DOSSIER 42 2014 Organizadores MARI-SOL GARCÍA SOMOZA GABRIELA IRRÁZABAL Géneros, sexualidades y religiones: relaciones, intersecciones y confrontaciones MARI-SOL GARCÍA SOMOZA Y GABRIELA IRRÁZABAL Género y secularización: una perspectiva poscolonial LEÏLA BENHADJOUDJA Y MICHELI- GÉNEROS, SEXUALIDADES Y RELIGIONES: RELACIONES, INTERSECCIONES Y CONFRONTACIONES NE MILOT El cristianismo y el cambio socio político de las mujeres latinoamericanas ANA MARÍA BIDEGAIN Género y la religión politizada en Mauricio RAMOLA RAMTOHUL La politización de la sexualidad y los sentidos de lo religioso JUAN MARCO VAGGIONE DOSSIER SOCIEDAD Y RELIGIÓN Géneros, sexualidades y religiones: relaciones, intersecciones y confrontaciones Mari-Sol García Somoza y Gabriela Irrázabal :: Géneros, sexualidades y religiones: relaciones, intersecciones y confrontaciones Leïla Benhadjoudja y Micheline Milot :: Género y secularización: una perspectiva poscolonial Ana María Bidegain:: El cristianismo y el cambio socio político de las mujeres latinoamericanas Ramola Ramtohul:: Género y la religión politizada en Mauricio Juan Marco Vaggione :: La politización de la sexualidad y los sentidos de lo religioso Organizadores Mari-Sol García Somoza Gabriela Irrázabal Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 132-226 DOSSIER SOCIEDAD Y RELIGIÓN Géneros, sexualidades y religiones: relaciones, intersecciones y confrontaciones Géneros, sexualidades y religiones: relaciones, intersecciones y confrontaciones 1 Gender(s), sexualities and religions: relationships, intersections and confrontations Mari-Sol García Somoza CANTHEL, Université Paris Descartes – FCS, Universidad de Buenos Aires [email protected] Gabriela Irrazábal Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL CONICET) Saavedra 15, 4° piso (1083) Buenos Aires, Argentina [email protected] Fecha de recepción: 15/09/2014 Fecha de aceptación: 20/09/2014 Nos proponemos aquí introducir el debate sobre géneros, sexualidades y religiones en el campo de las ciencias sociales de la religión; interrogarmos acerca de las potencialidades y límites del concepto o la llamada perspectiva de género desde el punto de vista de las interseccionalidades y de los estudios postcoloniales. Asimismo, presentar los artículos de Leïla 1 Agradecemos a Aldo Ameigeiras y al comité editorial de la revista Sociedad y Religión por la oportunidad de preparar este dossier e introducir los debates sobre género(s), sexualidad(es) y religione(s). Agradecemos especialemente las sugerencias de Mariela Mosqueira y el acompañamiento de Irene Brousse, Graciela Torrecillas y Nelly Durand. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp.133-143 134 Mari-Sol García Somoza y Gabriela Irrazábal Benhadjoudja y Micheline Milot, Ramola Ramtohul, Ana María Bidegain y Juan Marco Vaggione como un aporte para los debates teóricos sobre la secularización engenerada, el agenciamiento de los actores sociales, la laicidad, el pluralismo religioso, la política sexual y la deconstrucción del orden heteropatriarcal retomando las imbricaciones entre lo religioso y lo político. Palabras clave: Género; Religión; Sexualidades; Política sexual. In this paper we introduce the debate on gender(s), sexualities and religions in the field of social sciences of religion. We discuss the potential and limits of the concept of gender and the ‘gender perspective’ from the point of view of intersectionalities and postcolonialism studies. Moreover, we present the work of Leïla Benhadjoudja and Micheline Milot, Ramola Ramtohul, Ana María Bidegain and Juan Marco Vaggione as contribution to the debates about engendered secularization, agency, läicité, religious pluralism, sexual politics and the heteropatriarchal order’s deconstruction analyzing the overlaps between the religious and politics. Key words: Gender; Religion; Sexualities; Sexual Politics 1. Interrogar el género ¿qué perspectiva en los estudios de la religión? Género(s) ¿un concepto, una dimensión, una perspectiva? Un término cargado de historia, debates, posiciones, significaciones y re-significaciones, que continúan vigentes y en pleno desarrollo dentro del campo académico de las ciencias sociales. Varios estudios han demostrado que pensar lo religioso desde una perspectiva de género instala un ángulo de análisis rico en complejidades y a la vez reactualiza la posición -durante mucho tiempo dominante- por la cual las normativas religiosas determinaban el lugar del género (Ahmed, 1982; Abu-Lughod, 1999; Wadud, 1999; Mahmood, 2005; El-Bachiri, 2011; Djelloul, 2013). Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp.133-143 Géneros, sexualidades y religiones: relaciones, intersecciones y confrontaciones 135 En esta misma dirección, revistas científicas2, investigaciones académicas y grupos de estudios especializados han otorgado una paulatina pero creciente atención al lugar del género en sus complejas dinámicas de relación, interrelación y confrontación con lo religioso. Desde América Latina, en los últimos años han proliferado los análisis con una perspectiva de género en el estudio del fenómeno religioso aunque todavía son incipientes y quedan por desarrollarse. Predominan los estudios sobre la problemática de los derechos sexuales y reproductivos, en los cuales se menciona lo religioso y, en especial las jerarquías de los grupos religiosos, como uno de los principales obstáculos para la ampliación de derechos (Petchesky, 2008; Correa, 2004; Gutiérrez, 2004; Petracci & Pecheny, 2009). Asimismo, existen trabajos que han analizado las intervenciones que operan en el debate público y político sobre los derechos sexuales y reproductivos en nombre de la religión evangélica, católica (acha, 2000; Carbonelli, Felitti y Mosqueira, 2011; Jones y Vaggione, 2012; Esquivel, 2013), islámica (García Somoza, 2011a, 2011b) y judía (Setton y Lerner, 2012). En esta línea, desde el campo de los estudios sociales latinoamericanos sobre la religión, diversos autores ponen en evidencia que lo religioso y las creencias son dimensiones que intervienen en los debates públicos sobre derechos y derechos sexuales y reproductivos, observando que hay una creciente corriente de activismo religioso con posturas favorables o en contra de los avances en estos derechos (Tarducci, 2001; Vaggione, 2005, Jones, 2010 y Felitti, 2011). Existen también trabajos que dan cuenta de las diversas representaciones de género y sexualidades entre los distintos grupos religiosos (Campos Machado, 2005; 2 Entre ellas la muy reciente revista Gender & Religion aparecida en 2013: http://www.religionandgender.org/index.php/rg Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp.133-143 136 Mari-Sol García Somoza y Gabriela Irrazábal Algranti, 2007; Gallo y Semán, 2009; Delvalhas & Campos Machado, 2011; Mujica, 2011; Irrazábal, 2011; Ludeña, 2013). Tanto los grupos militantes feministas y de la diversidad sexual como los académicos, han mantenido durante mucho tiempo una posición de confrontación frente a lo religioso (Correa, 2004). Por su parte, los estudios poscoloniales, sin dejar de denunciar las posiciones de dominación y colonización del conocimiento (Mignolo, 2008), han abierto una nueva perspectiva de análisis cuyas aquellas voces silenciadas y actores invisibilizados comienzan a adquirir protagonismo. Retomando los aportes que se han hecho desde las ciencias sociales para discutir el binomio género - religión en tanto lugar de disputa, nos interrogamos sobre la importancia de este concepto, la manera de entenderlo y el potencial heurístico que nos brinda. Por todo esto, queremos abrir un espacio de reflexión a partir del intercambio y el debate académico, que busque analizar críticamente las relaciones, intersecciones y confrontaciones entre los conceptos de religión(es), género(s) y sexualidad(es), considerando las múltiples y cambiantes manifestaciones de la religión en contextos sociales y culturales diversos, atravesados al mismo tiempo por la complejidad que la dimensión del género aporta. 2. Alcances y perspectivas desde el género: la interseccionalidad y la mirada poscolonial en las ciencias sociales Evitando el conformismo de una mirada unívoca que piensa a la religión como el espacio de subordinación de las mujeres y de reproducción de desigualdad de géneros, -aunque sin negar el lugar que históricamente ocuparon las tradiciones y jerarquías Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp.133-143 Géneros, sexualidades y religiones: relaciones, intersecciones y confrontaciones 137 religiosas como herramientas de dominación y categorización- nos inclinamos a favor de la pluralidad de miradas y contextos. Apostamos a la idea de que la investigación con perspectiva de género y una crítica reflexiva nos otorga la posibilidad de miradas ricas en complejidades y matices. Como Saba Mahmood (2005) sugiere, no es simplemente demostrar cómo las normas religiosas actúan sobre las mujeres, sino más bien y al mismo tiempo cómo las mujeres habitan esas normas. En este sentido, descentrar la mirada de la posición que piensa lo religioso como un lugar de dominación estrictamente, aunque sin olvidar su presencia, nos permite encontrar un abanico amplio de posibilidades analíticas para los sujetos subalternos construyendo y reconstruyendo sus posiciones, significando y resignificando sus prácticas y creencias, habitando los espacios y descolonizando los sentidos. De la mano de esta reflexión, la organización del dossier invitó a reconocidas académicas y académicos que investigan y reflexionan sobre los procesos sociales desde la perspectiva de género aportando valiosas contribuciones que prestan especial atención a los debates contemporáneos en torno del género(s) en sus diversas intersecciones con los feminismos, las sexualidades, lo queer, las masculinidades y los estudios culturales. Añaden también al panorama religioso, sus apuestas, sus desafíos, las laicidades y los distintos procesos de secularización en diferentes regiones y contextos. El objetivo del presente dossier se orienta al impacto y la empleabilidad de estos términos desde las ciencias sociales, los distintos usos teórico-conceptuales del par conceptual género/sexualidades y religión, revisitándolos a la luz de los cambios actuales, y profundizando el debate académico interdisciplinario actual. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp.133-143 138 Mari-Sol García Somoza y Gabriela Irrazábal En este horizonte, la contribución de Leïla Benhadjoudja y Micheline Milot nos invita a una reflexión que conjuga la perspectiva feminista poscolonial con los análisis de la secularización. A partir del campo religioso en el contexto quebequés (caracterizado por una mayoría católica y francófona, una sólida laicidad estatal y un avanzado proceso secularización en el espacio público) las autoras desafían los límites del análisis convencional entre las categorías de género y religión, llamando a una nueva epistemología de la investigación en las ciencias sociales; la misma les permite comprender las nuevas formas de secularización desde una perspectiva interseccional, con análisis ricos en complejidad y sutilezas. Recuperan así conceptos como el de agenciamiento y una teoría poscolonial de la secularización engenerada. En sus palabras, si pensar la cuestión de género ilumina las relaciones de poder y las categorizaciones apoyadas en la diferenciación sexual, interrogarse desde la mirada de la crítica postcolonial permite además desvelar otros ejes de categorizaciones y jerarquizaciones para comprender de los fenómenos religiosos y los procesos de secularización. La utilización de una perspectiva de análisis interseccional género religión entrecruzada con la mirada poscolonial, se vuelve primordial. El caso de la construcción de la islamicidad en Quebec aporta a la reflexión un campo empírico que habilita el análisis desde la perspectiva engenerada y poscolonial. Siguiendo con la mirada poscolonial, Ramola Ramtohul aborda la problemática de la religión politizada en la Isla Mauricio, país ubicado en el Océano Índico, cuyo proceso de independencia como colonia británica se ubica a fines de la década de 1960. Al consolidarse como república independiente, reconocida la de Mauricio como una de las sociedades más pluralistas por sus numerosos grupos religiosos, etnias y castas que conviven de manera pacífica, instauró un sistema parlamentario en el cual las religiones tienen su representatividad. La religión Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp.133-143 Géneros, sexualidades y religiones: relaciones, intersecciones y confrontaciones 139 politizada, sostiene Ramtohul, conlleva una dimensión de género en tanto las mujeres tienen un rol subordinado en la participación política. Las formas en las que la religión y la política se articulan en Mauricio limita la posibilidad de consolidación de un movimiento de mujeres y/o LGBT y la ampliación de derechos en relación con la igualdad de género y autonomía e integridad corporal. El artículo de Ramtohul aporta a este dossier una perspectiva original en el análisis de las intersecciones entre género, religión y política en un contexto actual de pluralismo religioso. Por su parte, desde una perspectiva histórica, Ana María Bidegain recupera el rol construido por las mujeres que participaban en el seno de la Juventud Universitaria Católica (JUC) de Brasil, movilizadas en las luchas por la justicia social entre los años 1950 y 1964. La riqueza de este artículo se apoya en una extensa investigación que recoge múltiples relatos y reconstruye las trayectorias de mujeres líderes de la JUC. La autora analiza principalmente el proceso de construcción de modelos femeninos dentro de la Acción Católica y la forma en que las mujeres vivenciaron tanto el quiebre del modelo tradicional de mujer católica, como la construcción de nuevas relaciones de género mientras se buscaba un cambio social y político. Lo interesante de este trabajo es que pone al descubierto los límites de algunas críticas feministas que plantean la oposición entre género y religión (esta última considerada comúnmente como la que imposibilita el camino de emancipación de las mujeres) al demostrar que la movilización de las mujeres brasileñas de la JUC tuvo un alto impacto social y político, que se dirigió a conseguir una movilización religiosa amplia tendiente a influir en la sociedad y vida política nacional. Al mismo tiempo, se modelaron nuevas formas de participación de las mujeres en el espacio publico (comúnmente reservado a los varones) desde sus Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp.133-143 140 Mari-Sol García Somoza y Gabriela Irrazábal posiciones como militantes de la JUC. Lo religioso, lo público y lo político se entrelazan tomando un carácter novedoso para entonces con mujeres militantes abriéndose nuevos espacios (entre ellos el nacimiento de una teología católica feminista), aunque no sin muchas dificultades. Finalmente, el artículo de Juan Marco Vaggione nos convoca a reflexionar sobre las formas de desmontar y enfrentar a la heteronormatividad y al patriarcado como regímenes culturales y de poder construidos y sostenidos en el tiempo por las jerarquías de los grupos religiosos, especialmente la Iglesia Católica de América Latina. La propuesta de Vaggione resulta un pilar fundamental a la hora de repensar y renovar los debates teóricos de las ciencias sociales de la religión. Nos invita a pensar los sentidos alternativos sobre lo religioso en tanto dimensión de la política sexual, proponiendo estrategias que permitan desandar la amalgama entre lo religioso y lo político configuradores de regulaciones sobre la sexualidad, la familia y el parentesco en las sociedades contemporáneas. Para pensar las posibles (des) vinculaciones entre lo religioso y lo sexual Vaggione propone las nociones de políticas de laicización del estado, des-imbricación del derecho y pluralización de lo religioso. Lejos de cerrar debates, los artículos aquí reunidos buscan promover nuevas aperturas, enriquecer la discusión y aportar miradas críticas y enriquecedoras a un campo abierto para seguir siendo explorando; ofreciendo tanto al lector ocasional como al investigador en ciencias sociales o especialista en estudios de género, más herramientas de análisis desde la perspectiva de género y la mirada poscolonial. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp.133-143 Géneros, sexualidades y religiones: relaciones, intersecciones y confrontaciones 141 Bibliografía Abu-Lughod, L. (1999). Veiled Sentiment: Honor and Poetry in a Bedouin Society. California: University of California Press. acha, o. (2000) “Organicemos la contrarevolución”: discursos católicos sobre la família, la reproducción y los géneros a través de Criterio (1928-1943), (135-193) en omar acha y Paula Halperín (comp.) Cuerpos, Géneros e Identidades. 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Si por su lado el concepto de género ofrece la posibilidad de una reflexión que cuestiona la comprensión dominante de la secularización como necesariamente favorable a la emancipación de las mujeres y las minorías sexuales; por el otro lado, el pensamiento crítico del feminismo poscolonial invita a repensar y renovar las formas de secularización desde una perspectiva interseccional. 1 Artículo traducido del francés al español por Mg. Mari-Sol García Somoza (CANTHEL, Paris V - Université Paris Descartes / Facultad de Ciencias Sociales – UBA) y revisado por Dra. Gabriela Irrazábal (Ceil-CONICET). Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 144-159 Género y secularización : una perspectiva poscolonial 145 Palabras clave: Género, Feminismo poscolonial, Interseccionalidad, Religión, Secularización This article combines a poscolonial feminist perspective to an analysis of secularization, departing from Quebec’s particular context. If gender has the potential to reflect the dominant understanding of secularization, critical poscolonial feminist thought invites us to rethink and renew forms of secularization through an intersectional perspective. Key words: Gender, Poscolonial Feminism, Intersectionality, Religion, Secularity Introducción El alcance crítico de los estudios de género producidos por los saberes feministas es relativamente reciente en las investigaciones sobre el fenómeno religioso (Woodhead, 2007). La extensión de marcos de interpretación que incluyan conceptos como los de secularización, religión y laicidad, introduciendo perspectivas poscoloniales feministas, nos parece el enfoque más pertinente dentro de un contexto de globalización, politización creciente de las desigualdades entre varones y mujeres, y de las luchas de los grupos militantes por los derechos de las minorías sexuales, entre ellos los grupos LGBT2 (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales). Los debates sobre cuestiones de género proliferan en muchos países; esto puede constatarse particularmente en Francia a partir 2 El acrónimo LGBT se utiliza comúnmente tanto en los ámbitos académicos como militantes para designar a las minorías sexuales y representar a la diversidad sexual. Se pueden encontrar otros acrónimos como LGBTQ, LGBTI, LGBTQI ó LGBTQIP (Q para Queer, I para intersexual y P para pansexual). Asimismo advertimos que la asociación International Lesbian, Gay, Bisexual, Trans and Intersex (ILGA) fue creada en 1978, reuniendo asociaciones LGTB en 110 países, entre ellos Ilga-LAC (Latinoamérica y Caribe). Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 144-159 146 Leïla Benhadjoudja y Micheline Milot de la controversia suscitada con la legislación a favor del matrimonio igualitario (marriage pour tous) en 2013. Por otro lado, las demandas por el reconocimiento de un género neutro (o un tercer sexo) recibieron un apoyo favorable en países como Alemania (2013), Australia (2014) e India (2014). Asimismo, han surgido en numerosos países occidentales los desacuerdos con respecto a llevar símbolos religiosos dentro de algunas instituciones y el espacio público, en particular el uso del pañuelo en mujeres musulmanas. En el caso de Quebec (provincia canadiense con mayoría francófona y católica) se presenta un caso de análisis interesante con relación a las cuestiones de secularización, género y religión, pues la sociedad quebequense se encuentra en el cruce de la concepción norteamericana de los derechos y las libertades de las personas, y de la concepción francesa de ciudadanía republicana. La secularización es un proceso que ha avanzado ampliamente en Québec, así como la laicidad estatal se puede considerar una situación de facto desde hace mucho tiempo (Milot, 2002; 2008). Sin embargo, el aumento de los flujos migratorios de personas proveniente de otros países históricamente cristianos ha tenido como efecto una mayor visibilidad de símbolos de alteridad religiosa. Esto se observa en el caso del Islam y, en menor medida, en el sijismo. Esta novedad social sirvió como palanca que desencadenó un fuerte cuestionamiento sobre el lugar de la religión en una sociedad secularizada, y suscitó diferentes posiciones y puntos de análisis con respecto a la problemática de género y religión. Si la cuestión de género ilumina las relaciones de poder que actúan y la categorización basada en la diferenciación sexual (Delphy, 2001) se hace oportuno interrogarse, desde una critica poscolonial, sobre otros ejes de categorización y jerarquización para comprender los fenómenos religiosos y los procesos de secularización. A partir de los debates actuales en Quebec y otros lugares, nos preguntamos cuáles son Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 144-159 Género y secularización : una perspectiva poscolonial 147 los postulados normativos relativos al género que sustentan los discursos sobre la secularización de la sociedad, y qué expectativas sociales inducen en las mujeres, sobre todo en aquellas que pertenecen a minorías culturales o religiosas. 