LA DEMOCRACIA ACUARTELADA - Instituto de Altos Estudios de

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MUNDO NUEVO. Caracas, Venezuela
Año VI. N° 15. 2014, pp. 153-182
Alejandro Gámez Morales
Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales [email protected]
VENEZUELA SIGLO XXI:
LA DEMOCRACIA ACUARTELADA
Resumen: En el presente artículo se estudian el pretorianismo y el militarismo y se comparan para determinar cuál se aplica mejor a la realidad
venezolana contemporánea. También se analizan diferentes modelos de
democracia y las amenazas que sobre ella se ciernen en los albores del siglo XXI. El pretorianismo se identifica como la ideología justificadora de
la participación de la fuerza armada en la política nacional. Finalmente, se
analiza la transición desde un gobierno militar a una democracia dirigida
por civiles.
Palabras clave: democracia, Venezuela, pretorianismo, militarismo,
transición.
Venezuela in the XXI century:
the quartered democracy
Abstract: Praetorianism and militarism are studied and compared in this
article to determine which one describes the Venezuelan current situation.
Different models of democracy, as well as threats to democracy at the
dawn of the XXI century, are also analyzed. Praetorianism is identified
as the ideology justifying the participation of the Armed Forces in Venezuelan politics. Lastly, the transition from a military government to a
democracy handled by civilians is also analyzed in the article.
Keywords: Democracy, Venezuela, Praetorianism, Militarism, Transition.
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El texto no admite pre-texto.
Carlos Fuentes. L a voluntad y la fortuna
1. Introducción
El título del presente artículo no alude a lo que Harold Lasswell
denominó como Estado Guarnición o Estado Cuartel –expresión de militarismo–. El acuartelamiento al que alude el título
trata de identificar o desarrollar la idea de que la democracia
no solo puede ser amenazada por una conducta del sector militar tendiente al militarismo, sino que también el pretorianismo
puede debilitar el sistema democrático de una sociedad determinada. En el ensayo se habla de democracia sana. Definimos
de esa manera a la democracia que independientemente del calificativo que se le coloque (participativa, representativa, integral, etc.) respeta los elementos definitorios de este sistema de
gobierno: separación de poderes, alternancia en el poder, libertad de expresión, elecciones limpias, rendición de cuentas.
Identificamos algunas de las amenazas que se ciernen sobre el sistema democrático venezolano y las raíces ideológicas de este proceso. Catalogamos el pretorianismo como la ideología que mueve
a la fuerza armada venezolana, y se hace una diferenciación entre
los conceptos de pretorianismo y militarismo. Las señales de que
un sistema político está siendo acuartelado y las justificaciones del
sector armado para entrar a la arena política también son objeto de
estudio. Paralelo a ello, se señalan los posibles pasos para la transición de una democracia acuartelada a una democracia real y cómo
hacer que los militares venezolanos vuelvan a sus cuarteles con el
menor trauma posible para la sociedad.
El poeta Fernando Paz Castillo en su poema El camino escribía: “¡Ah!, si el camino se atreviera a saltar/ sobre el barranco,
/ en la punta de enfrente le nacería otro pueblo”. Este poema
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es pertinente para preguntarse si la sociedad venezolana está
dispuesta a dar los pasos necesarios para ejercer un verdadero
control sobre el estamento militar y colocar al pretorianismo
como un recuerdo del pasado.
1.1.La democracia acuartelada: en busca de los orígenes
Con el fin de la Guerra Fría y durante los “felices noventas”
–para utilizar el título de uno de los libros de Joseph Stiglitz– se
proclamó el triunfo de Occidente y del liberalismo como forma
de organización social, política y económica. El siglo XXI y los
hechos en él acontecidos muestran que los fuegos artificiales
y lo que estos discursos trajeron consigo fueron, en el mejor
de los casos, los buenos deseos de unos cuantos y el discurso
ideológico u optimista de otros tantos. En este contexto, Samuel
Huntington nos habló de una nueva ola democratizadora. Miguel Ángel Martínez Meucci sostiene que:
El fin de la guerra fría repercutió en América Latina de forma
tan importante como en el resto del mundo. La ola de democratización y liberalización de los años 90 se saldó con la casi
desaparición de las dictaduras militares y los movimientos
subversivos1.
Si bien no se puede negar que los efectos señalados por Martínez Meucci son reales, las nuevas circunstancias políticas se
encontraron con débiles instituciones que no respondieron a las
expectativas generadas en la población, lo que dejó las puertas
abiertas, en primer caso, a la anti-política, que trajo como efecto en la región –y particularmente en Venezuela– la llegada al
poder por vías democráticas de movimientos que no creen en
ella y la utilizan para crear sistemas formalmente democráticos
negadores de la misma.
1
Miguel A. Martínez Meucci, “Liberalismo y democracia en la América
Latina de hoy. Visiones en conflicto”, en Memoria de la I° semana Latinoamericana y caribeña en la Simón, 18 al 24 de octubre de 2010, Caracas, Instituto de Altos Estudios de América Latina, Universidad Simón
Bolívar, 2010, p. 96.
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Cae el muro de Berlín y la Unión Soviética llega a su fin, nuevas
naciones se unen a la nómina de países que proclaman la democracia como forma de gobierno, incluso las que formalmente
nunca se consideraron dictaduras. La visión socialista de organización social y buena parte de la izquierda política que sustentaba la primera sufren un fuerte descalabro y se desprestigian;
consecuencia de ello, se retiran a los centros de pensamiento
para de esta manera tratar de replantearse. Con la llegada del
nuevo milenio se observa una mutación en las amenazas al sistema democrático; con ello, nuevas formas de negación de la
misma han nacido. Este fenómeno político proclama su apego a
las fórmulas democráticas y de ellas se vale para darse el necesario baño de legitimidad producto de los procesos electorales.
Al respecto, Luis Alberto Buttó escribe:
Los clásicos gobiernos autoritarios de represión dura han pasado a segundo plano y se han entronizado regímenes autoritarios nacidos en y bajo la formalidad de la democracia,
duchos en apelar a métodos sofisticados, sutiles, casi imperceptibles (...) los gobiernos autoritarios de factura reciente
conculcan la expresión política de sus pueblos.
(...)
Es posible, en consecuencia, que sistemas donde se permite
legalmente la participación de varios partidos, y donde estos
concurren, con o sin reservas, a asiduos comicios electorales,
el cáncer del autoritarismo se manifieste de manera embrionaria, y, posiblemente avance hasta causar metástasis en la
democracia2.
Por su parte, Domingo Irwin nos dice:
Una amenaza que me temo puede manifestarse en nuestros
lares es una novedosa versión de pretorianismo sin antecedentes efectivamente conocidos, más allá de meras aproximaciones al fenómeno específico en cuestión. La ascensión al
2
Luis Alberto Buttó, “Autoritarismo y democracia: la combinación posmoderna”, en Luis Alberto Buttó, Domingo Irwin y Frédérique Langue,
Control civil y pretorianismo en Venezuela, Caracas: Publicaciones
UCAB, 2006, p. 60 y 78.
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poder es democrática en origen, con algún antecedente público y notorio que permite al pretendido líder captar la atención
de la sociedad en su conjunto. El carácter democrático de origen debe ser incuestionable, pero no lo será en su desempeño,
o mejor dicho, lo es cada vez menos en la medida en que se
permanece en el ejercicio del poder político.
