YO NO SÉ PARECER Hamlet de todas las épocas “Al interpretar la realidad, al redescubrirla, la literatura puede ayudar a conocerla” Eduardo Galeano. “Contraseña” (artículos) 1986 “Porque quise querer y no pude poder” Alfredo Zitarrosa, “Doña Soledad” Sin duda que estos epígrafes serán comprendidos a medida que me introduzca en el tema que he decidido exponer, atraída por la convocatoria de APU. Antes que nada, quiero empezar con una pequeña anécdota que tiene que ver con la profesión de muchos de los que están hoy acá. Hace unos cuantos años, en una entrevista con un psicoanalista, trabajé el tema de los personajes de la Literatura, cuando aún estaba en plena actividad docente. El profesional me dijo algo que nunca olvidé: “Los personajes de la literatura de ficción, muchas veces, explican algo de uno”. Entonces pensé: cuánta pluralidad de personalidades, ¿Quién soy? Me consta que en la literatura clásica hay un personaje que ha intrigado a más de un especialista, por las características de su personalidad. Me refiero al joven Hamlet, príncipe de Dinamarca, del genial William Shakespeare, casualmente homenajeado este año por cumplirse fecha de su muerte junto con otros dos grandes escritores contemporáneos suyos, el Inca Garcilaso de la Vega y Miguel de Cervantes. Mucho se ha dicho y estudiado del carácter de Hamlet. Incluso debo decir que quedé impresionada al ver cuántas páginas existen en Internet que lo abordan desde todos los ángulos. Fue cuando pensé que mi elección no era original, pero afronté el desafío. Hay algo en este joven que encierra diversas conjeturas y que lo acerca día a día hacia los jóvenes de hoy. El descontento con el mundo, la melancolía, la rebeldía, la falta de comprensión del comportamiento de los adultos, la complejidad en temas amorosos, la justicia, son algunos de los temas comunes entre ayer y hoy. A pesar de la lejanía en el tiempo, incluso entre la tragedia de Shakespeare y sus antecedentes, existe un eje alrededor del cual se va tejiendo la historia del ser humano y del mundo. El poeta inglés basó su Hamlet en crónicas muy antiguas que datan del siglo XII sobre la historia de los pueblos nórdicos, entre ellos Dinamarca. Es bien conocida la barbarie que mostraban esos pueblos a la hora de obtener territorios y poder. Las traiciones se pagaban con sangre y esa era la “ley” común a todos. La crónica que toma Shakespeare para crear su Hamlet se refiere justamente a esos hechos, pero llevados con la pluma de una época diferente en varios aspectos, entre ellos el tema de la justicia. También los valores habían cambiado en los siglos XVI y XVII, así como la moral y las costumbres. Es decir que entre la época del cronista danés y el escritor inglés hay una diferencia de tiempos y de costumbres pero no de lo que es común a todos los Hombres desde su creación. Y lo que es común es la duda, el amor filial, el sexo, la venganza, el afán de justicia, el deseo de un mundo mejor, el tema del poder, la ambición, etc, etc. Así pasa también con ciertos temas de la literatura, que si bien se sitúan en tiempos diferentes, hay cosas que no cambian. Ese es mi objetivo al analizar la personalidad y el carácter de Hamlet en este trabajo del siglo XXI y en este “Qué-hacer con las letras”. Si por algo se conoce a Hamlet, es porque duda, y con la duda, demora su acción de venganza que el fantasma de su padre ha hecho jurar a su hijo. He aquí una síntesis apretadísima de presentarlo ante quienes no lo conocen. Sin embargo- y aquí estaría el trabajo de los psicoanalistas y también por qué no el de los profesores de literatura, este muchacho joven tiene otros problemas que lo definen. Antes de la revelación del fantasma, en el primer acto, el diálogo que el príncipe mantiene con su madre y su tío-ahora el nuevo rey y casado con su madre- revela algo de su personalidad. Cito: “ REY. —[…] Y ahora, Hamlet, primado de mi trono, mi hijo… HAMLET. —(Aparte). Un poco menos que primado y un poco más que primo. REY. —¿Por qué te envuelven todavía esas nubes de tristeza? HAMLET. —Nada de eso, señor mío; me da demasiado el sol. REINA. —Querido Hamlet, arroja ese traje de luto, y miren tus ojos como un amigo al rey de Dinamarca. No estés continuamente con los párpados abatidos, buscando en el polvo a tu noble padre. Ya sabes que esta es la suerte común; todo cuanto vive debe morir, cruzando por la vida hacia la eternidad. HAMLET. —Sí, señora, es la suerte común. REINA. —Pues si lo es, ¿por qué parece que te afecta de un modo tan particular? HAMLET. —¡“Parece”, señora! ¡No; es! ¡Yo no sé parecer! ¡No es solo mi negro manto, buena madre, ni el obligado traje de riguroso luto, ni los vaporosos suspiros de un aliento ahogado; no el raudal desbordante de los ojos, ni la expresión abatida del semblante, junto con todas las formas, modos y exteriorizaciones de dolor, lo que pueda indicar mi estado de ánimo! ¡Todo esto es realmente apariencia, pues son cosas que el hombre puede fingir; pero lo que dentro de mí siento sobrepuja a todas las exterioridades, que no vienen a ser sino atavíos y galas del dolor! “ Hamlet se opone al casamiento de