1. Los límites de la oposición entre género y religión En Quebec, como en otras sociedades (sobre todo aquellas con mayoría católica), muchos grupos feministas sistemáticamente oponen la emancipación de las mujeres con respecto a la religión. La religión sería, sustancialmente, opresiva y discriminatoria para las mujeres y las minorías sexuales. Es cierto que las tradiciones religiosas han sido (y lo siguen siendo) instrumentalizadas como herramienta de represión en diferentes contextos políticos, pero también se han visto movilizadas en las luchas por la justicia social, como sucedió en el caso de la Teología de la Liberación en América del sur o durante las luchas independentistas en el Magreb3. En lo que concierne a la oposición entre género y religión, muchos trabajos de historiografía han mostrado que algunas críticas del feminismo con respecto a las religiones no dan cuenta de la complejidad de la relación entre la lucha por la causa de las mujeres y los dictámenes religiosos. En efecto, el feminismo contemporáneo en las sociedades occidentales, particularmente 3 La utilización del Islam durante la guerra de liberación de Argelia de 1954 a 1962 es un buen ejemplo. En efecto, varios grupos nacionalistas argelinos adoptaron un discurso religioso durante la lucha anticolonial. El Islam aparece aquí como un vector de resistencia, pues de lo que se trata es de cuestionar las condiciones sociológicas de la movilización del discurso religioso y no del dogma en sí mismo. En este caso lo religioso funciona como zócalo movilizador para una lucha secularizada y la ‘jihad’ a la que apelan los nacionalistas argelinos se encuentra en esta perspectiva. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 144-159 148 Leïla Benhadjoudja y Micheline Milot con las feministas francesas inspiradas en la ideología marxista, estuvo marcado por una crítica virulenta hacia la religión. Según Bruno Dumons (2002), esta crítica oculta los hechos históricos que invalidan la hipótesis de la oposición unívoca entre género y religión de un lado, y la asociación superpuesta entre laicidad y lucha de las mujeres del otro lado. El historiador nos recuerda la movilización de la asociación de mujeres católicas de la burguesía y de la nobleza francesa en el momento de la ley de 1901 sobre las asociaciones en Francia. Además, oponer la emancipación de las mujeres y la religión no permite mostrar el aporte emancipatorio (¡y feminista!) de las mujeres en el interior de distintas confesiones. En el caso de las religiones monoteístas, es posible rastrear exégesis feministas de mujeres judías, católicas y protestantes; así también como actualmente se habla de la emergencia de un feminismo islámico y de la producción de una teología de liberación del Islam (Latte Abdallah, 2010; Wadud, 2006). En Quebec, las “religiosas” contribuyeron mucho a la educación de las mujeres y asumieron un liderazgo en varios espacios sociales (Dumont, 1995). Algunos grupos militantes progresistas que se inscriben en el seno del catolicismo trabajaron a favor del avance de la secularización y la justicia social, y muchos movimientos han estado asociados al “catolicismo social”, tales como la Acción Católica o la Educación Popular. Las pioneras del feminismo en Quebec, Marie Guérin Lajoie y Caroline Béïque, fueron presidentas de la Federación nacional Saint-Jean-Baptiste, fundada en 1907. En 1966, la Federación de mujeres de Quebec (asociación no confesional) fue creada por iniciativa de Thérèse Casgrin, una feminista cristiana. Es en ese mismo año cuando irrumpe la Asociación femenina cristiana por la educación y la acción social. Si bien la moral católica aún seguía manteniendo gran peso sobre las costumbres de la época, quedan estos ejemplos que reflejan la necesidad de cuestionar la idea sostenida por ciertas corrientes del feminismo Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 144-159 Género y secularización : una perspectiva poscolonial 149 que afirmaban que la religión va esencialmente contra la emancipación de las mujeres. Dicho de otro modo, la presencia del catolicismo amerita un análisis complejo. Guardiana de las costumbres, especialmente sexuales, la Iglesia católica de Quebec encontró numerosos obstáculos en sus pretensiones debido, entre otros, al hecho de que no era una Iglesia de Estado, y que desde el siglo XVIII el derecho canadiense y quebequense otorgaba una importancia mayor a la libertad de conciencia y de religión. Las controversias más recientes relativas a la expresión pública de la religión (particularmente del Islam) en Quebec reflejan la incomprensión del proceso de secularización. Si algunos grupos (laicistas y feministas) apelan a una laicidad prohibiendo el uso de símbolos religiosos en el espacio público, por más que el proceso de secularización esté ampliamente instalado, lo hacen principalmente como reacción a la expresión de la diversidad religiosa que aparece en cuanto tal como de-secularización. La manifestación pública de diferentes formas de religiosidad perturba las formas clásicas de secularización en Quebec y de la secularización interna del cristianismo. 2. More than Gendering, Postcolonize Secularization Theory4 Las recientes investigaciones en las cuales se utiliza al género como herramienta de análisis aportaron un nuevo enfoque sobre la modernidad religiosa. Linda Woodhead señala que la “genderblindness profoundly affects the way in which we think about religion and its relation to the social order, so much so that it impacts upon even the most foundational theories within the Sociology of Religion, 4 “Más que engenerar, teoría de la secularización poscolonial” en original en inglés. (N del T) Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 144-159 150 Leïla Benhadjoudja y Micheline Milot namely theories of secularization”5 (Woodhead, 2007: 75). En este sentido la autora aboga por una nueva epistemología a la que denomina ‘Teorías de la secularizacion engeneradas’ (Gendering Secularization Theory), para cuestionar la normatividad masculina dominante. Esta nueva epistemología abre el debate no solamente sobre las teorías de la secularización sino también sobre la definición misma del término religión, y al mismo tiempo empuja a un costado a la normatividad implicada en el género y la sexualidad. Si bien es cierto que en la historia de las ciencias sociales se consideró poco a las mujeres, menos aún a los grupos LGBT. Esta constatación se hace presente en las investigaciones que estudian el género y en los Queer Studies. Es por eso que la intersección entre religión y Queer Studies permite abrir el análisis sobre los sujetos de estudio excluidos hasta ahora: “The implications of the challenges and rethinking of the field of religion indicate that what is being studied as the discipline of religion is shifting to focus on previously excluded topics. Studying religion queerly can be, and perhaps will need to be, (more) un-disciplined.” (Shippert, 2011: 74)6 Plantear la cuestión de la sexualidad y el género en el marco de una epistemología de la sociología de las religiones exige también 5 En el original en inglés (N de T): No ver el género afecta profundamente el modo en el que pensamos la religión y su relación con el orden social, mucho más cuando éste impacta en las teorías fundacionales de la sociología de la religión, llamadas teorías de la secularización. 6 En el original en inglés (N de T): Las implicancias de los cuestionamientos y las reconsideraciones sobre el campo religioso indican que lo que está siendo estudiado como una disciplina de la religión está cambiando el foco y yendo a tópicos que estaban previamente excluidos. Estudiar la religión desde una perspectiva queer puede ser, e incluso quizás debería necesariamente ser (más) una in-disciplina. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 144-159 Género y secularización : una perspectiva poscolonial 151 interrogar las formas utilizadas. Mellissa M. Wilcox plantea una pregunta esencial: “What would it mean to “queer” the study of religion, beyond the “add queers and stir” formula that has most frequently been applied to date?”7 Ella apela a un análisis fino en las relaciones dinámicas entre la sexualidad, el género y la religión, pues de lo que se trata es de examinar el rol de lo religioso en la consolidación y la contestación de normas sexuales y de género (Wilcox, 2006: 23). Es en este sentido que algunas investigaciones recientes aportaron un nuevo conocimiento sobre las prácticas religiosas de los grupos LGBT. De lo dicho entonces, es necesario introducir las perspectivas de género y queer en la sociología de las religiones, así como el aporte de los estudios poscoloniales a las teorías de la secularización y a los análisis de fenómenos religiosos, para abrir caminos dentro del espacio académico. En un contexto de globalización, una epistemología poscolonial debe cuestionar las prácticas de investigación pero también los postulados que sustentan a algunas teorías y conceptos; así también como permitir interrogar los modos de legitimación y de jerarquización de creencia(s), religión(es) y modernidad(es). Repensar los conceptos de religión y de secularización en una aproximación cuyo análisis del poder es central, permite también ver nuevas formas de secularización, de subjetividades religiosas y cuestionar el anclaje socio-histórico de algunos conceptos. 7 En el original en inglés (N de T): ¿Qué quiere decir un estudio de la religión queer, más allá de ‘añadir invertidas y mezclar’ la formula matemática más utilizada hasta ahora?. La autora hace un juego de palabras con queer cuyo sentido en matemática significa ‘invertida’, para dar cuenta de la necesidad de un análisis más profundo dentro de los estudios de género y/o los Queers Studies, y religión (Nota del traductor). Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 144-159 152 Leïla Benhadjoudja y Micheline Milot 3. Agenciamiento8 y religión en debate: el caso de las mujeres musulmanas En Quebec (como en muchos países europeos), las mujeres que usan hiyab9 fueron el foco principal de las controversias públicas en torno a la secularización y la igualdad de géneros. Empero, pocas investigaciones se ocuparon en profundidad del estudio de estas mujeres como centro de interés, particularmente en los análisis feministas francófonos (Benhadjoudja10, 2014a). De hecho, la gran mayoría de estos estudios se interesaron principalmente por las discriminaciones que estas mujeres padecen, sin considerarlas como sujetos políticos dotados de agenciamiento. Las feministas poscoloniales criticaron fuertemente los enfoques de las feministas dominantes, y concretamente los análisis sobre las mujeres no-blancas víctimas del patriarcado religioso. En Quebec existe un alegato en favor de la laicidad “anti-religiosa” (Milot, 2009; Baubérot et Milot, 2011), sostenido principalmente por el feminismo de Estado y algunos grupos feministas asociativos, y que pone en evidencia las concepciones 8 En el original en inglés (N de T): El término agency utilizado por las autoras (aquí traducido por agenciamiento) es recuperado de la definición dada por Judith Butler (1999) en Gender trouble: feminism and the subversion of identity. 9 (N de T) Se denomina hiyab a un tipo de vestimenta utilizada por las mujeres musulmanas para cubrirse la cabeza, cuello y hombros. 10 En la tesis doctoral en sociología de Benhadjoudja, se analizan las controversias resurgidas en Québec, que fueron cristalizadas particularmente en torno al cuerpo de las mujeres musulmanas. El objetivo del estudio consiste en cuestionar la subjetivación de las mujeres y las feministas musulmanas en un contexto en el que son objeto de r a c i a l i z a c i ó n . En otras palabras, cómo se construye el sujeto mujer/feminista musulmana en el interior de las relaciones de poder (Subjectivations des femmes et féministes musulmanes au Québec, Université du Québec à Montréal, 2015). Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 144-159 Género y secularización : una perspectiva poscolonial 153 reducidas que comparten estos grupos en relación con la religión y con el no agenciamiento. Pensar la emancipación de las mujeres en términos anti-religiosos vuelve a inscribir la capacidad de actuar del sujeto en un espacio donde la religión está ausente. Esto sustenta el postulado por el que la religión priva la libertad de pensamiento y la autonomía y el agenciamiento por su parte no es más que una forma de resistencia. Judith Butler define al agenciamiento como la capacidad de resistencia a las normas y las estructuras de dominación (Butler, 1999). Apoyándose en los trabajos de Michel Foucault, Butler sugiere que toda práctica de resistencia a las normas sociales es sujetada a sí misma por las estructuras de poder. El sujeto no escapa de las relaciones de poder pues se define a sí mismo con relación a éstas. Dentro de esta dialéctica entre el sujeto y la norma, la resistencia y la subordinación caminan a la par. Por su parte, Saba Mahmood (2005) proporciona un enfoque diferente en su etnografía sobre el movimiento de piedad en el Cairo. La antropóloga considera que el agenciamiento refleja también la capacidad subjetiva del actor de habitar las normas. Ella cuestiona el postulado que numerosos análisis desarrollados por pensadores liberales sustentan, de que los seres humanos aspiran necesariamente a la libertad. Según Mahmood, hay que deconstruir el postulado del deseo de libertad a fin de dar cuenta de que el agenciamiento no se traduce únicamente en resistencia, sino también en la apropiación de las normas y por lo tanto es pertinente dar cuenta de las diferentes formas por las cuales estas normas son habitadas. Al mismo tiempo Mahmood advierte que gran parte de los análisis feministas sostenían un proyecto político con una concepción normativa de la libertad. Entonces, a partir del momento en el que el agencimiento es considerado únicamente como un aspecto de resistencia o de subversión, es necesario disociar todo proyecto político de los análisis y conceptualizaciones. This is why I have maintained that the concept Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 144-159 154 Leïla Benhadjoudja y Micheline Milot of agency should be delinked from the goals of progressive politics, a tethering that has often led to the incarceration of the notion of agency within the trope of resistance against oppressive and dominating operations of power. This does not mean that agency never manifests itself in this manner; indeed it sometimes does. But the questions that follow from this relatively simple observation are complicated and may be productively explored, I would suggest, through the nexus of ethics and politics.11 (Mahmood, 2005: 34) Esta perspectiva permite cuestionar las prácticas y las teorías feministas, particularmente en su comprensión de la religión y el agenciamiento religioso. Dicho de otro modo, las mujeres pueden querer habitar las normas religiosas sin tener por eso “una falsa consciencia”. 4. La islamicidad, una nueva forma de racialización de las mujeres Aunque algunos quisieran limitar toda manifestación pública de pertenencia religiosa al prohibir la utilización de símbolos religiosos en el espacio público, es más bien la expresión pública de la islamicidad la que se coloca principalmente en la mira en Quebec. Mientras que ciertas formas de religiosidad, particularmente el catolicismo, son percibidas como “normales”, 11 En el original en inglés (N de T): Es por esto que mantengo la idea de que el concepto de agenciamiento debe ser desconectado de los objetivos de la política progresista; estas ataduras muchas veces han llevado a la encarcelación de la noción de agenciamiento en el interior de las tropas de la resistencia contra la opresión y las operaciones dominantes del poder. Esto no significa que el agenciamiento nunca se manifiesta por sí mismo a su manera, ya que incluso a veces lo hace. Pero las preguntas que siguen de esta observación relativamente simple son complejas y pueden ser productivamente exploradas, para lo cual sugeriría atravesar el nexo de la ética y la política. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 144-159 Género y secularización : una perspectiva poscolonial 155 inscriptas en la modernidad y respetuosas de los valores quebequeses, por su parte el Islam aparece como una religión conquistadora y problemática en muchos países. Las expresiones de la religiosidad islámica se confunden a menudo con formas de integrismo o con el Islam político, y las mujeres asociadas al Islam son percibidas como el síntoma del peligro islámico. Ellas representan, según ciertas feministas de Quebec, una amenaza a los valores “quebequeses”, es decir a la igualdad entre los géneros y a la laicidad. Las mujeres musulmanas conllevan una representación social ambigua: son percibidas como víctimas del patriarcado y del Islam y al mismo tiempo como una amenaza para la secularización y la igualdad de los géneros (Helly, 2012). Por su parte, los medios de comunicación presentan a las mujeres “salvadas” del Islam como modelos de mujeres musulmanas emancipadas (Razack, 2008). Así pues la fabricación de la mujer musulmana -ya sea en tanto amenaza o en tanto víctima- engendra a la vez su igual masculino que es el del varón musulmán “terrorista”, “violento” y “peligroso”. Son diferentes argumentos que habilitan no sólo la estigmatización de las mujeres musulmanas, sino también la racialización de los musulmanes entre los cuales las mujeres devienen síntoma principal. La racialización es el proceso que permite fabricar al Otro, atribuirle características (con frecuencia despectivas) a partir de sus atributos físicos o culturales. Tratándose de Canadá, Sherenne Razack (2008) subraya que la objetivación de los musulmanes y la esencialización del Islam operan como un proceso de racialización en donde, por ejemplo, los discursos feministas dominantes atribuyen algunas formas de violencia contra las mujeres a especificidades culturales. Se instaura una dinámica social que confunde “raza” y religión, en la cual las mujeres musulmanas son percibidas atribuyéndoles dos categorías consideradas naturales y discriminativas: el sexo y la religión son vector de “racialización” (Guillaumin, 1992). Al Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 144-159 156 Leïla Benhadjoudja y Micheline Milot colocar a la religión musulmana como un problema, y a la adhesión a ciertas prácticas religiosas, por ejemplo usar el velo, como una apuesta mayor para las feministas de Quebec, las feministas blancas12 terminan por encerrar a las mujeres musulmanas en problemáticas que serían esencialmente propias del Islam. Al concebir al Islam como una amenaza para los derechos de las mujeres y de los grupos LGTB, un discurso “feminanacionalista”13 se está consolidando dentro de los grupos feministas14, formando alianzas entre una forma de nacionalismo identitario y un feminismo. De la misma manera se construye la noción de musulmán homófobo contra la nación y la civilización americana (Puar, 2007), que parece instaurar la idea de un feminismo nacionalista que prescribe la pertenencia a la nación a partir de cierta concepción de la emancipación de las mujeres calcada de la secularización tal como la percibe la mayoría. A partir del momento en el que las fronteras de la nación parecen 12 El término feministas blancas es utilizado aquí según Mohanty (2003), haciendo referencia a una posición política más que al color de la piel o a atributos biológicos. Según esta designación sociopolítica, los privilegios y las relaciones de poder constituyen las categorías de feminismo blanco o de feminismo de color. 13 Inspirado en el concepto de “homonacionalismo” de Jasbir Puar (2007), Farris designa por “feminanacionalismo”: «the political economy of the discursive formation that brings together the heterogeneous anti-Islam and anti(male) immigrant concerns of nationalist parties, some feminists, and neoliberal governments under the idea of gender equality.» (Farris, 2012: 187). [La economía política de la formación discursiva que incluye al heterogéneo anti-Islam y al anti-(varón) inmigrante le da importancia a los partidos nacionalistas, algunos feministas, y neoliberales del gobierno bajo la idea de igualdad de género] 14 Es el caso, por ejemplo, del grupo Por los derechos de las mujeres de Quebec (Pour les droits des femmes de Québec), PDF-Q. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 144-159 Género y secularización : una perspectiva poscolonial 157 construirse alrededor de una idea de igualdad de género, algunas feministas, defendiendo una concepción anti-religiosa de la laicidad, se vuelven garantes de la nación. De esta forma un discurso ideológico conservador intenta mantener el mito de un Quebec uniforme y homogéneo como imagen de una comunidad (Benhadjoudja, 2014b). Conclusión Centrar el interés en el estudio de la religiosidad de los grupos minoritarios quedaría incompleto si no se toma en cuenta la condición de minoría, establecida por las relaciones de poder en juego en una sociedad dada. El caso de Quebec ilustra la necesidad de llevar adelante la investigación sobre sujetos que pertenecen a minorías o que son “invisibilizados”, como es el caso de las mujeres musulmanas. Así se muestra la necesidad de abordar la religiosidad desde una perspectiva de interseccionalidad que tenga en cuenta a la vez el género, la raza, la clase y la sexualidad (entre otros). La interseccionalidad constituye un modelo de análisis que sirve para problematizar a partir de diferentes ejes de opresión vividos por los sujetos. El término en sí mismo con frecuencia nos reenvía a Kimberlé William Crenshaw, jurista afro-americano, que demostró la dificultad encontrada en los discursos feministas y antirracistas para pensar la intersección e imbricación del racismo y del sexismo (Crenshaw, 1991). Desde entonces, muchas investigaciones, particularmente dentro de los estudios de género y los Queer Studies se adoptó la interseccionalidad como modelo analítico. Los trabajos de Patricia Hill Collins son fundadores en este sentido. Una crítica poscolonial permite “des-centrar” los análisis para ver mejor la hibridez de las formas de subjetividades y de los fenómenos sociales, especialmente en materia de religión y secularización. Aunque el islamismo sea percibido como un vector de deSociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 144-159 158 Leïla Benhadjoudja y Micheline Milot secularización, en una sociedad diversificada como la de Quebec, diferentes formas de religiosidad cohabitan en un contexto cuya la secularización permanece como la normatividad globalizante. Bibliografía Baubérot J. & Milot M (2011). Laïcités sans frontières, Paris: Seuil. Benhadjoudja, L. (2014a). Vivre ensemble au-delà du soupçon a_ l’égard de l’Autre. En M.-C. Haince, Y. El-Ghadban & L. Benhadjoudja (dirs.) Le Québec, la Charte, l'Autre. Et après? (55-74) Montréal: Mémoire d'encrier. Benhadjoudja, L. (2014b). Faire société au-delà de la folklorisation et de l’altérité suspicieuse. En J. Livernois y Y. Rivard (dirs.) 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Para muchas mujeres esto significó un proceso de maduración que las llevó a plantearse cambios paulatinos en que se entremezclan transformaciones sociales, políticas y religiosas. El objetivo de este artículo es explicar el proceso de construcción de modelos femeninos dentro de la Acción Católica y la forma como las mujeres vivenciaron tanto el quiebre del modelo tradicional de mujer católica como la búsqueda de nuevas relaciones de género, mientras se buscaba un cambio social y político. 1 Parte de las reflexiones de este artículo fueron publicadas en el libro Bidegain, A. M. (2009) Participación y protagonismo de las mujeres en la historia del catolicismo latinoamericano, Buenos Aires: Editorial San Benito. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 El cristianismo y el cambio socio-plítico de las mujeres latinoamericanas 161 El análisis se concentrará en la experiencia de la Juventud Universitaria Cristiana (JUC) en Brasil, entre los años 1950 y 1964, cuando este movimiento tuvo su mayor desarrollo, con una reflexión sustentada en la propia narración de algunos de los actores y actrices que participaron de estos cambios. Palabras clave: Juventud Universitaria Católica, Participación, Mujeres, Espacio Público, Feminismo. During the second half of the twentieth century Latin American Catholic women saw the breakdown of the traditional female model, widely divulged by Catholic institutions, to reinvent a new one during subsequent decades. For many women this meant a maturation process that led them to consider gradual changes that are intermingled with social, political and religious transformations. The aim of this paper seeks to explain the process of female models’ construction within the Catholic Action. It also aims to explore the way in which women experienced not only the breakdown of the traditional catholic women model but also the search of new gender relations together with the pursuit of social and political change. The analysis will focus on the experience of the Juventud Universitaria Cristiana (JUC) in Brazil, between 1950 and 1964, where this movement had its greatest development. The paper will also bring a sustained reflection on the narratives of some actors and actresses that participated in these changes. Key words: Juventud Universitaria Católica, Involvement, Women, Public Sphere, Feminism Introducción A lo largo de los años me he encontrado con muchas mujeres que hoy son feministas, inclusive líderes de movimientos sociales, políticas y académicas, que han sido parte de movimientos religiosos cristianos, sobre todo católicos. Sin embargo, no quieren recordar esa participación o no saben cómo explicar la Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 162 Ana María Bidegain transición y el cambio que vivieron. Algunas siguen considerándose cristianas en una variedad de posiciones y otras ya no reclaman ninguna pertenencia religiosa aunque tampoco manifiestan una ruptura total con las creencias. Dar una explicación histórica a este cambio religioso, está en el foco de este artículo. Las mujeres católicas latinoamericanas en la segunda mitad del siglo XX, se vieron abocadas a rechazar el modelo tradicional femenino ampliamente divulgado por las instituciones católicas hasta la década de 1950 e inicios de los sesenta y reinventar uno nuevo durante las décadas siguientes. Los caminos no fueron todos iguales: para algunas fue el rechazo absoluto pero para la mayoría fue un proceso de maduración que las llevó a plantearse cambios paulatinos en que se entremezclan transformaciones sociales, políticas y religiosas. Explicar este proceso es el objetivo de este ensayo. Para ello me concentraré en la experiencia de la Juventud Universitaria Cristiana (JUC) en Brasil, entre 1950 y 1964, cuando este movimiento tuvo su mayor desarrollo, aunque hay experiencias semejantes en los demás países latinoamericanos. Sustentaré mi reflexión en la propia narración de algunos de los actores y actrices de estos cambios. La JUC fue parte de la Acción Católica, la gran estrategia pastoral de la Iglesia Católica, cuna del mayor cambio religioso del catolicismo en el siglo XX. Brasil, el país con el mayor número de católicos ha liderado, tanto desde la jerarquía como desde el espacio laical, muchos de esos cambios. La JUC brasilera, a mediados del siglo, puede considerarse un caso paradigmático que nos permite entender cómo se dio ese quiebre del modelo tradicional de la mujer católica y la búsqueda de nuevas relaciones de género mientras se buscaba un cambio social y político. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 El cristianismo y el cambio socio-plítico de las mujeres latinoamericanas 163 1. El modelo de la mujer católica tradicional El modelo propuesto a la mujer occidental hasta mediados de siglo XX seguía siendo el heredado del catolicismo europeo, marcado por las reformas tridentinas que enfatizaban la domesticidad de la mujer casada y el enclaustramiento de las mujeres religiosas. Aunque sin proponérselo, fue por medio de la Acción Católica Femenina que el modelo empezó a quebrarse. La propuesta de desarrollar la organización de la Acción Católica en América Latina, fue solicitada por Pio XI en la década de 1930 a los obispos latinoamericanos2 y llevada adelante por Christine d’Hemptinne. La señorita d’Hemptinne fue una dirigente de la Juventud Católica Femenina de Bélgica, quien realizó dos viajes a América del Sur en 1932 y 1934 con el fin de impartir cursos para desarrollar la Acción Católica Femenina en América Latina, donde ya existían diferentes grupos de damas católicas organizadas para impulsar obras sociales. Aunque el proyecto era continuar con el modelo tradicional asignado a las mujeres, significó un quiebre importante, aún por fuera de las expectativas de quienes lo propusieron, en la medida en que lanzaron a muchas mujeres a actuar en el espacio público, de donde no lograrán volver a sacarlas. Es interesante destacar que este fortalecimiento de la religiosidad femenina y aún el desarrollo de la Acción Católica fueron propiciados por las mismas políticas de sectores anticlericales en el siglo XIX. El liberalismo burgués siguió defendiendo los ideales femeninos propuestos en el Antiguo Régimen, ideales fundamentalmente de origen religioso, pero sumamente funcionales al capitalismo y a las relaciones sociales que propiciaban. En el siglo XIX se desarrolló otra idea, la de la 2 Pio XI, Carta al episcopado argentino 4 de febrero de 1931 que se tomará como modelo para el resto de América Latina Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 164 Ana María Bidegain superioridad espiritual de la mujer y definida como el “Bello Sexo” o el “Ángel en el hogar”, gracias a la maternidad (Bermúdez Quintana, 1992, 1993). Este modelo de femineidad ideal en el sentido de la exaltación de las virtudes que deberían ser propias de las mujeres -modestia, aceptación resignada de la realidad como si fuera voluntad divina- sirvieron y gustaron mucho a los hombres tanto en el siglo XIX como durante gran parte del siglo XX, para mantener una posición de privilegio y poder exigir a la mujer humildad y resignación con "su posición", que dejaba a los hombres la conducción de los negocios del mundo y de la Iglesia (Aubert, 1975:109). A pesar de todas las contradicciones en otros aspectos, en el siglo XIX este ideal era compartido, tanto por el mundo liberal secularizado, sobre todo el sustentado en el positivismo cientificista, como en el religioso tradicional. Es decir considerar a la mujer como un ser aparte y totalmente diferente, aunque superior espiritualmente, siguió justificando su expulsión del espacio público y por tanto negarle la categoría de ciudadana. Primaba la idea de que el mundo estaría “naturalmente” dividido entre hombres y mujeres pero también en ciertos aspectos particulares, las mujeres fueron asociadas a la religión, la tradición y la domesticidad, mientras los varones a la ciencia, el progreso y el espacio público. Esto excluía a las mujeres de cualquier proyecto de renovación social (Nerea Aresti, 2000). El positivismo decimonónico fortaleció las ideas y perspectivas de género existentes y aún profundizó la misoginia, con fundamentos “científicos”. Los positivistas defendían las diferencias humanas como productos de la naturaleza y no de las relaciones sociales y sólo la razón y la ciencia podrían explicar estas diferencias naturales. De manera que el positivismo se oponía a cambios fundamentales en la concepción de los seres humanos, sus capacidades, sus derechos y su lugar en el universo. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 El cristianismo y el cambio socio-plítico de las mujeres latinoamericanas 165 El individuo era incapaz de actuar sobre las condiciones impuestas por la naturaleza, por eso la biología debía regular el mundo. Esta propuesta, argumentada científicamente, llevó a que los varones, en su mayoría, hicieran suyas las ideas de la inferioridad natural de las mujeres. Según el positivismo, los biólogos y expertos en ciencias naturales se convertían en jueces de los problemas sociales, los cuales obedecían a leyes que sólo los hombres de ciencia podían develar (Nerea Atesti, 2000). Las mujeres progresistas e interesadas en el desarrollo científico se enfrentaron con grandes dificultades para encontrar una línea de pensamiento que pudiera revertir el debate dominado por el cientificismo que las excluía. Los presupuestos positivistas colaboraron con los prejuicios sexistas y los miedos hacia un cambio en los roles sexuales. La incapacidad de las mujeres para la ciencia se fundamentó en trabajos de la craneología de Cesareo Lambroso, con fuerte impacto en América Latina, y luego en la endocrinología, disfrazando la misoginia con explicaciones científicas. El mundo de la ciencia llegó pues, cargado de discriminación, antifeminismo y legitimación de todas las injusticias sociales. La discriminación de clase, raza y sexo se profundizaron en el siglo XIX y continuaron en el XX. En aquellos países, entre los que se incluye al Brasil, más influenciados por el positivismo, se puso énfasis por una parte en la emancipación de las ideas religiosas y de la Iglesia, favoreciendo la laicidad y la secularización, pero por otra se fue gestando una diferenciación de los roles femeninos y masculinos en lo referente a la religiosidad: “la religión es cosa de mujeres”. Los varones no seguían los preceptos religiosos pero querían que sus mujeres (esposas, hijas, hermanas y madres) sí los siguieran.” (Pardo Bazán, 1907)3. 3 Emilia Pardo Bazán en “La mujer española” mostró la dualidad del pensamiento: “la ley hecha por los hombres, de que, sean ellos los que gusten- deístas, ateos, escépticos o racionalistas- sus hijas, hermanas, esposas Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 166 Ana María Bidegain En una época que buscaba explicación de los fenómenos sociales en datos empíricos procedentes de las ciencias naturales, la religiosidad femenina pasó a formar parte de su destino biológico. Si la religiosidad era un componente ineludible del ideal femenino, la masculinidad parecía construirse desde un modelo opuesto. Las mujeres serian religiosas por naturaleza y los varones no. Como además, la ciencia debería ser opuesta a la religión, todo científico sería necesariamente anti-religioso y todo religioso sería anticientífico. Se produjo una división genérica de los ámbitos religioso y científico pero sobre todo creó muchísimas dificultades a las mujeres para el pleno acceso a la educación en general y la superior en particular, para la obtención de los derechos civiles y políticos, para el acceso al trabajo y a la riqueza. Pero también por “razones biológicas” se impidió el acceso a esos “privilegios” a otros sectores como los indígenas y los afro-descendientes que también fueron marginalizados. En resumidas cuentas, la implantación del positivismo en el mundo Iberoamericano, como ideología dominante, supuso un retroceso para los ideales feministas pero también dificultó la evolución política hacia proyectos más democráticos. Además y a contramano de lo que hubieran deseado sus líderes intelectuales, esta embestida antifeminista desde el positivismo, facilitó a los líderes religiosos el desarrollo de una expresión organizativa de las mujeres, que nacida en el espacio religioso, tendría consecuencias en la sociedad y la política. La crisis del liberalismo en 1930, ligada a las transformaciones económicas y sociales del Brasil, posibilitó el ascenso de Getulio Vargas, el reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres y madres no pueden ser ni son más que acendradas católicas” Véase también Reflexiones científicas contra el darwinismo. (Scientific reflections against Darwinism) de 1877. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 El cristianismo y el cambio socio-plítico de las mujeres latinoamericanas 167 en 1932 y también la reintegración institucional del poder eclesiástico al político, a pesar de mantener la separación formal de los espacios. Aunque Getulio Vargas promulgó un nuevo código electoral que garantizó el derecho al sufragio a las mujeres brasileñas, no fue ésta una graciosa dádiva del gobernante. Getulio necesitaba ampliar la base electoral para disputarla a la oligarquía precedente en el poder y desde la instalación de la República, en 1889, se había manifestado el movimiento feminista, que reclamaba tanto el derecho a la educación como los derechos civiles y políticos para las mujeres brasileñas. Con la proclamación de la República y la Constituyente de 1891, muchas mujeres creyeron que serían incluidas en el proceso electoral, al no estar excluidas del reconocimiento como ciudadanas; pero las autoridades electorales no las consideraron aptas para la vida política, por lo cual a lo largo de la República Velha, se manifiestan contra este abuso e incluso algunas de ellas forman en 1910 el Partido Republicano Femenino con la intención de promover la discusión sobre el voto femenino y atraer adeptas a la campaña. En 1918 Bertha Lutz, científica e importante líder feminista, fundó la Liga para la Emancipación Femenina que en 1922 se convirtió en la Federación Brasileña para el Progreso Femenino, teniendo representantes en casi todos los estados. Ese mismo año, con apoyo de varios políticos a favor del voto femenino, se realizó el Primer Congreso Feminista. En el Estado de Río Grande la federación logró importantes apoyos políticos que permitieron a las mujeres de ese estado votar y elegir en Lages, a la primera Alcalde de América Latina, Alzira Soriano, al tiempo que en el Congreso Nacional se presenta una ley para extender el voto a la mujer. Con el advenimiento de la Revolución del treinta, las feministas apoyan a Vargas en la discusión del anteproyecto de la Constitución de 1932; éste, a pesar de las maniobras que intentan retirar el derecho del voto a la mujer, lo establece en el nuevo Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 168 Ana María Bidegain Código Electoral y las mujeres votaron en las elecciones de 1933 (Miller, 1991: 97-98). En este contexto, durante el proceso electoral para escoger una nueva Constituyente, la Jerarquía brasileña, en cabeza de Dom Leme4 organizó sus huestes laicas para participar mediante la Liga Electoral Católica en defensa de los puntos que querían fueran incluidos en la nueva constitución y por eso la organización de las mujeres en la Acción Católica se hizo imprescindible. Las mujeres brasileñas se habían organizado desde 1922 como Conferencia de Asociaciones Católicas (CAC). En 1930, una joven estudiante brasileña5 viajó a Europa para conocer allí las experiencias que estaban adelantando las mujeres católicas europeas y “participó del primer congreso de la Federación Internacional de la Juventud Femenina Católica realizado en Roma entre el 20 y 25 de mayo de 1930.”6 Cuando regresó informó a Leme de la experiencia, quien decidió invitar a C. d’Hemptinne para establecer la Acción Católica Femenina y organizarlas en la participación social y política, habida cuenta de las posibilidades abiertas por la nueva coyuntura. La movilización de las mujeres brasileñas tuvo mucho impacto social y político porque se dirigía a conseguir una movilización 4 Sebastiano Leme, primer cardenal de Brasil, dirigió la Iglesia Brasileña durante la primera mitad de siglo y en sus estrategias para la recuperación del espacio político, social y cultural de la institución eclesiástica utilizó la Acción Católica como piedra angular de su proyecto. 5 Nuestra informante, Mlle d’Hemptinne no recordaba el nombre pero presumiblemente se trata de la Srta. Pessoa quien luego se hizo religiosa (Hermana Regina del Santo Rosario) y fue además una historiadora reconocida por la biografía que escribió del cardenal Leme y de su propio padre, el presidente Epitasio Pessoa. 6 C. d’Hemptinne, testimonio recogido el 13 de mayo de 1976 en Gante, Bélgica. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 El cristianismo y el cambio socio-plítico de las mujeres latinoamericanas 169 religiosa amplia para posibilitar su influencia en la sociedad y vida política nacional; es decir las asociaciones que formaban parte del grupo de presión que intentaba crear Dom Leme para que la iglesia fuera reconocida por el estado. Invitada por Dom Leme, en 1932 llega a Brasil C. d’Hemptinne quien dicta un curso intensivo sobre la Acción Católica y el ideal de mujer católica que esta organización promovía. El curso y su puesta en práctica preparaba a las mujeres para establecer organizaciones; a pesar del carácter clerical de la Acción Católica les permitiría actuar con relativa autonomía y aprender a organizarse y organizar las bases de un movimiento social. La organización en pequeños núcleos y la utilización semanal de círculos de estudios para el análisis de la realidad social, política y religiosa local, nacional y aún internacional fue creando paulatinamente las bases para participar en la vida democrática, a pesar de que la Iglesia todavía defendía las estructuras de corte monárquico y no había aceptado formalmente los beneficios de la democracia. Por otro lado se insistía en lo que debía ser el ideal de mujer católica que había sido discutido por el Papa en la Encíclica Casti Connubi del 31 de diciembre de 1931, desafiado por los cambios societales. Las transformaciones políticas y sociales que produjo la revolución industrial influyeron en la vida familiar poniendo en crisis la sociedad patriarcal heredada del mundo rural. Con la urbanización y el inicio de la industrialización la mujer y los niños entraron también en el mercado capitalista como mano de obra y por lo tanto sus cuerpos pasaron a ser una mercadería más. El ideal de la mujer en el hogar y la familia patriarcal se debilitó cuando el trabajo de la mujer se masificó en oficinas y talleres sobre todo después de la primera guerra mundial. La contracepción entró a formar parte del debate, no porque fuera algo nuevo, pero sí porque se impuso ante las exigencias laborales Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 170 Ana María Bidegain y las condiciones sociales a las cuales se enfrentaban las mujeres que se iban integrando a la fuerza laboral, sobre todo en los países industrializados7 . Los prelados anglicanos declararon lícito el uso de los medios anticonceptivos en la conferencia de Lambeth (1930). Este hecho, junto con el matrimonio forzado de la princesa de Savoya con el Rey de Bulgaria, en función supuestamente de los intereses italianos -primero por el rito católico en Roma y luego ortodoxo en Bulgaria- estuvieron en el trasfondo de la Encíclica Casti Connubi, de Pio XI. En ella se defienden la doctrina tradicional del matrimonio cristiano y la familia como base de la sociedad. Por eso justifica la indisolubilidad del matrimonio, y la no-tolerancia de métodos anticonceptivos, en particular el aborto. Al mismo tiempo defiende la libertad de los cónyugues, por encima de cualquier interés para la realización del matrimonio, la fidelidad en las parejas, la potestad sobre la educación que deben recibir los hijos y la obediencia de la mujer al varón: “Tal sumisión no niega ni quita la libertad que en pleno derecho compete a la mujer, así por su dignidad de persona humana como por sus nobilísimas funciones de esposa, madre, compañera ni la obliga a dar satisfacción a cualquiera de los gustos del marido, no muy conformes con la razón o la dignidad de la esposa, ni finalmente enseña que haya que equipara la esposa con aquellas personas que en derecho se llaman ‘menores’ (…) Si el hombre faltare a sus deberes la mujer debe hacer sus veces en la dirección de la familia.” (Pío XI, 1930). Los temas que en su momento no eran rechazados por las mujeres en su gran mayoría y que pudieron sentirlo como un respaldo a la lucha por el reconocimiento de sus derechos civiles 7 Desde 1880 los ingleses habían comenzado a usar el látex para la producción de los preservativos que empezaron a ser vendidos en las farmacias de muchos países del mundo, aunque en algunos estaba prohibida su venta. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 El cristianismo y el cambio socio-plítico de las mujeres latinoamericanas 171 (patria potestad, derechos patrimoniales, laborales, a la educación) -ya que en la mayoría de los códigos civiles implantados por los estados liberales, las mujeres eran equiparadas a menores explica en parte por qué muchas mujeres en países con presencia católica encontraron en el espacio religioso una relativa aceptación. Sin embargo era un mensaje doblemente contradictorio porque aunque reconocía la dignidad de la mujer mantenía su sumisión y la diferencia con el varón. Este era la cabeza que se ocupaba del espacio público, y aunque la iglesia la llamaba a la mujer a salir en su defensa, ella “era el corazón” y se seguía propiciando su domesticidad. A pesar de la crisis económica, política y social y de la incorporación paulatina de las mujeres al espacio político y laboral, la mentalidad general y el ideal del deber ser de la mujermadre como centro del hogar, no cambió tampoco en el discurso de los partidos políticos hasta finales de la década de 1960. Tanto desde los espacios políticos como religiosos siempre dirigidos por hombres se siguió defendiendo la idea de que la mujer debía participar desde su naturaleza femenina, es decir como madres. 2. El quiebre del ideal femenino de la mujer centrada en el hogar Luego de la segunda guerra, se consolidó el Estado benefactorpopulista y su alianza con la Iglesia. La jerarquía ya no necesitaría apoyarse en las instituciones propias que habían crecido en las décadas anteriores para conseguir una presencia social, sino que delegó parcialmente esa función en el Estado, que financiará las obras sociales atendidas por las órdenes y congregaciones religiosas y el laicado católico -femenino y masculino- “comprometido en el mundo”. Así, en muchos espacios de donde antes estaba excluida, la institución eclesiástica logró reintegrarse al estado al convertirse en un garante de la asistencia social, y en un dador de identidad Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 172 Ana María Bidegain nacional y cultural que legitimó esta nueva hegemonía. El Estado concedió a la institución diversas facilidades para que desarrollara su labor, con la condición de que consolidara la mentalidad de los sectores medios y se evitara la confrontación social (Mallimaci, 1995; Picado,1988, 1990). Se realizó una nueva alianza entre la Iglesia y el Estado benefactor y al mismo tiempo se produjo un afianzamiento y una ampliación de las capas medias. En este contexto se desarrolló en América latina una nueva experiencia de Acción Católica, “Especializada”, en la cual la organización, en lugar de conformase por género y edades, lo hacía por clases sociales. La pastoral se orientó a formar grupos, sobre todo de jóvenes, obreros, estudiantes, campesinos, tanto varones como mujeres, que trabajaban en pequeñas comunidades concentrando sus esfuerzos en la búsqueda de alternativas para vivir la experiencia cristiana de compromiso con el mundo, en sus respectivos medios sociales. Al igual que la AC General partían de grupos locales parroquiales pero, especialmente presentes en fábricas, escuelas o unidades de producción agrícola, estaban a su vez coordinados en niveles diocesanos, nacionales e internacionales. Al principio mantuvieron una separación de las comunidades por género, pero hacia 1960 todos los movimientos de Acción Católica fueron mixtos. La creación de movimientos mixtos no siempre fue bien recibida por las chicas porque sabían que perdían autonomía y no estaban seguras de ser tratadas como iguales. La reticencia llevó a los movimientos mixtos a tomar en consideración el tema de la colaboración de hombres y mujeres en movimientos unitarios, intentando transformar las relaciones entre hombres y mujeres por lo menos en el espacio interno de los movimientos de Acción Católica Especializada. En enero de 1955, el tema central en el V Consejo Nacional de la JUC, celebrado en Fortaleza, Brasil, fue el “Amor Humano, la Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 El cristianismo y el cambio socio-plítico de las mujeres latinoamericanas 173 Cristianización y la Familia”. Es interesante cómo abordaron el problema de las relaciones entre muchachos y muchachas, y la necesidad de fortalecer la amistad entre los jóvenes de ambos sexos, como una manera de lidiar con las dificultades de crear un movimiento mixto. Aunque no lo decían abiertamente, implicaba una nueva forma de relaciones en un mundo caracterizado hasta entonces por mantener una estricta separación. Consideraban que existían dificultades surgidas del preconcepto sobre la imposibilidad de una verdadera amistad entre personas de diferente sexo. Además se argumentaba que por la presión social y la cultura no sería fácil, máxime “onde sao deficientes as virtudes morais garantir o equilibrio entre los elementos instintivos, afetivos e espirituales y la existencia de una concepción diferente de castidade para rapaces e mocas”. La falta de educación sexual y el hecho de que en los colegios religiosos de sacerdotes y hermanas la sexualidad fuera un tabú, lo veían como otra de las causas del problema. La reciprocidad en las relaciones la situaban como un aspecto fundamental pero cuando hablaban del amor conyugal y de las relaciones intrafamiliares se basaban estrictamente en Casti Connubi. Aunque tratan de resaltar el papel de las mujeres y afirman que merecen el mismo respeto y que ambos son responsables del hogar, admitían que: “E preciso nao esquecer o chefe e o marido” (JUC, 1955: 61). A fines de los años cincuenta los movimientos se iban desarrollando y la unificación se iba asumiendo cada vez con menos dificultad porque todos estos cambios sociales estaban quebrando el “patriarcado”, como decían ya las estudiantes católicas en 1960 (de Alburquerque, 1960). En el Consejo Nacional de la JUC de 1960 se trató el tema de “La Mujer en la Universidad”. María de Lourdes de Albuquerque del Regional del Nordeste y luego miembro del Secretariado Nacional preparó un material para introducir la discusión en el movimiento. Se lo situó desde la realidad histórica brasileña colonial, que caracteriza como patriarcal hasta el siglo XX, en que Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 174 Ana María Bidegain la mujer va adquiriendo derechos políticos y civiles y explica la importancia que tiene para la mujer acceder a la educación y el desafió que ello le supone. Aclaran que si bien algunas mujeres van a la universidad a pasar el tiempo o conseguir marido, en general, la mayoría va en busca de la profesionalización. Discuten el problema de la diferencia de los sexos pero tratando de quebrar la idea de superioridad masculina predominante hasta entonces y mostrando la diferencia desde diversos aspectos. La ponencia termina señalando varias acciones surgidas de los círculos que habían trabajado el tema: la urgencia de que se hiciera seriamente un trabajo de orientación vocacional para las mujeres, que ayudara a las chicas a asumir su presencia en la universidad; la posibilidad de establecer cursos de cultura general para aquellas mujeres que no estaban interesadas en el trabajo profesional; la necesidad de sugerir en las universidades la creación de un departamento femenino en cada facultad para estudiar la realidad de la mujer y que estos debían conseguirse con la presión de las mismas estudiantes en cada centro. Fue algo similar a las modernas escuelas de género o de estudios de la mujer que en América latina y en Brasil sólo surgirán varias décadas más tarde. En relación con el movimiento, hacen hincapié en el estudio de la situación de la mujer de manera continua y sugieren que sea nuevamente tratado en el siguiente Consejo Nacional y en los regionales. Pero lo más interesante es el llamado a los jóvenes y los asesores para que se interesen en darle una solución en el movimiento al problema de las relaciones entre muchachos y muchachas. Se solicita una colaboración en términos de reflexión, no para establecer un modelo sobre la misión de ellas, sino principalmente sobre la relación de ellos con las jóvenes. Además recomendaban que no fuera una simple reflexión sino que se encarnase sobre todo en la práctica para que hubiera una Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 El cristianismo y el cambio socio-plítico de las mujeres latinoamericanas 175 colaboración valiosa tendiente al pleno desenvolvimiento de la mujer, tanto en el movimiento como en la propia universidad. Explícitamente solicitaban que hubiera un cambio en las relaciones de género. Esta discusión se daba precisamente en el gran ‘momentum’ de la JUC. El cambio de discurso religioso pasó a re-significar las relaciones entre hombres y mujeres en la Acción Católica particularmente entre los estudiantes, mucho antes del Concilio y de que llegaran al Brasil los ecos del desarrollo de la segunda generación del feminismo norteamericano. Ese cambio de discurso religioso es profundo y fuertemente vivencial en las militantes y dirigentes. Algunos conceptos teológicos que más tarde recogieron el Concilio y la Teología de la Liberación, ya a fines de los años cincuenta e inicios de los sesenta, habían sido desarrollados por las militantes. Fueron luego claves para resignificar el papel de mujer en la historia y como dirían ellas: convertirse en sujetos de la historia. Estos conceptos clave son: el de dignidad del ser humano, hombre y mujer, a imagen de Dios; el ideal histórico; la conciencia histórica como proyecto y sentido de vida de una religiosidad vivida en comunidad y donde se encuentra la experiencia de Dios; la inserción en la historia y la encarnación para que la experiencia religiosa tuviera un verdadero significado. Al mismo tiempo, el carácter organizativo y la metodología de trabajo los llevó a vivir las relaciones humanas con un sentido nuevo y desarrollar una espiritualidad donde se integraban fe y vida. 3. Los desafíos de la realidad social y la reflexión en la acción como base de una nueva espiritualidad Al estar organizados por medios sociales, fueron desarrollando una profunda conciencia social que paulatinamente los llevó a Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 176 Ana María Bidegain situar el eje de la reflexión teológica en las causas de los graves problemas sociales de Brasil y del continente; su apoyo en las ciencias sociales los llevó a ser más abiertos social y políticamente que otros grupos católicos contemporáneos. Utilizaron y adaptaron el método de la Acción Católica de “Revisión de Vida” (Ver, Juzgar y Actuar) el cual les permitió aprender a analizar sus problemas y los de la comunidad, e ir descubriendo, desde una perspectiva bíblica, la necesidad de integrarse o promover los procesos y las luchas sociales y políticas que les tocaba vivir, para así hacer posible la transformación social que fueron definiendo como la construcción del Reino de Dios. En sus reuniones, los miembros de las pequeñas comunidades comenzaban por elegir algún hecho o aspecto de la experiencia del grupo, o de alguno de los miembros de la comunidad en la vida cotidiana ya sea laboral, social o política -para ellos significante (una protesta, un desacuerdo con la autoridad en la familia, una huelga o cualquier arbitrariedad en la fábrica o en la hacienda o algo ocurrido en el barrio). Luego trataban de entender la significación social de ese hecho y cómo se relacionaba con otros ocurridos con anterioridad o que estuvieran sucediendo en otros lugares de la zona, del país o del continente. Finalmente, tomaban en consideración todos los elementos de las ciencias sociales y humanas que les ayudaran a tener una comprensión lo más sofisticada posible del hecho. El primer paso -el Ver- era más o menos desarrollado acorde con la formación social de la comunidad y marcado por mediaciones específicas como la ideología y la propia existencia humana y condiciones sociales del grupo (pobreza, analfabetismo, represión política, opresión y/o marginalización económica, social y política). Como se apoyaban en los aportes de las ciencias sociales, desde la década del sesenta empezaron a familiarizarse con el marxismo y explícitamente lo utilizaban por su valor epistemológico y no ontológico. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 El cristianismo y el cambio socio-plítico de las mujeres latinoamericanas 177 El segundo paso de esta dinámica es Juzgar esa situación o ese hecho, y se plantea desde la misma perspectiva, es decir, la de la vida. Desde la experiencia vivida traían mensajes de la Biblia, o fundamentaciones doctrinales recogidas en textos teológicos o pastorales, de donde trataban de sacar elementos que les ayudaran a realizar un juicio crítico “cristiano” de la realidad en la que les tocaba vivir y actuar. De allí pasaban a un tercer nivel que era Actuar acorde con lo descubierto en el proceso de la reflexión, el que luego era nuevamente revisado, utilizando el mismo método. El proceso continuo de reflexión-acción era sobre todo una fuerte experiencia pedagógica que iba creando una actitud permanente de atención: análisis, reflexión y acción sobre la realidad social y política constantemente. La “reflexión a la luz de la fe” de la situación política y social en los comienzos de los 60, el impacto de la revolución cubana, las dificultades de los partidos demócrata-cristianos latinoamericanos en el poder, demandaron de los militantes de la Acción Católica un renovado compromiso político, especialmente en partidos o movimientos políticos críticos del sistema imperante. En general, querían construir un nuevo orden social y económico con justicia social, independencia política y autonomía cultural. A fines de 1962, hombres y mujeres miembros de los movimientos de obreros y estudiantes católicos (JOC y JUC) formaron un partido político, determinados(as) a construir el socialismo en Brasil al que llamaron Acción Popular. Se produjeron experiencias similares en otras partes del continente como el MAPU en Chile y Uruguay. Mientras algunos/as se comprometían políticamente, otros/as participaban en los espacios propiciados por las transformaciones políticas provocadas por la llamada "pequeña" revolución que en el Nordeste desarrollaba Miguel Arraes; lo hacían particularmente como monitores del Movimiento de Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 178 Ana María Bidegain Educación de Base (MEB) siguiendo las pautas pedagógicas de Paulo Freire; es decir educar para fortalecer la conciencia crítica y la libertad de las personas. Por medio de estos círculos de sociabilidad y de asociaciones de ideas, las redes formadas en torno a revistas y todo tipo de publicaciones, se fueron creando nuevos paradigmas en materia de acción pública. Desde entonces su consigna fue "debemos ir al pueblo" y desarrollaron amplios movimientos de concientización social y política mientras alfabetizaban los sectores populares y muchos decidieron ir a vivir en sus barrios, trabajar en fábricas como obreros o como campesinos en las haciendas, es decir vivir como y entre los pobres. Comenzaron este proceso de toma de conciencia concibiéndolo como un esfuerzo colectivo para alcanzar el bien común y un mejor estilo de vida para la sociedad global. Dadas las nuevas circunstancias sociales y políticas, en esta nueva fase de la Acción Católica Especializada, las mujeres aprovecharon los nuevos espacios al ser aceptadas en igualdad de condiciones con los varones laicos y rápidamente se convirtieron en dirigentes de los movimientos mixtos, donde la presencia femenina que era bien aceptada también por los varones. “En la JUC las mujeres tenían una participación igual a la de los hombres, no había ninguna diferencia en cuanto a la acción, participación dirección. (…) Tampoco hacíamos esfuerzos especiales para que estuviera representada. Ellas estaban representadas y eran elegidas igual que los varones (…) Yo no me acuerdo de otros movimientos, incluso de izquierda, de la época, [en] donde la mujer tuviera una participación tan activa, tan igualitaria como tenía en la Acción Católica. (…) Teníamos una espiritualidad desculpabilizante, bastante utópica, fuertemente mesiánica. (…) Era desculpabilizante, porque la Acción Católica valoraba mucho los sacramentos, pero no el moralismo del período anterior. Nosotros teníamos la concepción de pecado social y considerábamos la sexualidad como una cosa normal, con sus impasses. No considerábamos la sexualidad como un Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 El cristianismo y el cambio socio-plítico de las mujeres latinoamericanas 179 peso, esa era la concepción del pecado para otros movimientos de la iglesia, para nosotros no. Esto nos dejaba muy libres. (…) Nuestra espiritualidad estaba centrada en lo institucional pero era mucho más sacramental y evangélica (…) estábamos convencidos de que teníamos que ser fermento en la masa y como fermento teníamos que llevar a esa masa a un cambio radical, dentro de la iglesia del país. No podíamos fallar. Entonces era cuestión de tiempo realizar esas cosas que soñábamos, y las diferencias de sexo no se nos presentaban como dificultad. Todos y todas teníamos la urgencia del cambio y actuábamos en consecuencia.” 8 La pregunta sobre la sexualidad y principalmente sobre el lugar de la mujer en la historia ya no se hacía bajo los parámetros anteriores. Al tratarse de un grupo juvenil no se buscaba el ideal de la mujer madre reproductora centrada en el hogar, porque el tema de la maternidad no se planteaba todavía para estas jóvenes. Se ponía el énfasis en la igualdad radicada en las exigencias de la transformación política y social del continente y se buscaba superar las diferencias en la vivencia cotidiana más que en la discusión teórica. “Dentro del movimiento, la cuestión no se colocó porque todavía existían muchas ‘manchas’ de machismo, habían lugares donde los hombres eran muy autoritarios, [aunque] ellos mismos fueron descubriendo la necesidad de cambiar. Tuvieron que cambiar porque las mujeres estaban reaccionando. (…) Nunca sentí la discriminación. Aunque yo no le ponía mucha atención al hecho, pues siempre partía del principio de la igualdad, que todos éramos iguales, y era a partir de este presupuesto que las cosas se tenían que realizar. (…) Creo que también, en este sentido, los movimientos contribuyeron enormemente. Por eso yo hablo de un movimiento pedagógico, [pues] la fuerza de este movimiento está en el hecho de haber sido un movimiento de educación, de esa revolución cultural en un sentido amplio, profundo. Son las actitudes las que transforman, en consecuencia, los valores. 8 Testimonio de Frey Betto, quien fue militante de la JEC en 1959 en Belo Horizonte, Minas Gerais y luego del equipo nacional con sede en Río hasta 1964, año que había entrado en la Universidad y en la JUC, pero desde 1960 tenía contacto con ésta por ser el secretariado nacional de la Acción Católica. Testimonio tomado en Sao Paulo, el 12 de julio de 1996. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 180 Ana María Bidegain La experiencia que posibilitaba esa transformación profunda se daba en el intercambio, en la reflexión, en el análisis colectivo sobre la práctica del grupo de base y del movimiento. Cada posibilidad se debía analizar, reflexionar colectivamente sobre la práctica que se dio, sobre la práctica concreta. (…) EI grupo que tiene una identidad y una práctica semejante, y que analiza esa práctica, avanza sobre esta práctica colectiva.” 9 Esa reflexión constante sobre la acción a la luz de la fe fue desarrollando una nueva forma de vivir el cristianismo que permitía unificar las experiencias vitales a partir del sentido que daba la comprensión de la lectura evangélica. Los comportamientos eran revisados a partir de una lectura evangélica que dignificaba también a las mujeres. María de Lourdes Antunes y Luciano Dourado fueron dirigentes en Recife, en los años sesenta y explican cómo la metodología del Movimiento fue desarrollando una nueva espiritualidad que unía fe y vida, y exigía una transformación de las relaciones interpersonales al mismo tiempo. “Sena10 trajo y profundizó la experiencia de la ‘Revisión de Vida’, que nos permitía analizar concretamente la experiencia de la vida ‘a la luz de la Fe’. El ‘Ideal Histórico’ había sido planteado ya en el Consejo Nacional del 59 por el Padre Almeri Becerra11 quien junto con Luis de Sena van a desarrollar una línea de pensamiento que es la inserción de los militantes en la historia.” 