Capitulo 4 - Historia del termalismo Moderno

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PLAN DIRECTOR PARA DESARROLLO PRODUCTO TURÍSTICO
DE BIENESTAR Y SALUD CON AGUAS TERMALES EN LA RHN1
Plan Director para desarrollo producto turístico de BIENESTAR Y SALUD
con aguas termales en la Región Huetar Norte
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
Introducción.
Historia de la oferta termal de la zona.
Inventario de servicios turísticos de la Región Huetar Norte.
Historia del termalismo.
Introducción a las virtudes terapéuticas de las Aguas MineroMedicinales.
Relación de manantiales existentes, composición analítica.
Caracterización específica de los manantiales, usos terapéuticos, técnicas
termales recomendadas, productos complementarios.
8. Análisis DAFO.
9. Proyectos
10.Creación de un producto termal y posicionamiento en el mercado.
11.Análisis de mercados potenciales (nacional, internacional, nichos:
friendly, deportivo, MICE. Turismo residencial y de golf).
12.Técnicas de comercialización (interna, on line, tour operación,
especializado, otros).
13.Conclusiones – Hoja de Ruta. Especificaciones y planteamientos de
desarrollo de los proyectos
14.Bibliografía
PRODUCTO
CONSULTOR
Objetivo
Específico
Actividades
Ficha técnica
3.3 Estudio hidrológico
3.4 Análisis de estudio hidrológico
ANTONIO FREIRE MAGARIÑOS
iii) Identificar las brechas que tiene la RHN para el desarrollo de un producto de
bienestar y salud.
v) Análisis de aguas y/o otros estudios técnicos requeridos, uso y aprovechamiento,
así como valorar las condiciones actuales de los balnearios como mecanismo de
diferenciación respecto al mercado mundial.
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4. Historia del Termalismo
Termalismo en la antigüedad. Antecedentes del termalismo
El agua se ha usado en centros ancestralmente con tres fines: religiosos, higiénicos y
curativos. La limpieza con agua se ha asociado desde la antigüedad a numerosas prácticas religiosas,
en especial a los ritos de purificación. Estas prácticas todavía son importantes en las religiones
musulmana —abluciones— e hindú. El mikvah de la religión hebrea ortodoxa y el bautismo de la
católica se derivan de la inmersión ritual. Por otra parte, numerosas civilizaciones han considerado el
aseo personal como una práctica saludable y placentera, sobre todo las culturas clásicas —griega y
romana—, y esta tradición se ha transmitido a lo largo del tiempo a otras culturas, como la islámica,
hasta llegar al mundo moderno occidental; además, puede servir como medio de relación social, y
prueba de ello es la práctica común desde tiempos remotos en zonas tan distantes como
Escandinavia, Turquía, Irán o Japón.(1)
Los antecedentes del uso del agua con fines higiénicos tiene su comienzo al parecer en
Escocia hace diez mil años. Aunque el hombre primitivo, consciente de la toxicidad de sus desechos,
se instalaba cerca de alguna fuente natural de agua corriente, fueron los habitantes de las islas
Oreadas, frente a la costa de Escocia, quienes construyeron los primeros sistemas tipo letrina para
alejar de sus hogares los desechos. Una serie de toscas conducciones iban desde las viviendas de
piedra hasta los torrentes, lo que permitía satisfacer las necesidades en el interior en vez de tener
que salir al exterior.(2)
En Oriente, la higiene era un imperativo
religioso para los antiguos hindúes, y en una época tan
lejana como 3000 a.C. muchas casas poseían ya
instalaciones sanitarias privadas. En el valle del Indo, en
Pakistán, los arqueólogos han descubierto baños
públicos y privados provistos de cañerías de barro
cocido incrustadas en obra de ladrillo, con grifos para
controlar el agua.(2) Los baños primitivos más
perfeccionados de la antigüedad fueron los de las
familias reales minoicas en el palacio de Cnossos, en
Creta. En el año 2000 a.C., la nobleza minoica disponía
de bañeras que se llenaban y vaciaban mediante
tuberías verticales de piedra. Por estas tuberías
circulaba agua caliente y fría, y sus conexiones
arrastraban los desechos lejos del palacio real, el cual
disponía también de un retrete con un depósito encima, lo que permite clasificarlo como el primer
water con cisterna en la historia (2)
Los antiguos egipcios hacia el año 1500 a.C. en las casas de los aristócratas contaban con
tuberías de cobre por las que fluía agua fría y caliente, y el baño corporal completo formaba parte de
las ceremonias religiosas. Curiosamente, a los sacerdotes se les exigía tomar cuatro baños fríos
completos al día.