su madre a pocas horas de muerto su padre el rey, mostrando tristeza profunda ante la pérdida y el precipitado casamiento de su madre. Aquí hay mucha literatura psicoanalítica que no me corresponde abordar, como por ejemplo el tema del complejo de Edipo, entre otras cosas y que el psicoanálisis ha estudiado. A raíz de este sentimiento, Hamlet pondrá a todas las mujeres “en la misma bolsa”, desconfiando de su honestidad. Más adelante, en el primer monólogo de la obra, Hamlet mostrará con ardor lo que siente sobre las mujeres en la famosa exclamación “¡Fragilidad tienes nombre de mujer!” , que habrá de tener tanto peso en la relación con Ofelia, su amada. Yo lo veo desde otro aspecto también. Él siente que el mundo es pura apariencia, “el hombre puede fingir”, pero lo que está dentro de cada uno como dice Hamlet “lo que dentro de mí siento sobrepuja a todas las exterioridades”. En ese juego de apariencia y realidad el joven sufre, incluso el de hoy, porque no entiende, porque es rebelde y quiere mantener sus propias leyes. Sin embargo parece contradecirse : “Yo no sé parecer”; cuando se sabe que fingirá estar loco y se mostrará diferente ante distintas personas, lo que acarreará una verdadera tragedia aunque él no se lo proponga. He aquí otro problema, otro aspecto de su personalidad: se hace el loco. Frase manida cuando se habla de alguien con determinados comportamientos. Simular una locura no le costará demasiado a este muchacho inteligente, bien educado y formado, que sabe ser muy irónico, como vimos en el diálogo que acabamos de leer. Después de la revelación del fantasma de su padre es cuando otros aspectos de su personalidad se combinan con lo que ya hemos dicho. Hamlet duda, pero ha jurado vengarse de su padre y para él dudar es razonar. Como dice un crítico “¿Duda porque razona o razona porque duda?” Y todo el drama transcurrirá en ese devaneo: quiero y no puedo. Los motivos pueden ser analizados desde un punto de vista literario o psicoanalítico. Conozco algo de lo primero, pero puede ser motivo de que las letras sirvan al psicoanálisis. El príncipe quiere venganza pero también justicia, eso sí: justicia por manos propias. Porque él lo necesita, porque siente que el mundo que lo rodea no acompaña sus sueños, sus deseos. Este adolescente siente además que lo vigilan, manda cartas íntimas a su novia y se las interceptan, se las leen. ¿Cómo actúa un adolescente de hoy ante el fisgoneo de su Facebook o de sus espacios íntimos? Otro tema: como molesta-sobre todo al rey- se lo quieren sacar de encima: hay que mandarlo a Inglaterra y allá...macabro plan. Hoy se diría “Hay que buscarle algo a este chico para que deje sus andanzas... Me interesa también destacar el comportamiento de Hamlet con las demás personas de su entorno. En alguna escena de la obra Hamlet dialoga con Guildenstern y Rosencrantz, dos compañeros de estudio que han venido a Elsinor a pedido de su tío y su madre, para descubrir en qué radica el extraño comportamiento del príncipe. Su actitud frente a ellos es forzada pues se da cuenta que lo están estudiando, a pesar de su apertura en un momento que les dice: “...He perdido completamente la alegría, he abandonado todas mis habituales ocupaciones, y, a la verdad, todo ello me pone de un humor tan sombrío, que esta admirable fábrica, la tierra, me parece un estéril promontorio...” pero luego vuelve a su ironía de siempre. Otro personaje es su amigo Horacio. Con él es sincero, con él es el verdadero Hamlet, lo siente cerca y le confiesa su verdad. “¡Dadme un hombre que no sea esclavo de sus pasiones y yo lo colocaré en el centro de mi corazón, como te guardo a ti!” le dice a Horacio; incluso le aclara que volverá en instantes a hacerse el loco otra vez. Con Ofelia es distinto y yo diría cruel por el comportamiento que tiene con ella, absolutamente inocente de todo lo que pasa, pero el personaje más vulnerable emocionalmente. Se burla de ella como mujer, piensa que todas son iguales de deshonestas y se lo manifiesta y remata con el suspiro final “Yo te amaba antes, Ofelia!” Esta otra actitud nos sorprende, pues sabemos que antes le había declarado su amor. Pero ¿Por qué se hace el loco con ella? Pienso que Ofelia es el único cable a tierra que él tiene y sabe que ella puede ser capaz de convencerlo para que desista de su venganza. He aquí entonces algunos ejemplos de esa diversidad de actitudes que lo van llevando a descubrir la verdad sí, pero también a su ruina, sin saberlo, sin darse cuenta, como todo personaje trágico En suma, emociones variadas, comportamientos inadecuados a veces, ira, dolor, tristeza, angustia existencial, son en cualquier joven, que no tiene que ser príncipe de Dinamarca, temas a conversar. Y el psicoanálisis puede aportar mucho para que no tengamos que repetir las últimas palabras de Hamlet en la obra antes de morir “Lo demás es silencio”. BIBLIOGRAFÍA Shakespeare, William. “Hamlet, príncipe de Dinamarca. Traducción de L. Astrana Marín Hauser, Arnod “Historia social de la literatura y el arte”. Traducción de A. Tovar y F. P. Varas-Reyes. Kott, Jan “Apuntes sobre Shakespeare”. Seix Barral