INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS Juan Pablo Ramis

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INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
Juan Pablo Ramis
La historia de las ideas políticas es una disciplina relativamente reciente que ha adquirido un
creciente impulso en las últimas décadas. A través de ella podemos trascender lo meramente fáctico
e introducirnos en el profundo universo de la reflexión sociopolítica. Esta incursión nos da la
posibilidad, no sólo de conocer el pensamiento de determinados autores sino, fundamentalmente, de
aprehender con una amplitud mucho más vasta el proceso histórico que buscamos develar.
Los acontecimientos históricos no pueden comprenderse en toda su dimensión sino se los
contempla a la luz de las ideas que los originaron. A su vez, no es posible captar plenamente el
sentido de estas ideas sin haber indagado en el marco político y cultural en el que fueron
concebidas.
Existen diversas orientaciones con respecto al modo más adecuado de interpretar un
texto político del pasado. Fundamentalmente, las posiciones contrapuestas aparecen a la
hora de discernir cuál es el objeto por analizar y cuál es la forma apropiada de arribar a
dicho objeto. Qué y cómo estudiar la Historia de las ideas políticas son interrogantes que
debe plantearse quien pretenda iniciar un trabajo vinculado a esta temática.
En primer lugar, intentaremos acercarnos al contenido de la expresión Historia de las Ideas
Políticas; en segundo término, realizaremos una breve reseña de algunas consideraciones expuestas
por distintos especialistas acerca de su objeto y de su método de análisis.
Concepto de Historia de las Ideas Políticas
Si por idea entendemos la representación o imagen de una determinada entidad, podemos
aproximarnos a una definición de Historia de las Ideas Políticas afirmando que es una disciplina que
procura estudiar las representaciones que a través del tiempo se han producido sobre ciertas
manifestaciones políticas.
Al intentar definir a nuestra disciplina, sin duda el concepto de política es el que presenta
mayor dificultad. Pese a que el vocablo es de uso cotidiano, constituye un concepto equívoco
debido particularmente a que existe una “densidad variable de lo político” (Sánchez Agesta, 1983:
53): como en la fundición de metales, hay fenómenos políticos puros y otros en los que aparecen
algún o algunos componentes políticos.
La dificultad para definir esta noción es expresada por Mario Justo López al advertir que la
política es una realidad polifacética (1983: 34): presenta una faz estructural que confiere estabilidad
por medio de las instituciones y una faz dinámica que refleja el movimiento propio de la actividad
política. A su vez, la faz dinámica es dividida en una cara agonal, vinculada a la lucha por el poder
y una faz arquitectónica, que alude a la satisfacción de las demandas de la sociedad una vez
obtenido el poder.
En realidad a partir de la Modernidad, iniciada desde la perspectiva que nos compete con
Maquiavelo y Hobbes, la política es identificada con el poder. Esta es la posición asumida por
Bobbio (2002: 1.215) quien define al poder como la relación entre dos sujetos, uno que impone su
voluntad y otro que acata lo establecido por el primero. El politólogo italiano distingue tres tipos de
poder, según los medios de los que se vale el sujeto activo de la relación: el económico, que utiliza
la posesión de bienes materiales, el ideológico, que se basa en la influencia de las ideas y el político,
caracterizado por el monopolio de la fuerza física respecto de otras comunidades que actúan en una
determinada sociedad. Bobbio fundamenta la supremacía de este último al señalar que algunos
grupos han permitido desmonopolizar el poder económico y el ideológico (el Estado liberal
democrático), pero ninguno ha podido permitir la desmonopolización del poder coactivo.
