Este artículo - Junta de Andalucía

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Cuadernos de Madı̄nat al-Zahrā'
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Córdoba, 2008
CONSEJERÍA DE CULTURA
Conjunto Arqueológico Madı̄nat al-Zahrā'
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Cuadernos de Madinat al-Zahra
Revista de difusión científica del Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra
CONSEJO DE REDACCIÓN
(Miembros de la Comisión Técnica de Madinat al-Zahra):
Presidente: D.ª GUADALUPE RUIZ HERRADOR
Directora General de Bienes Culturales
Vocales: D. JOAQUÍN DOBLADEZ SORIANO
Delegado Provincial de Cultura de Córdoba
D. ANTONIO VALLEJO TRIANO
Director del Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra
D. MANUEL ACIÉN ALMANSA
Universidad de Málaga
D.ª CARMEN BARCELÓ TORRES
Universidad de Valencia
D. EDUARDO MANZANO MORENO
Profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas
D. JUAN SERRANO MUÑOZ
Arquitecto
D.ª RUBÍ SANZ GAMO
Conservadora del Museo Arqueológico Nacional
COMITÉ CIENTÍFICO
D. PATRICE CRESSIER
Casa de Velázquez
D. PIERRE GUICHARD
Universidad de Lyon II
D. ESTEBAN HERNÁNDEZ BERMEJO
Universidad de Córdoba
D.ª M.ª ANTONIA MARTÍNEZ NÚÑEZ
Universidad de Málaga
D. ALASTAIR NORTHEDGE
Universidad de París I
D. VÍCTOR PÉREZ ESCOLANO
Universidad de Sevilla
EDITA:
JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura
© JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura
© Los autores
Imprenta San Pablo, S. L. - Córdoba
Sor Ángela de la Cruz, 12 - Teléfono 957 283 306
ISSN: 1139-9996
Depósito Legal: CO. 1.605/2009
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E
l 24 de agosto de 2006 falleció en Madrid
el arquitecto y arqueólogo especializado en el estudio del mundo islámico, Christian Ewert. Inició su carrera investigadora en
la década de los años sesenta en España como
miembro del Instituto Arqueológico Alemán.
Su relación con Madinat al-Zahra se remonta
a esos años. Desde 1987 hasta el 2000 formó
parte de la Comisión Técnica del Conjunto
Arqueológico, que es el órgano de consulta y
asesoramiento técnico y científico del mismo,
desde donde realizó una importante labor y
contribuyó notablemente al desarrollo del Conjunto Arqueológico. A partir de diciembre de
2001, hasta su fallecimiento, fue miembro del
Comité Asesor de la Revista Cuadernos de Madı–nat al-Zahra–’.
A lo largo de su actividad investigadora realizó importantes aportaciones para el estudio
de la arquitectura islámica entre las que cabría
destacar, para el ámbito de Madı–nat al-Zahra–’,
“Elementos decorativos en los tableros parietales del Salón Rico de Madinat al-Zahra” y “Elementos
de la decoración vegetal del Salón Rico de Madı–nat al-Zahra–’: Los tableros parietales”, que culminaron en el estudio específico “Die Dekorelemente der Wandfelder im Reichen Saal von Madı–nat al-Zahra–’: eine Studie zum westumaiyadischen Bauschmuck des hohen 10. Jahrhunderts”. En esta obra lleva a
cabo un profundo y detallado análisis de cada uno de los tableros que conforman la decoración del
Salón Rico, hecho que la convierte en referencia imprescindible para la compresión de este extraordinario edificio y de la propia ciudad califal.
Lamentamos enormemente su fallecimiento ya que supone una gran pérdida para la historia de
la arquitectura islámica y para el propio Conjunto Arqueológico, que fue objeto de su invewstigación
y con el que mantuvo una fructífera colaboración.
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SUMARIO
• ESTUDIOS
J. M. HITA RUIZ,
J. SUÁREZ PADILLA,
F. VILLADA PAREDES
Ceuta, puerta de al-Andalus. Una relectura de la historia de Ceuta desde
la conquista árabe hasta la fitna a partir de los datos arqueológicos
Pág. 11
J. I. BARRERA MATURANA
Nuevos graffiti en Madı–nat al-Zahra–’
Pág. 53
L. APARICIO SÁNCHEZ,
J. A. RIQUELME CANTAL
Localización de uno de los arrabales noroccidentales de la
Córdoba califal. Estudio urbanístico y zooarqueológico
Pág. 93
C. DÉLÉRY
La cerámica de cuerda seca de Madı–nat al-Zahra–’: descripción y
propuesta de valoración histórica
Pág. 133
A. POLVORINOS DEL RÍO,
J. CASTAING,
S. ROEHRS,
A. VALLEJO TRIANO,
J. ESCUDERO ARANDA
Estudio arqueométrico de loza dorada de Madinat al-Zahra, Córdoba Pág. 165
F. ARNOLD,
A. CANTO GARCÍA,
A. VALLEJO TRIANO
La Almunia de al-Rummaniyya. Resultados de una documentación
arquitectónica
Pág. 181
A. LEÓN MUÑOZ,
A. ZAMORANO ARENAS
El puente de los Nogales, Córdoba. Contribución al estudio de la
infraestructura viaria de Madı–nat al-Zahra–’
Pág. 205
7
J. B. SALADO ESCAÑO
El puente califal del Cañito de María Ruiz, Córdoba. Resultados
de la intervención arqueológica en apoyo a su restauración
Pág. 235
A. J. MONTEJO CÓRDOBA
Resultados de la intervención arqueológica en los terrenos de la
nueva sede institucional del Conjunto Arqueológico de
Madinat al-Zahra
Pág. 255
J. I. CANO MONTERO
Seguimiento arqueológico realizado en los terrenos ocupados por el
futuro edificio de la nueva Sede Institucional de Madinat al-Zahra
Pág. 265
J. I. CANO MONTERO
Resultados preliminares de la intervención arqueológica puntual en
un sector del muro norte de las viviendas fronteras a la Mezquita
Aljama de Madinat al-Zahra
Pág. 275
• CRÓNICA DEL CONJUNTO
A. VALLEJO TRIANO,
J. ESCUDERO ARANDA
A. GARCÍA CORTÉS
J. M. MUÑOZ DÍAZ
Crónica del Conjunto, años 2004-2007
8
Pág. 305
ESTUDIOS
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Cuadernos de Madinat al-Zahra 6 (2008), pp. 11-52
ISSN: 1139-9996
CEUTA, PUERTA DE ALANDALUS. UNA RELECTURA
DE LA HISTORIA DE CEUTA DESDE LA CONQUISTA
ÁRABE HASTA LA FITNA A PARTIR DE LOS DATOS
ARQUEOLÓGICOS
J. M. HITA RUIZ
J. SUÁREZ PADILLA
F. VILLADA PAREDES
Museo de Ceuta
…se consolidó el poder de éste [al-Nasir] y aumentó su importancia, al dominar las dos orillas del mar y tener
su control, pues Ceuta fue su estribo en la otra orilla, puerta que podía cerrar e instrumento de control de puertos
que podían ser temidos, con lo que se robusteció su autoridad en el Magreb, temiéndole sus reyes y rivalizando por
su beneplácito, pues había sido el primer soberano y califa de al-Andalus, desde que entró allí el Islam, que tuvo
este propósito y lo realizó con éxito, dejándoselo luego en herencia a los gobernantes que le sucedieron.
Ibn Hayyan
ABSTRACT
RESUMEN
La disputa entre Omeyas y Fatimíes tuvo como
uno de sus principales escenarios el Magrib al-Aqsa. Consciente de que su dominio era vital para la
seguridad de al-Andalus, al-Nasir conquista en 391
H (931) Ceuta, la puerta que abre y cierra el paso a
al-Andalus, convirtiendo a la ciudad norteafricana
en su principal plaza fuerte. Desde ese momento,
el puerto del Estrecho se convertirá en un punto
estratégico para el Estado Omeya. La importancia
de la ciudad queda de manifiesto en las crónicas
del momento que recogen distintas noticias sobre
la misma y que han sido la base fundamental en la
que se ha basado la reconstrucción de su historia
en este periodo.
Desde hace algunos años, la investigación arqueológica desarrollada ha permitido obtener gran
cantidad de información, inédita en buena medida, que contribuye decisivamente a ampliar nuestro conocimiento sobre ella.
El estudio que a continuación realizamos presenta todos estos nuevos datos obtenidos e intenta
reconstruir con mayor precisión ese periodo decisivo para la comprensión del devenir histórico del
puerto del Estrecho.
The fight between Umayyads and Fatimids
took place mainly in the Magrib al-Aqsa. Mindful that its control was vital for the security of alAndalus, al-Nasir conquest in 391 H (931) Ceuta,
the door that opens and closes the way to al-Andalus. From that moment, the port will become
a strategically point for the Umayyad State. The
importance of the city is reflected in the chronicles
of the moment that gather the different information about the city. Until now, they were the fundamental source on which to raise the history of
this period.
For some years the developed archaeological
investigation, has been allowing to obtain great
amount of data, most unpublished, that largely
it decisively contributes to extend our knowledge
over the city.
This paper shows all these new information
and tries to more accurately reconstruction that
this decisive period for the history of the port of
the Straits.
Palabras Clave
Ceuta, fortificaciones, cerámica califal, restos arqueológicos.
Key words
Ceuta, ramparts, spanish Ummayad pottery,
archaeological finds.
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1. INTRODUCCIÓN
Ceuta se encuentra edificada sobre una península situada en la orilla sur del Estrecho de Gibraltar (Fig. 1). Su estratégica ubicación ha tenido
como consecuencia un rico y variado devenir histórico cuyos más remotos testimonios se remontan
al Pleistoceno Medio. El actual casco urbano cuenta con una ocupación continuada al menos desde
inicios del siglo VII a. C., cuando se instaló en la
zona del Istmo un poblado estrechamente relacionado con el mundo fenicio occidental. Antes de la
conquista romana de la Mauritania fue ubicada en
este mismo lugar una factoría destinada a la transformación y comercialización de recursos marinos
que pudo tener sus precedentes en momentos anteriores. El lugar conoció un gran desarrollo a partir
del siglo II d.C., cuando se produce una ampliación notable de las instalaciones de la factoría que
culminó en el Bajo Imperio. Conquistada por los
bizantinos, Justiniano la convierte en base de una
flota y la fortifica como paso previo a su intervención en Hispania. A comienzos del siglo VIII, el
regidor de la ciudad, Julián, pacta con las tropas
árabes y les facilita su paso a la Península Ibérica.
Los datos sobre la historia de Ceuta desde la
conquista musulmana hasta la toma de la ciudad
por los Omeyas cordobeses son escasos y, en ocasiones, contradictorios. La lejanía a los hechos narrados, los intereses que se esconden tras esas fuentes, las dificultades derivadas de la correcta lectura
de los textos unidos a las lagunas de conocimiento
sobre estos primeros siglos en la región hacen compleja la reconstrucción de este proceso histórico. La
inexistencia de datos arqueológicos hasta momentos muy recientes contribuye a dificultar nuestro
propósito. Con la conquista cordobesa las referencias a Ceuta, convertida en bastión de los intereses
Omeyas en el Magrib al-Aqsa, son más abundantes
y extensas aunque aparecen centradas en torno al
discurrir de los acontecimientos bélicos (GOZALBES BUSTO, 2002).
Como en momentos previos, tampoco la información aportada por la arqueología hasta hace
algunos años parecía suficiente para despejar esta
problemática. Pero esta situación ha cambiado en
los últimos años en los que el progreso de la inves12
tigación nos ha permitido contar con nuevos datos
que, aunque parciales, hacen necesaria su difusión
y permiten abordar una relectura de la historia del
periodo. Y es que estos primeros siglos de la historia de la Ceuta musulmana son esenciales para
poder comprender adecuadamente la evolución
posterior y la importancia que alcanzaría la ciudad
del Estrecho (HITA, VILLADA, 2002: 493 y ss.).
2. HISTORIA DE CEUTA HASTA LA
CONQUISTA OMEYA 391 H / 931
Una de las fuentes esenciales (CHALMETA,
2003, OLIVER, 2002) para los primeros momentos de la llegada de las tropas árabes al extremo
occidente norteafricano, el Ajbar Machmua, califica a Ceuta como lugar bien fortificado, de bastante
población y abundantes recursos en sus alrededores. Estas circunstancias unidas a la posibilidad de
contactos marítimos con la Península habrían permitido a Julián hacer frente a las tropas musulmanas que habían conquistado sin aparentes dificultades otras ciudades próximas como Tánger.
Las luchas entre facciones de la nobleza visigoda es otro factor a tener en cuenta para analizar
el posicionamiento de Julián y su pacto con los
musulmanes. Debe recordarse que al-Bakri señala
que cuando Uqba ibn Nafi invadió el Magreb y se
presentó en Ceuta, Julián (Ilyan) salió a su paso con
presentes magníficos y obtuvo no solo una amnistía sino la confirmación del mandato que ejercía.
Interrogado sobre la Península, Julián esa ocasión
los dirige hacia el sur a luchar contra los bereberes.
Esta actitud cambió años más tarde cuando sus territorios son hostigados por los ejércitos de Tariq.
Chalmeta ve a Julián como el instigador de la conquista de al-Andalus lo que se explicaría en parte
por sus diferencias con el rey visigodo (CHALMETA, 2003).
No se han conservado los términos de este
pacto, aunque se ha supuesto similar al firmado
con Teodomiro en Murcia. Así, ibn Jaldun indica
que los musulmanes sólo entraron en Ceuta tras
la muerte de Julián (IBN JALDUN, 1927: 136,
vol II). Testimonios de iglesias y otros elementos
preislámicos son recogidos por al-Bakri varios siglos más tarde y plantean la cuestión del momento
y características que tuvo la arabización e islamización en este territorio (GOZALBES CRAVIOTO,
2002) .
Carecemos de nuevas noticias sobre Ceuta hasta 123 H (740). Derrotadas las tropas Omeyas por
Maysara y sus beréberes jariyíes en la batalla de alAsraf, parte de la caballería siria vencida, al mando
de Baly ibn Bashir, encuentra refugio en Ceuta.
La región es asolada por los beréberes que sitian la
ciudad aunque, posiblemente debido a la existencia de una fortificación, no consiguen tomarla. La
desconfianza del gobernador de al-Andalus, Abd
al-Malik ibn Qatan, que impide el paso a la Península Ibérica de estas tropas durante un año provoca
una dramática situación que lleva a los refugiados a
alimentarse con sus propios caballos, con perros e
incluso con cueros (LAFUENTE, 1867: 47 y 51).
Cuando la presión beréber en la Península
Ibérica hace cambiar de opinión al gobernador y
autoriza a los sirios a embarcar hacia al-Andalus,
Ceuta, desguarnecida, es asolada por los beréberes
quedando sin otros moradores que “los animales
salvajes” (AL-BAKRI, 1965: 204).
La ciudad permanece “abandonada” durante
un periodo de tiempo que ha sido estimado en
aproximadamente un siglo (GOZALBES BUSTO,
1989). El olvido de Ceuta durante este periodo y
la preeminencia de Tánger son constatados tanto a
través del análisis de las fuentes geográficas (GOZALBES BUSTO, 2002) como de las numismáticas (RODRÍGUEZ LORENTE, HAFIZ IBRAHIM, 1987).
En un momento impreciso fue repoblada por
un grupo de gumaríes que procedían del valle del
Martín, conocido como Wadi Ras. A su frente
se encontraba Medyekes que daría nombre a la
nueva ciudad conocida como Medyekesa. De este
nombre derivan también la denominación de la tribu que se desplaza a repoblar Ceuta como algunos
topónimos de su lugar de procedencia. La fortuna
del nombre es, sin embargo, escasa pues no aparece prácticamente en ningún texto (a excepción de
al-Bakri) recuperándose pronto el topónimo Sabta
derivado del Septem latino.
Señala al-Bakri que, hasta ese momento,
Medyekes era politeísta, convirtiéndose en este momento al islamismo tras recibir las enseñanzas de
“hombres instruidos en la Ley” según especifica ibn
Jaldun. Esta noticia hace pensar a Gozalbes Busto
que la ciudad no fue completamente abandonada
en el periodo que va desde 742 a la refundación de
Medyekes, pudiendo algunos árabes refugiarse en
ella (GOZALBES BUSTO, 1989: 24).
Desconocemos la religión de Medyekes antes
de su conversión. Ferhat, tras señalar que el verbo
convertir es usado indistintamente para los jariyíes,
chiíes, paganos o las “gentes del libro” que abrazan
el Islam, indica que la historia de la región permite
suponer que era jariyí aunque la reputación de los
Idrisíes en ese momento no permite excluir la hipótesis de que fuese chií (FERHAT, 1993).
Por otra parte, esta autora ha subrayado la similitud de este relato con el de otras fundaciones,
como la de Nakur, lo que hace dudar de su veracidad histórica. No obstante, puede responder a un
una dinámica histórica común de conversión de
jefes beréberes y fundación de ciudades.
Las causas de este traslado de los medyekeses
han sido relacionadas con los conflictos surgidos
tras el reparto del gobierno del Magrib al-Aqsa por
Muhammad al-Muntasir entre sus hermanos en
213 H (828). Los Banu Isam, aun sometidos en
un grado que desconocemos a los Idrisíes, mantuvieron una actitud de latente hostilidad hacia ellos
a tenor de las informaciones de ibn Jaldun (GOZALBES BUSTO, 1989: 25).
Esta datación es coherente con la fecha propuesta por Gozalbes Busto para la refundación
de la ciudad (c 830). Ferhat, en cambio, data esta
reocupación de Ceuta en 753 (FERHAT, 1993:
61).
Como recoge el Rawd al-Qirtas, a al-Qasim se
le adjudica Ceuta, Tánger y los territorios de ellas
dependientes. Posteriormente se rebelaría contra
Muhammad al-Muntasir pero sería vencido por
otro de sus hermanos, Umar ibn Idris, a quien, en
recompensa por su fidelidad, Muhammad pondría
al frente de estos territorios.
G. Gozalbes Bustos propone que el traslado
estaría relacionado con estos conflictos. Los Banu
Isam, aun sometidos en un grado que desconocemos a los Idrisíes, mantuvieron una actitud de
latente hostilidad hacia ellos a tenor de las infor13
maciones de ibn Jaldun (GOZALBES BUSTO,
1989: 25)
Para Ferhat la aparición de esta dinastía no es
un hecho aislado sino que debe ser relacionado con
el surgimiento de otros centros (Siyilmasa, Nakur,
Aghmat) que se desarrollan a lo largo de rutas comerciales en tanto que el litoral Mediterráneo se
dedica a una actividad corsaria que tiene paralelos
en la Península, especialmente en Pechina. En su
opinión, el reino Idrisí debe ser interpretado más
como una confederación de tribus que controlan
“ciudades-estado” que como una entidad real, inspirada en la soberanía califal (FERHAT, 1993: 54).
Las crónicas han preservado los nombres de
cuatro soberanos de la dinastía. A Medyekes le
sucede su hijo Isam que, según la estimación de
Gozalbes Busto gobernaría entre c 855-880, un
momento en el que se conocen distintas hambrunas provocadas por intensas sequías con sus consiguientes episodios de pestes y otras epidemias.
Es posible que entonces se produjese la llegada a
Ceuta de algunos habitantes de Qalsana, una localidad cercana a la actual Medina Sidonia (Cádiz).
Los recién llegados compraron terrenos a los beréberes y edificaron sus viviendas. Al-Bakri no dice
más, pero de la versión que ofrece Ibn Idari parece
deducirse que levantaron un parapeto, aún visible
en su época.
La importancia de la ciudad en este periodo
es relativa como reflejan las escasas noticias sobre
ella y la ausencia de acuñaciones presente en otros
centros cercanos como Tánger.
A Isam le sucede Modyebber (Modyir para
ibn Jaldun, Modyebber para al-Bakri, Muhammad
para ibn Idari) y a éste, al-Rida (para al-Bakri e ibn
Idari, su hermano; su hijo según ibn Jaldun) durante cuyo reinado la influencia andalusí es patente al
indicarse que se siguen los dictados de los fuqaha
andalusíes (GOZALBES BUSTO, 1989: 25-28).
En este último periodo de los Banu Isam el desarrollo alcanzado por Ceuta era evidente. Así se
recoge la noticia, puesta en duda por algunos autores, del paso por Ceuta de al-Husaini que habría
enseñado en la ciudad antes de pasar a al-Andalus
y habría corregido la orientación de la alqibla de
la mezquita aljama, lo que supondría que su construcción era anterior a la conquista Omeya (VALLVÉ, 1962: 403).
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3. CEUTA OMEYA 319400 H / 9311009
En 319 H (931) las tropas de al-Nasir entran
en la ciudad de Ceuta (HITA, VILLADA, 2003).
Su interés por el norte de África es consecuencia de
sus disputas con los Fatimíes. Pasar al otro lado del
Estrecho suponía una medida de seguridad frente
a futuras tentativas de éstos de pasar hacia al-Andalus. Ferhat señala que la intervención en Ceuta
no fue la primera que se llevó a cabo. Algunos años
antes, en el 315 H (927), los ejércitos de al-Nasir
habían intervenido en contra del «falso» profeta
Hamim, originario de la tribu de los Mayakasa. Si
el restablecimiento de la ortodoxia fue el pretexto
de la intervención, no cabe duda que con ella se
trataba de impedir la consolidación de un reino entre los gumara que pudiera resultar peligroso en su
enfrentamiento con los fatimíes (FERHAT, 1993:
63).
La conquista califal supuso, en opinión de Ferhat, la creación de una verdadera ciudad con una
mezquita, un cadí y unos habitantes conscientes de
su identidad (FERHAT, 1993: 63 y ss.).
Nos han llegado diversas interpretaciones en
torno a la conquista. Según recoge ibn Hayyan,
unas justifican la acción de al-Nasir por una petición de los ceutíes, que ya le tenían sujeto el país.
Otras, en cambio, atribuyen a éste la traición a los
pactos con los Idrisíes. En cualquier caso, la motivación de la conquista radica en la necesidad de
hacer frente a la amenaza que suponía la presencia
Fatimí en las proximidades de al-Andalus. La intervención en Ceuta se reveló en esos momentos a los
ojos del califa como esencial para la propia integridad del Estado Omeya. A partir de ese momento,
su puerto se vio potenciado decisivamente y fue
utilizado de forma constante por las armas Omeyas
para el traslado de ejércitos y pertrechos necesarios
para llevar a cabo las diferentes operaciones militares que se desarrollarán, con fortuna diversa, en
el Magreb. Junto a este uso militar, se potenciaron
los intercambios reflejados en las crónicas por los
innumerables envíos de presentes que tendrían el
puerto ceutí como uno de los principales puntos
de llegada y salida de estos productos. Cabe pensar
igualmente que esta situación favorecería el desarrollo de un artesanado local, incipiente hasta estos
momentos, destinado a satisfacer las necesidades
derivadas de esta nueva situación.
Pero más allá de mero relato de los acontecimientos o del debate sobre las causas de la intervención Omeya, debemos detenernos llegados
a este punto en describir lo que sabemos sobre la
fisonomía de esa ciudad califal.
El geógrafo ibn Hawqal la califica de ciudad
agradable, situada a orillas del mar. Tenía jardines
y sus aguas la obtenían de pozos situados tanto en
el interior como en el exterior. También destaca su
puerto y su magnífico coral, aunque no tanto como
el de Marsa al-Jaraz. No señala nada sobre sus defensas que no habrían pasado inadvertidas para un
firme partidario de los fatimíes. Evidentemente
este hecho encuentra su explicación en que la construcción de la fortaleza Omeya aún no habría sido
iniciada cuando recoge sus noticias sobre Ceuta.
Para la restitución de la fisonomía urbana de la
Ceuta califal nuestra principal fuente de información es la descripción redactada por al-Bakri hacia
mediados del siglo XI. Autor de origen andalusí,
su conocimiento de la orilla africana de la costa del
Estrecho procede no sólo de los relatos de comerciantes y viajeros sino que utiliza narraciones anteriores, principalmente la de al-Warraq (904-973).
Es por ello que la imagen de Ceuta que nos ofrece
se corresponde básicamente con la de la ciudad en
el siglo X.
Según el testimonio de al-Bakri, Ceuta es una
ciudad situada a orillas del mar, en una punta de
tierra extendida de Oriente a Occidente, subrayando
su carácter peninsular en el que incide poco más
adelante al indicar que podrían convertirla en una
isla si ensancharan el foso excavado por los antiguos
habitantes. Ciudad de notable antigüedad, en ella
pervivían restos de edificaciones preislámicas como
iglesias y baños. Desde el muro occidental, que da
acceso a la ciudad, hasta el extremo de la Península, en la que se levanta una gran montaña –el
Yabal al-Mina o Monte Hacho– calcula un espacio
de cinco millas en el que la medina ocupa la zona
occidental.
El agua era traída del arroyo Awiyat, cerca del
mar meridional, canalizándola hasta la iglesia que
es hoy mezquita. Cuando realiza la descripción de la
ruta entre Ceuta y Fez insiste en que: es desde aquí
[arroyo Awiyat] que Ilián aprovisionaba de agua a
Ceuta, por medio de un acueducto compuesto de arcadas, alguna de las cuales están aun de pié en los
barrancos. Tradicionalmente se identifica esta construcción con el acueducto de Arcos Quebrados.
La población se componía de árabes originarios del Yemen y de beréberes de los territorios de
Arcila y al-Basra. Junto a ellos debe mencionarse
la llegada de población procedente de al-Andalus,
de Qalsana, que debieron asentarse en Ceuta en el
siglo IX. La afluencia de personajes versados en el
Corán a la ciudad le confirió notable relevancia intelectual entre los siglos X y XI.
Uno de los principales focos de atención del
relato de al-Bakri lo constituyen las fortificaciones
de Ceuta de las que ahora nos ocuparemos (HITA,
VILLADA, 2004a y 2004b).
4. LA FORTIFICACIÓN OMEYA
Tras su conquista en 931 Ceuta mantiene básicamente la estructura fortificada heredada hasta
que el califa ordena la construcción de un nuevo
recinto amurallado en piedra. Esta iniciativa se enmarca en un proyecto más amplio de consolidación
de las defensas ribereñas de las costas andalusíes y
magrebíes, consecuencia de la grave amenaza que
suponen para los puertos bajo dominio cordobés
las acciones de la flota Fatimí (GURRIARÁN,
2004). Esta política de reforzamiento del área del
Estrecho se concreta en la creación de una poderosa flota y de nuevas atarazanas (Alcaçer do Sal,
Almería, Tortosa, etc.) y en la edificación de una
serie de construcciones castrales. Efectivamente,
esta amenaza había quedado materializada en el
ataque a Almería, datado en torno a 344 H (955),
que tan honda repercusión tuvo en Córdoba. El
inicio de la construcción en estos momentos de
recintos fortificados como los de Tarifa, Estepona,
Marbella, Tánger y Ceuta ilustra esta preocupación
de al-Nasir por asegurar la defensa de las costas del
Estrecho.
4.1. Cronología
La fecha de construcción de las defensas ceutíes es conocida. Al-Bakri señala que Ceuta estaba
rodeada de una muralla de piedra construida solidamente por al-Nasir. Ibn Idari precisa que en
346 H (957) Abd al-Rahman, preparándose para
15
un posible ataque Fatimí, ordenó equipar muchos
barcos y dio instrucciones al gobernador de Ceuta
para que construyese un nuevo recinto en piedra.
Los trabajos no fueron culminados hasta 351 H
(962) reinando ya al-Hakam II al-Mustansir.
4.2. Situación
La ubicación de esta fortificación en la zona
del istmo no presenta dudas al haberse localizado
varios tramos en distintas intervenciones arqueológicas. Desde un punto de vista defensivo el lugar
escogido es singular. Los flancos norte y sur aparecen básicamente delimitados por la línea de costa
en tanto que hacia el este aparece dominado por las
alturas de la Almina y del monte Hacho y al oeste
por las de Otero, el Morro de la Viña, etc (Fig. 2).
De hecho, Muhammad ibn Abi Amir intentó trasladar la población a una “nueva ciudad” en
la cima del monte Hacho, el Yabal al-Mina de las
fuentes árabes.
El ceutí al-Idrisi es nuestra mejor fuente de
información sobre esta iniciativa. En la llanura
que corona el monte Hacho, al-Mansur inició la
construcción de un nuevo recinto amurallado pero
a su muerte en 1002 quedó inacabado. Todavía a
mediados del siglo XII sus ruinas, de extraordinaria blancura, podían divisarse desde la orilla norte del Estrecho aunque parcialmente cubiertos de
vegetación. Esta información, recogida en el Kitab
al-ijtisar y por al-Himyari, se complementa con el
dato de que al-Mansur ordenó el empleo de aceite
en vez de agua en la mezcla del mortero usado para
su construcción a fin de dotarlo de más solidez aún
a pesar de su mayor coste.
Es de suponer que el amirí al acometer una
obra de tal envergadura tendría como objetivo
tanto su utilización como instrumento propagandístico destinado a reforzar su propia legitimación
política como la búsqueda de una mejor posición
estratégica al situar la nueva ciudad en un lugar dominante que pudiese servir de refugio a los suyos
ante una revuelta ciudadana o ante un ataque de
un enemigo exterior.
La construcción de la fortificación de al-Nasir
en el istmo debe relacionarse con la propia historia
de este lugar. Como dijimos, desde el siglo VII a.
C. el lugar había sido ocupado convirtiéndose hacia el cambio de era en una factoría destinada a la
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transformación de recursos marinos. Los vestigios
bajoimperiales y tardoantiguos más significativos
proceden de este sector lo que ha llevado a situar en
él la fortificación mandada construir por Justiniano
I y que habría permitido siglos más tarde a Julián
hacer frente a las tropas musulmanas negociando
con ellos un acuerdo ventajoso para sus intereses.
Este precedente pudo estar en el origen de esta decisión. Esta impresión puede confirmarse a partir
del testimonio ya mencionado de al-Bakri cuando
señala que sería posible a sus habitantes comunicar
la bahía norte con la sur convirtiendo la península
en una isla (como efectivamente hicieron los lusitanos en el siglo XVI) y que los “antiguos” habían
ya construido un canal en este estrecho con una
longitud de dos tiros de flecha. Así, algunos autores
han relacionado el tipo de construcción de la cerca
califal en su lado oeste, muro, antemuro y foso, con
precedentes bizantinos (CHERIF, 1996: 75).
4.3. Organización espacial
Los restos de la cerca que mandó construir
al-Nasir han sido documentados en distintas intervenciones efectuadas que definen una planta
de tendencia rectangular con unas dimensiones de
350 por 200 m (Fig. 3). La arquitectura Omeya
empleó frecuentemente, cuando las características del espacio lo permitían, plantas regulares en
fundaciones defensivas estatales que han sido relacionadas con una tradición de época clásica. En el
caso de Ceuta, en que la fortificación parece tener
precedentes clásicos y se construye sobre una zona
relativamente llana, la elección de una planta regular parece plenamente justificada al margen de la
vocación de manifestar la presencia estatal que, en
ocasiones, se ha atribuido a este tipo de plantas. De
este modo, la medina ceutí tendría una extensión
de aproximadamente siete hectáreas (similar a la de
Gibraltar, Elvas, Niebla, etc.). Contrasta este dato
con el recogido por al-Bakri quien señala que desde
el muro oriental al occidental había una distancia
de 2.500 codos, unos 1.175 metros aproximadamente, lo que supone un tamaño sensiblemente
mayor que llevaría a situar el flanco oriental de esta
cerca aproximadamente a la altura de la actual Plaza de Azcárate (GOZALBES CRAVIOTO, 1988a)
o incluso más allá, en la Cortadura del Valle.
Promovidas por el Estado Omeya, estas construcciones guardan entre sí estrechos vínculos ya
que, a su misión netamente defensiva, unen un
marcado carácter simbólico. Así, ni la elección del
material empleado, ni el aparejo constructivo típicamente cordobés, ni la tipología de las planimetrías utilizadas, son fruto del azar. Al margen de
su carácter defensivo, estas fortalezas son la concreción material del dominio político Omeya en la
zona del Estrecho y ponen de manifiesto su capacidad técnica y económica y su poderío militar.
En consecuencia, el recinto fortificado ceutí
responde a estos mismos modelos. Dicha cerca siguen el patrón cordobés (desarrollado a partir de
época emiral) de ciudad con un alcázar (qasr) en un
extremo de la medina con la finalidad de controlar
el principal acceso a la misma, tal como vemos en
Mérida, Toledo, Sevilla e incluso en la Murcia de
nueva fundación (ACIÉN, 1985).
Como señala Rosenberger (1998), poseer una
ciudad fortificada permite también ejercer una
considerable influencia sobre un territorio más o
menos extenso y recaudar tributos. A propósito de
Ceuta, Ibn Hawqal indica que los beréberes están
al exterior de la ciudad, de los cuales se recogen impuestos y contribuciones y también de los beréberes de
Marsa Musa (GOZALBES BUSTO, 2002: 271).
En este recinto se sitúan los edificios públicos
más representativos del poder político (el alcázar) y
religioso (la mezquita aljama), la alcaicería, baños
y algunas de las residencias de los notables de la
ciudad.
Flanqueando esta medina se edificaron dos
arrabales, uno al este y otro hacia el oeste. El oriental, más antiguo, contó con tres baños y el occidental conformaría el denominado arrabal de Afuera
de al-Ansari. En cuanto al arrabal occidental, la información que nos ofrece al-Bakri es muy limitada,
siento por tanto su interpretación más compleja.
Un episodio del enfrentamiento Omeya-Fatimí
acaecido en torno a Ceuta puede arrojar alguna
luz sobre la historia de este arrabal. Efectivamente, cuando Bulukkin ibn Ziri cercó Ceuta en 979
pudo divisar desde las colinas cercanas el ejército de al-Mansur acampado al pie de las murallas
y el trasiego de embarcaciones cargadas de tropas
que atravesaban el Estrecho. Esto le hizo desistir
de atacarla y se retiró hacia el sur. De este pasaje
se deduce que posiblemente el arrabal occidental
fuera un poco más tardío que el oriental ya que el
campamento amirí ocupaba el espacio contiguo al
exterior de la muralla occidental.
Al-Bakri da cuenta también de la existencia de
dos cementerios. Uno sobre la montaña del Hacho (Yabal al-Mina). Otro, que toca el mar de alRamla, al noroeste.
La ciudad descrita por al-Bakri, aunque con las
lógicas modificaciones debidas al paso de los años,
debió mantenerse sustancialmente a lo largo de
todo el periodo califal. Quizás el intento de trasladar la población a una nueva ciudad en la cima
del Yabal al-Mina pueda ser considerada la mayor
alteración a este panorama.
4.4. Los restos materiales. Lienzos y torres
de flanqueo
El lienzo de la cerca Omeya se encuentra reforzado por torres de planta rectangular, de reducidas
dimensiones y macizas. Han sido localizadas cuatro
hasta el momento, dos en el frente este y dos en el
norte, que presentan unas dimensiones aproximadas de 3 m de frente, adelantándose 1,70 m sobre
el lienzo. La distancia entre torres es de alrededor
de 20 m. No existen en fortificaciones de este momento unas dimensiones constantes. Así por ejemplo, en el Castillo de Tarifa, con torres de 3,90 x
2 m, con separaciones que oscilan entre 6,80 m y
9,50 m; en tanto que en El Vacar, si se acepta su
datación en este momento, la separación entre torres alcanzan los 23,35 m (GURRIARÁN, 2004).
El número total de torres es imposible de conocer con seguridad al haberse perdido amplios
tramos. Al-Bakri menciona nueve en su frente oeste. Así, si consideramos constantes las dimensiones
antes indicadas, podemos estimar un total de 16 en
los flancos más largos (el norte y el sur) lo que nos
daría un total de unas 46 torres, con un esquema
16-9-16-9.
La muralla está construida con sillares de calcarenita, de procedencia alóctona, que forran un
núcleo formado bien por cal y canto, bien completamente construidas con sillares, tal como se ha
documentado en parte del sector occidental y norte
(Láms. 1 y 2). Cabe señalar que este cal y canto en
las torres aparece dispuesto en hiladas más o menos
regulares de piedras cubiertas por capas de mortero
17
de cal en tanto que en los lienzos la disposición del
mampuesto es mucho más desordenada.
No se han localizado ejemplos de reaprovechamiento de materiales, salvo que puedan considerarse piezas de acarreo algunos sillares de una de las
torres del frente este.
Las dimensiones de los sillares utilizados es
bastante homogénea con una longitud entre 92 y
99 cm en general, una altura en torno a los 30 cm
y un grosor de aproximadamente de 20 cm. En algunos casos se observan sillares de mayores dimensiones (hasta 105 cm de longitud y 40 de altura).
La técnica edilicia se basa en el empleo en su
alzado de un aparejo a soga y tizón, apareciendo
estos últimos por regla general duplicados, aunque
también aparecen grupos de tres. Esta disposición,
cuando el núcleo es de cal y canto, se da únicamente en las zonas visibles. Al exterior, cubriendo los
sillares, se han conservado restos de un mortero de
cal aunque es imposible determinar si es contemporáneo al levantamiento de la cerca o un añadido
posterior.
Debe destacarse el conocimiento del oficio de
sus constructores que se manifiesta en el perfecto
encaje de los sillares que forran la muralla formando hiladas perfectamente horizontales y muy bien
aparejadas, prácticamente a hueso. En ocasiones
observamos algunos recalzos y reparaciones que en
su mayoría consideramos deben ser posteriores al
momento de su construcción. No cabe duda que
tratándose de construcciones promovidas por el
Estado Omeya, el seguimiento de las obras de fortificación se realizaría con mayor interés. En cualquier caso lo que queda patente es el uso de un mismo lenguaje arquitectónico y la participación de
personal especializado. Interesante a este respecto
el testimonio de ibn Hayyan que refiere cómo Abd
al-Rahman III envió a cierto aliado norteafricano
para erigir una fortificación a su protoarquitecto, con
treinta albañiles, diez carpinteros, quince cavadores,
seis hábiles caleros y dos estereros, escogidos entre los
más hábiles de su profesión, acompañados de cierto
número de herramientas y accesorios para los trabajos
que ejercían (IBN HAYYAN, 1981: 290).
Han sido documentados diversos tipos de cimentación. En algunos casos son colocados sillares
a tizón, ligeramente adelantados respecto al lienzo,
en una disposición que recuerda algún otro recin18
to castral, como por ejemplo el Castillo de Tarifa
(GURRIARÁN, 2004: 305). En otros se empleó
un núcleo de cal y canto vertido en la zanja de cimentación, en la que al parecer pudo emplearse algún encofrado de madera. Por último, en la puerta
de acceso localizada en el frente oeste la cimentación consiste en una zapata de sillares dispuestos a
soga y tizón, muy bien trabajados (Lám. 3). Sobre
esta zapata, o andén, los sillares se disponen a tizón
en la mayoría de los casos. Por último, hemos de
señalar un cuarto tipo de fábrica caracterizada por
la presencia de cajas limitadas por sillares atizonados, que describen espacios de 60 x 40 cm rellenos
de mampostería.
Desconocemos la altura total de los lienzos
pues no han sido conservados íntegramente en
ningún punto. No obstante, en el sector occidental la altura del tramo conservado supera los nueve metros. En este sector pudimos comprobar la
existencia de un remate de la misma formado por
un triple listel o cordón que parece marcar la zona
alta de los lienzos. Aunque no se conserva, el muro
debió rematar en un parapeto almenado que protegería un paso de ronda. Así se desprende de la
información disponible sobre la construcción de la
muralla renacentista, que utilizó a modo de encofrado perdido la cerca medieval de la que fueron
demolidas las almenas que la orlaban, así como del
documento publicado por R. Ricard del proyecto
de Benedito de Rávena (RICARD, 1947).
La construcción de esta muralla debió constituir un esfuerzo de considerables proporciones. Estimando una media de unos 6 sillares para cubrir
un metro cuadrado de superficie y suponiendo una
altura media de unos ocho metros y un perímetro
(incluyendo las corachas y la Dar al-Imara) de al
menos 1.100 metros harían falta unos 52.800 sillares. Pero esta cifra debió ser mayor si tomamos
en cuenta las pérdidas provocadas por roturas accidentales, la existencia de amplios tramos dispuestos
a tizón y de otros construidos íntegramente con sillares, que requieren un mayor número de piedras
trabajadas por lo que una cifra cercana a los 60.000
parece más apropiada.
Empresas como esta, a lo que se uniría el costo
del trasiego de contingentes militares, exenciones
fiscales a los habitantes de la zona, las dádivas a las
aristocracias locales norteafricanas como forma de
clientela, etc.; hacían que la intervención en el Magrib al-Aqsa se viera en los anales palatinos de los
Omeyas cordobeses como una carga insoportable
de gastos inasumibles (IBN HAYYAN, 1981: 225226).
4.4.1. Frente occidental
Según al-Bakri el lienzo occidental, por el que
se ingresaba a la medina, estaba provisto de nueve
torres abriéndose en la central la puerta principal
(GOZALBES CRAVIOTO, 1988b; PAVÓN,
1996). Delante de este muro se extendía otro, la
sitara, bastante más bajo aunque con altura suficiente para proteger a un hombre. Por delante de
éste se dispuso un foso grande y profundo que permitiría mediante una pequeña adecuación, como
indicamos, hacer pasar las aguas del mar de una a
otra bahía con lo que la península ceutí se transformaría en una isla completamente separada del
continente. Para cruzarlo se colocaba un puente de
madera delante del cual había un cementerio, un
jardín y algunos pozos.
Este frente occidental suponía una cesura desde el punto de vista de la concepción espacial de
la ciudad, en tanto que se constituye en el principal elemento de control y defensa del acceso a la
misma. Su importancia se aprecia en la atención
dedicada al mismo por al-Bakri, en su perduración
a lo largo de los siglos y en sus características arquitectónicas (puerta monumental, decoración, etc.).
Dos tramos de este lienzo han sido identificados. El primero (LO1) está situado en el acceso al
interior del Baluarte de la Coraza (Fig. 4). En la bóveda del siglo XVI se abre un hueco rectangular de
unos nueve metros y medio de altura conservada.
Uno de los frentes de este vano corresponde a un
tramo de cortina de la cerca Omeya, con el típico
aparejo de soga y tizones que en la zona superior
se remata con tres cordones paralelos, dispuestos
horizontalmente (Lám. 1). En este punto el espesor
de la muralla es de aproximadamente un metro y
medio.
El segundo se encuentra en la zona central del
flanco occidental (Fig. 5). Corresponde a un lienzo (LO2) con una altura conservada de al menos
siete metros y trece de recorrido visible. El muro
se adelanta en la zona en la que se abre una puerta
(PO1), de acceso directo o en codo simple, y quie-
bra nuevamente tras ella hacia el oeste en ángulo
recto, hasta empotrarse en el trasdós de la cortina
de la Muralla Real. Su continuación ha sido localizada a unos 5,50 m al sur de este punto, habiéndose documentado en una longitud de 1,40 m, hasta
perderse nuevamente en las fábricas más recientes.
El motivo de este cambio en el trazado del lienzo
Omeya es la existencia de una estructura preexistente, datable entre finales de la Antigüedad Tardía
y la conquista Omeya, a la que se adosa la cerca califal, quedando ese recinto incorporando al interior
del espacio fortificado.
Al parecer, aún en la primera del siglo XVIII
parte de este frente occidental, así como una de sus
puertas (quizá la misma que nos ocupa), eran aún
visibles según se desprende de la descripción que
realiza A. Correa de Franca, que señala: dentro de
la ciudad lucían fábricas de majestuosa arquitectura, mezquitas, colegios y palacios, muchas y hermosas
torres y vn alcázar o castillo, de que al presente permanece vna puerta y lienzo de muralla, a que están
arrimados los cuarteles, el granero o sillero en la plaza
principal. También tenía para abrigo de las embarcaciones dárzena y pequeño muelle (CORREA, 1999:
107).
La construcción de unos cuarteles a prueba de
bomba, que demolieron parte de los lienzos u otras
modificaciones de épocas más recientes, impiden
poder determinar con certeza su estructura primitiva, aunque todo apunta a que posiblemente se
tratara de una puerta en codo simple. Las dos hojas
de la puerta, que giraban sobre mochetas, abren
hacia el interior. Traspasado el arco de herradura
el primer tramo tiene forma aproximadamente
cuadrangular (2,70 m de lado). Está cubierto actualmente por una bóveda de arista rebajada, sostenida en cuatro soportes a modo de pechinas algo
modificadas. A partir de ahí, el segundo tramo del
codo aparece ligeramente oblicuo en la pared conservada, estando cubierto por una bóveda de cañón
rebajada.
Posteriores remodelaciones transformarían la
puerta hasta convertir el acceso en un doble recodo, al añadir una nueva torre al interior.
El elemento más destacado de la puerta es sin
duda su arco exterior (Lám. 2). Ha sido modificado por posteriores remodelaciones que han desfigurado su aspecto original. El estudio realizado
19
permite realizar una aproximación a su estado en
el siglo X (Fig. 6). Presentaba originalmente una
rosca ultrasemicircular, aunque han sido eliminados hoy los arranques de su intradós. El vano tenía
una anchura de 2,10 m aproximadamente y una
altura total de algo más de 4 m. Las roscas aparecen
descentradas como es habitual en puertas de este
periodo (Fig. 7).
La rosca del arco presenta 15 dovelas enjarjadas, finas y largas, sobre las que se ha conservado
un enlucido de muy buena calidad con restos de
pintura roja que formarían su primitiva decoración. Este arco se encuentra adelantado respecto al
lienzo formando una caja de unos 80 cm de anchura.
El alfiz que enmarca el arco se construyó en
piedra, sobresaliendo unos centímetros sobre el
plano de la puerta; y se proyecta sobre el lienzo que
quiebra a la derecha, en una solución para la que
no hemos encontrado paralelos en construcciones
de este periodo. En las albanegas se conservan restos de decoración en rojo, sin que su actual estado
de conservación permita restituir el motivo decorativo, muy complejo. que las ornaba. Sobre el alfiz
un hueco debe corresponder a una placa conmemorativa, hoy perdida.
La situación de las dos puertas del frente occidental, una de ingreso a la Dar al-Imara a través de
la torre de Sabec, y otra a la medina, pero contigua
al alcázar, parece reflejar el interés del Estado Omeya por ejercer un estricto control sobre el acceso a
este espacio.
Su simbolismo resulta evidente, ya que como
señala Mazzoli: la puerta sirve también para separar
dos modos de vida diferentes y anuncia, a quien pasa
por ella, que va a penetrar en un mundo distinto del
que acaba de recorrer. A este respecto, la puerta no
puede sino recordar la naturaleza de la sociedad que
vive protegida por la alcazaba y tiende a representar el
fasto del poder (MAZZOLI, 2000: 148).
Los sillares de las zonas inferiores fueron arrancados posiblemente durante la construcción de la
muralla renacentista para ser reaprovechados en las
obras emprendidas. Queda así al descubierto el núcleo central de la muralla Omeya desprovisto de su
forro de sillares.
El excelente estado de conservación de estos
lienzos se explica por el proceso de construcción de
20
las murallas renacentistas, levantadas a mediados
del siglo XVI según proyecto de Miguel de Arruda y Benedito de Rávena. Se acometió entonces la
construcción de un foso navegable que se abriría
ensanchando el existente en época medieval y que
destruiría todo resto de la barbacana. Los muros de
la Muralla Real fueron construidos en talud, lo que
hace que a medida que se elevan se aproximen a la
cerca Omeya. Ésta fue utilizada a modo de encofrado perdido para dar mayor grosor a la muralla
de acuerdo con las necesidades defensivas provocadas por el desarrollo de la pirobalística. Alcanzada
la cota de suelo de la puerta (PO1) se instaló un
puente, posiblemente de madera, que permitiese el
acceso desde el continente y se siguió avanzando
en la construcción, quedando entre ambas murallas un pasillo de unos dos metros de anchura. Este
espacio fue cegado con tierras y escombros procedentes de la demolición del pretil y merlatura de
la muralla islámica, salvo en la zona de la puerta
califal (PO1). Así, la puerta acabó transformándose
en este momento hasta convertirse en un acceso
en triple recodo. En el frente de la cortina de la
Muralla Real quedó abierto un vano, o puerta, en
la muralla lusa, cuya traza es aún apreciable, que
fue cegado posteriormente. Este tipo de construcción permite suponer que los lienzos medievales se
conservan en bastante buen estado ocultos por los
muros construidos por los portugueses.
Otro acceso en este frente occidental es mencionado por al-Bakri. En la torre de Sabec se abriría
una nueva puerta que daría acceso directamente al
alcázar. El camino que llevaría a esa puerta parece
poder distinguirse en el grabado de Ceuta publicado en el Civitates Orbis Terrarum.
4.4.2. Frente norte (Láms. 4 y 5)
La imagen del Civitates presenta el frente norte de la ciudad rodeado de murallas almenadas reforzadas por torres cuadrangulares. En su extremo
occidental aparece el alcázar, con muros de mayor altura, y dos corachas. La situada a occidente
remata en una torre y debe proteger una entrada.
La otra, muestra un lienzo perpendicular al muro
principal que quiebra en ángulo recto en su extremo para proteger otra puerta, con arco de medio
punto, y prácticamente a la orilla del mar que se
abre en el lienzo intermedio entre ambas corachas.
H. Terrase publicó hace décadas la descripción
de una torre y lienzo en la esquina noroccidental
del recinto (TERRASE, 1962). Estos elementos
pronto quedaron ocultos por la construcción del
Club de Actividades Subacuáticas de Ceuta. Sólo
en fechas recientes (octubre de 2003) se han puesto de nuevo al descubierto, permitiendo identificar
algunos tramos que no fueron publicados por el
investigador francés.
Los elementos que perduran de la cerca califal
en este sector están compuestos por dos torres y
parte del lienzo que discurre entre ellas. Su estado
de conservación es regular y han sufrido diversas
reparaciones que han desvirtuado en parte su aspecto.
Los restos identificados por Terrase eran una
torre (TN1) y un lienzo (LN1-2) situado al este
de la misma. El tramo occidental de la torre se encuentra enmascarado por el adosamiento de una
nueva fábrica que formaba parte del Baluarte de
los Mallorquines.
El lienzo (LN1-2) que discurre hacia oriente
conecta con otra torre desconocida hasta ahora
(TN2), de alrededor de 3 m de frente, a la que se
adosó en su costado izquierdo una nueva construcción a fin de hacer más ancha la misma. Una intervención desarrollada en 2004 en la Puerta de Santa
María permitió exhumar esta torre (TN2) y parte
de un nuevo lienzo (LN2-3) de la cerca, conservado hasta la mencionada Puerta. La altura conservada de la torre (TN2) es de unos cuatro metros. El
material y aparejo constructivo de estos tramos es
similar al descrito.
La excavación del interior del Baluarte de los
Mallorquines permitió poner al descubierto un
nuevo lienzo de la cerca Omeya y alguna construcción, sin funcionalidad conocida, adosada a éste,
muy adelantado sobre el lienzo principal y paralelo
a su trazado (Lám. 4). Proponemos como hipótesis su identificación con una de las corachas que
aparece en el grabado del Civitates Orbis Terrarum
y que tenían como función proteger el acceso por
mar. En este caso su técnica edilicia denota su importancia, pues en su construcción sólo se emplearon sillares sin existir un núcleo de calicanto.
tal (FERNÁNDEZ, 2004). En este caso se trata de
un lienzo de más de 45 m (LE1-2) con dos torres
(TE1 y TE2). Este tramo apoya parte de su recorrido sobre el antiguo muro de cierre de la factoría de salazón romana (HITA, VILLADA, 2004a:
40-42). Según informaciones orales, a unos diecisiete metros al norte de la última torre conservada
en la actualidad, apareció otra torre de similares
características y dimensiones durante las obras de
urbanización del Paseo Alcalde Antonio L. Sánchez-Prado, que no pudo ser documentada. Del
mismo modo puede señalarse que, con ocasión de
la apertura de una zanja, en la calle Jaúdenes, al sur
del tramo conservado, pudo constatarse vestigios
de la muralla ya muy deteriorada. Efectivamente,
la cerca sigue la pendiente natural, y a medida que
nos aproximamos al sur, se encuentra peor conservada por elevarse la cota del terreno. Como indica
al-Bakri, el tramo oriental y el situado al norte descienden gradualmente hacia los terrenos más bajos.
Adaptándose al desnivel del terreno, como hemos señalado, la cerca presenta una cimentación
por tramos descendentes de sur a norte. Además
de dicho buzamiento con orientación sur-norte se
observa una sustancial diferencia de cota del interior del recinto murado respecto al exterior. Ello
ocasionó que el alzado conservado de la muralla en
su cara interna en realidad estuviese oculto. De ahí
el uso de un aparejo mediante caja de sillares.
La torre (TE2) sufrió numerosas reformas que
se evidencian por la presencia en su forro de sillares
de distinta naturaleza y dimensiones a los de la cerca original. De estos, dos sillares presentan marcas
incisas con motivos geométricos (flecha) y epigráficos con caracteres latinos.
4.4.3. Frente oriental (Lám. 6)
El aumento de las actividades arqueológicas
preventivas en la ciudad en los últimos años ha tenido como consecuencia un aumento cuantitativo
Un nuevo tramo, de similar factura a los descritos, fue descubierto hace años en el sector orien-
4.4.4. Frente sur
Señala al-Bakri que el muro meridional discurría por la cresta de un terreno elevado. Ningún
resto de este frente ha sido identificado hasta el
momento.
5. EL POBLAMIENTO DE CEUTA ENTRE
LOS SIGLOS IX Y X A TRAVÉS DEL
ESTUDIO DE LA CERÁMICA
21
y cualitativo del registro arqueológico disponible
sobre este periodo inédito hasta ese momento.
A continuación se presentan y analizan estas
nuevas evidencias recuperadas y se retoman otras
ya conocidas con la intención de proponer una hipótesis de la evolución urbana de Ceuta entre los
siglos IX-X.
5.1. El ámbito del Istmo
5.1.1. Excavación de la Basílica Tardorromana
Hace unos años se publicó un detallado estudio del relleno de un silo localizado en las cercanías
de la Basílica Tardorromana. Se trata de una excavación en la roca natural, de forma acampanada,
amortizada como basurero. En este estudio se incluye un lote de 141 piezas cerámicas de época califal en muy buen estado de conservación lo que ha
permitido reconstruir un buen número de perfiles.
Se trata de un conjunto de gran valor para conocer
la secuencia del yacimiento ceutí y en general los
ajuares propios de los siglos X-XI en el norte de
África (FERNÁNDEZ, 2001).
Destaca tanto la representación de cerámicas
de cocina, que entre ollas y cazuelas suponen casi la
mitad de la muestra, como el significativo número
de ataifores, que llega a un 20% del total, algunos
con cuidadas decoraciones en verde y manganeso.
Asimismo debe mencionarse la presencia de un
buen conjunto de candiles (16%), jarros-as/jarritos-as (16%) y dos tazas.
La fecha de formación de este depósito, por su
comparación con los conjuntos de Salud Tejero y
Solís 5, así como con los más recientes hallazgos de
Real 14, se podría concretar en momentos plenos
del siglo X inicios del XI, en línea con lo que propone el autor del hallazgo (FERNÁNDEZ, 2001:
11).
5.1.2. La intervención del Paseo de las Palmeras
Nos encontramos ante la única excavación del
Istmo publicada que ha constatado restos edilicios
de la ocupación intramuros de la medina califal
(BERNAL, PÉREZ, 1999: 113).
En diversos sondeos realizados en este solar
ubicado en la franja norte del Istmo se ha constatado una secuencia que arranca de época romana. Se
han documentado también la existencia de niveles
22
de época bizantina y una importante secuencia estratigráfica alto y bajomedieval.
Resulta especialmente interesante observar
cómo los restos de época califal apoyan directamente sobre los muros que delimitaban una antigua factoría de salazones, habiéndose colmatado
intencionadamente algunas piletas romanas como
paso previo al nuevo momento de urbanización.
Esto indica que dichas estructuras estaban a la vista en el momento que se acomete la construcción
de esta nueva medina. Esta situación no es extraña
a otras medinas coetáneas y así podemos recordar
que en Málaga son utilizadas piletas romanas como
vertederos de desechos de alfar a finales del siglo
IX-inicios del X en Calle Especerías (ÍÑIGUEZ,
MAYORGA, 1993).
Con respecto a la cerámica localizada, destaca
su semejanza con conjuntos más amplios de ámbitos cercanos como el de la propia Basílica, no quedando dudas para proponer la formación de estos
depósitos, como muy tarde, en momentos avanzados del siglo X o principios del siglo XI.
5.1.3. Las fosas altomedievales de la excavación de la
Plaza de la Catedral
En 2005 se concluyeron los trabajos de excavación de una de las Plazas que se ubican en los
aledaños de la Catedral de Ceuta. A pesar de localizarse el geológico en algunos sectores prácticamente emergente se conservaban en buen estado restos
correspondientes al siglo VII a. C.
Las evidencias de ocupación de otros periodos
históricos eran una serie de fosas que rompían los
niveles antes citados y se insertaban en el geológico de base. Se trata de substrucciones de diversa
naturaleza: osarios contemporáneos, basureros de
época portuguesa, tumbas medievales, y otras que
interpretamos como indicios de expolio de material constructivo, cuya posterior amortización nos
permite pensar, en función de las cerámicas recuperadas, que se llevaron a cabo en época altomedieval.
El material arqueológico recuperado es escaso
y bastante homogéneo. Consiste esencialmente en
restos de material de construcción (tejas), cerámica
residual de época tardoantigua (siglos VI-VII d.C.)
y fragmentos de piezas correspondientes a ajuares
domésticos de tipología altomedieval.
Dentro de este último grupo de cerámicas destaca porcentualmente la presencia de los jarritos-as.
Se trata de piezas elaboradas a torno, pastas bizcochadas, cocción oxidante con desgrasantes con esquistos y mica, cuerpos globulares, fondos planos,
cuellos cilíndricos, y decoración consistente en algún trazo de pintura roja en sentido horizontal y
un trozo de cuerpo con engobe de manganeso. Los
labios son redondeados, engrosados o apuntados,
y un asa conservada arranca del borde. Junto a las
jarritas se conserva algún fragmento de jarro o jarra, con bordes vueltos, trilobulados y algún fondo
umbilicado.
Otras series están representadas en menor medida. Se documentaron un fragmento de alcadafe,
elaborado a torno y con un grueso cordón digitado,
así como dos fragmentos de candiles pertenecientes
a una cazoleta y a una piquera. Para preparación de
alimentos contamos con un fragmento de cazuela
de paredes de tendencia cóncava y borde vuelto,
elaborada a torno, que corresponde al tipo más
abundante en los conjuntos fechados en los siglos
IX y X en la ciudad.
La muestra recuperada está formada por un
total de unos 40 fragmentos cerámicos. Sus características permiten datar la formación del depósito
en momentos avanzados del siglo IX o inicios del
siglo X aunque con las reservas propias derivadas
del escaso volumen de material recuperado. En este
sentido, resulta significativa la ausencia de piezas
vidriadas, el dominio del grupo jarros-as/jarritos-as
y su tipología antigua, las decoraciones con trazos
de óxido de hierro, así como la presencia de piezas
como los alcadafes con cordones digitados y de la
cazuela antes descrita. Se trata de piezas bien fechadas en otros yacimientos cercanos como Málaga
donde se fechan en momentos avanzados del siglo
IX (ACIÉN et al., 2003: 429).
5.1.4. Intervención en la C/ Victori Goñalons
Se trata de una intervención arqueológica muy
reciente y aún en proceso de estudio. En ella debe
destacarse la presencia de algunos niveles datables
en torno a fines del siglo IX y primera mitad del X,
que pudieran reflejar una continuidad en el poblamiento anterior a la conquista Omeya.
5.2. EL SECTOR DE LA ALMINA
Hasta fechas muy recientes, los trabajos arqueológicos llevados a cabo en la Almina mostraban sobre todo evidencias de la ocupación de este
sector en época bajomedieval. En este sentido puede señalarse la documentación de amplias áreas de
habitación, entre las que destaca la zona de Huerta
Rufino, restos de unos baños, diversas necrópolis
y una serie de silos colmatados en última época islámica.
Pero el hallazgo puntual de alguna fosa excavada en el subsuelo con relleno de cerámicas califales
había llamado la atención sobre la existencia de
una ocupación más antigua en este ámbito (FERNÁNDEZ, 1988).
5.2.1. Las intervenciones en Salud Tejero y Solís 6
Concretamente, en los solares de Salud Tejero
y Solís 6 se pudieron aislar unos conjuntos cerámicos que colmataban, respectivamente, un pozo
y un silo.
Fernández Sotelo indica que Salud Tejero: proporcionó un magnífico lote de cerámicas: platos vidriados y decorados, jarras con y sin vedrío, cuencos y
abundantes fragmentos con decoración de verdugones,
entre los que cabe destacar una vasija fragmentada
y reconstruida en su totalidad, y una pequeña redoma sin gollete. Al mismo tiempo se recuperaron dieciocho candiles del Tipo II.2 y otros cuatro del Tipo
II.5 (FERNÁNDEZ, 1988: 90). Con respecto a
Solís 6, el autor señala lo siguiente: es la confirmación de Salud-Tejero. Existe una plena identificación
entre los materiales hallados en ambos solares. Todos
los candiles recuperados son del tipo II sin excepción
(FERNÁNDEZ, 1988: 90).
Ambos depósitos, por su semejanza, se fecharon dentro de los siglos X-XI, es decir, pertenecientes a
los últimos años del califato e inmediatamente posteriores... (FERNÁNDEZ, 1988: 56).
Quizás hoy podríamos precisar algo más esta
cronología gracias a su comparación con conjuntos
bien fechados y recientemente investigados como
Cercadilla (FUERTES, 2002). Así, podría plantearse una datación correspondiente a plenos momentos califales, de la segunda mitad del siglo X
y principios del siglo XI. No obstante, debe men23
cionarse la existencia de un par de jarritos en estos
conjuntos, vidriados en verde y achocolatado, con
decoraciones incisas bajo cubierta, que se corresponden con piezas de clara tradición emiral, probablemente producciones de Málaga o Pechina, que
debieron fabricarse en el último tercio del siglo IX.
Los excavadores del asentamiento de Nakur
(ACIEN et al., 1999: 52) tras la comparativa realizada de las producciones de este yacimiento norteafricano con los conjuntos de Solís y Salud Tejero,
apuntan que: entre los posibles paralelos norteafricanos, tenemos el caso de la ciudad de Ceuta....donde se
dan formas diferentes y otras más parecidas (marmitas globulares con borde exciso, digitados y mamelón,
cazuelas de paredes divergentes con banda digitada,
marmitas globulares de pequeño tamaño...trazos incisos en sentido diagonal, pequeños mamelones cónicos.
Después de comparar las cerámicas a mano de
Nakur con los conjuntos norteafricanos y peninsulares, concluyen que: se puede inferir una cierta unidad a un lado y otro del Estrecho durante la Antigüedad y la Alta Edad Media (ACIÉN et al. 1996: 52).
Por nuestra parte y siguiendo la opinión de los
mencionados autores, destacamos la relación de los
conjuntos de Salud Tejero y Solís con Nakur en
algunos aspectos. Pero a su vez resaltamos dentro
de la semejanza ciertas particularidades que nos
permiten proponer la existencia de contextos relativamente homogéneos pero con su propia personalidad.
5.2.2. Fructuoso Miaja (Figs. 8-10 y 13a)
Aparte de esta información, no es hasta 2005,
cuando diversas actuaciones arqueológicas preventivas (Fructuoso Miaja y Real 14) han posibilitado
aislar una serie de estratos consistentes en rellenos
de fosas excavadas en el terreno natural que pueden
ser fechados entre los siglos IX y X d.C.
Uno de ellos, el localizado en la calle Fructuoso Miaja, es el que puede ser considerado como
más antiguo. Su localización fue consecuencia de
los trabajos de excavación arqueológica asociados
a la mejora de la red de abastecimiento de aguas
de la ciudad. Se pudo documentar el fondo de una
de estas estructuras, con apenas 30 cm de relleno.
El resto había sido destruido por una conducción
24
contemporánea. Sobre esta fase se localizaron una
serie de inhumaciones, entre cuyo relleno terrígeno se localizó escaso material cerámico que pudo
ser fechado, genéricamente, en época bajomedieval
(siglos XIII-XIV).
En el posible silo localizado en Calle Fructuoso
Miaja se ha excavado un estrato correspondiente a
su definitiva amortización como basurero. Se han
recuperado 135 fragmentos cerámicos que han
permitido restituir perfiles correspondientes a 26
piezas. A pesar del reducido número de individuos
recuperados resulta muy significativo como podremos ver a continuación.
El primer hecho a destacar es la presencia abrumadora de dos grupos funcionales: los contenedores de líquidos/servicio de mesa (jarros-as / jarritosas) y la cerámica de cocina (ollas y cazuelas), que
suponen entre ambas un 80,6% de la muestra. El
resto de las piezas adscribibles a otros grupos son tinajas (7,6%), candiles (7,6%) y un ataifor (3,8%).
Desde el punto de vista tecnológico, se ha podido caracterizar macroscópicamente dos grupos
de producciones definidas por su técnica de elaboración, tipo de pastas utilizado y cocción a las que
fueron sometidas las piezas.
Por un lado, contamos con las elaboradas a
mano o torneta y cocidas en un ambiente reductor.
Se constata en el 50% de las ollas, las cazuelas, cerámicas de almacenamiento (tinajas). El núcleo de
las pastas es siempre gris y se observa una tonalidad
anaranjada exterior en bastantes ejemplares consecuencia de su cocción en hornos muy elementales,
con predominio de atmósferas reductoras y aperturas en la fase final de la cocción que dan lugar a
oxidaciones superficiales. Los desgrasantes son de
mayor tamaño que en el resto de las piezas. Sólo
un jarrito-a elaborado a torno presenta características similares. El resto de las piezas elaboradas
a torno rápido presentan cocciones en ambientes
oxidantes. Las pastas son más depuradas y finas
con desgrasantes en algunos casos imperceptibles.
Su cocción se realiza a temperaturas más elevadas.
En este grupo se incluyen jarras-os, jarritas-os, las
ollas restantes, el ataifor y los candiles.
En cuanto al tratamiento exterior de las piezas
contamos con un único fragmento vidriado (3,8%
del total). Se trata de una forma abierta, un ataifor
o jofaina. Presenta melado exterior e interior, y una
fina línea de manganeso.
• Cerámica de cocina
– Serie olla
La cerámica de cocina está constituida por 6
individuos, que forman dos grupos bien diferenciados tanto tecnológica como tipológicamente.
Suponen un 23,07% del total de la muestra.
Por un lado, se identifican tres ollas con cuerpo
globular, sin cuello, con borde vuelto, y labio redondeado (TIPO 1). Una de ellas tiene una ligera
pestaña al final del borde, cerca del cuerpo.
Estas piezas están elaboradas a torno. Fueron
sometidas a cocciones oxidantes que determinaron
su color anaranjado rojizo. En cuanto a los desgrasantes son frecuentes los nódulos de cal y en menor
proporción la presencia de esquistos y mica dorada.
El otro grupo de ollas, al que se pueden asociar los otros tres individuos, presenta marcadas
diferencias con el anterior: tiene paredes verticales,
ligeramente exvasadas, y labio redondeado. Presentan decoración a base de mamelones, de diverso
tamaño, alguno con incisiones verticales (TIPO 2).
Como ya avanzábamos, es muy llamativa su
diferencia tecnológica con el grupo anterior. Están
elaboradas a mano, o quizás torneta, en un caso.
Las cocciones son reductoras con acabados oxidantes y se advierte la existencia de desgrasantes de mayor tamaño, destacando la presencia de nódulos de
esquistos, mica dorada y granos de cuarzo.
Sobre las superficies son habituales ennegrecimientos producidos por el uso, que en muchos
casos llega al borde, lo que a veces ha sido asociado
con su uso en hogares excavados en el suelo y la
consecuente ausencia de anafres.
– Serie cazuela
Constatamos dos fragmentos de cazuela que
suponen un 7,6% de la muestra.
Se trata de piezas con fondo plano, paredes rectas con tendencia entrante y labio redondeado o
apuntado. En un caso se observa decoración a base
de pequeños mamelones bajo el borde.
Están realizadas a mano, y presentan cocción
reductora con ambiente final oxidante. La pasta no
es depurada, con núcleo marrón oscuro, y superficie exterior más clara. El desgrasante es frecuente,
de diverso tamaño y naturaleza (cuarzo, esquisto,
mica).
• Servicio de mesa
– Serie jarrito-a
Se han conseguido identificar 10 individuos,
que suponen un 38,46% del total, siendo, con diferencia, el grupo más numeroso.
Destacamos un jarrito del que se conserva el
fondo, parte del cuerpo y el arranque de un asa.
Las paredes son rectas, algo entrantes, y presenta
un chaflán que conecta con el fondo plano. El asa
arranca cerca de la base y a partir de ella se observan
en el cuerpo una serie de estrías muy bien definidas. Esta pieza es muy característica de contextos
emirales, aunque en muchos casos se presenta vidriada.
A pesar de lo deteriorado del resto de los fragmentos conservados, destacamos una gran variedad
de perfiles lo que da la idea de un grupo poco homogéneo. Con respecto a los cuellos, se observan
perfiles exvasados (algunos casi cóncavos), rectos
o ligeramente invasados. Los primeros son dominantes, suponen un 60% del total, siendo el resto
invasados o rectos, en la misma proporción.
Se fabrican sistemáticamente a torno, con pastas depuradas, desgrasantes finos (esquisto, mica,
cuarzo y nódulos de hierro o cal) y cocciones homogéneas, destacando las tonalidades claras en las
superficies (beige o anaranjada). Sólo una pieza
presenta indicios de cocción reductora con acabado oxidante.
Las piezas contienen cierta variabilidad en los
bordes, cuellos con tendencia cilíndrica, cuerpos
abombados, en algunos casos bien diferenciados
del cuello por una marcada carena. Las asas, con
sección ovalada, suelen arrancar bajo el borde. Los
fondos son planos. Se marcan las huellas del torno
en los galbos, que dan a las piezas un aspecto acanalado.
La decoración suele consistir en pequeñas series de incisiones en sentido vertical y estrías en el
cuerpo en un jarrito.
• Servicios de iluminación
– Serie candil
Sólo contamos con fragmentos que se pueden
asociar a dos piezas (7,6%). Son bizcochados. Las
25
cocciones, oxidantes que dan lugar a tonalidades
pajizas o anaranjadas. El desgrasante es fino y variado (esquisto, cal y mica).
Una de las piezas, bien conservada, presenta
la piquera con forma de “U” y remate ojival. Su
longitud es semejante al diámetro de la cazoleta.
En esta última, que presenta perfil troncocónico,
se conserva el arranque del asa, el inicio del gollete
y una marcada pestaña que la contornea al exterior.
• Contenedores para transporte y
almacenaje
– Serie jarro-a
Supone un 15,3% del total, lo que hace de
ella la tercera con mayor representación dentro del
conjunto.
Las técnicas de elaboración de esta serie son semejantes a las descritas para jarritas-os. Las piezas
están elaboradas a torno, a menudo con las huellas
marcadas al exterior que le confieren un aspecto
acanalado. Se observa dominio de cocciones oxidantes homogéneas que provoca tonalidades claras
(beige, anaranjada).
Sólo se conserva un borde exvasado, con labio
apuntado, del que parte un asa con sección lenticular.
Los fondos son de tipo umbilicado o de fondo
plano.
– Serie tinaja
Esta serie supone un 7,6% dentro del conjunto
cerámico.
De tamaño medio, se fabrican previsiblemente
a mano o torneta, con acabados alisados. Presentan
cocción reductora. El desgrasante, consistente en
nódulos de cuarzo y mica dorada, es abundante.
El borde es recto, con labio engrosado, resaltado al exterior. Sobre el resalte se sitúa una serie de
digitaciones.
Se conservan un par de fragmentos de galbos
que podrían corresponder a la misma pieza. Presentan restos de dos cordones digitados. Uno de
ellos remata en dos mamelones. El otro presenta
otro cordón en forma de “U” que se le adosa por
abajo. Recuerda mucho a alguna pieza asociada
a los niveles medievales del teatro de Cartagena
(MURCIA, MARTÍNEZ, 2004: 198).
26
– Serie ataifor
Sólo se conserva un fragmento de cuerpo,
quizás parte de un fondo plano. Presenta vedrío
interior y exterior melado, con una fina línea de
manganeso. La pasta es muy depurada, desgrasante
imperceptible y tonalidad rosácea.
Valoración cronológica del depósito de
Fructuoso Miaja
Debe indicarse, en primer lugar, que la presencia de cerámica vidriada es escasísima (3,8%) lo
que contrasta vivamente con conjuntos del siglo X,
como son los de Real 14 o Basílica Tardorromana.
La escasa presencia de cerámica vidriada está bien
constatada en Córdoba, Mérida o el Tolmo de Minateda (Albacete) (horizonte IIIb) en plena época
emiral.
Se observa asimismo una escasa diversidad de
series, propia de conjuntos fechados en pleno siglo
IX, como Morón de la Frontera (Sevilla) o Marroquíes Bajos (Jaén) (fase II b). Cabe señalar que las
más representadas son los jarritos-jarros (53,76%)
y las ollas (23,07%) que juntos suponen un 76%
de la muestra.
Con respecto al grupo de los jarritos-as es probable que sólo contemos con los primeros, circunstancia que no podemos confirmar por lo fracturado
de las piezas. Aún así, sí tenemos un claro ejemplo
de jarrito típico del siglo IX, bien documentado en
Pechina, Málaga y Cartagena. El resto del grupo
presenta una gran variedad tipológica que resulta también habitual en esta centuria, tendiendo a
homogeneizarse con el paso del tiempo. Destaca
la presencia de carenas muy angulosas que definen
cuerpos con poco desarrollo con respecto a los cuellos, aspecto propio de esta serie en época emiral
(ACIÉN et al., 2003: 422)
Debe señalarse además que dentro de las jarras aparecen fondos umbilicados, documentados en una jarra de Morón (ACIÉN et al., 2003.
450), Pechina (CASTILLO, MARTÍNEZ, 1993:
1099), en Mérida, dentro de la fase emiral (siglo
IX) (ALBA, FEIJOO, 2003: 498) y Algeciras, dentro de ámbitos cronológicos emirales. En el norte
de África están presentes en Melilla y Sabra alMansuriyya (Túnez) en contextos fechados entre
los siglos IX-X (SALADO, SUÁREZ, NAVARRO:
2005: 99). Piezas como ésta parece que, al menos
en Ceuta, perduran hasta plena época califal, como
se constata en el denominado “Silo 1”, localizado
en el solar de la Basílica Tardorromana (FÉRNANDEZ, 2001: 49).
A pesar de responder en muchos aspectos a las
características propias de un conjunto de mediados
del siglo IX se observan algunas características que
permiten apuntar una cronología algo más moderna.
Así, con respecto a la cerámica de cocina, resulta significativa la disminución de la proporción de
ollas si la comparamos con el material de Algeciras
o de Marroquíes de mediados del siglo IX, donde
su presencia supone prácticamente el 50% de los
conjuntos. Las piezas elaboradas a torno coinciden
con el denominado en Marroquíes tipo 1.3.A, al
que se asocia un origen en plena época emiral y
con perduración hasta la transición al califato. En
el conjunto que nos ocupa, las ollas a torno se equilibran con las ollas elaboradas a mano. En el Silo
1 excavado por Fernández Sotelo, fechable en un
momento avanzado del siglo X, las piezas a mano
son claramente dominantes (FERNÁNDEZ,
2001: 23).
En cuanto a las cazuelas ha de reseñarse que
su número es significativo (7,6% del total frente
al 23,07% de las ollas) aunque dista de igualar al
de las ollas como ocurre a finales del IX en Marroquíes, en momentos de transición al califato (PÉREZ, 2003: 129).
Las tinajas se harán habituales en momentos de
la segunda mitad del siglo IX en Marroquíes donde
contamos con ejemplares semejantes al recuperado
en la calle Fructuoso Miaja (PÉREZ et al., 2003:
240).
La presencia del grupo ataifor, a pesar de ser
apenas testimonial, en otros contextos se empieza
a generalizar a partir de finales del siglo IX. Los
mejores paralelos los encontramos en el nivel II de
Pechina (CASTILLO, MARTÍNEZ, 1993: 106) y
en el testar de Calle Especerías de Málaga (IÑIGUEZ, MAYORGA, 1993: 125).
Todo ello nos lleva a proponer un momento
para la formación del depósito entre la segunda mitad del siglo IX y el califato, siendo especialmente
cautos teniendo en cuenta lo limitado de la mues-
tra. En todo caso, pensamos debe corresponder a
época precalifal.
5.2.3. Los depósitos de Calle Real 14 (Fig.11-14 y
Lám. 7)
En Real 14 se han localizado y documentado
recientemente tres fosas excavadas en el sustrato
de gneis local, interpretadas como pequeños silos.
Uno de ellos presenta un aceptable estado de conservación que permite realizar una aproximación a
su tipología. La planta tiene forma oval, perfil de
tendencia ovoide y fondo sensiblemente plano. Sobre la cota más alta conservada sólo aparecen rellenos contemporáneos, consecuencia de la reocupación de este lugar a partir del siglo XVIII que ha
eliminado la secuencia arqueológica bajomedieval.
Únicamente la presencia de algún material residual
del siglo XIV en niveles contemporáneos testimonia esta secuencia perdida.
El relleno de estos depósitos es un sedimento
de matriz arcillosa con tonalidad marrón oscura
que suele presentar restos de desechos de actividades domésticas, fauna, material de construcción
(ladrillos y tejas) y cerámica.
Solo uno de los cuatro silos documentados en
la Calle Real 14 es objeto de estudio sistemático y
su elección viene justificada por presentar el mayor
número de fragmentos diagnosticables (155 fragmentos de los cuales se han podido identificar medio centenar de individuos). Todas las series tipológicas representadas aparecen también en el resto
de silos, por lo que consideramos que el momento
de amortización de todos ellos debió ser bastante
cercano en el tiempo. Alguna pieza puntual que no
está representada en el SILO 2 y aparece en otros
silos se comentará aparte. Pensamos que los materiales aquí contenidos responden a lo que debía
ser la vajilla en uso a mediados del siglo X, siendo
especialmente significativo su comparación con depósitos más antiguos y con otros conjuntos califales
exhumados en la ciudad, especialmente el silo de la
Basílica Tardorromana (FERNÁNDEZ, 2001: 9).
• Cerámica de cocina
– Olla
Se han documentado dos individuos (4%
de la muestra). De uno de ellos se conservan dos
fragmentos que permiten identificar una pieza de
27
perfil globular, sin cuello, con borde simple vuelto
y labio redondeado. El otro corresponde a un fragmento de un fondo plano.
Las piezas están realizadas a torno y a mano.
Las cocciones documentadas son de atmósferas
oxidantes (pieza elaborada a torno) y reductoras (la
elaborada a mano). El desgrasante es relativamente
abundante, con tamaño pequeño y mediano, que
consiste en esquisto, cuarzo, cal y mica dorada.
Una olla, semejante a la realizada a torno, se
localiza en el silo de la Basílica, aunque aquí se trata de un tipo minoritario respecto a un espectro
numerosísimo de ollas elaboradas a mano o torneta, con perfiles globulares, y bordes normalmente
rectos, con decoración incisa. En el depósito de la
Basílica las ollas tienen un protagonismo mayor
suponiendo casi una tercera parte del total de la
muestra, lo que contrasta con los porcentajes de
Real 14.
– Cazuela
Las cazuelas son porcentualmente algo más del
doble de las ollas (10%). Destaca la uniformidad
de sus bordes vueltos al exterior, con un ángulo
más o menos marcado. El cuerpo de las piezas es
recto con tendencia a definir un perfil algo cóncavo y los fondos son planos. Todas las piezas están
elaboradas a torno lento o a mano con abundantes
desgrasantes formados por nódulos de cuarzo, esquistos, hierro o cal.
Estas cazuelas en el silo de la Basílica suman un
tercio del total, lo que confirma su éxito en época califal y la consolidación de su uso a lo largo
del tiempo. En la Basílica las cazuelas son también
más numerosas que en Real 14 ya que suponen un
19,8% del total.
• Servicio de mesa
– Jarritos-as
Su adscripción a una u otra serie es prácticamente imposible dado lo fragmentado de las piezas.
No obstante, contamos con tres ejemplares,
dos bordes y un fondo, que sí corresponden, por
sus características morfológicas y su tratamiento, a
jarritos. Los bordes son rectos con tendencias exvasadas o invasadas, en ambos casos con engrosamiento al interior y labio apuntado. Uno de ellos
28
presenta un asa maciza que arranca del borde, con
sección triangular.
Dos piezas tienen cubierta vítrea melada, de
gran calidad, pastas depuradas, pajizas o anaranjadas, con pequeños desgrasantes de cuarzo, esquistos y posibles nódulos de hierro. El tercero es bizcochado, de pasta pajiza y desgrasante esquistoso.
Se conserva parte del cuerpo con estrías marcadas,
arranque de asa muy bajo y fondo separado del
cuerpo por una acusada carena.
Todas estas piezas se emparentan con modelos
típicamente emirales, siendo frecuentes los dos primeros en Málaga o Pechina. Su presencia en conjuntos califales está documentada en Cercadillla,
correspondiendo concretamente el tipo 2.1.F.1.6.
(FUERTES, 2001: 44).
Esta serie representa un 26% del total de la
muestra (en la Basílica constituyen únicamente el
14,89%), lo que indica que están claramente en
regresión con respecto al conjunto de Fructuoso
Miaja, donde suponen casi el 40% del total.
Además de los indicados con anterioridad se
puede diferenciar otro gran grupo de piezas bizcochadas que presentan cuellos con tendencia recta
o algo abombada que rematan en bordes rectos o
bordes vueltos con labios redondeados, apuntados
o engrosados al interior; carenas que evidencian
perfiles desde muy suaves a otros con quiebros muy
acusados, casi en ángulo recto de tradición anterior; fondos rectos y en algún caso se resalta la separación del cuerpo a la base con un ligero escalón.
Los acabados son muy homogéneos y están elaboradas sistemáticamente a torno. Las coloraciones
van desde pajizas a rosáceas o anaranjadas. Las
pastas son depuradas, dominando los desgrasantes
esquistosos, con cuarzo, mica y en algún caso nódulos rojizos, posiblemente cerámica machacada e
incorporada a los barros utilizados.
Estas formas muestran una clara continuidad
con respecto al conjunto de Fructuoso Miaja, aunque aparecen ya piezas vidriadas antes inexistentes.
Algunas siguen presentando carenas muy acusadas
en las transiciones de los cuellos al cuerpo, circunstancia constatada en los niveles emirales de Málaga
(ACIÉN et al., 2003: 424). Sigue encontrándose
bastante variabilidad dentro del grupo, especialmente en los bordes, que en general tenderá a desaparecer a lo largo del siglo X.
En el Silo 3 se localiza un fragmento de asa
de un jarrito/a con un pequeño apéndice vertical.
Presenta una pasta muy depurada, amarillenta, y
conserva restos de vedrío verde puntual que hace
pensar que estuvo decorada con cuerda seca parcial.
Se trata de una pieza que debe ser muy semejante
a un ejemplar completo recuperado en la Basílica
Tardorromana, que es además la única recuperada
en este conjunto con esta técnica decorativa. Jarritas con decoración a cuerda seca se documentan en
contextos califales no posteriores a inicios del siglo
XI en Cercadilla, con una presencia también casi
testimonial dentro del grupo, circunstancia que
parece poder extrapolarse a toda Córdoba (FUERTES, 2001: 153).
– Ataifores
La presencia de un buen número de ataifores
supone el cambio más radical respecto a Fructuoso Miaja. Efectivamente estas piezas abiertas, con
cubierta vítrea, constituyen un 24% del total del
repertorio. Por otro lado, su presencia en el silo de
la Basílica presenta porcentajes muy semejantes a
los aquí constatados (19,1%), aunque se observan
ligeras variantes tipológicas y decorativas.
Presentan como características comunes un
perfil de tendencia hemisférica o ligeramente exvasado, bordes simples o indicados al exterior y labios
redondeados o apuntados y ausencia de solero o
solero bajo (diámetros cercanos a los 10 cm).
Aunque todas las pastas suelen ser muy depuradas, y los tonos son en general rosáceos o anaranjados, se puede diferenciar dos grupos. El primero,
más numeroso (2/3 del total), presenta desgrasantes esquistosos, con cuarzo, mica y cerámica triturada, de coloraciones claras, anaranjadas o rosáceas.
El otro grupo se caracteriza por la presencia de foraminíferos bien visibles en la pasta, lo que permite
plantear un suministro de este tipo de piezas de al
menos dos procedencias.
El 66,6% de las piezas presentan vedríos melados de buena calidad al exterior e interior, en la
mayoría de los casos decorados con óxido de manganeso formando líneas onduladas o trazos y, en
un caso, chorreones. Junto a ello contamos con un
ejemplar achocolatado (8,3%), dos piezas con decoración verde y morado sobre blanco (16,6%) y
una sobre fondo melado (8,3%). En dos de éstas
últimas el vedrío salta con facilidad.
Dado lo fragmentado de las piezas sólo se reconocen dos motivos geométricos con la técnica del
verde y manganeso: ovas continuas bajo el borde y
trenzados que rodearían un motivo más complejo.
En el resto de los silos de Real 14 también aparecen fragmentos de ataifores con decoración en
verde y manganeso sobre fondo estannífero o melado, con motivos de ovas continuas bajo el borde
de las piezas, y algún otro fragmento con motivos
irreconocibles.
Con respecto a su comparación con el conjunto de la Basílica, coincide que allí también son dominantes las decoraciones consistentes en trazos de
manganeso sobre fondo melado (55,5%), le siguen
los motivos en verde y manganeso sobre fondo
blanco (22,2%), y aquí también están presentes los
vedríos verdes monocromos o verdes sobre melado
(1,08%).
– Taza
Se documenta una sola pieza con estas características (2% sobre el total). Presenta vedrío exterior
achocolatado y melado al interior. Se conserva el
borde recto algo entrante con labio redondeado y
un cuello corto que marca una acusada carena a
partir de la cual se desarrolla el cuerpo decorado a
base de líneas paralelas incisas bajo cubierta.
Esta forma se localiza en contextos califales
como Cercadilla (FUERTES, 2002: 121). No obstante, el vedrío achocolatado y las decoraciones
consistentes en incisiones bajo cubierta de vedrío
responden a tradiciones más antiguas, aunque también llegan al siglo X, como se puede documentar
en el mismo yacimiento citado (FUERTES, 2002:
156) y probablemente se pueda constatar también
en Ceuta en los conjuntos de Salud Tejero y Solís
6.
– Redomas
A esta serie podrían adscribirse con dos fragmentos de cuerpos de formas cerradas, vidriadas,
y con ciertas reservas, un fondo con ligero repié
indicado.
• Servicios de iluminación
– Candiles
Documentamos un candil con perfil completo,
bizcochado, pasta de tonalidad beige-verdosa, desgrasante fino de esquisto y cuarzo. La cazoleta pre29
senta sección lenticular, y se observa una destacada
rebaba que bordea dicho depósito. Bajo el borde
del gollete (de gran diámetro) arranca el asa. Otros
dos fragmentos de cazoletas nos permiten identificar un total de tres individuos, coincidiendo en
todos la presencia de la rebaba indicada. Suponen
un 10,6% del total de la muestra.
Un fragmento de difícil adscripción tipológica,
vidriado en verde y con calado de rombos, quizás
pueda corresponder también a un elemento de iluminación.
En el conjunto de la Basílica los candiles tienen un protagonismo algo mayor (16,3% del total) siendo igualmente frecuente la rebaba citada
delimitando la cazoleta. Destaca la presencia de
decoraciones a cuerda seca parcial en alguno de los
ejemplares probable síntoma de modernidad con
respecto a Real 14.
• Preparación de alimentos, usos varios
– Alcadafe
Contamos con el borde de un ejemplar de
acusada visera y el labio plano elaborado a torno,
con cocción oxidante y desgrasantes de esquisto y
cuarzo.
• Contenedores para transporte y almacenaje
– Jarros-as
Los jarros y jarras suponen un 14% del total
de la muestra. Se puede distinguir un ejemplar que
corresponde claramente a un jarro, del que se conserva un fragmento de cuello, más bien estrecho,
del que arranca un asa.
El resto de las piezas son fragmentos de jarras,
de cuerpo abombado, cuello cilíndrico, asas verticales nervadas y fondo plano o ligeramente cóncavo. Un ejemplar presenta un nervio acusado que
resalta la unión del cuello con el cuerpo. Otras dos
piezas, elaboradas a torno y cocción mixta, presenta
acabados exteriores de un rojo intenso y decoración
mediante una o dos bandas a peine bajo el cuello
e inicio del cuerpo. Las pastas son depuradas, y se
observa algo de esquisto y mica.
Este tipo de jarras también esta presente en la
Basílica, aunque de forma casi testimonial (1,48%).
No obstante, los ejemplares están muy completos y
30
permiten documentar la totalidad del perfil de las
piezas (FERNÁNDEZ, 2001: 63).
– Tinajas
Sólo contamos con un fragmento de borde de
una pieza, elaborada a mano, con borde vuelto y
labio plano, que recuerda a una de las piezas recuperadas en Fructuoso Miaja.
Su presencia es especialmente significativa en
el yacimiento de Marroquíes en el paso de la fase
IIb a la IIc, es decir, en momentos de transición al
Califato (PÉREZ et al., 2003: 407), así como en
el nivel II de Pechina donde su número aumenta
respecto a la fase anterior (CASTILLO, MARTÍNEZ, 1993: 113).
Valoración cronológica del conjunto de Real 14
A pesar de contar con apenas medio centenar
de individuos aparecen prácticamente representados todos los servicios propios de repertorios cerámicos califales. La cerámica de cocina supone un
14% del conjunto, jarros-as y jarritos-as un 40%
entre las dos series, los ataifores suman un 24%, los
candiles un 10%, las tazas, alcadafes y tinajas un
2% respectivamente del total.
En una comparación con el conjunto de Fructuoso Miaja observamos cambios muy significativos como es la presencia de series antes no documentadas y especialmente el uso de la cubierta
vidriada en el tratamiento de las piezas. Efectivamente, la cerámica vidriada constituye un 38%
del total, hecho habitual en los conjuntos del X en
Cercadilla (FUERTES, HIDALGO, 2003: 539)
aunque en Pechina y Málaga viene ocurriendo desde finales de la centuria anterior.
Otro hecho a destacar es un incremento muy
significativo de los ataifores, que pasan de un 3,8%
de Fructuoso Miaja a una proporción seis veces superior en el silo de Real 14. Asimismo se aprecia
una disminución significativa de la cerámica de
cocina, especialmente de las ollas, que de suponer
un 23% ahora se limitan a un 4% del total. Las cazuelas experimentan un ligero aumento (pasan del
7,6% de Fructuoso a un 10%), siendo su presencia
el doble que el de las ollas dentro de su conjunto. Además aparecen series no documentadas en el
grupo anterior como las redomas, taza y el alcada-
fe. Los candiles y las tinajas mantienen porcentajes
semejantes.
Tipológicamente se sigue observando una amplia variabilidad formal dentro de los jarritos-as,
con bordes rectos o entrantes y labios redondeados,
apuntados, moldurados o engrosados al interior.
Las carenas son rectas o suaves y los fondos son
planos o ligeramente indicados. Resulta interesante
la constatación de al menos un ejemplar de jarrito
vidriado, con una gran asa que se eleva por encima
del borde, especialmente característico de los conjuntos emirales de Pechina y Málaga aunque con
continuidad en el califato.
El hallazgo de la taza es significativo ya que,
aunque se trata de una forma propia de momentos
califales, está cubierta con vedrío achocolatado y
presenta decoración incisa bajo cubierta, características frecuentes de finales del siglo IX en los yacimientos señalados.
La presencia de un número abundante de
ataifores en detrimento de las ollas es también un
aspecto que se convierte en rasgo característico de
los conjuntos califales con respecto a momentos
precedentes. No obstante, observamos una serie de
características que parecen indicar cierto arcaísmo
en el grupo. Los perfiles son suaves y los fondos
son mayoritariamente planos. Se documentan tratamientos vidriados muy variados, como por ejemplo: melados con trazos de manganeso (en un caso
con chorreo acusado de este óxido), achocolatados,
verde y manganeso sobre blanco y verde y manganeso sobre melado.
La presencia de ataifores con decoración verde
y manganeso resulta especialmente significativa a
la hora de llevar a cabo propuestas cronológicas.
Su presencia nos debería llevar directamente a momentos de mediados del siglo X, aunque recientemente se está valorando la posibilidad de un origen
algo anterior (Pechina, Tudmir, Marroquíes) aunque su generalización se realice a partir de mitad
de esa centuria. El dominio de los fondos planos, la
presencia diversa de decoraciones vidriadas, como
los achocolatados o los trazos de manganeso chorreado, así como la calidad de éstas, recuerda a los
ataifores de Málaga y Pechina. Las características
de las pastas sugieren que algunos de estos ataifores
proceden de alfares malagueños.
Por otro lado, la comparación con un conjunto
que consideramos algo más moderno, como es el
del silo de la Basílica Tardorromana, es elocuente.
Se trata efectivamente de un conjunto plenamente
califal, donde algunos rasgos muy puntuales nos
permiten plantear que puede ser fechado en momentos de la segunda mitad del siglo X o, como
muy tarde, a inicios del siglo XI.
Como ya adelantamos, aunque a grandes rasgos se observa bastante similitud entre ambos, también observamos algunos indicios que nos llevan
a plantear una mayor antigüedad para los silos de
Real 14. Con respecto al grupo de la cerámica de
cocina, a pesar de existir un claro desequilibrio porcentual entre ambos conjuntos, destaca en el hallazgo del istmo un gran protagonismo de las piezas
elaboradas a mano o torneta con respecto a las piezas a torno, dato propio de conjuntos plenamente
califales como Marmuyas o Málaga.
Con respecto a los jarritos-as, existen importantes similitudes aunque también se observan algunos matices diferenciadores. Todas las piezas de
la Basílica correspondientes a este grupo son bizcochadas, pero en Real 14 también aparecen algunos
jarritos vidriados, con elevadas asas de clara tradición emiral.
En los ataifores, cuya presencia es porcentualmente semejante, podría observarse como síntoma
de modernidad para la Basílica la existencia de perfiles carenados (por otro lado bien constatados en
momentos anteriores a los primeros años del XI
en Cercadilla) frente al dominio de perfiles con
tendencia hemisférica y mayor número de fondos
planos en Real 14, dato que recuerda también a los
perfiles de los ataifores emirales.
El grupo candil se presenta decorado, en un
buen número de ejemplos, con cuerda seca parcial
en la Basílica, en tanto que ninguno de los tres
ejemplares de Real 14 muestra esta decoración. En
Cercadilla, en los niveles previos a la primera década del siglo XI, la presencia de decoraciones con
cuerda seca es prácticamente testimonial.
La presencia de una taza con vedrío achocolatado y decoración incisa bajo cubierta en Real 14
emparenta también con contextos algo más arcaicos lo que contrasta con su presencia en el silo de
la Basílica.
31
En función de lo expuesto planteamos para
este conjunto una cronología en momentos cercanos a la mitad de siglo X, en tanto que el conjunto
de la Basílica parece corresponder a momentos de
la segunda mitad de dicha centuria o inicios del
siglo XI.
