El poblamiento de las aldeas costeras en el Cantábrico central durante la Alta Edad Media. Una perspectiva arqueológica JAVIER AÑÍBARRO RODRÍGUEZ' RESUMEN El presente trabajo versa en torno a los asentamien­ tos altomedievales existentes en la costa de Cantabria. Los principales focos que nos proponemos estudiar se encuentran en los actuales municipios de Castro Ur­ diales, Laredo, Santoña, Santander y San Vicente de la Barquera. El objetivo general es realizar una aproxima­ ción a los núcleos de población costeros anteriores a las fundaciones de las villas marineras, deteniéndonos en las evidencias arqueológicas de cronologías compren­ didas entre el siglo V y comienzos del XIII. El análisis comienza con un estado de la cuestión de las interven­ ciones y los estudios relativos a las aldeas de Alta Edad Media en la costa de Cantabria realizados hasta la ac­ tualidad. Con ello tratamos de mostrar los hallazgos arqueo­ lógicos más significativos de cada centro con el fin de comprender los elementos claves del poblamiento, ta­ les como su disposición espacial, sus actividades pro­ ductivas, o las redes comerciales. PALABRAS CLAVE: Arqueología, Aldeas, Poblamien­ to, Alta Edad Media, Cantabria. 1. ESTADO DE LA CUESTIÓN El investigador que se apoya en la arqueología para analizar el tipo de poblamiento de la costa de Cantabria durante la Alta Edad Media se encuen­ tra con una doble problemática: por un lado, la escasa bibliografía existente respecto a interven­ ciones arqueológicas altomedievales realizadas en el litoral cántabro; por otro, la información que le interesa se encuentra diluida entre los estudios realizados por otros investigadores sobre épocas anteriores, especialmente la romana. Tradicionalmente el poblamiento en Cantabria durante el medievo se ha estudiado a través de la I Universidad de Cantabria. perspectiva de los historiadores, quienes han dado forma al actual conocimiento histórico basándose en la documentación escrita. Sin embargo, la ma­ yor parte de los estudios que publicaron se remi­ ten a áreas del interior, debido a la escasez de fuentes escritas en las zonas costeras (PEÑA BO­ COS 1990: 651 ss; PEÑA BOCOS 1993: 249 ss; PEÑA BOCOS 1995; DÍEZ HERRERA 1990, DÍEZ HERRERA 1999, DÍEZ HERRERA 2002). Por ello, al buscar fuentes de información, el investigador que trata de profundizar en el conocimiento de la Alta Edad Media en el litoral de Cantabria necesi­ ta recurrir a la Arqueología. Fruto de esta necesidad fue el primer estudio moderno sobre los asentamientos arqueológicos altomedievales en Cantabria, que apareció a fina­ les de los años 80 de la mano de Ramón Bohigas Roldán. Por primera vez se indicaba que muchos de los yacimientos considerados hasta entonces pertenecientes a la Edad de Hierro correspondían en realidad a cronologías medievales (BOHIGAS ROLDÁN 1982). Algunos años después, en la dé­ cada de los 90, se publicaron nuevos estudios que contribuían al conocimiento de la Alta Edad Me­ dia desde diferentes especialidades, como el de Carmen Martín Gutiérrez sobre la epigrafía de las estelas funerarias medievales halladas en Can­ tabria (MARTÍN GUTIÉRREZ 2000; MARTÍN GUTIÉRREZ 2004: 405 ss). También en esta déca­ da se realizaron numerosas intervenciones ar­ queológicas en esta región, que contribuyeron di­ recta o indirectamente a conocer mejor la realidad de la Alta Edad Media (BOHIGAS ROLDÁN et allí 1989: 113 ss; BOHIGAS ROLDÁN et alii 2002: 267 ss;). De igual modo debemos referimos a los resultados de las excavaciones arqueológicas alto­ medievales localizadas en Castro Urdiales, Came­ sa-Rebolledo o la fortaleza medieval de La Bolera de los Moros en Peñarrubia, que supusieron un importante avance en el conocimiento de los po­ 192 JAVIER AÑíBARRO RODRíGUEZ blados altomedievales