La dirección de estas novedosas versiones potencialmente autoritarias o totalitarias de gobiernos pretorianos en el inicio
del siglo XXI, se desarrollarán bajo un liderazgo mesiánico
con pretendido ropaje socializante y paternalista que esconde
formas potenciales de militarismo, como nunca antes se había
manifestado en esta parte del hemisferio occidental3.
A partir de lo arriba escrito vale la pena preguntarse: ¿Cómo puede una sociedad enfrentar estas novedosas amenazas? ¿Cómo
fortalecer las instituciones de cara a los “autoritarismos posmodernos”? ¿Qué señales pueden servir de alerta a una sociedad de
cara a este nuevo autoritarismo que se configura en el horizonte?
¿Cómo realizar un proceso de transición desde estos nuevos autoritarismos a democracias efectivamente sanas?
Irwin nos habla de “novedosas versiones de pretorianismo”.
En Venezuela el sector militar juega un papel fundamental en
la negación de la democracia desde la misma democracia. El
sector castrense desde 1999 ha tomado el poder político y ha
evolucionado desde un discurso que se podría calificar como de
centro-izquierda a discursos que proclaman el socialismo y la
“guerra” contra el capitalismo como los faros que deben guiar a
la sociedad venezolana; el sector militar venezolano siempre se
vió –y se ve– a sí mismo como los agentes más capacitados para
llevar a Venezuela a nuevos estadios de desarrollo. Al leer o
escuchar los discursos pronunciados por el alto mando militar,
previo al periodo 2002-2003, el tema ideológico –me refiero a
la toma de partido por determinada preferencia política– estaba
3
Domingo Irwin, “Comentarios de Domingo Irwin a la ponencia del Dr.
Herbert Koeneke: sobre izquierdismos y pretorianismos”, en Memoria
de la I° semana Latinoamericana y Caribeña en la Simón, 18 al 24 de
octubre de 2010, Caracas: Instituto de Altos Estudios de América Latina,
Universidad Simón Bolívar, 2010, p. 48-49.
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bastante diluido, si no ausente. El sector castrense se veía a sí
mismo alejado de las luchas ideológicas de los diferentes partidos políticos que hacían vida en Venezuela; es más, veía estas
luchas partidistas como un freno al tan anhelado desarrollo. La
toma de partido, pública y notoria, por parte de los militares y
el cambio de rol que los civiles militaristas o pretorianos creen
que estos deben jugar es uno de los signos distintivos de la Revolución Bolivariana.
Con respecto a los civiles militaristas o pretorianos, Alfredo
Peña en 1978 realizaba una entrevista a José Vicente Rangel
quien manifestaba al entrevistador lo siguiente acerca de las
entonces denominadas fuerzas armadas nacionales:
No queremos unas fuerzas armadas socialistas, ni social demócratas ni copeyanas, sino institucionales en el sentido real
del término, no en abstracto. Profesionales al servicio del país,
de la constitución, respetuosos del orden democrático, pero
que participen en el proceso político, económico y social4.
Se intuye un cambio de visión en ambos sectores del papel de la
fuerza armada, ya que el sector civil militarista-pretoriano hoy
apoya que la institución armada se denomine como “socialista”.
Lo llamativo del caso es que, mientras una parte del sector civil
alienta y desea la participación del sector militar en ámbitos que
le son privativos a los civiles, los militares ven con reservas que
ocurra el caso inverso. En una serie de artículos publicados en el
diario Notitarde y luego recogidos en el libro titulado “El ejército
y la democracia”, Amado Cornielles sostiene:
Se nota un dañoso y marcado pensamiento en la élite administrativa proclive a seguir aumentando el número de funcionarios civiles en la institución armada (...) nos inclinamos
a pensar que sería provechoso para la suerte de la patria (...)
seguir el ejemplo de países austeros que (...) aprovechan la
juventud prometedora de sus soldados para orientarlos hacia
4
Alfredo Peña, Conversaciones con José Vicente Rangel, Caracas: Editorial Ateneo, 1978, p. 130.
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el desempeño de funciones que hoy cumple en Venezuela el
personal civil en el seno de la fuerza armada 5.
En el gobierno denominado bolivariano la nueva élite militar ha
desplazado progresivamente a los civiles en puestos claves de la
administración del Estado. Sobre el particular, Giussepe de Corso escribe:
El pensamiento político-militar detrás del actual modelo económico, parece favorecer la participación directa a través de
los cuadros superiores de la fuerza armada (...) en el desarrollo económico y social nacional, por lo tanto, la fuerza
armada no solo debe dedicarse, según este planteamiento,
a las labores de seguridad y defensa, sino también colaborar directamente en la organización productiva nacional, y
servir como cantera de recursos humanos, para ocupar los
vértices de la burocracia estatal. Siguiendo esta lógica, puede
entenderse, el deseo del ejecutivo nacional de ver a la fuerza
armada como un actor fundamental en la realización de proyectos productivos (...) los militares se han convertido en el
segmento hegemónico de la tecno-burocracia6.
Por lo tanto, al menos en Venezuela, el control civil sobre la
fuerza armada no se ha alcanzado, vivimos actualmente en estas tierras un pretorianismo de tipo gobernante. Cabe destacar,
por cierto, que los militares no violan la vigente Carta Magna
al actuar de esta manera, pues el artículo 328 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela ordena una “participación activa en el desarrollo nacional”; dicho sea, además,
que es la primera Constitución que lo hace, legalizando de esta
manera el pretorianismo, bien de tipo árbitro o como señalamos
arriba, de tipo gobernante.
5
Amado Cornielles, El ejército y la democracia, Caracas: sin editorial,
1999, p. 61-62.
6
Giusseppe de Corzo, “El modelo económico-militar en el siglo 20: la
experiencia de la década 1948-1958, el modelo de la quinta República y la
perspectiva histórica”, en Hernán Castillo, Manuel Denìs Ríos y Domingo Irwin (compiladores), Militares y civiles. Balance y perspectiva de las
relaciones civiles y militares venezolanas en la segunda mitad del siglo
XX, Caracas: Publicaciones UCAB, 2001, p. 153-154.
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1.2.El pretorianismo como ideología
La ideología nunca se muestra como tal, siempre se intenta enmascarar; en este sentido, podríamos seguir a Althusser cuando
afirma que ella –la ideología– trae en sí la negación de ser una
construcción ideológica. Se argumenta en el presente apartado
que más allá del proclamado socialismo, punta de lanza de la
actual élite en el poder y a la cual la fuerza armada dice apoyar,
el tema de fondo está en que este apoyo es solo un mascarón de
proa con el cual justificar el hecho de que es el pretorianismo
la ideología de fondo. Para ello comenzaremos definiendo qué
es la ideología, para luego caracterizar el pretorianismo y diferenciarlo del militarismo y por último tratar de identificar esta
ideología pretoriana presente en los militares de Venezuela.
Teun Van Dijk nos dice que:
Las ideologías expresan u ocultan nuestra posición social o
política, nuestras perspectivas o nuestros intereses (...) las
ideologías se pueden definir (...) como la bases de las representaciones sociales compartidas por los miembros de un
grupo. Esto significa que las ideologías les permiten a las
personas, como miembros de un grupo, organizar la multitud
de creencias sociales acerca de lo que sucede, bueno o malo,
correcto o incorrecto, según ellos, y actuar en consecuencia7.
Ernesto Laclau por su parte se pregunta ¿cómo una medida de
gobierno puede llegar a transformarse en ideológica?