5.2.4. Plaza de los Reyes
Los trabajos de excavación para la remodelación de la Plaza de los Reyes (2005) han permitido
documentar restos constructivos de época bajomedieval y varias estructuras subterráneas consistentes
en aljibes y silos. Un aljibe es colmatado en época
portuguesa, mientras que los silos se amortizan con
materiales de los siglos XIV-XV. No obstante, en el
sector más septentrional de la intervención, cercano a la Calle Real, se ha documentado parte de un
silo muy afectado por cimentaciones contemporáneas en el que ha sido posible documentar algún
material cerámico. Se trata fundamentalmente de
restos de material de construcción y fragmentos de
cuerpos de difícil clasificación. No obstante, se ha
conservado un fragmento de cazuela elaborada a
torneta de perfil curvo y labio vuelto, muy habitual
entre los conjuntos califales de la ciudad aunque
sus orígenes, en la Península y otros contextos norteafricanos, se rastrean desde finales del siglo IX.
5.2.5. Calle Linares
En una intervención de urgencia efectuada en
2006, y aún en fase de estudio durante la redacción de estas líneas, se han documentado niveles
arqueológicos sobre el sustrato natural con cerámica califal. El conjunto es corto en número pero
destaca la práctica ausencia de vidriados, junto con
jarritas-os y cerámica de cocina elaborada a torneta
o torno lento. A falta de un estudio más exhaustivo
su interés radica en su importancia para conocer
la extensión del arrabal oriental durante la época
califal.
5.2.6. Calle Velarde
Una serie de actuaciones arqueológicas llevadas
a cabo en fechas recientes en diversos solares de la
Calle Velarde, y su entorno inmediato, han constatado la ocupación de este sector situado al sur de la
Almina durante el periodo altomedieval (finales del
IX-XI) y en época islámica tardía (siglos XIV-XV).
32
Al momento más antiguo (finales del siglo
IX-inicios del X) corresponde un hallazgo cerrado consistente en un silo con perfil acampanado.
Se documentan cerámicas de cocina elaboradas a
mano o torneta, jarritos-as bizcochados, alguno
con pintura blanca y otros con cubierta vítrea marrón y motivos incisos bajo cubierta, así como ataifores sin repie y cubiertas meladas de buena calidad
con trazos de manganeso. Sus más cercanos paralelos se encuentran en los yacimientos de Málaga
y Pechina.
6. CONCLUSIONES
Como indicamos al comienzo de nuestra exposición pretendíamos en este artículo realizar una
relectura de los tres primeros siglos de dominio islámico de Ceuta a partir fundamentalmente de las
investigaciones arqueológicas que vienen desarrollándose en los últimos años.
Dos puntos esenciales han centrado nuestra
atención. De una parte, el análisis de los repertorios
cerámicos recuperados en distintas intervenciones
llevadas a cabo en la ciudad, que han permitido
por primera vez documentar vestigios anteriores
a la conquista Omeya, y caracterizar la vajilla de
época califal. De otra, una puesta al día de nuestros conocimientos sobre la muralla construida por
al-Nasir. Todo ello nos permite apuntar, con todas
las reservas necesarias debido a los pocos datos disponibles, algunas hipótesis en torno a la evolución
urbana de Ceuta durante esos siglos.
Un primer punto de controversia en la investigación sobre este periodo ha sido la ubicación de la
fortaleza justinianea que habría hecho posible a Julián hacer frente a las tropas musulmanas y habría
permitido forzar la firma de un pacto. Algunos autores la sitúan en la cima del monte Hacho en tanto que otros se inclinan por ubicarla en el Istmo. Si
bien hay que reconocer que las investigaciones son
aún muy escasas, ha de señalarse que ningún resto
ha sido localizado hasta el momento en el Hacho
y que los escasos vestigios localizados se sitúan en
la zona del istmo. Un lugar que presenta una más
deficiente situación defensiva, pero tiene más fácil
acceso al mar y consecuentemente mayores posibilidades para la instalación de una fortaleza en la
que el papel de la flota era esencial.
Las crónicas señalan una destrucción de la ciudad tras el asalto de las huestes jariyíes y su posterior
refundación por un grupo procedente del cercano
valle del Wadi Ras. Bajo los Banu Isam Ceuta tiene
una importancia relativa como atestiguan los escasos datos recogidos en las fuentes y la ausencia de
acuñaciones. No tenemos hasta el momento, por
desgracia, prácticamente ningún dato apenas sobre
las características de esta fundación y su desarrollo.
Como se ha señalado recientemente, en las
“ciudades islámicas de primera época” no existieron diferencias tan acusadas entre el mundo urbano y rural como en momentos posteriores, estando
organizadas en barrios separados, en los que se agrupaban gentes con una base gentilicia similar. Tales
barrios estaban apenas relacionados entre sí, con una
diferenciación entre el espacio propiamente urbano y
el del poder, cuyo punto de relación está en la mezquita mayor (MALPICA, 2005). Ya Ferhat señaló que,
en este momento, pudieron existir varios núcleos
habitados conformados en una estructura de tipo
tribal. No sería, en su opinión, hasta la conquista
Omeya que podemos asistir a la creación de una
auténtica medina (FERHAT, 1993). Malpica, en
la misma línea y refiriéndose ya concretamente a
Ceuta, ha señalado que hasta al menos finales del
siglo IX y principios del siglo X no hay un proceso urbanizador claro, que alcanzaría su punto sin retorno
con la expansión del califato de Córdoba (MALPICA, 2006: 23).
Los escasos datos arqueológicos que poseemos
de este momento (Fructuoso Miaja, Victori Gañalons, Velarde y Plaza de la Catedral) permiten
indicar que posiblemente algunos sectores de la
Almina, y quizás del Istmo, estaban ocupados previamente a la conquista Omeya. Efectivamente, los
análisis realizados sobre la cerámica de Nakur, señalan los paralelos existentes entre los yacimientos
del norte de África investigados (Nakur, Melilla y
Ceuta). No obstante, podemos observar un parecido aún mayor entre los materiales ceutíes y los del
sur de al-Andalus, por ejemplo con los conjuntos
de Málaga o Algeciras. Resulta sugerente relacionar
este hecho con la presencia de contingentes de población peninsular en Ceuta. Por otro lado, la cercanía entre ambos espacios y su uso como puertos
de comunicación reforzaría esta idea. Esta relativa
semejanza se quiebra en las producciones elabo-
radas a mano o torneta, que mantienen de forma
más acusada sus características locales, y donde si
observamos algunos paralelos tipológicos y decorativos con conjuntos como los del Cerro del Cubo y
Parque Lobera de Melilla. En definitiva, el análisis
de las cerámicas recuperadas permite indicar una
estrecha relación de Ceuta con el mundo andalusí
previa a la conquista de al-Nasir en línea con lo que
conocemos por testimonios como el de al-Bakri.
La conquista Omeya significó, como hemos
indicado, un profundo avance en el proceso urbanizador. Deseoso de asegurar la posesión de la
ciudad, y transcurrido casi un cuarto de siglo desde
la conquista, Abd al-Rahman III ordenó la construcción de una muralla, decisión que debe ser entendida dentro del proceso de reforzamiento de las
defensas del área del Estrecho de Gibraltar y que
tiene su lógico correlato en tierras peninsulares. La
envergadura de la obra y sus características ponen
de manifiesto el interés del califa en la defensa de
Ceuta. Este recinto situado en la zona ístmica permitió alcanzar una gran importancia a la ciudad,
que se convirtió en la principal plaza fuerte del califato en el norte de África, la única que se mantuvo siempre bajo los Omeyas en estas turbulentas
décadas de lucha contra los fatimíes y sus aliados.
Responde al tipo de fortificación de forma rectangular con un qasr en el extremo de la ciudad
que controla el acceso a la misma y que tiene sus
precedentes en época emiral (ACIÉN, 1985). Una
construcción de carácter estatal atestiguada tanto
por las crónicas que atribuyen la iniciativa de su
edificación al propio califa, como por las características constructivas que hemos analizado con anterioridad y a cuya primaria función defensiva se une
un interés decidido por manifestar una presencia
efectiva del Estado Omeya, de su poder y de su
capacidad organizativa en un territorio en disputa
contra un enemigo exterior. Resultan en este sentido significativos los paralelos evidentes con otra
fortificación tan distante como San Esteban de
Gormaz en otro de los territorios fronterizos del
Estado Omeya.
La erección de esta cerca marca un punto de
inflexión en el desarrollo urbanístico de la ciudad
que tuvo consecuencias seculares. Desde ese momento al menos este espacio albergó la mezquita
aljama y la Dar al-Imara, algunos mercados así
33
como viviendas y baños de los principales de la
ciudad (GOZALBES CRAVIOTO, 1988c; GOZALBES CRAVIOTO, 1989), reproduciendo un
fenómeno de asociación de los principales elementos simbólicos del poder político, militar y religioso
que perdura hasta nuestros días.
Como ya hemos indicado, las construcciones
de época califal en este ámbito arrancan en ocasiones de los niveles de la factoría de salazón romana, circunstancia constatada en otras medinas
islámicas como Málaga. Quizás pueda indicar la
ocupación por parte de esta medina califal de un
lugar utilizado en precario o simplemente abandonado. Únicamente han sido localizados vestigios
que pueden ser considerados “precalifales” en las
fosas de la Plaza de la Catedral. El carácter de estos
depósitos, en posición secundaria, permite incluso
pensar en un periodo de amortización más amplio.
Es sugestiva la idea de que dichos depósitos pudieron ser utilizados como basureros después de 931
pero en el estado actual de nuestros conocimientos
resulta imposible asegurarlo.
Los hallazgos del silo de la Basílica y los del
Paseo de las Palmeras, datados en la segunda mitad
del X, corresponden ya a momentos plenamente
califales y testimonian junto a los propios vestigios
de la muralla la ocupación de este espacio por la
medina de los cordobeses.
34
Respecto a la Almina, no hay duda de que los
materiales de Fructuoso Miaja reflejan momentos
anteriores a la conquista y testimonian una ocupación previa de este espacio. En cambio, las cerámicas recuperadas en Real 14 parecen indicar
que fueron desechadas en momentos cercanos a la
mitad del siglo X y reflejan la continuidad de la
ocupación de la Almina que enlazaría con las recuperaciones de Salud Tejero y Solís 6, ya plenamente
de la segunda mitad de dicha centuria. En definitiva, parece posible considerar una ocupación más
o menos densa, pero que prácticamente se podría
extender hasta las cercanías a Cortadura del Valle, y
que arrancaría cronológicamente desde al menos la
segunda mitad del siglo IX en adelante, y que hasta
ahora se había supuesto bastante más tardía.
En cualquier caso, aunque se desconocen las
características del poblamiento en la Almina, parece evidente que éste se vio condicionado por la
construcción del recinto fortificado que, a los ojos
de quien observase la ciudad desde el exterior, formaría una unidad. El desarrollo del ámbito portuario, y el propio resguardo que viene a suponer
la construcción de la nueva cerca de la medina, se
convierten en una garantía defensiva que tuvo que
incidir en el desarrollo de la Almina. En este sentido, la existencia de una necrópolis antigua en la
ladera del Hacho podría ponerse en relación con la
existencia de este hábitat extramuros.
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37
Fig. 1: Ceuta. Ubicación geográfica.
Fig. 2: Ceuta. Situación del recinto amurallado y hallazgos.
38
Fig. 3: Restitución hipotética del trazado de la muralla y ubicación de los restos localizados.
Fig. 4: Sección del interior del Baluarte del Caballero y situación del lienzo de muralla.
39
Fig. 5: Sección del trazado de la
muralla y puerta en el interior del
Parador de Turismo.
Fig. 6: Restitución
axonométrica de
la puerta del frente
occidental.
40
Fig. 7: Alzado de la puerta del frente occidental.
41
Fig. 8: Calle Fructuoso Miaja, ollas.
42
Fig. 9: Calle Fructuoso Miaja, jarras.
43
Fig. 10: Calle Fructuoso Miaja, varios.
44
Fig. 11: Calle Real 14, jarras.
45
Fig. 12: Calle Real 14, ataifores.
46
Fig. 13a: Calle Fructuoso Miaja, candiles.
Fig. 13b: Calle Real, 14, candiles.
47
Fig. 14: Calle Real 14, varios.
48
Lám. 1: Alzado de la
muralla en el interior del
Baluarte del Caballero.
Lám. 2: Puerta del frente
occidental. Detalle del
arco y alfiz.
49
Lám. 3: Puerta.
Detalle de la zapata de
cimentación y estructuras
romanas amortizadas por
la muralla.
Lám. 4: Frente norte.
Estructura adelantada en
el interior del Baluarte
de los Mallorquines.
50
Lám. 5: Frente norte. Lienzo y torres.
Lám. 6: Frente este.
51
Lám. 7: Silos de la calle Real, 14.
52
Cuadernos de Madinat al-Zahra 6 (2008), pp. 53-92
ISSN: 1139-9996
NUEVOS GRAFFITI EN MADĪNAT ALZAHRĀ’
JOSÉ IGNACIO BARRERA MATURANA
LAAC (Laboratorio de Arqueología y Arquitectura de la Ciudad):
Grupo de Investigación HUM-104 del P.A.I.
RESUMEN
ABSTRACT
Este trabajo es un nuevo acercamiento a la
“letra pequeña” de este importante Conjunto Arqueológico. En esta ocasión, damos a conocer unos
graffiti descubiertos en los edificios de esta ciudad
palatina, de similares características a los estudiados procedentes de las alcantarillas. Detectamos
también una cierta correlación entre la temática de
algunos de ellos y la funcionalidad del espacio donde se ubican. Estos motivos de carácter marginal,
suponen elementos claves para el estudio de la historia de las mentalidades, y constituyen un patrimonio histórico y cultural digno de salvaguardar.
This work is a new approach to the “small letter” of this important Archaeological Site. In this
occasion, we present a graffiti discovered in the
buildings of this palatal city, of similar characteristic to the studied from the culverts. We also detect
a certain correlation between the thematic of some
of them and the functionality of space where they
are located. These reasons of marginal character,
suppose the key elements for the study of the history of the mentalities, and constitute a historical
and cultural patrimony worthy to safeguard.
Palabras clave
Graffiti, edificios, alcantarillas, historia de las
mentalidades.
Key words
Graffiti, buildings, culverts, history of the
mentalities.
E
formal, para continuar con una interpretación de
los mismos y una conclusión final. A modo de recopilación, incluiremos también algunos otros descubiertos en el Conjunto Arqueológico en épocas
anteriores y publicados en distintos trabajos.
Queremos agradecer desde aquí a A. Vallejo
Triano su estimable ayuda al indicarnos la localización de los graffiti y el permitir su estudio. Así mismo, damos las gracias también a P. Cressier por sus
ste trabajo constituye una segunda fase del estudio que publicamos en 1999 sobre los graffiti
localizados en la red de saneamiento de Madīnat
al-Zahrā’1. En el presente abordamos un conjunto
nuevo descubierto principalmente sobre los enlucidos de las paredes de los edificios de la ciudad
califal. A lo largo de estas líneas, indicaremos la
localización de los distintos motivos, la técnica
empleada en su ejecución y una breve descripción
53
valiosos consejos y opiniones sobre algunos puntos
de este nuevo trabajo.
Como ya apuntábamos en nuestro anterior trabajo, los ejemplos de graffiti medievales descubiertos en contextos islámicos cada vez son más numerosos, gracias al aumento de estudios realizados y al
interés mostrado por este tipo de representaciones
en estos últimos años. A pesar de ello, son escasos
los de época califal que conocemos en el territorio
peninsular, destacando los epigráficos e imágenes
de aves hallados en la Rábita de Guardamar2; un
pavo real, estrellas y ramiformes grabados sobre lajas de pizarra, juegos de alquerque, así como una
posible embarcación incisa sobre enlucido, todos
ellos en la ciudad de Vascos3; por último, marcas
de cantero y diseños geométricos realizados a tinta
en la Mezquita de Córdoba4.
Consideramos estos tres ejemplos los más destacables tanto en cuanto se localizan en complejos
arquitectónicos y/o arqueológicos de considerables
dimensiones y que constituyen por sí mismo entidades morfológicas y funcionales únicas: una mezquita, una rábita y una medina. A estos tres grandes grupos habría que sumar otros tantos ejemplos
aislados descubiertos en edificios y/o contextos
arqueológicos de época califal, dispersos en la bibliografía5.
Sobre los graffiti que localizamos en la red de
alcantarillado del conjunto arqueológico, ya apuntamos que respondían tanto a preocupaciones arquitectónicas expresadas a través de dibujos tales
como arcos de herradura, arcadas formadas por dos
y tres arcos, posibles plantas de edificios, motivos
vegetales similares a los existentes en diversos paneles decorativos, etc., y que parecen corresponder a
verdaderas lecciones de albañilería, como a la imaginación o inspiración de los alarifes participantes
en la construcción de las mismas, con imágenes de
barcos y aves fantásticas, realizadas en momentos
de ocio o descanso.
Mediante el estudio de estos nuevos graffiti,
intentaremos descubrir si existe algún tipo de relación, similitud o comparten una misma temática
y autoría, con los estudiados procedentes de las alcantarillas.
Aparecen incisos sobre fragmentos de enlucido
de mortero de cal que recubren algunas paredes de
los edificios. Unos, se realizaron cuando aquel aún
54
estaba fresco, dibujándose a veces sobre ellos motivos decorativos, y otros, tal y como veremos a lo
largo del texto, se realizaron estando el enlucido ya
seco e incluso decorado con almagra. Todos ellos
se concentran en lugares que podemos considerar
como espacios de tránsito y no estancias residenciales u oficiales: en el camino de ronda situado entre
la muralla norte y la Dār al-Yund, en la fachada de
las estancias anejas al Salón de ‘Abd al-Rahmān III
en su ala oriental, en el pasillo de acceso a la Casa
de la Alberca, en el camino de ronda al oeste del
Salón de ‘Abd al-Rahmān III y en la mezquita.
1. LOS NUEVOS GRAFFITI
1.1. Camino de Ronda entre la muralla norte y
la Dār al-Yund
Si accedemos por la puerta norte de la ciudad
o Bâb al-Yabâl (Puerta de la Montaña)6 y continuamos por el camino de ronda de la muralla que se
desarrolla en dirección este, encontramos un espacio existente entre ésta y la pared exterior de la nave
más oriental de la Dār al-Yund. Es en este espacio
donde encontramos el primer grupo de graffiti objeto de nuestro estudio. Este espacio podría ser parte igualmente de la vivienda aneja a la Dār al-Yund.
En el muro norte de este espacio (Lám. 1),
encontramos restos del enlucido que recubría los
sillares. Se encuentra prácticamente desaparecido,
conservándose tan sólo escasos fragmentos que
constituyen auténticas “islas” de enlucido distribuidas a lo largo de la pared y a una altura aproximada del nivel del suelo que oscila entre 92 y 120
cm, en las que encontramos varias líneas incisas,
dispuestas principalmente en sentido horizontal y
dos motivos figurativos, los cuales a continuación
pasamos a describir con más detalle.
– Graffiti n.º 1
Sobre un fragmento de enlucido situado a una
altura máxima aproximada del nivel del suelo de
92 cm en el muro norte del espacio antes referido, al que llamaremos a partir de ahora estancia
“A” (Fig. 1), se trazan con incisión fina cinco líneas
en sentido horizontal. De las tres primeras líneas
dos de ellas se curvan hacia arriba por sus extremos
izquierdos, dejándose a continuación un espacio
vacío para después trazar las restantes líneas. Este
grupo ocupa un espacio aproximado de 23 cm de
ancho por 24 cm de alto (Fig. 2).
– Graffiti n.º 2
En esta misma estancia A, y a una altura máxima del nivel del suelo de 105 cm y ocupando un
espacio de 24 cm de ancho por 20 cm de alto, encontramos incisas sobre un fragmento de enlucido,
una línea perpendicular a otra de cuyo extremo
derecho nace una línea más pequeña en diagonal.
Bajo éstas se traza otra en sentido horizontal (Fig.
3).
– Graffiti n.º 3
A continuación del graffiti anterior y situado a
104 cm del nivel del suelo, encontramos incisas e
inclinadas hacia la izquierda cuatro líneas paralelas
(Fig. 4), que ocupan un espacio aproximado de 15
cm de ancho por 10 cm de alto.
– Graffiti n.º 4
En el extremo más oriental de este muro y a
dos metros del anterior, sobre una superficie mayor
de enlucido conservado, aparecen igualmente incisos, dos motivos que constituyen los más importantes de este muro norte (Fig. 5). Se sitúan uno
junto al otro, a una altura máxima desde el suelo de
120 cm y ocupan un espacio aproximado de 155
cm de ancho por 156 cm de alto.
La figura de la derecha, realizada con trazo fino
inciso, consiste en una línea horizontal sobre la que
se traza otra perpendicular acabada en forma angular ↑. Bajo esta línea horizontal se traza una curva
que cruza a la anterior por su extremo izquierdo
(Lám. 2)
Junto a esta figura encontramos la sección de
un posible arco o círculo desaparecido por el desprendimiento del enlucido, formado por tres líneas
curvas concéntricas realizadas mediante trazo inciso, ligeramente rehundido y más ancho que el utilizado en la figura anterior. El espacio existente entre
estas líneas se rellena con dos tramas de triángulos
encadenados a modo de “dientes de sierra” (Lám.
3).
– Graffiti n.º 5
Sobre el enlucido del muro sur del vano de acceso a la estancia A (dirección oeste-este), localizamos incisas a una altura máxima desde el nivel del
suelo de 66 cm y ocupando un espacio de 40 cm de
ancho por 24 cm de alto, dos líneas oblicuas que se
cruzan por sus extremos izquierdos, trazándose en
el espacio interior que dibujan una estrella de seis
puntas. Bajo este grupo aparecen incisos otros dos
motivos en forma de estrella (Fig. 6).
Esta estancia A se cierra hacia el sur, como dijimos más arriba, con la pared exterior de la nave
más oriental de la Dār al-Yund, a la cual se le adosa
una rampa de acceso quizás a las estancias superiores de la vivienda aneja7 o tal vez del posible piso
superior de la propia Dār al-Yund8.
En este muro sur (Lám. 4) aún se conservan
restos del enlucido que recubría los sillares, localizándose en algunos de estos fragmentos dos graffiti
bastante interesantes, uno por su técnica de ejecución y otro por su temática:
– Graffiti n.º 6
Se localiza a una altura máxima de 69 cm sobre
el nivel del suelo, que en esta zona corresponde a la
rampa antes referida, y ocupa un espacio aproximado de 23 cm de ancho por 36 cm de alto. La técnica de ejecución es la incisión del enlucido, pudiéndose distinguir diferentes grosores en el trazado
de las líneas (Fig. 7). La figura que nos presenta el
graffiti esta incompleta, debido al desprendimiento
del enlucido.
Podemos observar a la derecha un motivo ligeramente cruciforme en cuyo interior se dibujan
cuatro círculos, estando uno de ellos dividido por
una línea diagonal. En torno a este motivo se dibujan otros tres círculos. Las líneas que dibujan esta
parte del graffiti que acabamos de describir, son las
de mayor grosor (aproximadamente 3 mm).
A la izquierda de esta figura cruciforme, encontramos un numeroso grupo de líneas que se
cruzan entre sí, y que dibujan sobre todo formas
triangulares dispuestas en distintos sentidos.
Por último sobre la figura cruciforme anterior,
se traza un círculo dentro de otro.
– Graffiti n.º 7
Situado a cuatro metros del anterior y a una
altura máxima del nivel del suelo de 52 cm, localizamos este nuevo graffiti ocupando un espacio de
29 cm de ancho por 24 cm de alto. Consiste en
una línea horizontal bajo la que se traza un triángulo equilátero y en su interior una línea en zig55
zag. Sobre la línea horizontal se trazan once líneas
verticales que oscilan entre 5 cm y 8 cm adornadas
con una serie de pequeños triángulos que apuntan
hacia la derecha excepto los de los extremos que lo
hacen hacia la izquierda. Cada línea vertical parece contener entre tres o cuatro triángulos (Fig. 8 y
Lám. 5)
1.2. El pasillo de acceso a la Casa de la Alberca
El siguiente grupo de graffiti que presentamos
se localizó en el pasillo de acceso a la Casa de la
Alberca, que también nos conduce hasta una estrecha calle que conecta el sector de servicios con las
residencias más occidentales, como es el caso del
Patio de los Pilares.
– Graffiti n.º 8
Accediendo a este pasillo desde el patio de la
Casa de la Alberca, encontramos a la izquierda un
pequeño recodo en el que a una altura máxima del
nivel del suelo de 135,5 cm, sobre algunos fragmentos de enlucido que aún se conservan, hallamos incisos y trazados a compás dos círculos, uno
junto al otro, de 5,5 cm y 5,25 cm de radio. Aún se
aprecian las marcas dejadas por la punta del compás.
– Graffiti n.º 9
Sobrepasando este recodo del pasillo, llegamos
a un primer tramo del mismo, cuya longitud coincide con el ancho de la nave oriental que se abre al
patio de la Casa de la Alberca. En el muro norte
de este tramo y a una altura del suelo de 124 cm
encontramos incisos sobre el enlucido otros dos
círculos, esta vez sobrepuestos y con radios de 4 cm
y 4,25 cm Junto a estos, hacia la derecha, existen
cuatro círculos también superpuestos, pero esta vez
con radios de 1 cm, que dibujan una especie de
roseta. En todos estos círculos, al igual que en los
anteriores, están presentes las marcas del compás.
– Graffiti n.º 10
En el patio de la Casa de la Alberca, depositados en el andén norte, existen fuera de contexto
arqueológico, varios sillares de caliza arenisca de 70
x 45 cm aproximadamente, sobre los que aparecen
grabados con incisión ancha y profunda, unas figuras de aspecto ramiforme que ocupan la totalidad
de la superficie de los sillares. Este motivo consiste
56
en una línea vertical trazada en el centro del sillar,
de la que nacen tanto a la derecha como hacia la
izquierda, dos línea curvas con sus extremos dirigidos hacia arriba (Lám. 6).
Hemos de indicar que estos grabados “ramiformes” que denominamos graffiti n.º 10, no se pueden considerar como tales, tal como aclararemos
más detenidamente en el apartado dedicado a su
interpretación.
1.3. Estancias Anejas al Salón de
Abd al-Rahmān III
Junto a uno de los vanos de acceso desde el
andén a las estancias situadas en el ala oriental del
Salón de ‘Abd al-Rahmān III, entre éste y el baño
que allí existe, encontramos casi a nivel del suelo
un fragmento de enlucido decorado en almagra
sobre el que aparece el graffiti que a continuación
describimos:
– Graffiti n.º 11
Consiste en un conjunto de diecinueve líneas
dispuestas aparentemente de forma radial o en
abanico hacia la izquierda. Las seis primeras líneas
desde arriba, se cierran por sus extremos izquierdos
con otras dos en sentido opuesto (Lám. 7). Pero lo
interesante de este graffiti, es que las líneas incisas
se han realizado sobre la almagra ya aplicada y seca,
pudiéndose observar el enlucido blanco subyacente.
1.4. Camino de Ronda Bajo, al oeste del Salón
de ‘Abd al-Rahmān III (Fig. 9)
Para dirigirnos al lugar donde se han localizado los graffiti, hemos de acceder por una puerta
del camino de ronda que se abre al andén y que
discurre en dirección oeste desde el Salón de ‘Abd
al-Rahmān III. A través de esta puerta llegamos a
un patio central y desde éste avanzamos por la galería que se dirige en dirección oeste. Los graffiti a
los que nos referimos, se encuentran en esta galería.
– Graffiti n.º 12
Este graffiti se localiza en un pilar de los arcos
fajones de la bóveda, situado entre la saetera segunda y tercera, de las cuatro que se abren al andén,
existentes en el muro sur de la galería.
Se halla a 108 cm de altura sobre el nivel actual
del suelo y ocupa un espacio de 93 cm de ancho
por 17 cm de alto. Aparece sobre un fragmento de
enlucido decorado con falso aparejo que corresponde al zócalo de esta galería y concretamente
bajo dos líneas de almagra que dibujaban los referidos falsos sillares.
Las figuras, como casi todas las descritas, aparecen incompletas dado que el soporte de las mismas son fragmentos de enlucido que aún quedan
en las paredes. En este caso y situadas una junto a
la otra, se conserva sólo la mitad superior de dos
figuras geométricas incisas (Fig. 10).
La figura de la derecha consiste en seis rombos
concéntricos a los que se les adosa tres pequeñas
líneas unidas por sus extremos con aspecto piramidal. La de la izquierda se trata de dos cuadrados
concéntricos unidos por sus lados superiores con
una línea vertical. A estos cuadrados se les adosa
también una forma romboidal.
– Graffiti n.º 13
Esta vez los graffiti se encuentran en el pilar de
uno de los arcos fajones de la bóveda, existente en
el muro norte de la galería, en el espacio existente
frente a las saeteras tercera y cuarta.
Se localizan en la cenefa decorativa del zócalo
de la galería y a una altura desde el actual nivel
del suelo de 167 cm y 170 cm. Son tres motivos
geométricos los que podemos diferenciar (Fig. 11):
a) Un primer motivo consiste en un cuadrado
inciso, ligeramente irregular, con los lados de
aproximadamente 5 cm, con dos líneas horizontales y paralelas sobre los lados superior e
inferior (Lám. 8).
b) Hacia la izquierda de esta figura, aparece incisa también una línea de 5 cm en sentido
diagonal.
c) Por último y a unos veinte centímetros a la
izquierda de la anterior línea, encontramos
inciso y a compás un círculo incompleto por
su parte inferior, cuyo radio mide 1,75 cm
Se puede apreciar también la punta marcada
del compás en el centro del círculo (Lám. 9).
Lo interesante a destacar de estos tres graffiti, es
que los dos primeros se realizaron sobre el enlucido aún fresco, dibujándose con posterioridad sobre
ellos la cenefa decorativa en almagra. En cambio la
figura circular se realizó una vez pintada la cenefa decorativa, produciendo la incisión del compás
la aparición del enlucido blanco subyacente bajo
aquella, resaltando lo blanco sobre el color rojo.
– Graffiti n.º 14
En este mismo tramo de la galería pero en el
muro sur de ésta, localizamos un gran círculo de 13
cm de radio inciso sobre uno de los sillares de esta
pared y cuya parte superior derecha aún continúa
cubierta por el enlucido blanco que recubría la totalidad de dicha pared (Lám. 10).
2. GRAFFITI CONOCIDOS DE MADĪNAT
ALZAHRĀ’
Ya indicábamos al principio de este trabajo que
incluiríamos a modo de recopilación una serie de
graffiti aparecidos a lo largo del tiempo en el conjunto arqueológico de Madīnat al-Zahrā’, y que
habían sido publicados con anterioridad en otros
trabajos.
Con la reunión de estos motivos dispersos en la
bibliografía, queremos encuadrarlos dentro de un
conjunto más amplio formado por los aparecidos
en la red de saneamiento de la ciudad y los nuevos
ahora presentados, intentando de este modo alejar
de ellos la valoración de “hallazgos aislados, curiosos o incluso extraños”, para pasar así a formar parte de un todo con significado propio.
2.1. Camino de Ronda Bajo, al oeste del Salón
de ‘Abd al-Rahmān III
– Graffiti n.º 15
Así pues, R. Velázquez Bosco9 publicó en 1912
el dibujo mediante incisión realizado sobre el enlucido de una de las paredes de esta galería, de un
arco trilobulado (actualmente desaparecido) con
dovelas marcadas y moldura, enmarcado en un alfiz de 47 cm de ancho por 28,7 cm de alto. Así
mismo aparecen trazadas tres líneas que dibujan un
triángulo y determinan los centros de los tres arcos.
Se trataría de un auténtico estudio de simetría, tal
y como apuntó su descubridor (Fig. 12).
– Graffiti n.º 16
También este arquitecto descubrió en esta
misma zona el dibujo correspondiente a la cabeza
57
de un “guerrero”. Esta figura está realizada a carboncillo y se dibujan perfectamente los elementos
que conforman el rostro, así como una especie de
tocado que le cubre la cabeza (Fig. 13). Actualmente pueden verse parte de las líneas que dibujan la
cabeza y cuello, todo ello en un estado muy deteriorado.
2.2. La mezquita
– Graffiti n.º 17 y n.º 18
Durante las excavaciones arqueológicas efectuadas en 1965 de la mezquita de Madīnat alZahrā’10, aparecieron sobre unos sillares de caliza
arenisca una serie de líneas incisas que dibujan
formas geométricas consistentes en tres cuadrados
concéntricos y unidos por sus lados con líneas (Fig.
14). También fueron publicados con anterioridad
por R. Castejón11, otro grupo de sillares rayados
procedentes del conjunto arqueológico. A todas éstas ya hicimos referencia en nuestro anterior trabajo sobre los motivos encontrados en las alcantarillas
de la ciudad.
3. INTERPRETACIÓN
Siguiendo el mismo esquema utilizado en el
artículo sobre los graffiti de las alcantarillas de la
ciudad, hemos procedido a clasificar estos nuevos
motivos en varios grupos según su forma.
Así pues establecemos los siguientes tipos:
– motivos lineales,
– motivos cuadrangulares,
– motivos de arcos y círculos,
– motivos figurativos.
3.1. Motivos lineales
En este primer grupo incluimos los graffiti
n.º 1, 2, 3 y 11. Los tres primeros consisten en
una serie de líneas incisas sobre tres fragmentos de
enlucido de mortero de cal, dispersos en el muro
norte de la estancia “A”, que tal vez formaran parte
de un solo motivo o de varios ahora desaparecidos
casi por completo. Por tanto y a pesar de no llegar a comprender su significado en la actualidad,
sí podemos afirmar que se trata realmente de líneas
incisas realizadas ex profeso y no marcas resultantes
de la utilización de herramientas en el extendido
58
del enlucido sobre el muro, tal como podemos ver
junto al graffiti n.º 9.
El graffiti n.º 11, como dijimos en su descripción, se realizó sobre el enlucido ya seco y estando la almagra que lo decora aplicada. Son líneas
que parecen haber sido hechas con algún objeto de
punta fina y afilada. De este graffiti podemos decir
que fue realizado en un momento posterior al trabajo de enlucir la fachada del edificio que lo contiene, tal vez durante otras fases de las obras que se
realizaban en este sector12, o quizás en el transcurso
de la vida de la ciudad, a diferencia de los anteriores, que fueron realizados sobre el enlucido recién
aplicado al muro y de este modo atribuible su autoría a los propios alarifes encargados de este trabajo.
3.2. Motivos cuadrangulares (Fig. 15)
Forman este grupo los graffiti n.º 6, 12, 13a,
17 y 18. Aunque su aspecto morfológico es bastante similar se pueden establecer entre ellos tres
interpretaciones distintas.
Así pues, se observa una gran similitud de la
figura situada a la izquierda en el graffiti n.º 12 y
los graffiti n.º 17 y 18. Estos tres motivos consisten
en cuadrángulos concéntricos unidos con una línea
por sus lados.
Los graffiti n.º 17 y 18, fueron considerados
por B. Pavón Maldonado, como juegos de rayas
o “cuadrados mágicos similares a otros realizados
por peregrinos en el Castillo de Atlit (Israel)”13.
Realmente estas figuras incisas aparecidas sobre sillares de caliza arenisca durante la excavación de
la mezquita de Madīnat al-Zahrā’, mantienen gran
similitud con los tableros del juego denominado
alquerque de nueve.
El origen del juego del alquerque tal vez se remonte a la Edad del Bronce, encontrando figuras
similares grabadas sobre rocas en la región alpina
y sobre todo en el Lago di Garda, conocidas con
el nombre de “trías”14; en el Antiguo Egipto hallamos tableros tallados en los bloques de piedra que
forman el techo del Templo de Kurna en la ciudad
de Luxor, datados hacia el 1400 a.C. Ya de época
histórica aparecen sobre rocas gallegas tales como
Maia o Baiona15 y en el mundo romano conocemos los ejemplos de Mulva (Sevilla). Encontramos
estos tableros de juego incisos sobre lajas de pizarra
y ladrillos así como tallado en una losa del patio de
una casa, en la ciudad califal de Vascos (Navalmoralejo, Toledo), y del siglo XIII en el pavimento de
una casa de Madīnat Siyasa (Cieza, Murcia)16. Figuras similares aparecen en sillares de la muralla de
Talamanca del Jarama (Madrid) o en los muros de
la iglesia románica de San Esteban de Górmaz (Soria)17. Hacia 1283 se publica en Sevilla El Libro de
axedrez, dados e tablas de Alfonso X el Sabio, donde
se recogen las reglas e ilustraciones de tableros de
este juego18. Conocidas estas figuras en Francia con
el nombre de marelles, se han localizado en molinos
del siglo XII y XIII trazadas posiblemente durante
la espera de turno de la molienda. Por último, y ya
de fechas tardías, siglo XVIII-XIX, los que hemos
localizado en la balaustrada del patio del Hospital
de San Juan de Dios, en Granada.
Como hemos podido ver, estas figuras han
sido documentadas desde la Edad del Bronce hasta
nuestros días e interpretadas de manera diferente,
viendo en estos tres cuadrados concéntricos unas
veces formas simbólicas o esotéricas que representan “el bien, lo neutro y el mal”, “lo celeste, lo terrestre y lo infernal” e incluso “el espíritu, el alma
y el cuerpo” (Lago di Garda), y otras veces tableros
de juegos (avalados con las fuentes escritas) realizados sobre rocas, losas o sillares (Vascos, Madīnat
Siyasa, petroglifos gallegos, junto a molinos). Con
posterioridad algunos de ellos han sido alojados
en muros, dando lugar a una nueva interpretación
de los mismos de carácter mágico o de protección
(Iglesia de San Esteban de Górmaz, muro de la
alquería de Fragosa en Muñomoral (Cáceres)19 y
Talamanca del Jarama.
Pensamos que nuestras figuras cordobesas incisas sobre sillares de caliza son tableros del juego alquerque de nueve, realizados por los obreros
participantes en la construcción de la mezquita de
Madīnat al-Zahrā`, durante momentos de ocio o
tal vez a lo largo de la vida de la ciudad, y que no
responden a simbología mágica o esotérica alguna,
ya que estos sillares formarían parte de un muro
recubierto de enlucido, al igual que lo están el resto
de las paredes de los demás edificios de la ciudad,
quedando de este modo ocultos y perdiendo por
tanto la función profiláctica que pudieran tener20.
Por lo que respecta a la figura de la izquierda
del graffiti n.º 12, incisa sobre el enlucido de las paredes del Camino de Ronda, a pesar de la similitud
formal que muestra con las anteriores, debemos
relacionarla más con la decoración de cenefas pintadas en almagra existentes en este mismo espacio
y de similar diseño, que con las interpretaciones
expuestas anteriormente21. Este diseño también
se repite en algunos pavimentos descubiertos antiguamente en la Dār al-Mulk y que actualmente
han desaparecido22. Creemos que tal vez esta figura
responda a dibujos o comentarios explicativos previos, sobre el tipo de cenefa decorativa a aplicar en
los zócalos de la galería.
En esta misma línea situamos la figura de la
derecha del graffiti n.º 12, que consiste en varios
rombos concéntricos. Este motivo lo hallados representado en un fragmento de pintura mural
(blanco y rojo) del Gran Pórtico23 y en placas decorativas de ataurique de la Dār al-Mulk, de la nave
que conduce al mihrâb de la Mezquita de Córdoba
y de algunas de sus puertas exteriores24. Quizás a
otro significado, tal vez profiláctico, respondan los
cuadrados concéntricos que decoran las túnicas de
algunos personajes del Bote de al-Mugira (hijo de
‘Abd al-Rahmān III) fechado en el año 968 y los
trajes de los guerreros cristianos que ilustran algunos Beatos de los siglos X-XI25, dado que encontramos este mismo motivo, insculpido en el suelo de
un lugar sacro, en una iglesia del siglo X existente junto a la necrópolis alto medieval de Revenga
(Burgos)26.
Así mismo las líneas incisas sobre el enlucido
recién aplicado que forma el graffiti n.º 13a y 13b
(motivo cuadrangular y línea en diagonal), sirven
de guía y reproducen parcialmente la figura de la
cenefa pintada en almagra sobre ellas. Es decir, se
trata de un simple y sencillo planteamiento o boceto del dibujo que se quiere representar en la cenefa.
3.3. Motivos de arcos y círculos
Sobre la interpretación y estudio de estos motivos no entraremos en más detalle ya que son objeto de un estudio más profundo llevado acabo por
A. Vallejo Triano. Tan sólo incidir en que se trata
de bocetos y estudios de simetría, quizás de elementos arquitectónicos que existían en la ciudad,
como por ejemplo el arco trilobulado, tan repetido
en la Mezquita de Córdoba, concretamente en el
mihrâb, en la maqsûra y en algunas puertas exteriores27.
59
La utilización del compás para el trazado de los
círculos y arcos, así como el estudio de simetría que
constituye el graffiti n.º 15, nos hace considerar el
alto nivel técnico y profesional que debieron tener
los maestros alarifes que dirigieron y participaron
directamente en las obras de la ciudad, dejando
plasmadas en sus muros indicaciones y técnicas de
trabajo que representan auténticas lecciones de albañilería.
La aparición en un edificio de graffiti de temática relacionada con las obras y técnicas de albañilería empleadas en la construcción del mismo o de
algunos elementos de éste, es algo bastante común
y que conocemos con ejemplos tales (a parte de
los localizados en las alcantarillas de Madīnat alZahrā’) como el boceto de un arco polilobulado de
la Iglesia Parroquial del Divino Salvador de Vejer
de la Frontera (Cádiz) (ss. XIII-XIV)28; el arco de
herradura túmido dibujado en el Castillo de Torre-Estrella (Cádiz) de la segunda mitad del siglo
XIII29; los arcos con escantillón y círculos a compás
incisos sobre el enlucido de la muralla nazarí del
Albaicín (Granada), de la primera mitad del siglo
XIV30; de este mismo siglo el trazado de una serie
de arcos de herradura descubiertos en los subterráneos de la Torre de Comares de la Alhambra, que
próximamente daremos a conocer, y los graffiti de
elementos arquitectónicos incisos sobre los muros
de la Seo de Mallorca (s. XVII)31.
Los graffiti n.º 8, 9, 13c y 14 de círculos realizados a compás (algunos formando rosetas), son
más numerosos en la bibliografía consultada: por
ejemplo los diseños del Castillo de Torre-Estrella,
los descubiertos en la cúpula de la Puerta de las Armas de la Alhambra (Granada) (s. XIV)32, círculos
concéntricos que dibujan en su interior estrellas y
rosetas muy elaboradas en una casa morisca del Albaicín (Granada)33, los del Castillo de Petrer (Alicante) (ss. XV-XVI)34 y los existentes en la Lonja de
Palma de Mallorca (s. XV)35.
3.4. Motivos figurativos
Seis son los graffiti que por su morfología entendemos que se tratan de motivos figurativos,
aunque no ha de descartarse la posibilidad de que
puedan ser interpretados equívocamente, dado que
la apreciación y representación de la realidad en el
siglo X no es la misma que podamos tener en la
60
actualidad. Es decir la representación más sencilla
de una realidad común o cotidiana en el siglo X,
puede ser para nosotros en estos tiempos algo totalmente incomprensible o irreconocible.
Así que basándonos casi exclusivamente en el
aspecto formal que éstos ofrecen, debemos de buscar similitudes no sólo con las escasas representaciones figurativas que existen del siglo X en cerámicas, metales, marfiles, tejidos, etc., sino también
con todas aquellas manifestaciones artísticas y de
carácter popular que conozcamos, realizadas durante toda la historia de al-Andalus.
– Arco con flecha (Fig. 16)
Interpretamos de este modo el graffiti n.º 4, situado en el muro norte de la estancia que denominamos “A”, en el camino de ronda entre la muralla
norte y la Dār al-Yund.
Lo componen dos figuras conservadas parcialmente. La de la derecha aunque su aspecto también nos haga pensar que se trata del casco de una
embarcación con mástil, creemos que representa
un arco con flecha dirigida hacia arriba. No conocemos graffiti de arcos con flecha de época califal,
aunque sí de fechas posteriores y que muestran bastante similitud con el nuestro: hablamos del existente en el Castillo de Denia (ss. XIII-XIV)36 o los
ya más tardíos, de los siglos XV-XVI, en el Castillo
de Petrer37.
Conocemos por referencias en las fuentes escri38
tas , el tipo de armas que utilizaban los guerreros
del ejército califal, aunque son escasas las representaciones de ellos. En algunas cerámicas aparecidas
en Madīnat al-Zahrā’, se dibujan figuras como por
ejemplo el guerrero que monta a caballo, lleva casco, cota de malla y lanza, o la figura de un personaje
con arco dispuesto para disparar39. En otros objetos
de esta época encontramos nuevamente la figura
del arquero, esta vez en la Arqueta de Leyre, fechada en los años 1004-1005, a lomos de un elefante
y disparando su arco y en la Arqueta de Palencia,
fechada en los años 1049-1050, donde el arquero esta preparado para disparar a una gacela40. Así
mismo, a través de las ilustraciones de los Beatos
de los siglos X y XI podemos comprobar el uso del
arco entre los soldados de los ejércitos cristianos41.
No podemos precisar más sobre los elementos
técnicos del arco y la flecha representados en nues-
tro graffiti, ya que la simpleza de su trazado no nos
permite distinguir características especiales o detalles concretos.
A la izquierda de este motivo encontramos una
figura parcialmente conservada a la que atribuimos
dos interpretaciones diferentes:
La primera de ellas, y dado que su forma es
curva, nos lleva a pensar que podría tratarse de una
pequeña sección de un gran arco desaparecido casi
en su totalidad, decorado con dos series paralelas
de triángulos encadenados a modo de dientes de
sierra o en zig-zag.
La idea de que esta figura pudiera ser parte
de un arco, se debe al parecido del diseño con la
decoración en ataurique que podemos ver en algunas arquivoltas de los arcos del Salón de ‘Abd alRahmán III, formando en este caso una sola línea
de triángulos encadenados o con la decoración en
espiga de un pequeño arquito decorativo de mármol blanco, conservado actualmente en el almacén
del Conjunto Arqueológico y catalogado con el n.º
151.46, que procede del baño anejo al salón antes referido42. También contamos con los diseños
en zig-zag de pavimentos formados por losas de
barro y piedras calizas que fueron descubiertos en
la Dār al-Mulk en 1912 por R. Velázquez Bosco y
que prácticamente han desaparecido en su totalidad (ver nota 22).
Fuera de la ciudad palatina encontramos otro
paralelismo en los arcos de la iglesia mozárabe de
Santiago de Peñalba (León). Pintadas sobre la curva
y en el intradós de los arcos se dibujan una línea de
dientes de sierra a la que le sigue una doble trenza o
“cordón de la eternidad” y termina con un festón43.
Por último en la sala del trono del palacio
Omeya de Kasr Amman (Amán, Jordania), se pueden ver nichos con cuatro arquivoltas que alternan
su decoración: dos talladas con dientes de sierra
que apuntan al interior del nicho, y otras dos lisas
de menor anchura44.
Una segunda interpretación que ofrecemos de
esta figura, es que pueda representar parte de un
recinto amurallado, donde los triángulos serían las
almenas.
Son abundantes en la bibliografía los graffiti
de fortificaciones perfectamente definidas que poseen almenas triangulares, entre los que citamos los
hallados en la muralla nazarí de Granada, los de
Castellfollit de Riubregós (Anoia, Barcelona) y del
Castillo de Denia (Alicante) fechados entre los siglos XIII y XIV y de época más tardía (XVI-XVII)
los de la Capilla de La Trinidad en la Catedral de
Mallorca45.
Pero es un motivo que aparece en los grabados
del Raco Molero (Ares del Maestre, Castellón), fechados en el año 149846, el que más nos interesa
por el cierto parecido que ofrece con el graffiti de
Madīnat al-Zahrā’, a pesar de su lejanía en el tiempo. Consiste en una orla con triángulos que enmarca a un motivo arquitectónico y a una serie de
personajes arrodillados. Esta orla fue interpretada
como símbolos de agua, fuego o simples montes.
Nosotros creemos que se trata realmente de una
muralla almenada que rodea un edifico, lo mismo
que podemos ver en un graffiti de la muralla nazarí
de Granada, donde una simple línea con pequeños
trazos verticales simula una muralla con almenas
que rodea un recinto fortificado.
Por tanto el aspecto formal de nuestra figura,
similar al de los ejemplos citados y la aparición junto a ella del arco y flecha estudiados anteriormente, nos conduce a observar una posible correlación
(muralla + arma), que queda constatada también
en el Castillo de Denia.
– Motivos de estrellas (Fig. 17)
En el graffiti n.º 5 vemos tres estrellas, de la
cuales la enmarcada entre dos líneas es de seis puntas y las restantes de ocho.
Las estrellas son motivos que se representan
sobre todo tipo de objetos y a lo largo de toda la
historia de al-Andalus. Éstas en su distinta gama
(de cinco puntas, de seis, de ocho, etc.), las encontramos representadas en objetos tales como piezas
de vajilla, en escudos, banderas, estelas funerarias,
en sellos de estampillar, fusayolas, zócalos decorativos... Podemos comprobar a través de todos estos
objetos, como este signo formaba parte de la vida
cotidiana de las gentes de al-Andalus, posiblemente
como un motivo que encerraría poderes profilácticos y mágicos, de protección contra el mal de ojo o
contra los malos espíritus.
A esta expresión gráfica de carácter popular y
a la vez cargada de gran simbología respondería
nuestro graffiti, así como posiblemente los nume61
rosos ejemplos encontrados en la bibliografía que
hemos consultado.
No corresponde ofrecer aquí una lista de todas aquellas estrellas que hemos encontrado en la
bibliografía consultada, pero sí algunos ejemplos
contemporáneos a nuestro graffiti, como son las estrellas de cinco y seis puntas que hallamos pintadas
en verde y manganeso sobre fondo blanco en varios ataifores procedentes de Madīnat al-Zahrā’47;
las marcas de cantero en forma de estrella de cinco
puntas de la Mezquita de Córdoba, similares a las
del castillo jordano de Jirbat al-Mafyar48; un bajo
relieve de estrella de seis puntas lo vemos en el Castillo califal de Górmaz (Soria)49; aparecen de seis y
ocho puntas incisas sobre fragmentos de pizarra en
la ciudad califal de Vasco (Navalmoralejo, Toledo)
y en el yacimiento del Cerro de Marmuyas (Comares, Málaga) encontramos una de cinco puntas sobre el mismo soporte, fechada en los siglos IX-X50;
procedentes de Madīnat Ilbira (Atarfe, Granada)
contamos con un “portacandiles de tipo arquitectónico” (ss. VIII-IX) cuyo disco calado dibuja una
estrella de seis puntas, que vemos igualmente representada en el reverso de un amuleto (s. X) procedente de este mismo yacimiento51.
Hay que destacar que las estrellas de ocho puntas de los graffiti cordobeses, presentes también en
Vascos y en los diseños geométricos realizados a
tinta sobre varios cimacios de la Mezquita de Córdoba, reproducen el diseño de las bóvedas nervadas
que cubren la maqsura de tiempos de al-Hakam II,
y aparecen en algunas placas decorativas de ataurique del Salón de ‘Abd al-Rahmān III52.
Por último en el graffiti n.º 6, las líneas que se
dibujan sobre el círculo situado a la izquierda y en
el exterior de la figura cruciforme, recuerdan por
su aspecto, a motivos de estrellas de ocho puntas.
– Motivos de banderas / estandartes (Fig. 18)
Solamente el mismo aspecto formal que ofrece
el graffiti n.º 7 ya nos hace interpretarlo como el
dibujo de un grupo alineado de banderas o banderines. A pesar de ello es difícil ofrecer una interpretación satisfactoria del mismo, ya que el motivo
no estaría completo dado lo fragmentado del enlucido.
Observando el graffiti apreciamos dos elementos bien diferenciados y a la vez relacionados entre
62
sí. Se trata de un primer elemento formado por
una línea recta sobre la que se dibujan las supuestas
banderas y un segundo elemento bajo el anterior,
basado en un triángulo en cuyo interior se traza
una línea en zig-zag.
Es el primer elemento el que posee un mayor
protagonismo en el dibujo, no sólo por la repetición de sus motivos, sino porque son las figuras
claves que otorgan al graffiti nuestra interpretación.
El interpretar como banderas las líneas verticales con pequeños triángulos, obedece principalmente, como antes hemos dicho, a su apariencia,
aunque con el descubrimiento del graffiti de un
barco inciso sobre el enlucido de las alcantarillas de
la ciudad (G1/P12), pudimos ver cómo una línea
horizontal con triángulos puntas abajo representaba la vela recogida del palo de mesana53. La interpretación de la línea horizontal como el palo de
mesana, es decir un objeto de madera, y los triángulos como la vela recogida, en este caso un objeto
de tela, hizo que estableciéramos una correlación
con nuestro nuevo graffiti, donde las líneas verticales podrían ser objetos de madera, y los triángulos
objetos de tela. Por tanto se podría hablar de mástiles con banderas triangulares ondeando, la mayoría
de ellas, hacia la derecha.
No conocemos representaciones de banderas
califales en las fuentes iconográficas, a excepción de
un fragmento de loza dorada aparecida en Madīnat
al-Zahrā’ (producto posiblemente importado de
Mesopotámia)54 que reproduce la cabeza de un
camello y una bandera triangular. Pero es en los
Beatos de los siglos X- y XI donde más abundan las
banderas de forma principalmente triangular usadas por los ejércitos cristianos.
Es nuevamente a través de Los Anales palatinos del Califa de Córdoba Al-Hakam II de Isa Ibn
Ahmad al-Razi y del Muqtabis V de Ibn Hayyan,
como conocemos algunos tipos de banderas, enseñas y estandartes que tenían los Omeyas desde
tiempos de ‘Abd al-Rahmān III.
Aunque las fuentes escritas poco nos dicen de
la forma de estas banderas (triangulares, rectangulares, etc.), sí se hacen eco de lo numerosas que eran
en celebraciones o conmemoraciones importantes:
“(an-Nasir) para mayor vistosidad...multiplicó...las
formidables, hermosas y valiosas insignias de peregrinas clases en banderas y estandartes, apareciendo
en esta ocasión entre sus banderas el águila, que había inventado, pues ningún sultán la tuvo antes...”.
Nos hablan de banderas y estandartes con dibujos de terroríficos leones, leopardos o dragones; el
águila abatiéndose sobre una presa y dos espadas
con dos crecientes lunas doradas55.
Según E. García Gómez56, en los Anales de alHakam II se citan varios tipos de banderas, algunas
de ellas acompañadas de los adjetivos “grandes y
solemnes”, como por ejemplo las rāyāt (singular
rāya) “rāyāt yisām”, las a’lām “a’lām fijām” o las
llamadas alwiya (singular liwā’) “al-udad al-fajma
min-hā… al-alwiya”. Las vistosas banderas antes
referidas, tal vez fueran éstas.
Las banderas (bunūd, singular band) que aparecen junto con atabales y otros instrumentos bélicos, eran los símbolos del ejército “al bunūd wal-tubūl wa-l-’udda”57. Así mismo al hablar de la
ceremonia religiosa del anudamiento de banderas
antes de una acefia58, se nombran tres banderas:
al-’alam, al-šatranŷ (bandera consistente tal vez en
un ajedrezado) y al-’uqda (atadura, nudo).
La ‘uqda (plural ‘uqad) consistía en uno o varios trozos de tela, generalmente turbantes, anudados a un asta o lanza, como bien podemos ver en
los Beatos de esta época o más tardíamente en las
ilustraciones del Maqamat de al-Hariri, fechado en
123759.
Es interesante analizar estas últimas ilustraciones, ya que además de estos turbantes que se anudan a lanzas y cuyos extremos terminan de forma
angular, aparece también una cartelera de gran altura en manos de un personaje que monta a caballo, de la que nacen por su lateral izquierdo una
serie de pequeños apéndices igualmente acabados
en ángulo.
Nuestro graffiti estaría muy emparentado con
estos tipos de estandartes, encontrando el paralelo
más claro en las banderas triangulares y gallardetes
que vemos en los ataifores con el tema de la nave
del Institut du Monde Arabe de París, procedente de
Egipto y del Victoria and Albert Museum de Londres, fechado en el siglo XV60. También contamos
con un tipo de estampilla de cerámica morisca
(s. XIII) procedente de Córdoba con un motivo
muy similar61.
Son escasos los ejemplos que conocemos de
graffiti con similares característica al aparecido en
Madīnat al-Zahrā’. Destacamos los existentes en las
paredes de unos abrigos denominados la Costera
Fría I (Obón, Teruel), donde podemos ver junto
a juegos de alquerque e inscripciones, una serie de
personajes que portan estandartes de claro carácter
militar y tipología cristiana (mástil rematado por
una cruz, con dos banderas triangulares), datados
a finales del siglo XII o principios del XIII62. Podemos igualmente citar algunos triángulos incisos
aparecidos sobre trozos de paramento hallados en
el transcurso de las excavaciones llevadas a cabo
en el interior del Castillo de La Mola (Novelda,
Alicante). Estos parecen corresponder a motivos
antropomorfos con algún tipo de indumentaria
reticulada, aunque si hacemos rotar la posición de
ciertos fragmentos publicados, estos ofrecen gran
semejanza con nuestras banderas. Al fin y al cabo,
se trata nuevamente de la correlación triángulo y
tela o tejido63.
La bibliografía consultada sobre graffiti de fortificaciones (ss. XIII-XIV) y de embarcaciones (ss.
XIII a XVI)64, nos permite ver la representación
de banderas en algunas de ellas. Tanto las de unas
como las de las otras aparecen dibujadas con su
contorno bien definido e incluso con dibujos en el
interior, como barras, media luna, etc. En cambio
es interesante el graffiti de dos banderas que ondean
sobre una torre con escaleras y almenas triangulares
del Castillo de Denia, ya que parecen ser rectangulares aunque no queda definido en ellas el extremo
opuesto al mástil65. Han sido interpretadas como la
“señal real de Aragón”, es decir cuatro fajas (franjas
horizontales) de gules (color rojo) sobre campo de
oro (amarillo).
Nosotros proponemos que dichas banderas
podrían ser aquellos estandartes musulmanes, aludidos anteriormente, formados por trozos de tela o
turbantes anudados a astas. Así mismo encontramos un grabado rupestre de estilo líbico en Tarhit
(Colomb Béchar, Argelia)66 que representa a un jinete junto a figuras de círculos realizados a compás
sobre la roca, que porta en sus manos un estandarte
de aspecto muy similar a las banderas del Castillo
de Denia.
Para concluir y según lo expuesto, podemos
decir que el graffiti n.º 7 se trataría de la representación de banderas o estandartes similares a
63
los descritos, situadas tal vez sobre la línea de una
muralla67 o sobre el casco de una embarcación, representada quizás por el triángulo con línea en zigzag (elemento segundo del graffiti) que recuerda a
la decoración dispuesta sobre los casco de algunas
embarcaciones que aparecen en la bibliografía utilizada.
– Motivos ramiformes (Fig. 19)
Constituye este grupo una serie de grabados
sobre varios sillares existentes en el Patio de la Alberca a los que hemos denominado graffiti n.º 10,
a efectos de mantener una uniformidad de clasificación con respecto a los demás motivos, ya que
realmente no podemos hablar de graffiti como
tales, sino que parecen obedecer a ciertas técnicas
constructivas. Es decir, estos grabados debieron ser
realizados con el fin de permitir un mejor anclaje
de los sillares con el mortero extendido entre ellos.
En nuestro anterior trabajo sobre los graffiti
localizados en las alcantarillas de la ciudad, presentamos dos motivos, el G1/P2 y el G3/P1, a
los que denominamos “ramiformes o espigados”.
Su propia morfología, la similitud que mostraban
con otros incisos sobre lajas de pizarra de la ciudad de Vascos, también presentes en los graffiti
del Raco Molero (Ares del Maresme, Castellón),
en el Castillo de Petrer (Alicante) y en la Cueva
de La Camareta (Agramón, Albacete)68, así como
con ciertas decoraciones de tema vegetal que portaban algunas cerámicas procedentes de la propia
Madīnat al-Zahrā’69 y de otros yacimientos califales
como Calatalifa (Madrid), el Castillo de Cervera
(Madrid) y Madīnat Ilbira (Atarfe, Granada)70, e
incluso reproducían el esquema director de algunas formas vegetales en ataurique del Salón de ‘Abd
al-Rahmān III71, nos hizo pensar que ciertamente
representaban motivos vegetales. Más decir aún,
que el graffiti G1/P2 formado por dos ramiformes
integrados en un cuadrado cerrado por arriba por
tres líneas, nos evocaba un espacio ajardinado.
Sin descartar la interpretación anterior y en
base a los grabados de los sillares situados en el patio de la Casa de la Alberca (de aspecto ramiforme),
los graffiti G1/P2 y G3/P1 situados en la red de saneamiento de la ciudad, pudieran representar una
explicación básica de esta posible técnica constructiva empleada en algunos sillares.
64
– Motivo cruciforme (Fig. 20)
Nos referimos en este apartado a la figura de
trazado grueso que aparece en el graffiti n.º 6. Al
igual que nos ocurre con otros de los aquí estudiados, es difícil ofrecer una interpretación certera del
mismo.
El mero hecho de haber dividido este graffiti en
dos partes a la hora de su estudio (motivos lineales
y motivo “cruciforme”), y por tanto objeto de dos
interpretaciones diferentes, hace que nos cuestionemos si realmente estas dos partes expresan ideas
distintas, o por el contrario forman un todo con un
único significado o mensaje.
Dado que nos ha llegado muy incompleto y
la figura que denominamos “cruciforme” parece
soportar el protagonismo de la escena, ya que los
motivos lineales pasan a un segundo plano por el
deterioro que sufre en ese extremo, hemos decidido
abordarlo partiendo de esa división, aún considerando que tal vez no sea lo más acertado.
Así pues, la denominación que le atribuimos
se hace en base a su aspecto formal, a pesar de que
la figura está incompleta. Las formas curvas que
ofrece la figura, así como los círculos que presenta,
nos recuerda en parte a las decoraciones en cuerda
seca o verde y manganeso de motivos vegetales y
zoomorfos que decoran las cerámicas de esta época.
No hemos encontrado en la bibliografía consultada graffiti medievales que se asemejen al nuestro, aunque sí existe cierta semejanza con una figura cuyo origen se remonta en el tiempo (Edad del
Bronce) y evoluciona su forma hasta la esvástica y
el tetrasquel: nos referimos a la “rosa camuna”.
La “rosa camuna” se trata según algunos autores de una versión gráfica local de la esvástica,
concretamente de la zona de Valcamónica (Italia)72.
Estos grabados rupestres han sido datados la mayoría de ellos en la Edad del Hierro, aunque los más
antiguos podrían ser de finales del Bronce. Estas
figuras parece que en un principio respondían a un
culto solar o astral con valor simbólico o religioso, y que con posterioridad simbolizaron la fertilidad e incluso fueron símbolos de buena suerte.
Por otra parte, estos símbolos solares se relacionan
a menudo con el mundo de los guerreros. La unión
de guerrero más rosa/esvástica, queda patente tanto
por la aparición de estos motivos adornando algunos de los objetos que portaban aquellos, como por
la representación junto a estas “rosas” de guerreros
provistos de armas.
La posible semejanza de estas figuras con nuestro graffiti, la podemos establecer concretamente
con las rosas del tipo asimétrico y/o cuadrilobulada
de aspecto ligeramente cruciforme, aunque nuestro
motivo posee sus propias características que tal vez
lo alejan levemente de los tipos básicos referidos.
Esta figura tuvo una larga tradición histórica,
una continuada evolución y una enorme expansión geográfica, pudiéndola ya encontrar como
tetrasquel en el medioevo cristiano peninsular
grabada sobre sepulcros, en estelas funerarias, en
capiteles como los de la Iglesia de San Pedro de la
Nave y adornando los modillones de los aleros de
algunas iglesias mozárabes del siglo X con “ruedas
helicoidales y rosetas de seis pétalos, motivos rarísimos ambos en el arte musulmán español” según
L. Torres Balbás73. A pesar de la afirmación anterior, es curioso ver en algunas de las portadas de la
Mezquita de Córdoba, así como en los pavimentos
(desaparecidos actualmente) de la Dār al-Mulk y en
placas de decoración en ataurique del Salón de ‘Abd
al-Rahmān III, algunas composiciones geométricas
que recuerdan a la figura de la esvástica74.
Así pues, el tetrasquel y las ruedas helicoidales
de las iglesias mozárabes de Santa María de Lebeña
(Santander) o San Millán de la Cogolla de Suso
(Logroño), las vemos decorando también los escudos de los ejércitos cristianos representados en los
Beatos de los siglos X-XI. Es decir nuevamente se
observa la relación de los guerreros con las ruedas
helicoidales, tetrasquel, esvástica o llámese “rosa
camuna”.
Resumiendo, el parecido formal de nuestro
graffiti con la “rosa camuna” de Valcamónica en sus
distintos tipos, la constatación del tetrasquel y de la
esvástica, como evolución o variante de la anterior,
en el mundo medieval cristiano y tal vez andalusí
del siglo X75, y la correlación guerrero/tetrasquel
(como símbolo profiláctico) nos hace situar nuestra
figura en estos parámetros.
A todo esto habría que sumar, que el graffiti
que tratamos se localiza en un espacio claramente
de carácter militar (estancia situada entre la muralla norte y la pared exterior de la nave más oriental
de la Dār al-Yund o Casa del Ejército, con acceso
a la vivienda del Jefe de la Guardia, Dār Sahib al-
Surta), y junto a otros cuya temática está emparentada con el arte de la guerra, tales como el arco con
flecha, los estandartes o banderas y otros motivos
que garantizan la buena suerte, la protección, etcétera, como son las estrellas.
– Motivo antropomorfo (Fig. 21)
Corresponde el graffiti n.º 16, a la cabeza del
“guerrero” descubierto por R. Velázquez Bosco en
el Camino de Ronda situado al oeste del Salón de
‘Abd al-Rahmān III. Así mismo, ha sido utilizada esta figura, como logotipo de los Cuadernos de
Madīnat al-Zahrā’ publicados por la Consejería de
Cultura de la Junta de Andalucía.
Conocemos bien la negativa del Islam a la representación de la figura humana, por lo que no es
de extrañar la escasa representación de éstas frente
a elementos geométricos, epigráficos o zoomorfos.
A este inconveniente hemos de sumar los pocos testimonios que nos han llegado de representaciones humanas decorando objetos de los siglos
X-XI. Tampoco conocemos otros graffiti con representaciones humanas de época califal, por lo que
podemos considerar casi exclusivo el procedente de
Madīnat al-Zahrā’.
Visto esto, haremos un pequeño recorrido por
algunas de las imágenes antropomorfas de esta época, para después intentar establecer alguna concordancia si las hubiere con nuestro graffiti.
Ya hemos hecho referencia anteriormente, a
algunas arquetas y botes de marfil de esta época,
decoradas con figuras humanas situadas entre elementos geométricos y vegetales. Éstas representan
escenas de caza, de lucha cuerpo a cuerpo o entre
jinetes, aparece la figura del halconero, escenas cortesanas con danzantes y el tañedor de laúd, escenas
campestres e incluso podemos ver en la Arqueta de
Leyre la posible figura del califa Hisam II.
En la cerámica denominada verde y manganeso sobre blanco de esta época, aparecen dibujadas
figuras humanas, como por ejemplo las ya citadas
del arquero y del guerrero con lanza, casco y cota
de malla que monta a caballo, aparecidas ambas
en Madīnat al-Zahrā’. También procedente de esta
ciudad, podemos ver sobre otros fragmentos cerámicos, parte del rostro de un hombre y el dibujo
de un ojo76. De Córdoba capital tenemos la famosa “Botella de los músicos”, es decir una redoma
65
en la que se representan cinco personajes algunos
de ellos músicos, un volatinero y otro que parece
representar un alto personaje77. De Madīnat Ilbira
(Atarfe, Granada) procede un ataifor con la figura
de un hombre de cabello largo, rica indumentaria
que soporta un ave en su brazo extendido, siempre
interpretada como un halcón. En otro fragmento
más deteriorado podemos ver las siluetas de dos
figuras humanas dispuestas de perfil78. De las excavaciones realizadas en la Alcazaba de Málaga, un
fragmento de ataifor aparece con el dibujo de la
cabeza de una mujer con cabello largo79.Y ya por
último conocemos la figura de un hombre bebiendo o soplando un instrumento musical, aparecido
en Benetússer (Valencia)80.
Lo primero que debemos analizar de nuestro
graffiti, es si representa a un hombre o a una mujer.
Si observamos las figuras de las arquetas y botes de
marfil antes referidos, podemos ver que casi todas
ellas son interpretadas como hombres, a veces barbados, con las cabezas descubiertas y dejando ver
su pelo corto y liso. Entre las figuras antropomorfas dibujadas sobre cerámicas, podemos diferenciar hombres con turbante o sin él, barbados o no,
como es el caso de los representados en la Botella
de los músicos, las figuras de perfil de Madīnat Ilbira, el arquero y el personaje de Madīnat al-Zahrā’.
A diferencia de estas figuras, la aparecida en la Alcazaba de Málaga, e interpretada como mujer, ofrece el mismo aspecto (melena larga negra y rizo de
cabello sobre la mejilla) que otras figuras consideradas como hombres, es el caso del supuesto “halconero” de Madīnat Ilbira o del bebedor/músico
de Benetússer.
A pesar de contar con pocos ejemplos de figuras humanas sobre cerámica, creemos que los rasgos diferenciadores del sexo de éstas, podrían ser la
melena larga y el rizo sobre la cara para la mujer,
mientras que para el hombre serian además de la
ausencia de estos elementos, la barba (a veces), el
pelo corto y la cabeza cubierta de turbante u otro
tipo de tocado. De los siglos XI-XII encontramos
esta vez mediante decoración de cuerda seca, figuras de aspecto idéntico en la Alcazaba de Málaga y
en Ceuta donde se vuelve a interpretar como hombres (tañedor de laúd)81. Pensamos que se mantuvo desde el siglo X la tradición de representar a la
66
mujer con melena larga y rizo en la cara hasta por
lo menos el siglo XIII, como bien podemos ver a
través de las cerámicas esgrafiadas procedentes del
casco urbano de Murcia, Madīnat Siyasa82 y principalmente en las miniaturas almohades que ilustran
el manuscrito andalusí de la Biblioteca Vaticana La
historia de los amores de Bayād y Riyād (Hadīt Bayād
wa-Riyād) del siglo XIII83. Todas estas mujeres representadas en la cerámica, posiblemente sean las
ŷawārī (singular ŷāriya) que aparecen en las fuentes
escritas, es decir aquellas esclavas existentes en las
casas de los grandes señores, que amenizaban las
veladas nocturnas, escanciando las copas, cantando, recitando poesías y tocando el laúd84.
Por tanto, pensamos que el graffiti que estudiamos representa efectivamente a un hombre cuya
cabeza aparece cubierta con algún tipo de tocado,
pero no vemos en él algo que nos haga pensar que
se trata de un guerrero, tal como lo definieron algunos autores.
Las fuentes escritas hacen mención a la existencia de guerreros durante recepciones solemnes
celebradas en Madīnat al-Zahrā’, ataviados con largas cotas de malla, espadas desenvainadas, lanzas,
escudos pintados de colores y cascos relucientes,
descripción que responde más a la del guerrero dibujado sobre cerámica antes referido, que a nuestro
graffiti.
Por último y en relación al tocado, son escasos
los estudios sobre los anteriores al periodo nazarí,
aunque parece ser que en al-Andalus el turbante
se asociaba a personas de alto rango (especialistas
en leyes y jueces). Conocemos también que en Bizancio estuvo de moda llevar la cabeza descubierta
hasta el siglo X85.
4. CONCLUSIONES
Tras este breve estudio de los nuevos graffiti
localizados en Madīnat al-Zahrā’, podemos ver la
gran similitud que mantienen con los ya estudiados procedentes de las alcantarillas de la ciudad.
La técnica de ejecución empleada la mayoría
de las veces es la incisión del enlucido, aunque también se emplea sobre los sillares de caliza arenisca
(tableros de alquerque y gran círculo). La incisión
sobre enlucido generalmente es de trazo fino, aunque se utiliza también el trazo grueso tanto en los
graffiti de las alcantarillas (G1/P1 y G1/P7) como
en los de los edificios (graffiti n.º 6). No encontramos en los edificios graffiti punteados similares a
los localizados en la red de saneamiento de la ciudad, sin embargo, sí existe una figura realizada a
carboncillo (graffiti n.º 16) posiblemente realizada
durante la vida de la ciudad.
Es interesante señalar que todos los graffiti
aparecen situados en zonas de tránsito, en espacios
que podemos denominar públicos o de paso (corredores, pasillos, escaleras...), tal vez los llamados
en las fuentes escritas “fuslān o fusul (singular fasīl)
y mamarrāt”, posiblemente utilizados con más frecuencia por el personal de servicio y miembros de
la guardia. Es decir estas manifestaciones no se localizan sobre las paredes de los salones de recepciones (maŷālis, singular maŷlis)86 o en las habitaciones
de las viviendas privadas.
Quizás fueron realizados en estos espacios secundarios, de menor prestigio, con el fin de no
afectar a la armónica y cuidada decoración de las
salas principales y sobre todo para permanecer
ocultos a los ojos de sus moradores y visitantes de
alto rango.
Por tanto, podemos ver cómo existe una intencionada localización de los mismos, al igual que
ocurre con los de las alcantarillas de la ciudad, los
cuales se distribuyen sin temor alguno sobre las paredes de las distintas galerías, ya que lógicamente y
con posterioridad, quedarían ocultos bajo la superficie de la ciudad.
Detectamos una correlación entre la temática
de algunos graffiti y la funcionalidad del espacio
donde se ubican. Esta queda clara con los graffiti de
arco y flecha, posible muralla, estandartes o banderas y símbolos profilácticos (estrellas y cruciforme),
localizados en los muros de la estancia “A”, espacio
situado al oeste de la Dār Sahib al-Surta o Casa del
Jefe de la Guardia, entre la Dār al-Yund o Casa del
Ejército y la muralla norte. Es decir figuras relacionadas con el mundo o el ambiente del ejército, en
un espacio eminentemente militar.
Durante la interpretación de uno de ellos (nos
referimos al graffiti n.º 7), utilizamos como base el
graffiti de un barco (G1/P12) localizado en las al-
cantarillas de la ciudad. Principalmente nos fijamos
en el dibujo de la vela recogida del palo de mesana
de la embarcación, que constituía un elemento de
similar diseño que nuestras banderas.
De ser cierto que las figuras estudiadas corresponden a banderas o estandartes, estaríamos ante
una de las pocas, o tal vez la única, representación
iconográfica de banderas andalusíes de época califal
que conocemos.
Pero no es éste el único nexo de unión existente entre los graffiti de las alcantarillas y los de la
ciudad, ya que por ejemplo la interpretación que
dimos del graffiti G1/P2 aparecido en las alcantarillas, como un posible espacio ajardinado con dos
formas vegetales de aspecto ramiforme, quedaría
matizada ahora gracias al graffiti n.º 10 del patio
de la Casa de la Alberca (grabados sobre sillares de
aspecto ramiforme) con una nueva interpretación:
quizás representan la explicación básica de cierta
técnica constructiva empleada en el tratamiento de
algunos sillares empleados en las obras de la ciudad.
A través de los trabajos de M. Ocaña Jiménez
y de J. A. Souto Lasala, conocemos el posible cuadro personal directivo y técnico, de cualquier obra
de carácter oficial que se realizaba en la Córdoba
Omeya: la alta dirección con carácter nominal u
honorífica estaría en manos del Sahil al-abniya (jefe
de las construcciones estatales), que generalmente
regentaba el cargo de wazir o hayib; la dirección
efectiva o técnica, estaría en manos del Sahil albunyan; la inspección de la obra era llevada a cabo
por el Naziru-l-bunyan, y por último la ejecución
de la obra era efectuada por los alarifes (‘Urafa’ albanna’in: arquitectos;’Urafa’ al-muhandisin: ingenieros y ‘Urafa’ al-sunna: artesanos) y un numeroso
grupo de peones87. En base a este cuadro y la tipología de los graffiti presentados en este trabajo y los
localizados en las alcantarillas, correspondientes a
motivos de arcos, círculos y elementos arquitectónicos, trazados con instrumentos como el compás
o cordel, podemos afirmar la participación directa, tal vez de los llamados en las fuentes ‘Urafa’
al-banna’in o ‘Urafa’ al-muhandisin, en cambio
los motivos figurativos, podrían ser atribuibles al
numeroso grupo de peones que participaría en las
obras.
67
Por último y a diferencia de los graffiti de las alcantarillas, los de los muros de la ciudad, tal como
hemos visto hasta ahora, son esencialmente motivos figurativos, constituyendo el graffiti n.º 16 el
máximo exponente. En función del análisis ofrecido en el texto, esta figura representa el rostro de un
hombre, quizás de alto rango dado el tocado de su
cabeza y descartamos por tanto, que se trate de una
mujer o de un guerrero. Podemos ver que esta figura de gran realismo mantiene una gran similitud
con el rostro humano representado en un fragmento de cerámica procedente de Madīnat al-Zahrā’
comentado a lo largo del texto (ojo grande con ceja
y similar diseño de la oreja, barbilla y cuello). La
importancia de esta figura estriba en que quizás sea
el único graffiti de representación humana en época
califal que se conoce en la Península.
Sabemos a través de las fuentes escritas que las
obras de Madīnat al-Zahrā’ se iniciaron por orden
de ‘Abd al-Rahmān III en el año 325 H (936 d.C.)
y se continuaron durante cuarenta años. Las obras
de la mezquita aljama quedaron concluidas en el
329 H (940-941 d.C.) aunque los restos de la placa
conmemorativa aparecida en las excavaciones de la
misma apuntan al año 333 H (944-945 d.C.). Así
mismo consta que en el año 334-35 H (946 d.C.)
el califa ‘Abd al-Rahmān III ya residía en la ciudad.
Las grandes obras realizadas por este califa, se completaron tras su muerte con las llevadas a cabo por
su sucesor, su hijo al-Hakam II.
A diferencia de la cronología (finales de la primera mitad del siglo X) que dimos a los localizados
en las galerías de saneamiento de la ciudad, dado
que estas fueron construidas en base a un proyecto
ya definido de los edificios que se iban a construir
sobre ellas, es difícil datar los nuevos graffiti localizados en los muros de la ciudad.
La dificultad a la que nos referimos viene dada
por los escasos datos cronológicos (principalmente
epigráficos) que conocemos de la construcción de
los diferentes edificios de la ciudad. Sabemos que
tras la muerte de ‘Abd al-Rahmān III en el 350 H
(961 d.C.) existían en el Alcázar de la ciudad solares delimitados en su perímetro pero no edificados88, y también que en los comienzos del reinado
de al-Hakam II, según nos informa Ibn Hawqal
68
(m. 366 H / 977 d.C.), la muralla de la ciudad aún
no estaba terminada89.
Respecto a la cronología atribuible a estos graffiti, tal vez podamos situarlos en la segunda mitad
del siglo X, pudiendo ofrecer algunas consideraciones de determinados motivos.
Era aceptado por la mayoría de los investigadores que el arco lobulado apareció por primera vez
en la Península con la ampliación de la Mezquita de Córdoba debida a al-Hakam II. Así pues, L.
Torres Balbás sostuvo que el graffiti n.º 15, correspondiente al estudio geométrico de un arco trilobulado, aparecido en el camino de ronda situado
al oeste del Salón de ‘Abd al-Rahmān III, fue realizado en tiempos de al-Hakam II, ya que no se
conocían en Madīnat al-Zahrā’ arcos de este tipo90.
Tras el avance de las investigaciones en el conjunto
arqueológico, A. Vallejo Triano escribe sobre esta
idea: Si, por un lado, Madīnat al-Zahrā’ fue un lugar de recepción y experimentación de tipos arquitectónicos, también lo fue de introducción y ensayo de
nuevos elementos como el arco lobulado, que aparece
por primera vez en este edificio (se refiere al Salón de
‘Abd al-Rahmān III), por lo que tal vez habría que
adelantar la cronología de nuestro graffiti a época
de este califa91.
En la terraza intermedia encontramos el baño
unipersonal denominado tradicionalmente Baño
de Ya´far, fechado por el material epigráfico encontrado en él hacia el año 350 H (961 d.C.), fecha
de la muerte del califa ‘Abd al-Rahmān III. Parece
ser que este baño estuvo originariamente asociado
a la Casa de la Alberca92 y que el patio de esta casa
sufrió algunas reformas posteriores a su construcción (¿en tiempos de al-Hakam II?), que hicieron
perder la estricta simetría que ofrecía en su origen,
con la construcción en la tapia norte de una monumental escalera de doble tiro93. Tal vez la serie de
círculos trazados a compás (graffiti n.º 8 y 9) en los
enlucidos del pasillo que conduce tanto al patio de
la vivienda referida como al Baño de Ya´far, fueron
realizados en esa misma época.
En relación a los graffiti localizados en la estancia “A” y dada su temática relacionada con el mundo del ejército, podemos aventurar que tal vez fueron realizados estando ya terminados y funcionando plenamente los edificios de su entorno (ver nota
12), cuyo uso de carácter militar está claramente
atestiguado: la Dār al-Yund estaba destinada, entre
otras funciones, a las recepciones militares.
Para finalizar, decir tan sólo que la publicación
de estos nuevos graffiti aparecidos en las paredes de
algunos edificios de Madīnat al-Zahrā’, así como
los que dimos a conocer procedentes de la red de
saneamiento, constituye un primer paso en el es-
tudio de este tipo de manifestaciones en la ciudad
palatina; y esperamos que con los futuros trabajos
que se realicen de excavación, consolidación y limpieza de nuevas estructuras murarias, nos permitan
documentar otros graffiti que pudieran existir, ampliando de este modo el corpus de motivos hasta
ahora conocido, y así aportar nuevos datos sobre la
historia de esta gran ciudad.
69
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Granada, pp. 386-397.
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arqueológica en la «Casa de Ya’far» y en el
edificio de «Patio de los Pilares» de Madīnat
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230-231.
NOTAS
1. Vallejo Triano, 1991; Barrera, Cressier, Molina, 1999.
2. Respecto a estos graffiti, habría que matizar que el edificio
que los soporta esta datado arqueológicamente en los siglos
IX-X y sobrevive hasta el XI (Azuar Ruíz, 1989 y 2004),
mientras que en opinión de C. Barceló (1989 y 2004: 145)
los graffiti se realizaron durante los últimos años del siglo XI
y primera mitad del siglo XII. Sobre los graffiti de aves descubiertos en una de las mezquitas, consultar Rubiera Mata,
2004.
3. En Izquierdo Benito, 1986: 216, lám. IV, 1 y fig. 6º 3. En
Izquierdo Benito, 1994, sobre el pavo real ver: p. 35, lám.
XVII y fig. 7; sobre formas espigadas y estrellas ver: p. 52,
figs. 62 n.º 2-3 y 63 n.º 4. Sobre juegos de alquerque ver
Cosín, García, 1998.
4. Ocaña Jiménez, 1986; Souto Lasala, 2001b, 2003 y 2004 y
Souto, Rodríguez, 2000.
5. Por ejemplo encontramos lajas de pizarra con motivos incisos en el Cerro de Marmuyas (Comares, Málaga) fechadas
por su descubridor en los siglos IX-X (Riu Riu, 1981); en
una de las columnas reutilizadas de la mezquita de Almonaster la Real (Huelva) (s.X) hallamos un graffiti epigráfico
con la sahada (Barceló Torres, 1997); en un solar excavado
en Zaragoza apareció una losa de alabastro con la representación incisa de un équido, datado en la primera mitad del
siglo XI, aunque imita modelos de la segunda mitad del siglo
X (Royo, Gómez, 2002: 67, fig. 2).
6. Vallejo Triano, 1987b: 208.
7. Manzano Martos 1995: 230: “No tuvo este salón (la Dār
al-Ŷund) función doméstica, pero a su costado, tras una nave
de letrinas paralela al franco derecho de las alcobas del salón,
se sitúa la casa del Jefe de la Guardia, Dār Sahib al-Surta”.
8. Vallejo Triano, 1992: 31: “En la Dar al-Ŷund esta concepción se ve confirmada por la existencia de puertas que aíslan
el bloque de las tres naves centrales de las extremas, así como
por la distinta altura de los vanos de tránsito entre ellos que
permiten plantear la posibilidad de una doble planta en éstas
últimas, tal como apuntan los restos arqueológicos”.
9. Velázquez Bosco, 1912: lám. XXIII, figs. 50 y 51; López
Cuervo, 1983: 108-109, figs. 71-72.
10. Pavón Maldonado, 1966 y 1980.
11. Castejón, 1926. Nuevas “piedras rayadas” han sido descubiertas en las recientes excavaciones realizadas en la Casa de
Ya’far, ver nota 20.
12. Vallejo Triano, 2001: 392: “...en tanto que otras (viviendas
o estancias) vieron forzado su plan a necesidades de adaptación a espacios previamente delimitados, o conformaron
su diseño en virtud de diversas reformas y adiciones, como
sucede en las habitaciones anejas al Salón de ‘Abd al-Rahman
III o en el conjunto anejo por el E al edificio basilical superior (la Dār al-Ŷund)”.
13. Pavón Maldonado, 1980.
14. Sevillano San José, 1991: fig. 61 y pp. 42-44, 141-144 y
193-194.
15. Costas, Fernández, 1985-1986.
16. Navarro, Jiménez, 2005.
17. Para la mayoría de los ejemplos citados, ver Cosín, García,
1998.
18. Janer, 1874.
19. Sevillano San José, 1991: fig. 13 y pp. 42-44.
20. Recientemente en las excavaciones realizadas en la Casa de
Ya’far, en el horizonte de construcción del pavimento, han
aparecido materiales que “se relacionan con actividades de
ocio, como dos juegos de “alquerque de nueve” incisos sobre una
pieza de mármol y sobre una placa de la piedra caliza característica del ataurique, ambos desechados en la construcción
(lám.17)...” (Vallejo, Montejo, García, 2004: 205-206).
21. Torres Balbás, 1942, ver figuras en pp. 396-398 y lám. 6ª.
22. Vallejo Triano, 1987b: 208; Velázquez Bosco: 1912: 58-59,
figs. 16, 17, láms. XXXVII y XXXVIII.
23. Ver el trabajo sobre Crónica del Conjunto años 1985-87,
realizado por Antonio Vallejo Triano, en los Cuadernos de
Madīnat al-Zahra, 1, 1987, p. 174, láms. XXVII y XXVIII.
24. Barrucand, Bednorz, 1992: 70 y 74.
25. Holod, 1992: 194-195: ver en la fotografía los cuadrados
concéntricos que adornan las túnicas de dos jinetes cogiendo
dátiles; Millán Crespo, 1987: lám. 1f.
26. Castillo, 1973: 799.
27. Barrucand, Bednorz, 1992: 70-87.
28. Abellán Pérez, 1982: fig. 1.
29. Fresnadillo, Valdecantos, 1987.
30. Barrera Maturana, 2002, 2003 y 2004 y Ruiz, Padial, 2001.
31. Bernat, Serra,1989.
32. Rodrigo, Calancha, 1990: 370, lám. 31.
33. Fruto de mi colaboración en el Proyecto I+D+I HUM200612446/ARTE, titulado "Casas de los moriscos granadinos:
Investigación y restauración", cuyo investigador principal es
el Dr. Antonio Orihuela Uzal (EEA-CSIC).
34. Navarro Poveda, 1993: 99-100, Gráficos 4 y 5.
35. González Gozalo, 1986: figs. 16 y 19.
36. Bazzana, Lamblin, Montmessin, 1984: fig. 32.
37. Navarro Poveda, 1993, ver los arcos con flecha en p. 99 gráfico 4 y en p. 112 gráfico 13.
38. García Gómez, 1967; en al-Muqtabis V, traducido por M. J.
Viguera y F. Corriente: Ibn Hayyan de Córdoba. Crónica del
Califa Abderrahman III an-Nasir, entre los años 912 y 942.
Zaragoza, 1981; también contamos con la información que
nos ofrece al-Maqqari, en Analectes sur l´historie et la littérature des arabes d´Espagne, ed. por R. P. Dozy y otros, Leyden
1855-1861 (Ámsterdam 1967).
39. Gómez Moreno, 1951: 312 y fig. 374; Pavón Maldonado,
1972: 223-224 y figs. 23 y 24a y Cano Piedra, 1996: 31, fig.
58, lám. VIII y XXV.
40. Para la Arqueta de Leyre ver Holod, 1992: 198-201; para la
Arqueta de Palencia ver Robinson, 1992: 204-206.
41. Millán Crespo, 1987: figs. 2F y 2J.
42. Los motivos de las arquivoltas del Salón de Abd al-Rahman
III en Barrucand, Bednorz, 1992: 52-53; sobre el arquito
con decoración de espiga ver Castejón, 1976: fot. 61 y Martínez Núñez, 1999: lám. 1.
43. Torres Balbás, 1958.
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44. Stierlin, 1997, en “Los Palacios de los Omeyas” ver pp. 8183.
45. Para los graffiti de fortificaciones del Castillo de Riubregós
ver VV.AA., 1981, el resto de ejemplos ya han sido citados
con anterioridad a lo largo del texto.
46. Viñas, Sarria, 1981: figs. 1 y 4.
47. Retuerce, Zozaya, 1986: fig. 27/19 y 29/6 y Cano Piedra,
1996: fig. 45 y lám. XXXVIII.
48. Pavón Maldonado, 1980 y Souto Lasala, 1989.
49. Valdés Fernández, 1977.
50. Riu Riu, 1981: 443-444 y fig. 1.
51. Referente al portacandiles ver Zozaya, 1995, y sobre el amuleto ver Gómez-Moreno, 1888: fig. 216.
52. Souto Lasala, 2003; Barrucand, Bednorz, 1992: fotografías
pp. 52-53, 82 y figura p. 75.
53. Barrera, Cressier, Molina, 1999: 53-54, figs. 12 y 33. Es
muy interesante observar como desde el siglo X hasta incluso el siglo XIX, se repite la misma manera de representar
las velas recogidas en las embarcaciones, como vemos en los
graffiti de la Torre de Santa Ponça (Mallorca) del siglo XVII
y en los de la Iglesia de San Francisco de Palma (ss. XVIII y
XIX), estudiados por Elvira González Gozalo.
54. Torres Balbás, 1973: 780-783, figs. 660 y 661.
55. Pavón Maldonado, 1985 y García Hernández, 1987. Ver
nuestra figura 20-4.
56. García Gómez, 1967: 168-169.
57. Arié, 1984: 135: “Según Ibn Hudayl (en la Córdoba Omeya), las tropas estaban divididas en cierto número de unidades, división que se basaba en el número cinco. Cada cuerpo
de tropa de cinco mil hombres se hallaba bajo el mando de
un general (amur), a quien se entregaba una gran bandera;
a sus órdenes había cinco contingentes de mil hombres, cada
uno de ellos al mando de un oficial de alto rango (qa’id) que
llevaba una bandera más pequeña. Cada contingente de
mil hombres se subdividía a su vez en cinco grupos de doscientos hombres que dependían de la autoridad de un capitán (naqib), a quien se confiaba un estandarte. Cada grupo
de doscientos hombres estaba dividido en cinco secciones
de cuarenta hombres, a las órdenes de un oficial subalterno
(‘arif) a quien se entregaba un pendón, fragmentadas en cinco escuadras de ocho soldados al mando de una especie de
sargento (nazir) que anudaba a su lanza un banderín”.
58. Arié, 1984: 136: “La salida de las expediciones iba precedida de la entrega de los estandartes que se celebraba en la
Gran Mezquita de Córdoba el viernes anterior al día fijado
para la partida de las columnas. Los jefes del ejército recibían
solemnemente las banderas para ser atadas a las lanzas.
Cuando regresaban de la campaña militar, estos estandartes
volvían a colgarse de los muros de la Gran Mezquita (277,
III, 90). Esta tradición oriental, observada por los dinastas
Omeyas de Córdoba, se mantuvo vigente en el occidente
musulmán: en el año 586/1190 tuvo lugar una ceremonia
de este tipo bajo el reinado del almohade Ya’qub al-Mansur
(71, 131 y n. 2)”.
59. Millán Crespo, 1987.
60. Para el ejemplar procedente de Egipto ver en Berti, Roselló,
1993, sobre todo la fig. 25 inserta en el trabajo del último
autor “La decoración de los ataifores hallados en Pisa”. Re-
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ferente al ataifor nazarí ver también Roselló Bordoy, 1992:
361.
Santos Gener, 1947-49: 221, ver estampilla catalogada con
el “n.º 9926: TINAJA. Barro blanco amarillento sin engobe.
Cúfico”.
Royo, Gómez, 2002: 122-123 y fig. 55.
Navarro Poveda, 1993, ver por ejemplo el motivo antropomorfo de la fig. 18 en la p. 56, la situada bajo la 17 de la
misma página, una vez rotada 90º hacia la derecha, y preferentemente la fig. 11 de la p. 55, girada 90º a la izquierda.
Sobre fortificaciones ya hicimos referencia en la nota 43. Por
lo que respecta a graffiti de embarcaciones, hay que destacar
los importantes trabajos de González Gozalo, 1992 y González, Pastor, 1994.
Bazzana, Lamblin, Montmessin, 1994: fig. 24.
Jodin, 1964: 100-101 y fig. 15.
Ver nota n.º 58. También Luis del Mármol Carvajal en el
siglo XVI nos dice sobre la Bab al-Bunnud de Granada (p.
37): “Bib el Bonut, puerta de los Estandartes, porque en la
torre que estaba sobre ella se arbolaba el primer estandarte
cuando había elección de nuevo rey ú otra cosa señalada en
Granada”.
Viñas, Sarria, 1981: figs. 2, 7 y 11; Navarro Poveda, 1993:
Gráfico 7 y González Blanco et alii, 1983: lám. VII-8.
Valdés Fernández, 1988: fig. 3/3 y Gómez-Moreno, 1951:
fig. 376g.
Ver los motivos ramiformes o espigados procedentes de
Madīnat Ilbira en Cano Piedra, 1990: fig. 5 pieza n.º 2063
y fig. 8 motivos n.º 2063. Para los motivos sobre el resto de
cerámicas de distintas procedencias ver Retuerce y Zozaya,
1986: fig. 14 / 6-10-12.
Ewert, 1987: figs. 55, 56 y 60.
Farina, 1997 y 1998.
Torres Balbás, 1936.
Barrucand, Bednorz, 1992: 52-53, 57 y 70-71; Velázquez
Bosco, 1912: 58-59, figs.16, 17, láms. XXXVII y XXXVIII
y Torres Balbás, 1955: figs. 4, 13 y lám. 18.
Arié, 1992: 124: En relación al ejército en tiempos de Abd
al-Rahman III, R. Arié nos dice que se tuvo que recurrir
a una milicia mercenaria (hasam) asalariada compuesta de
soldados procedentes de Europa o África, tal como entre los
años 796 y 882 tenía el emir al-Hakam I, “…creó una guardia palatina permanente formada por 3.000 jinetes y 2.000
infantes, todos ellos de condición servil. Entre estos reclutas
había gallegos, francos y también probablemente eslavones,
así como algunos cautivos procedentes de Septimania. Componían la escolta personal del emir 150 narbonenses armados y totalmente fieles a su persona. Los cordobeses dieron
a estos mercenarios cristianos, cuya presencia les inquietaba
enormemente, el nombre de “silenciosos”, porque desconocían el árabe o lo hablaban mal”.
Cano Piedra, 1996: fig. 58 (MC/39) y lám. VIII.
Roselló Bordoy, 1992: 233.