Ahora bien, la idea de política no es intemporal: si bien existen elementos comunes, no es lo
mismo la política para un griego del siglo V a. C. (Sócrates) que para un florentino del siglo XIV
(Dante) o un alemán del siglo XIX (Marx). Para los griegos de la época clásica (quienes ocupan un
lugar destacado en nuestro programa), la política comprendía todo aquello vinculado a la vida de la
polis (palabra griega de la que deriva política). Como advierte Sartori (1992: 207) la noción de
política de los antiguos griegos se halla en un plano horizontal, al estar relacionada con lo que hoy
entendemos por sociedad, en tanto que desde la Edad Moderna se impone una dimensión vertical
por ser identificada con el gobierno y el Estado.
Objeto de estudio
Cuando procuramos definir el objeto de estudio de nuestra disciplina, lo que hacemos es
intentar determinar qué ideas políticas debemos analizar: ¿las de los grandes pensadores? ¿las de los
políticos que se han destacado a través de la historia? ¿las de toda la sociedad? Ya a mediados del
siglo XX José Antonio Maravall advirtió este problema:
“[...] Heller, en el campo de la Historia de las ideas políticas, distinguía entre la
idea obtenida en un proceso lógico, y como tal elaborada en la mente de un
pensador, de su penetración en amplias zonas, por vía emocional y mezclada con
numerosos elementos alógicos. De esta manera, la idea política asume una imagen
piramidal, en cuya cúspide se la percibe en toda su claridad y pureza poseída por un
pequeño número de inteligencias, mientras que su base es mucho más amplia, a la
vez que sólo se nos muestra en una comprensión confusa y emocional.” (Maravall:
51)
“En el campo de la Historia, junto a las grandes construcciones teóricas en las que
se expresa con máxima luz, debida a la particular capacidad de penetración de los grandes
pensadores, la conciencia de la época, pero no su acción real, hallamos una pululante masa
de pensamientos que, ligados a impulsos, intereses, valoraciones vigentes, ideales, anhelos
de reforma o de restauración, impulsan la marcha de una sociedad [...] Todos esos factores
son pensamiento, viven en la mente humana y desde ella operan. No sólo hay ideas claras,
críticamente elaboradas, sistemáticas; las hay también que florecen en otros terrenos que no
son el de la razón crítica.” (Maravall: 53)
En un excelente estudio Carlos Egües (1999) retoma el planteo de Maravall y distingue
diferentes niveles de reflexión política: existen formas de pensamiento político que poseen un alto
nivel de elaboración mental y son presentadas de modo sistemático (Teorías políticas1); hay ideas
políticas que contienen una menor preocupación por lo cognoscitivo y ponen el acento en lo
programático (Doctrinas políticas); podemos también reconocer ideas totalmente involucradas con
la faz agonal de la política, es decir aquellas destinadas a despertar adhesiones inmediatas y
encender pasiones (Ideologías políticas) y, finalmente, existen representaciones políticas con un
compromiso intelectual mínimo que constituyen una manifestación elemental para explicar una idea
política (Mitos, Símbolos e Imágenes). Nuestro centro de atención puede detenerse en uno o más de
estos planos, siempre y cuando sepamos especificar en cuál o cuáles pretendemos enfocar nuestro
análisis.
Egües advierte que estos diferentes niveles de reflexión política se plasman en las fuentes.
Estas pueden ser documentales (textos) o no documentales (pinturas, monedas, etc.). A las primeras
las clasifica de acuerdo a la intencionalidad de su autor: las fuentes propias poseen la pretensión
explícita de comunicar ideas políticas, en tanto que también podemos hallar fuentes que contienen
1
Egües incluye dentro de esta categoría a la Filosofía política y a la Ciencia política. Sin embargo conviene
hacer una distinción entre ambas disciplinas: en tanto la primera busca conocer la esencia de la política, sus
causas y sus fines últimos; la Ciencia política procura analizar las leyes que rigen la realidad política.
ideas políticas de modo implícito: Egües las llama impropias y da el ejemplo de la literatura (a
excepción de la literatura comprometida) y el periodismo.
