistimos a un “derrumbe” social implacable, a una demolición estrepitosa de ordenadores básicos del sentido social e individual. He apuntado algunos datos en tal sentido. Pero por otro lado, quizás se trate de un fenómeno social más profundo que querría discutir aquí. El mismo se refiere al par continuidad-discontinuidad. Es decir, hasta que punto se verifica transmisión cultural-generacional o hasta qué punto se verifica lo ajeno y lo inédito, en la conformación de los procesos sociales. Es decir, hasta qué punto lo de “hoy” encuentra antecedencia o previtud en lo de “antes”, en términos sociales, culturales, y subjetivos. Desde esta perspectiva es que se indica cómo actualmente la rapidez de los cambios supera a la capacidad de consolidación de los mismos: ¿Sociedad bloqueada ?Jamás se transformó con tal rapidez (...) Y en este mundo desorientado (en el sentido etimológico de la palabra, es decir ,que ha dejado de saber por dónde se levanta el sol) ,el hombre, sea cual sea su estatuto, su papel y su función, está más solo que nunca, confrontado a la dificultad de elección (Ariès-Duby, v. IX,1990: 238). Mi perspectiva es que efectivamente el neoliberalismo aglutina toda una serie de discontinuidades, que además de no dejar nada a cambio, impiden la capacidad de elaboración -subjetiva y colectiva- de las mismas. Pero también hay que indicar que esta discontinuidad va más allá del neoliberalismo en sí y se entronca a diversos procesos sociales, uno de los cuales refiere especialmente a los cambios en las configuraciones familiares y a los procesos de transición sociodemográfica. El reiterado y consensual uso de términos como “familia”, “padre”, “madre”, o “padrastro” o “madrastra”, donde hay además vínculos que no han recibido aún denominación social, es una prueba cabal en tal sentido. Para concluir y aunque soy consciente de que no es posible hacer una oposición radical entre modernidad keynesiana y neoliberalismo, los datos aportados precedentemente parecen indicar cómo a un modelo de homogeneidad inclusiva propia de la modernidad keynesiana, se le opone el neoliberal de heterogeneidad expulsiva (Klein, 2006). La cultura neoliberal impone la necesariedad de la exclusión, no como un dato secundario, sino como un nódulo central en las regulaciones sociales y económicas (Klein, 2006). 83 ALEJANDRO KLEIN Este trabajo busca ser un aporte para la mejor comprensión de algunos de estos cambios subjetivos, sociales y culturales que la gestión neoliberal impone. El paso de los años e investigaciones pertinentes permitirán entender mejor y cabalmente hasta qué punto los mismos se han tornado o no irreversibles. Referencias ABRAMO, H. & MARTONI BRANCO, P. (org.) (2005) Retratos da juventude brasileira, análises de uma pesquisa nacional. Porto Alegre: Editora Fundacao Perseu. 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Bogotá: CLACSO - Siglo del Hombre. 85 ALEJANDRO KLEIN 86 ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 77 / Diciembre / 2009 / P. 87-96 La controversia de la inmigración internacional: desafíos para el Trabajo Social en EE.UU. y Chile The controversy of International Immigration: Challenges to Social Work in the U.S.A and Chile DARÍO MENANTEAU Profesor de Sociología, Trabajo Social y Derechos Humanos University of Minnesota. Dirección postal 225 Peters Hall 1404 Gortner Avenue; St. Paul, Minnesota 55108 - USA. E-mail: [email protected] Resumen La inmigración internacional es uno de los procesos socio-demográficos de mayor trascendencia e impacto en el mundo contemporáneo. Sin embargo, a pesar de su importancia, ni los modelos teóricos utilizados en su estudio, ni las políticas públicas o leyes reguladoras logran explicar o eliminar estereotipos de rechazo y exclusión hacia los inmigrantes. Este artículo analiza la presencia de algunas actitudes y conductas negativas observadas en los Estados Unidos hacia la población hispana y algunas expresiones similares en Chile, en relación a inmigrantes provenientes del Perú. El estudio sugiere que este es un fenómeno universal el cual requiere una perspectiva teórica amplia que involucre el sistema social en su totalidad. El desafío que esto significa, tanto para las ciencias sociales como para los profesionales en el campo del trabajo social, implica investigaciones y actividades que permitan incorporar la migración a las estrategias y tareas del desarrollo nacional. Palabras claves. Migración, inmigración, estereotipos, desarrollo social. Abstract International immigration is one of the socio-demographic processes of great consequence and impact in the world today. Despite its importance, however, neither theoretical models, public policies, nor legislation are able to explain or eliminate negative stereotypes or patterns of behavior expressing rejection and exclusion towards immigrants. The article analyzes the presence of some negative attitudes and behavior observed in the United States towards Hispanics and some similar expressions in Chile regarding immigrants from Peru. The study suggests that this is a universal phenomenon which requires a theoretical perspective that includes the entire social systems. The challenge of this to the social sciences and to professional social workers implies further research and activities to better incorporate migration into the strategies and tasks of national development. Key words. Migration, immigration, stereotypes, social development. Introducción Uno de los resultados más visibles de la globalización es el creciente movimiento demográfico entre países. Las fronteras que en el pasado separaban continentes y naciones, han disminuido en la medida que la economía internacional es más global e interdependiente. La nueva globalización, no sólo favorece el intercambio de capitales, productos y tecnologías entre países, sino que ha estimulado también el traslado de personas y la aparición de nuevas corrientes migratorias. Las exigencias del comercio, la industria, transportes y comunicaciones no sólo han facilitado el intercambio de productos y la inversión de recursos financieros entre naciones sino que también, han promovido los contactos e intercambio de personas entre diferentes países. Para quienes favorecen el proceso de globalización, señalan que las nuevas tecnologías y su rápida difusión por el planeta, podrían aportar también grandes beneficios (al menos potenciales) para todos los países. Según ellos, la economía internacional po87 DARÍO MENANTEAU dría ayudar a generar una mayor productividad y mejor distribución de recursos para la alimentación, salud, educación y bienestar de los pueblos. Para otros investigadores, sin embargo, la realidad económica mundial demuestra que la globalización no ha resultado ser compatible con las necesidades de desarrollo nacional en la mayoría de los países, sean estos del ‘primer’ o del ‘tercer’ mundo. Al fin y al cabo, ambos mundos tienen serias necesidades de mejorar las condiciones de vida de vastos sectores de su población. (Naciones Unidas, 1998). En relación a las consecuencias que emanan de la globalización, el escritor