Cano Piedra, 1990: 39 y fig. 11 y Gómez-Moreno, 1951:
figs. 374 b y 380 a.
Puertas Tricas, 1985: fig. 6 pieza A-9.
Escribà y Barceló, 1990: 62 y pieza n.º 8.
81. La figura malagueña podemos verla en Puertas Tricas, 1989:
fig. 18 pieza B-18 y la procedente del otro lado del Estrecho
en Posac Món, 1980-81: lám.1.
82. Navarro Palazón, 1980: fig. 2.1 y del mismo autor, 1986:
pieza n.º 30 del catálogo.
83. Khemir, 1992: 312-313; Torres Balbás, 1950: láms. 7 y 9.
84. Aguilar y Marín, 1995: 40 (descripción por Ibn Hazm de
una de estas reuniones festivas): “…una reunión de los grandes magnates, las gentes principales de la corte y los hombres
más eminentes del califato, junto con una multitud de personas de respeto, entre mujeres y domésticos…Había en el
sarao otras cantoras, a más de aquella esclava; pero cuando le
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llegó a ella su vez, templó el laúd y se arrancó cantando estos
versos antiguos”.
Ver nota 8 en Holod, 1992.
Labarta, Barceló, 1987: 98, 100 y 101.
Ocaña Jiménez, 1986 y Souto Lasala 1997 y 2001.
Vallejo Triano, 1990: 133 y nota 21.
Vallejo Triano, 1992: 35.
Torres Balbás, 1956: 54-55.
Vallejo Triano, 2001: 395 y Vallejo, 2000: 209-210.
Vallejo Triano, 1990: 133.
Manzano Martos, 1995: 325.
77
Lám. 1: Muro norte de la estancia “A”.
Lám. 2: Graffiti n.º 4: Arco con flecha.
78
Lám. 3: Graffiti n.º 4: Motivo arquitectónico.
Lám. 4: Muro sur de la estancia “A”.
79
Lám. 5: Graffiti n.º 7: Estandartes o banderas.
Lám. 6: Graffiti n.º 10: Sillar con
motivo ramiforme inciso, en el
patio de la Casa de la Alberca.
80
Lám. 7: Graffiti n.º 11.
Lám. 8: Graffiti n.º 13a, b: Motivo cuadrangular y diagonal.
81
Lám. 9: Graffiti n.º 13c: Círculo a compás incompleto.
Lám. 10: Graffiti n.º 14: Círculo inciso sobre sillar.
82
Fig. 1: Localización de graffiti en la estancia “A”.
Fig. 2: Graffiti n.º 1.
83
Fig. 3: Graffiti n.º 2.
Fig. 4: Graffiti n.º 3.
84
Fig. 5: Graffiti n.º 4: Arco con flecha y motivo arquitectónico.
Fig. 6: Graffiti n.º 5: Motivos de estrellas.
85
Fig. 7: Graffiti n.º 6: Motivo “cruciforme”.
Fig. 8: Graffiti n.º 7: Estandartes o banderas.
86
Fig. 9: Localización de graffiti en el camino de ronda: (A) Graffiti n.º 12 y (B) Graffiti n.º13.
Fig. 10: Graffiti n.º 12: Motivos cuadrangulares.
87
Fig. 11: Graffiti n.º13 a, b, c: Localización de los motivos en la cenefa que decora el zócalo: (1) círculo a compás, (2)
diagonal y (3) motivo cuadrangular.
Fig. 12: Graffiti n.º 15: Arco trilobulado (Velázquez Bosco, 1912).
88
Fig. 13: Graffiti n.º 16: Motivo antropomorfo (Velázquez
Bosco, 1912).
Fig. 14: Graffiti n.º 17 y 18: Tableros de juego (Pavón
Maldonado, 1980).
Fig. 15: Comparativos de motivos cuadrangulares: 1. Lago di Garda; 2. Vascos (Navalmoralejo, Toledo); 3. Pavimento
de Madīnat al-Zahrā`; 4. Zócalo de Madīnat al-Zahrā`; 5. Puerta de la Mezquita de Córdoba; 6. Iglesia y necrópolis de
Revenga (Burgos).
89
Fig. 16: Comparativos del arco con flecha y motivo arquitectónico: 1. Castillo de Petrer (Petrer, Alicante) y Castillo de
Denia (Alicante); 2. Cerámica de Madīnat al-Zahrā`; 3. Beato de la Seo de Urgel; 4. Pavimento de Madīnat al-Zahrā`;
5. Iglesia de Santiago de Peñalba (León); 6. Raco Molero (Arés del Maresme, Castellón).
Fig. 17: Comparativos de motivos de estrellas: 1. Cerámica de Madīnat al-Zahrā`; 2. Vascos (Navalmoralejo, Toledo);
3. Mezquita de Córdoba; 4. Castillo de Oroners (Ager, Lleida); 5. Portacandiles de Madīnat Ilbira (Atarfe, Granada) y
Croquis a tinta de la Mezquita de Córdoba.
90
Fig. 18: Comparativos de estandartes o banderas: 1. Red de saneamiento de Madīnat al-Zahrā` y ataifor mallorquín
de Pisa; 2. Ilustraciones de Beatos de los ss.X-XI y del Maqamat de al-Hariri; 3. Ataifor de la Nave del Inst. del Mundo
Arabe de París; 4. Fragmento de cerámica estampillada de Córdoba; 5. Castillo de la Mola (Novelda, Alicante); 6.Castillo
de Denia (Alicante),Tarhit (Colomb Béchar, Argelia) y Costera Fría I (Obón, Teruel).
Fig. 19: Comparativos de motivos ramiformes: 1. Raco Molero (Arés del Maresme, Castellón), Vascos (Navalmoralejo,
Toledo) y Cueva de la Camareta (Agramón, Albacete); 2. Motivos ramiformes en cerámicas califales; 3. Ataurique del
Salón de Abd al-Rahmān III y esquema director del graffiti nº 10; 4. Graffiti de la red de saneamiento de Madīnat alZahrā`.
91
Fig. 20: Comparativos del motivo cruciforme: 1., 2. y 3. “Rosa Camuna” de Valcamónica (Italia) y evolución rosaesvástica-tetrasquel; 4. Ilustración de Beato ss.X-XI; 5. Iglesia de Sta.María de Lebeña (Santander); 6. Pavimento de
Madīnat al-Zahrā` y puerta de la Mezquita de Córdoba.
Fig. 21: Comparativos del motivo antropomorfo: 1. Bote de al-Mugira y cerámica de Madīnat al-Zahrā`; 2. Cerámica de
Madīnat al-Zahrā`; 3. Cerámicas de la Alcazaba de Málaga, Madīnat Ilbira (Atarfe, Granada) y Benetússer (Valencia);
4. Cerámicas de Murcia y Madīnat Siyasa (Cieza, Murcia) e ilustración del Hadīt Bayād wa-Riyād.
92
Cuadernos de Madinat al-Zahra 6 (2008), pp. 93-131
ISSN: 1139-9996
LOCALIZACIÓN DE UNO DE LOS ARRABALES
NOROCCIDENTALES DE LA CÓRDOBA CALIFAL.
ESTUDIO URBANÍSTICO Y ZOOARQUEOLÓGICO
LAURA APARICIO SÁNCHEZ
Área de Historia Medieval, Universidad de Córdoba
JOSÉ ANTONIO RIQUELME CANTAL
Dpto. Prehistoria y Arqueología, Universidad de Granada
RESUMEN
ABSTRACT
En este estudio ofrecemos algunas de las características más destacables de los arrabales noroccidentales de Córdoba en el período califal, cuando
la aglomeración urbana ocasionada por su capitalidad hizo necesaria la creación de nuevas superficies urbanizadas. Importante es el desarrollo de
un urbanismo ortogonal preconcebido, surgido a
raíz de la prioridad otorgada a los principales ejes
de comunicación que vertebraran el nuevo espacio, que dará una solución rápida y organizada al
importante desbordamiento que sufrió la ciudad
amurallada.
Se aporta además, y de forma novedosa para
el caso de los arrabales califales de Córdoba, un estudio zooarqueológico del yacimiento investigado
que establece que la dieta alimentaria estaría conformada principalmente por la cabaña ovicaprina,
estando la fauna silvestre escasamente representada.
In this study, we offer some of the characteristics of Cordova’s north-western suburbs in
the caliphal period, when the urban sprawl that
was produced by its capital status made the new
built-up superficies necessary. It is important the
orthogonal urban development design, which appeared because of the priority that was given to the
main communication axles, which are the essential structure of the new space, because it will give
a quick and organized solution to the important
overflowing that the walled city suffered.
Moreover, it is brought, and in a new way talking about the Cordova’s caliphal suburbs, a zooarchaeological study of the investigated site which
establish that the food diet would be mainly constituted by the ovine-goatish livestock, whereas the
wild fauna would be scantily represented.
Palabras clave
Key words
Califal, arrabal, ortogonal, zooarqueología,
dieta, ovicaprina.
Caliphal, suburb, orthogonal, zoo-archaeological, diet, ovine-goatish.
93
1. INTRODUCCIÓN
Este artículo pretende ser un avance del estudio
que desde hace varios años venimos desarrollando
sobre uno de los arrabales noroccidentales de la
Córdoba Califal, situado en los terrenos definidos
como Plan Parcial E-1.1.1 del PGOU de Córdoba
(Fig. 1). En concreto, recogemos aquí buena parte de los resultados obtenidos tras la actuación arqueológica2 que realizáramos en las Parcelas 29, 30
y 31 de la Manzana I de citado Plan (Fig. 1).
Esta zona, hasta su actual proceso urbanizador,
estaba destinada a cultivo de regadío intensivo y es
conocida como la «Huerta de santa Isabel», pero
en época medieval islámica se vio afectada por uno
de los ensanches urbanísticos más importantes que
sufrió Córdoba en el siglo X: los arrabales occidentales (Fig. 2).
El nuevo arrabal localizado debió formar parte
de los nueve que las fuentes sitúan al oeste de la
ciudad. Éstos tuvieron su razón de ser en la gran
expansión espacial que sufre la ciudad en el siglo X,
al convertirse en la capital del Califato Omeya, pasando a ser una de las urbes más importantes y pobladas de la Europa Occidental. Ello ocasionó una
aglomeración urbana que desbordó con rapidez los
límites de la medina, siendo necesaria la creación
de nuevas superficies urbanizadas que dieran cabida a la creciente población (ESCOBAR, 1989: 33).
La vida de estos arrabales, a excepción de parte de
la al-Sharqiyya, fue corta, debido en gran medida a
que no fueron amurallados, quedando expuestos al
fácil asalto y saqueo. Por ello, las revueltas prolongadas causadas por las luchas civiles de principios
del siglo XI acabaron rápidamente con ellos (TORRES BALBÁS, 1985: 80 y 181). En los siglos siguientes la zona quedará como ejido.
Por otra parte, en el presente trabajo se presentan los resultados del estudio zooarqueológico
realizado sobre los restos óseos (mamíferos, aves y
moluscos) recuperados en la intervención arqueológica. Hemos de indicar que, salvo la excepción
del Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra’,
(AGÜERA, E. et alii, 2005: 39-58), se trata del primer estudio de estas características realizado en un
yacimiento de cronología califal en Córdoba. Esta
investigación ha sido sufragada por VIMCORSA,
empresa municipal de nuestra ciudad, propietaria
94
de los terrenos en los que se ha practicado la intervención, que atendió con entusiasmo nuestra
petición, dado el interés científico que suponía un
estudio de este tipo para los “Arrabales Occidentales” de Córdoba califal. Excepcional patrocinio que
debe ser reconocido.
2. PLANTEAMIENTO Y METODOLOGÍA
DE LA INTERVENCIÓN
ARQUEOLÓGICA. DESARROLLO DE
LOS TRABAJOS
PLANTEAMIENTO. El planteamiento de
la intervención se ha ajustado a las afecciones previstas por la actuación urbanística: un edificio de
viviendas en altura con una planta de sótano para
aparcamiento de vehículos por parcela, siendo la
superficie total objeto de afecciones 7.140 m2. Sobre ella planteamos una 1.ª Fase consistente en la
apertura de 12 sondeos de 10 x 28 m. y, en caso de
arrojar resultados positivos éstos, una 2.ª Fase en la
que se pasaría a la excavación en extensión uniendo
aquellos sondeos que ofrecieran tal resultado, conforme a la legislación vigente.
Los sondeos, en base a la ocupación prevista,
podían alcanzar la cota de -3 m de profundidad,
con respecto a la rasante de los acerados que circundan el solar, los cuales se han referenciado en
coordenadas UTM3. No obstante esta cota no se
ha agotado para ningún sondeo, al aparecer a cotas
muy altas el terreno geológico.
Iniciamos la excavación por la Parcela 29, situada en el lado este de la Manzana I (Fig. 3). El
Sondeo 1 arrojó resultado positivo, continuando
además sus restos estructurales hacia el Sondeo 2,
por ello decidimos continuar la excavación en extensión hasta el Sondeo 3. Sucesivamente esta fue
la tónica hasta el Sondeo 4 de la Parcela 29. Pero,
a partir del Sondeo 4 los restos se interrumpieron,
no apareciendo en los sondeos previstos para la
Parcela 30. Igual ocurrió para los de la Parcela 31,
a excepción del último, si bien en pésimo estado de
conservación y que han de ponerse en relación con
los hallados en los de la 29.
METODOLOGÍA. En primer lugar desmontamos la capa vegetal que cubría los restos, de unos
0,40 m de espesor. A continuación, para la puesta
al descubierto de los niveles arqueológicos, se pro-
cedió a la excavación manual por unidades estratigráficas hasta agotar la secuencia estratigráfica o,
en su caso, hasta la aparición de niveles geológicos
no alterados. La técnica de excavación arqueológica
aplicada se ha basado en los principios científicos
establecidos por E. C. Harris, diferenciando cada
una de las Unidades Estratigráficas resultantes de
la evolución de los depósitos arqueológicos documentados. A cada sedimento (depósito, interfacies,
elemento interfacial, estructura, etc.) se le ha asignado un número de referencia. Para la distinción
de cada uno de estos sedimentos hemos manejado criterios directos como el color, textura,
grado de compactación, composición, morfología,
etc. En aquellos casos en que esto no ha sido posible, debido a la homogeneidad del relleno, hemos
recurrido a procedimientos indirectos, tales como
el tipo de material asociado (artefactos y ecofactos).
DESARROLLO DE LOS TRABAJOS. Una
vez autorizada la Intervención Arqueológica de Urgencia por Resolución de la Dirección General de
Bienes Culturales de la Consejería de Cultura de
14 de enero de 2003, iniciamos los trabajos el día
3 de marzo de 2003, concluyéndose el 30 de junio
del mismo año4. Como parte del equipo técnico,
hemos contado además con A. M.ª Aparicio Ledesma, dibujante-delineante y F. J. Rodríguez Vázquez, topógrafo, ambos colaboradores indispensables sin los que este trabajo no habría sido posible,
a los que reiteramos nuestro agradecimiento.
3. ESTRATIGRAFÍA Y FASES
OCUPACIONALES
ESTRATIGRAFÍA. La estratigrafía documentada para todo el yacimiento –parte de un arrabal
de la Córdoba califal– es la que sigue:
Nivel I: Capa vegetal. Antes de acometer los
trabajos arqueológicos, las tres parcelas presentaban este nivel. Se trata de un nivel de origen antrópico ocasionado por la utilización del terreno como
ejido y huerta a partir de su abandono en época
medieval-cristiana.
Nivel II: Colmatación y abandono. Cubre
los restos arqueológicos conservados del arrabal
de cronología califal. Los diferentes restos se encuentran sepultados no sólo por el desplome de
techumbres y paredes tras la destrucción del arra-
bal califal a principios del siglo XI sino también
por estratos de relleno ocasionados tras el saqueo
de parte del material constructivo –elementos de
sillería, columnas, basas, etc.–, acaecido a raíz del
abandono del arrabal.
Nivel III: Estratos de habitación. Corresponden a parte de un arrabal califal, en concreto a edificaciones de carácter doméstico.
Nivel IV: Estratos geológicos. Los restos del
arrabal se hallan sobre estratos geológicos sin alterar. Éstos consisten en arcillas pardas muy compactas con nódulos de cal, bajo las cuales aparecen
filones de gravas y arenas que, en ocasiones, llegan
a forman vetas de conglomerados naturales al compactarse por la acción del agua, ocasionada por un
manto freático activo.
FASES OCUPACIONALES. Reconocemos
dos fases ocupacionales para los terrenos que ocupan las Parcelas 29, 30 y 31 de la Manzana I:
Fase I. Época Medieval-Cristiana a Época
Contemporánea. Durante ese tiempo la zona se
dedica a huertas y ejido, siendo el resultado una
importante capa vegetal. No obstante, en época reciente –finales del siglo XX en la que la «Huerta de
santa Isabel», como se conoce a la zona, se ha destinado al cultivo intensivo– con la mecanización de
la agricultura, esta capa se ha visto alterada debido
a la roturación del terreno por lo que no es posible
distinguir las diferentes épocas. El grosor medio de
esta fase ocupacional es de unos 0,40 m.
Fase II. Época Medieval-Islámica, Período Califal. Retirada la capa vegetal se extiende parte de
un arrabal de cronología califal, en el que se han
reconocido 29 edificaciones de uso doméstico, no
hallándose edificios de carácter público como zocos, baños, mezquitas, etc. El grosor medio de esta
fase ocupacional es en torno a 0,80 m, salvo los pozos de agua y los pozos ciegos que alcanzan mayor
profundidad.
4. RESULTADOS OBTENIDOS.
DESCRIPCIÓN DE LAS UNIDADES
DOMÉSTICAS Y DEL TRAZADO
URBANÍSTICO
Finalizados los trabajos de excavación, se han
documentado un total de 29 edificaciones de uso
95
doméstico o viviendas, articuladas en torno a cinco
calles (Fig. 3 y Lám. 1).
4.1. Las casas
4.1.1. Superficies y plantas
De las 29 casas identificadas conocemos la superficie de 25, no siendo posible determinar ésta
para las Casas 7, 15, 16 y 21. La superficie de menor extensión corresponde a la Casa 2 y es de 44,82
m2 (Fig. 4 y Lám. 2) y la de mayor extensión a la
Casa 26, con 208,08 m2 (Fig. 7 y Lám. 6).
En relación a las plantas de las viviendas es
importante destacar que son mayoritariamente de
planta rectangular salvo dos casos, las Casas 22 y
23 que presentan planta cuadrada (Fig. 6 y Lámina
6). Caso excepcional es la Casa 16, con un saliente
en su lado sur, donde la estancia ubicada en este
lado parece haber invadido parte del Callejón D
(Fig. 6).
4.1.2. Fachadas y orientación
Todas las casas cuentan con una fachada, salvo
la Casa 16 que presenta fachada principal a la Calle
B y secundaria al Callejón D, y las Casas 18 y 19,
con fachada principal a la Calle B y secundaria a la
Calle C (Fig. 6).
De las 29 casas, 14 están orientadas al sur, 13 al
norte, 1 al oeste y 1 al este. Las fachadas de mayor
longitud corresponden a las Casas 26 con 11,60 m
y 28 con 10,50 m, y las de menor longitud a las
Casas 2 y 8 con 3,60 m y a la Casa 9 con 3,90 m.
4.1.3. Tipos de vivienda
Distinguimos tres tipos de vivienda en función
de la distribución espacial.
–Tipo 1: Tripartita y longitudinal. Es el predominante, reconociéndose en 24 de las casas. El
espacio, alargado, se compartimenta en tres partes.
El desarrollo es longitudinal, ocupando el patio
el centro y las crujías los extremos. Inmediato al
vano de acceso a la vivienda hallamos el vestíbulo.
Éste ocupa el primer cuerpo o espacio y presenta en uno de sus lados un lugar acotado para la
letrina. No siempre se han conservado los muros
que delimitan esta pieza pero su constatación en
la mayor parte de los casos hace muy probable que
96
se encuentre aislada dentro del vestíbulo. Ello se
ve confirmado en cuantiosas ocasiones por el acceso desde el patio a esta zona, haciéndola aún más
reservada. Algunas casas también destinan en este
primer cuerpo una pequeña zona a cocina (Casas 2,
3, 5, 8, 9, 10?, 11, 19?, 24).
En las casas más amplias, en el lado opuesto del
lugar reservado a la letrina, hallamos otra habitación, generalmente espaciosa, que bien se destina a
salón, dejando las estancias del fondo para alcobas,
o bien tendría las funciones de taller, despacho, almacén, incluso establo o alguna tienda (Casas 4,
12, 13, 16, 17, 19, 20, 28 y 29). Se dan además
dos casos en los que hallamos una segunda estancia
antes de alcanzar el patio, paralela al vestíbulo. Se
trata de las Casas 5 y 28, obligadas a dejar espacio
para un pasillo o corredor que permita el acceso
desde el vestíbulo al patio sin atravesar esta estancia
(Figs. 4 y 7. Lám. 3).
Desde el vestíbulo se accede al patio, elemento organizador que ocupa el espacio central y de
mayores dimensiones, pudiendo representar en
muchas ocasiones la mitad de la superficie de la vivienda. De forma generalizada los vanos de los muros de fachada y del vestíbulo no están afrontados,
de manera que quede preservada la intimidad de la
parte más privada de la casa. En el patio se localiza
el pozo de agua y se realizan las tareas relacionadas
con la elaboración de los alimentos, en ocasiones
diferenciando una zona especial para ello, como en
las Casas 1 y 7 (Fig. 4 y Láms. 2 y 3). En otros
casos, la presencia de concentraciones de cenizas
nos indica el lugar del patio en el que se cocinaban estos alimentos en hogares móviles como son
los anafes (Casas 16 y 25, Fig. 6). Como salvedad
destacar la Casa 16 que reserva un pequeño espacio
para ubicar su letrina.
Al fondo del patio se encuentra la estancia, de
mayores dimensiones que el vestíbulo pero en ningún caso que el patio, del que recibirá luz y ventilación. Hace las funciones de salón y alcoba. Otros
casos presentan una compartimentación interior en
la estancia, como la Casa 4 (Fig. 4 y Lám. 2), con
dos alcobas o las Casas 28 y 29 con tres (Fig. 7).
También, en el caso de las dos últimas, esta separación puede responder a una división de funciones,
disponiendo por separado las alcobas y el salón, el
que suele ser de mayor superficie. Esta distinción la
observamos en las viviendas de superficie más hol-
gada. Por último comentar un único caso en el que
la cocina se ubica en la crujía destinada a estancias,
como es en la Casa 17 (Fig. 6).
–Tipo 2: Tres crujías. Frente a la tipología
anterior, las tres casas que responden a este tipo
se diferencian por presentar una tercera crujía en
el patio, que mantiene la función de vertebrar el
resto de la casa. El vestíbulo, situado en la primera
crujía, no varía su estructura, con una zona reservada a la letrina (Casa 18, Fig. 6) y en ocasiones
con una habitación en el lado opuesto a ésta (Casas 26 y 27, Fig. 7). La estancia o estancias ocupan
las otras dos crujías de la casa.
–Tipo 3: Planta cuadrada. Las Casas 22 y 23
son las únicas de planta cuadrada de las excavadas
(Fig. 6 y Lám. 6). Si bien disponen de dos crujías
como el Tipo 1, la que ocupaba el fondo de la casa
pasa ahora a situarse en un lateral junto al patio.
Junto al vestíbulo y la letrina hallamos una estancia espaciosa que podría corresponder al salón, y la
alcoba o estancia restante ocuparía el otro lateral
de la casa. Cabe señalar para la Casa 23 la ubicación de la cocina junto al salón y no en el vestíbulo
o en el patio.
4.1.4. Muros y revestimientos parietales
– Muros
Pueden ser definitorios de la vivienda –de fachada y medianeros–, de los espacios o cuerpos
que la integran –vestíbulo, patio y estancias– y de
separación o compartimentación interior de estos
espacios. Todos siguen orientación cardinal5.
Muros de fachada y medianeros. En líneas generales tanto los muros de fachada como los medianeros con otras viviendas destacan por estar mejor
construidos y disponer de mayor anchura. Además
se ha de resaltar que los muros de fachada obedecen a un único trazado y, salvo excepciones, a una
misma obra constructiva. Suelen tener entre 0,50
y 0,55 m de anchura y 0,35 m de media de altura.
Algunos llegan a alcanzar 0,60 m de anchura, los
menos y sólo en la hilada de base que sobresaldrá
siempre en uno de los lados del muro.
En cuanto al aparejo, el más utilizado es el de
mampostería, de una a cinco6 hiladas, no siempre
regulares. En el material empleado predominan las
piedras calizas sin tallar o con una cara tallada que
se dispone en los lados del muro. Las hiladas se calzan a veces con fragmentos de tejas y como relleno
interno se añaden también éstos, piedras menudas
de diversa consistencia y cantos de río. El diferente
tamaño y talla de las piedras de calizas ofrece escasa variedad a los muros, siendo aportada más bien
cuando se opta por la mayor presencia de pequeños
cantos de río (muros de separación de los patios
y estancias de las Casas 5 y 6, Fig. 4 y Lám. 3).
Los muros de mampostería suelen incluir algunos
sillares en las hiladas superiores y de forma amplia
para la definición de los vanos. Las jambas de éstos
están levantadas con pequeños sillares superpuestos
en posición horizontal, paralelos en posición vertical y otra serie de combinaciones en las que se
incluye la alternancia con mampuestos de caliza de
los citados.
El aparejo de sillería, muy escaso, aparece siempre en combinación con tramos de mampostería
(muro medianero entre las Casas 6 y 7; muro medianero entre las Casas 21 y 22, y muro medianero
entre las Casas 26 y 27). Contados son los ejemplos
con algún segmento de tapial: los pertenecientes a
las estancias de las Casas 5 y 6 y los de la estancia
de la Casa 26.
Muros definitorios de espacios. Al delimitar los
principales cuerpos de la casa se asemejan a los anteriores. Su anchura es más variada, entre 0,50 y
0,30 m. Hallamos muros de mampostería y mampostería con elementos de sillería. Los primeros siguen siendo los más numerosos frente a los otros,
de los que destacamos el muro de separación entre
el patio y la estancia de la Casa 27 (Fig. 7).
Muros de compartimentación de espacios. Suelen
ser de menor entidad e inferior construcción. Algunos son simples muretes de tabiquería de 0,20-0,25
m de ancho. En tapial el único ejemplo es el muro
que separa el vestíbulo del almacén de la Casa 13.
– Revestimientos
Algunos de los muros y como generalidad para
los de tapial, aparecen revestidos de un fino mortero de cal, de entre 2 y 0,5 cm de grosor, pintado a
la almagra. Las casas que conservan revestimiento
parietal son escasas: Casa 4, estancia norte o salón
y ángulos NE y SO del patio; Casa 5, estancia sur;
Casa 6, la estancia; Casa 13, estancia y almacén;
Casa 26, estancia norte, y Casa 28, estancias del
norte.
97
4.1.5. Vanos
Pueden estar centrados, desplazados a ambos
lados del centro del muro e incluso abrirse en sus
extremos. Las jambas suelen reforzarse con elementos de sillería, algunos en forma de mocheta. Tanto los vanos a la calle como los interiores pueden
presentar bordillos o rebates elevados para evitar
la entrada de agua de lluvia. Éstos pueden ser de
sillarejos, cantos de río y otras piedras de superficie
alisada, fragmentos de ladrillos, losas de caliza e incluso piezas únicas de sillería.
Las puertas son en su mayoría de dos hojas. En
los umbrales se mantienen las quicialeras, prevaleciendo las piezas de lajas de pizarra irregulares, a las
que se unen las de caliza talladas y otras de mármol
reutilizadas, siendo excepcionales las de la estancia
norte de la Casa 28 que corresponden a las dos mitades de una rueda de molino. La mayoría presentan el rebaje circular para los goznes de la puerta.
4.1.6. Vestíbulos y letrinas
Vestíbulos. Se sitúan en el primer cuerpo de
la casa y es su espacio menos privado. El tamaño
difiere y suele estar unido a las dimensiones de la
vivienda. De forma generalizada, en uno de los
lados, se reserva una pequeña zona dentro de él
donde se ubica la letrina, con la salvedad de la
Casa 16 que ubica ésta en el patio (Fig. 6).
En las viviendas más complejas ocupa la zona
inmediata a la puerta de entrada, compartimentándose el resto del primer cuerpo para salones
u otras dependencias secundarias como talleres o
almacenes.
Algunos presentan pavimentos:
– diferentes piedras irregulares de caliza, lajas de pizarra, pudingas y cantos de río,
rellenándose los huecos con guijarros,
fragmentos de tejas y ripios (Casas 4, 12,
19 y 23).
– gravas y gravillas (Casas 1, 9 y 16).
Elementos comunes que aparecen en los vestíbulos son los canalillos de desagüe que conducen el agua sobrante desde los patios hacia la calle.
Por último, añadir que se ha registrado un caso de
un banco o poyete de mampostería adosado a uno
de los lados del vestíbulo, como es en la Casa 2
(Fig. 4 y Lám. 2).
98
Letrinas. Se ha mencionado en varias ocasiones
que ocupan una zona acotada dentro del vestíbulo
o próxima a él, en uno de los ángulos del primer
cuerpo de la casa. Disponen de muros de tabiquería que las aíslan, privacidad que se ve favorecida en
la mayoría de los casos por tener el acceso desde el
patio. Excepción a destacar es la letrina de la Casa
16, situada en el patio aunque en una zona apartada, y quizás la de la Casa 19 que aunque no se ha
localizado, todo apunta a que estaría junto al muro
este de su patio.
Las letrinas se ubican perpendiculares al muro
de fachada para facilitar el drenaje a los pozos ciegos en los que desaguan. Para ello atraviesan estos
muros mediante canales o tejas. Algunas cuentan
con un pavimento que las antecede o rodea. En su
mayoría están formados por losas de caliza (Casas
13, 22, 23 y 24) pero los hay más rudimentarios,
a base de sillarejos, cantos de río y otras piedras
(Casas 11 y 14).
En cuanto a las tipologías documentadas son
la que siguen:
– Dos losas alargadas de caliza paralelas y
afrontadas, tallándose en las caras yuxtapuestas un canal central para la evacuación, o bien separadas quedando el espacio
resultante como canal.
– Paredes fabricadas con sillarejos, ripios y
otros. Son más rudimentarias y suelen colocar tejas en el fondo del canal interior.
– Losas de caliza paralelas en posición horizontal cerradas en su cabecera con un sillarejo u otros.
– Baldosas de barro cocido (sólo la letrina de
la Casa 25).
De otras letrinas sólo conocemos su existencia
por el canal de desagüe practicado en el muro de
fachada (Casas 19, 28 y 29). En total suman 22 las
letrinas localizadas o conservadas. De ellas la mejor
conservada es la letrina perteneciente a la Casa 13
(Lám. 5). Podría darse un caso de dos letrinas para
una sola casa, la Casa 28, por la existencia de dos
pozos ciegos frente a su muro de fachada.
4.1.7. Patios: pozos de agua y cocinas
Patios. Es el espacio al que se concede más importancia de la casa y en torno al que gira la vida
cotidiana. Todas las viviendas le ceden un importante terreno, incluso la Casa 29 pose dos (Fig. 7).
El piso suele ser de gravas o gravillas, siendo el mejor conservado el de la Casa 25 (Fig. 6). También
hallamos un caso de un patio (Casa 19) con una
zona pavimentada con un empedrado (Fig. 6).
Algunos patios disponen o conservan andenes,
ocupando de uno a sus cuatro lados. Los hay que
emplean losas de caliza rectangulares (Casa 10:
cuatro lados, Lám. 4; Casa 12: dos lados y Casa 13:
tres lados, Lám. 5). El patio de la Casa 20 combina
el andén de losas en dos de sus lados con un andén empedrado en un tercero (Fig. 6). Único es el
ejemplo de andén de ripios calizos y cantos de río,
perteneciente al patio de la Casa 29 (Fig. 7).
Pozos de agua. Elemento fundamental que encontramos en el patio es el pozo de agua. Puede
ocupar el centro, los laterales o los ángulos de éste.
Se han localizado 11 pero cada vivienda debió contar con el propio. Son circulares, con la salvedad
del pozo de la Casa 23 que es oval. Los encañados
son de piedras calizas sin tallar y/o careadas al interior, cantos de río y ripios. En superficie podemos
hallar la boca del pozo bordeada por sillares tallados (Casas 7, 12, 13, 28 y 49) e incluso por una
plataforma de losas de caliza rectangulares (Casas
12 y 13, Lám. 5). La plataforma de la Casa 12 conserva aún un rebaje curvo en los sillares próximos
a la boca, para insertar el brocal. Sólo se ha hallado
in situ el arranque de un brocal de cerámica en el
pozo de la Casa 14, decorado con un cordón con
impresiones digitales.
Cocinas. El anafe está ampliamente representado en todo el yacimiento y por los restos de cenizas
hallados conocemos que ejercían de cocina pequeños espacios junto al vestíbulo y algunos rincones
del patio (Casas 1, 7, 16 y 25).
4.1.8. Estancias: alcobas, salones y otras
dependencias
El tercer gran espacio de la vivienda lo constituyen las estancias, de una a tres según la complejidad de las primeras. Se dedicaban a alcobas y a
salones o zonas de estar. Otras dependencias secundarias y más escasas se reservarían a talleres, despachos, almacenes y despensas (Casas 12, 13, 18, 26,
27, 28 y 29) e incluso a cocinas (Casas 17 y 23).
Las alcobas y salones apenas han conservado
algún pavimento si bien debieron ser muchas las
que se cubrieron con esteras o alfombras. De forma previa los suelos se aislaban con capas de léganos. Contados son los pavimentos que nos han
llegado:
– de baldosas de barro cocido en las estancias
del Norte de la Casa 29,
– con base de picadura de sillar en la estancia
de la Casa 2,
– y de mortero de cal y arena pintado a la almagra en las estancias situadas en el Norte
de las Casas 4 y 13.
En cuanto a las otras dependencias secundarias hallamos un pavimento de picadura de sillar
en el almacén de la Casa 13.
Habitaciones propiamente reservadas a cocina se han reconocido en las Casas 17 y 23, y a
almacenes-despensas en la casa situada al Este de
la Casa 1, con tres tinajas de almacenamiento, y
en la Casa 13.
4.1.9. Canalillos de desagüe y pozos ciegos
Canalillos de desagüe. Las aguas de lluvia y excedentes de las labores domésticas se evacuan a la
calle mediante sistemas de canalización. Éstos parten del patio y recorren el vestíbulo hasta alcanzar
la cloaca o atarjea de la calle, bien atravesando el
muro de fachada bien circulando bajo el umbral de
la puerta de acceso a la vivienda. En ese recorrido
conservan un trazado rectilíneo, siendo excepción
el canal de la Casa 20 con un trazado quebrado
(Fig. 6). También se da el caso de una casa con dos
canalillos, la 23 (Fig. 6).
De los 20 conductos de desagüe registrados,
ocho mantienen parte de su cubierta, de sillarejos,
losas de caliza o lajas de pizarra. En cuanto a las
paredes y fondo ofrecen varios tipos:
– Piezas de caliza rectangulares, de 0,50 x
0,33 x 0,12 m de media, con canal interior
tallado en forma de artesa, de 0,10 x 0,06
m de media (Casas 2, 3, 4, 6, 8, 12, 14, 20,
23, 24, 25 y 26).
– Conductos de atanores de cerámica, de
0,70 m de longitud media y de 0,10-0,16
m de diámetro medio, ensamblados (Casas
9, 11, 16, 17, 22).
99
– Canalillos rudimentarios de piedras de caliza, cantos de río, lajas de pizarra y ripios.
Suelen presentar el fondo de gravas o tejas
(Casas 1, 10).
– Conducto de losas de caliza y tejas (Casa
13).
Pozos ciegos. A ellos vierten las letrinas. Se sitúan en la calle frente a éstas y junto a los muros
de fachada. Son de encañado circular y de los 15
documentados todos, salvo el de la Casa 8, conservan cubierta, consistente en grandes lajas de pizarra
o sillares de caliza. Están fabricados con calizas sin
tallar y cantos de río, siendo algunos muy toscos.
Sólo se ha registrado un caso de dos pozos ciegos
para una casa, la 28.
4.1.10. Piso superior
Los indicios son vagos y delicados de interpretar.
4.2. El trazado urbanístico
El entramado urbanístico lo conforman cinco vías o calles de orientación cardinal. Tanto su
orientación como trazado rectilíneo denotan un
diseño previo. Una de ellas destaca por su mayor
anchura, la Calle o Avenida E, tratándose de una
arteria principal, junto a la que se articula la primera manzana de casas, la manzana sur que engloba las Casas 16 a 29. A partir de esta manzana
hacia el norte surge otra, definida por otras dos calles menores, las Calles A y B. Esta manzana norte
comprende las Casas 1 a 15. Como resultado, esta
ordenación del espacio origina todo un reticulado
(Fig. 3 y Lám. 1).
Como hemos apuntado, la ocupación del espacio por las diferentes viviendas debió iniciarse a
partir de la Avenida E. A ella presentan fachada las
casas de mayor extensión (26 a 29) cuyos propietarios tendrían ocasión de elegir los terrenos mejor
situados y por tanto de más fácil comunicación o
acceso (Figs. 3 y 7).
4.2.1. Manzana Sur
Comprende el espacio urbanizado entre la Calle E y la Calle B y engloba 14 viviendas (Casas 16
a 29. Lám. 6).
100
La Calle o Avenida E: define el arrabal por el
Sur (Fig. 7 y Lám. 7). Tiene orientación E-O y
unos 9 m de anchura. En cuanto a su longitud, se
han puesto al descubierto 40 m continuando fuera
del solar tanto en su extremo este como oeste, según se ha constatado en excavaciones colindantes.
El piso, conservado sobre todo en los extremos,
es de gravas, gravillas y fragmentos cerámicos, de
unos 6-8 cm de grosor. La línea de fachada norte la
constituyen las Casas 26, 27, 28 y 29. En cambio
el límite sur es el propio campo abierto. Destacar
que, al igual que para el resto de las calles, en ella
se sitúan los diferentes pozos ciegos de las casas,
siempre ubicados junto a la línea de fachada.
La Calle B: tiene entre 3 y 3,20 m de anchura y
orientación este-oeste (Figs. 5 y 6, Lám 9). Como
en el caso anterior, se han excavado 31 m de su
longitud, continuando en ambos extremos hacia
otros solares. Se conserva buena parte del piso, de
unos 4 cm de grosor. Está formado por fragmentos
cerámicos, gravas y otras pequeñas piedras. Dispone de atarjea que recorre el eje central de la calle
en sentido E-O. Sus paredes están compuestas por
una o dos hiladas de mampuestos y cantos de río y
el fondo, apenas conservado, es de gravilla. A ella
desaguan los canalillos de las casas que la delimitan
(Casas 8 a 20), frente al vertido de las correspondientes letrinas que lo hacen a pozos ciegos practicados en la calle, como se ha comentado arriba.
Además de estas dos vías principales, la manzana sur cuenta con dos calles menores que facilitan
el acceso a su interior, dando salida a una serie de
viviendas que no cuentan con fachada a las primeras vías, como son las Casas 21, 22, 23, 24 y 25.
Las dos primeras se abren al Callejón D y las restantes a la Calle C.
Frente a las dos anteriores, la Calle C es de
orientación N-S y se ha podido excavar por completo (Fig. 6). Su longitud total es de 18,16 m y
tiene 2-2,40 m de ancho. Presenta atarjea en el
tramo sur, en el eje central y de orientación N-S.
Es muy rudimentaria, a base de diferentes piedras
irregulares para las paredes y base de gravas para el
fondo. Recibe las aguas residuales de las Casas 20,
23, 24 y 25. En cuanto a los pozos ciegos se han
localizado dos, el de la Casa 23 y otro compartido
para las Casas 24 y 25.
El Callejón D: de orientación E-O, es algo más
estrecho que el resto de las calles, alcanzando apenas los 2 m de anchura (Fig. 6). Sólo se han podido
excavar 2,80 m de su longitud, continuando hacia
el E. En el oeste queda cerrado por la Casa 16. En
él se han documentado los dos pozos ciegos correspondientes a las Casas 16 y 22.
4.2.2. Manzana norte
Comprende el espacio urbanizado entre la Calle B y la Calle A y engloba 15 viviendas (Casas 1 a
15, Lám. 8). La Calle A articula la mitad norte de
la manzana (Casas 1 a 7, Fig. 4) y la calle B la mitad
sur (casas 8 a 15, Fig. 5).
La calle A: tiene orientación E-O y el piso es de
gravas, gravillas y fragmentos cerámicos (Fig. 4 y
Lám. 2). Su anchura mide, al menos, 2 m y aunque
se han documentado 13,50 m de su longitud, continúa en sus dos extremos. A ella presentan fachada
las Casas 1 a 7 que verterían sus aguas a los pozos
ciegos abiertos en la misma. Recibiendo de igual
forma el agua de los canalillos.
Finalizamos este apartado indicando que en
cuanto a otros edificios de carácter público como
zocos, baños, mezquitas o cementerios no se han
hallado en estas parcelas de la Manzana I pero no
cabe duda que los hubo en las proximidades ya que
estos arrabales funcionaban como pequeñas ciudades.
5. ESTUDIO ZOOARQUEOLÓGICO
5.1. Material y métodos
Los restos de fauna analizados suman un total
de 2.096 fragmentos, de los que 1.446 (68,99%)
han podido ser identificados anatómica y zoológicamente, conformando el número de restos determinados (NRD). Los restantes 650 fragmentos
(31,01%) forman el grupo de los no identificados
debido, principalmente, a su pequeño tamaño y a
la falta de zonas diagnósticas, por lo que las características específicas no eran demasiado claras o no
existían por tratarse fundamentalmente de esquirlas y restos muy fragmentados. Sin embargo, parece
claro que la mayoría de los mismos pertenecerían
a animales de talla media (mesomamíferos), hecho
que vendría a reforzar la posición del ovicaprino
como cabaña más importante dentro del consumo
alimentario.
La identificación y clasificación taxonómica de
la muestra ósea se ha realizado con nuestra propia
colección comparativa. La bibliografía complementaria empleada ha sido la siguiente: Barone
(1976), Morales (1976), Pales, Lambert (1971).
Dentro de la categoría de ovicaprino se han
incluido los restos en los que no ha sido posible
diferenciar la oveja y la cabra, por tratarse de fragmentos que carecían de zonas diagnósticas para su
clasificación o éstas eran poco claras. De ahí que,
en general, pueda observarse cierta complementariedad entre las piezas asignadas a ovicaprino y las
de oveja y cabra, siendo en el primer caso costillas,
vértebras y fragmentos de diáfisis de huesos largos
fundamentalmente. En los casos en que sí ha sido
posible su diferenciación, se han seguido los criterios de Boessneck et alii (1964).
La estimación del número mínimo de individuos (NMI) se ha calculado siguiendo el criterio
de escoger entre los huesos pares aquellos que contaran con mayor número de piezas de uno de los
dos lados. El NMI obtenido de esta forma se ha
modificado cuando la determinación de edades y
sexos no concordaba con la primera estimación.
Todo el material óseo, tanto el identificado como
el no determinado, se ha pesado dando en gramos
los resultados.
El cálculo de la edad de sacrificio se ha realizado en función de la fusión de las epífisis en los
huesos largos y el desgaste y reemplazo de las piezas
dentales, siguiendo los criterios elaborados por el
Laboratorio de Arqueozoología de la Universidad
Autónoma de Madrid.
La edad se expresa en meses del modo siguiente:
101
infantil
juvenil
subadulto
adulto
senil
caballo
0-9 / 12
9-12 / 12-24
24 - 28
48 - 250
+ 250
vaca
0-5 / 9
5-9 / 24
24 - 60
60 - 180
+ 180
ovicaprino
0-5 / 9
5-9 / 24
24- 60
60 - 180
+ 180
perro
0-4 / 5
4-5 / 6-7
6-7 / 9-12
9-12 / 120
+ 120
ciervo
0-5 / 12
5-12 /12-24
12-24/ 23-27
23-27 / 150
+ 150
Se han medido todas aquellas piezas óseas que
no se encontraban quemadas, presentaban señales
de manipulación antrópica o estaban deformadas patológicamente. Las medidas se han realizado con calibres convencionales (error estimado
± 0,5 mm), siguiendo la metodología propuesta
por Driesch (1976). Para hallar los valores de la altura media en la cruz hemos utilizado los criterios
unificados de Driesch y Boessneck (1974), utilizando los índices de Fock (1966) para el ganado
vacuno.
5.2. Análisis faunístico
En este apartado vamos a analizar la presencia
de los distintos taxones representados al objeto de
valorar su cuantía, su tamaño en los casos en que
esto sea posible, y su importancia dentro de la economía del yacimiento. Los restos empleados para
este análisis vienen especificados en la Descriptiva
del material óseo (apartado 5.4.). La distribución
del NRD, NMI y peso por especies aparece en las
Tablas 1 y 2, y Gráfico 1, respectivamente. Salvo
en el caso de los équidos y animales de compañía
(perro y gato), donde no queda claro debido a la
escasez del material identificado, las demás especies
de mamíferos y aves representadas formaron parte
del consumo alimentario.
5.2.1. Mamíferos
Los mamíferos se encuentran representados
por diez especies: caballo, asno, vaca, oveja, cabra,
perro, gato, ciervo, conejo y liebre.
102
5.2.1.1. Caballo, Equus caballus
Pertenecientes a esta especie se han determinado un total de 20 fragmentos óseos (1,38%) que representan a un número mínimo de dos individuos
(1,43%). El peso del material determinado, por su
parte, sólo alcanza el 3,04% del total (Tabla 1). En
este caso las cohortes de edad representadas son la
juvenil y la adulta respectivamente. Las porciones
esqueléticas mejor representadas son las craneales
seguidas de axiales y apendiculares (Tabla 2). No
se aprecian indicios claros en el material óseo que
indiquen su inclusión en el consumo alimentario.
5.2.1.2. Asno, Equus asinus
El asno se encuentra representado en base a un
único fragmento de metápodo que presenta unas
reducidas dimensiones. El único resto determinado supone un 0,07% del NRD, el 0,71% del
NMI y un 0,06% en cuanto al peso del material
óseo determinado (Tabla 1). En este caso también
se trataría de un individuo adulto. Como ocurría
con la especie anterior no se aprecian indicios de su
inclusión en el consumo alimentario.
5.2.1.3. Vaca, Bos taurus
La cabaña bovina se encuentra bien representada. A este respecto, con 98 fragmentos óseos
determinados (6,78%) se sitúa en el segundo lugar, tras el ovicaprino, en lo que a NRD se refiere
de todas las especies determinadas. Igual posición
ocupa en cuanto al número mínimo de individuos
(5 que suponen el 3,58%), y también ocurre igual
en lo referente al peso del material óseo determina-
do (24,48%) (Tabla 1). Los restos recuperados han
sido clasificados por cohortes de edad dependiendo
del estado de fusión epifisaria y del desgaste y reemplazo de las piezas dentales. De esta forma hemos
constatado sólo la presencia de individuos juveniles, subadultos y adultos, con un claro predominio
de los animales sacrificados en edad adulta.
Las porciones esqueléticas mejor representadas
son las pertenecientes al esqueleto apendicular, seguidas por axiales y craneales (Tabla 2 y Gráfico 2).
Las huellas de fracturas, cortes y desmembramiento presentes en el material óseo indican que estos
animales fueron utilizados principalmente por su
carne. También las cohortes de edad representadas
podrían estar indicando un sacrificio preferente de
animales que habían alcanzado la madurez, en un
intento de obtener un beneficio óptimo, ya que a
esta edad proporcionarían la mayor cantidad de
carne al haber alcanzado su pleno desarrollo.
Debido principalmente a la fragmentación del
material óseo no ha sido posible realizar ninguna
diferenciación sexual. El único hueso largo completo (un metacarpo) que ha permitido obtener su
longitud máxima ha proporcionado la siguiente
altura en la cruz:
Metacarpo
Longitud
máxima
Factor
Altura en la cruz
170,0 mm
6.0
102,0 cm
Se trataría, por tanto, de un animal de talla pequeña en base a la talla obtenida (Lám. 10).
Las porciones esqueléticas mejor representadas
son las apendiculares (principalmente fragmentos
distales de tibia y proximales de radio), seguidas
por axiales (fundamentalmente fragmentos de costillas) y craneales (piezas dentales aisladas en su mayoría) (Tabla 2, Gráfico 3 y Láms. 11 a 14).
En cuanto a la proporción oveja/cabra existente en la composición de los rebaños, pese a la
escasez de material y a la fracturación observada en
el mismo, parece que fue la oveja la especie más
numerosa en la composición de los mismos y la
base del consumo cárnico.
Aunque no ha sido posible recuperar ningún
hueso largo completo que nos permita calcular la
altura en la cruz de ovejas y cabras, las escasas medidas obtenidas apuntarían a la presencia de animales de talla mediana (apartado 5.3.).
En cuanto a la edad de sacrificio observada en
estos animales, aunque se encuentran representadas todas las cohortes (infantiles, juveniles, subadultos, adultos), existiría un marcado predominio
de los individuos sacrificados en edad juvenil y
adulta sobre las demás. Esta composición de edad
en el material recuperado podría responder a un
control y reemplazo del ganado. Por una parte, el
mayor número de individuos sacrificados en edad
adulta podría responder a la obtención de leche y
lana principalmente, así como de carne una vez
cumplida su función reproductiva. Por otra, la relativa abundancia de animales infantiles y juveniles podría responder a un sacrificio selectivo de los
machos ( ), asegurando así el consumo de carne
tierna y el reemplazo del rebaño no sacrificando
las hembras (
), por lo general, hasta alcanzar
la edad adulta.
5.2.1.4. Ovicaprino, Ovis aries / Capra hircus
Dentro de esta categoría hemos incluido todos
los restos determinados de oveja y cabra junto a
los que no pudieron ser clasificados a especie y que
se engloban bajo el epígrafe de ovicaprino. Esta
cabaña ganadera se encuentra bien representada
tanto a nivel de número de restos determinados
(88,79%), número mínimo de individuos
(84,29%) y peso del material óseo (71,94%), situándose en primer lugar de todas las especies animales determinadas en los tres índices calculados
(Tabla 1).
5.2.1.5. Perro, Canis familiaris
A perro sólo se ha atribuido un único fragmento óseo (0,07%) que representa a un número
mínimo de 1 individuo adulto (0,71%). El peso
del material óseo (0,02%) es irrelevante (Tabla 1).
La única porción ósea representada (metacarpiano) pertenece al esqueleto apendicular (Tabla 2).
Aunque escasa en cuanto a número de restos óseos
determinados, la presencia de esta especie parece
atestiguada en las huellas de mordeduras que presenta el material óseo analizado.
103
5.2.1.6. Gato, Felis catus
Como ocurría en el caso anterior, el gato también se encuentra representado por un único fragmento óseo determinado (0,07%) que representa a
un individuo adulto (0,71%). El peso del material
óseo determinado supone el 0,01% del total (Tabla
1). La única porción ósea representada (húmero,
Lám. 15) pertenece, asimismo, al esqueleto apendicular (Tabla 2). También en este caso la presencia de
huellas de mordeduras en huesos de gallina, indicaría la presencia de gatos en un ámbito doméstico.
5.2.1.7. Ciervo, Cervus elaphus
Esta especie, como ocurría con perro y gato, ha
proporcionado un único fragmento determinado
(0,07%) perteneciente a un único individuo adulto
(0,71%). El peso del material determinado supone
el 0,18 % del total determinado (Tabla 1). La única
porción ósea recuperada (metacarpo, Lám. 16) pertenece también al esqueleto apendicular (Tabla 2).
5.2.1.8. Conejo, Oryctolagus cuniculus
La presencia de conejo en la muestra ósea es escasa, ya que sólo se han determinado 7 restos óseos
(0,48%) pertenecientes a un número mínimo de
3 individuos (2,14%). El peso del material determinado sólo supone un 0,05% del total (Tabla 1).
Todas las porciones óseas determinadas pertenecen
al esqueleto apendicular (Tabla 2). Todo el material
determinado pertenece a individuos adultos.
5.2.1.9. Liebre, Lepus granatensis
Dos fragmentos óseos (0,14%) pertenecientes al esqueleto apendicular, que representan a un
único individuo (0,71%), se han asignado a esta
especie. El peso del material determinado supone
el 0,02% del total (Tablas 1 y 2).
5.2.2. Aves
Los restos de avifauna determinados en la
muestra ósea pertenecen sólo a dos especies, una
doméstica (gallina) y otra silvestre (perdiz).
5.2.2.1. Gallina, Gallus gallus
Los restos recuperados asignados a esta especie
se elevan a un total de 28 (1,94%) que representan
104
a un número mínimo de 5 individuos (3,58%). El
peso del material determinado, en clara contraposición a lo que ocurre con las cabañas ganaderas, es
muy poco significativo alcanzando sólo un 0,19 %
del total (Tabla 1).
Las únicas porciones óseas representadas son
las pertenecientes al esqueleto apendicular, destacando los fragmentos de fémur (Lám. 17) y tibiotarso respectivamente (Tabla 2). Las fracturas y
cortes presentes en el material óseo indican que estos animales fueron utilizados principalmente por
su carne. También son evidentes marcas de dientes
que, por las características que presentan, nos inclinan a pensar en el gato doméstico como autor de
las mismas.
Todos los individuos determinados fueron sacrificados en edad adulta y sólo en un caso ha sido
posible realizar una determinación sexual gracias a
un tarsometatarso, tratándose de un ejemplar macho ( ).
5.2.2.2. Perdiz, Alectoris rufa
Sólo 3 restos se han determinado como pertenecientes a esta especie (0,21%) que representan
a un único individuo adulto (1,43%). El peso del
material determinado (0,01%), como ocurría en el
caso de los animales de compañía, es insignificante
(Tabla 1). Las porciones óseas recuperadas pertenecen al esqueleto apendicular (Tabla 2).
5.2.3. Moluscos
En el análisis de la muestra ósea también se ha
documentado la presencia de valvas de moluscos
marinos representados por las siguientes especies,
siendo las dos primeras las mejor representadas: almendra de mar, Glycymeris Glycymeris; berberecho,
Cardium edule, almeja, Venerupis sp. y ostra, Ostrea
edulis.
5.3. Medidas osteométricas
Bd: anchura distal; BT: anchura de la tróclea;
Bp: anchura proximal; GL: longitud máxima; SD:
anchura menor de la diáfisis.
Vaca
Metacarpo
GL
170.0
Bp
54.0
SD
28.0
Bd
56.0
Metatarso
56.0
44.0
53.0
Oveja
Húmero
Bd
34.0
34.0
BT
33.0
32.0
Bd
33.0
31.0
30.0
32.0
BT
Bd
30.0
BT
30.5
32.0
29.0
29.0
29.0
28.0
27.0
29.0
30.0
26.0
28.0
29.0
32.0
36.0
34.0
33.0
32.5
32.0
27.0
31.0
31.0
26.5
29.5
36.0
34.0
nº
variación
x
Bd
21
27.0 – 36.0
31.6
BT
13
26.0 – 33.0
29.7
Radio
Bp
36.0
33.0
30.0
30.0
33.0
33.0
n.º
variación
x
6
30.0 – 36.0
32.5
Tibia
Bd
28.0
28.0
27.0
27.0
Bd
28.0
29.0
28.0
28.0
29.0
Bd
27.0
27.0
27.5
30.0
n,º
variación
x
13
27.0 – 30.0
28.0
Metatarso
Bp
23.0
105
Cabra
Radio
Bp
32.5
34.0
35.0
34.0
n.º
variación
x
4
32.5 – 35.0
33.9
n.º
variación
x
Húmero
Bd
36.0
35.5
30.0
29.0
30.0
35.0
6
29.0 – 36.0
32.6
BT
34.0
34.0
28.5
27.0
29.0
33.0
6
27.0 – 34.0
30.9
n.º
variación
x
7
25.0 – 28.0
25.9
Metacarpo
Bp
27.0
Tibia
Bd
25.0
28.0
25.0
25.5
26.0
25.0
27.0
Liebre
Radio
Bp
8.0
5.4. Descriptiva del material óseo analizado
1. Caballo. costillas: 2; escápula: 1. Vaca. costillas: 2; metatarso: 1; falange 10: 1.Oveja. escápula: 1; húmero: 1. Ovicaprino. mandíbula:
6; costillas: 38; escápula: 4; húmero: 6; ulna: 1;
radio: 15; metacarpo: 12; pelvis: 6; fémur: 5;
tibia: 19; calcáneo: 1; falange 10: 2; metatarso:
5. Cabra. escápula: 1. Gato. húmero: 1. Gallina. coracoides: 1. Indeterminados: 25.
2. Ovicaprino. dientes inferiores: 1; tibia: 1. Indeterminados: 8.
3. Ovicaprino. axis: 1; vértebras: 2; costillas: 5;
húmero: 1; radio: 2. Indeterminados: 5.
4. Ovicaprino. mandíbula: 1; costillas: 8; húmero: 2; radio: 1; metacarpo: 1; fémur: 1; calcáneo: 1. Gallina. tibiotarso: 1. Indeterminados: 12.
106
5. Ovicaprino. vértebras: 1; costillas: 1; tibia: 1.
Indeterminados: 1.
6. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino. dientes inferiores: 1; costillas: 1; escápula: 1; húmero: 2;
radio: 1; fémur: 2. Indeterminados: 2.
7. Ovicaprino. vértebras: 1; costillas: 2; húmero:
2; tibia: 2; calcáneo: 1.
8. Oveja. ulna: 1. Ovicaprino. dientes inferiores:
1; vértebras: 1; costillas: 3; radio: 1; metacarpo:
1; tibia: 2; metatarso: 3; falange 10: 1. Indeterminados: 18.
9. Ovicaprino. costillas: 3; escápula: 1; húmero:
3; radio: 2; metacarpo: 1; tibia: 1; calcáneo: 1;
falange 10: 1. Indeterminados: 25.
10. Vaca. astrágalo: 1.
11. Oveja. húmero: 1; tibia: 1. Ovicaprino. costillas: 1; escápula: 1; húmero: 3; radio: 3; meta-
carpo: 2; pelvis: 2; tibia: 6; metatarso: 4. Indeterminados: 10.
12. Vaca. falange 10: 1. Ovicaprino. tibia: 2. Indeterminados: 2.
13. Vaca. húmero: 1; metacarpo: 1. Ovicaprino.
tibia: 3. Gallina. fémur: 1. Indeterminados:
5.
14. Ovicaprino. falange 10: 1.
15. Ovicaprino. húmero: 2; radio: 1; tibia: 1; metatarso: 1. Indeterminados: 10.
16. Ovicaprino. atlas: 1; costillas: 3; escápula: 1;
metatarso: 1. Indeterminados: 15.
17. Ovicaprino. dientes superiores: 2; vértebras:
1; costillas: 1; húmero: 1; radio: 1; metacarpo:
1; tibia: 1. Conejo. fémur: 1. Indeterminados: 12.
18. Vaca. metacarpo: 1. Ovicaprino. costillas: 1;
metacarpo: 1.
19. Ovicaprino. escápula: 1; radio: 3; tibia: 3. Indeterminados: 8.
20. Vaca. vértebras: 1; falange 10: 1. Oveja. tibia:
2. Ovicaprino. costillas: 1; radio: 3; pelvis: 1;
tibia: 1; metatarso: 1. Indeterminados: 2.
21. Vaca. vértebras: 1; costillas: 1; húmero: 1.
Ovicaprino. mandíbula: 1; dientes inferiores:
2; vértebras: 1; costillas: 4; húmero: 2; radio:
4; tibia: 4. Perdiz. tibiotarso: 1. Indeterminados: 20.
22. Vaca. vértebras: 1; costillas: 1; húmero: 1;
ulna: 1; fémur: 1. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino. dientes superiores: 1; dientes inferiores:
2; vértebras: 7; costillas: 16; escápula: 1; húmero: 1; radio: 2; metacarpo: 4; pelvis: 1; tibia:
2; metatarso: 2. Gallina. radio: 1; fémur: 1.
Indeterminados: 14.
23. Ovicaprino. costillas: 1; escápula: 2; húmero:
1; ulna: 1; pelvis: 1. Indeterminados: 4.
24. Vaca. costillas: 3; escápula: 1; húmero: 1; radio: 1. Oveja. ulna: 1. Ovicaprino. mandíbula: 1; vértebras: 4; costillas: 18; escápula: 1;
húmero: 2; radio: 3; metacarpo: 4; pelvis: 1;
fémur: 2; tibia: 3; metatarso: 2. Gallina. escápula: 1; tibiotarso: 1; tarsometatarso: 1 (%).
Indeterminados: 25.
25. Vaca. mandíbula: 1; vértebras: 1; costillas: 5;
tibia: 1. Oveja. húmero: 3; radio: 1; tibia: 1.
Ovicaprino. mandíbula: 1; costillas: 8; húmero: 2; radio: 1; metacarpo: 2; pelvis: 2; tibia: 4;
falange 10: 1. Cabra. radio: 1. Indeterminados: 5.
26. Vaca. tibia: 1. Ovicaprino. vértebras: 2; costillas: 1; húmero: 2; tibia: 1.
27. Ovicaprino. radio: 1. Indeterminados: 4.
28. Ovicaprino. fémur: 1.
29. Ovicaprino. dientes superiores: 1; costillas: 1.
Indeterminados: 14.
30. Oveja. radio: 1. Ovicaprino. costillas: 2; ulna:
1. Gallina. húmero: 1; radio: 1; tarsometatarso: 1. Indeterminados: 2.
31. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino. costillas: 1; tibia: 1. Indeterminados: 2.
32. Oveja. escápula: 1; tibia: 1. Ovicaprino. dientes superiores: 1; vértebras: 3; costillas: 4; húmero: 1; radio: 1; fémur: 2; calcáneo: 1. Cabra. metacarpo: 1. Indeterminados: 12.
33. Asno. metápodo: 1. Vaca. falange 10: 1. Ovicaprino. vértebras:1; escápula: 2; fémur:2; metatarso: 1. Gallina. fémur: 1. Indeterminados:
4.
34. Ovicaprino. dientes superiores: 3; dientes
inferiores: 1; atlas: 1; costillas: 1; escápula: 1;
húmero: 1; radio: 2; metacarpo: 1; pelvis: 1;
fémur: 1; tibia: 1. Indeterminados: 6.
35. Ovicaprino. costillas: 3; húmero: 1; radio: 1.
Indeterminados: 3.
36. Vaca. costillas: 1; falange 10: 1. Ovicaprino.
costillas: 1; escápula: 1; fémur: 1; tibia: 1; calcáneo: 1; falange 10: 1.
37. Ovicaprino. costillas: 3; húmero: 3; radio: 2;
fémur: 1; tibia: 1; calcáneo: 1; astrágalo: 1; falange 10: 1. Indeterminados: 1.
38. Ovicaprino. costillas: 1; húmero: 1; radio: 2;
tibia: 3. Indeterminados: 4.
39. Ovicaprino. costillas: 3; metacarpo: 1.
40. Vaca. mandíbula: 1; fémur: 1; metápodo: 1.
Ovicaprino. costillas: 4; radio: 2; metacarpo:
1; fémur: 1; tibia: 2. Gallina. coracoides: 1.
Indeterminados: 15.
41. Vaca. costillas: 1. Oveja. ulna: 1. Ovicaprino.
costillas: 2; escápula: 1; metacarpo: 1; calcáneo: 1.
42. Ovicaprino. tibia: 1; calcáneo: 1; metatarso: 1.
Indeterminados: 1 (hueso trabajado).
43. Oveja. tibia: 1. Ovicaprino. fémur: 1; tibia: 1.
107
44. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino. costillas: 5; radio: 1; metacarpo: 1; pelvis: 1; fémur: 1; tibia:
1. Cabra. húmero: 1. Indeterminados: 3.
45. Vaca. costillas: 1; ulna: 1. Oveja. húmero: 1.
Ovicaprino. costillas: 1; metacarpo: 1; pelvis:
1; fémur: 1; tibia: 2; metatarso: 1. Indeterminados: 4.
46. Ovicaprino. costillas: 1; fémur: 1; calcáneo: 1.
Indeterminados: 10.
47. Ovicaprino. dientes superiores: 2; vértebras:
1; escápula: 1; metacarpo: 1; pelvis: 1; tibia: 1;
calcáneo: 1; falange 10: 1. Perdiz. tibiotarso:
1. Indeterminados: 2.
48. Ovicaprino. tibia: 2.
49. Caballo. metacarpo: 1. Vaca. radio: 1; fémur:
1. Oveja. tibia: 1. Ovicaprino. costillas: 1; húmero: 2; tibia: 2; calcáneo: 2. Cabra. tibia: 1.
Indeterminados: 6.
50. Ovicaprino. costillas: 2; húmero: 1; radio: 1;
metacarpo: 2; fémur: 1; tibia: 2; calcáneo: 1.
51. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino. mandíbula: 1;
vértebras: 1; costillas: 3; radio: 2; metacarpo: 1;
tibia: 2. Ciervo. metacarpo: 1. Perdiz. coracoides: 1. Indeterminados: 4.
52. Ovicaprino. mandíbula: 1; costillas: 2; escápula: 1; radio: 2; fémur: 1. Indeterminados: 3.
53. Ovicaprino. dientes inferiores: 1; húmero: 1;
radio: 1; calcáneo: 1. Indeterminados: 1.
54. Caballo. dientes superiores: 7; metacarpo: 1.
Vaca. viscerocráneo: 1; vértebras: 1; costillas:
1; escápula: 1; húmero: 1; radio: 1; metacarpo:
2; tibia: 1; metatarso: 4; falange 10: 2. Oveja.
escápula: 3; húmero: 5; radio: 2; tibia: 3. Ovicaprino. dientes superiores: 4; mandíbula: 4;
vértebras: 4; costillas: 16; escápula: 5; húmero:
11; ulna: 1; radio: 18; metacarpo: 10; pelvis:
10; fémur: 2; tibia: 25; calcáneo: 4; astrágalo:
1; metatarso: 4; falange 10: 3. Cabra. tibia: 4.
Indeterminados: 50.
55. Vaca. mandíbula: 1. Oveja. ulna: 1. Ovicaprino. mandíbula: 1; vértebras: 1; costillas: 2;
escápula: 1; húmero: 1; metacarpo: 1; pelvis:
1; fémur: 1; tibia: 3; metatarso: 2. Indeterminados: 2.
56. Vaca. fémur: 1; metatarso: 1. Ovicaprino. escápula: 1; húmero: 1; radio: 2; metacarpo: 1;
pelvis: 1; fémur: 2; tibia: 4; metatarso: 1. Indeterminados: 3.
108
57. Ovicaprino. costillas: 3; radio: 1; fémur: 1; tibia: 3. Indeterminados: 3.
58. Oveja. húmero: 1. Cabra. escápula: 1.
59. Vaca. vértebras: 2; costillas: 1; radio: 1. Oveja. húmero: 2; ulna: 1; tibia: 1; metatarso: 1.
Ovicaprino. dientes superiores: 1; costillas: 4;
tibia: 2; calcáneo: 1; falange 10: 3. Indeterminados: 5.
60. Ovicaprino. dientes superiores: 1; costillas: 1;
radio: 1; tibia: 2; falange 10: 2. Indeterminados: 1.
61. Ovicaprino. dientes superiores: 2; pelvis: 2;
tibia: 1. Conejo. tibia: 1.
62. Ovicaprino. vértebras: 1; húmero: 1; metacarpo: 1; tibia: 1. Indeterminados: 1.
63. Vaca. dientes inferiores: 1; costillas: 4; húmero: 1; ulna: 1. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino.
mandíbula: 1; costillas: 11; húmero: 2; radio:
6; pelvis: 2; tibia: 3; calcáneo: 1. Indeterminados: 10.
64. Oveja. húmero: 1; astrágalo: 1; metatarso: 1;
falange 10: 1. Ovicaprino. mandíbula: 1; vértebras: 2; costillas: 2; radio: 1; tibia: 3. Indeterminados: 4.
65. Oveja. radio: 1. Ovicaprino. dientes superiores: 1; mandíbula: 1; axis: 1; vértebras: 1;
costillas: 8; escápula: 3; metacarpo: 1; pelvis:
1; fémur: 1; tibia: 2; calcáneo: 1; metatarso:
1; falange 10: 1. Cabra. ulna: 1; radio: 1. Perro. metacarpo: 1. Conejo. húmero: 1; tibia:
1. Gallina. coracoides: 1. Indeterminados: 5.
66. Oveja. tibia: 1. Ovicaprino. dientes superiores: 3; dientes inferiores: 2; vértebras: 2; costillas: 4; escápula. 2; húmero: 1; ulna: 1; radio:
3; metacarpo: 5; fémur: 2; tibia: 1. Cabra. húmero: 1; ulna: 1. Indeterminados: 15.
67. Ovicaprino. escápula: 1; húmero: 2; radio: 3;
metacarpo: 1; tibia: 2. Gallina. tibiotarso: 1.
Indeterminados: 10.
68. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino. dientes superiores: 1; escápula: 2; húmero: 2; radio: 1;
fémur: 1; tibia: 1. Cabra. tibia: 1. Indeterminados: 10.
69. Vaca. pelvis: 1. Ovicaprino. neurocráneo: 1;
dientes superiores: 1; costillas: 8; escápula: 1;
húmero: 1; radio: 1; metacarpo: 2; fémur: 1;
tibia: 1; falange 10: 1. Indeterminados: 6.
70. Vaca. pelvis. 1. Ovicaprino. vértebras: 1; costillas: 9; escápula: 2; húmero: 2; tibia: 1; metápodo: 1. Indeterminados: 5.
71. Ovicaprino. costillas: 1; húmero: 1; tibia: 1.
Conejo. tibia. 1. Gallina. escápula: 1.
72. Ovicaprino. vértebras: 1; húmero: 1; radio:
1; metacarpo: 3; tibia: 2; metatarso: 2; falange
10: 1. Indeterminados: 20.
73. Ovicaprino. dientes superiores: 1; vértebras: 1;
costillas: 1; escápula: 1; húmero: 1; radio: 3; tibia: 3. Gallina. fémur: 1. Indeterminados: 5.
74. Ovicaprino. costillas: 1; escápula: 1; húmero:
1; fémur: 1; astrágalo: 1; metatarso: 1.
75. Vaca. vértebras: 1; costillas: 2; pelvis: 1; patella: 1.Ovicaprino. vértebras: 2; costillas: 2;
escápula: 1; radio: 3; metacarpo: 1; fémur: 1.
Gallina. tibiotarso: 1. Indeterminados: 6.
76. Ovicaprino. tibia: 2; falange 10: 1. Indeterminados: 1.
77. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino. vértebras: 1;
costillas: 6; escápula: 3; radio: 2; metacarpo: 2;
pelvis: 1; fémur: 2; tibia: 4; metatarso: 2. Cabra. húmero: 1. Indeterminados: 7.
78. Ovicaprino. tibia: 1.
79. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino. escápula: 1;
tibia. 2; metatarso: 1. Gallina. fémur: 1.
80. Vaca. tibia: 1. Oveja. tibia: 1. Ovicaprino. clavija: 1; costillas: 1; húmero: 2; calcáneo: 1.
Indeterminados: 8.
81. Ovicaprino. dientes inferiores: 1; radio: 2; pelvis: 1; tibia: 1. Conejo. tibia: 1.
82. Ovicaprino. húmero: 1; radio: 2; pelvis: 1; fémur: 2. Gallina. ulna: 1.
83. Oveja. húmero: 5; ulna: 1; radio: 1. Ovicaprino. dientes superiores: 1; dientes inferiores: 2;
vértebras: 1; costillas: 10; escápula: 4; húmero: 4; ulna: 1; radio: 3; metacarpo: 2; pelvis:
4; fémur: 3; tibia: 3; calcáneo: 1; falange 10:
3. Cabra. húmero: 1; radio: 1. Gallina. ulna:
1; radio: 1; fémur: 1; tibiotarso: 1. Indeterminados: 25.
84. Ovicaprino. ulna: 1; tibia: 1; calcáneo: 1. Cabra. tibia: 1.
85. Oveja. tibia: 1. Ovicaprino. húmero: 1.
86. Ovicaprino. dientes superiores: 1; fémur: 1;
tibia: 1.
87. Ovicaprino. costillas: 1; escápula: 1; radio: 2;
metápodo: 2. Indeterminados: 2.
88. Ovicaprino. dientes superiores: 1; dientes inferiores: 2; costillas: 1; escápula: 2; húmero:
3; ulna: 1; radio: 1; metatarso: 1. Indeterminados: 1.
89. Vaca. húmero: 1; radio: 1. Ovicaprino. costillas: 2; pelvis: 1; tibia: 2; calcáneo: 1; astrágalo: 1. Indeterminados: 3.
90. Ovicaprino. costillas: 1; radio: 2; húmero: 1;
tibia: 1. Indeterminados: 1.
91. Oveja. tibia: 1. Ovicaprino. vértebras: 1;
costillas: 1; radio: 1; pelvis: 1; tibia: 2. Conejo. radio: 1. Indeterminados: 5.
92. Ovicaprino. costillas: 2; escápula: 1; húmero: 1; ulna: 1; tibia: 1. Indeterminados: 5.
93. Caballo. dientes inferiores: 1. Ovicaprino.
dientes superiores: 1; costillas: 1; tibia: 2; metatarso: 1.
94. Ovicaprino. húmero: 1. Indeterminados: 2.
95. Caballo. dientes inferiores: 1; costillas: 2;
pelvis: 1. Vaca. mandíbula: 1; costillas: 3; metatarso: 1. Oveja. escápula: 1; húmero: 3; radio: 1; tibia: 1. Ovicaprino. neurocráneo: 2;
viscerocráneo: 10; dientes superiores: 6; mandíbula. 2; vértebras: 1; costillas: 8; escápula:
3; húmero: 8; ulna: 1; radio: 4; metacarpo:
8; pelvis: 1; fémur: 3; tibia: 7; calcáneo: 1;
metatarso: 4. Cabra. clavija: 1; escápula: 1;
húmero: 3; ulna: 1; radio: 1; pelvis: 1; tibia:
2. Gallina. fémur: 1; tibiotarso: 1. Indeterminados: 54.
96. Vaca. radio: 1. Ovicaprino. dientes superiores: 1; vértebras: 1; costillas: 2; húmero: 1;
radio: 1; fémur: 1; metatarso: 1. Cabra. húmero: 1. Indeterminados: 19.
97. Ovicaprino. vértebras: 1; húmero: 1; radio:
1; metacarpo: 1; tibia: 2. Liebre. radio: 1; tibia: 1. Indeterminados: 5.
98. Vaca. costillas: 3; falange 20: 1. Ovicaprino.
costillas: 1; escápula: 1; húmero: 1; radio: 2;
metacarpo: 1; fémur: 1; tibia: 1; falange 10:
1.Cabra. radio: 1. Gallina. fémur: 1; tibiotarso: 1. Indeterminados: 4.
99. Caballo. dientes superiores: 2. Vaca. falange 10: 1.Oveja. ulna: 1; húmero: 1; tibia: 1.
Ovicaprino. costillas: 2; radio: 3; pelvis: 1;
fémur: 1; tibia: 1; metatarso: 1; metápodo: 1.
Indeterminados: 4.
109
100. Caballo. escápula: 1. Ovicaprino. metatarso: 2. Indeterminados: 1.
101. Ovicaprino. costillas: 1; radio: 1; tibia: 1. Indeterminados: 10.
102. Ovicaprino. metatarso: 1. Indeterminados:
1.
103. Ovicaprino. tibia: 1.
104. Vaca. mandíbula: 1; sacro: 1; tibia: 1. Ovicaprino. húmero: 1; tibia: 1; calcáneo: 1; metatarso: 1.
105. Ovicaprino. costillas: 2; metacarpo: 1; tibia:
1. Indeterminados: 2.
106. Ovicaprino. dientes superiores: 1; escápula:
1; radio: 1; fémur: 1.
5.5. Discusión
Los restos pertenecientes a équidos han sido
escasos, hecho que ha impedido profundizar más
allá de la mera distinción de especie, caballo y asno.
No se han apreciado evidencias claras de cortes en
el material óseo que pudieran indicar su inclusión
en el consumo alimentario. También algunos autores árabes indican su escaso empleo como alimento
(Díaz García, 1982-83). Por ello nos inclinamos
más a pensar en cuestiones relacionadas con transporte y trabajo agrícola como ocupación principal
de estos animales.
El ganado vacuno es la segunda cabaña ganadera mejor representada tras el ovicaprino. En este
caso si se encuentran presentes en el material óseo
analizado tanto fracturas como huellas de cortes,
que indicarían su inclusión en el consumo alimentario. Se ha determinado la presencia de animales
juveniles, subadultos y adultos. Según distintos autores árabes: “en cuanto a las carnes de vacas adultas,
son frías, recias y difíciles de digerir, generan el humor
melancólico o de bilis negra, y producen enfermedades
melancólicas, siendo adecuadas para los que realizan
trabajos pesados. En cuanto a las carnes de vacas
jóvenes, son frías, más bien algo húmedas, y tienen
una mejor complexión, produciendo mejor quimo. La
carne de ternera lechal es un alimento equilibrado,
por cuanto la humedad propia de edad modera la sequedad de su complexión. La sangre generada por ella
es excelente. Esta carne es como la de cordero añal en
bondad y excelencia. Y tiene un aroma que indica la
calidad de su quimo. Las hembras son mejores que
110
los machos. La ternera produce una carne excelente,
aunque es un poco pesada” (Díaz García, 1982-83).
“Los bueyes, por su condición de animales de tiro, tenían un precio elevado y, por tanto, su carne era poco
empleada en la alimentación; sólo cuando ya no eran
útiles para el trabajo, su precio bajaba ostensiblemente. Tras la carne de choto y borrego, Averroes señala la
de ternero, más aromática que la de choto, aunque
ésta última genera un quimo de más calidad que la de
cordero” (García Sánchez, 1983-86).
La cabaña ovicaprina se configura como la base
alimentaria de la población, con un consumo más
significativo de oveja que de cabra. Para intentar
profundizar en esta situación volvemos a recurrir
a los escritos de diversos autores árabes. “La mejor carne de ganado es la de cordero añal, de un año
cumplido. Es la de sabor más agradable, y al mismo
tiempo la que contiene un mayor alimento. La sangre
generada por ella es excelente. Esta carne es rápida de
digerir, y de mucha afinidad con nuestros cuerpos. A
la carne de cordero añal le sigue en calidad la carne
de carnero que ha echado sus primeros dientes, ya que
es menos jugosa, y de complexión más proporcionada
que la carne de borrego y de oveja. Se transforma en
una sangre excelente, sin producir flema, y no necesita en absoluto ser corregida. La carne de borrego es
caliente, húmeda, más jugosa que la carne de carnero
de dos años. La carne de carnero viejo es la más seca
y desabrida de las carnes de carnero. La sangre que
genera es densa. Tiene un sabor desagradable, por predominar en ella la sequedad. Por último, la carne de
ovejas lactantes es más jugosa que la carne de borregos
pequeños, menos caliente y más viscosa. Y si es añal,
su carne es mejor, aunque menos húmeda y jugosa”
(Díaz García, 1982-83).
En lo que se refiere a la cabra encontramos
lo siguiente: “La carne de cabras viejas no es buena, genera enfermedades melancólicas y es muy seca.
En cuanto a la carne de cabras jóvenes, constituye un
buen alimento, próximo al punto de equilibrio, y producen una sangre buena, aunque algo seca. Es necesario comerla con mucha grasa. En cuanto a la carne de
choto lechal, son de agradable sabor y muy nutritivas,
y la sangre que generan es buena. Son equilibradas y
exentas de todo mal, porque la jugosidad debida a su
edad compensa la natural sequedad de su complexión.
Igualmente, de todo animal de complexión seca sus
crías son preferibles a los adultos, pues la humedad de
su edad contrarresta la sequedad de su complexión y
su naturaleza. Además de eso, la carne de choto es de
fina contextura, y saludable para quienes tienen poca
humedad y débil digestión, como los convalecientes de
enfermedades” (Díaz García, 1982-83).
Los animales de compañía se encuentran representados por perro y gato, aunque su importancia dentro de la muestra ósea sea testimonial. Sin
embargo, la presencia de la última especie en ámbitos domésticos queda testimoniada por las marcas
de mordeduras sobre huesos de gallina (Lám. 17).
Las especies de mamíferos silvestres (ciervo,
conejo, liebre) muestran también una escasez de
material determinado que hace de su presencia
algo testimonial. Para algunos autores árabes: “En
cuanto a la carnes de liebre, conejo, ciervo y onagro,
todas ellas son malas y generan un humor melancólico” (Díaz García, 1982-83). “En lo que respecta
a las carnes de caza (liebre, conejo, ciervo, onagro,
gacela, etc.) todos los autores, tanto andalusíes como
orientales, las consideran bastas, secas y dañinas, salvo raras excepciones. Sin embargo la carne de caza,
abundante en la Andalucía islámica, constituía un
considerable suplemento alimenticio de buena parte
de su población. Junto con el conejo doméstico, el de
monte era una carne muy apreciada desde un punto
de vista económico, dada su frecuente y masiva venta
en los zocos” (García Sánchez, 1983-86).
Las aves, por último, se encuentran bien representadas sobre todo en el caso de la gallina, animal
muy apreciado tanto por árabes como por cristianos. A este respecto: “Las mejores carnes de aves para
el cuerpo humano, especialmente para aquéllos que
hacen poco ejercicio, son las carnes de gallina” (Díaz
García, 1982-83). “Dentro del grupo de las volátiles,
la carne más apreciada era la de gallina, especialmente la de gallinas jóvenes; Averroes la antepone a todas
las carnes, incluidas las de ganado. En efecto, la carne de gallina tiene un contenido relativamente bajo
de grasa, aunque algo más elevado que la de pollo, y
un alto grado de digestibilidad. Tras ella, los distintos
autores colocan la de perdiz” (García Sánchez, 198386).
Como parece obvio por el registro arqueológico al que pertenecen los restos óseos analizados
(época califal), no se ha recuperado ningún resto
óseo de cerdo. “Del cerdo, animal considerado impuro dentro de las leyes religiosas musulmana y judaica,
no sabemos si se consumiría, al menos en los ambientes rurales, dada la alimentación tan económica que
exige y su aprovechamiento total. Aparte de la prohibición del consumo de carne de cerdo, los musulmanes
no podían comprar carne en las carnicerías de los cristianos y judíos” (García Sánchez, 1983-86).
6. CRONOLOGÍA
El material mueble recuperado certifica la cronología califal del arrabal puesto al descubierto
pues sus formas y tipologías se encuadran en este
período. Los fragmentos cerámicos pertenecen en
gran número a formas elaboradas en cerámica común y vidriada. Anafes, lebrillos, ollas, marmitas,
cazuelas, tinajas, orzas, cántaros, botellas, jarros,
jarritos y tapaderas, realizadas en cerámica común
se emplearían en la cocina y cuencos en diversos
vidriados, ataifores decorados con la técnica “verde
y manganeso”, redomas y jarritos vidriados y otros,
en la mesa. La cerámica pintada y con engobe es
más escasa. Comunes son los candiles de piquera
alargados y con decoración de goterones de vedrío
verde.
Junto a este material, en metal, destacan los
herrajes de puertas, alcayatas y hojas de cuchillo en
hierro y las despabiladeras de candiles en bronce.
7. CONCLUSIONES
Nos encontramos pues ante parte de un extenso arrabal de la Córdoba del siglo X y principios del
XI, delimitado al sur por esta gran arteria o Avenida
E (Fig. 3 y Lám. 1). El límite este se perfila como
el propio lienzo oeste de la muralla, pues otros restos de arrabal se han localizado en las avenidas de
Medina Azahara y Arroyo del Moro y en la contigua zona del MA-3. Por último, en cuanto al límite
oeste, los restos se extienden de momento hasta la
urbanización de Miralbaida. Todo apunta a que la
Avenida E sería la vía de comunicación del arrabal
con una de las puertas de la ciudad, la de Amir al
Qurashi o actual Puerta de Gallegos (Fig. 2).
Por tanto, este arrabal sería uno de los nueve
que los investigadores citan para el ensanche occidental (CASTEJÓN, 1929: 44; CABRERA, 1994:
117) que, junto a otros, experimenta la ciudad a
raíz de convertirse en capital del Califato Omeya,
cuando la aglomeración urbana surgida hizo necesaria la creación de nuevas superficies urbanizadas
(Fig. 2). Las fuentes relatan este amplio ensanche
111
urbanístico del siglo X, materializado en un denso
cinturón de carácter netamente urbano en torno
al recinto murado, conformado por arrabales independientes entre sí y a la vez estrechamente subordinados al gobierno y autoridad de la madina, crecimiento, por otra parte, que no fue arbitrario sino
que se gestó desde la planificación estatal (ACIÉN,
VALLEJO, 1998, MARFIL, P., 2001: 364).
Se trata de un urbanismo ex novo y preconcebido, pero en el que contrasta el rudimentario sistema de saneamiento con el que se dotó a toda la
urbanización, una primaria red de atarjeas y pozos
ciegos a los que vertían las aguas de los canalillos y
las letrinas (APARICIO, 2008: 256).
El arrabal no disponía de muralla, ausencia de
defensa que acarrearía su fácil asalto en la guerra
civil o fitna (1009-1031) de principios del siglo XI
(TORRES BALBAS, 1985: 181) que le llevaría a
su destrucción total y posterior abandono, siendo
aún visibles las huellas de ese violento acontecimiento en la Casa 29 (Fig. 7).
Añadir que si bien presentamos como novedoso este tipo de urbanismo, nos referimos a Córdoba
en el período Califal, de la que conocemos bien
su medina, de estructura laberíntica e intrincada,
caracterizada por la irregularidad de su parcelario
y anarquía de su callejero aunque caso aparte, estimamos, contaríamos con la ciudad palatina de
Madinat al-Zahra´, donde la construcción de redes de abastecimiento de agua y de saneamiento,
así como la organización del viario interno de la
ciudad y del alcázar indican su planificación urbana (VALLEJO TRIANO, 2001: 390). Así, son
bien conocidos numerosos ejemplos de urbanismo
ortogonal en ciudades islámicas, baste citar algunos: Vascos (Toledo) (IZQUIERDO, 1990: 147163), Bayyana-Pechina (Almería), cuyas viviendas
se agrupan en manzanas delimitadas por calles de
trazado rectilíneo, respondiendo la trama urbana a
una estructura claramente ortogonal (CASTILLO
GALDEANO, MARTÍNEZ MADRID, 1990:
111-112), o Saltés (Huelva) con una trama ortogonal relativamente uniforme que parece seguir
un proyecto preestablecido que habría impuesto
la orientación y el trazado de los principales ejes
de comunicación, siendo la calle anterior a la casa
(BAZZANA, BEDIA GARCÍA, 1993: 30).
En cuanto al origen de este tipo de urbanismo
ortogonal en las ciudades islámicas, la mayoría de
112
los autores establece que se lleva a cabo en las ciudades de nueva planta, o bien en aquellas en las
que un aumento considerable de la población acarrea un desbordamiento importante de la ciudad
amurallada, siendo necesario la creación de nuevos
espacios urbanizados de forma rápida y organizada,
pero también hay quienes ven en este principio de
organización la respuesta a unos imperativos de seguridad e higiene, indispensables para la existencia
de un poblamiento bastante denso y por tanto no
se trate de una verdadera preocupación urbanística
sino una solución lógica y coherente ante un problema a resolver (MAZZOLI GUINTARD, 2000:
177 y 197).
Volviendo a nuestra ciudad, cada día son más
numerosos los ejemplos constatados de urbanismo
ortogonal en los arrabales de Córdoba que certifican una planificación urbanística previa al desarrollo de los ensanches, éstos caracterizados por
vías principales rectilíneas y de orientación, en
general, cardinal que definen manzanas muy regulares (APARICIO, 2009: 1130; CAMACHO,
2002: 124; CAMACHO, 2009: 1085-1088; CASTRO, 2001: 241; FUERTES, HIDALGO, 2001:
170; RUIZ, 2005: 63-64; ZAMORANO, LUNA,
1995: 173, etc.).
En relación al estudio zooarqueológico, las
propias limitaciones de la muestra analizada imponen unas necesarias precauciones a la hora de plantear hipótesis explicativas. El objetivo de nuestro
trabajo se ha reducido a contemplar en los datos
obtenidos solamente indicios de fenómenos que,
en cualquier caso, deberán ser constatados y comparados de nuevo en yacimientos de características
similares.
La fauna doméstica conforma la base cárnica
de la dieta alimentaria, basándose principalmente
en oveja y cabra en cuanto a la biomasa aportada.
La silvestre, por su parte, está escasamente representada, siendo el conejo la especie más cazada.
En las especies de macromamíferos (vacuno,
équidos) existe un claro predominio de los animales sacrificados en edad adulta, mientras que en los
mesomamíferos (ovicaprino principalmente) además de adultos es muy importante el sacrificio de
individuos infantiles y juveniles, lo cual indicaría
en todos los casos la existencia de técnicas de control y reemplazo de las cabañas ganaderas.
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NOTAS
1. Los terrenos definidos en el citado PP E-1.1 están ubicados
en la zona oeste de la ciudad y cuentan con una superficie
de 254.534,94 m2. Sus límites son la barriada del Parque
Figueroa por el norte, el Sector MA-3 por el este, la barriada
de la Electromecánica por el oeste y la antigua carretera de
Palma del Río por el sur.
2. La actividad arqueológica en ellas desarrollada ha consistido
en una Intervención Arqueológica de Urgencia, autorizada
por Resolución de la Dirección General de Bienes Culturales
de la Consejería de Cultura de 14 de enero de 2003.
3. Como BASE de referencia se han tomado las coordenadas:
X: 1909, Y: 1909-1 y Z: 1910 de la Avda. del Mediterráneo
en la cercana MA-3 o zona de Noreña.
4. Todo ello sufragado por la empresa propietaria del solar,
VIMCORSA (Viviendas Municipales de Córdoba, S.A.), a
quien reiteramos nuestro agradecimiento por habernos facilitado todos los medios humanos y materiales necesarios
para llevar a cabo nuestra labor así como por su entera disponibilidad en todo momento.
5. La excepción es el muro UE 497 cuya orientación no se ajusta al resto del arrabal.
6. Único ejemplo de cinco hiladas es el muro de fachada al
Callejón D UE 321 de la Casa 16.
115
ANEXOS
TABLAS Y GRÁFICOS
NRD
%
NMI
%
PESO
%
caballo
asno
vaca
oveja
ovicaprino
cabra
perro
gato
ciervo
conejo
liebre
gallina
perdiz
20
1
98
79
1173
32
1
1
1
7
2
28
3
1.38
0.07
6.78
5.46
81.12
2.21
0.07
0.07
0.07
0.48
0.14
1.94
0.21
2
1
5
16
94
8
1
1
1
3
1
5
2
1.43
0.71
3.58
11.43
67.14
5.72
0.71
0.71
0.71
2.14
0.71
3.58
1.43
329
6
2.645
3.04
0.06
24.48
7773
71.94
2
1
20
5
2
21
1
0.02
0.01
0.18
0.05
0.02
0.19
0.01
Determinados
Indeterminados
1146
650
100
140
100
10805
1408
100
Total
2096
12213
Tabla 1. Número de restos determinados (NRD), número mínimo de individuos (NMI) y peso de las especies animales
representadas con sus respectivos porcentajes.
A
clavija
neurocráneo
viscerocráneo
dientes sup.
mandíbula
dientes inf.
atlas
axis
vértebras
costillas
escápula
húmero
ulna
radio
metacarpo
pelvis
fémur
patella
tibia
calcáneo
116
B
C
D
1
9
2
4
2
2
1
5
1
8
29
2
7
3
6
4
3
4
1
5
6
33
8
8
19
E
1
3
10
37
22
16
2
2
48
272
58
97
9
132
80
46
53
F
2
177
28
9
3
8
3
5
1
1
G
H
I
1
J
L
1
2
1
2
3
1
1
1
K
1
1
4
8
1
M
A
astrágalo
metatarso
falange 1ª
falange 2ª
sacro
metápodo
coracoides
tibiotarso
tarsometatarso
TOTAL
B
1
20
1
C
1
7
8
1
1
1
98
D
1
3
1
E
4
47
25
F
G
H
I
J
K
L
M
1
2
2
3
7
2
28
4
79
1173
32
1
1
1
7
3
Tabla 2. Desglose anatómico de las especies animales representadas: A-caballo; B-asno; C-vaca; D-oveja; E-ovicaprino;
F-cabra; G-perro; H-gato; I-ciervo; J-conejo; K-liebre; L-gallina; M-perdiz.
Gráfico 1. NRD, NMI y Peso de las especies animales determinadas: A-équidos; B-bóvidos; C-ovicaprino; D-animales de
compañía; E-animales silvestres; F-aves.
Gráfico 2. Desglose anatómico en el ganado vacuno.
Gráfico 3. Desglose anatómico en la cabaña ovicaprina
117
Lám. 1: Arrabal vista general desde el oeste.
118
Lám. 2: Casas 1 a 4, desde el oeste.
Lám. 3: Casas 5, 6 y 7, desde el oeste.
119
Lám. 4: Casas 8, 9, 10 y 11, desde el oeste.
Lám. 5: Casas 12, 13 y 14, desde el oeste.
120
Lám. 6: Manzana Sur.
Lám. 7: Avenida E, desde el oeste.
121
Lám. 8: Manzana Norte.
Lám. 9. Calle B, desde el oeste.
122
Lám. 10: Metacarpo completo de vaca,
Bos taurus.
Lám. 11: Hemimandíbulas de ovicaprino.
Lám. 12: Fragmentos distales de humero de ovicaprino.
Lám. 13: Fragmentos distales de tibia (adultos
y subadultos) de ovicaprino.
123
Lám. 14: Fragmento proximal de húmero de
ovicaprino con marcas de cortes.
Lám. 16: Fragmento de metacarpo de ciervo,
Cervus elaphus, con incisiones intencionadas.
124
Lám. 15: Fragmento de húmero de gato, Felis
catus.
Lám. 17: Fémur de gallina presentando mordeduras
de gato doméstico.
Fig. 1: Ubicación de las Parcelas 29, 30 y 31 de la Manzana I del Plan Parcial E-1-1 del PGOU de Córdoba.
125
Fig. 2: Expansión urbana de Córdoba en el s. X
126
Fig. 3: Planimetría de la excavación de la Parcela 29, al este de la Manzana I.
127
Fig. 4: Planimetría de la mitad norte de la Manzana Norte. Casas 1 a 7 y Calle A.
128
129
Fig. 5: Planimetría de la mitad sur de la Manzana Norte. Casas 8 a 15 y Calle B.
Fig. 6. Planimetría de la mitad norte de la Manzana Sur. Casas 16 a 25. Calles B y C y callejón D.
130
131
Fig. 7. Planimetría de la mitad sur de la Manzana Sur. Casas 26 a 29 y Calle E.
Cuadernos de Madinat al-Zahra 6 (2008), pp. 133-164
ISSN: 1139-9996
LA CERÁMICA DE CUERDA SECA DE MADĪNAT
ALZAHRĀ’: DESCRIPCIÓN Y PROPUESTA DE
VALORACIÓN HISTÓRICA
CLAIRE DÉLÉRY
Laboratorio «Islam médiéval: espaces, réseaux et pratiques culturelles», CNRS-UMR 8167 1
RESUMEN
ABSTRACT
En este artículo se ofrece una visión de conjunto de las cerámicas de cuerda seca de Madīnat
al-Zahrā’, se presenta una selección de piezas, y se
propone una valoración histórica de las mismas.