Métodos de análisis en Historia de las ideas políticas
Con respecto a la metodología de la historia del pensamiento político, el debate se centra en
la relación existente entre texto y contexto (Vallespín, 1990; Egües, 1999). Las diferentes
posiciones asumidas al respecto pueden sintetizarse en dos:
Enfoque textualista o tradicional: se centra en el análisis del texto mismo y plantea
una lectura filosófica del pensamiento político. Se detiene en el estudio de los autores clásicos,
es decir en aquellos que trascienden su tiempo histórico y que, de acuerdo con este punto de
vista, brindan una respuesta probada a los asuntos perennes de la política. Por lo tanto, según
esta orientación los aportes realizados por los grandes pensadores políticos tienen tanta validez
en el momento que escribieron como en épocas posteriores.
Perspectiva contextualista: considera que una idea política aparece en una
determinada circunstancia espacio-temporal para responder a un problema concreto. Por lo
tanto, solo podemos comprender cabalmente dicha idea si analizamos correctamente el contexto
en la que apareció. Según Skinner, para elaborar una Historia de las Ideas Políticas con carácter
genuinamente histórico, es necesario desentrañar la “matriz social e intelectual” desde la que
surgen los textos políticos (1985). Así, el interés se focaliza en descubrir el peso que una noción
política tuvo en un período determinado, más que en la pervivencia de esta noción en épocas
siguientes.
Sin embargo, el problema aparece a la hora de definir qué es contexto, el cual ha sido
identificado frecuentemente con la totalidad de las circunstancias que enmarcan la aparición de un
texto, sin la aclaración de los vínculos existentes entre ambos componentes de dicha relación (texto
y contexto).
Por lo tanto, es imprescindible descubrir cuáles son los factores contextuales a los que el autor
busca dar respuesta y el grado de incidencia de los mismos en la producción intelectual de quien
escribe. En definitiva, entendemos que contexto son aquellos aspectos de la situación que rodea al
texto, que inciden de modo decisivo en el mismo (aquellos a los que el autor busca, consciente o
inconscientemente, dar respuesta) y que contribuyen a su comprensión.
Se verá que en nuestra Selección de Fuentes ocupan un espacio los “textos clásicos”,
rechazados en sí mismos por el enfoque contextualista. Por esto, es necesario hacer una doble
salvedad: en primer lugar, en nuestras clases nos proponemos dejar en claro qué elementos del
medio histórico influyeron en la elaboración de los textos aquí transcriptos. Por otra parte, debemos
considerar que en la Antigüedad Clásica y en el Medioevo se conformó el fundamento del
pensamiento de Occidente, lo que explica que las obras de esta época hayan tenido, en más de una
ocasión, una mayor influencia en las etapas posteriores que en el momento en que fueron escritas.
Por lo cual, la presente Selección ha sido realizada con una perspectiva histórica que pueda
contribuir a explicar, no sólo el período en cuestión, sino también el marco intelectual de momentos
históricos ulteriores.
Bibliografía citada:
BOBBIO, Norberto y otros, Diccionario de Política. Madrid, Siglo Veintiuno, 2002.
EGÜES, Carlos A., “Objeto y Método en Historia de las Ideas Políticas”. En: “Investigaciones y
Ensayos”, N° 49. Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1999.
LÓPEZ, Mario Justo, Introducción a los Estudios Políticos (t. I) Buenos Aires, Desalma, 1983.
MARAVALL, José Antonio, “La Historia del pensamiento político, la ciencia política y la
Historia” En: “Revista de Estudios políticos”. Madrid, Instituto de Estudios Políticos, n° 84, 1955.
SKINNER, Quentin, Los fundamentos del pensamiento político moderno (t. I). México, F.C.E.,
1985.
SÁNCHEZ AGESTA, Luis, Principios de Teoría Política. Madrid, Editora Nacional, 1983.
SARTORI, Giovanni, Elementos de Teoría Política. Madrid, Alianza, 1992.