Mexicano Carlos Fuentes (2000), indica que la globalización ofrece, por una parte, la capacidad de “crear prosperidad, pero también exclusión y la creación de una sub-clase permanente.” Fuentes sostiene que la globalización puede exacerbar las desigualdades y duplicar los niveles de pobreza en el mundo durante las próximas décadas. Este proceso de globalización que se caracteriza por la ampliación de los mercados internacionales, la concentración del poder financiero y la presencia de grandes corporaciones transnacionales, - lejos de beneficiar a todos equitativamente-, genera condiciones de vida insostenibles para los países más pobres y para grupos humanos que quedan marginados de los frutos y beneficios de la globalización. Para estos últimos, la alternativa es emigrar a otros países, con la esperanza de encontrar un trabajo que les permita satisfacer sus necesidades básicas y las de sus respectivas familias. Esta situación es la que se observa actualmente en diferentes países del mundo en desarrollo, donde muchos de sus habitantes no disponen de los medios necesarios para subsistir decentemente y se ven forzados a emigrar. Ocurre, por ejemplo, en varios países Europeos que reciben gran número de inmigrantes, tanto legales como indocumentados, de países con menos recursos. También, en los Estados Unidos, la inmigración desde México, Centro América y el Caribe, ha crecido en las últimas décadas, como además ha ocurrido con el número de inmigrantes y refugiados de Vietnam y de algunos países Africanos como Etiopía y Somalia. En América Latina se observa cierto crecimiento de migrantes hacia países donde un mayor grado de estabilidad política y crecimiento económico ofrecen mejores oportunidades de subsistencia y mejoramiento de vida que en sus propios países de origen. En la actualidad, este podría ser el caso de la inmigración peruana a Chile. 88 Este artículo analiza algunos antecedentes relacionados con la actual controversia que suscita la inmigración internacional en algunos países: 1. Primero, se describen brevemente algunas perspectivas conceptuales sobre la inmigración y los procesos de asimilación, aceptación y rechazo a los migrantes; 2. Luego, se analiza algunos aspectos de la presencia Hispana o Latina en los Estados Unidos y se discuten algunos resultados de recientes investigaciones que podrían ayudar a erradicar mitos y des-información sobre los problemas y desventajas del movimiento poblacional entre países de las Américas. 3. El artículo subraya la importancia de las ciencias sociales y las funciones de servicio y de investigación de profesionales en el campo del Trabajo Social para reunir información válida sobre los aportes y necesidades de los inmigrantes. Este tipo de información podría ayudar a modificar actitudes y conductas xenofóbicas en países receptores de inmigrantes, como es el caso de los Estados Unidos respecto a los hispanos y el caso de Chile con inmigrantes peruanos. Perspectivas conceptuales sobre inmigración Los movimientos migratorios han despertado gran interés entre científicos sociales preocupados de analizar los procesos e impactos de la migración en el sistema social internacional. Aparece relevante, sin embargo, que entre algunas de las primeras teorías que se abocaron a estos estudios dieron marcada prioridad a los procesos de adaptación de los inmigrantes a un nuevo medio socio-cultural. Para esto, pusieron énfasis en los mecanismos de socialización para desarrollar una integración exitosa del inmigrante. (Handlin, 1941; Portes and Manning, 1986). La perspectiva de la asimilación cultural Este marco teórico fue propuesto inicialmente por Robert Park (1926) en su obra Raza y Cultura. En ella sugiere que la adaptación depende fundamentalmente del aprendizaje por parte del inmigrante de valores, normas y conductas aceptables en la cultura receptora. Este autor se refiere a la importancia del contexto social y a situaciones locales que tienden a originar problemas de relación entre diversos grupos étnicos. Asimismo, Park sostiene que como la naturaleza de las relaciones étnicas son principalmente cambiantes, ellas tienden a mejorar con el LA CONTROVERSIA DE LA INMIGRACIÓN INTERNACIONAL: DESAFÍOS PARA EL TRABAJO SOCIAL EN EE.UU. Y CHILE tiempo a medida que los miembros de la minoría se adaptan a la nueva cultura. Myrdal (1944) expande esta noción de la asimilación cultural de grupos minoritarios, argumentando que en la experiencia de relaciones étnicas se produce un cambio cultural que afecta, simultáneamente, tanto a los miembros de la sociedad dominante como a las poblaciones minoritarias. Según esta perspectiva, los inmigrantes se adaptan a los patrones culturales, valores, normas y conductas de la nueva sociedad (Gordon, 1964). En la medida que los inmigrantes se familiarizan con el nuevo sistema social y se adaptan a las expectativas y practicas locales de la nueva comunidad nacional, es posible (al menos en teoría) que ellos sean víctimas de menor discriminación logrando así aceptación y acceso a mejores oportunidades para una movilidad económica y social en el nuevo medio. Para Berry (1993:278), sin embargo, para tener buen éxito en este proceso, sería necesario que los inmigrantes renuncien voluntariamente a sus valores tradicionales y costumbres ancestrales. Sólo así, los nuevos inmigrantes podrían alcanzar una completa, o al menos más amplia aceptación por parte de los miembros de la cultura dominante. El paradigma multicultural Esta perspectiva ofrece una visión alternativa a las exigencias propuestas por la teoría de la asimilación cultural antes descrita. Quienes postulan el concepto del Paradigma Multicultural sostienen que la relación de diversos grupos étnicos o nacionales implica un cierto grado de intercambios mediante los cuales los individuos se las arreglan para mantener elementos de su propia identidad étnica. (Berry 1993:277-78). Este proceso es lo que permitiría desarrollar un mayor grado de pluralismo sociocultural en una sociedad cada vez más pluralista y diversa. (Glazer y Moynihan 1970; Alba and Chamlin 1983). El concepto del sistema económico mundial Esta perspectiva analiza los movimientos migratorios desde el punto de vista del desplazamiento laboral en algunos países y la demanda de trabajadores en otros. La amplitud y énfasis de este modelo abarca todo el sistema de la economía internacional. De acuerdo a este modelo, la incorporación de los inmigrantes a un nuevo mercado laboral es una respuesta fundamental a los cambios y desplazamientos geográficos del capital transnacional. (Castells 1975, Portes 1978, Sassen-Koob (1978). De esta manera, en un mercado laboral segmentado, las necesidades de rebajar los costos y aumentar las ganancias se traduce en una mayor demanda de trabajadores con bajos salarios, se recurre a dar ocupación a los trabajadores migrantes y estacionales. La concentración de inmigrantes en este tipo de ocupaciones que usualmente requieren bajos niveles de educación y son pobremente remunerados, se traduce en condiciones de oportunidades limitadas y altos niveles de pobreza entre estos