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ESTE NÚMERO QUEREMOS INICIARLO compartiendo con
nuestra comunidad lectora dos gratas noticias: en primer
lugar, que la revista Letras Universitarias ha trascendido
las fronteras de la UACM, ya que hemos recibido buenos comentarios de compañeros universitarios que no
pertenecen a ella, y que además nos han enviado algunos
textos para ser publicados en nuestra revista. Por esta
razón, el Consejo Editorial ha decidido abrir una sección
de invitados y hoy les damos la más cordial bienvenida a
dos colaboradores externos que nos presentan Crónicas
púrpuras y Un día a la vez. En segundo lugar, nos complace comentar que en esta edición contamos con la valiosa
colaboración del Taller de Grabado de San Lorenzo Tezonco, que dirige la Profa. Gabriela García, y que ha consistido
en ilustrar algunos de los textos que aquí aparecen. Sin
más, pasemos al contenido de esta publicación.
La manifestación del pensamiento a través de la palabra escrita, nos lleva por diversos caminos -por caminos
insospechados, diría el escritor que se quiere adornar-. En
este sendero, nos encontramos con experiencias gratas y
dolorosas, padecemos lo Salado y dulce de la vida y del
amor, de las bajas o altas pasiones, como la Pasión prohibida de Jeny Padilla, que todos vivimos en carne propia,
pero al mismo tiempo también saboreamos y disfrutamos
la Esencia pura de la mujer amada, que nos comparte
Juven.
Es inevitable pensar que, vivir y padecer estas manifestaciones del amor es parte de nuestro Destino, y que
Los Editores.
Letras universitarias •
Editorial
como tal se expande y se cruza en nuestro tiempo, en
nuestro eterno devenir. Pero, ¿existe el destino? ¿Estamos predestinados a que se cumpla inexorablemente? Al
respecto, la compañera Laura Méndez nos da su particular
punto de vista. En cambio, Dorian Castillo es determinante
y corta por lo sano al decirnos, Se acabó. Acaso el destino
estará implícito en la Génesis de la creación del hombre,
siendo la forma que obedece, la ley del universo que… A
todo ésto Felipe Hernández trata de dar respuesta.
Continuando nuestro insospechado camino, recordemos cuando éramos niños y jugábamos a ver figuras
en las nubes. ¿Alguien de ustedes pensó en esa infancia
lejana, que las nubes también juegan? Nuestro primer
autor así lo considera y nos los manifiesta en Las nubes,
esas que se aglutinan y juegan día a día. En Otro día azul
Ricardo Aguilar pondera el azul en la lucha por sobrevivir,
en la tristeza y en las piedras que aprisionan su libertad
de abrazar y tener junto a sí al ser amado. Y quién lo iba
decir, que entre la muchedumbre y al calor de una sola
noche, Cihuatl Tletl iba a encontrar el amor; y que Laura
Vázquez nos dice que con Mi mano sobre mi vientre
identifica todas sus sensaciones: dolor, amor y la felicidad
de ser madre, y que su mano se ha constituido en una
incansable compañera de vida.
Faltan algunos caminos por recorrer, otros autores en
este número por conocer, pero dejemos que sean ustedes
quienes los descubran. Esperamos que la presente entrega sea de su agrado.
Como siempre, invitamos a toda la comunidad estudiantil de todos los planteles que conforman nuestra
universidad, a que nos manden sus textos, comentarios o
críticas a nuestro correo electrónico revistauacm@yahoo.
com.mx, con los siguientes datos: nombre, plantel, carrera, correo electrónico o teléfono.
Hasta el siguiente número.
Destino
Laura Méndez
Centro Escolar Rosario Ibarra de Piedra
Letras universitarias •
El pasado y el futuro no existen, el tiempo
es el presente infinito. Me pregunto por qué el destino
surge espontáneamente en cada vida, por qué juega
y se recrea con nosotros, sus juguetes.
Las nubes
Tino
Creación Literaria
2do. Semestre
LAS NUBES JUEGAN a esconderse
juegan con mis ojos
y al amor.
Se hacen y deshacen
burlándose del cielo
juegan al color
y a extrañarse
expandiéndose y comiéndose
juegan de alegría
no conocen el dolor
juegan con mis ojos
juegan con mi vida.
HOY, sentada en el banco de mi estancia, en medio
de la oscuridad y junto a este flujo luminoso que me
acompaña, pienso en la importancia del destino y en la
verdad de su existencia. Hoy me pierdo en los recuerdos
de mi infancia, de cuando soñaba o presentía cosas que
después realmente vivía, y que al sucederme decía: eso
ya lo viví. Pero esto no sólo me pasa a mí, ahora me
vienen a la cabeza las anécdotas que muchas de mis
compañeras me han contado y en las que afirman que,
un día antes de llegar a este lugar, esto ya lo habían
soñado, ya habían soñado la cárcel con sus sucios escalones, el laberinto que nos conduce al juzgado, las estancias totalmente llenas de chicas y todos los detalles
de la vida cotidiana de este lugar.
Quisiera saber si estas sensaciones, presagios,
presentimientos o sexto sentido tienen alguna lógica…
al caso no sé ni cómo llamarles. A mí me sucedió que,
la noche anterior a mi detención soñé que estaba en un
lugar oscuro y desconocido, en contra de mi voluntad
porque no podía salir; era un cuarto chico y sucio en el
tercer nivel de algún edificio. Al día siguiente me detuvieron, y cuando conocí el juzgado supe que tenía que
estar ahí porque era el lugar de mi sueño, mi destino
ineludible, que ahora forma parte de mi vida y de mi
realidad, quizá ya marcada.
¿Existirá alguna forma de escapar del destino? Ni
siquiera sé si éste es bueno o malo, lo que sí sé es que
es un gran misterio, y que aunque muchos repitan la
frase somos constructores de nuestro propio destino, creo
que es una gran mentira, porque de cualquier manera
nos alcanza, como la muerte misma, ya que nadie vive
un día más de lo que le toca vivir, porque el día que se
acaba tu destino ya no hay nada, no hay existencia.
