Análisis de la Sentencia del Tribunal Constitucional y voto particular

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Análisis de la Sentencia del Tribunal Constitucional y
voto particular de 16 de julio de 2014
Por Hilda Irene Arbonés Lapena. Abogada laboralista. Doctorando en Derecho
del Trabajo y de la seguridad Social. @hildaarbones
Me parece muy osado por parte de esta simple letrada que
suscribe, el pretender realizar un breve resumen de la
última sentencia dictada por el pleno del Tribunal
Constitucional (en adelante TC); en primer lugar, porque
grandes nombres y firmas podrían hacerlo muchísimo
mejor, y en segundo lugar, porque resulta tremendamente
difícil sintetizar en este espacio una sentencia y un voto
particular de tan amplio calado. Aun así, voy a intentar
transmitir los aspectos que para mí son los más destacables
del pronunciamiento constitucional, no sin antes
disculparme por todo aquello que ni siquiera nombro y que merece tanta relevancia
como
lo
siguiente.
Recordemos como se nos ha repetido hasta la saciedad estos últimos días, que estamos
ante la sentencia que desestima el recurso de inconstitucionalidad presentado por el
Parlamento de Navarra contra la Ley 3/2012, de 6 de julio, de medidas urgentes para
la reforma del mercado de trabajo, pero atención, el TC aún tiene pendiente por
resolver el recurso de inconstitucionalidad planteado por el Partido Socialista y la
Izquierda Plural, aunque mucho me temo que seguirá el mismo destino.
Dicho esto, paso a determinar la forma que ha revestido la sentencia -en el sentido de
afirmar- que cuenta con el fallo suscrito por la mayoría de los magistrados pero
también cuenta con un voto particular de igual envergadura que la propia sentencia, y
a comparar los preceptos más importantes -a mi entender- cuestionados por los
recurrentes, lo sentenciado por el TC y en lo que difiere el voto particular:
En primer lugar, respecto a la duración del periodo de prueba de un año para el
contrato de trabajo indefinido de apoyo a los emprendedores en empresas de menos de
25 trabajadores, los recurrentes creen vulnerados según el orden del redactado, los art.
35.1, 14, 37.1 y 24.1 de la Constitución Española (en adelante CE), así como el
Convenio 158 de la Organización Internacional del Trabajo en lo referente al derecho
al trabajo, provocando la ruptura del principio de causalidad en la extinción del
contrato de trabajo. La sentencia insiste pero, en la existencia de una doble vertiente
en relación al mencionado derecho al trabajo: la individual, que emana del propio art.
35 CE y la colectiva, que puede justificar el establecimiento de límites a la vertiente
individual.
En definitiva lo que pretende la sentencia es “hacer atractiva a las empresas la
contratación indefinida de trabajadores” y por ende, el análisis de la finalidad y el
régimen jurídico del contrato llevan a considerar constitucionalmente razonable y
proporcionada la medida en tanto en cuanto los sacrificios que impone el derecho del
trabajo son adecuados para tutelar otros bienes y derechos protegidos por la Carta
Magna, recalcando el art. 40.1. El voto particular por su parte, entiende que existe una
clara violación del principio de causalidad de las extinciones contractuales a voluntad
del
empresario.
El segundo punto a recalcar a grandes rasgos, viene del planteamiento de
inconstitucionalidad por parte de los recurrentes de que, la Comisión Consultiva
Nacional de Convenios Colectivos (en adelante CCNCC) u órganos autonómicos
acuerden aplicar o no el conocido “descuelgue”, vulnerando así los art. 37.1 CE,
referente a la fuerza vinculante de los convenios colectivos, el art. 28.1 CE de libertad
sindical y el art. 24.1 CE de tutela judicial efectiva. La sentencia por su parte rechaza
de plano dicha impugnación, defendiendo la actividad de la CCNCC con el fin de
“facilitar la viabilidad del proyecto empresarial y evitar el recurso a decisiones
extintivas de los contratos de trabajo,” es decir, evitando poner así en peligro la
estabilidad
de
la
empresa
y,
con
ello,
la
del
empleo.
El voto particular considera contrariamente a la sentencia, que debería ser declarado
inconstitucional lo establecido en el art. 14.1 Ley 3/2012 que da el nuevo redactado al
art. 82.3 ET, ya que instituye la figura del arbitraje como obligatorio lesionando el
derecho
a
la
negociación
colectiva
recogida
en
el
art.
37.1
CE.
El tercer aspecto a destacar, es la aplicación prioritaria de los convenios de empresa
sobre los convenios de ámbito superior, impidiendo a los convenios sectoriales y a los
acuerdos interprofesionales de disponer de esa prioridad aplicativa que una vez más
viene recogida en el art. 37.1 CE en relación a la fuerza vinculante de los convenios y
el art. 28.1 CE referente a la libertad sindical. Según la sentencia, no existe “un
modelo constitucional predeterminado de negociación colectiva,” al no determinar
nuestra CE el modelo a seguir, es decir, el redactado es tan laxo que puede ser
interpretada la negociación colectiva de forma centralizada (de carácter general o
sectorial)
como
de
forma
descentralizada
(de
empresa).
A mayor abundamiento, el TC añade que el art. 14.3 CE no impone una determinada
unidad de negociación por lo que “no impide seguir negociando convenios colectivos
sectoriales”. El voto particular se aúna a la petición de inconstitucionalidad planteada
por los recurrentes en tanto en cuanto la prioridad aplicativa del convenio de empresa
contraria la negociación colectiva ex art. 37.1 y de libertad sindical art. 28.1 CE.
A la vista está que me he dejado la mayor parte del contenido de la sentencia y de su
voto particular en el tintero, aunque creo que estos tres pilares sobre los que se
fundamenta todo el entramado ya “constitucionalizado” de la reforma laboral, darán
mucho
que
hablar.
Lamentablemente, parece que una vez se ha pronunciado el TC, no hay nada más que
añadir, por ello me pregunto, ¿por qué se basa toda la fundamentación jurídica la
sentencia en alusiones constantes a razones económicas en detrimento de derechos
fundamentales? ¿Por qué el TC no ha esperado a dictar de forma conjunta todos los
recursos de inconstitucionalidad planteados? Me temo mucho, que por razones
electorales, (toda una pena para la justicia) ante la ansiedad desmesurada de legislar a
golpe de Real Decreto y “constitucionalizar” lo legislado antes de perder posiciones
de mando o verse el Ejecutivo debilitado en un futuro no muy próximo.
En definitiva y en palabras de mi admirado Jesús Cruz Villalón, Catedrático de la
Universidad de Sevilla, la sentencia supone un “giro cualitativo respecto de lo que
venía constituyendo la jurisprudencia constitucional sobre esta materia”. A lo que si
añadimos que, esta misma semana la EPA ha hecho público que se han perdido casi
cuatro millones de horas de trabajo y hay 128.800 ocupados más – ya que para el
Gobierno, el que una persona trabaje una hora al día o a la semana y esté el resto del
tiempo, las otras 39 horas, buscando trabajo no es un parado sino un ocupado- falta
ver y analizar la trascendencia práctica que conllevará este giro, aunque mucho me
temo que aun así seguirán aumentado los descuelgues de convenios y la tasa
desempleo, lo que supone sin ninguna duda la continuidad en la precarización de
nuestro
sistema
de
relaciones
laborales.
Al
tiempo.
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