inmigrantes. De acuerdo a esto, se podría argumentar que este mecanismo operacional de la economía capitalista mundial mantiene las minorías étnicas en los tipos de trabajo extractivos y manufactureros lo que es altamente funcional y conveniente para las necesidades de los grupos dominantes. La red de relaciones étnicas Según esta perspectiva, los inmigrantes junto a sus valores y prácticas culturales de sus países de origen hacen también aportes importantes a la nueva sociedad. (Portes 1995, Tilly 1990). El valor de las relaciones y redes sociales entre individuos de un mismo grupo étnico o nacional reside en la capacidad de sus miembros para desarrollar recursos potenciales en el nuevo país. Estos recursos, sostiene Mines (1981), tienden a mejorar y aumentar con el apoyo de nuevos grupos de inmigrantes. Portes y Sensenbrenner (1993) reconocen los efectos positivos de estas relaciones entre grupos de inmigrantes, especialmente en algunas transacciones económicas y en la reducción de contratos formales en actividades de trabajo. Esto que bien podría considerarse un tipo de capital social sustentado en gran medida por una relación de mutua confianza e interacciones interpersonales, constituye muchas veces una función importante en el mantenimiento de una red social que facilita el acceso a un trabajo y en la diseminación de información sobre otras oportunidades en la nueva comunidad de muchos inmigrantes. Esto se logra, en gran medida, a la proximidad física y residencial de familias y grupos de inmigrantes en un mismo barrio o sector geográfico en una ciudad. Borjas y Tienda (1992), demuestran, por ejemplo, que muchas veces los inmigrantes están dispuestos a pagar un precio relativamente alto en relación a sus bajos ingresos a cambio de una mayor proximidad residencial con miembros de grupos étnicos similares a los que ellos pertenecen. Otros autores indican haber encontrado en los EE.UU. resultados similares entre inmigrantes Hispanos pertenecientes a grupos con educación e ingresos más altos, entre los cuales se observó una cierta resistencia a cambiar de ciudad, vecindario, o 89 DARÍO MENANTEAU área geográfica, donde posiblemente perderían sus relaciones de amistad y pertenencia a su comunidad étnica o nacional (Edwards et al. 1993: 132). Hay también otros investigadores quienes plantean una tesis de asimilación residencial diferente y sostienen que tanto entre los hispanos como entre los miembros de otros grupos, se puede observar un mayor grado de movilidad habitacional hacia otras áreas residenciales a medida que alcanzan niveles de ingreso y posición social más altos. La concentración residencial de algunos grupos de inmigrantes refleja y responde a ciertas manifestaciones de segregación racial o étnica como lo indica Massey (1993). Este autor señala el hecho que la alta concentración de inmigrantes latinos en ciertas áreas de Estados Unidos, puede disminuir la necesidad de algunos inmigrantes para aprender inglés y acentuaría el aislamiento de estos individuos (Massey, 1995). Los conceptos de Capital Social y Capital Cultural Coleman (1988) define el concepto de capital social como un factor de la estructura social que permite a los individuos y a la sociedad alcanzar objetivos específicos. Entre los elementos constitutivos del capital social se destaca principalmente el grado de confianza con que los individuos se relacionan y actúan junto a otros, desarrollando así una conducta de solidaridad y reciprocidad con otros miembros del grupo social. Según esta tesis, se podría argumentar que entre los miembros de un mismo grupo nacional o étnico sería posiblemente más factible encontrar los elementos básicos del “capital social” debido a un mayor sentido de pertenencia, solidaridad y experiencias culturales comunes. Investigadores como Marsden (1988) y Friedman y Krackhardt (1997) se refieren a una condición de homofilia social para denominar estos elementos comunes entre individuos de una misma etnia o nacionalidad. El concepto de “capital cultural” fue inicialmente utilizado por Pierre Bourdieu y Jean ‘Claude Passeron (1977) para referirse a los signos y elementos utilizados por miembros de un grupo humano en el proceso de selección socio-cultural en sus actividades de vida. Bordieu (1984) utiliza este concepto en el análisis de movimientos demográficos y específicamente en el estudio de los factores de exclusión de las poblaciones minoritarias por parte de los grupos o sectores dominantes. Una de las conclusiones de Bordieu es que en todo sistema social los grupos dominantes hacen uso del capital cultural para es90 tablecer la distancia o proximidad cultural, o para incorporar o excluir nuevos miembros. Según esta tesis, una parte importante del “capital cultural” en toda sociedad, está representado por las normas jurídicas, los patrones culturales, las fronteras residenciales, las barreras de organización y los servicios exclusivos para los grupos dominantes. La inmigración Made in USA A través de su historia, los Estados Unidos de Norteamérica ha sido un país predominante abierto y receptor de una numerosa inmigración internacional. Durante los últimos dos siglos, individuos de otros continentes y diversas naciones llegaron a radicarse en este país. Sólo en el período comprendido entre 1830 y 1930 se estima que más de 40 millones de inmigrantes llegaron a los Estados Unidos y, en la actualidad, un número superior a los 100 millones de norteamericanos, es decir, casi el 40% de la población total del país, son descendientes de esos inmigrantes. Esta proporción tiene la tendencia a seguir creciendo si se consideran los 700,000 inmigrantes que llegan cada año a los Estados Unidos. El impacto de este proceso migratorio bien puede apreciarse en numerosas formas y expresiones culturales de la sociedad norteamericana. La composición demográfica de los diferentes estados varía según el número de sus habitantes que han nacido en otros países. Este es el caso de California donde más de un 25 % de su población ha nacido en otro país, lo es también el caso de Nueva York con el 18% y siguen Texas y Arizona, con una proporción superior al 10% de sus habitantes nacidos en el extranjero, respectivamente. Las estadísticas sobre migración revelan, sin embargo, un importante cambio. En las últimas décadas ha habido una progresiva reducción en el número de inmigrantes provenientes de Europa mientras el número de personas originarias de México, América Latina, Asia y África ha crecido significativamente. Hacia comienzos de esta década se observa que más de la mitad de los inmigrantes que entraban a los Estados Unidos eran originarios de sólo de 10 países. Entre estas naciones, un tercio de ellas eran de Asia y más de un cuarto (26%) de México, Centro América y el Caribe. Junto con este cambio en la procedencia nacional de los inmigrantes se observa también un marcado incremento en la diversidad étnica de ellos pero sin un cambio significativo en el nivel de oportunidades o de aceptación de los nuevos inmigrantes. LA CONTROVERSIA DE LA INMIGRACIÓN INTERNACIONAL: DESAFÍOS PARA EL TRABAJO