Creo que para conocer nuestro destino es importante
penetrar en nuestro inconsciente, ahí donde se encuentran los procesos de nuestra vida, en los momentos
fuertes o definitivos, donde en una especie de neurosis
este inconsciente nos avisa nuestro destino a través de
sueños, intuiciones o presentimientos. Quizá por ello
algunas personas, próximas a la muerte, se despiden de
sus seres queridos, sin saber por qué.
Ahora quiero concentrarme, pensar y adivinar mis
sensaciones del momento en el que saldré de este lugar
llamado cárcel, aunque no sé para qué. Es una sensación ambivalente donde mi deseo me pide salir y mi
razón me dice que mejor me deje llevar, porque todo
pasa y llega a su debido tiempo, porque es inútil luchar
contra corriente. Tendríamos que pensar en las cosas
que no se dicen, que no se escriben, pero que existen.
Agudizar nuestros sentidos y estar alerta a lo que viene,
con el conocimiento de que es inútil tratar de cambiarlo
a él; nuestro destino.
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Ilustración
Norberto Hernández
Génesis
Felipe Leobardo Hernández Reséndiz
Creación Literaria
Centro Escolar Pedro López
Letras universitarias •
Somos la forma que obedece
la ley del universo que permanece
en formas irregulares
por células transformables y pluricelulares.
Vida es movimiento y unión de dos átomos
donde nace un tercero a la eternidad
que no tiene principio ni fin, sólo cambios
trascendentes de esta eternidad.
Ilustración
Marco A. de J.M.P.
Esencia
pura
Juven
JUNTO A SUS LABIOS ESCARLATA
acompañado de sus ojos vagos y claros
en sus mejillas blandas, quietas como la noche
de inmenso brillo como el astro
existe indudablemente un margen
de infinitos adornos, de virtudes inquietas
de admirables y perfectas interpretaciones
basta una sonrisa, sólo una
y formase la hermosa simpatía
rómpase, estallen quietas alegrías
para formar la más pura esencia de sus mejillas,
no es drama amoroso, ¡no!
sólo son los huequitos que dibujan sus mejillas al sonreír
y que me incitan a besarla.
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EL HOMBRE, átomo en el universo inmerso
como el planeta tierra, su hábitat disperso
que antes era fuego, después mar
después vida y luego andar.
Ilustración
Norberto Hernández
Laura Vázquez Becerra
Creación Literaria
Centro Escolar Rosario Ibarra de Piedra
Cazador
MI MANO SOBRE MI VIENTRE porque me siento mal,
el estómago me ha dado un vuelco porque he recibido malas noticias,
y mi mano me conforta.
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Roberto Romero Aguilar
San Lorenzo Tezonco
Mi mano sobre mi vientre porque soy inmensamente feliz,
la vida es generosa conmigo y me ha permitido ser madre,
con mi mano sobre mi vientre lo acaricio, lo conforto, lo amo,
él aún no ha nacido.
VOY PENSANDO en mis días cansados
harto de tránsito y ciudad
me duelen las infamias del mundo.
Mi mano sobre mi vientre porque el dolor del alma,
ese que sientes cuando pierdes a quien amas,
se convierte en dolor físico sobre en mi vientre.
El miedo atraviesa el inconsciente
las fantasías de mis huesos
miro por la ventanilla
pasa la gente en pedazos
la cabeza volando
y los pies clavados.
Mi mano sobre mi vientre, controladora de emociones.
Mi mano sobre mi vientre porque cuando veo al hombre que amo
algo dentro de mí se mueve, y mi corazón late rápidamente,
mi respiración se va, la emoción me domina y mi mano intenta calmarme.
les aviento monedas
y se largan como ratas bajo las alcantarillas
vamos llegando
se oye un turu ruru
estación Zaragoza
me rosa una muchacha
se me antoja y la saboreo en silencio.
Soy cazador furtivo
le tiendo una trampa
la deseo como animal en brama.
Siento su pecho en mi boca
tiemblo de excitación
la busco
la encuentro
la pierdo y se me escapa
agarro mis cojones
y me largo en mi camión.
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Mi mano sobre
mi vientre
Mi mano alcanza la luna
la hace girar como trompo
me arranco la cara
doblo con cuidado mi rostro
lo meto en la cartera
entre billetes metálicos de agosto.
Mi mano sobre mi vientre, ayudándome a recuperar el aliento al comer:
huyendo de mi realidad o acercándome a ella.
Mi mano sobre mi vientre, posición que he adoptado en todo momento,
cuando siento algo, dolor, gozo, diversas sensaciones…
mi mano sobre mi vientre, incansable, compañera de vida.
Ilustración
Marco A. de J.P.M.
Los merolicos se tragan el alma
roban, platican y cantan
un idioma que desconozco
Ilustración
Norberto Hernández
Otro día azul
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El frío de tu ausencia congela mi ser
y la tristeza invade mi corazón,
si la tristeza tuviera color
sería azul presidiario,
color de injusticia
color de dolor.
Memorias
Desfallezco por verte, por tenerte
y hoy tengo que conformarme con soñarte, añorarte...
Tengo un profundo dolor,
de no saberte, no tenerte,
dolor que me recuerda
que sigo vivo aún,
en esta fosa llamada cárcel.
Amílcar Arroyo Medina
Filosofía e Historia de las Ideas
San Lorenzo Tezonco
Sufrimiento y soledad
aglutinados en esta piedra azul
y pienso que pronto,
tal vez muy pronto
mi deseo se cumplirá.
