Diario DPI Suplemento Derecho Civil, Bioética y Derechos Humanos Nro 17 – 30.08.2016 Hacia una maternidad voluntaria Por Yamila Caloiero1 1. Introducción Ser madre es un derecho, como así también decidir no serlo. En tiempos donde marchas como las organizadas bajo la consigna de “Ni una menos” o la reciente convocada con el fin de reclamar la liberación de la joven tucumana conocida como Belén —detenida a raíz de un aborto espontáneo— se constituyen en evidencias de un panorama que presenta a un colectivo que empieza a callar cada vez menos, no parece desatinado traer a colación la cuestión de la maternidad voluntaria como asunto que no escapa a las controversias y en torno al cual se ven comprometidos numerosos derechos de las mujeres. Para eso analizaré tanto aquello alcanzado como lo que resta alcanzar en el camino que persigue que el hecho de convertirse en madre sea el resultado de una decisión tomada en libertad. Se abordará desde la ley de acceso a técnicas de reproducción humana asistida —en adelante, TRHA— y la incorporación de estas al Código Civil y Comercial de la Nación —en adelante, CCyC—, hasta llegar a una breve reflexión acerca de la importancia de la educación sexual y reproductiva, pasando por el polémico debate sobre el aborto. 2. Ser madre 2.1. El rol de las TRHA Existen casos en donde ser madre es un deseo que pesa más que las circunstancias. Es por eso que la comisión redactora del CCyC, con miembros conscientes de las ventajas que traen consigo los avances de la ciencia médica en materia de reproducción humana, decide acoger esta realidad e incorporar una tercera y nueva fuente filial como es la derivada de técnicas de reproducción humana asistida, otorgándole tratamiento normativo a cuestiones fundamentales como la determinación de la filiación, el derecho a conocer los orígenes y al comienzo de la existencia de la vida humana. Esta incorporación implica una subversión del clásico esquema de fuentes filiales, siendo que bajo la analizada, voluntad procreacional —que se manifiesta en el consentimiento informado— cobra relevancia como causa fuente, por sobre el dato genético o biológico. Aquí la elección personal, el deseo o afán de engendrar vida humana se tornan preponderantes. Ahora bien, ¿cuál es el marco normativo con el que contamos por fuera del CCyC? En primer lugar, teniendo en cuenta la obligada mirada desde la perspectiva de los derechos humanos, no podemos dejar de aludir al importante precedente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos: “Artavia Murillo”. En él se sientan las bases para zanjar la cuestión del inicio de la vida humana, al unísono que se analizan los derechos humanos que comprometen o involucran las TRHA. Se hace referencia al derecho a formar una familia, al derecho a beneficiarse del desarrollo científico, al derecho a la salud2 y a la igualdad y no discriminación3, cuestiones cuyo análisis exhaustivo excede lo acotado de este trabajo. 1 Estudiante de la carrera de Abogacía en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. En “Corte IDH, 28/11/2012, “Artavia Murillo y otros c. Costa Rica”, [http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_257_esp.pdf,] Se sostiene que “(…) que la decisión de tener hijos biológicos a través del acceso a técnicas de reproducción asistida forma parte del ámbito de los derechos a la integridad personal, libertad personal y a la vida privada y familiar” (párr. 272). También que “(…) del derecho de acceso al más alto y efectivo progreso científico para el ejercicio de la autonomía reproductiva y la posibilidad de formar una familia se deriva el derecho a acceder a los mejores servicios de salud en técnicas de 2 asistencia reproductiva, y, en consecuencia, la prohibición de restricciones desproporcionadas e innecesarias de iure o de facto para ejercer las decisiones reproductivas que correspondan en cada persona” (párr. 150). 3 Op. Cit “Corte IDH, Artavia Murillo y otros c. Costa Rica”. “(…) el principio de derecho imperativo de protección igualitaria y efectiva de la ley y no discriminación determina que los Estados deben abstenerse de producir regulaciones discriminatorias o que tengan efectos discriminatorios en los diferentes grupos de una población al momento de ejercer sus derechos.” (párr. 286). En el plano local, la ley 26.862 de acceso integral a los procedimientos y técnicas médico-asistenciales de reproducción médicamente asistida —sancionada por el Congreso argentino en el año 2013— se ocupa de algo central: la cobertura médica. Establece que el sector público de salud, las obras sociales enmarcadas en las leyes 23.660 y 23.661, la Obra Social del Poder Judicial de la Nación, la Dirección de Ayuda Social para el Personal del Congreso de la Nación, las entidades de medicina prepaga y las entidades que brinden atención al personal de las universidades, así como también todos aquellos agentes que brinden servicios médico-asistenciales a sus afiliados independientemente de la figura jurídica que posean, incorporarán como prestaciones obligatorias y a brindar a sus afiliados o beneficiarios, la cobertura integral e interdisciplinaria del abordaje, el diagnóstico, los medicamentos y las terapias de apoyo y los procedimientos y las técnicas que la Organización Mundial de la Salud define como de reproducción médicamente asistida.4 A partir de entonces, toda persona mayor edad que preste su consentimiento informado de acuerdo a ley de derechos del paciente5 tiene derecho a verse beneficiada por las prestaciones a las que la ley hace mención sin que puedan verse afectados por requisitos o limitaciones basadas en motivos de orientación sexual o estado civil de los destinatarios. Asimismo, se prevé la cobertura de los servicios de guarda de gametos o tejidos reproductivos, incluso para personas menores de 18 años. Por último, su