La posibilidad de constituir a la comunidad como un todo
coherente (...) este es el efecto ideológico strictu sensu: la
creencia en que hay un ordenamiento social particular que
aportará el cierre y la transparencia de la comunidad8.
Con cierre Laclau se refiere a algo en donde el conjunto de sus
efectos puede ser determinado sin necesidad de ir más allá del
sentido originario, y es transparente cuando las dimensiones
7
Teun A. Van Dijk, Ideología, Barcelona: Gedisa, 1998, p. 14.
8
Ernesto Laclau, Misticismo, retórica y política, México: Fondo de Cultura Económica, 2006, p. 21.
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internas están entre sí en una relación de estricta solidaridad.
Kenneth Minogue define ideología de esta manera:
La ideología es la propensión a construir explicaciones estructurales del mundo (...) y es de este modo una especie de
libre juego creativo del intelecto explorando el mundo.
(...)
Los politólogos usan la palabra para describir algunos de los
cuerpos más evolucionados de doctrina política, en la cual la
teoría está combinada con un proyecto de acción política (...)
la usaré [el autor] más restringidamente, para denotar cualquier doctrina que presenta la verdad escondida y salvadora
sobre los males del mundo bajo la forma de análisis social.
Un rasgo característico de todas las teorías semejantes es incorporar una teoría general de los errores de todas las demás9.
Juan Carlos Pérez Toribio cree encontrar las raíces ideológicas
del proceso político que vive Venezuela en la actualidad en los
planteamientos de Antonio Gramsci:
En Gramsci, supuesto inspirador ideológico del actual proceso político venezolano, encontramos varios tópicos que nos
recuerdan en cierta forma lo que está sucediendo en alguno de nuestros países como, por ejemplo, la pareja dialéctica
construcción-destrucción, como algo esencial a la revolución,
la adopción en política de la guerra de posiciones; la crítica al
economicismo y espontaneísmo; (...) el ataque al sindicalismo
burocrático; la unión obrera-campesina; la adecuación de los
medios políticos a la situación histórica; la búsqueda de la
hegemonía de cierta clase en el contexto supra estructural,
ideológico y cultural; la relación entre los consejos obreros y
el partido de vanguardia; el enfoque antiimperialista, y hasta
la propuesta de la asamblea constituyente10.
9
Kenneth Minogue, La teoría pura de la ideología, Buenos Aires: Grupo
Editor Latinoamericano, 1988, p. 12-14.
10 Juan Carlos Pérez Toribio, La revolución entre líneas. Ensayos sobre
ideología, verdad y lenguaje, Berlín: Editorial Académica Española,
2011, p. 12.
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Para Gonzalo Barrios Ferrer el proyecto ideológico del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 –germen de lo que hoy
día se cataloga como chavismo– es un intento por detener el
tiempo y volver al “Edén” perdido, mitificando el pasado para
justificar su propuesta política ante el país:
No se trata de asumir ya críticamente el presente y el proceso histórico que lo ha condicionado, con el fin de proponer
ideas nuevas que sirvan a diseños futuros y originales, sino
más bien de regresar al pasado, a un pasado deformado por
el mito, que en todo caso contiene los elementos inmutables,
las verdades que inspiran la acción en todo tiempo y lugar (...)
Se propone una redefinición del rol de las fuerzas armadas en
el sistema político. Ello implica la realización de una misión
que se considera histórica y que persigue la recuperación de
una identidad perdida11.
Si se analiza el pretorianismo a la luz de las definiciones de
ideología arriba señaladas, podremos ver que dicho fenómeno
sustentador de la revolución bolivariana encuentra en la población venezolana un componente que comparte determinada explicación del mundo y organiza de esta forma su visión de lo
que sucede en el país. Por ejemplo, la situación económica no
es producto de una mala gestión de la materia, sino que es el
“imperio” representado por Estados Unidos y sus aliados, tanto
internos como externos, los que hacen una “guerra económica”
al país (Van Dijk). Si usamos a Laclau, tenemos que se busca
homogenizar al máximo a la sociedad venezolana, esto queda
plasmado en el Plan de la Patria 2013-2019 que es Ley de la
República al ser publicado en la Gaceta Oficial Extraordinaria
6.118 del 5 de diciembre de 2013. Dice este plan en uno de sus
apartados así:
Avanzar hacia el socialismo (...) pasa por pulverizar completamente la forma de Estado burgués que heredamos (...) darle
11 Gonzalo Barrios Ferrer, “Las referencias ideológicas del movimiento bolivariano revolucionario-200 y la crisis venezolana”, en Mundo Nuevo,
núm. 1-2, Caracas: 1996, p. 35, 45.
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continuidad a la invención de nuevas formas de gestión pública12.
Para ellos todo se explica en que la llamada “Cuarta República”
fue un periodo de ignominia y oscurantismo ante el cual un grupo de jóvenes oficiales irrumpen para devolver el honor patrio
–dando así el cierre del que habla Laclau– y la fuerza armada
se presenta como un bloque sólido en defensa del socialismo
bolivariano, demostrando así espíritu de cuerpo –de esta manera
se ve la transparencia que define este autor–. Se observa un plan
de acción política (Plan de la Patria 2013-2019) que va unido a
una explicación del mundo que busca salvar a la sociedad venezolana, y no solamente llevarla a nuevos niveles de desarrollo,
sino que también se le quiere dar la mayor dosis de felicidad. Por
medio de esto quedaría explicada la definición ideológica que
nos da Minogue.
Queda claro que el pretorianismo es una ideología, ¿pero es
algo nuevo o ya se ha presentado en la sociedad venezolana
con anterioridad? La respuesta es que se ha presentado en el
pasado, persisten los discursos ideológicos de fondo, cambian
los justificantes, ayer la lucha contra el comunismo y una ideología de centro derecha, hoy la lucha contra el imperialismo
y su brazo ejecutor el capitalismo y una ideología socialista.
Para demostrar lo anterior haremos una comparación entre el
gobierno de Marcos Pérez Jiménez y el proceso cívico-militar
presente desde 1999. Ocarina Catillo D’Imperio recoge un discurso del expresidente Marcos Pérez Jiménez pronunciado el 2
de diciembre de 1952:
Nosotros solo entendemos por democracia un sistema que
mediante realizaciones prácticas logre (...) mayor suma de
felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor
suma de estabilidad política. (...) Las obras encaminadas a la
transformación racional del medio físico y el mejoramiento
12 Plan de la Patria 2013-2019, Gaceta Oficial de la República Bolivariana
de Venezuela Nº 6.118 (extraordinaria), 5 de diciembre de 2013.
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integral de los habitantes del país, son nuestra expresión de
este concepto de democracia13.
Si para el Nuevo Ideal Nacional la democracia se expresaba en
concreto armado, para los oficiales que invaden el desenvolvimiento democrático por medio de dos intentos de golpe militar
en 1992 la democracia, que debe ser “bolivariana”, se define de
esta forma:
Cuando enfocamos los 34 años de la llamada democracia venezolana (...) ha sido un proceso terrible de degradación nacional. Ha sido un cáncer indetenible, generalizado en todos
los órganos del cuerpo de la República. Estamos muy lejos de
un Estado democrático y mucho más aún de una sociedad democrática (...) el pueblo venezolano sigue, a pesar de todo, su
marcha, nadie podrá detenerlo. Deberá, por lo tanto, generar
en sus entrañas nuevas instituciones, nuevos hombres que la
guíen hacia su destino histórico. Hombres e instituciones que
sientan las mismas palpitaciones del pueblo al cual se deben,
enmarcados en el sistema de interacción auténticamente democrático. En un estadio sociopolítico futuro al que nosotros
llamamos democracia bolivariana, sistema de gobierno que
debe producir la mayor suma de felicidad, mayor suma de
seguridad social y mayor suma de estabilidad política14.