Ismael Ricardo Aguilar Sánchez
Centro Escolar Pedro López
Ilustración
Yuli
Ilustración
Sandra Rivas Flores
EL BRAZO QUE LLORA ENTINTADO EN CARMESÍ, la tierra
desolada que alguna vez lo vio junto a su querido torso,
el gladiador que se ríe y pide su recompensa. Entre la
arena, tras las armas con las que se intentó la defensa,
bajo el cielo que mira arrogante la sangre de los mortales,
yace un cuerpo descuartizado y coloreado en rojo. ¿Quién
decidió tan fatal destino para ti? Tu alma pide perdón en
los templos de Hades.
El rey, sus riquezas, el amor de la bella esposa que
el mundo desea. ¿Qué más podías querer? Una noche
opaca, un recuerdo borroso, una vida galante y llena de
gozo. Tu niñez, las huidas nocturnas de tu padre, los gemidos de tu madre y un lacayo, las compensaciones con
las que intentaban hacerte sonreír, las tazas de leche
tibia antes de ir a dormir.
Encerrado en una torre que pretende la supresión del
sentimiento; el llanto no cesará hasta los veintiún años,
la inocencia de un niño se desvanece limitada por los muros. El tiempo pasa, el cerrojo se abre, un niño ha muerto,
mas un príncipe ha surgido desde la más alta prisión; el
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OTRO DÍA AZUL,
otro día más en la lucha por la supervivencia
y hoy le pido al Creador
la gracia de amanecer un día
entre tus brazos
y amanecer siendo uno contigo,
viviendo dentro de ti.
El tiempo pasa, los árboles se desnudan. Lentamente
el frío retoma su fuerza. Uno, dos, tres, cuatro… una infinidad de pétalos corriendo. Cinco, seis, siete, ocho… comienza una batalla. Nueve, diez, once, doce… el príncipe
se vuelve general. Trece, catorce, quince, dieciséis… rojo.
Cada pueblo, villa, ciudad, región y reino contra el
que se libró una ofensiva se incorporó al nuevo imperio
creciente. Cada diminuto ser que cree en su nuevo gobernante, cada nuevo integrante de esta cárcel guarda su
último recuerdo de la libertad que creyó tener. Siete años
pasan, cuatro días más serán los que el rey podrá vivir,
tinta humana sale de su boca, sus verdes ojos se van.
El nuevo imperio ha quedado con un trono vacío.
La silla imperial refleja una pequeña sombra, pequeña
y difusa, difusa e imponente, conforme él se acerca la
sombra se va aclarando, toma su respectivo lugar en la
realeza, voltea a ver la corona, inhala profundamente.
La mirada fría, la faz inmutable, nada puede detenernos ahora. Damos unas cuantas vueltas alrededor
del trono. La capa, ¿dónde quedó la capa? No pueden
decirnos “su majestad” sin la capa. ¡Hay que buscarla! corremos a la derecha, buscamos por toda la sala
imperial, levantamos las sillas, buscamos debajo de las
camas, tras los cuadros, entre las sabanas, sobre las
mesas… en nuestro padre… hay que desenterrar al rey, él
ya no necesita la capa, tendrá suficiente calor allá donde
va, el calor que nunca nos dio.
¡LE ROI EST MORT, VIVE LE ROI!. La nueva era ha
comenzado, el imperio tiene que seguir creciendo, nadie
se puede oponer, ¡no habrá misericordia! No habrá más
tributos retrasados, no más ladrones en nuestro reino,
no más brujas que hechicen a los hombres casados para
que dejen a sus esposas… necesitamos a nuestra reina.
Una mirada que alcanza a quebrar al más frío ser, mirada vaga, difusa, tan triste y a su vez esperanzada. Una
lágrima que emana de uno de los ojos más bellos que
nunca se vio, el pequeño río que deja a su paso recorre
la tersa piel de esta dama, el río se detiene, cae, los
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rey ha de celebrar el surgimiento de su joven príncipe, no
sin que antes se haya demostrado su fino linaje.
Por la noche, sobre la arena que ha visto a tantos
hombres blandir la espada por su vida, el príncipe se
juega el derecho para la sucesión del trono, mas Dochtlich no permitirá que éste sea ganado tan sencillamente. Las reglas se han dicho, las armas están dadas, la
batalla ha comenzado.
Kiribatt está en guardia, con gran facilidad logra
evitar los ataques de su adversario. Los ojos demuestran
la furia más aterradora con la que alguien puede contar,
el príncipe ensangrentado demuestra su honor. Toma la
cabeza que, desprendida de su cuerpo se mantiene quieta, mirando al vacío, viajando por las estrellas. El cuerpo
tembloroso lamenta su pérdida, mas no se derrumba.
Habrá que aquietarlo… un sólo movimiento bastará.
El vino, los bailes, las risas y la cena, la orgía, dos
sabanas rotas, un suspiro, un beso frío y una gota. La
cama que se retuerce bajo el sexo fugaz de los amantes,
el suelo que no alcanza para aquellos que se desean, la
brisa calida que en el balcón corre, el húmedo salón de
fiestas inundado por el vaho que sale entre beso y beso,
el corazón marchito que ama sin amar junto al padre
que nunca mostró algo de cariño.
Una madrugada; el sol se contrapone a los dedos de
un sauce que lo quiere alcanzar, el pasto recién bañado,
un párroco que ronda por la recamara real, tres lágrimas
emitidas por un hijo al que no se le cantaron canciones
de cuna, un rey que se desploma tras haber perdido
a su musa, el lacayo que ha perdido su más anhelado
deseo, los gorriones cantan un réquiem matinal.
El panteón, los sollozos, la triste desilusión al saber
que la inmortalidad no es para el hombre, y tampoco
para la mujer. Un niño que no pertenece a la nobleza se
quiere ir, llora, es regañado; uno tiene que asistir a los
entierros reales. Las flores blancas alrededor de la fosa,
el cuerpo inerte que en ésta yace, todos cabizbajos,
incluso las hadas que han asistido al fúnebre festejo.
llegado. Cubierto con una capa roja, protegido por tres
guardias, uno de los generales se le acerca, le dice algo
al oído, los guardias dan la vuelta y se van cuidando del
que va al centro de ellos.