de Cantabria (EYNDE CERUTI 2003: 261 ss; GARCÍA GUINEA, EYN­ DE CERUTI 1991: 9 ss; SARABIA ROGINA 2003: 341 ss). La mayor parte de aquellos estudios se centra­ ban en describir y analizar los materiales extraídos de las excavaciones, pero sin dar una explicación satisfactoria con respecto al origen y evolución de los enclaves urbanos costeros medievales. Este va­ cío fue cubierto en parte por los historiadores es­ pecialistas en los fenómenos urbanos. El primer trabajo en el que se trata directamente la situación de las aldeas costeras altomedievales de Cantabria apareció en el año 2002 y fue realizado por el histo­ riador Jesús Ángel Solórzano Telechea, quien divi­ de el proceso de urbanización de las villas en cua­ tro etapas: articulación feudal del territorio (siglo IX), articulación urbana (XII-XIII), surgimiento de núcleos urbanos en el interior de la región (siglo XIII), y los casos particulares de Santoña y Escalan­ te (siglo XIV) (SOLÓRZANO TELECHEA 2002: 241 ss). Mientras que la primera etapa evidencia un poblamiento basado en pequeños núcleos, las tres siguientes explican el cambio que sufren las aldeas costeras hacia un nuevo tipo de población: las villas. Poco antes, Lorena Fernández González advirtió una evolución similar al estudiar el desa­ rrollo de la ciudad medieval a partir de la creación y consolidación de la abadía de los Cuerpos Santos de Santander (FERNÁNDEZ GONZÁLEZ 2001 : 26-36). A continuación, nos detendremos en los traba­ jos que mayor repercusión han tenido en la Ar­ queología reciente de cada uno de los centros que aparecen en nuestro estudio. Las publicaciones arqueológicas sobre Castro Urdiales son recientes y relativamente numerosas. El hándicap en nuestro caso consiste en que la in­ formación referente a la Alta Edad Media es limi­ tada, puesto que la mayor parte de los trabajos están centrados en el período romano. El primer investigador que analizó los yacimientos arqueo­ lógicos en Castro Urdiales fue J. M. Solana Sainz, para lo cual se basó en la epigrafía, la arqueología, la numismática, y el análisis de los textos clásicos (SOLANA SAINZ 1977). Sus investigaciones fue­ ron el punto final que cerró el debate sobre la ubi­ cación de la antigua Flavióbriga, asociándola defi­ nitivamente con el centro castreño. En las décadas posteriores otros autores contribuyeron a dibujar una imagen del asentamiento romano cada vez más compleja. Así, M. A. Puente publicó un artÍ­ culo sobre los materiales aparecidos en las excava­ ciones realizadas años atrás en la Casa de la Matra (PUENTE 1988: 120-126). Posteriormente, en los años noventa, R. Bohigas Roldán también se dedi­ có a estudiar algunos de los materiales hallados en Castro Urdiales, concretamente los del Cerro de Santa María y algunos de la calle Ardigales, donde comenzaba a vislumbrarse un yacimiento de gran potencial, con la aparición de gran cantidad de materiales de época romana, así como algunos de la Alta Edad Media (BOHIGAS ROLDÁN et alii 1990, BOHIGAS ROLDÁN 1991: 427-434) . A comienzos de los años noventa se realizaron nuevas excavaciones que quedaron plasmadas en el trabajo de los profesores J. M. Iglesias Gil y A. Ruiz Gutiérrez. Entre los materiales que describen figuran fragmentos de Terra Sigillata Africana asociada a períodos tardíos del Imperio (siglos IV­ V). En un principio estas cerámicas aparecían en zonas aisladas, pero posteriormente aparecieron en otras zonas de Castro Urdiales, lo que ampliaba el rango cronológico de ocupación en la colonia romana (IGLESIAS GIL, RUIZ GUTIÉRREZ 1995; RUIZ GUTIÉRREZ 1998: 147-166; RUIZ GUTIÉ­ RREZ 1999: 479-509). Los estudios han seguido produciéndose hasta la actualidad, de la mano de los mismos autores que hace veinte años ya habían publicado sus tra­ bajos (MOLINERO ARROYA BE et alii 1999: 323­ 334; SOLANA SAINZ 2004: 131-186) . Si bien, cabe destacar, como novedad, la reciente obra conjunta de Pedro Rasines del Río y José Manuel Marlote Expósito titulada Intervenciones Arqueo­ lógicas en Castro Urdiales, donde se ofrece un es­ tado de la cuestión de las excavaciones realizadas en Castro Urdiales desde los años noventa y que recoge estudios en los que se amplía aún más el marco cronológico de la ocupación en Castro Ur­ diales, extendiéndola hasta el siglo VI d. C (RASI­ NES RÍO, LAUDES DUARTE 2006: 237-266; SANTOS RETOLAZA 2006: 267-314). Pese a la numerosa bibliografía relativa al perío­ do romano, no existen apenas estudios referidos a los materiales medievales. El investigador tendrá que conformarse con los artefactos localizados en los niveles más modernos de las excavaciones ro­ manas y que quedan registrados dentro de los es­ tudios anteriormente comentados. Como excep­ ción, podemos destacar el de Carmen Martín Gutiérrez que hace referencia a varias estelas alto­ medievales procedentes de Castro Urdiales y sus alrededores (MARTÍN GUTIÉRREZ 2000: 25-28). EL POBLAMIENTO DE LAS ALDEAS COSTERAS EN EL CANTÁBRICO CENTRAL DURANTE LA ALTA EDAD MEDIA ejemplo de la Bahía Laredo y Santoña es, sin alguna, el más problemático los que nos ocupan. villas cuentan con es­ en el período tudios históricos dieval, tan sólo se han unas interven­ entre que tuvieron del monasterio de San­ Sin einbargo, El panorama referido a la no ha sido menos decepcionante. De hecho, hasta prácticamente el siglo XXI las actividades arqueoen han sido es­ a casas. A hay que sumar las actuaciones urba­ nísticas que han destruido yacimientos la re­ para nuestras modelación del entorno Somorrostro tras el incendio Santander, arrasó los restos romanos y medievales que podían arro­ más luz el de la villa; la necrópolis existente en el de San Francisco arrasada en los años sesenta con la ampliación del Ayuntamiento, y tan pudieron nas Más reciente­ cerámicas romanas y mente se en las de obras del nuevo en Las Llamas. A ello del que sumar el escaso interés que las institucio­ demostrado por salvaguardar el patrimo­ nes la ciudad. En años 80 se nio subterráneo de Sanexcavaron de la pero ron a la luz poco a poco, en publicaciones dicas, y tuvieron que transcurrir veinte años la excavación que los un trabajo el yacimiento (GON­ ECHEGARAY, CASADO SOTO 2000: ECHEGARAY 2003: 453-511). Afortunadamente desde principios del XXI vienen nuevos que fo­ mentaron el conocimiento de las intervenciones en Así, """""HA publicó un trabajo sobre el estu­ que se hallaron en la Cate­ \-aJ,lL.<lUC'" 193 dral (SARABIA ROGINA 2001: y pocos años más tarde, en el año 2003 se publicó La Ar­ de la de Santander, un estudio Lorena to vista rrollo de la villa XIC y sitúa el traza­ do de la muralla años antes de éste bajo la Plaza Porticada LEZ 2003: En se realizado otras intervenciones arqueológi­ cas, como las del conjunto termal de San Juan que la existencia con raíces romanas a esca­ muy interesantes visigoda aparecidos en el yacimiento altomedieval de la Cueva las Penas Piélagos), don­ varios restos funerarios y cerámicos DO et alii 2005: 247-277). Por último, cabe men­ la Cueva entre los que de cerámica y tal como aparece en el trabajo Roldán a existentes en las inmedia­ la bahía de Santander ROL­ ciones DÁN 2003: 706). Los estudios la Alta Me­ en Vicente de la Barquera son escasos, y en la mayor parte los casos, los realizaron hisA principios los años ochenta se pu­ blicó el artículo a arqueológicos efectuados en la villa, pero contaba con gran cantidad de algu­ nos años ron en varias sez de materiales altomedievales localizados, apenas aportaron información para conocer el pe­ que nos ocupa (SAN MIGUEL et 1982: MARTÍN et alii 1985: VV.AA. Beatriz 194 AÑfBARRO RODRíGUEZ esta villa en el que reflexionó sobre la ría de San Vicente sus la con(ARíZAGA BOLUMBURU tre VIII YXl, que Cerdigo, Allendelagua, ROLDÁN 1982b: GON­ MOLINERO ZALEZ SAINZ et alii 1994: ARROYABE 1998: 25-27, 'U.