Estas piezas permiten conocer mejor la cultura material de la época del califato Omeya y del califato
almohade; también son una fuente de reflexión
sobre su uso como soporte de expresión. Las cerámicas de cuerda seca parcial de la época del califato
Omeya, coetáneas de los famosos “verde y manganeso” hallados en el sitio, se estudian desde el
punto de vista historiográfico; completan los datos
disponibles sobre la importación de esa técnica en
al-Andalus, sus primeros centros de producción y
su circulación. Las piletas en cuerda seca total son
un testimonio de la ocupación del sitio en el siglo
XII. Esta ocupación, poco conocida, merece ser valorada.
In this article, we present a selection of cuerda
seca glazed ceramics found in Madīnat al-Zahrā’
and consider them from a historiographical / historical perspective.
This study improves our knowledge of the
material culture of the Omeyyad and Almohad
caliphates. Those ceramics are seen as important
means of cultural expression. The study of cuerda seca parcial ceramics, contemporaneous with
the famous “green and black” ceramics found in
Madīnat al-Zahrā’, leads to a reflection on the import of this technique to al-Andalus, its first centres of production and its circulation. The cuerda
seca total ablution basins are a unique testimony of
the little known occupation of this site in the XIIth
century.
Palabras claves:
Keywords:
Cultura material, cerámica de cuerda seca,
época de los califatos Omeya y almohade.
Material culture, glazed ceramic, cuerda seca,
Omeyyad and Almohad caliphates
133
Un estudio de las cerámicas con ornamentación de «cuerda seca» halladas en Madīnat alZahrā’ se llevó a cabo en octubre y noviembre de
2005. Forma parte de un proyecto de recopilación
de datos para la construcción de una tesis doctoral titulada: Dynamiques économiques, sociales et
culturelles d’al-Andalus à partir d’une étude de la
céramique de cuerda seca (seconde moitié du Xe sièclepremière moitié du XIIIe siècle), leída en 2006 en la
Universidad de Toulouse II, Francia, bajo la dirección de Christophe Picard2. El objetivo de esta tesis
consiste en una reflexión historiográfica e histórica
sobre la producción, el uso y los intercambios de
cerámicas en al-Andalus; las cerámicas de cuerda
seca de Madīnat al-Zahrā’ tuvieron un papel relevante en esta reflexión.
Aquí se ofrece una visión de conjunto de las
cerámicas de cuerda seca de Madīnat al-Zahrā’, se
presenta una selección de piezas, y se propone una
valoración histórica de las mismas.
Las cerámicas de cuerda seca se caracterizan
por la yuxtaposición, directamente sobre el soporte
arcilloso, de unas líneas negras no vidriadas que rodean motivos vidriados monocromos o polícromos.
Dos variantes se destacan: la «cuerda seca total» y
la «cuerda seca parcial», según que la pieza esté o
no totalmente cubierta por los motivos3. Los datos
arqueológicos disponibles apuntan para un primer
desarrollo de la técnica de cuerda seca parcial en
al-Andalus a mediados del siglo X, resultante de la
transferencia de una tecnología iniciada en Medio
Oriente, probablemente en el siglo IX4. La técnica
de cuerda seca total aparece posteriormente en alAndalus, en un momento aún indeterminado del
siglo XI.
Las cerámicas en «verde y manganeso» forman
el conjunto de cerámicas vidriadas policromas más
numeroso y conocido de Madīnat al-Zahrā’, tanto
al nivel científico como del público. Fue objeto de
estudios pormenorizados (tipologías de formas y
motivos) y de interpretaciones valoradas al nivel
histórico5, de las cuales se destaca la tesis sobre su
empleo como soporte de expresión de la legitimidad califal Omeya6.
Las cerámicas de cuerda seca de Madīnat alZahrā’ no son numerosas: ni siquiera cuarenta entidades identificables7. La mayoría es inédita. Ocho
piezas ya se publicaron, pero sus publicaciones
134
no siempre ofrecen todos los datos que permiten
definirlas de forma científica (descripción, sección
y representación plana del alzado). Aquí se presenta
una selección de piezas representativas de las formas y de los motivos de las cerámicas de cuerda
seca halladas en Madīnat al-Zahrā’. Algunas, ya
publicadas, se ofrecen de nuevo, completando su
estudio8. Las piezas conservadas en los almacenes
del Conjunto Arqueológico Madīnat al-Zahrā’
estaban en proceso de restauración cuando se investigaron. Su restauración proporcionará datos
nuevos acerca de sus características morfológicas y
de la pertenencia de fragmentos sueltos a piezas ya
identificadas.
Las piezas estudiadas están en depósito en los
almacenes del Conjunto Arqueológico Madīnat alZahrā’ (CAMaZ), en el Instituto Valencia de Don
Juan de Madrid (IVDJ) y en el Museo de Cerámica
de Barcelona (MCB). No siempre se tiene constancia de su lugar exacto de hallazgo dentro del yacimiento y sólo hay referencias estratigráficas para
los fragmentos descubiertos en el decenio 1990.
La procedencia de las dos piezas conservadas en el
MCB se menciona en las fichas del museo, pero
no se registró ningún dato sobre su ingreso. L. M.
Llubiá presentó, sin más, la pieza 4210 del IVDJ
como procedente de Madīnat al-Zahrā’ cuando se
publicó en 1967.
Cuando se suman los datos disponibles acerca
de la posición estratigráfica de algunas de esas piezas con los que proceden del estudio de sus paralelos9, dos grupos se destacan desde el punto de vista
de la adscripción cronológica, de las formas y de
los motivos.
El primer grupo consta de formas cerradas (jarritos/as) de cuerda seca parcial. Se encontraron en
alcantarillas de las Viviendas Superiores10, en las
canalizaciones del Patio de los Pilares y en el pozo
E de las Viviendas de Servicios11. El proceso de
depósito de estas piezas no es nada claro pero indicios permiten adscribirlas a la época de ocupación
del sitio por los califas Omeyas: estaban en contexto con cerámicas en verde y manganeso cuyas
formas y motivos son característicos de esa época
(ver p. ej. Lám. 3j) y comparten motivos epigráficos en cúfico con algunas de ellas12.
El segundo grupo consta de piletas y jarritos
de cuerda seca total, de jarritas y de una tinaja de
cuerda seca parcial. Tienen semejanzas morfológicas y estilísticas con piezas adscritas al siglo XII, encontradas en varios sitios de al-Andalus y del Magreb. No se conoce el lugar preciso de hallazgo de
todas las piezas de este grupo, pero es de notar que
un número indeterminado de piletas y un jarrito
de cuerda seca se encontraron en la mezquita de
Madīnat al-Zahrā’13. Si se toma en cuenta este contexto, así como el lugar de hallazgo de varios de sus
paralelos, podemos considerar estas piezas como
recipientes relacionados con el ritual de las abluciones practicado en torno a la mezquita a mediados o en la segunda mitad del siglo XII. Las piezas
más destacables de estos dos grupos se presentan al
final del artículo (Figs.1-21, Láms.1-21)14.
1. DESCRIPCIÓN DE LAS PIEZAS
1.1. Cerámicas con decoración de cuerda seca
parcial adscritas a la época del califato
Omeya (segunda mitad del siglo X,
primer decenio del siglo XI)
El estado fragmentario de las piezas dificulta
la identificación de las formas. Ningún perfil completo se conserva, sin embargo, se destacan dos
grupos:
– Las dos primeras fichas describen fragmentos
de jarritas de cuello cilíndrico ancho, borde
recto y labio redondeado. Las asas tenían
un apéndice superior. Una moldura une el
cuello con la panza. Tanto la forma como los
motivos epigráficos de estos fragmentos se
asemejan a los de una pieza de perfil completo hallada en las excavaciones de Cercadilla en Córdoba (Fig. 2, Lám. 2). El estudio
de los motivos epigráficos de tipo (a)l-mulk
en cúfico sencillo de estas tres piezas, apunta
para una adscripción a la época del califato
Omeya.
– Los fragmentos de la tercera y de la cuarta
ficha forman el segundo grupo. Los perfiles
son incompletos y carecemos de paralelos
para conocer su forma original. Se trata de
piezas de cuerpo cilíndrico, con carena en
posición inferior o superior. Los motivos se
organizan verticalmente en el cuerpo. Las
dos piezas comparten un mismo motivo
(pseudo)epigráfico repetido varias veces y
llevan motivos de «bulbos» que también se
observan en las cerámicas en verde y manganeso de Madīnat al-Zahrā’ adscritas a la
segunda mitad del siglo X. La organización
vertical de los motivos en piezas cerradas es
un rasgo típico de las producciones de cuerda
seca parcial de la época del califato Omeya15.
1.2. Cerámicas con decoración de cuerda seca
parcial y total adscritas a mediados o a la
segunda mitad del siglo XII
La mayoría son piletas de cuerda seca total,
las piletas de cuerda seca parcial son menos numerosas. Subrayemos la importancia numérica de
las piletas: por lo menos once entidades distintas.
Sólo se conserva el perfil completo de la pieza MA/
CS/002, de fondo plano, cuerpo cilíndrico, boca
circular, borde exvasado y labio de sección cuadrangular. Todas las piletas tienen un fondo plano,
un cuerpo de tendencia cilíndrica o ligeramente
troncocónico invertido, una boca circular y un
borde exvasado. Destaca la gran variedad morfológica de los labios. Los diámetros de las bocas
y de los fondos también varían, pudiendo existir
hasta más de diez centímetros de diferencia. Faltan datos para comparar las alturas. Los motivos
de pequeños «bulbos» repartidos de manera regular
sobre la pieza son los más frecuentes (cuatro piezas), seguidos por los motivos epigráficos en cúfico
mezclados con elementos vegetales, los medallones
que encierran motivos vegetales o geométricos, y
las viñetas. Dentro de los motivos vegetales cabe
subrayar la presencia de palmetas erguidas. Desde
el punto de vista formal y estilístico este conjunto
de piletas es homogéneo, aunque no técnicamente,
ya que coexisten piletas cuya decoración de cuerda seca es «perfecta» y otras, caracterizadas por el
derrame de los vidriados. Estos dos grupos «técnicos» llevan vidriados cuyos colores verde, negro y
melado tienen tintas diferentes; su grado de transparencia y de opacidad varía. Son indicios macroscópicos de composiciones químicas distintas16
que pueden explicar, junto con las condiciones de
cocción variadas, los diversos acabados logrados17.
A pesar de todo, aún es difícil saber si son productos de talleres distintos. Los contextos de hallazgo
de los paralelos morfológicos de estas piletas y el
135
estudio de sus motivos epigráficos apuntan para
una adscripción cronológica al siglo XII. Aunque
algunas piletas de cuerda seca fueron halladas en
contextos andalusíes adscritos al final de la época
almorávide y a la época meriní, la mayoría son contemporáneas de la presencia almohade18.
Además de las piletas, se conservan dos jarritos
de cuerda seca total (MA/CS/001, 4210) de tamaño diferente, una tinaja y dos jarritas de cuerda
seca parcial. Su adscripción cronológica es idéntica,
tienen paralelos hallados en contexto de mediados
o de segunda mitad del siglo XII.
1.3. Localización de los talleres
El estudio de los componentes químicos y cristalinos de las pastas de cerámicas encontradas en
Madīnat al-Zahrā’ no permitió localizar los talleres.
Sin embargo los analistas subrayaron que las arenas arcillosas ilíticas que las componen se asemejan a las arcillas del cuaternario de la vega próxima
al Guadalquivir, incluso de la zona de Madīnat
al-Zahrā’, y que pudieron abastecer los talleres de
Córdoba y los supuestos talleres de Madīnat alZahrā’19. No hay constancia arqueológica de talleres produciendo cerámicas en verde y manganeso y
de cuerda seca parcial en Córdoba y en Madīnat alZahrā’ en la época del califato, aunque hay indicios
de su presencia20. La existencia de un repertorio de
formas, de motivos, y de unas combinaciones de
colores que parecen propios de las piezas en verde
y manganeso de Madīnat al-Zahrā’21, su uso supuesto como manifestación del «arte oficial», y el
estudio de las firmas presentes en algunas piezas,
llevaron los historiadores a considerar la presencia
de talleres en la propia Madīnat al-Zahrā’22. Los
datos disponibles sobre las cerámicas de cuerda
seca parcial de la época del califato Omeya indican
que las cuerdas secas parciales de la zona cordobesa
también son originales. Se parecen poco a las producciones andalusíes coetáneas23.
Aunque hay una gran variedad de formas y de
facturas en las piletas de cuerda seca total del sitio,
la mayoría comparten pastas de color rojo intenso.
El resultado de los análisis llevados a cabo sobre
la pasta de una de estas piletas permite considerar una producción en la zona cordobesa. Además,
fragmentos de cuerda seca parcial y total, incluso
de piletas, se encontraron en vertederos o testares
136
adscritos al siglo XII, o principios del siglo XIII, en
la Calle Moriscos, en la zona de Cercadilla y en la
avenida de las Ollerías de Córdoba24.
2. PROPUESTA DE VALORACIÓN
HISTÓRICA
2.1. Historiografía
Las cerámicas de cuerda seca total y parcial
de Madīnat al-Zahrā’ presentadas en 1912 por R.
Velázquez Bosco son de los primeros fragmentos de
este tipo claramente adscritos por los arqueólogos
al mundo andalusí25.
Estos fragmentos –y ambas técnicas sin distinción– fueron considerados durante buena parte
del siglo XX, como producciones de la época califal Omeya26. La ausencia de datos estratigráficos
engendró interpretaciones erróneas acerca del proceso de aparición de la técnica en al-Andalus, de las
dinámicas de difusión de la cuerda seca parcial en
época del califato y de la adscripción cronológica de
ambas técnicas. En un contexto historiográfico caracterizado por una visión centralista que considera
Córdoba como principal foco de desarrollo del arte
en época del califato27, generadora de técnicas28 y
fuente de inspiración, la paternidad de la técnica
se atribuyó a Madīnat al-Zahrā’29. La identidad del
sitio también pudo influir en la valoración de esta
técnica ornamental30.
En 1987 M. J. Moreno Garrido publicó un estudio en el que propuso una adscripción almohade
para las piletas de cuerda seca total descubiertas
en este sitio31, aclarando las dudas de algunos arqueólogos acerca de la adscripción cronológica de
las cuerdas secas de Madīnat al-Zahrā’32. A finales
de los años 1980, la excavación de distintos sitios
aportó datos estratigráficos dando testimonio de
la aparición de la técnica de cuerda seca parcial a
mediados del siglo X en al-Andalus33. La técnica de
cuerda seca total sería posterior34 ya que nunca aparece en contextos claramente adscritos a la época
del califato Omeya.
2.2. Aporte histórico de los datos disponibles
El papel central de las excavaciones de Madīnat
al-Zahrā’ en la elaboración de los primeros estudios
sobre la cultura material cerámica andalusí induce
un examen pormenorizado de las hipótesis interpretativas correspondientes.
2.2.1. Época del califato Omeya
El hallazgo de piezas de tipo «cuerda seca» anteriores a la segunda mitad del siglo X en el Medio
Oriente excluye que la técnica sea de origen andalusí y por ende, cordobesa. Ahora, vale considerar
la geografía de sus primeros centros de producción
en al-Andalus y la difusión de las piezas para estimar el papel de la capital de los califas Omeyas en
la difusión de esta técnica.
Las cerámicas de cuerda seca parcial y en verde
y manganeso de Madīnat al-Zahrā’ y de Córdoba
comparten motivos, de los cuales se destaca el motivo al-mulk que se consideró como «propio» de
las cerámicas en verde y manganeso cordobesas, y
como un soporte de expresión de legitimidad de
los califas Omeyas. ¿Tendrían las cuerdas secas parciales de Madīnat al-Zahrā’ que llevan este motivo
un papel idéntico? Primero, es de notar que las formas y las características técnicas de estos dos grupos de piezas son diferentes; por consiguiente, podrían tener usos distintos. Las cerámicas en verde y
manganeso de Madīnat al-Zahrā’, completamente
vidriadas, son impermeables y permiten conservar
alimentos o líquidos varios. La mayoría de las piezas son ataifores, también se conocen diferentes
tipos de formas cerradas con una morfología distinta de las formas cerradas con cuerda seca parcial.
Éstas dejan ver parte del barro sin vidriar: no son
impermeables, por lo que su uso prolongado sólo
es posible para el agua.
Otras diferencias entre las cerámicas en verde y
manganeso y las cuerdas secas parciales de Madīnat
al-Zahrā’ serían su geografía de dispersión y sus
modos de difusión. En un estudio publicado en
1992, C. Cano Piedra propuso una síntesis de la
dispersión en al-Andalus de las piezas en verde y
manganeso de «tipo Madīnat al-Zahrā’» y una interpretación del proceso, iniciado en época califal,
de difusión técnica, de imitación y de evoluciones
estilísticas y formales que desembocaría en producciones diferentes de las cordobesas35. En algunos sitios, nota la coexistencia de piezas de tipo Madīnat
al-Zahrā’ y de piezas que serían producciones locales. En este panorama interpretativo, la influen-
cia radiante de Córdoba predomina en el proceso
de difusión del «verde y manganeso».
El material disponible para un nuevo estudio
de las cerámicas en verde y manganeso andalusíes
es numeroso; procede de excavaciones recientes
pero también antiguas, que C. Cano Piedra no
pudo estudiar. Uno de los retos consiste ahora en
recoger indicios que permitan aclarar la cronología
y el contexto de desarrollo de la influencia estilística y morfológica de las producciones cordobesas
en los alfares de al-Andalus donde ya se producía
cerámica vidriada policroma a finales de la época
emiral. Las producciones en verde y manganeso
más antiguas de los alfares del Sur-Este de al-Andalus comparten algunas formas y motivos con las
de Madīnat al-Zahrā’ pero son distintas36. La influencia cordobesa es patente en las producciones
en verde y manganeso de las ciudades andalusíes
más dinámicas de la época califal, sin embargo,
este proceso pudiera ser secundario en algunos sitios donde la influencia cordobesa se superpuso a
un desarrollo ya iniciado de las cerámicas vidriadas
policromas.
Los datos estratigráficos permiten considerar
la presencia de la técnica de cuerda seca parcial en
al-Andalus a mediados del siglo X. Sin embargo,
resulta difícil precisar, dentro de la época califal
Omeya, la adscripción cronológica de las cuerdas secas parciales y, por ende, saber si las piezas
de Madīnat al-Zahrā’ son anteriores o coetáneas
a las otras piezas descubiertas en al-Andalus. Los
datos disponibles nos llevan a considerar la posibilidad de una importación y luego una producción
coetánea de la técnica en distintos puntos de al-Andalus, no sólo en Córdoba, sino también en otros
alfares de los que se destacan los de Murcia, Pechina y Almería37. Pues, es importante cuestionar
el papel de la capital de los Omeyas en la difusión
de esta técnica.
Al mirar las tipologías de formas y motivos de
las cuerdas secas parciales adscritas a esta época, se
nota que las piezas de Madīnat al-Zahrā’ y de Córdoba son diferentes de las producciones coetáneas
del Sur-Este. El contraste también es evidente entre
la geografía de la dispersión de las cerámicas en
verde y manganeso de tipo Madīnat al-Zahrā’ presentes en las ciudades más dinámicas de al-Andalus
137
y en algunos sitios «rurales» con un papel estructurante del territorio circundante, y la dispersión
local de las cuerdas secas parciales de la zona de
Córdoba. El estudio de las piezas de Madīnat alZahrā’ con pintura blanca apunta también a una
dispersión local38. Al revés, las cuerdas secas parciales producidas en los alfares del Sur-Este de alAndalus tienen una dispersión extra-regional. Sus
motivos y sus formas parecen haber sido imitados
en algunos de los alfares que nacen en plena época
califal39.
¿A qué corresponden esquemas de dispersión
tan diferentes? ¿A usos y modos de difusión distintos? Al contrario de las cerámicas en verde y manganeso de tipo Madīnat al-Zahrā’, no hay indicios
de una influencia estilística y morfológica importante de las cuerdas secas de este sitio en al-Andalus, ni que la zona haya sido un foco de difusión
de la técnica.
Parece que la dispersión de las cerámicas producidas en Córdoba a finales de la época emiral sea
meramente local o regional. Quizás la dispersión
local de las cuerdas secas parciales y de las cerámicas
pintadas en blanco cordobesas de la segunda mitad
del siglo se inscriba dentro de este marco. Mientras
tanto, la dispersión extra-regional de las cuerdas
secas parciales de algunos alfares del Sur-Este tiene
una expresión geográfica meramente litoral que se
superpone por parte a la zona de actividad de los
marinos del Sur-Este de al-Andalus a finales de la
época emiral.
En un contexto caracterizado por la dispersión
y la difusión, meramente local, de la mayoría de
las producciones cordobesas, la dispersión extra-regional de las producciones en verde y manganeso
de tipo Madīnat al-Zahrā’ se destaca. ¿Podrían
aclarar tales diferencias las propuestas de algunos
arqueólogos que consideran esta producción como
un soporte privilegiado del arte oficial? Aunque las
cuerda secas parciales de Madīnat al-Zahrā’ comparten algunos motivos tan destacables como almulk con las cerámicas en «verde y manganeso» no
parecen haber sido escogidas como soporte privilegiado. Quizás el uso distinto de las piezas pueda
explicarlo.
La realidad es sin duda mucho más compleja.
Interesa, sin embargo, subrayar la coexistencia en
al-Andalus de modalidades de dispersión distintas
para un mismo tipo de producción. Correspon138
derían a modos de difusión distintos. Varios factores parecen influir sobre las modalidades de difusión de las piezas: posibilidad de conexión entre
centros productores y «redes» de distribución con
vectores y radios de influencia diferentes, difusión
impulsada o no por el poder político… Aunque la
influencia «radiante» de las producciones cordobesas tenga un papel importante en el proceso de
homogeneización de la cultura material cerámica
de la época del califato, hay que poner de realce
que otros centros de producción coetáneos fueron
eficientes focos de difusión técnica, formal y estilística.
2.2.2. Siglo XII
En 1912 se publicaron por primera vez fragmentos de grandes recipientes de forma cilíndrica
con decoración de cuerda seca total descubiertos en
Madīnat al-Zahrā’. Se interpretaron como tiestos40.
Habrá que esperar los estudios de L. Torres Balbás sobre los lugares dedicados a la higiene y a las
obligaciones rituales para que se identifiquen como
piletas para las abluciones41.
Los errores interpretativos sobre la adscripción
cronológica de las piletas de cuerda seca descubiertas en Madīnat al-Zahrā’ llamaron nuestra atención
sobre su presencia numerosa y su uso en aquel sitio,
especialmente en el entorno de la mezquita, a mediados o en la segunda mitad del siglo XII, dentro
de un proceso de reocupación de la ciudad.
Las piletas son unas de las formas más características de las producciones de cuerda seca de
mediados y de la segunda mitad del siglo XII. Se
hallan en todo el territorio andalusí42. Aunque algunas piletas de cuerda seca se adscriban al final de
la época almorávide y otras a los períodos meriní,
nasrí y a la época de conquista cristiana del SurOeste de al-Andalus, la mayoría se encontraron en
contextos adscritos al período de presencia almohade. Este período resalta por la multiplicación de
las formas arquitectónicas en cerámica vidriada (tinajas, brocales de pozo, pilas y piletas).
Los sitios de hallazgo de las piletas son variados43, tanto religiosos como civiles. Muchas se descubrieron en contextos relacionados con el ritual
de las abluciones o con el uso terapéutico del agua:
mezquitas y zonas de baños colindantes en un entorno rural, urbano o palatino; panteones u oratorios de cementerios. En contextos civiles, es de des-
tacar su presencia en fortalezas, otra vez en entornos diversos: rurales, urbanos, palatinos. Sobresale
su presencia en las grandes alcazabas y en las fortalezas que forman parte de la red de defensa militar
almohade. Algunas de esas fortalezas fueron tomadas a los cristianos (Alarcos, Setefilla…). También
es de notar la presencia de piletas de cuerda seca en
otros lugares de expresión del poder almohade, tal
como la torre urbana de la Calahorra44 construida
para defender el acceso a Córdoba, antigua capital
Omeya escogida por los almohades para ser nueva
capital45.
Al lado de la mezquita mayor de Córdoba, el
antiguo palacio califal Omeya fue objeto de una
renovación por parte de los almohades46. Un brocal
de pozo típicamente cordobés, con decoración de
cuerda seca parcial, adscrito al siglo XII, se encontró en este palacio47. Quizás algunos brocales sirvieron, tal como algunas tinajas, para el ritual de las
abluciones48. Estas formas arquitectónicas se consideran como algunos de los soportes de expresión y
de difusión privilegiados de la propaganda almohade49. La presencia almohade en el palacio Omeya
de Córdoba –lugar de ejercicio del poder y de sepultura de emires y califas Omeyas–, el proyecto
de transferencia de la capital a Córdoba podrían
ser unas de las manifestaciones de la propaganda
almohade que atestigua la voluntad de invertir la
legitimidad califal Omeya.
Además de las piletas, jarritos de cuerda seca
total adscritos al siglo XII se descubrieron en
Madīnat al-Zahrā’, otro sitio emblemático del poder califal Omeya. La pieza MA/CS/001 estaba en
la mezquita y un paralelo muy cercano del jarrito
4210 se descubrió al lado del aljibe de la mezquita
de la alcazaba de Mérida50, en cuyo entorno hay
indicios de la ocupación almohade de la fortaleza,
destacado lugar defensivo en la «frontera» del Guadiana.
También hay constancia de tinajas de cuerda
seca. No son las únicas piezas adscritas al siglo XII
encontradas en Madīnat al-Zahrā’: se descubrieron
fragmentos de tinajas y de reposaderos estampillados y candiles de disco impreso51, algunos de ellos
en la zona de la mezquita. Esta zona dio testimonios
materiales notables de la ocupación de Madīnat alZahrā’ en el siglo XII52. El califa almohade Abū
Yūsuf Ya‘qūb al-Mansūr visitó Madīnat al-Zahrā’
en 119153. No es de descartar que la ocupación de
la mezquita esté ligada a este acontecimiento.
La manifestación material y visual de la presencia almohade por medio de objetos arquitectónicos
relacionados con el ritual de las abluciones podría
formar parte de la expresión de un mensaje político
que afirma la identidad y la legitimidad de los almohades. El esfuerzo de Y
 ihād contra los soberanos
cristianos en el que participa la red de fortalezas, y
las victorias logradas, forman parte del proceso de
 ihād como el estricto cumlegitimidad54. Tanto el Y
plimento de las obligaciones coránicas y la reforma
ética son la base de esta identidad y legitimidad.
Es de notar que la ablución o purificación corporal tiene una correspondiente espiritual: el Y
 ihād
mayor que desempeña un papel importante en la
doctrina almohade.
La presencia de piezas arquitectónicas vistosas
dedicadas al ritual de las abluciones en los lugares
de afirmación de su poder militar –de cumplimento del Y
 ihād menor–, en los lugares emblemáticos del poder califal Omeya y en las mezquitas,
podría ser un componente material y visual de la
propaganda55. Las piletas, los jarros de abluciones
y algunos brocales de pozo de cuerda seca participarían a un uso propagandístico del ritual de las
abluciones y del tema de la purificación corporal y
espiritual dentro de un sistema semiológico secundario56. Estas piezas comparten motivos con otras
manifestaciones materiales de la propaganda almohade. El jarrito 4210 con motivo de leones es de
particular interés. M. Acién Almansa propuso un
estudio del motivo de leones y aves que ornamenta
un jarrito de Málaga y subrayó su relación directa
con un tema de la propaganda califal almohade57.
El jarrito 4210, así como el jarrito encontrado en
la Alcazaba de Mérida, en la frontera del Guadiana,
lucen un motivo de leones con características similares aunque las aves están ausentes. Es de notar
que otro jarrito de cuerda seca total se encontró
en la mezquita de Madīnat al-Zahrā’. El jarrito de
Mérida yacía con cubetas cerca del aljibe y de la
mezquita de la alcazaba. Es posible que este tipo de
jarrito, a veces hallado con piletas en sitios religiosos, se haya utilizado para las abluciones. Sería de
interés profundizar la existencia de articulaciones
significantes entre ornamento, forma, uso, lugares
y discurso de legitimación política de los almohades.
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ZOZAYA, J.; RETUERCE, M.; APARICIO, A.
(1991): “Cerámica andalusí de reflejo dorado:
1195-1212”, La céramique médiévale en Méditerranée occidentale. Rabat, pp. 121-124.
NOTAS
1. 17, rue de la Sorbonne - 75231 Paris Cedex 05.
2. Se puede consultar en las bibliotecas de la Univ. de Toulouse
II, Francia, de la Casa de Velázquez y del Dpto. de Historia
de la Univ. Complutense de Madrid.
3. Sobre la denominación de la técnica y el proceso técnico ver
DÉLÉRY, 2006: Chap. 1 y 3.
4. DÉLÉRY, GÓMEZ MARTÍNEZ, 2006; DÉLÉRY, 2006:
Chap. 1, pp. 45-50 y Chap. 4.
5. ESCUDERO ARANDA, 1989-90; CANO PIEDRA,
1992: Vol. I, p. 127 y 130-132.
6. R. Velázquez Bosco (1912: 68) puso de realce los paralelos
entre los motivos de las cerámicas en verde y manganeso de
Madīnat al-Zahrā’ y la ornamentación de la arquitectura palatina. Desde entonces se desarrolló la hipótesis de que ambos protagonizan un arte oficial. Ver también ESCUDERO
ARANDA, 1989-90: 137; BARCELÓ, 1993. Otras interpretaciones en CANO PIEDRA, 1992: Vol. II, p. 272.
7. Los fragmentos que pertenecerían a una pieza única se consideran como una «entidad».
8. Sin embargo, se desconoce el lugar de depósito de cuatro
de las piezas publicadas, por lo que no se pudieron volver a
estudiar.
9. Cerámicas cuyas formas y/o motivos son semejantes se
consideran «paralelos».
10. R. Velázquez Bosco propuso que hayan sido arrojadas en
vertederos con desagüe en las «alcantarillas» donde se encontraron, y luego arrastradas y mezcladas por las aguas. Ver
las referencias bibliográficas indicadas en la primera ficha.
Piezas con adscripción cronológica posterior se encontraron
en estos contextos (p. ej. MA/CS/002).
11. Notamos que dos fragmentos de una pieza de cuerda seca
parcial yacían en zonas distintas: las canalizaciones del Patio
de los Pilares y el pozo E de las Viviendas de Servicios. El
pozo y algunas canalizaciones se relacionan por medio del
acueducto romano de Valdepuentes. Acerca del Patio de los
Pilares, de las Viviendas de Servicios y de su red de canalizaciones y pozos ver las referencias bibliográficas indicadas en
la segunda y en la tercera fichas.
12. Sobre las cerámicas en verde y manganeso encontradas en un
contexto estratigráfico que remite a la época de ocupación
califal Omeya ver ESCUDERO ARANDA, 1989-90: 135;
VALLEJO, MONTEJO, GARCÍA, 2004: 209.
13. Tres piletas se hallaron en la mezquita (MA/CS/001, MA/
CS/006, MA/CS/009). B. Pavón (1966: 124) menciona el
hallazgo de piletas de cuerda seca en este edificio. La pileta
MA/CS/002 se encontró en relación con las alcantarillas o
los retretes (VELÁZQUEZ BOSCO, 1912: 75).
14. Cada ficha describe uno o varios fragmentos que se pueden
considerar como una entidad. Salvo mención específica, los
dibujos y las fotos son del autor.
15. DÉLÉRY, 2006: Chap. 2A.
16. Una sola pileta de cuerda seca se analizó, lo que aún no permite valorar científicamente la heterogeneidad de las pastas
y de los vidriados del grupo (GONZÁLEZ GARCÍA, et al.,
1999).
17. Para lograr una decoración de cuerda seca policroma, el
reto es conseguir que el proceso de cocción permita la vitrificación de todos los «vidriados» sin que se derramen. La
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temperatura de madurez y el comportamiento de los «vidriados» dependen de sus componentes y de las características
del proceso de cocción (temperatura, tiempo). Por ende, el
uso de «vidriados» de composiciones distintas en una misma
pieza dificulta lograr una decoración de cuerda seca nítida
(ver DÉLÉRY, 2006: Chap. 3, p. 654 y ss.; CHAPOULIE et
al., 2005). En las piletas de cuerda seca de Madīnat al-Zahrā’
coexisten vidriados blancos opacos (estanníferos) y vidriados
verdes transparentes (poco estanníferos o sin estaño).
DÉLÉRY, 2006: Chap. 2C, D, Chap. 8 y fichas.
Se analizaron lozas doradas, cerámicas vidriadas en verde
y manganeso, en amarillo o en melado adscritas a la época
del califato Omeya y un fragmento de pileta de cuerda seca
total adscrito al siglo XII cuya pasta es de color rojo (GONZÁLEZ GARCÍA, et al., 1999).
Para Córdoba ver p. ej. PENCO, MARFIL, 1997.
ESCUDERO ARANDA, 1989-90: 136; CANO PIEDRA,
1992: Vol. I, 128-131. Sin embargo, hay que subrayar que
las cerámicas en verde y manganeso descubiertas en Córdoba
comparten formas y motivos con las de Madīnat al-Zahrā’
(ver p. ej. FUERTES SANTOS, 2002).
ESCUDERO ARANDA, 1989-90: 136-138; CANO PIEDRA, 1992: Vol. I, 127-128; CANO PIEDRA, 1996: 36,
50 y 124; BARCELÓ, 1993: 296; MARTÍNEZ NÚÑEZ,
1997: 134; MARTÍNEZ NÚÑEZ, 1999: 89-90;.
Ver las tipologías de formas y motivos en DÉLÉRY, 2006:
Chap. 2A.
MORENA, BOTELLA, 2003; MARFIL RUIZ, 1997. El
material de las excavaciones de la Av. Ollerías está en proceso
de estudio.
En 1903, J. Gestoso y Pérez mencionó algunas cerámicas de
cuerda seca del museo de Sevilla pero no se atrevió a considerarlas de época islámica (GESTOSO Y PÉREZ, 1903: 134;
DÉLÉRY, 2006: 30).
Ver p. ej. VELÁZQUEZ BOSCO, 1912: 69 y 77; GÓMEZ
MORENO, 1951: 321; PAVÓN MALDONADO, 1966;
PAVÓN MALDONADO, 1967: 416; FERNÁNDEZ SOTELO, 1978: 5; ZOZAYA, 1980: 314 y nota 44.
TERRASSE, 1965: 177.
ZOZAYA, 1981: 38 y 41.
Sin embargo, F. Valdés Fernández y M. Casamar insistieron
en el carácter incierto de los datos que sirvieron de base para
la adscripción cronológica al califato Omeya de las cuerdas
secas de Madīnat al-Zahrā’ y dudaron de la validez de los
argumentos sobre los que se asienta la tesis de la paternidad
cordobesa de esta técnica (CASAMAR, VALDÉS, 1984;
VALDÉS FERNÁNDEZ, 1985: 298-299). Los partidarios
de un origen oriental de la técnica se oponen a esta tesis
(DÉLÉRY, 2006: 45-50 y Chap. 3). M. P. Soler Ferrer subrayó que podría proceder de cierto «chauvinismo» es decir
de cierto sentimiento de orgullo o de genio nacional que
tuvo un papel importante en la elaboración de algunos estudios sobre la «identidad andalusí» (SOLER FERRER, 1983:
99). Según F. Valdés y M. Casamar, los fragmentos de cuerda
seca parcial de Madīnat Ilbīra (ver GÓMEZ MORENO,
1951: 321 y 323 –se desconoce su localización actual–) se
descubrieron con anterioridad a los de Madīnat al-Zahrā’
143
30.
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pero el interés en esta técnica sólo se desarrolló a partir de la
publicación de las piezas de Madīnat al-Zahrā’.
R. Velázquez Bosco empleaba el término «lujo» al hablar
de algunas cerámicas de Madīnat al-Zahrā’ (VELÁZQUEZ
BOSCO, 1912: 76). Para una visión matizada del tema ver
ESCUDERO ARANDA, 1989-90: 136; DÉLÉRY, 2006:
Chap. 5D, 6E, 7E, 8E.
MORENO GARRIDO, 1987.
TORRES BALBAS, 1959: 233 nota 1; CASAMAR, VALDÉS, 1984; MORENO GARRIDO, 1987: 39 y nota 21.
Ver DOMÍNGUEZ, MUÑOZ, RÁMOZ, 1987.
Hasta que los datos estratigráficos anteriormente citados
estuvieran disponibles, varios estudios afirmaron que la técnica de cuerda seca total es anterior a la cuerda seca parcial y
que ésta es una mera evolución de ésa. Los resultados de las
excavaciones en Madīnat al-Zahrā’ sirvieron de referencia a
algunos de estos estudios (ver p. ej. GÓMEZ MORENO,
1951: 323; ZOZAYA, 1980: 314-315; ROSSELLÓ BORDOY, 1978: 145 y 154).
CANO PIEDRA, 1992: Vol. I, p. 101 y 131-139. Sobre este
tema ver también ESCUDERO ARANDA, 1989-90: 137138.
C. Cano Piedra evoca el caso de Pechina y Almería (CANO
PIEDRA, 1992: Vol. I, p. 136). Un estudio de I. Flores Escobosa y M. del Mar Muñoz Martín sobre las cerámicas en
verde y manganeso de la zona almeriense está por publicar
en las actas del VIII Congreso de Cerámica Medieval en el
Mediterráneo. Es de notar la diferencia entre los registros
estilísticos de las producciones de Pechina y de las producciones más tardías –dentro de la época del califato Omeya– de Almería: la producción en verde y manganeso de la
Calle Marín podría dar testimonio de la influencia estilística
de las producciones cordobesas en el Sur-Este (CANTERO
SOSA, EGEA GONZÁLEZ, 1993; DÉLÉRY, 2006: 799800 y 810-814).
DÉLÉRY, 2006: Chap. 2A, pp. 79-103 y Chap. 5.
VALLEJO, ESCUDERO, 1999; ZOZAYA, 2002. También
hay constancia de este tipo en Córdoba (p. ej. FUERTES
SANTOS, 2002: 154-156 y figs.). A diferencia de las cuerdas secas parciales de Madīnat al-Zahrā’, las cerámicas pintadas en blanco lucen un repertorio estilístico diferente al de
las cerámicas en verde y manganeso.
De especial interés es la dispersión litoral de las jarritas de
cuerda seca parcial con motivo de gotas y trazos verticales
(DÉLÉRY, 2006: Chap. 2, pp. 124-126; Chap. 5, pp. 786789). En época califal, hay indicios de la producción de
piezas con tales motivos en distintos alfares de los cuales
Murcia, Pechina y Almería, y luego Lisboa. Aún no tenemos
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datos suficientes para contrastar las dinámicas de difusión de
estas producciones con estrecho parentesco estilístico.
VELÁZQUEZ BOSCO, 1912: lám. XII.1 y 2, fig. 34 y 38,
pp. 79-80.
TORRES BALBÁS, 1959.
CAVILLA SÁNCHEZ-MOLERO, 2005: 267-268 y 341
DÉLÉRY, 2006: 1022-1031.
SALINAS, MARTÍN, LEÓN, en prensa.
Ver el texto de Ibn Sāhib al-Salā, por ej. en GUICHARD,
1990: 186-187.
OCAÑA JIMÉNEZ, 1990. Ibn Sāhib al-Salā evoca la renovación de los palacios de Córdoba.
Se trata de la pieza 28060 del Museo arqueológico y etnológico de Córdoba o Córdoba005 en DÉLÉRY, 2006. La
adscripción cronológica se basa sobre las características de la
epigrafía.
Ver p. ej. en Ibn ‘Arabī, segunda parte del Rūh al-quds fī
munāçahat an-nafs, traducido por R. W. J. Austin; G. Leconte bajo el título Les soufis d’Andalousie. Paris, 1995, p. 71;
NAVARRO PALAZÓN, JIMÉNEZ CASTILLO, 1993.
MARTÍNEZ NÚÑEZ, 1997b: 444.
FEIJOO MARTÍNEZ, 2001.
Ver las «cerámicas encontradas en el mismo sitio» en la ficha
de la pieza MA/CS/001.
Al-Idrīsī evoca la presencia de habitantes en el sitio en el
Kitāb Nuzhat.
HUICI MIRANDA, 2000: 346. El califa aprovecha esta
ocasión para despedir a los embajadores del rey cristiano
que trataban de negociar nuevas treguas. Según el Rawd
al-Mi‘Dār, el rey Alfonso VI, en una temporada anterior,
intentó obtener Madīnat al-Zahrā’ para alojar a su esposa
embarazada (afirmación que hay que tomar con cautela según LAGARDÈRE, 1998: 103). ¿Sería también la presencia
almohade en la ciudad la afirmación simbólica de su victoria
sobre tal pretensión?
En el caso de Alarcos ver p. ej. HUICI MIRANDA, 2000:
364-371 y 389.
Otras cerámicas podrían haber desempeñado un papel especial como soportes de la propaganda almohade: brocales y
tinajas estampillados, ataifores en verde y manganeso, lozas
doradas. Ver p. ej. las piezas de Calatrava y Alarcos (ZOZAYA, RETUERCE, APARICIO, 1991; RETUERCE,
JUAN, 1999; RETUERCE, JUAN, HERVÁS, en prensa).
Sobre este término ver BARTHES, 1957: 199. Esta hipótesis se presenta en DÉLÉRY, 2006: 452-466 y 471-475.
ACIÉN ALMANSA, 1996.
CATÁLOGO
Cerámicas con decoración de cuerda seca parcial adscritas a la época del califato Omeya
Lám. 1: fotografía, vista lateral.
Fig. 1a: sección y representación plana del alzado.
Fig. 1b: despliegue del motivo.
Lugar de hallazgo: Madīnat al-Zahrā’.
Número de inventario: 4189.
Referencias estratigráficas: sin referencia. Forma parte de un lote de fragmentos encontrados en la zona noreste de las Viviendas
Superiores (VELÁZQUEZ BOSCO, 1912: 75; CASTEJÓN, 1945: 53-55; ESCUDERO ARANDA, 1989-90: 136).
Adscripción cronológica: segunda mitad del siglo X, primera decena del siglo XI.
Lugar de depósito: Instituto Valencia de Don Juan, Madrid.
Descripción: fragmentos del cuello cilíndrico ancho de una jarrita con borde recto y labio redondeado. Una incisión leve en la
parte inferior externa del cuello. Ornamento exterior de cuerda seca parcial. En la parte alta del cuello se desarrolla un motivo
epigráfico en cúfico repetido horizontalmente (al-mulk sin alif inicial) acompañado por motivos redondos. En la parte baja, un
cordón con dos cabos en reserva. El vidriado es verde.
Dimensiones: diám. del cuello: 10/11 cm, alt. máx. conservada: 5,3 cm, espesor de las paredes: 0,25 cm.
Datos sobre la técnica de fabricación: pasta clara, decantada, huellas de engobe, líneas de torno al interior. Al exterior, las
líneas pintadas en negro han desaparecido pero la periferia de los motivos es oscura, lo que resultaría de la difusión de parte del
manganeso de la «cuerda seca» en el vidriado. Vidriado opaco de tipo estannífero.
Estado de conservación: fragmentario, no se puede reconstruir el perfil completo.
Restauración: pegada.
Bibliografía: VELÁZQUEZ BOSCO, 1912: láms. LIII y XLVIII; GÓMEZ MORENO, 1951: 321, fig. 384 a.
Paralelos: los motivos epigráficos de varias cerámicas en verde y manganeso de Madīnat al-Zahrā’ adscritas a la misma época son
semejantes, aunque los dos ramos de la parte inferior de la kāf van unidos; también se nota la ausencia de alif (CANO PIEDRA,
1996: p. ej. los nº. MC/50 y 60, p.119). Hay semejanzas morfológicas y estilísticas con otra jarrita de Madīnat al-Zahrā’ (ver
ficha siguiente) y con la pieza 31.090 del Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba, depositada en 1993 por A. Ibáñez
quien dirigió excavaciones en la zona de Cercadilla (actual estación de Córdoba). No se conservan datos sobre el contexto cronoestratigráfico de esta pieza pero su forma y las características de la epigrafía apuntan para una adscripción similar.
Lám. 2: fotografía de la pieza inv. 31.090, vista lateral.
Fig. 2a: sección y representación plana del alzado.
Diám. del cuello: 11 cm, alt. del cuello: 6 cm, alt.de la panza: 7 cm, diám. de la base : 8,4 cm.
145
b)
c)
d)
Fig. 2: despliegue del motivo del cuello con el asa b) a mano derecha; c) a mano izquierda; d) motivo de la panza.
Otras cuerdas secas parciales contemporáneas se encontraron en Córdoba. Se mencionan en los Anuarios Arqueológicos de Andalucía. Sus características permanecen inéditas. Sólo se publicó el dibujo de un fragmento de panza (FUERTES SANTOS, 2002:
168, fig. 120, inv. 12/4124).
Lám. 3 a, b, c
Lám. 3d
Lám. 3e
Lám. 3f
Lám. 3h
Lám. 3 a, b, c: fotografía de tres fragmentos conexos, vista lateral.
Lám. 3 d-i: fotografías de fragmentos que pertenecerían a la misma pieza o a otra jarrita del mismo tipo, vistas laterales.
Lám. 3i
Fig. 3: fragmentos a, b y c: sección y representación plana del alzado.
Lugar de hallazgo: Canalizaciones del Patio de los Pilares, Madīnat al-Zahrā’.
Número de inventario: los fragmentos no tenían número de inventario cuando se estudiaron.
Referencias estratigráficas: a) MZ 95/5-10, Lc/2-38 m al oeste del registro. Fragmento de unión cuello/panza.
b) MZ.95/5-10, Lc/0 m al oeste del registro. Fragmento de cuello; c) MZ.95/5-10, Lc 0-2 m al oeste del registro. Asa.
d) y e) MZ 95/5-10 Lc/2 m al oeste del registro. Fragmento de cuello.
f ) MZ 95/10 Lc 2-3,8 m al oeste del registro. Fragmento de unión cuello/panza.
h) MZ 95/10 LC 2-3,8 m al oeste del registro e i) MZ 95/10 LC 2-3,8 m al oeste del registro. Fragmentos de cuello.
Sobre las excavaciones llevadas a cabo en el Patio de los Pilares ver VALLEJO, ESCUDERO, 1999b; VALLEJO, MONTEJO,
GARCÍA, 2004 y VALLEJO, ESCUDERO, 2004.
Adscripción cronológica: segunda mitad del siglo X, primera decena del siglo XI. La fase inicial de construcción del Patio se
sitúa a principios de la década 940 (fecha post quem para los fragmentos). Hubo tres reformas posteriores. No hay reocupación
de este ámbito después del abandono de la ciudad (VALLEJO, MONTEJO, GARCÍA, 2004: 211).
Lugar de depósito: Conjunto Arqueológico de Madīnat al-Zahrā’.
Descripción: fragmentos del cuello y de la unión cuello/panza de una pequeña jarrita con ornamento exterior de cuerda seca
parcial. Cuello cilíndrico de sección ligeramente curva, borde recto, labio redondeado, paredes delgadas. Moldura de dirección
oblicua en la zona de unión cuello/panza. Queda un asa que sale de la parte inferior del cuello. Base de un apéndice truncado
146
visible en la parte superior del asa. En la parte alta del cuello se desarrolla un motivo epigráfico incompleto, posiblemente almulk, por encima de un friso de anillos encerrado en un rectángulo en posición horizontal pintado en negro. El vidriado es verde.
Dimensiones: diám. del cuello: 12 cm; alt. del cuello: 6 cm aprox.
Datos sobre la técnica de fabricación: pieza torneada, pasta clara. Estrías oblicuas en el exterior. Observamos estrías similares
en otros fragmentos de cuerda seca parcial de Madīnat al-Zahrā’ y de la zona de Cercadilla en Córdoba. Las gotas de vidriado
corrido indican que la pieza fue cocida boca abajo. Hay variaciones en el color del vidriado verde semiopaco.
Estado de conservación: fragmentario, se desconoce la forma de la panza y de la base.
Restauración: pegada parcial.
Cerámicas encontradas en el mismo contexto: El fragmento a) se encontró con los fragmentos a), g) y h) de la ficha siguiente.
El fragmento b) se encontró con el fragmento c) de la ficha siguiente y con el fragmento a) de la ficha que sucede a ésta. Con los
fragmentos f ), h) e i), yacían fragmentos en verde y manganeso sobre blanco y un fragmento de forma abierta vidriada en blanco.
En el mismo contexto que los fragmentos d) y e) se encontraron varios fragmentos de piezas abiertas
y cerradas vidriados en verde y manganeso sobre blanco y dos fragmentos de piezas cerradas monocromas vidriadas en melado (ver lám. 3j).
Lám.3j: fotografía de fragmentos encontrados en las canalizaciones del Patio de los Pilares con referencia estratigráfica: MZ 95/5-10 Lc/2 m al oeste del registro. Vista lateral.
Bibliografía: sin publicar.
Paralelos: M. Gómez Moreno publicó un fragmento de cuerda seca parcial con motivo de anillos
(GÓMEZ MORENO, 1951: 321, fig. 384b) cuya procedencia no es clara (Madīnat al-Zahrā’ o
Ilbīra). No se pudo localizar. Este motivo se encuentra en otras cuerdas secas parciales adscritas a la
misma época, una de las cuales, inédita, se descubrió en Las Sillas (Marcén, Huesca). Los motivos de anillos son frecuentes en las
cerámicas en verde y manganeso sobre blanco de Madīnat al-Zahrā’ (CANO PIEDRA, 1996: p. ej.: p. 114, fig. 54, nº. MC/52;
p.102, fig. 42, nº. MC/17). El motivo epigráfico tiene parentesco con el motivo de la pieza inv. 31.090 (ver supra). Ambas
jarritas tienen características morfológicas y técnicas similares.
Lám. 4 a y g
Lám. 4c
Lám. 4b
Lám. 4h
Lám. 4 a-h: fotografías de fragmentos de una o distintas piezas cerradas con motivos similares, vistas laterales.
Fig. 4a: dibujo de la pieza de la lám. 4 a y g:
sección y representación plana del alzado.
Fig. 4c: dibujo de la pieza de la lám. 4 c:
sección y representación plana del alzado.
147
Lugar de hallazgo: canalizaciones del Patio de los Pilares y pozo E de las Viviendas de Servicios de Madīnat al-Zahrā’.
Número de inventario: b) 98 VAL PZ 237. Nota bene: todos los fragmentos no tenían un número de inventario cuando se
estudiaron.
Referencias estratigráficas:
Fragmentos a), g) y h): MZ 95/5-10, Lc/2-38 m al oeste del registro. Se descubrieron en las canalizaciones del Patio de los Pilares.
Fragmento b): MA’98/LC/Vald; 0-15 cm. Procede de las excavaciones del pozo E de las Viviendas de Servicios.
Fragmento c): MZ.95/5-10, Lc/0m al oeste del registro. Procede de las excavaciones de las canalizaciones del Patio de los Pilares.
Sobre las excavaciones llevadas a cabo en las Viviendas de servicios ver VALLEJO, ESCUDERO, 1999b; VALLEJO TRIANO,
1990; GONZÁLEZ GARCÍA et al.: 1999: 12.
Adscripción cronológica: segunda mitad del siglo X, primera decena del siglo XI. La fase inicial de construcción del Patio se
sitúa a principios de la década 940 (fecha post quem para los fragmentos). Hubo tres reformas posteriores. No hay reocupación
de este ámbito después del abandono de la ciudad (VALLEJO, MONTEJO, GARCÍA, 2004: 211).
Lugar de depósito: Conjunto Arqueológico de Madīnat al-Zahrā’.
Descripción: fragmentos (¿de una sola pieza o de varias piezas?) con decoración exterior de cuerda seca parcial y motivos vidriados en verde organizados según un eje vertical. Los dos fragmentos de panza que se juntan: a) y g), se caracterizan por la presencia
de una carena (¿en posición alta o baja?). El fragmento c) es de forma cilíndrica. Un motivo (pseudo) epigráfico, caracterizado
por su simetría, es repetido varias veces y forma una cenefa, subrayada por otra cenefa, de pequeños bulbos. Si observamos el
motivo (pseudo)epigráfico en posición de lectura, notamos por encima un bulbo aislado. El vidriado es verde aturquesado. Las
paredes, las pastas, los vidriados y los motivos de estos fragmentos son similares
Dimensiones: a) diám. int. al nivel de la carena: 11 cm aprox., c) diám. ext.: 12 cm, espesor de las paredes: 0,4 cm.
Datos sobre la técnica de fabricación: pieza torneada; observamos unas estrías oblicuas al exterior. Esta pieza se pegó a otra
durante la cocción cuando los vidriados aún no estaban vitrificados: un hueco en el vidriado deja aparecer el barro cocido, resulta
del arranque del vidriado cuando separaron las piezas.
Estado de conservación: fragmentario, se desconoce el perfil de la pieza. La superficie del vidriado está alterada.
Restauración: no acabada (pegada parcial).
Cerámicas encontradas en el mismo contexto:
En el mismo contexto que los fragmentos a) g) y h) se descubrieron el fragmento a) de la ficha anterior.
El fragmento c) se encontró con el fragmento b) de la ficha anterior y con el fragmento a) de la ficha siguiente.
El fragmento b) fue hallado en el mismo contexto que el fragmento b) de la ficha siguiente.
Bibliografía: sin publicar.
Paralelos: la organización vertical de los motivos es frecuente dentro de las cerámicas cerradas con decoración de cuerda seca
parcial adscritas a la época del califato Omeya; casi no se observa en piezas posteriores (DÉLÉRY, 2006: 127-128). Motivos que
tienen parentesco con la (pseudo)epigrafía de estos fragmentos se encuentran en unas piezas adscritas al mismo período encontradas en la Calle Solis de Ceuta (FERNÁNDEZ SOTELO, 1988: tomo II, p. 148, fig. 15a y 17, inv. 2.502 y 2.500 del Museo
Municipal de Ceuta) y en una pieza procedente de Mallorca (ROSSELLÓ BORDOY, 1978: 319, inv. 10.213 del Museo de
Mallorca). Ésta tiene un motivo (pseudo)epigráfico subrayado por una cenefa de bulbos en posición vertical.
Lám. 5a
Lám. 5b
Fig. 5: sección y representación plana del alzado.
Lám. 5a y b:fotografías de fragmentos pertenecientes a una misma pieza, vistas laterales.
148
Lugar de hallazgo: Canalizaciones del Patio de los Pilares y pozo E de las Viviendas de Servicios de Madīnat al-Zahrā’.
Número de inventario: b) 98 VAL-PZ-236. Nota bene: todos los fragmentos no tenían un número de inventario cuando se
estudiaron
Referencias estratigráficas:
Fragmento a): MZ.95/5-10, Lc/0 m al oeste del registro. Procede de las excavaciones del Patio de los Pilares.
Fragmento b): MA’98/LC/Vald, 0-15 cm. Procede de las excavaciones del pozo E de las Viviendas de Servicios.
Sobre las excavaciones llevadas a cabo en el Patio de los Pilares y en las Viviendas de Servicios ver la bibliografía mencionada
en la ficha anterior. Los dos fragmentos, que se juntan, se encontraron en dos zonas distintas, pero vecinas, del sitio. Algunas
canalizaciones y el pozo mencionado estaban conectados por medio del acueducto romano de Valdepuentes (VALLEJO, ESCUDERO, 1999b: 243-244). El agua pudo arrastrar y mover los fragmentos dentro de la red (VELÁZQUEZ BOSCO, 1912: 75).
Adscripción cronológica: segunda mitad del siglo X, primera decena del siglo XI.
Lugar de depósito: Conjunto Arqueológico de Madīnat al-Zahrā’.
Descripción: dos fragmentos conexos pertenecientes a la misma pieza. No ha sido posible identificar la forma de esta pieza, que
se caracteriza por un cuerpo de tendencia troncocónica y por una carena que une la parte más ancha del cono truncado con una
media esfera cerrada (en el interior de la pieza los círculos concéntricos del torneo se cierran). Esta pieza tiene un ornamento
exterior de cuerda seca parcial vidriado en verde. En el cuerpo, observamos una cenefa de bulbos pequeños en posición vertical,
y en la media esfera, un motivo (pseudo)epigráfico repetido dos veces, caracterizado por dos letras verticales, cuyos apéndices
superiores se enfrentan, unidas por una letra redonda. Este motivo, cuya línea de escritura es una secante del círculo formado por
la carena (en vista cenital), está subrayado por un anillo aislado. Una cenefa de pequeños anillos, en posición diametral, separaba
en dos el registro ornamental de la media esfera. Este registro estaría compuesto de dos motivos (pseudo)epigráficos.
Ignoramos la posición de la pieza, pero quizás habría que tomar en cuenta que el motivo de bulbos, que también se da en cerámicas contemporáneas de Madīnat al-Zahrā’ con decoración vidriada en verde y manganeso, siempre se presenta con la punta
por abajo en las piezas cerradas. En tal caso, la pieza estaría en posición invertida a la que presentamos y con el motivo (pseudo)
epigráfico, poco visible, en las paredes exteriores de la base.
Dimensiones: diám. ext. al nivel de la carena: 12 cm.
Datos sobre la técnica de fabricación: pieza torneada.
Estado de conservación: fragmentario, se desconoce la forma de la pieza. Vidriado verde alterado.
Restauración: los dos fragmentos, encontrados en dos zonas distintas del sitio, se juntan. El pegado no había sido realizado
cuando los fragmentos se estudiaron ya que parte de las piezas de estos contextos aún no tenían número de inventario y estaban
en proceso de estudio.
Cerámicas encontradas en el mismo contexto: ver los datos propuestos en las dos fichas anteriores
Bibliografía: sin publicar
Paralelos: aunque su organización espacial es distinta, los motivos de esta pieza tienen parentesco con los de la(s) pieza(s) de la
ficha anterior. Ignoramos si estas piezas tenían una forma similar. Notamos la semejanza entre el ángulo que caracteriza la carena
de la pieza que aquí estudiamos y el de una alcuza en verde y manganeso con una base de forma distinta, procedente de Villarasa (GÓMEZ MORENO, 1951: 316, fig. 377c). Los fragmentos estudiados también tienen parentesco morfológico con un
fragmento descubierto en Almería (DUDA, 1972: Tafel 76f. y Abb. 8, p. 417; p. 370-371, inv. AL.585 del Museo Arqueológico
Provincial de Almería).
Un motivo de bulbo idéntico se encuentra en cerámicas cerradas con decoración en verde y manganeso contemporáneas de
Madīnat al-Zahrā’ (CANO PIEDRA, 1996: p. ej.: p. 110, fig. 50, MC/55; p. 82 fig. 22).
Notas: estando el material en proceso de estudio, no fue posible pegar los dos fragmentos lo que dificultó el dibujo de los motivos.
149
Cerámicas con decoración de cuerda seca parcial y total adscritas a mediados o a la segunda mitad del siglo XII
Lám. 6: fotografía, vista lateral.
Fig. 6: sección y representación plana del alzado.
Lugar de hallazgo: Madīnat al-Zahrā’.
Número de inventario: MA/CS/002.
Referencias estratigráficas: sin referencia. La pieza forma parte de un lote de fragmentos encontrados en vertederos y alcantarillas según los datos proporcionados por R. Velázquez Bosco (ver las referencias acerca de la interpretación de estos contextos
en la ficha de la pieza 4189)
Adscripción cronológica: mediados o segunda mitad del siglo XII. M. J. Moreno Garrido ha sido la primera arqueóloga en
proponer una datación almohade para las piletas de cuerda seca de Madīnat al-Zahrā’ (MORENO GARRIDO, 1987: 35 y 39).
Lugar de depósito: Conjunto Arqueológico de Madīnat al-Zahrā’.
Descripción: pileta cilíndrica de base plana, boca circular, borde exvasado y labio de sección cuadrangular. Decoración exterior
de cuerda seca total e interior de vidriado melado oscuro. Al exterior, viñetas cuadradas dispuestas de manera regular forman un
damero de tres cintas de altura. En cada viñeta hay una palmeta trilobulada en melado, negro y verde sobre blanco alzada sobre
un pie. Cada viñeta tiene un marco verde. Las viñetas se relacionan por medio de lazos en forma de X pintados en negro sobre
blanco. La parte inferior de la pieza y el labio son vidriados en melado, lo que forma dos cintas horizontales que enmarcan el
motivo central de damero.
Dimensiones: alt.: 43 cm, diám. ext. de la boca: 36,5 cm, diám. int. de la boca: 30,5 cm, diám. ext. de la base: 31,5 cm, diám.
int. de la base: 28 cm.
Datos sobre la técnica de fabricación: pasta roja oscura, paredes interiores irregulares con molduras resultantes del montaje de
la pieza. Visto su grado de alteración, es probable que el vidriado negro sea estannífero así como el verde y el blanco. El vidriado
melado es transparente (sin estaño). Los vidriados, corridos en dirección de la boca, nos indican que la pieza fue cocida boca
abajo.
Estado de conservación: los fragmentos conservados permiten conocer el perfil completo de la pieza.
Restauración: pegada y reintegración de las lagunas.
Bibliografía: VELÁZQUEZ BOSCO, 1912: lám. XLII.1 y fig. 38 p. 80; TORRES BALBAS, 1959: lám. 17. En estas dos publicaciones, un dibujo de esta pieza se propuso, en conformidad con los datos que se tenía en aquel entonces: el dibujo muestra
una pieza de altura inferior con dos cintas horizontales de viñetas. Nuevos fragmentos se encontraron en 1987, permitieron
restaurar la pieza en su estado original. Véase también GÓMEZ MORENO, 1951: 321, fig. 384d; ROSSELLÓ BORDOY,
2002: fig. 35 p. 136.
Paralelos: las cintas meladas en la parte superior e inferior son frecuentes en piletas de perfiles variados con decoración de cuerda
seca total adscritas al mismo período. Es posible que el motivo de viñetas haya sido usual en las piletas (TORRES BALBAS,
1959: lám. 18, pieza conservada en el IVDJ; DUDA, 1970: Tafel 7e, n. 20, inv. Al-356 del Museo Arqueológico Provincial de
150
Almería). Motivos de palmetas alzadas sobre un pie se observan en brocales de pozo de cuerda seca parcial adscritos a la segunda
mitad del siglo XII o a principios del siglo XIII (ver p. ej. la pieza inv. 50.785 del Museo Arqueológico Nacional en CONTRERAS, 1874, y la pieza inv. 28.060 del Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba en DÉLÉRY, 2006: ficha Córdoba005).
Notas: En la publicación de 1912 (p. 79), R. Velázquez Bosco presentó esta pieza como un «tiesto» mientras que en 1959, L.
Torres Balbás la identificó como un recipiente para las abluciones, basándose en datos procedentes de la excavación de retretes
domésticos así como del dār al-wadū de mezquitas andalusíes o magrebíes. El autor emplea la palabra «bacín». Notamos la confusión que nace del uso de esta palabra para llamar una pieza con tales funciones, lo que ha dado lugar a malas interpretaciones
del uso de este tipo de pieza por parte de quien no conoce las explicaciones de L. Torres Balbás y se conforma con el sentido de
la palabra tal como lo registra el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española.
Lám. 7a: fotografía, vista lateral.
Lám. 7b: fotografía, vista cenital.
Fig. 7: sección y representación plana del alzado.
Lugar de hallazgo: Mezquita de Madīnat al-Zahrā’.
Número de inventario: MA/CS/001.
Referencias estratigráficas: sin referencia.
Adscripción cronológica: mediados o segunda mitad del siglo XII. B. Pavón Maldonado propuso una datación del siglo X
para esta pieza (desde la publicación de varias cuerdas secas parciales y totales de Madīnat al-Zahrā’ en 1912 hasta los estudios
de M. J. Moreno Garrido en 1987, las cuerdas secas de Madīnat al-Zahrā’ solían considerarse como de época califal Omeya, así
como la mayoría de los hallazgos del sitio). El hecho de que la técnica de cuerda seca parcial, plenamente desarrollada en época
del califato Omeya andalusí, es anterior a la cuerda seca total, aún no había sido demostrado por medio de datos estratigráficos.
Lugar de depósito: Conjunto Arqueológico de Madīnat al-Zahrā’.
Descripción: fragmentos de la panza y de la base del cuello de un jarrito. Panza globular. Observamos una moldura poco pronunciada en la unión panza/cuello. El asa no se conservó pero la interrupción del motivo por una cinta vertical de color melado y
el estudio de los paralelos de esta pieza indican que era única. El vidriado interior monocromo es de color melado. La decoración
exterior es de cuerda seca total: observamos un motivo de pequeños bulbos blancos con corazón negro distribuidos de manera
regular «sobre» el vidriado verde. La punta de los bulbos se dirige hacia abajo. La base del cuello es vidriada en melado.
Dimensiones: alt. máx. conservada: 11 cm; diám. de la base del cuello: 7 cm aprox.; diám. máx.: 17 cm aprox., espesor de las
paredes: 0,4 cm.
Datos sobre la técnica de fabricación: pasta roja, pieza modelada con torno rápido. El vidriado verde es opaco, de tipo estannífero. Aunque está alterado, el vidriado negro parece transparente. Los vidriados, corridos en dirección de la boca, nos indican
que la pieza fue cocida apoyada sobre su base. En algunas zonas el vidriado se pegó al de otro recipiente durante el proceso de
cocción y fue arrancado al separar las piezas.
Estado de conservación: fragmentario, no es posible reconstruir el perfil completo.
Restauración: pegada no acabado en el momento del estudio (lo que dificultó las medidas).
Cerámicas encontradas en el mismo sitio: los informes de excavación firmados por B. Pavón Maldonado dan testimonio de varias cerámicas, de las cuales piletas de cuerda seca, encontradas en la mezquita de Madīnat al-Zahrā’ (PAVÓN MALDONADO,
1966: 121, fig. 96A, p. 124; ZOZAYA, 1999: n.100-a-9, p. 263 y 271). Se pueden adscribir, a partir del estudio de los paralelos,
a la segunda mitad del siglo XII. También hay que subrayar el hallazgo en Madīnat al-Zahrā’ de fragmentos de tinajas estampilladas y de un reposadero (PAVÓN MALDONADO, 1967: 429). Podrían ser contemporáneas de las piezas de la mezquita
anteriormente mencionadas y ser también recipientes para las abluciones (NAVARRO PALAZÓN, JIMÉNEZ CASTILLO,
1993). Por fin, mencionemos siete fragmentos en verde y manganeso de formas y motivos distintos a las piezas verde y manga-
151
neso adscritas a la época del califato Omeya (ESCUDERO ARANDA, 1991: 136-137 y fig. 18 p. 157). El perfil del cuerpo y el
solero con repié anular desarrollado de algunos de estos fragmentos remiten a ataifores adscritos al siglo XII. Quizás habría que
reconsiderar estas piezas a la luz de los nuevos estudios sobre el verde y manganeso de época almohade (ver p. ej. RETUERCE
VELASCO, JUAN GARCÍA, 1999; DÉLÉRY, 2006: 1008-1010).
Bibliografía: PAVÓN MALDONADO, 1967: 416-417; PAVÓN MALDONADO, 1967b; MORENO GARRIDO, 1987:
37.
Paralelos: las piletas MA/CS/003 y MA/CS/006, encontradas en Madīnat al-Zahrā’ (esta última también en la mezquita), llevan
un motivo similar de pequeños bulbos blancos con corazón negro, sobre verde. Este motivo se observa con frecuencia sobre
piletas andalusíes de cuerda seca total adscritas al siglo XII; suele ser sencillo (pequeños bulbos blancos sobre verde sin corazón
negro). La pieza estudiada tiene semejanzas morfológicas y estilísticas con un jarrito de cuerda seca total adscrito a mediados del
siglo XII, hallado en un alfar de la Av. Pablo Iglesias de Almería (FLORES, MUÑOZ, LIROLA, 1999: 227, fig. 4.16).
Notas: el hallazgo de esta pieza en la mezquita viene referenciado en la «ficha» que se conserva en los almacenes del Conjunto
Arqueológico.
Lám. 8a: fotografía de tres fragmentos de la pieza (parte inferior). Lám. 8b: Otros fragmentos de la pieza (parte superior, mediana e inferior).
Vistas laterales.
Lám. 8c: fotografía de otro fragmento que podría pertenecer a la base de la pieza, vista lateral.
Fig. 8a: sección y representación plana del alzado (parte superior).
152
Fig.8b: (parte inferior) (restitución hipotética).
Lugar de hallazgo: Madīnat al-Zahrā’.
Número de inventario: MA/CS/017.
Referencias estratigráficas: sin referencia. La pieza forma parte de un lote de fragmentos encontrados en vertederos y alcantarillas de la ciudad según los datos proporcionados por R. Velázquez Bosco (ver las referencias propuestas en la ficha de la pieza
4189).
Adscripción cronológica: mediados o segunda mitad del siglo XII.
Lugar de depósito: Conjunto Arqueológico de Madīnat al-Zahrā’.
Descripción: fragmentos de una pileta cilíndrica de boca circular, con borde exvasado, labio redondeado subrayado por dos
molduras y base plana. El interior es vidriado en melado y el exterior, a la cuerda seca total. En la parte superior de las paredes
externas, observamos un motivo epigráfico (no identificado) vidriado en verde «sobre» blanco; desde algunas letras se alzan palmetas curvadas en verde, melado y negro. Este motivo epigráfico se caracteriza por el nexo curvo y bajo que une las letras; este
rasgo es frecuente en las epigrafías del siglo XII. La parte inferior del recipiente presenta una cenefa de círculos que encierran
un rombo negro «sobre» blanco que contiene en su centro una roseta verde con cuatro pétalos. Entre los círculos sucesivos, se
colocan triángulos.
Dimensiones: alt. máx. conservada de la parte alta: 19 cm, diám. int. de la boca : 29 cm aprox., diám. ext. de la boca: 34 cm
aprox., espesor de las paredes: 1,7 cm.
Datos sobre la técnica de fabricación: pieza modelada con la ayuda del torno.
Estado de conservación: una vez localizados los tres fragmentos publicados por R. Velázquez Bosco y M. Gómez Moreno, habrá
datos suficientes para conocer el perfil de esta pieza.
Restauración: no acabada (pegado parcial).
Bibliografía: VELÁZQUEZ BOSCO, 1912: lám. XLII. 2 y fig. 34, p. 78; GÓMEZ MORENO, 1951: 321, fig. 384e. Aún no
se localizaron los tres fragmentos publicados por R. Velázquez Bosco y M. Gómez Moreno (Lám. 8a).
Paralelos: la forma y la distribución de los colores característicos de las palmetas que surgen de las letras tienen parentesco con
las palmetas de la pieza MA/CS/001. En otra pileta (MA/CS/014) observamos palmetas curvadas asociadas con letras verdes que
se caracterizan también por un nexo curvo y bajo. La combinación de motivos epigráficos en cúfico con palmetas es típica de los
brocales de pozo de cuerda seca que se utilizaban en Córdoba en el siglo XII (ver los brocales con n. 7.515, D/47 y 28.060 del
Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba y el n. 50.785 del Museo Arqueológico Nacional, p. ej. en DÉLÉRY, 2006: Tome
VIA, piezas Córdoba001, 002, 004 y 005).
Notas: es posible que haya que relacionar estos fragmentos con el número MA/CS/012. El proceso de restauración determinará
si pertenecen a la misma pieza. En la publicación de 1912 (p. 79), esta pieza se presentó como un «tiesto».
Lám. 9: fotografía de los fragmentos de la pieza, vista lateral.
Fig. 9: sección y representación plana del alzado.
153
Lugar de hallazgo: Madīnat al-Zahrā’.
Número de inventario: MA/CS/004.
Referencias estratigráficas: sin referencia.
Adscripción cronológica: mediados o segunda mitad del siglo XII.
Lugar de depósito: Conjunto Arqueológico de Madīnat al-Zahrā’.
Descripción: pileta de cuerpo cilíndrico, boca circular, borde exvasado, labio de sección cuadrangular subrayado por una moldura. Ornamento exterior del cuerpo de cuerda seca total. Labio y moldura sin vidriar. El interior es vidriado en melado, con
impurezas oscuras. Al exterior, el vidriado corrió por casi toda la pieza, dificultando la lectura del motivo epigráfico en melado y
negro situado por debajo de la moldura. El cuerpo está cubierto por pequeños bulbos blancos «sobre» vidriado verde.
Dimensiones: espesor de las paredes: 1,3 cm, anchura del labio: 4 cm, diám. ext. de las paredes: 38 cm aprox.
Datos sobre la técnica de fabricación: los vidriados verde y blanco corrieron hacia la boca de la pieza que estuvo colocada boca
abajo en el horno. El vidriado verde oscuro, transparente, salió totalmente de los límites de la «cuerda seca» así como el vidriado
blanco, opaco y estannífero. La temperatura máxima de cocción de esta pieza fue superior a la temperatura adecuada para que
ambos vidriados, aunque de composición y de comportamiento distinto durante la cocción, se vitrifiquen sin derramarse sobre
las líneas pintadas (DÉLÉRY, 2006: 623, 650 y ss.). La pasta es roja como en casi todas las piletas de cuerda seca total de Madīnat
al-Zahrā’.
Estado de conservación: fragmentario, no tenemos datos sobre la parte inferior de la pieza.
Restauración: la pieza estaba en proceso de restauración cuando se estudió.
Bibliografía: sin publicar.
Paralelos: los motivos de pequeños bulbos sobre «fondo» verde son frecuentes en piletas y jarritos para abluciones de cuerda
seca total adscritos a mediados o segunda mitad del siglo XII descubiertos en al-Andalus y en el Magreb. En Madīnat al-Zahrā’
son bulbos sencillos o dobles (con corazón negro). Se encuentran en piletas de tamaños y perfiles distintos (MA/CS/003, MA/
CS/006, MA/CS/009, MA/CS/004) y en el jarrito MA/CS/001. Se conocen otras variantes de este motivo (ver p. ej. DÉLÉRY,
2006: 417-418).
Lám. 10: fotografía, vista lateral.
Fig. 10: sección y representación plana del alzado.
Lugar de hallazgo: Madīnat al-Zahrā’.
Número de inventario: MA/CS/003.
Referencias estratigráficas: sin referencia.
Adscripción cronológica: mediados o segunda mitad del siglo XII.
Lugar de depósito: Conjunto Arqueológico de Madīnat al-Zahrā’.
Descripción: pileta de cuerpo cilíndrico, base plana, ornamento exterior de cuerda seca total y vidriado melado con impurezas
oscuras en el interior. Al exterior, pequeños bulbos blancos con corazón negro «sobre» verde cubren la parte central del cuerpo,
la parte inferior lleva una cinta vidriada de color melado.
Dimensiones: diám. ext.: 36,5 cm, diám. int.: 32 cm, espesor de las paredes del cuerpo: entre 1,3 y 1,7 cm, alt. conservada: 20
cm.
Datos sobre la técnica de fabricación: vidriado verde oscuro transparente. Pieza moldeada con la ayuda del torno y cocida
boca abajo.
Estado de conservación: fragmentario, desconocemos la altura de la pieza y la forma del borde de la boca.
Restauración: pegada.
Bibliografía: sin publicar.
154
Paralelos: para el motivo de bulbos ver los paralelos indicados para la pieza MA/CS/004. La cinta melada que observamos en la
parte inferior de esta pieza es usual en piletas de cuerda seca total contemporáneas encontradas en al-Andalus y en el Magreb. La
pileta MA/CS/002 de Madīnat al-Zahrā’ tiene una cinta similar
Lám. 11a: fotografía, vista lateral con el asa a mano derecha. b): con el asa en frente. Fig. 11: sección y representación plana del alzado.
Lugar de hallazgo: Madīnat al-Zahrā’.
Número de inventario: 18.700.
Referencias estratigráficas: sin referencia.
Adscripción cronológica: ¿siglo XII?
Lugar de depósito: Museo de Cerámica de Barcelona.
Descripción: jarrito(a) de cuello cilíndrico ancho y panza globular. El asa unía la parte mediana de la panza con el borde del
cuello. Ornamento exterior de cuerda seca parcial organizado según un eje horizontal. Vidriado verde aturquesado. En la parte
superior del cuello, se desarrolla un cordón vidriado con tres cabos, en la parte inferior, una franja de ondas en reserva. La panza
se caracteriza por una cenefa de grandes y de pequeños círculos en reserva. Los grandes círculos encierran un rombo vidriado con
un círculo en reserva en el interior. Las zonas en reserva llevan puntos pintados en negro, y el asa, un motivo de óvalos vidriados
y guiones pintados en negro.
Dimensiones: alt. total: 15,5 cm, alt. del cuello: 7 cm, diám. máx. de la panza: 14,5 cm, diám. del cuello: 10 cm, espesor de las
paredes: 0,3-0,4 cm, diám. de la base restaurada: 8,8 cm.
Datos sobre la técnica de fabricación: pasta rosada, líneas de torno en las paredes interiores, vidriado verde opaco de tipo
estannífero.
Estado de conservación: falta la base, gran parte del cuello, de la panza y de la única asa conservada. No conocemos las características de la base de esta pieza, tampoco sabemos si era un jarrito (hipótesis seguida para la restauración de la pieza) o una jarrita.
Restauración: la parte inferior de la pieza así como la zona central del asa son restituciones hipotéticas.
Bibliografía: sin publicar según las informaciones que manejamos.
Paralelos: es de notar las semejanzas morfológicas entre esta pieza y jarritas de cuerda seca parcial adscritas al siglo XII (ver p. ej.
JIMÉNEZ CASTILLO, NAVARRO PALAZÓN, 1997: n.º 28 y 29). El motivo de círculo encerrando un rombo no es exclusivo
de la cultura material andalusí de este período pero destaca su presencia en piletas y jarritas de cuerda seca adscritas al siglo XII
(VV. AA, 2000: 89 n.º 76; JUAN, FERNÁNDEZ, CABALLERO, 2004: 377, lám.5.1; CAVILLA SÁNCHEZ-MOLERO,
2005: 521, fig. 157).
Notas: en la ficha de esta pieza conservada en el Museo de Cerámica de Barcelona se propone una adscripción cronológica a la
época del califato Omeya que corresponde a una interpretación a priori de la adscripción cronológica del material hallado en
Madīnat al-Zahrā’.
155
Lám. 12: fotografía, vista lateral.
Fig. 12: sección y representación plana del alzado.
Lugar de hallazgo: Madīnat al-Zahrā’.
Número de inventario: MA/CS/014.
Referencias estratigráficas: sin referencia.
Adscripción cronológica: mediados o segunda mitad del siglo XII.
Lugar de depósito: Conjunto Arqueológico de Madīnat al-Zahrā’.
Descripción: pileta de cuerpo cilíndrico con boca circular, borde exvasado, labio de sección cuadrangular, ornamento exterior
de cuerda seca total y vidriado interior melado claro. Un motivo epigráfico (sin identificar) en verde «sobre» blanco se desarrolla
en posición horizontal en las paredes exteriores de la pieza; algunos motivos vegetales en melado, negro y verde se alzan desde
las letras.
Dimensiones: espesor de las paredes: 1.5 cm, alt. máx. conservada: 16 cm, diám. ext. de la boca: 29 cm aprox.
Datos sobre la técnica de fabricación: pasta roja con inclusiones cristalinas de gran tamaño (algunas sup. a 2 mm), pieza torneada.
Estado de conservación: fragmentario: falta la parte inferior de la pieza. Los vidriados interiores y exteriores están alterados.
Restauración: pegada.
Bibliografía: sin publicar.
Paralelos: la pileta MA/CS/017 tiene un motivo epigráfico con características similares. El labio de la pileta MA/CS/006 es
similar.
Lám. 13: fotografía, vista lateral
Fig. 13: sección y representación plana del alzado.
Lugar de hallazgo: Madīnat al-Zahrā’.
Número de inventario: MA/CS/16.
Referencias estratigráficas: sin referencia.
Adscripción cronológica: mediados o segunda mitad del siglo XII.
Lugar de depósito: Conjunto Arqueológico de Madīnat al-Zahrā’.
Descripción: parte inferior de una pileta cuyo cuerpo es cilíndrico, con base plana. El interior de la pieza lleva vidriado monocromo melado claro y el exterior, un ornamento de cuerda seca parcial bicolor que consta de círculos blancos «sobre» verde
formando una cenefa horizontal. Cada círculo encierra otro círculo en reserva en cuyo centro se halla una roseta verde con cuatro
156
lóbulos. Un triángulo y un círculo en reserva se intercalan entre los círculos blancos. En la parte central de la pieza, truncada, hay
indicios de un motivo epigráfico que no se puede identificar
Dimensiones: alt. max. conservada: 13,5 cm, diám. ext.: 24 cm, espesor de las paredes: 1,2-1,5 cm.
Datos sobre la técnica de fabricación: pasta roja similar a la pasta de la pieza MA/CS/014, pieza modelada con la ayuda del
torno.
Estado de conservación: fragmentario, falta la parte superior de la pieza
Restauración: pegada.
Bibliografía: sin publicar.
Paralelos: otras piletas descubiertas en Madīnat al-Zahrā’ llevan un motivo de «medallones» de distintos tipos formando una
cenefa y pequeños motivos que se intercalan entre ellos (ver MA/CS/017 y la pieza de la ficha siguiente); los motivos encerrados
por los «medallones» son variados. Este tipo de organización de los motivos también se da en piezas de cuerda seca adscritas a la
primera mitad o a mediados del siglo XII (ver p. ej. GÓMEZ MARTÍNEZ, 2001: nº. 20 y 21, inv. CR/CS/0022 y CR/CS/0023
del Museu islâmico de Mértola).
Lám. 14: fotografía, vista lateral.
Fig. 14: sección y representación plana del alzado.
Lugar de hallazgo: Madīnat al-Zahrā’.
Número de inventario: sin número.
Referencias estratigráficas: sin referencia.
Adscripción cronológica: mediados o segunda mitad del siglo XII.
Lugar de depósito: Conjunto Arqueológico de Madīnat al-Zahrā’.
Descripción: fragmentos de una pileta de cuerpo cilíndrico y base plana, con ornamento exterior de cuerda seca total y vidriado
melado oscuro que cubre las paredes interiores. El registro ornamental de la parte inferior de las paredes exteriores constaba de
medallones repetidos varias veces, formando una franja horizontal. Un motivo floral compuesto por dos hojas verdes ovaladas y
un bulbo en negro y melado iban incluidos en cada círculo. Dos fragmentos dan testimonio de una separación en dos partes del
registro ornamental por medio de unas cintas verticales bicolores (en verde y melado). Un pequeño bulbo blanco se colocaba en
la parte inferior de cada cinta.
Dimensiones: diám. ext. de la base: 25 cm aprox., espesor de las paredes: 1,3-2 cm.
Datos sobre la técnica de fabricación: la pieza estaba boca abajo en el horno, tal como lo indica el corrimiento de los vidriados.
La pasta es roja. El vidriado negro es transparente y el vidriado verde tiene características semejantes al de la pieza MA/CS/001.
Hay estrías en las paredes exteriores de la base, igual que en la pieza MA/CS/009.
Estado de conservación: fragmentario, es imposible conocer el perfil completo de la pieza.
Restauración: parcial (pegada de algunos fragmentos).
Bibliografía: sin publicar.
Paralelos: ver los datos propuestos para la pieza de la ficha anterior (paralelos formales y estilísticos); también hay que tomar en
cuenta los paralelos tecnológicos mencionados.
157
Lám. 15a : fragmentos MA/CS/009
b: Otros fragmentos de pileta con motivos similares.
Vistas laterales
Fig. 15: dibujo: sección y representación plana de la parte inferior de la pieza MA/CS/009.
Lugar de hallazgo: Mezquita de Madīnat al-Zahrā’ y zona desconocida.
Número de inventario: MA/CS/009 y fragmentos sin n. de inventario.
Referencias estratigráficas: sin referencia. La pieza MA/CS/009 se descubrió en 1986.
Adscripción cronológica: mediados o segunda mitad del siglo XII.
Lugar de depósito: Conjunto Arqueológico de Madīnat al-Zahrā’.
Descripción: fragmentos de piletas de cuerpo cilíndrico, base plana, paredes interiores vidriadas en melado verdoso con trazas
negras, ornamento exterior de cuerda seca total (pequeños bulbos blancos «sobre» verde).
Dimensiones: diám. int. 29 cm aprox., espesor de las paredes: 1,5-2 cm, espesor de las paredes del fondo: 1 cm.
Datos sobre la técnica de fabricación de la pieza MA/CS/009: pasta negra en el centro y roja en la periferia, inclusiones cristalinas de gran tamaño (algunas sup. a 2 mm). En la parte inferior de las paredes exteriores, hay estrías oblicuas, tal como en la
pieza de la ficha anterior. El vidriado verde, alterado, es semejante al de la pieza de la ficha anterior y del jarrito MA/CS/001.
Estado de conservación: fragmentario: es imposible conocer el perfil completo de la pieza.
Restauración: ninguna.
Bibliografía: la pieza no ha sido publicada. Sobre las piletas encontradas en la mezquita de Madīnat al-Zahrā’ ver PAVÓN
MALDONADO, 1966: 124; MORENO GARRIDO, 1987: 37, nota 17.
Paralelos: el motivo de pequeños bulbos blancos «sobre» verde se halla también en las piletas MA/CS/003, MA/CS/006 y MA/
CS/004 y en el jarrito MA/CS/001, que serían contemporáneas. Ver paralelos en la ficha de la pieza MA/CS/004.
Notas: los fragmentos MA/CS/009 se hallaron en la mezquita, no hay datos sobre el lugar preciso de hallazgo de los otros fragmentos.
158
Lám. 16: fotografía, vista lateral. Fig. 16: sección y representación plana del alzado
Lugar de hallazgo: calzada norte de la mezquita de Madīnat al-Zahrā’.
Número de inventario: MA/CS/006.
Referencias estratigráficas: pieza descubierta en 1987.
Adscripción cronológica: mediados o segunda mitad del siglo XII.
Lugar de depósito: Conjunto Arqueológico de Madīnat al-Zahrā’.
Descripción: fragmentos de una pileta de boca circular, con borde exvasado, labio corto de sección cuadrangular y cuerpo cilíndrico. El vidriado interior está alterado, no es posible precisar su color. Las paredes exteriores llevan un ornamento de cuerda
seca total (pequeños bulbos blancos con corazón negro o melado, «sobre» verde).
Dimensiones: alt. máx. conservada del fragmento con borde: 14 cm, del fragmento de cuerpo: 26 cm, diám. ext. de la boca: 32
cm aprox., alt. del labio: 2 cm, espesor de las paredes: 1,4-1,8 cm.
Datos sobre la técnica de fabricación: pasta roja, pieza modelada a torno.
Estado de conservación: fragmentario: se desconoce el perfil completo de la pieza.
Restauración: pegado parcial.
Cerámicas encontradas en el mismo contexto: sin dato.
Bibliografía: sin publicar.
Paralelos: el labio de la pileta MA/CS/014 es similar. En Madīnat al-Zahrā’, hay variantes estilísticas del motivo de pequeños
bulbos aplicado a piletas de perfiles variados y se observan diferentes facturas y colores de los vidriados, lo que reflejaría una
producción variada, así como maestrías distintas del proceso de cocción. La mayoría de esas piletas llevan vidriado corrido, pero
en esta pieza los vidriados se vitrificaron a la temperatura adecuada y no se derramaron. Un motivo de bulbos dobles de buena
factura también es visible en el jarrito MA/CS/001 y en piletas de otros sitios.
159
Lám. 17a y b: fotografías, vistas laterales.
Fig. 17a: sección y representación plana del alzado.
Fig. 17b: despliegue del motivo de la panza: propuesta de restitución gráfica.
Lugar de hallazgo: L. M. Llubiá indica que esta pieza se descubrió en Madīnat al-Zahrā’, sin precisar los datos que permiten
afirmarlo.
Número de inventario: 4210.
Referencias estratigráficas: sin referencia.
Adscripción cronológica: mediados o segunda mitad del siglo XII. No tenemos datos sobre su lugar preciso de hallazgo, pero
los contextos en los que se descubrieron los paralelos morfológicos y/o estilísticos de esta pieza (una jarra debajo de la Torre del
Homenaje de la Alcazaba de Málaga y un jarrito al lado del aljibe asociado a la mezquita de la alcazaba de Mérida) así como el
estudio de sus motivos de leones dan datos lo suficientemente precisos para asentar esta adscripción cronológica.
Lugar de depósito: Instituto Valencia de Don Juan, Madrid..
Descripción: jarrito de panza piriforme alzada sobre un pie de base ligeramente cóncava. Una moldura en la parte alta de la
panza. El asa sale de la parte mediana de la panza. El interior de la pieza lleva un vidriado melado, y el exterior, un ornamento
de cuerda seca total con un motivo de «león» en melado o en negro, repetido tres veces. Los leones tienen una melena cuyo color
es distinto al color de su cuerpo, con una de las pata delantera levantada, y con la cola curvada y erguida. Una de las colas está
colocada sobre la base del asa. Observamos motivos vegetales intercalados entre los leones.
Dimensiones: alt. conservada: 10,8 cm, diám. ext. del gollete: 3 cm, espesor de las paredes del gollete: 0,5 cm, diám. de la base:
6-6,5 cm (asimétrico), asa de sección ovalada (1 x 1,7 cm), base cóncava: (concavidad de 0,2-0,3 cm).
Datos sobre la técnica de fabricación: pieza modelada a torno, pasta rosada. Hay huellas del arranque del vidriado cuando se
apartaron las piezas pegadas entre ellas en el horno. En las paredes interiores: estrías dejadas por el uso del torno. Los vidriados
melados, verdes y negros son transparentes y el vidriado blanco, opaco (estannífero). Los vidriados se derramaron hacia la parte
superior de la pieza que estaba boca abajo en el horno y ligeramente inclinada. El comportamiento de los vidriados durante la
cocción fue distinto.
Estado de conservación: falta el gollete y el asa.
Restauración: pegada.
Bibliografía: LLUBIÁ, 1967: 46, fig. 34 y p. 54; MARTÍNEZ CAVIRO, 1991: 56.
Paralelos: se puede comparar la forma de esta pieza con la forma de otros jarritos con decoración de cuerda seca total adscritos al
160
siglo XII encontrados en Ceuta y Sevilla (FERNÁNDEZ SOTELO, 1978: inv. 220 del Museo Municipal de Ceuta; CARRIAZO, 1974-75: lám. III, inv. REP 24.469 del Museo Arqueológico Provincial de Sevilla).
El motivo de león de esta pieza (melena, pata delantera levantada, factura) es semejante al de la pieza encontrada debajo de la Torre del Homenaje de Málaga; el motivo de la pieza hallada al lado del aljibe de la alcazaba de Mérida es bastante similar (melena
de color distinto al color del cuerpo, parte delantera curvada) aunque la factura es un poco distinta. La pieza de Mérida también
es un jarrito, pero su perfil y tamaño son diferentes de los de la pieza de Madīnat al-Zahrā’. M. Acién Almansa estudió el motivo
de león de la pieza de Málaga, su interpretación histórica apunta para una cronología almohade. Las piezas de Madīnat al-Zahrā’,
de Mérida y de Málaga serían contemporáneas. Sobre la pieza de Málaga (contexto y motivo) ver PUERTAS TRICAS, 1989:
nº. B-1; TORRES BALBAS, 1949: 63/64; ACIÉN ALMANSA, 1999; ACIÉN ALMANSA, 1996: 188. La pieza de Málaga
yacía en el mismo sitio que una pieza cerrada con decoración dorada sobre molde cuya adscripción cronológica es el siglo XII
(GÓMEZ MORENO, 1951: 314 y 320). Sobre la pieza de Mérida ver FEIJOO MARTÍNEZ, 2001.
Lám. 18a: fotografía, vista lateral, un asa en frente. Fig. 18: sección y representación plana del alzado
Lugar de hallazgo: Madīnat al-Zahrā’.
Número de inventario: 18.701.
Referencias estratigráficas: sin referencia.
Adscripción cronológica: mediados o segunda mitad del siglo XII.
Lugar de depósito: Museo de Cerámica de Barcelona. En la ficha del museo no hay datos sobre las circunstancias y la fecha de
ingreso de esta pieza, quizás después de una exposición.
Descripción: jarrita con cuello de forma troncocónica invertida, de borde recto, con panza ovoide, pie anular alto y fondo cóncavo puntiagudo. Esta pieza tenía dos asas (el registro ornamental se interrumpe dos veces). Hay restos de un filtro interior en la
zona de unión entre el cuello y el asa. La decoración exterior es de cuerda seca parcial, los motivos se organizan según un eje horizontal: en la parte superior del cuello observamos una franja compuesta de palmetas en reserva sobre vidriado verde opaco; en
la parte inferior se superponen cintas horizontales alternativamente vidriadas y no vidriadas. Las zonas en reserva llevan puntos
pintados en negro. Las cintas también se desarrollan en la parte inferior y superior de la panza, mientras que en la parte mediana
notamos un motivo de damero de pequeños cuadrados. En las paredes interiores del cuello se localiza un rombo vidriado.
Dimensiones: alt.: 20,8 cm, diám. ext. de la boca: 8 cm, diám. ext. del pie: 6,5 cm, espesor de las paredes: 2-3 mm.
Datos sobre la técnica de fabricación: pasta clara. En algunas zonas el vidriado se derramó en dirección de la boca.
Estado de conservación: los fragmentos conservados permiten conocer el perfil completo de la pieza, salvo las asas.
Restauración: pegada y reintegración parcial de las lagunas.
Bibliografía: sin publicar según los datos que manejamos.
Paralelos: los motivos de cintas superpuestas alternativamente vidriadas o en reserva, y los motivos de damero de pequeños
cuadrados son frecuentes en las jarritas de cuerda seca parcial adscritas al siglo XII, sobre todo en piezas de la segunda mitad del
siglo; la presencia de un rombo en las paredes interiores también es típica de las producciones de cuerda seca parcial de esta época
(ver p. ej. DÉLÉRY, 2006: 430-431 y 433)
Notas: en la ficha de esta pieza conservada en el Museo de Cerámica de Barcelona se propone una adscripción cronológica a la
161
época del califato Omeya que corresponde a una interpretación a priori de la adscripción cronológica del material hallado en
Madīnat al-Zahrā’.
Lám. 19a y b: fotografías, vistas laterales
Fig. 19: sección y representación plana parcial del alzado.
(izq.: fragmento del cuello y de la panza con un ala; der.: fragmento de panza)
Lugar de hallazgo: Madīnat al-Zahrā’.
Número de inventario: MA/CS/015.
Referencias estratigráficas: sin referencia. El fragmento de la lám. 19b forma parte de un lote de fragmentos encontrados en
vertederos según los datos proporcionados por R. Velázquez Bosco (ver las referencias propuestas en la ficha de la pieza 4189).
Adscripción cronológica: mediados o segunda mitad del siglo XII.
Lugar de depósito: Conjunto Arqueológico de Madīnat al-Zahrā’.
Descripción: fragmentos de la parte superior de la panza y del cuello de una jarra con dos «alas» a modo de asas verticales. Motivos vegetales de la panza de cuerda seca parcial, vidriado verde.
Dimensiones: alt. conservada: 11 cm aprox., espesor de las paredes: 1,6-1,8 cm. No fue fácil medir el diámetro exterior, a causa
del reducido tamaño del fragmento. Sería de 40 cm aprox. al nivel de la moldura. En la publicación de 1912 (p. 79), R. Velázquez
Bosco indica que el diámetro de la panza, medido a partir del fragmento de la lám. 19b es de 52 cm.
Datos sobre la técnica de fabricación: pasta de color rojo al interior y rosado en la periferia, el vidriado verde es opaco.
Estado de conservación: fragmentario: se desconoce el perfil completo de la pieza.
Restauración: parcial, pegada.