Una asamblea militar, todos esperan al rey, no
tarda mucho en llegar. La estrategia es increíble, no
hay forma de fallar, sólo hay un pequeño problema,
pero eso no importa, él accede, tendrá que guiar a sus
tropas por el otro lado del río, imitar a Aníbal, llegar
por sorpresa, ganar la batalla y regresar a su castillo.
No puede fallar.
Las tropas salen; la guerra da inicio. Gallardos soldados blanden sus espadas contra el enemigo, brazos
desprendidos, dedos solos que rondan en el suelo, de
pronto una cabeza se ve caer. Todos con valor defienden
sus posiciones, nadie se rinde. Pronto el terreno parece
ser menos hostil, los guerreros corren tras sus enemigos
que se ocultan en la espesura del bosque.
Desembarcan, nadie espera su ataque, las tropas vigilan el área. Una caminata, todos van con gran cuidado,
no deben ser oídos, la discreción es crucial. Al frente va
Kiribatt con una cimitarra y un arco, no hay ningún enemigo cerca, no hay nadie cerca. El rey voltea, su ejército
ha desaparecido, algo no está bien, siente un golpe,
todo se nubla… y se pierde.
Una mazmorra, tres cráneos la adornan, los golpes
aún se dejan sentir, la ventila del techo apenas y permite el paso de la luz. Alguien se acerca, levanta al recién
capturado, lo escolta hasta una plaza, le da un peto, lo
avienta frente a su oponente y le escupe en la cara.
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labios no lo dejan continuar. Un beso ¿quién no querría
un beso de ella? Su nombre es Addi.
Una plebeya no se puede negar a la realeza. La tristeza
de los padres al ver a su hija marcharse, las lágrimas se
dejan ver dentro de una pequeña casa de paja, el techo de
madera es resistente ante las más grandes lluvias pero esta
es una tormenta que no podrá detener, quizá sea porque
no hay techo que detenga las lágrimas que la joven riega
sobre sus padres, que a su vez lloran sin consuelo.
Las nupcias, una ceremonia inolvidable, no puede
haber fallas, los invitados lo saben, saben que si algo
sale mal el tributo crecerá, saben que si hay riña alguna
serán azotados, saben que la muerte ronda por sus
casas todos los días, sólo hace falta que ellos la inviten
a pasar, ella no pide mucho.
Como si fuese la primera vez que alguien es querido,
así se siente Kiribatt, así lo hace sentir Addi. Él vuelve a
reír, vuelve a jugar a que está viviendo, no hay nada que
él no haga por ella. El reino que pensó en volverse contra
su rey ahora lo quiere, vitorea su nombre, trabaja por él.
Nueve años en que un reino ha rechazado catorce
invasiones, una reina que espera dar a luz, soldados
que resguardan las puertas de la ciudad, es la época
más importante, se espera que sea un varón, nadie
puede ver a la reina, nada puede acercársele, el viento
puede hacer que caiga en cama. Es un año difícil, los
ataques no cesan, habrá que atacar también.
Una reunión de seis generales espera a que llegue un
superior, ellos ya han analizado la estrategia, es necesario que él esté con sus hombres; tocan la puerta… ha
garrantes de la gente que aplaude; entre tanto vitoreo nadie
toma en cuenta al brazo que lentamente camina hacia su amado
torso hasta llegar con él, lo abraza, le susurra unas palabras, le
hace sentir amor otra vez.
Tres personas llevan los restos de los gladiadores derrotados, los
meten en unas fosas y se van. Un fantasma ronda por las casas esta noche, lleva dos años caminando por los pasillos de lo que alguna vez fue su
castillo; siempre hace lo mismo, entra a la vieja biblioteca, toma un desgastado libro de notas y escribe en él.
Y en la penumbra el rey escribe sus memorias, toma la pluma; pasan seis
horas, plasma su vida, y con sangre divina le agrega una dedicatoria a su esposa:
para una dulce dama. Admira su obra y lentamente se retira.
Hoy fue su última noche, recorre nostálgico los pasillos, recuerda a la única persona
que le otorgó amor. Algo llama su atención, la voz de su amada que nunca olvidó, quizá
ella tampoco lo hizo con él. La busca, pronto ve una silueta de aquella a la que alguna vez
amó, no está sola, escucha la plática, se derrumba ante la temible verdad.
Ella, acompañada de su siempre amado general, aquel al que siempre amó, nunca al rey; lo
ve, escondido tras una pared ve al que alguna vez dijo ser su rey, se le acerca, lo mira con soberbia, le confiesa su traición, le dice todo, lo derrumba, se burla de sus memorias, mas las guarda,
espera hasta que su alma se desvanezca y luego se va, regresa a su imperio, aquel que planeó tener
desde que era niña. Recuerda que sus padres le dijeron lo imposible que ésto sería, recuerda la triste
noche en que tuvieron que morir, estorbaban en su vida al igual que el rey al que nunca nadie quiso.
La reina toma su cetro, se levanta del trono, pide su capa y manda a sus hombres. Ahora el reino es de
ella, nadie le dirá qué hacer, todos le obedecerán, no puede fallar, sólo debe recordar, nunca debe querer a
nadie, no puede, pero… tras tantos años ya nadie la puede querer. Cae ante su triste verdad, se encierra en
la torre más alta del palacio, llora por sus últimos días, lee las memorias del que nadie quiso, espera
que su cuerpo se seque, grita en las noches, se masturba por las mañanas, muere una tarde,
sola, como siempre estuvo desde el principio, como siempre supo que moriría, como
nunca quiso que le sucediera.