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"Los baños egipcios se hacían con
agua y aceites o ungüentos perfumados, que
solo los sacerdotes sabían preparar. Se creía
que las recetas y los ingredientes eran
saberes transmitidos por el dios Thot, al
igual que la química y la escritura. Estos
aceites sagrados humectaban y protegían la
piel sometida a la sequedad y el calor de un
clima riguroso. Las clases sociales más
adineradas tenían esclavos dedicados
exclusivamente a bañar a sus señores. En
Egipto, las jóvenes doncellas esperaban su
baño arrodilladas en una estera de juncos,
mientras las esclavas vertían sobre sus
cabezas, agua perfumada con mirra, azafrán
o canela. Otra esclava cubría sus cuerpos
con ungüentos y aceites, y luego les acercaba ramilletes de flores, para que el delicioso perfume
completara los efectos revitalizadores del baño. La ceremonia concluía con un desfile de guirnaldas
florales, como símbolo de frescura y belleza. Pese a las diferencias de clase, ningún egipcio se privaba
de su baño diario. Los menos adinerados, humectaban su piel con aceite de ricino, mezclado con
menta y orégano".(2b)
Los judíos otorgaron aún mayor importancia a los aspectos rituales del baño, pues según la
ley mosaica la limpieza corporal equivalía a la pureza moral. Siguiendo las normas dictadas por David
y Salomón, aproximadamente desde el año 1000 hasta el 930 a.C., se construyeron en toda Palestina
complejas obras públicas para el suministro de agua.(2)
Las pinturas decorativas sobre ánforas
de la antigua Grecia revelan la existencia de
artefactos primitivos similares a las duchas, y
Homero habla en La Iliada de tinas para
bañarse. Ulises en la Odisea hablaba de los
placeres de los baños termales. Las termas
primitivas eran dependencias de los gimnasios y
tan sólo disponían de agua fría, pero hacia
finales del siglo V a.C. se empiezan a convertir
en complejas instalaciones independientes,
situadas por toda la ciudad, que ofrecen baños
de vapor y piscinas (albercas) mixtas de agua
caliente, templada y fría. En Grecia el baño se
convertía a menudo en un complicado ritual de
cuidados corporales, que incluía la práctica de
ejercicio, masajes con aceites especiales, una sucesión de baños a diferentes temperaturas, limpieza
a fondo del aceite y el sudor de la piel y al final un nuevo ungimiento con cremas u otros aceites.(1)
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"Muchos griegos odiaban los
baños, pues los creían símbolo de debilidad
y consideraban que este tipo de hábito
disimulaba el olor fuerte del atleta. Sin
embargo, no todos los griegos compartían
esta opinión. Los más ricos tenían en sus
casas recipientes cincelados, llenos de agua
para bañarse. Además, en todos los cruces
de caminos había una pila de mármol con
agua para que los más humildes también
pudieran bañarse. El baño también confería
prestigio. Todo banquete griego que se
preciara de ser lujoso, incluía una sesión de
baño para los invitados. En el salón
destinado para dicho fin se los lavaba y
untaba con aceites de nardo, rosas, almendras y azafrán. En las mesas, se colocaban jarras de oro y
alabastro llenas de agua aromatizada con la que los esclavos perfumaban luego a los comensales. Los
más excéntricos soltaban palomas empapadas con perfumes, que salpicaban a los invitados desde las
alturas". (2b)
En las narraciones clásicas se atribuyen ciertas virtudes a
las aguas. Así Minerva recomienda a Hércules el uso de
determinadas aguas para aliviarle de su mucho trabajo; y
Marte, herido en el sitio de Troya, cura tomando las
aguas salutíferas; o la diosa Heves que es estéril, tras
tomar aguas en la fuente de Artiquelouge da a luz
treinta semidioses; pero el dios más representativo es
Hércules, que encarna la salud y la fuerza, mantenida
por baños con propiedades milagrosas. Con el tiempo la
denominación hercúlea o herculana llegó a ser sinónimo
de balnea, para denominar al lugar de cura por aguas
minerales (3). En ésta época los balnearios se
denominaban asclepias, de Asclepio, dios de la medicina.