Bibliografía: el fragmento de la lám. 19b se publicó en VELÁZQUEZ BOSCO, 1912: 78, fig. 33.
Paralelos: una pieza de cuerda seca total, inédita, con alas similares, se encontró en la Praça do Giraldo de Évora (excavaciones
dirigidas por Carmen Balesteros, Univ. de Évora, estudio de las piezas por Gonçalo Lopes). Se conocen varias tinajas de cuello ancho, panza piriforme con dos asas verticales («alas»), adscritas a la época almohade. La mayoría lleva una decoración estampillada.
Lám. 20: fotografía, vista lateral.
Fig. 20: sección y representación plana parcial del alzado.
Lugar de hallazgo: Madīnat al-Zahrā’.
Número de inventario: MA/CS/019.
Referencias estratigráficas: sin referencia.
Adscripción cronológica: mediados o segunda mitad del siglo XII.
Lugar de depósito: Conjunto Arqueológico de Madīnat al-Zahrā’.
Descripción: fragmento de pileta o de brocal de pozo de boca circular, borde exvasado, labio de sección semicircular subrayada
por una moldura. La decoración exterior es de cuerda seca parcial, se trata de un motivo vegetal vidriado en verde.
162
Dimensiones: alt. máx. conservada: 18,5 cm, diám. ext. de la boca: 50 cm aprox., espesor de las paredes: 1,8-2 cm.
Datos sobre la técnica de fabricación: el vidriado verde es transparente.
Estado de conservación: fragmentario: se desconoce el perfil completo de la pieza.
Restauración: parcial (pegada).
Bibliografía: sin publicar.
Paralelos: aunque la mayoría de las piletas con decoración de cuerda seca encontradas en Madīnat al-Zahrā’ y en al-Andalus y
adscritas a los siglos XII y XIII tiene una decoración de tipo cuerda seca total, es de notar la existencia de por lo menos dos piletas
de cuerda seca parcial en Madīnat al-Zahrā’. El gran tamaño del diámetro de esta pieza permite considerar también la posibilidad
de que sea un brocal de pozo. La mayoría de los brocales con decoración de cuerda seca adscritos a la época almohade se encontraron en Córdoba, son de cuerda seca parcial (piezas inv. 7515, 6419D/47 y 28.060 del Museo Arqueológico y Etnológico de
Córdoba; inv. 62.378 y 50.786 del Museo Arqueológico Nacional; DÉLÉRY, 2006: Tome VIA, piezas Córdoba001-005 y Tome
VIB, pieza Nonattribué017)
Notas: el tamaño reducido del fragmento de borde dificulta la medida del diámetro de la boca.
Lám. 21: fotografía, vista lateral.
Fig. 21: sección y representación plana parcial del alzado.
Lugar de hallazgo: Madīnat al-Zahrā’.
Número de inventario: sin número.
Referencias estratigráficas: sin referencia.
Adscripción cronológica: mediados o segunda mitad del siglo XII.
Lugar de depósito: Conjunto Arqueológico de Madīnat al-Zahrā’.
Descripción: fragmentos de la parte superior de una pileta de boca circular, borde exvasado, labio doble de sección cuadrangular
al exterior y redonda al interior. La decoración exterior es de cuerda seca parcial, se desarrolla un motivo epigráfico y vegetal.
Dimensiones: alt. máx. conservada: 7,5 cm, espesor de las paredes: 1,4 cm, diám. ext. al nivel del labio ext.: 29 cm aprox.
Datos sobre la técnica de fabricación: pasta de color gris en el centro y rosada en la periferia.
Estado de conservación: fragmentario: se desconoce el perfil completo de la pieza.
Restauración: sin restaurar.
Bibliografía: sin publicar.
Paralelos: aunque no son idénticos, el labio doble de esta pieza tiene parentesco con el labio de una pileta de cuerda seca total de
Mértola (GÓMEZ MARTÍNEZ, 2002: inv. CR/CS/0016 del Museu islâmico de Mértola) adscrita al mismo período.
Referencias de los otros fragmentos con decoración de cuerda seca descubiertos en Madīnat al-Zahrā’
Adscripción cronológica: grupo 1= segunda mitad del siglo X, primer decenio del siglo XI.
Adscripción cronológica: grupo 2= mediados o segunda mitad del siglo XII.
CSP = cuerda seca parcial.
CST= cuerda seca total.
Ind.= indeterminado.
p.d.= por determinar.
fgto.= fragmento.
nº.= número(s).
163
Inv.
Referencias
estratigráficas
Lugar de
depósito
Tipo
formal
Ornamento
Motivos
Adscripción
cronológica
Publicación
99/VA1-362
MA99/VA1
CAMaZ
jarrita/o
CSP
cordón de dos
cabos
grupo 1
sin publicar
99/VA1-154
MA99/VA1
CAMaZ
forma
cerrada
CSP
Ind.
grupo 1
sin publicar
99/VAL-700
MA99/VA
CAMaZ
jarrita/o
CSP
Epigráficos
grupo 1
sin publicar
99/M4-284
MA99/M4/LC
CAMaZ
CSP
¿cordón?
grupo 1
sin publicar
99/M4-297
MA99/M4/LC
CAMaZ
CSP
cordón de dos
cabos
grupo 1
sin publicar
sin número
sin referencia
sin localizar
CSP
escamas
p.d.
MORENO
GARRIDO,
1987: 37, fig.
2.4
cuello
GONZÁLEZ
GARCÍA, et
al. 1999: 36,
lám. 4
fgto.
analizado
por la Univ.
de Sevilla
forma
cerrada
forma
cerrada
jarrita
Notas
fgto. de
panza
fgto. de
fondo plano
fgto. de
cuello
sin número
sin referencia
sin localizar
pileta
CSP
vegetales
grupo 2
MA/CS/018
sin referencia
CAMaZ
pileta
CST
vegetales
grupo 2
fgto. de
fondo.
MA/CS/012
sin referencia
CAMaZ
pileta
CST
cenefa de
círculos
grupo 2
sin publicar
fgto. de
fondo.
Paralelos
formales y
estilísticos
con MA/
CS/017
sin número
sin referencia
sin localizar
pileta
CST
flor curvada
grupo 2
MORENO
GARRIDO,
1987: 38, fig.
2. 5.
fgto. de
pared
Leyenda de los dibujos:
Agradezco al Conjunto Arqueológico Madīnat al-Zahrā’, al Instituto Valencia de Don Juan de Madrid, al Museo de Cerámica
de Barcelona y al Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba por las facilidades ofertadas para el estudio de estas piezas. Doy
las gracias a Mireille y Floréal Martínez por su ayuda en la versión castellana y por su amistad.
164
Cuadernos de Madinat al-Zahra 6 (2008), pp. 165-179
ISSN: 1139-9996
ESTUDIO ARQUEOMÉTRICO DE LOZA DORADA
DE MADINAT ALZAHRA, CÓRDOBA
A. POLVORINOS DEL RÍO
Departamento de Cristalografía, Mineralogía y Química Agrícola. Universidad de Sevilla
J. CASTAING
C2RMF, CNRS, París
S. ROEHRS
C2RMF, CNRS, París
A. VALLEJO TRIANO
Conjunto Arquelógico de Madinat al-Zahra
J. ESCUDERO ARANDA
Conjunto Arquelógico de Madinat al-Zahra
RESUMEN
ABSTRACT
La ciudad palaciega de Madinat al-Zahra constituye uno de los principales centros arqueológicos
medievales de la Península Ibérica. Desde su fundación por Abd al-Rahman III, en 936 d.C., hasta
su abandono, en 1013 d.C., se constituye como
un centro de gran significación histórico-política.
Entre la abundante cerámica encontrada durante
las excavaciones arqueológicas realizadas en la ciudad destaca una reducida cantidad de fragmentos
de cerámicas de loza dorada.
Doce fragmentos representativos de la diversidad de loza dorada de Madinat al-Zahra (Córdoba,
España) se han estudiado por difracción de r-X y
SEM-EDAX sin necesidad de toma de muestras
que modificasen los fragmentos cerámicos, y por
técnicas no destructivas PIXE y RBS para caracterizar la mineralogía, la composición química y la
estructura de sus pastas, vidriados blancos y dorados. La integración de todos los resultados ha permitido establecer las semejanzas y diferencias con
otras producciones de loza dorada conocidas con
The city-palace of Madinat al-Zahra is one of
the main medieval archaeological remains of the
islamic presence in the Iberian Peninsula. From
its foundation by Abd al-Rahman III in 936 AD
until its abandon in 1013 AD, it has been a place
of political and historical transcendence. A large
quantity of ceramics has been found after archaeological excavations carried out in the city, including
a small quantity of lustre decorated ceramics.
Twelve selected sherds with lustre found in
Madinat al-Zahra (Cordova, Spain) have been
studied without sampling by X ray diffraction and
SEM-EDAX, and by non-destructive PIXE and
RBS in order to characterize the mineralogy, chemical composition and structure of their ceramic
bodies, white glazes and lustre decorations. These
data have been integrated and compared with those
of other well know lustre productions with the aim
of suggesting their probable production center and
contribute to a better knowledge of technological
and distribution patterns of these luxury wares.
165
el objeto de proponer su posible procedencia y, así
mismo, contribuir a mejorar el conocimiento de
diversos aspectos tecnológicos y de la distribución
de este tipo de cerámicas de lujo.
Palabras clave
Madinat al-Zahra, Córdoba, loza dorada, cerámica, vidriado, PIXE, RBS, SEM-EDX, reflectancia difusa.
1. INTRODUCCIÓN
La ciudad palatina de Madinat al-Zahra, situada en las afueras de la ciudad de Córdoba, fue fundada por Abd al-Rahman III entre los años 936940 y constituye uno de los testimonios arqueológicos más representativos de la presencia islámica
en la Península Ibérica, no solo por su extensión
espacial sino, también, por su trascendencia política e histórica hasta los años 1010 y 1013 (momento de la segunda fitna) que conllevó el inicio de su
saqueo y destrucción (VALLEJO, 2007).
Durante las continuadas intervenciones arqueológicas realizadas en los últimos años en Madinat al-Zahra, se han recuperado abundantes restos
cerámicos, entre los cuales destacan un reducido
número de fragmentos de loza dorada que fueron
localizados en las conducciones de evacuación de
agua, sin que por el momento haya evidencias arqueológicas de que este tipo de cerámicas fueran
producidas en el entorno local.
El interés por el estudio y caracterización detallada de la loza dorada, y más concretamente
las encontradas en Madinat al-Zahra, es múltiple,
y abarca tanto aspectos histórico-arqueológicos
como científicos de actualidad en la Ciencia de
Materiales. Desde el punto de vista histórico-arqueológico es evidente el interés por dilucidar el
posible origen, fecha de producción y la mejora
de nuestro conocimiento sobre aspectos tecnológicos de la producción de este tipo de cerámicas de
prestigio, supuestamente ofrecidos como regalos al
califa. Desde el punto de vista científico este tipo
de decoración representa un primer ejemplo histórico conocido de desarrollo de nanocompuestos
metálicos en un soporte vítreo (POLVORINOS,
CASTAING, AUCOUTURIER, 2006).
166
Keywords
Madinat al-Zahra, Cordova, earthenware, metallic luster decoration, lustreware, body shard,
glaze, PIXE, RBS, SEM-EDX, Spectral diffuse reflectance.
Desde un punto de vista macroscópico, la
loza dorada es un tipo de decoración cerámica que
produce colores iridiscentes y reflejos metálicos
brillantes al variar su iluminación en condición
de reflexión especular (CAIGER-SMITH, 1985).
Tecnológicamente, para obtener esta decoración
se requiere un proceso complejo de elaboración,
aún no bien conocido en todos los aspectos. Dicho
proceso implica la preparación de los distintos materiales necesarios (arcilla, vidriado blanco-opaco y
pigmento de dorado), así como tres fases de cocción secuenciales para la manufactura del objeto.
Refiriéndonos a las dos cocciones iniciales tienen
lugar en ambiente oxidante, normal en los hornos
de alfareros, la primera de ellas transforma la arcilla para obtener el soporte cerámico, mientras que
la segunda consolida el vidriado tras su aplicación
sobre el bizcocho cerámico. Tras la aplicación del
pigmento que producirá el brillo, la última cocción
ha de realizarse en condiciones reductoras en un
restringido rango de temperatura 600-650º C.
En el breve esquema del proceso, cada fase es
sustancial para la obtención de la loza dorada. En
primer lugar la obtención de la arcilla, mezcla de
arcillas o fritas cuya composición produzca una
pasta compacta lo mas blanca posible; en esta fase
será determinante la temperatura y el tiempo de
cocción empleados. La composición y aplicación
del vidriado será sustancial para ocultar el color de
la pasta cerámica y crear el soporte blanco donde se
depositará posteriormente el dorado. Finalmente,
la compleja formulación del pigmento dorado, la
duración e intensidad de la cocción reductora, así
como la fase de enfriamiento del horno serán aspectos que determinan la calidad del dorado final.
La formulación del pigmento integra, entre
otros, compuestos de cobre y/o plata que conduce a la deposición de capas estructuradas de nanocristales de estos metales dispersos en el vidriado
cerámico (PÉREZ-ARANTEGUI et al., 2001). El
color final del dorado está relacionado con la abundancia relativa de nano-partículas de estos metales,
mientras que el tamaño relativo de estos cristales o
agregados, así como su ordenación, es la responsable de la producción de fenómenos de difracción e
interferencia de la luz que provoca el aspecto metálico iridiscente que caracteriza la loza dorada.
El interés suscitado en los últimos años por el
estudio de este tipo de cerámicas, dada la sofisticación tecnológica empleada en su elaboración, ha
permitido una cierta acumulación de información
arqueométrica sobre diversos centros de producción, así como de piezas cerámicas de diversos museos, destacándose la relativa a las composiciones
químicas y mineralógicas de las pastas, vidriados,
así como la estructura de los dorados (POLVORINOS, CASTAING, en prensa). Otros trabajos
abordan distintos aspectos tecnológicos y experimentales de composición de pigmentos, reproducción de dorados y caracterización de sus propiedades ópticas.
La elaboración de loza dorada está unida al
desarrollo progresivo de la tecnología para producir vidriados blancos opacos, realizado en el mundo islámico entre los siglos VIII y IX (MASON,
TITE, 1997). Esta tecnología se expandió con el
Islam durante la Edad Media a Europa (CAIGERSMITH, 1991), destacándose los centros de producción del Levante español de Paterna y Manises
a partir del siglo XIV, y posteriormente los italianos
de Derruta y Gubbio.
En el intervalo de 936 a 1013, de funcionamiento de la ciudad de Madinat al-Zahra, existe
constancia de dos focos de producciones coetáneas
de lozada dorada; uno de ellos se sitúa en Mesopotamia, es decir la actual Irak, donde se supone que
se originó la técnica durante el siglo IX y que perduró hasta el final del periodo de dominación de
la dinastía abasí (CAIGER-SMITH, 1973; MASON 2004), habiéndose encontrado evidencias en
ciudades como Bagdad, Samarra, Susa o Basora; el
otro foco de producción se sitúa en Fustat (Egipto), cerca del El Cairo, donde se ha documentado
la producción de loza dorada durante la dominación fatimí entre los años 969-1171.
Para explicar el origen de la loza dorada recuperada en Madinat al-Zahra, la hipótesis de su
importación desde Oriente Próximo o Egipto es
aceptada y justificada por criterios estilístico-decorativos, si bien, aún no han sido objeto de su caracterización arqueométrica detallada. Para ello se ha
determinado la composición químico-mineralógica y estructural de las pastas, vidriados y dorados,
de doce fragmentos cerámicos representativos de la
totalidad de piezas encontradas. Dado el carácter
excepcional de dichos fragmentos y la necesidad de
conservarlas en su integridad se han empleado técnicas analíticas no destructivas, entre las que destacan las de PIXE (Pronton Induced X-ray Emision)
y RBS (Rutherford Backscattering). A partir de
estos análisis se trata de situar los fragmentos en el
contexto de las producciones de loza dorada conocidas con el objeto de proponer posibles centros de
origen y contribuir a un mejor conocimiento de la
distribución de este tipo de cerámicas.
2. METODOLOGÍA Y MUESTRAS
2.1. Metodología de análisis
Se ha realizado un estudio integrado que incluye los análisis de pastas, vidriados y dorados
de cada fragmento cerámico. El análisis de pastas
incluye su caracterización mineralógica por difracción de rayos-X y el análisis químico por PIXE.
El análisis por difracción de rayos-X se realizó
en la pasta sin tomar muestra en polvo, en un equipo Siemens 500 con espejo Goble, utilizando radiación Cu-Kα (condiciones de trabajo 40 kV, 20
mA) entre 5 y 60º con 0,02º por paso y 2 segundos
de tiempo de integración.
Los análisis de las pastas, vidriados y dorados
se han realizado por PIXE (Particle Induced X-ray
Emission), RBS (Rutherford Back Scattering) y microscopía electrónica de barrido (SEM-EDAX). El
estudio por SEM-EDAX de los vidriados se ha realizado con un equipo JEOL modelo 6450LV. Las
condiciones de los análisis por PIXE y RBS coinciden con los descritos en otros trabajos (POLVORINOS, CASTAING, AUCOUTURIER, 2006;
HÉLARY, DARQUE-CERETTI, AUCOUTURIER, 2005; PADELETTI et al., 2006), y se reali167
en cada fragmento y en un patrón de Spectralon
(Labsphere). Los espectros se han medido sobre superficies homogéneas de los dorados, utilizando el
promedio de 30 adquisiciones en cada espectro.
zaron con el acelerador de partículas AGLAE 2 MV
ubicado en el Palacio del Louvre, manteniendo un
flujo de helio para minimizar la pérdida de energía
en el haz de iones que sale a la atmósfera a través
de una fina ventana. Los análisis PIXE se realizaron
con protones a 3 MeV y los de RBS con partículas
α (4He2+) a 3 MeV. La composición química promedio de los materiales a través de PIXE asume
que es homogénea la distribución de componentes
en el volumen de emisión de rayos-X. La determinación de los perfiles de concentración de cobre y
plata por RBS permite conocer la estructura de los
dorados, es decir el espesor y la composición de las
capas que son las responsables del brillo metálico.
La rapidez y carácter no destructivo de ambas técnicas –PIXE y RBS– justifica su utilización.
Así mismo se han medido los espectros de reflectancia espectral difusa en el visible-infrarrojo
próximo (400-1000 nm) de los dorados en las
caras interna y externa de cada fragmento con un
espectrofotómetro portátil Ocean Optics SD2000 y
una sonda bifurcada con fibra óptica múltiple en
condición de iluminación no reflexiva y que cubre
una superficie de 2 mm de diámetro. La reflectancia, definida como el cociente entre la luminancia
de la muestra y la de un reflector difusor perfecto,
se mide en las mismas condiciones experimentales
2.2. Descripción macroscópica
Los doce fragmentos cerámicos estudiados
(Lám.1) se han seleccionado por ser representativos
de la diversidad estilística y decorativa del conjunto
recuperado en Madinat al-Zahra. En la Tabla 1 se
indican algunos parámetros relevantes, tales como
la tipología, el estado del vidriado blanco, así como
las coordenadas L, a* y b* del color del dorado interno y externo de cada fragmento. Las muestras
seleccionadas corresponden a jofainas y, solo una
de ellas, el fragmento MZ7, no presenta dorado.
Las paredes en todos los fragmentos son finas y
las pastas cerámicas son de color amarillo claro,
homogéneas y de textura muy fina. Los vidriados
blancos presentan, en general, superficies brillantes
indicativas de su buena conservación. Predomina
la utilización de decoración monocroma, con tonos verdosos en el interior y exterior, y decoraciones bícromas con colores rojizos en el exterior y
verdosos en el interior (Tabla 1). Sólo el fragmento
MZ5 presenta una decoración monocroma roja en
ambas superficies.
Tabla 1
DESCRIPCIÓN MACROSCÓPICA DE CERÁMICAS DE MADINAT ALZAHRA
Color dorado interno
Color dorado externo
Muestra
Objeto
Vidriado
blanco
L
a*
b*
L
a*
b*
MZ1
Borde jofaina
Brillante
54.2
-9.2
30.3
52.9
-8.4
16.9
MZ2
Borde jofaina
Mate
52.7
-5.9
24.6
50.5
0.06
11.4
MZ3
Borde jofaina
Brillante
52.4
-5.4
41.3
52.5
-6.3
21.6
MZ4
Borde jofaina
Brillante
53.2
-8.0
31.7
52.4
-6.5
32.5
MZ5
Fondo jofaina
Mate
44.6
11.6
10.3
45.2
11.4
10.8
MZ6
Borde jofaina
Brillante
52.5
-5.7
23.6
48.5
5.1
23.2
MZ7
Borde jofaina
Brillante
n.l
n.l
n.l
n.l
n.l
n.l
MZ8
Fondo jofaina
Mate
52.7
-6.6
29.0
51.8
-0.3
9.0
MZ9
Borde jofaina
Brillante
52.4
-5.8
23.3
50.8
-1.3
8.0
MZ10
Borde jofaina
Brillante
52.7
-6.9
29.9
52.9
-7.13
23.3
MZ11
Borde jofaina
Mate
53.1
-6.7
28.3
51.4
-5.7
22.3
MZ12
Fondo jofaina
Brillante
53.5
-9.1
22.4
47.6
8.4
19.7
168
3. ANÁLISIS DE PASTAS CERÁMICAS
3.1. Composición mineralógica
La composición mineralógica de todas las pastas es muy homogénea, caracterizándose por la
abundancia de diópsido (MgCaSi2O6) (Fig. 1) observándose indicios de cuarzo sólo en las pastas de
las muestras MZ1, MZ2 y MZ6; no se detecta en
los diagramas de difracción de rayos-X la presencia
de otras fases cristalinas, ya sean de transformación
térmica (gehlenita, wollastonita), feldespatos y/o
plagioclasas, o contenidos significativos de cuarzo,
lo que indica que su posible abundancia es inferior
al 5%, es decir, del límite de detección de la técnica. Este resultado indica que la elaboración de
las pastas de las cerámicas de Madinat al-Zahra se
ha realizado utilizando cuidados procedimientos
de preparación de la arcilla (decantación, molienda fina), así como una cocción a temperaturas del
orden de 850º/950º C y con tiempos de cocción
dilatados que conducen a su completa transformación térmica. Esta mineralogía identificada por difracción de rayos-X (Fig. 1) está de acuerdo con las
homogéneas texturas de vitrificación de las pastas,
observadas por microscopía electrónica de barrido,
en las que no se observan granos de otras fases en
las pastas.
Esta mineralogía de las pastas es distinta a la
observada en las cerámicas de producción local
recuperadas en Madinat al-Zahra (GONZÁLEZ
GARCÍA et al., 1999); las arcillas locales presentan
altos contenidos en calcita, y en sus cerámicas se
detecta el predominio de cuarzo así como fases de
transformación térmica (gehlenita y/o wollastonita) de más baja temperatura a la encontrada en las
pastas de Madinat al-Zahra, resultado que apunta
a un origen, preparación y cocción de las arcillas
diferente.
Éstas presentan, en cambio, ciertas semejanzas
con la mineralogía de diez azulejos de la mezquita
de Kairouan (Túnez) y cuatro muestras con dorado
de origen iraquí del siglo X depositadas en el Museo Nacional de Cerámica de Sevres, Francia (BOBIN et al., 2003), si bien, en este caso, se detectan
además de diopsido como fase dominante, cantidades variables de cuarzo, y gehlenita; esta diferencia
estaría justificada en una técnica de preparación
y/o cocción de las cerámicas menos cuidada que la
utilizada para la elaboración de vajilla de prestigio
de Madinat al-Zahra, o simplemente, por pequeñas diferencias de modos de procesado entre talleres. Este análisis comparativo indica la semejanza
entre ambas producciones.
3.2. Composición química
Las concentraciones de elementos mayoritarios
de las pastas cerámicas se determinaron por PIXE;
se ha utilizando un barrido de 0,5 x 0,5 mm e incluye, al menos, cuatro puntos diferentes para calcular la concentración promedio en cada muestra
con el objeto de soslayar posibles heterogeneidades. Destacan los altos contenidos en CaO, Al2O3,
MgO y Fe2O3 del conjunto de cerámicas de Madinat al-Zahra (Tabla 2). La muestra MZ3 tiene un
contenido en CaO elevado respecto al resto de las
cerámicas debido a la presencia de yeso, fase que
ha sido identificada por difracción de rayos X; su
presencia se debe probablemente a operaciones de
restauración, si bien, no se ha eliminado para reducir al mínimo nuestra intervención. Por tanto,
esta muestra no se considerará en el análisis de la
composición de las pastas cerámicas. Es de resaltar que la composición de todas las pastas restantes
es muy homogéneo, si bien, hay que señalar que
el alto contenido en P2O5 de las muestras MZ8 y
MZ10 (3,6%) sugiere su probable contaminación
postdeposicional que no se detecta en las muestras
restantes.
Si se comparan con algunas producciones analizadas (Tabla 3) se observa que los rangos de composición de todo el conjunto de las pastas de Madinat al-Zahra son muy similares a las encontradas para las producciones abasíes (CHABANNE,
2005), así como para el conjunto de doce muestras
de procedencia mesopotámica analizadas por EDS
(BOBIN et al., 2003). En cambio, es significativa
la diferencia entre las concentraciones en MgO de
las pastas de Madinat al-Zahra y de las cerámicas
de origen fatimí (Tabla 3) lo que descarta este posible origen para las cerámicas de Córdoba. Estos
mismos resultados se observan al comparar las
composiciones obtenidas para cerámicas fatimíes
(MASON, 2004).
169
Tabla 2
CONTENIDOS MEDIOS DE ELEMENTOS MAYORES DE LAS PASTAS EN % DEL PESO DE LOS ÓXIDOS
Muestra
Na2O
MgO
Al2O3
SiO2
P2O5
K2O
CaO
TiO2
MnO
Fe2O3
MZ1
1.6
8.4
12.6
48.7
0.3
0.8
18.6
0.8
0.1
7.3
MZ2
2.1
8.3
13.3
48.8
0.2
0.8
18.1
0.7
0.1
7.0
MZ3
0.5
1.0
2.4
7.7
0.3
0.3
37.1
0.2
0.1
2.7
MZ4
1.2
8.0
12.8
48.9
0.5
0.7
18.7
0.8
0.2
7.6
MZ5
1.2
8.7
12.5
47.3
0.4
0.8
19.8
0.8
0.1
7.5
MZ6
1.9
8.3
13.6
47.1
0.1
0.3
19.5
0.8
0.1
7.6
MZ7
2.2
7.9
13.8
45.9
0.1
1.0
18.7
0.7
0.1
7.5
MZ8
1.8
6.8
11.6
45.5
3.6
0.7
21.7
0.6
0.1
6.3
MZ9
1.7
8.7
12.8
48.1
0.2
0.5
18.5
0.7
0.1
7.2
MZ10
1.1
6.5
12.6
46.4
3.6
1.2
19.3
0.7
0.1
7.0
MZ11
1.3
8.9
12.6
47.2
0.1
0.5
19.7
0.8
0.2
8.2
MZ12
2.4
8.2
13.5
46.9
0.1
0.5
18.8
0.8
0.2
7.8
Tabla 3
RANGOS DE COMPOSICIÓN QUÍMICA DE PASTAS CERÁMICAS MEDIDOS POR FLUORESCENCIA
DE RAYOS X DE UN CONJUNTO DE 14 ABASÍES Y 2 FATIMÍES CHABANNE, 2005, DE MESOPOTAMIA
BOBIN et al., 2003 Y DE LAS DETERMINADAS POR PIXE DE MADINAT ALZAHRA, TOTALES G1 + G2
Y DE LOS SUBGRUPOS G1 Y G2. LOS RANGOS SE INDICAN EN % EN PESO DE LOS ÓXIDOS
Abasíes
Fatimíes
Madinat al-Zahra
Madinat al-Zahra G1
Madinat al-Zahra G2
Mesopotamia
SiO2
45-50
Al2O3
10-12
45-55
45.5-49
45.9-48.8
45.5-48.9
44.7-49.6
12-13
11.6-13.8
13.3-13.8
11.6-12.8
11.0-12.8
CaO
Fe2O3
20-22
17-24
18.1-21.7
18.1-19.5
18.5-21.7
19.5-22.5
7-8
6-8
7-8.2
7-7.8
6.3-8.2
6.5-9.
MgO
6-7
3-4
6.8-9
7.9-8.3
6.8-8.9
5.5-7.8
K2O
1-2
1-3
0.3-1.2
0.3-1
0.5-1.2
0.82-2.
Na2O
1-2
1-2
1.1-2.4
1.9-2.4
1.1-1.8
0.6-2.1
Ti2O
<1
<1
0.6-0.8
0.7-0.8
0.6-0.8
0.68-1.1
De la comparación con un conjunto de cerámicas estudiadas anteriormente (MASON, 2004),
coinciden con las de tipo Basora con rangos de
composición 49,5-57,5% SiO2, 20-2% CaO, 12%
Al2O3, 6% MgO, 6% Fe2O3 y 1-2% Na2O.
Con el objeto de analizar y discriminar la presencia de posibles grupos de componentes entre las
pastas de Madinat al-Zahra, se ha realizado el análisis de conglomerados del conjunto de datos analíticos, utilizando un criterio de aglomeración simple y la distancia de Mahalanobis, identificándose
dos agrupamientos cuyos rangos de composición
se indican en la Tabla 3. Las muestras MZ2, MZ6,
MZ7 y MZ12 (que en adelante denominaremos
170
grupo G1) presentan los contenidos en Al2O3 y
Na2O ligeramente superiores al resto de las pastas
(grupo G2); esta pequeña diferencia puede deberse a variaciones en el proceso de preparación de la
pasta (operaciones de tamizado, decantación, etc.)
en el mismo taller, o bien, a que estas cerámicas
se han producido en otro, pero que, en todo caso,
dada la homogeneidad de composiciones, utilizaría
el mismo tipo de arcilla. En el conjunto G1, los
fragmentos MZ2, MZ6 y MZ12 se distinguen del
resto por tener decoración roja en el exterior del
objeto y de color amarillo-verdoso en el interior y
la muestra MZ7 incluida en este grupo es la única pieza sin decoración de dorado, lo que confiere
al conjunto de cerámicas G1 una cierta diferencia
con el grupo G2.
Aunque los rangos de composición de las
pastas en su conjunto coinciden con las propuestas para las producciones abasíes por Chabanne
(2005), se observa que los contenidos en Al2O3 y
MgO para el grupo G1 superan levemente el rango
indicado (Tabla 3), mientras que el contenido en
CaO es levemente deficitario. En el grupo G2 sólo
el contenido en MgO excede levemente el rango
propuesto para las pastas abasíes.
4. ANÁLISIS DE VIDRIADOS BLANCOS
Y DORADOS
4.1. Composición química y microestructura
de los vidriados blancos
Los análisis PIXE se realizaron directamente en los vidriados del interior y exterior de cada
fragmento de la cerámica seleccionada de Madinat
al-Zahra; los rangos de composición química y su
valor medio se indican en la Tabla 4.
Los rangos de los contenidos en los fundentes K2O-Na2O-PbO y del opacificante SnO2 son
amplios. Así, el contenido en PbO varía entre 2,511%, K2O entre 3,2 y 4,6 % y Na2O entre 2,5
y 5% lo que permite caracterizar estos vidriados
como alcalino-plumbíferos. Los contenidos en
SnO2 oscilan entre 1 y 8%.
Las muestras MZ5 y MZ7 representan las
composiciones mínima y máxima en PbO y SnO2
de todos los vidriados analizados (Tabla 4). La cerámica MZ5 es la única con decoración roja tanto en el interior como en el exterior del objeto y
tiene un 2,6% de PbO y un 1,1% de SnO2. La
única muestra sin dorado, MZ7, es la que tiene las
concentraciones mas altas en fundente (11,1 % de
PbO) y opacificante (7,8% de SnO2). Entre estos
extremos se observa un crecimiento lineal entre los
contenidos en PbO y SnO2 de los vidriados que
sugiere el uso de una materia prima constante en
Pb/Sn para todos los vidriados.
A partir de los datos actualmente conocidos
sobre las composiciones de los vidriados procedentes de Fustat, de origen fatimí, se evidencia la diferencia con los vidriados de las cerámicas de Madinat al-Zahra (Tabla 5) y, por tanto, refuerza los
resultados ya apuntados del análisis de sus pastas.
Los elevados contenidos en PbO de la producción
fatimí frente a los de Madinat al-Zahra es ya de
por sí un elemento claramente discriminante entre ambas producciones. Por el contrario, a pesar
de la variabilidad de las concentraciones de PbO y
SnO2 en los vidriados (Tabla 5) la hipótesis de sus
orígenes abasíes se refuerza por la proximidad entre
Tabla 4
COMPOSICIÓN EN % PESO DE ÓXIDOS DE LOS VIDRIADOS. EL CONTENIDO SE HA OBTENIDO POR
PROMEDIO DE 3 A 5 MEDIDAS PIXE EN CADA MUESTRA.
Na2O MgO Al2O3 SiO2 P2O5 K2O CaO TiO2 MnO Fe2O3
CoO
NiO
CuO
SnO2 PbO
MZ1
4.6
2.0
2.8
64.6
0.2
3.8
4.2
0.12
0.26
0.61
0.002
0.005
0.054
7.2
9.1
MZ2
4.7
2.4
3.7
70.2
0.1
4.7
4.0
0.12
0.02
0.59
0.006
0.003
0.121
3.3
4.7
MZ3
5.0
2.4
2.4
72.3
0.2
3.7
2.8
0.10
0.02
0.52
0.009
0.000
0.037
5.0
5.4
MZ4
4.4
2.5
2.3
67.0
0.2
4.5
4.5
0.10
0.12
0.60
0.002
0.003
0.021
5.2
7.3
MZ5
2.4
1.8
4.5
75.9
0.2
4.2
4.6
0.15
0.32
1.08
0.007
0.003
0.507
1.1
2.6
MZ6
4.7
2.1
3.4
65.5
0.2
3.7
4.7
0.12
0.03
0.70
0.002
0.002
0.163
5.3
8.5
MZ7
4.4
1.9
3.2
63.2
0.1
3.3
3.6
0.11
0.03
0.54
0.004
0.002
0.023
7.8
11.1
MZ8
4.8
2.3
2.9
67.5
0.1
3.7
4.4
0.12
0.07
0.67
0.004
0.002
0.063
5.0
8.0
MZ9
4.4
2.2
2.7
69.7
0.1
3.6
3.7
0.10
0.03
0.52
0.004
0.001
0.112
5.4
7.0
MZ10
4.4
2.4
2.4
68.0
0.2
4.6
4.1
0.10
0.12
0.55
0.003
0.000
0.032
5.3
7.7
MZ11
5.0
2.4
2.8
68.4
0.3
3.8
4.7
0.14
0.14
0.85
0.001
0.005
0.108
4.1
6.7
MZ12
3.9
2.3
3.6
67.8
0.2
3.2
4.8
0.11
0.03
0.60
0.001
0.001
0.137
5.6
7.1
171
sus rangos de composiciones. A falta de un mejor
conocimiento sobre las diferencias específicas entre los distintos centros de producción abasíes sólo
parece posible, por el momento, dar una adscripción tentativa de la procedencia de las cerámicas de
Madinat al-Zahra; en este sentido, la mayoría po-
drían adscribirse a la producción clasificada como
de Mesopotamia (Tabla 5) mientras que la muestra
MZ5 pertenecería a la producción de Samarra, según Chabanne (2005), en base a que sus contenidos en PbO y SnO2 son inferiores al 3%.
Tabla 5
COMPARACIÓN CON LAS COMPOSICIONES DE LOS VIDRIADOS BLANCOS DE MADINAT ALZAHRA
CON LAS PRODUCCIONES ABASÍES Y FATIMÍES CHABANNE, 2005 Y DE MESOPOTAMIA BOBIN, 2003.
LAS CONCENTRACIONES EN % EN PESO DE ÓXIDOS.
MZ
mínimo
MZ
máximo
MZ
media
Abasíes
Fatimíes
Mesopotamia
Na2O
2.4
5.0
4.4
2-4
1-2
5.7-7.9
MgO
1.8
2.5
2.2
1-3
nd
2.9-3.9
Al2O3
2.2
4.4
3.0
2-3
1-2
1.2-2.1
SiO2
63.2
75.9
68.3
70-75
37-45
65.0-71.8
P2O5
0.07
0.25
0.16
nd
nd
0.0-2.4
K 2O
3.2
4.6
3.9
3-6
1-3
2.8-4.9
CaO
2.7
4.8
4.1
4-7
4-7
4.4-6.1
TiO2
0.09
0.15
0.11
1-2
0.2-0.3
nd
MnO
0.02
0.32
0.09
0.2-0,5
nd
0.2-0.55
Fe2O3
0.52
1.08
0.65
1-2
0.5
0.5-1.06
SnO2
1.1
7.8
5.0
*
7-10
0.8-4.3
PbO
2.6
11.1
7.1
*
30-40
1.5-9.2
* La mayoría de las producciones abasíes son alcalinas no opacificadas con PbO y SnO2 < 3%. Samarra: PbO y SnO2 < 3%. Mesopotamia: 4% < PbO y SnO2 < 6% y dos casos con PbO y SnO2 ≈ 9%.
El análisis de la microestructura de los vidriados realizados por SEM indican que presentan
abundantes burbujas de aire y cristales de casiterita aglomerados y dispersos de tamaño variable. Se
observan escasas inclusiones en el vidriado y no se
han detectado feldespatos de plomo en la interfase
vidriado-cerámica. El espesor del vidriado llega a 1
mm en el caso de la muestra MZ1, si bien, en general, oscilan entre 350 y 700 μm con granos aislados
y aglomerados de casiterita. No se observa interfase
entre la pasta y el vidriado aunque en algunos casos
se detecta una muy delgada interfase (<5 μm), lo
que se ha interpretado como debido a la aplicación
del vidriado en la pasta previamente cocida, es decir, a un proceso de cocción doble (TITE et al.,
1998; MOLERA, VENDRELL, PÉREZ, 2001;
PRADELL et al., 2008). Solo la muestra MZ7 presenta una interfase pasta-vidriado bien desarrollada
172
de 75 micras de espesor (Lám. 2) lo que indicaría
la utilización de una sola cocción. También se evidencian abundantes burbujas así como texturas de
alteración del vidriado (Lám. 2) aunque, en general, los vidriados presentan un aspecto brillante en
superficie. Estos aspectos de la textura son muy similares a los indicados por Chabanne (2005) para
las únicas producciones abasíes estudiadas.
4.2. Estructura y composición de los dorados
En cada fragmento de la cerámica seleccionada
de Madinat al-Zahra se han medido los espectros
RBS en los dorados (Fig. 2) de las paredes interiores
y exteriores, así como en zonas donde se aprecian
cambios del color de la decoración con el objeto
de caracterizar la variabilidad de los componentes
y la estructura de los dorados. Los resultados de la
Tabla 6
RESULTADOS DEL ANÁLISIS DE LOS DORADOS POR RBS EN LAS CARAS INTERIORES Y EXTERIORES.
LA ZONA BAJO LA SUPERFICIE DE LOS VIDRIADOS ESTÁ DESCRITA EN UN MÁXIMO DE 3 CAPAS. LAS
CONCENTRACIONES DE CU Y AG SE INDICAN EN % ATÓMICOS, LOS ESPESORES EN NM.
Muestra
Capa
superficial
Capa principal de dorado
Espesor
Espesor
Ag
MZ1 INT
171.6
171.6
2.3
MZ1 INT
228.8
171.6
2.1
MZ1 EXT
143
257.4
1
MZ2 INT
171.6
286
MZ2 INT
14.3
107.25
MZ2 EXT
100.1
128.7
1.3
MZ3 INT
92.95
143
3.28
MZ3 INT
85.8
157.3
5.5
MZ3 EXT
57.2
178.75
2
185.9
2
157.3
2.1
MZ4 INT
MZ4 EXT
Capa gradiente
Espesor
Ag
5.3
171.6
2.5
1
128.7
2.7
114.4
0.7
114.4
1
171.6
2.3
85.8
0.8
143
0.8
128.7
1
143
0.3
MZ5 INT
128.7
128.7
MZ6 INT
100.1
143
2
MZ6 EXT
100.1
135.85
1.8
MZ8 INT
135.85
114.4
6
Cu
3
0.8
4.5
121.55
92.95
5.9
71.5
2
121.55
128.7
4
114.4
1.5
143
1.8
42.9
157.3
2.2
MZ10 EXT
42.9
228.8
MZ10 EXT
128.7
185.9
MZ11 INT
185.9
MZ11 EXT
MZ12 INT
MZ12 EXT
MZ12 EXT
128.7
128.7
193.05
Espesor
Ag
314.6
0.75
286
0.5
114.4
0.7
3
0.8
71.5
1
171.6
1.2
0.22
457.6
0.65
4
121.55
1.7
200.2
2.7
128.7
1
71.5
1.7
371.8
150.15
200.2
3.5
0.7
1
2
simulación de los espectros RBS con SIMRA de los
dorados (Fig. 2) se indican en la Tabla 6.
El modelo de la estructura de los dorados presenta tres capas, una capa superficial sin Ag-Cu,
una capa principal de dorado y una o dos últimas
capas para describir el gradiente más profundo,
constituidas estas dos últimas fundamentalmente
por Ag (Tabla 6). La capa principal de dorado tiene un tamaño medio entre 150 y 250 nm, y está
mayoritariamente formada por Ag en los dorados
de colores amarillento-verdoso.
2
0
MZ9 INT
MZ10 INT
Cu
7
MZ8 EXT
MZ9 EXT
Capa gradiente
1
1
6
1
Excepto la muestra MZ5, un patrón distintivo de estos dorados es su homogeneidad cromática (Tabla 1), aunque localmente presentan puntos
con tonos rojizos en la cara interior y en la superficie externa de algunos fragmentos. La mayoría de
los dorados verdosos no contienen Cu (MZ1 en
Fig. 2), detectándose sólo en puntos locales rojizos
de las capas interiores o en las superficie externa de
algunas cerámicas. Los contenidos en Cu más altos corresponden a decoraciones rojizas localizadas
en la pared exterior de los fragmentos MZ2, MZ3
173
MZ6, MZ9 y MZ12 (Fig. 2), así como el fragmento MZ5 que está constituido mayoritariamente por
Cu en ambas paredes (Tabla 6). Hay que recordar
que este fragmento MZ5 ya se ha diferenciado del
resto en base a la composición de su vidriado blanco. El contenido en Ag acumulado en los dorados
(Tabla 6) tiene un rango de variación limitado tanto en cada cerámica como en el conjunto de todas
ellas. El menor rango de variabilidad se observa en
los dorados realizados sólo con Ag, siendo la presencia de pequeñas cantidades de Cu la principal
fuente de variabilidad, la cual probablemente es
intencionada y necesaria para producir el efecto bícromo del dorado. Estos rangos de variación indican la cuidada elaboración de los dorados de estas
cerámicas de prestigio.
Se ha realizado la comparación entre estos dorados y los datos actualmente disponibles con el
objeto de proponer su posible procedencia. Del
conjunto de muestras analizadas en el laboratorio del Palacio del Louvre (M. Aucouturier y A.
Bouquillon, comunicación privada) sólo un conjunto de cerámicas procedentes de Susa (MAOS647, MAOS-657, MAOS-1272, MAOS-441,
MAOS-1249) presentan dorados similares a los
aquí estudiados; en todos los casos corresponden a
dorados verdosos con la misma estructura y composición de los de Madinat al-Zahra, por lo que,
de momento y en base a las producciones caracterizadas por ésta técnica, se puede proponer dicha
procedencia.
5. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
La homogeneidad mineralógica y química de
las pastas cerámicas indica no sólo la utilización de
un mismo tipo de fuente de arcillas sino también
la cuidada tecnología de preparación de la pasta y
de su cocción.
La selección, depuración y molienda de arcillas
son operaciones necesarias para obtener pastas de
textura fina como las encontradas. Las cerámicas
han sido cocidas a temperaturas superiores a 850º
C, manteniendo la cocción durante el tiempo necesario para la formación de diópsido como fase
mayoritaria. La práctica ausencia de cuarzo, feldespatos y de otras fases de transformación térmica
174
de más baja temperatura (gehlenita, wollastonita)
indica la cuidada preparación en su proceso de cocción, en el que se obtienen pastas de color claro.
El contenido en MgO de las pastas de Madinat alZahra es el parámetro más discriminante respecto a
las producciones fatimíes lo que descarta este posible origen para las cerámicas de Córdoba.
Los vidriados son espesos, con inclusiones de
burbujas y cristales de casiterita cuya concentración media alcanza hasta el 8 %. Son vidriados
alcalino-plumbíferos con contenidos variables pero
complementarios entre los fundentes y que no presentan interfase de reacción con la pasta cerámica.
Las texturas y los rangos de composición química
de los vidriados blancos de Madinat al-Zahra son
muy similares a las observadas en las producciones
abasíes estudiadas.
Los dorados presentan una capa superficial
sin Cu y/o Ag, y una capa principal de un espesor
medio de 200 nm; los dorados de estas cerámicas
de prestigio son básicamente de Ag; y, localmente,
el efecto bícromo del dorado se debe a pequeñas
cantidades de Cu. La estructura y composición de
la mayoría es coherente con la observada en la producción de Susa.
Los datos analíticos de las pastas, vidriados
y dorados de las cerámicas de Madinat al-Zahra
indican que se realizaron siguiendo procedimientos coincidentes con los observados en cerámicas
asignadas al denominado periodo de producción
abasí. La proximidad en las estructuras de los dorados de Madinat al-Zahra con los observados para
la producción de Susa no permite una asignación
definitiva a esta localidad como la de origen de las
cerámicas aquí estudiadas; dicha adscripción solo
será posible a medida que se profundice en el análisis de las características tecnológicas específicas de
los distintos centros de producción de loza dorada.
Nota:
El proyecto ha recibido financiación parcial
para su realización a través de EU-ARTECH (Access, Research and Technology for the conservation of the European Cultural Heritage, Sixth Framework Programme, European Union), contract
number (RII3-CT-2004-506171).
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175
Fig. 1: Diagrama de difracción de la muestra MZ12 con diópsido como fase mayoritaria.
176
Fig. 2: Espectros RBS y simulación de dorado de un típico dorado rojo (MZ12 EXT) y uno verde (MZ1 INT).
177
Lám. 1: Fotografías del interior y exterior de algunos fragmentos cerámicos estudiados.
178
Lám. 2: Imagen SEM de electrones retrodispersados de vidriado con burbujas, texturas de alteración del vidriado y escasos
cristales de SnO2 en el fragmento MZ2. Interfase vidriado-cerámica del fragmento MZ7.
179
Cuadernos de Madinat al-Zahra 6 (2008), pp. 181-204
ISSN: 1139-9996
LA ALMUNIA DE ALRUMMANIYYA. RESULTADOS DE UNA
DOCUMENTACIÓN ARQUITECTÓNICA
FÉLIX ARNOLD
Instituto Arqueológico Alemán
ALBERTO CANTO GARCÍA
Universidad Autónoma de Madrid
ANTONIO VALLEJO TRIANO
Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra
RESUMEN
ABSTRACT
En el marco de la investigación de las residencias rurales del entorno de Córdoba, el Instituto
Arqueológico Alemán de Madrid, en colaboración
con la Universidad Autónoma de Madrid y con
el Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra,
está documentando los restos arquitectónicos de
al-Rummaniyya que aún se conservan. Se trata de
una almunia, identificada como la residencia rural
de al-Durri al-Sagir, un tesorero del califa al-Hakam
II (961-976), siendo una de las más grandes de este
tipo conocidas. En 1910 fue excavada parcialmente
por Ricardo Velázquez Bosco, y desde entonces no
se había vuelto a estudiar científicamente.
Situada al pie de Sierra Morena, a unos 10 km
al oeste de Córdoba, la residencia consta de cuatro
terrazas: tres de ellas configuradas como jardines y
en la cuarta, en la superior, se situarían los edificios
destinados a residencia y dependencias anejas para
otros fines, además de una alberca de 30 x 50 m de
longitud y 4 m de profundidad, que es la estructura
conservada más interesante desde el punto de vista
arquitectónico. El perímetro de esta alberca estaba
rodeado por una galería que descansaba sobre cartelas. Directamente sobre el desagüe, en dirección
As part of an investigation of the Islamic
country estates surrounding the city of Córdoba,
a joint mission of the German Archaeological Institute, the Universidad Autónoma de Madrid and
the Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra
is documenting the remains of al-Rummaniyya.
The building complex was owned by al-Durri alSaghir, one of the finance ministers of the caliph
al-Hakam II (961-976), and was one of the largest
of its kind. Partially excavated in 1910 by Ricardo
Velázquez Bosco, the site has never been properly
studied.
Located at the foot of the Sierra Morena 10 km
west of Córdoba, the estate comprises four terraces
with a total area of 4.5 hectares. Three of the terraces were occupied by gardens, the fourth by living quarters, service areas and –as an architectural
highlight– a 30 m wide, 50 m long and 4 m deep
water basin. The basin was surrounded on all four
sides by a walkway resting on consoles. Directly
above the drain of the basin a large hall was built
with wide arcades, which offered a view on one side
across the gardens, on the other across the water
basin. The water supply of the estate was secured
181
al jardín, había un gran salón con amplias arcadas
que facilitaría la vista a la alberca, por un lado, y al
jardín, por el otro. El abastecimiento de agua de la
villa se resolvió de diversas maneras: un cauce de
un arroyo que recogía el agua cuando había fuertes lluvias, captación de aguas subterráneas, una
galería de drenaje, así como una canalización para
conducir el agua desde las montañas hasta el área
de la almunia. En las terrazas ajardinadas aún se
conservan restos de una red de canales de riego.
by several means, among them a brook carrying
water after strong rainfalls, a well chamber, an underground filtration gallery, and a canal bringing
water from a spring higher up in the mountains.
On the garden terraces remains of a regular network of irrigation channels have been found.
PALABRAS CLAVE
KEY WORDS
Época califal, casas y palacios, jardines, instalaciones hidráulicas, al-Rummaniyya (Córdoba).
Islamic period, house and palace, gardens, hydraulic systems, al-Rummaniyya (Cordova, Spain).
D
cordobés y qué consecuencias tuvo todo ello en el
diseño de las almunias.
El objetivo de uno de los proyectos llevados
a cabo por los autores es ilustrar, con ayuda de la
documentación de una almunia de la época califal, los principios del diseño arquitectónico de las
construcciones de esta índole y estudiar el papel
que desempeñan esos modelos en su concepción.
El objeto de la investigación es el yacimiento que,
desde Manuel Ocaña Jiménez, se ha identificado
como al-Rummaniyya, la almunia que pertenecía
al tesorero del Estado califal Durri al-Sagir2. A continuación se expondrán, los resultados de las dos
primeras campañas de investigación de campo de
este proyecto y se analizarán sobre la base de la pregunta planteada.
espués de una etapa de debilidad militar y de
descomposición interna, el dominio islámico
en la Península Ibérica pudo consolidarse en la primera mitad del siglo X en la forma de un Estado
centralizado bajo la dirección de un califa de procedencia Omeya. El califato estaba apoyado principalmente por un grupo de cortesanos que ya no
se componía sólo de árabes de origen oriental, sino
de forma creciente de bereberes y de los llamados
eslavos: esclavos procedentes de Europa. Esta clase
dirigente del califato encontró una posibilidad de
dar expresión arquitectónica a su riqueza y poder
construyendo lujosas almunias en el entorno directo de la capital, la ciudad de Córdoba1. En estas
construcciones descansaban el califa y sus cortesanos tras sus campañas militares; allí organizaban
fiestas y alojaban a sus invitados. Las almunias
más grandes eran propiedad del soberano, entre
otras: Munyat al-Naura «la almunia de la noria» y
Munyat Arha Nasih «la almunia de los molinos de
Nāsih». Sin embargo, las almunias de los cortesanos adquirieron tal importancia y fastuosidad que
entraron progresivamente en rivalidad directa con
estas construcciones regias.
A diferencia de la edificación de una mezquita, la erección de un palacio no respondía prácticamente a ideales religiosos de ningún tipo. Para
hacer de una almunia la manifestación del poder
político era preciso recurrir a modelos cargados de
simbolismo y, por tanto, cabe preguntarse en qué
modelos se inspiraba la clase dirigente del califato
182
1. HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN
El yacimiento, llamado tradicionalmente Aguilarejo3, fue investigado por primera vez en 1910
por Ricardo Velázquez Bosco4. Este arquitecto,
restaurador jefe de la gran Mezquita de Córdoba,
excavó, entre otras construcciones, el conjunto de
edificios de la terraza superior y la gran alberca. Algunos hallazgos de esa excavación fueron a parar,
por distintas vías, al Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba5.
En 1926, Julián de Olivares y Ballivián, marqués de Murrieta, adquirió el terreno e hizo edificar
en el solar en ruinas una residencia de verano. Los
jóvenes arquitectos, Carlos Arniches y Martín Domínguez erigieron en la terraza superior un palacete de estilo regionalista6. En el curso de las obras se
destruyó gran parte de los cimientos sacados a la
luz por Velázquez Bosco7. Los muros de cierre y de
las terrazas, en cambio, se mantuvieron y se reconstruyeron en parte. En esta tarea se utilizaron de
manera extensiva sillares antiguos, probablemente
los mismos procedentes de la excavación, que se
colocaron con el mismo aparejo junto a los restos
de muro que habían perdurado, circunstancia que
hoy hace difícil distinguir entre la fábrica original
y la restaurada. Durante las obras apareció una pila
de mármol decorada que actualmente se conserva
en el Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba (Lám. 1)8. Una segunda pila con decoración
similar fue encontrada por unos agricultoresen
1945 y también parece proceder de al-Rummaniyya. Desde 1961 el terreno pertenecía a D. Ramón Sánchez Rodríguez y en la actualidad a su hija
D.ª M.ª Engracia Sánchez Recio, que lo dedica a la
ganadería taurina9.
Ya en 1931, posiblemente como reacción a las
agresiones de 1926, al-Rummaniyya fue declarada Monumento Histórico-Artístico Nacional. En
1996 fue declarada BIC e integrada en la Zona
Arqueológica de Madinat al-Zahra como parte
de su protección jurídica; desde 1998 forma parte
además del ámbito de actuación del Plan Especial
de Protección de Madinat al-Zahra. En el curso de
las medidas preparatorias de este Plan, en 1994,
se limpió de vegetación la gran alberca del complejo por los participantes del X Campo Internacional de Trabajo de Madinat al-Zahra10. En estas
construcciones, el profesor Miquel Barceló, de la
Universidad Autónoma de Barcelona, realizó una
primera aproximación al sistema hidráulico de la
almunia islámica11.
Pese a su gran importancia arquitectónica, desde los trabajos de Velázquez Bosco no se ha llevado
a cabo ninguna investigación de las construcciones conservadas en el sitio. Con miras también a
adoptar las necesarias medidas de preservación que
permitan programar a medio plazo su apertura a
la visita pública, en el año 2006 se emprendió un
proyecto de investigación de tres años de duración
a cargo de la Universidad Autónoma de Madrid, el
Instituto Arqueológico Alemán y el Conjunto Ar-
queológico de Madinat al-Zahra. En las dos primeras campañas, realizadas entre el 9 de noviembre y
el 5 de diciembre de 2006 y el 17 de septiembre y
el 25 de octubre de 2007, respectivamente, bajo la
dirección de los autores, se pudo hacer un levantamiento topográfico detallado de todas las estructuras12. En la siguiente campaña, la tercera, se han llevado a cabo excavaciones puntuales, así como una
serie de estudios científicos sobre los materiales de
construcción, la técnica hidráulica y la plantación
original de los jardines.
2. FUENTES HISTÓRICAS
R. Velázquez Bosco identificó las ruinas con el
palacio de Amiriya de al-Mansur13, hipótesis que
ya fue puesta en duda por Henri Terrasse y Manuel Gómez Moreno14. No obstante, esa identificación terminó por consolidarse y, hoy, Alamiría o
Alamiriya se han convertido en topónimos de uso
corriente. Manuel Ocaña Jiménez sugirió que el
yacimiento podría tratarse de los restos de al-Rummaniyya, la almunia que Durri, visir y tesorero de
al-Hakam II, regaló al califa en el año 97315. Pero
como el valle del Guadarromán (Wadi al-Ruman,
valle de la granada), que da nombre a la almunia,
se halla a 4,5 km al oeste del núcleo edificado, esta
identificación no es obvia y necesita una explicación.
Respecto del propietario, debemos señalar que
pertenece a los Banu Durri, una de las familias de
origen eslavo que forman parte de la administración califal. Las menciones a dos miembros de la
misma son frecuentes, uno al servicio de Abd alRahman III y otro al de al-Hakam II, por lo que
puede presuponerse que puedan ser el padre e hijo
dentro de la misma familia16.
En el caso del primero de ellos, Durri b. Abd
al-Rahman, se trata, sin duda, de un personaje importante de la administración califal, dada la variedad de cargos de confianza y responsabilidad que
asumió durante el califato de Abd al-Rahman III.
Las menciones en los textos son múltiples. Entre
ellas merecen destacarse su posición como encargado del alarde en 301 H. (913)17; sahib al-surta
entre los años 308-315 H. (920-927) y, finalmente, responsable de la represión de los beréberes de
Nafza en Talavera, en el 325 H (936)18. Todo lleva
183
a pensar que este personaje fue el padre de Durri
“el Chico”, mencionado en época de al-Hakam II.
Las noticias sobre al-Durri “el Chico”, fatá y jalifa eslavo en el reinado de al-Hakam II, proceden,
de manera casi exclusiva, de la relación de hechos
aportada por Ibn Hayyan en los Anales Palatinos
del citado califa, y de la exhaustiva relación de datos recogidos por M. Meouak19. Como indica este
autor acertadamente, existe una notable diferencia
entre ambos personajes, de nombre Durri, ya que
el segundo, que desarrolla su actividad en tiempos
del califa al-Hakam II, aparece citado en la documentación epigráfica como Durri b. al-Hakam alMustansir. El hecho de que porte la nisba del califa,
le confiere una estrecha relación, una filiación ficticia que lo convierte en servidor de alto nivel muy
cercano a la figura del califa20.
Además, Durri b. al-Hakam al-Mustansir, Abu
Utman al-Saqlabi al-Mustansiri, aparece citado
como responsable de la fabricación de un bote de
marfil en 353 H. (964)21, en funciones de al-fatá
l-sagir, y en una inscripción hallada en Baeza cuya
fecha debe situarse entre el 351-365 H. (962-976),
aparece su nombre como Durri al-Sagir fatá de
al-Hakam22. Siguiendo a Ocaña, la epigrafía recogida en al-Rummaniyya se fecha a partir del año
355 H. (966) lo que podría encajar con el periodo
en el que al-Durri desempeña sus funciones e “invierte” en la citada almunia23.
En los Anales se mencionan dos hechos principales. En primer lugar, su caída en desgracia y,
posteriormente, su “redención” y el regalo de su almunia, al-Rummaniyya, al califa al-Hakam II.
En cuanto a la primera noticia, a primeros de
abril del 362 H. (973), al-Durri, en funciones de
tesorero, al-hazin, es cesado por “deficiencias en el
servicio”, lo que sugiere algún mal desempeño de
sus tareas al cargo del tesoro24. El 21 de abril del
mismo año es trasladado desde al-Zahra al Alcázar
de Córdoba donde es recluido, al tiempo que se
le disminuye su sueldo a diez dinares al mes, situación que duraría hasta agosto del mismo año.
El levantamiento de su castigo se hace por mediación del futuro Hisam II en unión de otro gran
fatá ya´farí, Maysur, y de Ahmad ibn Bakr al-Zanyi
que, al parecer, también habían sido depuestos por
“haber caído en desgracia”. Los tres son reintegrados a sus puestos en el verano. Sigue en funciones
184
de la administración Omeya y en 364 H. (974),
aparece en el Magreb a cargo de recursos y parece
que, ya en la etapa final del reinado de al-Hakam
II, ha recuperado su nivel como al-fata l-kabir y
al-hazin. Finalmente, aparece mencionado como
gobernador en Baeza en los años finales del reinado de al-Hakam II. Su participación en el bando
opuesto al nombramiento de Hisam II, supondrá
su detención y muerte.
Ya Levi-Provençal había sugerido la posibilidad
de que estos dignatarios con altas rentas y pensiones amasasen fortunas enormes y que, de vez en
cuando, ofrecieran a su señor parte o la totalidad de
ellas como forma de restitución, bien como resultado de una investigación, bien como acto personal
suyo adelantándose a la inspección25.
Al parecer, como hemos mencionado, nos
encontramos ante un hecho frecuente en la administración del califato, la mala gestión por incompetencia o por beneficio particular en algún
puesto de responsabilidad relacionado con asuntos
económicos. Algo se sabía en los años finales de
Abd al-Rahman III, pues la sustitución de toda su
cúpula económica cuando su hijo sube al trono
debe relacionarse, sin duda, con la mala gestión en
la fabricación de la moneda que se refleja en la espectacular recuperación en peso, ley y estilo de los
primeros años de al-Hakam II.
No resulta fácil saber cuál fue el motivo de esta
sanción puesto que las monedas de estos años no
presentan deficiencias notables, bajas en la calidad
ni claros indicios de fallos que pudieran explicar la
situación. Es muy probable que el problema estuviera relacionado con una malversación o un uso
indebido de los fondos del tesoro. Al fin y al cabo,
al-Durri tenía a su cargo el tesoro. Además, sabemos que en estas fechas se están llevando a cabo
envíos masivos de monedas al Magreb para financiar las campañas militares de los Omeyas en dicha
zona.
Sin embargo, la noticia más importante, estrechamente relacionada con la almunia de al-Rummaniyya es el regalo de ésta, por parte de al-Durri,
al califa al-Hakam II en mayo de 97326. Desde un
punto de vista interpretativo sobre el tamaño de
la almunia y sus construcciones vale la pena hacer
varias consideraciones. La primera es que esta noticia va precedida del comentario sobre las repetidas
veces que el califa había acudido a ella por ser de
su gusto, así como a su valor económico, potencial productivo, tierras de labor, regadío, ganado,
etc. La segunda es que cuando se hacen los arreglos
para pasar la noche, al parecer, sólo hay habitaciones disponibles para el califa, su hijo y las mujeres,
quedando el séquito restante alojado en pabellones
y tiendas en los jardines. Podría deducirse que no
había una gran superficie construida lo que coincide con nuestro conocimiento de la almunia de
al-Rummaniyya. La tercera corresponde a las menciones constantes a la productividad económica del
recinto, sus posibilidades agropecuarias, su rentabilidad y la variedad de los recursos producidos. La
cuarta sería mucho más hipotética, pero de enorme
lógica dentro del sistema califal. La extraña cesión
o regalo de esta almunia al califa por parte de alDurri tiene todo el aspecto de poder considerarse
un pago, devolución o compensación por los fallos
o faltas cometidas meses antes y que fueron la causa
de su caída en desgracia y podrían estar dentro de
la “letra pequeña del acuerdo”.
3. SITUACIÓN GENERAL
Al-Rummaniyya se encuentra a unos 10 km al
oeste del centro de la ciudad de Córdoba, 2 km más
al oeste que Madinat al-Zahra, lo que la convierte
en la almunia del entorno de la ciudad más alejada
del centro (Fig. 1). Sus estructuras arquitectónicas
estaban adaptadas en gran medida a las características paisajísticas del lugar. La almunia estaba rodeada de colinas por tres de sus lados y en el cuarto se
abría a la llanura del valle del Guadalquivir (Lám.
2). No se establecía contacto visual ni con la vecina
Madinat al-Zahra ni con la ciudad de Córdoba. El
muro de cierre sur marca el primer punto desde el
que son visibles los edificios de Madinat al-Zahra.
Los edificios se disponen directamente al pie
de Sierra Morena, sobre un terreno relativamente
llano, con una pendiente del 4%. A espaldas de la
almunia comienza la ladera empinada de la montaña, con una pendiente del 15%. En el interior de
la almunia la pendiente es, aproximadamente, del
7%. A fin de adaptar el edificio al declive natural
del terreno se dispusieron cuatro terrazas con una
diferencia de altura de 3 m, 3,5 m y 4 m, respectivamente (Fig. 2). Un tercio de la superficie de las
terrazas encontradas está incrustado en la ladera
y dos tercios están sobre el terraplén. Las tres terrazas superiores descansan sobre la roca volcánica
cámbrica de Sierra Morena. La terraza inferior, en
cambio, se encuentra en una zona de piedra caliza
y conglomerado del Mioceno. Fuera del muro de
cierre meridional comienzan los sedimentos del río
Guadalquivir, un territorio que ha sido utilizado
desde la Antigüedad para la agricultura.
La zona de los edificios ocupa casi la totalidad de la superficie entre dos colinas, en total, 4,5
hectáreas aproximadamente (Fig. 3). Los muros
exteriores de los lados se desvían levemente de la
orientación del resto de las edificaciones y están
orientados hacia el exterior; el occidental a 4,3º,
el oriental a 1,5º. Mientras que la terraza superior
tiene 144 m de ancho, la inferior mide 160 m. A lo
largo del lado este del conjunto de edificios discurre el cauce, en gran parte natural, del arroyo de la
Huerta de Gorgojuela. En la transición de la roca
volcánica a la piedra de conglomerado, a la altura
de la segunda terraza, el cauce presentaba una pequeña cascada.
En la más alta de las cuatro terrazas se construyó un complejo de edificios que incluía un conjunto residencial, establos y la gran alberca (Fig.
3)27. El centro de la terraza está ocupado por una
construcción de unos 52 m de ancho y 15,5 m de
profundidad, el llamado «cuerpo central». Este edificio comprendía un salón de 14 m de ancho con
tres naves dispuestas una detrás de otra, y estaba
flanqueado a ambos lados por compartimentos
acodados. Delante de la sala principal se extendía
una plataforma con una alberca. Esta sala siempre
se ha comparado tipológicamente con la Casa Real
de Madinat al-Zahra28. Como en ésta, las dos naves
delanteras del salón estaban comunicadas por tres
puertas y también en la fachada se abrían algunas
puertas, sin arquería. Una escalera en la esquina
noreste del cuerpo central podría indicar que todo
el salón era una construcción de dos plantas.
El extremo este del cuerpo central se componía
de un grupo de estancias más pequeñas que, al parecer, formaban parte de un área de ingreso acodado al palacio. A lo largo de los muros había bancos
que podrían haber sido utilizados por el personal
de guardia o para la espera de los visitantes. Por
el este, lindaba con este complejo residencial un
185
edificio de 60 m de largo y 13 m de profundidad,
que según Velázquez Bosco era utilizado como caballerizas.
El extremo oeste del cuerpo central estaba
ocupado por un pequeño patio interior y algunas
estancias contiguas que podrían haber sido los aposentos privados del propietario. Más al oeste, en la
terraza superior, se encontraba una alberca de 29
m de ancho, 50 m de largo y 4 m de profundidad,
provista en la parte interior de un andén perimetral
apoyado sobre ménsulas. La alberca estaba rodeada
en todo su perímetro por habitaciones, que Velázquez Bosco sólo descubrió en parte. Entre la alberca y el cuerpo central se extendía un ala del edificio
de 64 m de largo y 12,5 m de ancho, en el que se
encontró una de las pilas que hoy se conservan en
el Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba29.
Las tres terrazas inferiores se utilizaban como
jardín. Los jardines estaban delimitados en los tres
lados por altos muros exteriores. Hasta ahora no se
ha podido dilucidar si las tres terrazas estaban separadas entre sí por muros altos o simplemente por
un pretil. Al este y al oeste de las terrazas del jardín
existieron al parecer dependencias anejas en las que
podría haberse alojado el personal de servicio30.
4. CONSTRUCCIÓN
Los muros del conjunto arquitectónico se erigieron en su mayor parte con sillares de calcarenita.
El material debe proceder de una cantera cuyos restos aún pueden verse a 350 m al oeste de la almunia. Los sillares son, por lo general, de un tamaño
de 18-24 x 38-40 x 116-124 cm, y los del muro de
la terraza inferior, de 22-24 x 35 x 105-110 cm. En
el entorno del cuerpo central de la terraza superior
pueden apreciarse aisladamente bloques grandes de
29-35 x 48 x 102-195 cm. Dado que hasta el momento no se han podido observar indicios de fases
de construcción diferentes, los sillares de estos tres
tamaños parecen haberse utilizado al mismo tiempo, cada uno para distintas zonas de la estructura.
Como era habitual en el siglo X, los sillares se
disponían alternativamente como tizones o como
sogas, colocando después de cada grupo de 1 a 3
tizones cuatro sogas, una junto a otra. En los paramentos, la sillería está trabajada con gran precisión, hasta el punto de que las juntas entre sillares
186
apenas tienen 2 mm de espesor. En el interior de
los muros, en cambio, los sillares se dejaron en gran
medida sin trabajar y el ancho de las juntas es bastante mayor. Para tomar las piezas se utilizó generalmente un mortero de cal de color pardo, con
añadido de yeso, arena, piedra y ladrillo molido.
En la gran alberca y en otras zonas del conjunto
arquitectónico se conservan restos del enlucido
de mortero de cal, con añadidos de paja y ladrillo
molido, que cubrió originariamente la totalidad de
los paramentos. La superficie de estos enlucidos va
pintada de rojo almagra, como ocurre también en
los zócalos y en los muros y suelos de albercas en
Madinat al-Zahra.
La única estructura de la que se ha conservado una parte considerable del alzado original es el
muro exterior oeste de la terraza central; una fábrica mixta de sillares y tapial (Lám. 3). Para su
construcción se dispuso un basamento de sillería
sobre el que se levantaron pilares cuadrados de sillares con 0,8 m de lado; los espacios entre ellos, de
2,15 m de longitud, se rellenaron con tapial. A 1,9
m por encima del zócalo, los pilares y los lienzos
de tapial se integraron con ayuda de tres vigas que
se extendían a lo largo de todo el muro (Fig. 4). El
tapial se introdujo en cajones de encofrado de 95
cm de alto, en los que todavía son visibles las marcas de la aguja. La arcilla es arenosa y parece haber
sido extraída del entorno de las canteras cercanas.
No se añadieron otros materiales, ni siquiera cal
calcinada.
Según R. Velázquez Bosco el cuerpo central
de la terraza superior estaba pavimentado con losas de mármol y las zonas contiguas con losas de
calcarenita31. Después de la demolición de 1926
algunas de las losas de mármol se reutilizaron para
pavimentar una escalinata, y así se han mantenido
hasta hoy. En el yacimiento hay además umbrales
de puertas de piedra caliza violácea extraída de Sierra Morena.
Hasta el momento se han encontrado pocos
restos decorativos de la construcción residencial.
En el Museo de Córdoba se conserva la voluta de
un capitel de mármol ornamentado con pájaros y
una cabeza de león32. R. Velázquez Bosco publicó
el hallazgo de otras piezas33. Llama la atención que
no hayan aparecido restos de decoración mural.
En la planta del conjunto arquitectónico se
puede comprobar en varias ocasiones la utilización
del codo mamuní de 47 cm34. Según este sistema
de medida la profundidad de las dos terrazas superiores es de 100 codos y el ancho de la terraza
superior, de 300 codos. Las dimensiones de la gran
alberca –medida a lo largo del borde interior del
perímetro– se determinaron mediante un triángulo de 30°-60°-90° cuyo lado más largo medía 100
codos (medido 47,06 m) y cuyo lado más corto
era, por consiguiente, de 100/√3 codos (27,14 m,
medido 27,80 m).
5. ACCESO
Dado que las construcciones residenciales de
la terraza superior presentan varias entradas en la
parte norte, es decir, la que da a la ladera, tuvo que
haber discurrido un pasillo de acceso a lo largo de
la parte posterior (Fig. 3). Esta hipótesis parece
confirmarse por la existencia de una serie de antecámaras con bancos de espera, que Velázquez Bosco, al este del salón central35. Aparentemente, los
visitantes debían atravesar estas estancias de norte a
sur antes de que se les hiciera pasar al salón central
desde el sur. El pasillo de salida tiene que haber sido
accesible desde el este y quizá estuviera conectado
con un camino que conducía a Madinat al-Zahra.
Al explorar los elementos arquitectónicos de la
terraza inferior se descubrieron en el extremo este
del muro de cierre meridional los cimientos de un
portal que confirman la existencia de una segunda
entrada al edificio. El portal puede haber configurado el final de un camino que llevaba por el sur a
la hipotética calzada de Córdoba a Sevilla que estaría fosilizada en la carretera actual. En la prolongación del eje del portal parece que existió un camino
que discurría a lo largo del lado interior del muro
de cierre oriental de las terrazas ajardinadas, ya que
aquí se han conservado los restos de dos rampas
que conducían desde la terraza inferior a la central
y de ésta, a la superior. Las rampas medían 3 y 5 m
de ancho respectivamente y estaban delimitadas a
los lados por muros. No se han encontrado rampas
comparables ni en el eje central de las terrazas ni en
su extremo oeste. R. Velázquez Bosco sostiene que
la terraza superior comunicaba con las construcciones residenciales a través de una tercera rampa que
conducía al andén, o calle, dispuesta delante del
salón central36.
6. SISTEMA HIDRÁULICO
Las instalaciones hidráulicas de la almunia eran
bastante sofisticadas. La parte esencial es la gran
alberca de 49,8 m de largo, entre 26,3 y 29,5 m
de ancho y 4 m de profundidad; construida con
sillares de calcarenita y situada en el extremo oeste
de la terraza superior. Los lados oeste, norte y este
de la alberca se ajustan en gran medida al terreno
preexistente. En el norte, la roca contigua se integró en parte en el paramento de la alberca, mientras que en la parte sur fue necesario construir un
muro de contención de 7 m de espesor. El nivel
del rebosadero del aljibe existente junto a la alberca demuestra que ésta podía llenarse hasta 3,85 m
de altura y que tenía, por tanto, una capacidad de
aproximadamente 4.000 m3.
El suministro de agua pudo haberse realizado
de diversas formas. A lo largo del lado oeste de la
almunia corre un arroyo que lleva una cantidad de
agua considerable en los periodos de fuertes lluvias.
Esas lluvias torrenciales se producen regularmente
todos los años en Córdoba –en promedio, de 3 a
4 veces se superan los 25 mm/día y cada 6 años
se recoge una vez de 80 a 260 mm/día37–. En los
años inmediatos a la construcción de la almunia la
crónica de palacio de al-Razī registra cuatro inundaciones, todas ellas precedidas de fuertes lluvias
de varios días de duración (del 31 de enero al 5 de
febrero del año 972; del 15 al 27 de febrero y del 7
al 10 de abril del año 974, y del 3 al 8 de marzo del
año 975, no así en una primavera más bien seca del
año 973)38. Un acontecimiento de esa naturaleza
era suficiente para llenar por completo la alberca.
Sin embargo, todavía no se ha esclarecido cómo se
conducía el agua del arroyo a la gran alberca.
Adicionalmente al agua superficial recogida
en la gran alberca, se aprovechaba también el agua
subterránea. En la esquina noreste de la alberca hay
dos manantiales naturales que llevan agua todo el
año (Fig. 3). Uno de ellos, el llamado «Baño de la
Reina», se hallaba directamente junto a la alberca; y
el agua se captaba mediante una aljibe con bóveda
de cañón de 3,7 m de ancho, 5,0 m de profundidad y 3 m de altura. A la altura de la clave de la
187
bóveda hay un pequeño rebosadero, hoy tapiado,
que vierte hacia la gran alberca. No obstante, parece que, por regla general, el agua de ese manantial
se extraía por dos pequeños pozos abiertos en la
cubierta de la cámara y se utilizaba como agua potable.
El segundo manantial se formó en una grieta
natural del terreno, que se amplió con una galería de infiltración con bóveda de cañón de 8 m de
largo, 1 m de ancho y 2 m de altura. El pasillo se
abría hacia el oeste, formando, probablemente, una
especie de gruta. Las paredes interiores estaban revocadas con cal y, en el tramo delantero, las juntas
de la bóveda estaban pintadas con líneas rojas. El
suelo del andén perimetral estaba unos 3,3 m más
alto que el de la alberca y aproximadamente a 1 m
más de profundidad que las habitaciones que lo rodeaban. Probablemente, el agua se almacenaba en
la galería y se conducía a un nivel más alto. Todavía
no está claro si, como ocurre en la actualidad, el
agua del manantial fluía a la gran alberca o si se
aprovechaba de otra manera.
Directamente al este de la galería se halla, en la
superficie del terreno, una pequeña alberca de tipo
pozo. Mediante una conducción perforada en los
sillares, el agua se llevaba a la alberca desde un manantial situado a mayor altura. El agua era utilizada
probablemente en las construcciones residenciales
colindantes al sur, quizá en una zona de baños hoy
destruida.
Es probable que el agua de la gran alberca sirviera fundamentalmente para el riego de los jardines de las terrazas. En el lado sur de la alberca hay
dos desagües que discurren hacia el jardín, uno en
el centro, de 80 cm de altura y 58 cm de ancho,
y otro más al oeste, de 14 cm de ancho. Es de suponer que durante el tiempo normal de funcionamiento sólo se usara como desagüe la abertura pequeña, más fácil de regular, mientras que la abertura grande, en tanto que desagüe de fondo, ofrecería
la posibilidad de vaciar por completo la alberca, tal
vez para tareas de limpieza. Hasta ahora no se han
encontrado huellas de un mecanismo de regulación
en ninguna de las dos aberturas. En una segunda
fase de utilización de la alberca, posiblemente en
la Baja Edad Media, se construyó un dispositivo
de sillería delante de la abertura más grande. Este
dispositivo regulador permitía rebajar y regular el
188
nivel del agua de la alberca, tal vez para facilitar la
cría de peces.
En cuanto al sistema de distribución de agua
en las propias terrazas ajardinadas, hasta ahora se
han encontrado algunos indicios significativos, sobre todo, en el muro de la pendiente entre la terraza inferior y la intermedia (Fig. 3). A nivel de
la base del muro existen orificios de 15-18 cm de
ancho a una distancia regular de 8,5 m, que son
rebosaderos de la terraza intermedia a la terraza
inferior. Es posible que en la terraza intermedia
a estos rebosaderos correspondieran unos canales
de irrigación dispuestos en paralelo, pues al pie
del muro se han conservado partes de un canal de
agua de 22 cm de ancho y 14,5 cm de profundidad que recogía el agua de esos rebosaderos y la
transportaba de este a oeste con una altura de caída
de 3‰. Cerca del extremo oeste de la terraza, la
canalización desembocaba en una alberca de 13 m
de ancho. Esta alberca contaba, asimismo, con una
entrada de agua grande, de 35 x 50 cm, procedente
del norte, con cuya ayuda probablemente se podía
conducir el agua directamente de la gran alberca a
la terraza inferior.
7. ESTANCIAS EN TORNO A LA ALBERCA
Aparte de su función como depósito de agua,
la gran alberca estaba integrada en la escenificación arquitectónica de las habitaciones y salas de
representación circundantes. Con seguridad, la alberca estuvo rodeada de habitaciones en sus lados
sur y este, aunque es probable que lo estuviera en
los cuatro lados. A estos recintos, o a una parte de
ellos, se accedía, a través de un andén perimetral
volado sobre el interior de la alberca, que permitía
dar “un paseo sobre el agua”.
El andén descansa sobre arcos sostenidos por
ménsulas. En el norte y en el sur había nueve arcos
y en el este y el oeste, quince. Debido a la forma
trapezoidal de la planta de la alberca, la luz de los
arcos de cada lado es diferente: 2,15 m en el sur,
2,20 m en el este, 2,26 m en el oeste y entre 1,67
m y 1,85 m en el norte. Los arcos variaban también en cuanto a su profundidad: 1,47 m en el sur
y 1,42 en el oeste y, en cambio, sólo 1,22 m en el
norte y el este. Las ménsulas tienen, en general, una
altura de cuatro hiladas de sillares, y cada hilada
del sur y del oeste sobresale entre 27 y 30 cm con
respecto a la inmediatamente inferior; en el este, 23
cm (Fig. 5). En el norte, la altura de las ménsulas se
redujo a dos hiladas, que sobresalen respectivamente unos 38 cm. Esto facilitó además la integración
de la roca en la pared norte, que aquí llega en parte
al borde inferior de las ménsulas. En el lado oeste,
una de cada dos ménsulas está apoyada en un contrafuerte con la parte superior ataludada, a fin de
que fuera menos visible especialmente cuando la
alberca estaba llena (Lám. 4). La tarea del pilar no
era tanto el apoyo de los arcos, sino la contención
del muro frente a la presión de la tierra. No está
claro, sin embargo, por qué se consideraba que el
lado oeste de la alberca corría más riesgos que el
lado norte a este respecto, pues los contrafuertes de
este último costado proceden de las obras posteriores a 1926 y no existían en la construcción original.
La disposición de las ménsulas en las esquinas de la
alberca planteó un problema. Aquí se renunció a
una gradación en dos direcciones, y la orientación
de las ménsulas se adaptó a los lados más largos
de la alberca. El andén sostenido por arcos estaba
pavimentado con losas de calcarenita que sobresalían levemente de los arcos y conformaban, de este
modo, una especie de cornisa en el borde delantero.
De las habitaciones que rodeaban la alberca
sólo se han mantenido los cimientos, de los que
apenas puede reconocerse algo sin una excavación.
Únicamente en el lado sur de la alberca el estudio
detallado de la fábrica de sillería permite hacer alguna conjetura (Fig. 6). En el eje central de la alberca se aprecian huellas de un vano de 6,5 m de
ancho en el nivel del andén perimetral. Sobre el
segundo y el octavo de los nueve arcos se han conservado además restos de aberturas de 1 y 1,2 m de
ancho, respectivamente, que flanqueaban el vano
central más grande. Con estos indicios es posible
reconstruir la fachada de un salón de 24,5 m de
ancho, cuya abertura central –de forma análoga a
otros lugares39– estaba estructurada probablemente
con una arquería de tres apoyos. Los umbrales de
los vanos son losas de piedra y, como es habitual en
los salones, están a unos 10 cm sobre el nivel del
andén al que se abren.
El recinto del salón debió ocupar todo el ancho de la superficie existente entre el muro de la
alberca y el de contención de la terraza, unos 7 m.
En este último se han conservado los vestigios de
una fachada construida de forma muy similar a la
que suponemos se elevaba sobre el mismo muro
de la alberca (Fig. 5). También aquí había un gran
vano en el eje central del salón flanqueado por dos
aberturas más pequeñas. De todos modos, los vanos son algo mayores: el central mide 6,75 m en
lugar de 6,5 m, y los laterales 1,9 m en lugar de
1,0-1,2 m. Al estar los vanos de la parte delantera
y trasera del salón exactamente enfrentados, posibilitaban una perspectiva a través de la estancia y
le conferían cierta cualidad diáfana. Las aberturas
permitían contemplar desde el interior de la sala el
panorama de la alberca por un lado, y del jardín y
el paisaje del valle fluvial por otro (Fig. 7)40.
Además de sus cualidades estéticas, los vanos
del salón tenían también una función de acondicionamiento climático, ya que posibilitaban la ventilación del mismo. Este efecto se intensificaba aún
más por la situación del salón. Especialmente en
los días de mucho calor, la diferencia de temperatura entre la parte sur soleada y la superficie del
agua en el norte generaba una corriente de aire en
el salón.
Este tipo de ventilación constituía una ventaja únicamente en verano. Durante el invierno, en
cambio, los vanos debían cerrarse. De hecho, en
el lado que da al jardín se han observado indicios
de la existencia de un mecanismo de cierre (Fig.
6). En este lado se ha conservado el umbral de los
vanos construido con tizones que originariamente
sobresalían de la alineación del muro y configuraban una suerte de cornisa. A ambos lados del vano
central se han conservado ménsulas de 36-38 cm
de ancho y 73 cm de alto cuya cara delantera, hoy
destruida, tal vez estaba decorada. Estas ménsulas
servían como soporte de los batientes de madera
con los que se podía cerrar el gran vano central. Es
posible que cada uno de los batientes pudiera plegarse por el centro, de manera que cada elemento
midiera alrededor de 1,7 m de ancho. Este sistema
de cierre era usual en la construcción de los salones
de la época, pero hasta el momento no se había observado en una sala cuya fachada estuviera elevada
sobre un muro y tampoco al nivel del pavimento
del espacio al que se abre41. Habitualmente, el soporte inferior del batiente de madera consistía en
una pieza de quicialera anclada en el suelo.
189
Del salón se conserva en parte la hilada inferior
de la fábrica de sillería. Por ello, es de esperar que
en excavaciones futuras puedan encontrarse también indicios de su estructura interna. Como ocurre en otros salones, es posible que éste consistiera
en una zona central oblonga y dos piezas contiguas
cuadradas que la flanqueaban.
8. EXPRESIÓN ARQUITECTÓNICA DEL
PODER
La ubicación de al-Rummaniyya no se prestaba
para transmitir de manera obvia el poder de su propietario. Alejada del centro de la ciudad, no visible
desde el casco de la población ni desde Madinat
al-Zahra, la almunia parecía más bien esconderse
de los ojos del califa, de su corte y de los habitantes de la ciudad, en lugar de hacer ostentación de
su poderío. Acaso esto era precisamente lo que se
pretendía, previendo que una demostración de poder demasiado ostensible pudiera entenderse como
una provocación, tal como ocurrió realmente más
tarde.
Ya, el tamaño de la almunia atestigua la elevada situación económica de su dueño. Por ejemplo,
las terrazas son tan anchas como el jardín del califa en Madinat al-Zahra y la alberca es la mayor
de cuantas se ha encontrado en Córdoba hasta el
momento. Más aún que sus dimensiones, el emplazamiento en la ladera permitía expresar, quizá
mejor que ninguna otra cosa, la posición destacada del propietario de la almunia (Fig. 8). Al estar
ubicado en el nivel superior de las terrazas, el complejo residencial se apartaba de las construcciones
de la llanura, a la vez que se dificultaba el acceso
y se ofrecía a quienes la habitaban una vista panorámica del terreno que se extendía al pie de la
montaña. Junto al tamaño, la altura se considera
universalmente una manifestación de poder: desde el palacio imperial en Pekín y el palacio de los
emperadores romanos en el monte Palatino, hasta
los palacios de los chimú en Perú y el Capitolio
de Washington42. El palacio califal de Madinat
al-Zahra tenía un emplazamiento comparable.
Otro medio empleado en al-Rummaniyya
para transmitir poder era el agua. No solamente el
logro técnico de hacer aprovechables manantiales
insignificantes y de convertir un lugar, que hasta
190
entones se consideraba árido, en un oasis de exuberante vegetación podía entenderse como expresión
de poder. En al-Rummaniyya el agua en sí misma
se utilizaba para escenificar el poder. Así, el agua
que fluía hacia abajo de un nivel a otro acentuaba
la construcción en terrazas y la altura del complejo residencial. En la gran alberca se reflejaban las
habitaciones anejas, con lo que éstas se ampliaban
ópticamente. Pero la expresión más inequívoca del
vínculo entre el dueño de la almunia y el agua fue
haber dispuesto el desagüe de la alberca directamente bajo el eje de un salón. De este modo se
equiparaba simbólicamente al propietario con el
origen del agua.
No es casual que las albercas u otros contenedores de agua de Córdoba estuvieran con frecuencia decorados con símbolos del poder. Los ejemplos
más conocidos son las pilas de Madinat al-Zahira,
en las que hay representados leones cazando y águilas heráldicas43. También en al-Rummaniyya se han
hallado tres pilas de mármol decoradas con imágenes de leones (Lám. 1)44.
Pero en al-Rummaniyya el agua es un elemento más del paisaje construido de la almunia. Solamente con la perspectiva desde el salón, a través del
embalse, hacia la alberca, por un lado, y hacia el
desagüe y los canales, por otro, se podía apreciar en
el espacio el sistema de irrigación. De otra parte, ya
la vista desde el terreno más bajo a las terrazas ajardinadas y las construcciones residenciales entronizadas sobre ellas transmitía el poder del propietario. No es arbitrario entonces el hecho de que las
terrazas fueran mucho más anchas que profundas,
ya que sólo así se pueden abarcar enteramente con
la mirada desde arriba y desde abajo.
9. MODELOS
Como ocurre, en general, en la arquitectura
palaciega islámica de la Península Ibérica, también
al-Rummaniyya se halla entre la tradición romana
y la influencia del islam oriental. Para determinar
con mayor rigor esta posición intermedia no sirve
de mucho buscar el posible origen de los diferentes
elementos o motivos arquitectónicos que lo componen, puesto que, si se analiza en detalle, la mayoría de los elementos que se encuentran en al-Rummaniyya –desde el aterrazamiento hasta el diseño
de la gran alberca, pasando por las instalaciones hidráulicas– tienen algunos paralelismos tanto con la
arquitectura de algunas villas romanas como, sobre
todo, con los palacios islámicos de Oriente. Dado
que el diseño de al-Rummaniyya puede entenderse
prioritariamente como un intento de hacer perceptible el poder de su propietario, parece mucho más
importante la cuestión de a qué modelos se apelaba
en la elección de los medios arquitectónicos que
daban expresión a esa manifestación de poder. Por
ello, a continuación se tratarán los modelos concretos para la utilización del tamaño, la altura, el
agua y el panorama como medios de plasmación
del poder.
En la Córdoba preislámica ya había edificios
cuyo tamaño evidenciaba el estatus político de
quien había mandado erigirlos. El ejemplo más
significativo es quizá el conjunto palatino de Cercadilla, cuyo antepatio en forma de semicírculo
tenía un diámetro de 118 m45. Mucho más problemático es, en cambio, encontrar en Córdoba
construcciones de la época romana en las que la
combinación de la altura, el agua y el paisaje se
emplearan como medios de representación del
poder. Con la excepción del templo de Claudio
Marcelo, en Córdoba no había construcciones romanas erigidas sobre una elevación del terreno que
ofrecieran una vista panorámica. Aunque existían
modelos análogos en otras partes del mundo romano –por ejemplo, la Villa de São Cucufate en
Portugal46–, los arquitectos de al-Rummaniyya difícilmente pudieron haber conocido y haberse inspirado en esas construcciones. Sí han perdurado en
Córdoba importantes instalaciones hidráulicas de
origen romano, desde canalizaciones y acueductos
hasta cisternas y depósitos de agua47. Pero en ninguna de estas construcciones el agua forma parte
de una suerte de escenificación del poder, como se
produce en al-Rummaniyya. En la época islámica
las instalaciones hidráulicas de origen romano se
mantuvieron en funcionamiento, se continuaron
utilizando y fueron copiadas a conciencia según las
crónicas –como en el caso del suministro de agua a
la munyat al-Nacūra, creado «según el modelo antiguo»–, pero siempre únicamente con respecto a sus
cualidades técnicas, no estéticas o simbólicas. En la
búsqueda de medios para la representación del po-
der, los modelos romanos no parecen haber jugado
un papel importante en al-Rummaniyya.
En Córdoba, al-Rummaniyya no fue el primer
proyecto de construcción en el que la altura se empleó como medio de representación del poder. El
ejemplo más conocido de un aterrazamiento es el
de Madinat al-Zahra. Ya al-Rusafa, la almunia de
Abd al-Rahman I, pudo haberse construido según
este principio, puesto que se hallaba en una posición elevada48. De Qasr al-Dimasq «palacio damasceno», construido en la misma época, se contaba
que estaba situado también en «un terreno elevado» y que ofrecía «bellas vistas»49. Estos palacios
islámicos más antiguos del entorno de Córdoba
quizá presentaran también otras características que
luego se reprodujeron en al-Rummaniyya. Ambos
palacios contaban con instalaciones hidráulicas.
El modelo de los palacios de al-Rusafa y Qasr
al-Dimasq fue sin duda la arquitectura de los
Omeyas de Siria50. Por ello, la hipótesis de que
los medios de representación del poder utilizados
en al-Rummaniyya pudieron haber sido transmitidos por el Omeya Abd al-Rahman I desde Siria
a Córdoba no parece, en principio, muy descabellada. Sin embargo, comparando el diseño de alRummaniyya con las construcciones palaciegas de
los omeyas orientales se demuestra que esto es bastante improbable. La altura, el agua y el paisaje no
habían desempeñado un papel importante en las
construcciones sirias conocidas hasta el momento.
En ellas, el poder se simbolizaba principalmente a
través de la estructura defensiva de los muros exteriores y de las puertas de acceso, aspecto que al
menos en al-Rummaniyya no encontramos51. Por
consiguiente, es oportuno cuestionar si en los palacios de Córdoba, ar-Rusafa y Qasr al-Dimasq, se
utilizaron realmente –al menos en el proyecto original– los medios de representación del poder que
determinarían más tarde el diseño de al-Rummaniyya. Estas preguntas sólo podrán esclarecerse con
investigaciones arqueológicas de las construcciones
correspondientes.
La altura, el agua y el paisaje fueron descubiertos en Oriente como medio de expresar el poder
bajo los abasíes. Ya D. Fairchild Ruggles señaló la
importancia del paisaje en el diseño de los palacios abasíes de Samarra y vio aquí el origen de la
arquitectura palaciega de Madinat al-Zahra y al191
Rummaniyya52. Efectivamente, algunos de los palacios abasíes de los siglos VIII y IX tardíos están
emplazados sobre una elevación del terreno, están
dispuestos en terrazas y ofrecen una vista al paisaje
circundante53. En relación con la gran alberca de
al-Rummaniyya hay que hacer mención de la gran
alberca de 115 x 130 m al pie de la gran escalinata
del palacio califal de Samarra (Fig. 9)54. Las mismas
características presentan los palacios de Laskari Bazar construidos a comienzos del siglo XI, y seguramente eran similares los palacios, hoy destruidos,
de Bagdad y El Cairo del siglo X.
Como modelo del diseño de al-Rummaniyya
puede considerarse, por tanto, la arquitectura más
192
o menos coetánea de Oriente. No obstante, no es
posible identificar un modelo concreto. Palacios situados en una pendiente comparable se conocen
sólo en Persia y Cachemira en el siglo XVII. En
ninguna otra construcción islámica se encuentra
un escalonamiento de amplias terrazas de este tipo.
No hay paralelismos directos con una alberca con
andén perimetral y un salón entre la alberca y el
jardín. A fin de cuentas, al-Rummaniyya parece
ser una contribución autónoma a la arquitectura
islámica en la que determinados modelos –en gran
parte procedentes de Oriente– se interpretaron de
un modo original.
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Córdoba.
195
NOTAS
1. En general, sobre estas construcciones, véase RUGGLES,
2000; ACIÉN, VALLEJO, 1998; MURILLO, CASAL,
CASTRO, 2004. Las fuentes históricas están reunidas en
diversas obras entre las que cabe destacar: ARJONA, 1982;
PÉRÈS, 1953: 130-132; RUBIERA, 1981.
2. OCAÑA, 1984; RUGGLES, 2000: 111-118, Fig. 50-52;
VALLEJO, 2004: 66-68.
3. Por el apellido de los antiguos propietarios, la familia del
Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba y Aguilar
(1453-1515). Además nos han llegado las denominaciones
Huerta de la Gorgojuela y Moroquil, (este último, topónimo de origen árabe). Desde la identificación (equivocada)
de Velázquez Bosco de este yacimiento como la almunia
al-Amiriya se ha vuelto habitual el nombre Alamiría (o bien,
Alamirilla o Alamiriya).
4. VELÁZQUEZ BOSCO, 1912: 23-33, fig. 15, lám. 4-12.
5. CASTEJÓN, 1945: 197-211. Los elementos de construcción de al-Rummaniyya que se encuentran en el Museo Arqueológico de Córdoba fueron nuevamente documentados
en noviembre de 2007.