correspondiente decreto reglamentario —956/13— agrega en uno de sus artículos la previsión de la cantidad de tratamientos anuales a cubrir — dependiendo de la complejidad de la técnica a la cual se acceda—, dejando en claro la existencia de respectivos intervalos. Antes de finalizar la sección, no puedo dejar de mencionar sucintamente la existencia de un proyecto de ley especial —del cual resta su debate y aprobación en el Senado— que de acuerdo a su texto se encuentra destinado a “regular el alcance, los derechos y las relaciones jurídicas derivadas del empleo de las técnicas de reproducción humana asistida y la protección del embrión no implantado”, persiguiendo el objetivo de obtener así, de una vez por todas, una regulación integral de las TRHA que eche luz sobre los vacíos legales existentes al momento. El marco legislativo regulador del campo de las TRHA sin duda constituye un hito que permite avanzar en el camino de una maternidad marcada por la voluntad, posibilitando la concreción de diversos proyectos familiares y efectivizando una pluralidad de derechos. 3. Decidir no serlo 3.1. La interrupción del embarazo Si de cuestiones controvertidas se trata, al hablar sobre aborto y el debate sobre su legalización/despenalización nos encontramos frente a una de ellas. La militancia interesada en lograr la sanción de una ley que cumpla con estos objetivos no deja de encontrar resistencias. Los datos fácticos que señalan esta práctica como una de las principales causas de muertes maternas6, aquellos que evidencian que el sector social en los que las consecuencias de la prohibición se vuelven visibles siempre es el mismo —y el más desaventajado en términos económicos—7, o mismo la existencia de informes internacionales en donde se recomienda la revisión de la política criminal que convierte a la interrupción del embarazo en un delito8 parecen no ser argumentos suficientes para tomar consciencia 4 Ver artículo 8 de la ley 26.862. Para mayor información ver capítulo III de la ley 26.529. 6 El informe “Diez razones para despenalizar y legalizar el aborto temprano” elaborado por el CELS da cuenta de lo siguiente: “Las estadísticas del quinquenio 2007-2011 muestran que 23% de las muertes maternas derivaron de abortos inseguros. En la actualidad, el aborto continúa siendo la principal causa de mortalidad materna en más de la mitad de las provincias del país”. Disponible en: http://www.cels.org.ar/common/Diez%20razones%20para%20despenalizar.pdf 7 Esta situación fue advertida en el Plan Nacional contra la Discriminación: “las altas tasas de muerte por aborto son una expresión lamentable de la discriminación de las mujeres de sectores más pobres.” Disponible en: http://archivo.inadi.gob.ar/wp-content/uploads/2010/04/plannacional.pdf 8 Dicha postura se ve reflejada en el último informe del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas al manifestarse: “El Estado debe revisar el “caso de Belén”, a la luz de los estándares internacionales en la materia, con miras a su inmediata liberación, y a la luz de este caso, considerar la descriminalización del aborto.” Disponible en: http://acnudh.org/wpcontent/uploads/2016/07/CCPR_C_ARG_CO_5_24580_S.pdf 5 de lo nocivo del sistema tal y como se encuentra. Tampoco satisface argumentar en base a la vulneración de los derechos de la mujer. No alcanza con sostener la afectación que provoca a la autonomía y a la dignidad de una persona el hecho de instrumentalizarla. No convence plantear que el derecho no puede imponernos un plan de vida y que las únicas capaces de decidir sobre nuestro cuerpo somos nosotras mismas. Difícilmente podamos hablar de maternidad voluntaria si las mujeres continúan viéndose amenazadas penalmente al decidir interrumpir su embarazo, en tanto deban lidiar con la disyuntiva que las obliga a escoger entre llevarlo adelante o ser sometidas a proceso. Constituye una gran deuda de la democracia la reconfiguración del tratamiento de la figura para seguir avanzando en la subversión del orden que asocia indefectiblemente a la mujer y al hecho de ser madre y a la sexualidad con la reproducción. 3.2. Educación sexual y reproductiva “El sexo no aparenta ser muy libre cuando parece ser normativamente menos costoso para las mujeres arriesgarse a un procedimiento no deseado, casi siempre doloroso, traumático, peligroso, a veces ilegal y potencialmente amenazante para la vida, que protegerse por anticipado.”9 Doy comienzo a este breve apartado con una cita que liga la temática del mismo con la del anterior, buscando justamente lograr dicho objetivo. Con esto pretendo dejar a la vista la importancia que reviste la instauración de programas de educación sexual y reproductiva —y la existencia de presupuesto para los mismos— a la hora de trabajar por una sociedad con individuos conscientes al vivir su sexualidad. Que las mujeres tengan a su alcance distintos métodos anticonceptivos, al igual que información útil y necesaria respecto de estos resulta indispensable para que el hecho de ser madre nunca deje de ser, en última instancia, una decisión libre. 4. Palabras finales La impronta de la voluntad está presente en cada uno de los temas que intenté analizar. Desde la posibilidad de convertirse en madre cuando existe el deseo, gracias a la posibilidad de acceder al progreso científico en la materia, hasta la conclusión sobre el aborto en la que sostengo que no existirá maternidad voluntaria mientras la amenaza penal esté latente. La realidad nos interpela y no puede hacerse caso omiso, si bien se ha avanzado en el sentido de procurar una mayor libertad femenina en relación a la salud reproductiva, es evidente que aún quedan objetivos por los cuales trabajar. 9 MACKINNON, Catharine, “Feminismo inmodificado: discursos sobre la vida y el derecho”, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, 2014, p. 140 y 141.