Como se ve, ambos discursos son parecidos, encarnan el deseo
de desarrollo nacional por medio de la tutela del ejército y es
sintomático que ambos textos recurran a la cita de Bolívar y
se abroguen que son ellos quienes conocen el camino correcto
para hacer realidad esta frase. Pérez Jiménez llevaba a cabo
políticas de centro-derecha bajo un esquema de capitalismo de
Estado; lo mismo ocurre hoy, existe el capitalismo de Estado
pero ahora bajo directrices socialistas. Resumiendo, se trata de
discursos que en esencia son muy parecidos, lo que hace intuir
que el pretorianismo como ideología recurre al capitalismo de
Estado para llevar a cabo sus planes y políticas, siendo la defi13 Ocarina Castillo D`Imperio, “Construcciones, modernización, eficacia
y permanencia”, en El desafío de la historia, núm. 16, Caracas: año 3,
p. 34.
14 Gonzalo Barrios Ferrer, op. cit., p. 49.
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nición ideológica, expresa o no (derecha, socialismo, etc.), solo
una manera de justificación de cara a la población. Fernando
Mires reflexiona de la siguiente manera acerca de los procesos
revolucionarios:
Muchas veces el verdadero sentido y carácter de una revolución solo se conoce después de que esta ha finalizado. La
gran revolución campesina que comenzó a ocurrir bajo la égida de Mao Tse-Tung en China, para poner un ejemplo, no estaba “destinada” a construir el socialismo, como imaginaron
sus planificadores, sino que –ahora lo sabemos– a preparar
las condiciones para la entrada de esa gran nación en el espacio capitalista mundial. El socialismo fue, en ese sentido, la
ideología de la revolución capitalista china15.
Siguiendo esta línea de pensamiento, se puede argumentar
que el socialismo esgrimido por la revolución bolivariana solo
preparó el terreno para que los militares entraran a participar
en la política. Ayer tuvimos un pretorianismo de centro derecha, hoy uno de izquierda socialista ...¿Mañana tendremos un
pretorianismo liberal?
1.3.Pretorianos y militaristas
Se tiende a confundir, con o sin intención, los términos
pretorianismo y militarismo, siendo esos dos conceptos dos
eslabones diferentes de la intervención militar en política. El
pretorianismo se define como: “la influencia de carácter abusivo y política que ejerce el sector militar de una sociedad
dada”16. A su vez, el militarismo, tomando la definición que
del término hace L. Radway en el Diccionario de Ciencias
Sociales citado por Irwin:
es la doctrina o sistema que valora positivamente la guerra y
le atribuye a las fuerzas armadas primacía en el Estado y la
15 Fernando Mires, Democracia o barbarie, Caracas: Los libros de El Nacional, 2009, p. 114.
16 Domindo Irwin e Ingrid Micett, Caudillos, militares y poder. Una historia del pretorianismo en Venezuela, Caracas: Publicaciones UCAB,
2008, p. 10.
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sociedad. Exalta una función –la aplicación de la violencia– y
una estructura institucional: la organización militar. Implica
a su vez, una orientación política y una relación de poder (...)
en (...) una sociedad plenamente militarizada (...) las fuerzas
armadas determinan unilateralmente el carácter de las instituciones básicas, la forma de gobierno, los deberes y derechos de los ciudadanos, y la parte de los recursos nacionales
asignados a funciones militares17.
Como se puede observar, mientras en el pretorianismo hay una
influencia cierta visible o no de lo militar en la vida política, en
el militarismo, por el contrario, es este sector el que determina, sin participación o con una participación simbólica de los
civiles, el rumbo que debe seguir un país en todos los aspectos.
Germán Carrera Damas nos habla de dos corrientes ideológicas
tradicionales presentes en Venezuela:
Una corriente ideológica es el bolivarianismo. Está basado en
el culto a Bolívar que es el eje del culto heroico creado por
la historiografía patria (...) la otra corriente ideológica es el
militarismo primitivo, patriotero y exclusivista, representado
por el general Juan Vicente Gómez Chacón hasta las del “militarismo académico” representado inicialmente por el general Marcos Pérez Jiménez (...) el bolivarianismo militarismo
actual es un burdo disfraz ideológico tras el cual se esconde
la fusión de los retardatarios del militarismo primitivo y los
sobrevivientes del socialismo autocrático18.
Sin embargo, no nos parece que sea el militarismo el concepto que defina mejor el papel que juega el ejército en Venezuela. El bolivarianismo, en todo caso, sí es uno de los ejes
ideológicos conjuntamente con la prédica socialista del vigente
pretorianismo venezolano. Se afirma que no se puede catalogar
lo que vive Venezuela como militarismo porque:
17 Domingo Irwin, “Reflexiones sobre el control civil (teoría y acción)”, en
Luis Alberto Buttó, Domingo Irwin y Frédérique Langue, Control civil y
pretorianismo en Venezuela, Caracas: Publicaciones UCAB, 2006, p. 20.
18 Germán Carreras Damas, El bolivarianismo militarismo. Una ideología
de reemplazo, Caracas: Ala de Cuervo, 2005, p. 122, 123 y 125.
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El aspecto fundamental del militarismo: dominio total de todos
los órdenes y condiciones sociales por lo castrense; lo militar
invade como por una suerte de metástasis todo el tejido social
subordinándolo a sus intereses. Tal no es el caso del intervencionismo militar latinoamericano o en Venezuela durante los
siglos XIX y XX (...) en términos estrictamente teóricos, el
militarismo sería el nivel más elevado de la influencia política
abusiva del sector militar en una sociedad dada19.
Para reforzar lo arriba señalado es necesario citar al vicealmirante en situación de retiro Rafael Huizi Clavier quien, haciendo un recuento histórico de la institución armada, escribe:
Tomo, pues, el año 1911 como el punto de partida de la institucionalización de las fuerzas armadas y como la primera de las
series de generaciones militares que defino como protagonistas del siglo XX militar venezolano (...) las academias militares fueron creando un conjunto de valores en los oficiales, en
los cuales resaltan de manera particular el orgullo de sentirse
profesionales de las armas, la convicción de que los militares
tienen que jugar un papel tutelar en la sociedad, su sentido de
grupo (...) los acontecimientos de 1945-1947 ampliaron la ya
marcada separación existente entre el estamento militar y la
sociedad civil, producto de la dictadura gomecista (...) el proceso de los años sesenta se basó en una organización militar
institucionalizada, empeñada al proceso de desarrollo nacional (...) la lucha contra la subversión permitió a los militares
demostrar su capacidad profesional para garantizar la estabilidad del régimen democrático (...) pertenezco a la generación
de oficiales que egresaron de las aulas militares en la década
de los años sesenta. Constituimos la generación históricamente
conocida también como los pretorianos, entendida su misión,
en la esencia del vocablo, como guardianes del desarrollo democrático e institucional de Venezuela20.
19 Domingo Irwin, op. cit., p. 21-22.
20 Rafael Huizi Clavier, “La conciencia histórica del rol político jugado por
la institución armada”, en Hernán Castillo, Manuel Denìs Ríos y Domingo Irwin (compiladores), Militares y civiles. Balance y perspectiva de las
relaciones civiles y militares venezolanas en la segunda mitad del siglo
XX, Caracas: Publicaciones UCAB, 2001, p. 132, 135, 137 y 139.