¡;UH.. .:>, por estructuras vesía de Santander la información estos autores es muy interesante para aspectos del tránsito y la Edad insuficiente para realizar un más profun­ do el poblamiento altomedieval exis­ tente en esta área del se único resto de dentro del casco nos obliga a tomar con cautela esta da (PUENTE 1987: 1 La Castro Urdiales castro dentro V'--'JLJ'-'~'ú COSTEROS EN DURANTE LA ALTA EDAD MEDIA. 2.1. URDIALES ANTES DE SU Otañes, concretamente restos tados siglo VIII, y como se comentó También FUNDACIÓN antiguo laque mera ocupación de se exiende 1 d. C. hasta la segunda centuria Edad Media, para abandonarse Los últimos inhumaciones fmales del XII ROLDÁN 1992: 2000: 25-38). Es­ (siglos tn':lt-t>rEl ser una puede enterramientos IV\.<lU.<'<"JlV dura del río donde un que constaba jarra barro blanco, y y cobre (SOLANA ello finaliza la tro Urdiales a la que sucede, entre siglos VI y documental. Los materiales VIII, un HU1",->'!-'J.V tras la ocupación romana son fragmentos de cerámicas que se en- en áreas interior, y uso del es­ progresivamente surgen evidencias Cerdigo, y pacía en diferentes zonas: a partir del arqueológicos en el cas­ Urdiales, período en el que se puede hablar una «repoblación» núcleo. el siglo estelas fu­ Desde entonces, y EL POBLAMIENTO DE LAS ALDEAS COSTERAS EN EL CANTÁBRICO CENTRAL DURANTE LA ALTA EDAD MEDIA nerarias por el municipio la que co­ existencia aldeas y centros mienzan a funcionar como aglutinantes del terri­ dando paso a la primera del proceso La documentaUrdiales revela que la cabeza adminis­ cercana territorio recaía en una Sámano. Dicha población funcionaría vertebrador espacio y las trativo y comienza a orientada al comercio marítimo. 2.2. una economía 195 la fundación la aldea En términos Puerto es un del proceso de en los centros ción territorial altomedieval monásticos. Los centros como Puerto en a una de que, a su vez, dotaban al una unidad administrativa que gestionaba el Sin embargo aún existen oscuros el poblamiento algunos Dado que el yacimiento se romano, y la escasa no poIX se ínsta­ en un originó el ron. No fue consolidándose y las dando monástica que vivía '.« monasterio. '-AH ........ SANTOÑA EN LA ALTA EDAD MEDIA 2.3. Santoña está situada a me­ dio camino entre y Castro una para guarecer a las que navegasen por el Mar Cantábrico. De hecho, otra de poblaciones más importantes de Cantabria, se sitúa justo a San toña, en el la bahía, que esta manera se con­ margen sur vierte en un potencial punto interés para costeras Sin tan sólo se ha realizado una única intervención ar­ "".'J'U,,"".« en y existen pocas publica­ materiales ciones donde se describan (VEGA DE LA TORRE 1993: 13-25; DEZ MORILLO CERDAN 1994: 118­ 1 CISNEROS 1998: l37-149). En en la que se (siglos asociado la necrópolis al asentamiento monástico Santoña, que recibía el de «Puerto) y que está tado en el año 836 (ALAMO 1950: 4). Existen otros hablan de abandono en el aunque estas noticias no podido ser confirmadas (LORING 1984: ABAD BA­ DIEZ HERRERA 1997: RRASUS SANTANDER ANTES DE 1187 que lleva su nombre Se trata natural a sos cercanos estas características, la Bahía de ocupada en romana el nombre de tus Victoriae (PLINIO: IV, 110-111), aunque la ubicación exacta de este romano no está en día. Los posibles que se bara­ son tres: La Penínsu­ de los la Magdalena, de la Somorrostro, que coincide con el espacio que hoy en día ocupa la (GONZÁLEZ 1951: CASADO GARAY 1995: 49-50; SOTO 2003: 453-454), y el entorno en el extremo occidental la bahía