Eran lugar de peregrinación para muchos enfermos, que
eran tratados por sacerdotes descendientes de Asclepio
aplicando distintas técnicas hidroterápicas. Estos
templos de curación se construían en zonas termales
consideradas benditas por los dioses... la fe era la base
de la curación. Pero para Hipócrates la fe no era razón
suficiente para la curación, y él considera la enfermedad
como un disturbio del cuerpo y la curación era el restablecimiento del equilibrio del cuerpo al cual se
llegaba por medio del agua, la vida sana, la luz, dieta, masajes y tranquilidad psíquica.(4) En su obra
"Tratado de los aires, aguas y lugares" dice: "El médico debe estudiar el uso del agua como agente
terapéutico y recomendarla en algunas enfermedades". Plinio es el primero en hacer una clasificación
de las aguas según sus propiedades, señalando que las albuminosas curaban las parálisis, las
sulfuradas los males de los nervios, etc.(3)
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El pueblo Celta disponía de un tipo de instalación característica de castros y, más
generalmente, de las grandes citanias que definen la última fase de la cultura Castreña. Se
empleaban en zonas bajas, próximas a las murallas y a nacimientos de agua, solían estar excavadas
en tierras con muros y lajas de granito que cubrían y cerraban la estructura. La entrada era de
grandes losas con motivos geométricos labrados por lo que reciben el nombre de “PEDRAS
FORMOSAS”. Estaban constituidas por un vestíbulo, una antecámara, una cámara y un horno,
constituyendo el tipo de edificio mas monumental de la Cultura Castreña. Se han encontrado
construcciones de este tipo en Asturias, Galicia y Norte de Portugal, razón por la que el historiador
romano Estrabón escribía: “Dicen que algunos lusitanos que habitan junto al rio Duero viven como
espartanos ungiéndose dos veces con grasas y bañándose de sudor (pyríais) obtenido con piedras
candentes (ek Lithon cliapyron), bañándose en agua fría (psychroloûtrountas) y tomando una vez al
día alimentos puros y simples“. El modo de uso era colocando piedras directamente al fuego
encendido en el horno, con lo que, al calentarse el ambiente, se produciría un baño de sudor seco, y
después, retirando las piedras del fuego y trasladándolas a la cámara, donde se arrojaría agua sobre
ellas para obtener el vapor y lograr un baño húmedo. La antecámara tenía una función de habitación
de reposo con bancos corridos adosados a los muros. Finalmente, el depósito de agua del atrio con
conducción y desagüe sería para baños y abluciones de agua fría
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El Termalismo en Roma
Fueron los romanos quienes, hacia el siglo II a.C., convirtieron el baño en un acto social y
construyeron enormes balnearios públicos que hoy podrían rivalizar con los más caros y lujosos
clubes dedicados a la salud. Con su amor al lujo y al ocio, los romanos dotaron estos baños públicos
con jardines, tiendas, bibliotecas, gimnasios y zonas de reposo para lecturas poéticas (2), que
empleaban tanto para el placer de bañarse como para fomentar la salud y tratar a los enfermos (3)
Las termas romanas más antiguas que se
han conservado hasta nuestros días son las de
Stabiano en Pompeya, construidas hacia el siglo II
a.C. Su disposición es similar al resto de las que se
conservan por todo el Imperio romano. Alrededor
de un patio central, llamado palestra, donde se
puede practicar ejercicio, se encuentra el
apodyterium o vestuario; el caldarium o
habitación que contiene el alveus, que es la
piscina (alberca) de agua caliente; el laconicum o
baño de vapor; el tepidarium o piscina de agua
templada, y el frigidarium o piscina fría. En
algunas ocasiones todas estas instalaciones se duplican, a un tamaño más reducido, para las mujeres.
El agua se traía desde las fuentes, a menudo lejanas, mediante acueductos. Para calentar el interior
de todas las estancias se utilizaban una serie de conductos de agua caliente bajo los suelos, que se
cubrían con mosaicos decorativos. Durante el periodo imperial, entre los siglos I y IV, se construyeron
en Roma numerosos baños públicos, entre los que destacan las inmensas termas de Caracalla y de
Diocleciano. (1) Las primeras, por
ejemplo, podía albergar a más de
2500 clientes a la vez ofreciéndoles
una amplia variedad de pociones
para el cuidado de la salud y la
belleza. En este inmenso complejo
había salones para unturas y
masajes
corporales;
baños
calientes, tibios y fríos; salas de
sudoración; zonas dedicadas a
peluquería, con aplicaciones de
champú y perfumes, además del
rizado; salas de manicura y un
gimnasio. También se podía adquirir
allí una selección de cosméticos y
perfumes. Después de hacer
ejercicio y una vez bañado y debidamente aseado, el patricio romano podía leer en la biblioteca
adyacente o entrar en una sala de conferencias para asistir a un debate filosófico o artístico. Una
galería exhibía obras del arte griego y romano, y en otra sala, que también formaba parte del
complejo, los esclavos servían fuentes de comida y escanciaban el vino (2)
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Las termas públicas romanas también respondían a una función social y política. Se
convirtieron en lugares ideales para el recreo y la relación social y, en consecuencia, los emperadores
compitieron por legar al pueblo de Roma las obras más fastuosas (1) Si bien al principio hombres y
mujeres se bañaban por separado, más tarde se pusieron de moda los baños mixtos, costumbre que
duró hasta bien entrado el inicio de la era cristiana, cuando la Iglesia empezó a dictar la política
estatal por aquel entonces la palabra italiana bagnio significaba a la vez “baño” y “burdel". (2)
Estos monumentos públicos emblemáticos por excelencia de la civitas de la urbanidad, termas
construidas en el corazón de las ciudades acompañadas además de suntuosos espacios
complementarios (gimnasios, bibliotecas, y otros lugares de esparcimiento requeridos para el
ejercicio y la distracción) son sin duda el embrión de las villas termales europeas (5, 6).