El último funeral, ya nadie va a velar por los reyes caídos, ya nadie
piensa en ellos, nadie los recuerda. No hay recuerdos, si no
hay recuerdos entonces nunca existió, pero… sobre
una alfombra vieja, junto a viejos pergaminos,
escondido de las personas, encerrando a
un triste rey que desea ser amado
tan sólo una vez, un viejo
libro espera volver
a ser leído.
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Kiribatt no entiende cómo fue capturado, no alcanza
a comprender la manera en que uno a uno su ejército
se derrumbó, la estrategia era perfecta, no había modo
de que se pudiese siquiera deducir, a menos que… esa
era la única manera ¿de qué otra forma alguien podía
enterarse de sus planes de guerra?
Él ya no es rey, ahora su cetro se ha reducido a
una mísera daga, su corona con el dragón imperial al
frente se ha convertido en un viejo casco lleno de óxido,
librará su última batalla. Recuerda la primera vez que
estuvo en una situación similar, recuerda su victoria ante
Dochtlich.
Aquel que alguna vez fue rey toma sus armas, evade
con una destreza impresionante cada uno de los ataques
de su adversario, lanza un golpe mortífero a la cabeza,
no logra causar gran daño, la edad ya no le favorece. No
se deja vencer, ambos contendientes están exhaustos,
se miran fijamente, saben su destino; quien gane se le
perdonará la vida y se le otorgara una libertad limitada.
El hacha corta el viento, el mandoble no se queda
atrás, ambos no se dejan caer; pronto uno encuentra
algo que cortar, el otro sólo se empapa de rojas aguas;
el hacha corta de golpe las piernas de su contrincante,
mas Kiribatt no se lamenta, no grita de dolor, no llora de
agonía, sólo sonríe, sólo suelta una pequeña carcajada…
y se convulsiona al mismo tiempo.
La multitud pide el final de la contienda, el gladiador
está dispuesto a darles gusto; levanta su hacha y la
deja caer sobre el cuerpo que yace sin piernas, corta su
cabeza por la mitad, de otro golpe despega su brazo, el
otro brazo es partido por la muñeca; la multitud eufórica
pide más, anhela más sangre, quieren más diversión.
Entre la arena, tras las armas con las que se intentó
la defensa, bajo el cielo que mira arrogante la sangre de
los mortales, yace un cuerpo descuartizado y coloreado
en rojo. Sus brazos a lo lejos escuchan los gritos des-
Pasión
prohibida
Letras universitarias •
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Ilustración
Norberto Hernández
DERRAMA TUS SUEÑOS en mi cama
para que tu pasión renazca en mi alma
en tus labios entreabiertos,
profundo abismo de tu universo.
Exquisito aroma del vaho
en tu rosa mojada
con el vino rosado del Génesis
brotando de tus entrañas
ahí donde espinas
y después mitigas.
Perversas ideas de anormalidad contemporánea,
mi ser innatural se exalta.
Tu pasión y la mía son un solo mundo
sin barreras… o fronteras,
sin ninguna diferencia entre dos diferentes lenguas
donde tiene otro sentido el pecado,
nuestra anhelante utopía ...
y no es como este mundo de apariencias,
donde actores ciegos de doble moral
con su maldita e indolente ideología,
en constante declaración de guerra
a nuestro mundo, a nuestro amor,
juzgan lo que a sus ojos es inmoral pasión,
pasión prohibida.
dulce
Yani Rodríguez García
San Lorenzo Tezonco
Creación Literaria
Ilustración
Norberto Hernández
DEBIDO A QUE NO PODÍA ALEJAR de su mente el recuerdo de la exposición sobre erotismo que visitó días
atrás, no lograba concentrarse en sus tareas y comenzó
a desentenderse de ellas cada vez más. Al cabo de un
rato las abandonó por completo, y sin preocuparse de
nada por el momento, se entregó a su imaginación, a
sus recuerdos.
La situación no era común, aunque tampoco le
incomodaba. Hacía mucho que no se manifestaba su
libido, casi siempre se mantenía absorto en su trabajo,
lo cual le traía muchas satisfacciones. Sin embargo, distraído siempre con éste, se olvidaba de otros placeres.
Si bien las mujeres en las fotografías de aquella exposición eran hermosas, y las poses en las que
fueron captadas resultaban originales y alucinantes, no
fue precisamente esta evocación lo que le apartaba
de sus deberes. Era esa noche clara, “veinte de
septiembre, 21 hrs. inauguración de galería y exposición, brindis...”, decía la invitación que él releía
para verificar la dirección.
Al llegar a la galería, una sensación premonitoria le arrebató, era como un escalofrío que le
recorrió la piel, sacudiéndole el sopor. Degustó el
vino de su copa, aunque terminándola con dos
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Letras universitarias •
Jeny Rubí Padilla Soto
Comunicación Y Cultura
San Lorenzo Tezonco
Salado y
Su intervención en la obra era la de estimular al
personaje principal (el filántropo enamorado), con versos
ágiles que tenían la intención de convencerlo de actuar
e inhibir su pusilanimidad, brindarle brío y consejo,
como la voz interior del personaje. Fue entonces cuando
la conoció.
La piel más nívea donde yo he deseado hundir mis dedos, le escribió después junto con otros sinceros versos
que le envió en un poema.
La veía siempre en los ensayos, ella representaba
el viento otoñal que acompañaba a la mujer (la que
embelesaba al filántropo), adherida como su fragancia,
le envolvía por medio de dulces y amorosos cantos con
refinamiento, placidez y con un aroma a maderas finas
del bosque. Competía con el embelesado en colmarla de
loas y la invitaba a resistirse. La tragedia en el idilio era
la ambigüedad de un amor opuesto.
Rodeados de imágenes eróticas, caminaban tomados
del brazo mientras charlaban sobre su situación actual.