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Con lo afirmado arriba por un oficial de alto rango ya retirado,
queda en evidencia que los miembros de la fuerza armada se ven
como pretorianos, ya que conciben la participación de los militares en todos los aspectos de la vida nacional –el punto está
en la intensidad de dicha participación–, echando por piso así
las pretendidas calificaciones de militarismo presentes a lo largo de la historia patria. Para entender esto es clave el periodo
1945-1948, momento en el cual los militares se ven obligados a
compartir el poder con los civiles. La lucha armada de los años
sesenta presenta ciertamente una fuerza armada institucionalizada y bajo los designios del poder civil. Ante la amenaza armada y
en el contexto de la lucha contra el comunismo, se crean intereses
coincidentes entre civiles y militares para mantener el entonces
naciente sistema democrático, lo que luego, y a través del sistema de conciliación de élites, este sector capitalizará a la hora de
exigir mejoras materiales y de equipamiento; sistema de conciliación que al llegar la crisis económica de los años ochenta no puede satisfacer las peticiones de los diferentes actores que forman
parte del mismo, y el militar es uno más de ellos. Cabe señalar
que el militarismo supone el desmontaje efectivo de los instrumentos democráticos y como hemos visto, los autoritarismos del
siglo XXI necesitan de dichas herramientas, así que no vemos en
el actual proceso político venezolano evidencia del mismo.
Buscando caracterizar el pretorianismo venezolano y las justificaciones que esgrime a la hora de participar en política nos
guiaremos por las cinco características que al respecto señala
Luis Alberto Buttó21, a saber:
1.
El proceso clave de la fuerza armada: si el principal papel
de la fuerza armada es mantener la seguridad externa e
interna, ahora se le añade un rol principal en el desarrollo
nacional. Aníbal Romero escribe:
21 Luis Alberto Buttó, “Pretorianismo y nuevo profesionalismo militar”,
en Luis Alberto Buttó, Domingo Irwin y Frédérique Langue, Control civil y pretorianismo en Venezuela, Caracas: Publicaciones UCAB, 2006,
p. 109-111.
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Es probable que Chávez [ahora Nicolás Maduro] sienta que
él representa el cambio (...) la gente no desea que Chávez invente nada nuevo; la gente lo que desea es que Chávez haga
funcionar de nuevo el sistema populista de manera eficaz22.
Lo señalado por Romero viene a explicar por qué el apoyo
importante que hoy, luego de 14 años en el ejercicio del poder, detenta la élite gobernante. Gran parte de la población ve
en las ideas esgrimidas guías de acción que complementan
con lo que creen son sus aportes, lo que Laclau llamó un
significante vacío, en donde todos pueden aportar de cierta
manera algo en pos de alcanzar los objetivos revolucionarios.
2. El espíritu y contenido de la educación militar: se educa al
militar venezolano bajo la premisa de que es él el heredero
de la obra de Simón Bolívar; por ende, son ellos los llamados a interpretar en última instancia el pensamiento y la
doctrina del personaje. Este apartado es importante porque
es mediante la educación impartida en las diferentes academias militares que se vuelve pretoriano al entonces cadete.
El no controlar la educación castrense fue uno de los errores
señalados por el expresidente Carlos Andrés Pérez:
Creíamos que la educación militar iba por los caminos democráticos porque supervisábamos desde afuera la academia
militar y no desde adentro. Aunque ingresaron algunos profesores democráticos, la estructura de la educación militar siguió siendo la tradicional, de formar militares para su propio
servicio y no para el servicio del país. La educación militar
no respondió a los objetivos de la democracia a pesar de todos
los esfuerzos23.
Todo deseo de construcción de un efectivo control civil sobre
los militares pasa porque sean los civiles quienes controlen los
aspectos medulares de la formación de los contenidos impartidos a los jóvenes cadetes.
22 Aníbal Romero, Decadencia y crisis de la democracia. ¿A dónde va la
democracia venezolana?, Caracas: Editorial PANAPO, 1999, p. 155.
23 Roberto Giusti y Ramón Hernández, Carlos Andrés Pérez: memorias
proscritas, Caracas: Los libros de El Nacional, 2006, p. 418.
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3.
La constante histórica: los miembros de la fuerza armada
se ven como los legítimos herederos del ejército libertador,
cuando no existe un hilo de continuidad entre ambos. El actual ejército se conforma bajo la presidencia de Cipriano Castro y se consolida con el gobierno de Juan Vicente Gómez.
4. Conciencia social de la oficialidad: hay una particularidad
que caracteriza y diferencia a la fuerza armada venezolana
con respecto a instituciones similares, especialmente las
del cono sur; ella es que en su seno no solo se encuentran
personas de un determinado estrato social; esta particularidad ha sido tomada por los personeros del gobierno bolivariano para aseverar que la fuerza armada es el pueblo en
armas y representan el sentir más profundo de la venezolanidad. En un documento sin fecha desde la cárcel de Yare
y citado por Barrios Ferrer, Hugo Chávez expresa que la
academia militar era el crisol de la patria:
Todo lo que somos se lo debemos a esa casa maternal donde se enseña a ser digno y útil a la patria. LA ACADEMIA
MILITAR DE VENEZUELA allí aprendimos a defender a
la patria, a querer a nuestro gentilicio; porque era un área
para reunión de sueños andinos, zulianos, llaneros, orientales, centrales y guayaneses, bajo un solo norte, el ideario
bolivariano24.
5. La equiparación del desenvolvimiento técnico con las
conductas de entrada básica para dirigir el proceso de
desarrollo del país: debido a la alta complejidad técnica
obtenida por la fuerza armada a la hora de operar y mantener complejos sistemas de armas, sumado a las destrezas
administrativas producto de los estudios realizados en universidades civiles tanto nacionales como internacionales,
los militares se ven como los agentes más capacitados a la
hora de dirigir el país.
A estas cincos características se añadirían las siguientes:
24 Gonzalo Barrios Ferrer, op. cit., p. 42 [mayúsculas en el documento
citado].
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6. Capitalismo de Estado: se ve esta doctrina como la llamada a ser la aplicada a la hora de manejar la economía;
y el discurso socialista o cualquier otro sería una manera
de tratar de aglutinar la mayor cantidad de apoyo en el
mundo civil.
7.
Existencia de enemigo externo: que amenaza la patria y,
por ende, se vive en una especie de estado de emergencia
y alerta permanente.
8. Meta relatos: expresados en discursos muchas veces pomposos que idealizan un futuro en donde seremos y viviremos mejor que hoy, siempre y cuando se sacrifique lo que
esta élite pida sacrificar en el presente.
9.
Unión cívico-militar: conformada por una simbiosis entre
ambos sectores que pasa a ser la columna vertebral de la
nueva Venezuela, buscando de esta manera eliminar la separación entre ambas esferas y por ende, permitiendo a los
militares la participación en el mundo político y en esferas
que antes eran privativas del ámbito civil; y otorgándole al
sector que detenta las armas de la República un indudable
poder de negociación.
2. El acuartelamiento de la democracia
En primer lugar precisaremos qué se entiende por democracia,
para ello seguiremos la definición planteada por Norberto Bobbio,
luego de lo cual plantearemos varios modelos de este sistema que
a lo largo del tiempo se han venido desarrollando; por último,
trataremos de identificar cuáles son los síntomas que presenta
una democracia cuando está siendo acuartelada. Para comenzar,
Norberto Bobbio define de la siguiente forma la democracia:
Se entiende por régimen democrático un conjunto de reglas
procesales para la toma de decisiones colectivas en el que
está prevista y propiciada la más amplia participación posible
de los interesados25.