12 9 Iraci Polleti, miembro del movimiento en San Pablo, dirigente nacional de la JUC. Testimonio recibido en Sao Paulo el 13 de julio de 1996. 10 Luis Gonzaga de Sena, sacerdote diocesano, profesor del Seminario de Olinda-Recife, asesor eclesiástico del movimiento de la Juventud Universitaria de Recife y desde 1964 asesor internacional de la Juventud Estudiantil Católica Internacional. 11 Almeri Becerra, sacerdote diocesano, profesor del seminario de OlindaRecife, asesor eclesiástico del movimiento de la Juventud Universitaria de Recife. 12 Testimonio de Louciano Dourado Matos dado en Recife el 7 de julio de 1996 en conjunto con María de Lourdes Antunes (Mauda) hoy señora Bertin. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 El cristianismo y el cambio socio-plítico de las mujeres latinoamericanas 181 “Antes de eso es necesario tomar en cuenta la importancia del Seminario de Olinda, [en] donde ellos eran profesores y [en] donde estaba también Marcelo Cavalieri. Antes de la ‘conciencia histórica’ -que desarrolló el P. de Lima Vazestába el tema del ideal Histórico. Nosotros tuvimos la gran suerte de tener esos dos padres con una gran apertura hacia lo social pero al mismo tiempo tenían una interiorización de fe muy importante. Lo que más me impresiona hoy en la Iglesia es (…) esa separación de la realidad histórica. Una división entre realidad política social de la pobreza y el momento de fe de vivencia de la presencia de Dios en la Historia. Es eso lo que la ‘conciencia histórica’ nos trajo. Esa convicción en el grupo, de que Dios se manifestaba entre nosotros, en la realidad de la vida. Eso es lo que traigo hasta hoy, eso fue lo que [nos] marcó a todos nosotros de alguna manera. [Incluso a personas] que no venían de experiencia de fe, ni de familias cristianas, eso las marcó definitivamente y las incorporó al movimiento. (…) En [esta] época estaba el Padre Vaz, de Minas Gerais, que también desarrolló el tema de la ‘conciencia histórica’. Lo que sucedió con Recife [fue] que vivía un momento particular de su historia. Por una parte, una región que había sido rica vivía un proceso de empobrecimiento enorme y al mismo tiempo bajo el liderazgo de Arraes. Con el movimiento de cultura y educación popular se estaba dando un interesantísimo movimiento de transformación social. En ese encuadre era muy claro que en el nordeste era fundamental la inserción en la política y luego (...) crear un partido político.13 Ser humano responsable de su historia en donde le tocara vivir.” 14 Las reuniones semanales eran complementadas con encuentros que fortalecían la dinámica y las relaciones entre los miembros del movimiento, los seminarios y con semanas de estudios sobre diversos aspectos de la realidad social local, nacional o internacional; o bien sobre nuevos desarrollos teológicos y por supuesto la celebración eucarística y los retiros espirituales. 13 Hace referencia al Movimiento de la Acción Popular AP creado por miembros -hombres y mujeres- de los movimientos de obreros y estudiantes católicos (JOC y JUC) a finales de 1962 determinados(as) a construir el socialismo en Brasil. 14 María de Lourdes Antunes, testimonio recogido en Recife el 7de julio 1996. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 182 Ana María Bidegain “Siempre digo que tal vez donde más aprendí fue en esas experiencias, en esas vivencias, posibilitadas por una especie de currículum oculto que eran los encuentros y seminarios permanentes de la JUC. (…) [Eran] momentos de parada para la reflexión y la alimentación espiritual, [y] de una espiritualidad comprometida con su contextualidad histórica. Todo esto despertó en nosotros una mirada y una vivencia del cristianismo que buscaba romper con aquella eterna dicotomía entre el compromiso como laico y como ciudadano, y aquella otra dimensión espiritual. Teníamos otros elementos que nos permitieron descubrir cómo ser sujetos de nuestra propia historia. Nosotros vivimos un proceso que nos permitió despertar para un compromiso social y una dimensión también de crecimiento individual. (…) Fue entonces una experiencia muy bonita pero también [una experiencia] de la cual uno no se puede liberar totalmente. (…) Queremos recuperar esa utopía y volver a sonar con un Brasil más justo, en una América Latina más integrada. Recuerdo aún la UNE con aquella fuerza y radicalidad política en las manifestaciones en la plaza de Botafogo, en Flamingo, en Río de Janeiro. ¡¡Con aquel compromiso!! cuestionando las estructuras y los intereses de clases. Realmente incorporando aquella perspectiva de ser sujetos.” 15 La participación femenina en el movimiento también preparó a las mujeres para desarrollar actividades de responsabilidad en la vida política, social y académica. “(…) en el movimiento había entre un 40% y 50% de participación activa de mujeres, coordinando encuentros a nivel regional, en el Nordeste, viajando por todos lados. En fin, una participación tanto a nivel de base como de dirección y muy significativa.” 16 Esa participación en el movimiento también preparó a las mujeres para tener un espacio de dirección social, profesional, político y académico, que antes no tenían. Sigue Mercury: 15 Liliana Mercury, vice-rectora de la Universidad Católica de Salvador, fue dirigente de Bahía en el mismo período y participó en el Consejo Nacional y en el gran Consejo de la Unión Nacional Estudiantil en Río en el año 60, que marcaron la historia política brasilera. Testimonio recogido en Salvador de Bahía el 5 de julio de 1996. 16 Idem. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 El cristianismo y el cambio socio-plítico de las mujeres latinoamericanas 183 “Antes de esta experiencia, de ninguna manera las mujeres tenían [un] espacio de participación. (…) Fue un proceso de conquista [llevado] por las mujeres que no fue fácil. (…) Permanentemente las mujeres tenemos que estar demostrando que somos competentes, que somos buenas. (…) Las mujeres siempre tienen un camino más difícil en la vida académica y profesional, que es donde ahora me muevo y lo compruebo. [Pues para] un puesto de dirección (…) hay siempre una expectativa [en] ver allí la figura masculina. En la JUC yo no sentí tanto esa diferencia en la relación. Nosotros discutíamos de igual a igual y asumíamos papeles y compromisos iguales. No existía nada que tuviese una distinción mayor de la figura masculina a la femenina. Del punto de vista del movimiento estudiantil, ya no era igual. Aunque fuera de una manera muy camuflada, las relaciones cambiaban y los muchachos eran conscientes. (…) En los encuentros del movimiento estudiantil era mucho menor la presencia de mujeres que [de] hombres. En el movimiento de JUC esa participación y acceso a la dirección era más pareja.” 17 Por sobre todo el movimiento generó una seguridad en las mujeres, una confianza en si mismas que permitió quebrar el ideal de la mujer católica sometida al varón. 4. La experiencia vivencial evangélica crea relaciones de género diferentes Paulatinamente el movimiento fue creando un nuevo modelo de experiencia religiosa y con ello un nuevo modelo de mujer que asumía su autonomía e iba logrando espacio y respeto entre sus colegas varones. Al ir cambiando la mujer también cambiaron ellos y cambiaron las relaciones de género, pero sobre todo la sexualidad se sublimaba18 en el trabajo político. De hecho hay un 17 Idem. 18 De acuerdo con Sigmund Freud la sublimación es uno de los destinos posibles de la pulsión. Es un proceso psíquico mediante el cual aéreas de la actividad humana que no guardan aparentemente ninguna relación con la sexualidad se transforman en depositarias de la energía libidinal. Sublimar Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 184 Ana María Bidegain dislocamiento del sentido del pecado. Este ya no está centrado en la sexualidad del ser humano, sino en la falta de caridad, en la falta de amor al prójimo. A ello le llaman pecado social, porque se trata de una falta de responsabilidad social. Los testimonios son muy elocuentes: “La JUC dio espacio a la mujer. Esa mirada sobre lo social marcó el cambio. La reflexión en la fe confrontada a la realidad social e histórica cambió toda la mentalidad, la perspectiva sobre la religión y sobre nosotros mismos. Era Fe vivida en la comunidad, Dios vivido con otros. La mujer tomó espacio y mucha fuerza como los varones.” 19 Había una diferencia sustancial en lo que se vivía en el movimiento, muy diferente a lo cotidiano en otros espacios. “Al mismo tiempo que había una relación muy igualitaria, se mantenía -vía una especie de sublimación- un comportamiento sexual muy ‘conductado’ por los patrones tradicionales, al menos hasta el año 66. (…) Había una gran sublimación, de toda la sexualidad, de toda la cuestión erótica. De hecho, participábamos de reuniones en lugares fuera de la ciudad, en casas de campo de familias [o] de miembros de los movimientos, [en] conventos o lo que fuera, y estábamos juntos -muchachos y muchachas- compartiendo todo, y no pasaba nada. (…) Creo que había toda una dimensión muy fuerte de afirmación de la militancia, [de] la cuestión ideológica, y [de] la cuestión política [después] que, de cierto modo, oscurecía la cuestión de la sexualidad. No era un tema que se debatiera mucho porque [en] verdad no presentaba problemas.” 20 “En general no había muchos casos de relaciones prematrimoniales, aunque surgieron muchos matrimonios de la JUC. (…) En la actividad política, llevada adelante por los militantes de JUC, la participación de las muchachas consiste en orientar el fin pulsional hacia una actividad no sexual, pero que permite la realización y el goce, como pueden ser actividades creativas como el arte o de realización social como la religión, la ciencia o la política. 19 Testimonio de María de Lourdes Antunes (Mauda), recogido en Recife, el 7de julio 1996. 20 Lucía Ribeiro de Oliveira, militante de la JECF y JUC de Minas Gerais, Rio de Janeiro. Testimonio recogido en Río, el 26 de Junio de 1996. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 El cristianismo y el cambio socio-plítico de las mujeres latinoamericanas 185 era muy igualitaria y compartían espacios, tiempos y lugares. No había ningún asomo de promiscuidad, que sí se daba en otros grupos y militantes políticos. (…) Cuando el movimiento estaba en toda su plenitud teníamos mucha libertad interior, libertad de pensar, de construir, de ser libre, libertad de saber qué era justo. Esa gran libertad que las jóvenes lograron de sus familias y de sus madres rompió con lo que se vivía tradicionalmente. (…) Como militantes, teníamos un altruismo tan grande, una entrega tan total, que por ejemplo desde que entré a la JUC no iba más a Carnaval, hubo como un desplazamiento de la vida sexual. Existió una canalización de nuestras energías para un ideal, para un proyecto de grandes ideas. Existía la sexualidad, pero había poco espacio para vivir el cotidiano todo orientado por el ideal de trasformar la sociedad. (…)Todo lo que era del cotidiano de la vida, del amor, del afecto, la gente lo canalizaba. El gran tema era la revolución. ‘El Evangelio funda revolución brasilera’ es uno de los grandes textos de Sena.” 21 “(…) otra cosa que fue importante [era] el dislocamiento del pecado del sexo a la falta de caridad. El Amor era el centro, y el gran pecado era el social. (…) En la Iglesia tradicional los pecados eran sexuales, [mientras que] para los asistentes de la JUC el pecado era el social. (…) Más tarde, cuando empieza la crisis por la represión política, en el movimiento comenzaron a existir relaciones prematrimoniales y en las reuniones de los grupos que quedaban se planteaba el problema. Recuerdo en el Consejo de 1966, en Piracicaba, [que] hubo mucho debate [sobre] la cuestión sexual porque había un cambio enorme en las costumbres de los militantes. (…) Las relaciones de los miembros de la JUC eran mucho más igualitarias, había mucha preocupación entre los varones de no tener un comportamiento machista. La mujer de la JUC no aceptaría cualquier cosa. Las relaciones de hombres y mujeres mudó notablemente en relación a la sociedad en general.”22 21 Testimonio de María de Lourdes Antunes (Mauda), recogido en Recife, el 7de julio 1996. 22 Testimonio de Luciano Dourado Matos, dirigente nacional de Recife y secretario latinoamericano de JECI, recogido en Recife, el 7de julio de 1996. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 186 Ana María Bidegain La discusión sobre la transformación de las relaciones de género no parecía necesaria para las propias mujeres que participaban en este movimiento, porque aunque lo vivían en la práctica, ponían el énfasis en las dificultades que emanaban más bien de las relaciones sociales, de las relaciones de clase, que de las de género. En parte porque como mujeres solteras, en muchos casos eran la primera generación que vivía plenamente el derecho a participar en la vida académica, laboral y política en igualdad de condiciones con sus compañeros varones universitarios, y no había muchas diferencias en las obligaciones y expectativas de lo que debían hacer. Como lo atestiguan, al principio no se veía como una necesidad debatir el tema de la igualdad y la reciprocidad entre los géneros. Lo aceptaban y lo trataban de vivir sobre la base de la igualdad y la dignidad que todos tenían como hijos/as de Dios. Donde ellos veían exclusión y diferencia era más bien en las relaciones sociales. Por eso todos y todas estaban empeñados en transformar la realidad económica social brasileña marcada por la pobreza extrema. En todos los documentos y entrevistas realizadas se insiste en el cariz igualitario del movimiento de la JUC, tanto en el porcentaje de la militancia de base como en las directivas en las que las chicas ocupaban siempre espacios importantes. Sin embargo, el paso hacia la política no fue fácil para las mujeres católicas porque, todavía en los comienzos de los sesenta, el espacio público era el del varón. El espacio religioso, a pesar de toda la acción social que se esperaba que desarrollaran, se consideraba un espacio privado propio de la mujer. Era el único en el cual era aceptable que se desarrollara y en donde no debía luchar por conseguir su lugar y reconocimiento. Muy pocas pasaron a ser dirigentes en el movimiento estudiantil, y muchas menos a dirigentes políticas. No obstante comenzaron a preguntarse por las dificultades que iban percibiendo en la vida familiar, profesional y política. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 El cristianismo y el cambio socio-plítico de las mujeres latinoamericanas 187 5. La necesidad de construir un nuevo modelo de familia y de mujer católica La llegada de Juan XXII al Pontificado (1959-1964) marcó un paso fundamental en la consideración de la temática de la mujer, cuya promoción este consideró un signo de los tiempos: “En segundo lugar, viene un hecho conocido por todos: el ingreso de la mujer en la vida pública. Más aceleradamente acaso en los pueblos que profesan la fe cristiana; más lentamente, pero siempre en gran escala, en países de tradiciones y culturas distintas. En la mujer se hace cada vez más clara y operante la conciencia de su propia dignidad. Sabe ella que no puede consentir el ser considerada y tratada como cosa inanimada o como un instrumento; exige ser considerada como persona, en paridad de derechos y obligaciones con el hombre, así en el ámbito de la vida doméstica como en el de la vida pública, como corresponde a las personas humanas.” (Juan XXIII, 1963). En un discurso anterior le había conferido un rol particular como instrumento de la unidad de la familia, la vida social, la sociedad, la vida nacional e internacional (Juan XXIII, 1961). Pero también, así fuera una mujer casada, se le reconoció el derecho al trabajo y a la iniciativa en el plano económico, lo cual implicaba necesariamente un esmero en su preparación profesional y dejar de lado la idea de que el único lugar posible para la mujer es el hogar, como sostenían sus antecesores. Las mujeres católicas universitarias entran definitivamente a ejercer sus profesiones pero, a pesar de los discursos pontificios, el camino estaba lejos de ser fácil. Sin embargo, ayudó a abrir la mentalidad de los países católicos sobre la presencia de la mujer en diversos campos y ello fue aprovechado por las mujeres de los movimientos católicos. La difícil tarea de compaginar la vida familiar con la profesional y la participación política exigía un cambio profundo cultural y societal, y las militantes de la Juventud Universitaria Católica fueron descubriendo que tampoco se lograba desde el campo político solamente. Estas mujeres, aunque lograron abrir Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 188 Ana María Bidegain caminos nuevos para la mujer en la universidad, en la vida profesional, en la iglesia, en la política, y que en principio, contaban con el apoyo de su pareja, tuvieron dificultades para encontrar un nuevo modelo para ser esposa y madre de familia. La vida de la mujer casada hacia 1960, incluidas las mujeres que lideraban esos cambios, estaba muy anclada en el modelo de mujer tradicional y les fue muy difícil romper con el esquema tradicional. “Hoy, me duele el corazón, pero tomé una clásica posición de mujer casada, una clásica división de roles sociales en razón sexual, ahora que lo recuerdo. Él era el político, el profesional, el que se encargaba de lo público. Y yo la encargada de los niños y de la casa. Para entonces darme el lujo de poder hacer algo profesionalmente fue una batalla bastante grande. Nunca me quedé totalmente en la casa. Hice un curso en la universidad, traté de trabajar un poco, reflexionaba sobre eso, escribía artículos. Y después cuando tuvimos que salir de Brasil, ahí volví a la universidad a hacer un postgrado. Ya después, de alguna forma, empezó la vida profesional, mucho más tarde y siempre con una preponderancia clarísima de la familia.”23 Al pasar a la vida adulta profesional y familiar reaparecían las formas tradiciones en las relaciones de género y las mujeres que habían tenido una experiencia de relación diferente, empezaron a percibir las dificultades para que la democracia se viviera también en el espacio doméstico y en las relaciones interpersonales. “Se luchaba por la liberación del ser humano, por vivir la experiencia de la igualdad, así se tuvieran muchos conflictos. ¡Y claro que los había! especialmente dentro de las familias, y luego esto se sentía mucho más al formarse las parejas. Aunque el discurso masculino se modernizó, no es cierto que la postura masculina acompañó el proceso. Aunque los hombres hayan sido nuestros compañeros -ellos eran muy buena gente y avanzaron mucho en el discurso- el machismo es una estructura muy arraigada. En este sentido, yo considero que nosotras, las mujeres, nos liberamos. Acá está presente la historia de la dialéctica 23 Lucía Ribeiro, dirigente JUC en Minas Gerais. Testimonio recogido en Rio de Janeiro, el 26 de Junio de 1996. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 El cristianismo y el cambio socio-plítico de las mujeres latinoamericanas 189 del amo y del esclavo; lo cual quiere decir, que quien tiene miedo a la muerte tiene que romperlo para [poder] conquistar la vida. Y así nosotras creíamos que nos estábamos liberando. (…) Creo que las mujeres lucharon mucho para tener un espacio y (…) avanzaron en su relación frente a los hombres quienes tuvieron mayores dificultades para superar el machismo a pesar del discurso moderno que tenían. [Aunque] las mujeres [alcanzaron a tener] las mismas funciones, [una] igualdad de derechos [y] hacer las mismas cosas, [fue] en lo cotidiano, en las relaciones más personales, [en] donde aún quedaron residuos. Fue allí [en] donde ellos tuvieron mayores dificultades para superar el machismo. Incluso muchos no lograron superarlas.”24 Era difícil para los y sobre todo las jóvenes, individualmente y en pareja, entender todos estos desajustes, porque el discurso sobre lo político dominaba todo; era para las propias mujeres difícil encontrar un espacio para repensar lo que se estaba viviendo. “En el 63 se presentó una primera preocupación sobre la cuestión de género dentro de la JUC. Gente que participaba de AP hicieron un documento. Es (…) es un documento que muestra un momento del pre-feminismo en Brasil. (…) Cuando lo presentaron [a] los muchachos, las muchachas esperaban que los [ellos] reaccionaran muy fuertemente y en contra. Fue justamente lo contrario, fueron las chicas que quedaron un poco impresionadas, [mientras que] a los muchachos les pareció una problemática muy nueva, muy interesante e hicieron muchas preguntas. [Fue] un período en [el] que se empezaba a hablar del tema de la mujer en Brasil. (…) Todavía no había ningún tipo de movimiento feminista organizado, [sino que fue] una primera conciencia y apareció en los debates de la JUC.”25 Sin embargo, en un primer momento los temas sobre la liberación femenina no tenían una buena recepción entre las jóvenes. Fue más tarde cuando encontraron sentido a los 24 Iraci Polleti, militante de Sao Paulo y dirigente nacional de JUC. Testimonio recogido en Sao Paulo, el 13 de julio de 1996. 25 Lucía Ribeiro, dirigente JUC en Minas Gerais. Testimonio recogido en Rio de Janeiro, el 26 de Junio de 1996. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 190 Ana María Bidegain movimientos sociales y a su papel liberador en la sociedad brasileña. “En la década del 60 yo tenía preconceptos contra los movimientos feministas. (…) creía que ellos eran muy limitados y que la cuestión pertinente no era la liberación de la mujer, pues para mí la cuestión era la liberación de la sociedad y la lucha para la transformación radical de la sociedad brasileña. [Era] la opción revolucionaria mucho más que la cuestión feminista [a la que] consideraba muy limitad[a] en su enfoque.” 