VALLESPÍN, Fernando, “Aspectos metodológicos en la Historia de la Teoría Política”. En:
Vallespín, Fernando (comp.): “Historia de la Teoría Política,” tomo I. Madrid, Alianza, 1990.
LA HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS
SEGÚN LA PERSPECTIVA DE DIFERENTES AUTORES
Objeto de estudio
“El historiador de las ideas debería, para cada época, preguntarse cuáles eran las ideas políticas
de los campesinos, de los obreros, de los funcionarios, de la burguesía, de la aristocracia, etc. En
1955 se reunieron eminentes especialistas para intentar responder a preguntas de este tipo
respecto a la Francia del siglo XVII. La compilación que ha reunido sus estudios encierra muchas
ideas, pero los responsables de esta publicación, modestamente, están de acuerdo en que, dado el
actual estado de la documentación, hay que limitarse en la mayoría de los casos a emitir hipótesis o
a formular interrogantes [...]
[...] la historia de las ideas políticas nos parece inseparable de la historia de las instituciones y de
las sociedades, de la historia de los hechos y de las doctrinas económicas, de la historia de la
filosofía, de la historia de las religiones, de la historia de las literaturas, de la historia de las técnicas,
etc. [...] Nuestro libro reserva, por consiguiente, bastante espacio a autores que no son "pensadores
políticos", pero cuyas ideas tuvieron una importante difusión en la época en que fueron emitidas y
contribuyeron, según nuestro criterio, a aclarar el estado de una sociedad. ¿Hemos reservado
demasiado espacio a los "minores"? Sin duda, algunos lectores lo pensarán
así.” (TOUCHARD, Jean: Historia de las ideas políticas. Madrid, Tecnos, 1998)
“La filosofía política consiste en el intento de adquirir conocimientos ciertos sobre la
esencia de lo político y sobre el buen orden político o el orden político justo.
Es necesario establecer diferencias entre filosofía política y pensamiento político en general.
Actualmente se identifican estos términos con frecuencia; se ha ido tan lejos en la degradación del
nombre de la filosofía que hoy se habla de las filosofías de vulgares diletantes [...] De aquí que toda
filosofía política sea pensamiento político, pero no todo pensamiento político sea filosofía política.
El pensamiento político, como tal, es indiferente a la distinción entre opinión y conocimiento; la
filosofía política, sin embargo, es un esfuerzo consciente, coherente y continuo por sustituir las
opiniones acerca de los principios políticos por conocimientos ciertos.” (STRAUSS, Leo, ¿Qué es
la filosofía política? Madrid. Guadarrama, 1970, p. 14)
“De los siglos V a XI son muy pocos los autores dedicados a exponer doctrinas políticas. No se
escribieron libros, tratados ni panfletos sobre los temas que en todos los tiempos han constituido la
materia prima del pensamiento político. Y ello porque eran los mismos gobernantes, los papas, reyes
y emperadores, quienes a través de medidas de gobierno creaban, informaban y aplicaban las ideas
políticas.” (ULLMANN, Walter, Historia del pensamiento político en la Edad Media.
Barcelona, Ariel, 1999, p. 16)
“Ni en la Argentina ni en el resto de los países hispanoamericanos ha florecido un pensamiento
teórico original y vigoroso en materia política, ni era verosímil que floreciera [...] Aparte que sea o
no original en el plano doctrinario, el pensamiento político de una colectividad posee siempre un
altísimo interés histórico; pero no solamente en cuanto es idea pura, sino también - y acaso más- en
cuanto es conciencia de una actitud y motor de una conducta [...]
Las ideas que el autor ha tratado de precisar y seguir en el hilo del tiempo no son sólo
aquéllas puras y originales en que ha florecido el genio especulativo; son también los
remedos de ideas, cuyas deformaciones constituyen ya un hecho de cultura de profunda
significación, y son ciertos impulsos que entrañan y presuponen una determinada
predisposición, con los que se nutrirán luego las ideas claras y distintas [...]” (ROMERO,
José Luis, Las ideas políticas en Argentina. Buenos Aires, F. C. E., 1996)
Texto y contexto
“La historia del pensamiento político bien puede considerarse como una disciplina en busca de
su metodología propia [...]