25 Norberto Bobbio, El futuro de la democracia, México: Fondo de Cultura
Económica, 1986, p. 9.
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Rafael del Águila, por su parte, identifica en la democracia conceptos claves y mínimos; por ello es necesario citarlo en extenso:
La democracia es una fórmula política para resolver el hecho
de la pluralidad humana (...) la democracia aspira, al mismo
tiempo, a respetar ese pluralismo y a ofrecer una esfera compartida por todos donde esas diferencias puedan expresarse
constituyendo a la postre una comunidad de deliberación y
decisión política (...) la democracia exige que la pluralidad
de opciones (políticas, ideológicas, sociales, culturales, etc.),
pese a todas las esenciales diferencias que las separan, mantengan, sin embargo, ciertos puntos de acuerdo mínimo. Pese
a que la democracia pueda definirse como un sistema caracterizado por el disenso, debe no obstante fundamentarse en la
existencia de ciertas reglas mínimas compartidas. (...) existe
un conjunto de procedimientos políticos institucionales mínimos (...) que podrían servir para establecer un concepto
mínimo de democracia (...) que establecería los siguientes
requisitos indispensables para la existencia de la democracia:
El control sobre las decisiones gubernamentales ha de estar
constitucionalmente conferido a cargos públicos elegidos.
1. Los cargos públicos han de ser elegidos en elecciones
frecuentes y conducidas con ecuanimidad.
2. Todos los adultos han de tener derecho a votar.
3. Todos los adultos han de tener derecho a concurrir como
candidatos a los cargos.
4. Los ciudadanos han de tener derecho a expresar sus opiniones políticas sin peligro a represalias.
5. Los ciudadanos han de tener acceso a fuentes alternativas de información.
6. Los ciudadanos han de tener derecho a formar asociaciones, partidos o grupos de presión independientes26.
David Held escribe sobre el declive del modelo clásico de democracia ateniense y observa en la expansión de esta ciudad-Estado,
26 Rafael del Águila, Manual de ciencias políticas, Madrid: Trotta, 1997,
p. 54, 155-156.
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la consecuencia de que su modelo deliberativo de democracia se
hiciera impracticable.
El eclipse de la democracia antigua, en el contexto del surgimiento de imperios, estados poderosos y potencias militares,
pudo deberse tanto a factores internos como a su cambiante
suerte en ultramar. El Estado ateniense descansaba en un sistema productivo que dependía en gran medida de los esclavos (...) esta estructura económica era vulnerable al desorden
y conflicto internos y externos. La naturaleza radicalmente
democrática del Estado parece haber incrementado esta vulnerabilidad, ya que la ausencia de un centro burocrático y
la existencia, en el mejor de los casos, de meras divisiones
institucionales vagamente coordinadas (...) exacerbaban las
dificultades en la administración de la economía y de un extenso sistema comercial y territorial27.
Por ende, se puede deducir de la experiencia de Atenas que un
sistema político debe adecuarse y reformularse conforme cambie el contexto en el cual se desarrolla, de lo contrario, tarde
o temprano dicho contexto terminará haciendo dicho modelo
impracticable. Salvando la distancia en el tiempo y las diferencias conceptuales, podríamos hacer un símil con la democracia
venezolana; debido a la crisis económica iniciada con la devaluación de la moneda en 1983 (conocida como viernes negro) se
inició la gestación de una crisis no solo económica, sino también política y social. 1989 marca el año en el que se propone
un nuevo proyecto país el cual no puede materializarse debido
a la fuerte oposición de la sociedad y a los hechos violentos de
febrero de ese año. Ana Teresa Torres se refiere a una especie
de orfandad en la que cae la sociedad venezolana a partir de la
década de los ochenta:
Durante más de tres décadas la democracia de consenso había logrado, gracias a la abundancia relativa, una complacencia general de los intereses sociales y creado una democracia
estable, pero progresivamente se fue generando un cuadro de
ineficiencia, corrupción y participación mediatizada por los
27 David Held, Modelos de democracia, Madrid: Alianza Editorial, 2006,
p. 54.
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partidos políticos. A partir de los acontecimientos de 1989 y
1992 el desencuentro entre el gobierno, las fuerzas armadas,
los partidos políticos y las organizaciones sociales creó una
grave crisis política, sin que pudiera sustituirse el modelo colapsado de la sociedad rentista centralizada.
(...)
La ecuación entre democracia y prosperidad en Venezuela
estaba asentada en la redistribución de la renta petrolera, de
forma tal que las medidas económicas de tipo neoliberal que
intentó el presidente Pérez, aunque tímidas y duramente combatidas por su propio partido, significaban no solamente una
amenaza económica, sino algo mucho más profundo como
era el desvanecimiento de una ilusión firmemente anclada
en la sociedad venezolana: estamos destinados a ser ricos y
siempre lo seremos.
(...)
El imaginario creado en torno a la democracia se desinfló
como un globo. ¿Qué ocurre cuando un conglomerado humano pierde su imaginario, es decir, el conjunto de ideas,
creencias, juicios y prejuicios, sentimientos, valoraciones,
expectativas, percepciones y autopercepciones que le confiere identidad y un destino? Tiene que sustituirlo. No puede
quedar en el vacío (...) pero un imaginario colectivo no se
construye de un día para otro (...) ¿Dónde busca refugio un
país sin norte?28
La relación del venezolano con la democracia es meramente
instrumental, pues a través de ella busca la forma de obtener
parte de la renta petrolera repartida por el Estado. En el contexto de una pérdida de norte por parte de la colectividad, los
militares vieron el momento justo para hacerse con el poder
por vías democráticas. Retomando a Bobbio, este autor plantea
una fusión entre la democracia representativa y la democracia
participativa o directa:
28 Ana Teresa Torres, La herencia de la tribu. Del mito de la independencia a la revolución bolivariana, Caracas: Editorial Alfa, 2009, p. 135,
136 y 138.
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Un sistema de democracia integral puede abarcar a las dos
democracias (representativa y participativa) a cada una de
acuerdo a las diversas situaciones y a diferentes necesidades
(...) esto implica que la democracia representativa y la democracia directa no sean dos sistema alternativos, en el sentido
en que allí donde uno no pueda existir el otro, sino que son
dos sistemas que pueden integrarse recíprocamente29.
Para Held los principios justificativos de la democracia participativa se hallan en que:
El derecho igual para todos al autodesarrollo solo puede alcanzarse en una sociedad participativa, una sociedad que fomente un sentido de la eficacia política, nutra la preocupación
por los problemas colectivos y contribuya a la formación de
una ciudadanía sabia, capaz de interesarse de forma continuada por el proceso de gobierno30.
Con respecto a la democracia deliberativa nos dice este autor:
Se trata de mejorar la naturaleza y forma de participación política, no solo de ampliarla por propio interés. Los demócratas
deliberativos suelen describir la democracia contemporánea
(...) como un descenso a los choques de personalidades, la
política de los famosos (...) ellos abogan por un debate informado31.