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El Termalismo en la Edad Media
En el año 500 d.C., el lujoso balneario romano se había extinguido. Desde el declive del
Imperio Romano, cuando los invasores bárbaros destruyeron la mayoría de los baños revestidos de
azulejos y los acueductos de terracota, hasta el final de la Edad Media, el baño y la higiene en general
fueron poco conocidos o apreciados. En aquellos tiempos, la opinión ortodoxa cristiana sostenía que
la carne debía mortificarse todo lo que fuera posible. El baño completo, con exposición total del
cuerpo, se consideraba que fomentaba las tentaciones y, por tanto, era pecaminoso, y esta opinión
prevaleció en la mayor parte de Europa. Una persona se bañaba al ser bautizada por inmersión, y
pocas veces más posteriormente. Los ricos se rociaban con perfumes, y los pobres hedían. (2)
El descrédito de algunos autores por el uso de los
baños de la edad media se debe posiblemente a la
propia estructura de la ciudad medieval puesto que el
perfeccionamiento de la artillería y de la ciencia de las
fortificaciones constreñirá a las ciudades medievales a
atrincherarse detrás de las murallas rodeadas de amplios
fosos de agua. Intramuros, la vida urbana encerrada en si
misma se amontonará sobre las inmundicias, la polución
de los cursos de agua y la explotación de las nuevas
técnicas de producción (textil, salitres, papel, curtidos,
etc..) provocaran la aparición de las epidemias de peste
que asolaran a Europa de forma intermitente durante
tres siglos y conllevará un cambio de costumbres y una
reacción progresiva en contra del baño en comunidad.
El miedo al contagio de las enfermedades infecciosa aumentado por la influencia moral de la
Reforma provocará el cierre de los establecimientos de baño públicos que irán desapareciendo de la
vida cotidiana de las ciudades. La impronta eclesiástica de las comunidades religiosas que se
difunden en la Europa de esta época, aparecen como gestoras de los baños en nombre de los
príncipes de la iglesia, y en algunos casos podían también ser las propietarias. Estas comunidades
religiosas construirán los típicos establecimientos hospitalarios destinados a los pobres, gentes
modestas o peregrinos, edificando también albergues para jóvenes y militares dominando el carácter
público de estos establecimientos. (6)
En Escandinavia, donde no llegó la romanización pero el cristianismo tardó en imponerse, se
generalizaron una especie de baños de vapor, cuyo origen se remonta a los pueblos de las estepas
euroasiáticas. Para ello cada hogar contaba con una instalación, llamada sauna, que consistía en una
pequeña habitación de madera con un banco a lo largo de las paredes. En ella se podía lavar toda la
familia, tonificar la piel mediante suaves golpes con ramas de abedul, aclararse en agua templada y
terminar con un baño de agua helada para activar la circulación sanguínea. (1)
En el sur de Europa la invasión musulmana se dejó notar incluso en las zonas reconquistadas
por reinos cristianos. El islam no sólo permitió los baños públicos, sino que añadió a las razones
higiénicas y sociales otras de tipo religioso, que sirvieron para continuar con la tradición clásica.
Todas las ciudades importantes tuvieron al menos un baño público; influencias árabes y judías fueron
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la causa, desde el siglo XII, de la proliferación de
baños públicos en las ciudades de la España
medieval (7) (Jaén, Gerona). El reinado de los
Reyes Católicos, y en concreto la expulsión en
1492 de musulmanes y hebreos, acabó en gran
medida con estas costumbres, que a partir de
entonces se asociaron a herejes, moriscos o
judeoconversos. Entre los baños de la época
islámica española cabe destacar el Baño Real del
palacio de la Alhambra en Granada, que contaba
con tres habitaciones para las diferentes
temperaturas, así como los del palacio de
Medinat-al-Zahra, en la Córdoba califal. (1)
En Constantinopla se mantuvieron las costumbres romanas durante la época bizantina,
perfeccionadas por la llegada de los turcos. Tanto es así que los baños de vapor, de tradición romana,
se conocen a menudo como baños turcos. Los edificios propios de esta cultura consisten en una gran
sala cupulada, calentada por vapor y rodeada de pequeñas habitaciones, cuyas paredes se recubren
con mármoles y mosaicos. En Turquía el baño se ha convertido en una ocupación social, que puede
llegar a prolongarse todo el día. (1)
También en Japón existe una costumbre milenaria con respecto al baño, los establecimientos
públicos se suelen situar en una fuente de aguas termales o medicinales, donde se socializa con otras
familias. Esta costumbre aún se mantiene en el Japón actual. (1)
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El Termalismo en la época renacentista y Barroca
En los siglos XVI, XVII florece un cierto interés por las aguas medicinales entre las clases
aristocráticas, interesadas por el termalismo y más aún por la terapia de las aguas. El despertar del
Renacimiento conducido por los hombres del arte y de la ciencia se inspiraran de nuevo en la cultura
y los monumentos de la antigüedad para el nuevo viaje a las
aguas. Es así que se revalorizan las prácticas de las aguas
medicinales y termales, y se conocen los avances de la
Hidrología científica (8), la aparición de la imprenta facilita la
publicación de numerosas obras, en 1498 se edita la obra de J.