SOCIAL EN EE.UU. Y CHILE Entre algunos de los problemas de incorporación que tienen muchos de los nuevos inmigrantes al país del norte, se destacan algunas opiniones y expresiones de rechazo a formas culturales diferentes, cierto grado de segregación residencial en barrios y sectores urbanos, acceso limitado a una buena educación, trabajo y oportunidades para los inmigrantes y sus familias. Muchas de las actitudes y demostraciones de rechazo hacia algunos inmigrantes han sido atribuidas a una falta de información y conocimiento de la cultura y aportes laborales y económicos de los inmigrantes a la nueva sociedad. La creencia que los inmigrantes no trabajan o no contribuyen a la economía nacional es ampliamente rechazada por los hechos y las cifras de varias investigaciones. Por ejemplo, un informe del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca (2007) concluyó que la inmigración en su conjunto aumenta el Producto Nacional Bruto en aproximadamente US$ 37 billones de dólares al año. Ese mismo año (2007), un estudio realizado por el Instituto de Políticas Públicas del estado de Nueva York concluyo que los inmigrantes en ese estado aportaban una productividad económica equivalente a US$229 billones de dólares al estado de Nueva York. Dicha cifra corresponde al 22,4% del Producto Estatal Bruto. A nivel nacional, ya a comienzos de esta década el economista Alan Greenspan, ex - Presidente de la Reserva Federal de EE.UU., informaba que los trabajadores inmigrantes, sin documentos, “donaban” al país la suma de US$ 31 billones de dólares anuales, por concepto de impuestos Federales y Estatales que les eran descontados de sus salarios, pero sin tener ningún derecho a recibir algún beneficio o servicio a cambio. Por esta razón, la actual administración del gobierno y el Congreso de los Estados Unidos han planteado la necesidad de aprobar una reforma inmigratoria que facilite la legalización de trabajadores no documentados cuyo número se estima aproximadamente en el 5% de la fuerza laboral del país. La presencia hispana en los Estados Unidos Los hispanos o latinos, (como se denomina en EE.UU. a personas de origen español o provenientes de América Latina), constituyen uno de los grupos étnicos de mayor crecimiento en ese país. Actualmente, su número total se aproxima a los 50 millones de personas y podrían alcanzar los 100 millones en el año 2050. Las proyecciones demográficas sugieren que en las próximas cuatro décadas, el 25% de la población norteamericana, es decir, uno de cada cuatro habitantes podría ser de origen hispano. A diferencia de otros grupos de inmigrantes, la presencia de los latinos en los Estados Unidos no es un fenómeno reciente. Muy por el contrario, si se considera que hace más de 150 años, los estados de California, Texas, Arizona, Nueva México, Utah y Colorado eran territorios mexicanos. Texas se independizó de México y se anexó a los Estados Unidos en 1845. Un año más tarde, en 1846, como resultado de la guerra entre Estados Unidos y México, el país del norte incorporó y anexó el resto de los estados mencionados. Además de estas relaciones históricas y territoriales, existe una alta proporción de latinos nacidos en los Estados Unidos y que toman parte activa en la vida del país. Este es el caso, por ejemplo, del 62% de hispanos de ascendencia mexicana y de numerosas personas que han venido de Puerto Rico, de Cuba y otros menos numerosos procedentes de América Central y América del Sur. En años recientes, la inmigración de hispanos a los Estados Unidos ha aumentado debido, principalmente, a un mayor número de inmigrantes provenientes de México, el Caribe y América Central. La distribución de los latinos en los Estados Unidos revela que casi el 87% de ellos se encuentra radicado en no más de diez estados. Entre ellos, los que tienen un porcentaje más alto de latinos son California (34%), Texas (19%), Nueva York (9%), Florida (7%), Illinois (4%), y Arizona, New México y New Jersey con 3% cada uno. Más allá del impacto demográfico, la presencia de los hispanos en los Estados Unidos se puede apreciar también en otras áreas como son la economía, la política, las artes, educación, deportes y otras instituciones y expresiones culturales. El poder de compra de los hispanos, por ejemplo, se estima actualmente en casi $1 trillón de dólares anuales, lo que en una economía de consumo constituye un poder y contribución importante. En el año 2008, se estimaba que una proporción superior al 50% de los hispanos tenía habitualmente acceso y hacía uso de internet para información y comunicación. Se observa también que la mayoría de los hispanos (más del 60%) son jóvenes menores de 34 años de edad lo cual explica, en parte, que sea el grupo étnico más numeroso y de más rápido crecimiento en los Estados Unidos. Las nuevas generaciones de latinos comienzan a participar activamente en diversos campos profesionales, política y otras áreas. Por primera vez en la historia del país el nombramiento de Sonia Sotomayor como Jueza de la Corte Suprema, pone de relieve la “pre91 DARÍO MENANTEAU sencia hispana” en una de las más altas instituciones del país. También en el mundo de la política se comienza a escuchar con más frecuencia el concepto denominado el factor latino, haciendo referencia a la importancia que los hispanos se registren en el nuevo Censo de población del 2010 y logren inscribir más de 3 millones de nuevos votantes. A pesar del rápido crecimiento demográfico y los numerosos aportes de latinos en los Estados Unidos, es importante no ignorar los problemas y desafíos que afectan a numerosos miembros de esta comunidad hispana. En gran medida, se trata de problemas derivados de una estructura socioeconómica donde aún existe una alta desigualdad de ingresos y persistente pobreza. A diferencia de las políticas de apoyo a la migración europea del pasado, las condiciones actuales para los inmigrantes se caracterizan por una creciente limitación de oportunidades. A partir de la década de 1960, se observa que al variar la composición de nacionalidad y etnia de la inmigración a EE.UU. –cuando por vez primera el número de inmigrantes europeos es inferior a los provenientes de México, América Latina y Asia–, se origina también una disminución en programas y servicios tradicionalmente ofrecidas a inmigrantes europeos. Las áreas de mayor impacto y que requieren urgente atención son las relacionadas con educación, trabajo e ingresos. (a) Educación El sistema educativo norteamericano aunque ofrece grandes ventajas comparativas respecto a otros países, aún no ha logrado romper la barrera de las desigualdades tanto de acceso a la educación como en relación a la calidad de la enseñanza. Las diferencias entre los sectores público y privado de escuelas y distritos se mantienen tanto en lo referente a recursos como a resultados escolares. Hace poco más de una década, un informe nacional elaborado por una Comisión para la Excelencia en la Educación de Hispano-Americanos (1998) señalaba la gravedad de los problemas educacionales de acceso y progreso académico que afectaba a numerosos latinos