Para Juan Carlos Monedero solo se puede hablar de inclusión y
autogobierno cuando:
La democracia solo puede entenderse como inclusión en los
cuatro principales ámbitos de lo social: el económico, el político, el normativo-jurídico y el cultural. Y podemos hablar
de autogobierno cuando las decisiones tomadas en nombre del
pueblo reflejan las preferencias del pueblo tomadas de manera
libre e informada. Un pueblo está empoderado cuando está incluido y esa inclusión genera derechos y responsabilidades32.
29 Norberto Bobbio, op. cit., p. 40-41.
30 David Held, op. cit., p. 307.
31 David Held, op. cit., p. 332-333.
32 Juan Carlos Monedero, “La democracia y sus falsos amigos: nuevas
perspectivas para nuevos avances”, en Jorge Valero (compilador), Demo-
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Fernando Mires no ve, al igual que Bobbio, antagonismos –como
sí los ve Monedero– entre la democracia representativa y la
participativa. Al respecto escribe: “Para que la política abandone
su pura condición delegativa, debe ser participativa, pero para
que sea participativa, supone que previamente sea deliberativa”33.
Como se ha visto las diferentes visiones de democracia se complementan, no se excluyen, lo importante es en qué medida los
ciudadanos estén dispuestos a participar de manera activa e informada y qué disposición tengan los diferentes actores políticos
a hacer cada vez menos asimétrica la información que poseen sus
posibles votantes.
Ahora bien, estos son modelos teóricos de democracia. Pero
¿cuáles son las características que permiten afirmar que efectivamente un sistema es democrático? Podemos decir que existe
una democracia cuando: encontramos alternancia en el poder,
esto implica competir en igualdad de condiciones a la hora de
acudir a unas elecciones; elecciones limpias, lo que significa
máxima transparencia en los procesos comiciales; despersonalización de las instituciones, lo que significa que haya una clara separación entre Estado y partido de gobierno; debate libre
de las ideas y propuestas de todas las organizaciones con fines
políticos, sin importar su tamaño; representación proporcional,
para de esta forma darle cabida en las diferentes legislaturas a
todo el espectro político que hace vida en un determinado país;
financiamiento de las organizaciones con fines políticos con dinero del Estado para de esta manera hacer más competitivo y
más justo el proceso de las elecciones.
¿Cuáles son las señales que podemos identificar de que una democracia corre el riesgo de ser acuartelada? En primer lugar, lo que
Ana Teresa Torres identificó como pérdida del norte: se presenta
dicha situación cuando una nación se encuentra en la disyuntiva
de tener que cambiar el modelo económico, político y social que
cracias nuevas o restauradas. El caso Venezuela, Caracas: Fundación
Editorial el Perro y la Rana, 2012, p. 292-293.
33 Fernando Mires, “La reformulación de lo político”, en Nueva Sociedad,
núm. 134, Caracas: 1994, p. 97.
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implementó, pero no se atreve a dar el paso definitivo para hacerlo. En segundo lugar, aparición de la anti-política, manifiesta en
la crítica abusiva y muchas veces sin ningún sustento del pasado:
la política se ve como algo sucio y se confunde de esta forma el
actuar de personajes plenamente identificados con la política, de
esta manera la colectividad desecha la política y busca gobiernos
tecnócratas o un personaje ajeno a la política tradicional, alguien
no identificado con el pasado. Además, poco o nulo control civil
sobre la fuerza armada, lo que permite que el sector castrense
entre a escena y logre catapultar el ambiente de la anti-política
presente en una sociedad; partidos políticos que han abandonado
su condición de guía y mediadores de la sociedad, dejando de
esta forma vacío un espacio que algún proyecto o grupo va a llenar con un discurso o proyecto radical en la mayoría de los casos;
y negación del pasado, se diseña un discurso que pone un telón
negro en el pasado, negando los logros que se pudieron obtener y
maximizando los desaciertos.
7. La transición desde una democracia acuartelada
Llegados a este punto se hace necesario reflexionar acerca de
la posibilidad de transición hacia una democracia sana. Una
pregunta que hay que plantearse, en tal sentido, es ¿cuándo se
inicia el proceso de transición o cuándo hay señales indicativas
de que se puede trabajar en pos de ella? Para Guillermo
O’Donnell, Philippe Schmitter y Laurence Whitehead:
Las transiciones están delimitadas, por un lado, por el inicio
de un proceso de disolución del régimen autoritario, y del
otro, por el establecimiento de alguna forma de democracia,
el retorno a algún tipo de régimen autoritario o el surgimiento de alguna alternativa revolucionaria. Lo característico de
las transiciones es que en su transcurso las reglas de juego
político no están definidas. No solo se hallan en flujo permanente sino que, además, por lo general son objetos de una
ardua contienda; los actores luchan no solo por satisfacer sus
intereses inmediatos y/o los de aquellos que dicen representar, sino también por definir las reglas y procedimientos cuya
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configuración determinará probablemente quiénes serán en el
futuro los perdedores y los ganadores34.
De lo arriba señalado se puede extraer la primera característica
de las transiciones: su destino incierto, no hay garantías de que
se llegue a un mejor gobierno y se puede observar adicionalmente que un gobierno tiene que entrar en crisis o ya no representar garantías para la élite en la cual se sustentaba; o por el
contrario, conscientemente dicho gobierno facilita la transición.
Terry Lynn Karl por su parte sostiene que:
Una tarea central de los diseñadores de una nueva democracia consiste en limitar la incertidumbre de una transición
política y la subsiguiente democratización (...) el costo de la
estabilidad de la concertación de pactos ha sido el abandono
de esfuerzos por una mayor democratización35.
Alain Rouquié escribe acerca de la desmilitarización:
La desmilitarización, y por ende, la repercusión real que
tiene la militarización del Estado ¿constituye este fenómeno un simple paréntesis sin consecuencias institucionales,
tras el cual, una vez que el ejército vuelve a sus cuarteles,
los países recuperan sus regímenes previos? ¿O por el contrario, lo que ocurre es que los militares no se repliegan
hasta juzgar que han removido los obstáculos políticos que
se oponían a un régimen civil y creado las condiciones socioeconómicas favorables para el normal funcionamiento de
las instituciones democráticas?36.
34 Guillermo O’Donnell, Philippe C. Schmitter y Laurence Whitehead,
Transiciones desde un gobierno autoritario. Conclusiones tentativas
sobre las democracias inciertas (vol. 4), Buenos Aires: Paidós, 1989,
p. 19-20.
35 Terry Lyn Karl, “El petróleo y los pactos políticos: la transición a la democracia en Venezuela”, en Guillermo O`Donnell, Philippe C. Schmitter
y Laurence Whitehead (compiladores), Transiciones desde un gobierno
autoritario. América Latina (vol. 2), Buenos Aires: Paidós, 1989, p. 326327.
36 Alain Rouquie, “La desmilitarización y la institucionalización de los
sistemas políticos dominados por los militares en América Latina”, en
Guillermo O`Donnell, Philippe C. Schmitter y Laurence Whitehead
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El que una sociedad sea gobernada por los militares tiene consecuencias más allá de la salida de estos en un momento determinado de funciones de gobierno. En Venezuela, además,
por medio del pretorianismo practicado por el sector castrense
(que oscila entre el tipo árbitro y el gobernante) el ejército se ha
constituido (cuando no está gobernando de manera directa) en
una especie de poder detrás del poder, alejado de todo control
por parte de la sociedad venezolana. O’Donnell identifica por su
parte cuál régimen es más proclive a un cambio revolucionario:
Uno de tales tipos de regímenes es el que, a falta de un término mejor, podría llamarse tradicional. Tiene fuerte componente patrimonialista (...) este es el tipo de régimen más
proclive a las transformaciones revolucionarias. La Nicaragua de Somoza perteneció a esta categoría, lo mismo que la
Cuba de Baptista37.