M. de Savonarola "De Balneis et Thermis", en 1553 se publica
en Venecia la obra "De Balneis, omnia quae extant apud
Graecos, Latinos et Arabes", desde entonces la lista de
publicaciones fue creciendo paulatinamente (3) En 1697, el
médico español Alfonso Limón Montero, catedrático de
vísperas de medicina de la Universidad de Alcalá de Henares,
escribe una obra admirable por el esfuerzo de su realización: El
espejo cristalino de las aguas de España. A partir de este
momento los descubrimientos en el campo de la química
impulsaron nuevos tratados científicos de hidrología.(6)
Termalismo moderno
A finales del siglo XVIII los médicos Sigmund y Johann Hahn, conocidos como médicos-grifo,
defendieron las aplicaciones hidroterápicas, no sólo como método preventivo, sino también como
tratamiento
terapéutico
de
diversas
enfermedades que hoy en día se mantienen
vigentes.
En el siglo XIX,
la hidroterapia
experimenta un importante resurgimiento, las
figuras más importantes de este siglo son
Priessnitz y Kneipp. Vinzenz Priessnitz (1799 –
1851), vivió en la zona de la baja Silesia (actual
Chequia) dónde después de autocurarse de un
accidente que le lesionó varias costillas con la
aplicación de compresas de agua fría se fue
convirtiendo en un renombrado curandero al
que no solo acudían gentes apuradas de la
zona, sino también de lugares lejanos que
acudían a visitar al “médico del agua”. En sus
treinta años de actividad curativa con el agua
pasaron por sus manos más de 40.000
pacientes. Priessnitz consiguió curaciones sensacionales sin prescribir un solo medicamento,
únicamente con agua fresca natural y contacto con el aire libre.(10)
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El otro gran personaje para la hidroterapia en este siglo
fue Sebastian Kneipp (1821 – 1897), religioso que siguió las
enseñanzas de los médicos Hahn ante su enfermedad, la
tuberculosis. Los baños de agua fría, fricciones, ejercicio físico e
ingesta abundante de agua, mejoraban su enfermedad. Kneipp
comenzó a aplicársela a sus compañeros, también afectados
por tuberculosis, llegando a crear una de las técnicas mas
importantes de la hidroterapia: la "Cura-Kneipp", basada en
chorros parciales o totales con agua fría. Kneipp comenzó a
perfeccionar su técnica y a ampliarla. Entre las aplicaciones que
el utilizaba se encontraban chorros de agua, baños fríos y
calientes (parciales o totales, alos que añadía ocasionalmente
plantas medicinales), baños de vapor, lavados de agua fría,
envolturas, así como andar descalzo sobre la hierba húmeda o
chapoteando en un
arroyuelo. También uso
plantas medicinales, tanto en forma de infusiones (vía
interna) como en forma de aditivos para baños y compresas
(vía externa), como los hoy famosos saquitos de heno.
Kneipp dejo muchos libros de hidroterapia, considerados hoy
en día básicos para su conocimiento.(10)
En los siglos XVIII y XIX, gracias a la recuperación de
la cultura clásica, se generalizó la costumbre higienista de
"tomar las aguas" en las fuentes medicinales. Para ello, las
clases acomodadas viajaban unas semanas al año a los
lugares de moda, como Bath en Inglaterra, Vichy en Francia,
Baden-Baden en Alemania, Saratoga Springs en Estados
Unidos o Mondariz
en España. Estos
balnearios se convirtieron en grandes complejos turísticos,
que además de las fuentes termales ofrecían hoteles de lujo,
tiendas, salas de concierto o casinos.(1)
Es en el siglo XX cuando confluyen factores sociales y
científicos que le dieron un impulso definitivo a la
hidroterapia. Tiempos de desarrollo científico, biológico,
médico, geológico y químico, estudios necesarios para
comprender la base de la hidroterapia y su funcionamiento.
Se introduce como asignatura en algunas universidades, la
primera en Austria. Los estudios de medicina de esa época
ayudan a comprender y mejorar las técnicas, la comprensión
del funcionamiento del cuerpo humano, la mejora en los
diagnósticos, todo contribuía a esta época de esplendor. Se
buscaba la causa de la enfermedad de manera que se iba a la
causa no a la consecuencia de la patología, uno de los pasos mas importantes en la medicina.
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Además de todo esto, surgen estudios sobre el agua en sí misma. Los geólogos van a enseñarnos el
porqué las aguas son así, y su clasificación dependiendo de sus características físicas o químicas.(4)
El Termalismo terapéutico en España (6)
Entre los años 1764-65 se publican en España los tomos de Historia Universal de las Fuentes
Minerales de España, escrita por D. Pedro Gómez de Bedoya quien con su esfuerzo personal y la
ayuda de los médicos y boticarios de entonces, logro reunir los análisis de las principales fuentes y
manantiales del país. Aunque con antecedentes en épocas romana en algunos casos, datan de esta
época las primeras descripciones de modestos establecimientos acondicionados para la toma de
baños medicinales.