Ella se desprendió para alcanzar la bandeja de bebidas
que llevaba un mesero por encima del hombro, a unos
metros de ellos. Cuando regresaba sonriente, con una
copa de vino en cada mano, un apagón sorprendió a
todos en la galería y por un momento reinó la confusión. Para mitigar su desconcierto, ella extendió los
brazos buscando a tientas a su compañero y se refugió
a su lado. Él percibía su perfume sutil y se henchía los
pulmones al tenerla tan cerca en la oscuridad, un sen-
un rostro hermoso. Con naturalidad y soltura regresó a
mirarle, sonriendo.
¿Recuerdas la escena donde quiso preguntar ella con
voz dulce?
Interrumpiéndola, dramatizó: Que alguien por favor
le explique a mi corazón que es imposible obtener lo que
pide, que no insista más. No existe acuerdo ni negociación
para lograr la quimera que se ha metido en su latir, que
empuja y no cesa, y que mi pecho no podrá someterse más.
Improvisaron escenas completas, no había escenario
ni espectadores, sin embargo todo era excitante, un calor los invadía. Recreando uno de los actos finales, muy
cerca el uno del otro, se sintieron impacientes y ávidos
de contacto, percibían su cuerpo aceleradamente pulsátil
y vibrante, ambos respiraban con dificultad. Ella ofreció
su boca, él correspondió con un beso, un éxtasis les
recorría el cuerpo y los emborrachaba, el deseo crepitaba y se consumía lento dentro de ellos. Se cubrieron de
besos en el rostro, pequeños besitos frescos y afectuosos en las mejillas, a la mitad de la boca, en el mentón,
en el cuello… en los párpados.
Ella le pasaba la lengua por la comisura de los
labios, él tensaba flexionando ligeramente la pierna derecha en reacción nerviosa, señal de agrado y excitación.
Al mismo tiempo que él le besaba los senos jalaba el
vestido, revelando unos rollizos y ardientes muslos que
destilaban jugosidad y sensualidad. Todo el ambiente
era una ambrosía de aromas, sabores narcóticos; salados… dulces. Con torpeza y apuradamente, pero intenso,
él la desvestía irónicamente con la misma rapidez con la
que unas horas antes había tardado en adorarla cuando
lucía su vestido. Las torneadas e impetuosas piernas
cedían cada vez más al toqueteo incesante.
Los besos y caricias se prolongaron por algunos
minutos más y por todo el cuerpo, hasta que de repente
ella, con frenesí, lo empujó hacia la cama quedando boca
arriba. Avanzó sobre él abrazándolo con las piernas e
impulsándose lentamente, rozando y frotando sus sexos,
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Letras universitarias •
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rápidos tragos. Paseaba y miraba, se detuvo a cierta
distancia para contemplar una impresión que iba del
suelo al techo, en blanco y negro, donde la luz capturada dentro de la imagen sólo permitía ver una estela de
mordisqueos ligeramente marcados sobre una blanca y
sinuosa espalda.
A la vez que recorría visualmente el retrato con la
intención de averiguar dónde desembocaba aquel registro dental, una mujer caminaba y se frisaba segura a su
encuentro. Lo tocó con la mano en el hombro, él giró y
al mirarla no pudo evitar sorprenderse.
Al reaccionar abrió los brazos para estrechar el
cuerpo que tenía frente a sí, mientras su mente hilaba
reminiscentes escenas de cinco años atrás, cuando en la
facultad conoció a un grupo de teatro. Al principio sólo
le gustaba frecuentarlos para charlar, reír y fumar, pero
se comenzó a interesar en la faena, especialmente por
una obra y uno de sus personajes, que pregonaba con
desenfado e inocencia su amor por la vida, la humanidad y su embeleso hacia una mujer.
Diversas razones le llevaron a interesarse en aquel
personaje. Él se cuestionaba si en la infrecuente filantropía de algún hombre se reflejaba un amante igual
de excepcional, si el corazón humano -considerando su
magnanimidad y pese a su insipiencia- era capaz de consentir tanta pasión. Al integrarse no le dieron ese papel
porque según necesitaba foguearse, en cambio representó a la esencia de la primavera.
timiento que había permanecido inmaculado en alguna
parte de su mente, rebullía.
Después de esperar por algún tiempo considerable,
la electricidad no se restableció y ellos, como muchos
otros, comenzaron a abandonar el lugar. Al evacuar,
tropezaron con lo que parecía ser una caja, inclinándose
encontraron la caja de vinos, amparados por la oscuridad, tomaron dos botellas. Con parsimonia, sin preguntarse, se dirigieron a la dirección que ella marcaba hacia
su casa. Al entrar en el departamento, él notó un poco
de desorden, pero limpio, llamó su atención el teléfono
en el buró a un lado de la cama, él lo tenía en el mismo
sitio y advirtió en ese instante qué molesto es tenerlo
ahí, y que lo despierte ese timbrazo insistente. Pensó
que llegando a casa lo cambiaría de lugar, además sólo
recibía llamadas de su jefe, no valía la pena ser despertado por esa única razón. También miró en los libreros
algunos títulos que él conocía, libros y notas regados
por doquier, plantas, un escritorio. Se sentía un aire
familiar.
Ahí bailaron y rieron hasta la madrugada, cuando
cayeron uno al lado del otro sobre una gran cama, mientras, fumaban y recordaban viejos tiempos.
Por el efecto del vino ella cerraba los ojos sintiendo
en su cuerpo una relajación sensual que le provocaba
pequeños espasmos. Esto llamó la atención de su invitado, el cual primero pensó que ella sufría de algún sueño
extraño que le provocaba esos movimientos espasmódicos. Al incorporarse y mirarla quedó hipnotizado con los
movimientos sensuales y los destellos que irradiaba su
piel lustrosa, sus ojos vagaban por aquel cuerpo hermoso. Con reserva, se aproximó como quien se ve interesado por una criatura salvaje, sin intención de cazarle
o hacerle daño, pero con el constante riesgo de sufrir
una embestida. Ella sintió el cálido roce y se irguió con
vehemencia, por algunos segundos se quedaron mirando
atónitos. Ella desvió la mirada hacia el tocador, se estiró
y cogió una liga para asirse el cabello, descubriendo
Letras universitarias •
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zado de ella, su mirada desconfiada y curiosa exploraba
su cuerpo y descubría su rostro. Su piel contenía toda
la gama de tonalidades rosa, decreciendo de intensidad
hasta llegar a blanca. Luego, se hacía traslúcida, como el
agua, él sumergía su mirada y sus ojos buceaban en ella.