¿Están las condiciones para que en Venezuela se dé una transformación revolucionaria? No parece ser el caso, la tendencia pareciera orientarse, cuando llegue el momento, hacia una transición
de mediano a largo plazo tutelada por los militares. La realidad
política hoy en Venezuela es que los militares son un factor de
poder de primer orden y como sostiene Lynn Karl, en los momentos de transición se debe minimizar la incertidumbre; por
ello, hay que tener en cuenta al sector castrense. Hugo Mansilla
critica el modelo de transición basado en la ingeniería política:
Muchas ilusiones desautorizadas por los acontecimientos de
los últimos años se deben a la creencia de que la ingeniería política, los cambios institucionales y la instauración de una economía de libre mercado bastarían para generar democracias
duraderas y bienestar colectivo (...) la inmensa mayoría de los
cambios institucionales, los esfuerzos de la ingeniería política,
las reformas electorales, la renovación de los poderes judicial
(compiladores), Transiciones desde un gobierno autoritario. Perspectivas comparadas (vol. 3), Buenos Aires: Paidós, 1989, p. 174.
37 Guillermo O`Donnell, “Introducción a los casos latinoamericanos”,
en Guillermo O’Donnell, Philippe C. Schmitter y Laurence Whitehead
(compiladores), Transiciones desde un gobierno autoritario. América Latina (vol. 2), Buenos Aires: Paidós, 1989, p. 16.
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y legislativo y hasta la reducción del aparato administrativoburocrático han modificado el país legal, pero han dejado bastante incólume el país real de la respectiva sociedad38.
Por ende, no se propone para la situación venezolana un proceso de reingeniería política o social. Para la actual situación
venezolana y su proceso de transición se debe negociar con el
sector militar, buscando un esquema ganar-ganar que permita
que estos vuelvan a sus cuarteles de manera pacífica; en segundo lugar, se debe crear una agenda que permita puntos de
encuentro y objetivos comunes; en tercer lugar, las organizaciones partidistas tienen que elevar el nivel de debate y formar
a sus cuadros para que sean intermediarios con los ciudadanos
y no captadores solo de votos; en cuarto lugar, se debe dotar a
la sociedad de metas que permitan crear capital social y por
último se debe educar para crear ciudadanos conscientes de sus
deberes y derechos.
Los retos para el sistema político venezolano en el presente siglo son complejos y variados, el modelo rentista evidentemente
agotado desde la década de los ochenta debe ser desechado de
manera definitiva y debe construirse en su lugar un nuevo contrato social basado en la inclusión de todos los actores que hacen vida en nuestro país, sin que esto signifique dejar de ventilar
y debatir las diferencias y los modelos, muchas veces antagónicos de sociedad. Al fin y al cabo, eso es la política, debatir las
diferencias buscando comprobar su validez para llevar a cabo
determinado esquema político, pues en esta era ningún grupo,
por más poderoso que sea, puede imponer la totalidad de sus
ideas; entender esto es un punto clave.
8. Conclusiones
El arribo del siglo XXI con su compleja trama de interrelaciones
afectó, y no podía ser de otra manera, lo que entendemos por
democracia; el avance de los derechos humanos, el paso de una
38 Hugo Mansilla, “Las insuficiencias de la democracia contemporánea; una
crítica de las teorías de la transición”, en Mundo Nuevo, núm. 3-4, Caracas: 1999, p. 90-91.
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economía centrada en la manufactura a una basada en los servicios y el advenimiento de la sociedad del conocimiento alentaron el optimismo basado en que la democracia, occidente y su
punta de lanza, el liberalismo, habían triunfado. Consecuencia
de ello, el nuevo milenio se nos presentaba como una nueva época para que la humanidad desarrollara todo su potencial, uno de
los grandes referentes del mundo (el socialismo) había arreado
las velas, solo quedaba liberalizar la economía y como por arte
de magia los diversos problemas se solucionarían. Nada más
alejado de la realidad, consecuencia de la liberalización mal
gestionada muchas capas sociales se empobrecieron al no poder
adaptarse a las nuevas reglas de juego, por ello vemos resurgir
el nacionalismo, la xenofobia, el fundamentalismo religioso. Es
una respuesta a la falta de pertenencia de gruesas capas de la
humanidad que perdieron referentes que siempre tuvieron como
ciertos. Vivimos los coletazos de la caída del bloque socialista.
Como hemos señalado a lo largo del presente trabajo, la democracia que se creyó triunfadora en todos estos acontecimientos
dio a luz a tenues autoritarismos, autoritarismos bipolares pudiéramos llamar, expertos en presentarse de cara a la comunidad internacional como defensores de la democracia y todo lo
que ello implica: libertad de expresión, separación e independencia de los poderes públicos, alternancia en el poder, entre
otras; cuando, por el contrario, minan estos principios a lo interno manteniendo la apariencia de respetarlos.
Indicamos de igual manera que el pretorianismo presente en
la fuerza armada venezolana es la ideología que mueve a este
cuerpo, la arenga socialista presente hoy día en las alocuciones
del alto mando militar son justificaciones para aglutinar un discurso coherente de cara a la sociedad. Existe un hilo de continuidad entre los gobiernos del general Marcos Pérez Jiménez
y el proyecto encarnado por la Fuerza Armada y presidido en
primera instancia por Hugo Chávez, quien hereda la primera
magistratura nacional a Nicolás Maduro. El desarrollo nacional
y la creencia de ser los máximos intérpretes de la doctrina de
Simón Bolívar han ofrecido un corpus a la fuerza armada para
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verse a sí misma como los únicos capacitados para dirigir a
Venezuela. Encontramos además que la visión del sector civil
militarista con respecto al papel de la fuerza armada ha cambiado, en principio abogaban por una mayor participación de
dicho sector en la vida nacional; hoy lo ven como protagonista
y muestran su apoyo a que los oficiales digan públicamente que
se adhieren a determinada tendencia política.
1999 marcó la llegada al poder de una nueva élite al Palacio de
Miraflores, coincidiendo con el nacimiento (que se venía gestando), desde inicio de la década, de este autoritarismo posmoderno
(en palabras de Luis Alberto Buttó), con ello se ha configurado en
estas tierras un laboratorio para los mencionados autoritarismos.
¿Cómo entonces transitar de una democracia acuartelada a una
democracia sana? Lo primero es que se debe tener en cuenta al
sector castrense, no se le puede excluir, se le debe hacer concesiones a la par que se construye un efectivo control civil sobre la
institución armada, y se debe elevar el nivel del debate político
con miras a construir una fuerte ciudadanía.
La pretensión del sector militar de dirigir el destino nacional
demuestra en primer lugar que el control civil sobre este estamento ha fallado. La sociedad venezolana no debe buscar en
los cuarteles los recursos humanos para salir de la crisis en la
que desde hace varias décadas se encuentra sumida. Si algo se
necesita en los momentos límite es debate, confrontación de
ideas, múltiples visiones que permitan encontrar objetivos comunes por los cuales trabajar. Por el contrario, la vida militar se
caracteriza, y no puede ser de otra manera, por su verticalidad
y por el acatamiento de órdenes de manera inmediata sin que
la discusión de ellas tenga cabida; por ende, creer que en la institución armada están las respuestas que requiere la República
es muestra de que aún nos falta mucho por aprender de nuestra
historia.
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