Las
descripciones
mayoritarias de las fuentes y
manantiales aluden a que “pueden
los enfermos usar de esta agua
con bastante comodidad, así por la
situación y abrigo de los estanques
y pozas como por su buena
asistencia y provisión de todo lo
que
pueda
ser
necesario”
refiriéndose a Arnedillo explica
“Tiene
dicha
casa
un
Administrador que entiende en el
arreglo de los muchos dolientes,
que allí concurren, y que la fuente,
pozos y estufa estén limpios y bien dispuestos; también hay dos mancebos a modo de practicantes,
que ayudan y dirigen a los enfermos, para entrar en los pozos, estufa y beber el agua”, las galerías de
baños acostumbran a definirse como “ una serie de cuartos, con baños individuales construidos en
piedra, otro baño mayor construido en cantería adornado de escaleras para la comodidad de bajar a
él, y reclinara la cabeza cuando se bañan, en el cual cabrán como ocho o diez personas” en algunos
establecimientos hace referencia al alojamiento: “una hospedería proporciona alojamiento y comida
a los enfermos en espaciosos cuartos bien ventilados” podemos comprobar en estas descripciones la
escasa entidad arquitectónica de la mayoría de estos establecimientos a mediados del S. XVIII. (6)
Paralelamente se manifestaba el interés del Estado por el control de la sanidad, lo que afectó
también a los balnearios, ya que reglamentó su actividad. En 1816, durante el reinado de Fernando
VII, se redactó el primer Reglamento de Aguas y Baños Minerales ("En cada uno de los baños más
acreditados de todo el reino, el nombramiento de un profesor de suficiente conocimiento de las
virtudes de las aguas y de la parte médica necesaria para determinar su aplicación y uso") al que
siguieron otros que regularon la intervención de los médicos con competencia y autoridad en los
asuntos concernientes a los balnearios. Podemos fijar el siglo XVIII como el inicio del desarrollo de los
distintos tipos de balnearios tal como hoy los conocemos aunque no será hasta después de las
transformaciones generadas por la Revolución Industrial cuando se perciba su posterior crecimiento.
(6)
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Cuenta Vicente de Cadenas y Vicente, en Jornada de Fernando VII y de Amalia de Sajonia en los Reales Baños de
Solán de Cabras "...llevaron a Fernando VII y a su tercera mujer, Amalia de Sajonia, cuando visitaron aquellos parajes, en
busca del milagro de la sucesión, que tanto deseaban, y que esperaban encontrar tomando aquellas aguas", ...Don
Fernando determinó que su esposa le acompañase al balneario de Sacedón y al de Solán de Cabras, que también gozaba de
una reputación de prodigios de fecundidad, diciendo un autor que se citaban con toda seriedad casos "imposibles" en los
que el poder de las aguas había obrado maravilla
"Sólo puede decir que habiendo ido a beber aquellas aguas y a bañarse algunas mujeres estériles, como por
milagro se han fecundado; esto mismo podrá decirlo el Conde de Torremuzquiz, consejero de V. M., que después de muchos
años de matrimonio no había tenido sucesión, a pesar de haber su esposa recorrido una cantidad de manantiales; y sólo las
Aguas Minerales de Solán de Cabras la fecundaron por dos veces, de modo que con sobrada razón se puede decir que el
actual Conde joven de Torremuzquiz es hijo de aquellas aguas". Este párrafo debió influir mucho en el ánimo de Fernando
VII, cuando años después, en 1826, dispone pasar con la Reina a los baños de Solán de Cabras...
La gran importancia económica de los balnearios, junto con el progresivo perfeccionamiento
de los medios de transporte y los conocimientos médico-terapéuticos, explican el creciente interés
de la gran burguesía del siglo XIX en la construcción y explotación de los balnearios. Son ejemplos de
esta época los grandes complejos que se levantaron en Francia, Italia, Inglaterra, y Centro-Europa,
relacionados y promovidos por la aristocracia, inicio de un capitalismo termal que en España no se
dará de un modo tan importante como en el resto de Europa.
La Desamortización concebida por los ilustrados del siglo XVIII hará que en pocos años las
propiedades de fuentes, manantiales, balnearios, casas de baño (hasta entonces en manos de
municipios y órdenes religiosas) pasen a manos de particulares y empresas propiciando sin duda una
nueva actividad balnearia. Estos estrenados propietarios darán impulso a su renovación, iniciándose
entonces el interés de las sociedades y empresas del siglo XIX en la construcción de nuevos
establecimientos y en la adquisición de los que se desamortizaban.