Después, transparente, inasible pero a la vez perceptible
e inconfundible como el aire que se filtra y desaparece
entre los dedos.
El teléfono llamó interrumpiendo su descubrimiento, él giró hacia el buró para contestarlo. Era el jefe del
periódico donde trabajaba, éste lo reprendió por no tener
a tiempo la reseña sobre una antología de cuentos de
Anaïs Nin, recientemente publicada, confundido, sin dar
importancia a los reclamos, colgó el auricular y se volvió.
Un día a la vez
Dedicado a mi madre
Ma. del Carmen Sánchez P.
Hoy me desperté como todos los días, pero con
más ganas de seguir dormida que de costumbre, deseé
más que nunca cinco minutos para dormir, pero sé que
hoy los aprovecharé mejor que cualquier otro día. Me
levanté de la cama y me miré al espejo, apenas si pude
reconocerme debajo del maquillaje del día anterior; mi
cabello estaba más desordenado que nunca, traté de
arreglarlo con un poco de agua y luego de unos intentos
al fin lo pude estilizar. Tomé un vaso de leche como desayuno y al lavar mis dientes los cepillé más fuerte que
ninguna otra vez y no sé por qué.
Antes de salir de casa me despedí de mi madre, sí, la
única persona de la que jamás me he separado en toda
mi vida, ni por tanto tiempo, excepto hoy. Le di un beso
y le dije cuánto la amaba, lo hice tan despacio que sentí
cómo salía cada sílaba de mis labios, ella me sonrió y
me dijo lo mismo. Así lo hice con cada uno de mis seres
queridos.
Salí tan rápido de casa que no me percaté de la ropa
que traía puesta, era mi blusa favorita y un pantalón nuevo
que no sabía que tenía y que jamás volveré a utilizar. Al
llegar al trabajo vi a la misma gente de siempre, con quienes convivía la mayor parte del tiempo de todos los días.
Nunca les dirigí una palabra amable porque las prestezas
del trabajo no me permitieron ser gentil de vez en cuando.
Hoy saludé a toda esa gente y hasta les ofrecí una sonrisa.
Camino a casa encontré a todos mis amigos y les dije que
los extrañaría y que jamás los olvidaría. Ellos se extrañaron
por mis palabras, pero no dijeron nada.
Alejandra Valeria Robles Sánchez
Lengua y Literatura Inglesas
Facultas de filosofía y Letras. UNAM
Las nubes están puestas para llover y lo disfrutaré
como nunca antes lo he hecho.
Hice mis deberes mejor que nunca y no me había
divertido tanto haciéndolos. Comenzó a llover y me
bajé del autobús en el que viajaba para poder ver cómo
caían las gotas de agua y se posaban sobre las hojas
de las plantas. Me pareció ver un espectáculo nuevo,
aunque lo había disfrutado algunas veces.
Cuando terminó de llover salió el sol y formó un
hermoso arcoíris, observé sus brillantes colores entremezclados, era algo fantástico ver sus colores matizados, suspendidos en el cielo. Las aves comenzaron a cantar una
canción nueva, creo yo, pensé que sólo lo hacían para mí,
así que me senté a escucharlas atentamente. Nunca antes
lo había hecho y esta vez lo disfruté mucho.
El día transcurrió tan rápido que no supe a dónde se
fue el tiempo. Por la tarde el cielo se tiñó de un rojo carmesí impresionante y para la noche un manto de hermosas
estrellas brillaban esplendorosamente sobre mi cabeza y
una luna iluminaba radiantemente en medio de ellas.
Durante la cena le dije a mi familia, una vez más,
que los amaba -¿por qué esperé hasta este momento
para hacerlo?-. Les pedí perdón por mis faltas y ellos
me pidieron que lo olvidara. Una vez terminada la cena
subí a mi habitación para quedarme sola el resto de la
noche. Me recosté sobre mi cama y escuché mis canciones favoritas hasta que el sueño llegó a mí. Eso lo hacía
todos los días, sólo que hoy fue un día especial, porque
hoy fue el último día de mi vida.
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Letras universitarias •
entretejiendo su vellosidad. Súbita e involuntariamente el
miembro duro se deslizó con el escurrir de la cálida sustancia que emanaba de sus sexos, conduciéndolo hacia el
interior. Al advertir la virilidad dentro de ella un ardor se
extendió en su cuerpo, convulsionándolo en intensos vaivenes de pensamientos corpóreos y movimientos etéreos.
Ella arqueaba el cuerpo, tomaba aire y exhalaba un
aliento dulce, él posaba sus manos en el voluptuoso
vientre y las retenía ahí. En momentos él no distinguía la
realidad de lo irreal, la sensación lo enloquecía suprimiendo cualquier razonamiento. Los gemidos como aullidos que
emitía ella, además del sudor, era lo único claro que reconocía, lo demás era difuso, escapaba a la interpretación.
Minutos después, aún confundido, se encontró abra-
Deliberando
Anónimo
El Colibrí
Letras universitarias •
De una vez habla,
imprime las palabras que me hacen falta
y al igual que el sol penetra la mar
deja que tu voz crepuscular
llene a esta mujer doliente.
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Ilustración
Gabriela García Tapia
Elisa Buch.
Ilustración
Argelia Leodegario
La poesía de Juan Gregorio Regino, impregnada de la antigua palabra tiene su fundamento en la vida
contemporánea.