6. DÍEZ-PASTOR, 2003: 102-104. El edificio fue derribado
en 1999 por su propietario.
7. CABELLO LAPIEDRA et al., 1926.
8. CASTEJÓN, 1945.
9. CANTIZANI, CÓRDOBA, 2006: 687 y ss.
10. VALLEJO, 1999: 257, lám. 53.
11. KIRCHNER, NAVARRO, 1996: 95, fig. 2.
12. En el proyecto trabajaron Stefan Arnold, Max Beiersdorf,
Katharina Glomb, Mark Hofmann, Christof Kirzinger, Arnold Kreisel, Francine Giese-Vögeli, Auguste Waldmann.
Una beca del Colegio de Arquitectos de Córdoba posibilitó
la participación de Jorge Forné. Participaron como asesores
Thomas Köberle (geología) y Henning Fahlbusch (hidráulica).
13. VELÁZQUEZ BOSCO, 1912: 19-23.
14. H. TERRASSE, 1932: 166-167; GÓMEZ MORENO,
1951: 166.
15. OCAÑA JIMÉNEZ, 1984: 376-378.
16. MEOUAK, 1991 y 1999: 199-200, con una detallada relación de las actividades de Durri ibn Abd al-Rahman.
17. IBN HAYYAN, p. 65.
18. IBN HAYYAN, pp. 267-273.
19. GARCÍA GÓMEZ, 1967: 136 f.; MEOUAK, 1999: 200 y
215-216.
20. MEOUAK, 1999: 212.
21. LEVI-PROVENÇAL, 1967: 196, 201 y 186-188;
MEOUAK, 1999: 215-216.
22. LABARTA, 1990: 128, n.º 6.
23. OCAÑA JIMÉNEZ, 1984: 376-378.
24. GARCÍA GÓMEZ, 1967: 132 (§94).
25. LÈVI-PROVENÇAL, 1960: 109.
26. GARCÍA GÓMEZ, 1967: §104.
27. VELÁZQUEZ BOSCO, 1912: 23-33.
28. EWERT, 1978: 25 y 30, fig. 17; ALMAGRO, 2004: 119,
fig. 2; PAVÓN, 2004: 49, fig. 15a.
196
29. Tal vez en este cuerpo del edificio se encontraba la zona de
baños del complejo residencial. CASTEJÓN, 1945 y 1954:
150-157.
30. Según al-Razi, al-Rummaniyya estaba provista de «esclavos,
esclavas, bueyes y bestias de carga». E. GARCÍA GÓMEZ,
1967: 137 (§104).
31. VELÁZQUEZ BOSCO, 1912: 24 y 31.
32. CASTEJÓN, 1945: 203 y s, 206-208.
33. VELÁZQUEZ BOSCO, 1912: 31 y s, lám. 10. Algunas de
estas piezas se encontraban perdidas a comienzos de la década de 1980, cuando M. Ocaña redactó su artículo en 1984.
34. HERNÁNDEZ, 1960; ARNOLD, 2008.
35. VELÁZQUEZ BOSCO, 1912: 24, lám. 5.
36. VELÁZQUEZ BOSCO, 1912: 23.
37. De acuerdo con mediciones de los años 1973-2007 en el
aeropuerto de Córdoba (publicado en www.clima.meteored.
com).
38. GARCÍA GÓMEZ, 1967: 89 (§40), 183 y ss. (§154), 195
(§177), 249 y ss. (§211).
39. Cf. la fachada del Salón Rico en Madinat al-Zahra (VALLEJO, 1995). Se conservan ejemplos más recientes, ente
otros, en Málaga (EWERT, 1966), Sevilla (MANZANO,
1995: 118 y ss., fig. 3; TABALES, 2002: 288) y Almería
(ARNOLD, 2008).
40. El ancho de la abertura central (6,5 y 6,75 m respectivamente) configura la base de un triángulo isósceles cuyo vértice
coincide con el centro de la pared de enfrente. Las mismas
proporciones se han observado en la Aljafería (EWERT,
1978: nota 22, p. 141 supl. 1) y en la Alcazaba de Almería
(ARNOLD, 2008). El ángulo del triángulo (60°) se corresponde de manera bastante exacta con el campo visual de una
persona (57°). De este modo, la mirada de un observador
que se situara en el centro de la pared trasera no se vería obstruida por la pared que estaba ante él. Cf. ARNOLD, 2008.
41. Como en el Salón Rico y la Casa de Yafar en Madinat
al-Zahra (VALLEJO, 1995: fig. 1. 9; VALLEJO, 1990: fig.
2-5).
42. Cf. LEHNER, 1998: 31 y ss.
43. KUBISCH, 1994; con referencias de la literatura.
44. Véase arriba, nota 5.
45. HIDALGO, 1996; HIDALGO et al., 1996; FUERTES,
HIDALGO, 2005. Sobre las villas en el entorno de Córdoba, PANZRAM, 2002, 198-204, fig. 7.
46. ALARCÃO, ÉTIENNE, MAYET, 1990: lám. 54-75. Sobre
la arquitectura de las villas romanas de la península Ibérica,
GORGES, 1979; FERNÁNDEZ CASTRO, 1982.
47. VENTURA, 1993 y 1996.
48. PÉRÈS, 1953: 130-132; NIETO CUMPLIDO, 1991: 70
y ss.; A. ARJONA, 1982: 23, 120, 206, 208 y ss, 225; ARJONA, 2001: 17, 70-72, 225 y ss.; MURILLO, CASAL,
CASTRO, 2004: 263, nota 35, fig. 2.
49. GAYANGOS, 1840: 211 y ss.; ARJONA, 1982: 229, n.º
294; PÉRÈS, 1953: 128; RUGGLES, 2000: 119; NIETO,
1991: 69 y ss.
50. ULBERT, 2004.
51. FINSTER, 2004 y 2006.
52. RUGGLES, 2000: 86-109.
53. Sobre los palacios de Samarra véase CRESWELL, 1940:
227-245, 254-270 y 277-288; NORTHEDGE, 2005.
54. NORTHEDGE, 1993: 145, fig. 2-3, 8.
55. SCHLUMBERGER, 1978:18.
56. Cf. el palacio Bagh-i Takht en Shiraz, así como Nishat Bagh
y Shalamar Bagh en Cachemira (ALEMI, 1995: 44 y ss.;
BROOKES, 1987: 92 y ss., 140-143; LEHRMAN, 1980:
167, 170 y ss.).
197
Fig. 1: Córdoba en el siglo X: 1) al-Rummaniyya, 2) Turruñuelos, 3-4) ar-Rusafa, 5) PERI MA-9, 6) Plan Parcial de
RENFE, 7) Plan Parcial de RENFE. 8) San Andrés (Munyat Abd Allah), 9) San Lorenzo (Munyat al-Mug˘ira), 10) Las
Quemadillas, CAIPO (Madinat az-Zahira), 11) Munyat Nasr, 12) Munyat Agab, 13) Restos de la villa en el Parque
Zoológico, 14) Villa de Fontanar, 15, 16 y 18) Ronda de Poniente, 17) Parque Joyero, 19) Muros de cierre en Casillas, 20)
Alberca en Cañito de María Ruiz, 21) Cortijo del Alcaide, 22) Quinta.
Fig. 2: Corte esquemático norte sur a través de las terrazas de al-Rummaniyya (Córdoba).
198
Fig. 3: Planta de al-Rummaniyya (Córdoba).
199
Fig. 4: Detalle del muro de cierre occidental de la terraza ajardinada intermedia. M 1:125.
Fig. 5: Fachada norte del salón entre la gran alberca y el jardín.
200
Fig. 6: Fachada sur del salón entre la gran alberca y el jardín.
Fig. 7: Reconstrucción de la gran alberca y del salón contiguo.
201
Fig. 8: Reconstrucción de la totalidad de la estructura de al-Rummaniyya.
Fig. 9: Jardín del palacio de al-Mutasim en Samarra (Irak). M 1:6.000.
202
Lám. 1: Pila de mármol de al-Rummaniyya, hoy en el Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba.
Lám. 2: Al-Rummaniyya. Las terrazas del jardín vistas desde el sur.
203
Lám. 3: Al-Rummaniyya. Muro de cierre occidental de la terraza ajardinada intermedia.
Lám. 4: Al-Rummaniyya. Esquina sudoeste de la gran alberca.
204
Cuadernos de Madinat al-Zahra 6 (2008), pp. 205-233
ISSN: 1139-9996
EL PUENTE DE LOS NOGALES, CÓRDOBA.
CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LA INFRAESTRUCTURA
VIARIA DE MADĪNAT ALZAHRĀ’
ALBERTO LEÓN MUÑOZ
Universidad de Córdoba
ANA ZAMORANO ARENAS
Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra
RESUMEN
ABSTRACT
Presentamos los resultados de una intervención
arqueológica de apoyo a la restauración del Puente
de los Nogales efectuada en 1998. Los resultados
de la excavación han posibilitado realizar una síntesis de la secuencia estratigráfica y un exhaustivo estudio de los procedimientos constructivos y de las
características arquitectónicas del puente. Se analizan los sistemas de cimentación, las características
tipológicas de pilas, estribos, tajamares y espolones,
y una descripción de los arcos al haber documentado la altura original completa del viaducto. Con
ello aportamos información de incuestionable interés para completar el conocimiento de la infraestructura viaria propia de la nueva fundación califal.
We present the results after an archaeological intervention carried out in 1998 at the Puente
de los Nogales, as part of the bridge restoration
project. The excavation has made possible to develop a stratigraphic sequence and a detailed analysis of the building procedures and the architectural
features of the bridge. Particular attention is devoted here to the foundation system, the typology
of the different parts, specially the arch design once
the original full height of the bridge has been recorded. We believe the information presented here
is of fundamental interest to fulfil our knowledge
of the road infrastructure developed for the new
Caliphal foundation of Madinat al-Zahra.
Palabras clave:
Época Califal, Madinat al-Zahra, Puente de los
Nogales, Intervención Arqueológica, Secuencia Estratigráfica, Infraestructura Viaria, Sistemas Constructivo, Análisis Arquitectónico
Keywords:
Caliphal Period, Madinat al-Zahra, Los Nogales Bridge, Archaeological Excavation, Stratigraphy, Road Infrastructure, Building Systems, Architectural Analysis
205
1. INTRODUCCIÓN
El análisis que presentamos del Puente de los
Nogales es fruto de una excavación arqueológica
de apoyo a la restauración practicada en el año
1998. Dicha intervención se acometió como obra
de emergencia, motivada por las reiteradas expoliaciones que habían dañado irreparablemente la
estructura del puente y que amenazaban con su
completa destrucción1. Más allá de las imperiosas
labores de conservación, la investigación arqueológica ha supuesto una oportunidad excepcional
para documentar numerosos aspectos técnicos y
arquitectónicos acerca de uno de los mejores ejemplos conservados de este tipo de obras de infraestructura viaria vinculadas con la nueva ciudad califal. En la mayoría de los casos, la colmatación de
sus ojos y la destrucción intencionada ha borrado
por completo las trazas de muchos de ellos2.
La aproximación que nos proponemos a las
características arquitectónicas de este viaducto
permite un mejor conocimiento de la trama viaria propia de Madīnat al-Zahrā’ (BERMÚDEZ,
1993), ya que un puente no se presenta como un
elemento aislado, sino que adquiere sentido en el
funcionamiento del camino del que forma parte (BERMÚDEZ, 1999b: 149). En este caso, se
inserta en el camino de los Nogales, salvando el
obstáculo que supone el arroyo del mismo nombre
que en sentido N-S desciende desde las faldas de
Sierra Morena (Fig. 1).
Este puente, junto con otros ejemplares hoy
en día desaparecidos (puente del Rodadero de los
Lobos, Vallehermoso, etc.), constituye una de las
huellas del camino que, sin pasar por Córdoba,
ponía en comunicación Madīnat al-Zahrā’ con
las principales vías que desde el norte y este de
Córdoba partían hacia Mérida, Toledo o Zaragoza
(BERMÚDEZ, 1993: 275). De igual modo, serviría de enlace entre los asentamientos más destacados situados a los pies de la sierra (Turruñuelos,
al-Rusafa, Madīnat al-Zahrā’) con la ruta del oeste, poniéndolos en contacto con al-Rummaniŷya
(BERMÚDEZ, 1993: 271).
Al mismo tiempo, este camino funcionaría
como vía de servicio para el abastecimiento de
materiales de construcción (extraídos de canteras
como la de Santa Ana de la Albaida) y de alimen206
tos a la población del alcázar de Madīnat al-Zahrā’
(VALLEJO, 1995: 72). De toda esta trama de
puentes que salvaban los numerosos arroyos que
atravesaban esta vía sólo se conserva hoy el de los
Nogales. Además, es el único ejemplo de puente
de tres arcos, originariamente califal, localizado en
este camino, siguiendo posiblemente el esquema
constructivo diseñado en el Puente Viejo de Pedroches (BERMÚDEZ, 1999a; FERRER, 2003).
2. HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN
El puente de los Nogales ha sido objeto de
algunas aproximaciones, más o menos detalladas,
cuya calidad ha resultado muy desigual. Las referencias al puente forman parte de obras generales,
ya sea sobre la infraestructura urbana de Córdoba y
Madīnat al-Zahrā’, ya sea dentro de obras de conjunto sobre puentes y caminos hispano-musulmanes.
En este primer bloque bibliográfico –centrado
en las ciudades hispano-musulmanas de Córdoba
y Madīnat al-Zahrā’–, la información aportada sobre estos puentes es muy vaga; por lo general se
limitan a mencionarlos como parte de las vías que
enlazaban ambas ciudades, sin aportar una mínima
descripción. Al margen de alguna mención aislada
por parte de eruditos renacentistas3, no será hasta
las primeras décadas del siglo XX cuando se tengan
las primeras referencias directas sobre el puente. En
la memoria de las excavaciones en Medina Azahara (JIMÉNEZ et al., 1924) se comenta la existencia de dos puentes en el camino que se dirige de
oriente a poniente entre la Cañada Real Soriana y
el pie de la sierra, uno de tres ojos (Los Nogales) y
otro de un único arco (Vallehermoso). Aunque la
descripción expuesta es muy somera, el interés de
esta obra radica en las documentación gráfica que
presenta con fotografías de ambas caras tanto del
puente de los Nogales como el de Vallehermoso,
éste hoy desaparecido (JIMÉNEZ et al., 1924: 15,
Lám. VI). A esta obra seguirán otras que citarán
el puente de los Nogales siempre en relación con
el camino que llevaba a Madīnat al-Zahrā’ por el
norte, pero sin detenerse a realizar un estudio detallado del mismo (CASTEJÓN, 1929; TORRES
BALBÁS, 1957: 439).
Otro autor que se ocupa del puente es S. López
Cuervo, en cuya relevante obra recoge fotografías
del mismo y un dibujo de su alzado sur (LÓPEZ
CUERVO, 1983: 152-154, Láms. 112-115). En
estas fotografías vemos que aunque el cauce del
arroyo aún conservaba su trazado original, la colmatación que había sufrido el puente era ya considerable. Por primera vez se realiza una sucinta
descripción del puente: “Sus arcos enjarjados y con
largas dovelas, descuellan del resto de la sillería que
se apareja a soga y tizón, aunque en los triángulos curvilíneos de rellano entre arcos la disposición
toma formas más anárquicas. El tablero despunta
horizontal y en uno de sus estribos el almez, fiel
vigía del pasado, parece jalonar con su porte la antigua traza” (LÓPEZ CUERVO, 1983: 152-153).
Algo más detalladas son las referencias al puente de los Nogales en el otro bloque de trabajos, relacionados con el estudio específico de puentes y
caminos, aunque en ningún caso ha sido objeto de
un tratamiento monográfico, lo que conlleva ciertas imprecisiones en su descripción, achacables, en
gran medida, al considerable nivel de colmatación
de las estructuras.
El primero de estos trabajos, el más genérico,
se inscribe en el capítulo dedicado a los puentes
hispano-musulmanes en el primer tomo del Tratado de Arquitectura Hispano-musulmana (PAVÓN MALDONADO, 1990). En esta obra el
autor incluye una breve descripción del ejemplar
cordobés del arroyo de los Nogales, del que destaca la reconstrucción hipotética de su planta, con
un paramento liso aguas abajo y con pilastras rectangulares aguas arriba de las pilas centrales. Asimismo, lleva a cabo un análisis de la rosca de los
arcos, “enjarjados y las dovelas despiezan radiales
al centro de la línea de impostas”, con decoración
de arquivoltas realzadas en algunas piezas de la
cara norte del arco central (PAVÓN, 1990: 107108).
En la misma línea, se ha elaborado un trabajo de investigación específico sobre los puentes de Córdoba (BERMÚDEZ, 1994)4. Se trata,
sin lugar a dudas, de la obra más completa sobre
el tema de los puentes del término municipal de
Córdoba, en el que se analiza su evolución desde
época romana hasta los ejemplares bajomedievales
y modernos. En él se dedica una extensa descrip-
ción al puente de los Nogales, de la que se han extractado los aspectos básicos para un estudio más
específico sobre la trama viaria propia de Madīnat
al-Zahrā’ (BERMÚDEZ, 1993). Los datos para
la descripción de este puente están tomados de
Pavón Maldonado, con la única matización de
incorporar, aguas arriba, sendos tajamares triangulares adosados a las pilas (BERMÚDEZ, 1993:
279). En un estudio posterior sobre la aplicación
del arco de herradura en obras de infraestructura
hispano-musulmana (BERMÚDEZ, 1995) vuelve a ocuparse de este puente. En esta ocasión se
ocupa tanto de su descripción, como del sistema
constructivo empleado en los arcos y su modulación, con la seria limitación de desconocer las medidas reales exactas. De la tipología que establece,
atendiendo a la forma en que están construidos,
incluye el Puente de los Nogales entre aquellos arcos con un peralte de 1/2 del radio, sin mechinales y con rosca descentrada (BERMÚDEZ, 1995:
239-264).
En definitiva, el elevado nivel de colmatación
de las estructuras ha condicionado las descripciones completas y pormenorizadas del puente, ya
que los rellenos cubrían la línea de imposta de los
arcos y, por tanto, impedían ver la mayor parte de
las pilas, estribos, tajamares y pilastras (Lám. 1).
Por tanto, como ya hemos indicado anteriormente, los resultados de la intervención acometida en
el puente de los Nogales brindan la oportunidad
de un estudio específico, ya que la excavación permitió contar con los datos exactos y completar la
documentación planimétrica y arquitectónica de
la planta y alzados (Lám. 2).
3. PLANTEAMIENTO DE LA
INTERVENCIÓN. CONSIDERACIONES
PRELIMINARES
El planteamiento de la intervención arqueológica en el puente de los Nogales ha estado condicionado por el proyecto de restauración y recuperación arquitectónica de dicho yacimiento (ver
nota 1). Por esta razón, nuestra actuación ha ido
encaminada a la documentación de los diversos
aspectos arquitectónicos del puente, paralelamente a la restitución de las piezas originales desmontadas en el expolio de 1997.
207
En el proceso, una labor imprescindible y
prioritaria consistió en el levantamiento planimétrico de las estructuras conservadas del puente
hasta la cota de colmatación en que se encontraba
cubierto a principios de 1998, previamente a la
limpieza y excavación (Fig. 2).
Con este instrumento de trabajo básico se
proyectó la intervención integral, concebida como
una doble actuación: arquitectónica5 y arqueológica. Esta última se planteó con un propósito
fundamental: la documentación de la estructura
completa del puente que permitiera un mejor conocimiento de sus características arquitectónicas.
Este objetivo genérico se concretaba en aspectos como:
− La determinación de la planta original6, que
aportase información fundamental concerniente a las dimensiones y fisonomía de los
diferentes elementos arquitectónicos que lo
componen: longitud total del puente y anchura original de la vía; dimensiones de las
pilas de los arcos; confirmación de la existencia de tajamares y su fisonomía; comprobación de la presencia de espolones en las pilas
y estribos aguas abajo y la definición de su
planta.
− La documentación del alzado completo en
ambas caras y el desarrollo completo de los
arcos.
− El conocimiento de otros aspectos de la edilicia como: el tipo de cimentación empleado,
la disposición del aparejo, la recreación del
proceso constructivo, etc...
− Por último, documentar la secuencia estratigráfica a fin de reconstruir el proceso de
colmatación que ha sufrido el entorno del
puente desde su construcción en época califal hasta su abandono y posterior saqueo.
Previamente a la intervención arqueológica
propiamente dicha de las estructuras del puente
se procedió a la retirada con medios mecánicos de
los rellenos del interior de los ojos y de los alrededores del puente (Lám. 3). El límite inferior que
adoptamos para concluir esta labor de retirada de
rellenos viene determinado por la cota y aspecto
recogidos en la fotografías de 1924 (JIMÉNEZ, R.
et al., 1924, láms. 6I y 6II), que sería la cota inicial
208
de los cortes excavados manualmente con metodología arqueológica.
La excavación arqueológica se planteó con la
apertura de ocho cortes de reducidas dimensiones,
distribuidos entre ambas caras del puente, en zonas
ocupadas por pilas y estribos7 (Fig. 3).
4. LA SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA
Por lo que respecta a los resultados de la investigación, dadas las limitaciones de espacio y las
características de este trabajo no vamos a entrar con
detalle en la descripción de cada uno de los cortes,
pues creemos más conveniente extractar los resultados más relevantes en una síntesis de la secuencia
estratigráfica, dejando para un capítulo posterior el
análisis específico del puente (Fig. 4).
La localización y características del yacimiento
excavado han condicionado notablemente el registro arqueológico que de él se ha podido extraer8.
Las fuertes crecidas y consiguientes arroyadas y sedimentaciones han arrastrado y eliminado los horizontes constructivos originales y la mayor parte de
los niveles de arrasamiento. Del mismo modo, los
estratos de colmatación aportados por la corriente
tienen unas características muy particulares: se tratan de niveles de limos y gravas que no contienen
apenas material arqueológico significativo, muy
rodado y nunca in situ. La estratigrafía de los diferentes sondeos se caracteriza básicamente por la
acumulación de depósitos sedimentarios propios
de las crecidas naturales del arroyo. Por esta razón,
además del momento correspondiente a la erección
del puente, la secuencia documentada se limita a
los procesos de colmatación de las estructuras y del
propio cauce, tanto por circunstancias naturales
como antrópicas.
A pesar de estas limitaciones, se han podido
determinar al menos 8 fases en la secuencia estratigráfica, que sintetizamos a continuación.
− FASE 1: niveles previos a la construcción
del puente.
Se trata de estratos de gravas, limos y arenas, en
algún caso con material de época romana, arrastrado desde aguas arriba. Son los niveles propios del
lecho del arroyo, que no aportan ninguna información relevante sobre la cronología o características
arquitectónicas del puente.
− FASE 2: construcción del puente.
Como veremos a continuación, para la cimentación de las estructuras se lleva a cabo la excavación de una zanja en el lecho del arroyo, rellena
con una plataforma de sillares atizonados en sentido N-S, que constituye el zampeado o cimentación
corrida de las pilas y tajamares.
En un momento constructivo inmediatamente
posterior, pero dentro del mismo proyecto arquitectónico unitario, se practican sendas zanjas de cimentación a ambos extremos del puente, en las que
se encajan los muros exteriores de los estribos. El
relleno de estas zanjas de cimentación, compuesto
también por un mortero con menor proporción de
cal, cubre parcialmente el zampeado, lo cual determina la relación estratigráfica de posterioridad.
Una vez completada la cimentación, sobre el
zampeado, nivelado en algunos puntos con pequeñas capas de mortero de cal, se levantan las pilas
y sus correspondientes tajamares/espolones y, a su
vez, sobre aquéllas, los arcos, el tablero y la superestructura del puente hoy en día perdida.
En cuanto a la construcción de los estribos,
paradójicamente su estado de destrucción ha favorecido la documentación del proceso constructivo.
Rellenando las zanjas de cimentación antes mencionadas, los muros exteriores de los estribos se adosan
en su hilada inferior a las pilas de los extremos del
puente, mientras que a partir de ese punto, en el
alzado, traban sin solución de continuidad con las
propias pilas, constituyendo una única estructura9.
Una vez construidos estos paramentos exteriores
(norte y sur), se procede a rellenar el interior de
dichos estribos con diferentes tongadas muy heterogéneas compuestas por arcillas, gravas, pizarras,
picadura de sillar, etc. Sobre este relleno asentaría
la calzada de la que no se han documentado restos
originales en la excavación.
Sólo contamos con algunos fragmentos de
cerámica común no diagnosticable recuperada de
la zanja de cimentación del muro norte del estribo oeste (Corte 5). Por esta razón, sólo es posible
precisar la cronología de esta fase atendiendo exclusivamente a aspectos arquitectónicos: técnicas
constructivas, tipologías de arcos y aparejos, etc.
Tanto su inclusión en la red viaria construida ex
novo relacionada con la fundación de la ciudad de
Madīnat al-Zahrā’, como el tipo de arco de herradura enjarjado, la disposición del aparejo a soga y
tizón y la existencia de otros elementos como las
arquivoltas, el zampeado, etc., permiten adscribirle claramente una cronología medieval islámica de
mediados del siglo X.
Esta es la única fase constructiva documentada
en la excavación. No existe ningún momento de
reparación o refectio en el puente. Este dato confirma la estrecha relación de la construcción y uso
del puente con la ciudad de Madīnat al-Zahrā’ y
el temprano abandono y desuso del mismo tras la
pérdida de su valor y función. A partir de esta fase,
el resto de actuaciones que afecten a la estructura
estarán encaminadas a su destrucción, ya sea para
la reutilización de material constructivo (por ejemplo, para la construcción de la alcubilla próxima)
o por intereses económicos relacionados con la explotación de la finca en la que se inserta.
− FASE 3: primer momento de destrucción.
Esta fase viene determinada por la presencia de
varios bloques de sillares y restos de posibles dovelas caídos directamente sobre el zampeado, tanto
aguas arriba como abajo. En el caso concreto de los
situados aguas abajo del ojo occidental, debieron
de pertenecer posiblemente al paramento exterior,
por su situación con respecto a la alineación original de la cara sur del puente. Este primer nivel
de destrucción no aparece, en principio, asociado
claramente a ningún nivel de saqueo intencionado,
ya sea por no haber existido o por ser arrastrado
por la corriente.
− FASE 4: niveles de colmatación natural.
Cubriendo los bloques de la fase anterior se
disponen distintos paquetes sedimentarios compuestos por gravas o limos, que, dado su carácter
de aportes naturales del arroyo, no ofrecen mayor
información en cuanto a su cronología o funcionalidad. Sencillamente se trata de varios niveles que
separan estratigráficamente diferentes momentos
en el proceso de destrucción del puente, ya sea de
origen antrópico o natural.
209
− FASE 5: primera acción de expolio sobre las
estructuras del puente.
Este saqueo afecta fundamentalmente a la cara
sur de las pilas centrales, donde se desmonta un
porcentaje considerable de ambas estructuras. En
esta zona no queda reflejo material de dicha actividad, ya que los estratos resultantes han debido de
ser arrastrados por la corriente del arroyo. Sí queda
huella sedimentaria de este primer expolio en los
cortes localizados en el extremo oriental Corte 1 y
Corte 8 y posiblemente en el Corte 6.
− FASE 6: Segundo nivel de colmatación fluvial.
Estos estratos interpretados como fruto de una
actuación expoliadora están cubiertos por una capa
de limo húmedo y muy homogéneo localizado
prácticamente en todos los cortes excavados. Este
nivel de colmatación marca el tiempo transcurrido
entre la primera campaña de saqueo y el momento
de destrucción más intenso y sistemático llevado a
cabo sobre el puente en la fase siguiente. Este intervalo de tiempo se aprecia claramente en el Corte
6, en el que este nivel de limos cubre los estratos de
expolio anteriores y, a su vez, estos mismos limos,
dentro del Corte 5, se encuentran cubiertos por el
estrato de mortero de cal y cortados por la zanja de
robo de material constructivo.
− FASE 7: segundo momento de destrucción
antrópica y saqueo del puente.
En esta fase se lleva a cabo un proceso intenso
y sistemático de destrucción de las estructuras del
puente, determinado por la existencia de un claro
nivel de expolio, compuesto por restos de picadura
de sillar y mortero de cal, asociado a fragmentos de
sillares partidos y a las zanjas de robo de materiales
documentadas en los Cortes 1, 4 y 5; es decir, en
los muros exteriores de los estribos. Este proceso es
especialmente evidente en el Corte 5, donde, asociado a la zanja de robo del muro norte del estribo
oeste, se localiza dicho nivel de saqueo, definido
por una capa blanquecina homogénea con restos
de mortero de cal y picadura de sillar, fruto de la
limpieza y retallado de los sillares a pie de obra, con
el fin de eliminar los restos de mortero residual.
La ausencia de material, y lo poco significativo
de éste cuando aparece, impide apuntar una cro-
210
nología aproximada para esta fase. Sí es posible, al
menos, para los niveles descritos en el Corte 5, ya
que para este caso contamos con un término post
quem seguro: la fotografía publicada en 1924 (JIMÉNEZ et al., 1924: 15, Lám. VI), ilustrativa del
estado de conservación de la cara norte del puente en aquel momento (Lám. 4). En esta fotografía
se puede apreciar claramente cómo se conservaba
perfectamente el alzado del muro norte del estribo
occidental, con un aparejo a soga y tizón. Por consiguiente, tanto la zanja y su relleno, como el nivel
de mortero y picadura de sillar deben corresponder
a un momento posterior10.
− FASE 8: últimas actuaciones de destrucción
y colmatación definitiva del puente.
Rellenando el curso del arroyo y cubriendo
parte del alzado de las estructuras conservadas existían potentes estratos de colmatación de los ojos
del puente, básicamente limos y gravas, que fueron excavados con medios mecánicos. Junto a estos
sedimentos distinguimos los restos de algunos derrumbes de sillares, resultado del desprendimiento
de varias dovelas que tuvo lugar en 1996 y fueron
retirados previamente a la excavación manual.
Por las mismas fechas se perpetraron otras actuaciones dañinas para la integridad del puente,
como son la construcción de un muro de hormigón aguas abajo, rematado en altura con un relleno
de tierras procedentes de los alrededores del puente. Esta construcción a modo de “dique” ha provocado la rápida colmatación de los ojos del puente
y el encauzamiento del arroyo por el ojo oriental.
Finalmente, en la excavación del Corte 4 se documentó una zanja, abierta junto a las estructuras
soterradas del puente, para la instalación de una tubería de PVC destinada a regadío de la finca. Esta
zanja corta la interfacie de robo del paramento sur
del estribo y ha destruido parcialmente las hiladas
inferiores de dicho muro y del espolón suroccidental.
En definitiva, en la fase más reciente, durante los últimos treinta años, se ha llevado a cabo el
proceso más acelerado e intenso de destrucción del
puente, que sólo la actuación restauradora junto
con la excavación ha frenado e impedido su total
desaparición.
5. ANÁLISIS ARQUITECTÓNICO
DEL PUENTE
5.1. La cimentación: labores de explanación y
acondicionamiento previo
En el puente de los Nogales se ha documentado
una doble técnica de cimentación, ya estudiada en
otros ejemplares cordobeses (BERMÚDEZ, 1994:
120). La diversidad de sistemas empleados ha atendido básicamente a dos condicionantes fundamentales: el tipo de construcción que van a sustentar y
el terreno sobre el que se asientan las estructuras.
Por lo que respecta al primer punto, las estructuras
a cimentar son las pilas y estribos que soportan a su
vez los empujes de los arcos, los cuales precisan una
base firme en la que descargar las fuertes presiones que ejercen. Por otro lado, las pilas del puente
asientan directamente sobre el cauce del arroyo, en
una zona poco estable y en condiciones extremas
de humedad, mientras que los estribos –estructuras
que sirven de contrafuertes de las presiones que los
arcos ejercen directamente sobre las pilas– asientan
sobre un terreno más firme, donde el paso de la
corriente es sólo esporádico.
En el caso de la cimentación de los estribos, el
proceso seguido es el siguiente: se lleva a cabo la excavación de una zanja de cimentación hasta alcanzar una cota más o menos firme (gravas gruesas, en
el caso de la zona occidental, o unos limos homogéneos y compactos en la zona oriental). En estas
zanjas encajan las estructuras, los muros exteriores
que delimitan los estribos aguas arriba y abajo. No
ha podido detectarse la profundidad total de la cimentación en cada caso; pero, al menos en el estribo noreste (Corte 8) hemos documentado la zanja
para encajar una primera hilada de nivelación. Esta
se realiza con piezas irregulares de calcarenita, sobre
la cual apoya una zapata de cimentación compuesta
por sillares atizonados, dispuestos ligeramente oblicuos con respecto a la línea del alzado y progresivamente salientes hacia el Este, lo que permite el
abocinamiento del estribo hacia la rampa de acceso
(Lám. 5). Esta disposición abocinada se repite en
ambos extremos del puente. El estrecho espacio de
las zanjas que queda sin rellenar por los muros se
colmata con aportes del arroyo o con un relleno de
mortero de cal, cantos y fragmentos sobrantes de
la labra in situ de los sillares de calcarenita, como
sucede, por ejemplo, en la zona occidental y al interior del estribo sureste.
Este sistema de cimentación sería a todas luces insuficiente para soportar una estructura monumental de la entidad del puente, que, además,
debe sufrir unas condiciones de erosión muy adversas. Igualmente, el terreno sobre el que asienta, al menos en el mencionado sector oriental, no
parece suficientemente consistente para soportar y
garantizar la estabilidad de toda la estructura. Por
esta razón se emplea otra técnica complementaria de cimentación, consistente en un zampeado
o plataforma corrida de sillares a lo largo de toda
la construcción. En el caso del puente de los Nogales este zampeado está formado por una amplia
plataforma de sillares de calcarenita de dimensiones irregulares dispuestos en sentido N-S; es decir,
longitudinalmente al curso del arroyo y transversalmente al eje del puente (Lám. 6). Con este sistema
se consigue una sólida base sobre la que asentar las
pilas y tajamares y evitar las filtraciones de agua y
el consiguiente deterioro de las mismas (PAVÓN
MALDONADO, 1990: 99).
El zampeado ocupa una superficie mayor que
la proyección en planta del puente, al menos en
lo que respecta a pilas, arcos y tajamares (Fig. 3).
Los sillares de esta plataforma se extenderían a una
distancia media de 1,30-1,32 m, con respecto a la
cara original del puente (hasta alcanzar los 1,84 m
en la cara norte de la pila oeste), sobresaliendo incluso de los tajamares y espolones, respectivamente, unos 15-25 cm, lo que le confiere una anchura
total –en sentido N-S– variable entre 9,58 m en el
extremo occidental y una máxima de 10,65 m a la
altura de la pila oeste del arco central. En cuanto a
la longitud E-W de dicho zampeado, ocuparía todo
el espacio comprendido entre la mitad interior de
los tajamares/espolones orientales y occidentales;
es decir, una distancia variable de entre 15,98 m
en la parte norte y 16,63/17,18 m en la zona sur,
aunque no se puede apreciar la longitud total, pues
no sabemos si estos sillares se extienden aún más al
este del Corte 1.
El proceso constructivo en la elaboración de
esta cimentación es el siguiente: se rebaja por igual
y a poca profundidad el lecho del arroyo, en una
anchura E-W algo superior a la de las arcadas del
211
puente. Posteriormente se rellena con una plataforma corrida de sillares, en algunos casos recalzados
con algún canto o grava de pequeño tamaño, sin
que sea apreciable la existencia de mortero que los
trabe. La prueba de que sería una plataforma corrida se constata por los sillares conservados in situ en
el curso del ojo oriental, e igualmente porque estos
sillares sobrepasan la anchura de las pilas.
El zampeado que, como hemos dicho, en su
estado original debió recorrer toda la longitud del
puente, en sus tres arcos, no se conserva en el ojo
central, cuyos sillares deben haber sido arrastrados
aguas abajo. La explicación a este fenómeno se
debe a la mayor erosión ocasionada por las grandes avenidas del arroyo, encauzado principalmente
por este ojo central, de mayor anchura y dispuesto para soportar un mayor flujo de corriente. En
los ojos laterales se conservan mejor los sillares del
zampeado, ya que por ellos discurriría el arroyo de
forma más esporádica, sólo en momentos de mayor
crecida.
Esta forma de cimentación a base de sillares
largos y estrechos dispuestos a tizón está documentada en otros ejemplares de cronología califal
(BERMÚDEZ, 1994: 123). Aparte del zampeado
del gran puente de Córdoba, cuyo dibujo se dio a
conocer en una publicación de Luís Sainz y Gutiérrez en 1894, compuesto de losas de piedra (PAVÓN, 1990: 102), la presencia de sillares en los
lechos se constata en varios ejemplos de puentes
califales, originariamente de un sólo ojo asentados
sobre terrenos de poca firmeza y cimentados sobre
el curso del arroyo. Este es el caso del puente del
arroyo del Rodadero de los Lobos (BERMÚDEZ,
1994), el puente del Cañito de María Ruiz11 y el
puente de Cantarranas, hoy desaparecido, pero
visible en la documentación fotográfica antigua
(CASTEJÓN, 1924: 167, Lám. 7 y 171, Lám. 8;
5.2. Pilas y estribos
Los tres arcos del puente de los Nogales están
soportados por sendas pilas centrales y por dos estribos laterales. Durante el proceso de excavación y
el posterior análisis arquitectónico hemos diferenciado las pilas y los muros exteriores de los estribos. Ambos elementos, junto con los rellenos del
interior, definen una única estructura, a pesar de lo
cual hemos mantenido esta distinción para determinar con mayor precisión el proceso constructivo,
atendiendo tanto las variaciones en los sistemas de
cimentación como las relaciones estratigráficas.
Ambas pilas centrales son de planta rectangular, orientadas N-S, con una anchura media de
2,54-2,56 m en la hilada inferior y de 2,84 m en la
línea de las impostas. La hilada inferior de las pilas
de los extremos –que traban con los muros de los
estribos– presentan una anchura difícil de precisar,
pero que oscila entre 2,74-2,58 m (cara sur y norte
de pila oriental, respectivamente) y 3,20 m (cara
sur de pila oeste).
La anchura total del puente (longitud N-S de
las pilas) sólo se ha podido documentar con seguri-
DIMENSIONES
DE LAS PILAS
ARCO OESTE
jamba
jamba
Este
Oeste
Longitud máxima:
5,18
7,29
5,76
5,25
Altura máxima:
1,24
1,24 (N)
1,30 (S)
1,221,26
1,24-1,26
1,60
1,60
1,60
Altura máxima (tizones):
212
TORRES BALBÁS, 1957: 485, Lám. 222; BERMÚDEZ, 1993: 278-279).
La existencia de este tipo de sillares en los lechos de otros arroyos que cruzan el camino de los
Nogales, formando parte de la misma red viaria,
permiten suponer que este sistema de cimentación
sería el más comúnmente utilizado, al menos para
los puentes construidos en época califal y directamente relacionados con la infraestructura viaria de
Madīnat al-Zahrā’ y su entorno (BERMÚDEZ,
1993: 174).
Sobre esta plataforma como base sólida y firmemente asentada se procede a la construcción de
pilas, estribos y arcos.
1,50
ARCO CENTRAL
jamba
jamba
Este
Oeste
ARCO ORIENTAL
jamba
jamba
Este
Oeste
7,29
1,28/
6,83
1,24
1,30
1,66
1,58
dad y precisión en la jamba Este del arco oriental,
ya que éste era el único punto donde se conservaban las caras norte y sur originales (Láms. 5 y 7).
ANCHURA
DE LAS PILAS
Esta anchura total –sin contar evidentemente los
tajamares y espolones– alcanza los 7,29 m12 (Fig 5).
Las dimensiones de las pilas son:
1ª HILADA13
LÍNEA DE IMPOSTAS14
PILA-ESTRIBO ORIENTAL
2,60
--
PILA ESTE
2,56
2,86
PILA OESTE
2,56
2,86
PILA-ESTRIBO ORIENTAL
2,75
--
PILA ESTE
2,55
2,85
PILA OESTE
2,54
2,7615
CARA NORTE
CARA SUR
La estructura está construida con tres hiladas
de sillares atizonados orientados al intradós de los
arcos, lo que deja un paramento exterior en la cara
norte y sur dispuesto a sogas que alternan con un
tizón central16 (Lám. 8). La inferior de estas hiladas
atizonadas al intradós, de entre 40-42 cm de altura,
está retranqueada unos 14-18 cm con respecto a la
segunda hilada –la correspondiente a las impostas
de los arcos–. Estos tizones inferiores presentan en
su base unas pestañas o pequeñas “zarpas” (de entre 2-4 cm) que los refuerzan, a modo de “medias
cañas” hidráulicas (Fig. 5). Sobre ésta se disponen
otras dos hiladas de tizones de 42-44 cm de altura,
sirviendo la superior de línea de imposta de los arcos. La zona del salmer y contra-salmer de los arcos
está igualmente atizonada al intradós. Todo lo cual
le aporta una altura total media a estas hiladas de
entre 1,24-1,30 m, con ligeras variaciones niveladas
en la mayoría de los casos mediante el empleo de
mortero de cal. Las pilas-estribos de los extremos
traban con los tajamares y espolones mediante dos
o tres sillares que sobresalen de la línea exterior de
las mismas y que forman parte a la vez de ambas
estructuras.
Por lo que respecta a los estribos, presentan una
disposición longitudinal a los paramentos de los
tímpanos; se adosan a la hilada inferior de las pilas, pero a partir de la segunda hilada se traban con
aquéllas sin solución de continuidad y sin que, por
tanto, sea apreciable en los paramentos bien conservados –estribo NE– (Lám. 5). Este levantamiento
simultáneo de pilas y estribos –al mismo tiempo
que el volteo de los arcos– es una condición técnica
implícita a la hora de emplear el sistema de arcos
enjarjados (BERMÚDEZ, 1995: 249). En este caso
se aprecia la disposición del aparejo en las hiladas
inferiores con una alternancia regular de 1 soga por
2 tizones, trabados con mortero de cal que cubre
parcialmente los sillares a modo de tendeles.
Estos estribos presentan un progresivo abocinamiento en sentido E-W hacia ambos extremos del
puente. Este abocinamiento puede tener una doble
función: por un lado, permite un ensanchamiento
de la rampa de acceso al tablero, aportando una mayor consistencia constructiva a esta estructura, que
tiene una cimentación menos estable que las pilas y
arcos. Por otro lado, dicho abocinamiento permite
encauzar las aguas del arroyo hacia el interior de los
ojos de puente, en caso de grandes crecidas17 (Fig.
3).
El proceso de construcción de estos estribos se
realiza levantando, en primer lugar, los paramentos
exteriores que, en los casos documentados, presentan una anchura media de entre 1,30-1,42 m –estribos E y W de la cara sur– (Láms. 7 y 9). El interior
de dicha estructura se colmata mediante un relleno
213
de varias tongadas de tierra de diferente matriz y
coloración: arcillas, gravas, pizarra machacada, picadura de sillar, etc., todo ello formando parte del
mismo relleno, sin que su excavación haya aportado
material cerámico significativo. Sobre este relleno se
disponía la vía de la que no se han documentado
restos en la excavación.
5.3. Tajamares y espolones
Los trabajos publicados hasta el momento en
los que se describen las características arquitectónicas del puente de los Nogales plantean diferentes
hipótesis sobre la existencia y diseño de sus posibles
tajamares. Pero todos ellos limitados por el intenso
proceso de colmatación y el expolio sufridos por el
puente, circunstancias que han impedido la determinación exacta de su planta allí donde se hubiesen
conservado.
El primero de los trabajos que ofrece una descripción más o menos extensa del puente es la obra
de Pavón Maldonado, en su capítulo sobre puentes
hispano-musulmanes. En dicha descripción considera que los paramentos aguas abajo son totalmente
planos, sin tajamares, mientras que aguas arriba, “se
ven sendas pilastras añadidas a las pilas centrales, de
0,75 m de latitud por 0,50 m de profundidad, que
enmarcan a modo de alfiz el arco central” (PAVÓN,
1990: 107-108).
En el estudio de Bermúdez Cano, al describir
las características particulares del puente de los Nogales, retoma básicamente los datos aportados por
Pavón Maldonado (1990). Sin embargo, como ya
hemos indicado, propone la “existencia de sendos
tajamares triangulares adosados a las pilas, a modo
de pilastras, que enmarcan el arco central” (BER-
DIMENSIONES DE
ESPOLONES Y TAJAMARES
ANCHURA MÁXIMA
FLECHA MÁXIMA
ESPOLONES
Estribo
Estribo
Este
Oeste
1,53
1,53
1,18
La altura total de los tajamares –en su trazado
curvo– sólo ha podido ser constatada en el único
ejemplar bien conservado, el situado en el extremo
214
MÚDEZ, 1993: 279). Esta reconstrucción de la
planta del puente se basa en la presencia de algunas
piezas de calcarenita con aristas de forma trapezoidal
y la presencia de este tipo de tajamares triangulares
en otros puentes romanos y medievales (BERMÚDEZ, 1993: 179).
La excavación de las pilas y estribos del puente
ha permitido documentar un tipo muy particular
de tajamares y espolones, con una planta en forma
ultrasemicircular, desconocida hasta el momento en
otros puentes hispano-musulmanes. Salvo el tajamar correspondiente al estribo oriental, aún en relativo buen estado, el resto de estructuras conservadas
apenas presenta el alzado de una hilada de sillares.
La planta completa solamente es visible en los tajamares situados en los extremos del puente; también
se mantiene la mitad oriental del tajamar situado
en la pila este del arco central18. Por su parte, aguas
abajo, se conservan igualmente los espolones de los
extremos19.
En todos los casos conservados (tajamares y
espolones) las estructuras definen una planta ultrasemicircular –en forma de herradura–, con una
flecha de entre 1,17-1,20 m y una anchura máxima
de entre 1,60 m (común entre los tajamares) y 1,53
m (anchura documentada en el espolón sureste).
La anchura de los tajamares, en los ejemplos en
los que se ha podido tomar la medida completa,
es algo superior a la de los espolones, ya que éstos
no debieron soportar la misma presión y el roce
continuo del agua que los primeros.
Las dimensiones de los elementos documentados son20:
0,76
TAJAMARES
Estribo
Este
1,60
Pila Este
0,88
Estribo
Oeste
1,62
1,18
1,19
1,10
noreste, compuesto por dos hiladas de sillares, que
dan unas dimensiones de 0,80-0,82 m de altura y
1,60 m de diámetro (Lám. 10). En el resto de es-
naria en época romana, como “elementos típicos
de época trajanea y antoniniana” (BERMÚDEZ,
1994: 143). En Córdoba contamos con el ejemplo
del puente sobre el Guadalquivir, en el que existen
varias de estas pilastrillas –de 1 m de ancho– sobre
el eje de los tajamares centrales (PAVÓN, 1990:
104); igualmente, son apreciables estos elementos
en el puente de Rabanales. Ejemplos similares son
los puentes de Salamanca, Alconéctar o el de Alcántara en los que existen este tipo de pilastras “a
modo de torreones que llegan hasta la línea del tablero del puente” (FERNÁNDEZ CASADO, 1980,
s.p.).
Estas pilastras pudieron cumplir una doble
función: por una parte, serían elementos meramente decorativos, individualizando los arcos y
enmarcándolos a modo de alfices; por otra, actuarían con la función de contrafuertes, soportando la
presión de la corriente, al no contar con aliviaderos
en las pilas (PAVÓN, 1990: 104).
tructuras de este tipo, el alzado se reduce a una sola
línea de sillares (de entre 0,40-0,42 m de altura),
con piezas aisladas correspondientes a una segunda
hilada.
Resulta evidente que en ningún caso estos tajamares y espolones –con su planta curva– llegaron a
superar la línea de las impostas, por lo que se limitarían a cubrir exclusivamente la altura de la pila.
A partir de este punto, en los casos conservados, el
tajamar ultrasemicircular en su alzado se transforma en una pilastra rectangular, vista y descrita por
Pavón Maldonado (1990). Esta pilastra está construida a base de hiladas sucesivas de sillares atizonados, con una anchura media de 1 m, alcanzando
una altura máxima visible de 1,68-1,70 m. El expolio cometido sobre pilas y estribos ha impedido
la determinación de la anchura y altura exactas de
estas pilastras en todos los casos. Suelen disponerse
centrados con respecto a los tajamares de las pilas
centrales, mientras que los situados en la zona de
los estribos –como es el caso del tajamar noreste–,
parecen claramente descentrados y desplazados hacia la parte exterior del puente, coincidiendo con la
línea más saliente del tajamar o espolón.
Esta última característica parece ser ajena al
resto de puentes de la zona, aunque es evidente
que el estado de conocimiento de este tipo de estructuras aún es muy precario y pueden producirse
continuas novedades al respecto. Sin embargo, sí
es conocida en ejemplares de construcción origi-
5.4. Los arcos
Sobre las pilas rectangulares se disponen los
tres arcos que constituyen los elementos principales del puente. En su composición estos arcos presentan una notable simetría, con un arco central
mucho más ancho –2,90 m de luz21– y dos laterales
casi idénticos: 2,19 m el oriental y 2,17 m el occidental (Lám. 11).
Las dimensiones más relevantes son:
CARA NORTE
ORIENTAL
CENTRAL
OCCIDENTAL
Luz de los arcos
Peralte de los arcos
Flecha de los arcos
Anchura de los ojos (en línea de imposta)
Anchura de los ojos (en la 1ª hilada)
2,19
0,56
1,68
1,89
2,18
2,90
0,54
2
2,67
2,93
2,17
0,57
1,67
1,90
2,18
CARA SUR
ORIENTAL
CENTRAL
OCCIDENTAL
Luz de los arcos
Peralte de los arcos
Flecha de los arcos
Anchura de los ojos (en línea de imposta)
Anchura de los ojos (en la 1ª hilada)
2,21
0,56
1,68
1,86
2,18
2,90
0,54
2
2,67
2,90
2,17
0,57
1,67
1,92
2,14
215
El trasdós de los arcos se aprecia en la zona superior del puente, a la altura de la clave. No conserva restos de vía ni de pretiles, con lo que la altura máxima del puente alcanza los 3,90 m desde el
zampeado (Fig. 2).
El dovelaje de los arcos se encuentra enjarjado con el paramento de las pilas y los tímpanos.
Este enjarje se compone de dos piezas22, el salmer
y contra-salmer; estas últimas de forma más triangular, ya que están labradas biseladas o en cuña
al intradós, para soportar y encajar las piezas del
dovelaje. En los paramentos exteriores la zona correspondiente al salmer y contra-salmer es ocupada por dos estrechas piezas de 20 cm de grosor, a
modo de dovelas que completarían el trazado del
arco. Al interior, en la zona de unión del salmer
con las dovelas, el espacio triangular hueco restante
se rellena con una considerable lechada de mortero de cal. Al intradós de los arcos, ambas piezas
presentan disposición atizonada: el salmer con una
altura media de 40-42 cm y el contra-salmer con
piezas de sección curva de una altura media de 30
cm (menor que el resto de las hiladas atizonadas
de las pilas, en torno a 40-42 cm). De este modo,
la parte adovelada se limita a la curva escarzana
superior (PAVÓN, 1990: 168), quedando la zona
inferior como simple elemento de sustentación de
las dovelas del arco.
Por lo que respecta al despiece del dovelaje, se
han aportado nuevos datos que complementan la
descripción previa a la excavación, ya que dicho
despiece se aprecia ahora en su totalidad al retirar
completamente los niveles de colmatación contemporáneos. Los arcos laterales presentan 19 dovelas,
por 27 piezas del arco central, con unas dimensiones medias de 1 m de alto, por 18-20 cm de ancho
y 40 cm de profundidad.
El análisis del alzado de los arcos se enfrenta
a algunas limitaciones que condicionan sin duda
los resultados que de él se puedan deducir. Por un
lado, no se conservan los paramentos originales del
puente, salvo en algunos puntos de la cara norte,
en concreto, en el enjarje oeste del arco oriental y
en la parte este del arco central. Por tanto, sólo podemos hacer este estudio a partir de piezas interiores de la rosca, que no presentan el mismo cuidado
en su acabado final que las caras vistas de los arcos.
Igualmente, algunas de las dovelas centrales están
216
claramente desajustadas, desplazadas hacia el interior de la bóveda, sobresaliendo de la línea original
del trasdós.
Así las cosas, nuestro estudio ha determinado
que dichas dovelas no presentan un único punto
de convergencia, alejándose del canon fijo y perfectamente definido por Camps Cazorla para los
arcos califales de herradura, según el cual, es característico “el despiezo armónico de todo el dovelaje
del arco al punto medio de la línea de impostas”
(CAMPS CAZORLA, 1953: 33). Por contra, en
los arcos del puente de los Nogales las dovelas presentan distintos puntos de convergencia según el
tramo del arco en el que se encuentren. De este
modo, como norma general y con ligeras variaciones en cada arco, las dovelas adyacentes a la clave se disponen de forma radial al centro del arco,
mientras que las intermedias lo hacen a la línea de
imposta y las cercanas al salmer lo hacen al espacio
comprendido entre el centro de la línea de imposta
y el centro del círculo del intradós. En consecuencia, habría que corregir la descripción que realiza
Pavón Maldonado cuando afirma que “las dovelas
se despiezan radiales al centro de la línea de las impostas” (PAVÓN, 1990: 109).
Por lo que respecta a la rosca de los arcos, el
levantamiento planimétrico de los alzados del
puente impone una matización a las afirmaciones
acerca del descentramiento de dichas roscas como
otro de los elementos característicos de los arcos de
herradura califales, según Camps Cazorla (1953) y
Gómez Moreno (1951). Para estos autores, en los
arcos califales de herradura el trasdós e intradós no
son concéntricos, sino que el centro del primero se
eleva con respecto al segundo (CAMPS CAZORLA, 1953: 33); es decir, “se realza algo la curva del
trasdós para ensanchar de abajo arriba el dovelaje”
(GÓMEZ MORENO, 1951: 97). Frente a ello, el
análisis detenido de los alzados ha permitido comprobar que este descentramiento sólo se produce
claramente en ambas caras del arco occidental y en
la cara sur del oriental, mientras que en el arco central y en la cara norte del oriental, trasdós e intradós
son concéntricos, con un ligero descentramiento a
la altura del salmer, en la zona donde las piezas del
dovelaje tienen un mayor tamaño.
Como hemos indicado en la tabla de dimensiones, el peralte de los arcos laterales (0,56 m en
el arco E y 0,57 m en el arco W) es proporcionalmente muy superior con respecto al del arco central (0,53-0,54 m). En consecuencia, estas medidas
se corresponden aproximadamente con 1/3 del
diámetro en los arcos laterales y 1/2 del radio en
el arco central.
Las dimensiones aparentemente desproporcionadas del peralte de los arcos laterales cuentan, sin
embargo, con una lógica constructiva evidente. El
peralte del arco central se corresponde aproximadamente con el canon establecido para los arcos de
herradura califales, a saber, un peralte de 1/2 del
radio del intradós del arco (CAMPS CAZORLA,
1953: 32). Sin embargo, en los laterales este peralte
se corresponde con 1/3 del diámetro (2/3 del radio).
La intención perseguida con este notable peralte de
los arcos laterales no es otra que la búsqueda de la
rasante plana (BERMÚDEZ, 1995: 243) y una
consiguiente disminución de la curva del tablero,
evitando el perfil de “lomo de asno” que caracteriza
a muchos puentes de época romana. Al tratarse de
un puente de tres arcos, esta rasante plana se consigue aumentando considerablemente el peralte de los
arcos laterales con respecto al arco central. Posiblemente, buscando este mismo efecto se refuerzan las
pilas con las pequeñas pilastras rectangulares antes
descritas, lo que permite –al igual que sucedía en
ejemplos romanos del s. II d.C.– la elevación de la
altura de los arcos.
Como hemos documentado, las alturas de las
pilas y estribos es la misma; es decir, están trazados
a nivel23, con el arranque de los arcos laterales a la
misma altura que el central. Sin embargo, al contar
con muchas menos piezas en el dovelaje (19 los laterales frente a la 27 del central), el peralte resultante
es proporcionalmente mucho mayor.
A pesar de las innovaciones técnicas que supone
el empleo de los arcos de herradura, no se abandona
el esquema primigenio, diseñado en los puentes romanos, de un arco central escarzano y dos laterales
peraltados. Un sistema similar, aunque con un mayor número de arcadas –un total de 9–, lo encontramos reproducido en el puente de la Tejera sobre el
río Guadiato, en el que los arranques de los arcos se
encuentran a la misma altura, mientras que se juega
con el peralte y el diseño de diferentes tipos de arcos,
escarzano el central y de herradura peraltados los laterales (PAVÓN, 1990: 109-111). En definitiva, la
solución técnica del sistema de arcos peraltados empleado en la construcción del puente de los Nogales
es el resultado de la evolución en el diseño de los
arcos de herradura califales, adaptado en este caso a
una obra de infraestructura monumental, que presta
un menor cuidado en la decoración, pero con una
considerable pericia técnica por la necesidad de solventar problemas estructurales propiciados por unas
condiciones extremas.
Al encontrarse muy saqueado el puente en ambas caras es posible apreciar el relleno interior de los
tímpanos, es decir, el espacio de forma triangular
que queda delimitado por el trasdós de las dovelas
de los arcos y la zona superior del tablero. Dicho
espacio se completa con sillares dispuestos a soga (al
menos en las partes visibles), de dimensiones considerables –entre 1 y 1,20 m–, pero sin un módulo
fijo. El resto de los huecos resultantes (por ejemplo,
el tímpano sobre la pila este) se rellena con piezas
irregulares de calcarenita trabadas con mortero de
cal. Sobre estos tímpanos, en la zona superior del
tablero, donde iría la vía, se rellena el espacio con
vertidos de arcilla, gravas y picadura de pizarra.
Por lo que respecta a la decoración de los paramentos exteriores, contamos con muy pocos elementos que permitan reconstruir, al menos parcialmente, el aspecto original y definitivo del puente.
La cara Norte del arco central, cuyo paramento
original se conserva parcialmente, conserva restos
de decoración a base de arquivoltas en tres de sus
dovelas (Lám. 12). Se trata de un realce, de unos 5
cm de profundidad, a modo de moldura de sección
cuadrangular, tallada en estas dovelas exteriores y
que recorrería originalmente todo el desarrollo del
arco. Estas arquivoltas o molduras decorativas están
documentadas en otros ejemplares hispano-musulmanes cordobeses, como el puente del Guadiato o
el propio puente-acueducto de Valdepuentes (BERMÚDEZ, 1994: 137).
Las pilastras localizadas en el centro de las pilas
(Lám. 12), centradas sobre el eje de los tajamares,
junto a su función estructural de contrafuertes, podrían actuar a modo de alfices enmarcando los arcos de herradura, como se aprecia en la decoración
exterior del puente-acueducto de Valdepuentes. Por
último, se ha localizado aguas abajo del puente un
fragmento de sillar con restos de almagra. Esta pieza
probablemente formase parte del revestimiento de
217
los paramentos exteriores del puente, si bien su tamaño no permite determinar su procedencia exacta.
Con estos elementos dispersos cabría la posibilidad de plantear una reconstrucción del aspecto original del alzado del puente muy similar
al que aún se conserva del puente-acueducto de
Valdepuentes. Sin embargo, teniendo en cuenta
el estado de conservación en el que se encuentra
el puente de los Nogales después de las sucesivas
actuaciones expoliadoras, este planteamiento sólo
puede formularse como hipótesis de trabajo, sin
posibilidad de contrastarlo materialmente.
6. CRONOLOGÍA Y BREVE ANÁLISIS
COMPARATIVO
La excavación apenas ha aportado información de relevancia que permita una aproximación
al momento de construcción del puente24. Así las
cosas, la cronología del edificio viene dada por la
creación del camino de los Nogales y, en última
instancia, de la ciudad a la que sirve (BERMÚDEZ, 1993: 271 y 275).
Por lo que respecta a sus características arquitectónicas, tanto la tipología de los arcos de herradura, como el empleo del inconfundible aparejo
oficial Omeya a soga y tizón remiten a una primera etapa califal, bajo el gobierno de ‘Abd alRahmān III. Además de estos elementos básicos,
en líneas generales comparte los mismos procedimientos constructivos que el resto de puentes califales conservados vinculados a Madīnat al-Zahrā’
(cfr. BERMÚDEZ, 1993 y 1994).
La principal peculiaridad del puente de los
Nogales es la existencia de tres arcos, frente a la
más común tipología de un único ojo de mayores proporciones. En este sentido, el paralelo más
próximo es el puente del arroyo Pedroches, situado a levante de la antigua medina; obra de origen
romano, construida a partir de época de Tiberio
o Claudio (FERRER, 2003: 410). No obstante, a
lo largo del siglo X se llevaron a cabo importantes
reformas en las roscas de los arcos laterales, realizadas con dovelas de módulo típicamente califal
(BERMÚDEZ, 1999a: 75). El aspecto final de la
obra está, por tanto, condicionado por el diseño
original romano y presenta notables diferencias
218
con el puente califal de los Nogales, en aspectos
como la luz de los arcos, su peralte, el perfil del
tablero, la técnica constructiva, etc. En cualquier
caso, debió ser un modelo a seguir por los alarifes
islámicos.
– La forma ultrasemicircular de tajamares y
espolones.
Uno de los aspectos más novedosos y singulares en el diseño del puente de los Nogales es la
utilización de la planta ultrasemicircular en los tajamares, algo excepcional en la arquitectura pontonera califal andalusí25.
No obstante, la presencia de estructuras de
planta de medio punto peraltada es bien conocida en las primeras construcciones Omeyas
orientales. En concreto, son habituales en las torres de flanqueo de algunos de los denominados
“castillos del desierto”, como en Qa.sir al-H.air
al-Ġarbī y Qa.sir al-H.air aš-Šarqī (FINSTER,
2006: 361) o en las torres de flanqueo de los lienzos de Mšhattā (GRABAR, 2003: 159, fig. 81) y
en el complejo Omeya de az-Zaituna próximo a
Rus.afā (ULBERT, 2004: 378 y 385). Igualmente, se conoce su uso en algunas de las primeras
construcciones abbasíes, como Ujayd.ir (GRABAR, 2003: 161, fig. 83) y en las construcciones
defensivas de la Ifriqiyya aglabí, como Raqqāda
(EWERT, 1977: 64-65), y los ribats de Monastir
y Susa26.
En al-Andalus el ejemplo más conocido de la
presencia de torres ultrasemicirculares es la Aljafería de Zaragoza (EWERT, 1977: 63), construcción taifa que, como ya ha sido puesto de relieve,
adopta elementos e influencias arquitectónicos de
la tradición Omeya oriental (EWERT, 1977: 72).
Más próximo a la capital Omeya andalusí encontramos un curioso ejemplo de este tipo de planta
en la denominada “torre redonda” de la fortaleza
de Almodóvar del Río (FERNÁNDEZ CASANOVA, 1903)27.
En definitiva, pese a la escasez y dispersión
de los ejemplos conservados –en ningún caso formando parte de puentes–, su construcción parece
estar vinculada a obras oficiales de cierta entidad,
con una carga simbólica que no debe ser desestimada, como se deduce de su utilización en una
obra tan emblemática como la Aljafería. La forma
de estos tajamares en este puente confirmaría, por
tanto, su vinculación directa con el proyecto urbanístico califal.
7. CONCLUSIONES
La excavación llevada a cabo en el puente de
los Nogales ha permitido el estudio de uno de los
mejores ejemplares de puentes andalusíes de la red
viaria propia de Madīnat al-Zahrā’; por lo tanto,
con una cronología de referencia conocida y fiable, como es la del propio yacimiento28. Además,
se trata del único ejemplo original conservado íntegramente de puente califal de tres arcos, pues la
inmensa mayoría de los conocidos de esta red viaria
son de un sólo ojo29 (BERMÚDEZ, 1994).
Asimismo ha posibilitado la reconstrucción
planimétrica de la obra de ingeniería –salvo su longitud total– y la documentación de detalles edilicios inéditos hasta el momento, como el tipo de
tajamares y espolones, los únicos conocidos con
este tipo de planta ultrasemicircular o de herradura. Con estos nuevos datos se corrigen las hipótesis
de interpretación que hasta el momento se habían
realizado de las posibles plantas y alzados de estos
tajamares. La excavación ha permitido igualmente
conocer el doble sistema de cimentación empleado en el puente: por un lado, el zampeado corrido
para la cimentación de las pilas sobre la que apoyan
los arcos y, por otro, el sistema habitual de zanja
de fundación empleado para la construcción de los
estribos. Finalmente, se ha determinado el alzado
completo del puente, hasta la altura máxima del
trasdós del arco central, lo que ha permitido completar las dimensiones y modulación de las bóvedas
y el sistema típicamente califal de arcos enjarjados
empleado para su construcción.
Como ya se ha apuntado, el camino de los Nogales en el que se integra este viaducto tenía un sentido eminentemente funcional destinado al abastecimiento de materias primas para la construcción
y el mantenimiento de la nueva fundación y, al
mismo tiempo, permitía enlazar con los principales itinerarios que comunicaban con Córdoba y
con el resto de ciudades de al-Andalus (VALLEJO,
1995: 72). El trasiego de tropas y mercancías debía resultar bastante intenso, de ahí que la anchura
del tablero estuviera cercana a los 8 m en su estado
original.
Al sur de esta vía discurría la calzada de carácter más protocolario, conocida como camino de
las Almunias, del que formaban parte los puentes
de Cantarranas y del Cañito de María Ruiz, objeto este último de una reciente excavación de apoyo a la restauración30. Esta diferencia funcional se
aprecia claramente en la monumentalidad de estos
últimos puentes, dotados de un único ojo, pero de
dimensiones muy superiores a los arcos del puente
de los Nogales. Asimismo, las proporciones de los
tajamares semicirculares del Cañito están acorde
con su uso oficial en el recorrido de las comitivas
que llegaban a Madīnat al-Zahrā’.
La constatación de un único momento constructivo en el puente, con una total ausencia de reparaciones o acondicionamientos posteriores y, por
otra parte, su inclusión en el camino de los Nogales
y las diferentes fases sucesivas de saqueo desde su
pronto abandono –ante la pérdida de la funcionalidad original para la que fue concebido–, permiten
adjudicarle una íntima relación con el proceso de
construcción y vida de Madīnat al-Zahrā’.
219
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ULBERT, T. (2004): “Resafa en Siria. Una residencia califal de los últimos Omeyas de Oriente”,
Cuadernos de Madīnat al-Zahrā’ 5, 377-390.
VALLEJO TRIANO, A. (1995): “El proyecto
urbanístico del Estado Califal. Madīnat alZahrā’”, en La arquitectura del Islam Occidental. Barcelona, pp. 69-81.
VALLEJO TRIANO, A.; ESCUDERO, J. (1999):
“Crónicas del Conjunto, años 1992-1997”,
Cuadernos de Madīnat al-Zahrā’ 4, 235-296.
VALLEJO TRIANO, A.; ESCUDERO, J. (2004):
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VENTURA VILLANUEVA, A. (1993): El abastecimiento de agua a la Córdoba romana. I. El
acueducto de Valdepuentes. Córdoba.
NOTAS
1. Para una aproximación a las circunstancias que rodearon la
intervención y los trabajos de restauración acometidos remitimos a: VALLEJO, ESCUDERO, 1999: 239; VALLEJO, ESCUDERO, 2004: 477; ENSEÑAT, SOLER, 2000:
110.
2. En las fotografías del puente publicadas en 1924 (JIMÉNEZ
et al., 1924: lám. VI), se aprecia cómo el arroyo discurría
por el ojo central, visible intacto en su cota de base original,
mientras que los ojos laterales se encontraban parcialmente
colmatados, sin alcanzar los niveles previos a la excavación.
3. Las referencias más antiguas acerca de la existencia de estas
construcciones las aporta Ambrosio de Morales en el siglo
XVI, en su obra Las antigüedades de las ciudades de España,
publicada en 1575. En la descripción que realiza del acueducto de Valdepuentes menciona “grandes puentes y de mucha firmeza para atravesar grandes arroyos, que descienden
de la sierra, y se ven agora por el camino que va de Córdoba a
San Gerónimo” (VENTURA, 1993: 42). Entre estos puentes, conocidos por el nombre de los arroyos que los cruzan,
estaría el de Los Nogales.
4. Dicho trabajo, titulado: Estudio Arqueológico de los Puentes
de Córdoba, constituyó la Memoria de Licenciatura de D.
J.M. Bermúdez Cano, leída en la Universidad de Córdoba
en 1994, aún inédita.
5. Para una sucinta descripción de las actuaciones de restauración acometidas, remitimos al trabajo de los arquitectos
responsables del proyecto (ENSEÑAT, SOLER, 2000: 110),
en el que se ilustra todo el proceso (Ibid: 104-105).
6. La lectura de cotas no aparece reflejada en coordenadas
absolutas con respecto al nivel del mar, sino que han sido
tomadas en cifras relativas con respecto a un “Punto 0” o
punto de referencia, situado en la el trasdós de la dovela más
elevada del arco central, situado en su mitad septentrional,
el cual está indicado convenientemente en el plano.
7. Para la numeración de los cortes se ha optado por seguir el
sentido de las agujas del reloj, desde el estribo SE (Corte 1)
hacia el situado en la zona NE del puente (Corte 8).
8. El puente atraviesa el curso del arroyo de los Nogales que,
aunque colmatado parcialmente y reducido su caudal por
los diversos usos y manipulaciones que de él se han realizado
aguas arriba en los últimos años, llega a alcanzar un considerable caudal en momentos de fuertes lluvias,
9. Esta relación constructiva tan evidente entre estribo, pila y
espolón-tajamar se apreciará con especial claridad en el corte
1, pues en el resto, el mayor volumen constructivo conservado y la propia disposición de los cortes impiden apreciarlo
con la misma nitidez.
10. En esta fotografía y en otra coeva de la cara sur del puente,
no se aprecian los restos del alzado de los demás estribos, por
lo que su destrucción y colmatación debieron de producirse
simultáneamente o en un momento inmediatamente anterior. La contemporaneidad que adjudicamos a las diversas
actuaciones llevadas a cabo en los estribos viene determinada
por la unidad de criterio en la extracción del material constructivo siguiendo las alineaciones de los muros exteriores
de los estribos, así como las relaciones estratigráficas, ya que
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
las zanjas de robo correspondientes a este momento cortan
los estratos de limos anteriores y sólo están cubiertas por los
rellenos superficiales. Sin embargo, salvo en el caso de la zanja documentada en el Corte 5, no podemos adjudicar con
seguridad una cronología precisa para el resto de interfacies
de arrasamiento.
En el puente del Cañito los sillares de la primera hilada del
zampeado se disponen en sentido transversal al curso del
arroyo.
La anchura visible de las pilas antes de la excavación oscilaba
entre los 4,37 m de la occidental y los 6,58 m en la oriental.
Por su parte, la anchura de los arcos variaban entre los 4,89
m del más occidental, apenas 1,93 m en el central y 2,39 m
en el arco oriental.
No son visibles claramente los límites de estas pilas, al estar
trabadas sin solución de continuidad con los muros de los
correspondientes estribos. Esta anchura se ha calculado tomando como punto de referencia el cambio en la disposición
del aparejo: a soga en la pila, y a tizón en el estribo.
La anchura de las pilas/estribos en la línea de imposta no se
ha podido calcular al estar ambas estructuras trabadas sin
solución de continuidad, no habiendo documentado ningún
elemento que permita delimitarlas con claridad.
No ha sido documentado en su anchura total, al montar en
ambos extremos los pilares de las bóvedas de ladrillo para la
reposición de dovelas en el proceso de restauración.
Esta disposición del aparejo se aprecia tan sólo en la cara
norte de la pila oeste, único caso en el que ha sido posible la
documentación del paramento exterior original.
Lamentablemente, las limitadas dimensiones de los cortes
situados en los extremos del viaducto (Cortes 1, 4, 5 y 8) no
han permitido en ningún caso documentar la longitud de los
estribos, ni el sistema de enlace con la vía de la que formaba
parte.
En los tajamares y espolones situados en los extremos del
puente, la unión con las pilas se realiza mediante la existencia
de tres sillares atizonados que sobresalen de la línea de fachada
y que forman parte a su vez del interior de la estructura añadida. El resto de la figura ultrasemicircular se diseña mediante la
disposición de sillares transversales al eje del tajamar, biselados
al interior y curvos en la cara exterior. Tan sólo en el tajamar
documentado en el corte 7 (cara N de de la pila E del arco
central) los sillares que lo componen están adosados a la cara
norte de la pila, al menos hasta donde se ha podido apreciar.
Estos sillares se disponen longitudinalmente al eje del tajamar,
labrados con la cara curva al exterior y biselada al interior.
El espolón oriental conserva la planta completa, mientras que
el occidental está cortado por la excavación de una zanja contemporánea para la instalación de una canalización de riego.
El saqueo de esta cara sur del puente para la obtención de
sillares ha impedido la conservación de los espolones centrales, aunque la existencia del mortero de base, la alineación
de los extremos y la lógica simetría del proyecto constructivo
permiten pensar con bastante probabilidad en su existencia en
el diseño original.
Todas las dimensiones vienen dadas en metros.
221
21. Esta medida se corresponde con cinco unidades de codos
rassasiyya (cfr. HERNÁNDEZ, 1961-62: 44; NOTO, 199394: 156). No obstante, no hemos podido definir la utilización
de un módulo claro en la construcción de las estructuras del
puente.
22. En contra de lo propuesto por Bermúdez, quien afirma que el
enjarje está compuesto por tres piezas (BERMÚDEZ, 1995:
252 y 258, Fig. 3E).
23. El dibujo de los alzados y las cotas correspondientes indican
claramente que el arranque de los tres arcos se encuentra a la
misma altura; corrigiendo de este modo la interpretación de
Bermúdez (1995: 244) y su esquema compositivo del trazado
de los arcos del puente de los Nogales (BERMÚDEZ, 1995:
260, Fig. 5c).
24. Los escasísimos materiales recuperados de las zanjas de cimentación y del interior del relleno del tablero constituyen
fragmentos no diagnosticables desde el punto de vista formal
y cronológico.
25. Sí es algo más habitual la presencia de tajamares y espolones
de planta semicircular (cfr. PAVÓN, 1990: 102-120).
26. Torres semicirculares peraltadas u oblongas, aunque de características algo distintas a las que venimos mencionando,
se aprecian en los escasos vestigios documentados del recinto
que rodea al palacio suroriental de la nueva fundación fatimí
de Sabra al-al-Mans.ūriya: “Immédiatement au sud-est du palais (…) sa base y présente un jeu de degrés successifs et les
222
27.
28.
29.
30.
tours la flanquant, alternativement semicirculaire et barlongues, se succèdent tous les 18 à 20 m.” (CRESSIER, RAMMAD, 2004: 244).
Dado el estado actual del conjunto, completamente reconstruido a principios del siglo XX por el arquitecto Fernández
Casanova, carecemos de argumentos sólidos para defender
con rotundidad su cronología en época califal. No obstante,
el rastreo del amplio reportaje fotográfico encargado por el
marqués de Torralba antes de la transformación de las ruinas
permite distinguir la utilización en los lienzos contiguos de
los típicos aparejos a soga y tizón de la arquitectura omeya
andalusí. De confirmarse esta vinculación, cabría plantear
como hipótesis de trabajo la cronología califal de este recurso
arquitectónico en la fortaleza cordobesa.
Es lógico pensar que la construcción del puente debió ser
una de las primeras obras acometidas dentro del proyecto
general de urbanización de la nueva ciudad califal, ya que
constituye una de las infraestructuras básicas para el abastecimiento de materiales constructivos desde las vecinas canteras (VALLEJO, 1995: 72).
Tan sólo los puentes sobre el río Guadiato (con nueve ojos) y
el situado en el arroyo de Guadanuño (cinco arcos) se apartan de esta tipología tan uniforme (BERMÚDEZ, 1993:
282).
Un completo estudio de este puente se incluye en este mismo volumen.
223
Fig. 1: Plano de situación del puente de los Nogales.
Fig. 2: Alzados sur y norte del puente.
224
225
Fig. 3: Planta del puente de los Nogales con situación de los cortes, estado previo (resaltado) y ancho del tablero (discontinuo).
Fig. 4: Perfil oriental (Cortes 1 y 8) y occidental (Cortes 4 y 5) del puente.
226
227
Fig. 5: Sección este de la bóveda oriental.
Lám. 1: Puente de los Nogales. Alzado sur. Estado del puente previo a la intervención arqueológica.
Lám. 2: Puente de los Nogales. Alzado sur. Estado del puente tras la intervención arqueológica.
228
Lám. 3: Perfil del ojo central del puente tras la retirada de los rellenos de colmatación depositados a partir de 1924.
Lám. 4: Estado de conservación de la cara norte del puente en 1924 (JIMÉNEZ et al., 1924: 15, Lám. VI).
229
Lám. 5: Corte 8. Cara norte del puente, detalle de la cimentación del estribo oriental.
Lám. 6: Corte 3. Detalle del zampeado.
230
Lám. 7: Corte 1. Cara sur del puente,
pila-estribo y espolón oriental.
Lám. 8: Alzado sur del puente,
detalle de la pila oriental.
231
Lám. 9: Corte 4. Pila-estribo y espolón occidental.
Lám. 10: Corte 8. Tajamar y
pilastra noreste.
232
Lám. 11: Alzado norte del puente una vez restituidas las piezas originales.
Lám. 12: Alzado norte, arco central con indicación de la arquivolta.
233
Cuadernos de Madinat al-Zahra 6 (2008), pp. 235-254
ISSN: 1139-9996
EL PUENTE CALIFAL DEL CAÑITO DE MARÍA RUIZ,
CÓRDOBA. RESULTADOS DE LA INTERVENCIÓN
ARQUEOLÓGICA EN APOYO A SU RESTAURACIÓN
JUAN BAUTISTA SALADO ESCAÑO
Arqueólogo
RESUMEN
ABSTRACT
Este artículo es el resultado de la excavación
arqueológica en apoyo a la restauración del puente
califal conocido como Cañito de María Ruiz, que
abordamos a finales del año 2002, dentro de un
plan de recuperación de distintos elementos arquitectónicos vinculados a la ciudad palatina de
Madinat al-Zahra y situados en el territorio más
inmediato de la ciudad.
El objeto de la intervención era conocer el estado real de conservación y documentar los distintos
elementos que componían la estructura original
del puente que no estaban visibles por las sedimentaciones aluviales y, de este modo, tener una
información esencial que sirviera de base para su
posterior restauración. Igualmente, pretendíamos
documentar las distintas secuencias o fases de vida
del puente, construcción, abandono y destrucción
parcial.
This article is the result of the archaeological
excavation in support to the restoration of the bridge califal known as Cañito de Maria Ruiz, which
we approach at the end of the year 2002, inside a
plan of recovery of different architectural elements
linked to Madinat’s court city to the-Zahra and
placed in the most immediate territory of the city.
The object of the intervention was it of
knowing the real condition of conservation and it
of documenting the different elements that were
composing the original structure of the bridge,
which they were not visible for the alluvial sedimentations and, thus, to have an essential information in order that it was using as base for his later
restoration. Equally, we were trying to document
the different sequences or phases of life of the bridge, construction, abandon and partial destruction.
Keywords:
Palabras clave:
Madinat al-Zahra, puente, excavación arqueológica, camino, almunia, califato, taifa.
Madinat al-Zahra, bridge, archaeological excavation, way, almunia, caliphate, taifa.
235
1. INTRODUCCIÓN
1.1. Ubicación
El puente se encuentra situado en el término
municipal de Córdoba, en el paraje conocido como
Cañito de María Ruiz, salvando el arroyo de Cantarranas, lugar que está dentro del ámbito afectado
por la declaración de Bien de Interés Cultural, con
la categoría de Zona Arqueológica de Madinat alZahra, zona N.º 5, siendo sus coordenadas UTM
las siguientes (Fig. 1):
X: 340450.000; Y: 4191950.000; Z: 94.68
msnm (cota superior en tablero).
En la actualidad, y a pesar de que todo este
territorio está, como decíamos anteriormente, dentro de la zona de protección arqueológica, las innumerables construcciones de casas ilegales están
provocando, aparte de una violación flagrante de la
Ley de Patrimonio, un deterioro irreversible sobre
el hinterland de Madinat al-Zahra y de los distintos
elementos arquitectónicos enclavados en él. Hecho
verdaderamente vergonzante, si tenemos en cuenta
que las autoridades competentes no están haciendo
nada por evitar estas evidentes ilegalidades, en una
clara dejación de sus funciones como veladores y
valedores de nuestro Patrimonio Histórico.
1.2. Desarrollo histórico
Con la construcción de Madinat al-Zahra, se
tuvieron que habilitar distintos viales para comunicar la nueva sede califal con la ciudad de Córdoba. El puente de Cañito formaba parte de unas de
las vías más importantes, el Camino de las Almunias, llamada así por las numerosas haciendas que
jalonaban sus contornos, destacando entre ellas la
munyat al-Naura, residencia de recreo de Abd alRahman III (ACIÉN, 2000).
Esta vía era el camino oficial o protocolario
que efectuaban las distintas embajadas que venían
desde Córdoba a Madinat al-Zahra, demostrando
la importancia que este recorrido tenía.
Las referencias que tenemos en la bibliografía
al uso respecto al puente son bastante escasas, incluyéndose noticias en trabajos generales referentes
a caminos o a estructuras hidráulicas.
236
Entre ellas tenemos que destacar la elaborada
por Bermúdez Cano (1993), donde se especifica la
importancia de los distintos caminos construidos
de forma paralela a la nueva ciudad califal, resaltando el camino más meridional de los tres existentes,
el de las Almunias.
De forma específica, Pavón Maldonado
(1990), publica distintas fotografías del puente,
asociándolo a la construcción de la ciudad palatina.
1.3. Planteamiento metodológico
Inicialmente se plantearon dos cortes ubicados
en los extremos del puente, con el fin de poder documentar sus dimensiones y todos sus elementos.
Igualmente, con el rebaje de estos dos sondeos,
pudimos hacer una buena lectura de la secuencia
estratigráfica que nos daba una magnífica visión de
los momentos o fases históricas existentes.
El Corte 1 estaba ubicado en el extremo noroeste del puente (margen derecha) con unas dimensiones de 14,15 x 7,70 m, posteriormente, se
vieron modificadas por las necesidades que iban
surgiendo a través de la investigación, por lo que
en la parte sur del mismo ampliamos 1,50 m hacia
el oeste.
El Corte 2 estaba situado en el extremo sureste
del puente (margen izquierda) con unas dimensiones de 11,40 x 2,30 m. Realmente este corte se
tuvo que adaptar a los distintos obstáculos existentes, lo que provocó su irregularidad. De este modo,
la anchura estuvo determinada por la existencia de
un camino y la presencia del arroyo mismo, siendo
éste uno de los límites lógicos de los sondeos.
En el caso de la longitud, el único obstáculo
que tuvimos fue la existencia de una alambrada de
una de las parcelas que, en los momentos de los
trabajos, aún no estaba expropiada o sus límites
no estaban bien definidos. No obstante, no fue,
en última instancia, impedimento alguno para los
trabajos.
En último término, el corte se adaptó a las dimensiones reales del puente, por lo que, en algunas
partes, como en la zona norte, el corte se transformó en una auténtica área abierta.
Tanto en un corte como en otro, la profundidad que alcanzamos varió en función a las prioridades que veíamos conveniente.
En el caso del tablero, procedimos a su limpieza total, limitándonos a las dimensiones que
conserva este elemento.
2. RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN
En primer lugar debemos reflejar, que los resultados de la excavación arqueológica fueron plenamente satisfactorios, ya que nos permitieron tener
una visión muy completa del puente en toda su
extensión (Lám. 1).
Los periodos en los que podemos dividir los
resultados de las investigaciones son dos: medieval
y contemporáneo; subdividiéndose el primero en
dos fases, una inicial de época califal y una segunda
de época taifa.
Habría que integrar en esta compartimentación histórica, un periodo precalifal, que consistiría en los momentos anteriores a la construcción
del puente, consistente en los distintos sedimentos
aluviales en los que se insertó la construcción. Hay
que especificar que no existen vestigios estructurales o deposicionales de carácter antrópico, por lo
que el puente es la primera fase de ocupación humana de forma permanente en el sitio.
2.1. Período medieval
2.1.1. Fase califal
Esta fase es, indudablemente, la más importante, ya que es aquí donde se integra la construcción
del puente.
Antes de la descripción pormenorizada del
mismo, tenemos que explicar que éste se construye
excavándose, al menos parte de la estructura, en un
depósito de origen aluvial, muy compacto y arcilloso, sin intrusiones y con un color rojo intenso. Estos
limos, como decíamos, pertenecen a los depósitos
del arroyo, que en origen tendría un cauce mucho
más ancho que el actual. Este estrechamiento viene
dado por la colmatación parcial de dicho cauce con
otros sedimentos limosos de época contemporánea.
El encajonamiento del puente en estos limos
se observa nítidamente en los perfiles resultantes,
donde pudimos documentar la fosa de inserción, la
cual se colmató con un depósito consistente en tierra de color beige y fragmentos de trozos de calcarenita, originarios de los restos de sillares de la obra.
La limpieza y excavación del puente nos permitió la visualización completa de todos los elementos
que lo conforman, al igual que el orden constructivo del mismo.
• ZAMPEADO
Este elemento sirve como plataforma regularizadora de la superficie del río. El establecer esta
estructura hace que se logre una base sólida y plana
que facilite la elevación de los restantes elementos
integrantes del puente. Igualmente, el zampeado
impide que la capacidad erosiva de la corriente del
arroyo logre el descalzo de los pies, lo que minimiza
el riesgo de derrumbamiento.
Esta funcionalidad se alcanza construyendo un
zampeado mucho mayor que la anchura total del
puente, como ocurre en el caso que nos ocupa. De
hecho, y aunque no lo pudimos documentar debido a la existencia permanente de un caudal, se
pueden observar las alineaciones de sillares aguas
arriba a una distancia de 10 m aproximadamente
(Lám. 2).
Las hiladas totales que conforman el zampeado
no la pudimos excavar, aunque sí documentamos
un total de dos. La más profunda está dispuesta con
una orientación transversal al arroyo, lo que permite una mayor resistencia a la corriente, y se sitúa a
una cota media de 89,72 msnm. La segunda, actualmente por encima del nivel de las aguas, tiene
la misma orientación que el eje del arroyo, lo que
ha ocasionado que se pierda casi en su totalidad.
Tanto unas como otras se disponen siempre de
canto, con el objetivo de aprovechar el material al
máximo, ya que de esta manera, con menos piezas
se consigue una mayor altura y resistencia.
Como anteriormente hemos comentado, el hecho de que exista un caudal de agua constante en el
arroyo, no nos permitió documentar todo el ancho
y el largo del zampeado, por lo que nos limitamos a
la excavación y a la documentación de la zona que
queda fuera de dicho caudal. Esta área es irregular,
no pudiendo apurar la zona excavable debido a que
la mera limpieza del barro que cubrían los sillares
provocaba la inundación inmediata de dicha zona.
237
El zampeado excavado mide una longitud total
de 11,55 m, por una anchura variable que va desde
los 41 centímetros, como anchura mínima, a los
2,38 m como máxima (Fig. 2).
El estado de conservación de los sillares que
componen esta estructura es muy desigual, aunque
por lo general presentan un nivel de erosión bastante elevado, a lo que hay que sumarle un grado
también importante de meteorización de las piezas
debido a la constante humedad existente y a los
hongos que crecen en sus superficies.
El material empleado para el ligado de las piezas no se conserva, aunque todo parece indicar, según podemos observar en los restos conservados en
la última hilada de sillares, que se trataría de una
simple capa de barro.
Las medidas de los sillares son muy desiguales,
por lo que parece que no siguen unas medidas estándares para esta ubicación particular, no obstante
siempre se tratan de ejemplares bastante largos, en
torno a 1 metro.
• ESTRIBOS
Los estribos están cimentados directamente sobre la última hilada del zampeado, lo que provoca
que tenga una gran estabilidad.
Ambos son totalmente asimétricos y están configurados por dos hiladas de sillares dispuestos a tizón y trabados con argamasa rica en cal, con una
altura de 0,96 m, respecto a la segunda hilada del
zampeado y la línea de imposta.
El número total de sillares es desconocido, ya
que los estribos no conservan la anchura original,
sin embargo, sí podemos establecer el número de
sillares conservados. En el caso del estribo sur son
un total de 28, mientras que en el estribo norte los
sillares existentes suman un total de 35.
Cabe la posibilidad de que los estribos tengan
unas dimensiones similares o iguales a la del tablero, por lo que su anchura sería de 9,16 m.
Estos sillares son los que presentan un menor
grado de erosión respecto a toda la parte interna
del puente, lo cual se puede explicar por varios motivos:
238
1. Están en un plano más rehundido respecto a la bóveda, lo que provoca que sea este
elemento, cuando existen grandes crecidas
y, por tanto, la capacidad erosiva es mayor,
la que soporte el impacto más fuerte.
2. Los sillares están dispuestos a tizón, por lo
que la superficie a erosionar es más resistente.
3. No existen juntas descarnadas, lo que provoca que el agua se deslice con más suavidad
sobre las caras de los estribos.
4. Cabe la posibilidad de que esta parte del río,
inmediata al zampeado, haya estado temporalmente colmatada por sedimentos, lo que
ha permitido su mejor conservación.
En la actualidad ha creado una película calcárea que también ha contribuido a tener una mayor resistencia a los agentes erosivos. Igualmente,
ha cubierto todas las llagas, lo que imposibilita,
en algunos casos, la medición de algunas de las
piezas.
• CONTRAFUERTE
Hemos denominado contrafuerte una estructura que hemos documentado únicamente en la
parte sureste del puente, posiblemente porque en
las demás no exista, ya que no se ha localizado, ni
tan siquiera indicios, en los otros sectores.
Se trata de un elemento con forma, pensamos
que rectangular, que forma parte de la fachada y
que queda oculta con la construcción del tajamar
sureste. Sus caras están perfectamente careadas,
haciendo sus esquinas un ángulo de 90º (Lám. 3).
La cara oeste es la única que podemos ver de
forma completa, teniendo una longitud de 85 cm.
La cara sur, que sería la más larga, tiene una longitud conservada de 96 cm, no pudiéndose documentar en toda su extensión, debido a que se mete
en el perfil. La altura visible media es de 40 cm.
La funcionalidad de este elemento no está clara, aunque pensamos que debe tratarse de un contrafuerte. La ubicación del mismo en este lado y la
inexistencia en otros sectores es algo controvertida, aunque consideramos, que debido a la presión
de las aguas que soporta este lado, puede ser uno
de los factores que determinen su presencia.
• TAJAMARES
Conforma uno de los elementos más interesantes del puente, tanto por su conservación
como por su funcionalidad, algo controvertida en
el caso estudiado.
Hemos podido documentar 4 de ellos, uno
por cada fachada, los cuales presentan plantas
semicirculares. Están construidos con sillares dispuestos de canto, alternando hiladas longitudinales con transversales al eje del puente. Todas estas
piezas están tomadas con una argamasa elaborada
con abundante cal de una gran dureza.
El estado de conservación de estas estructuras
es muy variable, dependiendo del ejemplar que
estudiemos.
El peor conservado o, con más propiedad, el
peor documentado, es el ubicado en el lado noreste, ya que no conserva parte del alzado, existiendo
distintos planos en altura. Igualmente, la planta,
es bastante difícil de ver, ya que buena parte de la
misma está dentro de la parcela privada situada
al este. Esta mala conservación está ocasionada
por la ubicación del tajamar, ya que se encuentra
justo en la zona donde las aguas del río golpean
de forma directa y con gran violencia en el caso
de grandes crecidas, debido a la existencia de un
meandro. Esto provoca, que en el momento en
que se pierde alguna pieza, el hueco resultante sea
un punto débil para la estructura, ocasionando la
pérdida paulatina de los sillares colindantes. La
altura máxima conservada de esta estructura es de
3,54 m (Lám. 4).
El tajamar sureste, no se ha podido excavar en
su totalidad debido a la existencia del camino que
da acceso a las parcelas. No obstante, es, posiblemente, el tajamar que se conserve en mejor estado,
algo que se podrá corroborar en futuras intervenciones. Destaca el alzado que puede verse, con una
altura de 1,70 m, presentando una cara de sillares
dispuestos a soga y tizón. En la base existen distintos sillares, que sobresalen de la línea de cara del
tajamar, posiblemente con una función de refuerzo. Estos sillares coinciden con la última hilada del
zampeado y la primera del estribo, constituyendo,
igualmente, una sólida base, parece cuadrangular,
desde donde se recrecen los tajamares. No hay que
descartar el hecho de que puedan formar parte del
zampeado (Lám. 5).
Los tajamares occidentales son los que nos han
proporcionado las plantas con mayor nitidez, ya
que aquí hemos podido disponer de todo el espacio
necesario para excavar.
El tajamar suroeste presenta toda su planta, de
forma semicircular. La altura máxima conservada es
de 2,46 m. Gracias a este elemento, hemos podido
ver que el funcionamiento de estas estructuras puede ser distinto a los orientales, ya que en el caso de
los primeros estaban enterradas parcialmente, por
lo que el alzado estaría visible solo en la parte que
está hacia el cauce del arroyo (Láms. 6 y 7).
Pero con toda seguridad, el tajamar que ha proporcionado mayor información es el noroeste, ya
que hemos podido excavar toda la planta y parte
de elementos que completaría el puente, como el
muro del parapeto, que será descrito en apartados
posteriores, y elementos decorativos (Láms. 8 y 9).
Este tajamar tiene planta casi semicircular, con
un lado mayor de 5,50 m y un eje menor de 2,35
m, por lo que no completa un semicírculo perfecto.
Conserva una altura máxima de 1 m, coincidente
con su lado este. Debemos destacar el hecho de que
esta cara sería la única visible, ya que las demás estarían cubiertas por los sedimentos aluviales anteriores a la construcción del puente, ya que éste se
inserta, abriendo una gran caja, en estos depósitos,
tal como podemos ver en los perfiles, donde se detectan con claridad las fosas de inserción.
• FACHADAS
Los elementos que nos han definido con exactitud las dos caras han sido concretamente un muro
de fachada y parte de un alfiz, siendo la cara norte
la mejor conservada (Lám. 10).
Estos hallazgos, de vital importancia, han permitido, aparte de completar el esquema general del
puente, saber la anchura total del tablero, ya que
pensamos, que éste tendría las mismas dimensiones.
Justo encima del tajamar noroeste se sitúa un
muro de sillares, dispuestos a soga y tizón, con una
anchura de 1,16 m por 3,84 m de longitud conservada. La altura es de sólo 37 cm. Este muro con239
formaría la cara noroeste del puente y su función
primordial sería la de parapeto. Igualmente, junto
al muro que estaría enfrentado a él, en la parte suroeste, el cual no se conserva, el muro aguantaría
los rellenos vertidos en la construcción, consistentes
en argamasa blanca con restos de areniscas (UE 22),
rellenos que elevarían la cota de tránsito del camino.
Uno de los elementos más singulares documentados, es el resto de alfiz localizado en la cara noroeste del puente. Se construye con distintas piezas,
en concreto dos sillares rectangulares con el alfiz
labrado. Las dimensiones serían:
– Ancho: 14,5 cm.
– Alto: 51 cm. Pieza superior: 27 cm. Pieza inferior: 24 cm.
– Profundidad: 12 cm en la cara sur y 5 cm en
la norte.
En la cara suroeste, hemos localizado un sillar
que tiene en la esquina una muesca que podría ser
otro indicio del alfiz sur. El problema de este posible
alfiz es que el sillar está desplazado de su lugar original y, sobre todo, que las características morfológicas de la misma no tienen nada que ver con el alfiz,
claramente definido, de la cara noroeste.