en los Estados Unidos. En años recientes, la situación no ha mejorado del todo y uno de los indicadores que aún persiste es la alta tasa de deserción escolar de un 28% que afecta a jóvenes hispanos entre 16 y 24 años de edad. Este nivel de deserción escolar es casi el doble que la tasa estimada para alumnos Afro-Americanos y tres veces más alta que entre los estudiantes blancos. Esta situación de bajo 92 acceso y rendimiento educacional tiende lógicamente a repercutir en las bajas proporciones de jóvenes latinos que terminan exitosamente la educación secundaria, que luego ingresan a las universidades y logran una formación profesional y técnica competitiva en el mundo laboral. (b) Trabajo La relación entre educación y trabajo es claramente reconocida en la sociedad contemporánea. Aquellos con más educación tienden a encontrar trabajos mejor remunerados y con mayor probabilidad de retención que quienes no han logrado un buen nivel educacional. Pese a esto, entre los grupos de familias hispanas en los EE.UU. se registra un alto nivel de participación laboral de varios de sus miembros. Aproximadamente el 90% o más de todos los trabajadores migrantes ocupados en la agricultura y agro-industria norteamericana son hispanos. Muchas veces, como lo revelan numerosos informes, tanto sus condiciones de vida y los servicios que reciben son deficientes. Un elevado número de niños, hijos de los trabajadores migrantes, que oscila entre los 500.000 a 800.000 niños, participan también activamente en algunos trabajos agrícolas en las granjas que los emplean. Muchos de estos niños están sujetos a diferentes tipos de accidentes laborales y con peligro a enfermedades por el uso de pesticidas y otros productos químicos. Asimismo, se ha observado que a causa del uso de aguas contaminadas, la incidencia de infecciones parasitarias y enfermedades gastrointestinales entre los trabajadores agrícolas migrantes y sus familias, se estima ser 35 veces más alta que los niveles registrados para el resto de la población. Muchos de estos trabajadores tienen alto riesgo de sufrir problemas dentales, nutrición deficiente y accidentes laborales. Sus hijos son también vulnerables a tener altos niveles de mortalidad y problemas de salud que pueden incidir en su desarrollo físico y social. (c) Ingresos La distribución de los ingresos en un país ha sido considerada como uno de los factores que afecta con mayor fuerza a los grupos económicamente más vulnerables y consolida la pobreza. En los Estados Unidos los ingresos acusan un alto grado de desigualdad medido por el coeficiente de Gini estimado en .33, en una escala que oscila LA CONTROVERSIA DE LA INMIGRACIÓN INTERNACIONAL: DESAFÍOS PARA EL TRABAJO SOCIAL EN EE.UU. Y CHILE entre valores de 0, para condiciones de igualdad total, a 1 para designar desigualdad absoluta. Según este indicador, la desigualdad de los ingresos en EE.UU. es bastante más alta que la registrada en algunos países europeos como Holanda, Bélgica, Suiza, Suecia y Noruega donde el valor del coeficiente Gini es menor a .30. A fines del 2009 la tasa de pobreza en Estados Unidos alcanzaba al 13,2% de la población total. Sin embargo, los grupos más afectados son los hispanos con una tasa del 23.2% y los Afro-Americanos con un nivel de pobreza del 24,7%. La pobreza, independientemente de raza, color o nacionalidad, tiende a promover y estimular una serie de problemas sociales que afecta finalmente a todos los grupos y sectores. Del mismo modo, cualquier tipo de discriminación o prácticas de exclusión contra grupos minoritarios terminan por dañar al sistema social en tu totalidad. La discriminación hacia algunos hispanos en los Estados Unidos ha sido documentada no sólo en las áreas relacionadas con el trabajo y los ingresos sino también en lo que respecta al acceso a préstamos, a la salud, y a otros servicios. En relación al acceso a servicios de salud, se estima que más de un tercio de los latinos en EEUU carecen de un seguro de salud que pueda cubrir sus necesidades básicas. Esta situación es aún más crítica entre los trabajadores agrícolas migrantes y sus familias. Estas personas, debido a la movilidad del empleo, la falta de conocimiento del sistema, la ausencia de servicios rurales, y la falta de dinero para pagar atención médica, son más vulnerables en caso de cualquiera enfermedad o accidente. La ironía de esta realidad es que pese a que Estados Unidos destina más del 12% del Producto Domestico Neto a gastos en salud, todavía hay más de 40 millones de habitantes -incluyendo a muchos hispanos- que no disponen de un mínimo seguro médico. El proceso de migración internacional en Chile La inmigración a Chile A lo largo de su historia Chile también se ha caracterizado como un país abierto a los procesos de migración internacional. Según datos del Censo Demográfico de 2002, la población total del país superaba los 15 millones de habitantes y los inmigrantes extranjeros residentes en Chile era de 184.464 personas. Es decir, la proporción de inmigrantes en relación a la población total es relativamente baja y alcanza sólo al 1,2 %. (Instituto Nacional de Estadísticas, Chile). El número de inmigrantes en Chile y su incidencia porcentual en la población total del país ha tenido algunas variaciones importantes en el curso de los últimos 50 años. Muchos de estos cambios obedecen principalmente a las características socio-demográficas de los migrantes, las condiciones laborales, sociales y políticas tanto del país de origen como la situación en Chile. Martínez (2005) en su estudio sobre la “magnitud y dinámica de la inmigración en Chile” informa que, según el Censo de Población de 1952, Chile tenía una población de casi 6 millones de habitantes y un número de inmigrantes de 103.878 personas. De acuerdo a estos datos, la proporción de inmigrantes en el país alcanzaba al 1.75% de la población total. Treinta años más tarde, en 1982, cuando la población del país superaba los 11 millones, los inmigrantes eran 84.345 personas, lo que equivalía a una proporción del 0.75% de la población total. Esta proporción, como se ha indicado anteriormente, sube en el año 2002 al 1.22% de la población total del país. Este crecimiento porcentual es relativamente modesto si se considera que aún es inferior a la proporción de inmigrantes de 1.75% de la población nacional en1952. De acuerdo a estas cifras, la incidencia porcentual de la inmigración en Chile es baja especialmente si se la compara con otros países donde el porcentaje de inmigrantes en relación a la población total es mayor. Tal es el caso de Argentina donde los inmigrantes representan el 4% del total; Costa Rica el 8%; Estados Unidos el 12%, y Canadá el 18% de todos los habitantes de ese país. Norambuena (2004) observa que el crecimiento económico junto a la estabilidad democrática y política del país durante los últimos 20 años, han contribuido al aumento del número de inmigrantes especialmente aquellos provenientes de países vecinos como Perú, Bolivia y Argentina, donde han tenido durante este lapso de tiempo crisis económicas y políticas de consideración. Los