Puede que sea aquí (en el tema del texto y contexto) donde se libra la discusión metodológica
central [...] El problema básico que es preciso aclarar no es otro que el de la dependencia de
pensamiento, las ideas o la teoría en general de los factores sociales presentes en una determinada
época. La cuestión que se suscita es, por tanto, la relativa al grado de autonomía de que gozan los
textos con los que se enfrenta el investigador en nuestro campo. Si no existe tal autonomía ¿es
posible definir cuáles son los factores determinantes en cada caso? ¿Cómo evaluar la importancia de
cada cual? ¿Hay algún factor que merezca un estudio privilegiado o deben estudiarse todos en su
conjunto? En suma, ¿qué pautas hemos de seguir entonces a la hora de estudiar la interrelación del
texto con las contingencias de la época en que fue elaborado?" (VALLESPIN, Fernando: Aspectos
metodológicos en la Historia de la Teoría Política. En: Vallespín (comp.), “Historia de la Teoría
Política”. Tomo 1. Madrid. Alianza, 1990)
“La Historia de las ideas, según Ortega exigía, hay que hacerla no como quien colecciona una
serie de ocurrencias abstractas, intemporalmente surgidas, con la pretensión de tener un sentido en
sí, absoluto, independiente de las circunstancias. Esa Historia, para ser propiamente tal, tiene que
partir de que `la idea es una acción que el hombre realiza en vista de una determinada circunstancia
y con una precisa finalidad. Si al querer entender una idea prescindimos de la circunstancia que la
provoca y del designio que la ha inspirado, tendremos de ella sólo un perfil vago y abstracto... Toda
idea está adscrita irremediablemente a la situación o circunstancia frente a la cual representa su
activo papel y ejerce su función' (MARAVALL, José Antonio, "La Historia del pensamiento
político, la ciencia política y la Historia” En: “Revista de Estudios políticos”, Madrid, Instituto
de Estudios Políticos, n° 84, 1955)
“En la expresión "historia de las ideas políticas" la palabra "historia" nos parece más importante
que la palabra "política". Nos merece poco crédito la "política pura" [...] Aislar algunas doctrinas,
estudiarlas sub especie aeternitatis y confrontarlas con una determinada idea de la ciencia política,
con una especie de arquetipo, es una empresa de indiscutible interés. Sin embargo, hemos intentado
hacer otra cosa y nos hemos preocupado menos de analizar en detalle algunos sistemas políticos que
de situar estos sistemas en la época y en la sociedad correspondiente.” (TOUCHARD, Jean,
Historia de las ideas políticas, Madrid, Tecnos, 1998)
“Es éste un dato que en ningún momento puede perder de vista el historiador de las
ideas: aquéllo de lo que se ocupa -las ideas- no constituye un objeto intemporal. Por más
que pueda hablarse, como veremos, de "cuestiones perennes" de filosofía política con las
que en mayor o menor medida se involucra el pensamiento en todos los tiempos, lo cierto
es que la especulación filosófico-política es siempre un hecho histórico, realizado por un
hombre o un grupo de hombres en determinadas circunstancias, en un contexto dado. La
historicidad, por tanto, no constituye un simple dato de las ideas. Es, como en cualquier
otra acción humana, un componente esencial, constitutivo, que en tanto incorporado al
objeto de estudio de nuestra disciplina, necesariamente condiciona las definiciones sobre el
método adecuado para su conocimiento." (EGÜES, Carlos, "Objeto y método en Historia
de las Ideas Políticas”. En: “Investigaciones y Ensayos”. N° 49, enero-diciembre 1999.
Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia.)
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