• BÓVEDA
La bóveda en la actualidad no se conserva en su
totalidad debido al desprendimiento paulatino de
sillares que conforman la estructura.
Es la parte del puente que presenta un mayor
grado de erosión. Consideramos que esta zona está
expuesta a un poder erosivo mayor del río, ya que
cuando el arroyo alcanza esa altura, la fuerza resultante es mayor, a lo que hay que añadir los impactos que sufre esta superficie por los múltiples restos
sólidos arrastrados por la corriente.
La bóveda es de medio cañón y está conformada por sillares dispuestos longitudinalmente
respecto al arroyo. Éstos están parcialmente ocultos por una gruesa capa calcárea, lo que impide la
medición exacta de las piezas.
Arranca directamente desde los estribos, sobre
una imposta construida con sillares a tizón ligeramente adelantados, entre 20-30 cm, respecto a la
cara de dichos estribos, siguiéndole las distintas
hiladas de sillares colocados a tizón pero de forma
horizontal. Esta técnica constructiva la podemos
ver en las bóvedas de los pasadizos de algunas puertas, como en la del albacar de Trujillo.
240
No se observan mechinales en sus caras, elementos que en principio parecían existir en la cara
oeste, orificios que están formados por el paulatino
deterioro del puente. Por tanto, la ausencia de estos
componentes nos hace pensar que la construcción
de la bóveda se hizo mediante cimbras sustentadas
con puntales sobre el zampeado.
Las dimensiones de la bóveda son desiguales,
debido al estado de conservación de la misma. La
anchura máxima documentada, coincidente con el
tablero, es de 4,24 m, mientras que la anchura mínima es de 2,69 m en el extremo sur (Fig. 2).
• OJOS
Los ojos son los dos elementos que no conservamos en el puente, ya que, debido a la destrucción
parcial de la bóveda y del tablero, han desaparecido. No obstante, sí podemos saber exactamente su
ubicación, debido a que hemos podido localizar las
dos fachadas o caras, por lo que podemos saber, de
forma precisa, tanto las dimensiones de la luz como
de la flecha (Fig. 3).
Estos puntos, como decíamos anteriormente,
han sido tomados a partir de la reconstrucción que
hemos podido hacer después de localizar la línea de
fachada del puente, y de la altura que conserva éste
en la actualidad, la cual no tiene que distar mucho
de la que tuviera el ojo original.
De este modo, los ojos tendrían las siguientes
dimensiones, tomadas desde la línea de imposta,
suponiendo, como es lógico, que los dos tuvieran
las mismas medidas:
– Luz: 4,56 m.
– Flecha: 4,05 m.
Los arcos de estos elementos serían de rosca ultrasemicircular rebajada con poco peralte. Un paralelo cercano al nuestro es el Puente de los Nogales,
aunque las dimensiones de éste distan mucho del
que nos ocupa. El peralte de este arco correspondería a la altura de un sillar, correspondiente a la pieza
que conforma la imposta (Lám. 11).
Las dimensiones totales del arco serían las siguientes, igualmente referenciadas desde la línea de
imposta:
– Luz: 4,56 m.
– Flecha: 3,09 m.
– Peralte: 0,38 m.
• TABLERO
El tablero se sitúa justo encima de la bóveda.
Este hecho provoca que, en origen, la superficie
tenga distintas cotas, coincidiendo con la rosca
del extradós. Ese desnivel tan pronunciado, que
provocaría que el paso fuera muy difícil, se soluciona con la colocación de distintos sillarejos en
algunas zonas y de rellenos en otras, consistente
en restos de calcarenita y argamasa, para elevar la
cota de tránsito. En aquellas zonas donde los rellenos son más importantes o donde los sillarejos
no han alcanzado la altura deseada, se colocan
distintas placas de calcarenita, con un grosor de
10 cm, que se asemejan en planta a grandes sillares.
En la parte central, los sillares visibles son los
que conforman la clave de la bóveda, por lo que
no se encuentran ocultos por otros elementos.
Los sillares, en algunas ocasiones están, acuñados
por guijarros de río, los cuales, al igual que las
juntas, se ligan con una fuerte argamasa de arena
y cal de color blanco (Lám. 12).
La disposición de cada una de las piezas varía en función de la zona en la que están colocadas. De este modo, las piedras ubicadas en los
extremos están dispuestas de forma longitudinal
al puente, sin embargo, las centrales, algo más
regulares, están transversales a dicho eje. Las dimensiones de los sillares no siguen unos módulos
regulares, por lo que encontramos numerosas dimensiones, tantas como sillares existentes.
La longitud máxima del tablero es de 8,60
m, refiriéndonos siempre a la estructura real del
puente, coincidente, como antes dijimos, a la bóveda. La anchura, aunque no se conserva, debido
a la presencia de las fachadas, la estimamos en
9,16 m (Fig. 2).
• CANAL
En el transcurso de los trabajos de limpieza
de los depósitos, que colmataban parte del ojo
septentrional del puente, apareció una estructura
asociada al edificio con 9,63 m de longitud de
forma abancalada. Está construida con sillares y
no hemos podido documentarla en toda su extensión.
La ubicación y las características de esta estructura están directamente ligadas a la funcionalidad de contención y protección del puente
mediante el encauzamiento del arroyo, para que
el caudal pase por debajo del mismo y que no
golpee en los pies del edificio.
• CAMINO
Aunque era uno de nuestros objetivos, no se
han encontrado restos del camino que comunicaba Córdoba con Madinat al-Zahra, debido a
las grandes alteraciones que la actividad agrícola ha ocasionado. Esto ha provocado que el piso
que cubría el vial, probablemente de piedra rojiza
–al igual que podemos ver en Madinat al-Zahra–,
haya desaparecido por la acción del arado, máxime cuando es bien sabido que es muy frecuente
quitar las piedras existentes para facilitar, de esta
manera, el cultivo una vez arada la tierra.
En algunos depósitos contemporáneos hemos localizado algunos guijarros con argamasa
incrustada, lo que nos hizo pensar, en un primer
momento, de que podrían tratarse de restos del
piso del camino. Una vez realizado las labores de
limpieza en el tablero, vimos algunos ejemplares
acuñados entre las losas de arenisca, lo que descartó tal hipótesis.
2.1.2. Fase taifa
Esta fase consiste, únicamente, en la existencia de un depósito de matriz arcillosa, con algunas
gravas y color rojizo, que cubre parte del tajamar
noroeste. La relación estratigráfica de esta unidad
respecto a la estructura del puente es clara, ya que
se deposita una vez que parte del tajamar parece
parcialmente destruido.
La naturaleza de este depósito es difícil de
precisar, ya que hay pocos elementos que puedan
clarificarla; sin embargo, el buen estado de conservación de los pocos objetos cerámicos que contenía y el hecho de que no estén rodados, nos indica
claramente de que no provienen de arroyadas del
río. No es descartable, pues, que pueda tratarse
de un estrato formado en un intervalo de tiempo
dilatado y que se hayan ido depositando objetos
cerámicos inservibles, en forma de pequeño muladar.
241
2.2. Período contemporáneo
Está compuesto por distintos estratos de origen antrópico y aluvial bastante bien caracterizados.
Destaca por la importancia en su contenido
de artefactos la UE 1, consistente en tierra de color negro con abundantes restos constructivos y
vidrios, entre los que podemos reseñar diversas botellas de distintos tamaños y formas, que parecen
que contenían medicinas u otros líquidos similares.
Este estrato es, evidentemente, un vertedero
de basura que cubrió buena parte del tajamar sureste.
Otros estratos son colmataciones provocadas
por las arroyadas del río, que han provocado que
se colmate de forma parcial la bóveda del puente.
En este estrato podemos observar un alto contenido de residuos actuales.
La UE 18 es el depósito con mayor extensión
de todos, ya que forma parte de la tierra de labor
de las huertas colindantes, que llegaron justo al
borde del arranque de la bóveda en la parte oeste.
Este estrato está muy apelmazado y es muy duro.
Está compuesto por gravas pequeñas y medianas
y tierra de color roja. Los materiales que contiene
son contemporáneos.
A lo largo de los dos extremos del puente,
hemos podido documentar, un depósito que, en
composición, es igual a los rellenos originales que
servían para elevar la cota de tránsito del camino
una vez salvada la bóveda. Este estrato está formado por restos de argamasas y areniscas, lo que le da
una coloración blanca.
Aunque en un principio podíamos confundirla con la original, en el perfil intermedio que ha
quedado en la parte suroeste, podemos ver cómo
el estrato contemporáneo, cubre parcialmente al
depósito que nos ocupa, por lo que nos clarifica la
cronología. Una vez resuelto esto, pensamos que la
naturaleza de dicho estrato tiene que estar vinculada a la continua actividad de expolio que el puente
ha sufrido en su larga vida. Una vez que se quitan
los sillares de su sitio primigenio, la argamasa que
existe en las juntas y los rellenos originales existen242
tes eran depositados de forma intencionada en el
sitio, configurando un nuevo estrato.
3. ESTUDIO DE MATERIALES
El volumen de materiales aparecido es escasísimo, algo normal si lo relacionamos con la naturaleza de la estructura excavada, ya que el sitio es una
zona de tránsito pero no de asentamiento estable
y permanente.
La nómina de materiales antiguos es bastante
más reducida, aunque sí ha aportado importantes datos cronológicos, tanto para la datación del
puente como para el abandono parcial del mismo
(Fig. 4).
Los únicos objetos aparecidos en los rellenos
originales del puente (UE 22) son dos fragmentos
cerámicos y un clavo de hierro. Las cerámicas, muy
fragmentadas y poco significativas, son el borde de
un asa de jarro lobulado y un fragmento de cuerpo
con escotadura de cangilón (N.º 7).
Sin embargo, el depósito que nos ha proporcionado un volumen mayor de cerámicas es el estrato que amortiza a parte del tajamar noroeste.
Aparece un borde pequeño de jofaina (N.º 1),
vidriado al interior y al exterior en melado y con
una pequeña escotadura en el labio de sección circular.
La jarrita/o, está representada por una base de
forma discoidal (N.º 2), no muy pronunciada, sin
tratamiento superficial y con pasta naranja bien
decantada.
La pieza N.º 3 es un jarro de cuello recto y
alto y con paredes estriadas por numerosas acanaladuras. Las paredes no tienen tratamiento de
pinturas ni de vidriado. La pasta está bien decantada y es de color beige.
La tapadera (N.º 4) está sin vidriar y tiene
una pasta de color naranja. La sección tiene forma
en ala y posee un labio circular. El fragmento no
conserva el botón central que sirve de asidero.
La marmita (N.º 5) está sin vidriar al interior,
tiene un cuello alto y recto y presenta un labio
exvasado y con sección triangular. La pasta es naranja, bien decantada.
Por último, la pieza más original y mejor conservada es un pequeño tintero (N.º 6) vidriado
al exterior en marrón claro con base plana y con
una pronunciada carena en la parte central que la
separa en dos mitades.
Los paralelos de los objetos estudiados son
muy numerosos, dándonos una fecha para todo el
conjunto del siglo XI, coincidente con los reinos
de taifas. En particular, el objeto que nos marca
esta cronología de forma más nítida es la base de
la jarrita, de forma discoidal, desarrollo que nos
marca una cronología más avanzada que la califal.
La funcionalidad de la cerámica N.º 6, no
está muy clara, pero los paralelos encontrados,
sobre todo en Vascos (IZQUIERDO BENITO,
1999), les da una denominación como tintero y
con una cronología también del siglo XI.
Tanto este objeto como el fondo de la jarrita
son los que nos dan una cronología clara de todo
el conjunto, ya que el resto de fragmentos pueden
fecharse indistintamente en época califal o taifa.
4. CONCLUSIONES
Las investigaciones que abordamos nos permitieron documentar con gran éxito el puente de
Cañito de María Ruiz, lo que nos dio a conocer un
aspecto más de la arquitectura civil califal.
Lo que más destaca de este puente son sus
grandes dimensiones, lo que unido a todos los elementos concebidos para la protección del mismo
contra las arrolladas del río, nos hace pensar que a
la hora de construirlo tenían un profundo conocimiento de la dureza del arroyo de Cantarranas, por
lo que tomaron todas las medidas al alcance para
lograr la perpetuidad de la construcción.
Los paralelos de puentes de este momento cronológico no son muy abundantes, aunque existen
distintos ejemplares en la provincia de Córdoba.
El más conocido es el de los Nogales, puente ubicado en el camino más septentrional de los tres
construidos para la comunicación de Córdoba con
Madinat al-Zahra. Sin embargo, las características
constructivas no tienen nada que ver con el puente
que nos ocupa, ya que las mismas condiciones del
arroyo a salvar, más ancho y con menor agresividad
que el de Cantarranas, hace que el de los Nogales
sea más largo y menos compacto que el del Cañito
de María Ruiz.
Posiblemente, el puente que se parezca más es
el de Carcabuey (BERMÚDEZ, 1999), no tanto
en las proporciones, ya que es bastante más pequeño, como en el concepto arquitectónico, aunque
hay que destacar las diferencias sustanciales en el
aparejo, siendo los sillares en este último más pequeños y dispuestos de forma algo más clásica.
Aunque esto pueda deberse a diferencias cronológicas, algo que no hay que descartar, lo que
sí está claro es que el puente del Cañito de María
Ruiz está íntimamente ligado a la construcción de
Madinat al-Zahra, por lo que la fecha de construcción la podemos considerar como absoluta, ya que
el margen respecto a la inauguración de la ciudad
palatina debe ser muy corto.
Quizás la construcción del puente pueda ser ligeramente anterior, ya que facilitaría el trasiego de
mercancías y personas para la erección de la ciudad.
En cuanto al topónimo del camino que discurre por el puente, hay dos únicas soluciones, que
sea anterior a su construcción o coetáneo. Pensamos, que el hecho de que se construya un camino
meridional pueda corresponder a la necesidad de
comunicar las almunias ya existentes con las dos
ciudades, sobre todo con Madinat al-Zahra, por lo
que no es descabellado pensar que el camino tomara el nombre de las almunias que existían antes de
su erección.
Como anteriormente decíamos, la fecha de
construcción está meridianamente clara, sin embargo, la intervención arqueológica nos ha proporcionado datos de la vida del edificio, destacando
el depósito que amortiza parcialmente uno de los
tajamares. Este dato nos parece de vital importancia, ya que nos indica, que una vez desaparecido
el califato e instaurado los reinos taifas, aunque el
puente llegue en uso hasta la actualidad, existe un
abandono de los caminos y del mantenimiento de
los mismos, perdiendo la importancia que poseían
antaño. Por tanto, aunque no podemos hablar de
abandono propiamente dicho, sí nos podemos referir a una importante pérdida de importancia de
la infraestructura viaria y del inicio de la paulatina
destrucción de ciertos elementos, como es el caso
del puente del Cañito, lugar, que incluso se llega a
utilizar como pequeño muladar, donde se arrojan
algunos objetos que, en su momento, dejaron de
ser útiles.
243
BIBLIOGRAFÍA
ACIÉN ALMANSA, M. (2000): “15 años de investigación sobre Madinat al-Zahra”, Madinat
al-Zahra 1985-2000. 15 años de recuperación,
Córdoba, pp. 25-56.
BERMÚDEZ CANO, J. M. (1993): “La trama
viaria propia de Madinat al-Zahra y su integración con la de Córdoba”, Anales de Arqueología
Cordobesa 4, 259-294.
244
BERMÚDEZ CANO, J. M. (1999): “El puente
califal del arroyo del Palancar, Carcabuey (Córdoba)”, Antiquitas, 10, 149-159.
IZQUIERDO BENITO, R. (1999): Catálogo de
cerámica de Vascos, Madrid.
PAVÓN MALDONADO, B. (1990): Tratado de
arquitectura hispano-musulmana, I. Madrid.
245
Fig. 1: Localización.
Fig. 2: Planta y Sección.
246
Fig. 3: Alzados norte y sur del puente.
247
Fig. 4: Cerámica.
248
Lám. 1: Alzados sur del puente antes de la intervención arqueológica.
Lám. 2: Zampeado del puente en la zona
occidental de la pila.
Lám. 3: Contrafuerte en el alzado sureste del puente.
249
Lám. 4: Tajamar noreste.
Lám. 5: Tajamar sureste.
250
Lám. 6: Tajamar suroeste en planta.
Lám. 7: Tajamar suroeste.
251
Lám. 8: Tajamar noroeste en planta.
Lám. 9: Tajamar noroeste.
252
Lám. 10: Detalle del alfiz en el alzado norte.
Lám. 11: Alzado sur.
253
Lám. 12: Detalle del tablero.
254
Cuadernos de Madinat al-Zahra 6 (2008), pp. 255-264
ISSN: 1139-9996
RESULTADOS DE LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN
LOS TERRENOS DE LA NUEVA SEDE INSTITUCIONAL DEL
CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DE MADINAT ALZAHRA
ALBERTO J. MONTEJO CÓRDOBA
Arqueólogo
RESUMEN
ABSTRACT
La construcción de la nueva sede institucional
del Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra
ha estado precedida de una intervención arqueológica para determinar la afección de dicha obra sobre los posibles vestigios que pudieran existir en los
terrenos donde se había proyectado. Los resultados
han sido completamente negativos.
The construction of a New Institutional Headquarters for Madinat al-Zahra Archaeological Site
has been preceded by an archaeological project to
determine the existence of archaeological remains
in the area within the new building have been
planned. The results of the archaeological excavation carried out have been negative.
Palabras clave:
Key words:
Madinat al-Zahra, Conjunto Arqueológico,
Nueva Sede Institucional, intervención arqueológica.
Madinat al-Zahra Archaeological Site, New
Institutional Headquarters, archaeological excavation.
1. INTRODUCCIÓN
Se presentan en este trabajo los resultados de la
Intervención Arqueológica de Urgencia, realizada
entre el 16 de agosto y el 14 de noviembre de 2000,
en los terrenos afectados por la construcción del
edificio destinado a ser la nueva sede institucional
del Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra,
y cuya finalidad era la de comprobar la existencia
de vestigios arqueológicos en dicha zona y evaluar
la posible afección de la nueva construcción sobre
los mismos.
255
2. LOCALIZACIÓN Y CARACTERÍSTICAS
DEL ÁREA INTERVENIDA
La parcela se encuentran dentro del ámbito delimitado por la declaración como Bien de Interés
Cultural, con la categoría de Zona Arqueológica,
del yacimiento denominado Madinat al-Zahra1, en
el término municipal de Córdoba; concretamente
a unos 150 m al sur de la muralla meridional de la
ciudad califal (Láms. 1 y 2). Dicha parcela tiene
forma de polígono irregular con una superficie de
52.321 m². Se trata de una finca rústica en barbecho, libre de cualquier tipo de edificación (Fig. 1).
3. LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA
3.1. Estrategia de la excavación
La estrategia seguida durante la fase de campo
ha consistido en la realización de seis trincheras,
tres recogidas en el proyecto y tres más que se plantearon ante los resultados negativos obtenidos en
las anteriores (Figs. 1 y 2); sus características son
las siguientes:
Trinchera 1: de 60 m de longitud por 1,5 m
de ancho, y orientación NE-SO. La trinchera fue
dividida en tres tramos de 20 m de longitud (T.1.1,
T.1.2 y T.1.3), comenzándose a numerar de norte
a sur, para dejar zonas intermedias como testigos
y proceder a excavarlos dependiendo de los resultados que se obtuvieran. A su vez estos sondeos se
dividieron en cinco tramos de cuatro metros2. Sólo
se ha excavado la trinchera T.1.2 (Lám. 3, Fig. 2).
Trinchera 2: de 120 m de longitud por 1,5 m
de ancho, y orientación NE-SO. Al igual que en
el caso anterior, la trinchera se dividió en sondeos
de 20 m de longitud (T.2.1, T.2.2, T.2.3, T.2.4,
T.2.5 y T.2.6) para dejar zonas intermedias como
testigos y proceder a su excavación dependiendo
de los resultados que se obtuvieran en el resto de
los sondeos. A su vez estos sondeos se dividieron
en cinco tramos de cuatro metros. Se han excavado
los tramos T.2.2, T.2.5 y T.2.6 (Lám. 4, Fig. 2).
Trinchera 3: de 75 m de longitud por 1,5 m
de ancho, y orientación NE-SO. Al igual que en
el caso anterior, la trinchera se dividió en sondeos
de 20 m de longitud (T.3.1, T.3.2, T.3.3 y T.3.4,
ésta última de 15 m) para dejar zonas intermedias
256
como testigos y proceder a excavarlos dependiendo
de los resultados que se obtuvieran. A su vez estos
sondeos se dividieron en cinco tramos de cuatro
metros. Se han excavado los tramos T.3.1 y T.3.3
(Lám. 5, Fig. 2).
Trinchera 4: de 108 m de longitud por 1.2 m
de ancho, y orientación E-O, excavada con medios
mecánicos ante los resultados negativos de las anteriores y para obtener un muestreo de la parcela
de este a oeste (Láms. 6 y 7, Fig. 2).
Trinchera 5: de 80 m de longitud por 1,5 m
de ancho, y orientación E-O. Al igual que en los
casos anteriores, la trinchera se dividió en sondeos
de 20 m de longitud (T.5.1, T.5.2, T.5.3 y T.5.4),
para dejar zonas intermedias como testigos y proceder a su excavación dependiendo de los resultados que se obtuvieran. A su vez estos sondeos se dividieron en cinco tramos de cuatro metros. Se han
excavado los tramos T.5.1 y T.5.2 (Lám. 8, Fig. 2).
Trinchera 6: de 80 m de longitud por 1,5 m
de ancho, y orientación E-O. Al igual que en el
caso anterior, la trinchera se dividió en sondeos
de 20 m de longitud (T.6.1, T.6.2, T.6.3, T.6.4,
T.6.5 –éstas dos últimas de 10 m– y T6.6) para
dejar zonas intermedias como testigos y proceder
a excavarlos dependiendo de los resultados que se
obtuvieran. A su vez estos sondeos se dividieron en
cinco tramos de cuatro metros. Se han excavado
los tramos T.6.1 y T.6.2 (Fig. 2).
La elección de los tramos excavados de las
trincheras T.1 y T.2 fue determinada por la información aportada en la prospección geofísica previa
realizada en 1997. Así, los resultados de la prospección citada señalaban la posibilidad de la existencia
de un camino en esta zona. Por el contrario los
tramos excavados de la T.3, T.5 y T.6 lo fueron de
forma completamente aleatoria.
3.2. Metodología
El trabajo de campo ha sido realizado mediante la excavación manual de cinco de las seis trincheras –la trinchera 4 se realizó mediante medios
mecánicos–, para lo cual se empleó el «Método
Harris»3 tanto para la excavación como para el registro arqueológico (HARRIS, 1991), acompañado de la documentación fotográfica y planimétrica
de los distintos sondeos.
4. RELACIÓN DE UNIDADES
ESTRATIGRÁFICAS
La realización de los trabajos de excavación
arqueológica en distintos tramos de las trincheras
proyectadas ha permitido documentar la existencia
de tres únicos estratos (UE 1, 2 y 3) que aparecen
en la zona afectada por la futura construcción del
edificio destinado a nueva sede institucional del
Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra.
En beneficio de la sencillez y de la claridad
hemos creído oportuno exponer una sola vez los
rasgos morfológicos del mismo y único estrato
documentado en los distintos tramos de las trincheras (componentes, consistencia, color, textura, etc.), así como ayudarnos del Cuadro 1 para
exponer los datos que son distintos en cada caso
(potencia, cota máxima y mínima), sin repetirlos
monótonamente en cada uno de los cortes, para
de esta forma tener una visión más sencilla y clara
de la realidad del lugar, y evitar en la medida de
lo posible la constante y pesada reiteración de los
mismos datos.
UE 1 – ESTRATO. Sedimento arcilloso de
color castaño oscuro y consistencia alta, con cantos rodados de calibre pequeño, mediano y grande.
Dimensiones: 20 x 1,5 m. Buzamiento: NE-SO.
Presencia de fragmentos cerámicos muy rodados,
sobre todo tejas. Cubre a UE 2. Cronología indeterminada. Estrato de formación geológica muy
alterado por las labores agrícolas (arado). Suelo vegetal.
UE 2 – ESTRATO. Sedimento de consistencia muy alta formado por cantos rodados de pequeño, mediano y gran calibre con matriz arcillosa
de color castaño rojizo. Cubierto por UE 1. No
excavado en su totalidad. Estéril. Nivel geológico. Debemos señalar por su importancia que en
la Trinchera 4 este estrato permite la filtración de
aguas subterráneas, lo que produjo la inundación
casi completa de esta trinchera (Lám. 6).
UE 3 – ESTRATO. Arcillas margosas de color
amarillento verdoso de consistencia alta. Cubierto
por UE 2. Estéril. Nivel geológico, sólo documentado en la Trinchera 4 (Lám. 7).
5. FASES DE OCUPACIÓN
Como ya avanzamos en el apartado anterior
referente al listado de unidades estratigráficas, sólo
documentamos y constatamos la existencia de dos
estratos en las tres trincheras realizadas –tres estratos en el caso de la T.4–.
La UE 1 es la única en la que se han recuperado objetos de cultura material, exclusivamente
cerámicos: fragmentos muy rodados de tejas y en
menor medida de recipientes, difícilmente adscribibles a un periodo histórico concreto por su mal
estado de conservación. En este sentido, tampoco se exhumó ninguna huella o vestigio que nos
hiciera pensar en la existencia de estructuras arqueológicas correspondientes a construcciones o
infraestructuras.
Ante los datos antes expuestos –origen geológico de los estratos documentados y la ausencia de
estructuras arqueológicas– es imposible establecer
fases de ocupación, pues estas fases en ningún momento se han reflejado en el registro estratigráfico
y por lo tanto podemos afirmar que no ha existido asentamiento y/o ocupación, o al menos no
se conserva, durante ningún período histórico o
prehistórico en los terrenos afectados por la futura construcción de la nueva sede institucional del
Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra.
6. CONCLUSIONES GENERALES
Una vez expuestos los datos obtenidos durante
la intervención arqueológica, los resultados son que
en los terrenos afectados por la futura construcción
del edificio para la nueva sede institucional de Madinat al-Zahra no existe yacimiento arqueológico
alguno.
257
NOTAS
1. Decreto 46/1996, de 30 de enero; BOJA N.º 69, de 18 de
junio de 1996.
2. Para la denominación de las trincheras se han empleado un
primer dígito que indica el número de trinchera, un segundo
dígito para señalar el tramo de 20 m en el que se ha subdivi-
258
dido y un tercer dígito para los subtramos de 4 m en los que
se ha divido aquellos (ej. T. 1.2.1).
3. HARRIS, E.C. (1991): Principios de estratigrafía arqueológica.
Barcelona.
Cuadro 1
Trinchera
T.1.2
T.1.2.1
T.1.2.1
T.1.2.5
T.1.2.5
T.2.2
T.2.2.1
T.2.2.1
T.2.2.5
T.2.2.5
T.2.5
T.2.5.1
T.2.5.1
T.2.5.5
T.2.5.5
T.2.6
T.2.6.2
T.2.6.2
T.2.6.5
T.2.6.5
T.3.1
T.3.1.1
T.3.1.1
T.3.1.5
T.3.1.5
T.3.3
T.3.3.1
T.3.3.1
T.3.3.5
T.3.3.5
T.5.1
T.5.1.1
T.5.1.1
T.5.1.5
T.5.1.5
T.5.2
T.5.2.2
T.5.2.2
T.5.2.5
T.5.2.5
T.6.1
T.6.1.1
T.6.1.1
T.6.1.5
T.6.1.5
T.6.2
T.6.2.5
T.6.1.5
UE
Potencia media (cm)
Cota máxima (msnm)
1
2
1
2
24
20*
20
23*
136.01
135.77
1
2
1
2
55
no excavado
40
no excavado
134.93
134.38
1
2
1
2
28
no excavado
23
10*
133.82
133.54
1
2
1
2
21
no excavado
1
33*
133.67
133.46
1
2
1
2
43
no excavado
43
no excavado
134.31
133.88
1
2
1
2
40
no excavado
40
18*
133.61
133.21
1
2
1
2
23
19*
24
11*
134.81
134.58
1
2
1
2
21
30*
20
15*
134.46
134.25
1
2
1
2
35
7*
38
8*
132.90
132.55
1
2
32
3*
132.45
132.13
Cota mínima (msnm)
135.26
135.06
134.61
134.21
133.67
133.44
133.29
133.28
133.94
133.51
133.25
135.85
134.45
134.21
134.14
133.94
132.16
132.24
*Potencia máxima excavada, estrato no agotado.
259
Fig. 1: Ubicación del solar (arriba) y localización de las trincheras en la parcela (abajo).
260
Fig. 2: Características de las trincheras excavadas (arriba) y perfil oeste de la Trinchera 1.2 (abajo).
261
Lám. 1: Localización de la parcela excavada, al fondo Madinat al-Zahra.
Lám. 2: Localización de la parcela vista desde Madinat al-Zahra.
262
Lám. 3: Trinchera 1.2.
Lám. 4. Trinchera 2.
Lám. 5: Trinchera 3.
263
Lám. 6: Trinchera 4, vista desde su extremo oriental.
Lám. 7: Trinchera 4, vista desde su extremo occidental.
264
Lám. 8: Trinchera 5.
Cuadernos de Madinat al-Zahra 6 (2008), pp. 265-274
ISSN: 1139-9996
SEGUIMIENTO ARQUEOLÓGICO REALIZADO EN LOS
TERRENOS OCUPADOS POR EL FUTURO EDIFICIO DE LA
NUEVA SEDE INSTITUCIONAL DE MADINAT ALZAHRA
JUAN IGNACIO CANO MONTERO
Arqueólogo
RESUMEN
ABSTRACT
Ofrecemos aquí los resultados negativos obtenidos en una pequeña intervención arqueológica realizada en los terrenos ocupados por la nueva
sede institucional de Madinat al-Zahra. Dicha intervención, consistente en labores de seguimiento
arqueológico de las tareas iniciales de la excavación
de los terrenos afectados por el proyecto constructivo, se ha realizado para confirmar los resultados,
igualmente negativos, obtenidos tras una excavación realizada en los mismos con anterioridad, así
como verificar la hipotética existencia de restos de
infraestructura viaria de época califal en la zona
afectada. Durante el seguimiento no se han detectado restos materiales que confirmen la hipótesis
planteada inicialmente sobre una parte de la trama
viaria que conectaba Madinat al-Zahra con la ciudad de Córdoba.
We present here the negative archaeological
results from a short archaeological intervention
carried out in the place in which the New Sede
Institucional building for the Madinat al-Zahra archaeological site. The watching brief of the excavation of the first layers in the affected zone was made
in order to confirm the same negative archaeological resulting from a previous archaeological excavation, and, at the same time, to verify the reality of
the hypothetical existence of material remains of
parts the road system created during the Caliphate
to join Madinat al-Zahra and the city of Cordova. No archaeological remains in primary position
have been found during the watching brief, so the
hypothesis of the presence of the road system in
that particular place can not be supported by material evidence any longer.
Keywords:
Palabras Clave:
Época califal, entorno de Madinat al-Zahra,
intervención arqueológica, seguimiento arqueológico, trama viaria, vías de comunicación.
Caliphal Period, Madinat al-Zahra environments, New Sede Institucional buiding, archaeological excavation, watching brief, interurban road
system.
265
1. INTRODUCCIÓN
La construcción del futuro edificio destinado
a nueva sede institucional del Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra se inició en enero de 2004
con el vaciado de los terrenos ocupados por el mismo. Por este motivo se consideró oportuno realizar un seguimiento arqueológico de las labores de
excavación mecánica, centrándose el mismo en los
niveles superiores del terreno hasta alcanzar el nivel
geológico, y en consonancia con el artículo 59 de la
Ley 1/1991, de 3 de julio, de Patrimonio Histórico
de Andalucía y del título I del Decreto 168/2003,
de 17 de junio, por el que se aprobó el Reglamento
de Actividades Arqueológicas.
Los trabajos de campo comenzaron el día 13 de
enero de 2004 y se dieron por concluidos el 23 de
enero de 2004.
Previamente a dicho seguimiento, entre agosto
y noviembre de 2000, se había realizado una Intervención Arqueológica de Urgencia en los mismos
terrenos, cuyos resultados fueron negativos por lo
que respecta a la existencia de ocupación en los terrenos por el futuro edificio (VALLEJO, 2000).
2. UBICACIÓN DE LA ZONA
DE ACTUACIÓN
2.1. Localización: la parcela se encuentran dentro
del ámbito afectado por la declaración como
Bien de Interés Cultural, con la categoría de
Zona Arqueológica, del yacimiento denominado Madinat al-Zahra, en el término municipal
de Córdoba (Decreto 46/1996, de 30 de enero;
BOJA N.º 69, de 18 de junio de 1996); concretamente a unos 150 m al sur de la muralla
meridional de la ciudad califal (Lám. 1; Fig. 1,
arriba).
2.2. Accesos: Por la carretera V-119 (Córdoba a
Trassierra), girando hacia el oeste por el camino
de servicio del canal del Guadalmellato.
2.3. Promotor: Conjunto Arqueológico Madinat
al-Zahra, Consejería de Cultura, Junta de Andalucía.
2.4. Titularidad de los terrenos: Junta de Andalucía.
266
2.5. Características del proyecto constructivo:
edificio soterrado destinado para nueva sede
institucional del Conjunto Arqueológico de
Madinat al-Zahra, incluyéndose la infraestructura de comunicación necesaria entre éste y el
yacimiento arqueológico.
2.6. Dimensiones y características de la parcela: polígono irregular con una superficie de
52.321 m². Se trata de una parcela rústica en
barbecho, libre de cualquier tipo de edificación
(Fig. 1, abajo; Fig. 2, arriba; Lám. 1).
3. DESARROLLO DE LOS TRABAJOS
REALIZADOS
El objetivo del Seguimiento Arqueológico realizado ha sido certificar la inexistencia de vestigios
arqueológicos en la zona afectada por la construcción del edificio destinado a nueva Sede Institucional del Conjunto Arqueológico de Madinat alZahra. Dados los resultados negativos obtenidos en
la excavación realizada en el año 2000, se ha tenido
fundamentalmente en cuenta la posibilidad de la
aparición de algún vestigio de la infraestructura viaria que conectaba Madinat al-Zahra con Córdoba
(BERMÚDEZ, 1993).
La construcción del edificio destinado a nueva
Sede Institucional del Conjunto Arqueológico, al
tratarse de un edificio semi-soterrado, ha supuesto
la excavación y movimiento de un importante volumen de tierras en la parcela ocupada, excavación que
ha alcanzado igualmente una cota muy baja respecto
a la rasante previa de la parcela ocupada. Teniendo
en cuenta la secuencia estratigráfica documentada
en los sondeos arqueológicos realizados en el año
2000 (VALLEJO, 2000), que revelaron la aparición
a cotas muy altas de la estratificación previa al asentamiento humano en el entorno, se decidió que el
seguimiento arqueológico sólo se realizaría de una
forma continua, salvo aparición de vestigios, en la
parte superior del total del paquete de sedimentos
afectado por la excavación.
Teniendo en cuenta estas consideraciones se diseñó una estrategia para el la excavación de la zona
superior de la sedimentación consistente en dos fases:
– Una primera fase consistió en la excavación
de los estratos superiores hasta alcanzar el nivel
geológico de una zanja que discurría diagonalmente, con dirección SE-NW por el cuadrilátero afectado por la excavación y el movimiento de tierras.
Esta zanja, denominada por nosotros “Gran Zanja” (Fig. 1, abajo), fue replanteada mediante estacas
sobre el terreno, con anterioridad al comienzo de
su excavación (Lám. 1). Sus dimensiones fueron de
200 m de longitud por 8 m de anchura (Lám. 2).
Para tener un control espacial de los eventuales hallazgos se dividió longitudinalmente en 10 tramos
de 20 m cada uno, que recibieron una numeración
del 1 al 10 en dirección SE-NW. La profundidad
alcanzada durante la excavación con seguimiento
arqueológico dependió de la aparición de un estrato conformado por un sedimento de consistencia
muy alta formado por cantos rodados de pequeño,
mediano y gran calibre con matriz arcillosa de color castaño rojizo, la UE 2 de la IAU realizada en el
2000 (VALLEJO, 2000), de modo que la aparición
de dicho estrato suponía el final de los trabajos de
Seguimiento Arqueológico. El seguimiento ha afectado, pues, a la excavación de la denominada UE
1 de la IAU realizada en 2000 (VALLEJO, 2000),
un sedimento arcilloso de color castaño oscuro y
consistencia alta, con cantos rodados de calibre pequeño, mediano y grande, de potencia mayor hacia
el SE, alcanzando 1 metro hacia el SE del Tramo
1, y casi inexistente en los tramos ubicados en la
zona occidental de nuestra “Gran Zanja”, donde
escasamente alcanzaba los 5-10 cm. En el extremo
SE además este estrato era mucho más compacto
y oscuro en su color conteniendo menor cantidad
de cantos rodados. Este estrato sí contenía algunos
artefactos, principalmente cerám icos, muy escasos
y rodados, y cuya cronología es difícil de aquilatar.
Los artefactos se recogieron por tramos y su inventario y fotografía (a modo de ejemplo véase Lám.
8) se presentaron en la Memoria Preliminar presentada tras la intervención. Destaca la presencia de
algunos fragmentos de cerámica vidriada, de tejas
y ladrillos macizos así como de una boca de riego
contemporánea, lo que apunta hacia un origen no
muy lejano para la formación de este estrato.
En el Tramo 10 se realizó una cata para comprobar la esterilidad del denominado Estrato 2, e
igualmente en el Tramo 9, ante el afloramiento su-
perficial de arcillas calcáreas (Lám. 7), recogiéndose
una muestra.
En el Tramo 1, junto al arroyo que cruza la
zona de actuación de N a S, procedente de un venero localizado al norte de la misma, se localizó
una acumulación de cantos rodados y algún bloque
de calcarenita, así como ladrillos macizos, sobre un
lecho arenoso, que hemos denominado “Estructura 1” (Láms. 5 y 6; Fig. 2, abajo), la cual interpretamos como un posible reforzamiento del piso para
el vadeo del arroyo. El hecho de que la mencionada
Estructura 1 apareciera parcialmente cubierta por
un cúmulo de grava de mediano tamaño y su cercanía al Canal del Guadalmellato, parece apuntar
hacia la interpretación propuesta, al mismo tiempo que, si bien no podemos precisar su cronología, esos mismos hechos sugieren una cronología
contemporánea, datando quizás su destrucción del
momento de la construcción del mencionado canal.
– Una segunda fase, en la que a la vista de los
resultados negativos del seguimiento de la “Gran
Zanja”, se optó por realizar un seguimiento arqueológico de los 20 cm superficiales en el resto
del cuadrilátero que ocupará el edificio destinado a
nueva sede institucional (Fig. 2, arriba; Láms. 3 y
4). Dado el estado de encharcamiento que presentaba la zona de actuación, lo que imposibilitaba el
acceso de camiones para retirar la tierra movida, se
optó por la formación de cordones de tierra para
ser retirados en cuanto la climatología lo permitiese. Ello motivó que realmente no se realizara el
seguimiento de todo el cuadrilátero ocupado por
el futuro edificio, pues la superficie ocupada por
los cordones de la tierra extraída no fue objeto de
seguimiento. Durante esta segunda fase, llevada
a cabo únicamente con el objetivo de asegurar la
inexistencia de estructuras arqueológicas en la zona
de actuación, no se recogió material arqueológico.
El resultado del seguimiento fue, al igual que en la
“Gran Zanja”, negativo.
4. RESULTADOS OBTENIDOS
Y CONCLUSIONES
El seguimiento arqueológico ahora realizado
ha confirmado las conclusiones de la anterior Intervención, documentándose la misma secuencia
267
estratigráfica, de origen natural, en toda la parcela
intervenida. Así, en el área objeto de seguimiento
arqueológico se documentó un único estrato con
material de origen antrópico, un estrato arcilloso
de color castaño oscuro de consistencia alta, que
presentaba restos cerámicos, principalmente constructivos, muy rodados y con una concentración
muy baja, indicando una clara deposición secundaria. Dado que dicho estrato era más potente hacia
el Oeste de la parcela investigada, perdiéndose hacia el Este de la misma (donde aflora directamente
el estrato geológico de cantos rodados), parece evidente que su formación se debe a la sedimentación
producida por las avenidas del arroyo que corre en
el lado oriental de la parcela, interpretación reforzada por el estado de rodamiento de los escasos materiales de origen antrópico exhumados.
Tan sólo hemos de referir aquí la localización
de escasos restos de un posible pavimento (Fig. 2,
abajo; Láms. 5 y 6) realizado con bolos de cuarcita y
algún fragmento de piedra caliza –“Estructura 1”–,
interpretado como refuerzo para vadear el pequeño
arroyo que limita la parcela en su lado oriental, y
de difícil adscripción cronológica. La proximidad
de esta estructura al canal del Guadalmellato, que
limita la parcela en su lado meridional, explica su
posible destrucción parcial en el momento de construcción del mismo.
268
BIBLIOGRAFÍA
BERMÚDEZ CANO, J. M. (1993): “La trama
viaria propia de Madinat al-Zahra y su integración con la de Córdoba”, Anales de Arqueología
Cordobesa 4, 259-294
VALLEJO TRIANO, A. (2000): Informe de la IAU
realizada en el emplazamiento de la futura Nueva sede institucional del Conjunto Arqueológico
de Madinat al-Zahra. Archivo del Conjunto
Arqueológico de Madinat al-Zahra.
Fig. 1: Ubicación de la zona de actuación (arriba) y Gran Zanja con indicación de tramos objeto de seguimiento arqueológico
(abajo).
269
Fig. 2: Planta: Zona objeto de seguimiento arqueológico (arriba) y detalle de la Estructura N.º 1 (abajo).
270
Lám. 1: Estado de la parcela con anterioridad a los trabajos de excavación.
Lám. 2: Estado de la gran zanja, una vez retirados los aportes superficiales, desde el SE.
271
Lám. 3: Lado E de la superficie de excavación, una vez retirados aportes superficiales.
Lám. 4: Superficie de excavación, una vez retirados los aportes superficiales, desde el W.
272
Lám. 5: Estructura 1, posible pavimento, desde el N.
Lám. 6: Estructura 1, posible pavimento, desde el N. Detalle.
273
Lám. 7: Gran Zanja, Tramo 9: afloramiento de arcillas calizas.
Lám. 8: Gran Zanja, Tramo 9: materiales arqueológicos recuperados.
274
Cuadernos de Madinat al-Zahra 6 (2008), pp. 275-302
ISSN: 1139-9996
RESULTADOS PRELIMINARES DE LA INTERVENCIÓN
ARQUEOLÓGICA PUNTUAL EN UN SECTOR DEL MURO
NORTE DE LAS VIVIENDAS FRONTERAS A LA MEZQUITA
ALJAMA DE MADINAT ALZAHRA
JUAN IGNACIO CANO MONTERO
Arqueólogo
RESUMEN
ABSTRACT
Tras el desplome en 2002 de un sector del muro
norte de las Viviendas Fronteras a la Mezquita Aljama de Madinat al-Zahra, se realizó una Intervención Arqueológica Puntual previa a la restauración
del sector de muro desplomado. Presentamos aquí
una primera interpretación de los datos obtenidos
en el proceso de excavación. Se han constado la presencia de 7 fases arqueológicas en la zona estudiada,
de las que las dos primeras pertenecen a dos momentos constructivos datables en época califal, documentando muy claramente cambios en la trama
urbana inmediata a la zona palatina de la ciudad,
que parece vinieron motivados por la reordenación
de los espacios que acompañaron a la construcción
del Salón Rico. Se han documentado técnicas edilicias distintas a las habitualmente constatadas en el
Alcázar, así como una fase de destrucción atribuible
a los momentos finales del califato.
After the 2002 collapse of part of the northern wall in the houses near the Main Mosque at
Madinat al-Zahra site, an archaeological excavation was carried out before the restoration works
in the collapsed wall were made. We present here
a preliminary interpretation of the data gathered
during the excavation process. Seven archaeological phases have been defined, two of them being
dated in the Caliphal Period. Both phases are
constructive ones, and both of them document
changes in the urban design beside the Palatial
zone of the city, which seems to be explained by
the spatial reorganization made as the result of
the decision to build the so-called “Salón Rico”.
Building systems different to the usual ones recorded at the Alcázar, and a destruction phase
dating from the last part of the Caliphal Period,
have been also documented.
PALABRAS CLAVE
KEYWORDS
Época califal, Madinat al-Zahra, intervención
arqueológica, viviendas fronteras a la Mezquita
Aljama, secuencia estratigráfica, trama viaria, sistemas constructivos, evolución urbana, destrucción
de la ciudad, restauración del patrimonio
Caliphal Period, Madinat al-Zahra, archaeological excavation, houses near the Main Mosque,
stratigraphy, road system, building system, urban
change, collapse of the city, heritage restoration.
275
1. INTRODUCCIÓN
El desplome de un muro de la Vivienda Frontera a la Mezquita Aljama de Madinat al-Zahra
(Lám. 1), ocurrido como consecuencia de las intensas lluvias caídas en el invierno de 2002 (Lám.
2), motivó la redacción de un Proyecto de Intervención Arqueológica de Urgencia, como paso previo a las obras de consolidación y restauración del
mencionado muro. Tramitado el proyecto, finalmente fue autorizado como Intervención Arqueológica Puntual (IAP) por la Dirección General de
Bienes Culturales de la Consejería de Cultura de la
Junta de Andalucía con fecha de 16 de diciembre
de 2002.
El objetivo de la Intervención era el documentar con metodología arqueológica la mencionada
estructura, comprobar el grado de conservación de
la misma y liberar el trasdosado del muro del empuje de las tierras superiores, todo ello en virtud de
los artículos 52.2 y 59 de la Ley 1/1991, de 3 de
julio, de Patrimonio Histórico de Andalucía; y del
artículo 1.3 y del título IV del Decreto 32/1993,
de 16 de marzo, por el que se aprobó el Reglamento de Actividades Arqueológicas.
La IAP comenzó el 4 de diciembre de 2003
y se dio por finalizada el 13 de enero de 2004. La
intervención se vio afectada por algunas interrupciones fruto de las intensas lluvias caídas durante
los primeros días en los que tuvo su desarrollo.
Tras la intervención propiamente dicha, y
ante los resultados que había ofrecido, decidimos
la realización de dos pequeños sondeos de reducidas dimensiones para confirmar algunas cuestiones
que fueron suscitadas durante el mes que duró la
excavación (a lo que nos referiremos de ahora en
adelante como 1ª Campaña de la IAP), así como
la excavación de un testigo dejado al sur del corte
con el fin de poder estudiar con más detenimiento
la estratigrafía del mismo. Estos sondeos, amén de
la excavación detenida del testigo no excavado durante el mes de diciembre y enero, fueron realizados con anterioridad al proceso de consolidación y
restauración del muro desplomado, concretamente
entre el 2 de junio y el de 1 de julio de 2004 (a lo
que llamamos 2ª Campaña de la IAP)1.
La zona intervenida se encuentra en el yacimiento de Madinat al-Zahra, al NW de la Mez276
quita Aljama de la ciudad califal, en la vivienda situada al otro lado de la calle que circunda la citada
mezquita, en concreto sobre el muro de contención NW de dicha vivienda (Figs. 1 y 2; Lám. 1; la
Lám. 3 ilustra el área a excavar en el momento de
comenzar la intervención).
Madinat al-Zahra es una ciudad islámica cuyo
perímetro amurallado encierra una superficie de
unas 112 ha, parcialmente excavada. Los restos exhumados pertenecen casi en su totalidad al Alcázar,
ocupando una extensión de unas 10 ha aproximadamente, y el sector de la Mezquita Aljama de la
ciudad y unas viviendas situadas al NW de ésta
(VALLEJO, 1995).
2. METODOLOGÍA
En el Proyecto de Intervención se establecían
dos objetivos fundamentales de la excavación para
la que se solicitaba autorización:
1.- La documentación de la secuencia estratigráfica correspondiente a la construcción del muro
de contención NW de la vivienda frontera a la
Mezquita Aljama de Madinat al-Zahra (Figs. 1
y 2), así como sus características constructivas:
dimensiones reales, aparejo, módulo de los sillares empleados.
2.- Conocimiento real del estado de conservación
de la estructura de aterrazamiento, con vistas a
futuras actuaciones en otros tramos de mismo
muro.
Para la consecución de dichos objetivos se diseñó una metodología comprendida en tres fases
de actuación:
Fase 1: donde se acometerían los trabajos de campo mediante la excavación manual del sondeo programado, para lo cual se aplicaría
el «método Harris» tanto para la excavación como para el registro arqueológico
(HARRIS, 1991); así como la documentación fotográfica y planimétrica del sondeo
(BETTESS, 1992). El sondeo no se daría
por concluido hasta agotar los niveles arqueológicos relacionados y sus dimensiones iniciales podría verse reducidas o aumentadas si los resultados del mismo así lo
aconsejara, o lo dictaminase el arqueólogo
inspector designado para esta IAP.
Fase 2: lavado, inventariado y embalado de todos aquellos objetos de cultura material
recuperados durante el proceso de excavación, atendiendo para ello a la distinta
naturaleza de los materiales exhumados
(WATKINSON, NEAL, 2001). El lavado
e inventariado del material se ejecutaría a
la par que los trabajos de campo; así, en el
momento en el cual existiese un volumen
de material considerable un operario llevaría a cabo el proceso de lavado.
Fase 3: realización de un informe con los resultados de la IAP tras la finalización de la excavación.
Las fases previstas en el Proyecto de Intervención se han realizado, como ya hemos documentado en la Introducción, en dos campañas, de
manera que tras la primera de ellas y a la vista de
los resultados obtenidos, y una vez inventariado
el material mueble exhumado, se hizo necesaria y
pertinente la realización de dos pequeños sondeos
y la excavación de un testigo no excavado durante la 1ª campaña de la IAP. Posteriormente a esta
segunda campaña se llevó a cabo la consolidación
y restauración del muro desplomado que motivó
la Intervención, así como la construcción de un
muro nuevo tras él, con la función de estabilizar
la sedimentación arqueológica situada tras el muro
restaurado con el fin de evitar futuros desplomes de
origen gravitatorio.
Se ha realizado una intensa labor en lo relativo al material mueble exhumado, consistente en el
lavado e inventario preliminar del mismo. Junto a
ello, se ha realizado la documentación fotográfica,
consistente en una fotografía por bolsa, de todos
los materiales muebles recuperados. La mayoría de
estos pertenecen a la categoría de material constructivo, concretamente tejas de cronología califal
(como ejemplo, véase, Lám. 26). Este material,
habitualmente poco estudiado, cuando no descartado totalmente, durante los mismos procesos de
excavación, ha sido objeto de una atención particular por nuestra parte. Ello ha sido así debido a
la naturaleza de derrumbes de techumbres de las
unidades estratigráficas a las que mayoritariamente
pertenecen. Se han reconstruido numerosas tejas
en base a los fragmentos exhumados, tomando medidas y realizando observaciones de visu que permitiesen en un futuro próximo la realización de un
categorización de estos elementos de cultural material que habitualmente no son objeto de estudios
concretos. Dado el gran volumen de material constructivo exhumado, una vez lavado y obtenidos los
datos pertinentes para un estudio futuro, un buen
porcentaje de ellos ha sido reenterrado en la misma
zona excavada, durante el proceso de consolidación
y restauración llevado a cabo una vez terminada la
2ª Campaña de la IAP.
Algunas de las piezas obtenidas han pasado al
Taller de Restauración del Conjunto Arqueológico
de Madinat al-Zahra, en el que han sido objeto de
restauración (ejemplo de lo cual es el ataifor en verde-manganeso ilustrado aquí en un momento intermedio de su proceso de restauración (Lám. 27).
La relación del material obtenido, conservado
en bolsas, se detalló en el Anexo C de la Memoria Preliminar de la Intervención; del proceso de
inventario y tablas por tipo de material exhumado, así como del material finalmente reenterrado
y la ubicación final del mismo se da cuenta en un
Apéndice que acompañaba a la Memoria Preliminar de la Intervención.
Se han tomado muestras de sedimento de las
unidades de sedimentación anteriores a la fase
identificada como de saqueo y expoliación del yacimiento, así como también muestras de sedimento
para posible análisis polínico.
Todo el material mueble exhumado ha sido depositado en el Conjunto Arqueológico de Madinat
al-Zahra, ya sea en sus almacenes de material procedente del yacimiento, ya en el mismo yacimiento, reenterrado en la zona objeto de intervención.
En lo relativo a la estrategia de la excavación
arqueológica, definida como la realización de un
sondeo dispuesto al NW del muro de contención
de la vivienda que ya hemos indicado (Lám. 1),
con unas dimensiones de 11,5 metros de largo por
3,5 m de ancho, advertimos aquí que fue alterado
desde el comienzo mismo de la intervención arqueológica. Los cambios fueron motivados fundamentalmente por la fuerte pendiente de la terraza
en la que había que trabajar, lo que aconsejó, en
aras de reducir los riesgos personales derivados la
277
actividad, ampliar la anchura del sondeo hasta acoger la totalidad de la pendiente que se encuentra
al NW del muro desplomado, con el fin de eliminar los niveles superiores de sedimentación, en
posición inestable debido a su naturaleza así como
a la incapacidad de predecir la ausencia de lluvias
desestabilizadoras de la pendiente dada las fechas
en la que comenzamos la intervención, y dotar de
estabilidad, mediante la realización de bancales, a
dicha pendiente, evitando así un más que probable
derrumbamiento en el transcurso de la excavación.
La ampliación de la achura del Sondeo motivó la
reducción de la longitud del mismo a fin de adecuarnos al tiempo disponible para la realización de
la intervención. No obstante, esta reducción en la
longitud del sondeo se adecuó a las dimensiones
del muro desplomado que había motivado la intervención.
De esta forma, el sondeo inicialmente previsto,
se convirtió en un Corte (Figs. 1 y 2) de forma
aproximada cuadrada (Fig. 3; Lám. 3), y dimensiones de 7,50 m en su lado NW; 8,64 m en su
lado NE; 7,98 m en su lado SE y 8,80 m en su
lado SW, adaptándose las mismas tanto a la longitud del muro desplomado como a la anchura de la
pendiente de la terraza que ocupaba su trasdosado.
En este Corte, se excavaron 5 bancales escalonados,
hasta llegar a una distancia que pareció apropiada
para acometer una excavación en profundidad en la
sedimentación que ocupaba el trasdosado del muro
desplomado. Este espacio rectangular, de lados de
7,73 x 3,90 x 7,98 x 3,99 m, ha sido denominado
Cata; ante la aparición de un nuevo muro más o
menos paralelo al muro desplomado, se optó por
no excavar al NW del nuevo muro, de forma que
se dejó en testigo una franja rectangular en el lado
NW de la Cata sin excavar (la última UE excavada
en este testigo fue la 11) una vez alcanzada la fase
de abandono y destrucción del yacimiento. Con
posterioridad, en la segunda campaña se realizaron
dos sondeos en la zona entre el muro desplomado
y el muro paralelo a él a su NW, con el objetivo de
dilucidar la cronología de este último y asegurar
las hipótesis conformadas durante la excavación en
relación a la existencia de un pavimento previo a
la construcción del muro desplomado. Las dimensiones de dichos sondeos han sido de 2 x 0,90 m
el Sondeo 1 y de 1,5 x 0,75 m el Sondeo 2. Las
278
denominaciones anteriores (Corte, Bancal, Cata y
Sondeo) se han usado utilizado en las descripciones
de las unidades estratigráficas (UUEE)2 y en la procedencia de los materiales incluidos en cada bolsa3.
Como hemos señalado anteriormente la variación en la estrategia de excavación respondió a
la necesidad de extremar las medidas de seguridad
durante la ejecución de los trabajos, no habiéndose
por ello traicionado los objetivos iniciales de la Intervención Arqueológica.
La aplicación de la metodología aquí explicitada ha permitido la determinación tipológica de
las estructuras aparecidas, la reconstrucción del
proceso de formación del yacimiento, así como la
recuperación de datos relativos a la evolución de la
ocupación en la zona de la ciudad donde ha tenido
lugar la IAP, e información que han ayudado a la
consolidación y restauración del muro cuyo desplome motivó la Intervención.
3. PERIODIZACIÓN. SECUENCIA
ESTRATIGRÁFICA
La excavación de las distintas unidades de estratificación con el registro de sus relaciones estratigráficas y la toma de datos relativos a su composición y altimetría permite establecer una periodización aproximada de las distintas actividades constructivas y destructivas llevadas a cabo en el lugar
objeto de estudio a lo largo del tiempo. En este
sentido, hemos de señalar que la periodización que
proponemos no se verá confirmada hasta que no se
haga un estudio detallado de la cultura material exhumada, fundamentalmente del registro cerámico
de la excavación, por lo que, insistimos en el carácter provisional de la periodización propuesta. Un
estudio preliminar del material mueble exhumado
en el transcurso de la excavación ha confirmado
plenamente la periodización propuesta, aunque,
insistimos, la confirmación de esta ha de esperar a
los resultados de un concienzudo estudio del material mueble. No obstante, las relaciones estratigráficas son fundamentales a la hora de adscribir las
distintas UUEE a una fase concreta de la evolución
histórica del solar. La secuencia estratigráfica, es
pues, la base de toda periodización.
Hemos organizado la periodización con base
en dos categorías principales, periodo y fase; la
primera de ellas, periodo, atiende a un concepto
histórico en su definición, y la segunda a unos criterios puramente arqueológicos.
Se han distinguido 7 fases de ocupación que
han sido agrupadas en 4 periodos, adoptando para
ello los grandes periodos históricos establecidos
generalmente para la historia del yacimiento y su
entorno.
En la descripción que sigue hemos usado convencionalmente una orientación arbitraria que
consiste en atribuir a cada límite de nuestro corte,
más o menos cuadrangular, una orientación relativa, de manera que tenemos un lado N (en realidad
NE), otro S (SW), otro W (NW) y otro E (SE). Las
orientaciones absolutas pueden obtenerse a partir
de los planos que acompañan el presente trabajo.
En el listado de UUEE presentadas en el Anexo
A de la Memoria Preliminar, se le atribuye a cada
UE una cronología. Igualmente la periodización
propuesta, se representa igualmente en la Matriz
Harris (Anexo B de la Memoria Preliminar) que se
ofrece como diagrama cronológico de la secuencia
estratigráfica que a continuación se explica sucintamente.
3.1. Periodo geológico
En este periodo hemos situado la Fase 0, a la
que pertenece la Unidad geológica documentada.
– FASE 0
A esta fase pertenece una UE, la 40, que conforma el nivel geológico, arqueológicamente estéril. Se trata de las arcillas rojizas típicas del subsuelo geológico de Córdoba y su entorno. Presentan
intercalados algunos fragmentos de esquisto de
pequeñas y medianas dimensiones, procedentes de
materiales geológicamente más antiguos de Sierra
Morena. La gran compactación de estas arcillas explica su alta dureza. En nuestra intervención han
sido documentadas solamente en el perfil E de
nuestra Cata, en su mitad sur, justo por debajo de
la UE 24, en una zona muy limitada. No se ha documentado su buzamiento en la intervención, aunque indirectamente podemos concluir en que fue
NW-SE. Sólo se limpiaron y se picaron un poco
para asegurarnos que estábamos ante un estrato arqueológicamente estéril de arcillas.
3.2. Periodo califal (siglo X) (Figs. 7 a 13;
Láms. 1 y 10 a 25)
En este periodo hemos documentado dos fases constructivas en la ocupación de época islámica
califal que tiene lugar en la zona del yacimiento
de Madinat al-Zahra excavada en nuestra intervención. Se trata de las dos únicas fases de ocupación documentadas en la excavación, identificables
como fases de actividad constructiva. La primera de ellas supone igualmente la primera fase de
ocupación documentada en la intervención. En
conjunto suponen la ocupación mediante la construcción de una zona pavimentada, posiblemente
de acceso común, y probablemente identificable
como la prolongación de la calle que rodea al N
la Mezquita Aljama de Madinat al-Zahra, y su alteración posterior debido a la ocupación de parte
de esta zona pavimentada de una ampliación hacia
el N de la llamada vivienda frontera al NW de la
Mezquita Aljama, lo que supuso la amortización de
algunos tramos de la calle, así como la eliminación
de la zona pavimentada propiamente ocupada por
la ampliación de la mencionada vivienda.
Durante la excavación, nos hemos visto obligados a numerar algunas estructuras que no se situaban propiamente dentro de nuestro Corte, pero
que, necesariamente debían ser tenidas en cuenta
para la interpretación de la secuencia estratigráfica,
dado que hemos excavado al NW de un muro que
delimitaba un espacio también a su SE, existiendo
relaciones entre unidades estratigráficas a ambos
lados del mismo.
– FASE 1
Supone la adecuación del sustrato geológico
existente mediante una regularización de su superficie (UE 54) y la construcción de la vivienda frontera a la Mezquita Aljama, para lo que se cavó una
zanja (UE 50) en las arcillas que sirvió para levantar
el muro de sillería 21, límite N de la mencionada
vivienda. Al N de esta, y sobre las arcillas regularizadas, se extendió un pavimento (UE 24) de sillares de calcarenita y mampuestos de esquisto azul
ocupando los espacios entre los sillares. Este pavimento ha sido documentado en la excavación en
tres zonas concretas: bajo el muro 15 (de la Fase 2),
al que sirvió de cimentación (UE 24) y en los dos
sondeos practicados al NW (UE 38 y 35) de dicho
279
muro 15. Al SE de este muro 15, la observación de
las estructuras allí excavadas en la década de los 70,
permite identificar hipotéticamente algunos sillares de orientación y buzamiento distintos a los de
su contexto inmediato, como probables restos de
esta pavimentación original. Este pavimento (UE
24=35=38), pese a la poca extensión de él que ha
podido ser documentada en nuestra intervención
(ver Figs. 8 y 11), presenta un evidente paralelo
en los pavimentos que rodean el espacio ocupado
por la Mezquita Aljama de Madinat al-Zahra, y
es probable que fuese continuación del paralelo al
lado norte de la misma. El buzamiento del pavimento documentado es SW-NE, lo que refuerza
esta interpretación. Con respecto a su límite norte,
no hemos podido documentarlo directamente en
nuestra intervención, aunque una estructura conformada por dos sillares calizos (UE 19) (Lám. 18),
bien pudieran tratarse, dada la cota a la que se han
documentado y al hecho de que su anchura, aunque no la conocemos de manera precisa, excede a
la del muro 18 que se le superpone, de su límite
norte, marcando un posible andén de sillería (en
contra de esta interpretación estaría la orientación
paralela al pavimento 24 de ambos sillares, algo
escasamente documentado en los andenes perimetrales hispanomusulmanes). Esta estructura 19 ha
sido pobremente documentada, pues su excavación
consistió básicamente en su limpieza.
En resumen, de esta primera fase de ocupación
se han conservado evidencias de la construcción de
la vivienda frontera a la Mezquita Aljama, de un
pavimento, posiblemente de calle, y, de un probable andén que cerraría esta calle al norte.
En relación a la cronología de esta fase, dado
que no hemos excavado bajo ella, y que de acuerdo
nuestra lectura del perfil provocado por la interfacie 49 de la fase siguiente, se asienta en el nivel geológico, no contamos con una fecha post quem. Pese
a ello, su coincidencia tanto en materiales como
en diseño con las calles que rodean a la Mezquita
Aljama, así como la fecha ante quem obtenida de
los rellenos que supusieron su amortización en la
fase siguiente, nos permiten situarla fácilmente en
un momento cercano al inicio de las obras de construcción de Madinat al-Zahra, muy posiblemente
en el mismo momento de construcción o inmedia280
tamente posterior a la construcción de la Mezquita
Aljama (936-940).
– FASE 2
A esta fase pertenecen el mayor de número de
las UUEE documentadas en la intervención. Se
trata de una segunda fase de actividad constructiva,
para la cual se amortizó el pavimento 24=35=38
de la fase anterior, dando lugar a un nuevo uso del
espacio, que al sur del muro 15 (el muro cuyo desplome motivó la IAP) consistió en la ampliación de
la vivienda frontera al NW de la Mezquita Aljama,
y al norte del mismo la construcción de un pasillo
entre este muro 15 y un nuevo muro (UE 9), con
un pavimento a una cota sensiblemente superior a
la de los pavimentos de la vivienda frontera.
Lo que hemos detectado en la intervención es
que el pavimento 24=35=38 de la Fase 1 se cortó
(UE 49) verticalmente y se desmontó totalmente
al E del muro 15, mientras que fue amortizado
(aunque también sufrió cierta destrucción, con las
UUEE 55 y 59) al W y bajo el mismo muro 15.
Para decirlo sencillamente, al E del Muro 15 se destruye el pavimento y al W se rellena.
La interfacie 49 marca el límite NW al que llegó
la destrucción completa del pavimento 24=35=38;
sobre este límite se levantó un muro de sillería a
soga y tizón, de unos escasos 50 cm de anchura que
se adaptó en su hilada inferior al buzamiento del
pavimento que amortizó, por lo que su fábrica no
es todo lo regular que pudiera esperarse al tratarse
de Madinat al-Zahra, aunque es obvio que estamos
en una zona externa al Alcázar. Este muro 15 se
entregaba al muro 21 de la fase anterior de doble
anchura a la del nuevo muro 15, y al muro 20 que
es construido también paralelo al 21, para lo que se
rompe el andén 19 con la zanja 60. Los tres muros
(21, 15 y 20) delimitan una habitación pavimentada con mortero de cal pintado a la almagra (UE
22), y revestidos sus paramentos igualmente con
mortero de cal pintado con un zócalo rojo almagra
de unos 63 cm de altura, y blanco el resto. En esta
habitación, en su lado sur corrió un probable andén de sillares (UE 23), que también fue revestido
por el pavimento 22.
Al norte del muro 20, sobre la estructura 19
se levantó un muro de sillería 18 (Lám. 17) –de
anchura poco mayor que 15– y que muy proba-
blemente se entregaba al muro 20, aunque esta relación la hemos perdido debido a la destrucción
parcial del muro 18, fruto con mucha probabilidad
del desplome del muro 15 que también lo afectó y
de los efectos de las excavaciones llevadas a cabo en
la década 1970.
Como resultado de lo señalado hasta ahora,
se formó en esta fase un límite constituido por las
caras occidentales de los muros 21, 15, 20 y 18.
A occidente de esta línea se respetó el pavimento
24=35=38 de la fase anterior, aunque desde luego fue afectado por la interfacie de arrasamiento,
que en ese espacio ha sido documentada en los
dos sondeos practicados, y numerada como UE 55
(Sondeo 1) y UE 59 (Sondeo 2). La UE 55 supuso igualmente el corte vertical del pavimento 38
(=24=35) en la mitad N del Sondeo 1, al sur del
cual se ha documentado una estructura de mampuestos más o menos regulares de calcarenita (UE
56) que conforma un espacio libre de obra alargado en el que la presencia de un sedimento oscuro
de contenido orgánico (UE 30) hace posible su
identificación con una canalización. Al sur, en el
perfil que se ha limpiado sobre el posible anden 19
de la fase anterior, se observa un relleno de piedra
caliza, tejas, esquisto y algún ladrillo (numerada
igualmente como 56) que parece ser la infraestructura para la canalización conformada por una teja
(UE 57) cubierta por una losa de calcarenita (UE
58). Esta última canalización parece dirigirse hacia
la posible canalización documentada en el Sondeo
1, lo que confirma igualmente la consideración de
las respectivas cotas, mas altas las de la canalización 57 que las de la canalización conformada por
las UE 56 y la interfacie vertical 55 que corta al
pavimento 38, así como el fuerte buzamiento que
presenta la base de la canalización 57.
A una distancia aproximada de 1,60 metros de
la línea formada por las caras occidentales de los
muros 21, 15, 20 y 18, se levantó sobre una cimentación de tierra con cal, muy dura (UE 33=36),
tras haber regularizado la superficie del pavimento
35=38, mediante la UE 34=37, el muro 9, constituido por mampostería de grandes mampuestos calizos, mampuestos de esquisto, y algunos sillares de
calcarenita (Fig. 11). La composición de este muro,
hace pensar en una reutilización de materiales del
pavimento de la fase anterior, pues son los mismos
que dominan en la composición del pavimento
24=35=38.
El espacio entre el muro 9, una vez levantado,
y la línea formada por las caras occidentales de los
muros 21, 15, 20 y 18 (estas dos últimas, que son
las que hemos podido documentar en la intervención, no careadas a plomo, lo que puede observarse
en el Fig. 12) se rellenó entonces con tierra en la
que abundaban los restos constructivos, como restos de mortero de cal, tejas, fragmentos de caliza
violácea con mortero de cal adherido, etcétera; así
como algunos fragmentos de cerámica. Todos estos
rellenos (UUEE 26, 27=32, 28, y 29) levantaron el
nivel, con respecto al pavimento 24=35=38, a una
cota media de 183,20 cm, amortizando dicho pavimento definitivamente. Sobre dichos rellenos se
dispuso un pavimento de tierra (UE 25=31) batida
con abundancia de mortero de cal, utilizado con
profusión sin duda para dotarlo de consistencia.
En el muro 9 se labró una canaleta vertical (UE
46) para albergar una canalización de atanores (UE
45) que muy probablemente recogía agua de las
techumbres que apoyaban en dicho muro. Esta canalización es con casi total seguridad la misma que
hemos llamado UE 43, para cuyo tendido se cavó
una pequeña zanja (UE 44) en los rellenos entre los
muros 9 y 15, cubierta después por un sedimento
arenoso (UE 42) y por una gruesa capa de mortero
de tierra y cal, muy similar al usado en la cimentación del muro 9. Desconocemos la dirección que
tendría esta canalización, que se interrumpe al llegar al muro 9, pero es probable que abasteciera la
cisterna que existe en la ampliación de la vivienda
frontera a la Mezquita Aljama, pues de hecho en
el andén 23 existe un rebaje longitudinal en sus sillares que pude interpretarse como asiento de una
canalización de atanores.
En el lado norte del pasillo conformado entre el muro 9 y los muros 21, 15, 20 y 18, se
dispuso, sobre el pavimento 25, un rebanco de
sillarejos (UE 13), enlucido con mortero de cal
(UE 12) cuyos sillarejos presentan evidencias de
un posible agujero que al coincidir verticalmente
con la canalización de teja 57 anteriormente descrita, nos hace pensar en que por ahí pasaría otra
canalización de atanores, que recogería agua de la
techumbre sostenida por el muro 18. No obstante, ante la existencia de un rebanco 13, cabe la
281
interpretación de que estemos ante una letrina,
aunque esta última interpretación es mas dudosa
dado el relleno encontrado al final del recorrido,
en la canalización descrita anteriormente entre el
pavimento 38 y la estructura 56; concretamente
nos referimos a la existencia de un estrato de tejas
(UE 29) colmatando dicha canalización sobre el
relleno orgánico 30.
En resumen, en esta segunda fase, tiene lugar
la construcción en la zona de nuestra intervención, de una ampliación de la vivienda frontera a
la Mezquita Aljama, al NW de la cual se dispuso
un pasillo sobreelevado, delimitado por el muro 9,
fruto del relleno con diverso material constructivo.
Igualmente, se dispuso la evacuación de las aguas
pluviales de las techumbres, recogidas mediante
canalizaciones, y la infraestructura para la salida o
almacenamiento de esas aguas.
En el listado de unidades estratigráficas se han
atribuido estas UUEE a dos subfases, 2A y 2B,
siendo la distinción entre ambas, únicamente que
se trate de las UUEE que forman parte de la una
primer momento constructivo en que se levantaron los muros 9 y 15, 20 y 28, así como la infraestructura que supone la canalización 57, y aquellas
otras que son unidades que se superponen a las anteriores, y que son el relleno del espacio delimitado
entre el muro 9 y los muros 21, 15, 20 y 18. Aunque constructivamente podemos tratarlas como
dos subfases, realmente constituyen una sola fase, y
no tiene mucho sentido la distinción por lo que no
la hemos utilizado en esta explicación.
En lo relativo a la cronología, viene esta en primer lugar determinada por la datación plenamente califal de los materiales hallados en los rellenos,
así como por la edilicia de los muros de la ampliación de la vivienda frontera. El muro 9, que presenta un aparejo ciertamente atípico en Madinat
al-Zahra, dado que los materiales cerámicos que
componen los rellenos que se le entregan, aunque
muy escasos dadas las reducidas dimensiones de
los sondeos en los se han excavado, no pueden
ser llevados a momentos posteriores al califato.
Su aparejo se puede explicar no obstante por dos
circunstancias: la primera, claramente constatable, es la reutilización de material proveniente de
la destrucción del pavimento 25=35=38, lo que
igualmente está avalando una cronología similar a
282
la otorgada a los muros 15, 20 y 18; la segunda, el
hecho de que se trate de un muro que realmente
no fuera visible dado que quedaría oculto por la
vivienda frontera a la Mezquita Aljama. A favor
de una misma data de construcción tanto para el
muro 9 como de los muros 15, 20 y 18 está el
hecho de que los mismos rellenos se entregan a
los ambos muros, y sobre todo, que la línea occidental formada por la cara de los muros 15, 18 y
20 no presenta un careado vertical a plomo bajo
el nivel del pavimento 25=31, lo que claramente pone de manifiesto que en el momento de su
construcción se tenía previsto que dicha cara no
fuese vista, motivo por el que no se cuido su careado. Su aparejo atípico no debe ser motivo suficiente para poner en duda una cronología califal,
dado que, en primer lugar, estamos en una zona
de Madinat al-Zahra exterior al Alcázar de la ciudad, y, en segundo lugar, otros ejemplos de aparejos no regulares de piedra, bien es verdad que
escasos, han sido documentados precisamente en
el entorno inmediato de la zona intervenida.
La cronología califal de esta fase constructiva
viene, en último término, dada por los estratos que
cubrían al pavimento 25, pertenecientes a la fase
siguiente, y cuyos materiales fechables son claramente califales, marcando un claro terminus ante
quem para esta Fase 2.
Pensamos que esta segunda fase pudo darse en
un momento del tercer cuarto del siglo X.
3.3. Periodo postcalifal (siglo XI) (Figs. 5, 6, 9
y 10; Láms. 6 a 10, 24 y 25)
En este periodo hemos reconocido una fase en
la que tiene lugar el abandono y la destrucción de
las estructuras excavadas, con la consiguiente ausencia de ocupación, al menos, en esta zona del
yacimiento. Aunque la hemos encuadrado en el
periodo postcalifal, realmente su fecha debió coincidir con la data histórica que tenemos para las primeras destrucciones y saqueos llevados a cabo en
Madinat al-Zahra, o en momentos inmediatamente subsiguientes. En todo caso, es muy probable
una datación del siglo XI, posterior a 1009, para
esta Fase 3. Los materiales cerámicos exhumados
avalan esta datación, pues no hemos encontrado
ítem alguno de una cronología postcalifal.
– FASE 3
Esta fase supone el abandono del espacio surgido al NW del muro 15 en la fase anterior, así como
el derrumbe de las techumbres de las estructuras
aledañas y de los mismos muros 15 y 9 construidos
en la fase anterior. Por último, la conformación de
un estrato de abandono con actividad orgánica sobre estos derrumbes marca el definitivo abandono
del sitio, al menos en la zona intervenida. Con posterioridad a esta fase no tenemos mayores evidencias de la ocupación estable del lugar, pues la fase
siguiente no supone sino una ocupación no estable,
fundamentada únicamente en el uso del yacimiento como cantera de materiales constructivos.
Esta fase se inicia con la formación de un estrato de abandono, de tierra arcillosa con restos de
carbones y huesos de animales (UE 16) a la par que
abundantes restos cerámicos (muchos de ellos pertenecientes a varios vasos cerámicos de los que se
conserva un alto porcentaje de la pieza), que en su
mayoría fueron hallados cercanos al rebanco 13 de
la fase anterior, sugiriendo un posible uso de este.
Dichos materiales son plenamente califales, y entre
ellos hemos recuperado fragmentos de marmitas,
jarras y jarros, y singularmente un ataifor, conservado casi completamente, aunque fragmentado,
del Tipo I de Escudero (ESCUDERO, 1991). Sobre este estrato 16 se superponen estratos de derrumbe de techumbre y muros (UE 8 y 10), entre
los que se intercala un estrato arcilloso con abundante picadura de esquisto (UE 47), de interpretación no aclarada por el momento. Cubriendo el
estrato 8, así como la interfacie de destrucción (UE
51) del muro 9 y la canalización 45, se disponía
el estrato 39, que presentaba también abundantes
restos cerámicos, aunque estos sin la conexión de
los hallados en la UE 16, sugiriendo un estrato de
formación lenta con base en materiales procedentes
de otras zonas del yacimiento. Entre los materiales
provenientes de este estrato 39, destaca una base de
ataifor en verde y manganeso con la representación
de una cabeza humana (Lám. 28).
Tanto el estrato 10 como el 8 son el producto
de los derrumbes de los muros 9 y 15 y sus techumbres sobre el espacio pavimentado entre ambos en
la fase 2. La UE 10 parece provenir del derrumbe
de la línea de muros 21, 15, 20 y 18 dado que las
tejas presentan una dirección general con las partes
más anchas hacia el NW, lo que parece indicar que
provienen de un tejado con buzamiento SE-NW,
seguramente el tejado de la vivienda frontera en su
vertiente occidental. No obstante junto a las tejas
han aparecido restos de mampuestos calizos que
son más propios del muro 9, particularmente uno
que apareció con el rebaje para la canaleta 46, destinada a albergar la canalización de atanores 45, en
el muro 9. En el estrato 8, no existe una dirección
aparente de las tejas que componen el derrumbe,
pero sí parece estar claro que las abundantes piezas
de sillería pertenecen a la destrucción de los muros
15, 20 ó 18.
En todos estos niveles ha aparecido bastante
cerámica, aunque la mayoría proviene del estrato
16. No obstante suponen los estratos más ricos en
material mueble de la excavación. Las tejas exhumadas responden a una tipología variada, aunque
existe un tipo que resulta más frecuente (Lám. 26),
con pastas rojizas o amarillentas, o ambas. Un estudio detenido de los datos obtenidos en las mediciones llevadas a cabo en las tejas que se han podido reconstruir permitirá aquilatar la definición de
estos tipos.
La cronología de esta fase viene determinada
en primer lugar por la datación del material mueble que se ha obtenido mediante su excavación,
que como hemos mencionado responde a la tipología de la cerámica del periodo califal, tanto para
al-Andalus en general (ACIÉN et al., 1995), como
para Córdoba (FUERTES, 2000 y 2002), en particular la propia Madinat al-Zahra (VALLEJO,
ESCUDERO, 1999; ESCUDERO, 1991). Los
fragmentos de ataifor descubiertos son asignables
al Tipo I de Escudero, plenamente califales, y para
la decoración del mejor de los conservados (Lám.
27), poseemos paralelos para su diseño tanto en
Córdoba (FUERTES, 2002: n.º 13/99: p. 69-70,
fig. 45.1, lám. 13) como en la alcazaba de Mértola
en Portugal (Le Vert…, 1995: 102-103, n.º 77),
ambos de cronología califal.
No obstante son las noticias históricas las que
nos proporcionan un terminus post quem para la
formación de la Fase 3, concretamente las que hacen referencia a los primeros eventos de destrucción
y saqueo de Madinat al-Zahra, a partir de 1009.
283
3.4. Periodo postcalifal a contemporáneo (Figs.
3, 4, 9 y 10; Lám. 5, 24 y 25)
En este periodo hemos reconocido una fase
que hemos interpretado como la de saqueo continuado de materiales de construcción en Madinat
al-Zahra.
– FASE 4
Aunque en nuestra intervención no hemos reconocido evidencia alguna de zanjas de robo, sí se
ha identificado una Fase 4 para la que una posible
interpretación es que su formación sea debida al
desecho de materiales pétreos no escuadrados en el
proceso plurisecular de saqueo del yacimiento. Estamos pues, ante el resultado del expurgo de restos
de sillares mal conservados o fragmentos producidos en el mismo proceso del saqueo, que fueron
desechándose ladera abajo de la terraza media de
Madinat al-Zahra. En estas acumulaciones de fragmentos de mampuestos calizos (UE 5 y 11) no se
han detectado apenas fragmentos con lados careados, ni apenas regularizados, lo que evidencia una
selección en el material depositado. Entre ambas
UUEE se detectó un estrato arenoso y color amarillento que contenía material hispano-musulmán
muy rodado. Finalmente, sobre la UE 5, en una
zona deprimida de ella, se formó la UE 3, con igual
material, y producto seguramente de la degradación de la caliza a la intemperie ante la acción de
agentes físico-químicos.
Su cronología es incierta, aunque es claramente postcalifal por su composición y su duración en
el tiempo la podemos extender a gran parte de la
vida del yacimiento desde su abandono en la fase
anterior hasta la aparición de material contemporáneo en los estratos de la sedimentación. El material
mueble es poco significativo, aunque abundan los
tipos plenamente califales.
3.5. Periodo contemporáneo (Figs. 9 y 10;
Láms. 1 a 4, 24 y 25)
En este periodo hemos reconocido tres fases de
ocupación que ocupan la vida del yacimiento desde
mediados del siglo XIX, con huellas de la actividad
principal durante el siglo XX, la investigación arqueológica.
284
– FASE 5
Viene determinada por la finalización de la actividad del saqueo de la fase anterior, y la formación de una UE 2 de origen natural, rica en materia
orgánica y que supone un momento de pausa en la
actividad en el yacimiento, pues en ella se desarrolló un actividad orgánica, fue suelo, fruto de la cual
son los abundantes restos de raicillas que formaban
parte de la UE 2.
Su cronología es contemporánea, probablemente de fines del siglo XIX, dado que entre los
materiales aparecidos, entre los que prevalecen
fragmentos rodados hispanomusulmanes, se ha
identificado el fondo metálico de un cartucho de
postas.
– FASE 6
Supone el comienzo de la actividad arqueológica en esta zona del yacimiento, algo circunscrito
al tercer cuarto del siglo XX, concretamente a la
década entre 1966 y 1975, cuando tiene lugar la
excavación de la Mezquita Aljama (PAVÓN, 1966)
y posteriormente la de las Viviendas Fronteras a
ella. De esta momento de las excavaciones hemos
identificados las UUEE 4 y 17, una pequeña zanja
longitudinal que pudo servir de camino de evacuación de tierras, o camino simplemente para acceder
a la terraza donde está situada la Mezquita durante
los periodos de actividad arqueológica. La UE 53
es el límite NW de la excavación de las viviendas
fronteras (Lám. 1), mientras que la UE 1 podemos
identificarla como la capa superficial que comienza
formarse una vez la actividad arqueológica cesa en
la zona, mediados de la década de 1970.
– FASE 7
Última fase de las documentadas en la excavación, de cronología contemporánea. Corresponde
al desplome del muro 15, provocado en última instancia por las intensas lluvias caídas entre finales de
2001 y principios del 2002. El desplome provocó
la formación de una interfacie (UE 48) y la formación de un nuevo depósito (UE 7), producto de
la destrucción parcial de varias de las UUEE que
conforman el registro arqueológico de esta zona del
yacimiento.
Su cronología, que conocemos documentalmente, es de comienzos del Siglo XXI.
4. INTERPRETACIÓN HISTÓRICA
PRELIMINAR
Una vez expuesta la secuencia estratigráfica documentada a lo largo de la IAP queremos sintetizar
aquí la información histórica que su análisis nos
puede deparar.
Los resultados alcanzados por esta intervención han confirmado plenamente la existencia de
varias fases constructivas en Madinat al-Zahra.
Científicamente, lo más sobresaliente es la constatación de que la zona de la vivienda frontera al
NW de la Mezquita Aljama de la ciudad colindante con el muro de estudio, en realidad se trata de
una ampliación de la misma en una fase posterior
a su construcción. Con anterioridad el espacio
comprendido por esta ampliación estaba ocupado
probablemente por una calle de dirección SE-NW,
cuyo pavimento fue cortado para la construcción
de la ampliación de la mencionada vivienda hacia
el norte. El muro investigado, que no esta trabado
con el llamado muro de contención NW, se levantó sobre el pavimento de dicha calle, reutilizándolo
como primera hilada. Esta ausencia de traba y cimentación, así como una edilicia menos cuidada,
explica que haya sido este sector del muro precisamente el que haya cedido al peso del potente relleno, principalmente de restos de sillares sin escuadrar la mayoría, que conforma la zona superior
de la terraza al NW del trasdosado del muro. Este
relleno, en principio, es interpretable como la acumulación de fragmentos de piedra no reutilizable
que se fue descartando en el plurisecular proceso
de expoliación del yacimiento, tras su destrucción
y abandono.
Se ha constatado igualmente que el muro objeto de investigación había sufrido un derrumbe con
anterioridad al comienzo del expolio del yacimiento, el cual vino a caer sobre un potente paquete
de tejas, producto seguramente del derrumbe de
los tejados de las estructuras pertenecientes a la vivienda frontera al NW. Estos derrumbes cayeron
sobre un muro situado paralelo al que motivo la
intervención, al NW del mismo, del cual sólo se
ha documentado su paramento SE. Se trata de un
muro realizado con mampuesto de módulo irregular, algo inusual en Madinat al-Zahra.
La segunda fase constructiva documentada
en la excavación, que supuso la ampliación de la
vivienda frontera y la amortización de la posible
calle mencionada, levantó igualmente un muro,
de edilicia mucho menos cuidada, paralelo al anteriormente llamado muro de contención, que lógicamente ante la vista de los resultados obtenidos
ha de perder dicha denominación, pues no es un
muro con esa función, sino sólo con la de cerrar un
espacio. Tras él se formó un nuevo espacio en época
califal del que tan sólo hemos podido atisbar que
sirvió para acometer la construcción de algunas infraestructuras relacionadas probablemente con la
recogida y transporte de agua de lluvia a zonas más
bajas de Madinat al-Zahra. Es destacable aquí la
intensa presencia del agua a través de estructuras
relacionadas con su captación, conducción y almacenamiento, que existen en las llamadas viviendas
fronteras al la Mezquita Aljama de Madinat alZahra.
Finalmente, en la excavación se han podido
evidenciar ya las huellas dejadas por la propia actividad de investigación arqueológica llevada a cabo
durante casi un siglo en el yacimiento.
5. VALORACIÓN FINAL DE LOS
TRABAJOS REALIZADOS
La excavación realizada en la zona objeto de
estudio ha deparado muy interesantes datos que
vienen a sumarse al corpus que se ha venido adquiriendo gracias a la investigación arqueológica desarrollada en Madinat al-Zahra desde hace casi un
siglo. Los resultados de la excavación han sido muy
satisfactorios, tanto desde el punto de vista científico, como desde la perspectiva de la consolidación
y restauración de las estructuras arqueológicas que
conforman el yacimiento, de acuerdo con el obligado deber de su preservación.
Científicamente, a la constatación de dos fases
constructivas también en el entorno de la Mezquita Aljama, los resultados de la intervención abren
nuevos interrogantes que sólo la investigación paciente y continua podrá resolver. Igualmente la excavación ha ofrecido un buen conjunto de materiales, que aunque con escasa capacidad museística, si
pueden abrir el camino para investigaciones futuras sobre elementos de la cultura material medieval
285
habitualmente orillados por la investigación; es el
caso del material constructivo, y particularmente
de las tejas aparecidas en la excavación, de las que
la gran cantidad de datos tomados en su inventario preliminar permitirán en un futuro próximo
aproximarnos a un conocimiento mucho más detallado del que actualmente tenemos.
La intervención arqueológica también ha ayudado a la restauración y consolidación del muro
que la ocasionó, identificando materiales entre
los distintos derrumbes, medievales y contemporáneos, y proponiendo su reubicación en el muro
restaurado.
Igualmente, por medio de la intervención se
ha conseguido aliviar y estabilizar las cargas soportadas por el muro que había sufrido el desplome,
siendo deseable que similares actuaciones, en este
caso con carácter preventivo, se lleven a cabo al sur
y norte del muro intervenido, dada la inestabilidad
de dichas pendientes.
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286
NOTAS
1. El equipo humano ha estado formado por un arqueólogo,
Juan I. Cano Montero, y 4 peones de albañilería durante
la 1ª Campaña. Durante la 2ª Campaña fueron dos los
peones que desempeñaron las labores de excavación junto
al mismo arqueólogo. El personal del Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra ha colaborado activamente en
las labores de documentación fotográfica y planimétrica,
así como en la realización del inventario preliminar de
todo el material exhumado.
2. Un listado de las unidades estratigráficas, con su descripción arqueológica, se presentó en el Anexo A de la Memoria Preliminar de la Intervención.
3. El inventario preliminar del material exhumado se adjuntó en el Anexo C de la Memoria Preliminar de la Intervención.
Fig. 1: Situación de la zona excavada
287
Fig. 2: Ubicación del corte.
Fig. 3: Ubicación de Bancales, Cata y Sondeos en el Corte 1.
288
Fig. 4: Planta Fase 4: restos del saqueo de materiales constructivos.
289
Fig. 5: Planta Fase 3: derrumbe (UE 8) sobre muro (UE 9).
Fig. 6: Planta Fase 3: derrumbe (UE 10) sobre pavimento (UE 25).
290
Fig. 7: Planta Fase 2: muros 9 y 15 con rebanco 13 y pavimento 25.
Fig. 8: Planta Fase 1: pavimento (UE 24=35=38).
291
Fig. 9: Perfil norte.
Fig. 10: Perfil sur.
292
Fig. 11: Cata: alzados del muro 9 y muro 15 sobre pavimento 24.
Fig. 12: Cata: estructuras al norte del muro 20.
293
Fig. 13: Sondeos 1 y 2: perfiles.
294
Lám. 1: Estado de la zona de excavación con anterioridad al colapso
del muro 15 (foto de 1990).
Lám. 2: Estado de la zona excavada tras el colapso del muro 15 (c 2002).
Lám. 3: UE 1 antes de iniciar su excavación.
295
Lám. 4: UE 2 en bancales superiores, en primer plano la UE 4.
Lám. 6: UE 39, bajo la UE 11, antes de su
excavación.
Lám. 5: UE 5, con UUEE 6 y 11 a la derecha.
Lám. 7: Derrumbe UE 8: general.
296
Lám. 10: UUEE 12 y 13 sobre pavimento 25, y entregándose a
muro 20.
Lám. 8: UE 47: general, desde el norte de Cata.
Lám. 9: Derrumbe UE 10. Zona sur de Cata. Se aprecia la
dirección dominante de las tejas que lo forman.
Lám. 11: Pavimento UE 25.
297
Lám. 13: Sondeo 1: pavimento UE 25, entregándose a muro 9.
Lám. 12: Pavimento UE 25.
Lám. 14: Sondeo 2: UE 31 (= pavimento 25).
Lám. 15: Muro 15 (Fase 2) sobre pavimento 24 (Fase 1). En primer
plano pavimento 22.
298
Lám. 16: Muro 15, con pavimentos 25 y 22.
Lám. 17: Muros UUEE 18 y 20, antes de retirar la UE 7.
Lám. 18: UE 19 (¿andén?), cortado por zanja UE
50 para la construcción del muro 20.
Lám. 19: Pavimento 22 cubriendo a andén 23.
299
Lám. 20: Pavimento 24, detalle.
Lám. 21: UUEE 45 y 43. Nótese el rebaje (UE 46) practicado en el
muro para tender la canalización 45.
Lám. 22: Sondeo 1: pavimento 38.
300
Lám. 23: Sondeo 2: pavimento 38.
Lám. 24: Cata: perfil norte.
Lám. 25: Cata: perfil oeste.
301
Lám. 26: Tejas completas (UE 8).
Lám. 27: Ataifores en verde-manganeso tras su limpieza (UE 16).
Lám. 28: Fragmento de base de ataifor en
verde-manganeso con decoración figurada
humana (UE 39).
302
CRÓNICA DEL CONJUNTO
Cuadernos de Madinat al-Zahra 6 (2008), pp. 305-354
ISSN: 1139-9996
CRÓNICA DEL CONJUNTO, AÑOS 20042007
ANTONIO VALLEJO TRIANO
JOSÉ ESCUDERO ARANDA
ANDRÉS GARCÍA CORTÉS
JESÚS MIGUEL MUÑOZ DÍAZ
Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra
INTRODUCCIÓN
La presente Crónica del Conjunto Arqueológico da cuenta de los trabajos desarrollados en Madinat al-Zahra en los cuatro años que van de 2004 a
2007. El progresivo incremento presupuestario ha
permitido aumentar y diversificar los proyectos dirigidos desde el Conjunto (Anexo 1), aunque este
avance no se ha visto secundado por el incremento
de personal necesario para la supervisión y dirección de los nuevos proyectos y para acometer las
labores de custodia y protección sobre el vasto ámbito protegido por la declaración de Bien de Interés
Cultural (BIC) y el Plan Especial de Protección de
Madinat al-Zahra (PEPMaZ).
Por ámbitos de la tutela los grandes hitos de
estos cuatro años han sido los siguientes: la excavación arqueológica de la muralla meridional en
investigación. En protección, la permanente labor de vigilancia y búsqueda de soluciones, tanto
jurídico-administrativas como programáticas, para
el problema de las parcelaciones en el interior del
ámbito protegido. Por lo que respecta a los proyectos de conservación no han sido cuatro años muy
productivos, pues se ha interrumpido el ritmo continuado de proyectos integrales de conservación
que venían sucediéndose en años precedentes; no
obstante se han sentado las bases para el que será el
gran proyecto de restauración de Madinat al-Zahra
en los próximos años: la intervención sobre el salón
de Abd al-Rahman III. Por último, en difusión,
cabe reseñar el éxito de los Recorridos Temáticos
por el Alcázar y el territorio de Madinat al-Zahra,
una iniciativa a la que sin duda se dará continuidad en próximas ediciones. Para finalizar este breve
repaso ha de destacarse la ambición y complejidad
del proyecto del nuevo Museo de Madinat al-Zahra que, una vez inaugurado, se convertirá en un
referente de la difusión patrimonial y en la antesala
que un yacimiento con la categoría y potencialidades de Madinat al-Zahra se merece, sirviendo para
una mejor comunicación de los valores del yacimiento y su entorno territorial al público visitante,
destinatario último de todo el trabajo desarrollado
en este Conjunto Arqueológico.
1. CATALOGACIÓN Y DOCUMENTACIÓN
1.1. Catalogación
El material arqueológico descontextualizado,
fruto de más de medio siglo de excavaciones realizadas sin la elaboración del correspondiente inventario, es uno de los mayores problemas logísticos
a los que se enfrenta el Conjunto Arqueológico.
Durante estos años se han llevado a cabo diversos
proyectos que ponen la primera piedra en la tarea
305
de catalogar de forma exhaustiva y programada el
material arqueológico disperso por el yacimiento y
sus almacenes.
El programa Baraka nace en 2003 como un
ambicioso proyecto de sistema de información para
los Conjuntos Arqueológicos y Monumentales1; la
aplicación informática que se proponía desarrollar
contemplaría la informatización de la gestión administrativa y de todos los niveles de Tutela llevados a cabo en los Conjuntos.
El primer, y a la postre único, módulo que
se puso en marcha fue el de Catalogación, que se
adaptó a las necesidades de cada Conjunto Arqueológico. Así, en Madinat al-Zahra, se optó por desarrollar una base de datos para la catalogación del
placado ornamental. Esta elección se justifica sobradamente por la ingente cantidad de ataurique,
por los riesgos que para su conservación supone su
acumulación a la intemperie y por su importancia,
tanto como elemento característico de la decoración de Madinat al-Zahra (Lám. 1), como por su
utilidad como componente guía para la restauración del yacimiento.