san­ tanderina (MUÑOZ FERNÁNDEZ et alii Pese a que en ellos se numerosos restos arqueológicos de tendido a na, la rro Somor rostro como el de Portus Vic­ toriae. En el año 1187 el rey VIII otorgó a a el fuero que marca el tránsito este enclave Sin el pe­ LV,",UU"'UL 196 AÑ[13ARRO RODRíGUEZ dado entre la romana de Portus Victoriae y la fundación medieval de San- numerosos restos en el Somorrostro LEZ ECHEGARA Y, CASADO SOTO 2003: SARABIA 2001: VEGA DE LA TORRE ), (MARTÍN 2000: 122 ss, MARTÍN la Porticada, el GIRON et alií 2001: La Magdalena HIGAS ROLDÁN 2003: 723), Monte ROLDÁN et alii 2002: 267-278), Peña Castillo ROLDÁN 2003: y Cueto (PU­ GÓMEZ, 2000: 541­ responsables excavaciones que llevaron a cabo apenas han podido ofrecer más in­ formación que la mera publicación gas, sin dar una explicación ;,><n'''LdlL "':>¡-'<'-,",HU del territorio. Fuera del mu­ Santander hay ron restos y cerámicos de comprendidas entre la y finales momento en el que se levantó una del la de las termas romanas (MUÑOZ et alii 2000). segundo yacimiento alto medieval lo conforma el de El Collado, una estructura militar para defender comunica­ ción que unían la Bahía con el inte­ rior el siglo VIII ROLDÁN 2003: 729-743). existe un yacimiento ar­ de queológico de visigoda en el Piélagos, cercano a Santander inhumaciones (HIERRO Una vez analizados que muestran publicados estas excavaciones, servamos que la parte de los re­ cuperados se pe­ ríodo en espacios municipio santanderino. Las pocas estructuras arqueológicas de las que constancia se en espacios muy concretos, principalmente de la un templo alto medieval en el en Maliaño y subsuelo de la de Santa María en Cueto. (PUMAREJO LÓPEZ 2000). A la se eviden­ cia un primer poblamiento alto medieval de tipo que tiene como principal exponente el castillo Collado en y que entre los VIII y principios X. un elemento se A continuación en la que aparecen existencia sólo han pervivido en necrópolis entre principios m~s Ma~& eran enterra­ en función pertenencia a una u otra aldea, aunque parece que la ubicada en el Cerro Somo­ rrostro era la mayor importancia, como así lo la cantidad cerámica y restos ar­ lVI<.lL";'> que se recuperaron en la Catedral Santander. La al qué fue esta zona la que más se desarrolló la encontramos a media­ dos del el centro existente en So­ morrostro se vio beneficiado al desarrollo del a población de áreas cercanas y comenzó a por vez el de nasterio. Entre el siglo XI y tander su red urbana, cuya culminación con la concesión por parte de VIII en el año 1187. 2.4. SAN VICENTE DE LA BARQUERA EN LA ALTA EDAD MEDIA Cantabria. trata de un en el interior hía natural que poco a poco ha sido por los limos quedan depositados en rías de La Rabia y Vicente, el de que en la U<'-lluau sólo pueden atracar en su interior em­ barcaciones de poco No obstante, en la An­ tigüedad, pudo ser un lugar de tránsito el Mar Cantábrico con zonas del in­ de HVJ:V!<.,la romana que en las aguas de EL POBLAMIENTO DE LAS ALDEAS COSTERAS EN EL CANTÁBRICO CENTRAL DURANTE LA ALTA EDAD MEDIA la ría de San Vicente (GONZÁLEZ ECHEGARAY 2003: 23; VV. AA. 1992: 36). San Vicente se benefició de la concesión del fuero fundacional en el año 1210. Hasta entonces la villa era en realidad una pequeña aldea de escasa relevancia administrativa, de hecho, ni siquiera contaba con una iglesia propia (MARTÍNEZ DÍEZ 1976: 599). La información de aquella aldea ante­ rior al fuero, tanto arqueológica como documen­ tal, es ínfima. No se han realizado intervenciones arqueológicas de peso, aunque se han detectado algunos hallazgos fruto de prospecciones arqueo­ lógicas. Pese a que algunas leyendas locales atribu­ yen la construcción del castillo que se yergue en lo alto de San Vicente de la Barquera a las repobla­ ciones de