residentes extranjeros en Chile provienen mayoritariamente de América (77,1%), seguidos por inmigrantes de Europa (17,2 %); Asia (4,2%); África (0,7%) y de Oceanía (0,8%). Datos censales indican que el mayor número de los inmigrantes en Chile proceden de países de América del Sur (67,9%) entre los cuales se incluyen las siguientes nacionalidades: argentinos, 48.176; peruanos, 37.860; bolivianos, 10.919; ecuatorianos, 9.393; 93 DARÍO MENANTEAU brasileños, 6.895; venezolanos, 4.338; colombianos, 4.095; uruguayos, 2.241; paraguayos, 1.222; y 22 de otros países no especificados. Inmigrantes provenientes de América del Norte incluye a 7.753 estadounidenses, 1.845 canadienses y 1.697 mexicanos. Entre los inmigrantes de origen europeo se destacan 9.084 españoles; 5.473 alemanes; 3.927 italianos y 3.043 franceses. La diversidad de origen o nacionalidad de los inmigrantes radicados en Chile ha constituido un aporte cultural y económico importante para el país. De manera similar, se podría argumentar que lo mismo ocurre en los lugares de destino a donde han emigrado cerca de un millón de chilenos. La emigración de Chile De acuerdo a información de Naciones Unidas los emigrantes internacionales de Chile han establecido su nueva residencia en diversos países de cada continente. Del total de emigrantes chilenos el 50% de ellos residen en países de América Latina y el Caribe; el 20,6% en países de América del Norte incluyendo México, Canadá y Estados Unidos, y otro 20% viven en Europa. Estos datos revelan también que casi nueve de cada diez chilenos que salieron de Chile y que hoy día residen en el exterior, se encuentran preferentemente en países con un nivel de desarrollo humano alto (49,5%) y muy alto (45,3%). (PNUD, 2009) En la mayoría de los casos, estos chilenos han contado con un alto grado de aceptación por parte de los pobladores de sus nuevos lugares de residencia y han podido surgir en sus respectivas ocupaciones y comunidades. Por esta razón, despierta curiosidad y cierto malestar observar expresiones negativas hacia algunos grupos de inmigrantes en Chile. Estereotipos y exclusión Por ejemplo, un caso reciente ocurrido en el país, llamó la atención cuando un dirigente político y candidato a diputado por Santiago, afirmara que era necesario expulsar de Chile a los ciudadanos peruanos que no tuviesen la documentación exigida. Entre los argumentos dados por este personero para justificar la deportación de estos nuevos inmigrantes, se encuentran precisamente algunos de los estereotipos mencionados anteriormente por el informe de Naciones Unidas. Menciona, por ejemplo,--sin presentar datos o pruebas válidas--, que “la gran cantidad de residentes ilegales peruanos en la comuna (de Santiago) ha provocado que muchas personas (chilenos) no puedan recibir la atención 94 médica necesaria en el servicio de salud público.” Esto, a su juicio, provoca “un grave problema de convivencia” entre los chilenos y los extranjeros... Se debe recordar, sin embargo, que el número total de peruanos residentes en Chile, con documentación en orden, alcanza –según el último Censo de Población– a menos de 38.000 personas en un país donde hay actualmente más de 16 millones de habitantes. Según esto, se puede estimar con alta probabilidad que el número de peruanos sin documentación, o con documentación aún en trámite, ha de ser una mínima fracción del total y su impacto a nivel nacional es claramente insignificante. Aparentemente, lo que ocurriría en este caso, es más bien un problema de alta visibilidad de los inmigrantes peruanos como lo demuestra Stefoni (2004), en un análisis sobre la formación de comunidades peruanas en Santiago. Según este estudio, durante la década de 1992 y 2002 la inmigración peruana habría tenido un explosivo crecimiento del 394 % además de una alta visibilidad en el sector de Plaza de Armas, en centro de la ciudad de Santiago. Las cifras indican que del total de inmigrantes peruanos en Chile (37.860), no menos de 27,739 de ellos, es decir una proporción no menor al 73% viven en algunas de las comunas de Santiago, lo que contribuye ciertamente a su notoria presencia en esta ciudad capital. Del mismo modo, vale recordar que los inmigrantes peruanos queriendo legalizar su permanencia en Chile, han sido los que más rápido se acogieron al beneficio de una visa de residencia temporaria concedido por el gobierno de la Presidente Michelle Bachelet a quienes no disponían de documentación migratoria al día. En esta oportunidad, como lo indican Riquelme, J. y Alarcón, G. (2008), un total de 32 mil peruanos recibieron sus respectivas visas. Por esta razón, la respuesta del Gobierno de Chile a la proposición de deportar a peruanos sin documentos no se dejo esperar. El ministro secretario general de la Presidencia de la República, José Antonio Viera-Gallo declaró rápidamente que la propuesta era “tan lamentable como si en Argentina se dijera que hubiera que deportar a los 200 mil chilenos que viven allá”. A continuación agregó: “Vivimos en un mundo en que los habitantes migran. Por mucho tiempo, décadas, los chilenos migraron a Argentina y Argentina los acogió, les dio trabajo, les dio oportunidades para vivir. Ahora tenemos el caso inverso, en que hay personas que migran hacia nuestro país y no veo por qué Chile no va a tener la misma actitud que en su minuto LA CONTROVERSIA DE LA INMIGRACIÓN INTERNACIONAL: DESAFÍOS PARA EL TRABAJO SOCIAL EN EE.UU. Y CHILE tuvo Argentina. Nosotros –concluyó– tenemos que acostumbrarnos a una política migratoria, en que respetamos los derechos de los migrantes”. Conclusiones Como bien lo señala el Informe sobre el Desarrollo Humano 2009 y lo ratifican las palabras del ministro chileno, las percepciones erróneas no aportan nada positivo a la discusión del tema de la inmigración internacional. Los estereotipos negativos que muestran a los inmigrantes como personas que ‘nos quitan el empleo’ y ‘viven a costa de nuestros impuestos’, –aunque abundan en los medios de comunicación y en la opinión pública, especialmente en épocas de crisis económica,– no tienen realmente validez ni una base empírica seria en donde sustentarse. El informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo invita a un diálogo amplio sobre este tema y propone algunos objetivos que aseguren la relación entre migración y el desarrollo humano. Entre estos propósitos y actividades directamente relacionadas con los procesos migratorios internacionales se destacan las siguientes: 1. Velar por el respeto y garantías de los derechos humanos de los migrantes; 2. Facilitar y apoyar la existencia de oportunidades de una vida digna para los migrantes; 3. Reducir los costos económicos y humanos involucrados en la migración; 4. Elaborar procedimientos que favorezcan a los migrantes y a las comunidades de la nueva residencia de los inmigrantes y sus familias; 5. Desarrollar políticas públicas que permitan fortalecer las relaciones entre los procesos de migración y las necesidades, modelos y estrategias de desarrollo. Estos objetivos representan por cierto un fuerte desafío para las ciencias sociales