26 Sin embargo, poco después estas mismas mujeres pasaron a valorar este enfoque. “Necesité elaborar muchas preguntas para percibir el ejemplo de transformación, [y] encontrarme de nuevo en esa línea liberadora. Considero que los movimientos sociales ayudan mucho a que la sociedad se movilice más, crezca, madure, e incluso lleve a la política a posiciones de vanguardia, de avanzada. Es gracias a la claridad de los movimientos sociales que hoy valoro los movimientos feministas y el esfuerzo que tuvimos que hacer para repensar nuestra situación. (…) Ahí entró la necesidad de pasar a entender la opción cristiana a la luz de la nueva teología. [Y fue también] necesario repensar las relaciones interpersonales y la sexualidad con una nueva luz, y no solamente decir que existía un pecado social. Considero que tuvimos el privilegio de poder reformular la comprensión del problema religioso -del cristianismo, del problema de Dios- (…) a la luz de pensadores muy serios, con aportes de la nueva psicología. (…) Todo eso ayudó a comprender el problema de una manera nueva. (…) Se pasaron a ver las relaciones amorosas de otra manera, las relaciones afectivas, la situación política, la vida profesional, la vida familiar, la relación hombre-mujer, la relación hijo-padre. [Si bien] durante la década del 60 hubo una ruptura del esquema familiar, algo que se dio en medio de conflictos [y de] traumas (…) también hubo un resultado positivo en términos globales.” 27 26 Iraci Polleti, militante de Sao Paulo y dirigente nacional de JUC. Testimonio recogido en Sao Paulo, el 13 de julio de 1996. 27 Iraci Polleti, testimonio recogido en Sao Paulo, el 13 de julio de 1996. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 El cristianismo y el cambio socio-plítico de las mujeres latinoamericanas 191 En Brasil, las muchachas de la JUC vivían su propio feminismo sustentado en su dignidad de seres humanos y asumiendo el desafío de su propia realidad histórica. “Esa preocupación de las mujeres que estábamos en la JUC [por] ser ‘sujetos de la historia’ fue parte de la historia de la lucha de la mujer. Nosotros estábamos dispuestos a romper con todas las barreras. Era una fase, una época [en la que] en todos empezamos a pensar desde diversos caminos. Nosotras también queríamos transformar el mundo desde el punto de vista de la mujer y su lugar en la sociedad. (…)Toda esa generación buscaba caminos nuevos.” 28 A modo de cierre Las dificultades para construir una sociedad igualitaria en términos de las relaciones de género debían sobrepasar tanto dificultades culturales y sociales como políticas. Las mismas se van a maximizar con la instalación de la dictadura en 1964, sustentada en la doctrina de la Seguridad Nacional. Las actividades de la Juventud de Acción Católica Especializada pasaron a estar en el centro de la discusión político eclesial y el movimiento se confrontó con una grave crisis que lo llevó a su disolución. Con la represión política se desató la contradicción interna en la Iglesia brasilera. La mayoría de los obispos desconoció al movimiento como movimiento de Iglesia, porque por otra parte los propios jóvenes habían pedido su autonomía del control de la jerarquía, como laicado adulto. El resultado de la sistematización de estas experiencias religiosas fue el surgimiento de nuevas corrientes teológicas encaminadas a plantear la separación del compromiso social y político de los/las cristianos/nas, de la autoridad de la jerarquía, sustentando la independencia del orden temporal. Este proceso fue facilitado por las transformaciones en la cúpula de la institución eclesiástica en el nivel internacional, particularmente 28 Solange Silvany, testimonio recogido en Salvador da Bahía, el 5 de julio de 1996. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 192 Ana María Bidegain en las nuevas perspectivas teológicas del Concilio Vaticano II y en Latinoamérica con los lineamientos teológicos y pastorales del CELAM, que vinieron a legitimar gran parte de los caminos abiertos por la Acción Católica. Las relaciones con el mundo y la sociedad cambiaron radicalmente de signo y sobre todo la juventud femenina y masculina de estudiantes, obreros y campesinos vieron legitimada la opción radical en defensa de los derechos de los pobres. Pero los cambios institucionales y teológicos llegaron tarde para el movimiento de esta juventud católica que se verá inmersa en el baño de sangre de la dictadura militar iniciada en Brasil pero que continuará por el Cono Sur hasta culminar en la década de los ochenta en la dictadura centroamericana. El dinamismo pedagógico del movimiento desapareció; entonces es normal que no haya pasado a las generaciones siguientes de católicos en cuanto tal y sea difícil de trasmitir porque es una experiencia que se enseña y aprende en la práctica social. Parcialmente esta pedagogía de fe fue retomada por las experiencias de las comunidades eclesiales de base y por los movimientos sociales incluidos el movimiento de mujeres y sobre todo, el movimiento de inserción en el mundo de los pobres adelantado por las congregaciones religiosas mayoritariamente femeninas. Desde la resistencia y como parte de la resiliencia femenina, la reflexión teológica y social sobre la realidad religiosa considerada, hasta entonces, patrimonio de los administradores de lo sagrado, por lo tanto de los hombres, comenzó a ser de interés para algunas católicas que dieron nacimiento a la teología feminista, a nuevas interpretaciones bíblicas y al análisis de la realidad social e histórica de la experiencia religiosa femenina. Referencias Juan XXIII. (1963). Pacem in Terris. En Carta Encíclica (41). Vaticano. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 El cristianismo y el cambio socio-plítico de las mujeres latinoamericanas 193 Juan XXIII (1961, 3 de mayo). Discurso a las Delegadas de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas. Vaticano. JUC (1955) Anais do V Conselho Nacional de JUC. Fortaleza. Pio XI. (1931, 4 de febrero) Carta al episcopado argentino. s/e Pío XI. (1930, 31 de diciembre) Casti Connubii. Sobre el matrimonio cristiano. Carta Encíclica. Vaticano. Bibliografía Aubert, J. M. (1975). La femme. Antiféminisme et christianisme. Paris: CerfDesclée. Bermúdez Quintana, S. (1993). El Bello Sexo. La mujer y la familia durante el Olimpo Radical. Bogotá: Ediciones Uniandes. -------------------------------------- (1992). Hijas Esposas y amantes. Género, clase, etnia y edad en la historia de América Latina. Bogotá: Ediciones Uniandes. Bidegain, A. M. (2009). Participación y protagonismo de las mujeres en la historia del catolicismo latinoamericano. Buenos Aires: Editorial San Benito. De Albourquerque, M. de L. (1960). A Mulher na Universidade. Boletín JUC. Mallimaci, F. (1995). La Iglesia en los regímenes populistas (1930-1950). En Dussel, E. (edt.) Resistencia y esperanzas. San José: CEHILA. Miller, F. (1991). Latin American Women and the search for Social Justice. Hanover & London: University Press of New England. Nerea Aresti, Esteban (2000) El ángel del hogar y sus demonios. En Historia Contemporánea. (21). 363-394. Pardo Bazán, E. (1907). La mujer española. s/e Picado, Miguel. (1988). La iglesia costarricense entre Dios y el César. San José: DEI. -------------------- (1990). La Iglesia costarricense entre el pueblo y el estado. San José: Alma Mater. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 160-193 DOSSIER SOCIEDAD Y RELIGIÓN Géneros, sexualidades y religiones: relaciones, intersecciones y confrontaciones Género y la religión politizada en Mauricio1 Gender and politicized religion in Mauritius Ramola Ramtohul Department of Social Studies, University of Mauritius. Le Reduit, Moka, Mauritius Email: [email protected] Fecha de recepción: 05/09/2014 Fecha de aceptación: 08/09/2014 En este trabajo se analiza la dimensión de género de la religión politizada en Mauricio, un país que se caracteriza por tener una sociedad plural con divisiones fuertemente enraizadas, y cuya población está compuesta por migrantes de Francia, el continente africano, India y China. Por miedo a la dominación hindú, la población se ha dividido en torno de la cuestión de la independencia2 del reinado colonial británico. De aquí que 1 Artículo traducido del inglés al español por la Dra. Gabriela Irrazábal (CeilCONICET) y revisado por la Mgtr. Mari-Sol García Somoza (CANTHEL, Paris V - Université René Descartes / Facultad de Ciencias Sociales – UBA). 2 La República de Mauricio está ubicada aproximadamente a 2000 km de la costa sudeste del continente africano, en el océano Índico. Mauricio se independizó de la administración británica el 12 de marzo de 1968. Para ampliar información sobre el país ver: República de Mauricio (2014), History. Recuperado el 6/9/2014 en http://www.gov.mu/English/ExploreMauritius/Pages/History.aspx Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 194-208 Género y religion politizada en Mauricio 195 un 44% de los ciudadanos votaran en contra. El miedo a la dominación hindú en un Mauricio independiente conllevó al aumento de la competencia entre las distintas comunidades y grupos religiosos con el objeto de obtener representación en el parlamento. Mientras Mauricio avanzaba hacia la independencia al final del reinado colonial, la religión se politizaba cada vez más. Así, la representación basada en identidades étnicas, religiosas o comunitarias quedó consagrada en la Constitución y en el sistema electoral. Este artículo sostiene que la religión politizada en Mauricio conlleva una significativa dimensión de género porque ha ocasionado la marginalización de género y de las mujeres en las instituciones políticas y en el Parlamento, al mismo tiempo que ha debilitado al Movimiento de Mujeres. Las mujeres, poniendo en juego sus múltiples identidades e identificándose con los conflictos de la religión politizada, se han dividido en distintos grupos sectarios. Palabras clave: género, religión politizada, comunalismo, política, Mauricio This paper looks at the gender dimension of politicized religion in Mauritius. Mauritius has a plural society with strongly entrenched divisions. The Mauritian population is entirely composed of migrants, mainly from France, the African continent, India and China. Due to the fear of Hindu domination, the population was divided on the issue of independence and 44% of the people voted against independence of the country. The fear of Hindu domination in an independent Mauritius led to growing competition between the different communities and religious groups for representation in parliament. As Mauritius moved towards independence and the end of colonial rule, religion became increasingly politicized. Representation on ethnic, religious or communal grounds was then enshrined in the constitution and electoral system. The paper argues that politicized religion in Mauritius carries a significant gender dimension as it has led to the marginalisation of gender and women’s representation in political institutions and parliament. Moreover, politicized religion has also weakened the women’s movement as women’s multiple identities and their identification with these different identities conflict with their political activism, thereby dividing women into different sectarian groups. Key words: gender, politicized religion, communalism, politics, Mauritius Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 194-208 196 Ramola Ramtohul Introducción La relación entre género y religión ha generado muchas controversias entre los académicos y los actores públicos. Uno de los interrogantes en disputa ha sido si la religión es “buena” o “mala” para el estatus de las mujeres en la sociedad. La religión como institución ha sido criticada, especialmente por las feministas, como una fuente de opresión de las mujeres. Éstas fueron objeto de discriminación en instituciones y órganos religiosos cuyo liderazgo ha sido históricamente masculino. De hecho, las principales religiones del mundo son reconocidas como patriarcales3. En sociedades patriarcales o dominadas por los hombres, el rol de las mujeres en los dominios seculares o sagrados también ha sido insignificante. Es más, en esas sociedades las deidades supremas fueron definidas en términos exclusivamente masculinos (Sanday, 1981:6)4. Aún así, las mujeres estuvieron comprometidas en el trabajo religioso apoyando a las Iglesias e instituciones religiosas. Recién en los últimos años, las instituciones religiosas empezaron a abrirse a la presencia de las mujeres en las instancias de toma de decisiones. La religión se vuelve politizada cuando se la utiliza como base para hacer reclamos a los poderes políticos y/o económicos. Inclusive, el recurso a la religión resulta atractivo a las elites políticas en tanto se establece como una fuerza legitimadora en contextos de debilitamiento y fracaso del Estado, y aparece como una oposición a la dominación “imperial” global, especialmente en términos de manifestaciones culturales, políticas, económicas y militares (Casanova & Philips, 2009: 4). Se considera que el colonialismo ha tenido un rol significativo en el desarrollo de la 3 Esto incluye al cristianismo, hinduismo, islam, confucianismo, judaísmo, taoísmo y budismo. 4 Citado en Young (1987: 6). Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 194-208 Género y religion politizada en Mauricio 197 religión politizada (Van der Veer, 1993). Sin embargo, los movimientos religiosos politizados son abiertamente antagónicos al activismo feminista (Jeffery, 2001: 467) ya que movilizan adherentes y consiguen un apoyo de lealtades basadas en el recurso a una naturaleza primordial que indica que el lenguaje, la cultura y la religión de las personas están en sus genes o su estructura biológica. Las mujeres también se han movilizado en los movimientos religiosos politizados, frecuentemente como madres y miembros de comunidades religiosas. Así, la religión politizada es considerada como divisora del movimiento de las mujeres, provocando limitaciones en las identificaciones y lealtades de las mujeres con la causa de género (Jeffery, 2001). Por ello, desde la perspectiva de los derechos de las mujeres a la igualdad, autonomía e integridad corporal, los riesgos continúan siendo altos cuando consideramos las formas en que la religión y la política coexisten. Desde este enfoque en el presente artículo se analizará la dimensión de género de la religión politizada en la Isla de Mauricio, ubicada en el océano Índico. 1. La religión en Mauricio Mauricio es una pequeña isla de 1865 km2, ubicada en el suroeste del océano Índico, con una población de aproximadamente 1.300.000 de habitantes. Esta isla estuvo deshabitada hasta el siglo XVIII y no tenía población indígena. Experimentó sucesivas olas de colonización: portuguesa, holandesa, francesa y, finalmente, británica. Mauricio suele ser caracterizada como una nación “arco iris” ya que es frágil y ostenta una semblanza de unidad en su diversidad. Se estima que su población está compuesta por seis “comunidades étnicas”: hindúes (40%), criollos africanos o mestizos africanodescendientes (18%), musulmanes (17%), tamiles (7%), sinomauricianos (3%) y franco-mauricianos (2%) (Eriksen, 1991). En Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 194-208 198 Ramola Ramtohul relación con la religión, Mauricio tiene mayoritariamente población Hindú (48,5%), seguidas de católicos romanos (26,3%), musulmanes (17.3%) y otros cristianos (6,4%). También hay algunos pequeños grupos religiosos de budistas y bahai, entre otros. Por su parte, los hindúes están además divididos por clase, lengua y linaje de castas5. Mauricio también se caracteriza por su diversidad lingüística, siendo el inglés la lengua del gobierno, la administración y la educación, mientras que el francés es la lengua dominante en los medios de comunicación y las artes (Xygalatas, 2013). El creole es el dialecto local hablado por todos los mauricianos. Otras lenguas que se hablan y enseñan en el país son hindi, tamil, telegu, marathi, urdu, árabe, mandarín y hakka. Mauricio ha sido descripta como un crisol étnico y uno de los países más diversos en el mundo (Eriksen, 1994, 1998). A pesar de que la diversidad étnica, cultural, lingüística y religiosa prevalece en la Isla, los conflictos entre los distintos grupos étnicos y religiosos han sido escasos. Esto ha llevado a considerarla como un ejemplo de exitosa cohabitación múlti-étnica (Christopher, 1992). 5 Los hindúes se dividen en tres grupos: santanists, arya samajists y kabir panthis (Sutton 1997: 251). También se subdividen en cuatro grupos lingüísticos: hindi o bhojpuri, tamil, telegu y marathi. El grupo hindú, hindi o bhojpuri parlante, alcanza el 40,2% de la población total y el 76.5% de la población hindú. Los tamils son el segundo grupo más extenso, compuesto por el 13.9% de la población. Los telegus representan el 5.6% y los marathis el 4% (Hollup, 1994:299). Los hindúes bhojpuri parlantes están también divididos en cuatro castas: brahmin/babujee (castas altas), vaish (castas medias), rajput y ravived (castas bajas) (Hollup, 1994: 301). La casta con mayor población en la isla es la vaish. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 194-208 Género y religion politizada en Mauricio 199 2. La religión politizada en Mauricio Mauricio puede ser considerada como una “típica sociedad plural” que no está compuesta solamente por muchas culturas sino que también carece o ha carecido históricamente de cualquier impulso hacia la integración social y cultural (Fenton 1999: 38). El acceso de Mauricio a la independencia en 1968 fue el resultado de tres décadas de negociaciones políticas, y principalmente entre partidos políticos que representaban los intereses locales de los distintos grupos étnicos y religiosos ante las autoridades coloniales británicas. No hubo ninguna lucha por la liberación nacional como tal, y en el área principal de contienda estaba la protección de los intereses de las comunidades minoritarias y la necesidad de algún tipo de garantía para que cada comunidad estuviera representada adecuadamente en el Parlamento en un Mauricio independiente. No había consenso porque, en realidad, el 44% de la población mauriciana se opuso a la independencia. Esta oposición provino de los grupos étnicos minoritarios6 que temían por su futuro en un Mauricio independiente, con un segmento de la población mayoritariamente hindú, con probabilidades de ejercer la hegemonía política. En consecuencia, la construcción de un espíritu de nacionalismo y unidad fue fragmentada, causando múltiples efectos sobre los asuntos sociales y políticos del país. Esto es visible en la política actual de Mauricio ya que la clase, la religión y el origen étnico continúan ejerciendo una profunda influencia. Sobre este tema Benedict (1965: 43) afirma que es en el contexto político de Mauricio donde las consideraciones étnicas se vuelven más significativas, dado que los políticos apelan a ellas para obtener apoyo y legitimidad. Así, forman grupos de partidarios que están unidos por criterios culturales como el 6 Los grupos minoritarios eran los musulmanes, sino-mauricianos y la “población general” que incluía criollos, “gens de couleur” y francomauricianos. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 194-208 200 Ramola Ramtohul origen étnico, la lengua o la religión de pertenencia. En consecuencia, los políticos exacerban las divisiones existentes entre las comunidades del país. Como Estado soberano, Mauricio ha mantenido exitosamente un sistema de gobierno democrático y ha sido considerado como un modelo de democracia en África aunque las divisiones étnicas y religiosas de su población se hayan mantenido marcadas. La práctica del multiculturalismo en Mauricio aboga por la coexistencia de los grupos étnicos, religiosos y culturales, y la tolerancia mutua, manteniendo el balance en la distribución de poder entre los diferentes grupos. Según Eisenlohr (2011: 263), la gestión del pluralismo religioso es una gran preocupación pública en Mauricio, debido al miedo a que la contienda política y la lucha por el poder puedan derivar en un comunalismo religioso destructivo entre los miembros de las diferentes comunidades étnico-religiosas. La distribución del poder político entre los diferentes grupos étnicos y religiosos ha sido garantizada por la disposición constitucional de los escaños parlamentarios reservados para las comunidades minoritarias. Así también, los principales partidos políticos nominan a los candidatos a las elecciones en diferentes distritos electorales en función de su origen étnico y religioso. Aunque el multiculturalismo es uno de los aspectos fundamentales de la política en Mauricio, su comunalismo7 se defiende más durante las elecciones. El “comunalismo” es el equivalente mauriciano de la “política étnica” y es considerado como el “flagelo del Mauricio contemporáneo” (Claveyrolas 2012: 68) porque se destaca la preponderancia de la presencia de las comunidades étnicas y 7 Se cree que el término “comunalismo” es originario del reinado colonial en el siglo XIX. Se refiere al uso y a la manipulación de diferencias étnicas y/o religiosas para fines políticos antitéticos a los intereses nacionales (o coloniales) (Bates, 2000:1) Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 194-208 Género y religion politizada en Mauricio 201 religiosas en la esfera pública y en la sociedad (Eisenlohr 2006: 274). El comunalismo también denota la afiliación y la lealtad de los mauricianos: primero con su supuesta comunidad y luego con la nación. Las identidades comunales se vuelven particularmente importantes durante las elecciones, aunque también se ponen en juego en otros contextos como el matrimonio y el empleo. 