De este quehacer, los anhelos son para el poeta mazateco una forma de redefinición.
Los poemas contrastan con la realidad que mira la naturaleza y también con el amor y el dolor,
representativos de su pueblo.
Su poemario Ngata’ara stsee/Que siga lloviendo, habla del poder de la palabra, de la tierra y del
esfuerzo por conocerla. El libro se divide en seis capítulos, cada uno con la concepción del tiempo indígena. En los primeros aparece el misterio de los nuevos caminos hacia el amor, los cambios del cielo y
la necesidad de la tierra, para terminar con el tiempo circular y la cotidianidad de la vida en las comunidades. Destaca el poema Los niños zapatistas no tienen sueños. No me imagino el no sueño, cuando
es un regalo y existe libertad de tenerlo. Sueño en el sentido de futuro, de necesidad y de realidad
arrebatada.
La voz de Regino es sólida. Ha descendido a la profundidad de un pozo para salir victorioso y engendrar formas de comunicar: la nueva palabra mazateca.
Existe una relación directa y esencial entre naturaleza y poeta erosionado. La dimensión poética
encuentra su reflejo en la vida comunitaria. Para Juan Gregorio Regino cada amanecer tiene un sentido
procurado en este poemario.
Ngata’ara stsee/Que siga lloviendo.
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Letras universitarias •
Habla, que te corran las palabras por la sangre
y estallen por tus labios propuestas amorosas,
conmueve el techo que cobija el silencio
por tener la tentativa de ser lápida.
púrpura
Vol. III
(la noche del chacal)
Dquimera.
David Diego
huele el miedo, o un alma triste para iniciar el ciclo
matar o morir, ese es su lema
las razones son disparos de salva
para un demonio hecho hombre
sale de casa como un gato errante, mirada perdida en
luces neón
un destello en el frío y la oscuridad llama poderosamente su atención
fina dama de lóbulos perfectos, gran trofeo para la
colección
la acecha por la espalda en espera del cómplice perfecto
(soledad) siempre apareces en el peor momento
deja caer el cigarro a cambio de una vida por segar
trato justo para el vicio a cambio de placer
a escasa distancia saca un puñal, la luna brilla excitada
ante el atroz telón
harta de escenas comunes, ve al hombre con los ojos
llenos de humedad
suave golpe en el costado, tibia muerte escurriendo por
sus manos
tapa su boca sellando toda esperanza, la vida se ahoga
en impotencia y rabia
para comer la cereza del dulce momento que le hace
sentirse vivo
dulce beso para un gran final, así vuelve a empezar.
Matar o morir, esa es la verdad...
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Letras universitarias •
Letras universitarias •
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Crónicas
Despierta a la medianoche, con frío en la espalda
las imágenes de días pasados buscan su lugar
guarda con celo hermosos cristales
llanto roto en un impacto de sinceridad
crónicas púrpura, muchos capítulos
personajes, todos los que él pueda inventar
tinta corre por sus venas, llagas abiertas de color
todo intenta plasmar, para entender los días que le
falten vivir
uñas de marfil rasgando la demencia
buscando una razón para existir, por burda que ésta sea
en su delirio él ha sido liberado
escupe verdades sin importar a quién hiera
la sangre se agolpa en deseos enfermos
viviendo el infierno de ser él mismo
dedos largos como la historia del mundo
de extraña forma como la ambición que domina al
hombre
conciencia vacía, todo se fue con un viejo amor
el chacal recorre la galería
viviendo cada momento, clavado al pasado
pensando en el futuro, sin entender el presente
se escurre entre la noche como el humo de un cigarro
en los puños de un demente (sonríe)
la locura lo atosiga, la crueldad lo incita
Cihuatl Tletl
San Lorenzo Tezonco
Ciencia Política y Administración Urbana
Se acabó
vehemencia
se acabó
con solidaridad
pero se acabó jugando
con parsimonia pero se acabó dudando
como un desfile de obsesiones obtusas
y se acabó sin lágrimas
torcido pero se acabó
con las manos ardiendo
con arpegios sangrados
con rabia
pero se acabó
sin rostro tuyo
con voces de reproche
y se acabó
quedándome con el castigo
de tu gélido cuerpo
escupiendo los jirones de recuerdos
acabando ahí
Ilustración
Norberto Hernández
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Y quién lo iba a decir, quién lo iba a pensar e imaginar,
que entre tantas almas reunidas al calor de una noche,
agazapadas por la euforia de la juventud,
entre voces, movimientos y humo, te iba encontrar.
Tus labios me llamaban y no los pude ignorar,
tentación instantánea que quise probar...
Una mirada detenida bastó
tan sólo cuatro palabras hicieron
que me interesaras cada vez más.
Escenario de tres almas, deseo por un beso,
concientes de hacerlo, aunque no del tiempo,
tan sólo una retirada y lo hicimos realidad...
Aquellas caricias te gustaron, lo sentí...
muchas veces se repitieron, en distintas personas.
Los sentimientos intervinieron y no los oculté,
muy a tiempo supe que nuestra combinación son los momentos....
Inteligentes para aceptarlo, cruel para decirlo,
impotente para no hacerlo
y emoción al conservarte hoy conmigo.
Seacabó
Dorian Gabriel Castillo
donde las noches son cortas
y las tardes largas
con agostos de lluvia
y gotas de cerveza
se acabó
doy media vuelta
sin mirar atrás
sin recatos
sin vicios en los bolsillos
sin ganas de hablar
y se quedó
acabado
añorando el desazón de tu sonrisa
yo sé que cargo muestras de ácido
y mi rostro es una magenta amorfa
y estoy aquí
para decirte
que se acabó.
Se acabó.
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Letras universitarias •
Letras universitarias •
Y
quién
lo iba
a decir
Letras universitarias •
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Plantel Casa Libertad
Tannya Mora Rosas
Arte y Patrimonio Cultural
Centro Histórico
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