y el Trabajo Social en la búsqueda de nuevas perspectivas conceptuales y teóricas sobre la inmigración. Esto implica poder establecer un vínculo más estrecho entre la investigación y la difusión de informaciones, que ayuden a eliminar falsas concepciones sobre los inmigrantes. Asimismo, es necesario diseñar una clara relación entre los procesos migratorios y las políticas públicas para el desarrollo social. Como bien lo indica Serani (2001), el flujo migratorio que recibió Chile durante las últimas décadas “encontró a un país que institucionalmente no estaba preparado para recibirlos, carente de políticas migratorias y de programas de inserción, lo que significó que en 1998 existieran 40 mil extranjeros en condición de irregularidad, los cuales se atuvieron a un proceso de regularización migratoria.” Esta situación, sin embargo, no es sólo exclusiva para el caso de Chile sino que se encuentra también presente en los Estados Unidos y en Europa. En esos países, como en el nuestro, se requiere de renovados esfuerzos para atender y solucionar los problemas derivados de la inmigración internacional.Son temas y desafíos ciertamente globales que, para lograr resultados efectivos, necesitan de modelos, políticas y soluciones que consideren e involucren a todos los miembros y componentes del sistema social. Referencias ALBA, R. AND CHAMLIN. M.B. 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PROGRAMA DE NACIONES UNIDAS PARA EL DESARROLLO (PNUD), Informe sobre el Desarrollo Humano 2009. Cuadro B: Emigrantes internacionales por lugar de residencia (pg. 161). INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA, (INEChile). Censo de Población, 2002. • FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES - ESCUELA DE TRABAJO SOCIAL • FACULTAD DE EDUCACIÓN POSTÍTULO POSTULACIONES 1 de noviembre de 2009 al 8 enero 2010. 1 al 8 de marzo 2010 INICIO DE CLASES 22 de marzo de 2010 COORDINADORA ACADÉMICA Profesora Teresa López Vázquez Teléfono (56-2) 354 4670 Fax: (56-2) 354 4667 E mail: [email protected] Intervención social y educativa en la comunidad local y regional INFORMACIONES E INSCRIPCIONES Secretaría del Postítulo Intervención Social y Educativa en la Comunidad Local y Regional Avda. Vicuña Mackenna 4860, campus San Joaquín, Santiago, Chile. Teléfono: (56-2) 354 4606 / Fax: (56-2) 354 4667 Secretaria Mabel Véliz N. E-mail: [email protected] VERSIÓN 2010 M A G Í S T E R ACREDITADO COMISIÓN NACIONAL DE ACREDITACIÓN - CHILE F ACULTAD E SCUELA Postulaciones 2 ° período Desde el 15 de diciembre 2009 al 18 de marzo de 2010. Coordinador académico Profesor Rodrigo Flores. DE DE C IENCIAS S OCIALES 2010 T RABAJO S OCIAL Inscripción e informaciones Avda. Vicuña Mackenna 4860 Teléfonos 354 4606 / 354 4665 Fax 354 4667 E mail [email protected] www.trabajosocialuc.cl FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES - ESCUELA DE TRABAJO SOCIAL Postítulo Estudios de la Familia www.trabajosocialuc.cl PERÍODO DE POSTULACIÓN Desde octubre de 2009 COORDINADOR ACADÉMICO DEL POSTÍTULO Profesora Fabiola Cortez-Monroy M. INSCRIPCIÓN E INFORMACIONES Secretaría Postítulo Estudios de la Familia, Pontificia Universidad Católica de Chile, Escuela de Trabajo Social, Campus San Joaquín. Avda. Vicuña Mackenna 4860, Santiago (Metro San Joaquín). Secretaria: Sra. María Elena Contreras H. Teléfonos: 354 4589 - 354 4606. Fax: 354 4667. E-mail: [email protected] Escuela de Trabajo Social Programa de Educación Continua 2010 Un espacio intelectualmente estimulante que anima el juicio crítico, la generación de conocimiento y la intervención innovadora. 100 Programa de Extensión 2010 Diploma de Especialización en mediación familiar Duración: 220 hrs. Diploma de Pericia social en el juicio oral Duración: 100 hrs. Diploma de Gestión organizacional para el trabajo social Duración: 110 hrs. Diploma de Especialización en el sistema de seguridad social chileno Duración: 120 hrs. Diploma de Marketing social y estrategias de implementación de programas Duración: 100 hrs. Diploma de Gestión de sistemas de bienestar en la empresa Duración: 120 hrs. Diploma de Intervención en abuso sexual infantil Duración: 100 hrs. Diploma de Intervención social con adolescentes infractores de ley Duración: 100 hrs. Diploma de Mediación comunitaria Duración: 100 hrs. Diploma de Actualización en teorías sociales Duración: 123 hrs. Diploma de Investigación social aplicada Duración: 138 hrs. Diploma de Actualización en intervención social Duración: 123 hrs. PARA MAYOR INFORMACIÓN www.trabajosocialuc.cl Revista Trabajo Social ISSN 0716-9736 CONDICIONES DE PUBLICACIÓN De los objetivos y política editorial Trabajo Social es una revista especializada en materias sociales, de publicación semestral, cuyo objetivo, desde 1970, es difundir trabajos referidos a intervención social, políticas públicas, problemáticas sociales, temas disciplinares en Trabajo Social y Ciencias Sociales, privilegiando las investigaciones de carácter disciplinario e interdisciplinario que puedan resultar de utilidad para la toma de decisiones, con especial referencia a los países americanos y latinoamericanos. Del arbitraje de los artículos Los originales que se envíen para su publicación serán sometidos a un proceso editorial que se desarrollará en dos etapas. En primer lugar, los artículos recibidos serán objeto de una evaluación preliminar por parte de los miembros del Consejo Editorial, el Director y/o Editora, quienes determinarán la pertinencia de su publicación en Trabajo Social. Una vez establecido que el artículo cumple con los requisitos temáticos, además de los requisitos formales indicados en estas instrucciones, será enviado a dos árbitros del Consejo Asesor Nacional o Internacional, quienes determinarán en forma anónima: a) publicar sin cambios, b) publicar cuando se hayan cumplido correcciones menores, c) publicar una vez que se haya efectuado una revisión a fondo y d) rechazar. En caso de discrepancia entre ambos resultados, el texto será enviado a un tercer árbitro, cuya decisión definirá su publicación. Los resultados del proceso de dictamen académico serán inapelables en todos los casos. Centro o departamento a que se encuentra(n) adscrito(s) laboralmente; Grados Académicos, Dirección postal institucional; Dirección de correo electrónico. Presentación y extensión de los artículos • Los artículos no deben revelar ninguna evidencia de las identidades ni de las afiliaciones institucionales de los autores, salvo donde ello se solicita, según norma. • Los textos deberán ser presentados en tamaño carta, espacio simple, en tipo garamond o arial de 10 puntos; con una extensión máxima de 8.000 palabras para el caso de artículos científicos (incluidos resumen, notas, título de gráficos, mapas y cuadros, y referencias bibliográficas); y de 2.000 para las reseñas de libros. • El archivo no deberá contener formato alguno: sin sangrías, espaciado entre párrafos, no deberá emplearse hoja de estilos, caracteres especiales ni más comandos que los que atañen a las divisiones y subdivisiones del trabajo. • Los artículos deberán incluir un título, en el cual, con