3. Género, religión politizada y comunalismo. El comunalismo conlleva una dimensión de género ya que promueve un sistema de valores patriarcales, y todo aquello que es considerado correcto o incorrecto se encuentra asociado con la religión. Asimismo, el comunalismo es esencialmente político en su naturaleza y está dirigido a las “otras” comunidades. En la práctica, tiende a homogeneizar a las respectivas comunidades, incluso si esta homogeneización es absolutamente superficial y temporaria, y sólo pertinente durante las elecciones. Las tendencias comunales que defienden y salvaguardan prácticas religiosas junto con malas prácticas y prerrogativas religiosas y los derechos de las comunidades contra las amenazas de las comunidades “rivales”, también generan que las comunidades se tornen más “cerradas” al cambio del statu quo. Este estado de cosas afecta significativamente a las mujeres ya que fueron muy a menudo explotadas y oprimidas por los decretos y prácticas de la mayoría de las religiones. Las investigaciones han demostrado que cuando la religión y la política se entrelazan, las mujeres y sus derechos a la igualdad, autonomía y autonomía corporal resultan amenazados (Razaavi & Jenichen 2010). Las sociedades multiétnicas y plurales se caracterizan por tener conflictos y divisiones que amenazan los derechos de las mujeres; como también afectan a la movilización y al activismo político de las mujeres y por tanto, en esta configuración multicultural, las Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 194-208 202 Ramola Ramtohul mujeres son marcadamente más oprimidas. Al proveer autonomía cultural, la política del multiculturalismo permite a los grupos étnicos/culturales perpetuar su cultura y su sistema de valores que, por lo general, tratan a las mujeres como subordinadas a los varones. Además, los valores étnicos particulares, normas y atributos grupales separan a las mujeres de las diferentes comunidades afectando negativamente su movilización. La sociedad mauriciana también encarna una fuerte cultura patriarcal que promueve las “respectivas feminidades” entre las mujeres de las comunidades, desalentando su participación en la arena pública de la política y los movimientos sociales. Por ello, son importantes movimientos sociales y feministas más fuertes para contrarrestar la influencia del fundamentalismo y el esencialismo entre los grupos religiosos que discriminan a las mujeres. El comunalismo caracteriza notoriamente a la política mauriciana y, durante las elecciones, la identidad comunal tiene prioridad sobre la identidad nacional. De los cuatro primeros ministros que Mauricio ha tenido desde la independencia, todos han sido hindúes excepto Paul Bérenger, que es francomauriciano. Su acceso a la posición de primer ministro fue producto de una cláusula del acuerdo firmado por la coalición de partidos MMM-MSM para la elección general del año 20008. Debido a su superioridad numérica, desde la independencia los hindúes han sido el grupo decisivo para determinar cuál partido político gobierna (Mukonoweshuro 1991). En un nivel más profundo, hay una conexión entre la sociedad civil y los partidos 8 El acuerdo fue entre el Movimiento Socialista Mauriciano (MSM) liderado por Sir Aneerood Jugnauth (hindú) y el Movimiento Militante Mauriciano liderado por Paul Bérenger (un franco-mauriciano) que en caso de victoria, los cinco años del período de gobierno serían compartidos entre los dos líderes. Jugnauth ejercería tres años y Berenger dos años como primer ministro. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 194-208 Género y religion politizada en Mauricio 203 políticos dado que las organizaciones socio-culturales y religiosas ejercen una influencia significativa sobre la designación de candidatos electorales. Estas asociaciones han tenido fuertes vínculos con los partidos políticos dominantes y gobernantes en Mauricio desde el comienzo de la política organizada en la década de 1950. En aquel momento, muchas organizaciones sociales y religiosas lideradas por hindúes tuvieron una relación profunda con el partido Laborista de Mauricio (MLP). Además, con el traspaso del poder político a los hindúes, el sistema de castas tomó una nueva dimensión en términos de las organizaciones socioreligiosas constituidas como grupos políticos de interés (Hollup 1994: 314). Estas organizaciones presionan al gobierno con el fin de obtener beneficios para los miembros de su comunidad, y compiten por la asignación de recursos del Estado y el clientelismo. Hollup (1994: 311) se refiere a ellas como “grupos corporativos”9. El vínculo entre los políticos y las organizaciones socioculturales adquiere mayor intensidad cuando se aproximan las elecciones generales y estas organizaciones apoyan oficialmente a un partido político. En algunas oportunidades, hacen lobby a favor o patrocinan a candidatos de su grupo lingüístico o étnico de modo que éste último pueda obtener espacio en la boleta electoral de los principales partidos políticos. Las organizaciones socio-culturales constituyen cuerpos patriarcales cuyos miembros son principalmente varones y están gobernadas por líderes religiosos varones. En una entrevista publicada en el diario Weekend, Nita Deerpalsing, una mujer integrante del partido 9 Ejemplos de estas organizaciones son: Mauritius Andra Maha Sabha (una asociación telegu); Hindu Ekta Sang (Unidad Hindú – organización vaish); Arya Samaj (hindú); Voice of Hindus; Mauritius Tamil Council (para tamils) y Sanatan Dharma Temples Federation (hindú). Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 194-208 204 Ramola Ramtohul Laborista de Mauricio (MLP) y miembro del parlamento afirmó lo siguiente en relación con las organizaciones socioculturales: “Me gustaría hacer hincapié en un hecho. Las organizaciones socioculturales están siempre lideradas por hombres, los mismos hombres. Ninguna de ellas está dirigida por mujeres quienes, sin embargo, representan el 50% de la población de Mauricio. Entonces, ¿a quién representan los portavoces de estas organizaciones más allá de sí mismos y sus propios intereses?”10 Aunque algunas organizaciones han involucrado a las mujeres en actividades de carácter asistencial11 en el pasado, no promueven su participación en roles de liderazgo y en la política partidaria y electoral a través de sus canales12. El enfoque en la representación comunal llevó a una cuidadosa consideración de las diversidades étnicas, religiosas y lingüísticas en el armado de las instituciones políticas de Mauricio. Como tal, la Constitución garantiza la representación de las comunidades minoritarias en el Parlamento por medio sistema del mejor perdedor (Best Loser System) y, los partidos políticos tienen sumo cuidado en la incorporación de miembros de los diferentes grupos étnicos con el fin de aumentar su atractivo electoral. El sistema del mejor perdedor es un legado del reinado colonial británico, es exclusivo de Mauricio y tiene como objetivo corregir cualquier 10 Entrevista Que les Mauriciens qui veulent d’un Etat séculier se fassent entendre, a déclaré Nita Deerpalsing’. Weekend (2012, 8 de Julio), traducción del francés. 11 Por ejemplo, Arya Samaj establecida en 1910, abogaba por la eliminación del sistema de castas y la educación de las niñas (Mannick, 1979). La Iglesia Católica también brindó entrenamiento doméstico como clases de cocina y habilidades de ama de casa para las mujeres afiliadas a organizaciones como Les Écoles Ménagères. 12 A pesar de la importancia de estas organizaciones socioculturales y religiosas en la contienda política de Mauricio, no existen estudios académicos sobre ellas. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 194-208 Género y religion politizada en Mauricio 205 desbalance en la representación de las diversas comunidades que pudiera resultar de la elección directa13. Sin embargo, la dimensión de género ha sido desatendida en la construcción de las instituciones políticas de la isla, dando como resultado una persistente marginalización de la presencia femenina en el Parlamento. Sobre este tema Chiroro (2005:2) señala que el único déficit democrático de Mauricio se encuentra en la falta de implementación de mecanismos que mejoren la mayor participación de las mujeres en la política. Los líderes políticos son muy cautos en el tema de la reforma política de las instituciones, especialmente el sistema electoral o la Constitución Nacional (en relación con la representación electoral). Esto se debe a que las identidades comunales fuertes aún prevalecen en el país y presionan para una representación política sobre una base comunal. Conclusiones Las especificidades del sistema político mauriciano que da lugar a la representación religiosa, étnica y de castas, no obstante tiene una grave problemática desde la dimensión de género, ya que las mujeres son marginalizadas en la competencia electoral por los diferentes grupos, principalmente representados por organizaciones de dominio masculino. Hasta ahora, las instituciones políticas del país han trabajado para garantizar la representación de los distintos grupos étnicos. Esto ha fomentado un sentimiento de justicia y equidad en términos de representación de intereses diversos, lo que permite al país 13 El sistema del mejor perdedor (Best Loser System) fue establecido como una concesión a los musulmanes, que habían solicitado listas separadas para cada una de las cuatro comunidades oficialmente reconocidas, para asegurarse el control de 11 de las 60 bancas del Parlamento, en proporción a sus números comunitarios (Srebrnik, 2002). Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 194-208 206 Ramola Ramtohul mantener la paz y la estabilidad política a pesar de la prevalencia de la fragmentación étnica en la sociedad de Mauricio. Sin embargo, se ha impedido cualquier reforma de las instituciones políticas para permitir una representación más equilibrada de género dentro el Parlamento. La religión politizada y el comunalismo han marginalizado la ciudadanía política de las mujeres, específicamente en el nivel de la presencia política, ya que se espera que las mujeres representen a las comunidades a las que pertenecen antes que a sí mismas en tanto “mujeres” y, por consecuencia, terminan siendo representadas por los líderes o miembros masculinos de sus comunidades. En este contexto, las mujeres de Mauricio se encuentran atrapadas entre las diferentes agendas de los grupos identitarios a los que pertenecen. 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Londres: Institute of Race Relations. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 194-208 Género y religion politizada en Mauricio 207 Casanova, J.& Phillips, A. (2009) A Debate on the Public Role of Religion and its Social and Gender Implications, Gender and Development Programme Paper Number 5. Geneva: UNRISD. Recuperado de http://www.unrisd.org/80256B3C005BCCF9/search/C6E7ED9E2588C1 F6C125765E004C8F66?OpenDocument Chiroro, B. (2005) Engendering Democracy Through The Ballot Box in the Mauritius 2005 Elections, EISA Occasional Paper No. 37. Sud Africa: Electoral Institute of Southern Africa. Recuperado el 06/09/2014 en http://www.content.eisa.org.za/pdf/OP37.pdf Christopher, A.J. (1992) Ethnicity, Community and the Census in Mauritius, 1830-1990. The Geographical Journal 158(1), 57-64. Claveyrolas, M. (2012) With or Without Roots: Conflicting Memories of Slavery and Indentured Labour in the Mauritian Public Space. 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Religion, Brain and Behavior 3(2), 91-102 Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 194-208 DOSSIER SOCIEDAD Y RELIGIÓN Géneros, sexualidades y religiones: relaciones, intersecciones y confrontaciones La politización de la sexualidad y los sentidos de lo religioso The politicization of sexuality and religious meanings Juan Marco Vaggione1 CONICET / Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales (CIJS), Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Córdoba. Caseros 311, 1° piso (5000), Córdoba, Argentina. [email protected] Fecha de recepción: 27/08/2014 Fecha de aceptación: 05/09/2014 El artículo reflexiona sobre distintos sentidos de lo religioso que emergen en el debate por los derechos sexuales y reproductivos en América Latina. En la búsqueda de avanzar en sus agendas, los movimientos feministas y por la diversidad sexual, confrontan la influencia de las religiones, en particular de la Iglesia Católica, y ponen en circulación distintas estrategias de intervención pública. Considerando algunas estrategias privilegiadas por estos movimientos, se plantean en particular tres tipos de políticas: de laicización del estado, de desimbricación del derecho y de pluralización de lo religioso. Estas políticas vuelven legibles matrices de sentido que permiten, en conjunto, un acercamiento a las complejas formas de articulación entre sexualidades y religiones en la política sexual contemporánea. Palabras clave: política sexual, derechos sexuales y reproductivos, feminismos, religión y sexualidad 1 Agradezco los comentarios de Eduardo R. Mattio y Gabriel A. Giorgi. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 209-226 210 Juan Marco Vaggione This paper reflects about the different meanings of the religious that emerge from the debate on sexual and reproductive rights in LatinAmerica. In seeking to advance their agendas, the feminist and sexual diversity movements confront the influence of religions, especially the Catholic Church, and put different public intervention strategies in circulation. In particular, considering some strategies privileged by these movements, three types of policies are proposed: laïcisation of the state, des-imbrication of Law and pluralization of the religious. These policies make legible matrices of meanings that allow bringing closer the complex forms of articulation among sexualities and religions in the contemporary sexual politics. Key words: sexual politics, sexual and reproductive rights, feminisms, religion and sexuality. Introducción En América Latina existe un creciente interés, tanto en las agendas políticas como académicas, por las complejas articulaciones entre lo religioso y lo sexual. Uno de los motivos que intensifica ese interés es el impacto de los movimientos feministas y de la diversidad sexual en las formas de comprender lo político2. En particular la agenda de los derechos sexuales y reproductivos (DDSSRR) inicia una etapa que lleva, en forma más o menos directa, a profundizar el debate, planteado en este dossier, sobre “las relaciones, interacciones y confrontaciones entre sexualidades y religiones”. Si bien la cara más expuesta de los DDSSRR orbita alrededor del estado o la ciudadanía, también están atravesados por la pregunta sobre el papel de lo religioso en las democracias contemporáneas. Las demandas por la educación sexual integral, el acceso universal a los anticonceptivos, el reconocimiento de las parejas del mismo sexo o la despenalización del aborto (entre otras) ponen en tensión las formas en que las 2 Es necesario aclarar que estos movimientos son heterogéneos tanto entre sí como en su interior; sin embargo para los fines de este artículo se los agrupa conforme a sus paralelismos en relación con el fenómeno de lo religioso. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 209-226 La politización de la sexualidad y los sentidos de lo religioso 211 religiones, en particular la Iglesia Católica, intervienen en las decisiones públicas. A su vez estas demandas también generan reacciones y rearticulaciones en la esfera religiosa que se plasman en la presencia de novedosos actores y argumentaciones que diversifican el impacto político de lo religioso (Vaggione, 2005; 2012) Luego de décadas de activismo, los movimientos feministas y por la diversidad sexual han logrado incorporar sus agendas en los debates públicos de los países de la región (aunque con dispares resultados). Uno de los principales propósitos de estos movimientos es desnaturalizar una matriz heteropatriarcal que, fuertemente anudada a lo religioso, estratifica de forma desigual los cuerpos, deseos y prácticas. Replantear las formas en que el derecho se usa para normalizar conductas articula, entre otras cuestiones, una construcción de sentidos y saberes respecto de los entrecruzamientos entre sexualidades y religiones3. Precisamente el propósito de este artículo es indagar algunos de los sentidos sobre lo religioso que se vuelven legibles en esta nueva etapa de la política sexual. Al correr los límites de lo público (desmantelando el corset de lo privado), estos movimientos inscriben una construcción política que, aunque diversa, tiene como uno de sus componentes la rearticulación entre sexualidad y religión. En particular, el artículo propone tres tipos de políticas que, surgidas de los debates por la legitimidad de los DDSSRR, permiten reflexionar sobre distintas vinculaciones entre lo religioso y lo sexual: políticas de laicización del estado, políticas de desimbricación del derecho y políticas de pluralización de lo religioso. No se busca producir ni profundizar las estrategias y acciones de los movimientos feministas y por la diversidad sexual, 3 Se utiliza la noción de saberes para referirse a la necesidad de trascender, al menos en el campo de los estudios sobre la sexualidad, la dicotomización entre activismo y academia. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 209-226 212 Juan Marco Vaggione sino tomar como ejemplos algunas de ellas para proponer una tipología que capture sentidos alternativos (no necesariamente excluyentes) sobre lo religioso como dimensión de la política sexual. Estas tres políticas permiten identificar distintas matrices (más o menos explícitas) sobre lo religioso que se vuelven legibles en las prácticas y discursos de los movimientos feministas y por la diversidad sexual. 1. La (nueva) política sexual y la Iglesia Católica El control sobre los cuerpos y las poblaciones, que se plasma en la estratificación desigual del orden sexual, es una manifestación del poder que permea las sociedades contemporáneas (Foucault, 1995 [1976]). Las religiones han sido y continúan siendo, al menos en occidente, un aspecto de ese poder ya que (entre otras cuestiones) naturalizan una matriz heteropatriarcal que estratifica cuerpos y deseos. Esta matriz, que anuda la sexualidad al matrimonio reproductivo y monogámico, también impacta en la construcción del derecho (secular) legitimando ciertas prácticas e identidades a la vez que margina o incluso criminaliza otras. Si bien la modernidad modificó de distintas maneras el poder religioso, éste sigue permeando las formas contemporáneas en que se regula la sexualidad y la reproducción. Este dispositivo de poder, en general invisibilizado bajo registros discursivos de corte biológico, moral o sagrado, se ha vuelto objeto de diversas críticas y replanteos. Precisamente uno de los principales logros de los movimientos feministas y por la diversidad sexual es el haber vuelto visible (haber politizado) las principales normas y jerarquías que estructuran (y construyen) el orden sexual contemporáneo. La crítica de estos movimientos a las posturas esencialistas y trascendentes sobre la sexualidad –que Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 209-226 La politización de la sexualidad y los sentidos de lo religioso 213 caracterizan, entre otros, a los relatos religiosos— es una operación necesaria para desentrañar los complejos amalgamientos del poder en el orden sexual. Debatir la regulación legal de la sexualidad implica, entonces, interrumpir los aspectos trascendentes que suelen caracterizar los regímenes de opresión sobre el cuerpo y las poblaciones (Fassin, 2010). La política sexual basada en los DDSSRR apunta, entonces, a un replanteo de las normas tanto seculares como religiosas que estructuran el orden sexual. El derecho se convierte en un campo político que permite observar, entre otras cuestiones, las distintas formas en que el orden sexual contemporáneo está matrizado por el poder religioso de maneras no siempre evidentes. El debate por los DDSSRR es (aunque a veces se postergue este aspecto) un momento político que vuelve legible, y por ende criticable, sistemas de opresión naturalizados e invisibilizados. Estos derechos no sólo resisten el carácter punitivo y policial del estado sino que también buscan (al menos eso deberían) confrontar y desmontar al patriarcado y la heteronormatividad como regímenes culturales sostenidos desde una compleja amalgama entre el poder religioso y el poder político. Es por ello que el impacto de los movimientos feministas y por la diversidad sexual inauguran una política alternativa y, de maneras más o menos explícitas, una construcción sobre lo religioso y sus múltiples sentidos con relación al orden sexual. En América Latina la influencia pública de la Iglesia Católica es el factor determinante en la construcción y sostenimiento del heteropatriarcado como régimen de poder. La influencia de su jerarquía vertebra las normas culturales, morales y legales que estratifican (y construyen) la sexualidad. Las distintas ramas del derecho (sobre todo el derecho civil y el derecho penal) suelen reflejar la defensa de una concepción de la sexualidad basada (y protegida) por los dictados de esta institución religiosa. Si bien ha sido un proceso sinuoso y con rupturas (por ejemplo el Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 209-226 214 Juan Marco Vaggione reconocimiento del divorcio vincular en la mayoría de los países), la jerarquía católica continúa siendo el principal actor en la región que defiende de manera pública una regulación de la sexualidad anudada a sus potencialidades reproductivas. Esta defensa no se limita a su comunidad de creyentes sino que, por el contrario, nunca dejó de estar orientada hacia el estado y el sistema legal. Lejos de replegarse, el impacto de los movimientos feministas y por la diversidad sexual ha llevado a la Iglesia a reforzar su papel de guardián moral de la sexualidad sobre los creyentes y ciudadanos, reaccionando a los debates y productos críticos, según la encíclica Evangelium Vitae, ante “una mentalidad anticonceptiva” que amenaza la “cultura de la vida” (Juan Pablo II, 1995). Esta maquinaria político-religiosa instrumentada desde el Vaticano y articulada en los distintos países, constituye un obstáculo central para los movimientos feministas y por la diversidad sexual. Avanzar en el logro de sus demandas requiere enfrentar la influencia política y cultural de la jerarquía católica para permitir la vigencia de los DDSSRR en la región. Estos movimientos ponen en circulación estrategias y saberes para visibilizar y desmontar los solapamientos entre poder religioso y poder político que caracterizan la regulación legal y las políticas públicas sobre la familia, la sexualidad o el parentesco. El accionar público de estos movimientos va acompañado de distintas declaraciones, campañas y análisis, con el propósito de confrontar con la influencia religiosa en la política contemporánea. Proponen, en particular, tres tipos de estrategias que inscriben sentidos políticos alternativos, aunque vinculados, de lo religioso con el orden sexual. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 209-226 La politización de la sexualidad y los sentidos de lo religioso 215 2. Políticas de laicización del estado Si bien los países de la región tienen distintos recorridos institucionales, una característica general es la insuficiente autonomía y separación entre el estado y la iglesia católica que se manifiesta en la existencia de privilegios institucionales, materiales y simbólicos4. El reconocimiento de un estatus legal diferente, el sostenimiento económico por medio de subsidios y sueldos, la celebración de Tedeums o la permanencia de capellanías militares son algunos ejemplos de la insuficiente distinción entre estado e iglesia. Pero incluso en aquellos países con mayor separación institucional, con un régimen constitucional que garantiza la autonomía estatal, los gobernantes y políticos suelen responder a los mandatos y presiones de la jerarquía católica. Por ejemplo, no es extraño que la jerarquía católica tenga un poder de veto informal sobre las decisiones gubernamentales e inclusive sea un factor relevante en los procesos eleccionarios. Más allá de las creencias individuales de los políticos (que tiene un rol significativo en esta dependencia) los problemas de gobernabilidad que suelen caracterizar a la región intensifican la vulnerabilidad del poder político frente al poder religioso. Esta insuficiente separación en las dinámicas políticas se manifiesta con particular virulencia cuando se discuten las formas de regular la sexualidad y la reproducción. Si bien los distintos países tienen sus propias peculiaridades, la defensa de un orden sexual reproductivo y matrimonial suele ser el valor de cambio para alianzas y acuerdos entre la clase política y la jerarquía católica. Aunque es una dinámica que se asocia a los sectores “conservadores” de la dirigencia política, también se presenta 4 La insuficiente separación entre estado e iglesia en la región es uno de los aspectos más señalados en los distintos debates académicos desde abordajes sociológicos, politológicos y legales. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 209-226 216 Juan Marco Vaggione dentro del ala “progresista”5. Estos acuerdos suelen ser un obstáculo para que la agenda de los DDSSRR ingrese al debate parlamentario, pero incluso cuando este ingreso se produce la Iglesia Católica refuerza sus estrategias con el fin de evitar el reconocimiento de estos derechos. Esta influencia se canaliza de diversas maneras tales como la amenaza de excomunión, la llamada y la influencia personal sobre los gobernantes y legisladores o las declaraciones oficiales de la Iglesia. También la Iglesia ha intensificado el uso del espacio público por medio de la marcada presencia de su jerarquía en los medios de comunicación de masa (prensa escrita, programas de televisión y radiales) o la organización de manifestaciones callejeras en defensa del statusquo (Sgró Ruata, 2014). Al margen del efecto concreto de estas intervenciones, las mismas sirven como ejemplos de la prioridad política que tiene para la jerarquía impactar sobre las regulaciones estatales vinculadas a la sexualidad y la reproducción. No es sorprendente que la autonomía y separación entre el poder político y el poder religioso se vuelva una de las principales construcciones de sentidos circulados por los movimientos feministas y por la diversidad sexual. En particular, la defensa de la laicidad adquirió centralidad en los estudios y campañas desplegadas desde estos movimientos. Si bien la laicidad es un concepto multívoco respecto del cual se conjugan definiciones divergentes que exceden el propósito del artículo (incluso la Iglesia Católica defiende una “sana laicidad”), circula como un significante privilegiado para confrontar la influencia política de la 5 Existen diversos ejemplos en la región en este sentido pero en el nivel del impacto sobre el derecho pueden señalarse las acciones de tres presidentes de la región que dificultaron el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo influenciados –de formas diferentes— por la jerarquía católica (Tabaré Vasquez en Uruguay, Rafael Correa en Ecuador y Rafael Ortega en Nicaragua) Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 209-226 La politización de la sexualidad y los sentidos de lo religioso 217 iglesia. En los distintos países, los sectores que promueven los DDSSRR denuncian la insuficiente laicidad como el principal obstáculo para avanzar en la reforma legal y/o en la implementación de políticas públicas. Es común en los países de la región que sectores de los movimientos feministas y por la diversidad sexual integren (o incluso generen) campañas nacionales y/o regionales con el propósito de promover la laicidad6. Esta promoción va desde la denuncia de la incompleta separación entre estado e iglesia a la demanda por incluir la protección de la laicidad en los textos constitucionales7. A esto se agrega el creciente número de artículos y libros que abordan distintas aristas de los vínculos entre laicidad y sexualidad8. Estas campañas, proyectos de reformas y publicaciones surgen de diversas articulaciones entre estos movimientos con otros sectores socio-políticos también preocupados por la laicidad como horizonte democrático. La laicidad, en tanto proyecto inconcluso de separación y autonomía constituye un primer umbral de significaciones sobre lo religioso por parte de los movimientos feministas y por la diversidad sexual. Aunque como marco de inteligibilidad no es novedosa, los movimientos la reinscriben como una dimensión constitutiva de la (nueva) política sexual. El impacto de estos 6 Como ejemplos regionales se puede mencionar la Campaña por el Estado Laico, impulsada desde el feminismo, o la Red Iberoamericana de Libertades Laicas integrada por diversos sectores. En ambos casos el reconocimiento de los DDSSRR ocupa un lugar central. 7 Un caso exitoso en esta dirección es el mexicano, por la reforma de la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos para incluir en forma expresa la voluntad del pueblo mexicano de constituirse en una república laica (artículo 40). 8 Existen numerosos abordajes en este sentido, cuyo análisis excede el propósito de este artículo. El sitio web Libertades Laicas presenta un mapeo de los principales artículos al respecto (Libertades Laicas, 2014). Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 209-226 218 Juan Marco Vaggione movimientos se plasma, entre otras cuestiones, en la fuerte gravitación (académica y política) que la sexualidad ha adquirido en los debates sobre la laicidad. No sólo los estudios y políticas sobre la sexualidad han incorporado y enriquecido estos debates, sino que también los análisis y campañas políticas preocupadas por la laicidad han priorizado a la sexualidad como dimensión y foco político. Los DDSSRR se convierten, así, en un indicador relevante para evaluar (tanto analítica como políticamente) el grado de laicidad alcanzado en los distintos países de la región. 3. Políticas de des-imbricación del derecho Si bien la defensa de la laicidad es la cara más visible de la (nueva) política sexual, los movimientos feministas y por la diversidad sexual también ponen en tensión, de otras maneras, el influjo religioso en la regulación legal. La distinción entre derecho y religión es una característica determinante de los sistemas legales en occidente. La secularización ha implicado, entre otras cuestiones, que el fundamento último del derecho no descanse sobre un principio trascendente como es la ley divina sino en otros de tipo inmanente (voluntad popular, la historia o la razón) (Ferrari, 2004). Sin embargo, este proceso tiene un recorrido complejo respecto de la sexualidad ya que las instituciones religiosas, en particular la Iglesia Católica, tiene una influencia sobre la cultura y los mapas éticos, que trasciende el trazado mismo entre lo religioso y lo secular (Connolly, 1999). Las leyes que regulan la sexualidad, la familia o el parentesco están imbricadas, de formas diversas, en las tradiciones religiosas. Este término permite captar la forma en que las construcciones seculares y religiosas se solapan en la sanción de las principales normas legales que regulan la sexualidad. El derecho se monta Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 209-226 La politización de la sexualidad y los sentidos de lo religioso 219 sobre las influencias religiosas produciendo, en algunas oportunidades, que lo presentado como secularización sea (también) un proceso de borramiento e invisibilización del sustrato religioso. Como lo afirman Jakobsen y Pellegrini (2003), en relación con los Estados Unidos, el control religioso de la sexualidad muchas veces pasa como secular mediante un fenómeno que denominan “cristo-normatividad”. De este modo, el derecho secular no refleja (necesariamente) una ruptura con la tradición y herencia religiosa sino que, por el contrario, en muchas circunstancias implica una reinscripción que enmascara e invisibiliza esta misma herencia. Aunque suene paradójico, la separación entre estado e iglesia, o entre religión y política, es compatible con un derecho montado sobre lo religioso. Cuando los movimientos feministas y por la diversidad sexual politizan la sexualidad, se desnaturalizan los sentidos instituidos (tanto en el derecho como fuera de él) y en este proceso también pueden revisarse los sentidos religiosos anudados al derecho secular. La agenda por los DDSSRR, al buscar una regulación más amplia y diversa del orden sexual, permite re-pensar críticamente las influencias religiosas en el derecho, en particular politizar (ciertas) genealogías que anudan el derecho (secular) con lo religioso. Un ejemplo en esta dirección lo constituye el debate sobre el matrimonio para las parejas del mismo sexo. El accionar del movimiento por la diversidad sexual al criticar la heteronormatividad de la institución matrimonial (el requisito de la “complementariedad de los sexos”) pone en evidencia las formas en que el derecho secular se imbrica con la doctrina católica. La heterosexualidad como requisito funcionó por décadas como un componente secular de la institución matrimonial hasta que los movimientos por la diversidad sexual abrieron un espacio político, que es también ético y legal, para pensar el matrimonio para las parejas del mismo sexo. Esta apertura también implica la posibilidad de que el requisito de la Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 209-226 220 Juan Marco Vaggione heterosexualidad – un requisito naturalizado hasta el siglo XXI9 – pueda ser politizado y catalogado como resabio religioso. La (nueva) política sexual permite redistribuir la herencia religiosa ya que aquello que estaba legitimado como tradición secular (heterosexualidad en el matrimonio) se reinscribe como parte de la influencia religiosa, en particular la católica10. Los movimientos feministas y por la diversidad sexual generan, en algunas circunstancias, un marco de inteligibilidad que complejiza los sentidos asignados a la relación entre el derecho (secular) y lo religioso. Además de politizar la insuficiente separación institucional entre estado e iglesia, también ponen en evidencia la compleja imbricación entre lo religioso y lo secular cuando se consideran las formas en que el derecho regula la sexualidad y la reproducción. Qué se considera religioso o secular también depende de distintos contextos y temporalidades; la (nueva) política sexual replantea estas fronteras y permite visibilizar aspectos de la herencia religiosa otrora naturalizados como parte del derecho secular. Por ello, más que políticas de la secularización, en tanto retirada de las influencias religiosas del derecho, podría pensarse como un proceso de desimbricación por el cual se reinscriben las propias fronteras entre lo religioso y lo secular. 9 El primer país en permitir el matrimonio a las parejas del mismo sexo fueron los Países Bajos en el año 2001. 10 Por supuesto que también es un momento en el que las fronteras religiososecular se vuelven a inscribir generando, potencialmente, nuevas imbricaciones. Piénsese en la institución matrimonial en sí misma que durante las reformas por el matrimonio para parejas del mismo sexo se la reinscribe como central para el derecho de familia. Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 209-226 La politización de la sexualidad y los sentidos de lo religioso 221 4. Políticas de pluralización de lo religioso Las políticas de laicización y de desimbricación se basan en una construcción de sentidos en la que lo religioso es percibido como antitético de la libertad y la diversidad sexual. En ambos casos la influencia de las religiones, en particular del catolicismo, en la política o en el derecho, se descifra como una barrera para los DDSSRR. Sin embargo, como lo señala un número importante de estudios, las religiones tienen posturas dispares respecto de la sexualidad y la reproducción y parte de esta disparidad obedece al impacto de los mismos movimientos feministas y por la diversidad sexual (Vaggione, 2011). Si bien estos movimientos suelen caracterizarse por una agenda fuertemente secular (incluso en algunos casos anti-religiosa) sus críticas al heteropatriarcado también impactan en las instituciones, actores y discursos religiosos. Algunas instituciones religiosas han comenzado a revisar (y en ciertos casos a rectificar) su postura hacia las mujeres y/o las personas gays o lesbianas permitiendo, por ejemplo, que accedan a cargos o puestos de liderazgo. También se han dado cambios relevantes en la doctrina religiosa de distintas tradiciones superando normas y estereotipos misóginos y/o homofóbicos. Otro fenómeno relevante en este sentido es el crecimiento de teologías feministas y/o LGBT no sólo en el interior de aquellas tradiciones religiosas que han flexibilizado sus posturas sino inclusive como espacios de resistencia en aquellas que lideran la defensa de un orden sexual restrictivo11. Precisamente la tercera estrategia de los movimientos feministas y por la diversidad sexual incluye un sentido amplio y plural de lo religioso. Uno de los desafíos para estos movimientos 11 La bibliografía sobre estos impactos es extensa y su análisis excede el propósito y extensión de este artículo. Parte de ella se encuentra relevada en Vaggione (2011). Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 209-226 222 Juan Marco Vaggione es cómo propulsar la agenda de cambio cultural y legal en un contexto donde las creencias religiosas siguen siendo un clivaje relevante en las formas de identificación de la población. Esta situación, que contradice los principales postulados de la teoría de la secularización, complica no sólo la búsqueda de apoyos en la sociedad política sino también la necesaria legitimidad de los DDSSRR por parte de la sociedad. Sin desconocer la existencia de otras alternativas (la cultura laica o la privatización de las creencias religiosas), estos movimientos (al menos de forma parcial) han comenzado a promover el pluralismo religioso como una estrategia que permite armonizar la demanda por los DDSSRR con distintos tipos de creencias. Es una construcción de la subjetividad política que, en vez de expulsar lo religioso, lo reinscribe como plural dentro de la (nueva) política sexual. En otros contextos, particularmente el estadounidense, no es novedoso afirmar que lo religioso ocupa un lugar destacado en la lucha por desmontar un régimen heteropatriarcal. Grupos religiosos y sectores de los movimientos sociales llevan décadas amalgamando un posicionamiento compartido tanto en la agenda de derechos como en el interior de las tradiciones religiosas. En América Latina esta situación es menos frecuente aunque un ejemplo destacado de las últimas dos décadas son las organizaciones Católicas por el Derecho a Decidir (CDD) en distintos países de la región. Estas organizaciones se movilizan (en el interior de la Iglesia Católica pero también como parte de la sociedad civil) a favor de la legalización del aborto desde una auto-identificación como mujeres católicas (Vassallo, Soares Jurkewicz & Lozano, 2013). Interrumpen una construcción de sentido (común) que considera al catolicismo como innegociable con una posición favorable al aborto en tanto opción ética o legal. Por medio de relecturas de la tradición católica, de la argumentación teológica y de nuevas construcciones éticas, las CDDs se movilizan por resquebrajar la construcción del aborto Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 209-226 La politización de la sexualidad y los sentidos de lo religioso 223 como pecado y como crimen. Esta articulación de un mensaje feminista con una de las tradiciones religiosas más resistentes a la (nueva) política sexual interpela a los y las creyentes (en tanto ciudadanos y/o políticos) abriendo un marco ético favorable a la legalización del aborto desde la propia identificación religiosa12. Esta construcción de sentido sobre lo religioso permite que ciudadanos y políticos acompañen la demanda por la reforma legal sin marginar necesariamente sus sistemas de creencias. De algún modo, este desplazamiento acompaña las reflexiones críticas que, desde la teoría, se hacen al secularismo como ideología de la modernidad que esencializa (y de algún modo distorsiona) la complejidad de lo religioso en las sociedades contemporáneas (Connolly, 1999). Conclusiones Al politizar la sexualidad, los movimientos feministas y por la diversidad sexual vuelven legibles distintas formas en que la religión, en particular la Iglesia Católica, matrizan el estado, el derecho y la cultura. Pero también ponen en circulación sentidos de lo religioso que trazan distintas articulaciones con el orden sexual. Uno de estos sentidos enlaza la demanda por la laicidad, de larga trayectoria en la región, enfocando la sexualidad y el cuerpo como aspectos relevantes de la política contemporánea. Así los debates sobre la laicidad encuentran en el deseo, el cuerpo y la intimidad nuevos umbrales que tensionan conceptos como separación, autonomía o la concepción misma de la esfera de lo privado en las democracias contemporáneas. 12 Esta estrategia de pluralización también se instrumentó durante el debate por el matrimonio igualitario en la Argentina (Jones y Vaggione, 2012). Sociedad y Religion Nº42, Vol XXIV (2014), pp. 209-226 224 Juan Marco Vaggione Las políticas de la desimbricación del derecho, por su parte, proponen un marco de inteligibilidad que desestabiliza las propias fronteras entre lo religioso y lo secular. La “nueva” política sexual no sólo discute el poder del estado para regular la sexualidad sino que también tensiona los solapamientos, integraciones y fusiones entre el derecho secular y la doctrina religiosa. Finalmente, la política de pluralización evidencia una reapropiación de lo religioso en términos favorables a la libertad y diversidad sexual. Los movimientos feministas y por la diversidad sexual interrumpen la reducción de lo religioso a lo conservador, publicitando actores y discursos religiosos favorables a demandas como la legalización del aborto o el matrimonio para parejas del mismo sexo. Los movimientos han reconfigurado, de formas diversas, la comprensión de lo político y, como propone este artículo, también están impactando en los sentidos asociados a lo religioso como una parte fundante de esta comprensión. En ello se juegan marcos de legibilidad desde los cuales se hace posible comprender, al menos en parte, las formas complejas de articulación entre lo religioso y el orden sexual que definen sentidos clave de lo democrático en el presente. Referencias Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (2014). Libertadades Laicas (2014). Artículos-Derechos Sexuales y Reproductivos. 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