Alfonso 1 (siglo VIII), no se ha constata­ do la existencia de ninguna estructura arqueológi­ ca anterior a la Iglesia de Santa María de los Ángeles, que data del siglo XIII (ASSAS 1867: 77). Las únicas evidencias arqueológicas altomedieva­ les que existen dentro del municipio de San Vi­ cente son restos de cerámicas lisas aparecidas en cuevas como El Barcenal y El Hortigal, y restos fu­ nerarios que algunos investigadores han asociado a tumbas de lajas, si bien la localización exacta de la supuesta necrópolis no está clara (SAN MI­ GUEL et alii 1982: 343-345) . No obstante, existen algunos indicios que nos inducen a pensar que, efectivamente, existió un cementerio de este tipo, ya que dentro de la Iglesia de Santa María de los Ángeles se custodian dos estelas funerarias que, por su tipología, pueden asociarse a inhumaciones de entre los siglos IX al XII, (MARTÍN GUTIÉ­ RREZ 2000: 120, 257) lo que corrobora la hipóte­ sis de la existencia de una aldea en las inmediacio­ nes de San Vicente. Consideramos que aquellas poblaciones basaban su economía en actividades ganaderas, a raíz de los restos de cerámicas apare­ cidas en cuevas, que tradicionalmente se han aso­ ciado a refugios para el ganado y los pastores. N Época Romana: Enc1aves anteriores al siglo V 20 Km . Siglos VI-VIII: Estructuras defensivas en el interior N 20 Km. N Siglos VUI-Xfl: Desarrollo de las aldeas 20 Km. Siglos Xll-XIIf: Concesión de los fueros • N ~ ~ SAN VICENTE DE LA BARQUERA (1210) 20 Km . 197 198 AJ\!ÍBARRO RODRíGUEZ 3. CONCLUSIONES En nuestro trabajo hemos seleccionado varias aldeas altomedievales situadas en la costa de Can­ su poblamiento a '~r.'-"~ y textos datos LC".. por la Arqueología, la nota predominante es la es­ casa la blecer unas poblamientos. No obstante, hemos observado ciertas similitudes entre estos marítimos a lo del tiempo, lo que nos lleva, con las a hablar de ge- villa, mientras en el resto de las villas debemos esperar a que intervenciones algo los cen­ luz al En esta tros defensivos como Otañes y Maliaño perdieron a las aldeas de Urdiales como una revi- U<JLU,"",V" orientan de nuevo el poder local hacia zonas que un acceso marítimo. Por último, una situada entre siglos XII y estas aldeas se desarrollaron en el fueros por el monarca y se maron definitivamente en villas. En este período se construyen los grandes edificios religiosos plos y que de la costa de BIBLIOGRAFÍA J., El monasterio María del Puerto (Santoña) ABAD A medida que nos se abandonaban, cobraron importancia nú­ como los localizados en momento que ~V'H,",'U'cerámica a ganaderas en zonas situadas en el interior de la re­ El Barcenal y el Hortigal gión, como las cuevas (San Vicente de la Este fenómeno ha , ....... 'u'-"v en otras a partir del V y se ha explicado como una reorientación eco­ nómica ante el que entonces se NÁNDEZ MIER 2006: 282). La segunda del la situamos entre los VIII y XII, momento por la aparición de tumbas lajas y me­ dievales en diferentes puntos de la costa: en Cas­ tro U rdiales Castro Monte, ña y San Vicente la Barquera. Esta proliferación de necrópolis indica la existencia dentro de un mismo territorio proceso gestación. interés averi­ guar si los centros población eran anteriores a aquellas yal de al que estu­ vieran o si por el aparecen como consecuencia del poblamiento. Sólo en San Vicente de la que el se 1985 ALAMO, J. Santa Colección de San Oña. Tomo I. Madrid 1950. BOLUMBURU, Vicente de la Barquera: La fundación de una villa medievah>, 1,tGLurHO,) Cántabras. históricos en homenaje a Patricio Guerín Betts. 1989, pp. 223-236. ASSAS,M. ca de Provincia BOHIGAS ROLDÁN, R., Tesis UV''-''-''J.C'' nrL'<'ón"" la de Valladolid bajo la Dr. Alberto Bahl Illana, Valladolid 1982. 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