Esta base de datos se complementa con una
aplicación, todavía en fase de perfeccionamiento,
para la reconstrucción virtual del placado ornamental. El programa se completa con la contratación de dos técnicos de catalogación, que fotografían e introducen los datos de las piezas en el
catálogo informatizado diseñado al efecto (Lám.
2). Durante los cuatro años de trabajo que comprende la presente Crónica se han catalogado más
de 16.000 piezas, desarrollando una ficha y una
metodología de catalogación consolidada, que ha
permitido actualizar el inventario de Samuel de los
Santos Gener2 e ir más allá, completando la práctica totalidad del registro de piezas provenientes de
la Dar al-Mulk y otros fragmentos de origen desconocido almacenados en los hangares.
Junto a este proyecto, el más ambicioso de los
emprendidos en catalogación, se han comenzado
en el año 2007 trabajos de ordenación y catalogación del material arquitectónico. Aunque estos
fondos estaban ya inventariados, se hacía necesario
reordenarlos, redactar las fichas de algunos elementos que no estaban registrados, fotografiarlos y confeccionar una base de datos para la informatización
del catálogo.
306
En 2006 y 2007 se realiza también un registro
de material epigráfico, cuyo objetivo es la elaboración del corpus completo de dichas inscripciones
epigráficas, procediendo a su dibujo y digitalización. Además se ha impulsado el catálogo de cerámica, en el cual se había avanzado en diferentes
campañas desde 1985; en 2007 se crea una base de
datos en Access y se catalogan grupos de cerámica
con vedrío melado descontextualizada y cerámica procedente de las excavaciones de la mezquita.
Por último, hemos de reseñar que durante los años
que comprende la presente Crónica también se ha
trabajado en una aplicación informática para la
gestión de las actuaciones en la pintura mural de
Madinat al-Zahra.
1.2. Documentación
1.2.1. Archivo
Durante 2006 y 2007 se han desarrollado trabajos de documentación conducentes a la ordenación y sistematización del Archivo del Conjunto.
Se ha tratado de optimizar la organización del mismo para convertirlo en un instrumento eficaz para
la gestión del Conjunto Arqueológico. El Archivo
se plantea así no sólo como testimonio de la memoria histórica del Conjunto, sino también como
contenedor de la información básica para la planificación de futuros proyectos e intervenciones en
todos los ámbitos de la tutela.
De esta forma el Archivo queda organizado en
tres secciones, cada una de las cuales cuenta con su
propia base de datos:
• Archivo general: se divide en una unidad orgánica, que comprende a su vez ocho subsecciones
(General, Administración, Personal, Investigación, Protección, Conservación-Restauración,
Difusión y Sede institucional) y otra unidad histórica, a la que se transfieren paulatinamente los
expedientes cerrados.
• Archivo de prensa: recoge las referencias al Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra en la
prensa desde el año 1985 y actualmente se encuentra en fase de informatización.
• Archivo gráfico: dividido en una sección de fotografía y otra sección de cartografía y planimetría.
1.2.2. Elaboración de la documentación de las
actuaciones de investigación
A la labor de ordenación del Archivo se le suma
la producción de nuevos documentos que contribuyen a renovar y completar la información gráfica
del Conjunto. En este sentido, se han programado
trabajos de documentación planimétrica de las actuaciones de investigación que se han realizado y
se realizan en Madinat al-Zahra. Esta labor tiene
dos objetivos básicos, por un lado, evitar la pérdida
de información generada por dichas actuaciones
y, por otro, garantizar que se desarrollen con las
máximas garantías científicas. En esta misma línea
de actuación se ha procedido a la revisión de parte
de la documentación gráfica existente en el Conjunto Arqueológico correspondiente a actuaciones
antiguas, procediendo a su digitalización. Con estos trabajos se alimenta la planimetría general del
Conjunto, que se complementa igualmente con
levantamientos fotogramétricos de los alzados de
algunos sectores del yacimiento (Fig. 1).
1.2.3. Sistema de Información Geográfica
En 2006 se inicia un ambicioso proyecto al comenzar la adaptación de la información territorial
del ámbito que comprende el Plan Especial de Protección de Madinat al-Zahra bajo los esquemas de
un sistema de información geográfica. Se procede
así a la georreferenciación del entorno de Madinat
al-Zahra con el objetivo de implantar un sistema
de información geográfica como herramienta que
contribuya a una gestión más eficiente.
El sistema de información geográfica, permitirá en un futuro próximo adquirir, almacenar, analizar, gestionar, editar y representar datos espaciales
georreferenciados, facilitando por tanto disponer
y entrecruzar de forma eficaz información proveniente de distintas fuentes, tales como catálogos,
archivo fotográfico, estadísticas de visitantes, etc.
Se trata por tanto de un proyecto que cuando culmine ofrecerá una herramienta que servirá de soporte básico para los proyectos en cualquier nivel
de la Tutela.
1.2.4. Biblioteca
A finales de 2005, la Dirección General del
Libro, dentro de los proyectos relativos a la conformación de la Red de Centros de Documentación y
Bibliotecas Especializadas, incluyó la Biblioteca del
Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra «Manuel Ocaña», en el sistema de gestión bibliotecaria
absysNET, desde el que se gestiona la Red de Bibliotecas Públicas de Andalucía. En este marco se
procede al catálogo de los fondos de la Biblioteca
siguiendo la aplicación de normativas y estándares
internacionales. Una vez informatizados los registros son incorporados al Catálogo Colectivo de
Bibliotecas Públicas de Andalucía, pudiendo consultarse a través de la web.
Este trabajo de catalogación facilitará el traslado de esta institución a la nueva Sede del Conjunto, permitiendo la implantación de criterios de
crecimiento de los fondos acordes con los objetivos
tutelares del Conjunto, así como su apertura al público general e investigador.
2. INVESTIGACIÓN
2.1. Proyectos I + D
2.1.1. Madinat al-Zahra: representación y
proyección del poder califal a través del
registro material y textual (2003-2005)
Este proyecto dirigido por el Departamento de Historia Medieval del Instituto de Historia
del CSIC, que integra a especialistas en distintas
disciplinas provenientes de diversas Universidades
españolas y Centros de Investigación, se planteó
como una investigación sobre el Califato Omeya
de al-Andalus, tomando como referencia a la ciudad de Madinat al-Zahra, entendida como una de
sus manifestaciones más emblemáticas y tratando
de generar nuevas campos de conocimiento que
permitieran comprender mejor la ciudad califal en
todo su contexto histórico-cultural.
El informe final del proyecto señala como resultados más relevante del mismo los siguientes:
• Estudio completo de la epigrafía de Madinat alZahra, con un desarrollo paralelo de una herramienta informática que permita su catalogación
y seriación.
• Estudio completo de la articulación política, territorial y social del califato de Córdoba.
• Culminación del estudio sobre el registro textual asociado a la ciudad palatina de Madinat
al-Zahra.
307
2.1.2. Madinat al-Zahra: influencia, efectos y
dispersión de un modelo político-social
palatino (2006-2008)
En la convocatoria de ayudas a Proyectos de
Investigación para el año 2005 se presenta y aprueba este nuevo proyecto I+D trianual, dirigido por
Eduardo Manzano (CSIC) y Alberto Canto (Universidad Autónoma de Madrid) e integrado por un
grupo interdisciplinar de investigadores3.
El objetivo de este nuevo proyecto es investigar
cómo el modelo califal representado en Madinat
al-Zahra se extiende por el resto de al-Andalus y es
susceptible de ser comparado con otras formaciones políticas islámicas coetáneas.
2.2. Intervenciones arqueológicas:
2.2.1. Estudios previos al Proyecto integral de
restauración de la Vivienda de la Alberca
Como parte de la investigación previa a la restauración y puesta en valor de la Vivienda de la
Alberca se programaron dos actuaciones concretas
sobre este sector:
a) Intervención arqueológica puntual en el Baño
de la Alberca.
Esta estancia ya había sido excavada por Félix
Hernández a principios de la década de los 70,
Rafael Manzano completa la excavación e inicia los trabajos de reconstrucción de la misma.
Como antecedente también debemos señalar
que en 1987 la recuperación de algunos materiales decorativos del Baño permitió plantear
diversas hipótesis sobre el programa decorativo
desarrollado en el mismo.
La intervención llevada a cabo entre 2005 y
2006 ha permitido un conocimiento más exhaustivo del baño, sobre todo en el sector perteneciente al hipocaustum, del que se han podido
determinar los elementos que lo componen. Por
lo que respecta al pavimento original, se han documentado parcialmente las camas de mortero
lo que permitirá en el futuro proyecto de restauración la recolocación de las losas del pavimento
en su disposición originaria (Lám. 3).
308
b) Investigación palinológica.
Se realizaron diversos sondeos polínicos en el
Patio de la Vivienda de la Alberca (Lám. 4), la
investigación permitió distinguir cuatro ambientes diferenciados: fase temprana del jardín,
jardín medieval, herbazal nitrificado y situación
actual. También se pudo determinar a qué profundidad se hallaría el jardín, aproximadamente
a 70-80 cm bajo el nivel actual, lo que indica
que se trataría de un jardín enterrado respecto
de los pasillos que lo rodeaban. En éste se cultivarían plantas de tipo aromático con gran aporte de agua, aunque lamentablemente no se ha
podido identificar ninguna especie de estricto
carácter ornamental.
Paralelos a los trabajos en la Vivienda de la Alberca, el Equipo de Investigación formado por
Enriqueta Martín Consuegra (Jardín Botánico
de Córdoba), José Luis Ubera Jiménez (UCO)
y José Esteban Hernández Bermejo (Jardín Botánico de Córdoba) realizó otros tantos sondeos
en el Jardín Bajo (Lám. 5) permitiendo conocer
la profundidad a la que se hallaría el huerto-jardín y determinar algunas de las especies que podrían haber sido cultivadas en el mismo (mentas, narcisos, nazarenos, campánulas o mirtos).
2.2.2. Excavación arqueológica en la muralla
meridional
En mayo de 2006 se redacta el proyecto de
excavación arqueológica en el sector oriental de
la muralla meridional de Madinat al-Zahra. Esta
intervención arqueológica puntual se justifica por
la necesidad de llevar a cabo la investigación que
aporte toda la información precisa para acometer
el proyecto de consolidación y puesta en valor de
este ámbito.
A raíz de la construcción de la nueva sede, situada al sureste de Madinat al-Zahra, se hace necesaria la vinculación de esta infraestructura con la
parte excavada del alcázar, integrando por tanto,
en el recorrido público una buena parte de la ciudad, poniendo en valor la idea de Madinat al-Zahra
como ciudad y tratando de superar la visión sesgada
de la misma como Palacio califal. Ello supondrá habilitar desde la Sede uno de los accesos meridionales originales a través de la hipotética puerta que se
abre en el tramo oriental de la muralla y la reorganización de los itinerarios de acceso al alcázar. Por
tanto, nos encontramos en la primera fase de un
ambicioso programa de recuperación y de acceso al
interior de la ciudad.
La existencia de la muralla meridional que rodea la zona sur de la medina de al-Zahra se conoce
por las alteraciones topográficas que se observan en
superficie y que llevó a Félix Hernández a reflejarla en el plano topográfico de la ciudad levantado
en 1924. Estos datos fueron contrastados en 1994
por medio de una prospección geofísica realizada en
esta zona por encargo del Conjunto Arqueológico.
La empresa adjudicataria para realizar la intervención fue «ArqueoCiencia. Serveis Culturals
S.L.», bajo la dirección técnica de Antonio Vallejo
Triano. A su vez, también se contó con la supervisión de los servicios técnicos del Instituto del Patrimonio Histórico Español.
La intervención comenzó a finales de abril de
2007 y cuenta con un presupuesto estimado de
599.979,85 €, que sufraga el Ministerio de Cultura, teniendo un período de duración estimado de
doce meses. La excavación afecta a una superficie
de 4.100 m2, divididos en cinco grandes sondeos
arqueológicos (Lám. 6).
A falta de los informes preliminar y definitivo
de la excavación, que se realizarán una vez concluya la intervención, el 15 de julio de 2008, puede
destacarse que los trabajos arqueológicos realizados
hasta el momento, han permitido sacar a la luz diferentes ámbitos entre los que destacamos los siguientes:
• La muralla exterior de Madinat al-Zahra: con
un elevado nivel de expolio, pues sólo se conserva parte de la cimentación de la misma. Ésta
se encuentra a casi dos metros de los niveles de
suelo de las estructuras contiguas, se construye
en sillares tallados en calcarenita que superan, en
ocasiones, el metro de longitud y que se disponen siguiendo un aparejo a tizón (Lám. 7).
• La fosa de expolio de la muralla, así como zonas
de reutilización posteriores a dicho expolio.
• La Mezquita: junto a la muralla se han localizado los restos de un edificio de planta rectangular
identificado como una mezquita. Tiene unas dimensiones de 25 x 15.5 m y en planta se obser-
van tres naves, patio, alminar y mihrab de forma
poligonal. Construida en sillares de calcarenita
con un aparejo a soga y tizón.
• Pavimentos: aledaños a la muralla y a la mezquita, aparecen varios pavimentos correspondientes
a calles de la ciudad, destacando una calzada
extramuros. Ésta se construye con sillares que
forman cuadrículas de distintos tamaños que se
rellenan con cantos (Lám. 8).
• Restos de estructuras edilicias intramuros: resta
por identificar otras estructuras levantadas mediante mampuestos dispuestos de forma irregular.
En cuanto al material de derrumbe, para facilitar la posterior restauración de zonas de lienzo
que han caído in situ, se procedió al siglado de los
sillares y a su localización planimétrica. A su vez,
se realizó una cuidada selección de los sillares que
pueden ser susceptibles de una posterior reutilización en la restauración de la estructura edilicia.
Dentro de la excavación se incluyen los trabajos de estudio, ordenación e inventario del material
arqueológico recuperado, en este sentido destaca el
material cerámico; además de los tipos cerámicos
documentados anteriormente en el Alcázar se han
hallado algunas piezas atípicas que pueden aportar
el horizonte cronológico final para la formación
de este estrato. Se han hallado ataifores en verde
y manganeso y de vedríos melados; vidriados de
formas cerradas como jarras, botes…; cerámica común, jarros, jarras (con pintura decorativa en blanco y también en negro, con motivos geométricos
y trazos digitados); elementos de vajilla de cocina,
tales como marmitas, alguna cazuela, tinajas, anafres, alcadafes, candiles, arcaduces y tapaderas.
De forma simultánea a la intervención arqueológica, se ha realizado una colaboración con
el Laboratorio de Paleoambiente del Centro de Arqueología Ibérica, dependiente de la Universidad
de Jaén, para proceder a la recogida de muestras,
tratamiento, clasificación y estudio antracológico y
carpológico de la secuencia arqueológica detectada.
Esta colaboración tiene como objetivo determinar
la vegetación existente durante el período de ocupación de la ciudad y su posterior evolución.
309
2.2.3. Proyecto de investigación sistemática
«Documentación arqueológica de
al-Rummaniyya» (2006-2009)
Al-Rummaniyya es un yacimiento situado a
unos 2 km al oeste de Madinat al-Zahra, conocido
desde 1910, año en que Ricardo Velázquez Bosco
llevó a cabo una excavación que dejó al descubierto
los restos arquitectónicos de una construcción organizada en cuatro terrazas escalonadas, que ocupa una extensión de ocho hectáreas que identificó
como la almunia de Alamiriyya. En la primera de
las terrazas se situaba el recinto residencial de la almunia así como una gran alberca (Lám. 9), mientras que en la tres restantes se ubicaban los jardines.
Pese a que en 1926 se construyó en la primera terraza un hotel que supuso la destrucción de parte de
la zona occidental del palacio, la ordenación general
y algunos restos de esta almunia son aún claramente visibles. Fue declarada Monumento HistóricoArtístico en 1931 y posteriormente, como parte del
territorio que articulaba Madinat al-Zahra, fue incluida en el ámbito del Bien de Interés Cultural de
la ciudad califal.
La intervención arqueológica en la almunia alRummaniyya ha sido planteada como un proyecto
sistemático de investigación a desarrollar en tres
fases y que tiene como objetivo principal la documentación exhaustiva de este importante asentamiento de época califal como medio para avanzar
en el examen histórico-arquitectónico del edificio y
para poder plantear hipótesis respecto a la estructura original del complejo.
El proyecto lo desarrolla un equipo del Instituto Arqueológico Alemán bajo la dirección del
arqueólogo Alberto Canto García de la Universidad Autónoma de Madrid y con la colaboración y
supervisión del Conjunto Arqueológico Madinat
al-Zahra.
En los meses de noviembre y diciembre de
2006 y septiembre y octubre de 2007 se han llevado a cabo los trabajos de las dos primeras fases
de la investigación, consistentes en el levantamiento
topográfico detallado de todas las estructuras emergentes. Resta por tanto una tercera fase en que se
realizarán sondeos puntuales para resolver algunas
cuestiones respecto de la historia y configuración de
la construcción. Estos sondeos se complementarán
con estudios geológicos del material constructivo;
310
palinológicos, para realizar un acercamiento a la
configuración y composición original de las huertas
o jardines; y de ingeniería hidráulica, para indagar
en la estructura y funcionamiento de los sistemas de
riego de la almunia.
El fin último de todo ese trabajo, no puede ser
otro que el de tomar las medidas oportunas para
preservar la ordenación y estructuras originales de
la almunia y plantear propuestas para la puesta en
valor y apertura pública del sitio, como parte inherente al territorio de Madinat al-Zahra.
2.3. Estudio y analítica de los vidrios de las
canalizaciones
En 2006 se llevó a cabo por parte de Ana Mª
Zamorano Arenas el estudio del vidrio recuperado
en las canalizaciones hidráulicas que conforman
la red de saneamiento de la Casa de Ya’far. Este
conjunto de materiales, exhumado durante las
campañas de limpieza y excavación de la red de saneamiento del Alcázar realizadas durante los años
1991, 1998 y 1999, consta de un total de 1.839
fragmentos procedentes de trece canalizaciones que
evacuaban los desperdicios arrojados a las letrinas
localizadas en dicha vivienda (Lám. 10).
Con este trabajo se ha pretendido establecer
una metodología que sirva como base para la continuación del estudio de este material en el yacimiento. En primer lugar, se ha realizado el inventario y
catalogación de todo el material, para lo que se ha
creado una base de datos que recoge la información
de forma ordenada y sistematizada. A este inventario se ha sumado la documentación fotográfica,
la recomposición de piezas y el posterior dibujo
arqueológico de todas aquellas cuya forma es identificable.
El estudio ha permitido establecer un repertorio formal de este conjunto de vidrios, acercarnos a
aspectos tales como la tipología, técnicas de fabricación y decoración, así como precisar, en la medida
en que ha sido posible, la funcionalidad de estos
objetos atendiendo tanto a sus características formales como a su relación con los usos de los espacios donde se localizaron. Así mismo, ha ayudado a
realizar una seriación tipológica que servirá de base
para futuras investigaciones sobre el material vítreo
de Madinat al-Zahra.
En 2007 este estudio tipológico se complementa con analíticas para obtener un conocimiento preciso de la composición de los vidrios de Madinat
al-Zahra de cara a establecer, entre otras cuestiones
relevantes, los parámetros más adecuados para su
conservación. Así, en marzo de este año fueron remitidas al Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico unas muestras de material vítreo para someterlas
a análisis químico y microestructural. La caracterización resultante, recibida en agosto de 2007, permitirá extraer conclusiones de tipo histórico y, una
vez interpretada, identificar los productos de alteración, evaluar el grado de deterioro de estos materiales y, finalmente, plantear los medios y técnicas más
adecuadas para su preservación.
2.4. Estudio sobre la relevancia paisajística de
Madinat al-Zahra
A mediados de 2004, en un contexto de plena
vorágine mediática sobre el asedio de las parcelaciones ilegales al entorno de Madinat al-Zahra, se
encarga a Florencio Zoido Naranjo, responsable del
Grupo de Investigación «Estudios y sistemas territoriales», de la Universidad de Sevilla, la elaboración de un estudio de los aspectos paisajísticos de la
zona arqueológica Madinat al-Zahra. Los objetivos
iniciales del proyecto eran la contextualización paisajística de Madinat al-Zahra, el reconocimiento de
las condiciones escénicas y de visibilidad de la zona
arqueológica y la valoración de los principales conflictos relativos a la apreciación de la misma.
El estudio, desarrollado a lo largo de tres meses,
señala en sus conclusiones los siguientes aspectos:
• Desde el punto de vista ambiental, Madinat alZahra se configura como un espacio de transición entre la Sierra y los espacios agrícolas; se trata de un espacio relativamente bien preservado
de las presiones urbanísticas que han afectado a
la Vega y a otros espacios periurbanos de la ciudad de Córdoba. Ese carácter transicional, de pie
de monte, y la conservación del territorio le confieren una notable importancia desde el punto
de vista ambiental, territorial y paisajístico.
• Desde el punto de vista de su valoración patrimonial, se constata que Madinat al-Zahra es reconocida actualmente como uno de los recursos
patrimoniales y turísticos más importantes de
Andalucía.
• Entre las circunstancias que inciden negativamente en la valoración del yacimiento, se señalan
las siguientes: el reconocimiento de Madinat alZahra se produce de forma muy clara en el ámbito científico-técnico, pero no tanto en el resto
de la sociedad; existen claros problemas de coordinación interadministrativa en la gestión del
entorno territorial del yacimiento; por último se
incide en la falta de valoración patrimonial de la
Vega por parte de la ciudadanía y los problemas
de accesibilidad desde Córdoba al Conjunto.
• Sobre las condiciones escénicas de Madinat alZahra, se destaca el emplazamiento de la ciudad
califal como observatorio privilegiado sobre un
significativo ámbito territorial (Fig 2). La intencionalidad paisajística en la construcción se
pone también de manifiesto en la disposición
escalonada de los distintos ámbitos construidos,
circunstancia que incide en las condiciones de
visibilidad que desde ellos se tiene. Dentro del
vastísimo entorno visual de Madinat al-Zahra los
espacios con mayor significación escénica, tanto por las vistas percibidas desde el yacimiento,
como por las vistas de éste desde su entorno, podrían inscribirse en un área delimitada a partir
de un radio de 3 km con centro en el Alcázar
de Madinat al-Zahra. Este ámbito de influencia
visual directa del yacimiento está afectado plenamente por las parcelaciones ilegales y otras
construcciones aledañas, siendo deseable por
tanto el tratamiento paisajístico para los ámbitos externos al Plan Especial de Protección y la
eliminación y restauración ambiental para las urbanizaciones ilegales localizadas en el interior del
mismo.
• El documento concluye afirmando que el paisaje
es identificado como un rasgo singular de Madinat al-Zahra y como un elemento capital de
la ciudad, que fundamenta el emplazamiento y
las relaciones espaciales que se establecen entre la
ciudad palatina y su entorno territorial. Y respecto del problema que suponen las parcelaciones
se apunta que la solución al mismo, pese a su
complejidad, pasa por hacer cumplir la legalidad
urbanística y por incrementar los mecanismos
de difusión de los valores de Madinat al-Zahra,
311
implicando a la sociedad y fomentando la cooperación entre las distintas administraciones que
tienen competencias en el ámbito.
2.5. Estudio de público del Conjunto
Arqueológico Madinat al-Zahra
En 2006 se contrata al Grupo de Investigación
«Patrimonio, Turismo y Desarrollo» del Departamento de Geografía Humana de la Universidad
Complutense de Madrid, dirigido por Miguel Ángel Troitiño Vinuesa, para la elaboración de un Estudio de público del Conjunto Arqueológico.
Una de las misiones del Conjunto Arqueológico es la educativa-comunicativa y para ello son
imprescindibles los análisis de público puesto que
permiten establecer un punto de partida para fijar
objetivos claros, realistas y alcanzables en la difusión del yacimiento de una manera científica y sistemática, así como diseñar estrategias para mejorar
los servicios al visitante y captar nuevos segmentos
de público.
Con este estudio se ha pretendido caracterizar
el público visitante, tanto en su aspecto sociodemográfico, como en lo relacionado con los hábitos
de visita (visitas previas, número de visitas en el último año, visitas a otros museos o monumentos,
planificación, razones, tiempo dedicado,…). Pero
con este análisis también se pretende conocer las
opiniones de los visitantes sobre el sitio y el nivel
de satisfacción obtenido con la visita. Igualmente,
tratando de contextualizar Madinat al-Zahra dentro de la oferta turística de Córdoba, se ha tratado
en un punto del Estudio la caracterización de Córdoba como destino turístico y la imbricación de
Madinat al-Zahra dentro de la misma
El trabajo de campo de este proyecto se realizó en colaboración con la Universidad de Córdoba
entre noviembre de 2006 y octubre de 2007, consistiendo en la realización de encuestas a los visitantes, la observación directa de su comportamiento,
el análisis del sistema de visita pública y se completó con una entrevista a los gestores del yacimiento.
Algunas de las principales conclusiones del estudio son las siguientes:
• Respecto del número de visitantes, Madinat alZahra tiene actualmente niveles limitados de
presión turística, con un crecimiento lento, pero
312
•
•
•
•
•
progresivo en el número de visitantes anuales.
El promedio de visitantes diarios gira en torno
a 650. Siendo las medias de los fines de semana
superiores en más de un 20% a las de los días
entre semana.
Respecto de los visitantes individuales, cabe destacar su fuerte protagonismo pues representan
aproximadamente el 70% de visitantes totales al
Conjunto. Un 70% de ellos son españoles y el
porcentaje restante son extranjeros, en su mayoría pertenecientes a la Unión Europea. En la
mayor parte de los casos son turistas de visita en
Córdoba.
Respecto de los visitantes en grupo, que representan aproximadamente un 30% del total de
visitas, se repite el mismo porcentaje de españoles (70%) y extranjeros (30%). Los grupos escolares representarían un 40% del total de visitas
en grupo y el tamaño medio de los grupos se
sitúa en 40 personas.
Respecto de la accesibilidad desde Córdoba,
aunque Madinat al-Zahra ofrece unas condiciones favorables por su cercanía a la capital, la
conexión no está diseñada acorde con la importancia del Conjunto Arqueológico. La irregular
frecuencia del autobús turístico y las limitaciones del aparcamiento plantean los principales
problemas en este sentido.
Respecto de la duración de la visita, la duración
media de los visitantes es de entre 83 y 90 minutos, siendo ligeramente superior en el caso de visitantes en grupo. A nivel general no se plantean
situaciones de saturación, salvo en días muy señalados. La complejidad del plano de la ciudad y
la difícil legibilidad del patrimonio arqueológico
dificultan en ocasiones la orientación.
Respecto de la valoración por parte de los visitantes del sitio, a nivel general nos encontramos
con un grado de satisfacción y una valoración
alta del sitio; siendo el valor promedio del yacimiento de 5,9 sobre 7. La valoración de los
servicios relacionados con la visita es inferior,
siendo demandadas por parte de los visitantes
mejoras en aseos, sala de presentación o aparcamientos. Es previsible, no obstante, que esta
carestía en los servicios que ofrece el Conjunto,
mejore de forma ostensible con la apertura del
nuevo Museo y Centro de investigación de Madinat al-Zahra.
• Respecto del papel de Madinat al-Zahra en el
contexto turístico de Córdoba, cabe reseñar su
potencialidad, aún no del todo valorada. Córdoba recibe del orden de 1.500.000 de visitantes al
año, si tenemos en cuenta que las últimas cifras
anuales del Conjunto Arqueológico se quedan
cerca de 200.000 visitantes (Anexo 2) y que la
presión turística actual del Conjunto es aceptable, queda mucho margen para aumentar esas
estadísticas, siempre controlando la capacidad
de carga del yacimiento. Tal vez la apertura del
Museo sea el resorte que permita avanzar en
este sentido. El incremento de la visita turística
a Madinat al-Zahra además podría contribuir a
la oferta de la ciudad en dos niveles: alargando
la estancia media de la visita a Córdoba, lo que
supondría el consiguiente aumento de gasto del
turista, y disminuyendo la presión turística de
la Mezquita y su entorno, que en determinados
momentos del año soporta una carga de visitantes que conviene aliviar, pues plantea problemas
de diverso signo.
3. PROTECCIÓN
Durante estos cuatro años los trabajos relativos
a la protección del BIC Madinat al-Zahra han sido
realizados por la Oficina Técnica del Plan Especial
de Protección, cuya labor va encaminada a la gestión y seguimiento de las actuaciones previstas en
el plan especial, aprobado definitivamente en Noviembre de 1998; así como a la inspección, vigilancia y control de las actividades llevadas a cabo o
previstas en el ámbito protegido por el Plan Especial de Protección de Madinat al-Zahra (en adelante PEPMaZ) (Fig. 3).
La actuación de la Oficina Técnica ha estado
marcada por el que ha sido el tema más relevante
suscitado en este período, el conflicto generado a
raíz de los desarrollos urbanísticos ilegales, localizados en el interior del ámbito del PEPMaZ (Lám.
11). Desarrollos que implican unas estructuras y
unos usos urbanísticos incompatibles de raíz con el
régimen jurídico del BIC y con la normativa urbanística vigente.
3.1. Inspección y vigilancia
Las labores de inspección y vigilancia se han
desarrollado principalmente en tres ámbitos diferenciados:
a) Se han realizado visitas de forma periódica a la
franja meridional del BIC, la más afectada por
las parcelaciones ilegales, con objeto de controlar los actos de edificación o usos del suelo no
autorizados.4 En los últimos dos años que comprende esta Crónica, ante la actitud beligerante
de algunos parcelistas, la labor de vigilancia sobre las tres parcelaciones: Córdoba la Vieja, Las
Pitas y La Gorgoja, ha tenido que realizarse de
forma externa a las mismas, recurriendo en algunos casos a la fotografía aérea para su control.
b) Las labores de inspección también han hecho especial hincapié en el seguimiento del estado de
conservación de los elementos catalogados, tanto estructuras puntuales, como yacimientos y
entornos de los mismos. Así, durante estos cuatro años se han realizado visitas semanales a los
puentes de Los Nogales y Cañito de María Ruiz,
a la alberca del Cañito de María Ruiz, al tramo
que existe en superficie del acueducto de Vallehermoso y al Cerro del Cobre; y de forma más
espaciada en el tiempo, a las canteras de Santa
Ana de la Albaida, la Almunia de al-Rummaniyya y la Zona Arqueológica de Turruñuelos.
Esta labor continuada de inspección ha permitido detener agresiones a algunos bienes catalogados, por ejemplo, se detuvieron obras sin la
preceptiva autorización sobre la cerca del Monasterio de San Jerónimo en 2004, o la ejecución de zanjas o pozos realizados sin la autorización ni la supervisión arqueológica impuesta
por la normativa vigente en la Zona Arqueológica de Turruñuelos en 2004 y 2006.
c) En el resto del territorio delimitado por el BIC
y el PEPMaZ, se han detenido y reconducido,
según los dictámenes de la normativa urbanística
y patrimonial vigente, algunas obras, tanto particulares (por ejemplo, el proyecto de construcciones de unas naves para explotación del ganado en
2005), como públicas, que sería el caso del encauzamiento del Arroyo de Vallehermoso, cuya
ejecución comienza en 2006, promovido por la
Confederación Hidrográfica del Guadalquivir
313
sin haberse cumplido tampoco el trámite preceptivo de solicitar autorización a la administración
cultural, por afectar las obras al perímetro delimitado como Bien de Interés Cultural.
3.2. Gestión e informes técnicos
3.2.1. Trabajos de gestión
Los trabajos de gestión fueron encaminados a la
elaboración de informes y trabajos técnicos de todo
tipo y análisis de las noticias aparecidas en prensa,
con objeto de poner de manifiesto la realidad en
el proceso de formación y desarrollo de las urbanizaciones ilegales localizadas en el ámbito protegido por el PEPMaZ y afectado por el perímetro
del BIC.
Se realizó igualmente una intensa labor de información a colectivos y personalidades de todos
los ámbitos, tanto científicos como culturales o políticos, con el mismo objetivo antes mencionado.
También se han mantenido numerosas reuniones
con distintos agentes, con el objeto de procurar la
búsqueda de fórmulas que permitan frenar de una
forma más eficiente y definitiva no sólo los actos
de nuevas edificaciones, sino las expectativas por
parte de los parcelistas de dotación de infraestructuras y servicios públicos. Lo que conllevaría el grave riesgo de consolidar una situación ilegal, siendo
una clara vulneración de la normativa urbanística y
patrimonial vigente; además de impedir la recuperación del entorno visual del propio yacimiento e
hipotecar el desarrollo de las actuaciones y estrategias de recuperación programadas en el PEPMaZ.
También se han redactado diversos proyectos
y trabajos técnicos que han estudiado y propuesto alternativas tanto jurídicas como económicas
y programáticas, para avanzar en la erradicación
y restauración paisajística de los sectores del BIC
afectados por las parcelaciones ilegales. En este
sentido, destaca la elaboración del expediente que
sirva de base al borrador del Decreto de Declaración de Utilidad Pública y Social de la franja meridional del PEPMaZ, paso previo imprescindible
para una eventual expropiación. Y el Parque Cultural del Paisaje Mediterráneo, proyecto propuesto como actuación positiva que contribuyera a la
regeneración paisajística del territorio que abarcan
las parcelaciones ilegales y que incluía un estudio
314
jurídico y económico que respaldaban la viabilidad
de la propuesta.
Esta labor cotidiana contra la consolidación
de las parcelaciones ilegales se ve en cierta forma
respaldada a finales de 2007, cuando el ICOMOS
y el Defensor del Pueblo emiten, casi de forma simultánea, sendos informes sobre la problemática
de las parcelaciones urbanísticas ilegales localizadas
en la Zona Arqueológica de Madinat al-Zahra. En
ambos se deja claro que el interés general y la preservación del yacimiento arqueológico, así como el
cumplimiento estricto del marco legal vigente, deben estar por encima de los intereses particulares.
Al margen de la problemática de las parcelaciones, otro proyecto de la Oficina Técnica del Plan ha
sido la investigación llevada a cabo en el Registro
de la Propiedad en el año 2005, que tuvo como objetivo principal elaborar un Plano de Propiedades
que permitiera conocer cuál es la estructura real del
territorio contenido en el ámbito del Plan Especial de Protección en relación a los titulares de los
suelos. Este trabajo ha permitido conocer que la
inmensa mayoría del territorio antes mencionado
pertenece a no más de cinco propietarios, ya sean
personas físicas o empresas, además de la propiedad pública.
Por último hemos de señalar la nueva adjudicación del contrato para la explotación de los pastos
de la zona no excavada del yacimiento. En 2007,
una vez concluido el plazo de validez del anterior
contrato, se procedió a tramitar la nueva concesión.
Urgía su resolución, pues el ganado bovino contribuye de manera significativa a controlar el crecimiento de malas hierbas y arbustos y a reducir, en
consecuencia, los riesgos de incendios estivales; al
mismo tiempo, las reses constituyen un elemento
disuasorio frente a posibles intrusiones de diferente
signo. Tras la preceptiva publicación en el BOJA
del contrato, se procedió a la adjudicación, recaída
en la propietaria de la finca donde se encuentra el
yacimiento de al-Rummaniyya.
3.2.2. Informes técnicos
Los trabajos de gestión se han completado con
la elaboración de informes técnicos relativos a actuaciones que afectan, bien al interior del PEPMaZ
o al ámbito BIC. Este trabajo se ha coordinado y
compartido con el Departamento de Protección,
del Servicio de Bienes Culturales, de la Delegación
Provincial de la Consejería de Cultura en Córdoba.
A continuación reseñamos algunos de los principales temas tratados:
a) Documentos de planeamiento de desarrollo:
– 2004 y 2005: Plan Especial en Suelo No Urbanizable de la Carretera de Palma del Río.
En sendos informes de sucesivos años, el
pronunciamiento ha sido en sentido negativo para todos aquellos aspectos relacionados
con la construcción de nuevas edificaciones
o la instalación de usos industriales en la
zona declarada BIC, así como la necesidad
de contener en el documento la recuperación
del trazado del Camino de Cantarranas o el
cumplimiento de las previsiones del PGOU
y del PEPMaZ para esa zona, en cuanto a la
recuperación de los valores ambientales, agrícolas y sobre todo paisajísticos.
– 2006: Plan Parcial del sector industrial Carretera de Palma del Río. Los terrenos afectados
por dicho plan se sitúan al sur de dicha carretera, por lo que está fuera de los ámbitos
del PEPMaZ y del BIC. No obstante, para
facilitar los accesos rodados al interior de este
nuevo sector, es necesario la ejecución de una
glorieta y unos carriles de enlace con la misma. Son estos elementos los que sí afectan al
ámbito BIC y a otro de los elementos catalogados, la Cañada Real Soriana. La propuesta
ha sido la de garantizar que no se rompiera la
continuidad de dicho camino público, con el
objeto de no hipotecar la posibilidad de establecer un itinerario peatonal desde Córdoba
hasta el interior del Plan Especial de Protección.
– 2007: Plan Especial de Saneamiento y Abastecimiento en Suelo No Urbanizable Cercado
de las Pitas. Se informó desfavorablemente
dicho Plan porque la consolidación de la ilegalidad que su aprobación habría supuesto
choca frontalmente con la preservación de los
valores paisajísticos de Madinat al-Zahra.
b) Proyectos públicos:
– 2005: Documento Resumen-Estudio de alternativas del Proyecto de Remodelación del Canal del Guadalmellato a su paso por Córdoba
capital, promovido por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. Tras el análisis del
documento, en lo que a la afección del tramo
que discurre por el interior del Plan Especial
se refiere, se optó por elegir la opción que dejaba el canal con su aspecto y funcionalidades
actuales, por ser éste el tratamiento que a esta
importante infraestructura hidráulica le da el
propio plan.
– 2006: Adecuación de la Vereda de Trassierra,
promovida por la Consejería de Medio Ambiente. La propuesta se entiende muy positiva, pues la misma aparecía contemplada en
la programación del PEPMaZ; no obstante,
algunas de las actuaciones previstas en el proyecto eran totalmente inviables, por lo que
se propuso la modificación del proyecto y su
adecuación a las prescripciones recogidas en la
programación del PEPMaZ.
c) Proyectos particulares:
– 2004: Implantación de un complejo sanitario
en las inmediaciones de las Canteras de Santa
Ana de la Albaida. La propuesta se desestimó
al entender que tanto el volumen, como la
ordenación interior previstos para el desarrollo de la actuación eran más propios del suelo
urbano que del suelo donde se pretendían instalar, calificado como Suelo No Urbanizable
de Especial Protección, relacionado por proximidad con las Canteras de Santa Ana de la
Albaida.
– 2004: Implantación de un complejo de turismo rural en el antiguo Cortijo de la Gorgoja.
Dado que el uso que se pretendía ubicar no
está permitido por la normativa del PEP, se
desestimó la propuesta.
4. CONSERVACIÓN
4.1. Bienes inmuebles
4.1.1. Consolidación y restauración de los
revestimientos murales
Las pinturas murales son uno de los elementos
definitorios de la decoración arquitectónica de Madinat al-Zahra; su estado de permanente exposición
a la intemperie genera que sean varios los agentes
315
que contribuyen a su progresiva degradación y desde las primeras campañas de excavación estos revestimientos han sido objeto de intervenciones de
conservación.
Entre diciembre de 2003 y febrero de 2005 se
llevó a cabo la cuarta fase del Proyecto global de
conservación y restauración de pinturas murales5.
Realizada por la empresa Gares y con financiación
a cargo de la Obra Social y Cultural de Cajasur, supone la culminación de un proyecto que dio comienzo en 1998. Durante esta cuarta fase se aplican
los tratamientos de intervención prescritos para los
revestimientos murales en seis ámbitos: Dar alMulk; Pabellón central; Habitaciones Anejas; Casa
de Ya’far; Camino de Ronda; Baño de la Vivienda
de la Alberca. Durante 2004 también se actuó de
urgencia en los revestimientos murales del Patio de
los Pilares y del andén del Jardín Alto.
En 2005, a cargo del personal del Conjunto Arqueológico, se realiza un tratamiento de limpieza,
consolidación y restauración de algunos fragmentos de pinturas murales conservados en la Casa de
Ya’far y el Patio de los Pilares. Nuevamente en 2006
se actúa de urgencia en el Patio de los Pilares, el
andén de las Habitaciones Anejas y las Caballerizas.
Estas actuaciones de urgencia vienen motivadas en
la mayoría de los casos por el deterioro de los morteros que une los revocos al muro, lo que provoca la
separación del soporte, la caída de fragmentos y la
colonización biológica endógena y superficial. Este
mismo año se actúa en varios fragmentos de la casa
de Ya’far, intervención que en este caso corre a cargo
de la empresa Gares (Láms. 12 y 13).
Por último, en 2007, se contrata a dos técnicos de restauración que durante 3 meses realizan los
tratamientos sistemáticas de conservación y restauración para optimizar el estado de las pinturas murales, interviniendo en Casa de Ya’far, Vivienda de
la Alberca y Patio de los Pilares.
4.1.2. Redacción de proyectos
Durante estos años se ha trabajado en la redacción y programación de varios proyectos cuya ejecución, por diversos motivos, todavía no ha dado
comienzo, son los siguientes:
316
– Consolidación e impermeabilización de la alberca
frontera al Salón de Abd al-Rahman III.
El proyecto está centrado en la recuperación de
una de las cuatro albercas que rodean el Pabellón
Central del Jardín Alto, concretamente la mayor
de todas ellas, emplazada entre dicho Pabellón y
el Salón de Abd al-Rahman III (Lám. 14). El proyecto es redactado en 2005 por Pau Soler y tiene
como objetivo recuperar las láminas de agua en
Madinat al-Zahra, poniendo de manifiesto la importancia simbólica del agua en la ciudad y cambiando la imagen de los jardines y del yacimiento.
En 2007 se modifica el proyecto a requerimiento
del Servicio de Conservación de la Dirección General de Bienes Culturales.
– Restauración del Puente del Cañito de María
Ruiz.
Este puente, incluido dentro del ámbito del BIC,
salva el arroyo de Cantarranas y formó parte del
llamado Camino de las Almunias, la vía protocolaria que unía Córdoba con la ciudad califal (Lám.
15). Ya fue objeto de una intervención arqueológica en 2002 que permitió conocer sus dimensiones originales y las estructuras que estaban ocultas
por la vegetación y los materiales de arrastre del
arroyo6. El proyecto de restauración, redactado en
2005 por Pau Soler, plantea la necesidad de ejecutar la intervención en 3 fases:
1. Estudios previos, que completen la investigación arqueológica ya realizada.
2. Consolidación de las estructuras de sillería, que
incluiría labores de limpieza, sustitución y reconstrucción de los paramentos.
3. Puesta en valor del puente y su entorno, que
consistiría en la recuperación del cauce natural
del arroyo y el cerramiento con valla perimetral
de protección.
– Restauración y musealización de la Vivienda de la
Alberca.
Este es otro proyecto sobre el que se ha trabajado
en los últimos años. En 2003 se redactó la ficha
diagnóstico de la Vivienda de la Alberca, que se
acompañó de una Memoria de criterios y objetivos de la intervención, en que se señalaban los
estudios previos y criterios que debía seguir el proyecto (Lám. 16).
Durante los cuatro años que abarca esta Crónica
se ha trabajado en la documentación planimétrica
de la Vivienda y, tal y como se señaló anteriormente, se ha realizado una intervención arqueológica puntual sobre el Baño anejo y varios sondeos
palinológicos en el patio de la misma.
Queda pendiente, por tanto, la redacción del
proyecto integral, cuya ejecución supondrá dar
continuidad a las intervenciones sobre el Patio de
los Pilares y la Casa de Ya’far, contribuyendo a la
progresiva consolidación y apertura al público de
la terraza intermedia del Alcázar excavado.
4.1.3. Restauración del Salón de Abd al-Rahman III
(Lám. 17)
El proyecto de restauración del Salón, es una intervención compleja, financiada por el Ministerio de
Fomento a cargo del 1% cultural y por la Consejería
de Cultura, que se divide en dos fases:
– 1.ª Fase: eliminación de humedades, se trata de
un proyecto redactado en 2002 por Antonio Tejedor Cabrera que pretende paliar los problemas
de humedad del Salón y mejorar las condiciones
ambientales del mismo, esta fase dará comienzo en
la segunda mitad de 2008, teniendo un plazo de
ejecución de diecisiete meses, e incluirá una intervención arqueológica puntual que permitirá conocer las fases previas de ocupación de este espacio.
– 2.ª Fase: restauración de la fachada y nave transversal del Salón de Abd al-Rahman III. La restauración de este espacio comenzó en 1946 y ha
supuesto uno de los pilares del reconocimiento
público de Madinat al-Zahra; en esta fase se procederá a completar la restauración del edificio,
superando la imagen de obra inacabada, avanzando en el proceso de anastilosis del programa ornamental del Salón y ofreciendo una lectura más
clara del mismo. En 2005, Pau Soler redactó la
ficha-diagnóstico de la fachada y naves transversales, como paso previo a la redacción del proyecto.
Durante estos últimos cuatro años, además de
los trámites administrativos y la redacción de la ficha
diagnóstico recién reseñada se ha realizado una continua labor de investigación para la recomposición
de la decoración parietal de dovelas, enjutas, frisos,
tableros etc. pertenecientes al Salón (Lám. 18). Esta
labor ha ido acompañada por tratamientos de lim-
pieza y consolidación del ataurique. También se ha
procedido a la documentación planimétrica de planta, alzados y a la restitución gráfica en alzado de la
decoración parietal7.
4.1.4. Otros proyectos
– Consolidación del muro de contención de las Viviendas de la Mezquita
Como consecuencia de las intensas lluvias caídas
en marzo de 2002, acompañadas de un fuerte
viento, se produjo el derrumbe de un tramo del
muro que delimita por el oeste el conjunto de
viviendas frontero a la mezquita aljama de Madinat al-Zahra; derrumbe que afectó a un tramo
de 7,5 m de longitud y 1,75 m de altura de dicho
muro.
A la intervención arqueológica realizada en
20038, le siguió el proyecto de consolidación del
muro, redactado por Pau Soler, que consistió en
la retirada de tierras procedentes del derrumbe,
la recuperación de los sillares en buen estado del
muro desplomado, reposición de estos sillares, y
construcción de un muro de mampuesto de 1,85
m de altura para la contención de los rellenos
existentes en la zona. Para finalizar se drenó y
rellenó la trasera del muro, cubriéndose este relleno con una manta de fibra de coco (Láms. 19
y 20).
– Consolidación del muro oriental del Patio de la
Pila
Entre 2005 y 2006 se procede a la consolidación de este muro, que constituye el cerramiento
oriental del Patio de la Pila, uno de los espacios
más destacados del conjunto de habitaciones
anejas al Salón de Abd al-Rahman III.
El muro en cuestión estaba afectado en su tramo
central por una progresiva desarticulación, amenazando desplomarse, lo cual se evitó mediante
un apuntalamiento provisional. La intervención,
dirigida por Pau Soler, consistió en una limpieza
general del muro, consolidación de la estructura
original de sillería y rejuntado de los sillares, restauración de sillares fragmentados, sustitución de
los deteriorados o desaparecidos por otros nuevos y por último recrecidos parciales con mampostería (Lám. 21).
317
– Consolidación del dintel de sillería del Camino
de Ronda Bajo
4.1.5. Mantenimiento e intervenciones puntuales de
conservación
La estructura, intervenida a finales de 2005, pertenece a la puerta más occidental de las conservadas en el Camino de Ronda Bajo, que mantiene el dintel adovelado original. Este dintel
fue objeto hace décadas de una intervención de
consolidación, consistente en el cosido mediante
hilos de alambre del intradós de las dovelas y la
disposición sobre el trasdós de otro dintel de hormigón armado que debía proteger el original.
El deterioro de las fábricas originales, tanto del
dintel como de las jambas de la puerta, y de los
elementos introducidos en la consolidación,
aconsejaron una intervención de urgencia, dirigida por Pau Soler, y que contemplaba las siguientes actuaciones: desmontaje del dintel de hormigón y eliminación de los alambres del intradós
de las dovelas originales; desmontaje del dintel
original y restauración de sus piezas; consolidación general de las fábricas originales y sustitución de sillares perdidos o muy deteriorados por
otros labrados ex profeso o mediante mampostería (Lám. 22).
Junto a los proyectos e intervenciones de restauración, durante estos cuatro años se han desarrollado labores sistemáticas de limpieza y jardinería y desbroce del yacimiento y sus alrededores,
así como la ejecución de cara al período estival de
cortafuegos en el perímetro de la zona excavada. En
este sentido durante 2004 en el marco del convenio
con la Consejería de Medio Ambiente «Trabajos y
adecuación en el Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra», EGMASA realizó el control de la
vegetación arbustiva tanto en el interior de la zona
excavada, como en las cunetas y la ladera de acceso
al recinto; dentro de este convenio también se realizaron trabajos de reconstrucción en algunos tramos
deteriorados de la cerca de Córdoba la Vieja.
Algunos otros bienes del entorno de Madinat
al-Zahra, también han sido objeto de diversas intervenciones de limpieza y desbroce, es el caso de los
Puentes del Cañito de María Ruiz y de los Nogales
o de la alberca de la almunia de al-Rummaniyya.
A ello se unen las intervenciones puntuales de
consolidación arquitectónica, que han consistido
principalmente en los trabajos de restauración de
estructuras por deterioro, tales como reposición
de sillares desprendidos por la disgregación de los
morteros provocada por la lluvia y otros agentes
atmosféricos; o en actuaciones para la mejora material del recorrido de visita, como por ejemplo la
renovación de barandillas o adecuación del firme
en algunas zonas del recorrido público9.
– Proyecto de control de la microflora
Teniendo como antecedente diversos tratamientos realizados en 2004 y 2006 en los pavimentos
de la casa de Ya’far para el control y erradicación
de colonizaciones biológicas en 2007 el personal
del Conjunto redacta un proyecto de estudio y
tratamiento de la colonización por microflora en
Madinat al-Zahra. En este documento se propone realizar un tratamiento específico y sistemático para evitar la proliferación de microflora,
que motivada por la humedad de la zona, viene
apareciendo principalmente en la zona superior
de los muros y en suelos, esquinas y elementos
arquitectónicos de diversos sectores del Alcázar.
En aplicación de este proyecto, se ha procedido
a la ejecución del primer tratamiento de choque,
correspondiente a la primera fase del proyecto,
que ha tenido como objeto la Casa de Ya´far, Caballerizas y el Baño de la Vivienda de la Alberca
(Lám. 23). En concreto el modo y medio empleado ha sido por rociamiento a presión variable
y controlado de un biocida.
318
4.2. Muebles
4.2.1. Restauración de materiales
El personal propio del Conjunto Arqueológico
ha venido realizando intervenciones sobre los materiales muebles conservados en Madinat al-Zahra
durantes estos cuatro años. Clasificados según tipologías y materiales, las restauraciones han sido
las siguientes:
– Atauriques: de forma paralela a las tareas de catalogación emprendidas en el marco del programa Baraka, se han realizado tratamientos sobre
los atauriques que presentaban algún tipo de
patología, siendo las principales la colonización
biológica y los procesos de arenización. También
se ha procedido al tratamiento de restauraciones antiguas, eliminando por medios mecánicos
elementos de hierro y escayola dañinos para la
piedra.
– Cerámica: en 2004 se trataron varios conjuntos
cerámicos provenientes de la excavación del Patio
de los Pilares de 1998; fueron seis ataifores con
decoración verde y manganeso y varias piezas de
cerámica común. Otro grupo procedía de la excavación de las viviendas fronteras a la Mezquita,
se trataron diversos fragmentos de verde y manganeso que correspondían a ataifores y también
se limpiaron y pegaron numerosos fragmentos de
cerámica común (Láms. 24 y 25).
– Otros materiales: en 2004 se trata un garfio de
hierro recuperado en la excavación de las viviendas fronteras a la Mezquita con vistas a su conservación y estudio formal. En 2006 se tratan tres
vasos de vidrio, dos lisos y uno tallado (Láms.
26 y 27). Son piezas ya recompuestas y tratadas
con anterioridad, pero de cara a su préstamo
para la exposición “Vidrio islámico en al-Andalus” celebrada el mismo año en la Real Fábrica
de Cristales de la Granja, se revisan las actuaciones anteriores, corrigiendo algunas de las resinas
empleadas para su pegado debido a su deterioro.
Por último reseñar que en 2007 se procede a la
limpieza de teselas de pasta vítrea procedentes de
la rampa del pórtico y del Jardín Alto (Lám. 28).
4.2.2. Restauración de piezas para la exposición
permanente del Museo
Este proyecto viene definido por la construcción del nuevo Museo de Madinat al-Zahra, cuya
exposición permanente requería la restauración de
varias piezas para dotar de contenidos al programa
museológico planteado.
A finales de 2007 el personal del Conjunto Arqueológico comenzó los trabajos de restauración de
piezas cerámicas, tanto decorada en verde y manganeso, como común. El tratamiento consistió en
limpieza de adherencias, eliminación de sales solubles, corrección de restauraciones antiguas y pegado de fragmentos con nitrato de celulosa.
A esta labor del personal propio, se suma el
contrato con la empresa Gares, financiado por la
Obra Social y Cultural de Cajasur y que consistió
en la restauración de diversos elementos arquitectónicos, también de cara a su futura exposición en
el Museo de Madinat al-Zahra. Se trata de diversos
arquillos, tableros, pilastras, capiteles, basas, lucernarios, almenas, un dintel, fustes y por último
un gran arco de ataurique perteneciente a la Dar
al-Mulk. Estas labores, supervisadas por los restauradores del Conjunto, siguieron los criterios internacionales de restauración y fueron realizadas por
restauradores con experiencia en trabajos similares
(Láms. 29 y 30).
5. DIFUSIÓN
5.1. Publicaciones
5.1.1. Edición del volumen 5 de Cuadernos de
Madinat al-Zahra
En 2004 se publicó el volumen número 5 de
los Cuadernos de Madinat al-Zahra, instrumento
básico de divulgación científica del Conjunto Arqueológico. En este volumen se recoge la práctica totalidad de los trabajos presentados en las IV
Jornadas de Madinat al-Zahra, que constituyen,
en esencia, el corpus de las más recientes investigaciones sobre la ciudad califal y su significación
histórica.
El volumen recoge un total de veinte artículos,
de los cuales cinco versan sobre diferentes aspectos
históricos del califato Omeya, tres sobre epigrafía,
seis sobre urbanismo, arquitectura y arqueología
de Madinat al-Zahra y de al-Andalus en general,
dos sobre numismática y cuatro sobre decoración
arquitectónica de los califatos andalusí y fatimí. A
estos estudios se suma la Crónica del Conjunto Arqueológico, que recoge los trabajos realizados entre
1998 y 2003.
5.1.2. Edición de un CD-Rom interactivo sobre
Madinat al-Zahra
También en 2004 se publica un CD-Rom interactivo que aborda, a través de textos e imágenes,
una explicación de Madinat al-Zahra acorde con
su significación histórica y con la problemática de
su recuperación. El objetivo de este proyecto, producido por la empresa Punto Reklamo, no es otro
que difundir un instrumento que, apoyándose en
319
las posibilidades de las nuevas tecnologías, facilite
el acceso mayoritario de un público general al conocimiento histórico y disfrute de la ciudad califal.
La información que contiene el CD-Rom se
estructura en varios bloques:
• Inicio, con un vídeo sobre la ciudad.
• Historia, que recoge los antecedentes de la Córdoba romana, visigoda e islámica, para centrarse
en el proceso de construcción y trayectoria vital
de la ciudad, así como en el proceso de recuperación de la misma desde el inicio de las excavaciones hasta la actualidad.
• Visita, con un recorrido exhaustivo por los diferentes edificios y espacios de la zona excavada;
incluye textos, imágenes fijas, panorámicas y
planos de situación
• Información, con planos de ubicación, enlaces a
internet, bibliografía, glosario, etc.
5.1.3. Edición de Madinat al-Zahra; Concursos
2002-2005
En 2006 se editó el catálogo de las obras premiadas, o que obtuvieron menciones especiales del
jurado, en cada una de las convocatorias de concursos realizadas por el Conjunto Arqueológico
con motivo del Día Internacional de los Museos
entre los años 2002 y 2005 (Lám. 31). En dichos
años se convocaron concursos de fotografía, dibujo
y pintura, cómics y carteles, respectivamente. La
presentación pública fue realizada el 18 de mayo,
Día Internacional de los Museos, en la Filmoteca
de Andalucía.
5.2. Exposición de la galería de entrada al
yacimiento
En 2005 se instaló en la galería de entrada al
yacimiento un pequeño montaje museográfico,
cuyo diseño corrió a cargo del arquitecto especializado en museografía, Juan Pablo Rodríguez Frade.
Esta pequeña exposición tenía como objetivo ofrecer un instrumento de interpretación complementario de la señalética dispuesta en el recorrido de
visita, subsanando esta grave carencia en la difusión
del Conjunto.
Este montaje, que sustituía a la exposición de
piezas originales que ocupó este mismo espacio entre 1986 y 2002, se compone a base de fotografías
320
y textos, dispuestos bajo un cristal protector sobre
una estructura de bandejas de madera, sustentadas
a su vez en una estructura metálica. La información se dispone en tres niveles, un panel superior
en rojo, que contiene los títulos en que se estructura el discurso, que son Historia, Territorio, Ciudad,
Palacio, Vida doméstica, Vida oficial, La piel de los
edificios y El agua, un panel intermedio con imágenes y un panel inferior, en que se contextualizan
las imágenes y se desarrolla una breve explicación
de cada tema (Lám. 32).
5.3. Conmemoración del Día Internacional
del Museo
Con motivo del Día Internacional del Museo
(celebrado desde 1977, año en que fue instaurado
por el ICOM, el día 18 de mayo), en estos últimos
cuatro años se han celebrado concursos y exposiciones anuales con diversa temática, continuando
así un ambicioso proyecto de difusión iniciado en
2002.
En 2004 se celebró un Concurso de Cómics,
bajo el lema «Madinat al-Zahra: una historia apasionante». A diferencia de anteriores propuestas, el
concurso sólo contó con una modalidad general,
a la que concurrieron un total de 26 autores, que
presentaron 28 obras. El fallo del jurado se hizo
público el 18 de mayo de 200410, y la exposición de
las obras estuvo abierta entre los días 18 de mayo y
30 de junio, en la Delegación Provincial de Cultura de Córdoba (Lám. 33).
En 2005 se opta por la celebración de un Concurso de carteles, en este caso bajo el lema «Madinat al-Zahra: puente entre culturas» (Lám. 34), nuevamente con dos modalidades, escolar y general, a
la primera concurrieron 84 autores con un total de
88 obras y en la segunda, fueron 45 autores, con
un total de 58 obras. El fallo del jurado se hizo público el 18 de mayo11, y una selección de las obras
fue expuesta desde ese mismo día hasta el 30 de
Junio de 2005 en el salón de actos de la Delegación
Provincial de Cultura de Córdoba.
En 2006 se celebra un Concurso de cortometrajes, que adopta el lema del Día Internacional del
Museo de ese año: «El museo y los jóvenes», con una
única modalidad general, se inscribieron 28 participantes y las obras presentadas fueron 14. El fallo del
jurado se produjo el 18 de mayo12 en la Filmoteca
de Andalucía y en el mismo acto se realizó una proyección de siete de los cortos a concurso (Lám. 35).
Por último, en 2007, se convocó el II Concurso fotográfico, bajo el lema «Madinat al-Zahra,
patrimonio universal», en modalidad escolar fueron
ocho participantes, que presentaron 24 obras y por
la modalidad general, fueron 32 concursantes, que
aportaron un total de 76 fotografías. El fallo del
jurado se produjo el 18 de mayo13, y una selección
de las obras fue expuesta desde ese mismo día hasta
el 30 de Junio de 2007 en la Delegación Provincial
de Cultura de Córdoba (Lám. 36).
5.4. Jornadas Técnicas sobre Patrimonio
Arqueológico y Paisaje
Durante los días 11 y 12 de mayo de 2006 se
organizaron unas «Jornadas Técnicas sobre Patrimonio Arqueológico y Paisaje», bajo la dirección de
Florencio Zoido, director del «Centro de Estudios
Paisaje y Territorio» de la Universidad de Sevilla
(Lám. 37).
El objetivo de estas jornadas era poner al día
las nuevas visiones que existen sobre el paisaje en
Europa, su interrelación con el patrimonio arqueológico, las políticas de paisaje en lugares con
alta significación patrimonial y las prácticas de
integración de los paisajes arqueológicos. Asimismo se presentó como caso de estudio el entorno
paisajístico de Madinat al-Zahra, su protección y
problemática. Las jornadas se celebraron en la Filmoteca de Andalucía y su programa constó de diez
conferencias y dos mesas redondas (Lám. 38). Con
motivo de las Jornadas se publicó y difundió entre
los asistentes un libreto con las principales conclusiones del estudio sobre la dimensión paisajística
de Madinat al-Zahra, dirigido por el propio Florencio Zoido.
5.5. Recorridos Temáticos
En 2007 el Conjunto Arqueológico proyectó
un plan de recorridos temáticos, conformado por
dos programas: «Objetos y Espacios del Alcázar»,
dedicado a diversos aspectos particulares de la ciudad excavada, y «Arqueología y paisaje de Madinat
al-Zahra», centrado en el territorio e infraestructuras generadas por su construcción.
«Objetos y Espacios del Alcázar»14 constó de un
total de ocho visitas, guiadas por especialistas en la
historia, el arte y la arqueología islámica, que trataron de vincular los espacios a recorrer con algunos
de sus objetos definitorios, tanto elementos arquitectónicos, como piezas de vajilla, etc; ofreciendo
visiones novedosas de la materialidad de Madinat
al Zahra, y de la funcionalidad de sus edificios
(Láms. 39 y 40).
«Arqueología y paisaje de Madinat al-Zahra»15
consistió en seis visitas desarrolladas entre febrero
y septiembre de 2007, realizadas un sábado de cada
mes, por especialistas que combinaron las explicaciones puramente patrimoniales con la referencia
a los valores paisajísticos del territorio (Lám. 41).
Planteada en un principio como una experiencia piloto, la iniciativa tuvo una gran acogida entre
la ciudadanía. En todas las visitas se cubrió el cupo
máximo de visitantes, siendo útil por tanto para
captar nuevos y diferentes segmentos de público
y diversificar la oferta de difusión del Conjunto.
Los recorridos, celebrados dos sábados por mes,
ofrecieron así nuevas perspectivas y aspectos poco
conocidos de Madinat al-Zahra, dando a comprender las claves para entender una organización
territorial histórica, prácticamente inalterada hasta
nuestros días.
5.6. Otras actividades
5.6.1. Madinat al-Zahra va a la Escuela
En los años 2004 y 2005 se continuó con este
programa didáctico desarrollado por el Conjunto
Arqueológico en diversas escuelas de Córdoba y provincia desde 2001, y destinado a escolares de 5º y
6º de Enseñanza Primaria. El objetivo de esta actividad no era otro que potenciar un acercamiento
y una profundización en el conocimiento del monumento. Un acercamiento que debía abarcar desde
las cuestiones más intangibles relacionadas con la
explicación de su contexto histórico hasta los materiales relacionados con las funciones y la actividad
de la ciudad, entendiendo que la difusión de ésta, y
del patrimonio en general, es ante todo una acción
destinada a facilitar el conocimiento de la Historia
(Lám. 42).
Se pretendía, igualmente, que los escolares percibieran el Conjunto Arqueológico como algo vivo,
321
donde el trabajo de recuperación no cesa; resaltando
los cambios experimentados en los últimos años y
cuáles son las líneas de actuación por las que discurren actualmente las diferentes acciones de la tutela
de la Zona Arqueológica. La actividad se ha desarrollado en cada colegio a lo largo de una semana
lectiva, de lunes a viernes, ocupando un total aproximado de diez horas.
En 2004 se visitaron un total de 21 centros16, de
las Mancomunidades del Alto Guadiato y Los Pedroches; y en 2005 fueron 19 centros17, pertenecientes a las Mancomunidades del Alto Guadalquivir,
Guadajoz y Las Subbéticas.
5.6.2. Presentación del Premio Europa Nostra
Uno de los Premios Europa Nostra 2004, concedidos por la Comisión Europea y la Fundación Europa Nostra a las iniciativas que mejor fomenten la
recuperación, conservación, investigación y difusión
del Patrimonio Cultural Europeo, recayó en la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía por la
Restauración de la Casa de Ya’far, llevada a cabo por
el Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra.
En 2005 se realizó un acto de presentación
del premio en la propia casa de Ya’far a cargo de la
Consejera de Cultura y del Director del Conjunto
Arqueológico (Lám. 43). En el sitio quedaron colocados cinco paneles explicativos de los trabajos de
investigación y restauración llevados a cabo en la vivienda.
5.6.3. Campos Internacionales de Trabajo
Tras un largo paréntesis, el Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra ha recuperado la celebración de los Campos Internacionales de Trabajo
como una de sus principales actividades de difusión. Desde 1985 a 1996, se celebraron de forma
ininterrumpida doce ediciones del Campo. Durante las dos últimas semanas de julio de 2006 se
celebró la primera edición de esta segunda época y
en las mismas fechas de 2007 se dio continuidad a
este proyecto, organizado en colaboración con el
Instituto Andaluz de la Juventud. Los objetivos de
esta actividad no son otros que acercar a los participantes a la historia y la cultura de nuestro patrimonio, incidiendo a su vez en la formación de estos
jóvenes de diferentes nacionalidades en los trabajos
de recuperación de un yacimiento arqueológico,
322
al mismo tiempo que realizan tareas de apoyo a la
propia actividad del Conjunto Arqueológico.
En 2006 hubo veintisiete participantes, de
edades comprendidas entre 18 y 30 años; de ellos,
once provenían de otros países, fundamentalmente europeos, con presencia de franceses, alemanes,
checos, daneses y turcos, con lo que las labores
realizadas tuvieron carácter bilingüe, con el castellano y el inglés como lenguas de trabajo. Su labor
consistió en la limpieza mecánica de las placas decorativas de ataurique, por medio de cepillos, agua
y broquetas de bambú y, posteriormente, en el siglado de las piezas. En total se trataron en torno a
715 piezas. Se realizaron igualmente visitas guiadas
al yacimiento y a su entorno, para una mejor compresión del valor único del Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra y del trabajo realizado (Lám.
44).
En 2007 los treinta participantes se dividieron
en dos grupos que iban alternando sus tareas, de
manera que un equipo se dedicaba a la limpieza
y desbroce de la almunia de al-Rummaniyya, para
facilitar su posterior documentación y otro grupo
se dedicó a la limpieza de material cerámico aparecido en la excavación de la muralla sur de la ciudad
(Lám. 45).
5.6.4. Exposición Dos Miradas
Entre el 14 de noviembre y el 14 de diciembre
de 2007 se celebró en el Teatro Cómico Principal
de Córdoba una exposición fotográfica titulada
«Dos Miradas», el objeto de la misma era aportar
dos visiones enfrentadas y complementarias del
yacimiento arqueológico. Se trata de las miradas
de Rafael Carmona y Francisco Sánchez Moreno,
reporteros gráficos de ABC Córdoba y Diario Córdoba respectivamente, que reflejaron en las obras
a exposición su visión particular de la ciudad califal (Lám. 46). La exposición fue organizada por
la Delegación Provincial de Cultura de Córdoba
y financiada por el Conjunto Arqueológico. Con
motivo de este acto se editaron 500 catálogos de la
exposición.
5.6.5. Préstamos para exposiciones temporales
El préstamo de bienes muebles pertenecientes
al Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra, con
motivo de la celebración de exposiciones tempora-
les, es una extraordinaria oportunidad para difundir los valores histórico-artísticos de estas piezas,
así como la originalidad de las técnicas y diseños
que contribuyeron a la fundación de Madinat alZahra como símbolo del poder califal. Entre 2005
y 2007 fueron tres las ocasiones en que piezas provenientes del yacimiento de Madinat al-Zahra tuvieron presencia en grandes exposiciones a nivel
nacional e internacional:
– España Medieval y el legado de Occidente
La exposición, celebrada en el Museo Nacional de Historia de México D. F. y promovida
por la Sociedad Estatal para la Acción Cultural
Exterior de España y el Instituto Nacional de
Antropología e Historia de México, tenía como
objetivo presentar al público mexicano el largo
proceso de formación medieval de España y su
incorporación progresiva a los valores políticos,
religiosos artísticos y culturales de la Europa contemporánea, que constituyen el principal legado
de Occidente en el momento de la conquista de
América. La exposición estuvo abierta entre octubre de 2005 y febrero de 2006; el Conjunto
Arqueológico Madinat al-Zahra contribuyó a
la misma con una jamba de mármol decorada
procedente del baño de las habitaciones anejas al
Salón de Abd al-Rahman III (Lám. 47).
– Vidrio islámico en al-Andalus
Organizada por la Fundación Centro Nacional
del Vidrio en el Museo del Vidrio, de la Real Fábrica de Cristales de La Granja, entre noviembre
de 2006 y abril de 2007, tenía como objetivo
principal dar a conocer en su conjunto el vidrio
medieval islámico en al-Andalus, un tema poco
estudiado hasta la fecha. El préstamo consistió
en dos vasos de vidrio liso y un vaso de vidrio
tallado (Láms. 26 y 27).
– Rudesindus: la cultura europea del siglo X
En este caso se trató de una exposición conmemorativa del 1100 aniversario del nacimiento de San Rosendo, obispo de Compostela, su
objetivo fue ofrecer una visión general sobre la
cultura europea en el siglo X, presentando el crisol multicultural de la Europa altomedieval que
confluyó en el Santiago del siglo X a través de las
peregrinaciones. La exposición, celebrada en la
Iglesia de la Universidad de Santiago entre julio
y septiembre de 2007, expuso como préstamo
proveniente de Madinat al-Zahra, una jamba de
mármol blanco, con decoración labrada en relieve de tema vegetal, proveniente del Baño anejo
al Salón de Abd al-Rahman III, compañera de la
expuesta en México dos años antes (Lám. 48).
5.7. Página web
Desde Enero de 2004 el Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra cuenta con su propia página
web18 (Lám. 49). Este proyecto se enmarca dentro
del Portal de Museos y Conjuntos Arqueológicos
y Monumentales de Andalucía19, y persigue abrir
la institución a las tecnologías de la información
creando nuevas formas de relación con el público.
La arquitectura de la web contempla varios
apartados: Información general, Historia de las
Investigaciones, Presentación del Conjunto, Difusión, Visita virtual, Enlaces de interés y Novedades. El principal objetivo de la web no es otro que
facilitar el acceso a la consulta de todas las informaciones concernientes al Conjunto Arqueológico
de Madinat al-Zahra, ofreciendo una información
práctica, con contenidos actualizados y en constante revisión. Los contenidos están disponibles también en inglés, lo que amplia considerablemente el
espectro de potenciales visitantes de la página.
Hoy por hoy, la página web ofrece incluso la
posibilidad de realizar diversos trámites por vía telemática, como es el caso de la petición de reservas
de visitas para grupos; sin duda, facilitar este tipo
de gestiones es el camino hacia el que se debe trabajar en su gestión y futuro desarrollo.
6. SEDE INSTITUCIONAL DE MADINAT
ALZAHRA
Definida como la clave de todas las estrategias
de recuperación contempladas en el Plan Especial,
la Sede Institucional además de resolver los lastres de
unas infraestructuras obsoletas, nace con el objetivo
de dotar a la institución de la pieza articuladora para
la difusión del vasto ámbito patrimonial de Madinat
al-Zahra. Se trata de un edificio diseñado para evitar
cualquier impacto visual en el paisaje y que acogerá
la administración, talleres, almacenes, auditorio, sala
323
de exposición permanente y servicios del Conjunto20.
Las obras de construcción del edificio dieron
comienzo en diciembre de 2003, a cargo de la UTE
Madinat al-Zahra y durante los cuatro años que
comprende esta crónica se ha concluido la construcción del mismo, que fue presentado a la prensa el 19
de diciembre de 2007. Las obras estuvieron precedidas de un estudio geotécnico realizado por la empresa Vorsevi y los trabajos de excavación y cimentación
tuvieron un seguimiento arqueológico, realizado por
Juan Ignacio Cano Montero, con resultados negativos (Lám. 50).
A finales de 2007 tan sólo quedan por culminar algunos aspectos de la urbanización de la parcela
de la sede, tales como la configuración definitiva de
los aparcamientos o el ajardinamiento de la misma.
Estando igualmente redactados y ejecutados los
proyectos de equipamiento de mobiliario y equipamiento para los almacenes (Láms. 51-52).
6.1. Espacio expositivo permanente de Madinat
al-Zahra
En el contexto de los trabajos necesarios para
la puesta en funcionamiento de la nueva sede institucional del Conjunto Arqueológico Madinat alZahra, adquiere especial significación el programa
museológico y el proyecto museográfico del espacio
expositivo permanente de Madinat al-Zahra.
El inicio de este proceso se sitúa a principios del
2005, cuando se decide la creación de una Comisión21, integrada por expertos de diferentes disciplinas pero vinculados de una forma u otra al mundo
de la museología y a la propia Madinat al-Zahra, que
asesorara al Conjunto Arqueológico en este complejo proyecto relacionado con la difusión de la Zona
Arqueológica. La labor de dicha Comisión se centró
en la fijación del Programa de Contenidos de la exposición permanente, base para encargar el correspondiente proyecto museográfico y su ejecución.
La redacción del mismo es encargada a Manuel
Acién Almansa, que entrega la versión definitiva del
Programa de Contenidos a mediados de 2006, in-
324
corporando las modificaciones y puntualizaciones
realizadas por la comisión al documento original. El
programa de contenidos tiene una orientación esencialmente temática y pretende ofrecer una explicación de Madinat al-Zahra en sus múltiples aspectos,
pero poniendo el énfasis en su dimensión territorial
y en la funcionalidad de los espacios de la ciudad y
el palacio.
A finales de diciembre de 2006, se compromete el asesoramiento de los técnicos de la Dirección
General de Museos en la elaboración del Pliego de
Prescripciones Técnicas para el encargo del Proyecto
Museográfico de la Exposición Permanente. El Proyecto Museográfico corre a cargo de Frade Arquitectos y en él también colaboran los arquitectos autores
del proyecto de la Sede institucional: Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano, siendo entregado en julio de
2007.
La ejecución del proyecto museográfico es adjudicada por concurso en septiembre de 2007 a la
empresa Empty. La museografía proyectada, y actualmente en ejecución, está caracterizada por los
siguientes aspectos:
– Combinación equilibrada de piezas originales e
información complementaria para ofrecer un discurso atractivo y de fácil comprensión para un público
general.
– Articulación entre los espacios de la sala y los
contenidos del discurso, evitando cortes en las unidades temáticas y generando un recorrido acorde
con la disposición de la sala.
– Empleo de audiovisuales e interactivos como recursos explicativos y contextualizadores de las piezas
originales.
– Empleo de maquetas de última generación para
explicar las tres dimensiones espaciales (territorio,
ciudad y alcázar) desde las que puede abordarse el
conocimiento de Madinat al-Zahra.
– Utilización de nuevas tecnologías (realidad virtual, infografías, teatro virtual, etc.) en la elaboración
de audiovisuales y maquetas.
– Empleo de soportes y contenedores totalmente
neutros para garantizar la preeminencia de las piezas
originales.
NOTAS
1. Vid. al respecto Romo Salas, A. (2004): “El proyecto Baraka
en los Conjuntos Arqueológicos y Monumentales”, Mus-A
3, 89-92.
2. El que fuera Director del Museo Arqueológico de Córdoba
catalogó, a mediados de los años 30 del pasado siglo, alrededor de 4.000 fragmentos de placado ornamental, provenientes de la Dar al-Mulk.
3. Este grupo de investigación trabaja conjuntamente desde
el año 1999 y en este último proyecto está formado por
Manuel Acién Almansa (Universidad de Málaga), Alberto
Canto García (Universidad Autónoma de Madrid), Patrice
Cressier (CNRS), Eduardo Manzano Moreno (CSIC), Sergio Martínez Lillo (Universidad Autónoma de Madrid), M.ª
Antonia Martínez Núñez (Universidad de Málaga), Muhammad Meouak (Universidad de Cádiz), Antonio Vallejo
Triano (Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra) y Jean
Pierre Van-Stäevel (Universidad de París IV - Sorbona).
4. Durante 2004 se denunció una nueva edificación en la parcelación de las Pitas y se hicieron ocho escritos comunicando
la continuación de obras ya denunciadas con anterioridad y
cuya paralización no se había producido pese a la instrucción
del oportuno expediente.
Durante 2005 se denuncia la aparición de dos chalets prefabricados en la parcelación de las Pitas, tras comprobar que
sólo se trataba de una exposición temporal de este tipo de
viviendas se archivó el expediente.
En 2006 se denuncian seis intervenciones sin autorización
en la parcelación de las Pitas, cuatro de ellas correspondían a
obras de ampliación de edificaciones ya existentes y las otras
dos eran nuevas edificaciones que hasta la fecha permanecían
vacías.
En 2007 no se producen denuncias por nuevas edificaciones
u obras de reforma en el interior de las parcelaciones urbanísticas ilegales.
5. VALLEJO TRIANO, A., ESCUDERO ARANDA, J.
(2004): “Crónica del Conjunto Arqueológico, años 19982003”, Cuadernos de Madinat al-Zahra, 5, 481-482.
6. VALLEJO TRIANO, A., ESCUDERO ARANDA, J.
(2004): “Crónica del Conjunto Arqueológico, años 19982003”, Cuadernos de Madinat al-Zahra, 5, p. 478.
7. En esta exhaustiva labor previa de documentación gráfica
han participado Ana M.ª Zamorano, José Luis Vaquerizo,
Jorge Forné León y la empresa TDTEC.
8. VALLEJO TRIANO, A., ESCUDERO ARANDA, J.
(2004): “Crónica del Conjunto Arqueológico, años 19982003”, Cuadernos de Madinat al-Zahra, 5, 478-479. Durante 2004 se procedió al inventario exhaustivo de materiales
recuperados en la excavación, dirigida por Juan I. Cano
Montero.
9. En 2004 se realizan doce intervenciones en los siguientes
sectores: Espacio Trapezoidal, Jardín Bajo, Camino de Ronda, Bajo, estancias al noroeste de la Mezquita, Puerta Norte, Calle de Servicio, Edificio Basilical Superior, Calle en
rampa, Vivienda de la Alberca, Jardín Alto y Casa de Ya´far.
En 2005 se realizan cinco intervenciones, distribuidas en la
Mezquita, la explanada de entrada frente a la Muralla Norte,
10.
11.
12.
13.
14.
el Pórtico, el Baño de la terraza intermedia y la Cerca Norte
en su tramo oriental. En 2006 se realizan cuatro actuaciones,
interviniendo en el pavimento de algunos sectores del recorrido de visita, la Dar al-Mulk, el Pórtico y la Casa de Ya’far.
En 2007 son ocho las actuaciones, en Mezquita, Salón Rico,
Habitaciones anejas, Edificio basilical, Casa de Ya’far, zona
del Pórtico, Viviendas de Servicios y camino exterior para
acceso de discapacitados.
Los autores premiados fueron los siguientes: Juan Manuel
Montiel Rodríguez y Ana María Cobos Obrero (1.er premio), Daniel García Cuenca (2.º premio) y Ricardo José
Hermida Gil (3.er premio). Menciones especiales: José Manuel Moreno Yagüe, José Luis Dávila Cáceres, Jesús Jiménez
Cabral, Miguel Ángel Leiva Colorado y Francisco de Borja
Fuentes
Los autores premiados fueron los siguientes: en la modalidad escolar: María Encarnación Aguilar García (1.er premio),
Francisco Borja Fuentes Fuentes (2.º premio) y, ex aqueo,
Raquel Castillo Bonilla y Antonio Manuel Espinosa Albalá (3er premio); menciones especiales: Francisco Cardador
Fernández, Módulo de Agricultura Ecológica de la Escuela
Taller “Poblado Nazarí” de Ronda, Francisco José Hidalgo
Espejo, Azahara Torrico Naranjo, Miguel Cerro Rico, Álvaro Hinojosa Román, M.ª José Sánchez Nieto. Modalidad
general: José Luis Pajuelo Caparró (1.er premio), Ricardo
Ruiz Martínez (2.º premio) y Francisco Domínguez Alonso
(3.er premio); menciones especiales: Javier Bassecourt Marín,
Julián Uribe Guerrero, Irene García Olmo, Antonio Carmona Lucena, José M.ª Martín García y Ladislao Rodríguez
Galán.
Los autores premiados fueron los siguientes: Miguel Ángel
Sánchez López (1.er premio) y Alberto Picchi Carmona (2.º
premio).
Los autores premiados fueron los siguientes: en la modalidad
escolar: Miriam Pozo Márquez (1.er premio), Felipe Anguita
Moriel (2.º premio) y Miguel García Jiménez (3.er premio);
menciones especiales: Cristina Castro González, Cristina
Hidalgo Jiménez, Carlos López Villén, Francisco López Villén y Lucía Valenzuela Cachinero. En la modalidad general:
Antonio Berzosa García (1.er premio), María Jesús Alcántara
Jimñenez (2.º premio) y Manuel Teófilo León Serrano (3.er
premio).
Las visitas y sus ponentes fueron las siguientes: En el nombre de Dios… la escritura del poder, M.ª Antonia Martínez
Núñez (3 de marzo); Las defensas de Madinat al-Zahra,
Sergio Martínez-Lillo (14 de abril); Flores vivas… Flores de
piedra, Salvador Escobar Montero y Enriqueta Martín-Consuegra (5 de mayo); Los servicios de la administración califal
en Madinat al-Zahra, Muhammad Meouak (2 de junio); La
organización social del palacio en Madinat al-Zahra, Eduardo
Manzano Moreno (8 de septiembre); El discurso arquitectónico del califato. Los capiteles, Patrice Cressier (6 de octubre);
El Salón de Abd al-Rahman III. Una interpretación simbólica
a través de su programa decorativo, Manuel Acién Almansa
(10 de noviembre) y Una ceca legendaria, Alberto Canto
García (1 de diciembre).
325
15. Las visitas y sus ponentes fueron las siguientes: Madinat
al-Zahra desde el sur, José Ramón Menéndez de Luarca y Elena Caballero Ranchal (17 de marzo); Camino y Puente de los
Nogales, Alberto León Muñoz y Ana M.ª Zamorano Arenas
(21 de abril); Canteras de Santa Ana de la Albaida, José Escudero Aranda y David López Casado (19 de mayo); Puente
y Albercas del Cañito de María Ruiz, Juan Bautista Salado
Escaño y David López Casado (23 de junio); Acueducto de
Valdepuentes, Ángel Ventura Villanueva y Ramón Fernández
Barba (22 de septiembre); Almunia de al-Rummaniyya, Felix
Arnold y Antonio Vallejo Triano (20 de Octubre).
16. Los colegios participantes fueron: “Eladio León” (Peñarroya), “Antonio Valderrama” (Espiel), “Miguel de Cervantes”
(Villanueva del Rey), “Ntra. Sra. de los Remedios” (Bélmez),
“Ntra. Sra. de Villaviciosa” (Villaviviosa), “S. Carlos Borromeo” (Fuenteobejuna), “Ágora” (Valsequillo, La Granjuela
y Los Blázquez), “Virgen de Luna” (Pozoblanco), “Maestro
Jurado” (Hinojosa del Duque), “La Inmaculada” (El Viso),
“Maestro Rogelio Fernández” (Villanueva del Duque), “Virgen de Luna” (Villanueva de Córdoba), “Nicolás del Valle”
(Villaralto), “Ntra. Sra. de la Peña” (Añora), “Ntra. Sra. de
Loreto” (Dos Torres), “S. Pedro y Sta. Teresa” (Santa Eufemia), “Simón Obejo y Valera” (Pedroche), “Ntra. Sra. de la
Vereda” (Torrecampo), “Sor Felipa de la Cruz” (Belalcázar),
“Maestro Juan Hidalgo” (Cardeña), “Ntra. Sra. de Guía”
(Alcaracejos)
326
17. Los colegios participantes fueron: “Laureado Capitán Trevilla” (Adamuz), “Ramón Hernández Martínez” (Cañete de
las Torres), “Épora” (Montoro), “Antonio Machado” (Pedro
Abad), “Juan Díaz del Moral” (Bujalance), “Teresa Comino”
(Villafranca), “Ramón y Cajal” (El Carpio), “Juan Alfaro”
(Baena), “Cervantes” (Espejo), “Francisco García Amo”
(Nueva Carteya), “Rodríguez Vera” (Almedinilla), “Camacho Melendo” (Priego de Córdoba), “Juan Valera” (Cabra),
“Fuente del Moral” (Rute), “Ntra. Sra. de Araceli” (Lucena),
“Ntra. Sra. de los Remedios” (Zuheros), “Virgen del Castillo” (Carcabuey), “Menéndez Pelayo” (Benamejí), “Iznájar
Sur” (Ventorros de Balerma).
18. www.juntadeandalucia.es/cultura/museos/CAMA
19. MARCOS EGLER, A. (2005): “El portal web de Museos de
Andalucía” en Mus-A, 5, 22-28.
20. Para más información sobre la redacción y comienzo de
ejecución del proyecto consultar VALLEJO TRIANO, A.,
ESCUDERO ARANDA, J. (2004): “Crónica del Conjunto
Arqueológico, años 1998-2003”, Cuadernos de Madinat alZahra, 5, p. 490. La perspectiva de los arquitectos autores
del proyecto queda reflejada en NIETO, F., SOBEJANO,
E. (2008): “Nueva sede institucional para Madinat alZahra”, PH, 65, 96-107.
21. Los miembros de la Comisión fueron Manuel Acién Almansa, Juan Serrano Muñoz, Víctor Pérez Escolano, Bartolomé
Ruiz González, Antoni Nicolau Martí, Antonio Vallejo Triano y José Escudero Aranda.
ANEXO 1
EVOLUCIÓN DEL PRESUPUESTO ANUAL DEL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO
MADINAT AL-ZAHRA. AÑOS 2004 - 2007
2004
2005
2006
2007
CAP. II
168.250,80
162.512,97
320.088,37
408.890,63
CAP. VI
180.303,00
240.288,02
260.100,27
322.339,43
TOTAL
348.553,80 €
402.800,99 €
580.188,64 €
731.230,06 €
327
ANEXO 2
ESTADÍSTICAS DEL NÚMERO DE VISITANTES AL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO
MADINAT AL-ZAHRA. AÑOS 2004-2007
2004
2005
2006
2007
9.459
5.548
9.853
8.361
FEBRERO
15.556
11.235
14.023
14.429
MARZO
19.433
20.921
18.988
19.927
ABRIL
27.749
22.884
28.886
27.914
MAYO
25.076
23.492
23.804
21.869
JUNIO
11.299
9.995
11.318
12.336
JULIO
8.840
8.683
8.653
8.982
AGOSTO
17.827
17.989
17.047
16.499
SEPTIEMBRE
13.965
14.600
14.035
14.460
OCTUBRE
18.259
18.400
18.820
18.721
NOVIEMBRE
12.900
14.499
13.575
17.070
DICIEMBRE
12.637
15.375
15.662
14.884
193.000
183.621
194.664
195.452
ENERO
TOTAL
328
Fig. 1: Levantamiento fotogramétrico del Pórtico.
Fig. 2: Mapa del ámbito de exposición visual clasificada para las vistas desde Madinat al-Zahra.
329
Fig. 3: Ámbito del Plan Especial de Protección de Madinat al-Zahra.
330
Lám. 1: Fragmentos de ataurique procedente de Madinat al-Zahra.
Lám. 2: Catalogación de la decoración parietal. Proceso de trabajo.
331
Lám. 3: Baño de la Vivienda de la Alberca.
Lám. 4: Extracción de columna polínica en el jardín de la Vivienda de la Alberca.
332
Lám. 5: Extracción de columna polínica en el Jardín Bajo.
Lám. 6: Vista aérea de la excavación de la muralla meridional de Madinat al-Zahra con el Alcázar
al fondo.
333
Lám. 7: Excavación muralla meridional. Detalle de las naves y patio de la mezquita.
Lám. 8: Excavación muralla meridional. Vista aérea de la mezquita y calzada extramuros.
334
Lám. 9: Almunia de al-Rummaniyya. Muro este de la alberca.
Lám. 10: Catalogación de recipientes de vidrio procedentes de las canalizaciones de la Casa de Ya’far.
335
Lám. 11: Plan Especial de Protección de Madinat al-Zahra. Urbanizaciones ilegales.
Lám. 12: Consolidación y restauración de los
revestimientos murales. Casa de Ya’far.
Estado previo.
336
Lám. 13: Consolidación y restauración de los
revestimientos murales. Casa de Ya’far. Estado tras la
restauración.
Lám. 14: Alberca frontera al Salón de Abd al-Rahman III.
Lám. 15: Puente del Cañito de María Ruiz.
337
Lám. 16: Patio y fachada este de la Vivienda de la Alberca.
Lám. 17: Salón de Abd al-Rahman III.
338
Lám. 18: Salón de Abd al-Rahman III. Recomposición de la decoración parietal.
Lám. 19: Consolidación del muro de contención de las viviendas de la mezquita aljama. Estado previo.
339
Lám. 20: Consolidación del muro de contención de las viviendas de la mezquita aljama. Obra finalizada.
Lám. 21: Habitaciones anejas al Salón de Abd al-Rahman III. Consolidación del muro oriental del Patio de la
Pila.
340
Lám. 22: Consolidación del dintel de sillería del Camino
de Ronda Bajo.
Lám. 23: Casa de Ya’far. Ejecución del Proyecto de Control de la Microflora.
341
Lám. 24: Proceso de restauración de piezas cerámicas
procedentes de la excavación de las viviendas de la mezquita
aljama. Jarro.
Lám. 26: Vasos de vidrio liso.
342
Lám. 25: Proceso de restauración de piezas cerámicas
procedentes de la excavación de las viviendas de la mezquita
aljama. Anafe.
Lám. 27: Vaso de vidrio tallado.
Lám. 28: Fragmentos de mosaicos con teselas de pasta vítrea procedentes del Pórtico.
343
Lám. 29: Restauración de elementos arquitectónicos. Capiteles.
Lám. 30: Restauración de elementos arquitectónicos. Capitel y basa.
344
Lám. 31: Edición del Catálogo de las obras premiadas en los
distintos concursos convocados por el Conjunto Arqueológico.
Lám. 32:. Montaje museográfico en la galería de entrada al Conjunto Arqueológico.
345
Lám. 33: Exposición de las obras presentadas al Concurso de Cómics de 2004. Delegación
Provincial de Cultura de Córdoba.
Lám. 34: Cartel del Concurso de
carteles de 2005.
346
Lám. 35: Cartel del Concurso de Cortometrajes
de 2006.
Lám. 36: Primer premio del Concurso Fotográfico “Madinat al-Zahra, patrimonio universal”. Antonio Berzosa García.
Lám. 37: Cartel de las “Jornadas Técnicas sobre Patrimonio Arqueológico y Paisaje”.
347
Lám. 38: “Jornadas Técnicas sobre Patrimonio Arqueológico y Paisaje”. Mesa redonda.
Lám. 39: Recorrido temático: “Las defensas de Madinat al-Zahra”.
348
Lám. 40: Recorrido temático: “La organización social del Palacio en Madinat al-Zahra”.
Lám. 41: Recorrido temático: “Canteras de Santa Ana de la Albaida”.
349
Lám. 42: “Madinat al-Zahra va a la escuela”. Programa didáctico llevado a cabo por el Conjunto
Arqueológico en diversos colegios de Córdoba y provincia.
Lám. 43: Presentación del Premio Europa Nostra concedido en 2004 a la Restauración de la Casa de Ya’far.
350
Lám. 44: Campo Internacional de Trabajo 2006. Limpieza y catalogación de decoración parietal.
Lám. 45: Campo Internacional de Trabajo 2007. Limpieza de la alberca de la almunia de al-Rummaniyya.
351
Lám. 46: Exposición fotográfica “Dos miradas” en el Teatro Cómico Principal de Córdoba.
Lám. 47: Museo Nacional de Historia de Méjico. Jamba de mármol procedente del baño de las
habitaciones anejas al Salón de Abd al-Rahman III.
352
Lám. 48: Iglesia de la Universidad de Santiago.
Jamba de mármol procedente del baño de las
habitaciones anejas al Salón de Abd al-Rahman III,
compañera de la expuesta en Méjico.
Lám. 49: Página principal de la web del Conjunto Arqueológico
de Madinat al-Zahra.
Lám. 50: Sede Institucional de Madinat al-Zahra. Inicio de las obras.
353
Lám. 51: Sede Institucional de Madinat al-Zahra. Proceso de ejecución de las obras.
Lám. 52: Sede Institucional de Madinat al-Zahra. Obra finalizada.
354
Cuadernos de Madinat al-Zahra 6 (2008), p. 357
ISSN: 1139-9996
NORMAS DE REDACCIÓN DE CUADERNOS
DE MADINAT ALZAHARA
Los trabajos que se envíen a la Redacción de Cuadernos de Madinat al-Zahra. Conjunto Arqueológico
Madinat al-Zahra (Ctra. Palma del Río, km. 5,5. 14005
Córdoba; tfno. 957 352868/60) deberán ser inéditos y
no estar pendientes de publicación por otra revista.
La lengua de la revista es el español. Se admitirán
también artículos en francés, inglés, italiano y portugués.
En los trabajos deberán figurar el título, el nombre
del autor (o autores), su dirección y teléfono, así como
su situación académica y el nombre de la institución
científica a la que pertenece(n). También se hará constar
la fecha de envío a la revista.
Todos los trabajos deberán enviarse en soporte informático (programa Word), e irán acompañados de dos
resúmenes (uno en español y otro en inglés) de un máximo de 250 palabras cada uno de ellos, además de una
línea de palabras CLAVE (en español y en inglés) de no
más de 8 palabras. En los CD`s se especificará el nombre
de los ficheros.
Los artículos no superarán las 20 páginas con interlineado de 1,5. Las notas irán al final del artículo.
Citas bibliográficas de libros: APELLIDOS, Nombre (o Inicial), año, Título, lugar de edición. Citas bibliográficas de artículos: APELLIDOS, Nombre (o Inicial),
año, “Título del artículo”, Revista, número de volumen
(y fascículo si lo hubiera), página inicial-página final.
En cuanto al sistema de transcripción, se utilizará
el de la revista al-Andalus para textos en español. Para
los trabajos redactados en lenguas europeas el sistema
de transcripción será el de la Encyclopédie de l’Islam o la
Encyclopaedia of Islam.
Los grabados a línea, mapas, gráficos, figuras, etc,
deberán ser originales, presentados en soporte informático (formato dwg, jpg o tiff, para planos, figuras, gráficos, dibujos), perfectamente rotulados y con numeración correlativa para su identificación. Llevarán escala
gráfica siempre que lo requieran y mención expresa de
su ubicación en el texto, de lo contrario figurarán al final del artículo. Las fotografías serán de la mejor calidad
(color), grabadas en soporte informático (CD), en formato tif (mínimo 10 cm x 15 cm y 300 ppp).
Además del CD con los textos y láminas y figuras,
se enviará una copia de todo en papel normalizado DIN
A4 mecanografiados por una sola cara a doble espacio
–tanto el texto como las notas–, sin correcciones a
mano, con márgenes suficientes y paginación correlativa del texto. Las ilustraciones irán en hojas aparte al
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Para la documentación gráfica deberá tenerse en
cuenta la imposibilidad de publicar desplegables, debiendo ajustarlas proporcionalmente a la caja de la revista (15,5 x 21,5 cm. por página) y con la nota “a caja”, en
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