el menor número posible de palabras, se describa adecuadamente el contenido del artículo. El título del artículo debe ser traducido al inglés. • También se deberá incluir un resumen en la lengua original en que está escrito el artículo y otro en inglés, que no exceda las 150 palabras. En él se debe ofrecer un sumario breve de cada una de las secciones principales: introducción, metodología, resultados y discusión. De los derechos de autor Al momento de aceptar la publicación de sus artículos en Trabajo Social, se entenderá que los autores ceden a ésta los derechos respectivos. • Palabras claves: deberá ir acompañado de una relación de entre 3 y 5 descriptores o palabras clave separadas por (,), en el idioma original del artículo y en inglés, para efectos de indización bibliográfica. De las normas para la presentación de artículos Los artículos que se propongan para su publicación en Revista Trabajo Social deberán ser originales y no publicados en otra revista. Los artículos deben enviarse por correo electrónico, en formato Word, y podrán ser presentadas en idioma castellano o inglés. Para ello, los autores deberán tomar en cuenta la diversidad de lectores a los que se dirige, por lo que cada artículo deberá estar redactado de manera clara, sencilla y bien estructurada. • Existirán dos niveles de jerarquización en los subtítulos: uno en negritas minúsculas y otro en cursiva (no negritas); se aconseja no numerarlos. Información del autor(es) En la primera página de toda colaboración deberán incluirse los datos generales del autor(es), incluyendo: Nombre completo; 102 • Se debe utilizar comillas solo para citas textuales. Si se desea destacar una palabra o frase, utilizar negrita. Para anglicismos o palabras en idioma distinto a la lengua original en que está escrito el artículo, utilizar cursiva o itálica. • En cuanto a las siglas, debe proporcionarse –al menos la primera vez– la equivalencia completa de las empleadas en el texto, en la bibliografía, en los cuadros y figuras. Cuadros y figuras Aparte del texto solo existirán cuadros y figuras. Éstos serán los estrictamente necesarios y deberán explicarse por sí solos (sin tener que recurrir al texto para su comprensión), no incluir abreviaturas, indicar las unidades de medición, y contener todas las notas al pie y las fuentes completas correspondientes. Respecto a los cuadros, cada uno deberá encabezarse con la expresión Cuadro N° y, en la línea siguiente, el título, ambos en minúsculas. Al final se indicará la fuente de la información o del cuadro; si es propio se indicará: Elaboración propia. El título y la fuente se ubicarán fuera del recuadro principal. Su formato deberá ser una hoja de cálculo de Excel. Se numerarán correlativamente con cifras arábigas. Siempre habrá que aludir a ellos explícitamente en el texto (Cuadro N° 7). Con la denominación de figuras se incluyen los gráficos, mapas y fotografías. Cada figura debe encabezarse con la expresión Figura N° y, en la línea siguiente, el título, ambos en minúsculas. Al final se indicará la fuente de la información; si la fotografía es propia se debe indicar. El título y la fuente se ubicarán fuera del recuadro principal. Su formato debe ser JPG, en blanco y negro o en tonos de grises, con una resolución mínima de 300 DPI. Se numerarán correlativamente con cifras arábigas. Deberá aludirse a ellos explícitamente en el texto (Figura N° 51). Cuadros y figuras deberán enviarse de forma separada, en el formato que se indica, y serán incluidos sólo si el autor menciona en el texto la ubicación exacta, entre el título y la fuente respectiva. Una línea limpia y fina que defina el área del cuadro o figura se recomienda como límite visual. Notas y referencias bibliográficas en el texto Las notas deben ser las imprescindibles y se situarán al final de cada página. No se incluirán notas a pie de página con referencias bibliográficas. Para las referencias dentro del texto se usará la normativa APA (American Psychological Association), edición 2001, es decir: apellido del autor, año y página, escrito entre paréntesis: (Christoff, 1996, p. 21). La referencia completa deberá constar en la bibliografía. Referencias bibliográficas Las referencias bibliográficas no deben extenderse innecesariamente (la estrictamente citada en el texto), y deberán aparecer completas al final del artículo, ordenadas alfabéticamente y, para cada autor, en orden cronológico, de más antiguo a más reciente. Las referencias bibliográficas se harán según las normas APA, que establecen, entre otras, las siguientes formas: • Libro de un autor: Autor (Apellido e inicial del nombre), Año de publicación (entre paréntesis), Título del libro (cursiva), Edición (entre paréntesis), Lugar de edición (seguido de dos puntos), Editorial. Si no tiene editorial se escribe [s.n] del latín sine nomine que significa sin nombre. Ejemplo: Castel, R. (1997). Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del asalariado. (1ª ed.). Argentina: Paidós. • Libro con más de un autor: Autor(es) (Apellido e inicial del nombre), Año de publicación, Título del libro (cursiva), Edición (entre paréntesis), Lugar de edición (seguido de dos puntos), Editorial. Ejemplo: De Mattos, C. & Ducci, M. E. (2005). Santiago en la globalización: ¿una nueva ciudad? (2ª ed.). Santiago: Lom. • Artículo de revista científica con un autor: Autor del artículo (Apellido e inicial del nombre), Año de publicación (entre paréntesis), Título del artículo, Título de la revista (en letra cursiva, seguido de coma), Volumen (seguido de coma), Número, Paginación (separadas por un guión). Ejemplo: Winchester, L. (2006). Desafíos para el desarrollo sostenible de las ciudades en América Latina y El Caribe. EURE, 32, 96, 7-25. • Artículo de revista científica disponible en Internet: Autor (es) (apellido e inicial del nombre), Fecha de edición o de publicación (año, día y mes, entre paréntesis), Título del artículo, Título de la revista (en letra cursiva), Volumen, Coloque la expresión “Recuperado el”, Fecha de consulta (día, mes y año), Coloque la expresión “de”, Dirección electrónica. Ejemplo: Winchester, L. (2006, agosto). Desafíos para el desarrollo sostenible de las ciudades en América Latina y El Caribe. EURE, 32, 96. Recuperado el 24 de enero de 2007, de http://www. scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0250-16120060 00200002&lng=es&nrm=iso. Los artículos que cumplan con los requisitos temáticos y formales indicados en estas instrucciones, serán declarados como “recibido” y puestos a consideración del Comité Asesor Internacional para su evaluación. Los artículos que no se ajusten a estas normas serán devueltos a sus autores y serán declarados como “no recibido”. Trabajo Social, se reserva el derecho de hacer los cambios editoriales que considere convenientes. Las consultas y los envíos de artículos para todas las secciones, se deben remitir a Revista Trabajo Social, a la dirección de correo electrónico [email protected]. El mensaje de los autores que acompaña el artículo debe afirmar que acepta todas las condiciones establecidas por estas normas. 103