Es durante el período de la Restauración monárquica (1874-1902) cuando políticamente el
sistema se institucionaliza y se estabiliza proponiendo una cierta expansión en las zonas dominadas
por la nueva burguesía (Cataluña, Cantabria y el País Vasco). Este impulso dará pie a la construcción
de los Grandes Hoteles asociados a los balnearios ya conocidos y concurridos. Así en esta época se
construye el Hotel de Las Caldas de Oviedo (1874), el balneario de Zaldívar (1882), el Hotel de
Nanclares de la Oca (1890), el Gran Hotel de Cestona (1893), El Gran Hotel de Mondariz (1898), el
Gran Hotel de Vichy, en Caldas de Malavella (1898), el balneario de Liérganes y el de Puente Viesgo
son de 1879. Será este periodo de finales de siglo XIX que en España se da el mayor número de
establecimientos y lugares balnearios, acompañada de la máxima asistencia a los mismos.
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A finales del siglo XIX y principios del S. XX se da la aparición de esta nueva clientela, no
necesariamente enferma, que está propiciada por los cambios sociales del momento, por la aparición
del fenómeno del veraneo, por la mejora de los tendidos ferroviarios, así como la adecuación y
modernización de las instalaciones hidroterápicas. Una suma de factores que llevarán a estos
establecimientos a atravesar su mejor época. La mejora de las técnicas de aplicación de los
tratamientos, la difusión de la crenoterapia (efectos de clima en el tratamiento hidroterápico) ejerce
una gran atracción hacia la clientela de entonces. Sin duda es necesario añadir la componente lúdica
que -como veremos- se incorporará en los balnearios
a partir de este momento. Las empresas explotadoras
de los establecimientos son las primeras que,
recogiendo esa nueva orientación, adaptan y amplían
sus servicios para proporcionar un conjunto de
actividades atractivas que permitirán aumentar y
consolidar la asistencia de los agüistas. Es así como se
incorporarán a los establecimientos existentes: las
salas de baile, los casinos, quioscos, pabellones, etc. y
la mayoría de los teatros y salones de baile para las
veladas musicales, las representaciones teatrales, las
fiestas, etc. que se añadirán a los balnearios en
funcionamiento. Se dan los primeros intentos de
promoción y publicidad de la actividad balnearia y de
creación de un cierto urbanismo ligado al desarrollo
del termalismo que en otros países da pie a la
aparición de las Villas Termales y que en España no
llegara a consolidarse debido sobre todo a la crisis
económica que se vive en esta época.
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El período final de la Restauración (1898-1931), determinada por la crisis del sistema
político, coincidirá con el primer período de decaimiento de estos establecimientos. Son pocos los
balnearios que se construyen o amplían en esta época y los que lo hacen intentan imitar el modelo
centro-europeo de las grandes estaciones balnearias con vocación para atraer al capital, mas que al
enfermo o curista, iniciando lo que en otros países se ha llamado capitalismo termal y que en nuestro
país son los inicios de las urbanizaciones ligadas al fenómeno balneario.
Muchas son las causas que provocan en España el declive de esta actividad, a diferencia de
otros países donde ni la utilización de otras terapias y ni siquiera la primera guerra mundial
provocaron graves recesiones. Causas de tipo político (el desastre de las colonias, la dictadura de
Primo de Rivera), social (las inquietudes de las masas obreras, el anarquismo), económico (la pérdida
del poder adquisitivo, las huelgas) y sobre todo las de tipo médico con la aparición y rápida
divulgación de los fármacos que precipitaron la rápida recesión de la actividad balnearia. Ya en plena
República (1933), se disuelve el Cuerpo de Médicos Directores de Baños, la crisis económica y la
agitación político-social se reflejará en la concurrencia a los balnearios, que será en esta época
francamente baja.
El período de la Guerra Civil dará pie a la utilización de estos edificios para nuevos fines. Así,
su transformación en Hospitales de Sangre primero y Sanatorios después es su mutación más
inmediata, dado que la mayoría de ellos fueron utilizados, por uno y otro bando, como
infraestructura sanitaria. Otro grupo importante lo configuran los balnearios convertidos en
cuarteles, debido a su proximidad a importantes poblaciones. Será éste un período clave para el cese
de la actividad de muchos de ellos. Las dificultades de su restauración y reparación, el estado de la
economía del país, etc., hacen que una gran cantidad de establecimientos permanezcan inactivos
desde entonces. En la mayoría de los casos, las enormes dimensiones de los edificios, parques y
jardines, difíciles de mantener, darán paso a una transformación bastante corriente en nuestro país:
la de albergar comunidades religiosas y/o su transformación en seminarios.
En los años de la posguerra se iniciaran los intentos de recuperar la actividad de algunos de
los establecimientos balnearios, transformándose muchos de ellos en sanatorios para el tratamiento
de la tuberculosis, - asentada en esta época en buena parte de la sociedad española- aprovechando
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la mínima infraestructura sanitaria que aún disponían. En los años 40 se convocan de nuevo las
plazas para el cuerpo médico de Directores de Baños, dirigidas a todos aquellos profesionales que
habían permanecido ajenos a la actividad en la zona republicana. En 1943 el Ministerio de
Gobernación crea una Junta Asesora dedicada a todo lo referente a los balnearios y aguas
mineromedicinales (asuntos médicos, industriales y hoteleros).
Ya en los años 60, estas empresas familiares, pequeñas sociedades, industriales, o las mismas
sociedades que explotan los manantiales actuaran como motor de este nuevo impulso en la
recuperación de la asistencia a los balnearios. Es el momento de los establecimientos frecuentados
por las clases acomodadas del país que llenan los salones de los balnearios de Cestona, La Garriga,
Vallfogona, Cofrentes, Mondariz, Liérganes, Caldes de Montbui, Boi, Fitero, etc. Un gran número de
fiestas familiares, verbenas, concentraciones de equipos de fútbol, congresos o celebraciones de
estos años, son acogidas con gran aceptación por los salones, los parques y los hoteles de los
balnearios que han resistido con dignidad el paso de los años de la contienda civil. La frecuencia de
utilización de los baños es en estos momentos escasa.
La escasa concurrencia de agüistas -sobre todo en temporada de verano- se mantendrá hasta
los años 60. El impulso de los planes de desarrollo permitirá al país obtener los bienes de consumo
necesarios para su transformación. El coche, las vacaciones, las segundas residencias, etc.
provocaran un nuevo turismo normalmente alejado de los balnearios, que adolecen en esta época de
grandes males de infraestructura, equipamientos, adecuación hotelera, etc. Este fenómeno
provocara un nuevo descenso en la mayoría de los establecimientos y tan solo en algunas
poblaciones balnearias, frecuentadas por un turismo de interior estable, podrán continuar prestando
sus servicios.
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A principio de la década de los 90 se percibe una cierta renovación de algunos
establecimientos con clientelas asiduas (el caso de los balnearios de Cataluña, Galicia y País Vasco)
así como un creciente interés por empresas turísticas en fomentar el uso de estos establecimientos.
La aparición del programa del INSERSO en 1989, que facilita el acceso a los mayores y jubilados en
programas médicos concertados con los balnearios, posibilitará la permanencia de algunos
balnearios y propiciara la esperada renovación de la mayoría de ellos. A partir de estos años se
detecta una notable incremento en la asistencia a los balnearios debido a la diversificación y
disminución de la edad de la clientela, la componente lúdica que se ofrece, la mejora de los
equipamientos hoteleros y sanitarios, etc.
En la actualidad se ha instaurado en la población una necesidad de cuidar su salud y una
cultura de vida sana, que ha promovido un flujo importante de clientes hacia los centros de cuidados
a través del agua, que usando sus armas terapéuticas, lúdicas y de belleza se han abierto un espacio
importante dentro de la actual sociedad de bienestar.(9), (10), (11)
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El uso del agua a través de la historia
En Creta (2.000 aC)
Uso higiénico
Pueblo egipcio
Uso religioso – higiénico
Pueblo judío
Uso religioso – higiénico
Pueblo celta
Uso social
Antigua Grecia
Uso terapéutico
Antigua Roma
Uso social – político - lúdico
Edad Media
Uso religioso
Termalismo Moderno (s. XIX, s. XX)
Uso terapéutico - lúdico
Termalismo Contemporáneo (s. XXI)
Uso lúdico - terapéutico
En el Islam
Uso social - higiénico
En Japón
Uso social - higiénico
En Escandinavia
Uso doméstico - social
BIBLIOGRAFIA
(1) Enciclopedia multimedia Encarta 98
(2) Historia del cuarto de baño. www.Historiadelcuartodebaño.com
(2b) Karina Donángelo. Breve Historia de los baños. Costumbres de la antigüedad.
http://www.almargen.com.ar/sitio/seccion/cultura/banos/
(3) Freire Magariños, A. “La cura balnearia”. Rheuma. 1996; nº 3: 36 - 39
(4) Historia del Termalismo. www.abalneario.com/HistoriadelTermalismo
(5) SANCHEZ FERRE, JOSÉ. 1992. Guía de las Instalaciones balnearias en España. MOPU Madrid.
(6) Sánchez Ferré, j. “Historia de los balnearios en España Arquitectura - Patrimonio – Sociedad” Panorama actual de las
Aguas Minerales y Minero-medicinales en España
(7) MARTINELL, CESAR. 1944. Los baños medievales en el Levante Español. Cuadernos de Arquitectura.
(8) SANCHEZ GRANJEL, LUIS. 1981. La medicina española antigua y medieval . Universidad de Salamanca.
(9) Armijo Valenzuela M. Evolución histórica del Termalismo. Pg 17 - 27. En:ARMIJO VALENZUELA M, SANMARTIN
BACAICOA J. Curas Balnearias y Climáticas. Talasoterapia y Helioterapia. Ed Complutense. Madrid. 1994
(10) La hidroterapia en la historia. Pg 11 - 35. En: VIÑAS F. Hidroterapia la curación por el agua. Integral ediciones.
Barcelona. 1979
(11) LARGO R J. La curación por el agua Hidroterapia y crenoterapia. Ed LIBSA. Madrid. 1993.
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